Comunidades lucanas. 2° sesión
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Énfasis bíblico III
Primeras comunidades cristianas
La comunidad lucana
ASPECTOS COMUNITARIOS EN PERSPECTIVA LUCANA1
La misión universal: Hechos 1,1-14
Como era habitual en el mundo antiguo, Lucas comienza su segundo volumen con un
breve sumario de los contenidos del primero. Se recuerda que:
(1) En el Evangelio, Lucas trató sobre todo lo que Jesús comenzó a enseñar y hacer
desde el principio hasta la ascensión (Hch 1,1).
(2) Jesús ascendió al cielo solamente después de haberle dados instrucciones a los
apóstoles (Hch 1,2-3).
Jesús, el Señor resucitado, está vivo y continúa su enseñanza y actividad en el mundo a
través de los discípulos que cuidadosamente instruyó. La continuidad entre el ministerio
y el mensaje de Jesús y el de sus discípulos queda establecida.
Esto lo podemos ver más claramente en Hch 1,4-8, el cual tiene relación estrecha con
Lc 24,44-49. Notemos cómo redacta Lucas las palabras de Jesús que contienen los dos
anuncios sobre el futuro inmediato de los discípulos:
- En Lc 24,49, Jesús anunció que serían “revestidos de poder desde lo alto”. En Hch 1,5
entienden que este revestimiento tiene lugar en el ser “bautizados en el Espíritu Santo”.
- En Lc 24,47b, Jesús anunció que la misión abarcaría “a todas las naciones,
empezando desde Jerusalén”. En Hch 1,8, el programa es más detallado: “Seréis mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra”. En
ambas citas Jerusalén es el punto de partida.
Además de estos puntos de contacto entre el final de Lc y el comienzo de Hch, hay que
tener en cuenta el relato de la ascensión, en cual cambia definitivamente paradigmas en
el discipulado y la misión.
Estos datos nos permiten hacer tres anotaciones:
(1) Tanto en Lc 24 como en Hch 1, hay una relación de causa-efecto entre el don del
Espíritu Santo y la realización de la misión.
Pero surge la pregunta: ¿Por qué la misión se realiza solamente después de esto y no
antes? Respondemos con G. W. H. Lampe: “A través de la muerte y exaltación del
Mesías, el Espíritu Santo que obró en él ha sido impartido a sus seguidores”2. En otras
palabras, la salvación ofrecida por Jesús en la Cruz solamente se hace accesible por el
don del Espíritu Santo; de ahí que la “promesa” del Padre no es Espíritu solamente sino
1 Documento preparado para clase con apuntes tomados del P. Fidel Oñoro Consuegra C.J.M.
2Ver “The Holy Spirit in the Writings of St. Luke”, en D. E. Nineham (ed), Studies in the Gospels
(Blackwell; Oxford, 1957) 159-200. Un poco más reciente de J. D. G. Dunn, Jesús y el Espíritu. Un
estudio de la experiencia religiosa y carismática de Jesús y de los primeros cristianos, tal como
aparece en el Nuevo Testamento (SET; Salamanca, 1981) .
2
la salvación de Dios que hace presente este Santo Espíritu (aunque hay que tener
presente que la cita de Joel 3,1-5 en Hch 2,17-21 tiene el carácter de promesa del
Espíritu “sobre toda carne”; con todo véase el v.21 comparándolo con Lc 3,6).
Por otra parte, el tema del “poder” que caracterizaba la misión de Jesús y de sus
discípulos en los relatos misioneros del evangelio, ahora tiene nombre propio: el
Espíritu Santo (“recibiréis la dýnamis del Espiritu Santo”, 1,8)3. Pero este “poder”, en
el período post-pascual, no es distinto del poder de la Cruz.
El don de la salvación es “para todos”. Esto explica por qué apareció en Hch 1,6-7 la
polémica sobre el “restablecimiento del Reino de Israel”. Ante la perspectiva
exclusivista, particularista y localista, se contrapone un nuevo horizonte universal:
“hasta los confines de la tierra”. Ante la expectativa de la restauración del estado
teocrático israelita se contrapone una nueva perspectiva: la comunidad.
