Contradicciones en La..Andrea Oliva

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GI y AS GRUPO DE INVESTIGACION Y ACCION SOCIAL FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires Elementos para el análisis de las contradicciones en la práctica profesional de los Trabajadores Sociales Andrea Oliva * Introducción El principal espacio para el ejercicio profesional del Trabajo Social en Argentina, lo constituye ámbito estatal. En este sentido he trabajado, en los últimos años, en la investigación sobre la práctica profesional actual de los Trabajadores Sociales empleados en las instituciones estatales, centralmente de la provincia de Buenos Aries. En este artículo se proponen algunos puntos para analizar la práctica, retomando escritos que he elaborado durante 1997/98 que fueran presentados en la Maestría en Trabajo Social de la Pontíficia Universidade Católica de São Pablo con sede en la Universidad Nacional de La Plata. En la búsqueda de las determinaciones y relaciones existentes en la práctica profesional, he definido tres puntos fundamentales a ser estudiados: * El trabajador social como asalariado, y su ubicación en la división de clases * Licenciada en Trabajo Social. Docente de la carrera de Trabajo Social de la UNICEN -Tandil. Directora del Departamento Sociedad y Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Humanas. Directora del Grupo de Investigación y Acción Social (GIyAS) 1

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GI y AS GRUPO DE INVESTIGACION Y ACCION SOCIAL FACULTAD DE CIENCIAS HUMANASUniversidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

Elementos para el análisis de las contradicciones en la práctica profesional de los Trabajadores Sociales

Andrea Oliva*

Introducción

El principal espacio para el ejercicio profesional del Trabajo Social en Argentina, lo constituye ámbito estatal. En este sentido he trabajado, en los últimos años, en la investigación sobre la práctica profesional actual de los Trabajadores Sociales empleados en las instituciones estatales, centralmente de la provincia de Buenos Aries.

En este artículo se proponen algunos puntos para analizar la práctica, retomando escritos que he elaborado durante 1997/98 que fueran presentados en la Maestría en Trabajo Social de la Pontíficia Universidade Católica de São Pablo con sede en la Universidad Nacional de La Plata.

En la búsqueda de las determinaciones y relaciones existentes en la práctica profesional, he definido tres puntos fundamentales a ser estudiados:

* El trabajador social como asalariado, y su ubicación en la división de clases * Relación del Trabajador Social con las “funciones

asignadas” * Los instrumentos de trabajo

En este trabajo, presento algunas conclusiones del estudio respecto de la relación del Trabajador Social con las funciones asignadas. De manera introductoria se realiza un planteo sobre la cuestión del Trabajador Social como asalariado, y no se aborda aquí el tema de los instrumentos.

Se ha recorrido un camino de análisis a partir de los aportes de la bibliografía que disponemos, de entrevistas a

* Licenciada en Trabajo Social. Docente de la carrera de Trabajo Social de la UNICEN -Tandil. Directora del Departamento Sociedad y Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Humanas. Directora del Grupo de Investigación y Acción Social (GIyAS)

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profesionales, de debates realizados en talleres de reflexión sobre la práctica, así como del material presentado en distintos eventos académicos.

Los conceptos de asistencia, gestión y educación son tomados para analizar las funciones y sus manifestaciones de carácter contradictorio.

La asistencia es abordada con mayor profundidad, dado que es la función que ha sido mayormente cuestionada y/o negada. Se plantean sus tendencias contrapuestas asistencialistas y reivindicativas.

En cuanto a la gestión, se presenta el significado de su polo burocrático así como sus tendencias participativas; por último, se aborda la esfera educativa en la que se plantea la contraposición de tendencias hacia el cambio social o hacia la reproducción del sistema actual.

Cabe aclarar que, si bien se marcan las tendencias polarizadas, de ninguna manera significa que se presentan en formas “puras”, sino que, en la práctica, existe una gama muy variada de posibilidades que se acercan a uno u otro polo.

Es importante destacar que esta recuperación tiende a elaborar material escrito que aporte al debate teórico sobre el ejercicio profesional y la formación de los futuros Trabajadores Sociales.

Espero que estos elementos les sirvan a las/os colegas como un punto de referencia para analizar la compleja práctica cotidiana, intentando dar un paso para superar los relatos descriptivos, a la vez que permita reflexionar sobre los distintos posicionamientos.

Ubicación del Trabajador Social como asalariado

La práctica del Trabajador Social debe ser entendida como un proceso dinámico que se desenvuelve en un campo de tensiones en torno a necesidades, demandas y recursos.

El espacio de la intervención profesional se estructura a partir de una práctica social que está históricamente determinada, de la misma manera que está históricamente determinado el Trabajador Social.

