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    Cuadernos de Estudios Latinoamericanos

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    La revista agradece especialmente alprofesor Javier Garay de la UniversidadExternado de Colombia la traduccin alingls de los resmenes.

    Los artculos que integran Cuadernosde Estudios Latinoamericanos son deresponsabilidad exclusiva de los autores,y no reflejan el pensamiento de la Revistani de las instituciones que la apoyan. Sepermite, previa autorizacin, la reproduccinde los ensayos y de las ilustraciones, acondicin de que se mencione la fuente y sehaga llegar una copia a la redaccin.

    El Ministerio de Relaciones Exteriores no

    percibir beneficios econmicos ni comercializar

    la presente publicacin.

    MI N I STRO D E RELAC I O N ES EXTER I O RES

    Jaime Bermdez Merizalde

    EMBAJADOR DE FRANCIA EN COLOMBIA

    Jean-Michel Marlaud

    RECTOR UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA

    Fernando Hinestrosa

    DIRECTOR ACADEMIA DIPLOMTICA DE SAN CARLOS

    Y DEL INSTITUTO DE ALTOS ESTUDIOS PARA EL

    D ESARRO LLO

    Emb. Mara Clara Isaza Merchn

    DIRECTOR IHEAL

    Georges Couffignal

    CO MI T ED I TO RI AL

    Martha Ardila, Instituto de Altos Estudios para el Desarrollo,Universidad Externado de Colombia;

    Georges Couffignal, iheal, Universidad Sorbona, Pars;Oliver Dabne, Instituto de Estudios Polticos, Pars;

    Pierre Gerstl, Instituto de Altos Estudiospara el Desarrollo, Universidad Sorbona, Pars;

    Carlos Martnez, Universidad Nacional de Colombia;Diana Meja,Academia Diplomtica de San Carlos;

    Csar Montufar, Universidad Simn Bolvar, Ecuador;Carlos Romero, Universidad Central de Venezuela;

    Luis Carlos Valencia, Universidad Javeriana de Bogot;

    CO MI T C I EN T F I CO

    Jean-Michel Blanquer, Instituto de lasAmricas, Sorbona, Pars;

    Yann Basset, Universidad Externado de Colombia;Oliver Compagnon, iheal,Universidad Sorbona, Pars

    Jos Guillermo Garca, Universidad Nacional de ColombiaGuy Hermet, Instituto de Ciencia Poltica, Pars;

    Roberto Hinestrosa Rey, Decano Fundador de la Facultad deFinanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales.

    Universidad Externado de Colombia;Mara Clara Isaza, Directora de la

    Academia Diplomtica de San Carlos ;Beatriz Miranda, Universidad Externado de Colombia ;

    Stephen Randall, Universidad de Calgary, Canad;Juan Camilo Rodrguez, Universidad Externado de Colombia;

    Eduardo Pizarro, Universidad Nacional de Colombia;

    ED I TO RES

    Martha Ardila, Pierre Gerstl

    COORDINADORA DE EDICIN

    Paola Montilla

    Primera edicin: junio de 2009

    Ministerio de Relaciones Exterioresde Colombia, Universidad Externadode Colombia.

    Instituto de Altos Estudios para elDesarrollo -iaed-

    Calle 10 5-27. Bogot, Colombia. &562 8172

    [email protected]

    Impresa en Colombia por

    la Imprenta Nacional de ColombiaTiraje de quinientos ejemplares

    Printed in Colombia

    ISSN1909 8197

    Portada Olga Luca Garca Revisin de estilo L.F. Garca

    El Instituto de Altos Estudios para el Desarrollo, programa de la Academia Diplomtica de

    San Carlos, creado mediante Memorando de Entendimiento suscrito entre los gobiernos de

    Colombia y Francia en 1979, cuenta con la coordinacin acadmica de la

    Universidad Externado de Colombia y el apoyo pedaggico del Institut des Hautes Etudes

    de lAmrique Latine - Pars iii- Sorbonne Nouvelle

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    Cuadernos de Estudios Latinoamericanos

    n5

    Enero junio 2009

    Anlisis

    andreas schedler

    Regmenes autoritarios electoralesen el mundo contemporneo 9

    marie laure geoffray

    La construccin de nuevas prcticaspolticas en Cuba 35

    violaine jolivet

    Trayectorias de los cubanos de Miami.Migraciones, identidades y poderes deuna y otra parte del estrecho de Florida 57

    hal klepak

    El papel de las Fuerzas ArmadasRevolucionarias de Cuba 77

    olga luca arenas neira

    Origen y evolucin del concepto de frontera:una mirada ms all de la lnea.Una reflexin desde Amrica Latina 99

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    Dossier

    Crisis diplomticas, Venezuela, Ecuador y Colombia. Los medios

    de comunicacin en la crisis diplomtica andina

    117La cobertura meditica de la crisis diplomtica en

    Colombia, Venezuela y Ecuador 127magda crdenasanglica cuellarmauricio carabal

    El Tiempo en la crisis: el problemade la mediatizacin de la poltica 141

    juan andrs amado

    Facebook y la crisis diplomtica

    Colombia-Ecuador-Venezuela 147edison castro

    Reseas

    m a u r i c i o r o m e r o , e d .Parapoltica. La ruta de la expansin paramilitary los acuerdos polticos 169poredwin cruz rodrguez

    bertrand badieLe diplomate et l intrus. Lentre des socits

    dans larne internationale 173porjaime torres buelvas

    josette altmann

    y francisco rojas aravena, ed .Las paradojas de la integracin en

    Amrica Latina y el Caribe 178porisabel rico barrera

    Instrucciones para autores 186

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    5 Anlisis

    Cuadernos de Estudios LatinoamericanosN 5 ENERO JUNIO 2009 ISSN 1909-8197

    Editorial*

    Le Vme Sommet des Amriques qui sest dernirement droul Trinit et Tobago a plac Cuba au centre des dialogues interamricains,ladministration du prsident Obama entendant redfinir les relations entreles Etats-Unis et le sous-continent latino-amricain et plus spcifiquementCuba. Ce cinquime numro des Cuadernos de estudios latinoamericanossoriente donc naturellement vers ltude des volutions politiques etsociales de lle, prsentant des recherches rcentes qui ont fait lobjet de

    communications Pars.Le colloque Cuba, aujourdhui. Les paradoxes dun demi sicle de

    rvolution , organis au Centre dEtudes et de Recherches Internationales(CERI) de Sciences Po les 23et 24octobre 2008, ne relve pas du rituel de lacommmoration du cinquantenaire de la rvolution.Par la qualit de ses intervenants et leur connaissance intime des ralitscubaines, ce colloque international de deux jours a permis quavance defaon substantielle notre comprhension de la longvit du rgime et delampleur de ses transformations.

    Les diffrentes perspectives abordes ont habilement crois tempslong et temps court, politique interne et internationale, poids des structureset rle des acteurs.

    Des clairages originaux ont t proposs des domaines rarementexplors, comme le secteur agricole, les forces armes, les pratiquesculturelles contestataires, ou la mmoire de lesclavage.Il est ressorti des prsentations et des dbats le sentiment que lide selonlaquelle Cuba tait en transition devait tre carte. Le rgime cubaina bien connu des transformations profondes en un demi-sicle dexistence,mais il sait toujours touffer dventuelles expressions de mcontentement

    social. Le thme de lennemi extrieur a toujours t habilementinstrumentalis pour souder une population pourtant soumise de duresconditions de vie.

    Rien ne pouvait videmment laisser prvoir durant ce colloquequau dbut 2009le nouveau prsident des Etats-Unis Barack Obamalverait les restrictions aux voyages et aux transferts montaires vers

    * Los editores de la revista invitaron para el editorial de este nmero, alprofesor francs Olivier Dabne de Sciences Po Pars.

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    Cuadernos de Estudios LatinoamericanosN 5 ENERO JUNIO 2009 ISSN 1909-8197

    Cuba. Si lon suit la plupart des participants au colloque, on peut sans douteprvoir que les changements induits par cette importante inflexion serontincrmentaux.

    Quoi quil en soit, les textes publis ici contribuent cette produc-tion de connaissance sur Cuba qui donnent des clefs de comprhension desvolutions actuelles.

    olivier dabneMiembro del Comit editorial

    Para conocer el programa de nuestras actividades de investigacin

    o enviarnos sus sugerencias, contctenos a [email protected]

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    Cuadernos de Estudios LatinoamericanosN 5 ENERO JUNIO 2009 ISSN 1909-8197

    Anlisis

    Regmenes autoritarios electorales en el mundo

    contemporneo

    La construccin de nuevas prcticas

    polticas en Cuba

    Los nuevos actores sociales cubanos

    y la memoria de la esclavitud

    Trayectorias de los cubanos de Miami.

    Migraciones, identidades y poderes de una y

    otra parte del estrecho de Florida

    El papel de las Fuerzas Armadas

    Revolucionarias de Cuba

    Origen y evolucin del concepto de frontera:

    una mirada ms all de la lnea.

