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C ondiciones de vida e integración social de la población indígena en el municipio de Tijuana, Baja California CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN

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Condiciones de vida e integración social de la población indígena en el municipio de Tijuana, Baja California

c u a d e r n o s d e i n v e s t i g a c i ó n

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Laura Velasco Ortiz

c o o r d i n a d o r a

Rodolfo Corona Vázquez, Marie Laure Coubés Ravaille,

Marcos Reyes Santos y Rafael Vela González

i n v e s t i g a d o r e s

D.R. © 2008 Laura Velasco Ortiz

Primera edición, 2008

D. R. © 2008 Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas

Av. México Coyoacán 343, colonia Xoco, Delegación Benito Juárez,

C.P. 03330, México, D.F.

www.cdi.gob.mx

ISBN 978-970-753-169-7 / Condiciones de vida e integración social de la población

indígena en el municipio de Tijuana, Baja California

ISBN 978-970-753-221-2 / Cuadernos de Investigación

Diseño de portada e interiores: C y Newton Estudio

Corrección de estilo y cuidado editorial: Alma Velázquez L.T.

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Hecho en México

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Introducción ................................................................................................................. 7

Algunos elementos conceptuales:

migración indígena y la urbe fronteriza ......................................................15

Integración y asentamiento ................................................................................................... 17

El hogar, la familia y los lazos de parentesco ...................................................................... 18

La comunidad local y los lazos de paisanazgo .................................................................... 19

Las políticas públicas hacia la población indígena ............................................................. 20

Los indígenas en el contexto urbano fronterizo .................................................................. 21

Aspectos sociodemográficos de la población indígena

en Baja California y Tijuana .................................................................................... 23

Cuantificación de la población indígena .............................................................................. 25

El perfil sociodemográfico de los hogares ........................................................................... 26

Condiciones de vida................................................................................................................ 27

Dinámica migratoria y movilidad trasnacional.................................................................... 31

Integración espacial y social a la vida urbana fronteriza

de la población indígena: cuatro estudios de caso ........................................... 33

Integración espacial de la población indígena a la ciudad ................................................ 35

Integración social de la población indígena: los estudios de caso ................................... 38

Colonias y familias multiétnicas: residencia y diversidad cultural .................................... 47

Organizaciones indígenas en Tijuana ................................................................... 51

Formas de organización de la población indígena en Tijuana .......................................... 53

La función de las organizaciones: integración política y cultural en Tijuana .................. 58

Políticas y programas de atención a las poblaciones indígenas .............63

Política pública hacia las poblaciones indígenas................................................................. 65

Principales programas de gobierno dirigidos a la población indígena ............................ 68

Resumen de hallazgos y recomendaciones de política pública ..............77

Cuantificación de la población indígena .............................................................................. 79

Características sociodemográficas de los hogares indígenas ............................................ 80

Las condiciones de vida ......................................................................................................... 80

Dinámica migratoria y movilidad transfronteriza ............................................................... 82

Integración espacial de la población indígena en la ciudad .............................................. 83

El patrón espacial de asentamiento residencial en

las colonias de mayor concentración ................................................................................... 85

La transición entre la migración y el asentamiento residencial ........................................ 86

Condición fronteriza, dinámica laboral y educativa ........................................................... 88

La interculturalidad residencial y lingüística de los indígenas en Tijuana ....................... 89

Principales formas de organización de la población indígena .......................................... 91

Los principales programas de gobierno y áreas de atención

de la población indígena ........................................................................................................ 93

Bibliografía ................................................................................................................. 95

Entrevistas ................................................................................................................101

ÍnD ICEÍ n D I C E

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InTRODuCCIón

Introducción

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Este documento integra los principa-les resultados de la investigación “Condiciones de vida e integración so-cial de la población indígena en Tijuana, Baja California”, que se realizó de julio de 2005 a junio de 2006, por un equipo de investigación de El Colegio de la Frontera Norte, a petición de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

La investigación se propuso como objetivo estudiar las condiciones de vida de la población indígena en la ciudad. Puesto que en el año 2000, 99.8 por ciento de la población de cinco años y más que habla lengua indígena en Tijuana era de origen inmigrante, muy pronto se dilucidó la importancia de considerar el proceso de integración social de estas po-blaciones como inmigrantes a la urbe fronteriza para entender sus con-diciones de vida actuales. En esta dirección de estudio, las condiciones de vida en una ciudad fronteriza como Tijuana tenían como referencia amplia el fenómeno migratorio interno e internacional de tales pobla-ciones indígenas. Los hallazgos de esta investigación nos hablan de un cambio sustancial en el proceso de integración, en la medida que en el año 2000, 41.01 por ciento de los integrantes de los hogares indígenas ya habían nacido en el estado de Baja California, que constituyen la se-gunda generación de indígenas de origen inmigrante.

Con el fin de lograr el objetivo de estudiar las condiciones de vida y el proceso de integración social de la población indígena en Tijuana, el equipo académico se propuso una investigación multidisciplinaria en torno a un conjunto de ejes de investigación con acercamientos conceptuales y meto-dológicos distintos. En este documento se presenta una síntesis de los ha-llazgos más relevantes, ampliamente presentados en cada reporte parcial.

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Para el equipo de investigación fue un reto lograr una definición única de la población indígena. En cada eje se trabaja con una definición dife-rente, lo cual presentó retos conceptuales y analíticos importantes. En el primer eje de cuantificación y caracterización, la población indígena se define en forma amplia como aquella que pertenece a un hogar donde algún miembro habla una lengua indígena, o bien, se autoidentifica como indígena. Mientras que en el eje de integración espacial se trabaja con una definición restrictiva, donde se considera que la población indígena es aquella de 5 años y más que habla alguna lengua indígena, debido a que las fuentes de información no permiten ir más allá. A diferencia, en el eje de integración social, la población indígena se define en forma limitada como aquella que vive en un hogar cuyo jefe o cónyuge habla una lengua indígena. Cada una de estas definiciones respondió al objetivo específico del nivel analítico en cada eje y a la unidad analítica: individuo u hogar. El documento se organiza en torno a las preguntas principales que guiaron a cada uno de los ejes de investigación.

El primer eje está constituido por los aspectos sociodemográficos de la población indígena en el municipio de Tijuana, que trata de responder a las preguntas: ¿cuántos son?, ¿cuáles son sus características?, ¿cuáles son sus condiciones de vida? Debido a la importancia del fenómeno migra-torio para esta población, se incorporó la pregunta: ¿cuál es la dinámica migratoria de estas poblaciones? Este eje fue abordado desde la demogra-fía, con apoyo del análisis geográfico, y uno de los primeros retos fue la definición de la población indígena, para lo cual se elaboró una propuesta metodológica centrada en el hogar indígena, que se basó en la combina-ción de los indicadores de lengua indígena y/o autoadscripción indígena de alguno de los miembros del hogar. Esta definición dio como resultado una cifra de 148 489 en Baja California y de 55 496 pobladores indíge-nas en Tijuana; ambas son notoriamente mayores que las cifras reporta-das por el censo en el año 2000 (37 685 y 13 896, respectivamente).

Con este punto de partida se procedió a caracterizar y localizar a la población indígena, definida como la suma de todos los individuos que pertenezcan a un hogar indígena, el cual, a su vez, es definido como el hogar donde al menos una persona habla una lengua indígena y/o se au-toadscribe como indígena.

Este primer eje permite contar con un panorama cuantitativo y de carac-terización de la población indígena en la ciudad de Tijuana, no sólo en el contexto estatal sino también en el nacional. El análisis estadístico indica una concentración de 70 por ciento de la población indígena en los muni-cipios de Ensenada y Tijuana.

El segundo eje de estudio lo comprende el estudio de casos de colo-nias sobre el proceso de integración social a la vida urbana fronteriza y las formas de organización comunitaria de la población indígena en Tijuana. Este eje es de gran complejidad, ya que incluye tanto los niveles de análi-sis individual y de hogar así como el comunitario, por lo cual se generaron tres subejes de investigación con metodologías distintas. Un primer subeje se refiere al patrón de integración espacial, el cual indicó la concentración de 50 por ciento de la población indígena estatal en 33 colonias y la dis-persión del restante 50 por ciento en 473 colonias.

Un segundo subeje sobre el proceso de integración social en cuatro estudios de caso de colonias con concentración indígena, se estableció en torno a las siguientes preguntas: ¿cuál es el patrón del asentamien-to residencial?, ¿cómo se da la transición entre la migración y el asen-tamiento residencial en condiciones de frontera?, ¿cuál es la dinámica laboral y educativa de esta población indígena?, y, ¿cuáles son las for-mas de la interculturalidad? Se distinguió el patrón residencial interét-nico, la integración familiar interétnica y el uso de la lengua indígena, del español y el inglés. Para tratar de responder estas preguntas se combinó un acercamiento demográfico y sociológico con la construc-ción de un cuestionario biográfico sobre el proceso de asentamiento

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de la población residente en cuatro de las colonias de mayor concen-tración indígena en la ciudad: Obrera, Pedregal de Santa Julia, Sánchez Taboada y Valle Verde.

Estas colonias fueron elegidas de acuerdo con el estudio de localización antes mencionado y según el estudio de las formas organizativas de la población indígena en la ciudad. Al interior de cada colonia se detectaron las zonas de mayor concentración indígena, mediante un estudio de con-glomerados de manzanas.

Dicho estudio reportó una serie de hallazgos, entre los que sobresalen: el corto tiempo en que un hogar indígena logra acceder a una vivienda propia (siete años), aun cuando las condiciones de asentamiento son pre-carias por problemas de infraestructura urbana y porque con frecuencia se ubican en zonas de riesgo. La diversidad cultural existente en estas zonas-colonias fue también un hallazgo importante, ya que alumbró el hecho de que los indígenas –principalmente mixtecos y menos purépechas–, conviven en espacios barriales con otros migrantes procedentes de distin-tos lugares de México. Los hogares indígenas son bilingües y pocas veces trilingües, y hay un grupo significativo de hogares donde se está incorpo-rando el inglés como medio de comunicación y recreación. Un hallazgo general, es que en estas zonas de concentración indígena se encontraron índices más bajos de escolaridad y de bienes en las viviendas respecto a los hogares indígenas de la ciudad. Ello puede señalar que el patrón de concentración étnica es un recurso del que echan mano los indígenas más pobres.

El tercer subeje que abordó el plano colectivo y comunitario se enfocó en el estudio de las organizaciones indígenas, lo que generó estas pregun-tas: ¿cuáles son las principales formas organizativas?, ¿cuáles son los prin-cipales intereses que tienen estas organizaciones?, ¿cuáles son sus bases organizativas?, y por último, ¿cuáles son sus formas de intermediación y sus interlocutores?

El estudio de las organizaciones indígenas en Tijuana se realizó con anterioridad al estudio de casos de colonia, con la finalidad de contar con información cualitativa que orientara en el diseño del cuestionario y que confirmara la concentración de población indígena en ciertas colonias. Como se reporta en el cuerpo de este mismo documento, se registraron 12 organizaciones indígenas que fueron clasificadas como: residentes, la-borales y político-culturales. El predominio de organizaciones cuyos miem-bros son prioritariamente mixtecos y purépechas, confirmó los datos cen-sales sobre la preponderancia de la población mixteca (26.5 por ciento) y purépecha (9.4 por ciento) en la ciudad, así como los resultados de los estudios de casos.

Este estudio con organizaciones indígenas se realizó por medio de entrevistas en profundidad con líderes y activistas de las 12 organizacio-nes registradas; en este reporte el análisis se enfocó en las formas de organización, y se dejó para otro momento el análisis de los liderazgos indígenas.

El tercer eje comprende las políticas y programas de gobierno para las poblaciones indígenas de la ciudad. Este eje tuvo el carácter exploratorio para recabar información de índole general sobre: los tipos de institucio-nes y programas, a quién están dirigidos o a quién benefician así como una primera evaluación sobre su articulación en torno a grandes áreas de intervención. La aproximación disciplinaria de este eje obliga a consi-derar la integración de las poblaciones indígenas desde la actuación del gobierno como un entramado de instituciones estatales.

Metodológicamente, se abordó a través del análisis de documentos de las oficinas de gobierno y de entrevistas en profundidad a funcionarios de las instituciones de los tres niveles de gobierno; información que se cruzó con entrevistas a actores sociales, en particular, indígenas. Al final se intenta señalar algunas líneas de reflexión que el conjunto de hallazgos sugieren y que pueden tener relevancia en el campo de la política social.

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Algunos elementos conceptuales: migración indígena y la urbe fronteriza

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integración y asentamiento

En la década de los años setenta el proceso de integración social del inmigrante se pensaba como la pérdida paulatina de rasgos que caracterizan al habitante del medio rural (Kemper, 1976) y la adquisición de rasgos que lo asemejan cada vez más al habi-tante de la urbe. Esta definición se daba en el marco del paradigma de la modernización, con una perspectiva lineal del cambio social; sin embar-go, la investigación y las teorías posteriores permiten valorar los cambios que experimentan las poblaciones inmigrantes en las ciudades como un proceso de resignificación de rasgos y prácticas culturales en nuevos con-textos de interacción (Oehmichen, 2001). Es decir, lo urbano no es visto como algo distinto de lo rural, sino como una configuración espacial de relaciones sociales e instituciones que integra lo rural y lo urbano (Valen-cia, 2000).

Esta investigación aborda la integración social a través del proceso de asentamiento residencial de la familia, con sus implicaciones en los ámbi-tos laboral y comunitario. Se considera en forma complementaria la integra-ción espacial y cultural a una ciudad fronteriza, marcada por una diversidad cultural en gran medida asociada a la migración. Cuando se habla de la in-tegración social a la vida urbana de Tijuana, se tiene que considerar el rasgo fronterizo de la ciudad y la fuerza de sus interacciones con las localidades californianas. Sin embargo, como ya lo mencionaba Chance (1971), en su estudio pionero con inmigrantes mixtecos y zapotecos a Oaxaca, lo urbano no es homogéneo, existen distintas formas de vivir lo urbano, por lo que la integración social no implica la eliminación de diferencias sociales ni cultu-

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rales, sino más bien la articulación de distintas formas de vida con expresio-nes culturales diversas, en condiciones residenciales y laborales propias de las urbes, en este caso, fronterizas.

Sin olvidar la importancia del plano individual, esta investigación privile-gia el plano familiar y comunitario. Es decir, es posible que algunos indi-viduos indígenas ocupen posiciones laborales y tengan niveles de educa-ción muy similares a las de un individuo no indígena, como resultado de una movilidad social. Sin embargo, la integración social de los indígenas trata de subrayar el plano de integración étnica en la estructura urbana y las condiciones de su diferenciación. Al respecto, Vargas y Flores (2002) documentan en cuatro ciudades mexicanas que las poblaciones maza-huas, otomíes, triquis y zapotecas se integran en desventaja en relación con las poblaciones urbanas, aunque lo hacen con ventaja respecto a la población de sus lugares de origen.

