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Dr. Carlos Iván Zûñi,ga ,G.t~

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En el numero de marzo del presente año de la revista Loteríaaparece el discurso que pronunciÓ el Ministro de Relaciones Exte-

riores de Colombia ante el Consejo de Seguridad reunido en Pana-má. En uno de sus párrafos se lee la siguiente alusión a lo dispues-to en el Tratado conocido como Urrtia- Thompson y que fue cele-brado entre la República de Colombia y los Estados Unidos deAmérica:

"Como aparece en tratados vigentes Colombia goza,por otra parte, de algunos derechos especiales

de tránsito por el Canal de Panamá y es apenasnatural que, en nombre de la República de Colombia,considere oportuno recordar esta circunstanciaque nos ha permitido conocemos mejor y forjar másíntima amistad entre panameÙos y colombianoscon el paso incesante de las llaves y de grandescorrientes humanas por este corredor de América" (1)

Sin duda, muchos panamei'os v íctimas de la conspiraciÓn delsilencio que ha existido en torno a episodios de la historia p~tria,desconocen el fundamento de las muy sutiles palabras del Ministro

O) Revista Lotería. Marzo de i 97 3. Número 207. Pago 49.

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colombiano. Ellas descansan en la interpretación que Colombiaotorga a la cláusula pertinente del tratado Urrutia-Thompson y

toda posición panamei'a con relación a ellas debe obedecer al exac-to conocimiento que se tenga de dicho tratado y de sus efectosjurídicos.

El Tratado

El tratado UrrtIa- Thompson fue firmado en Bogotá el 6 deabri de 1914. Las únicas pares contratantes fueron Estados Uni-

dos y Colombia. Su objeto era areglar las "diferencias provenientesde los aconteccillentos realzados en el Istmo de Panamá en no-

viembre de 1903", Consta de su preámbulo, ya indicado, y decinco cláusulas. El tratado fue ampliamente discutido en el Senadoy en la Cámara de Representantes de Colombia. En los debates

hubo pasión, rencor, comprensión, desdén y hasta odio por el signi-ficado del 3 de noviembre de 1903. En el texto del tratado encon.tramos cálculo, previsión, usurpación y franco utilitarismo. Pero nien los debates ni en el texto del tratado se hizo reconocimiento a

lo que la Historia ha consagrado: la vocación de libertad del hom-

bre panameño. Esa vocación, no estimada, es lo que hará perecede-ro los térllnos del tratado Urrutia- Thompson.

En virtud del pacto que nos ocupa, Colombia y Estados Uni-

dos acordaron lu atinente a puntos sobre:a) el transporte por el Canal, sin pagar derechos a los Estados

Unidos, de las tropas, buques de guerra y materiales de guerra

colombianos;b) la exención de todo gravamen o derecho a los productos del

suelo y de la industria colombiana que pasen por el canal, asícomo los correos;

c) la admisión en la Zona del Canal de los productos del sueloy de la industria colombiana sin pagar otros derechos que paguen

los Estados Unidos por productos similares. Estos productos seadmitirán, igualmente, en las islas y tierra firme que en el futuroocupare los Estados Unidos en el Istmo de Panamá, fuera de laZona del Canal;

d) la exención de todo peaje, impuesto o derecho a los ciuda-danos colombianos que atraviesen la Zona del Canal;

e) el uso del ferrocarril entre Ancón y Cristóbal cuando esté elcanal interrumpido para transportar las tropas, materiales de guerra,productos y correos de Colombia, mediante pago que por igual usopague los Estados Unidos. Igual uso se dará al ferrocaril paratransportar a los oficialcs, agentes y empleados del Gobierno deColombia;

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f) los derechos y concesiones especiales otorgados a Colombiapor el transporte en el ferrocaril del carbón, petróleo y sal de una

costa a otra de Colombia;

g) el pago a Colombia de la suma de veinticinco milones depesos (en concepto de indemnización por la separación de Pana-má).

h) el reconocillento por parte de Colombia de la independen-

cia de Panamá y la fijación de límites de la República de Panamáde conformidad a lo indicado en la Ley colombiana de 9 de junio

de 1855;

i) el comprollso de los Estados Uiudos de obtener de Panamá

el envío de un Agente Especial para negociar con Colombia un

Tratado de Paz y Amistad, el restablecimiento de relaciones entrePanamá y Colombia y el areglo de las obligaciones pecuniaras(deuda externa) entre los dos países.

Antecedentes

Las negociaciones del Tratado Urrtia-Thompson fueronconcertadas por iiuciativa del Gobierno de los Estados Unidos. ElMinistro de dicho país ante el Gobierno de Colombia, Thaddeus A.Thompson, comuiucó a Colombia por oficio No. 5 del 10. deoctubre de 1913, los deseos del Gobierno y pueblo de los Estados

Unidos de que "se borre y olvide" todo lo que haya podido alteraro que parezca haber interrmpido la "íntima y antigua amistad"

que existía entre Estados Uiudos y Colombia.

El Ministro americano a renglón seguido especifica el objeto delas negociaciones:

"Mi Gobierno, por tanto, desea poner término una vez portodas, a las diferencias que han surgido entre él y la Repúblicade Colombia en relación con el punto de una separación conve-

niente de las pérdidas, tanto morales como materiales, que hasufrido la República de Colombia por razón de las circunstanciasque acompañaron la adquisición de los derechos de que ahoragozan los Estados Unidos en el Istmo de Panamá.(2)

En el llsmo oficio se ofrecía a Colombia la suma de veinte

llllones de dólares por la completa terminación de todas las recla-maciones y diferencias actualmente pendientes entre "el Gobiernode Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos y el Gobierno deColombia y el Gobierno de la República de Panamá".

(2) Tratado entre la República de Colombia y los Estados Unidos de América. Prmeranexo a la Memoria de Relaciones Exteriores de 1914. Pág. 5 Año de 1914.Bogotá. Imprenta Nacional.

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El breve oficio contemporizador del Ministro Americano resul-taba trascendente a los ojos de Colombia. Estados Unidos asumíael papel de responsable de los sucesos que originaron la indepen-

dencia de Panamá; ofrecía un pago por los daños materiales ymorales que le ocasionó a Colombia por tales sucesos y asumía lapersone ría de Panamá para transar las reclamaciones pendientes.

El Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Francisco

José Urrtia. dio respuesta el 6 de octubre de 1913 al Ministro delos Estados Unidos. De modo implícito acepta negociar el Tratadopropuesto, destaca la espontaneidad de las partes y convicne en

que una de las bases de un buen arreglo sería la "indemnizacióncorrespondiente a daños y pérdidas".- Colombia, como se puedeapreciar, resalta en su respuesta la auto-culpabilidad planteada porlos Estados Unidos en su fórmula de aITego como "provocador de

daños y pérdidas". Por lo demás, la Nota del Ministro Urrutia fueprecisa y cauta.

Estos oficios para lograr entendimientos entrc Estados Unidosy Colombia con motivo de los sucesos del 3 de noviembre de1903, tienen sus antecedentes, en cuanto a los fines de "borrar yolvida", en algunas gestiones ya directas llevadas a cabo por el

propio Gobierno panameño, sin personerÍas oficiosas. En efecto, enel año de 1908 el Dr, Horacio FermÍn Alfaro fue enviado a Bogotá

como Agente Confidencial con el objeto de limar diferencias conColombia y anudar relaciones diplomáticas. A raíz de la indepen-dencia de Panamá, el Secretario de Hacienda en oficio remitido alPresidente de los tenedores de bonos colombianos en Londres ex-presaba, en gesto conciliador, que Panamá reconocería su cuotaparte de la deuda pública de Colombia una vez fuera reconocida

por Colombia la independencia de Panamá. En i 9 i O fue enviadoun nuevo Agente confidencial, el Dr. Carlos A, Mendoza, a cumpliren Bogotá la misma misión que llevó al Dr. Alfaro, pero aquél aligual que éste, fracasó en el logro de sus objetivos.

Importa destacar entre estos antecedentes del Tratado Urrutia-Thompson, como de primerísima jerarquía, el llamado TratadoArosemena-Cortés, cuyas negociaciones se iniciaron con motivo dela visita de Mr. Elihu Root a Cartagena, en 1906. El Sr. Root, a lasazón Secretario de Estado de los Estados Unidos dio a conocer laaspiración de su gobierno, de sanjar las diferencias que manteníacon la República de Colombia por causa de la separación del Ist-mo. Se establecieron las bases para arribar a un pacto y tras dosaños y medio de negociaciones, se firmó en Washington en 1909 elTratado Arosemena-Cortés, el que tuvo un acuerdo de voluntades

realmente tripartito, pues algunas de sus cláusulas estaban condicio-

nadas al cumplimiento de otras que sobre temas colaterales había

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pactado Colombia y Estados Unidos para la misma fecha, o sea "elaiO del Señor de 1909". El Tratado Arosemena-Cortés se aprobóen Panamá por Ley 21 de 1909, pero el Senado de Colombia no leimpartió su aprobación. Este tratado insertaba entre otras las dispo-siciones sobre reconocimiento de la independencia de Panamá, fija-ción de límites, traspaso a favor de Estados Unidos de derechos

que podía tener Colombia por contratos o concesiones hechos parala construcción dcl Canal o del ferrocarril de Panamá, exoneraciónde gravámencs a favor de Colombia por el tránsito en cl canal desus buques de guerra, tropas, elementos de guerra, cesión en plande trueque de 10 anualidades de B/.250,000 cada una, que hacía

Panamá a favor de Colombia, a cambio de la condonación de su cuo-ta parte en la deuda pública de Colombia, al momento de la indepen-dencia. Este Tratado, como queda dicho, fue rechazado por Colom-bia y durante su discusión se desató tal tormenta política que el Jefedel exilio y el propio Plenipotenciario Cortés abandonó su patria,

igualmente, durante muchos años.

En este marco de antecedentes históricos se situa la discusióndel Tratado Urrutia-Thompson,

Los debates en el Congreso

El 6 de abril de 1914 mediante Decreto 409, el Presidente deColombia, Dr. Carlos E. Restrepo convocó al Congreso a sesionesextraordinarias, a partir del 10, de mayo, para considerar el tratadoUrrutia- Thompson. Los miembros de la Comisión de Relacionesexteriores, señores Marco Fidel Suárez, Nicolás Esguerra, José M.González Valencia, Rafael Uribe y Antonio José Uribe, presentaronal Ministro de Relaciones Exteriores y al Congreso, el 28 de abrilde 1914, un Informe explicativo de todos los pormenores de lasnegociaciones, incluyendo sus apreciaciones personales en torno a

las incidencias que dieron nacimiento a la República de Panamá.Explicaron en detalle cada artículo, cada proyecto y contra-

proyecto y profundizaron sobre cada uno de los temas en contrata-ción. Estos juicios los iré analizando cuando los encuentre en eldesarrollo de estos comentarios.

El Congreso debatió. intensamente. cada una de las cláusulasdel Tratado. Pero puso especial énfasis en tres de ellas: la referentea "la satisfacción moral, a la indemnización por los perjuicios expe-rimentados como consecuencia de la separaciÓn de Panamá y a lasprerrogativas dadas a Colombia por el uso de las vías inter-oceánicas".

Examinemos lo concerniente a cada uno de estos puntos:

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a. La satisfacción moral

A juicio de Colombia, Estados Unidos consagró esa satisfacciónmoral en la cláusula la. del Tratado al decir que dicho Gobierno"expresa sincero sentimiento por cualquier cosa que haya ocurrido,

ocasionada a interrumpir o alterar las relaciones de cordial amistadque por tan largo tiempo existieron entre las dos naciones", Desdeluego, esta cláusula primera sobre reparación moral, ofrece doscorrientes polérrucas: una, que confiesa la participación de EstadosUnidos en la independencia de Panamá; otra, que atribuye al Coro-nel Roosevelt una terrible conducta imperialista. La primera, inte-resa indirectamente a Panamá y la segunda es de trascendencia enla política intema de los Estados Unidos.

La "satisfacción moral" de que habla Colombia no afecta aPanamá. No es Panamá signataria de dicho Tratado y las confesio-nes sólo comprometen a quienes las formulan. Además, en 70 años deRepública, el panameño ha demostrado al mundo su profundo es-píritu nacional, su irrevocable voluntad de tener patria y su absolu-

ta dignidad frente a los Estados Unidos. Ningún país ha estado tan

penetrado de la cultura y del imperio norteamericanos como Pana-

má y ninguno como éste ha dado pruebas tan palmaras de surealidad de NaciÓn. En la hora actual no se discute la ingerencia delos Estados Unidos en la independencia de Panamá porque la diná-mica nacionalista de sus gentes, los ejemplos colectivos de sacrifi-cios y de amor a la tierra libre y soberana, han sepultado las

leyendas negras que traumatizaron a la República en los primeros

años de su existencia. En Panamá, desde hace mucho tiempo, cadadía se amanece con una nueva independencia.

Ante la "satisfacción moral" que lleva implícita una auto-

condena, a Panamá lo que le incumbe es resaltar su tradición inde-pendcntista, o sea la suma de actos de afirmación nacional, comolos ocurridos en 1830, 1831, 1840, 1855, 1861 y de las diversastentativas de separaciÓn de Colombia, actos todos que crearon con-ciencia en la época de que Panamá podía "reasumir" su soberanía,

para usar la terminología de las distintas constituciones políticasque se dió Panamá en cada independencia. El 3 de noviembre de1903 congregó a panamefios que ansiaban la separación. Si se alega,como cargo, que Estados Unidos precipitó en 1903 la emancipa-

ción, también se podría replicar que esos mismos Estados Unidosimpidió antes el nacimiento de la República en virtud de los com-

promisos adquiridos con Colombia en el Tratado Bidlack-Mallarinode 1846, No caería en el vacío la observaciÓn de que todas lasseparaciones de Panamá de Colombia se dieron con anterioridad a1846, o sea antes de que Estados Unidos por el Tratado precipita-do se constituyera en garante de la soberanía de Colombia en

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Panamá. Después de 1846 los anelos de independencia se agota-ban en simples transacciones político-jurídicos, como el Estado Fe-deral de 1855 o el Convenio de Colón de 1861, o tales anheloseran ahogados en sangre. El llsmo Presidente de los Estados Uni-dos confesó en diciembre de 1903, ante el Congreso de su país,

"que la autoridad de Colombia sobre Panamá no podía mantenerse

sin la intervención armada y el auxilio de los Estados Unidos". (3)Anteriormente, en 1886, el Cónsul de Estados Unidos en Panamá,

en comunicación a la Secretaría de Estado de su país, dijo:

"Las tres cuartas pares de los habitantes del Istmo desean la

separación y la independencia de Panamá,...Se rebelarían si pu-

diesen procurarSt aras y supiesen que Estados Unidos no inter-

viniera", (4)

En el mismo orden de conceptos, el Dr. Carlos Marínez Silva encarta dirigida al Dr. José Vicente Concha, exponía:

"Que soberanía es esa tan decantada por nuestros políticos, quetienen que estar mendingando todos los días la protección aradade los cruceros norteamericanos para conservar una sombra siquie-ra de autoridad en la capital del Departamento (de Panamá). Estospujos nuestros se me parecen mucho a los de ciertos hidalgosempobrecidos y envilecidos, que después de hablar jactanciosa-mente de su ilustre abolengo, terminan por pedir una peseta para ira almorzar al próximo bodegnn" (4-a)

y don Lorenzo Maroquín, refiriéndose a la posesión del Istmode Panamá, decía:

"Preciso es, pues, confesar que si nosotros tenemos el pleno

dOllnio sobre aquel territorio, y en especialidad que si se handesvanecido los temores de perderlo, es debido a los EstadosUnidos". (4-b)

Por otra parte, la "satisfacción moral" no constituía un actoingenuo de Estados Unidos, de simple homenaje al sentiientonacional colombiano. Más que eso 10 que se agitaba en lamentalidad de los gobernantes de turno de los Estados Uni-

dos, adversarios del ex-Presidente RooseveIt, era golpear todo lo

que había creado conflctos internacionales a los Estados Unidos

(4)

Alvaro ReboUedo. Reseña Hiórico polÍtic de la comunacón inter~ceánca.Pág. 239. Editori Hispo-Arerica. 1930.

Luis Marínez Delgado. Panam. Su indepedea de España,su incorpración a laGran Colombia Su sepaación de Colombi El Caal Inter~celÍico. Pág. 66.Ediiones Lerne. 1972.

Loren~o Manoquín. El Canal Pág 33. Imprenta de Vapor, Ca 10, número 168.Bogota, 1903.

Lorenzo Manoquín. Ob. cit. Pág. 11 1.

(3)

(4-a)

(4-b)

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durante su administración, Era la inagotable intriga que sacude detiempo en tiempo las estructuras éticas de los partidos demócrata yrepublicano.

La "satisfacción moral" constituyó el Talón de Aquiles del

Tratado Urrutia-Thompson. Los políticos republicanos y la prensaderechista adictos al Coronel Roosevelt, enfiaron sus críticas a lallamada "satisfacción moral" por estimarla directamente como un"vergonzoso agravio" al ex-Presidente de los Estados Unidos.

El artículo 10, del tratado que contenía las expresiones de

"satisfacción moral" no fue aprobado por el Senado de EstadosUnidos cuando en 1921 entró, por fin, luego de 7 años de espera,a su consideración. El tratado Urrutia-Thompson fue aprobado porel Senado de los Estados Unidos el 20 de abril de 1921, por 69votos contra 19, pero con la enmienda de eliminar la cláusula la.que contenía la llamada "satisfacción moral". En ese mismo año,Colombia aceptaba la enmienda introducida por Estados Unidos yquedaba, por tanto, el tratado sin el fundamento moral, el de lasatisfacción, del que tanto se vanagloriaban sus ilustres negociado-

res de 1914.

b. La indemnización

Colombia había solicitado durante las negociaciones una in-demnización, primero de cincuenta milones y luego de treinta mi-llones' de pesos y una anualidad durante cien años, de doscientoscincuenta lll pesos.

En qué concepto se reclamaba tal indemnización? "Por lasenormes pérdidas que los acontecimientos del mes de noviembre de1903 le causaron a la República, y como compensación de la re-nuncia que hace a su derecho de dominio sobre la mejor parte desu terrtorio."( 5)

El tratado, de modo escueto, estipula en su cláusula III unpago a Colombia por el suma de veinticinco milones de pesos oro,en moneda de los Estados Unidos.

Este artículo fue muy discutido no sólo en el Senado sino en

toda Colombia. Se le calficaba muy duramente por los enemigos

del Pacto. Era la cláusula que se prestaba para las más duras inter-

pretaciones en perjuicio de los negociadores y de Colombia. El Dr.

Marco Fide1 Suárez y el General Rafael Uribe Uribe se ocuparon entérminos realmente luminosos para apaciguar la indignación que enalgunos sectores causó la "indemlÙzación". Pero a pesar de talesesfuerzos, en Colombia se calficó duramente ese pago,

(5) Tratado entre la República de Colombia y los Estados Unidos de América. Qb. cit.Pág. i 9.

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En Panamá el pago se interpretó como una ofensa que le irro-gaba los Estados Unidos. Era la "comprobación" ante el mundo dela responsabilidad de los Estados Unidos por los sucesos dePanamá. Era, a su vez, un desdoro so acto de utilitarismo el recibir-lo.

El Congreso de los Estados Unidos, sin embargo, también in-trodujo una enmienda a la cláusula sobre la indemnización, al indi-car que los pagos se harían en anualidades de cinco milones de

dólares y llegó hasta insinuar cómo debía Colombia utilizar la sumaacordada. Desde luego, los políticos colombianos de la época nointerpretaron esa insinuación como una ingerencia abusiva en susactos soberanos sino como una preocupación de Estados Unidospor el desarrollo del sistema vial de Colombia.

c. Las prerrogativas por el uso de las vías inter-oceánicas.

El Ministro de Relaciones, Dr. Vásquez Carizosa, en su discur-so ante el Consejo de Seguridad lo que quiso recordar preferente-mente fue el arículo II del tratado Urrutia-Thompson, pues éste es

el que concede los más trascendentales derechos a Colombia para eluso del Canal y del ferrocarriL. Objetivamente, el artículo Il consti-tuye un triunfo de la diplomacia colombiana, Los negociadoresconfiaron al contenido de los privilegios insertos en el artículo Il,el juicio de la posteridad. Estos privilegios, ya enumerados al prin-

cipio, son muy similares a los contemplados en el Tratado Herran-

Hay, y también a los previstos en proyectos de Convenciones ante-riores. En otras palabras, las concesiones que dió el Tratado

Urrutia-Thompson a Colombia sólo son propias del país soberanoen la vía inter-océanica. Por tanto, ¿qué más podía reclamarColombia para el bien de su economía?

La inteligencia de los negociadores colombianos logró que elPacto estuviera minado, por vía del ingenio, de disposiciones muypeligrosas para Panamá y que ofrecían la posibilidad de ir garanti-zando la creciente presencia de Colombia en el resto del territoriopanameño. Se confirma esta apreciación al examinar el ordinal 20.de la cláusula Il, que es del siguiente tenor:

"Los productos del suelo y de la industriå colombiana, talescomo ganado, sal y víveres, serán admitidos en Zona del Canal, asícomo en las islas y tierra fIrme ocupadas o que se ocupen por losEstados Unidos como auxilares y accesorias de la empresa sinpagar otros derechos e impuestos que los que deban pagarse porproductos similares de los Estados Unidos".

Al discutirse 10 transcrito en el Senado, el negociador AntonioJosé Uribe explicó con toda rudeza la trascendencia de la disposi-

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ción. (6) Para Unbe el nuevo Estado, en virtud de la cláusula IIIdel Tratado Hay-Bunau Vanlla, sería pronto ocupado en todo suterritorio por los Estados Unidos. Si los Estados Unidos tenía lafacultad unilateral de tomar las aguas y tierras que quisiere, fuerade la Zona del Canal, para los fines del Canal, para Colombia erainllnente la desaparición de cualquier vestigio de soberanía pana-

meña en el nuevo Estado. Luego, para Colombia el ordinal 20. dela cláusula Il, era un arma de penetración. En cuanto los EstadosUnidos ejerciera jurisdicción sobre el resto del territorio, más alláde la Zona del Canal, Colombia tendría pnvilegios. Sus privilegios,en consecuencia, avanzarían sobre el potro impenalsta de los Esta-dos Unidos y los Estados Unidos avanzarían interpretando, paramal de Panamá, la cláusula IlI, precitada, del tratado de 1903.

Desde el momento en que Estados Unidos completa la ocupa-ción, decía Unbe, "Colombia habrá verificado la reconquista de sulibre comercio en toda aquella comarca..."

Los hechos posteriores, sin embargo, dieron duro golpe al ex-pansionismo de los Estados Unidos. Deseó avanzar hacia Taboga yel pueblo panameño no lo aceptó. Deseó tomarse parte de la ciudadde Colón y el pueblo panameño se opuso. Deseó los EstadosUnidos perpetuarse en los sitios de defensa dados por razón de laúltima guerra mundial, y el pueblo panameño no lo aceptó.

y Colombia en su pretensión de beneficiarse con el desmedrode la nueva entidad soberana, también se equivocó una vez más. Esque el error de Colombia es no haber reparado nunca en la histó-rica vocación independentista del pueblo panameño, Para Colombiala unión de Panamá en 1821 le otorgó título de propiedad irrevo-cable. Pero Colombia nunca examinó ciertas características de1821: Panamá se independizó sin ayuda de Colombia; se unió aColombia voluntaramente atraída por los ideales del insigne 'vene-zonalo Simón Bolívar. No hubo en 1821 "derecho" de conquista.Ni, si lo hubiere existido, ese "derecho" crea perpetuidad de vasa-llaje. En su "Estado Federal", sobre el mismo tema que comento,

Don Justo Arosemena decía: "Como si la providencia quisierapnvar a Colombia de todo derecho para poseer el Ist.mo, que no sefundase en la libre voluntad de sus moradores, hizo fracasar la

expedición que a órdenes .de Mac-Gregor fue_ destinada en 1.819 acombatir en aquel territorIo las fuerzas espanolas. (7). El Liberta-dar, en su oportunidad, supo consagrar para la polémica, para la

(6) Tratado entre la República de Colombia y los Estados Unidos de América. Ob. Cit.pág. 121.

(7) Documentos Fundaentales para la Historia de la Nación Panameña. Pág. 216.Panamá, 1953.

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Historia y para lo que se quiera, la Verdad sobre el 28 de noviem-bre de 1821:

"No me es posible -decía Bolívar- expresar el sentimiento degozo y admiración que he experimentado al saber que Panamá, elcentro del Universo, es regenerado por sí misma, y libre por su

propia virtud. La ACTA de la independencia de Panamá es el mo-numento más glorioso que puede ofrecer a la Historia ningunaprovincia americana..." (8).

Si se aprecia en todo su significado el testimonio enviado anombre de Bolívar, si se acepta la larga jornada del décimo-nonoque llevó a cabo el panameño para plasmar su independencia, en-tonces se podría entender por qué el panameño recibió el 3 denoviembre de 1903 como un acto de independencia y tambiéncomo un acto de compromiso: continuar la lucha hasta ser librespor la propia virtud!

Después de 33 años de lucha, en esta etapa republicana, sellega al Tratado General de 1936, denominado Arias- RooseveIt.Ese tratado echó por tierra la cláusula ILI del Tratado Hay-BunauVarlla. y por simple razón, a todo 10 que fuera accesorio, como lapretensión expresa de Colombia de ir avanando en Panamá .sobre ellomo del potro imperialsta. Los Estados Unidos, desde 1936, no

pueden tomar unilateralmente más tierras yaguas que las dadasdentro del perímetro de la Zona del Canal. Además, siguiendo esa

línea patriótica todas las Constituciones promulgadas después de1936 prohiben taxativamente acceder a nuevas limitaciones jurisdic-cionales.

Los puntos a) b) y c) que he comentado guardaron particular

interés para Colombia. Sin embargo, en el Tratado Urrutia- Thomp-son existen otros aspectos de especial importancia para la Repúbli-

ca de Panamá. De esos, he de ocupare del relacionado con loslímites que separan a Panamá de Colombia y del concerniente alpago de la cuota parte de la deuda externa que tenía Colombia a

la fecha de la independencia. Examinaré, también, los efectos jurí-dicos del Tratado Urrutia- Thompson con relación a la República dePanamá.

a. Los límites entre Panamá y Colombia.

La cláusula iv del Tratado Urrutia-Thompson contiene tanto

el reconocillento que hace Colombia de la independencia dePanamá como la fijación de los límites que deben existir entrePanamá y Colombia. Se toma como base lo dispuesto, sobre lími-

(8) Documentos Fundaentals para la Historia de la Nacón Panameña. Qb. cit. Pág.218.

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tes, por la Ley colombiana de 9 de junio de 1855. Dicha Leydeterllnaba que la división entre ambos países arranca del "Cabo

Tiburón a las cabeceras del río de La Miel, y siguiendo la cordilerapor el cerro de Gandi a la sierra de Chugargun y de Mali, a bajarpor los cerros de Nigue a los altos de Aspavé y de allí a un puntosobre el Pacífico, equidistante de Cocalito y La Ardita",

Esta fijación de límites constituía una ofensa a Panamá, y elhecho he de anotarlo como una prueba más de los difíciles mo-mentos que ha vivido Panamá a 10 largo de su Historia,

Al discutirse el Tratado del 6 de abril, los negociadores colom-bianos demandaron distintas líneas fronterizas: "el meridiano 79, el50, la línea del Cabo Tiburón a la boca del río San Miguel" y porúltimo se pidió que la frontera quedara en las orilas mismas del

Canal,

Al ocurrr la independencia, Panamá extendía su jurisdicciónhasta el puerto de Juradó. Desde tiempos remotos esa región for-maba pare de la extensión territorial de Panamá. El río Atrato yel Napipi eran los límites naturales que separaban a Panamá deColombia. Los lílltes con el Atrato estaban determinados por

actos de la Corona y de los gobiernos granadinos y colombianos

hasta 1847. En las negociaciones que 'terminaron en 1909 directa-mente entre Colombia y Panamá, se acordó en el Tratado Aroseme-na-Cortés que la cuestión de Juradó quedaba sometida a la soluciónde un arbitramento, No fue hasta 1908 que Colombia, a la fuerza,ocupó Juradó, mas a pesar de las protestas de Panamá, Colombiaactuó confiada en claras promesas que dio Estados Unidos de quepara dicho país los límites se fundaban en la Ley de 9 de junio de1855 y Juradó quedaba, por tanto, en territorio colombiano.

