Collins 4 Tradiciones Sociologicas CAP 4

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6 Collins, R. (1994) : "La tradici6n microinteraccionistarl en Cuatro Tradiciones SociolBgicas, Mgxico, UAM-I,' 1996, p6gs. 256-309 4: La tradicio'n microinteraccionista Asi como se dice que un cuerpo est&en movimiento y no q w el movimiento estd en el cwrpo, deberiarnos decir que nosotros esta- mos en el pensamiento y no que el pensamiento estd en nosotros. Charles Sanders Peirce, 1868 Una sociologia nativa de 10s Estados Unidos Llegamos ahora a la tradici6n distintiva de 10s Estados Unidos: la sociologia microinteraccionista e interpretativa, que abarca desde Charles Horton m W.1. Thomas y George Herbert - .... hasta Harold GarfirEeI y 10s etnometod6logos. Esto no quiere decir que sea el linico tip0 de sociologia que se ha culti- vado en 10s Estados Unidos. Las tradiciones durkheimianas del conflicto fueron importadas a este lado del Atldntico y aqui han florecido. Existen tambien otras tradiciones nativas, como el evolucionismode Lester Ward y el de Williams Graham Sumner (el fundador de la sociologia estadounidense), o bien, el enfasis estadistico de 10s dltimos decenios. El microinteraccionismo no es la unica tradici6n sociol6gica de este pais; lo que he intenta- do decir es que constituye la aportaci6n estado e e mds original a1 pensam-0. No se trata de la tradia de 10s Estados Unidos, sin0 de la que se cultiva mejor en dicho pais. Por supuesto que esta tradici6n no carece de parientes e incluso antepasados extranjeros. Se trata de una tradici6n que se centra en el tema humano y edifica el mundo social a partir de la conciencia y la agencia humanas. Se ome a la dura ima- gen estructural de la sociedad propuesta por 10s durkheimianos y tambien a1 materialism0 de la teoria del conflirto. Contra la , LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA rigida previsibilidad de la ciencia, aqui se exalta la fluidez y todo el sentido del humanismo. De este mod0 se enlaza con lo que se conoce a veces como la tradici6n romanticista de la filo- sofia alemana: el idealism0 de Immnuel Kant y, sobre todo, el fluir de las corrientes hist6ricas de Georg Hegel, Arthur Scho- penhauer y Wilhelm Dilthey. Se percibe el contraste entre esta , tradici6n y la francesa, si se compara a fimile Durkheim con Ferdinand Tonnies, quien inaugur6 la sociologia alernana en la decada de 1880, con su trabajo Geminschaft und Gesellschaft (Comunidad y sociedad). Este libro es muy similar a The Division of Labor and Society de Durkheim: ambos muestran el contraste entre el tip0 de sociedad personalista tradicional y la impersonal sociedad moderna. Pero mientras las solidaridades "mechica" y la "orgdnica" de Durkheirn son dos tipos estruc- turales diferentes que se distinguen por la densidad de pobla- ci6n y la amplitud de la divisi6n del trabajo, 10s tipos polares de Tonnies se basan en dos formas de la voluntad humana: la Wesenwille, que es una expresidn "natural" hacia 10s d eds seres hurnanos, y la Kiirwille, que es racional y calculadora. Se podria decir que Tonnies psicologiza y subjetiviza a la sociedad, haciendo de ella una proyecci6n de 10s procesos mentales del individuo, arnplificados en una pantalla de grandes dimen- siones. ALGUNOS PUNTOS PRINCIPALES DE LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA Objetivistas alemanes: Brentano, Meinong existencialismo: Blumer Heidegger teorias de la desviaci611, ocupaciones y profesiones: Hughes 1960-1990 teoria de roles etnometodologia: Garfinkel anllisis conversational sociologia cognoscitiva anllisis de marco de Goffman

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sociologia

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6 Collins, R . ( 1 9 9 4 ) : "La t r ad ic i6n microinteraccionistarl en

Cuatro Tradiciones SociolBgicas, Mgxico, UAM-I,' 1996,

p6gs. 256-309

4: La tradicio'n microinteraccionista

Asi como se dice que un cuerpo est& en movimiento y no q w el movimiento estd en el cwrpo, deberiarnos decir que nosotros esta- mos en el pensamiento y no que el pensamiento estd en nosotros. Charles Sanders Peirce, 1868

Una sociologia nativa de 10s Estados Unidos

Llegamos ahora a la tradici6n distintiva de 10s Estados Unidos: la sociologia microinteraccionista e interpretativa, que abarca desde Charles Horton m W . 1 . Thomas y George Herbert

-.... hasta Harold GarfirEeI y 10s etnometod6logos. Esto no quiere decir que sea el linico tip0 de sociologia que se ha culti- vado en 10s Estados Unidos. Las tradiciones durkheimianas del conflicto fueron importadas a este lado del Atldntico y aqui han florecido. Existen tambien otras tradiciones nativas, como el evolucionismo de Lester Ward y el de Williams Graham Sumner (el fundador de la sociologia estadounidense), o bien, el enfasis estadistico de 10s dltimos decenios. El microinteraccionismo no es la unica tradici6n sociol6gica de este pais; lo que he intenta- do decir es que constituye la aportaci6n estado e e mds original a1 pensam-0. No se trata de la t r a d i a de 10s Estados Unidos, sin0 de la que se cultiva mejor en dicho pais.

Por supuesto que esta tradici6n no carece de parientes e incluso antepasados extranjeros. Se trata de una tradici6n que se centra en el tema humano y edifica el mundo social a partir de la conciencia y la agencia humanas. Se o m e a la dura ima- gen estructural de la sociedad propuesta por 10s durkheimianos y tambien a1 materialism0 de la teoria del conflirto. Contra la

, LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA

rigida previsibilidad de la ciencia, aqui se exalta la fluidez y todo el sentido del humanismo. De este mod0 se enlaza con lo que se conoce a veces como la tradici6n romanticista de la filo- sofia alemana: el idealism0 de Immnuel Kant y, sobre todo, el fluir de las corrientes hist6ricas de Georg Hegel, Arthur Scho- penhauer y Wilhelm Dilthey. Se percibe el contraste entre esta ,

tradici6n y la francesa, si se compara a fimile Durkheim con Ferdinand Tonnies, quien inaugur6 la sociologia alernana en la decada de 1880, con su trabajo Geminschaft und Gesellschaft (Comunidad y sociedad). Este libro es muy similar a The Division of Labor and Society de Durkheim: ambos muestran el contraste entre el tip0 de sociedad personalista tradicional y la impersonal sociedad moderna. Pero mientras las solidaridades "mechica" y la "orgdnica" de Durkheirn son dos tipos estruc- turales diferentes que se distinguen por la densidad de pobla- ci6n y la amplitud de la divisi6n del trabajo, 10s tipos polares de Tonnies se basan en dos formas de la voluntad humana: la Wesenwille, que es una expresidn "natural" hacia 10s d e d s seres hurnanos, y la Kiirwille, que es racional y calculadora. Se podria decir que Tonnies psicologiza y subjetiviza a la sociedad, haciendo de ella una proyecci6n de 10s procesos mentales del individuo, arnplificados en una pantalla de grandes dimen- siones.

ALGUNOS PUNTOS PRINCIPALES DE LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA

Objetivistas alemanes: Brentano, Meinong

existencialismo: Blumer Heidegger

teorias de la desviaci611, ocupaciones y profesiones:

Hughes

1960-1990 teoria de roles etnometodologia: Garfinkel

anllisis conversational sociologia cognoscitiva

anllisis de marco de Goffman

JUAN SOTO
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Collins, R. (1994): "La tradición microinteraccionista" en Cuatro Tradiciones SociológicaYs, México, UAM-I, 1996, págs. 256-309 Yosani Esmeralda L
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Este es el tip0 de temdtica que 10s soci6logos estadouniden- ses solian cultivar. Todos 10s primeros fil6sofos y soci6logos del pais fueron a estudiz a Alemania, de acuerdo con la moda de fines del siglo XIX. Conviene rkordar que en esa kpoca las escuelas superiores estadounidenses se transformaron en uni- versidades de investigaci6n para estudios de posgrado. Toma- ron como modelo a las universidades alemanas, que habian realizado esa revoluci6n 75 aiios antes. Por eso no es extraiio que 10s primeros soci6logos estadounidenses hayan importado ideas de Alemania. En las decadas de 1940 y 1950 surgi6 una nueva oleada de microsociologia en 10s Estados Unidos, impul- sada por el refugiado alemdn Alfred Schutz, quien inspir6 a Harold Garfinkel para crear la etnometodologia. Garfinkel aport6, a su vez, un conjunto adicional de antepasados intelec- tuales alemanes, sobre todo los fil6sofos Edmund Husserl y Martin Heidegger.

A pesar de esas raices teutonas, el microinteraccionismo esta- dounidense es mucho mds aue una imitaci6n. Tanto en la vri-

1 .. mera oleada, cuyo fruto fue el interaccionismo simbblico, como en la siguiente, que fructific6 en la etnometodolo&a y la feno-

Tos estadounidenses transformaron profundamente recibido. La filosofia alemana fue un estimulo, vero

I I

10s estadounidenses supieron seguir adelante y crearon teorfas sociolbgicas genuinas. Mientras 10s alemanes, por decirlo asi, se apartaron del nivel filosdfico de la conciencia como algo invio- lable y digno del mayor respeto, 10s estadounidense_s lo desinte- graron y a1 hacerlo crearon una teoria social de I n e .

En las paginas siguientes me concentrare en esos logros de la microsociologia. Esto no significa que 10s tebricos, como Cooley y Mead, s610 se hayan ocupado de la mente y q1 yo; en redidad, tarnbien elaboraron teorias sobre la estructura miis general de la sociedad. Sin embargo, ese no fue su punto fuerte; la imagen que surge de sus estudios es relativamente ingenua y poco refi- nada, en comparaci6n con el vigor de las tradiciones durkhei- miana y del conflicto. En esa imagen campea una blanda suavi- dad caracteristica, que Place aparecer a las instituciones sociales como una asamblea de una escuela primaria. Cuando Talcott Parsons regres6 de Heidelberg y la London School of Economics en la decada de 1920, tuvo pocas dificultades para acabar con esa imagen usando el poder muy superior de la macrosociologia europea. Lo que se ha mantenido vigoroso en 10s Estados Uni-

LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 259

dos es justamente lo que ha faltado en Europa: una autentica microsociologia del yo y el flujo de situaciones con la que se con- fronta de inmediato. De eso nos, ocuparemos ahora.

LA FILOSOF~A SE CONVIERTE EN UN CAMP0 DE BATALLA DE LA RELIGI~N Y LA CIENCIA

La tradici6n estadounidense no se present6 en el hmbito de la sociologia sin0 entre 10s fil6sofos del pais, baio la f o r m del pragmtismo. Los soci6logos de fines del siglo XIX se ocupaban sobre todo de problems sociales, como la inmigraci6n y la delincuencia, y cuando proponian cuestiones tdricas, lo hacian en terminos de la evoluci611, es decir, como una macroconcep- ci6n. Sin embargo, en esa epoca se desarrollaba una importante insurrecci6n intelectual en la filosofia por la revoluci6n de las universidades. La nueva universidad orientada a la investiga- ci6n estaba sustituyendo a un sistema de escuelas superiores que impartia una instrucci6n de cardcter religiose. La misi6n original de la escuela superior estadounidense era, sobre todo, la formaci6n de ministros religiosos. la raz6n de que hubiera tantos centenares de escuelas superiores en 10s Estados Unidos data de los tiempos de la frontera, cuando cada denominaci6n protestante se sentia obligada a abrir su propia escuela superior en cada localidad, de modo que 10s bautistas pudieran estudiar bajo la doctrina bautista, 10s metodistas bajo la doctrina meto- dista y asi sucesivamente. Sin embargo, en las nuevas universi- dades de estilo alemiin ya no se hacia 6nfasis en la devoci6n, sin0 en la ciencia y la erudici6n. Hasta 10s estudios biblicos se transformaron en historia y critica de textos. En el mundo mo- de rn~ , las viejas escuelas superiores "no reformadas" y su instrucci6n religiosa recibieron el estigma de: "anticuadas".

Esto cre6 un problema para la profesi6n de profesor univer- sitario en 10s Estados Unidos, pero nadie lo sinti6 eon mayor intensidad que 10s fil6sofos. Otras asignaturas especializadas podian eludir el problema de que debia hacerse con 10s viejos estudios sobre religibn, per0 10s fil6sofos tuvieron que encarar- lo de frente. La filosofia era una asignatura importante en las antiguas escuelas superiores, per0 como una introducci6n a 10s estudios de teologia. L Q U ~ se podia decir en tono arnable acerca de la religi6n, en una epoca en que la ciencia escalaba grandes

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LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 261

alturas? Darwin, Spencer y la controversia en torno a la evolu- cion colocaron a la religi6n a la defensiva; a1 mismo tiempo, una serie deslumbrante de descubrimientos, en fisica y quimica, estaban cambiando a1 mundo mediante la electricidad, las plan- tas siderdrgicas y el motor de gasolina.

Europa tuvo que enfrentarse a identico predicamento. La reaccidn en Francia fue un caso tipico. Ya en tiempos de Na- pole6n, la Revoluci6n Francesa habia abolido la antigua univer- sidad medieval dominada por 10s tedogos, para sustituirla con escuelas tecnicas, como la kcole Polytechnique y la kcole Nor- male Superieure. La reacci6n de Francia ante la nueva ciencia consisti6 en aceptarla a fondo y abolir por completo la religi6n en su dmbito intelectual oficial. El intelectual franc& tipico, como kmile Durkheim, era ateo y se proponia sustituir la re- ligion por una perspectiva netamente secular.

