Correo de las Culturas 64

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Mural de la iglesia de San Juan Bautista en el río Jordán que muestra el nacimiento de Jesucrist [email protected] de las Culturas del Mundo CORREO Vol. VI, número 64, 15 de junio de 2010. CEDICULT Director: Leonel Durán Solís En este número: • Arqueología de Israel, aspectos generales • Aportes culturales de moros y judíos en la historia de España • Otra visión de la “Edad de Oro” • Los criptojudíos y la Santa Inquisición Marc Chagall

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de las Culturas del Mundo En este número: • Arqueología de Israel, aspectos generales • Aportes culturales de moros y judíos en la historia de España • Otra visión de la “Edad de Oro” • Los criptojudíos y la Santa Inquisición Vol. VI, número 64, 15 de junio de 2010. CEDICULT Director: Leonel Durán Solís Marc Chagall L a experiencia acumulada durante las excavaciones ha determinado los Arqueología 2

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Mural de la iglesia de San Juan Bautista en el río Jordán que muestra el nacimiento de Jesucrist

[email protected]

d e l a s C u l t u r a s d e l M u n d o

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Vol. VI, número 64, 15 de junio de 2010. CEDICULT Director: Leonel Durán Solís

En este número:• Arqueología de Israel, aspectos generales• Aportes culturales de moros y judíos en la historia de España• Otra visión de la “Edad de Oro” • Los criptojudíos y la Santa Inquisición

Marc Chagall

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La investigación arqueológica en Israel: aspectos generales

La experiencia acumulada durante las excavaciones ha determinado los

métodos de investigación estratigráfica, acompañados por un meticuloso

estudio del desarrollo (tipología) de las formas de las vasijas de cerámica y

otros artefactos, gracias a los cuales se puede determinar la fecha de los

estratos y los remanentes arqueológicos. En los últimos años, la investigación

arqueológica se ha ampliado incluyendo aspectos menos conocidos de las

antiguas culturas materiales, tales como nutrición, enfermedades, economía y

comercio. Estos logros de la moderna investigación arqueológica son aplicados

en docenas de sitios que se excavan año a año.

La arqueología en Israel implica la investigación sistemática de los

remanentes del pasado, desde la prehistoria hasta el final del dominio

otomano. La abundancia de restos materiales es un indicio de las numerosas

civilizaciones que han dejado su huella en esta tierra. Su singular ubicación

geográfica influyó en las más antiguas culturas: decenas de miles de años

atrás lo que es hoy Israel sirvió de vía de paso de Africa a Europa, por la cual

transitaron bandadas de cazadores. Sus campamentos y viviendas han sido

halladas en el Valle del Jordán y en cuevas del Carmelo y de la Galilea.

En tiempos bíblicos, la Tierra de Israel fue el puente entre las civilizaciones

prósperas de Mesopotamia (hoy Irak) y Egipto. Desde su ocupación por

Alejandro Magno, el país ha servido de enlace geográfico y cultural entre

Oriente y Occidente.

Arqueología

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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

La investigación arqueológica en Israel atribuye mucha importancia al

hecho de que el país sea el hogar del legado espiritual de tres grandes

religiones monoteístas. Por encima de todo revela claramente la relación

histórica entre el pueblo judío, la Biblia y la Tierra de Israel, descubriendo

los vestigios del legado cultural del pueblo judío en su patria. Estos restos

tangibles, ocultos bajo tierra, constituyen el lazo físico entre el pasado, el

presente y el futuro del pueblo judío en su país.

Esta cadena histórica ininterrumpida puede ser observada en diversos

lugares del país: en las ciudades bíblicas de Jatzor, Meguido, Guézer, Shomrón,

Beer Sheva y Dan; en las ciudades del período del Segundo Templo

–Tiberíades, Séforis (Tzipori), Gamala– y las fortalezas de Masada y el Herodión,

donde los judíos lucharon por su libertad; en el

desierto de Judea cerca del Mar Muerto, donde se

descubrieron los restos del centro espiritual esenio

y se encontraron los Rollos del Mar Muerto, que

incluyen los más antiguos ejemplares de libros

del Antiguo Testamento. Del mismo período se

han descubierto lugares relacionados con la vida

de Jesús —Cafarnaum y Tabgha— donde hay

también ruinas de iglesias del período bizantino.