La ocupación lllitar de J uradó provocó airadas protestas enPanamá. Hubo manifestaciones populares y todas se dirigían contraEstados Unidos porque era, realmente, el que había autorizado lareferida ocupación. Se pidió al Presidente Amador el retiro delMinistro de Panamá en Washington. Se pedía en los actos de masael rompimiento de relaciones con los Estados Unidos. El PresidenteAmador ordenó a su Secretario de Relaciones Exteriores la inme-diata convocatoria de una Junta de Notables para que éstos dieran

opinión sobre los pasos a dar. Don Nicanor Vilalaz planteó unasolución de blanco o negro: exigir a los Estados Unidos el cumpli-

miento de la cláusula Ia. del tratado de 1903 sobre la garantía de

la independencia e integridad del Istmo, o Panamá se declaraba

exenta de todo compromiso con los Estados Unidos. Alternativaésta, última, hasta suicida, pero altiva, que colocaba a Panamá en lallsma situación de desaire en que se colocó Colombia cuandoexigía de los Estados Unidos el 3 de noviembre de 1903 el cumpli-

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llento del Tratado Bidlack-Malarno de 1846, mediante el cualEstados Unidos se comprometía a garantizar la soberanía deColombia en la totalidad del Istmo de Panamá. El Ministro dePanamá en Washington, Sr. José A. Arango, se dirigió al Secretariode Estado Root el 4 de abril de 1908 solicitando que Estados

Unidos "haga efectiva la garantía consignada en el artículo 10. delTratado, ante la ocupación por la fuerza del juradó por parte deColombia". El Secretario de Estado dio inmediata respuesta mani-

festando que ya le tenía expresado a Colombia por intermedio desu Ministro Cortés que juradó a juicio de Estados Unidos quedabaen territorio bajo la soberanía de Colombia. El gran árbitro con su

decisión hulllló a Panamá por el despojo de parte de su territorioy también humiló a Colombia porque ese país ajustó su conductadiplomática en el caso de juradó a lo que insinuara Estadofl

Unidos. (9)

Para Panamá, sin embar~o, los límites con Colombia no fueronfijados en el Tratado Urrtia-Thompson, puesto que no la podíaobligar un pacto en el cual no había paricipado. Los límites fue-ron deterllnados en el Tratado Victoria-Véliz, de 20 de agosto de

1924, aprobado por la Ley 65 del mismo año, Los límites conveni-dos en este Tratado son los mismos que fijó la Ley del 9 de juniode 1855. Pero durante las negociaciones Panamá hizo esfuerzos

infructuosos porque los límites a partir de los Altos de Aspavé

hasta el Océano Pacífico fueran materia de posterior negociaciÓn ode un arbitraje, Ni Colombia ni Estados Unidos aceptaron las aspi-raciones panameñas, y el Tratado fue acordado más como fruto de"consideraciones de orden superior" que de la libre voluntad delGobierno de Panamá. (10)

b. El pago de la cuota pare de la deuda externa.

La cláusula IV del Tratado Urrtia-Thompson indica que losEstados Unidos se comprometía a dar los pasos necesarios paraobtener del Gobierno panameño el envío de un Agente para nego-ciar el arreglo de todo lo relativo a las obligaciones pecunarias

existentes entre Panamá y Colombia.

Colombia sostenía que Panamá al adquirir su independenciadebía pagar la cuota parte que le correspondía de la deuda

pública, tomando como base, para determinarla, bien su población,

(9) En los momentos de la ocupacin, el Presidete Reyes envió el siguiente mensaje:"Ofcial Chapinero, 12 de abri de 1908. Enrque Palacios. Buenaventura, Legación

colombiana Washigton cablegrafió que Gobierno americano no apoya pretensionesde Panamá sobre Juradó y que prensa amercana estaba en favor de Colombia.Reyes. Ver Juradó. Lo que se iba quedado en el tintero. Pago 27. ImpretaEiéctrica. Bogotá, 1912.

(10) Alvaro Rebolleto. Resena Histórico-Política. Ob. cit. Pág. 295.

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su presupuesto o la extensión de su territorio. Panamá, sostenía

Colombia, no puede soslayar esta obligación porque en materia deDerecho Internacional si un Estado se fracciona, el nuevo Estadodebe en proporción equitativa soportar una pare de la deuda quegravaba al Estado primitivo. Eran invocados tratadistas de la época,como Bonfiles-Fanchille, Despagne y otros en punto a sostener laobligación del nuevo Estado de asumir parte de la carga pre-exis-tente a la independencia. Además, Panamá estaba vinculada a he-

chos históricos que confirmaban esta regla. En 1831 al separarse lasProvincias del Sur de Nueva Granada se dictó el Decreto Legislativode lo. de febrero de 1832 por el cual el reconocimiento del nuevo

Estado iba parejo con el compromiso de ese Estado de pagar laparte de la "deuda doméstica" y extranjera que le correspondía.

Ecuador y la Nueva Granada, en Tratado posterior firmado endiciembre de 1832, acordaron el pago de la referida deuda. (11)

Estas leyes y tratados fueron aprobados con el voto de larepresentación panameña en la Convención granadina. Panamá, portanto, estaba comprometida en . el pago de la deuda pública queexigía ahora Colombia en razón de los precedentes creados por supropia conducta.

A la altura de este análisis surge un importante tema que haconstituído pare del drama nacional: si Colombia le solicita aPanamá el pago proporcional de la deuda pública que tenía el 3 denoviembre de 1903, no significa tal petición que Panamá con suindependencia comenzó a ejercer su soberanía sobre toda su exten-sión territorial? Si los Tratados de la época y los precedentes dancomo pauta para la deterllnación de la cuota proporcional la ex-tensión territorial del nuevo Estado, el monto de los ingresos o lapoblación, significa la no exclusión de la Zona del Canal como laaceptación clara de parte de los contratantes de que dicha Zona se

estimaba como bajo la soberanía de Panamá? Si no se estimabaasí, por qué se acordaron gestiones para que Panamá pagara unacuota parte de deuda pública sobre una extensión terrtorial cedi-da en su soberanía a otra Nación? Si Estados Unidos se considera-ba poseedor de la Zona del Canal, como faja propia, con derechosa actuar en ella "como si fuera soberano", por qué no pagó"como si fuera soberano" la cuota parte que le correspondería a laextensión terrtorial de la Zona del Canal o a los ingresos de laZona a la población de la Zona del Canal? Por qué los EstadosUnidos no procedió a pagar la cuota parte con la misma obligacióncomo pagó cuando se anexó a Texas? Una sola es la respuesta atodas estas interrogantes: al pactar Colombia y los Estados Unidos

(11) Tratado entre la República de Colombia y los Estados Unidos de América. Ob,Cit. Pág. 134.

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que Panamá debía paga su cuota parte de la deuda doméstica yexterna que poseía Colombia al momento de la independencia Que-dó de manifiesto que ambos países consideraban a Panamácomo el soberano de la totaldad de su territorio. No importa quese haya hecho o no el pago. 1. que interesa es el significado de 10que se pactó.

c. Efectos jurídicos del Tratado Urrtia- Thompson con relación

a la República de Panama.Panamá no fue parte, como queda dicho, en las negociaciones

del Tratado Urrtia- Thompson. Ni Panamá le dio poderes a losEstados Unidos para que actuara a su nombre. En consecuencia,

niguno de los acuerdos alí logrados obligaba a Panamá. En estoPanamá no actuó en silencio. Sus protestas por la negociación deun tratado que afectaba sus intereses, sin su participación, fueronoportunas, claras y adecuada. Esta posición de Panamá cobrabaimportancia trascendental. Colombia demandaba que Panamá con-cediera a perpetuidad el libre tránsito y el libre comercio para sus

productos y para sus ciudadanos. Esos privilegios debían ser partedel Pacto y Amistad de que habla la cláusula iv del TratadoUrrutia- Thompson. Colombia aspiraba a que Panamá se adhiriera alTratado del 6 de abril para formar "un todo jurídico y armónicoque asegure los derechos de Colombia en el Canal, en el ferrocarily en todo el territorio del Istmo, cualquiera que sea, hoyo des-

pués, el soberano en aquella comarca" (12). Pero la Comarca pen-

saba distinto y al discutirse en el Senado de los Estados Unidos, en1921, el Tratado Urntia-Thompson, el Secretario de Gobierno yJusticia de Panamá, encontrándose en Misión Especial ante la CasaBlanca, presentó en marzo de 1921 al Departamento de Estado elsiguiente Memorándum:

"El Gobierno de Panamá desea mantener relaciones de cordialamistad con todos los pueblos de la tierra y verá por lo mismo conel mayor agrado toda gestión o paso tendiente a la anudación derelaciones diplomáticas con la República de Colombia, nación de lacual se separó Panamá sin odios ni rencores y movida únicamentepor la necesidad vital de reasumir la dirección de sus propios desti-nos".

"Sin embargo, hallándose en vísperas de ser discutido y votadopor el Senado americano el Tratado entre los Estados Unidos y laRepública de Colombia, el Gobierno de Panamá considera debersuyo el reiterar las protestas y reservas que ha hecho al Depara-mento de Estado a efecto de que la inclusión en ese Tratado de

(12) Tratado entre la República de Colombi y los Estados Unidos de América. Ob, cit.Pág. 135,

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una cláusula que fija los límites dc Panamá con Colombia es unprocedimiento que no cuenta con el sentimiento ni la aprobaciónde Panamá,"

"La Constitución de la República de Panamá en su artículo30. establece que por tratados públicos se fijarán los límites entrePanamá y Colombia, lo cual sc refiere necesariamente a tratadospúblicos en que Panamá sea parte. Este asunto afecta interesesvitales de Panamá, y su Gobierno cree tener dcrecho a que se ledeje en libertad de discutido con Colombia en forma adecuada y asu debido tiempo.

El Gobierno panamcño declara que si el Tratado entre EstadosUnidos y Colombia llega a ser aprobado por el Senado, sus estipu-laciones no podrían afectar los derechos de Panamá, que no hasido consultada ni tomada en cuenta en las negociaciones, no obs-tante sus anteriores protestas. Declara, asímismo, que como ella noha conferido mandato a los Estados Unidos para negociar en repre-sentación de Panamá en materia de límites y de arreglos pecunia-rios con Colombia, el Convenio que a este respecto se celebre entreEstados Unidos y Colombia vendrá a ser respecto de Panamá resinter alios acta y no puede obligada en derecho.

"Así lo hace constar el infrascrito, de acucrdo con instruccio-nes expresas que ha recibido de su Gobierno, y presenta este Me-

morándum de la manera más respetuosa a su Excclencia el Secreta-rio de Estado, en Washington el i 7 de marzo de 1921." (13)

El significado del Memorándum que se acaba de transcribir,presentado tan en su oportunidad, permite una acotaciÓn final a laspalabras del muy ilustre Canciler de Colombia ante el Consejo de

Seguridad: el tratado Urrutia- Thompson no obliga a Panamá; en sumomento fue un dardo al espíritu independentista de los paname-ños; en el presente sus cláusulas de privilegios agonizan con la

misma intensidad como viene muriendo el Tratado Hay-Bunau-Varila, pero a pesar de estos fósilcs históricos el futuro de Panamáy Colombia será de legítima convivencia y de mutua admiraciónpor el espíritu libre y digno de sus pueblos. Es apenas natural que

así sea...

Panamá, 15 de mayo de 1973.

(13) Memoria de Relaciones Exteriores de Panamá, de 1924. Pág. 22. ImprentaNacionaL. 1925.

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como se verá ofrece varantes específicas que lo diferencian de losrestantes países de América Latina.

En contraste con éstos, el aparato productivo del Istmo dePanamá no estuvo unilateralmente consagrado a la extracción dematerias primas. Su actividad productiva quedó desde un comienzoselectivamente especializada en el sector servicios para favorecer lascomunicaciones ultramarnas a través de su territorio, primero du-rate el período galeonista, luego durante el breve auge mercantil

pre-independentista de principios del XI Y finalmente durante el"Gold Rush" calforniano y la construcción del Ferrocaril Transís-mico a mediados del décimonono, que son las tres coyunturas quediscutiremos aquí. De la misma manera, el mecanismo de nuestradependencia externa funcionó de modo distinto, al imponerse unvínculo de dominación interna en términos de una específica es-trctura de poder local que, a diferencia de otros países de Améri-

ca Latina, estuvo bajo el control de las clase comerciante, en razónde la hiperespecialzación de su aparato productivo en el sectorterciaro y de su condición de economía extremadamente abierta.

El Istmo de Panamá a la vez acusó -y acusa todavía hoy con máscrdeza- una mayor dependencia externa a los focos metropolita-nos ya fuesen colonialistas o imperialistas.

Antes de proceder, sin embargo, el análisis del problema, mepermitiré destacar, a manera introductora, las siguientes preriisas,que constituyen tal vez un compendio demasiado denso y apretadopara quien no esté suficientemente familiarzado con la HistoriaPanameña, pero que son indispensables para ubicar en el contextoadecuado el proceso ulterior de nuestra conformación nacional. 1.1. Las más remotas referencias arqueológicas sobre la ocupación

humana del Istmo evidencian su temprana vocación comopasaje geográfico y ruta de contacto entre los pueblos, pero nopodríamos sostener que se trata de una función privativa denuestro istmo porque otros territorios centroamericanos se en.cuentran en capacidad de alegar idéntica predisposición basadaen antecedentes cuando menos muy parecidos.

2. El primer europeo en vislumbrar la condición Ístmica de nues-

tro territorio fue Colón al realizar su cuarto viaje de descubri-

miento, siendo la fundación de Belén en 1503 el primer inten-to de utilzar el Istmo para catapultar la ofensiva expansionista

castellana hacia la especiería y utiizarlo como vehículo decomunicación entre Oriente y Occidente.

3. Al descubrirse el carácter continental de América, por AméricoVespucci en su famoso periplo de 1501 a 1502, y obligarse laCorona Española a reorientar su carera geográfica hacia lo queentonces empieza a conocerse por Nuevo Mundo, los datos que

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aporta Colón en su cuaro viaJe al respecto de la condiciónístmica de lo que el da a conocer por el nombre de Veragua,

convierten a nuestro terrtorio en objetivo medular de los des:

cubrimientos.4. La búsqueda del "Paso" en dirección al Istmo por Y áñez Pin-

zón, Días de Solís, NIcuesia y Ojeda constituye una meta decarácter prioritaro para la política expansionista castellana y

tiene su culminación con la travesía de la ruta por Balboa ysubsecuente descubrimiento del Pacífico en septiembre de

1513.

5. El creciente interés de la Corona por el Istmo la induce aromper por vía de excepción la práctica de las capitulacionescon particulares al comprometerse pecuniariamente en la em-presa del "Paso" al que rebautiza con el detonante y expresivo

nombre de Castila del Oro. En este momento la Corona avi-zora con perspicaz lucidez la función del Istmo en la ruta delMoluco al ordenarle a su agente, Pedraras Dávila, la fundaciónde ciudades tertinales que posibiliten el empleo de Castilla delOro para extender la expansión hacia Oriente.

6. Si el "Descubrimiento Intelectual" del Istmo es sucedido por

una etapa de "Búsqueda del Paso", y ésta, a la vez, por el"Halazgo del Paso" con el descubrimiento del mar del Sur, lagestión directa de la Corona sobre el Istmo con la presencia dePedraras, representante regio con instrcciones muy específi-cas para la instrumentación del pasaje geognlfico, introduce

una etapa caracterizada por la institucionalzación de la fun-ción del Istmo como Zona de Tránsito y de su adscripción alsistema colonial españoL.

7. La misión transitista requerida mediante instrucciones reales aPedraras no se concretiza sino a partir del momento en quedefine su programa poblador con las fundaciones de Panamá,

Nombre de Dios, y Natá, iniciándose desde ese momento unaetapa de sedentaración de la actividad castellana en el Istmoy la irradiación del descubrimiento y la conquista a partir delIstmo, hacia Centroamérica y el Perú. (1)

8. La conquista del Perú por Pizaro va a producir en el Istmo un

formidable impacto de doble vertiente: por un lado provoca

una vertiginosa sangría demográfica de aborígenes y conquista-

dores que no tardarán en ser suplantados respectivamente por

esclavos africanos y comerciantes, elenco este último que notardó en asegurar sus posiciones para controlar en lo sucesivo

las riendas del poder político, social y económico de la colo-nia; por otro lado va a definir de modo definitivo la incorpora-

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Clon del Istmo a la política ultramarina castellana, establecIen-do institucIonalente, con el sistema de ferias y galeones, lafunción y carácter transitista de nuestro territorio. (2)

9. Si bien España no era ajena a los principios económicos del

mercantiismo, no estuvo en capacidad de poner a prueba laeficacia de esa concepción y teoría económica sino cuando:primero, obtuvo su integración geopolítica como estado Nacio-

nal; segundo, aseguró el mercado de consumidores virtualmentecautivos de las posesiones indianas; y tercero, inició la ex-plotación de los ubérrimos yacimientos metalíferos de las nue-vas colonias. Sólo al verificarse la conjunción de estos factoresantes de promediar el siglo XVI fue que España estuvo en

condiciones de formular de manera precisa~ concreta y definiti-va, con el correspondiente aparato institucional, su rol de focohegemónico colonialista respecto de los dominios americanos,asumiendo el poder de decisión sobre el uso de sus recursos,asignándolc al Istmo dentro de ese sistema una función primor-dial como vehículo de intercambio entre la propia metrópoli yel área periférica proveedora por excelencia de metales precio-sos, el Perú.

10. La definición del carácter transitista del Istmo de Panamá quese logra institucionalmente mediante la creación del sistema deferias y galeones, constituye no tanto un reconocimiento a lallamada "Vocación Geográfica" de nuestro territorio como a lavoluntad discrecional de un foco hegemónico metropolitano,en este caso Espai'a, de hacer uso del recurso de una zonapcriférica en virtud de sus propias necesidades colonialistas.

Cuando la explotación de ese recurso dejó de surtir eficacia yempezó a desvalorizarse por efccto de la propia descomposicióndel centro hegemónico peninsular, sencilamente fue suspendida,al igual que cuando fue inaugurada, por los correspondientes ins-trumentos institucIonales, y antcs de que promediara el sigloXVIII el sistema de ferias y galeones quedó cancelado. En

consecuencia el Istmo de Panamá dejó de scr La Ruta, o LaZona de Tránsito por excelencia. (3)

11. Cuando el Istmo de Panamá volvió a ser la ruta dc tránsito porexcelencia a mediados del siglo xix con el Gold Rush califor-niano, ello fue posible, una vez más, porque un nuevo centrohegemónico aparecía en el escenario internacional y nuestroterritorio se prestaba idealmente para sus designios expansionis-taso Quedaba claro así, como se ha demostrado después hastala saciedad, que históricamente la. decantada "VocaciónGeográfica" de nuestro país sólo podía traducirse en términosde ejercicio transitista, cuando un centro hegemónico estuviese

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dispuesto a asumir el poder de decisión sobre el uso de lo quepor tradición se ha considerado nuestro "Principal Recurso

Geográfico".

Ferias y Galeones (1543 - 1748)Pasemos ahora, en primer término, a considerar la significación

del sistema de ferias y galeones y los efectos que ese sistema pro-

dujo en la formación estructural de la economía y la sociedad

panameñas,

En primer término es preciso destacar que el sistema de feriasy galeones no hubiera tenido lugar de no ser porque se produjo enun contexto histórico que se caracterizó por la existencia, primero,de una metrópoli colonialsta; segundo, de un foco proveedor de

metales preciosos; tercero, de un aparato institucional basado en elmercantilismo metálico-comercial -el monopolio galeonista-; y porúltimo, de un istmo insustituible en la ruta de comunicación entrela metrópoli y sus colomas. Fue la conjunción armónica de un focohegemónico, de una zona periférica proveedora de recursos prima-rios, de una mentaldad económica específica, y, finalmente, de unrecurso geográfico irremplazable, lo que configuró e hizo posible lafunción transitista de Panamá y en consecuencia la hiperespecializa-ción de su aparato productivo en el sector terciario. Examinamossumariamente como fueron cobrando forma estos factores.

Es sabido que no es hasta 1529 que la Corona Española renun-cia a las Molucas al cederlas a Portugal por 350,000 ducados, aban-donando formalmente con ello la carera hacia Oriente. (4) Sinembargo, no se sabe con la misma precisión en qué momento dejóde concebir al Nuevo Mundo como una descomunal valla continen-tal que se interponía en la ruta hacia las especias para empezar a

considerarlo como un territorio preñado de ingentes recursos, sus-ceptibles de ser óptimamente aprovechados por el Imperio. Peroeste cambio de actitud no tardó en sobrevenir una vez las posibili-dades de explotar la riqueza metalífera del continente americano

constituyeron un hecho efectivo.

Prácticamente desde que los conquistadores pusieron pie ennuestro Continente surgió el mito áureo, que fue rápidamente co-

brando forma con los relatos que surgen por doquier sobre legenda-rios Dabaibes y Eldorados. Veragua, inmediatamente después del

descubrimiento colombiano y luego las noticias provenientes delDarién con las cartas de Balboa y las versiones dadas en la Cortepor Caicedo y Colmenares de que en esas tierras "el oro con redesse pescaba", sumadas a los relatos de los indios darienitas de laproximidad de El Dabaibe, constituyen tal vez los primeros y másefectivos chispazos para encender la fiebre del oro. Esta fiebre de

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metales debía su origen tanto a las noticias llevadas de Europa porlos primeros conquistadores como a la contracción monetaria porque atravesaba el Viejo Continente, contracción ésta motivada por la

desviación del oro sudanés por los portugueses y su aplicación altráfico con los países del Lejano Oriente. Para compensar la escacésmultiplicáronse las acuñaciones de plata y aún de cobre, realizadascon el producto de las minas alemanas, cuyo mayor esplendor se

produce entre 1470 y 1540. En América la explotación metalíferase inició desde bien temprano, pudiéndose establecer las siguientesetapas sucesivas durante las primeras décadas del siglo XVI, siguien-do el enjundioso estudio que sobre el tema realizó Earl S. Hamil-ton. Entre 1503 y 1520, Lavado de Oro en las Antilas y en el MarCarbe. Entre 1521 y 1544, Aprovechamiento de la Riqueza Mexi-cana y Explotación de los Placeres Auríferos de Nueva Granada,

industria ésta que adquiere su auge hasta 1537 y decae bruscamen-te en 1544 (5). Sin embargo no es sino a partir de 1545, con eldescubrimiento de los fabulosamente ricos yacimientos argentíferosde Potosí, que se produce un impacto verdaderamente revoluciona-rio en la economía mundial iniciándose una incesante y prolongada

ríada de plata hacia el mercado europeo a través de España. En1564 se descubre la mina de HuancaveIica que proporciona la ma-yor parte del cinabrio empleado en la amalgama de la plata permi-tiendo un mayor aprovechamiento de los yacimientos, con lo quese inicia la etapa más importante de la explotación metalífera, lacual se va a extender hasta mediados del siglo XVII.

Como ha advertido Celso Furtado, a propósito de la "Forma-ción Económica del Brasil" (6), para el mercantilismo español delos primeros 150 años de colonización hispánica -los cuales coinci-den precisamente con la época de esplendor de la producción demetales precioso$-, la tierra y los recursos naturales no representa-

ban ninguna significación económica de importancia, y ello en granparte por las condiciones tecnológicas del transporte marítimo quehacía poco rentable el comercio de mercancías de gran peso y deescaso valor unitario, Según esa misma ortodoxia mercantilista, elobjetivo económico de la conquista y subsecuente colonización de

las Indils consistía en la apropiación de excedentes en forma demetales preciosos que pudiesen ser transferidos para su acumula-

ción en la metrópoli. Por ello según ha demostrado el chileno

Alvaro Jara (7) en muy expresivos gráficos, la exportación de mer-caderías como cuero, azúcar, productos medicinales y tÎntóreos,e,te., ocuparon al menos durante esos primeros 150 años un volu-men irrelevante si lo comparamos con la masa de metales preciososque en el mismo período fue remitido a España. Durante ese tiem-po la producción hispanoamericana fue predominantemente mineray 10 que las indias dieron a España y en consecuencia a Europa

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fueron fundamentalmente metales preciosos, ocupando los restantesproductos coloniales muy escasa significación en el conjunto de lasexportaciones.

Esta sobrevalorización de los metales preciosos determinada

por el fetiche del mercantilismo metálico-comercial vigente, basado

en un principio monopolÍstico por parte del foco metropolitano,induce a la Corona, tan pronto se revelan las posibilidades a-mericanas, a imponer un rígido instrumento de control mercantibajo estricta fiscalización del gobierno para lo cual crea el sistemade flotas y galeones, y sus correspondientes mecanismos periféricos

que lo hagan más efectivo: en Perú, constituye el Virreinato, y enPanamá y no por casualidad las fechas coinciden casi exactamentecon la aparición de los yacimientos-, a partir del 1543~1546 im-

planta el régimen de ferias, y en 1563 instituye la Audiencia. Laaparición de los ingentes yacimientos metalíferos americanos confir-mó de esta manera la idea de que las Indias constituían un patri-monio de la Corona y de que su economía sólo podía ser comple-

mentaria de la metrópoli, definiéndose formalmente desde entoncesel papel de España como centro hegemónico y contralor discrecio-nal de los recursos de las colonias, y la dependencia de éstas res-

pecto de la metrópoli como zonas periféricas proveedoras de recur-sos primaros. En este momento, a la vez, se inaugura la coloniza-ción efectiva del Nuevo Mundo y se constituye el complejo econó-mico Hispanoamericano según el esquema que eufemÍsticamente seha dado en llamar "Pacto Colonial".

El sistema de flotas y galeones se apoyaba como se ha dichoen una concepción monopolística y en el esquema subyacente de ladivisión geográfica del trabajo, por lo que establecía que el flujomercantil entre la metrópoli y la colonia debía hacerse a través de

puertos privilegiados en ambos extremos: así, Sevila primero ymucho después Cádiz, controlaban todos los navíos con destino oprocedentes de América, haciendo lo propio en el Nuevo Mundolos puertos de Veracruz, Cartagena y Nombre de Dios-Portobelo,excluyendo a terceros países de toda participación en el negocio,en base como es sabido, a los privilegios papales otorgados por lasBul de Partición de 1493.

