Cuchillos en Gallinas, David Harrower

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Cuchillos en Gallinas David Harrower 2 de junio de 1995 Personajes: MUJER JOVEN, (una campesina) PONY WILLIAM, ( un labrador) GILBERT HORN, (un molinero) Traducción del escocés, primera versión: Rafael Spregelburd Versión en castellano: Beatriz Catani “Nadie me importa, no, si a nadie le importo”. Escena Uno Lugar rural. Una casita al final del poblado. Cae la noche. MUJER JOVEN: No soy un campo. ¿Cómo que soy un campo? ¿Qué es un campo? Liso. Húmedo. Negro con lluvia. No soy un campo. WILLIAM: Nunca dije eso. MUJER JOVEN: Decís soy un campo sentada acá. WILLIAM: Dije sos como un campo. MUJER JOVEN: Dijiste soy un campo sentada acá. WILLIAM: Dije sos como un campo. Como un campo. MUJER JOVEN: Lo mismo. WILLIAM: No. Nada que ver, mujer

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Obra teatral Cuchillos en Gallinas, de David Harrower

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Cuchillos en GallinasDavid Harrower

2 de junio de 1995

Personajes:

MUJER JOVEN, (una campesina)PONY WILLIAM, ( un labrador)GILBERT HORN, (un molinero)

Traducción del escocés, primera versión:

Rafael Spregelburd

Versión en castellano:

Beatriz Catani

“Nadie me importa, no, si a nadie le importo”.

Escena Uno

Lugar rural.

Una casita al final del poblado. Cae la noche.

MUJER JOVEN: No soy un campo. ¿Cómo que soy un campo? ¿Qué es un campo? Liso. Húmedo. Negro con lluvia. No soy un campo.

WILLIAM: Nunca dije eso.

MUJER JOVEN: Decís soy un campo sentada acá.

WILLIAM: Dije sos como un campo.

MUJER JOVEN: Dijiste soy un campo sentada acá.

WILLIAM: Dije sos como un campo. Como un campo.

MUJER JOVEN: Lo mismo.

WILLIAM: No. Nada que ver, mujer

MUJER JOVEN: Si soy como un campo debo ser un campo.

WILLIAM: (Ríe.) No hay que ser una cosa para ser como una cosa.

MUJER JOVEN: ¿Cómo?

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WILLIAM: Eso

MUJER JOVEN: ¿Soy otras cosas? ¿Fuego?

WILLIAM: Barro tengo, en vez de pies. Ni los siento.

MUJER JOVEN: ... ¿Soy zapato? ¿Cama? ¿Puerta?

WILLIAM: Es para eso... “Como”.

MUJER JOVEN: No lo escuché nunca

WILLIAM: “Como”, mujer. La luna es como queso. Es como queso. Pero no es.

MUJER JOVEN: ¿Estuviste arriba? La luna es la luna. ¿Por qué es como queso?

WILLIAM: Se dice así. (Escucha algo.) ¿Qué es eso? ¿Los caballos?

MUJER JOVEN: ¿Así que el queso es como la luna?

WILLIAM: Nnnooo. Voy a verlos. No están bien.

MUJER JOVEN: ¿El queso es como la luna?

WILLIAM: Yo sé más que vos.

MUJER JOVEN: Ya sé.

WILLIAM: Sos como cualquier cosa que yo quiera. Dije eras como un campo. Eras como, acá sentada. Ahora no. Ya está. Ya no sos como este campo acá sentada.

MUJER JOVEN: Te voy a decir cómo soy. Soy como yo misma. Y nada más.

WILLIAM: Y en buena forma.

MUJER JOVEN: Y en buena forma.

WILLIAM: En muy buena forma. La mejor de la aldea.

MUJER JOVEN: ¿Es campo? (Él la tantea.) Decime. ¿Es campo?

WILLIAM: Nunca viste ese campo.

MUJER JOVEN: ¿Dónde queda ?.

WILLIAM: Casi nadie en la aldea lo conoce.

MUJER JOVEN: ¿Dónde es?

WILLIAM: Lejos.

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MUJER JOVEN: Trabajo en campos en todas partes.

WILLIAM: Andá por ahí.

MUJER JOVEN: Ya fui

WILLIAM: El de más lejos. El último campo.

MUJER JOVEN: Ví todos los campos que hay.

WILLIAM: Un buen campo. Buenas medidas. En todos mis años nunca lo ví hacer trampa o ser terco o tener rencores como otros. Fue hecho para un hombre, un caballo y un arado. Llano y bueno, hasta en los confines, donde se eleva, pero no tanto como para cansarte. El suelo es bueno y rico – por eso los cultivos también lo son . Cuando está descansado, hasta el pasto que crece es bueno, y el más dulce que se conozca. Los caballos te lo van a decir, después de pastar. ¿ Lo entendés, mujer?

MUJER JOVEN: Voy a ir caminando hasta él, un día.. Y voy a volver para decirte lo que vi.

WILLIAM: Necesito lavarme para ir con los caballos.

MUJER JOVEN: (Mientras sale.) El queso que otras mujeres hacen es como la luna. Mi queso es como queso.

WILLIAM: Me tiraba ahí antes y los caballos pastaban lento a mi alrededor. Miré hacia arriba una vez y todo lo que es mi cuerpo se había ido de adentro para afuera. Todo lo que soy sobre un círculo de pasto lejano. Rojo. Húmedo. Corazones de conejos atados con saliva de vaca. No dije nada

Salían de mí vapores igual que cuando saco un caballo nuevo en diciembre. Eso casi desapareció. Los guíe de vuelta, antes de que oscureciera, por la aldea, a los establos, con este campo todavía en mi cabeza. ¿Por qué había venido hasta mí? Era un niño. Podría haber vivido en ese campo toda mi vida si me dejaban. El barro me está apestando.

Escena Dos

Lugar abierto.

La Mujer Joven ingresa trayendo una canasta.

MUJER JOVEN: El viento sopla. El sol brilla. Los cultivos crecen. El cielo... El pájaro – vuela. Las nubes- ... El árbol... ¿Qué? Se yergue. El árbol se yergue. El cielo – El cielo... El conejo corre. Las nubes - ... ¿corren?... ¿crecen? Las hojas del árbol- ... ¿cuelgan? El cielo - ... El cielo - ...

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Escena Tres

Los campos.

William en mangas de camisa, comiendo. La Mujer Joven, sentada. Entre ambos, la canasta destapada.

WILLIAM: ¿Enferma?

MUJER JOVEN: No.

WILLIAM: ¿Fiebre?

MUJER JOVEN: No.

WILLIAM: ¿Qué? Algo te pasa.

MUJER JOVEN: Nada.

WILLIAM: Te veía...

MUJER JOVEN: Viniendo para acá. Con comida para vos y el caballo del arado.

WILLIAM: Te veía parada ahí. ¿Qué hacías?

MUJER JOVEN: Miraba. Ví...

WILLIAM: ¿Qué?

MUJER JOVEN: Ví un... charco. Un charco en donde podés ver la tierra por debajo. Agua clara de charco después de lluvia fresca. Vi grietas de la tierra, allí. Ví pies de pájaros. Ví el sol brillar. ¿Tenés un nombre para eso?

WILLIAM: Charco.

MUJER JOVEN: No. El nombre correcto.

WILLIAM: El nombre correcto es charco.

MUJER JOVEN: ¿Cómo?

WILLIAM: No preguntes más. Caminá y no pares.

MUJER JOVEN: Un charco es agua barrosa y oscura. No se ve nada. ¿ Entendés, ¿ qué fue lo que vi? Agua clara, brillante. ¿Qué?

WILLIAM: Charco. Charco es siempre charco. Ya lo dije. Charco oscuro, charco claro. Lo mismo.

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MUJER JOVEN: No. Las cosas cambian cada vez que las miro.

WILLIAM: Algunas sí. Algunas no. Quedate con lo que sabés. Es mejor. No te pares a mirar. La aldea te va a ver. La aldea va a hablar. Vos conocés a esta aldea.

MUJER JOVEN: No. No sé mucho. No lo suficiente. Cuando el viento hace al árbol hacer esto... (Se sacude.) ¿Qué es? ¿Hay un nombre para eso? ¿Por qué el viento lo hace y muestra la parte de abajo de las hojas?.

No sé si está bien mirar eso. ¿Qué es?

