Crónicas de un camello & Cía.

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A traves de la comparación con los camellos la autora brinda estrategias para alcanzar con el evangelio a la gente de altos recursos.

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Caride, ElenaCrónicas de un camello & Cía. - 1a ed. - Buenos Aires : Sagepe

Editores, 2010.128 p. ; 20x14 cm.

ISBN 978-987-23521-9-6

1. Evangelizacion. I. TítuloCDD 266

Fecha de catalogación: 31/03/2010

© 2010 SAgEpE [email protected]

Todos los derechos reservados.

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, latransmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma opor cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante foto-copias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y es-crito del editor. Su infracción es penada por las leyes 11.723 y25.446.

Edición general: Sandra pedaceCorrección literaria: Laura BermúdezDiseño de portada: Natalia Davidian

Todas las citas Bíblicas fueron tomadas de la Santa Biblia , VersiónReina Valera 1960, salvo que se indique otra versión. Usadas conpermiso.

Se imprimió en Abril de 2010 en:ghione ImpresoresBuenos Aires, Argentinawww.ghioneimpresores.com.ar

Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723

Libro de edición argentina.

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Crónicas de unCamello & Cía.

ElEna CaridE

EDITORIALSaGePe

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En esta maravillosa obra, Elena Caride comparte su experiencia y sucorazón ante una necesidad tan imperiosa como es cumplir la gran comisióny “hacer discípulos a todas las naciones... (Mateo 28:19b) -aún en elmundo corporativo y de los negocios debemos hacer discípulos.

A través de CRONICAS DE UN CAMELLO recibirá estrategias inspiradas yexperiencias perceptivas que le abrirán los ojos a una realidad descono-cida o ignorada: las personas de recursos también necesitan de Dios.

Elena ha recorrido ambos mundos y en esta historia alegórica nos invitaa acercarnos para servir a aquellos que aparentemente no necesitan nada,pero que tienen la necesidad más grande, la revelación de quién es Cristoy que Él vino para salvarnos y redimirnos, llenando el vacío de nuestro interior.

Desde que conocí a Elena Caride en la ciudad de Salta, al norte de Argentinavi la mano de Dios sobre su vida y en ella una sensibilidad a cumplir conel mandato divino para su vida. Se que este libro será de bendición sobresu vida.

Rvdo. Omar Cabrera Jr .pastor pr inc ipa l Ig lesia V isión de Futuro

El contenido de este libro es francamente inédito. Elena Caride nos trans-mite una profunda revelación sobre el significado de las palabras de Jesúsal referirse a los camellos. por años la iglesia acogió a las ovejas, perodiscriminó a los camellos. Los ricos, los poderosos, la gente de posiciónencumbrada, no tenían entrada al reino de los Cielos. Más bien merecíanel castigo del infierno, como compensación por el bienestar que habíandisfrutado en esta vida. Qué oportuno este libro. Nos muestra que el amorde Dios es más amplio que nuestros paradigmas. El Señor está dispuestoa que, tanto ovejas como camellos, puedan entrar por la puerta de lasalvación en este tiempo de restauración.

La letra y el espíritu del texto nos presentan un mensaje de paz y recon-ciliación en medio de una sociedad encrespada en los conflictos de clases.En la iglesia no hay segmentación posible, y Elena nos inspira a la prácticadel amor y la cooperación entre personas con perfiles y dones diferentes.

Recomiendo con entusiasmo que las ovejas lean este libro y vean a loscamellos con simpatía. Me comprometo a difundir esta obra entre misamigos camellos para que se enteren de las excelentes noticias que hayacerca de su futuro.

Dr. Rafael pedaceContador públ ico – UBACEO de Todomús ica S.A .pastor Ig lesia Una Vida Mejor

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En este tiempo de iglesias encerradas en sus actividades, de pastoresy líderes en su mayoría con poca capacitación, con formas casisectarias de presentar el trabajo evangelístico y de crecimiento, esrefrescante saber que existen nuevos recursos por adquirir yexperimentar. Cuantas veces les miramos la joroba a los camellos eintentamos ganar sus recursos antes que sus personas y casi enforma inconsciente formarlos en la misma fila de las ovejas.Dios preparó todo bien, a las ovejas para estar “adentro” y alos camellos para aprender a salir “afuera”.

Al dar los cursos de liderazgo y entrenamiento, muchas vecesme encuentro con gente tipo camello y en todos los casos mehe gozado en ver cómo he tenido que aprender las mismas verdadesdesde otro punto de vista para llegar a sus mentes y corazones. Siem-pre estuvieron ahí, pero ahora es el tiempo de aprender a estar conellos, y enseñarles en amor a pasar por el ojo de la aguja. gracias Elenapor tan sensible material. Disfruté su lectura y mi anhelo es ver cómoponerlo en práctica.

L ic . Héctor Car los DíazTra in ing pro

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Sobre mí……………………………………………… 11Introducción…………………………………………. 17prefacio………………………………………………..21

pARTE UNO:El ojo de una aguja………………………………….25

Crónica 1: Un camello en el ojo de una aguja1.1 Una pastoral para la gente de altos recursos1.2 Un cambio de lentes1.3 El ojo de la aguja

pARTE DOS: por qué los ricos son como camellos…………….43

Crónica 2: Un camello en el aprisco2.1 Similitudes entre los ricos y los camellos2.2 Características sociales y empresariales 2.3 Características espirituales

pARTE TRES: El guía de camellos………………………………….57

Crónica 3: Dos camellos mayores3.1 Funciones del guía de camellos3.2 Una senda de doble vía3.3 El guía acompaña al camello a su ámbito deinfluencia

CONTENIDO

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pARTE CUATRO: Los camellos y las ovejas son especiesdiferentes……………………….……………………….…… 71

Crónica 4: De regreso al desierto4.1 Hablemos de las ovejas a la luz del Salmo 234.2 Diferencias entre la oveja y el camello4.3 Diferencias entre el guía de camellos y el pastor de ovejas

pARTE CINCO: Jesús, donde todo converge……………………………….87

Crónica 5: El oasis5.1 Donde todo converge

pARTE SEIS: Brillar en el desierto………………………………………….93

Crónica 6: Historia de un granito de sal6.1 Conquistar en el desierto

pARTE SIETE: Brillar en el desierto II…………………………………….. 103

Crónica 7: Día veintinueve en el desierto

preguntas frecuentes………………………….............….115

Despedida de un guía de camellos……………………....121

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pARTE UNO: Dedicada a todos aquellos guías innatos que al conocer un

camello intentan llevarlo al corral y, al recibir patadas, creenque lo están haciendo todo mal. Tan solo aprendieron la

lección número uno: ¡los camellos no son de corral!

pARTE DOS: Dedicada a todos aquellos que, al no ser entendidos en su

iglesia, tuvieron que caminar el largo desierto pensando queya todo había terminado, y ¡era en realidad cuando todo

empezaba!

pARTE TRES: Dedicada a dar ánimo a todos los guías de camellos que,desde ministerios de bajo perfil y de alta confidencialidad

(como debe ser), pueden sentir el engaño de que no estánhaciendo nada. ¡Están haciendo y mucho!

pARTE CUATRO: Dedicada a las ovejas que desean ser guías de camellos,

con la intención de que puedan visualizar todo los cambiosque implica el nuevo paradigma.

pARTE C INCO: Dedicada a los visionarios de las iglesias, aquellos que entienden que tan solo insistiendo en la evangelización

de los camellos cumpliremos la gran comisión.

pARTE SEIS y S IETE: Dedicada a los que asumen el desafío de brillar en el desierto.

DEDICATORIAS

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Nací en la provincia de Salta, en el norte argentino, yviví allí hasta los trece años. Mi familia estaba en unabuena posición económica y social. El segundo es-poso de mi mamá, mi papá del corazón, estaba fuer-temente involucrado con el mundo de los negocios,gobierno y petróleo.

por causa de su trabajo conocí desde el interior este ámbitode gente adinerada y, desde entonces, entendí la enormenecesidad de Dios que tienen estas personas y lo abiertasque están si tan solo podemos hablarles en su idioma, en-trando por el lado correcto.

Cuando tenía ocho años una vecina me habló de Jesús y meguió a recibirlo como mi Salvador, pero lo mantuve ensecreto durante toda mi niñez. Mi infancia transcurrió juntoa mis dos hermanos; y así, en un entorno de choferes ycolegios particulares, nació el deseo de algún día podercompartir este secreto tan celosamente guardado.

A los diecisiete años vivía en el perú y comencé a asistir auna iglesia evangélica en un barrio pobre, conocido comoLa Victoria. Cuando regresé a la Argentina, pronto empecéa congregarme en una iglesia del ministerio Visión de Futuroen Salta. para mi familia eso fue terrible. Ellos pensaban queme había rebelado al hacerme evangélica. Creo que hubieranpreferido que me hiciera hippie en vez de acercarme a Diosde este modo. En ese tiempo discutía con mi mamá porquelo que más le costaba aceptar de mi conversión era el hechodel nivel que había en las iglesias en aquel tiempo. Ella me

SOBRE MIpOR ELENA CARIDE

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decía que quería algo mejor para mí, no entendía lo que yoestaba viviendo.

No obstante, cuando llegué al Señor y tuve un encuentrocon ese amor transformador, quise que todos mis familiaresy amigos conocieran a Jesús, así que comencé a invitarlosuno a uno a la iglesia. No pasó mucho tiempo antes de queme desilusionara por completo y empezara a clamar a Diospor una estrategia para alcanzarlos. Simplemente no lograbatransmitirles lo que estaba viviendo ni hacerlo apeteciblepara ellos.

Las primeras experiencias frustrantes que tuve me prepa-raron para comprender que su naturaleza era distinta. yoinvitaba a familiares míos de mucho dinero o compañerosde la facultad cuyas familias estaban en muy buena posicióneconómica, y lo hacía con la sencillez e ingenuidad del queestá enamorado de Jesús y no ve otra cosa sino su rostro.pero, cuando alguien aceptaba mi invitación y meacompañaba, y luego les preguntaba qué les había parecidola iglesia, inevitablemente me decían: –¿Cuántas reuniones tiene la iglesia por semana? ¿Una, dos?yo me ponía feliz porque me preguntaban, pensando queestaban interesados en asistir, y les respondía por ejemplo:–Tres. y seguían diciendo: –Había más o menos unas doscientas personas. Suponga-mos que cada una pone $ 1; eso daría un total de x cantidadde dinero semanal, multiplicado por… y yo me sentía morir.O me preguntaban: –¿y cuánto gana el pastor? yo no sabía cuánto ganaba el pastor –ni me interesaba–,solo sabía que el pastor ganaba almas, pero mis amigosenseguida sacaban cuentas.

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Me enfurecía pensar que podían ser tan interesados, quetodo lo pensaban en términos de dinero. O también decían: –¿Te diste cuenta el auto que tiene el pastor? ¿Te distecuenta el perfume que usa la esposa?

Mientras dirigía mi empresa, de servicios de enseñanza deinglés en las oficinas (casi todos mis clientes eran compa-ñías petroleras), conocí a mi actual marido con el que mecasé en segundas nupcias luego de regresar del InstitutoCristo para las Naciones, en Dallas, donde estudié el semi-nario. Él es un hombre muy correcto, muy respetuoso y,también, muy bueno para los números. Aceptó al Señor, leíala Biblia, pero cuando lo llevaba a la iglesia, las palabras tex-tuales de él eran: –¡Qué mal logrado está esto! ¡Qué mal logrado! –Miraba elliderazgo y me decía–: Acá hay mucho protagonismo. Estees un liderazgo muy vertical, “hagan esto, hagan aquello”.Con este tipo de liderazgo tan vertical van a conseguirgente de bajo nivel, porque es la única que acepta el liderazgovertical. y, aunque me molestaba lo que me decía, lo entendía porqueestaba “hecha del mismo material”.

Recuerdo una ocasión en la que había que cantar un corouna y otra vez porque así bajaba la presencia de Dios, eracomo un mantra. Cuando llevaba a mi marido a la iglesia,luego de cantar diez o veinte veces la misma canción, él mepreguntaba si ya había empezado la reunión o todavía estabanensayando, porque todo hacía creer que era un ensayo. yome daba cuenta de que había un montón de gente quedeseaba seguir a Cristo, pero que quería “otro modo”. y asípasé mucha tristeza en la iglesia, mucha indiferencia. Medaba cuenta de muchas cosas, pero tenía un gran amor porDios.

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Sin embargo, a mí me ganó la insistencia. Entre las virtudesque tengo, una es que soy persistente. y había cosas queno me terminaban de cerrar, pero insistí e insistí porque meatraían las verdades espirituales, las entendía, me gustabala vida de Jesús, que me amara así. Me gustaba mucho leerla Biblia, y algunos versículos me cautivaban. Había untexto bíblico que llamaba mi atención en especial, y era el del ojo de la aguja.

Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, queentrar un rico en el reino de Dios.

–Marcos 10:25

por días enteros, aun después de casarme, esa respuestacontundente de Jesús sobre el destino de los ricos dabavueltas en mi cabeza.

En un tiempo llegó a ser torturador el pensamiento, porquecomencé a dudar de mi propia salvación. por momentos meenojé con el Señor; yo sentía que estaba excluyéndome amí y a mis amigos. Algunas veces entendía que era una me-táfora, pero otras, alucinaba con que era algo literal. Lleguéa pensar que la única forma de pasar por el ojo de la agujasería cuando me muriera. “Tal vez ahí mi alma sea tan livianay tan volátil que podrá pasar”, pensaba. pero, por supuesto,estos pensamientos y dudas eran demasiado íntimos y nolos compartía con nadie.

“Debe haber alguna forma de entenderlo. Esto debe teneruna explicación”, me decía a mí misma. Me preguntaba tam-bién por qué motivo el Maestro habría mencionado a un ca-mello pudiendo haber usado otro animal como ejemplo. yoentendía que Jesús no lo había escogido al azar. podía haberdicho “una rata”, “un huevo” o cualquier otra cosa, porque

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nada –nada– pasa por el ojo de una aguja.

Como yo en ese momento vivía en el desierto tenía tiempopara pensar, buscaba en Internet, y la pregunta una y otravez era: “¿por qué dijiste camellos? ¿por qué? ¿Cómo sehace para pasar un camello por el ojo de una aguja?” y deeso se trata este libro.

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En los tiempos que corren, afortunadamente, laIglesia ha vuelto sobre verdades que por años sehabían dejado de lado por distintas cuestiones nosiempre bien fundamentadas bíblicamente. Una deesas verdades es la necesidad de predicar para lasalvación de todas las personas, sin importar su nivelsocial o económico.

Si vemos la vida de Jesús, notaremos no solo una graninteracción entre él y la gente de altos recursos económi-cos, sino además varias enseñanzas/mandatos hacia nosotros,sus discípulos, para seguir haciendo lo mismo. para serhonestos, nosotros como su Iglesia no hemos tenido muchoéxito en años pasados en la misión evangelizadora haciaeste sector. por lo tanto, es preciso revisar nuestros mé-todos y estrategias –sin alterar en absoluto el contenido delmensaje– para ser más efectivos en lograr una meta tan ele-vada y con resultados a largo plazo: la salvación y vidaeterna de todas las personas, incluyendo esta minoría (quea su vez es la de mayor influencia en la sociedad).Considero que las razones por las que se dejó de lado laevangelización de los ricos son variadas; entre otras se des-tacan las siguientes:

primero, una teología incorrecta en la que, haciendo énfasisen un solo versículo, se justificó la postergación de la mi-sión, porque “si Jesús mismo dijo que era difícil que los ricosse salvaran, qué nos queda a nosotros que somos simplesseguidores suyos...”.No creímos que siquiera valiera la pena intentarlo, y nos

INTRODUCCIóNpOR ELENA CARIDE

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resignamos a la dicotomía de un Jesús condenando deantemano a todo un sector de la sociedad. Cosa que es ver-daderamente una paradoja, ya que en los otros cientos deversículos Jesús apoya la teoría de que la salvación de todoslos hombres está al alcance de la mano y su camino no esdifícil de ser hallado.Seguido a eso, y si hemos de ser honestos, una comodidadque la Iglesia no estuvo dispuesta a abandonar, porque,obviamente, es más fácil y cómodo ganar a la gente debajos recursos, los que por sus necesidades a flor de pielreciben el mensaje del evangelio de una manera mucho másdirecta e incondicional.

En tercer lugar, y también muy escondido detrás de las dosrazones anteriores, está el sentido de inferioridad quehemos dejado que penetre en nuestros corazones y men-tes, permitimos así que Satanás nos mienta y creímos susmentiras con respecto a nuestra verdadera identidad comohijos de Dios. Ese sentimiento que nos descalificaba auto-máticamente para relacionarnos con las personas poderosas–y mucho más para predicarles–, hizo que giráramos nuestracabeza y apuntáramos solo a ganar a los pobres, cosa quepor otro lado es muy bíblica y necesaria.

por último (o en realidad absolutamente en primer lugar),está el legado religioso-cultural que todos hemos recibidoprácticamente en nuestro ADN: el paradigma greco-romanode que la pobreza se asocia con la piedad y la riqueza esclara señal de apatía espiritual. Esa enseñanza ha calado tanhondo en nuestras mentes que es casi imposible despegarla,separar lo bíblico de lo cultural es una tarea digna de unespecialista. Que el Espíritu Santo ponga su visión más elevada y nosmuestre el panorama completo desde su perspectiva.

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porque de este modo, en nuestra falsa piedad religiosa,hemos condenado a los ricos y los hemos censurado conprejuicios tales como: “nunca se van a convertir” o “simulanamar a Dios, pero en realidad aman a Mamón”, y vaya asaber Dios cuántas cosas más. y cerramos las puertas de lasalvación para muchos de ellos.Afortunadamente, como dijimos al principio, la Iglesia estárescatando esta verdad olvidada y se está enfocando en sumisión con más conciencia y determinación. Existen cadavez más libros y otros materiales que ayudan en la tarea dealcanzar, según la terminología que se emplee, al mercadoo marketplace, a la sociedad, al ámbito laboral, al sistema,etc.

Si ha de haber un ministerio enfocado en alcanzar ese tipode gente, también se hace necesario desarrollar una pasto-ral diferente: distintos métodos que surtan efecto ante dis-tintas características humanas. No porque las personas dealto nivel económico sean de mayor estima a los ojos denuestro padre –de ninguna manera–, sino porque comogrupo social tienen características y necesidades especialesque muchas veces no son comprendidas ni abarcadas.Las páginas que siguen son el producto de experiencias demi parte, en algunos casos frustrantes, dolorosas, y enotros, enriquecedoras, al encontrar varios obstáculos al mo-mento de alcanzar a mis amigos con el evangelio y llevarlosa la iglesia local a la que pertenecía.

Los pensamientos que ofreceré a continuación tienen laúnica intención de que:

-Los pastores comprendan la importancia de tener gran-des rebaños de ovejas y camellos.

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-Las personas de altos recursos, que escucharon elversículo de los camellos, no crean que es plan de Diosdejarlos afuera.

-Las ovejas que Dios transformó en guías de camellossepan conciliar la ambigüedad de ser ovejas para suspastores y guías para sus camellos.

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Los discípulos se asombraron de sus palabras; peroJesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícilles es entrar en el reino de Dios, a los que confían en lasriquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, queentrar un rico en el reino de Dios. Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién,pues, podrá ser salvo? Entonces Jesús, mirándolos, dijo: para los hombres es im-posible, mas para Dios, no; porque todas las cosas sonposibles para Dios.