La sustituci6n de la vieja instrucci6n religiosa en Inglaterra y Alemania no fue tan abrupta. Alli se tuvo que concertar un avenimiento entre la religi6n y la nueva erudici6n secular. Esto adopt6 la forma de la filosofia idealista: la generacidn de Kant y Hegel (hacia 1800) es la generaci6n de la reforma universitaria alemana. Los britdnicos reformaron sus universidades mucho mds tarde (en la dkcada de 1880, mds o menos a1 mismo tiempo que 10s Estados Unidos), por lo cual su oleada de filosofia idealista lleg6 despues, encabezada por pensadores como T.H. Green y F.H. Bradley. La filosofia idealista es una especie de compromiso intelectual con la religirjn: en ella se afirma que el .mundo es una manifestaci6n del Espiritu y que existen valores trascendentes. Asi pues, la religion todavia tiene un lugar, pero a1 costo de descartar la antigua interpretaci6n literal de la Sa- grada Bscritura. El baluarte de la fe ya no es la Biblia, sin0 una teologia liberalizada, fruto del razonamiento de 10s fil6sofos.

Todo esto era herktico desde el punto de vista de 10s creyen- tes ortodoxos. El parto de una virgen, 10s rnilagros, la divinidad literal de Jesds, 6 incluso 10s severos castigos y las recompensas celestiales de Dios Padre, empezaron a ser desplazados por una argumentaci6n razonada sobre el Espiritu y la importancia de las buenas obras en el plano social. En 10s Estados Unidos, un fil6sofo declar6 que el mundo de Dios no era un reino, sin0 una repdblica, y el fil6sofo de Harvard Josiah Royce provoc6 cierto escdndalo cuando afirm6: "Lo que en realidad es divino es el Estado, el Orden Social". A pesar de todo, era necesario hacer

algo para que la religi6n fuera mAs apetecible en un mundo se- cular dominado por 10s evidentes triunfos de la ciencia. M6s o menos entre 1880 y 1920, el idealism0 lleg6 a ser la filosofia m6s importante en todas las universidades del pais.

En si misma, 6sta no parecia ser una base prometedora para lasociologfa de la mente, pero le allan6 el camino. Parte de su argumentacibn para demostrar la realidad de 10s factores espi- rituales en el universo consistia en seiialar el importantcpapeL de la c o n ~ d t u n d o material. Las instituciones "espi- rituafes" mds obvias son entidades tales como el arte, la lite- ratura, el derecho y la historia del pensarniento. Royce y el joven John Dewey llegaron mds lejos al decir que las instituciones sociales, como el Estado, no son materiales sin0 un conjunto de ideales a 10s cuales tiende la gente y que toma como una guia de conducta. Asi pues, el mundo social se interpret6 como una serie de manifestaciones de la conciencia humana. Se consider6 que las ideas eran objetivas --es decir, que existian fuera del ser hurnano individual- porque en realidad se las puede percibir en el exterior. Nuestras ideas no son inventadas por nosotros, en la forma que suponian 10s fil6sofos materialistas. Las ideas no se adquieren percibiendo las cosas mediante 10s sentidos y for- d n d o s e luego asociaciones mentales que se traducen en ideas como "silla", "rojo" y todas las demds. Por el contrario, esas ideas se nos transmiten y w u e l x u a j e . Este argument0 se propuso en un nivel filos6fico a fin%e defender la prioridad y objetividad del aspecto espiritual de las cosas sobre el aspecto material. No obstante, es fdcil observar que e s t e s u - mento prepar6 el terreno para una interpretacidn __-- s o c i r m la menke: el FndiGiduo no era un observador aislado del mundo fisico y rodeado de abstracciones acerca de sillas y manchas de color, sin0 un verdadero participante de la sociedad humana, cuya mente se alimenta a traves de un medio constituido por el lenguaje.

Los fil6sofos idealistas abrieron el carnino, pkro no pudieron seguirlo. A su juicio, se hacia demasiado enfasis en el aspecto objetivo del Espiritu. Los seres humanos no eran m& que recep- tores pasivos del Espiritu, algo asi como escribanos dispuestos a recibir un mensaje divino: Dios se definfa a si mismo en un

I mundo secular. Para convertir esto en sociologia fue necesario aterrizar las ideas y buscar su origen en 10s individuos reales. Ademds, se tuvo que concebir a1 individuo como un ente en

I

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262 CUATRO TRADICIONES SOCIOL~GICAS ,

movimiento, convertido en un agente activo en el aqui y el aho- ra del mundo real. Los pensadores que dieron este paso fueron 10s pragmatistas.

El pragmatismo de Charles Sander- -- -

El ~agmatis ta m h m fue William James, un psic6logo y fii6sofo de Harvard. Su argument0 bhsico era que las ideas no son copias de objetos exteinos, sin0 que la verdad es s61o una forma de acci6n integrada por ideas que dan resultado, es decir, que producen las consecuencias deseadas. James era un fil6sofo bastante menor, y la falta de objetividad d e su sistema lo hizo blanco fhcil del ataque de sus colegas profesionales. En realidad a 61 no le interesaban las cuestiones de la epistemologia, sin0 usar la filosofia para defender la religi6n. Sin duda ese era tam- bi6n el objetivo de 10s idealistas, per0 mientras 6stos trataban de encontrar un equivalente espiritual de Dios en el mundo que nos rodea, James adopt6 una aproximacidn mhs psicol6gica a1 sentimiento de la fe. Para 61 es acertado creer en el libre albedr-ig porque de otro mod0 no seria posibie juz$jZr%n-acto desde el punto de vista moral; tambi6n es vhlido creer en Dios aunque no se tengan pruebas convincentes por ue de hecho todos n u e s w - pnsami-L 16n en --- a - fe y no en prtebas -s-

. -A la postre, James avala cualquier religi6n sin proveer 10s medios para determinar cuBl puede ser la teologia verdadera. Esto no les pareci6 muy satisfactorio a 10s tetjlogos, per0 James no quiso ir d s lejos.'

EL a-lkkr intelectual del pragmatism0 era amigo de James: Charles Sanders Peirce. Bste fue qu id el mhs gande fi16- sofo quz ha e x i s w n n i o s Estados Unidos. A1 mismo tiempo, fue uno de 10s mhs peculiares en su mod0 de pensar. Nunca ocup6 un cargo academic0 regular (aunque dict6 dtedra en Harvard y en la Universidad Johns Hopkins) ni public6 libros. Dej6 a su paso un mont6n de manuscritos sobre todo tipo de temas, casi siempre confusos y ma1 integrados. Su expresi6n era a menudo deliberadamente esot6rica y le agradaba usar expre- siones oscuras y vocablos acuiiados por 61: agapasticismo, idios- copla, falibilismo (asi designaba Peirce su propia filosofia), fa- ner6n (en lugar de idea), ferneroscopia (por fenomenologia), sinequismo, entimeno o ilaci6n (se@in su acepci6n peculiar), para no hablar de "la corisia, ciclosfa, peripraxia y apeiria del

LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 263

espacio". En su pro-fisica divide al mundo en tres aspec- tos y 10s designa con poco tino: p w z , segyndez y'f-z. -.. Para Peirce, la psicologia era "psicognocia" y a la geologia la llamaba "geognocia". Cabe sospechar que a menudo se trata- ba de bromas a costa de sus colegas, como cuando se opuso a la versi6n de James del pragmatismo y proclam6 que 61 llama- ria "pragmaticismo" a su doctrina, porque era "lo bastante feo para estar a salvo de 10s plagiarios".

Se podria preguntar c6mo pudieron ser reconocidas las ideas de Peirce. La respuesta es sencilla: era un genio y vivi6 en el cen- tro estratkgico intelectual. Su padre, Benjamin Peirce, fue profe- sor de Harvard y uno de 10s matemhticos d s famosos de 10s Estados Unidos. Charles Peirce vivi6 en Cambridge y lo con- sultaban asiduamente destacados intelectuales. Qe sus s u m - cias obtuvo Rov-1 r-ue-n&siskn?.-a; thbi6n John De-influido-pnrEeirce. A principios de la dkada de 1870, William James y otras futuras luminarias (entre ellas el pionero del pragmatismo jurfdico y presidente de la Corte Suprema de Massachusetts, Oliver Wendell Holmes) so- lian reunirse en el estudio de Peirce, en serninarios informales, y asimilaron sus ideas, aunque en una versidn algo menos sofisti- cada.

Una diferencia entre Peirce y 10s pragmatistas ulteriores es que 61 estaba mucho d s arraigado a la ciencia y tenia menos simpatia por la religi6n. Esto se explica, en parte, por 10s ante- cedentes de cada uno. El padre de William James, Henry James, Sr. (Henry James hijo, el novelista, era herrnano de William) fue un fil6sofo popular muy conocido, seguidor del espiritualista sueco Swedenborg. En cambio, la familia Peirce era mils leal a la ciencia y un tanto hostil a la religi6n, cuyos dogmas habfan sido un obstAculo para el esclarecimiento de la verdad cientifica. La estrategia de Charles Peirce se bas6 en que podria hacer de la filosofia una ciencia si le infundia la disciplina de la 16gica.

Esa idea fue visionaria. En tiempos de Peirce, la 16gica era un conjunto de ejercicios formales de deducci6n, cuyo origen se remontaba a la escolBstica medieval y a una 6poca muy ante- rior: la de Arist6teles. Las formas de pensamiento se clasificaban en distintos tipos de silogismos, el mAs famoso de 10s cuales se llama Barbara en el lenguaje coloquial de 10s estudioms y sostiene:

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(A) Todos 10s hombres son mortales. (B) Todos 10s griegos son hombres. (C) Por lo tanto, todos 10s griegos son mortales.

Peirce se opuso a esta versi6n de la 16gica pues la consider6 un obstdculo para el autkntico razonamiento. Seiial6 que muy po- cos de nuestros pensamientos reales adoptan esa forma. Por ejemplo, jc6m0 se llega a la premisa mayor (A)? En eso consis- ten, en gran parte, la ciencia y el pensamiento ordinario. La

a induccibn, es - /-

e limita a examinar las evidencias y sacar una conclusi6n automdtica. A diferencia de muchos fil6sofos "asociacionistas" de su bpoca, Peirce tenia suficientes conocimientos sobre el metodo cientifico y sabia que las generalizaciones no se desprenden simplemente de 10s he- chos. Existe toda una estrategia de investigaci6n y en buena parte implica un esfuerzo mental para elaborar las propias hipbtesis. A ese proceso preliminar de conjeturas le llarn6 Peirce abduccwn. No es una tarea rigurosa ni empirica, sin0 una adivi- naci6n de relaciones. Sin embargo es un aspecto crucial sin el cual la ciencia nunca habria florecido. Ademds, Peirce afirrna que-

d e m i a --de lbgica, en se.pasa de un co9junbde

ideas a las conclusiones de bstas en otro conjuntede gsas. En su base, la ciencra se apoya en los mismos procesos de la mente humana que participan en lo que llamamos el sentido comdn.

Asi Peirce encontr6 c6mo ampliar el metodo de la 16gica, no s610 para incluir la ciencia y la filosofia, sin0 para convertirla en una teorfa completa de la mente en todas sus actividades. Plan- t m u e todas las foreas de pensamiento consi

I conexi6n de una idea a o& tsas coneanes y su den investigar empiricamente. La ciencia que

---7--.- prop6sito se llama "semi6t1ca". Aqui por lo menos su tkrmino se mantuvo (aunque Peirce usaba tambikn variantes peculiares como "semiosamente" y "semiosis"), a diferencia del termino "abducci6n", que nunca lleg6 a popularizarse.

La semi6tica es la ciencia de 10s signos. Seg\in Peirce, jamds percibimos o pensamos directamente las cosas del mundo, sin0 s610 por la mediaci6n de un signo. El significado es siempre una relaci6n tripartita entre signo, objeto (pero s610 en el aspecto a1

LA TRADICIdN MICROINTERACCIONISTA 265

cual se refiere el signo) y referente interno o una conexiQtdiqta -a diferencia de lo asociacionistas, como John Locke y sus seguidores- entre la idea y el objeto externo a1 que sdp'uestamente se refiere. esta siempre de p o r ~ d i o , ejerciendo una influencia de control. Los signos no e s t h aislados: son externos a1 individuo y su rasgo esencial es que son equivalentes para cualquiera que 10s use. Asi pues, las palabras (o simbolos visuales,

proceso de pensamiento elemento tomado de lo

Ademds, en un segundo sentido, 10s signos no estdn aislados. Se usan en cadenas, uno despuks de otro; no &lo se conectan con 10s objetos y 10s pensamientos internos, sin0 tambien entre si. Un signo contiene connotaciones de otros signos. Parte de esa propiedad de conexi6n estd en la penumbra del significado del

Otra parte es la conexi6n dindmica de las palabras en una frase o cadena de pensamiento (lo que hoy se conoce como sintaxis, aunque Peirce tenia una concepci6n de esas secuencias de pen- samiento mucho mds alld de la frase individual). En la acepci6n de Peirce, la 16gica estd formada por esas conexiones reciprocas de signos y por todo lo que esto implica sobre su relaci6n con 10s pensamientos y 10s objetos. N v a s son M:

; lo que consideramos como una creencia vdlida n arraigado, de pasar de un signo a otro, que lo

realizamos sin la menor vacilaci6n. Hasta las emociones estdn incluidas en este mecanismo. Ellas

tienen su propia 16gica -una inferencia de un estado mental a otro- a traves de la mediaci6n de signos (y a veces con referen- cia a objetos externos). La conciencia misma es cierto tip0 de emoci6n, generalmente muy tenue, unida a ciertos tipos de rela- ciones entre signos. Mds de veinte aiios antes que Freud, Peirce ya sabia que 10s procesos mentales operan en el subconsciente, mientras 10s Mbitos de conexi6n estkn firmemente establecidos y no haya elementos que perturben el tranquil0 flujo de la infe- rencia. Por otra parte, cobramos clara conciencia de algo cuando despierta nuestra emoci6n; de hecho, la emoci6n no es sin0 el tip0 particular de perturbaci6n que experimentamos en el flujo de la inferencia.

