Confluencia Elemental - Aaron Mel

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  • Aaron MelConfluencia elemental

    Saga Confluencia elemental, parte 1.

  • Ttulo original: Confluencia elementalAaron MelFecha publicacin: 30-03-13Uso simultneo de dispositivos: SinlmiteEditor: Aaron Mel; Edicin: 2 (28 deagosto del 2013)Idioma: Espaol

    Confluencia elementalLicencia: SafeCreative

    Cdigo: 1304184966909Todos los derechos reservados.

  • Nunca es demasiado tarde para ser lo que deberashaber sido.

    George Elliot.

  • Anexo: Captulos Confluencia elemental. Libro 1.

    1. Luces y sombras.2. Las entraas de Zale.3. La partida.4. Floracin.5. Destellos.6. El reflejo perfecto.7. Exteriorizar el interior.8. Poderes desatados.9. Fuego arcano.10. Lazos elementales.11. La nieve.12. Espina silenciosa.13. Sexto elemento.14. El rayo que atraviesa la nube.15. Comienzo y final.

  • CAPTULO 1: Luces y sombras. Sentado sobre la arena, not de reojo como la vieja

    caa de mi madre se retorca violentamente unos metrosms all. Pretenda ignorarla. Al fin y al cabo pescar no erams que una excusa para disfrutar del paisaje y latemperatura que la calurosa playa de Zale me ofreca.

    Intent saborear la ligera brisa, mi nica proteccincontra la infernal irradiacin del sol en verano, pero la caasegua enloquecida bajo un convulso baile desupervivencia.

    Al final me levant irritado y puse fin a la batalla deaquella criatura. Tir del hilo y un pez diminuto de un colorplido y olvidable surgi del agua. Volvi a ella igual derpido, ni siquiera mi madre podra cocinar aquello.

    Cuando me dispuse a sentarme de nuevo en la orilla,donde las olas abrazaban la arena, una voz aguda invadila playa desde las alturas, perturbando mi paz:

  • Ethan? Me rindo. He dejado tu plato de comidasobre la ventana. Ya sabes cario, ese que he estadococinando durante DOS horas. Si no pasas a por l rpido,algn animal del bosque lo har por ti.

    El tono de Alice, mi madre, haba pasado de inocenteadvertencia a verdadera amenaza en aquel tercerllamamiento, as que acced a regaadientes. Odiabaaquellos das en los que mi caracterstico mal humorconsegua dominar mi estpida cabeza y convertir enmolesto cada pequeo detalle de mi vida.

    Tras recoger mis escasas pertenencias, respir hondomientras cruzaba la playa y ascenda a travs de lapendiente hasta nuestra pequea casa de madera,asentada en lo alto de un acantilado. Nuestro hogar no erauno de los ms ostentosos de Zale, pero las vistas y latranquilidad de las que disfrutbamos no se podanencontrar en ningn otro lugar.

    Qu poda decir? La vida en aquel montn de tierraen mitad del ocano era extremadamente pacfica ymontona a la vez. Nuestro pueblo principal, Zale, estabaformado por unos mil habitantes, asentadosmayoritariamente en la costa norte de la isla. Alice y yo

  • ramos de los pocos habitantes que vivamos alejados delncleo por decisin propia.

    Mientras yo me dispona a entrar, mi madre sala porla puerta camino al pueblo, donde trabajaba comosecretaria en el ayuntamiento. Se acerc hacia m, enposicin de ataque:

    No es necesartrat de explicar.Pero no, no me libr de su habitual y tortuoso beso de

    despedida.Volver al anochecer, pequeo cascarrabias

    anunci en tono carioso. Confo en que sabrs cuidarde ti mismo hasta entonces.

    Y tras la gran confianza depositada, desapareci por lapuerta.

    S, describir a una madre era una de las cosas mssubjetivas que un hijo poda hacer, pero yo estabaconvencido de que la ma era lo ms prximo a la madreperfecta.

    Era delgada, estatura media, de piel plida, con unalarga melena oscura y ondulada que caa sobre sushombros. Rasgos fsicos que salvo la longitud del cabellosiempre tuve cierto odio a las melenas masculinas

  • comparta conmigo.Sin embargo, nuestros caracteres eran ms bien

    opuestos, aunque complementarios: Como buenasecretaria, ella era ms alegre, trabajadora y sociable. Yodesde luego no era conocido por mi desparpajo o midesbordante alegra. Posiblemente ser un amante de lasoledad no estaba bien visto en el pueblo de Zale, y sabaque circulaban ciertos rumores sobre m. Bicho raro omarginado eran algunos de ellosAl fin y al cabo, mealegraba que aquellos fueran los nicos rumores.

    Y es que la homosexualidad en una poblacin comoaquella era algo difcil de llevar, no tanto si lo mantenasen secreto. Acostumbrados a la aparente mayoraheterosexual estadstica, la idea para los habitantes erasencillamente inconcebible.

    Durante aos me pregunt si aquello era algo que solome afectaba a m, algo pasajero que con el tiemporemitira y me permitira llevar una vida como el resto. Laignorancia y la desinformacin casi fueron mi perdicin.Pero con el tiempo, algunos casos fueron saliendo a la luz,la mayora aventuras pasajeras fruto de la represin, carnede cotilleo maligno y barato. No era el nico. Por eso

  • adopt la postura ms fcil, fingir la norma. Para el restodel pueblo yo era el hijo introvertido y aburrido de lasecretaria. Qu mal poda hacerme aquello?

    No me resultaba duro, pues ms all de lo fsico, lostemas amorosos no haban entrado nunca dentro de misprioridades. Me haba resignado a pensar que la felicidadera un camino al que uno poda llegar sin necesidad deencontrar el amor. Y como muchas veces ni yo mismocrea aquella mentira, tena das mejores, y das peores.

    Estaba dispuesto a hacer de aquel uno de mis dasmejores, sin lugar a dudas.

    Tras acabar de comer un plato demasiado fro, medirig a mi habitacin, donde me desparram sobre lacama mientras sostena uno de los viejos libros sobre lahistoria de Zale que mi madre haba conseguido paraevitar que su hijo se marchitara y muriera de aburrimientocrnico.

    A pesar de que vivir en ella resultara montono, lahistoria detrs de la isla era sorprendentemente intensa.Cmo no iba uno a querer saber por qu haba sidocondenado a vivir toda su vida dentro de una burbujamgica gigante?

  • A mis veinte aos haba terminado los estudiosbsicos haca ya dos. Recordaba con ternura aquellosaos, quizs porque entonces me permita el lujo de tejersueos que llevaban a mi yo del futuro muy lejos de laisla, en busca de tierras inexploradas y aventuraslegendarias.

    En aquella poca me levantaba al son de cadaamanecer, deseando ir a la escuela y aprender la parte dela historia que los maestros podan contarnos. Aprender dela isla, del ocano, y especialmente del exterior.

    Pero pronto la escuela no fue suficiente para satisfacermis voraces deseos. Incluso los maestros tuvieron quellamar la atencin a mi madre; "demasiadas preguntas",decan. Por ello tuve que recurrir a la escasa literatura queel pueblo ofreca.

    Haba ledo ya un par de veces el ejemplar quesostena, aunque era un libro tan viejo, denso y completoque el repaso era un proceso necesario si uno queraretener correctamente toda la informacin. Adems, no ibaa ponerme a pescar de nuevo.

    Los primeros captulos hablaban no solo de Zale, sinode la historia del mundo en general. Antiguamente, el

  • mximo poder al que cualquier civilizacin poda aspirar lootorgaba una extraa y dorada sustancia por la cual losgrandes imperios llevaban a cabo verdaderas atrocidades:El man.

    Correctamente manipulado, serva como fuente depuro poder, puesto que con l se poda desde manipularlos elementos a voluntad (fuego, agua, tierra, viento, luz yoscuridad) hasta crear materia de la nada. Mis inocentesprofesores se haban encargado, (y se seguanencargando en las sucesivas generaciones) de dar aconocer lo oscuro y perjudicial que resultaba para todos lasustancia prohibida.

    Tal y como relataba captulo a captulo, en lossucesivos aos, la lucha por acaparar el mximo manposible lleg a sembrar tal devastacin que dej el planetaal borde del colapso. Sin embargo, y por motivos que sedesconocen, en el ltimo momento se produjo la cada deEnaria, el imperio ms poderoso del planeta en aquelentonces, y con l, la mayor parte del man se extinguicompleta y misteriosamente.

    Poco a poco la paz se instaur entre la flageladapoblacin sobrante, y los imperios se reestructuraron en

  • tres:Arcania, en el continente sur, fue el nombre del nuevo

    imperio surgido de lo que qued en pie del viejo granimperio de Enaria. El estilo de vida de este reinodestacaba por ser afn a las costumbres ms tradicionales,casi medievales. As pues, Arcania instaba a sushabitantes a utilizar un candelabro antes que una bombillaelctrica, un carro antes que un vehculo propulsado, o unaespada antes que un arma de fuego. Para ellos, la vatradicional era la nica que permita el verdaderodesarrollo.

    Varios pequeos pueblos formaron Titania, el segundogran imperio, en el helado continente norte. El estilo devida de este nuevo reino era radicalmente opuesto, con ungran fervor por la tecnologa y la energa elctrica quetanto escaseaban en nuestra isla.

    Y por ltimo el imperio de Kravia, tambin en elcontinente norte, pero alejado al oeste de Titania. El librono recoga ms informacin sobre este misterioso pueblo.

    Tal parece, siempre segn los escritos, que loshabitantes de aquel viejo mundo vivieron un periodo depaz que se prolong durante varias dcadas. Tiempos

  • desconocidos que permitieron el desarrollo y crecimientode las tres civilizaciones.

    As fue hasta hace alrededor de veinte aos.Uno de los nuevos Imperios, Titania, consigui un

    desarrollo exponencial gracias a la explotacin de su formade vida: La tecnologa. El libro ilustraba entonces grandestanques y otras mquinas de guerra tan asombrosascomo mortferas.

    Con un nuevo arsenal mecnico, pronto las ansias deTitania le llevaron a querer extenderse por el globo, con osin la colaboracin del resto de la humanidad. Tras la cadadel imperio ms dbil de los tres, Kravia, pronto Arcania sevio obligada a luchar por la supervivencia, de forma queuna nueva guerra puso fin al corto perodo de paz.

    As fue como ante el desolador futuro que estaba porllegar, un grupo de personas procedentes del imperioarcano tuvo la genial idea de exiliarse con el fin de huir dela masacre que estaba por llegar. Para crear su pequeautopa, emigraron hacia una recndita isla en mitad delocano Mayor, la isla de Zale.

    Y ese era el origen de los primeros habitantes denuestra querida isla. Zale contaba con varias ilustraciones

  • a lo largo de los restantes captulos, debido a su nadacorriente paisaje. Y es que a pesar del pequeo dimetrode tierra que representaba, un gigantesco e imponenterbol la ocupaba casi por completo. Su altura era mayor ala anchura de la isla, y las grandes races que lo formabanse extendan e invadan la tierra sin contencin alguna.Algunas incluso se adentraban hacia el ocano,desafiantes.

    Tal y como explicaba el libro en los sucesivoscaptulos, la eleccin de nuestra isla no era ningn casual:El impulsor de esta migracin, un cientfico llamadoRemmus, haba descubierto por casualidad en uno de susviajes que a travs de las races del rbol se poda extraerla sustancia prohibida. La misma que casi consumi almundo una vez, el man.

