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Escuelas en crisis • Zalce en Chicago • Cuentos con Hugo Miranda

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septiembre 2008

latinidad

número 58

Directiva

Frances R. Aparicio, Raúl Dorantes, Gregory X. Gorman, Jochy Herrera, Fernando Olszanski, Félix Masud-Piloto, Moira Pujols, Helen Valdez

Directora ejecutiva

Moira Pujols

Director editorial

Gerardo Cárdenas

Consejo editorial

Beatriz Badikian, Gerardo Cárdenas, Julio Rangel, Raúl Dorantes, José Castro Urioste, Febronio Zatarain

Jefe de redacción

Febronio Zatarain

Directora de arte

Esmeralda Morales

Diseño gráfico

Marisa Bueno, Esmeralda Morales

Diseño de portada

Jesús Sereno y Santiago Weksler

contrafoto

Jesús Sereno

Correctora de estilo

Mayavel Saborío Carranza y Julio Rangel

Las opiniones expresadas por los escritores que colaboran en contratiempo no son necesariamente las de la revista, o de la entidad que la publica, contratiempo nfp, una entidad 501 (c)3 sin fines de lucro.

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Para envío de colaboraciones:

Gerardo Cárdenas

[email protected]

Raúl Dorantes

[email protected]

3 Editorial

4 “Bilingüe”: Una palabra tabú en la educación pública. Kim Potowski

6 Logros y malogros del No Chile Left Behind Act. Luisiana Meléndez

7 Violencia en la escuela: la punta del iceberg. Kari Lydersen

8 La violencia en las escuelas públicas de Chicago v/s la esperanza. Bernardo Navia

9 ¿Cómo combatir el pandillerismo en las escuelas? Alex Wyman

10 Latinidad. Los Latinos y las Pensiones: El porqué de la baja cobertura.

11 El Poeta Hugo Vera Miranda. Alejandro Ferrer

14 Zalce en Chicago. Esmeralda Morales

19 Cuando Allende ganó. Raúl Dorantes

20 Entrevista con Graciela Iturbide. Julio Rangel

22 Cualquier ciudad es mi pueblo. Catalina María Johnson

23 La casa del cementerio. César López Cuadras

24 La Unión Europea y la Directiva del Retorno. Boris Svetogorsky

25 Aproximaciones. La belleza en la literatura, Francisco Pamplona

26 Si querí, entrái; sino, te vai. Viaje a Chile. Juan Cabral

26 contrafoto. Jesús Sereno

27 Implante. Humberto Uribetiempo

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editorialLas cifras no son nada buenas. Conforme cerca de 410 mil alumnos de primaria, intermedia y secundaria se preparan para volver a clases en las 655 escuelas del tercer sistema de educa-ción pública más grande del país, las perspectivas no son halagüeñas. Violencia, insuficiencia de recursos, los retos del sistema bilingüe y las limitaciones del controvertido No Child Left Behind (NCLB) constituyen un caldo indigesto que poco calma el hambre de aprendizaje de un cuerpo estudiantil que es 85 por ciento latino o afroamericano.

En el recuerdo inmediato de los lectores están las casi tres decenas de alumnos del sistema que han muerto a manos de la violencia urbana, que se extiende sin control hacia el interior de los congestionados planteles escolares.

Pero esa cifra dista de ser la más preocupante. Un reciente estudio del Schott Foundation for Public Education, difundido en Chicago a fines de julio, revelaba que a más de 50 años de la histórica decisión Brown vs. Board of Education, que desegregó la educación pública en este país, menos de la mitad de hombres afroamericanos, a nivel nacional, se gradúan de secundaria. Dice el informe que —debido a políticas educativas injustas y a financiamiento público insufi-ciente— los varones afroamericanos son masivamente agrupados en programas de educación especial, desproporcionadamente suspendidos y expulsados, y enfrentan más barreras que otros grupos para ingresar a programas para alumnos bien dotados intelectualmente.

¿Y los latinos? Tampoco van mejor. Un estudio del 2005 del Instituto de Estudios Latinos de Notre Dame indicaba que todas las escuelas públicas con mayoría de estudiantes latinos en Chicago habían sido puestas en situación de “vigilancia” o “advertencia” académica, según el frío e indiferente lente de NCLB. Ese mismo estudio, publicado en un año en que NCLB todavía poseía elementos de credibilidad, recalcaba que las escuelas de Chicago “están fuertemente segregadas por raza, etnicidad y clase social”.

El repunte de la violencia, que se ha cobrado casi 60 vidas de estudiantes de escuelas públicas en los dos últimos cursos escolares, motivó al equipo editorial de contratiempo a examinar la calidad de la educación pública en Chicago. Al rascar la superficie de los tiro-teos y las pandillas —como puntualmente hacen los textos de Kari Lydersen, Alex Wyman y Bernardo Navia— saltaron a la luz los muchos otros problemas del sistema escolar.

De especial interés para el lector serán los textos de Kim Potowski, quien pone bajo el microscopio los retos crecientes de los programas de educación bilingüe, y de Luisiana Meléndez, quien denuncia la insensibilidad de NCLB ante las muchísimas peculiaridades, sutilezas y dificultades de sistemas masivos como el de Chicago. Mientras el primero esta-blece el dilema de aprovechar la diversidad étnica y lingüística de los niños de Chicago, frente a un sistema que privilegia social y culturalmente al monolingüismo, el segundo se plantea la duda urgente de la reevaluación de NCLB que el Senado deberá hacer a principios del 2009.

Y es hacia el 2009 que es necesario volver la mirada, quizás más que al inicio del curso 2008-09. En enero 20 una nueva administración tomará las riendas del país. Demócrata o Republicana, esa administración tendrá que marcar sus distancias con respecto al legado de los ocho años de George W. Bush. Un punto clave será la educación y, por ende, se hace urgente una revisión a fondo, y tal vez la derogación de NCLB, que no ha conseguido sacar del marasmo a los sistemas de educación pública de la nación.

Esa revisión es especialmente urgente en Chicago, donde la pobreza del sistema ha sobrevivido, y de hecho empeorado, a dos intentos de reforma por parte del municipio. Marcados 12 años fundamentales de sus vidas por salones hacinados; escasez de libros, computadoras y otros soportes educativos; por el escepticismo del sistema a su capa-cidad de triunfar en la vida profesional, y por el racismo y por el clasismo; los niños y niñas de la CPS deben también aprender a esquivar balas y evitar choques con pandillas, para poder alcanzar el ambiguo premio de un diploma de secundaria que les adornará la pared, pero que no les ayudará a abrir puertas.

La situación es crítica y requiere de una revisión a fondo del sistema que pase por la generación de un sistema mejor que NCLB; un serio compromiso de las autoridades estatales para abrir el grifo del financiamiento público, y un trabajo conjunto del muni-cipio, las autoridades escolares, las organizaciones no gubernamentales, los padres de familia y la policía. Como se decía en tiempos de la administración Clinton: hace falta una ciudad para educar a un niño. Es hora que esta ciudad, la de los “anchos hombros”, deje de encogerlos indiferentemente.

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En los Estados Unidos, la educación bilingüe moderna se arraiga en el Bilingual Education Act de 1968, y su actualización en 1994 especificaba que tenía las metas de desarrollar las destrezas en inglés y, hasta el mayor grado posible, también las destrezas en la lengua nativa de los niños. Pero el acta murió joven, a los 34 años, con la llegada de No Child Left Behind en 2002; la palabra “bilingüe” se expurgó de la ley, cambiando de nombre al English Language Acqui-sition Act, privilegiando el inglés únicamente. Hasta la oficina federal antes conocida como Office of Bilingual Education and Minority Language Affairs se rebau-tizó como la Office of English Language Acquisition, Language Enhancement, and Academic Achievement for Limited-English-Proficient Students. Sin embargo, hace 40 años que seguimos en el mismo debate sobre lo que la educación bilingüe debe cumplir —¿asimilar a los hijos de inmigrantes, enseñándoles el inglés lo más rápido posible? ¿Promover el bilingüismo oral y escrito a través de una educación multicultural? ¿Mejorar el bajo rendimiento académico y la deserción escolar? ¿Promover la igualdad social y la autoestima de los alumnos? ¿Acaso todas estas metas simultáneamente?

Para empezar, conviene explicar lo que se quiere decir con el término “educación bilingüe”. El cuadro 1 muestra los tipos de programas más comunes en el país; todos ellos reciben la etiqueta “bilingüe” pero abarcan metas muy distintas.

Una cosa sí se ha aclarado con el tiempo. Hay una preponderancia de pruebas de que los programas bilingües bien diseñados e implementados resultan en niveles altos de rendimiento académico a largo plazo, sin incurrir ningún costo a la adquisición del inglés. A primera vista puede parecer casi ilógico, pero así es: entre más se le enseña al niño en su lengua dominante durante los años escolares tempranos, mejor aprenderá tanto el contenido de las materias como el inglés (véase los estudios de Ramírez et al 1991; August & Hakuta 1997; Greene 1998; y el recién publicado artículo en el American Educator del profesor Claude Goldberg de Standford University).

Además de esta realidad educacional un tanto contraintuitiva, la cultura lingüística predominante del país dificulta aún más el asunto. Somos una nación decididamente monolingüe —el 80% del país habla sólo inglés—. Pero ojo, no es suficiente hablar inglés para ser “americano”. Para no despertar sospechas sobre tus lealtades, es mejor no saber otra lengua. Cuántos individuos declaran casi con orgullo que estudiaron X número de años de la lengua tal pero no saben decir ni pío. Esto nos lleva al siguiente conflicto: a pesar de lo que señalan los estudios sobre la efecti-vidad de los programas bilingües, políticamente la meta de legitimar el bilingüismo no es una que apoye la mayoría —ni para los hijos de inmigrantes, ni para los niños anglófonos—. Esto se demostró claramente

hace uno mese cuando Barack Obama, cuestionando la sensatez del movimiento English Only y declarando cierta vergüenza por ser monolingüe, insistió en que los niños en este país, para ser más competitivos globalmente, deberían aprender otras lenguas:

“Estoy de acuerdo con que los inmigrantes deben aprender el inglés. Pero en vez de preocu-parse de que si los inmigrantes van a aprender el inglés —lo van a aprender— deben ustedes asegu-rarse de que sus hijos sepan el español. Deben estar pensando en hacer que sus hijos sean bilingües. Todos los niños deben hablar más de un idioma”. Y claro, los conservadores entraron en una convul-

sión colectiva. Que aquel elitista forzaría que se aprenda el español (¿será la primera vez en la historia estadounidense que “elitista” y “español” aparezcan en la misma queja?) Que mi abuelo era inmigrante y triunfó sin clases bilingües —sin recordar que durante muchos años del siglo XX, hasta un individuo analfa-beto podía ganarse una vida decente, sin necesidad de una educación formal. Y, más que nada, que somos el país más poderoso del mundo, para qué molestarnos con los idiomas de otros.

Por un lado, hemos presenciado una erosión del apoyo a los programas “bilingües” (a pesar de que, insisto, la mayoría de estos programas nunca tuvieron otra meta que la de la adquisición del inglés). Los sondeos lo demuestran claramente. En 1998, los votantes de California decidieron reemplazar la educa-ción bilingüe transicional —que de hecho recibían tan solo un 30% de niños clasificados como English Language Learners en el estado— con la “inmersión amparada en inglés”. Hay que señalar que los medios de comunicación jugaron un papel clave en ese voto, repitiendo constantemente afirmaciones no compro-badas sobre el fracaso de la educación bilingüe. Se llevaron a cabo sondeos preguntando a los padres, “¿Quieren que sus hijos aprendan inglés —o que estu-

dien en español?” Es una decisión completamente falsa; para repetir el argumento principal, el estudiar en la lengua materna durante los primeros años de esco-larización favorece la adquisición del inglés más que los programas de sólo inglés. Y ningún partidario de la educación bilingüe abogaría por sacrificar el aprendi-zaje del inglés de los niños; todo lo contrario.

Obviamente tampoco quieren los padres de familia arriesgar el futuro de sus hijos, y ante el miedo de que esto ocurriera, se dio la aprobación de la Proposición 227 en California, la Proposición 203 en Arizona y la Question 2 en Massachussets; todas ellas eliminaban la educación bilingüe en su estado (aunque fracasó un intento parecido en Colorado).

Parece que varios suburbios de Chicago comparten este miedo. El Chicago Tribune (Septiembre 4, 2001) reportó que entre 1,200 residentes en seis suburbios de la ciudad, el 61% opinaban que los hijos de inmi-grantes debían estudiar en inglés únicamente, porque “estos niños deben aprender el inglés.”

En parte tenemos la culpa el campo pro-educación bilingüe por no educar mejor al público, diseminando cómo funciona la adquisición de lenguas en los niños. Pero desgraciadamente los temas complicados no suenan bien en sound bytes cortos. (Un comentario muy revelador de un señor que se declaró entre ese 61% contrario a la educación bilingüe: “Me frustro en las tiendas cuando no me puedo comunicar con los que trabajan allí”. No importa que aquellos trabajadores probablemente inmigraran de adultos, y la encuesta se trataba de la escolarización de niños criados aquí.) De ahí que la palabra “bilingüe” ha adquirido un matiz de subversión, casi antiamericanidad. De hecho el grupo Multilingual Chicago (www.multilingual-chicago.org), que logró que el alcalde Daley firmara una resolución celebrando la diversidad lingüística y cultural de la ciudad, rechazó el nombre Bilingual Chicago porque, como indicó uno de los miembros fundadores, nadie lo aceptaría.

“Bilingüe”: Una palabra tabú en la educación públicaKim Potowski

Cuadro 1, Tipos de programas “bilingües”

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...la meta de legitimar el bilingüismo no es una que apoye la mayoría...

tamente quiénes eran los taínos – cosa que no me tocó aprender hasta los estudios graduados.

Quedé convencida que la inmersión dual es la mejor respuesta a la pregunta nacional de la política lingüística-educacional. Pero volviendo al poder de las palabras: recuerdo a un padre en la Interamericana quien, después de que yo le expliqué que pretendía estudiar un programa bilingüe exitoso, me insistió que aquello no era educación bilingüe, sino inmersión dual. ¿Podremos algún día restaurarle la dignidad a la palabra “bilingüe”?

El incesante crecimiento de la población de English Language Learners nos obligará a reconsiderar conti-nuamente cómo educarlos mejor. Y si llega a subir el deseo entre los anglófonos de que sus hijos aprendan otras lenguas, habremos de considerar seriamente lo que propuso Richard Riley en 2000 cuando era Secre-tario de Educación: que se incremente el número de escuelas de inmersión dual en unas mil en 5 años. Claro está que hay que evitar programas mal hechos; un buen programa de ESL tendrá mejores efectos que un programa bilingüe de mantenimiento mal hecho.

Sin embargo, Chicago puede posicionarse como líder nacional en temas de educación. El distrito escolar (CPS) ha demostrado liderazgo y efectividad al establecer escuelas Montessori públicas y al convocar recientemente al comité Bilingual Education & World Language; queda por ver si dicho grupo cuenta con la disposición y el músculo para efectuar cambios impor-tantes en la educación verdaderamente bilingüe.

Kim Potowski es profesora de lingüística hispana en la Universidad de Illinois en Chicago. Es autora de Language and identity in a dual immersion school (2007) y Fundamentos de la enseñanza del español a hispanohablantes en los EE.UU. (2005).

BibliografíaAugust, D., and Hakuta, K. (Eds). 1997. Improving Schooling for Language-Minority Students: A Research Agenda. Washington, DC: National Academy Press.

Goldberg, C. 2008. Teaching English Language Lear-ners: What the Research Does—and Does Not—Say. American Educator, Summer 2008. Disponible en http://www.aft.org/pubs-reports/american_educator/issues/summer08/goldenberg.pdf

Greene, J. 1998. A Meta-Analysis of the Effectiveness of Bilingual Education. Claremont, CA: Tomás Rivera Policy Center.

Ramírez, J.D., Yuen, S.D., and Ramey, D.R. 1991. Final Report: Longitudinal Study of Structured English Immersion Strategy, Early-Exit and Late-Exit Transitional Bilingual Education Programs for Language-Minority Children. San Mateo, CA: Aguirre International.

Thomas, W. & Collier, V. 1997. School Effectiveness for Language Minority StudentsNCBE Resource Collection Series, No. 9, December.

Propulsora bilingüe: Cecilia Barre, directora en River Glen, al lado de un cartel en su oficina que proclama el compromiso de la escuela con la instrucción bilingüe de sus estudiantes.

Pero por otro lado, hemos visto un incremento en los programas para los llamados heritage speakers (hablantes de herencia). Cada vez más alumnos de herencia hispana, china, coreana, vietnamita, rusa, etc., se han encontrado con la posibilidad de estu-diar su lengua de herencia dentro de programas que toman en cuenta sus conocimientos lingüísticos y culturales. Existen dichos programas en las primarias, las secundarias y las universidades a lo largo del país. Por ejemplo, el último directorio de programas de lenguas mundiales de las Escuelas Públicas de Chicago (publicado en 2000 —se espera ansiosamente una actualización) enumeró 41 escuelas secundarias que ofrecen clases de lenguas de herencia: 30 en español, 6 en polaco, 2 en vietnamita, 1 en chino, 1 en árabe y 1 en urdu. Esto no es sorprendente, dada la diversidad lingüística en Chicago (Cuadro 2). Lo que sí sorprende es que esperamos —como muchos otros distritos esco-lares— hasta la edad de 13 años para ofrecerles a los alumnos la oportunidad de desarrollar habilidades orales y de lectura y escritura en su lengua de herencia. Tendría mucho más sentido introducir estos estudios junto con el inglés en las escuelas primarias, período en el que se ha comprobado empíricamente que se aprenden mejor las lenguas.

Quisiera acabar con un ejemplo de excelencia en la educación bilingüe —y aquí reclamo toda acepción positiva de la palabra, sobre todo la de “bi”-lingüe como “dos” lenguas. La inmersión dual, como lo indica el cuadro 1, es un programa que combina niños que hablan una lengua minoritaria con los que son anglófonos monolingües. La meta es que se aprendan unos de otros, acabando todos bilingües y, hasta donde se pueda, biculturales.

