Cronica de Las Arenas - Juan Villa Diaz

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Para Rocío

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«Pues valdrá por ejércitos el miedo.

QUEVEDO

«Pero al lado de las vegas de ValenciGranada y Murcia,

en contraste horrible… la espantos soledad

que se prolonga desde el Tinto hasta Betis».

Informe de la Junta Facultativa de Ingenierde Monte

1 de mayo de 1855

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S ubirás acezante los escalones que remoncabezo en dos tramos paralelos. Alma

De uno en uno de dos en dos de tres en tres. os rellanos como un gato, aunque te veng

contrapié. Arriba, la «basílica» se te apnítida contra el cielo azul añil que ya hacecobija una luna casi redonda: las estrechas na caprichosa fachada de un barroco ente

esmirriado, la pretenciosa espadaña dondArcángel San Miguel humilla a la Betorciéndose bajo su pie poderoso: r

estrenada, con su aire frágil, como las iglesicartón piedra de los decorados de los tealsa, sucinta, sin caché; iglesia misional

pobres y descreídos. A su izquierda, la

grande es una pacífica masa de sombras arrpor las rechonchas palmeras y los eucaliptoa terraza que mira a la Algaida de la Osa al

enciende una lámpara de gas. Te observa

pareció Gerundina, por las hechuras. Aún no

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Australia y trasplantado allí se decía el día mque los holandeses tomaron posesión dMajadal: blanco, enhiesto, sin mácula; alegor

ecto y limpio futuro que se abría para todosque te aprendieras los nombres y sus porquéJeremías, serás su cancerbero hasta que ambién unos colosos que a nadie necesiten, erá muy pronto; son mis hijos bienamados

ellos tengo puestas todas mis esperanzas, y esta tierra.

Fíjate cómo ha crecido San Pedro en medio siglo. Don Bernardo lo decía, ¡mhierbas! Ni siquiera las palmeras, suciesecas, han podido sustraerse a su avaricia

el olor sigue intacto, aún más puro, liberado del tufo de la gasolina y los aceites de

máquinas y el fato persistente de la destilacias esencias. Justo donde estás ahora estabanaves de los talleres. Hombres ruidosos, tizde grasa, deslenguados. ¡Cómo te amila

aquella gente! La mayoría aprendió su oficio

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rente, hostigados por falangistas redentoargentos patateros a base de hostias; o en e

bando, con los anarquistas y comun

prometiéndoles paraísos que se fueron hachumo entre el terror y la gazuza. Aquí fue TJeremías. Ves. Alza la vista. Aún la colina nperdido su arrogancia, aunque ahora se veaan grosero, tan humillado. Ahí tiene

«basílica», como la llamaba irónico Fernandpara cabrearte, abriendo ampulosamentebrazos. Desde abajo surge ilesa, como remaun rompimiento de gloria de jaramagos y zenmarañadas y escombros. Qué poco queda doble escalinata que subías orgulloso domingos por la mañana con flores para el La escala de Jacob! gritaba don Bernardo c

otana arremangada cuando su nivel euperaba lo acostumbrado, ¡con tanta frecue tú tirabas de aquel montón de arrobas gras disparatadas escalón tras escalón hasta d

en su catre, desplomado y resoplando com

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cachalote. No, no fue Troya allá arriba, más ue aquí abajo. Fíjate. Todo está desportillad

viviendas de los productores, los talleres

existen, la cantina, el economato… óximaraña… y una extravagante procesiónombras que te asustan igual que antes te asuos vivos. Nadie. Aquí no queda nadie. Sólonquietud intrusa que te exacerba como los

de un ladrón en la madrugada: el miedo, Jereel miedo no se ha ido, ¿o lo traes tú enodavía? El miedo que lo enguachinaba tod

días y las noches, los campos y las casaescuela, la iglesia y la casa grande. TranqContrólate, te arde el recuerdo, eh, se te deel corazón, como aquel día, y estás ya muy ¿A qué has venido? ¿A celebrar las bodas d

de tu espantada? ¿En busca quizás deangustiosa fruición del superviviente en el cde batalla? ¿Qué esperas encontrar exactamdespués de tantos años? ¿Tus orígenes, com

as películas melodramáticas, si en este m

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ingido ni siquiera se han quedado los mueVivir, todavía, pero ¿que me entierren aquímuerta! dijo iracunda Gerundina Sánchez e

que oyó a don Octavio hablando con el curanecesidad de hacer un cementerio: Ningún lucivilizado del todo, don Bernardo, hasta quenga su propio camposanto que lo haga e

Ciudad de Dios, que acoja los cuerpos poiglos de los siglos hasta que sean llamados

Altísimo el Día del Juicio Final. Aquí quierme entierren, rodeado de todos los que bajoórdenes están haciendo posible este milagrdía a día vemos substanciado. Tu padrino qque estas tierras tuvieran su cementeriocementerio que las anclara a la Historia yuera a la vez su particular Valle de los Caíd

ambién columbraba, como el dictador, queen suelo sagrado donde únicamente pobrevivir su memoria, la temerosa necrolatr

pueblo hispano habría de defender su tumba

o cierto estaba, caídas todas las estatua

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espadón ferrolano ahí siguen su mausoleo osa, y parece que seguirán. El pobre de tu pa

no lo consiguió. Aunque qué es lo que estás v

i no un cementerio, quizás sea eso lo pocoinalmente logró, un cementerio.

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visita de reconocimiento a aquellos esqerritorios que arrancan de los ruedos d

Condado de Huelva para morir frente al m

Arenas Gordas, en las playas de Castilla. Enan dolorosa para la saga de los Domíngueencontraba el ingeniero, trocado exploradonecesidades de la Patria, coronando la dunAsperillo junto a un huérfano enebro retoAcababa de desmontar don Octavio a una jamarismeña, alazana y ligera, que, chapoteandun mar de aguas someras e insalubres, le ransportado hasta allí: espuelas plateadas, nglesas oscuras hasta el corvejón, panta

bombachos, sahariana, salacot, guantes de custa y pistola al cinto. Su estilizada figur

exceso alta, en exceso flaca, suponía toda

aparición por aquellas trochas: pelo rubidedos largos, sarmentosos, un sello con una pazul representando las armas de su familia meñique, ojos zarcos. Por temor a las miasm

a que el ingeniero suponía quizás en más

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debido ciénaga hostil -y ubérrima sin embargocado, como los colmeneros, con una especabanilla de muselina o tarlatana, lo que le da

medio de tanta desolación la impronta deauténtica «pantasma», como por allí se decía,usto lo que estaba pensando Bernabé,

Mudito», hermano de la parturienta, sordomunacimiento, peón para todo e inquilino fijo casa de los guardas, como los hurones y la trde regalgos con los que compartía habitaustento, oficio y naturaleza casi, que le h

acompañado. Descalzo y al trote, flanqueadus chuchos que apenas podían seguirlo fre

por los largos tanganillos que les colgabacuello, marchaba «El Mudito» por delante siedel caballo sin emitir el más mínimo jadeo, lo

como hombre observador, tenía francamasombrado a don Octavio: pura fibra, rayananimalidad; así son los hombres de esta ierra, supervivientes… o muertos; muchos

él voy a necesitar. Ellos serán la base huma

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mi obra y yo seré a mi vez quien los redimeste abandono y sordidez en que viven; degnorancia de las leyes humanas y divina

primitivos depredadores los convertiré en años en cristianos y civilizados hombres deTambién él, con la ayuda de Dios, será un esnuevo, liberado de todas las miserias con qmaterialismo quiso sembrar nuestro suelo.

El médano del Asperillo es el punto máde todo un ámbito de insistente llanura. Auupera escasamente los cien metros sobre el

del mar, conforma una soberbia atalaya aclararse en un mundo idéntico a sí mgratuitamente carrileado y mostrenco. Frenngeniero se extendía un dilatado llano

horizonte ocultaban las brumas de la ma

ubes bajas, deshilachadas, aparecontorneándose con suavidad unas, perfectamente estáticas a sus pies camoneando en el monte bajo y el

alcornocal. Moisés. Luego contaría más de un

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que se vio con báculo y larga blanca barba pnstante en el que, presume, fue tocado por la

del Altísimo. Tan turbado se sentía ante ta

planitud, tan nítidamente pudo avistar un océaoberbios eucaliptos inundando aquel nculto, tan claro percibía el aroma picant

eucaliptol que, en su trastorno, nunca eeguro de si una voz grave y susurrante m

exenta de energía -que por su sordera de ninorma pudo oír Bernabé, testigo único, apar

caballo y los regalgos, del posible prodigio-imple impulso emocional conmovido po

visión de aquella tierra de promisión, le conmpostrarse; lo que hizo, mas con pocos aspavicon el ánimo contenido, rozando apenas coodilla la peinada arena de la duna, rez

Padrenuestro, se santiguó levemente y tornnuevo a posición erguida, que, como le henseñado en el ejército en aquellos funestos ai bien en la retaguardia- es la de los hombre

A su espalda rugía un inflamado y sucio m

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nvierno hiriendo un frente de acantilados denconsistentes de color amarillo rojizo, plaga

abarrancamientos y plantas raquíticas: el barr

hojas punzantes y glaucas, la lechearena, conflorescencias tormentosas y su jugo lechmordicante, la camarina, cuajada de flores ro frutos transparentes y carnosos, que resiste

éxito escaso pero que afirman con obstinacvida en aquellas hostilidades contra vienmareas.

La verdad es que se necesitaba algo más qpara emocionarse frente a tamaña desmesurhasta hacía pocos años no pasó de ser siierra aforada, ni siquiera había llegad

merecerse el trabajo de ser medida por alguna muestra sin duda de sabiduría de los anti

para qué medir una tierra aún en ebullimagmática, tan inútil como una vasija a mcocer, derretida, tierra en la que la naturdebía terminar su trabajo para hacerla habi

o encontraron estas fincas comprador

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veinte años después de ser desamortizada1855, y si lo encontraron fue por su cotizrrisoria en primer lugar y por razones

estéticas que económicas; sus adquirentes, nicos de la zona, hijos del trasiego desamortizpodían emular así a la nobleza, instalada iglos en la vecina y aristocrática Doñan

competir con ella en prestigiosos cotos depor cuatro ochavos.

Exceptuando el Norte, donde limita couaves colinas en que se asienta Almonte, el

está supeditado a la acción de las aguas libreormación de estas tierras se debe a la acti

de dos ríos, en su desembocadura yaGuadalquivir por el Este y la ría en que confel Tinto y el Odiel por el Oeste: marismas a a

lancos, fango, barro primordial, arenas. Eanto un territorio de formación reciente, o men formación, donde aún actúan procesos m continentales que lo mantienen dinámi

efractario a cualquier tipo de sometimient

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Sur, el mar, y la zona alta o médano. Un sistemdunas litorales, cortadas por «colas» -La HigLas Atarazanas, La Miel…- que dan acceso

playa. Los médanos van perdiendo consistenaltura conforme caminan hacia la PuntaMalandar por donde el Guadalquivir pemansamente- al Atlántico. Un fondo de sacque no se puede escapar por tierra más que norte.

Apenas existen accidentes que rompamonótona horizontalidad, si exceptuamososarios de leves depresiones de fondo sal

en que se estanca un agua basta e insalubre, cde antiguas corrientes más generosas, en las qorman lagunajos y charcos, guaridas d

quebradiza vida del lugar.

Las estaciones son extremas. Los viardorosos y la calima del desierto sahaavorecidos por el anticiclón de las Azores ma vida de animales y plantas en la inm

planicie a lo largo del dilatado y riguroso ve

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Las arenas volanderas de estéril sílice avadesde la costa ajándolo todo a su paso. Sómonte bajo, enmarañado y terco, logra sobr

en la mayor parte del pobre suelo: bavándula, jaguarzos, jaras, aulagas…, aparalgún huérfano acebuche o alcornoque, testigemotos tiempos mejores, y algunas mí

mohedas de raquíticos pinos piñoneros. A de junio, con la violenta evaporación la lleverbera, erizada y seca como el esparto, dos pájaros se precipitan exánimes desorien

por los espejismos y los olores agobiantemonte sarmentoso, enloquecidos por el ozudo de las chicharras, y los carroñero

achantan en sus cubiles esperando la nochedestripar las cabras muertas por la c

hinchadas o reventadas ya y supurando humhediondos por sus vísceras al aire; sólo carabinero de descubierta o un arriero coecua flemática imprimen cierto movimien

calinoso paisaje. Hasta que llegan las lluvi

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otoño, todo bicho viviente busca acomodo Rocina, Nilo de la comarca, una pujante verde atosigada por las arenas que part

erritorio en dos. Al benéfico corredor lo nuarroyo del mismo nombre, que fluye de OeEste hasta desembocar en la madre demarismas por la Cañaliega, al pie mismo ermita de El Rocío, formando una laguna vivodo el año a la que se acogen aves viajer

medio mundo. El arroyo de La Rocina colector principal de toda el área. De nacimncierto, su cabecera es una llanura de inund

donde confluyen algaidas y arroyos menoreRocineta, Don Gil, El Villar o, más adelantTrevejil y La Cañada. Todos por su mazquierda, por la derecha apenas le llega agu

ierras sedientas del sur suelen consumir laazarosamente les concede el voltario otoño.Al contrario que la leal sequía estival, el

de las estaciones son impredecibles. El otoñ

nvierno poco se diferencian. El primero

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arde y el segundo sale pronto. Raramequilibrados, muy secos o muy lluviosos e igde malos.

A lo largo de varios miles de añopoblamiento de la zona ha sido discontinuo, disperso. Fue siempre una suerte de más a

que quedaba después de las columnas de Hérel remate cenagoso de lo conocido por donierra se reblandece igual que un espárrago p

extremo tierno anunciando su consumación: del mundo. Una geografía sin Historia sHistoria entendemos los acontecimientoseferencia escrita. Un espacio por el que pa

de puntillas las diferentes civilizaciones qusaron como lenitivo, respiradero libertino que sus elementos más oscuros y audaces pu

deambular sin trabas ni tapujos: contrabandmarengos indolentes, rifeños fugitivos, jabeaventureros y gandulería de toda layaecorrieron sin dejar huella ni memoria, com

blanca sábana de una cama aparece inmac

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mientras millones de ácaros bullen febriles us fibras sin que el ojo humano los percib

historia oficial apenas se molestó en registrar

de esta supuesta última zona no hollada de EuY hasta allí había llegado el conspngeniero de montes. Mirando al tendidopiernas abiertas y bien asentados los piesbrazos hacia abajo, rectos y paralelos, las masiendo con fuerza la fusta cruzada a la alturapelvis, la imaginación al viento, coronandaltanera duna de El Asperillo al pie de un enunos pasos adelante del achaparrado Bernaaquita y los regalgos, como un grupo escul

que conmemorara las gestas asiáticas de RiBurton o las africanas de Lawrence de Arabndómito explorador, el indígena, el corcel

ebreles.

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¡M esopotamia!, amigo Bernabé, ¡M potamós! Entre dos ríos. ¡Pero qué sab

de eso! ¿verdad? A levante el río BetisGuadalquivir, nombre semítico, sarraceno, cque nunca debió ser bautizado, aunque luegoque se lo hicimos pagar. A poniente la ría del el Odiel, cuna del Imperio, de donde en una

dichosa partieron nuestras naves y ganaron pPatria y para la Fe un continente pletórico d montañas ni imaginadas siquiera. Ésta seierra, la antigua Tartessos, y como Gerión, e

construiré mi ciudad de oro porque como eelucirán los corazones de su gente, ¡yaencargaremos nosotros! Esta zafia planicie qextiende a nuestros pies, donde ahora camp

us anchas las bestias y las plagas, un día noejano será un vergel, Bernabé, un lugar en eel hombre, en concierto con las leyes de DioMovimiento Nacional, verá surgir pob

impios y alegres, con calles anchas de

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moderno, escuelas, hospitales, y trabajo, mrabajo, para que un bosque de eucaliptos de ingleras que se pierdan en el horizonte aba

de madera la fábrica de celulosa que secorazón de este Edén. La fábrica de la que el papel en el que escribiremos la historia España Nueva.

Imposible, Bernabé, es sólo lo que nntenta. Todo hombre debe tener claro su f

este valle de lágrimas, y perseguirlo, sabedesignios dispuso la Divinidad para él, auodos se encierren en dos: servirle, alabaeverenciarle en esta vida y gozarle en la

Pero sólo se llega al segundo cumpliendprimero, si yerras arderás eternamente enfierno donde ni una sola gota de agua se te

que atempere la sequedad de tu lengua. Hoy séste es el designio que para mí dispuso el Cque ahora se refrenda en la tierra. Esta nculta será cáliz de mi sangre y mi sudor. E

erviré, alabaré y reverenciaré al Altísimo y

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Patria en esta vida para merecer su goce en laMucho trabajo se requerirá, mucha abnega

en muchas batallas deberemos vencer y m

van a temblar y pagar sus culpas. Pero tenemapoyo. Él no nos dará de lado. Dios nos ha ucon unos dones para que podamos dominTierra, a los minerales, a los vegetales y animales, según, claro, nuestro estado, nuexo o nuestro cargo. Cada cual en su sitio.

nos aplicaremos todos. Y entre los dundamentales que Dios nos regala, a

Bernabé, está el espíritu asociativo, porquhombre solitario es antinatural. Y estas testán huérfanas de ese espíritu, la gente vagellas como fieras solitarias, tú mismo para más lejos, en qué te diferencias de tus perros

caballo; trabajas, comes y duermes como pero no desarrollas tu parte humana, rebasmuy poco el escalón animal. En este mundocada uno va a lo suyo, apenas si saben utili

enguaje, parece que gruñen, ¡y para qué más

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hablan con nadie! Pero nunca podría ser ésafán sólo mío, será empresa de todos, los deque sois muy pocos, y los que vengan, que

muchos. Este espíritu que tanta falta os haceque nos lleva a formar sociedades cuyo fin bien común, que debe de acordarse con las de Dios, que nos transmiten la Iglesia yEstados Católicos. La sociedad, Bernabé, deuerte y correctora de todo vicio, de los pla

desmedidos, del desprecio de los inferioresuperiores, de los que lo quieren todo parain mirar al prójimo, eso es lo que debe ent

vuestras cabezas, por las buenas o por las mHoy la Patria nos exige este esfuerzo de giganingún holandés, suizo o cartaginés o de dquiera que sea podrá impedir que los di

designios se cumplan porque el plan del Alt las necesidades de España están muy por ende cualquier empeño personal y egoísta. necesitamos de nadie, nuestra misma tierra

proporcionará el pan necesario para vivir

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energía para reconstruirla y limpiarla de las hierbas, por mucho que se escondan cobardeas piedras, como serpientes traidoras. Y nad

iene nadie que enseñar porque tenemos lagrande de las Historias y la más santa dradiciones, nada malo nos sucederá si no

apartamos de ellas. No olvides esto. Tú seredatario, buen Bernabé, hoy y aquí comienuturo.

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T e avisará el niño de José Peláez, como tveces, cuando ya tronaba el goliardo

cantina azuzado por sus siempre osadas cogpara que fueras a recogerlo y llevártelo aantes de que terminara de ahuyentar la parroquia dipsómana y los cortos reales del da gente le daba miedo el cura cuando se pon

ese plan, tú lo percibías, un miedo raro, irracno de él exactamente, nunca ofendía a naunque algo brutote, por lo general era afacampechano con todo el mundo; era ese

elemental que se siente ante cualquier desajuo cotidiano, de lo normativo, cuando namenaza ni la culpa se perfilan haciéndoseorvas aún, como el niño que se azar

orprender por la ventana a una mujer desuna más de las mil caras del desasosiegocargaba la atmósfera; como gallinas presintal zorro, sentían que iban a salir tiznado

ainete sólo por presenciarlo, que les crece

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nariz por ver lo que han visto y no han debidque alguien les va a pedir cuentas por ser tedirectos de unas miserias oficialmente abo

Dice mi padre que bajes, que sólo te echa cui, Jeremías. Pero te resultará prematuro, aatardece. Has visto subir al niño desde la vedel cuarto de la plancha donde luchas conLivio. Gerundina Sánchez, repasando camisau eterno ramillete de galán de noche en el

habla estirada de los tiempos de doña Juaholandesa, como siempre. Tu madre, seca, pcon el cabello gris recogido en un rodete,planchando, sofocada y silenciosa, entre elde las planchas de carbón que sisean prealisando las sábanas humedecidas como el verral a las dunas. Sube el chiquillo descalzo

us ojos saltones de alucinado detrás de gruesos cristales, las gafas sujetas a la cabezun ancho elástico blanco; bajito y flacextremo, como el resto de sus hermanos, proy

más que criaturas, siendo de los pocos que co

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a diario y con cierta holgura en El Majadalestáis volviendo muy remilgados con el aguantaos, será lo que sea pero al fin y al cab

e debéis el aseo de unas almas tan sucias as vuestras! ¿Recuerdas? ¡Eras tan corporTienes que terminar de traducir mientras duesquiva luz de la tarde el engorroso capítulapto de las Sabinas, IX del libro I de Ab

Condita -misteriosa frase primorosamente rocon letra gótica en el lustroso diario de tu pacuyo sentido y origen ibas a descubrir despuanto tiempo: «De la fundación de la Ciudad»

hiperbólico siempre!- Deberás tenerlo termpara tu examen de septiembre en el seminarSanlúcar de Barrameda, que ya lo tienes enAnda, hijo, ve por don Bernardo. Sabe Dios

está armando ese hombre en la cantina. Miral final todos te echan la culpa a ti poecogerlo a tiempo. Anda, Jeremías, dejaibros y baja a buscarlo. A ti te ha tocado, h

pobre no tiene arreglo, pero es un buen hom

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contigo no puede portarse mejor; tienecosillas, igual que todos los hombres, quvamos a hacer. Por una vez te resistirás

uegos de José Peláez y de tu madre. Sempantanado -«…unam longe ante alias spepulcritudine insignem a globo Talassii cuiuaptam ferunt…»-, enfrascado en aquella jerg

va a ser te aseguran la llave de tu futuro, laque te permitan remontar el río y esquivaarenas y los médanos muertos que amurallestrecho mundo, tan corto de esperanzas, tan mudable. Pero a ti no te parece tan terrible

a tantos escuchas, sobre todo a Fernandalmacenista, de bebida tan agria, o a los brade Almonte maldiciendo como fieras cuandos días de lluvia, mano sobre mano, ven

pierden el jornal cobijados en sus fétidos cde chasca de eucalipto. No, hay sitios peoredice tu madre, aquí hemos pasado munecesidades, y una guerra, hijo, ahora p

menos no nos falta el pan. Las mañanas d

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Majadal son luminosas. Aunque te levanten anoche, aunque te hagan atravesar el poblaoscuras de punta a punta para traer la leche

ordeñada, aunque el cura y tu padrino te traencon los latines, aunque cuando amanece ya horas trajinando por la casa grande en lo qcada cual se le antoja a pesar de tu dignideminarista, como un perrillo faldero con

docena de amos. Los días son largos y las tplácidas en el cuarto de costura escuchandculebrones picantes y las grandezas antiguGerundina Sánchez, las entradas y salidapersonal de servicio con sus pequeñas quejapicardías y suspiros las mujeres, los homapenas dando las buenas tardes por la venemerosos al pasar junto a aquel endiab

gineceo custodiado con celo por tu tío Beralelado y humilde sentado en el poyo, iempre alerta, y Cipión y Berganza cuand

están de inspección o de paseo con don Oc

Sólo que el mundo no acaba aquí, en esta c

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aséptica, también están los de abajo, y eso yao mismo, los tuyos, aunque no termines de v

no te quieras enterar o no te dejen que te en

Vivías mimado por una suerte nada razonJeremías, una suerte con pies de barro. Al ficabo quién eras tú para habitar en la colinaener las manos finas y la sopa segura. Pepesar de todo y aunque sólo fueras conscuego, siempre te supiste intruso, un asilado parece? Como el pellizco melancólico dearde de domingo, un temor sutil instalado boca del estómago desde antes incluso de uso de razón te tenía sobre aviso. ¿Tú quiénallí? Ni carne ni pescado, curita. ¿Cuál epapel en aquella epopeya de andar por casadel hijo de caído por Dios y por Es

convertido en príncipe remiso y asustado pPatria agradecida? De alguna forma sabías qdía u otro bajarías las escalinatas para no sumás. Finalmente sólo te iba a coger por sorpr

causa.

