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RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS tra su maestro Sókrates. Al observar que todos los Estados de su tiempo es- taban mal gobernados, comprendió que detrás de esa situación había un proble- ma: que la posibilidad de gobernar con justicia estaba condicionada por la cla- ra comprensión de la justicia a la luz de la recta filosofía. Mientras que para .-SÜKrafes . el-pr6btema -de -la+salveción- moral tenía un carácter puramente in- dividual, incluso cuando se trataba de la formación del gobernante,en cambio, Platón piensa que la educación del hom- bre en general y del gobernante en par- ticular es un asunto público. Por eso las instituciones destinadas a ese fin re- quieren una reforma radical en la es- tructura del Estado. El hombre justo sólo puede darse cabalmente en el Esta- do justo. Podría decirse que mientras que para Sókrates el problema político es un problema moral, para Platón el problema moral es un problema polí- tico. Llambías de Azevedo desenvuelvemi- nuciosamente un análisis de las doctri- nas expuestasen el "Gorgias", el "Theai- tetos", la "Politeia" (o República), el "Politikos" y las "Leyes". Y a través de esos análisis va destilando una honda y cabal comprensión del pensamiento platónico con todos los problemas que éste contiene y ofrece. Esta obra constituye, en todas sus pá- ginas, una larga serie de formidables logros. Viene a enriquecer con enor- mes progresos, en extensión y en rigor, la literatura universal sobre su tema. LUIS REcAsÉNs SICHES Les Philosophes espagnols d'Hier el d'Aujourd'hui. l. Époques et Au- teurs. l/. Textes choisis, por Alain Guy. Privat Ed., Toulou- se, 1956. Hay libros que requieren ser juzga- dos por su escueto valor interno; el punto preciso que ocupen en un con- 339 texto histórico pasa a segundo plano; su lugar" temporai no basta para deter- minar su significado. Otros hay, en cambio, que, prescindiendo de sus mé- ritos o deméritos internos, empiezan por dibujar una marca en un proceso de pensamiento.Su significación radica, so- hre todo, en su referencia a UII cuui.ex- --tú-;-exigCfi-se:r-juegades-pos -el-lugar-que. les corresponde en una aventura his- tórica. El libro de Alain Guy es uno de éstos: señala el primer intento serio de incorporar la filosofía española a la historia del pensamiento europeo. Que sea un escritor francés quien llene esa necesidad tiene sentido preciso. Hace mucho tiempo que el aislamiento inte- lectual de España con el resto de Euro- pa perdura. En parte, culpa del sino trágico de España, como vieron Ortega y la generación del 98; en parte, tam- bién, resultado de la incomprensión y el desprecio de Europa. Presa de ideas hechas y lugares comunes, el europeo relegaba a menudo el pensamientoespa- ñol a la celda del convento o al hervor de la plazuela. Alain 'Guy ha que- rido comprender, en cambio; y, restau- rada la comunión, ha decidido consagrar una obra a combatir esos prejuicios. Pero ha logrado algo más. Su libro habrá de señalar el momento en que el pensamiento español empieza a entrar con pie firme y justo derecho en la historia general de la filosofía. Fruto de un esfuerzo generoso, cumple plena- mente su propósito: abrir de nuevo el "camino francés" de Compostela (pág. 24). Exponer la filosofía de determinado país, plantea siempre una inicial pre- gunta: ¿ Puede hablarse en verdad de una filosofía "nacional"? ¿ Hay una "filosofía española"? Guy acepta un historicisrno moderado. Si bien la filo- sofía es una y universal, tendría tam- bién "maneras" nacionales; para em- plear una frase de Menéndez Pelayo: "hay también fisonomías filosóficas colectivas" (pág. 10). A título de "hi-

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tra su maestro Sókrates. Al observarque todos los Estados de su tiempo es-taban mal gobernados, comprendió quedetrás de esa situación había un proble-ma: que la posibilidad de gobernar conjusticia estaba condicionada por la cla-ra comprensión de la justicia a la luzde la recta filosofía. Mientras que para