La práctica profesional del Trabajo Social se inserta en los procesos sociales con su particularidad. El estudio de su complejo movimiento no se agota en un reconocimiento general de la existencia de las contradicciones sociales. La Asociación Brasileña de Enseñanza de Servicio Social1 en un documento publicado en 1989, nos advertía sobre esta cuestión:

1 Cuadernos ABESS N°3, São Paulo, Ed. Cortez 1989.

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No se consiguió avanzar lo suficiente en el carácter contradictorio de la práctica profesional. Al mismo tiempo, en que la práctica se ejerce, ella reproduce las contradicciones que caracterizan la sociedad de clases. Con todo, el examen de esas contradicciones precisa superar el análisis mecánico de la relación capital/trabajo que muchas veces cae en un economicismo estéril (ABESS,1989:18) 2.

Esto me ha hecho pensar en encaminar un análisis de la práctica que avance sobre ese carácter contradictorio. En este sentido, primero considero que es necesario ubicar la práctica originada de una relación salarial.

El Asistente Social no ha sido un profesional autónomo, que ejerza independientemente sus actividades, disponiendo de las condiciones materiales y técnicas para el ejercicio de su trabajo y del completo control sobre el mismo, sea en lo que se refiere a la manera de ejercerlo, al establecimiento de la jornada de trabajo, al nivel de remuneración y, aún, al establecimiento del público o clientela a ser atendida (Iamamoto y Carvalho, 1984: 85).

Dicho de otro modo, es la relación que establece el Trabajador Social como asalariado, al vender su fuerza de trabajo, la que le permite desempeñarse como profesional.

En este punto vemos que no es suficiente caracterizar a los Trabajadores Sociales como parte del polo “trabajo” dentro de la contradicción principal en la sociedad de clases. Hay que dejar en claro que dentro del “colectivo profesional” se conjugan sectores de distintas clases, en una relación compleja.

El lugar que ocupa la actividad del ejercicio de la profesión en la reproducción de la vida material varía en los distintos sectores sociales de Trabajadores Sociales.3 Si caracterizamos a los Trabajadores Sociales en la actualidad, teniendo presente que lo que los individuos son depende de las condiciones materiales de su producción4, se puede afirmar que no pueden ser considerados uniformemente, es decir de la misma clase social.

En muchas ocasiones se plantean discusiones sobre el “deber ser” de “el Trabajador Social” que caen en estériles declaraciones. No sirve de mucho caracterizar a “el Trabajador Social” en términos generales, porque no es posible borrar las determinaciones ni analizar sin tener en cuenta la pertenencia a

2 La traducción al español es propia. 3 Este punto merece un capítulo aparte. Aquí sólo lo he enunciado para la comprensión de los puntos subsiguientes. 4 Ver Marx, K. (1974).

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distintas clases, es decir sin ser social en esta sociedad capitalista5.

En el denominado colectivo profesional encontramos que para un sector, la venta de su fuerza de trabajo es lo determinante en su ubicación en la producción social; otro sector que la venta de su fuerza de trabajo es un complemento de otros ingresos mas significativos y por último un sector minoritario, que su reproducción material no depende en absoluto de la venta de su fuerza de trabajo. Aunque no se cuenta con datos pormenorizados se pueden diferenciar tres grandes sectores de profesionales que se corresponden con la pertenencia a las dos clases fundamentales y la pequeña burguesía.

Con esta breve caracterización se quiere hacer notar una de las diferenciaciones entre los Trabajadores Sociales que tiene una determinación material. En este sentido, esta situación material va a influir en la manifestación de distintas tendencias dentro del colectivo profesional, y en sus distintas formas de vinculación con las clases sociales.

Cabe destacar que los Trabajadores Sociales, como asalariados, padecen de la enajenación de quienes venden su fuerza de trabajo transformada en mercancía. La complejidad de la sociedad actual combina las relaciones existentes entre las clases ya que, en el caso que estamos tratando de los Trabajadores Sociales, en su práctica profesional son asalariados, aunque su subsistencia puede no depender de ello.

Las clases se van transformando porque se van transformado las fuerzas productivas. Es necesario analizar la práctica del Trabajador Social dentro de esta dinámica, se debe tomar las categorías como expresiones de las relaciones sociales y por lo tanto dentro de una dinámica de cambios. En este sentido, y tomando la cita de la respuesta de Marx a Proudhon en 1847:

Los mismos hombres que establecen las relaciones sociales conforme a su productividad material, producen también los principios, las ideas, las categorías, conforme a sus relaciones sociales. Por lo tanto, estas ideas, estas categorías son tan poco eternas como las relaciones que expresan, Son productos históricos y transitorios. Existe un movimiento continuo de crecimiento en las fuerzas productoras, de destrucción en las relaciones sociales, de formación en las ideas; sólo es inmutable la abstracción del movimiento (Marx, 1958: 94-95).

La relación de asalariado del Trabajador Social está inmersa en el desarrollo del modo de producción capitalista, en

5 Ver Adolfo Sánchez Vázquez (1982).

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la cual se va ampliando el espectro de las actividades asalariadas, donde también, se van modificando las condiciones laborales.