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P asadas varias semanas, don Octavioencontró en disposición de cerrar la fa

ecogida de datos que habrían de servirle depara la descripción de las fincas y su tasacomo prometiera meses antes en Burgos en mde la euforia de triunfo que invadía la ciudadompeolas -hasta allí apenas si llegaba la murbia de la guerra-sí resguardo de la Es

nacional. En enero de aquel año se había forel primer gobierno rebelde, una mezclamilitares, falangistas y algún técnico uniform

por el Movimiento. Todo debía estar organiiquiera sobre el papel, para el día de la VicAsí, una plaga de aguilillas con más astuciciencia -la ciencia andaba desmandada o

ospecha, si no bajo tierra-, iba y venía por as zonas reconquistadas a las hordas de Mpara la Patria y Cristo Rey midiendo y controo poco que quedaba en pie, como las a

exploradoras localizan el polen, para v

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audos al panal en tierras del Cid, encarnado en un general bajito, de voz aflautada y ovivos. Ya había entrado noviembre. La tarde

de la partida, mientras Zamacola recogíapapeles y aparatos de medición ayudadoBernabé y su hermana, ésta le pidió que la lla Almonte ya que le coge camino de Sevaunque lo más seguro, don Octavio, es que naguante el invierno, no quiero que se me muniño sin que lo vea un médico al pobrecito.

Partieron en un coche del ejército de custe para los tiempos que corrían. Delanngeniero, junto al chófer, Ejarque, un cabngenieros turolense, falangista de retaguardio había estado ayudando a lo largo de aquemanas; barrigón y deslenguado, no dejab

blasfemar quejándose del tiempo, de los camde todo lo que le caía con baturra contundencque estaba poniendo al vasco de un humoperros y, lo peor, sin atreverse a amonestarlo

u conciencia de cristiano viejo le exigía

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aquellos días, de un militar se podía esperaodo, y si encima era falangista mejor no ten

diablo, Octavio, paciencia, no es éste tu mom

un día llegará en que callen por fin las pistoólo hablen los púlpitos y los hombres de coecto y temor de Dios… y ya entonces ver

Hay mucho que limpiar en este pobre país,más en los contrarios que en los proPaciencia, paciencia… gracias a Dios ya laestá cerca.

Detrás, revueltos con los bultos, arrebujaban Bernabé, su hermana y el niño, sera aquello: envuelta en un capote de hule deDios qué carabinero, guardia civil o legioque pasó o se murió o se pudrió en el Coto un día ausente ya de todas las memorias, se

una cabecita negrada y calva; lo oculto pocoera: un delicado armazón de sarmientos en egolpeaba un corazón desbocado como queriéalir en busca de mejor cobijo. No dejó de

en todo el camino, ni tampoco lo había hec

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us pocas semanas de vida, como comprendel desgraciado adonde había venido a caeentrar en Almonte enfilaron la calle de

Calderas, tajada de arriba a abajo por un descarnado en el que fluían las aguas fecalealpechín de los molinos de aceite que flanqua vía hasta confluir con las del resto

vecindario en la madrecilla de Santiago, sande todos los olores y miasmas de la villa. Lleal almacén de los holandeses, donde aparcarcoche, y don Octavio, con la excusa de saluencargado, viejo conocido suyo y hombrconfianza en el pueblo de los extranjeros, ino que pudo sobre el desarrollo y avances d

experimentos en El Majadal y otras fincas ve revisó con atención los mapas topográfi

documentos que poblaban las paredes y las mde la oficina. Al cabo del rato, como amaritano, el ingeniero acompañó a la mu

médico como por el camino le prometier

doctor, un hombre enjuto, de nariz ganchuda,

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de maneras algo blandas y humor ácido, condel ingeniero por compartir amistad conholandeses, hizo ademán de revestirse con su

al serle anunciada la visita, pero al ver lo qraían desistió, sólo le aconsejó a la madreoda la delicadeza que pudo reunir, qu

cristianara y rezara mucho a la Virgen del Rque es el cielo y la naturaleza y no la ciencidesgracia la que en estos casos, muchdeciden. Tenlo abrigado, que beba mucha aque sea lo que Dios quiera: ¡este niño está táPara el resto de sus días habría de recordaespanto la pobre mujer aquella oscura y tepalabra -aunque siempre la refirió «tábiro»-a su desdén por los médicos. Únicamente tuvque cruzar la calle para entrar en la parro

huérfana de imágenes y renegrida aún podesmanes del treinta y seis. El cura, que epor los pelos de la chamusquina, estaba acristía. Alto, seco, severo, ya mayor, apoya

un bastón casi garrote -metáfora acaso d

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metafísica— que siempre le acompañaba, cobonete de pompón morado. Tenía el hombrvoz cavernosa muy efectista, con la

anatematizaba sin duelo desde el púlpito, odo a las mujeres, con quienes la tenía tomal fútbol, al que profesaba un odio infantil isuras que nadie entendía muy bien, por lo

daba aún más miedo cuando en las homilíasde ira, se enfrascaba en unas filípicas sicontra el juego nefando. Enterado que fue de comprendiendo por la cara y la respiració

catecúmeno que la cosa era urgente, se coloestola y se dirigieron a la pila de bautismoOctavio, sin que por otra parte nadie se lo pie ofreció de padrino, y el cura llamó a una

abonada al primer banco, acartonada y de ob

mirar, a quien erigió en madrina de aquel anal que todo el personal del limbo parecía llagritos. Al preguntar el oficiante el nombre criatura para iniciar el ritual, ante la perple

general don Octavio dijo enfático «¡Jeremías

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o ha ganado como los antiguos caballeros supor el mar de lágrimas que ha vertido desdnació. Al párroco no le hizo mucha grac

pareció más bien nombre de protestante, bueno, de la Biblia sale. A su madre le hugustado ponerle Domingo, mas eso no lo nadie. En la cara de Ejarque, que había seodo el episodio, se adivinaba cierta sorna.

de Bernabé, nada.Sacramentado el niño, salieron de la ig

El ingeniero se reafirmó ante la pobre mujer deberes como padrino y cuando vuelva, quemuy pronto, tu hijo, a falta de su padre, qubajo mi custodia. Yo me encargaré personalde hacer de él el hombre que nunca hubiera ser. En este caso, buena mujer, se podría dec

usticia que no hay mal que por bien no venacrificio de su esposo no ha sido en vano, Da Patria van a servirse de mi mano para quea. Se despidieron al pie del coche, que p

para Sevilla. Bernabé, Jeremías y su madre,

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en una huida a Egipto demediada —les faltamedio de locomoción, no tenían borriquitueron a hacer pesquisas a ver si un cost

arriero los devolvía al lejano Coto Ibarra.Por entonces era Almonte un lugar térmcamino de ninguna parte; última estación a lno había por qué alargarse; hacía mucho tiemque había perdido su calidad de cruce de camentre el condado de Niebla, el ducadoMedinasidonia y Sevilla que durante siglprestigiara y diera vida y cierta importaRondaba los ocho mil habitantes, una poblnada desdeñable para la época y la zona, engañosa. Al contrario que otros pueblos mmenos cercanos como La Palma del CondaMoguer, que habían generado cierta burg

asociada al comercio del vino y formas deurbana más complejas, su estructura soceconómica respondía al esquema de la más maldea; bien es verdad que no era caso úni

Andalucía. Apenas existían profesionale

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artesanos, sólo un puñado de propietarios ygran masa de braceros, algo atenuada la anpor los pelentrines, gran parte de ellos

lamados «tornapeón», que se unían para luntos cuando necesitaban ayuda en sus tierrano daban para jornales, al borde siempre quiebra y el desclasamiento por una simple so una riada. Un marco de violencia en sordiel que las frías hojas de las navajas se ormás de lo debido en las tabernas al calor de la baraja, por lo que siempre tuvo la locausta fama. Un pueblo de bravos sin literatu

camorras secas y contundentes; si habíapinchar, se pinchaba, pero sin aspavientoalgarabías, muy lejos de las épicas grescas dabernas portuarias o las mancebías. Sin grac

Allí nunca llegó el tren ni el progreso, y plegar ni siquiera llegó la guerra, si por gentendemos dos bandos que luchan entre sí, allí fue una simple degollina. Apenas una se

duró el poder rojo que, descolocado, nada m

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bueno fue capaz de hacer en tan corto impólo la poco imaginativa quema de los sant

medio de la plaza y los enseres del casino d

icos. La derecha tuvo su mártir en aquella prconfusa semana, un individuo muerto en excircunstancias en un tiroteo a la entradapueblo, y, como en los evangelios, recibierozquierdas el ciento por uno: fueron fusilad

centenar justo de varones y una mujer, cpropina o guinda o advertencia al bello sexousted a saber.

En cambio, era la gente de Almonte faambién en el entorno por su falta de pereza,

de los trabajos duros, de las temporadas alrabajando como bestias en parajes apartados

población. Se decía en el mundo de la mader

un cortador de Almonte valía por cuatro y eupo ver y aprovechar a fondo don Octavigente hastial la de este pueblo, Ejarque, orgullosa, y difícil de meterle el temor e

cuerpo, pero yo los voy a domar porque

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principiar esta empresa no creo que los mejores, muchos van a caer en esos frialeólo admiten a los fuertes, luego ya veremos.

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Sevilla a 20 de noviembre de 1Tercer año triun

Excelentísimo Señor Ministro:Debo participarle que al día de hoy está

concluidos tanto el reconocimiento comevaluación aproximada de los terrenos del sude Huelva en los términos que en su día expuBurgos, en compañía de mi señor tío y los daccionistas de Papelera Española, a los técde su ministerio y a su Excelencia misma quanto entusiasmo apoyó mi proyecto, de tal m

que me atrevería a afirmar que, si algo de bueermina haciendo en esta tierra, a su clarivide lo deberemos. Los resultados son másatisfactorios, aunque algún problema p

habrá que soslayar y de su mano lo espero.Si exceptuamos la estrecha franja codenominada «Dunas de Almonte», en manos«5a División Hidrológico Forestal», en la

como sabe S. E. el Estado está llevando a ca

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itánico empeño de la fijación de las amovedizas desde principios del siglo corrobra encomiable y fundamental para

alvaguarda y posible explotación de las tdel interior, el resto lo forman una serie de ncultos de una casi nula densidad de poblac

manos de particulares que lo utilizan en exclpara la caza deportiva y poco más. Entre elde mi tío, uno de los más grandes.

En la zona norte del territorio, la aprovechable por estar más a salvo de los vimarinos y las arenas volanderas que agostan ur, llevan unos años asentadas unas comp

extranjeras que supieron ver la potencial ride unas tierras calificadas de improducdurante siglos pero que ahora, con la ayud

Dios y de S. E., se podría remediar. Tierrasijadas las dunas costeras con dinero estatal, er las más beneficiadas y no sería justo qu

esfuerzos y los gastos del Estado esp

evirtieran en beneficio casi exclusivo d

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puñado de compañías extranjeras.Tras arduo estudio y no menos meditación

atrevería a sugerir que la estrategia más opo

ería comenzar adquiriendo los cotos más abarra y Bayo, por ser fronteros a las antes c«Dunas de Almonte», ya propiedad del Ecomo queda dicho, los más extensos en númehectáreas y también los más pobres y por tanadquisición menos onerosa. Igualmente inos cotos de Bodegones, La Matilla y La Ropodrían quedar para una segunda fase, de mque al final de estas intervenciones tendrícercadas las únicas fincas en producción, todmanos de extranjeros y con intenciónextenderse, cuya adquisición habría conseguirse de cualquier forma ya que

propiedad nos supondría un ahorro de dquince años de experiencias forestales que soque llevan ellos. Se podría así empezar a prode inmediato que es lo que hoy reclama nu

Patria menesterosa.

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Igualmente me atrevería a sugerir que diquezas madereras que en su día pud

producir estos terrenos sea el pueblo españ

único beneficiario, ya que soy de la opinión,a muchos otros colegas, de que los montes estar en manos del Estado, no de particucomo la sociedad propietaria de PapEspañola en la que, a pesar de su aparente bdisposición inicial, intuyo una falta de generosidad poco acordes con los tiemposcorren para nuestra Patria; debe ser el Estadefinitiva quien en su día rija tanto las fincas a fábrica de celulosa que será, a poco que n

propongamos, la más grande y productivEspaña.

Como verá S. E., le estoy hablando co

corazón en la mano, en contra incluso dntereses de mi tío, que siempre fue para mí un padre y por él he tenido el apoyo de PapEspañola y también gracias a la amistad que

a S. E. la posible dirección de este proyect

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no dudaría en calificar de magno. Peroociedades capitalistas no tienen alma,

españolas o extranjeras, y para que

descampados produzcan hace falta alma, corae, y eso sólo Dios y nuestro Caudillo npueden insuflar.

Quedo en espera de ser llamado a Burgmás pronto que a S. E. convenga para podpresentarle mis respetos y mis proyectos y comenzar cuanto antes, si mis propuestasestimadas de valor, con esta misión en la qududarlo pondré mi vida en aras de mi DioPatria y mi Caudillo.

Viva Franco. Arriba España.Octavio Zamac

Ingeniero de Mon

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N o es la aludida la primera vez que Zamexploraba los baldíos onubenses. L

República justo comenzaba su corta, tormenomántica historia cuando tuvo conocimienas experiencias que algunas compa

extranjeras estaban llevando a cabo en la zoncierto éxito ya y prometedor futuro, sobre todociedad holandesa asentada desde los años v

en la finca El Majadal. Handelmaats-chbérica S.A. era una más de las comp

coloniales que desde el siglo XIX se v

nstalando en nuestro país al amparo de polupuestamente modernizadoras y aperturistas legaron a tener en sus manos gran parte de n

economía, sobre todo en esta zona de Anda

el marco vitivinícola de Jerez, la explotacióas islas del Guadalquivir o la mineríaAndévalo. Los holandeses experimentabaneucaliptos traídos de Australia y Nueva Zel

Su finca lindaba al Sur con el Coto Ib

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propiedad de uno de aquellos vascos qprincipios de siglo estuvieron detrás de negocio rentable en este país, pariente

entonces joven ingeniero de montes de experescasa e imaginación copiosa y sofocadabasculaba entre el más rancio catolicismo implismos totalitarios que envenenaron losreinta. Octavio, huérfano de padre, se

educado bajo la tutela de su tío, un bilbaínestirpe rancia y casa blasonada que, como totros de su casta y rango, jugaba a liberamperativo económico, frente al mundo arca

del campo, el carlismo y el secesionismo queo nada rentaban. Fue su tío uno de los que tomMadrid y la volvieron del revés con sus arocados en oro en el atanor de la Gran Gu

legando a dominar aquellos vizcaínos,alejados ya del tópico cervantino, la bancprensa y todo lo que pudiera producir divideprestigio y poder; incluso le hicieron el metr

metrópolis. Y junto a sus carteras también vi

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desde Bilbao sus paradójicas ideas, incubalrededor de diarios como El Pueblo Vasertulias como la famosa del Lyon D'Or, una

cunas teóricas del fascismo hispano, dondlegó a soñar con un Estado mundial españbase cristiana y romana por ser España la leheredera del clasicismo greco-latino yortodoxia evangélica, llamada por la Histoalvar al hombre moderno del abismo en q

hallaba. Roma, catolicismo, imperio, selminorías rectoras, patriotismo… fueronngredientes del gazpacho teórico que reblan

el cerebro del impúber aspirante a ingenierrecuentaba esos mundos extraviados de la

de su tío, al que, de epigastrio más acerado, bastante menos mella toda esa zarzuela.

Desde sus primeras visitas qumpresionado por la audacia y pericia dextranjeros, que habían sabido ver en aqucampos tiranizados por el paludismo, el ham

as arenas una mina de riqueza forestal, de l

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an necesitada estaba la España pobre, fractucolonizada en sus pocas materias primas cque, más que otros, esos bizarros hombre

norte, los matamoros, lo más genuino y autde la península, el paradigma más castizo español a pesar de las furibundias nacionalisalgunos, no podían transigir. Vio claro dentonces el valor de aquellas tierras olvidadSureste de Huelva, y el despilfarro que supoactual situación, un nuevo Gibraltar cobrado uerza de los cuartos, la engañifa y la abulia

gobiernos liberales y materialistas, una situde afrenta contra el honor y un atentado conunidad de la patria y el derecho de los españdisfrutarla. Su tío sonreía benévolo al escuchapasionados dicterios. Esto no vale un

muchacho, y lo que pueda producir, menos, alteres por tan poco. Pero no estaban los tieen los inicios de aquella década aciaga acordados con los sentimientos del j

ngeniero, tuvo que pasar la guerra para qu

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planteamientos estatalistas y autárquicos dprimeros lustros del nuevo régimen, el hambrmiedo se confabularan y ajustaran como ani

dedo a sus aspiraciones. La reconquisepoblación de eucaliptos y hombres en el Sde Huelva serán a partir de entonces la razónvida, de sus triunfos y también de sus fatalida

Acompañó más de una vez a lo largaquellos años a su tío, que una vez o doemporada bajaba para cazar en la finca, a v

El Majadal, y quiso convencer a éste, accioademás de Papelera Española, de que pusiepropio terreno en producción. Mire usted cóciénaga hostil están estos extranjransformando a marchas forzadas semeermo en una primorosa finca en la que, ad

del beneficio económico de la empresa, dode familias de la zona se están asentandoganarse el pan y civilizar este desierto,horroriza ver esas tropas de camellos suelto

as marismas. ¡Que esto parece África, tí

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ciertamente, lo parecía, o quizás simplemenuera. Ya quedaban pocos, pero aún podían us perfiles jorobados violentando el paisaj

animal ligado al desierto y la sequedad, emde la marisma rumiando la yerba subacuátimanera tan poco razonable como antasmagóricos buques que por allí atravies

Guadalquivir. En 1829 el Marqués de Villafos había introducido en la zona para utilizara agricultura y el transporte, pero fallaro

cábalas, era tal el terror que producía su solor y más su presencia entre los caballos yanimales, que pronto fueron abandonados uerte y allí se aclimataron y reprodujeron du

más de cien años. Hasta la década de obrevivieron algunos en Doñana, viejo

enajenados, con grandes matas de enmarañado y sucio colgándole del lomocostillas y los ijares marcados haciéndolosespectros aún.

Dominaba la ahora fecunda propiedad

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cerrillo de cierta elevación donde los holanhabían construido su residencia, de clarocolonial, anejándole una edificación anterior

humilde, que había servido de casa de guarcazadores en otros tiempos y sería ahora asdel servicio. A sus pies se distribuían vbarracones y chozas para vivienda de los bra sus familias, un gallinero y un hermoso h

del que todos se servían. Las instalaciones empresa las formaban una cochera, la báscucuadras y una carpintería. Pero las joyas deleran el vivero y el arboreto, sangre y cerebrproyecto respectivamente.

Los Burgers, familia de tradición calvimuy suavizada por varias generacionesviajeros, estaba formada por el matrimonio

hijas casi adolescentes, grandonas, rubiegordetas, y dos hijos, uno de ellos, Thomaso menos de la edad de Octavio e ingeambién, que fascinó al español con

competencia y el entusiasmo que ponía en to

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eferente a la plantación, a la que trataba comu tierra las hacendosas bordadoras los en

con mimo, hasta el detalle más trivial; cien

ensibilidad eran una tanto en él como en su p No se puede decir que la casa fuera luaunque para la época y el lugar y el púesultara mucho más que un palacio. Pasaba

zona sobre todo por un lugar elegante y apaun típico hogar burgués y civilizado de la Hocomercial, una casa para seres humanos, exencualquier solemnidad, con ese orden y matgravedad de los cuadros luminosos y armónicnteriores holandeses, muy alejada de las casos ricos de Almonte, casas oscuras en las quceden los portales, refractarias a la luz y a

de techos bajos y pesados muros de tierra d

anidan la humedad, las ratas y la malicia.Tenía dos plantas. La planta baja acogíervicios: una gran cocina de campana que ugar más animado no ya sólo de la casa, si

muchos kilómetros a la redonda. Aurora, C

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Aguedita y Gerundina formaban el equipo fervicio, bajo las ordenes de siño Migueli

Maricón, intendente general y Conseil d

esidencia, y una señorita de compañía queJuana hizo traer de la metrópoli para las niñcomedor era amplio, de sólidos muebles de de su país -mesa para veinticuatro comenaparador enorme, cubiertos de plata-; un cóalón que daba al patio, con chimenea, piaofás de cuero; un baño, la cautelosa sali

doña Juana tapizada de alfombras y el despacho de don Pedro. En la planta aldistribuían las habitaciones y otro cuarto de éste más espacioso.