.-SÜKrafes .el-pr6btema -de -la+salveción-moral tenía un carácter puramente in-dividual, incluso cuando se trataba dela formación del gobernante,en cambio,Platón piensa que la educación del hom-bre en general y del gobernante en par-ticular es un asunto público. Por esolas instituciones destinadas a ese fin re-quieren una reforma radical en la es-tructura del Estado. El hombre justosólo puede darse cabalmente en el Esta-do justo. Podría decirse que mientrasque para Sókrates el problema políticoes un problema moral, para Platón elproblema moral es un problema polí-tico.

Llambías de Azevedo desenvuelvemi-nuciosamente un análisis de las doctri-nas expuestasen el "Gorgias", el "Theai-tetos", la "Politeia" (o República), el"Politikos" y las "Leyes". Y a travésde esos análisis va destilando una honday cabal comprensión del pensamientoplatónico con todos los problemas queéste contiene y ofrece.

Esta obra constituye, en todas sus pá-ginas, una larga serie de formidableslogros. Viene a enriquecer con enor-mes progresos, en extensión y en rigor,la literatura universal sobre su tema.

LUIS REcAsÉNs SICHES

Les Philosophes espagnols d'Hier eld' Aujourd'hui. l. Époques et Au-teurs. l/. Textes choisis, porAlain Guy. Privat Ed., Toulou-se, 1956.Hay libros que requieren ser juzga-

dos por su escueto valor interno; elpunto preciso que ocupen en un con-

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texto histórico pasa a segundo plano; sulugar" temporai no basta para deter-minar su significado. Otros hay, encambio, que, prescindiendo de sus mé-ritos o deméritos internos, empiezan pordibujar una marca en un proceso depensamiento.Su significación radica, so-hre todo, en su referencia a UII cuui.ex-

--tú-;-exigCfi-se:r -juegades-pos -el-lugar-que.les corresponde en una aventura his-tórica. El libro de Alain Guy es uno deéstos: señala el primer intento seriode incorporar la filosofía española a lahistoria del pensamiento europeo. Quesea un escritor francés quien llene esanecesidad tiene sentido preciso. Hacemucho tiempo que el aislamiento inte-lectual de España con el resto de Euro-pa perdura. En parte, culpa del sinotrágico de España, como vieron Ortegay la generación del 98; en parte, tam-bién, resultado de la incomprensión yel desprecio de Europa. Presa de ideashechas y lugares comunes, el europeorelegaba a menudo el pensamiento espa-ñol a la celda del convento o al hervorde la plazuela. Alain ' Guy ha que-rido comprender, en cambio; y, restau-rada la comunión, ha decidido consagraruna obra a combatir esos prejuicios.Pero ha logrado algo más. Su librohabrá de señalar el momento en que elpensamiento español empieza a entrarcon pie firme y justo derecho en lahistoria general de la filosofía. Frutode un esfuerzo generoso, cumple plena-mente su propósito: abrir de nuevo el"camino francés" de Compostela (pág.24).

Exponer la filosofía de determinadopaís, plantea siempre una inicial pre-gunta: ¿Puede hablarse en verdad deuna filosofía "nacional"? ¿Hay una"filosofía española"? Guy acepta unhistoricisrno moderado. Si bien la filo-sofía es una y universal, tendría tam-bién "maneras" nacionales; para em-plear una frase de Menéndez Pelayo:"hay también fisonomías filosóficascolectivas" (pág. 10). A título de "hi-

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Diánoia, vol. 4, no. 4, 1958
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pótesis de trabajo", la investigación sedeja guiar por una idea regulativa: laposibilidad de un modo y estilo españolen filosofía. Pero el autor, prudente,no cae en la tentación de las "filosofíasnacionales" y advierte, con Carreras yArtau, que el pensamiento español noha de separarse del europeo y ha deexplicarse "más que como expresión delgenio nacional, como aportación parti-cular de los pueblos hispánicos a la fi-losofía general de Europa" (págs.11-12).