WILLIAM: Ya vas a entender. Vas a llegar a entender. ¿Dudás de Dios?

MUJER JOVEN: No. Nunca dudo de Dios.

WILLIAM: Sos joven, todavía, es por eso. Yo no. Ya vas a entender. ¿Me oís? Basta. ¿Qué hiciste esta mañana?

MUJER JOVEN: Te fuiste y maté dos gallinas. Alimenté a las demás. Una la di por una bolsa de sal. Otra la colgué sobre el fuego para secarla. Saqué cuatro zanahorias de la tierra y las lavé. Saqué agua fresca del aljibe. Hice una vela con el último sebo que quedaba. Se me cayó un cuchillo en el piso de la casa. Curtí una piel. Herví piedras en manteca y guardé el jugo. Tejí una manta para nuestras camas de invierno. Me peiné para sacarme las liendres. Caí de bruces y recé. Observé mis manos. Traje comida para vos y para el caballo.

Él come, levanta la ceja ante el cuchillo caído, mira al caballo.

WILLIAM: Nosotros trabajamos a la par sin descanso desde el alba. ¿No comés?

MUJER JOVEN: No. Te miro. Es mejor. Comé como un caballo.

Él imita un caballo masticando – misteriosamente. Ella se ríe.

WILLIAM: Lo que todos tenemos en común. Lo que vas a encontrar. A todos nos gusta comer. No conozco hombre o mujer al que no le guste. Incluso a los de otros lugares, les gusta.

MUJER JOVEN: ¿Es lo que está en tu cabeza cuando labrás con el arado la tierra?,

¿ lo que ves? Otros lugares. Otra gente. ¿Comiendo?.

WILLIAM: Los labradores se cansan de mirar para abajo, de mirar la tierra. Negra. Duele la espalda y el cuello. Si miraran a izquierda o derecha se caerían. Yo miro al cielo. Pero me duelen el cuello y los ojos.

MUJER JOVEN: No hay que mirar mucho hacia arriba. Las caras, quedan sobre las cabezas, chatas.

WILLIAM: Ya sé.

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MUJER JOVEN: Dios sabe todo. Él ve cada cosa. Él tiene nombres para todas las cosas.

WILLIAM: Es así. Nuestras caras están aquí, al norte, para ver hacia delante.

MUJER JOVEN: Es lo que necesitamos mirar entre nuestra tierra y su cielo. Estoy alegre por nosotros.

WILLIAM: ¿Qué te alegra de nosotros?

MUJER JOVEN: Que estemos casados. Si no me hubiera casado con vos me habría casado con otro pero no sería lo mismo. Lo dije ni bien te vi.

WILLIAM: Servime un poco de leche.

MUJER JOVEN: Me gusta besuqueártelo.

WILLIAM: Tomá. Comé.

Escena Cuatro

Fuera de la casa.

Muy temprano en la madrugada. La Mujer Joven llamando, va hacia el establo.

MUJER JOVEN: ¿William? ¿William?

WILLIAM: Shh. Shh. Ahí va. Muy bien. Tranquila..

MUJER JOVEN: ¿William, William, estás-por-aquí? ¿William, William, estás-por-allá? (Entra.) ¡William!

WILLIAM: ¡CERRÁ LA BOCA, MUJER, O TE JURO POR DIOS QUE TE LA VOY A CERRAR YO! ¿Mujer?... Te lo dije el día que nos casamos. No vengas al establo sin preguntarme. A los caballos les da miedo. No saben qué es. Los asusta.

MUJER JOVEN: Perdón, William... ¿Cuánto falta para que pueda entrar?

WILLIAM: No puedo hablar por los caballos. Podría ser un verano más. Tienen que confiar en tu olor. Y tu voz. Todos y cada uno.

MUJER JOVEN: ¿Dónde estás?

WILLIAM: En la cuadrilla del fondo.

MUJER JOVEN: La cama estaba vacía. Y fría.

WILLIAM: Estuve afuera casi toda la noche.

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MUJER JOVEN: (Moviéndose hacia adelante.) ¿Qué hay...?

WILLIAM: ¡Atrás! Esta yegua, está en problemas. Está temblando.

MUJER JOVEN: ¿Se muere?

WILLIAM: No. Tiene un pequeño adentro.

MUJER JOVEN: ¿Es eso?

WILLIAM: Es su primera vez, mujer.

MUJER JOVEN: Sé igual de rápido cuando lleve adentro al primero nuestro.

WILLIAM: Andá a casa, mujer. Hace frío.

MUJER JOVEN: ¿Sabés de quién es?

WILLIAM: Ése de allá. Le dije que no se acercara. (Al caballo.) Ya sabés lo que te dije. No te acerques. Es la última vez que confío en ése. Ahora andá para adentro.

MUJER JOVEN: ¿Vas a venir?

WILLIAM: Ya te dije. Me necesita acá.

MUJER JOVEN: No lo va a tener ahora, ¿o sí?

WILLIAM: No. Pero no la voy a dejar. No sabe dónde está. Es niña todavía.

MUJER JOVEN: Con caballos querés estar, conmigo no. Vivís en este establo.

WILLIAM: Así soy yo, mujer. Ya sabés.

MUJER JOVEN: Muchachos de la aldea podrían ayudarte.

WILLIAM: No los quiero. Los caballos son especiales. Los muchachos, no. A vos te quiero conmigo. Y así va a ser. Ahora andá y comé algo. Hoy vas a ir a hacer mi trabajo.

MUJER JOVEN: ¿Qué hay que hacer?

WILLIAM: Deberías saber. El grano. Necesita molerse.

MUJER JOVEN: ¿Tengo que ir al molino?

WILLIAM: Me tengo que quedar con ella.

MUJER JOVEN: ¿Querés que vaya al molino?

WILLIAM: Lo dije.

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MUJER JOVEN: ...¿Hoy?

WILLIAM: ¿Querés que se pudra todo y nos muramos de hambre? ¿Eh? El carro está cargado. Y llevate a este bastardo. (Se refiere al caballo.) Lejos de mi vista.

MUJER JOVEN: Dicen que fue él el que mató a su mujer y a su hijo cuando ella lo paría. Y que hay hombres y mujeres que desaparecieron y ahora son gatos y cabras y monos. Van de mercado en mercado, durmiendo juntos y cantando para que les den de comer.

WILLIAM: Él sabe que me tenés a mí. Sabe lo que yo haría.

MUJER JOVEN: Desde que nací escucho hablar del molinero.

WILLIAM: Lo que hace falta es odiarlo. Es lo que espera. Cada hueso de tu cuerpo. Odio. Esa es la costumbre de la aldea.

MUJER JOVEN: ¡Claro que lo odio!

WILLIAM: Otra vez.

MUJER JOVEN: ¡Lo ODIO!

WILLIAM: ¡Más fuerte!

MUJER JOVEN: ¡LO ODIO! Nunca le mostraría miedo. Así se empieza. Odio a cada molinero que existe. Habría que tirarlos a un pozo para ver sus cuerpos hincharse y heder.

WILLIAM: Ya está bien. Un onceavo de peck es lo que se va a cobrar. No puede robarse más. Le vas a decir: levántese las mangas, molinero.

MUJER JOVEN: ¡Levántese las mangas, molinero!

WILLIAM: ...cuando pese la harina. Un onceavo de peck. Bastardo. Y lo vigilás. Vigilás nuestro grano.

Escena Cinco

Molino.

Sonido suave de un río.

La Mujer Joven descarga el primer saco de grano con gran esfuerzo.

Aparece Gilbert Horn, la observa. Ella se da cuenta pero sigue adelante.

GILBERT: ¿La ayudo con los sacos?

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MUJER JOVEN: (Por lo bajo.) Ni se me acerque, muchacho molinero.

GILBERT: Le digo si quiere que la ayude con el grano.

MUJER JOVEN: No. No necesito su ayuda.

GILBERT: Lo haría...

MUJER JOVEN: ¡Lo hago sola!

GILBERT: Es su primera vez .

MUJER JOVEN: Sé lo que se hace.

GILBERT: Sabe que es un trabajo largo y vacío, entonces. ¿Dónde está su marido? ¿Acostado enfermo e inútil en la cama?

MUJER JOVEN: En los campos, empujando su arado, sano y fuerte.

GILBERT: Sabrá que su mujer tiene bastante fuerza. Mandarla así, sola.

MUJER JOVEN: No me mandaron, muchacho molinero. Vine. Ponga a girar la piedra. Lo quiero terminar rápido.