Desde que en 1497 se derogó el monopolio colombiano, elestado español intentó el monopolio absoluto de la carrera de lasIndias, a través de la Casa de Contratación con sede en Sevila ycreada en 1503. Sin embargo, el sistema no adquirió la forma demonopolio -o más bien oligopolio- andaluz de modo definitivohasta 1563 cuando el flujo de metales preciosos provenientes de

Âmérica obligó a controlar estrechamente su circulación y los co-merciantes sevilanos lograron organizarse en un consulado según el

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modelo burgalés y mostrar la eficacia de su acometividad corporati-va. Lo ocurrido antes de esa fecha puede considerarse por tantocomo una fase experimental. Según los estudios de Pierre Chaunu,el tonelaje de los barcos había sido más bien pequeño hasta 1560,alcanzando un promedio de 100 toneladas. Pero a partir de 1563los barcos empiezan a desplazar 300 toneladas lo que indica unbrusco ascenso en la coyuntura económica de España América yEuropa. Desde esa fecha, sino en la práctica al menos teóricamente,cada año debían partir dos convoyes de Andalucía, uno rumbo aNucva España y otro a Tierra Firme. La flota con destino a Vera-cruz en el Golfo de México debía zarpar hacia maro o abriL. Enjulio debían salir los galeones con rumbo a Nombre de Dios hasta1596 y desde el año siguiente a Portobelo, Este convoy, conocidopor el nombre colectivo de galeones debido a su escolta de seis uocho navíos de guerra en razón del mayor volumen de metalespreciosos provenientes del Perú que conducían sus naves mercantes,debía regresar del Istmo de Panamá en agosto para recoger a supaso las naves zarpadas de los puertos de la costa septentrional deSudamérica, Ambas flotas debían reunirse en febrero en la Habanadesde donde, a mediados de junio, represaban a España.(8)

Según las cuidadosas pesquisas del economista Earl S. Hamil-ton, quien manejó los rcgistros de la Casa de ContrataciónSevilana, en el período de esplendor de las exportaciones metalí.

feras comprendido cntrc 1503 y 1660, llegaron a Sevila 185,000kios de oro y 16,886,000 kilos de plata (9). Se calcula que entreun 55 y 60% de esa ingente carga pató por los puertos de Nombrede Dios, Portobelo y Panamá (10). Se ha estimado, por otra parte,que entre 1574 y 1702, esto es, durante 128 años, fueron enviadosa Panamá 45 flotas de galeones que produjeron más de 1,300millones de pesos, esto es, un promedio de 10 1/2 milones al año.Todavía en 1708 los galeones transportaron cerca de 40 milonesde pesos. Y en la feria de 1724 un observador calculó que sehabían hecho transacciones por 30 millones.

En el estado actual de la investigación es prematuro intentar,por falta de datos cuantitativos, evaluar el impacto económico queen nuestro ámbito colonial pudo haber producido el amonto-namiento ocasional de barras de plata y de mercancías en los depó-sitos y aduanas de nuestras ciudades terminales con ocasión de lasferias. Sin embargo, en razón de la conformación estructural queimpone a nuestro aparato productivo la función de tipo terciariode la actividad transitista, podemos suponer con escaso margen deerror que aquel episÓdico aluviÚn metalífero, como suele ocurrircon tal tipo monocultor de economía, sólo dejó beneficios tangen-

ciales, rozando a su paso de provechos pasajeros a comerciantes,

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alacenitas y transportistas y en muy segundo término a otros

sectores sociales que directa o indirectamente tomaban participa-ción en la prestación de servicios al transitismo.

Mas bien es el análsis de dicho mecanismo productivo especia-

lizado en la prestación de seivicios a la actividad mercantil transitis-ta lo que nos brida la posibilidad de comprender los alcances quetuvo el sistema de ferias y galeones en la estructuración de nuestro

mundo coloiual y no tan solo en lo económico sino también, en

los restantes aspectos de la vida humana.

La documentación conocida revela que el comercio transíst-mico dependía de una exuberante reseIVa de mano de obra -en sugran mayoría esclava-, de abundates recuas de mulas para el trans-porte, y de casas depósitos para alquiler en las ciudades terminales

y en Cruces (11). A remolque de esta trilogía básica de servicios,subsistían otros sectores productivos subordinados a la funcióntransitista: una pequeña actividad agícola a base sobre todo degros de maíz y aroz; una producción gaadera exuberante; yfialmente una precara y ocasional actividad aradora, capaz de

producir eventualente barcos de pequeño tonelaje para la navega-ción sudamericana (12).

La exuberancia tanto mulera como de mano de obra era unaexigencia propia del sistema para su utilización óptima durate lasferias; sin embargo su nivel de ocpación debía bajar a extremosínfimos en el llamado "tiempo muerto" o de inactividad galeonista,el cual duraba 11 meses durante el esplendor del sistema si bien enlos años de decadencia era mucho más prolongado. Lo propio ocu-rría con las casas-depósitos de los comerciantes por las que sedemandaban elevados alquileres en tiempos de ferias y que el restodel año permanecían desocupadas (13).

La absorción estacional y episódica de tales recursos no diferíamucho por tanto de la exhibida por las economías agrícolas mono-cutoras -piénsese en las zafras azucareras- con el agravante de que

la estacionaldad o periodicidad del transitismo fue mucho másfluctuante e insegura, todo lo cual contribuyó a agravar aún más

los Índices de desocupación del sector productivo (14), hacer máscostosas y por tanto menos rentables las actividades productivas-casas, negros, mulas-, y finalmente, determinó la configuración deuna mentaidad colectiva atormentada por la permanente amenazade la contingencia.

Por el hecho de que la economía mercantil transitista determi-nó una hiperespecialización del sector productivo en la prestaciónde servicios, otras actividades productivas internas no tardaron enverse duramente frenadas, quedado de este modo entorpecida la

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capacidad de autoabastecimiento del país, lo que provocaría fre-cuentes alzas violentas en los precios de los bienes de consumo,generando a la vez un empeoramiento crónico del nivel de vida dela población menesterosa (15). Al mismo tiempo que el desarollodesproporcionado y uniateral del sector servicios frustró toda espe-ranza de desarollo de actividades productivas como la agcultura ola industria, contrbuyó al establecimiento de las bases futuras de

nuestro característico desequilbrio regional, concentrando la pobla-ción y las fuerzas dinámicas de la economía en la zona de tránsitoa expensas de los restantes terrtorios del país (16).

Debido al carácter extremadamente abierto de nuestra econo-mía, por otra parte, nuestros mercaderes, agentes muchos de ellosde los perueros peruanos o de los monopolistas de Sevila, se limi-taron a servir de intermediaros o distribuidores en el mago nego-cio transitista (17), quedando aquí sólo una porción de los benefi-cios pues la mayoría del dinero que llegaba procedente de las mi-nas sudamericanas o bien seguía su curso para ejercer su poder decompra en Europa, o era destinado para la adquisición de Insumosen el extranjero, bien sea para la subsistencia -como la hara, el

trigo, o el vino del Perú- o para renovar los instrumentos necesarosal mecanismo de tránsito como negros importados de Africa omulas traídas de Nicaragua y Costa Rica. La propia actividad mer-cantil, efímera e incierta, generó en nuestros grpos dominantes unestado mental de provisionalidad, de precaredad, lo que determinóque su permanencia fuese siempre transitoria y que ta pronto

hiciesen fortuna abandonasen la tierra, fenómeno éste que no vinoa modificarse hasta fines del xvii cuando empezó a cobrar formasocial el criollismo (18).

Condicionado por una economía cuya principal actividad dima-naba de modo tan exclusivo y unilateral del comercio y a la vezcondenado por una especialión desmedida en su capacidad pro-

ductiva, el Istmo evidenció desde Wl comienzo en grado extremosu hipersensibilidad a los cambios externos. Cada contracción oalteración del comercio atlántico repercutía en el Istmo en formadramática paralizando literalmente su existencia, resultando paricu-lar y selectivamente vunerable al irse manifestando la descomposi-

ción del sistema galeonista y más aún cuando éste cesó por comple-to. Cuando ésto ocurrió, antes de que promediara el siglo XVIII,las reservas de capital acumulado por los mercaderes criollos, desa-parecida la ocasión de las ferias o del siempre provechoso contra-

bando, fueron invertidas en la adquisición de vastas y baratas ex-tensiones de tierras situadas en el interior del país. El negociante,

hasta entonces urbano, se lUraliza (19), y el mercader se transfor-ma en rentista, en terrateniente, generando este efímero interregno

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una grave recesión en nuestra economía de cuyo estancamiento nose levantará sino hasta el momento en que el "Pacto Colonial" sedeclara insubsistente.

Es posible que la sedentarzación y consecuente criollizaciónde la clase mercantil estuviese directamente relacionada con el augedel contrabando cuyas manifestaciones empezaron a ser alarmantesa fines del XVII y fueron la nota predominante en las transaccio-nes comerciales de la primera mitad del siglo XVIII. El contraban-do se produce al conjugarse los siguientes factores: primero, cuan-do los mecanismos de control metropolitano sobre la ruta oficialde tránsito empiezan a falar, lo que parece tener lugar una vez

cambió la coyuntura a mediados del XVII y cesó de fluir comoantaño la plata peruana, iniciándose consecuentemente la decanden-cia del sistema de ferias y galeones; segundo, cuando las crecientes

y extensas demandas del mercado americano como resultado de loanterior empiezan a desbordar todas las posibilidades de abasteci-llento mediante el sistema monopolista, imponiéndose otras prác-

ticas extra-legales como recurrencIa a nuevas y prohibidas fuentesde oferta, práctica ésta a la que se prestaba con frecuencia la

usualmente corrpta adminstración; y tercero, cuando la pirateríaes liquidada primero formalmente con el tratado de Ryswick

(1697) y luego de hecho, y las potencias enemigas con bases segu-ras en el Caribe substituyen las viejas formas de agresión por méto-dos menos violentos de intercambio.

Siendo el Istmo el pasaje insubstituible para penetrar los mer-cados sudamericanos, no tardó en convertirse en la ruta naturalpara las introducciones ilícitas que luego eran canalizadas hacia los

insaciables mercados del sur. Parece ser que la situación del merca-do sureño se agravó con la interrpción de las ferias una vez estallóla Guerra de Sucesión en 1700, lo que contribuyó a extender lasprácticas contrabandistas en el Istmo. Entre 1716 y 1747 aproxi-madamente, fue cobrando forma y consistencia una ruta de tránsi-to transísmico paralela a la oficial y situada a escasos kiómetros alOeste, que, entrando por el río Coclé del Norte, atravesaba lacordilera central en donde los contrabandistas tenían diversas pos-

tas y fortines, para desembocar en Natá, especie de cuartel general,

y luego dirigirse por mar hacia los ávidos mercados sudamericanos.

Los contrabandistas, que obtenían sus mercancías de los mercade-res británicos de Jamaica sobre todo, se asociaron en agrpacionesde nombres engañosamente píos como el "Sacro Apostolado" y"La Santa Famila" a los que al parecer estaban vinculados los másnotables comerciantes de la capital. Su fin les llegó cuando el últi-mo Presidente de la Audiencia, Dionisio de Alsedo y Herrera, lesdeclaró la guerra total, lo que logró con éxito, al desmantelar sus

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centros de operaciones y apresar y dar muere a varos de susagentes (20). Es posible, sin embargo, que la desaparción del con-trabando en Panamá o al menos su fuerte declinación a parir deeste momento -1747- se debiese, más que a la acción punitiva delceloso presidente, al hecho de que al suprimirse el sistema de feriasy galeones por el Istmo, primero de hecho en 1736 y luego dederecho en 1748, e ire abriendo lentaente otros americanos al

comercio, merced a la política de liberación comercial iniciada porCalos lll, nuestra ruta fuese paulatinamente abandonada, desvián-

dose la actividad contrabandista hacia puertos recientemente habil-taos.

Mientras el sistema gaeonista se mantuvo próspero, esto es,hata medios del siglo XV y tardaron los otros factores antesseñalados en manfestase, el comerciante peninsular prefirió per-manecer en el Istmo sólo durante el tiempo que fuese necesaro

para hacer fortna Aunque aún faltan investigaciones pertinentes,es probable que alguos fijasen su residencia sólo durate unascuantas ferias. La estacionalidad de las ferias, esto es, su relativareguardad, les perltía calcular prudencialmente el riesgo, lo que

fue desapareciendo al hacerse cada vez más irregulares y espaciadas.Pero al darse las circunstancias mencionadas atrás, al fin del siglo,debió optar por un radical cambio de actitud. Debido al intensovolumen de negocios las ferias podían producir espectaculares ga-nancias en pocos días, y esto explica la precariedad de su afinca-miento en la tierra. El contrabando probablemente no permitía

esos golpes de mano clamorosos y fugaces pero, en cambio, signifi-caba un ejercicio persistente y sistemático, susceptible de ser practi-cado en cualquier momento. Tal vez en este hecho radique la pro-longación del afincamiento de los comerciantes-contrabandistas y

su radicación definitiva en nuestra tierra, para dar lugar a la futuraformación del criollismo, pudiéndose destacar como hechos nota-bles de 10 que venimos señalando los casos concretos de los Eche-vers, Subiza, Urrola, Calvo y Arosemena, cuyos nombres aparecenpor primera vez en la documentación finisecular del XVII asociadosa estos menesteres extraIegales y van a constituir, junto con otros

de aparecimiento posterior, las cepas más precIaras del criollismodieciochesco.

Los Mecanismos de Dominación de La Colonia

Si es cierto que básicamente las estructuras económicas de la

colonia estuvieron conformadas por el régimen de producción ter-ciario en razón de la actividad transitista, muchas de cuyas secuelassiguen palpándose en nuestros días, es nf'c.esario considerar siquierasea someramente otras expresiones del mecanismo de dominación

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española en el Istmo para comprender con un mayor grado deaproximación cual es la verdadera signficación de nuestra hernciacolonia Para asegurar la eficacia colonialsta, la Corona estableciódos categorías de mecansmos institucionales mutuamente interrela-cionados y complementaros. Al mismo tiempo que impuso aque-

llas instituciones que podía controlar, generar y sostenerdiectamente desde la metrópoli para adaptar el uso de los recursosdel Istmo a la medida de sus apetencias colonialistas, fue tabiénimplantado una estructuración económica, social, política y adi-

nitrativa, sustentada también institucionalente, que se exhibiese

capaz de conjugase con aquellos instrmentos de dominación ex-

terna y serv de garte e instrmento local para la consumación

de dichas apetencias. Estos mecansmos de dominación exógena yendógena estuvieron dialécticamente relacionados entre sí, adaptá-dose segú la marcha de las circunstancias coloniales, demostrandocon ello flexibildad, adecuación y eficacia para la satisfacción delos intereses recíprocos de la metópoli y de los grpos de poderlocales constituídos por nuestros comerciantes.

Como instituciones de dominación exógena, así denominadasen tazón de su subordiación diecta a la metrópoli por haber sidogeneradas, sustentadas e impuestas por ella unilateralente, pode-

mos mencionar: priero, el propio régimen de ferias y galeones;segundo, la Audiencia, que si bien no es exclusiva de Panamá,

existió aquí, no obstante la exigüidad de la población, en razón de

la importancia creciente de su activida económica, y que desapare-ció una vez cesó ésta; y finamente, el sistema de defensa concastilos- fortalezas, baterías, trcheras, casas fuertes y muralas, enPortobelo, en las riberas del Chage y en la propia capital, conllras a dar protección militar al trasiego mercantil. De no haber

sido por la función transitista asgnada al Istmo por la metrópoli escasi seguro que ningua de esta instituciones habría existido ennuestro territorio. No se habrían celebrado ferias en Nombre deDios o Portobelo. En luga de Audiencia habríamos tenido Gober-

nación, como cualesquiera otras provincias menores y habríamos enfin estado desprovistos del ostentoso complejo defensivo Portobelo-Chagre-Panamá, o a lo sumo habríamos tenido fortificaciones másmodestas como es el caso de Honduras o Guatemala con sus SanFernando de Omoa y San Felipe, respectivamente.

Los mecanismos de dominación endógena estaban determina-dos por una estructuración de poder local en la cual dominaba ungrpo social con funciones hegemónicas en lo interno, pero cuyoascendiente y capacidad de dominación dependían de los interesesprevalecientes en la metrópoli. Este grpo de poder subordinado-que no era otro que el grpo mercantil-, en su condición de agente

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interno de la metrópoli, recibía de ésta su sancion institucionalcomo grpo de privilegio y era por tanto el vínculo o la relaciónque hacía posible al centro hegemónico metropolitano el "PactoColonial" con la zona periférica, representada ésta por el Istmo dePanamá. Es en esta relación o vinculación de dependencia interna yexterna, mantenida durante tres siglos de ejercicio transitista, don-de debemos buscar la fuerza con que araigó la estructura de poderlocal (21) y en definitiva la razón histórica de su supervivencia

durante el siglo XIX y aún hasta nuestros días.

La estrctura de poder local cubría una amplia constelación de

factores interrelacionados entre sí que incidían sobre los más vara-dos aspectos de nuestra vida social de modo que sólo podríamoscomprenderlo s a través de sucesivas aproximaciones realzadas en

distintos niveles de análisis. Bástenos por esta ocasión decir que alponer la Corona en manos de los grpos de poder los más variados

instrumentos institucionales de explotación social y económica,

como fueron las encomiendas, el régimen escIavista y la estratifica-ción social basada en la división de la sociedad en castas étnicas,introdujo profundos factores de distorción social favoreciendo amiorías que desde entonces detentaron privativamente todas lasfuentes de riqueza y de dominación social (2). A estos instrumen-tos de dominación interna se agregaron otros en los planos políti-co, administrativo y cultural como las instituciones de poblamientourbano, al Cabildo, el sistema burocrático y finalmente la Iglesia.

La fundación de c:udades y su instrumento de control local, elCabildo, crearon las bases para extender y diversificar la existenciadel grpo de poder local 010 largo de nuestro territorio. El Cabil-do, originalmente democrático, se convierte a parir de los años 70del siglo XVI en instrumento plutocrático al implantarse el sistemade ventas de cargos públicos y renunciables por Felipt: n. Conobjeto de recabar mayores ingresos para el real patrimonio loscargos municipales será en lo sucesivo vendidos en remate público

al mejor postor (23). Reservado por leyes el Cabildo privativamente

a la población blanca, no tarda, con la innovación filpina, encontrbuir a una mayor diferenciación social y afianzar el poderpúblico en manos de familas blancas adineradas. Esto es particular-mente cierto en la capital donde el Cabildo pasa a ser posesión del

grpo económicamente dominante -los mercaderes- convirtiéndoseen instrmento efectivo y casi siempre triunfal de sus apetencias degipo.

La refonna fiipina de las ventas de cargos públicos y renuncia-bles es aplicada tabién al sistema burocrático, lo que va a deter-miar igualmente el control de los cargos públiCls por los más

afortnados, si bien que no siempre por los más competentes.

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Habría que agegar a estos mecansmos de poder local la insti-tución eclesiástica, la cual desempeñó el papel de homogeneizadorcutural de la población dentro de un esquema de valores acordes a

los intereses colonialstas y por tanto el factor ideológico deter-

minante para el mantenimiento del status quo.Todos estos instrumentos institucionales, destinados a favore-

cer exclusivamente al grpo penisular radicado en nuestro terrto-

rio fueron sentando firmemente las bases para una estructuraciónde poder y control internos, adquirendo en la capital, donde seconcentraban las principales energías vitales y el mayor dinamismoeconómico del país, su máximo ascendiente y eficacia. La circuns-tacia de que el elenco comerciante se viese desde un principio más

favorecido por el mecansmo colonialsta que los restantes sub-grpos de poder -como los encomendaderos o los colonos blancosrurales- y en raón asÍmismo de su propia actividad profesional -elcomercio- que los ligaba más estrechamente a la componente penin-sular, determinó que constituyesen el verdadero y más firme víncu-lo de dependencia y dominación local de la metrópoli.

Para hacer más rico el centro de dominación peninsular y

favorecer a los agentes internos de dicha dominación, se establecie-ron pues estas relaciones interligadas de dependencia y dominación,deformando desde su nacimiento, por un lado, la estructura denuestra socieda y, por otra, la estrctura de nuestra aparato pro-

ductivo en razón de la hipertrofia del sector servicios, Dicho deotro modo, al incorporarse históricamente el istmo de Panamá a losintereses hegemónicos de la metrópoli y quedar envuelto y domina-do por el proceso de expansión de la Península como territoriodependiente, fue estructurado social y económicamente no para símismo, sino para servir a los intereses y designios de sus dominado-res. Todas estas circunstancias, como luego se verá, incapacitarán anuestra sociedad para superar las distorciones estrcturales hereda-

da, empujándolas cada vez más a reforzar los vínculos externos dedependencia, pudiéndose decir que el legado colonial, en razón dela misma rigidez e inelasticidad de las estructuras heredadas, nosprecipitó fatalmente a las nuevas relaciones de dependencia surgidascon la división internacional del trabajo y el aparecimiento de nue-vos centros hegemónicos durante el sigloXIX (24).

EL SIGLO XIXEn razón de los factores antes señalados y al hecho de que en

la década anterior a 1821 se produjera una importante reanimaciónde la actividad comercial, el grpo comerciante capitalino no en.

contró dificultades en recabar para sí la dirección del movimientoseparatista en los términos que más le favorecían, apartando de

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toda participación en el mismo a los restantes sectores sociales delpaís (25).

Condenado por una actitud heredada de sus abuelos y refolZa-da por la fugaz y provechosa experiencia mercantil pre"independen-

tista, tan pronto alcanza el poder y, asumiendo que sus intereses degrpo representan los intereses de la embrionaria "Nación" según elespíritu del naciente liberalismo, el elenco comerciante no hacesino readaptar las estructuras coloniales. Convencido de quenuestro único recurso aprovechable es el geográfico, se dispone adefender ante los Senados y Cámaras de representantescolombianos la apertura de la ruta y la liberalización del comerciotransístmico a través de leyes librecambistas, doble objetivo que seconvierte en el Lcit Motiv obsedente y reiterativo de sus luchasdecimónicas. Estremecido por la emoción que le produce lafraseología romántica y visionaria de Bolívar, que imagina al Istmoconvertido en una moderna Bizancio, retorna al viejo esquemaproductivo basado en la hiperespecialización del sector terciario"para que el istmo sea una vez más, como lo fue antaño y lorequiere su destino, "Puente del Mundo y Corazón del Universo"-y a la obstinada renuncia al desarollo de la agricultura y la

industria, esto es al aprovechamiento armónico e integral de losrestantes recursos del país (26).

Intacta la estructura de poder tradicional y en consecuencia

una mentalidad proclive a entender el destino del país atado a unexclusivo horionte productivo, pervive así el viejo espíritu aúncuando formalmente ha sido liquidado el "Pacto Colonial".

Al conservarse la estructura de poder heredada de la colonia ysubsistir el esclerosamiento de los elencos directivos tradicionales,éstos no tardaron en intentar la consolidación de sus instrumentos

de dominación incorporando o manteniendo formas institucionalesque garantizaran en su beneficio, primero, la subordinación de lamano de obra ya sea a través de la conscripción esclavista o salaralo cualquier otra, y segundo, los vínculos externos que permitiesen

la explotación económica del recurso geográfico del istmo. No fueotro el propósito del Reglamento para el comercio suscrito a raízde la independencia (27), o la defensa de los preceptosconstitucionales que santificaban la esclavitud y el sufragio

censitario (28).

En ese contexto también se sitúan, el "anseatismo" y elautonomismo característico de las luchas decimónicas del grpodirigente que evidenciaban la supeditación del ideal separatista alusufructo de la ruta. La defensa de tales objetivos convitió laindependencia de 1821 en una mascarada porque mantuvo larigidez de la estructuración social heredada de la colonia y preparó

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1a condiciones para entrga al I1tmo a un nuevo régien dedependencia bajo la subordiión de nuevas metrópolishegemónicas a nivel mundial.

Casi al mismo tiempo que el imperio español se desmorona enAmérica, empieza a evidenciarse la convergencia hacia el Istmo depoderosos intereses multinacionales antitéticos entre sí y amenazan-tes para los intereses panameños. La diferencias derivadas de ladiordancia ecológica y geopolítica entre el Istmo y Colombia

haían hecho aparción casi a raíz de la anexión de 1821, generan-do entr los digentes istmeños, esto es, entre los comerciantes

blacos capitaos, una tempraa vocación autonomista respectode los centros de poder colombianos.

La constrcción llamad Vitaicia o Boliviana que el Libertadorquiso imponer a las reúblicas bajo su influencia y que desató

fuertes resistencias y fue a la postre rechazada en todos los paísesen donde se quiso implata, encontró en el Istmo una reacción

autonomista entre los sectores digentes, expresada en la fórmula"anseática", orientada a procura la protección y tutelaje del Istmopor parte de una o varas potencia marítimas mnndiales que susti-

tuyeran a Colombia como nacón protectora. Tal protección militarconstituiría el mejor garante para asegurar el establecimiento en

nuestro territorio de un centro de libre comercio. De esta manerael movimiento "anseatista" de 1826, constituye el prier esfuerzo

consistente por parte de la dincia mercanti panameña paraaprovechar las contradicciones que los intereses multinacionalesextranjeros tenían entre sí, con objeto de alearlos con los inte-reses "Nacionales" entendiéndose por éstos los que convenían a

dichos grupos digentes. Sin embargo, la fórmula anseatista nollegó a la prueba de fuego por las medidas que inmediatamente

tomaron las autoridaes militaes de los centros colombianos paradiolver el movimiento (29).

El separatismo del grpo meranti capitalo constituyó unatendencia constante a lo largo del décimonono, aunque sus distin-ta gestiones en ese sentido estuvieran condicionadas por muy di-

versas circunstancias. Sin embargo, desde un principio, la fórmulasearatita estuvo estrechaente emparentada con la idea de depen-dencia, amparo, auspicio o tutelaje mercantil del Istmo por partede grandes potencias, como Estados Unidos, Gran Bretaa, Francia,etc. Evidentemente, el ideal separatista estaba subordinado al apro-vechamiento de la ruta. Esta misma supeditación en el orden defuialdades se refleja en el desenlace de los ditintos movimientos.

emancipista de ese siglo, como fueron los de 1826, 1830, 1840 Y1862, invarablemente provocados como respuesta a los estados decrsis política de la Unión colombiana, de cuyos avatares querían

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apartarse los dirigentes istmeños para evitar un empeoraiento dela situación transitista del Istmo (30).

Todos estos factores se acentúan y agutian a medida queavana la década del 40. En el plano internacional tenemos dos

series paralelas de hechos de la mayor entida. Por un lado, lacrecientes intervenciones británicas en distintos puntos del conti-

nente que provocan las primeras alarmas serias en Colombia, comoson las realzadas por los agentes de aquel gobierno insular en lascostas venezolanas; frente a Argentia; en el interior de México so

pretexto de laboreo de minas; en Ecuador para auspiciar un movi-miento golpista y encumbrar el General Flores; y fialente, la

creación de Belice en el corazón de Centroamérca en 1840, yconsecuente imposición del rey mosquito, en 1845. Por otro lado,el galopante proceso de expansión terrtorial estadounidense haciael Oeste que, tras la anexión de Texas en 1845 y la inediataguerra con México, culmina con el tratado Guadalupe-Hidago de1848, deparando a aquella nación norteña dos descomunales facha-

da marítimas que inmediatamente plantean la perentoriedad de suconexión.

Como resultado de esta situación, los centros colombiaos depoder buscaron una doble solución del problea dando los passsiguientes: priero, y esto se considerba de necesidad urgente,

mediante una fórmula diplomática que gatiase la protección y

asguraiento del Istmo como tertorio sobero de Colombia;segundo, y esto se alcanzó después de super tenaces resistenciaspolíticas internas, mediante la concesión de una autonomía localque neutrar las inclinaciones separtita istmc:as. Lo prierose alcanó con el trtado Malo-Bidlack de 1846. Lo sedo,con la creación del Estado Federal de Paná, en 1855.

