Cuadernos de Etnomusicologia N 1

154
Cuadernos de Etnomusicología Nº1, 2011 1 Cuadernos de Etnomusicología Nº1, 2011 Agosto- ISSN: 2014-4660

Transcript of Cuadernos de Etnomusicologia N 1

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    1

    Cuadernos de Etnomusicologa

    N1, 2011

    Agosto- ISSN: 2014-4660

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    Msica e Identidad. Adaptacin de un modelo tericoEl Gag: confluencia, ritmo y sincretismo en los bateyes de la Repblica Dominicana, Marco Antonio de la OsFormas de Pensar a Ayahuasca: Internet Viabilizando a Construo de Novas Paisagens Musicais, Patrcia Paula LimaLa msica enterrada: Historiografa y Metodologa de la Arqueologa Musical, Carlos Garca y Raquel Jimnez.Las lenguas de las musas: acerca de lengua, msica y poesa en la Grecia arcaica y clsica, Guillermo Garca. Quatro estudos de caso sobre a msica e a identidade em Portugal, Cabo Verde, Moambique e Brasil, Ana Flvia Miguel; Isabel Castro; Flvia Alexsander Duarte. Imagen: Enrico Gabriele, licencia AtribucinGenrica (http://creativecommons.org/licenses/byEdicin Cuadernos de Etnomusicologa

    CoordinadorN1: Eduardo Viuela

    Equipo Editorial Rubn Gmez Muns (Universitat Rovira i Virgili)Teresa Fraile Prieto (Universidad de Extremadura)Mara Salicr-Maltas (UniveEduardo Viuela Surez (Universidad de Oviedo)

    Edita:

    Este obra est bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento

    Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    2

    Adaptacin de un modelo terico, Sara Revilla. : confluencia, ritmo y sincretismo en los bateyes de la Repblica

    Antonio de la Ossa. Formas de Pensar a Ayahuasca: Internet Viabilizando a Construo de Novas

    Patrcia Paula Lima. La msica enterrada: Historiografa y Metodologa de la Arqueologa Musical,

    Carlos Garca y Raquel Jimnez. lenguas de las musas: acerca de lengua, msica y poesa en la Grecia arcaica y

    Quatro estudos de caso sobre a msica e a identidade em Portugal, Cabo Verde, Moambique e Brasil, Ana Flvia Miguel; Isabel Castro; Flvia Duarte

    Imagen: Enrico Gabriele, licencia Atribucin-NoComercial-CompartirIgual 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/deed.es) Cuadernos de Etnomusicologa. SIBE-Sociedad de Etnomusicologa

    Eduardo Viuela Surez

    (Universitat Rovira i Virgili) Prieto (Universidad de Extremadura)

    (Universitat Autnoma de Barcelona) Surez (Universidad de Oviedo)

    licencia de Creative Commons ReconocimientoSinObraDerivada 3.0 Unported.

    : confluencia, ritmo y sincretismo en los bateyes de la Repblica

    Formas de Pensar a Ayahuasca: Internet Viabilizando a Construo de Novas

    La msica enterrada: Historiografa y Metodologa de la Arqueologa Musical,

    lenguas de las musas: acerca de lengua, msica y poesa en la Grecia arcaica y

    Quatro estudos de caso sobre a msica e a identidade em Portugal, Cabo Verde, Duarte de Lanna;

    CompartirIgual 2.0

    Sociedad de Etnomusicologa

    licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    3

    ndice

    Presentacin ...................................................................................................... 4

    Msica e Identidad. Adaptacin de un modelo terico. Sara Revilla ..................... 5

    El Gag: Confluencia, ritmo y sincretismo en los bateyes de la Repblica Dominicana. Marco Antonio de la Ossa.. 29

    Formas de Pensar a Ayahuasca: Internet Viabilizando a Construo de Novas Paisagens Musicais. Paula Patrcia Lima. .............................................................52

    La msica enterrada: Historiografa y Metodologa de la Arqueologa Musical. Carlos Garca y Raquel Jimnez... 80

    Las lenguas de las musas: acerca de lengua, msica y poesa en la Grecia arcaica y clsica. Guillermo Garca.109

    Quatro estudos de caso sobre a msica e a identidade em Portugal, Cabo Verde, Moambique e Brasil. Ana F. Miguel; Isabel Castro; Flvia Duarte Lanna; Alexander Duarte....................................................................................................130

    Autores de los artculos.................................................................................. 151

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    4

    Presentacin Estimados lectores, despus de un perodo de trabajo ms arduo de lo previsto en un inicio, tenemos el placer de poderles presentar el primer nmero de la publicacin Cuadernos de Etnomusicologa que edita la SIBE-Sociedad de Etnomusicologa. Una publicacin dotada de un perfil propio que complementa a la revista TRANS y a la revista ETNO, publicaciones editadas tambin por la SIBE.

    Cuadernos de Etnomusicologa pretende ser un marco de divulgacin de la actividad investigadora realizada tanto por miembros de la SIBE, as como por otros investigadores. Nuestro objetivo principal es poder dar difusin a trabajos e investigaciones que puedan resultar de inters tanto a la comunidad acadmica como a cualquier persona interesada en las investigaciones sobre la msica. A pesar de que nuestro mbito de trabajo principal se enmarca dentro de la etnomusicologa, esta publicacin tambin acepta textos ms propios de otras disiciplinas como la musicologa, los estudios de msica popular urbana, antropologa, sociologa, estudios culturales, etc. Reflejo de la interdisicisplinariedad que tanto se reivindica y de la cual estamos convencidos. Adems, una de nuestras grandes apuestas es poder ayudar a los jvenes investigadores en el proceso de familiarizacin con los procesos de escritura acadmica y con el mundo de las publicaciones cientficas. Por estas razones el formato elegido es similar al de los habituales working papers que editan diferentes instituciones universidades, centros de investigacin, sociedades cientficas- a nivel nacional e internacional.

    Este primer nmero es un buen ejemplo de lo mencionado al contener artculos de diferentes temticas y diferentes campos, redactados todos ellos por jvenes investigadores nacionales e internacionales. Cabe destacar que algunos de los textos son el resultado de varias ponencias presentadas en las III Jornadas de Estudiantes de Musicologa y Jvenes Musiclogos, Franqueando Barreras Acadmicas: La Musicologa en busca del Acercamiento Interdisciplinar, que tuvieron lugar en la Universidad Complutense de Madrid en abril del 2010.

    Realmente esperamos que este primer nmero resulte de vuestro inters y que os anime tanto a leer los prximos nmeros como a poder colaborar con nosotros con vuestras contribuciones. En la pgina web de la SIBE, www.sibetrans.com, podris encontrar toda la informacin relativa a Cuadernos de Etnomusicologa.

    El equipo editorial

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    5

    Msica e Identidad. Adaptacin de un modelo terico

    Sara Revilla Gtiez

    Resumen

    La msica juega un papel esencial en los procesos de configuracin y consolidacin de la identidad. Muchos tericos han propuesto paradigmas interpretativos desde los ms diversos campos con el fin de comprender la naturaleza de esa relacin, as como tambin los mecanismos que el individuo, en tanto a ser social, pone en prctica para construir su identidad mediante la escucha y las diversas prcticas vinculadas al fenmeno musical. Este artculo pretende ser de utilidad ofreciendo un estado de la cuestin de los modelos tericos planteados hasta el momento, los cuales intentan entender el rol que desempea la msica como parte integrante de todo un gran conjunto de elementos culturales ligados a la experiencia y al bagaje del individuo y, por consiguiente, a su identidad. Al mismo tiempo, en el texto en cuestin, se intentan proponer vas de interpretacin acumulativas de dichos modelos; es decir, ajustar la perspectiva y el punto de referencia de cada uno de ellos con el fin de extraer y aunar aquellos principios que, sumados, nos brinden una propuesta adaptable y aplicable a la realidad que nos rodea.

    Palabras clave: identidad individual, subjetividad, significados de la msica, colectividad, narrativas.

    Abstract

    Music plays an important role on identity configuration and consolidation processes. Many theorists have purposed interpretative paradigms from various types of academic fields in order to understand the nature of this relation, as well individual mechanisms, understanding individual like a social being, which it plays to build its identity through listening music and several practices linked with musical success. This article wants to be useful providing a theoretical matter summary, suggested to understand the role that music plays like a component of this enormous collection of cultural settings linked to individual life experience and background and, consequently, of its identity. At the same time, on text in question, it is purposed accumulative ways of interpretation of the theoretical models, fitting perspectives and reference points of each of them to extract and combine those principles which, in addition, will give us an adaptable and applicable purpose, to reality around us.

    Keywords: individual identity, subjectivity, musical meanings, collectively, narratives.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    6

    Principales autores y teoras

    A principios de la dcada de los noventa, la lnea anglosajona de estudios culturales abri transversalmente las fronteras de uno de los conceptos ms complejos, acuado por las Ciencias Humanas y Sociales: el de la identidad. Tericos como Richard Middleton (1990), Simon Frith (1990), John Shepherd (1994), Martin Stokes (1994) o Pablo Vila (1996), establecieron el puente necesario entre la naturaleza socio-antropolgica del trmino y el fenmeno musical, con el fin de dar respuesta a cuestiones como: De qu manera interviene la msica en nuestra vida cotidiana? Cundo y cmo decidimos escuchar msica? Por qu diferentes actores sociales se identifican con un cierto tipo de msica y no con otros?

    Desde la perspectiva de los estudios hispanos, el socilogo Pablo Vila1 (1996) y, posteriormente, el etnomusiclogo Ramn Pelinski (2000) contribuyeron en gran medida a la recapitulacin y asimilacin de las diversas posturas existentes hasta el momento. Se haba hecho verdaderamente necesario sintetizar los enunciados tericos, propuestos desde mltiples pticas, y ponerlos en un mismo plano de discusin. Tanto Vila como Pelinski, plasmaron en sendos textos un meticuloso anlisis de los diferentes modelos, con la finalidad de definir un marco terico que facilitara la comprensin del fenmeno musical en los procesos de construccin de la identidad.

    En el presente artculo, me servir principalmente de estas dos propuestas para ofrecer un panorama revisado y ampliado de las problemticas en el estudio de la msica y la identidad. Empezar entonces por explicar los tres paradigmas de interpretacin en los que quedaba hasta entonces claramente definido dicho campo de estudio: la homologa estructural, la interpelacin y la narrativa.

