Crisis financiera una vision diferente.2.pdf

1
EL COMERCIO jueves 3 de noviembre del 2011 I b5 (*) Doctor en Economía Política y ha ejercido como catedrático en la Universidad George Washington y The American University en Washington cados financieros, sí, hay que exclamarlo, ¡autorregulados! En 1995, en ocasión de la crisis mexicana que también hizo tambalear, por ósmosis, a la economía argentina, se le escuchódeciraunprominen- te economista del Fondo Mo- netario Internacional que si era necesario que en este país se elevara la tasa de interés al 20%, o 25%, o 30% para ata- jar la salida de capitales, pues había que aceptarlo. En su esquema teórico, naturalmente, no había espa- cio para considerar el tremen- do impacto sobre el costo de financiamiento de las peque- ñas y medianas empresas, ni sobre sus consecuencias sobre los niveles de empleo. Por desgracia, es este tipo de economista al que se le escu- cha porque es el que goza de más prestigio en la profesión. Es el que opta por ignorar o no darle la importancia debida a la volatilidad e irracionalidad de los mercados financieros, elquesiempreatribuyelacau- sa de la crisis a la intervención gubernamental y nunca a las fallas de mercado, el que la explica como desequilibrios temporales entre oferta y de- mandaynocomounepisodio final de un proceso desembo- cado de especulación que de- ja escombros por doquier. Es el que propone y defiende los famosos programas de ajuste estructural. En suma, es el que siendo fiel a su ideología puede lim- piar la cara sin ningún cues- tionamiento de un conjunto de políticas económicas es- trepitosamente fracasadas, sentando entonces las bases para su perpetuación futura. Egresan de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, con el agravante, en este país, de que el conflicto de intereses en que incurren profesores de renombre al fi- nanciar sus trabajos de inves- tigación con la prestación de servicios de asesoría empre- sas financieras ya dejó de des- pertar asombro. Pero Europa no se queda atrás. A decir de las declaracio- nes de las autoridades econó- micas que defienden las me- didas para enfrentar la crisis de la deuda soberana, el ajus- te de mercado, para ellos, es el único y mejor instrumento para imponer disciplina en todos esos países periféricos que los conciben como re- nuentes o incapaces de ejer- cer control sobre el déficit del sector público. Los cánones religiosos de la economía de mercado libre permiten imaginar a la crisis financiera como un proceso necesario para la expiación de los pecados cometidos. Rara vez, sin embargo, sus principales gestores son ex- comulgados. Quedan, por lo contrario, incólumes y mu- chas veces hasta se les premia con dádivas; dicho de otro modo, con oportunidades para aumentar y acumular más riqueza. La posibilidad de compra a precios de re- mate de activos púbicos es un claro ejemplo de esto. De otro lado, la furia divina se desata sobre los que pierden su em- pleo y pensiones. Al paso que vamos, la crisis presente se encamina precisamente ha- cia estos destinos disímiles. Los grandes intereses que defiendenalsectorfinanciero intentarán salvaguardar, has- ta el final, el valor nominal de lasacreencias.Noimportaen- tonces que el costo de la crisis la carguen los deudores por entero, y que en el proceso los niveles de producción y em- pleobajenaunmás.Ycuando no se les pueda exprimir más, bienvenidoseaeltesoropúbli- co para el rescate. A fin de lograr todo esto, podrán contar con la previsi- ble anuencia de los políticos cuyas campañas financian. Y también con el apoyo inte- lectualmente elegante pero efectivo de los miembros de la disciplina económica. Son sus tontos útiles que ignoran, consciente o inconsciente- mente, las lecciones de la his- toria. Contribuyen entonces a que sus errores y grandes injusticias se repitan. π Este artículo se publicó ori- ginalmente en el diario “El País”. Lo reproducimos con autorización del autor. AP LOS QUE SUFREN. El impacto de la crisis se da principal- mente en el empleo, no en los capitales. Los grandes intereses que defienden al sector financiero intentarán salvaguardar el valor nominal de las acreencias. No importa que el costo de la crisis la carguen los deudores

Transcript of Crisis financiera una vision diferente.2.pdf

  • EL COMERCIO jueves 3 de noviembre del 2011 I b5

    (*) Doctor en Economa Poltica y ha ejercido como catedrtico en la Universidad George Washington y The American University en Washington

    cados financieros, s, hay que exclamarlo, autorregulados!