Todo ese período se cartera además por la desatención de

que son objeto por pare de Colombia 101 requiebros trsitita denuestros reúblicos. Por lo que se refier a las diposiciones libre-cabista, El Reglento pa el Comerio del Istmo de Panamáde los revolucionaros de 1821 pronto pasa a ser letr muer. Laley colombia del 28 de septiembre de 1822, relativa a comeriolibre, había sido derogda por la del 2 de agosto de 1823; ésta porla del 15 de maro de 1826, que a su vez seía abolida por eldecreto del 9 de mao de 1828, adcionando después por el de 3

de maro de 1829. (31) .Pero si éste fue el destio de las soñafrquicia, no sería mejor el del camino trsÍstmico.Dee queentre 1822 y 1823 el Coronel Wilam Duane vitó Bogotá con elintento de constitu un compañía par excava "El Estro dePan", hata que se fmnó el trtao StepheD.Pares pa laconstrcción del ferocan, e'sto es durte una trintena de años,

M

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se hicieron no menos de 10 intentos, concesiones o contratos condiversos individuos y compañías extranjeras, para estudiar las posi-bilidades de utiizar la ruta transístmIca, bien fuera abriendo un

camino de macadam, un canal o utiizando un ferrocaril.D'Evereux y Cochrane en 1824, Hislop en 1825, Lloyd y Falmarc

en 1827, el pintoresco Barón De Thierr en 1833, Biddle en 1835,

Salomón y Joly de Sablá en 1838, Carella en 1843 y Klein en1847, desfian para representar los intereses capitalistas de EstadosUnidos, Francia o Gran Bretaa o para representarse a sí mismos,si que se logre el menor resultado (32). Colombia carece de recur-

sos propios para acomoter la empresa del Istmo, pero tampocoactúa con resolución y consistencia ante el desfie de pseudocientí-

ficos, avenrureros, hombres de negocios y diplomáticos que recla-man para sí, o para sus respectivos países, el privilegio de explotarla nita, apreciándose en la actirud colombiana más bien la tenden~

cia a manejar los destinos del Istmo como si se tratara de unenclave colonial, negociando el recurso geográfico con miras a ex-trerle el máximo provecho sin demasiados miramientos para conlos intereses locales.

Colombia evidenciaba pues su escasa vocación como foco hege-mónico metropolitano y su incapacidad para establecer firmesvínculos de dependencia con Panamá al aire de la caduca metrópolipeninsular.

Ante la sensación de desamparo que provoca la actitud colom-biana surgen desde el comienzo los amagos de ruptura, acompaña-dos de una premarura proclividad xenofílica por parte de nuestrosrepúblicos como lo evidencia la fórmula anseática del 26. El Istmoes ofrecido luego por nuestros patricio s reiteradas veces a Inglaterracomo un delicado platilo para su voracidad imperialista, desatadaentonces con increíble pujanza ll tenor de su creciente poderío

industrial. Pero la isa está demasiado entretenida en sus mercadosde Oriente y la ruta ultramarna que la conecta con viejos merca-

dos americanos-Brasil, Uruguay, Argentina. pasa a mucha distanciade Panamá. En un orden de prioridades, la ruta del istmo careceentonces de interés para John BulL. La fantasía patersoniana del

XVII de coloniar el Darén para dominar la ruta hacia Oriente hasido ya superada por los avances en la tecnología naval y por eluso cada vez más frecuente del cabo de Buena Esperanza para elperiplo asiático.

Será preciso entonces que una nueva potencia haga apariciónen el horizonte histórico para que el recurso geográfico vuelva a ser

valorizado y satisfecha la exigencia transitista de los primeros repú-blicos. Cuando los Estados Unidos cierran su ciclo de expansiónterrtorial hacia el oeste alcanando las costas del Pacífico y se

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revela el Caribe como "Mare Nostrum" de la nueva potencia, elIstmo adquiere una renovada relevancia en el comercio inter-nacional. Es en razón de esas exigencias geopolíticas que el Istmo

vuelve a ser la zona de tránsito por excelencia y el centro delcomercio marítimo de un nuevo foco hegemónico metropolitano.Fue en ese momento, que tiene lugar cuando llegan las primerascompañías de vapores a nuestras costas atlánticas y pacíficas, seinicia la construcción del ferrocaril y casi simultáneamente se pro-

duce la avalancha de La California, que el Istmo entró en la órbitaimperialista del naciente foco hegemónico norteamericano. La

ausencia de verdadera autonomía no tan sólo del Istmo y sus diri-gentes, sino también de Colombia para decidir a voluntad sobre eluso del recurso geográfico, había por tanto impedido que los de-vaneos transitistas constituyesen un hecho efectivo. En esto dife-ría de Inglaterra o Estados Unidos, cuyas condiciones de focos

hegemónicos en razón de su capacidad económica por el dominiode adecuadas y eficientes tecnológicas, les permitían valorizar dis-crecionalmente determinados recursos e incorporar nuevas zonas

periféricas a su dominio para subyugarlas y explotarlas en su exclu-sivo provecho.

Sin embargo, la inserción del Istmo en la órbita hegemónica

norteamericana no se produjo como la de otros países periféricosque lentamente fueron incorporándose a los nuevos focos metropo-litanos. La vinculación de los demás países periféricos con el mer-cado internacIonal se produjo al convertirse éstos en áreas produc-

toras de materias primas y alimentos. Pero, de la misma maneraQue durante los años del "Pacto Colonial" el Istmo se mantuvodependiente de la metrópoli peninsular no como país proveedor derecursos primarios, sino en función de su actividad transitista des-plegada a través de la prestación de servicios, así también cuan-

do se construyó el ferrocarril norteamericano y se desató el "GoldRush" californiano, no se incorporó a la nueva órbita hegemónicacomo área agro-extractiva sino como dispensador de servicios, loque iba a dar por resultado que la experiencia colonial volviera arepetirse sólo que aún con más crudeza.

La combinación de tres circunstancias va a dar inicio a lacoyuntura: primero, la llegada a partir de 1848 de los primerosvapores al Istmo por el Atlántico y el Pacífico para conectar por laruta transístmica el Oeste con el Este americanos, lo que fue posi-

ble por la existencia de una poderosa firma naviera neoyorkina;

segundo, el comienzo de las obras del ferrocarril con el financia-miento de la misma firma naviera y como un complemento a susactividades económicas; y finalmente, el descubrimiento de ricosyacimientos auríferos en California a partir del molino del colono

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John Sutter, factor este último que vino a desbordar velozmentetodas las previsiones sobre la rentabildad de las inversiones navieras

y ferrocariles, imprimiendo a la ruta una poderosa inyección dina-

mizadora.

El ferrocaril, cuya explotación fue concedida por el gobiernode Nueva Granada al capitalista neoyorkino Wiliam Aspinwal porun período de 49 años, puede pasar a la historia como una de lasmás lucrativas empresas del siglo XIX. El capital inicial de la com-pañía, de un milón de dólares, se multiplicó por más de 100.Durante los dos años que siguieron a su inauguración, el ferrocariltransportó oro en polvo y en pepitas y oro y plata en monedas pormás de 750 milones de dólares cobrando un cuarto del uno porciento del valor de cada embarque. Sus acciones se conviertieron enlas de más alta cotización en la bolsa de Nueva York y, en 1868,pagaron a los accionistas dividendos del 44 por ciento, Durante la

primera década, había transportado ya cerca de 400,000 pasajeros.Este prosperidad inusitada llegó sin embargo a su fin cuando

en 1869 la Union Pacific Rairoad colocó la última traviesa delferrocarril Transcontinental que unía las costas Atlánticas y Pacífi-cas de los Estados Unidos. Los efectos sobre la línea panameñafueron desastrosos. Las entradas de un total aproximado de cuatromilones de dólares en 1868, se redujeron a cerca de un milón en1871; los dividendos bajaron del 26 al 3 por ciento. La merma enel negocio y el alto costo del convenio con Colombia hizo que sedesalentaran muchos accionistas y los valores por acción se depre-ciaran, bajando de 200 dólares a sólo 80. (33)

La corta aunque clamorosa prosperidad del ferrocaril transÍst-mico vino a demostrar dos cosas de cuya enseñanza parece, sinembargo, que no se hubieran querido aprovechar ni Panamá niColombia: primero, la dependencia y en consecuencia vulnerabili-dad total de la ruta al nuevo eje metropolitano, como se demostrócon la apertura del transcontinental; segundo, la pasividad extrema

del país proveedor del recurso por lo que se refiere a la participa-ción en el negocio en sus múltiples aspectos, o dicho de otromodo, la insuficiencia y disfuncionalidad estructural del Istmo paraaprovecharse adecuadamente de los efectos tanto directos comoindirectos producidos por el tránsito.

El cuadro que muestran los documentos conocidos es el deuna economía notoriamente abierta y desamparada de todo controlrestrictivo por lo que se refiere a la oferta y la demanda, pues

incluso en el manejo del ferrocaril el gobierno neogranadino, im-

previsivamente, dejó a sus propietarios mano libre para fijar lastarifas -que no tardaron en subirIas a 25 dólares por pasajero- con-

tentándose con la franquicia para sus tropas y el correo oficial.S7

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(34). El Gobierno se abstenía pues de ejercer poderes discrecionalessobre el usufructo de la ruta en favor del capital extranjero.

De esta manera, no obstante la ingenua euforia del primermomento, el Istmo repitió una historia que debía serIe ya muyfamiliar. El oro californiano pasó del mismo modo que el tesorodel Potosí, sin producir mayores efectos benéficos, con la agravantede que al ser inaugurado el ferrocarril en 1855 y cesar las restantesactividades transportistas, todo el tránsito y en consecuencia susbeneficios quedaron absorbidos en su casi totalidad por la PanamaRaroad Company, esto es que los beneficios derivados delusufructo del recurso geográfico se filtraron como por un canal sindesagues para ir a desembocar casi intactos a manos de los capita-listas neoyorkinos.

La documentación conocida indica la presencia de capitalistasextranjeros que se instalan en Panamá y Colón, una vez despunta lacoyuntura, para invertir en los negocios más lucrativos: recuas de

mulas y establos de caballos para el transporte transístmico; ban-cos, establecimientos de juego y diversiones; comercios; periódicos;hoteles; restaurantes; etc. Se desconoce sin embargo, qué grado departicipación tuvo la vieja élite comerciante panameña en estosnegocios. Si, debilitada económicamente por los 30 años de postra-ción que había vivido el país desde 1821 hasta el comienzo de lacoyuntura, se había encontrado incapacitada para financiar empre-sas competitivas con las de los recién inmigrados; si valiéndose de

su prestigio social logra asociarse con ellos; o, como parece muyverosímil, adaptó sus propiedades urbanas para hoteles y pensiones,abrió, como sus abuelos, tiendas para el comercio al menudeo, yempleó caballos de sus anémicos fundo s interioranos para el trans-porte hasta Cruces.

En cualquier caso se sabe que al terminarse las obras del ferro-caril en 1855 y comprobarse que, gracias a las mejoras en los horariosy servicios, los viajeros no tenían que permanecer durante tanto tiem-po como antes en el Istmo, empezaron a quebrar todos aquellosnegocios que como el transporte, el hospedaje, las comidas, lasdiversione~ etc" dispensaban servicios a los transeúntes con destinoa California. Hay evidencias de que la crisis afectó por igual a loscomerciantes tanto extranjeros como nativos de la Capital y Colón,así como a los boteros del Chagres, a los ganaderos y agricultoresdel interior y seguramente también a los que transportan mercan.cías y productos almenticios entre la capital y los puertos deAguadulce, Chitré, Mensabé y Tonosí.

La conclusión de las obras dejó cesante a una importante can-tidad de trabajadores del ferrocarril en su casi totalidad extranjerosprocedentes de las más diversas partes del mundo, lo que agravó

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extremadamente la situación. La cesantía de los nativos que hasta1855 habían estado dedicados a diversas facetas del tránsito, comoboteros o chateros del Chagres, o arieros en la ruta de Cruces o a

otras actividades, sumada a la cesantía de los inmigrantes extranje-ros debiÓ gravitar onerosamente sobre la urbe capitalina pudiéndoseconjeturar, y creo que con el necesario fundamento, que elestallido del 16 de abril de 1856 conocido con el nombre de LaTajada de Sandía fue una causa directa del malestar social provoca-do por la paralizaciÓn de las obras.

Sin embargo, uno de los efectos más importantes de la coyun-tura parece haber sido el conflicto sangriento entre latifundistas yparifundistas de la región centro-oeste del istmo. Los datos que

han logrado espigarse, todavía muy incompletos, permiten suponerque al producirse el aluvión californiano acompañado por el iniciode las obras del ferrocaril y crearse un amplio y creciente mercadoen la zona de tránsito, la ganadería interiorana de Coclé, Azuero y

Veraguas, siempre exhuberante desde los remotos tiempos colonia-les, consideró abierto un extenso campo de posibilidades.

La tenencia de la tierra exhibía una doble estructura en la

zona: el latifundio, predominante en CocIé y Veraguas, y el mini-fundio, característico de Azuero, desde que en 1558 se suprimió enla región la encomienda indígena y la heredad empezó a ser traba-jada por el mismo propietario. La circunstancia de que en 1850,ésto es, el inicio de la coyuntura, se establecieron legislaturas pro-

vinciales con relativa autonomía, determinó que los titulares de losescaños legislativos, representantes en su mayoría de los intereseslatifundistas, legislasen en favor de su clase, impulsados por el pro-pósito de extender las propiedaddes a costa del ffinifundista azue-reño para de esa manera acaparar el mercado de la carne. La pre-tensión latifundista tuvo efectos trágicos. En abril de 1854 hizocrisis el conflicto en sucesivos combates entre los campesinos

parifundistas del área santena y las fuerzas combinadas de varios

grandes propietarios de apellidos Chiar, Baraya, De La Guardia yFábrega. En ParIta los dos pequenos ejércitos contendientes libra-ron la batalla final que tuvo consecuencias fataes para los terrate-nientes cuyas haciendas y casas fueron destrídas, motivando laemigración de algunos al extranjero como en los casos de Chiarique marchó a Nueva York y de De la Guardia que se dirigió aCosta Rica. La documentación indica que Azuero quedó bajo elimperio del grpo campesino, y ayuna de todo control policial, loque determinó, por parte de las autoridades del Centro, la supre-sión de la Legislatura provincial de la zona y numerosos episodiossangrientos como el de la muerte violenta del padre Franco enMacaracas (35).

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La ausencia de investigaciones más profundas y el velo román-tico que han pretendido extender sobre esos hechos algunos estu-

diosos para quienes no son otra cosa que una tragedia shakesperia-na entre l\lontescos y Capuletos, según la rosada versión de Garay,

han impcdido la comprensiÓn cabal del apasionante conflcto azue-rei'o.

La supuesta opulencia que había traído el aluvión californianocon sus cientos de miles de emigrantes, con su ferrocarril, con eloro en polvo y en pepitas traído del Oeste, a sólo seis años dehaber comenzado, no dejaba en Panamá sino desocupación,quiebras, guerras intestinas, y un oneroso compromiso internacio-nal provocado por las rcclamaciones de indemiúzación norte.

americanas a propósito del incidente dc la Tajada de Sandía.

El retorno a una economía urbana y de servicios y su debut enel nuevo ordcn econÓmico mundial no produjeron pues en el paíslos efectos pc)sitivos que todos esperaban, dejando más bien unsaldo en extrcmo oiieroso para nuestra frágil economía. Como lamstoria demostrar:l después, esta triste experiencia será pronto olvi-dada, por lo que al igual que los pueblos desmemoriados del fióso-fo Santallana, volvcríaiicis varias veces a repetida cada vez conpeores resultados.

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ci 1Uul puel de oraromaos femeninas acababan deverter su copa de poesía sobre lossolemnes votos, ya con delicade-za perfumados por la fe en Dios,la esperanza en la conquista de

un ideal, y la firme voluntad de

establecer, hasta donde alcanzaseel esfuerzo de su brazo, el reina-do de Dios sobre la tierra, el tro-no de la justicia Inmaculada.

Dos citas de Cervantes vienena confirmar la intención profun-damente social de la Caballería yla sutilísima aureola con que lanimbaba la pureza y castidad delamor del cabalero a su dama,

amor cristiano, etéreo, ideal, quepresupone purificación e inspirasacrificio.

La primera se refiere a la con-versación de Vivaldo con donQuijote, en que haciendo éste elelogio de su profesión dice: "Asíque somos ministros de Dios so-bre la tierra y brazos por quien seejecuta en ella su justicia, y comolas cosas de la guerra y las a ellatocantes y concernientes no se

pueden poner en ejecución sinosudando, afanando y trabajando,síguese que aquellos que en sose-gada paz y reposo están rogandoa Dios favorezca a los que pocopueden". (1)

Corresponde la segunda citaal capítulo I, parte I, en que, se-

gún Cervantes refiere, don Quijo-te pensaba para sí que "el caba-

llero andante sin amores es árbolsin hojas y sin fruto, y cuerpo sinalma".

(1) Parte I. Cap. XII

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Al llamar, pues, sacramento ala Cabalería conduce la observa-ción de las descritas ceremonias

que corresponden en cierto m~do a la noción de la palabra. Elleran en realidad el signo externodel efecto interior producido enlos candidatos, efecto, que, comose ve, tenía un alcance religióso,y un significado social que en úl-timo análisis venía a resolverse enaquél, pues no era otra cosa que

el ministerio humano de la justi-cia divina, y la traducción, en lohumano también, del amor divi-no y desinteresado; uno comoejercicio de depuración del senti-llento amoroso que a la muerte

se volvería a su fuente verdaderay única.

Esta interpretación guardapardad con las palabras de Wal-ter Scott: "Fue peculiar de la Ca-

balería", dice, "la amalgama delvalor militar con las más fuertes

pasiones que influyen en el cora-zón del hombre: los sentimientosde devoción y los de amor".

Cuando sobrevino la deca-dencia de la Caballería comoobra de eficacia social y guerrera,decadencia efectuada por causas

complejas, entre las cuales tieneque contarse la invención de lapólvora y consiguiente preponde-rancia del soldado de a pie sobre

el de a cabalo, tuvo la orden nnadesgracia más en la imaginaciónpopular. La literatura relativa alos caballeros andantes, formadaen las novelas de cabalerías, era

ciertamente monstruosa y repleta

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de hechos y episodios inverosími-les y absurdos: cuentos disparata-dos, dice el bueno del canónigoal señor cura (1), semejantes a lasfábuas milesias, que atienden so-lamente a deleitar y no a enseñar;que no hacen un cuerpo de fábu-la ente con todos su. JIem-bros, de manera que el medio co-rrponda al pricipio, y el rin alprcipio y al medio, sino que loscomponen con tantos JIembrosque más pare que llevan inten-ción de formar una quimer quehaer una figura proporcionada;historias "tan en daño de la bue-na costumbres y tan en peijuicioy descrédito de las buenas histo-rias", como dice el mismo Cer-vantes por boca del Caballero delverde Gabán (2).

El pueblo, no obstante, fuesiempre caprichoso en sus gustosy querencias. Las novelas de ca-

balerías formaban las delicias delpueblo español, por lo que escri-tores sensatos como el Manco deLepanto, y los aséticos y místi-

cos, como el Maestro Venegas y

Malón de Chaide, hicieron un de-ber del zaherirlos en guardia del

buen juicio y de las buenas cos-

tumbres,

De sus mismas cualidades,pues, nació el descrédito de loslibros de cabalerías, la obra in-mortal de Cervantes, quien lleva-ba en su mente el objeto delibe-rado de acabar con ellos, en queobtuvo éxito como pocos. PeroCervantes, cristiano como buenespañol, y caballero andate, si

(1 Quijote, parte i. Cap. XL VII

(2) Quijote, pare 11, Cap. XVI

los hubo no intentó jamás ridi-, ,cuiza la institución que aranco

a su pluma de oro y a su cor~ónentusiasta de todo lo noble y JUS-

to, acentos de sentida poesía.Sin embargo, sutil es el en-

tendimiento del hombre: de esa

burlesca censura de las novelas

pasó el espíritu de los españoles aburlarse de la Cabalería misma,y cayó en el más grande descrédi-

to la orden que dio a España ta-tos días de gloria legítima simbo-liada en el Cid Campeador, ytata grandeza y poderío atesti-guados por la obra única en elmundo, del descubrimiento, con-quista, y colonización de vas.tasregiones de ultramar, obra debidaal espíritu cabaleresco.

No importa, sin embargo, laandante cabalería no es un nom-bre; el nombre es sólo un acci-dente; 10 esencial de ella fue laobra de la información de la vida,el empapallento de los corazo-nes en sus principios y en sus

prácticas. La Caballería fue ,insti-tución civiizadora; avasallo to-dos los órdenes sociales con per-maente influjo, como que erafruto de la semila cristiana en te-rreno abonado.

He aquí los mandamien-tos de la orden, compilados o

reunidos de nuevo por el citadoLeón Gautier: 1. Creerás lo que laIglesia enseña o observarás tod~ssus mandamientos; II, Protegerasa la Iglesia; III. Serás respetuosode todos los débiles y te consti-tuirás su defensor; IV. Amarás a

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tu patria; V. No retrocederás an-te el enemigo; VI. Harás a los in-.feles guerra sin tregua y sin pie-dad; VII. Cumplirás con puntua-lidad tus obligaciones feudales,

siempre que no sean contraras ala ley de Dios; vin. No mentirás,y serás fiel a la palabra empeña-da; ix. Serás liberal con todos;

X. Siempre y en todas partes se-rás el campeón del derecho y elbien contra la injusticia y elmal .

He aquí también cómo resu-me el héroe manchego sus cuali-dades: "De mí sé decir que des-pués que soy caballero andantesoy valiente, comedido, liberal,biencriado, generoso, cortés,atrevido, blando, paciente, sufri-dor de trabajos, de prisio-nes...." (1 )

Que estos principios interpre-ta fielmente las enseñanzas cris.

tianas no es preciso demostrado;que contribuyeron a idealizar lossentimientos de rudos guerreros

medioevales, lo patentiza el eté-reo culto del caballero a la damade sus pensamientos; que fueronparte a mejorar la condición so-

cial del pueblo, lo enseña la his-toria al recordar, en las palabras

del cardenal Richard, que el pue-blo, habituado a ver opresores en

los señores feudales, podía al finconsiderarlos como protectoresdel débil contra el fuerte; que laCabalería abrió nuevos horizon-

tes a Europa, consolidó naciona-

lidades y engrandeció imperios,

lo pregonan los anales humanosque nos dicen de las cruzadas, las

(l ) Quijote, pare I, Cap. 1.

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haañas de Colón y los que le si-guieron por espacio de siglos, y lalucha siete veces secular y nuncabien apreciada de que fue teatroel suelo de la Península: lucha

fue ésta que por su- duración e

importancia política contribuyóa que el ideal cabaleresco, es de-

cir, el espíritu cristiano en su másalto grado araigase en el suelo

español más que en país alguno

de Europa; que formó la naciona-lidad española, con la cruz del

Hijo de Dios como señal de victo-ria; y que, en fin, amasó íntima-mente la fe y las trácticas y lossentimientos de Cristo y su Igle-sia con la sangre peninsular, ha-

ciendo así descender una nueva

generación del alto cielo, si he deparodiar el verso del poeta de

Mantua. Porque mirando las co-sas superficialmente podría decir-se que era rivalidad entre árabes

y españoles; mas la verdad es quefrente a frente estaban dos civii-zaciones, la oriental por una par-te y la occidental por otra. ci-mentadas sobre diferentes basesreligiosas; y así el aspecto políti-co de la guerra contra el moro seresolvió fácilmente en cuestión

religiosa.11

Alrededor de la Cruz, he di-cho, se formó la nacionalidad es-pañola, y al hablar así he tenido

en cuenta todos los elementos

que constituyen la nacionalidad,entre los que ocupa eminente lu-gar la literatura, y antes que ellala lengua. Y la Cruz fue el lazoprincipal que mantuvo unida y

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estableció la homogeneidad entretodos los elementos de la nación,que eran tan heterogéneos comoeran distintas las lenguas que sehablaban en ella.

Esas lenguas, entre las cualesdominaban las neolatinas, noabrevaban en otra fuente que lamuy pura de los principios fijosque, habiendo penetrado y heri-do indeleblemente el corazón delpueblo, iban poco a poco for-mando el ser espiritual de aque-llas, las que habían de desplegarmás tarde tanta lozanía: y tal fuela cohesión establecida por laIglesia, que varas de las diversas

hablas hermanas vinieron a fun-dirse inseparablemente. He aquínna obra fundamental de la Ca-balería, como agente y portaes-tandarte de la religión cristiana,que explica toda la historia de laliteratura española.

Con los antecedentes dichosno es de sorprender la gaardamanera como aparece la literatu-ra peninsular en poemas religio-sos; y el primero de ellos quizás.La Adoración de los Reyes Ma-gos, que encarna la creencia delpueblo en el Hombre Dios, can-tando a aquellos sabios que guia-

dos por la milagrosa estrella seencaminan desde sus lejanas tie-rras, llegan a Palestina, inquieren,buscan se afanan, hasta dar conel Infante; y después de adorarley rendirle el tributo debido comoa Dios, como a rey y como ahombre, parten del pesebre hu-

lllde a manera de fugitivos, para

no cumplir los deseos del tirano,quien los esperaba con ansia pa-

ra, descubierto el paradero del

Savador de los hombres, acabarde una vez con los temores y an-gustias de su pecho, haciendo de-rramar su sangre inocente.

En esta iniciación de las le-tras se abarca enteramente la ba-se fundamental del crstiansmo,a saber, desde el nacimiento delMesías hasta la tragedia de la cru-cifixión, desde luego que el le-proso aquel curado al lavarse enel agua que sirvió para el aseo delnio, es figurado en el buen la-

drón por el anónimo poeta.

y de aquí en adelante no hay

obra que, ya sea por el asunto, yapor el espíritu y tenor general,

no respire el aura del Evangelio,

de la civilización cristiana, de la

Iglesia católica: palpita en cadanno de los versos y sentimientosdel Poema del Cid; es el argumen-to de Santa Maía Egipcíaca; yllena, informa y se derrama sobretodas las obras del Rey Sabio,

quien de ese modo dejó en lasSiete Partidas un monumento deciencia jurídica y nna envidiable

reputación de legista cristiano; yél mismo, como si quisiese hàcermás enfático el testimonio de ladevoción española en las letras,escribió sus inmortales Cantigas ala Virgen, no en castellano, que

en esa época no estaba aún en

capacidad de elevar a las regionesaltas y serenas del arte los ascen-

drados sentimientos de amor a laMadre del Verbo, sino en el da-lecto galego, ya más perfeccio-

nado y pulido al contacto y alejemplo de los trovadores de lalengua de oc en el sur de Francia.

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Es insuperable la literaturaespañola por el catolicismo queen ella palpita. Todas las literatu-ra de Europa, es verdad, pueden

gloriarse de contar como maes-tras obras católicas, pero no pue-de decirse que sea católico, o si-quiera cristiano, el conjunto deelas, con la misma propiedadcon que puede afirmarse de la li-teratura de España.

En ese período de los vagidosespontáneos del idioma, en el si-guiente, que lo fue completamen-ta nacional, en el período de imi-tación que le siguió, y en el vigo-roso resurgimiento nacional delsiglo xix, encontramos el mismofecundante aliento; que si bienen la última época, el espíritu deaceptación imprudente, desaten-tada y antipatriótica de modas

extranjeras hizo desviar a muchosfelices ingenios del estricto cami-no que la tradición constante lesmarcaba, y el afán de aparecer

e o m o innovadores y adquirir

nombre y fama ante los extraños,puso en sus labios más de una pa-labra irónica, más de una volte-riana frase, y contribuyó a desa-

creditar a la patria ante aquellos

a quienes de tal manera se adula-

ba, tomando en conjunto y no endetale la obra literara de dicho

período, siempre sale cierto quela influencia cristiana jamás aban-donó el campo de las letras. Hana15arecido en efecto escritores he-

terodoxos, pero su heterodoxia,

no ha sido radical. Por motivo dela desconforlldad inherente alhombre entre los principios quesuele sustentar, y las prácticas a

que le impulsa la in~enuidad de

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su corazón, más sencillo y purode lo que generalmente se conce-

de, no logra el espíritu del mal yel error enseñorearse completa-

mente de una obra providencialcomo es la literatura española, fi-sonomía de su pueblo; de susuerte que los aludidos escritores,violando en detalle las leyes his-tóricas de las letras patrias, en elconjunto mostraron estar imbuí-dos en las de la civilización a quedebían el ser de hombres libres eindependientes.

y el benéfico influjo se ob-

serva siempre, no importa elasunto que manejen los poetas yprosadores, y ora sean populares

o eruditos; pero conviene a mipropósito insistir sobre hechos

especialísimos de la lengua caste-llana, o con más exactitud, de laslenguas españolas.

