Comentarios Para Unas NOTAS de E. Mallea

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COMENTARIOS SOBRE UNAS ((NOTAS)> DE EDUARDO MALLEA Las Notas de Eduardo Ma/lea fueron ,-edactadas con fines de fa- cilitar la preparación de un libro mio sobre su vida y obra, a publica.-- se por la Editorial Twayne de Nueva York. Escrita a una edad ya madura, es decir ya alejada de realidades anteriores, estas Notas reflejan obligatoriamente lo que Goethe caracterizó de Dichtung und Wahrheit. mezcla de verdades circunstanciales e imaginadas. El valor de estas páginas es casi obvio. ¿Quién mejor calificado que el autor mismo para comentar sobre influencias hondamente sen- tidas, inquietudes apenas sospechadas o gérmenes de ideas llevadas al plano ficcional? Para el lector o critico interesado en una inter- pretación de la voluminosa obra de este escrito- argentino, represen- tante tan destacado de las letras hispanoamericanas, sus Notas arrojan una luz circunscrita pero vívidamente personal sobre sus anhelos ar- tísticos, su comprensión de si mismo como escritor y su posición den- tro del mando de las letras argentinas. Pero, la luz concéntrica del autor ilumina un círculo limitado, ro- deudo de razones insospechadas y de expresiones subconscientes que se perfilan, a veces con cristalina apariencia, en sus temas, personajes o su estilo. Los comen farios constituyen la doble tentativa de proveer un fondo aclaratorio y de establecer una visión más ancha, a menudo a través de la crítica y de la obra misma, del mundo personal y lite- rano de Eduardo Mallea. Las páginas inicia/es de las Notas como también algunas interme- dias han sido eliminadas debido a su carácter puramente evocatorio de su primera juventud y la necesidad de no presentar un número ex- cesivo de páginas para la publicación en esta revista.

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Mallea y sus notas para Leland

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  • COMENTARIOS SOBRE UNAS ((NOTAS)>DE EDUARDO MALLEA

    Las Notas de Eduardo Ma/lea fueron ,-edactadas con fines de fa-cilitar la preparacin de un libro mio sobre su vida y obra, a publica.--se por la Editorial Twayne de Nueva York. Escrita a una edad yamadura, es decir ya alejada de realidades anteriores, estas Notas reflejanobligatoriamente lo que Goethe caracteriz de Dichtung und Wahrheit.mezcla de verdades circunstanciales e imaginadas.

    El valor de estas pginas es casi obvio. Quin mejor calificadoque el autor mismo para comentar sobre influencias hondamente sen-tidas, inquietudes apenas sospechadas o grmenes de ideas llevadasal plano ficcional? Para el lector o critico interesado en una inter-pretacin de la voluminosa obra de este escrito- argentino, represen-tante tan destacado de las letras hispanoamericanas, sus Notas arrojanuna luz circunscrita pero vvidamente personal sobre sus anhelos ar-tsticos, su comprensin de si mismo como escritor y su posicin den-tro del mando de las letras argentinas.

    Pero, la luz concntrica del autor ilumina un crculo limitado, ro-deudo de razones insospechadas y de expresiones subconscientes quese perfilan, a veces con cristalina apariencia, en sus temas, personajeso su estilo. Los comenfarios constituyen la doble tentativa de proveerun fondo aclaratorio y de establecer una visin ms ancha, a menudoa travs de la crtica y de la obra misma, del mundo personal y lite-rano de Eduardo Mallea.

    Las pginas inicia/es de las Notas como tambin algunas interme-dias han sido eliminadas debido a su carcter puramente evocatoriode su primera juventud y la necesidad de no presentar un nmero ex-cesivo de pginas para la publicacin en esta revista.

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    NOTAS PARA LEWALD

    Algo despus de 1920 nos juntamos por azar algunos estudiantesque tenamos una vocacin comn: la literatura. Unos cuantos noshabamos reunido por la necesidad de hablar de las cosas bellas queleamos; otros cuantos vinieron trados por algunos de nosotros. Alfin constituimos un grupo entusiasta y bastante coherente. Fundamosuna revista. Y si algo de eso he contado en varios de mis libros, con-fieso que la alegra de aquel entonces fue por lejos superior a mi des-cripcin. Pues aquella alegra cta la del comienzo de la obra. Y enese comienzo todo es xito y resplandor. A la vida le hacen taita mu-chos aos para inventar el fracaso; en cambio somos veloces para iii-ventar nuestras quimeras, y lo que tiene la vida de mejor o de grandees no poder matar con el mayor de los fracasos la forma, el fuego, elrestante fulgor de la mayor de las quimeras.

    Yo ya no me contentaba con leer a los clsicos. Al revs, bus-caba vidamente a los contemporneos ms famosos. Empec a leermucho a Conan Doyle, a Gautier. a Remy de Gourmont. Y no slome gustaba leer lo que esos autores escriban, sino conocer sus vidas,enterarme de sus amores, de sus pasiones, de sus entretenimientos, desus gustos, Creo que la idea de la admiracin de Remy de Gourmontpor Nathalie Clifford Barney se llamaba as? fue lo que me lleva escribir mi primer cuento serio, que llevaba por ttulo La amazona.Recuerdo que lo llev a la revista Caras y Caretas, famoso semanariode entonces, donde apareca tanto de lo escrito por los escritores msclebres, nacionales y extranjeros, y all se lo entregu al secretariode redaccin, el seor Traba bendita sea su memoria, despus dehaberme hecho anunciar con temblorosa timidez. El cuento se pu-blic, y yo me sent dueo del mundo: me alborozaba la idea de po-der mostrar a mi padre esa obra de un hijo suyo... El tema ~concunta razn! que mi aficin por la literatura diera al traste conmis estudios2. En efecto, yo ya estaba para siempre perdido, y nosoara ms que con ser un gran escritor,

    Cuando el grupo de muchachos que haba fundado la Revista deAmrica un ttulo demasiado serio o pomposo que a Saslavsky ya m nos avergonzaba, siendo los ms modernos del equipo ~ tuvoque ponerse a la tarea de dar a la publicacin sus propios originales,yo escrib aquel cuento llamado Cynthia que haba de hacerme a losveinte aos verdaderamente famoso en los medios donde nuestro men-saje cunda ~. Martn Fierro, nuestra revista y Proa eran los vrtices

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    del tringulo del campo de nuestro combate en medio de la ciudadadormecida en la literatura oficial ~. O muchos elogios tributados ami prosa, nuevos cuentos mos Sonata de Soledad, Neel apa-recieron en el prestigiossimo suplemento literario dc La Nacin, equi-parable con justicia a las ms grandes tribunas de la literatura uni-versal, y donde colaboraban Unamuno y Lugones, Julio Dantas yJos Ortega y Gasset. Un da, entre 1924 y 1925, fui a visitar a Lugo-nes en su despacho de la Biblioteca de Maestros, en la plaza RodrguezPea. Me acompaaba Ernesto Palacio, que por tener algunos aosms y ser una inteligencia polmica y sin miedo, combativa y despe-jada, era ya amigo de Lugones. Lugones ley mis relatos, y en unanueva entrevista mc comunic que la prosa de esos cuentos sobretodo la adjetivacin: la plateada excursin sentimental y otras ha-zaas le encantaba. Pero me aconsej, despus de haberme reco-mendado como a todos que siguiendo cl consejo del viejo Horacioguardara en un cajn los originales y slo luego decidiera su publi-cacin, que cambiara el ttulo proyectado para el volumen: Cuentospara una inglesa desesperada, y llamara al conjunto Pedazos de espe-jo. Eso no me tent, y el libro conserv su titulo inicial. El volumentuvo un xito de estima muy grande 6 En un reportaje aparecido creoque en El Telgrafo, Gerchunoff 1 seal en ese escritor novel unfuturo maestro de la prosa. En la Revista de Occidente. de Madrid,que diriga Ortega y Gasset, donde slo lo ms brillante y modernoera sealado, el volumen mereci una nota incomparable, donde seme pona al lado de Pierre Girard. Luego la revista me abri suspuertas: all sali y all la ley Unamuno la novelita La angustia,que encabezaba un sumario y concluy en el nmero siguiente ~ Y otrapublicacin nueva Diablo Mundo, dirigida por Corpus Barga yacompaada por casi toda la gente de Ortega, public en sus colum-nas otro de mis nuevos cuentos, creo que La causa de Jacobo Uber,perdida ~, entre los que formaran el volumen La ciudad junto al rommovil ~. Ese mismo relato, traducido al ingls admirablemente, apa-reci mucho despus en una de las ms prestigiosas, exclusivas y se-veras revistas literarias de los Estados Unidos, la Kenyon Review. Hecontado en alguna parte cmo Lawrence Durrel haba ledo all eserelato y cmo, habindole gustado mucho por su tcnica, lo habarecortado, pegado a unas improvisadas tapas de cartn y guardadocelosamente sin saber que me iba a conocer dentro de poco, inician-do una amistad que me honra.