GILBERT: Venga y dígaselo. Es hermosa, ¿no?, ¿ quiere terminar rápido? Dígaselo. La piedra se mueve como quiere. No escucha a nadie. Ni siquiera a una mujer sola. Va a tener que sentarse y esperar como todos los demás. ¿El marido no se lo dijo?

MUJER JOVEN: ¿A dónde va el grano?

GILBERT: Allí. Voy a abrir el río para la rueda. Vaya a mi casa. Hay fuego y una banqueta.

MUJER JOVEN: Aquí me quedo, parada.

GILBERT: La piedra es vieja. Se toma su tiempo.

MUJER JOVEN: Aquí mismo, dije.

GILBERT: Cuando gire va a preferir no tener oídos.

MUJER JOVEN: Aquí parada hasta que vea mi harina.

Él se va. La rueda empieza a girar. Crece el ruido, se vuelve ensordecedor. Ella lo resiste, temblando, las manos en sus oídos. Finalmente sale corriendo.

Escena Seis

La casa de Gilbert.

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Él está sentado a una mesa. La Mujer Joven llega a la puerta.

MUJER JOVEN: Está helado aquí dentro.

GILBERT: Quiere cerveza. ¿Un whisky? (Ella sacude la cabeza.) ¿Entra o se queda allí?

MUJER JOVEN: Me quedo justo donde estoy.

GILBERT: ¿No le importa si me tomo un trago?

MUJER JOVEN: No me importa nada de lo que haga. Es su casa.

Toma. Luego grita de bostezo.

GILBERT: Aaauuhhhh. Oh... trabajar... trabajar... trabajar...

MUJER JOVEN: Debe partírsele la espalda mientras la piedra hace el trabajo.

GILBERT: ¿Eh?

Silencio. Él toma más.

GILBERT: Hacen falta hombres especiales para molineros. Hombres que trabajen fuerte. Solos. De una manera que en las aldeas ni siquiera sospechan.

Largo silencio. Finalmente señala la puerta.

GILBERT: ¿Ve eso? Ahí. Ahí. Tiene nombre. ¿Lo conoce?. Tranca

Esta es mi tranca de puerta ...Es lo que creen en su aldea, ¿no?

MUJER JOVEN: ¿Qué?

GILBERT: ¿Cuando una cosa tiene un nombre tiene un uso?

MUJER JOVEN: No sé de qué me... No me va a hacer cerrar esa puerta, muchacho molinero.

GILBERT: Pare de una vez ese aire frío que me congela la casa.

MUJER JOVEN: Quiero ver mi grano.

GILBERT: No se va a ir de ahí.

MUJER JOVEN: Vine con cinco sacos...

GILBERT: Bien contados.

MUJER JOVEN: Me voy a ir con cinco sacos.

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GILBERT: ¿Cómo me lo voy a quedar, acá sentado?.

Se levanta para ir a buscar más bebida. Empieza a silbar suavemente. Ella se pone aun más frenética, vigilando su grano, vigilándolo a él.

MUJER JOVEN: ¡Basta! ¡Deténgase!

GILBERT: ¿Eh?

MUJER JOVEN: ¡Voy a hacer que mi marido le dé su merecido, muchacho molinero! ¡Dije basta!... ¿De qué se ríe? ¡¡BASTA!!

GILBERT: La aldea lo consiguió. Enterraron a una más. Mugre en los ojos, le pusieron, campesina. Le dejaron la boca y los oídos abiertos para llenárselos, a palas de tierra, con habladurías de Gilbert Horn.

¿Qué tiene pudriéndose allí en su cabeza?

MUJER JOVEN: No tengo nada.

GILBERT: ¿No le dijeron nada del poder de magia que tengo? ¿ De los encantamientos de muerte? ¿ Nada de las plantas que hay que recoger en especial? ¿ De los huesos y ojos de animales y aves que hay que guardar y pulverizar? ¿Nada de mi mujer y mi hijo? ¿Nada de que los maté a los dos? ¿Nada de que no deseo tener una familia? ¿Nadie le dijo eso?

MUJER JOVEN: ¡Aliento del mal!

Comienza a salir muy lentamente hacia atrás.

GILBERT: ¿A dónde va, cabeza de estiércol?

MUJER JOVEN: Lejos de su maldad, bastardo.

GILBERT: La aldea está muerta. Nada.

MUJER JOVEN: No pienso sacarle los ojos de encima, muchacho molinero. No voy a darle la espalda. Va a morir si me toca.

Él se da vuelta, se vuelve a sentar. Ella casi está afuera.

GILBERT: Usted se casó con Pony William, ¿no es así?

Ella se congela.

GILBERT: El que comparte su cama. El dueño del arado. Pony William...

MUJER JOVEN: No. No.

GILBERT: ¿No?

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MUJER JOVEN: Déjelo.

GILBERT: ¿No se llama así? Pony William.

MUJER JOVEN: Se llama William.

GILBERT: Yo escucho Pony William.

MUJER JOVEN: No diga eso.

GILBERT: Así lo llaman casi todos en la aldea.

MUJER JOVEN: Mentiroso.

GILBERT: Yo los oigo. Pony William...

MUJER JOVEN: ¡Mentiroso!

GILBERT: Y la novia de Pony.

MUJER JOVEN: Escupiría sobre los que dicen eso.

GILBERT: Oí que es por su amor a los caballos jóvenes.

MUJER JOVEN: No...

GILBERT: ¿No?... ¿Un caballo en especial?.

MUJER JOVEN: ...Eso es envidia.

GILBERT: ¿Envidia? Hace mucho que no escucho pronunciar eso. ¿Le dijeron en la aldea lo qué es?

MUJER JOVEN: Por supuesto.

GILBERT: ¿Cómo es qué eso es envidia?

MUJER JOVEN: Envidia que nos tienen allá. En la aldea.

GILBERT: ¿Envidia de usted y de Pony y de los otros que viven todos en un sitio de muerte? ¿Todas su vidas podridas? ¿Cómo qué tengo envidia?

MUJER JOVEN: Yo lo sé. En la mirada. Los ojos. Como el mal.

GILBERT: Hágalo.

MUJER JOVEN: ¿Qué?

GILBERT: Envidie.

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MUJER JOVEN: No puedo.

GILBERT: ¿Por qué?

MUJER JOVEN: No está en mí. Estúpido.

GILBERT: Es lo que dicen.

MUJER JOVEN: ¿Quiénes?

GILBERT: ¿Es lo que vio?

MUJER JOVEN: ¿Qué?

GILBERT: Para él primero los caballos.

MUJER JOVEN: No. Él me ama primero a mí.

GILBERT: Primero.

MUJER JOVEN: Y siempre.

GILBERT: ¿Entonces no le gustará?

MUJER JOVEN: Me gusta el amor. Más que el mal.

GILBERT: ¿No le gustará que lo llamen Pony William?

MUJER JOVEN: Deje ese nombre, le dije.

GILBERT: No le gusta Pony William.

MUJER JOVEN: NO. No.

GILBERT: Bueno, ahí está.

MUJER JOVEN: ¿Donde?. ¿ Qué dice?

GILBERT: ¿Qué poder se tiene sobre la lengua de los demás?

Ella se va.

Escena Siete

La casita.

William entra y encuentra a La Mujer Joven allí.

WILLIAM: ¿Dejaste ahí nuestros sacos, mujer?

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MUJER JOVEN: La piedra de ese molinero es vieja y débil. El estaba sentado y yo me congelé parada.

WILLIAM: ¿Todo mi grano se quedó con ese molinero...?

MUJER JOVEN: Va a seguir siendo nuestro mañana, William.

WILLIAM: ¿Y cómo duermo hoy?

MUJER JOVEN: Dormimos. Mañana llevás el caballo y el carro. Y la harina va a estar molida . Lista.

WILLIAM: ¿Querés que vaya yo?

MUJER JOVEN: Yo me quedo con la yegua. O voy al campo.

WILLIAM: ¿Que vaya yo y me lo encuentre ahí sentado, riéndose?

MUJER JOVEN: No. Él te conoce. Sabe qué le harías.

WILLIAM: ¿No? ¿No se va a reír? El molinero que no hace nada. Ahí sentado con nuestros cinco sacos a sus pies. El que nunca anda por el campo o empuja un arado. Metiendo sus manos en el grano que nosotros cultivamos. Le dimos todo lo que quiere. El molinero que le tiene miedo a la tierra. ¿Qué no se va a reír, mujer? ¿Entraste a su casa?