III

El sacerdote ha sido en nues-

tras letras maestro del arte, alllsmo tiempo que maestro en loespiritual. El ha dado el ejemploen todos los géneros; de su seno

han salido los Berceos, los JuanRuiz, los Juan de la Cruz, losMalón de Chaide, los Luises, losMarianas, los Lopes, los Caldero-

nes, los Verdaguer, los Colomas...la mayor parte de los cuales ocu-pa el principado en sus ramos res-pectivos; y uno de estos, FrayLuis de León, debe ser considera-do al par que como altísimo poe-ta, por otros dos aspectos.

Fray Luis de León es el mo-delador de la lengua: él es quienmás que ninguno otro de su épo-

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ca, se dio cuenta del valor de laelección, luga, orden y conciertode las palabras al escribir en ro-mance; del juicio que debe guar-dase en lo que se dice y en lamanera como se dice, a fin todoesto de que haya en lo escritoclaridad, armonía y dulzura, par~levantar el romance del decai-

llento ordinaro de las personas

que lo hablaban solamente; yagrega que "este camino t:~se yoabrir, no por la presuncion que

tengo de mí, que bien sé la pe-queñez de mis fuerzas, sino paraque los que las tienen se anmena tratar de aquÍ adelante su len-

gua como los sabios y elocuentespasados, cuyas obras por tantossiglos viven, trataron las suyas; ypara que la igualen en esta parteque le falta con las le?guas. ~~-

jores, a las cuales, segun mi. JUI-

cio vence ella en muchas virtu-,des".

Por las palabras anteriores secomprende que el sabio agustinoestaba en presencia de una lenguahablada y escrita hasta entoncesen cierto modo según la inspira-ción personal tan sólo; que se do-lía de verIa cumplir sus destinos

sin los caracteres de esplendidez

artística que ya adornaban al ro-mance toscano, y sin la seguridadde la vida perdurable, cosas estas

que fueron siempre sello bienmarcado de las lenguas sabias co-mo el griego y el latín, que a losrecursos naturales ofrecidos porsu constitución y estructura sin-téticas, agregan el cuidado amo-roso de sus cultivadores en pulir-las y perfeccionarlas aplicando a

ellas las dotes de la reflexión, y

purificándolas con el buen gustoen la elección de las palabras y

figuras, y en la adopción de ele-mentos verbales o sintácticos ex-traños.

Surgió, pues, la prosa caste-llana en Los Nombres de Cristo YLa Perfecta Casada, que marcanlos nuevos rumbos en que se ilus-traron tantos entendimientos de

Castila en los siglos de Carlos

Quinto y los tres Felipes.Pues el catalán es una lengua

española ¿por qué no agregar,aunque sea a manera de parénte-sis, que fue un santo predicadory mártir, Raimundo Lulio, quienla reveló a sus compatriotas ca-

paz de toda disciplina científicay literaria, quien la fundó, en unapalabra?

Mas no para aquí la contribu-ción del cristianismo a la gloriade nuestra literatura, por la doc-trna o por la obra de sus sacer-

dotes y maestros; otra corona

más alta ciñe su excelsa frente,

ivHay una literatura religiosa

que es como el género, en queestán contenidas varias especies:la devota o ascética y la mística.

Devoto es el Carmen Seculare deHoracio; devotos son los himnosde Prudencio, aquel glorioso poe-ta español a quien Menéndez yPelayo, maestro de los maestros

en este punto, da el apodo atina-do y expresivo de hemólatra; de-

voto el Rey Sabio en sus Canti-ga; ascético, no místico es FrayLuis de León en su Vida retirada,y Fray Luis de Granada en su

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Guía de pecadores; porque estaliteratura ascética o devota nobusca otra cosa que asuntos en

algún modo referentes a la per-fección del hombre, y sus relacio-nes con Dios, pero sin salir el al-ma absolutamente de su estadonatural.

El ser humano, empero, es eneste mundo insaciable en sus an-helos. El hombre tiene concien-cia de su inmortalidad, presiente

el fin de bienaventuranza perfec-ta que le espera ultratumba, no

descansa en los bienes que lebrindan la naturaleza y las obrashumanas por grandes que sean; ycomo tenga sincera creencia enDios, un espíritu pensador, un

corazón eminentemente amoro-so, busca la manera de seguir su-biendo en la escala del bien y laverdad en persecución del Bien yla Verdad infinitos, de ponersereal y verdaderamente en presen-cia de El, de unirse con El inme-diatamente, no ya por medio de

las cosas creadas, a fin de gozar

anticipadamente de la biena-venturanza perfecta, a fin de co-nocer todas las cosas en EL.

En análisis del proceso en vir-tud del cual el alma asciende por

las criaturas a beber la vida en su

fuente infinita, la explicación delamoroso deliquio, la fiosofía dela vida tellena como una partici-pación del infinito increado, danacimiento a una riquísima fio-sofía y engendra un parnaso deli-cioso, en donde se halla la orldel cirenaico Sinesio, "Agé moiligeia phórmigx; el Cántico delAmigo Y el Amado, de Ramun-

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do Lulio, el Doctor iluminado;

inspira el himno de San Buena-ventura a la Virgen,

Ave, celeste lilium,Ave, rosa speciosa;

produce la Noche serena de FrayLuis de León; Las Moradas, de

Santa Teresa; A Epicaris, delilustre Menéndez y Pelayo; Cupiodissolvi et esse tecum, de RicardoLeón; y los ascentos celestialesque cantaron los querubines delempíreo por los labios del Doc-tor Estático, San Juan de la Cruz,

acentos que el mundo conocecon los nombres de Subida delMonte Carmelo, Noche oscuradel Al ma, Cántico espiritualentre el Alma y Cristo su Esposo,y Llama de Amor viva. He aquíla literatura mística, ramo muyimportante del arte literaro, y deimportancia grande en España

más en ninguna otra nación delmundo, cuya explicación com-pleta en sus grados de conoci-

llento, amor y oración se en-

cuentra, respectivamente, en elItinerarum Mentis in Deum delDoctor Seráfico, y en las obras

de dos doctores españoles: la-Subida del Monte Carmelo delDoctor Estático, y Las Morada,mencionadas anteriormente.

Cuando medito sobre esta li-teratura mística no puedo menosde admirar los raudales de cienciacrítica al par que de finísimo arteplástico que contiene. Ello es queal misticismo literario precedió elllsticismo fiosófico, el que ha

sido siempre una tendencia natu-ral del espíritu humano; pues sin-tiendo el alma una capacidad in-

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mensa para la verdad y el bien, yviéndose siempre burlada en sus

conatos por llenarse, por saturar-se, digámoslo así, de ellos se diri-ge instintivamente a donde sullsma naturaeza le está diciendoque se encuentran sin líllte nimedida, y quisiera preterlltir to-do orden natural para conseguir-los de una vez. Pero una cosa es,y aquí vienen los errores de to-dos los tiempos, juzgar que aque-llo sea factible dentro del ordende la naturaleza y otra, que sólopuede lograrse por la acción de lagracia, ya en la otra vida, ya porunos pocos priviegiados en lapresente; una cosa es sostener

que esa presencia o unión con laverdad infinita significa absor-ción del alma en el seno de Dios

o del gran todo, y otra, compren-der que esta teoría elimina laexistencia misma de Dios y des-trye la personalidad, la substan-

cialidad humana.

Pues bien, el misticismo fio-sófico de los orientales, el monis-mo emanatista de los neoplatóni-cos, el panteísmo idealista mo-derno, y el que bien puede lla-marse misticismo de la escuela es-toica, todos los cuales sistemas

tienen por base el panteísmo, lle-van a la ex tÍnción de la personali-dad. Ya sea porque siendo Dios

la única existencia real, segú al-gunos de ellos, el alma, que de éles una emanación, viene en fin defines a quedar absorbida en él alterminar la vida; ya porque com-prendiendo que la existencia sen-sible es una ilusión, el único me-dio de acabar con el dolor queella produce es extinguir todo de-

seo, toda actividad, para confun-dimos y anonadamos en el senode la existencia inmóvil; ya en

fin, porque la extinción e inde-

pendencia de todo deseo es la ca-rácterÍstIca esencial del sabio, co-

mo lo quiere el estoicismo; locierto es que todos los sistemas

análogos son panteístas, sea cualfuere el calficativo que los espe-

cifique; y el panteísmo daá, co-mo ha dado en efecto, desde laChna y la India hasta Alemania,ingeniosos y aun grandiosos siste-mas de metafísica que, si noarancan nuestro asenso, mere-

cen por lo menos nuestra admira-ción; pero que anonadan el librealbedrío, engendran el fatalismo,conducen a asignar al vicio, alma moral un origen divino, yconvierten al hombre en un serinútil, en un imbécil.

Todas estas condiciones sonincompatibles con la creación ar-tística, que supone libertad, ac-ción, lucha, conciencia de la pro-pia personalidad y de todas lascosas creadas como substanciasdistintas de Dios y de toda otra;así que de todos los matices delpanteísmo apenas el emanatistaha producido tal cual poetamístico, yeso, a pesar de la filo-sofía que lo respalda.

En nuestra España nacieron yprendieron los errores molinosis-tas, que eran un quietismo ener-vente y estéril: tuvieron en ver-dad momentáneo prestigio quese derramó fuera de las fronte~ras patrias, y llegaron a influiren inteligencias como Fenelón;pero la filosofía ortodoxa no lle-gó jamás a ser vencida,

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El crIstianismo es la religiónmás humana, y por lo mismo lafiosofía que de ella se derivatiene que andar en perfecta con-

sonancia con todas nuestras fun-ciones materiales y anímicas,

con los dictados del sentido co-

mún, con las innatas aspiracio-nes del corazón. Por esta razón

la literatura ascética y la ciencia

y el arte místicos españoles,

fundados en la doctrina y la fi-losofía católicas, son tan huma-nos, tan fecundos y tan ama-

bles.

Digo que la literatura religiosaespañola es humana porque notiende a anular la personalidad,

ni destruye la libertad; porque

es perfectamente inteligible; por-que se distingue, según las pala-bras de Fitzmaurice-Kelly, porel perfecto equilibrio del buen

sentido; porque basta recordar alos místicos que dejaron en elmundo huellas imborrables paraque se vea cómo ese su vivir ypensar contemplativos no fueron

óbice a la actitud de sus vidas,

nacidas para la dirección deotros hermanos, para fundación

de institutos que son honra dela patria, para el ejercicio activo

de las armas, y para la polémicay las investigaciones científicas.

Es fecunda la literatura reli-giosa de España, más que la decualquiera otra lengua: según elautor de la Bibliotheca el núme-ro de esos autores no baja de

tres miL.

Finalmente, la he llamado

amable. Larga tarea sería demos-

trarlo con ejemplos. Todos des-

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de los bancos del colegio apren-dimos a gustar al delicado Luisde León; todos nos hemos en-cendido en la llama ardiente deamor al resplandor de lahogue-ra que caldeaba, sin secarlo, elcorazón de Santa Teresa, y noshemos deleitado con el príncipede nuestros poetas, aquel felizejemplar de la inteligencia y laimaginación españolas, San Juande la Cruz. Ni falta en la larguí-sima lista de místicos conspicuarepresentación americana en lamadre tunjana Sor Francisca

Josefa de la Concepción del Cas-tillo, émula de la doctora deAvila.

v

Cierto es que el influjo delcristianismo se extendió a todoslos hijos de la edad media; pero

en la literatura española el sellofue más hondo, como hemosvisto. Observamos ya su obramás profunda que en país algu-no, en nuestras letras sagradas, yhemos de verla de igual modoen más de una especie del géne-ro dramático, en el que creó un

tipo exclusivamente español yabsolutamente original. Jamás,por otra parte, se manchó nues-

tro arte con el paganismo litera-rio que arrancó tan airados ana-

temas a la celosa pluma del aba-te Gaume.

Al abjurar del paganismo lite-rario no quiero rcferirme a la

imitación de aquellas cualdades

y aquellos procedillentos arís-

ticos de los paganos de las dos

penínsulas mediterráneas, que

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serán siempre alto ejemplo de

todos los artistas de la forma

plástica, y norma segura de lasobras que han de nacer con elósculo de una perpetua juven-tud; que a ambas penínsulaspuede aplicarse el bello apóstro-fe de Núñez de Arce:

¡Grecia, GreCM inmortal! ¡Madre amorosade héroes y genios! ¡Sosegada fuente

De rica inspiractón! ¡Fecunda esposa

Del arte! ¡Eterna luz de nuestra mente!

Esta imitacion puede, en dioses inmortales; para Sannaza-efecto, realizarse y la realizan ro las almas de los patriarcas se

ciertamente todos los grandes estremecieron de placer en elescritores sin necesidad de tro- limbo al realizarse el misterio decar su ambiente social por uno la Encarnación del Verbo, quoextraño, pasado y aun inferior a tristia linquant Tartara, et

aquel en que se agitan. Llegar a evectis fugiant Acheronta tene-este último extremo es denun- bris, immancemque ululatumciar la falta de la primera condi- tergemini canis, o lo que es loción esencial del are, es a saber, llsmo, porque ya iban a salirla verdad en cuanto al pensa- del tenebroso Aqueronte, y nollento y la sinceridad de la ins- volverían a escuchar el mons-piración y el sentimiento. truo aulldo del Cancerbero.

más augusto s del crIstianismo, y

de concebir las ideas en los mol-des de la religión de J úpiter ylos "dioses inmortales". Según

Bembo, León X llegó a la sillapontificIa deorum inmortaliumdecretis, por el querer de los

juamque heros puras fruges properataque libaAcctpiens, frangensque manu, partitur in omnes;Inde mero implevit pateram lymphaque recenti,El la tic is mtxtz dtum sacravtt honoream,Spumantemque dedit soctis: mox talia fatur:Corporz' haec nostri, haee vera cruorts imago.. (1)

Me refiero precisamente al Vida refiere la instituciÓn de laprurito de arropar la vigorosa ci- Eucaristía en los siguientes ver-

viización del Hijo de Dios con sos de una hermosura material,

el manto de la cultura pag-ana; a de una acabada factura que bienla irresistible tendencia de pudiera prohijar el Cisne deBembo, Sannazaro y Vida, de Mantua, pero que no puedentraducir en pagano los nombres menos de tacharse de irreveren-

(1) Ya el héroe, habiendo tomado el pan sin levadura apresuradamente preparado, loparte con la mano y lo reparte entre todos. Llena en seguida una copa de vino

yagua fresca, bendice la divina mezcla y la presenta espumante a suscompaneros diciendo: esta es la verdadera imagn de mi cuerpo, la verdaderaimagen de mi sangre....

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tes en grado sumo, y aun heréti-cos:

Jesucristo cs, pues, según elservil lenguaje poético del carde-nal Vida, heros, un hcroe, nimás ni menos que Eneas o Aca-tes, Hérculcs o Teseo; y pasandopor sobre las demás palabrasque tamizan a su sabor el pensa-miento cristiano, y constituyencopias impertinentes de Virgilio,deseo se destaque sólo el últimoverso citado:

Corporis haec nostri, haecvera cruoris imago... (esta es laverdadera imagen de mi cuerpo

y dc mi sangre), para concluircon el citado Abate Gaume queno es fácil conciliar la verdadevangélica con el claro significa-do del verso: tal es el cm peñode este poeta, como el de losotros a quienes me he referido,en inmolar su civilización enaras de los dioses muertos.

-

Pero el Abate Gaume haceihuy pobres deducciones cuando

estos desvíos saca argumentos

contra el estudio de la antigüe-

dad artística, so pretexto de quecIJa no engendra sino abortos

paganos o híbridos. Rccordarála historia literaria de Espai'a

de s de GarcIlaso hasta RafaelPombo y desde Cervantes hastaPareda, y observara cuán bencfi-co fue para su desarrollo emi-nentemente nacional y cristianoel estudio concreto de la estéti-ca en aquellos monumcntosinsuperables, la que adaptada anuestra manera de pensar y sen-tir, y tomada a contribuciÓn enbeneficio de nuestra cultura, fue

52

parte a fijar y a generalizar el

concepto de nuestros ideales.

Imitación no significa servilis-mo, La imitación es una necesi-dad del arte; y csto es un princi-pio vulgarísimo desde Aristóte-les. Imitar es guiarse por las re-glas generales y eternas que ri-gen las obras humanas, y que se

derivan de leyes naturalcs; y sialguno por imitar ha trasladado

en vez de interpretar y adaptardentro de esas leyes generales,

no es ello culpa de los princi-pios del arte, sino mal achacablede todo en todo al capricho in-dividuaL.

Nuestras letras patrias no se

dejaron pucs, contaminar jamás

del paganismo literario. FrayLuis de León, entre los clásicos,llevó en ocasiones la imitación

de Horacio hasta un punto enextremo avanzado, y aun eneste caso cincelCJ tan castellanasjoyas como La Profecía delTajo; y a pesar de los lunares

mitológicos que deslustran más

de una de sus poesías místicas,

el cristiano es llevado a asomar-

se por mcdio de ellas a lasáurcas puertas de la "alma re-gión luciente".

El triunfo de la literatura es-pañola en la ascctica y en lamística se rcpite en el teatro:no hay drama tan original, nitan rico, ni tan castizo.

El cristianismo, al afirmar la

doctrina del libre albedrío, so-

pló en el mundo y en las con-ciencias de los hombres un fe-cundo aliento de independencia,que se traduce, en otras cosas,

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en la libertad del juicio, en laautonomía del carácter; y es es-ta libertad e independencia lo

que primero atrae la atención dequien observa nuestro opulento

drama, que, libre de ligaduras

arbitraras, representó todas lascosas humanas, invadió el mun-do ideal, y pisó también los pa-vimentos del ciclo.

Cuando Luzán, el jefe de "losafrancesados", censurabaacremente a Calderón por haberviolado las reglas de las tres uni-rades y echádose a andar por elgran teatro del mundo, dirigien-do sus pisadas con los auspiciosde muchos giros solares, conesto y con otros muchos puntosde su mezquina crítica menudano hacía sino ensalzar la grandc-za del drama español en su re-presentante más calificado. Unteatro al estilo del francés ha-

bría sido exótico en España; ha-

bría sido la antítesis del país de

los caballeros andariegos y em-prcndedores; habría sido signo desumisión artística de una raza aquien su cristiano corazón impc-lía en todo a la independencia;

habría producido, en vez deLas Mocedades del Cid, El Cidenteco y absurdo de Corneille.

Mas ¿cómo puede alarse estaindependencia con Torquema-da? Si la inquisición hubiera si-

do el boa del pensamiento, co-

mo 10 han asegurado no pocosdeclamadores, no podrían expli-carse absolutamente el drama

peninsular, ni los diversos géne-

ros literarios. Tirso, por ejem-

plo, habría tenido que romper

su pluma antes que describircon colores tan vivos las livian-dades de don Juan Tenorio, an-tes que herrar con el estigma de

su sátira a las beatas hipócritas;

Guillén de Castro no hubiera es-tampado algún procaz lunar; nihabría habido lugar a atribuir aCervantes intenciones franca-mente irreligiosas.

Sacudieron nuestros dramáti-cos las reglas de las tres unida-des por ser absurdas en sí mis-

mas, más que por despreciar al-tivamente razones de tradicióninvocadas por una crítica queno sabe leer, pues basta haberpasado la vista por el Agamenóny Las Euménides de Esquilo,Las Suplicantes de Eurípides

y Las Traquinianas de Sófocles;

basta además leer correctamentey entender el texto de Aristóte-les que se ha invocado como

ciega autoridad, para que noquede otro camino que declararperdido el pleito por parte de

"los afrancesados". Lope de Ve-g'd dijo en su Arte nuevo de ha-cer Comedi:

y cuando he de escn'bir una comediaEncterro los preceptos con seis llaves;Saco a Terencio y Plauto de mi estudio

Para que no den voces, porque sueleDar gritos la verdad en libros mudos,

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y escn'bo por el arte que inventaronLos que el vulgar aplauso pretendieron;Porque como las paga el vulgo, es justoHablarle en necio para darle gusto;

mas probablementc estas pala-bras nos revelan que él, por unaparte, no tuvo jamás tiempo deexaminar a fondo la cuestiÓn, ypor otro, que no era cosa que le

quitaba el suefio, desde luego

que no apreciaba nada tantocomo su corona de vate populary vate españoL. Exito completo

satisfizo su anhelo, y gloria in-marcesible cubrió el suelo pisa-do por todos los dramáticos de

la época, que siguieron sus hue-

llas gloriosas.

Pero he aquí que la originali-dad y la casticidad del drama es-pañol no se limitan a lo dicho,Lo s vientos dc libertad queacompañan en Espafia al género,10 fecundizan, y produce dos es~

pecics inauditas: los dramas reli-giosos o de santos y los autossacramcntales,

El drama profano no dcsdice

tampoco de los sentimientos ca-tólicos de la nación, Su catoli-cismo se le ha enrostrado anuestra literatura como una ta-cha; y con decir que de esa cua-

lidad han tratado de formar ba.

se los enemigos de \a patria paradenigrarla en su literatura, estádicho que ella la honra. Consi-

derando la cuestión desde unpunto de vista abstracto, diréque el reflejar el drama con to-da exactitud los sentimientos re-ligiosos del país de donde esoriundo no permite ciertamente

su absoluta universidad; mas

54

ello, si falta fuese, lo sería de

todos los dramas del mundo,desde el griego hasta el más mo-derno; pero tal cosa no es defec-

to.El arte es parte palpitante dc

la historia, y el arte dramático,

que es la poesía en su más altarcpresentacibn, por su papel so-

cial, no puede ser absolutamenteunivcrsal: tiene que ceñirse a laslimitaciones del ambicnte, unade las cuales es la muy apre-

miante de su fe religiosa y delas costumbrcs nacionales,

El drama profano español esla acción del pueblo español,

hijo de la palabra dulcísima de

Cristo y de la espada del Dios

de los ejércitos. La Prudencia enla Mujer de Tirso, el teatro deAlarcón, La Vida es Sueño, de

Calderón, colman en este puntoel tropel que se agolpa a la me-

moria. Finalmentc, como dice eldoctor Adolphus Wiliam Ward,es difÍcil distinguir en Espafia lo

que debe llamarse drama religio-so y drama secular: ahí lo estádcmostrando El Convidado dePiedra,

Pero quicro referirmc a la li-gera al comienzo glorioso deldrama, que es el mismo comien~zo de la literatura, para mostrar-10 allá por los albores del siglo

XII con el perfumc del inciensode entrc las naves del templo,

en el Misterio de los Reyes

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magos, ya mencionado; quieroreferirme también a los dramas

religiosos o de santos para seña-lar aquellos que, corno El Mági-co prodigioso o La Devoción de

la Cruz son canto victorioso dela fe cristiana; y quiero por últi-mo, señalar esa especie sui gene-ris de representación dramática

que se llama el auto sacramen-

tal.

A n t i q u í simo precursor delauto son los misterios, como sededucc de Las siete Paridas.Como estos, el auto naciÓ im-pregnado de incienso. Aquellos,sin embargo, se representaban

en las fiestas de Navidad, Epifa-nía y Pascua, en tanto que elauto sacramental estaba destina-do solamente a solemnizar lafiesta del Corpus Christi y a ex~

plicar al pueblo el misterio del

Santísimo Sacramente. No es,pues, extraño, que fuese perfec-cionado por Lope de Vega, cul-tivado con amor y éxito porTirso, Val divieso y los demásdramáticos, y llevado a lacumbre de la perfecciÓn por elpoeta nacional, Calderón de laBarca; por eso la solicitud conque apuntaban los más nimiosdetalles de la representaciónesos autores, y principalmente elque acabo de citar, tan descui-dados en sus indicaciones escéni-cas: por eso, finalmente, el pla-cer y gozo intenso con que el

pueblo salía en masa a las plazaspúblicas a saborear el deleite deuna acción que no hablaba a sussentidos sino porque tal era in-dispensable para remojar sus co-razones con la renovadora lluvia

de los afectos religiosos, paraelevar las almas de un pueblo decatólicos.

No importa que hombres deestos dos últimos siglos, siglosde duda, de tibieza, de indife-rencia, se hayan mostrado más omenos incapaces de comprenderel auto sacramental. Así me fi-guro que debía dc pasar a losgriegos de la decadencia con latragedia religiosa de Esquilo,

con la que guarda la sencilez eingenuidad de aquel una muynotable semejanza,

Nada se puede juzgar en artede modo absolutamentc abstrac-to. Sentadas ls reglas y condicio-nes de la poesía dramática cono-cida hasta que apareció ese fru-to espontáneo de la poesía espa-

ñola, el auto, vino a condenárse.

le por absurdo. Que la poesía

dramática se nutre de situacio-nes experimentadas por el audi-torio, de personajes reales, de

concepciones concretas, todoello es la verdad; pero es la ver-dad aplicada a la dramática cu-

yo escenario está todo acá en latierra, Si a la fe española y al

genio peninsular no les bastaba

ese modo de poesía y tuvieronque inventar otro alegórico yperfumado, preciso era que ela u t o sacramental se moviesedentro de su mundo propio y seregulase por leyes separadas. Nocaben en el drama profano, por-que serían absurdos, personajes

como La Inocencia, La Aposta-sía, el Río Manzanares, la LeyNatural, pero son éstos los per-sonajes propios de ese género

peculiarísimo. La verdad es, ade-55

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más, que no hubo en la España

de la fe, la vencedora del moro,la conquistadora de América,nada más popular en todas lasclases sociales que el auto sacra-

menta, creaciÓn del cristianismo.

VI

Estos son, a grandes rasgos,

los resultados de la influenciadel cristianismo en la literaturaespañola. Como se ve, esta in-fl uencia, agenciada en partemuy principal por la Caballería,

56

dio a la patria su fisonomía úni-

ca y a la literatura los caracteres

que siempre la adornaron de se-renidad, honor y amabildad,variedad y profundidad, comoque son cualidades que se des-prenden del culto de la bellezaplástica o de la espiritual, cultoque se aquilata al calor de unareligiÓn como la cristiana, cuyamisiÓn es equilibrar todos nues-tros pasos y toda nuestra activi-dad, e infundimos fe y esperan-

za.

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análisis en la totalidad de susobras, Aunque no emplearon eltítulo de "Sociología del Cono-

cimiento", en sus trabajos, nohay duda alguna qUt alí estabapresente la 'Sociología del Cono-cillento. Es legítimo, por tan-

to, un estudio acerca de la So-

ciología del Conocimiento en

marx y Engels, que lo abordare-mos a través de los tres puntossiguientes:

l.- ¿Cuáles son los fundamen-tos existenciales de las produc-

ciones mentales?11.- ¿A cuáles de las produccio-

nes existenciales se aplica el aná-

lisis sociológico?

111.- ¿Cómo se vinculan lasproducciones mentales con losfundamentos existenciales?

A la primera interroganteMarx responde que son las "rela-ciones de producción" el "fun-damento real" de la "superes-tructura de las ideas". SegúnMarx, "el modo de producciónen la vida material determina elcarácter general de los procesos

sociales, políticos e intclectua-les. No es la conciencia de sí

mismo la que determina la exis-tencia de los hombres, sino-todo lo contrario- su existencia

social determina la conciencia

de sí mismo".

Prescindiendo de otras varia-bles, lo cual no significa que no

existan, Marx plantea que la cla-se social ejerce la influencia pre-

ponderante, que considera a loshombres segú sus papeles eco-nómicos constituye el punto de

&8

partida del análisis sociológico

del conocimiento.Tanto Marx como Engels, sin

e m bargo, pusieron de relievereiterada e insistentemente que

las ideologías de una clase socialno han de provenir sólo de laspersonas ubicadas en aquella cla-se.

En el Manifiesto Comunistaafirman: "Así como antaño unapare de la nobleza se unió a laburguesía, ahora una parte de laburguesía se une con el proleta-riado, y especialmente una parede los ideólogos burgueses que

fueron capaces de elevarse hastala comprensión teórica del movi-miento histórico en su totali-dad" .

