Lectio 365: Orando durante la

Pandemia del Coronavirus Pete Greig y Oración 24-7 Internacional

Este contenido ha sido adaptado y traducido de la app de Oración 24-7, Lectio 365, puedes descargar la app gratuitamente en tu smartphone.

Actualmente la app solo está disponible en inglés.

Descubre más en: 24-7prayer.com/lectio365

DÍA 1: AMAR EN ÉPOCA DE TEMOR Esta semana vamos a enfocar nuestras oraciones en la crisis del Coronavirus, co-menzando hoy con la invitación de Cristo de amar en una época de temor. Haz una pausa Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para res-pirar despacio, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.

Haz una pausa y ora Oración de Enfoque Dios inquebrantable, Tú eres mi ayuda, siempre presente en tiempos de dificultad. En medio de todo el aislamiento, el dolor y el miedo causados por esta crisis, re-nueva en mí Tu paz, restaura en mí Tu perspectiva, y revélame Tu presencia mien-tras paso este tiempo contigo ahora. Regocijarse y Reflexionar Escojo regocijarme en la seguridad de la protección y la provisión de Dios hoy, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 27:1-5.

El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme? Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen. Aunque un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza. Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo.

Porque en el día de la aflicción Él me resguarda en su morada; el amparo de su tienda me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca. Salmo 27:1-5

Esta semana, mientras reflexionamos en la Palabra de Dios en medio del caos del Coronavirus, vamos a estar orando cada día en una dimensión diferente de esta crisis compleja. Juntos vamos a abordar temas de conexión en época de aislamiento, profundidad en época de distracción, valor en época de contención, esperanza en época de revuelo y respiración en época de muerte. Comenzando hoy con la invitación de Cristo a amar en épocas de temor.

Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor permanece en Dios, y Dios en él. Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccio-nado en el amor. Nosotros amamos porque Él nos amó primero.

1 Juan 4: 15-19

Mire donde mire ahora me encuentro con el temor. Las noticias son aterradoras. Hay miedo en los ojos de la gente. Pero el apóstol Pablo dice que ‘el amor per-fecto de Dios echa fuera el temor’. Aquí la palabra griega utilizada para echar es ballei. Es la misma palabra utilizada por Jesús al echar a los prestamistas del templo, y al expulsar a los demonios de la gente oprimida. Es convincente. El amor no solo alivia nuestro miedo. No es educado. Hay una violencia en la forma en la que nos quita el terror de nuestros corazones y de nuestras mentes. Es im-portante enfrentarse a los hechos, incluso cuando dan miedo, pero aun más im-portante es enfocarse en la suprema y permanente realidad del amor de Dios. Apelar/Pedir Mientras me preparo para el Viernes Santo, que será dentro de 18 días, enfoco mis pensamientos en la imagen de Cristo en la cruz, reconociendo su terror pero también permitiendo que surja el agradecimiento en mi corazón por esta prueba tangible de que el amor gana.

Haz una pausa y ora

Recordando la forma en la que Jesús tuvo compasión de María incluso desde la cruz, pienso ahora en gente que está especialmente temerosa en este tiempo - los ancianos, la gente que sufre diferentes patologías y aquellos que no tienen trabajo - presentando a cada uno a Cristo en la cruz y confiándoles a Su amor.

Haz un pausa y ora Rendirse Al volver al pasaje bíblico, me doy cuenta de la forma en la que el apóstol Juan re-pite la palabra ‘amor’ una y otra vez, nueve veces en total, una vez cada 12 pala-bras. Es como un corazón que late rítmicamente a través del texto y de los años.

Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor permanece en Dios, y Dios en él. Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccio-nado en el amor. Nosotros amamos porque Él nos amó primero.

1 Juan 4: 15-19

Se cuenta una historia del Apóstol Juan, el cual escribió las palabras que acaba-mos de leer. En la vejez le llevaban de un lugar a otro, de iglesia a iglesia, apenas podía respirar. Él era la última conexión que quedaba en la tierra con Hijo hu-mano de Dios. Y allí donde llegaba, las multitudes se reunían para verle y escu-charle y verle hablar. Con gran esfuerzo se sentaba en su camilla, y se hacia un silencio en la habitación, silencio por una ansiosa expectativa. ‘Amaos los unos a los otros’, clamaba. ‘Amaos los unos a los otros’. A continuación se reclinaba. Su sermón de tres palabras había finalizado. Y se le llevaban a la siguiente congre-gación. ‘Al final,’ como dijo un viejo santo: ‘lo único que importará es lo bien que has amado’. ¿Cómo puedo hacer que el miedo desaparezca de la vida de otra persona hoy, a través del sencillo poder del amor?