Esto nos aporta elementos en cuanto a las determinaciones y relaciones complejas que existen en torno a los posicionamientos de los Trabajadores Sociales. Por ello adhiero al planteo de analizar al Trabajador Social como un agente en relación con la institución y los usuarios. Afirmar que la práctica profesional deriva de un trabajo asalariado no termina de explicar la relación con la institución, en cuanto no se exprese que lugar ocupa ese salario en la reproducción material del Trabajador Social al que nos referimos. Pero tampoco se explica sólo por ello. Las propias condiciones de vida del Trabajador Social no pueden desvincularse de su formación profesional, sus experiencias personales, su participación en organizaciones, sus rasgos culturales, etc. que indudablemente influyen en los distintos posicionamientos.

Contradicciones en las funciones asignadas

El Trabajo Social dentro de la división social y técnica del trabajo tiene su propio proceso de asignación de funciones, que se mueve en torno a necesidades, demandas y recursos bajo la relación Institución / Usuario / Trabajador Social6

Las actividades que realiza un Trabajador Social no están determinadas únicamente por la institución, aunque la práctica profesional se genere a partir de una relación salarial, también los denominados “usuarios/pobladores” y el propio Trabajador Social construyen esa práctica inserta en un momento histórico determinado.

Hay que tener presente que es necesario ubicar al Trabajador Social dentro de la intervención, como actor y sujeto7. Por ello se hace referencia a una relación, donde entra en juego la propia concepción del Trabajador Social que se pone de relieve en la mediación cotidiana asumiendo su propio posicionamiento.

Sin embargo no basta con conocer las distintas concepciones de los Trabajadores Sociales, ya que existe un interjuego de presiones objetivas que están condicionando el accionar profesional.

6 Según Tobón, Rottier y Manrique (1983) constituyen los agentes sociales que intervienen en la acción profesional. 7 Ver R. Zúñiga (1996)

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Retomando el párrafo citado de ABESS, quiero resaltar la cuestión de la reproducción de las contradicciones de la sociedad de clases en la práctica cotidiana.

En distintos congresos y seminarios se ha puesto el acento en ubicar la práctica profesional en el contexto de las relaciones sociales, abordando el carácter contradictorio de las políticas sociales (CELATS, 1985:88-97).

Pero poco se ha profundizado sobre las manifestaciones de la reproducción de las contradicciones en la práctica profesional cotidiana. Nos preguntamos de qué manera el Trabajador Social participa en la reproducción de las contradicciones y con qué elementos contamos para analizar esa práctica. De allí deriva la preocupación por abordar la cuestión de las funciones asignadas, como punto de referencia para el tratamiento de las contradicciones en el campo de la acción profesional.

Podemos decir que existen dos procesos que están determinando el accionar del Trabajador Social: por una parte la orientación de las políticas sociales, en sus diversas formas institucionales, y por otra parte las tendencias marcadas por los usuarios/pobladores.

Existen dos polos en la dinámica de los procesos, dentro de los cuales se presenta una gama de posibilidades cada vez más compleja. Es decir la política social tiene una direccionalidad pero también se debe establecer la manera en que los usuarios o pobladores se expresan y entablan una presión entorno a las necesidades sociales.

Faleiros8 hace mención al fortalecimiento del poder/fuerza del dominado que tiene amplia repercusión en la práctica profesional, e indudablemente las relaciones de poder se expresan en el trabajo cotidiano.

El Trabajo Social como profesión dentro de la sociedad capitalista es “uno de los elementos que participa en las relaciones de clase y de la relación contradictoria entre ellas“ (Iamamoto y Carvalho, 1984 : 77). Por lo tanto, se hace necesario analizar las funciones que marcan su práctica profesional.

Al hablar de “funciones asignadas” nos estamos remitiendo a un proceso de asignación que tiene un movimiento contradictorio resultante de la relación de enfrentamiento entre las dos clases fundamentales

8 Faleiros, Vicente de Paula “Serviço Social : questões presentes para o futuro” Artículo en Revista Serviço social e sociedade N°50, São Paulo, 1996 (pp10-11)

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...la actuación del Servicio Social es visceralmente polarizada por intereses sociales de clases contradictorias, inscriptos en la propia organización de la sociedad y que se recrean en la propia práctica profesional,..(Iamamoto, 1995:122).

En este sentido, consideramos que no es únicamente la burguesía la que participa de la asignación de funciones, sino que también la clase obrera presenta su batalla en este campo. Como trabajador asalariado, el Trabajador Social ejerce la profesión dentro de un proceso de asignación de funciones en un campo de lucha social. En ello, las funciones no pueden ser analizadas unilateralmente; lo que denominamos “funciones asignadas” tienen en su seno las contradicciones del orden burgués imperante.

Tomamos los conceptos de asistencia, gestión y educación, para tratar los conjuntos de tareas que se le atribuyen como funciones al profesional del Trabajo Social.9

ASISTENCIA

La política de asistencia social si bien surge de las necesidades no resueltas por la relación capital-trabajo, no deriva mecánicamente de ella. Sin embargo, tiene que quedar claro que la asistencia social solo puede comprenderse a partir de dicha relación. Como plantea M. Carmelita Yazbek es la “metamorfosis del excedente” que responde a la dinámica general de los intereses económicos.

