Corcobado El Sudor de La Pistola

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OJOS DE GINEGRA

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La pestaña del deseo

21 de Julio en la ciudad de Madrid.

<<AMAR es el más fuerte dolor, y hoy tengo que decirte adiós, mi linda flor, pequeño amor,

porque la venganza manda en mí.

Amar es el más fuerte dolor, y hoy tengo que decirte adiós a ti, la única rosa de mi jardín,

y tu madre, amordazada, principal espectador.

Amar es el más fuerte dolor, Y hoy tengo que decirte adiós,

nenita, porque mamá me humilló, porque mamá a mi me engañó.

Amar es el más fuerte dolor;

y hoy tengo que decirte adiós, mi cielo, y no importa

lo que después sea de mí, porque el sufrimiento será peor, eterno.

Amar es el más fuerte dolor,

mi niña. Sabes que te quiero...

Agente, mi nombre es Abraham Sanz.

He matado a mi hija de un disparo en la frente

ante los ojos de mi mujer>>.

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Vagabundo

LLEVO años buscando El pañuelo con el que limpiaste mi beso. De papel, con el sello de tus labios rojos,

es.

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Mildeu Mildeu

LENTO el fruto del vino, el calor posa sus garras

sobre el cuello del carretero y no fuma.

Vagabundo es su viaje porque todo lo perdió,

después de haberlo tenido todo, y su desdicha es su suerte,

y sus zapatos de amor no palpan los accidentes,

sin besos ya por siempre se quedó.

Olmos blancos, filtros fecales, lástima de besos oculares

lnfectados por el atrevimiento de la naturaleza precoz.

En Febrero queman los sarmientos

mientras Cupido dispara ráfagas de su fusil

a los que están por enamorarse.

El vagabundo bebe su vino y maldice a su madre

ante el rey sol abrasador del verano, y se rasca con un pulgar

el culo del corazón.

Mildeu, lasciva enfermedad, que, como otras, las más tenaces,

por las carreteras de tu amor me llevarán. Bienvenidas sean viniendo de ti.

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Brenda

BRENDA, cruz de tus ojos, labios por amapola. Suspirar de Brenda; el desierto enmudece.

Mi ventana es estaca para acabar con vampiros, con vampiros-golondrina

que todas las mañanitas cantan, porque tu cumpleaños se ha podrido, Brenda.

Voy a averiguar si sobre tu ombligo

eyacularon los putos pájaros cantores que, como un tocador de compactos,

irrumpen en nuestros privados recuerdos, proyecto del gobierno, del alcalde meón

que nos corresponde en cada ciudad. Porque los pájaros “cantores” nos despiertan

y nos recuerdan a los pájaros cantores que nunca conocimos personalmente,

lo que aparecen en los cuentos, esas inocentes aves primitivas,

como primitivo es ya 1930.

Y tus besos son un cerdo, Brenda, y tu vestido objetivo principal e inmediato de mi pirómano.

¡ Hay Brenda, tu piel es de canela y mostaza, y en todos los poemas

se habla de la piel, y que puñal no ha de probar la miel

(en todos los poemas se habla de miel) de sus extensos labios de mórbido tacto!

Un tequila se derrumba en la habitación de paredes de mirra

de un ex tabernero borracho. Voy a pedirle a Dios que Brenda

viva el triple de la vida que le corresponde para que de a luz a su propio padre

y así los pecados se olviden. Nunca conocí a Brenda,

jamás sabré de ella, pero la tristeza de su ausencia

hace migas mi respirar.

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Amapolas en la cuneta II

HEMORRAGIA de amapolas en la cuneta de la carretera, a la vera de la vía del tren:

No se escribe la música

Del odio con sudor, Sólo con un acto reflejo

De centésimas de segundo, semejanza del asesinato

oído y no oído.

Hemos llegado al río que muere en el páramo del misterio de la niñez de la literatura basura.

Navegamos por él sin esperanza de quemar

ningún barco, sólo las decenas de cigarrillos,

manecillas del reloj en nuestras vidas

jóvenes y hermosas, cuchillas de afeitar

besando venas de adolescente enamorado de profesor de física

plagado de granos de pus en la nariz y en el glande.