–Marcos 10:24-27

Cuando leía la explicación que diera el Maestro, por mediode una gran metáfora, de los secretos de la evangelizacióna personas de altos recursos, se expandía en mi mente unapantalla imaginaria y veía el relato que compartiré a conti-nuación. A través de estas líneas intentaré explicar lo queJesús me enseñaba, resumiendo lo aprendido con imágenesproyectadas como en un gran film de alta definición y ex-celente sonido. preservaré las identidades, dejando a cadalector la libertad de llevar a cabo este nuevo ministerio deforma artesanal con la guía diaria y personal de Dios.por eso preste atención, esto que parece tan solo leer unlibro, una simple acción, en el mundo espiritual tiene otrasimplicaciones. Dios siempre tiene un plan. Esta no es unafórmula. Lea entre líneas, no saque rápidas conjeturas, es-pere a terminarlo. Siéntese e imagínese una película que locircunda, casi como si volviera al mismo instante en el queJesús pronunciaba las palabras del caótico versículo de loscamellos. Viva esta historia intentando entender la metá-

pREFACIOpOR ELENA CARIDE

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fora en toda su plenitud, como si fuera un discípulo querodea al Maestro y escucha estas declaraciones sobre losricos, pero esta vez hay una luz en su interior y lo entiendetodo, supera la confusión que nubló a los apóstoles aqueldía y esta vez disfruta escuchar al Maestro cara a cara ex-plicarle en una suave mañana de abril el secreto para poder,finalmente, evangelizar a los ricos.

Apenas conocía a un camello (persona de altos recursos)me desafiaba internamente: “a ver en cuánto tiempo logrollevarlo a la iglesia”. Muchas veces aun atentaba contra larelación con mi “nueva adquisición”, al ejercer presión paraque venga a tal o cual culto.Evidentemente perdí muchos camellos que metafórica-mente huyeron al desierto asustados por mis presiones.Además los consideraba adquisiciones de la iglesia, y estoseran demasiados errores en una misma tarea de evangeli-zación.

Los capítulos que seguirán son el fruto de haber andado,aprendido por ensayo y error miles de veces hasta entenderlo que intentaré volcar a continuación. Buscaré justificar porqué aprendí que los camellos no son una adquisición perso-nal ni de la iglesia, sino de Dios; y que llevarlos a la iglesiapuede provocar en ellos, en la gente de la iglesia y en el pro-pio pastor, un efecto muy distinto que si llevara una oveja;ya que los camellos no experimentan la iglesia como las ove-jas, ni las ovejas sienten lo mismo cuando llega un camello,el pastor inclusive. Sencillamente porque los camellos noson animales de corral.

Es mi deseo que este libro pueda ayudar a evitar que se pro-duzcan heridas entre pastores, camellos y ovejas. para lo-grar este objetivo, tal vez sea necesario aplicar nuevos

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paradigmas, y renunciar a creer que el pastor podrá pasto-rear camellos del mismo modo que pastorea ovejas; reco-nocer el cortocircuito que se provoca entre camellos ypastores; desistir a querer hacerlo todo y confiar que laoveja, su oveja, podrá acompañar muy bien al camello, por-que tiene el vínculo ya formado por Dios, que usó la casua-lidad de la ciudad para unirlos....

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CRóNICA UNO - Un camello en el ojo de unaaguja

La arena estaba aún caliente, el sol se convertía poco apoco en una línea de neón naranjo en el horizonte. Estaban en el desierto, pero también estaban a las puertas de la ciudad, esa era una esperanza.Mohamed movía sus labios incesantemente susurrandoen algún idioma antiguo, sus ojos cerrados y sus labios seapresuraban en pronunciar sus plegarias a medida que elsol disminuía y entregaba en una sutil línea de fuegotodas sus fuerzas al horizonte.Parados a su alrededor yacía una manada de tres came-llos, erguidos, con sus narices que apuntaban a la nochepor venir, completamente negados a los peligros que lesesperaban si tenían que pasar una larga noche en el desierto.De buena gana, Mohamed, los hubiera zarandeado parahacerlos entrar de un tirón de cuello, como hacia suabuelo Jacob con las ovejas. “Que fáciles eran ellas”, seatravesaba un pensamiento en la mente de Mohamed,quien sacudía su cabeza ahuyentándolo. Él ahora no necesitaba saber cuán fácil era traer a las ovejas al corral,no era pastor de ovejas, y esos pensamientos no eranoportunos, él estaba luchando su lucha, suave pero profunda, sumisa pero clara. Estaba orando para hacerpasar un camello por el ojo de la aguja.

pARTE UNO:EL OJO DE UNA AgUJA

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Su rostro estaba casi pegado a la pared de la ciudad. Elfrío comenzaba a ganar la escena, las paredes de la ciu-dad ya reflejaban sobre él el frío del ambiente que biensabían absorber. Esa pared era el muro que protegía laciudad de todos los extraños del mundo. Las puertasprincipales ya se habían cerrado, y la única forma de en-trar era por la puerta del costado, el ojo de la aguja. Mo-hamed podría haber entrado en un santiamén, pero¿quién guiaría a sus camellos? Arrugó la nariz con un gesto, como para cubrirse de lanoche presurosa en llegar, y casi para ignorar el frío queavanzaba como un manto sobre sus espaldas, acomodósu abrigo de piel de camello, aquel que le regalara supadre la noche antes de morir, cuando balbuceó su des-tino en agonía: “Tú serás guía de camellos”. Esa noche nopreguntó nada, tan solo tomó la piel y lo primero quepensó fue: “¡Qué pesada es!” Una roída vara de pastor, suexistencia sobre sus sandalias y una sencilla piel de ovejasobre los hombros, eran las vestimentas con las que reci-bía este regalo que le causaba tanta sorpresa. Él queríaser, como toda su familia, pastor de ovejas. ¿Qué queríadecir con guía de camellos? Estos recuerdos atravesabansu mente mientras luchaba con las plegarias, su largalucha solitaria, la lucha de un guía de camellos, un granguía de camellos en el cual se había convertido. Y asícomo un pastor iría por la oveja extraviada, un buen guíaintentaría en oración todo lo necesario antes de abando-nar un camello en la larga noche del desierto. Sus rodillas temblaban, su cansado cuerpo casi suplicabaentre enojado y abrumado: “¡hey!, señores camellos, ¿us-tedes serían tan amables de doblar sus rodillas, bajar suscabezas y hacer unos cuantos pasos mientras están arro-

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dillados?” Parecía tan fácil, sin embargo, Mohamed ya losabía: cualquier actitud de directiva no iba a causar nadamás que el efecto contrario. La bandada de camellos corriendo al desierto asustados y despavoridos, imposi-bles de alcanzar en toda una vida.Sería inútil. Mohamed se ceñiría a lo que el Espíritu lehabía mostrado. Él tenía que orar y Dios haría el mila-gro. Estos pensamientos fueron agradables. Comenzó arecordar las promesas, la calidez del ambiente dentro dela ciudad; y casi como llamando con sus deseos desespe-rados de ver al menos un camello arrodillarse, tan solouno, suplicaba haciendo suyas la misma súplica de su antepasado Abraham cuando pedía por aquella ciudad ya condenada. Condenada. Esta palabra movió sus vísceras, y recordó elhambre de todo un día de caminar en el desierto; dereojo –como a quien le cuesta poner sus pensamientos enun solo rumbo: la oracion–, miró los camellos y esta es-cena no le ayudó en nada. Ellos seguían parados, ergui-dos, indolentes, indiferentes al paso del tiempo sobre susvidas fuera de la ciudad, despreocupados de saberse enel desierto.“¿Es que nunca desean pastos verdes?”, se preguntaba laparte de Mohamed que deseaba entrar y olvidar de unavez por todas este ministerio que pocos comprendían,menos practicaban y casi todos solían mirar con desdéncuando él contaba sus milimétricos avances. Con un: “nohay ministerio fácil”, le cerró la boca a uno de sus másqueridos amigos, mientras ambos secaban las gotas debebida que habían caído cuando el golpe de puño sobrela mesa acompañó la frase que cerraba la insistente “dejaya esos camellos. Aquí hay muchas ovejas, y hay mucho

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por hacer”. Mohamed lo escuchaba casi como quien ob-serva un cuadro que no va a comprar; y, cuando las pala-bras lo enojaron mucho, le habló de que también esdifícil visitar presos, rehabilitar adictos, y ni te cuento delidiar con las mujeres golpeadas que una y otra vez co-rren a su agresor. Entonces dijo la frase que le cerró alamigo la boca: “Salim, ningún ministerio es fácil”. Luegole echó una dura mirada que habló más fuerte. Y elamigo supo que debía callar.Él fue, era y sería un guía de camellos. Nunca podríacontar nada de ellos, nunca tendría una gran manada, esmás a todos los que había hecho pasar por el ojo de laaguja, en realidad no los hizo pasar él, sino el Maestro,así que tampoco a él le pertenecía ningún aplauso.Las piernas entumecidas ya casi no sabían de su propiaexistencia; mientras la lucha por concentrarse se debatíaen su mente, Mohamed notó que la noche estaba desen-fadadamente explayada sobre su espalda y un manto deestrellas tenuemente lo alumbraba.Casi vencido dejó de luchar con la venida de más pensa-mientos en su cabeza para dar lugar a sus plegarias; peroalgo en su interior dijo: “deja que yo hable en tu inte-rior”, así reconoció que cada pensamiento, que aparente-mente molestaba, en realidad sumaba; que cada recuerdolo fortalecía; que cada detalle desplegado en el teatromental fue como una magistral clase de un gran maestroque con destreza absoluta le mostraba cada escena de suvida hasta llegar al convencimiento absoluto de que todose trata de Dios, que él hace todo...Una estrella guiñó un destello fuerte y claro, se volteóapresuradamente para verla y volver a su posición deplegaria, cuando de repente sintió el calor de un camello

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arrodillado detrás de él.¡Un camello se había arrodillado! Esto era genial, unafiesta de euforia lo invadía internamente, pero sabía quedebía mantener la emoción en lo íntimo de su ser, quenadie supiera de su alegría. Un festejo inoportuno tiraríatodo por la borda.“¿Habrá sido el guiño de la estrella, o el destello poste-rior, o quizás porque me di vuelta un poquito...?, susurróun ego casi dormido. “No importa”, pensó rápido, casisujetando la tentación de creer que había sido él. Cómohabía ocurrido no era lo importante, sino que había ocu-rrido. “Ahora debo actuar claro y conciso para que puedaimitarme...”. Nada de movimientos bruscos ni panderos,era tiempo de silencio y meditación, y mucho peromucho respeto en la maniobra espiritual. Casi sin sentir su pierna derecha con ambos brazos laarrastró hacia adelante, mantuvo la postura de plegaria,con los ojos cerrados, conociendo el camino a la ciudadde memoria, movió la otra rodilla. El ruido de la arenabarrida por la rodilla del camello le trajo la buena nuevaque no anunciaría nunca a grandes voces, sino que guar-daría en lo profundo de su corazón, él y el Maestro lo sabían, el camello estaba atravesando por el ojo de laaguja y eso era lo más importante. Recordó rápidamente desde su cansada cien que eran tansolo cuatro pasos para entrar en la ciudad, ya habíahecho la mitad. Las luces y el calor de la ciudad ya alum-braban sus rostros. A pesar de que la luz de la ciudad leagradaba, él entraría cabizbajo, el camello podría no perci-bir lo mismo de la ciudad, la luz artificial podría asustarlo.Los camellos eran grandes amantes de la naturaleza, preferían el manto de estrellas a la luz de la ciudad.

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Casi mecánicamente y movido por una alegría inusitadaarrastró otra vez la derecha y esperó. Aunque tenía ganasde salir corriendo y danzar, envuelto en aquella melodíaque ya comenzaba a embargar su alma, se recató, pensóen el que tenía detrás, en que para él todo sería distinto. No sabía si lo seguía Priscila, la camellita más joven, Ari-matea, el camello líder o Prócula la distinguida camellacon quien viajaría hasta Dubai en la entrega de alfom-bras persas. Para Prócula siempre estaba todo bien. Unpensamiento de tristeza casi acostumbrado volvió a inva-dirlo. Tan solo me sigue uno.Una imagen de su primo Ariel invadió su mente; a Ariello seguía una enorme manada de ovejas. “No importa”,pensó su incansable mente determinada a abrazar aqueldestino que le había entregado su padre. Él era guía decamellos y sabía que las ovejas entraban en multitud alrebaño, sin embargo, los camellos pasaban de uno enuno. Así lo había explicado Jesús aquella tarde, cuandose sentó al costado del camino entre Emaús y Jerusalén,y frente a un grupo de seguidores le entregó al mundo sumás grande curso de evangelización para personas dealtos recursos: “Es más fácil que un camello entre por elojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cie-los”. Si Jesús lo había patentado así, con su histórica de-claración de que “nada es imposible para Dios”, quiénera él para cambiar o siquiera criticar el modo de hacerpasar los camellos por el ojo de la aguja. Lo dijo Jesús ypunto, pareció aclararle su yo-niño.El cuarto paso lo dejó por completo adentro de la ciudad;con un suave movimiento de caderas se sentó sobre susnalgas en posición de indio y se corrió hacia un costadocon las manos. Grave error hubiera sido meter su cabeza

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en el ojo de la aguja, espiando la maniobra del camello,“¿camello, camella o camellita?”... Casi como si no le in-teresara colocó sus pulgares contra el pecho y con susmanos cerradas con los dedos apuntando el cielo, siguiósusurrando sus interminables plegarias. Eso de orar sincesar era la clave y él lo sabía.Una actitud de aparente indiferencia, pero en realidadmuy prudente y cuidadosa de la privacidad del próximopor entrar en la ciudad, teñía toda su imagen que empe-zaba por su turbante, ya bastante desprolijo y polvo-riento, sobre una cabeza turbada con miles depensamientos y preguntas. “Las dudas se contagian”,pensó.Pronto llegó el sufrimiento por el largo silencio que salíade adentro del ojo de la aguja: “¿Se arrepentirá?”, du-daba, “quizás vuelva al desierto, de todas maneras que-dan allí dos más”. La imagen de su abuelo calmó laescena mental con un pensamiento refrescante y espe-ranzador. “Nosotros sembramos. Dios da el crecimiento”.Eso lo tenía claro, pero qué haría con su pena. “¿Con supena?”, pareció preguntarse muy apologéticamente laparte de él que asistió todos los días a la Sinagoga enbusca de respuestas para armar el rompecabezas que erasu vida después de la muerte de su padre, sobre todo loque sabía de cómo apacentar las ovejas y esta piel de ca-mello que le recordaba el destino que su padre habíaapartado para él: “Serás guía de camellos”. Un llantonacía en su garganta... ¡sí! Es que sentía pena y esta eratan fuerte que casi no podía sujetarla dentro de sí. Élquería que ese camello diera esos dos pasos siguientes.Oh, Dios cómo lo deseaba y cuán impotente se sentía, nopodía hacer más que susurrar sus plegarias de memoria,

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y su clamor armó un gesto de llanto en su rostro. Sualma suplicó, su espíritu clamó: –Te ruego, Señor, que pase, dos pasos más, no resisto eldolor de saber que se podría perder –se escuchó clara-mente; luego sus labios se arrugaron en gestos de unllanto escondido. El guía lloraba, su interior clamaba y él no lo sabía. Ren-dido y apoyado abiertamente sobre el muro lloraba, y seoía algo así como: –No, Señor, no, otro más.Sus hombros se sacudían por el llanto, su pecho flame-aba, intentaba llorar en silencio, pero no podía, su rostrocompletamente en lágrimas ahora miraba el cielo. Undestello de una estrella, igual al de hace una media horaatrás, lo sacó de su llanto por un segundo, segundo en elque escuchó la rodilla de un camello hacer el paso tres.Su espíritu saltó de gozo; otra vez volvió a entenderlo,como si antes nunca se lo hubieran dicho, es que era tansencillo que vez tras vez lo olvidaba: “Clama a mí y yo teresponderé”. El corazón le anunció que un próximocuarto paso lo pondría cara a cara con el camello que es-tuviera pasando por el ojo de la aguja, sería mejor que se-cara sus lágrimas y acomodara su capa de piel de camelloy su turbante.La luz de la ciudad, tenue a estas horas de la noche,alumbró la cabeza de Priscila que rápido salió de la posi-ción de arrodillada y con un gesto de “a mí nada meafecta”, como si hubiera olido las lágrimas de Mohamedde unos segundos atrás, mientras sacudía su pelaje conun gesto sutilmente arrogante, dijo:–Guau, ¿algún día harán más fáciles estas entradas a laciudad? ¿Alguna vez alguien pensará en simplificar estos

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cuatro pasos?, al fin y al cabo somos camellos ¿no?Mohamed la miró con una sonrisa complacido, a esta altura nada de lo que dijera importaba. Ya había ocurridolo imposible. Un camello había pasado por el ojo de unaaguja, y eso lo valía todo.

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¿Cómo se relacionó Jesús con los ricos de su tiempo? po-demos hacernos esta pregunta ya que estamos acostum-brados a ver ejemplos y parábolas en donde vemos a Jesúsinteractuar con los pobres y necesitados, pero las Escriturasabundan en ejemplos en los que él dirigió enseñanzas o in-cluso pasó tiempo con personas de poder en su sociedad.El Maestro no nos dejó “huérfanos de conocimiento” encuanto a las actitudes que debíamos tener como hijos suyoshacia el dinero o hacia sus poseedores.En el Evangelio de Lucas, solamente, hallamos las parábolasdel rico insensato, a quien Jesús le dijo que era necio porhacer para sí tesoros y dejar de lado a Dios (Lucas 12:13-21);la del rico y Lázaro, en la cual un mendigo se salva y un ricose va al infierno e intenta salirse de él (Lucas 16:19-31); yla parábola del joven rico, que analizaremos a continuación,desde el relato del evangelio de Marcos. En este episodio Jesús interactuó con un joven rico de suépoca y enseñó lo siguiente:

Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, ehincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestrobueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús ledijo: ¿por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sinosólo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No

1.1Una pastoral para la gente dealtos recursos

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mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defrau-des. Honra a tu padre y a tu madre. El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lohe guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirán-dole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vendetodo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoroen el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. pero él, afli-gido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchasposesiones.

–Marcos 10:17-22

¿Cómo termina Jesús este encuentro? En una frase da, pro-bablemente, el puntapié inicial para un nuevo ministerio, elministerio a los ricos. “Entonces Jesús, mirando alrededor, dijoa sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dioslos que tienen riquezas! Los discípulos se asombraron de suspalabras [como tal vez nos hemos asombrado todos al leerlopor primera vez]” Marcos 10:23-24 [agregado de la autora].

Jesús, comprendiendo la consternación que sus palabrashabía producido en sus discípulos, repitió por segunda vezesta afirmación. ¿por qué? primeramente, porque de verasera una aseveración muy importante como para ser tomadalivianamente, como algo dicho al azar. Segundo, el Maestroquería asegurarse de que sus seguidores no solo la oyerany la recordaran, sino que también pudieran ponerla en prác-tica en su ministerio venidero. De modo que nuevamenteles dice, en un tono paternalista que ayudaba a disipar deellos toda idea de que el Maestro se había tornado insensi-ble: “Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios alos que confían en las riquezas!”, y agregó:

Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, queentrar un rico en el reino de Dios. Ellos se asombrabanaun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser

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salvo? Entonces Jesús, mirándolos, dijo: para los hombreses imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosasson posibles para Dios.

–Marcos 10:24-27

Es cierto que este versículo en especial puede ser perturbador,ya que no encuadra en nuestras mentes con el concepto deun Dios amoroso que tiene los brazos abiertos para recibira todos aquellos que lo buscan. Estas palabras parecenplantearnos una contradicción que no seremos capaces deresolver a menos que estemos dispuestos a cambiarnos loscristales a través de los cuales miramos la escena. A eso selo llama un “cambio de paradigma”.