(2) El Espíritu Santo une al Señor resucitado con sus discípulos.
En el poder del Espíritu y bajo su guía, los misioneros predicarán el Evangelio.
A lo largo de los Hch notamos cómo Jesús sigue conduciendo la misión capacitando a
los misioneros e indicándoles las rutas de apertura étnica y geográfica que ésta debe
seguir, a través del Espíritu Santo.
(3) El tema del Reino conecta la predicación de Jesús y la predicación apostólica
El tema de la instrucción del Resucitado a sus discípulos (ahora se dice “los apóstoles
que había elegido”, Hch 1,2) es el “Reino de Dios” (en coherencia con Lc 4,43; 8,1;
9,2; 10,9.11; 16,16). Se verá en la predicación de Pablo (Hch 19,8; 20,25; 28,23.31).
Este Reino no es el “Reino de Israel” (ver 1,6).
(4) La referencia a Jerusalén como punto de partida presenta la misión como irradiación
de la salvación y como creación del nuevo pueblo de Dios.
La profecía de Is 2,1-5 parece estar en el trasfondo de la insistencia lucana en Jerusalén
como lugar del cumplimiento de las promesas de Dios (por ejemplo, Lc 13,33).
El movimiento inicial de tipo centrípeto (evangelio) se vuelve finalmente centrífugo
(Hechos) pero sin perder su carácter de convocatoria y de inclusión. El referente
comunitario permanece en primer plano.
Características lucanas del discipulado en este pasaje
Mientras que el tema de la misión ocupa la atención en este pasaje inicial, hay que se
delinea un perfil del discípulo:
(1) Los discípulos viven su función esencial: han visto al Señor resucitado (“Se les
presentó dándoles muchas pruebas de que vivía”, Hch 1,3ª) y han escuchado sus
3Recordemos lo dicho antes sobre “autoridad” (exousía) y “poder” (dýnamis) en el ministerio de Jesús en
Lucas.
3
enseñanzas (“Y hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios”, Hch 1,3b). En el
período post-pascual los discípulos siguen recibiendo formación por parte de Jesús. En
esta ocasión Lucas especifica que ellos han sido formados “por medio del Espíritu
Santo” (Hch 1,2).
En este sentido se entienden las referencias a:
- Las pruebas que les dio.
- Los cuarenta días de la instrucción: es el tiempo suficiente para la preparación de los
testigos (13,31).
- La corrección sobre el malentendido de la parusía.
(2) En el motivo del “testimonio” aparece implícita la predicación a los pecadores y la
conversión y el perdón de los pecados. De hecho, el testimonio no solamente consiste
en que han visto a Jesús resucitado y que han comprendido el escándalo de la Cruz, sino
que, de hecho, ellos son los primeros convertidos. Los discursos misioneros explicitarán
y explanarán esto.
(3) El motivo del “testimonio” comienza a sustituir el del “seguimiento”. Los Doce son
los testigos pascuales.
(4) Los versículos finales de esta sección (1,12-14) ponen en primer plano los temas de
la oración y de la comunidad que habían aparecido antes en relatos vocacionales4 y
misioneros5: “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en
compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos”
(1,14).
La selección de Matías: Hechos 1,15-26
Un día, cuando esta comunidad estaba reunida, Pedro se puso en pie y le recordó tanto
el fracaso de Judas como su reemplazo habían sido anunciadas en la Escritura (Hch
1,16-20).
Puesto que lo primero ya había sucedido, lo que faltaba ahora era llenar la vacante
dejada por la traición de Judas (ver Salmo 109,8).
Comienza entonces la preparación para la realización del segundo anuncio (Hch 1,21-
22).
El hecho que Lucas reporte de forma tan extensa la elección de Matías para reemplazar
a Judas, indica que los Doce son importantes para él. El rol de los Doce como testigos
sirve como conector vital entre Jesús y la Iglesia. Ellos garantizan la verdad del mensaje
de la Iglesia siendo portadores del testimonio del Señor resucitado. Pero también los
Doce representan el esquema de las doce tribus, bajo el cual Israel había sido formado
como pueblo.