    Pero ese segundo ttulo despus de los Cuentos para una inglesadesesperada, ese segundo libro no sigui inmediatamente, como pu-

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    diera ereerse, al primero. Nueve aos pasaron antes de que, lejanoya el volumen inicial, apareciera mi segunda obra, o, por mejor decir,mi segundo libro. Mi segundo libro fue un conjunto de pocas pginasque contena el texto de una extensa conferencia: Conocimiento yexpresin de la Argentina. Explicar cmo ocurri esto. En 1934habamos dado en Italia con Victoria Ocampo unas lecturas al ali-rnn, segn la expresin taurina de los espaoles. Victoria habl enflorencia y Venecia; yo acababa de hacerlo en Roma y Miln. Du-rante aquellos das inolvidables recog las impresiones, muy profun-das, que luego narrara en La baha de silencio.

    Haba estado en Pars, y esas otras impresiones fueron el troncode otro libro, el Nocturno europeo . En Pars habia conocido a Va-lry y a Giraudoux. En Pontigny haba visto a Berdiaeff y a Mora-via, a Ramn Fernndez, a Maurice Martin du Gard. En Roma ha-ba conocido a Pirandello. Un mundo de tal modo prodigioso por sucontenido de espritu, belleza, sugestin e inteligencia haba de aven-tar mi sonambulismo tcito de nueve aos y echar a andar para siem-pre mi profunda necesidad de expresin. As, todos aquellos queridosttulos: Conocimiento y expresin de la Argentina, Nocturno europeo,La baha de silencio, estaban llenos de mi vital experiencia; moviliza-ron mi espritu y mi alma; conmovieron mi substancia; me hicieronpensar como nunca en mi pas, y dieron sopo a mis esencias, agitn-dolas para siempre. Vientos de meditacin, de pasin, de ardor, de fe,de crtica vital, de necesidad de grandeza o, mejor dicho, de necesidadde superarme a mi mismo y darme algn valor mediante el ejercicioprofundo de mi conciencia personal y testimonial, de mi obligacinde verdad, de mi negativa al adormecimiento culpable o al arte gra-tuito y ligero de la pura esttica, soplaron en mi mundo intimo crea-dor, lanzndome a un combate en el que ya no he descansado ni ce-sado

    De todas esas cenizas ardientes haba salido tambin mi pequeofnix, esa Historia de una pasin argentina, en que, si haba un grito,ese grito era un grito del polvo enamorado. Enamorado a morir demi pas, qu clamor me qued sin ser definido y producido, distin-guido, sentido como vida, vivido como sentimiento? Ya escrib sinparar, con fiebre de decir, en conmovida, apasionada, tumultuosa ne-cesidad de confesin. La verdad me pareca ms importante que lalgica. La franqueza, que el xito . El rigor del alma, ms que elrigor de la excelehte lgica iluminativa. Hoy miro todo eso como algoque me arranc de la complacencia, quiz instalndome en otra com-placencia. tal vez ms venial: la complacencia de la renuncia al bien

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    escribir. Muchos me lo habrn reprochado; pero como reprocharonmi libertad o sonrieron a mi candor 15

    En 1928 cuando viaj a Europa ya estaba definida mi vocacin.En 1927 haba dicho a mi padre que no quera ser abogado, que queraen cambio ser redactor de La Nacin, un diario en el que haban fra-bajado los hombres que haba admirado ms en mi pas, donde ha-bian trabajado Daro, Lugones, Becher, los Vedia, y que era la casaintelectual por excelencia, la casa fundada por un hombre a quienmi padre haba admirado por encima de todos en su vida poltica, lacasa fundada por Mitre 10 Y mi padre me dio una carta para LuisMitre, junto con su anuencia. Sin decrmelo, pues nunca quiso hala-garme, quizs sinti en su silencio el latido que vena de su sangre:su amor por la historia nacional y por las cosas de la cultura, quehaba cultivado siempre, siendo l un hombre culto y un escritor. Sloque a la vez un hombre a quien yo haya visto, como nadie despusen el mundo, profundamente desprovisto de vanidad. Y en 1928. siendoya desde baca un ao redactor de La Nacin, viaj con mis padresal Viejo Mundo y pude servir al diario siendo corresponsal durantelos Juegos Olmpicos de Amsterdam.

    lina de las novelas cortas de mi trptico El vnculo la llamadaIremos a ver los Rembrandts surgi de esa experiencia de 1928,en Amsterdam, as como otra de las novelas del volumen La rosade Cernohbio surgi de mis das a la orilla del Lago de Como,en 1934.

    La baha de silencio registra muchas de las cosas que vi en Bl-gica e Italia, o, mejor dicho, muchas de las cosas en que pens all,mucho de lo que me dio que pensar el mundo europeo de aquellosmeses de 1934. (En Blgica haba estado en 1928: entonces tomnotas, observ calles y sitios, estuve cii Bruselas, en Brujas, en Osten-dc.) Escrib La haba en Buenos Aires, redactando primero la segun-da parte, o sea la que se llama Las Islas. Me haba sentido depri-mido y cansado, hasta que, mientras trabajaba en una traduccin deChcstov ese admirable libro llamado Las revelaciones de la muer-te- ya no pude ms. Interrump mi trabajo y fui a reponerme a unbalneario del sur de la provincia de Buenos Aires, llamado MonteHermoso. Ah pas das de tristeza y abatimiento, estado de nimoque tal vez sc reflejara despus en la parte final de La baha ~

    El profesor Francisco Ayala, gran escritor y gran amigo, que en-sea actualmente en Chicago, me contaba hace poco tiempo que uncolega suyo, especialista en literatura francesa, le haba pedido suopinin sobre los antecedentes dcl vous, modo puesto en boga por

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    la nueva novela francesa. Ayala se haba limitado a ir a sacar de subiblioteca el tomo de La baha de silencio y a mostrrselo al profe-sor. Ah estaba un antecedente; slo que en una novela aparecida enla Argentina hace nada menos que veintinueve aos. Y ahora que yopienso en aquel libro escrito con cario y fervor nc parece hallar enl algo de la rebelda juvenil en su estado ms puro 15 Sigo teniendomucho afecto por l, sabiendo, sin embargo, que carece estticamentede 1-a unidad que presta a alguna de mis otras obras como Todoverdor perecer, o Chaves, o Los enemigos del alma su ms rigu-roso mrito de arquitectura

    En materia de resultados literarios, muchos hemos preferido cen-tenares dc veces ciertas obras menos perfectas pero ms cercanasde nuestro corazn a la perfeccin glacial de lo ms acabado. Unoelige con el alma vulnerable ms que con la cabeza glacial; y yo con-fieso mi preferencia por el Dickens de Pickwick o de David Copper-jiel que el Dickens mucho ms maduro y sabio de Great Expecta-ions. Tengo debilidad por los libros que varan con nosotros, quevarian con cada lectura y no permanecen rgidos en el arca de superfeccin.

    La baha y ~l Simbad son dos libros mos muy queridos,Todo verdor perecer fue escrito como manifestacin esttica en

    pugna con la que haba producido un libro como La baha de silen-do. Fueron, los dos libros, escritos casi simultneamente, o Todo ver-dor poco despus de La baha. Seguramente me satisfaca y liberabaescribir dos novelas tan diferentes: un texto directo y tenso en con-traposicin con las digresiones del otro. Quizs el operar sobre uncuerpo temtico ms chico, ms preciso, ms rotundo, me permitaen Todo verdor el manejo ms intenso y preciso de mis instrumentos.Accin contra digresin. Eso me evitaba los escolios que supone parael navegante un mar ms ilimitado, menos determinado, menos incon-trolado e incontrolable, de carta menos estricta 20

    No hay duda de que este procedimiento estricto y justo ayuda aproducir un objeto, un resultado, mucho ms valioso artsticamentehablando. Pero a m no s cul de las dos formas me atrae ms, puesen la extensin de un continente que visita encuentra el viajero msposibilidades imprevistas, ms riesgo, pero a la vez ms poesa. Sies que la poesa est ms a sus anchas y ms libre en la plena posi-bilidad. Qu ser ms potico en definitiva: Le Balcon de Baude-laire tal como Baudelaire lo ha fijado eternamente o la plenitud poti-ca pura en que Baudelaire conceba esa poesia antes de encarcelaraen su forma fatal?