Lo que se pretende señalar es que el significado asumido por la asistencia se explica, a partir de, y en el conjunto de las relaciones históricamente dadas entre las clases (Yazbek, 1995:8,9).

En la práctica se ha reducido la política de asistencia social destinada a la “pobreza” pero no de modo explícito. Así vemos como desde los propios organismos oficiales se esquiva la cuestión de definir la asistencia social, y se eluden las causas de fondo que la generan históricamente.

Como plantea Norberto Alayón, está claro que el problema de la pobreza no pertenece al campo de la beneficencia o de la Asistencia Social en lo que hace a su generación ni a su eventual

9 Estos conceptos fueron tomados del Documento "Contribución a la discusión de Plan de Estudios de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Mayor San Andrés" La Paz - Bolivia 1986; (pag27)

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erradicación, sino que pertenece al campo de la economía (Alayón, 1992:158).

Dentro la asistencia social, hay que introducir las luchas de la clase trabajadora. En este sentido, la esfera de la asistencia está en tensión entre el llamado asistencialismo y los reclamos reivindicativos de los asalariados o de los sectores más desprotegidos.

El asistencialismo es una de las actividades sociales que históricamente han implementado las clases dominantes para paliar mínimamente la miseria que generan y para perpetuar el sistema de explotación (Alayón, 1992:46). Este autor, nos plantea que existen distintos matices

dentro de las actividades asistencialistas que han respondido a distintos momentos. En este sentido, hay un aspecto que hoy nos interesa resaltar: los recursos de la asistencia social han sido cuasi-mercantilizados, en tanto han formado parte de mecanismos con los cuales se procede a la “compra de votos”.

Confundida con el asistencialismo, el fisiologismo y la política de favores, la asistencia social es vista como algo negativo por connotar un cuño tutelar y compensatorio. Muchas veces se reduce la propia nomenclatura de esa política social, llamándola simple y peyorativamente de asistencia y diciendo que ella se ocupa de lo asistencial (Sposati, 1995:23).

Esta afirmación surge de las propias prácticas desarrolladas desde las estructuras estatales, no es casual esa asimilación entre política de asistencia y asistencialismo. Evidentemente encontramos que la asistencia social ha sido utilizada con fines electoralistas y clientelistas.

La crítica a éstas prácticas ha conllevado al desprestigio de todo aquello que signifique una política social asistencialista y paternalista. De este modo, en la actualidad en Argentina, se ha pasado a denominar generalmente “acción social” o “desarrollo social” tanto a las políticas sociales como a las dependencias o áreas que antes eran de “asistencia social”.

Con esto se pretende denominar a las políticas de asistencia social con un tinte más “legitimado”, aunque esa “acción social” contenga los mismos fines electorales. 10

Por otra parte, Aldaíza Sposati nos plantea que es necesario

10 Un ejemplo de ello es el Plan VIDA en la provincia de Buenos Aires. Este plan surge en 1994 con la conducción de la esposa del Gobernador, Hilda ‘Chiche’ Duhalde, y en estrecha relación con una campaña electoral que lo impulsa como candidato a la presidencia de la Nación.

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…dejar explícito que discutir asistencia social no es discutir lo profesional o la práctica del profesional asistente social, aunque ese aspecto tenga fuerte influencia (1995:24) 11.

En este sentido, se puede hacer una distinción general entre “asistencia social” y la “asistencia”: la primera se refiere a la política social, mientras que la segunda es una función del Trabajador Social12. Con esto quiero referirme, y remarcar, que “asistencia social” involucra un campo mucho más amplio que el del Trabajo Social. Pero que, dentro de ese campo, los Trabajadores Sociales desempeñan una función que específicamente es de “asistencia”.

De las políticas sociales participan distintos profesionales, personal técnico y administrativo, dentro de ellos el profesional del Trabajo Social lleva a cabo acciones particulares de asistencia, que en algunos ámbitos son denominadas “ayuda directa”.

La asistencia que realizan los Trabajadores Sociales incluye actividades para proporcionar medios, ya sean recursos materiales, ordenes de atención, prestación de servicios, etc., para satisfacer o aliviar necesidades13. Implica un contacto directo con los usuarios/pobladores en el suministro de bienes o servicios provenientes, generalmente de políticas públicas, traducidas en distintos planes, programas y proyectos.

La asistencia ha sido tomada erróneamente como una acción de ayuda de carácter caritativo, que supuestamente no requiere mucho más que la buena voluntad y el “sentido común”.

Aun, cuando la cuestión se dirige al campo de la asistencia social, confundida casi siempre con un proceso circunstancial de ayuda, parece que la especialización profesional es negada. Así, la asistencia social no es vista como campo de especialistas, pero si, como práctica intuitiva de beneficencia, asentada en la expresión de un sentimiento moral, o en nuestra civilización, por el sentimiento judaico-cristiano de la caridad (Sposati, 1995:24).

