Csv 3 m psicología segunda guía bases biológicas de las emociones 2014

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“¿Qué es una emoción? El diccionario nos dice que la raíz latina de la palabra emoción es emovere, formada por el verbo «motere» que significa mover y el prefijo «e» que implica alejarse, por lo tanto la etimología sugiere que una emoción es un impulso que nos invita a actuar. A actuar ¿cómo y cuándo? Eso lo determina el tipo de emoción. Con los nuevos métodos para explorar el funcionamiento del cuerpo y del cerebro, los investigadores descubren cada día más detalles bioquímicos y fisiológicos, para explicar cómo es que una emoción prepara al organismo para una clase distinta de respuesta. Desde que el hombre apareció en la superficie de la tierra, contó con dos sistemas que lo ayudaron en su labor de supervivencia: el Simpático y el Parasimpático. Se trata de dos sistemas primitivos, pero que hasta el presente nos acompañan y entran en acción no sólo en momentos de peligro, sino que desempeñan un papel importante en cada aspecto de nuestra vida diaria, minuto a minuto. Sin ellos no podríamos subsistir pues sucumbiríamos ante los retos externos e internos a los que nos vemos expuestos. Ocurre, como regla general, que mientras más primitivo es un componente del Sistema Nervioso Central, menos dependiente es de las funciones cerebrales más sutiles y desarrolladas de la corteza. Tal vez ahí que el nombre correcto para llamar a este sistema primitivo sea el de Sistema Nervioso Autónomo. Aunque el Sistema Nervioso Central tiene cierto grado de influencia sobre la expresión del Autónomo, la mayor parte de sus reacciones son totalmente autónomas y es por esto que los seres humanos pasamos trabajos para controlar la manifestación espontánea de nuestras emociones. La zona más primitiva del cerebro es el tronco cerebral que rodea la parte superior de la médula espinal y que regula las funciones vitales básicas del ser humano, como son la respiración y el metabolismo. A partir de esta raíz cerebral surgieron los centros emocionales y millones de años más tarde, a partir de esas áreas emocionales, evolucionó el cerebro pensante o «neocorteza». Es importante reflexionar en torno al hecho de que el cerebro «pensante» surgió del «emocional», pues nos revela que el cerebro emocional existió mucho tiempo antes que el racional. Sin embargo, ¿qué fue primero, la gallina o el huevo?, ¿el pensamiento o la emoción? Por ejemplo, cuando nos vemos expuestos a una Psicología – tercer año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 1 Guía de Lectura, Aplicación de contenidos y Reflexión– Filosofía y Psicología – Tercero Medio – Unidad: Procesos biológicos y psicológicos de la conducta – TEXTO 1: LAS EMOCIONES QUE NOS MUEVEN AUTOR: LAURA ESQUIVEL. Escritora mexicana nacida en 1950. Escribió la novela “Cómo agua para chocolate” que fue llevada al cine. LIBRO: EL LIBRO DE LAS EMOCIONES.

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“¿Qué es una emoción? El diccionario nos dice que la raíz latina de la palabra emoción es emovere, formada por el verbo «motere» que significa mover y el prefijo «e» que implica alejarse, por lo tanto la etimología sugiere que una emoción es un impulso que nos invita a actuar.

A actuar ¿cómo y cuándo? Eso lo determina el tipo de emoción. Con los nuevos métodos para explorar el funcionamiento del cuerpo y del cerebro, los investigadores descubren cada día más detalles bioquímicos y fisiológicos, para explicar cómo es que una emoción prepara al organismo para una clase distinta de respuesta.

Desde que el hombre apareció en la superficie de la tierra, contó con dos sistemas que lo ayudaron en su labor de supervivencia: el Simpático y el Parasimpático. Se trata de dos sistemas primitivos, pero que hasta el presente nos acompañan y entran en acción no sólo en momentos de peligro, sino que desempeñan un papel importante en cada aspecto de nuestra vida diaria, minuto a minuto. Sin ellos no podríamos subsistir pues sucumbiríamos ante los retos externos e internos a los que nos vemos expuestos.Ocurre, como regla general, que mientras más primitivo es un componente del Sistema Nervioso Central, menos dependiente es de las funciones cerebrales más sutiles y desarrolladas de la corteza. Tal vez ahí que el nombre correcto para llamar a este sistema primitivo sea el de Sistema Nervioso Autónomo. Aunque el Sistema Nervioso Central tiene cierto grado de influencia sobre la expresión del Autónomo, la mayor parte de sus reacciones son totalmente autónomas y es por esto que los seres humanos pasamos trabajos para controlar la manifestación espontánea de nuestras emociones.

La zona más primitiva del cerebro es el tronco cerebral que rodea la parte superior de la médula espinal y que regula las funciones vitales básicas del ser humano, como son la respiración y el metabolismo. A partir de esta raíz cerebral surgieron los centros emocionales y millones de años más tarde, a partir de esas áreas emocionales, evolucionó el cerebro pensante o «neocorteza».

Es importante reflexionar en torno al hecho de que el cerebro «pensante» surgió del «emocional», pues nos revela que el cerebro emocional existió mucho tiempo antes que el racional. Sin embargo, ¿qué fue primero, la gallina o el huevo?, ¿el pensamiento o la emoción? Por ejemplo, cuando nos vemos expuestos a una situación de peligro donde está en juego nuestra vida, no nos detenemos a pensar «necesito producir adrenalina para salir de ésta», el sistema nervioso actúa por nosotros poniendo a funcionar de forma automática ya sea el sistema Simpático o el Parasimpático, dependiendo de la forma en que queramos encarar la situación: enfrentándola o huyendo. Cuando el terror es muy grande, nos paraliza por completo y nos deja incapacitados para luchar. En ese caso, lo más probable es que perdamos el control de nuestros esfínteres, pues nuestro estado psicológico pone a funcionar el sistema Parasimpático. Una vez que hemos, orinado o evacuado, tal vez lo que provoquemos en nuestro enemigo sea lástima y puede que nos deje en paz, y si no, nuestra relajación muscular al menos reducirá el dolor que nos pueda provocar el ataque.

Ahora bien, si ante el mismo estímulo, una persona en lugar de huir decide enfrentar el problema y atacar, ocasionará que el sistema Simpático entre en acción. Aparentemente sólo tenemos dos opciones: atacar o huir.