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    de las dos historias, Villa Rita existan ante m como un espectculoreal, mucho ms completo de cuanto yo poda representarlo.

    Escrib esa novela con felicidad, de tal modo como digo lavea, esto es, de tal modo crea en lo que interiormente vela. Al con-cluir cada capitulo experimentaba cierta satisfaccin sin lmites; unaespecie de gozo ms que de goce. (Y en efecto, ms tarde, mientras leael libro. Ezequiel Martnez Estrada me escribi desde Baha Blancadicindome: Cada captulo es un prodigio, aadiendo que escri-bira en Sur sobre ella, cosa que despus no pudo hacer debido a laenfermedad a la piel que lo aquej y que tan dura prueba fue patal, aquel padecimiento de Job que tanto lo hizo sufrir.) La idea deestar manejando un cmulo feliz de elementos armnicos me trans-port a un plano de felicidad que pocas veces se me habla presenta-do al escribir. La novela me vena como dictada, debido a aquelmodo como yo crea en los personajes y en sus avatares, conflictos operipecias. No pensaba el libro sino para expresar metdicamente loque estaba mirando. En otras obras, como en Todo verdor perecera,lo que me haba transportado era la exaltacin potica de fondo: oen La baha de silencio el sentimiento juvenil del amor, la emocin,la ternura, la lstima, el sentimiento de justicia y la camadera. Peroen Los enemigos del alma lo que me exaltaba, repito, era mi trans-

    24porte visual, lo que yo llamara la evidencia ptica del tema -

    Algunos me reprocharon que en algunas partes de esa novela yousara alguna que otra palabra demasiado culta o poco comn. La ex-plicacin de esto era clara. Por un lado, sintiendo el libro tan feliz ensu redondez de nacimiento, yo no quera renunciar a dotarlo, para ha-cerlo quiz ms valioso, de elementos capaces de enriquecerlo. (Qui-zs me traicionaba ese punto de vista: slo los vocablos ms humil-des y comunes dan el precio de sencillez, humanidad y realidad a nues-tros trminos mortales, a nuestro vocabulario conmovedor.) ~ Por otrolado, yo usaba palabras como htico, por tsico, o estantigua,por persona cuyo aspecto rarsimo causa estupor o sorpresa, debidoa que siendo mi familia de tradicional origen provinciano pues mpadre haba nacido en San Juan y yo de nio escuch hablar a mistas a mi ta abuela segn sus trminos nativos originales, esos tr-minos y otros parecidos me eran comunes y familiares. Ya se sabeo debe saberse que al revs de lo ocurrido en Buenos Aires, don-de la inmigracin ha desnaturalizado y confundido tanto el idiomaaun el idioma comn de los antiguos argentinos, en nuestras pro-vincias el lenguaje familiar ha sido ms matizado y ms rico, mslleno de significaciones nativas originales, nacionales 20

  • COMENTARIOS SOBRE UNAS NOTAS DE EDUARDO MALLEA 503

    En las pocas de dictadura totalitaria los hombres libres, aunqueno estn fsicamente presos, viven presos. Deben vivir recluidos ens mismos, ya que al no permitrseles opinar, no se les permite esa co-municacin espontnea sin la que la salud moral del hombre se re-siente. Yo no estuve preso entre los aos 1943 y 1955, pero no eralibre, pues slo en contacto con los otros seres libres es decir enel interior de cierta clandestinidad poda respirar, hablar, decir loque pensaba. Recuerdo que fuera de mi labor interna en un peri-dico independiente, La Nacin, que por otra parte constantemente sele amenazaba con quemarlo o cerrarlo, slo poda yo encontrar algnplacer en la soledad estudiosa de mi casa. adonde a cada rato podaorse, sin embargo, el llamado del timbre que significaba que comoa otros lo venan a uno a detener, o yendo algunas tardes a oir con-ferencias literarias en la Asociacin Argentina de Cultura Inglesa.donde poda or hablar de escritores libres, de mundos libres, de librosliberadores como es liberadora toda belleza ~. El resto de mi tiempolibre lo dedicaba deliberadamente a crear algo que durara ms queel tiempo que iba a durar nuestra privacin nacional de libertad. Deese modo, la idea de hacer una novela en la que yo encontrara unmundo ancho en el que pudiera moverme a mis anchas vino a est-mularme y a confortarme. Pens en mi novela Simbad como en unvasto mundo libre. La vastedad de la obra deba ser igual a la vastedad

    28de la libertad que me proporcionaba -

    Yo iba a La Nacin todas las tardes de tres a ocho, pues era di-rector del suplemento literario. Trabajaba en el Simbad toda la ma-ana; y a veces algunas noches. La idea y la anchura de ese libro, lavastedad del tiempo comprendido en sus limites, me seducan. Desdeel momento en que escrib la primera pgina, ya no vivi sino pensan-do en el momento en que depositara en el papel el ltimo prrafo yla ltima frase. Yo me haba creado ese vasto mundo mientras el otrome reduca y oprima. Mi libertad era ese encuentro diario con el pa-saje que estaba escribiendo.

    Por lo dems el asunto de esa novela no slo me apasionaba, sinoque me entretena mucho. A la vez me emocionaba como pocas obrasmas me han emocionado. Por lo pronto vea sus escenas y viva consus personajes en trminos tan reales, que la tarea me conmova comoninguna

    Ya he dicho en alguna parte (La guerra interior) lo que en ese li-br-o quise decir. Pero aparte de lo que quise decir est lo que en ellibro yo vea suceder, la gente que all vea yo vivir, moverse en suspropios climas, opinar en sus propias conversaciones. La casa de la

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    calle Juncal que aparece en el Simbad me haba sido inspirada poruna casa que antes de escribir el libro exista, pero que ahora ya noexiste. La casa del Tigre, totalmente imaginaria, y en la que viva aque-lla mujer atrayente, la vea yo como si hubiera andado por todos susrincones o cada uno de sus cuartos. La vea como si desde sus dis-tintos puntos escuchara el ro, el deslizamiento de las barcas sobrelas aguas oscuras, los ruidos furtivos de la fronda.

    Tard casi cinco aos en escribir el Simbad. Lo copi prontamen-te. El libro estaba concluido, Yo senta cierta paz interior: ahora mepoda morir: la obra que me desvelaba estaba hecha. Por ese tiempose produjo la Revolucin, A algunos escritores que nos habamosmantenido libres, dueos ntegros de nuestra conciencia crtica, testi-gos de la prohibicin de nuestros nombres en los peridicos del r-gimen, cuando cay la dictadura se nos llam a hacernos cargo de fun-ciones civiles. A Borges se le llam a dirigir la Biblioteca Nacional ~A m se me propuso hacerme cargo de la primera embajada que ofre-ci la Revolucin, la embajada en el Uruguay, que no acept. Des-pus, decidido a prestar mi empeo entero al pas liberado y a tomarparte en su reconstruccin, me fue confiada la embajada ante la Unes-co. Mi libro se public en Buenos Aires cuando yo estaba ya en Pa-ris. IJos amigos mos se encargaron de la correccin de pruebas.

    He dicho que desde que empec a escribir el Simbad ya no vivtranquilo hasta que asent su ltima frase. Durante la larga construc-cin de esa novela yo sufra efectivamente mucho, pues, en el caso deno poder acabarla por cualquier causa, la esfera, el crculo, la formaque ese libro deba representar en su todo quedara pensaba yoterriblemente malograda, sin efecto; total, eternamente perdida. Puesla obra se me apareca como algo que slo la frase final en rigor lasltimas pginas poda definir como sentido. La enorme suma detrabajo que ese libro represent, las circunstancias y sufrimientos conque lo escrib, la atmsfera de opresin y tristeza que me rodeaba du-rante los aos de trabajo en l, han sido sin duda la causa de que yoquiera a ese libro como ninguno, como el ms ligado conmigo mismo.Otros de los que he hecho sern tal vez menos imperfectos; pero stees el que yo quiero ms. Por sobre la contingencia de que se leyera,yo habra querido lerselo a mis amigos ms queridos.