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266 CUATRO TRADICIONES SOCIOL~GICAS

Desde ese punto de vista, Peirce se opone a1 tip0 de filosofia expresado por Ken6 Descartes, quien intenta alcanzar la cer- tidumbre y duda de todo, hasta llegar a unos cuantos elementos fundamentales que no es posible poner en duda. Peirce procla- ma que el "Cogito ergo sum" ("Pienso, luego existo") de Descar- tes es imposible porque no se puede concebir ningun pensa- miento sin usar signos y 10s signos contienen referencias a otros signos y a personas que tambikn 10s usan. El pensamiento siem- pre se produce en una comunidad y Lo que llamamos verd_ad s610 es objetivo porqueLepresenta 10s hhbitos mentales a 10s que - -. --.. tendemos inevitablemente como grupo, ya que por esos RBbItos mentales podemos funcionar en el mundo todos 10s miembros de ese grupo. Asi, la epistemologia de Peirce asigna al mundo objetivo material un lugar que James apenas lleg6 a insinuar. Ademis, propone en ella una teoria de la mente sobre bases esencialmente sociales. 81 firma que el hombre s610 es la s u m total de sus pensamientos, y que esa suma siempre es una acu- mulaci6n hist6rica de la exveriencia de su sociedad. Nunca te- nemos la certidumbre tota&a!goporque hava una p a - gica ri rosa; incluso en matehhcas es posible cuestionar la lF-@l- ase mhs intima de las conexiones de una a otra idea. De hecho, nunca lo hacemos asi; nuestro criterio prictico de la v e r d e s simplemente la ausencigde dudas, de acuerdo con un pragma- tismo que funciona con suficiente eficacia para que las ideas fluyan en forma aparentemente automhtica. Esto es lo que inter- pretamos err6neamente como verdad absoluta.

Peirce no era soci6logo en sentido explicito. 81 no visualiz6 la posibilidad de tal ciencia, aunque incluy6 una rama denomina- da "fisica descriptiva o historia" en su clasificacibn de las "cien- cias humanas". Su concepci6n de la estructura social era rudi- mentaria. Este fue un rasgo tipico de la rnayork de 10s pen- sadores estadounidenses de su generaci6n y otras posteriores. Uno de sus sucesores pragmiticos, John Dewey, escribi6 sobre muchos temas de filosofia social, pero dificilmente hizo una aportaci6n realista a la sociologia. A Dewey le interesaban mis 10s ideales de la democracia que sus realidades. Hizo mucho tra- bajo de divulgacibn para la "educaci6n progresiva", la idea de que las escuelas debian formar parte de un curso general de adaptaci6n a la vida y no centros de enseiianza de las asigna- turas tradicionales. Esta h e una justificaci6n ideol6gica para aligerar el contenido escolAstico de 10s planes de estudio en un

period0 de expansi6n masiva del sistema escolar, a principios del siglo XX. Sin embargo, ni Dewey ni 10s demhs seguidores del pragmatismo tuvieron la objetividad necesaria para percibir la lucha por el status social que t d o esto implicaba o la tendencia a la inflaci6n de 10s mkritos academicos que ellos mismos ini- ciaron. Como suele ocurrir con la mayoria de 10s fil6sofos que desean estudiar la sociedad sin haber dominado 10s principios explicativos de la sociologia, sus ideales sobre c6mo deberian ser las cosas les impidieron comprender a fondo la realidad de las mismas y, por ende, 10s priv6 de la posibilidad de hacer rea- lidad esos ideales.

Los pragmatistas nunca dorninaron su parcela en la filosofia estadounidense. En tiempos de Peirce, James y Dewey -10s tres vivian entre 1870 y 1930- 10s departamentos de filosofia impar- tian diversas versiones del idealismo, pues lo podian conside- rar rnhs genuino que el pragmatismo, desde el punto de vista filos6fic0, en su mod0 de abordar las grandes cuestiones de la metafisica y mAs objetivo en su concepci6n de la verdad. Cuando se derrumb6 el idealismo ante el secularismo del siglo XX, h e sustituido por el positivismo l6gico en las dkcadas de 1930 y 1940. 8ste se concentraba en un estricto conjunto de reglas tecnicas sobre lo que se concebia como metodo cientifico. La concepci6n de la ciencia segdn Peirce, mAs amplia y realista, cay6 en el olvido. S610 retornaria, bajo un ropaje diferente, en las reverberaciones mhs recientes de la sociologia de la ciencia.

A1 final, 10s soci6logos fueron 10s herederos de la tradici6n praghtica. No es que la hayan aceptado en su totalidad: la defensa pragmitica de la religi6n, el inter& primordial de Ja- mes, h e lo primero que descartaron. Tampoco la ideologia pro- gresiva de Dewey logr6 sostenerse cuando 10s soci6logos esta- dounidenses empezaron a importar las teorias durkheimiana y del conflicto, pues 6stas eran mAs serias. La aportaci6n de Dewey, tal vez no bastante apreciada, consisti6 en seiialar la sen- saci6n de la fluidez de la vida tal como 6sta surge en una secuencia ininterrumpida de situaciones. Sin embargo, la apor- taci6n mhs imgortante del -matim. -- s soci610gos~empiricos a elaborar una teoria totaLmte s a y _ __.---- - - - orientada - a - la accibnmre Ja naturaleza de la mxnte y el yo. -

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268 CUATRO TRADICIONES SOCIOL~GICAS T

La sociedad estd en la mente: Cooley P ' Charles Horton Cooley era colega de John Dewey en la Univer- 4 sidad de Michigan. Sin embargo aqukl no era fil6sof0, sin0 miembro del recikn fundado departamento de sociologia, y construy6 su teoria a partir de observaciones empiricas de carhcter un tanto fortuito, por cierto. La primera declaraci6n

da por Cooley a principios del siglo XX, e importante de la microsociologia

Human Nature and the Social orden social).

Cooley parte de la conocida observaci6n de que 10s niiios suelen tener compafieros imaginaries de juegos. Tal vez estbn solos fisicamente, pero en su imaginaci6n estiin acomgaiia!os. Aqui encuentra Cooley una pista p a r a w a r el desarrollo de

P la mente. Propone que el vens-auu- imaginaria que cada versona sostiene~nfie&o, en su fuem interno. Los nifios av-n a pensar cuando aprenden Asi pues, el hecho de hablar con companeYos imaginarios es una etapa intermedia mientras el niiio aprende a interiorizar la con- versaci6n; a1 principio, la charla se realiza en voz alta con un interlocutor imaginario.

Incluso en el caso de 10s adultos, prosigue Cooley, no hay una diferencia esencial entre las personas reales y las imaginarias. Las personas son reales para nosotros s610 porque imaginamos en ellas una vida interior que no observamos directamente, per0 podemos proyectar en ellas. "En este sentido, todas las personas reales son imaginarias", declara Cooley. "Es evidente q asociaci6n contigo consiste en la relaci6n entre mi idea de resto de mi mente" . De este modo, Cooley propone una de empirismo fenomenol6gico. S61o vodem- contact0 cpn nuestra prapia ideade las personas, pero ' S PFr- sonas misrnas. Su cuerpo fisico delante de n e e s im- portante porque nos proporciona un centro en torno a1 cual po- demos cristalizar nuestros sentimientos. Despuh de todo, pre- gunta Cooley, aun si medimos o pesamos las caracteristicas fisi- cas de 10s d e d s , iqub pistas obtenemos con ello para conocer su verdadera personalidad? El objetivo de la sociologia es obser- var 10s hechos verdaderos de la sociedad, per0 estos s61o son las representaciones imaginarias que tienen unas personas acerca de otras.

LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 269

Por lo tanto, la sociedad se debe estudiar ante todo en el plano de la imaginaci6n. Las personas fisicamente reales no adquieren realidad social, a menos que alguien las imagine. Tarnpoco pueden afectarnos sus actos, a menos que nos percate- mos conscientemente de sus intenciones sociales para con noso- tros. Cooley seiiala que si alguien fuera a un pafs extrafio y lograra ocultarse tan Mbilmente que nadie se percatara de su presencia, no tendria existencia social para el resto de la pobla- ci6n. Tal visi6n de la sociedad parece bastante etkrea, pero Cooley hace de esto una virtud te6rica. Si se concibe a las per- sonas como entidades primordialmente fisicas, no es posible explicar la existencia de la sociedad. %lo observamos cuerpos separados y la sociedad se presenta como una fuerza misteriosa agregada desde el exterior, ya sea que la llamemos sociabilidad, altruismo o algo similar. Pero el problema desaparece si com- prendemos que la mente de cada persona es social, de por si, y que lo social estl en la mente.. La sociedad es una r-e

l d e a ~ . ~ " C o m o es evidente, p a r a F p u e d a haber sociedad es necesario que las personas se reunan en un lugar, y s610 en la mente pueden reunirse como ideas personales. iD6nde miis?". La Mente humana (que Cooley escribe con mayhcula) es una excrecencia colectiva que se prolonga a traves de las edades y es el lugar geometrico de la sociedad en el sentido mAs amplio.

Cabe imaginar que la visi6n de la sociedad segun Cooley es extraordinariamente benigna. No hay diferencia real entre egoism0 y altruismo, declara, porque el yo y el otro s610 pueden existir en relaci6n reciproca. El altruismo no es un motivo espe- cial, sin0 algo implicit0 en todos nuestros sentimientos; adeds , nunca podemos pensar siquiera en el "Yo", salvo como una refe- rencia implicita a otra persona. En este modelo dificilmente tienen cabida el conflict0 o la dominaci6n. Los problemas so- ciales no son m8s que malentendidos y se pueden resolver con el debido aprecio del punto de vista de los d e d s . Aqui se percibe la ingenuidad de la ideologia estadounidense. En su idealism0 social, Cooley llega a1 extremo de no ver diferencia entre las personas ficticias y las que existen en realidad; Hamlet es socialmente tan real como el portero de mi casa (y tal vez a6n &s, porque mls personas piensan en Hamlet). Cooley afirma que el arist6crata ruso que piensa en sus siervos como simples animales no es afectado socialmente por ellos, por el simple hecho de que esos siervos no influyen en la mente y la concien-

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cia del noble. Este ejemplo es muy desafortunado, porque el , siervo aporta el trabajo material del cual depende el estilo de

vida del noble, e incluso su existencia rnisma como clase social. En su estudio de clase media, en Ann Arbor, Michigan, Cooley atin se solazaba en una visi6n idealizada de todo aquello, 15 aAos antes de la revoluci6n rusa.

Sin embargo, no es posible descartar a Cooley como un sim- ple soiiador. Su teorfa es casi inutil como modelo de las estructuras de la soci&d, per0 le a m 0 el camino a una teorla de la microsociolorrl'a como vroceso de intervretaci6n mental. El ejemplo de ~oolefcuando dice que aml lei tiene mhs realidad social que las personas que nos rodean resulta ridiculo, per0 no lo es tanto si sustituimos a ese personaje por una figura histbi- ca, como Jesucristo, Mahoma o alguna de esas distantes estre- llas pop contemporaneas a quienes se ha erigido como el ideal que rnillones de personas tratan de emular. "Los cuadros ima- ginarios que se forman las personas unas de otras son 10s hechos firmes de la sociedad, declar6 Cooley. Podriamos afiadir que esos hechos no s610 son firmes, sino tambien muy importantes a pesar de todo.

La sociologia del pensamiento de George Herbert Mead

A diferencia de Cool ue era sugeren ero superficial, George Herbert Mead refinada teo- ria de la mente social. Este no era soci610g0, sino fil6sof0, y tenia una c&te?Tia en el mismo departamento de la Universidad de Chicago donde trabajaba John Dewey (quien habfa emigrado - - de ~ i c h i ~ a n ) . ~studib en Harvard con Josiah Royce, el fif6sofo idealista a quien ya mencionamos por su extravagante creencia en la divincdad del Estado. En comparaci6n, ~ e i d era un p- pirista intransigente e incluso materialista. Se consideraba a s i niismo como d u c t i s t a c i a l y admiraba a1 psicdlogo John B. Watso2 quien propuso reducir la mente a1 estudio de la con- ducts expresa e inducir las leyes del comportamiento hurnano a partir de experimentos con animales. Sin embargo, para Mead, la conducta mas importante es siempre la de car3cter I - social. La m e d g a n i s m o s b= y p ~ r la interiorizacidn de ese 4 movimiento ----- deTZiESn -- dentro de 10s seres humamxi.

bI punto de partida de Mead consiste en distinguir clara-

mente entre el yo y el cuerpo. El yo es una entidad reflexiva, que puede ser tanto sujeto como objeto y puede hacer un objeto de . si mismo. Las diversas partes de nuestro cuerpo (p. ej., el coraz6n o el sistema digestivo) pueden funcionar por sl solas sin nuestro control consciente y adquieren su unidad por el hecho de que consideramos que pertenecen a nuestro yo. Cuando esta- mos totalmente absortos en una acci6n, el yo no existe. Mas aun, hay muchas experiencias del yo sin referencia a1 cuerpo: asi ocurre con el pensamiento, la imaginaci6n y la memoria.

iDe d6nde proviene, pues, el yo no corp6reo? El vo es un punto d e s a . Nunca podemos ver nuestro cuerp; en su tota- ~ldad ni siquiera en el espejo. El individuo no experimenta su propio yo por observaci6g- directa, sino s61o indirectamente, c.fes.de el punto de vista-de-. Bste tambikn es el rasgo distin- tiio de la comunicaci6n humana: el animal emite sonidos que tienen cierto significado para otros miembros de su especie, . . per0 las palabras humanas son simbolos quezo s61o se dl-n a otros, sino mr&&mG5rnism-o: A diferencia de Cooley, . que . tenia un sentido muy rudimentario de la mente, M- la refinada estructura tripartita de la teoria del significado de Peirce. El ser hurnano se distingue de otros animaEp5iTjiie puede concebirse a si mismo como un objeto. Mead afirma que esta reflexibilidad nos hace tinicos como sees humanos, y no una entidad sobrenatural como el Alma, y asi corta de tajo con 10s sentimientos religiosos de su maestro Royce.

