Cuentos de Augusto Roa Bastos

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  • 8/16/2019 Cuentos de Augusto Roa Bastos

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    AUGUSTO ROA BASTOS

    “EL BALDÍO”

     No tenían cara, chorreados, comidos por la oscuridad. Nada más que sus dos siluetas vaamentehumanas, los dos cuerpos rea!sor!idos en sus som!ras. "uales # sin em!aro tan distintos. "nerte el uno,via$ando a ras del suelo con la pasividad de la inocencia o de la indi%erencia más a!soluta. &ncorvado el otro, $adeante por el es%uer'o de arrastrarlo entre la male'a # los desperdicios. Se detenía a ratos a tomar aliento.(ueo recomen'a!a do!lando a)n más el espina'o so!re su cara. &l olor del aua estancada del Riachuelode!ía estar en todas partes, ahora más con la %etide' dul'arrona del !aldío hediendo a herrum!re, ae*crementos de animales, ese olor pastoso por la amena'a de mal tiempo que el hom!re manotea!a de tantoen tanto para despeárselo de la cara. +arillitas de vidrio o metal entrechoca!an entre los #u#os, aunque deseuro ninuno de los dos oiría ese cantito iscrono, %antasmal. Tampoco el apaado rumor de la ciudad queallí parecía trepidar !a$o tierra. - el que arrastra!a, slo tal ve' ese ruido !lando # sordo del cuerpo al re!otarso!re el terreno, el siseo de restos de papeles o el opaco olpe de los 'apatos contra las latas # cascotes. Aveces el hom!ro del otro se enancha!a en las matas duras o en aluna piedra. (o destra!a!a entonces atirones, mascullando aluna %uriosa inter$eccin o haciendo al cada %orce$eo el ha... neumático de losesti!adores al levantar la cara re!elde al hom!ro. &ra evidente que le resulta!a cada ve' más pesado. No slo por esa resistencia pasiva que se le empaca!a de ve' en cuando en los o!stáculos. Acaso tam!in por el propio

    miedo, la repunancia o el apuro que le iría comiendo las %uer'as, empu$ándolo a terminar cuanto antes.

    Al principio lo arrastr de los !ra'os. /e no estar la noche tan cerrada se hu!ieran podido ver los dos pares de manos entrela'adas, neativo de un salvamento al revs. 0uando el cuerpo volvi a enancharse,aarr las dos piernas # empe' a remolcarlo dándole la espalda, mu# inclinado hacia adelante, estri!ando%uerte en los ho#os. (a ca!e'a del otro %ue dando tum!os aleres, al parecer encantada del cam!io. (os %arosde un auto en una curva desparramaron de pronto una claridad amarilla que lle en oleadas so!re losmontículos de !asura, so!re los #u#os, so!re los desniveles del terreno. &l que estira!a se tendi $unto al otro.1or un instante, !a$o esa pálida pincelada, tuvieron alo de cara, lívida, asustada la una, llena de tierra la otra,mirando hacer impasi!le. (a oscuridad volvi a traarlas enseuida.

    Se levant # siui halándolo otro poco, pero #a ha!ían lleado a un sitio donde la male'a era más

    alta. (o acomod como pudo, lo arrop con !asura, ramas secas, cascotes. 1arecía de improviso querer proteerlo de ese olor que llena!a el !aldío o de la lluvia que no tardaría en caer. Se detuvo, se pas el !ra'o por la %rente reada de sudor # escupi con ra!ia. &ntonces escuch ese vaido que lo so!resalt. Su!ía d!il# so%ocado del #u#al, como si el otro hu!iera comen'ado a que$arse con lloro de recin nacido !a$o su t)mulode !asura.

    "!a a huir, pero se contuvo encandilado por el %oona'o de %otora%ía de un relámpao que arranctam!in de la oscuridad el !loque metálico del puente, mostrándole lo poco que ha!ía andado. (ade laca!e'a, vencido. Se arrodill # acerc husmeando casi ese vaido tenue, estranulado, insistente. 0erca delmontn ha!ía un !ulto !lanquecino. &l hom!re qued un laro rato sin sa!er qu hacer. Se levant para irse,dio unos pasos tam!aleando, pero no pudo avan'ar. Ahora el vaido tironea!a de l. Reres poco a poco, atientas, $adeante. +olvi a arrodillarse titu!eando todavía. /espus tendi la mano. &l papel del envoltorio

    cru$i. &ntre las ho$as del diario se de!atía una %ormita humana. &l hom!re la tom en sus !ra'os. Su esto%ue torpe # desmemoriado, el esto de aluien que no sa!e lo que hace pero que de todos modos no puedede$ar de hacerlo. Se incorpor lentamente, como asqueado de una repentina ternura seme$ante al más e*tremodesamparo, # quitándose el saco arrop con l a la criatura h)meda # lloriqueante.

    0ada ve' más rápido, corriendo casi, se ale$ del #u#al con el vaido # desapareci en la oscuridad.

     2222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222 

    “Contar un cuento”

    34uin me puede decir que eso no sea cierto5 6 %ar%ull pausadamente, con su ha!itual tono entresarcástico # circunspecto, adelantándose a una impro!a!le o!$ecin so!re lo que aca!a!a de decir # queresulta!a increí!le aun contado por l.

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     6 1ero ha# una realidad que no se puede %alsear impunemente6 apunt aluien no con ánimo dere!atirle desde lueo sino de aui$onearlo un poco.

