Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

28
CUADERNO DE HEIDELBERG EJERCICIOS AL DICTADO (2011-2012) IGNACIO CAPILLA VALLS

Transcript of Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

Page 1: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

CUADERNO DE HEIDELBERGEJERCICIOS AL DICTADO

(2011-2012)

IGNACIO CAPILLA VALLS

Page 2: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

I

NO QUIERO EMPEZAR MINTIÉNDOTE:

he hablado de ti en otros ambientes,

y no precisamente bien.

Podría haber mencionado, de pasada,

tu puente y tu castillo,

tus calles adoquinadas,

o tu precioso otoño,

pero no...nada de eso he comentado

¡sólo se me ha ocurrido despotricar!

“¿Sabéis que en las aguas de su río

nadan peces radioactivos?”

“¿Sabéis que las calles de su puerto fluvial

huelen a meada cervecera?”

No te dejo, aunque lo intente, en buen lugar:

y cuando se me ocurre elogiarte,

me vienen a la mente las intrascendentes imágenes

de un cruce de vías,

de una cancha de baloncesto,

de un camino en el parque,

de un paso subterráneo,

de un gymasium de vidrio y hormigón,

de unos grandes almacenes,

de una cabina telefónica color magenta,

de una gasolinera,

de una panadería gratamente olorosa,

de una cadena de puestos de bocadillos,

de un restaurante indio,

de una librería de lance,

de unas obras municipales,

de unas campanas de una iglesia,

de unos mendigos junto a la estación,

de un taxi color crema en la oscura noche,

de una calle residencial silenciosa y húmeda,

de una casa de dos pisos con jardín,

de una sinagoga,

y de todo un recorrido hecho a pie,

Page 3: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

al caer la noche.

Ya me invento hasta recuerdos,

relacionados contigo:

caminando por tus calles con una cerveza entre manos,

recorriendo tus calles sin luces en bicicleta,

esperando no sé a quién en la entrada trasera del Kaufhof,

fabricando muñecos de nieve en la plaza de la iglesia,

conversando con las ancianas que alimentan a las palomas...

Pero si hablo mal de ti, la mayor parte de las veces

es más por amor que por odio.

Me hubiese gustado deleitarme más en tus entrañas,

visitar más tus locales de moda,

conocer un poco por encima a tus jóvenes vecinos,

sentir ese calor especial que – dicen -

se respira en tus terrazas.

Pero no me dejaste mucho tiempo.

He pensado volver – tu mono me lo dijo – .

Pero en realidad te odio:

bien hubiese deseado que los bombardeos aliados

te hubiesen destrozado,

de arriba abajo, y no quedase ni siquiera en pie

la más insignificante lápida de tu cementerio.

Pero en realidad te amo:

bien hubiese deseado perderme en tus colinas

y escuchar el brollar

de tus manantiales y torrentes,

y el susurro

de las ramas de tus bosques,

en los que, silenciosos, andan los erizos, mis amigos.

Y perder en mi vagar

completamente la cabeza.

Page 4: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

II

LA ESCRITURA NO DEBE SER

la revancha de los sinsabores personales,

ni el archivo de las pequeñas mezquindades cotidianas,

ni la histérica y encarnizada defensa del orgullo herido.

La escritura debe ser

la voz de los mil cuerpos

atravesados por dardos y emociones

como pequeños sebastianes.

La escritura no debe ser

el elenco de los amores consumados,

ni la ampulosa escenografía de una vida pobre,

ni la búsqueda de explicaciones en la cuna y los amigos.

La escritura debe ser

la curiosidad nunca satisfecha

por saber en qué carajo piensan

los animales y las piedras.

La escritura no debe ser

el onanismo del que escribe y se lee a sí mismo,

ni la voluntad burguesa de inflar el globo del yo,

ni la manía de escribir sin terminar el renglón.

La escritura debe ser

la carta invisible, escrita no en papel

sino en el aire, en la que dancen

todas las letras sueltas.

Page 5: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

III

CONCEPTUAL Y TÍMIDO EN CUANTO ALTIVO;

decadente y melancólico en cuanto melodramático;

lúcido y perfeccionista en cuanto perezoso,

todo eso soy yo.