Otro problema, común a todo histo-riador de la filosofía: toda selecciónfilosófica se ve obligada a trazar lasfronteras de la filosofía con otras re-giones del pensamiento. Faena más di-fícil aún si de España se trata. País deteólogos y místicos, hay quien diga quesólo en esas cimas la filosofía españolaflorece. ¿Será posible escindir el pen-samiento filosófico del religioso? Guycorta la discusión de un tajo y separacon justeza una filosofía "racional ynatural", así sea de tendencias religio-sas, de otras formas de pensamientodependientesde un orden sobrenatural.Su antología no comprenderá los escri-tores místicos o "espirituales" ni aque-llos cuyo pensamiento se vincule a unaexégesis dogmática. La decisión era laúnica posible y tiene la ventaja de des-tacar la cuantía de esa filosofía racionaltan poco conocida allende los Pirineos.Lo cual se hubiese logrado aún mejorsi el autor hubiera planteado el mismoproblema respecto de las relaciones en-tre filosofía y psicología; a menudo,como tendremos que observar, admitenombres y doctrinas más devotos de laciencia médica que de su amiga la filo-

('sorra,La obra que comentamos no es una

historia del pensamiento, sino una pe-queña enciclopedia de autores. Un pri-mer volumen reseña la vida y obra decincuenta y un filósofos. Cada uno tra-tado en tres partes: reseña biográfica,selección bibliográfica y exposición doc-trinal. Las dos terceras partes se con-

sagran al siglo xx, el resto a los anti-guos. Un segundo volumen' ofrece unabreve selección de textos de todos losautores expuestos en el primero. Unode los objetivos principales de esta "pe-queña biblioteca" es servir a los alum-nos de escuelas superiores, en lo parti-cular a quienes opten por un examende traducción y explicación de un textoespañol. Por ello, el autor ha tenidobuen cuidado de dejar los textos en sulengua original, castellano o catalán, yha prescindido. de los escritos latinosque no pueda presentar en una traduc-ción castellana aceptable. La selecciónes en general acertada, si bien padecede la cruz inevitable de toda antología:los límites de formato obligan a menu-do a una brevedad tal en los textos queno logra suministrar una idea sufi-ciente del pensamiento del autor.

Ambos tomos participan de todas lasvirtudes y limitaciones inherentes a estaclase de trabajos. Por una parte, pres-tan un servicio inapreciable, sobre todoa quienes se inicien en estos temas.Tenemos U:Ia guía bien documentaday digna de crédito, especie de "diccio-nario de filósofos" que permitirá al es-tudioso situar convenientemente a losmás importantes pensadores hispanos.Por otra parte, no logra evitar algunosescollos. Cada filósofo queda separadodel proceso histórico y el pensamientose desgrana en tantos compartimientoscomo autores tratados. Encuadrado enlos límites de su ficha personal, cadauno parece representar su filosofía sin-gular. No hay lugar para señalar lasdirecciones generales, las corrientes co-munes, las·tendencias que otorgan sen-tido a cada filosofía. El autor no trata(!e remediar esa dificultad todo lo quepudiera. No indica suficientemente lascircunstancias históricas de que dependeel pensamientoni pone mucho cuidadoen enlazar entre sí las distintas escuelaso generaciones,de modo de revelar di-rectrices generales de pensamiento.Así,el proceso histórico se desmigaja y el

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lector no encuentra bastante apoyo parareconstruir sus líneas evolutivas. Tam-poco logran vincularse los filósofos conlas corrientes generales del pensamientooccidental. No faltan las alusiones ainfluencias determinadas, pero no estánrecogidas y ordenadas de manera desituar las doctrinas en las etapas de lafilosofía europea.

