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Conversación en Bonn con Ernst Dassmann Albert VICIANO El día 1 de febrero de 1996 me recibió en su casa de Bonn-Röttgen el Prof. Ernst Dassmann, miembro del Consejo Asesor de este Anuario de Historia de la Iglesia. Dos días antes de nuestra reunión, es decir, el martes 30 de enero, Dassmann había sido ho- menajeado en el salón de actos del edificio central de la Universidad de Bonn por cum- plir 65 años de edad 1 , lo que lleva consigo su pronta jubilación y Emeritierung. En aten- AHIg 6 (1997) 311-327 311 1. El Prof. Ernst Dassmann nació el 30 de enero de 1931 en Coesfeld, Westfalia, en el Münster- land, aproximadamente a 30 km. de la frontera con Holanda. Coesfeld es históricamente conocido por una monja agustina, Anna Katharina Emmerich, mística y visionaria que contempló la casa de la Virgen en Éfeso; ella fue una gran adoradora de la cruz de Coesfeld, una cruz gótica y milagro- sa, a la que aún hoy en día se acude en peregrinación. De niño, Ernst Dassmann cursó estudios en el «Gymnasium Nepomucenum», una escuela pública que originariamente había sido un colegio de jesuitas. Puesto que esta escuela fue destruida por los bombardeos de la segunda Guerra Mundial, la reapertura de las clases se retrasó más de un año, de modo que tuvo que hacer la «Abitur» (exa- men de bachillerato) en 1951. Tras ese examen, ingresó en el Seminario diocesano «Collegium Bo- rromaeum» de Münster y estudió, primero, en la Facultad de Teología de Münster y, más tarde, en la de Munich. Una vez ordenado sacerdote en Münster el 17 de marzo de 1957 por el obispo Mi- chael Keller, fue nombrado vicario parroquial de la iglesia St. Agatha en Mettingen y luego Prefec- to y profesor de religión en el colegio diocesano «Gymnasium Johanneum» de Ostbevern. Comen- zó la tesis doctoral en 1961 y la terminó en otoño de 1963; a comienzos de 1964 superó el examen «rigorosum». La tesis doctoral se publicó al año siguiente (vid. infra nota 7). Inmediatamente des- pués, recibió del obispo de Münster, Josef Höffner, el encargo de preparar la habilitación para la docencia. Se trasladó a Roma y pudo allí, en los años 1964 a 1966, coincidiendo con el desarrollo del Concilio Vaticano II, especializarse en Arqueología Cristiana y Patrología. Tras ampliar estu- dios en Freiburg i.Br. se habilitó en febrero de 1969. Su trabajo de habilitación se publicaría años después (vid. infra nota 8). En el semestre de verano de 1969 trabajó como «Privatdozent» en Münster; en el semestre de invierno de 1969/70 accedió a la Cátedra de Historia de la Iglesia (Edad Antigua), Patrología y Arqueología Cristiana en la Facultad de Teología Católica de la Universidad de Bonn, donde ha trabajado hasta la primavera de 1996. También en esa Universidad dirige el Franz Joseph Dölger-Institut, un instituto interdisciplinar y especializado en las relaciones entre Antigüedad y Cristianismo. Ese Instituto edita un diccionario, el Reallexikon für Antike und Chris- tentum, y un anuario, el Jahrbuch für Antike und Christentum. El Prof. Dassmann es también editor

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  • Conversacin en Bonn con Ernst Dassmann

    Albert VICIANO

    El da 1 de febrero de 1996 me recibi en su casa de Bonn-Rttgen el Prof. ErnstDassmann, miembro del Consejo Asesor de este Anuario de Historia de la Iglesia. Dosdas antes de nuestra reunin, es decir, el martes 30 de enero, Dassmann haba sido ho-menajeado en el saln de actos del edificio central de la Universidad de Bonn por cum-plir 65 aos de edad1, lo que lleva consigo su pronta jubilacin y Emeritierung. En aten-

    AHIg 6 (1997) 311-327 311

    1. El Prof. Ernst Dassmann naci el 30 de enero de 1931 en Coesfeld, Westfalia, en el Mnster-land, aproximadamente a 30 km. de la frontera con Holanda. Coesfeld es histricamente conocidopor una monja agustina, Anna Katharina Emmerich, mstica y visionaria que contempl la casa dela Virgen en feso; ella fue una gran adoradora de la cruz de Coesfeld, una cruz gtica y milagro-sa, a la que an hoy en da se acude en peregrinacin. De nio, Ernst Dassmann curs estudios enel Gymnasium Nepomucenum, una escuela pblica que originariamente haba sido un colegio dejesuitas. Puesto que esta escuela fue destruida por los bombardeos de la segunda Guerra Mundial,la reapertura de las clases se retras ms de un ao, de modo que tuvo que hacer la Abitur (exa-men de bachillerato) en 1951. Tras ese examen, ingres en el Seminario diocesano Collegium Bo-rromaeum de Mnster y estudi, primero, en la Facultad de Teologa de Mnster y, ms tarde, enla de Munich. Una vez ordenado sacerdote en Mnster el 17 de marzo de 1957 por el obispo Mi-chael Keller, fue nombrado vicario parroquial de la iglesia St. Agatha en Mettingen y luego Prefec-to y profesor de religin en el colegio diocesano Gymnasium Johanneum de Ostbevern. Comen-z la tesis doctoral en 1961 y la termin en otoo de 1963; a comienzos de 1964 super el examenrigorosum. La tesis doctoral se public al ao siguiente (vid. infra nota 7). Inmediatamente des-pus, recibi del obispo de Mnster, Josef Hffner, el encargo de preparar la habilitacin para ladocencia. Se traslad a Roma y pudo all, en los aos 1964 a 1966, coincidiendo con el desarrollodel Concilio Vaticano II, especializarse en Arqueologa Cristiana y Patrologa. Tras ampliar estu-dios en Freiburg i.Br. se habilit en febrero de 1969. Su trabajo de habilitacin se publicara aosdespus (vid. infra nota 8). En el semestre de verano de 1969 trabaj como Privatdozent enMnster; en el semestre de invierno de 1969/70 accedi a la Ctedra de Historia de la Iglesia (EdadAntigua), Patrologa y Arqueologa Cristiana en la Facultad de Teologa Catlica de la Universidadde Bonn, donde ha trabajado hasta la primavera de 1996. Tambin en esa Universidad dirige elFranz Joseph Dlger-Institut, un instituto interdisciplinar y especializado en las relaciones entreAntigedad y Cristianismo. Ese Instituto edita un diccionario, el Reallexikon fr Antike und Chris-tentum, y un anuario, el Jahrbuch fr Antike und Christentum. El Prof. Dassmann es tambin editor

  • cin a esta feliz circunstancia, me desplac a esa ciudad alemana no slo para participargrata y agradecidamente en ese acto acadmico, pues l haba sido mi Profesor cuandotrabaj en la Universidad de Bonn en los aos 1988 y 1989 como becario de la Funda-cin Alexander von Humboldt, sino tambin para mantener la conversacin que a conti-nuacin transcribo, pues no cabe duda de que tal acontecimiento es una ptima ocasinpara hacer balance del trabajo cientfico de un ilustre investigador de la Historia de laIglesia.

    Con motivo de ese acto acadmico se le entreg un libro-homenaje o Festschrift,que lleva por ttulo Stimuli 2. Es tradicin en la escuela histrica de Dlger, a la queDassmann pertenece, titular un libro-homenaje mediante una palabra griega o latina que,adems de facilitar en razn de su brevedad la denominacin y la consiguiente localiza-cin del volumen, permite sintetizar con una sola voz la tarea investigadora del profesorhomenajeado. En este caso concreto, la eleccin del trmino latino stimuli responde, pri-meramente, al ttulo de uno de los libros ms representativos del Prof. Dassmann (Sta-chel, es decir, estmulo)3 y, adems, pone de relieve que toda su labor investigadora haservido de estmulos para abrir o profundizar en nuevas lneas de investigacin arque-olgica, histrica y patrstica.