Corto una gran rosa blanca

para la leve y preciosa dama que me acompaña,

pero el dueño de la flor me la arrebata de las manos,

y la hace pedazos antes de guardarla, iracundo, en su gran cubo de basura.

El tamaño de los cubos de basura determina el rango de las personas

de una manera indirectamente proporcional. Mi dama y yo le disparamos

en la cabeza al sujeto Con una pistola de pis, mezclado de ambos,

fruto de la pasada noche,

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cuando saltamos la barrera de hacer el amor con sangre y huesos.

Pero el pobre río reza

por llegar alguna vez al mar y así morir en paz.

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Luz de tu culo

DE dormir son los ladrillos de tu lago de belleza,

y es adicción todo lo que tocas, y es ficción la mentira

del cemento amor-muerte. De un latigazo de sueño

estás desecho, muchacho. De una de tus pestañas

cayó un rascacielos y provocó el dulce desastre

de encontrarme vivo, aprendiendo a nadar

en algas de tu lago, verde, como todos los lagos

que merecen ese premio por nombre. Y por la luz de tu culo

sonríen las estrellas afiladas; y por la ajada juventud

de tus dientes y nace la sirena que me vuelve loco.

No cometer crimen. Si fuera hoja en otoño siempre te perseguiría,

aunque muriera en todas las demás estaciones.

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GUANTES

GUANTES de vestir. Es la noche un arañazo por donde entra el sol.

Tengo miedo sin las nubes, pataletas de marzo y abril.

Guantes en las manos huyendo de la vejez.

Su cuerpo está vestido, cortinas blancas de piel.

Guantes de desnudar.

Es de día, y mi luz un estilete de hilo y nuez.

Los dedos encerrados en tul de libertad.

Sus vapores son flores, pétalos levitando,

falda hacia el cielo, viviendo la tarde a besos.

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CANTANTES

UN cantante le escupe besos en las palabras a una cantante. La cantante guarda esos besos,

y el cantante se une en ella con ellos. Las cantantes guardan.

Los cantantes se hunden. Las cantantes acogen.

Los cantantes se ahogan. Y si canto esta estúpida canción es para hundirme y ahogarme

en tu voz, de cantante de otoño violenta.

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Canción de cuna para un loco de 100 cm.

ÉL tenía el alma rubia, finísimos cabellos de cobre ondulando esa no-materia

implosiva de otoño.

Estoy bien.

Él era roedor de polos, Sinatra para los perros

y para los niños luz; su casa era de manzana.

Estoy bien.

¿no es pellizco de polvo de plata

una patada para vivir, sonrojar las mejillas en un pícaro perfil?

¿No es caminar una forma

de atar las barreras que separan el orzuelo

de un palpitar?

Mamá está bien.

Él es un tallo de fantasía que anda en las gotas de limón

y le habla a un nenúfar, chulo, sin velas, volador.

Ella es un suero fluorescente que liba

en las anteras de estambres de ebrio estar.

ríos y culitos coloreando la tez del verano natural.

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Hoy abandonado

HOY abandonado como los globos de gas que no llegan al cielo.

Pobres globos, elefantes, leones,

perros de colores brillantes, de gas, que no llegan al cielo

y se quedan en le techo de una habitación,

donde el niño, ya cansado de ellos,

los olvidó.

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A los amantes les nieva

Y un oxidado cantante decía que los extraños

sólo hablan de si llueve, está nublado o hace sol,

y a los amantes les nieva.

Y los hombres se suicidan con una pistola en la sien.

Y las mujeres con un secador en el agua de la bañera.

Y los niños con el filo de un gastado caramelo hacia sus venas,

y a los amantes les nieva. A los amantes les nieva.

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Pétalos de navaja

CENIZA son los ojos que han llamado a la muerte

de la mujer que dice que sus besos son puñales.

Rejas de prisión son sus negras venas

por las que anduvo mi amor. Gris es el recuerdo

dulce y tortuoso de los riscos crueles

de su voluntad. Pero triste era su pelo

la noche en que me hundió la navaja más larga

en el corazón. Ya no tengo esclavos

a sus ojos negros, y ella se llevó los míos

a su sangre eterna donde nace el amor. Ya no tengo nada,

sólo este beso que escupo en mi mano para siempre decir

adiós.

