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NOTA: El presente texto está sujeto a las enmiendas que pudieren resultar de su presentación y discusión. G.C.D. INAUGURACIÓN DEL DIPLOMADO Conferencia inicial: Sábado 2 de febrero de 2013 SOBRE CONTINUIDAD Y RUPTURA EN LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE VENEZUELA Germán Carrera Damas Escuela de Historia Facultad de Humanidades y Educación Universidad Central de Venezuela INTRODUCCIÓN Al iniciar el tratamiento de un período histórico siempre es oportuno, por no decir necesario, exponer las consideraciones de método y de criterio en las que se ha fundado la demarcación historiográfca, -más que la cronológica-, del mismo. Pretendo que esto es válido para cualquier momento del curso de lo histórico. No obstante, parece que ello es aun más necesario, -y también más difícil de practicarlo-, al tratarse de la convencionalmente denominada Historia contemporánea. ¿No observó Benedetto Croce, para desconcierto de los fragmentadores de lo histórico, que toda historia es contemporánea? Así lo escuché al recibir mis primeras lecciones de Historia de la Historiografía Universal, y estimo que comienzo a comprender y admitir la validez de tal aserto. Añado a esta circunstancia, como resultado de mi experiencia como historiador investigador, la importancia que atribuyo al cuidado que debe ponerse en dilucidar el signifcado de esta cuestión, tratándose de una sociedad de muy reciente implantación, como resultaría ser la venezolana, si admitiéramos, como comprobación, la de que su fraguado ocurrió bien avanzada la segunda mitad del Siglo XVIII. Este hecho nos obligaría a preguntarnos, ciñéndonos a esa condición formativa de nuestra sociedad, específcamente considerada, -es decir a la sociedad criolla-, sobre si para su historia podría regir otro criterio de periodifcación que no fuese el de contemporaneidad. Es obvio que al responder negativamente esa pregunta, quedarían como entorno de la

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NOTA: El presente texto está sujeto a las enmiendas

que pudieren resultar de su presentación y discusión. G.C.D.

INAUGURACIÓN DEL DIPLOMADO

Conferencia inicial:

Sábado 2 de febrero de 2013

SOBRE CONTINUIDAD Y RUPTURA

EN LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE VENEZUELA

Germán Carrera Damas

Escuela de Historia

Facultad de Humanidades y Educación

Universidad Central de Venezuela

INTRODUCCIÓN

Al iniciar el tratamiento de un período histórico siempre es oportuno, por no decir

necesario, exponer las consideraciones de método y de criterio en las que se ha fundado la

demarcación historiográfca, -más que la cronológica-, del mismo. Pretendo que esto es válido

para cualquier momento del curso de lo histórico. No obstante, parece que ello es aun más

necesario, -y también más difícil de practicarlo-, al tratarse de la convencionalmente denominada

Historia contemporánea. ¿No observó Benedetto Croce, para desconcierto de los fragmentadores

de lo histórico, que toda historia es contemporánea? Así lo escuché al recibir mis primeras

lecciones de Historia de la Historiografía Universal, y estimo que comienzo a comprender y

admitir la validez de tal aserto.

Añado a esta circunstancia, como resultado de mi experiencia como historiador

investigador, la importancia que atribuyo al cuidado que debe ponerse en dilucidar el signifcado

de esta cuestión, tratándose de una sociedad de muy reciente implantación, como resultaría ser

la venezolana, si admitiéramos, como comprobación, la de que su fraguado ocurrió bien

avanzada la segunda mitad del Siglo XVIII. Este hecho nos obligaría a preguntarnos, ciñéndonos

a esa condición formativa de nuestra sociedad, específcamente considerada, -es decir a la

sociedad criolla-, sobre si para su historia podría regir otro criterio de periodifcación que no fuese

el de contemporaneidad.

Es obvio que al responder negativamente esa pregunta, quedarían como entorno de la

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historicidad de esa sociedad sus antecedentes aborígenes, europeos y africanos. Lo que no

llevaría, sin embargo, a desdeñar la signifcación global, y puntualmente condicionante, de tales

antecedentes; pero sí a subrayar tanto lo reciente de la conformación de la sociedad venezolana

como la brevedad del tiempo histórico en el cual se ha manifestado en ella la dinámica de

continuidad y ruptura. De no ser así, al estudiar la historia contemporánea de cualquier sociedad

europea sería necesario abarcar, por ejemplo, Centro Asia, como generadora de las denominadas

invasiones de los bárbaros que precipitaron el derrumbe del decadente Imperio romano. Mas ello

signifcaría, igualmente, que al atender a la necesidad metódica de periodifcar críticamente la

historia contemporánea de Venezuela, estaríamos desenvolviéndonos en el ámbito de muy

breves momentos o subperíodos. Comprobaciones éstas que necesariamente infuirán en la

percepción de la vigencia de la dialéctica de continuidad y ruptura en el curso de tal historia.

Pero debo contenerme, en lo concerniente a la discusión sobre la contemporaneidad de la

sociedad implantada venezolana, entendiéndola, -subrayo, certeramente-, como la sociedad

implantada criolla, que fraguó en la segunda mitad del Siglo XVIII, cuando fue documentado el

deslinde, ya activo en esa sociedad, entre criollos americanos, y españoles peninsulares. Mas este

soslayo temático no me exonera de tener ocuparme de su proyección, en cuanto al tema que

debo tratar, propiamente. Digo esto porque al consistir ese tema en el estudio de la vigencia de la

dialéctica de continuidad y ruptura como una de las fuerzas rectoraras dominantes de la Historia

contemporánea de Venezuela, deberé comenzar por considerar el hecho de que la percepción y el

estudio de esa fuerza requiere que se les ubique, necesariamente, en el largo período histórico.

Para hacer tal cosa debo comenzar por valorar críticamente la naturaleza del tiempo

histórico global de la sociedad implantada criolla venezolana; tiempo que, como todos sabemos, se

extiende, escasamente, a lo largo de apenas cinco siglos. Lo que me obliga a preguntarme si, en

rigor, cabe percibir en ese tiempo histórico global otro lapso o subperíodo histórico que no sea

sólo un recorte del largo período. Lo que podría signifcar, a su vez, reconocerle a la validez del

procedimiento historiográfco consistente en la demarcación de períodos una correlación básica

con la extensión del tiempo histórico global de la sociedad considerada. Pero, ¿pero tal proceder

no signifcaría recurrir a una periodifcación en la que primaría el criterio cronológico? Valdría la

pena considerar la funcionalidad de otros criterios, por ejemplo referidos a la vigencia de las

formaciones sociales. Mas esto me metería en cuestiones de amenazadora complejidad, como la

de preguntarnos sobre la siguiente:

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Habiendo nacido y formádose la sociedad implantada venezolana como una sociedad

monárquica colonial; y habiendo regido en ella, jurídicamente, la monarquía hasta la abdicación,

negociada diplomáticamente, de nuestra reina Isabel II, en el 30 de marzo de 1845; lapso durante

el cual ocurrió la calamitosa instauración de la República en dos de sus versiones, la

incomprendida colombiana a partir de 1821 y la autocrática separatista a partir de 1830; a lo que

siguió la instauración de la versión democrática de la República a partir de 1946, ¿sería

históricamente legítimo considerar que las secuelas del régimen sociopolítico monárquico, -

¿obviamente que no del institucional?- han desaparecido de la dinámica sociopolítica venezolana

actual?

Recuérdese que una sociedad, la francesa, iniciadora de este tránsito histórico partiendo

también de la monarquía absoluta, antes que la implantada venezolana, en 1793, sólo en tiempos

posteriores a la Segunda guerra mundial parece haberlo completado y perfeccionado, al superar

el totalitario Estado de Vichy y la autocracia degolista. Recuérdese, igualmente, que todavía antes

de 1914 Georges Clemenceau libraba su tenaz lucha por la República, considerándola amenazada

por los manejos cesáreos, ecos de la cruenta Comuna de París.

Pero, si habríamos de considerar lo dicho en relación con las secuelas de nuestra

Monarquía, ¿qué grado de atención deberíamos prestarle a esa forma socioeconómica, y de

ocupación primera y primaria del territorio, denominada conuco, adoptada masivamente por la

sociedad hoy venezolana desde los inicios del proceso de su implantación, que perdura y que

nos remonta al paleolítico superior?

Se impone un poco de sensatez, y ésta nos aconseja interrumpir estas disquisiciones

metódicas y conceptuales. Para hacerlo nos refugiaremos en la invocación de la operatividad de

la dialéctica de continuidad y ruptura, entendida como el instrumento conceptual, extraído del

estudio de la Historia, que habría de permitirnos poner un poco de orden en este aparente

enredo metódico y conceptual, puesto que nos ayudaría a lograr dos cosas importantes: la

primera consistiría en razonar directamente en función del tiempo histórico; la segunda lo haría

al permitirnos comprender con mayor propiedad el sentido y el alcance de la noción de cambio

histórico. Y con esto entraríamos en el tratamiento de la Historia contemporánea de Venezuela

mejor apercibidos conceptualmente, y aviados metódicamente.

PARTE I: Necesarias consideraciones conceptuales, historiográficas y metódicas .

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Desde hace algún tiempo vengo estudiando la Historia contemporánea de Venezuela,

valiéndome operativamente de un instrumento que estimo efcaz: la dialéctica de continuidad y

ruptura. Para este fn he empleado dos conceptos maestros, extraídos del estudio también de la

Historia con H grande. Ellos son: en primer lugar el de La larga marcha de la sociedad venezolana

hacia la Democracia, adecuado para identifcar la tendencia evolutiva global de la sociedad

republicana venezolana; y, en segundo lugar, el de Doscientos años de lucha contra el despotismo,

para caracterizar el sentido profundo de la que se suele denomina, r, un tanto miopemente, la

lucha por la Independencia. En ambos conceptos rige, críticamente, la acción de la dialéctica de

continuidad y ruptura;

Me permito subrayar que no se trata de conceptos tomados de alguna supuesta autoridad

reconocida, -por consiguiente, extranjera-, aplicados a esa historia; sino de dos conceptos (¿o

principios?) extraídos de esa historia; ajustándome, al hacerlo, al que parece ser el procedimiento

rector básico del conocimiento científco materialista de la naturaleza y de la Historia. Me

apresuro a advertir, sin embargo, que tratándose de la denominada condición humana, nada

inadecuado consideraría el invocar a Plutarco para los fnes de complementar la interpretación,

por ejemplo, de la personalidad psicológica de algunos de los déspotas que han torcido nuestra

evolución histórica, sólo que no en el sentido laudatorio en que lo hicieron algunos cortesanos

del Gral. Juan Vicente Gómez Chacón.

A.- El concepto historiográfco formulado como La larga marcha de la sociedad venezolana

hacia la Democracia, intenta recoger el sentido del camino trazado y propuesto en el Decreto de

Garantías Dictado por el Gral. en Jefe, Presidente de la República, Juan Crisóstomo Falcón, en

Caracas, el 18 de agosto de 1863, cuando la Democracia fue preconizada como la necesaria

rectora de los sistemas jurídico-político y jurídico-social de la estructura de poder interna de la

sociedad, inmersa todavía en los efectos sociales y las repercusiones ideológico-políticas de la

disputa de la Independencia, reforzadas por los de la Guerra Federal. Vale recordar el

“Considerando,: Que triunfante la revolución deben elevarse a canon los principios democráticos

proclamados por ella y conquistados por la civilización, a fn de que los venezolanos entren en el

pleno goce de sus derechos políticos e individuales.” ¿Se quiso, realmente, cerrar, con esta

determinación, la etapa inmediata precedente, poblada, respecto de la Democracia, de referencias

incidentales y de formulación de aspiraciones; y se postuló verazmente, la necesidad de

emprender el camino hacia la concreción de un nuevo régimen sociopolítico, no ya liberal

autocrático sino liberal democrático?

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Tras unas siete décadas durante las cuales este planteamiento inicial sobre la Democracia

se vio relegado a programas y manifestos políticos, fueron diversos, y nada circunstanciales, los

signos de la importancia ideológica y la proyección política concreta que alcanzaron a tener, en

el discurso democrático venezolano todavía en formación, mediante la invocación principista y

la evocación política táctica, la Doctrina de las Cuatro Libertades, proclamada por Franklin

Delano Roosevelt, Presidente de los Estados Unidos de América, en el 6 de enero de 1941, y la

Carta del Atlántico, suscrita por el mismo y Winston Spencer Churchill, Primer Ministro de la

Gran Bretaña, en el 14 de agosto del mismo año.

La signifcación básica de estos aportes al bagaje ideológico de La larga marcha de la

sociedad venezolana hacia la Democracia, consistió en que contribuyó a emancipar el pensamiento

ideológico-político democrático venezolano de las improntas revolucionarias francesa y

soviética, todavía perceptibles en el Plan de Barranquilla, propuesto en el 22 de marzo de 1931. No

deja de suscitar cierto grado de sorpresa el hecho de cómo pudo asimilar Rómulo Betancourt,

redactor de dicho Plan…, la circunstancia de que el novedoso credo de la Democracia moderna

procediese de los tenidas hasta entonces como los representantes arquetípicos del imperialismo

moderno.

Además de su rico aporte ideológico-político, estos documentos capitales prestaron una

convalidación incontrovertible al discurso democrático venezolano, en fase de acreditación legal,

bajo un régimen político todavía armado con el Inciso VI del Artículo 32 constitucional, que

condenaba como traición a la patria toda idea renovadora en lo social y lo político que

contrastara con lo representado por La República liberal autocrática, vigente desde 1830;

particularmente en su fase terminal La Dictadura liberal regionalista, instaurada desde los inicios

del Siglo XX.

En La larga marcha de la sociedad venezolana hacia la democracia se han puesto a prueba

dos soluciones para la antítesis Despotismo vs Libertad. Una, a partir de 1864, al constituirse Los

Estados Unidos de Venezuela, basada en la proclamada más que instituida Federación. La otra,

consubstanciado con la República liberal democrática, fundada, para resolver tal antítesis,

reformulándola como Dictadura vs Democracia, mediante el rescate del concepto de Soberanía

popular y su implantación modernizadora y socialmente inclusiva. En ambas confrontaciones

político-conceptuales se advierte que el objetivo esencial era la Libertad, entendida como goce

ciudadano amparado en el ejercicio desagregado de una modalidad del Poder público

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republicano hasta entonces centralizado despóticamente, vista como secuela de la Monarquía,

genuina o disfrazada de República, ya fuese absoluta, ya fuese constitucional.

B.- El concepto historiográfco formulado como Doscientos años de lucha contra el

despotismo, fue acuñado con motivo de la conmemoración, en el Aula Magna de la Universidad

Central de Venezuela, del bicentenario del 19 de Abril de 1810. Intenté captar el sentido esencial

de la lucha explícitamente proclamada desde 1797, cuyo carácter de procuración de la Libertad

ha sido enclaustrado en el concepto de lucha por la Independencia nacional. Evaluados los

testimonios, a partir de las Ordenanzas de Gual y España, se advierte que el objetivo real de los

empeños por ellos representados era el goce de la Libertad, mediante los recursos del Estado de

Derecho; y la garantía de la Libertad, mediante la erradicación política del despotismo.

La que habría de ser culminación de este sentido de la procuración de la Libertad, se halla

consagrada en el Decreto de 23 de junio de 1823, dictado por el Congreso de la República de

Colombia, en el cual se lee: ….”la Nación colombiana, libre por sus leyes, é independiente por

medio de sus armas”…. Luego, ¿cuál era el objetivo primordial? ¡La Libertad! Respecto de esto,

la Independencia recobraba su sentido original de medio para combatir el despotismo; y la

República afrmaba su propósito de erradicarlo. Contrariando esta clara formulación, los

regímenes despótico se han valido de la calculada confusión entre Independencia y Libertad para

enmascarar la abolición de esta última, mediante el secuestro de la Soberanía popular; y, no

pocas veces, también para encubrir la violación de la primera, menoscabando la Soberanía

nacional.

Poniendo a provecho la malformación de la conciencia histórica por obra de una

enseñanza escolar basada en la prédica acrítica de las historiografías patria y nacional, refundidas

en La historia oficial, un desorientado patriotismo asume la conseja de que se está defendiendo la

independencia nacional cuando, en realidad, se refuerza y preserva su sometimiento a

regímenes despóticos, generalmente inclinados a procurar, mediante la subordinación

complaciente a poderes extranjeros, la legitimidad que su conducta despótica les vuelve

inalcanzable en la propia sociedad.

C.- En lo concerniente a los conceptos metódicos o de método, rigen tres, fundamentales:

la naturaleza específica del tiempo histórico; la conformación múltiple y dinámica del proceso histórico; y

la ubicación de lo contemporáneo en la periodificación histórica. La captación de la complejidad de

estas nociones obligaría a entrar en extensas consideraciones, que nos alejarían del propósito

básico de este texto. Por consiguiente, me limitaré a caracterizarlas muy someramente.

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La naturaleza específica del tiempo histórico se sintetiza en su condición de conformar un

continuo en el cual sobresalen dos características: la de no admitir demarcaciones cronológicas,

-como no sean laxas y meramente indicativas-, y la de correlacionar tanto la continuidad como

las rupturas con la evolución de ese continuo, vista globalmente.

La conformación múltiple y dinámica del proceso histórico expresa el hecho de hallarse

integrado por un haz de tendencias, entre las cuales se advierten tres órdenes: las que preceden y

habrían de cesar en sus efectos; las que prevalecen y estarían llamadas a perdurar, y las que

nacen, con destino a determinar por la acción del conjunto de tendencias. La percepción y la

valoración de la correlación entre tales tendencias requiere un alto nivel de formación del sentido

histórico, un denso bagaje cultural y un sentido crítico bien entrenado en el manejo de pruebas,

testimonios e indicios. La destreza alcanzada en estos ejercicios es requisito para que el haz de

tendencias revele su grado de sujeción a la dialéctica de continuidad y ruptura.

La ubicación de lo contemporáneo en la periodificación histórica es un clásico problema, en el

cual se combinan lo metódico y lo propiamente historiográfco. Si dejamos como pantalla de

fondo el concepto crochiano de la contemporaneidad de la Historia, reducimos la cuestión a dos

aspectos fundamentales. En primer lugar, la imprescindible referencia cronológica, aunque sea

global y utilizada con las reservas del caso. En segundo lugar, la caracterización diferencial del

período califcado de contemporáneo respecto del precedente. Se han ensayado, a este respecto,

proposiciones que parecen consistir solamente en cambios de denominación. Así se habla de

Historia cercana y de Historia reciente. Invocando mi experiencia como colaborador de la Historia

del Desarrollo Científico y Cultura de la Humanidad, patrocinada por la UNESCO, no puedo menos

que dudar de que sea posible elaborar tales historias.