    El descubrimiento supona un tremendo dilema en elcontexto de una guerra, pues cuando cualquiera de los dosimperios fuera consciente de la presencia de man, nodudara en utilizarlo para exterminar a sus adversarios yafianzar su poder.

    Sabiendo el peligro que supona una fuente de podertan grande, aquel grupo de personas procedentes de

  • Arcania decidi emigrar a la isla para comenzar una nuevay solitaria vida, resolviendo a la vez dos problemas: Poruna parte, vivir alejados del conflicto blico, y por otra,proteger el enorme poder del rbol evitando que cayera enmanos equivocadas.

    Y cmo podran salvaguardar la isla de los peligrosque estaban por llegar? Resultaba un lugar fcilmentefranqueable desde el ocano, los hogareos no iban adisponer de ningn tipo de recurso militar, y ante el mssencillo de los ataques la isla entera sucumbira.

    Crear una defensa perfecta, aquella fue la solucin. Elnuevo pueblo de Zale decidi que cada mes se extrajerauna pequea parte del man de las races del rbol paracrear y mantener una barrera cintica que los aislara delresto del mundo. Nuestra particular y frrea burbuja.Desde aquel momento la prioridad de sus habitantessiempre se deba basar en mantener la barrera, y con ellala integridad del man.

    Y hasta aqu la versin oficial y resumida del libro. Mispadres fueron dos de aquellos jvenes que buscaroncomenzar una nueva vida alejados de la guerra. No s sipecaron de inocentes o si fueron engaados, pero la

  • promesa de un nuevo mundo repleto de armona, paz yamor pronto se difumin y los problemas no tardaron enllegar.

    El primer problema, y ms obvio, surgi cuando trasagotar las reservas iniciales, los habitantes se vieronobligados a sobrevivir en unas condiciones a las que noestaban acostumbrados, donde el alimento escaseaba. Laprosperidad nunca lleg a cuajar, avanzar sin apenastecnologa result ms complicado de lo que se habaprevisto. Y por si fuera poco, el nuevo alcalde, Remmus,impuso severas leyes, por lo que el uso del man estabatotalmente restringido incluso para la propia supervivencia.Gracias al trabajo de mi madre como secretaria en elayuntamiento, poda decir que la escasez nunca habasido un problema para nosotros.

    Y aunque el aislamiento con el resto del mundotambin era de lo ms estricto, una vez al ao nuestroalcalde y un selecto grupo de personas viajaban al exteriorpara recaudar tanto informacin como recursos:Armamento, equipos tecnolgicos especiales, e inclusoalimentos, ropaje y caprichos especiales que siempreacababan en los hogares ms enriquecidos de Zale.

  • El segundo punto oscuro que yo vea, este de carcterms personal, era el uso racional del man. Resultabairnico que a pesar de tener un poder capaz de hacercrecer huertos kilomtricos y apaciguar el hambre en Zale,utilizarlo para tal fin poda suponer la expulsin permanentede la isla. Quin nos garantizaba que un da losresponsables del man no entraran en clera y nosconvirtiera a todos en ovejas? Dicho poder recaa enRemmus, el alcalde y fundador de Zale, al que todo elpueblo adoraba cual lder de una secta ecolgica con supropaganda de un mundo mejor.

    Y a pesar de que los dos anteriores puntos eranconflictivos, no eran nada en comparacin con elverdadero agravio de Zale: El coste de mantener labarrera.

    Cuando los primeros habitantes confirmaron queefectivamente la sustancia extrada de las races eraman, comenz la construccin de profundasexcavaciones subterrneas, puesto que la mayora delrbol enraizaba bajo tierra. Detestaban el man, perosaban que invocar una barrera era la nica forma demantenerlo a salvo de cualquier atacante. As que la

  • extraccin comenz.Al principio con notable xito, pues era un trabajo bien

    pagado, y no demasiado complejo. Sin embargo, loshabitantes de las minas desconocan a lo que se estabanenfrentando, precio que no tardaron en pagar.

    Tras varios meses de trabajo ininterrumpido, algunosde los mineros empezaron a caer enfermos, con una seriede sntomas muy parecidos. Poco a poco sus msculosse debilitaban, sus arrugas se acentuaban, los rostrosenvejecan, hasta que la mayora, consumidos ydebilitados, acababan muriendo ante cualquier resfriado oenfermedad banal.

    Mi padre, Seth Galian, fue uno de los primeroshabitantes en trabajar en la mina y muri a los pocosmeses de mi nacimiento. Ni siquiera lo conoc, como eslgico, por eso nunca sent demasiado su falta.

    Segn tena entendido, fue uno de los casos msgraves, puesto que su salud empeor muy rpidamente.Mi madre se sumi en una gran depresin al pensar queno podra sacarme adelante, pero Remmus, que era buenamigo de mi padre, le ofreci el puesto de secretaria. Y asse gan su gratitud de por vida.

  • En pocos meses la alcalda no pudo ocultar ms larelacin entre el contacto con el man y la toxicidad. Elpueblo empez a desconfiar del milagro de la sustancia,pero trabajar en la mina era obligatorio a partir de losdieciocho aos tanto para hombres como para mujeres. Amenos, claro est, que se pagaran unas tasas monetariasque te eximan del trabajo, impuesto que tanto yo comomi madre pagbamos.

    No hubo ninguna revuelta, puesto que trabajar en lamina supona un sueldo para las familias. La eleccin eramorir por aquella enfermedad en aos, o morir de hambreen das.

    As pues, aunque mi rutina en la isla era ms bienescasa la historia de la isla era un relato que me fascinaba.Para el pueblo el tema era prcticamente tab, comometer el dedo en la llaga; alguna tarde haba intentadohablar con algunos ancianos que aun debilitados,consiguieron sobrevivir a las minas, y no me dieron msque negativas o malas caras, tratando de disuadirme.

    En cierto modo era comprensible, pues la eleccin delpueblo habra tenido que ser ms dura de lo que yo podaimaginar: Seguramente morir dentro de la barrera en paz

  • era mejor opcin que hacerlo fuera a causa de lasatrocidades de la guerra. Al fin y al cabo, todos tenan laesperanza de reunir algn da el dinero necesario paradejar de trabajar en las minas pagando el impuesto. Laesperanza era lo nico a lo que se podan aferrar.

    Tras terminar de repasar el libro y dormir un rato bajoel embrujo de las olas rompiendo contra el acantilado, salde casa y me adentr en el desgastado sendero queconduca hasta el pueblo, un camino que rodeaba toda lacosta.

    Mientras andaba observ a lo lejos el denso bosqueque proliferaba en el interior de la isla, sobre la base delgran rbol. Tras atravesarlo uno poda llegar hasta lasminas de man, cuya entrada como era obvio estabaterminantemente prohibida para todas aquellas personasajenas a la extraccin o administracin del lugar.

    A menos, como no, que se tratara de una excursinprogramada y consentida: El maldito ayuntamientoorganizaba cada ao un viaje escolar obligatorio en el quelos nios aprendan que trabajar en la mina no era tanmalo despus de todo, subrayando que los beneficiossuperaban a los perjuicios, y que en el fondo aquello era

  • un gesto de sacrificio, valenta, y bla bla bla. Ese habasido mi nico y fugaz contacto con las minas.

    Aquel era uno de esos das en los que el cielo estabaabsolutamente despejado, cosa que me permita, si mefijaba bien, diferenciar las pequeas ondas y distorsionesque la gran barrera cintica formaba. Segn los msentendidos, el aire y el agua podan atravesarla, perorechazaba cualquier ente fsico que intentara hacerlo tantopor fuera, como por dentro. Protegidos, y encarcelados afin de cuentas.

    Por eso algunos das, mientras miraba el horizonte, nopoda evitar pensar en cmo sera vivir en el exterior, sinesa sensacin de pasar todos los das de tu vidaencerrado en una gran prisin. Era egosta, eso lo sababien. A veces trataba de convencerme de que aquellossentimientos no eran ms que el fruto de mi inocente eignorante juventud.

    Como ya era costumbre, mi madre probablementetrabajara hasta bien entrada la noche, momento para elque faltaban an demasiadas horas. Tena la tarde enterapara visitar a Noa.

    ltima hija de una familia compuesta por tres

  • hermanas mayores, se poda decir que Noa Aravera era lanica persona en la que confiaba en Zale, a parte de mimadre. Habamos compartido clase durante toda lainfancia, pero nuestra relacin nunca haba pasado de unfro saludo si coincidamos por la calle, poco ms.

    Cuando tuve la edad suficiente y Alice me cont comomi padre haba fallecido a causa de la enfermedad delman, mi inters por Noa creci malvada einteresadamente. El padre de sta era uno de losencargados jefes de la seguridad de las minas, as queempec a forzar conversaciones con ella, con el fin deobtener algo de informacin sobre la enfermedad, ocualquier cosa desconocida sobre las minas que la chicapudiera saber. Y aunque lo intent, result en vano.

    Por su apariencia, Noa daba la impresin de ser unachica tmida y frgil, tpica hija mimada de una familiaenriquecida. Su cabello era de un rubio liso, perfecto y supiel, plida.

    Y si as lo pretenda, poda hacerse pasar por todauna seorita de la nobleza, o la niita ms tonta delpueblo. Pero la realidad era bien distinta: en el fondodetestaba la monotona de la isla tanto como yo, era muy

  • curiosa, siempre en busca de cualquier actividad capaz deromper la rutina y las cadenas que su familia trataba deimponerle. As pues, lo que al principio comenz como unarelacin interesada pronto se transform en una verdaderaamistad.

    Para mi Noa era algo ms que una confesora, era lanica persona en la isla que saba que perteneca a eseotro bando (el oscuro). Nuestra relacin se intensificmucho en la adolescencia, y pronto ella se me declar.Cuando intent explicarle que no senta lo mismo conpalabras que no me crea ni yo mismo, lo dijo: Eres gay.No era una pregunta, ms bien una afirmacin queobviamente no pude rebatir por pura vergenza.

    Fue entonces cuando descubr que para algunaspersonas aquello careca de importancia. Aunque solo erala excepcin de la norma. No habra habido insultos niagresiones, pero si el resto de mis amistades hubieranconocido a mi verdadero yo, no hubieran hecho ms quesentir lstima por mi complicada condicin. Preferaahorrarme dolores de cabeza por gente que no mereca miatencin.

    Tambin ramos compatibles en otras esferas.

  • Probablemente por ser la hija del jefe de seguridad,comparta conmigo toda la curiosidad entorno al man.Incluso a ella le resultaba extrao que viviendo de ello,conociramos tan poco de la prohibida sustancia. Si con elresto del pueblo el tema era tab, en su casa lo era anms.

    Y pese a todo, la mayor preocupacin de la familiaAravera no era que tratramos de meternos donde no nosllamaban o quebrantramos un par de leyes, no. A ellos loque les molestaba de verdad era que su perfecta hijapequea pasara tanto tiempo con un chico de dudosareputacin como yo. Les aterraba que en el fondomantuviramos una trrida e intensa relacin amorosa.

    En resumen, como las hermanas no tenan muchoque hacer en aquella isla y en el fondo se sentan tanvacas y aburridas como yo, hacan lo nico que an noestaba prohibido en la isla; utilizar la imaginacin.

    El camino hasta el pueblo era como la vida en Zale;llano. Quizs no haba seleccionado acertadamente mivestimenta, pues mi camisa de tela, aun desbotonada,comenzaba a provocarme sudores.