MUJER JOVEN: El estaba sentado y yo me congelé parada.

WILLIAM: Lo de siempre. Se sienta y habla.

MUJER JOVEN: Y habla y habla.

WILLIAM: Lo que va hacer con el primero que vaya a su molino. Hablarles del labrador y su mujer que corrió porque tuvo miedo.

MUJER JOVEN: No corrí.

WILLIAM: La mujer que se fue sin el grano. El bastardo del molinero va a hablar de nosotros . No puedo volver yo, mujer. Le tenías bastante odio. ¿Dónde quedó? Ahora parece miedo nada más. ¿Dónde está el odio?

MUJER JOVEN: Lo tenía. Al ir. Pero es él. Al mirarlo. De cerca.

WILLIAM: Porque ve lo que nunca va a tener.

MUJER JOVEN: ¿Qué?

WILLIAM: Una buena mujer fuerte. Lo sabés, mujer. No hace falta que lo diga. Por años te tuve el ojo encima. Te vi crecer. Te elegí para ser mi mujer. La que trabaje a la par mía. La que sude a la par mía. La que sólo escuche lo que es correcto. Escuchá la

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piedra, no al molinero. Todo lo que tiene es esa boca. Para hablar día y noche, a nadie. No es nada. Ahora volvé. Andá y sé mi mujer.

Escena Ocho

El campo.

MUJER JOVEN: El sol calienta al viento que sopla. El viento empuja las nubes debajo del cielo. La nube negra guarda la lluvia. La nube blanca... El pájaro vuela bajo la nube blanca... hacia el árbol. El árbol da madera. El pájaro da... Un pájaro. Uno es buena suerte, dos es mala suerte, tres es salud, cuatro es riqueza, cinco es enfermedad, y seis es muerte. Pájaro muerto, hornear un pastel. El viento empuja la nube blanca bajo el sol. La nube blanca da... El conejo corre en el campo. La comida del conejo. El pájaro – el árbol... pierde al pájaro. Se fue el pájaro. El viento aleja a la nube blanca del sol. La nube blanca da... La nube blanca da...

Escena Nueve

La casa de Gilbert.

Gilbert está sentado a su mesa, escribiendo en un papel con una pluma de tinta.

Aparece La Mujer Joven, se queda en el umbral. Lo mira. Observa también la pluma. Finalmente él levanta la vista, hacia ella.

GILBERT: Son cinco todavía. ¿Los contó? Hay cinco ahí, ¿eh?

Pausa.

GILBERT: Se está haciendo el último saco.

MUJER JOVEN: Ya vi.

GILBERT: ¿A dónde se fue?

MUJER JOVEN: Tenía otro trabajo que hacer. No podía quedarme parada perdiendo el tiempo. Escuchando hablar sobre nada.

GILBERT: No tendrá que quedarse mucho parada.

Una pausa larga.

MUJER JOVEN: Necesita una piedra nueva, molinero. Quiero volver a casa antes de que el cielo se ponga negro.

GILBERT: El albañil ya casi terminó la nueva. Cuando esté hecha los hombres de su aldea la van a hacer rodar hasta acá, hasta mí.

Vuelve a escribir.

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MUJER JOVEN: ¿Qué tiene ahí?

GILBERT: ¿Qué?

MUJER JOVEN: Eso.

GILBERT: ¿Esto? ¿No sabe lo que es? Es una pluma. Una pluma a tinta.

MUJER JOVEN: ¿Y para qué la quiere?

GILBERT: Me la vendió en un mercado un músico de paso.

MUJER JOVEN: Dinero para comprar comida gastado en un palo inútil.

GILBERT: Bien vale su precio.

MUJER JOVEN: La compró con la harina que nos roba.

GILBERT: Mire cómo brilla a la luz del fuego.

MUJER JOVEN: ¿Qué es? ¿Eso le da de comer?

GILBERT: No.

MUJER JOVEN: ¿Eso le da calor?

GILBERT: Es un buen peso en la mano.

MUJER JOVEN: Un desperdicio.

GILBERT: También escribo con ella.

MUJER JOVEN: ¿Qué?

GILBERT: Yo... escribo...

MUJER JOVEN: ¿Qué escribe?

GILBERT: Lo que hice.

MUJER JOVEN: Moler maíz. Dejar de moler maíz. Moler maíz. Dejar de moler maíz.

GILBERT: Más que eso.

MUJER JOVEN: Debe ser el juego nuevo del lord. Nada más que él debe escribir la nada que hace. ¿Quiere ser el nuevo lord, muchacho molinero?

GILBERT: Tengo más vida aparte del maíz. Puedo escribir lo que está aquí, en mi cabeza. Al final del día, cada día. Aquí... hasta aquí.

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Le muestra una pila de papeles.

GILBERT: Mire cuantas cosas mías. Puedo decirle lo que estaba en mi cabeza ayer, o... el invierno pasado, y casi todos los días.

MUJER JOVEN: ¡Entonces es un truco del mal!

GILBERT: ¿El mal?

MUJER JOVEN: Listo para el fuego.

GILBERT: ¿El mal... esto? ¿Cómo?

MUJER JOVEN: Dios nos pone las cosas en la cabeza, y Él se las lleva. Es pecado guardárselas.

GILBERT: Campesina, ¿no podría ser que Dios nos dio esto...

MUJER JOVEN: No diga nos.

GILBERT: ...para que podamos saber más del mundo?

MUJER JOVEN: Es un palo del mal que usted hizo.

GILBERT: Puedo decirle quién vino a mi molino, quién se quedó afuera, quién entró y tomó, quién no dijo palabra, quién me maldijo una y mil veces, quién se paró en mi umbral, quién tuvo tanto miedo de Gilbert Horn que volvió corriendo a la aldea con el caballo y el carro ... (Escribe) de su marido.

Pausa. Ella se da cuenta.

MUJER JOVEN: ¡Saque eso de ahí!

GILBERT: La tinta ya está seca.

MUJER JOVEN: ... Quémelo. ¡Hágalo, bastardo! Déselo al fuego.

GILBERT: Le doy gracias a Dios por no haber nacido en esa aldea. Es un foso negro.

Salen del útero más viejos que cuando se mueren.

Los mayores, parados a los pies de la cama, les drenan la sangre con cuchillos. Alrededor de los huesos lo que les queda es la noche oscura. Les arrancan los ojos y les dejan piedras frías en los huecos.

MUJER JOVEN: ¡ Usted apesta como las palabras repugnantes del mal!

GILBERT: El mal... ¿Qué otra cosa diría uno de la aldea al enfrentarse a un hombre que confía en sus ojos y en su lengua?. Un hombre que mira despacio y de cerca al mundo

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porque conoce los nombres de lo que mira. ¿”El cielo se está poniendo negro”? No encima mío. Yo vivo bajo un cielo distinto.

MUJER JOVEN: ¡Bajo la tierra lo vamos a poner, bien abajo! Tápese esa boca.

GILBERT: Como ustedes, entonces. Bajo tierra. Viendo la nada por los ojos de piedra.

Viendo nada.

MUJER JOVEN: Yo veo.

GILBERT: Sabiendo nada.

MUJER JOVEN: Veo. Sé lo que veo.

GILBERT: Camino. Barro. Caballo. Aquí. Allí. Cielo...

MUJER JOVEN: Más que eso. Tengo nombres para la mayoría de las cosas en el mundo de Dios.

GILBERT: Dígame qué.

MUJER JOVEN: No le voy a decir nada. No le voy a dar lo que está en mi cabeza.

GILBERT: Porque tiene mierda, por eso.

MUJER JOVEN: Tengo cosas... Tengo cosas. No las voy a decir.

Gilbert se inclina, coloca la pluma en el sitio de la mesa que a ella le queda más cerca.

GILBERT: Entonces escríbalas.

MUJER JOVEN: No pienso tocar eso...

GILBERT: Escriba lo que vio cuando venía a mi molino. Muéstreme que la aldea es más que campesinos con mierda podrida en la cabeza.

MUJER JOVEN: Lo lapidarán por eso.

GILBERT: Por supuesto...

MUJER JOVEN: ¿Quiere que lo lapiden? Se los voy a decir.

GILBERT: No sabe escribir.

