Continuidades y Rupturas en El Chile de La Transición Copia

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    CONTINUIDADES Y RUPTURAS EN EL CHILE DE LA TRANSICIN

    DEMOCRTICA: LA CONSOLIDACIN DE LA MEMORIA OFICIAL SOBRE EL

    GOLPE DE ESTADO Y LA DICTADURA MILITAR (1990-2005)

    Constanza Campos Cern

    Valentina Vivar Cid

    Francisca Aguilera Quinteros

    Claudia Barros Labarca

    Universidad de Santiago de Chile

    11 de julio de 2014

    RESUMEN

    Partiendo de la base de que la memoria constituye un campo de batallas entre visiones e

    interpretaciones del pasado, el siguiente artculo intenta reconstruir las caractersticas de la

    memoria que se ha consolidado como hegemnica u oficial en el perodo de la transicin

    democrtica en Chile, durante los aos 1990-2005, con respecto a un evento monstruo en la

    historia nacional: el golpe de Estado de 1973 y la posterior instauracin de una dictadura

    militar. Observamos que existe, en torno al proceso de transicin chilena, una memoria

    silenciosa de carcter hegemnico que implica la superacin de las continuidades del

    pasado referido al golpe de Estado y la dictadura, enfocada exclusivamente a las

    proyecciones del futuro y enmarcada en un la desactivacin de otros tipos de memorias

    antagnicas. Desde un enfoque que rescate las polticas sobre la memoria y, por otro lado,

    la formacin de identidades y la construccin social del tiempo del futuro a travs de la

    lectura del tiempo pretrito y de la accin colectiva, se analiza cmo la esfera de los

    poderes fcticos se apodera y monopoliza ambos espacios para asignar, bajo las consignas

    de reconciliacin-consenso (democracia representativa) y progreso (economa de mercado),

    una visin que rehye de la problematizacin de la tensin entre continuidades y rupturas

    de la historia y de buscar una legitimizacin de carcter social.

    Palabras claves:

    Memoria oficial, memoria social, identidad, transicin democrticachilena

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    ABSTRACT

    On the basis that memory is a "field of battle" between visions and interpretations of the

    past, the following article attempts to reconstruct the features of memory which has been

    consolidated as hegemonic or official in the period of the democratic transition in Chile,during the years 1990-2005, related to a monster event in the national history: the 1973

    coup dtat and the subsequent establishment of a military dictatorship. We observe that,

    around the Chilean transition process, there is a silent memory of hegemonic character

    involving the overcoming of the continuities in the past referred to the coup and

    dictatorship, focused exclusively on the projections of the future, and framed in a

    deactivation of other types of conflicting memories. From an approach that rescues policies

    on memory and, on the other hand, the formation of identities and the social construction of

    the future through the reading of the past time and collective action, the article also

    discusses how the field of the force of powers that seizes and monopolizes both spaces to

    assign, under the slogans of reconciliation-consensus (representative democracy) and

    progress (market economy) a vision which shuns from the problematization on the tension

    between continuities and ruptures in History and from the quest of a legitimization based in

    a social nature.

    Keywords:

    Official memory, social memory, identity, Chilean democratic transition

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    I. A modo de introduccin: la vigencia del pasado

    El 11 de septiembre de 2013 se cumplieron 40 aos desde el golpe de Estado. Las

    preguntas que invaden el debate en la opinin pblica se relacionan con cuestionar el

    argumento de la supuesta inevitabilidad histrica de lo que aconteci el da martes 11 de

    septiembre de 1973 bajo los dilemas y las tensiones de la Guerra Fra, para deshacerse de

    las responsabilidades que ello trajo; como tambin la pregunta acerca de la continuidad de

    la idea de transicin pactada a la democracia a 24 aos de su vigencia, la cual, por su

    propia definicin, habra fijado ciertas concesiones y acuerdos que siguen pesando de

    manera aparentemente silenciosa como legado en la coyuntura actual. La conmemoracin

    de los 40 aos del golpe de Estado ha permitido la apertura de heridas aparentemente

    cicatrizadas y maquilladas durante esas cuatro dcadas, que se puede hablar de una especie

    de explosin de la memoria (Jelin, 2001: 97): se siguen realizando conferencias y

    seminarios acadmicos y se lanzan libros y artculos en torno al tema; se producen

    documentales, series de televisin y reportajes; existe una atmsfera pblica cargada de

    simbolismo y de seales polticas, de intervenciones y declaraciones. Slo en los ltimos 15

    das que transcurren entre el 26 de junio al 10 de julio de 2014, el espacio de la memoria

    Londres 38 envi un documento a la Ministra Secretaria General de la Presidencia y al

    Ministro de Justicia que enfatiza la necesidad de traducir en acciones esosreconocimientos a travs de un Compromiso por la Verdad y la Justicia plenas con medidas

    concretas (Mesa de trabajo Londres 38, 28 de junio de 2014)1; y el 8 de julio del mismo

    ao el Comit de Derechos Humanos de la ONU habra solicitado que Chile derogue la ley

    an vigente de amnista de 1978 que permite la impunidad de los crmenes polticos

    perpetuados en dictadura. Hablamos, entonces, de un pasado que todava se encuentra vivo,

    y de una sociedad que an no lo afronta completamente.

    Sin embargo, cabe cuestionar el alcance de los ejercicios de la memoria y de la re-

    significacin del pasado en estos 24 aos que han sucedido a la vuelta de la democracia.

    Desde dnde sabemos lo que sabemos del golpe de Estado, los aos de dictadura y el

    advenimiento de la democracia, y hasta qu punto la brecha entre el pasado y el futuro

    1http://www.londres38.cl/1937/w3-article-96319.html

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    como su resultadoes asaltada por la reflexin sobre el pasado en torno a la estructuracin

    de un horizonte y un tiempo social?

    Una encuesta realizada por el Centro de Estudios de la Realidad Contempornea (CERC)

    durante el mes de junio de 2013 reflej que un 41% de los encuestados menciona a Augusto

    Pinochet como el principal responsable del golpe de Estado, mientras que una amplia

    mayora (75%) estima que se mantienen las huellas dejadas por el rgimen militar y slo

    un 15% afirma lo contrario, de que se habra olvidado la herencia del rgimen militar

    (CERC, 2013). Si no existe, bajo estas cifras, algo que se asemeje al olvido, existe

    estrictamente una memoria? Si es as, cules son las caractersticas de la memoria que,

    dentro de su campo de batallas, se erige como una memoria hegemnica?

    Existe, en torno al proceso de transicin chilena, una memoria silenciosa de carcter

    hegemnico que implica la superacin de las continuidades del pasado referido al golpe de

    Estado y la dictadura, enfocada exclusivamente a las proyecciones del futuro y enmarcada

    en un la desactivacin de otros tipos de memorias antagnicas.

    Nos abocaremos a presentar el tema a partir de dos ejes principales:

    1. La memoria, entendindola como un espacio de representacin de rupturas y

    continuidades, de vinculacin entre el pasado y el futuro, y no como una simple

    presentacin de acontecimientos histricos que han quedado congelados en el pasado,

    donde el presente se automatiza de la construccin social del futuro y de la interpretacin

    del pasado. La memoria es, adems, una relacin intersubjetiva que nace de un espacio de

    pluralidad y de comunicacin con los otros, y es por ello siempre un campo de batallas

    en torno al sentido del presente. Recurriremos, especficamente, a la definicin de

    Arstegui de memoria, quien la entiende como un depsito y acervo de vivencias comunes

    compartidas y como bien cultural de la mayor relevancia, [que] ha devenido en uno delos componentes ms significativos de la cultura de nuestro tiempo, como inspiracin de

    actitudes y aspiraciones reivindicativas derivadas de hechos del pasado, como prembulo o

    como derivacin de la reclamacin de identidad, como referente para variadas posiciones

    polticas (). La memoria y las memorias son hoy un lugar comn de la reflexin social y

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    son el terreno, en cuanto a dimensin colectiva, en el que se libra una batalla ideolgica de

    notable calado (Arstegui, 2004: 6). Por otro lado, entenderemos memoria oficial y

    memoria social segn las definiciones de Gabriel Salazar: la memoria oficial, nos dice

    Salazar, la memoria oficial comienza a convertirse en una funcin perversa que contamina

    todas las dimensiones de la vida pblica y a menudo de la privada: la poltica, la

    intercomunicacin masiva, la educacin, la legislacin, la justicia, la cultura, la

    convivencia, etc., ante lo cual, por oposicin natural, la memoria social asume, en parte o

    en totalidad, la funcin virtuosa de traer hacia la historia procesos cvicos de refresco de

    legitimacin saneada (Salazar, 2002: 4). Por otro lado, define a la memoria social como

    la situacin de opresin, marginalidad y refugio de la memoria ciudadana, en ausencia de

    un libre contrato social y en presencia del tanque cultural de la memoria oficial. Como tal,

    no es una memoria esttica o congelada, sino dinmica, que se revuelve en la subjetividad

    de los individuos y en la inter-subjetividad de los grupos afectados por el sistema fctico,

    que busca su salida lateral, su reconstitucin colectiva para, una vez consolidada en lo

    ancho, inicie un movimiento hacia lo alto, contra la memoria oficial, y para reconquistar no

    slo la memoria pblica, sino tambin sobre todola legitimidaddel sistema social (o

    sea, su reconstruccin histrica). La memoria social, ms que una estructura, es un

    movimiento profundo de recuerdos, de origen emprico, de articulacin hermenutica, de

    circulacin oral y de proyeccin actitudinal, conductual y social; o sea: un proceso de

    honda historicidad (Op. cit.: 9).