Pero de aquel lugar tan extravagante pamarco, lo que iba a quedar para siempre fija

a memoria colectiva de la zona, dondhambruna y la escasez fueron reinas desdprincipio de los tiempos, era la bodega,especie de almacén subterráneo donde

guardaban todo tipo de coloniales, vinos y li

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aceite y mantequilla, embutidos, carnes y pesecos… un Jauja o un Potosí del ultramarin

ollas de Egipto, del que las criadas con

maravillas provocando orgiásticos sueños deen el auditorio que ni a imaginárselo lleganta cantidad les resultaba vicio, desa

atentado contra algo o contra alguien; casi mes daba. Y creció aquel cuerno de la abund

en las mentes indigentes del paisanaje convertirse en paradigma de toda ventura, téde toda comparación prestigiosa: la alacena holandeses fue un canto de sirena que reccampos y tajos y prendió en el lugar obrevivir a sus propios dueños y a los eucalDónde va a parar, mujer, allí hay muchas

cosas que en una tienda! Contaba Geru

Sánchez a sus vecinas de Almonte que, pasmcrédulas, fantaseaban glotonas cuando cada qdías visitaba el pueblo la criada y las asomcon las historias de sus amos.

Con cierta frecuencia se sumaban los vas

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os holandeses para recorrer la finca a cabLos vascos montaban a la inglesa, los holanda vaquera, duros caballos de la cercana ma

del Guadalquivir, de cascos anchos adaptaaquel suelo engañoso, sujetos por hierros de embocadura y mosquero para aliviar los ojas bestias de las nubes de insectos que de v

vez los asaltaban. Semilleros, secadarboretos, las aún frágiles plantaciones aboratorio maravillaron a Octavio que pensaa finca montaraz de su tío: cientos de hecpara la caza de unos animales escasos y endazotados por las epidemias y las carencias lade las veces. Así es España, una tierra pendde un hilo pero los que pueden no desciendenpalmos del caballo para coger un puñado de

preguntarle qué necesita. Insiste usted en que a ruina, que tarde o temprano estos andurriapasarán factura a estos ingenuos y saldrán cabo entre las patas. Se equivoca, tío, Holan

vencido al mar, ¿no va a vencer a estos p

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charcos malolientes?Se cerraban por lo general aquellos pase

el tiempo acompañaba, a orillas del arroyo

Rocina, a la vista de la casa, donde los holane habían hecho adecuar una laguna en lapaseaban en barca y se bañaban en veranoescándalo de los indígenas nada habituadoscontemplación de las blancas desnudeces dextranjeros. Livianas sillas de lona y maderaransportadas al pie del embarcadero, baombra de un hospitalario alcornoque cente

Una de las doncellas, con uniforme claro, gu cofia blancos, extendía los manteles sob

hierba húmeda, mientras siño Miguelito, menviejo y amujerado, preparaba resuelto las viarareando un cuplé por lo bajo. Los holan

vestían con informalidad, holgados trajes claalgodón y amplias pamelas de paja las mujerque resultaba al ingeniero español atuendcomportamientos escasamente acordes co

decencia, pero el deber estaba antes que el p

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él sabía que no iba allí a divertirse.Volverá más de una vez don Octavio en

años siguientes a El Majadal, viendo cóm

empresa prosperaba y adquiría dos fincas mCoto Bayo y Bodegones, y cómo el eucblanco que el mismo don Pedro plantaracrecido, al comprar la finca al pie de una húalgaida, se estiraba con desmesura, sin temdepredadores, rectísimo, usurpando el aguaasombrada flora autóctona que cada vez hacígrande y desolado el cerco a su alredntimidada ante aquel gigante foráneo densaciable. A pesar de que nunca se sintió có

allí, las costumbres relajadas de los propietípicas de familias seminómadas formadas e

colonias de su país en contacto con las cu

más dispares, algo lo llamaba; el orden eficacia en el trabajo, la seriedad y el sistemos experimentos, tan alejados de los usos

desafortunada España de las improvisaciones

chapuzas; en definitiva, lo que les quedab

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calvinistas. Decidió que aquella seríauniversidad. Como un vampiro chupaba la de las plantaciones que, día a día, h

etroceder el monte inculto llenando de riquturas unos eriales en los que, en efecto, duiglos nadie había reparado.

Pasaba días enteros escuchando al jholandés, paseando a caballo por la finentados en la terraza desde la que divisab

húmedo bosque de galería de La Rocina tomel té en cómodos sillones de mimbre. Al finesta década haremos la primera corta y vamnundar mi país de madera para la construcpasta de papel y esencias sin tener que atrados océanos y, si el negocio sale bien, la emiene pensado adquirir y plantar toda la zona,

el mar, y montar aquí mismo una papelera. Comonumental eucalipto blanco de ahí frente qmi padre inaugurarla, de él saldrá la primerade papel de la fábrica. Tenemos ya

experimentación ciento diecisiete espe

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Octavio, y en pocos años sabremos cual deplantar en cada palmo de esta tierra.

Don Octavio no le caía bien a casi nadie,

a familia ni de la servidumbre. Es un tío cuchicheaba siño Miguelito; mientras GeruSánchez, jugueteando con su larga trenza cdecía es pájaro de mal agüero. Pero el vaguantaba,no dejó de visitar la finca yempaparse de toda la literatura que cayó emanos sobre el eucalipto -la mayor proporcionada inocentemente por los miBurgers que no alcanzaban a entender tanterés- a lo largo de la década de los trencluso llegó a visitarla en los días de la gobre todo al final, cuando su proyectoomando forma.

Llegó el ingeniero al maremágnum madrcon la Victoria, y tuvo que esperar largos mhasta que el ministro Suanzes, más técnicomilitar y furibundo partidario del industria

autárquico -sería el fundador del Instituto Na

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de Industria, el INI-, dio su beneplácito; pidaudiencias en aquel abigarrado mundo de co entorchados anárquicos y caprichosos: el

desvaído de la legión, el blanco de los morojo del Requeté, el azul mahón obrerista negro de los falangistas… la Capital Movimiento y, como alguien dijo por entoncemultiforme, más que del uniforme.

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S erá de cruz latina. De planta de cruz lserá el poblado que nazca en El Maj

Siento que ese sitio y ese nombre han eesperándome ahí desde siempre. ¡Majadal! en que de noche se guarece el rebaño. ¡Ni padrede! En él se albergarán los hombres y mque con la ayuda de Dios y las justas direcdel Movimiento levanten un mundo nuevo. Mevítico en la mejor tradición de la patria, l

nació de Trento y dio a Occidente sabios y sa que puso de rodillas al orbe civiliza

civilizó con la cruz y la espada, que de su una fueron, un continente gentil, la que ni podía eclipsar, esta España regenerada pégimen del 18 de julio, en la que tantos h

puesto tantas esperanzas. ¿Por qué no me ldel Ministerio? ¿Qué estará pasando? No mnada de los de Papelera Española. Tienen fues cierto, pero también algún pecadillo que e

Ya se lo insinué al ministro. Al fin y al cab

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ella salieron los periódicos que hundieroMonarquía y auparon la República. Igual quío, toda la vida masón y liberal y ahora salu

a la romana, que bastante trabajo que le costpobre, pero a ver quién chista, ya no es antes, ahora se pagan las malas posturaCaudillo ha dejado claro que hay que aderecho o él se encargará de enderezar a haga falta. ¡Las paredes arden! Este veranMadrid es agotador. Esperar, esperar ¿Hcuándo? ¡Hace ya más de un año que termiguerra! ¿A qué esperamos? Hay que cortar ea los extranjeros. En cualquier momento se qcon toda la zona y a ver luego quién les ecallí.

Los brazos se cruzarán en la colina de ma

en ella se albergarán el espíritu y el cerebrocomunidad, norte espacial y espiritual del poque acogerá la casa del Ingeniero Jefe, y Dios, superando a todas en altura y dignidad.

brazo oeste de la cruz estarán las instalac

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écnicas. Al Este, las naves de intendencenfilados hacia el Sur, los grupos de vivielanqueando una ancha avenida sin obst

alguno, que permita a todos divisar la colimando, para que siempre tengan presentesDios y a su Jefe, para que sepan que sus almus cuerpos están protegidos y que el ojo qu

mira desde el presbiterio sabrá también derros y flaquezas. No, no, los de Papelera

gente de fiar. Pero al fin y al cabo el negocio an claro, por lo menos a sus ojos, sobre todoe consigue echar a los holandeses, que con

en la mano va a ser difícil. No creo que mius socios lleguen muy lejos con sus presieguro que encuentran mejores sitios d

emplear su dinero, o por lo menos eso quisie

Europa está en guerra, que se aprovechen decomo hicieron tantas empresas españolas catorce, que nuestra patria no está para sanque no es negocio. Ya veremos, ya veremos

capitalistas quieren el dinero pronto y fácil

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en este caso será o no será. Debo ver de nueeñor Suanzes, debo hablarle y convencerle

urgencia de mi misión, él me comprender

como yo; las tierras de España son deespañoles y es el Estado el que como nupadre debe administrarlas, no los capitalismucho menos los extranjeros. Esacontecimientos, Octavio, de poco precipitarse y de menos hacer juicios temerEs el calor. Este calor insoportable. ¡La Papeos holandeses! Buen par de escollos. No, noer fácil. ¡Y estoy harto de hacer antesal

estudiar tanto libro y de tanta teoría! ¡Ya sé toque hay que saber sobre el eucalipto, y lo qepa ya me encargaré yo de que me lo enseñe

abajo, que es donde debía estar hace ya tie

Cuánto más habré de permanecer en este Hde los Olivos! ¡Cuándo me podré entregar pal servicio y al sacrificio por mi Patria!

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R aptar. Raptar a las Sabinas. El rapto dmujeres. Raptar a una mujer. Como aqu

primitivos romanos que se negaban a pasahembra; con la espada en la mano, contranorma, sin miramientos. El mundo es deaudaces. ¿En qué vas pensando animalito senCuatro años en el seminario de Sanlúcar comopas desprovistas y sardinas de lata

huerfanitas las llamabais ¿recuerdas?, podesamparadas que aparecían en el triste placinc-, cuatro años de carencias y cilicios q

habían conseguido conformar ni a tu espíritu cuerpo, siempre bullentes… pero tan amaestan mansos. Allí, desparramadas por los exardincillos de los grupos están las muchach

resco, con las blusas pudorosamente entreab el cabello recogido en moños desmañadospoder orear sus húmedas nucas blancas. Paldrán a pasear por la carretera de Alm

Cogidas del brazo y abarcando todo el anch

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camino. Vanidosas, sorbiendo con ansiedapobres resquicios oxigenados de su mundo spudibundo. Los muchachos detrás, a

distancia, en alborotado desorden, hablandoe intencionado. A la vuelta ya está oscurodistribución es otra. Emparejados se perdiendo en la fresca umbría de las zarzabordean la carretera y volviendo a aparececeleridad casi imposible. Para que no diganque no los denuncien al Encargado de Trabaos vieran los de arriba! No puedes compr

qué hacen con tan poco tiempo. Pero te encaaveriguarlo ¿me equivoco? Aunque a dónde r tú con tu sotanita negra y tu fajín, camélico. Voyeur. Miras a la hija de José P

que está sentada en el umbral de la cantina. C

mano derecha sujeta en alto su melenorniquete mientras se abanica el cuello czquierda. Puedes ver sus axilas pobladas apemaginas conturbado la suavidad de la

nterna de sus brazos siguiendo ávido las g

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de sudor que se precipitan presurosas penetrar por las sisas. ¡Sátiro! El pecado máses el de pensamiento, porque lleva apareja

castigo: su propia inutilidad, ni siquiera estáde qué arrepentirse, y sin arrepentimiento nperdón. Pecado estéril, de pecadores pusilános menos gratos al Señor que gusta más biperdones de peso. Qué te iba a perdonar a tiú no estás para reflexiones. La fuerza de

mundo original del que te han expulsado coespada de fuego te pone fuera de juego, te ace precipita a un pozo de impostura, de dolndolencia. Un purgatorio cincuenta metros

abajo de un cielo falso en el que no eres máuna pieza de atrezzo, como los mastines, Bernabé o tu propia madre. Quizás si viviera

abajo sería otra cosa, ¿verdad?, puede qucallos en las manos sean más llevaderos qudesazón en la boca del estómago. Pero anda, al cura, al fin y al cabo tampoco es mal si

cielo.

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E l año del hambre -o la hambre, es artículo femenino como quedó signado

historia este jinete del Apocalipsis en aquierras en las que de siempre anduvo m

avecindado- tomó posesión de su cargoOctavio. Si no de poderes plenos -en este paólo los tenía por entonces- de algo par

gozaba el ingeniero, y se ocupó desde el prinde que la cosa quedase clara, no tanto enpaisanaje, con quien bastó su figura estidistante y no menos pintoresca para de

asentado, como entre los propietarioepresentantes de empresas extranjeras,bastante consolidadas al inicio de los cuarecon buenas perspectivas para la exportació

ciertos productos importantes para la Euroguerra. En ningún momento estas empestuvieron bien vistas por los ricos de la zopesar de que le dieron a ganar dinero a al

con la compra de las fincas que hasta su llega

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valían ni un real. El hecho de que aqubárbaros de aspecto bobalicón estuvriunfando donde ellos no habían llegado

oñarlo, provocó una conciencia de crítiechazo, e incluso mofa, al considerar la formonta e irresponsable en que estaban enterran

dinero. Aunque poco a poco, conformedesdeñados arenales se fueron consolidanproduciendo, se les fue helando la risa.astidiaba sobre todo el marco de relacionalarios que los extranjeros instituyeron co

braceros, supeditados desde antiguo aarbitrariedad de los amos locales: ocho horrabajo, contratos formales, permiso de un

cada quince, sueldos más altos, concesiópequeños créditos y trato humano y amable

novedades francamente escandalosas amenazantes para su mundo estancconservador y ultramontano, cuyos haerrenales custodiaba con celo la pareja

Benemérita y los espirituales el solícito pá

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consentido y consentidor; de manera que la lldel Estado la sintieron como una vuelta al ora la cordura, y un espaldarazo a sus intereses

eso habían ganado una guerra. Todo ello fupunto más a favor de don Octavio ante los poácticos locales que lo recibieron como ho

providencial, encarnación del orden nuevo qba a permitir el retorno definitivo a lo viej

haberse mantenido neutrales durante el concivil e incluso alguno haberle echado un caos nacionales, los confiados euro

aplaudieron también la llegada de aquel homque se ofrecieron de inmediato con su informécnica y sus obreros especializados, ospechaban la que se les venía encima.

Asesorado por los técnicos de la «5a DivisióHidrológico-Forestal», que llevaban empeñados en la formidable tarea de fijadunas móviles de la costa que, impasiavanzaban hacia el interior de los cotos semb

de silencio y muerte prácticamente todo el

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del golfo de Cádiz, con pocos más medios que que, en este caso, en vez de mover, inmovi

montañas -lo que no deja de tener el m

mérito- el flamante Ingeniero Jefe se hizo del primero de los grandes cotos: el más al Smás vasto y el más pobre.

En 1902 habían comenzado los trabajoepoblación del golfo de Cádiz, pero pron

habrían de suspender por falta de financiacno se volverían a retomar hasta 1924. En una estrecha franja litoral de Arenas GordaDunas de Almonte, se segrega de los cotos IbBayo, mil quinientas hectáreas de arena moque tarde o temprano terminaría por metastodo el Sureste de Huelva.

La visión de aquellas moles

descorazonadora y pensar en pararlas en tieales, sin la más mínima maquinaria ni mécnico alguno, más peregrino aún. Mas se co

con holgura con las dos grandes fuerzas q

medio plazo posibilitarían el «milagro esp

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de la posguerra: el hambre y el miedo.rabajos para la fijación comenzaban por

artificialmente una duna litoral a partir de un

de leña que al poco era engullido por las are construía luego otro encima y, al ser tragaegundo, un tercero, un cuarto… hasta super

doce metros de altura, y este mecanismo sepitiendo a lo largo de kilómetros y kilómet

costa. Aquella actividad contra natura contestada con agresiones constantes del vieel mar, enfurecidos con la falsa duna, provocortes y desmoronamientos constantes. CSísifo, braceros y burros se afanaban en un e desesperante volver a empezar.

Cuando por fin la duna falsa lograba paraa la real, se extendían por ésta leñas de m

bajo, entre doscientas y doscientas cinccargas por hectárea, cortadas en zonas mmenos lejanas y transportadas a lomoscaballerías hasta donde las bestias po

aguantar; de los últimos tramos, los más d

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uchando con la arena escurridiza que resbcruel haciendo el ascenso casi imposiblencargaban los humanos, más baratos, abund

prescindibles que las bestias, a los que cado cuatro horas había que relevar exhaustoarriba se iban distribuyendo y clavando en elormando cuadrículas de treinta a cuarenta m

de lado. A la vez se realizaba la repoblpropiamente dicha, sembrando a voleo cuakilos de piñón por hectárea inmediatamente de extender la leña. Hombres, niños y animaencargaban de enterrar las semillas a su pasopar, e igualmente a voleo, se sembraban semde retama y barrón que por su rápido crecimprotegían el más lento de los pinos.

A finales de 1940 adquiere el Estado la

más grande, el Coto Ibarra, y paulatinamenrán cubriendo metas hasta lograr los úlobjetivos a principios de los cincuenta, cerráasí la fase de conquista y comenzando l

colonización, aunque en cierta medida se es

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dando desde el principio en paralelo.Todo resultó en extremo fácil. Por una p

as leyes restrictivas que emanaron primer

Burgos y luego de Madrid respecto apropiedades de los extranjeros en España soexplotación del suelo, la comercializaciexportación de los productos o los precios pnterior, lo supeditaron todo a las necesidada nación, lo que provocó una asfixia más o m

disimulada pero inexorable que hizo inevitaventa de las fincas y la adquisición de las mpor parte del Estado a partir de unos precioconvenían sus propios tasadores que, dado, otras causas, el deterioro de las arcas oficialmuchos casos rozaron el abuso. El interés gea postración del pueblo y la osadía d

victorioso guerrero que necesitaba afirmarsepaz, junto con la situación de guerra de los peuropeos que no estaban para minupropiciaron la relativamente rápida organiz

del territorio y la brillantez de los prim

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esultados. Por otra parte, el iluminado y no mastuto ingeniero no se anduvo con chiqerigiéndose en heredero forzoso de

experimentos que a lo largo de cerca de vaños habían estado llevando a cabo sobre todholandeses, asumiéndolos como suyosaplicándolos como mejor le convino. A pesque los ingenieros holandeses habían rechazaeucalipto blanco por ser el más esquilmadorOctavio lo tomó como especie base dparticular cruzada por ser también el deápido crecimiento y, por lo tanto, el más ren

La situación era urgente y lo ecológicoplanteamiento con poco prestigio y funcionaen tiempos de hambruna y para alguien conprisa.

Además del monte bajo, de otras malas hihabía que limpiar la zona. Aunque considvacía demográficamente, no faltó a lo largo iglos quien la habitara, último refugio de

algo asocíales, los que por una u otra raz

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echaban al monte buscando sobrevivir.Se podría hablar más bien de un m

presocial, donde pesaba mucho la individuali

el grupo mínimo, con dos tipos básicohabitantes: los más o menos esporádicos y loo menos permanentes. Entre los más esporáestarían, siempre en la doble vertiente leurtiva, los carboneros, los piñeros o

cazadores, que penetraban en la zona en ráazzias depredadoras; entre los menos esporáos jabegotes y almadraberos que pasaban

del año pescando en las costas, personajemuchos casos oscuros y de rara filiaciónvenían a perderse un tiempo por vaya usaber. Entre los más o menos permanentes esos carabineros, los guardas y los pastores. L

aquella costa eran puestos de castigo parcarabineros, de forma que los que no logalir pronto se asilvestraban de tal manera qu

esperaban la muerte incapaces de reintegrars

civilización. Los guardas vivían en casas o c

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diseminadas por las distintas fincas, conamilias; el cargo solía ser hereditario y a

media docena de apellidos mezclados de tod

ormas posibles hablaban de su antigüedad zona y su endogamia militante, seres queveinticuatro horas en una población escapvíctimas del extrañamiento y el agobio. pastores solían ser individuos solitarios,pocos lazos en ningún sitio y generalmente más bajo de la escala social, de normalidmenos cuestionable en algún caso. Pero el hmás genuino de la zona eran los huertos. Socho chozas -unas para dormitorios, otrascocina, cuadra o almacén- al pie de una laúnicos lugares que medio garantizaban el aguargo del año. Se ponían en producción dos

hectáreas de terreno arenoso del que se srigo para él pan del año, cebada para las beshortalizas y frutas para el propio consumorueque con pescadores, carabineros o con

cayera por allí. El origen de los habitante

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estos huertos era plural, pero todos teníacomún el estar allí voluntariamente y ser aqúltimo refugio. Muchos eran carabineros q

alir del cuerpo se sabían incapaces de presde aquellas soledades y allí se quedaban coamilias, manteniéndose a veces v

generaciones; otras, jabegotes que cansadoirar de las redes o espantados por el m

metían a agricultores.

