Con la luz prendida no vale

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Libro de cuentos cortos de los autores Roberto Adrián Carcagno y Hugo Enrique Vilar Diano

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Roberto Adrian Carcagno

Hugo Enrique Vilar Diano

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A Eduardo A Silvio Kupferschdmit , nuestro amigo A Milena Mariana mi hija.-

A todos aquellos que luchan por se ellos mismos.-

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INDICE.-

A Manera De Introducción.....................................................................Pag. 9.

Edit:........................................................................................................Pag. 11.-

Con La Luz Prendida No Vale:................................................................Pag. 15.-

La Ilusión:...............................................................................................Pag. 19.-

El Chico Nuevo:.....................................................................................Pag. 21.-

El Cumpleaños........................................................................................Pag. 23.-

El Mago De Las Mil Magias:..................................................................Pag. 27.-

Ahora Salten:...........................................................................................Pag. 31.-

Hasta Que La Muerte Los Separe:...........................................................Pag. 35.-

El Engranaje:...........................................................................................Pag. 39.-

Cuando La Tierra Se Oscureció:..............................................................Pag. 41.-

La Tarjeta Perforada:...............................................................................Pag. 43.-

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DIALOGO CON UNO MISMO.-

Canta un rinoceronte con voz de gallo, suenan en hermosos acordes mis instrumentosmudos, se mueven mis brazos y piernas como marionetas ante tan hermoso flujo. Los árboles se derriten exten-diéndome una hermosa alfombra verde que pisan mis pies de algodón, parece querer el cielo llorar lágrimas decristal, las nubes con voz gritar, todo se agita, mi música sigue, no se detiene, alexico su sonido’, inexistentes susnotas vuelan en un lugar sin espacio y sin tiempo, un lugar que crea... ¡Oh hermosa mente!, Detén los pensamien-tos que tan magníficamente manejas, detente un poco y piensa, ¿no te parece que ya puedes hacer algo en grande,en vez de tan solo jugar...? Deja de trabajar en pavadas, haz una maravilla, que todos se dignen que eres un ge-nios ¡vamos juguetón!, Deja las ilusiones que los magos se mueren de hambre, no puedes entretenerte con tuspensamientos vagos, con tus indescifrables poemas visibles, con tus pavadas sonoras pon a funcionar esa magni-fica consola que tienes, dirige mis oídos, mis ojos, dirige mis sentidos, guia mis piernas y mis manos, haz de miun gran señor, algo grande, no me arrincones, no te dejes dominar por este terrible y engañoso ambiente, pon enmarcha esa perezosa voluntad y logra trabajar de adentro para afuera, no permitas que te lo hagan hacer al revés.¡Máquina haragana!, que no todo lo que te dicen mis ojos y escuchan mis oídos son verdades? Prepara tu ataqueque estos petisos están en todos lados, no dejes que te arruinen con su propaganda, con su mundo color de rosa,no te transformes como ellos en mediocres. 0 crees mentira los niños pobres y hambrientos? ¡Yo lo fui!, O creesmentiras el hombre usado, yo lo soy. 0 crees mentiras las desigualdades, las injusticias, la represión...¿no te pare-cen verdades?, Por qué te escondes en ignorarlas si tu bien las conoces, ¿y entonces?...pues adelante burlón, nocreo que te hayan dominado, eres muy astuto, en marcha pues...HAZ EL HOMBRE NUEVO.

A Manera De Introducción

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EDIT.-

Por Hugo Enrique Vilar Diano.-

Siempre me gustaba sentarme en los primeros bancos de las aulas grandes y suntuosas de la Fa-cultad. Era como una cávala o algo asi. Pero me hacía sentir seguro. Además, me divertía estudiar los gestos yactitudes de los profesores. En esos tiempos los estudiantes teníamos una relativa libertad y se nos respetaba bastante, perodesgraciadamente y vaya uno a saber por qué causa, siempre algún grupito se las arreglaba para crear un ambien-te de confusión e incertidumbre. Algo estaba pasando y tarde o temprano sufriríamos las consecuencias,en esos momentos las caras decían más que las palabras. Parecían felices, pero estaban temerosas. Si, eso era,temerosas. - Casi siempre al empezar o finalizar los cursos todos los días venían por las aulas distintas agrupacio-nes a hablarnos de lo que ocurría dentro del movimiento estudiantil. No se por qué causa a las aulas del último piso, el tercero, sólo llegaba una muchachita, muyhermosa. Ella pertenecía al partido socialista. Cuando llegó por primera vez y empezó a hablar en el curso, nomucha gente le prestó atención, pero yo estaba petrificado, duro, absorto, hubiera jurado que la conocía. Su vozera clara y fuerte y cerraba sus manos, levantándolas a la par que hablaba.-¿Por qué se creen que combaten a Marx?-Porque era barbudo y a las mujeres no les gustan- respondí y el curso de casi 50 companeros rieron junto a mi. Se puso colorado, pero superó el mal momento y continuo su monólogo. La amaba, os juro que la amaba. Al menos eso pensé en el mismo instante en que ella quedóindefensa frente a la clase luego de mi broma. Esto me sirvió para que luego y a solas, en el pasillo, me pregunta-ra si era liberal. Allí empezamos a conocernos. Todas las noches nos encontrábamos para ir al bar de enfrentedonde conversábamos, .desde Hegel hasta Onganía, pasando por Marx, Engels, y hasta creo que discutimos so-bre ia filosofía liberal que introdujo el gran Disney con sus dibujos animados. Pero me tenía harto,,reharto sobre las concepciones filosofo-so- oialistas, parecía que era loúnico de lo que sabía hablar y mi imaginativa creadora me hizo divertir mucho ai día que quise decirle que estabapodrido de hablar de política, que un hombre y una mujer también debían interesarse por otros ternas. Entoncescomencé a desarrollar mi teoría, ¡genial doctor! mediría ella ella luego. -La negativa.a entablar relaciones sexuales en la mujer soltera, nos deja en claro un profundo problema de la in-troducción de una subcultura «E&moral imperialista/liberal, olvidándose del’ concepto social de la mujer. Nada que ver lo que yo exponía, pero mi cara jteopia a la circunstancia al decírselo, hizo quela dejara pensando por unos buenos minutos, hasta que se dio cuenta de lo que quería decir y empezó a reírse acarcajadas.

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-Sos divino- y me dio un beso, el primero.-Siempre me dio buen resultado esta teoría- repliqué como el mejor experto.(4ué beso. Reconozco que era una caja de sorpresas y que nunca la pude entender por completo. Había días quems. pasabanxiKXVKXixxx sin verla y cuando la iba a buscar al Hall de entrada la encontraba repartiendo panfle-tos con sus vaqueros gastados, sus mocasines de cuero y la remerita de algodón que le marcaba al detalle su her-moso busto, que siempre admiré. Su cabello era largo y su sonrisa amplia, con oscuros ojos pardos que brillabansiempre como luceros. -Vamonos Edit- Asintió con la cabezay nos fuimos. No se por qué esa noche. Pero suce-dió esa noche. Subimos al coche y le dije -¿vamos a mi casa?, vivo solo. Y allí estuvimos en menos de una hora,estaba extrañado pero igual no me costó mucho dormircon ella.¡3ah!, «dormir». Queda notificado que Edit esuna delicia, pura, dulce y cariñosa, jBSE^ . Y ahí fue cuando me sentí el más canallade los hombres, me repugné por ser asi. Me di cuenta que desde el principio había buscado solo eso. Y yo queentre beso y beso le dije ¡vivan las jóvenes socialistas! y ella, entre besos>y caricia* me dijo ¡te amo!. Sabía queme amaba y que si se acostó conmigo fue por amor, nada más que por amor, y entonces me sentí mal, muy mal,porque yo me daba cuenta que no la quería, en verdad, para nada.Esa noche quedé destrozado, sentía un fuego por dentro, xa&±at La había engañado y se lo tendría que decir.-Edit, vení aca- y le miré su cara alegre llena de felicidad. -Q¿ué decís, mi liberal- me respondió.jpomxpasttaNo podía arrancarla esa dicha que vivía y la dejé, la dejé. Qué cobarde!Los tiempos cambiaron mucho y se desencadenó lo que esas caras temerosas esperaban. Las Facultades fueroncerradas y todo se llenó de policías. Yo dejé de ver a Edit, no sabia donde ubicarla, no conocía su casa, ni su fa-milia y con alegría me daba cuenta que empezaba a extrañarla.¡Tenía ganas de verla!.Volvieron a abrir las Facultades, pero todo seguía lleno de policías y en el ambiente flotaba un aire de inseguri-dad.Pasó una semana que se abrió la facultad y nada cambió ni mi Edit a- pareció. Sí, MI EDIT.La busqué por todas partes, por todas las aulas, por todos los pasillos; ella no aparecía. El partido socialista aunno abría su cede - * como ninguno de ellos. La mano venía fulera.

me crucé con Carlos, que es el capo del partido y le pregunté por ella. Me dijo que no la había visto y que habíamuchas amenazas. Me cayó como un balde de agua fría. Ultimamente habia muchos asesinatos políticos, todoslos bandos se daban sin asco y mataban a troche y moche. Y yo tenía miedo, mucho miedo. Casi no quería pensaren esas palabras que resonaban en mi cerebro y me daban pavor por las conjeturas que hacía. Y así fue noinás.Salió en el diario del lunes: «muchacha socialista acribillada». No se la había podido identificar pues su cadáverhabía sido prolijamente quemado en cara y dedos, para imposibilitar su identificación. No podía serenarme. Temíalo peor y mi válvula de escape era qúmo no sabían el nombre y si el partido a que pertenecia, lo que me tranquili-zaba en parte, hasta que me dijeron que en los asesinatos políticos siempre dejan huellas del partido al que perte-necía la víctima.Me convertí en un estudiante solitario, meditabundo y no podía entender lo de Edit. Yo sabia que era ella, ya ha-

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bía perdido toda esperanza de verla nuevamente, pero no me resignaba a considerarla muerta. Me parecía ver encada muchacha de vaqueros gastados a mi dulce socialista.¡Edit!, ¡Edit!, nombraba por las noches. Cuatro semanas pasaron de la noticia y de mi desesperación. Cuatro semanas en las que quisematarme de la desesperación, de la ingratitud que sentí ante esta inseguridad que vivíamos. No podía ni comer, ni dormir, ni estudiar, Asesinada, envuelta en una frazada, tirada en la ruta,su cuerpo era dócil y tivio, por qué no me habría preocupado un poco por ella. Cuatro semanas habían pasado y un Lunes, hermoso Lunes de sol, caminaba por los pasillos dela facultad despreocupado, y una manos frías me tapanron los ojos, y escucho, adivina adivinador... Pensé, eravoz de mujer, ¿o de hombre?, pensé y pensé. --Me rindo. dije casi sonriendo sin descubrir quien era.- Me soltó y me di vuelta, quedé turbado, inmóvil, allí estaba, con sus vaqueros gastados, susmocasines de cuero y la remerita de algodón que le marcaba al detalle su hermoso busto que siempre admiré. Me tomé la cabeza y con los ojos llenos de lágrimas, alcancé a decir:-Edit -

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CON LA LUZ PRENDIDA NO VALE.