En el caso de la historiografía venezolana, se han ofrecido las siguientes respuestas en

cuanto al punto de partida de la denominada época contemporánea. En primer lugar, la ruptura del

nexo colonial y el consiguiente inicio de la instauración de la República (en la segunda conferencia

veremos los problemas que esto plantea, por tratarse de nociones, sólo comprensibles

ubicándolas en el largo período histórico). En segundo lugar, la instauración defnitiva de la

República, sobre lo cual también trataremos en la segunda conferencia. En suma, la

determinación del punto de partida de la denominada época contemporánea en la historiografía

venezolana es cuestión de solución necesariamente controversial; pero que debe tenerse presente

para evitar extravíos del conocimiento histórico.

PARTE II: Casos de continuidad y ruptura en el denominado período contemporáneo de la evolución

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histórica de la sociedad venezolana.

A.- Entre los casos básicos globales, el sentido histórico apunta como sobresaliente la

abolición de la Monarquía y la superación de sus secuelas. Tratar críticamente esta cuestión

plantea como asunto primario combatir el ocultamiento, por La Historia oficial, de la más rancia

herencia de las historiografías patria y nacional, que consiste en ignorar la condición monárquica

primera y primaria de la sociedad venezolana. Así lo requería la justifcación de la ruptura del

nexo colonial, traducida como La Independencia; pero fgurada ésta como el rechazo de una

dominación que se pretendía era ajena a la naturaleza de la sociedad implantada colonial venezolana,

y respecto de la cual se padecía una secular relación de dominación, ¿ejercida sobre una

sociedad en algún momento libre?

a.- El ciclo histórico que culminó con la abolición de nuestra monarquía es revelador de la

historicidad de su arraigo social. En 1810 la vemos reivindicada, respecto de la

considerada su usurpación por los franceses, en la formación de la Junta Suprema

Conservadora de los Derechos de Fernando Séptimo (valía decir de nuestra Corona). En

1811 fue objeto de abolición tácita mediante la instauración de la República. En 1814-1821

fue restaurada por obra del primer caudillo venezolano, coronel José Tomás Boves, y por

el comandante del Ejército expedicionario, General Pablo Morillo, con beneplácito de la

porción determinante de la sociedad y de su Iglesia Cristiana católica. El 17 de diciembre

de 1819 fue abolida en los términos del Artículo 1º de la Ley Fundamental de Colombia: “Las

Repúblicas de Venezuela y la Nueva Granada quedan desde este día reunidas en una sola

bajo el título glorioso de República de Colombia.” En 1821 fue abolida, expresa pero

selectivamente, en la instauración constitucional de la República de Colombia, alias

Grancolombia. En 1830 fue abolida de nuevo y expresamente la monarquía (¿Pudo ser

abolido lo que ya no existía?), en los términos colombianos de la Constitución del Estado

de Venezuela.

b.- Vista críticamente, esta última abolición de la Monarquía pareció necesaria, en función

de la fundamentación política de la ruptura de la República Colombia, alias Grancolombia,

por los venezolanos que no se fueron con Bolívar, según expresión del historiador

colombiano Alfonso Múnera Cavadía. Quizás resulte reveladora la comparación entre los

términos de ambas declaraciones de abolición de la Monarquía.

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Dice la declaración contenida en la Constitución de la República e Colombia:

“Art. 1º La Nacion Colombiana es para siempre, é irrevocablemente, libre é

independiente de la monarquía española, y de cualquier otra potencia ó dominación

extranjera: y no es, ni será nunca el patrimonio de ninguna familia o persona.” Caben una

pregunta y una observación: ¿Los pueblos que integraron la República de Colombia no

habían sido parte orgánica de esa Monarquía que ahora declaraban española? Se vedaba

la posibilidad de restaurar la Monarquía, incluso mediante la entronización de un

príncipe de la otrora Casa reinante.

Dice la declaración contenida en la Constitución del Estado de Venezuela:

“Art. 2º La nación venezolana es para siempre é irrevocablemente libre é

independiente de toda potencia ó dominación extrangera, y no es ni será nunca el

patrimonio de ninguna familia ni persona.” Caben. también, una pregunta y una

observación. ¿No se era todavía, jurídicamente, parte de la “monarquía española”,

aunque en la condición de súbditos rebeldes? Pareciera que la tal declaración estaba

dirigida sobre todo a prevenir todo intento de reconstituir la República de Colombia.

Vale recordar que, respecto de la ruptura de esa República fueron esgrimidos, por

los representantes del Poder social colonial en trance de reinstalarse en el Departamento

de Venezuela, además del muy cuestionable de la no representación en el Congreso

General o Constituyente reunido en la Villa del Rosario de Cúcuta, dos argumentos

dirigidos a la gran audiencia.

Uno fue el rechazo de la que se denunció como una inminente restauración de la

monarquía, mediante la supuesta posible adopción, en la República de Colombia, del

proyecto de Constitución propuesto por Simón Bolívar para la República Bolívar, tildado

de monárquico, sobre todo por contemplar la fgura de la Presidencia vitalicia con

derecho a designar sucesor. Se denunciaba que tal podría ser el resultado de la aplicación

del Art. 191 de la Constitución colombiana, que pautaba que pasados diez o más años de

vigencia, ….”se convocará por el Congreso una gran convención de Colombia, autorizada

para examinarla ó reformarla en su totalidad.” Esto podría suceder en razón del alto

prestigio de que gozaba el Libertador Presidente de la República de Colombia. El otro

argumento fue la reivindicación de los principios que habían sido invocados y defendidos

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desde el 19 de Abril de 1810.

En suma, ambos argumentos, integrados, servían de cobertura de la principal

motivación: ¿Reanudar el curso autonómico tomado el 19 de Abril de 1810, como medio

para preservar la esclavitud, amenazada por la legislación colombiana y el pensamiento

devenido fervorosamente antiesclavista de Simón Bolívar? Debe considerarse en este

aspecto, el precedente de lo ya hasta entonces muy confictivo vivido por la República de

los Estados Unidos de América en esta materia. Mas, el objetivo global consistía en

preservar el Poder social criollo que, según la falta de indicios de lo contario, se acomodó

al Poder colonial restaurado, desde 1814 hasta 1821 Por su parte, al Gral. Carlos Soublette

le atribuyen el haber califcado de goda, vale decir monárquica, la sociedad venezolana de

su tiempo. Es decir, de igual condición que la sociedad colombiana que motivó la

abolición selectiva de la Monarquía al instaurarse defnitivamente la República en 1821.

Viene al caso recomendar, con el fn de cultivar el espíritu crítico, el tener presente la

perogrullada de que en lo histórico no suelen ser incompatibles los principios y los

intereses.

c.- La conciencia monárquica demostró perdurable vigencia atávica. Lo hizo con plenitud

en el ejercicio de La República liberal autocrática, y de manera acentuada en el de La

Dictadura liberal regionalista, expresándose en ambos casos como sometimiento al Poder, en

todos sus niveles; y como exoneración de responsabilidad del Presidente-monarca,

incluyendo la solicitud de gracia. Amén de la persistente vigencia atávica de algunos

rasgos monárquicos en La República liberal democrática, justifcadora de la procurada

formación del ciudadano mediante la práctica de la concepción pedagógica del ejercicio

de la política y del desempeño del Poder público.

d.- Dos cuestiones deben ser subrayadas en esta peripecia de nuestra monarquía. Una es

su persistencia, motivadora de la estrategia sociopolítica que he denominado meter al Rey

en la República, como puente necesario para instaurar el régimen sociopolítico republicano

en una sociedad originariamente monárquica. La otra cuestión consiste en la asociación

de la prevención de la eventual restauración de la Monarquía, mediante la ruptura de la

República de Colombia, con la preservación de la esclavitud.

La comprensión de la dinámica de su persistencia requiere ver la Monarquía como

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un régimen sociopolítico vinculado con la conciencia cristiana católica; no como un

régimen político, sólo o fundamentalmente. La Monarquía era una dimensión esencial de

la sociedad, en lo concerniente al ordenamiento sociopolítico de ésta, como lo era

igualmente en el orden espiritual por representar la Voluntad divina. Respecto de la

esclavitud, debe tenerse en cuenta el hecho de que ella era factor primordial de la

propiedad agraria, base del restablecimiento de la estructura de poder interna de la

sociedad agraria venezolana, ahora forzadamente republicana, gracias a la capacidad

militar de los independentistas, decididamente acrecentada como consecuencia de los

recursos militares, políticos y económicos, resultantes de la creación de la República de

Colombia. De lo que resultaba, para la sociedad colonial criolla sobreviviente y decidida a

restaurar su predominio en el Poder social, una disminución considerable de su

capacidad de infuir en la marcha de la República, como no fuera por la vía de la

hegemonía del Poder militar, autoproclamado hacedor único de la Independencia; y era

venezolano el componente “jefatural” predominante de ese Poder.

B.- El concepto que he formulado como La Larga marcha de la sociedad venezolana hacia la

Democracia, entiende recoger el sentido esencial del desenvolvimiento sociopolítico de la

sociedad venezolana para superar la difcultad percibida por Antonio Leocadio Guzmán en el

Programa de El Venezolano, Nº 1, del 28 de agosto de 1840. (Véase: Elena Plaza, Venezuela: 1830-

1850. La construcción de la República. (Serie antológica de historia contemporánea de Venezuela, Nº

9, pp. 202-218). Los hitos de tal marcha admiten que se les agrupe, muy sumariamente, en dos

grandes etapas.

a.- En la primera etapa la concepción liberal de tendencia democrática expuesta por

Antonio Leocadio Guzmán en el mencionado Programa…., al tratar de la formación del

Poder público refriéndose a ….”las elecciones, que de derecho tocan al pueblo, porque el

poder electoral es la única función que le compete, y el único ejercicio que hace de la

soberanía que les (sic) es inherente.” (Op. cit., p. 214), alcanzó el status de proposición

formal de la instauración de la Democracia, como régimen sociopolítico, en el

considerando del Decreto de Garantías dictado por el Gral. Juan Crisóstomo Falcón en el 18

de agosto de 1863. Marginada conceptualmente, la Democracia quedó insumida en el

federalismo adoptado en la Constitución Federal, promulgada el 22 de abril de 1864, al

quedar comprometidos los Estados: “A organizarse conforme a los principios de

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Gobierno Popular, Electivo, Federal, Representativo, Alternativo y Responsable.” Se

revelaron de esta manera los efectos de la identifcación de la Democracia con los excesos

cometidos durante la denominada Guerra Federal. Perduró el concepto de Democracia

como vaga cuestión programática o como reivindicación de dicha Constitución, una vez

superada la desviación autocrática guzmancista.

b.- La reivindicación programática de la Democracia, como régimen sociopolítico

expresamente enfrentado al despotismo autocrático, advino como resultado de la

evolución desde la antinomia Dictadura vs Libertad hacia la de Despotismo vs Democracia-

Libertad; en el lapso 1928-1931. Al postular la necesidad de que el pueblo venezolano

aspirase a ….”un nuevo y menos gaseoso concepto de la libertad que el profesado por los

jacobinos de todos los tiempos de la República”…., ¿estaban destinados a servir de

parteaguas el Pacto de Barranquilla y el Programa mínimo que lo cierra, fechados en el 22 de

marzo de 1931, entre el comunismo y la socialdemocracia?. Dan lugar a esta interrogante

los términos referidos a este último: ….”Hemos dicho programa mínimo, porque”….

“apenas contempla los más urgentes problemas nacionales y porque el contenido mismo

de nuestros postulados de acción es apenas reformista”….”La marcha misma del proceso

social nos señalará el momento de poner a la orden del día la cuestión de ampliación y

revisión del programa.” Esta cautelosa formulación no podía menos que suscitar

inmediatas respuestas adversas. De allí que el 3 de julio de 1931 replicara Rómulo

Betancourt a Miguel Otero Silva: “Dices tú que nuestro programa no es de lucha de clases

sino de conciliación de clases”….

PARTE III: Casos de continuidad y ruptura, sobresalientes en la convencionalmente denominada

historia contemporánea de Venezuela, que admiten el ser vistos, históricamente, y atendiendo a su sentido

sociopolítico, como las instancias y avatares de la formulación y puesta en práctica del Proyecto Nacional.

A.- La comprensión del proceso de formulación del Proyecto Nacional, requiere que se le

enfoque en función de la acción de la dinámica de continuidad y ruptura, en la crisis política

que partió de un replanteamiento continuista del nexo colonial y culminó con su ruptura.

Así enfocado, el desenvolvimiento de esa crisis queda comprendido entre dos polos. Uno,

inicial, abarca desde la expresión de aspiración independentista de 1797, la de moderada

autonomía ocurrida el 19 de abril de 1810, y la declaración institucional de la

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Independencia, el 5 de julio de 1811. El otro polo está representado por los diversos

episodios de ratifcación de la determinación de ruptura del nexo colonial, hasta su

convalidación mediante la abdicación de quien era aun, jurídicamente, nuestra reina

Isabel II, mediante la frma del Tratado de reconocimiento, el 30 de marzo de 1845.

Creo necesario, para la mejor comprensión de este prolongado y accidentado

trayecto sociopolítico de continuidad y ruptura, subrayar el hecho de que si bien el

planteamiento del desenlace republicano de tal ruptura culminó, políticamente, con la

puesta en marcha de la formulación inicial del Proyecto Nacional, representado

sintéticamente por la Constitución federal de 1811, dicho Proyecto fue reformulado,

sucesivamente, en Angostura en 1819 y en Cúcuta en 1821. Pero la sujeción representada

por el nexo colonial perduró, jurídicamente, hasta la abdicación de nuestra reina; es decir

cuando todavía no se había alcanzado la formulación defnitiva del Proyecto Nacional

republicano, que habría de ser representado sintéticamente por la Constitución federal,

promulgada el 13 de abril de 1864. Lo que signifca que se trató de un proceso que tomó

ligeramente más de medio siglo. ¿Al observar esto, estaríamos enfocando el largo

período histórico?

a.- A su vez, los prolegómenos de la la formulación inicial del Proyecto Nacional,

vinculados con la declaración de Independencia, mas todavía no expresamente

republicanos, encajan en el proceso representados por una secuencia de documentadas

actuaciones que al dar testimonio de esa vinculación ¿completarían el largo período

histórico? :

En las Ordenanzas compuestas por los conspiradores de La Guaira, en 1797,

dirigida a “Los Comandantes de las Provincias de tierra frme de la América Meridional”,

se llamó a que se tomasen:

….”quantas providencias juzguen de luego convenientes para asegurar mas y mas el

acto de la Yndependencia que será declarada en la ciudad de N, para cuyo efecto desde ahora

se señala como lugar proporcionado, y se comboca y combida á todas las Provincias,

Comandancias, Corregimientos &-á que dentro del término de dos meses contados desde la

publicación de estos artículos, embien sus Diputados con amplios poderes para la

declaración de la Ydependencia, establecimiento del Gobierno General interino del Estado, y

particular de cada Pueblo y Provincia.”

Page 14: Conferencia inaugural

En la Proclama a los pueblos del Continente Américo-Colombiano, dada por Francisco

de Miranda en el Cuartel General de Coro, el 2 de agosto de 1806, luego de se enunciados,

dirigiéndose a los pueblos, los recursos con que se contaba para lograr ….”vuestra

libertad e independencia, bajo los auspicios y protección de la marina Británica.”, se

asentó: “Con estos auxilios podemos seguramente decir, que llegó el día por fn, en que

recobrando nuestra América su soberana Independencia, podrán sus hijos libremente

manifestar al Universos sus ánimos generosos”…. ¿Recobrarían su soberana Independencia

sociedades formadas en la condición de monárquicas coloniales?

En el Acta de la Independencia, fechada en el 5 de julio de 1811, se reafrmó en primer

lugar la justifcada determinación inicialmente autonomista, atendiendo a una suerte de

vacío de Poder: “Luego que se disolvieron, sustituyeron y destruyeron entre sí las varias

formas de gobierno de España, y que la ley imperiosa de la necesidad dictó a Venezuela el

conservarse a sí misma para ventilar y conservar los derechos de su rey y ofrecer un asilo

a sus hermanos de Europa contra los males que les amenazaban”…, se sentenció:

….”miramos y declaramos como amigos nuestros, compañeros de nuestra suerte, y

partícipes de nuestra felicidad, a los que, unidos con nosotros por los vínculos de la sangre,

la lengua y la religión, han sufrido los mismos males en el anterior orden [es decir la

condición monárquica colonial]; siempre que, reconociendo nuestra absoluta independencia de

él y de toda otra dominación extraña, nos ayuden a sostenerla con su vida, su fortuna y su

opinión, declarándolos y reconociéndolos (como a todas las demás naciones) en guerra

enemigos, y en paz amigos, hermanos y compatriotas.”

b.- Pareciera fundarse una comprobación: la de que en los casos citados, los actores no

consideraron ¿pertinente, necesario, prudente u oportuno? asociar la Independencia,

como expresión de la Soberanía nacional, con la abolición expresa de la Monarquía como

régimen sociopolítico. No parece aventurado pensar que prevaleció la conciencia cristiana

católica, considerada en lo individual; y valorada en lo social como factor de control de la

estructura de poder interna de una sociedad genuina, profunda y religiosamente

monárquica. He señalado, en diversas ocasiones, que para esa mentalidad Monarquía e

Independencia no eran términos antitéticos, como si lo eran Monarquía y República; pues

acceder a esto último signifcaría reemplazar la Voluntad Divina por la de una nueva

deidad, la Nación.

Page 15: Conferencia inaugural

La conjunción entre Independencia y República quedó expresa y defnitivamente

proclamada en la llamada Declaración de Angostura, formulada por Simón Bolívar el 20 de

noviembre de 1818, como respuesta a posibles intentos de reconciliación con la Metrópoli,

y así se le hizo constar expresa y rotundamente: “10º - Que hallándonos en posesión de la

libertad e independencia que la naturaleza nos había concedido, y que las leyes mismas

de España, y los ejemplos de su historia, nos autorizaban a recobrar por las armas, como

efectivamente los hemos ejecutado, sería un acto de demencia y estolidez someterse bajo

cualesquiera condiciones que sean al gobierno español.” A lo que siguió una solemne

declaración: “1º - Que la república de Venezuela por derecho divino y humano, está

emancipada de la nación española, y constituida en un estado independiente, libre y

soberano.” Mucho se puede hilar sobre la cautela en el empleo de estos conceptos. Si bien

el hallándonos podría haberse referido al status sociopolítico representado por la

Independencia declarada formalmente el 5 de julio de 1811, el origen natural de la

libertad e independencia sólo podría explicarse refriéndolo a la concepción humanista de

esos bienes, ¿prescindiendo de la Voluntad Divina o dispensados por ella? No me dejaré

atrapar por esta seductora cuestión. Me limitaré a formular una pregunta que podría

haber correspondido al estado de la conciencia religiosa de la época: Si el sometimiento al

poder del Rey signifcaba acatar la Voluntad Divina, ¿podían no signifcarlo, también, el

goce y ejercicio de la Libertad?

c.- Las ratifcaciones de la puesta en marcha de la formulación inicial del Proyecto

Nacional ocurrieron en la instalación, en Angostura, del segundo Congreso de la

República de Venezuela. Fueron estimuladas políticamente, y enriquecidas

conceptualmente, por el Discurso de apertura pronunciado por Simón Bolívar en el 15 de

febrero de 1819; y por la aprobación, en el 15 de agosto, de una fugaz Constitución.