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MINISTERIO AGRICULTURA.Dirección General de Montes, Caza y P

Fluvial

PATRIMONIO

FORESTAL del

ESTADO

Jefatura Regional del SuroesteAlmonte, a 14 de marzo de 1

Quinto año triun

Con el fin de que sean atendidas en la mde lo posible y a la vez quede constancia ituación de la Brigada de Huelva de esta Jef

elevamos este informe a la Superioridad en e

e recogen asuntos de carácter diverso, écnicos como sociales, ya que pensamos quemano han de ir y unos deben ser solución dotros.

Si algo violentó nuestro espíritu desdmomento mismo que pisamos estos arenales, upina ignorancia, tanto religiosa como profa

que está sumido el personal obrero a mi ca

us familiares.

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Prácticamente la casi totalidad de rabajadores no sabe leer ni escribir y ni siqezar, a pesar de tener por suya la rel

cristiana, de la que lo ignoran todo.Cada día es mayor la acumulaciónpersonas, hombres, mujeres y niños en ierras, y más grave por tanto la situación ge

cuya gravedad va creciendo por momentoscentros de instrucción más cercanos, eligiosos como escolares, se encuentran a l

de este lugar perdido de la mano de Dios, lhace imposible poder contar con ellos en malguna. A pesar de haberlo tratado con algpárrocos del entorno, éstos manifiestan, y coa razón, la imposibilidad de acercarse a lom

caballerías a estos rincones tan apartados, y

es obligaría a abandonar durante díasparroquias y feligresías, posibilidad con la qcuentan ni pueden permitirse.

Elevo por ello a la Superioridad la petici

nombramiento de un Capellán para esta Bri

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ndependiente de las parroquias del entorexclusivo para estas familias obreras necesitadas de aliento espiritual.

Igualmente un maestro que atiendanstrucción profana y que posea las micaracterísticas que el Capellán, la independea dedicación exclusiva a nuestro proyecto.

Para todo ello se deben conceder los créoportunos para las instalaciones mínimas,Capilla, una escuela y los utensilios adecupara su correcto funcionamiento, tanto un para la Capilla como el material esnecesario.

También es de acuciante necesidad disponal menos un vehículo de tracción mecánica,posible de cadenas, debido a la desigu

nestable orografía, que sería utilizado pomandos para su fácil movimiento, dado qurentes de trabajo son muchos y escaso el per

cualificado para su correcta dirección.

Y para que todo lo anterior funcione

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peligros ni sorpresas, creemos fundamentnstalación de un cuartel de la Benemérita inca, para su servicio exclusivo, que trabajo

ener, para que vele por el orden y sea un elemdisuasorio para cuanto indeseable aparezca pzona, que por desgracia no son pocos. Hay mugitivos por las fincas limítrofes, que de v

cuando nos visitan; incluso al coto de Doñanegún me dicen está minado de rojos en uelen llegar los maquis de Cádiz, y más

posible sería que, dada la soledad de esta reasentaran alguna base en él.

Sin más que decir y en el ruego de que nupeticiones sean atendidas con la mayor celeposible, se despide:

Viva Franco. Arriba España.El Ingeniero JOctavio Zamac

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N orit. Lave sus prendas delicadas de laseda. Científicamente neutro. Sin jabó

álcalis. Sabes que dice el cartón. Lo reconoal verlo agitado por la mano tostada de la hJosé Peláez. Ovalado, como un huevo engastauna peana en la que descansa el paquetdetergente. Siempre estaba en una esquinmostrador del economato, junto a los seducarros de cristal de los caramelos: una moven, con un traje rojo escarlata de lublancos y una melena rubia, rizada y abun

abre sus brazos al cielo con una sonrisa angozosa mostrando prendas relucientes en amanos, lavadas, se suponía, con Norit. Era lerótico que nunca se viera por El Maj

Recuerda el día que la descubriste. Alarímido la mano hasta constatar tu sospechefecto, la figura estaba en relieve sobre el azul cobalto del cartón: larguísimas pi

abiertas coronadas por una cintura invero

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emarcada por una angustiosa pretina y asenen —unos exiguos zapatitos rojos dé tacón altdejaban los talones al descubierto, la m

postura que Marylin en la célebre escena d Lentación vive arriba justo en el momento enque la falda inicia el movimiento ascendenteque, en vez de la rejilla, la figura emergía cursi borreguito blanco con un lacito rojo. Pque más te turbó fueron sus pechos, ¡eraeales!, dos pequeñas protuberancias en el c

que el dibujante había rematado con pinceladas en blanco que parecía enteramente querían salir. ¡Peláez! Haga el favor de

de ahí esa propaganda tan… estimulanmportuna, aunque anuncie un jabón resultapoco limpia, decretó el Ingeniero Jef

descubrirla en una de sus frecuentes inspeccal local. La rubia del cartón zarandeada indifpor aquella chiquilla te resultó un desacato. hubieras querido arrebatar, liberarla de

desaire como el caballero que rescata a su d

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Pero cómo ibas a justificar tu procAbandonas. Como siempre. Te decides entonmirar al interior. La cortina de palillos d

cantina está levantada incitando a entrar aavaro. Cuando se acostumbran tus ojos oscuridad compruebas que no hay nadie, sódesposeídos anaqueles, como si acabaran daqueados, unas latitas de atún aquí, otraomate allá… y los vastos vacíos de la car

ocupándolo todo. ¡Cuánta miseria habaquellas estanterías grises! ¡Cuánta escasezel cura hace un rato que ha salido, te dice lade José Peláez sin que le preguntes, hacialleres, creía, y lleva una buena. Recordará

ayer de mañana había dejado allí la moto colanta hecha polvo en una de sus correrías la

anterior. ¿Qué andará maquinando? Lo últimamente inquieto. Has oído decir a Geruque al páter le van ahora las pollitas tierncoloradas, y no hace más que rondarlas.

altanera Gerundina! La que parecía estar de v

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de todo, la que todo lo sabía y a la que terminabas de entender con sus jeroglífic

medias palabras. Siempre te pareció un ser d

planeta, el último ejemplar de una arcextraviada por sabe Dios dónde de la queguardaba misteriosa su matute como los náufapilan en la playa los restos de la nave hunLas pollitas tiernas y coloradas, Peláez, estees caballo de buena boca le habías oído aquella mañana en el economato. Los tallerestán tranquilos. Desde la cantina puedes Benito limpiándose las manos con un puñaborra y a los demás ordenando los trastoscerrar. No divisas al cura. A pesar de elacercas a preguntar. Atraviesas trastabillanargo trecho de arena tibia y sucia revuelta p

enormes ruedas de los recién llegados caterpos tractores. ¡Tanta prisa, tanta prisa… aparece en todo el día! ¡Aquí tiene ya el páueda arreglada desde esta mañana! ¡Que am

con excomulgarme si no la tenía lista para

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Desde la nave vecina te ha divisado Cayetaoldador. Pasa, pasa, Jeremías, y recog

candelabro, que ya está compuesto. Entras

aller. Te paras y santiguas frente al CorazóJesús que preside la entrada, como tu padriprescrito para trabajadores y visitas. El nidvíboras llamaban a aquel lugar, ¿recuerdas?, odo algunas mujeres. Desde allí las mi

provocativos y desafiantes sin el más mecato cuando pasaban camino del economaabían fuertes por imprescindibles, eran el m

de aquel mundo menesteroso, su tizaristocracia. Los mecánicos eran los únicontercambiables, algo más que simples númer

más aproximado que por allí se daba a indiconcreto con función y personal

ntransferibles, y además todos les debían favuéldame este hierro de la cama, arréglampedal de la bicicleta, estáñame la olla…únicos que no quemaban la intemperie y cru

as fustas y las voces de los encargados; los ú

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merecedores de cierto respeto por sus habilidpor la imposibilidad de buscarles rápepuestos por aquellos andurriales de gent

profesión. Más te hubiera valido que aprendaquel oficio, o por lo menos ciertas nociAunque quién te iba a decir entonces qupasarías más de media vida entre motenseñando a conducir y rudimentos de mecánuna autoescuela de Vallecas. La verdad escuando los curas dejáis el cuerpo os quirados, no servís para nada, y si encima sa

mala manera, como fue tu caso, no hay quieche una mano, pasáis a ser tierra de nadie. Ca de las putas, la vuestra es una condición

nunca se pierde, por lo menos para el otro,irios ni troyanos se fían, en cualquier mom

podéis volver a las andadas; hagáis lo que hiempre estaréis bajo sospecha, y más tú, qeras de ningún bando y nadie entendió pohiciste lo que hiciste. ¡A quién se le ocurre p

a iglesia a unos obreros desmandados con lo

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nada tenías que ver para que se encerraranpleno sesenta y ocho! Tu don, Jeremías, no hnunca el de la oportunidad. Por qué lo hicis

dónde te salió aquel arrojo tan contrario naturaleza que te llevó a enfrentarte con la p con tus superiores, ¡hasta pasar por la cá

cuando en el fondo tú no estabas compromcon nada ni con nadie, en tus haberes nuncomputó la rebeldía, ni siquiera la fe, nesperanza, sólo la caridad, el refugio último nadaptados, o mejor, de los acomodaticios.

arenas te dejaron planchado, curita!

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E l primer asentamiento se estableció e paraje del Coto Ibarra conocido po

Abalario, al amparo de un antiguo cuartecarabineros y una casa forestal desmontableque se instaló el Ingeniero Jefe con susmastines casi cachorros a los que había bautcon los cervantinos nombres de CipióBerganza.

El año cuarenta y uno arrancó con espdureza. Todo estaba por hacer. Aunaparentemente perdido en aquellas soledad

moral y el entusiasmo del ingeniero eranecundos como su apostólico ardor por la acca brega. Hércules y sus trabajos sentaron plaa región. Comenzaron a aterrizar por el

personajes variopintos que huían del hambdesesperación y la cárcel o el pelotónusilamiento en algún caso. No hnfraestructura para alojarlos. Desde aquel pu

os lugares habitados más cercanos dis

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eguas, era por lo tanto imposible utilizarlos base de operaciones y cobijo de los braceroeran necesarios a cientos. Cuánta gente pas

allí en los primeros años, quiénes eran, de dvenían y a dónde iban y cómo sobrevivió, epudo, son preguntas de difícil respuesta, deasuntillos ocultos en la nebulosa de lo vergonde los que, pasado un tiempo, nadie parece memoria: la posteridad ha olvidado sus nompeor aún que los presos que construyerocercano canal del Bajo Guadalquivir, al menellos existen listas y estadísticas. Porantásticos trabajos que en el lustro que se ce

el cuarenta y cinco se llevaron a cabo, debierer muchos hombres, mujeres y niños los

dejaron el pellejo en lugar tan inhumano q

más civilizado que hasta entonces había admaparte las fieras, eran carabineros -disueltosmeses antes por Franco en castigo azquierdismo- y cabras, ni siquiera las ovejas

vacas resistían tan al Sur.

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Al contrario que el resto, enclavados emisma línea de playa, sobre las dunas, comorres de almenara, celadoras también del m

cuartel de carabineros de El Abalario se encua varios kilómetros hacia el interior del barra, junto a una laguna de la que tom

nombre. El edificio principal, de cierta soliduna construcción rectangular, con dos plaejado a dos aguas, muy empinado para los usa zona, macizas paredes de adobe, ventanaecio herraje y anchas vigas en la techumbrostienen una pesada cubierta de tablas, ba

canales árabes. Fuera, en la parte traquedaban la cocina, el horno para el pan etrete, envuelto todo en esa fina costra de muristeza tan propias del lugar y de los tiempos

Se podría decir que el cuartel de El Abaocupa más o menos el centro geográfico de lograndes cotos que cierran el territorio por el es de suponer que por esa un tanto borbónica

o eligió don Octavio como primera ca

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aunque sabiéndola efímera, de su imncipiente; sus miras metropolitanas espuestas desde el principio más al Norte,

Majadal.El cuartel, que fuera abandonado unos antes, se encontraba algo desportillado, pero en lo fundamental. Rápidamente lo adeccomo vivienda de mandos y centro logísticooperaciones. El reducido equipo técencabezado por Zamacola y apoyado por alugareños a manera de prácticos, básicam

antiguos guardas de las fincas, se pusomovimiento delimitando espacios y perfiabores.

Comenzaron a llegar los primeros braceroos pueblos cercanos al principio, y, cuan

noticia se fue extendiendo, de los lugaresdispares. Aparecían solos, en pareja o greducidos, con una mano delante y otra detráodo equipaje los más, tan desposeídos com

puerto al que arribaban. Si de entrada se pe

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alguna diferencia en atuendos, costumbrmodales -los había desde los que llegimpios, educados y con cierta decencia

vestir, hasta auténticos mendigos- en pocos dabandono, la total ausencia de higiene, los piel zotal se encargaban de igualarlos.

Bichos y greñura conformaban el achapa desalentador horizonte de los campos de tra

Aquello era el reino del desconcierto. Elndigente y desvalido de los vivaques se

componiendo en los alrededores del cuartelmantas, capotes, sacos o simples matojomonte espinoso que los cercaba, erigíanexiguos habitáculos, inútiles contra el vientgemía conminatorio por las mil grietas y abeque los adornaban. Como huidos de una epid

e derramaba la turba entre las guaalucinantes con desenfrenada concupiscencbusca de las zonas exentas de humedad, queparcas en aquel lugar y aquel invierno anfibio

Y como navegando entre todo a

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despropósito, el buque insignia de la ilusiómpecable casa forestal desmontable. Hacuego perfecto con el porte del Ingeniero Je

casa forestal desmontable supuso el primer de distinción del nuevo paisaje, de los tienuevos. Llegó a El Abalario desmontada, carretones tirados por mulos rompiendo carrel fango. Supuso la arribada todo acontecimiento en medio de tanta grisumonotonía. Como un mecano preciso se funtando sus partes, y del suelo al cielo se alpocos días aquella casita de cuento, de nórdicos, limpia y aséptica, añadiéndole extravagancia si cabía a aquel pandemóniumelementos estructurales y los huecos, puerventanas, iban pintados de blanco, el rest

nogal. Se trataba de una construcción demódulos, colocados en ele, sobre gruesos pde madera que los levantaban sesenta o secentímetros del suelo. Cada módulo medía

por seis metros aproximadamente y cinco m

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de altura en su punto más alto, el eje dechumbre, a dos aguas y con canales planas.

Apenas paró de llover en los primeros m

del año. La llanada, oculta por un monte mmás alto que un hombre, se resistía soberbiapobres azadones de aquella nueva razanadaptada. Con más miedo que pericia, golpnoperantes los duros leños sinuosos con fremerosos de los sagaces guardas a caballo q

dejaban de mirar y evaluarlos. El avance era a extensión abrumadora.

Fue por entonces también cuando la zondeclaró «Comarca de Interés Forestal», loumó poder y manga ancha a don Octavio, ca

patente de corso para abordar cualcontingencia que se le presentara en nombr

bien supremo de la Patria, y del suyo si vecaso.A la vez que la casa era montada, el Inge

Jefe organizó una tropilla de guardas arma

caballo entre los que le resultaron menos ma

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aquella parada de desmandados, escogiendo por la presencia, a aquel por el carácter, apor la habilidad… Los juramentó e informó d

el puesto hay que ganárselo, he seleccionadntuición, una práctica muy lejana de costumbres, así que aquí no hay nada segurcualquier momento podéis quedar degradadohombres de confianza no se improvisan y, auas circunstancias me han empujado a ello, engo de rectificar y no dudéis de que el bra

me temblará cuando tenga que arrancarle a ugalones.

Erigido el alcázar y levado el ejércitnovel campeador decidió presentar sus respos dueños de las fincas vecinas, antes que a

a los Burgers, hacerles saber de su presenci

que a esas alturas nadie ignoraba en la zonaa trascendencia de su misión, de la España de la que él era nuncio y apóstol, una Españcomo buena madre, no va a pararse ante nada

conseguir el bien de sus hijos, muchos enem

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han caído o caerán, y los que queden habrdoblegarse o caer también, amigo Tomásiempos han cambiado, por fortuna hoy no es

bajo la tiranía de un rey títere de gobiabúlicos y militares obsoletos, ni de República quimérica y fratricida que a pestuvo de fracturar la Patria promoviendoeparatismos y vendiéndose a Moscú, hoy E

es por fin de los españoles, nos la hemos gacon sangre y nadie se va a aprovechar dangre derramada.

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El Majadal a 23 de agosto de 1

Querido padre:Con respecto a la venta de la finca -o

como dice tu hijo Nicolás, no sé a estas altuque pensar-, sin querer desanimarte y sin nada a ciencia cierta, debo decirte que tendesagradable sospecha de que todo estdecidido o por lo menos muy encaminaesolverse muy contrariamente a nuentereses. Temo que las gestiones que levando a cabo ante las autoridades españo

ravés del consulado holandés en Sevilla, nodando fruto alguno, aunque te haya parecicontrario según quise entender en tu última ca

El pasado jueves, hace justo dos días, vo

ecibir la visita de Octavio y de sus cabalarmados. Venía acompañado de un ingeniero5a División que usted conoce, don Mauricio Roca -que me dio efusivos recuerdos para to

amilia-, y por varios señores que me presen

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us nombres pero de los que no llegué a sabeango ni el cometido, entre ellos venía un a

que en ningún momento me dirigió la palabr

enían aspecto de técnicos ni se comportaban ales, parecían más bien políticos -algunos vcamisas azules- Me pidieron visitar el arborecual hicimos juntos. Octavio hablaba aacompañantes como si aquello fuese suyo o ferlo muy pronto, sin ningún recato ya. E

momento incluso, mientras yo hablaba con elDe la Roca y suponiendo Octavio que nescuchaba, oí cómo explicaba a sus acompaña idoneidad de El Majadal como centr

operaciones para todo el territorio, por ser elmejor comunicado y de mayor salubridad zona. Hablaba a los trabajadores del arb

como si ya estuvieran a sus órdenes, mencluso la impresión de que tenía un entendimextraño con alguno de nuestros encargTanteaba y medía los esquejes de las ma

como si de su propiedad se tratara. Creo q

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ntención de la visita era un anuncio de queuerte está echada. Con la ley actual no puedeoría hacernos más de lo que nos están haci

ahogarnos con los impuestos y con estricciones, pero no pueden expropiar unaen plena producción. Temo y no imaginométodos podrían emplear si nos seguesistiendo.

A pesar de ser yo el más afectado, no en he pasado aquí los mejores años de mi vida,profesional como personal, considero que traería lo más acertado. Dialogar con ellos,

hasta dónde quieren llegar y cuál sería nupapel en el futuro, si nos guardan alguno, cosanalizando el desarrollo de las circunstanciapoco posible. Tiemblo al pensar de lo que

capaz esta gente. No es éste lugar ya para viva familia pero, como dice Nicolás, adonde va ir con Holanda tomada por los nazis y Edestrozándose. Esta incertidumbre no hay

pueda resistirla.

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Padre, debes venir pronto por la finca, que es más oportuno que estés aquí que en SSobre el terreno te harás cargo más cabalmen

a situación y así poder decidir. Aparte de qucosas que prefiero tratar directamente contigopor carta.

En espera de tu pronto regreso, un fabrazo de tu hijo.

Thom

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H asta luego, Benito. Si ves a don Bernardices que lo estoy buscando, o mejo

avisas. Dirás al salir del taller. Por un inspiensas subir a la iglesia a dejar el candelpero te das la vuelta y te diriges al campútbol. Quizás esté allí, vociferando y dáorpes patadas al balón, como otras veces, c

amigo el cabo de la Guardia Civil. Usted y ycabo, somos colegas, nos han traído aquíejercer el mismo oficio: repartir hostias, ynombre del dios del cielo y usted en nombr

dios de la tierra, ¡don Francisco FrBahamonde! ¡Su Caudillo, mi cabo, su CauEl cabo aparentaba escandalizarse condicharros de don Bernardo, pero los celebr

os refería en cuanto tenía ocasión. A ncomodaban hasta el sonrojo, no te gustabacuando se ponía de esa manera, siempre te reu contundente franqueza, la campecha

barriobajera que denotaba su cuna, dec

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padrino. Cruzas la carretera de Almonte. hora en que los del Club Deportivo San Frane dedican a entrenar. ¿Los ves? Ahí e

desperdigados sobre el terragal, gritando energúmenos. Camiseta celeste y pantalón begalo del Jefe de Brigada. Pero sólo viste

galas los domingos, cuando juegan contra eqoráneos. Hoy van con el torso desnudo

alpargatas del trabajo atadas con sucias cblancas o simplemente descalzos. Igual quee daban al vino con avaricia para poder res

aquellos vesánicos muchachos descongestionaban de la mezquindad ymelancolía a patadas y voces y golpes y salhasta atarugarse, hasta desertar de aquarenales sin gloria ni pasado y sumirse e

calles de sus pueblos perdidos donde qdejaron a sus novias o a sus quintos, a sus anomerías o a sus ferias. De allí no era nadie

cáfila desgarrada y heteróclita amajadada p

atalidad. Jugabas bien al fútbol, Jeremía

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pasabas las horas muertas jugando en el semicómo no fuiste nunca del Club DeportivoFrancisco. ¡Cuánto te hubiera gustado!, ¿ve

Pasar las tardes de los domingos detrás del animado por el vocerío de las muchachas. Peno podía ser: la primera y última vez que tpracticando este estúpido juego; es violecarnal, Jeremías, tus hábitos exigen de ticomportamiento, no te mezcles con los que nde tu clase; tu misión en esta vida es más amás alta, pastor de almas, no ridículo pelotercuerpo languidecía en los larguísimos veegregado de la gente de tu edad, encerrad

aquel ropón negro que exigía tu padrinovistieras cada vez que salías de la casa grancasa viste como quieras, pero de puertas

uera eres un seminarista, y debes parecerlo, no puedes decepcionarle. Y señalaba con el íal cielo. ¡Qué gesto tan suyo!, ¿no? Padre, HEspíritu Santo. Allí estaban los tres. Pero

Hijo y en el Espíritu Santo no reparaste

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mucho después. Era el Padre quien se te imnada más cruzar el umbral de la iglesiAlmonte. Un Dios de aspecto sanote aunque

encorajinado flotando entre nubes… ¡Era Dimismo Dios! Lo supiste nada más verlo,apenas cinco o seis años, en aquel cuadro mala factura colocado sobre un pequeño ubalterno y medio escondido. Sí, allí había

pero sólo veías a uno: el Padre, Diosmuchacho barbado de negra guedeja y el pablanco no eran más que accidente, elementelleno, como la cruz o las potencias o el glo

amanecer que formaba el fondo del cuadro. Yhoy ésa sigue siendo para ti la cara ddivinidad. Eran sus ojos, su mirada, mdespués lo descubrirás: los mismos ojos cla

a mirada inculpadora de tu padrino. EscJeremías, escucha el viento silbando entreucaliptos. No eran raros los días como hoaquellos remotos otoños de medio siglo atr

afilado olor del fango descompuesto de La R

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emovido por las primeras aguas anegándoloSube. ¿No te irás a ir sin visitar la «basílica»casa grande… ni la habitación de don Bern

Todo está franco. Sube. Ya que estás aquí…¿por qué no lo dices?, aunque sólo sea paracarta del notario de Almonte no ha sido más qpretexto, tú donde querías venir era aquí, Majadal, aunque supieras que estaba abandoque no ibas a encontrar a nadie. La propieda casita que la pobre de tu madre hizo cua

ella y a tu tío Bernabé los echaron de aqmporta tres pitos, y con pasar por la nota

hubiera bastado. Sube, anda, sube.