Según el estudio de Thomas & Collier (1997), este modelo rinde los mejores resultados en los exámenes estandarizados de todos los programas bilingües. En mis visitas a tres escuelas primarias locales de inmer-sión dual —la Interamericana, la Talcott y la Whit-tier— he visto a grupos de maestros bien capacitados, unidos en una meta común, logrando cosas maravi-llosas entre sus alumnos, tanto lingüísticas como en temas afectivas de actitud, visión mundial y autoes-tima. Leí cuentos cortos de alumnos de 10 años de edad escritos en español sobre las experiencias inmi-gratorias de sus papás. Escuché a grupos de niños latinos, anglos y afro-americanos debatiendo sobre la pena de muerte o discutiendo la novela juvenil Kike de Hilda Perera en español. Una niña anglófona de once años con problemas de aprendizaje, aunque no logró aprender mucho español, pudo describir correc-

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Cuadro 2, Algunas características del distrito escolar de Chicago (CPS)

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La pieza legislativa conocida como No Child Left Behind Act (NCLBA), fue aprobada por una coalición bipartidista, y firmada como ley en enero del 2002 por el presidente George W. Bush. NCLBA representa el más reciente intento de lograr un propósito que hasta el presente ha resultado esquivo: eliminar o disminuir la disparidad en el rendimiento académico de dife-rentes grupos estudiantiles; en particular la desigualdad entre aquellos estudiantes que pertenecen a grupos minoritarios (así definidos por raza, etnia, clase social, y/o status económico), y los de ascendencia europea y clase media.

Los mandatos del NCLBA se fundamentan en tres premisas básicas: 1) las escuelas públicas tienen la responsabilidad de garantizar a todos los estudiantes, independientemente de raza o etnia, estatus socioeconómico, o habilidad, una buena educación; 2) el cumplimiento de este objetivo ha de ser vigilado escrupulo-samente por los gobiernos federal y estatal, los padres de familia, y la comunidad, y 3) aquellas escuelas o distritos que fallen en alcanzar niveles adecuados de rendimiento estudiantil deberán someterse a estrictas medidas correctivas. Como objetivo último, NCLBA aspira a que para 2014 el nivel de lectura y matemáticas de todos los estudiantes inscritos en escuelas públicas corresponda al del grado que cursan, eliminándose así toda disparidad entre diferentes grupos.

A primera vista, las intenciones de NCLB son, no tan sólo razonables, sino francamente dignas de ejecutar. Sin embargo, la ejecución de NCLBA ha merecido pocas simpatías entre maestros/as y administradores de las escuelas públicas, y sus defensores se encuentran casi en su totalidad entre individuos vinculados con la administra-ción Bush, o en posiciones académicas distan-ciadas de la realidad de los salones de clase.

Las críticas a NCLBA se articulan alrededor de cuatro puntos fundamentales, vinculados entre sí por la importancia que NCLBA concede a las pruebas estandarizadas de rendimiento. NCLBA se apoya en una concepción simplista de la realidad educativa que asume los resultados de estas pruebas como indicador único e irrefutable de la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje; a partir de estos resultados, NCLBA propone medidas de carácter punitivo e intransigente para reformar las escuelas y distritos escolares que no alcancen los puntajes esperados. Dichas medidas carecen de financiamiento adecuado, y finalmente, NCLBA no reconoce la disparidad del rendimiento académico de diferentes grupos como un fenómeno de profundas y complejas raíces sociales.

Modestos avancesAun en el caso de que se aceptasen los resultados de las

pruebas de rendimiento como incontrovertible señal de mejoría del sistema educativo, los años de vigencia de NCLBA no han producido más que modestos avances en estos indicadores. Un informe publicado en junio de este año por el Centro de Políticas de Educación (CEP, por sus siglas en inglés), analiza los resul-tados de las pruebas estandarizadas de lectura y matemáticas desde el 2002 hasta el 2007 en escuelas primarias, intermedias y secundarias. El informe reporta mejorías modestas en los resul-tados de las escuelas primarias e intermedias, así como algunos avances en las puntuaciones de secundaria.

Sin embargo, los resultados no son lo suficientemente robustos como para afirmar sin dudas que estas mejorías se deben a las medidas promovidas por NCLBA. Es más, el informe del CEP propone que las ganancias en puntajes podrían ser, por lo menos en parte, consecuencia de que, tras varios años de vigencia de NCLBA, en los salones de clase se enfatiza preferente-mente el contenido de las pruebas, descuidando otros temas que no aparecen en los exámenes. Indudablemente que esta práctica de enseñar lo que va a aparecer en el examen limita la calidad y riqueza de la enseñanza, y sugiere que tan solo vale la pena enseñar o aprender aquellos conocimientos que se traducen en un elevado puntaje numérico.

Por otra parte, aunque el informe de la CEP señala que la brecha de rendimiento entre estudiantes de ascendencia europea y grupos minoritarios ha disminuido en algunos casos, un número significativo de estados no ha experimentado cambios en esta brecha, y cerca de un 20% de las diferencias de rendi-miento entre estudiantes blancos y estudiantes de grupos mino-ritarios han aumentado desde el 2002.

La preeminencia que NCLBA da a los resultados de pruebas estandarizadas, tiene implicaciones a múltiples niveles del sistema escolar. Son los puntajes en estas pruebas los que de manera exclusiva determinan si las escuelas han alcanzado o no su cuota anual de progreso, llamada AYP por sus siglas en inglés. El logro o no de este progreso anual tiene grandes ramificaciones, ya que las escuelas que no alcanzan el AYP esperado por dos años consecutivos, enfrentan medidas correctivas que, a mediano plazo, pueden incluir recortes presupuestarios a los distritos escolares a las que estas escuelas ‘deficitarias’ pertenecen.

¿Memorizar o aprender?Estas medidas punitivas suelen ser contraproducentes, ya

que, lejos de proveer recursos para mejorar las condiciones de las escuelas, empeoran la situación al generar escasez de fondos y recursos, además de menguar la moral de los maestros/as y administradores que allí laboran. De hecho, un sondeo publi-cado por Teachers’ Network, revela que el 85% de los casi 6 000 maestros/as participantes indicó que el enfoque en los resul-tados de los exámenes estandarizados había tenido un efecto

Logros y malogros del No Child Left Behind ActLuisiana Meléndez

negativo en sus métodos de enseñanza. Un 82% admitió haber eliminado del programa aquel contenido que no aparece en las pruebas, y 69% opinó que los exámenes estandarizados enfatizan la memorización y no el conocimiento crítico. Por igual, más del 85% indicó recibir fuerte presión por parte de la adminis-tración escolar para mejorar las puntuaciones de los estudiantes en las pruebas estandarizadas. Considerando que la mitad de los participantes en esta encuesta están trabajando o han trabajado en escuelas bajo ‘alerta académica’, debido al fracaso en lograr la cuota anual de progreso, el número de docentes que repudia la trascendencia que NCLBA concede a los resultados de exámenes de rendimiento es revelador.

Otra de las medidas a las que son sometidas las escuelas primarias que no logran su cuota anual de progreso es la imple-mentación inapelable de un amplio programa de apoyo a la lectura conocido como Reading First. Aunque Reading First ha dado resultados promisorios en muchas escuelas, el programa ha sido catalogado como rígido e inflexible, ya que la ejecución de esta medida debe llevarse a cabo bajo estrictos lineamientos

que hace la adaptación a diferentes poblaciones estudiantiles y contextos escolares prácticamente imposible. Esta intransigencia se considera típica de NCLBA, cuyos mandatos ignoran las parti-cularidades de escuelas, estudiantes y comu-nidades, paradójicamente restando así eficacia a los programas puestos en marcha bajo sus preceptos.

En enero del 2009 NCLBA ha de someterse al Senado para su reaprobación y/o modificación. La actual Secretaria de Educación, Margaret Spellings, ha redactado una serie de propuestas dirigidas a mejorar los resultados de NCLBA. Una de ellas propone que, al ser reaprobada, la legislación incluya enunciados que aclaren que los puntajes de rendimiento en que se basan las cuotas anuales de progreso no necesariamente deben provenir de una sola categoría de exámenes (por ejemplo, pruebas estandarizadas), sino que pueden derivarse de múltiples indicadores.

Asimismo, Spellings ha puesto en funciona-miento un plan piloto que diferencia las medidas

a que deben someterse aquellas escuelas que no han alcanzado su cuota anual de progreso por pocos puntos, de las impuestas a otras escuelas cuyos resultados estén muy por debajo de lo esperado. Estas propuestas parecen, por lo menos parcialmente, conceder razón a los críticos de NCLBA que han denunciado la ley como inflexible y estrecha. Ante la posibilidad de que en enero de 2009 se instale una administración demócrata en la Casa Blanca, el futuro de NCLBA es incierto. Sólo cabe esperar que de ser reautorizada, NCLBA responda con más acierto a la complejidad de dos de las más extraordinarias actividades humanas: aprender y enseñar.

Luisiana Meléndez, dominicana, es maestra de las Escuelas Públicas de Chicago

durante su visita a la secundaria hamilton, en hamilton, ohio, el 8 de enero del 2002, el presidente George W. Bush firma la ley no Child left Behind.

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A finales de marzo, los alumnos de la secundaria Crane Tech ingresaron a la escuela bajo la estrecha vigilancia de una decena de coches y furgones de la policía. A los jóvenes que descendían en la parada de autobús, les esperaban padres y abuelos ataviados con llamativos chalecos amarillos con el lema “Walking School Bus” (autobús escolar humano), para acompañarlos sin dila-ción hasta esta escuela de la zona oeste de Chicago.

Dos semanas antes, justo antes del receso de prima-vera, el joven Ruben Ivey, un estudiante de 18 años, había sido abatido a tiros frente a la escuela; el presunto autor de los disparos era un joven de 15 años, residente del complejo de viviendas subsidiadas ABLA, al igual que otros 120 alumnos de Crane.

El pasado año escolar unos 27 alumnos de las Escuelas Públicas de Chicago murieron por herida de bala, frente a una cifra de 33 durante el año 2006-2007, según el vocero Mike Vaughn. Durante el primer fin de semana de marzo, cuatro alumnos de escuelas públicas de Chicago perdieron la vida y cinco resultaron heridos en incidentes sin relación entre sí. El incremento en las temperaturas se vio reflejado en un aumento de la actividad pandillera, y prácti-camente cada fin de semana trajo noticias de tiroteos que habían cobrado la vida de adolescentes.

Los padres y grupos comunitarios empezaron a acompañar a los jóvenes a la escuela, organizaron manifestaciones y exigieron al ayuntamiento que tomara medidas. Se incrementó la vigilancia policial en las escuelas, incluida una controvertida medida que les permitía obtener imágenes en directo mediante cámaras ubicadas en las instalaciones escolares. El alcalde Daley adelantó en media hora el toque de queda para menores. El 22 de marzo, un grupo de alumnos, padres y activistas celebró una cumbre municipal contra la violencia en la secundaria Little Village Lawndale.

No obstante, tanto los activistas como los mismos jóvenes sostienen que la violencia que acecha a los estudiantes en el recinto escolar y después del horario de clases se origina en problemas endémicos que no pueden ser resueltos con cámaras de video y vigilancia de los padres.

Raíces de la violenciaLa principal causa de la violencia es el pandille-

rismo, un problema que asola a Chicago desde hace décadas y posiblemente haya empeorado en años recientes, y que tiene su origen en una serie de factores socioeconómicos: la pobreza, el desempleo juvenil, la criminalización de las minorías, la presión de grupo y la falta de programas o actividades para llenar el tiempo libre de los jóvenes.

El brote de violencia juvenil que se produjo este año captó la atención de los medios informativos debido al número de alumnos de escuelas públicas implicados, así como al hecho de que algunos de estos incidentes ocurrieron a pleno día en el recinto escolar o en sus inmediaciones. Pero resulta en gran medida irrelevante separar la violencia en la escuela de la que afecta a las comunidades colindantes, ya que los pleitos pandilleros o de otra naturaleza que se inician en la escuela suelen saldarse en la calle, y viceversa.

El grupo antiviolencia CeaseFire, radicado en la Universidad de Illinois en Chicago (UIC), ha logrado la distensión de conflictos escolares relacionados con el pandillerismo y otros factores, a través de la mediación de pares en la escuela y en la comunidad, con objeto de identificar y prevenir problemas antes de que estalle la violencia. Pero a partir del otoño de 2007, Cease-Fire sufrió recortes de fondos estatales por un monto de $6.25 millones. Su director ejecutivo, Gary Slutkin, manifestó que debido a ello la organización hubo de enfrentarse este año a una serie continua de crisis, en lugar de contar con mediadores escolares dedicados a prevenir problemas. CeaseFire reportó que entre enero y agosto de 2007, con la organización en plena acti-vidad, se produjeron 159 tiroteos menos que durante el año anterior. Pero entre septiembre y diciembre de 2007, durante los recortes de personal, hubo 102 tiro-teos más que durante el mismo periodo en 2006.

Slutkin explicó que CeaseFire, con sede en la Facultad de Salud Pública de la UIC, aborda la violencia en la escuela como si se tratara de una enfermedad infecciosa,

buscando atajar las vías de

transmisión. Jack Wuest, director de la organización Alterna-

tive Schools Network en Chicago, consideró que la violencia juvenil está estrechamente vinculada con la falta de empleos para jóvenes, un síntoma de tras-tornos más profundos en la economía globalizada. En su juventud, Wuest y sus amigos trabajaban repartiendo periódicos, empacando compras en el supermercado o lavando coches. En la actualidad, quienes se encargan de este tipo de trabajos son las personas mayores que necesitan trabajar para llegar a fin de mes, los inmigrantes indocumentados que aceptan cobrar aún menos que los adolescentes, los graduados universitarios que no encuentran empleo en su sector profesional, e incluso antiguos sindicalistas que se han visto obligados a incorporarse a la economía de servi-cios debido a la tercerización de sus puestos.

Según Wuest, sin los ingresos y la estabilidad que ofrece un empleo de verano o extraescolar, aumenta la probabilidad de que un joven se deje atrapar por el pandillerismo y la violencia, o incluso recurra a la economía informal de la droga para ganar dinero.

“La presencia en la calle de tantos jóvenes que salen adelante como pueden, conduce a la violencia”, aseveró Wuest. “Básicamente, hay demasiados jóvenes en la calle sin nada que hacer.”

Una reciente investigación a cargo del Centro para el Estudio del Mercado Laboral de la Universidad Northeastern, en Boston, revela que la tasa de desem-pleo juvenil alcanzó este verano sus cotas más elevadas de las últimas seis décadas, con 10 millones de jóvenes

Violencia en la escuela: la punta del icebergKari Lydersen

sin empleo. Según Andrew Sum, el autor de dicho estudio, esta situación se debe a la frágil economía, a los drásticos recortes que en el año 2000 sufrió un programa federal de empleo juvenil de verano, y a la creciente reticencia de los empleadores del sector privado a contratar a adolescentes. El estudio clasificó a 10 urbes, según la tasa de desempleo. Chicago figura en segundo lugar, por detrás de Washington DC, con un desempleo del 85 por ciento entre los jóvenes de 16 a 19 años.

La violencia y el desempleo juveniles también forman parte de un círculo vicioso en el que muchos

estudiantes aban-donan los estudios debido a la presión

y a las amenazas pandilleras que sufren en la escuela; al no haberse graduado, encuentran mayor dificultad para conseguir un empleo adecuado y, a menudo, terminan en la calle; y, por consiguiente, hay mayor probabilidad de que se conviertan en víctimas o autores de violencia.

El año pasado, el candidato presidencial Barack Obama habló de la desolación entre las minorías, esta-bleciendo un paralelo entre la violencia pandillera y la desesperación e ira que dieron lugar a las revueltas de 1991 tras conocerse el veredicto en el caso de Rodney King.

“Esas ‘revueltas silenciosas’ que se producen a diario tienen el mismo origen que los incendios y la destrucción y las fuerzas antidisturbios y las muertes”, declaró Obama durante un evento celebrado en Virginia en junio de 2007. “Suceden cuando impera un sentido de alienación y se esfuma la esperanza. En este ambiente de desesperación, en todo el país hay jóvenes que contemplan el estado del mundo y están conven-cidos de que las cosas nunca van a mejorar.”

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8 contratiempo septiembre 2008

En lo que va corrido de este 2008 ya suman tres decenas, más o menos, los estudiantes muertos en las instituciones educativas de Chicago.

Dije “estudiantes muertos”. Me corrijo: estudiantes asesinados.Es hora de decir las cosas por su nombre. El único objetivo de

un arma de fuego es MATAR. Mucha gente defiende “el derecho a portar armas”. Portarlas, ¿para qué? “Autodefensa”, se arguye. Pregunto, ¿de qué o quiénes, por ejemplo, se ha de defender un muchachito de quince años en una escuela? La cadena televisiva Telemundo, en su edición digital del 16 de enero de este año, señalaba el caso de un estudiante de una escuela secundaria de Joliet que sufrió suspensión académica al constatarse que trans-portaba un cuchillo en su bolso escolar. “Un cuchillo no es igual que un arma de fuego y, además, una persona tiene derecho a transportarlo”, se podría argüir. Sí, es cierto. Un cuchillo no es igual a una pistola. Pero es el mismo ente de violencia quien aprieta el gatillo y/o manipula un puñal. Usted, amigo lector, y yo lo sabemos (o lo podemos deducir) y es nuestra responsabilidad hacérselo entender a nuestros hijos. La Asociación de Padres y Maestros (PTA, por sus siglas en inglés) insiste en señalar que, al menos, 30 minutos diarios debemos apartar para conversar con ellos: preguntarles cómo les ha ido, estar al tanto de su progreso académico, interesarse por sus amistades (quiénes son, nombres, nombres de sus padres, a qué se dedican éstos, etc.) Esa media hora es absolutamente capaz de mantener alejadas a las pandillas, las armas, la violencia, y de solidificar el círculo familiar.

En febrero de este año otro estudiante, esta vez de Northern Illinois University, asesinó a otros seis, quitándose su propia vida después. Me pregunto si contó él con esta media hora diaria alguna vez. Ésta y otras muchas interrogantes me surgen en la

mente cuando leo que, durante el presente año escolar, ya son cerca de tres decenas los estudiantes asesinados; veinticuatro de ellos, alumnos de escuelas públicas. No importa (para nada) que ninguno de ellos haya sido ultimado en recintos escolares, si no que en sus barrios, o camino a la escuela, o de ésta de vuelta a su casa. No importa. El dolor de los padres y hermanos de las víctimas es, simplemente, inimaginable. ¿Qué decirle, por ejemplo, a la madre de esa niña de siete años que, a princi-pios de año, fue asesinada, junto a su padre, en los predios de un restaurante de comida rápida durante un tiroteo desde un carro en marcha?