El yo, que puede ser objeto para si mismo, surge solarnente en la experiencia social. Una vez adquirido ese punto de vista social, ya podemos convertirnos en solitarios y entregarnos a nuestros pensarnientos internos, per0 no antes. El p e n s m t o es una conversad6n gestual que sostenemuon nosqtros ms-

Sin embargo la conversaci6n con otros tambikn tiene esta - cualidad autorreferencial. Si podemos pensar en las palabras

otra persona y evaluamos su reacci6n a lo que le hemos dicho hasta ese momento. Esto se aplica tambien a la conversaci6n interiorizada que constituye el pensamiento: nos tenemos que

que vamos a decir es porque adoptamos el punto de vista de la 3

vigilar continuamente en nuestro papel de interlocutor interno, adoptando el punto de vista de un ditorio interio para orientar el flujo subsiguiente de nuestros pen S.

Mead tambien llega miis lejos que Cooley en otro aspecto. A diferencia de kste, que suscribia la idea del yo unitario dictada

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CUATRO TRADICIONES SOCIOL~GICAS

por el sentido comtin, Mead seii cada indiv- ". Sostenembs relac-ntes con distintas

rsonas y significamos algo para una de ellas y algo totalmente - distinto para otra. H b i p o s de relaciones socialirs, y algunas partes del yo s610 existen sub- jetivamente en relaci6n con nosotros mismos. De este modo, Mead incursiona en el mismo territorio que Sigmund Freud, aunque propone una divisi6n de las partes del yo totalmente distinta. Como veremos, el knfasis en 10s mtiltiples "yo" fue adoptado especialmente por Erving Goffman.

Mead fue pragdtico porque exalt6 el significado y la creen- cia como forma de acci6n. Desarroll6 el triunvirato semi6tico del significado propuesto por Peirce: siempre existe un gesto (o un sonido) que un organism0 transmite a otro, una respuesta de este ultimo y el act0 resultante que responde a ese gesto. Nuestro pensamiento se produce de la misma manera, por medio de sim- bolos cargados de significado. Hasta algo tan ordinario como una silla se simboliza mediante el gesto (verbal o de otra indole, como el act0 fisico de sentarse) y asi se incorpora a la comuni- caci6n. Los simbolos no son parte del mundo fisico que nos rodea, pues siempre esthn constituidos por objetos particular&

-a silla, ese rincdn de la habitaci6n-, mientras que 10s sim- bolos son universales. Bstos provocan la misma respuesta en todas las personas, lo cual 10s hace aplicables a innumerables situaciones particulares. Incluso un lenguaje verbal depende de su capacidad para producir la misma respuesta en otros. "Quien dice algo se esth diciendo a si mismo lo que dice a otros", seiial6 Mead, "pues, de lo contrario, no sabrh de qu6 habla".

Cuando Mead describe el desarrollo de la mente en el niiio, se basa en la idea de Cooley sobre 10s compaiieros de juego imaginarios del infante. Mead amplia el concept0 a1 juego en general, ya sea a solas o con otros niiios. La forma m b antigua del juego es una simulaci6n: se finge ser la m a d , el policia, el conductor de un vehiculo de juguete (o el vehiculo mismo) o cualquier otra cosa. Los pequeiios juegan sin cesar en esta forma porque es la primera y mas simple etapa del proceso de "ser otro ante uno mismo". Asi se aprende a asumir el papel del otro, una habilidad vital para asumir una posici6n externa acerca de nosotros mismos.

Para 10s niiios mayores, la siguiente etapa son 10s juegos organizados. Ya se trate del escondite o del bkisbol, se enfrentan

LA TRADICI6N MICROINTERACCIONISTA 273

a una nueva estructura que deben dominar. Para jugar en cualquier posici6n, el niiio tiene que adoptar las actitudes de todos 10s participantes del juego. El parador en corto debe saber lo que hace el bateador, y lo que hace el primera base a quien lanzarh la pelota; en cada posici6n se entrelazan las actitudes de todos 10s d e d s . El yo social se consolida &s en esta etapa. Con anterioridad, el nifio pequeiio cambia rhpidamente de un papel a otro, de un juego imaginario a1 siguiente y de un estado de animo a1 opuesto. Mead comenta que en esa rhpida sucesidn de roles consisten el encanto y la debilidad de la infancia. Dicha sucesi6n explica la espontaneidad rnaravillosa del niiio y su capacidad de dejarse absorber por las cosas, per0 tambikn la vo- lubilidad que lo lleva de la risa a las lagrimas en un momento.

Los juegos organizados representan una etapa mas avanzada de la organizaci6n del yo. Alli se adoptan 10s papeles con mayor deliberaci6n y se permanece en ellos mientras la situaci6n social lo exija. Tanto el yo como la red circundante de roles adquieren una estructuraci6n mhs firme. Por eso 10s nifios empiezan a interesarse por las reglas y pueden llegar a ser muy inflexibles en cuanto a la importancia de aplicarlas con rigor. No han llega- do a h a1 nivel de reflexividad mhs alto, donde 10s jugadores comprenden que las reglas son invenciones y pueden modifi- carse. Lo que representan esas reglas aparentemente externas es el logro de la estructura mental que Mead denomina "el Otro Generalizado". Ya no se trata solamente de adoptar uno mismo la posici6n de otra persona en particular, sino de la facultad per- manente de la mente que adopta la actitud de toda su comu- nidad. Es una especie de visi6n del espectador sobre todo el equipo de bkisbol, donde cada papel esth imbricado con 10s demas. "El Otro Generalizado" es la base de la compleja co- operaci6n institutional y configura la instituci6n de la sociedad. Por ejemplo, la propiedad no-es s610 nuestra relaci6n con un obieto fisico, sin0 el reconocimiento de w e nuestro derech'o rrozarh del reconocirniento general de 10s demhs. - -

"El Otro ~eneralizado"' tambien es d e c G o para la mente del propio individuo. %lo adoptando ante si mismo la actitud del "Otro Generalizado" puede concebir el individuo esos sim- bolos abstractos que constituyen la mente racional adulta. Las palabras son universales y demandan la misma actitud en todas las personas; esta implicaci6n de universalidad no podria exis- tir si no hubiera una estructura mental que adopta la actitud de

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274 CUATRO TRADICIONES SOCIOL&ICAS

todos. Es una especie de espejo global donde cada individuo proyecta sus propias expresiones para darles un significado general.

Las otras partes del yo provienen de esta estructura. Cooley habl6 del "yo espejo" como una imagen propia derivada del exterior. Mead coment6 que esto s610 es parte de la estructura. Existe un "yo", la parte de uno mismo que corresponde a la acci6n espontilnea en respuesta a la situaci6n social y que se expresa ante 10s demils. El yo no esM totalmente determinado por el exterior, pues tiene un elemento de libertad e iniciativa. Existe tambikn el "mi", el yo constituido por las attitudes que adoptan otras personas frente a uno. fista es la imagen propia, el yo como un ente orgulloso o humilde, bueno o malo, feo o her- moso. El "mi" es un yo derivativo que s610 emerge como reflejo despuks de nuestros gestos activos de comunicaci6n con otras personas. Asi, el espejo de Cooley se reduce a una posici6n menor y todo el sistema se vuelve mils didmico. El Otro Cene- ralizado desempefia un papel crucial en todo esto. El "espejo" no es s610 exterior, como lo creia Cooley; tiene que convertirse, mhs bien, en un elemento permanente de nuestra mente donde podemos reflejar nuestros pensamientos para darles el significa- do general que 10s vuelve comunicables. Su importancia no dis-

-..... y no espedfico,

pro60 pensamiento. . md-aqi unmdelo de lamnte-as, ma sgde4e

partes en.'intera@n. EsM anclado en la sociedad porque "el C ) t r o m d o n es su punto de referencia central, aunque sea invisible. A1 mismo tiemPo, el modelo es individual y fun- damentalmente libre, porque el "yo" siempre negocia con otros, en lugar de aceptar demandas sociales predeterminadas. Sin embargo, una vez miis, el pensamiento propio esM permeado por la sociedad, porque 10s registros que cada cud manipula en su mente a1 planear un curso de acci6n son otros tantos aspec- tos del "mi", pequeiias imilgenes de uno mismo que el indivi- duo imagina en diversas situaciones a1 ensayar mentalmen- te diferentes alternativas. Se podn'a decir (esta methfora es mia, no de Mead) que el yo es como un tablero de damas donde el "mi" (en realidad 10s mliltiples ("mi") son las fichas, el "yo" es el jugador que realiza 10s movimientos y el "Otro Generalizado"

LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 275

es la l h p a r a que pende sobre el tablero y hace que la partida sea inteligible. 0 bien, para usar otra metilfora, el yo es una serie de espejos que se reflejan unos a otros y que estiin en continuo movimiento. . r

Blumer crea el interaccionisrno simbblico

Podemos ver que el sistema de Mead puede aplicarse en- direcciones. En una se ponen de relieve la fluidez y el cariicter ne-del orden social. Es di6 l3EErf -B%umer, reforzado de sociologia de Chicago. Otra direcc-ente opues- ta, pues hace enfasis en que el yo esth incorporado a una-sqie -- Ze a eles sociales. E s t z P%r;p

la teoria e ro es. nalizaremos cada una de esas direcciones a su debido tiempo.

Como antes dijimos, George Herbert Mead no era soci6logo y public6 s610 unos cuantos textos sociol6gicos durante su vida. Sin embargo, sus conferencias en la Universidad de Chicago fueron muy populares en 10s aiios 20 entre 10s estudiantes de sociologia. Esa fue la epoca en que la sociologia estadounidense tuvo por primera vez una autentica tradici6n en materia de investigaciones, encabezada por 10s soci6logos de Chicago W.I. Thomas y Robert E. Park. fistos no eran especialmente expertos en el aspecto te6rico y sus intereses de investigaci6n tendieron a centrarse en 10s problemas sociales de la ciudad modem y la asimilaci6n de nuevos inmigrantes a la sociedad de 10s Estados Unidos. Sus teorias tendian a ser de indole mils ecol6gica y estructural que microinteraccional. Sin embargo, W.I. Thomas, quien recibi6 cierta formaci6n en filosofia alemana durante su estancia en ese pais a la vuelta del siglo, subray6 un elemento voluntarista muy compatible con el aspecto activista de Mead. Entre las pilginas de un tratado de problemas sociales titulado The Child in America (El niiio en los Estados Unidos), Thomas insert6 varios enunciados breves aue des~ues serian famosos como "el teorema de Thomas". " s i A l h .--- definen ciertas - s!tuaciones como reales,Xiitonces estas son reales en sus conse- cuencias", __.- afirma el argument0 principar~a vida social tiene una caracteristica por la cual tiende a convertirse en lo que la gente piensa que es. Si una conducta se define como un raigo de prestigio, la gente la adoptarh; si la definen como algo negativo,

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276 CUATRO TRADICIONES SOCIOL&ICAS

serii considerada como una desviaci6n social y todas las per- sonas que desean ser respetables la evitariin.

Esto hace que la vida sea sumamente fluida y susceptible de cambiar con rapidez. Si es posible modificar la definicibn de una situaci6n, la conducta correspondiente cambiarii, llegando a veces a extremos asombrosos. Esta interpretacibn de Mead fue subrayada por Herbert Blumer, quien era entonces un joven profesor del departamento de sociologia de la Universidad de . . chicago. Tras lamuerte de Mead en 1931, Blumer s- su m ~ s ardiente ~ortavoz. EI acuii6 el tkrmino "interaccioniRmn simb61icon ~ a r a resumir la ~osici6n de Mead. v se iactaba de

I , I

reiterar~ackn fidelidad. ~ i i embargo, cabe seiialar que ha habido considerables controversias al-respecto. El interaccionis- mo simb6lico de Blumer se asemeja mucho miis a un desarrollo de la "definici6n de la situaci6nn de Thomas, que a1 aspecto de Mead cultivado por el conductista Watson, y es muy diferente de 10s trabajos de 10s te4ricos de roles que trataron de cristalizar las ideas de Mead en un conjunto determinante de leyes explica- tivas.

Tambikn hay algo de la filosofia de John Dewey en el inter- accionismo simb6lico de Blumer. Ademiis, Dewey trabaj6 en la facultad de filosofia de la Universidad de Chicago antes de trasladarse a Columbia, y es probable que haya participado del clima intelectual que rode6 a Blumer. Dewey impugn6 el mo- d e l ~ utilitario del actor racional como quien elige ciertos medios para lograr sus fines y, por ende, maximizar las recompensas y minimizar las sanciones correspondientes. Dewey dijo que 10s medios y 10s fines no estdn separados en el mundo real. En situaciones ordinarias actuarnos por Mbito y encontramos 10s fines sobre la marcha, al mismo tiempo que 10s medios para alcanzarlos. Una situaci6n fluye hacia la siguiente y en eso no interviene, de ordinario, una mentalidad racional calculadora.