De acuerdo con la literatura del tema, los lazos de parentesco y paisa-nazgo tienen un papel fundamental en el proceso de integración de los in-migrantes a las ciudades, por lo cual, a continuación serán tratados como conceptos centrales en esta investigación.

el hogar, la familia y los lazos de parentesco

El presente estudio parte de la importancia de comprender el comporta-miento individual en el marco de los hogares y las familias. Esta aproxi-mación conceptual y metodológica se considera particularmente útil en el estudio de las condiciones de vida y la integración social de poblaciones subalternas (indígenas y pobres), quienes dependen en mayor medida de sus recursos demográficos, culturales y de acción colectiva que otras categorías sociales para lograr su supervivencia en ambientes urbanos. Esta tesis se ha confirmado en la serie de estudios realizados desde las décadas de los años sesenta y setenta acerca de los procesos de integra-

ción de inmigrantes pobres e indígenas en el marco de la urbanización mexicana (Butterworth, 1962; Kemper, 1976; Chance, 1971), a la vez que en los estudios más recientes sobre la caracterización del tipo de ur-banización que domina en las ciudades mexicanas (Tacker y Bazúa, 1992; Murphy et al., 1999; Hiernaux, 2000; Martínez-Casas, 2001; Ohemichen, 2001; Valencia, 2000; Vargas y Flores, 2002). Este conjunto de estudios enfatiza la importancia de las relaciones de parentesco para las estrategias residenciales y de obtención de empleos de los inmigrantes. A la vez, las relaciones familiares funcionan para la ocupación del espacio urbano. Como lo documentaron algunos estudios pioneros en ciudades mexica-nas, existe una pauta residencial que sigue las relaciones de parentesco (Chance, 1971; Arizpe, 1975).

La comunidad local y los lazos de paisanazgo

Al igual que el hogar y la familia, el concepto de comunidad ocupa un lu-gar central en esta investigación, debido a que se considera la importancia de la ética y lógica comunitaria para la vida de las poblaciones de origen indígena en México. De acuerdo con los estudios previos, los lazos comu-nitarios que prevalecen entre los inmigrantes en las ciudades son los de paisanazgo, esto es, los lazos que derivan de una pertenencia a una co-munidad local (Orellana, 1973; Hirabayashi, 1993; Hiernaux, 2000). Esto no es muy distinto de lo que sucede en las ciudades fronterizas (Velasco, 1995, 2002; Lestage, 1998). Tales lazos de paisanazgo funcionan para la obtención de empleo y vivienda así como en las pautas de residencia en las ciudades.

Un área donde los lazos de paisanazgo se expresan con gran nitidez es en la constitución de organizaciones de distinta índole en las ciuda-des. Se considera que las asociaciones de migrantes son un producto de las relaciones de paisanazgo local en un primer momento y que logran

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transitar a otra forma de organizaciones étnicas o panétnicas en la me-dida en que se instalan en el espacio público de las ciudades. Estas or-ganizaciones son agentes de integración en distintos ámbitos de la vida urbana: residencial, laboral y político-cultural y desempeñan un papel muy importante en la intermediación entre comunidades de inmigrantes y gobiernos locales (Hirabayashi, 1993; Velasco, 2002) en México y en Estados Unidos.

Las políticas públicas hacia la población indígena

Una ausencia notable en la literatura sobre inmigración indígena a las ciudades y los procesos de integración es la importancia que tienen las políticas públicas para la integración de los inmigrantes; en la medi-da en que –como lo documentan los estudios en los grandes ciudades mexicanas– el proceso de integración no sólo depende de las estrate-gias de los propios inmigrantes sino también de la actitud de los resi-dentes urbanos; la discriminación hacia los indígenas y los inmigrantes es un eje central en el proceso de integración. Como lo señalan Arizpe (1975), Hiernaux (2000) y Oehmichen (2001), los indígenas realizan su integración en un contexto urbano que –en forma coincidente con el nacional– posee una imagen negativa del indígena. Por lo que no parece extraño que los indígenas desarrollen estrategias de negación de su identidad, como lo documentó Martínez-Casas (2001) en la ciu-dad de Guadalajara.

La coincidencia de la ideología discriminatoria con las desventajas de los indígenas en el plano de las condiciones de vida (Vargas y Flores, 2002) llevan a valorar la importancia de las políticas públicas para definir las condiciones de vida y el proceso de integración de las poblaciones indígenas en las ciudades.

Los indígenas en el contexto urbano fronterizo

Los estudios realizados con inmigrantes indígenas en ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad Juárez plantean algunas ideas importantes a con-siderar con el fin de conceptualizar lo urbano fronterizo. Existe una inte-racción intensa entre la población de Tijuana con la población de distintas localidades de condados californianos, ya sea por la extensión de los lazos de parentesco a través de la frontera, por las opciones laborales, por el consumo o por la recreación. En este espacio urbano transfronterizo, los indígenas tijuanenses tienen posibilidades de acceder a recursos y bienes así como a interactuar con nuevas categorías étnicas, más allá del siste-ma étnico nacional (Pérez, 1993; Velasco, 1996, Lestage y Pérez, 2003); lo cual ofrece un contexto de oportunidades y relaciones étnicas distinto al de otras ciudades de México. El empleo transfronterizo es otra de las áreas donde puede observarse la manera en que la integración a Tijua-na depende, a su vez, de una integración transfronteriza. Según varios autores (López y Runsten, 2004; Kearney, 1986; Zabin, 1993; Velasco, 2002; Fox y Rivera 2005) la integración de los mixtecos a Tijuana se da mediante su condición de empleados transfronterizos en la agricultura o los servicios en California.

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Aspectos sociodemográficos de la población indígena en Baja California y Tijuana

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cuantificación de la población indígena

En el año 2000, Baja California con-taba con 2 476 010 habitantes, que representaban 2.6 por ciento de la población total del país. Para la cuantificación de la población indí-gena en México y en el estado de Baja California, se utiliza el método ampliado que considera como población indígena aquella que vive en un hogar donde hay algún miembro que habla lengua indígena, o bien, se reconoce como indígena, independientemente de la posición de ese miembro al interior de la familia. Este método trata de captar esa franja de la población, cada vez más amplia, que ya no habla la lengua indíge-na, pero que vive en familias o en comunidades con tradiciones, formas de organización y posición estructural asociadas a lo indígena.

Según ese método, la población en condición indígena en el país en el año 2000 era de 12 707 265 personas, lo que representa 13.1 por ciento de la población total. En Baja California en ese mismo año, se contabilizó un total de 148 489 personas indígenas, que equivale a 6.4 por ciento de la población total del estado.

Baja California se ubica en el grupo de entidades federativas con el por-centaje más bajo de población indígena de todo México. No obstante, en el conjunto de estados fronterizos, es el tercer estado con población indígena. Casi la mitad de los indígenas del país viven en localidades con menos de 2 500 habitantes, lo que nos habla de un contingente de indígenas impor-tante que vive en el medio rural, pero también en las ciudades.

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aSPECTOS SOCIODEMOGRÁF ICOS DE La PObLaC Ión InDÍGEna En b . C . y T I juana

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En el contexto de Baja California, Tijuana es un municipio eminentemen-te urbano, cuya población en el año 2000 fue de 1 207 045 habitantes, que representa 48.7 por ciento del total del estado. En ese mismo año, la población indígena en Tijuana fue de 55 496, equivalente a 37.4 por ciento del total de la población indígena de la entidad, por lo que es el segundo municipio con mayor número de población indígena, después de Ensenada; estos dos municipios concentran 76.4 por ciento de la población indígena de la entidad.

Del total de la población en Tijuana, el sector indígena representa 4.6 por ciento, por debajo de la media estatal (6.0 por ciento).

el perfil sociodemográfico de los hogares

En relación con el tamaño del hogar, se puede observar que los hogares en condición indígena de Tijuana (4.48) se acercan en mayor medida a lo observado en los hogares no indígenas (3.99); a diferencia de los hogares indígenas de Ensenada (5.07) quienes mantienen una diferencia significati-va respecto a los hogares no indígenas de ese mismo municipio (3.83). Los hogares indígenas en Tijuana son prácticamente urbanos, mientras que en Ensenada existen hogares indígenas tanto urbanos como rurales.

Los hogares indígenas que comparten una vivienda presentan un por-centaje más bajo (3.13 por ciento) que los no indígenas de Tijuana, y están por debajo del promedio estatal. En términos de las características de los miembros de los hogares, se encontró que la edad promedio de los miembros del hogar indígena en Tijuana es de 24.8 años, muy cercana a la de los no indígenas, que es de 25.1 años, en un comportamiento más cercano a la población indígena de Mexicali que a la de Ensenada, lo que confirma su perfil urbano.

Los hogares indígenas presentan el porcentaje promedio de niños de cero a 14 años de edad más bajo (26.7 por ciento), en relación con los

hogares no indígenas (27.0 por ciento) de Tijuana. Los hogares indígenas de los municipios de Baja California –a excepción de Tijuana– muestran porcentajes promedio más altos respecto a los hogares no indígenas, de niños de cero a 14 años de edad. El porcentaje promedio de integrantes de los hogares indígenas con 65 y más años de edad en Tijuana represen-tó 4.93 por ciento, cifra inferior a la observada en los hogares no indíge-nas del mismo municipio tijuanense, y muy por debajo de los municipios de Playas de Rosarito, Mexicali y Tecate. En general, Tijuana y Ensenada son los municipios que presentan los porcentajes más bajos de población con 65 y más años de edad.

En cuanto al número promedio de hijos nacidos vivos en el hogar, nue-vamente Tijuana (2.42) presenta un comportamiento muy similar tanto en los hogares indígenas como no indígenas (2.43). Incluso en los hoga-res indígenas de Tijuana, el número promedio de hijos nacidos vivos es inferior (2.58) al de los hogares tanto indígenas como los no indígenas, de los municipios restantes.

Se puede decir que los hogares indígenas en Tijuana poseen carac-terísticas demográficas que los acercan en mayor medida a los hogares no indígenas que a la población indígena del resto de la entidad. Esto nos habla de una mayor integración de los indígenas en Tijuana que en el resto del estado, específicamente, en contraste con el municipio de Ensenada.

condiciones de vidaEn el terreno de la salud, en términos del número promedio de miembros del hogar que no tienen derecho a servicio médico, los hogares indígenas presentan desventajas respecto a los no indígenas. Sin embargo, esta si-tuación es menos pronunciada entre los hogares indígenas de Mexicali y Tijuana, donde la diferencia entre indígenas y no indígenas no resulta sig-nificativa. Ocurre lo contrario en el municipio de Ensenada, donde dicha

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diferencia es de más de dos miembros del hogar así como en Playas de Rosarito, donde la diferencia es en promedio, de poco más de un miem-bro del hogar.

En el terreno de la educación (donde se utilizan tres indicadores: grado de analfabetismo, escolaridad promedio y asistencia escolar) existe una brecha entre los hogares indígenas y los no indígenas, que coloca en des-ventaja a estos últimos; sin embargo, esta brecha es notablemente menor en el municipio de Tijuana y Mexicali respecto a los demás municipios del estado, en particular, el municipio de Ensenada.

Según el indicador del analfabetismo, el porcentaje promedio entre los miembros de los hogares de cinco y más años de edad es inferior en el municipio de Tijuana (6.61) respecto al resto de los municipios de la entidad (7.48). En general, en todos los municipios los hogares indíge-nas presentan mayor porcentaje de analfabetismo en relación con los no indígenas. Sin embargo, en el contexto estatal, los hogares indígenas de Tijuana son notoriamente menos analfabetas (7.53), sobre todo respecto a municipios como Ensenada (27.67) y Playas de Rosarito (15.87). Se puede decir que en Ensenada, uno de cada cuatro miembros del hogar de cinco y más años de edad es analfabeta.

La escolaridad media de los miembros del hogar indígena de cinco y más años de edad en el municipio de Tijuana es de 6.29 años, cifra sólo inferior a la observada en los hogares indígenas de Mexicali, que es de 6.64 años. La diferencia que existe entre los hogares indígenas y no indí-genas de estos dos municipios bajacalifornianos es apenas de 0.6 y 0.5 años, respectivamente. Una vez más, los hogares indígenas de Ensenada fueron los que presentaron un rezago educativo de 3.4 años respecto a los hogares no indígenas.

Por último, se confirma la pauta encontrada en los indicadores anterio-res, con el número promedio de miembros del hogar de cinco a 29 años que no asisten a la escuela. En dicho indicador, los hogares indígenas se

ubicaron por encima de los hogares no indígenas, lo cual significa que los miembros del hogar indígena en edades escolares no asisten a la escuela en mayor medida que los miembros de hogares no indígenas. En este contexto, Tijuana está por debajo de Mexicali, pero en mejor situación que Ensenada y Playas de Rosarito.

Respecto a la situación de empleo se puede decir que en el estado el número promedio de los miembros del hogar de 12 y más años que trabajaron la semana anterior es superior en los hogares no indígenas (1.46) que en los hogares indígenas (1.20). Los hogares indígenas del municipio de Tijuana ocupan el segundo lugar de número promedio de miembros del hogar que trabajaron la semana anterior (1.35), después de Tecate (1.42).

El ingreso mensual promedio de los hogares indígenas en Tijuana fue de 10 098 pesos, inferior al de los hogares no indígenas del municipio (11 041 pesos), pero superior al estatal (9 855 pesos). También resultó superior respecto a los hogares no indígenas del resto de los municipios de Baja California (9 973 pesos). La diferencia es notoriamente mayor res-pecto a los ingresos de los hogares indígenas de otros municipios del esta-do: Mexicali, 7 381 pesos; Playas de Rosarito y Tecate con 5 529 y 5 350 pesos, respectivamente; los hogares con los menores ingresos son los de Ensenada, que ganan 3 952 pesos en promedio.

Este diferencial de ingresos tan marcado para el caso de Tijuana, pue-de estar relacionado con su condición fronteriza. Por ello, se introdujo el análisis del empleo transmigrante o en condición de commuter (trabaja-dor transfronterizo). Sin embargo, los datos que aportó el análisis censal no parecen apoyar necesariamente esta hipótesis. Se encontró que los hogares indígenas (6.29) trabajan menos en Estados Unidos que los no indígenas en el estado (8.14). Los hogares indígenas en Tijuana (8.39) ocuparon el tercer lugar en el porcentaje promedio de hogares en los cua-les al menos un integrante trabajó la semana anterior en Estados Unidos,

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después de Mexicali (12.08) y Tecate (8.81). De nuevo, Ensenada se aleja de este comportamiento, en particular los hogares indígenas, con un porcentaje casi nulo (0.90).

Respecto al empleo e ingreso es posible concluir que, si bien la con-dición de los hogares indígenas en el municipio de Tijuana es menos fa-vorable, en términos de números de miembros que trabajaron la semana anterior e ingresos que los no indígenas, su situación es mejor respecto a los hogares indígenas de los otros municipios del estado, particularmen-te en el renglón del ingreso, donde se observa una brecha amplísima respecto a los indígenas de Ensenada. Los hogares indígenas de Tijuana que tienen miembros laborando en Estados Unidos están por arriba del promedio estatal, lo que habla de su integración a la pauta de empleo “transfronterizo” propio de las ciudades fronterizas.