    Una reflexin desde Amrica Latina

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    Cuadernos de Estudios LatinoamericanosN 5 ENERO JUNIO 2009 ISSN 1909-8197

    Anlisis

    Regmenesautoritarioselectoralesen el mundocontemporneo

    a n d r e a s s c h e d l e rDoctor en Ciencia Poltica por la Universidad de Viena.Profesor-Investigador de la Divisin de Estudios Polticos delCentro de Investigacin y Docencia Econmicas (CIDE) en laCiudad de Mxico. Tambin es co-director del Committee onConcepts and Methods (C&M) de la Asociacin Internacionalde Ciencia Poltica ( www.concepts-methods.org).Contacto: [email protected] elaboracin de este texto cont con el apoyo financierodel proyecto 36970-D del Consejo Nacional de Ciencia yTecnologa (Conacyt). Una versin anterior fue publicada eningls bajo el ttulo The Logic of Electoral Authoritarianism,en Electoral Authoritarianism: The Dynamics of UnfreeCompetition,editado por Andreas Schedler, copyright 2006por Lynne Rienner Publishers (Boulder, Colorado y Londres).

    Agradecemos la autorizacin de su publicacin en castellano.La traduccin del ingls estuvo a cargo de Laura Manrquez.

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    RESUMEN ABSTRACT RESUME

    La literatura sobre los procesos de

    democratizacin ha subrayado que

    los avances de la democracia noson irreversibles, pueden coexistir

    con formas de autoritarismo, a

    veces insidiosas. En la actualidad,

    diversos regmenes polticos

    han establecido un exterior

    con apariencia democrtica

    y un interior que reproduce

    prcticas autoritarias. Este artculo

    presenta una caracterizacin de

    estos regmenes autoritarismos

    electorales, examinando tres

    elementos. En un primer momentodesarrolla aspectos conceptuales,

    justificando una definicin

    formal que toma en cuenta las

    particularidades constitucionales

    y los procesos electorales. Luego,

    plantea cuestiones metodolgicas

    para definir este tipo de

    regmenes. En ltimo lugar se

    enfoca en la dinmica endgena

    del autoritarismo electoral.

    Literature about the processes of

    democratization has highlighted

    that the advances in democracyare not irreversible. Democracy

    can coexist with authoritarian

    elements that even sometimes

    are deceitful. Currently, diverse

    political regimes have established

    a foreign face with democratic

    appearance with a domestic reality

    that reproduces authoritarian

    practices. This essay presents

    a characterization of these

    authoritarian electoral regimes

    by examining three elements.First, it describes the conceptual

    facts, justifying a formal definition

    that takes into account the

    constitutional particularities and

    the electoral processes. Second,

    it states methodological issues

    in order to define that kind of

    regimes. Last, it focuses in the

    endogenous dynamic of the

    electoral authoritarianism*.

    Les crits concernant les

    processus de dmocratisation

    on soulign le fait que lesavances de la dmocratie ne

    sont pas irrversibles et quelles

    peuvent coexister avec certaines

    formes dautoritarisme, parfois

    insidieux. Actuellement, divers

    rgimes politiques ont adopt

    une apparence dmocratique

    tout en reproduisant en interne

    des pratiques autoritaires. Cet

    article prsente une caractrisation

    de ces rgimes autoritaires

    lectifs, examinant pour celatrois lments. Dans un premier

    temps, il dveloppe des aspects

    conceptuels, justifiant une

    dfinition formelle qui prend

    en compte les particularits

    constitutionnelles et les processus

    lectoraux. Ensuite, il pose des

    questions mthodologiques afin de

    dfinir ce type de rgimes. Enfin,

    il se focalise sur la dynamique

    endogne de lautoritarismelectoral.

    Palabras clave: Democracia,

    elecciones, regmenesautoritarios

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    11 Anlisis

    Cuadernos de Estudios LatinoamericanosN 5 ENERO JUNIO 2009 ISSN 1909-8197

    un fantasma recorre el llamado mundo en desarrollo: el fantasma delautoritarismo electoral. Lo bueno es que ahuyentar fantasmas es una tareafcil, en particular para quienes no creemos en criaturas metafsicas que es-

    pantan a durmientes inocentes a la medianoche. Lo malo es que los fantasmasson una metfora, mientras que el autoritarismo electoral es una realidad1.Un gran nmero de regmenes polticos en el mundo contemporneo, queabarcan desde Azerbaiyn hasta Zimbabwe, desde Rusia hasta Singapur, des-de Bielorrusia hasta Camern, desde Egipto hasta Malasia, han establecido lafachada institucional de la democracia, incluyendo elecciones multipartidistasregulares para presidente, a fin de ocultar (y reproducir) la dura realidad deprcticas autoritarias. Si bien en perspectiva histrica, el uso autoritario delas elecciones no es ninguna novedad, los regmenes autoritarios electoralescontemporneos llevan la consagrada prctica de la manipulacin electoral a

    nuevas cotas.El presente artculo aborda tres cuestiones analticas medulares con

    las que lidia el incipiente estudio comparado de los regmenes autoritarioselectorales: el concepto de autoritarismo electoral, su observacin y medi-cin, y su dinmica endgena. En la primera seccin, dedicada a problemasconceptuales, el texto explica cmo han respondido los estudiosos de la de-mocratizacin comparada a la proliferacin de regmenes polticos que com-binan instituciones democrticas formales (elecciones multipartidistas) conprcticas autoritarias. Asimismo, ofrece y justifica una definicin formal deregmenes autoritarios electorales que toma en cuenta tanto las propiedadesconstitucionales como las cualidades democrticas de los procesos electorales.En la segunda seccin, enfocada en cuestiones de medicin, el artculo analizaun problema metodolgico fundamental: en los regmenes autoritarios elec-torales, los resultados oficiales de las elecciones son el producto combinadode dos variables desconocidas e inobservables: las preferencias populares y lamanipulacin autoritaria. Como este texto sostiene, podemos resolver el pro-blema de observacin usando la competitividad de los partidos de oposicincomo un indicador de la manipulacin autoritaria. O bien, podemos estudiarel rgimen poltico en cuestin de manera cercana y profunda a fin de llegar a

    un juicio informado sobre la calidad democrtica global de un proceso electo-ral determinado. En la tercera seccin, centrada en la dinmica endgena del

    1 La metfora del fantasma poltico, de aparicin frecuente en los textos sobrepopulismo y otras amenazas esquivas a la tranquilidad pblica, fue presenta-da originalmente por Karl Marx y Friedrich Engels en la introduccin a suManifiesto del Partido Comunista de 1848. Ellos describieron el fantasma delcomunismo como una cuento de hadas que trataron de disipar por medio desu declaracin pblica de principios (se pueden encontrar versiones del Mani-fiesto en Internet en www.marxists.org).

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    Andreas Schedler

    Regmenes autoritarios electorales en el mundo contemporneo

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    Cuadernos de Estudios LatinoamericanosN 5 ENERO JUNIO 2009 ISSN 1909-8197

    autoritarismo electoral, el artculo analiza las elecciones autoritarias comoinstituciones creativas que constituyen a un conjunto de actores (ciudada-nos, actores de oposicin y partidos gobernantes) y los dotan de un conjunto

    de estrategias. Adems, los empujan a entrar en un conflictivo juego anida-do (nested game), en el cual la competencia por votos dentro de las reglasvigentes toma lugar junto con la lucha competitiva por las reglas del juego.Las campaas electorales y las luchas institucionales se despliegan de manerasimultnea e interactiva.

    El concepto de autoritarismo electoral

    Los albores de los aos 1990fueron tiempos de optimismo democr-tico. Amrica del Sur haba completado su viaje hacia la democracia electoral,el imperio sovitico se haba desintegrado en relativa paz, y frica subsaha-

    riana pasaba por una serie de elecciones multipartidistas sin precedentes. s-tos fueron los tiempos en que lemos sobre el fin de la historia, el triunfo dela democracia, el orden mundial liberal. Sin embargo, tanto los observadoresacadmicos como los observadores polticos son entrenados para ser escp-ticos. Pocos, si acaso algunos, albergaron ilusiones teleolgicas acerca de laexpansin de la democracia. Si alguna vez el mundo se iba a volver abruma-doramente liberal, democrtico y pacfico, no sucedera de un golpe, sino pocoa poco, con altas y bajas y a largo plazo. Desde su mismo surgimiento, la ideade olas globales de democratizacin se acompa de advertencias en contrade olas inversas de regresin autoritaria. Las olas van y vienen2.