Blumer adopt6 este modelo situacional y lo llev6 a1 extremo. La gente no encuentra sus roles listos para usarse: 10s crea y recrea sin cesar, al pasar de una situaci6n a otra. Las institu- ciones que llamamos sociales --el Estado, la familia, la eco- nom'a- s610 existen cuando la gente se redne realmente en ciertas situaciones. Podemos actuar en conjunto porque cons- truimos acciones en forma mancomunada. Esto se realiza me- diante un mecanismo que Mead ya habia descrito: cada indi- viduo se proyecta a st mismo (es decir, el aspecto del yo que co-

rresponde a1 "mi") en diversas posibilidades futuras; cada uno asume el papel del otro para ver quk tip0 de reacci6n provocarii su acci6n; el resultado es que cada uno decide su actuaci6n en funci6n de las consecuencias previstas de acuerdo con las reac- ciones de la otra persona. La sociedad no es una estnrctura sino un p r o c m Las definiciones de las situaciones surgen de esta continua negociaci6n de perspectivas. La realidad se construye socialmente. Si adopta la misma forma una y otra vez es porque las partes de la negociaci6n llegan a la misma resoluci611, pero nada garantiza que no puedan hacerlo de otro mod0 la pr6- xima vez.

En su versi6n del interaccionismo simb6lic0, Blumer concede un lugar especial a la espontaneidad y la indeterminaci6n. Toda institucidn cambia y la sociedad puede estallar en una revolu- ci6n. Esto jamiis lleg6 a ser la posici6n predominante en la so- ciologia estadounidense. Incluso durante la carrera de Blumer, 10s enfoques evolucionista y ecol6gico de la estructura cedieron el lugar al funcionalismo estructural de Talcott Parsons y Robert Merton, por una parte y, cada &a mAs, a las teorias macro del conflicto, por la otra. Sin embargo, Blumer hizo del interaccio- nismo si -riente subterriinea y una elo- c m n vehemencia a todas las posiciob -P-- riva es, pues pens6 que materializaban la estructura social y perdian de vista la realidad primordial: el individuo que nego- cia situaciones sociales. A juicio de Blumer, el funcionalismo jugaba con las categorias abstractas en forma irreal. Blumer con- den6 por igual la investigaci6n de encuestas y 10s m4todos cuantitativos de investigaci6n en general (que desde 10s aiios 50 son cada dia miis populares en uno de 10s sectores de la socio- logia) porque consider6 que en ellos se pierde la esencia de la vida social. Las respuestas a un cuestionario sobre las actitudes personales se alejan por completo de la realidad, declar6 Blu- mer, porque presentan como abstracciones las situaciones reales en que la gente actcia. Por ejemplo, cuando se pregunta a al- guien cuiiles son sus actitudes ante las relaciones de raza, la respuesta muestra c6mo actda la gente cuando habla con un entrevistador, per0 no revela c6mo se comporta en situaciones concretas donde tiene que alternar realmente con personas blan- cas o negras. Los comentarios negativos de Blumer abrummn a sus opositores, uno de 10s cuales lo acus6 de ser "el sepul- turero de la investigaci6n sociol6gica".

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A pesar de todo, la influencia de Blumer fue notable. Per- maneci6 20 aiios en la Universidad de Chicago y public6 el pres- tigioso American Journal of Sociology; despues, en 10s aiios 50, se traslad6 a la costa occidental del pais para organizar el famoso departamento de sociologia en la Universidad de California en Berkeley. El interaccionismo simb6lico no fue &lo una critica de otras sociologias, sin0 cre6 su propia tradici6n de investigaci6n. Aprovechando la fuerza de la Escuela de Chicago en la obser- vaci6n participativa, esa corriente desarroll6 una teoria de las ocupaciones y profesiones que no concebia a btas como enti- dades, sin0 como procesos: formas de interacci6n que negocian 10s propios participantes. Orientado por un colega de Blumer en Chicago, Everett Hughes, el enfoque interaccionista simb6lico aplicado a las profesiones mostr6 c6mo 10s m6dicos, abogados y conserjes, por igual, maniobran para ocultar su trabajo sucio y maquillar su imagen publica. (La influencia empirica de esto en Erving Goffman ya es obvia, aunque 41 tom6 sus interpreta- ciones te6ricas de otra tradici6n: la durkheimiana.) El cuadro resultante esth muy lejos de la visi6n oficial y encomilistica de las profesiones suscrita por 10s funcionalistas; mAs bien, es una denuncia de Pa politica oculta de las profesiones.

El otro basti6- . . b61ico es el estudio de

las desviaciones. Investigadores como Alfred Lindesmith, Ho- w'ard Becker y Edwin Schur adoptaron la 6ptica del "circulo interior" para observar las situaciones y perspectivas de delin- cuentes, alcoh6licos, drogadictos y otros infractores de las nor- .mas sociales, en lugar de aceptar el punto de vista oficial de las agencias de control social. Ellos mostraron c6mo siguen 10s "desviados" su propia carrera y llegan a una interpretacidn de si mismos que 10s hace emprender un derrotero opuesto a1 del mundo "decente" o "normal". Desde esta perspectiva, la "des- viaci6n" no es una categoria que deba aceptarse sin reflexi6n; las normas violadas no son una entidad objetiva, sin0 algo que se negocia sobre bases politicas. Edwin Schur describe la creaci6n de "crimenes sin victimas", como el uso de drogas, 10s juegos de azar o el aborto, y Howard Becker cre6 el concept0 de "empresarios morales" para analizar las maniobras de miem- bros del sector oficial que intentan crear nuevas categorias de desviaciones para imponer sanciones a otras personas.

El interaccionismo simbiilico se ha inclinado hacia 10s desva- lidos, lo cual contrasta marcadamente con las benignas y sim-

LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 279

plonas declaraciones oficiales que solia hacer Cooley acerca de la sociedad. La trayectoria de 10s ultimos 70 u 80 aiios le llev6 del superestrellato a la clandestinidad, y el viraje se produjo a raiz de la critica de Blumer contra la sociologia oficial. En 10s ultimos aiios, el interaccionismo simb6lico se ha aliado con un enfoque marxista del conflicto, por lo menos en el caso de algu- nos soci6logos. Esto no se aplica a todas las formas de la teoria del con€licto, menos alin a la variedad materialista mlis intransi- gente, pero el interaccionismo simb6lico se ha adaptado bas- tante bien a una versi6n antipositivista y anticientifica del mar- xismo que destaca 10s rasgos transitorios y arbitrarios del orden social capitalista. En esta convergencia hay incluso una profun- da 16gica intelectual, pues ambas tradiciones tienen antepasa- dos remotos en filosofias idealistas e historicistas alemanas, como las de Hegel y Dilthey.

Sin embargo, no todos 10s seguidores de Mead han avanza- do en esta direcci6n. Hay una rama mlis, autodenominada tam- bi6n interaccionismo simbdlico -aunque a veces se le llama "teoria de rolesn- que intenta elaborar una teoria cientifi- ca general del yo en relaci6n con la estructura social. En esta linea de anhlisis, las instituciones sociales esthn formadas por roles en 10s cuales encajan 10s individuos. En la farnilia existen 10s roles de padre, madre, hijos, hermanos y asi sucesivarnente. Esos roles no son negociados por 10s participantes: existen de antemano. La teoria se vincula con la visi6n funcionalista de la sociedad, sobre todo cuando afirma que 10s roles estlin confor- mados por normas y valores institucionalizados. Estas cate- gorias pueden ser algo huecas, pero parte de esa teoria se pro- pone establecer diferencias etnpiricamente discernible en el comportamiento individual. La parte mils desarrollada de la teoria estudia 10s multiples papeles que puede desempeiiar un individuo en su "conjunto de roles" (t- vor Ro- bert Merton, quien integro la teoria de roles a su anlilisis fuK- cionalista). Asi, una mujer puede ser a1 mismo tiempo esposa (de su c6nyuge), madre (de sus hijos), hija (de sus padres), empleada (de su jefe), lider (de un comit6 de padres y maestros) y asi por el estilo. La pregunta ldgica es: jc6m0 manejan 10s indi- viduos 10s posibles conflictos entre las distintas partes de su conjunto de roles? En la parte mhs refinada de la teoria, desa- rrollada por Ralph Turner, se ofrece una serie de proposiciones para prever los papeles en 10s que el individuo tiene mils pro-

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babilidades de ubicarse; es decir, j a n qu6 papeles se identifica d s como "verdaderamente" 8 rnismo, y a cu8les considera m6s superficiales?

Hay una notable diferencia de tono entre dos ramas del inter- accionismo simb6lico. Esto se percibe a1 comparar a 10s te6ricos de roles, como 10s que usan 10s ejemplos dom4sticos y triviales antes mencionados (la madre lideresa y asi sucesivamente), con 10s temas "clandestinos" que prefieren 10s situacionalistas blu- merianos m6s radicales. Los te6ricos de roles pugnan por crear una teoria cientifica, mientras que 10s situacionalistas tratan de desacreditar la teorizaci6n abstracta, exaltando en su lugar la fidelidad a la fluidez y espontaneidad de la vida real. No obs-

avanzando hacia un modelo cientifico, pero ha reducido su al- cance a1 estrecho tema de c6mo se incorpora el yo a 10s roles sociales. Con esto no s610 se pierde el aspect0 dindmico del indi- viduo, en el que tanto insistia Mead, sin0 se vuelve parcial la

I teoria del yo. Mead ya habia elaborado un modelo de la mente que especificaba el aparato interno de la conciencia: la conver- saci6n interior del "yo", el "mi" y "el Otro Generalizado", con lo cual forj6 una teoria sociol6gica del pensarniento. La teoria de roles pierde de vista esa estructura interna y s610 seiiala las diversas formas en que el yo se vincula con una u otra parte de la sociedad. En terminos de Mead, es solamente una teoria del " mir' .

En mi opini6n, la teoria de Mead sobre la mente no se ha agotado. De hecho, apenas ha sido tocada. Las versiones situa- cionalista y de la teorla de roles, dentro del interaccionismo sim- bdlico, han desviado la atencidn de la aportaci6n &s impor- tante de Mead: una teoria del pensarniento genuinamente so- ciol6gica. Tal vez por eso, entre otras razones, el impetu te6rico

I I de la rnicrosociologia ha sido sustituido en 10s dltimos aiios por

11 otra llnea te6rica que no proviene en absoluto de las raices esta- /I dounidenses establecidas por Peirce, Cooley y Mead. Es una

aproximaci6n a la sociologia de la conciencia totalmente distin- I ta, que navega bajo la bandera de la etnometodologia o la

fenomenologia.

LA TRADICI~N MICRONTERACCIONISTA 281

La socwlogi/l de la conciencia: Husserl, Schuh y Ga@nkel

En 1966, Peter Berger y Thomas Luckmann publicaron un libro con este titulo revelador: The Soczbl Construction of Reality (La construcci6n social de la realidad). Los autores, un estado- unidense y un alemh, estudiaron teologfa y filosofia, y su argu- mento produjo una conmoci6n en 10s grandes circulos de la sociologia, acostumbrados a ver el mundo como algo objetivo e independiente de 10s seres humanos que lo habitan. A1 d o si- guiente, Harold Garfinkel public6 una declaraci6n adn &s ra- dical en Studies in Ethnomethodology (Estudios de etnometodolo- gia). Esta obra es una colecci6n de trabajos que ya habian sido estudiados ampliamente, en reuniones privadas, por un grupo de sus fervientes seguidores. Con la publicaci6n del libro, el movimiento "clandestine" se ilumini, de pronto bajo la luz de la fama. La sociologia era ' s; nticleo mismo por un grupo ae radicales e p i s n d e ingenua y caren& de base, y proponian la n&esidad de sustituirla @r uiia nueva disciplina llamada "etnometodologia".

Huelga deci; que logr6 sustituirla, pero t&os comprendie- ron que el viejo circulo establecido de k sociologia ya no ins- piraba una iealtad generalizada y que una de las facciones con- tendientes en el nuevo escenario intelectual era explicitamente revolucionaria. Los "etnos", como se les llamaba, no eran nece- sariamente revolucionarios en sentido politico; para casi todos, el marxismo s610 era una parte del viejo modo de pensar a1 cual era precis0 derrocar.

iCuAles eran sus demandas? La rnayoria de la gente no lo sabia con certeza. Garfinkel y sus seguidores solian escribir en un estilo rebuscado, con una terminologia muy particular, se reunian en privado y hacian muy pocos esfuerzos por presentar sus hallazgos a1 resto de la especialidad. Muchos soci6logos 10s consideraban como miembros de un culto. Parte del problema fue que 10s etnometod6logos introduieron dos innovaciones radicales a1 mismo tiemvo. Por una w t e . le dieron a la s d o -

1 - - -

m c a r d c t e r mucho m6S filos6&dei que habia tenido en. 10s dltimos 60 afios o miis; por la otra, la filosofia que introdu- jeron no resultaba c z pues p m de la fenomenoiogia ale tenido un carticter neta-- hente filos6fic0, habria sido m6s fAcil desecharla. No obstante, tambien se la consideraba mucho m8s empirica que la sociologia

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convencional. Una de las principales razones por las que se descartaba la sociologia vigente era porque, supuestamente, no habia logrado incidir en el verdadero sustrato de 10s hechos que deberiamos observar. La investigaci6n de encuestas se contenta- ba con hacer preguntas y confundia las respuestas con la forma en que la gente maneja realmente su vida. La sociologia hist6ri- ca se basaba en documentos aun mds alejados de la realidad social. Los interaccionistas simb61icosf como Blumer, hicieron algunas de esas criticas, pero 10s etnos usaron la misma arma contra ellos. Los interaccionistas s i m b d d k p l n s a h n n m e n t e la superficie de la interacci6n; hacian interpretaciones, per0 no negaban a1 meollo porque no la examinaban bastante de cerca.