La énfasis parenético (1,15), de que la comunidad cristiana estuvo compuesta por 120
personas, nos recuerda que según la ley judía se requerían 120 hombres para establecer
4En Lc 6,12 la elección de los Doce (apóstoles) tuvo lugar después de una noche de oración de Jesús.
5El tema de la comunidad ha aparecido como rasgo distintivo en los relatos misioneros de Lc 9,1; 10,1 y
24,44.
4
una comunidad con su propio consejo. Lucas parece ver simbólicamente a los discípulos
de Jesús en número suficiente para formar una comunidad propia.
Esto sirve como conectar entre Jesús y la Iglesia, sin embargo, los Doce son importantes
para Lucas, al menos hasta el juicio final. Aunque no está dicho de forma tan clara
como en Mt 19,28, Lucas parece querer que sus lectores entiendan que los Doce estarán
sentados en doce tronos para “juzgar a las doce tribus de Israel” (Lc 22,30).
Cualquier discusión sobre jerarquía y liderazgo en la comunidad cristiana según Lc-
Hch, por tanto, tendrá que considerar el hecho de que este grupo, los Doce, dejó de ser
importante después de los primeros capítulos de Hch.
La predicación y el Espíritu Santo.
El discurso de Pedro en Hch 2 ha sido llamado “el cuaderno de notas” de los Hechos,
“un sumario del punto de vista teológico del autor que permite comprender el
subsiguiente desarrollo del libro” (Zehnle). Este es el primer ejemplo en Hch, después
del acontecimiento de Pentecostés (2,11), de una predicación –inspirada por el Espíritu
Santo- de la palabra y la obra de Dios prometida en la profecía de Joel (2,16-21).
En su sermón de Pentecostés, podemos encontrar muchos de los mismos temas que
mencionamos en el capítulo anterior.
(1) Las personas escuchan la palabra de Dios en la predicación de Jesús y/o observan
sus milagros antes de hacerse discípulos.
En los relatos del evangelio que examinamos antes, las personas escuchan la
predicación de Jesús mismo (terreno). Sin embargo, Lucas también indica en el
evangelio que la predicación del Reino fue encomendada a los Doce y a los Setenta.
La “Palabra” va siendo el hilo conductor del texto:
En el discurso de Pedro, vemos cómo él llama la atención del auditorio diciendo:
“Pongan oídos a mis palabras (rema)” (Hch 2,14).
Después de hablar directamente sobre la obra de Dios en Jesús de Nazaret, dice:
“Escuchad estas palabras (logos)” (2,22).
También cuando concluye, Lucas anota que Pedro testificaba “con muchas otras
palabras” (2,40)
Y añade que “aquellos que recibieron sus palabras fueron bautizados” (2,40)6.
Así como la predicación de la Buena Nueva por parte de Jesús fue importante en el
Evangelio, así en Hechos la predicación de los discípulos ocupa un lugar importante.
Sin la predicación, el mensaje de la salvación no puede ser oído. El misionero es el
portador de una palabra.
Entonces: Hechos mantiene y desarrolla la convicción lucana de que un discípulo de
Jesús se hace tal mediante la escucha de la Palabra. Pero…
6Ver esta constante lucana en: 2,37; 4,4; 8,6; 10,33; 13,44.48; 17,32; 18,8; 19,5.10 (también: 13,12;
16,14; 17,4.11).
5
¿Cuál Palabra?
¿Qué elementos caracterizan la experiencia de la Palabra en esta nueva etapa del
desarrollo teológico de la obra?
¿Cómo se inserta el nuevo discípulo en el nuevo estado de vida?
¿En qué consiste el nuevo estilo de vida como estado de salvación en la persona de
Jesús y en la participación en la comundad?