    Ey, Ethan! Cmo va? me asalt la voz de

  • Ulyses desde el campo contiguo al camino.Mientras se protega la cara con una mano para evitar

    las rfagas de sol, con la otra sostena una pesadaherramienta de trabajo que no supe identificar. Alrededorde su hombro llevaba enrollada una maltrecha camisablanca, de forma que su torso desnudo, aun mezclado consudor y tierra, reluca excesivamente.

    A pesar de tener la misma edad que yo, Ulysesaparentaba ya ser todo un hombre. Ello se debafundamentalmente al tremendo esfuerzo fsico quesupona su trabajo en el campo.

    Procur no apartar la vista de sus ojos marrones, ysimul algo de desinters en la conversacin.

    Supongo que bien, aunque con estas temperaturasno s si llegare hasta el pueblo. Cmo est tu familia?

    Y as, nos entretuvimos unos minutos ms hablandode banalidades que no eran ms que producto de lacortesa, al menos por mi parte. Ulyses era un buen chico,no muy inteligente, aunque noble y bastante atractivo. Aseran el ochenta por ciento de los jvenes de mi edad enZale. Y con una frialdad encomiable, yo saba que no iba atener nada con ninguno de ellos. Lo que fuera con tal de

  • no levantar una ola de odio.Tras unos minutos de caminata en los que me

    entretuve maldiciendo el calor, el aglomerado de casas sealz sobre el horizonte tan apagado como de costumbre.

    Formado por un centenar de hogares desordenados,Zale tambin se encontraba junto a la costa, puesto quejunto a la agricultura, la pesca era fundamental parasubsistir.

    En las despobladas calles, la pobreza era la granprotagonista. A pesar de tener trabajo asegurado en lasminas, el sueldo resultaba irrisorio si se pretendamantener una familia, y muchos nios se dedicaban amendigar hasta cumplir los dieciocho. Robar no era lohabitual, puesto que cualquier delito supona una rebaja delsueldo en la familia del infante implicado, as que lapobreza se mantena en cierto orden.

    La casa de los Aravera destacaba ya desde ladistancia, pintada de un color amarillo muy plido. Era unade las contadas estructuras de piedra, situada en lasafueras de Zale. El sueldo de su padre les permita no solovivir cmodamente, tambin contratar los servicios dealgunas personas que trabajaban para ellos en tareas

  • menores.Atraves el acaramelado e innecesario jardn de flores

    que rodeaba a todo el complejo, y llegu hasta la puerta. Tras tocar varias veces, fue el mayordomo quien

    atendi la llamada:Seor Galian, buenos das. Informar de su

    presencia a la seorita de inmediato.Sin contar a Noa, el mayordomo era el nico en esa

    casa que no me detestaba. Mayordomo era una palabraridcula que la familia utilizaba para referirse a l. Como siyo llamara secretaria a mi madre en vez de por sunombre. U obesa-acomodada a cualquiera de las treshermanas de mi amiga. Seguro que eso no les gustara.

    Se llamaba Luciano, y con el sueldo por los serviciosmantena a su mujer e hijo a duras penas, aunquesiempre se esforzaba por agradar a todo el mundo y dabagracias por no trabajar en las minas. Me caa bien, porquese vea honrado, y muy paciente con la familia, pobreLuciano!

    La nica pega era que siempre me llamaba por elapellido de mi padre, Galian, algo que me haca sentirincmodo.

  • Esper durante varios minutos como de costumbretras el impresionante portn blanco. Dos, tres, cincominutos

    Pronto se hizo evidente que algo no andaba bien.Desde el exterior poda or un jaleo poco comn dentro dela casa, acostumbrada al orden y al silencio estricto. Variaspersonas gritaban, entre tanto jaleo no lograba entenderclaramente la conversacin. Minas y man fueron dospalabras que me cre escuchar, lo cual no era un buenpresagio.

    Al instante la figura de una mujer redondeada, rubia yde baja estatura se asom por la muerta. Como siempre,con los labios exageradamente pintados de un color rojointenso nada favorecedor. Pintalabios, uno de los mltiples(y completamente innecesarios) caprichos que los Araveraconseguan del exterior en los viajes anuales.

    Era Patricia, la tercera de las cuatro hermanas, la mspequea sin contar a Noa. Patricia tena un carcterirritable y mi presencia le desagradaba profundamente,aunque por cortesa siempre intentaba disimularlo. Aquellavez no fue as:

    Este no es un buen momento para una de tus

  • visitas, engendro me ladr asomada a la puerta,esperando que la frase fuera suficiente para ahuyentarme.

    La palabra engendro reson en mi mentepero no ibaa darle razones para odiarme.

    Pese a todo, aquel adjetivo no era propio de ella. Surostro pareca cansado, estaba exageradamente nerviosa.Cuando se dispuso a cerrar la puerta, interpusebruscamente el pie:

    Djame al menos hablar con Noa exig.Entonces comprend que no eran gritos lo que oa

    desde el interior, eran sollozos de una mujer, seguramentede Adela, la madre de Noa.

    Te he dicho que este no es un buen momNo era una pregunta, Patricia.Mi sequedad sorprendi a la hermana, pero me

    estaba impacientando. Se qued paralizada unossegundos y se retir hacia el interior de la casa con elrostro hundido. Quizs me haba excedido? En el fondosaba que era una pobre chica con baja autoestima, queera lo que se deca siempre en aquellos casos.

    Pocos segundos despus, Noa apareca tmidamentepor la puerta:

  • EthanSalgo en un momento, demos un paseo porla playa, no aguantar estar encerrada ms tiempo coment en voz baja.

    Noa no estaba muy diferente a lo que acostumbraba,solo un poco ms seria de lo habitual. Sin embargo, yosaba que era casi tan buena como yo escondiendo susemociones.

    Aguard de nuevo hasta que nos reencontramos ysalimos de la casa. Caminamos durante un rato por laarena de la costa este, donde a aquellas horas la brisacorra a sus anchas entre la arena.

    Aquella playa era menos extensa que la contigua a micasa, aunque igual de acogedora.

    Introducir temas de este tipo no era mi especialidad,pero la madre de Noa no era de las que lloraba porcualquier cosa.

    Va todo bien? pregunt al fin. Ella miraba alhorizonte mientras pasebamos, distrada. Sabes quepuedes contarme lo que sea.

    Va todobien. Espero que as sea espetforzando una artificial sonrisa. Es mi padre, lleva variosdas en las minas y no sabemos nada de l. Ha pasado

  • antes, pero nunca ms de tres das seguidos. Ninguno delos trabajadores dice haberlo visto, no sabemos nada finalmente me mir a los ojos, preocupada.

    Es normal que ante cualquier imprevisto tenga quepermanecer all ms tiempo, al fin y al cabo es el jefe deseguridad.

    Nadielo ha visto en todo este tiempo como no,mis palabras de consuelo no surtan efecto. Ademsayer fue el aniversario de mi madre y l prometi queestara. No s qu pensar...ya sabes que en mi casa sonlos reyes del melodrama. Me iba a estallar la cabeza encualquier momento, mi hermana Patricia ha descrito yaunas veinte posibles causas de muerte en las minas.

    Ahora no podemos hacer mucho, pero te puedoasegurar que cualquier incidente importante en las minaspasa por el alcalde, y al mismo tiempo por mi madre. Sihubiera habido algn problema, ella lo sabra.

    A pesar de intentar demostrar lo contrario, tambin mepareca extraa la ausencia del seor Aravera. La familiade Noa era bastante tradicional, y los aniversarios eranuna especie de rito que celebraban todos juntos casi porobligacin.

  • La templada temperatura de la tarde hizo el paseo porla playa algo ms agradable, aunque la incomodidad fuecreciendo a medida que mis intentos de apoyo no dabanresultado.

    Cuando faltaba menos de una hora para la puesta desol, decidimos volver. Entrada la noche tendra tiempo depreguntarle a mi madre si verdaderamente haba ocurridoalgo en la mina.

    Caminamos un rato, ya ms relajadoshasta quevisualizamos a lo lejos la casa de Noa. Contuvimos elaliento, atnitos.

    Una decena de hombres, algunos armados, serepartan por las inmediaciones a toda prisa. Pudediferenciar desde la lejana la figura del alcalde entrando alhogar, junto a una mujer de pelo oscuro y ondulado; mimadre. Pareca que el asunto finalmente era serio,hombres armados y el alcalde no eran nunca buenasnoticias.

    Cuando me gir para intentar suavizar la noticia, eratarde. Noa llevaba un rato corriendo muy exaltada y ensolitario hacia la casa.

    La segu lo ms rpido que pude, aunque cuando la

  • alcanc en la puerta, dos guardas impasibles -queparecan dos gorilas- nos bloquearon el paso al interior dela casa.

    Dejadme entrar!! Mam! Qu ha pasado!? gritaba Noa en alto hacia dentro de la casa, mientras unode los dos guardas se abalanzaba sobre ella en la puerta.

    Pero el jaleo all dentro era importante, ni siquieraRemmus o mi madre nos iban a escuchar.

    Est usted emparentada con la familia Aravera?Le debo pedir entonces que me acompae al interior de lacasa el guarda agarr violentamente a Noa por una delas muecas, con el rostro impasible. Su padre se havisto implicado en un delito por manipulacin fraudulentade man, todos los familiares sern investigados durantelos prximos das, como sabr, la utilizacin fraudulenta deman

    Sulteme!! Mi padre jams hara algo as! lafigura de Noa se retorca ante las garras del guarda, queintentaban atraparla y llevarla al interior.

    Justo cuando me iba a decidir entre calmar a Noa oayudarla a escapar, lo ms extrao sucedi: Su delicadafigura desapareci sbitamente frente a mis ojos, sin ms.

  • La escena se volvi ridculamente confusa: El matnsegua agarrando con sus manos algo, pero algo invisible.A los ojos de ambos, all no haba nada. Tras vacilar unmomento, el guarda recibi un golpe en la parte ms dbilde cualquier hombre y abri la palma de la mano.

    El cuerpo de Noa volvi a hacerse visible a mi lado,mientras yo an permaneca en shock. Aquello no eranada bueno.

    Me agarr del brazo y entre gritos comenzamos acorrer hacia el frondoso bosque interior de la isla,alejndonos de la casa. Comprend rpido el porqu:Antes de poder darme cuenta, el guarda ya se habalevantado y alertado a tres matones ms, que corranhacia nosotros a toda prisa.

    Mantenamos cierta ventaja, pero mis pasos no eranfirmes. No estaba completamente decidido a huir. Escaparpoda empeorar mucho las cosas, debamos ser cautos.

    Qu debamos hacer? Ya habamos dejado atrs lazona residencial y nos disponamos a entrar en laprofundidad del bosque. Pronto no habra vuelta atrs.

    Noa, escchame, tal vez sea mejor que volvamos ala casa y resolvamos esto con una larga conversacin,

  • seguro que se trata de un malenten el ruido sordo deun disparo en la lejana me dej absolutamente petrificado.

    Aquello no poda ser un malentendido, era algo graveque necesitaba de armas de fuego. La inyeccin deadrenalina consigui recuperarme y ambos aceleramosnuestros pasos ya dentro del bosque, dondeprobablemente no podran seguir nuestro ritmo.

    No quera pensar las consecuencias de nuestrapequea insurreccin, porque si lo haca, probablementeno iba a ser capaz de mover un solo msculo. Las leyesde Zale, la severidad de Remmusme aterraba la idea dereflexionar un instante y asimilar lo que aquelloverdaderamente supona: El comienzo del fin.

  • Captulo 2: Las entraas de Zale. Sumergidos en el bosque, corramos a toda velocidad

    por un tramo que conocamos bien gracias a nuestrasnumerosas excursiones. Esquivbamos rboles yarbustos que con suerte entorpeceran a los guardas y nosdaran algo de ventaja.