Estatua de Dionisos (Baco) hallada en Beit Shean

(Autoridad de Antigüedades de Israel)

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Jerusalén ha sido el foco de una amplia actividad arqueológica que ha

permitido descubrir vestigios de 5,000 años de historia: en la Ciudad de David,

los muros de la ciudad cananea, ruinas de edificios de la capital del reino de

David y Salomón, así como sofisticados túneles para la conducción de agua;

del período del Segundo Templo, los restos de edificios públicos, a lo largo de

los muros de contención del Monte del Templo que subsisten hasta hoy, las

ruinas de espléndidas residencias de la Ciudad Alta en el actual Barrio Judío de

la Ciudad Vieja, las ruinas de lo que quedó en pie después de la destrucción

de Jerusalén por los romanos en el año 70, y cientos de tumbas abiertas en

la roca, algunas ricamente decoradas, que atestiguan de la prosperidad de la

ciudad destruida; muchas iglesias y edificios religiosos del período bizantino,

la más famosa de ellas la Iglesia del Santo Sepulcro; del período del dominio

musulmán, las mezquitas en el Monte del Templo y un centro gubernamental,

restos del cual han sido excavados al sur del Monte del Templo; del período

cruzado, muros de la ciudad, iglesias y mercados techados; de los períodos

mameluco y otomano minaretes que adornan el horizonte de la Ciudad Vieja.

Las murallas de la Ciudad Vieja y la ciudadela junto a la Puerta de Yafo fueron

construidas durante el reinado del sultán otomano Suleimán el Magnífico.

En Israel existen unos 20,000 sitios de antigüedades reconocidos y

protegidos por ley. Cada año se efectúan excavaciones en decenas de sitios, de

todos los períodos históricos del país. Los permisos para excavar son otorgadas

a expediciones –de Israel y del exterior– por la Autoridad de Antigüedades de

Israel, que es la encargada de preservar las antigüedades del país. La Ley de

Antigüedades de Israel exige que antes de emprender las obras en un sitio de

construcción se proceda a un examen para cerciorarse de que no hay en él

vestigios arqueológicos, y en caso necesario se lleve a cabo una excavación.

Además, el Estado tiene derecho a preservar hallazgos de interés público; los

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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

más destacados están expuestos en el Museo de Israel en Jerusalén. El museo

alberga además el Santuario del Libro, en el que se conservan los Rollos del

Mar Muerto, algunos de los cuales están expuestos al público.

Museo de Israel en Jerusalén

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Tel (montículo) Meguido, conocido como Tel-el-Mutesellim (el Monte del Gobernante)

ha sido identificado como una de las ciudades más importantes de los tiempos bíblicos.

Situado en un monte que mira hacia el fértil valle de Jezreel, Meguido tuvo gran importancia

estratégica ya que domina el acceso oriental de Nájal Irón (nájal, un lecho de río seco), parte

de la carretera internacional que conducía desde Egipto, a lo largo de la planicie costera hasta

el Valle de Jezreel y de ahí a Damasco y Mesopotamia (esta carretera pasó a ser conocida

posteriormente como Vía Maris, el Camino del Mar). Las fuentes antiguas registran numerosas

batallas que se desarrollaron por el control de la ciudad; en el Nuevo Testamento (Apocalipsis

16:16) Armagedón (que algunos consideran como una deformación de Har Meguidó: el

Monte de Meguido) es mencionado como el lugar de la “Batalla del Fin de los Días”.

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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

Massada significa “Fortaleza de la montaña”. Fue construido por Jonatan Macabeo y reforzado por Herodes, quien circundó la meseta con una muralla inexpugnable en el año 73 d.C. –4° año Vespasiano–. En ella, grupos de judíos rebeldes se opusieron a los romanos. Los sitiados se mataron con sus esposas e hijos y a raíz de este holocausto, hoy se los recuerda.

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El Correo de las Culturas del Mundo celebra las tres décadas de Los

1,001 años de la lengua española, de Antonio Alatorre.