¿Qué es un paradigma? Un paradigma no es la realidad, sinola forma en que nosotros percibimos esa realidad. Es decir,los cristales a través de los cuales vemos lo que tenemosfrente a nosotros. Si usamos unos lentes oscuros, de esosque se usan para resguardar la vista del sol, ciertamenteveremos todo oscuro, por más que allá afuera haya un solradiante. Si usamos lentes de aumento, todo nos parecerámás grande de lo que es en realidad. Si nos ponemos unosllamativos lentes con cristales rosados, seguramente todonos parecerá color de rosa. El problema no son los lentesen sí, sino saber en qué ocasión usar cada uno.

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1.2Un cambio de lentes

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Nuestra cosmovisión se ve afectada por un sinnúmero decausas, entre ellas nuestro trasfondo social, económico, eltipo de experiencias que tengamos almacenadas a nivel cons-ciente o inconsciente e, incluso, por ciertos valores heredados.

Volviendo a las palabras de Jesús, sobre la dificultad quetenían los ricos para salvarse, notamos que la segunda vezque Jesús declara esas palabras, a diferencia de la primera,añade que esa dificultad extrema era para los que ponen suconfianza en las riquezas.Esto trae bastante alivio, ya que no todos los ricos (aunquesí la mayoría) tienen su confianza en las posesiones. El amoral dinero y todos sus parientes: la avaricia, la ambición, el ma-terialismo y el egoísmo, son la raíz de todos los males, comosabiamente reza el proverbio. pero no podemos “meter a todoslos gatos en la misma bolsa”. Estos tendencia a vivir centradoen lo material, pueden afectar tanto a personas de altosrecursos económicos como al las personas cuyos presupues-tos se terminan en la primera semana del mes y experimentangrandes carencias. Llevadas a un grado de actividad extrema,la miseria y la ambición pueden convertirse en espíritus quedominan la voluntad humana.Al respecto, todos podríamos citar casos de personas queno tienen mucho dinero al cual aferrarse y, sin embargo,ponen su confianza en él. ¿Quién no conoce ejemplos degente muy pobre que está siempre esperanzada con ganarla lotería y salvarse para el resto de su vida? ¿No es eso,acaso, poner la confianza en las riquezas? No ofrendar o nodar los diezmos por temor a que nos falte luego, ¿no seríauna variante del mismo mal?

Con esto no estamos queriendo justificar la tendencia naturalde las personas de altos recursos económicos a apoyarseen sus recursos. Ni tampoco el sentido de independencia

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que tiene un empresario que ha logrado llegar alto en suvida y cree que no le debe nada a nadie –incluso a Dios– yque es artífice de su propio imperio. Lo único que estamosreconociendo es que esa advertencia de la dificultad parallegar a comprensiones de la necesidad del espíritu, puedenhacer un conflicto de interés interno, cuando creen que alcultivar el espíritu, esto ira en detrimento de los otros as-pectos de su vida que nos les gustaría disminuir en intensi-dad (o corporal, material).

Bien, este es el primer punto en la enseñanza integral de Jesússobre los ricos. El segundo es el tema del “ojo de la aguja”.

¿Jesús estaba hablando literalmente cuando dijo que eramás fácil pasar un camello por el ojo de la aguja que entrarun rico en el reino de los cielos? No es posible. La frase notiene ningún sentido literal. Me inclino por pensar que ha-blaba más bien con una ironía. En una ironía se dice unacosa para significar, precisamente, lo contrario.En términos de figuras literarias se lo llama hipérbole. Unahipérbole es una exageración evidente que tiene por objetoaumentar el valor de lo que se dice. Famosa es la didácticade Jesús, que utilizaba recursos –tales como parábolas yotros– para asentar las enseñanzas en la mente de susoyentes. En esos recursos se usaban figuras o escenas de

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1.3El ojo de la aguja

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la vida cotidiana con las que los oyentes estaban familiari-zados y, a partir de ellas, se trasmitía una poderosa ense-ñanza espiritual. Este pasaje NO responde al caso.

¿A qué se refería exactamente Jesús cuando hablaba del ojode la aguja? Algunos comentaristas bíblicos (aunque notodos) afirman que Jesús se estaba refiriendo a una pequeñapuerta construida al lado de la puerta principal de acceso a laciudad. Sea cierta o no la existencia y el propósito de esapuerta y la referencia de Jesús a ella, la fuerza de este pa-ralelo se concentra en la dificultad del caso; y lo tomamoscomo una metáfora bien válida para este ministerio.

La tradición dice que era común construir una puerta ordinariaal lado del portón, de modo que la gente común pudiera ir yvenir de la ciudad sin tener que dejar la puerta grande abiertaa toda hora. Esta práctica era especialmente útil dado que loscomerciantes, que muchas veces se quedaban trabajandohasta después de hora, llegaban a la ciudad y hallaban que elacceso se había cerrado a la hora de la puesta de sol. por talmotivo y, especialmente, por causa de los comerciantes, seconstruyó esta puertita de emergencia. ¿y cómo hacía un ca-mello para pasar por el ojo de la aguja? El animal, primero,tenía que bajar la cabeza; después, debía arrodillarse –posiciónincómoda para él–, pero además debía mantener esa postura.por último, debía “gatear” a través de la puerta, en una posi-ción ciertamente incómoda por su tamaño. Dada su contex-tura y disposición física, eso representaría un gran esfuerzopara el camello; debía transformarse, debía adaptarse, modi-ficar su postura para ser capaz de pasar al otro lado. ¿Quéhabía del otro lado? Se hallaba la ciudad, las fuentes de agua,el descanso merecido de la jornada.

Llevado al plano humano y espiritual estamos hablando de ini-ciar un proceso de cambio. En síntesis, para pasar por el ojo

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de la aguja se requiere una actitud de disposición y humildad,cosa que para un camello, dadas sus características, es muydifícil, y para los ricos, dadas las suyas, es casi imposible.

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CRóNICA DOS - Un camello en el aprisco

Priscila pronto recuperó la postura y fingió no haber su-frido duda alguna mientras pasaba el ojo de la aguja, pro-curó también que nadie se diera cuenta de que se habíanquedado su madre y su padre del otro lado. Tan solo ac-tuaría con seguridad, o seudo seguridad, ella necesitabaactuar fingiendo tanta seguridad que se convirtiera en unescudo y no se notaran sus miedos, sus inseguridades, supoca familiaridad con este clima de “fiesta” que ella noentendía. La verdad, se había imaginado tantas cosas delotro lado del ojo de la aguja, pero nunca este ruido, lamúsica, y toda la danza alrededor.Mohamed le sonrió para afirmar su confianza, y ella aba-nicó el hocico con un gesto de: “¿qué te pasa Mohamed?No necesito ayuda”. Mohamed avanzó confiado a sentarse en algún lugar enel medio del salón, en cambio ella casi no podía avanzar,sentía todas las miradas clavarse en su joven, brillosa yllamativa piel de camello; otros descaradamente mirabansu joroba. Por dentro susurraba, casi enojada y asom-brada, “¿qué nunca vieron un joroba de camello?”.Y no, no iban muchos camellos al corral de las ovejas.Un hombre gritaba en el fondo apoyado en un palo largoy torcido. Ella afinó la vista y se preguntó si ese seríaacaso el famoso palo del cual le había hablado el abuelo,

pARTE DOS:pOR QUÉ LOS RICOS SON COMO CAMELLOS

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el palo con el que quieren tratar a camellos igual que aovejas; vara, eso era ese palo, se llamaba vara. Inmediata-mente generó un pensamiento de protección, que lesbrota a los camellos ante las situaciones de peligro, “man-tente alejada de este y no le creas nada de lo que diga”.Por fuera ella seguía el ritual de la amabilidad, cernidade apariencia de seguridad. Varios intentaron invitarla asentarse. –No gracias –respondía con una sonrisa–, aquí estoybien. –Su interior decía: “mientras más lejos mejor”.Alguien le acercó un libro. –Bebe del agua de la fuente divina. De igual modo y con mucha diplomacia contestó:–No, muchas gracias.Ella conocía todo el desierto, lo había trotado bajo el soly la luna, pero de aquella fuente nunca había escuchado,de todos modos la palabra divina la había inquietado.“¿Dónde estaría esa fuente?” y “¿por qué esa mujer leofreció ese folleto?” y “¿para qué la había guiado Moha-med a este lugar tan extraño, ruidoso, iluminado con esaluz artificial?”, “¿dónde estaba?” Miró que algunos estaban con los ojos cerrados y rápida-mente pensó: “¿cómo pueden meditar en medio de esteruido ensordecedor y caótico?”Mohamed se había alejado un poco, justo cuando más lonecesitaba. Pronto se le acercó una mujer que la obligabaa sentarse, y ella repetía:–No, gracias –y la mujer le explicaba que tenía que salirel pastor. “¿Pastor? ¿Qué era un pastor?” No entendía.Pronto vio una multitud y el palo aterrador en el medio;en un segundo todos sus miedos se apoderaron de ella ynotó que iba perdiendo compostura, tenía que salir de

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ese lugar ¡ahora!, “¿dónde estaba Mohamed?”, se pregun-taba. Todo se volvió aterrador; ahora había más mujeres empu-jándola para que se corra del camino, ella podía sentirtodo su pelaje tironeado, la multitud acercándose y en elmedio el palo, que como en una procesión se acercabahacia ella, todo ocurría tan rápido. “¿Dónde estás, Moha-med?” se preguntaba desesperada. Ahora también la jala-ban por todos los costados hombres vestidos de negro.“¡Hay qué horror y yo que tan solo seguí a mi guía! Guíaque no sé dónde está ahora”.La presión aumentó. La multitud se acerco más y más y,en un segundo, tan solo un segundo, vio como todo setransformó, la gente socorría al pastor que estaba ensan-grentado en su cuello.–¡Fue el camello! –gritaron todos. Miles de dedos la seña-laban. “¿Fui yo? ¿Puedo haber sido yo?”, se preguntaba lograndola sinceridad que suelen alcanzar los camellos en su inte-rior. “Y, sí, le debo haber dado una patada”, se decía paraadentro. Cómo explicarles a tantas ovejas juntas que ellano había deseado dañar a su pastor. Cómo hacerle enten-der a otra especie que ella no necesitaba ni vara ni ca-llado, que los pastores son para las ovejas y que los guíasson para los camellos. “Guía, dije guía”, reclamaba su vozinterior.Desde el medio de la escena miraba horrorizada el lío enque se había metido, pero no tenía palabras para explicartodo lo que había en su interior y, además, ya nadie que-ría escucharla, parecían no entenderla.Las ovejas no hablan el idioma de los camellos. Ellahabía atravesado el ojo de la aguja siguiendo a su guía y

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tenía la expectativa de una gran experiencia espiritual, encambio se veía inmiscuida en medio de un gran escán-dalo que la hacía sentir muy mal e injustamente avergon-zada. Todos socorrían al pastor. Y un grito desde lamultitud dijo: –¡Qué se vaya, es una anatema.“Anatema”, pensó, “ni siquiera saben mi nombre señores;no nos hemos presentado. Me llamo Priscila, sí, PriscilaRich. Pero igual si quieren me voy, ahorita viene miguía”. A lo lejos vio el turbante de Mohamed acercarse yun suave alivio le avisó que, al menos para ella, prontose acabaría todo aquello.Mohamed se acercó con los ojos tan asombrados que sele salían de las órbitas, no podía creer lo que pasaba. Lepregunto: –Priscila, ¿pateaste a mi pastor?Priscila, joven y algo arrogante para procesar su defensa,jugó con las palabras y le dijo: –Bien dijiste, Mohamed, es tu pastor no el mío. Y ade-más, se me acercaba más y más, otras personas me pe-dían que me corriera, y bueno, no sé qué paso. ¿Podemosirnos ahora?–Sí, sí –dijo Mohamed con el corazón partido, dividido;él quería guiar a su camella, pero no entendía cómo ellahabía podido patear a su pastor. Pronto entendería quelos pastores y las ovejas producen siempre un corto cir-cuito en el camino espiritual y que la cadena espiritualera: pastor alimenta a oveja, oveja se vuelve guía, el guíaacompaña al camello y Dios lo hace pasar por el ojo de laaguja. La dupla pastor camello tan solo se podría dar si el pastordejara la vara y el callado y tomara una postura de acom-

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pañamiento, postura difícil de tomar para un pastor queestá acostumbrado a dirigir ovejas.En unos segundos estuvieron a las puertas del ojo de laaguja pero del lado de adentro. El pastor gritó variascosas a Mohamed, quien intentaba explicarse y explicar aPriscila, pero todo era en vano.Priscila los miraba de costado y pensaba: “¿por qué tantapleitesía, Mohamed, es solo un hombre. Yo solo hago esocon el Dios de la vida. Cuando me muestra el sol o meregala una luna, pero ante un humano nunca, Moha-med”. Mientras tanto, Priscila intentaba leer el idiomaque salía de los labios del pastor, quien abanicaba susbrazos con vehemencia sobre Mohamed que estaba acu-rrucado. Priscila no entendía el idioma de los pastores,pero algo le decía que los estaban poniendo de patitas en lacalle.La última frase la recordaba casi de memoria porque lahabía gritado muchas veces el pastor. –Deja de vender al-fombras a los musulmanes, y enséñale los cuatro pasosespirituales y punto.“Bien, por fin terminaron los gritos”, pensó Priscila mi-rando a Mohamed que estaba sumido en una gran tris-teza. Tenía los ojos húmedos de lágrimas de desilusión. –¿Qué vas hacer Mohamed? –preguntó Priscila con vozmuy baja para no molestarlo en su tristeza. Lo camelloscreen que las emociones son desiertos que hay que atra-vesarlos solos o en compañía, pero no evitarlos.–Voy hacerte pasar por el ojo de la aguja y a guiarte hastaque Dios me lo muestre. –Si quieres quédate con ellos, ¿eh? Perteneces a estelugar ¿no?–No sé si pertenezco, pertenecía, creo... –dijo Mohamed

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con el corazón partido en mil pedazos que no encajaban. Con ese criterio claro que tienen los camellos para anali-zar las situaciones, sin melancolía le dijo: –Mohamed, tú naciste acá, eres de acá, vendes alfombrasa los musulmanes para ganarte el pan y eres mi guía; y atu pastor le cuesta entender que yo quiera tu guía y no lade él.–Una cosa es cierta –replicó Mohamed–. Yo vendo alfom-bras pero no tan solo para ganarme la vida, sino para quelos musulmanes, cuando se arrodillen, reciban una reve-lación de la persona de Jesús. Ellos se arrodillan cincoveces al día ¿entiendes? Entiendes las oportunidades quehay de que haya una revelación –dijo Mohamed ya en-cendido en su pasión por ganar a los musulmanes.–Y Jesús el Maestro ¿podrá dar revelaciones mientrasduermen? –Sí, claro –contestó apresurado Mohamed, sorprendidode que Priscila se preocupara de su ministerio subterrá-neo de alfombras–, ¿por qué lo preguntas? –Porque muchas veces en vez de orar... duuuuermen,Mohamed, duermen... –dijo Priscila irónica, enfatizandoel lado real ante un Mohamed fervoroso y soñador.–¡Ah!, Priscila, Dios no tiene barreras para contactar a lagente.–Eso lo sé –dijo ella segura. –¿Lo sabes? –preguntó absorto–. ¿Cómo es que lo sabes? –Porque yo hablo con Dios a través de las estrellas.–¿De las estrellas? ¿Cómo es eso? –Es una larga historia. Hay una ciencia que las estudia ylas entiende, la forma, la posición, son como letras paranuestros ojos. Hace años, cuando nació el Maestro, élenvió estrellas para avisarnos que vendría.

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–Priscila, tienes razón –gritó Mohamed pegando un saltoy sacándose el turbante de la alegría–, Dios les habla austedes distinto que a las ovejas y a los pastores. –Ni me los nombres –susurró Priscila.Mohamed siguió deduciendo lo recién revelado comoquien lee una fórmula en el aire…–Claro, por eso a nosotros nos mandó ángeles y ustedesseñales en el cielo. Esto es grandioso Priscila. Dios tam-bién les habla, Dios los quiere. Él te va ayudar a pasarpor el ojo de la aguja cuando llegue su tiempo.–¿Qué dices? Hasta lo de las estrellas entendí, lo otro nome acuerdo.–Pasar por el ojo de la aguja, te acuerdas, cuando entra-mos aquí.–¡Ah!, sí –dijo Priscila–, esta noche quiero borrarla de micabeza, mañana será otro día; y recuérdame, si algunavez deseo volver a entrar, que este no es un lugar paramí. “A mí, a veces, la curiosidad me lleva a lugares queno debo ir”, se decía a sí misma Priscila, mientras se in-clinaba sobre la pared del interior de la ciudad. Moha-med ya se veía cansado, estaba exhausto, había sido unlargo día y ya no podía pensar ni media frase más. Pris-cila ofreció su lomo con una mirada. Cuando los came-llos quieren dan su joroba a sus amigos, así apoyadoMohamed se recostó y a los dos minutos ya roncaba.Priscila miró a las estrellas y le pidió a Dios tan solo unguiño, una pequeña señal para conciliar el sueño, unaseñal de empatía y comprensión. Nada de lo que habíaocurrido lo deseó: ni patear al pastor ni provocar que sa-quen a Mohamed de su congregación. Lamentaba todo.Todo se había mal interpretado. Ese no era su lugar ni suidioma. “Dame un guiño, y a Mohamed otra congrega-

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ción o haz que vuelvan a aceptarlo”. Apenas deseó elbien para Mohamed una gran estrella destelló un guiño y después de un gran suspiro de alivio, cerró los ojosapoyando su hocico en la gran muralla que protegía laciudad y la alejaba del mundo, donde –según Priscila– se vivía la vida de verdad. Esto era la burbuja o el salero…

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2.1Similitudes entre los ricos y loscamellos

¿Los ricos de este mundo son como camellos? Tal vezsuene cómico, pero con motivos esa fue la figura que Jesúsusó para describirlos.

El Maestro podría haber hablado de elefantes, de leones, deperros o de gatos, pero de todos los animales escogió alcamello para compararlo con las personas poderosas. ¿porqué? Hay más de una razón que intentaremos develar a lolargo de esta sección. No solo las características de los ca-mélidos son de por sí muy interesantes y novedosas, sinoademás las asombrosas coincidencias con el comporta-miento de las personas ricas son sumamente curiosas.

No queremos hacer de esto un tratado de biología ni deecología –mucho menos una nueva doctrina o teología–,sino averiguar el motivo por el cual, de toda la vasta faunaexistente, el Señor eligió al camello y lo igualó a los ricos.

Algunas de las características del camello que permiten estacomparación son las siguientes (aplique estas comparacio-nes en los distintos planos y saque las conclusiones quecrea convenientes):

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1. Sienten la presión del medio. Los camellos tiendena imitarse y a seguirse unos a otros; si uno se arrodilla, losotros lo miran y se arrodillan también. Del mismo modo, losricos tienen un comportamiento de elite y hacen muchascosas por esa presión social. En el mundo laboral la presiónde los colegas es muy fuerte y, a veces, sienten que estánsolos en la aridez del desierto.