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En el estanque de los deseos

LUCES de plata y oro se elevan desde el fondo del estanque

donde los enamorados van a hacer que sus deseos se cumplan.

Hay truchas que se tragan los deseos.

Los deseos son redondos como las ilusiones que brillan.

Los enamorados se acercan al borde del estanque e inventan sus deseos.

Los tilos cantan, las ranas se besan.

El dinero se ahoga y se oxida, monedas olvidadas,

extraños desechos de codicia, sacrificio humano que acaricia un misterio.

Bailan los deseos y a sus genios llegan como labios de niño a la piel de los helados.

Flotan al sol que construye el bamboleo de las copas de los pinos,

esas copas donde se bebe el vino del ruido roto de la naturaleza,

ese asfalto resbaladizo, miel de luna, Que al asesino le hace olvidar

toda la sangre que derramó por culpa del amor, que le hace olvidar que su primer crimen,

el que dejó a su primera esposa decapitada en un húmedo hotel del sur,

lo cometió meses después de arrojar una moneda al estanque pidiendo como deseo

una dulce niña que le naciera.

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OJOS DE HEROINA

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Barrendero

ESCONDO la basura bajo las aceras Y nunca vacío ninguna papelera,

porque no soy barrendero, soy un beso que una vez tiraste al suelo de la calle donde yo vivo muriendo.

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Lluvia

CUANDO llueve detrás de los cristales

estoy solo. Cuando llueve detrás de los cristales

estoy ronco, ronco de amor.

Mientras el sacrificio del iris del precipicio de la oscura lágrima

leía la biblia del dolor, yo clavaba espinas en espinas.

Cuando el arco iris incluye el negro por color,

me ahogo en tu beso, ronco de beso.

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Asesino de niñas

Asesino de niñas, asesino de pupilas.

Serían ojos lo que la arena se llevó quizá por un pequeño impulso,

latido enfermo bajo el fruto de un árbol ni siquiera envenenado,

ni siquiera prohibido, sólo cansado, sólo fruta

de realidad-motor-adhesivo. Ser pegamento y manchar

la piel de mi muchacha y vivir allí, aun ayunando,

sin tener, sin dar, sólo recibir perpetua densidad de frágil caramelo epidérmico;

sólo cantar en la playa de un mar alrededor y por debajo de la hoguera;

sólo soñar que llorar es un sistema de amordazamiento;

sólo amar, sólo mirar siempre, aunque arañado, el pelo de mi muchacha.

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La cápsula del amor artificial

La cadavérica mano del mediodía

se va posando sobre la frente, arañada por miles de inviernos,

de la hija del dolor. La hija del dolor ha lanzado

una flecha de ponzoña a la boca de mi corazón.

Con la sangre que mana de sus dientes dibujo tus labios en el desierto de la piel

de mi brazo, al tiempo que el humo va esculpiendo tu recuerdo,

mal del corazón:

Huellas al atardecer, la muchedumbre del mar, insultos y susurros de un cristal sucio,

la espuma de su rabia salpicando el culito desnudo de una niña,

mientras su lengua de nieve, poco a poco, iniciaba el lamer de nuestras venas,

y los latidos eran coces que nos partían las costillas, rejas de la prisión del amor.

Llovíamos en nuestros labios,

y las uñas se rendían ante la brisa de nuestra voz.

Las olas de tu carne ahorcaban a mis ojos cuando la noche negra en ellos irrumpió,

reflejo de los tuyos, oscuros lagos rodeados

por una fina circunferencia de hierva. La tarde maullaba como un gato de sudor.

Yo caí entre tus muslos,

y una alfombra de saliva de plata asesinó al invierno,

que con un puñal nos esperaba. Y las redes de tu pelo me sacaron del infierno para hacerme presa de los colmillos del cielo.

Dulce caminar, reptando la serpiente.