Me gustaría ser como no soy

pero en el fondo, estoy encantado de conocerme,

y de hablar a solas con mis fantasmas

y de llevar esta vida de monje bebedor

que desea a toda costa los placeres

pero que por vagancia no los busca,

más bien porque sabe que de encontrarlos

por azar, su efecto será mayor.

Y a veces pienso si encontraré en mi nuevo deambular

a alguien que conozca a Oliveira,

a alguien que ame el sebastianismo,

a alguien que adore las imágenes en movimiento,

a alguien, en definitiva, que pueda reemplazarte,

y con el que jugar de nuevo a no querer crecer,

a hacer de la ciudad un gran tablero,

y echar horas y horas pensando en arte y en elencos.

Pero me temo que aquí, entre estos muros,

no encontraré lo que busco.

Te cansaste de este individuo que ejecutaba siempre su papel

de padre y diplomático en las distancias cortas,

y al que le cambiaba la voz al hablar con extraños.

Y no te culpo, pues mi fachada de profesor

es aburrida y jactanciosa: habla con tonito.

Ahora que soy más viejo y no más sabio,

y me he vuelto un poco más sectario,

más exigente con los otros y, al mismo tiempo,

más despreocupado, echo de menos tu imagen

de amiga y amante ideal: una imagen, por supuesto,

construida por mi imaginación en los grandes momentos del amor.

Page 6: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

Pero no lo creas, en realidad el amor es una gran cosa:

el arroyo que se precipita ladera abajo

en el deshielo de primavera;

el territorio del que proviene la música.

No se nos permite la estancia mucho tiempo en sus confines;

vuelve el invierno, y los arroyos se congelan;

acaba el concierto y se encienden las luces:

pronto somos expulsados de esa tierra prometida,

o más bien nos expulsamos.

Pero quienes, como nosotros,

han pasado una noche entre sus almohadones

y han creído ver la luz,

ya nunca vuelven a estar solos.

Page 7: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

IV

PÁLIDA AMIGA DE ESPÍRITU LIBRE Y CABEZA LOCA,

¿volveré alguna vez a sentir la calidez de tu cuerpo junto al mío?

Has volado como uno de esos globos de colores

que, dejados de las manos de los niños,

se pierden en el cielo.

Espigada amiga de alma fantasiosa y cabeza práctica,

¿podré posar mi mano otra vez en tu cabeza y en tu cuerpo?

¿podré sentir de nuevo tus caricias?

Quise creer que tu vuelo era el de la cometa,

y yo podría sujetarla aun al suelo.

Pero la cuerda se me escapó y, cuando quise reaccionar,

estabas ya en contacto con las nubes.

Sé, al conocerte demasiado,

que como amante de las cumbres

a los valles habrás de descender,

aunque sea sólo a beber agua.

Pero en ellos no permanecerás largo rato,

pues como amante de los cambios

prefieres torrentes a glaciares,

y días nublados a aquellos soleados.

Podría contentarme, aquí abajo,

con la contemplación de tu vuelo,

pero he comprendido que mejor sería que volase yo también,

al menos por el momento,

aunque no sé hacia dónde ni con quién.

He de reconstruir mis alas;

rozaron demasiado pronto el sol,

y, calcinadas, las plumas se perdieron entre el mar y la maleza.

Ten paciencia y espera que las encuentre

y pegue, una a una, las plumas a mi espalda,

a fin de remontar yo también el vuelo,

y surcar el cielo en acrobacias que rimen con las tuyas.

Page 8: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

V

HEIDELBERG – LUDWIGSHAFEN – MANHEIM – HAHN

No miraste atrás,

en la avenida de las hojas caídas.

No miraste atrás,

atravesando las vías del tranvía,

y yo seguí con la mirada

tu rápida marcha,

hasta que el color azul de tu anorak

se perdió entre los amarillos, verdes y rojos

de aquella mañana de otoño.

Hacía un buen día

y el sol brillaba sobre la estación,

sobre las fábricas, sobre los terraplenes de tierra negra.

Al recordar tu rostro, mis labios temblaban.

Y mi pecho se oprimía.

Entre Ludwigshafen y Manheim me comí el bocadillo,

y sin darme cuenta, empecé a disfrutar.

Sentía la excitación incierta del inicio de un largo viaje.

Después atardeció. Un cielo gris.