MUJER JOVEN: ¡Claro que sé escribir!

GILBERT: Pruébelo. (Ella sacude la cabeza.) ¿Cómo cree que esto pueda ser el mal? ¿Usted escribe?.

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MUJER JOVEN: Con tiza.

GILBERT: Tinta es mejor que tiza.

MUJER JOVEN: Igual no me va a sacar nada de la cabeza.

GILBERT: ¿Qué le voy a hacer? Es tinta sobre papel.

MUJER JOVEN: No sé. Algo.

GILBERT: Escribe y lo tiro al fuego.

MUJER JOVEN: Son trucos.

GILBERT: Entonces se lo lleva. Lo lleva a casa. Le muestra a Pony lo que puede hacer.

La Mujer Joven duda.

MUJER JOVEN: No... ¿Por qué quiere lo que está aquí? Es mío.

GILBERT: No sé. No puedo saberlo. (Silencio.) ¿Sabe escribir, no?

MUJER JOVEN: Dije que sí.

GILBERT: Entonces deme algo. Aunque sea algo que todos en la aldea conozcan.

MUJER JOVEN: ¿Qué es lo que quiere, molinero?

GILBERT: Su nombre.

Silencio. Por fin ella se acerca a la mesa. Él le desliza una hoja de papel.

MUJER JOVEN: Sin trucos.

GILBERT: Ninguno.

Ella tiene dificultad para dominar la pluma. Resuelta.

MUJER JOVEN: Le voy a probar que no soy ninguna cabeza de estiércol.

Ella le sostiene el papel para que él lo pueda leer.

GILBERT: Voy a decirle qué, mujer del caballo. Usted tiene un nombre hermoso.

Se miran. Él se para. Ella recula hasta la puerta con el papel.

GILBERT: Su harina está lista. Debo tomar lo que es mío.

Escena Diez

Page 20: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

La casita.

WILLIAM: Aquí está mi mujer. ¿Tuvo algún otro problema con el molinero asesino? (Ella sacude la cabeza.) ¿Puso bien al caballo en el establo? (Ella asiente.) ¿Volvió con nuestros cinco sacos? (Asiente.) ¿Vigiló de cerca la harina? (Asiente.) ¿Y quiere un pote de comida? (Sacude la cabeza.) Ahora va a sentir la cáscara de los granos que se mete en todas partes. Va a sentir los hollejos crecer bajo la piel. Va a encontrar agua para lavarse. Y le va a agradecer a la mano del marido.

Ella va hacia el agua. Cansada, baja la mirada hacia sí misma, da un pequeño alarido cuando ve las marcas negras en el pulgar y el índice de una mano.

MUJER JOVEN: ¡Auh!...

WILLIAM: ¿Qué pasa, mujer?

La Mujer Joven se paraliza.

MUJER JOVEN: Una chispa. Del fuego. William, podemos ir directo a la cama.

WILLIAM: ¿Sin lavarte?

MUJER JOVEN: ¿No podrías soportar un poco de sudor y rudeza por una noche?

Los ojos de William se agrandan, sonríe.

WILLIAM: Las mejores palabras que se pronunciaron desde que nos casamos.

MUJER JOVEN: Acostate. No tardo.

Él cruza hacia la cama. Ella mete los dedos en el agua, empieza a frotar. William silba mientras se desviste y se mete en la cama. Aparece una visión de Gilbert, riendo, llevando el delantal blanco y encandilante del molinero. A sus pies, un saco de harina.

WILLIAM: ¿Vas a venir, mujer?

MUJER JOVEN: Ya voy, William, ya...

Cierra los ojos tratando de deshacerse de él. Coinciden el ruido de sus manos frotándose, el silbido de William, la apenas audible carcajada de Gilbert.

MUJER JOVEN: ¿Cómo está la yegua, William?

WILLIAM: Está mejor...

MUJER JOVEN: Oh dulce Dios de los Cielos...

WILLIAM: ¿Qué decís, mujer?

Gilbert se desvanece.

Page 21: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

MUJER JOVEN: La oración antes de ir a la cama, William.

WILLIAM: Mejor que la digas. Una vez que estés aquí, ni Dios te podrá ayudar.

Da un bufido ante su lascivo ingenio. Con los dedos ya limpios, ella va hacia la cama.

Escena Once

Mismo sitio.

La oscuridad antes del alba. La visión de Gilbert reaparece. Saca harina de un saco, aplaude. Grandes nubes de harina en el aire. La Mujer Joven se mueve en sueños, estornuda y se despierta.

MUJER JOVEN: ...! ¡Fuera de esta casa! ¡Usted! ¡Fuera! ¡William, correlo fuera de casa! William.

Trata de despertar a William: la cama está vacía.

MUJER JOVEN: ¿Qué le hizo? Lo voy a buscar. ¡ Y se va a encargar de usted ¡Lo va a eliminar!

Corre hacia los establos. Se acerca a la puerta, espera, escucha, levanta el puño para golpear. Antes de poder hacerlo, se oye la voz de William.

WILLIAM: Eso es, dulce. Sí que sos un encanto. Muy buena.

La Mujer Joven se suaviza, baja los hombros. Sonríe de gozo, aliviada.

MUJER JOVEN: Dulce Dios del Cielo, llegó el potrillo. Oh. Gracias.

Nuevamente se oye la voz de William, suave, cálida. Ella escucha, disfrutándolo.

WILLIAM: Tomate tiempo... bien y despacio... sos un encanto, un encanto. Oh, tan dulce.

De adentro llega una risa de mujer. La Mujer Joven mira a las puertas del establo. Nuevamente la risa. Corre hacia la casa, buscando a Gilbert. Va hacia su ropa, luego sale de la casa y se aleja.

Escena Doce

La campiña.

Antes del alba.

MUJER JOVEN: Cuando vuelva el sol viento tibio va a soplar en mi cara. Cuando mire hacia arriba voy a ver brillar el sol claro en el cielo. Las nubes... serán blancas. Los cultivos... los cultivos fuertes van a crecer en buen campo. El pájaro va a cantar en el árbol alto. El árbol alto... se va a enderezar y viento tibio va a sacudir sus hojas. El

Page 22: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

conejo va a correr por buen campo donde crecen cultivos fuertes. Va a empezar un día nuevo y va a terminar la noche. La noche se irá.

Escena Trece

La casa de Gilbert.

MUJER JOVEN: ¡Bastardo! ¡Abra! ¡Quite esto!

GILBERT: ¿...labrador, está ahí? No la toqué. No lo haría. Sé que es suya.

MUJER JOVEN: Usted sabe dónde está, molinero. Usted lo encantó. Yo estoy acá. Nada más que yo acá, escoria. Abra su puerta. Me quedo aquí hasta que abra. (Se abre la puerta.) ¡Va a sacárnoslo de encima, molinero! ¡Sáquelo!

GILBERT: ¿Qué es lo que quiere?

MUJER JOVEN: Saque el encantamiento de mí y de mi labrador. ¿Qué le hicimos?

GILBERT: ¿Qué dice?.

MUJER JOVEN: ¡Nos tiene envidia! Ahora lo veo. En sus ojos.

GILBERT: Váyase.

MUJER JOVEN: Voy a traer más hombres. Lo hace con esto, ¿eh?. Tramposo. Me lavé con agua. No puede ser un encantamiento tan fuerte. Lo tengo en mi cabeza. Se me trepó. Riendo. Arrojándonos harina. Es su magia. Encantando a mi labrador para llevarlo a los establos. Convirtiendo su risa en la de una mujer. ¿Ya se lo saco? ¿Ya se fue?

Ella termina de rasgar el papel mientras habla.

GILBERT: ¿La risa de una mujer?

MUJER JOVEN: ¿Ya se fue? Dígamelo, molinero.

GILBERT: ¿Se fijó en los establos, mujer del caballo?

MUJER JOVEN: No me iba a fijar en uno más de sus trucos.

GILBERT: Risa de mujer. Ja ja.

MUJER JOVEN: Sáquenoslo, molinero... Por favor. Le ruego. ¿Quiere que nos acostemos? Está bien. Pero después déjenos. Hay placer para usted aquí debajo, molinero. Aquí.

GILBERT: Levántese. Quiero besarla.

Él va a besarla. Se pierde en ello, en ella.

Page 23: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

MUJER JOVEN: ¿Se fue ya? Oh, ¿ya está, molinero, eh? (Él se encoge de hombros.) ¿Qué es? Ya se fue.