    Cuando se quiere a un libro as, se quieten tambin sus defectos.como en todo verdadero amor, porque la Labilidad de la cosa querida,lo que al quererla nos ha hecho sufrir, lo que con ternura hemos per-donado, es aquello que define el amor verdadero. Y yo quisiera que

  • COMENTARIOS SOBRE UNAS NOTAS DE EDUARDO MALLEA 505

    los que me quieren leyeran ese libro con amistad hacia quien con tan-ta vicisitud, y tal vez con tanta imperfeccin, lo escribi.

    Viv con mis padres muchos aos, En 1941 el 6 de diciembremuri mi padre. Tena ochenta y tres aos. Su enfermedad fue cosa deseis das. Su cuerpo y su mente estaban sanos, y todava su fsico y supersona eran flexibles. Pero uno de esos males rpidos que conciertanvelozmente su ataque se present de golpe, y de golpe procedi. Fueun momento, como puede pensarse, para m terrible; y yo, que casiiba a cumplir cuarenta aos, lo recib casi con un dolor de nio, comosi de cierto modo el mundo hubiera cambiado para m. Pero me que-daba mi madre, aparte de mis hermanos, y con mi madre viv hastael ao 1944, en que me cas con Helena Muoz Larreta. Muchodespus de haberse casado mis dos hermanos yo viva todava con mispadres. Haba viajado con ellos a Europa, dos veces, en 1910 y 1928.En Historia de una pasin argentina he dicho algo de mis padres. Enotras partes he hablado tambin de los dos, y en especial de mi padre.Pero por mucho que escribiera en torno a sus figuras nunca dira bas-tante respecto de lo que recib de ambos en trminos de amor, ense-flanzas, moral y dulzura. Pues mi padre, en su enrgica complexinde hombre de accin, ciencia y pensamiento, en medio de su tempe-ramento poltico intenso, verdico y enrgico, esconda como he di-cho una inmensa capacidad de ternura y una sensibilidad a la vezviril y recnditamente emotiva

    En 1956 empezaron los que hablan de ser mis dos aos y algu-nos meses de Pars. Era embajador ante la Unesco, que es la ramau organizacin de las Naciones Unidas para la educacin, la ciencia yla cultura . He dicho muchas veces a mis amigos entre bronias yveras--- que en esos dos aos hice mucho ms por mi pas que entoda una vida de creador de ficciones... Pues trabaj real, eficaz, hon-rada, aplicada, seria, incansablemente tras la obtencin de cosas ti-les, en el terreno del gran ramaje cultural que extiende la Unesco enbien de las realizaciones prcticas del espritu, o sea de la polticamayor y ms noble: la que se refiere al enaltecimiento espiritual ycomprensin a recproco conocimiento entre los pueblos. Me cupo ira la India en cumplimiento de mis funciones (haba en Nueva Delhiuna conferencia general). Y esa estada en la India fue para m, comoescritor, cxtraordinaamente valiosa.

    All sent extendido mi mundo del conocimiento. Extendida, minecesidad de aprendizaje, mis imgenes y mis ideas, mi sentido de unmundo en que el espritu y la poesa, la pobreza y la eternidad, el artey el sentido hmnco religioso, la sabidura y el sentido de la trascen-

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    dencia de los valores del alma aparecan visibles, sensibles. La co-secha recogida de esa extensin de mi curiosidad y aprendizaje fuebastante grande. En la India hice anotaciones que transcrib luego enparte en mis Travesas

  • cOMENTARIOS SOBRE UNAS NOTAS DE EDUARDO MALLEA 507

    da Sud, que l haba creado en la Noavelle Revue FranQaise, y conla que ha hecho en beneficio de las nuevas letras latinoamericanas unaobra que nunca se le agradecer bastante 40 He relatado en mis ha-vesas, no s en qu tomo, alguno que otro momento de mi relacincon varios de esos escritores. Desde muy nio, la literatura francesa.as como la inglesa, haban maravillado mi imaginacin y alimentadouno de los rasgos que prefiero de mi vida: la facultad profunda deadmirar . 1-le admirado sin lmites a muchos hombres que crearonlibros cuya savia nutri mi vocacin de lector y mi apetito de escri-bir. Slo los seres a quienes ms he amado me dieron la alegra y eltemblor conmovido y agradecido que recib de la belleza literaria.

    Nada me gustaba en Pars salvo Pars mismo, el Pars que yoconoca desde chico como caminar atento y pensativo por las callesen que haban habitado o que haba descrito Dante o Hugo, Bau-delaire o Balzac. Wilde o Anatole France; en que haba visitado aValry; o en que descubra el palacio de Lauzun, donde Baudelairehaba escrito El balcn.

    Mi admiracin me trajo siempre en sus olas lo mejor de mi infan-cia, la mejor esencia de m mismo, y con ello una dulzura de ensueo,en cuya frescura y candor exista siempre algo de nostlgico, pero denostalgia bienhechora. Despus de haber trabajado horas y horas enmi cotidiana tarea diplomtica, me descansaba y encantaba buscar enel viejo Pars, por los muelles o en liJe Saint-Louis o en la de laCit los ecos de aquellos conocimientos. el sonido para m conmove-doramente vivo de aquellas voces muertas ~.

    He escrito mucho porque he luchado mucho por ir ms all decuanto haba hecho, por alcanzar un punto ms alto algo que meconvenciera ms que mis libros anteriores. Se me preguntar, enton-ces, que porqu publiqu esos libros, ya que me parecan superables.Los publiqu porque siempre se trat de obras en que sinceramentebuscaba una comunicacin posible con los espritus afines que meleyeran, ya que no poda expresar mejor que escribiendo esa voca-cion vehemente y constante de participar la emocin y el gozo de unatentativa de belleza producida necesariamente, como necesario nos eshallar en nuestros momentos ms solos de una ciudad desconocida-y la vida es una ciudad desconocida alguien con quien hablar,alguien a quien decir algo de nosotros, algo que nos presente lo mejorposible ante ese otro ser humano, a fin de obtener el hallazgo de unarespuesta reveladora, ms reveladora de lo mejor de nuestra buscaque lo que decimos buscar o buscamos encontrar.

    Siento no haber completado todava el trptico de novelas empe-

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    zado con Las guilas y seguido por La torre. Un tercer y ltimo tomollamado La tempestad debe cerrar ese ciclo donde se describe la his-toria de los Ricarte 42 La idea de esta obra o de este trptico se meocurri casi fortuitamente, una vez que un amigo me contaba la his-toria de una quinta que haba comprado y que tema no poder pagarnunca del todo. Creo que fue algo as. Ahora la ancdota ha desapa-recido, y slo permanece en mi mente la historia que yo invent, so-bre la base o la idea de una casa que devora a sus habitantes ~t FItercer volumen est totalmente pensado y hasta s cuntas pginastendr, tal como si la obra estuviera escrita. Pero no est escrita, yesa es una de las tareas que tengo por delante. Otros temas y otroslibros han exigido la totalidad de mi atencin: me importaban msque el tercer tomo dedicado a la vida de los Ricarte, y les he dadoprioridad. Sin embargo, un da me pondr a la obra y cumplir mipromesa de concluir el trptico. Ese tercer tomo ser, creo, el msconmovedor.

    Los temas y personajes que he pensado pero no escrito an, ejer-cen sobre m su constante exigencia subterrnea. flan aparecido enmi mente completos y vivos, como seres o como mundos humanos; yestn ah, esperando ser lanzados a este otro mundo, en el que nace-rn fuertes o endebles, insignificantes o considerables, segn la suer-te que los asista cuando yo los llame a su definitiva realidad, puestoque son ya cuerpos en m como si fueran cuerpos y fatalidades visi-bles. Si yo no sintiera tan existentes y excitantes esos temas y esospersonajes que he imaginado o presentido, si yo no los viera tan vivoscomo realidades vitales, si yo no los viera como si ya tos hubiera crea-do, la verdad es que no tendra tantas ganas y tanta necesidad de es-cribir como tengo El escritor es un hombre que siente el llamadovivo de un mundo secreto que slo vivir realmente s l tiene el podernecesario para evocado con el relieve con que los ve espiritualmente.La mayor felicidad y a la vez el mayor deber de un escritorproviene de la medida en que sea llamado por sus criaturas imagina-rias. Por eso un escritor puede ser alternativamente tan feliz y tandesdichado: si fracasa, es un mundo ideal el que fracasa con l, unmundo potencial dejado en las tinieblas, una posibilidad de almasflotando en la inexistencia.

