Cuaderno de Historia Militar Nº 8

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EN EL CUERPO, CICATRICES. INVÁLIDOS DE LA GUERRA DEL PACÍFICO. (1881 - 1890) 128 EN EL CUERPO, CICATRICES. INVÁLIDOS DE LA GUERRA DEL PACÍFICO. (1881 - 1890) Felipe Casanova Rojas 1 INTRODUCCIóN. La guerra nos es conocida. Chile ha estado marcado por ellas desde los primeros aires independen- tistas, hasta la última confrontación entre hermanos, allá por el año 1891. Por ello, el Ejército fue un actor principal en diversos hechos ocurridos a lo largo del siglo en cuestión, años de nuestra formación como Estado. Uno de estos enfrentamientos fue la Guerra del Pacífico, siendo sin duda la confrontación más im- portante de nuestra historia. Este, como todos los conflictos, dejó una serie de consecuencias manifestadas en diversos ámbitos, como el económico, el político, el territorial e, incluso, el ideológico. Pero nos interesa sumergirnos en uno de los menos investigados, el que alberga los pasares del contingente humano que participó, directa o indirectamente en el conflicto. La guerra fue inmensamente popular, donde el ciudadano común se enroló en el Ejército o Armada, en su mayoría, de forma voluntaria. Así, esta “nación en armas” llegó a movilizar durante los seis años de confrontación un total aproximado de 111.000 soldados, siendo el punto más alto del enrolamiento en la campaña de Lima, cuando se tuvo sobre las armas a más de 45.000 almas. Estos comenzaron a ser desmovilizados paulatinamente, primero en 1881 con el retorno del general Manuel Baquedano a Chile y posteriormente con el fin del conflicto, cuando los últimos batallones regresaron a territorio nacional, muchos de ellos después de seis largos años de lucha. Todos volvieron con un título homogéneo: “veterano”. Para nosotros este núcleo debe dividirse en 2 tipos generales: los “veteranos ilesos”, aquellos que regresaron sin ninguna secuela, y los “veteranos inválidos”, los retornados con la guerra en el cuerpo. Esta diferencia no es excluyente, ya que en cier- ta medida cada veterano traía consigo los pesos propios de un conflicto bélico, el comúnmente llamado “estrés postraumático”. Dentro de los últimos mencionados podemos observar dos tipos de invalidez: la “mental”, donde el individuo vivió sus últimos años fuera de la realidad, internado en la Casa de Orates, y el “físico”, donde la guerra se llevó una parte de su cuerpo y/o le dejó marcas permanentes. Este artículo se refiere a los últimos. Pero más que narrar aspectos propios de ellos, buscamos respuestas a unas preguntas que pue- den interpretarse como simples: ¿Qué hizo el Estado de Chile por sus veteranos inválidos físicamente? 1 Investigador. Estudiante de Pedagogía en Historia en la Universidad de Tarapacá en Arica.

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  • EN EL CUERPO, CICATRICES. INVLIDOS DE LA GUERRA DEL PACFICO. (1881 - 1890)

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    EN EL CUERPO, CICATRICES. INVLIDOS DE LA GUERRA DEL PACFICO. (1881 - 1890)

    Felipe Casanova Rojas1

    INTRoDUCCIN.

    La guerra nos es conocida. Chile ha estado marcado por ellas desde los primeros aires independen-tistas, hasta la ltima confrontacin entre hermanos, all por el ao 1891. Por ello, el Ejrcito fue un actor principal en diversos hechos ocurridos a lo largo del siglo en cuestin, aos de nuestra formacin como Estado.

    Uno de estos enfrentamientos fue la Guerra del Pacfico, siendo sin duda la confrontacin ms im-portante de nuestra historia. Este, como todos los conflictos, dej una serie de consecuencias manifestadas en diversos mbitos, como el econmico, el poltico, el territorial e, incluso, el ideolgico. Pero nos interesa sumergirnos en uno de los menos investigados, el que alberga los pasares del contingente humano que particip, directa o indirectamente en el conflicto.

    La guerra fue inmensamente popular, donde el ciudadano comn se enrol en el Ejrcito o Armada, en su mayora, de forma voluntaria. As, esta nacin en armas lleg a movilizar durante los seis aos de confrontacin un total aproximado de 111.000 soldados, siendo el punto ms alto del enrolamiento en la campaa de Lima, cuando se tuvo sobre las armas a ms de 45.000 almas. Estos comenzaron a ser desmovilizados paulatinamente, primero en 1881 con el retorno del general Manuel Baquedano a Chile y posteriormente con el fin del conflicto, cuando los ltimos batallones regresaron a territorio nacional, muchos de ellos despus de seis largos aos de lucha.