Prosiguió con la aprobación de la puesta en marcha de un nuevo Proyecto Nacional, en

los términos de la Ley Fundamental de Colombia, promulgada en el 17 de diciembre de1819,

cuyo articulado se inicia con una rotunda afrmación: “Artículo 1º Las Repúblicas de

Venezuela y la Nueva Granada queda desde este día reunidas en una sola bajo el título

glorioso de República de Colombia.” Por otra parte, el citado artículo se correspondía con

lo establecido en el Art. 15 de la Constitución aprobada el 15 de agosto del mismo año:

“Verifcada la unión que se espera de Venezuela y la Nueva Granada, conforme al voto y

al interés de ambos pueblos, esta Constitución será de nuevo examinada y discutida en el

Page 16: Conferencia inaugural

Congreso general que ha de formarse. Entretanto, los ciudadanos de la Nueva-Granada

serán reputados ciudadanos de Venezuela por nacimiento, y tendrán opción a todos los

empleos, residiendo en su territorio.” Por consiguiente, ¿hubo novedad alguna en el

hecho de que una vez constituida la República de Colombia los hasta entonces

venezolanos pasasen a ser, por consecuente y obvia reciprocidad, ciudadanos de Colombia

por nacimiento. Recuérdese que el Art. 4º de su Constitución, reza: “Son colombianos:

Todos los hombres libres nacidos en el territorio de Colombia y los hijos de estos.”

El nuevo Proyecto Nacional fue institucionalizado en el Congreso General o

Constitucional, reunido en el 6 de junio de 1821 en la Villa del Rosario de Cúcuta,

acatando lo dispuesto en el Art. 8º de la Ley Fundamental de Colombia, -ratifcada ésta

mediante la Ley Fundamental de la Unión de los Pueblos de Colombia, promulgada el 18 de

julio de 1821-; y la promulgación de la correspondiente Constitución de la República de

Colombia, en el 6 de octubre de 1821. Rota la República de Colombia, el Congreso

Constituyente reunido en Valencia, en el 6 de mayo de 1830, aprobó el 22 de septiembre

la Constitución del Estado de Venezuela; Código que, promulgado el inmediato 24, revela

acentuada continuidad respecto de la Constitución de la República de Colombia.

d.- Ubicadas la declaración de Independencia, la instauración de la República y la

abolición de la Monarquía, en el proceso global que se extendió desde 1797 hasta 1830, se

advierte un saldo que merece consideración crítica. Consiste en que si bien el

planteamiento inicial del Proyecto Nacional culminó con su formulación defnitiva,

representada por la Constitución federal de 1864, la cual se conectaba en lo concerniente a

la federación con la de Constitución federal de 1811, la abdicación de la hasta entonces

jurídicamente nuestra reina Isabel II, el 30 de marzo de 1845, marcó el punto culminante

de la abolición jurídica de la Monarquía en la sociedad venezolana, al exonerarnos del

cargo de súbditos rebeldes. Otro ha sido lo sucedido en lo concerniente al régimen

sociopolítico monárquico, atendiendo a la perdurabilidad de sus vertientes sociales y aun

sicosociales, amén de las que se traducen en el ejercicio de la política y en el desempeño

del Poder público, en todos sus niveles, partiendo del nefasto e inveterado jefecivilismo,

ejercido por funcionarios civiles y militares, supuestamente republicanos.

B.- La evolución de la República, entendida como estructura jurídica del Poder público y

como régimen sociopolítico, podría ser vista, ubicándola en el largo período histórico, y

Page 17: Conferencia inaugural

prescindiendo de la tradicional demarcación historiográfcas en repúblicas, -también empleada

por mí para facilitar la comunicación de nuevos contenidos conceptuales-, repartiéndola en dos

grandes etapas: la fundacional y la de institucionalización; y englobando ambas etapas en el

lapso de siglo y medio corrido entre 1811 y 1959. La comparación histórico-crítica sistemática con

el curso seguido por otras sociedades que emprendieron, casi contemporáneamente, la

instauración del régimen sociopolítico liberal democrático, procediendo también de la

Monarquía absoluta, como la francesa (1791-1945) y la española (1812-1975), probablemente

revelaría similitudes no meramente cronológicas.

a.- La etapa fundacional revela, como rasgo predominante, la tormentosa vinculación

entre la ruptura del nexo colonial, denominada La independencia, y la confada puesta en

marcha de la abolición del régimen sociopolítico monárquico, mediante la declarativa

constitucional del régimen republicano. Parece razonable ver este período como iniciado

formalmente en 1811, si bien, como he sostenido, estuvo precedido de declaraciones de

ruptura del nexo colonial no expresamente relacionados con la instauración del régimen

republicano, en 1797 y 1806; y culminó con la promulgación de la Ley Fundamental de

Colombia, el 17 de diciembre de 1819; luego de pasar por la ¿tímida? ratifcación de lo

actuado en 1811, mediante la Declaración de Angostura, de 1818, haciéndose valer la

circunstancia de que ….”estos sentimientos y esta decisión se han manifestado en la

República desde el 5 de julio de 1811”….

b.- La etapa de institucionalización, propiamente dicha, de la ruptura de del nexo colonial,

mediante la institucionalización plena y perdurable del régimen sociopolítico

republicano, una vez superado el conato de 1811-1812 y el esbozo de 1819, permite

deslindar sumariamente cuatro lapsos: el correspondiente a la instauración de La

República de Colombia (1821-1830}; el correspondiente a la instauración de la separatista

República liberal autocrática venezolana (1830-1900); el correspondiente a La Dictadura

liberal regionalista (1900-1945); y el correspondiente a La República liberal democrática, en

curso desde 1946, cuando la Soberanía popular no sólo fue rescatada de un secuestro

iniciado en 1828, sino modernizado, ampliado y democratizado su ejercicio, a la par que

reconocido su libre expresión como la única fuente de legalidad en la formación del Poder

público, y de legitimidad en el ejercicio de la política y el desempeño de ese Poder.

C.- La más sobresaliente muestra de la vigencia de la dinámica de continuidad y ruptura, en

Page 18: Conferencia inaugural

la historia de Venezuela republicana, está representada por la desmembración de La República de

Colombia, cuyo punto crítico fue muy bien condensado en el Mensaje a la Convención de Ocaña,

suscrito por Simón Bolívar, en Bogotá, en el 29 de febrero de 1828; e instrumentado mediante la

Constitución del Estado de Venezuela, promulgada en Valencia, en el 24 de septiembre de 1830. Es

decir, tuvo como punto de partida una triste comprobación bolivariana: forzado a ….”dar cuenta

a la nación de los inconvenientes prácticos de sus leyes”.…“Debo decirlo: nuestro gobierno está

esencialmente mal constituido. Sin considerar que acabamos de lanzar la coyunda, nos dejamos

deslumbrar por aspiraciones superiores a las que la historia de todas las edades manifesta

incompatibles con la humana naturaleza”….; y como punto culminante el consiguiente

nacimiento y arraigo de La República liberal autocrática, vigente hasta 1946.

a.- Es importante subrayar el hecho de que el escenario en el cual se produjeron estos

acontecimientos estuvo determinado por el cese de la guerra contra el Poder colonial

hispanoamericano, como consecuencia de la victoriosa Batalla de Ayacucho, librada en el

9 de diciembre de 1824; en la cual el ejército de la República de Colombia y contingentes

auxiliares, bajo el mando del general colombiano nacido cumanés Antonio José de Sucre,

destruyó la amenaza que pesaba sobre La República de Colombia, representada por el

entonces poderoso Virreinato del Perú. Con ello terminaron de disiparse los fundados

temores respecto de una reconquista colonial respaldada por la Santa Alianza. Y se dispuso

el ambiente sociopolítico que permitió el rebrote de la pugna ideológico-política librada

entre los independentistas que he denominado la disputa de la Independencia. Esta pugna

se hallaba en estado de tregua desde los sucesos de Angostura, en 1817-1819, cuando se

consolidaron el mando militar y el prestigio político de Simón Bolívar.

b.- En la ruptura de La República de Colombia se conjugaron dos grandes factores

poderosamente determinantes. Uno fue el rescate del grado de autonomía requerido por

los reagrupados representantes del Poder social criollo, componente del Poder monárquico

colonial; no mal avenidos con el nexo colonial restablecido durante el lapso 1814-1821.

Rescate necesario para el restablecimiento de la estructura de poder interna de la

sociedad implantada colonial venezolana, cuya preservación generó la crisis política

manifesta en los acontecimientos ocurridos en Caracas en el 19 de Abril de 1810. A los

todavía precarios resultados de este urgente empeño, ahora se les consideraban

amenazados por la legislación liberal colombiana, en dos aspectos claves: por una parte,

Page 19: Conferencia inaugural

la condena de la esclavitud como institución y la provisión de medios legales para

emprender su progresiva liquidación (Ley de 19 de julio de 1821: ….”que un objeto de tan

grande trascendencia para la República, se debe realizar extinguiendo gradualmente la

esclavitud”….). Por la otra parte, la represión de los enemigos del régimen republicano

colombiano, llevada en algunos casos hasta la prevista confscación de bienes, dispuesta

en el Decreto de 18 de setiembre de 1821:

“Considerando”….”Que muchos de los que emigraron por ódio ó indiferencia al

sistema de gobierno republicano y han vuelto después á este territorio, y de los que con

iguales opiniones se quedaron en él á tiempo que se ha ido ocupando por las armas de la

República, han abusado de la absoluta y extensa seguridad que se les ofreció por el artículo

11 del tratado de regularización dela guerra de 26 de noviembre último”....”Art. 1º El Poder

Ejecutivo en virtud de las facultades ilimitadas de que está investido, procederá sin

dilación y antes de publicarse la constitución, á expulsar del territorio de Colombia: 1º A

todos los que habiendo emigrado con los españoles al tiempo de la entrada de las armas de

la República, hayan vuelto y mantenido una conducta sospechosa al gobierno. 2º A todos

los que aunque no emigraron están marcados por su conducta anterior, por sus empleos,

destinos y servicios hechos al gobierno español como indiferentes y sospechosos al

gobierno republicano. Art. 2 Los que así fueren expulsados en virtud del presente decreto

podrán llevar consigo todos sus bienes muebles ó semovientes; pero los inmuebles que

posean quedarán en rehenes de su conducta, y a disposición de sus mujeres o herederos

forzosos si los tuvieren, ó de personas de su confanza por vía de administración.”

Esta disposición fue reformulada en virtud de la Ley de 1º de octubre del mismo

año, Sobre confiscación de los bienes pertenecientes al Gobierno enemigo y á los que huyen del

republicano, en virtud de la cual serían confscados ….”todos los bienes, muebles é

inmuebles de cualquier especie, y los créditos, acciones y derechos que pertenezcan á los

que emigren del país amenazado, ó atacado por las tropas de la República.” A lo cual se

añadió lo contemplado en la Ley de 12 de octubre inmediato, Sobre el modo de proceder

contra los conspiradores y perturbadores de la tranquilidad pública.

Para contrarrestar estas amenazas se recurrió a la reivindicación del programa del

19 de Abril de 1810 y a la defensa del derecho de propiedad, que estimaban vulnerado

por la que fue califcada de ilegal expropiación de la mano de obra esclava y por la pena

de confscación de bienes.

Page 20: Conferencia inaugural

El segundo poderoso factor determinante de la ruptura de la República de

Colombia consistió en la formación del Poder militar, autoproclamado autor de la

Independencia y vocacional tutor eterno de la sociedad venezolana. Se conjugaron en este

resultado la insatisfacción de los veteranos combatientes por la Independencia, que

consideraban mal recompensados sus esfuerzos, y las posiciones políticas asumidas por el

grupo de representantes del Poder social criollo en vías de restauración (Véanse: el

testimonio del Mariscal Antonio José de Sucre y, en los textos de lectura recomendada, el

“Programa” de Antonio Leocadio Guzmán).

c.- En el proceso separatista que condujo a la ruptura de la República de Colombia , la

dinámica de continuidad y ruptura rigió, claramente, en el desenvolvimiento del

movimiento separatista en el Departamento de Venezuela y en la formación del Estado de

Venezuela. Era obvio que tal Estado debía deslindarse del instituido como la República de

Colombia, pero su motivación sociopolítica y su marco constitucional revelan claros

signos de continuidad histórica. Como he apuntado, su motivación sociopolítica entroncó

expresamente con el programa primario del movimiento caraqueño del 19 de abril de

1810, según consta expresamente en el Pronunciamiento de la Ciudad de Caracas, fechado en

el 26 de noviembre de 1829, en el cual, al enunciarse los excesos cometidos por Simón

Bolívar, se asienta: “Bien pudiera prescindirse del mensaje que dirigió el general Simón

Bolívar al Congreso de Angostura en 1819 en que propuso bases contrarias al sistema

proclamado en Venezuela desde el momento de su transformación política”…. En cuanto

al marco constitucional, el del Estado de Venezuela no sólo siguió muy de cerca el de la

República de Colombia, sino que la diferenciación se aprecia, sobre todo, en las leyes

orgánicas aprobadas por ese mismo Congreso; y en primer lugar en la Ley de 2 de octubre

de 1830 reformando la de manumisión de 1821, que amplió los plazos. (Véase: Elena Plaza,

Venezuela: 1830-1850. La construcción de la República, pp. 120-125.)

d.- Como comprobación de la vigencia de la dinámica de continuidad y ruptura en estos

acontecimientos, cabe observar que si bien el separatismo hizo valer el argumento de la

no participación en la formulación y realización defnitivas de la República de Colombia,

para estos efectos alias Grancolombia, como también el rechazo del autoritarismo militar

bolivariano, expresado como una suerte de dictadura comisoria de cuestionable

legitimidad, -puesto que en el Decreto correspondiente, dictado en Bogotá en el 27 de

Page 21: Conferencia inaugural

agosto de 1828, invadió las atribuciones del Poder Legislativo-, el nacimiento y la

evolución de La República liberal autocrática revelan, a su vez, la circunstancia de que bajo

la cobertura del ordenamiento jurídico republicano liberal, globalmente proclamado, al

poner el nacimiento de esa República bajo la tutela y salvaguarda del Gral. José Antonio

Páez, califcado por Antonio Leocadio Guzmán de caudillo y reconocido por él como el

hombre necesario, se instauró, considerada una necesidad, la tutela militar del régimen

sociopolítico naciente, que habría de perdurar hasta 1946, tomándose como referencia

terminal el primer proceso electoral, constitucional, convocado y realizado al iniciar su

curso la llamada Revolución de Octubre. Antonio Leocadio Guzmán sintetizó esta situación

en su “Programa”:

“En 1830 se constituyó la República, y extenuada por la guerra de independencia,

cansada de revueltas civiles, y aleccionada por una dolorosa experiencia, puso los

fundamentos prácticos del poder civil, reformó innumerables abusos, y emprendió una

marcha de consolidación y mejora progresiva. Encomendó su magna obra al valor de los

guerreros, a la piedad de los sacerdotes, a la moral de los padres de familia, al civismo de

todos los ciudadanos, y a la fidelidad del caudillo que colocó en la silla presidencial.”/….”En 1823

sellaron nuestros ilustres guerreros la obra primera de los patriotas, la total independencia

del país. Trece años habían precedido de victorias y desastres, de sangre y gloria, y, en ellos,

distinguídose como hombres eminentes de la nueva patria, los esforzados campeones, que

habían capitaneado las huestes de la libertad. La gratitud, la admiración, el amor de nuestros

pueblos por esos próceres, tanto como la necesidad de que ellos mismos conservasen la obra

de su heroísmo, excluían toda discusión respecto a los títulos con que hubieran de continuar

rigiendo los destinos de la patria. Eran sus conductores natos: sus caudillos

indispensables”….

Cierto que esta desmesurada exaltación, que recoge lo esencial de la justifcación

historicista de la instauración del Poder militar, fue seguida, declarando cerrada esa etapa

siete años después, de la reivindicación del poder civil. Mas, sus evidentes sus desatinos,

al sugerir que fue José Antonio Páez quien completó la independencia de Venezuela con

la toma de Puerto Cabello y al confundir la diagramación constitucional del Poder civil

con su fundamentación. ¿Pudo ser la proclamación de la necesidad del Poder militar el

principio de esa fundamentación?

D.- La segunda comprobación sobresaliente de la vigencia de la dinámica de continuidad y

Page 22: Conferencia inaugural

ruptura en la historia de Venezuela republicana, se manifesta en el proceso de instauración de La

República liberal democrática, durante el lapso global que se extiende desde 1946 hasta el presente,

2013, como la alternancia de instancias de creciente instauración (1946-1948 y 1959-1999); y de

interrupción autoritaria (1948-1958 y 1999-¿?). La circunstancia de que durante las instancias de

interrupción autoritaria, la determinación democrática de un creciente sector de la sociedad, no

sólo no ha decrecido sino que ha demostrado heroica tenacidad, prueba que, de manera cada día

más perceptible, la Democracia ha dejado ser expresión de una voluntad política descendente

desde la clase política y el gobierno, para convertirse en una mandato ascendente desde la

sociedad; lo que abona la historicidad de la que he denominado La Larga marcha de la sociedad

venezolana hacia la Democracia.

a.- El hecho de ubicar el inicio de la fase fundacional de La República liberal democrática en

el lapso 1945-1948, requiere algunas consideraciones. Atiende al criterio de basar la

califcación de democrático, atribuido a un régimen sociopolítico, a su orgánica

identifcación con procedimientos atingentes a la formación, el ejercicio y la fnalidad del

Poder público, mediante el libre, pleno y efcaz funcionamiento de los principios y

procedimientos de la Soberanía popular. No con el grado de tolerancia de las libertades

públicas, ni con la realización de obras modernizadoras o de proyección social. Por otra

parte, la modalidad fundacional de La República liberal democrática ha generado una

controversia historiográfca sólo superada por la que desató la ruptura del nexo colonial.