No fue raro que 10s interaccionistas simbblicos se sintieran ultrajados por ese ataque. Se habian sostenido varios aiios con- tra el frio y duro positivismo de la sociologia estadounidense, defendiendo la definici6n de las situaciones y la fluidez de las relaciones sociales. Ahora 10s atacaban por el flanco en que me- nos lo esperaban, pues se les acusaba de no ser bastante radi- cales e incluso de formaFparte del Establishment social mismo.

, creacci6n de muchos interaccionistas simb6licos consisti6 en declarar que 10s etnos no eran algo nuevo; que habian sido des- critos con anterioridad por 10s interaccionistas simb6licos y (con cierta incongruencia) que habian ido demasiado lejos y des- truian completamente la realidad social.

Un poco alejados de aquella pugna, podemos ver que 10s etnometod6logos hacian en realidad algo diferente. Sus precep- tos filos6ficos y tebricos provenian de una orientaci6n muy dis- tinta de toda la sociologia estadounidense anterior; ademds, su empirismo era de una indole radicalmente nueva.

Consideremos primero la genealogia filos6fica. Como Berger y Luckmann, Garfinkel hizo mucho mds compleja la historia in- telectual de la sociologia. Todos ellos provenian del fildsofo alemdn Edmund Husserl, a quien nadie consider6 antes como miembro de la tradici6n socio16gicaf ni siquiera 61 mismo. Husserl fue contemvordneo de w, y escribi6 su obra entre la dkcada de 1890 y la de 1930. Sus disci ulos mds famosos fueron 10s fil6sofos e ~ l i s t a s M d y Jean-Paul Sartre. u e @onto, la historia se redefini6 y esos pen- sadores se incorporaron a la tradici6n sociol6gica. iSin duda fue una verdadera construcci6n --o reconstrucci6n- social de la realidad! No obstante, eso tiene cierta 16gica. Otro alumno de -

LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 283

quien huy6 de 10s nazis en 10s aiios e la Nueva Escuela de Investigaci6n

Social, fundada en torno de intelectuales alemanes ernigrados, en la ciudad de Nueva York. ~e*er y Garfinkel escucharon las conferencias de Schutz en la Nueva Escuela en 10s aiios 50. Asi pues, cuando afloraron la etnometodologia y la fenomenologia social, a fines de 10s aiios 60, tamb-Srhutz cobr6 nueva vida, se pubficaron colecciones de sus manuscritos y fue incluido en el pante6n de la historia.

~Cuzil es entonces la importancia de Husserl para la socio- logia? 81 fue un fil6sofo muy ambicioso que intent6 desechar to- da la filosofia anterior, por infundada, y restablecerla sobre una base de certidumbre absoluta. Husserl comenz6 como matemd- tic0 y su ideal era que la filosofia llegara a ser tan cierta como supuestamente lo eran las matemziticas. Sin embargo, ni si- quiera esta ciencia tenia suficiente certidumbre y tambien debia colocarse sobre nuevos cimientos. Husserl creia que la filoso- fia era la base de todo conocimiento y que ninguna ciencia podia considerarse segura mientras 61 no llevara a feliz tkrmino su cometido. Ahora podemos entender la actitud de Garfinkel ante la sociologia, pues pens6 que sus fundamentos tambien serian endebles mientras no realizara su tarea etnometod016gica~ apli- cando el m6todo fenomenol6gico de Husserl.

$or que son endebles las ciencias empiricas? Porque se ba- san en el metodo naturalista. En ellas se supone que existe un mundo a1 cual podemos observar para hacer generalizaciones por inducci6n. Sin embargo, ningun proceso inductivo realiza- do a partir de particulares ernpiricos puede producir un cono- cimiento totalmente firme: sabemos que algo ha ocurrido en muchos cams precedentes, per0 no hay garantia de que ocurra lo mismo en el caso siguiente o en cualquiera otro en un futuro indefinido. Asi mismo, el manejo convencional de las reglas de la 16gica no aporta reglas vdlidas para todo tip0 de razonamien- to, porque no esclarece con qu6 bases puede probar que las reglas deben ser asi. La verdadera 16gica tendrfa que ser mucho mzis universal y no s610 para determinados tipos de razona- miento, sin0 para todos 10s tipos posibles. Es fdcil apreciar que Husserl tenia normas muy estrictas para el conocimiento y esta- ba dispuesto a desechar todo lo que no estuviera a la altura de esas normas. En lugar de eso, preferia volver a empezar con un nuevo metodo capaz de aportar resultados totalmente seguros

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en todos 10s casos. A ese mbtodo le llam6 fenomenologia. El principio baico de la fenom- . . i le

cap&-sencia de las cosas sin tener auepependsr 6 absoluto de evidencias empfricas. Ningfin experiment0 u observaci6n cientifica, incluida la psicologia, podrd desmentir [o ratificar] j a b s esas esencias, p&que arkcehen a toda expe- riencia. Sin embargo, es posible detectar dichas esencias me- diante la observaci6n1 per0 de una lndole muy peculiar. Para eso se aplica el mbtodo que Husserl llam6 de epochi o de "corche- tes": se acepta el contenido de la conciencia tal como llega, sin juzgar si es verdad o mentira. En otras palabras, la experiencia no se recibe como tal, sino como una forma de conciencia pura. Adeds, Husserl estaba convencido de que esas experiencias contienen las formas o esencias puras. Vemos constantemente las cosas como universales, pero h realidad empirica siempre se presenta en la forma de particulares. Cuando vemos dos objetos rojos, por ejemplo, sabemos que son del mismo color, aun- que eso no se puede inducir a partir de la experiencia. fista se

I refiere siempre a algdn objeto en particular y no seria posible hacer la comparaci6n, y reconocer que ambos objetos son rojos, si no tuvibramos de antemano una concepci6n general y uni-

I versa1 de rojo, que se aplica a 10s dos por igual. De este modo, Husserl se propuso hacer el inventario de

todas las esencias vuras aue conforman la estructura absoluta del universo. A pksar d< que solia rechazar el rn&cxlo-del empirismo, pr&edi6 "empiricamente", por decirlo asi. El fil6so- ro no sabe previamente que son esas esencias: las tiene que des- cubrir coldcando entre corchetes una experiencia tras otra y haciendo el inventario de sus hallazgos. De este proceso surgen leyes supuestamente vdlidas en todas partes y en cualquier cir- cunstancia. A1 aplicar este mbtodo a1 estudio del tiempo, por ejemplo, Husserl postul6 principios como bste: "las relaciones temporales son asimbtricas".

Pese a todo, Husserl dudaba a veces si habia sondeado lo suficiente, es decir, si 10s principios que propuso eran bastante universales para constituir la estructura absoluta del universo. Tambibn nosotros podriamos preguntar, por ejemplo, si un ale- mdn que examinara las formas de su conciencia "entre corche- tes" en el aiio 1910 llegaria necesariamente a las rnismas conclu- siones que un monje budista que lo hiciera en la India, en el aiio 4-00 a. de JC. Empero, el mbtodo de Husserl dio un tremendo

LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 285

impulso a sus seguidores de otras generaciones, poniendo en rnarcha la blisqueda de la esencia de las cosas y de las leyes que gobiernan el universo, si no en su totalidad, por lo menos como lo capta la experiencia humana 'en diversos hbitos. ,El, disci- pulo m d s u s s e r l , Mart in -und6 el exis- tgncialism- con la blisqueda de la esencia del ser humano. Lleg6 a una c o n c l u s i ~ n t a e s e n c i a de la existencia humarlils9produceen el &mp~ysuwsemuk@fi- tiva es "el a v a n c e d e l - h u a w k ' ' . La esencia del spr humano es que no tiene esencia; carece de fundamento desde el puntbde vista 16gico: no hay raz6n por la cual, por principio de cuentas, 61 o ella deba existir en lugar de la nada. El ser lumaw- ha sido "arrojado a1 mundo" sin u w a . Esto se refleja en el proceso por el cual el tiempo constituye la categoria fundamental de la existencia. La falta de fundamento l6gico de la existencia encuentra su justo cumplimiento a1 final, cuando llega la muerte. Jean-Paul Sartre plant& esto con mayor agude- za en la dkada d e m a n a es pura 6@Wi6n y el fluir de nuestras vidas es una serie interminabkdea&m&e La&@a, que labra un futuro vacio con 10s bloqu_esdecanstrur= ci6n ya mu-

Es un conjunto de ideas realmente dramiitico, pero jc6m0 se llega desde ellas hasta la etnometodologla? En realidad, hay una ruta mds directa que pasa por otro alumno de Husserl: Schutz. Sin embargo, no debemos olvidar a 10s existencialistas, porque el tono fundamental de Garfinkel se asemeja mucho mds a1 de Heidegger que a 10s de Husserl o Schutz. Garfinkel imparte a la sociologia un sabor dramdtico y una intensidad apasionada con sabor a la angst (angustia) existencialista, que segdn Heidegger era la emoci6n humana esencial. Si para &te y Sartre la vida humana carece de fundamento y esth suspendida sobre el borde del olvido, para Garfinkel la sociedad se caracteriza por la misma falta de fundamento.

Emprendamos por un momento la senda mAs segura, a travbs de la fenomenologia social de Alfred Schutz. 81 se propu- so investigar qub esencia podria encontrarse en un t i p de expe- riencia determinado: c6mo percibe la gente el mundo social a travbs de su experiencia. Para eso aplic6 simplemente el mbto- do de Husserl a otra de las dreas especializadas. (Tambibn con- sider6 que habia expuesto en detalle lo que Max Weber debi6 hacer para dar seguimiento a su mbtodo de verstehen.) Schutz

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286 CUATRO TRADICIONES SOCIOL~GICAS

pmpuso una serie de presuntas leyes, como &as: el principio de que la conciencia social tiene una tensi6n especifica porque esta totalmente despierta; que la conciencia social implica la sus- pensi6n de la duda -aceptamos la realidad de lo que se pre- senta, porque suponemos una reciprocidad de perspectivas-; presuntamente todo el mundo te ve como me ve a mi; que nues- tra actitud prevaleciente consiste en trabajar hacia la misma meta; y que experimentamos nuestro ser como nuestro yo operante.

Esas leyes pueden ser vdlidas o no. Erving Goffman fue uno de 10s que las consideraron invdlidas y argument6 (corno vere- mos luego) que sus propias investigaciones arrojaban una ver- si6n mucho mas compleja y refinada de las actitudes de la vida diaria. Claro que la idea segun la cual el yo de cada persona se vive como la experiencia del yo, que se esfuerza por alcanzar una meta, es una generalizaci6n abusiva del examen de Schutz sobre su propia personalidad (61 trabaj6 muchos aiios en un

I banco porque no conseguia una plaza acadkmica). Garfinkel I acept6 algunos principios de Schutz, per0 s610 despubs de re- I examinar toda la cuesti6n. Lo que para kste s610 fue una feno-

I menologia de cafk, Garfinkel lo convirti6 en una investigaci6n empirica, aunque inkdita e incluso extravagante. A1 hacerlo, Garfinkel hizo nuevos descubrimientos que rebasaron por am- plio margen la visi6n de Husserl y la de Schutz.

Garfinkel es el mas famoso de 10s soci6logos seguidores de la fenomenologia de Husserl, y lo merece. Berger y Luckmann pre- sentaron la idea general de "la construcci6n social de la reali- dad", per0 el mundo fenomenol6gico que describieron se parece mucho a nuestro mundo ordinario. Estd edificado de mod0 subjetivo --a, mPs bien, intersubjetivo- per0 de hecho es casi el mismo que nos presenta la creencia ordinaria, no muy distinto del mundo idealizado del "muchacho explorador" de Cooley. Garfinkel se ubica en un universo diferente. Su mundo se posa sobre un abismo. Estd edificado socialmente, es mun- dano y se acepta como lo mds natural, per0 no porque en ver- dad lo sea. Todo lo contrario. Para Garfinkel, el mundo real es

, I inescrutable e intocable. Alli estA, per0 como un misterioso "fac- I I

I tor x" a1 que le atribuimos diversas interpretaciones sociales. Nuestro principio social miis fuerte consiste en no tocar esas

I ' interpretaciones, so pena de comprobar que son muy frdgiles y descubrir que no tienen fundamentos.

LA TRADIcI~N MICROINTERACCIONISTA 287

Dijimos que Garfinkel es un empirista radiral. Esto es verdad porque afirma que no es posible hacer inferen&samrca-del mundo a p a r w e n i n d n tip0 de inforrnaci6n. Necesitamos ver las cosas por nosotros mismos 'e incluirnos como parte de la observaci6n. De hecho, 10s mktodos por 10s cuales atribuimos sentido a nuestra experiencia son el objeto principal de la inves- tigaci6n. El propio tbrmino "etnometodologia" se refiere a este enfoque: "etno" o "etnografia" significa el estudio de algo por 0bservaci6n~ y "metodologia" se refiere a 10s mktodos que usa la gente para dar sentido a la experiencia.