    En todo momento, y aunque resultara engorroso a lahora de movernos, Noa segua sujetando con fuerza mimano. O yo la suya. Fuera lo que fuera, necesitbamossaber que nos tenamos el uno al otro.

    A los pocos minutos, entr en una especie de trance alponerme a pensar en las repercusiones de todo aquello.Ya no saba ni donde estaba, ni a donde nos dirigamos,aunque ese era el menor de nuestros problemas enaquellos momentos.

    Los guardas haban disparado contra nosotros. Los

  • guardas, al servicio del alcalde, haban intentado acabarcon nosotros En qu clase de asuntos se haba metido lafamilia Aravera?

    Llegamos hasta un viejo tronco donde Noa par enseco para recuperarse, al dejar de or los pasos de losguardas. El deporte nunca haba sido lo suyo. Apoy susmanos sobre las rodillas, con el rostro agachado,intentando recuperar algo de energa.

    EthEthan, est bien, a partir de aqu puedocontinuar yo sola balbuce.

    Acostumbrado a verla con trajes impolutos, mi amigarealmente asustaba. Luca un vestido desgarrado y elmaquillaje que cada maana le aplicaba su madre condelicadeza, se difuminaba a travs del recorrido de laslgrimas.

    Continuar sola!? Has perdido la cabeza! Estsmetida en un buen lo deb alzar ms de la cuenta eltono de voz, pues al acabar la frase su rostro mostrabauna extraa mezcla de sorpresa y temor.

    Vete a casa, yonecesito hablar con mi padre.Antes de queBluvert...

    Bluvert. Al principio no capt el mensaje, pero luego

  • record a quien se refera con ese nombre, o mejor dicho,a qu.

    Habra sido hace dos o tres aos, el viejo Bluvert erauno de los guardas de las minas, bastante querido portodo el pueblo. En apenas unas horas, Bluvert haba sidoacusado de manipulacin fraudulenta de man, y sinningn juicio ni investigacin, separado y exiliado de sufamilia, que ni siquiera pudo despedirse de l.

    Sin los recursos econmicos a los que estabaacostumbrada, su mujer se suicid poco despus de unaforma horrible. Y es que aunque Remmus, el alcalde,gozaba de notable simpata, cuando su lado ms severosala a la luz nadie en el pueblo se atreva a llevarle lacontraria, as que el caso qued enquistado en la memoriade todos.

    Mi padre es incapaz, incapaz de cometer un delitoas. Si no hablo con l ahorase lo llevarn. Lo tendrnencerrado en la mina, l me cont que cualquiersospechoso es trasladado all. Debo entrar, no puede sertan difcil.

    Entrar a la mina sin consentimiento esprcticamente el mismo delito que manipular man

  • Quieres que te detengan tambin? O algo peor? Losguardas nos han disparado! En la mina la vigilancia escinco veces mayor. Debe haber alguna forma de poderresolver estoporque se trata de un malentendido no?pregunt de forma cauta.

    Lo haba dejado caer suavemente, pero no sirvi demucho. Noa era lo suficientemente espabilada como paranotar mi enorme desconfianza.

    Qu esperaba, despus de todo? En unos segundoshaba pasado de ser mi inocente y peculiar amiga a seruna desconocida, capaz de volverse invisible ante misojos. Algo as solo poda ser fruto de la manipulacin deman.

    Ella me miraba en silencio, pensativa, buscando laspalabras adecuadas para atenuar el discurso que estabapor venir.

    Ethan...No es lo que crees, de verdad. Lo que vistees algo que me pasa desde hace poco tiempo, al margende todo esto. Nadie en mi casa ha obtenido nada de esasustancianosotros ms que ninguna otra personasabemos lo que eso conlleva su tono se volvi frgil,como si temiera mi reaccin a cada una de sus palabras.

  • Qu es exactamente lo que te ocurre? pregunttratando de darle algo de confianza.

    Antes, cuando el guarda me ha capturado, lo hasvisto. No es algo que pueda controlar. Tampoco s cmoni por qu, pero me vuelvo invisible a los ojos de losdems en situaciones as. S que algunas personas soncapaces de hacerlo con man yo en mi vida lo heutilizado!. No te lo dije justamente por eso, tema que dieralugar a un malentendido, pens que esto se esfumarayen lugar de ello ha ido a ms. Ahora no es solo lainvisibilidad, tambin aparecen espadasesto mesupera

    Esespadas? repet con cuidado.Olvdalome pidi cabizbaja.Luego levant el rostro para examinar mi reaccin. No

    tena nada que temer, a m ya me tena ganado. Lo queno entenda era el secretismo entre nosotros. Si me habaocultado algo como aquello, no podra estar obviandoms partes de la historia?

    Est bien. Si no confiara en ti no estara aqu apunto de ser fusilado. Pero los guardas buscan a tu padre,algo ha debido ocurrir

  • No! Mi padre no sera capaz. He de llegar hasta l,no puedo perder ms tiempo. Tendrs que confiar en mconcluy tajante.

    Asent despacio, y ella me devolvi una sonrisa decomplicidad. Estbamos cansados, desanimados,destruidosy dispuestos a llegar hasta el final del asunto.

    Retomamos de nuevo el camino por el bosque, y sinser conscientes de ello, el sol dio paso a la vigorosailuminacin de una imponente luna llena. Nos permitirapasar ms desapercibidos, aunque nuestro campo devisin se haba reducido drsticamente.

    A los quince minutos la chica con poderes descansabade nuevo sobre el tronco de un rbol inerte, por lo queaprovech para barajar con detenimiento nuestrasopciones.

    Habamos esquivado a los guardas. Si volva y ladejaba a su merced, probablemente no llegara ni a lamitad del camino a travs de la selva. Si la forzaba avolver, bastaba con que se volviera invisible y echara acorrer, si era capaz de ello. Si la acompaaba y finalmenteestaba metida en algn asunto turbio, probablemente meacusaran de cmplice y sera exiliadoal exterior de la

  • barrera.El exterior. Durante una fraccin de segundo la idea

    me pareci tan siniestramente atractiva... No poda nisiquiera tantearlo! Trat de recordar la guerra, intententrar en razn.

    Puede que no sea capaz de hacerme invisible, peroal menos conozco esta selva. Sgueme susurr mscolaborativo.

    No tienes por qu hacerlo retom Noa de nuevo. Si algo te ocurriera por mi culpa, no podraperdonarme

    Si algo me ocurriera, sera porque yo he decididoquedarme. No hay ms que hablar respond sin dejarlugar a la rplica.

    Aunque conoca la mayora de plantas y arbustos queno debamos ni siquiera rozar, la nica luz que nos guiabano era suficiente para garantizar nuestra seguridad.

    Nunca me haba adentrado tanto en el boque interiorde la isla, bsicamente porque nadie ni nada podaacercarse a la base del gran rbol, donde se hallaban lasexcavaciones en las que se extraa el man. nicamentehaba ido a visitarlas en los viajes de la escuela, y

  • recordaba desagradablemente los pasadizos subterrneos,oscuros, con un extrao olor suave, frutal, un olor seductory prohibido, el del man.

    A medida que avanzbamos por el bosque, losrboles y arbustos se volvan cada vez ms extraos,algunos con formas rectas estrictas, otros con ramas enespirales perfectas. De no ser por la falta luz, me parecique algunos lucan colores azulados, rosadosdemasiadoexticos para ser naturales.

    Mi padre dice que es por el gran rbol. Las races,que son de donde se extrae el man, viajan por debajo dela tierra y alteran la vegetacin superficial.

    Tu padre saba mucho sobre el man respond sindobles intenciones.

    Comprend que el comentario haba sidodesafortunado cuando un silencio incmodo se adue delresto del camino.

    Caminamos durante un rato hasta que al fin llegamosal lmite entre la zona legal y la prohibida, el bosque mscercano al rbol al que ningn habitante de Zale debaacceder.

    Unas pequeas y tristes zanjas, ms propias de una

  • granja que de un complejo como el nuestro, se distribuanen lnea, acompaadas de brillantes carteles. Pancartasque ya habamos visto a lo largo de todo el camino por elbosque. Prohibido el paso a cualquier persona noautorizada, el incumplimiento de esta norma conlleva unapena de No segu leyendo, muchas veces la ignoranciaresultaba reconfortante.

    Las zanjas eran de una madera vieja y carcomida porel paso de los aos, que no llegaba ni al metro de altura.Resultaba extrao que un lugar tan restringido tuviera unmuro tan inofensivo. Sospechosamente inofensivo, asque decid comprobar si saltar aquel pequeo obstculoera del todo seguro.

    En las inmediaciones no se vean ningn tipo decmaras, cables, o cualquier aparato peligroso Dndeestaba el truco?

    Noa se dispuso a saltar el muro convencida.Quieta, valiente orden.Me mir sorprendida y accedi a la peticin, volviendo

    a mi lado.Qu ocurre? quiso saber ella.Eso trato de averiguar.

  • Lanc varias piedras hacia el otro lado de las zanjas.No hubo chispas ni fuegos artificiales, como mi mentehaba confabulado.

    Como ganarse mi confianza costaba algo ms quedos piedras, se me ocurri otra idea.

    Busqu en las inmediaciones durante algunos minutoshasta que encontr un pobre y durmiente conejo en sumadriguera.

    Tras capturarlo, lo liber frente a las vallas. El conejocomenz una frentica carrera tratando de escapar de m,atravesando en lnea recta el comienzo del terrenoprohibido.

    Tampoco hubo fuegos artificiales, pero cuando seencontraba un metro ms all de la zanja, dio dospequeos saltos, y se qued inmvil en el suelo.

    Ethan! Lo has matado!? exclam Noa, que nopoda dejar de mirar al pobre animal con cara de cmplicede asesinato.

    A este paso los muertos seremos nosotros.El conejo, bien muerto o bien inconsciente, no se

    haba retorcido de dolor, ni sobresaltado, tan solo se habaapagado silenciosamente Sera fruto del man? Era poco

  • probable, las normas de Remmus y la toxicidad del maneran suficientes para alejar a cualquier ciudadano de lasminas.

    Durante unos minutos imagin que aquello debatratarse de algn tipo de extraa tecnologahasta quedistingu un dbil reflejo azuln brillante entre los hierbajosms all de la zanja. A pocos metros otro, y otrocomprend la trampa.

    Cerca de la valla se disponan estratgicamentepequeas flores azules escondidas entre la maleza. Lasconoca por algunos viejos libros de botnica. Se llamabanrobalientos y por las inmediaciones de mi casa solo habaavistado una haca algunos aos.

    Su polen, que solo era sintetizado durante la noche,tena dos efectos sorprendentes: Por una parte, era capazde reducir drsticamente la concentracin de oxgeno en elaire, y por otra, al ser inhalado o al simple contacto con lapiel, actuaba como un potente somnfero. As pues, lavctima caa inmvil frente a la planta, y al robar eloxgeno del aire, al poco tiempo mora asfixiada. Unatrampa mortal.

    Adems, al crear una zona vaca de oxgeno, ningn

  • incendio poda atravesar la zanja y llegar hasta el granrbol o las minas. El polen quedaba suspendido en el airedurante horas.

    Fijndome ms, aunque a duras penas, comprobcomo el nmero de robalientos era mucho mayor de loque imaginaba. Atravesar la zona no resultara nadasencillo. De verdad haca falta un mecanismo deseguridad tan extremo como aquel?