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La hija del dolor ha lanzado

una flecha de ponzoña a la boca de mi corazón,

caballo herido en la playa, esperando el beso de tus ojos

en alguna transparente estación

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Hoy no mamas

Hoy está granizando infancia de secuestrador

para herirnos a todos y acabar de una vez

con nuestros renglones quebrados, carretera procedente de la uretra de Dios

jubilado.

Hoy las tripas de los cerdos están llenas de los cientos

de pájaros volando, y sólo hay uno en el cielo

escapando. Almíbar en el culo

porque las sierras mecánicas entran por tus talones.

Hoy no cantas. Hoy no lloras.

Hoy no mamas.

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Aristas de niebla

Orquídeas automáticas, claveles transparentes,

zapatos de cristal.

Y ya mis venas son rejas, y mi pecho es una cárcel donde me dejaste preso

cuando se fueron tus besos.

Sara pasea descalza sobre las brasas de mi amor.

Su piel, aristas de niebla y sus ojos nieve oscura.

Orquídeas automáticas, claveles transparentes,

zapatos de cristal.

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Travesti

23 de Julio de 1992. Ramón murió

de una sobredosis de esperma.

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Mala calle

En la mala calle siempre te querré, porque en las aceras

yacen los desechos de la heroína, agujas que descosieron vidas.

En la mala calle siempre te querré,

porque sobre el asfalto las ratas brillan olor a muerte,

y lo verde es gris, un recuerdo disecado.

Déjame fumar el humo

de la noche de tus labios. Déjame besar tu brazo

pintado para la eternidad.

En la mala calle siempre te querré, porque en el solar-basura

los huesos sujetan la piel que se eleva al cielo, porque toda la carne se vende.

La carne es el más preciado diamante en la mala calle.

En la mala calle siempre te querré,

porque en la plateada y afilada mañana las navajas cantan dulce

sobre el temido danzón del dinero, y la sangre es adorno

último modelo

Déjame fumar el humo de la noche de tus labios.

Déjame morir en el valle de tus muslos como una sonrisa de amor.

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Buen efecto

Liebres y halcones muertos volando sobre

el espejo de una carretera. Un moro borracho de tocino

y coñac bucea bajo el pavimento sobre el túnel de un metro. Las estrellas y relámpagos

en mi cabeza; y amor sin superficie. El paracaídas diminuto sin cuerdas esta vacío,

su corazón ya está dentro de mí.

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Camarera de mediodía

Rociada de leopardo camina despacio

arañando una copa donde se pierde

el misterio de sus ojos que nunca acaban.

Y la salud está loca,

y va perdiendo amigos.

Hay unas gotas que no son perlas

en las huellas de sus inviernos,

y su falda se abraza, desesperada, a sus caderas

rasgando así muchos sellados pensamientos.

Y hay quien perderá su salud por tocar

el pan de su vientre y la bebida de su insondable

vaso manchado de amor.

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Vomitando el alma en las esquinas

Vomitando el alma en las esquinas va el Marqués, 29 kilos de heroína,

y una puta negra desinfla su celulitis bajo un árbol de la Casa de Campo

y llueve; en el lago se hunde una barca

mientras se masturba Lord Byron. Frankenstein 1993.

Mis heridas están esperando la sal de las tuyas

y el beso del adiós, el beso del adiós.

Vomitando el alma en las esquinas va el Marqués, 29 kilos de heroína,

y ha comprado un muerto para hacerse pasar por él.

Cuando llegues a Madrid, amor, estaré durmiendo.

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Estilo crónico

Estilo Crónico balbuceaba una canción hundiéndose en arenas movedizas;

en sus pies, guillotinas de un mundo ínfimo jugando a decapitar sus dedos.

Entorno de barro odioso de cloaca de hospital gobernado por los enanos del cieno,

nadadores estropeados, abortos de Namor.

Estilo Crónico no cantaba ningún blues, ni jazz ni hostias en vinagre,

sólo escupía una rumba con sangre mientras se hundía más y más

en el martirio de los enanos buceadores. ¡Dios, cómo podían vivir

allí esos enanos!

La trinidad se acercó al ajo meando agua bendita, intentando un retraso.