Haz una pausa y ora

Oración de Rendición En esta época de tanto temor, me aferro a la promesa de Dios en Isaías 43 encon-trando ánimo en esta preciosa seguridad para el día que viene:

Pero ahora, así dice el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: “No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces por las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas.” Isaías 43:1-2 Oración para concluir Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo. Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que interactúe. Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que hago y digo. Amén.

DÍA 2: CONEXIÓN EN TIEMPO DE AISLAMIENTO Esta semana estamos enfocando nuestras oraciones en la crisis del Coronavirus, hoy exploramos la invitación de Cristo a conectar en tiempo de aislamiento. Haz una pausa Ahora, al comenzar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar despacio, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, de-lante de la presencia de Dios.

Haz una pausa y ora Oración de Enfoque Dios inquebrantable, Tú eres mi ayuda, siempre presente en tiempos de dificultad. En medio de todo el aislamiento, el dolor y el miedo causados por esta crisis, re-nueva en mí Tu paz, restaura en mí Tu perspectiva, y revélame Tu presencia mien-tras paso este tiempo contigo ahora. Regocijarse y Reflexionar Hoy elijo regocijarme en cómo se implica Dios en mi vida, uniéndome a la ala-banza ancestral del pueblo de Dios en las palabras del Salmo 139:13-17.

Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Salmo 139:13-17

Hoy, mientras meditamos en la importancia de la conexión en tiempo de aisla-miento, volvemos a la preciosa historia de Jesús sanando a la mujer enferma,

imaginándonos las expresiones cambiantes de su rostro y en su rostro a medida que este encuentro se desarrolla:

Jesús se puso de camino y las multitudes le apretujaban. Había entre la gente una mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera sanarla. Ella se le acercó por detrás y tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia.

-¿Quién me ha tocado? -preguntó Jesús.

Como todos negaban haberle tocado, Pedro le dijo: -Maestro, son multitudes las que te aprietan y te oprimen.

-No, alguien me ha tocado - replicó Jesús-; yo sé que de mí ha salido poder.

La mujer, al ver que no podía pasar inadvertida, se acercó temblando y se arrojó a sus pies. En presencia de toda la gente, contó por qué le había tocado y cómo había sido sanada al instante. -Hija, tu fe te ha sanado -le dijo Jesús-. Vete en paz.

Lucas 8:42b-48

Jesús no da la impresión de estar particularmente interesado en realizar un mila-gro impersonal. Corto circuitos de energía salen de su cuerpo y - después de su-frir dolor y vergüenza durante doce años - esta pobre mujer es sanada al ins-tante. ¡Aleluya! Pero al momento él se da la vuelta, necesita saber el nombre, es-cudriñando la multitud en busca de un rostro, buscando la dignidad de un en-cuentro personal. Demasiado a menudo quiero a Jesús por su poder, pero él solo me quiere a mí, mi persona. En esta era de las mascarillas, el desinfectante de manos y los saludos con los codos su prioridad es el contacto; el reconocimiento facial; la conexión de una relación más profunda. Apelar/Pedir En este tiempo de aislamiento la gente necesita la conexión más que nunca. Al pensar en el día que tenemos por delante, pido al Señor que ponga gente con-creta en mi corazón para llamar hoy. Que me dé oportunidades para sonreír y ser amable con la gente con la que pueda interactuar desde el confinamiento de mi casa. Que me ayude a amar y escuchar a aquellos con los que hable - por telé-fono o a través de internet.

Haz una pausa y ora Nombro delante de ti ahora a todas aquellas personas que están solas, aisladas en sus casas, pidiéndote que esta sea una estación en la que profundicen en su relación contigo.

Haz una pausa y ora

Rendirse Mientras vuelvo a esta preciosa historia, me pregunto por qué el toque de esta mu-jer fue diferente al del resto de la gente que se encontraba en la multitud:

Jesús se puso de camino y las multitudes le apretujaban. Había entre la gente una mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera sanarla. Ella se le acercó por detrás y tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia.

-¿Quién me ha tocado? -preguntó Jesús.

Como todos negaban haberle tocado, Pedro le dijo: -Maestro, son multitudes las que te aprietan y te oprimen.

-No, alguien me ha tocado - replicó Jesús-; yo sé que de mí ha salido poder.