La revista contratiempo ha tenido la gentileza de publicar varios artículos míos en los cuales ya he expresado mi preocupa-ción con respecto a este tema, que no debiera serlo en realidad: la violencia y los crímenes en las instituciones educativas de Chicago. Es mi obligación moral y ciudadana (como miembro de esta sociedad) continuar alzando mi voz ante esta situación: ¿Qué podemos hacer? Ciertamente no desinteresarnos del tema. Creo ya haberlo dicho antes: mientras más atentos y alertas estemos con respecto a los andares de nuestros hijos, más aseguraremos el futuro de nuestra sociedad. El suyo y el mío.

Son muchas las explicaciones que se dan para esta ola de violencia que sacude a los estudiantes de las instituciones públicas de Chicago: la televisión, el cine, los juegos de vídeos, la irrespon-sabilidad de los adultos (padres y maestros), mucho tiempo libre para los jóvenes, etc. Incluso una explicación científica: se sabe que, por lo menos, durante los últimos veinte años, se ha venido acumulando un vasto conocimiento científico acerca de cómo la violencia, de forma repetitiva, afecta negativamente al cuerpo y cerebro humanos. Ya se sabe, además, que las juventudes urbanas

En las secundarias de Englewood, La Villita, Lawn-dale, Rogers Park y otros barrios de Chicago, los alumnos que participan en el programa de periodismo juvenil de We the People Media, una iniciativa sin fines de lucro, concuerdan en que la violencia pandi-llera representa la principal preocupación de su comu-nidad. También se quejan de que la cobertura mediá-tica destaca dicha violencia sin explorar los factores que la causan, o que hace caso omiso de noticias posi-tivas que impliquen a minorías, alimenta el ciclo de los estereotipos, la desesperación y la ira.

El estudiante de periodismo Latrez McDade relata la muerte de su amiga Starkesia Reed en el año 2006, víctima de una bala perdida mientras se arreglaba para ir a la escuela.

“Star estaba a punto de salir para dirigirse a la escuela y de vez en cuando miraba por la ventana para ver si llegaban sus dos amigas”, narra McDade en un artículo publicado en la revista Residents’ Journal. “De pronto empezaron a disparar y a Star la alcanzó una bala en plena frente. Su hermana mayor pudo atraparla antes de que se desplomara. Star murió en el acto, en brazos de su hermana.” McDade recibió la noticia en un aula de la secundaria Robeson de Englewood. “Estaba tan

alterado que me puse a vagar por la escuela. Acabé en la cafetería, y allí estuve sentado sin comer nada… Durante el resto de la jornada no pude concentrarme ni hacer absolutamente nada.”

Abundancia de armasEn las calles de Chicago abundan las armas de fuego,

a pesar de que están prohibidas desde hace décadas. En febrero el alcalde Daley propuso un paquete de estrictas leyes estatales y federales contra las armas de fuego, y promovió el programa municipal de entrega de armas, a través del cual se recogieron más de 6,000 armas el año pasado.

Se entiende pues que Daley y los activistas antivio-lencia se mostraran indignados cuando la Suprema Corte de Justicia revocó la prohibición de portar armas en Washington, DC, y dio vía libre a una demanda entablada por la Asociación Nacional del Rifle en contra de la prohibición vigente en Chicago. No obstante, los estudiantes a quienes más perjudica la violencia en Chicago manifiestan que, si bien prohibir las armas podría resultar positivo, claramente no es la solución. Muchos jóvenes, y muchos adultos, ni siquiera saben que existe una prohibición municipal al respecto, ya que hay armas por doquier.

Las integrantes de un grupo de jovencitas que viajará a Ruanda en julio a través del programa de intercambio cultural We-ACTx aseguraron que sus experiencias en las calles de Chicago les permiten identificarse con las adolescentes de este país africano desgarrado por el genocidio y la masacre.

“El otro día aquí hubo una balacera”, explicó Jakina Dortch, de 17 años, una futura estudiante de la Univer-sidad de Chicago que vive en Lawndale. “Es lo mismo que pasa en Ruanda, hay peleas entre grupos rivales.”

Su amiga, Yonetta Littlejohn, de 18 años, conocía a varias de las víctimas de la reciente ola de violencia en Chicago, incluido el joven Chávez Clark y la maestra Erika Prince. “A todas estas personas de mi entorno las mató algo que debería haberse eliminado hace mucho tiempo”, dijo. “Y en el verano la violencia siempre se intensifica.”

Kari Lydersen es escritora y periodista

Traducción: Susana Galilea ([email protected])

(nuestros hijos), actúan igual que muchos veteranos de guerra: vuelven traumatizados de Afganistán y/o Irak y tanto sus mentes como sus cuerpos están sometidos a tanta tensión que no pueden distinguir lo que es real de lo que ellos imaginan una amenaza.

Otra vez, de acuerdo con la Administración de las Escuelas Públicas de Chicago cerca de tres decenas de estudiantes han sido asesinados en lo que va de este año. Barack Obama ha dicho que esta cifra es más alta que la de los hombres que murieron en combate en Irak durante el 2007. En su último discurso (hasta el momento en que yo escribo estas líneas) señaló que la responsa-bilidad del gobierno es dictar leyes que prohíban el libre acceso a las armas de fuego y volver a redactar aquéllas, por cuyos “huecos”, se cuelan los inescrupulosos vendedores de armas. Añadió, además, que “hay una razón por la cual ellos [nuestros hijos] salen a la calle y se disparan unos a otros: no se aman ni respetan a sí mismos. La razón por la cual no se aman ni respetan a ellos mismos es porque nosotros no los amamos ni los respe-tamos lo suficiente”.

En la edición navideña de contratiempo manifesté mi deseo de que ninguna bala detuviera nunca ese tren de fantasía que miraba en una película mi hijo de tres años. Las palabras del candidato presidencial me traen la esperanza de que es posible un futuro donde esto nunca ocurra. Ni para sus hijos ni para los míos.

Bernardo Navia, chileno, es profesor de Literatura en la Universidad DePaul

La violencia en las escuelas públicas de Chicago vs. la esperanzaBernardo Navia

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�contratiemponúmero 58

sin hacer nada, me preguntaba cuánto tiempo pasaría antes de que se involucrara con la pandilla de su papá.

Quizá si la administración de San Mateo hubiera mostrado más compasión, todo habría salido mejor para Ricardo. No dudo que algunos administradores se angustiaban sobre cómo responder al incidente. Pero tal vez la mejor respuesta no es responder (léase: reaccionar), sino establecer una política de preven-ción antes de que haya un incidente (léase: actuar). El administrador que no toma en cuenta la existencia de las pandillas y del crimen, y que prefiere creer que no habrá nadie asociado con la escuela que también se asocie con una pandilla, se niega a reconocer la realidad. ¿Qué escuela en Pilsen es inmune a los elementos pandilleriles, si no entre los estudiantes, entonces entre sus familias? La administración que toma la postura de “cero tolerancia” hacia las pandi-llas necesita tener bien definida exactamente qué tipo de asociación no se tolera. Si un estudiante convive de vez en cuando con su primo que anda en una pandilla, ¿debe de ser expulsado el estudiante? Y si él fuese expulsado, ¿qué ayuda proporciona esta acción a los otros estudiantes de la escuela? ¿Va a disminuir el peligro de un tiroteo afuera de la escuela? ¿No importa que muchos otros estudiantes también tengan primos, hermanos, tíos, y padres en pandillas? Entonces habría que expulsar a todos.

Si la lógica sobre cuál “cero tolerancia” está basada en erradicar toda filiación pandilleril de una escuela, ¿por qué no empieza por el esfuerzo de desviar a los estudiantes de este camino en cuanto que tales filia-ciones sean reveladas, en lugar de expulsarlos? Cuando se descubren las señales—el graffiti en el cuaderno, o la foto pegada en su perfil de myspace en la cual un muchacho muestra los gestos de su pandilla—y se expulsa por esa específica trasgresión, parece que el mensaje fuese: “Ya eres un muchacho perdido; vete con ellos si quieres, y nuestra escuela será más segura sin ti”. No hay que dudar que un estudiante asociado con una pandilla ponga en riesgo la seguridad de una escuela, pero me pregunto en qué momento la segu-ridad del mismo estudiante deja de tener importancia. El instante en que un estudiante manifiesta las huellas pandilleriles es precisamente el momento de darle más atención para enseñarle un camino más constructivo, en lugar de cortar toda relación que tenga con una de las instituciones que más le puede ayudar.

Sé que si yo fuera el director de San Mateo, mi primer instinto me hubiera impulsado a tomar la misma deci-sión que la administración: expulsar a Ricardo. Sin embargo, me pregunto: ¿dónde está Ricardo hoy que ya tendrá dieciocho años, y qué está haciendo? Espero que la respuesta justifique la decisión de expulsarlo: que se dio cuenta del mal camino por donde empezaba a andar y de los resultados eventuales que puede traer, y que decidió buscar diversiones más sanas. Pero temo que la decisión sólo le empujó con más fuerza hacia el camino de la delincuencia.

Alex Wyman: Nacido en Chicago. Maestro de secundaria en Pilsen.

ción, lo cual capturó mi curiosidad. En breve supe, por medio de un compañero, que uno de nuestros estudiantes de séptimo grado —que en este texto se llamará Ricardo— estaba en graves problemas por haber traído una pistola a la escuela. En la tarde, todos nos enteramos de los detalles: el muchacho la había traído a la escuela el día anterior, la mostró a unos amigos, uno de ellos contó el incidente por la noche a sus papás, en la mañana los papás avisaron a la admi-nistración, y sí: tan pronto los directores revisaron el casillero de Ricardo, encontraron la pistola, que por cierto estaba cargada.

Aunque Ricardo les caía bien a todos, incluso a la administración, decidieron tener mano dura para evitar cualquier interpretación de que no habrá conse-

cuencias serias por traer un arma a la escuela. Ricardo fue arrestado, pasó algunos días encarcelado

en una instalación juvenil del condado, y fue expulsado de la escuela. Luego supe

que el papá de Ricardo estaba invo-lucrado con una pandilla; que

pasaba más tiempo tomando con sus cuates que criando

a sus hijos, y que la puerta de su departamento en

la 18 y Laflin estaba abierta a una variedad

de gente de conducta cuestionable a cualquier

hora del día. También supe que la pistola era del padre.

Desde mi punto de vista, Ricardo era una víctima: merecía una niñez

pura —o por lo menos más segura— que nunca había tenido, libre de las

estupideces de su padre. Aunque entendí el motivo de su castigo, me cuestioné si eso era lo

realmente justo.A los días siguientes de su arresto, los compañeros

de Ricardo estaban visiblemente tristes por lo que había pasado. Me pidieron que dejáramos la lección de la doctrina de la guerra justa un rato para hacerle una tarjeta a Ricardo; yo me encargaría de hacérsela llegar a la cárcel. Mientras preparaban la tarjeta, llegué a escuchar murmullos sobre lo injusto que había sido la administración, que debían permitir que Ricardo regresara.

Cero tolerancia vs. prevenciónPero Ricardo nunca regresó a San Mateo como

estudiante. Sólo venía para recoger a sus dos hermanos menores, ya que muchos días no había un adulto que lo hiciera.

Unos meses después, vi a Ricardo en la calle. No estaba haciendo nada. Le saludé y se veía avergonzado, como si no debiera ver a sus ex maestros ya que se fue de la escuela bajo tanta ignominia. Cuando le pregunté cómo le iba, me contestó que bien, pero se escuchaba una falta de sinceridad en su voz. Iba a otra escuela —una escuela pública, más grande— donde no recibía tanta atención de sus maestros, donde no estaban sus amigos, donde no conocía a nadie. No supe qué decirle. Entonces le estreché la mano y le dije que se cuidara. Me topé con él en otras ocasiones en la misma calle, y siempre fue la misma escena. Cada vez que lo veía

¿Cómo combatir el

pandillerismo en las escuelas?Alex Wyman

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Los políticos, politólogos, periodistas y activistas han repetido las estadísticas como un mantra. Pero todavía vale la pena mencionarlas de nuevo: en el año escolar 2006-07, 33 estudiantes de las Escuelas Públicas de Chicago murieron a causa de la violencia, mayoritaria-mente pandilleril. En 2007-08, la cifra disminuyó a 27 muertos, lo cual dio poco motivos para celebrar. Pues para muchas familias urbanas que ponderan a dónde mandar sus hijos a la escuela, el presente problema de violencia en las escuelas públicas hace que la opción de educación privada luzca más atractiva. Pero a pesar de que las escuelas públicas tienen más presencia pandilleril y generalmente sufren mayor violencia, las escuelas privadas no son inmunes.

En ambos contextos, cuando los administradores enfrentan la cuestión de las pandillas, no sólo deben de tomar en cuenta la seguridad de la escuela—aunque esto es fundamental—sino también la misión tanto educativa como formativa por la cual la escuela existe. Un episodio del cual yo fui testigo —aunque carecía de violencia abierta—no sólo señala algo de la complejidad del problema de violencia en las escuelas, sino de la dificultad de saber cuál es la mejor manera de responder.

Hace siete años trabajaba en una escuela primaria católica del barrio de Pilsen, que para los motivos de este artículo llamaré San Mateo. Un día vi a un par de policías subiendo las escaleras del tercer piso donde estaban las oficinas de la administra-

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10 contratiempo septiembre 2008

en el año 2000, los latinos mayores de 65 años de edad recibieron el 15 por ciento de su ingreso total de pensiones, contra el 18 por ciento y el 23 por ciento, respectivamente, para blancos y afroamericanos, según datos del 2004 de la administración de la seguridad social. es menos probable que un latino esté cubierto por pensiones, y cuando se encuentran en situación lo suficientemente próspera como para cobrar beneficios, esos beneficios tienen menor valor. debe notarse que, dado que una fuerte porción del ingreso para retiro de los latinos proviene de la seguridad, y sólo la seguridad social es indexada automáticamente, la brecha entre latinos y otros grupos debería reducirse conforme la población envejece y el ingreso para pensiones no-indexado va perdiendo poder adquisitivo con el paso del tiempo.

hay tres razones por las cuales un trabajador no tendría acceso a un plan de pensiones o de ahorros para el retiro: 1) su empresa no ofrece pensiones; 2) el trabajador no es elegible para participar en el plan empresarial; y 3) el trabajador escoge no participar.

los latinos están en mayor riesgo que otros grupos de no quedar cubiertos por un plan empresarial de pensiones, en buena parte porque son menos proclives a trabajar para una empresa que los ofrezca. mas aun, cuando la empresa ofrezca un plan, los latinos tienen mayor proclividad que otros grupos a no participar en ellos. un 72 por ciento de latinos participa en planes empresariales, contra casi 77 por ciento de afroamericanos y 80 por ciento de blancos.

asimismo, los trabajadores latinos son más proclives que los blancos, y apenas un poco menos que los afroamericanos, para voluntariamente

Los latinos y las pensiones: El porqué de la baja coberturaKaren Richman, Gia Barboza, Teresa Ghilarducci y Wei Sun

Los fondos de pensiones ofrecidos por las empresas son cruciales para mantener los niveles de vida de los jubilados. Los fondos de pensión ayudan a que los trabajadores de clase media se conviertan en jubilados de clase media y evitan que los trabajadores de bajos ingresos caigan en la miseria al llegar al retiro.

desafortunadamente, las tasas de cobertura de fondos de pensión casi no se han movido desde los años 70, cuando apenas poco más de la mitad de la fuerza laboral en este país trabajaba para una compañía que contase con un plan de pensión. el factor primordial ha sido el reem-plazo gradual de los llamados planes de “beneficio definido” por los planes de “contribución definida”.

un plan de beneficio definido es aquel que es alimentado por la empresa, asegurado por el gobierno y que promete al participante un beneficio mensual específico tras la jubilación, calculado con una fórmula basada en el promedio final de ganancias y en los años de servicio con la compañía.

los planes de beneficio definido requieren que los trabajadores perma-nezcan tiempo suficiente en sus empleos para calificar para planes de pensión, pero no requieren que el participante tome decisiones en materia de inversión ni que determine sus contribuciones (al menos en el sector privado; en el sector público, los empleados de este tipo de planes están obligados a contribuir a sus pensiones).

al contrario de estos planes, los planes de contribución definida, también conocidos como 401(k) o como planes de ahorro diferidos fiscalmente, requieren que los participantes asuman plena responsabilidad en materia de inversiones. ejemplos de este tipo de planes incluyen los 401(k), los 403(b), los planes de adquisición de acciones de la empresa y los planes de participación en réditos. los participantes están obligados a asumir los riesgos de inversión, balancear su cartera de inversiones, decidir cuánto van a contribuir en cada plan y estar al tanto sobre la distribución de fondos. la diferencia clave entre los dos tipos de planes de pensión es que mientras los beneficios del plan definido son fijos, los beneficios del plan de contribución están influenciados por variantes tales como ingreso, gastos, ganancias y pérdidas, y sus fondos no están garantizados por el gobierno.

el uso de planes de contribución definida, incluyendo los 401(k), reduce, para la empresa, los costos de pensiones en 3.5 por ciento por cada trabajador. según la Pension Benefit Guaranty Corporation, a la fecha hay unos 38 mil planes de beneficio definido, comparado con los 114 mil planes que existían entre 1985. según otras fuentes, entre 1980 y 2004, el porcentaje de empleados cubiertos por planes de contribución definida creció 43 por ciento, del 17 al 60 por ciento, en tanto que el porcentaje de trabajadores cubiertos por planes de pensión fijos disminuyó en la misma proporción. este cambio tuvo un efecto claramente adverso sobre el ingreso de los trabajadores en vías de retiro. los planes de bene-ficio definido producen mayores réditos que los planes de contribución definida, porque son dirigidos por profesionales y acarrean costos menores que los 401(k).

