UNIVERSIDAD MODULAR AB IERTACENTRO UNIVERSITARIO DE SONSONATE

Escue la de Post Grado y Maest r ía

INTRODUCCION

En el proceso enseñanza aprendizaje inciden múltiples factores para el éxito o fracaso de este. En la interacción del proceso participan dos elementos de vital importancia como son el maestro y el

alumno, quienes de acuerdo a sus expectativas hacia el aprendizaje

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Comunicación, relación docente-alumno en el Aula.

Asignatura: Mediación PedagógicaDocente: Lic. Fulvio Granadino.

Alumna: Licda. Rosa Inés Virginia Zamora.

22 de mayo de 2010

desarrollarán una buena o mala relación que determinara la calidad de los resultados.Como consecuencia de una mala comunicación el alumno puede sufrir situaciones que afecten su desempeño académico, por lo contrario una buena relación entre los dos favorece el aprendizaje del alumno y el desempeño del maestro resultando en un beneficio para ambos. Existen muchas causas por las cuales no se da una buena relación alumno-maestro una de ellas es la falta de comunicación y otra el exceso de confianza. Para encontrar una solución a esto es necesario conocer el meollo del asunto, es decir, porque no hay comunicación o porque el exceso de confianza.

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RELACION, COMUNICACION DOCENTE-ALUMNO EN EL AULA

El aula ha sido sin lugar a dudas, el medio fundamental donde el docente despliega sus recursos personales y didácticos para cumplir con su trabajo, teniendo como eje la relación con el alumno. Y como toda relación humana, posee unas características implícitas y explícitas que le imprimen un sello y dinámica particular. La relación profesor-alumno en el aula presenta algunas disposiciones que la hace especial-

mente diferente de cualquier otra interpersonal:

1.- Como muchos sabemos la relación entre el profesor y el alumno no se constituye sobre la simpatía, la afinidad de caracteres o de intereses comunes.

Si no que esta se funda en una cierta imposición

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por decirlo de alguna manera, están ahí sin consulta o consentimiento previos, lo cual genera sobre todo en los inicios de cada periodo lectivo muchas expectativas de ambas partes, que se confirman o no con arreglo al desempeño del profesor y del alumno como tales. 

2.- Esta relación es una relación que se establece entre personas de diferente edad y grado de madurez. En los alumnos hay un disparate de reacciones, de comportamientos, de actitudes y de motivaciones, en las que el profesor debe responder con paciencia, ecuanimidad, prudencia y exigencia en su actuar, en sus juicios y en las manifestaciones de su carácter.   

3.-  En el trato y la relación de maestro alumno se da también la amistad: buscamos en el alumno al individuo concreto y determinado.

El hecho de que la clase sea colectiva no deteriora la individualización, porque nuestro esfuerzo principal se encamina a descubrir, bajo lo común y general, de cada educando.  En cambio, la relación del alumno con nosotros no realiza el esquema de amistad puesto que el alumno no busca esencialmente el hombre concreto que hay

en nosotros. La actitud del alumno, por el contrario, tiende a mantener con el docente un tipo de relación puramente profesional y externa.

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Nosotros nos ponemos al servicio de los fines particulares del alumno. En la docencia, el maestro se entrega, por tanto, a la consecución de los fines del estudiante. En cambio el alumno no se pone a su vez al servicio de los fines particulares del maestro. El maestro da y el alumno recibe. El alumno en el buen sentido del término es ingrato siempre; lo es por definición, por esencia.

Pero la

dedicación nuestra le permite  darse cuenta al alumno, que con solo serlo, devuelve en cierto modo indirectamente lo que recibe. Con la convivencia cotidiana, al ser amigo y atender a nuestros alumnos, descubrimos en cada uno de ellos sus propios fines realizados como frutos de la dedicación, entrega y esfuerzo Entonces, la manera como el alumno corresponde y compensa nuestro afán consiste

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sencillamente en aceptarlos y aprovecharlos. 