2. Necesitan vivir en grupo. El camello precisa de lavida en comunidad. Solo estando en grupos se puede serlíder. Es el ejemplo de la llama, la cual nace como degene-ración del camello. Cuando este animal es aislado, baja susdefensas y se deja servir por otros animales. La llama, ensu hibridación, perdió muchas cosas del camello, pero la másimportante de todas es el almacenamiento de agua (por esolas llamas no tienen jorobas).Nos toca a nosotros tener los sentidos agudizados para re-conocer a algunos que de lejos parecen camellos, pero enrealidad no tienen lo más importante: la reserva. Cuandotratamos de aislarlos sometiéndolos a la presión de múlti-ples actividades, sin permitirles contacto con sus pares ysus programas habituales (como jugar al golf, asistir a cenasde gala, viajes, libros seculares, investigar, etc.), acabanprecisamente perdiendo la capacidad que Dios les dio por

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2.2Características sociales y

empresariales

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naturaleza. La joroba (la capacidad de crear recursos)

3. No reciben directivas. Cuando los queremos forzarse resisten. Todo pasa por su voluntad; si quieren lo hacen,si no, no. No se dejan persuadir (sobornar) con una zana-horia o con un trozo de carne como otros animales. Estonos enseña que debemos apelar a la voluntad de la genterica –y no a sus emociones–, mostrándonos como el modeloa seguir, si queremos lograr el objetivo de su salvación.

4. Son altamente independientes. Sienten que sabenlo que tienen que hacer, no es fácil guiarlos. La tranquilidadescurridiza de las personas de altos recursos y sus deseosde privacidad pueden ser interpretados como arrogancia.Sus instintos casi siempre los han conducido al lugar co-rrecto, los han salvado de peligros, y confían mucho en su“sexto sentido”, sobre todo en relación a lo que las perso-nas pretenden de ellos.

5. Son asustadizos. Cuando los quieren apurar o inducira algo, salen corriendo. En cuanto a la conversión, el llamadoal altar, por ejemplo, es para las ovejas. Los camellos pasanpor el ojo de la aguja de a uno, las multitudes los asustan(y más en cuestiones de fe).

6. No aprenden por repetición y no son dóci les ala enseñanza. No se dejan seducir por nada. La maneraen que aprenden es por medio del ejemplo y la coherencia.

7. Tienen olfato. poseen la habilidad de oler el agua a 10km de distancia, pero cuando la encuentran no corren haciaella, porque saben que tienen reservas. paralelamente, la in-tuición de los empresarios exitosos es muy aguda; por másque uno trate de “venderles” un proyecto, ellos saben de

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antemano si va a funcionar o no. Cuando encuentran un pro-yecto o inversión viable, no se dejan apurar porque sabenque su dinero vale y eso les otorga autoridad. Se toman sutiempo para analizar los pro y los contra y toman su deci-sión en forma fría. Cuando dicen “allá hay agua”, más valehacerles caso.

8. Tienen una vis ión aguda. Además de buen olfatocuentan con buena visión. pueden ver más lejos que cual-quiera de los animales del desierto. Ven cosas que otros noven. Llevado al plano espiritual, las personas de altos estratossociales son los que más consumen literatura y practicanciencias como el yoga, reiki, tercer ojo, y todo lo que tengaque ver con “visualizar” sus vidas, su presente y su futuro.

9. No tienen buena audición. A pesar de sus sentidosdesarrollados de visión y olfato, no se destacan por su au-dición. Esto no les impide disfrutar de la buena música, escierto, pero llevado al plano de la oratoria, rechazan lo queno es pulido o refinado, y lo que no tiene un contenido só-lido. No les agradan los discursos imperativos, los gritospara llamar la atención, etc. pero cuando oyen una verdadespiritual, saben reconocerla como tal y seguirla.

10. La leche de camella es muy nutritiva. Los came-llos pueden seguir dando leche durante las estacionessecas, cuando el resto del ganado la produce en muy pocacantidad. Durante las sequías la leche de camella puedeaportar del 50% al 100% del consumo de nutrientes de al-gunas comunidades de pastores. Como dice un proverbiosomalí: “Un trago de leche de camella te mantiene en mar-cha la mitad del día”.

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1. No presienten la muerte. Aunque se estén mu-riendo, siguen caminando. Cuando caen, es porque ya mue-ren. De la misma manera, muchas veces las personasadineradas creen que porque tienen recursos en sí mismosno precisan nada y, raquíticos espiritualmente, caen en de-presiones y llegan al suicidio, aparentemente, de la noche ala mañana.

2. No alucinan en el desierto, no ven espejismos.Los empresarios y profesionales son despiadadamente rea-listas. No andan con muchas visiones ni experiencias místi-cas. Su manera de percibir la voluntad de Dios y la voz delEspíritu Santo es a través del sentido común –Dios lo tieney ellos también–; y, una vez que reconocen una directiva di-vina, se mueven de manera ejecutiva. Su espiritualidad esdistinta a la de los demás.

3. No tienen rumbo fijo, ni movimientos migrato-rios ni de apareamiento. Las personas poderosas sonflexibles a los cambios de paradigmas, ya que a menudo ensu vida de negocios deben aceptar los cambios y seguir lasnuevas reglas de juego. No van donde se supone que debenir, no son religiosos y cuestionan el por qué de las costum-bres eclesiásticas. No les gustan los patrones de acción. No

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2.3Características espirituales de los camellos

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son predecibles, por eso no entran en nuestros patrones nimoldes establecidos. proponen maneras prácticas de hacer lascosas. Solo apelan a su voluntad. Mañana encuentran unapiedra energética en la India y no dudan en ir en pos de ella.

4. Cuando encuentran un oasis, inmediatamente seaparean. Son fecundos espiritualmente, siempre y cuandoestén a gusto, en una intimidad donde se sientan cómodos.Cuando queremos forzar a un rico a evangelizar o a serparte de nuestros programas organizados, a dar cuentas delas personas a las que están testificando, se rebelan. En li-bertad de acción es donde mejor comprenden su propósitomultiplicador y donde mejor funcionan.

5. No tienen memoria de hogar. Una vez que el came-llo hizo un recorrido, al día siguiente se olvidó de él y puedellegar a perderse. Esto les crea conflictos espirituales, yaque muchas veces no saben “de dónde vienen ni a dóndevan”. Creen que vienen de un apellido o de un nombre,cuando en realidad vienen del padre. gustan mucho de te-orías, como ser la reencarnación, por su misma falta de me-moria de hogar.

6. El camello es nómada y está acostumbrado a noechar raíces. Las personas poderosas no entienden elconcepto de membresía de una iglesia con exclusividad. Sesienten libres para asistir a una iglesia según les quede amano, y la frecuencia con que lo hacen no habla directa-mente de su grado de compromiso con el Señor.

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CRóNICA TRES - Dos camellos mayores

pARTE TRES:EL gUIA DE CAMELLOS

Prócula y Arimatea habían quedado del otro lado de laaguja, no por falta de deseos de tener una experiencia es-piritual, sino por olfato.En cuanto a Arimatea, era un camello rudo, distante,algo entrado en años, pero muy fuerte aún. Su nombrevenía de aquel que caminó hasta las autoridades y sinimportarle nada, como suele ocurrir con los camellos po-derosos, pidió el cuerpo del Maestro.Conocía la piel del Maestro; recordaba cuando lo carga-ron hasta la sepultura, mientras nadie los veía. Esa nocheno había pastores, ni ovejas ni apóstoles, estaban todosdemasiado asustados para darse a ver. Por lo tanto, cono-cía de ojos de agujas, y sabía que no todo lo que parecíaojo de aguja lo era. Por eso, cuando Mohamed se arrodilló,él inmediatamente tornó su espalda y mirando el desiertocasi vio venir la experiencia que viviría Priscila.Pero Arimatea era de pocas palabras y de muchos hechos.Decidió no meterse. Él sabría cuando su Maestro lo nece-sitara y allí estaría nuevamente. Como aquella noche enque vio cuando vendaban su cuerpo inmortal.Prócula estaba algo ansiosa. Entrar o no entrar era lacuestión en su interior. Ella también había conocido alMaestro, pero también a sus seguidores y, aunque sabíaque él había reencarnado en algunos de ellos, (así entien-

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den algunos camellos cuando el Espíritu de Jesús semueve en uno), también sabía que, a veces, las reencar-naciones eran falsas y la gente decía estar llena de Dios,pero no lo estaba.Añoraba volver a verlo, pero no sabía si sería esa noche.Cerraba los ojos y aún recordaba a una multitud confun-dida gritando el nombre equivocado. Ella había intentadosalvar al Maestro, pero luego entendió que él no necesi-taba un salvador, sino que el era el Salvador...También entendió que él debía dejar ese cuerpo para enel futuro volver a entrar en los seres humanos en laforma de Espíritu Santo.Esta aguja se parecía a la de la sinagoga. Era una tenta-ción. (Todo camello ante los ojos de la aguja debate men-talmente si entrar o no, apuesta consigo mismo, casicomo en un juego de golf, juegan contra sí mismos, sihago este y este movimiento podré...).Pero la pregunta era: ¿quiero? Pasar por el ojo de la agujarequiere desapegarse de un montón de cosas, desde yatoda la carga material; luego perder la postura de como-didad y control para estar torpemente arrodillada. “¿Yqué si no volviera el Maestro; qué si no era su Espíritu elque inspiraba el lugar; qué si era un falso oasis? ¿Arries-garse una vez más, a su edad? Y qué tal si tan solo sequedaba con aquel recuerdo hermoso de haberlo visto”.Ella había conocido el brillo de sus ojos, conocía el tonode su voz y el color de sus cabellos. Sabía que algún día,cuando su espíritu dejara su cuerpo, él la defendería yrogaría por su vida, y entonces ella volvería a verlo.Hasta entonces esperaría, se cuidaría de los falsos profe-tas y de los guías ciegos. Aunque no tenía nada contraMohamed; quizás su juventud atropellada era la que a

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veces lo acercaba demasiado, sin medir la distancia idealcon los camellos. Pero sabía que si él seguía acompañán-dolos pronto sería un gran guía de camellos, por ahoraestaba aprendiendo y eso lo valía todo.

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Que el camello no se deje enseñar fácilmente y que seafuertemente independiente, hace que el guía de camellosdeba reunir ciertos requisitos especiales. Nuevamente eltema se torna interesante, y las coincidencias con el planoespiritual son curiosamente asombrosas.

¿Qué hace un buen guía para que los camel los lo sigan?

1. Se disfraza de camello. Es decir, se cubre con uncuero de camello que murió de viejo. ¿por qué un cuero decamello que murió de viejo? porque si el animal es asesi-nado, la sangre emana un olor diferente a causa de la adre-nalina segregada al momento de morir, y el camello empiezaa patear al que lo posee, porque reconoce que no se lo haganado o, lo que es peor, lo ha usurpado.Del mismo modo, en este ministerio a los ricos, el cuero delcamello (el manto, la unción, la situación económica ,la ha-bilidad de hacer negocios o el vinculo con el camello, hayque recibirlo de parte de Dios. Eso significa que por más queintentemos vestirnos con marcas costosas, o usar perfu-mes importados o cualquier tipo de simulación para pasarcomo de su clase, ellos enseguida se darán cuenta de talfraude y será peor el resultado. Recordemos, medio enbroma y medio en serio, el famoso refrán que dice: “Aunque

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3.1Funciones del guía de

camellos

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la mona se vista de seda, mona queda”. Lo que sí debemoshacer es buscar la unción genuina de Dios y comportarnoscon suma transparencia y naturalidad. Si, además de esagracia divina, Dios nos da los recursos, mejor.Un ejemplo de alguien que guió espiritualmente fue la MadreTeresa de Calcuta, que en su condición de humildad supohablar el idioma de caridad y amor en acción al cual muchosadhirieron.

2. Frente al ojo de la aguja, se arrodil la. Él debe serel primero en hacer lo que quiere que el camello haga. Conlos camellos/ricos no sirve el “haz lo que yo digo pero no loque yo hago”, porque ellos están todo el tiempo mirando laintegridad del guía y controlando que su vida sea conse-cuente con sus palabras. Solo así el guía se ganará su res-peto.Hay algo a lo que nosotros llamamos “situación de ojo deaguja” y es cuando, en el caminar acompañando la vida deestas personas, surge una situación determinante para suvida espiritual, ahí actuamos sin darles órdenes, sino sugi-riendo lo que nosotros haríamos si estuviéramos en su si-tuación. por ejemplo: ante una crisis matrimonial, ante ladecisión de un aborto o una situación confusa en lo ético omoral, un buen guía de camellos mostrará la postura ade-cuada y nunca dará fórmulas, directivas o amenazas.

3. y espera pacientemente hasta que el camello loimite. Cuando el animal lo determine, lo hará. No tiene apu-ros, no obstante, sabe reconocer cuando el tiempo de susalvación ha llegado.La clave para ellos es dar el ejemplo que concuerda con laspalabras.

pero, cuidado, el guía de camellos NO debe:

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4. Abusar de los recursos del animal. Él tiene que en-tender que en la ciudad tiene toda la provisión de agua quenecesita. Si como guías de camellos entendemos que enDios tenemos todo lo que precisamos, no vamos a mirar la“joroba” de los camellos (entiendanse sus recursos), másbien vamos a trabajar para que sean salvos. A buen enten-dedor, pocas palabras bastan.

5. Mezclar los rebaños. En su ambiente natural, las dis-tintas especies animales no están juntas en un mismo sec-tor geográfico, sino que se juntan de acuerdo a lasnecesidades propias de la familia. Esto es así no solo porsus hábitos alimenticios y reproductivos, sino también porpatrones de convivencia propios de cada especie. De lamisma manera, aunque el fin perseguido es que las personasde prestigio en la sociedad vengan a la iglesia, notaremosque por lo general les cuesta integrarse con otros de dife-rentes niveles socioeconómicos. y la causa no es siempreel orgullo, como hemos creído erróneamente, sino –denuevo figurativamente hablando– la forma en que recibenel alimento, su comportamiento social y sus hábitos de con-vivencia. La iglesia hace bien en integrar a las distintas cla-ses de personas para la celebración y ministración de lapalabra, pero separarlos para el discipulado en grupos pe-queños y otras actividades y formas de pastoreo.

6. presumir de ser un guía de camel los. Es impor-tante mantener siempre la conciencia de que el oficio deguía de camellos es solamente eso: un oficio. No es mejorni peor que otros, pero sí necesario.Al igual que un ministerio carcelario, por ejemplo, que surgede la necesidad de alcanzar y pastorear a personas que nopueden asistir a la iglesia por razones obvias, este ministeriose ocupa de crear un nuevo modus operandi para lograr el

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mismo objetivo. No es un ministerio más ungido que losdemás, sino diferente.

7. Mantener la cabeza erguida. Al guía de camellossiempre lo vemos con la cabeza gacha. Esto es por dos ra-zones: fundamentalmente por causa del intenso sol del des-ierto, que quema su frente de manera atroz y, además,porque si mira hacia arriba el camello se asusta y se escapa.Esto nos habla de la humildad y prudencia necesaria parareconocer que hay veces que, frente a personas muy cultasy adineradas, tenemos limitaciones intelectuales, económi-cas y de otro tipo, y que es apropiado y coherente quemetafóricamente hablando de este cambio de actitud, “ba-jemos la cabeza” en señal de reconocer el conocimiento enellos, en contraposición a la postura “como yo se la Biblia ytu no, ¡estoy un poquito mas arriba que vos!”. Del mismomodo, la persona rica también debe mostrar esta virtud ala hora de aceptar ayuda para ser salva.

Si Jesús comparó a los ricos con los camellos que pasabana través del ojo de la aguja y manifestó que, aunque a losojos de los hombres era difícil que se salvaran, para Dios noera imposible, entonces estamos en condiciones de afirmarque el Señor estaba hablando de “una pastoral de los ricos”.El pastor o guía de camellos no necesariamente es el dueñodel animal, sino el que, simbólicamente hablando, lo hace

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3.2Una senda de doble vía

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pasar por el ojo de la aguja. Este ministerio dice “estos ca-mellos sí pasan por el ojo de la aguja”.

Cabe hacer la salvedad de que cuando hablamos de ricos enrealidad nos referimos a personas que están en lugares deeminencia, autoridades civiles, gubernamentales, empresa-rios, profesionales, comerciantes, artistas y toda personainfluyente o con altos recursos ( se considera un recurso aaquel talento tan trabajo que le produzca la joroba. El re-curso puede ser artístico, musical, literario, deportivo, polí-tico, etc) en algún área de nuestra sociedad. Es decir, nonos referimos exclusivamente a los bienes materiales queposean. Hecha esta aclaración, continuaremos analizando elcomportamiento del camello, pero esta vez en relación alpastoreo o discipulado. Hablamos aquí de las cualidades delguía o pastor de camellos, que no son las mismas que serequieren para ser pastor de ovejas.En realidad, en la interacción guía/camello se da una diná-mica muy especial, la cual es una clave a tener en cuentaen este ministerio: en la necesidad (de agua, de provisión,etc.) el camello es quien conduce al guía, pero en la abun-dancia (cuando su necesidad ya ha sido suplida y está deretorno de lo material) ¡es el guía quien lidera al camello! Esdecir que tenemos que familiarizarnos con este liderazgointeractivo, que es un camino de doble vía.

En el paradigma tradicional de pastor/oveja, el pastor esquien hace prácticamente todo por la oveja: la saca del co-rral, la lleva a pastar, la conduce a las aguas, le ahuyentalos enemigos y otras cosas más. pero por sobre todas lascosas es quien la guía y a quien ella sigue. En el caso de larelación del guía/camello, en cambio, en un punto es el ani-mal quien va delante y, en otro, se deja guiar. Las personasde recursos nos llevarán a su ámbito primeramente y, una

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vez logrado el propósito de sus vidas, cuando sienten quees hora de regresar a la fuente, cuando presienten el ocasode la vida, nosotros podremos conducirlos a las verdadesespirituales.

Tomemos, por ejemplo, el caso de Nicodemo, un fariseomiembro del Sanedrín judío (el poder legislativo y judicial delos principales sacerdotes de Israel). De Nicodemo sabemosque fue a visitar a Jesús con ciertas preguntas, de nochepor temor a los prejuicios de sus colegas. Cuando se acercóa Jesús, tal como está registrado en Juan 3, Nicodemo seencontraba en lo que acabamos de nombrar como “situa-ción de ojo de aguja”. Tenía profundas inquietudes espiri-tuales y su vida estaba preparada para dar un giro vital.Jesús, entonces, le refirió la necesidad de un nuevo naci-miento o, en otros términos, de “pasar por el ojo de laaguja”. pero más adelante vemos que en una ocasión enque el Señor estaba frente al tribunal del Sanedrín (Juan7:45-52), que lo acusaba de seducir incluso a los religiososcon sus enseñanzas, Nicodemo –que estaba operando en supropio terreno y donde se sentía como en casa– defendió aJesús ante los demás. Un punto para Nicodemo, que demos-tró que había entendido el mensaje y había pasado por elojo de la aguja.

También estaba José, de Arimatea, una ciudad de Judea.José era otro religioso judío que, además, era rico. Los cua-tro Evangelios nos hablan de él. En la versión de Mateo, enel capítulo 27 versículo 57, el autor lo expresa así: “Cuandollegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamadoJosé, que también había sido discípulo de Jesús…”. En ladescripción de Lucas dice también que era un “varón buenoy justo (...) que también esperaba el reino de Dios, y nohabía consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos [los

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otros religiosos que tramaban matar al Señor]”, Lucas23:50-51 [agregado de la autora].Este José fue de noche a pilato a pedirle el cuerpo delSeñor, para luego colocarlo en una tumba nueva que él po-seía. No todas las personas en Israel tenían “una parcela enun cementerio privado”, así que él se destacaba del restopor su posición económica.Aunque trató de evitar la confrontación abierta con suspares, supo reconocer cuando llegó su hora de volverse desus estrictos dogmas religiosos. Un punto para José, quetuvo el privilegio de alojar el bendito cuerpo del Señor ensu propiedad.

Vemos cumplido el principio de esta senda de doble circu-lación, en donde el camello es quien lidera en su campo deacción, pero acepta ser llevado por su guía cuando reconoceque será conducido a verdades eternas.