Dé-los -autores-nredievales,--seleeeionu-dos. El resumen de la doctrina de Lulles, en verdad, excelente. Y Raymondde Sebonde (o Ramón de Sibiuda) re-cibe su justo lugar; Guy resalta su im-portancia y subraya su interesante doc-trina del amor.

De los Siglos de Oro, Francisco deVitoria, Luis Vives, Pérez de Oliva, Luisde León, Juan Huarte, Miguel Sabuco,Juan de Mariana y Francisco Suárezson los elegidos. Extrañamos, por cier-to, a algunos otros, en especial a LeónHebreo y Melchor Cano. Precisa y clarala exposición del pensamiento de Vito-ria. La de Vives gusta menos; hubié-ramos deseado mayor claridad en susrelaciones con el erasmismo y humanis-mo renacentista y un esfuerzo por si-tuarlo dentro de la circunstancia en quevivió; sólo así hubiera adquirido sig-nificado su figura. Tampoco da lugarla exposición para aceptar elogios exce-sivos como el de Lange, quien consideraa Vives "el más grande reformador dela filosofía de su época" (pág. 60). Ungran acierto es, en cambio, resaltar lafigura de Pérez de Oliva, a menudodesdeñado. La exposición de Fray Luisde León, al que Guy había ya consa-grado una obra anterior, es magnífica;señala, incluso, ideas interpretativas no-vedosas y sugerentes. También parecejusto tratar con extensión de dos médi-cos filósofos, Huarte y Sabuco; cuyaimportancia en la reforma de las cien-cias será para muchos una sorpresa yun hallazgo. Discreto el capítulo de Ma-riana; insuficiente el de Suárez; ,la sim-patía y los elogios que el autor le dedica

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no aciertan a cubrir la falta de una ex-posición rigurosa de su metafísica.

En el siglo XVIII la selección recae enFeijóo y Piquero En el primero hubié-ramos deseado subrayara más su papelfrente a la filosofía europea y el carác-ter peculiar del eclecticismo español.Mejor nos parece la exposición de Pi-qUt!l', ljtit; Jcuui.d ti1i ¿~t...i.J.¡vmás directo-de-su-obra;.. -_ -

En el siglo XIX nos encontramos conJaime Balmes, Sanz del Río y JavierLlorens. Capítulos correctos y claros.Sobresale el de Balmes, cuya filosofíaparece haber entendido con justeza elautor.

La parte más extensa está consagradaa los filósofos del siglo xx. Guy, ins-pirado en Ortega y en Marias, divide alos pensadores por generaciones, se-gún una cuenta cronológica estricta quelos separa en lapsos de quince años. Ladivisión hubiera sido fructífera si hu-biese aplicado efectivamente el métodode las generaciones, es decir, si hubiesedestacado los temas vitales de cada unay vinculado cada generación con susvecinas en el tiempo. Al no hacerlo,resulta un mero trillaje cronológico queno presta significación a las doctrinas.Los pensadores tratados pertenecen amúltiples escuelas y circunstancias; talvez un agrupamiento- por direcciones depensamiento hubiera permitido orde-narlos mejor.

La antología está dirigida por el lau-dable propósito de no excluir a ningúnfilósofo de mérito. Entre pecar por ex-ceso y pecar por defecto, Guy, con hu-mana discreción, se inclinó por la me-nor de las faltas: la primera. Requisitoindispensable para tratar de un pensa-miento ajeno es simpatizar con él, yGuy cumple cabalmente con ese deber.Las biografías otorgan celosamente acada autor todos sus títulos y preemi-nencias académicas. Las reseñas estánimpregnadas de buena voluntad, de sin-cero cuidado de no ocultar méritos, decortesía. En verdad que ninguno de los

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autores tratados podría quejarse de suexposición correcta y afable siempre.Es verdad también que el lector -me·nos propenso a la afabilidad- puedesentir a menudo un exceso en el elogioy, si no gusta en especial de los super-lativos, empalagarse a ratos de tanto"célebre pensador" y "eminente maes-tro" como parecen pulular en la filoso-fía española. La letanía de encomios,que se repite idéntica en cada pensador,no realza la doctrina expuesta y puede,en cambio, fatigar.