    Desde la Revolucin Portuguesa de los Claveles en 1974, el dramapoltico que marca el inicio oficial de la tercera ola de democratizacin glo-bal, el nmero de regmenes democrticos en el mundo ms o menos se haduplicado. Aunque diferentes conteos producen diagnsticos algo diferentes,la tendencia general es bastante clara. Por ejemplo, el informe anual de Free-dom House sobre derechos polticos y libertades civiles en el mundo catalog42pases como libres en 1974. Tres dcadas despus, en 2004, identific a89pases como libres (de un total de 118naciones a las que clasific comodemocracias electorales)3. Sin duda, estos nmeros son impresionantes. La

    2 En realidad no se supone que las olas alteren el nivel del mar. Sobre la terceraola de democracia, vanse, entre otros, Huntington (1991), Diamond (1999,captulo 2) y Doorenspleet (2004) . Para una posicin contrastante que observauna gradual acumulacin de democracias, ms que la ocurrencia de olas, vasePrzeworski et al. (2000).

    3 Vase los Reportes Anuales sobre Derechos Polticos y Libertades Civiles de1975 y 2005 presentados por Freedom House (www.freedomhouse.org). Comoel nmero de estados nacionales aument en el perodo, en particular con ladesintegracin del imperio sovitico en 1991, las cifras proporcionales son unpoco menos impresionantes.

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    Andreas Schedler

    Regmenes autoritarios electorales en el mundo contemporneo

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    Cuadernos de Estudios LatinoamericanosN 5 ENERO JUNIO 2009 ISSN 1909-8197

    extensin y la resiliencia de la expansin democrtica reciente no tiene pre-cedentes en la historia del sistema internacional. Sin embargo, hoy en da laoleada de optimismo que acompa al fin de la Guerra Fra ha decado. Una

    parte del escepticismo resurgido se debe a la irrupcin de la violencia pol-tica en muchas esquinas del pueblo global: en las guerras civiles e interna-cionales en las repblicas sucesoras de la Unin Sovitica, en los genocidiosde Yugoslavia y Rwanda, en los estados colapsados y guerras regionales defrica subsahariana, en el terror desencadenado por la organizacin criminaltransnacional Al Qaeda en el seno de las democracias avanzadas y en las gue-rras civiles actuales en Afganistn e Irak, despus de la invasin y ocupacinextranjeras. La otra parte del nuevo escepticismo la explican las realidadespersistentes de gobierno autoritario en amplias partes del mundo.

    Por un lado, un nmero significativo de antiguas autocracias ha so-

    brevivido en diferentes partes del mundo, sin ser sacudidas por serias crisisde rgimen. ste es el caso, por ejemplo, de los regmenes unipartidistas deCuba, China, Laos, Corea del Norte, Vietnam, Eritrea, Libia y Siria, y de lasmonarquas tradicionales del mundo rabe. Por otro lado, aun cuando hayanllevado a una apertura inicial coronada por elecciones libres y equitativas(como en varias partes de frica subsahariana y la antigua Unin Sovitica),numerosos procesos de transicin dieron pie, finalmente, a nuevas formas deautoritarismo ocultas tras una fachada electoral. Terminaron estableciendo loque hoy da posiblemente representa el tipo ms difundido de rgimen polti-co en el mundo en desarrollo: el autoritarismo electoral.

    Los regmenes autoritarios electorales entran al juego de las eleccio-nes multipartidistas, pues celebran comicios regulares para la presidencia yuna asamblea legislativa nacional. No obstante, vulneran los principios demo-crticos de libertad y equidad de una manera tan profunda y sistemtica queconvierten las votaciones en instrumentos de dominacin autoritaria, msque en instrumentos de la democracia (Powell, 2000). Bajo un gobierno au-toritario electoral, las elecciones son en general inclusivas (se celebran bajo elprincipio del sufragio universal), as como mnimamente pluralistas (se invitapara que participen partidos de oposicin), mnimamente competitivas (aun-

    que se les niega la victoria, a los partidos de oposicin se les permite ganarvotos y escaos), y mnimamente abiertas (los partidos de oposicin no sonsometidos a represin masiva, aunque es posible que reciban un tratamientorepresivo de manera selectiva e intermitente). Sin embargo, todo en todo, lascontiendas electorales estn sujetas a un nivel de represin y manipulacintan elevado, generalizado y sistemtico que no se pueden considerar demo-crticas. La manipulacin autoritaria puede presentarse con varios disfraces,todos los cuales sirven para contener la inquietante incertidumbre de los re-sultados electorales. Los gobernantes pueden idear reglas electorales discri-minatorias, dejar fuera de la arena electoral a partidos y candidatos de la

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    Andreas Schedler

    Regmenes autoritarios electorales en el mundo contemporneo

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    Cuadernos de Estudios LatinoamericanosN 5 ENERO JUNIO 2009 ISSN 1909-8197

    oposicin, violar sus derechos polticos y libertades civiles, restringir su acce-so a los medios de comunicacin y al financiamiento para campaas, imponerrestricciones formales o informales al sufragio de sus seguidores, coaccionar-

    los o corromperlos para que abandonen el bando opositor, o simplemente re-distribuir votos y escaos por medio del fraude electoral4.

    Una lista incompleta de ejemplos contemporneos de regmenes au-toritarios electorales (de principios de 2008) incluye, en la antigua UninSovitica, Armenia, Azerbaiyn, Bielorrusia, Kazajstn, Kirguistn, Rusia yTayikistn; en Nordfrica y Oriente Medio, Argelia, Egipto, Tnez y Yemen;en frica subsahariana, Burkina Faso, Camern, el Chad, Congo (Kinshasa),Etiopa, Gabn, Gambia, Guinea, Mauritania, Togo y Zimbabwe; y en el sury el este de Asia, Camboya, Malasia y Singapur. Dada su contradictoria mez-cla de procedimientos democrticos y prcticas autoritarias, estos nuevos re-

    gmenes autoritarios han perturbado las rutinas conceptuales de la polticacomparada. Para comprender la ambigedadinstitucionalizada que caracteri-za los regmenes autoritarios electorales, los especialistas han adoptado tresestrategias conceptuales alternativas. Han concebido esos regmenes como de-mocracias defectuosas, como regmenes hbridos o como nuevas formas deautoritarismo.

    (a) Democracias defectuosas. Desde los primeros das de la tercera olade democratizacin, hemos sido testigos del surgimiento de regmenes pol-ticos que cumplen las condiciones mnimas de la democracia electoral, mien-tras carecen de atributos esenciales de la democracia liberal. A fin de capturartales desviaciones de las mejores prcticas, los autores han ido colocando ad-jetivos distintivos a los multifacticos subtipos disminuidos de democraciaque han observado (vase Collier y Levitsky, 1997). Las etiquetas especficasque han elegido para describir tales democracias con adjetivos (Ibid.) tienenpor objeto llamar la atencin hacia dficit y debilidades estructurales espec-ficos. Por ejemplo, las democracias delegativas carecen de pesos y contrape-sos institucionales (ODonnell, 1994), las democracias iliberales no logranconstruir un Estado de derecho (Zakaria, 2003), y las democracias clientelis-tas son dbiles en poltica partidista programtica (Kitschelt, 2000). Ahora

    bien, ante regmenes que no cumplen ni siquiera con las normas democrticasmnimas, la nocin de subtipos disminuidos de democracia pierde su vali-dez. Cuando tal nocin se aplica a contextos no democrticos, en lugar de afi-nar nuestra comprensin de carencias democrticas, merma nuestro sentidode realidades autoritarias (vanse tambin Levitsky y Way, 2002; Howard yRoessler, 2006).

    4 Sobre los fundamentos normativos de las elecciones democrticas y el corres-pondiente repertorio de estrategias de manipulacin que minan estos funda-mentos, vase Schedler (2002b).

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    Andreas Schedler

    Regmenes autoritarios electorales en el mundo contemporneo

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    Cuadernos de Estudios LatinoamericanosN 5 ENERO JUNIO 2009 ISSN 1909-8197

    (b) Regmenes mixtos. Si describimos los regmenes no democrticoscomo instancias de democracia, aunque sea deficiente, cometemos el pecadometodolgico de sobre-estiramiento conceptual (conceptual stretching), del

    que Giovanni Sartori nos ha alertado con mucha elocuencia (Sartori, 1984).Conscientes de esta falla potencial, algunos autores han concebido los reg-menes electorales de baja calidad que pueblan el mundo contemporneo comoautnticos puntos intermedios entre la democracia y el autoritarismo. Dadoque estos regmenes combinan rasgos democrticos y autoritarios, estos ana-listas los sitan en el centro mismo del espectro conceptual, equidistantes delos dos polos, ni carne ni pescado, ni democrticos ni autoritarios. Concep-tos como regmenes hbridos (Diamondm 2002), semidemocracia (Smith,2005), semiautoritarismo (Ottawa, 2000), semidictadura (Brooker, 2000,252) y la zona gris (Carothers, 2002) expresan la idea de regmenes genui-

    namente mixtos, situados en el nebuloso terreno intermedio entre la demo-cracia y la dictadura.