    2. Laidentidad, entendindola como el resultado de la construccin social de la memoria y

    de la produccin del tiempo social a travs de la lectura del presente (Lechner y Gell,

    2005). Del mismo modo, el antroplogo Jol Candau en su libro Memoria e identidad,

    citando palabras de Anne Muxel, apunta a que la memoria es el operador de la

    construccin de la identidad del sujeto (2008: 14). Adems, Candau plantea que existen

    distintas manifestaciones de la memoria, entre ellas lo que llama una metamemoria, que se

    refiere a la representacin que cada individuo se hace de su propia memoria, el

    conocimiento que tiene de ella, y, por otra parte, lo que l dice de ella, dimensiones que

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    reenvan al modo de afiliacin de un individuo a su pasado () La metamemoria es una

    memoria reivindicada, ostensiva (op. cit.: 21). Con esto, se reafirma la idea de que n o

    puede existir memoria sin identidad, ni identidad sin memoria.

    II. Memoria: La memoria oficial como consenso y silenciamiento

    Partimos de la base de que la modernidad,en cuanto a sus espacios intersubjetivos, expresa

    un discurso de la automatizacin, en donde la realidad se concibe casi como un resultado

    espontneo de las fuerzas del mercado y de la esfera de los intereses privados disfrazados

    de intereses pblicos, lo que trastocara el vnculo de las posibilidades de la accin

    colectiva y de la percepcin del tiempo como un espacio donde la sociedad puede erigir sus

    horizontes del futuro (Lechner y Gell, op. cit.: 2-3). El resultado de este automatismo es,

    segn Anthony Giddens, un desanclaje o separacin entre espacio y tiempo, que se traduce

    en una actitud presentista y en un bloqueo de las aspiraciones en torno al futuro: la

    separacin de tiempo y espacio supuso, sobre todo, el desarrollo de una dimensin de

    tiempo vaca () [lo que] no es en absoluto un proceso unilineal sino que se desarrolla

    de manera dialctica. En las circunstancias sociales estructuradas por la separacin de

    espacio y tiempo son posibles muchas formas de tiempo vivido (Giddens, 1995: 29).

    Asimismo, lo que se deriva de este proceso es la extraccin de las relaciones sociales de

    sus circunstancias locales y su rearticulacin en regiones espaciotemporales indefinidas

    () lo que explica la tremenda aceleracin del distanciamiento en el tiempo y el espacio

    introducido por la modernidad (p. 30). En base lo anterior, el historiador alemn Reinhart

    Koselleck apunta que dicha aceleracin se debera a que las expectativas crecen cada vez

    ms rpido que las experiencias, que quedan tambin rpidamente obsoletas, y se alejan

    cada vez ms de la realidad convirtindose en utopas. Esto traera como consecuencia la

    falta de marcos para analizar y enfrentar el futuro (Koselleck, 1993).

    Las irrupciones de la memoria, segn la expresin de Alexander Wilde, son un factor

    esencial que ha caracterizado a la poca de la transicin democrtica en Chile. Wilde define

    esta expresin como los hechos pblicos que asaltan la conciencia nacional de Chile,

    espontnea y a veces sbitamente, y evocan asociaciones con smbolos, figuras, causas,

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    estilos de vida, que, en una medida fuera de lo comn, se relacionan con un pasado poltico

    que todava est presente en la experiencia vivida de una parte importante de la poblacin

    (Wilde, 1999: 5). Se constituye as un marco de recuerdos polticos significativos y

    simblicos, que se escapan de lo meramente institucional como los enclaves autoritarios, en

    cuanto a los impedimentos constitucionales y legislativos para profundizar la democracia.

    Entre ellas est el descubrimiento de una tumba sin identificacin en julio de 1990 en el

    cementerio de Pisagua; y de 135 cadveres en el famoso Patio 29 del Cementerio General,

    el emblemtico Boinazo de 1993, el asesinato de Jaime Guzmn en 1991, la gran

    convocatoria en actos como el nuevo entierro de Salvador Allende, la emisin de reportajes

    televisivos y notas periodsticas y su alto rating, y por supuesto, la detencin en 1998 de

    Pinochet en Londres.

    Sin embargo, qu tipos de memorias podemos ubicar en este proceso? El historiador

    norteamericano Steve Stern seala que existiran distintos tipos de memorias para

    interpretar la ruptura que signific el golpe de Estado y la imposicin de un rgimen

    militar, partiendo, primero, desde la distincin entre memorias sueltas y memorias

    emblemticas.La memoria suelta se caracteriza por ser una memoria personal, mientras

    que la memoria emblemtica es una memoria colectiva y no arbitraria, que constituye, en

    sus palabras una especie de marco, una forma de organizar las memorias concretas y sussentidos, y hasta organizar los debates entre la memoria emblemtica y su contra-memoria

    (Stern, 2000: 3).Nos dedicaremos a estudiar slo la construccin memorias colectivas de

    carcter emblemtico.

    Stern expone cuatro tipos de memorias emblemticas principales desde 1973:

    a) Lamemoria como salvacin,que representa la memoria de los que estuvieron y

    estn a favor del golpe militar y de su rgimen posterior. Esta memoria se centra en

    destacar la situacin de caos e inestabilidad que exista en el de la Unidad Popular.

    Desde esta memoria, la violencia desde el Estado o es negada o es justificada, de

    todas formas es considerada como una especie de costo social argumentado desde la

    necesidad de progreso del pas. Esta es la memoria que se construye en los

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    primeros aos de la dictadura, hasta que en la dcada de los 80 donde empiezan a

    ganar ms espacio las memorias alternativas o contrahegemnicas que se oponan

    a este tipo de memoria, que van cuestionando la memoria oficial de los

    vencedoresy se fue configurando como un discurso poltico.

    b) La memoria como una ruptura no resuelta se trata de una memoria totalmente

    opuesta a la anterior, y por lo tanto, critica el golpe y el rgimen militar, que habra

    llevado al pas a un infierno de muerte y de tortura fsica y psicolgica, sin

    precedente histrico o justificacin moral, y que an no llega a su fin. La dictadura

    no solamente destruy vidas, las destruy de una manera que no permite la

    superacin para las vctimas y sus familiares (Stern, op. cit.: 5). Este tipo de

    memoria es la que constantemente es eje de las irrupciones de la memoria de las

    que habla Wilde, y tambin la que, segn Stern, disputa constantemente el espacio

    del imaginario colectivo: con la publicacin del informe Rettig en 1991, el hallazgo

    de osamentas de los detenidos desaparecidos, los procesos judiciales contra

    personeros de las Fuerzas Armadas involucrados en los crmenes polticos que

    vulneran los derechos humanos, la detencin de Pinochet en 1998, el informe

    Valech, la muerte de Pinochet en el ao 2006, y una innumerable trama de sucesos

    que asaltaron la esfera pblica. La memoria como prueba de consecuencia tica y

    democrtica

    c) La memoria como prueba de consecuencia tica y democrtica , que tambin es

    una memoria crtica del rgimen militar, y que se define en torno al marco de

    represin y de miedo que impuso el rgimen, donde se pusieron a prueba los

    valores, las identidades polticas y sociales y los compromisos (Ibd.). Se define

    as como una memoria de resistencia, como un proceso de lucha y compromiso dela gente que no estaba conforme con el rgimen militar, y quienes vivan esa lucha

    se encontraban a medio camino entre la persecucin y la reivindicacin. En palabras

    de Stern,

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    se trata, por un lado, de un cuestionamiento propio de los valores y de los

    caminos polticos antes escogidos por los activistas polticos, especialmente

    los de la izquierda y la ex UP, quienes tenan que asumir poco a poco el

    significado del fracaso del 73, y de una represin y una transformacin

    enormes y duraderas que viva el pas en los aos siguientes. En los 80 se

    hizo presente tambin una prueba especial a los jvenes, una represin que

    pona a prueba sus identidades, coraje y rabia, rebeldes y democrticos. De

    cierta manera, el ambiente les exiga aprender a vivir permanentemente, sin

    querer, una mezcla subjetiva, explosiva, de rabia y deseo, sintetizada en la

    pregunta hasta cundo?(Stern, op. cit.: 6).

    d) Por ltimo, la memoria como olvido o caja cerrada,que se muestra cercana a la

    memoria como salvacin ya que busca suprimir cualquier tipo de crtica al rgimen

    militar desde una actitud de cautela y que busca hacer borrn y cuenta nueva,cerrar el pasado sin definir bien qu es lo que hay que olvidar y qu es lo que hay

    que recordar. Stern indica que la idea central [de este tipo de memoria] es que el

    tema del once y de la violencia bajo el gobierno militar puede ser un tema

    importante, pero es un tema peligroso y hasta explosivo si se abre la caja y se

    ventila lo que est adentro. Son memorias peligrosas para las vidas personales,

    familiares y colectivas del pas. Como el tema no tiene solucin y trae tanta

    conflictividad y peligrosidad, mejor ser cerrar la caja. En aras de la tranquilidad y

    la reconciliacin () es necesario cerrar la caja (op. cit.: 7). Esta especie de

    amnesia voluntaria es en la que nos enfocaremos de aqu en adelante,

    analizndola desde el perodo del primer gobierno democrtico.