    Ves el destello azul? Son robalientos, aquella florque vimos una vez en el bosque Recuerdas la pila decadveres? La flor del sueo amargole record a Noa.

    Aunque frgil y mortal, la belleza de aquella planta eramagntica.

    Haca algunos meses, caminando por el bosque juntoa Noa distinguimos una zona del terreno en la que habavarios conejos, ratones, e incluso pjaros muertos. Alprincipio pensamos en un depredador, pero conformepasaban los das nuevos animales se sumaban a lamasacre. Finalmente diferenciamos la pequea flor, unrobaliento.

    A la pila de cadveres se le sumaron algunos cuervosque tambin cayeron en la trampa mientras buscaban

  • carroa, hasta que finalmente la planta pereci en un marde carne podrida a su alrededor.

    Claro que la recuerdo, aquella flor tan horrible musit Noa algo abstrada.

    Confiaba en que estuviera pensando cmo superaraquel obstculo.

    Pasar con algn tipo de mscaras sera intil puestoque al contacto con la piel el efecto sera el mismo.Cualquier intento de acercarse a las plantas nosparalizara, y aunque terminramos con las flores adistancia, el polen permanecera en el aire hasta lamaana siguiente, cuando dejara de hacer efecto.

    La puerta principal a las minas estara fuertementeprotegida, no era una opcin. Entonces tuve una idea,probablemente mala, pero la nica que se me ocurri enaquel momento.

    En la parte externa a las zanjas crecan algunosrboles con numerosas lianas, de forma que siconseguamos una podramos engancharla a una ramapara balancearnos sobre ella y saltar rpidamente hacia elotro lado. Entraramos en contacto con el polen durantemuy poco tiempo, quizs suficiente para que varios de

  • nuestros msculos quedaran adormecidos, pero al aterrizarms all de la masa de flores no sufriramos el efectoasfixiante.

    Era la nica opcin, el aire, as que tras explicrselo ami amiga lo acept sin ms, porque no tenamos otraopcin.

    Encontrar la liana no nos supuso mayor problema,pues cerca nuestra posicin encontramos una zona deextraas palmeras moradas que las tenan en abundancia.Realmente escalofriantes.

    Atamos dos de ellas a la gruesa rama horizontal de unrbol intentando imitar un columpio y tras acomodarmeencima, comenc el balanceo.

    Si algo sale mal, no lo intentes, ni te acerques. Ve ami casa y espera a mi madre.

    Mi comentario dibuj el horror en el rostro de Noa,aunque estaba seguro de que poda conseguirlo.

    Olvdate de eso! respondi asustada.Me empuj hacia delante y hacia atrs con ayuda de

    las piernas, y tragu saliva varias veces.Cuando ya estaba suficientemente elevado, inspir

    todo el aire que pude y con decisin me arroj hacia el otro

  • ladoCon demasiada decisin. Enseguida not como elplan no iba a salir como haba previsto; me habapropulsado muy verticalmente, de forma que mitrayectoria iba a ser una parecida a una ridcula U inversa.

    Desde el aire, tan solo pudo observar como el lugar deaterrizaje que me esperaba era un aglomerado de tres deaquellas demonacas flores azules. Se haba acabado. Meesperaba una muerte escalofriante, asesinado por una flor.Sonaba tan pattico

    Antes de caer escuch vagamente el sordo grito deNoa. Faltaban pocos metros para aterrizar. Lo nico quese me ocurri fue observar desde la impotencia el lugar enel que se supona que deba haber aterrizado.

    Entonces ocurri algo que, a buen seguro, me iba atraer ms de un problema: Cuando deba faltar cerca deun metro para estamparme contra los robalientos, not unfuerte pinchazo en la cabeza, como si me hubierangolpeado con un objeto afilado en lo ms profundo de micerebro.

    Apenas poda respirar. Tras unos segundos aturdido,en los que no saba si el veneno de las plantascomenzaba a hacer efecto, abr los ojos poco a poco para

  • descubrirme tumbado en el lugar de aterrizaje previstodesde un principio, varios metros ms all de las flores.

    Me puse en pie como pude sin comprender biendnde estaba ni porqu. Instantneamente despusescuch el cuerpo de Noa aterrizando en una zonaprxima, alejada tambin del veneno.

    Ean? Ea en!? Noa me zarandeaba, agresiva,esperando una respuesta.

    Ciertamente an tena secuelas de aquel fuerte dolorde cabeza. Deba haber sido tan fuerte que me impedaentender con claridad a mi amiga. Porque no comprendani una palabra de lo que deca.

    Qu ha pasado? Note entiendo.E olen! I cara exclam gesticulando exagerada.No es que no la entendiera, es que apenas poda

    mover los msculos de la cara. El polen deba haberafectado solo a una parte de su rostro, as que por suerteestaba bien. Tan solo pareca un extrao zombi tratandode articular palabra.

    Tranquila, ahora se te pasar. Ests muy graciosa.Iota!Tomando como excusa la parlisis, remos y

  • descansamos durante diez escasos minutos en los quepretendimos que nada de aquello estaba sucediendo.

    Por descontado, el momento result tan surrealistacomo caba esperar. Los dos ramos conscientes de lagravedad de la situacin, quizs por eso sabamos queuna sonrisa era a lo nico que podamos aferrarnos.

    Finalmente Noa fue capaz de articular palabras concierta normalidad.

    Idiota...casi me matas del susto. Ha pasado algoalucinante exclam.

    Sorprendentemente, Noa estaba ms excitada queasustada por mi amago de fallecimiento. No era un buenpresagio.

    Qu has hecho? Quiero decir, cmo has evitadoque me estrellara contra las flores? preguntconvencido.

    Qu he hecho yo? Lo nico que hice fue miraraterrada como ibas directo a los robalientos. Un segundodespus desapareciste y apareciste como si nada en lazona segura!

    Aquello me dej prcticamente ms aturdido que micasi asesinato a manos de unas flores de veinte

  • centmetros. Por si no tenamos problemas suficientes,ahora de alguna forma yo haba entrado en contacto conel man y era capaz de teletransportarme?

    Con suerte en cualquier momento despertara de lapesadilla. De lo contrario, los siguientes veinte aos losbamos a pasar encerrados en alguna prisin del mundoexterior, si no nos disparaban antes.

    No me cost comprender el motivo cual Noa estabatan contenta:

    Es lo mismo que me ocurre a m con lainvisibilidad! exclam.

    Estaba feliz porque ya no era la nica con poderesmalditos. Ahora ese destino la compartamos los dos, yeso al parecer consolaba bastante.

    Es genial! ironic. De alguna forma u otraahora yo tambin he debido entrar en contacto con esasubstanciay no solo tienes t un gran problema, ahorasomos dos. Sigamos hasta las minas de man yhablemos con tu padre para solucionar esto de una vezpor todas.

    Asinti animada y nos pusimos rpidamente enmarcha. Al menos la noche era clida, y el ligero viento

  • que se haba levantado podra enmascarar el sonido denuestros pasos.

    El siguiente objetivo era colarnos en los tneles de laexcavacin, que se distribuan a partes iguales por elsubsuelo y a travs de las entraas del gran rbol. Solo sepoda acceder por dos entradas fuertemente vigiladas.

    An no saba cmo pretendamos entrar. Desdeluego, si Noa hubiera sido capaz de controlar la invisibilidadel plan no habra resultado complicado.

    Ella se adelant y recit las instrucciones:A estas horas de la noche probablemente solo nos

    molesten uno o dos guardas cerca de la entrada a lasminas. Los distraeremos de alguna forma y entr

    Alto ah! interrumpi una voz extraa.Solo pude observar su figura durante una fraccin de

    segundo antes de comenzar la carrera. Un guarda armadocon un fusil del tamao de una motosierra comenz acorrer tras nosotros, enloquecido, y a alertar al resto de labrigada con molestos gritos. Sumidos en el caos, corrimosal mayor ritmo que soportamos hacia el interior delbosque.

    Cogidos de la mano, apartamos ms ramas y

  • esquivamos ms arbustos de los que podamos asimilar.Quizs por ello no fuimos conscientes de que habamosllegado al tronco del rbol de Zale. No tuvimos msremedio que parar en seco cuando nos dimos de frentecon el muro de madera gigantesco.

    Visualic nuestro alrededor, desesperado. La entradani siquiera era visible, as que comenzamos a bordear lapared confiando en encontrar cualquier tipo de acceso.Mientras, el guarda nos segua a toda prisa, avanzandopor el bosque de una forma ms eficiente y rpida que lanuestra.

    Quietos los dos!! Ahora! exigi desde ladistancia.

    A pesar de que su voz denotaba una avanzada edad,su velocidad y aguante eran exageradamente eficaces.

    Justo cuando se hizo el silencio durante algunossegundos y cre que haba dejado de ser una amenaza,un rayo de luz mantenida roz mi hombro derecho. Noaprofiri un grito ahogado, mientras sealaba la direccin deldisparo. Aquel haz de energa haba quemado ydesintegrado cualquier obstculo que se haba interpuestoen varios metros.

  • Man? pregunt atnito.Mis reflexiones en voz alta duraron poco. Una nueva

    rfaga de disparos invadi el espesor las ramas, deseandoalcanzarnos.

    Continuamos bordeando la base del gran rbol comopudimos, pero mi amiga tiraba cada vez con ms fuerzade mi brazo, dejndose arrastrar. Noa apenas segua yami ritmo, notablemente agotada.

    Por suerte, la cadencia de los disparos fuedisminuyendo hasta que dejamos de escuchar ninguno. Alparecer, le habamos sacado ventaja?

    De repente y sin previo aviso, ella par la marcha. Laimprovisada idea que haba tenido de descansar unossegundos bajo unos arbustos fue tan psima como cabaesperar. En poco tiempo un segundo guarda nos habasorprendido y ahora eran dos los haces de luz.

    No puedoseguir balbuce entrecortada.Ethan, escapa t mientras yo intento utilizar la invisibilidadbalbuce poco convencida.

    Intentas!?Vete si no quieres que nos capturen a los dos! Al

    menos as podrs intentar hablar con ellos. No quiero

  • perder la oportunidad, debemos arreglar estoEsta vez fui yo quien agarr su mano, tratando de

    iniciar una ltima carrera. El segundo guarda deba serms joven, pues estaba cada vez ms prximo. Teniendoen cuenta que intentaban calcinarnos, ni siquiera me habaplanteado la orden de Noa. Hablar servira de poco.

    Finalmente, y tras seguir rodeando la base del rbol,ocurri lo previsible. Desde el lado hacia el que nosdirigamos, aparecieron dos guardas armados con aquellosextraos rifles.

    Nos iban a rodear, a menos que volviramos denuevo al bosque y nos alejramos de nuestro objetivo.Pero qu posibilidades tenamos all? Y peor an, sivolvamos a casa tal cual estaban las cosas qu ocurriracon nosotros?

    Par en seco, tratando de pensar en algo, una idea,cualquier cosa que nos alejara del fusilamiento. Mientras,Noa descansaba sobre sus rodillas, ajena a lo que estabapor llegar.

    Estamos rod...trat de decir.Pero un sonoro estruendo me interrumpi y capt toda

    nuestra atencin desde la irregular pared de madera que

  • formaba el rbol.Asustados, nos giramos para contemplar el gran

    agujero se haba abierto de la nada, formando un tneloscuro que se diriga al misterioso interior del rbol.

    Cuando uno de los disparos prcticamente me roz lamano, comprend que era tarde incluso para escapar haciael bosque. Aquel tnel, que poda ser la trampa msobvia, era el nico camino por el que podamos seguir.