Curiosamente, al centrarse la condena de los hechos del 18 de octubre de 1945 en el

rechazo del concepto de golpe militar, para el caso confundido con el de golpe de Estado, lo

actuado entonces compartiría méritos ¿o deméritos? con lo ocurrido en el 19 de abril de

1810, según la valoración historiográfca de Antonio Arellano Moreno en su Guía de

Historia de Venezuela, que clasifca esto último como el primer golpe de Estado ocurrido

en nuestra historia republicana. Recuérdese la versión dada por Pedro Urquinaona y

Pardo en su Relación documentada del origen y progreso del trastorno de las Provincias de

Venezuela hasta la exoneración del Capitán General Don Domingo de Monteverde, (Véase:

Guillermo Durand G., Caracas en tiempos revueltos (1810-1812, p. 254):

….”Fenecido el acuerdo [la sesión del Ayuntamiento] se dirigió el cuerpo capitular a

los ofcios del día Jueves Santo que iban a empezar en la Catedral. Los espectadores

coligados (que no pasaban de una docena) estaban diseminados en la plaza, y al ver

frustrados sus designios se agolparon a la puerta de la Iglesia, pidiendo que el Ayuntamiento

Page 23: Conferencia inaugural

volviese a las casas consistoriales. La tropa formada para solemnizar la festividad, preparó

las armas oyendo el bullicio: enmudeció el Capitán General y Don Luis Ponte, Capitán de la

compañía, mandó retirarlas, animando el temor y cobardía que se dejó ver en el semblante y

confusión de los facciosos, a quienes hubiera entonces dispersado y confundido la menor

demostración de Emparan o de Ponte, pocos días después nombrado Comandante de

Batallón.”

Una visión histórica crítica de lo ocurrido el 18 de octubre de 1945, -que revisa la

ofrecida incluso por primeros actores de los acontecimientos-, lleva a considerar que se

trató de un golpe civil-militar-civil, por cuanto mostró tres rasgos diferenciales respecto de

lo tradicional militar: marcó la culminación de un trabajo ideológico de orientación

democratizadora lúcida y tenazmente desarrollado, públicamente, por un movimiento

político civil organizado; dio origen a un gobierno revolucionario de predominio y

orientación civil; y ninguno de los primordiales actores, civiles o militares, asumió el

Poder público ni intentó asumirlo. Por el contario, se puso de inmediato en marcha la

operación constitucional que, mediante el rescate y el perfeccionamiento modernizador

de la Soberanía popular, sentó las bases perdurables de La República liberal democrática.

b.- La etapa interruptora 1948-1958 representó la primera crisis fundacional de la

naciente República liberal democrática. Se caracterizó por el rebrote de los factores básicos de

La Dictadura liberal regionalista, -fase terminal de La República liberal autocrática-, derrocada

mediante el golpe civil-militar-civil de octubre de 1945, representados por el militarismo

tradicional y su clientela civil dictatorial; actuando todos al amparo del determinante

condicionamiento político internacional. Descontentos algunos militares por el hecho de

que no sólo habían perdido el Poder sino también la opción de recuperarlo, al quedar éste

supeditado a procesos políticos y electorales, aprovecharon la oportunidad brindada por

el desarrollo de la denominada Guerra fría para hacer recaer sobre el régimen liberal

democrático sospechas de ocultas inclinaciones comunistas, susceptibles de poner en

riesgo el fujo petrolero, vital para el Campo del mundo libre en lucha contra el comunismo.

c.- La fase de reinstauración actualizada del régimen sociopolítico liberal democrático,

representado por la La República liberal democrática, durante el lapso 1959-1999, resultó del

intenso, creativo e incesante trabajo de orientación política, concebido, planifcado y

promovido bajo la dirección del fundador exilado de esa República, Rómulo Betancourt.

Page 24: Conferencia inaugural

Gracias a este trabajo político, cuando la dictadura militar entró en crisis como

consecuencia de sus torpezas administrativas y de la criminal represión desatada, su

derrocamiento, el 23 de enero de 1958, por una insurgencia militar continuista, tropezó

con el escollo representado por el germinal grado de conciencia democrática vivido en

1945-1948. La actualización de la conducción democrática de la sociedad, como expresión

unitaria de las fuerzas democráticas, condujo a la formación de un Gobierno de coalición

que sentó nuevas bases para una modalidad de consolidación del régimen sociopolítico

liberal democrático, formulada como La revolución democrática, que fue capaz de enfrentar

con éxito la más despiadada reacción terrorista y guerrillera, desencadenada con la

primera participación invasora del régimen fdelista.

d.- La etapa interruptora iniciada en 1999, representa la segunda crisis brotada en el

trance fundacional de La República liberal democrática. En su generación parece posible

identifcar la acción de cuatro factores fundamentales. En primer lugar, la expansión

acelerada y generalizada de las demandas sociales, generada por el ejercicio del régimen

sociopolítico liberal democrático. En segundo lugar, el desbordamiento de la capacidad de

la Administración pública, y de las diversas instancias de Gobierno, para encarar esas

demandas, canalizándolas. En tercer lugar, el embotamiento del sistema político

democrático, al haberse abandonado la concepción pedagógica del ejercicio de la política

y del desempeño del Poder público, substituyéndola por un pragmatismo político

desorientador y desalentador, que condujo a que los partidos democráticos cesaran de

funcionar como organizaciones de masas dedicados a la formación de ciudadanos, y se

consagraran a montar su participación electoral. En cuarto lugar, la crisis del socialismo

abrió paso a la confabulación de sus náufragos con los remanentes y añorantes del

militarismo tradicional, revestido de un nuevo ropaje seudo ideológico. (Véase mi obra El

bolivarianismo-militarismo, una ideología de reemplazo. 1ª edición, Ala de Cuervo, 2005; 2ª

edición, Editorial Alfa, 2011).

PARTE IV: La dinámica histórica de continuidad y ruptura, puede ser enfocada, como también

correspondería, en el largo período histórico visto como expresión metódica de los más vastos y

prolongados procesos de la conformación de la sociedad venezolana.

Extrapolando el período a ser tratado en esta conferencia, vale fjar un poco de atención,

Page 25: Conferencia inaugural

aunque fuere muy sumariamente, en los procesos más inclusivos de continuidad y ruptura que

abarcan la evolución histórica global de la sociedad venezolana, defnida y caracterizada ésta en

los términos empleados al comienzo de estas consideraciones histórico-críticas. Tales son: el

proceso se implantación la sociedad venezolana, la presencia de las sociedades aborígenes, la

abolición y liquidación de la esclavitud, y la formulación e implementación del Proyecto

Nacional.

A.- El proceso de implantación de la nueva sociedad, hoy venezolana se inició en los

albores del Siglo XVI; y aun se halla en su fase inicial en parte del territorio históricamente

demarcado. Se corresponde con la formación social originada en el contacto entre los grupos

expedicionarios europeos y las sociedades aborígenes, con la participación temprana y creciente

de población africana: libre, representada por los canarios; y forzada, constituida por esclavos de

procedencia subsahariana. Importa tener presente que se trata de un complejo proceso histórico,

en el cual se advierten dos características fundamentales: que es un proceso abierto; y que genera

su propia dinámica, la cual se manifesta en dos orientaciones matrices:

a.- En sentido espacial u horizontal, el proceso de implantación consiste en tender a la

ocupación plena del espacio históricamente demarcado, al igual que a la efcaz utilización

del ocupado. En el caso de Venezuela se advierte una incompleta, y en algunas áreas

primaria, ocupación del territorio históricamente demarcado; al igual que prolongados

hiatos en el proceso por lo escasa de la población y por el tardío y lento desarrollo

infraestructural. En ello se revelan las consecuencias de la virtual detención del proceso

desde fnes del siglo XVII hasta su reanudación durante la tercera década del siglo XX,

con el inicio de la explotación petrolera; y con la industrialización de Guayana durante la

segunda mitad del mismo siglo. Todavía en la década de 1940 se podía recorrer largos

trechos de la precaria vialidad, de la porción ya implantada a fnes del Siglo XVIII, sin

tropezar con signifcativos asientos humanos permanentes.

b.- En sentido social, o vertical, el proceso de implantación consiste, sintéticamente, en la

coexistencia de todas las etapas de la evolución de la Humanidad; desde el paleolítico

superior hasta los umbrales de la Edad atómica; y en la dinámica socioeconómica

integradora de esas etapas. Quizás los hechos más notables en este aspecto sean cinco. En

primer lugar, el reconocimiento de sus derechos políticos a la mujer, con la consiguiente

apertura a la ampliación de su participación social. En segundo lugar, la masiva afuencia

Page 26: Conferencia inaugural

de inmigrantes, legales y clandestinos, luego del término de la Segunda Guerra Mundial,

que han contribuido al desarrollo económico, social y cultural. En tercer lugar, la

formación, bajo la égida de La República liberal democrática, de una creciente clase media y

de un moderno sector empresarial privado nacional. En cuarto lugar, el crecimiento de la

clase obrera y su desarrollo organizativo. En quinto lugar, la politización de la sociedad

mediante la formación de partidos políticos permanentes organizados en escala nacional.

c.- Apreciado en su sentido global, -espacial y social-, el proceso de implantación se

expresa sobre todo en cinco subprocesos. En primer lugar, el de la urbanización, llevada

hasta invertir la distribución proporcional de la sociedad entre urbana y rural. En

segundo lugar, en la ampliación de la frontera agrícola, mediante el establecimiento de

explotaciones agroindustriales; en tercer lugar, en el crecimiento y desarrollo de la

economía industrial, auspiciada y promovida por el Estado desde 1946, con el propósitos

de promover la formación de una clase empresarial moderna, y de una clase obrera

moderna y organizada, que fuesen contribuyentes del desarrollo del régimen

sociopolítico liberal democrático; en cuarto lugar, en el desarrollo de la infraestructura

vial y en el de la red de comunicaciones, para dotar a la conciencia nacional de nutrientes

culturales y de base infraestructural; en quinto lugar, de un amplio y constante impulso a

la alfabetización y a la educación en general, como requisito instrumental del arraigo de la

conciencia política democrática y como canal de movilidad social vertical. Importa tomar

en cuenta la circunstancia de que lo fundamental de estos cambios y desarrollos ha tenido

lugar en poco más de medio siglo.

B.- La presencia de sociedades aborígenes que, si bien muestran desigual grado de

integración social y de control del territorio, preservan su identidad cultural e incrementan su

participación en el desenvolvimiento de la sociedad implantada, gracias a su inclusión en el

régimen sociopolítico liberal democrático.

a.- La presencia, activa y participativa, de las sociedades aborígenes, como condicionante

en el perfeccionamiento del proceso de implantación de la nueva sociedad, se compadece

con la acentuación de la desigualdad en el grado de desarrollo sociocultural subsistente

entre las diversas sociedades; gradación que se extiende desde las sociedades

seminómades de habitat selvático y las sociedades wayú establecidas en el territorio y

dedicadas a la cría y el tráfco.

Page 27: Conferencia inaugural

b.- Persistencia, en grandes extensiones, de modalidades de ocupación primaria del

territorio, representadas por la caza, la recolección y el conuco, practicados por sociedades

marginadas social y espacialmente, algunas de reciente primer contacto, pero en general

en proceso de transculturación a partir de la adopción de productos de la sociedad

implantada.

C.- La abolición y la liquidación de la esclavitud han generado cuestiones cuyo alcance

varía según sea concebida la esclavitud como un hecho institucional, fundamentalmente

económico; o si también se le valora, debidamente, como un régimen socioeconómico complejo,

cargado de signifcados que abarcan desde lo material hasta lo espiritual.

a.- Vista la esclavitud como un hecho institucional, las cuestiones primordiales fueron la

prohibición de la Trata, por decisión de la Junta Suprema Conservadora de los derechos

de Fernando VII, en el 14 de agosto de 1810, dirigida al Intendente General de Caracas:

“Deseando S. A. llevando en quanto sea posible á efecto los flantrópicos designios que han

dirigido nuestra patriótica y justa resolución ha tomado entre otras providencias la de prohibir

la introducción de Negros en estas Provincias, bien entendido que no debe entenderse esta

prohibición con las expediciones emprendidas con este objeto, y para las que se había obtenido

antes el permiso; luego que estas se efectúen, tendrán su debido y puntual efecto las ordenes de

S. A. Lo qual aviso á VS. para que comunicándolo á los diversos puntos, por donde se hace esta

importación, queden entendidos los Ministros de Rl. Hacienda y demás á quienes corresponda,

de este decreto de la superioridad para su cumplimiento.”

Y también por Ley de 19 de julio de 1821, de la República de Colombia, Sobre la

libertad de los partos, manumisión y abolición del tráfico de esclavos, cuyo Artículo 7º reza:

“Se prohibe la introducción de esclavos de cualquier manera que se haga;

prohibiéndose asimismo que ninguno pueda traer como esclavo doméstico mas de un esclavo,

el cual no podrá enagenarse en el país, y á su arribo á los puertos de Colombia se hará entender

al introductor la obligación de reexportarlo en que queda constituido, dando para ello las

seguridades convenientes. Los esclavos introducidos contra la prohibición de esta ley, serán por

el mismo hecho libres.”

En el camino quedaban: la abolición declarativa estipulada en las Ordenanzas de Gual

y España, en 1797, y la abolición individual supeditada a la movilización, en 1814 y 1821; y

les seguirían la abolición radical propuesta por Simón Bolívar en su proyecto de

Page 28: Conferencia inaugural

Constitución para la República Bolivia, mediante su Mensaje fechado en Lima, en el 25 de

mayo de 1826; y la abolición decretada en la República de Venezuela, en el 24 de marzo

de 1854, cuyo artículo 1º reza: “Queda abolida para siempre la esclavitud en Venezuela.”

b.- La liquidación social de la esclavitud ha revestido, desde su abolición legal, el carácter

de una puja entre la discriminación racial, velada pero activa, y la plena participación

social, favorecida por el papel de la educación como canal de movilización social vertical,

por la diversifcación de la actividad económica y por la participación política, actuando

también como canales de movilización social vertical. Reviste valor testimonial el

tratamiento literario de la cuestión en la novela Pobre negro, de Rómulo Gallegos; y tuvo

un alto nivel de signifcación social la supresión del rubro raza en la documentación de

identidad personal.

D.- La formulación e implementación del Proyecto Nacional, visto, esencialmente y

atendiendo a su inicial planteamiento, como lucha contra el despotismo, ha transcurrido,

propiamente, desde la promulgación de la Constitución federal de 1811; si bien se le relaciona,

como antecedente, con el movimiento autonomista del 19 de Abril de 1810. A este respecto me he

permitido interpretar el proclamado Bicentenario de la Independencia como Doscientos años de

lucha contra el despotismo, rescatando con ello la precedencia reconocida por los constituyentes de

la República de Colombia a la Libertad respecto de la Independencia.

a.- Cinco circunstancias condicionan la proyección histórica de la instauración de la

República, representada por la promulgación de la Constitución de 1811, que inducen a

considerar su signifcación, circunstanciadamente, como la de un esbozo programático.

En primer lugar, su breve vigencia (diciembre de 1811-marzo de 1812). En segundo lugar, la

pronta suspensión de su plena breve vigencia mediante la instauración de la Dictadura

comisoria del Gral. Francisco de Miranda. En tercer lugar, el no haber podido traducirse en

la organización de un Estado, propiamente dicha. En cuarto lugar, el haber cesado en su

vigencia como resultado de una capitulación que la dio por no sucedida. En cuarto lugar,

la demoledora y nada objetiva crítica de que la hizo objeto Simón Bolívar en el

denominado Manifiesto de Cartagena, de 1812, tildándola de inapropiada y poco menos

que nefasta; a lo que le siguieron la no reivindicación de ella, por el mismo acerbo crítico,

en 1814 y en 1818; y la ratifcación explícita de la condición de inapropiada, en el discurso

pronunciado en la instalación del nuevo Congreso, en Angostura, el 15 de febrero de 1819.

Page 29: Conferencia inaugural

En quinto lugar, este Congreso no sólo no restableció esa Constitución sino que redactó

una nueva, fugaz, que de inmediato dio paso a la que elaboró el Congreso Constituyente

de la República de Colombia, que había sido fundada en Angostura por el mismo

Congreso.

b.- Por las circunstancias enunciadas, la formulación inicial del Proyecto Nacional

venezolano se halla vinculada con la promulgación, por el Congreso de Venezuela

reunido en Angostura, el 17 de diciembre de 1819, de la Ley Fundamental de Colombia,

promovida y promulgada por Simón Bolívar. En consecuencia, por obra del Congreso

Constituyente de la República de Colombia, pautado en el Artículo 8º de dicha Ley, la

formulación inicial del Proyecto Nacional venezolano, históricamente valorado, se halla

contenida en la Constitución de la República de Colombia, promulgada el 6 de octubre de

1821. Su puesta por obra se inició con la instauración del Estado republicano moderno

liberal colombiano, y se extendió en el lapso 1830-1946, como fundamento constitucional

de la República liberal autocrática.

c.- El Proyecto Nacional así formulado, sintetizado en la Ley Fundamental de la Unión de los

Pueblos de Colombia, -la cual fue ratifcada, enmendándola, por la Ley Fundamental de

Colombia-, se inició como la aspiración de instaurar un Gobierno que hiciera realidad lo

pautado en su Art. 1º ….”Los pueblos de la Nueva Granada y Venezuela quedan reunidos

en un solo cuerpo de nacion, bajo el pacto expreso de que su gobierno será ahora y

siempre popular representativo.” Mas, la República moderna y liberal, así constituida y

en vías de ser instaurada, nació en medio de una guerra de todavía incierto desenlace;

condición que necesariamente favoreció y estimuló el predominio del Poder militar sobre

el Poder civil, obedeciendo en esto a la visión de la sociedad colombiana expuesta por

Simón Bolívar en carta al Gral. Antonio Nariño, fechada en Barinas el 21 de abril de 1821:

….”Colombia se gobierna por la espada de los que la defenden, y en lugar de ser un

cuerpo social, es un campo militar”… Tal se desprende, igualmente, del texto

introductorio de la Constitución, promulgada el 6 de octubre de 1821:

“En el nombre de Dios autor y legislador del universo. Nos los representantes de los

pueblos de Colombia, reunidos en Congreso general, cumpliendo con los deseos de

nuestros comitentes en órden á fjar las reglas fundamentales de su union, y establecer una

forma de gobierno que les afance los bienes de su libertad, seguridad, propiedad é

Page 30: Conferencia inaugural

igualdad, cuanto es dado á una nación que comienza su carrera política, y que todavía

lucha por su independencia, ordenamos y acordamos la siguiente CONSTITUCIÓN.”

d.- Al emprender el separatista Departamento de Venezuela la formulación de un

Proyecto Nacional, lo hizo basándose en la Constitución de la República de Colombia, y

en circunstancias de una compleja posguerra, caracterizada también por la preeminencia

del Poder militar sobre el débil, por apenas surgente, Poder civil. Antonio Leocadio

Guzmán ofreció en el Programa del Nº 1 del periódico El Venezolano, aparecido el 24 de

agosto de 1840, una explicación-justifcación de esta situación que contrasta con la

ofrecida por el Mariscal Antonio José de Sucre en 1830. En los hechos, si bien Guzmán

consideró superada esta situación, en razón de la maduración cívica de la sociedad, La

República liberal autocrática, bautizada Estado de Venezuela y asentada en la Constitución

aprobada en Valencia el 22 de setiembre de 1830 y promulgada el inmediato 24, se

caracterizó, hasta la interrupción de su fase terminal La Dictadura liberal regionalista, por

funcionar como un remedo de monarquía, más absoluta que constitucional, cuyo

fundamento fue el secuestro permanente de la Soberanía popular y la adulteración de lo

pautado en la fundamentación de la República de Colombia, alias Grancolombia, si bien

transcrita casi literalmente en la del ahora Estado de Venezuela.

e.- La conformación de La República liberal democrática ha seguido un curso en el cual es

posible diferenciar su instauración (1947-1948) y su reinstauración (1959-). Dicho curso

se caracteriza, globalmente, por el rescate y ejercicio pleno de la Soberanía popular, a

partir de 1946, con la elección directa, universal y secreta de la Asamblea Nacional

Constituyente que produjo la Constitución aprobada el 5 de julio de 1947. La instauración

de tal República se realizó, con motivo de la disputa en torno a la sucesión presidencial

para las elecciones de 1945; en un ambiente de ejercicio libre de la política

sobredeterminado por la repercusiones ideológico-políticas de la Segunda Guerra

Mundial. El golpe civil-militar-civil del 18 de octubre de 1945 marcó el primer intento de

mancomunar el Poder militar con el Poder civil como medio de instaurar, de manera

política, conceptual e institucionalmente consagrada, la soberanía de este último. La

recuperación del Poder militar, auspiciada y estimulada por las repercusiones de la

denominada Guerra fría, ocasionó una interrupción de una década de duración, del

proceso de instauración de La República liberal democrática. Reanudado éste en 1959, ha

estado sometido a una nueva crisis de desarrollo, a partir de 1999.