Ubicamos socialmente las i-deologías mediante el análisis desus perspectivas y suposiciones

en función de la clase desdecuyo punto de vista se planteael problema. Para situar el pen-samiento del individuo esmenester atribuido a la clase aque corresponde, a la clase cuyasituación social expresa, con to-dos sus conflctos, aspiraciones,

temores, restricciones y posibili-dades objetivas dentro dcl con-

texto histórico.

Para dar una adecuada res-puesta a la seguda interroganteno debe perderse de vista que eltérmino "conocimiento" es am-

plio como para comprender to-dos los tipos de afirmaciones,

todos los modos de pensar, des-de las creencias populares hasta

la ciencia positiva. Interesa saber

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si todos esos conocimientos se

relacionan idénticamente con sufundamente sociológico, o si -alcontrario- es necesaro discrimi-nar entre las esferas del conoci-

llento.En sus últimos escritos. En-

ge1s reconoce que el conceptode la superestructura ideológica

incluye una diversidad de for-mas ideológicas distintas que noestán condicionadas igual y simi-larmente por el fundamento ma-terial.

"El desarollo político, jurídi-co, fiosófico, religioso, literaro,arístico, etc., se basa en eldesarrollo económico. Todasellas, empero, se influyen mu-tuamente y actúan también so-bre la base económica, La situa-ción económica no es la únicaactiva en un conjunto dondetodo tendría nada más que efec-tos pasivos".

De hecho, entre las varas es-feras, hay interacción asentada

en la necesidad económica, lacual -al fin y al cabo- siempre

predollna. Es decir, las esferasideológicas ostentan cierto desa-

rrollo independiente y cada unarecibe, además, la influencia delas restantes, De ahí que el fun-damento económico se imponga"al fin y al cabo" en última ins-

tancia, fórmula que es bastante

vaga e insuficiente,

Las ciencias naturales -hacen

notar Marx y Engels- tienen unaposición sociológica aparte. Sucontenido conceptual no seasienta en una base económica,

pero sus "objetivos" y sus "ma-

teriales" si.

"¿Qué sería de las ciencias na-turales sin industria y sin comer-cio?" Aún las más puras, reci-ben sus objetivos y sus materia-

les únicamente del comercio yde la industria, de la actividad

sensorial del hombre".

La ciencias sociales, en cam-bio, manifiestan una tendencia aasinúarse en la esfera de laideología. Engels ve en el mate-

rial histórico el efecto de unanecesidad y sostiene que la teo-ría socialista misma es el "refle-jo" proletario de la lucha de

clases modernas. Aquí es el con-tenido del "pensamiento cientí~

fico" el que aparece como so-

cialmente determinado.

La interpretación marxista alproblema, cómo se vinculan lasproducciones mentales con losfundamentos existenciales, sebasa en una serie de formulacio-nes, que no son muy explícitas:"determinaciones", "correspon-

dencia", "reflejo", "dependen-

cia", etc.

Podemos resumir esospensamientos afirmando que larelación entre las ideas y las in-fraestructuras económicas con-siste en que las estructuras eco-

nómicas constituyen el marcoque delillta el alcance de las

ideas eficaces desde el punto devista social; podrán aparecer

ideas que no convienen a una uotra de las clases en conflicto,pero serían de muy poca impar.tancia.

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Las condiciones económicasno determinan estrictamente lasideas, sino que ponen de mani-fiesto sus predisposiciones.conociendo las condiciones eco.nómicas podemos preveer laclase de ideas que pueden ejer-cer una influencia, una acción

eficaz, ajustadas a la situación

histónca de dOllnación de unaclase por otra. Las ideas e ideo-

logías juegan en la construcción

de la historia un papel bien defi-nido (por ejemplo, la religióncomo "opio de las masas") y enmomento pueden llegar a ser de-cisivas,

Los conflictos de clase exi-gen, entonces, una compulsión

de las ideas, necesidad originadaen el desarrollo econÓmico; perono se da una determinaciÓn tan

estricta como para que no ocu-rra ninguna variaciÓn en lasideas.

La Teoría marxista enseñaque los sistemas de ideas inade-cuados a la estructura de fuerzasexistentes e incipientes serán

reemplazadas por otras que ex-

presen más fielmente el verda-dero equilibrio de fuerzas, Exis-

te la posibilidad de que las ideo-logías cederían temporalmente

de lo que es compatible con lasrelaciones sociales de produc-

ción, pero están obligadas a re-tornar al camino debido.

Por eso siempre se considera

en el análisis la totalidad de lasituación histórica correcta, conel inconveniente de una excesiva

flexibilidad para la inter-pretación.

60

~

Gurvitch en su análisis cr í ticoque hace a la Sociología del Co-nocimiento expuesta en Marx,rechaza la interpretaciÓn simplis-ta de que el "conocimiento"sería únicamente un "reflejo",el epifenómeno del ser.

Marx, reconocía la existenciade un conocimiento no ideoló-gico, los conocimientos técnicosy los conocimientos cientlfcos

que pertenecen a la "infraestruc-tura" puesto que entran comoelementos constitutivos en lasfuerzas productivas.

Sería justificado, entoncespreguntarse cuáles son los lími-tes de la ideología y cuáles son

sus relaciones exactas con el sa-ber. AquÍ nos encontramos conun primer problema: los múlti.pIes sentidos del término "ideo-logía":

a) Mistificación, ilusión in-

consciente o consciente;

b) de interpretaciones de las

situaciones sociales de las tomasde posición;

c) de doctrina elaborada para

justificar esas interpretaciones,

ya esas ilusiones;

d) de ciencias sociales y, másampliamente humanas con ex-clusión de la economía política

marxista;

e) de conocimiento filosófico,a causa de la falta de verifi-cación directa.

f) de religión, a causa de sufalsedad.

Es necesario, por tanto,limitar el sentido de la ideología

a un género particular de saber

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que se propone designar como"conocillento" político, el cualse cristaliza a menudo, aunqueno obligatoriamente, en doctri-na y filosofías sociales y políti-cas.

Menciona Gurvitch alguasotras dificultades de la sociolo-

gía marxista del conocimiento:

la desaparición del problemallsmo con la instalación de unasociedad sin clases; la relaciónforzada de la Sociología del Co-

nocillento con el realsmo hu-

manista, primero, y con el mate-

rialismo dialéctico, luego, que

no hace sino comprometerla,ninguna posición fiosófica pue-de ser obligatoria para la socio-

logía.

En el marxismo tenemos tam-bién, la ingenua confianza en ladesalienación del conocimiento

en la sociedad sin clases, es de-cir, la desaparición del coeficien-te social del conocimiento. Ni

más ni menos que un retorno ala utopía racionalsta del domi-

nio del conocimiento sobre larealdad social que él mismo di-nge.

En la doctrina marxista poste-rior a Marx y Engels se ha que-

rido, sobre todo reducir la so-ciología del conocimiento al es-tudio del arraigo sociológico a

las doctrinas filosóficas, Al res-pecto G. Lukács toma precau-siones muy útiles contra lo osa-do de una interpretación dema-

siado rápida de la Sociología del

Conocimiento de la historia dela filosofía. Sugiere que el pun-to de partida sobre las relacio-

nes entre las doctrinas y la con-

ciencia de clase podría consistiren el ensayo de respuestas a estadoble preguta:

Cuáles son los "puntos de im-

putación" de las primeras y enqué cuadros sociales se podríaencontrar? Se trataría de labúsqueda de correlaciones fun-cionales, no de una explicacióncausal.

Gurvitch opina que las Socio-logías del Conocimiento deScheler, de Sorokin y deMannheim se pueden considerarcomo diferentes reacciones a lasociología marxista del conoci-

llento.

CRITICA

Sin duda que Marx y Engelsen el terreno de la Sociología

del Conocillento no hicieronotra cosa que colocar las "pie-dras angulares" de esta disci-plina. En su caldad de fundado-res bosquejaron formulacionesmuy generales y poco precisasque requieren de una elabora-ción más amplia y cuidadosa.

Aparece en ellos enunciada demanera taxativa la relación entrela infra y la superestructura. Ya

veíamos que en la infraestructu-ra figuran los conocimientos

científicos y técnicos que enotros textos son considerados

como influídos -en algún aspec-to- por el desarrollo económico.es decir, por la infraestructura.

Se trata de una contradicción?

No está claro cuáles son lasesferas del conocimiento y si

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acaso tienen todas ellas una rela-ción idéntica con la infraestruc-tura. Y tampoco explica comose da en la vida social esta rela-ción entre la infraestructura eco-

nÓllca y las formas ideológicas

de la superestructura.

BIBLlOGRAFlA

Sociología del Siglo XXEl Ateneo, 1965, Cap. XII

Tratado de Sociología

Kapelusz, 1963

Contribución a la Crítica de laEcnomía, PolíticaC. H. Ke, Chicago, 1904.

62

"'.

Se habla de "reflejo", "co-rrespondencia", "determinación

en última instancia", etc., térmi-nos que no tienen ningún signi-ficado concreto y no sirven parauna explicación objetiva.

Gurvtch y Moore

George Gurvitch

Carlos Marx

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diente a los meses de julio a di-ciembre de 1971, publicó uncomentario a la obra de Cantera

Burgos, el cual, por la importan-cia intrínsica de la informaciónque nos ofrece sobre el persona-je aludido, tan íntimamente vin-

culado a nuestra historia, juzga-mos de interés dar a conocer enestas páginas. Dice Milares Car-

lo:

"Pedrarias Dávila, sobrenom-

brado en su época "el Galán" y"el Gran Justador", fue comisio-

nado en 1513 por el Rey Católi-co para la empresa del descubri-

llento del mar del sur. El autor

de la presente monografía, ilus-tre catedrático de lengua hebrea

de la Universidad de Madrid,llama la atención sobre la cir-cunstancia de que en las instruc-ciones que el monarca dio a Pe-drarias y que habían de normarla actuación de éste, figuraba laprohibición de que pasaran aTierra Firme "los hijos de re-conciliados"; cláusula notable,

dado que el jefe de la expedi-ción era, "al menos por tres desus cuatro costados, del linaje ynación que se pretendía excluirde las tierras recién descubiertas.

"En efecto; de las acuciosas

investigaciones de Cantera Bur-gos, basadas en documentacióninédita de los archivos de Vala-

dolid, Simancas, Toledo y Ma-drd, resulta que el futuro cau-

sante de la muerte del gloriosoNúñez de Balboa, fue el tercerode los hijos de su homónimo Pe-drarias Dávila I, "El Valiente",

y de doña María de Cota u Or-

64

tiz, del linaje judaico de la Cotatoledanos, al que pertenecieron

fuguras de tanto relieve como

Rodrigo Cota, autor del precio-so Diálogo entre el Amor y unViejo, y "verosímilmente" del

acto primero de La Celestina; eljurisconsulto Alonso Cota, que-mado por la Inquisición Toleda-na en 1486, e identificado por elprofesor Cantera, en otro traba-jo, con el alcalde de Avila Alon-

so de la Quadra; SanchoSánchez de Cota, que escribiólas Memorias de Carlos V y fuetambién poeta, y Alvar Gómezde Ciudad Real o Cota, que cul-tivó con éxito el verso latino,

"Por la línea paterna, era elGobernador de Castilla del Oroy Nicaragua, nieto de niegoArias Dávila, poderoso personajede la Corte de Enrique IV, y de

doña Elvira González de A vila,ambos conversos, y "no sólo ta-chados de judaizantes, sino per-seguidos hasta en sus huesos ymemoria después de muertos".Testimonios documentales fide-dignos demuestran que el matri-monio mencionado practicabalos ritos judíos y consignan cu-riosos detalles sobre este parti.cular, Tío de Pedrarias návila IIfue don Juan, Obispo de Sego.

via (1461) , que al falecer deste-

rrado en Roma (1486), legó asu ciudad natal "con generosi-

dad admirable, ricas mandas delibros (incunables sobre todo),

ropas, joyas, un hospital..."

"Trae Cantera Burgos a cola-ción datos nuevos que esclare.cen la vida del gobernador del

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Darién, quien, tras de participaren las guerras de Africa quecondujeron a la toma de Orán(1509), y en la conquista deBugía, pasó a las tierras delNuevo Mundo, donde, en con-traste manIfiesto con la conduc-ta que anteriormente había ob-

servado, se hizo notorio "con

sus crueldades y sus depredacio-

nes feroces, sus aciertos y sus

desvaríos, sus exploraciones y

sus descubrimientos, sus funda-

ciones, sus proezas y sus violen-cias increibles".

"Falleció Pedrarias el 6 de

marzo de 1531, no con 90 años,

como escribió su detractar Fer-nández de Oviedo, sino a los 70,o a lo más a los 75, pues debió

de nacer en los primeros de ladécada de 1460, Sobrevivióle sumujer, doña Isabel de Bobadillay Penalosa, quien no sólo se tras-ladó en 1515 a Tierra Firme conel esposo, sino que "en bellogesto de fidelidad conyugal y deamor al suelo americano", dejótestimonio de "su voluntad opropósito de volver a dicha pro-vincia a residir o morir en ellaacompañando los huesos de sumarido"

Aunque de raza judía, Pedra-rias fue un sIncero cristiano, aúnmás, un practicante fanático, Node otra manera pueden calificar-se sus hábitos rehgIosos, llevados

a ejercicios extremos.

Por ejemplo: habiendo en unaocasión sufrido un 'ataque de ca-talepsia que pareció dejarle pri-vado de la vida, creyéndosele

positivamente muerto se iba aproceder a su enterramIentocuando un sirviente observó quea pesar de su apariencia cadavé.

rica, aún vivía. Fue sacado del

ataúd y volvió a la vida. Desde

esa fecha cada año "El Enterra-do", como se le llamaba, sin fal-tar uno, para conmemorar loque él consideró su resurrección,se tendía en el ataúd y se hacía

rezar los oficios de difuntos ycelebrar otras ceremonias religio-sas como si estuviera muerto,con lo que reconfortaba su fecristiana.

A este suceso selltrágico sele atribuyó su espíritu cruel que

en la vejez puso de manifiesto,y por más que aparentase ser uncreyente, se manifestó en Pana-

má y Nicaragua un despiadadoconquistador, inhumano y per-verso. Sus principales víctimas

fueron Vasco Núñez de Balboaen el Istmo y Francisco Fernán-

dez de Córdoba en Nicaragua,cuyas cabezas cercenó despiada-damente.

"Si tuviéramos que escogercomo paradigma de la insania delos conquistadores -dice el Dr.

Francisco Hellera y Luquc- novacilaríamos en señalar a este

hombre como el ejemplo másacabado de la ferocidad paranoi-ca", (LOS VIAJEROS DE IN-DlAS. Caracas, 1961)..

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Lola CoUante de Tapia

Gustavo Adolfo Bécquer ase-guró, con fina sensibilidad, quesiempre habrá poesía sobre latierra. Casi lo afirma as í el Pro.

fesor Manuel Gasteazoro, al ha-cer un análsis del último libro-desconocido por mí- de Aristi-des Martínez Ortega, en el quese asegura que el poeta deslizaen sus composiciones algo dehumorismo, no acentuado, desde luego, como en el gran cantocartagenero Luis Carlos López;

también dice 4 ue Ricardo J.Bermúdez es "difícil". Esa mo-dalidad es inherente a los culto.res de la llamada poesía de V,-il-guardia, sin que se picrda Tuncael soplo de la inspiración. Hay

que adentrarsc en el "Adán libe-rado" de Bermúdez para com-prenderlo y sentirse "de pies so-bre la aurora" envueltos en ese

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resplandor rosáceo del amanecercuando libera al hombre del pe-cado original.

Yo, que publiqué un libro deescaso volumen por la premuracon que fue seleccionado, recogí

varios versos influenciados por

el modernismo de mi tiempo:desde el mediovalesco "Secreto

condal", hasta los dísticos "J u-das lscariote". Ahora están fue-ra de compás; sinembargo, laforma que me inspiró especial-mente fue el soneto -recuerdo

mi "Paisaje tropical"- y me sien-to inclinada a asegurar que sigue

sicndo la estructura más her-

mosa de expresarse en poesía.Entre nosotros la triunfadora hasido Stella Sierra, cuando ganóel primer premio Ricardo Miró

con sus "Jubilosos sonetos".

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Pienso que la poesía no se

puede medir con el tiempo, por-que es el tiempo mismo. "Ellaexiste desde la misma creación

del hombre". En cada matiz dela naturaleza, hay poesía, y mu-chos escritores, especialmente

los costumbristas, diseñan esos

tintes y celajes. Es la menos

substantiva de las artes igual quela música, porque no se expresa

en producciones tangibles, comola escultura; sus raíces están en

el viento que mueve las frondas.Entre nosotros desfian ya pági-

nas de lo promisorio de nuestra

literatura. Con algunas excepcio-nes, la poesía popular no es lamás cultivada, a pesar de que enalguna forma asome su expre-sión,

Rogelio Sinán, iniciador de lapoesía de vanguardia en Pana-

má, con su libro Onda, editadoen Roma, ha producido hermo-sísimos sonetos, lo que reafirma

ll concepto, El ha traducido de

Dante uno de los más emotivos.Desde luego, las formas nuevas

que liberan al poeta de la severa

forma de otros tiempos, presta ala imaginación más amplio vue-

lo, sin perder nunca la norma.

Quizá, por eso, el soneto ha per-dido vigencia.

Ciro Alegría, el gran innova-

dor con su libro "El mundo esancho y ajeno" es un poeta decalidad. Sus producciones son

casi todas dentro de la nueva

corriente; pero cultiva el soneto

en especiaL. Para los lectores dela Revista Lotería voy a repro-

ducir uno de ellos que tengo ala vista para confirmar que el

soneto perdura y vive en la poe-sía:

MATERNIDAD

Bebiéndose las aguas del ocaso,--diminuta montaña peregrna--hacia Belén de nácar se encaminala camella preñada, paso a paso.

Olvidada tal vez, sola, cansina,mucha fatiga y el altento escaso,lleva en sus ojos de doliente raso,el si'encio y la sed de Palestina.

Se para de nuevo, a respirar. De nuevo elevaesa guz"arra que en lomo lleva,mientras bendice con su cola el día.

Llega al fin a Belén, cuna y estrella,y cae y se desgarra. Porque ellaquiso parir, donde alumbró María.

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Felipa Alfaro

A principios del año de 1920,la ciudad de P,inamá empezó a

sufrir un ensanchallento repen-tino. Nuestra urbe se vió invadi-da no sólo por una gran canti-dad de inmigrantes que llegarona nuestra tierra con motivo delos trabajos del Canal, sino por

una poderosa corriente imigrato-ria de interioranos.

Ya el concepto de ciudad delos de "adentro" y de los de"afuera" empezaba a perder vi-gencia.

Si bien es cierto que Santanacon su plaza popular continuabasiendo el punto álgido de la ciu-dad, los límites de la ciudad em-pezaban a traspasar mucho másallá de lo que por mucho tiem-po se conoció el "Puente de Ca-

lidonia" .

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La ciudad de Panamá contaba

con un antiguo hospital que al-bergaba toda la población enfer-ma de la ciudad, y una grancantidad de los que acudían del

interior.Este hospital se encontraba

ubicado entre las calles 15, 16 Yi 7 Oeste y Avenida A.La necesidad de un nuevo

hospital fue constituyéndose en

una nueva inquietud del Presi-dente Belisario Porras, Se habla-

ba âc crear un "Hospital de Ca-

ridad" un Hospital para la gente

pobre que no podía contar con

medios para pagar ni un doctor,ni mucho menos comprar medi-cinas.

Un gran Hospital de Caridad,para toda la gente sin recursos

de la ciudad o del campo.

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y un buen día, el Presidentede la República, acompañado deuna selecta cOlltiva, y de sus

llnistros de Estado, empezaron

a recorrer los alrededores del

Barrio de la Exposición, buscan-

do un sitio donde construir eseHospital. Un sueño más del ro-mántico señor Presidente. Cuan-do llegaron a las orillas del Mar,en un luga denominado "PeñaPrietta", casi todos convinieronen que ese podría ser el lugarideal, y sin embargo, no faltócon recelo quien dijera, ¡Pero

qué lejos está esto de la ciu-dad! ¿y cómo harán los enfer-mos para llegar hasta aquí?Había entonces en Peña Prietaun pequeño caserío de pescado-res y el Dr. Belisario Porras, se

acercó hasta sus humildes vivien-da, y penetrando en ellas con-juntamente con su comitiva, leshabló del proyecto del Hospital.

En un instante los moradoresun poco recelosos, plantearon alSeñor Presidente el problema desu oficio, y la necesidad de te-

ner que seguir viviendo de lapesca. Finalmente, decidieron

nombrar una comisión para quecontinuara discutiendo el pro-

blema con el propio señor Presi-dente.

Les habló Belisario Porras deque se les encontraría un lugar ala orilla del mar, donde pudie-ran continuar dedicándose a la

pesca.

Después de continuadas con-versaciones, el Dr. Porras entre-vistó a su gran allgo el Señor

José Paredes, quien era dueño

de una extensa área de terrenoen las afueras cerca de Paitila.

El señor Paredes accedió avender al gobierno doce hectá-

reas de su finca, 10 cual aceptó

complacido el Señor Presidentede la República; el llsmo día

de su compra se apersonó a Pe-

ña Preta, repleto de entusiasmo

para comunicarles su decisión.En ese entonces, ese luga era

conocido como "EL COCO", yaque había ahí un palmar de re-gular tamaño. La compra se lehizo finalmente al señor Miguel

Angel Paredes.

Dicha familia tenía una fincay una gran lechería.

Desde un principio el Dr,Belisaro Porras tomó .con granentusiasmo el planeallento de

la nueva población.

Contrató al ingeniero costari-cense Rafael V ásquez Tinoco pa-ra que hiciera la mesura y parce-lación del globo de terreno ad-quirdo, y el cual fue dividido

en setenta y cuatro lotes de milmetros cada uno.

Para entrega los lotes de te-rreno se realizó un sorteo públi-co, y éste se llevó a cabo en unaforma sencila, con una bolsa detela, llena de papelitos enumera-dos. Los señores metían la manoy sacaban su número de lote ala suerte. Era un entusiasmo enel que participó el propio Presi-

dente de la República.

El Dr. Belisario Porras decidióbautizar la población el día 8 deJulio de 1923. Le correspondiórealizar la bendición del lugar al

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Señor Arzobispo de Panamá,Monseñor Guillermo RojasAreta, nombrándose como pa-drino de la población al Coronel

Leonidas Prettelt, quien fungÍa

de Alcalde del Distrito.

Se repartió a los presentes

una tarjeta de bautismo.Se escogió el nombre de San

Francisco de la Caleta para la

población, porque algunos pes.cadores de Peña Prieta, encon-traron en las cercanías de su

playa, un santo de madera, que

algunos identificaron como SanFrancisco, y el cual sacaron de

una Caleta.

El día de la fundación estu-

vieron presentes el Excclentísi-

mo Señor Presidente, acompaña-do por los llembros de su gabi-nete, los señores Magistrados de

la Corte y una COllsión de laAsamblea Nacional, así comonumeroso público, y estudiantesde la escucla secundaria.

Así consta en el acta de esaltcha, en la Notaría Segunda dela Capital, correspondiéndole al

Señor Samuel Boyd, en su cali-dad de Notario, levantar el actarespectiva.

No fueron pocos los que vie-ron con escepticismo la determi-nación del gobierno de andar"regalando" lotes a los pescado-

res, y sobre todo por considerar

que ese era un lugar inaccesible,demasiado lejos de la ciudad,

¿Qué era lo que se pretendía?

y en realidad, el proyecto deSan Francisco era modesto;había dificultades para llegar alluga,70

¿Cómo se llegaba al lugar?Algunos tomaban el tranvía

que los dejaba en Las Sabanas,

como a dos kilómetros de losterrenos de San Francisco, laspersonas se bajaban ahí y cami-

naban a pie por una carreteraque tenía el Club de Golf. Mas

tarde, el gobierno mejorÓ el ca-mino para beneficio de los mo-radores. Pero la mayoría, la gen-

te hUlllde para quien concibió

ßelisario Porras esa poblaciÓn alas orilas del mar, se iban por laplaya del Trujilo en Marañón yse iban a pie, de playa en playa,

pasando por la Peña Prieta,Bella Vista, pasaban el Estero dela Punta de Paitila y finalmen-

te, después de cruzar un fuertede los norteamericanos, se seguía

por la playa hasta San Francis-

co.

Fue tanto el entusiasmo del

Presidente en su obra, que esti-muló a otros a que se p.ecidierana ir a vivir a San Francisco, gen.te hUlllde que vivía en condi-

ciones muy limitadas en casasde inquilinato de la ciudad.

Se les entregÓ a los morado-

res su título de propiedad gra-

tu itamente, y a perpetuidad,

con derecho a que sus hercdcrospudieran disfrutar dcl bien.

ContInuadamente el Dr, Bcli-sario Porras, al visitar a los quese habían decidido trasladarse aSan Francisco, les advertía queese barrio sería uno de los másbellos de la ciudad, y que novendicran sus lotes, que los con-servaran, porque algún día ten-drían mucho valor.

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Yo recuerdo algunas de laspersonas que se beneficiaroncon el proyecto de San Francis-

co, siendo sus primeros morado-res; Rosas Rodríguez, Modesto

Vásquez, Manuel Peña, PedroTuñón, Severo Concepción, An-tonio Alfaro (mi padre), así co-

mo José Mcpherson, José Blan-don, Alfonso Cajar, Mito Mos-

quera, Esteban Martínez, Fran-

cisco Zurita, Juliana Solís,Laurentina Tuñón, ZacarÍafiTuñón, así como un señor apo-dado Chicharrón, cuyo nombreno recuerdo.

Uno de los organizadores deSan Francisco, por ser muy ami-go del Presidente de la Repúbli-ca fue Don José Matilde Pérez,

a quien se le nombró el primercorregidor del baro, y quienobtuvo por compra uno de loslotes, para vivir en dicha colo-

nia,

Los moradores se sentían lle-nos de alegría por su nueva resi-dencia, y de pronto, empezaron

a surgir bellos jardines, y habíarosas, claveles, jasmincs, margari-tas, azucenas, helechos, mirtos,

heliotropos. Frecuentemente sufundador regresaba complacido

para observar el crecimiento del

bario.

Yo recuerdo que muchas delas jardineras, llevaban sus gran-

des mazos de flores al MercadoPúblico, y los pescadores, conti-

nuaban dedicándose con éxito asu negocio del marisco. Eran fa-mosas las langostas y los cama-

rones de San Francisco.

Yo diría que los pescadores

de San Francisco fueron lospioneros de la venta del maris-

co.

Mas tarde llegaron a SanFrancisco otras familias atraídas

por la belleza extraordinaria del

lugar, entre ellos el Juez de Cir-cuito Señor José Pinila Urrutia,el Coronel Víctor Manuel Alva-

rado, y que fue el primero que

hizo en San Francisco y tal vezen la ciudad una gran cría de

gainas para la venta.

Recuerdo que inició la ventade gallinas peladas, la cual lagente compraba con gran de-manda.

El gran pintor panameño donRoberto Lewis, también era unadmirador de la belleza de SanFrancisco, y adquirió ahí un lo-te frente al mar en donde hizo

una casa de estilo francés. Legustaba ir al lugar a pintar, yllegaba allí en coche con sufamila; aún existe dicha casa,que es una de las más antiguasdel barrio.

El comerciante Antonio Fongtambién ayudó mucho al mejo-ramiento físico del lugar, y él ysu familia fueron los primeros

que ubicaron alí una tienda devíveres, Entusiasta y desprendi-

do, no había necesidad de la co-munidad en la que él no fuerael primero en contribuir.

La familia Gambotti también

adquirió un lote a las orilas delmar.