    La transicin pactada

    La transicin de Chile hacia la democracia habilita, despus de 17 aos de dictadura,

    censura y represin, el espacio o esfera pblica para generar interpretaciones acerca de ese

    pasado. La transicin en Chile se trat de una transicin pactada, caracterizada por el

    reconocimiento de las Fuerzas Armadas de la existencia de un rgimen democrtico y a la

    vez, de una clase poltica que se sigue rigiendo bajo la Constitucin de 1980. A su vez, en

    el mbito econmico se asiste a la expansin de una economa neoliberal implementada

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    precisamente durante esos aos de dictadura, en donde se lleg a un crecimiento anual de

    un 6% durante los 8 aos despus de la transicin (Wilde, op. cit.: 6).

    El primer gobierno democrtico de Aylwin: reconciliacin nacional, para qu?

    El gobierno de Patricio Aylwin, como representante de la Concertacin de Partidos por la

    Democracia, fij, segn Lechner y Gell, tres ejes en los cuales centrar la transicin a la

    democracia:

    a) El afianzamiento del rgimen democrtico

    b) La reforma de la economa para lograr un equilibrio entre crecimiento

    econmico y equidad socialc) Juzgar las violaciones a los derechos humanos (Op. cit.: 4).

    A la vez, se impuso el caracterstico discurso de lo posible o de en la medida de lo

    posible, pues argumentaban que lo primordial era asegurar la consolidacin de la

    democracia, y ello slo es posible mediante acuerdos amplios. As, se instaur una suerte

    de democracia de los acuerdos que exiga la negociacin de ambas partes para resguardar

    sus respectivos intereses (Winn, 2007).

    El dilema que surgi de eso fue el de justicia o democracia.El gobierno de Aylwin apel

    a la reconciliacin nacional como imperativo, basado en la unidad y en la bsqueda de la

    verdad. Segn Elizabeth Lira y Brian Loveman,

    haba en el pas () distintos sentidos y acepciones atribuidas al concepto dereconciliacin. Para las Fuerzas Armadas y de Orden y la mayora de sus aliados

    civiles, la reconciliacin dependa y casi se haca sinnimo del olvido. Esta

    acepcin de reconciliacin se fundamentaba en un olvido jurdico ypoltico comoresultado de aplicar el decreto de ley de amnista de 1978, para correr el velo del

    olvido sobre las violaciones de derechos humanos y otros crmenes cometidos

    durante el perodo entre el once de septiembre de 1973 y el diez de marzo de 1978

    (). Para abogados y grupos de derechos humanos y las agrupaciones de familiaresde las vctimas de las violaciones de los derechos humanos () el olvido jurdico

    no era aceptable (). Slo la verdad y justicia, entendiendo por esto, la

    investigacin judicial, seguida de querellas y procesos judiciales, servira como

    partitura adecuada para la reconciliacin (2002: 27-28).

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    Se organiz la Comisin sobre Verdad y Reconciliacin, que se encarg de entregar un

    informe (el Informe Rettig) que investig los casos de los detenidos desaparecidos, los

    ejecutados polticos y las vctimas de violencia poltica con consecuencia de muerte

    ocurridos entre el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1990. El informe

    contabiliz a 2.279 vctimas de abuso contra los derechos humanos, de los cuales 164 los

    clasifica como vctimas de la violencia poltica y 2.115 de violaciones a los derechos

    humanos. Sin embargo, el Informe Rettig an presenta ambigedades, pues no identifica a

    los perpetradores de los crmenes que enumera, y el redactor de su captulo de contexto

    histrico es el historiador Gonzalo Vial, quien se encarg en la dictadura de difundir el

    famoso Plan Z (Bennetts, 2007), Adems, quedaba pendiente el tema de la

    reconciliacin, pues sus propios motivos parecan ambiguos: reconciliar a quin con

    quin? Sobre qu? Para qu y por qu? Y si muchos de los adversarios de antao y del

    presente no estaban reconciliados, ni sobre su versin del pasado ni sobre su visin para el

    futuro? y si el pasado era presente, sobre todo mientras las heridas estuvieran abiertas, el

    dolor persistiera, y los encarcelados, torturados, exiliados, exonerados y familiares de

    detenidos desaparecidos denunciaban en el Congreso, los Tribunales y las Fuerzas Armadas

    y de Orden a los que consideraban sus victimarios? (Lira y Loveman, op. cit.: 37). El

    hecho de la reconciliacin trae implcito la voluntad de un cierre, de superar aquel pasado

    conflictivo, hacindose cargo de l pero al mismo tiempo desentendindose de l. La

    tensin entre un discurso que apela a la reivindicacin de los derechos humanos y a la

    condenacin de los crmenes perpetuados en contra de ellos en la dictadura se encuentra

    an en una tensin que quiere mostrarse como etrea entre el legado institucional,

    econmico, poltico y social de la dictadura, un legado que, como veremos ms adelante,

    abarca ms de lo meramente constitucional.

    Para aportar a lo anterior, el anlisis de Mario Sznajder sobre la memoria en el Chile de la

    transicin a la democracia de 1990, se basa en argumentar que la memoria colectiva a partir

    de 1990 se habra caracterizado por una falta de consenso y por definirse de manera

    antagnica (Sznajder, 2001: 184). La polarizacin que a toda costa se buscaba evadir que se

    tradujera en el mbito de lo poltico qued limitada, entonces, al mbito de la memoria

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    colectiva. La memoria se ve como un espejo de las divisiones polticas encubiertas del pas.

    Esto se asemeja a la tesis planteada por Manuel Antonio Garretn, quien expresa que la

    memoria oficial () es an una memoria fragmentada, en muchos casos escindida, en otros

    antagonstica, en otros slo existen memorias parciales o sectoriales. No hay entonces

    propiamente una memoria colectiva consensual en torno a lo que somos como pas y, por lo

    tanto, no podemos vernos como parte de una misma comunidad tico-histrica, de algo a lo

    que pertenecemos que no sea la pura habitacin geogrfica (Garretn, 2003: 223).

    Volviendo a Sznajder, el autor resume los aos de gobierno de Aylwin segn la

    predominancia de tres elementos: los de carcter simblico que comenzaron con el acto

    presidencial inaugural en el Estado Nacional, los mecanismos pragmticos de

    compensacin y reparacin material a los familiares de las vctimas y las acciones polticas

    y legales posibles (Sznajder, op. cit.: 189). Sin embargo, a su parecer, los actos de

    carcter simblico no produjeron acercamiento en la construccin de la memoria y en la

    estructuracin de una visin histrica ms o menos comn a los distintos sectores de la

    sociedad chilena () la solucin simblica, con sus caractersticas catrticas, estableca la

    validez absoluta de los principios morales, pese a su impractibilidad actual, y al mismo

    tiempo preservaba la viabilidad de la transicin democrtica (Ibd.).

    El gobierno de Frei Ruiz-Tagle y la reactivacin de la memoria con la detencin dePinochet

    El gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle se enfoc en potenciar la memoria hegemnica

    que vena construyndose y ratificndose desde el gobierno de Aylwin con el Informe

    Rettig. Su gobierno se bas en la modernizacin y reformulacin del cdigo penal y la

    educacin, como as tambin de la construccin de nexos econmicos con potencias

    internacionales.

    En la noche del jueves 16 de octubre de 1998 se toma preso en el Reino Unido al entonces

    Senador de la Repblica Augusto Pinochet, a peticin del juez espaol Baltazar Garzn,

    debido a la muerte de ciudadanos espaoles bajo el rgimen militar que encabezaba este.

    De este modo, se exiga a Inglaterra que se extraditara al senador hacia Espaa para, una

    vez all, ser enjuiciado y posteriormente encarcelado.

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    Para la poltica nacional esto representaba un golpe en el principio de legalidad que se

    vena construyendo desde la transicin a la democracia. Segn Huneeus, fue el Presidente,

    Eduardo Frei Ruiz-Tagle quin debi rechazar la jurisdiccin de Espaa, as como tomar

    medidas para realizar con xito el retorno del General Augusto Pinochet a territorio

    nacional, actuar que por muchos fue tomado como una forma de defender a Pinochet:

    La postura del gobierno de Chile slo se comprende en el contexto de la peculiar

    transicin a la democracia, guiada por una estrategia de la reforma y no de laruptura, y que camin a travs del orden institucional establecido por el

    autoritarismo. El respeto al principio de la legalidad haba sido el que empuj a lasFuerzas Armadas a regresar a sus cuarteles cuando Pinochet fue derrotado en el

    plebiscito del 5 de Octubre de 1988 y haba permitido que la democracia se

    hubiera consolidado en los aos 90.(Hunneus, 2001).

    De esta forma, el gobierno de Frei Ruiz-Tagle batalla por repatriar al exdictador, lo cual lo

    lleva a ganarse el desprecio de variados simpatizantes de los partidos de izquierda y a

    crticas generalizadas en torno al gobierno, aludiendo a que la jugada del gobierno aluda a

    un afn de proteccin hacia el senador, ms que la necesidad de juzgarlo en tierra nacional.

    Sin embargo, afirmndonos en las palabras de Huneeus, la decisin que tom el gobierno

    de Ruiz-Tagle fue en pos de mantener la democracia y los principios que esta trajo a la

    sociedad chilena, imponiendo la necesidad de la democracia y de mantener las reglas del

    juego estables por sobre cualquier otra cosa, por ms conveniente que resultara

    polticamente, como lo seala tambin Juan Gabriel Valdez (ex canciller chileno) en una

    entrevista a la radio de la Universidad de Chile:

    Yo sigo pensando que el arresto de Pinochet en Londres fue una gran idea, que

    le hizo muy bien al pas. Y su devolucin a Chile tambin fue muy positiva

    para el pas, para la transicin y para que la Justicia chilena ejerciera susobligaciones. Yo hubiera querido que el proceso hubiese terminado con la

    declaracin de reo y el encarcelamiento, pero no creo que haya nadie hoy da

    que considere que no importante la tarea desarrollada por el Juez Guzmn y losdems jueces que desarrollaron el proceso entonces. (Valdez, 2013).