El último indicador sobre condiciones de vida es el de disponibilidad de bienes, para el cual se consideraron 10 elementos: radio, televisión, vi-deocasetera, licuadora, refrigerador, lavadora, teléfono, boiler o calentador de agua, automóvil o camioneta propio y computadora. El índice más alto lo tiene Mexicali, y le sigue Tijuana, con un índice igual al índice estatal, de 6.89 bienes en promedio. El índice de bienes para los hogares indígenas de Tijuana es ligeramente inferior respecto al índice municipal y de los hogares no indígenas de Tijuana. Es posible que esto se explique en vista de la condición fronteriza del municipio (se puede obtener dichos bienes a menor precio y/o artículos usados) y al ingreso de los hogares tijuanen-ses, entre ellos los indígenas. De nueva cuenta, sobresale el caso de los hogares indígenas de Ensenada, quienes muestran diferencia de bienes respecto a los hogares no indígenas de ese municipio.

En resumen, en el rubro de condiciones de vida encontramos dos situa-ciones. En el terreno de la salud y la educación, los hogares del municipio de Tijuana están en mejor situación respecto a los otros municipios en el estado. Sin embargo, al interior del propio municipio, los hogares indíge-

nas presentan una desventaja en estos indicadores en relación con los no indígenas, particularmente en derechohabiencia y analfabetismo, ya que tienen menor escolaridad en promedio y en asistencia escolar en el rango de cinco a 29 años de edad.

Tijuana posee un promedio más alto de número de miembros del hogar que trabajaron la semana anterior, que el resto del estado. En el caso de los hogares indígenas, este promedio es menor respecto a los no indígenas y a otros municipios como el de Tecate. En el aspecto del ingreso, Tijuana vuelve a ocupar el primer lugar con los ingresos más altos del estado, y aunque los hogares indígenas tienen un ingreso menor, éste es superior al promedio estatal y al de los hogares indígenas de los otros municipios. Ello indica que en el terreno económico los hogares indígenas están por debajo de los hogares no indígenas, pero en el contexto estatal perciben salarios más altos que los de hogares indígenas en los otros municipios.

En el renglón del empleo transfronterizo, los hogares indígenas tie-nen promedios menores que los no indígenas; no obstante, en el caso de Tijuana el promedio no es tan lejano del promedio municipal y está por arriba del estatal. Lo cual indica que la población indígena posee un patrón commuter muy similar al de los municipios fronterizos de este es-tado. En términos de disponibilidad de bienes, los hogares indígenas de Tijuana tienen un índice promedio ligeramente inferior a los no indígenas del municipio y al promedio estatal, y están por arriba de los hogares indígenas de los otros municipios, con excepción de Mexicali.

dinámica migratoria y movilidad trasnacional

Con excepción de Playas de Rosarito, los hogares indígenas de Baja California presentan un porcentaje promedio de miembros de los ho-gares nacidos en otras entidades (54.3 por ciento) superior al de los hogares no indígenas (44.8 por ciento). En el caso de Tijuana esta

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diferencia no parece tan significativa, debido a que es el municipio con el porcentaje promedio más alto de hogares con miembros nacidos en otra entidad (52.04 por ciento).

En relación con los inmigrantes interestatales, se encontró que el por-centaje promedio (70 por ciento) de hogares indígenas en los que en los cinco años anteriores llegó a vivir al menos una persona procedente de otras entidades del país, es significativamente superior a todos los hoga-res no indígenas de todos los municipios de la entidad (39 por ciento). Aunque el caso de Tijuana no es el más alto, la diferencia de 31 puntos porcentuales resulta muy significativa.

El porcentaje promedio de hogares en los cuales al menos un miembro se fue a vivir a Estados Unidos entre 1995 y 2000, es superior en los ho-gares indígenas (4.08) que en los no indígenas (2.89) de los municipios de Baja California, con excepción de Tecate. En Tijuana dicho porcentaje fue de 3.04 por ciento, inferior a Ensenada, con 5.83 por ciento; a Mexi-cali, con 3.28 por ciento, y ligeramente inferior a Playas de Rosarito, con 3.09 por ciento. Los hogares indígenas del municipio de Tijuana conti-núan presentando un comportamiento similar a los hogares no indígenas, ya que la diferencia entre ellos fue mínima.

En síntesis, los hogares indígenas migran más, reciben más inmigrantes y envían más emigrantes hacia Estados Unidos que los hogares no indíge-nas. Este comportamiento es real en el caso de Tijuana; sin embargo, en este municipio las diferencias entre ambos tipos de hogares son menos pronunciadas que en los otros municipios.

Integración espacial y social a la vida urbana fronteriza de la población indígena: cuatro estudios de caso

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integración espacial de la población indígena a la ciudad

Es posible distinguir las colonias de Ti-juana en función de su antigüedad en la historia del crecimiento de la mancha urbana. Este crecimiento ha ido de la zona limítrofe con Estados Unidos, particularmente, en torno al lecho del río Tijuana hacia el sur y el este. Fundada en 1889, la zona centro de la ciudad se definió por su cer-canía a la garita internacional, antes que por ser una zona emblemática de la acción colonial, en torno a la cual la ciudad creció en forma concéntrica, como sucedió en el centro y el sur del país.

Entre 1936 y 1950, aparecieron algunas colonias en las laderas de los cañones que circundaban la “zona central” limítrofe con Estados Unidos (Libertad, Independencia y Zona Norte).

Entre 1950 y 1970, la ciudad creció hacia el sureste sobre el lecho del río, hacia la presa “Abelardo L. Rodríguez”, y a la vez, hacia la costa.

Entre 1970 y 1997 se consolidó el crecimiento urbano hacia el sur y sureste sobre lomeríos y cañadas, y hacia el este, sobre pendientes poco pronunciadas.

La población hablante de lengua indígena reside en las distintas zo-nas de la ciudad, pero particularmente, en aquellas que aparecieron entre 1983 y 1994, en el sureste y este, las cuales cuentan con menor infraes-tructura urbana.

Como se mencionó, el municipio de Tijuana concentra a 37.7 por ciento de la población indígena total que reside en el estado de Baja California.

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De acuerdo con el análisis cartográfico,1 las colonias que concentran a la población hablante de lengua indígena (phli) presentan elevados niveles de hacinamiento dentro del municipio de Tijuana. Debido a que en esta versión electrónica no fue posible acompañar los mapas que ilustran el comportamiento espacial de la población indígena, se intentará hacer una descripción muy sucinta de dicho comportamiento.

Una primera aproximación al comportamiento espacial de la población indígena en el municipio arrojó una dispersión extendida, por lo que se decidió agregar por manzanas a nivel de colonia a la población indígena, con lo cual se establecieron tres grupos de colonias que en conjunto agru-pan 3 por ciento de la phli de Tijuana.

a) 10 colonias que concentran 28 por ciento de phli: Valle Verde, Camino Verde, Obrera, Oaxaca (Ángel Fernández), Sánchez Taboada segunda sección, Zona Norte, El Pípila, Loma Bonita Norte, Pedregal de Santa Julia y Ampliación Lomas Taurinas.

b) 10 colonias que junto con las anteriores concentran 40 por ciento de phli: Libertad, Mariano Matamoros (Norte), Nueva Tijuana, Zona Centro, Las Torres, Sánchez Taboada, Produtsa, Lomas Taurinas, 10 de Mayo, Mariano Matamoros (Sur).

c) 13 colonias más, que asociadas a las anteriores concentran 50 por ciento de phli: Mariano Matamoros (Centro), La Esperanza, Infonavit- Lomas del Porvenir, Reforma, Independencia, Ampliación Sánchez Ta-boada, paec 517-5, Patrimonial Benito Juárez, 3 de Octubre, Buenos Aires Sur, El Florido tercera sección, Jardines del Rubí y Valle Vista pri-mera sección.

Este ejercicio señala una doble tendencia en el comportamiento es-pacial de la población indígena. Por un lado, 50 por ciento de la phli se concentra en 33 colonias, en tanto que el otro 50 por ciento se dispersa por el resto de las 473 colonias del área urbana de Tijuana. Esta doble pauta de concentración y dispersión es un reto de análisis y de inter-vención, ya que la dispersión puede significar un grado de integración asociado a una baja segregación étnica pero, a la vez, una pauta de resi-dencia étnica entre un porcentaje significativo de la población indígena en la ciudad. De acuerdo con la literatura, la residencia con bases étnicas es una estrategia seguida por los más desaventajados, en términos de capital social.

Al combinar el análisis espacial de la población indígena en función de la antigüedad y el grado de marginación de las colonias, se puede consta-tar que no existe un patrón claro que señale que todos los asentamientos indígenas están en zonas de alta marginación. Sin embargo, si es posible localizar población indígena en colonias con un alto índice de marginación como son el Pedregal de Santa Julia, la colonia Sánchez Taboada, Valle Verde y El Pípila.

Aun cuando no todos los asentamientos indígenas son los más mar-ginados de la ciudad, ello no implica que estén en las zonas mejor ur-banizadas. En general, si no son colonias con alta marginación, son co-lindantes con zonas de alta marginación, lo que seguramente les hace compartir problemas de comunicación y acceso a servicios básicos. En mayor medida, las colonias con población indígena se ubican en rangos por arriba de 58.8 por ciento de disponibilidad de vivienda, sin presentar un patrón particular.

1 Este análisis cartográfico se hizo sólo con la población hablante de lengua indígena por razones técnicas.

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integración social de la población indígena: los estudios de caso

El patrón de asentamiento residencial se puede distinguir según se ob-serve ya sea en el nivel de la ciudad o en el de la colonia. En el apartado anterior se describió el patrón de asentamiento a escala de la ciudad; a continuación, se presenta a escala de colonia.

A escala de la ciudad hay un doble patrón de concentración y disper-sión espacial que divide a la población indígena en proporciones simila-res, por lo que ahora sabemos que 50 por ciento de esta población reside en 33 colonias y el restante 50 por ciento se dispersa en más de 400 colonias. Dada esta pauta, decidimos enfocarnos en el primer grupo de 10 colonias –señalado en el anterior apartado–, que concentra 28 por ciento de la población hablante de lengua indígena y que se ubica en la zona periférica del suroeste, este y sur de la ciudad.

De este conjunto de colonias se eligieron cuatro y, a través de un aná-lisis de conglomerado por manzana, se definieron las cuatro colonias-zo-nas (definidas como el conglomerado de manzanas en una colonia con mayor concentración de población hablante de lengua indígena) de ma-yor concentración indígena, que constituyen los estudios de caso de esta investigación: Obrera-Oaxaca, Pedregal de Santa Julia, Valle Verde y Sán-chez Taboada segunda sección. Los criterios para seleccionarlas fueron: el porcentaje de la población indígena respecto a la población total del conglomerado de manzanas, el tiempo de fundación de la colonia-zona, su ubicación en la ciudad y su condición de diversidad cultural (en térmi-nos étnicos).

Estas cuatro colonias-zonas concentran 18 por ciento del total de la po-blación hablante de lengua indígena en Tijuana y en cada una de ellas, la población indígena tiene un peso diferencial al interior de la colonia-zona como se describe en el siguiente subapartado.

A diferencia de lo que sucede en el nivel de la ciudad, al interior de las colonias sí existe una pauta de residencia indígena. En las colonias selec-cionadas fue posible diferenciar los conglomerados de manzanas donde había una concentración significativa de población indígena. Con base en esta estrategia fue posible establecer las cuatro colonias-zonas que consti-tuyeron los cuatro casos de estudio.

1) colonia-zona con 38 por ciento de concentración de población indí-gena, con dominio de mixtecos de oaxaca y fundada en los setenta.La colonia-zona Obrera-Oaxaca se ubica en un cerro, al lado del boule-vard Periférico, con varias viviendas instaladas en el barranco. El poblamiento de esta zona, contigua entre las colonias Obrera y Oaxa-ca, data de los años setenta, cuando los pioneros mixtecos oaxaqueños llegaron como damnificados por el desbordamiento del río Tijuana. En el año 2000, este asentamiento representaba la mayor concentración de población indígena de la ciudad de Tijuana, equivalente a 6.6 por ciento. Los datos de la encuesta indican que 38 por ciento de los jefes de hogar de la zona son hablantes de lengua indígena, principalmente del mixteco originario de Oaxaca.

2) colonia-zona con 27 por ciento de concentración de población indígena, con dominio de mixtecos de oaxaca y fundada en los años ochenta.La colonia-zona que incluye manzanas del Pedregal de Santa Julia y de la zona más septentrional de la colonia Loma Bonita Norte, está ubicada frente a la colonia Obrera, en las laderas de un barranco. Esta colonia constituye la cuarta concentración de población indígena de la ciudad, con 3.2 por ciento; su poblamiento ocurrió a finales de los años ochenta y principios de los noventa. De los jefes de hogar, 27 por ciento habla una lengua indígena, la mixteca de Oaxaca, en su mayoría.

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3) colonia-zona con 27 por ciento de concentración de población in-dígena, con dominio de mixtecos de guerrero, fundada en los años noventa.La colonia-zona de Valle Verde es una meseta con la topografía más plana de las cuatro colonias. Situada al este de la ciudad, en lo que se conoce como la Nueva Tijuana, Valle Verde fue poblada a principios de los años noventa, después de las inundaciones que provocó el fenó-meno del Niño en 1993. La colonia es la segunda concentración más importante de población indígena en la ciudad (6.5 por ciento), es casi equivalente a la de Obrera-Oaxaca. En el conjunto de manzanas que constituyen esta colonia-zona, los jefes hablantes de lengua indígena representan 27 por ciento respecto al total, y en su mayoría son ha-blantes del mixteco del estado de Guerrero.

4) colonia-zona con 7 por ciento de concentración de población indí-gena, con predominio de mixtecos de oaxaca y presencia de purépe-chas de michoacán, fundada en la década de los noventa.La colonia-zona Sánchez Taboada segunda sección se ubica en la parte sur de la ciudad, y las manzanas donde habita la población indígena se localizan en la cima y las laderas de un cerro. Como asentamiento de hablantes de lengua indígena sigue al Pedregal de Santa Julia y Loma Bonita Norte, con apenas 1.8 por ciento de la población indígena de Tijuana. Esta colonia también se pobló hacia finales de los años ochenta y principios de los noventa. Los jefes de hogar hablantes de lengua indígena representan apenas 7 por ciento del total; la mayoría de ellos, como ya se dijo, son mixtecos de Oaxaca y en una proporción menor, purépechas de Michoacán.

En resumen, al interior de cada colonia-zona se encontró una situación muy diversa, tal como era de esperarse. Al ordenar estas colonias-zonas

en función de la proporción de jefes hablantes de lengua indígena res-pecto al total de los que habitan el conglomerado, encabeza la lista la colonia-zona Obrera-Oaxaca (38 por ciento), le sigue el Pedregal de Santa Julia-Loma Bonita Norte (27 por ciento) y Valle Verde (27 por ciento), y finalmente, la colonia Sánchez Taboada (7 por ciento.) Estos porcentajes revelan una situación de minoría lingüística diferenciada para la pobla-ción indígena al interior de cada una de las manzanas y las colonias-zo-nas (conglomerados de manzanas). Si pensamos cada colonia y manzana como microcosmos étnicos y culturales, la situación de minoría étnica de los indígenas en la colonia-zona Obrera-Oaxaca es notoriamente diferente de la que existe en la colonia Sánchez Taboada. Tal vez, recordar su con-dición de minoría étnica a escala de la ciudad y el estado, con porcentajes ínfimos de 1.1 y 1.9 por ciento, respectivamente (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 2000), nos ayude a valorar la presen-cia indígena en cada manzana o colonia.