El gran bardo panameño PapiAizpurú también le gustaba an-

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dar en coche por San Francisco,y tras él la chiquilada de aqueltiempo, le seguían porque él losobsequiaba siempre. Al poeta loacompañaba su hija, hoy la se-ñora de Cambra.

El señor Fernando Amado te-nía allí una panadería, todavía

vive en el lugar con sus hijos,Fermindo y José Isabel Amado.

La primera provisión de agua

la tomaron los moradores de un"ojo de agua" que nosotros bau-

tizamos con el nombre del "Ojodel Rey" y el cual quedabaexactamentc donde queda ahora

la planta del IRHE.

Las damas, con sus hijos ibana buscar el agua con latas deesas que se utilizaban para ven-der kerosín, los niños llcvaban

latas más pequeñas. Estas dili-gencias se hacían cn las maña-

nas, antes de que saliera el soL.y algunas veces en la tarde, con

el tiempo fresco. Era como una

caravana, en donde iban los mu-chachos correteando, y a ellosparticularmente les gustaba elpaseo porque aprovechaban mu-

chas veces el viaje para coger

sardinas. Hab ía también allí pe-ces de colores. La gente le gus-

taba el agua del "Ojo del Rey"porque era agua muy buena ydulce, agradable al paladar.

Después el Dr. Porras constru-yó unos pozos artesianos, peroal parecer no había agua tanbuena como la del "Ojo delRey", porque el agua resultó sa-lobrc y sólo se usaba para los

quehaceres de la casa.Hoy, al contemplar el inmen-

so barrio de San Francisco, con

edificios enormes de varios pisos,en donde casi han desaparecido

las viviendas de los primeros

moradores, veo que se hizo rea-lidad el sueño de quien al pro-yectar su obra, afirmó que estesería uno de los lugares másbellos de la ciudad.

NOTARIO PUBLICO NUMERO SEGUNDOACTA DE FUNDACION DE SAN FRANCISCO

Yo, Samuel ßoyd, Notario Público Número Segundo del Cir-cuito de Panamá hago constar que hoy domingo 8 de Julio del añode 1923, el Excelentísimo Sr. Presidente de la República Dr.

Bclisario Porras, acompañado por el Ilustrísimo Señor Dr. Guiler-mo Rojas Arrieta, Obispo de la DiÓcesis de Panamá, y los SeñoresDon Rodolfo Chiari, Primer designado de la Presidencia de la Re-pública y Secretario de Gobierno y. Justicia, Tomás Herrera, SubSe-cretario de Hacienda y Tesoro encargado del Despacho, don Octa-vio Méndez Pereira, Secretario de Instrucción Pública Coronel DonJuan Antonio Jiménez, Secretario de Fomento y Obras Públicas,Don Rodolgo Estripaut, Gobernador de la Provincia de Panamá,General Don Leonidas PreteIt, Alcalde Municipal del Distrito de

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Panamá, Don Eugenio J. Chevalier, Secretario General de la Presi-dencia de la República, Dr. Carlos L. López, Presidente del Hono-

rable Concejo Municipal, Don Raúl J. Calvo, Secretaro Privado delPresidente de la República, Don Enrique !caza Fábrega, Edecán delSr. Presidente de la República y M. A, Paredes vendedor al Gobier-no de los terrenos que ocupará la población ante un destacamento

de la fuerza pública formada en orden regular, al mando del Te-niente Enrique Correa, y un numeroso público compuesto de dele-gaciones del Cuerpo Diplomático y Consular, Cuerpo de Bomberosde Panamá, Club Rotaro, Asociación del Comercio, Asociación delMagisterio Nacional, y colegios oficiales y privados, empleados pú-blicos, nacionales, municipales y vecinos de la ciudad de Panamá yde los Corregimientos de Pueblo Nuevo de Las Sabanas y JuanDíaz, de Pacora, procedió en nombre y representación del Gobier-no Nacional, a declarar fundada la nueva población, a la cual se ledió el nombre de San Francisco, con motivo de haber sido halladaen su cercanía una imagen de ese Santo, venerada por los pescadoresy agricultores que van a habitar allí.

Señalados los sitios que han de ocupar la Plaza, la Capila, laEscuela y el Cementerio, se colocó en el centro de la primera, unapiedra conmemorativa y el Ilustrísimo Sr. Obispo de Panamá ben-dijo con el ceremonial de rigor, después de la cual pronunció unelocuente discurso relacionado al acto. Luego el Excelentísimo Sr.

Presidente de la República también pronunció el discurso de estiloque mereció el aplauso general del respetable público.

La nueva población está situada en el lugar conocido con elnombre de La Caleta, a una mila y cuarta de la carretera a LasSabanas y a cuatro milas de la ciudad de Panamá al nordeste de

ésta.

Su plano ha sido elaborado por el Agrmensor General DonRafael Vásquez Tinoco. Su área es de doce hectáreas (12), y estádividida en setenta y cuatro (74) que le serán cedidos tratuitamen-

te en usufructo transmisible por herencia a los descendientes de los

favorecidos, a quienes de esta manera el Gobierno Nacional losayuda y estimula al trabajo.

Terllnada la ceremonia los concurrentes recorrieron los luga-res más importantes de la nueva población y sus cercanías y paraconstancia se extiende y se firma la presente acta.

BELISARIO PORRASPresidente

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para los profesores de español y un libro colateral para el eficazdesarrollo del programa de literatura panameña en el aspecto quese refiere al movimiento de vanguardia de la poesía panameña".Veamos en qué medida son correctas las apreciaciones de MarÍnezOrega y la calficación del Ministerio.

Para acometer su trabajo "me decidí -confiesa el autor- porel método generacional... Y sin menospreciar los otros conceptosgeneracionales escogí el Esquema Goic, pues mediante la aplicacióndel esquema al fenómeno y sus particulardades se apreciaban contoda clardad". "El Esquema Goic, agrega, está basado en los prin-cipios generales del método de las generaciones esbozado por Orte-ga y Gasset. Las ideas de Orega le permitieron al Profesor Goiccrear un método para fijar las generaciones de escritores hispano-americanos. Para Ortega fue posible escogiendo la figura de Descar-tes, mientras que para el Profesor Goic la de Rubén DarÍo. Precisa-

mente, localzando la fecha en que Darío cumplió los 30 años, yestableciendo una zona de fecha que comprendía 7 años antes y 7años después de esa fecha, pudo el Profesor Goic fijar la generaciónde Daría, como también las anteriores y posteriores a él, valiéndoseúnicamente de sumas y restas, dentro del principio establecido porOrega para localizar las generaciones".

Al final de su estudio, a manera de recapitulación, precisa:"Ha sido mi intención al analzar la obra de los autores escogidos,

primero, justificar su ubicación en el grpo generacional; segundo,

subrayar lo que siendo característico en él, lo es de su generación;tercero, mostrar el valor de la obra de cada uno de ello!); cuaro,demostrar que la obra de estos autores representativos está concebi-da dentro de la poesía propia de la tendencia vanguardista, y,quinto, señalar los matices que se pronuncian en la modalidad devanguardia a medida que cada generación surge en el marco de 45años del movillento vanguardista". Es, hay que aplaudido, un pro-grama ambicioso.

* * *

En el texto que precede a la parte antológica, unas sesenta

páginas -incluidas numerosas transcripciones poéticas-, MartÍnez

Ortega me dedica no menos de seis, refiriéndose a veces a trabajosno pertinentes, por completo ajenos al asunto específico de su

ensayo, como ocurre cuando alude a mis estudios sobre la Colonia,los orígenes de la literatura novelesca, etc., atribuycndome afirma-ciones e intensiones que son producto de su fantasía, y abusando,

además, de un lenguaje en extremo equívoco e impreciso.

El párafo inicial de su estudio, luego de la Introducción, esun perfecto galmatías. Veamos:

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"En 1909, Octavio Méndez Pereira publica "PARNASO PA-NAMEI\O", antología cuyo propósito es destacar unos veinte auto-res que a su juicio constituyen la primera generación poética del

Istmo. Este trabajo constituye el primer paso para ordenar y valo-

rar la producción de los poetas panameños, que invitados por Don

Guilermo Andreve publicaba sus versos en un semanario bajo sudiección, EL HERALDO DEL ISTMO, publicación que inicia sutarea en 1904 y que fue un vigoroso estímulo a las inquietudes de

entonces".MartÍnez Orega comienza por errar la fecha de aparición del

Parnaso Panameño, libro editado en 1916. Luego se contradice.Méndez Pereira se propuso, afirma, "destacar unos veinte autoresque a su juicio constituyen la primera generación poética del Ist-mo", y a renglón seguido: "Este trabajo constituye el primer pasopara ordenar y valorar la producción de los poetas parameños,

que invitados por Don Guilermo Andreve publicaba sus versos enun semanaro bajo su dirección, EL HERALDO DEL ISTMO". ¿Enqué quedamos?

Pero no es todo. En la página 11 de su libro MarÍnez Ortegaexplica: "Con la Generación Romántica se abre, según Rodrigo

Miró, el proceso poético en Panamá. Tal afirmación entra en pugnacon la tesis de Méndez Pereira sobre la primera generación de poe-tas panameños. Méndez, en su PARNASO PANAMEI\O, ubica laprimera generación- un poco antes que la de los románticos, poetasnacidos entre 1830 y 1868, según el cuadro sobre esa generación

que preparó Miró en CIEN AI\OS D.E POESIA EN PANAMA".Son áfirmaciones sorprendentes. En ninguna parte habla MéndezPereira de una generación de poetas anteriores a la de los románti-cos de mediados del siglo, Como antecedentes de éstos alude sóloal "gran pintor y poeta místico don Fernando de Ribera

(1591-1622)", y al redactor de "El Panameño", D. José AnjelSantos, "uno de los paladines que tratan de abrir con su alientolírico la cerrada corola de nuestra poesía". El biógrafo de JustoArosemena no ofrece ningún texto poético de Santos, ni tampocoreferencias que permitan ubicarlo. No hay, pues, tesis alguna deMéndez Pereira contra la cual yo pugne. Todo lo contrario: alcaracterizar la generación de Martín Feuilet, Alemán, doña Amelia,etc., de quienes dije en el Indice de la Poesía Panameña Contempo-ránea (1941) que integraban "la primera generación poética delIstmo" confirmé la opinión del ilustre autor del Parnaso, quien enel Prefacio nos dice: "Llega luego el momento del estallido delpensamiento nacional; el momento en que una bri1:ite y jovengeneración sacude el arpa melodiosa de las letras, e inspirada con larevolución romántica que agitaba entonces el mundo europeo, se76

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embriagaba con el néctar delicioso de los versos de Zorrila, Es-pronceda, Byron, Hugo y Lamarine. José María Alemán, Manuel

José Pérez, Gil Colunje, el Mulato Urriola, trazan con sus cantoslos surcos de la poesía panameña, cuyo espíritu y cuyo genio ha-bían de encamar en Tomás Marín Feuilet, nuestro gran lírico, yen doña Amelia Denis de Icaza, la dulce cantora de la Patria y delHogar". Los poetas enumerados son los que inician el ParnasoPanameÙo y no hay rastros de la generación que según MartínezOrtega ubica Méndez "un poco antes de la generación de los ro-mánticos", etc. Por lo visto, MarÍnez Ortega no ha leído el libroacerca del cual se pronuncia con tanto aplomo.

Pero no terminan aquÍ las afirmaciones antojadizas. En la cita-da págia 1 i, al referirse a las fechas de nacimiento de los románti-cos de mediados de siglo, encontramos lo que sigue: 'Subraya Miróque esta zona de fecha de nacimiento -según el cuadro que se

ofrece en CIEN AI'OS DE POESIA EN P ANAMA- "se vio en lanecesidad de extenderla hasta el 68 por tres autores".

Nunca he manifestado lo que Martínez Ortega me atribuye, yme agradaría saber de dónde sacó el pregrino aserto. Lo que digoen la Introducción a CIEN AIOS DE POESIA EN PANAMA escosa muy distinta de lo que entendió. Luego de referencias a lageneración de Colunje y Marín Feuilet, el lector encontrará 10que transcribo: "Al grupo inicial de los románticos siguen luego

otras unidades. Traen un acento distinto, pero sÓlo para agregar

matices al haber de la escuela. Es el caso de Jerónimo Ossa, inge.

nuo y doméstico, posteriormente autor del Himno Nacional; deFederico Escobar, obrero poeta, tan entrai'ablemente panameño, yde Rodolfo Caicedo, en cuya obra se dan cita todos los romanticis-mos americanos". Es exactamente lo que se dice, y no se habla allíde las fechas en que esos poetas nacieron. Por otra parte, todo elmundo sabe que el romanticismo hispanoamericano nutrió a tresgeneraciones, a la última de las cuales, grosso modo, pertenecenOssa, Escobar y Caicedo. No tenía yo que distorsionar el perfi deuna generación para darles cabida dentro del movimiento románti-co.

En el párrafo objeto del comentario anterior, insinuando du-das o imprecisión mías, Martínez Ortega apunta: "En "INDICE DELA POESIA P ANAMEI'A" delimitó la zona de nacimiento de losrománticos entre 1830 y 1840. En "EL ROMANTICISMO ENPANAMA", la delimitó entre 1830 y 1836. Este último tienemayor rigor histórico que los anteriores, gracias a que se vale delconcepto generacional de Petersen, utilzado por Salinas en su tra-bajo sobre la generación del 98 en España. Estos nos demuestran

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cómo Miró ha sido consciente de problemas y deficiencias en suclasificación".

Aseverar que los poetas de mediados dcI siglo nacieron entre1830 y 1840 es absolutamente correcto, y en nada contradice ocorrige la afirmación de que "nuestros poetas nacen entre 1830 y1836", como digo en El Romanticismo el Panamá. En el Indiceme referí a la generación entonces considerada como la primerapromoción de poetas, en plural, que registra la historia literaria dePanamá; en El Romanticismo aludo exclusivamente a los poetasconsiderados en ese estudio: Colunje, Martín Feuillet, Alemán, Pc-rez, Amelia Denis. Por eso hablo de "nuestros poetas". Las fechas

extremas no se refieren a la generación, solamente a los poetas

nombrados. Allí no se estudian otras figuras de esa generacióncomo José Dolores Urriola, Ramón Meléndez, Manuel ToribioGamboa, prosista y poeta nacido en 1840, circunstancia que deter-mina una de las fechas límite ofrecidas en el Indice. No es quereconociera problemas y deficiencias en la clasificación: se trata, enesta oportunidad, de cosas distintas.

Ahora bien: respecto a la historia de nuestras letras los proble-mas abundan. Apenas si empezamos a esclarecerla. A ello me referícon algún pormenor en "Sobre la historia de nuestra literatura", untexto de 1946, desgraciadamente vigente en casi todos sus conteni-dos,(*) Si Martínez Ortega hubiera utilizado, como era su deber,ll libro La Literatura Panameña, origen y proceso, habría adverti-

do que una de las fechas límites que aparecen en El Romanticismoen Panamá ha sido cambiada. En vez de 1836 se señala el año de1837, ¿La razón? Que después del año 1948 mis investigacionesme permitieron fijar la fecha exacta del nacimiento de Manuel JoséPérez, quien vino al mundo el 13 de diciembre de 1837 y no en elaño de 1830, segú se dice en el Parnaso PanameÙo, fecha queacepté sin reparos en mis trabajos iniciales. En rigor, estamos obli-gados a un permanente esfuerzo vigilante, pues muchas de las cosasque se dicen en nuestras historias y estudios críticos se admitencomo arículos de fe, ya que les falta el apoyo documental. Desdehace años trato de superar esa conducta, y no me pronuncio sinoacerca de aquello que pueda fundamentar. (**).

(*) Incluido en Teoría de la Patri, Buenos Aires, 1947. Págs. 13 1 - 136.

(**) Para habla con propiedad comencé por aceptar mis propios errores. En la nota (9)a La Impreta y el Perdimo en Pan dute el período de la Gra Colombia,trabajo aparecido en Lotería, No. 87, de febrero de 1963, Y luego en formaindependiente, después de declararme culpable de aceptar sin rigor críticoaseveraciones relacionadas con nuestra lustoria, digo; "Sea esta la oportunidad parainsistir en la recomendación, digida especialmente a los jóvenes estudiantes de

(sigue en la otra påg.)

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En las páginas que anteceden me he limitado a demostrarcuán infundadas son las aseveraciones de Martínez Ortega relativasa alguos trabajos míos. Paso ahora a justipreciar La Modaldad deVanguardia en la Poesía Panameña desde el punto de vista de susmetas y logros.

El trabajo de MartÍnez Ortega parte de un equívoco inicial: loque llama el Esquema Goic, que él escogió entre "Otros conceptosgeneracionales". No se trata, en cuanto al Esquema Goic de unconcepto generacional; se trata de la aplicación de la teoría particu-lar de Ortega a la generación de Darío, pues "está basado en los

principios generales del método de las generaciones esbozado porOrtega y Gasset". Goic se limita, repito, a la aplicación del métodode Ortega y Gasset, que no es un "esbozo" sino una teoría cohe-

rente.

No importa demasiado, sin embargo, establecer la paternidaddel método o teoría de las generaciones. Lo importante es sabercómo opera, y su utilzación en el caso concreto de las generacio-nes panameñas de vanguardia, pues, como observa J ulián MarÍas,"la teoría de las generaciones no puede reposar tranquilai iente ensí llsma, porque pretende ser un conocimiento de realid, des; esdecir, se trata de una analítica cuyos esquemas postulan una imple-ción empírica, y sólo alcana su plena efectividad teórica cuandofunciona circunstancialmente en la aprehensión de la realidad his.tórica". (***).

Martínez Ortega guarda silencio al respecto. No se toma lamolestia de explicamos cómo trabaja la teoría de Ortega y Gassetni la forma como Goic la aplica a la generación de DarÍo, haciendode su esfuerzo, con poca justicia, una elemental tarea de sumas yrestas. En su "Generación de DarÍo. Ensayo de comprensión delModernismo como una generación", Goic caracteriza las generacio-nes que estudia desde el punto de vista general de sus contenidosideológicos y literaros, pero nada hace por encuadrar su interpreta-ción dentro del ámbito histórico-político. Es un trabajo sugestivopero no muy convincente, intento de un nuevo modo de penetrarel sentido de nuestra historia literaria.

Marínez Ortega no sigue el ejemplo de su maestro. Secontenta con establecer un simple mecanismo cronológico, y consu empleo automático. El resultado es francamente lamentable, y

historia, de que se exia de toda persona dedicada al estudio ae nuestro pasado el

respaldo documental de sus asrtos. Toda afimacón carente de ese requisito debetomarse con reservas".

(U*) Ver El Métod Hiório de iu GeerOIlI, Tercera Edición, Madrd, 1961. Pág.153,

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nos deja en espera de lo que promete. Terminada la lectura de sulibro nos quedamos sin saber en qué consiste el método empleado,ni cuál es la peculiar naturaleza de la poesía de vanguardia. Tampo-co logra dibujar el contorno de ninguna de las tres generacionesconsideradas, ni nos ayuda a distinguir "los matices que distinguenuna generación de otra". Acaso un ejemplo baste, En el únicointento perceptible por precisar el perfil de la tercera generación,

dice de sus integrantes que se inclinan a "la llamada poesía social".

Los poetas que Martínez Ortega incluye en esa tercera generaciónse llaman Changmarin, Tristán Solare, Hornero Icaza Sánchez, José

de Jesús Martínez, Elsie Alvarado de RIcord, Guilermo Ros Zanet,José Franco y Demetrio J. Fábrega. El lector juzgará del acierto dela caracterización. En resumen, terminada la lectura del libro quedasin "despejar la espesa niebla que sólo permite apreciar bultos sinrasgos definidos".

Antes de concluir debo llamar la atención acerca del descuidocon que el tra.bajo ha sido elaborado, y de la cantidad de erratasque el texto ofrece, inexplicablcs tratándose de un producto de las

prensas universitarias.

Los descuidos de Martínez Ortega se traducen en fechas equi-vocadas, títulos mutilados o trastocados, afirmaciones excesivas,

etc. Empieza diciendo que "Miró ha ordenado todo el materialdisperso de poesía y cuentos", lo cual es una hipérbole generosa.

Al referirse al Indice de la Poesía Panameña Contemporánea omitela palabra contemporánea, que es la que expresa su significacióntemporal. Alude a "DE LA VIDA INTELECTUAL PANAMENA",BREVE RECUENTO HISTORICO, Panamá, 1941", libro que noexiste. Al parecer, se ha confundido a propósito de dos trabajosmíos: De la Vida Intelectual en la Colonia Panameña, 1944, y LaLiteratura Panameña. Breve Recuento Histórico, 1946. El títulocompleto del ensayo sobre Feuilet es Tomás Martín Feuilet, pro-totipo romántico, Martínez Ortega olvidó las dos últimas palabras.En la nota al pie de la página 31 equivoca la fecha del libro de

Roque Javier Laurenza intitulado Los Poetas de la Generación Re-

publicana, En la Bibliografía General, página 201, equivoca el títu.lo del trabajo del Dr. Isaza Calderón incluido en Panamá, 50 añosde República, que es "t'undamentación Histórica de la Literaturade la República", y no "Fundación Histórica de la Literatura de laRepública", como allí se dice. Cambia también alegremente,

en la Bibliografía General y en el texto, el título de Punta 'e

llanto, el libro de Changmarín, que transforma en Punto y Llanto.Son demasiados los errores para pasarlos por alto.

Martínez Ortega, queda visto, no revisa ni corrige 10 que escri-be. Alguos de los puntos señalados son hijos de esa peculiaridad.

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Desde la página 9 hasta la 16, Marínez Ortega se limita a transcri-bir un trabajo aparecido en el No. 116 de Lotería, de julio de1965. Tenía pleno derecho a utilizarlo, pero debió eliminar lo nopertinente, y corregir sus faltas. También había publicado, enLotería de octubre-noviembre de 1972, el texto sobre Korsi donde,en nota al pie de la página, equivoca la fecha del libro de Lauren-

za.

La Modaldad de Vanguardista en la Poesía Panameña es unlibro malogrado, y todos debemos dolernos de ello. Nuestras letrasestán urgidas de muchos estudios esclarecedores, y Mart ínez Ortegapudo haber contribuido con su esfuerzo, pues capacidades no lefaltan. Le falta el interés para hacer las cosas bien, La conside-

ración objetiva de su libro así lo indica. Por eso mismo no puedemenos que sorprender el dictamen del Departamento de Textos yMaterial Didáctico del Ministerio de Educación.

Panamá, mayo 5 de 1973.

SI

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nocer otro punto de vista, elmío, sobre las cosas que ha fijadoMiró. Por lo demás, a estas altu-ras es necesaria una revisión de

crterios que no han sido discuti-dos, sino seguidos, como tambiénuna evaluación más pormenoriza-da y más precisa de las generacio-nes vanguardistas, que sólo hansido registradas, junto con susobras, en los estudios hasta ahorapublicados.

Me referiré a cada uno de lospuntos que destaca Miró en su

crítica a mi libro, tomando encuenta el orden de importancia

de éstos, y dejando para las últi-mas líneas las "pullas con que hapretendido molestarme el reputa-do académico.

La crítica de Miró compren-de dos partes. En la primera, elautor objeta algunas de mis ob-

servaciones a sus trabajos; es más,me acusa de haberle atribuídojuicios y conclusiones jamás for-

muladas por éL. En la segunda,

llama la atención sobre erroresque cometí en mis afirmaciones,como también sobre mi vano es-fuerzo en demostrar lo que anun-

cié en mi introducción, lo que

equivale a un "lamentable" fraca-so.

Miró comienza por calificarel párrafo inicial de mi estudiocomo un "perfecto galimatías",acusación que dejo al juicio dellector inteligente, pues el párafoestá citado en el trabajo críticode Miró. Pero no sólo de caer engalimatías se me acusa, sino tam-bién de contradecirme. Y yo pre-gunto, en ¿qué contradicción in-curro al afirmar, primero, que

Méndez Pereira destacó en su

Pamaso Panameño "autores quea su juicio constituyen la primerageneración poética del Istmo" y,luego, que ese "trabajo constitu-ye el primer paso para ordenar yvalorar la producción de los poe-ta panameños, que invitados porDon Guilermo Andreve publicansus versos en un semanario bajoSU dirección, El Heraldo del Ist-mo"? "En qué quedamos", pre-gunta Miró; y le contesto: en queno veo la contradicción. El errorde mi parte, que él no ha adverti-do, y yo admito, consiste en ase-verar que los autores antologa-

dos, o destacados por Méndezforman la primera generación

poética del Istmo, cuando enotro párrafo digo que MéndezPereIra "ubica la primera genera-

ción un poco antes que la de losrománticos." En efecto, los anto-logados constituyen las primerasgeneraciones poéticas del Istmo,mas no la primera, ya que comoafrmo posteriormente, Méndezsitúa ésta un poco antes que losrománticos, poetas nacidos en fe-cha anterior a 1830.

Esta última afirmación la ca-lifica Miró de falsa, y dice, no te-ner tesis en pugna con MéndezPereira, ya que en "ninguna partehabla Méndez Pereira de una ge-neración de poetas anteriores alos románticos de mediados de si-gl"Y "o. agrega que, como ante-cedentes de éstos Méndez aludeSOLO (el subrayado es mío) al"gran pintor y poeta místico donFernando Ribera (1591-1622)",y al redactor de "El Panameño",D. José Angel Santos, "uno de

los paladines que tratan de abrir

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con su aliento lírico la cerradacorola de nuestra poesía." Com-prendo que Miró no quiera tenertesis en pugna con las dcl ilustremaestro, pero me siento obligadoa recordarle algunas líneas del

prefacio a PARNASO PANAME-J.O, libro que, según Miró, yo nohe leído:

"Aun humeaban los cañonesgloriosos que conquistaron la li-bertad de Colombia, aun no se

había creado allá las banderas pa-trotas de la sangre de los comba-

tes, cuando los vecinos de la ciu-dad de Panamá fueron sorprendi-dos con la circulación clandestinade una hoja periodística, la pri-mera del país, que se llamaba LaMiscelánea y venía a anunciar lalibertad y a predicar la indepen-

dencia. Redactaban esta hoja losinsignes patricios Dr. BIas Arose-

mena, -el mismo que redactó po-co después con Manuel CeballosEl Fiscal y la Ley, el periódico

del "Club Independentista",

-Juan José Calvo, Juan José Ar-gote, José María Goyda -due.ño de la imprenta GasparArosemena, Mariano Aro se-mena, grandes escritores casitodos que ocupan, con el Dr.Carlos de Icaza, Miguel Chiari,Manuel José Hurtado (el padre),Manuel José Arze, Luis Lasso dela Vega y otros, EL PRIMER LU-GAR EN LA HISTORIA DE LALITERATURA DE LA INDE-PENDENCIA" (el subrayado esmío).

Habla o no Méndez de unos

autores que ocupan "el primerlugar en la historia de la literatu-ra de la independencia"? .

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En cambio, Miró ha insistidoen afirmar que los románticos,

autores nacidos en fecha poste-rior a 1830 constituyen la prime-

ra generación poética del Istmo.Cito a continuación, libros de

Miró en que se lee tal afirma-ción:

Indice de la Poesía PanameñaContemporánea, Panamá, 194i.Pág. 12:

"Entre 1830 y 1840 nacenlos personajes que han de formarluego LA PRIMERA GENERA-CION POETICA DEL ISTMO"(el subrayo es mio).

Teoría de la Patria, Buenos

Aires, 1947, La Literatura dePanamá. Pág. 19:

"Ya con la segunda mitad delsiglo surge LA PRIMERA GENE-RACION POETICA DEL ISTMO(el subrayado es mío). La inte-gran Manuel José Pérez(1830.1887) , Tomás MartínFeuilet (1834-1862), José Dolo-

res Urriola (1854-1883) y AmeliaDenis (1836-1910), poetas ro-mánticos todos."

El Romanticismo en Panamá-LA PRIMERA GENERACIONPOETICA DEL ISTMO-,Panamá, 1948.