Así como la predicación de la Buena Nueva por parte de Jesús (Jesús evangelizador) fue
un rasgo importante del evangelio, también en los Hechos la predicación apostólica
ocupa lugar central. Sin la predicación de los discípulos, el mensaje de salvación no
podría ser escuchado (y por lo tanto, Jesús no podría ser seguido).
La voz de Jesús continúa siendo escuchada por medio del ministerio apostólico “porque
solamente por el encuentro personal con él, y desde esta perspectiva, es que la totalidad
del misterio del plan de salvación de Dios es abierto a los ojos de la fe” (Dillon, 155).
La palabra de Dios predicada por los apóstoles es: “el mensaje sobre Jesús, la fe aquel
que trae el perdón de los pecados y la salvación en el juicio… La salvación que ha
aparecido debe ser predicada a todos los pueblos… la misión llevará al despertar de la
fe, y ésta a la salvación” (Haenchen, 98).
La correlación entre escucha, fe y salvación la encontramos planteada en Lucas 8,11.
Para esto no basta una escucha pasiva, se requiere la comprensión; y después de la
escucha y la comprensión se requiere la acción, esto es, la total obediencia de la fe.
Estas respuestas (obediencia) a la palabra están indicadas en el evangelio:
(a) El Señor resucitado les interpreta a los peregrinos de Emáus (Lc 24,47) y a sus otros
discípulos (24,44) las Escrituras, en lo que se refiere a él y que ha sido realizado en el
misterio pascual.
Los discursos de los Hechos generalmente incluyen referencias a las Escrituras
judías y muestran cómo esta promesa de Dios ha sido cumplida en la vida,
muerte y resurrección de Jesús.
En el sermón de Pedro, las palabras de varios pasajes de las Escrituras (Joel 3,1-
4; Sal 16,8-11; 2 Sam 7,12; Sal 132, 11; Sal 110,1) se presentan como realizadas
en el ministerio de Jesús y en la Iglesia de los orígenes.
(b) Juan Bautista previno diciendo que no hay salvación por la simple pertenencia al
pueblo de Dios o viniendo a ser bautizado (Lc 3,7ss). Quien quiere huir de la ira tiene
que “dar frutos dignos de conversión” (3,8).
El auditorio post-pascual no es testigo de nuevos milagros del Jesús terreno puesto que
éstos se actualizan desde el momento en que los discípulos de Jesús fueron llenados del
Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según le Espíritu le concedía
expresarse” (Hch 2,4). El fenómeno de las lenguas es lo que da ocasión para el anuncio
de la Palabra. Es obvio que hay una conexión intrínseca entre la primera parte del
discurso y el signo precedente. El Espíritu Santo, quien vino sobre Jesús en el Bautismo
y lo capacitó durante su ministerio (Lc 3,22; 4,18), viene sobre la comunidad cristiana
6
en Pentecostés y capacita a los seguidores de Jesús para que hablen y actúen en su
nombre (Hechos 2).
Los hechos maravillosos de Jesús también referidos en el discurso de Pedro. Antes de
invitarlos a ser discípulos, Pedro habla acerca de Jesús como “un hombre atestiguado
ante Ustedes por Dios con obras poderosas y maravillas (térata) y signos (semeia) que
Dios hizo a través de él en medio de Ustedes, como Ustedes mismos conocen” (Hch
2,22).
Enseguida Pedro dice que las “muchas maravillas (térata) y signos (semeia) fueron
hechos a través de los apóstoles” (2,43).
Entonces, en lugar de testimoniar las obras y palabras del Jesús terreno en sí, los futuros
discípulos serán confrontados con las palabras con autoridad y con las obras con poder
de los misioneros cristianos antes de ser invitados al discipulado7.
De esta manera podemos concluir que los Hechos de los Apóstoles tiene como hilo
conductor el llamado de los nuevos discípulos a través de la historia. El llamado sigue
siendo obra de Jesús, quien actúa y enseña a través de sus discípulos como el resultado
de la actividad presente del Espíritu Santo.
(2) Jesús y sus discípulos asocian a excluidos y pecadores.