En una etapa de su carre-se hizo famoso porque enviaba a sus alumnos de la UCLA a hacer "experimentos" que implicaban "romper" la superficie de la vida diaria que acepta- mos como lo mds natural. Pedla a 10s estudiantes que regresaran a sus casas y actuaran alli como si heran extrafios, aplicando con rigor las normas de la urbanidad, a1 extremo de pedir per- miso para usar el baiio y asi sucesivamente. A otros alumnos les asignaba la tarea de ir a una tienda, escoger un tubo de den- tlfrico de 99 centavos y regatear con el dependiente para-ver si rebajaba el precio a 25 centavos. El objeto de este ejercicio no son las costumbres sociales especificas imperantes en el hogar o en la tienda, cuyos perfiles se presentan con mayor relieve cuando son infringidas (todo lo que estd "entre corchetes" en la visi6n de Husserl). Lo que aqui estA en juego es la estructura general de la "actitud natural": la organizaci6n que la gente espera encontrar en la vida cotidiana. El mktodo de Garfinkel fue mzis un recurso didzictico que un experiment0 dirigido a un audito- rio cientifico. El propdsito del estudio de la fenomenologla es esclarecer las estructuras de nuestra propia conciencia. Como lo diria Garfinkel, esos experimentos son "buenos para nuestra

. alma". A pesar de todo, Garfinkel ha mostrado vacilaciones sobre si

esas experiencias pueden generalizarse y documentarse. Por una parte, todavia se apega al programa de Husserl: se pmpone alcanzar una certidumbre absoluta y mostrar las estructuras mas generales y universales de la experiencia, pues asi seria posible consignarlas en el discurso cientifico y describirlas en libros. Por otra parte tenemos el descubrimiento capital del pro- pio Garfinkel: que e alizaciones de ese tipo. A1 r e d u c i r l ~ r s i o n a inevita- blemente su verdadera naturaleza. Por lo tanto, parece que Car-

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288 CUATRO TRADICIONES SOCIOL6GICAS

finkel pens6 que la linica forma aut&ntica de transmitir sus prin- cipbs a sus discipulos inmediatos era inducirlos a realzar por si mismos las experiencias de investigaci6n. M s que ninguna otra cosa, esta posici6n intelectual le gan6 a la etnometodologia la fama de ser un culto.

A pesar de todo, todavia es posible que 10s no iniciados saquen provecho de la etnometodologia, segun el pmpCisito de Husserl, que consistia en hacer un planteamiento del cono- cimiento general. En su terminologia mhs tardia, Garfinkel habla del mundo de 10s "objetos Lebenswelt" que se convierten en "objetos signo". El tbrmino Lebenswelt, tomado de la fenome- nologia alemana, significa literalmente "el mundo de la vida", es decir, el mundo en que vivimos, tal corno lo experimentamos en realidad. Por otra parte, 10s "objetos signo" son el mundo del cual hablamos o a1 que nos referimos socialmente. Se podria pensar que ambos son lo mismo, pero hay una clara diferencia: aquel sof6, la mAquina de escribir que veo sobre la mesa o el

I

I auto estacionado en la calle son una cosa cuando 10s aceptamos

I sin reflexi6n alguna, 10s usamos, vivimos con ellos y 10s igno- I ramos, pero son algo muy diferente cuando nos referimos a ellos

mediante nuestros signos verbales. Mtis aun, estamos atrapados I en nuestros signos; no nos podemos despojar de nuestra pie1

verbal. En cuanto empezamos a v-n a las cosas, 1% convertimos en o w rdemos como obiem Lebenswelt. Para nosotros, como lo plantea Garfi el, 10s obje-

. y!==-T&-

tos del mundo esan constituidos por lo que 10s vuelve defi- nibles; son lo que significan para nosotros socialmente en virtud de la estructura simb6lica que usamos para contabilizarlos ante otras personas.

Asi pues, el mundo de Garfinkel tiene multiples niveles. Existe el mundo mismo v tambien el mundo tal como nos refle- jamos en 61. La reflexi6nbansforma inevitablemente lo ue es el mundo para nosotros; no podemos saber c6mo -1 es el m no pensamz en 41, del mismo mod0 clue nos es im osible saber two estdn las cosas cuando no las m i r a m a d a d es que no tienen "apariencia" alguna. Lo unico que se puede decir es

I I que son y que el mundotiene esa doble ktruckra. En conse- t

I I cuencia, esta Gltima declaraci6n es la ley fundamental de I

I Husserl en la versi6n del sistema actualizada por Garfinkel. I ~ C U A ~ S son las consecuencias sociol6gicas de este des-

cubrimiento? SegQn Garfinkel, la sociologia s610 se ocupa de 10s

LA T R A D I C I ~ ~ ~ MICROINTERACCIONISTA 289

"objetos signo"; no penetra la realidad de las cosas, el autbntico kbenswelt. Hasta 10s interaccionistas simb6licos se engaiian a1 pensar que han penetrado el sustrato de la vida social, en sus situaciones y asignaci6n de roles. Tambibn ellos s6lo producen otro conjunto de "objetos signo" que se interponen en el camino de la vida real tal como la experimentamos.

hay salida para esta situaci6n? Garfinkel recomienda a 10s soci6logos que empiecen de nuevo y se acerquen lo m6s posible a las experiencias reales que conforman 10s detalles de la vida social en cada momento. Por supuesto, no pueden describir el kbenswelt mismo porque eso es imposible, pem pueden seiialar 10s mbtodos precisos con 10s cuales convierte la gente sus diver- sos objetos Lebenswelt en 10s "objetos signo" particulares que Cree percibir a su alrededor. Asi, la etnometodologia se vuelve un programa de investigacibn complejo y lleno de detalles. Por ejemplo, 10s etnometod6logos han invadido el terreno de la so- ciologia de la ciencia. El propio Garfinkel examin6 con gran detalle la grabaci6n magnbtica obtenida por un grupo de astr6- nomos que hiciemn un descubrimiento "inexplicable" en el cielo estrellado y despu&, poco a poco, lo convirtieron en un "objeto signo" y le a~i-~naron la estkctura de un "vulsar". Igual

Otros etnometod6logos han estudiado- la forma en que las matemtiticas realmente se producen, a partir del esfuerzo de 10s matem6ticos, en la vida real, que plantean argumentos y de- muestran c6mo conducen estos a una serie de teoremas y prue- bas a 10s que se atribuye validez universal. Una vez creada la prueba matemiitica, todo el pensamiento de la vida real que intervino en su elaboraci6n se suprime y la f6rmula publicada se interpreta err6neamente como la imagen de un objeto que existe por si mismo sin intervenci6n de la mano del hombre. Todo el mundo del trabajo se exarnina en la misma t6nica. En

a "pmducci6n local" de algo que social de ser regetible, rn- - onstruye su actividad de "fonta-

+ nero- realizando ciertas prticticas concretas en situaciones muv especificas; asi, lo que 'hace queda investido de una intef pretaci6n social que trasciende las situaciones mismas. El Lebenswelt que se encuentra bajo el fregadero se transforma en el

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"rol" social de "fontanero" y, presuntamente, es un objeto real. Asi pues, en cierto sentido, la sociedad esth llena_derosas $u-

sorias. Sin embargo esas ilusiones son necesarias. No podemos m n d i r de 10s objetos signo; no podemos vivir sin convertir las situaciones especificas en casos definibles mediante reglas y roles generales, no importa que estos s610 existan en nuestro sis- t e m de interpretaci6n. Como lo revelaron 10s primeros experi- mentos de "rompimiento de hhbitos", cuando la gente se siente obligada a cuestionar la indole supuestamente natural de_& si nificados que asigna por convenci6n a las cosas, se siente per- -%-- ----- tur ada. Su inaci6n le hace c o m p r e n w e si empieza a reconocer el carhcter arbitrario de algunas cosas, dolo con todas las de- detenerse.

eamos a aceptar las ad social es frhgil. La gente es fundamen-

talmente coniervadora, n~ en sentido pol&co sin0 c-, p T e sientepor intuici6~ que el mundo social esth _ formado. _--_-- - -

un abismo. Esas por cGnS%-UCCioiiZS Zbiiiarias Z$%s---- .--- .- construcciones se s o s t i e n e n f i ~ ~ ~ r e s a o s a cuestionarlas por temor de que todo el edifiziise derrumbe. - LA SOCIOLOG~A DEL LENGUAJE Y LA COGNICI~N

Se puede avanzar en otra direcci6n a partir de la etnometo- dologia de Garfinkel. El programa para analizar la producci6n local conduce a recuentos muy detallados de c6mo se cons- truyen 10s eventos sociales, per0 no permite generalizaciones. ~e-hecho, nos muestra que t6da generalizaci6n puede reducirse retrospectivamente a la situaci6n local- vrodujo. Sin em- bargo, en el fondo se vercibe el ideal de ciencia de Husserl: un conkimiento universil, de validez absoluta. Garfinkel le impar- ti6 a1 programa un impetu mhs all6 de lo empirico, y las tec- nologias de investigaci6n modernas lo llevan aun mhs lejos. La grabadora porthtil de casete se empez6 a popularizar a fines de 10s aiios 60, cuando fue publicado Studies in Ethnomethodology. Ella permiti6 un nuevo grado de precisi6n en la investigaci6n de la vida diaria. Antes, el "observador participante" tenia que re- gistrar las cosas con sus ojos y oidos solamente, y a veces corria a encerrarse a1 baiio para escribir sus notas; ahora, en cambio, la

LA TRADICIdN MICROINTERACCIONISTA 291

grabadora de cinta magnetica captaba todas las palabras. Y no s61o eso, sin0 tambien la entonaci611, pausas, titubeos y todos 10s detalles que constituyen el sonido autkntico de la conversaci6n en la vida real. . ,

Los seguidores de Garfinkel, sobre todo Harvey Sacks y Emanuel Schegloff, muy pronto aprovecharon la nueva tec- nologia y crearon la especialidad de investigaci6n empirica del anhlisis conversacional. Desarrollaron un sistema de transcrip- ci6n con signos especiales que indican las diferencias entre el habla real y la versi6n depurada que vemos en la phgina impre- sa. Asi empezaron a inducir leyes -principios generales- sobre la organizaci6n del lenguaje hablado. NinGn otro aspec- to de la vida social habia sido estudiado jam& con tal precisi6n de detalle. Con el advenimiento de la grabadora portAtil de videocinta, pocos aiios despues, el hmbito del detalle empirico se ampli6 para incluir tanto el context0 no verbal como el dis- curso. (Por ahora, el aniilisis en video todavia no esth tan desa- rrollado como el de las grabaciones de audio.)

Este impresionante grado de detalle no seria s610 una espe- cialidad mhs de la investigacidn. Sacks teoriz6 que en las prhcti- cas del lenguaje esth toda la estructura social y que, de hecho, se encarna en ellas. iD6nde mhs podria encontrarse si no en la interacci6n real, empiricamente observable, entre personas reales? Schegloff y sus colegas insistian en que su metodo era el unico realmente cientifico, pues estudiaba 10s datos absoluta- mente prirnarios y a partir de ellos hacia generalizaciones sobre las prhcticas verbales que constituyen la sociedad. En otra direc- ci6n, Aaron Cicourel proclam6 que gran parte de la estructura social moderna consiste en la acumulaci6n de registros escritos. h to s justifican la existencia de burocracias en el gobierno y las empresas, y determinan si el individuo escalarh por el sistema escolar o se hundirh en las agencias de consignaci6n penal como delincuente y criminal. Cicourel amplia el estudio del lenguaje para incluir el juego entre la conversacidn frente a frente y 10s registros presuntamente "objetivos" y factuales de la burocracia moderna. En ambos casos, la sociedad se configura por las di- versas formas en que el pensamiento se restringe en 10s cau- ces verbales y escritos por 10s que circula. Cicourel postula que, en verdad, el tema principal es la sociologia de la cognicidn en todas sus encarnaciones sociales.

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292 CUATRO TRADICIONES SOCIOL~GICAS

El wntraataque de Erving Gofman

Erving Goffman ya fue mencionado en otra genealogia intelec- tual. Su fuerte es la microsociologia, pero su aparato te6rico se bas6 mds en la teorfa durkheimiana del ritual ue en la tradici6n estadounidense de la interacci6n simb6lica. 3 1 recalc6 siempre que la estructura social es lo primero y que la conciencia subje- tiva es un factor secundario y derivado; incluso su teorfa de la presentaci6n del yo es, en esencia, un mode10 del yo como un mito modern0 que las personas se ven obligadas a representar, y no una entidad subjetiva que posean en privado. Los interac- cionistas simb6licos -a quienes Goffman debi6 conocer cuando estudiaba en Chicago y en cuyo grupo lo catalogan 10s poco informados- nunca fueron considerados por 61 como gente de mucha seriedad intelectual. Apenas si 10s mencion6 en sus pri- meros trabajos y ni siquiera se dign6 criticarlos.

Pero 10s etnometodologos eran otra cosa. Aparecieron en escena cuando Goffman ya era reconocido por sus principales obras empiricas sobre la vida diaria y la microinteracci6n. iPem ahora invadian sus dominios con una filosofia totalmente ajena y hasta decian que 61 no hacia bien su trabajo! Segun las normas de Garfinkel acerca del examen de la cognici6n social, con altisi- mo grado de detalle y la precisi6n que ofrece la grabaci6n mag- netof6nica de conversaciones, 10s estudios de Goffman se desva- necian en un curnulo impreciso de observaciones fortuitas, casi como otra versi6n de la sociologia de cafe. Por aiiadidura, 10s etnometod6logos mds j6venes de "la segunda generaci6nU, como Sacks y Schegloff, obtuvieron el doctorado en Berkeley bajo la tutela del propio Goffrnan. A fines de 10s aiios 60, este padeci6 al ver que su propia especialidad crecia y lo rebasaba, perdiendo inter& por el ritual de interaca6n y la naturaleza del yo social, para adentrarse en cuestiones mils filos6ficas de epis- temologia y cognici6n.