     6 30mo5 6se hi'o repetir la %rase apantallándose la ore$a con la mano, despectivamente 6 0laro,eso que la ente satis%echa llama la verdad de las cosas. 7Ahí los quiero ver8 3Aluien ha vivido demasiado para sa!er todo lo que ha# que sa!er5 3- qu es lo que al %inal le queda al que más sa!e5 &sto9 6di$ohaciendo sonar las u:as con el esto irrisorio de matar una pula 6 . 34uin puede adivinar los mviles delos actos más simples o más complicados # desesperados5 &l que estemos aquí como moscas %riolentasesperando alo que no se produce, reunidos nada más que por la %uer'a de la costum!re. &l de ese hom!re del !arrio de emerencia que comien'a a devorar a su mu$er a dentelladas ante un centenar de vecinosaterrori'ados a los que amena'a con un revlver. 3(ocura de amor, de celos5 3A!erraciones de un paladarcansado del uisote casero5 Ahora está de moda ha!lar de la realidad. Típico re%le$o de inseuridad, deincertidum!re. (a ente quiere ver, oler, tocar, pinchar la !ur!u$a de su soledad. 31ero qu es la realidad51orque ha# lo real de lo que no se ve # hasta de lo que no e*iste todavía. 1ara mí la realidad es lo que quedacuando ha desaparecido toda la realidad, cuando se ha quemado la memoria de la costum!re, el !osque quenos impide ver el ár!ol. Slo podemos aludirla vaamente, o so:arla, o imainarla. Una ce!olla. Usted le sacauna capa tras otra, # 3qu es lo que queda5 Nada, pero esa nada es todo, o por lo menos un tu%o picante quenos hace larimear los o$os. Toquen la punta de esa mesa, o una tecla en el piano. 3;a# alo más %antástico

    que el tacto de la madera en la #ema de un dedo, que ese sonido que vi!ra un momento # se apaa59 6se puso los dedos so!re los la!ios para desin%lar despacito la pompa de un eructo 6 . 3- la vida de un hom!re51ero es que aluien sa!e de ese condenado a muerte alo más que los ara!atos que de$a ara:ados en las paredes de su celda. - a veces esos !orrones despistan todavía más porque los caramos con nuestra propiaaonía o indi%erencia9 6 el picor de la acide' se le demor un instante en el %runcimiento del ce:o, en lacomisura de los la!ios.

     Nos miramos disimuladamente< era mu# raro que el ordo se pusiera pattico o sentimental. Ahoramismo sus o$illos semicerrados desmentían, sardnicos, sus pala!ras.

     6 3Sa!en lo que pasa5 Se ha!la demasiado. &l mundo está envenenado por las pala!ras. Son la %uentede la ma#or parte de nuestros actos %allidos, de nuestros re%le$os, de nuestras %rustraciones. (a pala!ra es laran trampa, la pala!ra vie$a, la pala!ra usada. &s mu# cierto eso de que empe'amos a morir por la !oca comolos peces. -o mismo ha!lo # ha!lo. 31ara qu5 1ara sacar nuevas capas a la ce!olla. 1or ahí no se va a nin)n

    lado. ;a!ría que encontrar un nuevo lenua$e, # me$or todavía un lenua$e de silencio en el que nos podamoscomunicar por levísimos estremecimientos, como los animales 63no se dan cuenta qu li!res son ellos5 6 , por leves alteraciones de esta acumulacin de ondas conestionadas que ha# en nosotros como un %or)nculo a punto de reventar. Un pesta:eo apenas visi!le resumiría todos los cantos de la "líada, incluso los que se perdieron. Un plieue de la!ios, todo /ante, Sha=espeare, Goethe, 0ervantes, tan a!urridos e inentendi!les#a. (os estos más laros e*presarían los hechos más simples> el ham!re, el odio, la indi%erencia. &l amorsería a)n más simple> una mirada # en esa mirada, un hom!re # una mu$er desnudos, pero desnudos de veras, por dentro # por %uera, pero conservando todo su misterio9 74u s #o8 Nadie sa!e nada de nada. &n estacarrera nadie tiene la precisa. 1nanle la %irma9 6 su e*presin volvía a ser apaci!le, neutra 6.Si en el país de los cieos te %alta un o$o, quítate el otro, solía decir mi a!uelo, un vie$o alcahuete que supo andar en lalluvia sin mo$arse. - tenía ra'n. (o que no quiere decir que un cieo sea precisamente el testio de loinvisi!le, aunque a veces9 6se interrumpi como si de pronto se le hu!iese escapado la idea que quería

    e*presar< # tras una pausa, sem!lanteándonos %i$amente uno por uno 6 > -a Sneca decía hace dos mil a:os>?30on quin podríamos comunicar5@ 3- qu corno s #o, por qu no se lo preuntan a ono5

    l mismo tenía un aire de apaci!le, inerte, %o%a irrealidad. Aun en el momento de ha!lar # mover unasmanos pálidas # !landu'cas de pianista en relCche. O!eso # enorme, des!orda!a el silln en que se ha!íaarrellanado. Su cuerpo esta!a anclado en alo más que en el peso de la carne # su invenci!le molicie. &lmismo aire que se cernía so!re l parecía aplastarlo, de%ormarlo, hinchándolo # deshinchándolo desde adentroen la respiracin. &n el sem!lante apopltico la !oca, que no ha!ía perdido del todo su !ello di!u$o, era lo)nico que resistía la desvastacin. &ncerrados en la masa del te$ido adiposo parecía ha!er dos hom!res que noquerían sa!er nada entre sí. ;a!ían crecido $untos, se ha!ían %undido %inalmente, pero a)n trata!an decontradecirse, de inorarse, # #a ninuno de los dos tenía remedio, al menos el uno en el otro. (a ronca #montona vo' servía sin em!aro a uno # a otro, por iual, sin %avoritismos.