Por Roberto Adrián Carcagno.-

Hacia rato que veía pasar todos los días a la misma hora a esa chica. Me gustaba demasia-do. Me habia hecho una tabla de horarios matutinos y vespertinos, de ida y de vuelta. Ni el mismísimo SherlokHolmes lo hubiese hecho mejor. Pero no me decidla a entablar una conversación con ella.

Un día revolviendo en un viejo arcón encontré una credencial de juguete que se asemejabamucho a las usadas por la policía local. Con un poco de imaginación y su color plateado podría pasar por verda-dera. Aguardé con impaciencia las siete de la tarde, hora en que ella pasaba caminando por la vereda de mi casa.

Vivía solo desde hace ya mucho tiempo. Me había acostumbrado a los quehaceres domésti-cos y no extrañaba mi antigua vida junto a mi esposa, pero la soledad había tomado lugares estratégicos en mimente y me oprimía y esa chica...entonces la vi venir. Me habia vestido con saco y corbata, para darle más realis-mo a mi representación teatral. Cuando estuvo a menos de un metro mío la intercepté, con cara de agente secre-to:-Policía Federal, documentos por favor- y dejé ver apenas la credencial falsa por entre mis dedos, guardándolarápidamente en mi bolsillo.-No tengo, no los traigo conmigo...los olvidé en casa en la otra cartera- contestó.-Me va a tener que acompañar al Departamento- repliqué serio.-¿Al Departamento de Policía...?—No, a mi departamento...— y largué una pequeña carcajada.Primero seria, con cara de no entender y luego dejando entrever sus hermosos dientes de marfil, me dijo:-Qué susto me dió, ¿sabe?, siempre me olvido algo en casa, tengo mala memoria. Pensé que iba a pasar la nocheen una comisaría...-Bueno, quiere...¡ejem!...querés pasar a tomar algo- acoté temeroso, como esperando una negativa o algo así.-Bueno, está bien, pero un ratito nomás, tengo que volver temprano a casa porque hoy no le di de comer a miperro, yo vivo sola desde hace un tiempo...

Pensé muchas cosas. Mi carencia casi total de cariño me llevó a imaginar en pocos segundoslas historias más increíbles que ni aun Alberto Migré hubiera podido con- cebir. Me sentí muy feliz y hasta penséque mi vida cambiarla a partir de ese momento. Dos almas gemelas, repetía incansablemente. Serví dos whiskys.Se llamaba Helga. ¡Pero… si parecía una película!.

Me contó un poco de su vida,, tenia 26 años y 2 de separada, igual que yo. Me dijo lo duroque fue su matrimonio al principio y lo que le costó sobrellevar su vida posterior, lo mucho que influyó la compa-ñía de su perro Bobby, un gran danés educado.

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Yo seguía en el limbo. Me atreví a poner mi brazo por sobre su hombro:-No, por favor, no es el momento apropiado, tal vez en otra oportunidad, en otromomento. Me tengo que ir, es tarde, no te enojes...-Pero -dije casi arrepentido de haber deslizado mi mano por sobre la suya.-Te prometo que mañana nos veremos...¿si? -y me dio un beso en la mejilla. Sus labios color de rosa acariciaronmi cara tan suavemente que casi no se sintieron...su mirada dulce quedó encerrada en mi cabeza con cadena per-petua.

Esa noche casi no pude dormir. Daba vueltas y vueltas en la cama. Levanté la persiana y meapoyé en la baranda del balcón, con la mirada perdida en el espacio, como esperando que en cualquier momentosu silueta picaresca apareciera detrás de la esquina o de cualquier parte, sus labios color de rosa, sus pechos demiel, sus caderas amplias y simpáticas, sus piernas rectas, sus zapatos con plataformas y su cartera grande, origi-nal y pendiente de su hombro como un trapecio.

Me despertó la casera a las diez de la mañana para traerme el diario. Yo no trabajaba regu-larmente en ese entonces, pero tenia mis rebusques, ya que era dibujante publicitario y realizaba independiente-mente y para distintas agencias de publicidad grabados, dibujos e ideas para cortos metrajes, etc., y me alcanzabapara pagar el pequeño pero confortable departamento y para comer todos los días.

La verdad es que me encontraba cómodo, ya que mi personalidad no me permitía estar atadomucho tiempo a un mismo lugar, o al menos eso creía, pues no había aguantado mucho en mis laburos anteriores.Pero mi preocupación en ese momento era Helga. Trataba de imaginármela a mi lado. Deseaba que cumpliera supromesa. ¿Habría encontrado a mi alma gemela?. No lo sabía, pero casi lo quería. No me resignaba a ser comolos demás, yo, que me creía tan liberal y distinto, pero tan solo, no me veía encontrándola a ella, uniéndome, tra-bajando en una oficina, yendo y viniendo todos los días, todos los años, toda la vida, para luego ser viejo y vivirde una jubilación. Nunca lo quise, pero empezaba a dudarlo, empezaba a sentirme uno más del gentío. ¿Podríahaberme cambiado ella, tan solo en un par de días, seria amor o simplemente soledad?

Aguardé las siete con desesperación, preparé y limpié mi casa como si viniera el mismísimoPresidente de la República. Si hasta tiré desodorante de ambientes en mi habitación, dejando un poco abiertas lascobijas de mi cama, como deseando abrigar esa noche un encuentro que me levantara hasta la cumbre espiritual,a la apoteosis, pero...¿lo quería o no lo quería en realidad?.

Ella llegó y me alegré. Pero su mirada era distinta, denotaba una cierta preocupación o re-mordimiento.-Escúchame, tengo que decirte algo- dijo mirando hacia abajo- la verdad es que yo ...-Si escucho, ¿que te pasa?. Se abrazó a mi, me dio un beso en la boca, el cual todavía siento en mis labios, y condos lagrimas en las mejillas me dijo:-Soy prostituta...vivo de ello, no quiero echarle la culpa a nadie porque se que es mi decisión, pero derivé en lomás bajo a lo que puede llegar una mujer...no sé, en un prin- cipio pensé en sacarte plata, entré por eso. Pero, mecaíste bien, me hiciste sentir bien con tu charla, con tu afecto escondido que yo sentía cerca...no puedo

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hacerlo...discúlpame por favor...-Pero...- se me anudaron las palabras en la garganta, hubiese querido decir que quería...-...no digas nada -interrumpió mi silencio- ni siquiera pienses que puedes llegar a quererme, no va a ser posiblepues no te sabré corresponder y serías muy infeliz, estoy muy arraigada en esto y no podría separarme, sabés, esuna vida fácil, no puedo dejarlo, soy presa de ella...gracias por haberme hecho sentir bien aunque más no fuerapor un rato.

Se sacó un pequeño anillo de su dedo meñique y lo colocó en mi mano. Me la cerró y apre-tó.

Se fue. Tomé el vaso de whisky y pensé en vos alta. Mejor, puta de mierda, ¡ja!, engañarmea mi, si yo ya lo sabia desde un principio y solo quería acostarme con ella, justo a mi me quiso engañar, ¡ja!, me-jor, yo estoy bien asi, sólo y liberal, minas no me faltan, me divierto...solo..

Miré la cama, abierta y vacia, me recosté en ella, apreté el anillo en mi mano derecha y co-mencé a llorar.

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LA ILUSION.-

Por Hugo Enrique Vilar Diano.-

Había escrito con tanta ilusión aquella carta, que hasta me lavé las manos para no ensuciarel papel. La escribí parejita, despacio y con letra clara, no fuera cosa que me entendieran mal y trajeran otra cosa.Hacía ya dos meses atrás que estaba pensando en el regalo y no me decidía. Yo no tengo lindos chiches como ese cabezón y orejudo de Carlitos, él tiene esas cosaseléctricas que caminan solas, apretando botones ¡zas!, traka traka hace el robot y gira la cabeza hacia ambos la-dos y con los ojos que le brillan va caminando hasta que choca con la pata de la silla o de la mesa, o con la pared,o ese auto cola chata rojo, que dobla sólo cuando algo se le cruza en el camino; yo siempre voy a jugar con elcabezón, aunque no lo soporto, porque es un creído, un agrandado, pero tiene lindos juguetes y yo me entreten-go y sueño, poro él me despierta cada cinco minutos para recordarme y echarme en cara que tiene más lindosjuguetes que yo, es verdad, yo tengo pocos, el camioncito de plástico que me regaló Papá, el barquito anaranjadoque le robe al rusito de enfrente y el juego de armar casas, al que le faltan tantas piezas que ya no sirve más. Por eso estuve pensando tanto para escribir esa carta y pedirle a los reyes él chiche máslindo y hacerlo envidiar al cabezón, junto con el rusito y todos los demás; estuve calculando un montón de tiem-po, no quería pedir algo que ellos tuvieran, así que un día me escapé de casa y fui a la juguetería del gallego, queestá a cinco cuadras, y me puse a mirar. Había de todo, era realmente hermoso, como un mundo de fantasía, pero la mayoría delos juguetes los tenía Carlitos y yo no los quería. Llegó el día en que tuve que escribir, Mamá me avisó, yo la miré desde abajo, aun no lotenía decidido, pero al ver una película de cowboys en la tele se me ocurrió: ¡un tren eléctrico!, Claro, cómo nolo pensé antes, el mejor que haya, va a ser el más lindo y si ellos quieren jugar conmigo van a tener que venir a micasa. Fui corriendo a lo del ruso y le pregunté que le iba a pedir a los reyes magos, no fue-ra cosa que le pidieran lo mismo que yo. Me contestó un revólver y un sombrero. ¡Regio!, Pensé, sin demostrarloy repetí la pregunta con varios hasta llegar a lo de Carlitos, que vivía a tres cuadras de mi casa. -Hola señoraFernández como va ¿está Carlos? -le pregunté-Si, está en el fondo, pero pasa con los patines que el piso está encerado y no quiero que lo arruinen Se lo pregunté de todas las maneras posibles y siempre me rehuyó, como pre-sintiendo mi preocupación. Quizás esto, quizás lo otro dijo indiferente, como restándole importancia a la fecha.Yo sabía que él ya había elegido y no me lo quería decir, cabezón de porquería, orejudo, me dije para mí, no meimporta. Salí corriendo para casa y le dije a Mamá que iba a escribir, me preguntó qué les iba a pedir y le contestéque era sorpresa. Tenía un papel blanco que me dic papá, de los que usaba en la oficina, tenía un