El llamado que Jesús hizo en el Evangelio, continúan ahora haciéndolo los discípulos.
a) La conversión: lo que hay que hacer por parte del pecador
Este tema aparece en 2,38-39: “Pedro contestó: Convertíos y que cada uno de vosotros
se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo. Pues la promesa es para vosotros y para vuestros
hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro”.
Lucas enfatiza la asociación de Jesús y sus discípulos con excluídos y pecadores porque
“hay una genuina esperanza de conversión solo en el caso de personas que tienen
conciencia de su ser pecadores ante Dios y están ansiosos por obtener el perdón de
Dios” (J. Dupont). El de Pedro es un buen ejemplo de esto (ver Lc 5,8).
Cuando Pedro llama a su auditorio a la conversión (Hch 2,38-39), le está haciendo eco a
la predicación del Bautista (Lc 3,8) y a la de Jesús (Lc 5,8; 3,8; 5,32; 12,3.5; 15,7.10;
16,30; 17,3-4 y 24,47). Nos recuerda también la entrega del kerigma (Lc 24,47). Esta
exhortación para la conversión es frecuente en Hch 3,17-20; 5,31; 10,42s; 13,38-41.
b) El bautismo: lo que Dios hace por el pecador arrepentido
7En Hch hay dos solamente referencias a los milagros de Jesús (2,22; 10,38) y, en cambio, hay numerosas
referencias a los “signos y prodigios” realizados por los discípulos:2,43; 4,30; 5,12; 6,8; 8,13; 14,3;
15,12…). Es probable que detrás de este esquema esté el modelo de Moisés, quien, porque fue lleno del
Espíritu, predicó las palabras de Dios, realizó signos y prodigios, y estimuló la respuesta de
aceptación/rechazo.
7
Se nos muestra la importancia del bautismo: es indispensable para la existencia
cristiana. Es signo de la adhesión de fe a la persona a Jesús y también la comunidad de
los discípulos que componen la familia espiritual de Jesús (la Iglesia).
Es demasiado pronto para que Pedro evangelice a los gentiles, pero tengamos presente
que este auditorio está compuesto por personas que están en contacto directo con el
mundo pagano (además son “judíos y prosélitos”, 2,10; personas venidas “de todas las
naciones bajo el cielo”, 2,5). Aquí hay ya un anuncio (Hechos 2,39).
(3) Planteamiento de la misión.
El tema misionero, tan crucial para la comprensión del discipulado cristiano (“Según la
definición lucana, una Iglesia sin actividad misionera no es verdadera Iglesia”, Wilson),
también está en esta perícopa.
Uno de los resultados obvios de la efusión y del poder que da el Espíritu Santo es el
discurso misionero de Pedro (Hech 2,37-41.47b).
La conexión con los textos misioneros del evangelio (Lc 24,46-49; Hch 1,8) aparece
cuando Pedro proclama que él y los demás apóstoles son “testigos” (Hch 2,33) por el
hecho de que Dios ha cumplido sus promesas, tal como se encuentran enlas Escrituras
jdías, por medio del ministerio y la resurrección de Jesús.
Pedro ha sido revestido con poder desde lo alto (2,2-4; ver Lc 24,49; Hch 1,8) y está
comenzando a ofrecer el mensaje de salvación a todas las naciones (ver Lc 24,47; Hch
1,8). Así como fue exitoso en su primera pesca realizada por el poder de la palabra de
Jesús (Lc 5,10), también su primera predicación consigue tres mil convertidos (Hch
2,41).
La tarea principal de Pedro y los otros testigos es afirmar la realidad de la resurrección
de Jesús (Hch 2,32; 3,15; 4,33; 5,32; 10,41; 13,31; Lc 24,48). Para que los discípulos
sean testigos efectivos deben testimoniar públicamente, tanto de palabras como por
obras, lo que han visto y oído (según Dillon, testimoniar no es simplemente ser voceros
de las tradiciones acerca de Jesús, sino hacer una reactualización del “camino” de Jesús
–Hch 10,39-, incluyendo su pasión y muerte).
