Contrahistorias, nº 07, septiembre 2006-febrero 2007

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    Director:CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS

    Comit de Redaccin:AMRICABUSTAMANTE PIEDRAGILVANDARI MANUEL MENDOZA SOLSCARLOS ALBERTO ROS GORDILLO

    KARINAVZQUEZ BERNALNORBERTO ZIGAMENDOZA

    Difusin y Relaciones:LAURATORT VELASCO

    COMIT CIENTFICO INTERNACIONAL:

    Bolvar Echeverra Andrade (UNAM),Carlo Ginzburg (UCLA / Universita diSienna), Immanuel Wallerstein (Yale Uni-versity / Fernand Braudel Center), Edeli-berto Cifuentes Medina (Universidad deSan Carlos de Guatemala), Miguel ngelBeltrn (Universidad de Antioquia),Juran-

    dir Malerba (CNPQ, Brasil), ClaudiaWasserman (Universidade Federal de RioGrande do Sul), Daro G. Barriera (Uni-versidad Nacional de Rosario), Pablo Pa-checo (Centro de Investigacin y Desarro-llo de la cultura cubana Juan Marinello),Francisco Vzquez (Universidad de Cdiz),Ofelia Rey Castelao (Universidad de San-tiago de Compostela), Ricardo Garca Cr-cel (Universidad Autnoma de Barcelona)Massimo Mastrogregori, (Revista Storio-

    grafia), Steffen Sammler (Leipzig Univer-sitaet), Maurice Aymard, (Maison desSciences de lHomme), Lorina Repina(Instituto de Historia Universal, Academiade Ciencias de Rusia), Chen Qineng (Ins-tituto de Historia Universal, Academia deCiencias de China).

    Contrahistorias. La otra mirada de Clo

    Revista semestral, No. 7,Septiembre de 2006 - Febrero de 2007.

    e-mail: [email protected]: 1665-8965

    Contrahistorias es una Reserva para uso exclusivootorgada por la Direccin de Resevas del InstitutoNacional del Derecho de Autor, bajo el Nmero:

    04-2004-041411062500-102

    Se autoriza la reproduccin de los materialesnicamente con el permiso de la Direccin y del

    Comit de Redaccin de Contrahistorias.Los textos aqu publicados son responsabilidad

    exclusiva de sus autores.

    Edicin, tipografa, diseo interior y de portada:jitanjforaMorelia Editorial/RED UTOPAA.C.

    Corregidora #712, 58000, Centro Histrico. Morelia, Michoacn, Mxico.Pgina Web: www.prodigyweb.net.mx/redutac

    e-mail: [email protected] / [email protected] reservados sobre la edicinjitanjforaMorelia Editorial.

    CARLO GINZBURGReflexiones sobre una hiptesis:el paradigma indiciario, veinticinco aos despus.

    CARLO GINZBURGSemejanzas de familia y rboles de familia:dos metforas cognoscitivas.

    CARLOS A. AGUIRRE ROJAS

    Indicios, lecturas indiciarias, estrategia indiciaria ysaberes populares. Una hiptesis sobre los lmites de laracionalidad burguesa moderna.

    ITALO CALVINO

    La oreja, el cazador y el chismoso.

    MIJAL MIJILOVICH BAJTN

    Rabelais en la historia del Realismo.

    CARLOS A. AGUIRRE ROJASPresentacin del nmero 6 de la revistaContrahistorias. La otra mirada de Clo.

    RAMSS CRUZ ARENAS

    Una aproximacin a La Otra Campaa. Entrevista aCarlos Antonio Aguirre Rojas.

    NOTICIAS DIVERSAS

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    Imgenes del Mundo, Weltanschauung, Concepciones del Mun-do, Cosmovisiones, Visiones del Mundo, Percepciones del Uni-verso, Maneras de Ver y Entender la Realidad... En esta sec-

    cin, queremos multiplicar todo el tiempo las distintasmiradas que admite el anlisis de los problemas realmente

    importantes y fundamentales que hoy enfrentan la historiogra-fa mundial en general, y las historiografas

    latinoamericana y mexicana en particular, pero tambin lahistoria y la sociedad en Mxico, en Amrica Latina, y en el

    Mundo entero. Recoger siempre las miradascrticas, abrir nue-vas entradas a los problemas, explorar incesantemente explica-

    cionesnuevas einditas de viejos temas, a la vez que ensancha-

    mos todo el tiempo la nueva agenda de los asuntos que hacefalta debatir en el plano historiogrfico, pero tambin en losmbitos sociales, polticos y de todo orden en general.

    Porque una Imagen del Mundo, cuando es realmente crtica,heurstica y compleja, slo puede serlo a contracorriente de los

    lugares comunes dominantes, y por ello slo como cmplice obli-gada de las miles deContrahistorias que cada da tocan con

    ms fuerza a la puerta del presente, para liberarradicalmente los futuros de emancipacin que esas mismas

    Contrahistorias encierran.

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    Quisiera comenzar agradecindo-les por ofrecerme esta posibilidad

    de discutir pblicamente en torno a la hi-

    ptesis del paradigma indiciario, que heplanteado en un ensayo que apareci en1979. Veinticinco aos es mucho tiempo.

    As que me gustara poder hablar de estaspginas, como si las leyera por primera vez:pero me doy cuenta de que esto es imposi-ble. Y no se trata solamente de esa compli-cidad inevitable que nos vincula a lo quehemos escrito, sino tambin de una cierta

    cosa ms particular. Tres niveles constitu-yen este ensayo: dos niveles evidentes, y untercero que est encubierto. De manera ex-plcita y en la superficie, el ensayo se pre-sent como una reconstruccin histricaentrelazada a una propuesta terica (y deboconfesar que no pronuncio esta gran pala-bra de teora, sin dudar un poco). Pero al

    mismo tiempo, y de una manera implcita,se trataba tambin de proponer una re-flexin sobre mi trabajo anterior: una es-

    pecie de cripto-autobiografa intelectual,por lo tanto.1

    Volver ms adelante sobre la re-lacin que tienen entre s estos ele-

    mentos personales e impersonales. Peroquisiera, para comenzar, evocar los tres ni-veles que acabo de identificar: el nivel his-

    trico, el nivel terico, y el nivel autobio-grfico. El ensayo, que se titulaba Spieenitaliano (una palabra ambigua, que en estalengua italiana significa al mismo tiempoindiciosy tambin espas) comenzaba porla reconstruccin de un contexto preciso,que puede ser resumido por la triada Mo-relli-Freud-Sherlock Holmes. De este con-

    * Este texto fue presentado recientemente en el Coloquio la trace. Enqute sur le paradigme indiciaireorganizado por la Universidad de Lille, en Francia, y celebrado entre el 13 y el 15 de octubre de 2005. Laprimera intervencin, correspondiente a Carlo Ginzburg, fue justamente este texto, que deber ser publicadomuy pronto, en su versin en francs, en las Actas de ese mismo Coloquio. Y ha sido el propio Carlo Ginzburg,miembro de nuestro Comit Cientfico Internacional, quien nos ha enviado este texto, autorizndonos apublicarlo en espaol dentro de este dossier de Contrahistorias, dedicado justamente al tema del paradigmaindiciario. Agradecemos entonces enormemente esta autorizacin, as como todo el apoyo en general que elpropio Carlo Ginzburg nos ha dado para la composicin de este nmero 6 de nuestra revista Contrahistorias.La traduccin del francs al espaol es obra de Carlos Antonio Aguirre Rojas.1

    He corregido, amplindola un poco, mi intervencin presentada en el Coloquio de Lille, tanto a la luz deldebate que esta intervencin suscit, y que fue muy rico, como tambin de las observaciones crticas que me haplanteado mi amigo Carlos Aguirre Rojas. Otro amigo mo, Martn Rueff, ha traducido el texto al francs, consu habitual gran habilidad, razn por la cual le agradezco calurosamente (nota de Carlo Ginzburg).

    CARLO GINZBURG / REFLEXIONESSOBREUNAHIPTESIS: ELPARADIGMAINDICIARIO... CARLO GINZBURG / REFLEXIONESSOBREUNAHIPTESIS: ELPARADIGMAINDICIARIO...

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    CARLO GINZBURG

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    Reflexiones sobre una hiptesis:el paradigma indiciario, veinticinco aos despus*

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    texto, que podramos llamar horizontal, sepasaba por medio de un movimiento deflash-back un poco brutal, a un contextovertical, que remontaba hasta los propioscazadores de la etapa neoltica. Se encon-traba esto, todava, dentro del terreno dela historia? Yo respondera que s, pensan-do sobre todo en la historia coyuntural delsiglo XVIII: pero las etiquetas no tienengran importancia.

    Ciertamente, explotaba entonces las po-sibilidades de aceleracin y de enlenteci-miento que me ofreca la forma literaria delensayo, para poner juntos, dentro de una

    narracin fragmentada por bruscas discon-tinuidades, algunos fenmenos separadosdentro de un arco que cubra varios mile-nios: la adivinacin de los babilonios, laprctica de los connaisseursy los principiosde la paleografa en la Roma del siglo XVII,el uso de las huellas digitales como instru-mento de identificacin utilizado por la ad-ministracin inglesa en la India a finales

    del siglo XIX, y as por el estilo. Era la hi-ptesis formulada al principio del ensayo,y que se resuma en la frmula del para-digma indiciario, la que permita mante-ner el conjunto de toda esta serie de fen-menos tan heterogneos. Esta hiptesis al-bergaba las ambiciones tericas de aquelloque se presentaba como un ensayo histri-co si bien se habra tratado de una histo-

    ria un tanto cuanto particular.

    Una propuesta terica muy gene-ral, planteada de una manera que

    ignoraba decididamente, no slo las divi-siones entre las disciplinas, sino tambin las

    jerarquas etnocntricas habituales: he aqualgunos de los elementos en los que estoy

    tentado a encontrar hoy, las razones delxito de mi ensayo. Este texto fue inme-diatamente recibido con un intenso inte-

    rs, y en muchas ocasiones, fue tambin in-tensamente discutido. Si dijera que he per-manecido indiferente a este xito, menti-ra. Y sin embargo, en la rapidez de estareaccin, haba algunos elementos que nodejaban de inquietarme. Me daba muy biencuenta de que haba sido capaz de atraparalguna cosa que estaba flotando en el aire,en la atmsfera de esa poca, y que le habadado voz a ciertos temas difusos y que seencontraban entonces en estado de reposo,bajo una forma latente. As que tuve enaquellos tiempos el temor de que la apre-ciacin y el reconocimiento inmediato que

    haban acogido a mi texto, pudiesen deberseal hecho de la banalidad de aquello quehaba escrito. Y tena miedo, sobre todo,de convertirme en prisionero de esta felizfrmula: el paradigma indiciario.