El autor puede difícilmente salvaruna dificultad. Su discreción le pideque no haga distinciones ni señale ran-gos; de tal manera que para un lectorinadvertido todos los autores parecenadquirir la misma importancia. Todosresultan igualmente "eminentes" y me-recen los mismos elogios. Perplejo, ellector primerizo se verá en la imposi-bilidad de saber quién tuvo mayor sig-nificación real, si Ortega o... Todolí,por ejemplo. Comprendemos que naceeste defecto del natural horror del au-tor a establecer "odiosos distingos" en-tre pensadores en su mayoría vivos,pero un poco de perspectiva histórica yde sentido crítico, capaz de señalar je-rarquías objetivas, hubiera acrecentadomucho el valor de su estudio.

Las selecciones están hechas con im-parcialidad y encontramos autores detodas las posiciones políticas y escuelasfilosóficas. Sólo dos indicaciones por lopronto: tal vez se incluyan demasiadosautores cuya aportación principal caeen la psicología y no en la filosofía; almenos podía haberse señalado exclusi-vamente el alcance filosófico de susdoctrinas; tal es el caso de Turró, Ma-rañón, Germain o López Ibor. Notamostambién una ausencia, con toda seguri-dad involuntaria: la de Luis RecasénsSiches,

En la generación del 98 se tratan Ra-món Turró, Unamuno y Domínguez Be-rrueta. El capítulo dedicado a Unamu-no, si bien es claro y discreto, no da

una cuenta suficiente de la originalidady fuerza de un pensamiento que tanhonda huella dejó en los países hispá-nicos. Hubiéramos deseadoun desarro-ilo mayor de sus ideas acerca de la exis-tencia, de su concepción religiosa, desus intuiciones sobre el genio español,de su significado espiritual para la Es-paña de su tiempo. Limitación que sehace patente cuando el autor consagramás atención y espacio al pensamientoteñido de teosofía de Domínguez Be-rrueta, su contemporáneo, quien jamáspudo lograr el impacto de Unamuno.

En la generación anterior a la guerradel 14 se estudian Tomás Carreras yArtau, Eugenio d'Ors, Ortega y Gasset,Zaragüeta, García Morente, GregorioMarañón, Francisco Mirabent y PedroFont y Puig. Señalemos, primero, elgran acierto de prestar toda la atencióndebida, en éste y siguientes capítulos, ala escuela catalana, a menudo descuida-da, y cuyo interés ha comprendido nues-tro autor. La exposición de los catalanessuele ser excelente. También aquí noshubiera gustado que destacara con ma-yor vigor la obra de Ortega y Gasset.Su exposición no le otorga el lugar pre-ferente que de hecho ha ocupado en to-dos los países de lengua española. Porotra parte, parece que no llega a dar elautor con los motivos centrales que uni-fiquen y articulen su pensamiento. Sutal vez justa afirmación de que no setrata sólo "de un profundo cazador deideas... sino de un metafísico sistemá-tico y audaz" (pág. 181) no encuentraconfirmación en el texto. A la inversa,la importancia concedida a Zaragüetaparece desmedida y tememos que nocorresponda del todo al lugar históricoque ocupa.