11Los textos de Yazbek y Sposati citados están originalmente en idioma portugués, la traducción es propia.12 Esta aclaración obedece principalmente a las fuentes citadas de autores Brasileños, que utilizan la denominación de asistencia social. 13 Esta forma de definir la asistencia esta tomada del Diccionario de Trabajo Social de Ezequiel Ander Egg, Ed. Humanitas, Bs. As. 1988. Quiero hacer notar que si bien nos proporciona un punto de partida no expresa en toda su magnitud la cuestión de la asistencia.

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Es necesario hacer una llamado de atención sobre este tema, ya que varias generaciones de Trabajadores Sociales se han graduado bajo este designio. Debido, en gran parte, a las prácticas asistencialistas, la asistencia pasó a ser una función negada dentro del propio colectivo profesional, principalmente en las unidades de enseñanza del Trabajo Social14.

Se han subestimados los recursos para la asistencia, presuponiendo que el Trabajo Social desempeña una acción profesional estrictamente “educativa”. De este modo, se fragmenta la intervención, tomando a la labor educativa como una tarea de transmisión de información y a la asistencia como la tarea irremediable de entregar mercaderías para “poner parches” a los problemas sociales.

La asistencia no es secundaria dentro de la intervención, por el contrario constituye uno de los pilares dentro del ejercicio profesional15, que requiere de un estudio particular. Una cosa es estudiar y comprender los fenómenos sociales, sus causas y relaciones, pero requiere otro análisis la cuestión de cómo actuar al momento de la intervención profesional sobre ese fenómeno. Es decir que, por ejemplo, haber estudiado la problemática de la vivienda en Argentina, las causas del déficit habitacional y los factores que entran en juego, no son suficientes al momento de entregar recursos para la construcción de viviendas.

La función de asistencia no recorre un camino lineal entre el diseño de las políticas sociales y la llamada “ejecución”. Si bien existe una determinación, en cuanto a la dirección de la política programada, también está presente una presión objetiva proveniente de los usuarios, así como entra en juego el propio posicionamiento del profesional.

Encontramos que hay fuerzas que impulsan hacia un trabajo asistencialista y fuerzas que impulsan hacia una asistencia reivindicativa. El primer polo está marcado principalmente por los intereses de la clase dominante con políticas asistencialistas (más allá de lo que dice la letra escrita de los proyectos), o con los recursos que “aparecen” en momentos preelectorales, como ha ocurrido en los últimos tiempos16.

14 En algunos casos la formación se inclina hacia tendencias terapéuticas y se confunde con asistencia psicológica, lo que ha provocado que sectores de Trabajadores Sociales, después de graduarse, se hayan volcado al estudio de Psicología y Psicología Social.15 En las entrevistas que hemos realizado a Trabajadores Sociales son reiteradas las alusiones al tema16 Sólo me estoy refiriendo aquí a aquellos recursos que se ponen a disposición de los Trabajadores Sociales, sabemos que además entregan recursos los propios candidatos o sus colaboradores partidarios, pero ellos no están incluidos en éste análisis, dado que estamos tratando las funciones de los Trabajadores Sociales.

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En la labor asistencial de los Trabajadores Sociales, es decir, ese momento en que se suministran los recursos, se pone de manifiesto el posicionamiento del Trabajador Social así como la conciencia de los usuario/pobladores, ya sean asistencialistas o reivindicativas.

..es la orientación ideológico-política de la práctica asistencial, lo que determina si es asistencialista o no (Alayón,1992:53)

El asistencialismo se manifiesta como dádiva: el Trabajador Social se ubica en un plano de superioridad y proporciona los recursos como si estuviese regalando algo, y espera que le agradezcan por ese acto.

Esta tendencia también se expresa en los propios usuarios/pobladores cuya práctica clientelista está tan arraigada que han asimilado (ya sea por convicción o por resignación) el asistencialismo como única posibilidad de acceso a bienes o servicios. Ellos agradecen al Trabajador Social por el “favor” recibido. Con esto no pretendo atribuir al hecho de decir “gracias”, por cortesía, el significado de asistencialismo. Ello no significa en sí mismo una posición asistencialista por parte de los usuarios/pobladores, sino cuando se trata de un tipo de vínculo personal, que se busca para ser beneficiado, o sea para recibir un favor. En el otro polo, la asistencia es vista como el resultado del reclamo de determinados bienes o servicios, como reivindicación de los derechos de la clase trabajadora (Yazbek, 1996:39). Desde ésta tendencia la asistencia es una acción reivindicativa, que brinda lo que por derecho le corresponde a los usuarios/pobladores.

La asistencia considerada una reivindicación, convierte a la entrega de recursos materiales o servicios en la acción basada en un derecho social, donde el Trabajador Social interviene a partir de la existencia de necesidades sociales.

Al proporcionar los recursos el Trabajador Social se ubica como agente de una institución a quien nada hay que agradecerle, haciendo notar al usuario/poblador que tiene el derecho de recibir esos bienes.

Los usuarios/pobladores que están conscientes de sus derechos, muchas veces demuestran la indignación de recibir algo que no pueden adquirirlos por sus propios medios.