    (c) Nuevo autoritarismo. Una tercera manera de abordar las nuevasformas de gobierno autoritario es reconocerlas como tales: casos de gobier-nos no democrticos. A medida que los estudiosos han introducido conceptoscomo pseudodemocracia (Diamond, Linz y Lipset 1995: 8), dictadura dis-frazada (Brooker, 2000, 228) y autoritarismo competitivo (Levitsky y Way,2002), han abandonado la suposicin de que estos regmenes todava, de al-gn modo, mantienen contacto con la tradicin democrtica-liberal. Muy porel contrario, los han descrito como casos de gobierno no democrtico que nosmuestran el disfraz pero no la sustancia de la participacin democrtica efec-tiva (Marshall y Jaggers, 2002, 12). Los han analizado como regmenes quepractican la democracia como engao (Joseph, 1998b, 59), regmenes queinstauran, para citar al clsico John Stuart Mill, instituciones representati-vas sin gobierno representativo (1991, 89).

    La nocin de autoritarismo electoral que defiende este artculo seinscribe en esta ltima perspectiva. Supone la tesis de que muchos de los nue-vos regmenes electorales no son ni democrticos ni democratizadores, sinosimple y llanamente autoritarios -aunque de manera que se alejan de las for-

    mas de gobierno autoritario tal como las conocemos-. La nocin de autorita-rismo electoral toma en serio tanto la calidad autoritaria que estos regmenesposeen, como los procedimientos electorales que ponen en prctica. El nfasisen el autoritarismo sirve para distinguirlos de las democracias electorales; elnfasis en las elecciones, para separarlos de las autocracias cerradas. Lasdemocracias electorales carecen de algunos atributos de la democracia libe-ral (como los pesos y contrapesos institucionales, la integridad burocrtica yun sistema de justicia efectivo e imparcial), pero s celebran elecciones libresy equitativas, lo que no hacen los regmenes autoritarios electorales. La ca-tegora residual de autocracias cerradas designa a todos los regmenes no

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    democrticos, que se abstienen de organizar elecciones multipartidistas comola ruta de acceso oficial a los poderes ejecutivo y legislativo.

    La incipiente literatura sobre regmenes autoritarios electorales ha

    centrado su atencin en la controvertida frontera que los separa de las demo-cracias electorales (vase Schedler, 2002b). Aqu quisiera examinar el umbralque los separa de sus vecinos autoritarios, agrupados en la amplia categorade autocracias cerradas. La pregunta clave es: hasta qu punto son distinti-vos los regmenes autoritarios electorales dentro del ms amplio espectro deregmenes no democrticos (Snyder, 2006)? Desde luego, el hecho de que losregmenes no democrticos empleen las formas y la retrica de la democraciano es nada nuevo. Aun antes de la actual ola de democratizacin, las eleccio-nes polticas, la institucin central de la democracia representativa, se usa-ban casi universalmente. Como Guy Hermet, Richard Rose y Alain Rouqui

    lo plantearon en el prefacio de Elections without Choice, ya a fines de los aos1970se celebraron elecciones en casi todos los pases del mundo (Hermet etal., 1978, viii). Asimismo, casi todos los regmenes -democracias y dictaduraspor igual- pretendieron encarnar el principio de la soberana popular. Sin em-bargo, mientras que los regmenes autoritarios electorales abren los cargosms altos del poder ejecutivo y del legislativo a elecciones que son tanto par-ticipativas como competitivas en forma, otros tipos de regmenes autoritarios,si acaso recurren de algn modo a procesos electorales, lo hacen de manerasmucho ms limitadas.

    A diferencia de los regmenes autoritarios que permiten formas li-mitadas de pluralismo en la sociedad civil, los regmenes electorales autori-tarios van un paso adelante y abren tambin la sociedad poltica (el sistemade partidos) a formas limitadas de pluralismo. A diferencia de los regme-nes bonapartistas que de vez en cuando orquestan plebiscitos para demostrarel consentimiento popular sobre asuntos constitucionales o de polticas, losregmenes electorales autoritarios invitan a los ciudadanos a participar enprocesos electorales que sirven (oficialmente) como mecanismos de seleccinpara altos cargos pblicos. A diferencia de las oligarquas competitivas, comolas de Amrica Latina durante el siglo XIXo de Sudfrica bajo el apartheid,

    los regmenes electorales autoritarios no controlan las elecciones restringien-do el derecho al voto, sino que operan sobre la base del sufragio universal.A diferencia de las monarquas tradicionales (o algunos regmenes militarescomo el de Brasil entre 1964y 1989), los regmenes electorales autoritariossometen al jefe del gobierno a la ratificacin electoral, no slo a la asamblealegislativa (o al gobierno local, como en Taiwn bajo el Kuomintang [KMT]).A diferencia de los regmenes unipartidistas que organizan elecciones de unsolo partido (o frente nacional), sea con o sin competencia intrapartidista, losregmenes electorales autoritarios permiten la disidencia organizada en for-ma de competencia multipartidista.

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    La nocin de autoritarismo electoral pone el nfasis en el accesoal po-der (mediante elecciones populares), mientras que las tipologas convenciona-les del gobierno autoritario ponen el nfasis en el ejerciciodel poder (excepto

    para la categora de las monarquas, que se definen por sucesin hereditaria)5.Estas tipologas preguntan por la identidad de los gobernantes, sus modosde ejercer el poder y sus fuentes de legitimacin. Por ejemplo, la distincinseminal de Juan Linz entre gobierno totalitario y autoritario (Linz, 2000)giraba en torno a la estructura de las relaciones de poder (monismo frente apluralismo), las estrategias de legitimacin (ideologas frente a mentalidades)y el papel de los individuos (movilizacin frente a despolitizacin). Otras ti-pologas ms recientes de gobiernos no democrticos tienden a centrarse enla naturaleza de la coalicin gobernante. Por ejemplo, la muy difundida dis-tincin entre regmenes militares, regmenes de un partido nico y dictaduras

    personales preguntan por las bases de organizacin del gobierno autoritario(vanse, por ejemplo, Brooker, 2000; Geddes, 1999y 2004; Huntington, 1991;Morlino, 2005, captulo 2).

    Cuando la nocin de autoritarismo electoral traslada el foco de su an-lisis del ejercicio no democrtico del poder al acceso no democrtico al poder,las preguntas por el gobierno autoritario (quin gobierna cmo) no dejan deser relevantes; ms bien se vuelven contingentes, sin respuestas uniformes paratodos los casos (por lo que pueden servir para diferenciar subtipos de regme-nes autoritarios electorales)6. Adems, las cuestiones de acceso al poder y ejer-cicio del poder interactan. Por un lado, a largo plazo, el ejercicio autoritario delpoder es incompatible con los procedimientos democrticos de acceso al poder.El gobierno autoritario tiende a subvertir las condiciones de libertad que laselecciones democrticas demandan. Por el otro, las elecciones autoritarias noimponen las mismas restricciones a los gobernantes como las elecciones de-mocrticas. Si lo que determina los resultados electorales no son las preferen-cias populares, sino las habilidades estatales para la manipulacin, los comiciosno servirn como mecanismos de rendicin de cuentas. As como los gobiernosautoritarios engendran elecciones autoritarias, las elecciones autoritarias ali-mentan a los gobiernos autoritarios.

    5 Sobre la distincin entre acceso al poder y ejercicio del poder, y su importan-cia para la bibliografa especializada en regmenes polticos, vase Mazzuca(2007).

    6 Por ejemplo, si nos enfocamos en las bases institucionales del gobierno auto-ritario (quin gobierna) podemos distinguir entre autoritarismos electorales,basados en partidos, que se reproducen mediante partidos gobernantes bieninstitucionalizados, militares, en los que las elecciones ratifican el dominiomilitar de la poltica, y personalistas, que concentran el poder del Estado enmanos de un individuo (vase tambin Thompson y Kuntz, 2006).

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    La medicin del autoritarismo electoral

    Cmo reconocemos un rgimen autoritario electoral cuando es-tamos ante l? Parece ser ms sencillo definir el concepto de autoritarismo

    electoral que operacionalizarlo y medirlo con el propsito de hacer compa-raciones entre pases. Como predican la democracia mientras practican ladictadura, los regmenes autoritarios electorales tienden a suscitar intensosdebates en el seno de cada pas acerca de la verdadera naturaleza de su sis-tema poltico. Como una regla simple, quienes ejercen el poder tratan de ven-der su rgimen como democrtico (o al menos como inmerso en un procesodemocratizador), mientras que los actores de oposicin lo denuncian comoautoritario. Cuanto ms represor, excluyente y fraudulento sea un rgimen,ms probable resultar que observadores desinteresados de buena fe, sean dela sociedad civil o de la comunidad internacional, concuerden en sus evalua-

    ciones y clasifiquen el rgimen como autoritario, en coincidencia con las acu-saciones de la oposicin. En los casos ms turbios, sin embargo, trazar la lneadivisoria entre democracia electoral y autoritarismo electoral puede resultarcomplicado y polmico, y no surgir nada que se parezca a un consenso deexpertos. Ahora bien, si el conocimiento detallado de observadores compe-tentes no basta para resolver disputas sobre la clasificacin de los casos di-fciles, cmo podremos aspirar a clasificar grandes nmeros de regmenespolticos de manera vlida y confiable?