    Todos volvieron con un ttulo homogneo: veterano. Para nosotros este ncleo debe dividirse en 2 tipos generales: los veteranos ilesos, aquellos que regresaron sin ninguna secuela, y los veteranos invlidos, los retornados con la guerra en el cuerpo. Esta diferencia no es excluyente, ya que en cier-ta medida cada veterano traa consigo los pesos propios de un conflicto blico, el comnmente llamado estrs postraumtico. Dentro de los ltimos mencionados podemos observar dos tipos de invalidez: la mental, donde el individuo vivi sus ltimos aos fuera de la realidad, internado en la Casa de Orates, y el fsico, donde la guerra se llev una parte de su cuerpo y/o le dej marcas permanentes. Este artculo se refiere a los ltimos.

    Pero ms que narrar aspectos propios de ellos, buscamos respuestas a unas preguntas que pue-den interpretarse como simples: Qu hizo el Estado de Chile por sus veteranos invlidos fsicamente?

    1 Investigador. Estudiante de Pedagoga en Historia en la Universidad de Tarapac en Arica.

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    Cules fueron las medidas tomadas para subsanar una incapacidad ocasionada directamente por su declaratoria de guerra? Su simpleza se esfuma al sumergirse en una problemtica mucho mayor conocida como El Pago de Chile, que provocara una discusin permanente, principalmente durante los prime-ros aos del siglo XX, sobre cmo el Estado deba premiar, recompensar y pensionar, a sus veteranos de guerra.

    Este artculo se centrar entre los aos 1881 y 1890, un perodo inmensamente atractivo, ya que se ubica en parte, en un tiempo inmediatamente posconflicto, con las consecuencias muy presentes en la sociedad, estimando as el accionar del gobierno liberal frente a un posible contraste con la postura adqui-rida durante el perodo parlamentario con el problema socio-econmico que afect a los excombatientes.

    Para armarlo, echamos mano de material propiamente estatal, ante la carencia de testimonios de los propios invlidos.

    UN CUERPo INCoMPLETo, MARCADo.

    Semanas tras semanas llegaban a los puertos de las zonas ocupadas y de Chile propiamente tal, los cientos y cientos de heridos que dejaban las acciones del Ejrcito de Operaciones del Norte en el frente. La atencin en los diversos hospitales era esforzada pero adems de lidiar con la naturaleza de las heridas, tambin se combata contra las infecciones subsecuentes.

    La mayora de los fusiles de la poca disparaban una bala de 11 milmetros de calibre, mientras que otros modelos de 12 y hasta de 14 milmetros, que estaban fabricadas en plomo deformable, provocando un gran dao anatmico, especialmente en los huesos, fracturndolos y/o astillndolos.

    Como producto de las heridas que comprometan huesos y de las infecciones que las atacaban, como el clostridium que originaba la gangrena, la principal opcin para salvar la vida del soldado, herido en alguna extremidad, era la amputacin. Esta operacin era bastante bruta y supona una experiencia traumtica para el paciente, realizndose en muchos casos apenas horas despus de recibir al herido, como primera intervencin, para luego ser despachado, segn su gravedad, al sur.

    El viaje era prcticamente un infierno, realizndose por mar y durando varios das. El hacinamiento a bordo, la mala salubridad y lo largo e incomodo del trayecto provoc que la mayora de las heridas se complicaran o infectaran, tal como lo describe la administracin del Hospital de Sangre de Nuestra Se-ora del Carmen de la Esposicin, en memoria al gobierno:

    Estas consistan (las heridas) en estensas i profundas heridas de las partes blandas, simples o con fracturas incompletas de los huesos largos del miembro superior o inferior, algunas fracturas com-pletas de los huesos de la mano i del pi i varias heridas penetrantes del trax i del crneo. Natural-

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    mente la fiebre traumtica i demas accidentes primitivos haban pasado, los proyectiles habian sido estraidos, escepto aquellos de existencia dudoda e ignorada; pero todas las heridas presentaban una o varias de las terribles complicaciones de las heridas por arma de fuego: las hemorrajias secunda-rias, el flegmon difuso, la crisipela, la gangrena (...) (sic)

    Los de la penltima remesa entraron el 2 de mayo, en nmero de 115; todos con lesiones crnicas: fracturas incompletamente consolidadas, cries, necrosis, trayectos fistulosos, algunos gangrena-dos, varios amputados, algunos con escoraciones del muon i otros con necrosis de las estremidades seas seccionadas.2

    Otro tipo de herida era la ocasionada por arma blanca, comnmente bayonetas y cuchillos que, utilizadas en el combate cuerpo a cuerpo, provocaban lesiones de carcter cortante y punzante.