Gris como otros cielos de otras tierras,

cielos altos y despejados, de un azul lívido.

Bandadas de pájaros. Es el Otoño.

El paisaje cambió. Ya no había casas, solo colinas,

y bosques espesos, densos e impenetrables,

como costras sobre la tierra negra.

Igual de espesa, densa e impenetrable

era entonces la confianza que depositaba en el futuro,

aunque ocultase, y eso lo sabía, una montaña negra de temores.

Page 9: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

VI

HEIMATLIED

Cuando por fin regreses de tu largo peregrinaje,

has de saber que puede que tu casa esté vacía

y que te decepcionen sus paredes y sus muebles.

Ante el umbral puede que temas entrar

solo de imaginar la humedad de las paredes.

Ante el umbral puede que temas entrar

solo por miedo a no hallar recuerdos cariñosos.

Ante el umbral puede que temas entrar

solo de pensar en quedar de nuevo allí encerrada.

Pero antes de cruzar el umbral

echa un vistazo a tu entorno:

¿no están allí las calles estrechas,

la ermita, y más allá la olivera?

¿no ves acaso la Naturaleza

salpicando de piteras las cunetas?

Imagina tu vuelta en tren, o en camioneta:

el sol ilumina los campos tras la tormenta,

y en los naranjales, las avispas chapotean

en el barro, entre surco y surco.

¡Que tales imágenes sean un escudo

que te proteja del vacío de tu hogar recobrado!

¡Que tales imágenes sirvan para cubrir,

como mentiras piadosas, la desnudez de tu casa!

Antes de cruzar el umbral

recuerda todo lo visto y oído,

las distintas voces y colores.

El alivio de tales imágenes

contribuirá a que tu casa ames,

aunque de ella sepas,

como sabes,

que jamás ha contenido nada,

y que nada habrá en ella

a tu llegada.

Page 10: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

VII

23 de mayo

Llevaba tiempo dando vueltas a la idea de hacerme daño,

un poco como quien juega,

y finalmente la tercera bala, al parecer la más inocua,

no pude esquivar.

Por la mañana me crucé con un fantasma del pasado,

que, deliberadamente o por azar, cambió de acera al verme,

y al que estuve tentado de seguir

y sorprender en una esquina.

Pero de la persecución finalmente desistí;

no quise caer en el ridículo de dar explicaciones.

Luego compré unas películas que había visto contigo,

y que me traen los mejores recuerdos de mi vida.

Y esa misma tarde, tras esquivar dos accidentes en bicicleta,

- primero contra otra bici, luego contra un peatón,

sin frenar en ningún caso -

la tercera bala llegó.

Sentir que una parte de mi cuerpo se ha roto,

y no en sentido figurado,

me ha hecho reparar más en mí, y en no hacer planes.

Supongo que se ha tratado de una advertencia:

que asuma menos riesgos,

que viva con más tranquilidad,

que acepte la vida tal y como es,

o tal y como se me presenta.

Han sido muchos meses de combate

entre lo que sé, o creo saber, y lo que es, o creo que es;

sé lo que nos une y nos ha unido, nuestras almas y vidas gemelas;

es la distancia y el tiempo, la separación y los caminos divergentes.

Y el combate, bien es cierto, había trascendido a un plano físico:

el hecho de estar contigo y contra ti,

y, en el fondo, conmigo y contra mi,

estaba consumiéndome.

Pero hoy sé

Page 11: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

que no sé qué es lo que sé,

ni tampoco sé lo que es.

A fin de cuentas, ni sé qué quiero, ni quiero preguntármelo,

pues querría dejar de padecer.

Page 12: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

VIII

EN CUANTO BURGUÉS,

concibo la sala de cine

como el templo de una religión sin dioses,

al encuentro

de la trascendencia perdida,

aunque en realidad

busque las certidumbres añoradas

y un lugar donde llorar.

En cuanto burgués,

concibo la sala de cine

como el espejo ante el camino,

al encuentro

de la dosis consabida de catársis,

aunque en realidad

busque superar la propia vida

desde la pasividad de la butaca.

En cuanto burgués

concibo la sala de cine

como el aula magna de una universidad popular,

al encuentro

de conceptos encarnados en luces, tramas y personas,

aunque en realidad

busque ampliar el bagaje de anécdotas y curiosidades

a fin de aparentar ser más listo de lo que soy,

o, al menos, un poco más competente

en el campo roturado de la cultura general,

único terreno en el que se me permite correr,

soñar, delirar, suspirar y amar,

como un burgués más,

anodino, pedante y cultivado.