Dependiendo de la reacción que elijamos, vamos a terminar con la boca seca o con los pantalones mojados. Bueno, nunca es así de simple, pero este ejemplo nos servirá para mostrar las diferencias entre un sistema y otro.Cuando una persona se decide a atacar generalmente lo que el sistema Simpático provoca es lo siguiente:1) Como el cerebro necesita pensar de una manera más clara y rápida que en circunstancias normales, las arterias que llevan sangre al cerebro se dilatan al máximo para permitir que la irrigación sanguínea se incremente de manera sustancial.2) El ritmo cardíaco se incrementa para poder responder a la demanda metabólica del cuerpo. No sólo tiene que enviar sangre al cerebro sino a los músculos de todo el organismo, para que estén en condiciones óptimas de correr o de golpear al enemigo. La sangre que cotidianamente circula por las venas no es suficiente en estos casos, se necesita un tipo de torrente sanguíneo mejor oxigenado y que contenga una cantidad extra de los nutrientes necesarios para mantener una respuesta metabólica adecuada. El más importante de estos nutrientes es el azúcar. Con más oxígeno y más azúcar en la sangre, el cerebro y los músculos pueden hacer maravillas.

3) A fin de tener más oxihemoglobina, las vías respiratorias se dilatan al máximo permitiendo que la capacidad vital —la cantidad de aire que entra y sale de los pulmones cada minuto— crezca todo lo que sea necesario para que un individuo pueda con el reto que tiene que enfrentar. La respiración, pues, se hace más profunda y rápida durante una descarga simpática, dando como resultado una respiración agitada por nariz y boca.4) Con el objetivo de poder ampliar el campo visual, la pupila se dilata, permitiendo al individuo ver con más claridad todo lo que le rodea, ya que en una situación de peligro es importante ver mejor, pensar más rápido y estar capacitado para desplazar el cuerpo de forma veloz.

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Guía de Lectura, Aplicación de contenidos y Reflexión– Filosofía y Psicología – Tercero Medio – Unidad: Procesos biológicos y psicológicos de la conducta – Tema: Las emociones.

TEXTO 1: LAS EMOCIONES QUE NOS MUEVEN AUTOR: LAURA ESQUIVEL. Escritora mexicana nacida en 1950. Escribió la novela “Cómo agua para chocolate” que fue llevada al cine. LIBRO: EL LIBRO DE LAS EMOCIONES.

AÑO: 2000

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5) El hígado, por su parte, también desempeña un papel fundamental, pues es el encargado de convertir rápidamente carbohidratos complejos y grasas en glucosa, para lo cual recibe una dotación extra de sangre. A esto se debe que algunos individuos bajo una situación de estrés crónico sean más susceptibles que otros a desarrollar la diabetes.

Todas estas reacciones en cadena se suceden sin que podamos impedirlo y muchas veces ni siquiera tenemos conciencia de lo que pasó dentro de nuestro cuerpo. Si alguien nos pregunta, horas más tarde del incidente, oye, ¿qué te pasó?, a lo más que llegaremos es a expresar «pasé por un gran susto», pero nunca diremos «fíjate que, como me asusté, envié sangre a mis músculos para poder correr y mi hígado convirtió carbohidratos complejos en glucosa», y mucho menos a la conclusión de que un pensamiento y una emoción crearon química dentro de nuestro organismo sin que lo pudiéramos controlar.

¿Qué es lo que determina que una persona tenga control sobre su sistema nervioso autónomo y otra no? ¿El nivel socioeconómico? Lo dudo. ¿El grado de estudios? Puede ser. ¿El desarrollo espiritual? ¡Ojalá! ¿O una combinación de los tres? No lo sé. Pero conozco personas que pueden controlar sus emociones de una forma sorprendente, aunque desafortunadamente son las menos, y salvo que se trate de un individuo con un alto grado de desarrollo espiritual, en la mayor parte de los casos el control resulta ser una forma patológica de reprimir la libre expresión de nuestra condición humana, que provoca graves trastornos y deterioros físicos y psicológicos.

Si bien es cierto que la emoción es una energía que nos impulsa a actuar, en algunos casos esa «acción» implica contradictoriamente una parálisis. Por ejemplo, una persona deprimida puede convertir el impulso de sus emociones en formas dramáticas de inmovilidad. Sin embargo, es innegable que la depresión es el resultado de un proceso emocional que tiene un impulso activo auténtico. Se puede decir que la depresión es una concentración de impulsos de acción aplicada en sentido inverso. Dicho de otro modo, se necesita de un fuerte impulso emocional para poder mantener el nivel de inmovilidad que una depresión severa produce.

Como vemos, una emoción puede tener el poder destructor del rayo o puede ser el suspiro más tranquilo y vivificador que un ser humano pueda experimentar.

Nuestro cuerpo está acondicionado para sentir los dos tipos de reacciones y eso depende de cada individuo: una emoción puede ser experimentada por uno como un rayo y por otro como un suspiro. Uno como un estímulo que mata, que daña, que provoca que el hígado funcione mal, que afecta a la vesícula, que hace que la persona se ponga nerviosa y no pueda expresarse claramente, y otro, como un río que refresca, que anima, que provoca una sonrisa en cada uno de los órganos del organismo con los que hace contacto.

Aparentemente existe una «filosofía» emotiva que influye en el estado corporal. Todo depende de lo que uno pensó en el momento de recibir un estímulo para que el resultado emotivo sea distinto. Por ejemplo: dos personas se enteran de la muerte repentina de alguien. Una de ellas era su hermana y la otra sólo la conocía superficialmente. La hermana piensa que es una desgracia que el hermano se haya muerto en estas condiciones y la otra persona piensa que está bien que haya descansado. La primera tendrá dificultades para aceptar el fallecimiento y el cuerpo reaccionará en consecuencia. La segunda aceptará el hecho y no sufrirá ninguna consecuencia. Cada vez que un ser humano se niega a aceptar una emoción que ya nació, que surgió como reacción natural y no elegida, que brotó porque no hay tiempo ni forma de andar escondiendo emociones, ya que forman parte del «contratiempo» de andar escuchando, mirando y tocando, se altera todo el funcionamiento de su cuerpo. Todo consiste en lo que opine, así de simple y así de complicado. Si una persona opina que la flor que le acaban de regalar es desagradable y se molesta, modifica un poco el funcionamiento de su hígado y otro poco el ritmo de su corazón. Si el pensamiento persiste, la incomodidad aumentará hasta enfermarlo. En cambio, si a pesar de que nos desagrada la persona que nos regala una flor, aceptamos la flor sin discutir, convertimos la flor en flor interior.

Si uno tuviera la paciencia de no discutir con uno mismo la emoción que está sintiendo ni de clasificarla en buena o mala, la emoción produciría sin reservas la reacción adecuada. El golpe, en el caso de la ira, el llanto en el caso de la tristeza, o la risa en la alegría. Sin embargo, lo que la persona acepta y reconoce como emoción y le hace decir estoy triste o estoy enojado, no es más que el resultado de una cadena de reacciones, que a su vez generan otra cadena de reacciones. Dicho en otras palabras, lo que hago me produce una emoción determinada y esa emoción, me provoca una acción.