    Porque debo decir que desconfo de lasfrmulas como de los slogans, en la medidaen que pueden provocar la bsqueda de ata-

    jos. Obviamente, el proceso de conocimien-

    to debe recomenzar en cada nueva ocasin,volviendo a poner en discusin nuestrospropios presupuestos. Y es esta la razn porla cual evit deliberadamente utilizar laexpresin paradigma indiciario duranteveinticinco aos. Pero no obstante la au-sencia de su utilizacin como trmino, estahiptesis ha orientado mi trabajo en pro-fundidad, y eso de dos maneras. De una

    parte, creo haber permanecido fiel a estamanera de llevar a cabo la investigacin, dela cual haba subrayado la enorme fecundi-dad; y de otra parte he intentado, muchasveces sin darme completamente cuenta yen cada uno de los casos, de profundizartoda una serie de temas que ocupaban, den-tro de este ensayo, una posicin marginal,o incluso que estaban dentro de l comple-

    tamente ausentes.Y es de este segundo aspecto del que megustara hablar ahora.

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    En el transcurso de estos veinti-cinco aos, he desarrollado la hi-

    ptesis fundada sobre el paradigma indi-ciario en tres direcciones diferentes, peroque se encuentran interconectadas entre s:la cuestin de la prueba, el problema de laserie, y el tema del caso. Los abordar se-paradamente.

    Mis reflexiones sobre los indicios nacie-ron de una experiencia de investigacin,llevada a cabo desde finales de los aos cin-cuentas, sobre los procesos de Inquisicin.Desde que comenc mis investigaciones, me

    propuse descifrar las creencias y las actitudesde los campesi-nos, hombres ymujeres, acusa-dos de brujera,estudiando di-chas creencias yactitudes msall de los este-

    reotipos derivados de la formacin teolgicade los jueces. Esta eleccin previa, de la cualhe intentado analizar retrospectivamente lasinfluencias y los efectos, ha orientado todomi trabajo ulterior. 2 El esfuerzo de leer en-tre lneas, para lograr captar las reaccioneshuidizas de los acusados, as como sus acti-tudes encubiertas, muy frecuentemente de-formadas por los inquisidores, me llev a

    otorgarle a los indicios un rol central den-tro de mi prctica como investigador. Peroquien dice indicio, dice tambin prueba.En mi primer libro sobre los benandantideFriul, era conciente de que el procedimientooblicuo que me haba sido impuesto por

    los documentos con los que trabajaba, im-plicaba un esfuerzo y un cuidado suplemen-tario respecto de la demostracin.3 Y noobstante todo esto, me impresiona muchoel hecho de que no ha existido la menordiscusin en torno de la cuestin de la prue-ba en el ensayo de 1979 es decir, sobrelos procedimientos formulados histrica-mente, y negociables histricamente, quepermiten distinguir una conjetura verdade-ra de una conjetura falsa. Y digo muy bienfalsa, y no ficticia o inventada.

    Todava hoy, estara dispuesto a presen-tar nuevamente aquella conjetura (que tan-

    to le gust a Italo Calvino), y que atribua alos cazadores elorigen de la na-rracin, la quehabra nacidocomo una des-cripcin de la se-cuencia de lashuellas dejadas

    por un animal. Pero dentro de la economade mi ensayo (que en tanto que tal, no tenaninguna pretensin de formar un todo com-pleto), no haba lugar para una discusin so-bre las conjeturas que habran podido, msadelante, revelarse como falaces. Y me con-tentaba entonces, por ejemplo, haciendouna rpida alusin, que por otra parte ubi-caba solamente en las notas, al conocimien-

    to grafolgico experto, que Alphonse Ber-tillon haba propuesto de la famosa minu-ta, y que haba sido exhibido como la prue-ba irrefutable de la culpabilidad de Dreyfus.Pero hoy, esta alusin apresurada me pare-ce sintomtica. Evidentemente, las posibi-

    CARLO GINZBURG / REFLEXIONESSOBREUNAHIPTESIS: ELPARADIGMAINDICIARIO... CARLO GINZBURG / REFLEXIONESSOBREUNAHIPTESIS: ELPARADIGMAINDICIARIO...

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    Vase mi ensayo, Brujas y chamanes en la revista Historias, nm. 37, Mxico, octubre de 1996 -marzo de 1997, pp. 3-13.3Los benandanti. Brujera y cultos agrarios entre los siglos XVI y XVII, Ed. Universidad de Guadalajara,Guadalajara, 2005.

    ...Mis reflexiones sobre los indicios nacieronde una experiencia de investigacin,

    llevada a cabo desde finales de los aoscincuentas, sobre los procesos

    de Inquisicin...

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    lidades y el xito del paradigma indiciario,me parecan ms importantes que los pro-cedimientos que permitan atribuir a ese pa-radigma una cientificidad en s misma, esdecir, una cientificidad que no estara mo-delada sobre las ciencias duras, o conside-radas como tales.

    Pero mi euforia fue de corta duracin.El ensayo Indicios apareci en 1979, den-tro de una compilacin de textos tituladaCrisis de la razn.4 Algunos meses ms tar-de, Luciano Cnfora organiz en Miln unadiscusin pblica sobre mi ensayo, cuyosresultados deban publicarse ms tarde en

    la revista Quaderni di Storia, la revista dehistoria de la Antigedad que el propioCnfora dirige.5 En aquella discusin, quefue muy viva, Cnfora me invitaba a re-flexionar sobre el trmino griego de tekme-rion dentro de la obra de Tucdides: cmohaba que traducir este trmino?, cmoindicio o como prueba? Tenan quepasar veinte aos, antes de que me decidie-

    se a responder a la invitacin de Cnfora.Pero en aquel momento he debido respon-der sin asumir el desafo implcito que es-taba ligado a la nocin de la prueba (hedebido, o he elegido responder? Posible-mente las dos).

    El libro sobre Piero della Francesca, quepubliqu en 1981, estaba construido sobrela aproximacin estrecha entre datos esti-

    lsticos y datos extraestilsticos.6 Se trataba

    de reducir los mrgenes de incertidumbreen torno a las investigaciones sobre Piero,y en particular, sobre aquellas que con-cernan a la cuestin extremadamente dis-cutida de la cronologa de sus obras. Creaentonces haberme ocupado de una cuestinque concerna esencialmente a los estudiosde historia del arte, incluso si ella no se li-mitaba a dichos estudios, pero me equivo-caba. Porque la atmsfera intelectual esta-ba entonces cambiando. Con la difusin delpostmodernismo, y de su corolario histo-riogrfico (la imposibilidad reiterada dedistinguir, de manera rigurosa, entre las

    narraciones histricas y las narraciones deficcin), la cuestin de la prueba desapare-ca de un golpe de toda la escena. Entoncesse volvi ms urgente que nunca, ocuparsede este tema de la prueba. Y tanto ms,cuanto que las implicaciones morales y po-lticas, en el sentido ms amplio, y no pu-ramente intelectuales de este postmodernis-mo deconstruccionista, haban sido ya in-

    dicadas con mucho vigor por Arnaldo Mo-migliano.

    Adems, un elemento que me afectabade manera personal deba entonces inmis-cuirse en esta discusin. Mi amigo Adria-no Sofri acababa de ser condenado a 22aos de prisin, bajo la acusacin de que lhabra ordenado un asesinato poltico. Sucondena deba ser confirmada al final de

    una interminable epopeya judicial, comen-

    4 Spie. Radici di un paradigma indiziario en el libro coordinado por A. Gargani, Crisi della ragioni.Nuovi modelli nel rapporto tra sapere e attivit umane, Turn, Ed. Einaudi, 1979, pp. 59-106. En espaol,Huellas. Races de un paradigma indiciario en el libro Tentativas, Ed. Universidad Michoacana, More-lia, 2003, pp. 93-155.5 Paradigma indiziario e conoscenza storica: dibattito su Spiedi Carlo Ginzburg en la revista Quaderni diStoria, nm. 12, julio-diciembre de 1980, pp. 3-54. (Las dos intervenciones de Carlo Ginzburg dentro de este

    debate, se han publicado ya en el libro Tentativas, recin citado, y se reproducen tambin en este mismonmero de Contrahistorias, bajo el ttulo de Intervencin sobre el paradigma indiciario. Nota del Comit deContrahistorias).6Pesquisa sobre Piero, Ed. Muchnik, Barcelona, 1984.

    CARLO GINZBURG / REFLEXIONESSOBREUNAHIPTESIS: ELPARADIGMAINDICIARIO... CARLO GINZBURG / REFLEXIONESSOBREUNAHIPTESIS: ELPARADIGMAINDICIARIO...

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    zada a finales de los aos ochenta. As, eldeseo de demostrar la inocencia de mi ami-go me empuj a escribir un pequeo libro(El juez y el historiador), que discuta deindicios y de pruebas en el seno de una pers-pectiva que no era acadmica.7 Por prime-ra vez, y hasta este momento por ltimavez en mi vida, la investigacin y la demos-tracin de la verdad no se me presentabancomo fines en s mismos, (una expresinque para m tiene el ms alto valor), sinocomo instrumentos subordinados a un finprctico: se trataba de convencer a los jue-ces del proceso en curso, de que las prue-

    bas que haban sido producidas para de-mostrar la culpabilidad de Adriano Sofri notenan ninguna consistencia. Mi esfuerzofracas, como han fracasado ulteriormentetodos aquellos que han intentado volver aponer en discusin una condena cuya in-

    justicia salta a la vista de todo el mundo.Adriano Sofri purga su condena desde haceocho aos.

    Es posiblemente esta experiencia de in-vestigacin, impuesta por las circunstan-cias, la que me condujo a descubrir la exis-tencia de una antigua retrica fundada so-bre las pruebas, en contra de la retricamoderna y postmoderna opuesta a esasmismas pruebas: para decirlo ms breve-mente, Aristteles en contra de Nietzschey de sus epgonos. Los ensayos compilados

    bajo el ttulo Rapporti di forza parten deesta oposicin para proponer, a travs deuna serie de ejemplos, la posibilidad de leeruna serie de indicios como si fuesen otrastantas pruebas (por ejemplo, el famoso es-

    pacio en blanco del libro La educacin senti-mental).8 Pero tengo la impresin de que

    queda todava mucho por hacer, en estemismo sentido.

    Como lo he dicho ya, la prueba es-taba prcticamente ausente de mi

    ensayo sobre los indicios. La serie, por elcontrario, estaba muy presente, pero comoun simple hecho que no haba sido someti-do al anlisis. Por ejemplo, yo subrayabaque Morelli identificaba los indicios que leinteresaban, como desviaciones diferencia-les al interior de series homogneas, com-puestas por las uas pintadas, por los l-

    bulos de la oreja que haban sido pintados,etc..., pero no discuta acerca de los proce-dimientos que haban podido conducirlo aconstruir tal tipo de series. Pero una re-flexin sobre la nocin misma de serie seme impuso, ulteriormente, en dos frentes:primero en el frente de la historia del arte,a travs de mis investigaciones sobre Pierodella Francesca, y despus en el frente del

    folklor y de la historia de las religiones, atravs de mis investigaciones sobre el Aque-larre de las brujas. Haba sido llevado a pre-guntarme, de una parte, qu era lo que ha-ca posible la construccin de una serie fun-dada sobre datos estilsticos (por ejemplo,las obras atribuidas a Piero); y de otra par-te, lo que haca posible la construccin deuna serie de mitos o de ritos anlogos, in-

    dependientemente de su contexto y de sufisonoma ms manifiesta.