     6 1ara qu entonces preuntar, e*plicar nada 6 are tras una pausa en la que estuvomordisqueando la despachurrada punta del ha!ano 6 . (eonardo hi'o un len. /a!a alunos pasos, lueo se

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    a!ría el pecho # lo mostra!a lleno de lirios. - ese len9 6pero volvi a callarse. So!re la cara a!otaada $ua!a una sonrisa muerta.

    0reo que ninuno de nosotros pensa!a en aluna o!$ecin en ese instante, #a olvidados del cuento queha!ía comen'ado a relatar a propsito de unos e*ilados que consiuen asesinar al em!a$ador de su país con laa#uda de un cieo. &l ordo sostenía que el cieo ha!ía apu:alado al militarote, sentenciado desde hacíamucho tiempo por sus actos de sevicia # por ha!er orani'ado # diriido el aparato de represin del rimen.&l atentado # el crimen eran a!surdos e increí!les, se)n el relato del ordo. 1ero a l no se le podían re%utarsus ocurrencias. ;a!ía que oírlo simplemente. No porque %uera incapa' de escuchar a su ve', sino porque unolo sentía impermea!le a las opiniones, a la incredulidad de los demás. No era qui'á eoísmo o in%atuacin. &raun desinters, una indi%erencia parecida a la desesperan'a, que l trata!a de disimular con el humor de unsarcasmo vuelto otra ve' inocente. ás de una ve' sospech que era un poco sordo # que se de%endía de esamanera de la humillacin de admitirlo.

    (o que aca!a!a de decir, por e$emplo, no tenía ninuna relacin con lo que anteriormente esta!adiciendo. 1ero l salta!a así de un tema a otro sin transicin, o !uscándonos el ?palpito@ en medio de !ruscasinterrupciones, de laros e impenetra!les silencios, entre sor!o # sor!o de ine!ra, tras los cuales hacía irarla copa con una especie de rítmico tecleo de sus u:as en el vidrio. Nunca se sa!ía cuándo decía un chiste orecorda!a una ancdota, en qu momento concluía un cuento # empe'a!a otro sacándolo del anterior,

    ?despelle$ando la ce!olla@. 1ero nunca conseuimos hacerle contar por qu ha!ía de$ado su carrera deconcertista de piano en la que lle a alcan'ar cierto renom!re, lueo de aquella ira por las ciudades delinterior en la que se vio en vuelto en un a!surdo lío con la esposa de un o!ernador. (o que se sa!ía era vaoe incierto, # a pesar del escandalete que ado!aron en su momento alunos diaruchos de provincia, era casiseuro que a l no le cupo otra culpa!ilidad que la que la con%a!ulacin de las circunstancias pudieronatri!uirle. ;a!ían pasado muchos a:os. l nunca quiso ha!lar de eso. 0uando aluien insinua!a la cosa, sequeda!a callado. (os o$illos enro$ecidos que parecían no tener iris, parpadea!an lacrimosos, renuentes, # sequeda!an amodorrados un laro rato. 1ero uno de nosotros descu!ri una ve', entre las páinas de undiccionario de m)sica, la %otora%ía de una hermosa mu$er con una dedicatoria un poco cursi e inenua quedelata!a a la dama provinciana de la historia. Un tiempo despus la %otora%ía desapareci tam!in, # en suluar el ordo coloc una o!scena vi:eta recortada de cualquier revista de pornora%ía !arata para irrisin de%uturas indiscreciones.

     No teníamos más remedio que auantarlo. (o escuchá!amos impacientes # ávidos porque siempre podíamos aprovechar alo en nuestras cola!oraciones para las revistas. Su repertorio era inaota!le, $amásrepetía sus cuentos. 0reo que los inventa!a # olvida!a adrede. Nosotros tra%icá!amos con su desmemoriada prodialidad, si !ien casi siempre teníamos que imainar # reinventar lo que l imaina!a e inventa!a,completando esas %rases que se comía, esas pala!ras que eran inentendi!les oroteos, esos silencios caradosde astuta intencin, a!iertos a toda ciase de pistas %alsas # contradictorias alusiones. l se divertía a nuestracosta, eso era seuro, atormentándonos con su endia!lada, volu!le, casi indesci%ra!le manera de contar. &lordo se reiría en sus adentros de nosotros, pero el irreular !alanceo de su a!domen lo disimula!a mu# !ien. 6 &sa noche no ramos muchos. Tres o cuatro a lo sumo. ;acía calor. &sta!a más l)cido e inerte que decostum!re. ;a!la!a, !e!ía # calla!a. (a ruesa nari' # la %rente que se e*tendía hacia la calva orlada de ralosca!ellos rises, esta!an punteadas de inconta!les otitas de sudor. Se pasa!a la mano, !orronea!a la %lo$a piel, pero las puntitas volvían a !rotar en seuida. e parece estar vindolo todavía.