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enía noticias vagas del recién nacido PatrimForestal del Estado y de los trabajos quSureste de la provincia de Huelva se es

niciando. Comenzaba el cuarenta y unoapearon en la plaza del pueblo, un rectánperfecto de tierra apelmazada flanqueado poóvenes palmeras. Las casas que la cerrabanblancas y bajas; en la cabecera se alzabglesia, un edificio barroco de proporc

equilibradas; a los pies, ocupando dos cascierta prestancia, el cuartel de la Guardia Ciuna y el cuartelillo de Falange en el piso altootra, cuya fachada remataban unas falsas almalmohades bajo las que se leía en grandes ojas y negras «Falange Tradicionalista y d

JONS». En uno de los flancos divisaro

Ayuntamiento, una construcción de tres plantados primeras sujetas por elegantes arcadasdaban paso a amplias galerías abiertas, la teachatada y cerrada por balconcillos de pr

herraje, y a él se dirigieron. Fernando andar

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os veintitantos, más bien alto, fino bigotillomoda; vestía un terno de paño marrón que qen otros tiempos, y de eso haría mucho, tuvo

planta, camisa azul mahón, botas militares mascota de fieltro renegrida; sus menrojecidas por los sabañones, eran finaconsonancia con el resto de su espigada fisonaunque fuertes; portaba una maleta de maderus iniciales. Ocaña era un hombre ya hecho seco, como ahumado, con miembros fibro

manos grandes, encalladas, surcadas de vgruesas como la tomiza con que se sujetabpantalones de pana; al igual sus pies, enormeprominentes juanetes que presionaban el lconsumido de las alpargatas. Sobre un chaleana burda, lucía una chambra apergaminada

gorra engastada sobre sus cejas, abundantes yalientes. El alguacil, un tipo pequeñito de vabultado, ademanes nerviosos y manos femeque se movía constantemente de un lado a

como un pajarito, les dio norte y los pus

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camino de la casa del costero que una o dos a la semana salía para un tajo aún sin nombreque pronto se iba a conocer como

Patrimonio», a llevar provisiones.Partieron los pedestres argonautas al amadel día siguiente con una recua de mulos carcon las pocas vituallas de las que por entoncpodía disponer. El costero, Manuel el deRozas, antiguo radical de Lerroux que eeniendo sus más y sus menos con el rég

nuevo, era un hombrón metido en años, cargaespaldas, silencioso, de rostro severo, quocaba con un descolorido sombrero gris d

ancha y copa cona; los acogió con apandiferencia, se estaba ya acostumbrandrasladar a aquellos tipos de acento raro c

necesidad y el recelo escritos en el roAmedrentados. Era noche cerrada aún. Hmucho frío. Echaron tabaco y, mudos, empezacaminar tras el andar meditabundo de las be

Tomaron la calle Santiago abajo. Los ruid

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cascos de los mulos que, resonando regulaecos sobre los guijarros humedecidos del

parecían querer delatar la huida, añadían un

de desasosiego a los extremeños. Salieronpueblo atravesando un puentecillo bajo ecorrían las aguas sucias del vecindario, lueerreno albarizo puesto de viñas ya vieja

cepas grandes y retorcidas y peladas en aqépoca. Enfilaron por fin el camino de El MaOscuro, quieto, la escarcha crujía como desgarrada; sólo de vez en cuando veían brillojillos anaranjados de las zumayas, de camedio del camino, que levantaban el vuelo coalas enormes y sus chillidos extraobrecogedores, cuando el grupo se les

acercando. Pasado el ruedo de Alm

comenzaban los terrenos de propios Ayuntamiento, kilómetros de bosque de piñoneros, altos y robustos, que emergíamacizas matas de lentiscos, palmas y retamas

Hasta la finca de los holandeses, mal que

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legaron sin mucho problema; el camino, auencharcado y cruzado por arroyos e inquegajos, lo habían adecuado los extran

ncluso para carros. Allí pararon a almoFernando y Ócaña sacaron de su hatillo medide maíz, resto de la cena de la noche antericostero, sin mediar palabra, les pasó una cueraceite y otra de vino y, con la punta de la naun cacho de bacalao a cada uno. Algo asombpor el gesto, los extremeños se lo agradeccomplacidos. Ya me lo pagaréis, hay más díaollas, sobre todo por aquí donde las escasean, fue de lo poco que murmulló en todía su garganta atabacada. Terminados, Fernacó su petaca y ofreció picadura de ta

Vamos a liarlo, oyeron de nuevo al co

mientras se incorporaba. El almonteño liesmeradamente su navaja de cachas de cuervenado y hoja más que regular, recogió el reutensilios y lo guardó todo en unas alforj

gruesa tela rayada. Lió el pitillo con despaci

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piernas entreabiertas y fuertemente asentadasel horizonte, al Sur, embotado por un teatral de nubes, altisonante y estático, amenaz

Corría un vientecillo fresco. Parece que vamener tormenta.Reanudaron la marcha. A partir de aquel

e perdía toda marca de civilización. Por estrendas enfangadas, vadeando lagunajos y chiguieron caminado durante horas. Pronto com

a caer un agua insulsa y latosa que desmebastante lo hinchado y amenazante del cielono por ello dejaba de calar. El costero sacpesado capote de hule negro de uno decubujones del serón del mulo castaño que ceila, y cedió a sus acompañantes sendos co

alargados de recio lienzo que, trasformado

capuchas, colocaron sobre sus cabezas quedar como dos cartujos a los que la mhubiera encogido los hábitos. Formaban un riste.

Se diluía la tarde cuando llegaron a

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Abalado. La verdad es que después de pasaguerra civil la capacidad de asombro mconsiderablemente, pero la poca que a

extremeños aún les quedaba fue suficienteque el desaliento se les inflamara a la visamaña exhibición de penuria.

El costero los llevó ante el EncargadTrabajo -título y estatus que, junto a galonerías, andaba creando don Octavioentonces. En la sala de banderas del desportcuartel, junto a la chimenea, recibiendo los pdel día de los manijeros, se hallaba el encarDe forma rudimentaria, pero ya lo hnormado: sobre las mangas de su chaqueta deucía una franja roja que iba del codo

bocamanga. Ros y Ocaña se destocaron al

obedeciendo el gesto del costero. Con su perque aquí le traigo a estos dos señores nuevosde Dios. Juan de Dios giró la cabeza y coademán les indicó que se acercaran. ¿T

papeles? Ocaña no traía nada. Ros sacó una c

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de identidad de su cartera. El encargado repaa correcta firma que remataba el documentoa camisa azul del recién llegado. ¿Sabes es

de cuentas? Quedó Ros en aquel momcontratado de almacenista y Ocaña para elada más se les exigió o preguntó, no estaba

iempos para despilfarros, sólo eran cuatro bmás para una empresa en la que tantonecesitaban, infantería de choque donde shabría muchas bajas, el medio seleccionaría;de cañón, rebaño que en su momento habríanear.

Salieron los recién colocados al aire fríonoche. Juan de Dios les señaló un lugar dpoder dormir, no mucho mejor que otros, peroendrá o será por costumbre, al amparo del

del pan duermen muchos, acercaos, por lo mallí no estaréis solos. Al pasar por uno dcostados de la flamante casa forestal, el IngeJefe los columbró desde una de las ventanas

que, sobre una mesa oscura, escribía una cart

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uz de un quinqué. Le llamó la atención FernRos. Le chocó su figura, no tenía un porte corpara aquel lugar. Qué vendrá éste a hacer a

ver qué historia cuenta. Habrá que vigilarcerca.

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Ilmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Sevilla:

Aunque sea práctica de la que abominodirijo a Su Eminencia eludiendo el coneglamentario ya que pienso que me asisten

ello urgentes y poderosas razones. La primeque habiéndolo intentado en la forma debivarias ocasiones, o sea, poniendo el problemconocimiento de mis superiores en el Minide Agricultura, mi petición no ha sido conteni con un sí ni con un no. La segunda y fundames el lamentable estado espiritual en qu

encuentra el personal obrero bajo mi mando incas recientemente adquiridas por el PatrimForestal del Estado en la provincia de Huelva

Más del noventa por ciento no acierta a

ni el Padrenuestro ni el Ave María, no digamel Credo u otras oraciones menos comunes. Ndecir tiene que ignoran hasta las más senbases de la doctrina cristiana.

Sólo algunas mujeres, muy pocas, rezan a

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vez y jamás lo hacen los hombres, mostrandoúltimos los espíritus más embrutecidos que parte alguna.

De este lamentable estado se derivan, cpodrá suponer Su Eminencia, toda clasaberraciones: niños e incluso adultos sin bao que ni saben siquiera si lo están, unlegítimas, mujeres con hijos de varios pad

hombres con hijos de varias mujeres. Con resa la confesión y a la comunión, más de uno ide qué se trata y en los mejores casos haceque no la practican. Igual ocurre con la Santaque no se celebra desde sabe Dios cuándmuchos kilómetros a la redonda. No extrañemos de que el materialismo ateo coutopías igualitarias prendiera en nuestras c

bajas con tanta facilidad, nunca estuvdebidamente atendidas y es por ahí por ddebemos empezar.

Todo esto tiene mal remedio si no se arb

ciertas medidas y con urgencia. La prime

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undamental es el envío a estas tierras, nmejor dicho, dejadas de la mano de Dios, acerdote que asuma en calidad de capel

misionero el cuidado de sus almas, en mucasos pecadoras más por ignorancia y abanque por maldad, aunque por lo que he poapreciar de todo hay, algunos recalcitrantes e doblegan o yo mismo me encargaré

quebrarlos. Sé positivamente que va a costaesos y otros parecidos vuelvan al redil pero nalta autoridad para ello. Todo se andará.

No quiero cansar a Su Eminencia condetalles, sólo pedirle audiencia y poderle exmás al pormenor mis ruegos y mis razones qon más que las de un buen cristiano que iner coherente con el mandato de Cristo

glesia, ser apóstol en un país que hoy, gracnuestro Caudillo y a sabios prelados comEminencia, sabemos que está llamado a snuevo el paladín del Catolicismo en el m

papel que nunca debió dejar de cumplir porq

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u cumplimiento radicó nuestra grandeza a lode los siglos y nuestra victoria en la Cruzada

En espera de que mis peticiones

atendidas, le besa el anillo:Octavio Zamac

Ingeniero Jefe de la Brigada de Hu

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que el páter no da un paso en balde. Este páun caso, con cualquiera se junta, y es verdaes lo que su ministerio le exige, aunque sos

que en este caso el negocio está más relaciocon sus costumbres que con sus hábitosexaspera tanto chistecito sobre el cura. ¡Hamaestro! Te estás poniendo nervioso. La casmédico está cerrada. Su vitalidad y su solteienen siempre en la calle. Lo mismo and

expedición con don Bernardo, piensas, hacenbuenas migas. La mujer del Encargado de Trcamino de la casa grande, dice no he visto alen todo el día, Jeremías. La acompaña doña a pizpireta e intrépida maestra, con su

peinado «arriba España» y su ajustadísimoblanco bajo el que se sublevan sus castas cu

Te sonríe traviesa. ¿Te acuerdas? Aquella muraía frito con sus modos equívocos ¿o el equeras tú? La escuela a esas horas alberga a un de adultos analfabetos practicando obstinada

a estampación de la firma bajo el magister

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Rodri, un listero socarrón y algo sablista, cade niños, que busca dinero extra hasta debaas piedras. El improvisado pedagogo -los

lacos y amarillentos del tabaco, las uñas largostro verdoso de los tísicos— tiene sobre lau medio litro de vino fresquito, su paquedeales y una novela, para aliviar la monoton

aula, que está flojita, será por la calor. Nadvisto al cura. Ves cómo algunos se sonríennsistes. No, nadie sabe nada. Le deja

candelabro a Rodri, por no abrir la sacrRodri, que gusta exhibir su cultura -el vaso ecomo en un brindis, arqueando exageradamencejas y guiñando un ojo- dice con retintín apor la Lusitania, niño. El alumnado ríe la gSabe Dios qué habrán entendido por eso

Lusitania. Tú tampoco entendiste. Enfilacallejón entre la iglesia y la casa grande. Rementalmente los lugares por donde el páter andar. A esa hora lo normal es que estuviera

glesia ordenando papeles o leyendo las no

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provecho. Sé generoso, Jeremías, y acepta le sea dado a cambio, sin abusar. Todo se re

en dar y recibir, esa es la vida. Ya, ya te

enterando de cómo rueda esta calamidamundo. Es como un iceberg, lo que se ve nada, por suerte, porque lo tapado es muypero todas esas cosas feas forman una anchapara que las pocas buenas se puedan sosteneno seas tonto, mira el champiñón, tan blannocente, y no pienses en el estiércol qu

alimenta, así tiene que ser. Todo tiene su caracruz, Jeremías, y si a algo le falta una de las entonces no es humano, o es cosa de ángelesdemonios.

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E l para nada sofisticado parque técniinstrumental con que se comenzaron

rabajos estaba compuesto por picos, pazadones, regaderas, arados romanos y carrudor de hombres y animales combinado. Au

en los primeros días ni eso había. Era nececontratar a los braceros con una herrammínima, y si tenían bestia con arado cobrabadel doble, todo venía bien frente a tanta carContrastaba tal penuria material con la comestructura organizativa y la retórica que des

primer momento el Ingeniero Jefe imprimióBrigada de Trabajo cuya jefatura ostentabpartir de órdenes, oficios, circulares y medios parecidos, se fue conformando

mportante cuerpo de doctrina e instruccioneiempo después, con el correspondiente «obstat» eclesiástico, recogería en opúsculoobligado conocimiento y memorización de to

cada uno de los miembros de la Brigada,

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odo los que tenían algún mando o responsabpor mínima que ésta fuera. Así se fue instituuna sociedad fuertemente piramidal y estanc

monolítico edificio en el que a los pocos añquedó el más mínimo respiradero. Como todgrandes religiones, ésta también tuvo pronLibro que, como espada de Damocles, pamenazante sobre las cortas seseras del perde confianza, que fueron los primeros a adocpoco acostumbrados al estudio y la reflexióneran examinados a traición por don Octavioajo, en los barracones o donde les cogier

manera que verlo venir provocaba en los poperarios ataques indecibles de ansiedad haserminaron sabiéndose las ordenanzas mejous propios nombres.

Sustituyó Fernando Ros al frente del almal Padre Eterno, un antiguo carabinero manproporciones formidables que aseguraba olvidado por completo la escritura convenc

debido a que la cantidad de sol sufrida e

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playas de Castilla, donde había servido tovida, le secó una parte del cerebro, asícontrolaba con su mano izquierda, la qu

quedaba, los escasos haberes del establecima base de palotes, oscuros signos y una honan portentosa como su memoria, la cele

honradez del cuerpo de carabineros aneja uniformes, que no siempre a sus hábitos, asccancerberos de fronteras y aduanas, cenomontaraces de cordilleras y playas. Era loefectivo e ilustrado que hasta entonces había por allí, pero sus frecuentes accesos de murro dejaban durante días como hipnoti

mirándose el muñón -nadie supo nunca perdió la mano- determinó a los jefes a retiraconfianza.

La parca factoría estaba recién construidrataba de lo que por allí se conoce como chomuleta. Rectangular, alargada, hecha de broustentada por cuatro sólidas horquillas o m

de pino en las que descansaba una larga

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maestra bisagra de la techumbre. El piso eierra apelmazada, más páramo que alhóndig

él se esparcían cuatro cachivaches, heredad

os zapadores del vencido y fugitivo ejércitoo vaya usted a saber de qué otra desdichaeran todas las alhajas a velar. El trabajo, Roes mucho por lo pronto, pero no te apures, lo de mucha responsabilidad, dictaminó Jua

Dios aquella mañana inaugural. En un rincónunos sacos de guano a manera de cortinas, el almacenista hizo un apatusco de vivienda queujosa, sí era la envidia de todo el que en

Esto es vida y no la mía, paisano, menos mauno tiene ya el pellejo duro y por lo menos tre va a costar a los piojos atravesarlo, se qu

Ocaña.

El almacén se convirtió en los primiempos en el lugar más visitado de aquel hmenesteroso. Comparado con el resto erauténtico vergel, en realidad el único lugar d

e podía ver algo que no fueran harapos, fa

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monte espinoso y retorcido. Allí se recibrugal mercancía que lentamente fue aument

en cantidad y en calidad. Se podría decir qu

el almacén en todo momento un espejadiografía de las ilusiones de aquella acobaociedad sin arraigo, la medida de su esper

Como la paloma con la rama de olivo al aroé, a él llegaron un día los primeros lote

capotes de hule para repartir entre el personbien aquel año la época de lluvia había pasos brillantes azadones, los picos, las palaos cientos de regaderas, todo un símbolo

magna empresa; era reconfortante contemamaña opulencia, cada objeto nuevo confor

un pilar para reconstruir el extraviado optimdel personal, algún lugar había donde

abricaban cosas nuevas, el mundo exteriohasta entonces se cerniera como una amempezó a mostrar poco a poco un perfil algodulce, alguien por ahí los quería y les man

cacharros para que vivieran mejor.

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Animaba la convivencia con tanto tesorus hospitalarias puertas, como los tribu

antiguos, se constituyó espontáneamente el p

club social, casino o ateneo del lugar. A falchéster, sentados en el suelo, la espalda apoobre la broza de las paredes del chozó

alineaban los paisanos, en silencio las más veces, con sus desbaratados atuendos de poneta remendados, les bastaba con saber tra

espaldas las flamantes novedades para seeconfortados; además, en aquellos días, má

virtud, el silencio era menester para poder azonablemente en paz. Una de las actividad

aquella distinguida sociedad llamó poderosaa atención del Ingeniero Jefe; también de

espontánea, los que algo sabían, con Ros

efe de cátedra, empezaron a enseñar aanalfabetos a dibujar las letras con un palito a tierra y formar con ellas sus nombres, lo

más de uno le resultó mágico y muchos term

conociendo el alfabeto y sabiendo firmar

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udimentos de las cuatro reglas, estadio intelcon el que no habían ni llegado a soñar y más de uno a la larga habría de granj

ustanciales ascensiones a medidores, tractoo furrieles de algún técnico.Al caer la tarde, después de su liviana ce

arroz blanco y huevos pasados por agua,Octavio gustaba acercarse al almacén. Espopor la ansiedad, revisaba una vez y otrmaterial, nunca le parecía lo suficientemente abundante, contaba y recontaba, el éxito

misión radicaba en el aumento y mejoraquellos útiles inertes, demasiado están hacestos pobres hombres con poco más que las mdesnudas, pero hay que perseverar, algo es aunque se les queden las manos en el muñó

voluntad, Octavio, la voluntad: en ejercerla eriunfo. Daba al salir sus paternales buenas na los productores e intentaba sonsacar de pFernando Ros del que maliciaba se e

convirtiendo en incómodo líder del person

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pesar de sus aparentes prendas, no acababiarse de él. Miraba a Ros, intrigado, sentí

escapaba a sus premisas aquel hombre silen

de bigote fino, como sus modales; tenía algntruso, de presencia molesta, sin saber preciqué, pero no iba a permitir injerencias y maún foros donde se pudieran cuestionarmétodos, planteamientos o ideas. Era el momde ir todos a una, de trabajar, no de pensospechaba el Jefe de Brigada que aquel falae daba en exceso al magín, a algunos de su

había conocido, primero en Bilbao, de aquguardaba buen recuerdo; luego en Salamancos primeros tiempos de la guerra, que ya no

mismo, aunque más de un antiguo bilbanduviera por allí; ahora se dedicaban a mo

a los militares con su campechaneo y sus hisde revoluciones, sindicalismo, laicismestatolatría; percibía en ellos cierta bellaqque jamás percibió en los precursores de su

era el contagio de los jonsistas, esos sí,

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auténticos rufianes; hasta quisieron sustitubandera roja y gualda y el himno real por la negra y el «Cara al sol», pero el Generalísim

entendió, como yo voy a entender a éste. ampoco es!

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-S i algo está claro, amigo Ros, y supongousted lo entenderá, es que las necesidad

a Patria obligan muchas veces a hacer cosaen otra situación jamás haríamos. Si aquí se aa cualquiera para trabajar no es porque yo na necesidad de una selección adecuada pa

proyecto que concibo modélico y que ngeniero Jefe soy su primer responsable. N

porque no puedo escoger. Han muerto milóvenes en este país y otros muchos hacen gupara que nada de lo pasado vuelva a res

Faltan manos y sobra trabajo, por eso napregunta, pero no creas, todos están vigilmejor o peor pero me conozco todos y cada uos pasos que dan mis subordinados. A más d

engo catado y a alguno poco le va a duruerte. Lo que no puedo entender, y llevo tiqueriendo preguntarle, es qué hace aquí un hocomo usted. Me he estado informando, e

obligación como usted comprenderá: an

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estudiante de derecho, camisa vieja de Falencarcelado por los rojos prácticamente duoda la Cruzada, ¡hasta algo poeta o prosist

han dicho! ¡Vamos, todo un literato, un hombetras! y, supongo, que con muchos amigosituados. No es lo normal, Ros, que esté ust

almacenista por unas míseras pesetas en estedejado de la mano de Dios, rodeado de esta que en su día serán hombres de bien, o no nada, de eso me encargaré yo, pero que hoy mucho que desear.

