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CRÓNICAS LUISA RICHTER EXQUISITEZ Y ARTE TOMAS KEPETS Lo más seductor en el arte es la personalidad del Artista Paúl Cézanne Adentrarse en la quinta-atelier “El Marco”, residencia de la artista plástico Louise Kaelble, conocida posteriormente como Luisa Richter, era una enriquecedora experiencia, ubicada en la parte alta de Caracas, en la urbanización Los Guayabitos, la residencia-taller fue diseñada por el reconocido arquitecto Augusto Tobito (1921-2012). La quinta, con sus espacios iluminados por entradas de luz natural, múltiples terrazas, varios niveles y rodeada por una espeso y bello boscaje, tenía una elevada vista de la floreciente Caracas de entonces. Además de ser el atelier de la artista, pronto se convirtió en muy visitado sitio de inolvidables tertulias para la buena conversación y el disfrute de arte de alta calidad.

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CRÓNICAS LUISA RICHTER – EXQUISITEZ Y ARTE

TOMAS KEPETS Lo más seductor en el arte es la personalidad del Artista Paúl Cézanne

Adentrarse en la quinta-atelier “El Marco”, residencia de la artista plástico Louise Kaelble, conocida posteriormente como Luisa Richter, era una enriquecedora experiencia, ubicada en la parte alta de Caracas, en la urbanización Los Guayabitos, la residencia-taller fue diseñada por el reconocido arquitecto Augusto Tobito (1921-2012). La quinta, con sus espacios iluminados por entradas de luz natural, múltiples terrazas, varios niveles y rodeada por una espeso y bello boscaje, tenía una elevada vista de la floreciente Caracas de entonces. Además de ser el atelier de la artista, pronto se convirtió en muy visitado sitio de inolvidables tertulias para la buena conversación y el disfrute de arte de alta calidad.

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Luisa Richter nace en el año 1928 en la pequeña ciudad de Besigheim al norte de Stuttgart, Alemania y a la edad de cuatro años ya comienza sus ensayos de dibujos. A la edad de diez y ocho años ingresa en la Academia Experimental März y en la Escuela Independiente de Arte en la ciudad de Stuttgart, Alemania. Dos años después, en 1948, a la edad de veinte años ingresa en la Academia Nacional de Artes Plásticas de Stuttgart, Alemania bajo la tutela del maestro Willi Baumeister donde permanece hasta 1955. Ese año contrae matrimonio con el ingeniero Hans Joachim Richter y emprende el largo trayecto de ir de un continente a otro, con la incertidumbre de lo que encontrará y sabiendo que habrá que superar un entorno distinto, con un nuevo idioma y costumbres diferentes, así, cargada de sueños, vino de la lejana Alemania (Louise Kaelble) ya como Luisa Richter. Llegó por el puerto de La Guaria, y como ella misma recuerda, arribó con muchos proyectos, ilusiones y la firme decisión de establecerse y triunfar en estas nuevas tierras, desde su llegada fue cautivada por nuevas sensaciones, aromas y sabores, ella siempre nos recordaba: “Desde mi llegada al puerto de La Guaria me fascinaron los nuevos olores del mar, los aromas y sobre todo el sol, ese sol tropical que conocí por primera vez, no creí que volvería a ver los cielos grises de Berlín, París y otras ciudades europeas. Me cautivó la tórrida atmosfera del trópico y los cortes de tierra que de inmediato pude ver”. Cuando se refería a los -cortes de tierra-, que fue una de sus primeras temáticas en Venezuela, era el corte que en el cerro había dejado la maquinaria en la construcción de la nueva autopista Caracas-La Guaira. “Luisa Richter es discípula del pintor alemán más sobresaliente de la generación después de Kandinsky y Klee: Willi Baumeister – que yo sepa, fue Luisa Richter una de los pocos que trataron de seguir desarrollando su legado – pero tuvo que hacer la experiencia de que los símbolos de Baumeister son formaciones definitivas e inmodificables. En ese momento de su

