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1 Contenido Acequias No. 32 verano (junio) 2005, revista trimes- tral publicada y distribuida por el Centro de Difusión Editorial, dependiente de la Vicerrectoría Educativa de la Universidad Iberoamericana Torreón. Su distri- bución es gratuita para los alumnos, empleados y profesores del plantel. Toda colaboración o correspondencia deberá dirigirse al Centro de Difusión Editorial, Universidad Ibero-americana Torreón, Calzada Iberoamericana 2255, 27010 Torreón, Coah. Teléfono (871) 705 10 10 ext. 11 35 o en la dirección electrónica [email protected] Tiraje 1500 ejemplares. Impreso en Gráfica Impreza, SA de CV, Río Yaqui 1283, Col. Las Magdalenas, 27010 Torreón, Coah. Número de reserva al Título en Derechos de Autor: 04–1999–020116360000–102. Número de Cer- tificado de Licitud de Título: 10825 y Número de Certificado de Licitud de Contenido: 8708 otorga- dos por la Secretaría de Gobernación. Las opiniones vertidas en los artículos de esta revista no representan en ningún modo la postura institucional de la Universidad. Son juicios de la estricta responsabilidad de los autores. 2 5 12 18 20 24 29 33 36 38 41 48 50 56 59 64 Cultura universidad y evangelización PETER–HÄNS KOLVENBACH, SJ Ante la elección del nuevo papa, recuperemos la credibilidad de la Iglesia DOCUMENTO COLECTIVO ¿Qué significa ser líder? Liderazgo en tiempos frágiles: visión para un futuro compartido JUAN JOSÉ ESQUIVIAS LÓPEZ, SJ La cultura como pretexto de agresión SERGIO ANTONIO CORONA PÁEZ Nietzsche, punto de inflexión: de la lógica funcional al post–fundamento SANTIAGO RODRÍGUEZ SOLÓRZANO ¿Podemos ser nosotros? De la comunidad individualista al individuo comunitario RODRIGO GONZÁLEZ MORALES ¿Cómo lograr la calidad dentro de una institución educativa? La evaluación es la respuesta LYDIA CÁRDENAS RODRÍGUEZ ¿Por qué hacer una investigación sociocrítica literaria? NUBIA AMPARO ORTIZ GUERRERO Ortografía poética ARACELI TÉLLEZ Esther en alguna parte ELISEO ALBERTO El centro–norte mexicano en su narrativa actual: algunos nombres, algunas direcciones JAIME MUÑOZ VARGAS Rendez Vous ALBERTO DE LA FUENTE Las manos de la mujer china JUAN MAYA Atocha, a un año FERNANDO TODD Sesión pública en una universidad privada ALEJANDRO CÁRDENAS LÓPEZ Hacia una posible despenalización de la eutanasia: declaración del Instituto Borja de Bioética (Universitat Ramon Llul)

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Contenido

Acequias No. 32 verano (junio) 2005, revista trimes-tral publicada y distribuida por el Centro de DifusiónEditorial, dependiente de la Vicerrectoría Educativade la Universidad Iberoamericana Torreón. Su distri-bución es gratuita para los alumnos, empleados yprofesores del plantel.Toda colaboración o correspondencia deberádirigirse al Centro de Difusión Editorial,Universidad Ibero-americana Torreón, CalzadaIberoamericana 2255, 27010 Torreón, Coah.Teléfono (871) 705 10 10 ext. 11 35 o en la direcciónelectrónica [email protected] Tiraje 1500ejemplares. Impreso en Gráfica Impreza, SA de CV,Río Yaqui 1283, Col. Las Magdalenas, 27010Torreón, Coah.

Número de reserva al Título en Derechos de Autor:04–1999–020116360000–102. Número de Cer-tificado de Licitud de Título: 10825 y Número deCertificado de Licitud de Contenido: 8708 otorga-dos por la Secretaría de Gobernación.

Las opiniones vertidas en los artículos de esta revista norepresentan en ningún modo la postura institucional dela Universidad. Son juicios de la estricta responsabilidadde los autores.

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Cultura universidad y evangelizaciónPETER–HÄNS KOLVENBACH, SJ

Ante la elección del nuevo papa, recuperemosla credibilidad de la IglesiaDOCUMENTO COLECTIVO

¿Qué significa ser líder? Liderazgo en tiempos frágiles:visión para un futuro compartidoJUAN JOSÉ ESQUIVIAS LÓPEZ, SJ

La cultura como pretexto de agresiónSERGIO ANTONIO CORONA PÁEZ

Nietzsche, punto de inflexión: de la lógica funcionalal post–fundamentoSANTIAGO RODRÍGUEZ SOLÓRZANO

¿Podemos ser nosotros?De la comunidad individualista al individuo comunitarioRODRIGO GONZÁLEZ MORALES

¿Cómo lograr la calidad dentro de una institución educativa?La evaluación es la respuestaLYDIA CÁRDENAS RODRÍGUEZ

¿Por qué hacer una investigación sociocrítica literaria?NUBIA AMPARO ORTIZ GUERRERO

Ortografía poéticaARACELI TÉLLEZ

Esther en alguna parteELISEO ALBERTO

El centro–norte mexicano en su narrativa actual:algunos nombres, algunas direccionesJAIME MUÑOZ VARGAS

Rendez VousALBERTO DE LA FUENTE

Las manos de la mujer chinaJUAN MAYA

Atocha, a un añoFERNANDO TODD

Sesión pública en una universidad privadaALEJANDRO CÁRDENAS LÓPEZ

Hacia una posible despenalización de la eutanasia:declaración del Instituto Borja de Bioética (Universitat RamonLlul)

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Acequias de ensayos. Educacióncompilación general: Cristina Solórzano, Mariana Ramírez y

Jaime Muñoz2004, Torreón, Coahuila, UIA Torreón, 209 pp.

Tientos y medicionesBreve paseo por la reseña bibliográfica

Jaime Muñoz Vargas2004, Torreón, Coahuila, UIA Torreón, 181 pp.

Doce cartas sobre DiosDavid Fernández Dávalos, SJ

2004, Puebla, Pue. , UIA Torreón/ UIA Puebla/ UIA León/ITESO, 94 pp.

Persona y RealidadNotas sobre la antropología de Zubiri

Fernando Fernández Font, SJ

2004, Puebla, Pue., Sistema Universitario Jesuita, 50 pp.

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La Universidad Iberoamericana Torreónpara celebrar el octavo aniversario de la revista

convocan al séptimo certamen internacionalAgustín de Espinoza, sj*con las siguientes bases:

1. Presentar un ensayo inédito con el tema: Desigualdad y políticas públicas.La reflexión planteada desde este tema deberá centrar su atención en profundizar acerca del impacto de laspolíticas públicas que pro-ponen, al menos en teoría, atender y superar los problemas causados por la desigualdadeconómica.

2. Podrán participar todos los interesados en el tema.

3. Los trabajos deberán tener una extensión mínima de cinco y máxima de ocho cuartillas a doble espacio (28–30renglones de 60–65 carac-teres en 14 puntos).

4. Los trabajos deberán enviarse (original y disquete) firmados y con seudónimo a:Universidad Iberoamericana TorreónCentro de Difusión EditorialCalzada Iberoamericana 2255, 27010 Torreón, Coah.

Los trabajos enviados por correo serán aceptados siempre y cuando la fecha del matasellos coincida con la fecha límite deentrega.

5. Los datos del participante: nombre, dirección, teléfono, fax, correo electrónico y explicación breve de su relación conla Universidad, deberán presentarse en sobre aparte y cerrado con el seudónimo inscrito al frente.

6. El plazo de entrega de los trabajos vence el 14 de octubre de 2005.

7. El jurado calificador estará integrado por especialistas con amplio reconocimiento público, y sus nombres serán dadosa conocer junto con el fallo que emitan.

8. El fallo del Jurado se dará a conocer durante el mes de diciembre y en el número 34 de la revista Acequias.

9. Los ensayos ganadores serán publicados en la revista Acequias. Otros trabajos podrán ser seleccionados y propuestospara su publicación por el jurado para lo cual se pedirá su autorización a los autores

10. Los premios constan de diploma y:Primer lugar $ 8,000.00 Segundo lugar $ 5,000.00 Tercer lugar $ 3,000.00En el caso de ganar alguno de estos premios una persona que radique fuera de la Comarca Lagunera, tanto su premiocomo el diploma le serán enviados a su lugar de residencia.

11. Los trabajos ganadores serán propiedad exclusiva de la revista Acequias durante doce meses, la cual decidirá loscaminos para la publicación y difusión de los mismos. No se devolverán los originales ni las copias de los trabajos.

12. Cualquier caso no previsto en la presente Convocatoria será resuelto por el Jurado.Para cualquier duda referente a la presente Convocatoria favor de llamaral teléfono (871) 7 05 10 10 ext. 1135 o escribir a [email protected]

* Primer jesuita en llegar a La Laguna en el año de 1598

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Editorial

“Cultura, universidad y evangelización” es el título de la propuestaque Peter–Häns Kolvenbach, SJ, superior de la Compañía de Jesús,dirigió a los rectores del Sistema de Universidades Jesuitas en abrilde 2005. Acequias lo reproduce en este número y aquí quiereenfatizar, por su profundidad y su sencillez, esta afirmación:“Sabemos que la vida humana y la complejidad de las sociedades nose pueden reducir a una dimensión de ella, como es la económica.Pero en nuestro mundo la economía va hegemonizando todo, tantoel poder político como la cultura”.

La observación del padre Kolvenbach nos alerta sobre el peligroeconomicista no porque la economía sea ajena a la vida del hombre,sino por su imposición como única vara para medir todos los haceresde la civilización. El fenómeno viene de lejos y se ha agudizado envirtud de la globalización, y como fenómeno ubicuo ha logrado per-mear los muros universitarios a tal grado que muchas escuelas deeducación superior son, más abierta que solapadamente, formadorasde cuadros acríticos para el engranaje de la economía mundial,creadoras de universitarios que, tras dominar una técnica, olvidanpor completo que la vida humana no termina en las fronteras de lamaterialidad y la ganancia.

Al contrario, el sentido humanista que toda educación tiene queplantear debe llevarnos al conocimiento, a la justicia y a la tolerancia,no al horror que el progreso por el progreso en sí ha diseminado hoyen todo el mundo.

Nunca como ahora tantos pensadores como Kolvenbach señalana la vuelta de cada párrafo su escepticismo respecto del avance tecno-lógico como garante de la felicidad humana, y para demostrarlo, traena la mesa del debate muchas cifras que no mienten, porcentajes depoblación abrumadoramente pobre frente a porcentajes mínimos depoblación abrumadoramente satisfecha, todo en un mundo que pre-sume su poderío material, científico y económico.

Si la ciencia no va acompañada de justicia, si el progreso no seaúna a todas las formas posibles de democracia, de nada servirá supo-ner, como bien observa el padre Kolvenbach, que la actual es unauniversidad humanista.

Seamos francos, pues: no puede haber humanismo sin equidad,no puede haber progreso sin justicia para todos.

JAIME MUÑOZ VARGAS

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Discurso inagural con motivo de la apertura dela Cátedra Eusebio F. Kino del Sistema deUniversidades Jesuitas

Rectores magníficos de las instituciones delSistema Jesuita de Universidades, estimadosprofesores, queridos alumnos y colaborado-res del Sistema Jesuita de Universidades,comunidades universitarias en general.

En vísperas del tercer milenio un autorconocido, Samuel Huntington, caracterizabanuestro mundo como “choque de civiliza-ciones” y consideraba que el factor decisivoen el seno de toda civilización es de natu-raleza religiosa, pues la religión es el rasgodiferencial más hondo entre los pueblos.No pretendemos discutir ahora lo acerta-do o no de estas tesis. Pero sí es importan-te constatar el cambio de clima producidopor la caída de las ideologías. Actualmentese considera al elemento cultural y religio-so como uno de los protagonistas de lahistoria del tercer milenio, cosa inconcebi-ble apenas hace pocos años. Por esta razónel tema del diálogo fe–cultura propuestopor ustedes tiene una gran vigencia.

Ante un tema tan amplio y complejo,en esta intervención sólo quiero señalar ala Universidad dos metas en el diálogo fe–cultura, que constituye una de las tareasmás imperantes de la Compañía de Jesús:la primera se refiere a la transmisión de la

Cultura,universidad y evangelización

Peter–Häns Kolvenbach, SJ

Prepósito Generalde la Compañía de Jesús

fe a las nuevas generaciones; la otra, al dis-cernimiento del “economicismo” reinanteen nuestra cultura.

La transmisión de la fe a las nuevasgeneracionesEl apóstol Pedro era un ferviente seguidorde Jesús, dispuesto a anunciar el Evangelioy a dar la vida por él. Su cultura era la deun judío religioso de su época. El Espíritu,como nos ilustran los capítulos 10 y 11 delos Hechos de los Apóstoles, tendrá unaardua tarea en él y en todos los judeocris-tianos: hacerles entender que la salvaciónde Jesucristo pertenece también a los nojudíos. Hacerse cristiano no significa ha-cerse judío e incorporar todas las expresio-nes de esta cultura.

¿Tenemos hoy situaciones análogas?Desde luego que sí; las hay en relación conlas culturas de muchos pueblos de Asia,Oceanía y África, para quienes la fe cristia-na es algo extraño y tiene delante el retode la inculturación en esas sociedades.Pero va siendo también una realidad en lassociedades latinoamericanas, sobre todoen la juventud y en las universidades, enlas que la antigua identificación de culturapopular y cultura católica está dejando deser una realidad.

Como le sucedió al apóstol Pedro, nues-tro primer impulso es trasmitir el mensaje

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cristiano con todo lo que ha ido acumu-lando a lo largo de casi dos milenios enculturas rurales y economías de subsisten-cia. Pero no nos damos cuenta de que hayalgunos elementos de sus contenidos filo-sófico–intelectuales, sus símbolos, sus ri-tos y prácticas, que ya no le dicen muchoa las nuevas generaciones e incluso les difi-cultan acceder al mensaje del Evangeliotrasmitido por la Iglesia.

Si esto es verdad hoy en nuestras cultu-ras tan cambiantes, lo es de manera másaguda y radical en la Universidad. El retoconsiste en liberar al Evangelio de aquellocultural que para nosotros va unido estre-chamente al buen sentido cristiano, peroque, sin pertenecer a lo esencial de la fe,puede ser obstáculo para los jóvenes deotra cultura. Esto nos exige vivir y reflexio-nar la fe con más hondura y trascenden-cia, para que con ella podamos discernirlas culturas, incluyendo la que hemos he-redado como propia.

Pero además hay otro elemento claveque hace el discernimiento más complejoy necesario: la fe cristiana no existe sin ex-presiones culturales. Por eso hay peligro deque al despojarla con cierto purismo detodo símbolo heredado (de gestos, prácticasy tradiciones), no quede nada de vida, sinomeramente una idea muerta. En este dis-cernimiento se requiere también la sensi-bilidad para acertar con las nuevas (¡o an-tiguas!) y dicentes formas culturales que lafe requiere en este tiempo para expresarse.

En una Universidad que ofrece carre-ras de teología y estudios religiosos no po-demos únicamente preocuparnos por lapromoción de la justicia que la fe exige.En nuestras sociedades se va cuestionandocada vez más la validez misma del mensajede la fe cristiana y es misión de la Compa-ñía esforzarse para que en la cultura dehoy mantenga la credibilidad que le per-mita ser fermento en la sociedad.

Esta tarea no se puede llevar a cabo sinuna seria preparación y estudio, sin activi-

dad formadora y de divulgación, no sólopara ayudar en la actualización de su fe alas nuevas generaciones, sino para justifi-carla y hacerla creíble a los estratos cultosde la sociedad. En este momento en quelos estudios filosóficos y teológicos de laCompañía se trasladan a la Universidaden México dicha tarea adquiere una parti-cular importancia.

Discernimiento de la cultura economicistaSabemos que la vida humana y la comple-jidad de las sociedades no se pueden redu-cir a una dimensión de ella, como es laeconómica. Pero en nuestro mundo laeconomía va hegemonizando todo, tantoel poder político como la cultura.

En las sociedades económicamente exi-tosas se produce una liberación del hom-bre de sus necesidades económicas prima-rias, pero al mismo tiempo se instaura unadura subordinación a una “cultura econo-micista” que condiciona los valores, la for-ma de pensar y hasta la religión, o su re-clusión por el secularismo.

Mientras tanto en sociedades dualescomo las latinoamericanas, se vive al mis-mo tiempo la búsqueda de la liberación delas necesidades económicas, y el avance denuevas esclavitudes economicistas, queconvierten en dioses ciertos “valores” eco-nómicos, y oscurecen elementos tan cen-trales a la fe como la gratuidad y la solida-ridad. Todo esto dentro del escándalo dela abundancia y el despilfarro conviviendoen una misma sociedad con la miseria y lamarginación humana.

Dejadas a su inercia, las universidades—incluso las nuestras— tienden a convertir-se en seminarios y templos donde se culti-van y forman los jóvenes servidores y ofi-ciantes de esta nueva religión secular sintrascendencia. Es la razón por la que laIglesia y la Compañía de Jesús asumen lamisión universitaria con capacidad de for-mación para el discernimiento y la liber-tad de hijos de Dios. Para el discernimien-

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to del designio de Dios que se traduce enacción escribió Ignacio la guía de los Ejerci-cios Espirituales, y para colaborar a hacerlopresente en la historia formó la Compañíade Jesús.

En el discernimiento de la cultura eco-nomicista no basta un rechazo maniqueo,ponernos al margen de ella, y solamentedenunciarla. La “opción por los pobres”no se puede interpretar como abandonode lo intelectual y de la formación de losprofesionales que actúan decisivamenteen la dinámica productiva, cultural y polí-tica. Pues si es verdad que esta dinámicaproduce pobres, también lo es que tienela llave para contribuir a su liberación.

Este discernimiento debe conocer ydesentrañar la cultura economicista domi-nante, y formar y producir universitariamen-te conocimiento, para desde dentro, discer-nirla, distinguir los elementos humanosde los antihumanos en el uso actual de lasposibilidades tecnológicas, económicas yorganizativas de la sociedad. La meta es lo-grar sujetos sociales —competentes y com-pasivos al mismo tiempo— para impulsarlos cambios hacia una sociedad cada vezmás humana.

Esto sólo es posible si en nuestras uni-versidades se combina la excelencia acadé-mica con la opción vivencial por los pobresy por la vida. Por ello es tan importanteque todos los estudiantes, adecuadamenteacompañados por los profesores, tenganoportunidades de experiencia social conlos pobres. Esta experiencia debe ser re-flexionada y producir nuevos conocimien-tos sobre el modo más humano de aplicarla ciencia y la tecnología. Como expreséen Santa Clara a todas las universidadesjesuitas de Estados Unidos: “lo que los es-tudiantes necesitan ahora es un compro-miso cercano con el pobre y el marginado,para aprender de la realidad y llegar a serun día adultos en solidaridad”.

En resumen: el reto de las universida-des de inspiración cristiana es la creación

de una microcultura en la Universidad,que permita a un número significativo deestudiantes, profesores y trabajadores, “sen-tir y gustar internamente” valores que sonescasos o ausentes en la cultura economi-cista dominante. Se trata de una culturauniversitaria en la que la máxima exigen-cia intelectual se combine con dimensio-nes esenciales de la persona humana, comosolidaridad, honestidad, diálogo, sentidoauténtico de la pareja humana y sexuali-dad, expresión religiosa, defensa y cuidadode la naturaleza. Así la espiritualidad ocu-pará el lugar que le corresponde en la per-sona humana y en la universidad, y la gen-te podrá aprender “virtud y letras”, cono-cer la verdad y hacer el bien con la verdadconocida, al tiempo que se conoce la ver-dad que surge del bien realizado.

No es fácil lograr este “microclima”, serequiere un amplio movimiento entre pro-fesores y alumnos en pro de esta microcul-tura universitaria. Esta tarea no puede serdejada a la sola responsabilidad de los di-rectores de pastoral, sino que deben asu-mirla como responsabilidad central lasautoridades universitarias. Incluso es nece-sario un intercambio de experiencias y ma-teriales entre las diversas universidades je-suitas y de inspiración cristiana.

En este nuevo clima sí se podrá apreciarhasta qué punto la cultura, para ser máshumana, requiere ser discernida y evange-lizada. Se podrá descubrir que una ciertareligiosidad socialmente heredada debe ac-tualizarse para asumir nuevas formas devalorar la plena significación humana deJesucristo hoy.

Animo al Sistema Jesuita de Universida-des a embarcarse en esta tarea y poder asíevangelizar la cultura y darle cuerpo cultu-ral al Evangelio. Que la inauguración deesta cátedra en el Programa de Fe y Cultu-ra sea un primer paso decidido en este ca-minar.

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13 de abril de 2005

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La muerte del papa Juan Pablo II se pre-senta ante el mundo, y en especial ante laIglesia, como un hecho de primera magni-tud, que invita a reflexionar acercar delsignificado y misión de la Iglesia católica.

Juan Pablo II hizo del planeta tierra sucasa y proyectó sobre él su afán misionerode unir a la humanidad en el respeto, eldiálogo y la colaboración, así como en unalucha no violenta contra la pobreza y lainjusticia, y a favor de la paz. Se empeñócon indomable energía en esta tarea hastael último aliento. Es, sin duda, la imagen

Ante la elección del nuevo papa

Documento colectivo

Recuperemos la credibilidad

de la Iglesia

que más ha calado y que, a la hora de sumuerte, ha hecho concentrar la atenciónuniversal en Roma: el papa, símbolo de va-lores universales como la justicia, la frater-nidad y la paz.

Este papa, que como pocos en la his-toria dispuso del poder y la gloria, man-tuvo siempre abierta la conciencia de sufinitud y acabamiento terreno, de una es-peranza inquebrantable en la resurrección,que no se vio eclipsada ni siquiera por lacruz de su progresiva invalidez. Este ejem-plo, clavado en las pantallas de todo el

El contenido del presente documento fue elaborado en su mayor parte por Benjamín Forcano, con aporta-ciones de diferentes instituciones y personas, las cuales lo suscriben: colectivos: Centre d’Estudis Cristia-nismo i Justicia, Centro Evangelio y Liberación, Colectivo Vera Paz, Comisión de Asuntos Religiosos CO-GAM, Comités de Solidaridad Oscar Romero, Comunidades Cristianas Populares, Corriente Somos Igle-sia, Cristianos por el Socialismo, Iglesia de Base de Madrid, MOCEOP, Mujeres y Teología, Mulleres Cris-tias Galegas, Fundación Pueblo Indio, Comunidades Cristianas CEMI, Red de Grupos Cristianos GLTB, Co-lectivo de Religiosas de Barrios Pobres y Entre Marginados, Comunidad Cristiana Popular “San José”(Cádiz), Comunidad “Cristo de la Victoria” de Vigo, Irimia. Revistas: Eclesalia Informativo, Edito-rial El Almendro, Encrucillada, Éxodo, Iglesia Viva, Periódico Alandar, Reflexión y Libera-ción, Saó, Tiempo de Hablar, Utopía. Pastores, teólogos y escritores: Pedro Casaldáliga (obis-po), Amadeu Bonet i Boldú (presidente del Consejo Diocesano de Movimientos de Acción Católica deLLeida, Julio Luis, Benjamín Forcano, Giulio Girardi, Evaristo Villar, Rufino Velasco (de la AsociaciónJuan XXIII), Juán Masiá, Fernando del Valle, Jaime Escobar Martínez, José Luis Barbero, José MaríaGarcía Mauriño y José Argüello, entre otros.

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mundo, ha sido un revulsivo contra elateísmo, contra esa tendencia que anegaal mundo en un humus materialista o cie-ga las conciencias a las preguntas últimasde la vida. ¿Un hombre así, tan entero yuniversal, se va a la nada o entra en el es-plendor de una vida interminable? Mu-chos se habrán preguntado si el cimientoy meta últimos de la vida no rebasan el ho-rizonte de este mundo.

Por un largo e intensísimo instante his-tórico los medios de comunicación deja-ron de ser el escaparte de lo unidimen-sional para abrir los corazones a la honda,inmensa, nunca satisfecha polifonía delas preguntas radicales. Pensamos, noobstante, que la mejor fidelidad no con-siste en una alabanza acrítica y panegíricadel pontificado. Desde luego, no consisteen eso la mejor fidelidad evangélica. Éstapide más bien sinceridad y autenticidad,agradecer la vida y seguir el ejemplo, nopara copiar de manera acrítica, sino paraavanzar en aquello que la vida de la Igle-sia vaya descubriendo como la mejor ma-nera de encarnar la llamada evangélica pa-ra el mundo de hoy.

El hecho público y espectacular de lafigura del papa contrasta con otro más in-terno, propio de su Iglesia: su pontificadoha provocado tensiones en amplios secto-res de la cristiandad, precisamente por ha-ber adoptado posiciones alejadas delespíritu y planteamientos del Vaticano II.Este Concilio suscitó una primavera deluz y esperanza en la Iglesia, y supusopara no pocos una verdadera conmociónal ver cómo se modificaba la imagen deuna Iglesia heredada del pasado: eurocén-trica, altamente centralizada, jerárquica,clerical y antimoderna. Apenas habíanpasado 10 años y la curia romana comen-zó a marcar rumbos distintos a los delConcilio. La minoría perdedora, se decía,comenzaba a sacar cabeza y programabapasos y estrategias para reconquistar el es-pacio perdido.

La inicial y eufórica ilusión ante la elec-ción de Wojtyla comenzó a desvanecerseen cuestión de meses. Juan Pablo veníade una formación tradicionalista, de uncontexto sociopolítico profundamente an-ticomunista y con una visión negativa dela modernidad: la Iglesia había perdidoprestigio y hegemonía en la sociedad, lareligión se veía reducida al ámbito de loprivado, al mismo tiempo que avanzabael ateismo, el laicismo y el materialismo.

La opción fue restaurar, es decir, recon-ducir todo al pasado. Los males presen-tes se querían remediar reintroduciendola imagen de una Iglesia preconciliar: im-perialista, centralizada, androcéntrica, cle-rical, compacta, bien unificada y obedien-te, antimoderna. Tal imagen chocaba conel modelo de Iglesia aprobado por el Con-cilio: Iglesia “pueblo de Dios”, igualitariay fraterna, solidaria con la humanidad,en diálogo con las ciencias y cultura mo-derna, comprometida con los pobres, par-ticipativa, libre y pluralista.

Pasado el primer año del pontificado,la restauración era manifiesta pero se re-forzaba con el nombramiento del carde-nal Ratzinger, teólogo, y a partir de enton-ces, guardián doctrinal de la restauración.Fue en 1985 cuando el cardenal, ya sinequívocos, afirmó que “los veinte años delposconcilio habían sido decididamentedesfavorables para la Iglesia”. La restaura-ción alcanzó a la Iglesia universal en todoslos niveles y estamentos: sínodos, confe-rencias episcopales, reuniones del episco-pado latinoamericano, congregaciones re-ligiosas, la CLAR (Confederación de Reli-giosos y Religiosas Latinoamericanos), obis-pos, teólogos, profesores, publicaciones,revistas, etcétera. Para llevarla a cabo eranecesario volver a los instrumentos de po-der y contar con movimientos fuertes eincondicionales. Tales fueron, principal-mente, el Opus Dei, Comunión y Libe-ración, Neocatecumenales y Legionariosde Cristo. Si la Iglesia llevaba algún siglo

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de atraso en su actualización crítica res-pecto de la explosión cultural de la mo-dernidad, esta política supuso un fuerteestancamiento. Tapar los problemas pa-rece traer calma; pero en realidad, retra-sa la solución y agrava las consecuencias.

Este breve recuento de lo ocurrido alinterior de la Iglesia nos hace ver la situa-ción vivida —“larga noche invernal”, lallamó K. Rhaner— que en muchos sem-bró cansancio, y en otros desencanto yalejamiento.

El análisis, compartido por no pocos,llevaba a constatar que, de hecho, con laperspectiva de sus más de veintiséis añosde pontificado, la persona fue superior ala obra, sus gestos más creíbles que su teo-logía, y acaso por ello, un déficit graveacompaña a su gestión: la pérdida de credi-bilidad en la Iglesia. Condiciones demasia-do negativas impedían encontrar en ellaestructuras de acogida que invitaran a laconfianza, el respeto y el diálogo. Un cli-ma que provocó que, a pesar de las gran-des multitudes aplaudiendo al papa enestadios y plazas, las iglesias se quedarancada vez más vacías. La restauración puedeconstituir una fase de la Iglesia, pero nun-ca parte de su modo ser. Mirando al fu-turo, nos atrevemos a señalar algunos delos trazos que debiera asumir en los co-mienzos del tercer milenio:

1. Una vuelta a Jesús. El rasgo más esen-cial que debiera ser fundamento y metade todos los demás, lo enmarcaríamos conpalabras del mismo Juan Pablo II: “Notengáis miedo, abrid las puertas a Cristo”.En la Iglesia no hay reforma posible si noes volviendo a Jesús. No hay más futuropara la Iglesia que el que viene de Jesús.La Iglesia sólo fue grande cuando ensayóhumildemente el seguimiento de Jesús.Para discernir lo que es abuso, desviacióno infidelidad no tenemos más criba que elEvangelio, no la tradición, pero sí muchasde sus tradiciones pueden llevar a la Igle-sia a un verdadero cautiverio.