-No crea usted que las cosas andan mejotra parte. Aquí por lo menos se come, que poco a tres días como quien dice de terminaguerra. Para esperar que las cosas cambiebueno es este sitio como otro.

-¿Y, según usted, qué cosas tendrían cambiar?-Verá usted, don Octavio, si me la pide le

a dar la explicación. Los primeros yugos y fl

que se bordaron en Zafra los bordaron

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hermanas en mi casa. Fueron muy poquitos ba en mi camisa. Ni siquiera eran de Faodavía, eran de las JONS, como el «A

España» y el «Una, Grande y Libre» que odo el mundo los tienen como suyos. En aqdías los jonsistas no llegábamos a trescientodo el país y de Ledesma Ramos se decía q

era más que un pobre diablo del que se reíaderechas y las izquierdas, pero fue él quien el sentido revolucionario y redentor a lo que ue Falange de la JONS, y que los militares

curas se encargaron de liquidar en el 37 por de Franco. Cuando caí preso en el 36 el partiel que militaba era antiburgués, revolucionaecular, muy distinto al que encontré aliberado. No sé si maté alguna vez, ni q

aberlo, pero sí disparé a muchos. Primero fas escuadras de las JONS y luego de la prínea de Falange. Pegué y me pegaron, utilporra y la pistola y las utilizaron contra mí, y

por un ideario que lo peor no es que no se

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cumplido, lo peor es que dicen los que lo raicionando que lo están cumpliendo. No peor en este caso la traición, es el cinismo.

-No es digno de un hombre vivir agazaesperando la venganza. La venganza es mezRos, y más aún cuando proviene de un equamentable, como es su caso. En esta hora os hombres de orden debemos formar unapara que nuestra Patria salga adelante, debempeñar en ella lo mejor de nosotros mismoiempo habrá para todo en adelante con la a

de Dios. No crea usted que a mí me gusta bajo el imperio de unos militares muchos deepublicanos y masones como de todos es sa

pero sí confío en el Caudillo como síntesnuestros mejores valores. Militar, sí, pero

piadoso e intachable, el primero de los milipero antes el primero de los creyentes: la cruodo, la espada porque las circunstancia

España la han requerido. ¡La oración siemp

hierro cuando sea necesario, y ahora por des

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o es! No deben desviarnos de nuestro decuatro minucias, que entre hermanos seguroarde o temprano se arreglarán.

-No, no son minucias. Hoy por hoy, Octavio, yo soy también de los que han perdguerra, y debo alinearme con los derrotadoitio no está entre los vencedores, no valgo

encubridor que es de lo que muchos camaandan ejerciendo en estos días, no puedo colaborando con una gente que está tan seguadonde va que ni siquiera se molesta en defien su sistema cabe todo porque no es nistema, su única meta es volver a lo de siem

para eso, don Octavio, no era necesario pasao que se ha pasado. Lo que Falange de las

quería no era esto.

-Le estás dando la espalda a la realidadesón es inútil y tu dignidad errónea. No sé smás fanático que ingenuo o viceversa. Aqudos bandos y va a haberlos por mucho tiem

guerra ha trazado una línea y estás a un lad

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otro. No quisiera parecerte cínico también,como muy bien dijo su madre a Lázaro de To tú, que eres literato, lo sabrás mejor qu

acércate a los buenos y serás uno de ellonormal la tendencia humana de arrimarse causas triunfantes, lo que no es normal es qriunfador se alinee con los perdedores

perverso, Ros.-Aquí hay más bandos, don Octavio, y mir

desde bandos distintos. La Falange ganó la gpero ha perdido la paz. Al menos por ahora.a manera más necia, por un plato de lentejas

es ahora sino una agencia de colocaciones. Lcortado el pelo, como a Sansón, pero el pelo ahí estaremos muchos.

-Perdona que vuelva a tacharte de inocent

el mejor de los casos si Falange consighundir las columnas del templo que Francevantado, moriría con él. Y, lo peor, volvería

otros.

-Son riesgos que hay que correr. Este rég

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no es modificable, porque, como antes le dies ningún régimen, sólo es liquidable.

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¡P ero dónde anda usted! Mirarás de nuev panorámica el emergente poblado mie

agoniza el amanerado rosa del horizonte spor el brillo acerado de la noche. ¿Por dóndiro? Te dejas caer en el banco de piedra del

Ves cómo sube la cuesta tu tío Bernabéescardillo al hombro, con su claudicmansedumbre. Se sienta contigo. Saca la peía un pitillo. Sabes lo que te va a pedir. Costro iluminado, el cigarro colgándole d

comisura de la boca estirada por la sonrisa,

une las manos y las mueve arriba y abajo, coque toca una campana. Con ademanes y palpronunciadas exageradamente le cuentas, otrcómo te voy a llevar de sacristán cuando sea

Vas a ser el campanero de mi parroquia. Lo que tendrás que hacer, tito, será marcar las hTocarás a misa muy temprano, luego el ángeluvísperas, para las bodas y los entierros y a r

cuando haya fuego o alguna otra desgrac

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ambién cuidarás los nidos. En las torresmuchos nidos, de vencejos, de golondrinas enormes de las cigüeñas. Y ya no tendrás que

odeado de perros, que huelen tan mal. Bquizás te deje tener un gato, que son más limpara que te haga compañía en la casa reccuando yo esté visitando a los feligresatendiendo otros asuntos; y para los ratonesnuestra despensa estará llena y habrá protegerla. Te mira con deleite, como un golpeándose aparatosamente las rodillas copalmas de las manos y afirmando con la ca

o sabes exactamente qué entenderá, ampoco importa, vuestra conchabanza es lomportante que ha tenido nunca. Vivir

estupendamente, con mi madre y una moto co

de don Bernardo. Te daré paseos en elvendremos de visita al Majadal para ver amilia y a los amigos. Verás cuando te vean craje nuevo de pana: ¡Estás hecho un señ

Bernabé! -tu tío se toca la cabeza con insiste

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Carmita? Sí, eso te pareció: la figura frágiabrupta cabellera en la que su cara se pierdeno te aseguraste. Quizás si lo hubieras hecho

hubieras acercado… Te azoras. Jamás te acea ella a la luz del sol. Apretarás el pasdirección contraria. Quisieras saludarla, habla vista de todos; es tu amiga, nada hay de m

ello, pero no te atreves. Te pueden ver. ¿QuéCarmita por ahí? Estará, como otras vbuscando alcerrajas para el macho de perdicuelga en un jaulón de madera de la tartana amilia. Te tranquilizas. Te ha contado que

gran tesoro de su padre, el mejor reclamopoblado, donde hay muchos, aunque para naquieren, el Jefe de Brigada no permite la ninguna: el de la caza es un estadio que ya

estar superado totalmente por el ser humanode Dios. La abundancia de animales salvajibertad y sin control está en relación direct

el atraso y la miseria de las sociedades hum

íjese en África. Probablemente la suma de l

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en los países civilizados sea mayor que su núen el continente negro, pero están donde debus jaulas. Bien está que hombres como nu

Caudillo practiquen la caza, que no es por sdeporte como frívolamente más de uno sucomo militar la lucha contra las fieras le cap mantiene a punto todos sus sentidos, sobre

el de la alerta, que en él descansa toda nuranquilidad. Los animales salvajes son

agresión constante a la agricultura y a la gana por tanto al progreso de los pueblos. Nuiglo, y si no el que viene, será el siglo d

granjas y los zoológicos. Cuánto trabajo y cdinero nos ahorraríamos si lográramos exteros venados de estas tierras, donde rompe

cercas y destruyen las plantas cada dos por t

a los conejos que lo inundan todo, o a los zos linces y los lobos que inquietan las cabale incluso nos pueden atacar a nosotros miAnda, Jeremías, enséñale a Juan de Dio

hembra de lince que han matado hoy los gu

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El Nano le está quitando la piel en las cupara una alfombra.

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T an pobre era el suelo aledaño a las arenla costa que no hubo más remedio

plantarlo de pino piñonero en su mayor especie medio autóctona y por tanto sin probde adaptación, e incluso dejar de monte virgeparte nada desdeñable como cantera de leñauso de la 5a División en su trabajo de fijacióas dunas. La deseada plantación masiva

eucalipto tendría que esperar tierras mejoredel Norte, lo que no le hizo gracia algunpragmático y fogoso Ingeniero Jefe, conscieestar allí para cometidos más importantesimplemente fijar el suelo sembrando piñone

después de varias décadas no serían másidículos pinetes arrutanados de poco más

metro de altura, no le interesaban los lplazos, por muy dignos y loables que estos fuSe empezaba por rozar el monte a golp

hacha y de azadón para luego quemarlo. Ven

después el arado con las yuntas de mulos

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piñón, tirado a voleo, para la siembra del Para el eucalipto las labores eran más compTras la quema venía el arado de las tierras

evantar las raíces más tozudas y limpdefinitivamente de malas yerbas. Ya despejaerreno, había que marquillearlo, marcand

puntos donde debían ir sembrados los arbocon tres o cuatro metros de separación de uotro según la calidad del suelo. A lo largverano, época de máxima actividad, se sembas semillas en los viveros, cuando alcanzab

plantitas veinte o veinticinco centímetros rasladadas a los diferentes frentes para

colocadas en su sitio definitivo ya en otonvierno.

Como enjambres, largos frentes de bra

avanzaban trabajosamente reduciendo las pespinosas y los recios arbustos que aferávidos sus raíces en el anémico suelo. A uestas avanzadas se sumaría Ocaña desde

primeros tiempos. Fueron días de fatigas y n

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en vela. El sudor y la humedad mantempapado las veinticuatro horas del día el eatuendo del extremeño y de sus compañeros

desbordante muchedumbre de pulgas, pioatas lo embestían tratando de alimentarse pellejo cuando de noche intentaba dormir chozón a medio construir, hacinado con quiveinte hombres más, sobre viejos sacos de ade olor nauseabundo y montones de paja mohmacerada donde hervían dichosos los hongosiendres. Repartieron entre el personal, a m

de bálsamo de Fierabrás, unas pastillas amaenormes marcadas con las letras ATP, que, aa única medicación existente, pronto se cubprestigio, de manera que nació un lucrcomercio con ellas hasta que el Ingeniero J

cortó y se empezaron a repartir una a una, tenque ingerir la dosis delante de algún guaristero. Con ellas se intentó neutraliza

paludismo, las maltas, la tiña, la tuberculosis

endemias más. No se logró. Los muertos eran

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menos, pesaban más los enfermos desfilandaber a qué agarrarse ni dónde meterse.

De sol a sol, con fugaces paradas para ro

poco que se podía, avanzaba la variopinta troon de las voces de los manijeros y las miescrutadoras de los guardas armados a caballaleaban guasones a los novicios, muchos de

estrenándose con el hacha y el azadón lo queque sus golpes y movimientos fueran de unacomicidad, intentando disimularlo echápasión porque en ello les iba su permanenciaajo. Fango. Cientos de palúdicas hect

encharcadas: un fangal que terminaba eblandecer músculos y neuronas hasta

partícipes a los cuerpos de su propia naturderretida y maleable, rendida a las continge

de las desgracias. Una sola cosa nueva aquella situación para Ocaña: era irrevocabelación con los compañeros era escasa, sentíodo lo que tenía que decir lo había dicho, q

e quedaban argumentos, que su tiempo se

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consumido. ¡Ocaña! Vente mañana que libramAlmonte con nosotros, hombre, que llevas aqun siglo y no has salido de estos arenale

extremeño paró un momento, el sol ya estabamiró alrededor secándose el sudor. El horizoperdía brumoso en un llano sin fin ni prinaquel embudo entre ríos era final de traySabía que sólo era cuestión de esperar. Cuácómo sería era su única y última curiosidadno, compañeros, otro día será.

Fue por entonces también cuando don Ochizo suyo un viejo sistema que desde siglose venía utilizando en la zona: la concesióozas a particulares. Cedía cierto númer

hectáreas de terreno, entre dos y cinco, paras cultivasen por una temporada y a cambio

devolvían limpias de monte y sembradas de pLos beneficiarios eran pelentrines que rozabierra porque rozaban la pobreza, apurados p

hambruna y la falta de todo en la posguerr

braceros, por carecer éstos de bestias y útile

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a labranza y un mínimo remanente para no de necesidad mientras esperaban la cosechaprimeros trabajos se hacían en primavera

ecolectaba bajo el agobio del sol del vegeneralmente trigo para consumo de la famavena para las caballerías.

Pasados los temporales de agua, don Oce vio en la necesidad de ordenar el on

campamento de hules y chamizas que en los anteriores había ido floreciendo en crecdesconcierto como la sentina de un barcoderiva. Ordenó primero barrer todo abatiburrillo de disparatados ingearquitectónicos y, sobre suelo limpio, marquilleadores se encargaron de roturar unaecta y ancha. En una de las aceras quedar

casa forestal, el cuartel, el almacén y vbarracones desmontables de madera habitación de solteros y solitarios, que dierlamar hangares. Frente, una hilera de choz

broza, a manera de las antiguas de la

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eforzadas por anchos parapetos de arenampedir que las socavara el agua, en las q

distribuyeron las familias. Aunque muy al

aún de lo que el Ingeniero Jefe hubiera soaquello iba tomando cierta forma, se espirando cierto orden, fundamental para q

control se fuera haciendo cada vez más efectihervidero medio nómada de los meses anteen que aparecía y desaparecía personal comarte de magia sin que nadie pudiera darle lamínima explicación, le había traído fuera de os largos días de lluvia, miraba irritado des

ventana del viejo cuartel de carabineros dAbalado a los hombres, las mujeres y los calados hasta los huesos e incapaces de haceren medio de aquellos barrizales que les imp

hasta caminar. De continuar de esta forma, JuDios, no llegaremos a ningún sitio, de anipoco o nada se puede sacar, ésta es una misieres humanos y en seres humanos tenemo

convertir a esta gente y para ello lo prime

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Por resultarle algo desairado coger la puFernando Ros aguantaba el chaparrón lo mejopodía, aunque nunca fue invitado oficialmente

charlas, quizás simplemente porque se le supaquellas horas en el almacén o quizás porqueestimación de don Octavio el altanernsobornable almacenista iba pasndefectiblemente de inquietante y peligropatético e inofensivo, a definitivamente derro

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¡…P orque son ustedes mis elegidos,apóstoles de una misión que está

por encima de todos, y de mí mismo, conespecial responsabilidad porque son ustedeefes, están a la cúspide de la pirámide, o máon la cúspide de la pirámide. Ostentan pora máxima autoridad frente a sus subalte

aunque por encima tengan a otros, y en la cúa Dios, fuente de toda autoridad!

Quiero antes que nada que entiendan qué un jefe, para que tengan conciencia clara

condición y de su misión. No existe contrato social alguno, es éstdea aberrante. Igualmente, las masas no

capacitadas para dirigir sociedad alguna

proclaman las fracasadas democracias liberairean por ahí ateos y materialistas. Dios noal hombre como individuo, lo creó como soc, por tanto, como jerárquico. Así, toda jera

presupone inferiores y superiores. Por todo

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estamos obligados por mandato divino a ejerautoridad en el puesto que El nos haya design

Y para ello hay que aprender el art

mandar, que no es más que el de dirigir ubalternos de manera que den lo más y lo de sí mismos en aras de la misión común, coazones mínimas, porque su función es obe

ciegamente y cumplir así con el mandato de in recelo ni duda alguna: el inferior tieneervir, el jefe, mandar.

En la naturaleza de los seres humanos eobediencia, no le es extraño por ello que sicomo natural que se les mande. Pero ninoportará ser mal mandado, el que manda

mandar bien, por eso todo mando exigecapacitación. Y lo primero que da confianza

ubordinado es la autoridad que del jefe emAutoridad, no camaradería, que no es máhuir de sus funciones por falta de hombríacamaradería en el jefe, el aguantar tolerantem

porque muchas veces es más cómodo, sie

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acaba confundiendo los papeles y anulandespeto y la admiración debidas en el inferior

El jefe es el guía y el guía sabe dónd

aunque ese camino por arduo no lo entiendveces las multitudes. Como guía debe infconfianza, consecuencia directa de la admirade la seguridad que inspira. Y esto no brota galones sino de una perfecta dignidad de vida

¡Fe, fe, fe! ¡Quien no la tiene no debe sero quiero inteligencia, madre con tanta frecu

del pesimismo y la crítica gratuita. Quiero ppasión capaz de contagiar al subordinado delque nos anima!

Cuando la autoridad se ha asentadoconfianza de los mandados se nos daráañadidura. Entonces podremos bajar a sab

us cuitas cotidianas, ayudarlos y animarloolvidar nunca quién es cada cual, para entiendan que después de la misión común, lmportante es su felicidad.

La fidelidad es un instinto natural e

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ubalterno, pero hay que sabérsela ganar. Edebe estar atento a esos momentos especialus subalternos, de sus penas y sus alegría

esos momentos le abrirá seguro su corazónhará suyo para toda la vida. No dejemos pasnuestra bendición y a ser posible nupresencia, una boda, un bautizo o una muerello comprenderán que participamos de su mhumanidad.

Pero siempre con cuidado. Que no llenunca por un mal entendido igualitarismo a en duda nuestra jerarquía o nuestras órdenespernicioso, se perdería el norte, y a la germinaría la semilla del fracaso.

Contra ello está la disciplina, que debograr que la entiendan como una nece

nsoslayable, no como imposición brutal. Ydisciplina no es suficiente, está el castigcastigo no es más que la lógica aplicación usticia. No es un derecho del jefe, es un deb

más desagradable de los deberes si quieren,

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no podemos volverle la espalda. No castiga ecomo individuo, castiga como brazo de la leyas normas y eso siempre debe quedar claro

ubordinado.Ahora bien, nunca apliquemos la ley de fprecipitada e irreflexiva, dominados poarrebato momentáneo. La justicia debe ser cría. La precipitación nos puede llevar fácilm

a la injusticia. Esperemos el momento opodespués de escuchar todas las versiones poshagámoslo incluso con benevolencia, y tramás de minimizar que de exagerar. Pero cuanituación se haya aclarado y la falta demos

castiguemos, y si el individuo castigado reiin propósito alguno de la enmienda, sin espe

de volverlo al redil, peguemos, el único cami

que cambie o sucumba. No dejemos nunca ahombres con los buenos, porque terminarán podridos, y aquellos terminarán convencienéstos de que somos sus enemigos

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¡J eremías! Oirás que te llaman. No hace que mires. Sabes que es tu padrino. ¡Qué

conoces su voz! Impostada, de teatro romácon una fonética tan perfecta como impernadie podría adivinar su patria chica poacento. Hablaba un castellano radiofónico, epor completo de la rudeza, las fuertes eses errores verbales propios del de su tierra. Vua cara. ¡Acércate! Ves en la terraza su si

algo turbia por la hora pero inconfundibledestocado. Las manos a la espalda asiend

usta, los hombros atrás, la cabeza apuntándote con la barbilla. Satisfecho. ¡AcéJeremías! Te levantas de un salto. Con un trotuave recorres los pocos metros que te separ

a casa grande. ¿Qué tal te va con Tito Liviopregunta de entrada para demostrarte que eodo. Bien, padrino, bien, respondes. Verás, q

que vayas un día de estos por Almonte. El pá

está muy quejoso de ti. Apenas le has visitad

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verano. Es un justo varón, Jeremías, y unespañol que sufrió la persecución de los rojmanera cruel, pero él supo burlarlos, porqu

ojos, antes que rojos, son brutos, con la membotada por el resentimiento y la envidiaeso nunca saldrán victoriosos de un envite, pon unos torpes. Sí, ése es el tipo de sacerdot

debes tener como espejo, no creas que todoguales, y tú debes saberlo, que conoces a m vas a ser uno de ellos si Dios qu

Veladamente -él jamás acusaría con franquezaeligioso ante ti- pero sabes que se refiererato con don Bernardo, más estrecho de lo q

gustaría. Quieres al páter, y se te nota, te lo npadrino. Admiras su rebeldía, su independaunque sean algo primarias, levantiscas,

propias del individualista que del justicieronsumiso al fin. Era el único que se atrevía a de ropa pascua al Ingeniero Jefe, aunque fuedetrás. Desde que entré en el seminario hast

e acabó la guerra he pasado todo el miedo

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enía que pasar, Jeremías, así que ese sentimo tengo agotado. Estoy en época de vacas g voy a aprovecharla, que bastante he pasado

padrino ni nadie me va a amargar la existeAlgo más relajado de la cuenta, es cierto, peo fundamental sabías que era un buen saceo has visto mil veces ayudar a la gente,

arriesgar alguna vez el pellejo; como en las rde los inviernos, cuando atravesaba el acrecido, cargado de sacos de pan cuando yquedaba en el poblado ni un pescolo. Hastmás fuertes y valientes escurrían el bultverdad es que imponía aquel montón de barro y arbustos revueltos y arrastrándolo Luchaba como un tigre, con la sotana empapgritándole al personal acobardado que los

enían que comer y por ellos lo hago que vome importáis un carajo, manada de gallinacabeza divaga. Apenas atiendes amonestaciones de tu padrino. En Almonte h

eminarista de tu edad. Supongo que lo cono

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muchacho, está también en Sanlúcar. Claro qconoces, y sabes que a él le hará la misma gel verte que a ti el verlo a él. Ninguna. Reco

os diez meses de encierro, el hambre, el fríocilicios. No respondes. Sigue perorando. Ccasi siempre dejas de escucharlo, te aleetórica. Vuelves a lo tuyo. ¿Sabe usted dónd

don Bernardo, padrino? Sabrá Dios, Jereabrá Dios, vaya usted a saber a qué le dedica tarde dice entre dientes, casi escupiend

palabras. No sé, no sé. ¡Adonde iremos a pAyer han tenido una fuerte discusión. comercios de don Bernardo lo sacan de quicivendejas de pan, de tabaco, de novelas y deo que le caiga y como le caiga sin el más mpudor; dista mucho del comportamiento

acerdote portador de la cruz hermana despada con el que soñara. Desde tu pospuedes ver a través de la ventana, abierta den par a aquella hora para que la cas

efresque, el arranque de la escalera. Tu ma

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está subiendo con una enorme banasta de men la que transporta la ropa planchada distribuirla por las habitaciones. La de

Octavio y las de los invitados, políticeligiosos que van y vienen constantemente. iempre la viste: medias gruesas y pañuelo

cabeza, todo negro, hasta en riguroso veranestaré hasta el día que pueda ir a donde entea mi Domingo, y si no llego a ir nunca, aenterrarán, de negro. ¡Mujer, hace ya catorceque el pobre de tu marido se fue, alíviate un por lo menos las medias, que te vas a asar cochicharrón!, le decía Gerundina Sánchez. Y contestaba, sin rabia, suavemente, pero coerquedad de los empeños inquebranta

Aunque nunca supo su edad con exactitud, a

habría cumplido los cuarenta por entonceestaba vieja, con veinte años más parecíamadre. Mírala, subiendo las escaleras. ¿Quépor su cabeza? Era como una madre de alqui

nodriza de un príncipe falso inventado

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ejemplo y espejo de sus iguales: fijaoJeremías, nacido en la más absoluta demiserias y la Santa Madre Iglesia y el Esta

han elegido como uno de sus hijos más diluno de sus futuros dirigentes.