    En muchos combates predomin la fiereza y el salvajismo, como es comn en este tipo de casos, ocasionando episodios traumticos en el momento, algunos evidentes en el tiempo, en la mente y otros en el cuerpo, como verdaderas cicatrices del conflicto. Los casos de heridos mltiples son comunes, pero algunos de estos carecen de explicacin para convencerse de que hubieran sobrevivido, como fue la reali-dad del sargento mayor Bernardo Necochea, quien fuera herido en la Batalla de Tarapac. Su expediente mdico detalla cada una de las lesiones sufridas aquel 27 de noviembre de 1879:

    La comisin de cirujanos que suscribe, certifica: que el sarjento mayor de ejrcito don Bernardo Necochea, tiene mltiples cicatrices por heridas de bala, de instrumento cortante, por contusiones i por quemaduras en diferentes rejiones del cuerpo. Tiene:

    1., una intensa cicatriz por instrumento contundente situada en la porcion anterior i superior del parietal derecho, con fractura de la lmina esterna. A pesar de la gravedad de esta herida conserva perfectamente sus facultades intelectuales, sufriendo solamente de dolores de cabeza de una manera intermitente;

    2., Una cicatriz por arma de fuego proveniente de una bala que penetr en la parte media, posterior e inferior del cuello al nivel de la primera vrtebra dorsal, recorriendo un trayecto oblicuo hcia arri-ba i adelante por entre las masas carnosas supraclaviculares hasta salir en el tercio medio i lateral esterno del msculo esterno cleido mastrides;

    3. Se nota otra cicatriz producida por arma de fuego, penetrando la bala en la parte esterna de la articulacin del codo izquierdo atravesando profunda i oblicuamente los tejidos blandos, hcia a ariba i adentro, hasta salir en la parte interna e inferior del brazo a dos traveses de dedo por encima

    2 Ministerio de Guerra: Memoria del Ministerio de Guerra correspondiente al ao de 1881. 1881. P. 575.

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    de la articulacin. A pesar de la extensin de esta herida solo ha quedado con lijeras perturbaciones en las funciones del brazo;

    4. Tiene una cicatriz superficial i un tanto estensa, proveniente de una quemadura en la parte ester-na i tercio superior del antebrazo,

    5. Tiene tambien una cicatriz profunda, ocasionada por una herida de bala desde el apndice xi-foides, oblicuamente hcia afuera del costado derecho, siguiendo el trayecto de la octava costilla, terminando al nivel del tercio esterno de la misma en una extensin de diecisis centmetros, siendo incurable la fractura completa de las extremidades anteriores correspondientes a dos costillas falsas;

    6. Sufri una herida penetrante del abdmen por instrumento cortante que ha ocasionado una herida considerable en este punto, i

    7. Se nota equimosis i cicatrices provenientes de catorce a diecisis contusiones diferentes que sufri en distintos puntos de las dos piernas.3

    Estas son la naturaleza de las heridas ms comunes, y con las que el soldado tuvo que conllevar en su vida luego del conflicto. En este mbito el Estado fij categoras a la hora de otorgar beneficios, asunto que veremos en las siguientes lneas.

    CoNCIENCIA REAL SoBRE LAS CoNSECUENCIAS DE LA GUERRA: LA LEY DE RECoMPEN-SAS DE 1881.

    El 12 de diciembre de 1881 el Senado aprobaba un proyecto de ley determinante, que evidenciara la responsabilidad que le caba al Estado para con los ciudadanos defensores de sus intereses en conflictos blicos. Esta ley, llamada de Recompensas, estaba dirigida a quienes la guerra haba afectado de forma inmediata y cercana: a los deudos y a los invlidos fsicos. En sus 35 artculos el Estado dispone el cuidado y mantencin de los soldados invlidos y de los deudos de los cados en combate, acogindolos bajo su tutela en el mbito social, econmico e incluso educativo.

    Nuestro inters recae en los primeros 9 artculos, que disponen los beneficios para los soldados in-vlidos. El primero es meramente formal, pero importante para conocer quienes eran los que podan optar a los beneficios, al sealar que:

    Los jefes, oficiales i tropa del Ejrcito de lnea, de la Guardia Nacional movilizada, de las guardias municipales de Santiago i Valparaso i Armada de la Repblica, que hubieren quedado inutiliza-

    3 La Semana Militar del 23 de Junio de 1901, N 48. Pp. 348 y 349.

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    dos por accin de guerra, o por actos del servicio durante la campaa contra el Per i Bolivia (...) tendrn derecho a disfrutar de las recompensas concedidas por la presente lei, en conformidad a sus prescripciones.4

    As, acoge solo a un grupo de soldados, especificando que deban haber quedado inutilizados por accin de guerra o por actos del servicio, desechando cualquier accidente particular o muertes por enfer-medades naturales. Por ello fueron rechazadas varias solicitudes, como la del sargento mayor Jos de la Cruz Salvo, el artillero de Dolores, quien perdi su brazo derecho durante una expedicin realizada en la zona de Moquegua a finales de 1880, y que solicit ser declarado invlido. Luego de revisar los antece-dentes, el Ministerio de Guerra desestim la solicitud, sealando que el accidente del oficial no haba sido provocado por acciones propias de la campaa.5 En realidad el mayor Salvo perdi su brazo al explotar un cartucho de dinamita que sostena mientras enseaba a sus soldados la pesca con explosivo.