“La historia de la expansión del Islam es, sin duda, una de las más

animadas y positivas que existen. Para verla así, basta que abandonemos

la visión estereotipada del “cristiano” que, muy valiente, pero también

privilegiadamente socorrido por Santiago, se enfrenta al moro cruel y salvaje

y lo subyuga (visión estereotipada que se perpetúa en las ingenuas danzas

y representaciones de moros y cristianos, existentes todavía en el folklore

festivo de España, Portugal e Hispanoamérica), y nos acerquemos al punto

de vista, no de algún musulmán fanático que siga deplorando hoy la pérdida

de “la perla del Islam”, España, en manos de los “perros cristianos”, sino de

los muchos historiadores modernos que, con toda la imparcialidad que su

oficio les impone, acaban fascinados por el dinamismo de esa expansión, y

por la humanidad, la tolerancia, el amor al trabajo y a los placeres de la vida,

de la cultura y el arte que mostraron los mahometanos en todos los países

en que estuvieron. Esto se aplica particularmente a España. Un Cervantes, un

Góngora, un Lope de Vega, sin dejar por supuesto de ser cristianos y españoles,

vieron siempre a los moros con un cariño que jamás se tuvo para los godos. Y

este cariño se refería a cosas muy concretas de la civilización islámica, que, si

había sido la fecundadora de la ciencia y la filosofía medievales, también había

mostrado un tenaz gusto por las cosas buenas de la vida, la rica comida, los

trajes hermosos, la música, las diversiones. Para todo ello, así lo “útil” como

lo “placentero” —en la medida en que puedan separarse las dos cosas—,

disponían esos grandes escritores de palabras venidas del árabe; y palabras

Aportes culturales de moros y judíos en la historia de España (fragmento)

Multiculturalidad

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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

tales, que su solo sonido ya los dejaba cautivados. Así Góngora, al evocar

en uno de los pasajes más bellos de las Soledades el fastuoso espectáculo

de la cacería con halcones, coloca visiblemente en sus versos, como otras

tantas joyas, los nombres de las aves de presa, y la mayoría de esos nombres

proceden del árabe —pues los árabes, que le enseñaron a Europa el álgebra

y la química, le enseñaron también el refinado y frívolo arte de la cetrería.

Las palabras alfaneque, tagarote, baharí, borní, alferraz, sacre, neblí y otras

(como también alcahaz, la jaula en que se encerraba a esas temibles aves, y

alcándara, la percha en que dormían) llegaron al español desde el árabe.

“A unos amigos italianos que se interesaban por las peculiaridades de la

lengua española les dirá Juan de Valdés en la primera mitad del siglo XVI:

“Para aquellas cosas que avemos (sic) tomado de los moros no tenemos otros

vocablos con que nombrarlas sino los arábigos que ellos mesmos con las mesmas

cosas nos introdujeron”. Y también: “Aunque para muchas cosas de las que

nombramos con vocablos arábigos tenemos vocablos latinos, el uso nos ha

hecho tener por mejores los arábigos que los latinos, y de aquí es que dezimos

antes alhombra que tapete, y tenemos por mejor vocablo alcrebite que piedra

sufre, y azeite que olio”. No fue él quien primero observó esa peculiaridad del

español (compartida por el portugués) frente a las demás lenguas romances.

Y, desde luego, no fue el último. Existen catálogos especiales de arabismos, y

excelentes estudios históricos y etimológicos sobre ellos.

“En verdad, una buena manera de comprender la historia de la España

árabe es verla en su imagen lingüística, estudiando la significación de los

cuatro mil arabismos que existen en nuestra lengua.

“Para entender mejor el fenómeno lingüístico será útil un ligero marco

de acontecimientos históricos. En los primeros tiempos, la península fue un

emirato sujeto al califa de Damasco, pero ya Abderramán I (755-788) rompió

esos lazos de sujeción, y Abderramán III (912-961) pasó de emir a califa y

fijó su capital en Córdoba. Las campañas de Almanzor (977-1002), “genio

político y militar”, consolidaron el dominio de los moros en el norte, de

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Barcelona a Santiago de Compostela, pero marcaron también el fin de tres

siglos de expansión y de predominio militar. En 1031 el califato se fragmentó

en varios reinos pequeños (llamados taifas, o sea facciones), algunos de los

cuales, a causa del alto grado de cultura a que llegaron, han sido comparados

con las grandes ciudades italianas del Renacimiento. La unidad política fue

restaurada, un tanto violentamente, por dos oleadas de musulmanes del

norte de África, los almorávides o ‘devotos‘ (1086-1147) y los almohades o

‘unitarios‘ (11471269) que, movidos al principio por el fanatismo religioso,

acabaron por contagiarse del amor a la filosofía, la ciencia, el arte y la poesía

que había brillado en los reinos de taifas.

(Observación marginal: si los moros de España y Portugal hubieran

sido verdaderos fanáticos, ciertamente habrían destruido, con

la misma furia con que hoy se destruyen en muchas partes los

plantíos de amapola y de coca, los viñedos que desde tiempos

antiguos había en la península; no sólo no lo hicieron, sino que se

aficionaron al vino, pese a la prohibición de Mahoma.)