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La Iglesia no tiene más centralidad quela persona de Jesús, el hombre por exce-lencia. Y si ella pretende seguir a Jesús,debe seguir contando al mundo lo queocurrió con Él, proclamar su enseñanza ysu vida. Jesús no fue un soberano de estemundo, no fue rico, sino que vivió comoun aldeano pobre, y por su programa—anuncio del Reino de Dios: dignidad,igualdad y emancipación de los más po-bres— fueron los grandes de este mundo(imperio y sinagoga) quienes lo persiguie-ron y eliminaron. Su condena a morir enla cruz, arrojado de la ciudad como a unestercolero, es la muestra suprema de suincompatibilidad con los señores de estemundo. Destrozado por el poder, es elsiervo sufriente, imagen de otros innume-rables siervos, derrotados por los que go-biernan y se hacen llamar señores, peroacreditado y resucitado por Dios mismo.

A esta orientación básica se oponeuna manera ostentosa y ritualista de pre-sentar la fe evangélica, escasamente com-prometida con los problemas de la vida,y que trata de defenderse sin rodeos fren-te al ateísmo marxista, pero que no lohace con la misma contundencia frenteal capitalismo vestido con piel de ovejacristiana, al no apoyar y haber condena-do las distintas formas de la teología mo-derna, y en especial, de la teología de laliberación.

2. Una Iglesia servicial. Lo que Dios de-sea para el mundo, en perspectiva cristia-na, lo ha manifestado a través de Jesús. Yla Iglesia, si algún encargo tiene, es el depromover lo hecho por Jesús. Nunca laIglesia es meta de sí misma, porque la sal-vación viene de Jesús, no de ella, porquenunca tuvo otro Señor.

La vocación de la Iglesia, a semejanzade Jesús, es servir, no dominar: “Sirvien-ta de la humanidad”, decía el papa PabloVI. Este servicio lo hace viviendo en elmundo, sintiéndose parte de él y en soli-daridad con él, pues “el mundo es el úni-

co tema por el que Dios se interesa”. Yahí, con humilde acompañamiento, ayu-dar a hacer inteligible y digna la vida, ha-ciendo de ella una comunidad de igua-les, sin castas ni clases, sin ricos ni men-digos, sin imposiciones ni anatemas y sinrecetarios de moral sexual. Su objetivoprimero es cuidar de lo penúltimo (ham-bre, vivienda, ropa, calzado, salud, edu-cación...) para cuidarse de lo último, aque-llos problemas que no nos dejan dormirdespués de haber trabajado (finitud, so-ledad ante la muerte, sentido de la vida,dolor y mal...)

A esta tarea la Iglesia debe llegar equi-pada por la fe y espíritu de servicio a lahumanidad. Demasiadas veces da la im-presión de que le sobran certezas y le fal-tan duda, libertad, disenso y diálogo. Nun-ca más, pues, excomuniones del mundoo soluciones a sus problemas con vueltaal oscurantismo, sino al mensaje de Jesús.

3. Democratización de la Iglesia. Se tratade un asunto vital para que adquiera cre-dibilidad en la sociedad actual. Pero esademocratización no es posible sin lograruna previa y justa desclericalización. Sólouna Iglesia desclericalizada es de verdaduna comunidad de hermanos e iguales.Y este objetivo no se logra ciertamentepor las sendas de un sacerdocio presbite-ral superior, privilegiado y excluyente, talcomo aparece hoy configurado, con con-centración absoluta del poder en el vérti-ce y delegado en los demás grados de lajerarquía.

Para emprender este camino hay quepartir de la vida de Jesús, quien siendolaico, “produjo un cambio de sacerdocio”(Hb 7, 12), “fue sacerdote por la fuerza deuna vida indestructible” (Hb 7, 16). Laconstitución del sacerdocio de Jesús estáen que “se asemeja a sus hermanos, escompasivo, prueba el sufrimiento, ofreceen su vida mortal oraciones a gritos y lá-grimas, es decir, se identifica con su pue-blo, sin avergonzarse de llamarlos herma-

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nos”. La vida entera de Jesús fue una vidasacerdotal, en el sentido de que se hizohombre, fue un pobre, luchó por la justi-cia, fustigó los vicios del poder, se identi-ficó con los más oprimidos, los defendió,acogió y trató sin discriminación a las mu-jeres, entró en conflicto con los que te-nían otra imagen de Dios y de la religióny tuvo que aceptar por fidelidad ser per-seguido y morir crucificado fuera de laciudad. Este original sacerdocio de Jesús es elque hay que proseguir en la historia.

Consecuentemente, es esto lo que en-seña el Vaticano II: “Todos los bautizadosson consagrados al sacerdocio santo” (LG,10). Como enseña el apóstol Pablo, hay enla Iglesia diversidad de funciones, peroninguna de ellas se traduce en rango, su-perioridad o dominio. Todos son herma-nos y hermanas, y por lo tanto, iguales.Ésta es una tarea inmensa de cara a lasmujeres, doblemente discriminadas en laIglesia (como laicas y mujeres). La respon-sabilidad es de todos, dentro de un mode-lo comunitario, con diversidad de caris-mas, derramados por el Espíritu para elservicio de la comunidad. Una Iglesia co-munitaria y pluralista. El Vaticano II nopone el fundamento radical de la Iglesiaen el esquema bipolar “clérigos–laicos”,que reste protagonismo, participación yresponsabilidad a la asamblea cristiana.

Todo cristiano y toda cristiana partici-pa, en la triple función de Cristo: ense-ñar, santificar y gobernar. La Iglesia ente-ra, pueblo de Dios, prosigue el sacerdo-cio de Cristo, sin perder la laicidad, en elámbito de lo profano e inmundo, de losechados fuera. Este sacerdocio es lo pri-mero y sustancial; el otro, el presbiteral,es un ministerio y como ordenado al co-mún es posterior, secundario y de servi-cio. El presbítero es, antes que nada, “mi-nistro de la Palabra”, que debe comuni-car a todos, sin que se vea ceñido casi ex-clusivamente al altar y a la administra-ción de los sacramentos.

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4. Otras consecuencias obligadas. Las exi-gencias a sacar de esta primigenia visión ymodelo de Iglesia son mera consecuencia.

Revisión del ministerio petrinodel papaEs necesario remodelar la visión centra-lista y omnipotente del ministerio petri-no —primado papal— y de la curia roma-na en todos sus dicasterios. La figura or-ganizativa de nuestra Iglesia se asemejamás a la de una monarquía absoluta delpasado que a una Iglesia “pueblo de Dios”,democrática, profundamente igualitaria,fraterna y participativa. Disculpas comolas de que la Iglesia no es una democra-cia (de ordinario sin añadir que tampocoes una monarquía) ya no pueden enga-ñar en una cultura crítica, educada en va-lores democráticos. A pesar de la prácticacontraria de siglos, este punto es de granimportancia: no es posible la renovaciónsin democracia y una Iglesia no democrá-tica, en un mundo cada vez más conven-cido de los valores democráticos, seguiráhaciendo increíble el Evangelio y ocul-tando el rostro de Dios a las nuevas ge-neraciones.

Esta democratización se hace real res-petando la autonomía de los grandes su-jetos serviciales de la Iglesia: sínodos, con-ferencias episcopales, congregaciones reli-giosas y otras instituciones y carismas, enorden a asegurar un ejercicio más comu-nitario y corresponsable de la autoridad.En nuestros días no es posible mantenerun gobierno estrictamente piramidal me-diante justificaciones de una teología fun-damentalista. Los cargos deben ser desig-nados democráticamente, por elección yno vitalicios, y las consultas deben ser de-liberativas por costumbre. La doctrina con-ciliar no cuadra con el modelo vigente, queva además contra la recomendación evan-gélica: vuestro gobierno no sea como el delos tiranos y poderosos que avasallan (cf.Mc 10, 42–45; Mt 20, 25–28; Lc 22, 25–27).

En este sentido, repitiendo las pala-bras del obispo Pedro Casaldáliga, “nocreemos en el Vaticano como Estado, co-mo poderío, como burocracia, pues em-baraza el paso de la Iglesia de Jesús y de-seamos que se acabe. Ni aceptamos lasnunciaturas como ministerio eclesial, por-que las sentimos, por lo menos, anacróni-camente desplazadas y descubrimos enellas interferencias de la diplomacia endesfavor del Evangelio”. Igualmente cree-mos que tanto el papa, como los demásobispos, debieran seguir la norma —tansabia y elemental— del retiro a los 75años, e incluso de limitar temporalmentelos cargos como la única manera de man-tener el gobierno de la Iglesia al ritmo deuna historia acelerada. No existen razo-nes de fondo que lo impidan.

Reconocimiento de los derechoshumanosEl Vaticano II proclama que los cristianosdeben promover y reconocer los derechoshumanos, que éstos son universales e in-violables, santos, que nadie dentro de laIglesia puede ser privado de ellos y que elEvangelio es la máxima garantía de su cum-plimiento. Este reconocimiento exige:

•Puesta en práctica de la reforma delDerecho Canónico, según la demanda elEvangelio, el Vaticano II y los signos delos tiempos.

•Igualdad de las mujeres dentro de laIglesia a todos los efectos.

•Clara distinción entre los tres pode-res (legislativo, judicial y ejecutivo) pro-pios de todo Estado de derecho.

•Reconocimiento práctico de la liber-tad de investigación bíblica y teológica,de pensamiento, enseñanza y expresiónpública.

•Diálogo epistemológico con las diver-sas ciencias y cultura de nuestro tiempo,sin negarles autonomía y libertad.

•Ecumenismo y diálogo interreligiosoque admita la pluralidad de caminos para

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la salvación, sin autoreservarse el mono-polio de Dios y de la verdad. Juan Pablo IIhizo gestos simbólicos frente a las iglesiasevangélicas y ortodoxas, con los judíos ylos mulsumanes, con los budistas e hin-dúes y las religiones ancestrales de Áfri-ca. Éstos y otros hechos constituyen unallamada a revisar el ejercicio del prima-do, a no prohibir la intercomunión entrecristianos y a evitar la cerrazón mostradapor la “Dominus Jesus” con relación alproblema general de las religiones.

•La correspondiente autonomía de lamoral y su carácter histórico exigen re-pensar los valores fundamentales en nue-vos contextos, sin acudir a la imposiciónpor la vía autoritaria, sino por la funda-mentación en razones científico–morales(sería el caso de poner al día las posturasintransigentes respecto de los homo-sexuales y lesbianas, curas casados, divor-ciados, etcétera). Una moral no resultahoy convincente pretendiendo poseer deantemano todas las respuestas, sino bus-cando, en diálogo con las demás instan-cias culturales, nuevas soluciones paralos problemas actuales. La experienciademuestra que las posiciones rígidas ydogmáticas en este campo, lejos de con-tribuir a una justa moralización de la so-ciedad, desacreditan el anuncio religiosoy dejan sin orientación a las partes másdesamparadas y sensibles de la sociedad.

Santo yaFinalmente, queremos referirnos a la con-signa de que Juan Pablo II sea proclama-do santo. Pensamos que la iniciativa noha sido espontánea, sino inducida porsectores de la Iglesia sobradamente cono-cidos por su talante conservador, y corea-da acríticamente por los medios. Si la san-tidad cristiana tiene como medida el se-guimiento de Jesús, creemos que elpontificado de Juan Pablo II ofrece, enaspectos importantes, defectos y contra-dicciones en este sentido, ya que fue oca-

sión de frustración y sufrimiento paramuchos fieles.

Por esto, planteamos que la aclama-ción de santo pretende canonizar unmodelo de Iglesia, más acorde con intere-ses de grupos particulares que con los dela Iglesia universal, y contribuiría a glori-ficar más que las virtudes personales deJuan Pablo II, la parcialidad y la exclu-sión. Denunciamos este sospechoso in-tento y exigimos que no se haga creerdemanda del pueblo de Dios lo que esdemanda interesada de grupos neocon-servadores.

El nuevo papa, junto con su Iglesia,tiene frente a sí grandes retos. El mejortributo a Juan Pablo II está en prolongarsu intención y hacer fructificar sus mejo-res semillas. Lo expresamos con fe y conla esperanza de una Iglesia más evangéli-ca y una humanidad más humana.

El documento fue presentado en el Colegio Mayor Cha-minade, en Madrid, el pasado 13 de abril.

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I. Contexto: desde el modelo educativoignacianoLa posible respuesta que busco dar a lapregunta ¿qué significa ser líder hoy?, seencuentra enmarcada en el horizonte dela filosofía humanista de la UniversidadIberoamericana, de las instituciones edu-cativas de la Compañía de Jesús, es decir,en una inspiración cristiano–ignaciana.Con un arraigo educativo de 450 años deexperiencia en la formación de hombresy mujeres para los demás, y a manera deconstatación del impacto de la formaciónignaciana, podemos recordar algunos lí-deres educados en la misma línea filosó-fica actual (Francisco Javier en la India,Mateo Ricci en China, Teihard de Char-din en Francia, Alberto Hurtado enChile, Ignacio Ellacuría en El Salvador,Eusebio Kino en las Californias, MiguelPro en México), pero el reto que aparecefrente a nosotros está en aprender el mo-do de estos líderes desde el contexto so-cio–cultural de nuestro tiempo, desde larealidad que circunda nuestras vidas ynuestro entorno.

JUAN JOSÉ ESQUIVIAS LÓPEZ, SJ

Licenciado en Filosofía y CienciasSociales por el Instituto Libre de Fi-losofía y licenciado en Teología porla UIA ciudad de México. Ha sidopromotor vocacional, coordinadordel Voluntariado Jesuita, y superiory párroco en Chihuahua. En la UIA

Torreón se ha desempeñado comocoordinador de Servicio y Promo-ción Social y actualmente es vice-rrector [email protected]

¿Qué significa ser líder?

Juan José Esquivias López, SJ

Liderazgo en tiempos frágiles:

visión para un futuro compartido

El liderazgo es una competencia quese contempla en los planes de educaciónde la Universidad como una de las princi-pales tareas del quehacer educativo. Comolo señala el padre general en uno de susdiscursos, “Educando hombres y mujeresque lleguen a ser buenos ciudadanos ybuenos dirigentes, preocupados por elbien común, y capaces de poner su educa-ción al servicio de la fe y la promoción dela justicia”.1 Este liderazgo posee notas es-pecíficas que lo distinguen de otros: demanera particular, se delínea por el hori-zonte de las mayorías empobrecidas, unadimensión esencial de nuestra misióncomo jesuitas, según lo señala el mismopadre Kolvenbach en un discurso sobreeducación y valores en la Universidad Ibe-roamericana ciudad de México: “Nuestraopción es mucho más englobante y exi-gente, porque nos pide educarlos a todos—ricos, clase media y pobres— pero desdeuna perspectiva de justicia y desde las ne-cesidades y esperanzas de los pobres”,2

nos pone ante una realidad compleja a laque tenemos que saber responder, pero

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sobre todo, deja en claro el horizonte quedebe guiar nuestro liderazgo. Por eso creoque la Universidad debe proporcionar alos estudiantes el conocimiento y las des-trezas necesarias para sobresalir en cual-quier terreno que elijan, con un gran po-tencial de desarrollo humano; es lo quecreemos cuando decimos que pretende-mos formar hombres y mujeres profesio-nalmente competentes, socialmente per-tinentes y humanamente responsables.

Este liderazgo se desarrollará en me-dio de un contexto globalizado, pluricul-tural, complejo en sus dimensiones es-tructurales, sometido a una lógica de mer-cado que responde a los grandes intere-ses de los países del primer mundo (Fon-do Monetario Internacional, Banco Inte-ramericano de Desarrollo, ComunidadEuropea, etc.), es decir, de los grandes ca-pitales. Este mundo globalizado a la vezse compone de realidades nacionales confragilidad económica, cultural y medio-ambiental que evidencian la pobreza demillones de habitantes. Esta realidad bi-polar nos plantea —como Universidad—frente al desarrollo y sus consecuencias,el siguiente cuestionamiento como edu-cadores: “¿Desafiamos a los líderes del ma-ñana a que reflexionen críticamente so-bre la forma como deberán asumir el ‘pro-greso’ y sus consecuencias?”3 Se trata nosólo de un liderazgo con horizonte social-mente definido, con valores éticos asumi-dos, sino también, de un aprendizaje dehabilidades y destrezas que permitan unmanejo científico, técnico y disciplinarque hagan factibles los proyectos alterna-tivos de desarrollo.

La Misión y la Visión que reciente-mente hemos elaborado en la Universi-dad, nos dan el marco situacional que con-textualiza la formación de hombres y mu-jeres para los demás; rasgos que apunta-lan el perfil de los líderes que nuestra so-ciedad requiere. Así la señala nuestra Mi-sión: “La formación de personas, íntegras y

profesionales, preparadas para el servicioa los demás; una comprometida investiga-ción de la realidad y un vínculo solidariocon la sociedad”.4 Y de manera más ex-plícita, lo enuncia la Visión: “Incidir uni-versitariamente en la cultura y en latransformación social, prioritariamenteen la región lagunera y en los campos deeducación y pobreza”.5 Pero esta Misión yVisión de la Iberoamericana Torreón sepueden quedar en panfletos si no se trans-forman en una verdadera vivencia cotidia-na dentro de nuestro quehacer universi-tario, y preferentemente, desde la forma-ción de los alumnos, que serán los líde-res del mañana.

II. Liderazgo moderno: clarificar elconcepto de líder–liderazgoEl lugar del líder en la sociedad serásiempre una oportunidad de poder y ser-vicio, es decir, un poder para servir o ser-vir para el poder, son las disyuntivas rea-les que se le plantean a cualquier líder ennuestra sociedad, “lo que haga con esepoder dependerá de los valores y propó-sitos de vida del dirigente y determinaráel reconocimiento de su autoridad porparte de sus colaboradores.”6 Los líderesno son ajenos a ideologías, intereses y es-tructuras, por eso “lo que necesitamosde nuestros líderes es visión, humildad ydecisión para lograr un futuro promiso-rio, con los pies en la tierra y buscandocon determinación.”7

Vale la pena señalar aquí el aporte deuno de los mayores líderes que han existi-do en el mundo, particularmente en la In-dia, Gandhi, “Hay una diferencia entreobstinación y constancia. Tratar de impo-ner a otros la propia visión es obstinación;la constancia consiste en imponernos algoa nosotros mismos y, como consecuencia,convencer a otros de que adopten libre yvoluntariamente nuestra visión.”8 La de-terminación del líder no está en la imposi-ción de sus ideales, por muy buenos y

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nobles que sean, sino en hacer realidadlos sueños y anhelos de los otros.

En este esfuerzo de clarificación delconcepto de líder en nuestros días, nospuede ayudar las siguientes afirmacionescomparativas entre jefe y líder, expresa-das en la obra Liderazgo contemporáneo:9

JEFE

1. Administra recursos2. Recompensa la fidelidad y la disciplina3. Establece estructuras funcionales4. Privilegia la continuidad y estabilidad5. Se enfoca hacia la tarea y los recursos6. Hace las cosas correctamente

LÍDER

1. Desarrolla talentos2. Recompensa la productividad y logrode la misión3. Crea ambientes flexibles4. Impulsa la mejora y la innovación5. Se enfoca hacia las personas y las rela-ciones6. Hace las cosas correctas

El mismo liderazgo contemporáneoapuntala el papel del líder como un pro-motor del desarrollo de capacidades hu-manas, buscando el coraje y la fuerza quebrota de los deseos y aspiraciones de la per-sona. Podemos afirmar que más que de-sarrollar la pura adquisición de conoci-mientos y habilidades técnicas, un líderpromueve a la persona y sus capacidadesfrente a la misión que se ha planteado.

III. LIDERAZGO IGNACIANO: AL ESTILO DE

LOS JESUITAS DURANTE 450 AÑOS

El aporte de Ignacio de Loyola frente a ungrupo tan diverso y complejo de líderescomo lo fueron sus primeros compañe-ros, consistió —y sigue imperante— en lavivencia de su espiritualidad, en ponertodo su esfuerzo para extraer lo mejor dela persona, ayudándolos a descubrir porsí mismos sus deseos más hondos. Igna-

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cio tenía el firme convencimiento de queel liderazgo que requería para una granobra sólo podía surgir de hombres cuyosdeseos apostólicos y energía fueran a suvez fuentes de animación para otros.

El liderazgo al estilo de los jesuitas con-sidera la importancia de los deseos en lapersona, porque los deseos suscitan pa-siones: he ahí su fuerza. El liderazgo igna-ciano depende de la capacidad humanade la persona y del arraigo de sus deseosfrente a los deseos de Dios, como lo se-ñala el mismo Ignacio, “hacer todo comosi dependiera de nosotros sabiendo quetodo depende de Dios”; de esta experien-cia brota la fuerza interior de su lideraz-go, del convencimiento de la acción deDios y del discernimiento de nuestra ac-ción humana que secunda el actuar de Dios.

Fundamentos del liderazgo ignaciano:10

•Conocimiento de sí mismo: “ordenar lapropia vida”, los líderes prosperan al enten-der quiénes son y qué valoran, al observarmalsanos puntos de debilidad que los des-calibran y al cultivar el hábito de una conti-nua reflexión y aprendizaje.

•Ingenio: “Todo el mundo será nuestro ho-gar”, se adaptan y hacen adaptarse a losdemás en un mundo cambiante. Explo-ran nuevas ideas, métodos y culturas envez de mantenerse a la defensiva ante loque pueda esperarles a la vuelta de la es-quina.

•Amor: “Con más amor que temor”, seenfrentan al mundo llenos de confianza,con un sentido claro de su propio valercomo individuos dotados de talento, dig-nidad y potencial para dirigir. Crean am-bientes rodeados y activados por la leal-tad, el afecto y el apoyo mutuo.

•Heroísmo: “Despertar grandes deseos”,imaginan un futuro inspirador y se es-fuerzan por darle forma, en vez de per-manecer pasivos a la espera de lo quetraiga el futuro. Los héroes sacan oro delo que tienen en la mano en lugar de es-

perar a tener en la mano oportunidadesde oro.

Base del liderazgo ignaciano: conoci-miento de sí mismo11

•Apreciarse a sí mismo como personade talento, entendiendo sus fortalezas, de-bilidades, valores y visión de mundo.

•Reconocer debilidades y apegos.•Expresar metas y aspiraciones, vivir

de acuerdo con el propio sentido de ma-gis. Se fortalecen a sí mismos y fortalecena los demás con aspiraciones heroicas.

•Determinar qué represento, qué in-fluencia quiero tener.

•Desarrollar una visión general queguíe el trato con los demás.

•Adquirir el hábito de actualizarse conregularidad, en efecto diariamente, entodo lo anterior.

Herencia del liderazgo ignaciano12

•Están siempre enseñando y apren-diendo.

•Forman hombres y mujeres brillantesy eminentes.

•Se vigorizan con la misma ambiciónde sus metas heroicas.

•Son innovadores y atacan los proble-mas de maneras que los antepasados noimaginaron jamás.

•Se dedican a la excelencia.•Permanecen abiertos a las ideas nue-

vas aun en la vejez.•Influyen a los demás con el ejemplo.

¿Cómo se desempeña el papel de lideraz-go ignaciano?13 ¿Cómo ser un líder quedeje en el mundo un impacto teniendo elejemplo del que provocó san Ignacio deLoyola?

•Apreciando su dignidad y rico potencial.•Reconociendo debilidades y apegos.•Expresando los valores que sostiene.•Fijando metas personales.•Fijando un punto de vista sobre el

mundo.

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•Adquiriendo el hábito de la refle-xión diaria.

Liderazgo ignaciano desde abajo.14 En unmundo de liderazgo desde abajo los líderes:

•Se lideran a sí mismos, inspiran a losdemás por el ejemplo y crean ambientesmás de amor que de temor.

•Encuentran optimismo y lo desarro-llan.

•Ayudan a los demás a encontrar susdeseos internos, generadores de rendi-miento motivado.

•Sostienen a los demás y confían enellos.

Las características del liderazgo igna-ciano, el perfil que deseamos y buscamospara todos los líderes formados en nues-tras instituciones educativas, está funda-do en este proceso que hemos caracteriza-do, pero de manera nuclear tiene su baseen la experiencia de Dios que se constru-ye, en la firme voluntad de colaboraciónfrente al reinado de Dios, en la noblezade los propios deseos y en el constante dis-cernimiento de todo este ejercicio. ParaIgnacio, como para los que participamosde este modelo educativo, el liderazgo notiene un sentido en sí mismo, ni única-mente sirve para el provecho personal, si-no desde el convencimiento de humildescolaboradores, desde la locura del Evan-gelio que nos lanza a los hermanos, a bus-car y construir la verdad, a fomentar la so-lidaridad, el amor, la justicia, a ser líderesque se conciban como hombres y mujerespara los demás.

IV. Liderazgo de inspiración cristiana:desde la experiencia de Dios en la historiaLa experiencia espiritual de Ignacio de Lo-yola es una vivencia de la Trinidad encar-nada en el mundo, como el deseo de laDivinidad de habitar en medio de los hom-bres y mujeres para llevarlos a la reden-ción, ganada por la vida, muerte y resu-rrección del Señor Jesús. Ignacio ve —con

los ojos de la fe y del corazón— esta pre-sencia divina en medio de la compleji-dad de su vida y de la diversidad delmundo, por eso para él la invitación aser compañero de Jesús no puede reali-zarse de otra manera que no sea encar-nándose en el momento, tomando encuenta a las personas, tiempos y lugaresespecíficos.

Puedo afirmar que toda espiritualidadcristiana es, como lo es también la igna-ciana, una espiritualidad de la encarna-ción, ésta ha sido la experiencia de Igna-cio de Loyola y de muchos hombres y mu-jeres anteriores y posteriores a su existen-cia, así lo señala —por ejemplo— monse-ñor Romero en una de sus homilías: “Estees el compromiso cristiano: seguir a Cris-to en su encarnación y si Cristo es Diosmajestuoso que se hace hombre humildehasta la muerte de los esclavos en una cruzy vive con los pobres, así debe ser nues-tra fe cristiana”.15 Este es un testimoniono sólo de palabra, sino de alguien queentregó su vida en martirio; él mismo de-cía: “la persecución es algo necesario a laIglesia ¿saben por qué? Porque la verdades perseguida. Siempre que se predica laverdad contra las injusticias, contra losabusos, contra los atropellos, la verdad tie-ne que doler”.16 Esta es la experienciaviva de un líder cristiano de quien pode-mos aprender de dónde proviene nues-tra fuerza. El mismo monseñor Romerolo expresa: “Somos el pequeño David, talvez frente a Goliat, que confía en sus ar-mas, en sus poderes, en su dinero. Noso-tros confiamos en el nombre del Señor,nuestra pequeñez será grande y poderosaen la medida que sea humilde, amorosay se afiance en el nombre del Señor”.17

Nuestro liderazgo de inspiración cris-tiano–ignaciana tiene como modelo a lapersona de Jesucristo, liderazgo que nacefrente a la búsqueda del sentido de su viday de la voluntad de Dios, su Padre, comoconsecuencia de una actitud de oración

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constante frente al misterio de la vida, dela práctica del servicio a los marginados yexcluidos de su tiempo (leprosos, viudas,huérfanos, prostitutas, enfermos…), fren-te a la esperanza de comunicar un Diosque es Padre, que nos muestra su cariñoy su predilección, un Dios cercano quevive la realidad de las personas, que ex-presa que su mayor deseo es que todostengamos vida y la tengamos en abundan-cia. El liderazgo de Jesús se desarrolla fren-te a la denuncia contra las estructuras yactitudes que mantienen paralizadas a laspersonas, que denigran su humanidad yles niegan la dignidad de una vida otor-gada por Dios. En síntesis, podemos de-cir que el liderazgo de Jesús, raíz del cris-tiano, es un liderazgo preñado de deseos,de fragilidad, de rupturas, de enfrentamien-tos, pero sobre todo, de esperanza. Un lla-mado y una lucha constante a la conversióndel corazón y al cambio de estructuras queviolentan a los hombres y mujeres.