La Literatura Panameña (ori-gen y proceso), Trejos Hermanos,San José, Costa Rica, 1972. Pág.

129:

"Hacia 1849 comenzó a arti-cularse la voz de 10 que iba a sernuestra primera generación poéti-ca, que integran Gil Colunje,

Tomás Martín Feuilet, JoséMaría Alemán, Manuel José Pé-

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rez y Amelia Denis, esto es,NUESTROS POETAS ROMAN-TICOS" (el subrayado es mío).

Vuelvo a preguntar ¿hay ono diferencias entre Méndez yMió con relación a la primerageneración literara del Istmo? Yno es que Miró desconoce la exis-tencia de esos autores que segúMéndez ocupan "el primer lugaen la historia de la literatura de la

independencia", sino que Miróha insistido en que esos autoresno constituyen una generación,

al parecer por la calidad de sus

pocas producciones. En relacióncon este criterio, en la página 12de mi estudio lo censuro, afir-mando lo siguiente, en relacióncon CIEN ANOS DE POESIAEN PANAMA: "Sin embargopienso que, en un ensayo de "in-tención histórica más que críti-ca" no ha debido utiizar el pro-fesor Miró un criterio estético pa-ra negar esta generación. Es,

pues, conveniente volver sobre

esta generación buscando nues-

tros primeros poetas". En efecto,ta como afirmó Ortega en su en-sayo sobre las generaciones, éstasno tienen que estar necesaria-mente compuestas por autorescuyas obras sean de gran calidad,en este caso literarias.

Volver, repito, sobre los au-

tores que paricipan en las jorna-da independentistas de 1821, yque colaboraron en las primerashojas periodísticas como La Mis-celánea, El Fiscal, La Ley, y en elperiódico del "Club Independen-tista", es la obligación que tienenlos que se ocupan de la historiade nuestra literatura, porque es

alí en donde se encuentran losque ocupan "el primer luga en lalutoria de la literatura de la in-dependencia", tal como afirmaMéndez.

De "afirmaciones antojadi-za" califica Miró todo lo que yo

apunto en cuanto a las distintasfechas límites que él ha señaladoen sus distintos libros para clasifi-car a los románticos.

En efecto, excusádose Mióde problemas y deficiencias ensu clasificación, como sostengo,dice 10 siguiente sobre la genera-

ción romántica: "En el INDICEme referí a la generación EN-

TONCES considerada como laprimera promoción de poetas, enplural, que registra la historia li-terara de Panamá." En otras pa-labras, Miró afirma que él, en IN-DICE, no habla de ninguna gene-raión romántica cuya zona denaimiento va de 1830 a 1840,sino de una "primera promociónde poetas, en plural, que registrala historia literara de Panamá."Que juzgue el lector la siguientecita tomada de la págia 12 de suindice: "Entre 1830 y 1840 na-

cen los personajes que han deformar luego la primera genera-

ción poética del Istmo. SonMauel José Pérez, José MaríaAlemán, Tomás Marín Feuilet,Gil Colunje, J osé Dolores (El Mu-lato) Urriola y Amelia Denis,

POETAS ROMANTICOS TO-DOS ELLOS..." (El subrayado esmío).

y sigue Miró excusándose de

problemas y deficiencias en suclasificación afirmando que en elRomanticismo en Panamá sólo

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alude "EXCLUSIVAMENTE ALOS POETAS CONSIDERADOSEN ESE ESTUDIO. (El subraya-do es mío); Colunje, MartínFeui1let, Alemán, Pérez, AmeliaDenis.' ,

Con esto quiere decir, Miró,ahora, que en el libro que ha de-

dicado al estudio del romanticis-mo en Panamá, él no ha delimita-do una zona de fechas de naci-llentos para la generación ro-

mántica, sino que sólo se ha ocu-pado de algunos poetas románti-cos que nacen entre 1830 y1836. Si esto es así, Miró "equi-vocó" el título de su libro, puesel correcto hubiera sido, AlgunosPoetas Románticos, o algo por elestilo, y no EL ROMANTICIS-MO EN P ANAMA. Pero no sóloha fallado Miró en titular un li-bro, sino en no recordar lo si-guiente, que se lee en la página 11(también tiene su página 11) desu libro:

"Puntualizar, aunque suma-

rÍamente, las modalidades diver-sas de su registro es el propósitode este ensayo. No se trata, pues,de un--studio exhaustivo ni de

nada que se le parezca. Apenas

de una tímida aproximación auna fase poco conocida de la his-toria de nuestras letras, la faseque representan Gil Colunje,Tomás Martín Feuilet, JoséMaría Alemán, Manuel JoséPérez y Amelia Denis, esto es,NUESTROS POETAS ROMAN-TICOS" (el subrayado es mío).

Entonces, son NUESTROSPOET AS ROMANTICOS, o algu-nos poetas románticos?

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Quiero dejar constancia deque Miró al refutarme sobre elparticular, sólo puso entre comi-llas "nuestros poetas", y guardó10 de "ROMANTICOS", como selee en la cita.

En relación con la clasifica-ción de los románticos en CIENANOS DE POESIA EN P ANA-MA, Miró niega haber extendidoel límite de la generación Ro-

mántica, arguyendo que al refe-rirse a Jerónimo Ossa, FedericoEscobar y Rodolfo Caicedo, "nose habla alí de las fechas en que

esos poetas nacieron." Sin em-

bargo, al antologar las generacio-

nes poéticas del Istmo, propósitoprimordial de Cien Años de Poe-

sía en Panamá, bajo el título deRománticos aparecen los datosbiográficos y los poemas seleccio-nados de Jerónimo Ossa (1847),Federico Escobar (1861) y Ro-

dolfo Caicedo (1868 sin que ha-ya advertencia o explicación so-

bre la inclusión de estos tres poe-tas, que él mismo en su introduc-ción en la página XII, los coloca

como siguientes "Al grpo INI-CIAL (el subrayado es mío) delos románticos." Se entiende,pues, que esos poetas no son pos-

teriores a los románticos, sino

que son los que le siguen a losprimeros románticos. y es más,

en esa misma cita que emplea pa-ra demostrar que dijo "cosa muydistinta" a la que yo entendí, selee que después del grpo inicialde los románticos, los que siguen,tienen "un acento distinto, perosólo para AGREGAR MATICESAL HABER DE LA ESCUELA"

(el subrayado es mío). ¿Qué es-

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cuela es ésta, sino la romántica?De nuevo pregunto, están o nolos poetas cuya fecha de naci-llento llega hasta 1868 dentro

del marco romántico que trazóMiró en CIEN ANOS DE POE-SIA EN PANAMA?

Miró, pues, me acusa de "a-firmaciones antojadizas" para re-futar lo que he dicho, sostengo, ypruebo en los párafos anterio-res:

1. En Indice de la Poesía Pana-

meña Contemporánea, Miróestablece la zona de naci-miento de los románticos en-tre 1830 y 1840.

2. En el Romanticismo en Pana-

má, establece la zona de naci-miento de los románticos en-tre 1830 y 1836.

3. En Cien Años de Poesía enPanamá, establece la zona denacimiento entre 1830 y1868.Y no se dá cuenta Miró que

con relación a la fecha líllte delos románticos se contradice alseñalar deberes: "Si hubiera utili.zado, como era su deber, mi libroLA LITERATURA P ANAME-NA, origen y proceso, habría ad-vertido que UNA DE LAS FE-CHAS LIMITES (el subrayado esmío) que aparecen en EL RO-MANTICISMO EN PANAMA hasido cambiada. En vez de 1836 seseñala el 'año 1837 " ¿En quéquedamos? Ha establecido o nolímites en su clasificación de losrománticos? y aclaro, que no hepasado por alto la consulta de suúltimo libro, sino que me pareciósuficiente, para mis propósitos,

señalar otras imprecisiones en su

clasificación de los autores pana-meños.

En la segunda parte de su tra-bajo crítico, dice el profesor

Miró que mi estudio "pare de un

equívoco inicial", pues, lo queyo llamo Esquema Goic lo escogíentre "otros conceptos genera-

cionales" (las comilas son de él),En otras palabras, el profesor~ró quiere hacer ver que yoconfundo concepto con esque-ma. Pero, nuevamente, el profe-sor Miró ha citado, mutiando se-gún su conveniencia.

Transcribo textualmente 10

que al respecto expreso en la In-troducción a mi libro: "Y sin me-

nospreciar los otros conceptos

generacionales escogí el EsquemaGoic, pues mediante la aplicacióndel esquema, el fenómeno y susparticulardades se apreciaba con

toda claridad.

El esquema Goic, está basadoEN LOS PRINCIPIOS GENERA-LES del método de las generacio-nes esbozado por Ortega."

Está claro, pues, que no con-fundo 10 que es concepto y loque es esquema, como mal inten-cionadamente quiere hacer verMiró. Es más, de toda teoría ge-neracional se desprende un es-quema, y como era forzoso i:efe-rirme a la teoría generacional en

que se basaba el esquema Goic

no quise caer en repeticiones,sino explicar en el párafo a con-tinuación los principios generales

en que estaba basado el esquemaque yo emplearía, el EsquemaGoic.

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Reanuda el ataque Miró re-clamando una detallada explica-ción sobre "cómo trabaja la teo-ría de Ortega y Gasset" y sobre

"la forma como el profesor Goic1 a aplica a la generación de

Darío", añadicndo que yo mecontento "con establecer un sim-ple mecanismo cronológico, ycon su empleo automático."

En primer lugar, el propósitode mi libro es presentar las gene-

raciones de vanguardia, tal comolas distingo en el suceder histÓri-co, por lo que era suficiente darnoticias sobre el método genera-cional en que se basaba el esque-ma que estaba aplicando. En se-gundo lugar, en una nota doy aconocer la fuente donde el lectorpuede encontrar toda la informa-ción sobre el Esquema Goic, y enotra nota (Pág. 12) cito un traba-

jo mío titulado EL METODO DELAS GENERACIONES COMOSISTEMA CLASIFICADOR ENLA LITERATURA DE PANA.MA, Revista Lotería No. 116, 2a,Epoca, Julio de 1965, ensayo endonde explico con toda la exten-sión e información debida, loconcerniente al Esquema Goic ysu aplicación en la litcratura his-panoamericana y panameña. Y,en tercer lugar, no es Miró quienpuede exigir tales explicacionesdentro de un libro, cuando en elsuyo EL ROMANTICISMO ENPANAMA, Pág. 13, después deMENCIONAR los nombres deOrtega y Petersen, agrega en elpárafo siguiente: "podemos apli-car a los poetas mencionados losconceptos de la crítica alemana?Opino que sí, y en grado que sa-

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tisfará al más severo y exigente.Veámos, El requisito natalidadcercana se cumple a perfección:nuestros poetas nacen entre 1830y 1836. Y los factores culturalesy económico-políticos concu-rren, asímismo, a caracterizar-los." Habla, pues, Miró, de apli-car "conceptos de la crítica ale-mana", sin haber ni siquiera dadonoticias de esos conceptos. Y pa-

ra satisfacer al "más severo y exi-gente", le basta aludir al requisi-to de "natalidad cercana", y sub-

rayar que los poetas de su estu-dio nacen entre 1830 y 1836,

"Terminada la lectura de sulibro nos quedamos sin saber enqué consiste el método que em-plea", dice Miró, y agrega, "ni lapeculiar naturaleza de la poesíade vanguardia." A èsto le respon-do casi con las rnsmas palabras

de la respuesta que se le dio a laprimera parte de la cita en pára-fos anteriores. El propósito delli-bro no es estudiar la escuela lite-raria denominada vanguardismo,ni mucho menos establecer su"peculiar naturaleza." Tal exi-gencia es tan absurda, como ha-ber objetado el libro de Miró, ELROMANTICISMO EN PANA-MA, por no definir el Romanti-cismo.

La tercera falta (foul), quecometió Miró en su extensa críti-ca a mi libro la encontramoscuando dice lo siguiente: "En elúnico intento perceptible por

precisar el perfil de la tercera ge-

neración dice de sus integrantesque se inclinan a "la llamada poe-sía social", Los poetas que Martí-nez Ortega incluye en esa tercerageneración se llaman Changra-

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rín, Tristán Solarte, Hornero

Icaza Sánchez, José de Jesús Mar-tínez, Elsie Alvarado de Ricord,Guilermo Ros Zanet, José Fran-co y Demetrio J. Fábrega. El lec-tor juzgar el acierto de la carac-

terización. "

Afirmar que una generación

en la que sólo han MANTENIOOla nota social dos poetas, Chang-

marín y Franco es, sin luga a du-das, un desatino mayúsculo. Perovoy a transcribir lo que yo heafrmado al caracterizar, a mane-ra de resumen, las generaciones

que he distinguido: "Los maticesque muestran las obras de cadauna de las tres generaciones: lasde la primera, obras que siguen

de cerca a los primeros poetas

vanguarditas, españoles. sobre

todo. y que en general lo más

pronunciado es el ingenio, el jue-go estético y la despreocupacióntotal por la transcendencia; las dela segunda, obras de más desaro-llo poético y preocupación foro

mal, inclinadas a la trascendenciay oscurecidas mediante atrevi-a-as técnicas y figuras; y lasde la tercera, obras en que se

siente, no obstante su apego a laretórica y al cuidado formal, un

mayor deseo de comunicación,sobre todo SI ACENTUAN LOSOCIAL, razón por la que mu.chas de ellas escogen, cuando noel verso libro de acento conver-

sacional, como el de Neruda yValejos, un "novedoso estilo clá-. t" .slco para expresarse; estos mati-

ces decía. abundan en pruebas

para aceptar que son tres las ge-neraciones poéticas del momentovanguardista.

Ahora bien, Miró enumerauna "cantidad de erratas que eltexto (mi libro) ofrece, inexplica-

bles tratándose de un productode las prensas universitaras." Nome queda otra cosa que agrade-cede corregir las faltas que debióseñalar el corrector de pruebas aquien le encomendé tal tarea; susinteresadas correcciones son deW1 gran valor, pues tales erratasno aparecerán en una próximaedición. Pero lo que no me pare-

ce bien es que Miró me haya ayu-dado a corregir esta primera edi-ción de mi libro, haciendo verque se trata de ERRORES, cuan-do él mismo pudo comprobarque fechas y títulos aparecen co-

rrectos en la Bibliografía que va acontinuación de la antología. Ci.to un caso para ejemplo: Miró

hace ver que desconozco la fechade publicación de P ARNASOPANAMENO, pues aparece1909. En la Bibliografía General-Estudios-, se lee; Pamaso Pana-meño, Panamá 1916.

Me acusa Miró de citar librossuyos, "por completo ajenos alasunto específico de su ensayo",lo que equivale a decir que he

usado bibliografía de relleno paraimpresionar. No es con sus libros,precisamente, con los que voy a

impresionar académicamente alos lectores. El párrafo en que in-cluyo todos sus libros comienzaasí: "El profesor Miró ha ordena-do todo el material disperso depoesías y cuentos, tarea que cul-mió con la publicación de CienAños de Poesía en Panamá, Pana-má 1953, Y el Cuento en Pana-má Panamá, 1950, ambas anto-

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logías precedidas de un estudiosobre el género. Y ha estudiado

los momentos literaros que hantenido vigencia en el Istmo, tarearecogida en las siguientes publica-. "ciones: ..

Es decir, pues, que mi interésal mencionar todos sus trabajosfue señalar que su tarea es la másambiciosa, razón por la cual sedestaca entre todos los estudio-sos de nuestras letras.

Mas ésto no es todo lo queintenta Miró, para hacerme apa-

recer como un autor que recurrea "triquiñuelas",

En efecto, señala que desde

la página 9 hasta la 16 "ME LI-MITO a transcribir" un trabajoaparecido en el No. 116 de la Re-vista Lotería de julio de 1965, yque además -yo- "había publica-do en "Lotería" de octubre -no-viembre de 1972, el texto sobreKorsi."

Agrega, que tenía yo derechoa "UTILIZARLO", lo que signi-fica que no a TRASCRIBIRLO.Contestar a ésto no tiene sentido,pero olvida Miró que en su libroLA LITERATURA PANAMEI\A(origen y proceso), Trejos, Her-manos, San José, Costa Rica,1972, las líneas que abarcan de lapágina 129 hasta la 152, 23 pági-nas, son fiel transcripción de sulibro EL ROMANTICISMO ENPANAMA. PRIMERA GENERA-CION POETICA DEL ISTMO,Panamá, 1948. Es decir, 24 añosdespués, Miró transcribe las 23páginas de antaño. Ejemplos co-

mo éste, podría yo citar varios,pero no tengo la paciencia delacadémico.

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y no sé por qué Miró a estasalturas se muestra tan exigente

en el número de páginas de lostrabajos ajenos. Primero, mencio-na en tono sonoramente irónico

que mi libro tiene "algo más de

doscientas páginas", y luego agre-

ga en la misma onda y con el nns-mo son, que el texto que precedea la parte antológica tiene sesentapáginas, incluidas numerosastranscripciones poéticas. Bien, re-visemos algunos libros de Miró.

El INDICE DE LA POESIAPANAMEI\A CONTEMPORA.NEA, la introducción al texto an-tológico tiene 9 págias.

EL ROMANTICISMO ENPANAMA, un estudio, tiene 42páginas, incluyendo transcripciónde textos poéticos, fotos y nume-rosos espacios en blanco.

TEORIA DE LA PATRIA,tiene 164 páginas y está com-puesta de 15 ensayos, La intro-ducción a CIEN AI\OS DE POE-SIA EN PANAMA, tiene 12 pági-nas.

LA LITERATURA P ANA-MEI\A (origen y proceso), tiene326 páginas, incluyendo prólogo,fotos, epílogo, bibliografía e

índice, pero lo concerniente al

vanguardismo, abarca un capítu-lo de 26 páginas.

Por todo esto califico yo elextenso trabajo crítico de Miró,

como una obra malograda, que-riendo decir con esto, no, que es

un trabajo mal hecho, sino untrabajo "malamente" hecho. Yesto es lamentable, pu~s este tra-bajo de Miró sobre ll libro, que

supera en extensión las 14 pági-nas de la tesis de graduación que

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presentó en la Universidad de Pa-

namá para obtener el título deLicenciado en Español, es el pri-mero que podemos calificar de

crítica literaria, después de másde 30 años de fungir como el másautorizado crítico de la literaturapanameña.

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otra vez

como2 si tal cosaLlamar pincel de Modigliania dos manosa dos labiosa dos ojos

a dos corazonesa dos ideas

a dos signos por descifrara dos muecasa dos maravillasa dos personasa dos voces

a dos sólo doses una agresión imperdonable

Contrólame con el límitede la cárcelde tu cuerpo3Te he rescatado de tí mismacada nochecon las cariciaque me obligas a inventarpara tu vientrey brotas entre dos luces

siendo una sensación completaque percibo con el almacreada por tí sin tiempo

sin espacio

sin hoyes un día terrbleTe he/ Me has/ Nos hemosrescatado de esa ambigüedadque estiriiza y matanos estamos salvando

pero hasta cuándo4Acomodada en la imagen de tu cuerohas colocado un espacio

tierra de nadieentre los dosy es cruzado por escaramuzas

de caricias y de sexosde palabras y de esperas

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de silencios con silencios y silenciosHas creado una tierra de nadieque se convierte

aún sin quererloen tierra de dosAcomodada ahí

en la imagen de tu cuerpocomo si Modigliani dulzura contenidose lo hubiera copiado a Rubens espesor5El alma como el eso inefableque comprendees sólo la experiencia de tu cuerpoanhelado sin saberloy a golpes encontrado

conocidoRumor

de todo ese espacio S£n caminos

donde alimento mi libertadcont(flosentado

contemplando la presenciade los límitesde tu piel la o tra mitad del aire6Tu cuerpo demostradoes una gran brasa

de color y de sueñosAlgo que incluyeen los gemidos del fríoy en las ruinas de la nochecomo una flor reelaboradapor sus proposiciones

Tu cuerpo es una pinturay su propio pincelAhí donde pongo la manobrotan fuentes y bebocon toda la sed del fuego7He renunciado a los ángelesdurante las últimas nochesy he salido ganandoHe renunciado a los sueñosHe renunciado a la fuerzaHe renunciado a todo cuanto te sea ajeno

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He renunciado a mi niñez tan largaa mis turbaciones

a mis maníasa mis temblores inútiles

He renunciadoHe renunciado a los ángelesy he salzdo ganandoHe renunciado a todo cuanto erapara aceptar tu cuerpoy hemos salido ganando

8

Te apesadumbrasporque estás solaen el centro del mundo

del míoTe apesadumbrasporque tu cuerpo ha crecidoal nivel del infinito

del amorTe apesadumbrasy ya no sé qué hacer

porque no han comt'do

y tú no puedes t'mpedt'rel transporte de tu cuerpohasta los límt'tes del embelesoTe apesadumbrasy pt'erde su equt'lzbrt'o el mundo

el míoel nuestro

9En el momento de encontramosha vuelto la pazpero sabemos que se romperá

prontoEn el momento nos hemos olvt'dadode lo que ha szdo

de lo que se podrá serde cuantos somos para los otrosEn el momento nos hemos olvidadode lo que ha sido

de lo que se podrá serde cuantos somos para los otrosEn el momento sólo existe

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tu cuerpo y qu£enes lo han £nventado

túMod£gl£ant yo

RubensEn el momento de la conjugación

de los cuerpostrunfa la vtda

éstala muestra

Nosotros somos todoscelebrando la palabra

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REPUBLlCA DE PANAMA

lOTERIA NACIONAL DE BENEFICENCIA

DIRECCION GENERAL

PLAN DEL SORTEO EXTRAORDINARIO No. 284 DEL 19 DE AGOSTO DE 1973El BillETE ENTERO COMPRENDE 10 FRACCIONES

A B/.l.lO CADA FRACCION

PREMIOS MAYORES

BilLETE TOTAL DE

FRACCION ENTERO PREMIOS

PREMIO MAYOR BI 10,000.00 BI 100,000.00 BI 100,000.00

SEGUNDO PREMIO 4,000.00 40,000.00 40,000.00

TERCER PREMIO 1,500.00 15,000.00 15,000.00

DEREVACIONES DEL PRIMER PREMIO

9 Premios~Cuatro Primeras Cifras 500.00 5,000.00 45,000.00

9 Premios-Cuatro Ultimas Cifras 500.00 5,000.00 45,000.00

90 Premios-Tres Primeras Cifras 50.00 500,00 45,000.00

90 Premios-Tres Ultimas Cifras 50.00 500.00 45,000.00

900 Premios-Dos Primeras Cifras 2.00 20.00 18,000.00

900 Premios-Dos Ultimas Cifras 2.00 20.00 18,000.00

9,000 Premios-Ultima Cifra 1.0 11.00 99,000.00

OERIVACIONES DEL SEGUNDO PREMIO

9 Premios-Cuatro Primeras Cifras 300.00 3,000.00 27,000.009 Premios-.Cuatro Ultimas Cifras 300.00 3,000.00 27,000.00

90 Premios-Tres Primeras Cifras 15.00 150,00 13,500.0090 Premios~ Tres Ultimas Cifras 15.00 150.00 13,500.00

DERIVACIONES Del TERCER PREMIO

9

9

9090

11,397

Premios-Cuatro Primeras Cifras

Premios-Cuatro Ultimas Cifras

Premios-Tres Primeras Cifras

PremiQs- Tres Ultimas Cifras

200.00 2,000.00200.00 2,000.0010.00 100.0010.00 100.00

TOTAL DE PREMIOS

18,000.0018,000.00

9,000.009.000.00

BI 605,000.00

EMISION . . . . .. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. . 100,000 BILLETESPRECIO DE UN BilLETE ENTERO.............. B/.l1.00

PRECIO DE UN DECIMO O FRACCION . . . . . . . . .. B/. 1.10

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LOTERIA NACIONAL DE BENEFICENCIA

PLAN DE LOS SORTEOS ORDINARIOS - DOMINICALES

EL BillETE ENTERO COMPRENDE 120 FRACCIONES DIVIDIDOS

EN CUATRO SERIES c/u. CADA UNA DE 30 FRACCIONESDENOMINADAS A. B. C. y D.

PREMIOS MAYORES

1 Premio Mayor, series A. B. C. V D B/ 30,000.00 e/s.1 Segundo Premio, series A. B. C. V D 9,000.00 e/s.

1 Tercer Premio, series A. B. C, y D 4,500.00 e/s.

DERIVACIONES Del PRIMER PREMIO

18 Aproximaciones, series A. B. C. y D 300.00 e/s.9 Premios, series A. B. C. y D. 1,500.00 e/s.

90 Premios, series A. B. C. y D. 90.00 e/s,900 Premios, series A. B. C. V D. 30.00 e/s.

DERIVACIONES Del SEGUNDO PREMIO

18 Aproximaciones, series A. B. C. y D. 75.00 e/s.

9 Premios, series A. B. C. y D. 150.00 e/s.

B/ 120,000.00

36,000.0018,000.00

21,600.0054,000.0032,400.00

108,000.00

5,400.005,400.00

DERIVACIONES Del TERCER PREMIO

18 Apoximaeiones, series A. B. C. Y D 60.00 e/s. 4,320.009 Premios, series A. B. C. y D 90.00 e/s. 3,240.001,074 TOTAL DE PREMIOS: B/408.360.00

PRECIO DE UN BILLETE ENTERO B/ 66.00PRECIO DE UNA FRACCION 0.55

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LOTERIA NACIONAL DE BENEFICENCIA

PLAN DE LOS SORTEOS INTERMEDIOS - MIERCOLES

EL BILLETE ENTERO COMPRENOE 75 FRACCIONES DIVIDIDOS

EN TRES SERIES, CADA UNA DE 25 FRACCIONES DENOMINADASA. B. Y C.

PRIMER PREMIO

1 Premio Mayor, Series A, B. y C.1 Segunda Premio, Series A. B. y C,1 Tercer Premio, Series A. B. Y C.

B/ 25,000.00 e/s.7,500.00 e/s.3,750.00 e/s.

DERIVACIONES DEL PRIMER PREMIO

18 Aproximaciones, Series A. B, y C.9 Premios, Series A. B. y C.

90 Premios, Series A. B. Y C.

900 Premios, Series A. B. Y C.

250.00 e/s.1,250.00 e/s.

75.00 e/s.25.00 e/s.

DERIVACIONES DEL SEGUNDO PREMIO

18 Aproximaciones, Series A. B. y C.9 Premios, Series A. B. y C.

62.50 e/s.125.00 e/s.

DERIVACIONES DEL TERCER PREMIO

18 Aproximaciones, Series A. B. C,

9 Premios, Series A. B. C.

1,074

B/ 75,000.00

22,500.0011,250.00

13,500,0033,50.0020,250.00

67,500.00

3,375.003,375.00

50.00 e/s. 2.700.0075.00 e/s. 2,025,00

TOTAL DE PREMIOS B/.255,225.00

PRECIO DE UN BILLETE ENTERO

PRECIO DE UNA FRACCIONBI 41.25

0.55

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NUMEROS FAVORECIDOS EN LOS SORTEOS VERIFICADSPOR LA LOTERIA NACIONAL DE BENEFICENCIA

LOS DOMINGOS DE JUNIO DE 1973

SORTEOS No. PRIMERO SEGUNDO TERCERO

JUNIO 3 2832 3345 4451 9363

JUNIO 10 2833 0121 2758 0407

JUNIO 17 2834 5553 6913 0381

JUNIO 24 2835 1524 5263 6978

NUMERO S FAVORECIDOS EN LOS SORTEOS VERIFICADSPOR LA LOTERIA NACIONAL DE BENEFICENCIA

LOS MIERCOLES DE JUNIO DE 1973

SORTEOS No. PRIMERO SEGUNDO TERCERO

JUNIO 6 344 3512 9603 7703JUNIO 13 345 3606 3150 5462JUNIO 20 346 8820 3123 3993JUNIO 27 347 0551 6858 4534

100