Las fuentes de ingreso para el retiro de los latinossegún el estudio de 1996 del survey of income Program Participants

(siPP), el 42 por ciento de latinos en este país trabajaban para empresas que ofrecían planes de pensión, contra un 61 por ciento de afroameri-canos, y un 59 por ciento de blancos. la situación, sin embargo, empeoró en términos absolutos y para 2001, último disponible de datos del siPP, los latinos se encontraban considerablemente rezagados.

en el 2001, el 44 por ciento de latinos trabajaban para empresas con planes de pensión, contra el 64 por ciento de afroamericanos y el 63 por ciento de blancos (véase el Cuadro 1). Por ello, no es de sorprender que los beneficios de la seguridad social sean la más importante fuente de ingreso para el retiro de los latinos. las pensiones ofrecidas por las empresas son la segunda fuente, y en un muy lejano tercer lugar queda el ingreso proveniente de fuentes financieras personales, incluidos ahorros, ganancias de negocios propios, o plusvalía residencial.

en otras palabras, los latinos están muy rezagados del jubilado promedio al depender más de los beneficios de la seguridad social; el 47 por ciento del ingreso anual del jubilado latino proviene de esa fuente, cuando ella misma es sólo primordial para 38 por ciento de blancos y 44 por ciento de afroamericanos. además, para el 38 por ciento de los jubilados latinos, la seguridad social es su única fuente de ingresos, contra el 37 por ciento de afroamericanos, y el 18 por ciento de blancos.

no participar en un plan de contribución definida, como el 401(k). entre trabajadores cuya empresa ofrece un plan de pensiones, 63.6 por ciento de latinos citaron razones voluntarias para no participar, contra 64.3 por ciento de afroamericanos, y 59.2 por ciento de blancos. si bien las diferencias no son grandes, la no participación en un plan de retiro contribuye a que el ingreso para el retiro se mantenga en bajos niveles.

NOMBRE DEL ESTUDIO: La tercera edad: Las pensiones y el retiro de los latinos, y su impacto en las familias.

Karen Richman es directora del Centro para Estudios de Migración y Fronteras del Instituto de Estuidos Latinos de Notre Dame.Gia Barboza es profesora adjunta de la Escuela de Asuntos Públicos de la Universidad Americana.Teresa Ghilarducci ocupa la Cátedra Irene & Bernard L. Schwartz de Análisis de Políticas Económicas de la Nueva Escuela de Investigación Social.Wei Sun es coordinadora de datos de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de Notre Dame.

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Diez meses antes andaba yo de cineasta por la Patagonia chilena. Se nos ocurrió hacer una película: Fingere; por supuesto, sin un centavo; o sea, por puro amor, como dirían las meretrices.

Tanto el productor, el director y los actores, amigos de toda una vida, no sabemos un carajo de cine, pero a todos nos gusta ver películas. Por suerte encontramos a Romano y Julita, dos que sí son cineastas de verdad y gracias a ellos nos salvamos. Ahora estamos convencidos de que nuestra película será la mejor que se haya hecho en Chile. “Vamos a dejar la cagada”, me dijo Moncho Gómez, que es el actor principal. A mí no me cabe ninguna duda.

Bueno, en eso andaba yo el día que llegó Febronio. ¡No lo podía creer! Lo alcancé a ver justo cuando pasaba frente al café

Melissa que es donde nos reunimos. Salí y le dije que entrara y que le diera un beso a todos los que estaban sentados a la mesa, tal como hacen los jugadores de fútbol argentinos, más bien por joder a mis amigos que de seguro se iban a

desconcertar ya que esas modas aún no se estilan por allá.

“Señores, éste es el poeta Febronio,” dije y él se acercó a aquellos rudos hombres del Sur y cariñosamente comenzó a dar de besos. Sólo hubo uno que negó su mejilla: Ciro, el vasco. Más tarde Febronio me diría: “Ese hombre es frío como un bloque de hielo”.

Luego de la presentación formal, el poeta contó cuentos, anécdotas, algunas mentiras o verdades ‘borderline’, y así, a puro pulso se fue ganando el corazón de todos. Todavía hoy me llegan emails preguntando por el pinche Febronio. Se me ocurre que por asociación, yo debo haber quedado como un rey.

Lo único que lamenté es no haberle presen-tado a Hugo Vera Miranda, el poeta. Es queno hubo tiempo: Febronio, Jefe de Redacción de contratiempo, se enamoró tanto de los vientos,de las montañas, de la soledad y sobre todo de lasnubes que terminó transformado en un turista más, aunque reivindicado, debo reconocer, por la calidad de los poemas que nacieron de aquel viaje.

Puerto Natales es un pueblo chico y ais-lado, lleno de personajes entrañables y el poeta Hugo Vera Miranda es uno de ellos.Por lo que sé, de jovencito se fue a Buenos Aires a estudiar sabe Dios qué cosa. Para mí que se la pasó leyendo libros y que se habrá integradoa algún grupo de bohemios y amantes de latertulia. ¿De qué otra manera se explica que hoypor hoy, en asuntos de literatura, pocos en Chile le lleguen a los talones?

Recuerdo la noche que lo visité. Era de inviernos y alguien me dijo que fuéramos a visitarlo. Serían las dos de la madrugada —en Puerto Natales los horarios son conceptos abstractos, diría el personaje principal de nuestra película— cuando golpeamos a la puerta del almacén de su abuelita. Hugo nos recibió con una sonrisa de oreja a oreja y como mi amigo debió marcharse, quedé a merced de la buena conversa regada con botellas descomunales de cerveza Quilmes.

Muy pronto mi barniz literario comenzó a descascarillarse y la natural autoridad intelectual de Hugo Vera Miranda pasó a dominar la noche. Sin pretensiones, me habló de Artaud y los tarahu-maras, del conde de Lautréamont (“los lamentos poéticos de este siglo son sólo sofismas…”), de Camus, Baudelaire; mucho de Borges (“…una cica-

triz rencorosa”), Bioy Casares, Lihn, pero más que nada de Bukowski…También conversamos de su página Web (www.inmaculadadecepcion.com),acaso una joyita, una sopita imprescindible (la mala metáfora es mía) donde todos estos gigantes se pasean como pedro por su casa.

A las cinco de la madrugada descubrí en un rincón de aquella pieza llena de libros y antigüedades, una victrola cuya edad nos duplicaba. Una maravilla. El poeta sacó un disco quebradizo, le dio cuerda al aparato y surgió entonces un hermoso tango que parecía venir del fondo de los años. Hugo me agarró de los brazos y con toda seriedad comenzamos a bailar alrededor de las botellas descomunales, de los libros, de unas butacas quemadas del querido cine Palace, mirando los movimientos de nuestras propias extremaduras.

Después del ejercicio arrabalero, Hugo Vera siguió hablando, ahora de fútbol. ¿Qué podía decir yo?, él había estado en la selección del pueblo y yo apenas llegué a jugar en la segunda infantil, esa que juega los domingos por la mañana, sin árbitro, sin público, lo cual no deja de ser una vergüenza que todavía arrastro. Cuando retomó el tema de los libros, me limité a pensar que me faltaría ésta y la otra vida para alcanzarlo.

A eso de las seis, ya con las Quilmes enpolvorosa, pedí un taxi y me fui a dormir. No voy a hablar más de Hugo: dejemos que sus textos digan lo que tengan que decir. Me limito a seleccionar algunos que me parecen representativos. Son cuentos cortos, o si se quiere,experiencias fictio-reales, de finísimo humor, que en su brevedad calculada vuelan desdeel almacén de su abuelita para adquirir rangosuniversales.

Cómo me hubiera gustado que Febronio lo hubiese conocido; aunque, claro, Hugo Vera Miranda no puede todavía competir con los vientos, las montañas, la soledad y sobre todo con lasnubes del lugar más remoto del mundo…

Alejandro Ferrer: Chileno, autor del libro Cuentos de la Patagonia. En la actualidad está por terminar de dirigir el filme Fingere.

Diez meses antes

el poeta hugo vera miranda | por Alejandro Ferrer

Hoy Hoy me llamó Febronio —quien no conozca a Febronio, que lance la primera piedra— .Serían las siete de la mañana. El poeta debe haber pensado que me iba a sorprender durmiendo, pero yo estaba desde las cinco tomando mate, fumando y leyendo Los detectives salvajes, por eso ahora escribo así, como copiándole a Bolaño.

—¿Ferrer?

—Hola, Febronio.

—¿Qué pasó con el artículo que me ibas a enviar? —el tono era autoritario—. ¡400 palabras y los escritos del poeta amigo tuyo!

—Es que voy a Chile y le sacaré unas fotos al poeta en su almacén y a la vuelta —le mentí para sacármelo de encima— sin falta te escribo el artículo.

—¡No me vengas con chingaderas! Tengo que tener listo este número el fin de semana… Tú me lo prometiste el 16 de mayo —mintió ahora Febronio—. ¿Te acuerdas?

Me ganó la mano, además quién quiere discutir a las del alba.

—Está bien… haremos lo posible por enviártelo hoy mismo.

—¿Oye? Ahí te mando unos poemas que escribí en Galápagos…

—¿Fuiste a Galápagos?, como el viejo Darwin. ¿De dónde sacas plata? —No me contesta; no me escucha…

—Y ahora en unos días más me voy a Perú. Bueno, me tengo que ir a trabajar, mándame el artículo, huevón —me dice pero con sentido mexicano que quiere decir, flojo.

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12 contratiempo septiembre 2008

CHENDOTrabajar en un almacén parece la cosa más fácil del mundo. Parece como no trabajar. Esperar que venga el cliente, atenderlo y ¡ya! Luego viene otro, y otro y otro. Nada tan fácil como eso. Debes hacer eso durante 14 horas. De 9 a 11 de la noche. La cosa se complica un poco cuando además tienes un hijo de 8 años que va a la escuela. Ese hijo de 8 años entra a clase a las 8 de la mañana. Por lo tanto tienes que levantarte a las 7. Vestirlo, bañarlo, acicalarlo, darle desayuno y despedirlo. Como eres papá soltero, ocupas una hora, de 8 a 9 en lavarle su ropa. Se abre el almacén a las nueve y comienza el jaleo. Llegan vendedores, compradores, Testigos de Jehová, vendedores de rifas, gente que pregunta la hora, una vecina que quiere fiado medio kilo de chorizos. Mientras tú lees a Borges, entra un señor que necesita $200 en zanahorias. Te preparas para el almuerzo. Debes cocinar. Mientras tanto sigues atendiendo el almacén. Cocinas y sigues atendiendo el almacén. Atiendes el almacén y cocinas. ¡Hoy tenemos Bife a la Portu-guesa! Terminas con la comida cuando llega tu hijo. Desvestirlo, cambiarlo de ropa. Darle su comida. Comer. Mientras sigues atendiendo el almacén. Luego hacer las tareas con tu hijo. Seguir leyendo a Borges. Atendiendo el almacén. Zapallo, helados, bebidas, cigarrillos, papas, caramelos. Preparar un post para el Milodón. Un post para la Inmaculada. Jugar con tu hijo. Atendiendo el almacén. Salir a pagar las cuentas del teléfono, el gas, el agua, la luz. Volver. Seguir atendiendo el almacén. Jugar con el hijo. Preparar la cena. Ver las noticias. Seguir atendiendo el almacén. Acostar al hijo, contarle cuentos y seguir atendiendo el almacén. Contestar los correos. Escribir un par de poemas. Ordenar la mercadería. Poner al día los libros del almacén. Colocar en la mochila del hijo los cuadernos que necesitará el día siguiente. Avanzar siete páginas del libro de Borges. Ya son las once de la noche y debes cerrar. Sales a la calle a colocar los postigos y dar por terminado el día. En ese momento es cuando pasa Chendo Silva, que vive acá a la vuelta. Borracho, todo el día tomando, el holgazán más holgazán del pueblo. Y te dice: “vago de mierda”.

NO RECUERDOAcaba de venir a comprar Gloria. Y no recuerdo. La verdad que no recuerdo. Vive a la vuelta de casa. Hace un par de años que no venía. Es la madre de Juan y de Felisa. Cuando yo era niño ella era joven. Cuando yo era joven ella era vieja. Ahora ella es muy vieja. Nos saludamos cariñosamente. Como corresponde. Llevó cloro, dos plátanos y un litro de aceite. Dejó saludos para mi abuela y me comentó que Juan y Felisa viven en Santiago de Chile. Y no recuerdo. La verdad que no recuerdo. No recuerdo si me acosté con ella o no.

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hugo vera miranda | deshorasY EL ALMACÉN LLENO DE GENTEY pesaba lo que me había pedido la cliente, un cuarto de fiambre. Finito por favor, me había dicho. Llega mi hijo y me dice que París me espera en la cocina. Dile que ya voy por favor, le digo. Entra Don Alejo y sé que me pedirá fiado un litro de vino y una Coca. Termino con el cuarto de fiambre. Atiendo a Don Alejo y le despacho un litro de vino y una Coca. Entra la señora Bernardita y viene con un pedido contundente. Ella es muy buena y debo ser bueno con ella. Hablamos del tiempo, de la salud de la abuela, de la salud de su esposo, de la salud del barrio y la salud del planeta. Creo que voy a demorar unos 10 minutos con su pedido. Escucho deambular a París por la cocina. Entra Humberto Zúñiga y creo que la cosa no va a parar. Generalmente viene poca gente, pero, ¡ese día!… vuelve mi hijo y me dice que París dice que no me apure. Que ella no tiene prisa. Pero yo igual me apuro. Yo tengo prisa. Le digo que ella venga y me de un beso, ella viene y me da un beso y me dice que no me apure. Entra más gente. ¡No es posible! me digo, no puede ser que venga tanta gente. Y entra más gente, y más gente. No doy abasto. Esto no puede estar sucediendo. Que pare de venir la gente, por favor, me digo. Esto cada vez se parece más al camarote de los Hermanos Marx, pienso. Vuelve París , y dice que tiene todo el tiempo del mundo para mí. Ya termino, le digo. Entra gente del Servicio de Impuestos Internos y me dicen que atienda tranquilo que ellos no tienen prisa. Siempre dicen lo mismo y terminan por infraccionarte. Entra gente de la policía y también me dicen que atienda tranquilo, que lo de ellos es sólo una inspección de rutina. Ya son más de cuarenta los que esperan su turno. Estoy agobiado. París Hilton desde la cocina ríe y ríe. Yo desde el almacén sufro y sufro. Grito: “¡No puede ser mi Dios!

Mi hijo me dice: “Qué pasa papá, estabas llorando”. “No, no es nada hijo tuve un mal sueño, nada más”. Me dice entonces que juguemos a lo que jugamos todos los fines de semana en mi cama. “palabras terminadas con “ción” papá, yo comienzo, creación, te toca a ti”. Bueno,ahí va, “decepción”…

EL CORDERITOEs que mi hijo no lo puede creer. Yo mismo ahora que se lo cuento no lo puedo creer. Pero la cosa era así. Antes de navidad comprábamos un corderito. Lo manteníamos en el patio de la casa. Le poníamos nombre. Por ejemplo: Luchito. Lo queríamos. Le dábamos pastito. Mucho cariño. Nos pasábamos abrazados todo el tiempo. Era nuestro mejor amigo. El corderito. Era hermoso con su lanita suave y blanca. Se dejaba querer. Lo queríamos. Era lo mejor de la vida. Lo sacábamos a pasear. Con un lazo para que no se esfumara. Era maravilloso. La verdad que todos en la casa lo amábamos. Luchito era nuestro motivo y razón de existir. La abuela me decía: “anda a ver cómo está Luchito”, yo partía corriendo al patio a ver a mi amigo Luchito. El corderito. Lo alimentábamos muy bien. Era el centro de nuestra atención. Era el ser viviente más importante de nuestra casa y del mundo.

Luego llegaba el 25 de diciembre y todos estábamos muy contentos. Matábamos a Luchito y la verdad que era exquisito.

15.230 CADA DÍA MÁS LINDA820 se ahogó. 1500 lo vi ayer por la mañana. 15.000 se fue de casa y ahora vive en Río Gallegos. 150.000 se jubiló antes de tiempo. 45.000 se compró una camioneta. 30.000 ahora tiene un taxi. 8.000 anda en un buque pesquero. 3.600 tuvo problemas con la policía. 17.800 acaba de comprarse su tercera vivienda. 7.300 dejó de fumar. 12.500 salió de vacaciones. 20.000 no lo he vuelto a ver. 125.000 un día me quiso pegar. 4.800 andaba el último sábado en el casino. 10.000 lo vi al pasar. 55.000 se fugó con su amante. 41.500 tiene diabetes. 85.000 es hincha de Colo Colo. 13.600 cambió de trabajo. 1300 anda muy contenta porque nació su hijo. 4.000 se fue a vivir con sus padres. 6470 sale a bailar todos los fines de semana. 9.000 lo encontré en el hospital. 18.500 le entregaron su casa. 70.000 dicen que está preso. 24.000 conoció a una turista sueca y ahora vive en el puerto de Helsingborg . 2.700 tiene caries. 6.600 vive en el campo. 37.800 se lo pasa todo el día masticando chicle. 77.000 murió el año pasado. 89.300 tiene una mueblería. 15.230 cada día más linda.

Si alguna vez supe sus nombres, ahora no lo recuerdo. Sólo que dejaron cuentas de almacén.

CLOROLo que pasa mire es que a una de chiquita le enseñaron en su casa todo lo que una aprendió. Por eso yo cloro, cloro y más cloro. Yo todos los días lo uso. Mi casa tiene que estar impecable y con olor a cloro. Yo no voy a cualquier baño y me siento, no. Aunque ese baño sea del presidente, una nunca sabe quién se sentó allí, por eso yo de paradita no más. Yo siempre le digo a mis hijos, “oigan, ustedes no vayan y se sienten en cualquier parte”, porque una nunca sabe, ¿me entiende? Yo recuerdo que mi madre siempre me decía: “hija, tú siempre échale siempre cloro a tu casa”. Si yo hasta la ensalada de lechuga le echo cloro, ¿usted sabía que a las lechugas hay que echarle unas gotitas de cloro? Claro, si las lechugas las traen del norte y usted ni se imagina las porquerías con las que riegan allá las lechugas. ¿O usted cree que a las lechugas allá las riegan con agua potable como acá? Para nada, con puras aguas servidas señor, esa gente del norte es muy cochina señor. Creo que usted estará de acuerdo conmigo en lo que yo le digo, sobre el cloro. Ayer tuve que ir al hospital, usted no se imagina la inmundicia que hay allá. Y una falta de cloro señor, una falta tremenda, yo no sé cómo no limpian digo yo. También en el colegio donde va mi hija, pero yo ya reclamé y le dije al director: “Ya que hacemos tantos bingos y tanta cosa para el colegio, por qué también no compramos cloro entre todos los apoderados”. Usted sabe que el cloro es barato y bien podría uno comprar 5 litros de cloro por apoderado pero que el colegio esté limpio. ¿Y vio usted cómo está la juventud hoy en día? ¿Cómo sale a las calles con toda esa ropa? Ya los pacos no saben qué hacer. Ayer 5 cabros borrachos apedrearon el jardín infantil donde va manolito, y eso lo hacen de puros malos que son no más. Es que fíjese ya no hay control para nada de los padres para con los hijos. Perdone; con la conversación, me olvidé qué vine a comprar.