    Por aqu! anunci Noa.Ya tendramos tiempo para pensar si aquel tnel iba a

    ser nuestra particular tumba. Cualquier cosa pareca mejorque morir abrasados por los proyectiles de luz.

    En esta ocasin, ella tom mi mano y me arrastr sinmediar palabra hacia el nuevo destino.

    Tras acceder a travs de la pared, el tronco sereestructur en pocos segundos y la improvisada entradadesapareci como si nunca hubiera existido.

    Pero qu...!? pregunt atnito, palpando laslida pared donde segundos atrs se encontraba el tnel.

    Quizs alguien lo ha hecho desde el interior delrbol...o quizs las leyendas...

    Las leyendas...? pregunt.

  • Ya sabes Ethan, siempre se ha dicho que de algunaforma el rbol de Zale est...vivo.

    Venga ya! rboles vivientes? No quiero saberms, de verdad que no. Acabemos con esta locura cuantoantes.

    Noa accedi a mi peticin, por lo que pasamos ainspeccionar, aterrorizados, el lugar en el que noshabamos adentrado; nos encontrbamos en una cmaraamplia, con estanteras repletas de viejas herramientasmetlicas, oxidadas y abandonadas. Por suerte no parecahaber nadie en la sala.

    Las paredes, techo y suelo, bastante irregulares,haban sido excavadas directamente sobre la madera deltronco. La iluminacin era escasa, algunas bombillascolgantes de un tono amarillo muy apagado, casi extinto.

    Por lo que saba, las excavaciones de mannormalmente se llevaban a cabo en las races profundas,bajo tierra. En las zonas ms superiores, diversoscuarteles y salas de seguridad se disponan por el interiordel rbol. A travs de salas huecas como aquella a la quehabamos ido a parar, un entramado de tneles loconectaba todo entre s.

  • Desde nuestra sala solo haba dos salidas por las quecontinuar el camino, una ascendente, y otro descendente.

    Noa, en quien deba poner toda mi confianza al haberestado ms veces que yo en la mina, inspeccion durantealgunos segundos el terreno:

    Hace aos que no vengo a la mina, no sexactamente donde estamos. Los tneles inferiores llevana las races donde se extrae el man. Y hacia arriba estnlos despachos: cunto ms arriba mayor es el cargo. Eldespacho de mi padre est en el penltimo nivel, debeestar all o en el ltimo, el de Remmus.

    Y qu planeas hacer?Cmo? contest desorientada.Quiero decir, nos presentamos all despus de que

    varios guardas hayan intentado matarnos y, cmoplaneas arreglar esto?

    Solo necesito hablar con mi padre. Que meconfirme que se trata de un error, un malentendido, frutode mala suerte, lo que sea. Luego aclararemos entretodos este lo sus palabras carecan de cualquierconviccin. Realmente no tena ningn plan, debamosimprovisar, y eso era malo. Aclararemos el

  • malentendido y volveremos a nuestras vidas de siempre.Ni siquiera se haba planteado la posibilidad de que su

    padre, el seor John Aravera, hubiera utilizado realmenteman. No obstante, desde mi reciente episodio con lateleportacin me era mucho ms fcil ponerme de suparte, puesto que yo s estaba convencido de que, almenos voluntariamente, no haba obtenido man jams, ysin embargo haba podido ser capaz de algo sobrenatural.Quizs si entre los tres le explicbamos a Remmus quehaba sido todo un malentendidonos concedera elbeneficio de la duda.

    Decidimos pues comenzar la marcha hacia los nivelessuperiores, con la esperanza que dentro de las minas lapresencia de guardas no fuera tan numerosa. En elexterior an deban estar buscndonos, ventaja que nodurara mucho tiempo.

    A travs de los tneles, las pequeas bombillasiluminaban sucios caminos y pasadizos, algunosinfestados de polvo, todos desiertos. Siempre se trabajabade da, y se aprovechaba la noche para utilizar el man yalimentar el poder de la barrera, as que en principio a esashoras no debamos tener problemas.

  • Caminamos durante varios minutos y subimosescaleras, muchas escaleras. Hasta que por fin llegamos aun pasadizo en el que la madera iba desapareciendo pocoa poco para dar lugar a un suelo y paredes de un mrmolgrisceo elegante que no pegaba en absoluto con el estilode aquel sitio. Los niveles superiores.

    A travs del ancho pasillo donde habamos ido a pararse distribuan pequeas puertas de forma intermitente. Laluz elctrica funcionaba eficaz y poderosamete.

    Este es el comienzo de la zona de seguridad. Debentener a mi padre en una de estas habitaciones confiNoa.

    Pero la mayora se encontraban cerradas, salvo unpequeo cuarto de limpieza oscuro, carente de inters.

    Tras investigar unas cuantas puertas ms sin xito, elsonido de unos pasos en la lejana inund el pasillo.

    Noa me dedic una mirada en busca de indicaciones.Alguien se acerca, escondmonos ah susurr

    sealando el pequeo cuarto de limpieza.Ella se tap al instante la boca con las dos manos,

    aterrada, mientras yo trataba de serenarme por los dos.Una vez dentro, la diminuta rejilla en la puerta nos

  • permiti ver al vigilante. No era joven, y por su forma deandar, tambalendose de lado a lado, supuse quetampoco tena una gran forma fsica.

    Tras permanecer en silencio durante un rato, un malmovimiento de Noa movi uno de los cubos de limpiezadel suelo de la habitacin. Mi corazn se aceler tanto quenotaba el latigazo de cada palpitacin.

    Observ al guarda dirigindose hacia la puerta.Hay alguien ah? pregunt el vigilante, poco

    convencido.Solo pude escuchar el leve sonido de su mano sobre

    el pao, antes de abrir y estamparle la puerta en la cara.Emerg del cuarto para tratar de inmovilizarlo. l

    retrocedi unos pasos, y aturdido, dirigi su mano haciauna pequea pistola que guardaba inteligentemente en lapantorrilla, an sin saber bien que pasaba.

    Mi segundo placaje tumb a aquel pobre hombre en elsuelo y lanz su pistola ms all de su alcance. Aunqueera ms corpulento que yo, sus movimientos eran torpesy poco coordinados.

    Tras hacerme con la pistola, un golpe seco en la sienle dej inconsciente antes de que pudiera levantarse de

  • nuevo.Est muerto?! grit Noa al ver al hombre

    inconsciente.Enhorabuena, ya no tiene sentido haber burlado al

    guarda. Ese grito ha tenido hasta eco. Baja la voz! Soloest inconsciente dije entre susurros. Recuperar laconsciencia en pocos minutos, entonces llamar al restode guardas y lamentaremos haberlo dejado as.Apresurmonos.

    Las puertas cerradas ya no eran un problema con unjuego de llaves que habamos robado al guarda.Estuvimos un rato de aqu para all, abriendo y cerrandopuertas, en balde.

    En las salas no haba ms que viejos escritorios yarmarios llenos de papeles, incluido el despacho deAravera. Ni siquiera haba sido saqueado, todopermaneca bajo un orden perfecto.

    Solo queda un lugartante Noa.El despacho de Remmus. Esto va a ser peligroso

    advert.Si quieres marcharte ahora, lo entender

    perfectamente.

  • Creme, despus de haber quebrantado ocho odieciocho leyes, una ms no nos supondr un destinodiferente confes.

    Gracias por esto, Ethan.De gracias nada, ahora ambos somos el equipo de

    bichos raros con poderes. Los dos vamos a llegar al finalde esto.

    Salimos del despacho de John Aravera, para ascendera travs de los ltimos escalones, que conducan hacia uncorto pasillo sin salida.

    En el fondo, descansaba una imponente puertametlica, completamente distinta a todo lo que habamosvisto hasta entonces. Aquello pareca una cmaraacorazada.

    Su decoracin era exquisita, repleta de pequeossmbolos tribales que le daban cierto toque mstico.

    Nos acercamos con cautela, y tratamos de encajaralguna de las llaves del guarda en una diminuta cerraduracentral. Ninguna de ellas encajaba.

    Este es el despacho del alcalde, una gran puertablindadacomenz a relatar Noa.

    Una gran puerta blindada que me protege del man,

  • jovencita.Ambos dimos un disparatado salto, y nos giramos

    asustados. El alcalde nos miraba a pocos metros, muyserio, cruzando sus manos hacia la espalda. Junto a l,tres guardas nos apuntaban con rifles de luz.

    Yo estaba absolutamente petrificado, y no saba cmotratar de reconducir aquel catastrfico malentendido.

    Seor Remmus, qu bien que est usted aqu,debe escucharme! arranc mi amiga.

    Noa dio algunos pasos hacia l, tratando de mostrarsecolaboradora. Sin embargo, Remmus no se inmut ni unpice. Su rostro permaneca demasiado extrao, distante,y nos diriga una mirada entre el desprecio y la lstima.

    Alguna vez haba hablado con aquel viejo, que estabaacostumbrado a tratar con la gente del pueblo con la falsasimpata propia de un poderoso poltico. Normalmente sucara denotaba, o al menos aparentaba calidez. Ahora erademasiado fra.

    Pese a todo, Noa continu arrastrndose.Ha sido todo un terrible malentendido. He venido

    hasta aqu porque estoy convencida de la inocencia de mipadre, l jams sera capaz

  • de realizar los actos de los que se le acusa.Estamos de acuerdo seorita, su padre es inocente.

    Aquello nos pill completamente por sorpresa. Nosrelajamos al instante. Al final todo se iba a poder arreglarde una forma mssencilla? de lo esperado. Saba bienque tendramos que habernos quedado en casa de Noadesde el principio y resolverlo todo hablando.

    Pero el rostro de Remmus segua exactamente igual,de un aspecto casi siniestro, mientras los tres guardasapuntaban y observaban a la chica, poco compasivos.

    No obstante, me temo que no puedo dejarlemarchar. Ni a l, ni a ustedes dos. Tratar de explicarleslos motivos; el man es un tema complicado, no debieronverse implicados. El seor Aravera quiso obtenerinformacin ms all de lo que su rango le permita saber.Digamos que este es el precio de su codicia, y ustedes losdaos colaterales. Guardas, qutenles las armas yllvenlos a mi despacho.

    Los tres se abalanzaron sobre nosotros mientrasseguamos estupefactos por las palabras de Remmus. lmismo acaba de reconocer que el seor Aravera erainocente Qu clase de informacin habra llegado a

  • conocer para ser objetivo de una trampa como aquella?Mi padre es el jefe de las minas, es su obligacin

    conocer cada detalle de este lugar! Quin se ha credoqu es para detenerlo!? fue lo nico que pudo gritar Noamientras los guardas nos colocaban gruesas esposas.

    Soy el encargado de mantener esta isla a salvo.Adems, usted ms que cualquier otra persona, sabe queel acceso a las excavaciones est terminantementeprohibido para cualquier ciudadano. No hay excepciones,seorita Aravera

    Luego me mir y aadi con un tono demasiadoengredo:

    Su madre se sentir tan decepcionadaAquello fue la gota que colm el vaso de aquel

    estpido juego psicolgico. Encima pretenda hacermesentir culpable? Estall furioso, a la defensiva:

    Por la informacin que ha debido descubrir su padre,parece que no hemos sido los nicos en infringir la ley. Laley que t mismo has dictado. Has debido hacer algobastante grave, no Remmus? dije atrapado entre lasgarras de uno de los guardas.