Page 31: Conferencia inaugural

E.- La conformación de una sociedad democrática, mediante una evolución social que,

partiendo de la instauración del régimen sociopolítico liberal democrática, avanza en la

efcaz práctica de la participación de la sociedad, no ya en la formación y la fnalidad del

Poder público sino en su ejercicio, mediante un proceso de desagregación de ese Poder,

valiéndose de formas institucionales que incorporan al ciudadano al ejercicio del Poder

público; formas organizativas llamadas no sólo a propiciar la más efcaz movilización de

los recursos sociales para encarar problemas que, por su magnitud y naturaleza altamente

compleja, sobrepasan las posibilidades de acción del Poder político centralizado; a la par

que incrementarían la responsabilidad social en el tratamiento y resolución de esos

problemas, acentuado la acción preventiva ante los mismos mediante la amplia

participación social. La fórmula acuñada, en el caso de Venezuela republicana, ha sido la

de modernizar el Estado profundizando la democracia; fórmula inspiradora de los trabajos de

la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE), dispuesta por Decreto del

Presidente Dr. Jaime Lusinchi, de 17 de diciembre de 1984. De los trabajos de la Comisión

deriva, entre otros logros, la hoy asediada descentralización político-administrativa. La

motivación, el alcance previsto y los procedimientos a seguir, se hallan claramente

consignados en los considerando del mencionado Decreto.

CONCLUSIONES

Primera conclusión general. La comprensión de la vigencia y la funcionalidad de la

dialéctica histórica de continuidad y ruptura requiere que se adopte una visión historiográfca de

largo plazo. Mas esta operación metódica suscita cuestiones de fondo en relación con la

periodifcación, resultantes de la necesidad de practicar cortes en el curso de lo histórico. A su

vez, en la medida en que la ruptura del nexo colonia, signifcada por la Independencia, pueda ser

vista como la instancia primera y primaria a cumplir para la erradicación del despotismo

denunciado como esencia del Poder colonial, esa erradicación se recomienda como el objetivo

básico de la instauración de la República liberal. Tal parece haber sido, en la práctica

sociopolítica, el curso que tomó el propósito autonomista, conservador de la estructura de poder

interna de la sociedad implantada colonial, invocado en los acontecimientos del 19 de Abril de

1810. Al desembocar este propósito en la Declaración de los Derechos del Hombre proclamada

por el Congreso de 1811, tomaron curso los procesos regidos por la dinámica de continuidad y

ruptura que permiten interpretar la historia contemporánea de Venezuela como el escenario en el

cual se ha desarrollado La larga marcha de la sociedad venezolana hacia la Democracia, cuya etapa

Page 32: Conferencia inaugural

actual consiste en la instauración de La República liberal democrática, que arrancó en 1946 con el

rescate y la democratización de la Soberanía popular.

Conclusiones parciales:

a. La Independencia fue concebida como un procedimiento para alcanzar, por medio de

las armas, la facultad de dictar leyes, basadas en el ejercicio de la Soberanía popular, cuya

observación habría de conducir, erradicando el despotismo, al disfrute de la Libertad y lo

garantizasen. Tal fue la visión, culminante, del Congreso de la República de Colombia.

b.- La Federación, concebida inicialmente (1811) como el procedimiento que permitiría la

integración nacional de la provincias históricas, una vez que se prescindió del Rey como

principio vinculante, fue reanudada como un medio para contrarrestar la tendencia al

despotismo, vista como secuela atávica del régimen sociopolítico monárquico absoluto,

desagregando el Poder público.

c.- La Democracia fue invocada para que se corrigiese la desviación de La República liberal

autocrática, -que había falseado la concepción federal, y desembocado en La Dictadura liberal

regionalista-, cifrando la erradicación del despotismo en el libre y pleno ejercicio de la Soberanía

popular en el proceso de formación del Poder público, en su ejercicio y en su fnalidad.

Segunda conclusión general: El desarrollo de esta presentación, necesariamente sumaria,

de la vigencia de la dinámica de continuidad y ruptura en la evolución histórico-contemporánea de

Venezuela, ha sido concebida como un intento de aportar señalamientos críticos que autorizarían

la formulación de algunas comprobaciones globales, en áreas que parecen reclamar detenido

estudio.

Conclusiones parciales:

a.- El concepto historiográfco de La larga marcha de la sociedad venezolana hacia la

Democracia se inscribe en el concepto global, también historiográfco, consistente en valorar el

accidentado curso de la instauración de la República como Doscientos años de lucha contra el

despotismo; trayecto durante el cual la lucha por la Libertad ha evolucionado desde la pugna

Dictadura vs Libertad hacia la confrontación entre la Dictadura, entendida como despotismo, y la

Democracia.

b.- En esta suerte de pugilato entre regímenes sociopolítico de signo contrario, Federación

y Descentralización adquirirían el mismo sentido de logro y garantía de la Libertad, mediante el

pleno y libre ejercicio de la Soberanía popular.

Caracas, enero de 2012

Page 33: Conferencia inaugural

TEXTOS RECOMENDADOS

Textos de apoyo:

1.- Germán Carrera Damas, 54º Mensaje histórico:

A PROPOSITO DE LA CONMEMORACION

DE LA CLARACION DE INDEPENDENCIA

En vísperas de la fecha conmemorativa del 5 de Julio de 1811, consagrado como el de la

Declaración de Independencia, y viendo cernirse oscuras nubes de patrioterismo ofcial, me ha parecido

razonable cumplir con el precepto de la responsabilidad social del historiador, proponiéndole a la

vapuleada conciencia histórica del venezolano de nuestros difíciles días, algunas dosis de antídoto

crítico, contenidas en los siguientes esquemas para charlas que he dictado recientemente.

Caracas, 13 de junio de 2011.

* * * * *

¿MONARQUÍA, REPÚBLICA O ABOLICIÓN SELECTIVA DE LA MONARQUÍA?

Mis palabras, que serán breves, aspiran a despertar alguna inquietud, críticamente fundada, en

medio del amodorramiento de la conciencia histórica inducida a los venezolanos de hoy.

Es obvio que la comprensión histórica de lo sucedido en Caracas el 19 de abril de 1810 requiere

que se le ubique en el largo período de la historia de Venezuela republicana. Atendiendo a este

criterio, estimo que la cuestión central, que motivó esos acontecimientos, fue la urgencia de preservar

la estructura de Poder interna de la sociedad colonial. Este ordenamiento social era expresión del

Poder colonial, en el que se combinaban el Poder político metropolitano, representado por nuestra

Corona; y el Poder social, representaba por el los estamentos más altos de la sociedad implantada

colonial. Con el propósito de preservar la estructura de Poder interna de la sociedad se atendía a tres

fuentes de preocupaciones:

1.- Unas preocupaciones brotaban de confictos endógenos de la sociedad implantada colonial:

- Con sectores de pardos, sobre todo con los que ejercían ofcios de relativa signifcación social y

económica, que pretendían conquistar áreas de igualdad social. En este empeño chocaban con el

sistema jurídico-social de la estructura de Poder interna de la sociedad, cuyos fundamentos

primordiales eran la propiedad excluyente de la tierra económicamente rentable, y la bien preservada,

y celosamente vigilada, discriminación social y racial.

- Con lo esclavos en lucha por su libertad; situación inherente a toda sociedad en la cual la

esclavitud desempeñase papel importante, como capital productivo. Aunque envuelto en una trama

de medidas opresivas y preventivas, era constante el temor a las revueltas de esclavos.

Page 34: Conferencia inaugural

- A lo que se añadía la condición de virtual servidumbre impuesta a los aborígenes tributarios.

De manera general, los confictos con los pardos, ventilados institucionalmente; y las

esporádicas manifestaciones de rebeldía de los esclavos, consecuentemente magnifcadas por las

autoridades represoras; al igual que la suerte de los aborígenes tributarios, habían sido objeto, en los

artículos 32, 33, 34 y 35 de las Ordenanzas compuestas por los conjurados de La Guaira, de 1797, de un

tratamiento basado en la igualdad, la abolición de la esclavitud y la libertad; llevado al extremo de

proclamarlos “nuevos ciudadanos”…. Lo que bastaría para comprender el fervor demostrado por los

notables súbditos de Su Majestad en la defensa de la institucionalidad colonial.

2. Las preocupaciones generadas por estas amenazas a la estructura de Poder interna de la

sociedad implantada colonial, brotadas de su seno, se vieron potenciadas en las mencionadas

Ordenanzas de Picornell, Gual y España, de 1797. Y acentuadas por la Proclamación de Francisco de

Miranda, dada en Coro el 2 de agosto de 1806, al prometer: “QUE los buenos é inocentes Yndios, así

como los bizarros Pardos, y morenos libres crean frmemente, que somos todos Conciudadanos, y que

los Premios pertenecen exclusivamente al mérito, y á la Virtud-en cuya suposición obtendran en

adelante infaliblemente, las recompensas militares y Civiles, por su merito solamente”. Alo que se

añadió: “PARA llevar este Plan á su debido efecto, con seguridad y efcacia, serán obligados los

Ciudadanos sin distinción de Clases, estado ni Color”…..”de conformarse estrictamente a los Artículos

siguientes”…. No parece posible documentar la difusión alcanzada por el contenido de esos

documentos. Pero bien cabe suponer que de ello se encargarían el rumor y el nerviosismo de quienes

se sentían así amenazados en sus intereses y privilegios socioeconómicos.

3.- En esas condiciones, es comprensible que se perdiese confanza en que el Poder político

metropolitano, presa de una crisis que llegó a ser pronosticada como insuperable, pudiera seguir

contribuyendo a la preservación y el confable funcionamiento del sistema jurídico-social del Poder

Colonial.

Estas preocupaciones inspiraron decisiones como la adopción circunstancial de la fórmula del

cabildo ampliado, permitiendo la incorporación de una representación del

Gremio de pardos; el dictado por la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII, del

Decreto de prohibición de la trata, para refrenar el crecimiento de la población esclava; y luego la

formulación de una Ordenanzas de Llanos, dirigida a establecer una suerte de régimen de trabajo

forzado en los hatos.

Estas preocupaciones, agudizadas por la pérdida de confanza en la continuidad y la efcacia

del Poder metropolitano, indujeron a una aspiración autonomista que la historiografía patria ha

Page 35: Conferencia inaugural

querido califcar, desde su inicio, como independentista. La realización de esa aspiración autonomista

llevó a la formación de la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII; vale decir de

nuestra Corona. Esta aspiración autonomista dio lugar al hecho de que, observa Carole Leal Curiel en

reciente publicación, el Congreso que el 2 de marzo de 1811 se juramentase …..”como cuerpo

conservador de los derechos de Fernando VII”….

4.- La estructura de Poder interna de la sociedad implantada colonial fundaba su efcacia en la

simbiosis entre el Poder político metropolitano y el Poder social criollo. Pero su legitimidad derivaba

del acatamiento de la voluntad divina, constituida en nuestra Corona. En esta simbiosis era clave la

aptitud del Poder político metropolitano. Comprometida esa aptitud por el abandono de nuestra

Corona, la sociedad implantada colonial entraba en estado de orfandad, -como se señaló en su

momento-, al verse privada de la protección hasta entonces efcaz en el manejo de los mencionados

confictos; creándose una situación que se vio agravada por la cesión de la Corona a Napoleón, quien

era visto como portador de los principios, socialmente disolventes e impíos, de la denominada

Revolución francesa. ¿Buscaron entonces los criollos, justamente alarmados, Independencia y

Libertad; o procuraban seguridad mediante la preservación de la estructura de Poder interna de la

sociedad implantada colonial?

* * * * *

La República brotó como uno de los términos de la alternativa suscitada por la declaración de

Independencia. El otro término era, obviamente, la Monarquía independiente, fuese absoluta, fuese

constitucional. Aunque la persistencia de la monarquía absoluta, aun independiente, chocaba con el

creciente rechazo del despotismo, cuando ella fue restablecida por José Tomás Boves y consolidada

por Pablo Morillo, no suscitó rechazos signifcativos conocidos, pues satisfzo, de hecho y de derecho,

el requerimiento básico de 1810. En cambio, la instauración de la República, dado que signifcaba

implícitamente la abolición de la Monarquía, encendió la guerra civil, permitiendo concluir, según

testimonio de Simón Bolívar en el denominado Manifiesto de Carúpano, del 7 de septiembre de 1814,

que era ciegamente monárquica la masa de la sociedad. Las consecuencias de esta evolución no pudo

ser más contradictoria respecto de los propósitos iniciales, al verse profundamente trastornada la

Estructura de Poder interna de la sociedad que se había intentado preservar en 1810-1811.

* * * * *

La abolición selectiva de la Monarquía rigió la República de Colombia, moderna y liberal,

porque quienes la erigieron comprendieron, realista y lúcidamente, que lo que se proponían edifcar

requería el previo restablecimiento la Estructura de Poder interna de la sociedad, que ahora se quería

Page 36: Conferencia inaugural

republicana. ¿Realizando la aspiración de los caraqueños del 19 de abril de 1810, o corrigiendo la

subestimación en que habían incurrido de la condición religiosamente monárquica de la sociedad?

¿Los caraqueños que huyeron hacia Oriente en 1814, lo hicieron por sustraerse al restablecimiento de

la monarquía o espantados por el rumor, bien cultivado por los republicanos, de que el primer

caudillo venezolano proclamaba el exterminio de los blancos?

* * * * *

La solución colombiana de tan compleja cuestión, que he caracterizado como meter al Rey en la

República, perduró en Venezuela una vez que rompimos la República de Colombia, conformando

nuestra República liberal autocrática. Esta primera versión de la República ya sólo venezolana,

siempre estuvo, pese a su estructura institucional, más cercana de la monarquía absoluta que de la

constitucional; y menos aún de la República colombiana. Esta, que fue la solución efcaz a la

alternativa que planteó Simón Rodríguez cuando incitaba a los americanos recién emancipados a

decidir si querían una república monárquica o una monarquía republicana, perduró en Venezuela

hasta 1946, cuando se dio el gran paso institucional en la que denomino la Larga Marcha de la sociedad

venezolana hacia la Democracia, disponiendo la instauración de la República liberal democrática, hoy

asediada por los reivindicadores del absolutismo, aunque conceptualmente andrajoso.

Caracas, abril de 1011.

_______________________

Ponencia presentada en las II Jornadas “Refexiones de la Venezuela histórica”. Venezuela y sus

orígenes republicanos: 5 de julio de 1811. Universidad Monteávila. 3-5 de mayo de 2011.

2.- Germán Carrera Damas, 2º Mensaje histórico:

LA LARGA MARCHA DE LA SOCIEDAD VENEZOLANA

HACIA LA DEMOCRACIA

Esquema para su estudio

Introducción.

Hace ya algún tiempo vengo afrmando que el estudio del período denominado la Independencia

por las historiografías patria y nacional, y que he defnido como la disputa de la Independencia, debería ser

Page 37: Conferencia inaugural

incluido en el estudio de nuestra historia contemporánea. He invocado, en abono de mi afrmación, el

fenómeno ideológico constituido por el desfase entre conciencia histórica y momento histórico que

afecta la conciencia histórica del venezolano, fenómeno que tiene como resultado que en la visión de

nuestro presente histórico de inicios del Siglo XXI sobrevivan criterios no ya ancestrales sino

anacrónicos.

Debo añadir que tal desfase de la conciencia histórica tiene como fundamento la circunstancia de

que a comienzos del Siglo XIX se gestaron las dos constantes maestras de la evolución ideológico-

política de la sociedad venezolana. Una la denomino La larga marcha de la sociedad venezolana hacia la

democracia, e intento captar la persistencia de la aspiración democrática de los venezolanos. La otra

tiene nombre propio: el militarismo tradicional, con el cual se denomina, llanamente, la expresión más

rancia del pensamiento y la acción antidemocráticos, a la que hoy se han incorporado los

sobrevivientes del desguazado socialismo autocrático.