    Tanto en un caso como en el otro, se tra-taba de reflexionar sobre la nocin de se-mejanza, superando los datos superficiales,para tratar de captar los elementos ms pro-fundos. Hoy, me parece que este giro en

    7El juez y el historiador, Ed. Muchnik, Barcelona, 1993.8Rapporti di forza. Storia, retorica, prova, Miln, Ed. Feltrinelli, 2000.

    CARLO

    GINZBURG

    / REFLEXIONES

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    direccin de la morfologa, estaba ya con-tenido implcitamente en la hiptesis delparadigma indiciario. Porque el procedi-miento epistemolgico que consista en po-ner el acento sobre las anomalas, deba ine-vitablemente conducirme a reflexionar so-bre las series, e inversamente. Adems, ha-ba otra dicotoma que vena a conectarsecon esta oposicin entre la anomala y laserie: la que opona el proceso de mostrar yel de demostrar (para retomar el ttulo conel que haba respondido a uno de mis crti-cos). En mis consideraciones sobre el temade la prueba, me

    haba concen-trado sobre lacuestin de lademostracin.Pero es claro queestas dos vas notienen, cierta-mente, nada de incompatibles. Muy al con-trario: ellas pueden incluso reforzarse rec-

    procamente. De modo que he intentado re-correr las dos vas juntas: tanto en mi librosobre Piero, como en mi libro El juez y elhistoriador. Sin embargo, las articulacionesde estos dos caminos, al interior de la in-vestigacin concreta y de la demostra-cin, me parecen un tema de reflexininagotable.

    Regreso ahora sobre otra pareja de tr-

    minos, que he evocado antes rpidamente:el de la serie y la anomala (o mejor an, delas anomalas, en plural). Dentro de las in-vestigaciones que he llevado a cabo en elcurso de estos aos, en torno de temas fre-cuentemente muy alejados los unos de losotros, la relacin entre las series y las ano-malas tiene una importancia decisiva, dela cual no encuentro ningn otro equiva-

    lente en el seno de mi trabajo, ms que enmi propio inters por la relacin entremorfologa e historia.

    Una de las crticas que me ha sido diri-gida frecuentemente, es la de haberme con-centrado sobre personajes o sobre fenme-nos anormales, que no permitiran derivarde ellos, en tanto que tales, ninguna gene-ralizacin. Y me parece que aflora aqu unaposible ambigedad, que considero impor-tante aclarar. Algunos han ledo mi ensayosobre el paradigma indiciario como un elo-gio del fragmento, del detalle aislado, de laanomala en tanto que opuesta a la serie.Pero nada est ms lejos de mis intencio-nes, tanto implcitas como explcitas. Pues

    es preciso recor-

    dar que al finalde este ensayo,declaraba queera necesariopartir de deta-lles aparente-mente margi-

    nales para ser capaces de captar el sentido glo-bal de una realidad, que se hallaba encu-

    bierta y oscurecida por las nubes negras dela ideologa. Y reitero que sigo recono-cindome todava dentro de esta mismaambicin.

    La significacin, los procedimientos, loslmites de la generalizacin me parecen, msque nunca, estar en el centro del trabajo delos historiadores. Pero la idea de que no po-dramos generalizar ms que a partir de

    casos promedio, de casos normales (o, porlo menos, considerados como tales), nosolamente me parece una idea perezosa: meparece incluso insensata. Ya que muy fre-cuentemente los historiadores confundenla documentacin que ellos conocen contoda la documentacin disponible, y des-pus la documentacin disponible con todala que ha sido producida, e incluso esta l-

    tima con la realidad social entera que haproducido dicha documentacin. Encambio, la nocin de excepcional nor-

    ...La significacin, los procedimientos,los lmites de la generalizacinme parecen, ms que nunca,

    estar en el centro del trabajo de loshistoriadores...

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    mal segn el oxymorn particularmen-te eficaz propuesto por Edoardo Grendisubraya la posibilidad de que un documen-to raro, desde el punto de vista estadstico,es decir excepcional, pueda esclarecer unfenmeno social difundido y normal.9

    Pero la generalizacin histrica puede tam-bin tomar otros caminos.

    Mi libro El queso y los gusanos ha sidoobjeto de numerosas crticas, porque suprotagonista, el molinero friulano Dome-nico Scandella apodado Menocchio, erauna figura anmala, no representativa, y ala cual se podra entonces simplemente ig-

    norar. Pero debo decir que no estoy deacuerdo ms que con la primera parte deesta secuencia argumentativa, (o que in-tenta hacerse valer como tal). Pues yo fuiel primero en subrayar el carcter excep-cional de la figura de Menocchio. Perociertos aspectos de su comportamiento,me pareca que estaban ligados a fen-menos mucho ms generales. Por ejem-

    plo, la desviacin inconsciente entre losrecuerdos que Menocchio conservaba desus lecturas, y las pginas de los librosque l haba efectivamente ledo, nospermitan comprender el bagaje de espe-ranzas, de presupuestos, etc., con el cuallos hombres y las mujeres ligados a unacultura esencia lmente ora l , podanaproximarse a los libros impresos.10 Si no

    me equivoco, esta hiptesis, formuladaa partir del caso de Menocchio, ha atra-do la atencin de los investigadores so-bre la dimensin histricamente cam-biante de un fenmeno que, hasta esemomento, haba sido considerado, sin

    decirlo, como una realidad invariante: elfenmeno de la lectura.11

    La posibilidad de pasar desde un caso ais-lado hacia la generalizacin, parte de unahiptesis que ha ido ganando en claridad atravs del tiempo. Hoy propondra consi-derar a un individuo como el punto de in-terseccin de toda una serie de conjuntosdiferentes, que tienen cada uno dimensio-nes variables. Porque un individuo perte-nece a una especie animal (homo sapienssapiens), y tambin a un gnero sexual, y auna comunidad lingstica, poltica, pro-fesional, y as por el estilo. Y entre todos

    esos conjuntos, hay tambin el que se fun-da sobre las huellas digitales, y que en estecaso comprende a un solo individuo. Peroidentificar a un individuo exclusivamentepor sus huellas digitales no es lcito, msque dentro de una ptica policaca.

    El historiador debe partir de la hipte-sis de que en todo individuo, sea cual sea, eincluso el ms anmalo (y posiblemente

    todo individuo es anmalo, o por lo me-nos puede aparecer como tal), en todo in-dividuo coexisten elementos ms o menosgeneralizables. Con lo cual, la anomala serentonces el resultado de las reacciones re-cprocas entre todos estos elementos. Asque hablar de anomala de una manera ab-soluta no tiene ningn sentido. Lo que tie-ne sentido, por el contrario, es evocar las

    anomalas o las desviaciones en relacin auna cierta perspectiva. Por eso, en un ensa-yo reciente titulado Semejanzas de fami-lia y rboles de familia: dos metforas cog-noscitivas, he intentado ilustrar las poten-cialidades cognoscitivas de la anomala en

    9

    Carlo Ginzburg y Carlo Poni, El nombre y el cmo: intercambio desigual y mercado historiogrfico en larevista Historia Social, nm. 10, Valencia, 1991, pp. 63-70.10El queso y los gusanos, Ed. Ocano, Mxico, 1998.11 Pienso sobre todo en los trabajos de Roger Chartier, que han renovado este particular campo de investigacin.

    CARLO GINZBURG / REFLEXIONESSOBREUNAHIPTESIS: ELPARADIGMAINDICIARIO... CARLO GINZBURG / REFLEXIONESSOBREUNAHIPTESIS: ELPARADIGMAINDICIARIO...

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    C Sontrahistoriala otra mirada de Clo

    el seno de distintos sectores.12 Y es claro quela hiptesis del paradigma indiciario me haayudado a introducir este tema dentro deldebate, desde una perspectiva histrica,tema al cual me siento muy vinculado.

    Evocando hace unos momentos elcaso de Menocchio, he anticipado

    el tercer punto que haba anunciado: lacuestin del caso. Desde hace aproxima-damente unos ve inte aos, la casustica seha puesto (o havuelto a ponerse)

    de moda, graciasa los desarrollosde la biologa y ala emergencia dela biotica. Den-tro de una com-pilacin reciente de artculos, titulada Pensara travs del caso, Jean-Claude Passeron y Jac-ques Revel han vuelto a traer a colacin en

    torno de este tema, mi ensayo sobre el pa-radigma indiciario.13 No obstante esto, hacesolamente algunos pocos aos que me heocupado especficamente de la casustica, ysobre todo en su relacin con la obra deMaquiavelo.14

    Y ahora me doy cuenta, una vez ms, deque trabajo dentro de una perspectiva queentrecruza al mismo tiempo la teora con

    la historia. Esto quiz se debe, sobre todo,a mis lmites personales: soy incapaz de lan-zarme dentro de una reflexin puramente

    terica. Pero me pregunto, de otra parte, siincluso aunque fuese capaz, tendra ganasde hacerlo. Pues tengo la impresin de quesalvo muy raras excepciones, la teora im-plcita es ms rica que la teora explcita.

    Al final de su Ensayo sobre las variacionesestacionales de las sociedades esquimales de1906, Marcel Mauss afirm que un casobien elegido y estudiado en profundidad,es suficiente para sentar las bases de la com-paracin.15 Y yo agregara, pensando en losensayos que Aby Warburg redact durante

    esos mismosaos: un caso

    bien elegido yestudiado enprofundidad,es suficientepara sentar lasbases de una

    reflexin terica. Pero, qu significa en-tonces un caso bien elegido? Y ms radi-calmente qu es, precisamente, un caso?

    Quisiera dar una respuesta provisional aestas cuestiones, remitindome a un texto queme sorprende que no sea evocado, dentro dela vasta discusin que hoy suscita este renaci-miento de la casustica. Se trata del captuloque Andr Jolles consagra a este problema delcaso, en su libro Einfache Formen (Formas sim-

    ples): una investigacin de morfologa litera-ria muy original, publicada en 1930, y redes-

    cubierta a principios de los aos setenta, gra-cias a la traduccin francesa publicada en lasEdiciones du Seuil, en la coleccin Potique.16

    12 Semejanzas de familia y rboles de familia: dos metforas cognoscitivas, texto incluido en este mismonmero de Contrahistorias.13 Jean-Claude Passeron y Jacques Revel (editores), Penser par cas, Pars, 2005.14 Machiavelli, leccezione e la regola. Linee di una ricerca in corso en Quaderni Storici, nm. 112,

    2003, pp. 195-213.15 Marcel Mauss, Essai sur les variations saisonnires des socits eskimo. Etude de morphologie sociale, en el libroSociologie et Antropologhie, Ed. PUF, Pars, 1966, pp. 389-477.16 A. Jolles, Einfache Formen, Halle (Saale), 1930, pp. 171-199.