El liderazgo del que estoy hablando,el que se desprende de una formación edu-cativa de inspiración cristiana e ignacia-na, está íntimamente relacionado con elde Jesús: está centrado en los valores, ac-titudes, deseos, y particularmente, en elhorizonte del reinado de Dios plasmadoen el Evangelio. De manera especial pue-do afirmar que este liderazgo tiene que des-prenderse del encuentro personal con elSeñor de la Historia que se manifiesta enlo profundo del corazón y en lo comple-jo de los acontecimientos, fruto de un cons-tante diálogo multidireccional que abar-ca la trascendencia y lo inmanente, comosomos las personas.

V. ConclusiónEl liderazgo en el cual queremos formar-los, y que la sociedad espera de ustedes yde nosotros, sólo tiene sentido desde labúsqueda de la realización plena de las per-sonas, del deseo cierto de mayores y me-jores condiciones para una vida digna, co-

mo impulso a la lucha de la justicia quebrota desde la fe. Un liderazgo de solida-ridad y compasión que busca la construc-ción de cada persona y de la comunidadmisma como sujetos de su historia. Estees nuestro mundo globalizado, nuestrasociedad compleja y desarticulada: habi-tamos en medio de hombres y mujeresensimismados frente a una realidad portodos lados agresiva; convivimos con vie-jos y nacientes valores humanos: histo-ria–presente, solidaridad–mercado, per-sona–narcisismo, razón–sentimientos, de-ber–experiencia, religión–trascendencia,institución–pertenencia… por eso puedodecir que nuestro liderazgo es un lideraz-go en tiempos frágiles: visión para un fu-turo compartido. Quiero terminar esteesfuerzo por descifrar el liderazgo igna-ciano con una doble pregunta que noslleva a concluir y a pensar nuevamente:¿líderes para quiénes?, ¿líderes para qué?

1 Kolvenbach Peter–Häns, La Universidad de laCompañía de Jesús a la luz del carisma ignaciano,México, UIA ciudad de México: 2001, p. 16.2 Idem, p. 118.3 Idem, p. 116.4 Misión y Visión, Torreón, Torreón, Coah., UIA To-rreón: 2004, p. 3.5 Idem, p. 15.6 Kolvenbach, op. cit., p. 116.7 Rodríguez Combeller Carlos, Liderazgo contempo-raneo, México: ITESO/ Universidad de Colima,2004, p. 45.8 Idem, p. 32.9 Idem, pp. 60–75.10 Lowney Chris, El liderazgo al estilo de los jesuitas,Bogotá, Colombia: Norma, 2004, p. 12.11 Idem, p. 110.12 Idem, pp. 105–106.13 Idem, p. 352.14 Idem, p. 346.15 Moroso Della Rocca Roberto, Óscar Romero, unobispo entre guerra fría y revolución, España: San Pa-blo, 2003, p. 118.16 Idem, p. 106.17 Idem.

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¿Quién de nosotros no ha escuchado aviejecitos medio sordos que gustan de pla-ticar acaloradamente, que gritan, gesticu-lan y alborotan durante largo tiempo yque finalmente se separan con una gransonrisa, profundamente complacidos? Másaún, ¿no es verdad que en muchas ocasio-nes nos damos cuenta de que hablabande temas totalmente diferentes? Pero ellosterminan muy satisfechos por el “diálo-go” tan “sabroso” que acaban de sostener.

De manera semejante, hablar de “cultu-ra” es arriesgarse a caer en un diálogo desordos, ya que este término posee infini-dad de interpretaciones correspondientesal mismo número de consensos. Para mu-chos, ser culto equivale a ser una base dedatos ambulante. Es decir, se trata de sa-ber de todo, y mientras más, mejor. EnEspaña a una persona así la llamarían enel mejor de los casos, un “burro cargadode libros”. Para otros, ser culto consisteen “cargarse de libros”, pero no de cual-quiera clase, sino de libros “selectos” (ca-lificados así por quién, me pregunto). Ydesde luego, en ambos casos el así llama-do “bagaje cultural” funciona como unmero instrumento de agresión. Si unapersona de éstas se pasa la vida adquirien-do habilidades, leyendo textos y memori-

SERGIO ANTONIO CORONA PÁEZ

Doctor en Historia por la UIA ciudadde México. Coordinador del Archi-vo Histórico Juan Agustín de Espi-noza, SJ, de la UIA Torreón y cronistadel municipio de Torreón. Autor deSan Juan Bautista de los González,Ríos de gozo púrpura y La vitivinicultu-ra en el pueblo de Santa María de lasParras. Producción de vinos, vinagres yaguardientes bajo el paradigma andaluz(siglos XVII y XVIII) y coautor en Ace-quias de ensayos. Educación. Coordina-dor de la colección Lobo Rampante yeditor del boletín electrónico Mensa-jero del Archivo Histórico. Becariode [email protected]

La cultura

Sergio Antonio Corona Páez

como pretexto

de agresión

zando citas, es para imponerse a los demás:“Yo sé más que tú; cállate, porque no sa-bes”.

Otros piensan que trabajar en el “gi-ro de la cultura” es una buena opción que“viste” socialmente.

Para algunos —los menos— la culturaconsiste en el acervo de producción artís-tica, científica, tecnológica e incluso fol-clórica, producto del trabajo y del ingeniode incontables generaciones, y que debieraestar a disposición de todos como un pa-trimonio común y no solamente para laselites económicas. Para otros —cosmopo-litas de inclinación humanista—, ser cultoconsiste en ejercer una actitud de respe-to y de servicio al otro. El saber o el aco-pio de un patrimonio cultural no constitu-yen para ellos fines en sí mismos, sinoque aspiran a convertirlos en instrumen-tos de servicio. Desean ser muy instruidos,cultos y educados para servir, no para serservidos, ni mucho menos para presumir.

Si nos remitimos al sentido antropo-lógico del término “cultura”, nuestrodiálogo de sordos se pone mucho más in-teresante. Porque, en resumidas cuentas,para los antropólogos la cultura es aque-llo que debemos ser o hacer para que nues-tro grupo social nos acepte.* Y en este

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punto, encontramos que no hay “Cultu-ra”, sino múltiples culturas, todas con elmismo derecho a existir en cuanto expre-siones de identidad social o grupal.

Diferentes clases sociales generan cul-turas distintas. Todos podemos recono-cer a simple vista cuando una persona per-tenece a cierta clase social. ¿Sobre qué ba-se o criterio podría decirse que una cultu-ra es superior a otra? ¿Cómo podría unestrato de la población alegar superiori-dad respecto de otro? No hay punto decomparación. Se trata de culturas diferen-tes que corresponden a identidades, valo-res, circunstancias y mentalidades diver-sas. Entonces, si nos atenemos a esta rea-lidad, ¿cómo podría una de esas clases so-ciales aspirar a convertirse en modelo devida y costumbres para las demás? Lo queresulta innegable es que hay clases socia-les que poseen una calidad de vida supe-rior. Por lo general esto es consecuenciade una cierta forma de distribución de lariqueza. En este punto, el deseo de las cla-ses altas por “quitarles lo naco” a las me-nos favorecidas debe comenzar con ungenuino interés por elevar los niveles decalidad de vida de estas últimas, o sea, porlograr una mejor distribución de la riqueza.

El neoliberalismo entendido y aplica-do de manera salvaje contribuye en granmedida a esta situación de extremos cuan-titativos y cualitativos. Un Estado que selimita a “dejar hacer y dejar pasar” sin ve-lar por el interés general de la sociedad,es un Estado injusto. La consecuencia esclara: la riqueza de toda una nación esta-rá en manos de unos cuantos y producirábeneficios extraordinariamente significa-tivos sólo para ellos, relativamente hablan-do. La gran mayoría de la población se-guirá en un proceso vicioso de continuodeterioro económico que requiere de ma-yor tiempo y esfuerzo laboral para mante-ner —o al menos para tratar de hacerlo—su calidad de vida. ¿Cómo pensar en unincremento de los niveles de educación yde participación en la “alta cultura” cuan-

do los trabajadores y sus familias estánempeñados en un proceso cada vez másarduo de lucha por la subsistencia? Pare-ciera que no hemos cobrado concienciade que se requieren buenos ingresos,tiempo libre y una amorosa atención algrueso de la población para que adquie-ra, poco a poco, esa afición por la “altacultura”. Se trata de una cuestión de edu-cación del gusto. Pero si usamos la cultu-ra como instrumento para restregarles alos menos afortunados su “ignorancia”,no solamente no somos verdaderamentecultos, sino que somos pésimos seres hu-manos, o si se nos permite expresarlo así,somos pésimos cristianos. Los talentos loshemos recibido para servir, no para ser-virnos de ellos como látigos de despre-cio contra nuestros semejantes.

He aquí un epílogo bíblico para nues-tro diálogo de sordos: la “cultura”, en elsentido elitista, es címbalo que retiñe (puroruido) cuando no va acompañada de ungenuino deseo de servir ni de mejorar lascondiciones de vida del otro.

*Dice Ward Goodenough: “La cultura de una so-ciedad consiste en lo que uno debe conocer ocreer a fin de obrar de una manera aceptable parasus miembros”. Clifford Geertz,“Descripción den-sa: hacia una teoría interpretativa de la cultura”,en Chinchilla Pawling Perla (compiladora), Histo-ria e interdisciplinariedad. México: UIA ciudad deMéxico. 1994.

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La revista Acequias felicita cordialmente a sucolaborador, doctor Sergio Antonio Corona Páez,con motivo de su reciente nombramiento comocronista del municipio de Torreón. La propuestafue presentada por la Comisión de Cultura y re-cibió la aprobación unánime de los integrantesdel cabildo en su sesión del 8 de abril de 2005.

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Existe un cambio considerablemente vio-lento en la forma de entender el mundoa partir de las reflexiones nietzscheanas.Sus indagaciones apisonaron el terrenopara una nueva lógica en la teoría del co-nocimiento, con importantes repercusio-nes para el pensamiento político. Las en-trañas del platonismo caen en un gravecuestionamiento y junto con esto, todolo que en el presente trabajo llamaremosmodelo fundacional del conocimiento.

El primer paso consiste en averiguarqué es exactamente con lo que rompenlos conceptos nietzscheanos, sobre todoen lo que respecta a cómo se conoce. Paraesto revisaremos el modelo representacio-nal de Platón a partir de algunas reflexio-nes acerca de su “Alegoría de la Caverna”.Otros autores como Descartes y Barthescomparten la idea de que es posible lo-grar certezas absolutas, sin embargo, conPlatón por sí sólo es posible consolidar laidea de una concepción fundacional delconocimiento. Posteriormente se aterriza-rá en lo que Nietzsche nos propone a par-tir de los conceptos ontología negativa y vo-luntad de poder y desde ellos se podrán ver

Nietzsche, punto de inflexión:

Santiago Rodríguez Solórzano

de la lógica fundacional

al post–fundamento

SANTIAGO RODRÍGUEZ SOLÓRZANO

Estudiante de la Facultad de Cien-cias Políticas y Sociales de la Uni-versidad Nacional Autónoma deMéxico. Ex alumno de la EscuelaPreparatoria Carlos [email protected]

los problemas que implican las propues-tas platónicas. Estos dos conceptos sien-tan las bases de un principio post o a–fundacional para el conocimiento. Peropara lanzar esta hipótesis será necesarioanalizar los cuestionamientos que sobre elpensamiento de Nietzsche hace EugenFink y así concluir si esto invalida o no laproposición inicial.

PlatónA partir de las metáforas planteadas en la“Alegoría de la Caverna” se pueden for-mular importantes conclusiones acercadel conocimiento en la filosofía de Pla-tón. La Alegoría, nos dice “es una ima-gen de la condición humana”.1 El propiofilósofo clásico se encarga de interpretarsu texto. A partir de éste se puede con-cluir que la condición humana va a des-envolverse dentro de los límites de unagran dicotomía: la vida en la caverna y lavida fuera de ésta. La vida dentro de lacaverna, un mundo donde lo único inte-ligible son sombras, representa el mundode la doxa, en el cual lo que se conoce sonmeras apariencias u opiniones que no

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van más allá del sentido común. La vidafuera representa, en palabras del autor,una ascensión hacia lo alto, una contem-plación del mundo desde arriba, es a lavez el camino del alma hacia el conoci-miento verdadero. Platón nos dice tam-bién que lo último que el alma aprende aver “con esfuerzo” es la idea del bien.Pero una vez que aprende a verla, hay quellegar necesariamente a la conclusión deque esta idea es la causa de todo cuantoexiste en el mundo de justo y de bello.2

Hay un tercer elemento de la metáfo-ra que sirve de mediador entre la dicoto-mía doxa y episteme (saber): el prisioneroque escapa. Éste, después de un gran es-fuerzo por acostumbrar sus ojos a la cega-dora luz, podrá ver las imágenes de loshombres y de las cosas, teniendo clara lacausa de todo lo que él y los otros prisio-neros habían contemplado siempre, aun-que sólo como sombras.3 Este personajeva a tomar la investidura del filósofo, porser quien descubrió el mundo de la luz;por lo tanto conoce el bien y hará consis-tente su obligación moral para con susantiguos compañeros.

Es posible esbozar algunas conclusio-nes a partir de esto: por un lado, la Ale-goría implica que detrás de las aparien-cias que percibimos existen esencias, lascuales podemos conocer. Esto además tie-ne repercusiones morales, porque incluyela existencia de un bien objetivo en reali-dad, que puede ser conocido mediante lainvestigación racional o lógica, más quepor intuición, adivinación o suerte. El bienes objetivamente real.4 Además, este bienes causa y motor subyacente, constituyeel Ser al cual asciende el alma.

Para Platón la virtud es conocimientoy conocer es descubrir las esencias detrásde las apariencias, ascender sobre el mun-do de tinieblas y salir a la luz. Estos ele-mentos dan contenido a la idea del cono-cimiento como representación o modelorepresentacional, el cual argumenta que

el conocimiento es un espejo de la natu-raleza que reproduce o representa la esen-cia de cada cosa. Lo fundamental de estemodelo está en la idea de que la re–pre-sentación no afecta a aquello que está sien-do presentado, es decir, el conocimientode las cosas puede lograr una perfecta ade-cuación con el objeto sin distorsionarlo.La teoría del conocimiento se deriva de lafilosofía platónica, como representacióncon la cual se instaura la llamada lógica delfundamento:

La lógica del fundamento (Gründ) designauna tradición de pensamiento que surgióprimeramente con el modelo topográficode la verdad (esencia/ apariencia) expuestopor Platón, y fue posteriormente retomadoy desarrollado como búsqueda de certezasabsolutas por el iluminismo a partir deDescartes. Su premisa central se sintetizaen el Principio de Tales, según el cualsiempre existe un orden subyacente detrásde la aparente diversidad empírica delmundo.5

NietzscheComo sabemos, Nietzsche es uno de losgrandes críticos del platonismo. Ataca laraíz de su pensamiento, su postulado bá-sico y sus derivados. Además, proponeotra gran premisa, diferente sí, pero desemejantes proporciones. Lo central eneste apartado es ver cómo Nietzsche ini-cia el camino para la articulación de unalógica post o a–fundamento, aunque se-ría polémico determinar si se inserta enésta o no, como veremos más adelantecon algunas precisiones de Eugne Fink.Para empezar el debate en aras de un de-rrocamiento platónico, el filósofo alemánda su idea del mundo:

¿Qué es para mí el mundo?...Un monstruode energía, sin principio ni fin, que no sehace más pequeño, que no se consume,sino que se transforma; sin gastos ni pérdi-

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das;... uno y múltiple;... un flujo perpetuode formas; que de lo más tranquilo, frío yrígido, pasa a lo que es más ardiente, salva-je, contradictorio; que del juego de las con-tradicciones torna al gusto de la armonía...Este mundo mío dionisiaco, mundo miste-rioso de la doble voluptuosidad; este mimás allá del bien y del mal, ¿quieren ustedesnombre para este mundo?... Este nombrees voluntad de poder, ¡y nada más!6

Las consecuencias importantes deeste texto se dan en el momento en quenos cuestionamos acerca de los resultadosde vivir en un mundo en el que todo estásometido al movimiento. Siguiendo eltexto de Fink, un mundo donde “no hayen verdad cosas ni sustancias; no existeun ‘ente’. Existe sólo el agitado oleaje dela vida, sólo la corriente del devenir... nohay nada duradero; permanente, esta-ble.”7 La primera conclusión, siempre deacuerdo con Fink, es que un mundo asíno es vivible ni conocible, no podemosvivir en el agitado mar cósmico deldevenir puro; por lo tanto, es necesariofalsificar la realidad. La falsificación es unimperativo sicológico de seguridad, deesta manera hemos creado conceptos ycategorías, que tornan asequibles el in-aprensible devenir, que lo detienen, queintroducen por debajo del acontecer unsostén,8 una especie de falsa sustancia.

Conocer, en este sentido es anti–natu-ra, ya que busca detener el flujo naturaldel mundo. La voluntad de poder es,entonces, un anhelo de manejar al mun-do, de domesticar su movimiento, deconfigurarlo o sistematizarlo. En estepunto tiene una función positiva, ya quecrea estabilidad. Sin embargo, la domes-ticación del movimiento, atendiendo alas leyes newtonianas, implica fuerza, y sidicho movimiento es razón de ser delmundo, este proceso representaría unacto de gran violencia, pues dominar almundo responde realmente a la tenden-

cia de imponer una práctica. Ésta seríasu función negativa.

La idea de Nietzsche sobre el mundoinvalida el modelo representacional pro-puesto por Platón. El alemán no piensael ser como ser del ente, sino como deve-nir. El ente no existe, porque en últimainstancia, no hay individualización o sig-nificación objetiva9, el ser es comparablecon una gran masa caótica, siempre enmovimiento. Esta inexistencia de cosas,sustancias o entes se nombra ontología ne-gativa de la cosa. Y si no existen las cosas,¿cómo pueden ser reflejadas? La respues-ta es que simplemente la representaciónes inexistente.

De acuerdo con el argumento de Ar-diti10 hay tres premisas fundamentalesque dan contenido a la lógica del funda-mento:

Los fenómenos empíricos con que se en-frenta la percepción son inconexos sóloen apariencia; detrás del caos siempre ha-brá un orden subyacente... El mundo po-see una esencia unitaria, posiblementeoculta, pero ciertamente cognoscible... [elconocimiento] debe establecer una rela-ción de mimesis con lo real, representar oreproducir la estructura profunda y unita-ria del mundo.

El pensamiento nietzschano, en apa-riencia, corre en sentido contrario a cadauno de estos argumentos. Su idea delmundo y la ontología negativa de las co-sas, nos permite inferir que para el autorde Así habló Zaratustra, detrás del caossólo hay más caos (mar cósmico del deve-nir), el mundo no posee una esencia uni-taria, sino que es “uno y múltiple” y“misterioso” más que cognoscible, unmundo en el que la apariencia es la reali-dad.

Hasta aquí es posible decir que estasaportaciones nietzscheanas marcan elpunto de inflexión en la forma en que se

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pensará el conocimiento, preparando elterreno para que otros autores se inscri-ban en la lógica del post o a–fundamento.Sin embargo, es posible realizar fuertescríticas al pensamiento de Nietzsche, lacuales quizá nos llevarían a repensar laaparente coherencia de sus postulados ycon esto, la oportunidad de este ensayo.

Fink nos dice que en el argumento deNietzsche no encontramos una investiga-ción ontológica directa que demuestre quela voluntad de poder constituye la esenciade lo que existe. El filósofo renuncia a se-ñalar un camino de demostración parasus “verdades” fundamentales de la vo-luntad de poder y del eterno retorno.11

Es, en apariencia, un punto ciego, es decir,si todo es un agitado oleaje, puro deveniry movimiento, ¿cómo nos es posible cono-cer la voluntad de poder? Nietzsche quedaatrapado en su propio método y los pun-tos nodales de su filosofía no dejan de sermás que meras hipótesis o intuiciones.

Como resultado de este punto ciegometodológico, es válido preguntar sí el es-tatus ontológico de la voluntad de poderes equiparable con el del “Ser” platónico,o sea, si la voluntad de poder es maneja-da por Nietzsche como la esencia de todolo que vive y existe. Tal vez, a su pesar, esválido decir que sí.

Para Nietzsche la vida ES voluntad depoder,12 de modo que la voluntad de po-der es originaria; pero no sólo, sino queparece también que es originante:13 se en-gendra a sí misma: “El mundo puede serconsiderado una obra de arte que se en-gendra a sí misma.”14 A partir de esta ase-veración se entra en un argumento circu-lar que es inaprensible lógicamente.

ConclusionesNietzsche propone una novedosa metafí-sica de proporciones semejantes y tan tras-cendental como la platónica. Sin embar-go, esto no invalida o subordina su pensa-miento. Sería un error garrafal equiparar

“la voluntad de poder” al “bien” de Pla-tón. La gran distancia entre ambos con-ceptos está dada en el hecho de que Nie-tzsche no piensa el ser como ser del ente,sino como devenir, como la realidad dio-nisiaca del juego cósmico de construc-ción y destrucción.15 Los llamados filóso-fos de la lógica del post–fundamento seapropian de esta forma de pensar al ser ya partir de ella entienden el conocimien-to, que dentro de este paradigma noserá, pues, estático, sino que responderáa un tiempo y espacio determinados.

De este prototipo del conocimientose pueden obtener tres derivaciones:todo conocimiento tendrá en carácterpolémico; toda objetividad será estricta-mente contingente y por lo tanto, dispu-table; todo orden conocido y toda objeti-vidad posee naturaleza política.

1 Platón, La República, libro VII, México: EditoresMexicanos Unidos, 2001, p. 262.2 Idem.3Idem, p. 261.4 Sabine George H., Historia de la Teoría Política,México: Fondo de Cultura Económica, 1988, p.42.5Arditi Benjamín, Conceptos. Ensayos sobre teoría po-lítica, democracia y filosofía, Asunción: CDE–RP Edi-ciones, 1991, p. 105 .6 Nietzsche Friedrich, The will to power, , NuevaYork: Random House1967, pp. 549 y 550.7 Fink Eugen, La filosofía de Nietzsche, Madrid:Alianza Editorial, 1976, p. 194.8 Idem, p. 195.9 Ibid, p. 196.10 Arditi, op. cit., p. 106.11 Fink, op. cit., p. 191.12 Ver la cita acerca del mundo.13 Manzano Jorge, “Voluntad de poder y los gran-des temas de Nietzsche”, en Xipe totoek, vol. XI, n.3, n. 43, 2002, Guadalajara, México, p. 220.14 Nietzsche, op. cit.15 Fink, op. cit., p. 196.

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¿De qué estamos hablando cuando deci-mos comunidad? En muy diversos ámbitosde nuestra realidad esta es una palabra re-currente, que de tanto repetirla, se da porsentado su concepto y significado. Habla-mos de “la comunidad lagunera”, del“servicio a la comunidad”, de “la comuni-dad de tal parroquia”, de una “comunidadrural”, se habla incluso de “comunidadesvirtuales” y en nuestro entorno directo,mucho se habla de la “comunidad univer-sitaria”; pero, ¿qué es ser comunidad? ¿Essólo un agregado de personas que com-parten un espacio? Y si es más que esto,¿es posible construir comunidad dondeno la hay?

A través de una revisión plural másque exhaustiva, de ideas y concepcionesde comunidad, intentaremos responder aestas preguntas a la luz de la cotidianapráctica de vivir y convivir con otros.

En distintos espacios y de diferentesformas ha venido emergiendo y dejándo-

RODRIGO GONZÁLEZ MORALES

Torreón, Coah., 1981. Licenciadoen Sociología por la Universidad deGuadalajara. Colaborador en loscentros de Reflexión y Análisis So-cial y de Servicio y Promoción So-cial de la UIA [email protected]

De la comunidad individualista al

individuo comunitarioRodrigo González Morales

¿Podemos ser nosotros?

“La experiencia humana primordial es la de ser comunidad.Aun antes de que el bebé tenga conciencia de ser autónomo,tiene conciencia de ser en otro.”

DAVID FERNÁNDEZ DÁVALOS

se escuchar la idea de que el problemacrucial de las sociedades contemporáneasse encuentra en la vinculación entre losindividuos, y simultáneamente, entre és-tos y el sistema social. Lo afirma Tourai-ne al acuñar el concepto de desmoderni-zación que da cuenta de la ruptura que seproduce con el debilitamiento del Esta-do, que en el proyecto moderno fungíade puente entre el individuo y el mundoeconómico. También lo dice Castells alhablar de la emergencia de identidadescolectivas ajenas a procesos globales (2004:106); y así podríamos alargar la lista de re-ferencias respecto del papel de la vincula-ción social en nuestro mundo.

Pero más allá del ámbito puramenteanalítico, en la búsqueda e imaginaciónde alternativas de solución a los proble-mas fundamentales de nuestro tiempo,esta emergencia de identidades colectivasy esta orfandad de pertenencia del indivi-duo, han traído de nuevo a la mesa el tema

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de la comunidad como factor determinan-te en las sociedades contemporáneas, enlas que el individualismo propietario, he-redero de la ilustración, ha ido lenta peroininterrumpidamente mostrando eviden-cias de sus muchas limitaciones para ple-nificar la vida humana.

Max Weber, padre de la sociologíacomprensiva, define comunidad como“una relación social cuando y en la medi-da en que (...) se inspira en el sentimien-to subjetivo (afectivo o tradicional) de losparticipantes de construir un todo” (cita-do en Villoro: 1997, 359). El proyectoilustrado de modernidad fue reactivo ha-cia las llamadas comunidades orgánicas,considerando que en este “formar partede un todo”, se pasaba por encima delindividuo, propiciando el autoritarismo.De este modo la civilización occidentalemerge sobre las ruinas de la comunidadorgánica, para reivindicar y enaltecer losderechos del individuo.

El mundo contemporáneo se formósobre estos supuestos, proclamó al indivi-duo como único poseedor de derechos,de modo que —teóricamente—, se prote-giera así su libertad, dando por sentadoque “no existe un bien común superioral que cada individuo decida perseguir”(Villoro, 1997: 310). Así los marcos nor-mativos y jurídicos de la civilización mo-derna construyen una antropología en lacual “el ser humano como individuo estanto más humano cuanto más indivi-dualista es su comprensión” (Díaz Gó-mez, 2001: b).

El correr de la historia social nos haido de a poco cobrando las facturas. Altiempo que las instituciones modernaspartieron de estos principios, las estruc-turas más abarcantes, o si se prefiere entérminos de Bourdieu, los campos másinfluyentes de nuestro mundo, dan pri-macía al individuo, de modo que las rela-ciones sociales están siempre mediadaspara proteger las libertades individuales.

Siguiendo a Pietro Barcellona, estemodelo toma su forma más acabada enlas relaciones dinerarias, que conllevan auna indiferencia recíproca, donde la necesi-dad del otro se ve reducida a bienes y ser-vicios que le son retribuidos, y esa retri-bución es la última instancia de relacióncon el otro. Esta individualidad bajo la pro-tección de las instituciones modernas pier-de sentido al no contar con la posibili-dad de un reconocimiento personal recí-proco, como “reconocimiento mutuo dela individualidad concreta, compuesta depalabras, pasiones, necesidades, memo-ria, etc.”, quedando las relaciones reduci-das a la indiferencia recíproca (Cfr. Barce-llona, 1992: 112).

Ante este panorama se habla del retor-no a la vinculación social, no como nos-talgia de la comunidad orgánica premo-derna, ni como impulso de un estatismohomogeneizante que neutralice las dife-rencias, y por lo tanto, la individualidad.Se ve en la comunidad la posibilidad deevitar convertirnos en “analfabetos socia-les”, partiendo de que sólo en la recipro-cidad de relaciones no mediadas por losfines individuales “se produce el verdade-ro reconocimiento de la diferencia y dela particularidad” (Idem, 125).

En el ámbito de proyectos concretosde organización social encontramos dosformas distinguibles de entender la reali-zación de la comunidad en el mundo con-temporáneo, que aunque no son las úni-cas, nos pueden dar una visión más am-plia del papel que puede jugar la comu-nidad en nuestro mundo: el comunitaris-mo y la comunalidad.

Si bien en la definición de la comuni-dad que ambas posturas formulan no exis-ten notables diferencias, ni se alejan mu-cho del concepto weberiano ya citado, lasimplicaciones prácticas de sus supuestosnos traen planteamientos distintos. El co-munitarismo se ha desarrollado como unapropuesta política a gran escala, cuyo pun-

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to último es la alternativa de la llamadaTercera Vía. Amitai Etzioni, su principalteórico, concibe la comunidad como en-tidad que “proporciona lazos de afecto quetransforman grupos de gente en entida-des sociales similares a una familia (…) asícomo transmiten (y reformulan) una cul-tura moral compartida” (2001: 24).