Mas no corren paralelas estas tendencias de la conciencia socio histórica del venezolano. Por el

contrario, son reiterados los momentos en que esas tendencias se han entrecruzado. Cuando en un

cruce predominó la tendencia democrática se abrió una Etapa de La larga marcha de la sociedad venezolana

hacia la democracia. Cuando predominó la tendencia militarista comenzó un Eclipse de La larga marcha de

la sociedad venezolana hacia la democracia. Con la primera denominación quiero subrayar la persistencia, y

por ende la permanencia; con la segunda la recurrencia, y por ende la transitoriedad.

Pero no basta con señalar las tendencias y sus cruces. Es necesario explorar los factores

vinculantes que los causan. No dudo de que éstos son de diverso orden. Mas, en el ideológico hay uno

que se destaca, y tal es el culto a Bolívar, nacido al mismo tiempo que las tendencias. Al transformarse

ese culto de su original condición de un culto del pueblo en un culto para el pueblo, adquirió la magia que

le permitió ser utilizado como piedra de toque para validar los ejercicios, concurrentes o adversos, de

la vida toda de los venezolanos, gracias a una ambivalencia cultivada que ha servido a ambas

tendencias.

Lo dicho me permite concluir que el desfase de la conciencia histórica de los venezolanos se

origina en la perversa extrapolación de la vigencia del factor ideológico vinculante de las dos

tendencias reseñadas, que contribuye a la deformación de la comprensión de la evolución socio

histórica de la sociedad venezolana, y a la generación de las aberraciones ideológicas que contaminan

su presente sociopolítico.

Gestación de ambas tendencias: La larga marcha de la sociedad

Venezolana hacia la democracia y el militarismo tradicional.

En el complejo debate ideológico-político que informa la fase primaria de la disputa de la

Independencia en la Gobernación y Capitanía General de Venezuela, extendida desde 1811 hasta 1824,

Page 38: Conferencia inaugural

está comprendido un conjunto de valores y principios que conforman el inicio de la controversia

ideológica sobre la democracia, sólo que envuelta en la confusión así creada entre los conceptos de

libertad, democracia y federación. Esta confusión se advierte en la posición, sobre la libertad y el

federalismo, asumida por Simón Bolívar en el discurso pronunciado en la instalación del Congreso de

Venezuela, en Angostura, el 15 de febrero de 1819. La persistente confrontación ideológico-política así

suscitada, con el mismo como actor principal, se prolongó hasta la ruptura por los venezolanos de la

que ha sido su más alta creación política, la República de Colombia, en 1830.

Al mismo tiempo que su sostenida desconfanza, al menos respecto de la oportunidad de la

democracia, al verla como ejercicio no controlado y debilitador de la libertad, en el pensamiento y la

acción política de Simón Bolívar se halla el reclamo, en benefcio de los militares, de la autoría de la

patria y la representación del pueblo activo, que ha sido, y sigue siéndolo, el embrión del militarismo

tradicional venezolano, si bien con algún cambio de plumaje. Efectivamente, el 13 de junio de 1821

escribió Simón Bolívar al general Francisco de Paula Santander, censurando …”los clamores del

congreso contra los militares”.., esta lapidaria sentencia: …”En Colombia el pueblo está en el ejército,

porque realmente está, y porque ha conquistado este pueblo de manos de los tiranos; porque además

es el pueblo que quiere, el pueblo que obra, y el pueblo que puede; todo lo demás es gente que vejeta

con más o menos malignidad, o con más o menos patriotismo, pero todos sin ningún derecho a ser otra

cosa que ciudadanos pasivos”…

De esta manera, en la disputa de la Independencia, tanto en su fase primaria como en la de su

reanudación política, una vez constituida la República de Colombia, el 6 de octubre de 1821, se

originaron y desarrollaron las dos tendencias sociopolíticas que han corrido a lo largo de toda la

Venezuela republicana, estableciéndose entre ellas una dialéctica que se manifesta alternativa,

simultánea o conjuntamente en las etapas de La larga marcha de la sociedad venezolana hacia la

democracia y en los eclipses ocurridos en esa marcha.

En el origen del Estado de Venezuela, en 1830, se combinó la necesidad de restablecer la

estructura de poder interna de la sociedad con el temor al efecto disolvente que podía tener la

legislación liberal elaborada por el Congreso de la República de Colombia, y con el rechazo de la

dictadura comisoria sui géneris de Simón Bolívar, instaurada en 1828, que fue vista como el alaba del

retorno al despotismo contra el cual tanto se había luchado. En rigor de análisis histórico esta

dictadura, por haber interrumpido, aunque brevemente, la institucionalización del régimen

republicano en las sociedades integrantes de esa República, puede ser considerada el embrión de los

eclipses ocurridos en La Larga marcha de la sociedad venezolana hacia la democracia. Predominó el

temor a la desintegración social, acentuándose la original confusión conceptual. En este sentido, cabría

considerar los gobiernos del general José Antonio Páez como una continuación de esa dictadura,

durante la cual se mantuvo y prosperó el enfrentamiento político e ideológico entre el liberalismo

conservador y el liberalismo reformista.

Page 39: Conferencia inaugural

El encono que adquiría tal enfrentamiento era estimulado por la creciente desilusión causada por

la frustración de las esperanzas, fundadas o no, de que la Independencia marcase el advenimiento poco

menos que automático de una época de luz y bienestar. Los responsables vivientes de este balance,

nada satisfactorio, de la prolongada y cruenta lucha, idearon la fórmula que les permitió transferir su

responsabilidad, mediante un acto de incuestionable justicia histórica. La repatriación de los restos

mortales del que poco antes había sido acusado de ser enemigo de la libertad, y hasta de la

independencia, de los venezolanos, aportó la más preciada reliquia del que rápidamente se convirtió

en el culto a Bolívar.

En aras de esa lucha ideológica, política y bélica, el primer caudillo aparecido en la disputa de la

Independencia, José Tomás Boves, pese a que su propósito logrado fue restaurar la monarquía absoluta

colonial, fue proclamado por Juan Vicente González como el adelantado de la disolvente democracia,

con el propósito de estigmatizar la causa liberal reformista, sospechada, con razón, de intenciones

democráticas.

1ª Etapa de La larga marcha de la sociedad

venezolana hacia la democracia.

No obstante, prosiguió la gestación de La larga marcha de la sociedad venezolana hacia la

democracia, cuya Primera etapa fue anunciada, propiamente, en el “Decreto de Garantías dictado por

Juan Crisóstomo Falcón, General en Jefe, Presidente de la República, el 18 de agosto de 1863, que se

abre con el siguiente único considerando: “Que triunfante la revolución deben elevarse a canon los

principios democráticos proclamados por ella y conquistados por la civilización, a fn de que los

venezolanos entren en el pleno goce de sus derechos políticos e individuales.“

La signifcación y alcance de esta proclamación de la democracia, como principio ordenador del

Estado, el Gobierno y la sociedad, ha sido deliberadamente desestimada mediante una tergiversación

de nuestra historia, realizada con el fn imposible de transformar al general Ezequiel Zamora en

adelantado del socialismo en Venezuela. Por consiguiente, era necesario ignorar este acontecimiento,

que tiene la mayor proyección histórica.

Pero tan clara y directa proclamación de los principios democráticos fue desatendida en la

Constitución aprobada el 28 de marzo de 1864. Es decir que la 1ª Etapa de la Larga marcha de la

sociedad venezolana hacia la democracia duró apenas siete meses, y no pasó de la fase declarativa.

Primer eclipse de La Larga marcha

de la sociedad venezolana hacia la democracia.

Este eclipse duró hasta el 18 de octubre de 1945, es decir unos 80 años. No obstante, en su

transcurso se produjeron cambios sociales, económicos y políticos que resultaron ser propicios para la

reanudación de La Larga marcha de la sociedad venezolana hacia la democracia.

Page 40: Conferencia inaugural

Esos cambios hicieron viable la Formulación defnitiva del Proyecto Nacional liberal, como

expresión culminante de la Formulación inicial del Proyecto Nacional, que partió de la declarada

ruptura del nexo colonial, en 1811. En la Formulación defnitiva del Proyecto Nacional liberal se

conjugaron la abolición efectiva de la monarquía colonial, selectiva y paulatina, y la reanudación, como

orientación política dominante, de los principios adoptados explícitamente por los congresos de la

República de Colombia, entre 1821 y 1827, dirigidos a crear las condiciones para la conformación

capitalista de la sociedad republicana, en lo interno, procurando para ese efecto la atracción, mediante

la oferta de incentivos, de factores dinámicos generados por la articulación con el sistema capitalista

mundial, entonces en formación.

La obra modernizadora del autócrata

general Antonio Guzmán Blanco.

Bajo la conducción directa del general Antonio Guzmán Blanco, a partir de 1870, se perfeccionó la

Formulación defnitiva del Proyecto Nacional liberal, basado en la Constitución de 1864, cerrándose la

fase de Formulación inicial del mismo Proyecto, iniciada en 1811, replanteada en 1821 y reanudada en

1830. Pero, especial importancia reviste el hecho de que prosiguió el esfuerzo de institucionalización

de ese Proyecto realizado por los congresos y el gobierno de la República de Colombia, y se emprendió,

de manera expresa, el primer intento de su instrumentación sistemática, si bien reformulándolo en la

práctica política como Proyecto Nacional liberal autocrático. La instrumentación de este Proyecto

reformulado se basó en el adelantamiento de una política modernizadora en lo social y económico,

destinada a motivar, siguiendo la misma política de concesión de privilegios inaugurada por los

congresos de la República de Colombia, la articulación con el Sistema capitalista en formación,

considerada desde entonces como la única fuente posible de factores dinámicos para dar nuevo

impulso al proceso de implantación de la sociedad, iniciado en los albores del Siglo XVI y

prácticamente estancado desde fnes del siglo XVIII. Esta política se expresó en la estructuración

primaria del Estado nacional, contrariando el regionalismo; la organización y ampliación de la

administración pública, mediante una red de gobiernos estatales; el inicio de la integración del

territorio, impulsando las vías de comunicación; y la modernización básica de la sociedad,

fortaleciendo el laicismo y la educación.

La consolidación de las bases del Estado durante la dictadura

del general Juan Vicente Gómez Chacón.

Se mantuvo vigente el reformulado Proyecto Nacional liberal autocrático, y bajo su égida

dictatorial comenzó a establecerse la genuina articulación plena con el Sistema capitalista mundial en

expansión, pues ahora fue éste el que gestionó su presencia en Venezuela, buscando escapar al

trastorno de la explotación internacional del petróleo desencadenado por la Revolución Rusa y

Page 41: Conferencia inaugural

complementado por la Revolución Mexicana. Esta articulación, centrada en la instalación y expansión

de industria extractiva del petróleo, aportó los factores dinámicos socio económicos que venían siendo

requeridos desde la República de Colombia, y permitió impulsar la formación de las condiciones

estructurales para el funcionamiento del Proyecto Nacional liberal autocrático, es decir la consolidación

del Estado nacional, la existencia de un Ejército Nacional, el desarrollo de la Administración pública, y

el monopolio de la violencia por el Estado y el gobierno, en todos sus niveles.

En suma, se consolidó de esta manera la reanudación del proceso de implantación de la

sociedad, en sentido espacial mediante el incremento de la organización y control del territorio

históricamente demarcado, y en sentido social mediante el más claro delineamiento y el

enriquecimiento de la estructura de clases. Pero esta reanudación del proceso de implantación estuvo

enmarcada en una relación acentuada y creciente de subordinación política, y dependencia económica

y cultural, respecto de la dominante presencia del imperialismo norteamericano e inglés, en estrecha

alianza con los componentes tradicionales del poder social, representados por los grandes propietarios

territoriales y la alta burguesía urbana, validos del militarismo tradicional, actuando los tres como los

factores dominantes en los procesos de formación, ejercicio y fnalidad del poder público, enmarcados

en la más absoluta y despiadada supresión de la libertad política.

La Carta del Atlántico y la creación de condiciones

para la reanudación de La Larga marcha de la sociedad

venezolana hacia la democracia.

La relación subordinada y conformante respecto del imperialismo norteamericano e inglés se

manifestó con determinante plenitud, si bien con diferente naturaleza y benévolas consecuencias, en

función de los requerimientos estratégicos de la denominada Lucha de las democracias contra el

fascismo, recogidos en la Carta del Atlántico, frmada por Franklin D. Roosevelt y Winston S. Churchil

el 11 de agostos de 1941. Este pacto por la democracia comprometió a los frmantes a patrocinar una

apertura en la política internacional que permitió la conversión, primero progresiva pero controlada, y

luego inesperadamente abrupta y radical, del Proyecto Nacional liberal autocrático en Proyecto

Nacional liberal democrático. Este infuyente documento, de alcance continental americano, encomió la

democracia y validó la autodeterminación de los pueblos. Acción Democrática hizo su aparición

pública, como partido, un mes después de suscrita la Carta del Atlántico, el 13 de septiembre de 1941.

2ª Etapa de La Larga marcha de

la sociedad venezolana hacia la democracia.

Se inició el 18 de octubre de 1945, con un golpe militar-civil que puso término al gobierno basado

Page 42: Conferencia inaugural

en el Proyecto Nacional liberal autocrático, y abrió la vía para su reemplazo por el Proyecto Nacional

liberal democrático, conformado en función de la Constitución de 1947. Pronto se puso de evidencia

que en la alianza militar-civil confuían agendas diferentes, y en mucho contradictorias, pues

globalmente procuraba una la primacía del poder civil mientras que la otra entendía fortalecer el

estatus económico, profesional y político del componente militar de la alianza. Pero el transitorio

predominio del componente civil generó un régimen que entendía basarse en la ampliación del

universo político, tanto en la participación individual como en la asociativa, y se avanzó hacia la

democratización de los mecanismos de formación, ejercicio y fnalidad del poder, al fjarle una

orientación basada en la los procesos electorales, el ejercicio responsable del poder público y el alcance

nacional de sus fnalidades políticas y administrativas. Merece subrayarse el hecho de que se inició el

difícil y contradictorio proceso de establecimiento pleno del Estado de derecho, al extenderse a la

vigencia y respeto de los derechos del individuo y del ciudadano. La etapa se cerró el 24 de noviembre

de 1948, por obra de un golpe militar que luego de presentarse como un rebrote del militarismo

tradicional evolucionó hacia su conversión en un régimen militarista desarrollista.

No obstante, el balance puede resumirse como la comprobación de que la sociedad venezolana

comenzó su aprendizaje de la libertad mediante el ejercicio de la democracia.

Segundo eclipse de La Larga marcha

de la sociedad venezolana hacia la democracia.

El segundo eclipse de La Larga Marcha de la sociedad venezolana hacia la democracia se inició

con el golpe sólo militar e incruento del 24 de noviembre de 1948, y terminó con un golpe sólo militar

fallido a fnes de enero de 1958. Se caracterizó por la regresión autocrática del Proyecto Nacional

democrático formado en torno a la Constitución de 1947, si bien se mantuvieron, aunque formalmente,

algunas de las reformas en ella contempladas. El más radical retroceso se produjo en lo concerniente al

Estado de derecho y a la vigencia y respeto de los derechos del individuo y del ciudadano. El golpe

marcó el retorno a la interrumpida sumisión a la política exterior antidemocrática anglo

norteamericana, pues se gestó y se dio al amparo de la ideología de la Guerra Fría, desarrollada a partir

del discurso de Winston S. Churchill en Fulton, Missouri, en marzo de 1946, que alentó el

reagrupamiento de los factores conservadores de la sociedad venezolana. Estos habían sido

desplazados del poder en 1945, pero no derrotados, mientras que los factores impulsores de la

democracia recién sembrados en la sociedad venezolana, desde el gobierno, no habían arraigado del

todo. Cesó el intento de establecer, en pleno, el Estado de derecho, y el accidentado aprendizaje del

ejercicio de los derechos del hombre y del ciudadano fue reemplazado por un régimen policial que

generalizó la represión, el asesinato político, la prisión y el exilio.

3ª Etapa de La larga marcha de

la sociedad venezolana hacia la democracia.

Page 43: Conferencia inaugural

En enero de 1958 comenzaron a crearse las condiciones sociopolíticas para la reanudación de La

Larga Marcha de la sociedad venezolana hacia la democracia, en torno al Proyecto Nacional

democrático, ampliado, respecto del centrado en la Constitución de 1947, y representado por la

Constitución de 1961. El golpe militar concebido para perpetuar la dictadura militar, substituyendo al

dictador por una junta militar, falló por obra de una inesperada erupción popular democrática,

alentada particularmente por militantes de los partidos Acción Democrática y Comunista de

Venezuela, y personalidades independientes. Esta insurgencia marcó el promisorio despertar de un

cambio profundo en La Larga Marcha de la sociedad venezolana hacia la democracia, pues por

primera vez el impulso democrático brotó de la sociedad misma, y no de políticos organizados en

ejercicio de gobierno.

Esta etapa, de cuatro décadas, se caracterizó por la creciente institucionalización de la democracia,

superando diversos retos, entre los cuales sobresalieron los castristas-militaristas, si bien pagando la

sociedad toda el alto precio de la violación generalizada de los derechos humanos La acelerada

transformación de la sociedad al volverse predominantemente urbana, mediante la ruralización de las

principales ciudades, desembocó en un cuadro de problemas sociales cuya agudización determinó el

descrédito no sólo del régimen socio económico democrático, sino también de la democracia misma.

La etapa se cerró en diciembre de 1998, con el ascenso al poder, utilizando los medios ofrecidos por la

democracia, y al favor del creciente deterioro del sistema político democrático, de la agenda oculta del

militarismo-bolivarianismo, suerte de ideología alternativa que amparó la subordinación de los

sobrevivientes del socialismo autocrático a los nuevos actores del militarismo tradicional.

No obstante, el balance de la Etapa puede resumirse como la comprobación de que la sociedad

venezolana prosiguió su aprendizaje de la libertad mediante el ejercicio de la democracia.

Tercer eclipse de La larga marcha de

la sociedad venezolana hacia la democracia.

Se inició en diciembre de 1998. Se ha caracterizado por la Regresión autocrática del Proyecto

Nacional democrático y su substitución por una agenda oculta centrada en la dictadura bautizada

democracia revolucionaria.

Caracas, abril de 2005.

Page 44: Conferencia inaugural

3.- Germán Carrera Damas, 45º Mensaje histórico.

….”Tenemos doscientos años defendiéndonos del despotismo”….

Es muy alto el honor que hoy me confere esta Casa, de la que soy hijo intelectual y, en no

menor parte, hijo espiritual. En ella sentí consolidarse la convicción de la que hablé a mis

colegas, profesores y estudiantes de mi Escuela de Historia, en el acto conmemorativo de su

cuadragésimo aniversario. Dije en aquella también honrosa ocasión, que estudiar historia es

aprender libertad. Y de esa libertad históricamente aprendida me valgo hoy para decirles lo que

esta conmemoración representa para mí: Tenemos doscientos años defendiéndonos de la

amenaza del despotismo.