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L os trabajos en el frente sur quedaron pcontrolados y marchando a buen ritmo,

al cabo en la mayor parte de su extensióhabía más que seguir los pasos y las técnicadesde antiguo llevaban poniendo en prácticngenieros de la 5a División: sembrar pinos p

que la tierra no se degradara, labores basmecánicas y con resultados más que contrasPor otra parte el campamento base seconsolidando poco a poco, cada vez eran mos sin cobijo; el anchuroso bulevar de chozperfectamente alineados y limpios como si davenida de Brasilia se tratara, lucía ahoraiestos de geranios y latas oxidadas en las

crecían espigados y fragantes los claveles

mujeres trajinando, con niños que jugabcorrían embetunados de barro e inocencia, coesperanzadores aromas de los hornos de panos buhoneros de Pilas y de Sanlúcar y de M

pregonando sus quincallas, sus pescado

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hortalizas la gente de los huertos de Las Polos cazadores de Doñana los conejos y perdi

Pero aquel tierno limbo mendicante no era má

un punto muerto para el Ingeniero Jefe. Aueran muchas las hectáreas que sumaba el barra, pocas resultaban aprovechables pa

eucalipto y esas pocas de mala manera, ppocas eran las especies con las que se pexperimentar en aquel sílice volandero, arendifícil control que de un día a otro podían paecas como el esparto a laguna y arruinrabajo de meses en minutos. Justo a partir dindes, como las compañías extranjeras v

demostrando, empezaban a darse bien un númportante de especies, de crecimiento ráp

alto rendimiento maderable. Pero esas t

enían dueño y no se les podía aplicar la ley ierras improductivas como se hiciera con losanteriores. Alrededor de media docena de funas más y otras menos pero todas produc

cortaban el avance de don Octavio. Las

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estaban en manos de españoles capitularon aun año después, dejando finalmente rodeadaposibilidad de expansión a El Majadal. Per

así los holandeses no cedían.Comenzó entonces un acoso, veladoprincipio y pronto franco, centrado por una en el control excesivo y entorpecimiento alida de productos del país por parte d

autoridades españolas y, por otra y más en dien el allanamiento de la finca por técniccapataces del Patrimonio que, al mandongeniero Jefe pateaban, armados de sus cara

arboretos, plantaciones y laboratorios comayor de los descaros en busca de informacde paso, mostrando su fuerza alevosamente.

Los holandeses, apoyados por su cónsu

Sevilla, que era ingeniero de montes y accide El Majadal, se resistían, pero el acoso coma dar sus frutos. Para calmar las ansias del vvendieron al estado español el coto Bayo,

ierras más pobres aunque ya plantado y ord

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en parte. Algo después tuvieron que hacmismo con Bodegones.

Dos sucesos achacados a la fortuna, m

buena, eso sería discutible, vinieron a precipcaída final. El episodio más sonado, y nunca dicho, acaeció en Almonte. En el almacén quholandeses tenían en el centro del puebldeclaró un incendio. Se dijo que comenzó ede los camiones allí estacionados la tarde anVenían de Sevilla después de haber descarcarbón vegetal procedente de los hornos dMajadal. El carburante de los camiones egasógeno, que iba en un depósito situado encabina y el remolque, depósito que se ponojo vivo cuando el camión funcion

Oficialmente se concluyó que algunas d

espuertas de esparto en las que se transportacarbón entraron en contacto con el depempezaron a arder y terminaron por incendcamión y el fuego luego alcanzó a los o

Oficiosamente se impuso la idea del sabota

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no necesariamente cierta, sí más coherenncluso más productiva para los intereses de

de Brigada: alguien había ayudado al f

nocente. Sea como fuere, se oyeron privarias explosiones producidas por los depóde gasógeno, relativamente discretas paraucesoras, que pusieron en alerta al vecindar

medio de la noche las campanas de la igocaron a rebato, los vecinos acudieron a la p

del almacén y se comenzaron a organizarntentar cortar el fuego. Lo que no sabía

noveles bomberos es que en una nave al fondedificio se habían ido acumulando durante mmeses en grandes depósitos las esencias vegque se destilaban en la finca al no concedérus propietarios licencia de exportación,

además de una fortuna, eran pólvora pura. Tprimera de las grandes explosiones, la genteestampida, sin nadie poder dar explicación que estaba pasando. A ésta siguieron otras

muchas calles a la redonda las casas que

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desiertas y sus moradores huyendo aterradpaños menores. El espectáculo fue apocalípos bienes de los holandeses en el pu

quedaron así barridos para siempre. Un lameaccidente que ninguna autoridad se molesiquiera cuestionar ni investigar sus razones

que todos los que algo tenían que ver con el mdel eucalipto y las arenas las tuvieron claracírculo se iba cerrando. Y para colmo de biecomo punto final y a muchos kilómetros, tuvoun rocambolesco affaire que nadie supo en cade qué sumárselo a esta historia. El cóholandés y accionista mayor de El Majadal, evisita a su país cuando la guerra europeanguidecía, cae de un tren en marcha

circunstancias que nunca se aclararon y m

Algo después, sus posesiones en suelo espasan inexplicablemente a manos del Estaaplicárseles la recién promulgada leyexpropiaciones forzosas a extranjeros y

legarse a saber nunca quién fue el vendedor

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parte, asunto que aún sigue abierto. Fue entcuando la resistencia de los restantes sociosondo.

Al marcharse los holandeses del SudesHuelva, dejan como herencia a don Octaviincas en producción, una red de camino

asentamiento de El Majadal, un arboreto mode los mejores del mundo en relación co

eucalipto-, un vivero, calderas para destilaciesencias, el almacén y la oficina -aunquechamuscados- de Almonte, una mano de especializada y, sobre todo, una informécnica y científica impagables. Poco más nue

haría, sólo sacarle el jugo a lo hecho.

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(H ora crepuscular. El Majadal. Terraza dcasa grande que mira a La Rocina.

anaranjada de un quinqué, apenas perceptibendos sillones de mimbre, don Tomás Bu

don Octavio Zamacola y don Mauricio de la Sobre una mesa baja una bandeja con tres couna botella de oporto. Zamacola no toca la Se intuye la luna en un cielo altísimo. Perejano a galán de noche.)

DON TOMÁS: No sé por qué insistes, Octa

en hablar de tu país como víctima y del mío verdugo. Yo mismo no sé ya de dónde soy. Lmás de media vida en España, mi mujeespañola y mis hijos han nacido aquí, a

metros de donde estamos sentados, y sé mEspaña que de mi propia tierra, por la quengo la más mínima nostalgia; mi hogar esporque lo he hecho yo. Nos acusascolonizadores pero no olvides, Octavio,

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España ha sido una de las grandes naccolonizadoras a lo largo de la Historia, es mentido mismo de su nacimiento está e

colonización de América. El único camino grandeza de las naciones, nos guste o no, capacidad de colonización, de la forma quepero colonización; no existe ejemplo contraa Historia de la Humanidad, ni siquier

excepción que confirme la regla, o al menos a conozco.Lleváis quinientos años de colon

misma Holanda fue vuestra. ¿Cuánto hudurado la unión de España con su conglomde lenguas, de fronteras y de leyes quepervivido hasta hace dos días, de no ser pcolonización de América? Incluso hoy, empparticulares y el mismo Estado español expl

comercian maderas en Guinea.DON OCTAVIO: Sí, sí, pero esto no es Áfraunque alguno se lo crea. España, gracias a es hoy una nación mayor de edad y sabe cuid

í misma. Es más, necesita cuidar de sí mism

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está bien de venderla en parcelas a la péAlbión y a vosotros mismos entre otros! Acabde estrenar voz y se nos va a oír.

DT: Bien, Octavio, pero en los cerca de vaños que llevamos aquí no creo que haycausado mal alguno a tu Patria, tú eres el padmirador de nuestro trabajo. Nadie huapostado por estas tierras cuando llegamoeran más que cotos olvidados e insalubres, yahora.

DO: ¿Pero cuánto os habéis llevado vosoQue al fin y al cabo no sois más que una emprivada, que es la que se ha lucrado, vuestrocomo tal tampoco recibió tanto. Quieroentiendas, Tomás, que a mí vuestro trabajo mparecido excelente, pero los montes, estén

estén, deben ser patrimonio del Estado, porqutilidad del monte es colectiva. El monte inen el clima y en las aguas, son los pulmoneos que respira la Tierra y no deben estar nun

manos privadas, sean estas manos las que sea

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pueden estar al arbitrio de los intereses depocos que tarde o temprano terminarán chocon los de la colectividad. Hace mucho

España está desarbolada, y la guerra la termiematar, el país necesita madera para levanno podemos prescindir ni de una astilla ni pun minuto en discusiones que quizás en momento pudieron tener sentido, pero hoyEspaña pide el eucalipto blanco, el que ápido, más recto y más alto crece, él eímbolo de nuestro futuro, el único camino

que diga lo contrario es un individualista y uespañol.

DON MAURICIO: Todo eso podría estar mbien si la tierra fuese un perrillo fácilmdomesticable, que pudiésemos manejarla a m

de nuestras necesidades y nuestros deseos, pees así. El orden económico, queridos coldebe responder al orden natural, si no, taremprano vendrá el desastre. Tú, Octavio, t

ormado en Alemania, comprendo tu obedien

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a ciencia germánica, pero no olvides quciencia fue concebida para aquellos bosquepara éstos. El bosque mediterráneo, lo sabe

bien como yo, es un bosque plural, donde que interactuar los árboles con el monte bajganadería para sobrevivir y poder por tantaprovechado por el hombre, y lo que tú pretaquí es hacer tabla rasa con todo en aras deárboles tan esbeltos como esquilmadproductivos y rentables, sí, pero ¿hasta cuCuando los eucaliptos pasen, habrá pasado por estos cotos, y con ellos se irán el agua pocos nutrientes que tenemos, y entoncedesierto total será ya inevitable.

DO: Pero habremos salvado al país. ¿Paranta agua ni tanto nutriente si no pod

aprovecharlo? Yo no tengo tan claro que esta e vaya a desertizar por sembrar unos eucalo que sí tengo claro es que España necesit

madera, y para evitar los males están la cien

a técnica. ¡Que no somos hombres de

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cavernas! Al fin y al cabo esto hoy no es máun pantano, preferible en todo caso es un desal menos acarrea menos enfermedades.

DT: Existen de todas formas posibilidntermedias; claro que más costosas y más lenpartir de planteamientos más serenos, que soque nuestra empresa ha venido practicando el día que llegamos. Estas tierras hay que train urgencias, es el consejo que te doy, Oc

ahora que van a estar en tus manos.DM: El eucalipto, señores, no cabe en ell

ninguna forma. Llevo en estas tierras más tique ustedes dos. He desarrollado aquí todcarrera profesional y las conozco. Es un oráneo, del que además sabemos que ha s

media Australia. Comprendo tus afanes y los

padre, Tomás; lleváis años trabajando con acto, lo sé, pero no podéis prever el futumenos suponer que va a ser diferente a lo qido en otras partes del mundo: la destrucci

os suelos, su total agotamiento porque no

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agua que sacie sus raíces ni tierra que sopodestilación de sus hojas que es puro venenoahora el Estado acelera el proceso tenem

uina a la vuelta de la esquina.DO: El Altísimo, amigo De la Roca, puhombre en la Tierra para que se sirviera deSomos nosotros, los hombres, los que tenemohacer y deshacer, por mandato divino, para eshizo racionales e inteligentes. Ya dijo San que ni el que planta es algo, ni el que riegaDios que da el crecimiento. Si estos árcrecen será porque Dios lo quiere, de más eque se discuta.

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P or lo que le abultaban los bolsillos dsotana, el páter va cargado de cuarter

así que algún negocio se trae entre manos. Haun rato que lo vi yendo como para los huesponde Fernando Ros a tu pregunta. El cua

de tabaco, patrón del poderío y llave dvoluntades; era cosa de saber por cuántosgranjearse lo más sagrado, y don Bernardoenía el monopolio, operaba con ellos como

Fernando lleva una vieja botella de cristal, gropaca y verdosa, de las de agua de Seltz pe

el sifón. Viene de la cantina, con su ración de vino, algo remontado ya por estas fechaos posos de la cosecha del año pasado,

mosto no está ya para estómagos cristianos, c

así y todo no hay mejor compañía para duerme solo. Mañana lo meas o lo vomitas,a te ha hecho el favor. Has bajado otra v

escalinata. Despacio. Sin norte claro. A Fern

e gusta escandalizarte con sus impertine

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pero sabes que no es así, que lo hace para bua boca. Aunque lo que te fue a decir lue

alarmó: me huelo que tu jefe, curita, va a pa

noche entretenido. La carne, a esa que llaenemigo del alma, quién se le resiste. El quimpio de culpa, tire la primera piedra,

curita? Te diste por aludido, ¿recuerdas?conciencia no andaba muy tranquila por aqudías. En tu atormentado cerebro se revodolorosamente los deberes de tu alma,entimientos de tu corazón y las sensaciones

entrepierna. La sonrisa maliciosa de Fernanrajo el rostro arrebolado del que unas horase habías despedido. Qué sabía él de lo tuyo,

pensaba que sabía. ¡Cómo jugaba contigo! Pqué carne se refería. ¿Cómo que don Bernar

a pasar la noche entretenido? ¿Qué está dicFernando? Estaba claro, Jeremías. Pero obstinas: palabras, palabras de Fernandodisfruta dándoselas de perverso conmigo

rreverente, piensas. ¿Qué habrá sido de él

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dónde iría a parar cuando se acabó todo? ¡Ce has acordado de Fernando a lo largo de to

vida! ¿verdad? Quizás más que de cualquie

de aquel escaldado bestiario de El Majadaer tan distinto y tan igual a ti visto desde ahoél lo dejó seco la guerra y a ti la posguerambos la vida os había situado en los mepuestos de salida, ambos erais de los buenverdad es que no os podíais quejar, para no uego a nada. Pero ambos también percibistin en los comienzos, y así no hay ma

Fernando el día mismo que lo liberaroMadrid, cuando te contaba que discutió con udel Requeté antiguo compañero de carrera yel mundo terminó riéndose de él como dalucinado; hasta con benevolencia, que fue l

elocuente, sus mismos camaradas: te has llmucho tiempo en la cárcel, Fernando, me dos cabrones, ya te irás enterando de por d

andan las cosas ahora, y no te apures, hombr

hay canonjías para todos, para algo hemos g

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una guerra. No, no, ya me había enterado deo que me tenía que enterar, no hacían falta

explicaciones. Y allí estaban, Jeremías, lo

Requeté, los de las JONS, ¡con todoevolucionarios que decían ser, y los de Falesperando para abrir el regalito que les caído en pago a la leña que habían repartidoo no claudiqué, no pedí nada a mis amigos

no creas tú que eran unos cualquieraclaudicaré, curita, ni claudicaré. Por aquiempos la ira del pobre Fernando se había tr

en un escepticismo melancólico frente a laealidad, su falangismo estricto e insobornaba sólo carcoma, un rimero de gestos esté

vana retórica y, lo peor, él era el que mejabía. Su decepción, fulgurante, le ib

acompañar el resto de sus días, como a tnecesidad de explicaciones. La única explicdel desengaño, Jeremías, es la aceptación propia necedad y no deja de ser un bo

amargo. La imposible previsión de la desgra

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de la maldad humana deja en las almas cánólo el camino de la apatía o el susto manten

manera de una terapia homeopática. ¿Claudi

Tú, no. Te has pasado la vida huyendechazando lo que más deseabas, pero no comeremita o un gurú buscando la perfecciónelicidad por el desprendimiento de las gerrenas, ha sido por miedo, aterrado por el

presentido de su pérdida.

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A lgo después de mediar la década decuarenta, las fronteras del Patrimoni

habían asentado. Habrá sin embargo un ntento de incluir en su ámbito al vecino co

Doñana, en manos entonces de unos cuerratenientes jerezanos que lo utilizaban

cazadero, por lo que entraba de lleno econcepto de territorio improductivo, razón por la que se enajenaron las primeras fincaspropietarios. Fue Doñana a lo largo del siglun auténtico campo de Agramante. Con el dic

Primo de Rivera se proyectó la desecación marismas del Guadalquivir para plantarlaalgodón, con lo que no hubiera quedado vivogorrión de su celebrada fauna. Algo despué

os meses de frenesí del Frente Popular, hubntento por parte de los desheredados depueblos periféricos de invadir el coto con cantes chivitos y leche para sus infa

desnutridos, consideraban, que cuernas meda

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oro para cuatro vagos. Y cuando parecía quecual había vuelto a su redil, llega don Octavius eucaliptos. Pero, después de alg

escaramuzas, le salió al Ingeniero Jefe el tira culata. Se llegó a reconocer el terreno e ios proyectos de forestación, mas el régimen

con los dueños de estas tierras ciertas vdeudas de los años de la guerra y sus apelliduerte peso en el Sur del país, aparte de

pasado un tiempo desde el final de la Cruzado que todo era ya algo menos imperioso,elajado. Después de las escaramuzas ngeniero vasco y un eficaz flirteo de los señ

andaluces con el Caudillo, la cosa quedó resAunque la mayor parte de lo repobladoinalmente de pino piñonero, en un principio

obligó a poner eucaliptos, si bien de fbastante económica por las ayudas estatales qes proporcionaron desde El Majadal, una zo

Sur de la laguna de La Madre, lindera co

Patrimonio, zona de escaso o nulo in

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cinegético, y el resto, la inmensa mayoría, scon la función que desde Alfonso el onceno venido teniendo, el noble arte de la caza y

menos aristocrático del recreo. El Cauocado en sus fibras de grande y primero dcazadores y conservador de las épicas tradicpatrias, plantó su firma en defensa de aquemblemáticas tierras meridionales para qudueños y sus descendientes siguieran gozánin apuro.

Cerrado el episodio de los holandescercado el Patrimonio por los ruedos de Almal Norte, al Sur y al Oeste por la 5a División yEste por Doñana, todos los esfuerzos se diriga la centralización de las estructuras organizen El Majadal, vicaría de la finca a partentonces.

Llegó por fin el páter, tan solicitado pngeniero Jefe desde el día mismo en qu

hiciera cargo de la empresa. Don Bern

Lezama era un cura de padre vasco y m

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andaluza, antiguo capellán del Requeté. Cuargrande, gordo, enérgico, de rostro pletórico ycongestionado, en el que ya las arañas vascu

comenzaban a delatar su no poca afición pocaldos. Su aspecto general, sin llegar al abanera algo desaliñado. Con boina permanente,a cara de palo de esos vascos de los cuadr

Aurelio Arteta, algo dulcificada por los mestmaternos del sur. A la sotana le lucía la quizás algo más de lo debido, y, frecuentemlevaba el cuello desabrochado y los bol

abultados por mil cachivaches con los qudedicaba al estraperlo y al chalaneo, sobreos cuarterones de tabaco que pronto le h

célebre.La casa grande fue desmantelada en p

principalmente aquellas zonas que a don Oce resultaban más frívolas e innecesarias y qupodían recordar a los extranjeros, trocandelegante mobiliario colonial holandés por e

austero español, eso sí, colonial también, pe

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nuestras colonias, como el mismo prócer gudecir. La parte del servicio se mantuvo intaos que quisieron quedarse se quedaron,

prometiera el Ingeniero Jefe a los antiguos dque lo exigieron en la venta, incluso la edificante figura de sino Miguelito el Maelegado primero a las cuadras y recogido p

por don Bernardo en calidad de sacristán y cde casa. Por el contrario, Bernabé, su hermanobrino Jeremías dejaron el chozajo de

Acebuche y los instaló el padrino en la grande.

De entrada a don Octavio le hizo poca gel cura. Su comportamiento franco y abierto personal subalterno, su vocabulario abernario para sus hábitos y condición…

obre todo, esos ribetes licenciosos que suodo su cuerpo y que pronto averiguaríngeniero Jefe que no sólo eran aparien

Tendría a su tiempo que ponerle remedio, per

o pronto el sensual sacerdote le estaba vin

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como anillo al dedo, y también tenía claro laños después tan magistralmente resumirCaudillo cuando a uno de sus ministro

apostrofara «no te comas a los curas, Camiloa carne de cura es indigesta». El páter resulel hombre resolutivo y desenvuelto, el cuchoque y brega que necesitaba en aqumomentos en los que un enjambre de albañcarpinteros, la mayoría improvisados, se afen construir los cobijos de toda aquella ncontrolada en destartalados habitáculos po

distintos frentes de trabajo.Don Bernardo asumió de inmediato

dirección de las obras de la capilla, ciertamente monumental para el lugar y la épo hizo con tanta eficacia y sabiduría que p

uvo digno asiento la huérfana imagen de escde la Virgen de Fátima que trajera consigo Madrid. Casi paralelos al páter llegaromaestro y la maestra. El era uno de tantos gu

civiles, camisas viejas y excombatiente

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general con cierta instrucción que fueron elea categoría de pedagogos de urgenciaustitución de los míticos maestros republi

del plan del treinta y uno, diezmados con avpor la nueva España -entre muertoepresaliados pasaron del ochenta por ciildados de cánceres de las santas tradicione

plaga perversa que en nombre de la cultura estado a punto de arruinar en un lustro lo qHistoria llevaba fraguando cientos. Don Anera de Carrión de los Céspedes, flaco, indoabihondo, inocentón, algo tenor y tocab

bandurria. Excombatiente, si se le puede lexcombatir a trasladarse desde una oficinejército en Sevilla -donde se mantuvo a lo laroda la guerra y del único fuego del que e

cerca fue del de los caldos de gallina que fuin parar- a ejercer el magisterio en El MaPasó por allí sin pena ni gloria.