La mujer, al ver que no podía pasar inadvertida, se acercó temblando y se arrojó a sus pies. En presencia de toda la gente, contó por qué le había tocado y cómo había sido sanada al instante. -Hija, tu fe te ha sanado -le dijo Jesús-. Vete en paz.

Lucas 8:42b-48

En los tiempos de Jesús existían normas estrictas que prohibían el tocar a al-guien o algo considerado ritualmente sucio, incluyendo los leprosos, cadáveres e incluso mujeres con la menstruación (quizá este tipo de regulación en cuanto al contacto físico nos parezca un poco menos extraño ahora, que nos encontra-mos en un momento en el que se nos prohibe darnos la mano o abrazarnos, y se requiere que nos desinfectemos las manos después de cada encuentro). Esta pobre mujer no solo estaba enferma, sino que era intocable. Años de hemorragia crónica había traído el estigma añadido del aislamiento y la vergüenza. No es de extrañar que ‘viniera temblando y cayera ante los pies de Jesús’. Se suponía que su toque iba a infectar a Jesús, pero en lugar de eso, el contacto con Jesús la sanó, y sus palabras restauraron su dignidad.

Haz una pausa y ora Oración de Rendición En este momento de aislamiento del contacto humano, me reconfortan las pala-bras de Jesús en Mateo 28:20, prometiéndome su presencia para siempre:

Escucha la Palabra del Señor: ‘Sin duda,’ dice Él, ‘Yo estoy contigo siempre, hasta el fin del mundo.’ Oración para concluir Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo. Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que interactúe. Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que hago y digo. Amén.

DÍA 3: ALIENTO EN TIEMPO DE MUERTE Seguimos enfocando nuestras oraciones en la pandemia del coronavirus, explo-rando la importancia de mantener el aliento en tiempo de muerte. Haz una pausa Ahora, al comenzar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar despacio, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, de-lante de la presencia de Dios.

Haz una pausa y ora Oración de Enfoque Dios inquebrantable, Tú eres mi ayuda, siempre presente en tiempos de dificultad. En medio de todo el aislamiento, el dolor y el miedo causados por esta crisis, re-nueva en mí Tu paz, restaura en mí Tu perspectiva, y revélame Tu presencia ahora, mientras paso este tiempo contigo. Regocijarse y Reflexionar Elijo regocijarme en el hecho de que Dios está firmemente en control hoy, unién-dome a la alabanza ancestral del pueblo de Dios en las palabras del Salmo 63:3-8:

Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te invocaré. Mi alma quedará satisfecha como un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca. En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti toda la noche. A la sombra de tus alas cantaré, porque Tú eres mi ayuda. Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene. Salmo 63:3-8

Hoy vamos a meditar en Ezequiel, en el valle de los huesos secos, de pie en un lugar de muerte y desolación, confrontando una situación de desesperación con nada más que la Palabra de Dios.

Entonces el Señor me dijo: «Profetiza, hijo de hombre; conjura al aliento de vida y dile: “Esto ordena el Señor omnipotente: ‘Ven de los cuatro vientos y dales vida a estos huesos muertos para que revivan’». Yo profeticé, tal como el Señor me lo había ordenado, y el aliento de vida entró en ellos; enton-ces los huesos revivieron y se pusieron de pie. ¡Era un ejército numeroso! Luego me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son el pueblo de Israel. Ellos andan diciendo: “Nuestros huesos se han secado. Ya no tenemos es-peranza. ¡Estamos perdidos!” Por eso, profetiza y adviérteles que así dice el Señor omnipotente: “Pueblo mío, abriré tus tumbas y te sacaré de ellas, y te haré regresar a la tierra de Israel. Y, cuando haya abierto tus tumbas y te haya sacado de allí, entonces, pueblo mío, sabrás que yo soy el Señor. Pondré en ti mi aliento de vida, y volverás a vivir. Y te estableceré en tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el Señor, lo he dicho, y lo cumpliré. Lo afirma el Señor”».