La transición entre la migración y el asentamiento residencial en condiciones de frontera

Para comprender las estrategias de integración de los indígenas a la ciudad de Tijuana, es indispensable contar con una perspectiva temporal, que per-mita captar el cambio social experimentado por estas poblaciones desde su llegada hasta el momento actual. Los datos censales señalan que en el año 2000, 99.8 por ciento de la población de cinco años y más que hablaba lengua indígena en Tijuana, era de origen inmigrante. Sin embargo, si se toma en cuenta que la migración indígena en la ciudad data de finales de los años sesenta y principios de los setenta, sería posible esperar que hu-biera una proporción significativa de jefes de hogares y cónyuges hablantes de lenguas indígenas ya nacidos en Tijuana. Contrario a esta hipótesis, en las colonias-zonas de estudio se encontró que sólo 4 por ciento de los jefes

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y cónyuges de hogar nacieron en Tijuana; la gran mayoría nació en Oaxaca y Guerrero. Este dato contrasta con el hallazgo descrito en el segundo capí-tulo de este documento, donde se trabaja con la definición amplia de hogar indígena, y se asienta que la proporción de miembros de hogares indígenas nacidos en Tijuana alcanza cerca de 40 por ciento; es posible que la condi-ción de nativos sea más frecuente ente los hijos.

De los jefes y cónyuges, 63 por ciento realizó una migración directa hacia Tijuana y el restante 37 por ciento lo hizo en forma indirecta, con tiempos variados de movilidad que van desde uno hasta más de 10 años en la primera llegada a Tijuana. Coincidente con lo que han reportado otros estudios sobre migración indígena en Tijuana (Velasco, 1995), la migración indirecta es más común entre los residentes antiguos, quienes, por lo general, salieron de sus lugares de origen por primera vez a edades muy tempranas. Los inmigrantes más recientes han salido siendo menos jóvenes y lo han hecho de manera más directa. Esto señala un cambio en el patrón migratorio hacia la frontera en las dos últimas décadas.

En este estudio, el asentamiento residencial se define como un proceso que implica por lo menos dos momentos distintos en la historia de los hogares, y en el cual la movilidad geográfica está presente.

La llegada a la ciudad y el hospedajePor lo regular, los jefes y cónyuges de hogares indígenas migrantes lle-garon por primera vez a Tijuana en una edad promedio de 22 años. La gran mayoría lo hizo a través de redes sociales y sólo un grupo muy pequeño llegó a rentar o a un hotel. Los que hicieron uso de las redes sociales, se apoyaron notablemente en la familia (82 por ciento) y con mucho menor frecuencia, en paisanos (18 por ciento) para encontrar hospedaje en la ciudad. Lo cual coincide con lo reportado en otros estu-dios sobre inmigrantes indígenas en ciudades mexicanas. Sin embargo, un hallazgo importante de este estudio es que las redes familiares entre

parientes cercanos y parientes lejanos parecen tener la misma impor-tancia (40 y 42 por ciento, respectivamente) para la instalación de los indígenas inmigrantes en la ciudad. Ello puede señalar dos hechos: el primero es la vigencia de la gran familia o parentela indígena entre estos migrantes2 y el segundo, es la ampliación de la migración a nuevas fa-milias o localidades que incorporan a nuevos migrantes que carecen de vínculos familiares primarios en la ciudad.

Instalación en la ciudad: terreno y viviendaEl lapso entre la primera llegada y la obtención de una vivienda propia, dura siete años en promedio. En la mayoría de los casos (88 por ciento) esto implica haber vivido en más de una vivienda en la ciudad y con po-sibilidad de movilidad de entrada y salida de Tijuana. Más de dos terceras partes de los jefes y cónyuges de hogar lograron acceder a una vivienda propia en Tijuana en menos de 10 años. Lo cual, en el marco del ciclo de vida del individuo y de una familia de pocos recursos, es relativamente rápido. Sin embargo, es importante señalar que una cuarta parte de los hogares viven en una casa rentada o prestada, es decir, no ha tenido acce-so a una vivienda propia.

Generalmente, el camino para conseguir una vivienda propia comienza con la posesión de un terreno. La gran mayoría obtuvo un terreno vía compra (79 por ciento) o por invasión/préstamo (21 por ciento) para lue-go construir su vivienda. La construcción de su casa es la manera principal de acceder a la vivienda propia, puesto que sólo 12 por ciento de los jefes y cónyuges entrevistados compró la casa ya construida. Estos datos sugie-ren dos posibilidades no excluyentes entre sí. La primera es que la mayo-ría de estos hogares fueron los pioneros en estas colonias-zonas, lo cual

2 Lo cual apoya la tesis en la literatura al respecto (Velasco, 2002) sobre la vigencia de la “parentela” o “la gran familia” y su imbricación con el paisanazgo entre los migran-tes indígenas en esta frontera.

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comúnmente conlleva la ausencia de infraestructura urbana y servicios. Y la segunda posibilidad, es que el pequeño porcentaje de jefes y cónyuges que compró el terreno con la casa construida lo hizo por traspaso.

La condición de frontera permite que los tijuanenses accedan a bienes y materiales de segunda mano para la construcción de sus viviendas. Una tercera parte de las viviendas con hogares indígenas tienen paredes he-chas con madera, por lo común comprada en el mercado de materiales de construcción de segunda. Las paredes de madera son más frecuentes, en particular, en las dos colonias topográficamente más accidentadas y donde la población indígena se localiza en las laderas y la cima de los cerros (Pedregal de Santa Julia y Sánchez Taboada Norte).

Vivir en la frontera también se expresa en el equipamiento de las vi-viendas indígenas. Se documentó un acceso general a determinado nivel de comodidad en éstas; más de las tres cuartas partes de las viviendas habitadas por indígenas están equipadas con refrigerador, licuadora, te-levisor y radio. La mitad de las viviendas cuentan con automóvil y lava-dora. Sin embargo, al revisar el conjunto de estos bienes se encontró que tales hogares tienen un índice de bienes de 5.8, por debajo de los índices de bienes en los hogares indígenas (6.35) y no indígenas (6.89) en la ciudad de Tijuana.

Como en otras ciudades fronterizas, en Tijuana la condición de con-sumo y recreación transfronteriza se define por la posesión de papeles para cruzar hacia Estados Unidos. Para el conjunto de la población in-dígena de las colonias-zonas estudiadas se encontró que 14 por ciento tiene algún documento legal para cruzar a Estados Unidos, porcentaje inferior al total de la población de Tijuana (50 por ciento). Al realizar el cálculo a escala de hogar, se encontró que 28.7 por ciento de los hoga-res tienen al menos un miembro con documentos legales para cruzar a Estados Unidos, lo que da acceso a estos hogares al mercado de consu-mo estadounidense.

A la oportunidad que representa la frontera en el renglón de la construc-ción y equipamiento de la vivienda así como del consumo, se contraponen las desventajas de infraestructura que caracterizan a las ciudades fronterizas. Como se mencionó en el subapartado anterior, las colonias que habitan los entrevistados se localizan en la periferia de la ciudad, donde la infraestruc-tura es problemática. En Tijuana, el crecimiento poblacional y lo accidentado del suelo contribuyen a un rezago y deficiencia constante en la infraestructu-ra urbana. Cerca de 40 por ciento de las viviendas donde habita la población indígena en las colonias-zonas de estudio, no tiene calles pavimentadas, y una proporción pequeña (6 por ciento) accede a su vivienda mediante es-caleras de cemento, de llantas u otros materiales, debido a lo accidentado de los terrenos.

En relación con los servicios, cerca de una cuarta parte no tiene acceso a agua entubada, ni siquiera en el terreno, por lo que debe usar agua de pipa (23 por ciento) ni tiene drenaje (28 por ciento). Existe una hetero-geneidad en el acceso a los servicios y el tipo de vivienda al interior de las colonias, que es importante señalar y que parece relacionarse con la topo-grafía del suelo. En algunas colonias, las manzanas localizadas en las zo-nas más accidentadas son las que concentran mayor población indígena.

Dinámica laboral y educativa de la población indígena Según las declaraciones de los entrevistados, los documentos más fre-cuentes para cruzar la frontera son los papeles de visa y residencia. En particular, los jefes de hogar son quienes con más frecuencia tienen do-cumentos legales para cruzar, ya sea papeles de residencia o la visa. Los pocos casos de ciudadanía estadounidense (pasaporte estadounidense) corresponden a los hijos y nietos del jefe de hogar. La existencia de pape-les de residencia en esta población, nos permite acercarnos a la presencia de empleo transfronterizo, aun cuando éste se realice no sólo en forma documentada.

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El acceso al empleo transfronterizo tiene un alcance similar tanto para la población indígena masculina como para la población masculina total de Tijuana. Se pudo estimar la proporción de trabajadores transfronteri-zos (definidos como los trabajadores en California con una frecuencia de retorno a su hogar tijuanense de al menos una vez por semana) en 8 por ciento de la población económicamente activa, lo cual es equivalente al porcentaje de trabajadores transfronterizos en Tijuana. De los residentes de hogares indígenas, 84.8 por ciento nunca cruza al otro lado y el res-tante 15.2 por ciento, lo hace con una frecuencia periódica diversa. Al diferenciar la frecuencia de los cruces de acuerdo con el sexo, puede de-cirse que los hombres cruzan a diario, posiblemente a trabajar, mientras que las mujeres realizan un cruce más esporádico, quizá de compras o por visitas familiares. El empleo transfronterizo es eminentemente mas-culino y tiene un impacto muy importante sobre los recursos monetarios de las familias, ya que significa un salario en dólares.

El tipo de papeles parece asociarse con una diferenciación social. La media de escolaridad de las personas con papeles de residencia es de 4.4 años, por debajo de la media escolar de la población indígena de la ciudad (5.2) y es notablemente menor que la del grupo que posee visa (6.9). La baja escolaridad del grupo con papeles de residencia puede estar relacionada con el trabajo agrícola transfronterizo, ya que existen suficientes referencias en la literatura sobre la importancia que tuvo la ley de amnistía (Ley de reforma y control de inmigración o irca, por sus siglas en inglés) de 1986 para legalizar el cruce de los mixtecos asentados en Tijuana empleados en el trabajo agrícola californiano (Velasco, 2002; Za-bin, 1993; Kearney, 1986).

Aparte del empleo transfronterizo, la población indígena económica-mente activa no está ligada a la diversidad del mercado laboral de Tijua-na. Se encontró una concentración muy alta de mujeres en el comercio (comerciante, empleada, o vendedora ambulante) y entre los hombres se

detectó una mayor distribución en ramas de actividad pero con pocas ocu-paciones: albañil, jardinero o trabajador doméstico, comerciante y obrero de maquila.

Este escenario ocupacional se acompaña de un escenario educativo ne-gativo para la población indígena de las colonias-zonas de estudio. Los miembros de los hogares indígenas de este conjunto de colonias-zonas cuentan con 5.2 años de escolaridad en promedio, es decir, menos de la primaria completa. Este promedio está por debajo del promedio de esco-laridad de la población indígena (6.29) y no indígena en Tijuana (6.84). Este dato puede confirmar la hipótesis inicial de que la concentración resi-dencial es un recurso de los indígenas más pobres.

No obstante, se registra un cambio generacional importante, que señala un incremento de la escolaridad entre los hijos de los hogares indígenas. La distancia entre la escolaridad del jefe (3.6) y cónyuge (3.8) respecto a los hijos e hijas (7.6) es alrededor de cuatro años.

colonias y familias multiétnicas: residencia y diversidad cultural

Patrón de residencia interétnica en las colonias

En Tijuana no existe una concentración monoétnica residencial fuerte en lo que toca a población indígena. Las colonias-zonas de estudio presentan patrones diversos de residencia interétnica que podríamos clasificar de la siguiente forma:

a) Dominio monoétnico mixteco-oaxaqueño.

b) Convivencia dual mixteco-guerrerense y mixtecos oaxaqueños.

c) Diversidad étnica (mixtecos-oaxaqueños, zapotecos, purépechas-mi-choacanos y otros).

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En estas zonas, los hogares indígenas constituyen desde 38 por ciento, 27 por ciento en dos zonas, hasta 7 por ciento respecto a la población total de estas colonias-zonas, por lo que los hogares indígenas conviven con hogares no indígenas, aun en las manzanas de mayor concentración de población indígena. La diversidad étnica convive con la diversidad de los orígenes locales y regionales de la población que se asienta en estas zonas pluriétnicas. Por ejemplo, la colonia-zona (Obrera-Oaxaca) donde existe el porcentaje más alto de población mixteca-oaxaqueña, presenta porcentajes significativos de población originaria de Baja California, Jalisco y Sinaloa. A diferencia, en otra zona-colonia donde también existe un porcentaje im-portante de mixtecos de Oaxaca, se encuentra población de otros estados como Durango, Nayarit y, en porcentajes parecidos, originarios de Baja Ca-lifornia. Las otras dos colonias-zonas (Valle Verde y Sánchez Taboada) que cuentan con porcentajes muy distintos de concentración indígena, presen-tan mayor diversidad de lugares de origen entre la población total.

Los patrones de residencia sugieren la persistencia de lazos étnicos en el marco de los estados administrativos (ser mixteco de Oaxaca o de Guerrero, por ejemplo). Esto nos lleva a plantear la existencia de zonas al interior de las colonias donde la diversidad cultural dada en términos étnicos y de origen regional es mayor, y demandan políticas microlocales de promoción de la diversidad y convivencia cultural.

Las familias multiétnicas y plurilingües

Al observar el ámbito del hogar encontramos, en cierta medida, una ex-presión de la diversidad étnica vista a escala de colonia-zona. Hablar de hogar indígena conduce de inmediato a la polémica, ya sea que se defina al hogar indígena en forma limitada3 o amplia4, se supone que no nece-

sariamente todos los miembros de un hogar indígena hablan una lengua indígena y no comparten la adscripción indígena en el mismo grado; más bien, comparten una posición estructural como minoría étnica y una tradi-ción cultural específica.

Al respecto, lo que este estudio nos mostró fue que los hogares indíge-nas definidos en forma restrictiva no son lingüísticamente homogéneos en su interior. En todos los hogares encuestados se habla español y alguna lengua indígena, lo cual significa que todos los hogares son bilingües. Lo que está diferenciando a estos hogares es la proporción de sus integran-tes que habla lengua indígena. Existe 41.7 por ciento de hogares donde todos sus integrantes hablan lengua indígena. En los hogares restantes hay proporciones diferenciadas de miembros que hablan lengua indíge-na, algunas veces sólo la mitad o, en otros casos, únicamente una cuarta parte. Asimismo, se encontró un significativo 43.6 por ciento de hogares donde ninguno de los hijos habla la lengua indígena o sólo la entienden.

Lingüísticamente, se encontró que dominan los hogares monoétnicos (90 por ciento), es decir, donde además del español sólo se habla una lengua indígena que, por lo regular, es el mixteco (84 por ciento). Sin embargo, existe un porcentaje que aunque menor, resulta significativo porque es indicio de una mayor complejidad en términos interculturales. Son pluriétnicos 9.5 de los hogares, ya que se habla más de un idioma indígena –además del español–, que generalmente son el zapoteco y el mixteco. Este último grupo es un pequeño universo de hogares trilingües.