    Stern indica que, precisamente en el gobierno de Frei, es que empieza a haber una

    contradiccin en cuanto a esta batalla de memorias. El gobierno de Aylwin y todo el

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    proceso en torno al Informe Rettig y la idea de reconciliacin nacional habran incitado la

    apertura de aquella caja cerrada de la que habla al referirse a la memoria como olvido

    desde la sociedad civil, pero que el gobierno de Frei la invierte:

    la mayora de los chilenos, llegando a 1993, definen el significado del once nocomo la salvacin del pas de una dictadura marxista, sino como el colapso de lademocracia y el pasar de una dictadura. Pero la hegemona cultural no es la

    misma que la hegemona poltica, y de hecho el pas vive un sentimiento

    dramtico de fragilidad democrtica. Chile no es el pas solamente de la ComisinRettig, tambin es el pas del boinazo. Poco a poco, especialmente con () el

    gobierno de Eduardo Frei Ruz-Tagle, se va cerrando la caja de la memoria, frente

    a un impasse poltico-cultural que parece imposible de superar. Se llega, poco a

    poco, a la memoria como una caja casi-cerrada y a una situacin paradjica.Desde el Estado, se trata de reglamentar cundo y cmo se abrir esta caja casi-

    cerrada, cuya peligrosidad parece exigir cada vez ms la prudencia y control

    desde arriba (). Se dan virajes bruscos y chocantes de un olvido ms o menosconsciente a la memoria convulsiva, en un proceso sin fin (Stern, op. cit.: 15).

    La idea de cerrar ciclos y de dar por terminada la transicin evidentemente no dio seales

    de xito: El equipo de Frei haba definido una poltica de prescindencia en materia de

    derechos humanos, lo que implicaba que esos asuntos quedaban circunscritos al desarrollo

    de los procesos en Tribunales de Justicia. Frei y sus asesores queran dar por terminada la

    transicin, enfatizando el desarrollo econmico, los proyectos de infraestructura, la batalla

    contra la pobreza (al menos la batalla para reducir el nmero de pobres e indigentes) y la

    modernizacin del Estado (Lira y Loveman, op. cit.: 132). La detencin de Pinochet alter

    el curso de esta omisin, signific una reactivacin de la memoria, especialmente de las

    memorias de resistencia (la memoria como ruptura no resuelta y la memoria como prueba

    de conciencia tica y democrtica). En el ao 1999, Frei cre una Mesa de Dilogo para

    abordar aquellas irrupciones de la memoria referidas al tema de los detenidos

    desaparecidos y la bsqueda de sus cuerpos: cont con 2 moderadores y 22 miembros del

    mundo de las Fuerzas Armadas, personalidades de la sociedad civil, abogados de los

    derechos humanos y las autoridades de entidades ticas. La iniciativa recibi fuertes crticas

    de aquellos grupos relacionados con la defensa de los derechos humanos, restndose, por

    ejemplo, de la participacin en ella la AFDD pues dicho simbolismo contribuira slo a

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    mantener la impunidad (Cacho, 2008: 59)2. Como resultado de la Mesa, las Fuerzas

    Armadas otorgaron pistas sobre el destino de 200 casos de detenidos desaparecidos, de los

    cuales 151 habran sido arrojados al mar o a ros, 29 fueron enterrados y 20 lanzados a una

    fosa comn dentro de la Regin Metropolitana3.

    Ricardo Lagos: conmemoraciones a los treinta aos del golpe de Estado

    Ricardo Lagos Escobar es el tercer presidente de la Concertacin de Partidos por la

    Democracia (2000-2005) desde la vuelta de sta y a su vez, es el primer socialista en

    ocupar el Palacio de la Moneda despus de 17 aos que Salvador Allende llegara al poder,

    por lo cual su gobierno representa hitos claves en la transicin, en trminos simblicos y

    nostlgicos: bajo su gobierno se cumpliran 30 aos desde el golpe de estado, la primera

    conmemoracin de decenios en democracia, lo cual era una instancia clave donde se

    esperaba un discurso institucional en base a resultados concretos y en torno al proceso de

    transicin y consolidacin democrtica. El gobierno de Lagos es uno de los ms activos, en

    trminos de obras, en lo que se refiere a la construccin de idearios que vinculen el pasado

    con el presente y futuro, pues se configur como un eslabn importante a la hora de

    construir y fomentar la memoria hegemnica y oficial, basada principalmente en elementos

    de auto-justificacin. Al respecto, Gabriel Salazar argumenta que, para que la memoria

    oficial se erija al mismo tiempo que intenta disimular sus bases ilegtimas al estar exenta

    del apoyo de una memoria que retome la voluntad ciudadana (memoria social), es decir, de

    conciencia colectiva debe fabricar una serie de mecanismos para seguir auto-

    justificndose pblicamente y consolidarse (Salazar, 2002). Entre ellos, el autor menciona

    que se necesita la difusin de estrategias de conmemoracin de hechos simblicos:

    necesidad de instalar hroes, altares, monumentos y smbolos. Para Del Campo (citado en

    Fernndez Droguet, 2007), la memoria promovida por la Concertacin se ve apoyada en

    diversas estrategias conmemorativas, buscando establecer una poltica de reconciliacin

    3 Vase en [URL]: http://www.derechos.org/nizkor/chile/doc/lista.html, Listado alfabtico de vctimas de

    detencin y desaparicin entregado por las FF.AA, segn los Acuerdos de la Mesa de Dilogo. 8 de enero de

    2001. (09-07-2014)

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    nacional que instale lo ocurrido el 11 de septiembre y la posterior dictadura como un

    hecho atrapado en el pasado, y que no posee mayor incidencia poltica, econmica y

    social sobre el presente, lo cual neutraliza y oculta las expresiones disruptivas de y justicia

    vinculadas a la izquierda y las agrupaciones de derechos humanos. Volviendo a Salazar,

    este autor plantea que esto se lleva a cabo dentro del espacio pblico o en imaginario

    colectivo, donde se monumentalizan nuevos valores:

    Todos los fundadores de los sistemas fcticos chilenos han pasado a la posteridad

    como caudillos, hroes militares o grandes estadistas, y en virtud de tales se

    han convertido, ms temprano que tarde, en estatuas de paseo pblico, en bustos de

    galera palaciega y letanas de memorizacin para los escolares () Slo por rara

    excepcin es posible hallar una estatua olvidada de algn revolucionario (como

    Recabarren), o un arrinconado santuario levantado en honor de los cados ante el

    poder de fuego de la Nacin (Parque de la ex Villa Grimaldi). La ciudadana

    chilena (es decir: la soberana popular) carece de alamedas monumentales para

    recordarse y admirarse a s misma. Su nica avenida transitable son las sombras del

    olvido(op. cit.: 6)

    En este contexto, es el Estado quien desempea y ejerce un papel central en el

    establecimiento la historia y memoria oficial (Jelin, 2002 en Pea Fredes, 2014) por lo

    cual es el principal aval simblico de las transformaciones polticas y sociales del proceso

    de transicin a la democrtica. Con Lagos se presentan criterios que trascienden la

    preocupacin por el pasado articulado a partir del devenir poltico: las batallas presentes de

    la memoria colectiva.

    Reforma constitucional de 2005

    En 2005, con Lagos se gener uno de los hitos ms importantes de nuestra historia

    constitucional reciente y del proceso de transicin democrtica: mediante la Ley 20.050 se

    aprob un conjunto de reformas a la Constitucin de 1980 de Pinochet, teniendo como

    cambios principales el fin de algunos enclaves autoritarios (como la supresin de los

    senadores vitalicios e institucionales), la reforma al sistema de nombramiento de los

    miembros del Tribunal Constitucional y la disminucin del poder del Consejo de

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    Seguridad Nacional y de las Fuerzas Armada (Daz de Valds, 2009). El revuelo meditico

    acerca de este acontecimiento destac y enfatiz el logro que esta reforma significaba, el

    cual no tiene que ver con las reformas constitucionales como tal: el mayor hincapi estaba

    en remarcar el xito de un supuesto consenso entre la izquierda y la derecha poltica, puesto

    que despus de un largo proceso de 5 aos, las principales fuerzas polticas (partidistas)

    lograron un acuerdo y optaron por la reconciliacin en pos de un pas mejor.

    Este proceso reformista fue presentado por el presidente como un acto que cerrara la

    transicin democrtica en Chile, a pesar de que sus cambios jurdicos no lograron terminar

    con la mayora de los enclaves autoritarios: ahora podemos decir que la transicin en Chile

    ha concluido. Ahora tenemos un cuerpo constitucional que est acorde con la tradicin

    histrica de Chile y lo ms importante, un cuerpo constitucional que fue aceptado por la

    unanimidad en el Congreso Nacional, planteando a su vez que ha sido un gran triunfo

    para Chile, para su democracia y debemos alegrarnos profundamente (Lagos, 2005).