    0ont varios cuentos. 4ui'á %ueran uno solo, como siempre, desdo!lado en hechos contradictorios,desa$ado capa tras capa # emitiendo su picante # %antástico sa!or. (ueo de la alusin a la realidadinsonda!le # al len lleno de lirios de (eonardo da +inci, empe' a relatarnos la historia del hom!re que ha!íaso:ado el luar de su muerte. (a cont de un tirn, sin más interrupciones ni diresiones. &l hom!re vio ensue:os el luar donde ha!ía de morir. Al principio no se entendía mu# !ien dnde era. 1ero el ordo, contra sucostum!re, se e*pla# al %inal en una proli$a descripcin. 0ont que el hom!re vivi despus tem!lando deencontrarse en la realidad con el sitio predestinado # %atal. 0ont el sue:o a varios amios. Todos coincidieronen que no de!ía darse importancia a los sue:os. Acudi a un psicoanalista que slo consiui aterrarlo a)nmás. Aca! encerrándose en su casa. Una noche record !ruscamente el sitio del sue:o. &ra su propio cuartoen su casa.

    (a vo' del ordo se que!r en un estertor. Tenía la cara lívida, viscosa. Se:al alo con la mano,delante de sí. Giramos la mirada siuiendo el esto torpe # pesado, sin comprender todavía. No ha!ía nadie enel hueco de la puerta, pero por un instante #o sentí en la nuca una rá%aa %ría. 1ensamos en aluna nuevaocurrencia del ordo. Slo cuando nos volvimos hacia l comprendimos de olpe> lo que el ordo ha!ía

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    descrito punto por punto era el cuarto en que está!amos. &l h)medo ciarro se le ha!ía caído so!re el pechoque #a ahora no se hamaca!a en el !lando $adeo. (os o$illos vidriosos se halla!an clavados en nosotros conuna !urlona sonrisa. 2222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222222  22 “Carpincheros”

    (a primera noche que araret vio a los carpincheros %ue la noche de San Duan.1or el río !a$a!an %lotando llameantes islotes. (os tres ha!itantes de la casa !lanca corrieron hacia el

    talud para contemplar el e*traordinario espectáculo.(as %oatas !rota!an del aua misma. A travs de ella aparecieron Elos carpincheros. E1arecían seres de co!re o de !arro cocido, parecían %iuras de humo que pasa!an inrávidas a %lor de

    aua. (as chatas # neras em!arcaciones hechas con la mitad de un tronco e*cavado apenas se veían. &ra una%lotilla entera de cachiveos. Se desli'aron silenciosamente por entre el crepitar de las llamas, arruando lachispeante mem!rana del río.

    0ada cachiveo tenía los mismos tripulantes> dos hom!res !oando con laras tacuaras, una mu$ersentada en el plan, con la peque:a olla delante. A proa # a popa, los perros e*pectantes e inmviles, tan

    inmviles como la mu$er que echa!a humo del ciarro sin sacarlo en nin)n momento de la !oca. Todas parecían vie$as, de tan arruadas # %lacas. A travs de sus ui:apos cola!an sus %láccidas mamas o emeríansus audas paletillas.

    Solo los hom!res se eruían duros # %uertes. &ran los )nicos que se movían. 1roducían la sensacin deandar so!re el aua entre los islotes de %ueo. &n ciertos momentos, la ilusin era per%ecta. Sus cuerposelásticos, sin más vestimenta que la !aticola de trapo arrollada en torno de sus ri:ones so!re la que sehamaca!a el machete desnudo, i!an # venían alternadamente so!re los !ordes del cachiveo para impulsarlocon los !otadores. ientras el de !a!or, carándose con todo el peso de su cuerpo so!re el !otador hundido enel aua, retrocedía hacia popa, el de estri!or con su tacuara recoida avan'a!a hacia proa para repetir lamisma operacin que su compa:ero de !oa. &l vaivn de los tripulantes seuía así a lo laro de toda la %ilasin que ninuna em!arcacin su%riera la más leve oscilacin, el más liero desvío. &ra un peque:o prodiio deequili!rio.

    "!an silenciosos. 1arecían mudos, como si la vo' %ormara apenas parte de su vida erra!unda #montara'. &n al)n momento levantaron sus caras, tal ve' e*tra:ados tam!in de los tres seres de harina quedesde lo alto de la !arranca ver!erante los mira!an pasar. Aluno que otro perro ladr. Aluna que otra pala!ra utural e incomprensi!le anduvo de uno a otro cachiveo, como un peda'o de lenua atada a un sonidosecreto.

    &l aua ardía. &l !anco de arena era un inmenso car!unclo encendido al ro$o vivo. (as som!ras de loscarpincheros res!alaron velo'mente so!re l. 1ronto los )ltimos carpincheros se es%umaron en el recodo delrío. ;a!ían aparecido # desaparecido como en una alucinacin.

    araret qued %ascinada. Su vocecita esta!a ronca cuando preunt>F3Son indios esos hom!res, papá5FNo, Gretchen, son los vaa!undos del río, los itanos del aua Frespondi el mecánico alemán.F3- qu hacen5

    F0a'an carpinchos.F31ara qu5F1ara alimentarse de su carne # vender el cuero.F3/e dnde vienen5F7Oh, 1ppchen, nunca se sa!e8F3;acia dnde van5FNo tienen rum!o %i$o. Siuen el curso de los ríos. Nacen, viven # mueren en sus cachiveos.F- cuando mueren, +ati, 3dnde les dan sepultura5F&n el aua, como a los marineros en alta mar Fla vo' de &uen tem!l un poco.F3&n el río, +ati5FSon las %oatas de San Duan Fe*plic pacientemente el inmirante a su hi$a.F3(as houeras de San Duan5F(os ha!itantes de San Duan de Bor$a las encienden esta noche so!re el aua en homena$e a su

     patrono.