Respecto a la práctica lingüística, se detectó que la migración hacia Ti-juana no limita la práctica del idioma para la generación de migrantes, ya que casi la totalidad (90 por ciento) de los jefes de hogar o sus cónyuges habla su lengua indígena en casa. Sin embargo, es posible observar un cambio cultural generacional, que señala una disminución del uso de la lengua indígena entre la segunda generación. Mientras que 98 por ciento de los entrevistados declaró que sus padres hablan una lengua indígena,

3 Definida como el hogar donde el jefe o cónyuge habla una lengua indígena.4 Definida como el hogar donde algún miembro habla una lengua indígena o se identifica

como indígena.

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27.3 por ciento señaló que sus hijos ya no la hablan y 16.3 por ciento, que sólo la entienden.

El desuso de la lengua indígena en la segunda generación puede estar asociado a su débil presencia en el espacio público como medio de co-municación y, a su vez, con la discriminación étnica; 28.8 por ciento de los jefes o cónyuges del hogar declararon haber sido maltratados alguna vez por hablar lengua indígena, y un porcentaje cercano (29.9 por ciento) coincidió en no haber enseñado a sus hijos la lengua indígena. Existe una ambigua relación emotiva con la lengua indígena; mientras que casi a la totalidad (96.8 por ciento) le agrada hablar su lengua indígena, 44 por ciento prefiere usar el español en estados de vulnerabilidad emocional, de tristeza o enojo.

En el contexto fronterizo, la vitalidad del inglés tiene cierto impacto en los hogares indígenas. Declara hablar inglés 21 por ciento de los hom-bres jefes de hogar, por lo general, en el trabajo. El inglés representa un tercer idioma de comunicación para este grupo (además del español y de la lengua indígena). Pero también aparece como un idioma recreativo para un porcentaje de hombres y mujeres que declaró ver la televisión (19 por ciento) o escuchar música (17 por ciento) en inglés. La incorpo-ración del inglés como idioma de comunicación o de recreación en una parte de la población indígena ya de por sí bilingüe, se comprende en el contexto de la importancia de este idioma en la vida urbana fronteriza y la gestación de hogares plurilingües en Tijuana.

Organizaciones indígenas en Tijuana

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Formas de organización de la población indígena en tijuana

E l perfil inmigrante de los hogares indí-genas es persistente a lo largo de las últimas tres décadas. En los casos de las colonias estudiadas, se encontró que sólo 4 por ciento de los jefes o cónyuges de hogar son nacidos en Baja California, no obstante que 41 por ciento de esos hogares cuenta con miembros nacidos en el mismo estado, por lo que seguramente ese porcentaje se refiere a los hijos. Con base en información etnográfica, se sabe que la migración indígena a Tijuana –sobre todo la mixteca oaxaqueña y la purépecha– se remonta a la década de los setenta del siglo xx, por lo que era de esperarse un porcentaje más alto de jefes o cónyuges nativos de Baja California. La explicación a este hecho puede encontrarse en dos fenómenos no excluyentes entre sí: la existencia de un proceso de reemplazo generacional, asociado al desplazamiento al otro lado de la frontera con Estados Unidos en las colonias viejas, así como a un proceso de ampliación del asentamiento de inmigrantes recientes de origen indígena hacia nuevas colonias. La coexistencia de estos dos fenó-menos podría explicar la emergencia de formas asociativas que responden a inmigrantes en proceso de asentamiento así como a inmigrantes asenta-dos y con cierto arraigo, capaz de generar formas asociativas más complejas con algún grado de institucionalización.

Antes de describir las formas asociativas de los inmigrantes de origen indígena, es pertinente reflexionar acerca de los vínculos sociales que sos-tienen tales asociaciones. El escenario que se presentó en el apartado anterior señala una doble realidad de los indígenas en la ciudad: una gran

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dispersión de casi 50 por ciento de la población indígena en práctica-mente toda la ciudad, y una concentración del otro 50 por ciento en un conjunto de colonias más restringido. Esta distinción se hizo con base en el uso de la lengua indígena, lo cual puede ser bastante restrictivo en tan-to que atribuye una adscripción común a todos aquellos que hablan una lengua indígena sin distinguir la comunidad indígena, o bien, la localidad de pertenencia.

¿Por qué se espera un patrón común de residencia por parte de un in-dígena hablante de lengua otomí y de un indígena hablante de lengua za-poteca, o bien, de un mixteco de San Martín Peras y uno de Santiago Jux-tlahuaca? Visto de esta forma, la dispersión no parecería tan extraña en un contingente de indígenas proveniente de múltiples lugares de origen, con lenguas indígenas diversas. Este razonamiento conduce a la búsqueda de cuáles son las lógicas y formas de asociación de los indígenas inmigrantes y residentes en la ciudad.

Al seguir estas ideas, no resulta tan sorprendente que las organizaciones que logró registrar el presente estudio tengan un mayor componente étnico de los dos grupos más numerosos: los mixtecos y los purépechas que, a su vez, se agrupan espacialmente como comunidades locales. Las organi-zaciones pueden ser agentes de articulación de esas comunidades locales dispersas dentro de una categoría social más amplia que les da reconoci-miento ante otros residentes, o bien, ante el gobierno.

El estudio registró 12 organizaciones, de las cuales sólo tres son purépe-chas y las nueve restantes son mixtecas de Oaxaca y con menor cuantía, de Guerrero. Estas organizaciones tienen sus membresías en el conjunto de colonias que concentra 30 por ciento de la población indígena de Tijuana.

En términos étnicos, las organizaciones son en su mayoría mixtecas y en menor número, purépechas, lo cual es consistente con el hecho de que el mixteco y el purépecha son las lenguas indígenas más habladas en la ciudad, con 26.5 y 9.4 por ciento, respectivamente (según datos del inegi,

2000). En términos de intereses, las organizaciones pueden clasificarse ya sea como residentes, laborales o político-culturales.

Al interior de las organizaciones de residentes, se distinguen las de mem-bresía purépecha de las mixtecas, y estas últimas se distinguen a su vez, por su adscripción político-administrativa como mixtecos de Oaxaca y de Guerrero.

Las organizaciones purépechas son tres: Renacimiento Purépecha, Cora-zón Purépecha y Sentimiento Purépecha. Cada una posee una adscripción local que responde a sus lugares de origen en los municipios de Pátzcuaro, Nahuatzen y Cherán, en el estado de Michoacán. Sus miembros están dis-persos en distintas colonias del sur de Tijuana, con excepción del núcleo de purépechas de la isla de Janitzio que se asientan en la colonia Constitución, en el municipio vecino de Playas de Rosarito. En general, las comunidades de referencia de estas organizaciones se dedican a la producción artesanal de piñatas, trabajan en los servicios (restaurantes), en la industria de la ma-quila y en la recolección de basura. Las actividades organizativas se enfocan en la reproducción de festividades y de la lengua purépecha. Hay una per-sistencia de 10 años en la producción de piñatas, aunque en los dos últimos años ésta ha empezado a decaer y su elaboración se ha trasladado al seno de los hogares como una actividad doméstica de artesanía de maquila.

Al parecer, la definición étnica de estas organizaciones es reciente; con anterioridad estaban constituidas como grupos informales de paisanos y es muy reciente que se autonombren como purépechas. Esta reetnización de los purépechas en Tijuana parece obedecer a dos fuentes: el contacto con las organizaciones de mixtecos y las ventajas de relacionarse con el gobierno como “indígenas”.1 Las tres organizaciones purépechas guardan relación estrecha entre sí, y desde el año 2001 se incorporaron a una organización panétnica y binacional, el Frente Indígena de Organizacio-

1 El proceso de etnización o reetnización ligado al proceso de migración ha sido aborda-do por Velasco (2007:190).

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nes Binacionales (fiob) y están relacionados con otras organizaciones regionales.

En el mismo rubro de residentes se encuentran dos organizaciones de origen mixteco. La primera es la Asociación Saa Nji Ñuu (“Guesa por el Pue-blo” o “Va por el pueblo”), formada por mixtecos de San Miguel El Grande, del distrito de Tlaxiaco, del estado de Oaxaca, la cual agrupa familias de dis-tintas colonias de Tijuana, casi todas asentadas hacia el este de la ciudad, en lo que se ha llamado la “Nueva Tijuana”. Muchos de sus miembros son trabajadores temporales en Estados Unidos, obreros en la industria y en labores domésticas. Hasta ahora se han movilizado para la recaudación de fondos para ayudar al pueblo de origen y están en proceso de constituirse como sociedad civil. Algunos de los activistas participan en la Academia de la Lengua Mixteca y puesto que algunos de sus integrantes son commuters, mantienen una relación estrecha con paisanos residentes en San Diego, California. Esta organización tiene un claro perfil de asociación pro-pueblo, formado bajo el impulso de la visita del presidente municipal a Tijuana a finales de los años noventa. En los últimos años esta organización ha dado un giro hacia sus necesidades como residentes en Tijuana.

La segunda agrupación de residentes mixtecos se llama Asociación de Mixtecos de Valle Verde, formada por mixtecos originarios de Xochapa, mu-nicipio de Alcozauca en el distrito de Tlapa, Guerrero. Los integrantes de esta organización se encuentran menos dispersos que los de las organiza-ciones anteriores. La explicación a este hecho se encuentra en que, como consecuencia de las lluvias del Niño en 1992, lograron reubicarse en la colonia Valle Verde al este de la ciudad, en la Nueva Tijuana. Sus integran-tes son trabajadores agrícolas temporales en Estados Unidos, vendedoras ambulantes y obreros de la industria. Sus actividades se centran en la ges-tión gubernamental, la asesoría a las vendedoras ambulantes y en la orga-nización de la Cofradía de San Francisco de Asís. La comunidad mixteca de Valle Verde se incorporó al fiob desde 2001 y tienen una representación

en el subcomité de grupos étnicos del Comité de Desarrollo de Planeación de Copladem.

En el rubro de las organizaciones laborales, se agrupan aquellas ligadas a la venta ambulante en la zona turística de Tijuana. Se registraron cuatro organizaciones, tres con dirigencia mixteca y una con dirigencia mestiza; sus agremiados son mixtecos de Oaxaca y Guerrero en su mayoría, y unos pocos son mazahuas y nahuas. Sus actividades se reducen a la gestión de permisos y espacio para la venta ambulante así como a la defensa ante los abusos de la autoridad municipal.

Estas organizaciones fueron fundadas por los pioneros mixtecos de los años setenta, que llegaron a las colonias de la periferia de la ciudad como la Obrera y Lomas Taurinas. La intermediación de estas organizaciones es con las autoridades municipales y con otras organizaciones de vendedores ambulantes. En el contexto general de las organizaciones indígenas, éstas son las que denotan mayor relación con los partidos políticos; por ejemplo, algunos de los líderes son militantes declarados del Partido Revolucionario Institucional (pri) y del Partido de la Revolución Democrática (prd). Sus nexos con otras organizaciones indígenas han sido esporádicos y poco es-tructurados.

En el último grupo, entre las organizaciones político-culturales destacan la Academia de la Lengua Mixteca Ve´e Tu ´un Savi, A. C. y el ya citado fiob. Estas organizaciones denotan un ámbito y nivel de integración político-cul-tural de las poblaciones indígenas en la frontera.

La Academia de la Lengua Mixteca es la expresión regional de un pro-yecto nacional que reunió a los escritores y profesores mixtecos interesa-do en el análisis de las normas de escritura del mixteco así como en la difusión y enseñanza del idioma y la cultura mixteca; en su configuración regional incluye distritos de Oaxaca y condados de California. La consti-tución de un grupo intelectual con capacidad de articular un proyecto de valoración y enseñanza de la lengua mixteca denota la construcción de un

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horizonte cultural como parte de las condiciones de vida de estas pobla-ciones indígenas en la región fronteriza.

La segunda organización, el Frente Indígena de Organizaciones Binacio-nales agrupa a indígenas mixtecos, zapotecos, triques y purépechas. Su sede principal está en California, en Estados Unidos, con delegaciones en Tijuana, Baja California, en la región mixteca de Oaxaca y en Michoacán. Su perfil panétnico y binacional le ha dado gran visibilidad tanto en México como en Estados Unidos. Esta organización no sólo opera en el ámbito local con proyectos específicos, como la formación de líderes, sino además en el campo de la política trasnacional de los movimientos indígenas y los movimientos de inmigrantes.

Es importante señalar el papel que tiene entre estas organizaciones la adscripción a la entidad político-administrativa que es Michoacán, Oaxaca o Guerrero. Este hallazgo tiene implicaciones en diferentes planos para estas organizaciones. La primera es que existe una idea común de pertenecer a una entidad estatal donde se enmarca la pertenencia étnica (los michoaca-nos, los oaxaqueños, los guerrerenses). Y la segunda, es que los estilos de relacionarse entre organizaciones y gobierno parecen tener particularidades que se asocian con las formas de hacer política en cada estado de origen.

La frontera estatal no parece tan fácil de salvar en la práctica cotidiana de estas organizaciones. Por ejemplo, los purépechas recurren a la alianza con mestizos michoacanos para lograr éxito en algunas de sus gestiones antes que con los mixtecos oaxaqueños. A la vez, son parte del Frente Indígena Oaxaqueño Binacional y a través de esta alianza están ampliando sus redes políticas con los clubes de michoacanos en Estados Unidos.