    Las principales crticas a este acontecimiento se refieren a que es un proceso netamente

    cosmtico para afianzar la Constitucin de 1980, con la ausencia de estndares mnimos de

    participacin ciudadana, por lo cual sera un engao hacia la sociedad civil mediante un

    nuevo mecanismo de auto-legitimacin de los que habla Salazar: el planteamiento de una

    nueva periodizacin del tiempo histrico, en pos de un discurso triunfalista y de

    reconciliacin. As, el tiempo histrico debe diferenciarse ()

    () de un modo dicotmico: el presente (tiempo de valores) es cualitativamentesuperior al pasado (tiempo de anti-valores). Pues el tiempo pasado no fue mejor,

    sino peor; ni fue progreso, sino estancamiento o retroceso; ni fue orden, sino caos

    o anarqua. Los sistemas de origen fctico no establecen una memoria decontinuidad con el pasado, sino de ruptura y negacin. O sea: una relacin antittica

    y antagnica. Necesitan asentar, por ello, un tiempo-eje, que corte el proceso de la

    memoria, que fije una frontera rgida, ms ac de la cual debe construirse lamemoria oficial, ms all de la cual debe verterse la noche del olvido (Salazar,2002: 5).

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    Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile

    Lagos enva en 2005 al congreso el proyecto de ley N 20.405, el cual crea el Instituto

    Nacional de Derechos Humanos, pero no es hasta 2009 que es aprobado (INDH, 2014);

    trabaja como una corporacin autnoma de derecho pblico, que est destinada a promover

    y proteger los Derechos Humanos de todos los habitantes del pas establecidos en las

    normas constitucionales y en los tratados internacionales suscritos y vigentes, as como los

    emanados de los principios generales del derecho, reconocidos por la comunidad

    internacional.

    Informe Valech

    Bajo el decreto 1.040 (del 26 de septiembre de2003), el presidenteRicardo Lagos creaInforme Valech, la Comisin Nacional sobre Prisin Poltica y Tortura, ante lo cual el

    mandatario plantea: Creo no equivocarme al sealar que la elaboracin de este informe

    constituye una experiencia sin precedentes en el mundo, pues reconstruye 31 aos

    despusun cuadro completo de la tremenda abyeccin que vivi nuestra patria, y busca

    crear las condiciones para recomponer nuestra memoria colectiva. Representa un acto de

    dignificacin de las vctimas y un empeo por sanar las heridas de nuestra alma

    nacional"(CEME, 2005, p. 3).

    La comisin, presidida por monseor Sergio Valech (de ah, por lo dems, su nombre),

    recogi 28 mil testimonios de vctimas de la represin llevada a cabo en la dictadura,

    describiendo las detenciones y las torturas a las que fueron sometidos dichos ciudadanos.

    La idea de este informe era suplir las falencias de la Comisin Rettig en donde slo se

    pronunciaba acerca de las muertes a manos de agentes del Estado durante la dictadura de

    Pinochet, por lo cual las torturas y detenciones no eran contempladas.

    Si bien el informe Valech ha sido reconocido como un gran avance en comparacin al

    informe Rettig, ha sido criticado por, tal como lo hizo el informe Rettig, no dar nombres de

    los represores y perpetuadores de los crmenes que enumera, limitndose a su valor

    simblico como denuncia, en donde su eficacia est en resumir una poca trgica y ofrecer

    algunas luces a los ciudadanos de hoy (CEME, 2005), esto representa como la construccin

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    en torno a la dictadura, va enfocado en simbolismos basado en el reconocimientos de la

    vctimas y la exaltacin de su sufrimiento, pero no representa un forma clara de justicia y

    verdad.

    Morand 80

    Desde principios del siglo XX y hasta el golpe militar de 1973, la puerta de Morand #80

    fue el acceso al palacio de La Moneda, por el que histricamente ingresaron los

    Presidentes de Chile, quienes podan entrar y salir sin necesidad de recibir el saludo

    protocolar de honor de la Guardia Presidencial (Pea Fredes, 2013). Esto cambi tras

    el Golpe de Estado, en donde los restos del presidenteSalvador Allendefueron retirados

    por esta entrada, y luego, en dictadura y con la reconstruccin del palacio, sta seracubierta, por orden deAugusto Pinochet, para as evitar una evocacin a su simbolismo en

    torno a la figura del ex presidente.

    Ante esto, el 2003 el Consejo de Monumentos Nacionales, en respuesta a la peticin del

    ejecutivo, emiti un dictamen, en el cual se autoriz el inicio de las obras para la reapertura

    de la puerta, en el contexto de los treinta aos del golpes y la celebracin del aniversario del

    natalicio del Salvador allende (ibd.).

    Monumento de Salvador Allende

    Una detencin importante en torno a la obra de Lagos (en lo que se refiera a la

    implementacin de mecanismo de auto-justificacin simblica de conmemoracin del

    golpe militar, es en la estatua de Allende, ubicada en un costado de la Plaza de la

    Constitucin del Palacio de La Moneda. Si bien la ley de construccin no se decret en su

    gobierno, la inauguracin fue un hito simblico en pos de la conmemoracin de los 30 aos

    del golpe. La estatua fue inaugurada en un pomposa ceremonia, y las declaraciones delmandatario dentro de ese contexto fueron apetitivas a un consenso sobre el futuro:

    podemos tener visiones distintas del pasado, pero no podemos tener visiones distintas

    sobre el respeto a los derechos del hombre" (Lagos, 2000).

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    Riegl plantea (citado en Daz de Valds, 2009) que la naturaleza propia de los monumentos

    se enlaza con la idea de mantener hazaas o destinos individuales siempre vivos y presentes

    en la conciencia de las generaciones futuras, por lo cual responde a un narracin casi

    escatolgica que busca afianzar una idea en la sociedad, es por ello que la relacin del

    monumento de Salvador Allende frente a La Moneda responde a un discurso

    conmemorativo en base a la mistificacin del pasado.

    Ac nuevamente nos encontramos con otro de los mecanismos de auto-legitimacin de la

    memoria oficial de los que habla Salazar, especficamente, cuando se refiere a la necesidad

    de sta de instalar hroes, altares, monumentos y smbolos en el espacio pblico o en

    imaginario colectivo, para monumentalizar los nuevos valores:

    Todos los fundadores de los sistemas fcticos chilenos han pasado a la posteridadcomo caudillos, hroes militares o grandes estadistas, y en virtud de tales se

    han convertido, ms temprano que tarde, en estatuas de paseo pblico, en bustos de

    galera palaciega y letanas de memorizacin para los escolares () Slo por raraexcepcin es posible hallar una estatua olvidada de algn revolucionario (como

    Recabarren), o un arrinconado santuario levantado en honor de los cados ante el

    poder de fuego de la Nacin (Parque de la ex Villa Grimaldi). La ciudadanachilena (es decir: la soberana popular) carece de alamedas monumentales para

    recordarse y admirarse a s misma. Su nica avenida transitable son las sombras del

    olvido (op. cit.: 6)

    Lagos lo que busc con esta serie conmoraciones, fue plasmar que el golpe militar se viera

    como un quiebre en la familia chilena, la cual se ha caracterizado por una larga

    tradicin democrtica, y solo puede ser superado, si la sociedad logra superar sus visiones

    y memorias antagnicas. Por lo cual nuevamente se enfatiza que los treinta aos de la

    conmemoracin del golpe de Estado marcaran el final de la transicin, en donde ms que

    reparar la deuda se optara en el futuro por la omisin, debido a la lgica de la clausura

    final de este ciclo histrico.

    III. Identidad y construccin social a partir de la memoria

    La poltica de los consensos dentro del proceso de transicin democrtica en Chile

    configura, segn Lechner y Gell, una determinada estructuracin del tiempo social: el

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    presente se ve amarrado al pasado, por un compromiso jurdico, poltico, social y

    econmico en cuanto a los conflictos heredados. En esa relacin problemtica con el

    pasado, el presente busca librarse de l (de los conflictos que potencialmente pueden seguir

    dividiendo a la sociedad). Ante esto, la accin colectiva se vuelca al futuro, con esta idea de

    darle tiempo al tiempo. La gobernabilidad, como horizonte que es necesario asegurar, se

    reduce slo a lograr una estabilidad y una prosperidad en la convivencia a travs de una

    idea de futuro compartido fundamentado en dos pilares: la Democracia representativa, y la

    economa de mercado (Lechner y Gell, op. cit.: 5).

    De lo anterior es que volvemos a nuestra tesis, aadiendo de que este consenso, volcado a

    una proyeccin del futuro que rehye de la irrupcin del pasado en el presente (la necesidad

    de afrontar el pasado), encubrira as una diversidad de interpretaciones y memorias acerca

    del significado que se le da al pasado y su relacin del presente, pues intenta desactivar los

    elementos subjetivos de la memoria (ibd, p. 6). Para Toms Moulian, el consenso sera la

    etapa superior del olvido:

    Qu se conmemora con sus constantes celebraciones? Nada menos que la

    presunta desaparicin de las divergencias respecto de los fines (). Consenso es la

    enunciacin de la supuesta, de la imaginaria armona. Los desacuerdos respecto a

    las caractersticas del desarrollo socioeconmico impuesto por la dictadura militar

    aparecen desvanecindose, desde el momento mismo que la banda presidencial pasde las manos de Pinochet a las de Aylwin. Es la enunciacin de que el problema del

    capitalismo pinochetista era Pinochet en el gobierno. El consenso es un actofundador del Chile Actual. La constitucin, la produccin de ese Chile vena de

    lejos. Pero la declaracin del consenso manifiesta discursivamente la decisin del

    olvido absoluto (2002: 42).