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membrete pero se lo corté prolijamente con una tijera con toda pulcritud.Sres. Reyes magos. Deseo que me traigan un tren eléctrico con vagones de colores, estación Si hasta me fijé en el diccionario cómo se escribía eléctrico. Después me palie con Carlitos. Lo odio, lo odio tanto a ese orejón de mierda, ledije que se meta sus juguetes bien el culo, por fanfarrón de porquería. Esa noche llegaban los reyes. Había dejado los zapatos a los pies de la cama, hicefuerza para poder espiarlos y me quedé muy quieto, atento a cualquier ruido, mis ojos cansados y todavía rojosde resentimiento y venganza, se cerraron despaciosamente y me quedé dormido. A la mañana pegué un salto en lacama y corrí gritando, los reyes, los reyes, pasaron los reyes, y me agaché hacia donde estaban los zapatos. Juntoa ellos yacía una caja grande envuelta en papel de color, atada con un piolín blanco y un pequeño moño. Mamá yPapá me miraban sonrientes desde la puerta. El tren eléctrico, el tren eléctrico con estación y todo, gritaba mien-tras tironeaba el hilo, debe ser el tren...rompí el piolín de un tirón y rasqué el papel casi desesperado, abrí la caja y¡desilusión!. qué desilusión, no era un tren eléctrico, era uno cualquiera de lata, sin cuerda y sin vías, ni estación,eso no era lo que yo había pedido, estaba triste, me sentía desgraciado. Mamá me dijo que a veces los reyes notienen plata para comprar los más lindo para todos, pero que el año que viene sería recompensado, si Dios que-ría, dijo no entendí por qué.llegué a querer a eso tren de lata, fue mi juguete preferido, porque andaba jugandopor toda la casa, porque no tiene vías, porque para cuando quiero pues no tiene estación, porque es mío.Esa tarde me vino a buscar el rusito-Vamos colorado, a ver que le trajeron al cabezón. , Llegamos a casa de los Fernandez ( ¡bah! de Carlitos, y allí estaba, él, el primo, otrospibes del barrio, todos riendo y rodeando al cabezón. Vengan a ver lo que metrajeron, dijo Carlitos, vean lo queme trajeron los reyes...y allí estaba tal cual como yo lo había soñado, multicolor, silencioso, con vías y estación,y todo, allí estaba, sobre el piso, dando vueltas, allí estaba lo que yo había soñado, allí estaba como mirándome,el tren eléctrico. Volví a casa sin decir palabra, sin que un pensamiento cruzara mi cabeza. Me tiré en la camaagarrando fuertemente mi tren de lata, justo entró Papá. Se sentó juntó a mí. Una lágrima grandota cruzó su me-jilla y me abrazó fuertemente sin decir una sola palabra.-

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EL CHICO NUEVO.-

Por Hugo Enrique Vilar Diano.-

Sol de chiche que abre las flores de papel, mundo de mentiras que alimenta mi imaginación en elfondo más oscuro de mis adentros, ¿quién anda con una linterna? ¿Quién alumbra el espacio infinito de mis senti-mientos? ¿(Quién anda errante, caminando mis caminos? ¿Quién nombra mi nombre en el silencio inconsciente? Como explicarte lo que es un amigo si la muda voz de lo que siento se atraganta, se anuda, justocuando más tiene que hablar. Era un día como cualquier otro, aburrido, en mi escritorio blanco; cuántas vecesdivagué, en esas ocho horas eternas. Ella me dijo hoy viene el chico y yo estaba contento, quizás él y yo romperíamos esa monotonía,quizás él y yo...-Tomé el flaquito alto, el del paraguas -dijo ella sonriendo. -¿El del paraguas? - y quise ubicarte entre esas veinteo treinta caras de jovencitos que venían por el aviso a suplantarme, porque yo habla renunciado, estaba podridode la oficina.Quizás te ubique, con tu piloto y el paraguas apoyado entre los dos pies, como un granadero, ¡si, ese era, elgranadero!. Eso habla pensado cuando te vi erguido ante mí, al pasar, sin saber quién serlas hoy en día. Y llegas-te, sin golpear puertas, sin presentaciones, simplemente llegaste. Yo no sabia un carajo de vos ni me importaba,solo quería irme, rajar de ese lugar.-Él es Roberto Adrián -me dijo ella, mi jefa, con la sonrisa amplia que la caracteriza.-Hola, que tal - dije, mirándolo a la cara, a ver si lo podía ubicar de aquel día. Para que presentaciones, ¿no nos conoceríamos de siempre?, Me pregunto hoy. Te admiraste cuando vistes las minas que laburaban en mi oficina, ¿te acordás que fuertes que esta-ban? .Christian era una, ¡qué fuerza!, siempre me hacía calentar al pedo, hasta que un día me avivé, un díaEn que ella fue a buscar una carpeta al último cajón del archivo, yo justo estaba ahí, ella me miró con picardía,porque sabia que era buenito y respetuoso, me acuerdo como si fuera hoy, hacia dos meses que estaba laburando,me miró, se sonrió, sus ojos parecían querer decir ¡mira boludo!, y se agachó al cajón, dejando ver sus hermosasnalgas, confiando en que no haría nada; Mi mano, que estaba a distancia prudencial, no se detuvo, la extendí ysuavemente, sintiendo la calidez de su piel, hablé: -¡QUE CULO! Se enderezó tan rápido que ningún resorte hubiera producido tal movimiento; se la tuvo queaguantar, desde ese día ya jamás se agacho delante mío.- Vos venías y yo me iba, ahora comprendo que ninguno de los dos se podríair o venir, ahora comprendo que hay un amigo. Por esas cosas que pasan, porque después me enteré de la muertede tu viejo, porque necesitabas laburar, porque necesitabas hacerte hombre lo más rápido posible; yo no prestabaatención, no te daba bola en una palabra. ¡Carajo!, Si este pibe esta solo y yo tan estúpido que no me daba

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cuenta. Como explicarte lo que es un amigo, como explicarte que te cuidaras, queAquí no se podía confiar en nadie.-¿En nadie? -pronunció su voz un poco agitada. Entonces te empecé a avivar, de quien era cada uno allí dentro, despuésde todo era tu primer laburo.-Ves ese..-Sí, ¿quién es...?-Es el trompa gil.-Y aquél.-El hijo del gerente. -Esa que está allá.-Esa es la hermana de la señora del trompa, es macanuda, después comprendí, una gran señora.Te acomodé todo, esto aquí, lo otro allá, esto hasta acá, lo otro por allá; porque así es la vida, cada uno defiendesus intereses, en todos lados, acá adentro y allá afuera, la vida es como un ajedrez, hay que pensar el pro y elcontra antes de mover cualquier pieza. Y laburar nos sirvió de mucho, a ambos, porque nuestras mentes observa-ron fríamente todo lo que las rodeaba, porque conocimos como hay que luchar, ser dúctil y sacar las cosas confinura y hacer tambalear las estructuras como lo hiciste con el boletín interno, que lo tuvieron que cerrar porquese la veían fulera. Porque así es la vida, cada uno defiende sus intereses; cuando te das cuenta que alguien los defiendetambién por vos, ahí está el amigo, silencioso y con cautela, esperando para dar el salto y defender la carencia deuno. Creí que solo venias a suplantarme, creí que me iría y jamás volvería a ese lugar, a verla cara triste y mandona de nuestro jefe, y sin embargo volví; crei que nunca más vería a Mara, que nos presentóun día, creí tantas cosas...Creí tantas cosas cuando el otro día vi el brillo de las lágrimas en tus ojos, yo la estabapasando mal, me estaban por hacer saltar, y se que te calentó porque sos mi amigo, y se que te calentó porquesos de esos tipos que lloran cuando cagan a un amigo. Porque sos uno de esos tipos que se calientan y actúancon la cara por delante cuando ven las injusticias, que sienten el peso de toda esta burocracia que nos aprieta;creí tantas cosas, en el mundo de mentira, el sol de chiche, la flor de papel y esa cara conocida que siempre vagóalumbrando mi inconciencia. – Hoy viene el chico nuevo- dijo ella sonriendo. La miré serio y resonó en mi mente:HOY viene el chico nuevo.

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EL CUMPLEAÑOS.-

Por Roberto Adrián Carcagno.-

-¿Cuándo cumplo años?- preguntó ella irónicamente.-El 12 de Mayo- contesté con precisión.-Ay, que divino, te acordaste...- dijo sorprendida. Es que la memoria no me fallaba fácilmente y recordaba perfectamente todo lo que ella mehabía dicho aquel día.-Tengo que hablar con vos. ¿Te acordás que me invitaste a salir el día de mi cumpleaños?...vas a cumplir, ¿no?.-No, la que va a cumplir sos vos…AÑOS…- bromeé- pero, ¿yo?-¡Claro!-¿Estás segura? … ¡Ah, sí, ahora me acuerdo, pero era un chi...este, bueno, dame tu teléfono y te llamo paraarreglar. Yo nunca le había dicho semejante cosa y es más, si me hubiese interesado verdaderamente nohubiese esperado tanto para salir con ella. Pero mentí a propósito. No podía comprender lo que motivaba su minideclaración. Y encima ahora esta pregunta. Silvia cumplía los 18 años. Al principio pensé que lo hacia por venganza. Yo había salido consu mejor amiga un par de veces y le había jugado sucio, aunque sin intención. De ahí mi deducción. Por supuestoque no me quería prestar a su juego y me rompía la cabeza pensando que tramaría. Seguro querrá que la llameantes de la fecha y me ignorará olímpicamente pensando que estoy loco por tenerla entre mis brazos. 0 segura-mente nos citaremos en algún lugar y me dejará de plantón. 0 vaya a saber qué. Pero decidí no darle importanciaa algo que ya empezaba a ocupar demasiado tiempo en mis pensamientos. El domingo la vi en la confitería en que solíamos reunimos con nuestros amigos. Me cruzóuna mirada tierna y bajó la vista toda colorada. Sonreí y seguí charlando animadamente con mi café en la mano, amedio tomar. Me sentía más hombre ignorándola. Es que de tanto ver películas en las que siempre triunfaba elmuchachito agresivo por sobre el recatado ya me lo había tomado en serio. Después de todo yo también reciéncumplía los 18. El lunes era 12 y me preocupaba por hacerme el desentendido.