Ezequiel 37:9-14

A estas alturas ya sabemos que el Coronavirus se propaga extensamente a tra-vés de la tos, los estornudos y la respiración, y que ataca a los pulmones. Esta-mos advertidos de que tenemos que mantener una distancia de 2 metros unos de otros, y evitar respirar en estrecha proximidad durante cualquier período de tiempo. El aliento es una metáfora poderosa en la Biblia para la vida y el Espíritu Santo. En Génesis 2:7 Dios crea a Adán al respirar en sus fosas nasales. En Juan 20:22 Jesús respira sobre sus discípulos y dice: ‘Recibe el Espíritu Santo’. Y aquí en esta historia Ezequiel profetiza aliento de vida sobre innumerables cadáveres convirtiendo el Valle de los Huesos Secos en el Valle de la Resurrección. Apelar/Pedir Tan consciente como estoy de que el enemigo quiere atacar mi respiración, res-piro profundamente de forma desafiante unas cuantas veces ahora en la presen-cia de Dios, exhalando conscientemente el miedo, recibiendo en silencio su Espí-ritu de nuevo en mi cuerpo, regocijándome porque el aliento de Dios trae espe-ranza en lugar de mal, sanidad en lugar de enfermedad y vida en abundancia.

Haz una pausa y ora

Oro por todos aquellos en el hospital más cercano a mi casa que están usando respiradores, por todos aquellos que los necesitan desesperadamente, y por las empresas que se apresuran para fabricar más respiradores en repuesta a la de-manda repentina y urgente. Señor, clamamos a ti en las palabras de Ezequiel: ‘pon tu Espíritu en esta gente para que vivan’.

Haz una pausa y ora

Rendirse Mientras vuelvo al pasaje, abro mis oídos para escuchar Tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.

Entonces el Señor me dijo: «Profetiza, hijo de hombre; conjura al aliento de vida y dile: “Esto ordena el Señor omnipotente: ‘Ven de los cuatro vientos y dales vida a estos huesos muertos para que revivan’». Yo profeticé, tal como el Señor me lo había ordenado, y el aliento de vida entró en ellos; entonces los huesos revivieron y se pusieron de pie. ¡Era un ejército nume-roso! Luego me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son el pueblo de Is-rael. Ellos andan diciendo: “Nuestros huesos se han secado. Ya no tene-mos esperanza. ¡Estamos perdidos!” Por eso, profetiza y adviérteles que así dice el Señor omnipotente: “Pueblo mío, abriré tus tumbas y te sacaré de ellas, y te haré regresar a la tierra de Israel. Y, cuando haya abierto tus tumbas y te haya sacado de allí, entonces, pueblo mío, sabrás que yo soy el Señor. Pondré en ti mi aliento de vida, y volverás a vivir. Y te estableceré en tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el Señor, lo he dicho, y lo cum-pliré. Lo afirma el Señor”».

Ezequiel 37:9-14

Hoy, el pueblo de Dios en el mundo ciertamente está diciendo: ‘Nuestra espe-ranza se ha ido y estamos aislados’, pero así como en los días de Ezequiel, el Aliento de Dios viene de nuevo en nuestro tiempo para contrarrestar la devasta-ción del enemigo y para levantarnos una vez más como ‘un gran ejército’. Espíritu Santo, te invito a que vengas ahora de los cuatro vientos para revivirnos y resuci-tarnos en este lugar de tanta desesperanza. Nombro iglesias en concreto (ade-más de la mía) en mi pueblo o ciudad.

Haz una pausa y ora

Oración de Rendición En este tiempo de tanta muerte y dolor recibo de nuevo la promesa de Dios a través de Ezequiel para mi propia vida, permitiendo que la fe se eleve dentro de mí para todo lo que está por venir: Escucha la palabra del Señor: ‘Pondré en ti mi aliento de vida, y volverás a vivir. Y te estableceré en tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el Señor, lo he dicho, y lo cumpliré. Lo afirma el Señor’. Ezequiel 37:14 Oración para concluir Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo. Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que interactúe. Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que hago y digo. Amén.

DÍA 4: PROFUNDIDAD EN TIEMPOS DE DISTRACCIÓN Hoy seguimos enfocando nuestras oraciones en la crisis del Coronavirus, explo-rando la invitación de Cristo a profundizar en momentos de distracción. Haz una pausa Ahora, al comenzar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar despacio, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, de-lante de la presencia de Dios.

Haz una pausa y ora Oración de Enfoque Dios inquebrantable, Tú eres mi ayuda, siempre presente en tiempos de dificultad. En medio de todo el aislamiento, el dolor y el miedo causados por esta crisis, re-nueva en mí Tu paz, restaura en mí Tu perspectiva, y revélame Tu presencia ahora, mientras paso este tiempo contigo. Regocijarse y Reflexionar Hoy elijo regocijarme en la promesa de la presencia de Dios, uniéndome a la ala-banza ancestral del pueblo de Dios en las palabras del Salmo 46:6, 10-11:

Se agitan las naciones, se tambalean los reinos; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba. «Quedaos quietos, reconoced que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!» El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah Salmo 46:6,10-11

Hoy medito en la invitación de Jesús a tener una intimidad más profunda con Él y una vida más reposada en este tiempo de distracción personal, distorsión teme-rosa y perturbación cultural:

Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron lo que habían hecho y enseñado. Y como no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía, Jesús les dijo: ―Venid conmigo aparte vosotros solos, a un

lugar tranquilo y descansad un poco. Así que se fueron solos en la barca a un lugar solitario.