    CARLO GINZBURG / REFLEXIONESSOBREUNAHIPTESIS: ELPARADIGMAINDICIARIO... CARLO GINZBURG / REFLEXIONESSOBREUNAHIPTESIS: ELPARADIGMAINDICIARIO...

    ...Desde hace aproximadamenteunos veinte aos, la casustica se ha puesto

    (o ha vuelto a ponerse) de moda,gracias a los desarrollos de la biologa

    y a la emergencia de la biotica...

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    Jolles distingua el caso (Kasus), de lailustracin (Beispiel) de una norma prcti-ca, lo mismo que del ejemplo (Exempel),basado sobre un concepto de carcter ge-neral. De modo que el caso es una narra-cin, la mayor parte de las veces muy brevey muy densa, que subraya las contradiccio-nes internas de una norma, o las contra-dicciones entre dos sistemas normativos.Lo que constituye la particularidad de laforma del caso, concluye Jolles, es que lplantea una pregunta sin poder darnos larespuesta, que nos impone la obligacin dedecidir pero sin incluir la decisin misma,

    que es el lugar en el que se efecta la apues-ta, pero no su propio resultado (p. 151).

    Jolles subrayaba la potencialidad crtica delcaso en relacin a las normas jurdicas o mo-rales. Siguiendo sus pasos, observar que sise constituye en el objeto de una investiga-cin circunscrita, el caso propiamente dicho,puede conducirnos a poner nuevamente endiscusin los paradigmas epistemolgicos do-

    minantes, al denunciar sus puntos dbiles. Demodo que entre los desarrollos posibles de lahiptesis fundada sobre el paradigma indi-ciario, me parece que este tema del caso esuno de los ms promisorios.

    Como lo haba indicado en el co-mienzo, llego ahora al ltimo de los

    tres elementos presentes dentro de mi en-sayo Indicios: el elemento autobiogrfi-co. Se trataba en verdad de una cripto-au-tobiografa, evocada con mucha discrecin.Quisiera ahora expresarme de manera msexplcita, esperando que estas breves re-flexiones no les parezcan a ustedes dictadaspor el narcisismo. La actitud que consisteen preguntarse cmo ha nacido una idea,

    no me parece que implique un juicio sobresu valor o sobre su originalidad.

    El primer ensayo que publiqu, Bruje-ra y piedad popular. Notas a propsito deun proceso de 1519 en Mdena, se termi-naba con estas palabras: () incluso has-ta en sus aspectos ms irreductiblemente in-dividuales, el caso de Chiara Signorini [elpersonaje principal de este proceso], pue-de adquirir una significacin por decirlo as,paradigmtica. El ensayo fue publicado en1961. El libro de Thomas Kuhn,La estructurade las revoluciones cientficas, que deba in-troducir de una manera estable el trmino

    de paradigma en el lxico intelectual in-ternacional, apareci el ao siguiente. El re-descubrimiento de la casustica estaba enton-ces, todava varios aos adelante de nosotros.Pero el contexto pertinente de esta frase debeser buscado en otro lado: en mi ambivalenciafrente a este elemento irreductiblemente in-dividual. De un lado, lo consideraba comoun lmite, pero de otra parte, vea un lmite

    que permita la generalizacin.Encuentro una explicacin a esta ambi-

    valencia, en un pasaje del Prefacio de milibro Mitos, Emblemas, Indicios: un libroque era una compilacin de textos, y quecomenzaba recuperando este primer ensa-yo, Brujera y piedad popular. En ese Pre-facio, y para explicar la continuidad de mistrabajos con las lecturas que haba hecho a

    mediados de los aos cincuenta, poco an-tes de entrar a la Universidad, propona unalista de nombres: Croce y Gramsci (Cro-ce ledo a travs de Gramsci); Spitzer, Auer-bach, Contini.17 Subrayaba entonces quese trataba de autores propuestos en esosaos por la revista Officina, dirigida entreotras personas por Pier Paolo Pasolini y porFranco Fortini. Me separaban diecisiete

    17Mitos, Emblemas, Indicios, Ed. Gedisa, Barcelona, 1994, p. 11.

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    aos del primero, y veintids aos del se-gundo. Pero igual que ellos, yo haba ledoa Croce a travs de Gramsci para alejarmede Croce, de quien, sin embargo, habapermanecido deudor (como, de otra parte,el propio Gramsci, pero tambin como todala generacin de intelectuales que debansufrir su influencia).

    Haba en mi lectura un elemento muypersonal: mi padre, muerto cuando yo te-na cinco aos, haba estado muy ligado aCroce. (El ejemplar del libro Historia deEuropa en el siglo XIX, que yo haba ledo,tena escritas en la primera pgina algunas

    palabras de agradecimiento, dirigidas porCroce a mi padre, que le haba indicadoalgunos errores dentro de la parte consa-grada a la historia rusa). Y hoy comprendoque la importancia acordada al elementoindividual me vena de la esttica de Cro-ce, pero que la necesidad de superar ese ele-mento individual mediante una generali-zacin, me vena de parte de Gramsci. As

    que aqu estn los anteojos a travs de loscuales he debido leer, poco despus, el li-

    bro de Mnima Moralia de TheodorAdorno, la Psicopatologa de la vida coti-diana de Freud, Los Reyes TaumaturgosdeMarc Bloch, los ensayos de Aby Warburg,y as por el estilo.

    Tal es, me parece, el camino que me hallevado hacia la formulacin del paradig-ma indiciario. Pero para nuestras discusio-nes, un tal itinerario no tiene gran inters.Por definicin, el contexto de un descubri-miento y su justificacin no coinciden en-tre s. El contexto tiene siempre una razsubjetiva (y esto es vlido, incluso si la for-mulacin de dicho descubrimiento, verda-

    dero o no, emana de un grupo). Pero lajustificacin es siempre intersubjetiva. Y elgrado de fecundidad (por mi parte, yo di-ra ms bien de traducibilidad interna)18 deuna hiptesis, consiste en la posibilidad deque seamos capaces de insertarla en el senode diferentes subjetividades, al interior decontextos distintos, dentro de proyectos deinvestigacin diversos. El programa de este

    Coloquio, nos invita a un verdadero ban-quete de dichas diferencias.

    18 Releyendo este texto, me doy cuenta de que aqu se encuentra un eco inconsciente de una idea expresada porGianfranco Contini, en su libro Unidea di Dante, Turn, 2001, p. 72 (en el que habla de la poesa).

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    En su ensayo juvenil e inconcluso Sobre la verdad y las mentiras enun sentido no moral, Nietzsche disuelve de manera agresiva la verdad

    en toda una serie de figuras retricas. Aqu est el principio de unpasaje frecuentemente citado: Qu es entonces la verdad? Una cam-biante multitud de metforas y de metonimias.1 Los lingistas y losfilsofos de la ciencia, inspirados frecuentemente de una manera indi-recta por esta anotacin de Nietzsche, han argido repetidamente quelas metforas moldean nuestro pensamiento.2 Pero en su versin am-plia, el argumento en realidad es muy simple. Las metforas cognosci-tivas no trabajan dentro de un vaco; ellas interactan con la evidenciaemprica, con las circunstancias sociales y biogrficas, y con todo tipode objetivos y de restricciones sean estas estticas, morales y polti-cas. Mi estudio de caso, basado en dos metforas cognoscitivas relacio-nadas muy de cerca con las imgenes figuren,en el doble sentido,tanto literal como metafrico, podramos esperar que arroje algunaluz sobre este proceso y sobre sus diversas complicaciones.

    * El presente texto es una versin revisada de una ponencia que le en Berln, en Padua y en Chicago. Agradez-co mucho a Gian Antonio Danieli, Andrea G. de Marchi y a Giovanni Ricci por sus tiles comentarios (Nota

    de Carlo Ginzburg).** Este texto fue publicado inicialmente en ingls en la revista Critical Inquiry, nm. 30, de la primavera de

    2004. En l, Ginzburg retoma el complejo y fundamental problema de la relacin o la dialctica entre loselementos singularesy los elementos generales, uno de los ejes esenciales de su ensayo sobre el paradigmaindiciario. Por eso, lo hemos incluido en este dossier de Contrahistorias, con la autorizacin del propio CarloGinzburg, a quien agradecemos enormemente esta autorizacin, as como su apoyo en general para la compo-sicin de este nmero 7 de nuestra revista Contrahistorias. La traduccin del ingls al espaol es obra deCarlos Antonio Aguirre Rojas.1 Friedrich Nietzsche, ber Wahrheit und Lge im aussermoralischen Sinne, Werke: Kritische Gesamtausga-be, edicin de Giorgio Colli y Mazzino Montinari, 9 volmenes en 33 (Berln, 1973), 3.2.374: Was ist also Wahrheit? Ein bewegliches Heer von Metaphern, Metonymien. Vase tambin, Carlo Ginzburg, History,

    Rethoric, and Proof, (Hanover, N.H., 1999), p.8.2 Vase R. S Wells, The Life and Growth of Language: Metaphors in Biology and Linguistics, en BiologicalMetaphor and Cladistic Classification, editado por Henry M. Hoenigswald y Linda F. Wiener (Philadelphia,1987), pp. 39-80.