Sonó el despertador. Cómo me costaba levantarme temprano. La almohada parecía gritarmeque me quedara un ratito más. Tomé el coche como todos los días… “el coche”…digamos… el autito que tenia yme dirigí a la oficina. Me senté en la máquina todavía medio dormido y comencé a escribir las odiosas cartas: “Denuestra consideración, ponemos en vuestro conocimiento que tal mercadería se encuentra agotada y sin fecha dereposición, dando vuestro pedido por anulalo.” ¡Maldición! estas teclas de porquería, otra vez me equivoqué... -Juan, alcanzame la goma. ¿Che, que fecha es hoy? -Doce- respondió Juan casi tan saturado de oficina como yo. -Gracias.- Doce de mayo escribí lentamente y comenzó a resonar en mi mente. Hoy era el día y tanto me habíaempeñado en ignorarlo que me había olvidado en serio. Y justo me había vestido con los pantalones viejos y el

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saco que usaba para ir al colegio nocturno que había terminado el año pasado. -Pero qué me importa- reaccioné-si igual no le voy a dar bola. -¿Cómo..?- respondió Juan, y decidí contarle que tenía una piba loca por mi, que mehabía pedido que saliera con ella.-Está super regalada. – agregó mi ego.

Mi fanfarronería fue mi perdición. Mi compañero empezó a entusiasmarse con el cuento y de-seaba estar en mi lugar. Me cargaba y pidió que al otro día le contara todo lo que haría esa noche. No me quedómás remedio que llamarla. No hubiera sido capaz de inventar otra mentira. Por qué tendría la lengua tan larga. Detodos modos la llamé a última hora, yo salía a las 17, como para no dar lugar a mis sospechas.-Pensé que ya no ibas a llamarme...-Como pensaste eso, tontita.

Lavalle y Carlos Pellegrini. Siete de la tarde. Llovía tanto que en un momento dado creí ver aNóé cruzando la avenida. ¿Quién me mandó a mi a meterme en esta? me repetía incansablemente. Entonces la vivenir. Tenía un impermeable de plástico amarillo, de esos que se usan ahora, con un gorrito haciendo juego que lequedaba monísimo. La verdad que no estaba mal. Nada mal. Es más. Estaba muy bien. ¿Cómo no me había fijadoantes?. Hice como que no la veía, continuando con mi representación.-Hola, te demoraste.-Estaba inundado por mi casa y se desviaban los colectivos-

Por supuesto que no la había ido a buscar. Ni siquiera lo había pretendido, como adivinandomi obstinamiento.Tomo mi brazo tan suave que casi no lo sentí. Indudablemente sabía lo que hacía. Pero yo no me iba a dejar en-gañar.

Fuimos a tomar algo a uno de esos lugares románticos que tienen los sillones que un amigomío definió irrisoriamente como de dos plazas. Poca luz y música funcional. Una trampa perfecta. Ella lo habíasugerido.

Cuando quise tomar la iniciativa ella comenzó a hablar. Habló mucho y bien. No pensé jamásque se pudieran coordinar las palabras de esa manera, tan justa y perfecta. Quise hacerme el recio y me ablandédemasiado pronto ante esos ojos irremediablemente seductores, esa boca tierna y dulce y el gorrito, que tan bienle quedaba dejando apenas descubiertos sus rubios cabellos ondulados. Enseguida la besé. Sus labios acariciaronlos míos tan suavemente que terminó la última resistencia que quedaba dentro mío. Había caído en sus redes.

No pude dormir esa noche. No dejaba de pensar en ella y la manera en que me dejó emboba-do. Pero no lo había podido evitar y entonces me pregunté: ¿debía haberlo evitado?. A lo mejor no. A lo mejorera sincera, de esas mujeres difíciles de encontrar que saben tomar la iniciativa, decir lo que sienten y no dejartodo librado a lo que haga o resuelva un muchacho. La cuestión que pese al poco tiempo que tenía esta relaciónhabía penetrado demasiado hondo en mi. Tanto como para pensar seriamente.

Quizá la juzgué mal en mi papel de macho ganador.Las salidas se sucedieron, una tras otra y cada vez más seguidas. Me significaban una gran erogación de dineropor los gastos de nafta, cine, cena, chucherías de esas que nunca faltan en una parejita y demás. Pero me hacía

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muy bien. Creía haberme enamorado y aunque mi inmadurez no me permitía saberlo a ciencia cierta me bastaba laesperanza de que así fuera.—Ché pibe, como te usa la mina esa ¿eh?, ayer te vi en el centro en ese restaurante caro, ¿cómo se llama...?-Callate inútil, o nunca saliste con una mina vos...-Si, pero nunca me sacó un mango

Fue como un cuchillo que se me clavaba en la espalda.. La verdad es que ella se estaba llevan-do la gran vida. Salida de acá, salida de allá, regalo va, regalo viene, pero…¿acaso yo no lo disfrutaba también?.Pero eso bastó para sembrar en mí la duda.

Esa noche la traté fríamente por teléfono y le dije que no la podía ir a buscar y en realidad nopodría traducir la excusa que le di de tan complicada que fue. Salí con un amigo de levante, como se dice. La ex-trañé mucho. Había pasado un mes y medio de aquel doce de mayo. Poco gran tiempo.Al otro día la llamé temprano y le dije que necesitaba verla. Correspondió a mi necesidad y agregó que tenía algoimportante que decirme. Ese día fue largo e interminable y me acuerdo que me fui una hora antes alegando unaenfermedad que mi jefa, haciendo mágico uso de su intuición femenina, comprendió y me dejó ir.-Mirá, al principio tramé todo esto como una venganza por la manera en que trataste a Mónica, nos parecías elpeor de los muchachos. Habíamos decidido hacerte sufrir. Si ni siquiera cumplo años en mayo, ves mi documen-to, nací el 6 de junio, esta vez te soy sincera»-Pero...-No esperá., dejame terminar. Lo siento mucho. Con el tiempo te conocí mejor y me di cuenta que sos distinto,pero igualmente nunca sentí nada por vos, por eso es que decidí contarte la verdad, que ahora me pesa bastante...ojala no te haya arruinado demasiado, aunque esa. fue nuestra intención. Por favor no digas nada. Va a ser mejorpara ambos-

Me besó tan suavemente como la primera vez. Pagó las copas en el mismo lugar de la primeravez y se marchó. Confundido no supe que hacer. Esbocé una sonrisa y no salió. Me fui directamente a mi casa ycon la cabeza algo más fría me detuve a pensar. Podría cambiar una persona que se decide a realizar la más vil delas maniobras de un día para otro y convertirse en un ser sincero, cálido, bueno.¿Podría ser? 0 solamente era otrode sus planes para terminar conmigo, obligándome a pensar que después de todo lo que sospechaba de ella, eraadorable por la manera en que confesó su acto.

No lo sabía. Pero ¡claro!, eso era, realmente ella valía mucho, demasiado para, mi, si no nome hubiese hablado en la forma que lo hizo cuando me dejó. Seguro que era una prueba para ver mi reacción. Yono era un santito y también quise jugar sucio. Claro, como no me di cuenta antes. Ella, está esperándome.

Salí corriendo, tomé el coche. A todo esto habían pasado varias horas y a mitad de camino medi cuenta que era demasiado tarde y no debía despertar a sus familiares. Mañana la iré a buscar a la confitería. Essábado y no va a faltar. Le voy a dar una sorpresa. Mientras manejaba me la imaginaba a mi lado, con esos ojosirremediablemente seductores, esa boca tierna y dulce y el gorrito del primer día, que le quedaba tan simpático,dejando apenas entrever sus rubios cabellos. Sonreí.

El sábado fui a buscarla temprano. Me asomé en la confitería y la

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vi en la barra, hablando con un muchacho de mi misma edad.¿Qué estará haciendo con ese? me pregunté y me respondí con igual velocidad: noseas celoso Carlitos, no seas celoso que esa mujer te pertenece.

Me acerqué despacio por detrás, para sorprenderla. Entonces sin querer fue cuando escuché loque conversaba con ese tipo. Con esas mismaspalabras justas y perfectas, bien coordinadas. Con esa misma dulzura y calidez, con esa misma mirada tierna ysonrojada. Entonces fue cuando la escuché:-¿A qué no sabés cuándo cumplo años...?