“Desde el punto de vista cultural, el fin del califato coincide prácticamente

con el comienzo de los dos siglos más esplendorosos de la España árabe. En

esta época florecen lbn-Hazm, poeta de El collar de la paloma, el filósofo

y científico Avempace, el poeta Ben Qusmán, el gran Averroes y su amigo

Ibn-Tofail y el pensador Ibn-Arabi. En esta época florece también, arrimada

a los modelos árabes, la gran cultura hispanohebrea, que se enorgullece

de nombres igualmente universales: los poetas y filósofos Ibn-Gabirol (el

Avicebrón de los escolásticos) y Yehudá Halevi, el sabio Abraham ben Ezra

y el filósofo Maimónides. Este último no escribió en hebreo, sino en árabe,

su obra más importante, la Guía de descarriados. También el moralista judío

Ibn-Pakuda escribió en árabe, y Yehudá Halevi tenía, además de su nombre

hebreo, un nombre árabe, Abul Hasán. Otro judío, que al bautizarse en

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1106 pasó a llamarse Pedro Alfonso, escribió en árabe una colección de

cuentos orientales que, traducida al latín con el título de Disciplina clericalis,

cautivó durante siglos a los lectores europeos. (Disciplina clericalis no significa

‘disciplina clerical‘, sino ‘colección de textos destinada a los amigos de las

letras‘.) Decir que la literatura hispano árabe de los siglos X-XII se medía con

la de cualquier otra nación europea —en todas las cuales se escribían más

o menos las mismas cosas, y en su mayor parte en latín— no es verdadero

elogio. El verdadero elogio es decir que la literatura hispanoárabe se medía

gallardamente con la de Bagdad, la de El Cairo, la de cualquier otra provincia

del vasto mundo islámico. Esos siglos de oro españoles son siglos de oro de la

cultura árabe.

“El numeroso vocabulario español de origen árabe procede sobre todo

de la gran época de expansión y florecimiento, de los largos siglos en que

todas las grandes ciudades cristianas —Tarragona, Zaragoza, Toledo, Mérida,

Córdoba, Sevilla—, ricas y populosas desde los tiempos romanos, vivieron,

cada vez más ricas y populosas bajo el dominio islámico. Procede de esos siglos

en que España se hizo la maestra de Europa; en que el estudiante Gerberto,

futuro papa Silvestre II, venía desde Francia hasta Córdoba para asomarse a

ciencias que sólo los musulmanes dominaban; en que un rey de León y Castilla

acuñaba monedas con inscripciones en árabe; en que toda Europa admiraba

la armonía y el buen vivir de los moros; en que los condes y grandes de los

incipientes reinos cristianos del norte trataban de imitar sus usanzas, tal como

poco después, en Sicilia (el otro centro de difusión europea de la cultura

musulmana), Federico, futuro emperador, estuvo viviendo “más como árabe

que como alemán”; en que circulaban por Europa, en traducciones latinas, las

obras de sabios hispano árabes como Averroes, decisivas para el desarrollo del

pensamiento filosófico y científico, y hasta fantasías religioso-morales como la

muy musulmana Escala de Mahoma, que le dio a Dante el marco escatológico

de su Divina Commedia.

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Otra visión de la Edad de Oro

Nacimiento de la Edad de Oro

En el año 589, los visigodos cristianos de Hispania llevaron a cabo una persecución

muy severa contra los judíos; consecuentemente, en el siglo VIII, éstos recibieron

con los brazos abiertos a los conquistadores árabo-musulmanes, y, sobre todo, a

los bereberes. Las ciudades conquistadas, como Córdoba, Málaga, Granada, Sevilla

y Toledo fueron brevemente sometidas y puestas bajo el control de sus habitantes

judíos, quienes habían sido armados por los invasores moros. Tras la victoria, los

invasores retiraron todas las restricciones visigodas y garantizaron la libertad religiosa,

a cambio del pago de un dinar de oro por cabeza (jizya).

Se abre así un periodo de tolerancia para los judíos, cuyo número va a incrementarse

considerablemente debido a la inmigración procedente de África. Especialmente

después del año 912, durante el reinado de Abd-al-Rahman III y su hijo, Al-Hakam

II, los judíos prosperaron, dedicándose al servicio del Califato de Córdoba, al estudio

de las ciencias, y al comercio y la industria, contribuyendo a la prosperidad del país.