Cosa muy distinta fue la maestra. Doña

Muy joven. Pizpireta. De cara menuda pero c

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esto de sus volúmenes serios y proporcionprietos, de lo que parecía no tener concieaunque era la única; sus curvas y su bla

upusieron todo un referente de prestigio peprimido y menesteroso sexo fuerte local.emoción, temblaba con facilidad y al mdisgusto le daban unas jaquecas terribles iebre se le iba por las nubes. En su esnquieto y pedagogía feliz, burbujeaban la Se

Femenina, las escuelas del padre Manjón zarzuela castiza; la vida era para ella un muamericano: optimismo, candor, ingenuidadcanciones, muchas canciones. Toda rresponsable para el lugar y los tiempos

corrían. A pesar de que no se enteraba de hacía de todo: preparaba adultos para bauti

parejas para casarse o jóvenes para confirmcuraba heridas, consolaba enfermos… apclaro está, de la escuela, a la que esconsagrada en cuerpo y alma.

Las aulas, dos, una para niños y otra

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niñas, las albergaba un edificio recién hechasí los bienes muebles, viejos y anticuraídos de sabe Dios dónde. Varias mesas lar

estrechas con bancos al pie donde se amontel alumnado. Pizarras individuales, pizaralgunas cuartillas y cuadernos, todo muy escLa primera vez que doña Pilar repartió algunos se la comieron creyendo que caramelos. Obviamente se partía de cero.

Mientras que la clase de los varanguidecía entre romanza y romanza del des

maestro-tenor, la de las niñas hervía de activajustada al milímetro a la pulcra y exiprogramación de doña Pilar sancionada pngeniero Jefe. Se abría la jornada co

aprendizaje del rezo. Luego, por turnos porq

había mesas para que todas las alumnas apous libretas, se practicaba la escritura.De los tres nuevos mercurios del espíri

que sin duda alguna petó más al Ingeniero Je

a maestra, que ni hecha a medida. A don Ber

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a don Antonio se los tuvo que tragar. El Cahabía dictaminado con coherente criterio qmenos el cincuenta por ciento de los puest

rabajo debían ser ocupados por excombatpor ser la mejor manera de perpetuar el espíra Cruzada y preservar al país de los arribiibios o, peor, de los emboscados.

Desde el instante mismo en que don Octadon Bernardo se vieron frente a frente mieéste paseaba con Su Eminencia el Cardenal Sbajo los soportales del patio del paarzobispal de Sevilla, ambos supieron questaban frente a su media naranja. Apenas undespués de la llegada del páter estallescándalo. A falta de casa propia, los maesel cura fueron instalados provisionalmente

casa grande. Ocurrió una tarde de domingocuchicheo lejano, cortado por risas sofocagrititos, impedía la concentración del IngeJefe entregado en su habitación al exame

conciencia semanal cuyas conclusiones refl

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en su diario domingo tras domingo. Poco a el cuchicheo fue derivando en alboroto y entonces de dónde venía. Descendió las esc

hasta la planta baja, clausurada y oscura a aqhora de inactividad y sosiego. En efecto, eracocina. La puerta que la comunicaba cocomedor estaba entreabierta. Con sigilo,Octavio miró al interior. Entró. Dentro hacía mucho calor, y estaba en penumbra. Sólvislumbraban tres siluetas agitándose y riendo oyeron. El olor untoso y dulzón del aguaraturaba el aire. El intruso tiró con fuerz

pestillo de una ventana que se abrió de par e un fogonazo de luz iluminó la cocina de g

como la pista de un circo: al fondo una encampana que cubría los fogones; delante de

una sólida mesa de considerables proporcionaparador también grande; cachivaches por apor allá. La cocinera, con su palomitaaguardiente en la mano, estaba sentada en un

baja de aneas al pie de la mesa. Sobre ésta, u

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as criadas, muy joven, las piernas colgandescalza. Tapada apenas con nada. El cura, dpasaba a la muchacha la mano por los hom

que llevaba desnudos. Los tres lucían el rcongestionado por la risa y el alcohol. Quizáno ser menos, el rostro del ingeniero secongestionando también. La escena se conSería conveniente, don Bernardo, que ustedaclaráramos… ciertas cuestiones. Si lo tiebien, podríamos vernos esta noche endespacho, fue lo poco que atinó a tartamudpobre, paralizado ante aquel híbrido de ludoméstico y pasaje grosero y grotescoDecamerón.

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Y me llama el muy imbécil lujurioso y bPor qué creerá que me han mandado

porque meo agua bendita. Será tonto. Querrme pase la vida martirizando con el infiernoplagas a estos infelices que las padecen toque algunos darían lo que no tienen poustituyera a sus castos y abstemios subalte

que son los cuatro jinetes del Apocalipsis, auuera por Satanás. ¡El que sí tiene línea direc

el infierno! O, por lo menos con el purgatoriode allí parece que lo han mandado. ¡Será ing

Y me amenaza con escribirle al cardenal, coel cardenal no supiera con qué bueyes senocente. Escribe, escribe… y espera resp

Casi un cuarto de siglo de cura, con cinco añ

epública y tres de guerra encima, que muchguerra fue la primera que la segunda, condecoraciones de todos los colores, y ahoviene con el celibato y la abstinencia. Absten

de qué. ¿Sabe él acaso lo que es nacer al c

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con la república y vivir tus cinco primerosacojonado en la cuenca minera asturiana cotanita negra predicando al personal qu

violencia envilece al hombre, que le derramar gotas de sangre al Corazón de Jesúel cristiano debe ofrecer la otra mejilla y linparecidas mientras Franquito los bombard¿Qué hubiera sido de mí sin Dolores, que tveces me lavó la sotana cagada despuémpedir que me caldearan? Por un mal pla

garbanzos no se justifica a una barragana, y mallí y entonces, señalada y menospreciadadefender al curita. Y luego la guerra, que ya nan mala, gracias a Dios, de capellán del Re

mal que bien se comía y se andaba más o mranquilo en la retaguardia. No fue tan ma

vino nunca faltó, el de la consagración daba muego, y menos las mujeres, que te ofrecíapobres por un poco de calor lo que hiciera Malos tiempos. Y éste me viene ahora con

Qué sabe él lo que es la miseria, que se pa

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vida en las casonas de su familia sin ensuciarmanos entre librotes y letanías. ¡La burguesacero! De eso sé yo más de lo que él supone

de la cara fea, de la que él no conoce. De paa vida escondido por ser hijo de una cupletiercera fila que preñó y prácticamente dejó

con veintidós años un vejestorio de su ralebueno de don José María, que me reconoció hijo casi en el lecho de muerte y lo vi en mres veces. Claro que él me pagó todo y al

hasta me dio nada menos que su apellido, Le me hizo cura, qué más propio que los há

para un bastardo. Vamos, una ridícula novelentregas si no te hubiera ocurrido a timelodramático que resulta excesivo hasta paolletín. Yo conozco demasiado a los de su cl

me los trago, así que me trague él a mí. Otra nqueda. El será poderoso, y no se privdemostrarlo con la pistolita y la fusta comuera un domador de fieras o esto fuera la

africana, que, la verdad, poco le falta, per

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ambién tengo mis cartas y sé jugarlas. Que secon cuidado ese fatuo que tiene ya uno la muy agriada para andar con tonterías, que

leva pistola yo llevo sotana. Y si no, al tieVive y deja vivir; él a su vía crucis y yo manejar el mío, que ya somos mayorcitos.

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A pesar de algún que otro chozajo enclasin orden ni concierto, de los monton

adrillos, de las pilas de vigas de eucacombadas y verdes aún, de los carretonesacarrean el cemento y la arena, de loscachivaches porteados por el ansioso perapilados por aquí y por allá, de las últimas de monte resistentes, ya se adivina la avcentral. Observa. Algunos de los grupoviviendas están casi levantados, hasta han plalores delante los más industriosos; o

marcados con estacas, apenas tienen cavadocimientos, pero ya sus futuros moradoreacechan. Cada familia se ha asiggraciosamente su casa. Según el tiempo trab

por el cabeza de familia en la empresa, adiciendo, será la orden de reparto. No se sadónde habrán sacado esa idea, pero allí edentro si va adelantada o sobre el mismo te

acampan temerosos de perderlas con sus p

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enseres trashumantes. Tu padrino estará espea que suceda algo, piensas, para poner ordegusta aflojar la cuerda para en el mom

oportuno dar el tirón, para que no pierdan el para que sientan que la mano que los guía nociosa ni distraída. Estos cualquier día se lortas, se ríe Fernando Ros; más de una amen

oye por ahí, y no precisamente suave; sestuvieran tan acojonados los pobres esto acomo rastrojera; la de San Quintín se iba a apero nada como el canguelo para comportarseducación y tolerancia, que más que producparecen finos cortesanos esperando las dádel emperador, enseñándose los dientes sí, peuna sonrisa; deseando rajarse unos a otros,con mesura, sin alborotos. ¡Este no es mi pu

Jeremías, que me lo han cambiado! ¡Serpienthecho de los toros estos meapilas con hipocresía y tanto fingimiento! A los grupoavanzados sólo les faltan las canales, las fáb

de Bonares tuvieron que cortar la producci

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legar el verano para dedicarse a las macetos viveros que se necesitan por cientos. Per

están Ortega y Pérez Pérez y Expósito y Ana

odos se les nombraba por el apellido, comoejército-, con sus mujeres y sus largas prolniños ágiles y acharolados. Míralos sentadospuertas de sus ilusorias moradas relucieOrgullosos. Satisfechos. Los hay de todopelos, hasta con gafas, artilugio tan poco frecen el lugar como el bombín o los guantes blaun utensilio casi imposible entre los braceroel que no ve sencillamente se jode; sus mdelatan en alguno tiempos mejores, oficiosprestigiosos, ahora todos son «productores»palabreja que tanto gusta usar a tu padProductores!, Jeremías, ahora son produc

estos seres caídos a los que de mi mano llegado la redención, con esa palabra el Régdel 18 de Julio dignifica a sus trabajadporque no sólo trabajan, ¡producen! Lo impo

no es el acto, sino su consecuencia

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consecuencia de esos actos hará grande a Eses justo calificar a cada cual como se meubrayando su aportación positiva a la soci

Te saludan con amabilidad, tu hábito les impoeviste de un prestigio dudoso, eres cosa delntocable, como una molesta vaca sagrada p

calles de Benarés. ¿Habéis visto a don BernSí, sí. Todos le vieron pasar hace rato. Sí. Paque iba cargado. Alegrito. Alegrito se atredecir Pérez Pérez que era muy habldemasiado el pobre. ¿Recuerdas cuandmultaron con una semana de sueldo por «joiodiós»? Una muletilla que arrastrabanacimiento él y todos los almonteños, sin mupoca conciencia de lo que decían. Una semanél y su familia tuvieron que pasar comiendo

poca caridad que los demás se podían permipadrino lo obligó a aprenderse luego el ar218 de los «Preceptos para los productores Brigada de Huelva», nunca se había halla

pobre Pérez Pérez ante tamaño reto intele

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«Toda inmoralidad y blasfemia será durameprimida y castigada con el despido inme

del infractor, temporal o definitivo, segú

gravedad». Era gracioso verlo recitar el arcon su ceceo y su incapacidad de pronuncentender la mitad de las palabras. A poco qntentaras tú mismo serías capaz ahora de rec

completo, cincuenta años después de aquristes tardes de verano en la terraza, tu paomándote el reglamento, un fustazo en la pala mano por fallo, mientras las risas y el a

del poblado llegaban a las alturas desde el abcodiciable. El «infractó» pusieron a Pérez os chulones de la oficina remedando su ac

¿Hacia dónde iba el páter? Callan todos, peilencio guarda algo, lo percibes. ¡A

Pregúntales! No lo haces. ¿Qué temes? emías? Serás entonces consciente de la ansque te embarga desde no sabes cuándo. perdido por completo la pereza con la que ha

ato salías de la casa grande. Tus pies se

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vuelto ágiles. Tu cabeza, nerviosa como la gorrión, gira a un lado y otro escrutadora. Ea avenida, hacia los huertos.

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U na mañana temprano, a la hora del redel trabajo, un manijero y su cuad

ueron desviados del tajo por el EncargadTrabajo y enviados a la casa grande concarretones. En el porche principal, en fila, os dolientes de un funeral a la espera de rec

pésame, esperaban sino Miguelito, Gerundinesto del servicio con cara de desconsuelo

Octavio había hecho traer su casa desmondesde El Abalario a la colina de El Majadaella vivió mientras se organizaba la intend

mínima de la finca. Operarios y servicio le vatravesar, marcial y decidido, el corto espacieparaba la vivienda portátil de la casa gr

Venía a dirigir personalmente los últimos de

del desahucio e higienización de su nueva moCon la fusta a manera de puntero, fue señacada uno de los muebles y objetos y sentencu destino: a la zona de servicio… a la carr

directamente a la hoguera… La mayoría f

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levados al almacén de Almonte, ya remozaduncionamiento otra vez. Algunos enseres f

adquiridos por vecinos pudientes de la loca

que por hache o por be habían tenido trato coholandeses y acudieron al expolio, pero granquedó en manos de empleados destacmuebles y objetos mirados con codicia duaños eran ahora de su propiedad, su partnegocio, a lo que el Ingeniero Jefe hizo la gorda en pago a pasadas atenciones.

Los mismos carretones continuaron hasestación de ferrocarril de La Palma del Conadonde días antes habían llegado desde Mos nuevos enseres. Austeros muebles espa

de madera oscura, profusamente labrados, eque destacaban en medio relieve unos ro

orturados, tocados con yelmos, que a Miguelito le daba dentera mirarlos.Don Octavio, eufórico, daba órdenes a d

siniestro. Con exactitud, sin un titubeo, de

de tantos años de visitas a cada espacio le

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decidida su función, hasta al último rincóafeite, que, bien es verdad, eran parcos. Sapatio y mandó llamar a Bernabé. Señalándol

a fusta el galán de noche, cuyo perfumeiempre unido para él a los holandeses, dijo aíces deben quedar, a arrancarlo, buen Ber

esa planta perturba y alucina; su empalaperfume arrebata a las almas cándpredisponiéndolas al abandono y al pecado.no quede ni memoria! Pero quizás con esauera a salirse. Gerundina, que colgaba una p

cortina bajo el dintel del cierro acristaladpatio, se turbó al oír la orden.

Ocurrió cuando aquel mundo se estreComenzaban por entonces a tomar cuerpexperimentos de los holandeses en form

lexibles arbolitos de olor penetrante, y la hecasa de la plantación era cada vez más vispor activos señores de hablar oscuro que ecel día paseando y tomando notas por el arb

unto a don Pedro y don Tomás, que no cabí

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el pellejo de satisfacción. Sus cálculos hesultado. Aquella tierra malsana e ignorad

óptima para plantar eucaliptos y extraer de

maderas y esencias de calidad.Un atardecer de julio abrasador, el estrepcoche oruga de la finca subió la loma. Paró puerta de la casa. Entre dos luces, GeruSánchez columbró a un hombre alto que abrazdon Pedro. En la cocina supo luego que un sodel amo, ingeniero como él y delegado empresa, había venido por unos días a renformes para Holanda.

Como de costumbre, después de cenar, se criados salieron al patio. Con su limita

gracioso español, don Pedro y doña Janimaban al personal a la tertulia, e inclu

ocasiones al cante y al baile. Y allí estabvisitante. Alto, algo desgarbado. Las pestañaalbinas y la piel transparente del muchlamaron poderosamente la atención de Geru

Sánchez. Le sumaban más bondad si cabe a

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ostro holandés, tan apacibles y benévolos pgeneral, tan diferentes en sus expresioncomportamientos a los señoritos de su t

Santos, ángeles, dioses… aquellos homestaban hechos de otra pasta que ella no acercomprender.

Llegó la hora del descanso, pero no la mLa noche ahogaba saturado el aire de la calodesprende sin compasión la arena de esas tialgo muy parecido a la boca de un horno calante la que, sin tregua, debieras permanecer. cuarto de las criadas, Gerundina Sáncheagitaba desvelada sobre el colchón de borrparecía arder como rastrojera. Su fina camialgodón ya no empapaba, adherida a su ccomo una segunda piel dejaba ver las fo

macizas y voluptuosas de sus diecisiete añopareció advertir, a través de la ventana abiepar en par, cómo algunas hojas de las plantaardín se mecían levemente. Salió a sorpren

resco, pero ya no estaba. Fue al dejarse

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desencantada en el poyo de la puerta cuando que la estaban mirando. La noche, aunque máoscura, no le impidió percatarse de la alta f

enmarcada en el cierro de cristales que uncomedor al jardín, justo enfrente de habitaciones del servicio. Sólo en el centrpatio la luz se aclaraba. Una masa de somproducida por la vegetación conformabperiferia. En ella permaneció agazapadmuchacha hasta que la figura, con paso fraosegado, vino a situarse en el centro mism

claro redondel. Supo entonces quién era. El holandés no vestía más que unos pantalones pardos y venía descalzo. El olor afilado y ddel galán de noche, espesado por la cergiversó definitivamente la realidad. Geru

Sánchez se levantó del poyo y abandonóombras. La luz engañosa cual hábil alcahpresentó a la muchacha como desnuda frenholandés. El liviano camisón le contornea

cuerpo y los pechos proyectaban oscuras som

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obre su vientre.Goede avoud… het is erg wn huis. ¿Qué le estaba diciendo? ¿Qué qu

¿La llamaba a ella? Fue hacia él. Desp

Entregada como una vaquilla mansa a aquel eñor del Norte sin saber ni entonces ni nuncqué. El holandés percibió que de alguna maquella muchacha lo traía todo decidido. Le aa mano y ella tiró de él hasta la sombra ce

del galán de noche.También el holandés ignoraría para sie

con cuál de las muchachas de servicio aquella memorable jornada. En los díasiguieron nada notó en ninguna y nada in

Después partió para Holanda. Pero GeruSánchez sí que supo que desde aquella nochedejado de ser cualquiera, que en su apoteosi

de aquel nocturno galán se le había contagiadentido de su vida iba a ser conservarlo; comanto protector la habría de acompañar paesto de sus días encarnado en un olo

amillete prendido con una horquilla a su pel

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Bernabé arrastró la pérfida planta hasta lpurificadora en la que se enredaba crepientre mil cachivaches la memoria de

holandeses exorcizada por el fuego. El mismOctavio la roció de petróleo y le metió el ceramigo de los ritos, quiso que el serpresenciara y participara en aquella suercatarsis que alumbraba el futuro. No dijo nad

Los perros y Bernabé se quedaron los últde vigías, para apagar los rescoldos. Anochegresó el ingeniero. El Mudito dormitaba se

en el suelo con las piernas flexionadas, la cen las rodillas y las manos abrazadas aespinillas, rodeado por Cipión, Berganza egalgos, silueteados por el brillo anaranjadas últimas brasas como en un cuadro de es

venatorias. A la voz de don Octavio se desmel cuadro plástico y, señalando un estrhabitáculo en uno de los ángulos del patioirviera de guadarnés a los antiguos propiet

e dirigió a los presentes: ahí tenéis vuestro h

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Bernabé, adecéntalo lo mejor que puedas, me pides al almacenista un catre para ti y pon

en el suelo para los perros. ¡E higiene, Ber

mucha higiene! Con los animales la higienundamental, no vayas a crear aquí un focnfección y me vea obligado a mandaros fuer

chozajo. Rehala y rehalero tomaron posesiónuevo hogar después de recoger el condumiococina.

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¡F uera… perros… fuera!… ¡Veneno… veratas! Amo mucha comida perros grand

chicos poca… yo poca. Perros grandes rabajo… yo mucho… chicos cazan ratas… catas. Casa perros grandes… no mía… no c

Amo dice yo sucio… yo no… perros graucios. Chicos cagan campo… grandes c

casa… yo limpia, limpia, limpia. Amo castigda tabaco. Perros grandes saben… malos… casa yo no tabaco… saben, saben. Dice veneno rata comida… Jeremías no, no, tú

amo mata… limpia, limpia… amo mata. ¡Fuera… no baba… no más comida… sucucios! No… no… no ladrar… no ladrar…

amo… comida… comida… más comida.

chicos… fuera… comida grandes… al camuera chicos. Cura sabe… perros grandmacetas… flores… sillas… rompen. Amo o… no da tabaco… no da dinero com

cantina. Vino no… vino no… malo dice

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Jeremías vino malo… tabaco malo dice. abe… tabaco… vino… buenos. Perros gr

malos… amo malo. ¡Perros, yo ir Jerem

perros no, yo solo… perros aquí! Jeremías di

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JUAN VILLA DÍAZ (Almonte, Huelva 195

icenciado en Filosofía y Letras porUniversidad de Sevilla.Ha publicado los relatos El Lobito (1998) Última estación (1999).

Una trilogía de novelas sobre el mundo de Dormada porCrónica de las arenas (2005), El añ

de Malandar (2009) y Los almajos (2011).Una colección de artículos, Doñana. Las otr

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huellas (2013).Una guía de Doñana, Doñana. El paisaje relata2016).

También sobre Doñana, artículos en prensa revistas y capítulos en libros de ensayo