    El consejo metodolgico estndar nos dice que basemos nuestras de-cisiones de medicin en observaciones, ms que en juicios (Przeworski etal., 2000, 55). Esto quiere decir, entiendo, que debemos dividir la complejaempresa de conceptualizacin y medicin en dos fases. En una primera etapa,habremos de hacer todos los juicios que sean necesarios para seleccionar ydefinir los fenmenos empricos que admitimos como evidencia observacio-nal; tambin tendremos que establecer las reglas de codificacin que nos per-mitan asignar categoras o nmeros a nuestros casos. En una segunda etapa,en cambio, habremos de desterrar todo elemento de juicio personal y nos li-mitaremos a aplicar, de manera mecnica, las reglas de codificacin que anteselaboramos. La primera fase es deliberativa y exige la justificacin intersubje-

    tiva de todas las decisiones conceptuales y operacionales; la segunda es obser-vacional y exige la recopilacin transparente de informacin y la aplicacincuasi burocrtica de reglas preestablecidas.

    A fin de establecer esa separacin funcional entre deliberacin y ob-servacin, necesitamos indicadores empricos que sean vlidos, visibles y legi-bles. La evidencia emprica que estamos buscando debe tener sentido tericoen diferentes contextos sociales (validez); debe estar abierta a la inspeccinocular (visibilidad); y tiene que ser lo suficientemente obvia como para serprocesada a partir de reglas de interpretacin simples que transformen posi-bles ambigedades fcticas en claridad operacional (legibilidad). Queda claro

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    que la principal dificultad metodolgica para identificar regmenes autorita-rios electorales radica en los obstculos que los regmenes mismos establecenpara impedir la visibilidadde sus prcticas de manipulacin.

    En su muy (y muy justamente) aclamada obra Democracia y desarrollo,Adam Przeworski y sus colaboradores toman tres atributos institucionalespara identificar los regmenes democrticos: (a) el jefe del ejecutivo es elegidoen elecciones populares, (b) tambin la legislatura nacional se elige en elec-ciones populares, y (c) en ambas elecciones, se admite ms de un partido a lacompetencia electoral (para una sntesis, vase Przeworski et al, 2000, 2829).Hasta este punto, su definicin operacional de democracia es idntica a la de-finicin de autoritarismo electoral que propuse antes. Lo que distingue a lasautocracias electorales de las democracias electorales no son las propiedadesformales de las elecciones polticas, sino sus cualidades autoritarias. No es en

    la superficie de las instituciones electorales formales donde las democraciaselectorales difieren de los regmenes autoritarios electorales, sino en las con-diciones de libertad poltica y seguridad jurdica que ofrecen. Los regmenesautoritarios electorales, al igual que sus contrapartes democrticas, celebranelecciones multipartidistas para jefe de gobierno y la asamblea legislativa.No obstante, someten estos procesos a controles autoritarios tan profundosy sistemticos que privan a las elecciones de su esencia democrtica. Ahorabien, aunque los hechos institucionales formales son fciles de establecer, lasprcticas de manipulacin electoral son mucho menos accesibles a la inspec-cin pblica.

    Lo que podemos veren los regmenes autoritarios electorales son losresultados de los comicios, la distribucin oficial de los votos y los escaosentre partidos y candidatos. Bajo condiciones de autoritarismo, sin embargo,las cifras electorales no pueden ser tomadas como expresiones confiables dela voluntad del pueblo. Ms bien representan el resultado combinado dela manipulacin autoritaria y las preferencias populares. Si vrepresenta losvotos, ila integridad de las elecciones y plas preferencias de los ciudadanos,podemos escribir:

    v= i*p

    En condiciones de integridad electoral (i= 1), los resultados de laeleccin corresponden a las preferencias populares; en condiciones de ma-nipulacin electoral (i1), la distribucin oficial de los votos distorsionala distribucin real de las preferencias de los ciudadanos. En el primer caso,el democrtico, las instituciones y las prcticas de la gobernacin electo-ral son fundamentalmente neutrales; en el segundo caso, el autoritario, am-bas son gravemente redistributivas7. Para el propsito de la clasificacin de

    7 Sobre instituciones neutrales (imparciales) frente a redistributivas (dis-

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    regmenes, el problema radica en el hecho de que normalmente desconoce-mos dos de las tres variables de la ecuacin. A menudo, las cifras oficiales deuna eleccin son un espejo deformador (Martn, 1978, 127) de preferencias

    ciudadanas, poco confiables e imprecisas. Pero al menos estn a la luz pblica,como productos tangibles de algn organismo estatal central. Los actos demanipulacin autoritaria y las pautas de preferencias populares, en cambio,son sombras en la oscuridad.

    En una buena medida, la manipulacin electoral es una actividadclandestina. Podemos ver algunas cosas, como la promulgacin de leyes elec-torales discriminatorias, la represin de manifestaciones de protesta, o laexclusin de candidatos por orden administrativa. Tales intentos de manipu-lacin ocurren a plena luz del da, movilizan a agentes del Estado central einvocan el discurso de la legalidad y la razn pblica para su justificacin. En

    contraste, muchas otras estrategias autoritarias de control electoral, como laalteracin del padrn electoral, la compra de votos y la intimidacin de losvotantes, o la falsificacin de boletas el da de los comicios, constituyen acti-vidades ms bien descentralizadas que involucran a un sinnmero de agentespblicos y privados que tratan de hacer su trabajo sin dejar rastros pblicos.A pesar de toda la informacin que seamos capaces de reunir, sea episdica osistemtica, narrativa o estadstica, el mbito oculto de la ingeniera electoralautoritaria constituye una caja negra impenetrable que (casi) nunca podemostransparentar en su totalidad. Son muy pocos los regmenes que tienen lasaspiraciones panpticas del rgimen Fujimori-Montesinos en Per, cuyo ex-tenso sistema de extorsin, vigilancia y video grabacin permiti al pblicoinspeccionar la caja negra de las maniobras autoritarias al menos despus delos hechos, una vez que el rgimen haba cado (ver Cameron, 2006; Cona-ghan, 2005). Normalmente, sin embargo, no llegamos a saber ni remotamen-te qu es lo que estn haciendo los actores no democrticos fuera de nuestrocampo de vista, entre los bastidores de la poltica electoral. Es ms, aun cuan-do estuviramos al tanto de todo, no podramos saber que lo sabemos todo.La lgica de la desconfianza que prevalece bajo los gobiernos autoritarios noshara sostener la sospecha de que lo peor puede estar escondido de nuestra

    vista. La regla informtica de wysiwyg(what you see is what you get; lo que veses lo que obtienes) nunca opera bajo el autoritarismo. Los actores polticossaben que normalmente lo que ven no es lo que obtienen del rgimen autori-tario. Saben que, si desean sobrevivir, tienen que practicar el antiguo arte dela dietrologa, el estudio de la poltica detrs de la escena8.

    criminatorias), vase Tsebelis (1990, 117). Sobre la nocin de gobernacinelectoral, vase Mozaffar y Schedler (2002).

    8 Debo la nocin de dietrologaa Philippe Schmitter (vase su entrada correspon-diente en Les Intraduisibles: The Dictionary of Untranslatable Terms in Politics,

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    Con respecto a las preferencias populares, la tercera variable en nues-tra ecuacin de elecciones autoritarias, enfrentamos una situacin similar deconocimiento parcial edificado sobre cimientos de ignorancia fundamental.

    Podemos enterarnos de algo acerca de las preferencias populares, sea median-te el acceso a conocimientos locales (Geertz, 1983) o mediante encuestasrepresentativas de opinin pblica. Sin embargo, en condiciones autoritarias,nunca sabemos hasta qu grado participan los ciudadanos en la falsificacinpblica de sus preferencias privadas (Kuran, 1995). Tampoco sabemos hastaqu punto sus preferencias privadas supuestamente autnticas son generadaspor el mismo gobierno autoritario. A falta de autonoma y libertad individua-les, las actitudes populares siempre estn sospechosas de ser productos de lamanipulacin autoritaria. Un rgimen autoritario distorsiona la formacindepreferencias populares, no slo la expresinde preferencias populares.