    Pregunta. Aunque usted era todava un nio, conserva algn recuerdo a prop-sito de la resistencia con que la Iglesia Catlica de Alemania se opuso al nacionalsocia-lismo?

    Respuesta. A decir verdad, no conservo grandes recuerdos del tiempo de losnazis porque era muy pequeo. Cuando la guerra empez, yo tena slo ocho aos deedad. Ya entonces aprend de mi familia y de mis parientes, de una manera clara, que elrgimen nacionalsocialista era malo. Mis padres no necesitaban exponerme reflexionesprofundas sobre el transfondo poltico ni sobre el contenido ideolgico de aquel rgi-men poltico. Bastaba con decir a un nio que aquellos polticos estaban contra la Igle-sia y el cristianismo, y con ello ya se presentaban como inaceptables. Esta era tambinla argumentacin que se utilizaba para hablar del nazismo con la gente sencilla de mi

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    o coeditor de tres colecciones de monografas, Theophaneia, Hereditas y Bonner Beitrge zur Kir-chengeschichte, y de dos revistas, Jahrbuch fr Biblische Theologie y Anuario de Historia de laIglesia. Es presidente de la Comisin patrstica de la Nordrhein-Westflische Akademie der Wis-senschaften (Dsseldorf) y consultor de la Comisin para la doctrina de la fe de la ConferenciaEspiscopal Alemana. Tambin trabaja como Subsidiar en la parroquia Christi Auferstehung deBonn-Rttgen.

    2. G. SCHLLGEN-C. SCHOLTEN (Hrgg.), Stimuli. Exegese und ihre Hermeneutik in Antike undChristentum. Festschrift fr Ernst Dassmann, (Jahrbuch fr Antike und Christentum. Ergn-zungsband 23), Aschendorff Verlag, Mnster 1996. Al comienzo de este libro-homenaje, exacta-mente en las pp. XIII-XIX, se encuentra el elenco de las publicaciones del Prof. Dassmann. De estelibro se encuentra una recensin en AHIg 6 (1997) 485-491.

    3. E. DASSMANN, Der Stachel im Fleisch. Paulus in der frhchristlichen Literatur bis Irenus,Aschendorff Verlag, Mnster 1979. Este ttulo se inspira en la expresin de San Pablo aguijn enla carne (2 Cor. 12,7). La palabra alemana Stachel significa aguijn o estmulo.

  • tierra. Resulta interesante considerar que en el Mnsterland, en todas las elecciones li-bres, incluso en la ltima, que tuvo lugar el mes de marzo de 1933, Hitler nunca gan.Hay en el mapa de Alemania de aquellos aos como unas manchas negras, sobre todoen Westfalia y en el Mnsterland, que fueron territorios donde Hitler nunca obtuvo lamayora.

    De todas formas, guardo dos recuerdos muy concretos de mi infancia referentesal tiempo del nazismo.

    El primero es el entierro de nuestro prroco, Hermann Lodde, que haba fallecidoen el campo de concentracin de Dachau. l haba entrado en conflicto, tal vez por faltade habilidad, con las autoridades nazis del lugar y, despus de ser denunciado, fue trans-portado a Dachau, en cuyo campo de concentracin se agrupaba a los sacerdotes. All,por ejemplo, muri el dicono Karl Leisner, que hoy es venerado mrtir. Y as un danos lleg a la parroquia la noticia de que, desgraciadamente, el prroco Lodde haba fa-llecido. Supongo que no fue asesinado, sino que muri por causas naturales, pero hayque tener en cuenta que era muy mayor y que, por tanto, debi de morir como conse-cuencia de su debilitamiento por los duros trabajos materiales y por una atencin mdicadeficiente. Pues bien, el entierro de los restos mortales de nuestro prroco se recibiuna urna con sus cenizas, segn oficialmente se certificaba fue un acontecimiento ex-traordinario en la ciudad; la gigantesca procesin que recorri las calles principales de laciudad hasta el cementerio caus en m una profunda impresin.

    Mi segundo recuerdo se centra en las homilas pronunciadas por el obispo deMnster, Clemens August von Galen, ya que mi madre las copiaba durante varias nochesen el stano de la casa sirvindose de una vieja mquina de escribir. El obispo las pro-nunciaba, primero, en la catedral y luego, tras su destruccin, en Sankt Lamberti, la igle-sia principal de la ciudad de Mnster, que sobrevivi a los bombardeos. El tema centralde estos sermones era combatir la eutanasia, pues el obispo haba recibido noticias deque enfermos graves de muchos hogares y de diversos hospitales o manicomios erantransportados a otros lugares para no regresar jams a su punto de partida, porque eranasesinados. Tambin protestaba contra la expulsin de monjes. As, por ejemplo, a unamedia hora de distancia de la casa de mis padres se encuentra un monasterio benedictino,llamado Gerleve, del que un da se expuls a los monjes, acusados de haber cometidounos delitos que en realidad nadie crea por lo bien que la gente los conoca; por ello, elobispo protest rotundamente. En cambio, contra la persecucin de los judos no se opu-so con su predicacin. Aos ms tarde von Galen reconocera que, si hubiera estado me-jor informado del trato que reciban los judos, habra tenido que oponerse en pblico aesa poltica antisemita. Como antes le deca, mi madre, al igual que otras personas, co-piaban a mquina las homilas, utilizando cuatro o cinco papeles de calco, para luego en-viar esas copias a soldados conocidos que luchaban en el frente. De esa manera se ali-mentaba la resistencia antinazi. El obispo von Galen era plenamente consciente de losriesgos que corra con sus audaces homilas; por ello, llevaba siempre consigo un maletncon sus tiles personales y algunos libros como el breviario, porque sospechaba que,despus de predicar, podra ser inmediatamente arrestado por alguien de la Gestapo, locual de hecho nunca sucedi; y es que los nazis no se atrevieron a ponerle la mano enci-

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  • ma porque deban de temer que el apresamiento del obispo provocara un levantamientopopular contra el rgimen poltico entonces vigente.

    Estos son los principales recuerdos de mi infancia sobre aquel periodo de la his-toria alemana. Personalmente no tuve ocasin de entrar en contacto directo con el nazis-mo. Slo asist a un acto organizado por las juventudes hitlerianas y, despus de regresara casa un poco tarde, mi madre, molesta, me conmin a no participar otra vez en ese tipode actividades. Adems, el partido nacionalsocialista era tan impopular en mi tierra natal,en Coesfeld, que, al menos en lo referente al sector juvenil, reclutaba normalmente a losescolares menos cualificados para nombrarlos directores de las distintas agrupaciones ju-veniles; por ello, tampoco resultaba atractivo a la mayora de la juventud. Ese partidopoltico influy poco en mi tierra; a los maestros los saludbamos al modo tradicional yno con el saludo oficial hitleriano; eso s, slo el Director de la escuela era un nazi es-tricto, pero, como docente, era un fracasado y, por ello, poco influyente. En cuanto a mipadre, a pesar de su avanzada edad, fue llamado a filas como soldado, porque no eramiembro del partido nazi, y regres el ao 1945 despus de haber padecido un cautiveriode guerra.