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producción se encontró ya en Caracas, teniendo aquí en vista directa lo que tuviera que haber buscado en zonas lejanas: el estado básico de los símbolos de Baumeister, las salvajes formaciones de rocas alrededor de la ciudad, castigadas por el sol tropical y por la erosión de las lluvias. La seducción hacia lo informal grande, pero tenía que agotarse como tendencia ya que [daba] demasiada cabida a la arbitrariedad (o sea caprichoso) a la materia y al puro gesto.” (Fritz Bayerthal. Luisa Richter (Evaluación de la pintura americana). Catálogo Buchholz, Bogotá, 1960).

“Corte de tierra” – Óleo y materiales diversos sobre masonite

Año 1959 - 80 x 100 cm – Colección particular

Muchos curadores escribieron sobre la obra de Luisa Richter, en la galería, a través de las cuatro exposiciones individuales que hicimos de su obra, escribieron Juan Carlos Palenzuela, Marco Rodríguez del Camino, Ricardo Pau-Llosa y Eduardo Planchart Licea. En el libro “Luisas Richter” (Armitano Editores – Caracas 1992) se encuentran textos de Federico Bayerthal, Juan Calzadilla, Christiane Dimitriades, Roberto Guevara, Kurt Leonhard, Rafael Pineda, Marta Traba, la misma Luisa y su hijo Thomas Richter.

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En el catálogo de la exposición “Larga Travesía” (1999) nos habla Juan Carlos Palenzuela de: “El Espacio Entretejido – Volver a ver los cuadros de Luisa Richter implica experimentar la certeza de acercarse a un lenguaje plástico. El suyo no se distingue por facilitar códigos de acceso popular. El suyo permanece entre planos y reflejos, entre cruces y conexiones, entre instantes y componentes, entre vacíos y plenitudes, entre la memoria y la metáfora, entre la seda y el papel, en fin, en los escenarios de la visibilidad”

“El mar del mundo” - Óleo sobre lienzo – 175 x 200 cm.

Año 1998 - Colección de la artista

En el período que va desde su primera exposición en el Museo de Bellas Artes en 1959, acontecimiento que marcó definitivamente su entrada -triunfal- al movimiento artístico venezolano, Luisa emprende una época de arduo y exitoso trabajo sobre sus temáticas en obras sobre tela y simultáneamente continuó desarrollando su enorme trabajo gráfico, asidua asistente al TAGA (Taller de Artes Gráficas - Caracas) elabora litografías a la piedra, serigrafías y sus estupendos collages tomando fragmentos de obras suyas que por alguna razón fueron desincorporadas para volverlas a

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incorporarlas a nuevas creaciones. Era común al visitarla en su taller, encontrarla en la mesa del comedor recortando, pegando o simplemente revisando trabajos viejos para incorporarlos a sus collages. Expone en ese periodo de veinte años comprendidos entre 1959 y 1979 siete veces en el Museo de Bellas Artes de Caracas, además de otras prestigiosas salas y galerías. En 1978 representa a Venezuela en La Bienal de Venecia. El éxito la acompaña y aunque las satisfacciones se suceden una a otra, no todo es triunfo y alegría, en el año 1979 fallece trágicamente su hijo Thomas, hay un profundo cambio emocional en su vida y eso se trasmite a su obra. En 1981 elabora el collage “Crucifixión” como un homenaje-recuerdo a su fallecido hijo. Este exquisito collage permaneció todo el tiempo en el comedor de su casa. Bajo la mirada silenciosa de la obra Luisa leía y releía a su autor favorito, Ovidio.