No debe sorprendernos, por tanto, que:
- Los temas del “ser testigo” y de la “predicación” estén íntimamente
relacionados.
- Lucas represente a los Doce como devotos “en la oración y el ministerio
de la Palabra” (Hch 6,24).
Los discursos en Hechos son importantes no sólo porque ocupan un lugar considerable
en el libro (alrededor de la quinta parte del libro), sino porque están asociados con el
tema teológico del testimonio.
El motivo del testimonio en Lc-Hch es importante, ya que el autor sugiere que el
discipulado implica el dar testimonio del Resucitado. Esto se ve claramente cuando
Jesús le dice a sus discípulos que “serán mis testigos en Jerusalén y toda Judea y
8
Samaría y hasta el fin de la tierra” (1,8). Más adelante, Lucas define un apóstol como
una persona que ha estado presente durante el ministerio galileo de Jesús, que lo ha
seguido en el viaje a Jerusalén y que ha presenciado la ascensión (1,21-22). El testigo
garantiza la veracidad del mensaje de la Iglesia acerca del camino completo de Jesús
terreno y ministerio salvífico, desde su bautismo hasta la ascensión.
Es importante anotar, sin embargo, que el título de “testigo” no está limitado a los Doce.
Aunque no fueron seguidores del Jesús terreno “desde el bautismo hasta su ascensión”,
tanto Pablo (22,15; 26,16) como Esteban (22,20) son presentados como testigos de la
resurrección de Jesús.
El tema del auténtico testimonio, que permea los Hch y se enfoca especialmente hacia la
resurrección (Hechos 2,32; 3,15; 4,33; 10,39-41; 13,31; cfr. Lc 24,48), está íntimamente
ligado al motivo del viaje ya que lo está comenzando en Jersusalén se expandirá a todas
las naciones (Hch 1,8).
La sugerencia de que el “el testimonio cristiano es básicamente comunitario”, lo
veremos más adelante cuando estudiemos la dimensión comunitaria del discipulado
cristiano.
Los otros dos temas-eje del discipulado aparecen de diversa manera en Hechos 2,37-47.
Este pasaje, que sigue inmediatamente después del discurso de Pedro y presenta la
respuesta a los oyentes, es “el climax de la primera etapa de la narrativa de los Hechos”.
(4) El seguimiento de Jesús (discipulado).
El discipulado no está expresado en los Hechos en términos de seguimiento de Jesús. El
término akoluotheo no aparece con tanta frecuencia como en el Evangelio y no siempre
tiene la connotación de discipulado (está sugerido en Hechos 13,43, pero no en 12,8.9 o
21,36).
Puesto que akoloutheo puede ser entendido literalmente como “acompañar, ir detrás, o
ir junto con una persona en el tiempo y en el espacio”, quizás Lucas prefiera evitar
cualquier posible malinterpretación dejando de usar este verbo para referirse al
discipulado después de la muerte de Jesús. Lucas no quiere que la resurrección de Jesús,
tan central en su teología, sea entendida simplemente como la resucitación de un
cadáver. En el período postpascual uno no puede seguir al Jesús terreno a Jerusalén.
Uno puede continuar hablando de discipulado como de un viaje, sin embargo, ya que el
fin último del camino de Jesús es dios, no Jerusalén.
En este pasaje vemos que el elemento de intimidad, asociado con el seguimiento de
Jesús, ahora es asociado con la efusión del Espíritu. En Hechos 2,38-39, se expresa en
términos de “la promesa” (ver Lc 24,49; Hch 1,4-5) para Judíos, Gentiles y todos los
que Dios ha llamado para sí. La recepción del Espíritu Santo en Hechos tiene como
función llevar a cabo lo que en el evangelio hacía el ejercicio del seguimiento: tiene la
doble función de relación estrecha con el Maestro y de capacitación para la misión. El
fruto visible de la obra del Espíritu dentro de la Iglesia es la “koinonía” (Hch 2,42), la
unidad y armonía de la comunidad cristiana, marcada por la institución de un fondo
común, el compartir mutuo y la alegría.