    Por todo ello, ms que las vivencias de la poca nazi han sido los horrores de laguerra los que sobre todo han impregnado mi memoria: los bombardeos areos, la muer-te de muchos vecinos y parientes y, por ltimo, la huida de mi ciudad natal despus desu casi total destruccin. Me puedo acordar muy bien de aquel 10 de octubre de 1943, undomingo soleado de otoo, en que tuvo lugar el primer ataque areo de los norteamerica-nos a plena luz del da sobre Alemania hasta entonces haban sido slo ataques noctur-nos; puesto que Mnster estaba relativamente cerca de la frontera con Holanda, stefue el territorio que los norteamericanos primeramente bombardearon por la maana. Almedioda agredieron tambin Coesfeld y hubo ms de trescientos cincuenta muertos,slo en este primer ataque, y eso, para una pequea poblacin de unos pocos miles dehabitantes, era una cantidad muy elevada. En los das siguientes no hubo clases en la es-cuela; cuando stas se reanudaron recuerdo haber puesto un pequeo florero en el lugardonde se sentaba un nio que falleci. Tambin me acuerdo de que, a la edad de unosdiez u once aos, despus de otro bombardeo, tuve que ayudar en el entierro de algunosde los muertos, aproximadamente unos cincuenta, a los que primero se pona sobre losbancos de la Iglesia para que fueran identificados. Tambin la casa de mis padres fuedestrozada por una bomba, por lo que mi madre y todos nosotros, sus hijos el hermanoms pequeo tena slo dos aos, tuvimos que abandonar el pueblo en marzo de 1945,poco antes del final de la guerra. Todo esto fue para un nio de mi edad una experienciahorrible que ha impregnado de veras mi nimo durante largo tiempo, mucho ms que losacontecimientos polticos del nacionalsocialismo.

    P. En qu situacin se encontraban las Universidades alemanas despus de lasegunda Guerra Mundial?

    R. Los edificios de la Universidad de Mnster se quedaron en una situacin catas-trfica. Antes de mi ingreso en la Universidad, las clases de Teologa tenan lugar en al-gn edificio de la Facultad de Medicina. Despus, cuando empec mis estudios universi-tarios en 1951, tenamos las clases en barracas de madera. Pero no puedo decir que padec

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  • demasiado a consecuencia de esa provisionalidad de los edificios, porque haba comenza-do su reconstruccin, y, por eso, pude disfrutar enseguida de instalaciones excelentes.

    Ms interesante que la cuestin material fue la reconstruccin espiritual o intelec-tual de las Universidades despus de la guerra. Con frecuencia faltaban determinadassecciones de libros en las bibliotecas a consecuencia de haber sido incendiadas. Durantemis estudios de licenciatura en Teologa, esta prdida apenas era perceptible, ya que meserva de manuales asequibles en las bibliotecas y libreras; y, cuando comenc la tesisdoctoral, ya se haba normalizado el prstamo interbibliotecario, de modo que fcilmentepoda recibir un libro de otra Universidad, slo unos diez o quince das despus de ha-berlo solicitado. A su vez, cada Biblioteca Universitaria hizo el esfuerzo de volver acomprar, en muchos casos acudiendo a anticuarios, los libros desaparecidos. Lo ms de-sagradable era consultar directamente las fuentes de autores antiguos, pues en muchoscasos se haban perdido parcialmente las ediciones crticas de sus obras; faltaban, porejemplo, uno o dos tomos de las obras de Clemente de Alejandra o de Eusebio de Cesa-rea, y justamente sos eran los que en determinadas ocasiones uno deseaba consultar;adems, muchas de las ediciones crticas, como el Corpus Scriptorum EcclesiasticorumLatinorum o los Griechische Christliche Schriftsteller, estaban agotadas, y hubo que es-perar largo tiempo hasta que se reeditaron.

    En lo que a nuestra propia especialidad se refiere, es decir, a la Patrologa, el Pro-fesor Johannes Quasten tuvo que abandonar Alemania, porque en los Estados Unidos deAmrica dispona de mejores medios tcnicos para impulsar la investigacin. En otro or-den de ideas, tambin tuvieron que abandonar la Universidad de Mnster los ProfesoresMichael Schmaus4 y Josef Lortz porque, al principio, simpatizaron con el rgimen nacio-nalsocialista; pero pudieron continuar en Munich y en Maguncia su trabajo de investiga-cin, internacionalmente apreciado. Hay que reconocer que an hoy en da resulta muydifcil juzgar las vinculaciones de estos y de otros telogos con la ideologa nazi; elloseran, hacia 1933, jvenes cientficos que esperaban compatibilizar su fe cristiana con elsurgimiento del nacionalismo alemn; por otra parte, hay que comprender la circunstan-cia de que, si un joven Ayudante se negaba a ser miembro del partido nazi, era excluidode la carrera acadmica. Por eso y a modo de contraste, quien fue mi predecesor alfrente del Instituto F.-J. Dlger, el Prof. Theodor Klauser, tuvo que esperar a que termi-nara la guerra para ser nombrado Ordinario de Historia de la Iglesia (Edad Antigua), consus cincuenta aos de edad; y, puesto que no haba colaborado con el nazismo, lleg aser Rector de la Universidad de Bonn en el curso 1948/49 y pudo influir mucho desdeese puesto en la desnazificacin de algunos Ordinarios de la Universidad.

    P. Podra hablar de los Profesores que han ejercido una impronta decisiva en sutarea investigadora?

    R. Especialmente decisivo para m fue, naturalmente, el Director de mi tesis doc-toral y de mi trabajo de habilitacin para la docencia, el Prof. Bernhard Ktting. A travs

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    4. Cfr. la necrolgica de I. ESCRIBANO-ALBERCA, Michael Schmaus (1897-1993), in memoriam,en AHIg 4 (1995) 511-516.

  • de l ha influido sobre m especialmente la escuela de Franz-Josef Dlger, puesto queKtting termin la tesis, dirigida por Dlger, el ao 1940 y bajo su direccin empez eltrabajo de habilitacin que, tras la muerte de Dlger, termin con el Prof. Adolf Rcker.Ktting siempre permaneci vinculado a la escuela de Dlger5. Por eso, Theodor Klau-ser, el iniciador y primer editor del Reallexikon fr Antike und Christentum (RAC),cuando no pudo l solo abordar todo ese trabajo, acudi entre otros a la ayuda de Kt-ting, que pas a ser uno de los coeditores del RAC. Ktting lleg incluso a abandonar elproyecto de escribir determinadas monografas especializadas, para de esa manera dedi-carse ms intensamente a la redaccin de muchas voces del RAC, de modo que este Le-xikon est verdaderamente impregnado de su metodologa y profunda erudicin.

    Si quiere que le sea sincero, a m me agrada muchsimo la tradicin acadmicaconsistente en calificar a un profesor universitario por su condicin de discpulo de algnmaestro, pues el modo de trabajar del discpulo mantiene muchos modos de comporta-miento de la tradicin cientfica en la que su maestro le inici; y aunque muchas vecesno se pueda precisar la influencia de un profesor sobre sus sucesores con la exactitudcon que, por ejemplo, las notas a pie de pgina de un artculo determinan lo dicho en eltexto, sin embargo el afirmar que alguien es discpulo de tal maestro lo sita muy bienen el conjunto de las tradiciones universitarias: del maestro se heredan muchsimos as-pectos conceptuales y metodolgicos.

    Respecto a Ktting, mi maestro, yo mantuve una estrecha relacin con l. Antetodo debo manifestar que, a medida que lo trataba ms y ms, mi admiracin por su sa-ber histrico y patrstico iba creciendo. A veces me atrev a mantener con l alguna dis-crepancia por pensar que, en ciertos aspectos, yo estaba mejor informado adems, esnormal que todo cientfico tenga limitaciones. Pues bien, hasta en estos casos, acabconvencido de que l tena la razn, y as aumentaba mi respeto por su ciencia.