Crucifixión – Collage y guache sobre tela

150 x 120 cm – Año 1981 Colección de la artista

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En la segunda exposición individual que presentamos en Galería Medicci, “ Intimidades de una Reflexión” (2001), curada por Marco Rodriguez del Camino, presentamos una serie de obras en pastel sobre papel y una selección dibujos en tinta china, algunos creados todavía en Europa, que acompañaron los óleos de mediano y gran formato exhibidos. “Y este mismo efecto sensacional o abstracto, que en principio produce evidencias no figurativas todavía, causan los planos de la pintura. Por lo general, y al margen, la línea entra a su vez en juego conteniendo colores, o demarcando lugares, planos y formas. A ojos del espectador, planos y colores, líneas y contornos se presentan con la misma espontaneidad de la lluvia o el brotar de la hierba: saltan simplemente a la vista desde lo invisible; el cómo hacer esto es la obra de la artista” (Marco Rodríguez

del Camino – Intimidades de una reflexión -Galería Medicci – año 2001).

“Recuerdos” – Tinta china sobre papel “Personajes” – Tinta china sobre papel 21 x 15 cm – año 1965 – Colección particular. 21 x 15 cm – año 1948 – Colección particular.

Lugar común para la discusión del arte y la actualidad eran las tertulias en la casa de Luisa Richter, bien acompañadas de café recién colado, vino y confites de todo tipo,

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Luisa decía en su germánico castellano “Vamos a arreglar el mundo”, Juan Carlos Palenzuela y el maestro Iván Petrovszky entre otros eran asiduos -arregladores del mundo- que siempre nos acompañaban en esas reuniones. Iván Petrovszky definió la obra de Luisa: “Sus líneas son de carácter, siempre rectas, nunca ondulantes y por los general de gran sobriedad. Líneas en vínculos y contrastadas. Tiene el cromatismo de la música de cámara ya que con pocos instrumentos alcanza la pureza tonal”. Con el inexorable paso el tiempo y los cambios que se sucedían en el país las tertulias se fueron disipando, el intervalo entre ellas se fue haciendo cada vez más amplio hasta que simplemente desaparecieron y, con ella, una enriquecedora fuente de intercambio de disímiles opiniones culturales y discusiones sobre arte y todo lo demás. En la exposición individual “Vértigo del tiempo” (2004), esta vez bajo con texto del conocido crítico y curador Ricardo Pau-Llosa se presentaron nuevamente oleos de mediano y gran formato, así como collages, algunos de ellos que formaban parte de la serie “Las hojas de mi diario” presentada exitosamente en la Bienal de Venecia” de 1978 y parte de la serie de dibujos en tinta china sobre papel “Los muertos tibetanos” de los años sesenta.

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“Aliento y arcilla en el espejo” “El lugar donde estamos” – Óleo sobre tela Óleo sobre tela – 200 x 150 cm 170 x 170 cm – s/f Años 1961-1966 – Colección de la artista Colección de la artista

“Las pinturas de Luisa Richter, más que las de cualquier otro artista relevante de las últimas cuatro décadas, han desmentido rotundamente la cantinela plañidera que proclamaba la muerte de la pintura. Esto se ve confirmado no solo por la proximidad textural de sus telas, la amplitud conmovedora y controlada del gesto, o la inteligencia de sus estrategias cromáticas. También lo confirma el hecho de que Richter forma parte del puñado de artistas vivos que realmente piensan cuando pintan y dramatizan las condiciones por medio de las cuales cobra vida el pensamiento estético” (Ricardo Pau-Llosa – Vértigo del Tiempo -Galería Medicci –

año 2004).