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EL MAGO DE LAS MIL MAGIAS.-

Por Hugo Enrique Vilar Diano.-

Por las calles más abultadas de mi ciudad y en los sitios insospechados de los suburbios, se loveia a veces hacer deslumbrar a 1agente. Era un nombre común, corno cualquier otro, pero cuando hablaba consu voz pausada, dejaba más de un interrogante, era difícil comprenderlo y la incredulidad de la gente transforma-ba verdaderos mensajes en una cosa amorfa y accesoria dé lo que ellos creían ser su profesión. No podía comuni-carse con ellos, no por falta de inspiración, sino porque la gente veía solamente a un mago. Un día me acerqué a verlo,;oh! nuestro tiempo, que invento el reloj, que hace correr a los hu-manos, de arriba para abajo, a veces me pregunto si jamás sedetendrán, que buscan con su prisa?, qué querrán alcanzar?, parecen inmunes a las palabras o consejos que losguíen a caminos ciertos. Era un día esplendoroso de sol, en la calle una multitud de gente gruesa, lo vi. por pri-mera vez en la vida, no era muy alto, llevaba el cabello extrañamente largo, sus ojos eran claros y su vestimentapobre. su voz era suave, se paró en medio de todos y habló.--Me hubiera gustado venir aquí a hacer cielos y levantaba sus brazos hacia lo alto, queriendo tocar el cielo.--Me hubiera gustado venir aquí a traerles promesas o a traerles paz, y entonces levantaba sus brazos hacia loalto, queriendo tocar el cielo.-Me hubiera gustado venir aquí a traerles promesas o a traerles paz, entonces introdujo su mano en el pantalón,buscó hasta el fondo y saco una paloma, la acarició y la hecho a volar, alto, alto hasta donde no se vio. -La palo-ma no es paz, es libertad y ni eso aún, porque cuando la hieren deja de volar- La gente entonces se amontonó, superó pidió más y más.--Qué quieren -dijo él- trucos, les mostraré los más maravillosos trucos, hasta llegarán a admirarse de tal formaque no creerán absolutamente nada. Les mostró sus manos vacías.-Jamás las manos de un hombre están vacías.Las cerrró y quedaron los dos puños, miró a todos y replicó;-Las traje vacías y quiero llevarlas llenas, cada uno de ustedes pedirán de mis manos y ellas ofrecerán. Los hombres solo pidieron fantasías, que aparecieron y de: aparecieron, estaban felices,contentos, entretenidos, pero querían más y más. -¿Más qué?- pregunto él, -trucos- respondieron, entonces cami-nó entre ellos, por el camino que iba abriendo la gente a medida que avanzaba. Se agachó y recogió un pájaro herido a quien nadie le había dado importancia que loestaban pisoteando.-No hay nada más valioso que la vida, de su saco tomó agua y le dio de beber, luego lo elevó con las dos manos yle pidió que volara, y el pájaro aleteó, hasta levantar vuelo, todos aplaudieron, rieron y festejaron, pero todos te-nían que hacer, así que de a uno en uno fueron marchando hasta dejarlo solo en medio de la calle.-

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Miró a su alrededor y al verse solitario, el también se marcho.- No se donde vivía, ni donde dormía, se lo veía vagar, sin rumbos, haciendo sus ma-gias, atrayendo, llamando ala gente, comía pan o lo que la gente le ofreciera. Jamás supe su edad o su nombre, élera el mago nada más. Yo lo seguia de atrás, lo observaba hacer todo lo que sabia hacer, pero no me animabaa hablarle, lo sentía como una, imagen inalcanzable, No mucho tiempo después tuvo una actuación fantástica, se paró entre la gente y ha-bló;-No hay peor sordo que el que no quiere oir y el mundo es mundo porque siempre fue asi, pero un día tendrá quedejar de serlo y se convertirá en piedra, porque la piedra no es piedra por ser dura, sino por falta de fe. Y esagente que estaba allí esperaba ahora que sacara algún pañuelo, o hiciera aparecer pelotitas blancas a e irlas au-mentando de tres a cinco y de cinco a diez, pero no, esa no era la función de hoy, caminó entre todos mientrasdecía -Hoy no haré trucos, porque jamás los hice, quien me quiera seguir aquí que ande y emprendió su marcha. Que la luz ilumine a todos- mientras acariciaba aun ciego, mendigo a su paso queluego gritaba ¡veo, veo, oh, ya veo! -y que todos puedan seguir mi paso mientras tocaba a um inmóvil que selevantaba maravillado de poder volverlo hacer.-Yo les traeré paz en éstas épocas de bombas atómicas y luz artificial- y así aquí y allá a los muchos metros, lagente con portafolios y reloj cronometros se iba llendo por las calles laterales, miedosos de llega tarde a sus ofici-nas o a sus, a sus tés, algunos se les oía decir mentiroso, a otros farsante, o qué se yo. Al tiempo quedé yo solo,detrás él se dio vuelta, me miró y siguió caminando, Yo no sabía que hacer, si largarme también o seguirlo, dudé,pero algo me llamaba, había oído alguna voz, algo, y como cada vez se alejaba más, entonces decidí seguirlo. Caminó y caminamos, vimos pobreza, niños hambrientos durmiendo al lado de lujososautos de ricos dueños, vimos maldad y ladrones. Caminamos por el asfalto por la vereda y por la tierra, anduvimos sobre- alfombras ysobre basurales, hombres linyeras y ricas señoras, yo seguí sus pasos, el miraba y miraba, yo me .animaba a ha-blarle o a preguntarle a dónde iba. Se hizo la noche, y la luna fuerte aclaraba el negro cielo, nos detuvimos en lugar solita-rio, donde se veía todo el largo horizonte.-Hasta acá - dijo el hombre- yo casi sin aliento me senté en el suelo, él se quedo parado, lo miraba desde abajo, seacercó y me dijo: -Yo me voy, tú te quedas.-quién eres, cómo te llamas- se atrevió mi voz a preguntar.-Soy el mago de las mil magias, que puede hacer cielos y ríos, que puedo dar esperanza, pero ellos dicen que esun espectáculo preparado, son incrédulos. Me quedé pensando distraído, mientras él se alejaba y desaparecía,cuando reaccioné comencé a correr en su dirección gritando:-¡Ya se, ya se, ahora lo sé, tú eres el mesías, ahora me doy cuenta, eres el mesías prometido, no nos dejes,vuelvete, ya, ahora corre.

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Pero era tarde, no quiero mentir, pero lo vi alejarse sobre el horizonte, a firme sinpisar este suelo, cada vez subía y se alejaba más.- Corrí, corrí todo lo que pude para llegar a él, pero mi esfuerzo fué inutíl, perdido yexhausto, empecé a llorar. Anduve por la ciudad, gritando y pidiéndole a 1agente que prestara atención que elmesias ya había llegado, quise mover a esa masa incandescente hasta horizonte para llamarlo, pedí, supliqué yhasta me arrodillé, hasta que dos hombres de blanco me ataron los brazos con este chaleco y me encerraron acádonde ya perdí la cuenta de cuanto hace ya que giro y giro alrededor de la ronda pidiendo, llamando, gritandoque me escuchen, pero ya nadie me presta atenciónEntonces el mundo se convirtió en piedra, al menos para mí, porque la piedra, no es piedra por ser dura, sino porfalta de fe.

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¡AHORA, SALTEN...!

Por Roberto Adrián Carcagno.-

La luz verde se encendió. Uno por uno enganchamos las cuerdas al riel. Avanzamos lenta-mente, en fila., uno detrás del otro. La portezuela se abrió y dejó ver una oscura inmensidad. Solo algunos deste-llos y fogonazos al fondo y apenas el resplandor de la Luna que nos jugaba sucio al aparecer tras las nubes grisesde la noche. Las caras sin expresión.Lo peor de todo era la espera, esa maldita espera que nos obliga a pensar.- ¡Ahora, salten!Uno por uno y como gigantescos hongos negros fueron apareciendo a medida que me llegaba el turno. Allá voy:- ¡Gerónimo!...Todo da vueltas. El viento en la cara casi no me deja respirar. Mi paracaídas no se abre,¡carajo!. La caída aumen-ta en velocidad e inexplicablemente mi paracaidas de pecho tampoco reacciona cuando tiro de la cuerda con des-esperación. No puede ser. Mi Dios, casi me estoy ahogando. Mi corazón parece querer correr más rápido queyo.¿Es que tengo que morir asi...?

Recién acabo de salir de la escuela y luzco orgullosamente mis galones de teniente frente a la gente que se agolpaen la entrada. Es que hoy es el dia final y todos vienen a esperar a sus hijos, hermanos, novios. Ella también está.Dulcemente me mira desde el parque de la esquina, como lo hiciera durante todo este tiempo mientras me espera-ba los sábados a la tarde. Me siento feliz y mi mejor recompensa está con los brazos abiertos al otro lado de lacalle. La gente lentamente me deja pasar y no falta quien me mire receloso. No lo culpo. No todos podemos estaraquí. Además mi uniforme me queda “al pelo”. Claro, yo se lo hice entallar a mamá. Si hasta me parezco a ClintEastwood en aquel película del año pasado. Mi andar sereno pero firme y el beso. -No sabés como estuve espe-rando este momento- me dijo- se que es muy importante para vos aunque yo no esté de acuerdo.Con esas palabras y si en algo aun inconcientemente lo dudaba, terminó de conquistarme. Parecía flotar por losaires...

...mi desesperación solo hace empeorar todo, tengo que serenarme, mi cuchillo, mi cuchillo, casi no lo alcanzo.Mis compañeros, los que saltaron mucho antes, trataron de dirigir los paracaídas en mi camino, pensarían aga-rrarme cuando pasara en mi alocada caida hacia la muerte sin razonar que la velocidad podría llevarlos a ellosconmigo. Pero debe ser peor ver sin poder actuar como alguien lucha por su vida que estar viviendo en carnepropia esa lucha.Al menos, más sereno, intento cortar la funda en un vano intento por desalojar el maldito paracaídas. El suelo se acerca y ya no hay nada más por debajo mío. Los segundos parecen días enteros. Mi cabeza giracomo todo lo demás, gira y gira sin descanso y muchas imágenes pasan por ella como en un audiovisual supersó-nico.