    La ley fijaba dos tipos de invalidez: la absoluta y la relativa. La primera era otorgada a aquel vete-rano cuyas heridas le impidieran seguir en servicio en el Ejrcito o Armada y poder trabajar en un empleo del mundo civil. Mientras que la invalidez relativa era aquella que permita ganar la subsistencia al veterano afectado fuera de las ramas castrenses.

    Los artculos 2 y 3 se refieren a los oficiales, disponiendo que el que resultara con invalidez absoluta recibir una pensin igual al sueldo que recibiera en su ltimo grado jerrquico. Mientras a quienes se les diagnosticara invalidez relativa, se le abonaran 10 aos de servicio.

    En el caso de los soldados era algo parecido, mientras que el invlido absoluto recibira una pensin equivalente a su ltimo grado al momento de promulgarse la ley, el relativo tendra una equivalente a las dos terceras partes de aquel.

    Para acreditar la invalidez, el individuo deba pasar por una comisin mdica formada, en el caso de los oficiales, por tres facultativos y dos para diagnosticar a los soldados. Junto con aquello, se deban entregar una serie de documentos que certificaran su participacin en el conflicto.

    Hasta aqu las disposiciones de esta ley no son nada nuevo, ya que a los invlidos resultantes de las campaas de Chilo, entre 1824 y 1826, se les otorg pensiones equivalentes a los sueldos segn su grado. Pero lo que le hace determinante, es que aparte de entregar una mantencin econmica total o parcial a los invlidos, se ocupa de remediar, en lo posible, su dao fsico con la entrega de prtesis. Ello evidencia que

    4 Ley de Recompensas por la Campaa contra el Per y Bolivia de 1881. En: Carlos Mndez Notari: Hroes del Silencio. Los Veteranos de la Guerra del Pacfico. 2004. Anexo 5. P. 111.

    5 Decreto Supremo del 28 de Abril de 1884. En: Jos Antonio Varas: Recopilacin de Leyes, rdenes, Decretos Supremos i Circulares Concernientes al Ejrcito. 1888. Tomo VII. P. 47.

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    el bienestar econmico no era suficiente en estos casos, debiendo dar un paso hasta ese momento inerte en un pas ya con tradicin guerrera y por ende, con no pocos invlidos.

    La ley tambin contena auxilios a los deudos de los cados en combate, fijando beneficios econmi-cos y educativos, con la creacin de una serie de escuelas para los hurfanos de la guerra. Pero aquel es asunto para otro texto.

    Promulgada la ley, vena el proceso ms complicado y largo: la certificacin para poder obtener los beneficios. Para ello se cre la Oficina de Tramitacin que, al mando del coronel Francisco Barcel, se mantuvo en funcionamiento por varios aos.

    Dentro de este proceso, para acreditar la invalidez, el interesado deba ser revisado por una comisin mdica. Proceso que abordaremos a continuacin.

    PoSANDo PARA ACREDITAR REALIDAD: LA APLICACIN DE LEY EN LoS INVLIDoS.

    Cmo mencionamos, el artculo 9 estableca el suministro por parte del Estado, de los aparatos orto-pdicos necesarios para suplir la falta de los miembros mutilados en los invlidos.

    Para ello se form una comisin mdica que tendra como misin analizar cada peticin de pensin, acreditando as el grado de invalidez del solicitante y estableciendo el tipo de prtesis que se le deba en-tregar, las cuales se diferenciaban por su propsito general. Estos cumplan funciones especficas, como remediar las torceduras o correcciones en la forma de los rganos lesionados y otra para suplir la falta de extremidades. Y dentro de estas se diferencian por suplidoras de rganos y otras por funciones de los mismos.

    La Memoria del Ministerio de Guerra de 1882 apunta un dato interesante que nos explica la carencia de conocimiento sobre los aparatos ortopdicos, como parte de una medicina nueva en el pas:

    No habiendo en el pas aparatos ortopdicos, ni tenindose conocimiento cabal acerca de sus pre-cios, la comisin de cirujanos encargada del exmen de los invlidos, tuvo que pedir a Europa i Estados Unidos los datos necesarios, lo que han retardado el cumplimiento del art. 9 de la lei de recompensas.6

    Al tiempo despus, ya con el conocimiento necesario, se public en los peridicos La poca, El Ferrocarril, El Independiente y El Mercurio, un llamado para el envo de propuestas de casas fabri-

    6 Ministerio de Guerra: Memoria que el Ministerio de Guerra presenta al Congreso Nacional de 1882. 1882. P. 39.

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    cantes interesadas en proporcionar las prtesis y aparatos. Al cabo de 20 das se presentaron 5 interesa-dos, siendo aceptada la propuesta por el ortopedista A. Baudon, quien sugiri:

    El seor Baudon nos hizo una propuesta con fecha 22 de mayo del ao corriente pero no la acepta-mos porque pedia precios exesivos.