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“Mito y Leyenda” “Retorno” 21 x 23 cm – Collage sobre cartón 51 x 47 cm – Collage sobre papel Año 1961 - Colección de la artista Año 1981 – Colección de la artista

“La marca de una gran artista, como lo es Luisa Richter, es la habilidad para transformar aquello que alguna vez ejerció su influencia sobre ella de manera tal que debido a su obra no podamos volver a pensar en estos orígenes de la misma forma. Ella ha llevado la forma geométrica, la abstracción gestual, el color y la luz al nivel de imágenes y premisas del pensamiento. El ojo se desplaza de superficies guijarrosas a insinuaciones de pigmentos, como si cada pintura -tanto un paisaje incontenible como una arquitectura luminosa- intentara volverse tan compleja e inmediata, compartimentada y simple como el mundo mismo. Gracias a Luisa Richter, ya no es necesario que nadie se disculpe por la implacable fertilidad de la pintura” (Ricardo Pau-Llosa, “Vértigo del Tiempo -Galería Medicci-2004)

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El texto del crítico-curador Ricardo Pau-Llosa fue reproducido por la conocida revista Arte al Día (Miami-Buenos Aires), la obra en la portada y en el interior de la revista es:

“Tiempo y Conflicto” - óleo sobre lienzo

120 x 90 cm - Año 1995. Colección de la artista

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La pintura “El lugar donde estamos” fue la obra principal que se exhibió en el homenaje que le rindió la “Feria de Arte Iberoamericana” (FIA) en su XV edición del año 2006 al presentarla como artista invitada. Lamentablemente Luisa no pudo asistir a dicho homenaje ya que un día antes de la fecha inaugural, sufrió un inesperado accidente que la obligó a guardar reposo clínico absoluto. La presentación de la artista estuvo a cargo de Sofía Imber. Las obras de Luisa Richter siempre fueron exhibidas por Galería Medicci en la Feria de Arte Iberoamericana” (FIA).

“El lugar donde estamos”

Óleo sobre tela

170 x 170 cm – s/f Colección de la artista

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Durante más de medio siglo de actividad Luisa desplegó un arduo trabajo de investigación y constante mejoramiento de sus técnicas y temáticas, a pesar de su frágil estado físico su labor era permanente. La pintura al óleo enriqueció y asentó sus conceptos abstraccionistas. Dibujos al carboncillo y tinta, retratos que reflejaron su corta incursión a la figuración y, además, una muy extensa obra gráfica que, desde la litografía, serigrafía, textos escritos con sus reflexiones y pensamientos y, sobre todo, los collages dieron cabida a su sorprendente capacidad expresiva donde la rigurosidad académica se unió a una gestualidad muy propia de su personalidad, rasgos que se mantuvieron a lo largo de toda su larga trayectoria. En la última exposición individual de Luisa Richter en nuestra galería, “Memorias” (2010) bajo la curaduría del historiador y curador Eduardo Planchart Licea, presentamos una serie de trabajos que reflejaban los más importantes aspectos de su obra. La obra de Luisa estuvo alejada de mitos y famas pasajeras, la moda y la necesidad de mostrarse pasó de largo por su vida, el pintar por pintar no formó parte de su espíritu.

“Entre Espacios”

Escrito sobre plano heliográfico – 28 x 50 cm – 1985 Portada del catálogo de la exposición “Memorias” - Colección particular

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La exposición estuvo llena de evocaciones, reminiscencias, recuerdos del principio, éxitos y satisfacciones, confrontación y premiación. Obras de más de medio siglo nos recordaron rasgos y características de ese pasado cercano que podemos advertir en obras mucho más recientes. A pesar de los años transcurridos y los avatares del tiempo, la firmeza y perseverancia de la artista en su voluntad de crear se mantienen vigentes e inalterables, sin duda, conserva su memoria.

“Sartre”

Carboncillo sobre papel – 20 x 24 cm – 1949 Colección particular

“La estética de Luisa Richter muta el paisaje en geometría espiritual; el sentido de su acción creativa es el sendero a una concepción de la felicidad que va más allá del hedonismo pues indaga en la historia de la espiritualidad y es guiada por la constante reflexión sobre la esencia de la realidad que la lleva a la abstracción.