Grietas en las nubes, cantantes partidos en dos,

hígados de boxeador haciendo el ángel, dientes rojos rubíes desprendiendo ambición

Y Estilo Crónico se ahogó.

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Gemelos flamantes

Por la ventana tiro mi basura, la basura que los de alrededor

me inyectáis. Porque comer es una rata

y beber una paloma, y sentir, lo contrario de la libertad.

La libertad es cagar, tirar la basura por la ventana

para que el viento tenga una historia de infidelidad

y vomite, vomitar, eso sí que es libertad.

Pero a nosotros la libertad no nos importa, porque emigramos viajando en el esfínter de la gloria y lamemos la doctrina más lenta

e infame de nuestro sudor que confundimos con amor.

Y una nube de algodón es bien escatológica

si has tenido un mal viaje En tu experimentación psicodélica universitaria,

nena. ¡Que caiga granizo ya de una vez

para aquellos a los que marea la visión de la sangre,

Que hasta se la tengan que tragar Y así se hagan hombres de verdad, Que, incluso, esa vieja de 85 años

se haga un hombre, que, allí donde el amor se le secó,

entre sus muslos de indigente carne, le salgan unos flamantes cojones!

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OJOS DE PEYOTE

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Mundo interior

Una mujer llora,

y sus lágrimas se evaporan en nubes de gloria

de azules tormentas que desconcharán las paredes de cal

de los pueblos diminutos a los que la imaginación vuela.

Las novias van descalzas sobre el carbón del amor,

a la vez que sus velos se enganchan en las ramas de los sauces

como nieve en equivocada estación.

Modelado en barro se despierta el hijo de Eva, un niño diminuto

con voz de pequeño mar. Diminutos dinosaurios de goma

se muerden en sus manos contemplados por la caricatura

de una princesa de galletas en su pecho.

Corren los caballos por la vega del río,

salpicando, formando una película, presa ideal del arco iris que no está,

porque el sol se fue a pescar harto de alumbrar al oneroso

estar del invento humano, borracho de hedor y vanidad.

Tierno es el murmullo de seda

que nace en los labios de lo más joven, de lo que está por nacer,

flotador de carne, hueso y amor, pasajero del submarino de la eternidad que navega por el alma de los besos.

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Adolescente enamorada

Miró al cielo

y aplasto un pájaro con su lindo pie.

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Desnaturalización

Ella nació una noche de infección,

arropada por la suave luz de unos visillos rotos,

estampados con cebras color verde y resentimiento, frente a una nueva televisión

para echar al petróleo de comer aparte.

Fue engendrada en otra noche de infección, pero allá donde, lejos, el tiempo

se convierte en un broma, o casi en un cielo. Emergió en útero

gracias a una especie de batalla de zurcido amor y sangre roja y blanca,

por ejemplo, mexicana.

Y lleva sin dormir la eternidad. Y sus ojos son táctiles nubes de tormenta.

Su cuerpo es el más precioso De mujer arrancada de pesadilla.

O un sueño. Nadie sabe lo que yo la quiero.

Por el teléfono suena una canción:

<<Te voy a amar como la naturaleza cruel para que no olvides que soy tu alma,

que soy tu pensamiento. Voy a cortarte los dientes con mi oxidada navaja

y a rezar al amor para que muera...>>

Y en todo hombre hay escondida nena. Ella tiene la vela que nuca se consume,

la que el viento no quiere ni ver, y aunque quisiera no podría.

Son mis armas blandas, señor, y desnudo mi secreto,

como mirar al estival algodón del cielo y sentir la inyección del vértigo:

ella es la mujer que llevo yo dentro, mezclada con mi sangre,

haciéndome el amor y el odio de manera constante

sin besos.

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Ángel Raquel

Y pedía una lima

para escapar de la prisión del cielo; las grietas de sus labios

volverían a encontrar la húmeda tormenta del yugo del amor.

Subía del jardín violeta de muerte

un vapor de plomo. Ascendían llorando de esfuerzo

hacia esa celda vacía de carne y sangre. El día caía como espada

sobre la noche cansada de estupro, y guiñaba un ojo infectado de pestañas,

el sol, cuando la decimaquinta nube

de los dientes de la alegría era atravesada por el pecho de la luna,

inflado de sombras frescas, tierno manjar para los colmillos afilados

del Ángel Raquel. Es la brisa de su tubo de escape

la que respiro hoy.