    Podemos manejar estos problemas de informacin imperfecta de dosmaneras: (a) Una opcin es limitarnos al mbito fctico de los resultados ofi-ciales de las elecciones. A sabiendas de que no podemos tomar las cifras ofi-ciales como expresiones simples de las preferencias de los votantes, podemostratarlas como indicadores de la manipulacin electoral. (b) Alternativamen-te, podemos expandir nuestro campo de visin y reunir evidencia sistemticaacerca de la manipulacin electoral o de las preferencias populares, o de am-bas. Al conocer los resultados oficiales de una votacin, enterarnos acerca decualquiera de nuestras dos variables desconocidas (manipulacin electoral ypreferencias de los votantes) debera permitirnos estimar la otra. Tambin,con sentido prctico, aunque con menor elegancia matemtica, podemos com-binar informacin sobre las tres variables a fin de llegar a un juicio aproxi-mado acerca de la calidad autoritaria del proceso electoral bajo escrutinio.Discutir brevemente la regla de alternancia propuesta por Przeworski etal. (2000) como ejemplo de la primera opcin (el uso de los datos sobre la elec-cin como indicadores indirectos de manipulacin), y los datos de derechospolticos ofrecidos por Freedom House como representativos de la segunda(el uso de mltiples fuentes de informacin para llegar a un juicio sobre la ca-lidad autoritaria de las elecciones).

    Resultados electorales como indicadores de integridad electoral.AdamPrzeworski alguna vez afirm que si quienes detentan el poder ganan ms del60por ciento del voto popular en dos elecciones subsecuentes, con toda segu-ridad podemos asumir que el sistema no es democrtico9. Junto con sus colabo-

    www.concepts-methods.org). Sobre los problemas ms generales de realizarestudios empricos bajo los mantos de secreto de una dictadura, vase Barros(2005).

    9 No country in which a party wins 60 percent of the vote twice in a row is ademocracy (Przeworski 1991, 95).

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    radores en Democracy and development, Przeworski adopt un estndar an msriguroso: la regla de la alternancia. Como l y sus coautores lo propusieron, siun rgimen poltico selecciona al jefe de gobierno y los legisladores nacionales

    en elecciones multipartidistas, pero el partido gobernante nunca perdi elec-ciones, el rgimen no debera ser clasificado como democrtico (Przeworskiet al., 2000, 27). La democracia requiere incertidumbre, es decir, laposibilidadde una alternancia en el poder. Sin embargo, sin la experiencia real de la al-ternancia no podemos saber a ciencia cierta si un partido gobernante estaradispuesto a dejar el cargo pacficamente en el caso de una derrota electoral.Como Przeworski y sus colaboradores admiten sin reparos, tomar los resulta-dos de las elecciones y, en particular, la alternancia en el cargo como evidenciaprimaria de la integridad del proceso, corre el riesgo de clasificar equivocada-mente algunos regmenes. No obstante, la regla de alternancia tiene sentido en

    trminos democrtico-normativos; ofrece un criterio de clasificacin ntido yfcilmente discernible; evita las imponderabilidades que acompaan el razona-miento contrafctico (cmo respondera el rgimen a una derrota electoral?);y permite al analista quedarse con los hechos simples y observables, en vez debatallar por descifrar un sinnmero de hechos ambiguos y dispersos.

    Juicios comprensivos de integridad electoral.Przeworski y sus coau-tores sostienen que emitir un juicio sobre la calidad autoritaria de las elec-ciones es una empresa que se escapa a nuestras capacidades. Como sostienen,intentar evaluar el grado de represin, intimidacin o fraude no es algoque se pueda hacer de manera confiable (Przeworski et al., 2000; 24). Si suescepticismo pretende sealarnos de que nuestros juicios sobre la calidad de-mocrtica de las elecciones suelen ser polmicos, al menos en casos complejosy ambiguos, estn en lo correcto. Yerran si pretende implicar que los ob-servadores electorales desinteresados son, en general, incapaces de llegar aevaluaciones convergentes que puedan sobrevivir a cuestionamientos pbli-cos hechos por los polticos y expertos. Tomemos, por ejemplo, los informesanuales sobre libertades civiles y derechos polticos en el mundo que el thinktank neoyorkino Freedom House ofrece desde 1973. A pesar de su notoriainclinacin por la opacidad metodolgica (vase Munck y Verkuilen, 2002),

    Freedom House lleva a cabo un trabajo razonable al evaluar la calidad demo-crtica de los regmenes electorales (adems de hacer tambin un cierto es-fuerzo por mejorar su transparencia metodolgica).

    En sus valoraciones de derechos polticos, Freedom House planteams preguntas de las que necesitamos; aun as formula las preguntas preci-sas que necesitamos para juzgar la calidad democrtica de los procesos elec-torales. Algunos rubros en su lista de derechos polticos se relacionan conel ejercicio del poder, ms que con el acceso al poder, que es lo que nos inte-resa aqu. Esto es cierto para sus preguntas sobre la soberana nacional, laintegridad burocrtica y la rendicin de cuentas de los funcionarios electos.

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    No obstante, las preguntas que primero aparecen en la encuesta de derechospolticos tienen que ver con la integridad procedural de las elecciones: Elpresidente y la asamblea legislativa nacional -pregunta el equipo de investi-

    gacin de Freedom House - son elegidos mediante elecciones libres y equi-tativas? Disfrutan los ciudadanos de libertad de asociacin y hay leyeselectorales equitativas, oportunidades justas de hacer campaa, un procesode votacin correcto y un conteo honesto de votos? Adems de los proce-dimientos electorales, Freedom House tambin examina los resultados dela eleccin, cuando investiga, con base en la distribucin final de votos, elgrado de competencia entre partidos: est el sistema poltico preguntael equipo de investigacin abierto al ascenso y la cada de los partidoscontendientes? Observamos un importante voto opositor, un poder realde la oposicin y una posibilidad realista de que aumente su apoyo o acceda

    al poder mediante las elecciones?10Freedom House formula sus preguntas normativas y empricas en

    un nivel de abstraccin bastante elevado. Como es natural, traducirlas enevaluaciones concretas de procesos polticos nacionales exige un buen sen-tido del juicio, adems de conocimiento emprico y sensibilidad moral. Aunas, al evaluar informacin procedural y sustantiva, recurriendo a una am-plia gama de evidencia y de fuentes, el equipo de Freedom House logra eva-luar la calidad de los procesos electorales de una manera que en trminosgenerales parece fundamentalmente razonable. En particular, las evalua-ciones cualitativas de derechos polticos que Freedom House ofrece en susinformes narrativos de cada pas siempre enuncian en su oracin inicial silos ciudadanos son capaces de cambiar su gobierno mediante eleccionesregulares. En general (de hecho, no estoy consciente de ninguna excep-cin reciente), estos juicios sucintos acerca de la efectividad de los procesoselectorales son slidos y defendibles a la luz de la evidencia disponible y lasnormas democrticas.

    A pesar de su aparente validez, hay obvios problemas metodolgicosasociados al uso de las calificaciones de derechos polticos de Freedom Housecomo una base para clasificar regmenes. Como ya lo mencion, para el prop-

    sito especfico de distinguir democracias electorales de regmenes autoritarioselectorales, su nivel de agregacin es demasiado alto, pues combina preocu-paciones acerca de las elecciones (el acceso al poder) con inquietudes acercadel gobierno (el ejercicio del poder). Adems, ya que el intento de medicines multidimensional, no est claro cmo los juicios cualitativos sobre varias

    10 Las citas provienen de la lista Political Rights and Civil Liberties Checklist,incluida (en la pgina 697) en el apndice metodolgico a la investigacin dederechos polticos y libertades civiles de Freedom House en 2002 (Karatnycky,Piano y Puddington, 2003).

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    dimensiones se traducen en la escala de siete puntos que Freedom House usa(aunque hay que aadir que desde el reporte anual de 2006 se estn publi-cando los valores de las subdimensiones tanto de libertades civiles como de-

    rechos polticos). Tampoco queda claro qu pretenden exactamente expresarlas calificaciones especficas y las diferencias entre ellas. Por la misma razn,cualquier intento por traducir la escala numrica del 1al 7en categoras cuali-tativas de los regmenes necesariamente tiene un aire de arbitrariedad.

    No obstante, en general, como las preguntas de Freedom House stocan las inquietudes centrales que motivan nuestra distincin entre demo-cracias electorales y autoritarismo electoral, sus datos sirven razonablementepara identificar regmenes autoritarios electorales, cuando se complementancon algunos datos electorales bsicos. Por ejemplo, podemos clasificar (con ungrado bastante alto de certeza) como autoritarios electorales a todos aquellos

    regmenes que (a) celebran elecciones multipartidistas para elegir al presiden-te as como a una asamblea legislativa, mientras al mismo tiempo (b) recibencalificaciones de derechos polticos entre 4y 6de parte de Freedom House(vase Schedler, 2004). Tales reglas simples de delimitacin operacional (que,por ejemplo, algunos autores en Schedler, 2006y Lindberg [en prensa] tam-bin usan) parecen servir de manera bastante razonable para identificar a losregmenes autoritarios electorales contemporneos11.