La expansión económica de los judíos no tuvo parangón. En Toledo participaron

en la traducción de textos árabes a las lenguas romances, así como del griego y el

hebreo al árabe. Los judíos contribuyeron a la botánica, la geografía, la medicina, las

matemáticas, la poesía y la filosofía.

El ministro y físico de la Corte de Abd al-Rahman III fue Hasdai ben Isaac ibn Shaprut,

el patrón de Menahem ben Saruq, Dunash ben Labrat, y otros eruditos y poetas

judíos. El pensamiento judío florece con figuras como Samuel Ha-Nagid, Moses ibn

Ezra, Solomon ibn Gabirol, Judah Halevi y Moisés Maimónides. Durante el reinado de

Abderramán III, el erudito Moises ben Enoch fue nombrado rabí de Córdoba, y, como

Multiculturalidad

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consecuencia, al-Ándalus se convirtió en el centro del estudio del Talmud, y Córdoba

en el punto de encuentro de los sabios judíos.

Durante un tiempo, los judíos disfrutaron de una autonomía parcial como dhimmíes,

gracias al pago de la jizya, la cual era administrada separadamente del zakat, el cual

era pagado por los musulmanes. La jizya ha sido considerada un pago por no prestar

el servicio militar, como un tributo, etc. Los judíos tenían su propio sistema legal y sus

servicios sociales. Las religiones monoteístas agrupadas bajo el nombre de Gente del

libro, eran toleradas pero se evitaba todo tipo de manifestaciones multitudinarias o

que pudiesen llamar la atención, como las procesiones de fe o las campanas.

Fin de la Edad de Oro

Con la muerte de al-Hakam II Ibn Abd-al-Rahman en el año 976, el Califato empieza

a disolverse, y la situación de los judíos deviene más precaria bajo el gobierno de los

reinos de taifas. La primera persecución importante fue la masacre de Granada en

1066, la crucifixión del visir Joseph ibn Naghrela y la masacre de la mayor parte de

la población judía de la ciudad. Más de 1,500 familias judías, es decir, alrededor de

4,000 personas, murieron en un día. Esta fue la primera persecución a judíos de la

península bajo el gobierno islámico.

A comienzos del año 1090 la situación empeora con la invasión de los almorávides,

una secta puritana procedente de Marruecos. Bajo su gobierno, algunos judíos

prosperaron (sobre todo bajo Ali ibn Yusuf, más que con su padre Yusuf ibn Tasufin).

Entre aquellos que ostentaron el título de visir o “nasi” en tiempos de los almorávides,

se encontraban el poeta y físico Abu Ayyub Solomon ibn al-Mu‘allam, Abraham ibn

Meïr ibn Kamnial, Abu Isaac ibn Muhajar, y Solomon ibn Farusal (si bien este último

fue asesinado el 2 de mayo de 1108). Los Almorávides fueron expulsados de la

Península en 1148, pero su lugar sería ocupado por los almohades, quienes eran,

incluso, más puritanos. Bajo su gobierno, muchos judíos fueron obligados a aceptar

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el Islam; los conquistadores usurparon sus propiedades y miembros de sus familias,

que serían vendidos como esclavos. La mayoría de las instituciones educativas judías

fueron cerradas y las sinagogas destruidas.

Durante el reinado de estas dinastías bereberes, muchos judíos, e incluso algunos

eruditos musulmanes abandonaron Al-Ándalus y emigraron hacia Toledo, la cual

había sido reconquistada en 1085 por fuerzas cristianas.

El esfuerzo intelectual de varios eruditos judíos dio lugar a la llamada Escuela de

Toledo, que tradujo, por primera vez al latín los trabajos de árabes tan notables

como Averroes, o del poeta y filósofo judío Solomon Ibn Gabirol, conocido como

Avicebrón. Casi 40,000 de estos emigrados se unirían a las filas de Alfonso VI de

Castilla en su lucha contra los almorávides, los cuales también contaban con judíos

entre sus tropas.

Incluso después de que esta “Edad de Oro” hubiese terminado, la comunidad judía

de España, conocida como comunidad sefaradí, continuó siendo la más importante

del mundo (especialmente con el declive de la Academia de Babilonia, en Irak).