    El comentario cumpli su objetivo y borr sbitamente

  • la engreda media sonrisa en su rostro.Vaya. Solo est empeorando las cosas espet

    ms altivo. Saba que aquel viejo no soltara prenda, perodeba intentarlo. Luego mir hacia los dos guardas.Llevadlos con Aravera, as al menos podrn despedirse.

    Desp..?! Qu crees que ests haciendo?REMMUS! repliqu enfurecido.

    Pero l ya se estaba alejando de nosotros, caminandobajo una oscura tranquilidad a travs del resplandecientepasillo.

  • Captulo 3: La partida La situacin era peor de lo que en un principio haba

    imaginado. Remmus iba a intentar deshacerse del seorAravera por meter las narices donde no le llamaban, y yade paso de nosotros dos. Por un delito de manipulacin deman que ni siquiera habamos cometido.

    La escalofriante pregunta entonces eradeshacersede nosotros cmo? Nos llevaran amablemente hasta elexterior de la isla en un sofisticado barco? Era ms lgicopensar que nos lanzaran al ocano en mitad del camino.

    Me puse realmente nervioso mientras los guardas nosempujaban como a dos muebles inertes hacia la puerta deldespacho de Remmus.

    Deb imaginar lo que veramos all.Tras cruzar la entrada nos encontrbamos en una gran

    habitacin cuadrada, decorada con exquisitez. En el centrohaba un escritorio repleto de papeles y manuscritos dondeRemmus deba organizar el eficaz control de la isla, bajolas sombras y la proteccin de la cmara acorazada. Las

  • paredes estaban empapeladas de un elegante rojogranate, y las estanteras de los alrededores repletas delibros que en otras circunstancias hubiera suplicado porpoder leer.

    No fue hasta que la gran puerta principal se cerrcuando pude diferenciar la figura inconsciente de unhombre adulto, bastante delgado, sentado en el suelo yencadenado por las muecas a una anilla incrustada en lapared. Su cabello, de un gris muy luminoso, denotaba queen su juventud haba lucido un tono rubio dorado. Sus ojoseran tan azules como los de su hija.

    El seor Aravera, aunque notablemente exhausto, sepuso de pie instantneamente al percatarse de nuestrapresencia. Con el rostro descompuesto solo pudo musitar:

    NoPap!! estall Noa mientras intentaba

    deshacerse del guarda, sin xitoNono deberais estar aqu, no, no musit

    mientras apenas poda mirarnos a la cara.Los guardas nos encadenaron a la misma anilla que

    sujetaba a Aravera, y sin mediar palabra abandonaron lahabitacin.

  • Noa y su padre consiguieron de alguna formaabrazarse, y la sala permaneci en silencio durantealgunos minutos, interrumpida exclusivamente por algnllanto aislado de ella, o un nuevo intento de negar lasituacin de John Aravera.

    Cuando cre que les haba dejado tiempo suficiente,no pude esperar ms.

    De qu va todo esto, seor Aravera? intervinerompiendo el momento fraternal.

    Con el rostro cabizbajo, comenz a arrancar palabrascon ms libertad:

    Para empezar, todo esto es culpa ma. Quevosotros estis aqu lo es sus ojos adquirieron un ligerobrillo, que rpidamente fulmin frotndose con las manos.Hundirse delante de su hija no era una buena idea.Tenemos poco tiempo, pero os lo resumir. Como sabris,yo soy, o al menos era, uno de los encargados jefes de laseguridad de las minas. Las minas no son un sitio al quepueda acceder cualquier persona, ya sabis que laexposicin continuada al man resulta perjudicial, por loque caba esperar que este fuera un trabajo atareado.Nunca fue as. Mi trabajo consista en revisar de tanto en

  • tanto las instalaciones y comprobar que algunos de misguardas hicieran su trabajo.

    Cuando tuvieron lugar las primeras muertes y quiseinvestigar la toxicidad de la sustancia, se hizo evidente queRemmus esconda mucho sobre la mina. l es elverdadero encargado de llevar la seguridad, la contabilidad,todo sobre este lugar.

    Entonces, en el fondo tema que alguien learrebatara el control de la isla? interrogu.

    l no teme nada, no va por ah. Cuando fui areclamar ms participacin en la mina, se me neg, deforma que empec a investigar por mi cuenta. Algunasnoches vena, aprovechando la falta de vigilantes. Zale esun pueblo, pequeo de forma que conozco a cada guardadel lugar. Sin embargo, segn el calendario de trabajo, losdas que menos vigilados se supone que deban estar,encontraba nuevos guardas, gente desconocida que nuncahaba visto por Zale.

    Guardas del exterior! sintetic sorprendido.No estoy seguro, puede que simplemente vivieran

    all. Hay zonas de las minas restringidas incluso para m,

  • lo cual no tiene ningn sentido siendo el jefe. Hace algunosdas volv a colarme en una de estas noches de las que oshablo. Poca vigilancia, que no era ningn casual. Cuantamenos gente del pueblo supiera lo que ocurra, mejor. Yes que al parecer se estaba llevando a cabo una granmovilizacin de man.

    Gran movilizacinsupongo que no ese man nofue a parar precisamente a la barrera opin.

    Exacto. Nosotros siempre cremos que ste erautilizado ntegramente para mantener la barrera, pero nadams lejos de la realidad. Escuch a varios de aquellosguardas comentar entre risas lo sencillo que resultabaengaarnos. Les o mientras debatan sobre el porcentajede man que verdaderamente requiere la barreraMenos del 10%!

    Pero y el otro 90%? pregunt Noadesconcertada.

    La cosa es sencilla: Remmus mantiene un pactocon uno de los dos grandes imperios del exterior. Es elencargado de suministrar el man que ellos utilizan en laguerra! El man es un arma letal cuando se trata desuministrar energa o crear materia.

  • Pero eso no tiene ningn sentido! Si ese Imperionecesita el man para ganar una guerra, y son ellos losque controlan el pueblo a travs de Remmus, Por qu noinvaden directamente Zale, y extraen todo el man con sumaquinaria? advert confuso.

    Primero, porque la barrera les impedira entrar.Remmus la mantiene porque de esa forma el man lepertenece. Si nos invadieran el imperio tomara todo elman, no podra negociar con ellos. Y segundo y msimportante, porque formamos parte del proceso defabricacin del man. Esta seccin la le en variosdocumentos clasificados que no acab de comprender: Alparecer, el man que extraemos de las races no tieneninguna utilidad, est vaco, y de ah su coloracintransparente. Al contacto con los humanos, la sustancia vacambiando su color, volvindose cada vez ms dorada,ms poderosa. Es entonces cuando puede ser utilizadacomo arma mgica. A cambio de ello, la persona vaperdiendo poco a poco vitalidad

    Estn intercambiando nuestra salud por man!?balbuce estupefacto.

    Ese es el secreto de las minas. La toxicidad forma

  • parte de la produccin de man. En mi ltima noche aqu,Remmus supo lo que haba descubierto y se dispuso acapturarme. Los guardas lo consiguieron en mitad de laselva, mientras volva a toda prisa.

    Tras contar toda la historia, John respir algo aliviado.Comprensible, teniendo en cuenta que dar a conocer laverdad era lo que haba intentado sin xito durante losltimos das.

    Las malas noticias? Ahora ya tena absolutamenteclaro que Remmus se iba a encargar de que nosotros tresfuramos los nicos en saberlo. Y de que el secreto seperdiera con nosotros en mitad del ocano.

    El torrente de informacin no me dej aclarar desde unprimer momento lo que los objetivos de Remmussuponan. Mi padre, gran amigo del alcalde segn tenaentendido, haba muerto a consecuencia de las minas,asesinado por su compaero? Mi madre, mano derechade la organizacin de la alcalda, tampoco conoca lo queRemmus tramaba. En las minas se estaba llevando acabo una verdadera masacre de gente para alimentar elpoder militar de un pueblo del exterior. Qu clase depersonas toleraran eso? Despus de todo, haba

  • resultado que el exterior era un lugar despreciable.Bien, ahora escuchadme, necesitamos escapar de

    este sitio. Volver a Zale no es una opcin, una crceldonde acabaran encontrndonos, as que tenemos quesalir, al exterior. A travs de los documentos pudedescubrir que una de las zonas inferiores de la mina estcomunicada subterrneamente con una poblacin externa.Desde ese conducto se realizan los envos de man.

    Ni hablar zanj.Eso es una locura! Y qupasar con nuestras familias? No podemos simplementehuir.

    Remmus no har dao a ms personas de lasnecesarias. Puede que sea un tipo frvolo, pero esinteligente y sabe que ir a por nuestras familias levantardemasiadas sospechas en el resto del pueblo. Ellas nosaben nada, probablemente les dirn que sufrimos algntipo de accidente, o que hemos sido expulsados. Huir es lonico que podemos hacer.

    Un buen plan si no fuera porque estamosesposados y encerrados en esta habitacin. Paraempezar, necesitaramos algo con lo que quitarnos estasesposas mi paciencia descenda, aunque utilizar la irona

  • no servira de mucho.Mientras, Noa pareca haber finalizado su ataque de

    incredulidad e intentaba aportar algo de luz al problema:Algo as como una espada?Tienes una? preguntamos a la vez, extraados.No, an no inmediatamente la joven cerr los ojos

    concentrada.Oh Noano deberasaad sabiendo lo que iba

    a ocurrir.No llevis nada afilado encima? Necesitamos algo,

    y rpido intervino Aravera.Esto servir?Y sucedi. Tras una breve rfaga de luz, entre sus

    manos Noa sostena una espada de medio metro. Elarma brillaba incandescente, con un color amarillotransparente que la alejaba de cualquier espada comn.

    Ddnde la has sacado?! exclam su padre.Yo no poda dejar de mirar el arma. Su tamao era

    similar a uno de los brazos de Noa, as era imposible quela llevase escondida. Tampoco la poda haber encontradoen la sala, puesto que un objeto tan brillante hubierallamado la atencin.

  • El rostro del seor Aravera reflej un profundo horror:Man Hashas estado en contacto con man?No! No tiene nada que ver con eso padre. Es algo

    que me pasa desde hace tiempoestos dos poderesComo antes con el guarda dije, intentando aportar

    algo de coherencia, lo cual era imposible.Qu es lo que pas?Tu hija se hizoinvisible durante un instante

    mientras uno de los guardas intentaba retenerla.Cmo dices? repiti anonadado.Me ha pasado antes en situaciones as revel ella

    . Y no fue lo nico que empec a notar. Bastaba conencontrarme en una situacin de riesgo para que espadasde ese extrao material comenzaran a aparecer alrededorde m. Me asust tantoSaba que si lo contaba podrameter en problemas a toda la familia. Nos acusaran

    Manipulacin de man concluy John. Hasdebido tener contacto con algn material de las minas hija.Oh, esto es horrible.

    Debiste decirlo antes...sentenci sin ayudar demucho.

    Su padre estaba convencido de que el man de las

  • minas era responsable directa o indirectamente de esosfenmenos, pero yo no estaba tan seguro. Hasta dondesaba, Noa no haba pisado las minas en los ltimosmeses, ni haba estado en contacto con la sustancia.Adems, sus padres haban podido pagar durante toda suvida el indulto que le permita no trabajar all.

    En el fondo nada de aquello era lo que realmente mehaca pensar que haba sido un acto involuntario: Miprincipal argumento era que yo mismo, que haba sidocapaz de teleportarme? unos minutos atrs. Y desdeluego, no haba tocado man en mi vida.

    De haberlo contado, en el fondo la gente hubierapensado que manipul de alguna forma man continujustificndose ella. Simplemente hice como si noexistiera con la esperanza de que poco a pocodesapareciera, pero no fue as.