Etzioni hace referencia a una serie deinvestigaciones que comprueban la rela-ción positiva que guarda la pertenencia auna comunidad, con aspectos como la sa-lud (física y mental), la longevidad y algu-nos otros indicadores no económicos decalidad de vida. Centra su análisis básica-mente en comunidades de barrios urba-nos, dando ejemplos exitosos del papelcomunitario en la solución de problemasque históricamente han sido delegadostotalmente al Estado.

En este sentido, destaca que estas ac-ciones comunes son más “personalizada-mente diseñadas que los programas públi-cos” (Idem, 29). Siguiendo a Etzioni, las or-ganizaciones barriales o gremiales puedenproveer servicios tales como guarderías,mejoramiento en la educación (al involu-crarse en las escuelas) y asistencia a la ter-cera edad, entre otras, reduciendo así loscostos del gasto público. Esto resulta parti-cularmente evidente en poblaciones ruralesdonde la satisfacción de la mayoría de lasnecesidades que en el sector urbano depen-den de la adquisición de servicios o del sec-tor público, son sustituidos por la comuni-dad, desde la partera, el cuidado comparti-do de los niños y ancianos, los intercam-bios en especie. Un apunte interesanteacerca del comunitarismo es que privilegialas acciones mutualistas a las voluntarias,es decir, que busca favorecer la reciproci-dad en contraposición al altruismo, queno forma comunidad sino dependencia.

Como vemos, esta postura destaca losaportes comunitarios para una vida másplena, pero en su propuesta política daun corte utilitarista al sentido comunita-

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rio, al concebir a la comunidad como unaoportunidad de ahorro para el Estado.Sin que la finalidad de este escrito seaahondar en la dimensión política de estapostura, sí podemos apuntar que en cier-tos postulados pareciera que se habla deconstruir comunidad para conseguir ob-jetivos individuales o gubernamentales,de modo que se revierten los vicios here-dados de la concepción individualista yestatista de la Ilustración.

Con el comunitarismo se alinean al-gunos otros conceptos sobre la necesidadde vinculación social que llaman la aten-ción como el capital social o la construccióncomunitaria. Estas concepciones muy pro-movidas a últimas fechas por los organis-mos financieros internacionales, desta-can también la influencia de la pertenen-cia y las relaciones sociales directas en losniveles de calidad de vida y las oportuni-dades de progreso económico, pero pre-sentan una serie de contradicciones. Elcapital social, como su nombre lo indica,se pretende como un activo acumulable,que trae beneficios a una persona o co-munidad; tiene que ver con los “contac-tos” de cada quien, lo cual da ventajascompetitivas, en el mismo sentido que laacumulación monetaria. En última ins-tancia, lo que nos muestra el comunita-rismo, aún en sus contradicciones, es queel trabajo en conjunto y las relaciones demutualidad son rentables incluso en tér-minos utilitarios.

La comunalidad en cambio, parte desupuestos bien distintos: no nace de unanecesidad individual, sino de una perte-nencia colectiva. Para el jurista mixe Flo-riberto Díaz “la relación primera es la dela Tierra con la gente, a través del traba-jo” (2001: a). En este sentido se entiendea la comunidad como experiencia primi-genia del ser humano, en referencia a untodo no sólo social, sino natural.

Cinco son las características básicasde la comunalidad: la tierra, como madre

y como territorio; el consenso en asam-blea para la toma de decisiones; el servi-cio gratuito como ejercicio de autoridad;el trabajo colectivo como un acto de re-creación, y los ritos y ceremonias comoexpresión del don comunal (Idem).

El antópologo zapoteco Jaime Martí-nez completa esta noción de comunali-dad al definirla como un “comportamien-to, resultado de la dinámica de las ins-tancias reproductoras de nuestra organi-zación (…) que descansa en el trabajo, nun-ca en el discurso”, a su vez que la comuna-lidad no se concibe como un orden está-tico al apuntar que la comunidad no essímbolo de armonía, sino espacio de con-flicto y construcción permanente de sen-tido (1993: 160 y 162).

Esta noción comunitaria resulta muyclara y convincente, pero si hemos sidoformados y hemos vivido siempre conuna conciencia individual por encima dela colectiva, ¿se puede ser comunidad ennuestro entorno, sin serlo únicamentepor conveniencia individual? A mi juicioes riesgoso tomar acríticamente la nocióncomunitaria indígena, pues al no respal-darse en la vivencia directamente ligada ala cultura, puede estancarse en ideologíaincongruente con la práctica.

Pero entonces, ¿no se podrá construircomunidad a pesar de una formación cul-tural eminentemente individual? Aterri-cemos ahora en terrenos concretos. Tan-to Pietro Barcellona como los teóricos co-munitaristas o los movimientos indíge-nas impulsores de la comunalidad, nosdan suficientes bases para entender locrucial de la vivencia comunitaria parafomentar un mundo más amable. Pero demomento, dejemos al mundo por su ladoy centremos la atención en nuestras fami-lias, nuestros empleos, nuestras colonias,nuestras universidades, que es el sitio don-de la comunidad necesita cobrar vida.

De la comunalidad retomo la idea deque la comunidad no se forma en el dis-

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curso, sino en la práctica; entonces, la co-munidad sólo se puede ir construyendoen el trabajo grupal con objetivos comu-nes. Sobre la base de la vivencia cotidianadel diálogo y el consenso nuestra raciona-lidad individual puede ir abriendo espa-cio al otro como un fin en sí mismo y nocomo un medio. Incluso, algunos de losvalores más nobles de nuestra formaciónjudeo–cristiana, como la caridad, puedenresultar un obstáculo para construir comu-nidad, pues esto no significa ayudar al otro(cosificado), sino hacer junto con el otro.

Existen distintas experiencias de cons-trucción comunitaria. Muchas de ellashan derivado de urgencias comunes, ta-les como desastres naturales y problemasde tenencia de la tierra, en fin, esto nosmuestra que lo central para formar comu-nidad es tener objetivos comunes, y noindividuales compartidos por varios; debetratarse de una meta única que se trabajacomunitariamente (ver González Mora-les, s/f). En este sentido no basta, o inclu-so, no sirve que todos aprendan las mis-mas consignas y los mismos objetivos, sinoir gradualmente planteándose y trabajan-do en estos objetivos.

Pudiera parecer que lo aquí expuestono es más que una bonita utopía, fácil-mente dogmatizable, y por lo tanto, difí-cil de llevarla a la vida. Me parece deter-minante para construir comunidades enel mundo cotidiano contemporáneo, encolonias, empresas, ejidos, iglesias, uni-versidades o cualquier tipo de colectivi-dad, partir del individuo, es indudableque nuestro actuar diario está impregna-do de cuatrocientos años de modernidad,y por lo mismo, no podemos negar el yo,y de la nada inventarnos un nosotros.

La comunidad debe partir de una vo-luntad individual de ser en otros y conotros, la cual sólo puede surgir del espíri-tu, no en el sentido religioso, sino enten-diéndola como motor que nos impulsa.Si este espíritu es una ambición u objeti-

vo personal, nuestras comunidades nopasarán de ser sumas de personas, “co-munidades individualistas”. Si nuestravoluntad de ser comunidad surge de va-lores humanos, tomando en cuenta que larealización personal no se da sin otros,podremos ser “individuos comunitarios”haciendo un frente conjunto a la amena-za en la que se ha convertido el mundoen lo ambiental, económico y político,pero principalmente, en el reconocimien-to pleno de nuestra responsabilidad com-partida, en el devenir de nuestros espa-cios compartidos, comenzando por la fa-milia, la región, el país y finalmente, elmundo como espacio de todos.

BibliografíaBarcellona Pietro, Posmodernidad y comunidad. El re-greso de la vinculación social, Trotta, Madrid: 1992. , El individualismo propietario, Trotta, Madrid:1996.Castells Manuel, “¿Es sostenible la globalizaciónen América latina?,” en Maria Eugenia SánchezDíaz de Rivera (coordinadora), Las universidades deAmérica Latina en la construcción de una globalizaciónalternativa, UIA Puebla/ UIA León/ ITESO, Puebla:2004.Díaz Gómez Floriberto, “Comunidad y comunali-dad”, en La Jornada Semanal, México: 11 de marzodel 2001.

, “Derechos humanos y derechos fundamenta-

les de los pueblos indígenas”, en La Jornada Sema-nal, México: 11 de marzo del 2001.Durston John, ¿Qué es el capital social comunitario?,Naciones Unidas–CEPAL, Santiago de Chile: 2000.Etzioni Amitai, La Tercera Vía hacia una buena so-ciedad. Propuestas desde el comunitarismo, Trotta, Ma-drid: 2001.González Morales Rodrigo, Entre el yo y el nosotros.Comunidad y alternativas en San Isidro Jalisco, tesisde licenciatura, versión preliminar (s/f).Martínez Luna Jaime, ¿Es la comunidad nuestra iden-tidad?, en Arturo Warman y Arturo Argueta (coor-dinadores), Movimientos indígenas contemporáneos enMéxico, CIIH–UNAM/ Miguel Angel Porrúa, México:1993.Olivé León, Multiculturalismo y pluralismo, Paidos/UNAM, México: 1997.Villoro Luis, El poder y el valor. Fundamentos de unaética política, FCE, México: 1997.

, Estado plural, pluralidad de culturas, Paidos/UNAM, México: 1998.

A

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En cualquier institución educativa resultafundamental reflexionar para encontrarla vía que conduzca a una educación decalidad en la que se encuentre presente laevaluación educativa en todo momento.Con esta aseveración no se quiere decirque no existen caminos a seguir para lle-var a cabo una evaluación adecuada, sinembargo, es importante contar con unaidea clara de cómo evaluar: ¿Cómo insti-tución educativa, que puedo hacer paramejorar, para trascender? ¿Qué será másconveniente, centrarse en los resultadoso en los procesos? ¿Qué indicadores debotomar en cuenta para realizar una buenaevaluación? ¿Cómo puedo tener un con-trol en la evaluación? En fin, las incógni-tas al respecto pueden ser muchas más.

Para iniciar es conveniente definir elconcepto de evaluación: consiste en unproceso para identificar, obtener y pro-porcionar información acerca de un pro-grama valorado en sus metas, planifica-ción, realización e impacto, con el propó-sito de guiar la toma de decisiones, pro-porcionar información y contribuir a sucomprensión, y con el criterio de su valor(como respuesta a las necesidades), y su mé-rito (la calidad con la que se consigue).1

¿Cómo lograr la calidad dentro

de una institución educativa?...

LYDIA CÁRDENAS RODRÍGUEZ

Alumna de sexto semestre de la li-cenciatura en Educación de la UIA To-rreón. [email protected]

Lydia Cárdenas Rodíguez

La evaluación es la respuesta

A partir de lo anterior considero quela evaluación es un proceso y un resulta-do: implica determinar los criterios de loque se pretende evaluar, los cuales permi-tan comprobar la realización. Haciendodicha comparación entre los indicadoresy la práctica, se obtienen los resultados, ycon la valoración de lo conseguido, lo de-seable y lo posible, podemos concluir enun juicio valorativo. La evaluación aportadatos objetivos y valoraciones que debencontribuir a la toma de decisiones en cuan-to cambios y mejoras de lo evaluado.

La evaluación sistemática es la recopila-ción de la información, desde el estudiode las necesidades en los contextos, los pro-gramas elaborados para resolverlas, los pla-nes y las estrategias de acción para conse-guir las metas propuestas, y los efectos lo-grados. Lo que distingue a la evaluaciónes la emisión de juicios valorativos funda-mentados que orienten la toma de deci-siones para la realización de acciones quepermitan cambios positivos en cualquierámbito dentro de una institución educati-va; es el “motor” que impulsa el cambio,de este modo se convierte en una herra-mienta para la mejora continua de losplanes, proyectos, programas y activida-

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des, posibilitando el logro de la calidaden todos los ámbitos.

Ya que tenemos un concepto de eva-luación más claro, es importante conside-rar que para que una institución educati-va cumpla con sus objetivos y metas másprofundas, es necesaria una evaluaciónque vaya de la mano con el desarrollo detodo el fenómeno educativo. Una evalua-ción continua y bien fundamentada per-mitirá que todos los recursos (materialesy humanos) de la institución hagan su tra-bajo de la mejor manera posible y en lasmás óptimas condiciones, procurandosiempre que exista entre ellos una rela-ción armoniosa, directa y coherente.

El movimiento de mejora de las es-cuelas promueve el aprovechamiento delimpulso de las reformas educativas paraacrecentar lo calidad de la practica educa-tiva, por lo que una institución de cali-dad será aquélla en la que los alumnosprogresan al máximo de sus posibilidadesy en las mejores condiciones posibles.2

Un centro educativo “viaja” en unadirección guiada por los objetivos, los pro-cedimientos y una visión que refleja su fi-losofía educativa y el conjunto de valoresque la rigen. Ahora bien, para lograr lacalidad educativa es imprescindible quetodos los miembros de dicho centro es-tén familiarizados con las políticas que lorigen y que también estén dispuestos apermitir transformaciones en beneficiode los estudiantes.

Un proyecto innovador de mejora ten-drá más éxito si se apoya en un procesosimultáneo de fortalecimiento de las con-diciones de gestión institucional, pues laevolución debe darse en general para quetodos obtengan “frutos” positivos. Paralograrlo es muy importante priorizar lasnecesidades de cambio de gestión del cen-tro mediante un liderazgo educativo quepermita un consenso entre los miembrosde la institución para jerarquizar las nece-sidades fundamentales. La pregunta es¿cómo seleccionar aquellas necesidades bá-

sicas o fundamentales? Considero que al-gunas acciones clave parten de las si-guientes preguntas:

•¿Dónde estamos ahora? Analizar lascondiciones internas del centro educati-vo y fomentar la participación en el análi-sis de las condiciones actuales.

•¿Dónde quisiéramos estar? Dialogaracerca del tipo de escuela que se quiere(comprobar si la visión, misión y filosofíaeducativa en realidad se están llevando ala práctica como se planteó en un princi-pio e identificar las prioridades de mejo-ra).

•¿Cómo llegaremos? Distiguir las necesi-dades para realizar los proyectos (de for-mación, capacitación, recursos materialeso humanos, instalaciones, eficacia en lacalidad de enseñanza, etc.) y planificarlos proyectos (concreción de las estrate-gias, descripción de los recursos necesa-rios, determinación de los criterios de va-loración de la realización y su calidad).

•¿Qué debemos hacer para conseguirlo?Dialogar sobre los procesos, avances y di-ficultades, y revisar constantemente elproceso real, en contraste con el proyectoplaneado.

•¿A dónde iremos después? Creación denuevos proyectos de mejora en coheren-cia con la información aportada desde elproyecto, su realización y sus logros, yconsolidar los procesos de mejora (diseño,planificación, realización y revisión).

Para lograr todo esto es fundamentalinvolucrar e implicar a todos los miem-bros en la “construcción de los cambios”.Es importante que todos y cada uno deellos lleve a cabo una autoevaluación desu trabajo y de la relación que guarda conideales y objetivos de la institución en sí.Ahora bien, aquí es necesaria señalar quelos profesores, más que cualquier otromiembro de un centro educativo, son losresponsables directos de conseguir que laenseñanza y el aprendizaje de los alum-nos mejore mediante la ayuda de unaevaluación de calidad.

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Por eso, se puede decir con justa razón,que la actividad de evaluación es ante todocompleja, pues en ella al profesor se le debeconsiderar el protagonista y responsableprincipal: la evaluación exige al docenteanalizar su práctica y enfrentarse a una seriede asuntos y problemas de carácter psicope-dagógico, técnico–práctico y administrati-vo–institucional, difíciles de abordar.

Al desempeñar sus funciones en algu-na institución educativa, cualquier do-cente debe tener una noción del modoen que se aprende y se enseña, así comouna concepción sobre cómo, cuándo, porqué y para qué evaluar, con el fin de ase-gurarse que las experiencias educativasque proponga en el acto de enseñanzaproduzcan resultados positivos en los alum-nos. Además, el profesor debe poseer uncierto conocimiento teórico y práctico queincluya instrumentos y técnicas para eva-luar los aprendizajes de los estudiantesen el momento pertinente. La evaluaciónaporta al maestro un mecanismo de auto-control que le posibilita conocer las cau-sas de los problemas u obstáculos presen-tes a lo largo de su trabajo, y a su vez, leda a conocer de qué forma los aciertoshan contribuido a mejorar la calidad dela enseñanza.

Sin la evaluación un docente difícil-mente podría asegurarse de que ocurraalgún tipo de aprendizaje, o le constaríamucho saber qué tan eficaz está siendosu práctica docente. Hay que preguntar-se, pues, si sería conveniente que un pro-fesor evaluara en su práctica para lograrlos objetivos que se propone, los cualesse encuentran directamente relacionadoscon las metas primordiales de la institu-ción educativa a la que pertenece. Pode-mos partir de la siguiente incógnita: ¿quéconocimientos deben tener los profeso-res y qué deben hacer?:

•Conocer cuál es el concepto que lainstitución tiene sobre la “educación”,qué tipo de hombre pretende formar ycómo lo quiere formar. Es importante

que esta se realice para que el docente“mida” terreno y cuente con una idea cla-ra a la hora de crear sus objetivos y metaspersonales (coherentes con las del centroal que brinda sus servicios).

•Conocer la materia que van a impartir.•Conocerse y cuestionarse a fondo.

Esto sería provechoso para que el docen-te tenga un conocimiento propio de susalcances y de sus límites como persona.Reflexionar acerca de su capacidad técni-ca y teórica; así como de su capacidadpráctica.

•Hacer una crítica fundamentada dela enseñanza habitual que hasta ese mo-mento se ha utilizado, incluyendo activi-dades, técnicas, procedimientos y estilos.Esto permitirá que el docente percibaqué conocimientos, valores, aptitudes,actitudes, destrezas, etcétera, le hacen fal-ta para ser un maestro “integral”. Es fun-damental que se busque una actualizacióncontinua mediante la investigación.

•Dentro del aula, el docente debe sa-ber cómo dirigir al grupo: preocuparsepor conocer la dinámica de grupo que semaneja con el propósito de utilizar aque-llos métodos que sean más adecuadospara establecer un ambiente óptimo quepropicie el aprendizaje. El maestro ten-drá que enseñar, también, mediante elejemplo. A través de un proceso de re-flexión sobre el contexto y las caracterís-ticas de su clase, debe decidir lo que esconveniente hacer, considerando siemprelas características, carencias y conoci-mientos previos de sus alumnos, la tareade aprendizaje a realizar, los contenidos ymateriales de estudio, las intencionalida-des u objetivos perseguidos, la infraes-tructura y facilidades existentes, el senti-do de la actividad educativa y su valor enla formación del alumno.3

Como podemos notar, todos los pun-tos que responden a la pregunta antes ci-tada, llevan implícita la evaluación, yaque ésta permitirá al docente obtener uncontrol sobre lo que hace con la finali-

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dad de que mejore sus debilidades y afian-ce sus fortalezas, y además, pueda estable-cer de manera permanente un procesode mejora continua, como se muestra en-seguida:

Con esto quiero decir que la evalua-ción es el primer paso para lograr queexistan cambios dentro de cada práctica do-cente, que culminarán en transformacio-nes a nivel de institución educativa.

Así pues, presento una evaluación cu-yo propósito es conseguir la relevancia,eficacia, efectividad, congruencia y efi-ciencia de un determinado centro educa-tivo:

•Relevancia, al establecer una relacióncoherente y directa entre los propósitosinstitucionales y los requerimientossociales, ya sea para la solución de pro-blemas prácticos o conocimiento cien-tífico–tecnológico. ¿Puedo alcanzar losobjetivos? y ¿estos objetivos para quiénson?

•Eficacia, al comprobar si los propósi-tos y objetivos propuestos por la institu-ción se han alcanzado: ¿en realidad lainstitución ha logrado que sus estudian-tes aprendan lo que deben aprender? En-tonces, una institución será de buena ca-lidad si sus estudiantes y egresados de-muestran los niveles de aprendizaje decontenidos, habilidades, destrezas, actitu-des y valores establecidos.

•Efectividad o validez educativa, si losprocesos educativos en el aula han con-

tribuido al logro de sus resultados y pro-ductos esperados.

•Eficiencia, si los recursos y procesosque emplea la institución son utilizadosapropiadamente y cumplen su función.

•Congruencia, al corrobar si dentro deuna institución existe correspondenciaentre los insumos humanos y físicos, ylos procesos y los resultados propuestos.En otras palabras, deberá existir concor-dancia entre las características de los es-tudiantes que ingresan, el modelo deprofesor que se requiere para cumplircon las políticas del centro educativo,los recursos físicos con que se cuenta oque se adquieren, y los propósitos y ob-jetivos propuestos.

Para finalizar, quisiera dar respuestaa la primera pregunta que se planteó alprincipio del presente trabajo: ¿Cómoinstitución educativa, qué puedo hacerpara mejorar, para trascender? Despuésde un análisis profundo y reflexivo, lasolución se centra en contar con unaevaluación continua e integral, que tienda ala mejora permanente y al logro de la ca-lidad total en la institución educativadonde se aplique.

BibliografíaGento Palacios Samuel, Instituciones educativaspara la calidad total, Muralla.www.uned.es/investigacion/ doctorado/cursos_virtualizados.htmwww.comie.org.mx/revista/Pdfs/Carpeta5/5resena3.pdfcsociales.uchile.cl/publicaciones/en-foques/01/edu14.htmwww.uv.mx/gestion/ponencias/MarEDa%20Cristina%20S%E1nchez%20Romero.pdf

1 www.uned.es/investigacion/ doctorado/cursos_virtualizados.htm2 Gento Palacios Samuel, Instituciones educativaspara la calidad total, Muralla, p. 55.3 www.comie.org.mx/revista/Pdfs/Carpeta5/5resena3.pdf

A

PlanificarEvaluar

Sistematizar

Ejecutar

Mejora del nivel

de calidad docente

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John Beverley nos dice que las “ideologíasno están hechas de ideas sino de prácti-cas”, planteando que la literatura consti-tuye una práctica ideológica especifica,con algunas sugerencias finales acerca delas tareas de la crítica literaria, particular-mente en el contexto latinoamericano.

El trabajo ideológico consiste en pro-ducir y articular sujetos con identidadescoherentes de género, clase, etnia y na-cionalidad, apropiadas a su lugar y den-tro de un orden social concreto. Podemosafirmar que en toda sociedad el lenguajees el sistema simbólico principal a travésdel cual los seres humanos que la compo-nen representan su relación con las nor-mas y los proyectos de la colectividad so-cial. Esto nos lleva a asegurar que el te-rreno de la interpretación ideológica esesencial, aunque no exclusivamente, eldiscurso. La literatura, como una prácti-ca discursiva especial, es, entonces, en esassociedades donde se ha desarrollado, unapráctica ideológica por excelencia. Fran-coise Perus, propone al respecto:

Sin duda, el desarrollo material de la so-ciedad se acompaña necesariamente deuna creciente división y especialización deltrabajo material e intelectual, que reediten

NUBIA AMPARO ORTIZ GUERRERO

Investigadora y crítica literaria. Li-cenciada en Literatura y Lengua Es-pañola, especialista en Docencia deProblemas Latinoamericanos, magís-ter en Estudios sobre Problemas Polí-ticos Latinoamericanos por la Uni-versidad de Cauca y doctora en Le-tras Mexicanas por la [email protected]

¿Por qué hacer una

investigación

Nubia Amparo Ortiz Guerrero

sociocrítica literaria?

las formas de aprehensión y representaciónde la realidad, y las distintas esferas de apli-cación del saber. Pero la literatura, que noes propiamente un saber, sino una prácticaespecifica en la ideología, situada al nivelde lo vivido, sentido y percibido, no parti-cipa de la misma manera que las distintasdisciplinas científicas de la creciente divi-sión social del trabajo intelectual...

Lo que Jean Franco ha escrito respec-to del Macondo de Gabriel García Mar-quez —“ficción”, como se sabe, que fun-ciona como una condensación simbólicade la historia y la sociedad latinoamerica-na— quizá pueda ayudar a aclarar o por lomenos concretizar el uso del concepto deun imaginario social literario. Ella señalaque en García Márquez, tanto como en lanovela del boom en general, se duplica elconcepto cultural del autor.

Esto equivale a decir que la narrativade García Márquez no es la representaciónde la realidad histórica y social de Améri-ca Latina (es o ha sido algo que constiti-ría el objeto de estudio de las ciencias so-ciales, por ejemplo), sino más bien la re-presentación de la realidad de esas identi-ficaciones imaginarias a través de las cua-les se ha “percibido”, “vivido” y “sentido”

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esa realidad. Un libro como Cien años desoledad no sólo es una representación den-tro de la ideología —un imaginario social—que presenta una manera de “percibir” y“sentir” el pasado histórico y el potencialde América Latina en su etapa de libera-ción nacional.

En su momento histórico de origen,los textos que componen el canon litera-rio (tanto como el canon en sí en su ca-rácter de institución cultural) tienen unapertenencia de clase, y consciente o incons-cientemente, cumplen la función de ase-gurar las condiciones de dominación so-cial. Parte de la tarea de la sociocrítica hasido demostrar precisamente esa “deter-minación social de la forma literaria” ne-gada como posibilidad por el formalismo.

Pero, ¿por qué?, ¿con qué visión estra-tégica de la relación entre literatura, críti-ca literaria y política de masas? Volvamosal problema de la distinción entre arte eideología. Si como sugerimos, esta distin-ción carece de rigor, es cierto que puedetener un valor coyuntural en ciertas cir-cunstancias: precisamente, como ideología.

Estamos conscientes de la validez dela observación de Walter Benjamin acer-ca de que todo documento de la civiliza-ción es también un documento de la bar-barie. La literatura es, al menos en la for-ma en que se presenta como instituciónsocial ante nosotros, un fenómeno deter-minado por la lucha ideológica burguesacontra la cultura feudal o precapitalista.Su generalización como forma cultural enel mundo moderno depende, entre otrascosas, de su utilidad ideológica como su-cedáneo secular de las formas discursivasde la religión o la narración oral épico–mítica, la teología de la imprenta y el ad-venimiento.

Aunque sea parte de la ideología de loliterario concebir a la literatura como unmodo de expresión “universal”, aquelloque la literatura interpela no es él “gene-ro humano” o la “nación” o el “pueblo”,sino más bien al “público lector”: es de-

cir, en toda sociedad de clases, las llama-das “clases educadas”. Como se sabe, enmuchos países éstas son, a su vez, una frac-ción muy pequeña de la población, da-dos los problemas de analfabetismo o al-fabetización parcial, y a veces, la falta dedesarrollo o institucionalización de la mis-ma literatura nacional. Sin embargo estono quiere decir que carecen de importan-cia. Las “clases educadas” presentan unagama de posiciones socioculturales con-tradictorias que pueden ser movilizadas afavor o en contra de un proyecto políticoconcreto. Para Gramsci, uno de los terre-nos de la constitución de lo nacional–po-pular como forma de hegemonía es, pre-cisamente, la literatura.

Como se sabe, en muchos países deAmérica Latina, para estudiantes, profe-sores, profesionales y técnicos de todotipo, así como para sectores de la bur-guesía nacional, no siempre existe unaidentidad de intereses con el Estado oli-gárquico dependiente, representado ensu forma más característica, aunque noúnica, por la dictadura militar, dado en-tre otras cosas, por la incapacidad de di-cho Estado para llevar adelante un pro-yecto de desarrollo nacional propiamen-te burgués. En este contexto, la articula-ción diferencial de un interés nacional–popular antioligárquico puede tomar laforma de una creencia en que el bloquede poder dominante no permite, o esincapaz de adelantar el desarrollo plenode la cultura —tanto las formas elitistas(bellas artes, poesía, literatura, educa-ción universitaria) como las populares(lenguas y culturas indígenas o minori-tarias, fiestas y otras tradiciones popula-res)—.

La máxima eficacia política se consi-gue precisamente con la caracterizaciónde la misma oligarquía como filistea. Lo“estético” en sí, a diferencia de su carác-ter generalmente afirmativo dentro de unasituación de normalidad burguesa, puedeen este caso agudizar un sentimiento de

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desacuerdo con el estatus quo nacional, yservir como estímulo y contexto a la vezpara una concientización personal y polí-tica.