Como venimos diciendo, hay un punto que a los pastorestradicionales nos cuesta aceptar –a causa de que hemos malinterpretado la verdad de que estamos en el mundo perono somos del mundo, y con esa premisa nos hemos apar-tado de personas, actividades y lugares por considerarlosno propicios para nosotros–: el ámbito del camello es el “alláafuera” y allí es donde muchas veces un camello lidera, enun cierto sentido, a su guía, para luego dejarse llevar por

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3.3El guía acompaña al camello

a su ámbito de influencia

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este de regreso a casa. Hemos tenido diversas experienciasen este aspecto que nos han llevado a la siguiente conclu-sión: cuando una persona importante te invita a su casa oa su lugar es que ya está arrodillada. Es decir, nos conducena su ámbito, y esto solo lo hacen cuando ya están en posiciónde aceptar al Señor y “pasar por el ojo de la aguja”.

Al respecto, Mónica tiene una anécdota muy graciosa peromuy ilustrativa de este principio:

La esposa de un hombre muy adinerado de California,luego de haberle hablado del amor de Dios y la posibilidadde una relación íntima con él, me dijo: “yo quiero que misamigas escuchen esto, pero no vendrían jamás a micasa”. Sus amigas eran todas profesionales que cobrabanentre $ 1.000 y $ 1.500 dólares la hora, y eran personasde altísima influencia en esa ciudad.Así que hicimos la cita en el Spa. Todas me estaban es-perando en el hidromasaje ¡sin mallas! ¡completamentedesnudas! Tenía dos opciones: horrorizarme y blo-quearme por considerarlo profano, o hacer de cuentaque para mí era normal y hablarles del amor de Dios asícomo estaba “en traje de Eva”. Creo que para ellas esafue la prueba de que yo estaba lista para estar con ellas.yo creí que me moría, que me estallaba el cerebro, perolo hice. En ese entorno lloraron, pude orar por las ochomujeres, me dieron todo su tiempo y su atención; y,luego de eso, seguí ministrándolas por mucho tiempomás.

También tuve un episodio que confirma este descubrimientode la importancia de que ellos nos lleven a su ámbito:

Tenía una profesora, que es una consejera muy conocida,

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cuya hija tuvo un problema de salud que a ella le conmo-via mucho. yo le tenía mucho respeto porque, ademásde ser una profesional reconocida, era profesora de unade las materias que yo estaba cursando y justamentequien estaba a cargo de evaluarme.Un día fui a verla a su oficina por un tema de la facultad,y ella me dijo: “Elena, tú eres muy espiritual y quiero con-tarte algo y que me digas todo lo que tengas para de-cirme”. No me sorprendió del todo, ya que esa mismamañana el Señor me había dicho en oración que tenía quehablarle del Espíritu Santo y decirle que Dios era tangrande que quería enseñarle cosas que iban a pasar muyrápido y que su intelecto no lo iba a entender. Además,el Señor me adelantó que ese día iba a impartirle el don delenguas.Mientras me peinaba para salir, discutí por unos instantescon esa “voz interior”: “¿Cómo voy a darle las lenguas aalguien que ni siquiera es creyente? ¿Cómo hago,Señor?” pero allí estaba y esa era la oportunidad de mivida.Al contarme que su hija estaba internada y en estadomuy grave, me dio pie para hablarle del poder del Espírituy me guió a hacerlo en una forma muy metafórica yusando un lenguaje que en la carrera de Counselling[Aconsejamiento] es cotidiano. Le dije que Dios le iba adar un nuevo idioma, que era personal entre ella y Dios,y que le iba a ayudar a conectarse en una nueva maneracon su padre para pedirle por la salud de su hija amada.También le expliqué que Dios había diseñado ese mo-mento para que ella se comunique con él y, que depronto, iba a haber como una conexión cielo-tierra y tie-rra-cielo; que tal vez iba a recibir la primera palabra enel intelecto, y que debía arrancársela al intelecto y co-menzar a repetirla. También le di instrucciones acerca de

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cómo orar por su hija en el hospital con esas mismas len-guas divinas.Instantáneamente ella se arrodilló delante de mí, y yo lointerpreté como una señal [recuerden que el camello seagacha para pasar por el ojo de la aguja]. Me preguntó siesas lenguas eran como una especie de mantra y le dijeque era algo parecido. Estaba decidida, estaba arrodilladaen la alfombra de su consultorio y empezó a orar en len-guas. pasaron cinco, diez, quince minutos y seguía. Mien-tras tanto, en mi cabeza yo luchaba con mis prejuiciosteológicos, si aquello era correcto o no, si estaba bienque yo hubiera empezado por ahí y no por la persona deJesús, etc. pasó una hora o más y ella seguía arrodilladaen el piso hablando en lenguas, de tal modo que no tuvemás remedio que dejarle una nota sobre su escritorio eirme, porque tenía que pasar a buscar a mis hijos por elcolegio.No volví a verla, al cabo de unos días, le escribí sobre loocurrido, pero nunca mas hablamos de aquello. Quedóentre ella y Dios y sencillamente respeté ese espacio, eselugar de intimidad entre ella y su Creador, entendi quetan solo había sido allí un instrumento, un guía de came-llos.

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CRóNICA CUATRO - De regreso al desierto

pARTE CUATRO:LOS CAMELLOS y LAS OVEJASSON ESpECIES DIFERENTES

Cuando el fuerte sol del Sahara salpicó por primera vezel lomo de Priscila, esta se movió y despertó a Mohamedquien se desperezó y medio dormido se acomodó el tur-bante. Priscila le alcanzó una jarra con agua con su hábilhocico de camella y, cuando la primera gota tocó su ros-tro, de repente recordó todo lo ocurrido la noche anteriorcomo si hubiera sido una gran pesadilla que quisiera ol-vidar, pero era realidad. Priscila, que pareció adivinarsus pensamientos (esto a veces les ocurre a los camellos ysus guías que casi saben lo que piensan, porque el vín-culo se hace muy fuerte), le dijo con la cabeza: –Sí, fue así y hoy nos tenemos que marchar.Mohamed se sostuvo el corazón, esto no podía estar pa-sándole a él. Miró alrededor y todos dormían aún.“¿Nadie iba a despedirlo?”, preguntó con un gesto sin pa-labras que Priscila supo leer, y al que contestó con: –Ya nos despidieron, Mohamed; anoche, ¿lo recuerdas?“Sí, cómo iba a olvidarlo”, pensó para sus adentros Mo-hamed. Hizo una lista mental rápida para asegurarse deque no olvidaba nada: “las alfombras, la cantimplora y/oBiblia” –que era su fuente de agua transportable que ledaría de beber en medio del desierto–. “Bueno ¿qué más?Los cepillos para masajear a los camellos, sandalias ex-tras. Ya está”; mucho quedaba en ese lugar que él no

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podía llevar en sus bultos.Sentía un gran dolor por tanta incomprensión. “Si tansolo el pastor me concediera una última charla”, pensómientras miraba la puerta del privado cerrada. –Ya habrá tiempo para explicarlo todo. Hoy no es el día –Priscila lo consoló. Mohamed la miró asombrado.–Se suponía que yo te guiaba, y ahora ¿tú me consuelas?¿Cómo es esto? –Un acompañamiento interactivo, a veces tú me levantasy veces yo te llevo a ti. Acuérdate que no eres mi pastor,sino mi guía. –Sí de eso no hay duda –replicó rápido Mohamed. Se arrodilló y comenzó sus plegarias a través del ojo de laaguja. Priscila lo siguió más rápido esta vez. Entusias-mada por la libertad del otro lado de la aguja estaba muylista para dejar este lugar; archivaría estos recuerdos ensu mente, en la sección de “cosas para nunca más hacer”.Quería sentir el sol fuerte golpear en su espalda, moversu sangre y sus fuertes músculos a prueba de desiertos.(Los camellos no le temen al desierto, sino que lo disfru-tan gota a gota, paso a paso).El rostro de Mohamed salió afuera y de repente seacordó: había olvidado a Arimatea y Prócula cuyos gran-des ojos lo miraron como al descuido al salir del ojo de laaguja. “¿Qué dirían? Sabrían ellos que fue una experien-cia trágica y dolorosa para él y para Priscila?”. Pero losdos camellos reaccionaron con ese recaudo y prudenciacon el que cubren sus emociones, característica queahora serviría para hacer como que “aquí no pasó nada”y suavizar así la incomodidad del momento.Arimatea tan solo dijo:

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–Buenos días, ¿listo para una jornada de total placenteralabor? –Sí, claro –Mohamed rápido entendió a Arimatea: “másallá de que me hayas intentado invitar a tu corral anoche,a nosotros nos une una relación laboral”; fue el mensajeque transmitía el saludo tan profesional y cortés. “Esta-mos llevando una importante cargamento de alfombras aDubai ¿no? Y necesitaremos veintisiete días más”. Ya ha-bían pasado juntos trece días en el desierto”.Pronto salió Priscila, y sonrió como si nada hubiera ocu-rrido. Se saludaron muy amablemente. Con muchascosas por decir, para el gusto de Mohamed que era másconversador y demostrativo, pero con un silencio muycómodo para los camellos, comenzaron su labor de vein-tisiete días; tenían una apretada agenda, una misión quecumplir y sencillamente había que seguir.Tomarían un rico desayuno de dátiles y agua fresca en lafuente de Agar, donde estaba el museo del ángel que ali-mentó al hijo de Agar en el desierto.Los camellos avanzaban confiados en alegres caravanasque sostenían casi un seco ritmo de tambores entre elruido de las rodillas y las jorobas, los tacos sobre la arenay la brisa que suavizaba la mañana silbando alguna melo-día entre los pelos de los camellos.Sus cabezas erguidas bronceadas bajo el sol, estaban feli-ces, tenían una misión, yacía frente a ellos un lindo díade trabajo, ¿qué más podían pedir? Los camellos no te-mían al desierto, ellos sabían que Dios también les ha-blaba en el desierto, conocían todas las historias y, a suescaso entender, allí la voz de Dios se escuchaba másclara. Una linda jornada de actividad silbaba su melodíaarmoniosa y esto los llenaba de fuerzas.

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Mohamed estaba cabizbajo, meditabundo; si bien era laposición ideal del guía para no asustar a los camellos conencuentros visuales que pudieran confrontarlos dema-siado y asustarlos; además, de que los camellos y losguías no se miran largo tiempo a los ojos como los pasto-res y las ovejas. Aunque Mohamed sabía esto, su posi-ción demasiado cabizbaja hablaba de su gran tristeza ydesilusión, de su inmensa confusión y mezcla de ver-güenza. Los camellos actuaron como si nada hubiera pa-sado, no con la intención de ignorar a Mohamed, sinopara ayudarlo a pasar el mal momento a solas, hasta quepudiera armarse y seguir. Es la forma de respeto queofrecen a sus más grandes amigos, sus ojos enfocados enel camino y sus patas largas avanzando una y otra vez sinparar; las jorobas cobraban ritmo y Mohamed quedabacada vez más atrás.Casi se podían leer los pensamientos de Mohamed, comoquien recuerda la receta una y otra vez, y no entiendequé salió mal. “Es más fácil pasar un camello por el ojode una aguja”, repetía. “Entonces”, se autoexplicabamientras movía sus manos y hacía que actúen como sifueran los integrantes de este inolvidable versículo –ver-sículo que le tomaría un largo desierto entender–, “aquíestá la aguja, aquí los camellos, entonces uno se arrodillay pasa el ojo de la aguja y ¿qué paso? ¿Qué salió mal?Señor, ¿te referías a esta aguja, a esta puertecita? Señor,dime ¿qué querías decir cuando dijiste ese versículo? Telo ruego”, suplicaba Mohamed casi ya olvidado de queestaba en medio de una jornada de trabajo, y los came-llos avanzaban y todo seguía su ritmo normal. Aun Pris-cila, seguía como si nada hubiera pasado. Seguramenteno mostraría frente a nadie lo que sentía, sino en la inti-

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midad, donde ella pudiera desarmar los pedazos y volvera pensar todo una y otra vez. Los ojos cansados de Moha-med de tanto pensar y pensar y buscar una respuesta enel desierto, miraban a Priscila avanzar y casi podía adivi-nar su dialogo mental, por lo mucho que la conocía,podía escuchar su conclusión: “Entré y no era lo que es-peraba y ya está. Nunca más volveré a entrar, sigamostrabajando”.Mohamed, no podía creer lo que ocurría, para él era eltodo, el propósito de su vida. Muchas preguntas invadíansu mente: “si el hacer pasar los camellos por el ojo de laaguja resultaba en esto, entonces ¿qué clase de ministerioera este? ¿Qué era ser un guía de camellos? ¿Y dóndeocurrió la transformación? ¿Por qué Priscila hoy caminapor el desierto como si nada hubiera ocurrido, como sinunca hubiera pasado por el ojo de la aguja”. “Es que nunca pasó”, dijo un pensamiento tan alto en suinterior que lo dejó aún más cansado y exhausto; y esono era todo, además, para abatirlo más aún, ahora él ca-minaba por el desierto. También a él lo habían sacado.“¿Qué haría, cómo seguiría la vida fuera de la iglesia?”Pronto vino a él la lista de todos los que nunca habíanvuelto: los exiliados. El dolor apretó su temor, y esto loabrumó tanto que cayó de rodillas. Los tres camellos enun rápido entrecruce de miradas se comunicaron la ur-gencia y se transmitieron casi mentalmente cuál sería laacción a tomar. Arimatea se arrodilló, y Priscila empujó aMohamed ya casi desmayado sobre la joroba de Arima-tea. Del otro lado, Prócula tomó de la solapa a Mohamedcon su fuerte hocico y lo subió justo sobre la joroba deArimatea. Mohamed, ya desmayado, casi ni sabía dóndeestaba.

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Arimatea se puso pronto de pie, y dijo con voz de mando:–Rápido, a la fuente de Agar; necesita agua, y la necesitapronto.Los camellos galoparon desierto adentro dirigidos por susinefables narices. Mohamed sentía la brisa del galope delos camellos; él nunca atravesaba tan rápido el desierto.Daba gracias a Dios de estar entre ellos; por su discre-ción, por tomar acción y no juzgarlo, tan solo lo llevabana la fuente de agua. Agua era todo lo que Mohamed ne-cesitaba. Agua y un poco de pasto verde por el que no tu-viera que pagar un alto precio; pasto de regalo, pastoverde demisericordia. El galope de los camellos y el ritmo vertigi-noso con el que atravesaban el desierto lo manteníanentre el desmayo y la vida, entre estar y no estar, entre laconciencia y el adormecimiento. “Esta es, quizás, lanoche larga del espíritu”, pensó, mientras se soltaba y de-jaba sencillamente que todo ocurriera.

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Uno de los errores que hemos cometido como Iglesia fuequerer pastorear a los camellos usando métodos válidospara ovejas. y el camello no es oveja (ni viceversa).

Si buscamos en la Biblia, como centro de referencias al ha-blar de ovejas, notaremos que hay una gran cantidad deejemplos o situaciones que involucran a las ovejas. El reyDavid, por ejemplo, cuando era joven aprendió el oficio depastor de ovejas y puso varios ejemplos en sus salmos ex-traídos de esa actividad. Jesús mismo aseveró ser el buenpastor de ovejas; y además dijo que era la puerta al redil delas ovejas. pero hay un pasaje que es muy interesante si loobservamos a la luz del comportamiento de ese animal enrelación al contraste con el camello. Es el Salmo 23.

Casi se puede sentir como si alguien dijera: “¡no me toquenel Salmo 23! Todo eso de los camellos ya es bastante inno-vador, ¡pero no se metan con el Salmo 23!”, como si al ha-cerlo estuviéramos profanando alguna clase de “vacasagrada” del cristianismo.Lo cierto es que ese Salmo, en el que David medita sobresu propia vida espiritual usando la figura que tan bien co-noce, muchas veces lo hemos visto aplicado a la relación ín-tima del creyente/oveja con su pastor. Aquí nuevamentehago la salvedad de que no es la intención profundizar en

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4.1Hablemos de las ovejas a la luzdel Salmo 23

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detalles de la zoología, ni hacernos eruditos especializadosen el campo de la “ovejología”, sino más bien identificar al-gunas de las conductas propias del ovino para establecerdiferencias con el camélido y que esas diferencias nos ayu-den a encontrar estrategias espirituales aplicables especial-mente a los últimos (porque para los primeros ya se hanescrito libros enteros).

En el Salmo 23:1-4 David describe la relación creyente/oveja con su pastor, y nos proporciona algunos paralelosespirituales a tener en cuenta:

a. Jehová es mi pastor; nada me faltaráA las 4 de la madrugada, las ovejas salen del corral para ca-minar; lo hacen continuamente mientras pastan, y el pastorlas conduce. para una oveja, la figura del pastor tiene un rolvital: él es quien las conduce a pastar, a abrevarse, quienlas rescata del peligro, las saca del corral y las vuelve atraer, etc. La oveja es plenamente dependiente de su pas-tor, y él tiene un papel preponderante.

b. En lugares de delicados pastos me hará descansarA media mañana las ovejas están cansadas, calurosas y se-dientas. Con el estómago lleno no pueden tomar agua, poreso a esa hora, se las lleva a los pastos verdes a descansarun poco.

c. Junto a aguas de reposo me pastorearáComo la oveja es muy asustadiza a las corrientes de agua,ya que no sabe nadar, el pastor debe crear un pequeñodique con piedras para ofrecerle aguas calmas para beber.Además, tienen un oído realmente sensible (mientras queel camello es casi sordo), por lo que el ruido de corrientesde agua las asusta mucho.

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d. Confortará mi almaDurante el día, la oveja elige libremente por dónde caminary comer (no existe la oveja líder), pero en un momentocorre hacia el pastor para que le frote las orejas, confortán-dola y dándole seguridad.

e. Me guiará por sendas de justicia por amor desu nombreSon muy cortas de vista por eso siguen al pastor de cercapara no perderse, ya que cuando caminan, por riscos, noven los precipicios y se desbarrancan fácilmente. por esotambién caminan todas juntas, casi rozándose, para estar asalvo.

f. Aunque ande en valle de sombra y de muerteno temeré mal a lgunoLa oveja es muy indefensa, es presa fácil. Tampoco tieneun buen sentido del olfato, por lo que no distingue las plan-tas venenosas. El pastor debe anticiparse para evitar quecoman de allí.

g. Tu vara y tu cayado me infundirán alientoCuando una oveja se desbarranca, el pastor usa el cayadopara engancharla y así salvarla.

Una de las diferencias básicas que asoman entre ambos essu actitud frente a la vida. La oveja, por su corta visión ytorpeza, es dependiente del pastor para su supervivencia.En cambio el camello, debido a su agudo olfato para prove-erse de recursos, desarrolla una actitud independiente. Siescucháramos la conversación entre una oveja y un camello,esta diría: “sálvameeeee, ayúdameeeee, protégemeeeeee”,mientras que su compañero le respondería, con gesto au-tosuficiente: “yo no, gracias, puedo solo”. por gracioso que

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nos parezca, ambas representan a cabalidad las diferentesmaneras de actuar de las personas según sea su nivel deprominencia. Al referirse a los creyentes en general, Jesústambién usó la figura de la oveja, dadas sus característicasde docilidad, mansedumbre y dependencia. pero al hablarsobre los ricos de este mundo, los representó como came-llos. ¿Son ellos seres especiales? ¿Son creyentes de primeraclase, y los demás de segunda? En absoluto, a los ojos deDios todos son exactamente iguales y en el cielo no existenprivilegios de ninguna clase. pero no podemos dejar de re-conocer que las personas que tienen una gran cantidad dedinero, fama o poder en este mundo, a los que figurativa-mente llamamos “camellos” a lo largo de este estudio, tie-nen características de personalidad y comportamientodiferentes.