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Define el pintar como una acción: -La felicidad me invade cuando pinto sobre un lienzo blanco- . También para Luisa el arte está íntimamente vinculado al amor tal como sentenció Ovidio en su Arte de Amar”. (Eduardo Planchart Licea – “Memorias” - Galería Medicci- 2010)

“Si algún romano ignora el arte de amar,

lea mis versos, y enseñado con su lectura, ame. Por el arte se guía la ligera nao con vela y remos:

por el arte se rinden los voladores carros, y por el arte ha de ser regido el amor”

-El Arte de Amar- Ovidio

43AC/17DC

“Sartre” Óleo sobre lienzo

130 x 140 cm Año 1988

Colección de la artista

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“Presencia simultanea” “La sonámbula”

Collage sobre papel – 30 x 23 cm – 1982 Collage sobre papel – 31 x 22 cm - 1972 Colección particular Colección particular

“Mito y leyenda” “La ilusión del mundo con su apariencia” Collage sobre papel – 31 x 23 cm – 1961 Collage sobre papel – 30 x 23 cm - 1997

Colección particular Colección particular

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Collages Los collages forman una muy importante parte en la extensa obra de Luisa Richter, durante toda su carrera artística Luisa fue pacientemente cultivando esta técnica con la cual insertaba nuevamente pedazos de obras desincorporadas para dar vida a nuevas creaciones. Al respecto nos decía Luisa: “Cuando estudie en la postguerra, en 1947, caí en la Academia Mertz de Stuttgart, Alemania, pues todas las escuelas habían cerrado por la desnazificación, cuando nuestro maestro vio que teníamos entusiasmo por el arte nos dijo: -mitren el piso, tierra, tierra junto a las hojas del árbol de otoño y ahora rompemos nuestros tickets del tranvía y eso que vemos es un collage, esa fue la primera noción que tuve del collage como mezcla de situaciones. Y entonces en los años setenta se me ocurrió mezclar trabajos que tenía guardados, guache, trazos y litografías y mezclando encuentros casuales los reuní y ahí nacieron los collages, hacer aquello me llenaba de felicidad. Incorporé las fotografías porque solas me aburrían, entonces las metí en situaciones que se dieron…” Fotocollages “Luisa Richter no da mucha importancia a los elementos que integran sus collages pues los ve como una unidad; y de ellos destacan unos donde la fotografía ocupa en la composición un lugar dominante, son imágenes en blanco y negro, rotas o completas, que nos acercan a la empatía cósmica que mueve su obra; en varias de ellas desnudos femeninos se encuentran en un jardín, y las posiciones que asumen tienen una intencionalidad que a lo erótico, tal como se muestra en el fotocollage (Con nuestras manos) en el que una joven desnuda abraza con vigor una árbol, destacando sus manos, imagen que a su vez se encuentra rodeada de otras manos tocando un instrumento de cuerda en inimaginables posiciones, transmitiendo en un sentido de como las manos, en unión al organismo, son una de las vías de humanizar la realidad. Así enfatiza como a través de nuestra corporeidad y espiritualidad la humanidad es capaz de crear dimensiones sublimes como la música y las artes visuales”

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“Con nuestras manos”

Fotocollages sobre papel – 40 x 55 cm año 2003 Colección particular

De esos Fotocollages destaca uno en el que aparece una joven amarrada con una manguera, dando una doble significación, la de los mitos de la creación griega donde la Diosa Madre y los cultos gnósticos de los ofitas, adoradores de serpientes que también sacralizaban a los ofidios, y que en la contemporaneidad pueden estar asociada dicha imagen a la necesidad de liberación de la mujer debido al amarre opresivo que provoca la manguera” (Eduardo Planchart

Licea – Memorias – Galería Medicci -2010)

“Recuerdos de un pasillo”