—¿Cloro?

—¡Claro; cloro!

POCA AUTOESTIMACinco años que no veía a Letizia. Letizia con z, igual que la princesa. Petisa, fea, sin dientes, teñida rubia. No se parecía a la princesa. Aunque la princesa tampoco es muy linda que digamos. Pero no estamos acá para hablar de la princesa. Sino de Letizia. La otra. La que no veía hace cinco años. Había estado en la cárcel. Durante una pelea le había arrancado un ojo a un amigo. Es que las cosas son así. Uno a veces se pelea con los amigos. A veces los amigos pertenecen a un estirpe bizarro difícil de imaginar. Habían estado tomando en una maratón etílica de cuatro días. Y aquello ocurrió. Le tocó arrancarle un ojo a un amigo. Salió de la cárcel y la tenía frente a mí, de vuelta. No había cambiado su aspecto. Se mantenía petisa, fea, sin dientes, y teñida de rubia. Me compró un pollo, vino, pan, fiambre, queso y toallitas higiénicas.

—De cuáles toallas Letizia, tengo con alas, suaves, extra suaves, con perfume, sin perfume, chicas, grandes, con mariposas, ¿dime cuál te doy? —Cualquiera nomás, total son para mi chucha.

UN CASTIGO DE DIOSLalo que siempre viene a comprar me dice que antes no había buenas hembras, que había una linda por barrio, que ahora está lleno de minas ricas. Me pregunta si yo considero que acaso no será un castigo de Dios que ahora que está viejo haya mujeres hermosas y antes no. Me dice aquello mientras entra a comprar Liliana moviendo las caderas. Lalo se queda en un rincón observando. Liliana compra medio kilo de pan y un cuarto de mortadela. Lalo siempre en un rincón observando. Liliana me paga y se va, siempre moviendo las caderas. Lalo que es mueblista me dice: “Me cago ché, buena maderita para mi serrucho”.

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1. Vendedora, 1975. Grabado con acuarela

2. Noche de los Muertos (En Janitzio), 1993. Acrílico

3. México se transforma en una gran ciudad, 1947. Punta seca / papel

4. Río Palizada, 1947. Punta seca / papel

5. Soldadera, 1948. Linoleo / papel. De la carpeta “450 años de lucha”

6. El Herido, 1947. Punta seca / papel

7. Maternidad en las Sierras, 1995. Acrílico

8. Gallo, 1971. Acrílico

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Las 31 obras de Alfredo Zalce que se exhiben en la Casa Michoacán son una buena muestra de su versa-tilidad y maestría. Asomarse a sus dibujos, grabados, litografías y serigrafías es observar un espacio sin tiempo. Son ventanas que nos hablan del pasado… y también del presente.

Las técnicas son tan variadas como el sentimiento que emerge de cada una de ellas. Hay escenas, paisajes, retratos y detalles de la vida, grabados con un aire de cotidianeidad que nos hace descubrir el espíritu de ese momento: el momento en que el ojo del artista miró una calle, una construcción, un personaje...

Zalce nació en Pátzcuaro, Michoacán, acaso uno de los estados con mayor riqueza visual, natural e histó-rica del país. Pasó gran parte de su juventud entre esos artistas que dejaron huella en el muralismo mexi-cano. De hecho, a Zalce se le ha considerado el último artista de la Revolución: alcanzó a ver el siglo XXI.

Además de la importancia de su papel en el arte mexicano, el trabajo de Zalce posee el estilo de quien crea por el simple deseo de plasmar lo que le rodea y compartir su don.

Alfredo Zalce Torres fue discípulo de Diego Rivera. Fue profesor de pintura en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura La Esmeralda, en la ciudad de México; fundó talleres de pintura y escultura en varias ciudades, y declinó dos veces el Premio Nacional de Arte: su genuina humildad simplemente no le permitió aceptarlos.

Al mismo tiempo que se exhibía parte de su obra en galerías del extranjero, el maestro Zalce pintaba un mural o dos en alguna escuela rural de Michoacán.

Su estilo fresco y colorido nos transmiten el cariño profundo que el artista tuvo por su pueblo, su gente, sus paisajes, y en sus signos encontramos el compro-miso con las ideas revolucionarias que imperaron entre la mayoría de los muralistas de su época.

Muchos de los grabados que están hoy exhibién-dose en Casa Michoacán fueron hechos entre los años 1950 y 1980; recrean la vida sencilla del campo, el paisaje, la lucha revolucionaria, así como el respeto y culto a la muerte, que especialmente en el pueblo donde nació se sigue celebrando sin mucho cambio.

Me llama la atención el contraste de las técnicas, la paciencia del detalle de sus grabados, en punta seca, que tienen un cuidado casi fotográfico para captar los juegos de luces y las formas; y por otro lado, en algunas de sus serigrafías vemos que sus trazos son tan minimalistas, que unas cuantas formas de colores crean un retrato creativo.

A 100 años del nacimiento de este prolífico artista, Casa Michoacán nos vuelve a traer el regalo de poder admirar a Zalce en Chicago. La exhibición estará hasta septiembre de este año y la entrada es libre.

Casa Michoacán, 1638 S. Blue Island Ave., Chicago Illinois, 60608. Tel. 001 (312) 491 93 17.

Esmeralda Morales, mexicana, directora de arte de contratiempo.

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Esmeralda Morales

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deshoras | hugo vera miranda

Una vez ingresé a la mejor librería de la ciudad de Punta Arenas, Chile. Trataba de encontrar “El recurso del método” de Alejo Carpentier . Me apersono donde un grandote con pinta de profesor Jirafales y le pregunto por el libro, corrigiéndome me dice: “perdón señor, no se llama el Recurso del Método, se llama el Discurso del Método y es de René Descartes, no de Alejo… ¿cuánto?”. Al final llegaron los carabineros cuando vieron que intentaba despedazar al señor Jirafales. En otra ocasión, trabajando de librero en Buenos Aires, me tocó atender, en la gloriosa Librería de las Luces de Avenida de Mayo, un caso muy particular. Viene una empleada de la librería y me dice “Ché Hugo, atendela vos por favor”. Se trataba de una decoradora de interiores con un pedido extravagante, la flaca, rubia, de lentes, quería 17 metros con veinte centímetros de libros, los quería gruesos, ojalá de cuero y antiguos. Pasado el primer impacto de su requerimiento, me contó que se trataba de una pareja de buena posición económica que quería decorar una pared con una biblioteca. Inmediatamente pensé en Pablo de Rokha cuando dice que en ciertas ocasiones los libros adornan bastante. Aquella vez por mi venta recibí un dinero extra. Yo, a la flaca, rubia con lentes y decoradora de interiores también le hice un obsequio, le regalé 20 centímetros.

MUITO OBRIGADO

El taxista me pregunta si es verdad que yo escribo. Le digo que a veces. Me dice que la Karina le contó que yo escribo. Le pregunto cómo está la Karina. Me dice que bien, que no la ha visto como en tres meses, pero la última vez que la vio, la vio bien. ¿En serio que tú escribes? Le digo que sí. Te voy a contar una historia a ver si tú la escribes. Resulta que un día como a las tres de la mañana llaman al radio taxi desde un hotel de calle Eberhard. Voy para allá y espero un rato. Sale una tremenda mina negra y entra al taxi. La saludo correctamente, me saluda y me dice “cigarrillos”. Yo entiendo que quiere comprar cigarrillos y pongo primera. Inmediatamente la negra me pone la mano en el muslo y comienza a acariciarme el paquete. Yo sigo manejando. Y la negra ahí. Una tremenda mina. Agarro por el camino a Bories. Y la boca de la negra en mi pichula. Estaciono en la costanera y le doy como caja. No hablamos una palabra. Estamos ahí como veinte minutos. Luego regresamos al hotel. Me dice muito obrigado y me da veinte mil pesos. ¿qué te parece esta historia? Le digo que yo tendría que ser taxista y no estar escribiendo huevaditas. Después te cuento otras me dice. Le digo que muito obrigado. Se ríe y me bajo de su taxi.

Mi trabajo no era nada gratificante. Comenzaba a las ocho de la mañana y terminaba a las 6 de la tarde. Eso aburrido lector no te dice nada de nada. Pero si te digo que mi trabajo era la morgue comprenderás lo que te digo. Una mala onda exquisita. A veces llegaba un niño, otras un viejo y pronto quedabas libre. Luego tomabas un café con la gente del hospital, deambulabas por ahí y esperabas las 6 para mandarte a cambiar. Las casas de tolerancia también era parte de mi rutina. Allí entre botellas de vino, música, amigos y amigas se pasaba bien el tiempo. Mi lugar favorito era donde la Ruth. Una noche estaba allí y siempre como todas las noches nos atendía Micaela. Recuerdo haber tomado 4 cervezas y entre la música, alaridos y gente que entraba y salía, le pedí la cuenta a Micaela. Me cobró 8 cervezas. Aunque yo estaba embriagado, recuerdo perfectamente haber consumido 4 cervezas.

—Son 8 cervezas, 20.000 pesos.

—No son 8 Micaela son 4, o sea 10.000 pesos.

—Son 8 Hugo, llevo bien la cuenta. Son 8.

—No estoy borracho y voy a pagar 4.

—Si paga usted 4 no entra más aquí.

—Bueno voy a pagar 8, pero tenga usted en cuenta que me ha estafado.

—Piense lo que quiera, a mí me da lo mismo.

Pagué y me fui con esa bronca inmensa que todos sentimos ante la injusticia. Pasaron 5 días hasta que llegó Micaela. El doctor Díaz me dijo: “Hugo llegó el cadáver de una señora, hazlo rápido así nos vamos temprano, no te olvides del partido de fútbol que tenemos a las siete”. Tendida en la camilla estaba Micaela, primero me sorprendí, después agarré impulso y le pegué una cachetada fuerte, terrible, con rabia, diciéndole: “Te dije que eran 4 Micaela”.

ERAN 4 MICAELA17 CON 20Premunido de mi viejo abrigo largo, mi camiseta del Ché, mis zapatos punta de fierro y mi gorro azul, el lunes 18 de diciembre del 2006 ingresé a la librería Vickery`s en Punta Arenas. Una viejecita menudita, de verde y con collares artesanales no me sacó la vista de encima. En ningún momento. A todo decía que no. ¿Escritores regionales? No tengo. ¿Algún libro de Lezama Lima? No tengo. ¿Ramón Díaz Eterovic? No tengo. En determinado momento quise hacérsela fácil ¿Gabriel García Márquez? No tengo. Me corría por la punta izquierda y me seguía. Me desplazaba por la derecha y me seguía. En el medio campo la tenía pegada a mí. Por mi pinta de lemúrida malherido siempre tengo problemas de desplazamiento en locales comerciales. Nunca en una librería. Pero el lunes eso ocurrió. La viejecita menudita, de verde y con collares artesanales no se despegó un segundo de mí. Al otro día volví. Sin mi abrigo largo, ni mi camiseta del Ché, ni mis zapatos con punta de fierro, ni mi gorro azul. Vestía una casaca elegante de cuero, una camisa de seda, zapatillas de marca y correctamente peinado, entro y casi echándome me dice: “Usted ya estuvo ayer y no compró nada”. Quedé realmente sorprendido. Tan sorprendido como ver que en el fondo del pasillo, una rubia, alta y elegante, colocaba en su cartera subrepticiamente, un libro de arte precolombino.

LA SORBONA

Buenos Aires , bar La Academia, callao y corrientes, 1986.

-¿Vos sabes Hugo lo difícil que es que todo el tiempo los tipos te estén mirando el culo? Es insoportable nene, la hacen sentir a una, una cagada loco. Los tipos te joden, te persiguen cuadras y cuadras, te dicen cada barbaridad. Yo soy hincha de Boca, pero con este culo no puedo ir a la cancha ¿viste? Te cuento que una vez fui y tuve que pedir resguardo policial loco. En los ascensores, en el cine, en las librerías, acá mismo loco, en este bar, vos no sé si te diste cuenta cómo me miran esos tipos de la mesa cerca del pool. La verdad Hugo es que a nadie le importa un carajo que yo haya estudiado ciencias en la Sorbona, solo mi culo les importa.

—¿Verdad; estudiaste ciencias en la Sorbona?

UNA VIEJECITA MENUDITA

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LA CIGÜEÑA QUE VINO DE PARÍS

el 5 de Julio

de 1951

la cigüeña

me trajo de

París.

maldita

puta

cigüeña

deberías

haberme

dejado

allí.

Tengo ganas de escribir y no sé qué. Si poesía o prosa, si largarme con una novela o un cuento. Tengo ganas de escribir. Escribir por ejemplo: La noche está estrellada y tiritan, azules los astros a lo lejos. Luego pienso que no es un buen verso como para comenzar. Pienso que si escribo aquello, la noche está estrellada y tiritan azules, los astros a lo lejos, mis lectores me verán como un pelotudo que no sabe escribir una frase decente y abandono. Lo que pasa es que escribo la frase y la veo un poco mariconcita y no de un hombre hecho y derecho como yo. Luego, no voy a escribir cabronadas. Hago el intento nuevamente. Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de... Y no me gusta, realmente me parece decepcionante. Parece muy poco creíble que un tipo, sobre todo un coronel se llame Aureliano Buendía, lo encuentro excesivamente literario, es que ni siquiera un soldado se llama así. Evidentemente que sería un escrito destinado al rotundo fracaso. Nuevamente trato de escribir. Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño intranquilo, encontrose en su cama convertido en un monstruoso insecto... Escribo lo que escribo y no me gusta. Esta noche no me sale nada. Hago el último intento. En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme. No hay caso. Nada me sale esta noche. Mañana seguramente las musas serán más benignas. Mejor me tomo un par de litros de cervezas y a la cama.

Por la tarde me bajé 4 cajas de Miller y me despaché más de una centena de Brahms, un día de tantos, hasta que llegó Susan de Black Sparrow Press; ella quería hablar de mi último artículo y yo seguir con la Miller, ella quería hacer el amor y yo seguir escuchando al Maestro. Le rogué que se fuera, le pedí que se fuera, la eché. El segundo ofrecimiento era interesante, pero ya sabía lo que venía; hablar y hablar sobre el único tema, EL AMOR. Pasa siempre que cuando uno quiere follar ellas quieren hablar de amor, esa tarde yo no quería ninguna de las dos cosas, solo beber y Brahms. Malhumorado decidí salir; en mi auto seguí escuchando al pibe Johannes, desde mi calle De Longpre giré a la izquierda por Normandie, subí por el Bulevard Santa Monica y me estacioné frente a dos bares, el Milodón City Cha Cha Cha y el Clean Hands, opté por el segundo. Al entrar supe que esa no iba a ser mi noche, después al salir lo comprobé. Nada más sentarme divisé en el rincón cerca del piano, a esa camarilla de edulcorados poetas de Chicago; Creeley, Olson, Dickey, Meredith y un enano con pinta de esbirro napoleónico. Vino Jhoana la camarera y me preguntó si quería lo de siempre, le dije que sí; me trajo 4 latas de cerveza, una botella de brandy y un vaso de gin. A veces, salvo el hipódromo, ningún lugar es bueno, aunque ese lugar sea tu casa o el bar. Y así estaba yo con mis meditaciones cartesianas cuando veo acercarse al esbirro de Napoleón, me dice hola y yo levanto una ceja.

—qué pasa buen hombre –le digo,

—permítame presentarme, soy bukowski

—y… ¿Eso se come?

—Solamente quería decirle que lo admiro.

—Yo a usted no amigo

—Perdón…

—Algunas malas lenguas dicen que Dios perdona, buenas noches.

Fue así como conocí a Bukowski, un tipo irrelevante y un perfecto papanatas. Después me enteré que trabaja en un General Store de la calle Fredoom y que también es poeta o cree serlo. Fue el peor día en semanas. Volví al East Hollywood, en la puerta me esperaba Linda y en mi pieza Brahms. Era para volver a creer.

LA NOCHE QUE CONOCÍ A BUKOWSKI

UN PAR DE LITROS DE CERVEZAS

Y A LA CAMA

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18 contratiempo septiembre 2008

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HACE MUCHO QUE NO SÉ NADA DE MILENA

Hace mucho tiempo que no sé nada de Milena. La última vez que la vi me dijo que estaba saliendo con un tipo de apellido Kafka. Quién mierda es Kafka, le pregunté. Me dijo que era un tipo que trabajaba en una oficina y que escribía. Que estaba locamente enamorado de ella. No lo podía creer. No podía creer que alguien en el mundo pudiese estar enamorado de Milena. Una atorranta de aquellas. Seguramente ese tipo Kafka, era un idiota bueno para nada. Lo mismo que Milena.

LA ABUELA ALONE

Estoy haciendo un asado al palo y la abuela me llama. Me dice que alguien me busca. Es el poeta que me desea un feliz año y de regalo me trae su libro. Quedamos en encontrarnos por la noche y luego se va. Yo sigo con el asado. Viene de nuevo la abuela y me pregunta quién era. Le digo que un poeta. Me dice: “Ahora cualquiera es poeta”. Yo continúo con el asado.

TODAS LAS PRINCESAS ESTÁN MUERTAS

Vi salir del hospital en silla de ruedas a la última princesa que amé. Sabía yo que todas las princesas murieron y me sorprendí al verla. Enjuta, vieja y tapada con una manta. Me preguntó si me acordaba de ella. Le dije que no. Soy Rosario me dijo ¿no te acuerdas de mí?