    Me resulta difcil mencionar ahora el nombre de otros profesores que durante misestudios en Mnster hayan ejercido en m especial influencia. Ya le he mencionado antesque ilustres telogos como Schmaus y Lortz tuvieron que abandonar esa Universidad,aunque en otras Universidades hicieron una carrera admirable. Surgi, adems, en aque-llos aos otro tipo de dificultades, derivadas esta vez no de las consecuencias de la gue-rra, sino del impulso reformador que ya con anterioridad al Concilio Vaticano II se apre-ciaba en el ambiente de las Facultades de Teologa. As, por ejemplo, el primer libro decontenido exegtico, que me dio a conocer el mtodo histrico-crtico, lo le en el semi-nario diocesano; me caus tanta impresin, que an recuerdo el nombre del autor y delttulo (Hans-Joachim Jeremias, Gleichnisse Jesu 6), y, aunque desde la perspectiva actualaquel libro era absolutamente piadoso e inofensivo, me produjo entonces una honda sa-cudida intelectual: hay en los Evangelios algo ms que la ipsissima vox Iesu y que la

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    5. Acerca de la historia de la escuela de Dlger, cfr. G. SCHLLGEN, El Instituto Franz-JosephDlger. Prehistoria, desarrollo e influencia en la Patrologa y en las ciencias de la Antigedad, enAHIg 4 (1995) 455-459.

    6. La traduccin castellana de este libro ha sido realizada por F.J. Calvo: J. JEREMIAS, Las par-bolas de Jess, ed. Verbo Divino, Estella (Navarra) 1992.

  • tradicin de la comunidad cristiana? En efecto, la afirmacin de que en la Sagrada Escri-tura hay distintos gneros literarios y de que, en la composicin de los libros inspirados,se encuentran niveles redaccionales me sonaba entonces como tremendamente novedosa.Curiosamente, mi Profesor de Sagrada Escritura no nos hablaba en clase de estas teorasmodernas, aunque l las conoca personalmente bastante bien, ya que haba escrito librosy artculos en que manifestaba un claro dominio de ellas. Sus clases de exgesis se limi-taban a parafrasear mediante tres o cuatro comentarios breves los versculos bblicos unopor uno, sin introducirnos en los avances de la ciencia bblica. Pero los estudiantes nosenteramos de ellos.

    De los dos semestres que pas en Munich guardo un grato recuerdo de RomanoGuardini; tambin me caus un gran impacto un historiador profano, Franz Schnabel.Los aos de Roma (de 1964 a 1966) me dieron la oportunidad de conocer intensamentelos monumentos del primitivo cristianismo romano. Y, aunque las clases en el PontificioIstituto di Archeologia Cristiana no produjeron en m gran impacto, el trato con uno desus antiguos profesores, exactamente con Engelbert Kirschbaum, que haba participadoen las excavaciones de la necrpolis vaticana, fue para m determinante. En lo referentea mis mtodos de arquelogo cristiano tambin debo mucho al Prof. Johannes Kollwitz,de Freiburg i.B. Adems, me han influido mucho los libros de Hans von Campenhausen,Hugo Rahner y Hans Urs von Balthasar.

    P. Pasemos, si le parece bien, a su trabajo de investigacin y de docencia.R. De acuerdo.P. Bien s que uno de los temas ms apasionantes para usted ha sido siempre el

    de la arqueologa cristiana. Podra explicarme cmo naci en su nimo esta aficin?R. En un principio, no deseaba dedicarme al trabajo universitario, sino que que-

    ra ser simplemente prroco. En 1961, despus de cuatro aos de trabajo pastoral, cuandoya haba cumplido treinta y un aos, me llam el obispo de Mnster, Joseph Hffner,que con el tiempo llegara a ser arzobispo de Colonia, para manifestarme su deseo deque hiciera una tesis doctoral, y, aunque en principio esta idea no me apeteca nada, obe-dec en atencin a la disciplina con que entonces nos haban educado. Cuando termin latesis en otoo de 1963, acud al obispo para preguntarle por lo que haba de hacer en elfuturo, y me indic que me dispusiera a hacer una habilitacin; yo no lo saba, pero de-trs de la indicacin del obispo se ocultaba la iniciativa de mi director de tesis, el Prof.Ktting. En principio, hubiera podido negarme, pero, a la vez, me resultaba claro que, sime negaba, no volvera al trabajo parroquial, sino que me dedicara probablemente a la-bores administrativas de la curia, por lo que prefer continuar estudiando.

    Viaj a Roma en 1964 y, a decir verdad, en los comienzos de mi estancia romanano saba lo que deba hacer all, ya que los planes de mi vida anterior nunca haban esta-do orientados al trabajo cientfico, y mi maestro Ktting, antes de mi marcha a Italia,slo me haba recomendado que me dedicara a estudiar monumentos del cristianismoprimitivo, sin concretar ms. Al mismo tiempo, recib pocos estmulos del Pontificio Isti-tuto di Archeologia Cristiana de Roma, que no se encontraba entonces en su mejor mo-mento. Pero visitaba con frecuencia a Kirschbaum en su despacho de la Universidad

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  • Gregoriana, porque esas conversaciones me resultaban ms enriquecedoras que las clasesimpartidas por el Instituto de Arqueologa. Tambin aprovech la posibilidad de visitarpersonalmente los restos arqueolgicos y los monumentos: muchas catacumbas, iglesias,museos,

    Despus de estas experiencias, decid especializarme en iconografa, para la quenecesitaba menos estudios tcnicos que para la arquitectura, y me di cuenta de lo cient-ficamente satisfactorio que sera poner en relacin la iconografa cristiana con la literatu-ra patrstica. Por eso, le toda la literatura cristiana de los primeros siglos hasta Constan-tino y centr mi atencin en cmo los Padres explicaban las pinturas que aparecan enlas catacumbas. Relacionar la pintura paleocristiana con su interpretacin en la literaturacatequtica me puso de relieve que el tema teolgico de fondo era, en esas imgenes, elperdn de los pecados y la consiguiente esperanza en la vida eterna tras la muerte. Poreso, no se puede decir, como entonces se sostena, que las pinturas del cristianismo pre-constantiniano representaban simplemente curaciones relatadas en la Biblia sin caer en lacuenta de su contenido teolgico; al contrario, guardaban estrecha relacin con el perdnde los pecados, con el bautismo y con la intercesin de los mrtires.

    De este modo empec a especializarme en el arte cristiano primitivo. Tambinobserv que esas pinturas, al igual que los textos patrsticos, eran unas fuentes magnfi-cas que no se deban estudiar slo desde una perspectiva artstica, tal y como se limita-ban a trabajarlas los arquelogos, sino que haba que hacerlas fructificar para aumentarnuestros conocimientos histricos del pasado de la Iglesia. As, por ejemplo, en mi tesisdoctoral7 me haba detenido en entresacar de las obras de San Ambrosio aspectos de lavida de piedad en la iglesia milanesa del siglo IV; y, por ello, me dispuse a adoptar estamisma perspectiva, animado por Ktting, al estudiar la iconografa paleocristiana deRoma8. Y a partir de entonces me he dedicado a investigaciones de este tipo (por ejem-plo, el mosaico del bside de Santa Pudenciana, las pinturas de Santa Mara Antigua enRoma, el ciclo de David en el monasterio egipcio de Bawit, la escena de Cristo y Pedrocon el gallo, pinturas de adviento, alegoras del buen pastor) y tambin he prestado miatencin al arte cristiano primitivo de Renania.