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- ¡Tito!… digo, ¡Cabo Tito, cúbrame... intentaré tomar las posiciones enemigas!- ¡Okey! - contestó mi amigo Tito. Me levanté corriendo y pasando agazapadocon mi ametralladora de plástico por entre los rosales de mamá tropecé y caí justoencima de una hortiga. Mi casco voló sin mi cabeza muy lejos.- ¡Me dieron...ugh...repliéguese y vaya por ayuda!- ¡No puedo abandonarlo, teniente, iré por Ud!- ¡No Cabo, es una orden!Sin embargo y desobedeciéndome, el cabo Tito, recientemete ascendido por mí mismo por su valor en combate,derribando macetas, rosales y cuanto objeto se le pusiera en el camino y sin descuidar su espalda llegó hasta mi ysimuló arrojar una granada, que no era sino un alcaucil que le habíamos robado a mamá del cajón de la verdura.La granada fue a caer justo a los pies del enemigo:- ¡Rajemos, ahí viene tu vieja!-¡Mis plantas!, estos soldaditos de plomo me van a sacar “canas verdes”.A todo esto y milagrosamente curado, ya estabamos a prudencial distancia riéndonos, dejando por un momentode lado nuestro juego. Cuando termináramos la escuela primaria iríamos al colegio militar, queríamos ser cadetes.Mientras tanto nos confor- mábanos viendo las películas del sargento Saunders que con su ametralladora matabacientos de alemanes malos y feos. Que pinta que tiene él. Y es muy valiente......qué lejos que estábamos en nuestra infantil inocencia de comprender a los héroes de turno que la T.V. nos im-ponía. Y yo que estoy por morir reventado por esta maldita guerra, sin saber ni siquiera por qué peleo. Ya me heresignado a mi fatal destino y solo espero arribar al final de mi viaje viendo continuamente y sin poder evitarloesas imágenes que desfilan en mi interior. A lo meior sería meior morir así y evitar esas noches interminables cui-dándonos espalda con espalda en medio del mugroso barro, mojados hasta el cuello y roñosos por donde se nosmirara, los ojos rojizos de tanto forzar la vista y el pánico reflejado en ellos, esperando un solo ruido, un solomovimiento en algún matorral para descargar los Browning automáticos en esos cerdos que tampoco saben porqué están aquí. Matar o morir mientras un señor diplomático discute en una mesa los términos ventajosos de unarmisticio que puede llegar mañana, pasado, el año que viene o nunca si al que tienen enfrente no le gusta la caradel otro. Así terminará de una vez por todas esa intranquilazadora pregunta de si estaremos con vida al día si-guiente. Todo es basura, mierda, solo me animaría a seguir con vida por todos los Titos y los Richis que juegan alhéroe engañados por los grandes intereses de la destrucción. Si solo supiera por qué morimos tantos, sisolo hubiera ella sobrevivido a aquel bombardeo. Si solo la tuviera otra vez en mi brazos y volver a flotar, flotarpor la inmensidad... ¡Gerónimo! vuelvo a gritar y voy dando vueltas, los ojos cerrados, lospuños apretados, las imágenes, el suelo, el avión, girando, girando…-Se durmió, Teniente, ¿está bien? Es que gritó, pensé que...-Estoy bien, gracias, solo algo cansado, por eso me dormí.

Todo un sueño. Algo irreal, imaginado. Mi corazón pese a todo latía rápidamente. De pronto la luz verde se en-cendió. Uno por uno enganchamos las cuerdas al riel. Avanzamos lentamente, en fila, uno detrás del otro. La por-

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tezuela se abrió y dejó ver algo que me resultaba familiar. Los destellos y los fogonazos. La Luna que nos jugabasucio al aparecer tras las nubes grises de la noche. Las caras sin expresión que yo ya conocía. Mi cerebro le pidióa mi mano que desenganchara el cordón del riel. Casi le imploró. Esta conocía la respuesta y no se inmutó. Y laorden, al fin llegó:«¡Ahora, salten!

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HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE.-

Por Hugo Enrique Vilar Diano.-

Yo te lo cuento a vos, pero no se lo digas a nadie ¿me entendés?, porque vos sos mi amigo,lo único que me queda y si no te lo conté hasta ahora era porque no estaba seguro o que sé vo. Yo trabajaba por la mañana, hasta las doce, ¿sabés?, en una oficina, en una mugrosa oficina apocas cuadras de casa, claro, eso sí, era, cómodo y con el sueldo podía ayudar a papá que estaba enfermo,y y mefui quedando, pero el problema fue cuando murió mamá, fue del corazón, pobre vieja, con las mala sangre que sehabía hecho por la enfermedad de papá y la situación económica se vino abajo en poco tiempo y hasta el últimominuto no lo demostró, recelosa por darnos todo lo mejor. Papá, lloraba, lloraba como un niño, siempre fue un hombre fuerte que se reponía ante la ad-versidad, pero esto lo tiró abajo, no podía dominarse, después siempre anduvo cavilando y de mal humor, hablabasolo y siempre lo veía llorando de a ratos, trataba de ocuparse en algo para olvidar pero su edad y su ánimo ya nose lo permitían. Entonces yo tuve que trabajar más duro para que al viejo no le faltara nada, al menos mate-rial, ya que algo muy grande, un espacio vacío quedaba en lo más profundo de su persona. Yo era lo único quetenía el viejo y traté de cumplir en todo lo necesario con los deseos que siempre tuvieron para mí los dos. Al me-nos así él vería en mi vida un poco la de ellos, por lo que tanto habían luchado. Tal es así que y aprovechando queel cuartel estaba a la la vuelta de casa y que a él siempre le había gustado ayudar al prójimo que me hice bomberovoluntario. La verdad que al principio fue muy divertido. Cuando me dieron el uniforme era como un chiche nue-vo, recuerdo que después de largo tiempo volvió a sonreír. Había una sirena enorme que llamaba a los bomberosa cualquier hora, cuando se produjera alguna llamada de auxilio. Cuando sonaba salía corriendo para el cuartel, aveces estaba durmiendo, a veces en la oficina. Yo largaba todo y me sentía un poco un héroe, no por figurar sinoque empezaba a darme cuenta lo importante que era ayudar desinteresadamente a quien lo necesitara. Me hicegrandes amistades en el cuartel. Allí conocí gentes de todas las especies, pobres, ricos, solteros, casados, altos opetisos, con el uniforme éramos todos iguales y teníamos la misma meta. Todos, me apreciaban mucho. Cuando llegó el cumpleaños del viejo organizamos en casa, para alegrarlo, una fiesta sor-presa con los chicos del cuartel. El viejo se puso muy contento, el no tenía amigos, no iba al café y siempre solo,pese a mis esfuerzos, se pasaba las horas sentado en el sillón, pensando vaya a saber qué cosa mirando unos vie-jos papeles amarillentos que guardaba en un pequeño cofrecito Había llegado a pensar que en esos meses quepasaron se había repuesto en algo, El se ocupaba mucho de mi cuando yo estaba en casa. Todo iba bien, o al me-nos creía que iba bien. En esa época conocí a Belkys, la extravagante imaginación de su madre que leí novelasFinlandesas le inspiró a ponerle ese nombre. Me enamoré, realmente estaba enamorado. Ella era divina, algo fue-

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ra de lo común. Yo pensaba ya seriamente en casarme y estaba rompiéndome todo juntando algún dinero,pero no podía dejarlo solo al viejo. Sin embargo él me instabaa ello. Me decía yo no quiero que te quedes solo, un aquel momento no lo entendí, pero presentí que alguna ex-cusa lo obligaba a seguir viviendo aunque no lo desease. Y esa excusa era yo. No pensé que la muerte de mi ma-dre lo hubiese llevado a ese estado, pero ellos eran como una sola vida, que no tenía sentido la una sin la otra, Yera verdad. Entonces me casé y en la casa que era grande vivíamos los tres sin separarnos. A las tresde la tarde de un hermoso día sonó la sirena, ¡oh! endemoniada, justo mi día libre, yo estaba en casa recostadocon Belkys, dormitando y me costó pero salí corriendo. Había sonado dos veces, eso quería decir accidente, casisin razonar-bueno, dije, lo lamento por los accidentados pero al menos el trabajo será más liviano que en un incendio. Lle-gué agitado, cuando entre la autobomba casi ya se disponía a salir. «Un accidentado en las vías me gritaron. Casisiempre son suicidas los que se tiran a las vías cuando ven venir el tren, caray, hay que tener coraje y demasiadosproblemas para hacerlo. Si pensaran los trastornos que causan por los trenes que quedan detenidos y las imáge-nes que tiene que ver la gente. La primera vez que vi sacar a uno me descompuse tanto que estuve a punto dedesmayarme. La autobomba salió y a medio vestir emprendimos el viaje hacia nuestra cita, nuestra lúgubre cita Llegamos muy rápido, nos bajamos muy rápido y al principio no sé por qué no me acer-qué demasiado, hice como que me arreglaba la ropa y contuve a los curiosos que cuando huelen sangre nuncafaltan. Con paso lento y ante la llegada de policías me dirigí a ayudar a mis compañeros en tan triste tarea, la.gente se amontonaba caprichosamente como no queriéndome dejar pasar, entre esa marea de cuerpos y caras bo-nitas llegué hasta el final del andén y cuando me disponía a bajar por el espacio entre vagón y vagón Luis me gri-tó queno bajara. Yo insistí.-¡No bajés, no hace falta! En verdad no lo tuvo que repetir otra vez ya mi intención de bajar no era muy grande,pero me parecía que lo que me decía Luis casi con miedo en su cara era una excusa. Sin embargo no insistí y mequedé ayudando a los enfermeros recién llegados a preparar la ambulancia. Mi mente me ale jaba del lugar y pen-saba en lo feliz que me había, hecho mi mujer a la. mañana cuando me dijo que estaba embarazada. Estaba tan contento que ni tiempo de contarle al viejo tuve,al rato se acercaban trayendouna camilla Luis y un enfermero. El cadáver estaba cubierto totalmente y la gente murmuraba observando las manchas desangre en derredor. Al llegar a la ambulancia tomé la camilla por un costado para poder introducirladespaciosamente en aquella. No sé por qué mi mano se extendió, para levantar la sábana. Luis no alcanzó a decirpalabra.pero su cara denota miedo. ¿Desde cuando le asustaba a él ver un cadáver ? Mi mano no se detuvo. Levantó la

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sábana a la altura del rostro y allí estaba, tieso, mudo, ensangrentado mi padre.- Más no recuerdo, solo que encontré una carta en su habitación que decía «Voy en busca dela verdad de mamá, no te preocupes». ¿Sabés por qué te cuento todo esto?, porque al poco tiempo naciste vos, y creciste ydespués ya sabes, mamá murió y yo quedé solo, vos ya te casás y yo veo pasar tan rápido los trenes, tan rápidoque me dan ganas de irme con uno, parasiempre, para no volver jamás...¿qué pavadas digo, no?

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EL ENGRANAJE.