GILBERT: No sé. Quería besarla nada más. El único encantamiento que conozco.

Al sonreír, la Mujer Joven lo baja de un puñetazo, y cae.

MUJER JOVEN: ¡Oh, Dios, que este hombre muera en fría agonía! ¡Maligno!

GILBERT: ¡Clavate en la mierda! ¡No tengo ninguna magia !

¡ CLAVATE EN LA MIERDA!.

En la mierda de esa aldea suya de mierda y de silencio! En la mierda de su hombre ávido!...

Y corra! CORRA! Todavía va a llegar a agarrar a la chica de los Robertson lamiéndole el falo agotado a su labrador.

La Mujer Joven se aleja unos pasos. Él cierra de un portazo. Ella se queda parada, quieta, sola, fuera de su casa.

Escena Catorce

meter

La casa de Gilbert.

Mucho después. La Mujer Joven todavía sigue afuera. Gilbert sale a ponerle una manta sobre los hombros. Ella se da vuelta y camina hacia la casa, se sienta a la mesa, toma la pluma, empieza a escribir en las hojas de papel que están allí.

Escena Quince

Dentro de la casa de Gilbert.

La Mujer Joven se despierta de haber dormido sobre la mesa, y repara en la manta sobre sus hombros.

GILBERT: Es de noche. El papel blando es mejor que cualquier cama. Algunas veces yo mismo me duermo recostado sobre él..

MUJER JOVEN: ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué me hizo?

GILBERT: Nada. Usted misma sostuvo la pluma.

La Mujer Joven mira la pluma, ve el papel, lee.

MUJER JOVEN: “Ésta soy yo. Ahora vivo. Otros lo hicieron, otros más lo van a hacer. Nací aquí porque Dios lo quiso. Él me guareció en mi madre hasta que pude mirar el

Page 24: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

mundo que creó. Todo lo que veo y que sé es puesto en mi cabeza por Dios. Todo lo que creó está allí todos los días, desde el amanecer hasta que oscurece, de la tierra al cielo. No puede tocarse o sostenerse como toco una mesa o sostengo las riendas de un corcel. No puede venderse o cocinarse. Su mundo está allí, ante mis ojos. Todo lo que debo hacer es empujar los nombres hasta el fondo de lo que hay igual que cuando empujo hasta el fondo mi cuchillo en el estómago de una gallina. Nombres atravesando, las cosas que Dios nos dio, como cuchillos en gallinas. Así es cómo sé que Dios está allí. Miro un árbol y digo árbol y sigo caminando. Pero hay más que el árbol que es de Dios y para eso no tengo nombres. Quiero saber más cada día. Un charco que puedo ver por debajo. Un árbol cuando lo sacude el viento. Una zanahoria que es más dulce que las otras. La tierra fría bajo una roca. El aliento tibio de un caballo cansado. La cara de un hombre en la tarde después del trabajo. El sonido que hace una mujer cuando nadie la oye. Tengo que encontrar los nombres por mi cuenta. Pararme y mirar de cerca cada cosa y Dios me va a recompensar. Así es como puedo conocer mejor a Dios. La aldea mentía. William mentía. No es porque yo no lo merezca. No es porque sea joven y los demás viejos. Dios no les dio nada. Ahora lo sé. Veo a William arando un campo. No tengo nombre para eso que tengo en la cabeza. No es envidia. Es más que envidia. No me asusta. Tengo que mirar lo suficientemente cerca para descubrir qué es. Cada cosa en mi cabeza es puesta por Dios. Cada nombre que tengo me lleva más cerca de Él.”

Toma la pluma y comienza a escribir nuevamente.

MUJER JOVEN: No es envidia. No. ¿Qué es? ¿Qué es? ¿Qué es esta cosa? William. (Deja de escribir.)

Dígame que no hizo esto.

GILBERT: No.

MUJER JOVEN: Entonces fue Dios. Fue Dios. Así que no es mi culpa. Nadie me puede castigar.

Deja caer la manta, camina hacia la puerta, dirige una mirada hacia él, sale. Él mira lo que ella escribió.

Escena Dieciséis

La casita. De noche.

William está en la cama. La Mujer Joven está parada por encima de él.

WILLIAM: ¿Qué es? ¿Vos?... ¿Mujer?...

MUJER JOVEN: Sí, William.

WILLIAM: Ah… ¿Dónde estabas?

MUJER JOVEN: El último campo.

WILLIAM: ¿Hh?

Page 25: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

MUJER JOVEN: El más alejado. Dije que un día iba a ir caminando hasta él. Y volvería a decirte lo que vi.

WILLIAM: Estuviste fuera todo el día, mujer.

MUJER JOVEN: Estuve rezando.

WILLIAM: ¿Todo un día?

MUJER JOVEN: Por nosotros, William. Rezando por nosotros y por lo que tenemos. Era tan bello que tuve que rezar, William. Cuanto más tiempo es servido Dios, mayor su recompensa. Le pedí una cosecha colosal, William.

WILLIAM: Qué bien.

MUJER JOVEN: Y que los caballos se levanten con fuerza.

WILLIAM: Es el rezo correcto.

MUJER JOVEN: Y la yegua. Recé por ella.

WILLIAM: Su potrillo estará aquí este fin de semana.

MUJER JOVEN: No quiero gima ni que le duela más.

WILLIAM: Si vas a volver a salir, decime.

MUJER JOVEN: Lo haré.

WILLIAM: Vivís aquí, te quedás aquí. No salís sin decir nada.

Él va hacia ella, la rodea con sus brazos.

WILLIAM: Es bueno tocarte, mujer. Te busqué en toda la aldea. “¿Vieron a mi mujer?” “¿Vieron a mi mujer?”

MUJER JOVEN: ¿Qué te dijeron?

WILLIAM: Que nadie te había visto.

MUJER JOVEN: ¿ A qué distancia de la aldea llegaste, William?

WILLIAM: No podía ir lejos. Tenía que arar un campo. Y montar la piedra nueva para el molino, así está lista para hacerla rodar mañana.

MUJER JOVEN: ¿Mañana?

WILLIAM: Por eso te necesitaba conmigo. Nuestra primera rodada de la piedra como marido y mujer. Nosotros los hombres necesitamos a las mujeres para que nos alienten con sus gritos. Ahora vení a la cama.

Page 26: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

MUJER JOVEN: Tenía que ir, William. Tenía que ver ese campo. Tenías razón. Es como yo. Un campo hermoso.

WILLIAM: Es lo que dije. Ahora bajá, mujer, bajá.

MUJER JOVEN: ¿Necesitás lavarte antes de dormir, William?

WILLIAM: No.

MUJER JOVEN: ¿Ya lo hiciste?

WILLIAM: No estaba mi mujer para ayudarme. ¿No podrías soportar un poco de sudor y de rudeza por una noche?

Más tarde esa noche.

Gilbert reaparece. La Mujer Joven se revuelve, con placer, dentro de la cama, con los ojos abiertos. Ella cruza la escena y saca harina de la bolsa, se la frota sobre el cuerpo. William grita, en sueños.

WILLIAM: Uuaaaghhh! Uh... oh.

Gilbert desaparece. Ella vuelve a la cama.

MUJER JOVEN: William.

WILLIAM: Oh... ¿No lo oías, mujer? Se te estaba cayendo. Oh.

MUJER JOVEN: ¿Qué?

WILLIAM: La piel… tu piel… Tenía las manos encima tuyo, te tocaba y se salía... Como piel de ganado. Seca. Oh. Se salía en caliente. Quedabas llena de agujeros, y... los ojos no se te abrían más. ¿No lo oías, mujer? Saliéndose. Oh. ¿No lo oías? Oh. Necesito agua.

Él se aleja a los tropezones. Ella se queda acostada.

Escena Diecisiete

La aldea. Fuera de lo del albañil.

Ruido de aldeanos. William y La Mujer Joven.

WILLIAM: ¡Miren la roca! Miren qué tamaño. ¡Albañil! La aldea se siente muy orgullosa. La piedra más fina que se haya tallado. La mejor época del año, ésta. Toda la aldea junta. Dios sabe. Nos dio el día para esto. Un sol reluciente y viento del oeste. Lo que pedimos. Agarrese, molinero, sentado solo en su molino. ¡Cuando la piedra rueda, la tierra truena! Segura y sin decaer, mujer. Animá a tu hombre de la piedra.