Page 13: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

IX

ESTÚPIDA FALANGE IZQUIERDA:

te estoy agradecido.

Necesitaba convalecencia, reposo y procurar por mí mismo,

y obligándome a encamarme, en sueños

me has conducido de nuevo a la orilla,

y entre las ruinas de las civilizaciones hundidas,

allí me has dejado, a la espera del tiempo de los cambios.

Estúpida e insignificante falange izquierda:

me siento recompensado.

Mientras esperaba mudar de piel

y de vicios con fuerzas renovadas,

me nombraron cuatro veces en la tele,

y no sé si podría haber logrado esos efímeros minutos de gloria,

de no ser por la reclusión a la que me has forzado.

Estúpida, insignificante e inútil falange izquierda:

no sabes cómo me has salvado.

Me has forzado a mirarme de nuevo en el espejo,

y no me he conformado con mi rostro, ni con mi rostro reflejado.

Sobre éstos se ha superpuesto una proyección en súper-8:

una imagen temblorosa, que viene y va, de un rostro amigo,

cuyos límites coinciden siniestramente con los míos.

Estúpida, insignificante, inútil y amistosa falange izquierda:

escucha lo que te digo.

Ese rostro de mirada felina, pómulos altos y sonrisa amiga,

no se parece en nada al mío, pero habita en mi,

como una presencia siempre fresca, como una primavera renacida mil veces,

y me impele a vivir con fuerza, olvidando quien era y quien soy,

trascendiendo a un tercer plano.

Page 14: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

X

CADA DÍA MÁS PEQUEÑO

me estoy haciendo,

cada día más insignificante,

y si me lo propongo

puede que incluso

llegue a desaparecer.

El tiempo anda

ajustándome las tuercas,

quitándome la grasa

y las ganas de comer.

Y siempre habita

el abatimiento

en la sombra proyectada

por los momentos de dicha.

Page 15: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

XI

SALIR DE LA VIDA A TRAVÉS DE LA VIDA,

y perfeccionar y pulir el método

para trascurrir con optimismo,

procurando por uno mismo

sin apartar en ningún momento

la mirada del abismo;

y observar y escoger,

entre el sin fin de rostros amables

que la vida planta ante los ojos,

aquel cuya sonrisa

prometa un claro en el bosque,

un remanso en el atolondrado

precipitarse del torrente,

un anuncio de entrega sin condiciones;

y desear amar,

amar sin límites, amar hasta el extremo,

amar sin respiro, amar agradeciendo,

amar los labios, amar los cuerpos,

y apartar de sí el egoísmo

de desear ser siempre amado.

Page 16: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

XII

EN EL PARQUE DE LOS SKATERS

caen las primeras hojas del otoño.

Los skaters ocupan hoy

el tiempo

que antes nos daba sentido

a ti y a mi,

y hoy se lo da a ellos.

Pues años atrás,

- apenas durante una primavera -

Deleuze hablaba de nosotros,

Astrud estaba de nuestra parte,

y Dadá obraba prodigios

en nuestras proximidades.

Hubo un tiempo

en que tocar un cuerpo

era idéntico

a posar un dedo

sobre cualquier calle del mapa:

la ciudad nos atravesaba

y nos hería de gozo,

y soñábamos con acostarnos en Estambul

y despertarnos en Tokyo,

sin salvar ni siquiera sus murallas.

¡Las esquinas!, ¡las basuras!, ¡las palomas!,

iluminadas por la luz del Arte:

el único árbol

que seguía solemnemente en pie

tras las tormentas

en el bosque de los ídolos.

Pensábamos que tener una galería,

y trasnochar en compañía de poetas,

alcanzaba más lejos que el amor

y, por supuesto, más allá del sexo.

Pero cambió la década.

Nos hicimos mayores,

Page 17: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

llegaron las obligaciones.

Ya no se podía hablar más tiempo

de infrarrealismo

ni de suprarrealismo,

y la Realidad,

a pesar de los poetas,

a pesar de los filósofos,

quedó reducida

a cuatro palabras malsonantes.