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    1

    Hoy la expresin semejanzas de familia comouna metfora cognoscitiva se encuentra ge-neralmente asociada con el nombre de Lud-

    wig Wittgenstein.3 En un muy bien conoci-do pasaje, incluido en su libro InvestigacionesFilosficasy escrito durante los aos treinta,

    Wittgenstein trata de saber cmo es que unopuede avanzar si se plantea la cuestin de de-finir el trmino de juego. Despus de haberintentado varias definiciones, ninguna de lascuales es capaz de captar las semejanzas elusi-vas compartidas por todo tipo de los diferen-

    tes juegos, Wittgenstein escribe:

    Puedo pensar que no existe una ex-

    presin mejor para caracterizar estas

    similitudes que el trmino de seme-

    janzas de familia; y estoy hablando

    de las diferentes semejanzas que se dan

    entre los miembros de una familia: tipo

    de construccin, facciones, color de

    los ojos, porte, temperamento, etc.,

    etc., superpuestas entre s y entrecru-

    zadas en el mismo sentido. Y en-

    tonces dira, en esta misma lnea: los

    juegos forman una familia.4

    En una conferencia sobre la tica sunica conferencia pblica, dada en Cambrid-ge en noviembre de 1929, Wittgenstein hausado la misma metfora, refirindose expl-citamente al experimento que haba desenca-

    denado sus propias reflexiones:

    Y para tratar de aclararles tanto como

    me es posible lo que estoy tratando

    de entender bajo el tema de la tica,

    puedo poner frente a ustedes un cier-

    to nmero de expresiones, ms o me-

    nos sinnimas, de este ltimo trmi-no y al enumerarlas todas ellas, lo

    que tratara es de producir la misma

    suerte de efecto que Galton intenta

    producir cuando toma una serie de

    fotos de diferentes caras y las ubica en

    la misma placa fotogrfica, para tratar

    de darnos un cuadro de los rasgos t-

    picos que tienen todas esas fotogra-

    fas en comn. Y mostrando entonces

    esta foto colectiva, puedo tratar de

    mostrarles cul es por ejemplo, diga-

    mos, la cara tpica china; entonces, si

    observan a travs de esta lista de sin-

    nimos que voy a exponerles, ustedes

    podrn, as lo espero, ser capaces de

    ver los rasgos caractersticos que to-

    das tienen en comn, y que son los

    rasgos caractersticos de la tica.5

    La metfora y la referencia son las mismas,

    pero las conclusiones de los dos pasajes cita-dos son diferentes; e incluso uno podra de-cir que son hasta opuestas. Una ulterior re-flexin sobre los experimentos de Galton, lle-v a Wittgenstein a descartar lo tpico, losrasgos caractersticos compartidos por to-dos los miembros de una familia metafricalos sinnimos de la tica, por ejemplopara poner en su lugar una mucho ms laxa

    nocin de semejanzas de familia. El pasaje que

    3 Vase Renford Bambrough, Universals and Family Resemblances, en The Philosophy of Wittgenstein, edita-do por John V. Canfield, 15 vols. (New York, 1986), 5:197-214, especialmente pgina 197. Vase tambinHubert Schwyzer, Essence without Universals e Ilham Dilman, Universals: Bambrough on Wittgenstein,en The Philosophy of Wittgenstein, pp. 295-304, 305-28. La nocin de Wittgenstein de semejanzas de familia esel punto de partida de George Lakoff, Women, Fire, and Dangerous Things: What Categories Reveal about the

    Mind(Chicago, 1987). Vase tambin Marinela Andronico,Antropologia e metodo morfologico: Studio su Witt-genstein (Npoles, 1988). Agradezco a Arnold Davidson por haberme proporcionado esta referencia.

    4 Ludwig Wittgenstein, Philosophische Untersuchungen-Philosophical Investigations, traduccin de G. E. M.Anscombe, segunda edicin (1958; Oxford, 1998), 67, p. 32.

    5 Wittgenstein, A Lecture on Ethics, The Philosophical Review74 (enero 1965): 4-5. Para la fecha vase RayMonk, Ludwig Wittgenstein: The Duty of Genius(Londres, 1990), p. 277.

    CARLO GINZBURG / SEMEJANZASDEFAMILIAYRBOLESDEFAMILIA: DOSMETFORAS... CARLO GINZBURG / SEMEJANZASDEFAMILIAYRBOLESDEFAMILIA: DOSMETFORAS...

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    [ 19 ]la otra mirada de Clo la otra mirada de Clo

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    contina al que hemos citado ms arriba, enel mismo libro de Investigaciones Filosficas,dice lo siguiente:

    Y, por ejemplo, los tipos de nmero

    forman una familia en el mismo sen-tido. Por qu llamamos nosotros a

    algo un nmero? Bueno, tal vez por-

    que tiene una relacin directa

    con varias cosas que hasta ese momen-

    to han sido llamadas nmero; y esto

    mismo puede ser dicho para otorgar-

    le tambin una relacin indirecta con

    otras cosas que llamamos bajo el mis-

    mo nombre. De este modo, extende-

    mos nuestro concepto de nmerocomo si estuvisemos tejiendo un hilo

    que vamos entrelazando fibra tras fi-

    bra. Y la fuerza del tejido no reside en

    el hecho de que alguna de las fibras

    corra a lo largo de todo el tejido, sino

    ms bien en el entrecruzamiento de

    las muchas fibras.6

    Las ltimas frases aluden a un pasaje saca-

    do del libro de Goethe, y tituladoAfinidadesElectivas, en el que se introduce una parte deldiario de Otilia: Existe una curiosa costum-

    bre en la marina britnica; toda la cordelerade la Armada Real, sea pesada o ligera, esttejida de tal modo que un hilo rojo corre atravs de toda la soga, por medio de la cual,incluso la ms pequea pieza puede ser reco-nocida como una propiedad de la Corona.7

    La referencia implcita de Wittgenstein a estepasaje implica una subversin de su signifi-cado. Y, como voy ahora a mostrarlo, la in-terpretacin de Wittgenstein respecto de losexperimentos de Galton con la fotografa esigualmente subversiva, respecto de su objeti-vo original.

    2

    Entre 1878 y 1888, una dcada dentro de unalarga y productiva vida, Francis Galton (1822-1911) trabaj intensivamente en varios retra-tos compuestos o genricos.8 John May-nard Keynes escribi una vez, respecto deGalton, que era un cientfico autodidacta y

    que encarnaba en el ms alto grado el espri-tu de la curiosidad cientfica universal.9 Perodetrs de una versatilidad intelectual que in-

    6 Wittgenstein, Philosophische Untersuchungen-Philosophical Investigations, 67, p. 32.7 Johann Wolfgang von Goethe, Elective Affinities, traduccin de Elizabeth Mayer y Louise Bogan (SouthBend, Ind., 1963), p. 157. Freud se refiere a este pasaje en su libro sobre el chiste; vase Sigmund Freud,Jokesand Their Relation to the Unconscious, en The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund

    Freud, traduccin y edicin de James Strachey, 24 vols. (Londres, 1953-74), 8:23-24.8 Aqu hay una lista parcial de las contribuciones de Galton al respecto: Francis Galton, Composite Portraits,Made by Combining Those of Many Different Persons into a Single Resultant Figure,Journal of the Antrho-

    pological Institute of Great Britain and Ireland8, nm. 2 (1879): 132-44; Generic Images, Proceedings of theRoyal Institution 9 (Abril 1879): 167-70; Composite Portraiture, Photographic Journal5 (1881): 140-46;Composite Portraiture, Photographic News25 (1881): 316-17; Inquiries into Human Faculty and Develop-ment(Londres, 1883), con un apndice sobre composite portraiture, pp. 221-40; y Photographic Compo-sites,Amateur Photographer and Photographic News29, (Abril 1885): 243-45. Vase tambin Allan Sekula,The Body and the Archive, October, nm. 39 (1986): 3-64 (sobre Galton, vanse las pginas 18, 40, y 51-52); y Meter Saurisse, Portraits composites: La Photographie des types physionomiques la fin du XIXesicle, Histoire de lart37-38 (Mayo 1997): 69-78. No me ha sido posible revisar el texto de David Green,

    Veins of Resemblance: Photography and Eugenics, en Photography/Politics:Two , editado por Patricia Ho-lland, Jo Spence, and Simon Watney (Londres, 1986), pp. 9-21.9 Citado en Milo Keynes, Sir Francis Galton A man with a Universal Scientific Curiosity, en Sir FrancisGalton, FRS: The Legacy of His Ideas, editado por Keynes (Londres, 1993), p. 1.

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    [ 20 ]la otra mirada de Clo la otra mirada de Clo

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    clua mapas y huellas digitales, estadsticasy eugenesia, y muchas otras cosas ms,emergen sin embargo algunos patrones msdefinidos.10

    En 1877 Charles Darwin reenvi a Gal-ton, que era su medio primo, una carta quehaba recibido desde Invercargill en NuevaZelanda. El autor de esta carta, un tal A. L.

    Austin, describa un pequeo descubrimien-to que haba hecho al superponer dos foto-grafas mediante un estereoscopio: las doscaras se degradan hasta convertirse en una solade una manera notable, produciendo en elcaso de algunos retratos de mujer, en cada

    ejemplo, un decidido mejoramiento en cuan-to a su belleza. El invento, afirmaba Austin,podra ser mejorado y utilizado para una granvariedad de propsitos:

    Si tomamos una cmara binocular

    para estos propsitos, y cada persona

    es fotografiada en una mitad del ne-

    gativo, estoy seguro de que los resul-

    tados podran ser todava ms sor-

    prendentes. Quizs algo podra ha-

    cerse en este sentido respecto a la

    expresin de las emociones en los

    hombres y en los animales inferiores,

    etc.. Yo no tengo tiempo ni oportu-

    nidades para hacer estos experimen-

    tos, pero me parece que algo podra

    hacerse con todo esto, por ejemplo,

    fotografiando las caras de diferentes

    animales y de diferentes razas de se-

    res humanos, etc.. Pienso que unavista estroboscpica de un simio que

    sea miembro de una tribu, y de una

    cara de un ser humano que sea miem-

    bro de las clases inferiores, podra

    producir una muy curiosa mezcla;

    tambin en cuanto a la cuestin de

    cruzar animales y las imgenes de sus

    descendientes. Y me parece que algo

    podra resultar, igualmente, de la com-

    paracin de fotos de un marido o desu mujer respecto de sus hijos, etc.11

    Excepto por lo que corresponde a la alu-sin al trabajo de Darwin respecto de la ex-presin de las emociones en los hombres y enlos animales, que l prcticamente ignor demanera tcita, Galton sigui muy de cerca lacarta y el espritu de las observaciones de

    Austin. Desde el punto de vista tcnico, de-sarroll una sugestin hecha por HerbertSpencer, y proyect varios retratos sobre lamisma placa fotogrfica, mucho ms queyuxtaponerlos entre ellos. Y al comentar losretratos compuestos resultantes, Galton es-cribi que cada uno de ellos era:

    Una imagen generalizada; imagen que

    no representa a ningn hombre en

    particular, sino que son ms bien comoretratos de una figura imaginaria que

    poseera los rasgos promedio de un

    grupo dado de hombres. Estas caras

    ideales tienen un sorprendente aire de

    realidad. Nadie que mire alguna de

    ellas por primera vez, podra dudar de

    que es algo que se parece mucho a

    una persona viviente, an cuando,

    como lo he dicho, este no es el caso;

    se trata ms bien del retrato de un tipo

    y no de un individuo.12

    Un grupo dado de hombres pero exac-tamente, qu tipo de grupos eran los exami-

    10 Vase Nicholas W. Gillham, Sir Francis Galton: From African Exploration to the Birth of Eugenics(Oxford,2001). La seccin que trata sobre los debates entre los seguidores de Galton es especialmente valiosa; la seccin

    sobre los retratos compuestos, pp. 215-20, es ms descriptiva.11 Citado en Galton, Composite Portraits, p. 137. Vase tambin Galton, Inquiries into Human Faculty andDevelopment, pp. 345-46.12 Galton, Composite Portraits, p. 132.