    La homologa estructural

    Fundamentada en los estudios subculturalistas, la homologa estructural fue explicada por John Blacking (1973), Dick Hebdige (1979) y Richard Middleton (1990) como una suerte de semejanza o equivalencia entre estructuras sociales y estructuras musicales; de este modo, las infraestructuras sociales ejerceran una determinacin sobre las superestructuras artsticas (Pelinski 2000: 164). Esta teora, planteada como primera propuesta para entender la relacin entre msica e identidad, se fundamenta en una correspondencia anloga entre el material musical y la estructura de la sociedad que lo produce. Es decir, defiende que los elementos que conforman la estructura musical (parmetros como la textura, la armona, los timbres, las escalas o la organizacin temtica) son generados como reflejo de la distribucin de los

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    7

    estratos y normas sociales (como por ejemplo, los sistemas patriarcales o matriarcales, los regmenes polticos, las clases sociales, etc.).

    Llevada un poco ms all, la homologa estructural propone tambin que, dada esta correspondencia, cada clase o grupo social debera verse relacionado, o sea, identificado con un estilo determinado de msica; de manera que ste sera, necesaria y nicamente, el reflejo musical de dicho grupo dentro de la sociedad. Mediante esta teora, se pretenda explicar la razn por la que cada subcultura y grupo social, se expresa mediante un gnero musical particular: si por un lado diferentes grupos sociales poseen diferentes tipos de capital cultural, por otro lado comparten distintas expectativas culturales, de ah que se expresen musicalmente de manera diferente (Vila 1996).

    La homologa recibi en su momento varias crticas debido al reduccionismo estructuralista en el que desembocaba y a su inviabilidad ante cuestiones como la planteada asimismo por Vila: Por qu diferentes actores sociales se identifican con un cierto tipo de msica y no con otros? Dado que parta de una concepcin relativamente autnoma y universal del significado de la msica, a la vez que de una cierta pasividad del oyente o consumidor ante la informacin sonora percibida, la homologa estructural se mostr realmente incapaz de proponer una explicacin viable ante fenmenos como la variedad del gusto musical dentro de una misma comunidad social o incluso el variopinto abanico de preferencias que puede proferir un mismo individuo. Segn el socilogo John Shepherd: la homologa estructural no permite a los agentes sociales negociar el sentido (o significado) de las prcticas musicales, porque se basa en una relacin esttica y esencialista entre msica y sociedad (Shepherd 1994: 134).

    La interpelacin

    Como propuesta alternativa a la problemtica en cuestin, el concepto de interpelacin sirvi para abordar desde otra ptica los recursos de significacin musical. Originariamente definida desde el terreno de la filosofa marxista como un mecanismo imaginario de reconocimiento mutuo en el que la ideologa constituye a los individuos en sujetos humanos de experiencia(Althusser 1984 citado en Pelisnki 2000: 166), la interpelacin fue adoptada y posteriormente reformulada desde el terreno socio-cultural por Richard Middleton (1989) como los mecanismos que ponen al pblico de una ejecucin musical en la posicin particular de destinatario de un mensaje, esto es, de interpelado (citado en Pelinski 2000: 167).

    Desde esta perspectiva, el individuo cobraba una nueva relevancia que le permita entrar en el juego de la significacin. La interpelacin ya se desmarcaba de la homologa por una concepcin de base mucho ms

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    8

    dinmica, mientras que la homologa sugera una equivalencia esttica, la interpelacin se defina como un proceso bidireccional en el cual msica y oyente aportaban y reconducan los universos de significacin. De este modo, el concepto de articulacin o interpelacin supera el concepto de homologa porque sugiere cierta autonoma de las partes implicadas (Vila 1996).

    La propuesta de la interpelacin sirvi para desbancar la concepcin homolgica de la relacin entre msica e identidad y establecer un vnculo simbitico entre experiencia musical e individuo, los cuales se iran nutriendo mutuamente de sentido. Este paradigma permiti a Frith (1996), Middleton (1989) y a Vila (1996), ofrecer una posibilidad de modelo mediante el que se llevara a cabo la construccin de identidades en el terreno de la msica popular. Segn Simon Frith la msica puede posicionar, simbolizar y ofrecer la experiencia inmediata de identidad colectiva (citado en Vila 1996) o mediante la msica popular hemos aprendido a entendernos a nosotros mismos como sujetos histricos, con identidad tnica, de clase y de gnero (citado en Vila 1996 y en Cruces 2001).

    No obstante, la funcin interpeladora de la msica se define en relacin a un primer estmulo que esta misma ejerce sobre el individuo. Para Pelinski la interpelacin recluta o transforma a los individuos en sujetos mediante una llamada: oye, t (Pelinski 2000: 166). Debido a este enfoque, la articulacin o interpelacin sigue sin ofrecer la posibilidad de negociacin del significado; es decir, reconoce una cierta capacidad de agencia2 que permite al individuo construir su identidad en base al estmulo sonoro pero a su vez insiste en la idea de que una msica puede evocar un significado entendido o decodificado de una misma manera, sea cual sea su contexto y su receptor. La teora de la interpelacin ha sido criticada por su circularidad: otorga al sujeto una capacidad de reconocimiento y respuesta pero a su vez lo somete bajo una ideologa fija que la msica le impondra (Pelinski 2000: 168). De este planteamiento se deriva cierta confusin acerca de la verdadera capacidad de gestin del significado y, por consiguiente, de la identidad.

    Ante la mencionada problemtica, surgieron las crticas pertinentes que denunciaron de alguna manera el desajuste entre dicha teora y las prcticas sociales. Era necesario ampliar las perspectivas del paradigma y cambiar el enfoque del fenmeno interpelativo. Stuart Hall (1996), as como Vila (1996) propusieron que los procesos de construccin de la identidadno slo requieren que el sujeto sea interpelado, sino que invierta en la posicin (citado en Pelinski 2000: 169); afirmacin con la que pretenda dar a entender cmo el sujeto otorga un determinado valor o significado a la msica que recibe, es decir, la interpela.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    9

    Esta resignificacin, adopcin o manipulacin que el oyente impondra sobre el objeto sonoro dotara de una significacin personal e intransferible al fenmeno musical que se caracterizara por ser fruto de la asimilacin del bagaje experiencial del individuo y de las concepciones previas construidas sobre la msica en cuestin.

    Tambin Simon Frith (1990) critic el enfoque inicial de la interpelacin y contribuy al cambio de perspectiva con el que se haban abordado las cuestiones de significacin:

    la funcin interpelativa de la msica no procede de la sintaxis musical sino de las significaciones (construcciones) que los oyentes asignan ellos mismos a la msica. Si no fuera as, el oyente no podra negociar con esos significados y tendra que aceptar unos universales (citado en Pelinski 2000: 167).

    Con este enunciado, Frith flexibiliz enormemente los lmites del concepto socio-musical y sent las bases de una corriente de estudios que se fundamentara en la experiencia personal de cada individuo y en su interaccin con la de los dems.

    La narrativa

    Fueron los mismos Simon Frith (1990) y Pablo Vila (1996) quienes extendieron y aplicaron en su propuesta terica el concepto no menos abstracto de la narrativa, con la intencin de dar respuesta y continuidad a la lnea de estudios abierta desde la teora interpelativa de la msica.

    Ya haca unos aos que el concepto de narrativa haba empezado a emigrar desde el terreno de la lingstica al de las ciencias cognitivas y haba sido definida por David Novitz (1989) como la variedad de discurso que selecciona lo que se menciona o lo que se excluye; eventos reales o imaginarios [] ordenados en una secuencia lgica. Tambin Paul Ricoeur (1984) la haba descrito como la posibilidad de comprender el mundo de tal manera que las acciones humanas adquieran sentido (ambos citados en Vila 1996).

    Este paradigma se presentaba como modelo dinmico de construccin identitaria en el que el individuo adquira un protagonismo y compromiso esencial, convirtindose en punto indispensable para acceder a la clave de dichos procesos.

    Partiendo de la concepcin de narrativa como elemento de la construccin de uno mismo que genera una dimensin temporal de pasado, presente y futuro y de los indispensables procesos de selectividad y sedimentacin que conforman la capacidad de agencia del individuo, el panorama terico de la msica e

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    10

    identidad experiment un cambio realmente importante. Tal y como mencionan Kum Bhavnani y Donna Haraway (1994), el relato permite rehistorizarnos mediante la narracin de nuestra historia [] entendiendo que la identidad es siempre una categora relacional3 (citado en Vila 1996).

    Vila encontr en el concepto de selectividad una posible respuesta para su principal hiptesis: el porqu de la variedad del gusto musical en una persona que no vara su posicin social. Citando sus palabras:

    el proceso identitario se lleva a cabo mediante la seleccin de lo real que configurar la trama narrativa. [] la selectividad otorga coherencia y acta de hilo conductor entre las acciones particulares (Vila 1996).

    Asimismo, se apoya en el proceso de sedimentacin para explicar la lgica de los discursos y entender las interacciones que tienen lugar con todo y todos los que nos rodean:

    [la sedimentacin] es un proceso importante en la connotacin de las categoras que utilizamos para describirnos; mediante la sedimentacin de las mltiples narrativas acerca de nosotros mismos y los otros, damos cuenta de la realidad que nos rodea (Vila 1996).

    Los conceptos de narrativa, selectividad y sedimentacin se encuentran estrechamente unidos en la propuesta terica de Vila. As, mientras el concepto de narrativa implica una narracin de los episodios de nuestras vidas para hacerlos legibles a los dems y a nosotros mismos (Vila 1996), debemos tener en cuenta tambin que se construye mediante un proceso personal de seleccin que da lugar a las historias de cada uno. Es decir, aquello que incluimos u omitimos es muy significativo en este proceso de selectividad; la sedimentacin alude la dimensin social de la construccin de identidades y contempla la interaccin y superposicin de las diferentes narrativas de uno mismo con las de los dems. En palabras de Vila, todas estas relaciones tienen el potencial de ser, para un mismo actor, espacio de posibles identidades [] cada posicin es cruzada por distintos discursos (Vila 1996).

    Una de las diferencias esenciales entre los paradigmas de homologa, interpelacin y narrativa es que sta ltima completa una total autonoma del individuo para asignar e interpretar en la msica el significado que ms se ajuste a sus necesidades. Tal y como defienden Shepherd y Wicke:

    los significados y valores de la msica no estn intrnsecos en el propio sonido, sino en los individuos que se los confieren. El sonido en s no tiene porqu ser determinante de esos significados y valores atribuidos. El sonido de la msica no origina, determina o acarrea significados por s mismo; podemos decir que ayuda a consolidarlos (Shepherd y Wicke 1997: 135).