Fotocollage sobre papel – 57 x 38 cm – año 1970 Colección particular

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En diciembre del 2011, en el marco de las ferias de arte celebradas en Miami, USA, las conocidas revistas Art Nexus y Arte en Colombia presentaron un ensayo de la historiadora y curadora Bélgica Rodríguez titulado: -La pintura como confesión del ser-. Podemos apreciar parte del excelente texto : “Pinturas del silencio interior, del pensamiento y del rigor son las de Luisa Richter (1928). Venezuela la recibió en 1955 con la luz de dos estaciones que cada año se renuevan en la magia de una naturaleza de lluvias y sequías que acompañan en sueños y misterios creativos. Impulsada por la imperiosa

necesidad de pintar, dedica tiempo a recrear la línea en el dibujo autobiográfico de experiencias y meditaciones. “Las nubes copian mis cuadros”, confiesa mirándolas deslizarse a través de un gran ventanal por donde penetran montañas y paisajes, desde su mesa de trabajo; sobre la tela lo ordena todo, igual a eternidades recobradas. Los suyos son paisajes conceptuales donde dos universos se confabulan: el de la infancia y adolescencia de la Alemania de sus recuerdos y memorias; el otro, el de la Venezuela del sol y naturaleza tropicales. Sus pinturas son resultados de impulsos del entorno, del ambiente que la rodea; por ello no vacila en escribir que “la vida cotidiana/ ofrece la unión de imagen/ materia y oficio,/ que son los componentes de una obra”. Enfatiza en el rigor académico, en la necesidad de dominar las herramientas adecuadas para una eficiente práctica artística y en el conocimiento de la historia del arte, de la filosofía. La vida y el espíritu son importantes para ella”.

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Luisa Richter fue distinguida en Venezuela, entre otros tantos galardones, con el Premio Nacional de Dibujo y Grabado y también recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas; recibió el Primer Premio de Grabado en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela y también recibió el Primer Premio en II Bienal de Artes Gráficas en el Museo de la Estampa y la Gráfica Carlos Cruz Diez en Caracas; le fue adjudicado el Premio José Loreto Arismendi en el XX Salón Anual del Arte Venezolano y posteriormente ganó el Premio Emil Friedman en el XXIV Salón Oficial Anual del Arte Venezolano. En su natal Alemania conquistó a los 24 años el Premio Nacional Juvenil. Fue galardonada con la Cruz de Caballero de la Orden del Mérito en Alemania y en Caracas se le concedió la Orden Pedro Angel González; como un reconocimiento a su labor, en la ciudad de Besigheim se instituye el Premio de Artes Plásticas Luisa Richter y la Universidad Simón Bolívar le concedió el Doctorado Honoris Causa.

Luisa escribió muchos textos, utilizó cualquier tipo de papel o gráficas descontinuadas, en esos escritos o textos, ella expresó sus pensamientos poéticos que dejaron de ser simples escritos para pasar a ser parte de su creación artística que la llevó por ese sendero de permanente meditación e investigación. Señalaba uno que con cariño dedicó a su amigo, el artista Eduardo Ramirez Villamizar en el año 2002.

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Con el paso del tiempo Luisa vio como su estado físico fue cediendo a las dolencias, su movilidad y capacidad de pintar o elaborar collages fue disminuyendo, pero aun así mantenía una mentalidad vibrante. Luisa falleció el 29 de octubre del año 2015, la sobrevive su hijo Markus quien reside en Alemania.

Luisa Richter – Alemania 1931 Luisa Richter en su casa-taller en la urbanización Los Guayabitos, Caracas – Año 2009.

“Aquí conseguí el futuro y una sociedad sin prejuicios. Eso me permitió también vivir, pintar y escribir mis reflexiones como quería y seguir con mis mismas experiencias que comenzaron desde que empecé a formarme y finalmente liberarme. Venezuela en mí produjo la posibilidad de vivir un yo existencial y transmitir eso a tantos que también están en el campo creativo. En Alemania, tengo mi casa. Es el hogar donde nací, donde uno pertenece, pero yo pertenezco tanto allá como aquí.”

Luisa Richter Entrevista con Karl Krispin

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