    Debes haber entrado en contacto con el man, aunsin ser consciente. No hay otra explicacin para esto insisti Aravera.

    Ya tendremos tiempo de discutir los detalles, seorAravera. Ahora debemos escapar de aqu si quiere que suhija nos cuente algn da la historia completa.

  • A pesar de su ligereza, el filo de aquella espadabrillante fue lo suficientemente afilado como para destrozarlas cadenas que nos retenan.

    Una vez liberados, result ms fcil de lo esperadoburlar la cerradura de la pesada puerta de entrada. Con laayuda de la habilidad de Noa y el ingenio del seorAravera, unas ganzas improvisadas se encargaron delproblema: Consiguieron abrir un cajn sellado en el queRemmus guardaba una de sus llaves maestras.

    Y as fue como volvimos al punto de inicio. De nuevonos encontrbamos en la zona de seguridad de las minas.

    Atravesamos el mismo pasillo para comenzar arecorrer el camino inverso: Tal y como habamosacordado, nuestro objetivo eran los niveles inferiores,donde se encontraba el tranva subterrneo que nosllevara lejos de aquella isla.

    Todo aquello me daba muy mala espina. John parecadispuesto a continuar el camino de no-retorno que su hijahaba comenzado. Ya no haba vuelta atrs?

    Al ser jefe de seguridad, el seor Aravera conoca deprimera mano todos aquellos pasadizos, que camino era elms rpido hacia el nivel inferior, o como evitar algunos de

  • los puestos de guardia nocturna.Bajamos y bajamos escaleras hasta que llegamos a

    una puerta metlica, que desentonaba notablemente en lapared de madera donde estaba incrustada.

    El seor Aravera la reconoci de inmediato:A partir de aqu hemos de ir con sumo cuidado. En

    esta zona es donde se realiza el intercambio, por lo queest restringida para todos. Ni siquiera yo he estadonunca. Presumiblemente la seguridad ser mayor que enlos niveles superiores.

    De nuevo con la llave maestra, la puerta metlica queconduca a la zona ms subterrnea no supuso mayorproblema. Remmus nos haba subestimado?

    Bastaron algunos pasos en aquella nueva estanciapara evidenciar el notable cambio arquitectnico a nuestroalrededor. Del suelo agrietado y primitivo excavado sobreel interior del rbol habamos pasado a otro de tipometlico y grisceo, slido y moderno. Las paredes iban aconjunto con un tono blanquecino, y albergaban extraoshalgenos de luz en forma de tubos alargados.

    Una puerta separaba la mayor precariedad de laabsoluta extravagancia.

  • Estas paredes son similares a las que el alcaldetiene en su despacho. Deben proteger de alguna forma delos efectos del man relataba Aravera mientras rozabauna de ellas con la palma de su mano. Bien,escuchadme. Si pretendan sacarnos de la isla hoy esporque tenan pensado utilizar el tranva esta mismanoche, lo que se traduce en vigilancia. Remmus no debehaber descubierto todava que hemos conseguido huir desu despacho, as que lo nico que podemos hacer esmontarnos en el tranva y huir antes de que seanconscientes de ello.

    Pap, eso suena demasiado peligroso! cmosortearemos los guardas que encontremos? preguntNoa desconfiada.

    Quizs me hayan atrapado, pero sigo siendo el jefede seguridad de esta vieja excavacin hija. Antes de entraren esta sala activ varias alarmas de los pisos superiores,lo que entretendr a los guardas un rato. Sin embargo

    descubrirn que hemos escapado y vendrndirectos hacia aqu sentenci ms nervioso.

    Avanzamos un rato ms hasta que el tnel metliconos condujo a una gran sala llena de maquinaria de

  • transporte, sin aparente presencia de guardas.En el fondo se posaba una discreta va que unos

    metros ms all se perda a travs de un portn oscuro;aquella deba ser nuestro puente de salida. La conexincon el exterior.

    Sobre la va descansaban algunos vagones vacos yroosos. Solo necesitbamos poner en marcha lamaquinaria y salir pitando de la isla. Como si fuera tansencilloaunque pensarlo ms solo conseguira empeorarlas cosas.

    No obstante, lo verdaderamente gracioso era lo fcilque haba resultado nuestro camino hacia un nivel de lasminas tan prohibido como aquel. O mejor dicho, lafacilidad con la que habamos cado en una trampa tanobvia.

    Como debamos haber previsto, una avalancha depasos comenz a retumbar desde la distancia. Tres, talvez cuatro guardas se acercaban por el pasillo a granvelocidad. Era demasiado pronto!

    Los tres nos mirados, aterrados. No era el momentode quedarnos paralizados, el seor Aravera lo saba.Tratando de no perder ms el tiempo, nos indic que lo

  • siguiramos hacia las mquinas.Noa y yo conseguimos escondernos entre el amasijo

    de dos excavadoras polvorientas, mientras observbamoscomo su padre se refugiaba en el interior de la cabina deotra, prxima a nosotros.

    Aunque todo aquello resultaba intil. Los esconditesnos podran proporcionar como mucho un par desegundos? Minutos?

    Decid tranquilizarme, respir hondo. Pensar enaquello no iba a hacer ningn bien. En su lugar, cre msconveniente centrar mis esfuerzos en apaciguar losnimos y evitar que Noa, mucho ms susceptible, entraraen pnico.

    Pero cuando me gir mi amiga no estaba a mi lado, yno la vea cerca.

    Pasaron unos segundos eternos. Mi respiracin seaceler, mientras me debata entre salir y buscarla oquedarme quieto y confiar en que no hiciera ningunaestupidez. Al menos tena que advertir al seor Aravera

    Justo en aquel momento, el disparo de uno de losfusiles de luz rompi el desgarrador silencio que invada lasala.

  • Me qued totalmente petrificado.De reojo observ como el padre de Noa asomaba la

    cabeza para visualizar la escena de lo ocurrido, sinpreocuparse por los guardas. Me arm de valor ylentamente hice lo mismo.

    Emerg cauteloso, temiendo lo peor...Pero la imagenque encontr fue radicalmente distinta a lo que esperaba.Un agujero de lado a lado atravesaba completamente auno de los guardas, ante la atnica mirada de suscompaeros.

    Tras caer desplomado, Noa apareci sbitamente ami lado, temblando intensamente. Se tap la bocahorrorizada por lo que acababa de hacer. Habadisparado ella al guarda?

    Antes de comprender lo ocurrido, un segundo guardadesplazado del resto de compaeros reciba otro chorro deluz en el costado derecho, esta vez a manos del seorAravera. Al parecer Noa haba robado y entregado elarma a su padre. Quin iba a imaginar esos instintosasesinos en la familia Aravera?

    Ya replegados, los enemigos restantes cambiaron suestrategia. El ltimo disparo haba revelado la posicin

  • donde se encontraba el seor Aravera, as que los guardascomenzaron a acercarse a l. Sin embargo, ste dirigi unnuevo chorro de luz que impact en el muslo derecho delguarda.

    Tras visualizarlo todo, me volv a esconder detrs dela excavadora, junto a Noa.

    Al principio o el grito de dolor del guarda, pero luegootro disparo de luz, y silencio absoluto.

    No poda permanecer all escondido sin saber queocurra, as que decid silenciosamente subir a travs deuna de las excavadoras para tener una perspectiva detoda la sala. Entonces lo vi fugazmente: el cuarto y ltimoguarda en pie acababa de marcharse de la sala y corrapor el tnel hacia los niveles superiores.

    Debemos darnos prisa! Ir en busca de refuerzos!grit al seor Aravera.

    l asinti y rpidamente abandon su posicin paradirigirse hacia una pequea habitacin infestada debotones y otros coloridos paneles.

    Rpido, subid a las vagonetas, yo ir hacia la salade control orden.

    Ambos nos dirigimos a las vas mientras Aravera se

  • alejaba hacia el camino opuesto. Y es que los controles nopodan estar en peor sitio, junto a la entrada de la sala demquinas.

    Cuando subimos a una de las vagonetas comprendque la situacin se nos estaba yendo de las manos: Atravs del tnel se podan escuchar nuevamente los pasosagigantados de una decena de guardas que se acercabana toda prisa. Aravera deba ser rpido, o de lo contrario

    El motor de los vagones comenz a rechinar, an sinmovimiento.

    Visualic la zona rpidamente y no vi por ningn sitio aJohn, temiendo lo peor, porque los guardas llegaran encualquier momento y aquellos vagones ni siquiera habancomenzado a moverse.

    Pero acab por identificarlo. Aravera se encontraba enlo alto de una excavadora, intentando ponerla en marcha.

    El ruido de las vagonetas se intensific, de forma quelas palabras que nos gritaba desde la cabina resultabanimprecisas:

    ...bloquear la entrada, vosotros quedaos justodonde estis!

    Noa no pudo escuchar bien lo que su padre deca,

  • porque me agarr del brazo y me rog que le tradujera loque yo haba entendido. Fing no haberlo escuchado, seralo mejor. La entrada a la sala estaba demasiado alejadadel tranva. Si Aravera la bloqueaba, difcilmente podrallegar a tiempo a la vagoneta.

    Una cosa estaba clara, no iba a dejar que existiera lamnima posibilidad de que no saliramos los tres de all,as que salt en el vagn y orden con todas mis fuerzasa Noa que no se moviera.

    Cuando llegu corriendo a la mitad de la sala, una delas excavadoras bloqueaba ya la entrada a la sala demquinas, pero no encontr a Aravera. Mientras, losguardas ya haban llegado al improvisado tapn ydisparaban rayos de luz contra la excavadora paraapartarla de su camino.

    La maquinaria deba ser menos resistente de lo queAravera haba imaginado, porque tras varios rayosbrillantes estaba prcticamente hecha aicos. Vi desde ladistancia como los vagones iniciaban lentamente sumarcha, pero segua sin encontrarle.

    Entonces un grito ensordecedor inund la sala;SUBID A LA ESTPIDA VAGONETA!! vocifer.

  • Me qued aturdido durante varios segundos.El seor Aravera estaba encima de una segunda

    excavadora, y se diriga hacia la misma entrada donde losguardas acababan de conseguir abrirse paso entre eltapn. No tena intencin de escapar con nosotros.

    Entretener a los guardas con una segunda excavadoraera lo nico que nos dara unos segundos para escapar.Mientras corra de nuevo hacia los vagones, pudeescuchar sus ltimas palabras.

    Huir por otra ruta, no es preocupis. Y por favor,asegrate de que est a salvo!

    No estaba lejos de los vagones, que aceleraban cadavez a mayor intensidad. Los dos primeros ya habanatravesado el oscuro tnel.

    Tras un veloz salto, consegu subir al vagn dondeNoa vigilaba asustada. Uno de los ltimos.

    Noa, escchame! orden.Pero ella no poda apartar su mirada en la excavadora

    dirigida por su padre, que comenzaba a recibir los primerosproyectiles de luz.

    Comprend entonces las ltimas palabras de Aravera,al decirme que escapara por una ruta alternativa.

  • No exista ninguna ruta alternativa, pero de esa formahara creer a su hija que estara a salvo. Continuar lamentira era lo nico que la mantendra serena.

    Tu padre ha encontrado otra salida cerca de la salade control, pronto nos reuniremos con l! Me ha ordenadoque permanezcamos aqu. Debemos hacerlo si queremossalir vivos de esta.

    Si ha encontrado otra salida, por qu noescapamos por ella nosotros tambin? preguntdescompuesta.