Escena Dieciocho

Page 27: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

Fuera del molino.

La Mujer Joven y William están sentados, después de que la nueva piedra del molino ha sido ubicada. Entra Gilbert trayendo un barrilito de whisky.

WILLIAM: ¿Qué quiere, molinero? Ahora descansamos.

GILBERT: Agradecer a la aldea por su labor y su sudor.

WILLIAM: Hacemos rodar la piedra para nosotros, molinero. Nuestra renta sólo se puede pagar con harina.

MUJER JOVEN: Y nuestro pan sólo se puede hornear con ella.

GILBERT: ¿Aceptarían un trago de whisky como gratitud de un molinero?

WILLIAM: ¿Los otros tomaron?

GILBERT: Algunos sí, otros no.

WILLIAM: Voy a tomar de su poción, molinero.

MUJER JOVEN: William, que él tome primero.

Gilbert toma, después se la ofrece a William.

GILBERT: Es una piedra hermosa... más que una piedra – un monumento. Una segunda iglesia. Tallada como fruto del amor y de la vida en partes iguales.

MUJER JOVEN: ¿Y quién se la queda? El que menos la merece.

William se ríe.

GILBERT: ¿Su mujer aceptaría un trago?

WILLIAM: ¿Aceptarías, mujer?

MUJER JOVEN: Claro que sí. ¡Es agua, no whisky! Flojo y frío.

WILLIAM: La mujer tiene razón.

MUJER JOVEN: ¿Se lava en él, molinero? ¿Así lo hace fermentar?. ¿Eso nos da?

GILBERT: Para mí está bueno.

MUJER JOVEN: Nadie lo ayuda a tomarlo, por eso.

WILLIAM: Deme más. Lo voy a aliviar de él

Page 28: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

MUJER JOVEN: Si quiere buen whisky, molinero, venga a la aldea. Y cómprenos a nosotros.

WILLIAM: Ya está bien, molinero. Déjenos.

La Mujer Joven se derrumba sobre el suelo.

WILLIAM: ¿Mujer?... ¡Mujer! ¿Qué le hizo, molinero?

GILBERT: ... No le hice nada.

WILLIAM: Fue usted, lo voy a matar.

GILBERT: Lo juro, labrador.

WILLIAM: Mujer... (Le toca el rostro.) Mujer estúpida. Estúpida. Parada en el campo todo el día. Demasiadas oraciones y nada de comer. Tenemos trabajo que terminar. ¿No querés ver romper la piedra vieja?

GILBERT: Labrador, me gustaría conservarla.

WILLIAM: No. Es vieja. Acabada. Nos gusta romperla. Es trabajo de los hombres de la aldea.

GILBERT: Se lo estoy pidiendo, labrador . Me gustaría conservarla. Fue la última piedra que rodamos mi mujer y yo. Me sirvió bien. Sirvió bien a la aldea.

WILLIAM: ¿Dónde la quiere, molinero? ¿Qué se la rodemos hasta la cama?

GILBERT: Detrás de la casa. Hay un cobertizo. Pueden apoyarla contra la pared más alejada.

WILLIAM: Nnh.

GILBERT: Es un largo camino a casa. Adentro tengo un fuego. Su mujer va a estar mejor cerca del calor.

WILLIAM: Si puede, llévela adentro. Es un trabajo que conoce ¿no, molinero? Llevar mujeres.

GILBERT: Gracias de nuevo, labrador.

WILLIAM: Ya se le dijo. No queremos sus gracias. Más vale que estés de pie cuando vuelva, mujer.

William se va. Gilbert le grita:

GILBERT: ¡Labrador!. Dígales a sus hombres que se cubran la cara. El cobertizo es mi baño.

Page 29: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

Se da vuelta y ve a La Mujer Joven sentada, erguida. Ambos salen caminando.

Escena Diecinueve

La casa de Gilbert.

La Mujer Joven en la cama. Gilbert a su lado. Entra William.

WILLIAM: ¿Mujer? De pie. La aldea se fue. Mujer. ¿No tiene nada para darle, molinero? Le doy dinero .

GILBERT: No tengo nada.

WILLIAM: Es de noche, mujer. Necesito dormir. ¿No tiene caballo, molinero?

GILBERT: No es necesario. Puede dormir aquí con ella.

WILLIAM: No puedo dormir en otra cama que no sea la mía.

GILBERT: Llévela usted mismo.

WILLIAM: ¿Después de dos piedras de molino y de su whisky? (Mira alrededor.) ¿Aquí se pasa las noches, sentado?

GILBERT: Delante del fuego, igual que ustedes.

WILLIAM: ¿Y qué hace?

GILBERT: Cocinar. Fumar. Leer.

WILLIAM: ¿Por qué tiene todos estos libros?

GILBERT: Para leer otro cuando termino uno.

WILLIAM: ¿Y por eso los tiene así, parados, tocándose? No me parece correcto. ¿No hay nada más aquí?. Debe sentir necesidad de algo más, ¿eh?

GILBERT: ¿Más qué?

William señala a La Mujer Joven.

GILBERT: Soy un hombre como usted.

WILLIAM: Es un molinero, molinero. No como yo. Nada que ver conmigo.

GILBERT: Una mujer muy especial querría conocer a un molinero. La mayoría cree que tenemos un gusano muerto dentro del pantalón.

WILLIAM: Más que eso, molinero. Más que lo que está en el pantalón. Más odio que ése. ¿Cómo puede ser que no lo sepa?

Page 30: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

GILBERT: No me preocupa más, labrador.

WILLIAM: Tiene que rezar para ser uno de nosotros, molinero. Se lo odia a lo largo de todo el país. Hasta los chicos se le alejan corriendo. ¿Alguna vez se preguntó por qué? Usted se queda con parte de nuestro grano por molerlo. Es la ley. Pero lo odiamos a usted más que a la ley. Somos estúpidos y crueles. Ciegos. Lo odiamos más que a cualquier cosa que se pueda nombrar. ¿Por qué, molinero? ¿Por qué es así? Su mujer era hija de molinero, ¿no? Tuvo que serlo. ¿Ella lo quiso? ¿Usted la quiso? ¿Cuánto hace que no ve una mujer aquí, molinero? Acostada boca arriba. ¿Qué le pasa por la cabeza, al mirarla? Mírela. Mire. Un territorio nuevo. ¿Se acuerda de sus colores, como se parece a la tierra descansada y fértil , cómo le quita la respiración?

Tierra fresca. Neblina. Pasto alrededor de la roca. ¿Recuerda el olor? ¿Recuerda la fuerza? ¿Cómo, el dios que uno es, cree estar destruyéndola con su propio cuerpo, haciendo una tierra nueva?

¿Recuerda cómo se revuelve? ¿Cómo lo va perdiendo? Piernas. Cuello. Panza. Brazos. Pechos. Son los nombres incorrectos, molinero. ¿Quién los puso? Nunca los mismos de los hombres. Nunca. Las mujeres no tienen piernas. No tienen brazos. Ellas tienen más. Yo tengo nombres para esto. Mis propios nombres. Ella los sabe. Nadie más.

GILBERT: Amaba a mi mujer.

WILLIAM: (Se ríe.) La aldea me echaría por esta charla.

GILBERT: ¿Por qué?

WILLIAM: Usted va a la iglesia, igual que yo.

GILBERT: Nunca escucho.

WILLIAM: “La gloria de Dios es Dios, no su creación”. Es lo que dicen ahora. Necesito hacer pis. ¿Usted cree en eso, molinero? La gloria de Dios es Dios, no su creación.

GILBERT: No sé.

WILLIAM: ¿No está Dios allí? Mire. ¿No está? Hace demasiado que no tiene. Mírela. Y recuerde.

GILBERT: Es su mujer.

WILLIAM: Soy labrador, molinero, labrador dueño del arado. La tierra se debilita si uno sigue dándola vueltas. Hay que dejarla descansar. Siempre otros campos en los que empezar. Más Dios.

GILBERT: Ya sabe dónde está el cobertizo. Camine siguiendo el sonido del río.

WILLIAM: Es un tonto si cree que voy a ir en esta oscuridad.

Page 31: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

Toma una vela, sale. La Mujer Joven se incorpora, camina hasta la puerta, sale. Gilbert la sigue.

Escena Veinte

Cobertizo.