A mi ver, si las emociones tuvieran cuerpo y las pudiéramos cortar con la ayuda de un bisturí, descubriríamos que debajo de ellas hay tres capas perfectamente definidas: A) Es la base y está formada por la esperanza que todos los seres humanos tenemos de sentirnos mejor, por la búsqueda del bienestar.B) Encima de la esperanza está todo lo que el ser humano quiere. Estos «quieros» no son otra cosa que sus deseos, sus necesidades, sus metas en la vida.

C) Por último se encuentran las capacidades y las habilidades que el hombre tiene para lograr lo que quiere. Todo aquello que «sabe» a nivel consciente que puede realizar. Puede ser el caso que él quiera ser bailarín, pero «sabe» que no tiene ritmo.

Por ejemplo, yo quiero sentirme mejor y decido ir a comer a casa de mi madre pues ella prepara un puchero como nadie. Yo quiero comer ese puchero, aunque estoy consciente de que sólo puedo comer un plato pues por las noches se me dificulta la digestión. Cuando llego a su casa y como el plato de puchero experimento mucha felicidad. Si analizamos esa alegría nos vamos a encontrar los elementos A, B y C amalgamados en una sola unidad. Los tres forman un conjunto de realidades que laten al mismo ritmo: el «deseo sentirme mejor», el «quiero» y el «puedo» dan como resultado una emoción, en este caso placentera.Pero ahora voy a dar un ejemplo contrario: Un hombre va caminando por la calle. Tiene el mismo deseo de ir a comer a la casa de su madre. De pronto lo sorprende un perro rabioso y lo muerde. El hombre grita desesperado. Acuden en su ayuda algunas personas y le quitan el perro de encima.

El hombre experimenta simultáneamente susto y dolor y los clasifica como cosas desagradables. Ahí, tirado en el piso, se siente como un pájaro sin alas, sin fuerza y sin saber cómo combatir. No sabe que desde que el perro apareció y lo mordió la base A se empezó a transformar y en lugar de repetir «tengo la esperanza de sentirme mejor» comenzó a decir «me siento mal». ¿Qué pasa en la fase B? ¿En el «yo quiero»? Pues que el individuo se empieza a lamentar de todo aquello que ya no puede hacer: ya no va a comer en casa de su madre, tal vez tenga que ir al hospital, ya no podrá regresar al trabajo, o asistir a un baile o a lo que sea. Por último, en la fase C la persona llegará a la conclusión de que no pudo reaccionar correctamente. Se culpará por haber elegido precisamente esa calle para transitar, el no haber dado una patada en el hocico al perro, el no haberlo visto a tiempo y todo esto se va a convertir en el «no supe» o «no sé».

La negación de la habilidad en la C, la negación de obtener lo que se quiere en la B y la negación de la posibilidad de sentirse mejor en la A van a dar como resultado una emoción ya sea de desesperación, de ira o de violencia. Si, por el contrario, el hombre hubiera dicho —acepto el dolor, acepto la sangre y no me opongo a lo que está pasando— y se hubiera mantenido en esa actitud de

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molestiafastidiomelancolíadistracción

Rabiadisgustotristezasorpresa

Iraascodueloasombro

TerrorAdmiración pasiónvigilancia

miedoverdadalegríaanticipación

aceptaciónInterés

molestiafastidiomelancolíadistracción

Rabiadisgustotristezasorpresa

Iraascodueloasombro

TerrorAdmiración pasiónvigilancia

miedoverdadalegríaanticipación

aceptaciónInterés serenidad ansiedad

aceptación, se hubiera creado una emoción totalmente diferente, pues el pensamiento, como ya lo hemos dicho, crea química dentro del cuerpo humano. Al aceptar la experiencia hubiera encontrado paz y hasta hubiera terminado comprendiendo al perro. Se hubiera ubicado muy por encima del concepto de si el perro era bueno o malo, si estaba enfermo o no y al pasar el tiempo recordaría ésa como una buena experiencia, pues todo aquello de lo que se puede hablar sin que cause un efecto desagradable se convierte en positivo.

Es muy interesante analizar las emociones desde esta óptica, pues al analizar los componentes A, B y C de cada emoción podremos descubrir cuáles son las esperanzas, los sueños, los «quieros» y los «puedos» de las personas que nos rodean, ampliando con esto nuestra capacidad de comprensión y de aceptación de los demás.

Sabremos, también, la razón por la que el vecino quiere comprar tal automóvil o por la cual nuestra amiga se hizo una liposucción, o el motivo por el que nuestro sobrino le teme a las arañas, o por el cual les molesta a los críticos el éxito de la literatura escrita por mujeres.

El análisis de las emociones es vital para un mejor conocimiento del ser humano. Si llegamos a comprenderlas y aceptarlas adecuadamente tal vez lleguemos a la misma conclusión que muchos sabios antes de nosotros.

Ya los antiguos griegos construyeron un gran altar a los pies de la Acrópolis de Atenas dedicado a las Erinas, las llamadas Furias vengadoras de la sangre. Al hacerlo, convirtieron a esas diosas terribles en las Euménides, las bienhechoras. Lo hicieron una vez que aceptaron el valor del pasado, el origen primitivo de las emociones y supieron darles un lugar dentro de su mundo civilizado y racional. El templo de las Euménides es tan grande e importante como el de la Sabiduría: el Partenón de Atenea. Dándole a cada uno su lugar, los griegos expresaron su profunda percepción de la realidad humana y con ello cumplieron la máxima délfica que invitaba al verdadero crecimiento: «Conócete a ti mismo»

En las emociones se distinguen tres componentes involucrados: a) los cambios fisiológicos (frecuencia cardiaca, temperatura corporal); b) los estados cognitivos subjetivos (la experiencia personal a la que llamamos usualmente emoción); y los comportamientos (signos externos de estas reacciones internas).

Las emociones provocan cambios en nuestro interior y exterior. Somos las marionetas de sus hilos. De ellos depende la postura que adoptemos, porque cada emoción ostenta una posición que le es propia. Expresarás la pena, por ejemplo, con los hombros

caídos, la cabeza gacha y la comisura de los labios hacia abajo. Podemos reconocer la presencia de emociones en los otros y comunicar nuestros propios sentimientos por medio de claves no verbales, es decir, por medio de signos externos de estados emocionales internos, que se reflejan en la expresión facial, movimientos, posturas y tacto.