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    [ 21 ]la otra mirada de Clo la otra mirada de Clo

    Imago Mundi

    nados? La lgica que inspir el trabajo deGalton emerge claramente a partir de la si-guiente muestra.

    La primera fotografa (figura 1), est ba-sada en el archivo criminal compilado por SirEdmund Du Cane, director general de pri-siones.13 En su esfuerzo para identificar dife-rentes gneros de tipos criminales, Galtonopone a los hombres convictos por robo (sinviolencia) con, de otra parte, la PoblacinNormal. Oficiales y Hombres del Departa-mento de Ingenieros Reales. Otro experi-mento (figura 2), contrapone a los cuadroscompuestos de poblacin de enfermos de

    hospitales, de un lado tsicos, y del otro notsicos. Un tercero busca la reconstitucinde el tipo judo (figura 3).14 Y la figura 4,muestra el experimento en retratos compues-tos que proveen el gnero para series enteras.

    Esta imagen sorprendente debe ser reubi-cada en su contexto. Galton, el autor de untrabajo titulado Genio hereditario, estaba pro-fundamente involucrado con aquello que ms

    tarde fue llamado eugenesia, una palabraque segn l mismo explica:

    Es igualmente aplicable a los hom-

    bres, a las bestias y a las plantas. Nos

    gustara mucho tener una palabra

    corta para expresar esta ciencia del

    linaje mejorado, que para nada est

    limitada a los problemas de un sensa-

    to apareamiento, sino que ms bien,

    y especialmente en el caso de los

    hombres, toma conocimiento de todo

    aqul tipo de influencias que puedan

    tender, incluso en el ms remoto gra-do, a darle a las ms deseables razas o

    estirpes de sangre una mejor posibi-

    lidad de prevalecer rpidamente so-

    bre las menos deseables, mejor opor-

    tunidad de las que ellas habran teni-

    do en otras condiciones.15

    Era Galton un racista? Un estudioso hacomentado, recientemente, que esta pregun-

    ta carece de sentido, porque la actitud de Gal-ton era muy comn durante el tiempo de supropia vida.16 Puede que se tratase de unaactitud muy difundida, pero que no debehacernos olvidar el hecho de que no todoslos ingleses de estos finales del siglo XIX seencontraban involucrados, como s lo estabaGalton, en la construccin de una ciencia delmejoramiento del linaje racial, que poda pro-

    ducir imgenes como las de los compuestosde ejemplares pura raza (figura 5): una elec-cin particularmente apropiada de palabras,porque la etimologa de la palabra raza (lomismo que los trminos vinculados a ella,como race(en francs), razza (en italiano) yrace(en ingls)), deriva de haras, una palabravinculada a la crianza de caballos.17

    13 Vase Galton,Memories of My Life(Londres, 1908), pp. 259-61.14 Galton, Photographic Composites, Photographic News29 (1885), pp. 243-245. En este y en otros casosreferidos ms adelante, me he apoyado en el libro de Karl Pearson, The Life, Letters, and Labours of FrancisGalton, 3 vols. (Cambridge, 1914-30), 2:283-98, cuyas ilustraciones (provenientes de los Archivos de Galton)son muy superiores a los originales. La fotografa compuesta de Galton se reproduce y comenta en DanielPick, Svengalis Web: The Alien Enchanter in Modern Culture (Londres, 2000), pp. 183-84.15 Galton, Inquiries into Human Faculty and Development, pp. 24-25 n.1. Vase Galton, Hereditary Genius: AnInquiry into Its Laws and Consequences(Londres, 1869).16 Vase Michael Banton, Galtons Conception of Race in Historical Perspective, en Sir Francis Galton, FRS,

    pp. 170-79, especialmente p. 178 (lleno de juiciosas observaciones, a pesar de sus conclusiones).17 Un punto sealado por G. Contini, quien refuta a Leo Spitzer en su temprana hiptesis que conectaba lapalabra raza y sus sinnimos con el trmino ratio. Vase G. Contini, I pi antichi esempi dirazza, Studi di

    filologia italiana 17 (1959): 319-27.

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    C Sontrahistoriala otra mirada de Clo

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    FIGURA 1.

    Tipos prevalecientesde caractersticas

    entre hombresconvictos por robo

    (sin violencia).Poblacin normal.

    Oficiales y hombresde Ingenieros Reales.

    FIGURA 2.

    Compuestos depoblaciones de

    hospitales tsicasy no tsicas.

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    Imago Mundi

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    FIGURA 3.

    El tipo judo.

    FIGURA 4.

    Compuestos de los

    miembros de unafamilia.

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    C Sontrahistoriala otra mirada de Clo

    En su autobiografa, Galton deja muy cla-ro que l no est abogando por matrimoniosestablecidos compulsivamente: como en lacrianza de animales. No se trata de esto. Yopienso ms bien, que una severa compulsin

    debera de ser ejercida para prevenir la librepropagacin de los linajes de aquellos que es-tn seriamente afectados por la locura, por la

    debilidad mental, por la criminalidad habi-tual y por el pauperismo. Y concluye: nopuedo dudar para nada, de que nuestra de-mocracia rechazar finalmente el seguirconsintiendo esta libertad de propagacin

    de nios que hoy le es permitida a las cla-ses indeseables, pero para eso el populachonecesita todava ser aleccionado, y se le ne-

    FIGURA 5.

    Compuestos de caballos pura raza.

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    Imago Mundi

    cesita an ensear el verdadero estado deestas cuestiones.18

    Los retratos compuestos de Galton sobrecriminales o individuos afectados por la tisis,y sus retratos de judos, no pueden ser sepa-rados de su enrgica campaa en pro de unasevera compulsin esto quiere decir es-terilizacin de las menos deseables razasy linajes de sangre.19 Las familias saludables,cuyos rasgos fsicos l tambin se esforzabapor identificar, deberan ser protegidas decasamientos indeseables con individuos afec-tados por enfermedades como la locura o elpauperismo. En las tempranas dcadas del

    siglo XX, este tipo de propaganda se volvimuy popular, porque apelaba tanto a los na-cionalistas como a los socialistas dos ideo-logas que estaban lejos de ser incompatiblesentre s. A este respecto mencionar solamenteun ejemplo. En un artculo publicado en1909, en la revista The Eugenics Review, Maxi-milian Rgge abogaba por una ciencia ra-cial y una religin racial, las que haban sido

    fundadas, respectivamente, por Galton y porNietzsche (y fue el propio Rgge quien tra-dujo al ingls los trabajos de este ltimo). Elsuperhombre de Nietzsche era, segn insistaRgge, un ideal racial.20 Mientras que KarlPearson, el director de The Eugenics Reviewybigrafo de Galton, era un socialista.21

    Ni Galton ni tampoco sus contempor-neos, podan prever que treinta aos ms tar-de el rgimen Nacional Socialista ira a llevara cabo un asesinato sistemtico de ciertos gru-pos minoritarios, excluidos solamente por ra-zones eugensicas.22 As que mirar a Galtoncomo un precursor del nazismo sera algoabsurdo; la propia nocin de precursor es,desde mi punto de vista, finalmente muy su-perficial. Pero mirar a la eugenesia nazi en uncontexto ms amplio, podra arrojar muchams luz respecto de su especificidad. Comolo ha sugerido Primo Levi, solamente unaaproximacin comparativa puede ayudarnos

    a entender la singularidad y unicidad del na-zismo.23

    3

    La aproximacin normativa de Galton haciael tema de la conducta social, explica su recu-rrente combinacin de los rasgos promedio

    y de las caras ideales. Comentando acercade los retratos de los criminales escribi:

    Debe ser observado que los rasgos de

    los cuadros compuestos lucen mucho

    mejor que los de sus distintos com-

    ponentes. Las irregularidades especial-

    mente viles en los ltimos han des-

    18 Galton,Memories of My Life, p. 311.19 No pude revisar Eugenics and the Jews, una carta que Galton envi a The Jewish Chronicle, 30 de juliode 1910 (y que es uno de sus ltimos textos publicados). Si no me equivoco, la conexin entre los retratoscompuestos de Galton y su involucramiento con la eugenesia ha sido frecuentemente subestimada o hastaignorada; vase por ejemplo Pearson, The Life, Letters, and Labours of Francis Galton, 2:283-98; CharlesPaton Blacker, Eugenics: Galton and After(Londres, 1952), pp. 46-47; y Derek William Forrest, FrancisGalton: The Life and Work of a Victorian Genius (Londres, 1974), pp. 138-42. Pero vanse los pertinentescomentarios de Sekula en The Body and the Archive, pp. 51-52.20 Maximillian A. Rgge, Eugenics and the Superman: A Racial Science and a Racial Religin, The Euge-nics Review1, nm. 3 (1909): 187.21 Vase Anna Davin, Imperialism and Motherhood, History Workshop 5 (Spring 1978): 9-65.22 Vase Gillham, Sir Francis Galton, pp. 345-47.23 Vase Primo Levi, I sommersi e i salvati(Turn, 1986); traduccin de Raymond Rosenthal, bajo el ttuloThe Drowned and the Saved(New York, 1988).

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    C Sontrahistoriala otra mirada de Clo

    aparecido, y la comn humanidad que

    subyace a todos ellos ha prevalecido.