9
El uso lucano de “seguir” (akoloutheo) en sentido figurativo indica que el motivo del
viaje no debe ser entendido en términos fisicos. Él retrata el discipulado cristiano como
“la identificación de la persona con el camino de vida y el destino del maestro por
medio de un íntimo y personal seguimiento de él” (Fitzmyer). Hay una conexión, por
tanto, entre el motivo del viaje y la vida de fe. Lucas la presenta como un cuadro
desarrollado de la vida terrena de Jesús y la vida de la Iglesia.
Con este gran cuadro unitario, Lucas sugiere que el seguimiento de Jesús como un viaje
hacia Dios implica hacer progresos en la vida de fe. La fe de una persona puede ser
pequeña como un grano de mostaza, pero tiene la capacidad de crecer (Lc 17,5-6). Pero
después de escuchar la Palabra de Dios, uno tiene que sostenerla y llevarla a un
fructificación con perseverancia (Lc 8,15).
Los viajes de Jesús y sus seguidores en Lc-Hch sugieren que el tercer evangelista quiere
que sus lectores comprendan la vida de fe como una realidad activa, dinámica, no
estática.
Seguir a Jesús implica:
- Fe en el Señor Jesús (Hch 4,12; 10,43; 16,31)
- Escuchar y hacer el querer de Dios (Lc 6,46-49; 8,21).
(5) El compartir de bienes (primer cuadro comunitario en 2,44-45).
Según Hch 2,44-45 el discipulado implica un radical distanciamiento de los bienes. A
diferencia de los relatos vocacionales del evangelio, no se dice que los nuevos
discípulos tengan que dejar “todo” para seguir a Jesús. Los nuevos discípulos siguen
poseyendo cuando entran en la comunidad cristiana, ni los dejan (Lc 5,11.28) ni los
reparten entre los pobres de manera general (Lc 18,22).
Cuando Lc dice que los miembros de la comunidad de Jerusalén “ponen todo en
común” y que “reparten a todos” y que no hay necesitados (Hch 2,45), está sugiriendo
que hay una renuncia a la riqueza y a la acumulación de recursos, creando un fondo
común. En Hch 4,32-5,11, sin embargo, sugiere también que se les permite a los
cristianos retener su propiedad privada en la medida en que estén dispuestos a ayudar en
las necesidades que aparecen dentro de la comunidad.
Esta última actitud hacia los bienes también es radical, pero quizás sea mejor
comprenderla como desapego y compartir que como abandono. Cuando uno explora
esta diferencia detalladamente, uno tiene también que analizar la posiblidad de que
Lucas comprenda la relación de una persona con los bienes como un símbolo de la
relación con Dios. ¿Lucas representa una aceptación o un rechazo personal de la
presencia de Dios en la propia vida por medio de esta representación de la actitud de
una persona hacia su uso actual de los bienes?
Aunque los veremos con más detalle más adelante, otros temas deben que aparecen en
el pasaje analizado merecen ser mencionados:
10
a) Lo que se dijo previamente sobre la actividad terapéutica de Jesús y su discípulos
también se puede aplicar a la oración. La oración no sólo caracteriza el ministerio de
Jesús y de sus primeros discípulos, sino también cada etapa del camino del Evangelio
hacia el mundo gentil.
b) En esta perícopa también encontramos el tema de la alegría (Hch 2,46), uno de los
temas del Evangelio. El discípulo es descrito como una persona que responde al
mensaje de los apóstoles con alegría, sorpresa, alabanza y bendición (8,8.39; 13,48.52;
16,34). Uno que se goza ayudado a llevar este mensaje del Reino a los otros (5,41;
11,23; 12,14; 15,3.31).
c) La importancia de la Eucaristía para los discípulos aparece en la mención de la
fracción del pan en Hch 2,46. Jesús mismo partió el pan en la última cena (Lc 22,19) y
en Emaús (24,30-31.35), mientras que la comunidad cristiana lo hace también en
Tróade (Hch 20,7; ver 27,33-38).