Enfrentar el despotismo es la forma más inhumana de luchar por la libertad, que es el

más humano de los valores después de la vida; porque sin libertad la vida derrama su savia. Ese

es el mensaje que esta Casa nos envía cada vez que escuchamos su himno; cada momento en

que tenemos presente que su misión institucional es vencer las sombras. No hay sombras más

aciagas que las echadas por el despotismo sobre la libertad. Esas sombras no sólo oscurecen los

caminos hacia el futuro, sino que ocultan y desvirtúan el pasado,

Durante doscientos años los autócratas que han logrado hacerse del gobierno, han

alimentado la conciencia histórica del pueblo con la perversa confusión entre Independencia y

Libertad; que no son en absoluto sinónimos. Y se ha hecho de nuestra obra, iniciada el 19 de abril

de 1810 y proseguida el 5 de julio de 1811, una víctima de esa perversidad, alevosamente

manejada por los mandones de toda pinta para escudar su despotismo tras la conseja de que

“Venezuela es un país libre”; y así poder mantener oprimido a su pueblo; sin que logre mediar la

solidaridad internacional. Se valen esos déspotas, y sus cómplices en mala hora borlados, de una

grande y alevosa mentira. Se escudan tras una coartada que ha brindado impunidad a las etapas

de la privación de su libertad a este pueblo, que ha luchado por ella con su sangre y su sudor

durante doscientos años. Para que el engaño quede al descubierto basta recordar que se puede

lograr independencia hacia el exterior, sin que haya libertad en lo interior.

Nacimos, como República, defnitiva y perdurablemente conformada, en el seno de

nuestra más grandiosa creación sociopolítica: en el seno de una República de Colombia que

Page 45: Conferencia inaugural

reiteradamente se proclamó independiente por sus armas y libre por sus leyes. Pero durante

doscientos años se ha pretendido que las armas sirvieran sobre todo para ahogar los períodos de

libertad en los que los venezolanos hemos persistido patrióticamente, porque no concebimos una

Patria sin libertad; porque así la institucionalizaron los constituyentes de Cúcuta en 1821,

siguiendo con fdelidad mejoradora la “Ley fundamental de Colombia”, también promulgada en

Angostura, el 17 de diciembre de 1819, por el mismo gran arquitecto de estados independientes.

La defnitiva institucionalización de la República venezolana, en el seno de la

institucionalización de la República de Colombia, moderna y liberal, marcó la proyección de lo

iniciado, para la mayoría de los pueblos que conformaron esa República, en Caracas, el 19 de

Abril de 1810. Fue una fecha civil, que debemos rescatarla hoy como una acción civil, de una

enorme trascendencia civil, histórica. Nunca militar. A esa fecha se le ha querido desvirtuar, en

su signifcación, con un desfle de pantomimos. Vale la pena recordar, a este respecto, lo que

señalan los obispos en su Carta Pastoral sobre el Bicentenario, acerca del hecho de que el 19 de

Abril y el 5 de Julio “ocurrieron dos acontecimientos en los que brilló la civilidad”.

Permítanme invocar un título que podría contribuir a legitimar mi presencia en esta

tribuna. Hace medio siglo, en esta mi Casa, escribí y publiqué un incipiente ensayo sobre los que

denominé “Los ingenuos patricios del 19 de Abril y el testimonio de Bolívar”, refriéndome a los

tan denigrados pioneros de nuestra procura de baluartes legales para propiciar la búsqueda de

libertad, salvaguardándola del despotismo. Sobre esos patricios y los el 5 de julio de 1811 han

caído, con ahistórica perpetuidad, el desdén, y hasta la burla, de los hombres fuertes; fuertes de

la irracionalidad; porque ningún enemigo de la libertad puede ufanarse de racionalidad.

Pero sobre ellos ha caído, también, la extrapolación abusiva de la injusta recriminación

bolivariana, estampada en el Manifesto de Cartagena. Ignoran quienes repiten esos cargos, -con

ánimo que benévolamente califco de extraviado-, que al repetir esos cargos exhiben un faco

sentido histórico. El mismo airado joven que intentó eclipsar con sus infundadas imputaciones

sus propias fallas, luego en Angostura, aquietado por la tenaz realidad de la lealtad popular a

nuestra Corona; y vapuleado por la adversidad militar y política, rindió un encendido tributo a

los que había tildado de repúblicos aéreos; refriéndose a la obra constitucional de una elite civil

ilustrada que representó, en aquel difícil momento, la esencia institucional de la inminente

República. Permítanme que, de paso, me apiade de quienes, pretendiendo hacerse pasar por

historiadores, dicen que esos ilustrados patricios representaban una especie de burguesía

Page 46: Conferencia inaugural

colonial, ajena a los intereses del pueblo, contraviniendo lo dicho por el barbudo de Trevis y su

compañero de pluma, en ese librito que recorre el mundo, sembrando fantasmas, desde 1848:

“La burguesía ha jugado en la Historia un papel altamente revolucionario.”

Hoy, también en esta mi Casa, digo que para honra y salud de nuestra Patria, aquellos

ingenuos patricios siguen vivos y luchando, en las aulas de esta Casa; en las calles y barrios de esta

Patria; en las cárceles secuestrados; en el exilio; y acosado su legado por la agresión del engendro

parajudicial, que arroja sombras de ingratitud sobre esta Casa comprometida a vencerlas.

Ilustre Rectora

Honorables Vicerrectores y Secretario

Distinguidos miembros del Consejo Universitario

Colegas profesores

Compañeros estudiantes, y decirles así no es por halago, tampoco por cumplido: soy

estudiante de la Historia, escrita con H grande.

Universitarios de todos los sectores, áreas y niveles profesionales.

Me niego a dejar esta tribuna sin confarles algo que me ha tomado más de medio siglo

aprender. Es esto: Los hombres interrogamos la Historia, no tanto para comprender el pasado

histórico, -vale decir el que sintetiza las etapas del tiempo cronológico- sino para contrarrestar el

temor a la incertidumbre. Pero, a su vez, los pueblos comparecen ante la historia, ante su

historia. No lo hacen porque ésta sea tribunal, sino porque es la manera cierta de rendirse

cuentas a sí mismos. Y me pregunto: ¿Cómo debería sentirse un pueblo que tras doscientos años

de padecer y vencer, alternativamente, el despotismo, se halla hoy asediado por el despotismo?

Sería fácil, engañosamente fácil, sintetizar la respuesta en una sentencia: ese pueblo

debería sentirse abrumado. Pero nosotros, pueblo venezolano, no nos sentimos abrumados. Que

no se me interprete a la ligera, porque digo tal cosa. No soy optimista, si por serlo se alude a

quienes optan por evadirse de la realidad. Cultivo la certidumbre histórica; y ésta me dicta una

lección, que es extensa,-muy al gusto de los historiadores-, pero que paso a resumir para ustedes:

cuando yo nací, en 1930, sólo unas pocas decenas de jóvenes habían dado el paso al frente contra

el despotismo que, con altibajos que apenas presentaba mella en su esencial continuismo,

dominaba esta tierra, que falazmente proclamaban libre sus tiranos. Cuando era liceísta vi nacer,

a partir de 1945, la Democracia. Venezuela se llenó de hombres, mujeres y jóvenes que nos

empeñamos en descubrir la verdad de la Libertad y de la Igualdad. Hoy me siento

Page 47: Conferencia inaugural

inconteniblemente orgulloso de pertenecer a un pueblo heroico que no sólo ha resistido, y resiste,

los embates del despotismo, sino que avanza resuelto a obligarlo a disiparse.

Y me siento particularmente orgulloso de haberme formado en esta Casa; de pertenecer a

esta Casa, que dio un paso al frente en 1928, y que lo da ahora, probándose consecuente en el

cultivo de la Libertad y en el rechazo de todo lo que pretenda empañar el resplandor de la

Libertad.

Sí, es un alto honor el haber sido encargado de hablar ante ustedes. Pero debo confesarles

que temo haber sorprendido a quienes pudieron esperar de mi que dictase una clase magistral. Y

espero que esa sorpresa sea motivo de agradecimiento, pues éste no me parece el lugar, ni ésta la

oportunidad, de una nueva radiografía de los hechos del 19 de Abril, que todos ustedes conocen.

He podido hacerlo; y lo hubiera hecho de no ser porque creo que comienzo a comprender la

Historia; y habiendo penetrado un palmo en su sentido, me siento más comprometido con una

suerte de precepto que alguno de Ustedes quizá me haya escuchado decirlo: “Soy historiador, y

por serlo me interesa el pasado; me interesa mucho el presente; me interesa sobre todo el futuro”.

Y es la observancia de este precepto, lo que me induce a vivir en esa dimensión especial, ya

mencionada, que denomino el tiempo histórico, es decir la dimensión que sintetiza,

dinámicamente, las tres también mencionadas etapas del tiempo cronológico.

Como historiador, he sido honrado con la oportunidad de hablarles. Como historiador

que ha predicado sobre la responsabilidad social del historiador, he hablado. Pero, también,

como historiador no puedo sustraerme a uno de los lugares comunes del ofcio, que consiste en

hacer citas textuales con indicación precisa de las fuentes. Debo, por consiguiente, hacer cuando

menos una de esas citas; y se me ocurre ésta: ….”Estamos de regreso de la larga etapa sombría.

La historia trabaja en el mejor rumbo. Y a ayudarla se ha dicho. Porque no camina sola.” Eso

escribió Rómulo Betancourt a Juan Bosch, el 30 de diciembre de 1955. (Rómulo Betancourt.

Antología política, Vol. VI, p. 430).

Permítanme despedirme exclamando: ¡Por una Universidad Central autónoma, libre y

democrática, en una Venezuela independiente, libre y democrática!

Caracas, 21 de Abril de 2010,

_______________________

Page 48: Conferencia inaugural

Discurso de Orden. Acto universitario de iniciación de la conmemoración del Bicentenario de la

Independencia de Venezuela. Aula Magna Universidad Central de Venezuela21 de abril de 2010.

Page 49: Conferencia inaugural

4.- Decreto del Gral. Juan Crisóstomo Falcón, de 1863. Fuente: Documentos que hicieron

historia, 1810-1989. Vida republicana de Venezuela. tomo I, pp. 572-575.

5.- “Ordenanzas de Gual y España” Fuente: José Gil Fortoul, Historia Constitucional de

Venezuela., Vol. I, Capítulo VII.

6.- Decreto del Congreso de la República de Colombia, de 23 de junio de 1823, Haciendo

extensivo á los Estados Unidos de América, el beneficio del artículo 12 de ley de 25 de Setiembre

del año 11º. Fuente: Cuerpo de leyes de la República de Colombia, 1821-1827, p. 130.

7.- Decreto de 18 de Setiembre de 1821, del Congreso de la República de Colombia, Sobre

expulsión de los desafectos al Gobierno de la República . Fuente: Cuerpo de leyes de la República de

Colombia, 1821-1827, pp. 53-54.

8.- Carta de Rómulo Betancourt a Miguel Otero Silva. San José de Costa Rica, 3 de julio de

1931. Rómulo Betancourt, Antología política, Volumen Primero, 1928-1935, pp. 280-283.

Page 50: Conferencia inaugural

9.- Germán Carrera Damas, 59º Mensaje histórico. Sucre: un noble prócer civilista. A 182

años de su vil asesinato.

59º Mensaje histórico.

SUCRE: UN NOBLE PRÓCER CIVILISTA

A 182 años de su vil asesinato

Mis respetos a las autoridades de esta ilustre Universidad

Profesores y estudiantes.

Esta ilustre casa me ha hecho el honor de invitarme a hablar con Ustedes acerca de un

glorioso general colombiano, nacido cumanés, al que hicieron Mariscal tras la espléndida y

decisiva victoria alcanzada bajo su mando en la planicie de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824.

El motivo de la invitación me fue presentado como la oportunidad de brindarle la ocasión

a un historiador venezolano, nacido cumanés, de contribuir al homenaje luctuoso que esta

Universidad ha dispuesto que le rindamos hoy a Antonio José de Sucre. Acepté advirtiendo que

no podría corresponder con el motivo de la invitación si de mí se esperaba que echara el cuento;

porque entre mis defectos de historiador de ofcio pesa, y mucho, la mezcla de incapacidad y

renuencia respecto de echar el cuento.

En algún lugar de su obra, Simón Rodríguez dice que el primer Rey fue un soldado feliz.

De ser esto cierto, el 10 de diciembre de 1824, -recuérdese que la espléndida victoria de Ayacucho

ocurrió en el día anterior-, el general colombiano, nacido cumanés, Antonio José de Sucre, pudo

sentirse llamado a ser Rey del todavía denominado Alto Perú, si es que no de todo el Virreinato

que acababa de derribar, quedando apenas maltrecha la conciencia monárquica que, también

según Simón Rodríguez, era su verdadero sostén, y no los fusiles. Pero al vencedor en Ayacucho

no sólo las armas podían autorizarle, de haber abrigado ese empeño; también habría respondido

con ello al clamor de los pueblos ahora huérfanos de su Rey.

Pero Sucre no cayó en la tentación que podía acechar al soldado feliz. Ante la petición de

los representantes de los pueblos del Alto Perú, pidiéndole que permaneciera allí, respondió el

16 de diciembre de 1825: …..”no veo qué utilidad pueda prestarles mi educación militar, y es

para mí un conficto cuando observo que el Alto Perú sólo necesita hombres que lo guíen en la

Page 51: Conferencia inaugural

paz hacia la ilustración y la cultura.” (Archivo de Sucre, tomo VII, página 63). Vale que nos

preguntemos sobre la motivación y el alcance de estas contadas palabras.

En primer lugar, en cuanto a la motivación, debe tomarse en cuenta que quien respondía

de esa ejemplar manera al clamor de los pueblos lo hacía por patriotismo. El 6 de setiembre de

1825 escribió Sucre al Sr. Secretario general de S.E. el Libertador: “Cualquiera que sea mi

deferencia por el Alto y el Bajo Perú y cualesquiera que sean mis deseos de servir a estos países,

mi deber y mi corazón son colombianos y por supuesto me he prestado sin vacilación alguna, a

aceptar la comisión que me ha conferido el gobierno de mi patria.” (Ibídem, p. 19). ¿Cabe dudar

de que se sabía y se sentía general colombiano, nacido cumanés?

En segundo lugar, en cuanto al alcance de su determinación, habría que añadir una

consideración de mucha signifcación. En carta al Vicepresidente de Colombia, Gral. Francisco

de Paula Santander, desde La Paz, el 19 de setiembre de 1825, le confó: …..”temo que se me dé el

mando de estos departamentos, y yo aborrezco el mando de pueblos, hasta desesperarme con la

idea de que yo me ocupe de él: de otro lado, está fuera de mis miras alejarme mucho de Quito

donde pienso vivir si el gobierno me lo permite”…. (Ibídem, p. 87).

Pero es posible que algún intelecto sagaz pensara que el guerrero feliz retrocedía ante el

compromiso de entrar a regir pueblos que él sabía serían de muy difícil gobierno, una vez que él

mismo les había soltado de la obediencia a la potestad Divina a través de la Majestad real.

Consta que quien así actuaba no era un hombre faco de ánimo; según lo declaró en carta al Gral.

Santa Cruz, desde Sicasica, de 22 de setiembre de 1825:

“Si los bochincheros han llegado a tomar infujo en la asamblea, responderán de su conducta

a su patria y al gobierno. La marcha del Libertador y la mía en este país ha sido la más moderada;

pero ya que los mismos representantes lo han puesto en nuestras manos, sin haberlo nosotros

pretendido ni solicitado, en ninguna manera, no dejaremos que se pierda. Si hemos de responder al

mundo de este país, nosotros lo guardaremos y conservaremos, evitándole la desgracia y el

desorden”….

A lo que siguió una rotunda afrmación, que contrasta en buen parte con la fgura un

tanto blandengue que cierta historiografía de espíritu militarista ha compuesto de este general

colombiano nacido cumanés:

……”Vd. sabe bien que nosotros no somos los hombres que sufrimos a los tumultuarios y

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anarquistas, y que les hemos declarado una guerra más abierta y obstinada que a los españoles: yo

que soy tan enemigo de sangre y ejecuciones, estoy muy determinado a fusilar a todo faccioso, sin

detenerme en muchas fórmulas: juzgue Vd. si el Libertador se parará en menudencias. Esos

tumultuarios son hombres repletos de ambición y de crímenes y su muerte es un bien que pide la

justicia para la patria y para la sociedad. Hablo en estos términos, porque Vd. mismo me dice que

estos facciosos y anarquistas han intimidado la asamblea con amenazas horribles, y que le han

quitado su libertad: yo soy el que tengo más interés en que las deliberaciones de la asamblea sean

absolutamente libres y espontáneas.” Ibídem, pp. 97-98.

En este juego dialéctico entre el patriotismo, el sentido del deber y las frmes convicciones

personales, tuvo que prevalecer el sentido del deber, según lo confesó al Gral. José de La Mar, en

carta desde Oruro, de 27 de setiembre de 1825. Luego de reconocer que ….”Los militares no

tenemos voluntad propia”...., le confesó:

“Yo no sé cuando me desocuparé de estas provincias. El Congreso del Alto Perú, ha exigido

del Libertador que yo me quede aquí cuatro años y el Libertador se ha empeñado más en ello. Por

grande que sea mi gratitud ante tal señal de confanza de estos pueblos y por deferentes que sean

mis sentimientos y mi amistad a S. E. he rehusado mucho, y he permanecido más de un mes

indeciso, luchando entre lo que quieren llamar deberes públicos y mis inclinaciones a ir retirado,

pero por fn me he determinado a estar dos años”…..(Ibídem, p. 107}.

No parece que pueda haber duda razonable, -sobre todo si se proyecta lo así tratado en su

conducta histórica posterior-, acerca de la condición cívica y de la lucidez demostrada en la

pugna entre el sentido del deber y su lealtad para con la conciencia correspondiente con esa

condición cívica.

* * * * *

Pero no seguiré por esta vía. Me decidí a presentarles estas pocas muestras del hombre a

cuyo temple y capacidad militar fue confada por tres veces la suerte de la Independencia de la

República de Colombia: la primera vez cumpliendo en Ayacucho, la segunda deteniendo en la

batalla del Portete de Tarquí el intento del Perú republicano de recuperar Quito; y la tercera vez

cuando se mostró su espíritu cívico al trabajar diplomáticamente por la preservación de la

integridad de la República de Colombia. ¿Impidió el artero asesinato de que fue víctima en el

bosque de Berruecos que pudiera continuar sirviendo a la preservación de Colombia?

