Correo #9 Despliegues de la palabra

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Número 9, mayo 2009 Taller del Discurso Analítico Correo Psicoanalítico Primavera 2009 En esta edición: Editorial: El Tiempo de la Palabra Por: Francisco José Ramos Silencio…para el (des)pliegue de la palabra Por: Caroline Forastieri El Despliegue de la palabra Por: Tatyana Montalvo La palabra “…Para mí es un tesoro…” Por: Juan A. León González El valor de un intervalo Por: Maria de los a. Gomez Torre de Babel Por: Rebeca Campo Actividades Psicoanalíticas Comité Editorial: Rebeca Campo Shirleen Collazo Patricia García Son estos tiempos difíciles para la palabra. No abundan los hombres y las mujeres de palabra, es decir, aquellos que toman la palabra en su sentido pleno, y se comprometen con lo que dicen, piensan y hacen. El cliché, las muletillas, los automatismos verbales y el mutismo han desplazado la fuerza, el ingenio y la chispa de la buena conversación. Se vive en medio de un desgaste de la función simbólica del lenguaje. De hecho, cabe preguntarse si no estamos ya de lleno en una cultura cuasi-afásica en la que se ha vuelto patente la escasez y el deterioro del “tesoro de significantes”. Prevalece el empobrecimiento del vocabulario, el estilo taquigráfico de la expresión y un tipo de regresión a la construcción infantil de las frases, características todas de la patología, pero que se siguen en nuestros días bajo la rúbrica del normal intercambio verbal cotidiano. Todo ocurre como si nada. Son muchos los ejemplos que podrían darse para ilustrar lo anterior a escala planetaria. Examinemos algunos del habla en Puerto Rico, esta pequeña pero intensa isla del Caribe. Empecemos con la despedida. Está muy al uso despedirse, sobre todo entre las féminas, con el monosílabo en inglés “By”. Se trata de una preposición de la lengua inglesa que significa proximidad o cercanía, pero que se usa, en el inglés americano, como una pura interjección de despedida. Curiosamente, si la escribimos como bye, hacemos referencia a algo importancia. Y en efecto, es como si el encuentro que se tuviera con el otro hubiese sido del todo banal: By. ¿Se quiere despedida más insípida? He ahí un ejemplo de automatismo verbal. (A menos que se quiera decir: “Síguelo por ahí…”. O, en su caso, que se la entone con la nostalgia de una bella melodía de Simon & Garfunkel: “By, by love, hello loneliness…”. Al menos la melancolía sería entonces elocuente, y no habría por qué hablar de “depresión”.) Contrástese lo anterior con las suculentas expresiones en castellano: Nos vemos, Que te vaya bien, Hasta pronto, Hasta la vista y, sobre todo: Adiós (“A dios”: ¿se quiere despedida más religiosa, común a las lenguas romances: adio, adeu, adieu…?) Otro ejemplo, pero esta vez con la bienvenida: “¿Todo bien?” Se trata a todas luces de un saludo que pretende con el semblante de un supremo bienestar escamotear el triste destino de la impotencia. Es la hipérbole del cliché. Si por casualidad algo se produce entre esta bienvenida y aquella despedida, no suele pasar de un discurrir que avanza con reiteración a la manera de una sucesión agramatical – el adjetivo es de Roman Jakobson – que indica, para valerme además de una frase de Lacan, una abdicación mental: EL TIEMPO DE LA PALABRA

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En esta edición: Editorial Silencio... para el (des)pliegue de la palabra El despliegue de la palabra La palabra..."para mi es un tesoro" El valor de un intervalo Torre de Babel

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Número 9, mayo 2009

Taller del Discurso Analítico

Correo Psicoanalítico Primavera 2009

En esta edición:

Editorial: El Tiempo de la Palabra Por: Francisco José Ramos Silencio…para el (des)pliegue de la palabra Por: Caroline Forastieri El Despliegue de la palabra Por: Tatyana Montalvo La palabra “…Para mí es un tesoro…” Por: Juan A. León González El valor de un intervalo Por: Maria de los a. Gomez Torre de Babel Por: Rebeca Campo Actividades Psicoanalíticas

Comité Editorial:

Rebeca Campo Shirleen Collazo Patricia García

Son estos tiempos difíciles para la palabra. No abundan los hombres y las mujeres de palabra, es decir, aquellos que toman la palabra en su sentido pleno, y se comprometen con lo que dicen, piensan y hacen. El cliché, las muletillas, los automatismos verbales y el mutismo han desplazado la fuerza, el ingenio y la chispa de la buena conversación. Se vive en medio de un desgaste de la función simbólica del lenguaje. De hecho, cabe preguntarse si no estamos ya de lleno en una cultura cuasi-afásica en la que se ha vuelto patente la escasez y el deterioro del “tesoro de significantes”.