Eruditos como Maimónides, nacido en 1135, fueron figuras fundamentales en el

judaísmo. La presencia judía en la península continuaría hasta la expulsión decretada

por los cristianos en el Edicto de la Alhambra, en 1492, y por la Inquisición portuguesa

en 1497.

Fuente: http://es.wikipedia.org

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Los criptojudíos y la Inquisición por Matilde Gini de Barnatán

Dos etapas bien diferenciadas delimitan la historia del judaísmo español. Una es

la convivencia pacífica de las tres religiones –cristiana, musulmana, mosaica– y

la otra, la intolerancia religiosa con la implantación de la Inquisición y la expulsión de

los judíos de la península.

La presencia de los sefaradíes, sin embargo, es anterior a la era visigódica. Su

existencia se adaptó a la política que emplearon los monarcas en los diversos reinos

y en tiempos diferentes. Vivían en barrios separados llamados juderías o aljamas y

desarrollaban la actividad de un pueblo industrioso: en su mayoría eran artesanos,

pequeños comerciantes; otros cultivaban viñas y además algunas familias eran

integrantes de la aristocracia vinculada a la Corte.

A partir del siglo XIV, siendo mayor su incorporación social, comienzan a

producirse cambios, ya que aparecen tensiones, tanto en el orden religioso como

en el político y social, que culminan con las persecuciones que estallan en el año

1391. Se producen verdaderas masacres en Castilla, Aragón, Navarra, y desaparecen

importantes juderías como las de Barcelona y Mallorca.

Una de las consecuencias más significativas fue el surgimiento de un fenómeno

socio-cultural muy particular, el criptojudaísmo. El terror llevó a los judíos a convertirse

al catolicismo masivamente; como no eran sinceros, continuaban profesando en

secreto su fe. Esta doble actitud hacia lo religioso produjo algunos cambios en lo

social. Cambiados sus apellidos, los conversos accedieron a elevados cargos de

carrera o eclesiásticos, o se enlazaron a través del matrimonio con altos linajes de la

nobleza en Castilla y Aragón.

Pero estos cristianos nuevos, sospechosos de prácticas judías secretas, fueron

despertando recelo y pronto fueron objeto de controles que junto a factores de orden

político culminaron con la decisión de los Reyes Católicos de implantar la Inquisición,

caracterizada por la intolerancia religiosa y la violencia de sus métodos.

El Consejo de la Suprema y General Inquisición extendió todo su poder en toda

Historia

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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

España y Portugal, con su secuela de procesos, persecuciones y

castigos. Finalmente, en el año 1492, después de la toma de Granada,

último baluarte de los moros, los Reyes Católicos firman el decreto de

expulsión de todos los judíos que habitaban sus reinos. Ante la opción

del destierro o la conversión, muchos partieron y otros permanecieron;

estos últimos –convertidos– se incorporaron a la sociedad española

en todos los estratos sociales. Años más tarde, idéntica medida era

tomada con los moros.

En cuanto a los métodos, los tribunales del Santo Oficio actuaban a

través de una red de inquisidores, fiscales y funcionarios, engranajes

de una perfecta organización de vigilancia. Aún a distancia, por

medio de familiares y comisionarios, el castigo llegaba a los herejes. Para instruir

al pueblo se publicaban edictos que señalaban indicios que debían denunciarse de

inmediato. Para reconocer la adhesión secreta al judaísmo fueron señalados 36 puntos,

desde el cumplimiento de festividades y ayunos hasta los ritos con los difuntos. Los

sumarios y procesos, las actuaciones y las sentencias, estaban sujetos al más absoluto

secreto y era denominado por ellos “Archivos Secretos”. Sólo transcendían al pueblo

los autos de fe.

*

Los documentos hallados sobre las actuaciones en México permiten reconstruir la

doble vida que llevaban los criptojudíos mexicanos.

La familia Carvajal llegó a la Nueva España con Don Luis de Carvajal el viejo, cuyas

funciones de pacificador y gobernador de un extenso territorio fueron importantes

desde el punto de vista histórico. Salvo éste y su sobrino Fray Gaspar de Carvajal, toda

esta familia era criptojudía. Don Luis de Carvajal el mozo, otro sobrino del gobernador,

uno de los primeros místicos mexicanos, se destacaba por su fervor religioso, sus

poemas y su conocimiento de las sagradas escrituras. Se producen intrigas contra el

gobernador, se desatan denuncias y en mayo de 1589 los funcionarios de Santo Oficio

apresan a Don Luis de Carvajal el mozo, su madre y hermanas.