La función de las organizaciones: integración política y cultural en tijuana

Como se ha visto con la descripción anterior, las organizaciones funcionan como agentes de integración en diferentes áreas de la vida de los indígenas

inmigrantes y residentes: en las dimensiones residencial, laboral y político-cultural. En conjunto, estas dimensiones hablan de los puntos neurálgicos del proceso de integración de los indígenas a la vida urbana de Tijuana. Pueden distinguirse algunas funciones de estas organizaciones para la inte-gración social:

a) La integración residencial a través de la gestión para conseguir un terre-no, la construcción de la vivienda y la obtención de servicios. Las orga-nizaciones se basan en relaciones de parentesco y de paisanaje que es-tructuran el proceso de asentamiento, que por lo regular tiene distintos momentos: el hospedaje con parientes, la obtención de una vivienda in-dependiente, que puede implicar la renta de una vivienda, conseguir un terreno y la construcción de la vivienda. Un elemento central que define el momento fundacional del asentamiento es la llegada o la constitución de la pareja y/o los hijos. Paralelo al asentamiento de la familia, se cons-truye el entorno del barrio o la colonia mediante la gestión de servicios públicos. Las organizaciones de tipo residencial surgen paulatinamente durante el proceso de asentamiento sobre los vínculos parentales y de paisanaje. Una vez instalados en las colonias como nuevos propietarios, siguen movilizándose a través de las mismas redes, con acciones conjun-tas con colonos no indígenas nativos o inmigrantes procedentes de otras regiones de México, en una forma más bien coyuntural. Los liderazgos residenciales son de base comunitaria, donde las mujeres desarrollan un papel muy importante, con poca visibilidad a nivel de espacio público.

b) La integración laboral a través de la gestión de permisos para la venta ambulante y la obtención de apoyos para los micronegocios. Las organi-zaciones laborales se forman a la par que la integración residencial, de tal forma que la residencia está ligada al empleo, en particular, al infor-mal. Las mismas redes de parentesco y de paisanaje sirven de base para

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la formación de pequeños grupos de vendedores y la posterior constitu-ción de asociaciones más formales con liderazgos claramente corporati-vos ligados a los partidos vía las grandes organizaciones populares como la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (croc) del Partido Revolucionario Institucional.

c) La integración política y cultural a través de la representación político-cul-tural y la gestión ciudadana. Estas organizaciones, independientemente del perfil, cumplen el papel de representación y gestión ante oficinas de gobierno en asuntos de distinta índole, ya sea comunitaria, familiar o in-dividual. En su formación como gestoras, las organizaciones parecen vivir dos momentos: un primer momento de autogestión con movilizaciones constantes y un segundo momento de una relación más formal con las instancias de gobierno y con una intermediación más centralizada en el líder. El papel de las organizaciones en la integración ciudadana de los inmigrantes y residentes parece ser muy importante. Si bien la formación de las organizaciones tiene como motor las necesidades de los núcleos de población, a la vez reciben un amplio estímulo por parte del gobierno para la canalización de recursos y la gestión de servicios. Ello, aun cuan-do facilita la canalización de fondos y servicios, también debilita la ges-tión individual y la ciudadanía individual al fortalecer la intermediación y la actuación colectiva. Además de ser una vía del control corporativo de las poblaciones indígenas por parte del gobierno y los partidos políticos. En este terreno existen diferencias en las organizaciones:

• Entre las organizaciones de residentes y laborales existen liderazgos centralizados con poca renovación en el tiempo y sin mecanismos de rendición de cuentas. A diferencia de las organizaciones político-cultura-les, en las que existen mecanismos de renovación de directivos y rendi-ción de cuentas así como una mayor descentralización de decisiones.

• Entre las organizaciones de las vendedoras ambulantes dominan los liderazgos que se sustentan prioritariamente en la relación corporativa con las instituciones de gobierno, con nula participación de sus inte-grantes, a diferencia de lo que ocurre en las organizaciones residencia-les y político-laborales.

d) Integración espacial y cultural. Las organizaciones constituyen redes so-ciales que se nutren de vínculos familiares y de paisanazgo con un grado de dispersión amplio. En vista de este grado de dispersión espacial, las organizaciones funcionan como agentes de integración, ya que a través de ellas las personas del mismo pueblo o de la misma familia pueden encontrarse entre sí en las festividades o en acciones colectivas. La po-blación base de las organizaciones puede estar concentrada en una colo-nia, como es el caso de los mixtecos de Guerrero de Valle Verde, o bien, estar dispersos en varias colonias como es el caso de los miembros de la Asociación Saa Nji Ñuu, originarios de San Miguel El Grande, Tlaxiaco. La capacidad de articulación de esta asociación llega a los núcleos comuni-tarios asentados en la colonia Vicente Guerrero, del Valle de San Quintín, en el municipio de Ensenada y en Oceanside, California. Cercana a esta función, está la importancia de dichas organizaciones en el terreno de la identidad cultural, en la medida en que rearticula la comunidad local y étnica que está dispersa territorialmente y dislocada, lejos de su lugar de origen. La idea de comunidad permite enfrentar los cambios que el nue-vo ambiente acarrea, otorga un sentido de continuidad con el pasado y ofrece un grado de certidumbre sobre el futuro.

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ORGanIzaC IOnES InDÍGEnaS En T I juana

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Políticas y programas de atención a las poblaciones indígenas

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Política pública hacia las poblaciones indígenas

En los años 2005 y 2006, las áreas más visibles de la política pública para atender a la población indígena en el municipio de Tijuana y en el estado de Baja California fueron: la infraestructura básica (vialidades, agua potable y alcantarillado), la aten-ción a la salud, provisión de servicios educativos y la promoción de pro-yectos productivos. La atención en estas áreas coincide con el cambio de enfoque promovido por el gobierno federal sobre el desarrollo de los pueblos y comunidades indígenas en el país. Esta política ha sido operada fundamentalmente por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (cdi) a través de su delegación estatal y la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) a través del programa Hábitat, principalmente.

La coordinación interinstitucional ha sido fundamental en la operación de estos programas. En el entramado institucional estructurado con la co-ordinación de la cdi, participaron 18 dependencias de la administración pública federal en 2006, además de la propia cdi así como diversas de-pendencias de los tres órdenes de gobierno, organizaciones y comités de la población beneficiaria que ejecutan los fondos respectivos del Ramo 33 del Presupuesto de Egresos de la Federación. Entre las dependen-cias del gobierno federal destacó la Sedesol, que comprometió recursos y esfuerzos institucionales para la puesta en marcha de 16 programas, de los 94 que en total se instrumentaron; la Secretaría de Salud impulsó 16 programas y la Secretaría de Educación Pública (sep) lo hizo con 12. Tan

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sólo entre estas tres dependencias promovieron 44 programas, lo que representó 46 por ciento del total (cdi, 2005).

La operación de los programas registró diferencias entre los munici-pios bajacalifornianos. El Programa de Infraestructura Básica establecido por la cdi en coordinación con el gobierno del estado, se focalizó en las comunidades indígenas del municipio de Ensenada; mientras que las ac-ciones desplegadas a través del Programa Hábitat, a cargo de la Sedesol, se orientaron a la atención de las familias indígenas asentadas en la zona oeste de Tijuana, principalmente en las colonias Valle Verde y Mariano Matamoros.

El despliegue de programas del gobierno estatal es débil y apenas es-tán tomando forma las acciones y programas del gobierno municipal. Por tanto, la consolidación de la coordinación intergubernamental como me-canismo para la multiplicación de las acciones y programas de gobierno y optimización en el uso de los recursos involucrados en el fomento al de-sarrollo de las comunidades indígenas constituye actualmente el principal reto de los tres órdenes de gobierno y de los propios beneficiarios en la entidad.

En el ámbito estatal todavía hay resistencias y dificultades para la coor-dinación intergubernamental en la concertación de acciones y programas orientados al desarrollo de los pueblos y comunidades indígenas de la entidad. Una limitante para la coordinación intergubernamental eficiente puede ser la falta de una visión compartida entre los órdenes de gobierno acerca de la importancia y la prioridad que se le debe dar a las accio-nes de la política indigenista a escala nacional y local. Hasta 2005, no se contaba con la Ley Estatal de Comunidades Indígenas,1 tampoco se han hecho las adecuaciones necesarias a la Constitución local para el recono-

cimiento de los derechos que la normativa federal ha reconocido previa-mente para las comunidades y pueblos indígenas en el país. Esta ausencia normativa puede ser síntoma de la poca importancia que se le da en la actualidad al reconocimiento de los derechos indígenas en contextos esta-tales y municipales.

En el ámbito de la coordinación entre el gobierno del estado y el mu-nicipal, hay dificultades todavía más serias, ya que el gobierno municipal apenas está promoviendo la creación de una dependencia que se encar-gue directamente de la política de gobierno municipal hacia la población indígena del municipio, además de la elaboración de un diagnóstico que sustente el diseño del respectivo programa de desarrollo orientado a este grupo de población en la entidad.

En el terreno de la educación existen potencialidades que se pueden resaltar. Si bien sólo hay un caso de escuela indígena exitosa en Tijuana y la mayoría de las escuelas de este tipo operan en condiciones de muchas carencias, los entrevistados opinaron que la educación puede considerar-se como un factor que ayudaría poderosamente a que los niños indígenas accedan a mejores condiciones de vida. Sin embargo, para que la educa-ción pueda cumplir de manera eficiente la función de movilidad social de los niños indígenas, es necesario que las escuelas cuenten con el apoyo de las autoridades educativas y de los gobiernos en general, tanto en la construcción de la infraestructura necesaria como en la elaboración de un Programa Estatal de Educación Indígena, que guíe las acciones educativas con pertinencia cultural. En el siguiente apartado se presenta –en forma resumida– a las principales instituciones y programas de los distintos ni-veles de gobierno que están atendiendo a la población indígena en el municipio de Tijuana.

1 cdi, Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Oaxaca [en línea]. Disponible en: http://www.cdi.gob.mx/derechos/vigencia/ldpci_oaxaca.pdf [Consultado el 10-03-08].

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Principales programas de gobierno dirigidos

a la población indígenaEntre 2005 y 2006 se desarrollaron una serie de programas y acciones en los tres órdenes de gobierno, en beneficio de la población indígena en el municipio de Tijuana.

En el nivel federal, las instituciones más importantes fueron la cdi y Sedesol. A escala estatal sobresalieron la Sedesol y la Coordinación Estatal de Educación Indígena. Finalmente, en el ámbito municipal des-tacaron el Comité para la Planeación del Desarrollo Municipal, la Sedesol Municipal y el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (dif) municipal.

A continuación se describen los principales programas que este con-junto de instituciones realizó, en forma individual o colectiva. No fue posible conseguir información a escala municipal en todos los casos, por lo que principalmente se presenta la información en el nivel federal y el estatal.

Instituciones y programas federales1. La cdi, a través de su delegación estatal, concentró sus esfuerzos en los

siguientes programas:

a) Infraestructura básica y fondos regionales: absorbieron 79 por cien-to de los recursos ejercidos en el año 2005. En estos programas se financiaron obras de alcantarillado, electrificación, asistencia social y desarrollo comunitario; en el segundo, se destinaron recursos al financiamiento de proyectos productivos, de asistencia técnica y de capacitación en las comunidades indígenas de la entidad.

b) Coordinación de las políticas y fomento a la investigación: a éstos se destinó 16 por ciento de los recursos ejercidos en el año 2005.

Estos programas y actividades están asociados al gasto corriente, financiamiento de proyectos de investigación, promoción de la cul-tura y excarcelación de presos indígenas.

c) Proyectos de inversión y de apoyo administrativo: se les dedicó sólo 4 por ciento de los recursos ejercidos en el año 2005.

El hecho de que cerca de 80 por ciento de los recursos ejercidos por esta institución se destine a la creación de infraestructura y la promoción de proyectos productivos en la entidad, es consistente con el giro de la po-lítica indigenista a escala federal del sexenio foxista hacia la promoción y fomento al desarrollo de las comunidades indígenas.

2. La Sedesol ha destinado recursos para el financiamiento de programas y acciones orientados a la atención de poblaciones de bajos recursos y en extrema pobreza en el municipio de Tijuana, a través de la delega-ción estatal. Aunque las poblaciones indígenas no son el objeto de los programas de Sedesol, resultaron beneficiadas debido a su localización en las colonias donde se asientan las poblaciones de bajos recursos en el municipio de Tijuana, Baja California.

a) El Programa Hábitat canalizó una serie de montos financieros para distintos rubros de atención a poblaciones de bajos recursos. A conti-nuación, se enlistan los porcentajes de los recursos ejercidos en 2005 dentro del programa según el tipo de actividades y las colonias bene-ficiadas donde se asienta población indígena:

• 45 por ciento en obras de infraestructura vial, pavimentación y nomenclaturas en las colonias Mariano Matamoros y Valle Verde, del municipio de Tijuana.

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• 13 por ciento se destinó a la instalación y equipamiento de talleres de manualidades para niños de 6 a 11 años de edad en las colo-nias Obrera tercera sección, Mariano Matamoros y Valle Verde.

• Cerca de 11 por ciento se dirigió a campañas de salud (prevención y control del virus del Nilo, dengue y paludismo y vacunación) en las colonias Pedregal de Santa Julia, Obrera tercera sección y Valle Verde, en Tijuana.

• Un pequeño porcentaje de recursos que varían entre 2 y 6 por ciento, se destinó al financiamiento de diversas actividades, tales como: adquisición de unidad recolectora de basura, estímulos a adultos mayores, construcción de módulo de vigilancia, adquisi-ción de cámaras de video de vigilancia, construcción de cancha de usos múltiples, entre otras acciones, en las colonias Mariano Matamoros, Valle Verde, Pedregal de Santa Julia y Colonia Obrera tercera sección, del municipio de Tijuana.

Como se observa, la Sedesol cubrió un espectro de actividades más am-plias que la cdi; sin embargo, también se concentran en la creación de in-fraestructura y en la instalación y equipamiento de talleres de manualida-des, en forma más cercana con la política federal de promoción y fomento al desarrollo de las comunidades pobres.

3. Coordinación interinstitucional entre la Secretaría de Educación Pública, la Secretaría de Salud, el Instituto Mexicano del Seguro Social, la Secre-taría de Desarrollo Social y los gobiernos estatales y municipales.

a) El Programa Oportunidades es un programa federal de coordinación interinstitucional dirigido al desarrollo humano de la población en po-breza extrema, con apoyos en educación, salud, nutrición e ingreso.

En el estado, este programa es operado por la delegación de la Sedesol, y al igual que el de Hábitat, no hace una diferenciación de la población en términos étnicos. Los indígenas son considerados en la medida en que caen dentro del tipo de población que atiende el programa, por lo cual es difícil conocer la cobertura de éste en tales términos.

En el caso de Tijuana, la oficina municipal del programa atiende a la población que vive en situaciones de pobreza extrema, a la cual selecciona en función de sus propios lineamientos con criterios ge-nerales y específicos para el lugar de atención. Dentro de este pro-grama se encuentra el de imss Oportunidades, en el municipio de Tijuana, por medio del cual se otorga apoyo a la nutrición y salud de las familias, como: papilla para niños menores de cinco años, complemento alimenticio para mujeres embarazadas y servicios médicos de primer nivel.

Instituciones y programas estatales

1. Secretaría de Desarrollo Social del estado (Sedesoe)

a) El Programa de Infraestructura Básica para Comunidades Indígenas es operado de manera conjunta con la delegación estatal de la cdi, con una participación equitativa y, en algunos casos, con mayor aportación del gobierno estatal.

b) Alrededor de 90 por ciento de los recursos de este programa se destinó a la construcción de redes de agua potable y obras de elec-trificación en el municipio de Ensenada, donde se concentra el ma-yor porcentaje de población indígena de origen migrante (principal-

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mente mixtecos) y nativa (cochimíes, kumiais, pai-pai y kiliwas) así como en el municipio de Playas de Rosarito.

c) El restante 10 por ciento se destinó a la asistencia social y desarro-llo comunitario en los municipios de Ensenada y Tijuana; de este porcentaje, poco más de 21 por ciento se dedicó para la atención de la colonia Valle Verde de Tijuana.

2. Sistema Educativo Estatal

a) La Coordinación Estatal de Educación Indígena en Tijuana operó sie-te escuelas primarias indígenas con 2 333 alumnos y cinco escue-las de preescolar con 406 alumnos en el ciclo escolar 2004-2005 (see, 2005).

De acuerdo con algunos actores educativos de origen indígena, aunque hay casos excepcionales, la mayoría de las escuelas indígenas de la en-tidad funciona en condiciones deplorables: escaso personal de apoyo, condiciones mínimas de infraestructura, apoyo financiero insuficiente por parte de las autoridades educativas estatales, entre otras carencias, sobre todo en las escuelas de preescolar. Estos actores relacionan es-trechamente la precariedad institucional de las escuelas con la inade-cuada labor de supervisión escolar; los supervisores tienen un papel estratégico en el funcionamiento de las escuelas por ser el conducto a través del cual las autoridades educativas competentes conocen con oportunidad sus problemas y necesidades.