Por Roberto Adrián Carcagno.-

Es como esas cosas que son creadas para estar siempre juntas. No sirve una pieza sin la otra.Como un engranaje. La máquina funciona mientras ambas hacen fuerza juntas. Si una falta, la otra gira como per-dida en el espacio infinito, sin tiempo ni materia, inerte, como enloquecida, girando sin asidero. Solo unos pocos meses de separación marcaron nuestros comienzos. Cada uno sin siquierapensar que podría existir el otro. Caminos diferentes pero muy iguales, casi idénticos diría, como señalizados porla misma mano. Fue en un colegio como cualquier otro, pero muy distinto al mismo tiempo, con una divisiónmuy unida en particular. Todavía me acuerdo como si fuera hoy del gordo Latorre, con su imagen de dandy y sumanera de derrochar la plata, su pelo rubio y enrulado, sus anteojos negros y amplios que volaron con él detrás eldía que pateó el tacho de basura que estaba trabado con la raíz de un árbol; del «Plomo» Rigueiro, compañeroinseparable de banco, macheteadas, escapes y jodas; del narigón Lumelsky, también compañero inseparable deaventuras en un club de barrio junto con Camacho y Gatti; del yudoka Majul, grandote como se los ven en laspelículas de artes marciales, pelirrojo él y gran tipo; de Petroni, filósofo y dormilón, atleta de físico privilegiado,me parece verlo dormir en la pre—hora de Inglés ajeno a los reclamos que «la Villa» -apodo de nuestra jovenprofesora-, le hacia; del ruso Glossman, bocho; del melón Breccia, cabezón, loco e inteligente, la chispa de la cla-se, con sus arranques de humorista y dibujante; del turco Distéfano, actor innato, de Nuré y Darán, con sus carasde cementerio que asustarían al propio Lázaro Costa; del Ruso Niemtzoff el fotógrafo socialista; de Braun elrenegau; del Pato, todo lleno de diplomacia, de Stasi; de Piri, del flaco Ramazotti, del gallego Ordóñez, de Tuqui,de Toto, de todos. Todos. Facetas disímiles y los más diversos caracteres humanos como para poder elegir y en elmedio un muchacho callado, peinado a la gomina, raya amplia y delantal clásico y un muchacho de cabellos lar-gos, sueltos y rebeldes, de lengua desatada y un caradurismo que escondía su verdadera timidez. La etapa secundaria, la que no debe faltar en la vida de nadie, en donde las cosas sonvistas con ojos tiernos e irresponsables, en donde todo es joda y diversión, en donde te vas formando como hom-bre, en donde empezás a asomarte levemente a la vida como un prólogo del duro golpe que recibís cuando tesentís solo fuera del tantas veces llamado segundo hogar, como extrañando la inocencia y no obligaciones de esemundo aparte, como no sintiéndote lo suficientemente duro para soportar las nuevas responsabilidades y los em-bates de un mundo cruel y consumido, agonizante, donde no faltan virtudes y valores humanos, pero que son tandifíciles de encontrar como fáciles son de detectar a los que se empeñan en esconderlos, destruirlos, cercenarlos yolvidarlos, convirtiéndose solamente en valores materiales automatizados en la ignorancia y dispuestos a vegetaraburguesadamente con la panza llena y el cerebro vacío de ideas creadoras. Entre todo esto, personajes que se destacan, creencias que aparecen y destruyen comobombas, sentimientos que van surgiendo y se van afianzando y solidificando . Pero los caminos son disímiles y variados, los grupos se achican y se van decantando.Todavía me acuerdo como si fuera hoy. La división, mi compañero,

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mi primer amigo, el primero que sintonizóesa palabra tan frecuentemente mal usada, haciéndo honor a su traducciónliteral.Y mis otros compañeros que hoy siguen caminos apartados enbusca de su meta y que se que en determinado momento responderían calurosamente a un llamado.Y ese otro sujeto sentado en la otra punta del aula, desconocido y genial, con su pelo largo rebelde, sucaradurismo y su timidez.Todavía me acuerdo cuando empezamos a conocernos gracias al odiado celador Deangelis «júnior», quien meseparó de mi compañero de banco y me sentó junto a él. Si todavía veo esos ojos nuevos a mi lado, recelosos ysobradores, parecía como que me miraban desde mucho más arriba. Qué difícil se hace decir muchas cosas. Qué difícil es encontrar en mi mente las pala-bras adecuadas que habrán de descargarse en mi Lettera 22 para expresar algo profundo. Ni siquiera se si algúndía tendrán acceso a estas palabras los que pueden entenderlas. Hoy ya pasó mucho tiempo y se me ocurre pensar que inconscientemente nuestrotan odiado celador nos hizo un favor al sentarnos juntos y particularmente al sentarme junto al que seria más queun simple compañero de banco, más que un compañero de levantes y jodas...Si todavía me acuerdo de aquel lar-go momento cuando casi inconscientemente nos dimos cuenta que estábamos unidos y que no nos podríamosseparar jamás; cuando comenzamos a saber que el otro estaba ahí, donde fuera y dispuesto a todo; cuando pormuy solo que te sintieras empezabas a darte cuenta que no lo estabas; cuando ibas a caer y una mano fuerte tesujetaba como surgiendo de la nada; cuando el simple intercambio de miradas obraba como el mejor de los idio-mas; cuando las palabras se anudan en la garganta y no salen coordinadas porque no saben expresar el sentimien-to; cuando el simple saberse unidos es el mejor oxigeno que pueden abrigar tus pulmones...es que la máquinafunciona como si hubiese sido creada para no detenerse jamás, como si ambos engranajes hubiesen sido creadospor la misma mano. Nosotros le dimos cuerda una vez y comenzó su marcha infinita. Gracias, Eduardo Allende, gracias por ser parte de esa máquina, la máquina de laamistad.

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CUANDO LA TIERRA SE OSCURECIO.

Por Roberto Adrián Carcagno.-

Y un día, una gran nube densa y gris se cruzó delante del sol, ennegreciendo la tierra.-Quítate- le dijo el sol- no ves que allí abajo necesitan el calor de mis rayos.—¿Por qué habría de hacerlo?— respondió la nube- así se darán cuenta que no eres tan importante como pare-ces. Mira como una simple nube como yo puede anular tu poder.-No comprendes acaso que «mi poder», como tú lo llamas, es necesario para que puedan vivir.-No; tal vez ahora se den cuenta que pueden vivir igual sin tí.La gente miraba hacia el cielo entristecida. La nube se movió un poco y dejó pasar un pequeño rayo de luz. Lue-go volvió a correrse y ocultó nuevamente al sol, diciéndole-Mira qué fácil me resulta hacerte aparecer y desaparecer. Tú no eres realmente poderoso. Ni siquiera intentasnada por demostrarlo.-Aunque ocultes mi luz, ellos saben que aun estoy aquí y creen en mí. Tú negra figura solo se ve delimitada por elresplandor que mis rayos crean al pegar en tí.La nube vaciló un momento y rápidamente reaccionó:-Tal vez sin verte, «te vean», pero no te sienten. Tu calor no alcanza a pasar a través de mi.-Mi calor vive en cada uno de ellos porque alguna vez lo sintieron y saben que nunca los voy a abandonar, por-que cuando desaparezco momentáneamente sólo les hago más grato aquel momento en que vuelven a verme; encambio tú sólo aguardas el momento de morir disuelta o dispersa ya que puedes vivir sólo gracias a mi calor. Túeres un objeto pasajero insignificante que tal vez no merecería siquiera el tilde de insignificante, por grande queseas, yo existiré por siempre.-Aun asi, sigo ocultándote- respondió la nube casi vencida.-Sin embargo, los extremos del camino que tú quieres separar, estarán infinitamente unido por un rayo de luz ymarcados a fuego por una dulce calidez. Podrás ver que no miento.-No, no lo podrás hacer- contestó la nube atemorizada., quizás presintiendo su derrota.El sol tranquilamente fue aplacando su calor hasta ser apenas una esfera tibia, pequeña, tímida. La nube comenzóa enfriarse lentamente hasta que estuvo helada. Entonces el sol creció rápidamente y despidió toda su fuerza y sucalor en ella.. La nube se convirtió en minúsculas gotitas y cayó a la tierra en forma de lluvia, alegrando a la gen-te. Al poco tiempo el sol volvía a aparecer en medio de un hermoso cielo azul. En la tierra, una cálida brisa reco-rría las ciudades y los campos. La nube, dispersada y maltrecha, empezaba lentamente a evaporarse y se formabaotra vez.Pero ya nunca intentaría interponerse entre elsol y la tierra. Sabía que el calor del sol era más poderoso que unafría, gris e insignificante nube. A todo esto, en algún lugar, alguien escribía esto en la primer página de un libro y

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se lo regalaba a un amigo, como símbolo de esa amistad.Y a muchos kilómetros de distancia, en medio de un hermoso cielo azul, inmensamente azul; disimulado por unacalida brisa, inmensamenta cálida; el sol, sonreía.-

( A Bubby.-)

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LA TARJETA PERFORADA.-

Por Hugo Enrique Vilar Diano.-

Llegué a casa como a eso de las tres de la mañana. Siempre me quedo en el centro de la ciudad,vagando por las calles que a esas horas están vacías y quietas, con los postes de alumbrado que, como únicostestigos de esa soledad, reciben sin protestar el rocío sobre sus hombros mientras los semáforos parpadeansomnolientos, saludando a automovilistas y peatones solitarios que como yo, saben apreciar la infinita belleza delas calles a la madrugada, Introduje la llave en la cerradura y al abrir la puerta me extrañó encontrar a David adentro. Él esmi amigo de toda la vida, por supuesto él tiene una copia de la llave de mi departamento. Nuestra amistad fuesiempre tan profunda que desde pequeños compartimos todos nuestros bienes materiales y espirituales, en lasbuenas y en las malas, como se suele decir. Pero lo encontré alterado e impaciente, es más, él trabaja en el pro-yecto conjunto, de exploración espacial, es científico, y parecía que tenía algo importante que hablar conmigo yque no había reparado en quedarse despierto esperando mi llegada a tan altas horas de la madrugada, yo en cam-bio, soy escritor, me gano la vida creando para los demás. Esa fue para mí la pasión desde chico al igual que la deél fue las matemáticas.- Pero en ese momento solo importaba una cosa, era lo que lo tenía sobresaltado; Lo tranquilicé,serví unas copas y nos pusimos a charlar. Luego comencé a escribir en mi máquina el último cuento del libro que tenia que entre a primerahora en la mañana en la editorial para comenzar su compaginación y edición.