    E igualmente, cuando he estudiado la recepcin de la teologa paulina en los Pa-dres, he tenido en cuenta los aspectos referentes a la piedad popular: lugares paulinos deperegrinacin, patrocinios de iglesias bajo San Pablo, tradiciones paulinas en iglesias lo-cales, etc. Especialmente significativas son las escasas manifestaciones de devocin aSan Pablo en las ciudades en que l vivi; hay una hermosa inscripcin con una dedica-cin a San Pablo en la iglesia octogonal de Filipo, en Grecia, que se puede datar fcil-mente, porque el obispo que la dedic haba participado en el snodo de Srdica (343).En cualquier caso, se puede constatar que la devocin a San Pablo comienza un poco tar-

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    7. E. DASSMANN, Die Frmmigkeit des Kirchenvaters Ambrosius von Mailand. Quellen und Ent-faltung, (Mnsterische Beitrge zur Theologie, 29), Aschendorf Verlag, Mnster 1965.

    8. IDEM, Sndenvergebung durch Taufe, Bue und Mrtyrerfrbitte in den Zeugnissen frhchris-tlicher Frmmigkeit und Kunst, (Mnsterische Beitrge zur Theologie, 36), Aschendorf Verlag,Mnster 1973.

  • de, pues no es fcil captar a primera vista su santidad; su teologa suscita gran admira-cin, pero resulta ms difcil familiarizarse personalmente con su trato. En un principio,Pablo fue pintado en la iconografa cristiana en compaa de sus discpulos, como SantaTecla; es ms, yo dira que era representado no slo con Tecla, sino a causa de Tecla, sudiscpula. Primero fue venerada Tecla y, a consecuencia de ello, se comenz a venerar aPablo. Sin duda es clarificador que no haya el ms mnimo vestigio de devocin a SanPablo en ciudades en las que l mismo vivi, como Tesalnica y feso, al menos duran-te los primeros siglos. Si no me equivoco, la primera iglesia dedicada a San Pablo en Te-salnica es del siglo XVII. Lo mismo sucede con la ciudad de feso, en la que, si bien setestimonia desde muy pronto la devocin a la Virgen y son abundantes las tradiciones jo-nicas, en cambio falta por completo la devocin al Apstol Pablo. Las primeras tradi-ciones paulinas en feso aparecen tambin aqu en el siglo XVII, ya que ese fue el tiem-po en que viajeros cultos y eruditos acudan a esa ciudad preguntando a las gentes dellugar sobre diversos testimonios histricos y no reciban respuesta alguna a su curiosidadpor las tradiciones paulinas.

    P. Llegados a este punto, tal vez podra explicar cmo lleg usted a interesarsepor la recepcin de San Pablo en la teologa patrstica.

    R. Mi inters por esta cuestin es relativamente viejo. Cuando termin la habili-tacin, en febrero de 1969, me encarg el Prof. Ktting que, en calidad de Privatdozent,dirigiera un seminario y unas clases de dos horas en la Universidad de Mnster. Lgica-mente, mi temario no deba interferir con el de las clases del Prof. Ktting. Despus deuna pausada reflexin, me decid por tratar la predicacin de San Pablo en la Iglesia pri-mitiva y la pervivencia de la teologa paulina tras su muerte. Las clases tenan que co-menzar con el Nuevo Testamento, porque, como es bien sabido, los textos paulinos sonlos testimonios ms antiguos de la literatura cristiana; es decir, toda la literatura cristianaposterior, tanto cannica, como no cannica, es post-paulina, y, por eso, los dems librosdel Nuevo Testamento tienen en cuenta la doctrina de este Apstol como un constantepunto de referencia o para continuarla y ampliarla o para atenuarla. As surgi el temariode mis clases, que en algunos puntos eran incompletas o tenan un carcter provisional,pues algunas dificultades se iban clarificando a medida que las trabajaba. No se olvideque en aquellos momentos la investigacin protestante sobre esta materia (Ernst Kse-mann, Eva Aleith) iba en otra direccin; para ellos, las epstolas paulinas eran el centrode la Escritura o el canon dentro del canon, ya que, a partir de la epstola a los Romanos,esos telogos discernan lo que, segn ellos, era la autntica predicacin de Cristo en elNuevo Testamento y lo que era interpolacin eclesistica posterior. Hoy en da el intentode buscar un canon en el canon ya est desfasado, e incluso los protestantes reconocenque todo el Nuevo Testamento constituye el fundamento de nuestro acceso a Jess. Poreso, la investigacin actual sobre la recepcin de San Pablo persigue en el fondo los mis-mos fines, y apenas se encuentran diferencias confesionales.

    Cuando llegu a la Universidad de Bonn en el semestre de invierno del curso1969/70, continu aqu esas clases sobre la historia del paulinismo. Y es que la doctrinade este Apstol viene a ser como una especie de hilo conductor que marca los interesesde la literatura cristiana de los tres primeros siglos, ya que todas las obras de ese perio-

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  • do, tanto las cannicas como las apcrifas, y tanto las eclesisticas como las herticas,hacen referencia al pensamiento paulino, aunque, claro est, desde diversos puntos devista. Y, cuando alguna obra no tiene en cuenta esa doctrina, hay que preguntarse si esaausencia es teolgicamente intencionada.

    Aunque he publicado un libro que ofrece una visin de conjunto sobre el pauli-nismo de los dos primeros siglos9, tambin me he interesado por la recepcin de la teolo-ga paulina en los Padres postnicenos10 y he intentado explicar cmo Pablo influye inclu-so en una diferente estructuracin de la teologa de los Padres latinos y de los griegos.La teologa occidental se centra, sobre todo, en la epstola a los Romanos; bien se apre-cia en San Agustn, con quien comienzan una serie de intereses teolgicos que marcarnlas pautas de la teologa medieval y que confluirn en Lutero e, incluso, actualmente enKarl Barth. En cambio, la teologa oriental intensifica, ms bien, las enseanzas paulinasde sus epstolas tardas (a los Efesios y a los Colosenses), que se centran sobre todo en elmisterio de Cristo y de la Iglesia. Actualmente, la Iglesia Catlica se encuentra en unasituacin privilegiada, porque se interesa por ambos aspectos. Por una parte, el dilogocon la teologa evanglica nos motiva a interesarnos por los temas centrales de la epsto-la a los Romanos: la libertad, la gracia y las obras de la ley, el pecado, etc.; y, a la vez,sentimos un gran inters por el misterio de la Iglesia, la naturaleza de los sacramentos, lavivencia de la comunidad. Tal vez podramos imaginarnos un tringulo, cuyos dos ladosverticales representaran, respectivamente, los intereses de la teologa evanglica y los dela teologa ortodoxa; la teologa catlica podra situarse en el base a modo de enlace.

    Ms todava, en realidad hay que reconocer que el Apstol Pablo es superior a to-dos los intrpretes que hasta ahora ha habido de su pensamiento en la historia de la teo-loga, de modo que nosotros comprendemos slo una parte de sus enseanzas; con raznnos admiramos de la profundidad con que l, de manera inimitable, ha comprendido losmisterios centrales de la fe. Permtame poner un ejemplo: cuando se contempla lo queSan Juan Crisstomo y en general la teologa del siglo IV hace de la cruz de Cris-to, entendindola como tropaion o signo de victoria, debemos reconocer que, aun siendouna idea muy buena, atena en parte la incomprensible dureza que supone contemplar lamuerte de Jess crucificado. Pues bien, San Pablo ana ambos elementos de una maneraadmirable; por eso, l ha comprendido mejor que muchos de sus comentadores el miste-rio de la cruz y de la resurreccin. Otro motivo que suscita mi admiracin por este Aps-tol radica en las circunstancias adversas en que escribi sus epstolas: siempre estando deviaje, tal vez de prisa, cansado por el trabajo diario y por la predicacin. Todo esto hacede l un fenmeno extraordinario, que suscita un vivsimo inters tanto si se lo consideradesde un punto de vista exegtico como histrico-patrstico.