    Los que creen que he escrito mucho tal vez demasiado igno-ran que lo que he escrito es slo una parte, apenas una insi~ficanteporcin, de lo que desde mi infancia he contenido como una corrienteconstante de mi ms profundo pensamiento, de la rumia azarosa demi alma ms interior y pensativa, No hay casi da en que no se me

  • cOMENTARIOS SOBRE UNAS NOTAS DE EDUARDO MAULEA 509

    haya ocurrido para una narracin una novela o un cuento unasunto listo para ser contado. Mis temas se me han dado siempre en-teros y de golpe como trados por una visin repentina, virginal. subi-tnea. Rara vez he podido agregar intelectualmente algo a lo que losojos de la intuicin me ofrecan redondo y completo

    Los libros que he escrito no dejarn mientras yo viva de plantear-me el tormento de aquel rey codicioso, el tormento de Ssifo. No sonms que la mnima y tal vez derrotada parte de los que he ima-ginado. El vivir de esa promesa de vida hace al mismo tiempo mi ma-yor tristeza y mi cada vez ms inagotable ilusin.

    Mis tres ltimos libros escribo esto en 1970 han sido La harcade hielo, La red y La penltima puerta. No s cmo porque si, oal azar de alguna conversacin, o en mitad de algn curioso solilo-quio me puse un da cualquiera a pensar que yo. a fuerza de ir bus-cando en mis libros cierta densidad en la significacin, haba dejadoatrs para siempre los principios formales, artsticos, poticos casi pu-ros, sobre los cuales haba edificado mis primeras obras. A lo quehe renunciado me dije es al encanto Ahora bien, sin encantoes lo que determina esa calidad mgica sin la cual una obra de lainteligencia carece de su secreto atributo de belleza. Cierto ingredientede belleza mgica de ritmo secreto, de poesa, de medida profun-da es lo que diferencia en un mismo autor su obra mgica, superior.de sus obras menores; esto es, el valor de Eugenia Grandet sobre otrasnovelas de Balzac, la perduracin de Emma J3ovary y de los Tres cuen-ros sobre las dems obras de Flaubert, la poesa de A Rose for Emilyy de Dry Seprember de Faulkner sobre otras novelas a, ms extensaspero menos perfectas como pieza en si. La idea, pues, venida a mi unatarde cualquiera, en el sentido de que me haba olvidado en ciertasobras ms de la necesidad del canto ntimo secreto o voz lmpida ypotica por sobre la acumulacin de materiales ms profundas peromenos estticamente calificados a mi gusto, esa idea, empez a perse-guirme. Y de ah sali mi primer nuevo libro regido por leyes poti-cas ms profundas o sea: ms misteriosas que las leyes de lamera construccin racional en estado masivo. Ese primer nuevo librofue La harca de hielo; su medida fue una medida potica. Con excep-cin de mi primer libro los Cuentos para una inglesa desesperada yde algunas novelas cortas como Chaves y dc algunas pginas de Todoverdor y alguno que otro relato suelto yo no haba quizs alcanzadocl grado de expresin lrica de La harca 50 El pblico calificado e in-teligente respondi fielmente al anhelo de simplicidad e intensidadque yo haba querido poner en ese libro, primero de un trptico hecho

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    de novelas independientes que continuara con La penltima puerta,mi ltima novela, y luego con la aun indita llamada l3oona >1 Otrolibro concebido parejamente aunque menos lrico y mucho ms obje-tivo, el volumen llamado La red, ha aparecido en el intervalo entreLa harca y La penltima puerta ~ Ese otro es un libro pensado or-questadamente. Contiene un complejo de relatos unidos, como pre-sos en una red, por la misteriosa sirena o gorgona de la ciudad.

    Estos cuatro libros contando el que aun no ha aparecido, o seaSaona constituyen, pues, dentro de mi obra novelstica un apartadosignificativo, cuidadosamente pensado y liricamente sentido. Repitoque he escrito esos libros como poemas, ponindolos aparte de mismeditaciones habituales ms complejas, ms fuertes a lo mejor, yquizs ms abstractas o ms ensaystieas o ms llenas de ideas. Estono quiere decir que yo prefiera intelectualmente esos libros de mayoraspiracin potica; quiere decir slo que he realizado al escribirlosuna operacin ms conmovedora.

    Dir, por fin, que en este momento trabajo en el desarrollo de uncomplejo de obras cuya idea surgi en m hace menos de un ao. Enel verano del 1969 al 1970, o sea en el mes de enero ltimo, empeca escribir un libro que de pronto haba surgido en mi espritu. La ideaera construir, representar, componer con todas las piezas que hicieranfalta, armarlo de tautes pices, un personaje, un ser, un carcter ima-ginario, apcrifo, a quien un novelista, amigo suyo y su admirador,reflejara relatndolo a travs de sus ideas, preferencias y vida. En va-rios meses de trabajo conclu el mosaico por as llamarlo de ideas.de ideas vivas, de ese personaje sensible e inteligente, de vida solitariay dramtica >~. Tan fluido y vivo me pareci surgir ese carcter, ~tantas ideas se me ocurrieron al reflexionarlo y convivir anmicamentecon l, que conceb pronto otras extensiones, en otros tantos libros,que extendieran su mbito moral y vital. He terminado, as, el libroinicial que es un todo independiente en s y ya trabajo en el Dia-rio de ese personaje, en su correspondencia, y en fin en su novela,transcripta por el amigo que lo retrata y comenta y extiende. Esteproyecto me fascina como ninguno. Y en ese trabajo estoy, sin haberabandonado los otros temas que esperan turno de ser escritos, ya es-critos en mi memoria y anotados en mis cuadernos.

    S, en fin, cul querra que fuera ini libro ltimo y mayor. Todala poderosa historia que aguarda en mi pensamiento ser liberada enlas pginas de ese libro final que no querra morir sin haber escri-to es hoy la proa de mis proyectos. Guardo ya previsto su titulo.Y mi mayor y ltima alegra intelectual sera poder dejarlo concluido

  • cOMENTARIOS SOBRE UNAS NOTAS DE EDUARDO MAELEA 511

    sin disminuir por la minora de mi arte el espectculo mayor que lamagnitud del tema reclama.

    Nunca he sido, en definitiva, un hombre satisfecho de s. Tmido,inclinado a la preocupacin y a una inmensidad de problemas imagi-narios, he desaprovechado las cartas de xito que el juego de la vidame brindaba; y he hecho de mi propensin a imaginar y soar, mistristes ganancias, pues la fantasa tiende a ser siempre triste ~. Mehabra gustado ser una personalidad poderosa y prdiga, no por lavanidad o los fastos o los honores, sino para poder ofrecer a mis mshumildes amigos un poco ms que esa sombra sonriente y burlona, ocallada y preocupada, que tanta gente ve en m. He pensado siemprecon el corazn bien dispuesto y con la inteligencia en estado amistosofrente a los seres humanos que he encontrado, y tan slo los rasgosde despotismo o vileza, avaricia o desdn, fatuidad o grosero orgullohan hallado en milos rasgos de la impaciencia o la intolerancia. Cuan-do he actuado a la cabeza de sociedades he sido presidente de laSociedad Argentina de Escritores o desempeado funciones pblicashe sido embajador de mi pas ante un organismo internacional parala educacin, la ciencia y la cultura he manifestado y sostenido ideaslibres. Puedo decir altivamente que nunca toler en mi accin y vidaun acto o un pensamiento esgrimido contra ser humano alguno; y minico orgullo consisti en ser tolerante ante todas las ideas y en nohaber rechazado u ofendido a nadie por sus creencias, babindometolerado slo, en el campo de la exposicin de mis ideas, la rebelinque precisamente me causan las formas sociales o polticas basadasen una idea negativa de la persona humana como libre ejercicio desus preferencias pblicas o de sus convicciones ideales o privadas. Nohe elegido a mis amigos por sus preferencias de partido, sino por lacalidad de lo que yo llamara su corazn mental. Con esto quiero de-cir: su calidad de alma. He estado siempre dispuesto a sentir a milado como grandes, admirables, mayores, a todos aquellos cuyo esp-ritu me pareci honroso para la especie humana. El contacto con se-res as me dio ms alegra que mis moderadas victorias literarias.