…que la práctica asistencial no resuelva por sí misma (tal como sabemos) los problemas estructurales y de fondo de nuestros pueblos, no debe impedir que la misma se concretice en respuesta a necesidades tangibles,

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articulándose con reivindicaciones mayores (Alayón, 1992:54)

El diálogo que se establece entre Trabajador Social y usuario, al momento de la entrega de recursos, se puede encaminar hacia una reivindicación, dada en el hecho que el Estado se haga cargo de las necesidades que no son satisfechas en la economía de mercado.

…las políticas de Asistencia, como las demás políticas en el ámbito de la gestión estatal de la reproducción de fuerza de trabajo, buscan responder a intereses contradictorios, engendrados por diferentes instancias de la sociedad, y así no se configuran como simple producto de los intereses de “los de arriba”, sino como espacios donde también están presentes los intereses de los subalternizados en la sociedad (Yazbek, 1995: 9).

En síntesis, la asistencia contiene la tensión existente entre las clases sociales, que se puede expresar en la contradicción entre asistencialismo y reivindicación. Estos polos son inconciliables en tanto pugnan a intereses contrapuestos. El Trabajador Social tiene que tener presente, en su función de asistencia, que sus gestos y palabras, pueden convertir la entrega de una caja de alimentos en una dádiva o en un reconocimiento de derechos.

Resumiendo este punto, podemos encontrar en el ejercicio profesional dos claras tendencias opuestas para ejercer la asistencia:

ASISTENCIA

ASISTENCIALISTA REIVINDICATIVA

basada en la dádiva basada en los derechos

De la concepción de la función de asistencia ya sea como producto de necesidades sociales, o producto de carencias individuales se tiende a una acción de asistencia reivindicativa donde el sujeto (individual o colectivo) es social; o una acción de ayuda/auxilio a una demanda puntual procediendo a la negación del ser social.

GESTION

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Las gestiones son parte del trabajo cotidiano de los Trabajadores Sociales. En esta esfera se incluyen las actividades de distinto tipo: obtención y registro de información, organización, administración y consecución de recursos.

Vicente de Paula Faleiros señala la existencia dentro del Trabajo Social de dos escenarios opuestos vinculados a las formalidades burocráticas o a las luchas sociales. Desde nuestro punto de vista, en realidad, ambos forman parte de la función de gestión en la cual el Trabajador Social desempeña sus acciones en lo cotidiano entre intereses en pugna.

Los polos opuestos que entran en juego aquí pueden ser denominados como procesos tendientes a la burocratización o la participación.

La burocracia, además de la cuestión administrativa, implica una forma de pensamiento que basa las gestiones en las normas establecidas como forma de poder preponderante.

La burocratización implica depositar todo el proceso de gestión en el poder de la norma, se tiende a una práctica que se ata a disposiciones, plazos preestablecidos, criterios standarizados de selección, etc.

La determinación de las políticas económico-sociales se traduce en la imposición de asignación de recursos a partir de ciertas pautas preestablecidas. La institución determina una modalidad de mecanismos de gestión a través de planillas para relevar datos, formularios, solicitudes, etc. Asimismo fija los términos para dar curso a esa información y su camino en la toma de decisiones. El trabajador social recibe la presión objetiva de cumplir plazos, limitar demandas, elevar solicitudes, etc.

Hay, fuerzas poderosas para mantener la hegemonía del bloque dominante en el control de las organizaciones y el uso de la burocracia para administrar lo social (Faleiros, 1995: 16).

Si bien, estos mecanismos pueden ser más o menos flexibles, siempre existe una determinación institucional, aunque ésta puede tender a cambiar de contenido según la acción del profesional.

Por otra parte, los usuarios también pueden influir en la burocratización de los procesos de gestión cuando se niegan como sujetos activos y depositan todas las decisiones en la trama institucional. La larga historia de las prácticas

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paternalistas influye en las formas de negación de los usuarios como sujetos.

En el otro polo están las tendencias participativas. Cabe resaltar que la cuestión de la gestión participativa no depende exclusivamente del posicionamiento del Trabajador Social, como se ha sugerido frecuentemente.

La tendencia participativa aparece en los modos de encarar la gestión tanto por parte del Trabajador Social como del usuario.

La participación de los usuarios siempre genera conflictos, creo que es fundamental tener presente esto para desmitificar una idea bastante arraigada sobre el desarrollo de procesos participativos sin tensiones ni enfrentamientos. Los “usuarios” de los servicios ejercen presiones exigiendo participación tanto en forma individual como colectiva. Esto se expresa de distintos modos en las entrevistas o reuniones: se plantean criterios, se reclaman servicios, etc. También, puede no estar expresado abiertamente pero, los usuarios en formas diversas, intentan burlar mecanismos y penetrar en las decisiones para poder beneficiarse.