De allí la función de la poesía o de lacanción en el desarrollo del compromisorevolucionario en varios movimientos lati-noamericanos, recientemente, por ejem-plo, en el sandinismo y las organizacionespopulares salvadoreñas. Es el caso de poe-tas como Roque Dalton y Ernesto Carde-nal; no se trata simplemente de averiguarla presencia de una “conciencia social” ensu poesía, como si fuera otro elemento—positivo o negativo— de su eficacia estéti-ca. El problema, al contrario, es entendercómo condiciona el éxito o fracaso estéti-co de su poesía su eficacia política para or-ganizar y alentar el movimiento revolucio-nario en sus países: en otras palabras,cómo se comprometen en la producciónde una “literatura de partido”, para acudira un concepto de Lenin (con la salvedadde que tanto el partido como la literaturavan a ser distintos de aquellos tradicional-mente asociados con el leninismo).

Insistir de la importancia en las prác-ticas artísticas y críticas dentro de un pro-ceso de movilización política no quiere de-cir que todas o cualquiera de ellas seaniguales, ya que la literatura como conjun-to de ideas o institución ha tenido un va-lor ideológico especial en América Lati-na: por ejemplo la función del barroco li-terario como signo de una autoridad me-tropolitana en la Colonia (donde el do-minio de la escritura misma era algo quedistinguía al colonizador de las masas in-dígenas colonizadas), pero también comoun modo de expresión para una nacienteconciencia criolla; el papel del escritor li-beral–romántico durante la guerra de in-dependencia como una especie de “con-ductor de pueblos”, capaz de “informar”a través de su retórica acerca de los proce-sos de liberación y formación nacional; elcultivo del esteticismo y de la poesía en par-ticular por los intelectuales orgánicos de

la oligarquía terrateniente desplazada porel imperialismo a fines del siglo XIX (fenó-meno que ha estudiado Francoise Perusen su libro Literatura y sociedad en AméricaLatina: el modernismo); o la idea del escri-tor genial como foco simbólico de la vo-luntad nacional y por lo tanto, posiblecandidato presidencial (Sarmiento, Galle-gos, Neruda y la siempre discutida y pos-tergada candidatura presidencial de GarcíaMárquez en Colombia, entre otros).

En sociedades en las que, a causa deun desarrollo cultural y pedagógico des-igual el analfabetismo está muy extendi-do, la poesía y la retórica política tienenla virtud de presentarse en la transmisiónoral. Al mismo tiempo, incluso ante lapoblación analfabeta o frente a aquellosque tienen un limitado acceso a la litera-tura culta, se le atribuye al escritor y a laliteratura un aura de autoridad y carisma.Sergio Ramírez, novelista y ex presidentedel gobierno sandinista en Nicaragua, ob-serva por ejemplo que la figura de Darío“siempre estuvo en el alma popular nica-ragüense, como un gran orgullo intuido eincomprendido, un genio de hazañas ig-noradas, que venía de lejos, vencedor dela muerte y triunfaba sobre cualquier otrogenio, como señor de los ingenios, versifi-cador infinito y fabricador de rimas impo-sibles, porque la poesía como tal, y la ins-piración, son valores frente a los que rin-de su admiración sin límites este pueblo”.

En un sentido más directamente polí-tico, el letrado como líder revolucionarioes parte de una larga e importante tradi-ción en América Latina, que va desde Tu-pac Amaru y el padre Hidalgo, hasta Fi-del Castro. Su figura y su obra constitu-yen un significante ideológico donde la“iletrada” voz del pueblo puede convertir-se o encontrarse a sí misma reflejada enun discurso de poder equivalente a la cul-tura oficial de las clases dominantes, ypor lo tanto, ser capaz de desplazarla. Heahí la importancia de hacer una investiga-ción sociocrítica literaria.

○ A

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Afirmación

Sí,es el gran amorde mi vida.

Antónimo

Un amortan clarocomo la noche.

Coma

La pausade su alientoentre un besoy otro.

ARACELI TÉLLEZ

Directora de Difusión Cultural en laUIA ciudad de México. Ha publicado,entre otros, los poemarios Bocas ex-trañas, Amormínimos, Desnuda y la se-rie Ortografía poética (dos volúme-nes), el libro de cuentos Historias almargen y en prensa el de narrativa in-fantil La guerra de las [email protected]

Ortografía poética(fragmento)

Araceli Téllez

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Gerundio

Por tiandoviendosintiendoyviviendo.

Indeterminado

No sé si quierovivir contigoocontigo vivir.

Pronombre posesivo

Sin lugara dudas:soy tuya.

Plural

De vezen cuandouna orgía.

Singular

No’más contigo.

Ortografía poética, fue publicado porEl Consejo Nacional para la Culturay las Artes y el Instituto Nacional deBellas Artes, a través del Centro Na-cional de Información y Promociónde la Literatura y la Editorial Praxis,y presentado el 19 de mayo de 2005,en el Museo Mural Diego Rivera, enla ciudad de México.

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“YO SABÍA que tanta belleza me iba a costarcaro”, dijo Larry y abrió los brazos en cruz,crucificado en el aire. A Lino le sorpren-dió el fervor de la última frase. En ver-dad, no salía de su asombro. De algunamanera le irritaba haber simpatizado tanfácil con ese hazmerreír presuntuoso, au-téntico mamarracho de alpargatas y tiran-tes que en otras circunstancias él habríarechazado sin vuelta de hoja, pues su na-tural retraimiento carecía de escudo antelas bufonadas de los viejos verdes. Sin em-bargo, las horas que pasaron juntos se fue-ron en un santiamén. Si él no siguió con-versando con Larry fue porque a Totó lesonaron las tripas.

—Tengo hambre— dijo el bobo.Cuando esa noche Lino hizo el recuen-

to de lo sucedido, a la luz de la picuala yal aroma de la luna, las escenas del encuen-tro editaron en su mente un carrusel car-navalero —sin duda, muy cubano—. Teníala tersa y a la vez ambigua impresión dehaber conocido a muchas personas enuna sola. Un conjunto de voces diferen-tes retumbaba en las paredes de su cuartoy el eco de las resonancias le provocabauna grata confusión, tan grata, incluso,que supo que volvería a visitar a Larry, denada valía negarse esa oportunidad, por-

ELISEO ALBERTO

Cuba (Arroyo de Naranjo, 1951). Sunombre completo es Eliseo Albertode Diego García y Marruz, hijo delpoeta Eliseo Diego y sobrino de losescritores Cintio Vitier y Fina Gar-cía–Marruz. Ha publicado en el exi-lio: La eternidad por fin comienza unlunes (Alfaguara, 1992), Informe con-tra mí mismo (Alfaguara, 1997),Caracol Beach (Premio Alfaguara1998) y La fábula de José (Alfaguara,2000).

Esther

Eliseo Alberto

en alguna parte

que con independencia de su terca des-confianza, aquel hombre también llama-do Elizabeth sería, lo iba siendo o ya loera, ese amigo que él había estado bus-cando durante su árida viudez. ¿Cómopueden establecerse puentes de afinida-des sobre el endeble pedestal del azoro?A ver, ¿y por qué no? ¿Cómo evitar quealgo así suceda, y en el momento menosesperado, además? ¿Bastan tres o cuatrohoras para admirar a un perfecto desco-nocido? Y para quererlo, ¿cuántas? ¿Milmás? ¿Quién ha tallado en piedra de obli-gada ley la tabla de mandamientos que re-gula los aldabazos del corazón? ¿Dóndeestán escritos los plazos o las normativasde cada deslumbramiento humano? Sinsaberlo, Larry aclaró sus dudas con unasentencia crepuscular: “¿Acaso no existe laamistad a primera vista? La amistad tambiénes un romance”.

—Ven.¡Parapán pan pan!... Desde la fila ante

el puesto de periódicos, el tal Larry Po oArístides Antúnez o Lucas Vasallo o Be-nito O’Donnel o Pierre Mérimée o Eduar-do Sanpedro o Abdul Simbel o PlácidoGutiérrez o Elizabeth Bruhl, uno de ellos,quién sabe cuál, lo había embrujado conuna orden tan simple que Lino no supo

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desobedecer, como un peregrino del Ca-mino de Santiago que sigue ciegamentela aclamación de una campana:

—Ven.Lino contó veintidós escalones hasta

el primer descanso, donde nacía un pasi-llo lateral que, de seguro, llevaba a los otrosdepartamentos del edificio. Una puertade barrotes cerraba o abría el paso hacia“el palomar” de Larry, dieciocho escalo-nes más arriba. La rampa conducía direc-tamente a la esquina sureste de la sala, am-plia y refulgente, de alto puntal. Tres co-lumnas de granito rosado daban a la es-tancia una apariencia de señorial solidez.En la fachada principal, dos puertas demadera se abrían hacia el balcón exterior,con barandal de piedra calada. La casa olíaa creolina. ¡Parapán pan pan!...

¡Parapán! Durante el ascenso por la es-calera, Lino se reprochaba la locura de ha-ber aceptado que Larry le regalase un tam-bor a Totó. Debió rechazar la propuestacon cualquier pretexto, pero la referenciaa “Marujita la cantante de filin, qué lindo can-taba tu mujer, tenía una voz privilegiada, lás-tima que fumara como una chimenea” habíasido una carnada irresistible. Aunque senegara a aceptarlo, Lino iba tras ese an-zuelo peldaño a peldaño. Le dolía reco-nocer que llevaba muchos años sin pen-sar en su difunta esposa. Aquel amor yacomenzaba a desdibujarse como estam-pas lejanísimas de su mayor frustracióncuando volvieron a sangrar las cicatricesque más hondo calan en la piel: las de unaincertidumbre. El olvido fue la única so-lución que Lino Catalá había encontradopara no odiar a esa Maruja Sánchez secre-ta y esquiva que fumaba y cantaba y se em-borrachaba y se cortaba las venas sin te-ner siquiera la gentileza de hacerlo sentirculpable. ¡Cómo ella pudo esperar hastael primer minuto de su muerte para de-cirle que él nunca sabría con quién dia-blos había dormido durante veinticincoaños y una noche de silencios y cansan-cios! Para colmo, se estaba orinando.

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cias de cada día. Por despedida, abanicóla mano y se apoltronó en uno de los ban-cos de la pequeña plaza. Apenas demoródoce segundos en quedarse profunda-mente dormido —el rostro oculto bajo lagorrita de pelotero, el calcañal de un piesobre el arco del otro, las manos al cintoy los dedos prendidos en las trabillas delaparatoso pantalón. Los transeúntes seveían obligados a saltar los remos de suspiernas y algún que otro distraído nopudo impedir el tropezón —tampoco eldisgusto: “alza la talanquera, campeón,que la acera no es tuya”. Desde la esqui-na, Lino le echó un último vistazo a suamigo: el actor se golpeaba el pecho conel puño, como si tocara a una puerta.Entonces se acostó sobre el banco en posi-ción fetal. Talón contra talón se descalzólas alpargatas para rascarse los empeines.

El bobo jaló a su abuelo por la man-ga. Fontanero de sus grifos corporales,Lino agradeció el remolque porque sabíaque ese picapica en el bajo vientre era elaviso de que, al menor descuido (un es-tornudo, una tos, un carraspeo), el em-balse de su vejiga se desbordaría de orines—en vista de lo cual trancó sus muslos yechó a andar paticruzado, con las rodillasamarradas por el miedo, sin atreverse asoplar el cornetín que Totó acababa deconfiarle, de propia mano—.

—Toca, toca, anda, toca— dijo Totó.

El texto aquí presentado es un capítulo de la últi-ma novela de Eliseo Alberto, recientemente editadacon el mismo título por la editorial Espasa Calpe(Madrid, abril 2005, 200 pp.) y publicado enAcequias con la aprobación del autor.

—Permíteme pasar al baño— dijo Lino.—Dale. Estás en tu casa.Desde la taza del inodoro, lo escuchó

declamar el relato de sus múltiples bio-grafías: “Yo soy en verdad Arístides Antúnez,un actor sin suerte, extra de la televisión, DonJuan de pura sangre, viejo verde y cursi. Nací ycrecí en el pueblo de Arroyo Naranjo, allá enlas afueras de La Habana, donde mi padre co-cinaba ladrillos en un tejar del XIX”. Al filodel mediodía, Lino ya había relegado aun segundo plano la celosa referencia aMaruja. Más tranquilo, sereno, sosegado,se dedicó a escuchar el monólogo de La-rry, a ratos sin prestarle la atención quefingía, porque le fascinaba contemplar ladecoración de aquella casa donde era fá-cil sentirse amparado. Identificó la firmaal pie de los cuadros, René Portocarrero,José María Mijares, Víctor Manuel, tresde sus pintores preferidos, y en el libreroque limitaba frontera entre la sala y el co-medor, reconoció algunas ediciones de laimprenta Úcar y García en las que él ha-bía trabajado como linotipista en su ju-ventud: Por los extraños pueblos de EliseoDiego, Las miradas perdidas de Fina Gar-cía–Marruz, entre otros. Desde el óvalo deun pequeño marco, lo observaba el ros-tro de águila de Virgilio Piñera, en un re-trato recortado de alguna revista. ¡Parapánpan pan!... Totó tocaba el tambor en el bal-cón, barajando la voz de Larry Po entre re-dobles rimbombantes. “Me considero afor-tunado: la gente que me mira no me ve”.

Larry los acompañó hasta el parquesin decir palabra. Bajó las escaleras silban-do una canción de Frank Sinatra pero, yaen la calle, le cayeron los años encima ysuspiró un par de quejidos dóciles. Poralguna razón, se le había acabado la cuer-da del entusiasmo. Se frotó el ojo para di-simular un súbito pestañeo. “¿Te cayó unabasurita?”, dijo Lino y Larry asintió al tiem-po que exponía su párpado inferior a lossoplos de su amigo. “No veo nada. ¿Me-jor?”. Paso a paso, el comediante se entre-gaba a su quehacer rutinario, a las queren-

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De lo particular a lo generalPara nadie es un secreto, y esta décimaconvocatoria de la Universidad de Texasen El Paso es la mejor prueba de mi si-guiente afirmación, que la literatura me-xicana goza hoy de una salud extraordi-naria. Innumerables autores y una signifi-cativa suma de editoriales y lectores evi-dencian a vistazo simple que la realidadliteraria de nuestro país vive una movili-dad efervescente. Pese a ello, da la impre-sión de que los acercamientos críticossólo se han encaminado a examinar loque acontece en zonas como el DistritoFederal, Monterrey, Guadalajara, Vera-cruz, Puebla y Tijuana, entre otras pocas.La explicación es lógica: el afán críticodetiene su atención en aquellos produc-tos que le son próximos, en la obra local,más si esa obra ha sido gestada en epicen-tros culturales como Monterrey o el Dis-trito Federal. De esa forma, los autores re-giomontanos o deefeños, por ejemplo, hangenerado su propia tradición crítica so-bre lo antiguo y sobre lo contemporáneo,y así en el periodismo como en la acade-

JAIME MUÑOZ VARGAS

Licenciado en Ciencias de la Infor-mación y candidato a maestro enHistoria. Investigador en el ArchivoHistórico Juan Agustín de Espinoza,SJ, y coordinador del Taller Literariode la UIA Torreón. Ha publicado en-tre otros, El augurio de la lumbre, Pál-pito de la sierra Tarahumara, El princi-pio del terror, Juegos de amor y malque-rencia, y recientemente Tientos y medi-ciones. Breve paseo por la reseña biblio-gráfica (UIA Torreón/ ICOCULT).

El centro-norte mexicanoen su narrativa actual:

Jaime Muñoz Vargas

algunos nombres, algunas direcciones

mia los críticos han seguido de cerca, muyceñidamente, lo que ocurre en su propioradio de acción.

Muy al margen de aquellos centros,con empresas de edición y distribuciónlimitadas al ámbito regional, y con auto-res que en la mayoría de los casos jamáshan trabajado fuera de sus localidades, laliteratura periférica no deja sin embargode representar a una buena parte del paíso, en el peor de los casos, a estados o re-giones con una producción literaria yaestimable, como la del centro–norte dela República. ¿Y a quién si no a nosotrosmismos, los que vivimos dicha realidad,nos debe interesar lo que se publica enesos rumbos? Para darle desahogo a talpreocupación he comenzado por lo parti-cular y, paulatinamente, he enfilado misintereses hacia ámbitos más amplios. Pri-mero atravesé la influencia que Saúl Ro-sales Carrillo —narrador, poeta, crítico,maestro torreonense— ha tenido sobrelas letras de la Comarca Lagunera en losúltimos veinte años.1 Unos meses después,en una sesión ad hoc de la Feria del Libro

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de Guadalajara, emprendí un primer acer-camiento general a la literatura contem-poránea de La Laguna.2 Aquellos dos vis-tazos no han concluido, pues en marchatengo un amplio examen de la vida y obrade Rosales Carrillo, además de una inves-tigación más amplia acerca de la literatu-ra lagunera.3 Eso no ha impedido, empe-ro, que ahora pretenda abarcar un terri-torio de mayor latitud, razón por la cualen los meses recientes he extendido misafanes a las dos ciudades más próximas ala Comarca Lagunera: Saltillo y Durango.El propósito, ya se podrá advertir, es abriraros concéntricos y desde Torreón llegar,por qué no, a tener un mapa detallado dela literatura que se está gestando en el nor-te de México, de manera que algún díapodamos distinguir sus peculiaridades, silas hay.

En este ensayo me propongo, en su-ma, armar un censo de los escritores con-temporáneos que, a mi parecer, tienen yaun trabajo constante, destacado y/o in-fluyente al menos en Durango, La Lagu-na y Saltillo. Por cuestiones de espaciome he limitado a los narradores. Salvo enalgunos contados casos, no ahondo en loscontenidos de los libros, pues el carácterdescriptivo de este primer acercamientono me lo permite.

El triángulo centro–norteLo primero que debo hacer es ubicar lascoordenadas en el mapa, dejar claro quélugar físico ocupa esta literatura en la geo-grafía nacional. Cuando hablo del “cen-tro–norte mexicano” me quiero referirexactamente a la zona formada por untriángulo equilátero que en sus ángulostiene a dos ciudades y a una región: enlas puntas inferiores aparece, a la dere-cha, Durango, capital del Estado del mis-mo nombre, y, a la izquierda, Saltillo, ca-pital de Coahuila; en la punta superiorse ubica La Laguna, comarca en la que seapiñan quince municipios entre los quedestacan Gómez Palacio, Ciudad Lerdo

y, principalmente, Torreón. Este trián-gulo está alejado mil kilómetros de lacapital de la República y es más o me-nos equidistante de otros dos importan-tes centros difusores de literatura: Gua-dalajara y Monterrey. Por su condiciónde capitales políticas y de ciudades conuna historia que se remonta a la Colo-nia, Durango y Saltillo pueden presumirde una tradición literaria vinculada so-bre todo a la poesía y al ensayo históri-co; La Laguna, con la apenas centenariaciudad de Torreón a la cabeza, vive enestos momentos su mejor etapa comozona productora de escritores, aunquedesde hace décadas se ha destacadocomo región con economía sobresa-liente en los ramos agrícola, comercial eindustrial. En este triángulo, insisto, seha gestado en los años recientes una li-teratura estimable, digna al menos demención.

Dos vistazos generales al norteDos jóvenes críticos mexicanos han escri-to hace poco sendas aproximaciones a lanarrativa del norte mexicano. EduardoAntonio Parra (León, 1965, pero radica-do mucho tiempo en Monterrey y hoyen el DF) publicó su panorámica en mayode 2001, y en ella visualizó por primeravez, de manera sinóptica, los nombresque en los años cercanos han descolladoen la narrativa mexicana del norte. Paraefectos de lo que aquí abordo, me pareceimportante citar el primer razonamientode Parra:

Hace años, intentar hacer un panoramade la narrativa del norte de México no eratarea fácil. La mayoría de los narradoresde esta región publicaba en editoriales lo-cales; de vida efímera, en caso de ser inde-pendientes; sujetas a la voluntad de quie-nes presidían las instituciones, si se trata-ba de imprentas oficiales. Los resultadosprácticos eran similares en cualquiera delas dos situaciones: la distribución de no-

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velas y relatos distaba de ser eficiente y,por lo mismo, llegaban a muy pocos inte-resados fuera de su lugar de origen, la res-puesta crítica era casi nula, escasos los re-gistros que los incluían.4

Como se puede notar, y anticipocon esto una conclusión, la circulaciónlimitada de los libros concebidos en elnorte debería ser el dinamo de una críti-ca endógena. Junto con las miradas pa-norámicas que también son necesarias —como la de Parra en este caso—, se impo-ne la tarea, primero, de ordenar la masadocumental, de tener a disposición unlistado de los autores y las obras más re-presentativos de cada localidad, paraluego emprender los análisis pertinentesque nos lleven a responder las preguntasque inteligentemente nos formula Parra:“Pero ¿de qué escriben los norteños?¿Existe realmente una narrativa del nor-te de México? ¿Cuenta con un lenguajeparticular? ¿Sus temas son reflejo de undeterminado imaginario colectivo o deexperiencias específicas de esa región?”.5

Otra valoración panorámica y revela-dora del auge que actualmente vive lanarrativa del norte es “Breve mapa nove-lístico del norte de México (1970–2003)”.6 Como Parra, Prado Galán ob-serva la realidad de los estados que ocu-pan toda la franja fronteriza de Méxicocon EUA, desde Baja California a Ta-maulipas, pero a diferencia de Parra, elensayista torreonense sobrevuela a escri-tores de promociones menos cercanasen el tiempo, como Campbell, Gardea,Aguilar Melanzón, Montemayor, Casta-ñeda, Sada y Ramírez Heredia, entreotros, y a algunos de impulso más re-ciente como Rivera Garza, Eduardo An-tonio Parra, Crosthwaite, Toscana y algu-nos más.

También Prado Galán plantea algu-nas preguntas que a mi juicio son muyútiles para acercarnos a la producciónnarrativa del norte:

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¿es novelística del norte de México la pro-ducida por autores nacidos en cualesquie-ra de los estados que conforman este azo-gado espectro geográfico, o sólo aquellaproducida por esos mismos autores y cuyashistorias fueron ubicadas en el norte? Am-bos componentes de la pregunta merecenrevisión y desembocan en otra interrogan-te: ¿existe una forma de narrar, al margende la naturaleza del asunto y del lugar don-de ocurren las historias, que evidencie elorigen geográfico del autor?7

Es difícil saberlo, pues no se han estu-diado con minuciosidad las caracterís-ticas de esta narrativa ni existe siquieraun censo acabado de los autores más re-presentativos, aunque ya comenzaron aordenarse, con los aportes de Parra yPrado Galán, las primeras tentativas paralograr ambos propósitos.

¿Y por qué no se han podido definirlos rasgos de esta narrativa, si es que hayafinidades o si es que hay marcadas dife-rencias? La respuesta la da, otra vez, Pra-do Galán:

Todo recuento, como toda antología, essólo un esbozo de un libro mayor que pon-dere, con una mano más justa y tempera-da, la obra de numerosos novelistas naci-dos en el norte de México y que, por des-gracia, no han vertido su expresión en re-cipientes editoriales de probado prestigio.Que el tiempo me contradiga y refute.Que esta sea una nómina incompleta. Queen el norte de México surjan otras vocesque trasciendan la linde geográfica local ynacional.8

Parto pues de esa afirmación para, delo particular a lo general, armar el puzzlede la narrativa norteña. Creo que así, conpiezas pequeñas (primero lentamente, lue-go con mayor velocidad), iremos viendopoco a poco el rostro genuino de lo queahora apenas vislumbramos.9

Durango: un reciente boom localPara los laguneros, para los saltillenses,para el mundo entero da la impresión deque la ciudad de Durango no existe o vivesiempre rezagada de noticias. La tierra deJosé Revueltas no parece alentar una lite-ratura viva, con propuestas creativas nove-dosas e impulso editorial. Da esa impre-sión, pero al mirar más de cerca creo queesa opinión puede cambiar, pues Duran-go cuenta ahora con un pequeño boomnarrativo.

Cierto que la mayoría de sus autoreshan publicado sólo en prensas locales vin-culadas a centros oficiales de promocióncultural, como el Instituto Municipal deArte y Cultura (IMAC). Allí ha publicadoJesús Alvarado, acaso el narrador más pro-misorio de la ciudad. Autor del volumende cuentos Teresa contra la lumbre y de lasnovelas Y el abismo es fuego, Bajo el disfraz yLos cantares prohibidos (obra ganadora delPremio Binacional de Novela Joven 2002Frontera de Palabras/ Border of Words).Alvarado plantea una ruptura visible conla narrativa rural a la que estaba habitua-do el ambiente literario duranguense. Na-cido en 1969, aborda temas urbanos conhumor y gran malicia formal, con herra-mientas de escritor maduro y permanen-temente abierto a las innovaciones, comoen su oportunidad lo ha notado la críticaMaría Rosa Fiscal.10

Poco conocido fuera de Durango, En-rique Mijares cuenta con una obra ampliay de respetable calidad. Su proyecto másambicioso es una tetralogía novelística cu-yas historias, escenarios y personajes se ubi-can en el estado de Durango. De esta sagaMijares ha publicado tres títulos: Los cabossueltos, Convidado de piedra y Falsos testimo-nios, obras de gran intensidad poética yconocimiento rico de la historia regional.

Luis Ángel Martínez Diez es autor detres novelas con marcado tinte político:Yo también maté a Franco y me alegra (finalis-ta del Premio Nadal de Novela, en Espa-ña), La jaula de los grillos (primer lugar de

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Novela Testimonial en Chihuahua) y Elpretexto.

Junto a ellos tres, los más producti-vos, avanza un pelotón de narradores conmenor cantidad de obra, como Iván Del-humeau con La desolación del minotauro,Manuel Salas Quiñones con la experimen-tal Gotas de clepsidra, Jesús Marín con Lasotras muertes de Fermín y Rafael Ortiz Erze-ños con Los sueños vienen del norte.

Como se puede ver, no es mucho,pero es más de lo que uno puede imagi-nar si no tiene contacto frontal con esaliteratura que promete seguir dando mu-chos relatos qué leer.

Comarca Lagunera: obras pendientesAl menos en número es quizá la Comar-ca Lagunera la que muestra mayor pro-ductividad en narrativa. El contingentees nutrido, y algunos de sus integranteshan logrado publicar en editoriales —pú-blicas y privadas— que les han dado cir-culación nacional. Tal vez el nombre másconocido sea el de Francisco José Ampa-rán. Nacido en Torreón, Coahuila, en1957, su obra comenzó a circular con va-rios libros de cuentos: La luna y otros testi-gos, Los once y sereno, Las noches de Walpur-gis (y otras ondas), Cantos de acción a distan-cia (Premio Nacional de Cuento de SanLuis Potosí), Es otra la felicidad y Trípticogótico; también ha escrito novelas cortascomo Algunos crímenes norteños y Cómogané la guerra, además de la novela Otrascaras del paraíso. La obra de Amparán secaracteriza por su intención lúdica, supermanente búsqueda de flecos tragicó-micos en la realidad y el retrato de unapequeña burguesía frívola y trepadora.

La influencia de Saúl Rosales Carri-llo en La Laguna ha sido principalmentemarcada por su labor como maestro,pero no es menor la huella que ha deja-do como cuentista. Autor de tres librosque tuvieron abundante circulación local,Rosales Carrillo es un narrador con mar-cada vocación por lo sociopolítico, y en

sus historias no dejan de campear losasuntos vinculados al empleo/ desem-pleo, a la alienación, a la marginación, alcinismo de los poderosos, a la fractura-ción de los lazos familiares como conse-cuencia de las limitaciones económicas.Ha publicado Vuelo imprevisto, Autorretratocon Rulfo (su libro más conocido) y Memo-ria del plomo, los tres cuentarios. Saúl Ro-sales, vale insistir, ha sido el principalpromotor de la poesía, la ensayística y lanarrativa laguneras, como queda de ma-nifiesto en las diversas compilacionesque ha hecho (Cuentos de La Laguna, Con-dominio de poetas y Sueños de La Laguna)

A la par de estos dos autores, un gru-po importante de escritores con obra to-davía escasa, pero ya digna de aprecio, hacomenzado a ver la luz pese a que loscanales de edición son terriblemente po-bres: Fernando Martínez Sánchez (Los pá-jaros del atardecer fue su primer libro decuentos); Miguel Báez Durán (ha publi-cado numerosos relatos en revistas, enlibros colectivos y tiene inéditos doscuentarios y una novela de cuño paródi-co); Fernando Fabio Sánchez (Los arcanosde la sangre, publicado por el FETA, es unlibro de cuentos enigmáticos, donde laviolencia psicológica seduce y perturba);Vicente Rodríguez Aguirre (Naufragio entierra firme es su primer y brillante volu-men de cuentos); Yolanda Natera (conrelatos de provincia, conmovedores yfrancos como Corazón sin dueño, Desasosie-gos y la novela Otro amanecer); Magda Ma-dero (también con una mirada que nodesdeña el toque familiar en la novelaUna taza sobre la mesa y el cuentario Desa-fío de sombras) y, por último, Carlos Veláz-quez (autor de una libro de cuentosbukowskianos, insolentes y divertidos,cuyo estridente título es Cuco Sánchezblues).