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    19. Vid. supra nota 3.10. En lo referente a la teologa de los Padres griegos, cfr. E. DASSMANN, Zum Paulusverstnd-

    nis in der stlichen Kirche, en Jahrbuch fr Antike und Christentum 29 (1986) 27-39. En lo refe-rente a San Agustn, cfr. E. DASSMANN, Augustinus: Heiliger und Kirchenlehrer, Kohlhammer Ver-lag, Stuttgart-Berlin-Kln 1993, 118-130. De este libro se encuentra una recensin en AHIg 4(1995) 540.

  • P. Con anterioridad a San Agustn, qu papel ocupaban las epstolas paulinas enla teologa latina?

    R. En el siglo IV, curiosamente, Pablo fue redescubierto por eclesisticos quepermanecan como al margen de la vida eclesistica: el primer comentario al epistolariopaulino en lengua latina fue redactado por Ambrosister, a quien apenas conocemos; otrocomentador fue Pelagio, a quien pronto se descalific como heterodoxo; tambin nos hallegado otro comentario compuesto por un desconocido autor annimo de Aquileya.Siempre me ha llamado la atencin que San Ambrosio de Miln, si bien se apoyaba enmuchos pasajes de las cartas de San Pablo cuando escriba sus propias epstolas, no com-pusiera ningn comentario del corpus Paulinum, a pesar de ser un gran comentador deotros libros del Antiguo Testamento y del Evangelio de San Lucas. San Ambrosio eraplenamente consciente de la importancia de Pablo, pero no lo coment monogrficamen-te, sino, como digo, al redactar sus cartas privadas. Slo a partir de Agustn ocupa SanPablo el primer plano de la reflexin teolgica. Y lo que sucedi en el siglo XVI con Lu-tero fue como un revivir la centralidad de la teologa paulina que ya se experiment en elsiglo IV.

    P. Pero usted no se ha limitado solamente a estudiar la recepcin del pensamien-to paulino en los Padres de la Iglesia, sino que tambin ha prestado atencin al trata-miento de otros libros de la Sagrada Escritura en la literatura patrstica. De hecho, laexgesis bblica de los Padres y, sobre todo, el mtodo hermenutico por ellos empleadoen sus comentarios a la Escritura es el tema monogrfico de la Festschrift que anteayerse le entreg con motivo de su 65 cumpleaos11.

    R. Es cierto. Mis estudios sobre la recepcin de San Pablo despertaron en m elinters por estudiar la interpretacin de otros libros de la Biblia en la historia de la teolo-ga. Este inters personal mo guarda tambin relacin con el hecho de que, en los lti-mos aos, para la redaccin de las voces del Reallexikon fr Antike und Christentum he-mos puesto mayor atencin en los aspectos judaicos e intertestamentarios que jugaron unpapel importante en la posterior evolucin del cristianismo; por eso, nos vimos obligadosa estudiar ms a fondo los libros del Antiguo Testamento y, as, estamos poniendo enmarcha un programa amplio para abordar estos estudios. Yo mismo me he encargado deredactar varios artculos, de los que hasta ahora se han publicado los referentes a Ams12,Ezequiel13, Jeremas14 y el libro de Job15; de este modo he podido comprobar cmo loscomentarios patrsticos a los Profetas contienen elementos dignos de consideracin desdeel punto de vista de la historia del dogma.

    Por presentarle un ejemplo, el versculo de Ams 4, 13 porque est aqu el queforma los montes y el que crea el viento (pneuma) no suscit inters alguno entre los

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    11. Vid. supra nota 2.12. E. DASSMANN, Art. Amos, en RAC, Supplementum 1,3 (1985) 333-350.13. IDEM, Art. Hesekiel, en RAC 14 (1988) 1132-1191.14. IDEM, Art. Jeremia, en RAC, Lfg. 132 (1995) 543-631.15. IDEM, Art. Hiob, en RAC 15 (1991) 366-442.

  • escritores eclesisticos de los tres primeros siglos; ahora bien, cuando en medio de la con-troversia arriana del siglo IV se levant la polmica en torno a la divinidad del EsprituSanto, este versculo ocup un lugar central porque a simple vista pareca que el pneumaespritu haba sido creado. Por eso, cuando Jernimo tradujo la palabra griega pneu-ma no por spiritus, sino por ventus, el problema se aclar completamente. Pero, puestoque Agustn sigui prefiriendo la traduccin spiritus a decir verdad no le sabra decirexactamente por qu, estaba obligado a advertir que esta palabra no siempre se haba deentender en el sentido de Espritu Santo, sino tambin como aire o viento.

    Otro ejemplo. El pasaje de Ezequiel 44, 1-3, en el que Dios permite al rey de Is-rael entrar por la puerta del templo aun estando cerrada, permaneci tambin largo tiem-po sin despertar la atencin de los telogos cristianos, hasta que se fue desarrollando ladoctrina mariolgica, pues en estos versculos se puede reconocer un anuncio de la per-petua virginidad de Mara. El rey de Israel representa al Logos eterno que atraviesa lapuerta del templo sin abrirla ni destruirla.

    Un ltimo ejemplo. El libro de Job plantea una cuestin central verdaderamentedramtica y, al mismo tiempo, de extraordinaria importancia para la Teologa: cmopuede permitir Dios que el justo Job padezca tales injusticias? Esta ser la pregunta ca-pital de la Teodicea: si Deus est, unde malum? Pues bien, en un principio, este plante-amiento no interes prcticamente nada a los Padres de la Iglesia, ya que la idea de te-ner que justificar el comportamiento de un Dios que permite padecimientos en elmundo se les presentaba sencillamente como del todo absurda. Los comentarios patrs-ticos a este libro se limitaron a determinados pasajes que les suscitaban inters o por laprofundidad de la oracin de Job o por la belleza literaria con que es relatada la crea-cin, pero en modo alguno por cuestionarse teolgicamente la presencia del mal en elmundo.

    Debo reconocer que el material que, sobre el tema de la interpretacin bblica delos Padres, estamos recogiendo en los correspondientes artculos del Reallexikon fr An-tike und Christentum (RAC) es verdaderamente amplio; lo que an no he logrado deltodo es encontrar la clave exegtico-hermenutica que explique satisfactoriamente la in-terpretacin patrstica de la Biblia. Hace un ao pronunci una conferencia en la Nordr-hein-Westflische Akademie der Wissenschaften, en Dsseldorf, e intent exponer cu-les eran los puntos de vista desde los que los Padres de la Iglesia utilizaban las palabrasde los Profetas veterotestamentarios16. Part del ingente material del que disponemos or-denadamente en la redaccin del RAC e intent sistematizar en cinco puntos los motivospor los que los Padres escogan tales o cuales pasajes para comentarlos exegticamente ylas razones por las que siempre interpretaban los mismos textos y otros no eran objeto desu atencin; pero no estoy completamente seguro de si con esa conferencia acert deltodo a responder a esa serie de cuestiones.

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    16. IDEM, Frhchristliche Prophetenexegese, (Vortrge/Nordrhein-Westflische Akademie derWissenschaften: Geisteswissenschaften 339), Westdeutscher Verlag, Opladen 1996. De este librose encuentra una resea en AHIg 6 (1997) 514-515.

  • P. Usted ha publicado recientemente un libro sobre el origen y el desarrollo delos ministerios eclesisticos en la Iglesia primitiva17.

