Como una virgen, de Odeen Rocha
-
Upload
odeen-rocha -
Category
Documents
-
view
222 -
download
2
description
Transcript of Como una virgen, de Odeen Rocha
Como una Virgen
Odeen Rocha
—¿Alguno de ustedes sabe cuál es la porra correcta del equipo de la Universidad de
Ciudad Muerte? —la pregunta de Rudy, el cocinero, sorprendió un poco al equipo que
esperaba pacientemente en el vestidor.
—¿De qué hablas, Rudy? Las muchachas deben saberla perfectamente. No te metas en
eso —Rudy no supo qué decir ni qué hacer, después de todo él debía dejar lista la comida
que estos veinte mastodontes devorarían al final del juego. Era extraño, al asomarse
como acostumbraba a espiar a las porristas había notado algo: sus caras estaban grises,
sus cabellos alborotados y lo que estaba escuchando definitivamente no era el canto de
batalla del equipo de Ciudad Muerte.
El juego inició y nadie puso atención a las preguntas de Rudy. Nadie lo hacía excepto
cuando le pedían hacer más comida; no era fácil ser cocinero de un equipo de futbol en
1984. Era un año fuerte, recién se había conseguido que nuestro pueblo, habitado en su
totalidad por jugadores del equipo local, fuera llamado oficialmente “Ciudad Muerte”. Eso
provocó, seguramente, que fuéramos invencibles esa temporada. El juego estaba en su
apogeo y Rudy no dejaba de mirar a las porristas; su comportamiento era extraño, debo
admitir; lo estuve pensando durante el juego y en un momento creí que había visto a una
de ellas acomodarse una porción de piel del rostro.
Poco antes de llegar al medio tiempo, todos sabíamos que esas porristas no eran las
mismas de la fiesta de la última victoria: estaban mal. Entraron al campo cuando aún no
había terminado nuestra jugada y comenzaron a atacarnos. En segundos el pánico se
apoderó de todos; ambos equipos corríamos escapando de esas mujeres zombies que
tomaban a los jugadores y dejaban salir un gas tóxico de sus pechos: gas verde que
secaba la piel y convertía a la víctima en una vieja planta que se desmoronaba
asquerosamente. ¡Esas no eran nuestras porristas!, Eran un grupo de sexys y
voluptuosas zombies que corrían tras nosotros haciendo ruidos macabros pero excitantes.
Era una carnicería, la gente huía y por todas las puertas salía una porrista lista para
convertir a su víctima en una planta podrida. De pronto vi a Rudy, estaba en un rincón
mirándonos pasivamente correr y ser atrapados. Parecía disfrutarlo de verdad.
Me acerqué a él a duras penas y le pregunté qué le hacía tanta gracia. Me dijo: —Todos
ustedes son unos idiotas, nunca me han escuchado. Llevo meses tratando de advertirles
de estas porristas zombies; son implacables cuando se lo proponen. Ustedes han ganado
demasiados juegos, es tiempo de que este pueblo se convierta en un desolado bosque
lleno de asquerosas plantas podridas. No puedo evitar reír al ver cómo acaban con cada
equipo de pedantes como ustedes. Lo he visto muchas veces.
La verdad no recordaba a Rudy más allá de su puesto en la cocina del equipo, nunca
antes lo había visto. Una noche apareció en el pueblo, simplemente pidió el puesto de
cocinero y como a nadie le importó, no hicimos más preguntas. Me dijo que la única forma
de destruirlas era hacerlas cantar y bailar la canción correcta, la misma que escucharon la
noche que se convirtieron en monstruos de pechos mortales. Me la dijo al oído; no lo pude
creer, estuve a punto de romperle la cara por burlarse de mí, pero me di cuenta que
estaba diciendo la verdad. Decidimos juntar a tantos sobrevivientes como pudimos:
Algunos miembros del equipo, mi padre, al que nunca le faltaban las armas de buen
calibre en su camioneta; El Entrenador, cuyo gruñido podía asustar a un niño sordo hasta
el Paraguay, y por supuesto estaba Constanza, en cuyos ojos podíamos ver la sed de
venganza que sólo cabe en una chica rechazada del equipo de porristas. Nos las
arreglamos para llegar a la camioneta y bien armados, marchamos al centro del campo.
Me acerqué a Rudy mientras nos escabullíamos de regreso.
—Esas porristas antes eran modelos —me dijo—, y una noche fueron invitadas a una
fiesta en la Mansión de una famosa cantante, ahí se infectaron con un extraño virus en la
alberca que las convirtió en esas glamurosas y ágiles zombies—. Dicho esto se acomodó
esa vieja y sucia gorra de béisbol que nunca se quitaba y cortó cartucho como si fuera
cosa de todos los días. Ni siquiera me miró.
Reunidos en el centro del campo, hicimos una formación y nos defendimos de las
zombies como pudimos. Volaban en pedazos al dispararles. De Capitán del equipo había
pasado a ser un guerrillero al mando de dementes armados luchando por sus vidas. Rudy
se escabulló a la torre de sonido y colocó la pista para realizar el plan. Nos miramos unos
a otros sin creer en lo que haríamos. Comenzó la música y nosotros a cantar mientras
abríamos fuego contra ellas. Sorpresivamente, al escucharnos se detuvieron y
comenzaron a hacer una coreografía terrorífica. El gas mortal ya no salía de sus redondos
pechos y comenzaron a cantar junto con nosotros:
“Like a virgin, ooh, ooh. Like a virgin. Feels so good inside…”.
Mientras cantaban, se comenzaron a pulverizar una por una en un ritual increíblemente
sexy. No dejábamos de cantar con ellas; una especie de trance: disparando y cantando;
cantando y disparando. Rudy estaba arriba, riéndose a carcajadas: Éramos un puñado de
idiotas, antes rudos jugadores, ahora agazapados en el centro del campo, rodeados de
plantas en putrefacción y atractivas zombies pulverizándose frente a nosotros.
Avanzamos ganando cada vez más terreno, y nuestra extrañeza se convirtió en una
indescriptible sensación de victoria: Yo, Tony El Capitán, me sentí brillante y nuevo: y
sonreí. Como una virgen.
¡BANG!
Autor: Odeen Rocha (México, 1980)
Blog: El Libro Vakero http://www.odeenrocha.com/
Únete en facebook: https://www.facebook.com/librovakero
Correo: [email protected]
Está obra está sujeta a la licencia Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported de Creative
Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/