    De modo que esos cuadros compues-

    tos representan no al criminal, sino ms

    bien al hombre que est expuesto a

    caer en el crimen. Todos los cuadroscompuestos lucen mejor que sus com-

    ponentes, porque el retrato promedio

    de muchas personas est libre de las

    irregularidades que, de distintas y va-

    riadas maneras, deforman la imagen

    de cada uno de ellos.24

    Esta mezcla de promedio estadstico e idea-lismo vago est muy lejos del impacto dura-

    dero y de largo plazo que tuvieron los retratoscompuestos de Galton, un captulo de lahistoria intelectual que ha sido escrito slomuy parcialmente. Unos pocos ejemplos po-drn darnos una idea del amplio rango de in-terpretaciones y reflexiones suscitados por es-tas imgenes. En 1900, Jacob Cooper publi-c en la revista The Methodist Reviewun ensa-yo intitulado La idea platnica esclarecida

    por la fotografa compuesta, arguyendo quelas invenciones de Galton daban apoyo al sis-tema de la religin revelada y refutaban lasteoras de Darwin.25 Un ao antes, en su li-

    bro Interpretacin de los sueos, Freud se habareferido reiteradamente a los retratos com-puestos de Galton, para ilustrar un rasgo es-pecfico del trabajo de elaboracin del sueo:el proceso de la condensacin.26 (De una ma-nera ms indirecta, la permanente fascinacinde Freud con las ambiguas imgenes de Gal-ton, reaparece otra vez en el comienzo de sulibro sobre el chiste, donde discute las pala-bras mezcladas, como por ejemplo el trmi-no Familionrde Heine).27 En 1936, GregoryBateson realiz un implcito (y posiblementeambivalente) homenaje al experimento deGalton, en el subttulo de su obra maestra de

    antropologa: Naven: una investigacin sobrelos problemas sugeridos por una imagen com-

    puesta de la cultura de la tribu de Nueva Gui-nea definida a partir de tres puntos de vista.28

    El padre de Gregory, William Bateson, unoriginal y polmico discpulo de Francis Gal-ton, haba contribuido al redescubrimiento deltrabajo revolucionario de Gregor Mendel, yhaba jugado un importante papel en la funda-

    cin de la gentica en tanto que disciplina.29Todos los lectores que he mencionado en

    esta lista, omitieron el objetivo de los experi-mentos de Galton en el campo de la fotogra-

    24 Galton, Inquiries into Human Faculty and Development, p. 343.25 Jacob Cooper, The Platonic Idea Elucidated by the Composite Photograph, Methodist Review82 (July1900): 579.26 The face that I saw in the dream was at once my friend Rs and my uncles. It was like one of Galtonscomposite photographs. In order to bring out family likenesses, Galton used to photograph several faces onthe same plate. So there could be no doubt that I really did mean that my friend R. was a simpleton like myUncle Josef (Freud, The Interpretation of Dreams, in The Standard Edition of the Complete Psychological Worksof Sigmund Freud, 4:139; vase 4:293,320-21). Vase tambin Maurizio Giuffredi and Rodolphe Tpffer,Fisiognomica: Arte e psicologia tra Ottocento e Novecento (Bologna, 2001), pp. 195-209.27 Freud,Jokes and Their Relation to the Unconscious, p. 41.28 Vase Gregory Bateson, Naven: A Survey of the Problems Suggested by a Composite Picture of the Culture of aNew Guinea Tribe Drawn from Three Points of View, segunda edicin (Stanford, California, 1958). En lastraducciones francesa e italiana de este libro de Naven el subttulo ha sido omitido. Gregory Bateson fuenominado despus de Gregor Mendel.29 Sobre la polmica cientfica que opuso a mendelianos y a defensores de la estadstica biolgica o biomtri-cos, vase Donald Mackenzie, Sociobiologies in Competition: The Biometrician-Mendelian Debate, enBiology, Medicine, and Society (1840-1940), editado por Charles Webster (Cambridge, 1981), pp. 242-88(sobre el cual se apoya ampliamente Gillham, Sir Francis Galton, pp. 286-323).

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    Imago Mundi

    fa: ubicar grupos especficos pero tambinmejorar los mecanismos del control social.Por el contrario, estos retratos compuestos loshicieron a todos ellospensar, as que las im-genes de Galton adquirieron una vida por smismas, abrindose a nuevos espacios de re-flexin. El caso de Bateson es en este sentidoejemplar. Hasta donde yo s, la alusin a Gal-ton en el subttulo de su libro titulado Na-ven ha pasado hasta hoy inadvertida. Deacuerdo al bigrafo de Bateson, las palabrasimagen compuesta significan una confi-guracin holstica lo que me parece unainterpretacin que ignora completamente este

    punto central.30 Por mi parte, creo que Bate-son nombr su descripcin de los ritualesNaven una imagen compuesta, para enfa-tizar el hecho de que los tres puntos de vistaque haba seleccionado el del ethos, el dela estructura y el del funcionamiento prag-mtico se superponan solamente de unamanera parcial. En un nivel ms general, losretratos compuestos de Galton, al comprimir

    una secuencia cronolgica por ejemplo,varias generaciones de una misma familiaen una imagen singular, reforzaban el sesgoantihistrico de Bateson. En el primer cap-tulo de su libro, intitulado Mtodos de pre-sentacin, Bateson expres poderosamentesu disgusto con la historia, tanto como, msen general, con las presentaciones verbales li-neales y secuenciales:

    Dado que () es imposible presentar

    la totalidad de una cultura simultnea-

    mente y en un simple flash, entonces

    debo comenzar con algn punto ar-

    bitrariamente elegido dentro del an-

    lisis; y puesto que las palabras deben

    ser necesariamente organizadas en l-

    neas, entonces debo presentar a la cul-

    tura, que como cualquier otra cultura

    es en realidad una muy elaborada re-

    tcula de causas y efectos interrelacio-

    nados, no como una red de palabras,

    sino ms bien como palabras ordena-

    das en una serie lineal. El orden en elcual una descripcin es establecida es

    entonces necesariamente arbitrario y

    artificial () a travs de este anlisis,

    debo limitarme a m mismo a expli-

    caciones sincrnicas de los fenme-

    nos, es decir, a explicaciones que in-

    vocan solamente a otros fenmenos

    tal y como ellos se encuentran ahora

    presentes dentro de la cultura Iatmul

    () Yo entonces no preguntar cul

    es la figura que ciertas ceremonias desu bagaje cultural han podido tener

    en el pasado. En el uso de la termino-

    loga causal, tendr entonces que re-

    ferirme mucho ms a las causas condi-

    cionantes que a las causas precipitantes.

    Lo cual, por ejemplo en un estudio

    sincrnico del fuego, significa que ten-

    dra que decir que el fuego arde por-

    que hay oxgeno dentro del cuarto,

    etc., pero no me preguntara cmoes que ese fuego fue inicialmente en-

    cendido.31

    4

    Esta larga cita puede servirnos para introdu-cir una comparacin con un texto diferente,el texto pstumamente publicado de Witt-

    genstein Observaciones sobre La Rama Dora-da de Frazer, escritas en Cambridge a partirde 1931 y en adelante. En 1930 Bateson, queentonces tena algo ms de 20 aos, regresde Nueva Guinea y pas algn tiempo enCambridge. No existe ninguna evidenciaemprica de que l y Wittgenstein se hayanencontrado, pero la convergencia de sus res-

    30 David Lipset, Gregory Bateson: The Legacy of a Scientist(Boston, 1980), p. 141.31 Bateson, Naven, p. 3.

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    C Sontrahistoriala otra mirada de Clo

    pectivas orientaciones intelectuales en los aostreinta es impresionante, y especialmente a laluz de sus diferentes antecedentes intelectua-les y de sus respectivas edades (Wittgensteintena quince aos ms que Bateson).

    Una explicacin histrica, escribi

    Wittgenstein, una explicacin pre-

    sentada como una hiptesis del desa-

    rrollo, es solamente una manera de

    resumir el conjunto de los datos o de

    llevar a cabo su sinopsis. Nosotros po-

    demos muy bien, igualmente, obser-

    var estos datos en las relaciones que

    tienen los unos con los otros, y en-

    tonces construir un resumen de ellosdentro de un cuadro general, y sin

    ponerlos a todos bajo la forma de una

    hiptesis construida desde el punto de

    vista de su desarrollo temporal () y

    todos estos puntos como si estuvie-

    sen sometidos a una ley desconocida

    [(Goethe:) Und so deutet das Chor

    auf ein geheimes Gesetz] es lo que yo

    quiero decir respecto del material que

    Frazer ha compilado. Yo puedo plan-

    tear esta ley en una hiptesis de desa-

    rrollo, pero tambin y una vez ms, y

    valindome de la analoga con el es-

    quema de una planta, podra plantear

    esta ley en el esquema de una cere-

    monia religiosa, pero puedo tambin

    hacerlo slo arreglando todo el mate-

    rial factual de manera que nosotros

    podamos fcilmente pasar de un ele-

    mento a otro, de una parte a otra, y

    tener entonces una vista clara de todoesto, mostrado dentro de una forma

    perspicua.

    Para nosotros, la concepcin de una

    presentacin perspicua es fundamen-

    tal. Eso indica la forma en la cual es-

    cribimos de las cosas, la manera en la

    cual vemos esas cosas () Esta pre-

    sentacin perspicua [bersichtlicheDarstellung] hace posible que la com-

    prensin consista justamente en el

    hecho de que nosotros somos capaces

    de ver las conexiones. Y he aqu la

    importancia de encontrar vnculos in-

    termedios () de manera que puedo

    ver la hiptesis del desarrollo como

    algo que no es otra cosa ms que un

    modo de expresin de una conexin

    formal.32

    De modo que estas observaciones de Witt-genstein sobre Frazer, que constituyen el msolvidado de sus trabajos, de acuerdo a unode los recientes intrpretes de este mismo

    Wittgenstein,33 fueron en un cierto sentidouna ruptura intelectual que le abri el cami-no hacia su filosofa posterior. El papel juga-do por la morfologa de Goethe en esta etapa

    es explcito, y adems de ello crucial. Lapreferencia de Wittgenstein por la sincrona,y su disgusto frente a las hiptesis causales ya las explicaciones histricas, son coherentescon su orientacin general. Pero desde mipunto de vista, el nfasis de Wittgenstein enlos modos alternativos de presentacin de loshechos, sea cuando esto se haca de acuerdo asu desarrollo temporal, o en otro caso, como

    un cuadro general, estaba alimentado tam-bin por una reflexin sostenida en torno alas fotografas compuestas de Galton, re-

    32 Wittgenstein, Remarks on Frazers Golden Bough, traduccin de A. C. Miles (Londres, 1979), pp. 8-9.Vase Brian C. Clack, Wittgenstein, Frazer, and Religion (Oxford, 1999), pp.43-54. Vase tambin Wittgens-tein, Bemerkungen ber Frazers The Golden Bough, en Synthese17, (septiembre 1967): 233-253. Para mipropia deuda respecto de este escrito de Wittgenstein sobre La Rama Dorada de Frazer, lo mismo que para una

    crtica de este ensayo, vase mi libro, Ginzburg, Ecstasies: Deciphering the WitchesSabbath (New York, 1991),p. 15. Clack, en su obra Wittgenstein, Frazer, and Religion, p. 73, se refiere a mis comentarios, aludiendosolamente a mis crticas.33 Clack, Wittgenstein, Frazer, and Religion, p. 6.

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    Imago Mundi

    flexin que continu ms all de los aostreinta. Como ha sido referido antes, los re-tratos de familia de Galton condensaban unasecuencia genealgica dentro de una imagende modo que uno podra decir que la con-densaban en una imagen perspicua. Y unaforma similar de leer los retratos compuestosde Galton fue la que inspir la obra de Na-ven, es decir, el altamente heterodoxo ex-perimento de Bateson en el campo de laantropologa.