LOS CIBERNETICOS Y LAS MAQUINAS DEL FRACASO.-

Era una operación de rutina, desde que se llegó a aquella galaxia se hablan ido explorando yconquistando uno a uno los planetas que giraran alrededor de estrellas. Nunca se había encontrado una civiliza-ción con una inteligencia superior a la humana, lo que los hacía sentir los dueños del universo. Los astronautas dela Federación partían constantemente con distintos rumbos. El hombre apoyó atrevidamente su pie sobre aquel pedazo de tierra, por así llamarlo. Comen-zó su trabajo, quizás algo saturado por él. Recogió pruebas, tomó fotos. Estaba realmente asombrado por el pa-norama que se le presentaba, pareciera ser que todo el planeta estaba revestido por una especie de azulejos blan-cos, que le daban un aspecto frío, tétrico, desolado.- El astronauta levantó la vista y vio a una pequeña distancia miles dehangares, todos iguales, colocados simétricamente uno atrás del otro hasta dónde alcanzaba la profundidad delcampo visual. Eran las únicas construcciones que la sonda exploradora enviada con antelación había localizadoen el planeta y a él le tocaba investigar si aun había rastros de vida o era otro de esos mundos abandonados. Por eso dudó antes de colocar la bandera de la Federación y declararlo planeta conquistado

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hasta fijarse bien que había dentro de los misteriosos hangares. Avanzó lenta pero firmemente hasta el primero deellos. No sabia realmente por qué, pero lo invadía un sentimiento de duda y temor que nunca antes había, sentido,algo que tácitamente le advertía que lo que estaba por descubrir no debía ser descubierto jamás. La puerta gigantesca se le antepuso y ante el primer movimiento de su mano, que buscaba lamanera de abrirla, ésta lo hizo automáticamente. Ante el desconsuelo también inconsciente de su intuición, ya que su idea de encontrar algodistinto había sido derrocada, solo hallo un espacio cubierto enorme, alto y largo, difícil de imaginar, todo reves-tido por esos malditos azulejos blancos. En el medio, como si fuera un almacén de chatarra oxidada, pero odiosa-mente ordenado, odiosamente simétrico, una al lado del otro, todos en filas de dos y de cuatro que también ledaban esa característica ya familiar de frialdad, allí estaban, ordenados, catalogados, codificados, perfectamentesimétricos y aseados los únicos seres que habitaban ese planeta, pensó, miles y miles.- Allí estaban Los Cibernéticos, quietos, inmóviles, como rotos en desuso, enfiladoseternamente a través de las comunicaciones de los galpones. El silencio era el primer actor de esa puesta en escena parecía como un gran cortocircuito los hubiera roto a todos. El astronauta no se pudo controlar, pensando en esas porquerías de lata y cables,miles y miles de cables y conexiones inútiles y esa maldita pulcritud innecesaria. Otro en su lugar hubiera tratadode buscar una respuesta, un indicio, hacerlos funcionar de alguna manera para hallar algún sustento sobre el cualelaborar luego una tesis sobre la civilización de ese extraño mundo. Pero el destino le estaba jugando una malapasada y quiso que en su descontrol pateara la cibernética que tenia más cerca, desafeándose un poco. La máquina comenzó a funcionar. Un montón de lamparitas se prendía y se apa-gaban, un traqueteo sordo inundaba el espacio luego y a un zumbido lento a la vez que por una de sus bocas en-tregaba, una tarjeta perforada, luego se detuvo y otra vez la calma, el silencio agobiador. El astronauta tomó latarjeta en sus manos, un pedazo de papel lleno de agujeros y símbolos, Allí empezó a dudar del gran corto circui-to que su mente imaginara y pensó si verdaderamente alguna vez habrían dejado de funcionar. Tal ves un voto desilencio. Tal vez una larga espera, a lo mejor una especie de vigilia o un autocastigo. Decidió regresar a la navemadre con la tarjeta. Irónicamente olvidó colocar la bandera de la Federación.- David Flex, jefe de la Central de Operaciones de la Federación en la Tierra trabajabadesde hacía un año intensamente en la traducción de una tarjeta cifrada que había sido traída por uno de los vue-los de investigación y conquista del ano anterior. Al parecer le habían otorgado una especial importancia al infor-me del astronauta correspondiente, ya que la Federación le había encargado que se ocupara personalmente deella. Concluido su trabajo, se encontraba en su casa apunto de salir para la Central, cuandodecidió escuchar detenidamente la grabación, que él mismo había realizado durante tanto tiempo.-

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Proyecto Central.-

En otoño del año claro, el grupo de los cibernéticos proyectó y decidió la realización de unacomputadora que revolucionaría todo lo conocido hasta la fecha, dadas las características que revestía el nuevoinvento. En invierno del mismo año se empezó la fabricación de dos unidades experimentalessegún el diagrama original. No cabía duda en ese entonces que seria la innovación total más importante para lavida de nuestra civilización ya que el denominado Proyecto Central había sido concebido para realizar los traba-jos que por nuestras características nos veíamos obligados a cumplir con pérdidas de tiempo y muy dificultosa-mente. Por lo tanto mejoraríamos nuestro nivel de vida en un porcentaje muy amplio y podríamos desarrollannuestra cultura ampliarme. La computadora tendría a movilidad propia, cosa que nosotros solo conseguimosmediante accesorio. No necesita ningún tipo de código para ser alimentada ya que recibe directamentelas indicaciones por dos dispositivos audibles colocados en ella,. La alimentación de esta nueva computadora esde costo reducido ya que no consume electricidad ni lubricantes. Posee dos palas enormes que le sirven para rea-lizar los trabajos por sí misma. El material empleado es un compuesto químico elaborado que le brinda elastici-dad y sensibilidad. Su campo visual es amplio y direccional y lo que fue más dificultoso lograr es que reprodujeradirectamente unidades similares que sé autoremplazaran cuando se desgastaran las anteriores, lo cual nos brindala seguridad de contar eternamente con el artefacto que garantice nuestra subsistencia sin depender de otro tipode factores gravitantes. Su núcleo tiene una capacidad extraordinaria de asimilación con almacenaje de datos como elmejor de nosotros con un mecanismo de autocensura para los efectos que puedan resultar nocivos para la maqui-naria. El único inconveniente surgido fue la producción unitaria, que eliminaba la posibilidad de reemplazo, locual fue solucionado cuando dos tipos análogos de maquinarias con una mínima diferencia que sería posible lareproducción citada por medio de un sistema mecánico de ensamble y unión de dos células embrionarias del ma-terial nuevo, lo cual era también e involuntariamente un punto a favor ya que nos permitiría controlar perfecta-mente y dirigir la creación de nuevas máquinas reemplazo. En verano del año quietud fueron entregadas y puestas en funcionamiento las computadorasexperimentales, las cuales comenzaron a trabajar inmediatamente con resultados altamente positivos para nuestracivilización. Nuestra cultura, avanzó a grandes intervalos. Pero nuestro invento tenía un pequeño margen de error que no fue corregido a tiempo. Radi-caba en su núcleo. La capacidad de almacenaje de datos era bloqueada por el mecanismo censor de autodefensa,lo cual evitaba que la máquina asimilara rápidamente nuestras instrucciones y lo que resultó más grave, adquiría

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grandes márgenes de autoconciencia en base a la falta de órdenes que activaran en su totalidad el núcleo. Fue así que al poco tiempo y en el mismo año las dos unidades experimentales ya trabajabanpor su cuenta y se habían convertido en una amenaza a nuestra subsistencia. El trasplante de nuestra cultura, lamanera en que habían logrado con ella desarrollar una inteligencia propia y sus superiores medios físicos los ha-bían convertido en nuestros peores enemigos. Poco a poco nos fueron dominando y almacenando. Eliminaron todos los mecanismos accesorios que nos permitían nuestra precaria movilidad.Nos comenzaron a usar en su beneficio. Estábamos condenados a la esclavitud y en el mejor de los casos, si noslibrábamos de ellos, quedaríamos almacenados en una actitud silenciosa de vigilia, esperando nuestra muerte alagotarse las fuentes de energía que nos regían. En la primavera del año oscuro se encontraban las dos unidades dentro de una de las sondasde exploración con las que tratábamos de establecer contacto con civilizaciones lejanas. Esta estaba orientadahacia la galaxia denominada Vía Láctea por su aspecto blanquecino, al sistema solar 9 por sus nueve planetas.Para asegurarnos una, muerte tranquila y porqué no confesarlo, con un agudo resentimiento hacia nuestra crea-ción que no era un logro sino un verdadero peligro hacia nosotros mismos, activamos el mecanismo de propul-sión y los expulsamos del planeta, esperando que no encontraran seres vivientes a quienes dominar en el tercerplaneta del sistema mencionado en la galaxia vecina. El proyecto central basado en el diagrama original bautizado «HOMBRE» había fracasado. Decidimos programarnos para entregar este mensaje como advertencia a cualquier visitantede otro mundo que algún día pudiera llegar a explorar nuestro planeta. David Flex meditaba profundamente sobre propias palabras salidas de una larga traduc-ción de una tarjeta perforada, encontrada en una distante galaxia. Era un domingo por la mañana como cualquier otro, aunque muy especial. Bajó en conta-dos segundos desde su casa en el piso 45 de un moderno edificio. No sé. resignaba a tomar en serio lo que había escuchado. Decidió caminar hasta la Cen-tral de Operaciones. Sabia que al presentar su trabajo seria famoso ni bien se diera a conocer el mismo. Su posi-ción se acrecentaría rápidamente y conseguiría en poco tiempo lo que no había logrado en años de esforzadostrabajos. Meditaba y sacaba conclusiones: ¿sería posible?, Habría querido equivocarse. Se negaba aafrontar los hechos. En su trayectoria pasó por la puerta de una Iglesia. Se detuvo a observar la gran cantidad defamilias que acudían a escuchar el sermón de todos los domingos. Algo que no supo qué lo obligó a entrar. Ob-servó la fe de sus semejantes. Esa fe que él siempre hubiera querido tener. Vio la fuerza de la creencia. Esa creen-cia que él siempre hubiese querido tener y que nunca tuvo tiempo para dedicarle, absorbido por su mundo frío,materialista, agobiado por la ciencia y las matemáticas. No pudo y salió. Se sentó en el jardín. Tomo su encende-dor electrónico con su mano derecha. Con la izquierda tomó el sobre que contenía su fama y su riqueza. El sobre que contenía la destrucción de miles de personas. Lo encendió cuidadosa-mente por una punta y esperó hasta que estuviera totalmente consumido por las llamas. El humo ondulante as-cendía lentamente se confundía con el cielo azul del amanecer. Alzó la viste, hasta que el humo se perdió total-

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mente y recorrió el firmamento con la mirada profunda y perdida, quizás buscando una respuesta, quizás querien-do despertar de una pesadilla. Entonces aqué la última hoja de la máquina de escribir, doblé los papeles y los colo-qué en un sobre, lo cerré y escribí “ Sr. Director, Presente.-“ Mi trabajo había concluido, Esduardo estaba a mi lado mirando como dentro de uncenicero, una extraña tarjeta perforada era consumida por las llamas de un pequeño fuego.-

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