    Sin embargo, este olvido no se presenta como un olvido total como argumenta Moulian,

    sino como una especie de mala memoriacomo afirma Marco Antonio de la Parra

    (1997): existe una memoria, pero es una memoria banal, una memoria silenciosa, que

    para muchos chilenos no es dramtica, pues no ha sufrido muertes de familiares ni torturas,

    pero que no las ignora, se les asume como algo normal y natural. Se conoce lo que pas,

    pero se calla. Esto se relaciona a lo que Stern plantea de que la memoria sobre el golpe y la

    dictadura es como una caja de Pandora, que se teme abrir porque eso significa encarar el

    conflicto, y por ello se opta por legitimar la democracia de los acuerdos. A la vez, esto

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    responde a la lgica y a las bases psicolgicas instauradas por la dictadura en torno a una

    cultura del miedo, que se naturaliz en la cotidianidad: hechos que se vean lejanos en ese

    discurso de Chile es un pas civilizado adquirieron un significado cotidiano con

    mecanismos disciplinarios como los toques de queda, los estados de sitio, los

    allanamientos, las detenciones, los cortes de luz, la censura informativa, etc. Para la opinin

    pblica el fin de la dictadura es el fin de la represin, no as del miedo. Lo que se logr en

    la dictadura fue una atomizacin de la poblacin, la destruccin violenta de sus vnculos

    sociales (siempre unidos a un pasado), inducida por una verticalidad y autoritarismo

    traducido a las relaciones sociales como herencia de la cultura del temor y la desconfianza;

    y por la expansin de la economa neoliberal (la interiorizacin de criterios del mercado

    como la competitividad, la eficiencia, la utilidad) en los hbitos de las personas. La gente se

    retrae en sus esferas privadas, y los espacios pblicos son instrumentalizados por el

    mercado con la creacin de malls como nuevos modelos paradigmticos de encuentro

    social. Como resultado de esta atomizacin, existe cierta nostalgia en torno al pasado:

    en la medida en que el futuro no tiene un sentido inteligible ni aparece como un horizonte

    esperanzador, el maana mejor tiende a ser reemplazado por un pasado dorado:

    existe una idealizacin del pas de antes, de la vida en el campo, del barrio, del

    liceo fiscal y del Servicio Nacional de Salud. Reina por sobre todo una aoranza de

    la sociabilidad de antao, cuando haba tiempo para la familia y la amistad, un tratocordial y generoso, tranquilidad en las calles y solidaridad entre la gente. Se busca

    en el pasado imgenes de hbitos familiares de convivencia amigable, todo lo

    opuesto al pasado reciente. En lugar de rememorar ruptura y divisin, se aora lo

    ausente: el vnculo social (Lechner y Gell, op. cit.: 13).

    El discurso pblico de la gobernabilidad reducida a la ausencia de discursos resta espacio

    y lenguaje al procesamiento del pasado a la luz del presente, pues trata de imponer, desde

    una historia oficial que pretende mostrarse como imparcial, una construccin de un

    sistema con pretensiones de carcter hegemnico, basada en la democracia y el mercado.

    As, donde los poderes fcticos retienen las imposiciones del sistema neoliberal, hay

    demasiada prisa en olvidar un pasado y del cual finalmente nadie, por razones diversas, se

    siente heredero. Demasiada prisa en estabilizar una convivencia decente como para

    interrogarse acerca de los valores de la vida social (Ibd.: 9-10).

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    Miedo como consecuencia del golpe de Estado y la dictadura

    Para hacer futuro, previamente hay que hacer memoria

    (Norbert Lechner, 2006)

    No podemos analizar las consecuencias del golpe sin analizar la sociedad, que es la

    principal afectada, un evidente quiebre de los vnculos sociales que cohesionaban a los

    ciudadanos, altos grados de individualizacin, desafeccin poltica, discurso triunfalista y

    miedo, son solo algunos de los sntomas de una sociedad enferma que no ha sido capaz de

    enfrentar su historia como parte de su presente y que tampoco podr construir un futuro

    sano.

    Para Norbert Lechner la subjetividad de las personas tiene una enorme relevancia al

    momento de analizar la sociedad, lo que l define como fenmeno complejo que abarca

    valores y creencias, disposiciones mentales y conocimientos prcticos, normas y pasiones,

    experiencias y expectativas (2006: 517). Luego del golpe de estado podemos notar cmo

    la sociedad ha tenido una importante transformacin en cuanto a la relacin con los dems

    individuos, los procesos y el Estado. Bajo este pensamiento de atomizacin de la sociedad

    que nos presenta el autor, se desarrollar el miedo, como consecuencia del episodio

    monstruo vivido por el pas.

    Miedo para Lechner es una motivacin poderosa de la actividad humana y, en particular,

    de la accin poltica. De manera aguda o subcutnea, ellos condicionan nuestras

    preferencias y conductas tanto o ms que nuestros anhelos.(ibd.: 509).

    Segn sus resultados obtenidos del informe del PNUD de 1998, el autor distingue tres tipos

    de miedos, que parecen importantes desarrollarlos en este informe debido a su relevancia

    para comprender la lgica sobre la cul funciona la mayora de los ciudadanos y que sinduda condiciona nuestro actuar y la forma en como nos definimos y configuramos como

    sociedad hoy.

    El miedo al Otro, como potencial agresor

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    El miedo a la exclusineconmica y social

    El miedo al sinsentidoa raz de un proceso social que parece estar fuera de control.

    El miedo al Otro se presenta en la actualidad como miedo al delincuente y como principal

    amenaza debido a los altos niveles de delincuencia y a el constante miedo a asaltos en

    lugares conglomerados o sectores no iluminados, en los medios de transporte pblico, entre

    muchos otros lugares que llevan a la poblacin a estar siempre en alerta. Pero esto no naci

    de la nada, Lechner nos seala que claramente hay huellas de un trauma pasado en esto que

    a simple vista parece tan comn e irrelevante. El delincuente, el Otro, es anlogo a lo que

    en el golpe fue el extremista o el delator, aquellos que suponan un riesgo latente. Miedo a

    enfrentarse al Estado, miedo al conflicto y a la amenaza de nuestra lnea de seguridad.

    Lechner afirma que tanto los miedos como la seguridad son un producto social. Tienen

    que ver con nuestra experiencia de orden (ibd.: 513), la traumtica experiencia del orden,

    de las desapariciones sistemticas, torturas y asesinatos por atentar contra el orden y

    estabilidad del Estado. El vnculo social tambin se ve afectado y alcanzado por este miedo

    entendindolo como representacin de un patrimonio de conocimientos y hbitos de

    experiencias prcticas y disposiciones mentales que una sociedad acumula, reproduce y

    transforma a lo largo de generaciones (ibd.) y que es importante para el mercado, que caebajo la paradoja que mayor vinculo social para crear confianza para la competencia

    internacional y que al mismo tiempo necesita destruccin de las mismas para implantar

    competencia de los individuos en el sistema.

    El miedo a la exclusin presente en las relaciones sociales, pero tambin en las relaciones

    de los ciudadanos con el sistema funcional, que bajo el discurso exitista en cuanto al

    mercado y lo bien que funciona de la mayora de los chilenos se encuentra en una

    disyuntiva, debido a que al mismo tiempo tienen miedo de quedar excluidos de sustrabajos, del sistema de salud, de la educacin entre otros que se ven potenciados con el

    sistema capitalista implantado en el golpe de Estado y que provocan el acceso desigual a

    todos los sistemas nombrados anteriormente. Estos pueden ser adquiridos y variar de

    calidad dependiendo de la capacidad adquisitiva de cada persona, por tanto el discurso de la

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    igualdad queda totalmente sin fundamentos, no es posible que exista junto a la exclusin.

    Esta igualdad se ve reducida por la individualizacin, el quiebre del vnculo social y el

    mercado.

    El ltimo miedo a analizar es el miedo al sinsentido, que se ve alimentado por una variedad

    de factores, como el estrs, contaminacin, auge de las drogas entre otros que exacerban

    esta incertidumbre constante en cambios y procesos que no son alcanzados a asimilar por

    gran parte de la poblacin y que tambin se proyectan en un sinsentido hacia el futuro.

    La alegra ya viene, es un ejemplo de ello, se asume que en un futuro las cosas sern

    mejores, que en el futuro todo se arreglar, mezclando el miedo y la esperanza en un

    pensamiento, podemos llamarlo un discurso triunfalista, esperando que todo futuro sea

    mejor que el presente pero que al mismo tiempo guarda dentro de la subjetividad un

    desconcierto y sinsentido de lo que realmente pasar. Una contradiccin.

    Todas estas formas de miedo como consecuencia de un episodio traumtico, traen consigo

    una desafeccin a la poltica, lejana con el Estado, miedo al conflicto, al otro, un discurso

    triunfalista, que es la enfermedad de nuestra sociedad, por esto es de vital importancia

    reconocer nuestro pasado y mantenerlo vivo ya que ah nacen los problemas o virtudes que

    nos componen. La memoria por tanto es esencial para comprendernos y formar nuestraidentidad.

    Las Memorias contrahegemnicas y su identidad: derrota y resistencia

    El concepto de memoria contrahegemnica se abordar desde la terminologa de Stern en

    relacin a la memoria como ruptura no resuelta y la memoria como prueba de consecuencia

    tica y democrtica. Durante la dictadura, la organizacin de esta memoria como oposicin

    poltica fue mostrando algunas divergencias en su interior, debido a que, en el ao 1983, la

    izquierda chilena se fracciona en dos sectores antagnicos: la Alianza Democrtica (AD),

    identificada como el ala reformista de la izquierda por adherir al diseo de transicin

    pactada, conformada por la Democracia Cristiana, el Partido de Izquierda Radical,

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    disidentes de derecha y los Socialistas Renovados; y, por otro lado, el Movimiento

    Democrtico Popular (MDP), identificada como el ala revolucionaria de la izquierda, que

    buscaba una ruptura con el rgimen militar y autoritario, integrado por el Partido

    Comunista, el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y el PS-Almeyda

    (Boeninger, 1998: 300-302).