Las emociones no tienen juicio valórico. Lo que hacemos con las emociones, cómo las vivimos, las acciones que tomamos o sus consecuencias son lo que puede ser juzgado. Si en un estado de rabia golpeo y rompo una puerta, indudablemente es una acción censurable; pero no así la rabia que la sostiene. Censurarla equivaldría a pensar que oír o ver es malo porque permite mirar pornografía o escuchar obscenidades. Ocurre lo mismo con las emociones, no son buenas o malas en sí mismas; solamente son. Pese a ello nuestra cultura valida las nociones de buenas y malas emociones. Nadie duda en catalogar la rabia como negativa y el amor como positivo. Sin embargo, la historia registra innumerables atrocidades efectuadas en nombre del amor, mientras que la rabia es reprimida desde la infancia. Se nos olvida que muchos de los grandes cambios de la humanidad y de nuestras propias vidas han sido consecuencia de una rabia visceral.

Un análisis del centro de los sentimientos, nos permite comprobar que hay dos emociones primarias, de las cuales se desprenden las otras: el placer y el displacer. La forma en que se siente el displacer y el nombre con el cual se designa, depende de cuando ocurre: el displacer en el presente se vive como dolor, el displacer en el futuro se percibe como angustia. El displacer en el pasado es recordado como rabia. La rabia no expresada, dirigida con una energía interna contra sí mismo, se llama culpa. La ausencia de dicha energía se manifiesta como depresión.

Robert Plutchick señala que las emociones básicas se caracterizan por ser opuestas y porque su intensidad expresa estados ligeramente distintos. Por ejemplo, en orden creciente la ansiedad puede transformarse en miedo y este en terror; la melancolía en tristeza para terminar en duelo. Hay además combinaciones entre emociones que producen estados emocionales más complejos: la pasión y la admiración producen el amor, la rabia y el interés produce agresividad, la pasión y el interés el optimismo, el terror y la admiración producen sumisión.

Hipócrates, 460 años antes de Cristo, reflexionó por primera vez sobre la emoción humana y estableció que el cerebro era el responsable de la vida consciente, incluidas las emociones. Los mamíferos inferiores desarrollaron el comportamiento emocional asegurando su supervivencia por medio de las capacidades de detectar el placer y el displacer, y por medio de la capacidad de reaccionar a las contingencias ambientales por medio de una porción cerebral denominada sistema límbico.

En el siglo II, cuando el médico griego Galeno realizó sus estudios de anatomía, describió que en el medio del cerebro existe una estructura redondeada a la que llamó Tálamo. Toda la información sensorial de nuestro

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INT

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Cuadro 1: emociones básicas e intensidades (emociones más fuertes hacia el centro)

TEXTO 2: UNA APROXIMACIÓN BIOLÓGICA A LA EMOCIÓN. AUTORES: Jane Crossley y Fernando Morgado

LIBRO: “DE FANTASMAS Y DEMONIOS. El papel de la emoción y en la generación y recuperación de las enfermedades”

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cuerpo - lo que escuchamos, vemos, palpamos, degustamos y olemos – llega finalmente en forma de impulsos nerviosos al tálamo. Las ondas acústicas y visuales que recibe el tálamo generan dos impulsos eléctricos adicionales uno al sistema límbico, el otro a la neocorteza cerebral.

La información contenida en el tálamo tiene que viajar hasta la amígdala (una pequeña parte del cerebro que se ha designado como la responsable de las respuestas emocionales), quien además requiere de otros socios: el hipotálamo, el sistema nervioso autónomo (SNA), el sistema endocrino y el sistema inmune. El hipotálamo está diseñado para coordinar toda la información que se genera al interior del cuerpo, desempeñándose como una gran central telefónica que recibe impulsos, los analiza y los reenvía a quien corresponda , con el único propósito de mantener la estabilidad de un organismo, tanto en sus funciones biológicas, psicológicas y sociales. El Sistema nervioso autónomo corresponde al sistema que conecta directamente el cerebro con todos los órganos del cuerpo, mediante fibras que se han designado simpáticas y parasimpáticos, que viajan al interior de los nervios que reciben igual denominación. El sistema endocrino corresponde a un conjunto de glándulas – tiroides, paratiroides, glándulas suprarrenales, ovarios, testículos, páncreas – que secretan sus productos designados hormonas directamente a la sangre para actuar a distancia sobre los órganos del cuerpo. Todas las hormonas están directa o indirectamente bajo el control de la glándula hipófisis, ubicada en la base y centro del sistema cerebral, la que a su vez produce sus propias hormonas. El sistema inmune esta formado por células que se alojan en el bazo y los ganglios linfáticos, que circulan en nuestro cuerpo activándose cada vez que reconocen una substancia extraña. Así nos protegen de virus, parásitos, hongos, bacterias, y eliminan a las células que se transforman en cancerosas. En síntesis, utilizando estos tres sistemas integradores y reguladores del cuerpo – el SNA, el endocrino, y el inmune – la amígdala puede cambiar lo que desee de nuestra biología.

Hay dos vías que sigue la información recibida en el tálamo, y que procesada, alcance a la amígdala e inicie la cadena de eventos que conducen a la expresión de una emoción. La primera de esas vías la denominaremos vía larga, lleva el estímulo desde el tálamo a la corteza cerebral y luego a la amígdala; la segunda, que designaremos vía corta, lo traslada desde el tálamo directamente a la amígdala. El destino final de cualquiera de estas vías es la estimulación del hipotálamo con el fin de crear a través del SNA o de la hipófisis y el sistema endocrino, las condiciones fisiológicas para que la emoción sea expresada.

La respuesta emocional de la amígdala por la vía corta corresponderá a la que un mamífero inferior desarrolla y que sólo tiene presente su seguridad amenazada, y la sensación de placer o displacer asociada a una situación. La respuesta emocional dada por la vía larga, la que incluye la neocorteza, será la de un hombre capaz de interpretar los datos aportados por su tálamo. Esta interpretación implica que el ser humano puede asignar a estos datos un valor, puede jerarquizarlos y analizarlos para generar la emoción adecuada según lo que dicha situación le aconseje.

En términos generales, la vía larga aquí descrita es la utilizada en la mayoría de la situaciones que vivimos. Sin embargo, no podemos desconocer que, en ocasiones, manifestamos nuestro comportamiento emocional primitivo, el cual ha sido generado mediante la vía corta, estos es, por el hipotálamo regido por la sensación cruda de los datos del exterior. La existencia de la vía larga, para ser

consecuentes con la evolución, impone un gran desafío de especie: considerar que al poseer una neocorteza cerebral, la emoción generada es íntegramente de nuestra propia escenografía. Ya no tenemos excusas para nuestro comportamiento, puesto que, al dejar de ser instintivo como el de los reptiles o basado solamente en el sistema líbico como el de los mamíferos, debemos aceptarnos como responsables de las emociones que producimos.