Page 44: Corcobado El Sudor de La Pistola

Castañuelas

El corazón atravesado

por el arco de la noche de la confusión. Opresión por parte de tu alma

hacia las esquinas de las arterias que conforman el laberinto

de tu profundo pensamiento del sufrir bajo el tonelaje estelar

del orgullo. Sopor que nos da Dios

en la víspera de la madrugada de la noche de la vergüenza,

y nosotros lo arrugamos y lo tiramos a la papelera

junto a los desechos por los que somos esclavos.

Y vuelan las castañuelas tiritando como tus dientes

ante los martillos-colmillos del miedo que tiemblan aún mas fuerte

que el holocausto del más frío invierno.

Page 45: Corcobado El Sudor de La Pistola

Conciencia y voluntad

Conciencia y voluntad. Conciencia es bicicleta

de humilde óxido en la tumba. Conciencia.

Sus labios de caucho ruedan hasta el esfínter

de la religión. Caramelos de filosofía

sin digerir escapan por las orejas, como marzo ventoso

por el culo de un profeta auténtico. Selva. Son tus montes los pechos de mi chica, y tu verdor dos faros

en la noche de autopista. Voluntad es obscena

como piel en proceso de limpieza y prolijo en su calendario de ayuno.

Todas las mujeres son venas de belleza

aunque su lado bueno sea húmedo, y el silogismo

a medio acabar bata sus alas y susurre un adiós. Voluntad es límite

entre volar y ser enterrado.

En tu cama de madera y tierra un comino te importarán

la conciencia y la voluntad. También hay niños feos y gordos.

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Nocturno a Estrebvina

Arrancando estrellas negras

está la niña extraña que a mis ojos sobrevuela,

responsable de las canciones, con fondo de patatas friéndose,

que acarician los oídos en la Barca de Oro;

y Pedro Infante al cantar le sonreía,

y pobre Javier Solís, al que las rejas no matan pero sí un maldito querer

Arrancando estrellas negras

está la niña extraña; y yo, destrozado en mezcal,

dejo que su querer me construya, porque largos viajes en tren

son sus ojos y sus caderas mi vértigo

y el de las nubes-hembra y macho que con envidia me miran.

Arrancando estrellas negras

está mi niña de endrino, que besa con su serpiente

de veneno hasta en los huesos, febrífugo de confusión

y de malditos recuerdos y por eso yo la quiero.

Sus pechos fuentes de mi pequeño nocturno.

Page 47: Corcobado El Sudor de La Pistola

Ligaduras del bienestar

MEDUSA sempiterna, parece que te vas, con docenas de aguijones incrustados,

sin barlovento, sin eje, parece que giras removiendo la tierra seductora

de las raíces de las plantas. Es peor el cuchillo no afilado, más horrible y descarnado.

Es peor el revólver descargado que el repleto de balas.

El gusanillo juguetón lame con insidia la defecación de las moscas,

orbitando un conjuro menstrual alrededor del concepto del tiempo.

El tiempo se divide en dos: uno o ninguno.

Salve sea la parte, la mosca es el ángel

que te despierta cada mañana quitándote las ligaduras del bienestar

del momento plácido de no hacer nada. Sarajevo está sitiado y el mundo está situado

en la meada de una pulga, justo en el fondo de ese charco de líquido

que no va a la peluquería. Según se nos plantea el asunto

algunos viviremos en coma mientras los demás se llenan de puntos.

Patines de hielo caminan solos sobre los espejos retrovisores improvisados

de los coches de más de 100.000 años de antigüedad.

Mi sonrisa es leve, se cura con tiritas para negro,

de esas que le hacen a uno millonario.

Page 48: Corcobado El Sudor de La Pistola

Comida campestre censurada

La piña arde en la hoguera

lanzando valentía a nuestros ojos, esperadores-sudadores, galantes, desoxidados...

El mortero bate el hígado del amor;

las agujas de los pinos apuntan, están preparadas para clavarse

en el menstruar de todas las mujeres.