Prevalece el empobrecimiento del vocabulario, el estilo taquigráfico de la expresión y un tipo de regresión a la construcción infantil de las frases, características todas de la patología, pero que se siguen en nuestros días bajo la rúbrica del normal intercambio verbal cotidiano. Todo ocurre como si nada. Son muchos los ejemplos que podrían darse para ilustrar lo anterior a escala planetaria. Examinemos algunos del habla en Puerto Rico, esta pequeña pero intensa isla del Caribe. Empecemos con la despedida. Está muy al uso despedirse, sobre todo entre las féminas, con el monosílabo en inglés “By”. Se trata de una preposición de la lengua inglesa que significa proximidad o cercanía, pero que se usa, en el inglés americano, como una pura interjección de despedida. Curiosamente, si la escribimos como bye, hacemos referencia a algo prescindible, a lo que no tiene

importancia. Y en efecto, es como si el encuentro que se tuviera con el otro hubiese sido del todo banal: By. ¿Se quiere despedida más insípida? He ahí un ejemplo de automatismo verbal. (A menos que se quiera decir: “Síguelo por ahí…”. O, en su caso, que se la entone con la nostalgia de una bella melodía de Simon & Garfunkel: “By, by love, hello loneliness…”. Al menos la melancolía sería entonces elocuente, y no habría por qué hablar de “depresión”.) Contrástese lo anterior con las suculentas expresiones en castellano: Nos vemos, Que te vaya bien, Hasta pronto, Hasta la vista y, sobre todo: Adiós (“A dios”: ¿se quiere despedida más religiosa, común a las lenguas romances: adio, adeu, adieu…?) Otro ejemplo, pero esta vez con la bienvenida: “¿Todo bien?” Se trata a todas luces de un saludo que pretende con el semblante de un supremo bienestar escamotear el triste destino de la impotencia. Es la hipérbole del cliché. Si por casualidad algo se produce entre esta bienvenida y aquella despedida, no suele pasar de un discurrir que avanza con reiteración a la manera de una sucesión agramatical – el adjetivo es de Roman Jakobson – que indica, para valerme además de una frase de Lacan, una abdicación mental:

EL TIEMPO DE LA PALABRA

“cabrón dale exacto está bien sí cabrón igual hablamos ok te quiero bueno by.” (Ejemplo fiel de una chica de unos 20 años hablando, se supone que a su novio, por celular en el tren urbano.) Puesto que no comprometen en nada a los hablantes, en el más elemental nivel del muto reconocimiento, la bienvenida (“¿Todo bien?”) y la despedida (“By”) no implican un saludo. Más bien se trata de borrar la huella del contacto mediante un uso aséptico del lenguaje que le permita a cada cual retornar sin mácula al sonámbulo entretenimiento de los gadgets de la telecomunicación. Estamos en las antípodas de una ética del bien decir. Más bien habría que decir que se vive en medio de una suerte de persistente maldición regida por la dejadez y la desidia, esto es, por la abdicación del deseo. He ahí una de las matrices de la sórdida violencia contemporánea que nace de la ruptura del lazo social, pero también de la ausencia de contacto, de la falta de tacto, de la intangibilidad afectiva. Se sobrevive recluido en el ensimismamiento, con miedo, furia y resquemor; pero, eso sí, en pleno deslumbramiento con la técnica y la apoteosis del fetichismo de la mercancía. Ni la ciencia se salva. Todo apunta a sofocar el deseo, al tapaboca, a la cobardía moral, al regodeo con la deriva de la propia insatisfacción. Y sin embargo… Lo sorprendente es que hayamos llegado hasta aquí, a pesar del desconcertante empeño de destrucción y auto-destrucción de la condición humana, esa raza que tiembla. Por lo tanto, no es un asunto de esperanza ni de desesperanza. Es una asunto de persistencia, de perseverancia. ¿Perseverar en qué?

En la afirmación incondicional de la vida, del amor y del erotismo. Incondicional significa: no esperar nada a cambio; persistir en la fuerza del pensamiento, del arte y de la poesía.

El (Des)pliegue de las palabras que da título a este XXIV Coloquio del Taller del Discurso Analítico, es un ejemplo vivo de perseverancia y persistencia, a pesar de lo espantoso de esta isla del encanto y con la que tantos y tantas quedan encantados. Digo bien “espantoso” ya que basta con echar una mirada al urbanismo insular para percatarse de cómo la inmensa mayoría de los habitantes de esta isla viven de espaldas a una belleza que brota, se despliega silenciosamente y se expone, a pesar del perverso culto a la fealdad, al mal gusto, a la chabacanería y a la chatez que a toda costa insiste en imponerse.