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    F30mo so!re el aua5 Fsiui e*iiendo araret.FNo so!re el aua misma, Gretchen. So!re los camalotes. Son como !alsas %lotantes. (as acumulan en

    ran cantidad, las caran con !ra'as de pa$a # rama'ones secas, les pean %ueo # las hacen 'arpar. Alunave' iremos a San Duan de Bor$a a verlo hacer.

    /urante un !uen trecho, el río !rilla!a como una serpiente de %ueo caída de la noche mitolica.Así se esta!a representando pro!a!lemente araret el río lleno de houeras.F3- los carpincheros arrastran esos %ueos con sus canoas5FNo, Gretchen< !a$an solos en la correntada. (os carpincheros slo traen sus canoas a que los %ueos

    del Santo chamusquen su madera para darles suerte # tener una !uena cacería durante todo el a:o. &s unavie$a costum!re.

    F30mo lo sa!es, +ati5 Fla curiosidad de la ni:a era inaota!le. Sus ocho a:os de vida esta!anconmovidos hasta la raí'.

    F7Oh, Gretchen8 Fla reprendi "lse suavementeF. 31orqu preuntas tanto5F30mo lo sa!es, +ati5 Finsisti araret sin hacer caso.F(os peones de la %á!rica me in%ormaron. &llos conocen # quieren mucho a los carpincheros.F31or qu5F1orque los peones son como esclavos en la %á!rica. - los carpincheros son li!res en el río. (os

    carpincheros son como las som!ras vaa!undas de los esclavos cautivos en el inenio, en los ca:averales, enlas máquinas F&uen se ha!ía ido e*altando poco a pocoF. ;om!res prisioneros de otros hom!res. (oscarpincheros son los )nicos que andan en li!ertad. 1or eso los peones los quieren # los envidian un poco.

    FDa Fdi$o solamente la ni:a, pensativa./esde entonces, la %antasía de araret qued totalmente ocupada por los carpincheros. ;a!ían

    nacido del %ueo delante de sus o$os. (as houeras del aua los ha!ían traído. - se ha!ían perdido en mediode la noche como %antasmas de co!re, como inrávidos persona$es de humo.

    (a e*plicacin de su padre no la satis%i'o del todo, salvo tal ve' en un solo punto> en que los hom!resdel río eran seres envidia!les. 1ara ella eran, además, seres hermosos, adora!les.

    Tortur su imainacin e invent una teoría. (es dio un nom!re más acorde con su misterioso orien.(os llam ;OBR&S /& (A (UNA. &sta!a %irmemente convencida de que ellos procedían del pálido planeta de la noche por su color, por su silencio, por su e*tra:o destino.

    E(os ríos !a$an de la luna Fse decíaF. Si los ríos son su camino Fconcluía %antásticaF, es seuro queellos son los ;om!res de la (unaE.

    1or un tiempo lo supo ella solamente, "lse # &uen quedaron al maren de su secreto. No hacía mucho que ha!ían arri!ado al inenio a'ucarero de Te!icuar# del Guairá. (learon

    directamente desde Alemania, poco despus de %inali'ada la 1rimera Guerra undial.A ellos, que venían de las ruinas, del ham!re, del horror, Te!icuar# 0osta se les anto$ al comien'o un

    luar propicio. &l río verde, los palmares de humo !a:ados por el viento norte, esa %á!rica r)stica, casi primitiva, los ranchos, los ca:averales amarillos, parecían suspendidos irrealmente en la ver!eracin del solcomo en una inmensa telara:a de %ie!re polvorienta. Slo más tarde i!an a descu!rir todo el horror queencerra!a tam!in esa telara:a donde la ente, el tiempo, los elementos, esta!an presos en su nervadura seca #ro$i'a alimentada con la cloro%ila de la sanre. 1ero los 1le*nies arri!aron al inenio en un momento de calmarelativa. &llos no querían más que olvidar. Olvidar # recomen'ar.

    F&ste sitio es !ueno Fdi$o &uen apretando los puHos # traando el aire a !ocanadas llenas, el día quellearon. ás que conviccin, ha!ía esperan'a en su vo', en su esto.

    FTiene que ser !ueno Fcorro!or simplemente "lse. Su marchita !elle'a de campesina !ávara esta!amanchada de tierra en el rostro, a$ada de tenaces recuerdos.

    araret parecía menos una ni:a viva que una mu:eca de porcelana, menudita, silenciosa, con suso$os de a:il lavado # sus ca!ellos de lacia plata !rillante. Traía su vestidito de %ranela tan sucio como sus'apatos remendados. (le aupada en los recios # tatuados !ra'os de &uen, de cu#a cara huesuda otea!a elsudor so!re las rodillas de su hi$a.

    &n los primeros días ha!itaron un alpn de hierros vie$os en los %ondos de la %á!rica. 0omían #dormían entre la ortia # la herrum!re. 1ero el inmirante alemán era tam!in un e*celente mecánico tornero,de modo que enseuida lo pusieron al %rente del taller de reparaciones. (a administracin les asin entoncesla casa !lanca con techo de cinc que esta!a situada en ese solitario recodo del río.

    &n la casa !lanca ha!ía muerto asesinado el primer testa%erro de Simn Bonaví, due:o del inenio.Uno de los peones previno al mecánico alemán>

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    FNo te deIcuidaF=e, don Oiuen. &n laIsánima en pena de &uloio 1ena#o, el mulato asesinado, =oaluna noche anda por el OaFmorotJ. No$otroI solemoI oír su lamentacin.

    &uen 1le*nies no era supersticioso. Tom la advertencia con un poco de sorna # la transmiti a "lse,que tampoco lo era. 1ero entre los dos se cuidaron mu# !ien de que araret sospechara siquiera el siniestroepisodio acaecido allí hacía alunos a:os.