El fuego momifica la razón abstrayendo al espectador,

dejándolo sumido en una hipnosis leñosa,

aunque el calor del verano o el frío del invierno

sean temibles.

Las faldas se elevan como las nubes-columna vertebral

del beso. Príncipes con collares árabes,

los collares; ilusión de marfil,

aparece un gitano.

No hay giralda en mis costillas vituperantes

dañadas de vinos piratas

Page 49: Corcobado El Sudor de La Pistola

Realidad

NOSTALGIA de reflejos.

Suena una canción lenta, dulcemente.

Realidad, como duelen

tus horizontes, tan cercanos, tan adentro.

Realidad, tu presencia

es un diamante creciendo en la carne.

Realidad, tu verdad

es ruido de uñas contra dientes, dulcemente.

Realidad, tus quejidos

de tacón atraviesan mi corazón.

Realidad, naces

ya matando. Cerezas en el latido

de un vestido de mujer.

Realidad, de cenizas es tu piel

y de costillas rotas tu suelo.

Realidad, tu lengua

es de basura transparente.

Realidad, tus ojos

se mueren, se mueven, dulcemente.

Page 50: Corcobado El Sudor de La Pistola

Perfume genital

EL perfume genital

abandera a las tropas del placer fonético;

abraza y se emborracha, lacónico, como un hombre ante un nublado porvenir.

Perfume genital

entre la respiración del recuerdo del padre

semienfermo.

Flores sentadas en sillas de ruedas,

con poderes curativos, embisten a cuentos

sumergibles de bebé. Y la papilla aguanta,

y aguanta el estómago, que no soltará la papilla,

porque la papilla es dolorosa pero promete,

promete algo bueno, porque el dolor siempre

trae algo bueno para merendar después.

Cuerdas vegetales, verdes,

definen tu cuerpo de madura adolescente, hundida hasta el cuello

en el mar de uñas de la vida.

Page 51: Corcobado El Sudor de La Pistola

Dientes de mezcal

Y en nuestro último beso

mordimos el gusano, punto y final del mezcal,

de la noche, y recordaremos amargamente

nuestros viejos amores. Y ya perdidos

en la tiniebla viva del alcohol, nos abrazamos hasta reconocer

que sin amor todo es nada. Espejos rotos en olivares,

con luz del sol, van reflejando

lo triste que resulta un verano sin un revólver melancólico.

Y en nuestro último beso mordimos el gusano del mezcal

y después nos suicidamos, y por eso yo lloro esta canción

desde el trono borracho del cielo del amor.

Page 52: Corcobado El Sudor de La Pistola

El sudor de la pistola

El desaseado muchacho que me habla de amor

tiene los ojos de sur de oriente y su cabeza ha sido bautizada

por decenas de botellazos; y su nombre es el que quieras.

Un león lleva tatuado en su pecho porque en una película mexicana

vio algo parecido, pero era un águila.

El pelo infierno y oscuro, como las pupilas del amor más enfermo,

hace el relato de las felaciones que tuvo que sufrir

en mañanas, tardes y noches de sucio respirar.

Pequeño pre-adolescente, que mientras se ahoga

con la férrea leche del diente la despoja con habilidad

Del contenido de sus bolsillos. Y nunca llora. Nunca llorará.

Y ahora escucha, o bebe por sus ojos, pero en la nuca del último cliente

de Armandito (su verdadero nombre), el niño de más sudamérica,

he vaciado todo mi cargador, un puro jardín de balas.

¡Y esto si que es estar solo!: haber matado a mi propio hermano después de que lo hayan robado,

después de haber pagado unos pesos por unos minutos de abyecto placer,

y después de haberle extraído el alma un pobre muchacho

por donde se les va a los hombres. 100 pesos le di a Armandito por enterrar a mi hermano y por irme con su madre

a malograr el amor que, con mis latidos de perro infectado,

me orientó el vivir. Sigo fumando mientras Armandito

me habla de sus cosas al lado del fogón, y el vino ya nunca duerme.

Page 53: Corcobado El Sudor de La Pistola

Madrid, 12 de Octubre de 1993.

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