En fin, recordemos al menos esto: la palabra es lo que ilumina nuestros pasos cuando a duras penas hemos aprendido a dar los primeros. El poeta Giuseppe Ungaretti lo dice así:

LONTANO

Versa il 15 febbraio 1917

Lontano lontano come un cieco

m’hanno portato per mano

LEJOS Hacia el 15 de febrero de 1917

Lejos lejos como un ciego

me han llevado de la mano Francisco José Ramos San Juan de Puerto Rico 6 de abril de 2009

CORREO PSICOANALíTICO - 2 - Mayo 2009

Silencio… para el (des)pliegue de la palabra

CORREO PSICOANALíTICO - 3 - Mayo 2009

En un coloquio como el presente, el cual se titula el (Des)pliegue de la palabra, me parece fundamental reflexionar sobre el silencio. Si el despliegue es definido como desdoblar y extender lo que está plegado, en este caso, la palabra, ¿cómo pensar el silencio en ese (des)pliegue? Nasio nos dice en su texto El Silencio en Psicoanálisis, que “[E]l silencio está siempre presente en la sesión de análisis y sus efectos son tan decisivos como los de una palabra realmente pronunciada”. Es el silencio el que permite pausas, es el espacio entre las palabras, es el que da tiempo para respirar y sobre todo, permite pensar lo que se está diciendo y/o escuchando. Esto le da una relevancia particular y un lugar importante para el trabajo en la clínica. El silencio es el que hace posible el continuo despliegue de la palabra. En el mismo texto, se indica que hay varios tipos de silencios presentes en la clínica. Está el silencio del analista, el silencio “efímero” del paciente, el silencio “crónico”, entre otros. Cada uno de ellos con sus particulares implicaciones para el proceso. Por parte del terapeuta, el silencio sostenido le permite una escucha activa. Por parte del paciente, el silencio le da espacio a escuchar-se y pensar-se una vez desplegadas sus palabras. Un silencio efímero puede ser también el momento en el que se sorprende, en el que se ha escapado algo del inconsciente. Puede ser también una muestra de resistencia. Un pliegue en la palabra. Otra manifestación del silencio, una “crónica”, puede ser el mutismo de un paciente. Una dificultad en el despliegue de la palabra. Aquí el silencio es lo que predomina en el proceso, es algo continuo que sólo es

interrumpido por palabras y preguntas abiertas por parte del terapeuta. Es este último tipo, el que me ha llevado a la reflexión sobre lo que dice ese silencio. Sobre su importancia, sobre lo que puede representar. ¿Cómo trabajar con él, a través de él? En la clínica con niños, en ocasiones nos podemos encontrar con ese silencio. Esto debido a que aún no se tengan las herramientas para nombrar y apalabrar lo que les rodea. Es en estos casos que el juego toma el lugar de la palabra hablada oralmente. Es el juego el que permite el despliegue de la “palabra”. Es importante entonces, estar atento y “escuchar” lo que ese juego “dice”. Se trata de no descartarlo como vacío. El juego del niño es el que da pie para que el silencio se mueva de uno crónicamente mudo a uno que, aunque ausente de palabras pronunciadas oralmente, permita otras formas de comunicarse; de desplegar su palabra. Como nos dice Nasio, el silencio “constituye un hecho analítico de primera importancia en el desenvolvimiento de una cura y plantea al profesional un problema de técnica psicoanalítica tan antiguo como el de la regla de la libre asociación”. Es inevitable encontrarnos con momentos de silencio, con pacientes silenciosos, con momentos donde debemos callar y guardar silencio. Esta reflexión intenta que se piense sobre los silencios, y lo que en cada instancia implican. Y que de esta forma pueda comenzar a perfilarse, lo que en la clínica de la palabra tienen de importante los silencios, para posibilitar el (des)pliegue de la palabra. Caroline Forastieri Villamil

CORREO PSICOANALíTICO - 4 - Mayo 2009

El (des) pliegue de la palabra

El nombre que convoca a este vigésimo cuarto coloquio es El (des) pliegue de la palabra. Reflexionemos primero en torno a este significante de despliegue. Plegar puede definirse como doblar o también como someterse a la voluntad de algo. Por ende podríamos pensar el (des) pliegue como un desdoble o un no sometimiento, lo que en este caso nos dejaría con un desdoble y un no sometimiento de la palabra. ¿Cómo pensar esto entonces desde una teoría donde la palabra juega el rol primordial, donde incluso se le denomina al proceso psicoanalítico como una cura por la palabra? Ahora bien, como nos aclara Freud en Tratamiento psíquico (tratamiento del alma), no nos referimos a las palabras de nuestro cotidiano. Entonces, ¿de

qué palabra hablamos? Me atrevería a decir que es una palabra que se desdoble desde el inconsciente y que no se someta a la voluntad del yo. Es una palabra que permita abrir nuevos significados para el sujeto y que no meramente llene de un falso sentido aquello que el sujeto quiere tapar y de lo cual no quiere saber. Es aquella palabra que nos ofrece pistas que permiten poner en perspectiva algo de nuestro psiquismo. Es pasar por la palabra aquello que de otra manera se quedaría en la mera repetición. Es devolverle entonces a la palabra su “prístino poder ensalmador”. Tatyana Montalvo Otero, B.A.