    R. As es. Se trata de un libro que recoge varios artculos que sobre ese tema hepublicado en los ltimos veinte aos, ms algunos inditos. De todos modos, debo adver-tirle de entrada que la cuestin por los ministerios eclesisticos en los primeros siglos nome ha interesado por s misma, pero, puesto que esa ha sido una de las cuestiones quems polmicas ha suscitado entre los telogos despus del Concilio Vaticano II, me hevisto impulsado por necesidad a estudiarla a fondo. Ha sido imposible para m escabu-llirme de esa polmica, ya que he trabajado en una gran Facultad de Teologa, la deBonn, en la que estudian seminaristas de la archidicesis de Colonia y de la dicesis deAquisgrn. Por eso, mis investigaciones sobre el origen y la fundamentacin dogmticade los ministerios no han nacido de mis propias inclinaciones personales, sino que se hanoriginado ms bien por la necesidad de tomar posicin desde la perspectiva del historia-dor de la Iglesia en una discusin que afectaba a la vida eclesial y acadmica en que medesenvolva. Pese a estas circunstancias, debo reconocer que es ciertamente una cuestinmuy importante, a la que he dedicado muchas horas de docencia; por ello ms de unavez me he planteado en transformar mis apuntes de clase en un libro ms elaborado, si esque tengo tiempo y fuerzas para ello.

    Uno de los puntos ms conflictivos ha sido precisar si los actuales ministerioseclesisticos son exactamente como Cristo quiso que fueran; a este respecto tuve que re-batir la tesis de que, con el paso del tiempo, stos se fueron corrompiendo. Tambin meplante el papel de la mujer en la Iglesia primitiva, sobre todo su exclusin de los oficioseclesisticos. El ltimo artculo de ese libro18, referente a la imposibilidad de la ordena-cin de mujeres, estuvo motivado por el documento de Juan Pablo II, Ordinatio sacerdo-talis. En un principio conceb ese artculo como parte de mi trabajo en la Comisin parala doctrina de la fe de la Conferencia Episcopal Alemana y, a la vez, tuve presentes amis alumnos de la Facultad de Teologa, con el fin de mostrarles cmo un cristiano, uncatlico y un sacerdote y tambin un cientfico deba tratar esas cuestiones. En pri-mer lugar, manifest un gran respeto ante el Papa, no slo por mi sentido de responsabi-lidad, sino tambin como presupuesto previo de creyente y sacerdote. En el documentoOrdinatio sacerdotalis (22.5.1994) el Papa se remite a una declaracin de la Congrega-cin romana para la doctrina de la fe llamada Inter insigniores (15.10.1976); por ello, lecon detenimiento esta declaracin, centrndome en la fundamentacin patrstica con laque rebata la posibilidad del sacerdocio femenino, y cul fue mi sorpresa cuando com-prob que la interpretacin de algunos de los textos patrsticos no era acertada desde elpunto de vista histrico.

    Con esto no estoy queriendo decir que la decisin del Papa haya sido incorrecta;slo afirmo que algunos argumentos ah empleados no estn bien fundamentados cient-

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    17. IDEM, mter und Dienste in den frhchristlichen Gemeinden, (Hereditas, 8), BorengsserVerlag, Bonn l994. De este libro se encuentra una recensin en AHIg 5 (1996) 566-568.

    18. Ibid., 212-224. El artculo se titula: Die frhchristliche Tradition ber den Ausschlu derFrauen vom Priesteramt.

  • ficamente. As, por ejemplo, en ese documento se dice que todos los Padres de la Iglesia,partiendo de que el sacerdote es representante de Cristo, concluyen que tambin su re-presentante ha de ser varn; pero el problema est en que esa declaracin cita un solopasaje, tomado de una carta de San Cipriano, en la que ste ensea que, puesto que todosacerdote celebra la eucarista por mandato de Cristo y vice Christi, debe emplearse vinoy no agua; en realidad, Cipriano se estaba enfrentando a aquellos antiguos rigoristas queni siquiera empleaban vino en la celebracin de la eucarista, pero no se estaba plantean-do la cuestin de la representacin de Cristo por medio de un sacerdote varn o mujer.En mi opinin, pues, no se debe argumentar as desde un punto de vista histrico. Contodo, ese documento tiene razn cuando muestra que ni Jess ni los Apstoles llamarona mujeres para predicar: una actividad prohibida a ellas. Es innegable que, si uno obser-va la tradicin de la Iglesia, se da cuenta de que las mujeres, desde el principio hasta laactualidad, han ocupado un papel importantsimo en la transmisin de la fe, ensendolaa nios y a adultos. Ellas, ciertamente, no deben predicar desde el presbiterio, pero tam-poco lo deben hacer los laicos varones; por eso, esta no es tampoco una cuestin de laproblemtica varn-mujer para acceder al sacerdocio. As pues, mis crticas a Inter insig-niores no pretenden oponerse a la decisin del Papa expuesta en Ordinatio sacerdotalis,sino a la argumentacin histrica empleada en aquel documento. De esta forma, los Pro-fesores de Teologa podemos ayudar a mejorar la redaccin de documentos magisteria-les, si en Roma y en las Conferencias Episcopales se dan cuenta de la atencin con queestudiamos lo que ellos publican.

    En cualquier caso, el sacerdocio en la Iglesia antigua no ha sido el tema que msme haya interesado.

    P. Su trabajo de historiador eclesistico tambin se ha centrado en los orgenesdel cristianismo en Germania19.

    R. Ya antes he aludido brevemente a mis investigaciones sobre los restos arque-olgicos del cristianismo primitivo en Renania. Ha sido necesario hacer esta tarea porquela arqueologa cristiana en Italia, Grecia, Siria o Egipto ha sido y es estudiada por nume-rosos cientficos, mientras que la parte de Alemania que perteneci al Imperio Romanono ha sido objeto de la misma atencin. Adems, las primeras huellas de cristianismo enterritorios germanos tienen que ser necesariamente arqueolgicas, ya que los antiguosgermanos durante largo tiempo no saban escribir. Otro hecho destacable es que, en losltimos aos, se ha ido descubriendo ms presencia de cristianismo primitivo de lo que,en un principio, se imaginaba que en estas tierras habra.

    No me he dedicado a fondo, sin embargo, al problema concreto de la incultura-cin de la fe cristiana entre los germanos y los mtodos empleados en la misin evange-lizadora. Ms bien, me he limitado a interpretar histricamente los principales hallazgosque la Arqueologa ha sacado a la luz, para dar a conocer a mis estudiantes los orgenes

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    19. E. DASSMANN, Die Anfnge der Kirche in Deutschland. Von der Sptantike bis zur frhfran-kischen Zeit, (Urban TB, 444), Kohlhammer Verlag, Stuttgart-Berlin-Kln 1993. De este libro seencuentra una recensin en AHIg 3 (1994) 487-488.

  • de la Iglesia en su propio pas. Un excelente libro de un colega y amigo mo trata conacertada acribia estas cuestiones de fondo20. De todos modos, puedo manifestarle mi opi-nin acerca de un problema que los estudiosos han planteado a veces; me refiero a lagermanizacin del cristianismo: siempre que se ha dado, dentro de la historia antigua ymedieval de Germania, por ejemplo durante el periodo merovingio, algn proceso degermanizacin de la fe, ste puede considerarse como un retroceso, y no como una apor-tacin positiva a la evangelizacin de nuestros antepasados, y tambin como una prdidade universalidad en la vivencia eclesial. La razn es que la Iglesia no est concebida parafundamentarse en una estructura nacional. Esto no impide, claro est, que, por necesida-des locales, hayan surgido variedades litrgicas o devocionales que, a su vez, hayan po-dido influir en el desarrollo teolgico; pero, para valorar si estas peculiaridades localistashan producido efectos positivos o negativos, han de hacerse estudios especializados y asprecisar exactamente las circunstancias.