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    11

    En cuanto a la relacin entre el proceso narrativo y la identidad, deberamos citara Simon Frith (1996), que propone que

    la narratividad da la posibilidad de considerar la identidad de dos maneras: como representacin fantstica o lo que quisiramos ser en vez de lo que somos y como sentimiento real, que se materializa corporalmente al hacer msica y escucharla (citado en Pelinski 2000: 171).

    Tambin cabra mencionar al socilogo Charles Taylor (1989) cuando remarca que la comprensin de uno mismo (el sentimiento de identidad) tiene necesariamente profundidad temporal e incorpora una narrativa (citado en Pelinski 2000: 171), refirindose a la capacidad recopilatoria y consecuencial del autorrelato.

    Permeabilidad de los modelos tericos

    Es importante tener en cuenta que, aun siendo la homologa, la interpelacin y la narrativa, teoremas propuestos de forma correlativa y generados a partir de la refusin y matizacin de ciertos aspectos del uno en favor del otro, conviven a menudo en el mismo campo y de forma coetnea, habilitando corrientes paralelas de interpretacin, completamente operativas e interrelacionadas entre s mediante algunos nudos tericos.

    Siguiendo la estela de los discursos mencionados, la consecutiva generacin de estudiosos aun algunos de los principios ms emblemticos de estas tres propuestas con la finalidad de ampliar al abanico de posibilidades hermenuticas, en lo que respecta a la configuracin de identidades sociales mediante la msica. Tericos como David Hesmondhalgh (2002), Tia DeNora (2000), Daniel Hargreaves (2002), Francisco Cruces (2004) o Sheila Whiteley (2004) recogen el testigo de la narrativa, aplicndolo en estudios de caso y en la observacin de las conductas sociales en las que la msica interviene significativamente.

    Tal y como veremos en el apartado Perspectivas actuales, estos tres paradigmas tericos pueden ser aplicados como un modelo de anlisis conjunto que, en funcin del contexto cultural, de la perspectiva y del sujeto de estudio, permita captar la complejidad de los niveles de configuracin de identidades, dentro del marco de las diversas sociedades contemporneas. A continuacin, vamos a analizar la evolucin del paradigma narrativo y el desarrollo y aplicabilidad que de l hacen algunos de los tericos ms relevantes en este campo.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    12

    Nuevas lneas de estudio a partir de la narrativa

    Los estudios sobre la identidad que se han ido realizando a partir de las propuestas explicadas en el apartado anterior han fundamentado mayoritariamente sus teoras entorno al paradigma narrativo. Partiendo de esa base terica clarificada por Vila, Frith y Pelinski, se ha profundizado en aspectos no menos importantes que pretenden explicar las lgicas y dinmicas de las teoras de la narratividad. Estos son: la temporalidad, las teoras de la diferencia, la deslocalizacinpropia de un mundo globalizado y el papel de la msica en la cultura de masas.

    Por otro lado, el enfoque analtico de dichos procesos tiende a afianzarse cada vez ms en conceptos como subjetividad, individualidad o selectividad, a la vez que se abre a influencias epistemolgicas de otras disciplinas con el fin de comprender transversalmente el fenmeno de la identidad. Ciencias como la biologa4, la psicologa5 y la neurologa6 se adentran en el terreno musical para explicar las conductas de la escucha y los procesos de identificacin. En funcin de alguna de estas perspectivas, revisaremos en esta seccin las nociones mencionadas y las propondremos como principios bsicos para entender las identidades musicales.

    La temporalidad aparece ya formulada como concepto clave en la teora de la narratividad de Pablo Vila (1996) quien propone que la msica tiene su sentido ligado a las articulaciones del pasado, llega a los receptores plagada de significados. A su vez este enunciado est fundamentado en las reflexiones que Bhavnani y Haraway (1994) hacen sobre el relato identitario y que les lleva a definirlo como un extraordinario y complejo proceso de sedimentacin de historias (citado en Vila 1996). Tambin Simon Frith menciona la caracterstica temporal de la narratividad refirindose a la msica popular como aquello que permite comprendernos a nosotros mismos histrica, social, tnica y generacionalmente (citado en Cruces 2001: 434).

    Ms recientemente, la antroploga Leonor Arfuch (2002) ha reavivado la discusin sobre el agente temporal al formular la hiptesis Qu significa el aspecto temporal de la identidad? a la cual responde relacionando el concepto de identidad con el proceso de devenir ms que de ser y definindola como una posicionalidad relacional, slo temporariamente fijada en el juego de las diferencias (Arfuch 2002: 24). Rubn Lpez Cano aade tambin, en relacin con la dimensin temporal del fenmeno sonoro, que la msica es artefacto de gestin del tiempo, dota de coherencia y organiza los eventos dentro de un marco temporal (Lpez Cano 2008).

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    13

    Podramos decir entonces que el concepto de temporalidad apela directamente a la magnitud socio-cultural de la construccin de identidades y que, tal y como seala Arfuch, el contar la propia historia es constitutivo de la dinmica de la identidad: a partir de un ahora cobra sentido un pasado (Arfuch 2002: 27).

    Si aplicamos este concepto al fenmeno musical, deberamos referirnos sin duda a la flexibilidad semntica y a la enorme porosidad que hacen de la msica un elemento culturalmente condicionado capaz de acarrear informacin acerca de pocas, acontecimientos sociolgicos, historias, emociones, etc. Mediante la narrativa, confeccionamos nuestro propio relato de manera correlativa, cronolgica y consecuente, y lo hacemos seleccionando aquellas experiencias y conocimientos sobre los que la msica puede actuar como hipervnculo. Tal y como menciona David Novitz,

    la narrativa es la nica variedad de discurso que selecciona lo que se menciona o lo que se excluye, eventos reales o imaginarios. Los ordena en una secuencia lgica. [] Conocer la identidad en un presente implica las dimensiones de pasado y de futuro (Novitz 1989: 61. Tambin citado en Vila).

    Las teoras de la diferencia, relacionadas con conceptos como dialogismo o interdiscursividad, basados a su vez en la concepcin de Mijal Bajtn (citado en Arfuch 2002: 29), han cobrado fuerza desde que fueron expuestas ya a finales de la dcada de los noventa por el socilogo Pierre Bordieu (1999). Arfuch, en su captulo titulado Problemticas de la Identidad (Arfuch 2002: 21-43), recapitula los paradigmas construidos en torno al fenmeno identitario y los enmarca dentro de las dinmicas actuales de la sociedad. Los principios ontolgicos de la diferencia nos sirven de herramienta para comprender la complejidad de las construcciones identitarias; de esta manera, sabemos que la afirmacin en uno mismo est directamente relacionada con la reivindicacin y reafirmacin de las diferencias respecto a los otros. Segn Bourdieu,

    por medio de las exclusiones y de las inclusiones, de las uniones [] y de las divisiones [] que estn en el origen de la estructura social y de la eficacia estructurante que la misma ejerce [], el orden social se inscribe progresivamente en las mentes (Bourdieu 2006: 481).

    Es aqu donde entrara tambin en juego la teora de Baijtn respecto a las prcticas discursivas, fundamentada en una doble consideracin del acto comunicativo. Teniendo en cuenta la otredad y su capacidad interpretativa, Arfuch aplica en el campo de las identidades esta teora y expone quetoda identidad, en tanto relacional, supone otro que no es lo mismo y a partir del cual puede afirmar su diferencia (Arfuch 2002: 31). As, Arfuch encuentra en el dialogismo una posible interpretacin de los mecanismos que intervienen en la configuracin de las identidades, definindolas como diferencias que se intersectan simultneamente en situaciones de comunicacin variables (Arfuch

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    14

    2002: 31) y concluyendo en queson rearticulaciones constantes en un campo de fuerzas donde algn particular pugna por invertirse del valor de lo universal (Arfuch 2002: 34).

    Pablo Vila augura en el principio de la diferencia un paso indispensable de la realizacin identitaria: la identidad social necesita siempre de otros para actualizarse, es lo que permite una diferenciacin constante (Vila 1996); igualmente, los autores David Beard y Kenneth Gloag (2005) citan las palabras de Hegel en su entrada Identidad para hacer referencia al mismo parmetro junto con el de interaccin: el completo desarrollo de uno mismo requiere el reconocimiento de los otros (citado en Beard y Gloag 2005: 87).

    Si analizamos el papel que juega la msica en las lgicas de la diferencia, podremos comprobar que se desarrolla como elemento crucial en estos casos. Las prcticas musicales, junto con el gusto y los hbitos de consumo de la misma, actan como definidores y generadores de identidad y, por consiguiente, tambin entrarn a formar parte de los parmetros identitarios que pugnan por diferenciarse del resto. Mencionando de nuevo a Bourdieu, debemos tener en cuenta que el gusto es una disposicin adquirida para diferenciar y apreciar, o [] para establecer o marcar unas diferencias mediante una operacin de distincin (Bourdieu 2006: 477), por tanto el consumo de la obra de arte [] no es ms que una entre otras de estas prcticas distintivas (Ibid.: 280).

    Entender estas dinmicas se convierte un el procedimiento vital para llegar a analizar correctamente la realidad que nos rodea y para responder, al menos en parte, una de las cuestiones ms importantes referentes a los procesos que nos ocupan: cmo se define el gusto musical?

    El fenmeno de la deslocalizacin est ntimamente ligado al de globalizacin y as lo presentan tericos como Martin Stokes (1994) y Simon Frith (2002). Sera ms correcto decir que el primero es consecuencia directa del segundo y que las repercusiones que la globalizacin ha tenido sobre el devenir general de cualquier expresin cultural son dignas de ser estudiadas exhaustivamente. Respecto a la identidad, podemos decir que, aunque suene ciertamente paradjico, el hecho global ha contribuido a fomentar la subjetividad del individuo. En un nuevo mundo en el que las barreras geogrficas parecen desvanecerse y se bombardea con ideas como multiculturalismo, globalidad o transnacionalidad, la prdida de referentes desemboca en un fuerte individualismo.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    15

    Otros tericos han definido el contexto actual, analizando las consecuencias de la globalizacin. Segn Slavoj Zizeck el multiculturalismo es la ficcin poltica necesaria para la expansin sin lmites del capitalismo (citado en Arfuch 2002: 40) y, en palabras del socilogo Richard Sennett, la subjetividad contempornea es el declive del espacio pblico/poltico de la modernidad ante un tenaz individualismo narcisista de lo privado (citado en Arfuch 2002: 41).

    Segn la propia Arfuch, el perfil de las sociedades urbanitas actuales se define como sitio paradigmtico de relatos multiplicadores y nuevas identificaciones: las minoras, grupalidades y diferencias y extiende esta realidad a las ltimas lneas de estudio de las disciplinas culturales:

    el debilitamiento de las ideas de nacin y ciudadana, la fragmentacin identitaria y cultural, la disolucin de lmites geogrficos, laintensificacin de las migraciones y las crisis de concepciones universalistas y sus consecuentes replanteos reconstructivos (Arfuch 2002: 21).