    Posteriormente tomando en cuenta nuestras reflecciones, ha convenido en bajar los precios aun nivel que nos parece equitativo i conveniente.

    (...) El seor Baudon se obliga tambien a tomar personalmente las medidas i modelaciones en yeso que sean necesarias para que la aplicacion de estos aparatos resulte perfecta i satisfaga completa-mente los usos a que se destinan ensayandolas el mismo ortopedista hasta complacer al favorecido.7

    Con esta alternativa aceptada, se celebr el contrato con el gobierno el 6 de diciembre de 18828 y se decidi llevar un libro titulado Aparatos Ortopedicos i Miembros artificiales, donde se anotaban carac-tersticas generales de los invlidos que requeran de aparatos, tales como el nombre, el regimiento al que perteneca, la edad, el estado civil, nivel de alfabetismo, el miembro mutilado o carente de funcionamiento, sitio de amputacin si lo hubiera, reseccin o desarticulacin del miembro, las medidas para la construc-cin del aparato o prtesis, la clase y calidad del aparato y finalmente el informe de los cirujanos.9 Pero este proceso present un problema, comunicado al gobierno en nota del 5 de marzo de 1883:

    () es necesario consignar las medidas correspondientes a cada mutilado que debe recibir un miembro artificial para suplir las funciones del que ha perdido en los campos de batalla. Hemos observado inmediatamente que la ejecucin de este trabajo presenta ciertas dificultades que no ha-ban sido previstas. Para construir un miembro artificial cualquiera de manera que se adapte con perfeccion y pueda suplir eficazmente al rgano que falta es preciso tomar diferentes medidas, que se espresan con nombres tcnicos especiales, no siempre invariables que ocupan demaciado espacio, i en jeneral bastante difusas para ser fcilmente comprensibles.10

    La solucin fue simple: fotografiarlos. Daz & Spencer, Leblanc & Adaro y Guillermo Perez Faut fueron los encargados de dicha tarea. Estas imgenes, albergadas en el lbum de Invlidos de la Guerra del Pacfico en nmero de 172, inmortalizan mayoritariamente a individuos con amputaciones, muchos semidesnudos para demostrar de mejor manera sus lesiones. Algunos con sus prtesis o aparatos ortop-dicos a un costado y otros simplemente con rudimentarias muletas o bastones de madera. Los oficiales,

    7 Nota sobre aparatos ortopdicos, sin fecha. En: lbum de los Invlidos de la Guerra del Pacfico. 1884. P. 3.8 Contrato del gobierno con A. Baudon, op. cit. P. 11.9 Comunicacin de la Comisin de Cirujanos al gobierno, fechado noviembre 9 de 1882, op. cit. P. 9. 10 Comunicacin de la Comisin de Cirujanos al gobierno, fechado marzo 5 de 1883, op. cit. P. 12.

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    y algunos clases y oficiales, visten uniforme o evidenciando su grado jerrquico, como la imagen del capitn Pedro Silva, quien aparece con su torso desnudo reflejando una lesin en su hombro izquierdo y con su quepis correspondiente en la cabeza. Con la inclusin de estas fotografas se form un nuevo libro, manteniendo los datos caractersticos por anotar.

    Pero no todo iba viento en popa para el gobierno y los invlidos que deban recibir su prtesis. El 22 de agosto de 1884 el Estado rompi el contrato con A. Baudon, ya que este no cumpli con lo acordado, negndose a que sus aparatos fueran certificados e incluso pasando a llevar a la Comisin de Cirujanos al entregar a los invlidos las prtesis sin el consentimiento de los mdicos.11 Asociado a que se presentaron casos de mala construccin y calidad de los aparatos, cuando tres invlidos se dirigieron a la Comisin de Cirujanos reclamando por la escasa duracin de sus piernas artificiales, con apenas meses de uso.12

    Realmente desconocemos quien reemplaz a Baudon en la construccin de las prtesis, ya que no alcanz a entregar todos los aparatos. Con ello, quizs, la entrega de estos ces, no lo sabemos y caera-mos en falacias si diramos un comentario categrico, pero en lo que s podemos estar seguros es en los pagos de las pensiones y por ello, en la labor de acreditacin realizada por la Oficina de Tramitacin, cuya historia se estampa en las siguientes lneas.