Era la más linda del lugar. Los príncipes del pueblo la amaban. Yo también, en silencio. Los príncipes del pueblo desaparecieron. Ella sobrevivió a los contubernios, a las mareas y a los cambios de gobierno. Una vez me enteré que le extirparon algo que no recuerdo. Que vivió una temporada con un poeta maldito que se colgó en el pino de la plaza del pueblo. Se enteró que lo engañaba con un vendedor ambulante. Dejó de epitafio una esquela digna de un mamarracho ignorante: “Mi corazón no se vende”. Cruzó el océano un par de veces de la mano de un estanciero rico. Hubo registros de su viaje en el diario del pueblo. La foto clásica en La Torre Eiffel. De aquello hace ya más de treinta años. Treinta años en el cuerpo de cualquier princesa hacen estragos, sino vean a las monegascas. Su vida, como cualquier vida, fue un tendal de abandonos. Se marcharon sus padres, familiares diversos y también muchos de los príncipes, se fue el poeta, el vendedor ambulante y el estanciero rico. Yo aún no parto gracias al arte de resistir. Me dijo que era imposible que no me recordara de ella. ¿Aún vives en la calle Libertad? me preguntó. Nunca viví allí le contesté. ¿Es que acaso no te llamas Hugo? No, no me llamo Hugo. Me llamo Daniel. Me pidió perdón por la confusión.

La vi cruzar la calle a duras penas y no me dio lástima. Nadie le tiene lástima a las princesas. Las princesas tampoco las tiene con uno. Ni con dos. Ni con nadie.

EL CEMENTERIO O MAIS GRANDE DO MUNDO

Cómo dibujaste tu cementerio. ¿Ya lo elegiste? Sabes dónde vas a ir a parar. ¿Cerca de tus padres? ¿En el privado con amplios jardines? ¿Al lado de tu esposa y tus hijos? ¿O no te importa un carajo? Tienes muchas alternativas. Cajón de lujo y trompetas celestiales. Una buena misa. Beber tragos en tu honor. ¿Te gustaría que se escuche a Los Ramones en tu partida? Y qué te parece algo de Piazzolla, Astor. Y cuánta gente te gustaría que te acompañara en tu último viaje. Un par de amigos o una apreciable cantidad de gente. ¿Eso de verdad te importa? Pero te aseguro que el verdadero cementerio está en la Web. Ponte a buscar a esos viejos amigos que no ves hace mil años, o pongámosles menos, 10 años. Descubres que están muertos. Entras a Google y pones su nombre. Google te dirá: “Así calificó Leopoldo Marechal al escritor y periodista Juan Jacobo Bajarlía, que murió en Buenos Aires el pasado viernes 22 a los 90 años. . “ Y puedes seguir buscando. Compañeros de escuela. Novias de la infancia. Maestros y amigos. Tu jefe. Ese poeta que conociste en Bucaramanga. Y en una de esas hasta tu madre. La Web ese frío, inhóspito, moderno y versátil cementerio que nunca descansa en paz. Y un día tú también Bill Gates, te esperamos por acá. Igual que tú amado lector, y también yo. Hasta la vista, nos vemos en la próxima búsqueda. Amén.

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Eduque a cuanto burro ande suelto, amigo Carrasco.

Este epígrafe es parte de un cuento que lleva por título “De cómo el bachiller Carrasco hizo patria en el sur”, de Alejandro Ferrer. Lo leí a principios de los noventa en la revista Tres Américas. Entonces yo comen-zaba a entregarme a la lectura de cuentos, ensayos y novelas. El tren, la parada del bus, mi cuarto en la calle Winnemac…, cualquier espacio era bueno para viajar por las historias de Rulfo, Borges y los escritores del Boom. Y no leía solamente como lector sino también como un muchacho que aspiraba a escribir un buen cuento. El relato de Ferrer me sirvió de catapulta. Saber que un escritor no tiene que vivir en París o Nueva York y hablar no sé cuántas lenguas. Saber que un escritor puede ser alguien cercano, por ejemplo, un maestro de alguna primaria de nuestros barrios.

En 1996, Ferrer publicó Cuentos de la Patagonia. De los doce relatos, tal vez el del bachiller Carrasco sea de los menos logrados. Eso lo veo hoy. Porque entonces la plasmación del cuento me impactó: un profesor de-los-de-antes es enviado al sur de su país para alfabetizar a una masa de ovejeros y contrabandistas. Fracasa (al poco tiempo le tumban dos dientes de un puñetazo), pero se queda en el pueblo, movido ya por la fuerza de la costumbre, enseñando a los chicos y asesorando candidatos en época de elecciones. Hallé en ese cuento lo que uno quiere encontrar en la literatura: metáforas, símiles, intertextos… Casi al final el bachiller Carrasco escribe un discurso a partir de las ideas de Unamuno: “Tengo fe en la fe de los hombres”. Por supuesto, se trata de un discurso incomprensible para el candidato: el verdadero burro. Pues no sucede lo mismo con el electorado.

Alejandro Ferrer es originario de Punta Arenas, Chile. En 1976 llegó a Chicago con su esposa Gladys y sus tres hijos. Es uno de los miles de chilenos que vivieron la represión y el exilio luego del golpe militar contra el gobierno de Allende. Ya que este 11 de septiembre se cumplen 35 años del ataque al Palacio de la Moneda —y que este 2008 se ha estado celebrando el centenario del presidente de la Unidad Popular—, le pido a Ferrer una entrevista. Nos ubicamos debajo de una sombrilla en el jardín de su casa. De todos modos, el sol nos pega. Con su voz de locutor y su garbo de cómo uno se imagina al Quijote, Ferrer va respon-diendo cada una de las preguntas:

—Cuando Allende ganó las elecciones, yo era un niño de 22 años. Imagínate la maravilla: finalmente ganábamos. En ese tiempo yo trabajaba en el Ministerio de la Agricultura y era dirigente regional del Partido Socialista en el sur de Chile. Luego del triunfo me hicieron director ejecutivo de una empresa de turismo del Estado. Los hoteles eran unos palacetes que habían sido expropiados durante la Reforma Agraria. La idea era desarrollar el turismo social de Chile: que todos los trabajadores y sus familias tuvieran derecho a salir de vacaciones una vez al año.

—¿Y cómo lo tomaba la gente que tenía plata?—Había protestas constantes. Sobre todo con

las familias que esquiaban. No pasaban de treinta o

cuarenta. Para ese grupito había que tener listo el anda-rivel (ese carro que te lleva a la cima de la montaña). Subimos el pago al doble para cubrir el mantenimiento del carrito y rápido protestaron.

Nos abrimos una coca cola. Ferrer habla con desen-fado, como si la historia del golpe también fuese un cuento.

—Ya sabes que a los tres años cayó el gobierno de Allende. Y como yo era dirigente, a las ocho de la noche del mismo 11 de septiembre caí prisionero. Me llevaron a la comisaría y luego a una cárcel ubicada ya casi en el Estrecho de Magallanes. Allí pasé los peores cuatro meses de mi vida: me tenían amarrado a una cama metálica, desnudo; por tres horas seguidas me llegaron a aplicar electricidad. Había cables por todos lados. Y siempre eran las mismas preguntas. Por ejemplo, ¿dónde están las armas?, ¿dónde están los otros guerrilleros? Eran cosas imposibles de contestar. Recuerda que pertenecíamos a un gobierno legalmente constituido; no había necesidad de andar en guerrillas o escondiendo armas. Era precisamente lo extraordi-nario del caso chileno.

”Después estuve frente a un consejo de guerra; pedían para mí 20 años de prisión. Pero no me fue tan mal: me condenaron a cinco años y un día de relega-ción (es un destierro en tu propio país). Así fui a dar a la isla de Chiloé. Obviamente, los de la policía política me iban a visitar para ver si estaba, o sólo para moles-tarme. ¡Cómo! Era imposible escaparse de allí”.

—Pero veo que has perdonado.—Perdonado no. Asumí mi responsabilidad, que

es algo muy distinto. Yo sabía que la reacción de la derecha iba a ser violenta. Pero nunca lo tomé como una cosa personal. No me odiaban a mí. Odiaban lo que yo representaba como dirigente. Sí debo decir que no todos los militares eran fascistas; la policía política (llamada DINA) no era lo mismo que el ejército.

—¿Y cómo llegaste a Evanston?—A los dos años de estar en Chiloé, Pinochet

empezó a presionar a la gente que había trabajado con Allende. Quería que nos fuéramos del país. Conmutaba las penas. Obviamente la gente que estaba en prisión o relegada aceptaba la oferta. Yo estaba casado y ya tenía tres hijos. Alguien de la embajada de los Estados Unidos fue a ofrecernos asilo político. Los que reci-bimos la oferta, aceptamos. Asi que el 18 de octubre de 1976 llegué con mi familia al aeropuerto O’Hare y de ahí directamente a Evanston. Un grupo de judíos progresistas fue el que nos recibió: la Sociedad Ética-Humanística de Chicago. Ese grupo fue mi sponsor. Y ya tengo 32 años viviendo en Evanston, más de la mitad de mi vida.

”Una vez acá, empecé a trabajar en la Universidad Northwestern. Trabajé varios años limpiando pisos. No me fue dificil trabajar de janitor, pues yo estaba seguro que iba a acabar en una fábrica pelando pollos. A finales de los setenta empecé a estudiar la carrera de educacion, y en tres años me recibí. Casi inmedia-tamente después de terminar la licenciatura, empecé

un masters en literatura latinoamericana; estamos hablando de 1985”.

Como buen caballero andante, Ferrer ha incursio-nado en otros géneros y disciplinas. Con sus alumnos de la primaria McKinley Park se dio a la tarea de crear una maqueta de México-Tenochtitlan; es tan grande que cuando uno la ve se imagina que es casi del mismo tamaño que la ciudad original, con sus calmecacs y sus mercados y sus pirámides. Exhibieron la maqueta tanto en el Field Museum como en el Museo Nacional de Bellas Artes Mexicanas. Alejandro también ha estado escribiendo una novela: El país de los árboles torcidos. Y durante los últimos tres años filmó en Chile un largometraje de nombre Fingere, en el que participa desde el taxista más popular hasta el alcalde mismo de Puerto Natales. Mientras me va describiendo la trama del filme, se me va ocurriendo que lo que siempre deja Ferrer en sus proyectos y charlas es una pasión que se parece a la de los marineros que acompañaron a Hernando de Magallanes.

Desde que en 1990 Pinochet dejó el poder, Alejandro ha vuelto a Chile casi continuamente: allá se pasa los inviernos, que para nosotros en Chicago son veranos. Le pregunto si piensa vivir algún día en Puerto Natales. Es decir, si piensa en el regreso.

—Mira güevón, yo estoy condenado a perpetuidad por la justicia chilena: no podemos votar ni trabajar todos los que estuvimos en un consejo de guerra. Ya hemos tenido tres presidentes de izquierda y no han hecho absolutamente nada para derogar esa ley.

El sol ya cae desde otro ángulo y la sombrilla apenas nos cubre. Le pregunto a Ferrer dónde está su casa. —Yo soy chileno… Pero no tan chileno como antes. Mi casa esta aquí. Me gusta ir allá y ver a mis amigos. Pero acá está la cama donde descanso. Acá están mis nietos y mis hijos.

Se cumplen 35 años del golpe de estado. Imposible no evocar de nuevo la figura de Salvador Allende.

—Conversé con él tres veces, esto ya como presi-dente. Su muerte misma fue una bofetada en la cara de la derecha chilena. Pues, como todos sabemos, Allende luchó hasta el último segundo.

Raúl Dorantes: Miembro del consejo editorial de contratiempo.

Cuando Allende ganóEntrevista con Alejandro FerrerRaúl Dorantes

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1. Alejandro Ferrer en 1973.

2. Ferrer dirigiendo su película en 2005.

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20 contratiempo septiembre 2008

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Las fotos de Graciela Iturbide forman parte ya del más rico acervo visual contemporáneo. Muchas de sus imágenes han alcanzado el nivel de iconos y su obra, inmersa en los descubri-mientos de la vida diaria, abre una ventana a pueblos y culturas no desde el exotismo sino desde la empatía, la inmersión en la cotidianidad y una capacidad

para lograr en imágenes la contundencia de una reve-lación poética.

La fotógrafa, nacida en México en 1942, visitó Chicago para recibir un doctorado honoris causa entregado por el Columbia College en el pasado mes de mayo. Es en la planta alta, en la parte trasera del Museo de Fotografía Contemporánea de dicha insti-tución, donde tuvimos oportunidad de sentarnos a charlar con Iturbide, quien entre sorbos a su expreso dejó que la conversación fluyera sin prisas.

Quisimos empezar por su proceso de aprendizaje junto al fotógrafo Manuel Álvarez Bravo, uno de los mayores artistas del siglo XX mexicano.

Yo sé que usted estudiaba cine en la UNAM antes de dedicarse a la fotografía. Tengo curiosidad de saber cómo es este paso de la imagen móvil a la imagen fija y si Álvarez Bravo tuvo algo que ver en esa decisión.

Sí, totalmente. En la escuela de cine Álvarez Bravo daba una clase de fotografía a la que casi no iban los alumnos, porque a ellos les interesaba la imagen en movimiento. A pesar de que Álvarez Bravo había trabajado en el cine, en las películas de Buñuel, junto a Gabriel Figueroa, haciendo foto fija. Pero además él quería hacer cine, pero no se pudo en México por ciertas circunstancias. Yo le pregunté si podía ir a sus clases y me dijo que sí. Nadie iba más que yo (risas). Me dijo “bueno, pues si quieres ser mi achichincle”. Empecé inmediatamente a acompañarlo a fotografiar. Íbamos a los pueblos, a las fiestas, a su casa a escu-char música. Y cambió mi vida. Yo dije, mejor voy a ser fotógrafa. Él, de broma, me decía “no Graciela, el

cinito es para jugar, la fotografía es en serio”. Fue un gran maestro, no solamente en la fotografía sino en la vida.

Él tenía escrita la frase “Hay tiempo” en su taller. Para mí eso fue muy importante. Siempre decía: “Graciela, no hay que apresurarse en tener una expo-sición, o algo, hay tiempo, todo hay que hacerlo tran-quilamente”. Fue una persona que me abrió muchos caminos dentro de lo intelectual. Siempre me decía que hay que ver mucha pintura para poder ser buen fotógrafo, hay que leer mucho, hay que escuchar música, hay que estar siempre en el arte en diferentes disciplinas.

A propósito de eso de “hay que ver mucha pintura”, y hablando ya de la obra de usted, me pregunto si la pintura tiene algo que ver en su sentido de la compo-sición, que parece jugar un papel importante. ¿Puede hablar de cómo ha influido la pintura en su arte fotográfico?

Pienso que ha influido todo pero de una manera inconsciente. Aparece cuando yo hago mi trabajo. Y la preparación de mis fotos es casual. No es que yo piense “voy a poner esto aquí”, nunca. Cuando yo fotografío a ciertos personajes es porque ellos me lo piden y ellos se ponen donde quieren, y los foto-grafío, pero nunca preparo. Yo busco la complicidad cuando hago retratos, pero nunca es que yo piense, “voy a hacerlo así”…

¿No acomoda a su modelo de acuerdo a la luz, o buscando ciertos efectos?

No, es un poco casual, pero no.

En sus fotos de la India, por ejemplo, están las fotos de los pájaros. Ésta es una imagen de espontaneidad, pero al mismo tiempo parece haber un sentido de composición. Es muy curiosa esta especie de tensión entre lo espontáneo y lo preparado.

Bueno, en ese caso fue totalmente espontáneo porque llegamos a esa placita. Yo estaba fotografiando las palomas junto a la vaca, fue totalmente de suerte.

A mí siempre me han intrigado las imágenes de la serie Juchitán de las mujeres. (En Oaxaca.) Pienso que la foto de la mujer recostada en un petate con las iguanas da cierto sentido de escenificación.

Bueno, en Juchitán me la pasaba en el mercado con las mujeres, para que supieran que soy fotógrafa y poder trabajar con ellas. Y llegó Sobeida, se llama, esta señora con las iguanas en la cabeza. Cuando llegó a donde yo estaba las puso en el suelo para venderlas, son iguanas vivas, y yo le dije “ay qué maravilla, ¿puede volvérselas a poner?”, pero allí en el mercado no había tiempo para decir “ponte aquí o allá”. Se rió, se las puso. Y tengo esta hoja de contacto donde las iguanas están caídas, solamente dos están como para la foto, y en otra Sobeida se está riendo. Pero todo fue casual.

Esa imagen es impresionante por el porte de la mujer, su mirada.

Sí, esa me encanta porque la casa de la cultura de Juchitán, cuando cumplió 10 años, me pidió esa foto e hicieron carteles y los pusieron en todas las casas de Juchitán, en todas las calles. Yo le llamo “Nuestra señora de las iguanas”, los juchitecos la llaman “La medusa juchiteca”. Me encanta que tiene su propio nombre en Juchitán. Esa foto fue usada por un pintor en Los Ángeles para un mural. Entonces me gusta que la foto ya tiene un camino, va solita por el mundo. También hubo una película norteamericana, no me acuerdo ahora de su nombre, pero también aparece la señora de las iguanas. Sin yo quererlo ha llegado a ser un icono.

Alguna vez entrevisté a Sebastião Salgado y le pregunté sobre su relación con la foto digital. Él decía que no la usaba, y que incluso tenía miedo de que en algún momento ya no pudiera contar con los elementos de la fotografía química, el papel y los químicos. Esa entrevista la hice hace unos cinco años y parece que se le está cumpliendo la profecía, cada vez hay menos material para los fotógrafos que no usan fotografía digital. Yo quería preguntarle sobre su relación con los nuevos medios.

Yo sigo con la fotografía análoga. Me pasa como a Sebastião, que además es mi amigo, yo casi no sé abrir la computadora, tengo una asistente que me ayuda, y afortunadamente Ilford abrió una fábrica donde se sigue vendiendo el negativo, el blanco y negro y el papel. La habían cerrado y cuesta un poco de trabajo conseguir material, pero Ilford en México me consigue a mí papel y rollos. Yo sigo trabajando de una manera análoga. Es más, no sé usar la cámara digital.

¿Ve alguna ventaja o desventaja entre foto digital y análoga?

Estoy tan encantada con mi trabajo como lo he hecho en otros tiempos, que mientras lo pueda hacer voy a seguir haciéndolo. Me encanta revelarlo, ver qué pasa… hay como más tiempo para reflexionar. Me encantan mis archivos y los negativos y las hojas de contacto, la magia de ver aparecer la imagen.

En México hay una tradición de fotoperiodismo: pienso en Nacho López, en Héctor García, el mismo Álvarez Bravo tomó tantas imágenes de la vida coti-diana. Me gustaría saber su relación con la foto que no va tanto hacia la galería sino al periódico o la revista.