LA PALABRA “…PARA MÍ ES UN TESORO…”

A Juana, gracias…

Con una inquietud incesante y un deseo de saber sobre aquello que llaman palabra, un estudiante de psicología, seguidor de los postulados del psicoanálisis, se dirigió a la búsqueda de alguien que le hablara de esa palabra. Deseaba preguntarle a alguien que no estuviera cerca de las fronteras del psicoanálisis, en donde la palabra toma un lugar crucial, ni cerca de otras áreas en donde la palabra cobra un carácter particular y específico. Alguien que no repitiera alguna definición extraída de algún libro o de alguna página de la red cibernética. Entonces, ¿a quién preguntar? ¿A dónde dirigirse? ¿Quién le podrá hablar de la palabra a ese estudiante?

Luego de pensar y repensar por un tiempo, el deseo de saber dirigió al

estudiante hacia la morada de una señora cuyas enseñanzas y relatos no habían cesado de impresionarlo. Al llegar al lugar propuesto, la señora, agotada por el pasar de los años y los avatares de la vida, descansaba sobre su cama mientras escuchaba algunas melodías que provenían del radio ubicado sobre su ropero. Luego de recibir un saludo de su parte, expresado a través de una sonrisa, y cruzar algunas palabras, el estudiante expresa la pregunta: “¿Me gustaría saber qué es la palabra para ti?” “¿La palabra…? …la palabra para mí es un tesoro…”, responde ella. “¿Un tesoro…por qué?”, pregunta el estudiante sorprendido por la inesperada respuesta. “Porque me permite recordar cosas”, ella responde dejando escapar un suspiro seguido de una sonrisa dibujada en su rostro. “¿Qué más es la palabra para

ti?”, insiste el estudiante con deseos de saber y escuchar. “Con decirte que es un tesoro, ya te lo he dicho todo…” apalabra la señora.

Definitivamente, las sabias palabras sobre la palabra pronunciadas por la señora permiten apreciar el valor de ésta. Palabra puesta del lado de un tesoro, del lado de algo de apreciable valor. Palabra como aquello que da la posibilidad de recordar cosas. La palabra atada al recuerdo. ¿Acaso esto no es pensar la palabra como un medio privilegiado que el sujeto posee y utiliza para poder dar cuenta de aquello que ha vivenciado? ¿Cómo no atesorar aquel recurso, propiamente humano, que posibilita la actualización de aquello que quedó inscrito para que, de una u otra manera, pueda ser trabajado? Cuán cerca de las enseñanzas freudianas se encuentran las palabras de la señora.

Indiscutiblemente, el don de la palabra es esencial en la historia del psicoanálisis. La palabra marcará su descubrimiento y, desde entonces, será uno de sus pivotes fundamentales. Desde Freud, con su descubrimiento del inconsciente y de la talking cure, hasta Lacan, con sus elaboraciones con respecto al sujeto y el trabajo analítico, la palabra, con su doble posibilidad de narrar (recordar) y enunciar (producir efectos de sentido), será pensada como aquel medio que apunta a entender los misterios del alma humana y trabajar con los malestares de la vida.

Ciertamente, las palabras pronunciadas por la señora dejan entrever algo que el fundador del psicoanálisis había perfilado hace años atrás. Dejan ver que el sólo hecho de dar lugar a la palabra tiene efectos en el sujeto. Algo se pone en movimiento con el espacio a la palabra. Es por ello que el genio de Freud, a través de su andamiaje teórico, puntualizó el carácter y el prístino poder ensalmador de la palabra.

Y es que la palabra, dirigida a alguien que se instaura en el lugar del que escucha en análisis, eventualmente va a encontrar una dirección. La puesta en juego de la palabra hace advenir un saber no

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sabido del sujeto; permite escuchar lo que no se dice. Mediante el despliegue de la palabra, el sujeto puede llegar a dar cuenta de aquello que cree no saber, de lo que no quiere saber, de aquello que le provoca enigma, de lo que le provoca mal-estar. El apalabrar permite revelar y hacerse pregunta sobre los rasgos fundamentales que han caracterizado la historia y sobre los vínculos y tropiezos con el semejante, y de ahí poder reelaborar las coordenadas de goce que han determinado la vida. De acuerdo a lo planteado por Lacan (1953) en el Discurso de Roma, “no se trata para Freud ni de memoria biológica, ni de mistificación intuicionista, ni de la paramnesia del síntoma, sino de rememorización, es decir de historia”. De lo que se trata, entonces, es de dar paso a la palabra, de poner en palabras, de dejar que la palabra hable. Y es que como lo ha pensado, entendido y, sin duda, vivenciado la señora, las palabras evocan. Y con ese evocar permiten un re-encuentro con la historia dando la posibilidad de hacer con eso otra cosa.