    Wittgenstein, primero en su Libro Azul(1933-34), y ms tarde en sus InvestigacionesFilosficasse refiere explcitamente a los ex-

    perimentos de Galton en el campo de la fo-tografa, como algo similar al proceso de re-formulacin de los conceptos en trminos noesencialistas.34 Mucho ms que concentrarseexclusivamente en los trazos ms evidentesque se encontraban en todas las fotografas,

    Wittgenstein tom en cuenta la presencia enellas de ciertos lmites borrosos, vinculados atrazos poco comunes o incluso excepciona-

    les. Y este cambio le permiti reformular lanocin de semejanzas de familia, en trmi-nos de un complejo entrecruzamiento de si-militudes entre los miembros de una clasedada.35 Al final de los aos veinte, L. S.Vygotskii, el psiclogo ruso, lleg de ma-nera independiente o no a una conclusin

    similar: la formacin de conceptos abstrac-tos entre los nios no coincide con el experi-mento de Galton. De hecho, no coincide conla lectura que el mismo Galton hizo de suspropios experimentos; pero como lo sealpor primera vez Stephen Toulmin, s coinci-de con el punto de vista de Wittgenstein; msprecisamente, coincide en ltima instanciacon ese punto de vista de Wittgenstein.36

    Como hemos visto, los experimentos deGalton en el campo de la fotografa perse-guan borrar las diferencias individuales conel objetivo de hacer emerger ciertos tipos ge-nricos de individuos. Pero en el largo plazo,

    entre finales del siglo XIX y principios delsiglo XX, los retratos compuestos de Galtontuvieron un impacto muy diferente. Ellos ayu-daron a articular una nueva nocin del pro-blema de lo individual: como algo flexible,borroso, de lmites abiertos, algo as como loscaracteres elusivos que encontramos en lanovela de Marcel Proust. Proust, como se locoment Andr Gide a Walter Benjamin,

    haba basado su personaje del Barn de Char-lus en dos diferentes individuos. Gide hablade una imagen compuesta, de un elementorefundido escribi despus Benjamin.Como en el caso de una pelcula, un perso-naje se disuelve imperceptiblemente hastaconvertirse en otro personaje diferente.37

    34 Vase Wittgenstein, Libro blu e libro marrone, edicin de Amedeo G. Conte (Turn, 1983), pp. 27 y 115-116; traduccin publicada bajo el ttulo The Blue and Brown Books: Preliminary Studies for The PhilosophicalInvestigations(New York, 1958).35 Sobre este descubrimiento (o redescubrimiento) de Wittgenstein, vase el brillante ensayo de Rodney Nee-dham, Polythetic Classification, enAgainst the Tranquility of Axioms, editado por Needham (Berkeley, 1983),pp. 36-65.36 Vase Stephen Toulmin, Ludwig Wittgenstein, Encounter32 (enero 1969), especialmente pgs. 71-72, yNeedham, Polythetic Classification, p. 37. Para una perspectiva diferente de este mismo punto, vase An-drea Ginzburg, Sraffa e lanalisi sociale: Alcune note metodologiche, en Piero Straffa: Contributi a unabiografia intellettuale, edicin de Mximo Pivetti (Roma, 2000), pp.109-41, especialmente pp. 122-25.

    37 Walter Benjamin, Conversation with Andr Gide (1928), traduccin de Livingstone, Selected Writings,editor Michael W. Jenningts et al., 4 vols. publicados hasta hoy (Cambridge, Mass., 1999-...), 2:94. Sobre lapeculiar construccin del personaje de Charlus, vase Carlo Ginzburg, Wooden Eyes: Nine Reflections on Dis-tance(New York, 2001), p. 20.

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    Imago Mundi

    Mucho trabajo ha sido hecho respecto dela difusin de los diagramas o stemmata, parapoder expresar en una forma elegante y nti-da las relaciones que conectan a los diferen-tes manuscritos o grupos de manuscritos. Peroel criterio usado para disear estos diagramasera, obviamente, mucho ms relevante que lainvencin misma. Como es bien conocido,

    la crtica textual moderna est apoyada en unescrutinio sistemtico de la tradicin existen-te, sea en el caso de un manuscrito o de unimpreso. Y un paso crucial en este escrutinio,es la eliminacin de los manuscritos que soncopias de otros manuscritos (eliminatio codi-cum descriptorum). Los manuscritos que seencuentran vinculados (o las familias de ma-

    oooooooooo

    oooooooooo

    FIGURA 6.

    Corpus iuris suevo-gothorumantiqui, I, c. 99 v.Corpus iuris suevo-gothorumantiqui, I, c. 100 r.

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    C Sontrahistoriala otra mirada de Clo

    nuscritos vinculados entre s) han sido iden-tificados sobre la base de sus errores conver-gentes si es que estos ltimos no son tri-viales. Las razones para utilizar estos errorescomo indicios han sido expresadas de unamanera tersa por Sebastiano Timpanaro:Una coincidencia en una lectura correcta noprueba absolutamente nada, siendo solamen-te un fenmeno conservador, que puede tam-bin ocurrir en manuscritos que no tienenrelacin entre s (G., pg. 48 nota 18).41 PaulMaas llama a estos errores coincidentes Lei-tfehler, hacindose eco de la palabra tcnicade los gelogos Leitfossilien.42 Ha sido argu-

    mentado que el principio basado en los erro-res comunes haba sido articulado totalmentepor primera vez por Paul Lejay en 1888.43 Perolos errores coincidentes en su forma ms no-toria es decir, los huecos que resultan deuna ausencia fsica han sido usados ocasio-nalmente como un argumento autoevidentedesde el tiempo de Poliziano y en adelante.44

    La emergencia de una crtica textual cien-

    tfica se asocia tradicionalmente con el traba-jo de Karl Lachmann, y especialmente con suedicin de los trabajos de Lucrecio (1850).Pero Timpanaro, en su ahora clsico libro La

    gnesis del mtodo de Lachmann (1963) nos

    presenta un cuadro mucho ms amplio ymucho ms complejo. El mtodo de Lach-mann, lejos de ser una empresa aislada, habasido precedido por un largo esfuerzo que in-volucraba a varias generaciones de filologis-tas, desde Poliziano y en adelante. Uno de losms brillantes y (hasta pocas recientes) msmenospreciados fue Jacob Bernays, un estu-dioso de una originalidad intelectual muypoco comn y de una gran energa moral, querenunci a una carrera universitaria que lohabra obligado a abjurar de su fe juda. En1847, Bernays public en la revista Rheinis-ches Museum su disertacin sobre el texto de

    Lucrecio, la que de acuerdo con Timpanaro,era en muchos niveles superior a la recons-truccin planteada ms adelante por Lach-mann, tres aos despus, en una introduccina su famosa edicin del libro de Lucrecio Dererum natura.45 El mtodo de Lachmann,escribe Arnaldo Momigliano en su brillanteensayo referido a Bernays, en el que asumetambin las conclusiones de Timpanaro, era

    en realidad una gran prolongacin de El m-todo de Bernays.46 Un estudioso que disien-te de este punto de vista, ha sealado que elpropio Bernays se vinculaba con mtodos quehaban sido probados ya por sus antecesores.47

    41 Vase tambin p. 25 (sobre Bengel) as como Giorgio Pasquali, Storia della tradizione e critica del testo(1952; Milan, 1974), p. 190.42 Vase Paul Maas, Appendice: Errori-Guida e tipi stemmatici (1937), Crtica del testo, traduccin NelloMartinelli (Florence, 1966), p. 53.43 Vase Michael D. Reeve, Shared Innovations, Dichotomies, and Evolution, in Filologia classica e filologiaromanza: Esperienze ecdotiche a confronto, edicin Anna Ferrari (Spoleto, 1998), pp. 445-505, especialmentepp. 451-52; basado en Jacques Froger, La Critique des textes et son automatisation (Pars, 1968), pp. 41-42.44 Vase H. Don Cameron, The Upside-down Cladogram: Problems in Manuscript Affiliation, en Biological

    Metaphor and Cladistic Classification, p. 231, refirindose a la demostracin de Hermann Sauppe de que todoslos manuscritos de Lysias dependen del Codex Palatinus88; vase Hermann Sauppe, Epistola critica ad Godo-

    fredum Hermannum (Leipzig, 1841). Timpanaro iguala a los errores coniunctivide Maas, con la coincidenze incorruttela veramente significative o, meglio, in lacune (Timpanaro, Filologia classica e filologia romanza, p. 8).45 Vase Jacob Bernays, De emendatione Lucretti, Rheinisches Museum fr philologie, nm. 5 (1847): 533.46 Arnaldo Momigliano, Jacob Bernays (1969), Quinto contributo alla storia degli studi classici e del mondoantico, 2 vols. (Roma, 1975), 1:134.47 Vase John Glucker, Lachmanns Method Bernays, Madvig, Lachmann, and Others, en Jacob Bernaysun philologue juif, edicin de Glucker y Andr Laks (Villeneuve dAscq, 1996), pp. 45-56.

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    Imago Mundi

    Entre estos mtodos, la identificacin del Leit-fehlerera probablemente el ms importante. Ya que Bernays correga y desarrollaba unensayo revolucionario de Johan Nicolai Mad-vig sobre los huecos en los textos de Lucrecio(1832), quien a su vez correga una anota-cin hecha por Orelli (1827).48 El resultadode todo este esfuerzo conjunto, fue la recons-truccin realizada por Bernays de un Stem-ma codicum, un rbol de familia que mostra-ba las relaciones entre los distintos manuscri-tos existentes de Lucrecio (figura 7).

    6

    Hasta este momento me he aproximado a losretratos compuestos y a los rboles de familiacomo dos cosas distintas, como dos fenme-nos histricos sin relacin entre s lo quequiz ellos han sido, aunque con una posi-ble y muy relevante excepcin. Freud, quien(como ya lo he dicho) se encontraba familia-

    rizado con los experimentos de Galton enfotografa, y los utiliz para clarificar el tra-bajo de elaboracin de los sueos, se cas conuna sobrina de Jacob Bernays, con Martha.

    Y en una carta dirigida a su prometida, Freudse refiere admirativamente al recuerdo de Ja-cob.49 Una seleccin de las cartas de JacobBernays publicadas en Breslau en 1932, enlo que constituy un significativo gesto del

    orgullo judo, estaba dedicada a Freud,cuyo apoyo financiero hizo posible esta pu-blicacin.50

    Pero esta devocin final de Freud hacia unmiembro prominente de la familia de su es-posa, podra quiz estar tambin vinculada auna deuda intelectual. La expresin mtodocatrtico, usada por Freud y Breuer en susEstudios sobre la histeria, ha sido conectada,tentativamente, a los trabajos de Bernays so-bre Aristteles. Me sorprendera mucho,comenta Momigliano, si la famosa memo-ria escrita por Bernays sobre Aristteles y ti-tulada Catarsis[aunque interpretada en tr-

    minos mdicos, mucho ms que en trminosmorales] hubiese sido desconocida para Freuden sus aos de formacin.51 Aunque, pro-longar en cambio esta observacin, hacia losmucho ms tcnicos textos de Bernays sobrela transmisin textual de Lucrecio, podraparecer algo sin fundamento. Pero existenrazones para asumir que Freud podra haberestado interesado en ambos, tanto en el tema

    como tambin en el mtodo de la disertacinde Bernays.

    Algunos lectores del libro La inter