Creo que una de las ventajas de la fotografía es que tiene diferentes usos, desde la foto familiar, que está

Entrevista con Graciela IturbideJulio Rangel

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colgada en las casas. Una misma foto puede estar, depende de las cualidades que tenga, en la casa, en la revista, en el periódico o en una galería. México es un país de una gran tradición fotográ-fica, desde los fotógrafos que llegaron como (Edward) Weston, Tina Modotti —bueno, Tina prácticamente se hace fotógrafa en México, aprende con Weston en San Francisco, pero donde real-mente tomó fotografías es en México, para la revista El Machete, del Partido Comunista—, Hugo Bremme, (Guillermo) Kahlo —el papá de Frida—, los hermanos Mayo, Casasola. Entonces hay una tradición en muchos campos.

De hecho algunas imágenes suyas, como la de la mujer juchiteca, tienen ahora una condición de icono que se suma a imágenes como aquella de Casasola, que muestra a los zapatistas en Sanborn’s, o la Adelita en el tren, que tienen tal fuerza que se fijan en el imaginario de una cultura.

Ahora, lo interesante del archivo Casasola es que no todas las fotos son de Casasola. Era un archivo donde trabajaban varios fotógrafos, pero en esa época firmaba Casasola. La de la Adelita es del archivo Casasola, pero no se sabe si es una foto puesta en escena, ni si fue tomada por uno de los hermanos Casasola o es de otro fotógrafo. Es un poco el caso de Magnum. Pero cuando Cartier-Bresson funda la agencia Magnum ya existe el respeto al derecho de autor. Con Casasola, todavía no.

Usted cómo se siente en todo este ambiente de proliferación de imagen fotográfica, esta especie de democratización (yo aquí mismo traigo una camarita). Todo mundo es un fotógrafo…

Todo el mundo. Yo a veces digo “para qué hago foto”. Hay incluso fotos de publicidad fantásticas.

Pero mis fotos no se van a comparar con las suyas jamás. Ni las mías con las tuyas. Cada quien tiene su mundo (risas).

Me refiero a que todavía hay un sentido artístico, un ojo artís-tico, digamos.

Pero todos tenemos un ojo artístico. Si ya te dedicas sólo a eso, tiene que haber una pasión y mucha disciplina. Estar leyendo, no solamente sobre fotografía, sino literatura.

La fotografía es una pasión, es una terapia para mí, es como mi vida. La fotografía para mí es un pretexto para conocer el mundo. En Juchitán viví con la gente en sus casas. Con los seris también. Ahora trabajé recientemente en Italia, estuve en Mozambique, en Madagascar, trabajando con Médicos sin Fronteras. Entonces, mi cámara siempre ha sido un pretexto para conocer el mundo, la cultura. Pero siempre me gusta hacerlo con la complicidad de la gente. La gente sabe que soy fotógrafa y se establece una comunicación. Yo nunca he usado telefoto. Siempre tomo fotos de cerca.

Otra imagen emblemática suya es la de la mujer seri, “Mujer ángel”. ¿Podría hablar un poco sobre su experiencia con los seri y cómo resultó esta foto?

Bueno, yo trabajé con los seri por un encargo del archivo etnográfico de México, pero me dijeron que yo podía hacer lo que quisiera. Entonces me fui a vivir con ellos como por un mes. Es muy interesante, porque viven en la frontera con Arizona, y ellos cambian sus artesanías por estos aparatos como el radio, la grabadora, etc. La mujer de la foto tiene su traje seri que antes era de otra manera, con plumas de pelícano. Cuando volví a casa e iba a hacer el libro que me encargaba el archivo, yo más o menos lo tenía preparado, pero Pablo Ortiz Monasterio, que dirige una colección de libros, me dijo “¿y esta foto?”. Era un contacto. Yo no me acordaba que la había tomado. Esa foto es un regalo que me dio el desierto. Yo no me acordaba de haberla tomado.

Los seri son muy interesantes, porque de ser nómadas, hace digamos 80 años, pasan de manera abrupta al capitalismo, porque el presidente Echeverría les da (en 1970) el derecho de

pescar en las aguas del mar de Cortés y crean un frigorífico y todos los peces que hay en esa zona les pertenecen y los pueden vender, y se vuelven de alguna manera ricos, es una comunidad indígena más rica que las demás, además de que son pocos habi-tantes. Y está su cercanía con Arizona, porque vendían su arte-sanía a los norteamericanos a precios bastante altos. Me gustan mucho los seri porque han cambiado de acuerdo a las experien-cias que han tenido. Es una cultura muy fuerte, siguen con sus fiestas tradicionales.

La conversación sigue y toca puntos de convergencia, autores preferidos, etc. Pero en algún punto hay que terminar y despe-dirse. Agradecemos a Rod Slemons, director del museo, las faci-lidades para realizar la entrevista.

Julio Rangel: Escritor originario de San Luis Potosí, México. Vive en Chicago.

1. Mujer ángel, Desierto de Sonora. Plata sobre gelatina. 1980.

2. Nuestra Señora de las Iguanas, Juchitán, Oaxaca. 1979. Plata sobre gelatina.

3. Hoja de contacto de Iguanas. 1979. Plata sobre gelatina.

4. El señor de los pájaros, Nayarit, 1984. Plata sobre gelatina

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En el Festival de Música Folk

and Roots de Old Town School —celebrado cada verano desde hace once años—

por primera vez en esta edición, en una esquinita por fuera de la reja de metal que marca el recinto principal del festival, se fijó una carpa albergando el proyecto “Nuestra Música”. Bajo la sombra de esa pequeña carpa se montaron una serie de presentaciones llevadas a cabo por Old Town en el 2005 en el Smithsonian en Washington, D.C. Hubo música, entrevistas y demostraciones de la construcción de varios instrumentos tradicionales, desde la flauta andina a la jarana mexicana y el tiple puertorriqueño. A nivel interno de la organización parece haber sido algo deba-tida la decisión de crear un espacio dedicado única y exclusiva-mente a la música latina —habiendo tantas culturas en Chicago cuya música se pudieran reconocer en un festival. Más a final de cuentas, por primera vez y con gran éxito se celebró en un espacio propio en el festival de la institución musical de mayor importancia de la región, la música del folk del veinte por ciento de la población de Chicago.

El término folk, en inglés, se empieza a utilizar hace unos doscientos años durante el período romántico, para referirse a campesinos o a la gente que no sabe ni leer ni escribir, en rela-ción a la palabra alemana Volk que quiere decir “la gente” o “el pueblo”. Y cuando el término se usa para caracterizar ciertas músicas, acentúa que emergen espontáneamente y se transmiten por tradición oral, por memorización o repetición y al margen de la enseñanza académica. Frecuentemente se utiliza como sinónimo de música tradicional o folclórica; hoy también se usa para referirse a la denominada “música del mundo” y “música raíz”, música constantemente recreada por comunidades en respuesta al ambiente y en interacción con la naturaleza y su historia, cuyos instrumentos surgen de lo que se tiene a la mano y se tocan frecuentemente en unísono con la voz y con el cuerpo en movimiento, ya que este tipo de cultura musical se expresa en sincretismo con otras formas artísticas verbales y bailables.

Como patrimonio cultural intangible, las melodías y hasta la forma de producir los instrumentos de la música folk, pueden llegar a existir solamente con los artistas que la recuerdan; de ahí que extraer esas memorias antes de que desaparezcan se ha vuelto la misión de algunos individuos. En la carpa de “Nuestra Música” en Old Town, por ejemplo, se incluyeron las presenta-ciones del maestro laudero puertorriqueño William Cumpiano, quien lleva casi dos décadas esforzándose por preservar el casi desaparecido tiple, bello y diminuto miembro de una familia de instrumentos de cuerda; quizá creado originalmente en imita-ción de la guitarra de la Colonia, a base de machetazos de una sola pieza de madera.

Cumpiano —aparte de las presentaciones en el Smithsonian y en “Nuestra Música”— durante los últimos cinco años ha venido en junio a Chicago a participar en las Fiestas Puertorri-queñas bajo el patrocinio de la Iglesia de San Lucas y El Instituto Cultural Afrolatino, ofreciendo al aire libre en Humboldt Park un taller en el que un grupo pequeño de individuos construye cada quien su propio tiple. Afirma Cumpiano que debido a esta labor posiblemente Chicago sea hoy por hoy la ciudad líder en cuanto a la existencia de tiples, ya que aquí hay varias decenas de ejemplares del instrumento, más de las que quizás existan en la misma isla.

En el Festival de Folk and Roots de Old Town, lo latino también se apropió del toque de otro instrumento de cuerda, cuando Tarima Son, grupo de Pilsen que toca una gran variedad de sones tradicionales mexicanos, se ganó el concurso de violín. (instrumento que por, cierto, fue inventado por boloñeses a mediados del siglo XVI, y al ser difundido por toda la Colonia, se convierte en instrumento fundamental de mucha música latinoamericana).

Tiple y violin: instrumentos que tocando melodías nuestras, y portando varios centenares de años de nuestra historia se van apropiando de los espacios de la música folk de Chicago.

Como mayor evidencia del valor de reconocer la música latina como una de las músicas folk de la ciudad, se avecina el Festival de Música del Mundo (celebrado del 19 al 25 de septiembre) en el cual podremos afirmar que es nuestra música la del grupo Calexico de Tucson, Arizona, acompañado del Mariachi Luz de Luna y Salvador Durán, guitarrista flamenco de México; Edmin Castañeda y su arpa colombiana; el son percusivo y muy jarocho de Son de Madera de Tlacotalpan, Veracruz, México; el ensemble de folk castellano de España, La Musgaña, y el cantautor cubano Alex Cuba. Este mismo mes, en Old Town School of Folk Music, aparte de la serie de música latina “La Peña” que se celebra todos los miércoles, tendremos la oportunidad de escuchar la mara-villosa voz de la mixteca méxico americana Lila Downs —a la que agradeceremos eternamente dejara estudios de ópera para dedicarse a la música tradicional mexicana.

Lo que nos indica que muy aparte de las prolongadas discu-siones de los teóricos en cuanto a qué merece ser o no ser música folk, y decida o no cualquier institución a celebrarla, en esta era global y en esta ciudad con sus ciudadanos de tantas partes, es difícil pintar fronteras. Se podría decir que ya folk somos todos los que estamos aquí, hayamos llegado por coincidencia, desidia, gusto, economía o política, ya que al encontrarnos lejos del terruño, intercambiamos música en la ciudad adoptiva, y nos ponemos a crear nuevos himnos extranacionales.

Regresando al Chicago actualComo parte de la serie de conciertos al aire libre Chicago

Summer Dance, se presentó de Buenos Aires, Argentina la Orquesta Típica Imperial, integrada por no sólo tres violinistas sino tres bandoneonístas. Todo brillaba en el prisma de las gotas que habían quedado del aguacero reciente sobre los rascacielos que rodean el jardín, la pista de baile, las flores multicolores. Al compás de aquel pequeño instrumento originalmente alemán, que se estiraba y luego se replegaba en el abrir y cerrar de las rodi-llas de los músicos sobre las cuales posaba, el público bailaba con enorme gusto. Algunos demostraban un arte de tango elegante y fluido, otros daban muestras de haber asistido con entu-siasmo (aunque quizás no con los resultados deseados) a muchas clases de tango. En el centro de la pista, una chiquita regordeta sacudía su melena afro, y ensalchichada en un atuendo depor-tivo color lila daba espectaculares patadas en una especie de kung fu rítmico. En ese momento Gardel, Piazzola y la música de la Orquesta Típica Imperial —no obstante la bandera azul y blanca que se empecinaba en portar el cantante— nos pertenecían a todos, y con el deleite de reconocerse ciudadano del mundo, se podía murmurar “cualquier ciudad es mi pueblo. Y su música también es mía.”

Catalina María Johnson, Ph.D. es conductora y productora de programas de música latina para estaciones de radio pública. Para mayor información: www.beat-latino.com

Para mayor información sobre la música mencionada:http://www.cuatro-pr.org/ http://www.cityofchicago.org/WorldMusic http://www.oldtownschool.org/concerts

Cualquier ciudad es mi pueblo: La música folk del Chicago actualCatalina María Johnson

Dayvis Blasini y Raúl Fernández del Grupo Araguaney (música llanera) Carpa de Nuestra Música, Old Town Folk and Roots Festival 2008.

Mateo Mulcahy, Nashma Carrera (Organizadores de la carpa “Nuestra Musica: Latino Chicago”) y Mwelwa Musambacine (African Community Liaison)

foto: Cortesía de Nashma Carrera, oLd towN sChooL of foLk musiC

Carpa de “Nuestra música” en Old Town Folk and Roots Festival 2008

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Construcción del Tiple puertorriqueño -Demostración de músicos artesanos en “Nuestra Música” en Old Town Folk and Roots Festival 2008

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Situada en el centro de una guerra fratricida, en la que se enfrentaban los ejércitos populares de la guerrilla salvadoreña, por un lado, y, del otro, las fuerzas armadas de las burguesía criolla de El Salvador, auspi-ciadas por Estados Unidos, y que ensangrentó gran parte de Centroamérica durante los años ochenta, la novela La casa del cementerio, de León Leiva Gallardo, toca un tema capital de la conciencia social latinoame-ricana: el individuo ante la guerra.

El Golfo de Fonseca, cuya soberanía comparten tres países centroamericanos (Honduras, El Salvador y Nicaragua) es el epicentro de dicho conflicto. Se trata, entonces, de un espacio de condensación social en el que, tradicionalmente, estos tres países han vivido encuentros y desencuentros históricos, complicados, en esos tiempos, por la confrontación, en un plano mayor, entre la revolución nicaragüense y EEUU, sin olvidar que en Guatemala, por la misma época (y estos hechos tienen su presencia en la novela que comen-tamos), también se vive una situación de conflicto militar entre fuerzas tradicionalmente enfrentadas: el Estado y el pueblo.

La novela de Leiva Gallardo, empero, no trata de las vicisitudes de la guerra, aunque, al menos en parte, aparezcan a lo largo del texto. El tema de la novela a que hacía mención al inicio refiere, como se señaló, un asunto de competencia individual, y no de los fenó-menos sociales en general. Estos aparecen, más bien, como marco de fondo, el espacio circunstancial en que los individuos despliegan su existencia cotidiana.

Aun así, debe considerarse que, durante el surgi-miento y desarrollo de un conflicto armado, y más tratándose de una guerra civil, los individuos van

posicionándose (conciente o de manera inconsciente, voluntaria o involuntariamente, de manera velada o abierta) en torno a la materia en conflicto y también respecto a sus actores más visibles. La neutralidad, en tal caso, es imposible. Los individuos, ante esta situa-ción, más que “posicionarse”, son arrastrados hacia una definición abierta. Y, en consecuencia, la idea de la guerra como marco de fondo de la existencia indi-vidual no es suficiente: el individuo y la guerra son lo mismo.

Del otro lado está el amorEl amor y sus geometrías poliédricas: Ismael ama a

Hilda, pero Hilda ama a Alfredo, aunque el otro no le es ajeno. Una circunstancia no prevista va a trastocar el fallido triángulo: Alfredo muere de manera violenta y su muerte es un misterio. Ismael se ve implicado en tanto sospechoso de asesinato; huye con la ayuda de Diana.

Los años de la ausencia van a traer otro amor a la vida de Ismael, el personaje principal. Diana, por las formas melosas del amor que practica y la incondi-cional entrega a su amante, se nos presenta como la angelical antípoda de Hilda, que es de carácter recio y conflictivo y de sensualidad displicente.

Sobre esta base se erige el desarrollo argumental de la novela.

Estos vaivenes amorosos mezclados con las peripe-cias de la huida y la vida clandestina, permiten al autor entretejer una historia de sumo interés en, al menos, dos planos: por una parte, asistimos a un clandesti-naje que por momentos se entrevera con los avatares de una guerra que no asume sus formas clásicas: la de dos ejércitos mutuamente identificados con frentes de combates bien definidos, no, sino una mezcla bizarra de ejércitos de línea con fuerzas irregulares al margen de toda ley, por definición; de otra, la expansión de la sensualidad (y de la sexualidad, por supuesto) de unos personajes que no se han marcado ningún límite en la materia, y que el autor sabe explotar con una particular habilidad de estilo.

Cabe destacar también otro elemento narrativo de importancia dentro del texto, cuando éste tiende ya hacia su resolución, en el que el personaje principal, al retorno a Amapala, pintoresco pueblo provinciano del sur de Honduras, espacio en el que transcurre la mayor parte de la novela, el personaje principal, decía,

La casa del cementerioCésar López Cuadras

emprende, en lugar de la huída original, una nueva etapa de su peregrinaje clandestino, al enfrentar la tarea de descubrir, si es que puede hacerlo, las circuns-tancias específicas de la muerte de su infortunado rival en amores, mediante la exhumación forense (también llevada a cabo a espaldas de la ley y protegido por la oscuridad de la noche) cuyos resultados, quizá, le permita, si bien no la redención absoluta ante sí mismo y la sociedad, sí al menos descargarlo de la culpa que se le achaca.

La novela está narrada por una voz en primera persona, la voz de la confesión íntima, la voz que descubre el andamiaje interior de un alma atribulada por los fracasos amorosos, por el ostracismo en que se ve obligado a vivir el personaje principal y por el secreto atroz que le corroe la entraña: la conciencia de la culpa, la autoexigencia de la expiación y la posibi-lidad remota, quizá inexistente, de la redención.

Sí, estamos ante una novela de confesión; si no del autor, directamente, al menos de su personaje principal que, estoy seguro, su creador siente como en carne propia: por razones meramente telúricas, bien puede ser; o por la cercanía con que éste vivió la guerra, otra posibilidad; o porque el amor y la sensua-lidad nos permean a todos; o porque todos estamos metidos en esta condición, la humana, víctima única de las pasiones.

Dice Larios que el escritor escribe con el cuerpo. Imagino que desea significar que no bastan la inteli-gencia y la imaginación para el logro de un resultado estimable en el ámbito de la creación literaria, sino que el cuerpo entero se vea sacudido al desplegarse estas pasiones en el texto. De lo contrario, el autor sólo logrará mera calistenia del lenguaje, mero dar fe de hechos ordinarios de la vida diaria, de los que plagan las páginas de los periódicos.