    ARDUA, LARGA, PERo NECESARIA TAREA: LA oFICINA DE TRAMITACIN Y LAS PENSIo-NES DEL ESTADo.

    La Oficina de Tramitacin fue creada el 30 de marzo de 1882, funcionando desde las 11 del da hasta las 4 de la tarde, trabajando en sus dependencias diez miembros del Ejrcito y la Comisin de Cirujanos, que reciba interesados durante dos horas al da.13 Aqu se reciban todos los expedientes, tanto de los posibles invlidos, como los de probables deudos de cados en el conflicto. Pero tambin se design a otros oficiales para que sirvieran de agentes para los interesados de provincias, envindose uno incluso a Lima.14

    Ante tanto interesado para obtener los beneficios de la ley, la existencia de esta oficina se extendi por un tiempo largsimo, explicando, primero, la gran cantidad de invlidos y deudos que dej el conflic-to; segundo, el desconocimiento de algunos sobre su existencia; por residir en lugares apartados de las ciudades; incluso, estar curndose de las heridas en sus propios hogares. La oficina tuvo varias prrrogas de existencia, estando an funcionando en 1890, casi nueve aos despus de la promulgacin de la ley de recompensas.

    11 Comunicacin de la Comisin de Cirujanos al gobierno, fechado agosto 22 de 1884, op. cit. P. 16. 12 Comunicacin de la Comisin de Cirujanos al gobierno, fechado enero 4 de 1884, op. cit. P. 17. 13 Decreto Supremo del 30 de marzo de 1882. En: Jos Antonio Varas, op. cit. 1884. Tomo VI. P. 450. 14 Decreto Supremo de 12 de junio de 1882. Jos Antonio Varas, op. cit. Tomo VI. P. 504.

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    Desde su creacin hasta el 5 de enero de 1885, la oficina haba aprobado 2.264 expedientes de invalidez,15 los que aumentaron en 1886 a 2.62316 y a 2.721 en 1887.17 Pero estos nmeros no reflejan la cantidad de ex-pedientes que se reciban y eran rechazados por no cumplir las condiciones, ya que las publicaciones, en su mayora, solo anotan las peticiones aceptadas. Para ejemplificar: entre el 10 de noviembre de 1888 y el 11 de enero de 1890 se recibieron 330 expedientes nuevos, de los cuales solo 98 fueron aceptados (14 por invalidez absoluta y 84 por relativa), mientras que 48 a esa fecha no se haban tramitado. El resto, 184, se haban recha-zado.18 Este ltimo nmero significa el 56 % del total, una cifra que puede explicar un posible desconocimien-to sobre las condiciones mismas de la ley, an tomando en cuenta que 70 de ellos eran solicitudes de oficiales.

    Los veteranos que fueron declarados invlidos pasaron a formar parte del Cuerpo de Invlidos, fundado en agosto de 1819 como Cuerpo de Aguerridos en Santiago, y el que exista en las principales ciudades del pas. El lisiado reciba su pensin por medio de la Tesorera Fiscal de su ciudad, y si deseaba cambiarse de urbe, deba informar al Ministerio de Guerra para que este dispusiera el pago en el nuevo lugar de residencia.

    El pago de pensiones era fijado ao a ao, separando Ejrcito y Armada en las salas del Congreso Nacional, durante las discusiones del presupuesto de la nacin. Para 1886 el Estado fij las pensiones para los del Ejrcito por un total de 297.574 pesos y 2 centavos,19 cantidad que iba creciendo en los aos siguientes producto de la promulgacin de nuevas pensiones. Esta fue la tnica salvo en 1888, cuando el proyecto de presupuesto fij el total de pensiones en $ 377.313, 70 pesos, los cuales eran $ 4.372, 90 menos que el de 1887, fijado en $ 381.746, 70, ya que un buen nmero de invlidos haba fallecido.20

    Pero no todos los invlidos absolutos y relativos reciban el mismo sueldo, por qu razn? Simple-mente porque el Ejrcito recibi una modificacin de sueldos a finales de septiembre de 1882. Como la ley de recompensas fue dictada en diciembre del 1881 y estableca que las pensiones se fijaran segn el suel-do que reciba el beneficiado al momento de ser herido, se produjo una desigualdad en las remuneraciones entre veteranos con el mismo tipo de invalidez. Para ejemplificar, un soldado de infantera declarado inva-lido absoluto y que fuera herido antes de septiembre de 1882 reciba una pensin de 11 pesos, mientras que otro, del mismo rango, arma y grado de invalidez, malogrado despus de aquella modificacin salarial, perciba 15 pesos al mes. Este problema fue zanjado recin en 1888 al disponer la base de las pensiones en los sueldos fijados en 1882.