4. A nosotros como docentes nos compete marcar el inicio, la dinámica y la continuidad de la relación en el aula. En primer lugar, porque es a nosotros a quien corresponde generar el clima apropiado en el aula garantizando la fluidez de las relaciones con los alumnos. En este sentido, tenemos en nuestras manos la posibilidad de fomentar un ambiente rico en situaciones de crecimiento o, por defecto, un ambiente lo suficientemente tenso e incómodo que termine frenando la expresión de las particularidades, de las iniciativas y de la participación en los alumnos.

En segundo lugar, porque para promover un clima apropiado dentro del aula conviene recordar con García Morante que

“la ejemplaridad constituye un elemento esencial en la profesión del magisterio. En las otras profesiones no hay ejemplaridad, sino pura y simple eficiencia. En cambio, en el docente la eficiencia de la misma profesión viene condicionada por la ejemplaridad, porque la acción del docente sobre el educando no se cumpliría correctamente si el educando que es sujeto percipiente descubriera en el docente los

mismos defectos o vicios contra los cuales el docente predica”.

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En tercer lugar, porque la construcción de un ambiente apropiado y cálido dentro del aula reclama que el docente no enajene su responsabilidad en el control y manejo de la disciplina. Los brotes de indisciplina exigen una rápida respuesta pues atentan contra el desarrollo eficiente de una clase.  Un ambiente cálido y exigente a la vez se construye:

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Con reglas claras y sanciones efectivamente impuestas.

Los docentes no podemos extraer de la ‘manga’ con arreglo a nuestro estado de ánimo las reglas y las sanciones, sino que tiene que existir objetividad y continuidad. las sanciones acordadas tienen que ser aplicadas. Por función, porque los alumnos esperan que las reglas se cumplan, por eso nos corresponde directamente el control disciplinario del aula.

realizar con los alumnos comenzando, indudablemente, con una concienzuda preparación de la de clase. 

5.- La relación se establece con cada uno y con todos los alumnos en su conjunto. La percepción de lo que haga o deje de hacer el docente difiere aunque no radicalmente de alumno a alumno. Cada estudiante tiene sus propios puntos de vista personales en torno a las cosas y a los acontecimientos. Por eso es importante cimentar en el aula, sobre la base de unas reglas “un sistema de referencia para poder reconocer y aceptar la realidad de otros mundos para otros

Sujetos sin necesidad de negar la realidad de su mundo propio.

La expresión “esto no es justo”, aludida comúnmente por los

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alumnos, encuentra aquí su sustento. Máxime, cuando ante una misma indicación o estímulo procedemos de distinta manera con los alumnos. Por eso es importante atender los hechos lo más objetivamente posible para no generar antecedentes, que luego difícilmente podremos revertir.     

6.- Cada alumno aporta a la relación o a la comunicación del aula su propio marco de referencia, su manera de ser, su intimidad, sus necesidades, emociones y prejuicios, que influyen en sus comportamientos y respuestas

7.- Igualmente, así como el alumno nosotros aportamos a la relación nuestro marco de referencia, manera de ser, necesidades, prejuicios y obligaciones, que influyen significativamente en las emisiones y también en las respuestas. Cuando no controlamos las reacciones, cuando nos dejamos llevar por emociones, por simpatías, por procedimientos en el pasado eficaces sin atender el presente, cuando trasluce el tedio, cuando externalizamos por ejemplo la disconformidad con alguna norma de la institución, cuando extrapola repetidamente su experiencia personal como modelo de lo que debería ser o lo que se debería hacer, mediatiza y contamina la relación con sus alumnos. 

8.- La materia que impartimos está tan integrada a nosotros que corremos el riesgo de creer que aquella tiene por sí misma el atractivo suficiente para el alumno, de modo que este responda siempre con atención y con eficiencia en clase. Por eso debemos “evitar empujar la enseñanza hasta los extremos límites a que puede llegar en el conocimiento del tema.