    0omo si lo intu#era, sin em!aro, araret al principio, más a)n que en el alpn de hierros vie$os,se mostra!a temerosa # triste. So!re todo por las tardes, al caer la noche. (os chillidos de los monos en lari!era !oscosa la hacían tem!lar. 0orría a re%uiarse en los !ra'os de su madre.

    F&stán del otro lado, Gretchen Fla consola!a "lseF. No pueden cru'ar el río. Son monitos chicos, de%elpa, parecidos a $uuetes. No hacen da:o.

    F3- cuándo tendr uno5 Fpedía entonces araret, más animada. 1ero siempre tenía miedo # esta!atriste. &ntonces %ue cuando vio a los carpincheros entre las %oatas, la noche de San Duan. Un cam!ioe*traordinario se oper en ella de improviso. 1edía que la llevaran a la alta !arranca de piedra cali'a que caíaa!ruptamente so!re el aua. /esde allí se divisa!a el !anco de arena de la orilla opuesta, que cam!ia!a decolor con la caída de la lu'. &ra un hermoso espectáculo. 1ero araret se %i$a!a en las curvas del río. Se veíaque auarda!a con ansiedad apenas disimulada el paso de los carpincheros.

    &l río se desli'a!a suavemente con sus islas de camalotes # sus raiones neros aureolados de

    espuma. &l canto del uaimin sona!a en la espesura como una inota campana sumerida en la selva.araret #a no esta!a triste ni temerosa. Aca! cele!rando con risas # palmoteos el salto plateado de los peces o las vertiinosas caídas del martínFpescador que se 'am!ullía en !usca de su presa. 1arecíacompletamente adaptada al medio, # su secreta impaciencia era tan intensa que se parecía a la %elicidad.

    0uando esto sucedi, &uen di$o con una pro%unda in%le*in en la vo'>F3+es, "lse5 -o sa!ía que este luar es !ueno>FSí, &uen< es !ueno porque permite reír a nuestra hi$ita.&n la alta !arranca a!ra'aron # !esaron a araret, mientras la noche, como un ran ptalo nero

    carado de aromas, de silencio, de lucirnaas, lo devora!a todo menos el espe$o tem!loroso del aua # el%ueo !lanco # dormido del arenal.

    F7iren, ahora se parece a un rosser queso %lotando en el aua8 Fcoment araret rindose. llse pens en los randes quesos de leche de #eua de su aldea. &uen, en cierto !anco de hielo en que su !arco

    ha!ía encallado una noche cerca del ShaerFRa=, durante la uerra, persiuiendo a un su!marino inls.1or la ma:ana venían las lavanderas. Sus voces # sus olpes su!ían del %ondo de la !arranca. araret

    salía con su madre a verlas tra!a$ar. (a le$ía mancha!a el aua verde con un laro cordn de ceni'a que !a$a!aen la correntada a lo laro de la orilla en herradura. &n%rente, el !anco de arena rever!era!a !a$o el sol.

    Se veía cru'ar so!re l la som!ra de los pá$aros. Una ma:ana vieron tendido en la pla#a un #acar deescamosa cola # lomo dentado.

    F7Un dran, mamá...8 Frit araret, pero #a no sentía miedo. FNo, Gretchen. &s un cocodrilo.F74u lindo8 1arece hecho de piedra # de ala.Otra ve', un venadito lle saltando por entre el pa$onal hasta mu# cerca de la casa. 0uando araret

    corri hacia l llamándolo, hu# trmulo # %le*i!le, de$ando en los o$os celestes de la alemanita un reusto deternura salva$e, como si hu!iera visto saltar por el campo un cora'n de hier!a dorada, el %uitivo cora'n dela selva. Otra ve' %ue un uacaFma#o de irisado cuerpo ranate, pecho índio # verde, alas a'ules, lara cola

    ro$a # a'ul # anchudo pico de cuerno< un arco iris de pluma # ronco ra'nido posado en la rama de tim!.Otra ve', una ví!ora de coral que &uen mat con el machete entre los #u#os del potrero. Así araret %uedescu!riendo la vida # el peliro en el mundo de ho$as, tierno, áspero, insonda!le, que la rodea!a por todas partes. &mpe' a amar su ruido, su color, su misterio, porque en l perci!ía además la invisi!le presencia delos carpincheros.

    &n las noches de verano, despus de cenar, los tres moradores del casern !lanco salían a sentarse enla !arranca. Se queda!an allí tomando el %resco hasta que los mosquitos # $e$enes se volvían insoporta!les."lse canta!a a media vo' canciones de su aldea natal, que el chapoteo de la correntada entre las piedrasdesdi!u$a!a tenuemente o mecha!a de hiatos trmulos, como si la vo' sonara en canutillos de aua. &uen,%atiado por el tra!a$o del taller, se tendía so!re el pasto con las manos de!a$o de la nuca. ira!a hacia arri!arecordando su antiuo # perdido o%icio de marino, de$ando que la inmensa espiral del cielo verdinero,cua$ado de enruladas virutas !rillantes como su torno, se le estancara al %ondo de los o$os. 1ero no podíaanular la preocupacin que lo tra!a$a!a sin descanso.

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    (a suerte de los hom!res en el inenio, en cu#os pechos oprimidos se esta!a incu!ando la re!elin.&uen pensa!a en los esclavos del inenio. (a ca!ecita platinada de araret so:a!a, en cam!io, con loshom!res li!res del río, con sus %a!ulosos ;om!res de la (una.