    De esta manera, Arfuch concluye con el esbozo de lo que seran las tres lneas distintivas del nuevo contexto de estudio: la creciente capacidad de eleccin [del individuo], su afirmacin constitutiva en tanto diferencias y las demandas del espacio urbano y meditico en la lucha del reconocimiento y de los derechos (Arfuch 2002: 21).

    En cuanto a la relacin entre msica y globalizacin, nos hallamos ante un fenmeno ambiguo que, ya desde el principio, ofrece una doble lectura. Por un lado, podramos entender, desde una perspectiva idealista, los paradigmas que la teora de la globalizacin ha buscado introducir en nuestro sistema de valores: la riqueza que supone cualquier intercambio cultural, ms all de etnocentrismos, la creacin de un espacio global y nico compartido por toda la humanidad o la unificacin de las dinmicas de mercado con fines ms all de los meramente lucrativos.

    Por otro, y tras una mirada mucho ms crtica y analtica, se puede comprobar cmo dentro del concepto de globalizacin, las lgicas capitalistas forman parte del fin y de los medios y que, por consiguiente, determinan y condicionan cualquier accin dentro de las sociedades contemporneas. De esta manera, lo que se presentaba como una escena cultural abierta, global y multitnica (Stokes 1994), en la que la msica sera una dinmica de intercambio, de desinteresada solidaridad, ha venido convirtindose en un mercado de intereses polticos, en el que la msica es una de las tantas monedas de cambio.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    16

    Ms all de esta mercantilizacin de la msica, que se desarrolla como dinamizadora de masas y delimitadora de estratos sociales, debemos sealar las transformaciones conceptuales que ha ocasionado la poltica de la globalizacin. Cabra sealar que, si entendemos la diferenciacin como proceso clave de reafirmacin y definicin personal, entenderemos tambin que en un mundo donde las diferencias conceptuales pretenden versedisueltas con la finalidad de generar una conciencia de globalidad, pertenencia mundial y completa fusin7, se busque entonces remarcar y enfatizar an ms esas diferencias para mantener los puntos de referencia identitarios. Musicalmente, se generarn ambientes de hibridacin8 (que no de fusin) donde cada identidad concreta se reafirmar en aquellos elementos exclusivos de su msica, los cuales la convierten en etnicitaria (Stokes 1994: 6; Mart 2000: 117-139). Vemos un ejemplo de ello en la observacin de Georgina Born y David Hesmondhalgh: la globalizacin trae como consecuencia la emergencia de nuevos y localizados sincretismos (Born y Hesmondhalgh 2000: 25). Tal como menciona tambin la etnomusicloga Alejandra Cragnolini refirindose al efecto de estas nuevas expresiones musicales: [stas] desarticulan identificaciones locales, generando la ilusin de la pertenencia global (Cragnolini 2003).

    Por ltimo y tambin estrechamente relacionado con el de globalizacin, es necesario hablar del concepto de cultura de masas y de los medios de comunicacin como agentes de filtracin, manipulacin y distorsin del conocimiento del mundo y de uno mismo. Tal como dice Leonor Arfuch,

    es en el espacio meditico donde la pugna y afirmacin de las diferencias convoca obligadamente a la articulacin entre lo pblico y lo privado, entre la narrativa personal y su valencia colectiva (Arfuch 2002: 40).

    Este enunciado hace referencia al aspecto actualmente ms interpelativo de la construccin de identidades: la influencia que la radio, la televisin, Internet o la industria musical, ejercen sobre nuestras vidas y sobre la autoconcepcin de las mismas. A travs de imgenes, sonidos e ideas, los medios de comunicacin contribuyen a consolidar, reinventar o descartar todos aquellos elementos que pertenecen al ideario de las diferentes maneras de ser en sociedad.

    Siguiendo la lnea de las teoras propuestas por Theodor Adorno en su Introduction to the sociology of Music (1976), posteriormente reformuladas y nuevamente contextualizadas por socilogos como Peter Martin (1995), Antoine Hennion (2002) o Tia DeNora (2003), podramos afirmar que los mass-media condicionan actualmente nuestros gustos y nuestros prejuicios ms que nunca9. Simon Frith ya explic en su artculo Msica y vida cotidiana (2002) cmo la radio fue el antecedente de la cultura de masas y cmo sta sent las

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    17

    bases para generar las distinciones entre msica de elite y msica popular, determinando una nueva conciencia del gusto musical (Frith 2002; Stokes 1994). Tambin Frith cita a Adorno para definir la msica como etiqueta y estilo de vida (citado en Frith 2002: 5) y para referirse a la mercantilizacin de la msica: toda la vida musical est dominada por su carcter de mercanca (citado en Frith 2002: 5).

    Todas estas afirmaciones realizadas casi cuarenta aos atrs, y sus posteriores acepciones, encajan sorprendentemente bien en el panorama cultural actual, sin embargo, merecen una reconextualizacin y una reformulacin adecuadas que les permita ser entendidas desde un enfoque familiarizado con las dinmicas de las sociedades contemporneas. Algunos tericos ya han recuperado los enunciados de Adorno para respaldar sus propias propuestas y ofrecer nuevas vas de interpretacin, dando pie a un debate que se mantiene extraordinariamente vigente en la actualidad.

    Al margen de estas pugnas, podemos afirmar que la msica se ha convertido en uno de tantos elementos habitualmente excluyentes10 (de forma mucho ms acentuada en etapas de identidad conflictiva como es la adolescencia) que actan como indicador del grupo social que la consume y forma parte del conjunto de componentes que construyen la identidad (junto con la ropa, la actitud, los hbitos, etc.). Por supuesto, esta funcin de la msica estara condicionada por los parmetros culturales propios de cada entorno aunque, en trminos de globalizacin, el alcance de las nuevas tecnologas y el fin capitalista de toda accin social han facilitado la homogeneizacin de una cultura de masas estandarizada y predominante que genera un bagaje cultural comn.

    En resumen, podemos decir que el uso (siempre premeditado y calculado) de una msica en los medios de comunicacin puede informarnos del lugar que ocupamos en la sociedad, a la vez que canaliza toda aquella informacin que debemos asimilar, eliminando o filtrando la que no nos es conveniente segn intereses de rendimiento social11. De esta manera, la capacidad de agencia que tenemos respecto a la construccin de nuestras identidades no est completamente desinhibida ni es ilimitada, ya que los imaginarios y preconcepciones que nutren estos procesos han pasado por filtros intencionadamente polticos, econmicos y sociales. Si, adems, tenemos en cuenta que esas construcciones imaginarias se difunden y utilizan en todos los medios, los cuales tienen cada vez un mayor alcance, comprenderemos el proceso de estandarizacin al que antes me he referido.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    18

    Es fcil deducir de estos razonamientos que existe un fuerte vnculo entre msica y poltica, exhaustivamente analizado por Stokes (1994), Martin (1995), DeNora (2000) o Frith (2002). Arfuch tambin hace referencia a esta realidad exponiendo que:

    la afirmacin contrastiva de la diferencia [] exhibe con nitidez en el espacio pblico y a travs de mltiples escenarios (la protesta callejera, el corte de ruta, la concentracin, la manifestacin, la pantalla televisiva) el carcter eminentemente poltico que conlleva toda identificacin, su potencial simblico, transformador y contrahegemnico (Arfuch 2002: 42).

    Los argumentos de Stokes y DeNora van un poco ms all y arriesgan en analizar la poltica de control ejercida a travs de los mass-media; as, Stokes afirma:

    Tal y como Focault menciona repetidamente, el placer se convierte en un terreno significativo de experimentacin poltica y foco de control mediante la definicin de qu placeres existen y si son o no permitidos, y tambin a travs de la resistencia a ese mismo control. La asociacin del placer, el permiso y el ambiente festivo con la msica y el baile proporcionan experiencias que son claramente fuera de lo comn12 (Stokes 1994: 13).

    Stokes sugiere que el control del ocio del individuo y, por consiguiente, del placer de las prcticas sociales extra-rutinarias (bailar, escuchar msica, ver la televisin, etc.), otorga un gran poder a las instituciones polticas. Asimismo expone que

    de igual manera que la prctica musical puede representar y expresar valores sociales comunes, tambin puede estimular una forma poderosa de rebelin social organizada. Por lo tanto, el control de los medios provee al estado de las claves mediante las que un principio de rebelin puede ser contenido13 (Stokes 1994: 13).

    Tambin DeNora (citada en Frith 2002) define la msica como un poderoso medio de control social, ejercido a travs de la psicologa personal del yo y Cragnolini hace igualmente referencia a la dimensin poltica de la industria discogrfica afirmando que genera y posiciona sus productos musicales dentro de las tramas; construye una imagen de producto en relacin a las demandas (Cragnolini 2006).

    Perspectivas actuales

    Tal y como hemos visto a lo largo de este resumen de tendencias tericas, el campo de estudio de la identidad se presenta cada vez ms interdisciplinar y flexible respondiendo a la necesidad de entender todos los elementos y procesos que intervienen. Al decantar las perspectivas de estudio hacia el terreno de lo experiencial, lo individual y lo subjetivo, han aumentado

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    19

    enormemente las opciones significantes del caso identitario. Es decir, si la respuesta a la cuestin por qu un individuo se identifica con ciertas msicas y no con otras? se encuentra ligada a cuestiones de bagaje cultural, de experiencia o de sistemas personales de relaciones emotivas, encontraremos tantas explicaciones y teoras posibles como nmero de individuos.

    Por lo que respecta al mbito de la etnomusicologa y del estudio de las msicas populares, esta perspectiva narrativstica se hace patente y necesaria al abordar nuevas realidades en procesos como la migracin, la interculturalidad, la transnacionalidad y el papel que juegan las nuevas tecnologas en su puesta en escena. En definitiva, estas lneas de estudio que adquirieron una suma relevancia durante el surgimiento de la perspectiva poscolonial14, se ven forzadas a adaptarse y a actualizarse para dar cuenta de las connotaciones que hoy en da hacen referencia a los flujos migratorios y al dilogo intercultural, as como al papel de la individualidad en todos ellos.

    A modo de conclusin, podemos decir que el panorama actual de investigaciones culturales sobre la identidad se ha inclinado notoriamente hacia el estudio de las subjetividades, no slo como medio sino como fin. Citando a Teun A. van Dijk (1993), sabemos que las tendencias de la investigacin han derivado en un inters creciente por las conversaciones con minoras, historias personales, narrativas, etc. ya que proveen informacin concreta que se puede considerar informacin general y vlida para extraer conclusiones epistemolgicas (citado en Vila 1996).