Por mi contacto cotidiano sé que haymucho material rezagado, inédito, comoocurre con tres libros de Báez Durán, dosde Rosales Carrillo, no sé cuántos de Am-

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parán, dos de Fernando Fabio Sánchez,uno de Rodríguez Aguirre e ignoro cuán-tos y de quiénes más. La Laguna seguiráentonces como enclave de la narrativa enel centro–norte mexicano, aunque es im-portante que ahora sea diseñada algunaestrategia de publicación si no se deseaque las obras mencionadas corran el al-bur de quedarse para siempre en el ano-nimato editorial.

Saltillo: de la poesía a la historia y deella a la narrativaNo sé si exagero, pero Saltillo se ha desta-cado, desde que tengo uso de fuentes bi-bliográficas, por su gran cantidad de poe-tas y de historiadores. Salvo al miniaturis-ta Torri, no recuerdo más allá de los ochen-ta a otro importante narrador de esa ciu-dad, pero le cabe el honor de haber sidoel origen de Manuel Acuña, Carlos Pere-yra, Vito Alesio Robles y Artemio de Va-lle Arizpe. No es sino hasta fechas más re-cientes cuando la narrativa saltillense em-pieza a ofrecer nombres que vale conside-rar en un sumario como el que voy elabo-rando.

Creo que al menos son cuatro los na-rradores que puedo mencionar sin temora incurrir en injusticias. El primero, portener la producción más abundante, esJesús De León Montalvo. Periodista, maes-tro y editor, De León ha publicado treslibros de cuentos (Afuera hay un mundo degatos, Un infierno más íntimo y Los pavorrea-les y otros cuentos gay para llevar, y la novelaSemidesiertos). Nacido en Saltillo hacia1953, De León es dueño de una miradasatírica que siempre incide en la mojigatavida provinciana. La realidad de la patriachica es entonces su principal motivo deescarnio, como se puede advertir en Semi-desiertos, hasta hoy el mayor proyecto na-rrativo del autor.

Narrador al que le atrae el juego paró-dico con datos de la historia es GerardoSegura. Su obra narrativa no es muy am-plia, pero ofrece gestos muy interesantes,

dignos de señalamiento, como en los re-latos histórico–literarios Historias de la his-toria y Yo siempre estoy esperando que los muer-tos se levanten, risueña noveleta ubicadaen los villistas tiempos de la revolución.Segura también sé ha interesado, comoautor y como crítico, por la narrativa po-licial, y el mejor testimonio de esa prácti-ca lo podemos encontrar en la novela Na-die sueña y el relato incluido en la selec-ción de Cuentos policíacos compilada porPaco Ignacio Taibo II y Víctor Ronquillo.

Con obra narrativa escasa, y más bienconocidos como poetas, están AlfredoGarcía y Julián Herbert. El primero pu-blicó hace dos años, en la vertiente de laprosa poética, La viga en el ojo, volumendonde laten estampas con atrayente bri-llo de microrrelatos. Por su parte, Her-bert acaba de publicar en Planeta MéxicoUn mundo infiel, novela en la que a partirde una relación de pareja avanzamos ha-cia la configuranción de un universo fa-miliar permeado por el onirismo y la frag-mentariedad.

Saltillo, quiero insistir, es tierra de bue-nos poetas y de buenos historiadores, asíque las herramientas de la historia (DeLeón edita la gaceta de un archivo histó-rico, Segura es lector asiduo de historia)y de la poesía (García Valdés y Herbertson esencialmente poetas) han sido em-pleadas en la narrativa con buenos resul-tados, aunque todavía escasos.

Un breve resumenEste censo, como todos, da una idea ge-neral, apenas aproximada, de la narrativaque se ha producido en los años recien-tes, de los ochenta a la fecha, en el cen-tro–norte mexicano. Con esos nombres(nos parezcan buenos, regulares o malos)es con los que por lo pronto hay que co-menzar el trabajo de investigación que nosmarque, como dije párrafos antes, las lí-neas comunes y las diferencias evidentesentre los autores y entre las localidadesubicadas en las puntas del triángulo.

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más en http://www.revistabrecha.com.mx/tolva_ensayo2.htm7 Ibid.8 Ibid.9 No incluiré en esta lista a los autores que por elaño o el lugar en los que publicaron o por el sitioen donde radican no puedan ser ubicados comoautores de Durango (Revueltas), La Laguna (Mag-dalena Mondragón, Salvador Castañeda) o Saltillo.10 “Jesús Alvarado y la narrativa urbana en Duran-go”, en Tiempo de hablar, Durango: IMAC, 2001, pp.151–153.11 De hecho, la circulación limitada de los autorespublicados en provincia ocasiona que la crítica na-cional o foránea enfoque su atencion principal-mente a los autores canonizados por la edición ca-pitalina. Este X Congreso de Literatuira MexicanaContemporánea es un buen ejemplo de lo quequiero subrayar: de las 82 ponencias programadas(es decir, el 75%), 57 abordan a escritores nacidoso publicados en el Distrito Federal; los 25 restan-tes se refieren a escritores de (y sólo publicados en)provincia, o a tópicos generales como “La nuevapoesía mexicana”, “El cuento mexicano”, etcétera.El desequilibrio crítico también se puede percibiren términos cuantitativos, de suerte que corremosel albur de que este encuentro se convierta en elCongreso de Literatura Mexicana ContemporáneaPublicada en el Distrito Federal.

Todo lo anteriormente expuesto lo pue-do resumir en tres incisos conclusivos:

a) Tanto Eduardo Antonio Parracomo Gilberto Prado Galán coincidenen que es pobre la circulación de lasobras no publicadas en el Distrito Fede-ral, y en que esa pobreza de circulaciónprovoca vacíos críticos.11

b) Por su valor sintético, son muy va-liosas las exploraciones panorámicas,pero resultan igualmente pertinentes losacercamientos parciales por ciudad o porregión.

c) Luego de ordenar la masa docu-mental regionalizada es posible procederal análisis de contenidos e intentar unarespuesta a las preguntas de Parra y Pra-do Galán, más otras que podamos for-mular.

Lo fundamental, por último, es afir-mar que pese a la aridez de nuestra geo-grafía este páramo también ha producido—además de polvo, coyotes, pan de pul-que, alacranes, equipos de futbol, sara-pes, arzobispos primados y cactáceas—una buena cuota de narradores, tantosque ya es posible inscribirlos, por canti-dad y calidad, en el mapa de la literaturanorteña mexicana.

Comarca Lagunera, 22, febrero y 2005

Texto leído el 5 de marzo de 2005 en el marco delDécimo Congreso de Literatura Mexicana Con-temporánea celebrado en el Tomás Rivera Confe-rence Center y organizado por la Universidad deTexas en El Paso.

1 “Saul Rosales. Una obra germinal en La Lagu-na”, Fronteras n. 11, Invierno de 1998, pp. 77–79.2 “La Laguna literaria. Sol y polvo en las palabras”,Acequias, n. 19, Primavera de 2002, pp. 53–57.3 Ambos son proyectos de investigación en progre-so y auspiciados por la Universidad Iberoamerica-na Torreón.4 “Notas sobre la nueva narrativa del norte”, en LaJornada Semanal 326, 27 de mayo de 2001.www.jornada.unam.mx/2001/may01/010527/semparra.htm. Este artículo fue republicado enwww.uweb.ucsb.edu/~sbenne00/notassobrelanuevanarrativadelnorte.html.5 Ibid.6 Ínsula 685–686, Madrid: febrero de 2004. Ade-

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...casualidad, palabrita sospechosa...JULIO CORTÁZAR

Apenas caminé unos metros y ya me en-contraba en la estación Marx Dormoy. Hu-biera resultado más práctico haber cami-nado hasta La Chapelle, en ese momentoestaba obligado a pasar por otras siete pa-radas y transbordar. La realidad es quesiempre me he sentido más seguro en losmetros que caminando por las calles, ade-más, mi magnífico desconocimiento deParís así me lo exigía.

No sabía exactamente en dónde lo en-contraría, aunque había escuchado quereposaba en Père Lachaise, apenas armadocon un mapa y un par de libros, de esosllenos de nostalgia, estaba decidido a darcon él.

Me había preparado para esta visita,había comprado unos gouluises en la Garedu Nord, rompí el empaque y su olor deto-naba lo que venía pensando desde hacíamucho tiempo: instalarme un tiempo enParís, vagabundear por las calles del Ba-rrio Latino, caminar por los Champs Ély-sées, visitar la Place de la Concorde, descan-sar en el Champ de Mars, disfrutar el misti-cismo de una ciudad cargada de historia.No podía negar que se trataba de un feti-che, pero de cualquier forma se tratabade mi fetiche y de mi tiempo.

La estación Menilmontant me avisó quepronto llegaría al cementerio. Muchos de

ALBERTO DE LA FUENTE

Ex alumno de Ingeniería Industrialy miembro del Taller Literario de laUIA Torreón.

RendezVous

Alberto de la Fuente

los que viajaban junto a mí bajaron en esaestación, que era fría y además se encon-traba en remodelación, así que la gentedebía caminar con mayor lentitud que decostumbre. Al salir del metro pude veruna gran pared de piedra gris, estaba fren-te al cementerio. Sólo tuve que cruzar unacalle para encontrarme en la entrada. Untipo alto y corpulento daba la bienvenidaen la parte oeste, vendía mapas para en-contrar las tumbas de los más célebres. Lepregunté, en mi pobre francés, por Cortá-zar, a lo que él respondió con otra pregun-ta: Do you speak english?, evidenciando quemi francés era terrible, y sacre blue, caduco.—Disculpe, ¿aquí se encuentra Julio Cor-tázar?—Ah, Julio, no, él no está aquí. Mi buenamigo Julio está en el cementerio deMontparnasse.—También es un buen amigo mío—, res-pondí.—No, en verdad, él era mi amigo. Traba-jamos juntos en la UNESCO. Era muy di-vertido. La última vez que nos encontra-mos fue en un circo húngaro que se ins-taló en Montmartre, aplaudía y se carcajea-ba con tal intensidad, que contagiaba deuna risa loca; meses después supe lo desu partida.

Hacía años que me había vuelto un es-céptico total. Todo lo que la gente mecontaba debía pasarlo por un filtro de ra-zón y por muchas trabas de incredulidad,

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para después tomarlo como verdad o des-echarlo simplemente como un comentariosin peso. En ese momento me di cuentade que realmente quería creerle a ese hom-bre que me hablaba de Cortázar con lamisma familiaridad que yo le tenía graciasa sus libros y entrevistas. Una extraña emo-ción se me acumuló de golpe en la cabeza,pensé, como diría Cortázar, que los en-cuentros casuales eran los menos casuales.No contesté. Pagué un euro por el mapa yme interné en el país de los muertos.

El cementerio llamaba fuertemente miantención por su atmósfera sombría. Pu-de visitar a Balzac, Proust, Apollinaire,Chopin… era un desfile de muertos ge-niales, aunque localizar sus tumbas den-tro de un cementerio de cuarenta y treshectáreas es una labor que implica variashoras, y cualquier muerto se vuelve per-dedizo. El lugar era realmente lúgubre:los cuervos decoraban los árboles, las ca-llejuelas del hogar de los muertos eran es-trechas y tristes, las tumbas tenían más dedoscientos años; arriba, el cielo de Parísseguía gris; abajo, yo seguía emocionado.

Un poco apresurado deje Père Lachai-se, estaba resuelto a volver en cualquieroportunidad, pero ese día mi compromi-so cronopial estaba de por medio. Volví ainyectarme por las venas del metro de Pa-rís, durante el nuevo trayecto recordabalas historias de Cortázar y Carol Dunlopen su libro del viaje París–Marsella. Tam-bién traje a la memoria algunos cuentosque leía frecuentemente cuando vivía enMéxico. Mi viaje estaba resultando un po-co atemporal.

Por fin el vagón se detuvo en la esta-ción Edgar Quintet, ahora tenía que cami-nar por el bulevar del mismo nombre pa-ra llegar a la puerta principal del cemen-terio de Montparnasse. Allí también ofre-cían mapas del lugar, a diferencia del PèreLachaise, aquí eran gratis. No tuve proble-mas para encontrar la zona donde debíareposar Cortázar. Cuando creí estar cercaencontré un turista francés que cargaba

una cámara fotográfica muy grande; mepreguntó si sabía dónde estaba CharlesBaudelaire, sentí que trataba de comenzaralgún diálogo, yo no tenía humor de con-testarle, por lo que lacónicamente dije: No.

Insistí en encontrar la tumba, que erael principal propósito del viaje. Despuésde unos minutos, por fin la pude hallar.Me incliné a saludar la tumba para dos,compartida por Corázar y Carol Dunlop,su esposa. Pude ver muchos papelitos yrecados, no quise tocarlos. Estuve con-templándola junto al silencio de Montpar-nasse. Luego de un rato, me levanté y medespedí. Eso fue todo.

Un par de días después vagaba por lapequeña plaza de Saint Michael, perdía eltiempo mirando las palomas que bajabanpara arrebatarle migajas a las aceras. Unapareja de turistas alemanes comenzaron agritar eufóricos llamando la atención dela gente, de pronto las aves comenzaron avolar en dirección al Sena, luego se per-dieron en el gris del cielo, al irse pude verque un periódico pisoteado se descubrióen la esquina derecha de la plaza. Inme-diatamente el papel captó mi atención,me acerqué lo suficiente para mirarlo y enuna de las hojas descubiertas pude leerMontparnasse. Descubrí con asombro unafoto que me pareció familiar. Levanté elperiódico para ver con más detalle, apretéla mirada y me di cuenta de que en la fo-tografía aparecía yo visitando la tumba deCortázar. Entendí que la imagen había si-do captada por el francés que había trata-do de conversar conmigo en el cemente-rio. Ahora lo comprendía, la casualidad eraun motor que se encendía con facilidad.El artículo que acompañaba a la fotografíaestaba pisoteado y no podía leerse, pero elpie de foto se encontraba intacto. Decía:Cortázar: Un des écrivains hispanoamericainsles plus apprécié. Ses lecteurs se retroucent enco-re devant sa tombe à Montparnassé (Cortá-zar: Uno de los escritores hispanoamerica-nos más apreciados. Sus lectores siguenacudiendo al cementerio para visitarlo).

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Aquella era una tarde de viernes. Ni si-quiera me di cuenta de cuándo el niñoCándido entró gritando que venía el cir-co con sus múltiples carros de colores porel camino real. Di permiso a mis trabaja-dores para que se unieran al sinnúmerode personas de toda la ciudad que corríanvociferando de alegría porque el circo lle-gaba. Yo preferí quedarme en el taller aterminar algunos detalles en los mueblesque antes del fin de semana teníamosque entregar. Aunque claro, la llegadadel circo me habría excusado en caso deno querer seguir ese viernes en el taller.Hasta pude visitarlo junto con la muche-dumbre, pero me ganó el asco de unirmea un acto tan vulgar como es el entusias-mo popular. Así que estuve trabajando elresto de la tarde.

Cuando me empeñaba en cerrar elportón del taller, pude ver a la gente quevolvía del circo con una gesto de turba-ción producida por quién sabe qué cosa.Mis trabajadores apresuraron el paso cuan-do caminaban frente a mí, junto a ellosiban sus esposas y sus hijos, sin decir pa-labra alguna. El único que no escapó ami interrogatorio fue el niño Cándido,que ensimismado, pasó frente al taller; loatrapé del brazo. Lo que me contó fuesuficiente para encaminarme al supuestocirco sin importarme la hora. Creo más

JUAN MAYA

Colaborador en el suplemento delibros Hoja por Hoja del diario Refor-ma en el DF y en Palabra de Saltillo.Egresado de la Universidad Autó-noma Metropolitana, Unidad Xo-chimilco. Ha publicado en revistascomo El Burak, El Centavo, Casa delTiempo y El Universo del Búho, asícomo en el suplemento dominicaldel desaparecido diario México Hoy.

Las manos

Juan Maya

de la mujer china

correcto relatar primero lo que el niñoCándido me platicó, y después dar mispropios testimonios.

El circo, según el niño Cándido, nopresentaba un espectáculo, por así decir-lo, ordinario. No había magos, ni payasosni malabaristas ni acróbatas, mucho me-nos animales de la selva; todos se tuvie-ron que aguantar las ganas de oír el rugi-do de un verdadero león. En cambio, loque adentro de aquella singular carpa seexhibía era una colección de objetos au-tómatas entre los que se contaba más deuna figura humana que espantó a losinocentes visitantes. Pero uno de esos ob-jetos, en particular, haría que todos ellossalieran refunfuñando sin comprenderqué era esa exposición. El niño Cándidoapenas pudo con la emoción al relatarmelo que atestiguó, y si acaso le entendí algo,ese algo sólo instigó más mis dudas. Mehabló de una cabeza de mujer unida a unenramado de alambres y motores; lo úni-co humano, además de la dicha testa, eranlas manos, que tenían un fulgor increí-ble.

Ya casi al anochecer de ese viernes medirigí a la carpa. Encontré, como lo espe-raba, el circo cerrado. Nadie hallé queme diera informes de los horarios o pu-diera referirme cualquier otro dato. Noaverigüé más y me fui. Aquella noche no

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pude dormir tranquilo. Acostado en micama, a oscuras, me afanaba en conciliaruna imagen que respondiera a lo que elniño Cándido me relató aquella tarde. Alamanecer aproveché el insomnio paraarreglarme antes de lo debido y salí a lacalle, adelantándome a cualquiera quepensara en volver al circo de los autóma-tas.

Crucé el parque del ayuntamiento, laavenida principal y la plaza mayor, repletade las palomas que comían granos de maízque algunos niños les arrojaban. Pasé rá-pido y espanté a muchas de ellas que re-volotearon a los lados, me acomodé elabrigo y no quise mirar a los niños queseguramente me vieron con resentimiento.Cuando por fin llegué al circo encontrétodo abierto, muy bien arreglado. En laentrada un cobrador que no gritaba y unguardia despistado. Pagué mi boleto. Enel interior me hallé sin guía ni vigilantealguno; las piezas expuestas sin proteccio-nes de vidrio ni alarmas. Uno podía jugarcon los objetos sin reprimenda alguna. Lamayoría eran arlequines florentinos o ani-males disecados. Había visto ya una expo-sición así en una ciudad extranjera.

A punto de finalizar mi recorrido caíen la cuenta de que me faltaba aquellapieza que tanto trastornó al niño Cándi-do. La busqué entre todas las demás ydescubrí otra entrada que conducía a unapequeña carpa independiente al enormecerco de la principal. Entré con cautela y vila monstruosa figura de la mujer china,entonces entendí el horror popular. No lamiré mucho. Salí de la carpa con unaconsternación igual a la del niño Cándi-do. En una turbulenta huida me dirigí ami casa. Al llegar cerré con un miedo casiinfantil las puertas principales y subí lasescaleras a saltos hasta llegar a mi cuarto.Me senté en mi escritorio, dispuse papel,mojé mi pluma en el tintero y le escribíun urgente mensaje a mi amigo EliseoMoro, conocedor de piezas extrañas y co-lecciones insólitas. Solamente él podría

darme noticias sobre la mujer china. Salíde nueva cuenta, pero esta vez al correo.Mandé la carta y esperé.

El trabajo en el taller no era mucho ypor ello mis horas de turbación fueronmás constantes. No podía conversar conmis trabajadores ni con el niño Cándidoporque estaban renuentes a hablar másdel circo y ninguno se atrevía a confesarque tal vez regresó a escondidas, creyendoque nadie lo miraba, para poder contem-plar en soledad a la mujer china. Todos,sin embargo, sabían lo que el otro habíahecho, varios de ellos hasta se toparoncuando salían apresuradamente del circo;mas nadie lo dijo. Y ese pacto medianteel cual guardaron silencio, a mí me ator-mentó, porque no tenía con quién com-partir mis propios deseos; nadie me vioentrar al circo y ni siquiera se imaginabanque yo también me había obsesionadocon ese objeto.

La espera fue larga, pero una tarde,cuando ya en casa descansaba en mi si-llón, una carta se deslizó por debajo demi puerta. Era la respuesta de Eliseo Mo-ro. En su misiva hablaba de un sabio chi-no que en el siglo dieciocho había experi-mentado con algunas posibilidades de larobótica que en occidente no se aborda-ron hasta mucho tiempo después; y alpaso de los años, en los que supo muybien conjugar una labor de contempla-ción mística con el implacable trabajocientífico, determinó experimentar consu hija más pequeña que era a su juicio lamás bella de toda su progenie. En el trans-curso de un año operó sobre su hija tal ycomo creyó conveniente para la ciencia,instruido por una veintena libros de ciru-gía y mecánica, el Manual de las mutilacio-nes y ciertos novenarios para teólogos con-templativos: concluyó con su obra, queera una autómata viva. Había logrado crearun cuerpo artificial para su hija y en esetabernáculo de fierros acomodó la cabezade la niña sin que ella muriera. Tambiéndecidió dejarle las manos, más por un

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acto de vanidad, que por utilidad cierta,ya que las manos, al ser cortadas, adqui-rieron un delicado color marfileo, y em-balsamadas con maestría, parecían seguirvivas; con minucia de relojero, el sabiochino logró con cables y motores darlesuna gracia que la niña, antes de la opera-ción, seguramente no habría conseguido.

Asimismo, le otorgó aptitudes dancís-ticas al cuerpo artificial, y no ocurriéndo-sele mejor utilidad para su invento, de-terminó que su hija sería una bailarinarobotizada. Pero al gozar de tantas horaslibres, la niña se instruyó en todas las ar-tes y ciencias para servir también, en lailusión de su perverso pero santo padre,como una especie de oráculo para los so-litarios. La niña por sí misma sólo podíahablar y mover las manos a su antojo; elresto de su cuerpo estaba adaptado a unacaja musical que al accionarse lo hacíafuncionar en un monótono baile. La pie-za musical que el viejo sabio escogió erauna barroca melodía de Häendel instru-mentada sólo con clavicordios; así asegu-ró una música igual de ondulante que elcuerpo semilento de su hija al danzar, ylas manos que se movían como un revo-lotear de las pequeñas aves nocturnas so-bre la ciénaga.

La obra del sabio chino era tan per-fecta, que la accionó una vez y se aburrióde ella. Luego la abandonó dentro de unacabaña mientras duró uno de esos largosviajes místicos a los que él regularmentese sometía. Cuando la travesía terminó,se la echó en la espalda como si cargaraun armario viejo y la llevó al pueblo don-de la vendió a un coleccionista francés cé-lebre por sus excentricidades. La historiaque Eliseo Moro siguió narrando era taninverosímil, que estuvo plagada de selvaspeligrosas, piratas caníbales, asaltos, du-nas en el desierto empapadas por sangrenoble y el continuo e inevitable rapto dela mujer china, que sólo pudo encontraruna humillante tranquilidad en el circo,al que por últimas venturas había sido ven-

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dida por su más reciente propietario, unjudío proxeneta que la consiguió en unmercado de Jerusalén donde la cambiópor diversas chácharas. El judío, despuésde mucho solazarse con su nuevo artefac-to, también terminó por aburrirse y ven-derlo al circo.

La mujer china, entonces, se recono-ció a sí misma como un simple objeto lú-dico, puesto que sólo hay dos caminos aDios: el exceso o la mesura de espíritu; ytanto el sabio como el lujurioso habíanprescindido de ella. Ni era objeto de ins-piración ni era objeto de escarnio, sóloun juguete. Asumiéndose por fin, la mu-jer china encontró cierta paz que desdesu niñez no conocía y empezó a tratar gen-tilmente a quienes la visitaba con ciertoasco en el circo. El resto de la carta erandescripciones de los materiales con quese había construido la autómata y algu-nas fechas de premios otorgados. Cuan-do terminé de leer, me sobrevino una ex-citación apaciguada, justo la cantidad ne-cesaria para acudir al circo por la tarde.

Pagué de nuevo mi entrada. Me pare-ció que dentro de las carpas no había al-guien más. Entré sin prestar atención alos otros objetos y me encaminé directodonde la mujer china. Esta vez la mirébien: su rostro regordete parecía estirarsetanto como sus ojos, que estaban entre-cerrados; el cabello era muy oscuro y sinembargo reflejaba la luz como un espejo;y sólo los labios estaban pintados de rojomineral que parecía, inevitablemente, san-gre. Nunca había conocido a un orientaly me asombré de la diferencia de faccio-nes. Era obligado recaer en su rasgada mi-rada que mucho tenía de secreta. Las ma-nos colgaban a los costados y en verdaderan muy blancas, como marfiles. Le pre-gunté cómo podía hacerla funcionar. Ellame indicó la manivela de la caja musicaly le di vuelta. Para mi satisfacción reco-nocí a Händel y algunos pasajes de su Ju-das Macabeus interpretados por un solita-rio clavicordio. El cuerpo de la mujer chi-

na comenzó a serpentear y en el momen-to imaginé una cortesana oriental de pielpálida y pechos pequeños, pero con pezo-nes aflorados. Cuando la danza se hizomás voluptuosa descubrí que las manoseran aún más bellas que el rostro, porquesus movimientos tenían algo de pecado:los dedos prometían caricias que no se ne-gaban; las uñas se alargban como garrasde pichón. Extendí mi mano para rozarsus uñas y en un rápido, y a la vez ligeromovimiento, las hizo huir de mí sin quese pudiera advertir huida alguna. La mú-sica terminó, bajé los brazos.

Aquella tarde conversé con la mujerchina de todos los temas acerca de los quenunca podré hablar con mis vecinos. Es-toy seguro de que le agradé; a mí me sor-prendió con su gran elocuencia, recordéque era instruida en todas las disciplinasdel arte y la ciencia. A la mayoría de miscuestionamientos respondió, pero tam-bién callaba cuando debía. Después de unlargo rato, el vigilante de la entrada fuepor mí hasta la pequeña carpa y me indi-có que el circo había cerrado. Al día si-guiente volví con una sorpresa para la mu-jer china: entré al circo con un ajedrezbajo el brazo, unas sillas y una mesa por-tátiles. Estuvimos jugando mucho tiempo.Han sido los juegos más marciales e inte-ligentes que con una mujer haya tenido.Debo reconocer que los jaques fueron casisiempre míos. De nuevo nos interrumpióel vigilante y ella se quedó apretando a lareina negra en su mano derecha. Todaslas tardes las consumí con mi mujer chi-na. El taller de madera lo dejé encargadoa uno de los trabajadores y solamente meocupé de visitarla.

Pero nada permanece. Desde la pri-mera vez en que había accionado a lamujer china, nunca más lo hice, hastaque —¡maldita sea la costumbre que nosenloquece con su liviano transcurrir!— meaburrí de los juegos y las pláticas, y unatarde di vuelta a la manivela para verlabailar. Sin reclamarme nada se hundió

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en un silencio para reprocharme el que lautilizara así cuando ella me considerabaya, si no un amigo, sí su compañero deentretenimientos. No quise considerar sumutismo y seguí haciéndola danzar una yotra vez, y me atreví a tocar sus manos;ella me miró con resentimiento y yo lamísus dedos. Sé que pudo haber gritado,pero sólo me miró con sus pequeños ojosfelinos. Entonces la dejé, tomé mis cosasy salí más pronto de lo normal del circo.La noche era fría y de vuelta a mi casa mepareció infinita.

A la mañana siguiente resolví nuncamás visitar a la mujer china. Ella habíadespertado en mí deseos añejos que consu vértigo no pude soportar. Pero las no-ches transcurrieron sin que el insomniocediera terreno a mi desesperación de vie-jo. Ya ni siquiera me paraba por el taller.Una tarde el niño Cándido tocó a mi puer-ta para avisarme que el circo partía a lamañana siguiente. Fue lo único que medijo, después me miró como si fuera sucómplice en el deseo, en una dulce tre-gua de dos que van a perder el mismo ob-jeto que, sin haberlo confesado, ambosaman. Cándido se fue rendido, con la ca-beza gacha y los ojos hinchados de lágri-mas. Pero yo no estaba dispuesto a resig-narme. Pasaron dos horas en las que urdíraptar a la mujer china y dar seguimientoa su ya larga cadena de mudanzas. Me abri-gué y salí rumbo al circo. Las luces esta-ban apagadas. Tuve la impresión de quetodos dormían. Me avergoncé por un mo-mento, pero después me decidí y entré ala pequeña carpa. La mujer china ronca-ba. Encendí una vela que llevaba en el bol-sillo de mi abrigo e iluminé su rostro, queabrió lentamente sus ojos a un despertarobligado. No parecía enfadada, pero tam-poco dijo algo. Tomé sus manos y le dijeque iba por ella; tampoco entonces merespondió. Me quité el abrigo, lo acomo-dé en su espalda y me dispuse a cargarla.