A medida que los distintos usuarios de servicios sociales se van percibiendo como sujetos de prestaciones, de servicios, de derechos, de articulación política, de palabra, su poder va aumentando y las relaciones con la institución se van tornando menos opresoras, más autónomas, más independientes, más estructuradas en torno a sus intereses, permitiéndoles considerar y enfrentar (tomar distancia, decidir, contestar) la estrategia institucional. Es una representación de sí mismos que se construye en el propio proceso (Faleiros, 1996:16).

El ejercicio de la participación de los usuarios puede ser de mayor o menor intensidad de acuerdo al nivel de organización, a la repercusión pública del asunto, a la gravedad, a la combatividad de los usuarios. etc.

En algunos hechos los reclamos se llegan a manifestar en acciones que contienen “violencia”. Hay quienes levantan el tono de voz o golpean sobre un escritorio. Lo que comúnmente se dice sobre éstas acciones es “nos vino a patotear”. Pero estos hechos deben ser analizados en el marco de las luchas reivindicativas, y contextualizadas en el momento histórico.

En la actualidad la participación de los usuarios se enuncia, aunque con distintas modalidades, en todo el espectro de la política social. Esta cuestión ha modificado la forma de entender

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la participación, dado que bajo la denominación de proyectos de “autogestión” o “gestión participativa”, se ocultan mecanismos de sostenimiento del poder político. Sabemos que estos lineamientos del FMI y el Banco Mundial, tienen la intencionalidad de reducir los gastos del Estado y desplazar las responsabilidades de las instituciones. Esto ha provocado en algunos profesionales que, por un camino erróneo, pretenden que se deje de hablar de “participación”, bajo un discurso de oposición a la política vigente.17

Considero que los Trabajadores Sociales no debemos perder de vista el contenido político de la nuestra intervención profesional. Esto requiere un estudio para superar el discurso “participativo” actual que aparece vacío de contenido político y se traduce en acciones de tipo burocrático/administrativas.

Entre las modalidades de “participación” que aparecen se encuentran los programas que ponen como condición la presentación de proyectos para acceder a determinados fondos.

El Trabajador Social se encuentra en la disyuntiva de asumir una gestión que tienda a la administración de recursos existentes, o generar propuestas ya que de su función de gestión depende que los sectores con los que trabaja tengan, o no, la posibilidad de acceder a determinados bienes o servicios que ofrecen distintos programas sociales.

Debe quedar claro que no estamos haciendo referencia a un supuesto plano de “igualdad” en las decisiones para la asignación de los recursos. Obviamente quienes tienen el poder político son quienes definen los fondos de la política social. Pero no se puede ignorar que la propia política social nos plantea espacios de participación de los usuarios. Esto requiere de un estudio para no perder de vista que los Trabajadores Sociales tienen en su intervención la posibilidad de darle direccionalidad a esos espacios.

Participación no es solo lo que “hacemos entre todos”, sino que involucra un proceso en la toma de decisiones que tiene como norte responder a los intereses de la clase trabajadora. Se pueden plantear reuniones o espacios donde “entre todos” no se haga ni decida nada, dado que existen dificultades objetivas para el desarrollo de los procesos.

Hoy se presenta una gran dificultad debido al descreimiento en el poder que puede tener una gestión participativa que se base en los intereses de los usuarios/pobladores. Se suma a ello los conflictos que genera la

17 Uno de estos planteos lo hemos presenciado y debatido con la Lic. Adriana Clemente, en base a la ponencia que expuso en las Jornadas Municipales de la ciudad de Bs. As. en 1998.

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participación, porque en la medida en que se abren los espacios de discusión aparecen los distintos intereses y concepciones.

Es necesario prestar atención a estos elementos, ya que provocan un corrimiento hacia acciones burocráticas en algunos profesionales que tienen convicciones participativas.

En síntesis, estas tendencias se presentan tanto en el Trabajador Social, los otros profesionales, administrativos y directivos como en los usuarios. La trama de intereses y convicciones hace que se privilegien las normas establecidas o las necesidades de los sujetos.

GESTION

BUROCRATICA PARTICIPATIVA

basada en la basada en la fuerza de la norma fuerza de los sujetos

La articulación entre las normas y los sujetos requiere de la mediación consciente del Trabajador Social para que no derive en acciones meramente burocráticas. Por ello, es necesario en la formación profesional trabajar en la perspectiva de capacitación de los futuros Trabajadores Sociales para una práctica de gestión participativa, poniendo la fuerza en los sujetos, como en el conocimiento de las formas institucionales para presentación y diseño de proyectos.

EDUCACIÓN

Desde todo el espectro del Trabajo Social se ha visto la función del Trabajador Social como educador, inclusive en muchos casos negando las tareas de asistencia y gestión.

Así se debe traducir en método de acción la confianza en las bases y el compromiso, verdadero, con los sectores populares. Esto significa que el trabajador social es más un educador social y no un solucionador de problemas (Palma, 1985: 103-4).

Este pensamiento ha llevado a la parálisis de Trabajadores Sociales que, desde una perspectiva progresista, suponen que no

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hay que “solucionar” problemas para no paliar los efectos que produce este sistema social. Como dice Alayón:

No hay Trabajo Social posible con los sectores populares, sin respuestas concretas a las carencias brutales que padecen (Alayón, 1992:58)

El Trabajador Social, como profesional, es ambas cosas soluciona problemas y educa. Por ello, a continuación el mismo Palma advierte sobre esta cuestión.