    Desde esta perspectiva, las barreras que parecan existir entre modelos pioneros como la homologa estructural, la interpelacin y la narrativa, tienden ahora a difuminarse, dejando de ser conceptos estancos y complementndose con el fin de proponer un paradigma mucho ms amplio y dinmico. El enfoque, entonces algo reduccionista y etnocentrista de principios como la homologa estructural o las teoras de Adorno, puede hoy sernos de gran utilidad si ajustamos debidamente la mira y analizamos ms all de las estructuras musicales.

    Es decir, podemos afirmar que existe cierta correspondencia entre un determinado colectivo y la msica que escucha (consume o se le asigna), si partimos de la base de que actualmente el acto de la escucha (o consumo) y el gusto estn ms que nunca condicionados por factores como el bagaje cultural, el contexto meditico en el que se desarrolla ste y las expectativas que la sociedad marca sobre el colectivo en cuestin. As, podremos explicar el funcionamiento y papel de gran parte de las construcciones, tpicos y estereotipos creados en torno a determinadas comunidades y a sus gustos que hacen del estigma un emblema (Rossana Reguillo citada en Cragnolini 2006), y se reafirman hasta identificarse plenamente con dichos elementos.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    20

    Por otro lado, la interpelacin es tambin un proceso factible que complementa a la perfeccin el paradigma de la narrativa. La cierta pasividad que caracterizaba al individuo, dentro del proceso interpelativo, queda suplida con la capacidad de agencia que se lo otorga mediante el teorema narrativo. Sin embargo, en la actual era de la comunicacin y de la globalizacin, el estmulo que una msica re-significada, reutilizada y re-contextualizada ejerce sobre un odo culturalmente condicionado y preparado puede tenerse en cuenta bajo las premisas de la teora interpelativa, ya que la informacin acarreada avasalla al oyente ya antes de que se produzcan las re-interpretaciones personales del mismo. Este proceso se correspondera ms con la accin de superponer capas permeables de significacin, unaencima de la otra, que con una completa autonoma interpretativa del individuo.

    Este razonamiento me lleva a hablar de otro de los campos de discusin que inevitablemente han determinado el curso de las investigaciones en el mbito de la msica y la identidad: el eterno conflicto sobre el significado de la msica. El estudio de las identidades dentro del marco musical comporta la formulacin de numerosas conjeturas, entre ellas, la de si es la msica la que porta significados intrnsecos y universales en s misma o si stos significados pueden ser mltiples y variables en funcin del bagaje y la reinterpretacin o capacidad de agencia del oyente.

    Los paradigmas tericos mencionados en el primer apartado (homologa, interpelacin y narrativa) exponen modelos posibles para la interpretacin de los diferentes procesos que intervienen en la construccin de la identidad pero, todos ellos, de alguna manera, fundamentan su argumento en las cuestiones de significacin. La homologa, por ejemplo, presupona una naturaleza unvoca de la msica que reflejaba la organizacin social, mientras que la interpelacin ceda ante la idea de gestin del individuo pero considerndolo an subordinado al poder autnomo y evocador de la msica. Finalmente, la narrativa propona que el significado vena dado por cada sujeto en cuestin y mostraba su naturaleza variable e influenciable.

    Con el objetivo de materializar estas hiptesis en ejemplos prcticos, podran sernos tiles preguntas como: es posible que la secuencia armnica de quinto y primer grado sea interpretada universalmente como una cadencia autntica que, a su vez, significar una inconfundible frmula de final para todo aquel que la escuche?, las sonoridades microtnicas de un raga hind destinado a infundir temor o compasin y a ser ejecutado, por ejemplo, al amanecer, estimularn a cualquier oyente segn esas pautas y ese ethos supuestamente intrnseco?, el himno de una nacin, evocar el mismo significado a cualquier oyente?, etc.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    21

    Estos interrogantes, cuyas respuestas estarn inevitablemente condicionadas por los consabidos filtros culturales, evidencian la gran dificultad que supone abordar el anlisis de los procesos identitarios sin despojarse mnimamente de las preconcepciones etnocntricas para tomar cierta perspectiva frente a los fenmenos culturales. La polmica que ha suscitado este asunto, como ya hemos dicho, va directamente relacionada con las diversas posturas que se han adoptado en torno a la problemtica de la naturaleza del significado musical.

    Con el fin de reconducir el debate y para entender mejor lo que queremos decir con la idea de superposicin de significaciones, la cual antes he mencionado en relacin a las cuestiones de resignificacin y asimilacin de significados preexistentes, podramos pensar en el viaje significativo que puede experimentar una cancin a partir del momento de su creacin.

    Pongamos el caso de un tema de la dcada de los 50: el archiconocido blues Hound Dog. Este blues, compuesto en 1952 por Jerry Leiber y Mike Stoller, fue originalmente grabado por la cantante Willie Mae Big Mama Thornton y posteriormente interpretado por varios cantantes de country, blues y rock and roll. Desde el famoso remake de Elvis Presley de 1956, Hound Dog no dej de versionarse durante las dcadas de los 50 y 60, hasta que a principios de los 70 fue introducida en la banda sonora de la pelcula American Graffiti (1973) dirigida por George Lucas. Posteriormente, y siempre dentro del circuito cinematogrfico, ha sido reciclada para las bandas sonoras de Grease (1978) de Randal Kleiser, Forrest Gump (1994) de Robert Zemeckis, Lilo & Stich (2002), producida por Disney y, ms recientemente, Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal (2008), dirigida por Steven Spielberg.

    Al margen de la gran pantalla, otros msicos han ofrecido sus versiones del (a estas alturas) emblemtico tema. Artistas como Jimmy Hendrix, Jerry Lee Lewis, John Lennon o Eric Clapton cantaron Hound Dog en conciertos y eventos de carcter especial y lo hicieron con aquel sentimiento de retorno hacia lo que nunca cambia y siempre perdurar, en aquellos momentos en que la gente necesita or lo verdadero y autntico y sentir que existe algo slido a lo que remitirse.

    La intencin original de la cancin de 1952, el carcter reivindicativo y burlesco de sus letras15, llega hasta nosotros transformado, diluido y re-significado. Cada msico dej algo de s mismo cuando version Hound Dog y cada argumento, personaje o escena al cual acompaaba en cada una de las pelculas tambin modificaron y adaptaron su significado. Incluso para alguien que hubiera experimentado en algn momento de su vida una emocin intensa (una prdida, enamorarse, un olor, etc.) mientras escuchaba esta cancin, el significado de la misma ser para siempre diferente, personal e intransferible.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    22

    De esta manera, podemos decir que el tema Hound Dog puede abarcar mltiples significaciones como tambin una sola, y que el ideario que arrastra es un cmulo de filtraciones y sedimentacin de significados diversos.

    Este proceso, al que antes me he referido como superposicin de significados, y, por consiguiente, de maneras de construir la identidad, debera ser realmente el ncleo de cualquier investigacin etnomusicolgica que tenga como objetivo entender de qu manera la msica participa en la percepcin y construccin del entorno por parte del individuo, a la vez que canaliza nuestras emociones. En palabras del psiclogo Ray Crozier (1998): las identidades se pueden considerar una red de asociaciones vinculadas entre s mediante emociones relacionadas, activadas por la msica (citado en Beard y Gloag 2005: 88).

    Reflexiones en torno al problema epistemolgico

    Actualmente, el estudio del tema msica e identidad, en disciplinas como la etnomusicologa o los estudios culturales, necesita ms que nunca ser abordado desde ambas perspectivas: la terica y la emprica. Abundan los trabajos monogrficos16 en torno a una comunidad, grupo cultural, etnia o clase, en relacin con sus prcticas musicales; en estos se habla de la importancia que el fenmeno musical tiene para la configuracin de la identidad de dichos grupos pero pocas veces se va ms all. La palabra identidad se utiliza casi como etiqueta, como link, el cual se supone que va a sugerirnos un corpus de ideas ms o menos definidas pero, en realidad, actualmente nunca un concepto ha estado ms falto de concrecin como pasa en este caso.

    Se hace evidente la falta de reflexin terica en torno al concepto de identidad, desde una perspectiva propia a la disciplina etnomusicolgica17. En muchos de los estudios antes mencionados, se pueden intuir reflexiones comunes entre todos ellos, tmidas aserciones pseudocientficas que, an siendo coherentes para con las expectativas o premisas del respectivo estudio de caso, carecen de base para poder funcionar como conocimiento. Estas significativas lagunas ponen de manifiesto una realidad de la que debemos, etnomusiclogos y estudiosos de las culturas musicales, ser siempre conscientes: trabajamos a menudo con conceptos y paradigmas importados desde otros campos de estudio, los cuales acarrean sus respectivas acepciones. Es nuestro deber, pienso, establecer el vnculo operativo entre la funcionalidad de dichos conceptos en su campo original y la aplicacin a nuestro mbito de estudio.

    Sabemos que campos interdisciplinares como la etnomusicologa se aquejan a menudo de una falta de substrato metodolgico y terico. Esto es debido, en gran parte, a la naturaleza eclctica de sus perspectivas de anlisis, la cual no es sino reflejo tambin del mismo tipo de condicin del fenmeno que

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    23

    observamos. Al adoptar constructos y paradigmas de disciplinas vecinas sin poner sobre la mesa las discusiones o escuelas que estos han comportado anteriormente y sus posibles aplicaciones actuales, estamos fabricando conocimientos locales y aislados totalmente inconexos entre ellos y, por consiguiente, poco tiles para la construccin de un corpus terico disciplinario de referencia que sirva para abordar el estudio de casos concretos y que nos permita asentar teoras con fundamentos slidos y, ante todo, comparables.

    Este artculo pretende establecer un primer vnculo terico entre las diversas corrientes y propuestas emitidas en los ltimos aos en torno a la relacin entre la identidad y la msica. Pretende ser, tambin, un marco de referencia terica con fines tanto epistemolgicos como empricos, es decir, cuyas propuestas y modelos presentados puedan ser fcilmente aplicables y contrastables sobre el terreno del trabajo etnogrfico y que nicamente la realizacin de ste sirva para corroborar o refutar las mencionadas tesis tericas.

    En resumen, y a modo de conclusin, el presente ensayo pretende ser un punto de partida terico que ayude a establecer unas primeras generalizaciones cientficas a partir de los datos obtenidos en la etnografa.Es decir, que ayude a los diversos autores a

    iniciar el proceso de generalizacin mediante la formulacin, como mnimo, una u otra de las preguntas probablemente ms bsicas en referencia a este tema: De qu manera contribuye la msica en la formacin de la identidad? Por qu la msica resulta ser tan efectiva al respecto? (Rice 2010: 323).