3. Procuraduría Estatal de Derechos Humanos y Protección Ciudadana de Baja California (pedh)

a) El Programa Estatal de Asuntos Migratorios e Indígenas lleva a cabo acciones de investigación y documentación de casos de violaciones

a los derechos de los migrantes, incluyendo a los grupos de pobla-ción indígena.

En un estudio que efectuó la Coordinación Estatal del Programa en el 2002, se documentó una serie de violaciones a los derechos de la población indígena de origen migrante en la entidad, que puede resu-mirse en las siguientes áreas: 1) Condiciones de informalidad en la contratación de los trabajadores

indígenas y la falta de otorgamiento de las prestaciones que les co-rresponden por ley (prima vacacional y aguinaldo).

2) La detención arbitraria de los indígenas por parte de la policía y el cobro de multas excesivas por los jueces cuando incurren en alguna violación a los Bandos de Policía y Buen Gobierno.

3) Escaso o nulo respeto a sus derechos de disfrute de los servicios de seguridad social; dos áreas críticas en la atención médica son la falta de traductores que permitan a los pacientes indígenas recibir el servicio en su lengua y la exigencia de un documento de identifi-cación para recibir el servicio médico de urgencia.

Aunque estas violaciones fueron documentadas prioritariamente en la re-gión agrícola del Valle de San Quintín, al sur del estado, también son vigentes para la población indígena en la ciudad de Tijuana.

Instituciones y programas municipales

1. Secretaría de Desarrollo Social (Dirección de Desarrollo Municipal)

a) El Programa Municipal de Atención a Grupos Étnicos comenzó a operar bajo la responsabilidad de la Dirección de Desarrollo Muni-

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cipal de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno municipal. El programa brinda un espacio de atención y seguimiento de las demandas de los grupos indígenas en el municipio de Tijuana, a través de mecanismos de coordinación interinstitucional para lograr apoyos y recursos con diferentes entidades y dependencias guber-namentales.Entre algunas de las acciones efectuadas en el marco del programa en lo que va de la actual administración municipal, cabe mencionar: • La realización de foros de consulta ciudadana indígena para la ela-

boración del Plan Municipal de Desarrollo. • La instrumentación de la primera campaña de registro de naci-

mientos de indígenas, tanto menores como adultos, en el munici-pio de Tijuana.

• La organización de la segunda campaña de registro de indígenas menores y adultos así como la primera campaña de matrimonios indígenas.

• La instalación del Subcomité de Grupos Étnicos dentro del Comité para la Planeación del Desarrollo Municipal (Copladem).

2. Propuesta de orden municipal

a) Creación de un albergue para niños de la calle, por el dif municipal, que será operado por las organizaciones sociales dedicadas a la atención de esta problemática. Se busca proporcionar una opción real y efectiva para reintegrar a la comunidad a los menores adictos a las drogas. Dentro de este proyecto, también se pretende atender a los hijos de las vendedoras ambulantes indígenas establecidas en las zonas de cruce peatonal y vehicular de las garitas de San Isidro y Otay.

b) Creación de un mercado de artesanías en el marco del Programa de Reordenamiento Urbano. En vista de la conflictividad del comercio ambulante en la avenida Revolución, el corredor turístico sobre el Puente México y en las áreas aledañas a la línea internacional, el go-bierno municipal ha propuesto establecer un mercado de artesanías, con el fin de reubicar a las personas que se dedican al comercio ambulante en estas zonas de la ciudad, entre las cuales destacan las vendedoras de origen indígena.

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Resumen de hallazgos y recomendaciones de política pública

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Estas líneas de hallazgos y reflexión se presentan de acuerdo con las preguntas planteadas en los tres ejes descri-tos en la introducción: cuantificación de la población indígena, característi-cas sociodemográficas de los hogares indígenas y condiciones de vida.

cuantificación de la población indígena

Baja California se ubica en el grupo de entidades federativas con porcenta-je más bajo de población indígena. En el año 2000 en ese estado residía un total de 148 489 indígenas, cifra que representa 6.4 por ciento de la población total. En el mismo año, el municipio de Tijuana registró 55 496 indígenas (4.6 por ciento de la población total del municipio y 37.4 por ciento del total de la población indígena del estado). Tijuana y Ensenada concentran 76.4 por ciento de la población indígena de la entidad.

Recomendación 1

Debido a la concentración geográfica de la población indígena, los muni-cipios de Tijuana y Ensenada son las zonas prioritarias de intervención en materia indígena en Baja California.

Recomendación 2Uno de los resultados de este estudio muestra que la población indí-gena del municipio de Ensenada tiene los indicadores más bajos del estado de Baja California, en cuanto a condiciones de vida, por lo que es urgente que se cree un programa especial con objetivos a corto y mediano plazo.

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características sociodemográficas de los hogares indígenas

La estructura demográfica de los hogares indígenas es muy parecida a los hogares no indígenas de Tijuana. La comparación entre ambos tipos de hogares arrojó que el tamaño de los hogares indígenas es ligeramen-te mayor que el de los no indígenas, con menor edad promedio de sus miembros. A su vez, los hogares indígenas tienen un porcentaje menor de niños de cero a 14 años de edad y de integrantes con 65 y más años, que los no indígenas. Asimismo, los hogares indígenas tienen un número promedio de hijos nacidos vivos prácticamente igual que los no indígenas.

Se puede decir que los hogares indígenas en Tijuana poseen caracte-rísticas demográficas que los acercan en mayor medida a los hogares no indígenas que a la población indígena del resto de la entidad. Esto habla de una mayor integración de los indígenas en Tijuana que en el resto del estado. Por ejemplo, el porcentaje de hogares indígenas en vivienda con más de un hogar y el porcentaje promedio de niños de cero a 17 años de edad en Ensenada, son notoriamente más altos que en Tijuana.

Las condiciones de vidaEn general, las condiciones de vida de la población indígena del municipio de Tijuana son consistentemente inferiores a las de la población no indí-gena en los aspectos de la salud, educación, empleo, ingreso, condición transfronteriza y disponibilidad de bienes, aun cuando la diferencia no es abismal. Lo que resalta es la distancia de las condiciones de vida de la población indígena de este municipio respecto a la de hogares indígenas en otros municipios, en particular, de Ensenada en los rubros de salud, educación, ingresos y disponibilidad de bienes.

Las áreas de mayor diferencia entre indígenas y no indígenas en Tijua-na son la derechohabiencia y el analfabetismo; esta diferencia no es tan

fuerte en el caso de la escolaridad promedio y en asistencia escolar en edades de 5 a 29 años. Las diferencias en el terreno de salud pueden estar relacionadas con los trabajos precarios o informales de la población indígena. En tanto que en el terreno de la educación, los resultados pue-den indicar que dada la condición migratoria de la población indígena, las personas que llegan en edad adulta traen un rezago escolar que no resuelven en Tijuana, mientras que los niños y jóvenes crecidos o nacidos en Tijuana logran tener un promedio de escolaridad y una no asistencia escolar similar a los no indígenas. Lo cual podría sugerir que la segunda generación de la población en condición indígena ha logrado condiciones similares en educación a los no indígenas.

En Tijuana existe una leve diferencia de ingresos entre indígenas y no indígenas (10 098 y 11 041 pesos mensuales, respectivamente); sin em-bargo, respecto a los indígenas de otros municipios existe una diferencia muy amplia, en particular con los hogares indígenas de Ensenada (3 952 pesos).

Al parecer, los hogares indígenas de Tijuana se han integrado a la vida transfronteriza de forma similar a los no indígenas. El promedio de hoga-res con algún miembro que trabajó la semana anterior en Estados Unidos (8.39) es ligeramente menor al de los hogares no indígenas, solamen-te superado por los hogares indígenas de Mexicali (12.8 por ciento). En cambio, en los hogares indígenas de Ensenada sólo 0.90 por ciento tiene familiares en esa condición.

Esto puede ampliar la tesis de Vargas y Flores (2002) acerca de que los indígenas se integran en desventaja respecto a las poblaciones no indíge-nas en las urbes, pero con ventaja en cuanto a la población de sus lugares de origen. En este estudio se ha encontrado que en el caso de Tijuana la integración es más exitosa respecto a otras poblaciones indígenas inmi-grantes en el mismo estado.

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Recomendación 4Debido a que los indígenas son más migrantes que los no indígenas, es importante considerar la condición étnica junto con la de migrantes para generar acciones que atiendan la vulnerabilidad de la población que conjuga estas dos condiciones. Es importante tomar acciones para res-guardar los derechos ciudadanos de la población indígena, por ejemplo, el derecho al libre tránsito en la región y en la ciudad, pues aun en la eventualidad de que no posean documentos, se trata de ciudadanos con plenos derechos.

integración espacial de la población indígena en la ciudad

La población indígena no presenta un patrón espacial que los distinga fácilmente de la población no indígena. La mitad de la población indígena se localiza en 33 colonias, que representan 5.9 por ciento del total de colonias en el área urbana. Esto significa que la otra mitad de la población indígena vive dispersa en 473 colonias y sugiere que la categoría “indíge-na” no se expresa en un patrón espacial.

De acuerdo con el trabajo de campo, el patrón de concentración es-pacial responde en primera instancia a los lazos de parentesco y de pai-sanazgo, como se observa con los estudios de caso y el estudio de las organizaciones de indígenas antes presentados.

Como se menciona en este documento, la dispersión espacial de la población indígena es un reto de intervención y metodológico. Este reto se enfrentó localizando las colonias en las que existía mayor concen-tración de población indígena, para analizar el tipo de colonias donde están asentados en términos de antigüedad, indicadores de marginación y disponibilidad de vivienda propia. Lo que este estudio reportó fue que la mayoría de las colonias donde se asienta la población indígena sur-gieron en las dos últimas etapas de crecimiento de la mancha urbana

Recomendación 3 Aun cuando las diferencias entre la población indígena y no indígena no son abismales es importante que se continúe trabajando para que la con-dición indígena no sea un factor de inequidad. Las áreas de intervención más urgente son derechohabiencia y analfabetismo.

dinámica migratoria y movilidad transfronteriza

Los hogares indígenas son más migrantes (58.99 por ciento) que los no indígenas, es decir, es mayor el número de miembros que han naci-do fuera del estado. No obstante, es importante señalar que 41.01 por ciento de los miembros de hogares indígenas son residentes de origen inmigrante de segunda generación, ya que nacieron en el estado de Baja California.

A la vez, un porcentaje notoriamente más alto de hogares indígenas recibió en los últimos cinco años en su hogar a una persona que los no indígenas. Un porcentaje de hogares indígenas cercano a los no indígenas tienen un familiar viviendo en Estados Unidos. En este conjunto de indi-cadores parece no haber diferencias notables entre los hogares indígenas de los distintos municipios, con excepción de Mexicali, que presenta por-centajes menores en los tres indicadores.

El porcentaje tan alto de hogares que recibieron a una persona (85 por ciento), refuerza lo documentado en la literatura sobre la importancia de los lazos familiares y de paisanazgo para la integración a la ciudad. Al complementarlo con la información cualitativa de los otros ejes del pro-yecto se puede agregar que el hospedaje con familiares o paisanos es es-tratégico, sobre todo en el arribo a la ciudad, que puede marcar la primera etapa del asentamiento.

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tijuanense, en los años setenta y ochenta. En términos de marginación, se puede decir que algunas de las colonias donde se asienta población indígena poseen altos índices de marginación y las que tienen índices más bajos colindan con zonas de alta marginación, lo que seguramente les hace compartir problemas de acceso y precariedad de los servicios.

La existencia de un patrón constante de localización en zonas de media a alta marginación de población indígena puede estar relacionada más con su condición de pobres urbanos que de indígenas. Este hallazgo co-incide con el encontrado por Oehmichen (2001) en el caso de indígenas en la Ciudad de México, donde su condición de pobreza define además su condición de segregación espacial.

Recomendación 5Debido al patrón de asentamiento de la población indígena se recomienda trabajar con los núcleos de residencia que concentran mayor porcentaje de esta población. El estudio encontró que 50 por ciento de la población indígena se concentra en 33 colonias, por lo que se recomienda elaborar un plan de trabajo que atienda en forma paulatina a la población indígena de esas colonias, al identificar claramente las zonas de concentración indí-gena con la metodología propuesta en este estudio.

Recomendación 6En vista de la dispersión del restante 50 por ciento de la población indí-gena, se recomienda su atención mediante los programas sociales desti-nados a la población de escasos recursos y con una política general de diversidad cultural para el municipio.

el patrón espacial de asentamiento residencial en las colonias de mayor concentración

Existe una amplia dispersión espacial con patrones muy heterogéneos de concentración indígena y asentamiento interétnico entre las colonias po-pulares de la ciudad así como al interior de ellas. Se encontraron zonas de concentración indígena dentro de las colonias; en cada una de esas zonas el patrón de asentamiento también fue heterogéneo, incluso a nivel de manzana.

Cada colonia-zona se definió como el conglomerado de manzanas con mayor concentración de población hablante de lengua indígena en una colonia: Obrera-Oaxaca (38 por ciento), siguiéndole el Pedregal de Santa Julia-Loma Bonita Norte (27 por ciento) y Valle Verde (27 por ciento), y finalmente, la colonia Sánchez Taboada (7 por ciento.) La situación de minoría étnica de los indígenas en la colonia-zona Obrera-Oaxaca es no-toriamente diferente de la que existe en la colonia Sánchez Taboada. Una referencia posible para valorar estos porcentajes es la condición de mino-ría étnica en el nivel de la ciudad y el estado, con porcentajes ínfimos de 1.1 por ciento y 1.9 por ciento, respectivamente (inegi, 2000).

Recomendación 7Se encontró que la población indígena se concentra de acuerdo con su pertenencia étnica, su origen estatal y local. Este patrón de asentamiento es más visible entre los mixtecos de Oaxaca y Guerrero, y con menos fuerza, en los purépechas de Michoacán. La población indígena que tiene un patrón de concentración presentó indicadores de educación y bienes por debajo de los niveles de la población indígena en el estado. Se puede hipotetizar que la población indígena que muestra este patrón de concen-tración es la más vulnerable y, por tanto, la que es sujeto prioritario de atención por parte del gobierno.

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La transición entre la migración y el asentamiento residencial

Se encontraron dos momentos del proceso de asentamiento de la pobla-ción indígena.

• El primero se define por el arribo a la ciudad y la primera residencia. Los 22 años es el promedio de edad de llegada de los jefes y cónyu-ges de los hogares indígenas. La mayoría llegó a la ciudad por medio de las redes sociales, particularmente a través de las redes familiares, en proporciones similares de parientes cercanos y lejanos.

• El segundo momento es la instalación independiente en la ciudad, y el acceso a un terreno y una vivienda. Este lapso es de siete años en promedio, después de transitar por una serie de viviendas en la ciu-dad o más allá de la región.

Actualmente, una cuarta parte de los hogares vive en una casa rentada o prestada y las otras tres cuartas partes han logrado tener una vivienda propia. Esta proporción es muy similar a la que existe en toda la ciudad, por lo que no parece que la población indígena tenga algún problema par-ticular de acceso a la vivienda. La mayoría de los que poseen una vivienda propia lo hizo a través de la compra o invasión de un terreno y luego construyó su vivienda.