Me han dicho que el misticismo ter-mina proveyendo de una particular fuer-

za al que lo practica. Sólo una cosa asípodría explicar cómo el anciano chino,en el siglo dieciocho, pudo cargar con elpesado fardo de metal en que había con-vertido a su hija. Yo no pude ni siquieramoverla de su lecho. Entonces entendípor qué la mujer china me miraba tan tran-quila. Ella supo que no podría llevármelani a las afueras de la carpa sin que ama-neciera y mi ardid fuera descubierto. Eldoctor Eliseo Moro me pareció más fan-tástico que nunca. No pude esconder mienojo y ella aparentemente sonrió; noafirmo que lo hiciera porque sé que laturbación provee de unos ojos con imagi-nación propia y porque resultaría una jus-tificación cobarde a lo que terminé ha-ciendo. Me sentí invadido por un deseomayor que se mezcló con el inminentefracaso. Empecé a dar vueltas por toda lacarpa mientras miraba a la mujer chinavestida con la bata de seda púrpura desti-nada para sus horas de sueño. Me acerquéa ella. Pensé en quitarle la bata para des-nudarla, y lo hice. Ella agachó la cabezahasta el pecho y con sus finos dedos blan-cos recorrió su tronco entreverado dealambres y fierros como si apenas se des-cubriera. No pudo evitar un llanto lán-guido, digno de su estirpe. A pesar de miturbación, mi deseo aumentó. Quise car-garla de nuevo pero accioné accidental-mente la música del Judas Macabeus deHändel. La mujer china trató de defen-derse y yo de someterla. Giramos sobre labase de su cuerpo metálico. Estuve a pun-to de trastabillar, me aferré a su manoizquierda con fuerza, provocando que sezafara del brazo metálico. ¡Tenía su manomuerta en mi propia mano! Me di cuentade que iba a gritar y me le fui encima tra-tando de tapar su boca. Con la mano queme quedaba libre le arranqué la otra.

Ahora puedo afirmar, no sin que seme tache de vulgar arrepentido, que enesos momentos, Yo no era yo. Guardé lasmanos de la mujer china en los bolsillosde mi abrigo y con los brazos libres, traté

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de arrancar la cabeza de aquella pobredama que estaba ronca de tanto gritar, ysus gritos despertaron al guardia, al co-brador, al secreto dueño del circo y hastahicieron funcionar a algunos autómatasde la carpa contigua. Dejé la cabeza ensu sitio y me escabullí por entre las ho-landas de la carpa. Cuando llegué a micasa me tumbé exhausto en la cama. Delos bolsillos de mi abrigo saqué las ma-nos de la mujer china y chupé los dedosinanimados. Entonces me pareció que lablancura dejaba su inmaculado color y seentreveían ahora canaletas de corrientesoscuras. En resumidas cuentas, las manosempezaron a amoratarse. Invadido poruna nostalgia anticipada las llevé a mirostro pretendiendo darles calor. Las lamídesde las muñecas hasta la frontera de losdedos. Acaricié mi cuello con esas manosy me pareció que cobraban vida cuandosentí que los botones de mi camisa reven-taban y una fina falange se abría paso en-tre la tela, rasguñando la carne del pecho.Pronto me sobrevino la desnudez obsce-na que hacía mucho tiempo, desde quemi mujer falleciera, no recordaba. Acomo-dé las manos de la mujer china en uncóncavo perfecto para que mis testículosse apachurraran, y al llegar a mi glandeapreté tanto que los dedos de una de lasmanos se azularon y todo mi miembro sehinchó de gruesas venas. Entre los dedosde su mano izquierda dejé chorrear misemen que también era muy blanco, y meacaricié el cuerpo dejándome todo el vien-tre lleno de mis humedades.

En ese momento escuché un tumultoen la calle. Era el dueño del circo y su ca-ravana completa. Tardaron mucho tiem-po en subir a mi habitación. Cuando losvi entrar supe por qué. Montada en doscarretillas de grueso hierro, llevaban a lamujer china, quien primero me miró alos ojos antes que dirigir la vista a sus ma-nos, que pecaban descansando en mi bajovientre; habían ya perdido su marfileocolor y los moretones les daban la apa-

riencia, entonces sí, de ser las manos deuna muerta. Fueron suficientes dos hom-bres para someter mi viejo cuerpo; peroni entre todos pudieron arrebatarme lasmanos. Sólo a ella se las entregué y fueuna manera de arrepentirme, sabiéndo-me ante su presencia por última vez.

La justicia pretende, pero nunca delos nuncas llegará a ser justa. Sin poderimaginar un castigo para mi falta, la asam-blea de la ciudad emitió su veredicto: mecortaron una mano y un pie, como a losantiguos mártires de mi religión. Las puer-tas de la ciudad se abrieron y me arroja-ron al crepúsculo del desierto, obligándo-me a arrastrarme en la arena. Me dieron,para entretenerme en mi proceso de muer-te, un fajo de hojas y un saco con tizas decarbón. La fábula que pude haber conta-do quise malgastarla con mis recuerdos.No deseo que si alguien encuentra estashojas las utilice en un sentido opuesto ami moral, que mi escarmiento ha hechomás sólida. Puedo en estos momentosdistinguir las carrozas del circo que to-man el camino hacia otra ciudad, levan-tando pequeñas nubes de polvo...

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“La vida no es la que uno vivió,sino la que uno recuerda

y como la recuerda para contarla.”GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Hace un año la vida o el destino me dieronla oportunidad de vivir muy de cerca unatentado terrorista. 11 de marzo de 2004,Madrid, España. Del 11–M se ha escritomucho, se han publicado en diferentesmedios opiniones acerca de las motivacio-nes políticas, militares o económicas queoriginaron el atentado y las consecuenciasde éste.

Las líneas siguientes no tratan de des-cifrar los entuertos que se tejen en las cú-pulas donde se manejan nuestras vidas.No. Estas letras no son más que un ejerci-cio personal intentado durante las horassiguientes al 11–M. En esos momentossólo escribí por la necesidad de vaciar enpapel y quitarme de encima el miedo, laimpotencia, el coraje, la tristeza. Pero ha-cerlo también me sirvió de herramientapara identificar de entre las ruinas el otrolado de la tragedia, ese lado que encontréen la gente simple, en la gente que no de-cide de guerras ni de petróleo, en la genteque camina en la calle. El lado que memostró la fuerza de la dignidad, de la soli-daridad humana. El lado que me enseñóla intensidad de un sueño que levantó elespíritu colectivo.

Tómenlo entonces como lo que es,una página arrancada de un diario, a un

FERNANDO TODD

Licenciado en Derecho egresadode la UIA Torreón. Máster en De-recho de la Unión Europea porla Universidad Complutense deMadrid. Actualmente trabaja enla firma de Abogados Thompson& Knight, en Monterrey. Colabo-rador invitado en algunas revistasy perió[email protected]

Atocha, a un año Fernando Todd

año de distancia en tiempo, pero con Ma-drid en el corazón.

11 de marzo de 2004A las 7:50 de la mañana me despierta elmolesto ruido de las sirenas. Invasoras, en-sordecedoramente audibles, muertas vivas,anunciando a gritos la desgracia como lascampanas de iglesia que anuncian en lamisa de doce que Jesús vuelve a morir.

—Un incendio cerca de casa, duerme.No hay humo cerca—, pensé apenas dormi-do, con esa comodidad sádica que viste eldolor ajeno y nos hace inmunes. Entoncesdecidí dormir.

A las 8:30 el ruido no paraba, las sire-nas gritaban y estremecían sabanas inge-nuas como la mía.

—Enciende la televisión, algo pasa. O talvez, a esa hora y con ese desparpajo modo-rro sería como: —¿Pasa algo? Y el televisoractivo, genera y trasmite imágenes confusasaún.

—Veo dos muertos— fueron las primeraspalabras que narraba la reportera del canaloficial, no sé si aún dormida por el maldespertar o por la somnolencia oficialista.

—Bueno, que me dice un policía que pasaa mi lado que hay más— intenta corregir.

—Vale, hay más— ¿pero qué tanto máspuede ascender una cifra que inicia en dos?

Me di cuenta entonces de que mi díaiba a empezar temprano, más tempranode lo normal, así que calienté agua parapreparar un café y me senté en la sala a ver

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las noticias. Quería tratar de contestarpreguntas, averiguar de qué iba esto y lasmagnitudes del caso.

De alguna manera sabía que en Ma-drid se está expuesto a vivir atentados. Mehabían explicado que por ahí de navida-des ETA intenta alguno que otro golpe,nada grave. Cosa de asustar y mantenerel nivel de miedo. Ya habían pasado lasfechas, y la guardia civil había logrado des-activar a tiempo algunas bombas sin quepasara a mayores. La ETA, se dijo enton-ces, está más débil que nunca. Está pordesaparecer. Se le ha golpeado con firme-za. No tiene capacidad logística o econó-mica. Está acabada.

Pero esto no era igual. Poco a poco lainformación fue cayendo. Fue golpean-do. Fue aturdiendo. Supe, por ejemplo,que las explosiones habían sido cerca dela estación de Atocha, a una distancia nomayor de dos estaciones de metro de micasa. Que no eran dos los muertos anun-ciados. Que tronaron dos, tres, cuatrotrenes. Que era el atentado terrorista másgrande en la historia de España. Que loscadáveres se contaban en decenas. Quehabía hombres mutilados, mujeres que-madas, niños muertos.

Supe de manera directa y fiel que lassirenas seguían llorando en las calles deMadrid.

“El llanto es un perro inmenso,el llanto es un ángel inmenso,el llanto es un violín inmenso,

las lágrimas amordazan al vientoy no se oye otra cosa que el llanto.”

FEDERICO GARCÍA LORCA

Conocí historias de las bombas que ex-plotaron en cuatro trenes. Trenes queunen a los pequeños pueblos madrileñoscon la capital, que transportan a las per-sonas al trabajo o a la escuela.

Bombas. Escritas así como fueron pues-tas, con la frialdad de la muerte en au-sencia de remordimientos. Bombas certe-

ras que reventaron a padres llorados porhijos, a hijos llorados por padres, a niñosque no querían ir hoy al cole, al emigranteque resignado iba a cargar ladrillos comocargaba la cruz que la vida le impuso yque jamás quiso morir lejos de su genteen América, África o el Este de Europa.Al madrilista que iba contento al trabajoporque el Real seguía en la Champions, alabuelo que venía a pasar el fin de semanacon sus nietos, a la novia que se casaba yque sólo pudo identificarse con su cabezaextraviada. Cuatro trenes que reventaronlos sueños de España y el mundo.

Aprendo entonces, y de un único gol-pe, a ver la cara del miedo. Tiene un rostroseco. No te hace temblar. No respiras agita-do. Te deja inmóvil y te obliga a sentirlo.

Lo primero que deseaba era llamar aMéxico. Mi familia seguramente estaríaviendo esto en el noticiero de la mañana.Procuré adivinar la hora antes de que al-guien encienda la televisión y se preocu-pe. Para entonces es la una de la tarde enEspaña, seis de la mañana en México.

Apenas al salir a la calle para llamar acasa encontré gente herida, caminando conla cara deformada por los golpes, con losbrazos lastimados, con el ánimo extraviado.

Logré comunicarme.—Hola. Estoy bien, hubo un pequeño

atentado (¿cómo se lo dices suavemente atu padre al despertarlo?), dicen que fue laputa ETA (aquí casi se me quiebra la voz),quería avisarles para que no se preocu-pen. —Hola ma Quería avisarles antes deque vieran en la televisión que...

Al correr la mañana empecé a recibir lla-madas de México. —¿Estas bien?, vi lo delatentado. —¡No, qué va!, ¡estoy muerto, perohay roaming en el cielo! Mexicano al fin,riéndome de la desgracia y de la muerte.

“En eso harás lo que debes, Sancho —dijoDon Quijote—;

por que para entrar en batallas semejantesno se requiere ser armado caballero”

MIGUEL DE CERVANTES

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La vida sigue y Dios sabe por qué (despuésde oler la muerte concentrada escribomás dioses, jesuses y aves marías quenunca en mi vida). Dios sabe por qué.Decido ir a la escuela: a tratar de que lavida continúe.

Tomé el metro, lidiando con el mie-do. Hoy no sé por qué lo hice, pero unaamiga me dijo que no podíamos dejar queel miedo ganara. Si ganaba el miedo, ga-naba el terrorismo. Y el terrorismo con elnombre que se ponga no puede vencercomo vencería si dejáramos de creer, devivir y de esperar.

La Línea Uno, azul cielo, que me lle-va de Puente de Vallecas a Cuatro Ca-minos, pasando por Atocha. A las tresde la tarde, cuando el metro debería ir apunto de reventar, viajábamos tres al-mas solas en el vagón. Callados, cabizba-jos, tristes. Asustados. Se sentía la clari-dad de la paranoia colectiva. Respiran-do cada vez que el metro reiniciaba suviaje, pensando en no pensar dentro delos túneles, leyendo Vivir para contarlade García Márquez.

Fueron pasando minutos y horas. Es-tar con amigos ayudó a digerir poco a po-co el escenario. La clase estuvo seria, sólolos celulares distraían. El profesor nospermitió no apagarlos ese día. Ese día es-tuvimos grises, fríos y ausentes.

Al día siguiente se convocó a una ma-nifestación. Había que estar ahí. La lluviatambién iba a estar. La cita fue programa-da a las 19 horas del 12 de marzo.

Sabía que no iba a permanecer tran-quilo viendo la manifestación por televi-sión. De alguna manera había que gritarque estaba en contra en lo individual, yque estaba en contra en lo colectivo. Miinconsciente buscaba la forma de mani-festarse, así que en cuanto supe la fecha yhora de la manifestación, también supeque ahí estaría.

Madrid cuenta con una población depoco más de cuatro millones de habitan-tes. El día de la manifestación más de dospunto tres millones de personas salierona las calles de la ciudad sin importarles eldiluvio que caía.

El contingente no avanzaba simple-mente porque no podía avanzar. Desde elpunto de partida, la Plaza Colón, hasta laestación de Atocha, un río humano habíaabrazado los pasos. Desde lo alto se veíasolamente un mosaico de paraguas. Lalluvia no paró en ningún momento, ymás que molestar, fue invitada poética delos cantos: “No está lloviendo/ Madridestá llorando...” “Bajemos los paraguas/que se nos vea....”

Esa manifestación fue sin duda una in-tensa comunión. Ya es normal que Europaprescinda de pasaportes, pero esto era uncalidoscopio de razas, religiones y pensa-mientos. Las barras del Atlético o del Realbrincanba unidas; los sudamericanos o afri-canos ilegales y la guardia civil marchabanhombro a hombro; estudiantes de la Com-plutense y de la Carlos III; hasta el prínci-pe bajó a caminar con su pueblo, todosunidos al mismo grito. Un desahogo inter-no a todo pulmón: “¡Hijos de puta...!”

La solidaridad aportada por el colecti-vo regresó la paz a los madrileños. Sabía-mos que después de Atocha ya nada eraigual (“no estamos todos/ faltan doscien-tos”), pero también supimos que ya éra-mos viables para reiniciar nuestras vidascon una mayor fuerza social, un espírituengrandecido y la dignidad intacta.

Hoy no concibo Atocha sin manifesta-ción. Acción y reacción en sentido con-trario. Es obvio que la reacción ante la ac-ción en este caso no vuelve estrictamentelas cosas a su estado original. Murió mu-cha gente. Pero la agresión sufrida por lasociedad española fue espiritualmente sa-nada por las voces de los dos punto tresmillones de personas que salimos a la ca-lle a gritar en contra de la violencia, a fa-vor de la paz.

Y ese grito silencioso de paz nos per-mitió volver a las cosas simples sin miedo.Pudimos, por ejemplo, tomar el metro con-fiando nuevamente en quien va a nuestrolado, porque también caminó a nuestrolado durante la marcha. Nos reconcilia-mos con el prójimo y con nosotros. Y en-tendimos que la tolerancia, la solidaridad,la dignidad y la paz señalan el camino.

○ A

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Sin mayor discreción, las decisiones polí-ticas se toman en restaurantes (general-mente muy lujosos), cafés y cantinas, másque en oficinas públicas. ¿Cuántas veceshemos visto sesiones de presidentes mu-nicipales, gobernadores o secretarios deestado en las que detallen presupuestos,contrataciones o licitaciones?

Si un tejido es demasiado fino, no esfácil saber cómo fue hilvanado. Así en latoma de decisiones de los gobernantes, escomplicado entender qué interés o agen-da lleva a los políticos a inclinarse porciertas determinaciones. Pero es muy fá-cil resentirlo: cuando suben los costos delos servicios básicos, pagamos el impues-to de automóviles, aumenta el desempleo,nos traen de oficina en oficina y de ven-

ALEJANDRO CÁRDENAS LÓPEZ

Director del Instituto Coahuilense deAcceso a la Información Pública.

La forma en que los políticos toman las decisionesdebe exhibirse para saber qué clase de dirigentesnos gobiernan

Alejandro Cárdenas López

Sesión públicaen una universidad privada

tanilla en ventanilla. Ejemplos de dudo-sas decisiones de los gobernantes sobran.

Es difícil entender que hoy las perso-nas tenemos derecho a ser informadas decómo, cuándo y por qué deciden los ad-ministradores del Estado. Este mito pue-de perder vigencia con la Ley de Acceso ala Información Pública de Coahuila, quepor naturaleza es incluyente en los actoscotidianos de las personas. La instituciónautónoma que se encarga de hacer que to-dos los servidores públicos del Estado cum-plan la ley es el Instituto Coahuilense deAcceso a la Información Pública (ICAI).

A principios de marzo el ICAI realizó laquinta sesión pública de Consejo Gene-ral fuera de sus instalaciones en RamosArizpe, trasladándose al Archivo Históri-

○“Revelar u ocultar pensamientos o información se usa para hacer selecciones y, por tanto,reducir la complejidad (…) la decisión es un proceso de selección que elimina posibilidades”

MIGUEL ÁNGEL VITE PÉREZ, (Doctor en Sociología), Etcétera, n. 278, 1998.

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co Juan Agustín de Espinoza de la Uni-versidad Iberoamericana Torreón. Fueun ensayo para entender cómo se tomanlas decisiones.

Tacos de sesiones públicasLos gobernantes no sesionan en públicoporque temen exhibir su poca capacidadde discurso, mostrar la pobre justificaciónde sus decisiones, o poner a la vista viejasrencillas entre partidos e intereses perso-nales. El menos favorecido es el ciudadano.

En la experiencia de solicitudes de in-formación al Instituto Federal de Accesoa la Información y al ICAI en Coahuila, alos ciudadanos les importa principalmen-te conocer funciones, estructura y distri-bución de los recursos de las instanciasde gobierno. Es decir, acceder a una in-formación básica.

La mayoría de las personas no solici-tan información acerca del ejército o do-cumentos de inteligencia, quieren sabersimplemente quién es ése que cobra susimpuestos. Parece vergonzoso, pero notenemos claro quién nos gobierna, ve-mos nombres y campañas de colores enlos medios, y poco conocemos respectode sus ideas, decisiones y razonamientos.Tal vez una forma de medir este tipo dedecisiones es en grados de cinismo. Porejemplo, imaginando cómo se tomarondecisiones históricas en la que se ha fra-guado la ignominia:

1. ¿Cómo decidieron Díaz Ordaz yEcheverría la matanza de los estudiantesen 1968? En qué oficina, con qué otrospolíticos, quiénes estuvieron en des-acuerdo y cuáles fueron sus argumentos.

2. ¿Cómo negocian las organizacionescriminales y los gobernantes? Dóndeacuerdan el moche, cómo determinan so-bre la vida o muerte de sus aliados o ene-migos, cómo preparan los asesinatos.

3. ¿Por qué no se informó rápidamen-te a las poblaciones aledañas sobre la des-bandada de agua en Villa de Fuentes, Pie-dras Negras y el río Escondido arrasó con

miles de casas provocando la muerte dedecenas de personas? ¿A dónde destina-ron esos recursos y su personal?

¿Se molestan los políticos?Ambros Bierce en el Diccionario del diabloafirma que la política es el manejo de losintereses públicos a favor del privado, yun conflicto de intereses disfrazado delucha de principios. Como dice Bierce,una sesión pública ayuda a conocer a laspersonas que nos gobiernan fuera del ám-bito de la propaganda, y a saber de qué for-ma manejan sus intereses, cómo reaccio-nan, cómo se molestan o cómo disienten.Ya no bastan los actos proselitistas con dis-cursos prefabricados y sonrisas en la boca.

Si sabemos cómo y por qué deciden,podemos interpretar sus argumentos o lafalta de ellos. ¿Cuáles decisiones son lasmás importantes? ¿Cuáles se omitieron?¿Qué temas no se tocan? Para ello se re-quiere un poco más de análisis.

Lo aburrido y falso de la mayoría delos sermones políticos obliga a estar do-blemente atentos, porque la poblaciónno lo está, y en la mayoría de los casos,por su carencia económica, no puedeestarlo. Son pocos los que atienden, es-cuchan y vigilan, pero cómo detectar eltruco. Es decir, aún en una sesión pú-blica y aunque todas las decisiones setomen abiertamente, hay intereses. Enla sesión del ICAI en el Archivo AgustínEspinoza los asistentes observaron có-mo se tomaron, entre otras, tres decisio-nes importantes:

1. Definir mecanismos necesarios pa-ra dar seguimiento a las solicitudes de in-formación y a la Información Pública Mí-nima actualizada en internet por las ins-tancias de gobierno.

2. Propuesta de que la Unión de Or-ganismos Empresariales de Saltillo sea unconducto para facilitar al ciudadano laposibilidad de presentar solicitudes deinformación pública a las entidades degobierno.

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3. Clarificar las reglas para que el ciu-dadano pueda realizar un requerimientosencillo y eficaz al ICAI, en caso de no es-tar de acuerdo con la información recibi-da por la entidad pública.

Estas medidas, y algunas más, facili-tan el acceso a la información, y por lotanto, un mayor conocimiento de másgobernantes, permitiendo contar conmás elementos en la toma de decisiones,como votar, protestar o reconocer su la-bor. En general, intervenir en la vida pú-blica y buscar soluciones a los problemassociales. Pero no basta con sesiones pú-blicas, una decisión nunca es personal:influyen muchos aspectos mentales y po-líticos. Además, en política hay agentesespecializados en inclinar las decisiones asu favor, la mayoría de ellos muy lejos decontroles legales.

Redes imaginarias localesUna decisión se toma después de un jui-cio de valor, un análisis y una determina-ción. Las decisiones públicas las tomanpersonas que forman parte de estructu-ras donde interactúan varios poderes(ocultos o visibles), los cuales se entre-cruzan en las relaciones de gobernantes yciudadanos. La compleja forma en la quese decide incluye tres aspectos:

1. Organizaciones especializadas eninfluir a grupos políticos, partidos y ciu-dadanía.

2. Estas organizaciones acoplan,crean y controlan por medio de estructu-ras de inteligencia o ilegalidad.

3. Actúan a través de roles específi-cos, ya sea agentes especiales, secretos,aviadores o “asesores”.

Todo sistema político se relaciona conorganizaciones y grupos de influenciaque comúnmente se encargan de infor-mar a los medios de comunicación parapromoverse o mandar mensajes a otrosgrupos de poder. Pero también existe el

A R C H I V O H I S T Ó R I CO

O

Juan Agustín de Espinoza, sj

El Archivo Histórico JAE de la Universidad IberoamericanaTorreón está incluido en el listado oficial de la Organizaciónpara la Educación, la Ciencia y la Cultura de las NacionesUnidas —UNESCO— debido al interés de sus fondos y porla calidad de los servicios virtuales que ofrece a losinvestigadores del mundo entero. El Archivo cuenta conuna página web http://www.lag.uia.mx/archivo que legustará visitar. Sin necesidad de registros ni claves deacceso, ofrece gratis varios servicios en línea, como surevista virtual El Mensajero, con su propio sitio en losrecursos virtuales de la UNESCO, los siete tomos de lacolección Lobo Rampante, 70 mil fichas de catálogo desus diversos fondos documentales, y una galería virtual.¡Visítelo!

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valor de la comunicación oral, en la queno queda registro de por medio. En socie-dades muy represivas la comunicaciónoral representa la forma más libre para ex-presar ideas: es el susurro alejado de ins-pecciones internas de las organizacionespolíticas y empresariales.

Pero también gobiernos y empresas ne-gocian de viva voz y sin límite de pudor.Salen de su oficina, su espacio público enel que nadie escucha: a los parques, cafés,cantinas o restaurantes. Por ello, cuandouno ve a los políticos vaticinando por losmedios de comunicación hay que pararlas antenas y preguntase ¿cuál es la agenda?

Según el abogado y sociólogo alemánNiklas Luhmann estos vientos de infor-mación “exigen capacidad de leer entre lí-neas”. Javier Torres Nafarrete, investiga-dor experto en el pensamiento del germa-no, afirma en el libro titulado Luhmann:la política como sistema que las personas quetoman las decisiones que afectan a otrostienen poder, y lo hacen porque dominanal público afectado. Con un panoramaasí de claro (o sucio), el dribleo es máscomplejo.

Puestos políticos y toma de decisionesAl decidir surgen los poderes ocultos einformales de los sistemas democráticos.Ellos regulan los flujos de información,de autocrítica y de disidencia de la socie-dad. Luhmann dice que entre más grandees el espacio y la complejidad de la deci-sión, más se hacen sentir los efectos de estepoder informal. Por ejemplo, las instan-cias públicas están cargadas de puestos ylos organigramas parecen árboles genealó-gicos: secretarios particulares por doquier,secretaria primera, secretaria segunda, ase-sores y consultores. Es el tema de la con-tratación de puestos con poder de decisión.

El aspecto problemático en cada cam-bio de gobierno o dirección es elegir losque pueden preparar las decisiones im-portantes: selección de personal, creaciónde proyectos o definición de funciones de

los puestos. Es ahí donde las reglas sonmenos claras, donde se muestra la faltade autonomía real de las instituciones pú-blicas. De esa forma, en caso de conflicto,siempre intervendrá el que esté más rela-cionado con el alto poder, no lo justo olo razonable. Por ello las reuniones públi-cas y la producción de una cultura de trans-parencia inhiben esos vicios de prepara-ción de la decisión sin responsabilidades.

Por decirlo de algún modo, el políticonecesita fingir más para informar a supueblo. Debe tener más cuidado en quesus discursos exhiban la contradicción dela escasa relación con sus votantes, gene-ralmente basada en informes administra-tivos y promoción en medios de comuni-cación. Por eso él pega en el clavo: el pro-blema es el control jurídico a las órdenesdadas. Entonces, el derecho y la ley seaplican sólo en caso de conflicto o de ries-go político para el sistema dominante.

Esta mínima relación del gobierno conel pueblo fundamenta sus aparatos decontrol en el costo–beneficio. Los ciuda-danos (la mayoría de las veces los más po-bres y necesitados) actúan conforme a laganancia tangible y a corto plazo, no encuanto a la posibilidad de ejercer sus de-rechos civiles a largo plazo. Esto puedeentenderse en cinco pasos:

1. Si el Estado realiza cada vez másprogramas (obras, servicios, eventos, apo-yos económicos) hay un bienestar para elpueblo.

2. Para cumplir esos programas necesi-ta pedir al público que coopere, y para lo-grarlo, debe negociar con ellos.

3. Esta cooperación no es una obliga-ción jurídica, porque rebasa los alcancesnormales de la administración pública.

4. Al interactuar lo público y lo priva-do, se crean posibilidades de acción queson oportunidades alternativas de poder.

5. En este tipo de negociaciones no essuficiente con hacer valer la ley, por lo quese maquinan conforme al viejo estilo decomponendas y negociaciones.

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Esta necesidad de “hacer como que nosgobiernan” y de interactuar con su públi-co no siempre es para crear bienestar, sinopara fortalecer una línea partidista o apo-yar el golpeteo político. Entonces el gober-nado es reducido a un ciudadano de bajaintensidad y segmentado por grupos de in-fluencia. Esto explica parte de la preocu-pante apatía de la sociedad civil en Méxi-co y Coahuila, así como la carencia de gru-pos organizados y sin tendencias partidistas.