    15 Diario Oficial de la Repblica de Chile, 30 de enero de 1885, N 2.334. Archivo Histrico Vicente Dagnino, Fondo Intenden-cia de Tacna, Sub-fondo Diarios Oficiales, Volumen 1.

    16 Memoria que el ministro de Guerra presenta al Congreso Nacional en 1886 En: Diario Oficial de la Repblica de Chile del 11 de octubre de 1886, N 2856. Archivo Histrico Vicente Dagnino, Fondo Intendencia de Tacna, Sub-fondo Diarios Oficiales, Volumen 4.

    17 Ministerio de Guerra: Memoria que el Ministerio de Guerra presenta al Congreso Nacional en 1887. 1887. P. 23. 18 Ministerio de Guerra: Memoria del Ministerio de Guerra presentada al Congreso Nacional en 1890. 1890. Pp. 356 a 366. 19 Memoria que el Ministro de Guerra presenta al Congreso Nacional en 1886, op. cit. 20 Ministerio de Guerra: Memoria que el Ministerio de Guerra presenta al Congreso Nacional en 1887. 1887. P. 32.

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    Las pensiones no eran una riqueza, el gobierno lo saba, el Congreso era consciente, pero nada se hizo por subsanarlo al menos en el perodo en estudio. El ministro de Guerra, en sesin en el Senado, apunt al respecto sobre los sueldos del Ejrcito que afectaban evidentemente a las pensiones de invlidos, lo siguiente:

    () es cierto que nuestros soldados no alcanzan a satisfacer las mas premiosas necesidades de su familia con el sueldo que reciben.21

    Pero pese a todo lo hecho, las pensiones otorgadas eran nfimas y no permitan la mantencin hol-gada de un hogar. En un Chile sin legislacin social, los invlidos comenzaron a caer por el peso de la realidad, siendo este un problema que puede profundizarse an ms.

    CoNCLUSIoNES.

    Hemos dado pinceladas a una temtica sumamente densa y extensa, que ha sido estudiada por pocos especialistas, quedando muchas preguntas por responder y otras por nacer.

    Enfocndonos en nuestro lmite temporal, la ley de recompensas de 1881 fue un total acierto del Esta-do, pero que evidenci la carencia de una legislacin socio-militar para acudir en ayuda de los que la guerra dejaba fsicamente incapacitados. Chile era un pas ya con tradicin militar, con una guerra de indepen-dencia, dos conflictos internacionales y tres guerras civiles y, hasta ese momento la ayuda hacia deudos se limitaba al montepo militar de 1855, que beneficiaba solamente a oficiales y sus familias. Por ello, la ley de recompensas result importantsima, promulgndose en un momento oportuno al estar an la guerra en curso y por ende, con un actuar ms consciente de los parlamentarios, el gobierno y con una sociedad completamente comprometida con las problemticas sociales que se evidenciaban con el pasar del tiempo.

    Los invlidos fueron entendidos, con justa razn, como cargas por el Estado, ya que, por su actuacin en un conflicto internacional, defendiendo los intereses del pas, sufrieron un cambio radical en sus vidas. Cosa que no fue interpretada de la misma forma para con los que volvieron ilesos, ya que estos, en edad productiva, volvieron a sus actividades normales o buscaron nuevos horizontes laborales, sin descartar que algunos quedaran en la ms absoluta miseria, viviendo de la caridad, por no decir del vagabundaje.

    La inclusin de prtesis y aparatos que suplieran los miembros mutilados, y sus funciones, fue un paso tan novedoso que no haba conocimiento cabal en el pas de su fabricacin y precio, pero que demostr que con un beneficio econmico no era suficiente para una reinsercin exitosa en la sociedad. Con ello se rozaba, cons-ciente o inconscientemente, la rehabilitacin. En este mbito queda una laguna interesante, ante la cancelacin del contrato con A. Baudon. El gobierno con quin lo reemplaz?, Se siguieron entregando prtesis?

    21 Cmara de Senadores. Sesin 14 ordinaria del 13 de julio de 1888. En Diario Oficial de la Repblica de Chile del 19 de julio de 1888, N 3.351. Archivo Histrico Vicente Dagnino, Fondo Intendencia de Tacna, Sub-fondo Diarios Oficiales, Volumen 8.

  • EN EL CUERPO, CICATRICES. INVLIDOS DE LA GUERRA DEL PACFICO. (1881 - 1890)

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    As, el perodo entre 1881 y 1890 dej un trabajo arduo para el Estado, particularmente para quienes recibieron la tarea de tramitar las peticiones y certificar la invalidez. Ello asociado a la gran cantidad de per-sonas que solicitaron ser beneficiados, siendo riguroso el proceso antes de establecer el beneficio. Esto llev a que un nmero importante de solicitudes fueran rechazadas por no cumplir las condiciones, lo que nos lle-va a realizar nuevas preguntas respecto al porqu de ello. La ley no se entenda? Careci de difusin apro-piada? O simplemente signific un intento de aprovechamiento por parte del solicitante no beneficiado?