Las viviendas han sido construidas con materiales fuertes: cemento, ta-bique y madera. Este último material es de fácil acceso por la condición fronteriza de la ciudad y está presente en las paredes de una tercera parte de las viviendas. La condición de frontera también se refleja en los bienes de la vivienda y el hogar. Estos hogares tienen un índice de 5.8, por deba-jo de los hogares indígenas y de los no indígenas de la ciudad.

Las manzanas donde está asentada la población indígena presentan pendientes pronunciadas (cuando las colonias eran accidentadas) y la in-

fraestructura urbana presenta problemas en el rubro de acceso físico a las viviendas, agua potable y drenaje.

Recomendación 8La disponibilidad de vivienda y terreno no surge como el principal problema entre la población indígena. Sin embargo, por su condición de migrantes y sus fuertes lazos de solidaridad familiar y de paisanaje es posible que su presencia en la ciudad siga incrementándose, por lo que estarán constante-mente movilizados por terreno y viviendas.

Recomendación 9Un área de atención importante es la asesoría acerca de las áreas de asentamiento seguro y sobre los materiales adecuados para construir vi-viendas en topografías accidentadas. A la vez que generar apoyos para la construcción de vivienda y el empleo de materiales usados o reciclados fácilmente asequibles en la frontera.

Recomendación 10Atención urgente al desarrollo de infraestructura urbana y saneamiento en las zonas de concentración indígena.

Recomendación 11Las colonias-zonas donde se asientan los núcleos con mayor porcentaje de población indígena presentan problemas de riesgo por la topografía de los lugares. En esa medida existen prácticas residenciales de origen popu-lar que podrían promoverse y mejorarse para lograr la construcción de vi-viendas y accesos seguros. Por ejemplo, el uso de materiales ligeros y de llantas usadas para construir muros de contención y escaleras de acceso a las viviendas. Además de promover entre los residentes de estas zonas una conciencia del riesgo que corren al asentarse en lugares inadecuados para sus viviendas.

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condición fronteriza, dinámica laboral y educativa

Los habitantes indígenas de estas zonas poseen documentos para cruzar en 14 por ciento, porcentaje notablemente inferior al que domina en la ciudad (50 por ciento). Y cerca de 8 por ciento de la población indíge-na trabaja en Estados Unidos con una pauta diferenciada de cruce; este porcentaje es muy cercano al de la ciudad. Además del empleo transfron-terizo, que por lo general es en la agricultura y servicios, esta población labora en trabajos precarios por su informalidad, como comerciantes, alba-ñiles, jardineros, trabajadores domésticos y unos pocos como obreros de la maquila en Tijuana.

En términos educativos, la población de estas colonias presenta un pro-medio de escolaridad (5.2) más bajo que los indígenas (6.29) y no indí-genas (6.84) en el municipio, no obstante que se registró un aumento en la escolaridad entre padres (3.8) e hijos (7.6) de casi cuatro años.

Recomendación 12Los habitantes de las colonias-zonas con alta concentración indígena tie-nen un patrón de empleo precario en México y de trabajo transfronterizo que muy probablemente sea en la agricultura. Es importante promover entre estas poblaciones sus derechos como trabajadores transfronterizos y promover la inscripción de quienes laboran en México a programas de seguro médico para poblaciones con bajos recursos.

Recomendación 13Los bajos niveles de escolaridad entre la población de las colonias-zonas de mayor concentración indígena, respecto a la población indígena y no indíge-na del municipio de Tijuana, obliga a revisar los programas educativos para la población hablante de lengua indígena en estas zonas.

La interculturalidad residencial y lingüística de los indígenas en tijuana

La interculturalidad se expresa no sólo a escala de la ciudad, sino en el nivel de colonia, manzana y dentro de los propios hogares.

Los patrones de residencia a escala de colonia y zona señalan una ma-yor diversidad en términos de origen regional que étnico en los distintos casos. Los grupos indígenas que dominan son los mixtecos y mucho me-nos los purépechas; entre los primeros se encontró un patrón de residen-cia diferencial entre los que proceden de Oaxaca y los de Guerrero.

A escala de hogar, se encontró el predominio de los hogares bilingües indígena-español, y un grupo importante de hogares trilingües español-indí-gena (mixteco-zapoteco).

Entre los jefes y cónyuges del hogar, 90 por ciento practican la lengua in-dígena en su casa. Sin embargo, se registró un descenso generacional en el empleo de la lengua indígena, ya que en 43.6 por ciento de los hogares con jefe o cónyuge hablante de lengua indígena, ninguno de los hijos la habla.

El inglés se ha incorporado como idioma de comunicación (sobre todo en el trabajo) y recreativo en casi una tercera parte de los hogares indíge-nas de la ciudad de Tijuana. Esta novedad lingüística señala la existencia de un grupo de hogares trilingües (español-lengua indígena-inglés) y uno más pequeño de cuatrilingües (español-dos lenguas indígenas-inglés).

Recomendación 14Dado el patrón residencial de los indígenas en las colonias, es importante desarrollar programas de diversidad cultural microlocales, a escala de co-lonia, que incorporen la diversidad étnica a la de origen regional.

Recomendación 15Es urgente promover la utilización y enseñanza de la lengua indígena en-tre los hogares indígenas ante la disminución de la práctica de este idioma

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entre los hijos. Los resultados que arrojó el estudio, nos indican que en 44 por ciento de los hogares indígenas ningún hijo habla lengua indígena, junto con el hecho de que cerca de 30 por ciento de los jefes y cónyuges no enseñaron hablar lengua indígena a sus hijos.

Recomendación 16Se debe enmarcar las acciones encaminadas al fortalecimiento de la len-gua y de dignificación de la pertenencia indígena en un programa contra la discriminación étnica y la promoción de la diversidad cultural a escala de estado, municipio y colonia.

Recomendación 17El inglés como idioma de comunicación y recreación se está incorporan-do en cerca de una quinta parte de los hogares indígenas. Junto con la promoción de la lengua indígena es importante promover y subrayar la importancia del conocimiento plurilingüístico y las ventajas que tienen estos sectores de la población al ser bilingües y trilingües, sobre todo en una zona fronteriza.

Principales formas de organización de la población indígena

Este estudio registró 12 organizaciones de indígenas en Tijuana, de las cuales sólo tres son purépechas y las nueve restantes son mixtecas de Oaxaca y con menor cuantía, de Guerrero. Estas organizaciones tienen sus membresías en el conjunto de colonias que concentran 30 por ciento de la población indígena de Tijuana. En términos étnicos, las organizaciones son mayoritariamente mixtecas y en menor número, purépechas y pueden clasificarse en términos de sus intereses como: residentes, laborales o político-culturales. Al interior de las organizaciones de residentes se dis-tinguen las de membresía purépechas de las mixtecas, y estas últimas se

distinguen a su vez por su adscripción político-administrativa como mix-tecas de Oaxaca y de Guerrero. La aparición de estas organizaciones se puede organizar cronológicamente:

a) Las organizaciones más antiguas surgieron en los años setenta con un perfil de residentes, de asociaciones pro-pueblos y de vendedoras ambulantes. Estas últimas tienen una composición alta de mixtecos de Oaxaca y Guerrero.

b) Las organizaciones purépechas surgieron como comités pro-pueblos en distintos momentos desde los años setenta a la fecha, y su adscripción étnico-purépecha es muy reciente.

c) Las organizaciones político-culturales son las más recientes y están es-trechamente ligadas a la migración y al proceso de asentamiento indí-gena en California.

Esta investigación documentó el papel de tales organizaciones en los si-guientes ámbitos de la integración de los indígenas a la vida urbana fron-teriza.

1. La integración en términos residenciales a través de la gestión de terre-nos, la construcción de viviendas y obtención de servicios.

2. La integración laboral con la gestión de permisos para la venta ambu-lante y la obtención de apoyos para los micronegocios.

3. La integración política y cultural, puesto que las organizaciones desem-peñan un papel fundamental en la representación política y de gestión ciudadana.

4. La integración espacial y cultural. Por medio de la movilización y politi-zación de las redes de parentesco y paisanazgo logran disminuir la dis-tancia geográfica de integrantes de familias y de comunidades locales. En términos culturales, la organización fortalece el sentido comunitario

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a través de la reproducción de tradiciones y costumbres así como la producción de un discurso comunitario.

Los hallazgos de este estudio confirman la importancia de los lazos de pa-rentesco y de paisanazgo para la integración social de los indígenas inmi-grantes, particularmente para los mixtecos y los purépechas. Esto confirma el hallazgo de Hiernaux (2000) sobre una integración social diferenciada que depende de la amplitud de los lazos de parentesco y comunitarios. A la vez, el estudio dilucidó la mayor importancia de los lazos de paisa-nazgo y étnicos en el seno de las organizaciones; estos últimos funcionan principalmente en el espacio político de las organizaciones más formales y estructuradas y con capacidad de gestión ante las instancias de gobierno y donde indígenas con pocas redes de parentesco o comunitarias pueden acceder para obtener recursos.

Recomendación 18Fortalecer las organizaciones indígenas debido a las múltiples funciones que cubren en el proceso de asentamiento e integración de las poblacio-nes indígenas en la ciudad.

Particularmente, a aquellas organizaciones ligadas a problemas de de-sarrollo local y encaminadas al fortalecimiento de la identidad indígena en un marco de respeto a las diferencias culturales.

Recomendación 19Promover buenas prácticas organizativas entre las organizaciones de indí-genas migrantes en las áreas de: toma de decisiones, transparencia en el manejo de los recursos, reemplazo de los dirigentes en forma periódica y rendición de cuentas.

Recomendación 20Establecer relaciones de intermediación no corporativas con las organiza-ciones, promoviendo la asignación de recursos con procedimientos trans-parentes y con la participación ciudadana.

Recomendación 21Promover liderazgos político-culturales competentes, mediante la forma-ción y capacitación.

Los principales programas de gobierno y áreas de atención de la población indígena

La política pública hacia la población indígena en Tijuana y Baja California proviene básicamente del nivel federal y ha sido operada por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Su enfoque en el desarrollo de los pueblos indígenas coincide con el cambio de enfoque de la política indigenista promovido por el gobierno federal en el sexenio anterior. En su condición de pobres urbanos, los indígenas han sido be-neficiarios de los programas promovidos por la Secretaría de Desarrollo Social, particularmente con los programas Hábitat y Oportunidades, en Tijuana. La participación estatal se ha dado en coordinación con la cdi alrededor de sus áreas prioritarias: el programa de educación indígena y la procuración de justicia en derechos humanos. En el ámbito municipal se promueven acciones de coordinación con muy escasos recursos. Du-rante los años 2005-2006, las instituciones se enfocaron en conjunto en las áreas de infraestructura básica (vialidades, agua potable y alcantarilla-do), atención a la salud, provisión de servicios educativos y en la promo-ción de proyectos productivos.

En los niveles de gobierno estatal y municipal no existe una política pública hacia las poblaciones indígenas como la que claramente existe en el ámbito federal en torno al concepto de integralidad, transversalidad y

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coparticipación social. A escala federal se nota la ausencia de una política local de diversidad cultural que ubique lo “indígena” en un contexto fron-terizo de diversidad nacional, étnica y regional.

Recomendación 22El enfoque de desarrollo de la política hacia los pueblos indígenas debe incluir el valor de la diversidad cultural como una dimensión del desarrollo urbano regional y local.

Recomendación 23Existe una necesidad urgente de elaborar modelos de diversidad cultural regionales y locales. Por lo que la política indigenista debe dejar de ser sólo una política federal y también tiene que ser una responsabilidad de los estados y municipios del país, en una perspectiva más amplia de pro-moción y atención de la diversidad cultural.

Bibliografía

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Entrevistas

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PÉREZ CASTRO, Tiburcio, “Ve´e Tu´un Savi” (Academia de la Lengua Mixteca) en Baja Cali-fornia. Documento enviado el 28 de octubre de 2005.

REYES, Marcos, entrevista con el ingeniero Leopoldo ANAYA BAUTISTA, delegado estatal de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Ensenada, B. C., 4 de octubre de 2005.

, entrevista con el ingeniero Héctor Javier wILLYS VALENZUELA, jefe de Inspección y Reglamento del XVIII Ayuntamiento de Tijuana, B. C., 1 de septiembre de 2005.

, entrevista con Arturo LóPEZ GONZÁLEZ, secretario general del Sindicato de Vendedores Ambulantes “Solidaridad”, Tijuana, B. C., 18 de agosto de 2005.

, entrevista con el psicólogo Gabriel Adolfo PRECIADO TRUJILLO, director de la Unidad de Prospectiva, Planeación y Evaluación de la Secretaría de Desarrollo Social del Estado, Delegación Tijuana, Tijuana, B. C., 16 de agosto de 2005.

, entrevista con Francisco ORTIZ APARICIO, Secretario General de la Orga-nización Saa Nji Ñuu (Guesa por el Pueblo) de la colonia Camino Verde de Tijuana, Tijuana, B. C., 6 de agosto de 2005.

, entrevista con el ingeniero Oscar CAMPA MONTAÑO, encargado del Pro-grama para Atención de los Grupos Indígenas en Tijuana, Secretaría de Desarrollo Social, XVIII Ayuntamiento de Tijuana, Tijuana, B. C., 20 de julio de 2005.

vargas, Susana, entrevista con Gonzalo Mauro MONTIEL AGUIRRE, coordinador regional de la Academia de la Lengua Mixteca, Tijuana, B. C., 4 de julio de 2005.

, entrevista con Ofelia SANTOS LóPEZ, presidenta de Justicieros del Sur, 14 de junio de 2005.

VELASCO, Laura, entrevista con Valentín APOLINAR, presidente de la Asociación de Mixte-cos en Valle Verde, Tijuana, B. C., 24 de octubre de 2005.

, entrevista con Jaime Aparicio RAMíREZ, tesorero de la Asociación Saa Nji Ñuu, Tijuana, B. C., 18 de octubre de 2005.

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, entrevista con Sergio MÉNDEZ, integrante del Consejo Central Binacional y ex delegado en Tijuana del fiob, Tijuana, B. C., 14 de octubre de 2005.

, entrevista con la licenciada Iris JUÁREZ, asesora de la Asociación de Mixte-cos Benito Juárez Residentes en Tijuana, 5 de octubre de 2005.

, entrevistas con Hugo CORTÉS LEMUS, coordinador de Corazón Purépecha, A. C., Tijuana, B. C., 20 de julio y 13 de octubre de 2005.

, entrevista con Lázaro GUZMÁN, presidente de Renacimiento Purépecha, Playas de Rosarito, B. C., 20 de julio de 2005.

, entrevista con Eleuterio MONTES, secretario de actas de la Sociedad Coo-perativa Licenciado Benito Juárez, Tijuana, B. C., 29 de mayo de 2005.

, entrevista con Alicia MARTíNEZ, presidenta de la Sociedad Cooperativa Licenciado Benito Juárez, Tijuana, B. C., 28 de mayo de 2005.

, entrevista con Arturo LóPEZ, secretario de actas del Sindicato de Vende-dores Ambulantes de Solidaridad, 21 de mayo de 2005.