1. La vida y las emociones.

“Todas las emociones son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución. La misma raíz etimológica de la palabra emoción proviene del verbo latino movere (que significa «moverse») más el prefijo «e-», significando algo así como «movimiento hacia» y sugiriendo, de ese modo, que en toda

emoción hay implícita una tendencia a la acción. Basta con observar a los niños o a los animales para darnos cuenta de que las emociones conducen a la acción; es sólo en el mundo «civilizado» de los adultos en donde nos encontramos con esa extraña anomalía del reino animal en la que las emociones —los impulsos básicos que nos incitan a actuar— parecen hallarse divorciadas de las reacciones.

La distinta impronta biológica propia de cada emoción evidencia que cada una de ellas desempeña un papel único en nuestro repertorio emocional. La aparición de nuevos métodos para profundizar en el estudio del cuerpo y del cerebro confirma cada vez con mayor detalle la forma en que cada emoción predispone al cuerpo a un tipo diferente de respuesta.

El enojo aumenta el flujo sanguíneo a las manos, haciendo más fácil empuñar un arma o golpear a un enemigo; también aumenta el ritmo cardiaco y la tasa de hormonas que, como la adrenalina, generan la cantidad de energía necesaria para acometer acciones vigorosas.

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ESTÍMULO TÁLAMO SISTEMA LÍMBICO

(AMIGDALA)

HIPOTÁLAMO

HIPOFISIS

CORTEZA CEREBRAL

SNA

RESPUESTA EMOCIONAL

VÍA LARGA DE LAS

EMOCIONES(VÍA DEL

PENSAMIENTO)VÍA CORTA DE LAS

EMOCIONES (O VÍA DEL

SENTIMIENTO)

TEXTO 1: LA INTELIGENCIA EMOCIONAL AUTOR: DANIEL GOLEMAN.

LIBRO: Fragmentos de “La Inteligencia Emocional” y “La Práctica de la Inteligencia Emocional”

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En el caso del miedo, la sangre se retira del rostro (lo que explica la palidez y la sensación de «quedarse frío») y fluye a la

musculatura esquelética larga —como las piernas, por ejemplo- favoreciendo así la huída. Al mismo tiempo, el cuerpo parece paralizarse, aunque sólo sea un instante, para calibrar, tal vez, si el hecho de ocultarse pudiera ser una respuesta más adecuada. Las conexiones nerviosas de los centros emocionales del cerebro desencadenan también una respuesta hormonal que pone al cuerpo en estado de alerta general, sumiéndolo en la inquietud y predisponiéndolo para la acción, mientras la atención se fija en la amenaza inmediata con el fin de evaluar la respuesta más apropiada.

Uno de los principales cambios biológicos producidos por la felicidad consiste en el aumento en la actividad de un centro cerebral que se encarga de inhibir los sentimientos negativos y de aquietar los estados que generan preocupación, al mismo tiempo que aumenta el caudal de energía disponible. En este caso no hay un cambio fisiológico especial salvo, quizás, una sensación de tranquilidad que hace que el cuerpo se recupere más rápidamente de la excitación biológica provocada por las emociones perturbadoras. Esta condición proporciona al cuerpo un reposo, un entusiasmo y una disponibilidad para afrontar cualquier tarea que se esté llevando a cabo y fomentar también, de este modo, la consecución de una amplia variedad de objetivos.

El amor, los sentimientos de ternura y la satisfacción sexual activan el sistema nervioso parasimpático (el opuesto fisiológico de la respuesta de «lucha-o-huida» propia del miedo y de la ira).

La pauta de reacción parasimpática —ligada a la «respuesta de relajación»— engloba un amplio conjunto de reacciones que implican a todo el cuerpo y que dan lugar a un estado de calma y satisfacción que favorece la convivencia.

El arqueo de las cejas que aparece en los momentos de sorpresa aumenta el campo visual y permite que penetre más luz en la retina, lo cual nos proporciona más información sobre el acontecimiento inesperado, facilitando así el descubrimiento de lo que realmente ocurre y permitiendo elaborar, en consecuencia, el plan de acción más adecuado.

El gesto que expresa desagrado parece ser universal y transmite el mensaje de que algo resulta literal o metafóricamente repulsivo para el gusto o para el olfato. La expresión facial de disgusto —ladeando el labio superior y frunciendo ligeramente la nariz— sugiere, como observaba Darwin, un intento primordial de cerrar las fosas nasales para evitar un olor nauseabundo o para expulsar un alimento tóxico.

La principal función de la tristeza consiste en ayudarnos a asimilar una pérdida irreparable (como la muerte de un ser querido o un gran desengaño). La tristeza provoca la disminución de la energía y del entusiasmo por las actividades vitales —especialmente las diversiones y los placeres— y, cuanto más se profundiza y se acerca a la depresión, más se enlentece el metabolismo corporal. Este encierro introspectivo nos brinda así la oportunidad de llorar una pérdida o una esperanza frustrada, sopesar sus consecuencias y planificar, cuando la energía retorna, un nuevo comienzo. Esta disminución de la energía debe haber mantenido tristes y apesadumbrados a los primitivos seres humanos en las proximidades de su hábitat, donde más seguros se encontraban.

Estas predisposiciones biológicas a la acción son modeladas posteriormente por nuestras experiencias vitales y por el medio cultural en que nos ha tocado vivir. La pérdida de un ser querido. por ejemplo, provoca universalmente tristeza y aflicción, pero la forma en que expresamos esa aflicción -el tipo de emociones que expresamos o que guardamos en la intimidad— es moldeada por nuestra cultura, como también lo es, por ejemplo, el tipo concreto de personas que entran en la categoría de « seres queridos» y que, por tanto, deben ser llorados.

El largo período evolutivo durante el cual fueron moldeándose estas respuestas fue, sin duda, el más crudo que ha experimentado la especie humana desde la aurora de la historia. Fue un tiempo en el que muy pocos niños lograban sobrevivir a la infancia, un tiempo en el que menos adultos todavía llegaban a cumplir los treinta años, un tiempo en el que los depredadores podían atacar en cualquier momento, un tiempo, en suma, en el que la supervivencia o la muerte por inanición dependían del umbral impuesto por la alternancia entre sequías e inundaciones. Con la invención de la agricultura, no obstante, las probabilidades de supervivencia aumentaron radicalmente aun en las sociedades humanas más rudimentarias. En los últimos diez mil años, estos avances se han consolidado y difundido por todo el mundo al mismo tiempo que las brutales presiones que pesaban sobre la especie humana han disminuido considerablemente.

