La lección de Benjamín

El verano pasado un niño llamado Benjamín fue al zoológico para ver los animales mientras su mamá

se iba de compras.

Benjamín era un niño que se divertía molestando a los animales. Le encantaba tirarles maní en la cara, lanzarles piedras y tirarles

la cola, si podía.

Ese día sus amigos Paulo y Doménico decidieron acompañarlo y se sorprendieron mucho al darse

cuenta del comportamiento de Benjamín.

El niño pensó que sus amigos se iban a reír con sus travesuras.

Por ejemplo, se acercó a los monos sigilosamente y los asustó con gritos, fue donde el león que estaba durmiendo y le tiró la melena, agarró las botellas de los basureros y las lanzó a los animales, tomó la comida de los animales y la tiró al suelo. Además, les robó los plátanos a los monos y se los comió.

Los más grave es que le echó vinagre al agua de los animales quienes empezaron a vomitar. Muchos de ellos se enfermaron.

Sus amigos le dijeron: -“ Por favor Benjamín, deja de maltratar a los animales

porque a ellos les duele”. “Me da lo mismo, estos animales no hablan”.

Los niños se quedaron discutiendo mucho rato y sin darse cuenta se hizo de noche y los guardias cerraron las puertas del zoológico.

Los animales aprovecharon la oscuridad de la noche para asustar a Benjamín porque estaban furiosos de lo que el niño les hizo ese día.

Hicieron una junta y acordaron salir de las jaulas que estaban abiertas, debilitadas por el frío.

Empezaron a gruñir y a sacar sus garras. Entonces Benjamín se puso a llorar y

comprendió como se sentían los animales.

En ese momento los animales le dieron una oportunidad para no atacarlo y Benjamín les

pidió perdón.

Finalmente el niño les prometió que nunca más iba a molestar a ninguno de los

animales y les hizo cariño.

Después el león, que andaba justo con una llave en su cola, abrió la puerta principal para que los niños se fueran a su casa y todos los animales se

fueron a dormir a sus jaulas.