    La dinmica del autoritarismo electoral

    Los regmenes autoritarios electorales establecen todo el paisaje ins-titucional de la democracia representativa. Establecen constituciones, elec-ciones, parlamentos, tribunales de justicia, gobiernos locales, legislaturassubnacionales e incluso organismos de rendicin de cuentas. Asimismo, per-miten la operacin de medios de comunicacin privados, grupos de inters yasociaciones cvicas. Si bien no introducen a ninguna de estas institucionescon el propsito de establecer contrapesos reales, todas ellas representan si-tios potenciales de disidencia y conflicto. Sin ignorar estos mltiples espaciosde contestacin, la nocin de autoritarismo electoral privilegia uno de ellos -la arena electoral-. Asume que las elecciones constituyen la arena central de

    lucha (vase tambin Levitsky y Way, 2002, 54).11 Desde luego, ninguna regla de codificacin es perfecta, y es casi seguro que

    basarse rgidamente en las calificaciones de Freedom House produzca falsospositivos en el extremo inferior. Freedom House asigna una doble calificacinde 4 (en los terrenos de derechos polticos y libertades civiles) a algunos reg-menes que no estn en manos de dictadores que ejercen controles autoritarioscentralizados, sino bajo la presin de rebelin violenta, crimen organizado odescontento militar que ponen en duda la autoridad de los actores del Estadoelegidos. Ejemplo de ello son Colombia a fines de los aos 1990 y Guatemala enaos ms recientes.

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    Designar las elecciones como el rasgo definitorio de un categoradistinta de regmenes no democrticos cobra sentido slo si son ms quemeros ornamentos del gobierno autoritario. Hablar de autoritarismo electo-

    ral supone la tesis de que las elecciones importan, e importan mucho, aun encontextos de manipulacin autoritaria. Lo que es todava ms fuerte, involu-cra la tesis de que es el intrnseco poder de las elecciones (Di Palma, 1993,85), antes que cualquier otra cosa, lo que mueve la dinmica de estabilidady cambio en tales regmenes. En los sistemas autoritarios electorales, si hande merecer ese nombre, las elecciones son mucho ms que rituales de acla-macin. Son constitutivas del juego poltico. Aun cuando sean distorsionadaspor la represin, la discriminacin, la exclusin o el fraude, son constitutivasdel campo de juego, de las reglas, los actores, sus recursos y sus estrategiasdisponibles.

    Juegos a dos niveles

    Si bien los regmenes autoritarios electorales establecen las eleccionescompetitivas como la ruta de acceso oficial al poder del Estado, no establecen,naturalmente, la competencia electoral como el nico juego en el pueblo. Almismo tiempo que instauran el juego electoral (la competencia por votos), in-troducen el meta-juego de la lucha institucional (la competencia por reglas).En este meta-nivel, los partidos gobernantes buscan controlar los resultadossustantivos de la competencia electoral por medio de la manipulacin autori-taria, mientras los partidos de oposicin buscan establecer condiciones mslibres y equitativas de competencia por medio de reformas democratizadoras.Las elecciones autoritarias no son, entonces, juegos convencionales en loscuales los jugadores compiten dentro de un marco institucional determina-do, conocido, aceptado y respetado por todos. Son juegos fluidos, adaptables ycontrovertidos. En lugar de asumir sus reglas bsicas como restricciones da-das, los jugadores tratan de redefinirlas sobre la marcha del juego. Segn laterminologa propuesta por George Tsebelis, forman juegos anidados (nes-ted games) en los cuales la interaccin estratgica dentro de las reglas va de lamano con la competencia estratgicapor lasreglas (Tsebelis 1990). Las insti-

    tuciones formales existentes no constituyen equilibrios estables, sino treguastemporales. Si los resultados sustantivos del juego cambian, o si las correla-ciones de fuerza subyacentes cambian, los actores lucharn por alterar las re-glas bsicas -sea para prevenir o para promover resultados ms democrticos-.La lucha partidista por los votos est anidada en una lucha partidista por lascondiciones fundamentales de la votacin (vase tambin Schedler, 2002a). Dela misma manera el que las elecciones autoritarias constituyan el juego de lacompetencia electoral, puesto en tela de juicio por el meta-juego de la manipu-lacin y la reforma, tambin es conformador de sus componentes, en particu-lar, de sus protagonistas y de las estrategias con las que cuentan.

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    Los ciudadanos

    Al abrir las cimas del poder estatal a las elecciones multipartidistas, losregmenes autoritarios electorales establecen la primaca de la legitimacin de-

    mocrtica. Pueden alimentarse de diversas fuentes ideolgicas de legitimidad:revolucionarias (la creacin de una nueva sociedad), trascendentales (la inspira-cin divina), tradicionales (la sucesin cuasi hereditaria), comunitarias (la cons-truccin de la nacin, el antiimperialismo, la movilizacin tnica), carismticas(el liderazgo mgico) o sustantivas (el bienestar material, la integridad pblica,la ley y el orden, la seguridad exterior). En ltima instancia, sin embargo, elconsentimiento popular triunfa sobre los dems principios de legitimacin delpoder. Las elecciones competitivas reconocen a los sujetos como ciudadanos.Los dotan del mximo poder de control (Mill, 1991, 97) sobre la ocupacinde la cumbre del Estado. Al establecer elecciones multipartidistas para el cargo

    ms alto, los regmenes autoritarios electorales instituyen elprincipio del con-sentimiento popular, aun cuando lo subviertan en laprctica.

    Las concesiones institucionales que las autocracias electorales hacen alprincipio de soberana popular dotan a los ciudadanos tanto de recursos norma-tivos como institucionales. Ante todo, las elecciones abren avenidas de protestacolectiva. Ofrecen puntos focales (focal points) que pueden crear expectativassociales convergentes y as permitir a los ciudadanos superar los problemas decoordinacin estratgica. Las elecciones constituyen a los ciudadanos en porta-dores individuales de roles polticos, pero tambin les permiten convertirse enactores colectivos, sea en las votaciones o en las calles12.

    Los partidos de oposicin

    Al admitir la competencia multipartidista por posiciones de poderdel Estado, los regmenes autoritarios electorales legitiman el principio deoposicin poltica. En muchos casos, todava intentan moldear el campo delos actores de oposicin a su propio gusto. Algunos regmenes crean parti-dos oficiales de oposicin e incluso les atribuyen posiciones ideolgicas con-venientes, como en Egipto bajo Anuar el Sadat, y en Senegal bajo LopoldSenghor. Otros excluyen a partidos y candidatos de oposicin incmodos a su

    conveniencia, lo que es un procedimiento de operacin estndar en los reg-menes surgidos en Euroasia tras la disolucin de la antigua Unin Sovitica.Sin embargo, las autocracias electorales de todos modos tienen que convivircon fuerzas de oposicin que gozan, al menos, de grados mnimos de autono-ma. Por el simple hecho de instituir una poltica multipartidista, abandonanideologas de armona colectiva, aceptan la existencia de divisiones sociales y

    12 Sobre el papel de las elecciones robadas en la coordinacin de los ciudadanos yel desencadenamiento de movimientos de protesta, vase Thompson y Kuntz(2004).

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    renuncian a su control monoplico de la definicin del bien comn. Someterla oposicin a un tratamiento represivo no afecta su legitimidad bsica encar-nada en la institucin formal de elecciones competitivas. Muy por el contra-

    rio, una vez que los regmenes reconocen el principio de pluralismo poltico,es probable que silenciar la disidencia resulte contraproducente y que eleve elestatus de las fuerzas de oposicin, en lugar de disminuirlo.

    Como las autocracias electorales son sistemas en los que (se suponeque) los partidos de oposicin pierden elecciones, las contiendas electoralesson un asunto profundamente ambivalente para esos partidos. En la medidaen que sirven para legitimar el sistema, demostrar el poder y la popularidaddel partido gobernante, as como la debilidad de sus oponentes, las eleccionestienden a desmoralizar y desmovilizar a las fuerzas opositoras. En la medi-da en que permiten a las fuerzas de oposicin fortalecerse y demostrar que

    el emperador est desnudo y que su permanencia en el poder se basa en lamanipulacin ms que en el consentimiento popular, las elecciones tiendena infundir nuevo vigor a los partidos de oposicin. En todo caso, las eleccio-nes autoritarias no ofrecen ninguna de las razones normativas para aceptarla derrota que los perdedores tienen en condiciones democrticas. No se ca-racterizan por la equidad procedural ni por la incertidumbre sustantiva quehacen que las elecciones democrticas sean normativamente aceptables; tam-poco ofrecen las perspectivas de un gobiernopro temporeante el cual los per-dedores puedan tener la esperanza de reemplazarlo despus de la siguienteronda electoral. Lo que les queda a los actores de la oposicin es un clculo deprotesta en el cual tienen que ponderar los inciertos costos y los beneficios desus diferentes opciones estratgicas, tanto dentro como fuera de la arena elec-toral. Ante todo, cuando los gobernantes autoritarios convocan a elecciones,las fuerzas de oposicin tienen que decidir si entran al juego amaado de lacompetencia asimtrica o si abuchean desde la barrera (participacin versusboicot). Despus, cuando las casillas electorales ya cerraron y se van publi-cando los resultados electorales, los partidos de oposicin tienen que decidirsi se resignan al resultado o llevan sus quejas a los medios, los tribunales, lascalles o la arena internacional (aceptacin versus protesta)13.