Esta afirmación, intencionadamente agresiva con propósitos de destacar este rasgo fundamental, debe ser negada inmediatamente en aquello que contiene de simplificación. El Trabajo Social articula varias dimensiones en su hacer profesional, y todas ellas han servido para afirmar intentos definitorios, parciales y, consecuentemente, insatisfactorios (Palma,1985: 104).

Lo que hay que aclarar es que no existe una sola concepción

de educación ni de “solucionar problemas”. La función educativa del Trabajo Social le da cierto significado particular a la intervención: tiene su raíz en las diversas visiones sobre la sociedad que trascienden la práctica profesional.

Las presentes tendencias, en términos polarizados, se ubican entre una educación de control/reproducción y su opuesto una educación liberadora, de lucha/cambio social.

Por una parte, las tendencias de educación para la adaptación al orden establecido, se basan en el modelo de educación imperante que impone la lógica de la economía de mercado. En este sentido, las tareas para orientar, asesorar o explicar a los usuarios tienden a reproducir esa lógica. En este polo encontramos que algunas instituciones plantean la continuación histórica de las actividades que vienen de las “visitadoras sociales” o “visitadoras de higiene”, como por ejemplo: el control de ausentismo, control de higiene, control de conductas, etc.

En otras actividades se ve ligado a campañas de prevención, que depositan en la población la responsabilidad de los problemas sanitarios o de salud, escondiendo el trasfondo de la falta de infraestructura y equipamiento urbano. Por ejemplo, en las campañas para prevenir el cólera o la diarrea infantil los Trabajadores Sociales tienen la misión de instruir para “hervir el agua”, cuando el problema es consecuencia de la falta de redes de agua potable y cloacas.

En otro aspecto, el Trabajador Social es exigido para que colabore con una mejor “socialización” de los usuarios que

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entran en conflicto con las normas o pautas socio-culturales, que se asientan en los intereses del capital. Las acciones del Trabajador Social desde ésta perspectiva son una contribución al sometimiento de las personas.

Las tendencias hacia el cambio social, presentes en la práctica profesional, están atravesadas por los niveles de conciencia, organización y movilización en un momento histórico determinado. Las luchas sociales se hacen presentes en el espacio profesional ya sea en forma individual o colectiva.

A nivel individual los usuarios bregan por un Trabajador Social que sea consejero, que oriente en su beneficio para resolver los problemas. Aún desde la posición menos crítica del usuario en relación al orden burgués, se presenta frente al Trabajador Social para conseguir algo que las reglas del mercado no le permiten tener. Por ello, esperan extraer de la función educativa del Trabajador Social, elementos que los capacite para cambiar su situación. Esto se expresa en forma de pedidos de información, asesoramiento, consejos, opinión.

En relación a sectores de usuarios organizados y donde entran en juego proyectos comunitarios o sectoriales, se suman, además, pedidos para que el Trabajador Social aporte elementos ya sea para la redacción de cartas, el diseño de proyectos, la organización y conducción.

En esta dirección, la tarea educativa del Trabajo Social es tomada en cuanto práctica social, que se realiza en el desarrollo de experiencias que contribuyan a quebrar la idea de apropiación individual, como única forma de acceso a bienes y servicios. Se apunta, al desarrollo de proyectos que establezcan una organización, con la disposición de recursos, herramientas, maquinarias y espacios a nivel colectivo.

El Trabajador Social en su accionar puede impulsar a los usuarios/pobladores a reclamar, poniendo en conocimiento sus derechos, haciéndolos partícipes e impulsores de procesos que tiendan a luchas reivindicativas.

EDUCACION

CONTROL / REPRODUCCION LUCHA /CAMBIO SOCIAL

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tendiente al sometimiento tendiente a la combatividad

Encontramos, entre los Trabajadores Sociales, que los recursos para la asistencia son usados como instrumentos de educación cuando se plantea la concurrencia a talleres o charlas como requisito para acceder a determinadas mercaderías o servicios.

De este modo, vemos que existe una tendencia que conjuga el asistencialismo a través de una gestión burocrática que conduce a la reproducción del orden social. Pero también esos espacios son utilizados para generar la participación que tienda a una educación de lucha para la reivindicación de los derechos sociales. De esos talleres han surgido reflexiones que han permitido a pobladores comprender su situación inmersa en el contexto social, salir de su mundo individual de problemas para trascender en la búsqueda de soluciones colectivas.

El Trabajo Social puede aportar, desde su especificidad, elementos que contribuyan a una nueva forma de relación que no se asiente en la relación capital-trabajo. Considero que con una perspectiva de construcción de una nueva sociedad, que se asiente en nuevas relaciones, es positivo desde la profesión de Trabajo Social, viabilizar experiencias que tiendan a romper con los esquemas establecidos en las relaciones sociales actuales.

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