    1 Pablo Vila lleva a cabo, tal y como se apunta en el texto, la tarea de exponer una importante

    relacin de sntesis y compendios en torno a la temtica que nos ocupa. Aunque proviene de la lnea de estudios de la tendencia hispanoamericana, debemos considerar tambin su perspectiva como punto de encuentro de las escuelas precedentes.

    2La capacidad de agencia hace referencia aqu a la eleccin autnoma que el individuo puede ejercer sobre un conjunto de opciones, es decir, a su libre albedro.

    3 Todas las traducciones han sido realizadas por la autora del texto.

    4 Vanse los estudios realizados por el etlogo Desmond Morris sobre las dinmicas de las

    sociedades contemporneas.

    5 Para un estudio de la identidad y msica desde la psicologa vase MacDonald, Raymond; Miell, Dorothy & Hargreaves, David (eds) Musical Identities. 2002. New York: Oxford University Press.

    6 Vase el artculo de Arias Gmez, Manuel. 2007. Msica y neurologa.Neurologa, 22 (1),

    pg. 39-45, o el libro de Levitin, Daniel J.2008. Tu cerebro y la msica. Barcelona: RBA para una incursin en el terreno de la significacin musical desde la neurologa.

    7 Con el trmino fusin la autora se refiere al proceso de transformacin que pueden

    experimentar dos o ms fenmenos culturales, mediante el cual pasan a ser una nica expresin generada a partir de elementos preexistentes en las formas anteriores. Estos no se

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    24

    perciben como unidades ntegras y pertenecientes a su cultura original, sino como nuevas construcciones.

    8 La autora utiliza el concepto de hibridacin para referirse a aquel proceso en el que dos o

    ms rasgos culturales entran en contacto de forma heterognea, sin perder su forma ni contexto original, generando una expresin cultural en la que pueden ser reconocidos dichos elementos formantes y el dilogo que entre ellos se establece (Born & Hesmondhalgh 2000). 9 sta es una lnea de discusin abierta entre seguidores y detractores de Adorno. Unos

    defienden la idea de que el receptor es un ente pasivo frente a los medios, mientras que otros abogan por su capacidad de agencia.

    10 Aqu, con el trmino excluyente me refiero al fenmeno por el cual el individuo se define

    mediante sus afinidades y sus rechazos (Bourdieu 2006). Existen, en el ideario comn, expresiones musicales que son de difcil convivencia con otras dentro de un mismo repertorio de gustos y, por consiguiente, de maneras de auto-definirse.

    11 Vase el ejemplo que DeNora utiliza en su libro After Adorno. Rethinking Music Sociology

    (DeNora 2003: 1)

    12 La traduccin es de la autora del texto.

    13 La traduccin es de la autora del texto.

    14 Vase, para una mayor concrecin en los temas mencionados, el estudio de Born, Georgina

    and Hesmondhalgh, David. 2000. Introduction: on difference, representation and appropriation in music, en Born, Georgina and Hesmondhalgh, David (eds) Western Music and its Others: Difference, Representation and Apropriation in Music. California: University Press.

    15 El tema en cuestin era una crtica a los jvenes blancos de familia socialmente bien

    posicionada, remarcando as la diferencia de clases y reflejando la amargura de los sectores ms desfavorecidos. Utilizando apelativos metafricos como perro de caza o conejo pretenda tambin referirse a la persecucin y violencia que padeca la comunidad negra en Estados Unidos.

    16 Algunos pocos ejemplos: Berger, Harris.1999.Metal, Rock & Jazz: perception and the

    phenomenology of musical experience. Hannover: Wesleyan University Press; Ragland, Cathy. 2003. Mexican Deejays and the Transnational Space of Youth Dances in New York and New Jersey.Ethnomusicology, vol. 47, n 3, Fall-Winter; Riddle, R. 1985. Korean Music Culture in Los Angeles.Selected Reports in Ethnomusicology, 6: 189.

    17 Sobre esta problemtica es muy recomendable consultar el artculo de Timothy Rice (2010)

    Disciplining Ethnomusicology: A call for a new approach, en el que el autor realiza una dura crtica contra la lnea editorial y cientfica de la revista Ethnomusicology, al mismo tiempo que evidencia las carencias metodolgicas y tericas en lo que respecta a abordar el tema de msica e identidad.

    Bibliografa

    Adorno, Theodor W. 2003. Filosofa de la nueva msica. Madrid: Akal.

    Arfuch, Leonor. 2002. Identidades, sujetos y subjetividades. Buenos Aires: Prometeo.

    Arias Gmez, Manuel. 2007. Msica y neurologa.Neurologa, 22 (artculo 1), pp. 39-45.

    Beard, David; Gloag, Kenneth. 2005. Musicology the Key concepts. London: Routledge.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    25

    Berger, Harris 1999. Metal, Rock & Jazz: perception and the phenomenology of musical experience. Hannover: Wesleyan University Press.

    Bhavnani, Kum-Kum; Haraway, Donna. 1994. "Shifting the Subject. A Conversation between Kum-Kum Bhavnani and Donna Haraway on 12 April, 1993, Santa Cruz, California". En Nhavnani, Kum-Kum and Phoenix, Ann (eds) Shifting Identities. Shifting Racisms. A Feminism & Psychology Reader. London: Sage. Pp. 19-39.

    Blaking, John. 2006. Hay msica en el hombre? Madrid: Alianza Msica.

    Born, Georgina; Hesmondhalgh, David. 2000. Introduction: on difference, representation and appropriation in music. En Born, Georgina and Hesmondhalgh, David (eds) Western Music and its Others: Difference, Representation and Apropriation in Music. California: University of California Press.

    Bourdieu, Pierre. 2006. La Distincin. Buenos Aires: Taurus.

    Cragnolini, Alejandra. 2006. Articulaciones entre violencia social, significante sonoro y subjetividad: la cumbia villera en Buenos Aires. TRANS-Revista Transcultural de Msica, 10 (artculo 6) [Consultado: 12/05/2010].

    Cruces, Francisco. 1999.Con mucha marcha: el concierto pop-rock como contexto de participacin.TRANS-Revista Transcultural de Msica, 4 (artculo 2) [Consultado: 12/05/2010].

    Cruces, Francisco (ed.). 2001. Las culturas musicales. Lecturas de etnomusicologa. Madrid: Trotta.

    Cruces, Francisco. 2004. Msica y Ciudad: definiciones, procesos y prospectivas. TRANS-Revista Transcultural de Msica, 8 (artculo 3) [Consultado: 12/05/2010].

    DeNora, Tia. 2000. Music in everyday life. Cambridge: University Press.

    _________ 2003.After Adorno: rethinking music sociology. Cambridge: University Press.

    Frith, Simon. 1990. What is good music?. En Shepherd, John (ed.): Alternative Musicologies. N 10, p. 2. Canada: University Review, pp. 92-102.

    Frith, Simon. 1996. Msica e identidad. En Hall, Stuart y Du Gay, Paul: Cuestiones de identidad cultural. Buenos Aires: Amorrortu, pp. 181-213.

    Frith, Simon. 2002. Msica y vida cotidiana.Revista Guaraguao (Revista Cultural Latinoamericana) Ao 6, N 15. Invierno. CECAL, Centro de Estudios y Cooperacin para Amrica Latina.

    Hennion, Antoine. 2002. La Pasin Musical.Barcelona: Paids.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    26

    Hebdige, Dick. 1979. Subculture: The Meaning of Style.London: Methuen.

    Levitin, Daniel J.2008. Tu cerebro y la msica. Barcelona: RBA

    Lpez Cano, Rubn. 2008. Performatividad y narratividad musical en la construccin social de gnero. Una aplicacin al Tango Queer, Timbal Regatn y Sonideros. En Rubn Gmez Muns y Rubn Lpez Cano (eds). Msicas, ciudades, redes: creacin musical e interaccin social. Salamanca: SIbE-Fundacin Caja Duero. Versin on-line: www.lopezcano.net

    MacDonald, Raymond; Miell, Dorothy & Hargreaves, David. 2002. What are musical identities, and why are they important?.En MacDonald, Raymond; Miell, Dorothy y Hargreaves, David (eds.) Musical Identities. New York: Oxford University Press. pp. 1-20.

    Mart, Josep. 2000. Ms all del arte. La msica como generadora de realidades sociales. Barcelona: Deriva.

    Martin, Peter J. 1995. Sounds and society.Themes in the sociology of music.Manchester: University Press.

    Middleton, Richard. 1990. Studying Popular Music. Milton Keynes: Open University Press.

    Novitz, David. 1989. "Art, Narrative, and Human Nature".Philosophy and Literature 13 (1): 61.

    Pelinski, Ramn. 2000. Invitacin a la Etnomusicologa. Quince fragmentos y un tango. Madrid: Akal.

    Ragland, Cathy. 2003. Mexican Deejays and the Transnational Space of Youth Dances in New York and New Jersey. Ethnomusicology, vol. 47, n 3, Fall-Winter

    Rice, Timothy. 2010. Disciplining Ethnomusicology: a call for a new approach.Ethnomusicology, vol. 54, n 2, Spring-Summer.

    Ricoeur, Paul.1984. Time and Narrative 1. Traducido por Kathleen McLaughlin y David Pellauer. Chicago: University of Chicago Press.

    Riddle, R. 1985. Korean Music Culture in Los Angeles.Selected Reports in Ethnomusicology, 6: 189.

    Sennett, Richard. 1977. The Fall of Public Man. New York: Knopf.

    Shepherd, John. 1994. Music, Culture and interdisciplinarity: reflections on relationships.Popular Music, 13 (artculo 2), pp. 127-141.

    Shepherd, John y Wicke, Peter. 1997. Music and Cultural Theory. Cambridge: Polity Press.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    27

    Stokes, Martin (ed.). 1994. Ethnicity, Identity and Music. The Musical Construction of Place. Oxford: Berg.

    Taylor, Charles.1989. Sources of the Self. The Making of the Modern Identity. Cambridge. Massachusetts: Harvard University Press.

    van Dijk, Teun A. 1993. "Stories and Racism".En Mumby, Dennis K. (ed) Narrative and Social Control: Critical Perspectives.Newbury Park, CA: Sage Publications, Inc. pp. 121-142

    Vila, Pablo. 1996. Identidades narrativas y msica. Una primera propuesta para entender sus relaciones.TRANS-Revista Transcultural de Msica, 2 (artculo 14) [Consultado: 12/05/2010].