Marcos 6:30-32

Con los vuelos cancelados, las oficinas, los restaurantes y los gimnasios cerrados, tengo una oportunidad inesperada y sin precedentes para profundizar en mi inti-midad con Jesús. Él llama a mi alma a un lugar de aislamiento, lejos de la multitud, diciendo: ‘Ven conmigo, tú solo, a un lugar tranquilo y descansa un poco.’ Henri Nouwen describe el aislamiento como ‘el horno de la transformación’. ‘Sin él,’ de-cía Nouwen: ‘seguimos siendo víctimas de nuestra sociedad y continuamos enre-dados en las ilusiones del falso yo. El aislamiento es el lugar de la gran lucha y el gran encuentro- la lucha contra las obsesiones del falso yo, y el encuentro con el Dios amoroso que se ofrece así mismo como la sustancia del nuevo yo.’ (p. 15-16 Henri J.M. Nouwen - The Way of the Heart (Ballantine) 1981) Apelar/Pedir ¿Cuáles son las características y las obsesiones de mi falso yo? ¿Qué máscaras escondo detrás de ese falso yo? ¿Qué comportamientos utilizo para evitar la pre-sencia de Dios y protegerme del cambio? Confieso ahora delante de Jesús estas defensas y estrategias de evasión.

Haz una pausa y ora Ya están llegando muchas historias maravillosas de gente que está volviéndose a la fe en Jesús como respuesta a esta crisis. Aprovecho este tiempo ahora para nombrar a amigos y familiares queridos que no son cristianos, cuyas seguridades habituales están siendo sacudidas y de cuyos mecanismos de defensa han sido despojados, pidiendo que comiencen a considerar la invitación de Cristo que dice: ‘Ven conmigo’.

Haz una pausa y ora Rendirse Mientras vuelvo al pasaje, abro mis oídos para escuchar Tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.

Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron lo que habían hecho y enseñado. Y como no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía, Jesús les dijo: ―Venid conmigo aparte vosotros solos, a un lugar tranquilo y descansad un poco. Así que se fueron solos en la barca a un lugar solitario.

Marcos 6:30-32

La invitación de Cristo al aislamiento viene en un tiempo en el que Él estaba ex-perimentando todo tipo de estrés. Antes de este encuentro había sido rechazado en su ciudad natal, a continuación Él escucha las noticias devastadoras de que su primo Juan ha sido decapitado, y ahora está tan ocupado que no tiene tiempo ni para comer. Es fácil pensar que por fin conseguiré tener mi vida de oración orga-nizada cuando todos mis problemas desaparezcan. Cuando las cosas se vuelvan un poco más fáciles y me sienta un poco más espiritual. Pero Jesús me recuerda que tengo que ser contundente conmigo mismo a la hora de buscar el aislamiento en Su presencia. Que Él me espera en medio de mis distracciones y problemas. Lectio 365 es un gran comienzo, pero sospecho que cuando Jesús dice: ‘Ven con-migo a un lugar tranquilo y descansa un poco’, Él está pensando en algo más que en unos pocos minutos. ¿Me está invitando a pasar un tiempo prolongado de ora-ción y adoración, o a estudiar una parte de la biblia en profundidad, o a comenzar a leer un libro de contenido cristiano en concreto?

Haz una pausa y ora Oración de Rendición En este tiempo de tanta distracción, me aferro a la garantía que Dios me ofrece en Jeremías 33 prometiéndome una inspiración y una revelación fresca en cualquier momento en el que invoco su nombre: ‘Así dice aquel cuyo nombre es el Señor... “Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes”’ (Jeremías 33:2-3) Oración para concluir Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo. Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que interactúe. Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que hago y digo. Amén.

DÍA 5: ESPERANZA EN TIEMPOS DE ALBOROTO Esta semana estamos enfocando nuestras oraciones en la crisis del Coronavirus y hoy vamos a explorar la esperanza de Cristo en tiempos de alboroto. Haz una pausa Ahora, al comenzar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar despacio, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, de-lante de la presencia de Dios.