9.- La relación profesor-alumno que se establece

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no es gratuita de entrada. Al comienzo se basa en la apreciación de papeles establecidos que con la

continuidad se delimitan, se precisan y consolidan. La función del docente contiene más funciones y es más amplia: instruye, estimula, corrige, forma y orienta. Cuando el docente es íntegro conoce su materia, es cálidamente exigente por ser ejemplar, logra el afecto y la admiración de sus alumnos.

Su prestigio mueve al alumno a responder con respeto, atención e interés por su curso.

10.- En la relación con el alumno interviene otro elemento que es fundamental para su sostenimiento: la axiología y principios del colegio, que debemos procurar interpretar; de manera que, desde nuestro ámbito, contribuye eficazmente al logro del perfil del alumno, en el cual está comprometido el centro educativo.

Podemos decir que la buena relación entre docentes y alumnos siempre va a ser beneficiosa, ya sea para el docente, quien puede desenvolverse como profesional, con la satisfacción de haber realizado un buen

trabajo, y para el alumno quien recibió una educación de calidad

que le puede servir para desarrollarse en la vida y ampliar así su formación.Estas ideas vienen siendoMuy valiosas para la educación, en su extenso sentido de la palabra, la relación Maestro-Alumnodebe estar basada, en el respeto como todas las demás relaciones interpersonales, muchas veces el respeto es uno de los elementos que

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está ausente en las relaciones humanas. La relación maestro alumno es delicada, porque además de la transferencia de conocimientos y afectos, involucramos relaciones de poder; y siempre que se involucran relaciones de poder, los procesos se dificultan.  Puesto que estar al mando en  el aula es apropiado por el docente,  por eso está en nosotros iniciar el proceso de democratización dentro de la clase.  Si nosotros ponemos las reglas, éstas deben tender a promover la comunicación horizontal y con ello la participación activa de los alumnos y su libre desarrollo de la expresión.

Los límites pueden marcarse por consentimiento, y quizás muchos docentes nos sorprendemos al encontrar que hay reglas y límites impuestos por los estudiantes y estos son más estrictos que los pensados o propuestos por nosotros, como docentes debemos de estar siempre listos ante la tentación del abuso de poder;

y

recordar que la máxima de oro en las relaciones interpersonales es tratar a los otros como quisiéramos ser tratados.

En el salón de clases es indispensable crear un ambiente de confianza que favorezca el proceso enseñanza, aprendizaje, y también es conveniente recalcar que como docentes tenemos el compromiso de ser creador de este ambiente de confianza, el alumno por sí mismo no va actuar, es el maestro quien a de favorecer este beneficio, desde el punto de vista que el alumno esta en un proceso de crecimiento humano, etapa por la cual se supone que como docentes ya pasamos. El docente debe de estar atento a lo que dicen los alumnos con el fin de poder entenderles y estar en

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buena comunicación con ellos, le corresponde animarlos para que expresen sus ideas y opiniones, generando un clima optimo, siendo el dialogo el mejor

instrumento en el proceso de enseñanza aprendizaje.

CONCLUSIÓN

En síntesis, en este documento encontramos que el docente es el vínculo formativo que no sólo debe considerarse como portador de conocimientos sino como generador de actitudes y promotor de intereses sociales,podemos decir que las buena relación entre Docentes y alumnos siempre va a ser beneficiosa, ya sea para el docente, quien puede desenvolverse como profesional con la satisfacción de haber realizado un buen trabajo, y para el alumno quien recibió una educación de calidad que le puede servir para desarrollarse en la vida y aumentar su capital cultural. En una educación de calidad el docente aprende de sus alumnos y los alumnos de los docentes.

Lo ideal es que nosotros trabajemos por madurar y crecer en nuestras relaciones, buscar la trascendencia cada día, y de esta manera estaremos contribuyendo a una formación integral de nuestros alumnos.

 El verdadero compromiso sería considerar como fin último de la educación la formación de hombres nuevos que con la visión de un mundo transformado por su acción, reconozcan en él su imagen de ciudadano, de padre de familia, de hombre democrático, de hombre histórico y sobre todo de sujeto activo y transformador, único e irrepetible en la sociedad que le tocó vivir.

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