En estados del centro y sur del paíscomo Oaxaca, Guerrero o el Distrito Fe-deral los grupos de participación ciudada-na son un poder fuera de los órganos esta-blecidos dentro del sistema político. Se-gún Luhmann, para entender el fenóme-no debemos empezar por desmitificar laclásica idea de democracia que reza: todopoder ha de venir del pueblo.

El pueblo ya no es una unidad en ma-sa organizada, constituye sólo una fuentede poder que se derrama hacia los elegi-dos, quienes la manipulan y la construyen.Ahora son las varias unidades (grupos pe-queños que poco se conocen entre sí) quea su vez ordenan a sus súbditos. Habla-mos de sindicatos, agrupaciones agrícolasy profesionistas (por ejemplo, los maes-tros), etcétera. Entonces Luhmann distin-gue una paradoja: el pueblo es soberano,y a la vez, súbdito.

A pesar de que el ciudadano tenga li-bre derecho a votar, únicamente lo puedeejercer un día cada tres o seis años. Por elloel pavor de los gobernantes a promover laparticipación ciudadana es por perder elcontrol de sus redes. Por consiguiente, lasmarchas y protestas sociales (en algunoscasos violentas, o incursiones de gruposarmados) parecen ser también la única al-ternativa. Recientemente también lo es elderecho de acceso a la información.

Entonces, solicitar información es par-ticipar activamente, porque hay una rela-ción directa y legal ante una necesidad delciudadano. Este nuevo derecho ha sido ca-lificado por académicos como el avance

democrático más importante de las socie-dades contemporáneas. Por ello la Ley deAcceso a la Información Pública creará di-ferentes mecanismos para tomar las deci-siones en un nuevo entorno. Pero los anti-guos grupos de poder, ese segundo ordengeneralmente desapegado al derecho, ad-quieren otras máscaras, adaptándose a lasnuevas reglas para sobrevivir e integrarse.

Sólo una gran capacidad de gestiónentre la sociedad y las instituciones públi-cas podrá dar a los ciudadanos un espaciopara que “los que toman las decisiones”incluyan varios puntos de vista en sus re-soluciones, y generen confianza para cum-plir con las leyes.

No olvidemos las raídas décadas de re-presión, no tan directa como la GuerraSucia de los setenta, sí estructural y basa-da en compensaciones sociales. El tejidosocial dañado por años de represión, faltade educación y cultura, debe sanar conpequeñas muestras de legalidad y apertu-ra gubernamental, como dice Luhmann.

Para reactivar a la sociedad civil enCoahuila no basta con realizar solicitudesde información, aunque sí ayuda a detec-tar que en dónde más se niegan se encuen-tran las estructuras más cerradas. La parti-cipación ciudadana y política serán clavespara vigilar las pequeñas muestras de lega-lidad que permitan aminorar o disolver lacrisis de identidad social en nuestro Estado.Debe existir una diversidad de grupos quepuedan expresar libremente sus ideologíassin tendencias partidistas regionalizadas.

La apertura de los gobernantes, la con-fianza y credibilidad del público en insti-tuciones ciudadanas como el ICAI y las aso-ciaciones civiles, serán clave para garanti-zar la transparencia y estabilidad de lasnuevas formas de ramificar la informa-ción pública.

A

Las ideas expresadas en este texto son a títulopersonal del autor y no reflejan la opinióninstitucional del ICAI.

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Conscientes de que el debate en torno ala eutanasia ocupa un lugar preeminen-te en la bioética clínica, no sólo porquese trata de una cuestión fundamentalque afecta a la vida humana y a su digni-dad, sino también porque ha adquiridoun gran eco social, mediático y político,el Instituto Borja de Bioética quiereofrecer, a través de este documento, lasconclusiones a las que ha llegado suGrupo de Trabajo sobre la Eutanasia, trasun largo periodo de reflexión y discu-sión entre sus integrantes.

En el documento se define, en pri-mer lugar, el concepto de eutanasia y seespecifican las condiciones que se requie-ren para hablar de ella, con el fin de evi-tar confusiones. En segundo lugar, se rea-liza una defensa del valor de la vida y dela ayuda al bien morir, y en este punto,se piden los medios necesarios para quela asistencia socio–sanitaria al final de lavida sea de calidad, es decir, que se pro-porcione una atención global al enfer-mo, en sus aspectos físicos, psíquicos,sociales, emocionales y espirituales.

Aunque una atención de calidad po-dría reducir las peticiones de eutanasia,

Hacia una posible despenalizaciónde la eutanasia:

declaración del Instituto Borja de Bioética(Universitat Ramon Llul)

es probable que aún se dieran situacio-nes extremas y conflictivas en que se so-licitara. ¿Qué debería hacerse ante estoscasos? En la última parte del documentoel Instituto Borja de Bioética da una res-puesta a esta cuestión.

1. Definición de eutanasiaConsideramos que toda definición tieneventajas e inconvenientes, y es siemprediscutible y revisable. Aún así, queremoscomenzar este texto dando la definiciónde eutanasia, a fin de determinar de quéreferente conceptual partimos y dejandoa un lado otras conductas erróneamentedenominadas sólo eutanasia y que se pres-tan a confusión.

Así pues, entendemos que eutanasiaes toda conducta de un médico, u otroprofesional sanitario bajo su dirección,que causa de forma directa la muerte deuna persona que padece una enfermedado lesión incurable con los conocimientosmédicos actuales que, por su naturaleza,le provoca un padecimiento insoportabley le causará la muerte en poco tiempo.Esta conducta responde a una peticiónexpresada de forma libre y reiterada, y se

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lleva a cabo con la intención de liberarlede este padecimiento, procurándole unbien y respetando su voluntad.

Partiendo de este concepto, se conside-ran requisitos indispensables la peticiónexpresa del enfermo, la existencia de unpadecimiento físico o psíquico insopor-table para el paciente y una situaciónclínica irreversible que conducirá próxi-mamente a la muerte. Estos requeri-mientos nos distancian del paternalismomédico llevado hasta el momento de lamuerte. A lo largo de los siglos, inclu-yendo el XX, se prescindía con frecuen-cia de la voluntad del paciente y el mé-dico responsable determinaba, juntocon la familia, lo más conveniente paraél, incluso en el proceso de morir. Enten-demos que hoy esta conducta, por bue-na que fuera la intención del profesio-nal y de la familia, es reprobable ética yjurídicamente, y atenta contra los dere-chos básicos de la persona.

Con esta definición excluimos el sui-cidio asistido, concepto que es necesariodiferenciar del de eutanasia: en ese casoel paciente solicita también la muerte almédico, pero la intervención de éste últi-mo se limita a facilitarle los medios paraque consiga su objetivo. Desde el puntode vista legal, la diferencia es muy rele-vante, por lo que esta colaboración o ayu-da al suicidio estaría penalizada de otraforma. Sin embargo, en este documentoqueremos dejar al margen ese concepto ycentrarnos sólo en la eutanasia.

También quedarían al margen las si-tuaciones de enfermedad que, a pesarde su carácter irreversible, no llevan aso-ciada la proximidad de la muerte.Y fi-nalmente, se excluirían aquellas conduc-tas que pretenden evitar el encarniza-miento terapéutico y que implican noiniciar o retirar al paciente un trata-miento que es desproporcionado y/o fú-til. Estas actuaciones deben ser conside-radas como una correcta práctica médi-ca cuando hay un diagnóstico bien de-

terminado y un adecuado proceso de in-formación y decisión con el enfermo yla familia, y en ningún caso las califica-remos de eutanasia.

Rechazamos por lo tanto toda terminologíaque adjetive el término eutanasia —pasiva,indirecta, etcétera—, y que sólo lleva a confu-sión.

2. Apuesta por la viday por la ayuda al bien morirCualquier reflexión sobre la eutanasiade-be enmarcarse en una clara apuestapor la vida de toda persona, y por unavida humana de calidad. Esta apuestapasa no sólo por una adecuada atenciónsanitaria, sino también por la exigenciade las necesarias atenciones sociales,económicas, culturales y espirituales quehacen posible una vida humana de cali-dad. La apuesta por la vida no ignora niexcluye la exigencia de saber asumir yafrontar sus acontecimientos más difíci-les de modo responsable.

Creemos que la vida es un don querecibe la persona para vivirla responsa-blemente. De ahí que no la podamosconcebir como un hecho que nos limi-ta, sino como un potencial del que dis-ponemos para ponerlo al servicio de unproyecto verdaderamente humano y hu-manizador. Esta premisa nos permite re-flexionar a propósito de aquellas situa-ciones en las que la vida ya no se percibecomo un don, sino como una pesadacarga. Entre éstas tiene una especial rele-vancia esa en que la vida se convierte enuna dolorosa y agónica espera de lamuerte.

En el marco de la apuesta por lavida, la reflexión sobre la eutanasia seadentra en el inexorable proceso delmorir de la persona, un proceso quepuede culminar en el último acto huma-no en la medida que se sabe afrontarcon lucidez y responsabilidad. Esta luci-dez y responsabilidad pueden significaruna firme decisión de anticipar la muer-

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te ante su irremediable proximidad, y lapérdida extrema y significativa de la cali-dad de vida. En estas circunstancias sedebe plantear la posibilidad de prestarayuda sanitaria para el bien morir, espe-cialmente si ello significa apoyar una ac-titud madura que concierne, en definiti-va, al sentido global de la vida y de lamuerte.

Consideramos que la defensa de la vi-da es un valor ético, y debe ser jurídica-mente protegido. Sin embargo, se po-dría admitir una excepción en el caso dela eutanasia tal y como ha sido descrita.Por tanto, se debería plantear cómo tipi-ficar estos casos desde la perspectiva mé-dica y/o sanitaria, y también cómo reco-gerlos en una norma jurídica.

3. La asistencia socio–sanitaria al finalde la vida: algunas premisasAntes de entrar en el tratamiento de es-tas dos grandes cuestiones, es decir, laayuda sanitaria al bien morir y la creaciónde unas normas jurídicas sobre la euta-nasia, es necesario establecer algunaspremisas que consideramos indispensa-bles.

Situaríamos en un primer nivel lanecesidad de analizar, por parte de unasociedad que pretende poseer la madu-rez suficiente para reflexionar y dar res-puesta desde la ética y la ley a las deman-das de eutanasia, los siguientes aspectos:

La realidad de la asistencia sanitaria quese presta a los ciudadanos que se encuentranen el tramo final de su vida. Es una verdadpalpable que en el Estado español esaún muy minoritaria la asistencia a losenfermos en fase terminal con un ade-cuado tratamiento del dolor y del sufri-miento (unidades de cuidados paliati-vos), con el apoyo técnico domiciliarioque permita a la persona morir en casa,en un contexto de confort familiar yafectivo (Programas de Atención Domi-ciliaria y Equipos de Apoyo, PADES enCataluña), y por tanto, son pocos los

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que pueden beneficiarse de ella. Unagran mayoría de pacientes mueren encondiciones precarias, con un sufrimien-to innecesario y carentes de un entornoadecuado. En consecuencia, sería necesa-ria una acción firme en política sanitaria,con más inversiones en personal e infra-estructuras especializadas para mejorar yampliar este tipo de asistencia.

Las condiciones sociales y económicas quecon frecuencia acompañan las demandas deeutanasia. En el Estado español tambiénes una realidad que las personas mayo-res, enfermas, a veces solas, no disponende los mínimos necesarios para conside-rar que su calidad de vida es aceptable yque vale la pena continuar viviendo. Pen-siones muy bajas, condiciones precariasde vivienda, soledad y falta de entornoafectivo, son elementos que muchas ve-ces acompañan a un estado grave de sa-lud y que llevan a manifestar deseos demorir. Sería fundamental un planteamien-to en el ámbito de políticas sociales queresolvieran esta situación, elevando el ni-vel de vida de todas estas personas. Con-sideramos que es una responsabilidad detodo estado social y democrático empren-der este tipo de políticas sanitarias y so-ciales con carácter prioritario o paralela-mente a la propuesta de una despenaliza-ción de la eutanasia. En este sentido losejemplos de otros países del entorno eu-ropeo que han dado el paso de despena-lizar la eutanasia no se pueden tomar co-mo paradigma, ya que sus realidades sa-nitarias, sociales y culturales son diferen-tes de la nuestra.

En un segundo nivel hay otras premi-sas que también debemos contemplar anteuna demanda de eutanasia:

El apoyo afectivo. En el acto humanode morir es particularmente crucial elentorno afectivo del moribundo. Lo es alo largo del transcurso de la vida huma-na, desde el mismo nacimiento, y espe-cialmente en sus momentos más inten-sos y delicados, pero sobre todo, en su fi-

nal. El papel de este entorno afectivo es,pues, fundamental para ayudar a la per-sona a afrontar dignamente su muerte,acompañándola en la estima y el respetode sus decisiones. La ayuda al bien morirno podrá prescindir de este entornoafectivo del paciente, por tanto, su caren-cia requerirá establecer, en la medida delo posible, el entorno más adecuadopara que el paciente pueda tomar unadecisión responsable.

El apoyo sanitario. También este as-pecto juega tiene un papel relevante enel acto humano de morir, ya sea por lasaportaciones técnicas, ya sea por la pre-sencia y el acompañamiento afectuoso delenfermo por parte del equipo terapéuti-co. Será necesario velar para que esteapoyo sea eficaz, especialmente en loconcerniente a la información diagnósti-ca, las posibilidades terapéuticas reales ylos medios que pueden ayudar a bienmorir, incluyendo el apoyo afectivo men-cionado.

4. Situaciones extremas y conflictivasPese a todas las premisas apuntadas, se-guirán existiendo situaciones y casosconcretos en que se producirán deman-das de eutanasia y será preciso darles unarespuesta dentro del marco de la legali-dad.

5. Para una despenalización de laeutanasia en situaciones extremas yconflictivas. Negativa a la legalizaciónde la eutanasiaNuestra reflexión sobre la eutanasia nonos lleva a pedir su legalización indiscri-minadamente, sino a proponer una posi-ble despenalización en determinados su-puestos que representen una inevitabletensión conflictiva entre valores equipa-rables a la vida misma y que pongan enevidencia la posibilidad o la necesidadde no prolongarla innecesariamente.

—Despenalización. Una vez llegada suconcreción en la norma jurídica, la des-

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penalización debería exigir la concurren-cia de unos requisitos imprescindibles,sin los cuales sería una acción que enuna u otra medida estaría sujeta a pena-lización. A nuestro entender, tales requi-sitos serían:

a) Enfermedad que conducirá próxima-mente a la muerte. Un primer parámetroque permite plantear la posibilidad de laeutanasia es la existencia de la enferme-dad que conducirá próximamente a lamuerte. Se trata de aquellas situacionespatológicas irreversibles de las que pode-mos prever un desenlace fatal en un plazorazonablemente corto. Ciertamente laciencia médica tendrá siempre mucho quedecir para precisar este concepto y es porello que los profesionales de la medicinase constituirán preferentemente en in-terlocutores válidos y necesarios de cual-quier revisión de las condiciones legalesque permitan despenalizar la eutanasia.

b) Sufrimiento insoportable. Un segun-do parámetro es el sufrimiento insopor-table. Somos conscientes de que la me-dida del sufrimiento tiene siempre unaconnotación subjetiva, a pesar de quecreemos que hay elementos objetivos(por ejemplo, el fracaso de los cuidadospaliativos o su inaccesibilidad), que pue-den ayudar a evaluar cuándo un sufri-miento supera lo que el enfermo es ca-paz de soportar.

c) Consentimiento explícito del enfermo.Un tercer parámetro sería la manifesta-ción expresa de la voluntad del enfermoque acepta la eutanasia como única op-ción digna para liberarse del sufrimien-to. Se trata de garantizar que se actúasiempre conforme a la voluntad del en-fermo, también cuando ya no puede ex-presar explícitamente esta voluntad, silo ha hecho con anterioridad medianteuna previsión o manifestación anticipa-da depositada en manos de quién puedadar razón, sea el propio centro o el pro-fesional, familiares, personas próximas oregistro legal de voluntades anticipadas.

La exigencia de este requisito excluyelas situaciones en que el enfermo, even-tual sujeto de eutanasia, no pueda expre-sar explícita ni implícitamente su volun-tad, ni lo haya hecho con anterioridad.Destacaríamos, entre otras, las difíciles si-tuaciones de pacientes con graves altera-ciones del nivel de conciencia y de niñoso recién nacidos con patologías muy gra-ves incompatibles con una mínima calidadde vida. Las decisiones sobre su tratamien-to y asistencia recaerán sobre aquellos quetienen la responsabilidad o tutela legal,quienes con el asesoramiento médico ylegal adecuados, procurarán velar siemprepor su máximo bienestar y garantizar unapraxis conforme al espíritu y a las supues-tas intenciones del enfermo. Sin embargo,en ninguno de estos casos se podrá apli-car una eutanasia en los términos que he-mos descrito, ya que faltaría el elementode la voluntariedad.

En todos ellos, la decisión de ponerfin a la vida del paciente requeriría un de-bate más amplio, ya que pueden conver-ger factores de muy diversa naturaleza, ysería necesario buscar soluciones que de-berían pasar por una formulación legalque permitiera el planteamiento del casoconcreto, para valorar y decidir en con-senso con la familia, el equipo terapéuti-co y la autoridad judicial.

d) Intervención médica en la práctica de laeutanasia. Entendemos que debe ser siem-pre un médico u otro profesional sanitariobajo su dirección quien que lleve a cabola práctica eutanásica, discerniendo losmecanismos adecuados a fin de garantizarla ausencia de dolor y sufrimiento en elenfermo. El asesoramiento sanitario, ensentido amplio e interdisciplinario, seráun requisito previo a la decisión. La com-posición de los equipos interdisciplina-rios deberá asegurar la presencia de sani-tarios de todos los colectivos (médico, en-fermero, psicólogo clínico, trabajador so-cial), así como la ayuda espiritual perti-nente, si así lo manifiesta el interesado.

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e) Revisión ética y notificación legal. Todapráctica eutanásica deberá contar por an-ticipado con el visto bueno de un Comitéde Ética Asistencial, y con posterioridad asu realización, habrá de ser notificada a laautoridad pertinente a fin de que sea po-sible comprobar el cumplimiento de losrequisitos exigidos y ejercer las accionesoportunas en caso contrario.

Desearíamos que este documento con-tribuyera a profundizar en la reflexiónsobre la eutanasia, reflexión que se hacepresente reiteradamente en el debate pú-blico y que requiere de un enfoque mul-tidisciplinar desde el rigor y la debidaatención a todos los agentes implicados.

GlosarioActo humano: es aquel acto deliberadamen-te voluntario, fruto de una decisión librey responsable que expresa la escala de va-lores de la persona que lo realiza.

Calidad de vida: se refiere al conjuntode condiciones necesarias, tanto desde elpunto de vista biofisiológico como social,que dan lugar a una vida autónoma y hu-mana, es decir, capaz de ejercer las fun-ciones propias del ser humano. En la va-loración de la calidad de vida de unapersona influyen tanto factores internoscomo externos. La ausencia de este ele-mento debe ser un estímulo para que elsistema y las instituciones den respuestaa estas necesidades.

Encarnizamiento terapéutico: es una ex-presión coloquial —popularizada por losmedios de comunicación en las lenguasrománicas— que traduce de manera par-cial, aunque expresiva, el termino másacadémico de distanasia, palabra de ori-gen griego que significa “muerte difícil oangustiada”. En el vocabulario ético seutiliza el término distanasia para indicarla utilización de tratamientos que no tie-nen más sentido que la prolongación dela vida biológica del paciente. Encarniza-miento no corresponde a la realidad, nihace justicia a los médicos ni tampoco se

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adapta a todos los casos de prolongacióndel proceso de morir, en los que el médi-co está implicado. Por todo esto, creemosque la expresión más adecuada es obstina-ción terapéutica.

Despenalizar: dar a una determinadaconducta, hasta aquel momento castigadapor el código penal, la categoría de actopermitido por la ley bajo determinadoscondicionantes y requisitos que de incum-plirse, ameritará igualmente ser castiga-do. Ordinariamente la despenalizaciónno incluye el reconocimiento de un dere-cho exigible por parte del ciudadano,aunque sí ejercitable, y tampoco corres-ponde a una conducta normalizada so-cialmente, sino excepcional.

Dolor y sufrimiento: el dolor es una ex-periencia corporal y mental subjetiva; adiferencia del sufrimiento, se manifiestacomo una experiencia extraña a uno mis-mo, adventicia e inasimilable, que a vecesdebemos soportar. El sufrimiento es unsentimiento que puede resultar provecho-so y bueno. Lleva una connotación de con-tención y elaboración del dolor. Lo queel paciente explica ha pasado por su ceda-zo intelectual, cultural, afectivo e imagi-nativo, y llega al profesional más o menospróximo a la realidad experimentada.

Legalizar: dar a una determinada con-ducta, hasta aquel momento castigadapor el código penal, la categoría de actopermitido por la ley, quedando fuera dela norma sancionadora a todos los efec-tos, sin condicionantes ni requisitos. Lalegalización requiere el reconocimientode un derecho exigible por parte del ciu-dadano, incluso ante los tribunales, y co-rresponde a una conducta normalizadasocialmente.

Limitación terapéutica: toda actuación odecisión del médico o equipo terapéuticode limitar, retirar o no iniciar una deter-minada medida de apoyo vital, entendien-do por tales aquellas que pretenden atra-sar el momento de la muerte, esté o nodirigida a la patología de base o al proce-

so biológico causal (reanimación cardio-pulmonar, ventilación mecánica, técnicasde circulación asistida, diálisis, marcapa-sos, oxigenación extracorpórea, tratamien-to farmacológico con drogas vasoactivas,antibióticos, diuréticos, cistostáticos, de-rivados sanguíneos, nutrición enteral yparenteral e hidratación).

Enfermedad terminal: presencia de unaafección incurable, progresiva y avanza-da, en situación de imposibilidad razona-ble de respuesta del paciente a un trata-miento específico, con presencia de nu-merosos problemas o síntomas intensos,múltiples, multifactoriales y cambiantes,con gran impacto emocional por partedel enfermo, la familia y el equipo tera-péutico, y con un pronóstico vital infe-rior a seis meses.

Medios proporcionados y desproporciona-dos: para formar un juicio correcto acercadel carácter proporcionado o despropor-cionado de un medio en un caso deter-minado, es preciso atender a diversos fac-tores y evaluarlos conjuntamente. El jui-cio conclusivo depende: 1) la razonableconfianza en el éxito, 2) el nivel de cali-dad humana en la vida conservada (so-bre todo de la conciencia y del marco delibertad eficaz), 3) el tiempo previsto desupervivencia 4) las molestias (del pa-ciente, los familiares, etc.) que acompa-ñarán el tratamiento y 5) el coste de laintervención o terapia en una perspecti-va individual, familiar o social.

Morir dignamente: esta expresión es am-bigua, ya que depende de los deseos decada persona e incluye, por tanto, un im-portante grado de subjetividad. Sin duda,hay un conjunto de elementos médicos,psicológicos, sociales y espirituales quepermiten objetivar este concepto. Morirdignamente es morir sin dolor físico nisufrimiento psíquico innecesario, cono-ciendo los datos relevantes sobre la pro-pia situación clínica, con facultades paratomar decisiones o que se respeten las vo-luntades expresadas previamente, arropa-

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do por un entorno acogedor y con la po-sibilidad de estar acompañado espiritual-mente, si se desea.

Por tanto, este concepto no puede aso-ciarse exclusivamente a eutanasia; se pue-de morir dignamente sin que se haya prac-ticado la eutanasia, y al contrario, se pue-de solicitar esta práctica y no morir dig-namente.

Padecimiento: palabra que engloba do-lor y sufrimiento, y que sirve para desig-nar toda clase de sensaciones anímicas ycorporales, emotivas y afectivas, provoca-das por la conciencia de alguna afección.

Suicidio asistido: conducta o actuaciónen la que la persona misma pone fin a suvida con la ayuda de otra que coopera conacciones que no son la causa directa dela muerte.

Tratamiento fútil: aquel tratamiento oacto médico cuya aplicación está desacon-sejada ya que es clínicamente ineficaz, nomejora el pronóstico, los síntomas, ni lasenfermedades intercurrentes del pacien-te; o bien, se clasifica como tal porque demanera previsible producirá perjuiciospersonales, familiares, económicos o so-ciales desproporcionados respecto del be-neficio que se espera.

Este documento ha sido trabajado y redactadopor el Instituto Borja de Bioética de la Uni-versitat Ramon Llull (Espulgues de Lobregat,enero de 2005), en una comisión integradapor:

Dr. Francesc Abel Fabre, presidente del IBB,académico numerario de la Reial Academiade Medicina de Catalunya; Profra. Ester Bus-quets Alibés, colaboradora y responsable de En-fermería del IBB, profesora asociada de Bioéti-ca de la Universitat de Vic; Dr. Juan A. Cama-cho Diaz, jefe de sección de Nefrología Infantily miembro del CEIC del Hospital Sant Joan deDéu (Esplugues), colaborador del IBB; Dr. Fco.José Cambra Lasaosa, médico adjunto de cuida-dos intensivos pediátricos del Hospital SantJoan de Déu (Esplugues), colaborador del IBB;

Profr. Xavier Cardona Igualen, profesor de la Es-cola Universitària d’Infermeria, Fisioteràpia iNutrició Blanquerna (URL); Dra. Victòria CusíSánchez, médico adjunto del Servicio de Anato-mía Patológica del Hospital Sant Joan de Déu(Esplugues), colaboradora del IBB; Dr. Antoni Ne-llo Figa, catedrático de Antropología de la Esco-la Universitària d’Infermeria, Fisioteràpia i Nu-trició Blanquerna (URL); Dr. Ignasi Salvat Ferrer,profesor emérito de Teología Moral de la Fa-cultad de Teología de Catalunya; Profra. NúriaTerribas i Sala, jurista, directora del IBB y de larevista Bioètica & Debat; Dr. Francesc TorralbaRoselló, profesor titular de la Facultat de Filoso-fía de la Universitat Ramon Llull, jefe Acadé-mico de la Cátedra Ramon Llull de la Funda-ció Blanquerna (URL), colaborador del IBB.

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Acequias es una revista interdisciplinaria que aparece cuatro veces al año, paralela alas estaciones: en primavera (marzo), verano (junio), otoño (septiembre) e invierno(diciembre); editada por la Vicerrectoría Educativa y dirigida, sobre todo, a la comu-nidad que integra la UIA Torreón.

Se llama Acequias porque es una palabra con la cual se identifica la atmósferaagrícola de La Laguna, porque remite a la feracidad del agua vertida en el desierto y,además, porque este vocablo sugiere, entre sus grafías interiores, las siglas de la UIA:acequias.

Su distribución es gratuita para los alumnos, empleados y profesores de la Uni-versidad.

Si eres alumno o ex alumno de cualquier programa académico, personal acadé-mico de tiempo o asignatura, personal administrativo o de servicio, miembro deasociaciones vinculadas con la Universidad o amigo de la UIA, Acequias te invita acolaborar con ensayos, artículos, entrevistas, crónicas, reseñas de libros, textos decreación literaria, dibujos, historietas o caricaturas. Tomando en cuenta la diver-sidad de lectores a la que está dirigida la revista, habrás de evitar el lenguaje muyespecializado, así como la excesiva acumulación de datos o referencias eruditos. Lostextos deberán estar escritos de manera clara, sencilla y bien estructurada. Te sugeri-mos considerar la fecha de salida del siguiente número al elegir tu tema.

La extensión de las colaboraciones es de dos a cuatro cuartillas a doble espacio:se recomienda que el tamaño de la letra fluctúe entre 12 y 14 puntos. Los colabo-radores deberán entregar el original impreso y su versión en disquete (que serádevuelto luego de copiar el archivo correspondiente).

Los textos deberán ir acompañados, en hoja por separado, de la siguiente infor-mación:

• Nombre del autor• Dirección y teléfono• Área de trabajo, estudio o relación con la UIA

• Brevísimas referencias curriculares• Autorización para agregar dirección electrónica en la ficha de autor

El Comité Editorial, sin conocer el nombre y procedencia del autor, determinarála inclusión de los materiales recibidos según criterios de calidad, oportunidad,extensión y cupo. Los artículos que así lo requieran, recibirán corrección de estilo.Debido a la gran cantidad de textos candidatos a publicarse el Comité Editorial noasume la tarea de dar a conocer sus dictámenes a los autores.

Los materiales propuestos para su publicación deberán ser entregados o envia-dos al Centro de Difusión Editorial de la UIA Torreón. También pueden entregarsedirectamente al editor o enviarse a la dirección electrónica

[email protected]

La fecha de cierre del número 33 de Acequias será el 10 de agosto de 2005

Invitación a colaborar