El tiempo pertenece

a los skaters, digo.

Así que el día menos pensado,

y sin previo aviso,

me pego un tiro.

Page 18: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

XIII

LOS DEMASIADO ARRAIGADOS

(opereta)

[todos]

“¿Dónde has estado?”.

Yo

“Dando vueltas como un tonto

por una ciudad demasiado grande,

habitada por gente que desconozco.

¿Cuándo los gorilas tirarán de mis axilas

y me arrancarán del tiesto?”

Los demasiado arraigados:

[todos]

“¡Cuando vueles junto a las golondrinas africanas

hacia los impenetrables bosques del norte!”

Demasiado arraigado número 1:

“¡Corre! ¡Corre!

¡No pierdas el tiempo!

¡Salta y brinca sobre la hojarasca!

¡Aparta de ti las ramas bajas!

¡No oses pisar a los escarabajos verdes!

¡No despiertes de su sueño a los erizos!

¡Abre la boca cuando llueva,

y permite que las gotas se deslicen

de hoja en hoja hasta tu boca!”

Demasiado arraigado número 2:

Page 19: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

“¿Te dijeron muchas veces “no”?

¡Pues haber gritado tú “sí” hasta quedar afónico!

¡De nada sirve que nos presentes

el historial de sinsabores pasados!

¡Aquí no aceptamos esas credenciales!

¡Una hoja de servicios

sin amigos, sin familia, ni trabajos,

qué coño nos importa!”

Demasiado arraigado número 1:

“¡Escucha! ¡Atiende!

El agua del arroyo cae de roca en roca.

Un cuervo grazna en lo alto del ciprés.

Cruje la hojarasca bajo las pezuñas del ciervo.

Un jabalí furioso destroza los matorrales.

El viento ulula entre las ruinas del teatro griego.

Las zarzas se agitan, y sobre ellas, las abejas.

Borbolla el agua caliente del baño de los monos.

Un lloro lejano llega a tus oídos

a través de las montañas:

un niño se habrá caído

mientras conversan dos vecinas.

¡Agudiza el oído!

El ruido de un motor.

Palabras árabes. Palabras húngaras. En el valle.

El ahogado ladrido de un perro sin su amo.”

Demasiado arraigado número 2:

“¡Sintetiza! ¡No pierdas el hilo! ¡No te pongas melancólico!”

Yo:

“¿Cuánto tiempo hace que las mozas del lugar

no ascienden hasta el merendero

a lavar sus ropas y a verlas secar?”

Page 20: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

Demasiado arraigado número 2:

“En el mercadillo de ocasión

venden relojes suizos. Una mesita de color caoba.

Unas flores de plástico. Unos libros viejos.

Un rosario. Estampitas de la virgen.

Reposabrazos. Dos o tres sillines.

Vinilos démodée. Un collar de perlas.

Camisetas de moda. Una dentadura.

La peluca de una vieja. Condecoraciones militares.

El reverso de una carta de amor.

Sobres de colores. Un ojo de cristal.

Una amatista. Un farol. Una mariposa (de celofán).

Y mientras tanto, ese tipo de la esquina pretende

que todos paguen por sus amarguras,

¡y piensa vaciar el cargador!”

Demasiado arraigado número 1:

“Allí, en lo alto de la colina,

los antiguos nos hacen gestos con la mano.

¿Quieren que vayamos a su encuentro?”

Demasiado arraigado número 2:

“¡Eso parece!”

Demasiado arraigado número 1:

“¿Quieren aportar una solución a nuestros problemas?”

Demasiado arraigado número 2:

“¡No creo!”

Demasiado arraigado número 1:

“¿Nos invitarán a una taza de té o a una pierna de cordero?”

Page 21: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

Demasiado arraigado número 2:

“¡Qué menos!”

Demasiado arraigado número 1:

“No, no, no ¡Observa mejor!”

Yo:

“¡Se ríen!

¡Se están riendo de nosotros!”

Page 22: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

XIV

EQUIDISTANTE,

contigo y contra ti,

aquí estoy, digamos

en un punto medio.

Contigo, eterno, de acuerdo;

contra ti, contra tus barbas

y tus elencos, no lo niego.