    1fe dado las gracias a quienes me han distinguido a causa de misobras, porque cl aplauso define tanto ms la calidad dc quien lo brin-da que el merecimiento de quien lo recibe. Reconocer un mrito esser uno un poco ese mrito. Cuando me han elogiado un personajeo una idea creados por m me ha parecido que mi interlocutor y yoestbamos comp!etando un alma o un concepto sensibles, cuya figurase alzara de nuestra conversacin como un tercero ante nosotros.

    He trabajado mucho, pero en una forma tpica de los perezosos:

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    sin mtodo, o con cierto ritmo rico y potico, lo cual equivale a de-cir, impreciso y copioso, cosas no buenas ni para la prosa ni para lapoesa. Si hubiera podido rehacer mi vida la habra construido, no deotra manera en el terreno de la afectividad, pero s de otro modo enel terreno del mtodo: habra construido mi vida separando con pre-cisin mis horas de aprendizaje y contacto humano inteligente de mishoras de creacin laboriosa y trabajo directo en el papel. Pero quizshe nacido ms para crear que para pensar la creacin. Quiz mi arte

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    haya perdido con eso -Si pienso crticamente en mis novelas, encuentro que tal vez se

    descubra demasiado claro en ellas el haber buscado yo la belleza msde lo que hubiera sido necesario para encontrarla. Si pienso crtica-mente en mis ensayos, encuentro que digo demasiado, y que, por con-siguiente, comprometo muchas veces la arquitectura o la estructu-ra de lo ms necesario del mensaje. Estas son culpas o traiciones--de la riqueza de materia, combinada con un cmplice: esa especie denarcisismo que todo reflejo demasiado evidente de nosotros mismoscrea en la superficie donde nos miramos.

    Eso no quiere decir en modo alguno que yo denuncie mis libroscomo dignos del desahucio. Al revs, creo que la justeza del lectorcontribuir con su precisa seleccin a descubrir los instantes salvadosen una obra tan extensa como la ma. Quizs el haber escrito tan-tas pginas haya hecho de m un nadador al que el atravesar unamuy vasta superficie le haya ofrecido trechos de excelente tcnica, yque la tcnica de- esos trechos, aislada de los muchos malos momen-tos, haya hecho posible juntar o seleccionar un grupo coherente derealizaciones distinguibles, unos cuantos pocos volmenes de bellezay alcance saludables.

    Me considerara tranquilo si alguna vez mis libros fueran a serexaminados por jueces inteligentes y severos, pero a la vez ecunimesy cuidadosos. Honestamente fidedignos. Insobornables ante el apremiode la ligereza o los consejos del apasionamiento. La lucha ms gran-de del buen crtico es la lucha contra las oscilaciones susurrantes desus subterrneos prejuicios. Un buen crtico es uno que triunfa carte-sianamente de s mismo ~.

    No s qu ms puedo decir de m.Lo mejor que puede tener un escritor es jugar su vida a una ex-

    periencia menos agotadora que inexorable. Slo si su apuesta fuegrande habr valido la pena de la emocin, aun en el caso de perder.Yo puedo decir que he apostado mi vida a mi vocacin. Y que esa

  • COMENTARfOS SOBRE UNAS NOTAS DE EDUARDO MALLEA 513

    apuesta la he hecho sin amargura; que esa apuesta la he hecho pen-sando en mis personajes y en mis lectores con una sola ambicin: lade que pudiramos encontramos en la verdad.

    COMENTARIOS

    La formacin literaria del joven Mallea se alimentaba mayormente defuentes inglesas y francesas. Hay un paralelo aqu con su contemporneo Jor-ge Luis Borges, cuyas primeras lecturas incluan Alice in Wonderland y las no-velas de Robert Loufs Sevenson en ingls. La afinidad de Mallea por las obrasparnasianistas se nota en su primer libro, Cuentos para una inglesa desesperada-Ni la prosa espaola ni la nacional ejercian gran influencia en el ambientecultural argentino hacia principios del siglo.

    2 Mallen cursaba Derecho en la Universidad de Buenos Aires.Adems Luis de Saslavsky y el propio Maltea integraban el equipo Juan

    Carlos Erro, quien ms tarde se destac como ensayista, Leonardo de Vediay su hermano Enrique de Vedia, director de la revista.

    Escrito alrededor de 1923 este pequeo cuento representa una tendenciatodava bastante modernista. Ntese expresiones como expansiva como elchampaa, roja, charla espumosa o sonrisas llenas de carmn colocadasdentro de un mareo refinado y esttico.

    En la dcada del 20 el ambiente literario porteo se divida, algo artifi-cialmente, entre las facciones de Boedo y Florida. Del lado de Boedo encon-tramos a los defensores de la literatura social, inspirados en parte por los na-turalistas, encabezados por Roberto Payr y ms tarde Roberto Arl. Del ladode Florida haba el grupo del Martn Fierro, dirigido por Evar Mndez y don-de se destacaba Ricardo Guiraldes, autor de Don Segundo Sombra, los com-ponentes de la revista Proa, especialmente el joven Borges, quien llega deEuropa con su ultrasmo a cuestas, y, despus de 1931, la famosa revista-casaeditorial Sur sostenida por Victoria Ocampo. El joven Maltea se adhiere a lafaccin de Florida, ya que su inters artstico coincida con la tentativa de re-novar la literatura argentina.

    Los crticos ven en este primer libro la tentativa de superar el Ausklangmodernista y, simultneamente, un desligamiento de la prosa realista cultivadaen aquel entonces con xito por su compatriota Manuel Glvez. Lo que seperfila en estos breves cuentos es una abstraccin en el nivel de temas y per-sonajes, bastante tpico de obras posteriores. Vase Seis poemas a Georgia,inspirada en la pelcula de Charles Chaplin, Tite Cad Rush, donde un mundode sensaciones vicarias rodea al personaje femenina favorito de Mallen: lamujer inaccesible, dolorida y solitaria.

    Alberto Gerchunoff fue escritor (Los gauchos judos) y crtico de in-fluencia en las dcadas dcl 20 y 30.

    Esta nouvelle que luego form parte de La ciudad junto al ro inmvilya entra en el terreno predilecto del autor: la bsqueda de la identidad pro-pia en medio del ambiente artificial y deshumanizante de la gran urbe argen-tina, Buenos Aires. La protagonista de Angustia, Ana Borel, ha sido califica-da dc figura existencialista que se mueve ciegamente por un laberinto lleno

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    de ansiedad y alienacin, camino del suicidio. Vase a Jos M. Topete, Eduar-do Mallen y el laberinto de la agona, Revista Iberoamericana 39, 131.

    Como observa el crtico Jos Eunuco, el protagonista Jacobo Uber yase perfila como el hombre-isla, tan tpicamente malleano en su fracaso deestablecer relaciones con otros seres humanos. Jacobo liber usa su imagina-cin para crear una visin idealizada de la mujer que como ser real no le in-teresa. Cuando el recuerdo de la mujer de carne y hueso desplaza el espejismo,Uber se suicda, agotado en su ansia de trascender una realidad a la que nosupo responder.

    ~ En el introito de esta obra el autor habla del hombre subterrneo deAmrica en marcha que lleno de mutismo se esfuerza por unir su voz al corode las voces argentinas que claman por un destino nacional genuino. Conscien-tes de un llegar a ser, los personajes de estos cuentos estn a punto de recha-zar una vida mecnica, falsa y burguesa, en bsqueda de algo espiritual, digno,sal vez heroico, de algn modo ligado al destino de su pas. Si uno pudieradar a su vida un fin, frase de la protagonista del cuento Conversacin,,, ofre-ce la clave del libro.

    ~ Esta conferencia fue una confrontacin con la experiencia europea quepara Mallea exista como modelo histrico y artstico. Despus de alabar laherencia cultural de un Dante, Pascal y Valry, el conferenciante establececomo contrapunto al Nuevo Adn, al l,omo americanas, cuya conciencia senutre dc una verdad americana inspirada en el Nuevo Edn. Aqu Malleacrea el prembulo para la dramatizacin del espritu nacional en Historia deuna pasin argentina y Otros ensayos.