Por ello es que, particularmente, en su escrito Tratamiento psíquico, Tratamiento del alma, Freud (1890) dejará postulado que las palabras son, en efecto, el instrumento esencial del tratamiento anímico. Más adelante, en ese mismo medular escrito, planteará que “las palabras son, sin duda, los principales mediadores del influjo que un hombre pretende ejercer sobre los otros; las palabras son buenos medios para provocar alteraciones anímicas en aquel a quien van dirigidas y por eso ya no suena tan enigmático aseverar que el ensalmo de la palabra pueda eliminar fenómenos patológicos, tanto más aquellos que, a su vez, tienen su raíz en estados anímicos”. Indiscutiblemente, en la puesta en palabras, en el decir que elabora el sujeto, se hallan las pistas que determinan el levantamiento de aquello que le provoca mal-estar.

Finalmente, el estudiante, sentado junto a la señora que continúa en su intento de descansar y escuchando aquellas melodías que no cesan de evocar lo pasado, le agradece por su respuesta. “Esto no

puede quedarse así. Tiene que quedar plasmado en un escrito. Esas palabras no pueden quedar al olvido”, le dice el estudiante. “Ahhh, pues espero ver eso de la palabra…”, concluye la sabia señora dirigiendo su mirada hacia los imponentes árboles que se posan al otro lado de su ventana. Juan A. León González

CORREO PSICOANALíTICO - 6 - Mayo 2009

EL VALOR DE UN INTERVALO

Ha sido necesario un poco más de una década para que INTERVALO vea finalmente la luz, y la idea y el esfuerzo se traduzcan en esta revista que ahora se ha publicado. Se trata de una revista que tuvo su punto de origen en el intervalo que separaba la ciudad de París de la isla de Puerto Rico, el aire del Viejo Continente de los aires caribeños de esta bella isla, el cierre de un proyecto y la apertura de otro. Es una apuesta por el deseo lo que hace posible que un proyecto pueda sostenerse. Y en estos tiempos en los que ni los deseos, ni las palabras ni los gestos suelen tener la fuerza y el empuje para llevarlos más allá del instante en el que se perfilan, es importante –pienso yo- subrayar y celebrar los esfuerzos que permiten trenzar el sí sostenido de cada cual con el trabajo solidario y en común.

Quisiera hablar un poco sobre la elección de la palabra Intervalo para nombrar nuestra revista. Ante todo por lo que ese significante perfila: aquello que marca la discontinuidad y rompe la monotonía, aquello que no deja de recordarnos lo que tanto Freud como Lacan postularon sobre el inconsciente. Recordemos que el inconsciente freudiano no es ni está, solo apunta a la inminencia de la irrupción y a lo siempre por definir. Es en la evanescencia, en el

corte, en la fisura y como pulsación que Freud des-cubrirá el inconsciente.

Los intervalos se perfilan en la cadena de representaciones, abriendo un lugar que permite la separación de los significantes para que estos no colapsen ni se con-fundan. Es justo ahí en esos intervalos que el sujeto se encuentra suspendido. Es también en un intervalo, aquel que surge entre los avatares de la demanda y de la exigencia de reconocimiento, intervalo de espacio y tiempo, que la experiencia del deseo se hace presente. El registro simbólico está marcado por intervalos. Lacan llegará incluso a hablar del inconsciente como un intervalo entre dos consistencias en su Seminario RSI.

Por otro lado, está el intervalo ligado al objeto, o más bien a la extracción del objeto que deja un vacío y orada el flujo constante de los significantes. Es el intervalo declinado del lado de lo real, del registro de la pulsión, de una pulsación de otro orden que la que Lacan menciona como vinculada al inconsciente.

Los intervalos se perfilan también de múltiples formas en la experiencia clínica. Los hay que son cerrados y contables: número de sesiones, duración cronológica de una sesión, espacio entre palabras, espacio