Estas mismas presiones son las que terminaron convirtiendo a nuestras respuestas emocionales en un eficaz instrumento de supervivencia pero, en la medida en que han ido desapareciendo, nuestro repertorio emocional ha ido quedando obsoleto. Si bien, en un pasado remoto, un ataque de rabia podía suponer la diferencia entre la vida y la muerte, la facilidad con la que, hoy en día, un niño de trece años puede acceder a una amplia gama de armas de fuego ha terminado convirtiendo a la rabia en una reacción frecuentemente desastrosa.”

2.Éxito en la vida: ¿Coeficiente intelectual (CI) o inteligencia emocional?

“Hasta la fecha no ha sido posible determinar todavía el motivo exacto que indujo a un brillante estudiante de secundaria a apuñalar con un cuchillo de cocina a David Pologruto, su profesor de física. Pasemos ahora a describir los hechos, sobradamente conocidos.

Jason H., estudiante de segundo año del instituto de Coral Springs (Florida) e indudable candidato a matrícula de honor, estaba obsesionado con la idea de ingresar en una prestigiosa facultad de medicina como la de Harvard. Pero Pologruto le había calificado con un notable alto, una nota que le obligaba a arrojar por la borda todos sus sueños, de modo que, provisto de un cuchillo de carnicero, se dirigió al laboratorio de física y, en el transcurso de una discusión con su profesor, no dudó en clavárselo a la altura de la clavícula antes de que pudieran reducirle por la fuerza.

El juez declaró inocente a Jason porque, según reza la sentencia —confirmada, por otra parte, por un equipo de psicólogos y psiquiatras— durante el altercado se hallaba claramente sumido en un estado psicótico. El joven, por su parte, declaró que, apenas tuvo conocimiento de la nota, pensó en quitarse la vida pero que, antes de suicidarse, quiso visitar a Pologruto para hacerle saber que la única causa de su muerte sería su baja calificación. La versión de Pologruto, no obstante, fue muy diferente, puesto que, según él, Jason se hallaba tan furioso que «creo que me visitó completamente decidido a atacarme».

Más tarde, Jason ingresó en una escuela privada y, dos años después, logró graduarse con la nota más alta de su clase. De haber seguido un curso normal, hubiera alcanzado un sobresaliente pero decidió matricularse en varias asignaturas adicionales para elevar su nota media, que finalmente fue de matrícula de honor. Pero a pesar de que Jason hubiera terminado graduándose con una calificación extraordinaria, Pologruto se lamentaba de que nunca se hubiera disculpado ni tampoco hubiera asumido la menor responsabilidad por su agresión.

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¿Cómo puede una persona con un nivel de inteligencia tan elevado llegar a cometer un acto tan estúpido? La respuesta

necesariamente radica en que la inteligencia académica tiene poco que ver con la vida emocional. Hasta las personas más descollantes y con un CI más elevado pueden ser pésimos timoneles de su vida y llegar a zozobrar en los escollos de las pasiones desenfrenadas y los impulsos ingobernables.

A pesar de la consideración popular que suelen recibir, uno de los secretos a voces de la psicología es la relativa incapacidad de las calificaciones académicas, del CI, o de la puntuación alcanzada en el SAT Test de Aptitud Académico (Abreviatura de Scholastic Aptitude Test, el examen de aptitud escolar que realizan los estudiantes estadounidenses que acceden a la universidad) para predecir el éxito en la vida. A decir verdad, desde una perspectiva general sí que parece existir —en un sentido amplio- cierta relación entre el CI y las circunstancias por las que discurre nuestra vida. De hecho, las personas que tienen un bajo CI suelen acabar desempeñando trabajos muy mal pagados mientras que quienes tienen un elevado CI tienden a estar mucho mejor remunerados. Pero esto, ciertamente, no siempre ocurre así.

Existen muchas más excepciones a la regla de que el CI predice del éxito en la vida que situaciones que se adapten a la norma. En el mejor de los casos, el CI parece aportar tan sólo un 20% de los factores determinantes del éxito (lo cual supone que el 80% restante depende de otra clase de factores). Como ha subrayado un observador: «en última instancia, la mayor parte de los elementos que determinan el logro de una mejor o peor posición social no tienen que ver tanto con el CI como con factores tales como la clase social o la suerte».

Incluso autores como Richard Herrnstein y Charles Nurray cuyo libro Tite Bell Curve atribuye al Cl una relevancia Incuestionable, reconocen que: «tal vez fuera mejor que un estudiante de primer año de universidad con una puntuación SAT en matemáticas de 500 no aspirara a dedicarse a las ciencias exactas, lo cual no lo obstaculiza para que no trate de realizar sus sueños de montar su propio negocio, llegar a ser senador o ahorrar un millón de dólares. La relación existente entre la puntuación alcanzada en el SAT y el logro de nuestros objetivos vitales se ve frustrada por otras características».

Mi principal interés está precisamente centrado en estas «otras características» a las que hemos dado en llamar inteligencia emocional, características como la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y, por último —pero no. por ello, menos importante—, la capacidad de empatizar y confiar en los demás. A diferencia de lo que ocurre con el Cl, cuya investigación sobre centenares de miles de personas tiene casi un siglo de historia, la inteligencia emocional es un concepto muy reciente. De hecho, ni siquiera nos hallamos en condiciones de determinar con precisión el grado de variabilidad interpersonal de la inteligencia emocional. Lo que sí podemos hacer, a la vista de los datos de que disponemos, es avanzar que la inteligencia emocional puede resultar tan decisiva —y. en ocasiones, incluso más— que el Cl. Trataré de demostrar—en la quinta parte— que, si nos tomamos la molestia de educarles, nuestros hijos pueden aprender a desarrollar las habilidades emocionales fundamentales.”

3. La Inteligencia Emocional y las Competencias Emocionales.

“Al igual que ocurre con la lectura o con las matemáticas, por ejemplo, la Vida emocional constituye un ámbito —que incluye un determinado conjunto de habilidades— que puede dominarse con mayor o menor pericia. Y el grado de dominio que alcance una persona sobre estas habilidades resulta decisivo para determinar el motivo por el cual ciertos individuos prosperan en la vida mientras que otros, con un nivel intelectual similar, acaban en un callejón sin salida. La competencia emocional constituye, en suma, una meta-habilidad que determina el grado de destreza que alcanzaremos en el dominio de todas nuestras otras facultades (entre las cuales se incluye el intelecto puro).

Existen, por supuesto, multitud de caminos que conducen al éxito en la vida, y muchos dominios en los que las aptitudes emocionales son extraordinariamente importantes. En una sociedad como la nuestra, que atribuye una importancia cada vez mayor al conocimiento, la habilidad técnica es indudablemente esencial.