William usando el baño. La vieja piedra está iluminada por la vela. La Mujer Joven y Gilbert emergen por detrás de ella. Empujan la piedra para voltearla.

Escena Veintiuno

La casa de Gilbert

Gilbert y La Mujer Joven, frente a frente, mirándose el uno al otro al desvestirse con lentitud. Desde el cobertizo llegan los débiles gritos de muerte de William. Los gritos se atenúan hasta desaparecer. Ellos caminan hacia la cama.

Escena Veintidós

La casa de Gilbert.

Después. La Mujer Joven y Gilbert acostados juntos.

MUJER JOVEN: Nada que decir.

GILBERT: Estemos seguros que pare.

MUJER JOVEN: ¿Quién? ¿Pony William? ¿El labrador de la aldea? ¿El dueño del arado? Escuchemos. Se fue. Se puede hablar ahora.

GILBERT: ¿Qué hay en tu cabeza.?

MUJER JOVEN: Vos. Y mugre. Aliento del mal. Molinero bastardo. ¿Por qué?

GILBERT: Tengo algo acá, una cosa...

MUJER JOVEN: ¿Qué?

Pausa.

MUJER JOVEN: Mirá. Sale el sol.

GILBERT: Como ayer.

MUJER JOVEN: Nunca lo había visto desde el molino. Nunca vi estos colores. Es la cosa en tu cabeza. Mirá. Es Dios dándonos más de lo que Él es. Mirá. Un mundo nuevo delante de nosotros. La mañana que corrí hasta aquí, dijiste, gritaste... ¡Clavate en la mierda!

Page 32: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

GILBERT: Clavate en la mierda.

MUJER JOVEN: Nadie me dijo eso. Nunca lo oí antes.

GILBERT: Primera vez que lo dije.

MUJER JOVEN: ¿Qué quiere decir?

GILBERT: No sé. Lo escuché gritar en el mercado. Un vendedor de Biblia que volvía de un viaje. Un muchacho estaba haciendo pis contra su puestito...

MUJER JOVEN: Clavate en la mierda. Ahora es mío.

GILBERT: Antes, parado allí... dijo, tu labrador dijo... “¿Qué le pasa por la cabeza, molinero, al mirarla?” ¿Lo oís? Vi a mi mujer. La mujer que fue mi esposa. Después estabas aquí. Aquí dentro. Mi cabeza. Sin ropa. Empujando. Sudando. Quejumbrosa como el viento. Ojos abiertos, brazos abiertos, yo estaba en tu boca, en tu concha, en tu pelo.

¿Fue Dios el que te puso allí? Mi cuerpo era distinto de todo lo que conocí en mi vida. ¿Fue Dios el que hizo eso? No... No fue Dios. Fue lo que dijo tu labrador, tu marido. Fueron sus palabras.

MUJER JOVEN: No.

GILBERT: Sus palabras me hicieron hacer eso.

MUJER JOVEN: Todo lo que dice es mentira.

GILBERT: En mi propia cabeza. Fui yo.

MUJER JOVEN: No. El labrador no podía ver. No sabía nada. Yo no soy igual a nada. Ya lo viste. Igual a nada.

GILBERT: Fui yo

MUJER JOVEN: Ya lo viste. Decime que ya lo viste

GILBERT: No fue Dios. Fui yo. ¿No lo entendés, mujer?

MUJER JOVEN: No.

GILBERT: En mi propia cabeza.

MUJER JOVEN: Basta de hablar así. Fue Él. Fue Él.

GILBERT: ¿A dónde vas?

MUJER JOVEN: Hay que enterrar al labrador. Llenarle la boca de tierra.

Page 33: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

GILBERT: ¿Enterrarlo aquí?

MUJER JOVEN: Ya casi hay luz de día. Tengo que volver a la aldea.

GILBERT: Es por lo que dije. De tu Dios.

MUJER JOVEN: No. Tengo que decirles William se fue. La cama está vacía y fría. Campos vacíos. Establos, vacíos.

GILBERT: Igual tu aldea va a venir por mí.

MUJER JOVEN: El molinero odiado.

GILBERT: No pueden vivir sin su labrador.

MUJER JOVEN: No. “Me dejó. Se fue a buscar una esposa mejor. Se fue en la noche. Estoy sentada junto al fuego. Miren los charcos de mis lágrimas. Soy la esposa cuyo corazón ha sido roto.”

GILBERT: ¿Cuánto tiempo?

MUJER JOVEN: ¿Hasta cuándo? Hasta que crean.

GILBERT: ¿Y después?

MUJER JOVEN: ¿Vivir en el molino?

GILBERT: ¿Vivir en la aldea?

Ella se va.

GILBERT: No fuiste Vos Dios. Fui yo.

Escena Veintitrés

Establo.

La Mujer Joven ayuda a dar a luz al pony de la yegua.

MUJER JOVEN: Sshh... No tengas miedo. Sentí mis manos. Manos tibias. La mujer de William. Amiga. Fuerte. Tranquila. Ahí va. Respirá ahora. Sshh... Ahí viene. Empujá, querida, empujá. Cabeza y cuello. Ojos. Empujá una última vez. Sshh... Ya está. Ya está. Mirá, madre... Vida. Un caballo nuevo en el mundo.

Escena Veinticuatro

El campo. De día.

Un tiempo después. La Mujer Joven parada, mirando alrededor.

Page 34: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

Se habla en silencio, a sí misma. Aparece Gilbert.

GILBERT: Se acabó el día. ¿No vas a volver con el resto de los aldeanos? Dicen que no le hablás a nadie. Oí decir sobre vos en mi molino. Trabaja en el campo. Se encarga de los caballos. Se queda sentada en la casa por las noches. Ni una palabra.

MUJER JOVEN: ¿Por qué hablarle a alguno de ellos? La aldea me creyó.

GILBERT: “La esposa cuyo corazón ha sido roto”.

MUJER JOVEN: Dije todo lo que tenía que decir.

GILBERT: No vinieron a buscarme.

MUJER JOVEN: No corriste.

GILBERT: La aldea se va a encontrar con un molino vacío, mañana.

MUJER JOVEN: ¿A dónde se va el molinero?

GILBERT: Al pueblo donde no se me llame “molinero”.

MUJER JOVEN: Hay que caminar lejos.

GILBERT: Ver más del mundo. Esto ya lo vi. Ya conozco todo. No queda nada para mí. Todo lo que tengo está aquí dentro.

MUJER JOVEN: Las cosas cambian cada vez que las miro. Cada una tiene un nombre.

GILBERT: Te sigo viendo. Cada día al despertar. Escucho sus palabras. Las palabras del labrador.

MUJER JOVEN: Tantos nombres. Me los voy a aprender todos.

GILBERT: Quiero más. En la ciudad hay libros, y plumas, y papel. Y sus dueños son los que dejaron las aldeas. Hablan todo el día sobre cada cosa del mundo.

MUJER JOVEN: ¿Eso te dijeron?

GILBERT: Tengo que creer en algo.

MUJER JOVEN: Hay cosas nuevas en mi cabeza. Cada vez que miro. Nombres nuevos. No necesito ningún otro lugar.

GILBERT: La aldea dice más cosas.

MUJER JOVEN: ¿Qué?

GILBERT: Que fuiste la que ayudó a nacer al caballo nuevo, sola.

Page 35: Cuchillos en Gallinas, David Harrower

MUJER JOVEN: Los caballos confían en mí ahora.

GILBERT: ¿Lo viste de cerca?

MUJER JOVEN: Es un caballo hermoso. Rápido y fuerte.

GILBERT: La aldea dice que es William. Dice que es Pony William que corre por el campo.

MUJER JOVEN: Dicen más que eso. Dicen que ahora está más feliz que nunca. La aldea tiene razón. Pony está feliz.

GILBERT: Tomá, mujer del caballo. Ahora escribí lo que sabés. Escribí lo que ves.

Le ha dado la pluma. Se va.

MUJER JOVEN: La aldea necesita un molinero nuevo.

Fin.

Knives in hens fue comisionada por y estrenada en el Traverse Theatre, Edinburgh, el 2 de junio de 1995 y luego se mudó al Bush Theatre, de Londres, el 28 de noviembre de 1995. Con el siguiente reparto:

La Mujer Joven Pauline Knowles

Pony William Lewis Howden

Gilbert Horn Michael Nardone

Dirigida por Philip Howard

Escenografía de Mark Leese

Música compuesta e interpretada por Martín Bennett