Veamos, entonces, algunas de esas diferencias que nospueden ayudar, si establecemos un paralelo, para compren-der al grupo que queremos alcanzar.

¿Dónde viven y dónde duermen? Al finalizar el día laoveja es llevada al corral y, una vez segura, duermen. po-demos decir que el templo es la seguridad del creyente. Enla hermandad se siente seguro, protegido, contenido.No es así para los camellos, que no viven en corrales; soloduermen a la intemperie, cerca de su guía cuando encon-

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4.2Diferencias entre la oveja y el camello

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traron agua... para las personas acaudaladas, la iglesia sehalla donde está su guía/pastor, y donde encontraron elagua viva allí se multiplican. La fe de ellos no tiene nada quever con edificios ni con estructuras.Un viejo guía de camellos Somalí le contestó a un misionerocristiano: “Cuando tú puedas colocar tu iglesia sobre el lomode un camello, entonces creeré que el cristianismo es paranosotros”, refiriéndose a que él era tan nómada como susanimales. Todos los movimientos migratorios de estas fa-milias son en función del animal.

¿Qué hace el pastor para salvarles la vida? En undeterminado momento en que la lana ha crecido bastante,el buen pastor debe esquilar a sus ovejas para salvarles lavida porque, por ejemplo, si van a tomar agua y su lana semoja, como pesa demasiado, las ovejas pueden caerse yahogarse. pero si se trata de esquilar a un camello estemuere, debido a que tiene pelo muy corto y duro, pegado ala piel. El guía de camellos debe cuidar su cuero y pelaje,porque ese es el mayor tesoro que tiene. Moraleja: Si nosacercamos a un camello con la “esquiladora” en la mano, ¡élva a salir corriendo! A buen entendedor, pocas palabras...

¿De qué vive un pastor? El pastor de ovejas vive delproducto del animal. por ejemplo, la leche de oveja ademásde ser rica en propiedades es muy cotizada en el mercado.En la antigüedad su carne traía beneficios porque para elpueblo hebreo era ceremonialmente pura y apta para el con-sumo. por último, con los cuernos del carnero se fabricabantrompetas y también ciertos recipientes.pero su principal fuente de ingresos viene de la venta de lalana. Cuantas más ovejas junte, más lana tiene para vender;por eso la validez de los rebaños numerosos. En tiempos bí-blicos, y también actualmente en muchas comunidades de

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cría ovina, la época de la esquila da lugar a numerosos fes-tejos.En cambio, el guía de camellos vive del comercio, del artede transportar mercadería a lugares donde otros medios detransporte no pueden llegar. por eso el desierto es la “zonade comercio”, y en la ciudad descansa.

La demostración y recepción de cariño. El pastor deovejas frecuentemente las acaricia en su cabeza y orejas;entabla una relación más cariñosa con el animal. El camelloes reacio a que lo toquen.

¿No es cierto que el trato de y hacia la gente de alto niveles un poco diferente al de los demás? A estas personas noles gusta que las “cargoseen” o que las tengan de acá paraallá. Hacen valer su imagen y exigen respeto constante-mente de las personas que están fuera de su círculo íntimo.En muchos casos se ponen incómodos por una manifesta-ción física de afecto (más que otro tipo de personas).Incluso en su relación con Dios, y sobre todo al principio, alvenir a la iglesia se sienten incómodos frente a cancionesde alabanza que le dicen al Señor frases como: “estoy ena-morado de ti” o “besaré tus mejillas”, etc., porque para elloseso es algo relacionado con la intimidad, que se lo dicen auna novia o novio, y entienden que Dios es un ser superioral que se le debe mucho respeto. Muchas veces hay queusar otro lenguaje cuando al principio los guiamos a comu-nicarse con Dios; más a menudo Dios les habla por mediode la naturaleza, y así se sienten cómodos.

Sentidos. Como ya mencionamos, a diferencia del camello,la oveja tiene una visión muy corta (solo ve a 1,5 m de dis-tancia) y un olfato poco desarrollado, pero el sentido de laaudición le funciona muy bien. por eso reconoce y actúa en

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respuesta a las voces conocidas.El camello tiene un olfato agudo que le permite oler el aguahasta a 10 km de distancia y una visión de largo alcance.

Tomándolo en sentido metafórico podemos decir que laspersonas de recursos tienen una habilidad especial –quizásun “don”, aunque muchos les desagrade el uso de esta pa-labra en un contexto fuera de la iglesia– para detectardónde está la provisión, de dónde viene el peligro, etc.

¿Dónde comen? ¿Qué comen? Las ovejas comen pas-tos frescos en los pastizales, mientras que los camellosestán acostumbrados a la aridez y hostilidad del desierto, ypueden subsistir con un forraje de lo más mísero y espinoso.Esto porque acumulan reservas de grasa en sus jorobas ydebajo de su panza reservas acuíferas; no necesitan alimen-tarse constantemente y son capaces de sobrevivir a ayunosprolongados.A veces vemos que las personas poderosas tienen una es-casa alimentación espiritual, no asisten a una iglesia (y si lohacen es de forma esporádica), y nos preguntamos: ¿cómopueden vivir esa vida? ¿Cómo pueden andar en ese desiertoespiritual? La respuesta es que ellos son del desierto, esees su medioambiente y están preparados para sobrevivir así:con una palabra, enseñanza u oración que reciben de

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4.3Diferencias entre el guía de camellos y el pastor de ovejas

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cuando en cuando, la meditan, la ponen en práctica y siguencamino. A la gente pragmática –tomando el pragmatismocomo un virtud y no como un defecto– no le gustan las fór-mulas ni la repetición, más bien acepta un cristianismo es-pontáneo y relacional; las verdades lisas y llanas delevangelio de Cristo son su dieta, y saben reconocer y des-echar todo agregado humano.

¿Dónde beben? ¿Con qué frecuencia? Las ovejasabrevan en aguas tranquilas, mientras que los camellosbeben en los oasis. por su capacidad de almacenar el líquido,el camello no necesita suministro de agua en forma diaria,sino que la recibe esporádicamente. pero la oveja cada díapasta y cada día bebe. ¿No es este acaso un paralelo espi-ritual en cuanto a la frecuencia con que las personas ricasprecisan venir a la iglesia o reunirse a orar? A ellas les bastacon una buena provisión cada tanto, cosa que nos cuestabastante aceptar con nuestro paradigma de iglesia-una-vez-por-semana (o más, si es posible).

Iniciat iva. Las ovejas, al ser tan mansas, muchas vecesparecen no tener reacción ante el peligro. por ejemplo, enlas zonas frías de cría de ovinos, cuando cae la nieve, si laoveja está a la intemperie se queda inmóvil hasta que, sindarse cuenta, la nieve la tapa y puede morir de hipotermia.Entonces el pastor tiene que acudir a sacarla de debajo dela montaña de nieve. Ante el peligro, el camello tiene dosreacciones: patea o sale corriendo, aunque en general optapor esta última.Esto nos da una pauta de la iniciativa que los camellos tie-nen para desenvolverse en momentos de crisis y ante unasituación que los amenaza.

Comportamiento socia l. Las ovejas andan en rebaños

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numerosos pero los camellos en grupos reducidos.

Capacidad de soportar cargas. El camello es un animalde carga y transporte; puede soportar un peso de hasta250 kg y marchar todo el día bajo un sol intenso. La oveja,en cambio, es débil en contextura y capaz de soportar so-lamente su propio peso.

A esta altura vamos comprendiendo que no es lo mismo serun pastor de ovejas que un guía de camellos. Es allí dondeha radicado nuestro error como iglesia, en querer pastoreara los ricos del mismo modo que pastoreamos a la gran mul-titud. y por eso hemos fallado en nuestros intentos de al-canzarlos para Cristo.

Albert Einstein dijo en cierta ocasión: “Locura es pensar quehaciendo lo mismo lograremos diferentes resultados”. ytiene mucha lógica. Si durante los últimos siglos de historiadel evangelio hemos tenido dificultad al momento de alcan-zar a los influyentes de nuestra sociedad, ¿qué nos hacepensar que con los mismos métodos de siempre –o estra-tegias y enseñanzas– vamos a lograrlo? Todo nos lleva a re-conocer que necesitamos un cambio de paradigma. No uncambio de teología, sino sacarnos los lentes del “como-se-hacía-ayer” y colocarnos los del “como-se-hace-hoy”. Cam-biar las gafas de “lo-que-me-enseñaron” por las de“lo-que-el-Espíritu-marca-hoy”.

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CRóNICA CINCO - El oasis

De cara al cielo un rayo de sol lo despertó y vio que estabaen un oasis indescriptiblemente bello. Su ropa estaba mo-jada y sus labios aún podían recordar que había tomadomucha agua. Su lengua recorrió sus labios una vez más yel sabor del agua fresca, transparente, agua pura de lafuente (doctrina pura sin agregados), se notaba en lalegua; realmente esta agua tenía poder de calmar cual-quier sed y de hacer olvidar los desiertos.¿Desierto? Sí, claro, él estaba en un desierto. Entoncespronto recordó a sus amados camellos. Se irguió y los vioarrodillados apacentados en quietud y en mansa docili-dad. “¿Qué les pasa?”, pensó. “Arrodillados y tan pacífi-cos”. Pronto entendió que el agua de vida tenía ese efectoen ellos: calmarlos, arrodillarlos, darles inmensa paz,quietud, seguridad y confianza; la vida se renovaba en eloasis.¿Y qué hace que el desierto se vuelva un oasis? El poderdel agua. Es decir, no necesitaba acortar el desierto, sinoencontrar el agua de vida. No hay desierto que se le re-sista. El agua de vida todo lo cambia, hasta el desiertomás largo, más profundo.La escena era toda una prédica hecha práctica ante susojos. ¡Así que ellos se alimentan aquí! La escena era perfecta y bella, el sol caía suave sobre el

pARTE CINCO:JESUS, DONDE TODO CONVERgE

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horizonte, un fuerte naranja dorado dibujaba las sombrasdel crepúsculo una y otra vez, hasta que el naranja eratan intenso que aumentaba una sombra, y así las figuraspasaban de naranjas a marrones con matices de negro; seiba el sol, venía la noche; todo cobraba sus sombras, tam-bién sus miedos, miedo a lo desconocido, a lo por venir,a lo profundo.Casi como una mano interior que rescata a un niño de lasombra, su memoria le recordó su versículo de la infan-cia: “Ni lo profundo, ni lo por venir (ni aunque me echende la iglesia...) nada podrá separarme del amor de Dios”.Cerrando sus ojos en sufrimiento, repetía esta últimafrase una y otra vez; era calor para sus labios. Los ojosentreabiertos podían ver que la noche ya había ganado laescena.La noche y el desierto era una dupla nada buena para él,por lo general siempre calculaba pasar la noche en unaposada, o cerca de una montaña o adentro de alguna ciu-dad/iglesia, pero esta noche no la había planeado. En rea-lidad los últimos sucesos no los había planeado, ahoraestaba comiendo de la espontaneidad de Dios, del plandivino absoluto sin mezcla ni sugerencia humana, directodel cielo. Una sonrisa que nació espontánea le salió deadentro y le profetizó buenas cosas. Casi no entendía porqué se reía por dentro; se balanceaba suavemente sen-tado en la arena abrazando sus pies; el balanceo lo man-tenía vivo, en acción, con la temperatura ideal. Teníaalgo de hambre. Y para no recordarlo, empezó a repetiruna y otra vez su versículo, casi como una muletilla,como si esto fuera a mover algo. Y así aferrado a sufrase, que decía vez tras vez, pronto lo rodeó un camello,por el frente, a unos segundos se le sentó otro por atrás y

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el costado, solo un flanco quedaba a la intemperie; la re-pitió una y otra vez y, sincronizado por la naturaleza,cuando terminó de decir: “nada podrá separarme delamor de Dios” el tercer camello se sentó, cerrando el cír-culo perfecto, una pared de jorobas de camellos lo prote-gía de la noche y del desierto, y justo frente a él estaba elmorral donde guardaba los dátiles para el camino; estaera su cena, ocurrentemente traída por Dios frente a susnarices. Tan solo estiró las manos y estuvieron en supalma los mejores dátiles de la temporada; el olor secode la fruta le enjugó el paladar; masticó y jugó con su ca-rozo un rato largo. Y así, embobado por este amor deDios, cenó en silencio, contento, contenido y protegido.El versículo seguía dando vueltas en su cabeza, cuandosu corazón sintió con fuerza que él vivía esa frase hoy, ensu desierto, que de pronto ya no era desierto, sino elmejor lugar del mundo, el lugar donde Dios le mostróque él puede llegar a todos lados para cuidarlo y resca-tarlo. Este pensamiento le trajo paz y sueño, el cansanciodel día cayó sobre sus párpados; tan solo soltó la espalday una almohada de pelo de camello le amortiguó el mo-mento. Repitiendo todo en silencio, casi como para en-tenderlo, se fue durmiendo, se fue soltando, mientras eldesierto escuchaba sus emborrachados alegatos de unamandíbula muy dormida: “me desmayé; entonces merescataron, tomé el agua de la vida, y estoy aquí en eldesierto; no me morí porque Dios me cuidó”, decía casideformando el sonido que se tornó un soplido de alivio,un soplido de alguien muy dormido, alguien cuidado porDios en el desierto.La noche estrellada abrazaba la escena. Una noche os-cura brilló por Mohamed, brilló por su fe, brilló porque

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así es Dios, no se cansa de ser. Y, como dueño de todo eluniverso, hizo que una estrella guiñara su luz, para darleese toque genial a la noche, tan real y exquisito como lavida. Y esa estrella ya no era para Mohamed... él estabadormido... esa estrella brilló por ti. Tú que lees. Para quesepas que estás incluido en el plan de Dios, por eso leeseste libro hoy, justo en este momento. Brilló para recor-darte que no hay desierto que él no pueda cambiar...

Buenas noches...

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Es notable el hecho de que para el nacimiento de nuestroSalvador acudieron tanto los pastores con sus ovejas comolos reyes con sus camellos. Refresquemos la escena:

Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey He-rodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, di-ciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimosa adorarle (...)Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrellaque habían visto en el oriente iba delante de ellos, hastaque llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. y alver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. y alentrar en la casa, vieron al niño con su madre María, ypostrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofre-cieron presentes: oro, incienso y mirra.

–Mateo 2:1-2, 9-11

El autor de este Evangelio hace hincapié en la realeza denuestro Señor Jesucristo, por eso relata con detalle la visitade estos magos (así se les nombra, aunque en realidad eranastrónomos muy eruditos) que, como era su costumbre,deben haber venido montados sobre lomos de camellos. Lospresentes que estos reyes le dieron al niño también tienenuna simbología que exalta su realeza; todos ellos tenían un

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5.1Donde todo converge

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gran significado en los tiempos de Jesús.

por otro lado, y cronológicamente anterior a la visita de lossabios, se presentaron al nacimiento de Jesús unos pastoresde ovejas, que vinieron a adorar al niño Dios:

Había pastores en la misma región, que velaban y guar-daban las vigilias de la noche sobre su rebaño. y he aquí,se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señorlos rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor (...) y re-pentinamente apareció con el ángel una multitud de lashuestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡gloriaa Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntadpara con los hombres! (...) Vinieron, pues, apresurada-mente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado enel pesebre. y al verlo, dieron a conocer lo que se les habíadicho acerca del niño. y todos los que oyeron, se mara-villaron de lo que los pastores les decían.

–Lucas 2:8-9,13-14,16-18

Estos pasajes vistos conjuntamente nos dan una gloriosarevelación: Jesús es la persona en donde todas las cosasconvergen, donde todas las clases sociales, los diferentestipos de personas, la creación entera, se reúnen.

En él está la llave para abrir todas las puertas, pequeñas ograndes, para tocar todos los corazones. y ante su gloriatoda rodilla se dobla y toda lengua confiesa su señorío.Jesús es la clave para alcanzar a todos los perdidos, porqueél no quiere que ninguno se pierda, sino que todos procedanal arrepentimiento (2 pedro 3:9).

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CRóNICA SEIS - Historia de un granito de sal

pARTE SEIS:BRILLAR EN EL DESIERTO

–¡A que no se lanza! –le dijo con una sonrisa carcajada,casi devenida en desilusión acostumbrada, el ángel Mi-guel a su amigo que, sentado en el borde superior delborde de la ciudad, balanceaba sus piernas sobre elmuro.Lucas movió sus grandes alas blancas en una ademán de“y no sé, quizás se anima”, casi mostrando el deseo deque finalmente logre saltar del salero.–Aquí estaremos, hermanito –le dijo Miguel que contem-plaba la escena desde lo alto, tapándose el rostro con sugran ala derecha disponiéndose para una siesta–. Es así –dijo con la mandíbula ya suelta por el sueño que iba ga-nando su ser–, el ejército de ángeles destinados a hacertriunfar los proyectos de los cristianos fuera del salero es-tamos condenados a estar aquí atiborrados y amontona-dos a las puertas de la ciudad. –Luego se recostó sobreun lado y asentando sus palabras con las manos en ungesto de cansancio dijo–: Porque nunca saltan.“¿Por qué no saltan”, se preguntaba Lucas internamente.“¿Por qué no saltan?”El chirrido de miedo de un granito de sal femenino se es-cuchaba desde donde estaban sentados los ángeles apos-tando sobre la situación conocida, pero desconocida a lavez.