CORREO PSICOANALíTICO - 7 - Mayo 2009

entre silencios, espacio entre el decir y lo dicho. Está el intervalo de una sesión, que abre con un significante y cierra en la escansión de la emergencia de otro significante de particular pertinencia. El tiempo de una sesión guiada por esta lógica llevó a Lacan a hablar de sesiones de duración variable y de corta duración. Los intervalos que se perfilan y despliegan en la sesión, dan cuenta entonces de la temporalidad lógica del sujeto. Por otro lado está el cero, el número Cero con el que iniciamos éste esfuerzo de publicación. ¿Por qué haber elegido Cero y no Uno como hacen la mayor parte de las publicaciones seriadas? El cero tiene una larga historia. Se le rastrea en Babilonia hacia el 1700 AC, se le encuentra en registros mesoamericanos, en especial en escritos mayas. Mas adelante se le encuentra en el siglo V en la India, en el libro Lokavibhaga (Las partes del universo). En este tratado aparece la palabra shunya, palabra del sánscrito para decir el vacío, palabra que en el tratado, representa el cero. La palabra árabe que intenta dar cuenta es sifr, que designa el vacío, la vacuidad y que pasará al latín con la palabra zefiro. Cifra y número son dos referencias del cero que se han ido reconociendo a través del tiempo. Nos enseñan desde muy pequeños a contar con el cero, aunque

nos dicen que el cero tiene un valor nulo, que no es ni negativo ni positivo pero que debe colocarse justo en el punto que permite establecer hacia su izquierda los número negativos y hacia su derecha el creciente de los positivos. Aprendemos también que según donde se le coloque habrá consecuencias diversas. Si se le coloca antes de cualquier otro número su valor es puramente funcional. Si se le coloca después de cualquier otro número puede tener dos valores: o indicador de un lugar vacío o el de valor exponencial: mientras más ceros mas valor tendrá la cifra con la cual esté asociado.

Así pues en la escuela aprendemos que el valor del cero tiene que ver con el lugar y la función que se le otorga. Aprendemos además que al incluirlo en una suma su valor es neutro al igual que en una resta; descubrimos que prevalece cuando se le intenta multiplicar o dividir con cualquier otro número.

Podríamos hablar múltiples cosas sobre el cero y lo que se juega en nuestros tiempos en donde los números parecen cada vez mas irreales y escapar cada vez con más frecuencia al arraigo simbólico y de intercambio que originalmente tenían. Sin embargo lo que quisiera destacar es la importancia que Jacques Lacan da al cero, sobre todo hacia el final de su obra. En el Seminario sobre los Problemas Cruciales del Psicoanálisis, Lacan da particular importancia al cero haciéndolo solidario del sujeto, al subrayar que «... el sujeto sería en suma reconocible en lo que resulta, para el pensamiento matemático, estrechamente prendido del concepto de la falta, de este concepto cuyo número es cero. » Y mas adelante subraya: « En el juego de identificación de la privación primordial, no sólo se

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da el efecto de la manifestación de un puro agujero, de un cero inicial de la realidad del sujeto encarnándose en la pura falta, siempre hay, en esta operación, y especialmente manifiesto, surgiendo especialmente de la experiencia frustradota, algo que escapa a su didáctica, un residuo, algo que expresa que al nivel lógico en el que aparece el cero, la experiencia subjetiva hace aparecer este algo que llamamos el objeto a y que, por su sola presencia, modifica, inclina, imprime toda la economía posible de una relación libidinal con el objeto, de cualquier elección llamada objetal »1

Por otro lado en uno de sus últimos seminarios, La topologia y el tiempo Lacan el cero adviene a ser aún mas importante tanto en terminos teóricos como prácticos. Es curioso como Lacan va a vincular el cero con lo imposible en tanto no idéntico a si y a su valor como aquello que da lugar a la serie de los números. ¿De qué modo esa cosa huidiza que es el sujeto puede ser fijada a un significante ? 1

Hay una estrecha afinidad entre el sujeto y el cero que se aclara particularmente con los aportes que Frege. Para éste, el cero puede contar como uno (más), en la seriación de los números, pero por otro lado es aquello qe no es nunca idéntico a sí. Una vertiente apunta a la dimension simbólica del ordenamiento y la otra apunta a aquello indómito a la representación, es decir, aquello que nos dirige al registro de lo imposible. Por ello tanto el cero como el sujeto aseguran por su lugar singular, el movimiento de la continuación de los números. Para Lacan y aquí lo parafraseo, el sujeto en un análisis, habla, no para decir sentidos , para significar, sino para significarse. Se trata de un sujeto que habla -allí reside la paradoja- para desaparecer. Con el acto de la palabra con el cual aparece, se borra. El sujeto dice y, diciendo, deviene sujeto y desaparece. Antes del acto no era, luego del acto ya no es. He aquí la doble valencia del cero. Es por ello que Intervalo se inicia en Cero. Y si el cero hace falta para sostener la serie, esperamos entonces que ésto se traduzca en la aparición de próximos números de nuestra revista, que entre sí sostenido e intervalos para pensar y escribir den cuenta del esfuerzo del quehacer analítico en la isla y en otros lugares en donde el legado de Freud y Lacan son importantes.