    12 Esta fue su primera novela, basada en impresiones de su viaje de 1934con Victoria Ocampo. Su protagonista nico, Adrin, frecuenta hoteles de luio,visita museos y palacios y reacciona analticamente frente a una norteameri-cana aristocrtica y desdeosa que parece haber salido de Cuentos para una in-glesa desesperada. Adrin llega a comprender que los europeos no precisancuropeizarse, que les basta con recordar; poro tambin nota la desintegra-cin del vieio orden europeo, carcomido por el espritu spengleriano. Adrinno participa en este desorden ni en tas tentativas de detenerlo; lleno de tedioy alienacin Adrin trata de zafarse de su autoanlisis que lo condena a vivirpatticamente al margen de todo.

    13 La baha de silencio apareci en 1940, o sea, tres aos despus de Historiade una pasin argentina. La novela lleva como tema central la bsqueda dela Argentina todava invisible mediante la angustia de la inteligencia. Segnel profesor chileno Fernando Alegra, nos encaramos aqu con un Mallea su-mergido en su propio ser, debatindose y desgranndose para arrancarse desi mismo un testimonio de conciencia que conmueva a sus compatriotas y lesimpulse a la accin renovadora. Breve historia de la novela hispanoamerica-na, Mjico, 1959, p. 232.

    ~ Al volver de Europa Mallea se vio en el papel del hijo prdigo queregresa con su nueva experiencia a cuestas, listo para enarnorarse de su suelonativo. Al elegir un tono confesional y a la vez apasionado pudo zafarse delas exigencias de la ensayistica formal.

    ~ El libro, dividido en reminiscencias juveniles y afirmaciones intuitivas,ha sido calificado de desintoxicacin personal por el crtico argentino LuisE. Soto. A su modo Mallea establece la visin de un Voiksgeist argentino quesegn l emana de la autntica tradicin del pas... de nuestras races... nues-

  • COMENTARIOS SOBRE UNAS NOTAS t)E EDUARDO MALLEA 515

    tras canciones.., nuestras actividades culturales. Como en Angel Ganivet yMaurice Barr=s, hay aqu la bsqueda de una esencia nacional a travs de laespiritualizacin cultural.

    ~ Descendiente de Sarmiento, el padre de Eduardo Mallea pertenece a laclase de criollos viejos, que se sentan muy ligados como participantes en lahistoria, tan reciente, de este pas. A travs de su trayectoria literaria Mallennunca ces de recrear y hasta idealizar la bclle poque argentina vista vicaria-mente a travs de la voluntad paterna. La colaboracin con el diario de losMitre confrm este espritu.

    Igual que Adrin en Nocturno europeo, el protagonista de La bahadc silencio, Martin Tregua, expresa la angustia de sentirse hermticamente ais-lado, destinado a la comprensin cerebral de la vida. La idea del autosacr-ficio, del darse, se inyecta entonces corno una obsesin en cl pensamientode Adrin y Tregua, portavoces del estado de nimo del autor.

    ~ Tal vez se podra hablar de la ilusin de la rebeldia juvenil. Abundanlas protestas retricas y las condenaciones indignadas, pero no se vislumbraun plan de accin concreta. Los jvenes que publican la revista Basta en lanovela no van ms all del smbolo. Como dice Tregua: No es que traiganellos mismos una accin.., la accin no s cundo vendr.

    ~ Segn el crtico alemn Rerbert Gillessen, La baha es un mxturn coto-poSitun en el que se combinan ideas sobre arte, religin, poltica con un tonoconfesional que aparece dedicado a la dama misteriosa, nima jungeana, elusted cpe comienza y termina esta obra larga y amorfa. Para una discusina fondo de las figuras simblicas de la obra vase el libro del profesor Gi-llessen, Titemen, Bilder und Motive ito Werk Eduardo Malteas, Genve, 1966,pginas 7-34.

    ~ Dueo de una gran artesana y experiencia literaria Mallea se dio cuen-ta de su predileccin por la novela amorfa, que le permite la expansin del yoa travs de evocaciones, polmicas, confesiones o manejos de arquetipos (lamujer ideal inalcanzable, la naturaleza yerta, la vitalidad anulada). Todoverdor perecer y Chaves se encuentran libres de digresin y representan,en distintos modos, el esfuerzo dramtico ms logrado de su carrera.

    ~ Vase la nota 2.22 Alejado del escenario urbano y de personajes cosmopolitas Mallea pudo

    crear una realidad verosmil dentro de un mareo netamente alegrico. AgataCruz conmueve como simple vctima de una fatalidad que no llega a com-prender.

    23 Es curioso que Mallen d importancia a un aspecto tan insignificantede la novela. Cora, Debora y Mario Guilln representan los verdaderos ene-migos de lo espiritual. Son sus vctimas y verdugos al mismo tiempo; y sumuerte en las llamas purificadoras que consumen Villa Rita establece una es-pecie de retribucin natural.

    24 El retrato de Baha Blanca, la ciudad nativa del novelista, presenta unambiente multiforme y dinmico, desde la amplia galera social hasta la omni-presencia del ocano, la lluvia y el viento que transporta la arena de las dunashasta la casa de los protagonistas. La impresin total es, sin embargo, una deeste puerto austral hacia principios de siglo.

    22 Existe un evidente desacuerdo entre Mallen y algunos crticos en cuan-to al manejo del estilo. Citando ejemplos de Los enemigos del alma el profesorLchtblau, por ejemplo, menciona una proligidad y repeticin que abusa con

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    demasiada frecuencia de la paciencia del lector y sacrifica el inters sostenido dela obra para sondear cada matiz de emocin y pensamiento. Rasgos estilis-ticos en algunas novelas de Eduardo Mallea, Revista Iberoamericana 24, 118.

    25 Aqui Mallen se revela guardin cultural de un patrimonio criollo arrai-gado en el Zeitgeist de una Argentina ya caduca pero eminentemente viva enel espiritu del escritor. Mallea opone un nacionalismo cultural criollo a losmales de la transculturacin, obra de la inmigracin y del impacto diario delos medios de comunicacin y difusin impuesto por las sociedades tecnolgi-camente dominantes. Para una presentacin entusiasta de la vida cultural de-seable vase Las guilas y La torre, dos novelas en las que se recrea un am-biente tradicional argentino-porteo alrededor de 1900.

    27 El fenmeno poltico del justicialismo de la poca de 1943-55 trajo con-sigo una mentalidad populista que en aquel entonces no fue compartida porla mayoria de los escritores argentinos ms destacados. Bsicamente antioligar-quista, antiintelectual y estrechamente nacionalista, el justicialismo desconfiabadel establecimiento literario (La Nacin-Sur-Sudamericana) al que pertene-ca Mallen.

    28 Es curioso que Mallea no haya mencionado a Chaves, novela que apa-reci en 1953, es decir durante la poca justicialista. En esta obra Mallea llegaposiblemente a crear un protagonista de envergadura trgica, quien reencarnauna esencia nacional, segn U. A. Murena, conocido hombre de letras argen-tino. Chaves, consciente del fracaso de la palabra y del gesto interpone un nofinal cuando sus compaeros de trabajo le exigen un conformismo al grupo.Chaves, igual que Mersault en LEtranger, prefiere enfrentarse con una falsahumanidad que lo condena por ser diferente, genuino en vez de ponerse unamscara social.

    ~> Ms de una vez menciona Mallea el concepto del ruso Nicols Berdiaeffsobre la libertad absoluta del artista al ejercer su creacin, acto que residefuera del mundo fsico y metafsico (vase La guerra interior, p. 81). Este con-cepto le permiti, por ejemplo, crear su mundo personal e ideal y de expan-derlo por las 750 pginas del Simbad, novela de tipo Ennvicklungsro,nan cuyoprotagonista naci en 1903 en Baha Blanca, fecha y lugar de nacimiento delautor. lis interesante comparar esta actitud con la de su compaero de letrasBorges, para quien la presin o censura oficial slo sirve de estimulo al escri-tor para hallar un medio adecuado de expresar su genio.

    O Mallea se refiere al tema de la persecucin del mito: el cazador quees cazado por otro ms hbil y fuerte. El mito simboliza la tragedia del es-critor que trata vanamente de apresar la ilusin de la obra perfecta.