    Whiteley, Sheila; Bennet, Andy; Hawkins, Stan (eds.). 2004. Music, Space and Place: Popular music and cultural identity.Ashgate: Aldershot.

    Zizek, Slavoj. 1998. Multiculturalismo o la lgica cultural del capitalismo multinacional. En Jameson, Fredric y Zizek, Slavoj, Estudios culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo. Buenos Aires: Paids. pp. 137-188.

    Discos:

    Hound Dog. 1992 [1954].Interp.: Willie Mae Big Mama Thorton. Hound Dog. The Peacock Recordings. CD. Peacock.

    Hound Dog. 2005 [1956]. Interp.: Elvis Presley. Hound Dog. CD. Delta Music.

    Hound Dog. 1993 [1973]. American Graffiti. CD. MCA.

    Hound Dog. 1991 [1978]. Grease. CD. Polygram.

    Hound Dog. 1994. Forrest Gump. CD. Epic Records.

    Hound Dog. 2002. Lilo & Sitch. CD. Walt Disney Records.

    Hound Dog. 2008. Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal. CD. Concord Music Group.

    Hound Dog. 2009. Interp.: Jimmy Hendrix. The Jimmy Hendrix Experience. CD. Charly.

    Hound Dog. 2001. Interp.: Jerry Lee Lewis. The Definitive Hits. CD. Sun Records.

    Hound Dog (Live). 2010. Interp.: John Lennon. Gimme some Truth. CD. EMI.

    Hound Dog. 2008. Interp.: Eric Clapton. Journeyman. CD. Duck Records.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    28

    Audiovisuales

    American Graffiti. 1998 [1973]. Dir.: George Lucas. DVD. Universal.

    Grease. 2006 [1978]. Dir.: Randal Kleiser. DVD. Universal.

    Forrest Gump. 2001 [1994]. Dir.: Robert Zemeckis. DVD. Paramount.

    Lilo & Sitch. 2009 [2002]. Prod.: Walt Disney. DVD. Disney Productions.

    Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull. 2008. Dir.: Steven Spielberg. Paramount.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    29

    El Gag: Confluencia, ritmo y sincretismo en los bateyes de la Repblica Dominicana

    Marco Antonio de la Ossa Martnez

    Resumen

    El gag es una manifestacin popular que se celebra en los bateyes de la Repblica Dominicana. En ella, ritmo, danza, canto, creencias y ritos se funden como resultado directo del encuentro entre los pueblos haitiano y dominicano. Su origen se pierde en la llegada de los esclavos africanos a la caribea isla de Hait. As, alude directamente al conjunto de msicas, ritos y costumbres que stos trajeron de sus tierras de origen. Tambin en la influencia que diferentes culturas y creencias europeas tuvieron sobre ellos y en la posterior llegada de haitianos a los ingenios azucareros dominicanos. Con este mismo trmino se define tambin al conjunto de msica y danza, a la agrupacin que la realiza y al conjunto de ceremonias, prcticas y cultos que tienen lugar en relacin con l.

    El sincretismo es consustancial al gag, ya que se funden creencias cristianas y vuduistas. Se desarrolla normalmente durante la Semana Santa cristiana, desde el Mircoles Santo hasta el Domingo de Resurreccin. Esto se debe a que en estos das los amos de las haciendas y campos dejaban descanso a los esclavos que trabajaban en ellas. En ellos se celebra la creencia en Dios y en los loases (divinidades vuduistas) con la esperanza de que ellos puedan mejorar sus condiciones de vida.

    De esta forma, el gag dominicano, mezcla de canto y danza y prctica instrumental en distintos tipos de tambores y bambes (instrumento de viento que se realiza sobre una caa de bamb) tuvo su nacimiento y posterior desarrollo en los bateyes, poblaciones rurales ocupadas por los trabajadores de la caa de azcar. Este escenario, aislado y en situacin de pobreza extrema, propici la formacin de una cultura propia cuyo sistema de valores, smbolos, interpretaciones y significados es producto del sincretismo de creencias y valores de los diferentes pueblos que han tenido presencia directa en l (grupos de emigrantes haitianos, comunidades dominicana y presencia de los colonos). En la actualidad, contina permaneciendo muy vivo y las nuevas generaciones desean otorgarle el status negado durante demasiados aos.

    Palabras clave: sincretismo, vud, cristianismo, batey, ritmo.

    Abstract

    The gag is a popular manifestation that is celebrated in the Dominican Republic. On this, rithm, rate, dance, song, beliefs and rites are based as direct result of the encounter between Haitians and Dominicans. Its origins are lost in the arrival of the African slaves to the island of Haiti. It directly alludes to to the set of rites and customs that these brought of their territories of origin, in the influence that different cultures and European beliefs had on them and in the later arrival of Haitians to the Dominican sugar plantations. With this same term one also defines to the set of music and dance, to the grouping that make it and to the set of ceremonies, practices and cults that take place in relation to him.

    The syncretism is consubstantial to the gag, since Christian and voodoo beliefs are based. It is developed normally during the Christian Easter, from Wednesday to Sunday, days in which the "masters" of the properties and fields left rest to the slaves who worked in them. In this time the

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    30

    belief in God and looses (voodo divinities) with the hope was celebrated of which they can improve their conditions of life.

    The Dominican gag, combination of chant, dance and instrumental plays in a few kind of drums and bamboos (a wind instrument that is made on a bamboo cane) had its birth and later development in the sugar refineries, rural populations occupied by the workers of the sugar cane. This scene, isolated and in situation of extreme poverty, caused the formation of an own culture whose system of values, symbols, interpretations and meaning are product of the syncretism of beliefs and values of the different people that have had direct presence in him (groups of Haitian emigrants, communities Dominican and are present at of the conquerors). Gag appears in the sugar refineries at the beginning of s. XX, like turn out of the arrival of a great number of Haitian emigrants to work in the plantations. Today, stands alive and young people want to give status, like in the past.

    Keywords: syncretism, voodoo, Christianity, Batey, rhythm.

    Introduccin

    Ciertamente, el primer contacto con el gag se puede catalogar como fue sorprendente. Jos Enrique, un nio de 6 aos, naci la noche en la que el huracn George asol su poblado. Una tarde de verano, se acerc a la pequea escuelita, como le llamaban, del batey 1 de Palav 2 (Repblica Dominicana3 ). En seguida pregunt si alguien quera acompaarle a tocar gag, y se introdujo en una habitacin de la estancia. All haba apilados un buen nmero de instrumentos de percusin; tambin unos extraos tubos de distintos tamaos.

    Jos Enrique comenz a repartirlos a cuantos estbamos alrededor. A continuacin, cogi otro y empez a tocarlo soplndolo por un extremo con un ritmo repetitivo. Despus, se subi a una silla para poder interpretar una tambora. A continuacin, comenz a percutirla con un ritmo frentico y vivo. Quiz respondiendo al mismo, otro grupo de nios y jvenes se acercaron atrados por el sonido que despeda y al grito de gag, gag se unieron cantando, bailando y tocando otros instrumentos.

    En definitiva, impresiona e hipnotiza, ms si cabe en un mundo en el que la globalizacin est borrando cada vez ms deprisa la singularidad y las particularidades de las distintas culturas, el contacto con una manifestacin tan extraordinaria como el gag. De carcter popular, se celebra en los bateyes de la Repblica Dominicana. En l, ritmo, danza, canto, creencias y ritos se funden resultado directo del encuentro entre los pueblos haitiano y dominicano. Su origen se pierde en la llegada de los esclavos africanos a la isla de Hait. Tambin en el conjunto de costumbres que stos trajeron de sus tierras de origen, en la influencia que diferentes culturas y creencias europeas tuvieron sobre ellos y en la posterior inmigracin de haitianos a los ingenios azucareros dominicanos4.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    31

    Quiz sea interesante comentar cmo se produjo el contacto con el rito, ya que se desarroll en el marco de un proyecto de cooperacin que tena por ttulo Campamento ecolgico-juvenil Tierra de nios y nias. Se desarrollaba dentro del programa Jvenes Cooperantes que organiza la Consejera de Juventud de Castilla-La Mancha, y la labor en l consista en llevar a cabo diferentes actividades con nios, monitores y profesores en varios bateyes dominicanos.

    Este artculo va dedicado a toda la gente del batey de Palav. Quiz algn da esos nios, olvidados por un sistema en el que no tienen cabida, consigan para sus hijos las oportunidades que, desde pequeos, se les han negado. Pero, aunque nunca cambie nada, los nios dominicanos, como millones de nios de todo el mundo, seguirn mostrando una sonrisa sincera y una mirada despierta y soadora. En ella, al menos, s que existe un mundo en el que caben todos los mundos.

    1. El gag. Origen y relaciones

    Como hemos comentado, el gag un es rito que se desarrolla en los bateyes dominicano, Con este mismo trmino se define adems al grupo de msica y danza, a la agrupacin que la interpreta y al conjunto de ceremonias, prcticas y cultos que tienen lugar en relacin con l. Se desarrolla normalmente durante la Semana Santa cristiana, desde el Mircoles Santo hasta el Domingo de Resurreccin. El motivo es que en estos das los amos de las haciendas y campos dejaban descanso a los esclavos que trabajaban en ellas. En la actualidad tambin se desarrolla en otras fechas.

    Se celebra la creencia en Dios y en los luases5 con la esperanza de que ellos puedan mejorar sus condiciones de vida. Est, pues, muy relacionado con el culto vud6, y se fundamenta en la obligacin de los grupos gags de defender a su comunidad de los espritus malignos durante los das en que Jess ha muerto y la tierra permanece desprotegida, ya que stoscampan a sus anchas por el mundo. Con la ayuda de los espritus protectores, a los que invocan, recorrern sin rumbo fijo su comunidad y sus proximidades para limpiar y defender su entorno de los espritus malignos. Tambin posee un sentido de fertilizacin de la tierra.

    Encontrar las huellas del gag en las distintas comunidades africanas que fueron embarcadas hacia Amrica se antoja muy complejo, aunque negar su relacin sera un error 7 . Su origenms cercanolo encontramos en Hait. Despus, se pierde en la llegada de los esclavos africanos, en el conjunto de ritos y costumbres que trajeron de sus tierras de origen y en la posterior fusin de elementos y caractersticas que tuvieron lugar tanto entre los miembros de las distintas tribus como en la influencia que otras culturas y creencias

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    32

    europeas ejercieron sobre ellos (indias, francesas, espaolas, antillanas, inglesas, estadounidenses...).