Existe una clara evidencia de que las personas emocionalmente desarrolladas, es decir, las personas que gobiernan adecuadamente sus sentimientos, y asimismo saben interpretar y relacionarse efectivamente con los sentimientos de los demás, disfrutan de una situación ventajosa en todos los dominios de la vida, desde el noviazgo y las relaciones íntimas hasta la comprensión de las reglas tácitas que gobiernan el éxito en el seno de una organización. Las personas que han desarrollado adecuadamente las habilidades emocionales suelen sentirse más satisfechas, son más eficaces y más capaces de dominar los hábitos mentales que determinan la productividad. Quienes, por el contrario, no pueden controlar su vida emocional, se debaten en constantes luchas internas que socavan su capacidad de trabajo y les impiden pensar con la suficiente claridad.

Los centros cerebrales primitivos de la emoción albergan las habilidades necesarias tanto para gobernamos adecuadamente a nosotros mismos como para desarrollar nuestras aptitudes sociales, habilidades, todas ellas, que constituyen una parte muy importante del legado evolutivo que ha permitido la supervivencia y adaptación del ser humano. Según afirma la neurociencia, el cerebro emocional aprende de un modo diferente al cerebro pensante, una apreciación que ha sido fundamental para el desarrollo de este libro y que me ha llevado a desafiar la práctica totalidad del saber convencional en los campos de la formación y el desarrollo empresarial

En la medida en que he recorrido el mundo dando conferencias y asesorando a personas del entorno empresarial, he constatado la existencia de ciertos errores muy extendidos acerca de la inteligencia emocional. Convendría, pues, antes de proseguir, citar algunos de ellos. Debemos señalar, en primer lugar, que la inteligencia emocional no significa sólo "ser amable", porque hay momentos estratégicos en los que no se requiere precisamente la amabilidad sino, por el contrario, afrontar abiertamente una realidad incómoda que no puede eludirse por más tiempo.

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En segundo lugar, la inteligencia emocional tampoco quiere decir que debamos dar rienda suelta a nuestros sentimientos y

“dejar al descubierto todas nuestras intimidades" sino que se refiere a la capacidad de expresar nuestros propios sentimientos del modo más adecuado y eficaz, posibilitando la colaboración en la consecución de un objetivo común.

También debemos subrayar que las mujeres no son emocionalmente más inteligentes que los hombres ni viceversa porque, en este sentido, cada persona posee su propio perfil de fortalezas y debilidades. Algunos de nosotros, por ejemplo, podemos ser muy empáticos pero carecer de la habilidad necesaria para controlar nuestra propia ansiedad mientras que otros, por su parte, pueden ser conscientes de los más mínimos cambios de su estado de ánimo sin dejar por ello, no obstante, de ser socialmente incompetentes. En términos generales hay que hablar más de similitudes que de diferencias. Ciertos hombres son tan empáticos como las mujeres interpersonalmente más sensibles, mientras que algunas mujeres, por su parte, parecen soportar el estrés tan bien como los más flexibles de los hombres. De hecho, una estimación global de las fortalezas y debilidades de la inteligencia emocional de los hombres y de las mujeres no muestra la existencia de diferencias significativas entre ambos sexos.

Hay que decir, por último, que el grado de desarrollo de la inteligencia emocional no está determinado genéticamente y tampoco se desarrolla exclusivamente en nuestra infancia. A diferencia de lo que ocurre con el CI, que apenas varía después de cumplir los diez años, la inteligencia emocional constituye un proceso de aprendizaje mucho más lento que prosigue durante toda la vida y que nos permite ir aprendiendo de nuestras experiencias. De hecho, los estudios que han tratado de rastrear el proceso evolutivo de la inteligencia emocional a lo largo de los años parecen señalar que las personas desarrollan progresivamente mejor este tipo de aptitudes en la medida en que se vuelven más capaces de manejar sus propias emociones e impulsos, de motivarse a sí mismos y de perfeccionar su empatía y sus habilidades sociales. Y no convendría olvidar que madurez es la palabra con la que tradicionalmente nos hemos referido al desarrollo de la inteligencia emocional.

Desde esa nueva perspectiva, una "competencia" es un rasgo personal o un conjunto de hábitos que llevan a un desempeño laboral superior o más eficaz o, por decirlo de otro modo, una habilidad que aumenta el valor económico del esfuerzo que una persona realiza en el mundo laboral. Una competencia emocional es una capacidad adquirida basada en la inteligencia emocional que da lugar a un desempeño laboral sobresaliente.

Nuestra inteligencia emocional determina la capacidad potencial de que dispondremos para aprender las habilidades prácticas basadas en uno de los siguientes cinco elementos compositivos: la conciencia de uno mismo, la motivación, el autocontrol, la empatía y la capacidad de relación. Nuestra competencia emocional, por su parte, muestra hasta qué punto hemos sabido trasladar este potencial a nuestro mundo laboral. El buen servicio al cliente, por ejemplo, es una competencia emocional basada en la empatía y, del mismo modo, la confianza es una competencia basada en el autocontrol o en el hecho de saber controlar adecuadamente nuestros impulsos y nuestras emociones. Y tanto el servicio al cliente como la responsabilidad son competencias que pueden hacer que la gente sobresalga en su trabajo.

Pero el hecho de poseer una elevada inteligencia emocional no garantiza que la persona haya aprendido las competencias emocionales que más importan en el mundo laboral sino tan sólo que está dotada de un excelente potencial para desarrollarlas. Una persona, por ejemplo, puede ser muy empática y no haber aprendido todavía las habilidades basadas en la empatía que se traducen en un buen servicio al cliente, un pupilaje excelente o la capacidad de saber orquestar adecuadamente los esfuerzos de las personas que integran un equipo de trabajo. Una metáfora musical apropiada al caso sería la de la persona con una voz perfecta y que también haya estudiado canto y se haya convertido en un excelente tenor. Por más dotes musicales innatas que pudiera tener esta persona, sin la formación adecuada jamás hubiera podido terminar convirtiéndose en un Pavarotti.

Las competencias emocionales se agrupan en conjuntos, cada uno de los cuales está basado en una capacidad subyacente de la inteligencia emocional, capacidades que son vitales si las personas quieren aprender las competencias necesarias para tener éxito en su trabajo. Si carecen de habilidades sociales, por ejemplo, serán incapaces de persuadir o inspirar a los demás, de dirigir equipos o de catalizar el cambio. En caso de que tengan poca conciencia de sí mismos, por ejemplo, no serán conscientes de sus propios puntos flacos y, en consecuencia, carecerán de la suficiente confianza que sólo puede derivarse de la seguridad en la propia fortaleza.