Quiero destacar a los que han participado de este número: Hiram Ramírez Ortíz, psicoanalista puertorriqueño, cuyo deseo le llevó de vuelta de París a San Juan para iniciar un trabajo analítico que se vió interrumpido con su muerte en 1994. De él se publica una conferencia –la única que pudo dar en Puerto Rico en enero de 1992- sobre el Acto Psicoanalítico. Colette Soler, psicoanalista francesa, quien estuvo en Puerto Rico dictando dos conferencias en junio de 1992 y a quien me unen importantes lazos desde hace mucho tiempo, nos ha dado un texto sobre el discurso capitalista que hace una particularmente pertinente reflexión sobre la deriva de los lazos sociales en los tiempos que vivimos; Lia Sheinfeld, amiga psicoanalista venezolana radicada actualmente en Costa Rica y quien ha estado con nosotros en dos ocasiones para coloquiar, nos presenta un texto que establece las profundas divergencias del síntoma que la medicina atesora y el síntoma que el psicoanálisis des-cubre. Francisco Jose Ramos, filósofo puertorriqueño, amigo entrañable y solidario del Taller y sus miembros a través de muchos muchos años ha contribuido de forma incalculable a través de sus ponencias, de sus preguntas incisivas y de sus retantes seminarios a destacar los estrechos vínculos de la filosofía y el psicoanálisis y lo fundamental que es sostener los espacios para pensar, trabajar, respirar y amar. De él contamos con un trabajo que conmemora el siglo del nacimiento de Lacan y que fuera escrito y presentado en 1991. Es un trabajo que vincula el pensamiento de Gilles Deleuze, su maestro, con Jacques Lacan. Luego se presenta un trabajo de Maria de los Angeles Gómez, escrito ese mismo coloquio sobre las figuras de los imposible en la clínica de orientación lacaniana. Siguen tres reflexiones sobre dos libros que se han escrito en Puerto Rico sobre el quehacer analitico: el libro de Edna Nazario, Apuntes para la Clínica, presentado por Amaryllis Muñoz y Maria de los Angeles Gómez y el libro de Elda Abrevaya, La locura como passion, presentado por Antonio Diaz Royo. Cierra la revista un poema llamado Mathema, un poema en honor de Lacan escrito por Efimero y traducido por Francisco Jose Ramos. Para alegría nuestra contamos ya con varias colaboraciones para los próximos números de nuestra revista: de nuestros amigos psicoanalistas

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de Quebec, Willy Apollon, Daniele Bergeron y Lucie Cantin, de otra psicoanalista amiga que tambien estuvo ya en Puerto Rico en 1992, Genevieve Morel, de Colette Soler, de Francisco Jose Ramos y de Paola Preve. Esta solidaria colaboración contribuye al entusiasmo de continuar con este esfuerzo de publicación común del Taller del DIscurso Analítico y del Foro del Campo Lacaniano de Puerto Rico. Tanto en el Taller como en el Foro sabemos bien que solo es posible que algo se sostenga si se trenzan el

principio de iniciativa y el de solidaridad. Son estos dos principios los que Lacan elige como pilares de su escuela y es en esa orientación que situamos nuestro trabajo. Enhorabuena Maria de los Ángeles Gómez E

“Ahora pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.

Así los espacio Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra y dejaron de edificar la ciudad. Por eso fue llamado Babel*…”

(Génesis 11:7-9)

*La palabra Babel se compara a la

hebrea Balal que significa confundir.

El lenguaje es el vestido con el cual se viste la intensión de comunicar. Es el vehículo para decir, dar cuenta de algo, para expresar intentando apresar lo que siempre se escapa. ¿Cuántos sentidos puede tener una misma palabra? ¿Por qué aunque hablemos un mismo lenguaje no se evita la confusión? Es esa particularidad confusa del lenguaje, representada en el nacimiento de las lenguas, la que intenta captar Brueghel en 1563 cuando pinto una de las tres versiones que hizo de La torre de Babel elegida una de ellas como motivo para este coloquio sobre el (des)pliegue de la palabra. Esta pintura pertenece a la época del Renacimiento. Representa aún el orgullo humano, no ya ante la presencia divina, sino frente al fracaso del proyecto de la racionalidad clásica durante el periodo de los Habsburgo. Brueghel nació en los Países Bajos. Tuvo una vida muy prolífica como pintor. Muchos de sus cuadros se inspiraron en el paisaje italiano, país en el que pasó un largo periodo de su vida, no como trasfondo para algún tema religioso, sino por el paisaje en sí mismo. El original de esta obra se encuentra en la cuidad de Viena.