    Borges haba sido empleado de una biblioteca municipal en BuenosAires. En 1955 su fama literaria haba comenzado a asumir un carcter uni-versal y se le ofreci el puesto de director de la Biblioteca Nacional, de sumoprestigio cultural. Al regresar Pern al poder en 1973 Borges, despus de die-ciocho aos de labor continua y casi ciego, como su ilustre antecesor PaulGroussac, renunci a este cargo. Mallea en cambio slo ejerci su funcinoficial como embajador en la UNESCO por dos breves aos.

    22 Mallea se dio cuenta de que Simbad fue una larga recreacin de suspropias ambiciones, inquietudes y experiencias. Escrito bsicamente como unreflejo de si mismo esta obra extensisima posee un valor personal que serdifcilmente compartido por la mayora de los lectores.

  • COMENTARIOS SOBRE UNAS NOTAS DE EDUARDO MALLEA 517

    La esposa de Mallea pertenece a una familia de criollos viejos de re-nombre.

    ~ Mallea emplea las caractersticas de lo sensible y lo viril en mlti-pes ocasiones al describir la personalidad de sus protagonistas masculinos-

    ~ Al aceptar el puesto de embajador ante la UNESCO Mallen tuvo queabandonar la direccin del suplemento literario de La Nacin, funcin que lehaba facilitado una influencia enorme dentro del ambiente cultural y lite-rano argentino durante tantos aos.

    38 Los dos tomos titulados Travesas (1962-63) ofrecen una variedad deimpresiones, reminiscencias y reflexiones. Hay pginas dedicadas a la memo-ria de su padre, citas de Swedenborg, estrofas de la Divina Comedia, descrip-ciones de Pars y comentarios sobre la novela como forna artstica. Frs ladcada del 60 su defensa de la novela tradicional desentona con la corrientenarrativa cultivada por un Cortzar, Sbato o Fuentes.

    Casi la mitad de las pginas de Travesas reflejan impresiones de su es-tada en la India. Son, en general, tablequs que muestran la reacciones de unperegrino occidental que ve un organismo cultural milenario y armonioso. Estefondo aparece ms tarde en las novelas La penltinta puerta (1969) y Trinepiel del universo (1971).

    Despus de Shnbad, publicado en 1957, Mallea contina su esfuerzo no-velistico con Posesin, comenzado en Pars y terminado en Buenos Aires(1958) y 1211 resentimiento (1966). Ambas obras contienen tres novelas cortastalladas en un estilo y una tcnica tradicional. Vuelven viejos temas del ensi-mismarniento, de la alienacin y del fracaso de las relaciones sexuales o emo-tivas. Domina el elemento descriptivo y la reaparicin de vocablos preferidos:futesa, laxo, raudo, impoluto, viril.

    29 Las dos novelas La penltima puerta y Triste piel del universo se pu-blicaron despus de la redaccin de estas notas. Vase nota 37.

    40 Chaves tuvo xito con el pblico francs. Como se observ en la nota 28,el tratamiento del protagonista Chaves evoca cierto paralelo con Mersault enla novela de Camus, ya que ambos prefieren ser fiel a s mismos en vez deconformarse con las normas y actitudes arbitrarias de una sociedad de valoresigualmente arbitrarias.

    ~ La influencia de la literatura inglesa del siglo xx y xx sobre los escri-tores argentinos modernos es profunda. Vase nota 1. En su juventud Malleay Borges se reunieron para traducir unos cuentos de lames Joyce al espaol.

    ~> En sus reminiscencias contadas a Victoria Ocampo, Mallea hace hinca-pi en los viajes a Pars con sus padres en 1910 y 1928, que dejaron una pro-funda impresin en el autor. Vase Dilogo con Malca, Buenos Aires, Sur,1969. En este sentido Mallea forma parte de la legin de autores argentinosdesde Echeverra a Gtiiraldes y Cortzar, que vieron en Pars una gran fuentede inspiracin.

    ~> Las guilas apareci en 1943, La torre en 1951. En estas dos novelas sedesarrolla el ciclo del apogeo y de la decadencia de la familia Ricarte, inmi-grantes espaoles que supieron incorporarse al mundo de los terratenientescriollos. A medida que los descendientes de Len Ricarte disipan la fortunadel fundador ca medio de la vida frvola y falsa de la capital, Mallea evocala visin de una sociedad portea que se basa en una vida criolla sana y dig-na, la herencia del Zeixgeist de su padre, doctor Narciso Mallen, en el planoesttico, pedaggico y moral.

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    Como sucedi al explicar la gestacin de Los enemigos del alma, Mallenenfoca un hecho que apenas sirvi de paso inicial al desarrollo temtico deeste trptico. En Las guilas y La torre no son la casa y el campo los que devoranal habitante, sino que es el habitante el que pierde su patrimo~io, debido a sufalta de amor por la tierra argentina. Con la idealizacin del campo y la pre-sentacin de su fuerza regeneradora. Mallen une su voz a las de sus compa-triotas Ezequiel Martnez Estrada y II. A. Murena. Vase Cultura, poltica,civilizacin, de Martnez Estrada, y El pecado original de Amrica, de Murena.

    u En La torre el nieto de Len Rcarte, Roberto, despliega los sntomasdel protagonista tpico de Mallen: inteligente, sensible, errabundo, polmico,escuchando la voz de la tierra purificadora mientras agoniza complaciente-mente en medio de la rutina burguesa. Aproximndose al tema central de laobra el critico Luis E. Soto se pregunta: Consigue Roberto que su gentese identifique lealmente con los hbitos renovadores de la vida rural? [---1ladesintoxicacin moral de las ficciones sociales f...] todo el desdn a la tramoyadel vivir porteo (.. .3 no se diluye, en definicin, en una nueva y piadosaficcin?

  • COMENTARIOS SOBRE UNAS NOTAS DE l?OUARDD MALLEA .519

    bilidad para dar vida genuina a los protagonistas y de esbozar un fondo querepresenta una India encantadora y verosimil.

    La red, de 1968, no tuvo buena acogida. Emir Rodrguez Monegal, pro-fesor y crtico destacado de la nueva generacin, dice del libro: Persisten enl los viejos hbitos literarios, la desrealizacin de personajes y situaciones, ellenguaje abstracto, la pomposidad del idioma [.3 Tanta trascendencia y culturaacaban de hundir un libro que slo presenta un conjunto inconexo de rela-tos [.3 El resultado es el de siempre: Maltea contina apresado en su propiatrama. Su red (la red) no es Buenos Aires sino un lenguaje muerto. (A/arta-dores de esta Amrica, tomo 1, Montevideo, 1969, pg. 269).

    ~ Mallea se refiere aqu a Gabriel Andaral, que se public en 1972. Lo queRodrguez Monegal censur en La red es fcilmente aplicable a este libro.

    .5.8 Ejemplo de la visin subjetiva y tan fuertemente pesimista del autor.~ La crtica actual ha expresado un juicio bastante severo en cuanto a la

    creacin intuitiva del autor. Len Rozitchner habla de un intento de mistifi-cacin que equivale a una consolacin a travs del ejercicio de ideologasabstractas para no arriesgarse en la vida real. Vase Mallea y nuestras ver-guenzas.

    ~ Mallea escribi doce novelas, cuatro volmenes de cuentos o novelascortas, doce libros de ensayos y dos tomos de poesa en prosa.

    ~ La labor literaria de Eduardo Mallea abarca ya medio siglo. Dado elcarcter cambiante de las corrientes literarias es de esperarse que los crticosde la actualidad juzguen la obra total de Mallea desde un punto de vistaigualmente actual. Y, a pesar de defectos o debilidades fcilmente reconoci-bies, perdura la tentativa malleana de darnos un significado esttico y espi-ritual que va ms all de la comprensin mecnica o determinista de la vida.Las palabras del uruguayo Rodrguez Monegal vienen al caso: Porque laverdad es que esta nueva generacin, a travs de sus representantes ms acti-vos y crticos, parece haber asumido como destino no slo el examen y cen-sura de sus maestros (el parricidio), sino la aceptacin plena y sin reticenciasdisimuladoras de la mala fe del escritor que se sabe nadie en un rgimen des-ptico y no quiere mentirse que es alguien: un cetrino y silencioso argentinoangustiado, como Malle>.; un profeta del Apocalipsis, como Martnez Estrada;un creador de mitos para nuestro tiempo, como Borges. (Narradores de estaAmrica, tomo Y, pg. 268).

    JA. ERNEST LEWALDUniversidad de Tennessee

    (Estados Unidos)