    En este apartado, se presenta a) la visin del MAPU-Lautaro, b) la postura del Movimiento

    de Izquierda Revolucionaria (MIR), c) la lucha armada y subversiva en la transicin

    democrtica y d) algunos testimonios de detenidos y personas reconocidas por haber sido

    torturadas bajo el rgimen dictatorial de Pinochet que han alzado la voz a travs de 3

    documentales: Memoria del silencio, Sombra de Don Roberto y Yo he sido, yo soy, yo

    ser junto a una fecha en particular. Esta memoria toma el testimonio y la historia conocida

    de quienes fueron afectados en carne propia, ya sea por tener algn cercano, o bien por ser

    el protagonista de un episodio traumtico que an perdura en sus vidas y con el cual viven a

    diario. Estas son las vctimas del episodio monstruo nacional que marca un antes y un

    despus en el modo de vivir y percibirnos como chilenos.

    a) Memoria de resistencia al rgimen dictatorial: el MAPU-Lautaro

    Uno de los grupos polticos de resistencia y oposicin a la dictadura militar fue el MAPU-Lautaro, el cual a diferencia de otros grupos se caracteriz por continuar con las acciones

    armadas una vez retornada la democracia a pesar de las adversidades que se le presentaban

    al MAPU-Lautaro, considerando todas las medidas neoliberales impuestas bajo los aos

    1979 y 1981 y con las que se redujo y prcticamente se desmantel la construccin

    poltica, social y econmica basada en el Estado desarrollista (Lozoya, 2012: 192) y con

    ello la desarticulacin de las organizaciones sociales y la prdida de valores.

    An con una realidad desfavorable a su mtodo, esta fuerza poltica se moderniza, y surge

    de los pobladores que se manifestaron en las movilizaciones de 1983 el pueblo rebelde,

    compuesto por jvenes quienes deben conducir la llegada al socialismo. En los 90, el

    Lautaro haba ganado adeptos y contaba con una experiencia poltico-militar por lo que sus

    acciones insurrectas incrementaron sobre todo entre 1990 y 1992, en los que abundaron las

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    llamadas recuperaciones, que correspondan a asaltos que servan para financiar a la

    organizacin. En aquellos aos (90-92), los enfrentamientos fueron frecuentes sobre todo

    con las fuerzas policiales y destacaba el valor y el reconocimiento que se le daba a los

    cados:

    El rescate tiene un peso, importante en las memorias de la organizacin y de los

    militantes. () Segn Pedro Rosas, est es la primera accin que es catalogada

    como combate estratgico (). La prdida de Antonioletti, la manera en que es

    abatido () y cae en combate, convirtindose en un smbolo para la militancia ().

    Por otro lado, Marcela Rodrguez, fue herida y qued parapljica. (Lozoya, 2012:

    203).

    La participacin de la figura femenina de la mujer metralleta, como tambin le llamaban,

    dio otro sentido a la organizacin y se convirti en un smbolo de la resistencia a la

    violencia institucional y por otra parte, rompe con el estereotipo de la lucha armada y rol

    de la mujer en la revolucin.

    El MAPU-Lautaro acab siendo enemigo de aquellos con los que haba luchado por

    acabar con la dictadura una vez consolidada la democracia ya que al estar al margen de la

    nueva institucionalidad fue fuertemente reprimido. Durante el gobierno de Aylwin, el

    Estado despleg las fuerzas represoras por no querer abandonar la va revolucionaria y

    finalmente comienza a desintegrarse en 1994, con la detencin de su dirigente y lder

    Guillermo Ossandn el 15 de Junio.

    b) Movimiento de Izquierda Revolucionaria

    El grupo poltico que posiblemente fue el ms reprimido y perseguido por el rgimen fue el

    MIR (por su estrategia insurreccional), que bajo el ciclo de violencia que en Amrica

    Latina se viva a partir de los aos 60, se transforma en un grupo que intenta articular la

    lucha social y que se presenta como un grupo armado y revolucionario. La violencia, dentro

    del perodo de emergencia del MIR, era reivindicada a nivel nacional por actores varios,

    por militares, conservadores de ultra derecha y por grupos de la misma izquierda poltica;

    porque era admitida como forma de legitimarse polticamente. Esta violencia se haba

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    transformado en parte central de la poltica, pues se conviva con ella en el escenario del

    pas.

    A partir de lo anterior, el MIR planteaba la insurreccin popular armada como nico medio

    para acabar con el sistema capitalista y llegar al socialismo. Luego del golpe de Estado de

    1973 su perodo prerrevolucionario se ve por concluido dando inicio a la contrarrevolucin

    marcada por la lucha contra el Estado y la bsqueda del derrocamiento de la dictadura.

    Segn el testimonio de Andrs Pascal Allende en 1975:

    ()perseguimos el derrocamiento de la dictadura, dichos sectores aspiran solo a la

    restitucin del estado burgus democrtico y levantan nuevamente a la daina

    ilusin de que dentro de los marcos de este estado democrtico burguesa que aspiran

    podrn alcanzar, tarde o temprano, la sociedad socialista. El MIR persigue elderrocamiento de la dictadura y la restitucin de las libertades democrticas, pero

    tenemos como objetivo estratgico el desarrollar, a travs de la lucha de laresistencia, la fuerza social, poltica y militar revolucionara de proletariado y sus

    aliados, que permita socavar el estado burgus, consisti un slido poder popular y a

    llevar adelante un revolucin proletaria y socialista (Allende, marzo de 1975;

    citado en Prez, 2012: 171).

    Los integrantes del MIR fueron presentados a travs de la prensa, como terroristas que

    pretenda impedir poner orden y traer la estabilidad al pas. Se les persigui y asedi

    durante la dictadura. Luego, con la transicin a la democracia, progresivamente comienza a

    saberse qu es lo que ha estado sucediendo con los detenidos desaparecidos, tema que

    durante mucho tiempo fue omitido y silenciado.

    La visin que se conserva de los miristas por otra parte, es tambin de luchadores, ellos

    arriesgaban sus vidas para llevar a cabo su proyecto poltico que nunca pudo fortalecerse. A

    pesar de que podra haberse ido del pas los miristas llamaron a permanecer en el pas y dar

    la lucha contra la dictadura desde el interior. Es por ello que tenan que mantenerse en

    clandestinidad y tomando medidas de seguridad extremas para no ser atrapados. En 1978,

    el MIR comienza en este contexto a reorganizar su orgnica y a notarse visiblemente

    gracias a la propaganda armada, acciones ofensivas que pretendan alentar a la gente a que

    se uniera a la lucha armada. Con el tiempo el movimiento se fue debilitando y acab

    desarticulndose, los militantes eran tomados presos, ejecutados, torturados o exiliados.

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    El MIR colapsa ya de forma definitiva en 1990, con las divisiones internas que comenzaron

    a generarse producto del fracaso de la Operacin Retorno y con la muerte y

    encarcelamiento de cientos de militantes a lo largo del pas. Esto sumado al contexto

    internacional: la cada del comunismo real en la URSS y Europa de Este y nacional: el

    pacto para la transicin a la democracia. Sin embargo, transitada una dcada del segundo

    milenio, varios grupos continan reivindicando el legado poltico, ideolgico y simblico

    que instalara el MIR a partir de 1965: el impulso de una estrategia anticapitalista y

    antiimperialista; la construccin de una amplia alianza social de base popular (Prez,

    2012: 189).

    c)

    Memoria como resistencia y subversin en la transicin democrtica: una

    aproximacin

    Partiendo de la cita anterior, la transicin chilena se caracteriz, durante la poca del 90,

    por la continuidad de la lucha subversiva y armada: la dictadura habra cado, pero para

    estos grupos esta constatacin no es ms que una constatacin de tipo esttica y atrapada en

    el nivel del discurso. Existen ms continuidades que rupturas verdaderas con el legado

    institucional y del neoliberalismo de la dictadura. Su lucha durante este perodo sera ms

    bien una lucha de carcter subterrneo, que si alcanza la superficie, es a travs de un

    revuelvo meditico que impone de manera distorsionada el calificativo de terrorismo para

    buscar justificaciones en las consecuencias de estos actos y no en sus orgenes. Segn

    Pedro Rosas quien fue militante del MIR desde 1983 dentro del proceso de la

    transicin, cientos de jvenes-nios () iniciados a la lucha poltica en el enfrentamiento

    a la dictadura, tomaron el camino de la lucha armada y eventualmente la lucha y la vida

    clandestina en nuestro pas(2008: 99). La respuesta de los gobiernos de la Concertacin a

    la lucha armada en este contexto fue la represin brutal y criminalizacin de sta. La nueva

    rebelda se habra articulado, segn el autor, bajo diversas propuestas: por un lado, la

    agitacin y propaganda permanente de su crtica y denuncias primero antidictatorial y

    luego antisistmicas y de sus propuestas de corto y largo plazo vinculadas a lo que se

    estimaba representaban intereses y demandas de los sectores populares postergados y

    particularmente centradas en el mundo juvenil (Rosas, op. cit.: 101); por otro lado, la

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    potenciacin de la discusin poltica en aras, tambin, de adquirir nuevos militantes; la

    formacin de vnculos de apoyo entre otras organizaciones rebeldes; el trabajo social con

    movimientos y organizaciones de base. Tambin se enfocaron en la perpetuacin de

    acciones de violencia poltica contestataria, reivindicativa y agitacin de masas, de tipo

    miliciano o propiamente militares dado su nivel de especializacin e impacto. Entre ellas se

    cuentan: copamientos armados transitorios de reas urbanas poblacionales o comerciales,

    con o sin participacin de poblacin; ataques y emboscadas a fuerzas y smbolos de la

    represin dictatorial, gubernamentales o de grupos econmicos, recuperaciones de

    armamentos y bienes de consumo para uso del grupo o distribucin en la poblacin,

    sabotajes, propagandas y otros (ibd.: 101-102).