Habrán observado Ustedes que he citado sólo fragmentos de la correspondencia

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inmediata a la victoria de Ayacucho. Lo hice para invitarlos a refexionar sobre la cuestión de

fondo que deseo tratar, aunque necesariamente de manera breve. Intentaré enunciarla de esta

manera: tal cuestión consiste en evaluar la interacción, posible o imposible, entre mando militar

y gobierno civil; o, si lo preferen, intentaré entender esa suerte de océano que separa el mandar

del gobernar, cuando de la vida de las sociedades se trata; no ya de la vida de los

profesionalmente condicionados para cumplir la orden de matar o morir.

Obviamente, no soy ni el primero ni el único, en hacer consideraciones como éstas, al

tratar de la ejemplaridad de la vida histórica del Mariscal Antonio José de Sucre. Probablemente

sorprenderá a algunos de ustedes saber que el 29 de mayo de 1930 un estudiante venezolano, de

22 años de edad, dictó una conferencia centrada en la proposición de que

.…”A Sucre-ciudadano debemos desvincularlo del Sucre-sargento que ha venido

exaltándose. Sus mejores momentos no son en el campamento, sino desde la curul del magistrado.

Sus acciones más resplandecientes no las conquistó a punta de sable sino a golpe de gestos civiles.

Su obra más grande no es Ayacucho, sino el decreto promulgado en La Paz, el 24 [25] de mayo de

1826, al encargarse de la Presidencia de Bolivia, república creada por el Libertador con las provincias

del Alto Perú”…. Dicho esto, citó el primer artículo del Decreto: “Los hombres de todos los pueblos

y naciones, son invitados a venir a Bolivia, donde su libertad civil tiene todas las garantías que den

las leyes a los bolivianos”...

El joven estudiante exilado que así habló, en una sala de Barranquilla, se llamó Rómulo

Betancourt. (Rómulo Betancourt. Antología política, Vol. I, p. 186).

* * * * *

Creo que con lo dicho ha quedado ubicado el tema sobre el cual versarán propiamente,

mis palabras de hoy. Para precisarlo, me permitiré reiterar lo que acabo de decir: hablaré sobre

la interacción, posible, o imposible, entre mando militar y gobierno civil; o, si lo preferen,

entenderé esa cuestión como la insalvable distancia que separa el mandar del gobernar, cuando

de la vida de las sociedades se trata. Creo, igualmente, que la cuestión podría plantearse como el

contraste entre el mandar como botín de guerra, y el gobernar como obligante y exigente

cumplimiento legitimador de un mandato cívico, resultante del libre y pleno ejercicio de la

Soberanía popular.

Respecto del mandar como botín de guerra, creo pertinentes enunciar dos

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consideraciones.

En primer lugar: ¿Pudo alguien haber ganado ese botín con más legitimidad que el

vencedor de Ayacucho; batalla decisiva que consolidó la Independencia de la República de

Colombia al garantizar la de Hispanoamérica, y engendró la República Bolívar, rebautizada

Bolivia? No obstante, asimiló el hecho de que los pueblos, condicionados espiritual y

mentalmente por la conciencia monárquica, -la ancestral aborigen y la colonial-, se mostrasen

dispuestos a hacer del guerrero feliz una suerte de monarca republicano. El nítido deslinde, en el

espíritu y la conciencia del soldado feliz, le hizo distinguir, con toda honestidad, entre los

atributos requeridos para cumplir la función militar y los imprescindibles para desempeñar la

gestión civil. ¿Demostró con ello que tuvo clara la distinción entre mandar y gobernar? ¿Se supo

poseedor de las virtudes del guerrero y se confesó carente de las facultades del gobernante?

Pero, cabe subrayar que esto sucedió luego de la Batalla de Ayacucho, librada

victoriosamente por el ejército de la República de Colombia, con la participación heroica de

peruanos, comandado por el General colombiano, nacido cumanés, Antonio José de Sucre.

En cambio, algo muy diferente sucedió después de que el 24 de junio de 1821, en la

llanura de Carabobo, el ejército de la República de Colombia, comandado por el General

colombiano, nacido venezolano, Simón Bolívar, y formado por heroicos jefes y soldados

venezolanos y neogranadinos, derrotó a las fuerzas coloniales, que reunían a los expedicionarios

de Morillo y a los auxiliares venezolanos de Morales,- es decir, los que valdría denominar

españoles peninsulares y españoles de América, según lo dispuso la Constitución gaditana de

1812 en su Artículo 18?-. Con esa victoria fue consolidada la independencia de la República de

Colombia, como lo reconoció, por Decreto de 20 de julio de 1821, el Congreso de aquella gloriosa

República, la cual fue capaz de reunir las resultas de las jornadas de Carabobo y Ayacucho.

Dicho esto, permítanme una digresión personal: como hice mis estudios escolares de Historia sin

haber escuchado de este Decreto de honores, y de los signifcativos conceptos que lo ilustran,

creo oportuno leer para Ustedes dos de sus considerando:

“El Congreso general de la República de Colombia, instruido por el Libertador Presidente de

la inmortal victoria que el día 24 de junio próximo pasado obtuvo el ejército bajo su mando sobre las

fuerzas reunidas del enemigo en los campos de Carabobo, y teniendo en consideración”….”2º Que

la por siempre memorable jornada de Carabobo, restituyendo al seno de la patria, una de sus más

preciosas porciones ha consolidado igualmente la existencia de esta nueva República.-3º Que tan

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glorioso combate es merecedor de agradecido recuerdo y eterna alabanza, tanto por la pericia y

acierto del general en gefe (sic) que lo dirigió, como por las heróicas (sic) proezas y rasgos de valor

personal con que en él se distinguieron los bravos de Colombia”…..

Dejaré a la conciencia histórica de ustedes la apreciación esencial de la motivación y de la

proyección del silencio que ha envuelto este Decreto, pero con una ayudita de mi parte:

Sucedió que mientras el vencedor en la gloriosa Batalla de Carabobo se fue a consolidar la

Independencia de la República, así lograda, invadiendo y desmembrando el poderoso Virreinato

del Perú, -por juzgarlo, certeramente, capaz de emprender el restablecimiento del nexo colonial-;

uno de los guerreros felices triunfadores en Carabobo, se hizo designar, en 1830, virtual monarca

del Estado de Venezuela, -al que luego bautizaron República-. Es decir, jefe absoluto de un

Estado que anduvo siempre más cerca de la Monarquía que de la República, conformando el

híbrido sociopolítico que he denominado República liberal autocrática; en nombre de la cual

mandaron, -unos más, otros menos-, espíritus autoritarios, -unos más, otros menos-, hasta 1946.

En ese año un grupo de jóvenes que lucían como alucinados, dirigido por quien de joven exaltó

la personalidad civilista de Sucre, encabezó al pueblo venezolano en el empeño de comenzar a

instaurar una genuino régimen sociopolítico republicano, partiendo del rescate de la Soberanía

Popular, en el marco de la instauración de La República liberal democrática. La República hoy

asediada, de nuevo, por quienes reclaman para sí, como mérito exclusivo, sin tener títulos

sufcientes, la heroica condición de realizadores de la Independencia nacional; al mismo tiempo

que realizan su innoble tarea de disponedores de esa Independencia.

* * * * *

Lo que nos conduce al examen de la manifestación actual de esa contrapuesta conducta

histórica, representada con toda propiedad, la civilista por la asumida por el Mariscal Antonio

José de Sucre, y la militarista por la asumida por el General José Antonio Páez. Lo que nos lleva,

también, a ubicar esas conductas en el contexto general de la conciencia histórica común; es decir

la que sirve de base primaria a la conciencia nacional y que, al concretarse como la conciencia social

se manifesta como la conciencia política; es decir como la conciencia reguladora de la conducta

ciudadana en la instancia fundamental de la formación del Poder público, rigiendo

solidariamente la legalidad de su origen y la legitimidad de su ejercicio.

En esta cadena causal, que se compadece con el desenvolvimiento histórico de la sociedad

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venezolana, es dable delimitar dos grandes etapas, en gran parte yuxtapuestas. La primera

etapa, que es la originaria de la sociedad venezolana, estuvo representada por la Monarquía

colonial, que perduró, jurídicamente, hasta 1845, cuando nuestra reina Isabel II abdicó al

reconocer a Venezuela como un Estado independiente. La segunda etapa es la Republicana, en la

cual es necesario demarcar, a su vez, dos subetapas. Una que denominaríamos como republicana

de facto, corrió a partir de los trabajos fundacionales, iniciados en 1811, y culminó con la

fundación de la República de Colombia, en Angostura, en 1819 y su constitución, en Cúcuta, en

1821. Pero se debe tener presente el hecho de que hasta ese momento el Poder público que rigió

la sociedad venezolana estuvo repartido entre la Monarquía absoluta, con intervalos

constitucionales, y una Republica que fue azarosa durante una década.

En la etapa republicana se refejó de manera perdurable la ruptura, por los venezolanos

que no se fueron con Simón Bolívar, -en persona y menos aún en espíritu- de la República de

Colombia, en 1830, dándose inicio a la que denomino La República liberal autocrática, así califcada

porque conservó la estructura constitucional liberal adoptada por la República de Colombia,

pero practicó procedimientos despóticos en la formación, el ejercicio y la fnalidad del Poder

público; más identifcados, repito, con la Monarquía que con la República.

Durante la Monarquía no era necesario justifcar el origen del Poder. Esa justifcación

venía dada por una secuencia consubstanciada con la conciencia religiosa cristiana; secuencia

generada por la Voluntad divina, manifesta en la Corona y personifcada en el Rey. Mas, ¿cómo

justifcar el origen del Poder público en La República liberal autocrática? Fue necesario tener en

cuenta un deslinde. En cuanto al carácter liberal, la justifcación de la formación del Poder público

era aportada por el ordenamiento constitucional, ya se simulase cumplirlo falseándolo, ya se le

ignorase groseramente. La difcultad mayor radicaba en la justifcación del ejercicio autocrático de

ese Poder. No era posible atribuirlo a la Voluntad divina sino a su substituto republicano: la

voluntad de la Nación.

Pero no terminaba allí la difcultad. Mientras en la Monarquía la Iglesia se encargaba de

interpretar la transmisión de la Voluntad divina, ¿quién habría de interpretar la voluntad de la

Nación? Entró así en funcionamiento la gran empresa ideológica de conformación de una

modalidad de la conciencia histórica adecuada al ejercicio autocrático del Poder público.

El principio rector de esta operación lo proporcionó la denominada Historia patria.

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Consistió en la formación de dos cadenas causales. Una se basó en la identidad entre patria,

nación y República. La otra lo hizo entre Independencia, libertad y heroísmo militar. Correlacionadas

las dos cadenas, resultaba que la patria, y por ende la nación, representada por la República,

independiente y libre, es obra del heroísmo militar. ¿A quienes, entonces, le tocaba dirigir la

República, ejerciendo un cuidado tutelar fácilmente derivable hacia lo autocrático? Sólo que esa

función debía ajustarse a lo pautado por Simón Rodríguez en 1830: “Los militares sensatos no

pretenden usar de la fuerza para subyugar a sus compatriotas, sino para mantener el orden,

entretanto se constituye el Gobierno – y para llevar su empresa hasta el cabo, quieren

conservarse en estado de protegerla.” (Simón Rodríguez, El Libertador del mediodía de América y

sus compañeros de arma defendidos por un amigo de la causa social . Arequipa, 1830, p. 152).

Podemos preguntarnos: ¿Era Antonio José de Sucre un militar sensato? El propio Mariscal

respondió, según el protocolo, citado por José Gil Fortoul, de la conferencia celebrada en Cúcuta

entre los comisionados del Congreso de la República de Colombia, y los del gobierno separatista

de Venezuela, encabezado éste por José Antonio Páez. Lo hizo al observar que los separatistas

…..”se empeñaban en demostrar que las novedades ocurridas allí eran una revolución popular, y

no un movimiento ejecutado y dirigido por los militares, como se había asegurado hasta

ahora”…. Pero, sosteniendo el Mariscal que lo ocurrido debía resolverse en provecho del

pueblo, y considerando inaceptable …..”que ningún poderoso, bajo el pretexto de protegerlo, lo

sometiese después a un yugo tanto o más pesado que aquel de que se pretendía libertarlo”….,

afrmó que …..”entendía que los males públicos emanaban, no de lo que se ha llamado

despotismo del Libertador”…..”sino esencialmente de la misma revolución, y del despotismo de

una aristocracia militar que, apoderándose del mando en todas partes, hacía gemir al ciudadano

por un absoluto olvido de las garantías y derechos”…. Bajo esta luz me permito preguntarme, a

mi vez: ¿Qué pensar de militares que pretenden ser, más que protectores dueños de la República

todavía doscientos años después?

Sólo que para que este artifcio conceptual resultara efcaz a perpetuidad, fue necesario al

militarismo irredento manipular la conciencia histórica. Este crimen de lesa Historia se cometió

borrando de la historia de Venezuela el episodio crucial representado por la fundación de la

República de Colombia; y se logró ocultándola tras el alias Gran Colombia, e ignorando su alta

signifcación política y estratégica, bien servida por los dos generales colombianos, nacido uno

venezolano y el otro cumanés, a los que me referí al comienzo de esta conferencia: Simón Bolívar

Page 58: Conferencia inaugural

y Antonio José de Sucre.

Pero no se trataba únicamente de una grosera mutilación de nuestra historia. Al pecado

historiográfco le acompañó el benefcio político derivado de una versión de los hechos que

todavía agrede el sentido crítico. Se pretende que en Carabobo fueron los heroicos militares

venezolanos, hoy representados, intemporalmente por sus nada heroicos sucesores, quienes nos

dieron patria, nación, República, independencia y libertad; y se ganaron, por consiguiente, el

derecho imprescriptible a tutelar la manada de cobardes que no participaron en el hacer la gloria

de la sociedad venezolana; estigma que pesa sobre nosotros, los descendientes de esa triste

manada.

¿O será que en esto consiste, realmente, el cacareado bolivarianismo del militarismo que

hoy avasalla la República? Recordemos que Simón Bolívar escribió al General Francisco de Paula

Santander, el 13 de junio de 1821, es decir casi en la víspera de la Batalla de Carabobo: …..”en

Colombia el pueblo está en el ejército, porque realmente está, y porque ha conquistado este

pueblo de manos de los tiranos, porque además es el pueblo que quiere, el pueblo que obra, y el

pueblo que puede; todo lo demás es gente que vegeta con más o menos malignidad, o con más o

menos patriotismo, pero todos sin ningún derecho a ser otra cosa que ciudadanos pasivos”….

* * * * *

Le tocó a Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, ser blanco del desvarío de

los militares y civiles que, como he dicho, no se fueron con Simón Bolívar, -en persona y menos aún

en espíritu-, pero que se consideraron los dueños de la República. El 6 de marzo de 1830 fue

comunicada al Secretario de Estado en el Despacho de la Guerra, la siguiente instrucción

impartida en Guanare: “A pesar de lo que dije a Vuestra Señoría para conocimiento del Gobierno

en mi ofcio de 3 del corriente, Nº 16, respecto de los comisionados que vienen de Bogotá, con

esta fecha he dado orden para que no se permitiera la entrada en el territorio de Venezuela a

persona alguna, cualquiera que sea su carácter y condición, y para que se le obligue a hacer alto

más allá del Táchira; advirtiendo a Vuestra Señoría que si antes presté mi aquiescencia al paso de

los comisionados de Bogotá fue porque el Gobernador de la Provincia de Mérida me había

comunicado que ya lo había permitido, pero que nunca me pareció bien”….

La orden aparece frmada por “El Comandante General, Santiago Mariño”. Los

comisionados eran el General Antonio José de Sucre, el Obispo de Santa Marta, Doctor José

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María Estévez y el Sr. Juan García del Río. Cabe preguntarse a quien se refería especialmente la

instrucción: ¿Al General Antonio José de Sucre parlamentario, o al militar? ¿O quizás al

parlamentario civil por la paz y la concordia, respaldado por una gloria militar incomparable con

la ganada por quienes ahora, alzados, le negaban el ingreso a una porción de su por él

defnitivamente independizada patria?

* * * * *

Con la venia de Ustedes me permitiré terminar retornando al punto inicial de esta

conferencia. Lo haré leyendo el siguiente pasaje, aunque resulte un poco extenso: …..”Lo que en

Sucre reclama fervor de recuerdo y propósito de imitación es el frme valor civil, ciudadano, que

fsonomiza (sic) su personalidad de grande hombre. Valor civil, el único valor, en concepto de

Unamuno, porque aun el valor guerrero, cuando deja de cumplir esa condición, ya no es valor,

sino barbarie. Desde sus primeros años de servicio bajo las banderas de emancipación, ya esta

noción fue su guía. Contrasta a través de sus documentos públicos, de su correspondencia

privada, el reposado y terco concepto de ciudadanía, la arraigada noción de sus derechos y

deberes como mimbro de una comunidad de hombres civilizados, con el lenguaje insolente,

cuartelario, rezumante de barbarie, que hablaban casi todos los hombres de la época, saltados de

la selva, sin el control del ideal, a la conquista de la ciudad”….

Culmina el elocuente pasaje entregando un comprometedor mensaje, hoy felizmente

desvirtuado también por Ustedes: …..”En cambio, la tradición de los Sucres no prospera. Imitar

las vidas superadas es más áspero y más difícil que imitar las vidas elementales, donde la acción

no es consciente camino hacia propósitos indesviables sino aleatorio vaivén al impulso de los

apetitos y a tono con el color cambiante de los acontecimientos. A veces, muy pocas –sufcientes,

eso sí para rescatarnos [del] pesimismo, forece alguna vida gemela de la suya”…. Esto dijo

Rómulo Betancourt en la conferencia aquí mencionada.

Gracias.

Caracas, 20-25 de mayo de 2012.

----------------------

Conferencia dictada en el Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo Uslar Pietri (CELAUP) de

la Universidad Metropolitana. Caracas, 4 de junio de 2012.

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10.- Decretos Nº 1 y Nº2 de la Junta Revolucionaria de Gobierno.

11.- Decreto 403. 17 de diciembre de 1984. La reforma del Estado. Proyecto de reforma

integral del Estado. Fuente: Comisión Presidencial para la Reforma del Estado, 1988, Vol.

1, pp. 399-401.

Lectura recomendadas:

1.- Pobre negro, novela de Rómulo Gallegos.

2.- “Programa”. Antonio Leocadio Guzmán. Caracas, 28 de agosto de 1840, en

.Elena Plaza, Venezuela: 1830-1850. La construcción de la República. Serie antológica Historia Contemporánea de Venezuela, Nº 9. Caracas, Fundación Rómulo Betancourt, 2011.