    En 1995, en ocasin de la crisis mexicana que tambin hizo tambalear, por smosis, a la economa argentina, se le escuch decir a un prominen-te economista del Fondo Mo-netario Internacional que si era necesario que en este pas se elevara la tasa de inters al 20%, o 25%, o 30% para ata-jar la salida de capitales, pues haba que aceptarlo.

    En su esquema terico, naturalmente, no haba espa-cio para considerar el tremen-do impacto sobre el costo de financiamiento de las peque-as y medianas empresas, ni sobre sus consecuencias sobre los niveles de empleo. Por desgracia, es este tipo de economista al que se le escu-cha porque es el que goza de ms prestigio en la profesin. Es el que opta por ignorar o no darle la importancia debida a la volatilidad e irracionalidad de los mercados financieros,

    el que siempre atribuye la cau-sa de la crisis a la intervencin gubernamental y nunca a las fallas de mercado, el que la explica como desequilibrios temporales entre oferta y de-manda y no como un episodio final de un proceso desembo-cado de especulacin que de-ja escombros por doquier. Es el que propone y defiende los famosos programas de ajuste estructural.

    En suma, es el que siendo fiel a su ideologa puede lim-piar la cara sin ningn cues-tionamiento de un conjunto de polticas econmicas es-trepitosamente fracasadas, sentando entonces las bases para su perpetuacin futura. Egresan de las universidades ms prestigiosas de Estados Unidos, con el agravante, en este pas, de que el conflicto de intereses en que incurren profesores de renombre al fi-nanciar sus trabajos de inves-tigacin con la prestacin de servicios de asesora empre-

    sas financieras ya dej de des-pertar asombro. Pero Europa no se queda atrs.

    A decir de las declaracio-nes de las autoridades econ-micas que defienden las me-didas para enfrentar la crisis de la deuda soberana, el ajus-te de mercado, para ellos, es el nico y mejor instrumento para imponer disciplina en todos esos pases perifricos

    que los conciben como re-nuentes o incapaces de ejer-cer control sobre el dficit del sector pblico.

    Los cnones religiosos de la economa de mercado libre permiten imaginar a la crisis financiera como un proceso necesario para la expiacin de los pecados cometidos. Rara vez, sin embargo, sus principales gestores son ex-comulgados. Quedan, por lo contrario, inclumes y mu-chas veces hasta se les premia con ddivas; dicho de otro modo, con oportunidades para aumentar y acumular ms riqueza. La posibilidad de compra a precios de re-mate de activos pbicos es un claro ejemplo de esto. De otro lado, la furia divina se desata sobre los que pierden su em-pleo y pensiones. Al paso que vamos, la crisis presente se encamina precisamente ha-cia estos destinos dismiles.

    Los grandes intereses que defienden al sector financiero

    intentarn salvaguardar, has-ta el final, el valor nominal de las acreencias. No importa en-tonces que el costo de la crisis la carguen los deudores por entero, y que en el proceso los niveles de produccin y em-pleo bajen aun ms. Y cuando no se les pueda exprimir ms, bienvenido sea el tesoro pbli-co para el rescate.

    A fin de lograr todo esto, podrn contar con la previsi-ble anuencia de los polticos cuyas campaas financian. Y tambin con el apoyo inte-lectualmente elegante pero efectivo de los miembros de la disciplina econmica. Son sus tontos tiles que ignoran, consciente o inconsciente-mente, las lecciones de la his-toria. Contribuyen entonces a que sus errores y grandes injusticias se repitan.

    Este artculo se public ori-ginalmente en el diario El Pas. Lo reproducimos con autorizacin del autor.

    AP

    Los quE sufrEn. El impacto de la crisis se da principal-mente en el empleo, no en los capitales.

    Los grandes intereses que defienden al sector financiero intentarn salvaguardar el valor nominal de las acreencias. no importa que el costo de la crisis la carguen los deudores