A la generación de la primera guerracorresponden Joaquín Carreras y Artau,Joaquín Xirau, Xavier Zubiri, José Gaos,José Germain, García Bacca, ManuelGranell, María Zambrano, Ramón Ceñaly Eduardo Nicol. Ésta es, en nuestraopinión, una de las partes mejor trata-

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das. Particularmente, convencen los ca-pítulos dedicados a Xirau y a Zubiri.Tal vez hubiera podido destacarse más,en nuestra opinión, la obra de GarcíaBacca, cuya valía y originalidad noparece haber aquilatado el autor ... yun poco menos la de Granell, cuyo ma-nual de Lógica, sin duda excelente, nopuede colocarse en el !u:g;¡:;:- caci de ~~-cepción-en -qae-Cuy.Io.ccloca, _T-ªillhién.hubiera sido muy útil señalar el signi-ficado que tuvo para el pensamiento delengua española la obra realizada enAmérica por los filósofos "transterra-d "os .

En la generación de "entre dos gue-rras" la selección se vuelve más difícilpor tratarse de autores aún jóvenes y enformación. Guy nos habla de J. JoséLópez Ibor, Sánchez de Muniain, Alcor-ta de Echeverría, .Taime Bofill, RoigGironella, Leopoldo Eulogio Palacios,Ferrater Mora, Iulián Marias, AdolfoMuñoz Alonso, José Todolí y ÁngelGonzález Álvarez. Creemos que el au-tor hubiera podido ser un poco más exi-gente y reservado en su antología. Al-gunos nombres o bien carecen de obrasuficiente, o bien se mantienen en unnivel de franca mediocridad que los in-capacita para ocupar un lugar al ladode autores prestigiados y serios comoLópez Ibor, Julián Marías o FerraterMora. Por fin, entre los más jóvenes,destacan Miguel Cruz Hernández, An-tonio Millán Puelles, Miguel SánchezMazas y Jorge Pérez Ballestar. Nuestrodesconocimiento de su obra nos impideemitir aquí un juicio válido.

En sus conclusiones, Guy señala laexistencia de un "espíritu permanente"del pensamiento español, compuesto "deuna síntesis muy original del ideal ydel sentido práctico, marcada con el sellode la pasión ... y orientada hacia la per-secución de una trascendencia, mas tam-bién de un arraigo" (p. 379). Se re-velan, por otra parte, ciertos rasgospermanentes de la fisonomía filosóficahispana. Tales serían: la influencia

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oriental, el interés por la ética, la tra-dición de los médicos filósofos, la re-ferencia latente o expresa a los proble-mas religiosos, la herencia católica, elestilo estético, la orientación predomi-nante hacia la filosofía alemana, la os-cilación entre orden y progreso, entretradición y heterodoxia (pág. 23). Porúltimo, el autor resume las aportacionesmás importantes del pensar españul a Id

-filosofía europ'err; desde--la--trasmisión.de la cultura oriental en la Edad Mediahasta el descubrimiento de nuevas ca-tegorías y perspectivas filosóficas en elsiglo xx (págs. 380 sigs.) .

Las imperfecciones que hemos juz-gado nuestro deber señalar eran difíci-les de evitar en -una obra que marcaun comienzo. Lejos de desdorar su es-fuerzo, hacen resaltar la dificultad de laempresa. Comparadas con el resultadofinal, se reducen a pequeñas proporcio-nes. El libro de Guy, en efecto, alcanzasu objetivo. Después de su lectura, elpensamiento español deja la impresiónde una enorme riqueza y complejidady apremia a proseguir su estudio. Esuna vía franca que invita a hacer ca-mino. Y éste es el mayor servicio que,en definitiva, un autor pueda rendir aotros. Todos los escritores de lenguaespañola hemos contraído con AlainGuy una deuda de amistad y gratitud.

LUIS VILLORO

Thedirection 01time, por Hans Reí-chenbach.University of Califor-nia Press, Berkeley and Los An-geles, 1956.En esta obra póstuma del eminente

filósofo de la ciencia alemán. editadapor su esposa María Reichenbach, te-nemos la culminación y la integraciónde sus investigaciones en torno al tiem-po. Este tema era conocido profunda-mente por el autor -tanto en su aspec-to científico como en sus implicacionesfilosóficas- y atrajo su atención desde