    Este tipo de memoria de resistencia y de juventud rebelde retoma la conmemoracin del da

    del joven combatiente, como una forma de protesta. El 29 de Marzo de cada ao se

    conmemora el asesinatoperpetrado por agentes de Carabineros,de los hermanos Rafael y

    Eduardo Vergara Toledo, en 1985. Los jvenes, los estudiantes y en las poblaciones

    emblemticas de todo el pas salen ese da a la calle sobre todo por la noche de madrugada,

    y se manifiestan recordando lo que aconteci el ao 1985 en Estacin Central con dos

    muertes que nunca quedaron del todo claras. Grupos anarquistas, personas de izquierda,

    polticos de izquierda realizan actividades para conmemorar esta fecha en memoria detodos los cados durante la dictadura. Sobre todo esta fecha se presenta como una fecha

    para no olvidar, para tener presente que el pasado no pas y que quedo incierto porque el

    tema jams se concluy. De esta manera, se pone de manifiesto una memoria crtica

    vigente, actual que muestra el episodio monstruo como no superado e inconcluso, pues se

    sigue problematizando en torno al pasado y a las interpretaciones que se tienen de ste. El

    mercado, la democracia de acuerdos, el discurso en torno al progreso y a la reconciliacin

    son el eje de crticas de los grupos de lucha subversiva y armada.

    d) La Memoria de torturados y detenidos en algunos recursos audiovisuales.

    Un sin nmero de recursos audiovisuales resultan enormemente significativos para

    comprender y conocer las memorias que se conservan o que se han ido perdiendo, tanto

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    individuales como colectivas que evocan el pasado y traen las emociones al presente y

    llegando al espectador de manera sutil y efectiva.

    1. Yo he sido, yo soy, yo ser (1974), es un documental hecho por 2 cineastas

    alemanes: Walter Heynowski y Gerhard Scheumann, que modificando sus documentos, se

    hicieron pasar por ciudadanos de la Repblica Federal de Alemania (zona occidental

    alemana y capitalista) y lograron que los hicieran ingresar a los centros de reclusin

    filmando lo que aconteca al interior de los dos mayores campos de concentracin de la

    zona norte de Chile: Chacabuco y Pisagua en plena dictadura militar, 1974 para ser exactos.

    Este documental es de clara naturaleza poltica; pretende mostrar y denunciar la existencia

    de campos de concentracin al mundo, de evidenciar la situacin en la que Chile se

    encuentra, en la que estn los detenidos y de dar a conocer quienes se hallan retenidos

    (pasando por el gnero, la profesin u oficio, la edad, etc.), las razones de porque estn en

    las dependencias de los campos de concentracin en Chacabuco y Pisagua en 1974, las

    cuales muchas veces son por causa de ser simpatizantes o pertenecientes a algn partido

    poltico (partido radical, partido comunista, partido socialista) o a alguna federacin o

    agrupacin de estudiantes de izquierda y en otros casos sin razn aparente, mas aun todos

    mencionan que no saben si sern puestos en libertad y menos cuando, sus condenas sin

    cargos son indefinidas.Segn relatan los mismos prisioneros una de las enfermedades ms frecuentes, era la

    neurosis, producto probablemente de la presin de no saber si serian liberados algn da, o

    si serian ejecutados, de los tormentosas torturas, algunos no podan conciliar el sueo

    cuanta el mdico, prisionero encargado de revisar y tratar a sus compaeros.

    El documental muestra los testimonios de hombres y mujeres que acabaron siendo

    llevados hasta all, a travs un interlocutor que hace preguntas que abordan el nombre, la

    fecha de detencin, la razn y la posible fecha de liberacin, muestra a personas de las

    ms diversa ndole, desde jovencitas, a seoras mayores, desde soldadores hasta mdicos.

    La nica apertura del centro de prisioneros Chacabuco a ser vista por el mundo y poder

    ser registrada fue conocida a travs de este documental, y se presume que debido a las

    presiones internacionales se intenta mostrar que los prisioneros estn bien. De hecho, se

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    intenta exhibir lo menos posible y los que los prisioneros relatan es bastante acotado,

    tambin es de suponer que cada vez que se filma hay un militar presente y que

    posiblemente ellos corran peligro al contestar preguntas comprometedoras, por lo que los

    cuestionarios son simples.

    2. Chacabuco: memoria del silencio (2001), por su parte, tambin tiene un propsito

    poltico, pero se centra en la reconstruccin de la memoria colectiva a travs de quienes

    en el pasado estuvieron en el campo de concentracin de Chacabuco, de capturar el

    recuerdo de varios ex detenidos que relatan las emociones que tuvieron y como fueron

    capaces de sobrellevar todo lo que les ocurri durante meses de reclusin. A travs del

    testimonio de los participantes acompaado de msica se va reconstruyendo la memoria,

    tan frgil y sensible que hace necesario rememorar y dar a conocer nuevamente todo lo

    vivido, aunque pueda ser doloroso. En el largometraje se ve a los 3 hombres que

    estuvieron detenidos en las dependencias caminando por el campo de concentracin.

    Chacabuco en el desierto les hace ir recordando, sealando donde haban estado, los tratos

    que reciban y como era la vida all encerrados, los dispositivos de disciplinamiento, los

    reglamentos de convivencia en el campo, etc. Traer a colacin, recuerdos como esos por

    supuesto que no es fcil, pero ellos representan a todos aquellos que all conocieron y que

    hoy no pueden contar la historia sucedida.

    3. La sombra de Don Roberto (2007), es un documental testimonial de un antiguo

    detenido en las dependencias del Centro Chacabuco, en el rido desierto de Atacama: Don

    Roberto, un hombre que atormentado por su pasado vivido all, vuelve para enfrentar sus

    fantasmas y acaba quedndose, encontrando paradjicamente la libertad y la tranquilidad

    en un lugar que le causo tanto dolor. El mismo relata que ahora entiende lo que es ser un

    hombre libre, ahora mientras camina por el campo de concentracin no tiene fronteras,

    nadie le pone lmites, puede caminar libremente por Chacabuco.

    Este documental pretende recuperar y recrear la memoria pero a travs de una sola

    persona, es como un anlisis ms antropolgico que intenta comprender el significado de

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    una vida, de un recuerdo, de las vivencias de Don Roberto. La cmara acompaa y trata

    de capturar todo esto, a veces se fija en la mirada y el rostro del seor.

    Los recursos narrativos que utiliza este documental son varias, desde la luz, sobre todo se

    observan las sombras, la luminosidad y los colores caractersticos del atardecer que van

    conjugando con el relato de Don Roberto. Como cuando el protagonista va hablando

    sobre su sombra, muestran la sombra de l deambulando por el desolado campamento de

    prisioneros "Chacabuco, por aquellos lugares donde aos antes estuvo recluso. Los

    recursos son mucho ms acabados y sofisticados, el trabajo de luz, debe haber requerido

    semanas para captar siempre el efecto del crepsculo en las conversaciones filmaciones

    con Don Roberto.

    IV. Conclusiones

    Ante lo expuesto, podemos concluir y afirmar que el proceso de transicin chilena plantea

    una memoria silenciosa (hegemnica), la cual ha impedido que se cierre el ciclo de lo que

    signific una ruptura violenta de la democracia en 1973, un episodio monstruo para el pas,

    que trajo como resultado una sociedad enferma, que no es capaz de reconstruir su pasado,

    ni entender su presente, con base a una construccin colectiva volcada a una identificacin

    de s mismo.

    En donde la memoria del olvido se ha impuesto sobre las otras, liderando los idearios de la

    transicin en torno a la idea de reconciliacin y el perdn: La conmemoracin de los 30

    aos del golpe militar el ao 2003, demostr como la institucionalidad buscaba imponer un

    por eso resuelto en pos de construir un pas en base la unin y el perdn, pero no fue capaz

    de eliminar la divisin social en torno al tema

    Siguiendo esta lgica, las memorias sobre la transicin son complejas, debido a que estnen una constante batalla ideolgica, las cuales luchan a travs de simbolismo,

    conmemoracin y discursos, para imponerse como hegemnica. Es lo que a travs de este

    informe, se ha querido plasmar, al relatar cmo en torno a un suceso histrico (Golpe

    militar y dictadura) pueden generar distintas versiones, que en un punto llegan a ser

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    excluyentes unas con otras: Memoria, de ruptura, de salvacin, como prueba de

    consecuencia tica y como olvido o caja cerrada

    El discurso de exitismo econmico dio como resultado que se pensara solo en que gracias a

    el golpe se pudiese superar una etapa de crisis, dejando de lado las violaciones sistemticas

    a los derechos humanos, dejando en el olvido el horror de un episodio traumtico que fue

    superado por un discurso triunfalista de un mejor porvenir, lo que deja un vaco en cuanto a

    la falta de justicia.

    El contexto histrico actual de pas, nos invita a pensar en la democracia real, en torno a la

    clarificacin de las memorias en torno a resolver los cabos sueltos de la dictadura

    (impunidad a la violacin de los derechos humanos), y reconocer la diversidad de

    experiencias histricas.

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