Haz una pausa y ora Oración de Enfoque Dios inquebrantable, Tú eres mi ayuda, siempre presente en tiempos de dificultad. En medio de todo el aislamiento, el dolor y el miedo causados por esta crisis, re-nueva en mí Tu paz, restaura en mí Tu perspectiva, y revélame Tu presencia mien-tras paso este tiempo contigo ahora. Regocijarse y Reflexionar Hoy elijo regocijarme en la esperanza del amor inquebrantable de Dios, unién-dome a la alabanza ancestral del pueblo de Dios en las palabras del Salmo 33:18-22:

Pero el Señor cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran amor; Él los libra de la muerte, y en épocas de hambre les mantiene con vida. Esperamos confiados en el Señor; Él es nuestro socorro y nuestro escudo. En Él se regocija nuestro corazón, porque confiamos en su santo nombre. Que tu gran amor, Señor, nos acompañe, tal como esperamos de ti. Salmo 33:18-22

Hoy medito en una de las oraciones apostólicas de la Biblia, en la cual Pablo identifica la esperanza como el sello de Dios y su pueblo:

Que el Dios de la esperanza os llene de toda alegría y paz a vosotros que creéis en Él, para que reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo. Romanos 15:13

Conocer a Dios es conocer la esperanza. Su voluntad para nosotros, de acuerdo al apóstol Pablo, es estar llenos de gozo, llenos de paz y con tanta esperanza que desborda de nuestras vidas hacia toda la gente con la que interactuamos. Después de pasar tiempo con nosotros se marchan sintiéndose más brillantes, más seguros, menos preocupados. ¿Cómo es posible esto, especialmente ahora que el mundo es un lugar tan desolador y nuestras propias circunstancias son tan increíblemente difíciles? Bien, no se trata del pensamiento positivo. El apóstol Pablo dice que recibimos paz y gozo al confiar en Dios, y recibimos esperanza al ser llenos del poder de Su Espíritu Santo. ¿En qué áreas de mi vida me falta paz y gozo? ¿Y podría ser porque estoy luchando con confiar en Dios en estas áreas? Apelar/Pedir Al Admitir ante Dios los lugares en los que me cuesta confiar en Él, comienzo a imaginar cómo se vería lo mejor para mí en estas áreas. Escucho atentamente por cualquier palabra o promesa que Él quiera hablar a mi miedo.

Haz una pausa y ora Oro ahora por aquellos que conozco cuya situación parece desesperada, pi-diendo al Señor que me muestre cualquier forma práctica en los que puedo compartir un poco de Su esperanza esta semana.

Haz una pausa y ora Rendirse Mientras vuelvo al pasaje, abro mis oídos para escuchar Tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.

Que el Dios de la esperanza os llene de toda alegría y paz a vosotros que creéis en Él, para que reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo. Romanos 15:13

Me encanta esta idea de ser un dispensador de esperanza en un tiempo tan des-esperanzador cuando tanta gente está desesperada a nuestro alrededor. Y aún así, por supuesto, no soy inmune a toda la desesperación, la angustia y los ver-daderos problemas del mundo. A menudo me siento sin esperanza, pero Dios no se siente así. Así que tomo un poco de tiempo ahora para pedirle que me llene de nuevo, para poder ‘desbordar de esperanza por el poder del Espíritu Santo.’

Haz una pausa y ora

Oración de Rendición En este tiempo de caos, recibo el bálsamo de la promesa de Jesús en Juan 14, es-cogiendo confiar en Él en esta vida y también en la que está por venir. ‘No os an-gustiéis. Confiad en Dios, confiad también en mí. En el hogar de mi Padre hay mu-chas viviendas; si no fuera así, ya os lo habría dicho. Voy a prepararos un lugar. Y, si me voy y os lo preparo, vendré para llevaros conmigo. Así estaréis donde yo esté.’ (Juan 14:1-3) Oración para concluir Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo. Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que interactúe. Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que hago y digo. Amén.

DÍA 6: VALOR EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO Esta semana hemos estado enfocando nuestras oraciones en la crisis del Coro-navirus, y hoy vamos a explorar la invitación de Cristo a tener valor en estos tiem-pos de confinamiento. Haz una pausa Ahora, al comenzar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar despacio, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, de-lante de la presencia de Dios.