    Si bien el pasar de los invlidos del 79 no fue preocupante o supuso una discusin permanente, como se generara en los inicios del siglo XX, no signific tampoco una mantencin holgada de sus vidas, ya que las pensiones no eran cmodas. Si un veterano compraba un kilo de carne, uno de charqui, uno de azcar y uno de arroz, todo le costaba 1 peso y 75 centavos en promedio, en 1881.22 Resumimos el pasar de los lisiados en pala-bras del, por entonces, coronel Jos Velsquez, como Diputado por Quillota en una de las sesiones del Congreso:

    En Santiago, 800 soldados mutilados no tienen cuarteles, ni siquiera una pieza en que guare-cerse. El 1 de este mes, estos gloriosos invlidos llenaban la plazuela de San Isidro, esperando en medio de la lluvia que se les pasara revista i se les pagara.

    Creo que el deber de los representantes del pas en este aniversario (de la Toma de Arica), es tratar de llevar el bienestar a esos mutilados en servicio de la patria.

    Igual cosa que en Santiago pasa en el resto de la Repblica. En Coquimbo, como puedo palparlo siendo Intendente de aquella provincia, me v en precisin de proporcionar una pieza de mi casa a muchos de esos invlidos, que pasan de ciento.

    Pido, pues, a la Cmara que, para aliviar la condicin de estos mutilados, autorice al Presidente de la Repblica para que invierta hasta la cantidad de 200.000 pesos en construir casas o cuarteles en los diferentes pueblos de la Repblica que juzgue conveniente, para proporcionar un asilo a estos buenos servidores del pas.23

    Este proyecto nunca se realiz, y de aquella realidad llamada Pago de Chile, el Estado tard en ha-cerse cargo, dejando pasar un tiempo invaluable para volver a legislar y entregar pensiones permanentes a los excombatientes, pero que nos dej una problemtica social que evidencia que los hroes, la gloria y el reconocimiento pueden llegar a ser en ocasiones premiados y en otras tristemente ignorados.24

    22 Carlos Mndez Notari, op.cit. P. 61. (No presenta fuente para los precios publicados). 23 Cmara de Diputados, Sesin 3 ordinaria del 7 de junio de 1888. En Diario Oficial de la Repblica de Chile del 9 de junio de

    1888, N 3.318. Archivo Histrico Vicente Dagnino, Fondo Intendencia de Tacna, Sub-fondo Diarios Oficiales, Volumen 9. 24 Sinceros agradecimientos a quienes, de alguna manera, ayudaron a que este artculo naciera y se desarrollara. A mis amigos,

    profesores y formadores Roberto Zagal Ahumada, Daniel Castillo Ramrez, Rodrigo Ruz Zagal, Javier Manrquez Ferreira, Mauricio Pelayo Gonzlez, Enrique Cceres Cuadra y a Pedro Hormazbal Espinosa, las gracias.

  • CUADERNO DE HISTORIA MILITAR

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    BIBLIoGRAFA

    Archivos:

    Fondo Intendencia de Tacna, Sub-fondo Diarios Oficiales, Volumen 1, 4, 8 y 9 en Archivo Histrico Vicente Dagnino.

    lbum de los Invlidos de la Guerra del Pacfico. 1884 en Archivo Histrico del Ejrcito.

    Fuentes impresas:

    La Semana Militar del 23 de Junio de 1901.

    Ministerio de Guerra, Memoria del Ministro de Guerra presentada al Congreso Nacional correspondien-te al ao de 1881. Imprenta Nacional, Santiago, 1881.

    Ministerio de Guerra, Memoria del Ministerio de Guerra presentada al Congreso Nacional en 1882. Im-prenta Nacional, Santiago, 1882.

    Ministerio de Guerra, Memoria del Ministro de Guerra presentada al Congreso Nacional en 1886. Im-prenta Nacional, Santiago, 1886.

    Ministerio de Guerra, Memoria del Ministerio de Guerra presentada al Congreso Nacional en 1887. Im-prenta Nacional, Santiago, 1887.

    Ministerio de Guerra, Memoria del Ministerio de Guerra presentada al Congreso Nacional en 1890. Im-prenta Nacional, Santiago, 1890.

    VARAS, Jos Antonio. Recopilacin de Leyes, rdenes, Decretos Supremos i Circulares Concernientes al Ejrcito. Tomo VII. Santiago. Imprenta Nacional. 1888.

    Libros y artculos:

    MNDEZ NOTARI, Carlos. Hroes del Silencio. Los Veteranos de la Guerra del Pacfico. Centro de Estu-dios Bicentenario, Santiago, 2004.