Casi a 500 años de su creación esta obra sigue representando los avatares del sujeto con el lenguaje, de “aquello” que los separa y los reúne, de “aquello” que los comunica y confunde, en fin, de esa interesante paradoja que es el lenguaje: límite y a la vez la posibilidad de ser… Rebeca Campo Abril, 2009

Torre de Babel

Mayo 2009 Domingo Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado

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14 15 16 *Seminario: De la clínica del trastorno a la ética del psicoanálisis Dr. Carrasquillo 4:30 pm

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26 27 28 29 Seminario Clínica Psicoanalítica Dra. Gómez 7:30 pm

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Agosto 2009 Domingo Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado

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6 7 Seminario de Ética, Dr. Ramos 7:30 pm

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13 14 15 *Seminario: De la clínica del trastorno a la ética del psicoanálisis Dr. Carrasquillo 4:30 pm

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25 26 Conferencia Magistral sobre la Familia: Dra. Carmen GAllano UPR, Río Piedras

27 y 28 Seminario Clínico: Deseo y Fantasma. Dra. Gallano

28 Seminario Clínica Psicoanalítica Dra. Gómez 7:30 pm

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CORREO PSICOANALíTICO - 10 - Mayo 2009

Actividades psicoanalíticas

*Este Seminario se llevará a cabo en el salón 230 Baralt Norte, Universidad Sagrado Corazón,

** El Cine Foro se reúne una vez al mes. Para información de las fechas escribir a: [email protected] *** El Seminario de Freud que ofrece la Dra. Ferder se lleva a cabo una vez al mes. Para fechas llamar al 787-432-8970.

Coloquio XXIV: (Des) pliegues de la Palabra

Septiembre 2009 Domingo Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado

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10 11 Seminario de Ética, Dr. Ramos 7:30 pm

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Octubre 2009 Domingo Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado

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CORREO PSICOANALíTICO - 11 - Mayo 2009

Actividades psicoanalíticas

*Este Seminario se llevará a cabo en el salón 230 Baralt Norte, Universidad Sagrado Corazón, ** El Cine Foro se reúne una vez al mes. Para información de las fechas escribir a: [email protected] *** El Seminario de Freud que ofrece la Dra. Ferder se lleva a cabo una vez al mes. Para fechas llamar al 787-432-8970.

Noviembre 2009 Domingo Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado

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CORREO PSICOANALíTICO - 12 - Mayo 2009

Actividades psicoanalíticas

El Correo Psicoanalítico publica dos ediciones al año. El mismo tiene como objetivo difundir el trabajo que se realiza desde el campo psicoanalítico en Puerto Rico y sus vínculos internacionales con éste. Los artículos que aquí se presentan reflexionan tanto sobre el psicoanálisis en su dimensión clínica como la relación del mismo con otras disciplinas del saber humano.

Este es un espacio abierto a todo aquel que le interese escribir y reflexionar en torno a estos temas. Puede someter su escrito a consideración de la editorial para futuras publicaciones. Los escritos deben tener un máximo de página y media a letra 12. Favor enviar sus colaboraciones a: [email protected]

¿Interesado en escribir para el

Correo?

*Este Seminario se llevará a cabo en el salón 230 Baralt Norte, Universidad Sagrado Corazón,

** El Cine Foro se reúne una vez al mes. Para información de las fechas escribir a: [email protected] *** El Seminario de Freud que ofrece la Dra. Ferder se lleva a cabo una vez al mes. Para fechas llamar al 787-432-8970.

CORREO PSICOANALíTICO - 13 - Mayo 2009

VIERNES 1 de MAYO 9:00 APERTURA: Dennisse Pérez 9:30 Primera mesa Modera: Rebeca Campo: La poética del inconsciente Dyhalma Avila: ¿Qué palabra escucha el psicoanálisis? Maria de los Angeles Gómez: Palabras claves 11.00 Segunda mesa Modera: Dr. Ernesto Rentas Eduardo Forastieri: Sobre arbitrariedad y silencio

Francisco José Ramos: De la palabra a la palabra

12:30 Almuerzo 2.00 Tercera mesa Modera: Maria de la Paz Ferrán Karinette Rivera: La inserción del clínico en una Unidad Renal Pediátrica Mayra Nevares: Los límites de la palabra

SABADO 2 DE MAYO 9.00 Cuarta Mesa

Modera: Mayra Olavarría Kenneth Junco: Escuchar lo que no se quiere decir Zilkia Rivera: Una palabra que agoniza...

Es posible la clínica de niños en el hospital público

11:00 Quinta mesa Modera: Carmen García Verónica Velez: Yo(el): el fluir de significados de un nombre propio Melanie Perez Ortiz: Repliegues: la textura del mito en la literatura puertorriqueña actual 12:30 Almuerzo 2: 00 Coloquiando sobre el cuento: La carta robada de Edgar Allan Poe

PROGRAMA

CORREO PSICOANALíTICO - 14 - Mayo 2009

Notas…

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Notas…

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CORREO PSICOANALíTICO - 15 - Mayo 2009