Haz una pausa y ora Oración de Enfoque Dios inquebrantable, Tú eres mi ayuda, siempre presente en tiempos de dificultad. En medio de todo el aislamiento, el dolor y el miedo causados por esta crisis, re-nueva en mí Tu paz, restaura en mí Tu perspectiva, y revélame Tu presencia mien-tras paso este tiempo contigo ahora. Regocijarse y Reflexionar Hoy elijo regocijarme en la seguridad de la sonrisa de Dios, uniéndome a la ala-banza ancestral del pueblo de Dios en las palabras del Salmo 4:1, 6-8:

Responde a mi clamor, Dios mío y defensor mío. Dame alivio cuando esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración. Muchos son los que dicen: «¿Quién puede mostrarnos algún bien?» ¡Haz, Señor, que sobre nosotros brille la luz de tu rostro! Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundan-cia. En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado. Salmo 4:1, 6-8

Hoy medito en el mandamiento de Dios de ser fuerte y valiente cuando soy ten-tado a esconderme para soportar la tormenta:

Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas».

Josué 1:8-9

El coronavirus comenzó, sin duda, en China, donde la palabra que utilizan para crisis se compone de dos caracteres: el primero significa ‘peligro’ y el segundo significa ‘oportunidad’. El peligro de esta crisis es muy real. A todos nos afecta de alguna forma. Es probable que mueran cientos de miles de personas. Millones es-tán perdiendo sus trabajos. El mundo se dirige hacia una recesión. Por lo tanto, es importante que sigamos el consejo de nuestros líderes politicos y los expertos en medicina por el bien de las personas más vulnerables de nuestro mundo. Pero esta crisis es también una oportunidad para que el pueblo de Dios sea ‘fuerte y valiente’, para mostrar Su amor a un mundo que está siendo sacudido por com-pleto. En el año 251AD una plaga diezmó la gran ciudad de Cartago. Sus ciudada-nos ‘se estremecían, huyendo, evitando el contagio’. Los cadáveres se apilaban en las calles. En un sermón bastante conocido sobre Mateo 5:43-48, el gran Padre de la Iglesia, Cipriano, instó a la Iglesia a quedarse en la ciudad no solo para cuidar de otros cristianos, sino para cuidar a sus vecinos no cristianos también (los cuales les habían perseguido recientemente). Rodney Stark, en un libro fascinante: ‘Epidem-ics, Networks and the Rise of Christianity’ observa que: ‘La comunidad cristiana mi-noritaria, que no huyó, sino que se que quedó para proveer ayuda, tuvo una mayor tasa de supervivencia que la de sus vecinos paganos; y los paganos que habían sido ayudados por cristianos a través de la crisis, tenían más probabilidad de estar abier-tos a una fe que, al contrario que la suya, había funcionado’ (Rodney Stark, Epidem-ics, Networks and the Rise of Christianity, pp 159-75 cited Worship and Evangelism in Pre-Christendom by Alan Kreider Grove Books 1995, p.39). Apelar/Pedir Le pido al Señor que me dé valor, a pesar de estar nervioso, para alcanzar a otra gente hoy, y para llamar mi atención ahora sobre cualquier persona específica a la que me quiera enviar.

Haz una pausa y ora

Oro ahora por mis líderes políticos y espirituales, para que sean sabios más allá de su propia sabiduría, y por fortaleza más allá de sus propias fuerzas para liderar en esta crisis.

Haz una pausa y ora Rendirse Mientras vuelvo al pasaje, abro mis oídos para escuchar Tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.

Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desani-mes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas».

Josué 1:8-9

Este es un momento insólito de restricción y contención, en el que el impulso hu-mano natural es hacia la autopreservación - la mera supervivencia. Pero esta época de confinamiento también puede ser una gran bendición. Cuando Eugene Peterson escribe sobre el confinamiento de Jonás en la ballena, dice esto: ‘Sin el confinamiento, sin la intensificación que resulta de la compresión, no existe ninguna energía de la que merezca la pena hablar… Confinada a la realidad de la condición humana, la persona se sorprende de no estar viviendo una vida disminuida, sino una vida más profunda, no una vida incapacitada sino una vida con entusiasmo’ (Eugene Peterson ‘Under The Unpredictable Plant’ (p.75 & p.89). Señor, te pido que me ayudes a profundizar en mi vida en lugar de disminuir, siendo alentado en lugar de vivir aterrado por las presiones de esta crisis, por el bien de aquellos que aún no conocen tu amor.

Haz una pausa y ora Oración de Rendición En este tiempo de tanta disrupción y consternación me aferro a la promesa de Dios en Isaías 41:10 que trae consolación para el día venidero, de esta preciosa garantía: ‘Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.’

Oración para concluir Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo. Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que interactúe. Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que hago y digo. Amén.