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I. ARGUMENTACIÓN. Ante las siguientes proposiciones, escoge una y haz un argumento que desmienta o apoye su contenido utilizando lo que hemos visto en clases y lo aprendido en las guías. Revisa indicadores de la pauta de corrección que salen al final de la guía.

1) “Las emociones son cosa de mujeres y de las puras hormonas”2) “Nacemos con un determinado temperamento que nos hace más o menos impulsivos. No se pueden

controlar las emociones” 3) “Las emociones son puramente algo biológico, otros factores no entran en juego”

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Nombres:

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Curso: ______________ Fecha: ______________________ de 2014

ACTIVIDADES

Datos del(a) alumno(a):Puntaje alcanzado:

Puntaje ideal:

Calificación:

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II. ACTIVIDAD 2: DESCRIPCIÓN DE EMOCIONES EN SITUACIONES COTIDIANAS. Respecto de cuadro 1 del texto 2 sobre las diversas emociones, escojan una de ellas y relaciónenla con alguna de las siguientes situaciones A) una comida B) una escena de un película C) una canción. La emoción escogida puede ser tanto agradable, como desagradable, positiva o negativa. Luego: 1) Identifiquen adecuadamente la emoción y busquen una definición en libros o internet, señalando la fuente de dónde sacaron la información. 2) describan la situación vivida con esa emoción señalando la variación de intensidad en las emociones y otros elementos 3) explica los mecanismos biológicos que intervienen 4) compara con otras situaciones similares. 5) finalmente sintetiza en breve lo que has aprendido en esta guía.

Emoción _________________________

Definición de la emoción________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Fuente__________________________________________________________________

Tipo de situaciónDescríbala (actores involucrados – motivos – variaciones en la emociones – aspectos expresivos y corporales – uso del lenguaje)________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Describa mecanismos cerebrales, vías de la emoción, ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

ANALISIS. Aplica los conceptos vistos en clase y en las guías para explicar la función que cumplen las emociones en este relato de vida de un joven en situación de riesgo social. NO EXCEDA EL ESPACIO ASIGNADO PARA RESPONDER.

EL PAYASITO POLVITO

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Bueno primero que nada yo soy un payasito, tengo 17 años de edad y mi nombre es Juan Jesús Rebolledo Martínez. Nací el 11 de

abril de 1989. Mi vida comienza así: Empecé a trabajar en un circo, lo cual me enseñaron, es muy difícil trabajar en la vida circense por lo cual me puse a trabajar en la

locomoción colectiva pero tuve varios defectos. Hay un dicho, si trabajas en la locomoción colectiva no puedes trabajar en el circo porque es un desprestigio para el humorista, y conocí en se momento una persona que era muy especial y me enseñó a trabajar en las plazas y cuando tenía 11 años me puse a trabajar en las micros, un amigo que se llamaba Rodrigo, era payaso también. Yo vendía confites y helados en el centro pero también fui mimo.

A pesar de las cosas yo he sido un niño muy rebelde por lo cual Tiempo Joven me ha enseñado a ser otra persona, pero la verdad de las cosas yo nunca me crié con mis padres pero siempre tuve cariño de una madre, por lo que estoy aprendiendo en Tiempo Joven a cambiar, a ser un persona nueva y un joven normal por lo cual el motivo circunstancial que me encuentro en Tiempo Joven comienza así:

Yo iba en la micro con un niño de más o menos 13 años al cual conocí en Santiago centro, este niño comienza a molestar a tres tipos, uno venía durmiendo y este niño quiso robarle, él despertó muy enojado y le dijo: qué te pasa, y ambos empezaron a insultarse y este caballero comienza a pegarle a este niño. Yo me metí a separarlos y resulta que se metieron los otros dos sujetos que andaban con él, y este niño cuando ve que me están pegando me pasa un arma blanca, un cuchillo cortopunzante, con el cual nerviosamente agredo a esta persona. Bueno esa es mi historia porque me encuentro aquí.

Pasando a otro punto cuando tenía 15 años me fui a trabajar al sur, me puse a trabajar en un circo y me iba super bien, pero desde el momento que falleció mi madre como que mi vida se arruinó. Bueno me despido con una gran poesía del tony de esta vida a quien Dios destinó a sufrir pues tiene que hacer reír aún teniendo su alma herida, con su sonrisa fingiera que ocultar, si el payaso tuviese que hablar y contar sus amarguras hasta las almas más duras sabrían con el llorar, al ver mi cara pintada todos ríen con placer sin llegar a comprender que mi vida es desgraciada y si lanzó una carcajada es un paso que más doy en pos de mi tumba fría, no me pidai que me ría porque mi propia risa me da espanto. Bueno mi público querido y amado tú que me has escuchado esta composición te pido un gran apoyo y quedare satisfecho como un payaso chileno.

Payasito Polvito 17 años Comunidad Tiempo Joven (RM)

Analiza el evento ocurrido en la micro en relación a las emociones de los involucrados y su variación de intensidad. ___________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Describe los sentimientos y estados de ánimo que va teniendo el Payasito Polvito a lo largo de su vida. Considere cuáles emociones de su vida serían negativas, positivas y tóxicas. ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Evalúe la inteligencia emocional del Payasito Polvito, en relación a las 5 habilidades prácticas que involucra la IE. ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

PAUTAS POR ITEMS. Tipos de indicadores de logro: 0 puntos (sin desarrollo o muy pobre) 1 (insuficiente desarrollo) 2 (logrado) 3 (logrado satisfactoriamente o sobresaliente)

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Indicadores Ítem 1. Las respuestas están redactadas con caligrafía inteligible y sin faltas de ortografía graves. La respuesta demuestra un manejo de los contenidos de la guía y los vistos en clase. Los argumentos están redactados claramente y con un orden coherente. Los argumentos presentados son sólidos y originales.

Indicadores Item 2Define de forma clara, precisa y completa una emoción básica humana, señalando la fuente. Describen y analizan situaciones emocionales incorporando los tipos e intensidades vistas en la guía. Describen y analizan situaciones emocionales explicando los mecanismos biológicos y cerebrales que intervienen. Demuestra profundidad y sistematicidad en los análisis que realiza.

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Indicadores Ítem 3. Aplica de forma adecuada y completa las distinciones vistas para analizar una situación emocional. Diferencia entre emociones, estados de ánimo, y tipos de emociones. logra evaluar situaciones a largo plazo haciendo uso de esas distinciones. Aplica los conceptos de la inteligencia emocional a situaciones y casos de la vida real. Demuestra profundidad y sistematicidad en los análisis que realiza.

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