    Las caractersticas y el desarrollo que ha sufrido en la Repblica Dominicana son continuacin directa de ciertas manifestaciones religiosas relacionadas con el vud que se practican en el pas vecino, que reciben el nombre de culto Ra-R. La similitud del nombre y su variante dominicana parece provenir de una deformacin en la pronunciacin producida por el cambio de idioma, aunque los dos presentan un gran nmero de caractersticas comunes. Para muchos, el trmino Ra-Ralude a una tribu africana que practicaba este rito y le dio nombre (lo tomaremos como una posible hiptesis, ya que no hemos hallado constancia de este hecho). Se desarrolla en carnaval y tiene entre sus funciones servir de va de escape ante la situacin social.

    Como hemos apuntado, el gag dominicano tuvo su nacimiento y posterior desarrollo en los bateyes, poblaciones rurales ocupadas por los trabajadores de la caa de azcar. Este escenario, aislado y en situacin de pobreza extrema, propici la formacin de una cultura propia. Su sistema de valores, smbolos, interpretaciones y significados es producto del sincretismo de creencias y valores de los diferentes pueblos que han tenido presencia directa en l (grupos de emigrantes haitianos, comunidades dominicana y presencia de los colonos). El gag aparece en los bateyes a comienzos del s. XX, como resultado de la llegada de un gran nmero de emigrantes haitianos para trabajar en los ingenios.

    De esta forma, adapta el conjunto de creencias mgico-religiosas haitianas a las condiciones especiales de vida que se dan en el batey, combinndolas con el rito cristiano impuesto durante siglos por los colonos. En la Repblica Dominicana, pas a desarrollarse en Semana Santa, momento en que fusion las caractersticas del Ra-R con muchos aspectos del rito cristiano (poca, muerte de Jess...) y otras caractersticas propias de los bateyes.

    La comunidad del batey se implica activamente en el gag, de una u otra manera. Los que no participan en el grupo instrumental, cantan o bailan, acompaan a la comitiva o la observan cuando sta se aproxima cerca de sus casas para pedir proteccin y ayuda a los luases. Tambin existe un ncleo importante de poblacin que afirma no querer saber nada de l y lo considera asuntos del diablo.

    En cada batey pueden existir diferentes grupos de gag. Cada uno de ellos invoca la proteccin de uno o varios luases, que si son contrarios pueden llevar incluso al enfrentamiento. En el caso de que vayan en relacin, continan su camino desendose fortuna.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    33

    Existe todava un gran prejuicio en un sector importante de la comunidad dominicana que se opone frontalmente a la realizacin del gag, referente para ellos de Hait y frica. Aunque cuenta con la aprobacin del gobierno dominicano, la comitiva del gag suele encabezarse de da con una bandera dominicana para evitar una posible represin policial. Un grupo importante de polticos nacionalistas lo califican de inmoral y perjudicial, criticando al gobierno por permitirlo. Como consecuencia y segn nos relataron, durante la Semana Santa de 2001 la polica intervino contra un gag acusado al parecer sin pruebas de quemar una bandera dominicana. El resultado fue la deportacin de unos 140 haitianos. Adems, se gener una gran polmica entre la opinin pblica del pas.

    En conclusin, podemos definir el gag como una manifestacin en la que msica, danza y prcticas religiosas relacionadas con el vud y el cristianismo se funden. Tiene su centro de desarrollo y actividad en las comunidades de los bateyes dominicanos. Su origen se sita en el culto Ra-Rque se practica en Hait, que pas a la Repblica Dominicana a comienzos del s. XX de la mano del gran nmero de inmigrantes haitianos que se trasladaron a los bateyes para trabajar los ingenios azucareros. Ah tuvo su posterior desarrollo y sincretismo con la cultura, circunstancias, ambiente, creencias, tradiciones y realidad de estos poblados.

    2. La comunidad del gag

    Cualquier definicin, caracterizacin o referencia que se intente establecer sobre los mltiples aspectos del gag debe forzosamente realizar una parada en el trmino jerarqua. De esta forma, todos sus componentes y estamentos estn incluidos dentro de una estructura y estrato concreto, cuya potestad y misin en el rito est claramente definida y es aceptada por toda la comunidad.

    La prctica del gag se caracteriza por una intrincada organizacin que comienza el primer sbado de Cuaresma. En este da sus miembros ms relevantes renuevan el compromiso que han adquirido con la sociedad, normalmente por tres o siete aos, nmeros mgicos y simblicos, en una ceremonia reservada relacionada con el vud que es guardada con recelo por todos sus componentes. Concluye unos das despus de la Semana Santa con otra celebracin en la que se da gracias a los espritus por haber cumplido su deber. Entre los rituales que lo conforman, se pueden constatar actos de iniciacin, sacrificio de animales, proteccin, bautismo, bendicin y purificacin. Los nicos datos que pudimos extraer acerca de sus caractersticas hablan de la presencia en ella de sacrificios animales y juramentos de fidelidad a la sociedad, al gag y a los luases.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    34

    El sistema organizativo del gag, con una estructura cercana a una estratificacin militar, es herencia directa de la prctica del Ra-R haitiano. A su vez, es adquirida del rgimen esclavista que imperaba en las plantaciones. Por encima de todos se situaba el dueo o amo de la hacienda, con una autoridad casi absoluta para decidir cmo, cundo y dnde se iba a desarrollar la vida de los esclavos. Su familia (mujer, hijos...) contaba con su potestad y herencia directa. Por su parte, el sacerdote o monje que trabajaba en la zona tena tambin una gran influencia y relevancia. Por debajo, los Mayores, oficiales que el amo destinaba en los campos y barracones, se encargaban de hacer cumplir a rajatabla sus mandatos, en muchas ocasiones con mayor peso especfico que la familia de ste. En ltimo lugar, se situaban los esclavos y trabajadores, sin posibilidad ninguna de opinin sobre los asuntos de la hacienda.

    As, el gag reproduce con cierta fidelidad esta estructura, aunque introduce otros papeles en su configuracin y distintas particularidades en los ritos. Estos afectan tanto a la divisin estratificada del mismo como a sus miembros y sectores ms importantes. Un esquema ms o menos resumido de los grupos y componentes ms representativos del gag es el siguiente:

    Amo o presidente: es una de las personas ms valoradas, respetadas y con mayor relevancia dentro de la comunidad del batey. Adems de poseer dotes espirituales, debe destacar por su contribucin y trabajo en la mejora de las condiciones de los poblados y sus habitantes. Se corresponde con el amo de la plantacin, y su misin es la de apoyar ideolgicamente al gag, sus decisiones y la eleccin y composicin de sus miembros. Adems, es su cabeza visible, tanto ante distintas instituciones polticas estatales (polica, gobiernos...) como ante cualquier componente del mismo o del batey. Tambin se encarga de distintos aspectos logsticos, como puede ser la adquisicin y el suministro del ron y la comida (animales para el sacrificio, arroz, habichuelas...) que van a ser consumidos en distintos momentos. En los orgenes de las haciendas, el dueo regalaba un animal a sus esclavos. El amo del gag, encargado de sacrificarlo, jura con sangre que hara lo mismo con el jefe de la plantacin.

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    35

    Jefe espiritual barriendo el suelo Amo del Gag de Palav

    Jefe espiritual: se relaciona directamente con el vud y las distintas ceremonias y ritos que se realizan antes, durante y despus del desarrollo del gag. Es un hungn o sacerdote vud, brujo que tiene como misin entrar en contacto y satisfacer al espritu que protege y al que se encomienda el gag. Va acompaado de una escoba, que tiene la funcin de barrer y limpiar el camino de espritus malignos y preservar a la comunidad de ellos, especialmente en los cruces de caminos. En el caso de que dos gags se encuentren, es el encargado de entrar en contacto con el hungny el espritu dominante de la otra comitiva. Lamier: es una de las figuras de mayor relevancia. Acompaado con un ltigo y un silbato y dirige al gag en su recorrido. Adems, ordena al resto del grupo el recorrido a seguir. Marcar las paradas, descansos y los lugares donde se realizarn las diferentes ceremonias. El ltigo tiene las misiones de conducir a la comunidad (relacin directa con los medios que empleaban los esclavistas en el trabajo en los campos) y tratar de distanciar a los espritus.

    Ltigo del Lamier8

    Mayores: ataviados con una especie de falda compuesta con pauelos de colores, referentes a las diferentes tradiciones que se unieron, son los mejores danzantes de la comunidad. Tambin portan silbatos y sombreros, un machete (elemento indispensable para trabajar la caa de azcar) o un tualin,

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    36

    vara de madera decorada con tiras de tela de colores. As, aportan colorido y variedad a la ceremonia.

    Los mayores se eligen entre todos los miembros de la comunidad mediante duelos de danza y manejo del machete, que vence el que mantiene mayor virtuosismo, dominio y fuerza en el baile. La forma de estas competencias pacficas tiene una representacin en la que los dos aspirantes van alternando momentos en espera y observacin de las evoluciones de su adversario con otros de exposicin, cruces, cambios de posicin, situacin y confluencia de los dos danzantes. El culto de los mayores es muy corporal y espectacular, y alienta a la comitiva a la danza y a la participacin activa. Al tiempo, llenan el espacio de energa y color.

    May en la noche de Gag Tualin, falda, silbato y gorro conforman un vistoso vestuario

    Reinas: forman un grupo de siete componentes. Son diferentes cada ao y se eligen por la comunidad del gag entre las mujeres de la comitiva ms bellas y que mejor bailan. Entre ellas, destaca la Reina Mayor, la ms veterana y la que mayor conocimiento tiene del gag, de sus bailes y movimientos. No poseen ninguna vestimenta especial y, de la misma manera que los Mayores, su culto es muy sensual y vistoso. Este grupo se relaciona directamente con la herencia espaola, caracterizada por la eleccin en la celebracin de las fiestas ms importantes de una reina, mujer que representa la tradicin machista en sus ideales, cnones de belleza y sumisin con respecto al hombre.

    Reina del Gag observando a los Mayores

  • Cuadernos de Etnomusicologa N1, 2011

    37

    Padrinos y madrinas: son miembros de la comunidad que desean solicitar una ceremonia expresa al gag por diversos motivos: ayuda o proteccin a un familiar enfermo o con problemas, buena fortuna, defensa ante los enemigos, recuerdo u homenaje a algn pariente recientemente fallecido... Esperan a la comitiva en la puerta de sus casas con una vela encendida entre las manos. Al llegar a ella, el gag efecta una ceremonia muy similar a la que se realiza en los cruces de caminos: baile en crculos, lavar la cara del padrino o madrina con agua mgica o derramarla en el suelo...