    &spera!a cada noche verlos !a$ar por el río.(os carpincheros aparecieron dos o tres veces más en el curso de ese a:o. A la lu' de la luna, más que

    el %ulor de las houeras, co!ra!an su verdadera su!stancia mitolica en el cora'n de araret. Una nochedesem!arcaron en la arena, encendieron peque:as %oatas para asar su racin de pescado # despus de comerse entrearon a una e*tra:a # rítmica dan'a, al son de un instrumento parecido a un arco peque:o. Una de sus puntas penetra!a en un porono partido por la mitad # %orrado en tirante cuero de carpincho. &l tocador se pasa!a la cuerda del arco por los dientes # le arranca!a un 'um!ido sordo # pro%undo como si a cada !oqueada vomitara en la percusin el trueno acumulado en su estmao. TumFtuFtum... TamFtaFtam... TaFtam...TuFtum... TaFtam... TainFtaFtam... Arcadas de ritmo caliente en la cuerda del ualam!au, en el tam!or de porono, en la dentadura del tocador. Sona!an sus costillas, su piel de co!re, su estmao de viento, el porono parchado de cuero # tem!lor, con su tutano de m)sica pro%unda parecida a la noche del río, quehacía hamacar los pies chatos, los cuerpos de som!ra en el humo !lanco del arenal.

    TumFtuFtum... TamFtaFtam... TuFtum... TaFtam... TuFtummmm. 99999999(a respiracin de araret se acompasa!a con el 'um!ido del ualam!au. Se sentía atada

    misteriosamente a ese latido cadencioso enca$onado en las !arrancas.0es la m)sica. &l hilván nero de los cachiveos se puso en movimiento con sus !otadores de larastacuaras que parecían andar so!re el aua, que se %ueron ale$ando so!re carriles de espuma cada ve' másqueda, hasta desvanecerse en la tinie!la a'ul # ra#ada de lucirnaas.

    (os espera!a siempre. 0ada ve' con impaciencia más desordenada. Siempre sa!ía cuándo i!an aaparecer # se llena!a de una e*tra:a aitacin, antes de que el primer cachiveo !ordeara el recodo a lo le$os,en el hondo cauce del río.

    F7Ahí vienen8 Fla vocecita de araret suría rota por la emocin. &l canturreo anoso o el silenciode "lse se interrumpía. &uen se incorpora!a asustado.

    F30mo lo sa!es, Gretchen5FNo s. (os siento venir. Son los ;om!res de la (una... de la (una...&ra in%ali!le. Un rato despus, los cachiveos pasa!an peinando la ca!ellera de cometa verde del río. &l

    cora'n le palpita!a %uertemente a araret. Sus o$itos encandilados roda!an en las estelas de seda líquidahasta que el )ltimo de los cachiveos desaparecía en el otro recodo detrás del !rillo espectral del !anco dearena roído por los peque:os cráteres de som!ra.

    &n esas noches, la peque:a araret hu!iera querido quedarse en la !arranca hasta el amanecer porque los siilosos vaa!undos del río podían volver a remontar la corriente en cualquier momento.

    F7No quiero ir a dormir... no quiero entrar todavía8 7No me usta la casa !lanca8 74uiero quedarmeaquí..., aquí8 Fimotea!a.

    (a )ltima ve' se a%err a los hier!a$os de la !arranca. Tuvieron literalmente que arrancarla de allí.&ntonces araret su%ri un %eo ataque de nervios que la hi'o llorar # retorcerse convulsivamente durantetoda la noche. Slo la claridad del al!a la pudo calmar. /espus durmi casi veinticuatro horas con un sue:oinerte, pesado.

    F&l espectáculo de los carpincheros Fdi$o "lse a su maridoF está en%ermando a araret.

    FNo saldremos más a la !arranca Fdecidi l, sordamente preocupado.FSerá me$or, &uen Fconvino "lse.araret no volvi a ver a los ;om!res de la (una en los meses que siuieron. Una noche los o#

     pasar en la aranta del río. -a esta!a acostada en su catrecito. (lor en silencio, contenidamente. Temía quesu llanto la delatara. &l ladrido de los perros se apa en la noche pro%unda, el tenue rumor de los cachiveosara:ados de olitas %os%ricas. araret los tenía delante de los o$os. Se cu!ri la ca!e'a con las co!i$as. /e pronto de$ de llorar # se sinti e*tra:amente tranquila porque en un es%uer'o de imainacin se vio via$andocon los carpincheros, sentadita, inmvil, en uno de los cachiveos. Se durmi pensando en ellos # so: conellos, con su vida nmada # !ravía desli'ándose sin trmino por calle$ones de aua en la selva.

    0on el día su pena recomen'. Nada peor que la prohi!icin de salir a la !arranca podía ha!erlesucedido. +olvi a ser triste # silenciosa. Anda!a por la casa como una som!ra, humillada # hura:a. (le adetestar en secreto todo lo que la rodea!a> el inenio en que tra!a$a!a su padre, el sitio som!río que ha!ita!an,la vivienda de paredes encaladas # ruinosas, su pie'a, cu#a ventana da!a hacia la !arranca, pero a travs de la

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    co!ri'os # sarmentosos, las manos inmensas, los pies crneos # chatos. &n medio su!ía el muerto que #a erade tierra. /etrás su!ían las mu$eres harapientas, %lacas # tetudas. Su!ían, trepa!an, repta!an hacia arri!a comosom!ras peadas a la resplandeciente !arranca. 0on ellos su!ían las chispas de las %oatas, su!ían vocesuturales, el llanto de iuana herida de aluna mu$er, su!ían ladridos de los que i!an !rotando los perros,su!ía un hedor de plantas acuáticas, de pescados podridos, de catina de carpincho, de sudor...