En a soledad de la prisión, una mañana Luis pudo ver a través de un orificio de

la puerta a los inquisidores que llevaban a su madre a la cámara de tormento y sin

poder moverse, lívido, oyó “aquel día de mayor amargura y aflicción que todos los

pasados, los dolorosísimos gemidos de su querida madre cuando era atormentada.

Torquemada

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Pedro Moya de Contreras, virrey, arzobispo e inquisidor general de México

También los reos encerrados en las prisiones secretas y privados de toda

comunicación exterior eran sometidos a una sutil vigilancia. Un espía acompañó a

Don Luis en su celda para ganarse su confianza. En las conversaciones mantenidas

con el supuesto amigo, Luis fue implicando en sus confidencias a gran número

de judíos secretos. Estos datos y el contenido de la autobiografía de Luis fueron

entregados a los inquisidores, lo que comprometió a su familia y a los denunciados.

Inútiles fueron los ruegos por su madre y sus hermanas, cuando Luis tuvo la

certidumbre de la deslealtad.

El 8 de diciembre de 1596 cuando la Plaza Mayor de México hervía de gente y se

lucía el tablado —los doseles de terciopelo negro, los almohadones, las alfombras,

y las armas reales de seda y oro— se celebró uno de los más solemnes autos de fe.

Una procesión de sesenta y ocho penitenciarios, entre los que se contaba Don Luis

de Carvajal el mozo, la anciana Doña Francisca, sus hijas Doña Isabel Rodríguez de

Andrade, Doña Catalina de León y de la Cueva y Doña Leonor de Carvajal, fueron

condenados a muerte en la hoguera.

Seymour Liebman, autor de varios trabajos sobre la Inquisición en México, arroja

luz sobre los subterráneos métodos de los “negados” para comunicarse y sobrevivir, y

cómo aquellas costumbres son determinantes de algunos rasgos culturales actuales.

El comerciante Álvarez de Arellano estaba encargado de encontrar posibles

maridos para las jóvenes judías mexicanas entre las comunidades de Pisa, Livorno,

Ferrara y Ámsterdam. Los lugares de entierro más comunes eran la catedral, las

iglesias y el convento de Nuestra Señora del Carmen. En la zona de Yucatán algunos

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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

panaderos conservan aún hoy el hábito de arrojar al fuego un trozo de masa con la

cual han de preparar el pan; ignoran que esa costumbre proviene del pasado en que

familias criptojudías cumplían el precepto llamado “jala” por el cual se separa un

trozo de pan en la bendición tradicional.

También desde México, muchos fugitivos llegaron nada menos que a las islas

Filipinas, que estando bajo la jurisdicción del Santo Oficio mexicano no se ocupó

en los primeros tiempos de ellas. El principal motivo de atracción lo constituyó la

intervención en empresas mercantiles, no sólo a través del comercio de especias,

sino, en este caso, la posibilidad que ofrecía la proximidad de uno de los centros

mercantiles más importantes del Sudeste de Asia que entregaba sedas, porcelanas o

marfiles a cambio de la preciada plata novohispana.

Instalados y funcionando los dos primeros tribunales en Lima y México, las

autoridades reclamaban la instalación de un tercero para un mayor control.

El virrey Francisco de Toledo, en una carta fechada en 1577, señalaba los

inconvenientes que ocasionaban los traslados a raíz de las enormes distancias. Por su

parte, el inquisidor Antonio Ordóñez, dos años después, expresaba la misma opinión,

solicitando el establecimiento de dos tribunales del Santo Oficio, en particular, para

controlar la entrada de extranjeros y judaizantes, señalando que “están todas las

provincias muy pobladas y llenas de gente y a la opinión de ricas acuden todas

las naciones y por esos puertos gran cantidad de extranjeros y portugueses, a los

que creemos, los extranjeros inficionados de errores que hay en sus tierras y los

portugueses que son todos judíos y como la gente va creciendo y los nacidos acá

es gente fácil y ocasionada para novedades, tenemos alguna sospecha no venga

a sembrarse en estas provincias alguna mala doctrina, que se podría temer por la

libertad de la tierra”.

La tortura fue empleada para obtener la confesión y el testimonio que involucrara

a otros sospechosos.

Las penas iban desde azotes, vergüenza, destierro, galera, prisión, uso del

sambenito, cárcel perpetua hasta muerte en la hoguera o estrangulamiento como

“gracia” si se lograba la conversión a último momento. Los acusados privados de sus

derechos de defensa y sometidos a juicios que se extendían largos años, soportaban

el castigo de la confiscación de bienes, con lo cual la familia del mismo sólo esperaba

el desamparo y la ruina total.

