Comentario de la Rima XIII, de Gustavo Adolfo Bécquer.doc

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RIMA XIII. Tu pupila es azul, y cuando ríes su claridad suave me recuerda el trémulo fulgor de la mañana que en el mar se refleja. Tu pupila es azul y cuando lloras las transparentes lágrimas en ella se me figuran gotas de rocío sobre una vïoleta. Tu pupila es azul y si en su fondo como un punto de luz radia una idea me parece en el cielo de la tarde una perdida estrella. TEMA El tema son las impresiones que causan al poeta los ojos de una mujer. RESUMEN El poeta le describe a una mujer las emociones que experimenta al contemplar sus ojos azules en distintos estados de ánimo de aquélla (el llanto, la risa, el ensimismamiento). ESTRUCTURA El poema se divide en tres partes que se corresponden con las tres estrofas: -Primera parte (vv. 1-4): impresión que le causa al poeta la risa de la amada. -Primera subparte (vv. 1-2): descripción de la mirada de la muchacha. -Segunda subparte (vv. 3-4): comparación con la luz del amanecer. -Primera parte (vv. 5-8): impresión que le causa al poeta el llanto de la amada. 1

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RIMA XIII.

Tu pupila es azul, y cuando ríessu claridad suave me recuerdael trémulo fulgor de la mañanaque en el mar se refleja.

Tu pupila es azul y cuando lloraslas transparentes lágrimas en ellase me figuran gotas de rocío sobre una vïoleta.

Tu pupila es azul y si en su fondocomo un punto de luz radia una ideame parece en el cielo de la tardeuna perdida estrella.

TEMA

El tema son las impresiones que causan al poeta los ojos de una mujer.

RESUMEN

El poeta le describe a una mujer las emociones que experimenta al contemplar sus ojos azules en distintos estados de ánimo de aquélla (el llanto, la risa, el ensimismamiento).

ESTRUCTURA

El poema se divide en tres partes que se corresponden con las tres estrofas:

-Primera parte (vv. 1-4): impresión que le causa al poeta la risa de la amada.-Primera subparte (vv. 1-2): descripción de la mirada de la muchacha.-Segunda subparte (vv. 3-4): comparación con la luz del amanecer.

-Primera parte (vv. 5-8): impresión que le causa al poeta el llanto de la amada.-Primera subparte (vv. 5-6): descripción de la mirada de la muchacha.-Segunda subparte (vv. 7-8): comparación con una gota de rocío.

-Primera parte (vv. 9-12): impresión que le causa al poeta la amada pensativa.-Primera subparte (vv. 9-10): descripción de la mirada de la muchacha.-Segunda subparte (vv. 11-12): comparación con una estrella.

COMENTARIO CRÍTICO

En esta rima, Bécquer distingue entre un rasgo exterior de una mujer (“tu pupila es azul”) y las variaciones que el poeta aprecia en él cuando cambia el estado de ánimo de la mujer (“cuando ríes/ (...) cuando lloras/ (...) si (...) radia una idea”). Las estrofas están elaboradas sobre la relación inseparable que se establece entre estos dos elementos, entre los ojos azules y las sensaciones diversas que de ellos le llegan al poeta. Los ojos de la amada aparecen en el poema, por tanto, no como un órgano que mira: son, como el

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mar, el cielo o la violeta con que se comparan, algo hermoso para ser mirado y, en última instancia, un camino que lleva al poeta hacia las honduras de otro ser.

Este vínculo entre los ojos y el espíritu se aprecia, en primer lugar, en la construcción simétrica de las estrofas. En todas se describe la misma situación, el intento del poeta por expresar sus emociones ante la mirada de la muchacha, presentada en el mismo orden: primero, el hecho objetivo, la pupila azul; después, la referencia al estado de ánimo de la amada y a un indicio externo del mismo; finalmente, el símil que sugiere las impresiones del poeta ante el sentir de la amada. Y todas se construyen de la misma equilibrada manera: los tres versos iniciales comienzan con la anáfora de “tu pupila es azul” y continúan con un paralelismo (en menor medida en el v. 9) que dará lugar al desarrollo del símil.

Si analizamos esta estructura, comprobamos que, en primer lugar, la anáfora se utiliza para oponer un elemento permanente, el color de los ojos azules, a otro pasajero, los destellos del ser profundo de la muchacha que se exteriorizan en la “claridad” de la mirada, en las “transparentes lágrimas” o en el “punto de luz” que emana de la pupila azul. La anáfora consolida la distancia entre estos dos componentes de la persona, la superficie, invariable salvo por los efectos del tiempo, y el fondo, en el que “radia una idea”, del que sólo podemos intuir fugaces señales, fugacidad que el poeta destaca con las subordinadas temporales y con la subordinada condicional con que terminan los tres primeros versos de cada estrofa (la subordinada condicional continúa en el v. 10 mediante un encabalgamiento).

En los símiles, el poeta compara cada huella de la mudanza de ánimo de la amada con un elemento distinto de la naturaleza: la “claridad” de los ojos, cuando la mujer está alegre, con el “fulgor de la mañana”; las “lágrimas” con una “gota de rocío”; y “el punto de luz” de una “idea” con una “perdida estrella”. Los espacios en que los sitúa el poeta, el mar, la violeta y el cielo, representan, sin duda, los ojos de la muchacha, pues comparten con ellos el color azul. Se crea, de este modo, una antítesis entre dos realidades muy diferentes. Por un lado, tenemos una realidad que se impone a nuestros sentidos tanto por su tamaño (el mar, el cielo) como por su significativa belleza (la violeta, la pupila azul); por otro lado, una realidad delicada (“trémulo fulgor”, “punto de luz”, “una gota de rocío”) y casi incorpórea, como revela su falta de color (“su claridad suave”, “las transparentes lágrimas”) en contraste con el llamativo azul de los ojos.

Por tanto, estos elementos no se definen sólo por su condición efímera. El poeta realza también su esencia inmaterial. La “claridad”, las “lágrimas” el “punto de luz” son los rastros de algo más profundo que la risa, el llanto o la actitud pensativa. Son la expresión del alma de la amada. En ésta se funda el amor del poeta. Los ojos azules, a pesar de su belleza indiscutible, lo atraen porque en ellos se adivina una pureza más profunda que la del color azul. El poeta romántico se hastía pronto de la hermosura material, porque termina acostumbrándose a ella hasta que la ve como algo cotidiano, carente del encanto que lo pudo sobrecoger en un principio. Sólo lo espiritual, lo misterioso, puede colmar su anhelo de una felicidad suprema. La propia organización del poema refuerza esta búsqueda de trascendencia por parte del poeta. En el poema hay tres gradaciones de la primera a la tercera estrofa, una sentimental, una espacial y otra temporal. La sentimental nos lleva de los gestos de la amada (“cuando ríes”, “cuando lloras”) a su alma (“en su fondo/ como un punto de luz radia una idea”). La temporal sugiere, con el paso del amanecer (la “mañana”) a la noche (“el cielo estrellado”), el

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tránsito del nacimiento a la muerte, pero, sobre todo, igual que la gradación sentimental, el paso de lo aparente, la risa, a lo oculto, el pensamiento. La espacial, con la ascensión desde lo inferior, el mar, a lo superior, el cielo, simboliza el ansia de trascendencia del poeta, insatisfecho con lo meramente terreno, con lo simplemente físico. Al final, el adjetivo “perdida” expresa lo inalcanzable que resulta ese deseo de conocer o poseer el espíritu de lo amado.

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