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La granito de sal estaba azul de miedo, sudaba frío y noparaba de tiritar frente a la puerta de la ciudad.Lucas la observaba, deseando casi hacerse visible paraimpulsarlo; y, mientras la observaba, intentaba entender,casi leer de la mente los miedos humanos. “¿Dónde sevio que un grano de sal al saltar deje de ser sal? ¿Acasonunca leyó que donde abunda el pecado sobreabunda lagracia? ¿Por qué le tienen tanto miedo al desierto?“Shhhh”, se dijo a sí mismo, “así puedo oír lo que estapensando”.Tambaleante, temblorosa y sin aliento la granito de salpensaba: “Es que ellos me convencerán y dejaré de sersal, me volveré como ellos, gente del mundo”.Lucas se desesperaba por explicarle, en un intento ciegoy sin éxito, de que la sal nunca deja de ser, que cuandoun granito de sal cae sobre la carne, la carne se vuelvesalada, nunca la sal se vuelve carne.Lucas era joven y tenía muchos deseos de emprenderuna gran misión; conocía todas las herramientas y los re-cursos que Dios les había dado para ponerlas a disposi-ción de los cristianos fuera del salero, y eso le dabamucha fuerza, pero no podía hablar. Los ángeles tan solopueden protegernos y servirnos, pero no hablarnos.La granito de sal debatía su gran decisión de vida: salir ono salir. Quedarse era para lo ya conocido, salir era lodesconocido, el desierto, la misión; quedarse era la co-modidad, la estructura, lo que seguía, un programa, sal-tar era poner a prueba todo, aun su esencia como granitode sal. Atravesaba una crisis de identidad, la que atravie-san los granitos de sal cuando creen que el desierto va adesvanecerlos. Finalmente se arrodilló y oró. Lucas entusiasmado, des-

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pertó a Miguel.–¿Qué pasa? –dijo Miguel desperezándose. Lucas, mien-tras contemplaba la escena, le contó animado. –Empezó a orar. ¿Entiendes, Miguel, lo que esto signi-fica? Empezó a orar, dale despiértate que tenemos quedarle todo lo que tenemos para ella.–¿Todo? –preguntó Miguel. –Sí, Miguel –replicó Lucas convencido y firme–, todo: lapiel de camello, los cofres, los mapas, la brújula y lasfuerzas. Y si le llega a faltar algo más, acuérdate que cadagranito de sal tiene cien ángeles que sostienen lo queDios va a proveerles, listos para lanzarlo por la ventanade los cielos. –Espera que se defina más, tampoco le digas que tienetanto, porque tal vez se agrande y se quede en el salero –esbozó Miguel, más acostumbrado a ver que alguien losconvenza de que su lugar es “aquí” y se olviden una vezmás que Dios les dio todo el planeta. “Todo lo que pisenlas plantas de los pies” –repetía Miguel muy descreído deque finalmente fuera a saltar. Ya había visto a muchosquedarse en el intento.Lucas estaba casi empinado en sus pies, y dijo: –Cuando me dé la orden yo bajo Miguel, eh. –Te digo que dejes que crezca en autoconvencimiento,sino va a caminar doscientos metros de desierto y se va avolver ¿entiendes?–Apenas dé la orden yo bajo –advertía Lucas casi en tonode amenaza, como quien muere de ganas por hacer lopróximo a venir. –Y después tenemos que volver a sostener las bendicio-nes hasta nuevo aviso –le advertía Miguel.–Señor, dame fuerzas para emprender este viaje –susurraba

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la granito sal con esas oraciones que no la convencían nia ella misma–. Y si quieres dame una señal de que tienesalgo para mí en este mundo.Lucas desesperado decía: –Pero querida, ¿más señales quieres? El mundo se estápudriendo por falta de sal y nosotros aquí amohosados, ytodos en el salero amontonados, luchando luchas vanas,cuando hay todo un desierto por conquistar –decíaLucas, aun sabiendo que los humanos no pueden escu-char a los ángeles.–Y bueno, Señor, en caso de que sea tu voluntad, y si lahubiera para mí, te pido que los ángeles que me distepara esta misión me abran una puerta.–¡Lo dijo! ¡Lo dijo! –gritaba Lucas tan eufórico que en suentusiasmo hacía muchas cosas a la vez, despertaba a Mi-guel, se alistaba y saltaba de alegría–. Miguel despiértatey abre la puerta, dijo que abriéramos los ángeles, es decirnosotros, la puerta. Esto es genial.Miguel abrió la puerta de la ciudad con la punta de unala. Cuando la granito de sal miró, vio la puerta abierta yla imagen la dejó perpleja. Había tanto frente a ella, quégrande era la vista del desierto:–Oh, mi Dios, queda mucho por ganar.Por un segundo confió y, sin pensar saltó, fuera del sa-lero... al desierto para algunos, al mundo para otros, allugar de la misión para ella de ahora en adelante.Lo primero que ocurrió después del salto es que inmedia-tamente brilló, como no sentía que lo hacía cuando se ro-zaba tan solo con otros granos de sal. Por primera vezentre la arena, reconoció su linaje santo, su esenciaúnica. Tan solo por estar, brillaba.

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El desafío que tenemos por delante es hacer frente a uncambio de paradigma. Comenzar una estrategia ofensivapara ganar a quienes por distintos motivos estaban fuerade nuestro alcance.

Lo ideal según mi experiencia es que, cuando algún pastorescuche que una de sus ovejas conoce a tal o cual persona–que por sus características y recursos puede considerarloun camello–, oriente a la persona que es oveja para acom-pañarla, sabiendo que, si se mantiene unida a la congrega-ción, él o ella podrá guiar a ese camello sin dificultad alguna.Casi puedo escuchar la pregunta: “¿y dónde quedó aquellode que los pastores podrán tener grandes rebaños de ca-mellos y ovejas?” Los tendrán, pero tal vez no los verán do-mingo a domingo sentados en su iglesia; sencillamente,cuando vea a cada una de sus ovejas, sabrá que ellos estánacompañando durante la semana, o en la frecuencia que sedé, a otras personas, a otros camellos que no asisten a laiglesia, pero que Dios eligió alimentarlos allí en esa fuenteque se le dio para administrar (por fuente se entiende laiglesia).

Quizás el guía tenga que traducir constantemente el men-saje. Con esto quiero decir que tal vez no le pueda dar lamisma literatura, sino relatársela en cada encuentro, opodrá compartir algo de la prédica del domingo, o quizás

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6.1Conquistar en el desierto

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cuando vea a su camello tan solo pueda escucharlo y orarpor él en algún momento o, si le permite, junto a él.El acompañamiento es muy personal y se teje de forma ar-tesanal, con el oído puesto en los labios de Dios que cadainstante susurra el próximo movimiento. No hay fórmulas.No lo intente, a los camellos no les gusta aplicar fórmulaspara algo tan íntimo como su espiritualidad.Eso sí, cada oveja que acompaña a alguien no puede dejarel rebaño, y tampoco puede obligar al camello a unirse alrebaño, sino aceptar su rol de hilo conductor de la presenciade Dios en esta gran evangelización mundial que empezóen Jerusalén y terminará en lo último de la Tierra.para que la oveja no deje el rebaño, el pastor debe entendereste nuevo ministerio de acompañamiento que requiere demucha paciencia, discreción, absoluta confidencialidad y ex-tremo compromiso. No acompaña porque ve frutos, acom-paña porque Dios lo puso en su camino y punto.Entonces, si los camellos no van a las iglesias, y los pastoresno los guían desde el púlpito cada domingo... ¿Cómo se re-aliza este ministerio?Vuelvo a decirlo, porque de tan nuevo requiere un poco derepetición: si un pastor entiende el nuevo paradigma sabeque, cada domingo cuando se para frente a su congrega-ción, hay un grupo que no asiste representado en cada unode aquellos que dependen del buen alimento de ese domingopara poder guiar a su camello.Entonces ese pastor en los ojos de la fe no verá una iglesiade mil ovejas, sino una congregación de mil ovejas y mil ca-mellos, esto considerando que a cada oveja Dios le dio uncamello.¿Cómo se encuentran las ovejas y los camellos? Es fácil,Dios nos ha colocado en un mundo donde siempre nos es-tamos rozando con camellos. Como dije al principio del libro,muy pronto descubrí que vivía en un mundo de ricos y po-

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bres, de camellos y ovejas, esto le pasa a la mayoría de laspersonas. Algunos trabajan en casas de camellos, son susjardineros, mozos, terapeutas, enfermeras, empleados, per-sonal trainer, peluqueros, profesores particulares de loshijos, o comparten un lugar en común donde Dios los puso,el club, donde el camello va a refrescar el alma y coincideque la oveja justo trabaja allí, o tal vez sea el mecánico deuno de sus vehículos, o arregla sus aire acondicionados, lim-pia sus alfombras, o peina y pasea a sus mascotas. Dóndeno es el asunto, sino cómo acompañarlos marca la gran di-ferencia. Esto abre una mirada distinta en un mundo degrandes diferencias sociales permitidas por Dios, quizáspara la evangelización de todo el planeta, ya que si los ca-mellos y las ovejas nunca se vieran... ¿cómo los evangeliza-ríamos?Si no hay ningún camello cerca de su vida y desea poderacompañar a uno para su salvación, pídale a Dios que en lospróximos días aparezca alguien a quien guiar; pero antesasegúrese de que sus intenciones están lejos de:

• presumir que conoce a algún camello• Solicitar favores a su camello• Estar en el grupo de guías de camellos en la iglesia

Ingrese a este ministerio porque siente un llamado internoy pídale a Dios mucha paciencia y mayor discreción, nuncaande contando a quién acompaña, proteja el nombre de suscamellos con gran cuidado.

Muchas veces escuché metaforizar los momentos difícilesen la vida de un cristiano con la frase: “estoy atravesandoun desierto”. Esta frase contrapuesta a “quiero pastos ver-des”, al referirse a la bonanza espiritual, encierra la creenciade que en el desierto se muere, se perece, y que tan solo

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se crece en los pastos verdes. Cuando en realidad en la Bi-blia los grandes siervos de Dios fueron llevados al desiertoantes de una gran conquista o victoria espiritual.Es importante que el guía aprenda a percibir el desiertocomo el lugar de trabajo, no el lugar de castigo. Si volve-mos a la metáfora del granito de sal, vemos que es necesa-rio que estemos desparramados en el desierto para que secumplan los planes de Dios. Así que los que estén atrave-sando un desierto dejen de llorar porque no están con lasovejas, seguramente Dios los tiene destinados para acom-pañar camellos. El guía y el desierto son una ecuación infa-lible que Dios utiliza para la preparación del guía.

Es imprescindible que el pueblo de Dios pueda compartir unavisión valiente de conquistar en el desierto, cernido demucha creatividad. Saltar del salero no es abandonar la igle-sia, el salto puede ser diario, semanal o mensual. Con estoquiero decir que si una persona que trabaja en la iglesia derepente tiene un trabajo secular, o la idea de un negociofuera de la iglesia o la posibilidad de involucrarse en política,el club del barrio, el comité de vecinos, la asociación deayuda del colegio, la cooperadora de la escuela, o empezaruna carrera universitaria, la que fuere, entonces pueda veren esos saltos del salero una oportunidad para que Diosgane a todos a través de nosotros. Aún falta desparramarcristianos en el mapa, para poder ganar el juego.

Si esto fuera un partido de fútbol, es sabido que no se ganacorriendo todos juntos detrás de la pelota, como hacen losniños cuando recién comienzan a jugar, sino que la eficaciadel juego radica en el éxito en una estrategia, de hacer bue-nos pases y tener un compañero atento que los reciba.

pensemos tan solo en nuestro país, cuántas asociaciones

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cristianas faltan, de la profesión y/o negocio que se hable:médicos, locutores, clínicas, colegios, universidades, aboga-dos, psiquiatras, jueces, escribanos, contadores, maestros,psicólogos, consejeros, escritores, profesores, enfermeros,constructores, ingenieros, geólogos, dentistas, técnicos delaboratorio, secretarias, artistas, hoteles, restaurantes, loca-les comerciales, galerías, cómicos, actores, productores, in-dustriales, agentes de aduana, etc. Todavía falta mucho porganar tan solo en nuestro país; intento decir con esto: aní-mese a saltar.

Les daré un pequeño ejemplo (aunque puedo pensar enmiles de situaciones) en las cuales podríamos realizar pasesmagistrales si estamos bien desparramados o posicionadosen la cancha, o desparramados y organizados en el desierto.por ejemplo, si una mamá (no cristiana) tiene una buenaopinión de las maestras cristianas, al tener problemas conun hijo deseará contactar una maestra que pueda darle cla-ses particulares; podría ir a la asociación de maestras cris-tianas y obtener un número y el niño empezar a tomarclases. Entonces esta maestra con un alto nivel profesional,donde hable su profesionalidad antes que su creencia (esdecir, que brille), si ve que los problemas de aprendizaje per-duran pueda ubicar una colega psicopedagoga que continúeel acompañando a ese niño, y así, siguiendo con la metáforade fútbol, se realizarían pases exitosos. Hasta que estamamá, que puede ser una camella, por admirar el trabajoprofesional de estos brillantes en el desierto, algún día enuna charla desee avanzar más sobre lo espiritual.O tal vez un juez, de la asociación cristiana de jueces, de-cida iniciar en las formalidades del divorcio, además de unaaudiencia conciliatoria, un curso matrimonial en tal o cualiglesia, de la misma forma en que los jueces pueden enviara personas a rehabilitarse. Las personas sencillamente lo ha-

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rían porque desean divorciarse, y Dios haría el resto. Nece-sitamos jueces cristianos; y si tuviera que hacer una listade los profesionales que necesitamos sería muy larga.Así que si no lo eligieron para la alabanza este mes, o paraenseñar en la escuela dominical o está cansada/o de estardomingo tras domingo sintiendo la necesidad de hacer algomás de lunes a sábado, anímese hoy. Hay un poder implícito en algunas posiciones que se repar-ten en el desierto que Dios necesita que estén bajo manoscristianas para poder llegar hasta lo último de la Tierra.Un gran ejemplo de un salto del salero es el testimonio delpastor argentino Juan Zuccarelli, que para impactar una cárcelen la Argentina no dudó en hacerse guardia cárcel. ¿Cuántospastores hay que visitan cárceles los días domingos? ¿porqué él tuvo éxito? porque se animó a saltar del salero y atomar posición en el desierto sin temor alguno.

Si usted por alguna razón, la que sea que Dios haya usado,está en el desierto, alégrese, comience a jugar con la arenay vea con los ojos del Espíritu todo lo que Dios desea quehaga, deje de percibirse castigado, porque no lo está.por lo menos por Dios no lo está, sencillamente está siendoentrenado en este nuevo ministerio de caminar al lado decamellos hasta que pasen el ojo de la aguja.

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CRóNICA SIETE - Dia veintinueve en el desierto

pARTE SIETE:BRILLAR EN EL DESIERTO II

El desierto comenzó hablar su rutinario idioma de brillos.Con un rayo, Mohamed se despertó entre los camellos.Rápido abrió los ojos porque el rayo era distinto a unrayo del sol, era más intenso y definido que la bocanadade sol que untaba su calor rojo como un soplido sobre suespalda. Él conocía el sol del desierto y este brillo era di-ferente, más firme y fuerte, y a la misma vez enfocado,radical y abrupto.Se restregó los ojos una y otra vez porque no creía lo quesus ojos veían. Lidia, la que servía las mesas en la iglesia,estaba allí. Casi sin pensarlo, atropelladamente, comocuando alguien ve a otro hermano de su congregación,corrió a su encuentro. –Hola Lidia –dijo despavorido con mezcla de alegría y desorpresa–, acompañando el saludo con las manos. Lidia lo miró asombrada con cara de “a la última personaque me imaginé ver era a ti”. Y seca, pero constante-mente sonriente, dijo: –Hola Mohamed, la verdad no pensaba verte. Salí aganar el desierto así que no sé si tendré mucho tiempo paracharlar.–¿A ganar el desierto? ¿De quién lo quieres ganar?Lidia, con una mirada de rápido fastidio, de costado, casisin ganas le explicó:

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–¡Del demonio! ¿O no te enteraste que está suelto?–Oh, sí, claro –repitió Mohamed confundido. Es que nadie antes había hecho estos comentarios en eldesierto. Aquí solo caminaban, orabany seguían. Más bien era una lucha contra ellos mismosque Dios les ayudaba a sobrellevar día a día.Mohamed se rascó la cabeza como quien no sabe pordónde empezar a explicar tanto. Se sentó sobre la arenay, mientras jugaba con la arena entre los dedos, intentóhablar con Lidia que miraba alrededor alerta y rígidacomo atalaya, dando claras muestras de que sabía pocodel desierto, de camellos, de cómo tratarlos, y de quetenía mucho por aprender. Era una misionera que no co-nocía el ganado, ni el terreno, ni el idioma, y este desco-nocimiento la volvía torpe, notoriamente extranjera,contraproducente en lo espiritual.–Mira, Lidia, si quieres puedes venir conmigo; sabes yoestoy camino a Dubai, vamos con un importante carga-mento de alfombras que tenemos que dejar en once días.Esta era la mejor forma que encontró Mohamed de de-cirle: tienes mucho por aprender, y quizás lo hagas juntoa estos camellos, en este desierto y en los próximos días.Lidia lo miró de reojo y pensó: “abriré mi Biblia para queme indique adónde ir”. Mohamed siguió jugando con laarena, que resbalaba entre sus palmas, cuando oyó elgrito de Lidia: –¡Se borró todo! No lo puedo creer, cómo puede ser quese borró todo en mi Biblia. Mohamed la miró de costado y, cuando se calmó, suave-mente le explicó: –Las Biblias no se pueden leer en el desierto, se borran;los demás tan solo la pueden leer a través de ti.

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–¿A través de mí? –alargó la frase una enfadada Lidia, aquien ya empezaba a pegarle fuerte el cambio climático,cultural y costumbrista–. ¿Qué quieres decir con: a -t-r-a-v-é-s- d-e -t-i? Su pregunta traslucía una enorme necesidad de explica-ción clara y concreta, al borde del descontrol, de salirsede la caja.–No puedo explicártelo, tan solo sé que es así, que las Bi-blias en el desierto no se leen, que tan solo se pueden vi-sualizar los versículos que vives, y que los camellossaben leerlos y los repiten. Lidia estaba tan enojada, confundida, ofuscada que tansolo podía gritar, así que gritó:–¿Cómo es eso que los leen a través de ti? Explícamelo y¡ya!Entonces, Mohamed, rápido le contó cuando una vez es-taba en el desierto y él necesitaba abrigo, repitió el Salmo23, y los camellos parecieron leer lo que decía y lo rodea-ron protegiéndolo; o cuando no encontraban el rumbo yun camello lo miró y dijo leer: “sígueme” grabado en sufrente. O aquella vez que al atardecer él daba gracias aDios por el bello desierto y un camello le dijo: “por lasnoches los cielos cantan las alabanzas a Dios el salvador”,él le preguntó cómo lo sabía y el camello le respondió:“se notaba en tu sonrisa, estás embelesado con Dios,¿no?”Lidia lo escuchaba con boca abierta, con poca credibili-dad y muchas ganas de poder leer su Biblia.–La volverás a leer –la consoló Mohamed–, pero porahora ellos leerán la Biblia en ti, o la parte que leíste ocreíste. –¿Qué quieres decir –lo cayó Lidia en el acto–. Yo creotoda la Biblia.

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–Quise decir la parte de la Biblia que pudiste experimen-tar en tu vida, con los milagros que Dios hizo en ti.Lidia ofuscada ante el cambio abrupto, repentino y pocoesperado, acomodó sus tacos de oveja y empezó a seguiral grupo, sin nunca decir por qué los seguía, tan solo losseguía y muy enojada. Mohamed entendió que no podríadecirle nada de los zapatos tan inapropiados porque erandemasiados cambios, pero pensó: “pronto se cansará, irécerca de ella”. Lidia taconeaba angustiada en violentosmovimientos, como si quisiera ganar el desierto en unsolo día. Encendió su grabador que cantaba alabanzasfuertes, estridentes, rotundas. Los camellos aceleraron elpaso despavoridos por el ruido que no lograban descifraro interpretaban como un ruido sin sentido, sin palabras,tan solo ruido. Mohamed intentó explicarle a Lidia laforma en la que ellos alababan, pero era mucho para unsolo día. Estaba muy asustada. Ella sabía predicar desdeuna Biblia escrita y en castellano, eso de que “ellos leenla Biblia a través de ti” la ponía nerviosa. –¿Y qué si no leen bien, cómo sabré que ellos leen lo queyo leí? ¿Para qué se hizo el alfabeto? ¡Para qué me leí tan-tos versículos que a lo mejor ahora estos lindos camelli-tos leerán al revés! Mohamed puso un brazo sobre su hombro, rompiendo elcódigo de poco contacto del desierto, tan solo para cal-marla; y, mientras la abrazaba dijo intentando darle ánimo: –Ellos leerán lo que tú vivas.Caminaron un largo rato en el desierto sin hablar, magu-llando el enojo entre los dientes; enojo a lo desconocido,a que la cosas no salgan como se imaginaba, que sean tandistintas y nadie se lo haya explicado.Lidia, sin saberlo, había saltado de la caja. Tenía herra-

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mientas listas por los ángeles, pero prefería usar lassuyas, como si fuese una mañana de domingo y alguienentre por la puerta principal y mientras se sienta, pre-gunte con una sonrisa: “¿a qué hora comienza esto? Hoyes mi primera vez, me invitó una amiga hace tiempo,pero recién hice un tiempito hoy” Lidia estaba acostum-brada a predicar a ovejas y no a camellos. Largo tiempole llevaría entender que eran distintos, que se trataba deotro animal.Lo primero que perdió Lidia fue la actitud tan recta conla que saludó a Mohamed; y, aunque ella pensaba queperdía, en realidad ganaba, ganaba un montón de cosasque ahora no entendía, pero serían útiles en su próximoministerio. Cansada por tantos cambios inclinó su cabezay comenzó a orar bajito; y, mientras caminaba arras-trando sus zapatos de culto de domingo color lila –zapa-tos que ahora estaban marrones por el desierto ydeformes por el peso de la arena que juntaba en cadapaso–, con hombros caídos, casi en un suspiro de desilu-sión dijo: –Todo lo que funciona en la iglesia aquí no funciona. Mohamed la miró de reojo y sonrió, algo de la sabiduríadel desierto empezaba a enseñarle aquello que el Maes-tro enseñó hace siglos. Las ovejas se apacientan, a los ca-mellos es difícil hacerlos pasar por el ojo de la aguja, ysolo Dios puede hacerlo.Lidia, con los ojos cerrados por el fuerte sol reflejadosobre la arena, preguntó: –¿Adónde dijiste que vamos? –A Dubai.–¡No!, pregunto el rumbo espiritual –dijo Lidia fastidiadade que Mohamed no entendiera que ella y las alfombras

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no tenían nada que ver, que ella tan solo había venido aganar almas, no a hacer negocios.–El rumbo espiritual lo marca Dios, Lidia –dijo Moha-med poco seguro, porque sabía que esa respuesta no laconvencería.Lidia en señal de pleno desacuerdo, levantó los brazosasombrada de estar en esa situación: –¿Es decir que caminamos en el desierto sin rumbo, ven-diendo alfombritas?–Esa es la excusa, el fin es Dios, y él tiene el mapa. –Ahhhh, no, no, esto es demasiado. ¿Las biblias no seleen, las alabanzas son ruidos indescifrables, los versícu-los se leen si los vivo, el rumbo es desconocido y acom-pañoa un vendedor de alfombras? –Si quieres puedes volver –replicó Mohamed buscandosalir de la presión de explicarle todo en una hora.Los camellos se inquietaban ante tanta charla. Lidia pidióun descanso, se sentó torpemente sobre la arena, y rá-pido contempló sus zapatos de domingo color lila hechostrizas por culpa de “este desierto”.–Entiérralos en el desierto, no te servirán, pídele a Diossandalias.–¿Sandalias? –exclamó Lidia muy, muy confundida y eno-jada.–Sí, Lidia, las sandalias son el mejor calzado para el des-ierto, así no te llevas nada de lo que te pesa, es como exa-minarlo todo y solo dejar lo que te conviene, el airefresco entre los dedos, y la arena que no sirve se va devuelta al desierto, así nunca caminas como con bolsas dearena. –Puedo pedir sandalias, pero no sé si podré ente-rrar aquí mis zapatos –dijo Lidia cabizbaja.