    Su!ían, su!ían... F7+amos, Gretchen8 "lse la arrastr de las manos.&uen tra$o el %arol de la cocina cuando los carpincheros llearon a la casa. Sac al corredor un catre

    de trama de cuero # orden con estos que lo pusieran en l. /espus sali corriendo hacia la en%ermería paraver si a)n podía traer al)n au*ilio a la víctima. -a desde el alam!rado rit>

    F7+uelvo enseuida, "lse8 71repara aua caliente # recipientes limpios8"lse va a la cocina, mareada, asustada. Se le escucha mane$arse a cieas en la penum!ra ro$a. Suenan

    cacharros so!re la hornalla.&l destello humoso del %arol arro$a contra las paredes las som!ras movedi'as de los carpincheros

    inmviles, silenciosos, hasta el llanto de iuana ha cesado. Se o#e otear la sanre en el suelo. A travs de loscuerpos coriáceos, araret ve el pie enorme del carpinchero tendido en el catre. Se acerca un poco más.Ahora ve el otro pie. Son como dos chapas callosas, sin dedos casi, sin taln, cru'ados por las hondashendiduras de roldana que el !orde %iloso del cachiveo ha cavado allí en leuas # leuas, en a:os # a:os de un

    vaa!undo destino por los calle$ones %luviales. araret piensa que esos pies #a no andarán so!re el aua # sellena de triste'a. 0ierra los o$os. +e el río ca!rilleante, como tatuado de lucirnaas. &l olor almi'clado, elrecio aroma montara' de los carpincheros ha henchido la casa, lucha contra la tene!rosa presencia de lamuerte, al'a en vilo el peque:o, el liviano cora'n de araret. (o aspira con ansias. &s el olor salva$e de lali!ertad # de la vida. /e la memoria de araret se están !orrando en este momento muchas cosas. Suvoluntad se endurece en torno a un pensamiento %i$o # tenso que siente crecer dentro de ella. &se sentimientola empu$a. Se acerca a un carpinchero alto # vie$o, el más vie$o de todos, tal ve' el $e%e. Su mano se tiendehacia la ran mano oscura # queda asida a ella como una diminuta mariposa !lanca posada en una piedra delrío. (as houeras siuen !a$ando so!re el aua. (a sanre otea so!re el piso. (os carpincheros van saliendo./urante un momento sus pies callosos raspan la tierra del patio rum!o a la !arranca con un rasuido decarapachos veloces # rítmicos. Se van ale$ando. 0esa el rumor. +uelve a oírse el desae del muerto solo,a!andonado en el corredor. No ha# nadie.

    "lse sale de la cocina. &l miedo, el pavor, el terror, la parali'an por un instante como un !a:o de calviva que arieta sus carnes # le quema hasta la vo'. /espus llama con un rito !lanco, desleído, que seestrella en vano contra las paredes !lancas # arietadas>

    F7araret..., Gretchen...80orre hacia la !arranca. &l hilván de los cachiveos está do!lando el codo entre las %oatas. (os

    destellos muestran todavía por un momento, antes de perderse en las tinie!las, los ca!ellos de leche deararet. +a como una luna chica en uno de los cachiveos neros.

    F7Gretchen..., mein her'chen...8"lse vuelve corriendo a la casa. Un resto de instintiva esperan'a la arrastra. Tal ve' no< tal ve' no se ha

    ido.F7Gretchen..., Gretchen...8Fsu rito ario # seco tiene #a la desmemoriada insistencia de la locura.(lea en el momento en que el carpinchero muerto se levanta del catre convertido en un mulato

    iantesco. (a o#e reír # llorar. (o ve andar como un cieo, olpeándose contra las paredes. Busca una salida. No la encuentra. (a muerte tal ve' lo acorrala todavía. Suena su risa. Suenan sus huesos contra la tapia. Suenasu llanto que$um!roso.

    "lse hu#e, hu#e de nuevo hacia el río, hacia el talud. (as houeras ro$as !a$an por el aua.F7Gretchen..., Gretchen...8Un trueno sordo le responde ahora. Sure del río, llena toda la ca$a ac)stica del río ardiendo !a$o el

    cielo nero. &s el ualam!au de los carpincheros. "lse se apro*ima imantada por ese latido siniestro que #allena ahora toda la noche. /entro de l está Gretchen, dentro de l tiem!la el peque:o cora'n de suGretchen...

    ira hacia a!a$o desde la !arranca. +e muchos cuerpos, los cuerpos sin cara de muchas som!ras quese han reunido a dan'ar en el arenal al compás del tam!or de porono.

    TumFtuFtum... TamFtaFtam... TaFtam... TuFtum... TamFtaFtam...Se hamacan los pies chatos # los cuerpos de som!ra entre el humo !lanco del arenal.

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    /ientes inmensos de tierra, de %ueo, de viento, mascan la cuerda de aua del ualam!au # le hacenvomitar sus arcadas de trueno caliente so!re la sien de harina de "lse.

    TumFtuFtum... TamFtaFtam... TumFtuFtummm...&n el tam!or de porono el redo!le rítmico # sordo se va apaando poco a poco, se va haciendo cada

    ve' más lento # tenue, lento # tenue. &l )ltimo se o#e apenas como una ota de sanre ca#endo so!re el suelo.