DÍA 7: Una oración para el Sabbat Esta semana hemos estado enfocando nuestras oraciones en aquellos afectados por la crisis mundial del coronavirus. Hemos explorado la invitación de Cristo a conectar en tiempos de aislamiento, a profundizar en tiempos de distracción, a ser valientes en tiempos de confina-miento, a tener esperanza en tiempos de alboroto, a recibir aliento en tiempo de muerte y a amar en tiempos de temor. Ahora, en este día de Sabbat, cuando muchos no podremos reunirnos en nues-tras iglesias como lo hacemos normalmente, nos unimos como Una Iglesia para orar con algunos versículos de la Biblia. HAZ UNA PAUSA Ahora, al comenzar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar despacio, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, de-lante de la presencia de Dios. Haz una pausa y ora REGOCIJARSE y REFLEXIONAR Hoy me regocijo en la protección de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 46: Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; Aunque rujan y se encrespen sus aguas, Y ante su furia retiemblen los montes. Selah Se agitan las naciones, se tambalean los reinos; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba. El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Israel. Selah Salmo 46:1-3,6-7

APELAR/PEDIR Jehová Shalom, Señor de la Paz, oro por aquellos que actualmente se encuentran aislados y atemorizados. Que conozcan tu presencia en su aislamiento, tu paz en medio de su confusión y tu paciencia en su espera. Príncipe de Paz, Tú eres pode-roso y misericordioso; que esta sea mi oración: ¡Venga pronto tu misericordia a nuestro encuentro, porque estamos totalmente abatidos! (Salmo 79:8) Haz una pausa y ora Dios de todo Consuelo y Consejo, oramos por aquellos que están de luto, tamba-leándose por la pérdida repentina de sus seres queridos. Que encuentren tu cer-canía en su sufrimiento, tu consuelo en su pérdida, y tu esperanza en su desesperación. Nombramos delante de ti a aquellos que conocemos, que se sienten vulnerables y están asustados - los frágiles, los enfermos y los ancianos. [pausa] Dios de todo Consuelo, Tú eres poderoso y misericordioso; que esta sea mi oración: “Él nos ha liberado de tal peligro mortal, y nos liberará de nuevo. En Él hemos puesto nuestra esperanza, en que continuará liberándonos.” (2 Corintios 1:10) Haz una pausa y ora Jehová Rapha, Dios sanador, oramos por todos los profesionales médicos que tratan diariamente con las presiones intensas de esta crisis. Concédeles resisten-cia en el cansancio, discernimiento en el diagnostico, y compasión sobre compa-sión mientras cuidan de sus pacientes. Te damos las gracias por el ejército de in-vestigadores que trabajan de forma constante y silenciosa para encontrar una cura - dales claridad hoy, descubrimientos “casuales” y avances inesperados. Le-vántate sobre esta presente oscuridad, como el Sol de la Justicia con sanidad en tus rayos (Malaquías 4:2). Que esta sea mi oración: “¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible.” (Jeremías 32:17) Haz una pausa y ora Dios de toda Sabiduría, oramos por nuestros líderes: la Organización Mundial de la Salud, los gobiernos nacionales, y los líderes locales también - los directores

de los colegios, los hospitales y otras instituciones. Ya que has puesto a estas personas en el servicio público para esta hora, te pedimos que les concedas sa-biduría más allá de su propia sabiduría para contener este virus, fe más allá de su propia fe para luchar contra este miedo, y fortaleza más allá de sus propias fuer-zas para sostener las instituciones vitales a través de este tiempo de agitación. Dios de toda Sabiduría y Consuelo, Tú eres poderoso y misericordioso; que esta sea mi oración: “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momen-tos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar;” (Salmo 46:1-2)

Haz una pausa y ora RENDIRSE Oración de Rendición Hago la oración de bendición del Salmo 91: “Solo Él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas, pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte! No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía. Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará.” (Salmo 91:3-7). “Dios mío y defensor mío. Dame alivio cuando esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración.” (Salmo 4:1) Que El Shaddai, el Señor Dios Todopoderoso que te ama, te proteja. Que Jesu-cristo, Su hijo que murió por ti, te salve. Y que el Espíritu Santo, que se ocupa del caos y te llena con Su presencia, interceda por ti y a través de ti por otros en este tiempo. “El Señor me librará de todo mal y me preservará para su reino celestial. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (2 Timoteo 4:18) Oración para concluir Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo. Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que interactúe.

Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que hago y digo. Amén.