Con un ritmo que por momentos alcanza el vértigo, y dueño de un estilo logrado y manejado con sufi-ciencia, creo que León vibró en todo su ser al escribir esta novela, y creo también que su texto logrará trans-mitir esta vibración sus lectores.

César López Cuadras: Profesor de la Universidad de Guadalajara. Autor de La novela inconclusa de Bernardino Casablanca.

La casa del cementerio León Leiva GallardoTusquets Editores, México, 2008.

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24 contratiempo septiembre 2008

tiempoextra

El Parlamento Europeo recientemente ha aprobado la llamada “Directiva del Retorno” para aquellos inmi-grantes que se encuentren indocumentados en esta nueva y ampliada Europa de los 27.

Parece un tanto paradójico pero es producto de una realidad, esta iniciativa aprobada la pasada semana por el órgano legislativo europeo es parte integral de una neopolítica europea que de forma aparente tiende a otorgar “una mayor garantía jurídica y de respeto a los derechos humanos de los inmigrantes”, tal como lo han manifestado varios líderes europeos.

La Directiva del Retorno —que comenzará a apli-carse en el año 2010 y que se estima podrá afectar a nueve millones de personas con detenciones y deportaciones, sin posibilidad de reingreso hasta por cinco años—, es una directiva que inclusive contempla la expulsión de menores de edad. Este endurecimiento de las políticas migratorias europeas aún se hace más crítico en países como Italia, que llega a aumentar un tercio las penas cuando son cometidas por un inmigrante y a penalizar severamente a los ciuda-danos italianos que renten viviendas a inmigrantes indocumentados.

Italia, Francia, Bélgica, España y Alemania son los Estados que cuentan con mayor número de inmi-grantes. En su mayoría, todos ellos trabajadores y por ende contribuyentes también al desarrollo y al creci-miento de estas poderosas economías.

El carácter injusto de esta nueva norma hizo sentir las reacciones de disgusto y de rechazo de los Jefes de Estado de Latinoamérica que fueron casi inmediatas al conocerse. Esta muy poco agradable “Directiva” europea tiene un sesgo racista y no respeta el carácter de la diversidad cultural cuando fuera de sus fron-teras se trata.

La misma inclusive contradice la letra y espíritu de la Declaración de los Derechos Humanos, la Conven-ción internacional de los derechos de los inmigrantes y la Convención de los Derechos del niño.

Conocidas son las causas y el auge de la inmigra-ción latinoamericana, africana, árabe, turca y magrebí hacia una Europa cada vez mas industrializada que necesita mano de obra y donde se continúan hallando plazas laborales en las diversas actividades generadoras de una economía muy saludable en un sobredimen-sionado territorio que ha logrado borrar sus fronteras para constituirse en un bloque de 27 Estados.

Lo paradójico de esta situación es que como bien es sabido, nuestros países (latinoaméricanos) que a principio del siglo pasado recibieron con brazos abiertos la inmigración europea —principalmente a españoles e italianos— sin excluir otras nacionali-dades y sin realizar discriminaciones de clase alguna, sean ahora víctimas de este tipo de abuso, con castigos y expulsiones de aquellos lugares donde han llegado buscando oportunidades laborales y mejores condi-ciones de vida, tal como había sucedido otrora con los europeos cuando arribaron a nuestro continente en el siglo pasado.

Ahora la historia se vuelve a repetir, en otro ciclo a la inversa, en otro momento y en otra coyuntura. Aquel del siglo pasado era un momento signado por una terrible guerra, por la hambruna, por la pobreza

y por la desesperanza. La de hoy esta regida por una consecuencia de la mundialización, transformada en una oleada de migrantes hacia el “viejo mundo” que buscan afanosamente oportunidades de trabajo y mejorar sus condiciones de vida, con otros medios, con mayores conocimientos y acompasados por el auge y el dominio de las nuevas tecnologías.

Por una parte, los países europeos en los foros multilaterales promueven las bondades de la “globa-lización” y, por la otra, con este tipo de iniciativas se rehúsan a asumir las consecuencias que este mismo proceso conlleva.

Dejando de lado pasiones, ahondados sentimientos nacionalistas y observando este fenómeno sin efectuar paralelismos de carácter histórico que nos lleven a reflexionar que no estamos recibiendo un trato justo y equitativo como lo tuvieron en su momento los europeos en nuestros países, resulta obvio expresar que “cada estado tiene el derecho de elaborar y de hacer cumplir sus reglas y sus leyes migratorias”. En este caso la nueva Europa ha elaborado esta inicia-tiva como resultado del estudio de la situación de los inmigrantes indocumentados que residen en el espacio europeo. La misma norma cuenta con su fundamento de legalidad, surgió y se aprobó en el seno del Parla-mento Europeo.

Pero continuando con la paradoja, resulta increíble que mientras se negocian acuerdos comerciales que tienden a profundizar nuestras relaciones y a incre-mentar el intercambio de bienes y servicios y en algunos casos hasta crear “alianzas estratégicas”, se adopte unilateralmente este tipo de acciones, que contemplan la posibilidad de castigar a inmigrantes indocumentados con 18 meses de reclusión o peniten-ciaría a la espera de su deportación.

Ha caído muy mal la decisión europea en el ámbito regional latinoamericano, nos ha impactado la misma y ha calado profundo en el ánimo de miles de familias que reciben remesas de esos inmigrantes que con su trabajo y sacrificio en “la nueva Europa” alivian situa-ciones de pobreza y contribuyen con estas a sus respec-tivas economías.

Por ahora se aguarda un cúmulo de medidas, acciones y hasta drásticas reacciones anunciadas por los diferentes gobiernos de nuestra región, junto con el examen del tema en diversos ámbitos multi-laterales tales como en la OEA y en el MERCOSUR, entre otros.

Sólo nos resta aguardar que Europa vuelva a consi-derar la inmigración como un fenómeno positivo para que siga reinando entre América Latina y Europa el clima de confianza, armonía y el entendimiento mutuo necesario para alcanzar una cooperación genuina, profundizando aspectos de nuestra complementa-riedad en el marco de la futura integración.

Boris Svetogorsky Marino: Cónsul General del Uruguay en Chicago.

La Unión Europea y la Directiva del Retorno Boris Svetogorsky Marino

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Relata Saxo Gramático en su Historia Dánica (Gesta Danorum, siglo XII), la existencia de una reina tan hermosa que, condenada a morir pisoteada por caba-llos salvajes, “éstos se detuvieron maravillados, sin atreverse a herirla” (Borges).

Esta hazaña de la belleza se repite a lo largo de la literatura, bajo formas quizás no tan maravillosas pero igualmente mágicas. Así, encontramos en El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad el siguiente pasaje:

Y de derecha a izquierda, a lo largo de la orilla iluminada, se movía la salvaje y espléndida apari-ción de una mujer. Caminaba con pasos mesurados, envuelta en telas a rayas con flecos, pisando la tierra con orgullo, con un ligero tintineo y relámpagos de bárbaros ornamentos. Mantenía la cabeza erguida; su pelo estaba peinado en forma de yelmo; llevaba polainas de latón hasta la rodilla, guanteletes de latón hasta el codo y un lunar carmesí en su morena mejilla, (…) Era salvaje y soberbia, magnífica y de mirada feroz; había algo ominoso y majestuoso en su lento caminar.

Entre uno y otro relato hay siete siglos. Conrad, por diversas razones y no sólo por el siglo en que vivió, está más cerca de nosotros. Como está también la nece-sidad de que la magia se autorepresente por la orna-mentación, por la máscara. La reina danesa era muy bella, sin más, y no sólo los humanos apreciaban ese don. Las descripciones medievales de la belleza feme-nina (o masculina) son hasta cierto punto ingenuas, estereotipadas (cabellos largos de oro, boca pequeña, ojos azules); lo único contundente es el adjetivo: bella, como decir buena, gentil, noble.

En Conrad prevalece la ornamentación sobre los rasgos físicos y la prestancia sobre las virtudes. El don mágico está más claramente en los otros: mercenarios fatigados en una selva ingente, ominosa y hostil, y en medio de esa aventura “la espléndida aparición de una mujer”. Los rasgos exóticos (Conrad ha sido acusado de “exotismo”) no son superfluos: cumplen el papel de hacernos sentir muy de cerca lo que sintieron aquellos aventureros en el corazón del Congo.

La belleza entonces. La diferencia entre Durrell y Kundera por ejemplo. Leemos en el arranque de Justine (y por tanto de El Cuarteto de Alejandría):

Otra vez hay mar gruesa, y el viento sopla en ráfagas excitantes: en pleno invierno se sienten los anticipos de la primavera. Un cielo nacarado, caliente y límpido hasta mediodía, grillos en los rincones umbrosos, y ahora el viento penetrando en

los grandes plátanos, escudriñándolos…

O en Balthazar:

Tonalidades del paisaje: del castaño al bronce, horizonte escarpado, nube baja, suelo de perla con sombras nacaradas y reflejos violetas. El polvo leonado del desierto: tumbas de los profetas que viran al zinc y al cobre cuando el sol se pone en el antiguo lago. Sus enormes fallas en la arena como filigranas que traza el aire; verde y cidra que desem-bocan en metal oxidado, en una única vela color de ciruela oscura, húmeda, palpitante, ninfa de alas pegajosas.

Aquí la belleza es presentada en la bandeja de oro de las palabras escogidas delicada y detalladamente; los paisajes de Durrell no son secundarios a la acción de los personajes: los condicionan y éstos reaccionan al aire, al mar, a la arena: los elementos son ellos mismos, son la trama; y la descripción no debe prescindir de ese efecto dramático. En Kundera, la complejidad de la belleza es de otro tipo o más bien, de otra estirpe. Tiene que ver con la apreciación del tercero presente, el mirón que relata (incluso cuando se pasa a la primera persona del singular) y que se esfuerza por no ser nadie de la trama, aunque la cuente, irremisiblemente: “Banaka era feo y difícilmente podía despertar la sensualidad adormecida de alguna mujer. Tamina le sirvió el té y él se lo agradeció con mucha reverencia”. (El libro de la risa y el olvido). Pero este mirón que es Kundera, se sabe dirigir a un público y sabe decla-rarle el sentido de la literatura y de lo que la belleza es a través de la literatura. Así, puede decirnos sin más que “Sería estúpido que el autor tratase de convencer al lector de que sus personajes están realmente vivos. No nacieron del cuerpo de sus madres, sino de una o dos frases sugerentes o de una situación básica” (La insoportable levedad del ser), para enseguida rela-tarnos abundantemente el sentido del cuerpo y el alma para su personaje Teresa y la relación de ésta con su madre. Teresa, al igual que su madre, se miraba al espejo; verse a ella era ver su carácter y su diferencia esencial:

Se miraba durante mucho tiempo y a veces le molestaba ver en su cara los rasgos de su madre. Se miraba entonces con mayor ahínco y trataba, con su fuerza de voluntad, de hacer abstracción de la fisonomía de la madre, de restarla, de modo que en su cara quedase sólo lo que era ella misma. Cuando lo lograba, aquél era un momento de embriaguez: el alma salía a la superficie del cuerpo como cuando los marinos salen de la bodega, ocupan toda la cubierta, agitan los brazos hacia el cielo y cantan. (Ibídem).

AproximacionesLa belleza en la literatura. Dos ejemplosFrancisco Pamplona

Podríamos coincidir con que Teresa era básica-mente fea (como luego lo reflexionará el narrador-Tomás), o que Tomás era básicamente atractivo, pero las descripciones de Kundera luchan por anatemizar (si se permite esta expresión) la belleza o la fealdad más allá de la propia adjetivación, aunque la condi-ción de feo o bello del personaje kunderiano tenga una intervención crucial para su narración, así como el entorno en el que se desenvuelven esos personajes, pues no encontraremos palabras bellas para Praga, para Bohemia.

Durrell está más cerca de Conrad, pues en ellos las palabras quieren emocionar al lector; Kundera quisiera regresar a la simplicidad del adjetivo, a la descripción de lo que es, natural y simple.

Francisco Pamplona: profesor de ciencias sociales en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; es autor del libro de poesía Aproximaciones.

A Woman’s back, Dibujo a lápiz de Viestarts AistarsPropiedad de Lorena Audra Rutens

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26 contratiempo septiembre 2008

contrafotoJesús Sereno

Veníamos cansados en el auto arrendado y nos detu-vimos en una vencinería resplandeciente de luces en la noche santiaguina. Nos habíamos pasado la salida hacia La Alameda. Un caballero que terminaba de autoservirse me miró rápidamente y vio que no era más que turista desorien-tado. “¿Cómo nos regresamos para ir al centro?” El hombre —vestido de chaqueta de cuero negro y a punto de subirse a su Cadillac inmenso— se aprestó a orientarme: “¿Andái en auto?”, preguntó. Le señalé el Nissan Sentra con una mujer y dos lolos semidormidos. “Tenís que dar a la izquierda aquí; bajái, luego dai a la derecha, luego subís y vai unos tres kilómetros, y ya ‘tai en el centro”.

Al final de una semana en Chile, acababa de confirmar mi “descubierta”: el castellano de los chilenos no sólo tiene sus peculiaridades de vocabulario... Eso sucede en todo país y en toda región en donde a lo largo de siglos se haya desarrollado el idioma de los españoles. El chavo mexicano en Chile es cabro. Después de ser niña, la joven pasa a ser lola. Se come la palta, no el aguacate. Y cuando te dispones a hacer algo muy pronto lo vas a hacer al tiro. ¡Sí po!

Aquí se trataba, sin embargo, de algo mucho más importante, un hallazgo bien más sabroso, pues yo notaba otra manera de conjugar los verbos. Ya no solamente tú comes y andas, como en México, ni el vos comés y andás que aprendí viviendo en Monte-video; hay que agregarle el comís y andáis de Chile..

Mi placer aumentaba en razón proporcional a la sorpresa de los chilenos de aquí de Chicago. “¿Quién te habló así?”, me preguntó incrédula y medio indignada mi amiga Astrid. “¡Ay Astrid! ¿A poco nunca oíste la canción de Víctor Jara, ‘El Ciga-rrito’? Escucha bien el refrán:

¡ay ay ay! ¡me querís!¡ay ay nome querís!¡ay ay ay!

—¿Y a poco nunca has oído las palabras del general Pinochet la mañana del 11 de septiembre de 1973 cuando por teléfono dice con excitación que la Fuerza Aérea va a encargarse de bombadear al presidente Allende en el Palacio de la Moneda: ‘¡Vai a ver lo que les vamo a dar!’”

Artistas revolucionarios, generales patriotas, os une el mismo idioma, en todas sus variantes. ¡Y que viva Chile!

Juan Cabral: Brasileño. Profesor de lenguas romances. Vive en Chicago.

tiempodesobra

Si querí, entrái; si no,

te vai.Un viaje a ChileJuan Cabral

Sombras nada más...Paseantes y placa de la Piedra del sol azteca en Pilsen.

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27contratiemponúmero 58

ImplanteHumberto Uribe

Siempre gocé de buena dentadura. Sin necesidad de prótesis, los dientes se mantenían. Pero el tiempo no perdona y cuando menos pensé, se me partió uno.

La maestra de un instituto de odontología me ancló una prótesis que lucía bien. Pero a los dos meses se cayó. La hice pegar varias veces sin éxito, pues se caía justo cada dos meses. No tuve otro remedio que resignarme a vivir con la sonrisa fracturada.

El oscuro vacío causó el desplazamiento de otros dientes; para remediarlo, me dirigí a otra clínica odontológica. En la recep-ción, una señorita me presentó a un estudiante hindú que lucía una bata blanca, anteojos y sobre ellos unos diminutos binóculos. Me condujo por un salón con muros divisorios que formaban cubículos; y en cada uno de ellos, había una silla odontológica.

Una estudiante, con la paciencia del santo Job, le sacó radio-grafías a cada uno de los dientes; otra, me hizo seguir a su cubí-culo, puso un aparato plástico que separaba los labios de los dientes. La presión era tal que creí que los ojos se me iban a salir y los labios a rasgar. Al final llamó al supervisor y a sus compa-ñeros para que observaran mi cara de hipopótamo. Después, me tomó el pulso, la presión arterial e hizo una prueba de azúcar en la sangre; por último, sacó fotografías de frente y desde el interior de la boca.

Tanto trabajo me hizo pensar en los altos costos del trata-miento. Pero cuando me dispuse a pagar, la cajera consultó la computadora y me dijo que eran sólo cincuenta y tres dólares; después me dio una cita para la semana siguiente con el ciru-jano bucal.

A la cita llegué puntual; el especialista estaba rodeado de estudiantes de ambos sexos, ellas especialmente ajustadas en sus blusas blancas. Después de las radiografía, dirigió una mirada exhaustiva al oscuro vacío; me dijo que la mejor opción era hacer un injerto para reubicar el nuevo diente, pero todo dependía de cómo mi organismo lo recibiría y además tenía que escoger entre hueso humano o de vaca. Le pregunté que por qué de vaca y no de toro. Me dijo que científicamente estaba comprobado que el hueso de vaca lo asimilaba mejor el organismo.

A partir de ese momento, no dejé de pensar en las vacas; las que amaba y sigo amando. Desde mí infancia he tenido una estrecha relación con ellas, pues mi madre, por razones que desconozco, dejó de amamantarme. Las vacas fueron, han sido y seguirán siendo mi refugio: por muchos años he disfrutado de su leche y derivados. Además, no me canso de contemplar su dulce mirada, que contrasta con la crueldad de algunos hombres.

La cirugía se realizaría en una semana y tenía que decidir entre uno u otro injerto. El día de la cirugía, le dije al doctor que prefería el hueso de vaca. Me advirtió que la asimilación podría demorar más que con el de un humano. Yo le dije que correría el riesgo por razones afectivas.

Después de la cirugía, tomé los medicamentos indicados. Y aunque con la cara adormecida por la anestesia, me sentía orgu-lloso por la decisión a favor del injerto bovino.

Esa noche, después de tomar los medicamentos para combatir el rechazo, me quedé dormido. Soñé que caminaba en los campos donde pastaban tantas vacas. A las pocas horas, desperté tranquilo aunque con la cabeza pesada; creí que se trataba de los efectos de la anestesia y me dije que esto no duraría mucho, pues en general me sentía bien. Me quedé dormido y como a la hora desperté. Fui al baño, observé el espejo, sonreí y sobre esa sonrisa alcancé a ver una cabeza de vaca.

Humberto Uribe: Escritor colombiano. Vive en Chicago.

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