Dime si me equivoco

y no eres tú la realidad,

eterna y cargada de sucesos,

laberinto en línea recta

en el que nacimos y moriremos,

y en el que luchamos,

torpemente, inútilmente,

por ser algo, por ser alguien,

por querernos y juntarnos.

La razón mía no esclarece

y niega lo que sé por intuición:

y es que no hay más dios

que la realidad,

y que en ella nada hay más

que la realidad.

Page 23: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

XV

TE CAIGO BIEN Y NO ME QUIERES;

te quiero y no me caes bien.

Pero si para existir

yo necesito pensarte,

y tú por mí ser pensado,

es que hubo un tiempo

en que un todo formamos,

antes del desgarro.

¿Acaso puede el amor

superar la escisión?

Mi amor no puede abarcarte,

y a mi libertad no das alcance;

de tu amor tan indigno soy yo

como tú del mío, libres los dos.

Mas vagar será peregrinar

un día, y la naturaleza circundante

demostrará cómo deriva

de un manantial inagotable.

Page 24: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

XVI

HE PERDIDO LA INTENSIDAD,

la intensidad del ayer:

de un mundo de fronteras derribadas,

de comunión con los objetos.

Añoro incluso la ruptura, el desgarro,

que al menos, y a su manera,

fue intensidad.

Page 25: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

XVII

NECESITO DULCES SUEÑOS HOY, DÁMELOS;

y ensártame con tu alfiler, enmárcame

en tu despacho como raro ejemplar,

pues tras el cristal el tiempo se detiene.

Colmaré la curiosidad de tus visitas,

y aunque se diviertan con la espasmódica

agitación de mis frágiles patitas,

hazles saber que producto placentero es

de pathos, no así de mortal felicidad.

Page 26: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

XVIII

EN EL MUNDO DE LA ESPERA QUE HABITAMOS,

un mundo sin dioses, anhelamos

el sueño que de niños

creíamos radicado

en una lejana ciudad.

Poetas vagabundos cantarían allí

historias de amor que parecían una sola,

con idénticos obstáculos, éxtasis y engaños.

Apartados de ese mundo repetitivo y seguro,

no hacemos otra cosa que esperar

la hiriente luz de la hora de cierre de los bares.

Pero al igual que en nuestro mundo sin dioses

se cuela a veces uno despistado,

y nos junta en una barra o en un baile,

también en el pasado mundo de los dioses

habita la oscura y triste acción

de la estúpida ley de los hombres.

Page 27: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

XIX

TUVE UN SUEÑO,

te lo voy a contar:

teníamos que enterrar a mi abuelo

en la alquería del pueblo.

Su cadáver, desnudo y robusto, esperaba sobre el suelo

compuesto por tierra compactada y azulejos rojos,

cuando por la puerta entraron con otro,

idéntico en todo, envuelto en en una lona de plástico.

Observando mejor, había leves diferencias.

A ese cuerpo nuevo, colocado junto al viejo,

le crecía vello rizado en los hombros,

y no le faltaba un solo cabello en su morena cabeza.

Entonces me di cuenta de que

el segundo cuerpo que ya estaba, noble y pesado,

quizá más delgado, en contacto con el frío suelo,

- cuerpo que, por otro lado, solo yo veía -

no era otra cosa que su alma.

- Die Seele -

Que no es otra cosa que un cuerpo.

Page 28: Cuaderno de Heidelberg Ejercicios Al Dictado

XX

HORTVS PALATINVS

Nubarrones copiados de Giorgione,

hay hoy en aquellos cielos lívidos

del otoño, antes rasos y alegres,

que vaticinaban crudos inviernos.

El sol doraba bosques y colinas;

hoy, sin él, contemplamos el río

que repta como una negra babosa

en múltiples, contrarias direcciones.

Las calles han cambiado su trazado,

han cerrado tiendas y galerías,

no se erigen monumentos al futuro

y crece la herrumbre en los autómatas.

No oigo los pájaros mecánicos,

y esos mitos y esas fuentes no son más

que representaciones para viejos

maquillados y carentes de pasión.

Limpios y decapados por el tiempo

que avanza y retrocede, en espiral,

identificamos con el recuerdo

lo que ha sido sólo un confuso sueño

que ayer vivíamos narcotizados,

menos sabios, pero quizá más bellos,

como naturaleza no domada

en laberintos de fría razón.