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–No te servirán aquí y cuando regreses a la ciudad habráun nuevo par para ti.Esta promesa le dibujo una sonrisa a Lidia. Quien cerrólos ojos y dijo: –Señor, dame sandalias nuevas. Como algo lógico, para quienes recuerdan que los ánge-les nos acompañan siempre, Lidia obtuvo sus sandalias, yeran color lila suave, no estridente, lila pastel. Lidia mirósus sandalias con alegría como niño con juguete nuevo.Mohamed se quedó con la última frase que le dijo: “Note servirán aquí, y cuando regreses a la ciudad habrá unpar nuevo para ti”. ¿Acaso creía esto? ¿Él podría volver ala iglesia? Un gran dolor de estómago le revolvió el vien-tre, y no era hambre, era desazón, plena incertidumbre.Lo único que sabía era que Jesús había mencionado unojo de aguja y seguramente a ese lugar se dirigían. Diossabía lo que hacia.En el horizonte se dibujaron unas sombras de más came-llos. Mohamed percibió algo nuevo, quizás peligro, avan-zaban rápido hacia ellos. Priscila y Prócula se acercaron aLidia y con tan solo una mirada a Mohamed, como quiendice: “disculpa tenemos que hacer esto”, sacudieron suslomos sobre Lidia que quedó cubierta de pelo de came-llo. Lidia que no entendía nada, con los ojos abiertosgrandes como para pedir explicación se lo comía a Moha-med con la mirada, pero advirtió que debía callarse. Élcon un gesto casi de ventrílocuo le dijo: –Después te explico.Rápido los ruidos de trotes de camellos llegaron haciaellos. –Hola Arimatea –dijo uno de los camellos, un camelloviejo y fuerte, poderoso y rápido–. Sigues regalando tuspelos a las ovejas.

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Arimatea lo miró fijo a los ojos como quien anuncia:“esto es lo único que diré”. –Exacto tú lo has dicho y nunca faltó pelo sobre mi jo-roba.–Ja, ja, ja, ja, soltó una bocanada de risa el visitante noinvitado. –Yo todavía recuerdo que alguna vez diste mucho pelo aun pastor y por algún tiempo se te vio algo perdido. Usando la misma frase con una mirada de “te vas apenasdigas esto”, Arimatea le respondió: –Te repito, y me despido de ti Iscariote, exacto tú lo hasdicho y nunca faltó pelo sobre mi joroba. –Bueno, bueno, dijo el camello viejo, sabiendo que su vi-sita se había terminado. Ya sé cómo piensas, que Diossiempre te da. Arimatea se paró firme con el pecho erguido listo parauna patada por si decía algo más. Mohamed sujetaba laboca de Lidia, para que no dijera palabra alguna, y soste-nía la respiración, sabía que era un momento álgido, difí-cil, ellos eran muchos y, aparentemente, eran conocidosde Arimatea y ahora parecían enemigos.Priscila y Prócula cobraron la misma postura de defensa.Iscariote tornó su lomo y con un grito de quien arrea unamanada, anunció: –Vamos aquí no hay nada para nosotros. No estaba tan seguro de esto un camello flaco y pálidoque miró a Arimatea con ganas de quedarse con él, perola fuerza del grupo era mucha y no pudo soltar los lazosque lo unían a él. Los camellos contemplaron la manadadesaparecer en el horizonte. Y, luego de un suspiro,Arimatea dijo: –Seguiremos por el camino que dejaron. Me preocupa

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Tomas, está flaco, poco crédulo, y no resistirá el desierto.Silenciosos comenzaron su día de trabajo con su cami-nata bajo el sol. Prócula, como pocas veces lo hacia, co-menzó a entonar un himno que alguna vez cantara en suprimera comunión. “No podemos caminar con hambrebajo el sol, danos siempre el mismo pan, tu cuerpo y san-gre, Señor. Señor, yo tengo sed de ti, sedienta estoy de ti,pero pronto llegaré a ver, el rostro del Señor”.Lidia, que había aprendido en estas fuertes horas de des-ierto que había que hablar sin gritos, se acercó a Moha-med y le preguntó:–¿Son católicos? Mohamed se sonrió por la inocencia de la pregunta.–Nooo –dijo mientras reía. Lidia lo miro fijo incriminándole más información. Mo-hamed pensó “¿cómo explicarle?” así que lo intentó conuna pregunta que esbozó desde una sonrisa: –¿Ves alguna iglesia alrededor?Lidia lo miró cerrando lo ojos en señal de “me estás to-mando el pelo”.Viendo que esto no calmaba a Lidia, le dijo: –Los camellos no tienen religión, ellos miran, ven, exa-minan, y en el desierto usan lo que necesitan. –O lo que creen que necesitan –replicó Lidia.Otra vez Mohamed percibió que Lidia quería imponer lasformas para las ovejas en los camellos. Adelantando elpaso, Lidia le dijo: –Yo conozco la Biblia, y escuché el nombre de ese came-llo. Yo leí sobre Iscariote, y le voy a advertir a Arimateasobre las raíces generacionales de este amigo suyo.Muy dueña de sí misma movió rápidamente sus patitasde oveja hasta acercarse al hocico de Arimatea.

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–Buenos días, señor Arimatea, no nos hemos presentado,pero soy amiga de Mohamed, ujier en la iglesia Nuevasde Dios del Distrito Santo. Arimatea la miró educado y le dijo: –Me basta con que seas amiga de Mohamed.–Bueno –continuó Lidia medio atropellada y casi sin en-tender que no le importara su puesto de ujier de hacíaveinticinco años. Pero, en fin, ese camello no sabíamucho así que empezaría con su primera clase de “Lospersonajes de la Biblia”, porque este señor camello,según ella, no sabía nada. Así que prosiguió. –Yo asistí al seminario y estudié que Judas Iscariote fueun discípulo –y largó su perorata larga y densa.Arimatea la miró sin escucharla, como hacen los came-llos cuando la gente de iglesia sin consentimiento lesofrecen clases gratuitas de Biblia a domicilio que ellos nopidieron.Después de escucharla le dijo: –Mi familia conocía a la familia Iscariote.–¡Ahhhh!, ¿su familia lo conocía? –Fue tal el asombro deLidia que se tapó la boca y no supo cómo seguir, hastaque un tirón la llevó hacia atrás, era Mohamed que lepreguntó: –¿Cómo te atreves a hablarle a Arimatea, aunno le hable de ti, de que nos acompañarías, de que nosabes nada del desierto, y mira lo bueno que es que te es-cuchó cuando dijiste mi nombre, y encima te cubrieroncon su manto.Lidia asombrada ante el primer enojo de Mohamed, antetanta información, ante todo ese largo día, tan solo ca-minó, y caminó en silencio.La noche se anunciaba en la arena que poco a poco ibaperdiendo su calor, el sol ya no golpeaba tan fuerte, las

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brisas abundaban y las arenas comenzaban a moverse.Lidia se cubrió la cabeza para evitar que la arena entraraen sus ojos.Por un instante Mohamed la miró y notó el cambio desdela mañana, tenía otra postura, otra inclinación de humil-dad, otro paso, y ya había experimentado que el desiertoera diferente.La noche cayó sobre ellos cuando habían acampado alcostado de un pequeño arroyo que brotó en el camino.Quizás los ángeles de Lidia lo hicieron brotar, quizás no,quizás estuvo siempre allí. Nadie pensaba eso en el des-ierto, el sol nacía para todos, cuando había agua la com-partían y nadie escondía información. El agua es detodos. Saciados de esta agua, tan oportunamente traída paraellos entre el ocaso y la noche cuando los espíritus re-quieren del líquido de la vida, los encontró la noche sa-tisfechos, extrañamente contenidos, cuidados por lamano directa de Dios en el medio del desierto donde laarena se vuelve suave manto que cobija y el viento can-ción de cuna que enseña que Dios no puede ser conte-nido en templos, que una de las manifestaciones de supoder es la Iglesia, y el universo es su obra maestra.

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¿Todo esto de los camellos es una nueva doctrina?De ninguna manera. Es simple y sencillamente una parábolamoderna que nos ayuda a clarificar la forma en quedeberíamos relacionarnos con las personas de poder, con elobjetivo de lograr mejores resultados que los obtenidoshasta el momento en cuanto a guiarlos a la salvación de susalmas. No pretende ser una doctrina ni una enseñanzadogmática, solo una ilustración práctica en la que compara-mos ciertos comportamientos del animal elegido por Jesúscon los ricos de nuestro tiempo.Es el deseo de quienes formamos parte de Los Samaritanosque esta ilustración le facilite la enseñanza de esta nuevaforma de ministerio que creemos que el Espíritu estámostrando a la Iglesia para estos últimos tiempos. pero ellector, en su criterio, sabrá examinarlo todo y retener sola-mente lo bueno, lo que considere útil. Lo demás, tiene plenalibertad de desecharlo.

¿El camel lo se convierte en oveja alguna vez?Nunca. Simbólicamente hablando, el camello nunca seráoveja; aunque todo “camello convertido”–toda persona dealtos recursos que llega al Señor– deberá, al igual que cual-quier otra persona, trabajar sobre aspectos de su tempera-mento y carnalidad, tales como la soberbia, el orgullo, laindependencia y autosuficiencia, y consagrarlos a los pies

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preguntas frecuentes

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del Señor. Deberá trabajar en oración y en quebrantamiento,como cualquiera, las obras de la carne y desarrollar en cam-bio el fruto del Espíritu. pero el ADN nunca se cambia.

Cuando el Señor viene a morar en una vida mediante el Es-píritu Santo, no aniquila aquellos rasgos de la personalidaddados por él y útiles para sus propósitos, como ser: lamente empresarial, la practicidad, la determinación, yotros, que son necesarios para el desarrollo de sus oficios.Del mismo modo en que David es el prototipo del pastor deovejas, Juan el Bautista es nuestro prototipo de guía de ca-mellos, aunque la Biblia no lo declare abiertamente. Lo quesí dice, sin embargo, es lo siguiente: “y Juan estaba vestidode pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor desus lomos; y su comida era langosta y miel silvestre” (Mateo3:4).

¿Quién puede ser un guía de camellos?Como ya dijimos, era menester que el guía de camellos tu-viera puesta encima una piel de este animal, pero muertode viejo; es decir, no asesinado o muerto por causa de al-guna enfermedad.¿y dónde se encuentran los cueros de camellos? En el des-ierto. Es allí donde hay que ir a buscarlos. El guía de came-llos abandona la ciudad, espera pacientemente en eldesierto hasta obtener la piel, y aunque sabe que probable-mente la puerta principal ya esté cerrada a su regreso, sequeda afuera para hacer entrar a los camellos.Eso significa, espiritualmente hablando, que el guía de ca-mellos tiene que haber pasado por el desierto, tiene quehaber sobrevivido a él, y tiene que haber regresado con lavictoria, con la investidura de Dios para llevar adelante estetipo de tarea espiritual.Entonces, y primeramente, todo aquel que tenga una carga

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genuina de ser parte en la salvación de estas personas ricaso poderosas, es potencialmente un guía de camellos. Todoel que pueda sincerarse consigo mismo y afirmar que elúnico fin que persigue es la salvación de sus almas, está do-tado de un corazón de guía de camellos.

¿Hay algún guía de camel los en la Biblia? ¿y deovejas?La Biblia nos cuenta que Job poseía camellos y que Abrahamy Jacob también los poseían (génesis 12:16; 30:43). Dehecho, toda la gente rica del Antiguo Testamento teníatanto rebaños de ovejas como de camellos, pero los movi-lizaban por separado. Los ismaelitas que llevaron a José aEgipto también tenían (génesis 37:25).

pero, en definitiva, quien se vestía con pelo de camellos enla Biblia era Juan el Bautista. Él, además, vivía en el desiertoy comía miel silvestre y langostas. (En su personalidad Juanel Bautista era ¡bastante camello!). Bromas aparte, el pro-feta bien pudo haber sido guía de camellos en ese tiempo.

¿Hay que estudiar a lgo para ser guía de camellos?Sí y no. Se necesita ante todo un corazón dispuesto y unacarga genuina; esas cosas no se enseñan en ningún manualni vienen al lograr ningún título académico, y son lascualidades fundamentales que todo guía de camellos debeostentar. El Enfoque Centrado a la persona, rama delcounselling que aporta conocimientos apropiado y nuevospara el acercamiento a las personas es aconsejable comoun modo de estar desde otro lugar con nuestros camellos.pero vivimos en un mundo, aunque no somos del mundo, enque el conocimiento intelectual es bien valorado. y en la re-lación con personas de altos recursos, instruidas, cultas,cierto grado de conocimiento general no viene mal. Un poco

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de historia, geografía, política, arte y mucha actualidadmundial son tópicos necesarios para sostener una conver-sación con aquellos a quienes pretendemos guiar al Señor.

¿Se puede ser pastor de ovejas y de camel los ala vez? Sí, pero... no debemos confundir los roles. Si ya soy (concredenciales o sin ellas) un pastor de ovejas y reconozcoque Dios me está dando el “cuero de camellos”, eso nosignifica que yo mismo sea un camello. No es lo mismo unpastor de ovejas con cuero de camello que un camello con-vertido. ¿Se entiende? Es decir, si hemos desarrollado todala vida un pastoreo tradicional y nos hemos sentido cómo-dos en ese rol, evidenciando frutos y buenos resultados, esprobable que seamos pastores de ovejas. pero si, ademásde eso, reconocemos en nosotros una carga y una graciaespecial de parte de Dios para ministrar a personas de altosrecursos –y también evidenciamos buenos resultados enello–, es probable que el Señor nos haya conferido autoridadpara hacerlo simultáneamente.pero, tal vez sea el caso de que en la naturaleza de nuestrollamado estemos compuestos en mayor parte por un donde pastoreo de ovejas, por así decirlo, y en menor propor-ción por una gracia para guiar a los camellos al Señor. por otro lado, tenemos que ser cautos en el hecho de queel cuero lo tenemos que tener puesto frente a los camellos,pero ante las ovejas nos lo tenemos que sacar, porque sino ellas no nos siguen. Esto habla de la ductilidad que pre-cisamos para desarrollar dos ministerios diferentes a la vez.

¿Todo un desafío, no es así?

y el inconmensurable desierto sigue frente a nosotros, se-diento de que lo caminemos, de que nos animemos a escu-

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charlo, a entenderlo, a recorrerlo, a amarlo, a aceptarlo, aguiarlo, para ello tan solo hay que saber escuchar desdeadentro el nuevo paradigma que gime con deseos de nacer,de tener voz para lo no dicho que yace en nosotros, y asíexperimentar algo nuevo en los modos de acercarnos parahablar de nuestro Ser Superior, es decir, nuestro modo deevangelizar, evangelizándonos día a día una vez mas.

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El final que no es final. Si este libro terminara sin esta des-pedida, sería un libro para ovejas, no para camellos. El nuevoparadigma escucha más de lo que habla. por eso no mesiento cómoda en ponerle: «FIN» al libro sin escucharlos.

¿Escucharme a mí? Me parece oir decir a los lectores anteuna invitación inusual… ¡Si! escucharlo a usted. El nuevoparadigma entiende que todos sabemos, por lo tanto esbueno escucharnos unos a otros. En el nuevo paradigma elsaber no está colocado en alguno que “ilumina” a otros, sinoque en la reunión de dos o tres buscando de lo “de arriba” esque nos iluminamos todos.

Creo intuir que este libro habrá movido muchas emocio-nes, habrá causado muchas opiniones, expresiones com-partidas en voz alta mientras lo leía, que serían muyenriquecedoras para el nuevo paradigma.El recibir y leer sus opiniones es sumamente importantepara mí, que sencillamente deseo ser coherente con lo queespero transmitir para acompañar a camellos. Aprender aescuchar dos veces lo que hablamos.

Este libro que tiene 124 páginas, espero llenar 248 páginasal menos con los relatos de lo que ustedes sintieron al leereste libro, lo que este libro trajo a su vida, lo que este librole dejó.

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Despedida de un guía de camellosSER UN gUíA DE CAMELLOS NO ES SABERLO TODO

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Digamos que ustedes completan este libro, no deseo cerrarsino dejar abierto un final para que cualquiera que deseecontinuar lo pueda hacer.

Recuerde que lo invitamos a imaginarnos como si“todos” estuviéramos sentados una vez más alrededor delmaestro, Jesús y él mirándonos a todos y a cada uno denosotros a los ojos, nos contara “todo” una vez más.

Quedando a la espera de su pronto feed back me despidode ustedes y le agradezco por el tiempo que dedicó a leerel nuevo paradigma y me queda el corazón aleteando deesperanza de ver una nueva generación que rompe el saleroy sale a ganar la cancha.

¡Bendiciones!

Elena Caride

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Fuentes bibliográficasNuevo Diccionario Bíblico Ilustrado, Barcelona: Clie, 1985.La Biblia Vida de referencia, Miami, Fl.: Vida, 1983.Apéndices1- Estudio comparativo del método de Juan bautista yJesús2- El viejo y el nuevo paradigma3- La espiritualidad a través de la solidaridad (FundaciónLos Samaritanos)

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Nos agradaría recibir sus comentarios sobre este libro, y mantenerle actualizado de las

anécdotas, experiencias y opiniones que vayan surgiendo de otros «guías de camellos»

puede escribirnos a la siguiente dirección de mail:

[email protected]

©2010 Editorial SAgEpEBuenos Aires, Argentina

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