    Es interesante constatar que la arqueologa y la historia provinciales han experi-mentado un crecimiento, sobre todo despus de la Segunda Guerra Mundial. En el ao1984 una asociacin cultural de la Universidad de Bonn, exactamente la Gesellschaftvon Freunden und Frderern der Rheinischen Friedrich-Wilhelms-Universitt zu BonnE.V., me pidi que pronunciara una conferencia sobre los orgenes del cristianismo enRenania; el ao 1995, es decir, once aos despus, me pidieron de nuevo que les dierauna conferencia sobre ese mismo tema y, aunque me resist y les propuse otras posibili-dades, insistieron en que queran or algo sobre las races cristianas de Renania. Tuveque ceder y subtitul la conferencia Nuevas investigaciones y resultados21. Fue asom-broso comprobar que en los ltimos aos no slo han aparecido nuevos hallazgos de in-ters, sino que se ofrecen nuevas interpretaciones de lo que ya se conoca antes.

    Por ejemplo, de los restos de la primitiva iglesia de Colonia, quiz de tiempos delobispo Maternus, que se encuentran bajo la actual Catedral, se deca que en su atrio tam-bin se hallaban enterrados a un metro de profundidad los fundamentos de un templo pa-gano dedicado a Augusto-Mercurio; la hiptesis entonces postulada era que la comuni-dad cristiana pudo adquirir en esta parte de la ciudad una parcela de terreno en la quehaba un templo pagano, cuya destruccin no se les autoriz, y tuvo que permitir que esetemplo invadiera parte de su propiedad. Pues bien, desde hace pocos aos comenzaronlas dudas acerca de si fue realmente un templo dedicado a Augusto-Mercurio, porque lainscripcin a partir de la que se postul esa identificacin pareca no provenir de ah; poreso, se concluy que era un templo, del que no se poda identificar su dedicacin, ya quesu genuina inscripcin se haba perdido. Ms todava, recientemente se ha demostradoque lo que hasta ahora se consideraban paredes interiores de un templo fueron, ms bien,paredes exteriores de dos edificios diferentes; e incluso se ha postulado que esos muros

    Conversacin en Bonn con Ernst Dassmann

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    20. A. ANGENENDT, Das Frhmittelalter. Die abendlndische Christenheit von 400 bis 900,Kohlhammer Verlag, Stuttgart-Berlin-Kln 1990. De este libro se encuentra una recensin en AHIg2 (1993) 346-347.

    21. E. DASSMANN, Anfnge des Christentums im Rheinland. Zum Stand der gegenwrtigen Dis-kussion, en Bonner Universittsbltter (1995) 51-68.

  • debieron de ser la base de unas columnas que daban a la calle. La hiptesis actual es queesos muros formaban parte de unos grandes horrea, ya que, excavando las cercanas dela Catedral, se han encontrado sin lugar a dudas restos de unos horrea, situados cerca delpuerto fluvial para la descarga de los barcos que transportaban trigo. Y puesto que enTrveris, a orillas del Mosela, tambin se han encontrado unos horrea muy cerca de laiglesia paleocristiana, se postula que ese tipo de edificios podan remodelarse fcilmentepara ser transformados en iglesias.

    P. Y, para terminar nuestra conversacin, tal vez podra referirse a los proyectosfuturos del Franz Joseph Dlger-Institut, pues tengo entendido que, si bien usted pasarmuy pronto a la situacin de Profesor Emrito y dejar la Ctedra de Historia de la Igle-sia, continuar al frente de ese Instituto durante algunos aos.

    R. En principio, no hemos planeado introducir ningn cambio substancial entrelos proyectos de nuestro Instituto, sino que nos mantendremos en los objetivos que desdeel principio ha perseguido. En verano de este ao aparecer el volumen 17 del Reallexi-kon fr Antike und Christentum. Todava faltan otros tantos volmenes para finalizar laedicin completa del RAC. Una novedad que hemos pensado poner en prctica consisteen elaborar un volumen que contenga los ndices y registros de los primeros quince vol-menes; no piense que es tarea fcil, ya que no basta con indicar dnde y cuntas vecesaparece la voz Agustn, por ejemplo, sino exponer temticamente lo que en todos esosvolmenes se ha escrito acerca de Agustn. Por eso, adems de servirnos de la ayuda delordenador, uno de los miembros del Instituto se est dedicando exclusivamente a estu-diar esos quince volmenes para conseguir un ndice temtico que sea satisfactorio. Puesbien, despus de mi inminente jubilacin, continuar dirigiendo el F.-J. Dlger-Instituthasta que la salud me lo permita; as me lo ha autorizado el obispo de Mnster, ReinhardLettmann, en cuya dicesis sigo incardinado.

    * * *

    El Prof. Dassmann me inform tambin de su publicacin ms reciente22 y mehizo entrega de un cuaderno que informa con detalle de la historia del Instituto, de laspublicaciones hasta ahora aparecidas y de los mtodos de trabajo en la elaboracin de losartculos del RAC y de otros aspectos del Instituto23, que, por cierto, en este ao de 1996

    Albert Viciano

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    22. IDEM, Kirchengeschichte II,1. Konstantinische Wende und sptantike Reichskirche, (Stu-dienbcher Theologie, 11, 1), Kohlhammer Verlag, Stuttgart-Berlin-Kln 1996. Este libro, al igualque el titulado Kirchengeschichte I. Ausbreitung Leben und Lehre der Kirche in den ersten dreiJahrhunderten, (Studienbcher Theologie, 10), aparecido en la misma editorial en 1991, recogelas clases de Historia de la Iglesia que el Prof. Dassmann ha impartido a lo largo de su actividaddocente. Actualmente est preparando el volumen II, 2 con el que completar esta triloga. De losdos libros hasta ahora aparecidos se encuentra una recensin en AHIg 1 (1992) 401-403 y AHIg 6(1997) 462-465.

    23. E. DASSMANN (Hrsg.), Das Reallexikon fr Antike und Christentum und das F. J. Dlger-Institut in Bonn. Mit Registern der Stichwrter A bis Ianus sowie der Autoren Bnde 1-16, A. Hier-

  • cumple sus cuarenta aos de existencia24. Despus me invit a comer. Por eso, nuestrodilogo durante la comida y la sobremesa adopt un tono de tertulia ms desenfadada, enla que recordamos ancdotas comnmente vividas en aos anteriores, me hizo saber lasimpresiones que le han producido sus viajes por Espaa, a lo que correspond exponin-dole las que a m me han evocado la sociedad y la cultura alemanas durante mis estan-cias en ese pas.

    Albert VicianoInstituto de Historia de la Iglesia

    Universidad de NavarraE-31080 Pamplona

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    AHIg 6 (1997) 327

    semann Verlag, Stuttgart 1994. Informacin en lengua castellana sobre este Instituto se encuentraen el artculo citado supra en nota 5.

    24. La celebracin de este cuadragsimo aniversario y tambin de los veinte aos desde quela Academia de las Ciencias de Renania del Norte-Westfalia, con sede en Dsseldorf, asumi en1976 la promocin del trabajo cientfico del F.-J. Dlger-Institut tuvo lugar el viernes 28 de ju-nio de 1996 en el Festsaal (o paraninfo) del Hauptgebude (o Edificio Central) de la Universi-dad de Bonn. Se pronunciaron dos conferencias: Ernst Dassmann habl sobre el origen y la historiadel RAC y del F.-J. Dlger-Institut, y Arnold Angenendt, Ordinario de Historia de la Iglesia de laUniversidad de Mnster, disert sobre el carcter modlico de las relaciones entre Antigedad yCristianismo para la historia de la religin cristiana.