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La introducción de los Estatutos de Limpieza de Sangre dividió a España en una

lucha de clases. Por medio de estos estatutos debía demostrarse que no se descendía

de judío, moro o penitenciado por la Inquisición, pero todos ellos formaban parte

de esa sociedad. Se impusieron en la nobleza órdenes militares y religiosas, colegios

mayores, gremios, cofradías y todo modo de vida, de manera tal que los excluía de

empleos, cargos y posición social. Por medio de la censura y quema de extensos

índices de obras y escritos, incluyendo la Biblia en romance por considerarla

herética, la vigilancia llegó a las bibliotecas privadas, las universidades y aduanas.

Posteriormente la persecución de los temidos tribunales alcanzó a alumbrados,

luteranos y protestantes, aumentando en tiempos de la Contrarreforma para declinar

en el período borbónico. Superstición, brujería, magia, prácticas ocultas, también

fueron consideradas herejías.

*

Auto da Fe del 8 de diciembre de 1596.

Francisco Rodríguez, portugués, mozo soltero, natural de San Vicente de Abeorou

en el reino de Portugal, por sospechoso y encubridor en la guarda y observancia de

la Ley de Moisés y por fautor de herejes.

Cien azotes y destierro de México por dos años precisos.

Auto de Fe del 8 de diciembre de 1596 – Relajados en persona (Muerte en la

hoguera).

Doña Francisca de Carvajal, viuda, mujer que fue de Francisco Rodríguez de Matos,

natural de Benavente en los Reinos de Castilla, que fue quemada en estatua y

huesos, de casta y generación de judíos, fue reconciliada por este Santo Oficio en año

noventa por la guarda de la Ley de Moisés, relapsa en ella, impenitente ficta simulada,

confitente, fue condenada a auto, coroza y hábito con insignias de fuego y relajada en

persona y entregada a la justicia y brazo seglar y con confiscación de bienes.

Los autos de fe, junto con los Estatutos de Limpieza de Sangre, la vigilancia a

través de comisarios y familiares y la quema de libros, fueron algunos de los métodos

que para combatir la herejía utilizó la Santa Inquisición.

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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

Hebraístas, filósofos, intelectuales y humanistas

sufrieron procesos o anatemas: entre los más

destacados se encuentra el famosos y prolongado

proceso contra Don Bartolomé de Carranza, arzobispo

de Toledo, la censura a la obra de Santa Teresa y la

persecución a Fray Luis de León y sus cinco años de

encierro en la cárcel de Valladolid.

Desde su retiro en Brujas, ciudad de mercaderes

conversos, Juan Luis Vives, cuya familia sufrió múltiples

procesos, en la última carta a Erasmo dice: “Vivimos

en tiempos difíciles, en los que no podemos hablar ni

callar sin peligro...”

Luego de la expulsión de España, los judíos se dispersaron en corrientes bien

definidas. Una de ellas, la que se instaló en el Imperio Otomano y el Asia Menor, fue

acogida con benevolencia. Otra, la asentada en Portugal, no corrió igual suerte. Más

de treinta mil familias se refugiaron en el país lusitano, no sólo por su proximidad,

sino también por las promesas de sus monarcas Don Juan II y Manuel; les ofrecían

amparo y protección a su fe. Pero esos acuerdos no fueron respetados y los judíos

fueron sometidos a conversiones forzosas.

Fuente: www.angelfire.com /Editado por el Correo

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INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

DIRECTOR GENERALALFONSO DE MARIA Y CAMPOS CASTELLÓ

SECRETARIO TÉCNICOMIGUEL ÁNGEL ECHEGARAY

SECRETARIO ADMINISTRATIVOEUGENIO REZA SOSA

COORDINADORA NACIONAL DE MUSEOS Y EXPOSICIONESLOURDES HERRASTI

DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURASY DEL CORREO DE LAS CULTURAS DEL MUNDO

LEONEL DURÁN SOLÍS

EDITORMARIANO FLORES CASTRO

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ÉSTA ES UNA PUBLICACIÓN DELCENTRO DE ESTUDIOS SOBRE LA DIVERSIDAD CULTURAL (CEDICULT)

DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURAS

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MÉXICO, D.F., 15 DE JUNIO DE 2010.

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