    Los partidos gobernantes

    Las autocracias electorales pueden presentar ciertas tendencias per-sonalistas, con gobernantes patrimonialistas que ratifican su permanencia enel poder a travs de elecciones multipartidistas peridicas. Sin embargo, lasexigencias organizacionales de las elecciones autoritarias limitan el grado depersonalismo que pueden soportar. Los gobernantes que desean gobernar

    13 Para una discusin algo ms extensa de las opciones y los dilemas de la oposi-cin vase Schedler (2002a).

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    mediante elecciones multipartidistas controladas necesitan un partido (ascomo un Estado subsidiario) para movilizar a los votantes, y necesitan unEstado (as como un partido subsidiario) para controlar las elecciones14. Los

    regmenes autoritarios electorales no se apoyan en un partido nico, pero sse apoyan en partidos.

    Para el partido gobernante, las elecciones tambin son herramientasambivalentes, al igual que para los partidos de oposicin. Crean oportuni-dades para distribuir influencia, resolver controversias y reforzar la coali-cin gobernante, pero tambin movilizan amenazas de disidencia y escisin.Como los rivales del bando opositor, los gobernantes tienen que tomar algu-nas decisiones clave en lo que concierne a su conducta estratgica en la arenaelectoral. Primeramente, tienen que decidir cmo balancear la manipulacinelectoral y la persuasin electoral a fin de seguir ganando las contiendas elec-

    torales. Hasta qu punto deben basarse en controles autoritarios, y qu es-trategias deben elegir del amplio men de la manipulacin electoral? Y hastaqu punto deben basarse en la persuasin de los votantes, y qu estrategiasdeben elegir del amplio men de la movilizacin electoral?15

    Las elecciones autoritarias son instituciones creativasen la medida enque constituyen a estas tres clases de actores (ciudadanos, partidos de oposi-cin y partidos gobernantes) y sus respectivos paquetes de estrategias bsi-cas. Sin embargo, no son determinantes, pues los resultados de la interaccinconflictiva entre los tres grupos no estn definidos de antemano. El juegoanidado de elecciones autoritarias puede facilitar procesos graduales de de-mocratizacin por la va electoral, como en Senegal o Mxico. Puede con-ducir a la democracia a travs de la cada sbita del autoritarismo, como enPer y Serbia en el 2000. Puede provocar una regresin autoritaria, con unainterrupcin del ciclo electoral por medio de la intervencin militar, como enAzerbaiyn en 1993y Costa de Marfil en 1999. Asimismo, puede conducir aperodos prolongados de guerra esttica en los cuales los gobernantes autori-tarios mantienen la ventaja frente a partidos de oposicin que ni logran ganarterreno ni llegan a disolverse y abandonar la desigual batalla.

    En qu condiciones las elecciones autoritarias cumplen un papel es-

    tabilizador (Martn, 1978, 120) y cundo actan como fuerzas subversivas(Schedler, 2002a)? En qu condiciones el gobierno y las fuerzas de oposi-cin logran mantener su coherencia y actan como actores unitarios? Enqu condiciones los gobernantes y los partidos de oposicin adoptan y quclase de estrategias y con qu consecuencias? Cundo tienen xito sus elec-

    14 Sobre las exigencias organizacionales del fraude electoral, vase Way (2006).15 Sobre el men de la manipulacin electoral, vase Schedler (2002b). Sobre el

    men de la movilizacin electoral, junto con la distincin orientadora entremovilizacin clientelista y programtica, vase Kitschelt (2000).

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    Cuadernos de Estudios LatinoamericanosN 5 ENERO JUNIO 2009 ISSN 1909-8197

    ciones estratgicas y cundo conducen al fracaso? Hasta dnde impactansus jugadas en sus correlaciones de fuerza? En qu medida la naturaleza delos actores y sus opciones responden a la dinmica endgena de la competen-

    cia electoral no democrtica y hasta qu punto son moldeadas por condicio-nes estructurales, factores institucionales y actores externos? La literaturacreciente sobre regmenes electorales autoritarios en el mundo est propor-cionando cada vez ms respuestas empricas a estos interrogantes16. Sin em-bargo, claramente hace falta ms investigacin comparada para resolver unabuena parte de estos complejos enigmas que ataen a la dinmica interna delas autocracias electorales.

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    La construccinde nuevas prcticaspolticas en Cuba

    m a r i e - l au r e g e o f f r a yProfesora asistente en el Instituto de Altos Estudiosde Amrica Latina- Pars III. Magster en cooperacininternacional. Universidad de la Sorbonne Pars I.Contacto: [email protected]

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    La existencia de nuevos actores

    sociales en Cuba no es el

    simple resultado de la cadade la Unin Sovitica y de la

    consecuente crisis econmica

    en la isla. El lanzamiento del

    proceso de rectificacin de los

    errores, las tendencias negativas

    en 1986 por Fidel Castro y

    una coyuntura internacional

    cambiante transformaron el

    contexto poltico y permitieron

    la apertura de espacios de crtica

    social hacia el gobierno. El caso

    del Centro Memorial MartinLuther King (CMMLK) ilustra

    como algunos actores buscando

    oportunidades de accin para

    renovar el socialismo cubano

    han podido desarrollar prcticas

    polticas alternativas a las

    practicas verticales, burocrticas

    y autoritarias del rgimen,

    promoviendo la participacin de

    los ciudadanos y la deconstruccin

    de las relaciones de poder a

    travs de la implementacin de

    los principios de la educacin

    popular dentro del marco de

    una estructura no institucional.

    No obstante el impacto de la

    implementacin de estas nuevas

    prcticas es ambivalente.

    The existence of new social

    actors in Cuba is not the simple

    result of the demise of the SovietUnion and of the subsequent

    economic crisis in the island.

    The launch of the process of

    correction of mistakes and of

    the negative tendencies in 1986

    by Fidel Castro and a changing

    international juncture transformed

    the political context and they

    allowed the opening of spaces

    of social critique against the

    government. The case of the

    Martin Luther King MemorialCenter (MLKMC) shows how

    some actors, in the search

    opportunities of action in order to

    renew the Cuban socialism, have

    been able to develop alternative

    political practices to those vertical,

    bureaucratic and authoritarian of

    the regime. They have promoted

    the participation of the citizens

    and the deconstruction of the

    relations of power through the

    implementation of the principles

    of popular education within a

    non-institutional structure.

    Lexistence de nouveaux acteurs

    sociaux Cuba nest pas le

    simple rsultat de la chute delUnion Sovitique et de la crise

    conomique qui en rsulte sur

    lle. Le lancement du processus

    de rectification des erreurs, les

    tendances ngatives de 1986, par

    Fidel Castro et une conjoncture

    internationale changeante ont

    transform le contexte politique

    et permis louverture despaces

    de critique sociale contre le

    gouvernement. Le cas du Centre

    Mmorial Martin Luther King(CMMLK) illustre la manire

    par laquelle certains acteurs,

    cherchant des fentres daction

    pour renouveler le socialisme

    cubain, ont pu dvelopper des

    pratiques politiques alternatives

    aux pratiques verticales,

    bureaucratiques et autoritaires

    du rgime, en promouvant la

    participation citoyenne et la

    dconstruction des relations

    de pouvoir travers la mise en

    place des principes dducation

    populaire au sein dune structure

    non institutionnelle.

    RESUMEN ABSTRACT RESUME

    Palabras clave:Educacin popular; prcticas

    polticas, poder, participacin

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    Introduccin

    La politloga cubano-americana Marifeli Prez-Stable (1999, 61) dis-tingue tres fundamentos polticos del orden revolucionario:

    El liderazgo de Fidel (por la adhesin en la verticalidad); La defensa de patria (por la unidad indisoluble y monoltica de la na-

    cin contra los Estados Unidos de Amrica); La movilizacin del pueblo para construir la revolucin.Estos tres pilares resaltan de una concepcin de la poltica, a la vez

    como una prctica profesional (Fidel, la vanguardia, el Partido) y como re-cubriendo el conjunto de las prcticas sociales (el pueblo debe estar com-prometido permanentemente con la revolucin). La nocin de pueblo es aquinteresante porque se utiliza constantemente sin ser nunca explicitada y esligada a una visin de la sociedad constituida de grupos y no de individuos.

    Estos fundamentos polticos de la revolucin y las concepciones de lopoltico que ellos recubren produjeron dichas revolucionarias normas de pen-samiento y de comportamiento (unidad, orden, disciplina, lucha, vigilancia) quelas encontramos inscritas dentro del territorio cubano (sobre grandes tableros,anuncios, graffitis murales, etc.) y reproducidos en los discursos dirigentes1.Estas normas indujeron, a su turno, prcticas polticas especficas: verticalidaden las relaciones entre dirigentes y dirigidos, signos de lealtad al rgimen en elespacio pblico - de la competencia a la conformidad (Bloch, 2006, 143)- a me-nudo subvertidos en el espacio privado, la participaci