Esto explica el viraje de 10s ultimos libros importantes de Goffman: Frame Analysis (Andlisis de marco) de 1974 y Forms of Talk @as formas del habla) de 1981. En ellos vuelve a incursio- nar en la microsociologia como si fuera un territorio extraiio, adoptando 10s nuevos temas etnometodol6gicos y sometiendo- 10s al riguroso ad is i s de la grabaci6n de conversaciones. Ademds, no s6lo 10s etnometod6logos, sino todos 10s estudiosos del lenguaje se convirtieron en su objetivo. Los aiios 60 y 70

LA TFADIcI~N MICROINTERACCIONISTA 293

fueron una moderna Edad de Oro del anillisis lingiiistico. En lingiiistica formal, Noam Chomsky desat6 una revoluci6n con su metodo para analizar la "estructura profunda" de la gramdti- ca. Desde tiempo atrils, la filosofh anglo-estadounidense habia desechado la metafisica y profundizaba cada vez mds en la na- turaleza de "10s actos del habla"; 10s postestructuralistas france- ses y 10s marxistas filos6ficos alemanes, como Jurgen Habermas, buscaban el c6digo cognoscitivo bdsico o analizaban la sociedad en tkrminos de actos de comunicaci6n. Goffrnan asimil6 todo y prepar6 la ofensiva para reconquistar sus dominios.

En parte, Frame Analysis estil dirigido contra la etnometo- dologia de Garfinkel, per0 tambikn intenta zanjar asuntos pen- dientes mediante una critica a Blumer y 10s interaccionistas simb6licos. Schutz declar6 que la vida diaria tenia ciertas cuali- dades: la reciprocidad de perspectivas, la inmersi6n en el yo como trabajador, y asi sucesivamente. A esto responde Goffman: ipor que hemos de aceptar su palabra de que asi es? De hecho, en muchas situaciones la fachada que una persona presenta no es la perspectiva de su interlocutor; y 10s demils argumentos de la lista de Schutz se deberian analizar con igual escepticismo. Goffman insin~a que se deberia aplicar el rnismo criterio a Garfinkel y sus seguidores. Sus observaciones y "experimentos" son precisos a veces, per0 en otras ocasiones son fragmentarios; no dejemos que su dramatismo y su impresionante anillisis nos hagan suponer que su interpretacidn es necesariamente acer- tada.

Goffman propone otra concepci6n, conjuntando todo su tra- bajo anterior en un recurso a1 que denomina "marco". La me& fora sugiere una pintura con su marco: siempre se puede abdir otro marco, contemplar el cuadro y repetir el proceso. Otra posi- bilidad es partir del marco interno, insertar otro mi% pequeiio y asi sucesivamente. (Goffman, quien no prolonga demasiado sus metiiforas, define tambikn esta operaci6n como "transporte", porque la misma melodia se puede transportar a otro tono, en el piano o cualquier instrumento.) Esta idea es parte de la respues- ta a Garfinkel cuando dice que la cognici6n social se caracteriza por la reflexividad y por un peligro de regresi6n infinita. Para Garfinkel, la realidad social son s61o 10s metodos que usarnos para explicarla; asi, siempre estamos atrapados en el nivel del "objeto signo" y nunca penetramos el "objeto Lebenswelt" sub- yacente. Eso significa la "reflexividad, pues estamos presos en

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el circulo interminable de nuestros vanos intentos de apoyarnos en el aire. Garfinkel concluy6 tambi6n que la gente comprende implicitamente que no debe cuestionar la arbitrariedad de sus estructuras sociales, pues puede caer en un circulo infinito de cuestionamientos que lo abarque todo ... y que ya no ser6 posi- ble detener.

Goffman rechaza todo esto como filosofia abstracts que no refleja una practica social real. De hecho, la gente impugna la arbitrariedad de la vida social con el mayor desenfado, y todo el mundo usa recursos para pasar de un nivel de marco a otro. En principio, el numero de niveles puede ser infinito, per0 en la practica nunca llegamos tan lejos. Podemos inscribir multiples marcos dentro de otros sin perder el sentido de ubicaci6n.

Por ejemplo, la gente practica juegos, participa en ceremo- nias y va a1 teatro a admirar el arte de la simulaci6n. Todas son

I transformaciones de la realidad primaria: no veo una habitaci6n real, sin0 una habitaci6n en la pantalla del televisor; no es un

I juego ordinario en el cbsped, sino un partido de fiitbol, y asi por I

I el estilo. Sobre estos niveles podemos crear otros: la sesi6n de pr6ctica para un partido, por ejemplo, un juego de exhibici6n o I

unos niiios que simulan un partido. Si a esto agregamos el I mundo verbal, comprendemos que la conversaci6n tiene su pro-

pio nivel de convencionalismos y reglas, sin mencionar 10s comentarios superpuestos acerca de la ceremonia o el juego en cuesti6n. La conversaci6n puede incluir comentarios sobre si misma. Cuando aiiadimos lo que pasa a1 frente y a1 fondo del escenario, lo cual constituye gran parte del mundo ocupacional (y tambib el de la sociabilidad teatral, como la que desple-

I gamos en las fiestas), vemos que la gente es capaz de manejar I mdtiples niveles de realidad con mucha naturalidad. De ningu-

na manera estamos confinados a la superficie como parece insinuar Garfinkel.

Frame Analysis se puede considerar tambibn como una critica a1 interaccionismo simb6lico. Trata de fa definicwn de la situacibn, es decir, la respuesta a la pregunta: "jQu6 pasa aqui?". Pero mientras 10s interaccionistas simb6licos abordan el tema desde la 6ptica del individuo, cuyo comportarniento suponen deter-

I I minado por la definici6n prevaleciente, Goffman muestra la I estructura que abarca el punto de vista de todas las partes y ,

cualquier otro posible. Es como el ensayo general de una cere- I

monia nupcial que, en sf --- rnisma, - - es la exhibici6n del status social I -- ---- ---"-

LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 295

en el fre-nte-del- esce~rio , pero tambibn es una conversaci6n entre abogados, al fondo del escenario, que en realidad comen- tan un juego de ftitbol de sus hijos mientras sus clientes no 10s ven. La capa de definici6n miis 'externa no es necesariamente la que ejerce el control. Goffman no nos presenta trucos con es- pejos ni la vida social como un flujo interminable; cuando es ne- cesario, podemos desprender riipidamente esas capas para vol- ver a1 ncicleo del asunto.

jQub es el T_--nudeo ? iEl marco primario, como dice Goffman? Es e mundo fisico real v la social a s seres kumanos que lo habitan. Definir situaciones como certidumbres reales tiene consecuencias", dice Goffman, "pero la aportaci6n de bstas a 10s eventos en marcha es muy marginal ... El mundo en su totalidad no es un escenario y, sin duda, el teatro no lo ocupa todo. (Ya sea que organicemos un team o una f6brica de aviones, debemos asignar espacios para estacionamiento y para 10s abrigos, cercioriindonos de que sean lugares reales, y sin duda sera mejor protegerlos con una p6liza de seguro que tam- bi6n sea real)". Regresamos asi a la visi6n de Durkheim de un mundo material real donde se congregan cuerpos humanos, se celebran rituales y, asi, se crean representaciones mentales colec- tivas. Goffman agrega una capa tras otra para explicar c6mo pueden anularse entre si esas ceremonias y definiciones men- tales, per0 el mundo material de 10s cuerpos hurnanos sigue siendo b6sico. Cuando estalla un incendio en el teatro, todos 10s dem6s juegos se suspenden.

En su iiltimo libro, Forms of Talk, Goffman aplica a la conver- saci6n este modelo de marcos miiltiples. Adopta una actitud critica ante el enfoque etnometodol6gico de Sacks y Schegloff, y tambi6n ante 10s linguistas como Chomsky o 10s fil6sofos como John Austin y John Searle. De hecho, las restricciones a nuestra forma de hablar y responder no figuran entre las formalidades del lenguaje, pertenecen al h b i t o de las relaciones sociales, es decir, a1 mod0 en que debemos mostrar nuestm remeto a 10s dem8s. El habla va ikorporada a1 ritual. Las unidades de len- guaje no'son las gramaticales (la frase), ni el sistema de turnos en el uso de la palabra (disponemos de tiempo limitado para expresar nuestra opini6n), sin0 actos sociales que en una situa- ci6n determinada pueden imponer periodos mucho miis largos o cortos que 10s turnos ordinarios. La acci6n social es miis fun- damental que la expresi6n oral.- -

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Para reforzar su argumento, Goffman presenta una colecci6n de evidencias que s610 61 percibi6: 10s gritos, murmullos y demAs sonidos que emiten las personas en presencia de otras, sin entablar conversaci6n. Esta "charla con uno mismo", como 61 la llama, demuestra que una situaci6n social se basa'en la co- p e fisica de la nente y no necesariamente en su concienia subjetiva e intersubjetiva. La charla con uno mismo es emb&a- zosa porque transgrede el lmperativo de m o s t w = e como personas c o m v e v s . Esos sonidos ininte- ligibles no son simples gruliidos biol6gicos, gritos de dolor u otras expresiones ajenas a lo social. Todo lo contrario: surgen a raiz de un act0 que otras personas pueden percibir y son una invitaci6n a que presten atenci6n a nuestro proceso interno; "no es un desbordamiento de emoci6n a1 exterior, sino una inun- daci6n interna de importancia". Jadeamos o maldecimos cuan- do nos tropezamos en la acera, no como reacci6n fisiol6gica involuntaria, sino porque asi transmitimos a otras personas la sefial de que tambien a nosotros nos pareci6 un accidente estci- pido. La imprecaci6n sirve para establecer una distancia entre nuestro yo social y nuestro yo biol6gico. Es una minuscula reparaci6n ritual de la imagen del yo competente que nos senti- mos obligados a mantener.

Aqui se evidencia tambien que la situaci6n social es mAs grande y fundamental que una conversacidn enfocada. "Aun- que no est6 sucediendo nada importante", resume Goffman, "cuando las personas esan en pr&encia deotras, se obnpllran reciprocamente y aclian para que 10s demh las observen". UetrAs de nuestros roles humanos seguimos haci que otros animales: observar el entorno en busca de posibles amenazas y aliados. Por eso el metodo del sociolingiiista, que divide el habla entre "hablante" v "ovente", no es bastante bbi- co. L- a1 alcake de la vista y el oido partici- pan tambikn en la situaci6n conversacional, aunque 10s linguis- tas no lo reconozcan. La situaci6n se puede dividir en tr6s ~artes: hablante, recevtor destinatario v recevtor no destinata- Lo.

EF

.. dks lo que la ncbusi6nn, el "apar- I te", "mensaje i n d i d y otras modalidades de la comuni- I caci6n (p. ej., un guiiio de complicidad del hablante hacia un I espectador, etc.). Hay otras modalidades de comunicaci6n oral I ademh de la conversaci6n, p. ej.: las alocuciones en ceremonias,

el canto en coro, las conferencias y 10s discursos. Existen dife-

LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 297

rentes tipos de rituales durkheimianos, no 5610 por las varia- ciones en el numero de participantes, sino por 10s distintos mar- cos involucrados y, por ende, la forma en que 6stos canalizan la atenci6n de la gente. En efecto, en,ellos se crean "objetos sagra- dos" de muy diversa indole.

La vida social es una serie de incrustaciones. Comencemos por el habla humana, con todos 10s niveles de juego y simu- laci6n a 10s que estA sujeta. El habla forma parte de una situa- ci6n social mAs amplia entre las personas, y esa situaci6n social est6 incrustada, a su vez, en una situaci6n etnol6gica y otra puramente fisica. Con frecuencia la forma como el habla se sus- cita o adquiere significado proviene de la relaci6n de 10s parti- cipantes con un evento o tarea que se produce en el Ambito fisico circundante. La charla que se presenta entre quienes est6n reparando un veMculo ("alli estd la falla") o jugando cartas ("es- padas") no es comprensible a menos que sepamos lo que pasa fisicamente, y a menudo esto requiere estar en el lugar y obser- var bajo el cap6 del auto desde el mismo Angulo que el hablante. orn no-dice doffman, la base del lenguaje no es hna intersubje- tividad primi-enfoaue comdn en la escena mate- rial de la acci6n.

~ d e m A s T e s a serie de incrustaciones, nuestra capacidad distintivamente humana de introducir y romper otros-marcos configura el conocido mundo de muchos niveles en que vivi- mos. El refinamiento social consiste, en gran parte, en la facili- dad con que se mueve una persona entre 10s marcos y logra acoplarlos a 10s de otras personas, o su habilidad para manipu- lar deliberadamente 10s marcos de mod0 que 6stas no se den cuenta de lo que hace. Aunque Goffrnan no lo dice, parece pro- bable que las barreras invisibles entre las culturas de distintas clases sociales tengan relaci6n con esas diferencias en las tkni- cas de manejo de marcos. l?1 demuestra que la diferencia entre el frente y el fondo del escenario se puede enunciar con mi5s pre- cisi6n en t6rrninos de la cantidad de libertad del individuo para romper su marco y cambiarlo por otro.

Asi pues, desde el punto de vista de Goffman, 10s intentos de Chomsky y otros linguistas formales por encontrar una sola estructura profunda que sustente todas las formas del habla son una busqueda insensata. En si rnismo, el lenguaje forma parte de una situaci6n en multiples niveles. La clave es la capacidad del lenguaje para distanciarse y reconstituir sin cesar otras

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298 CUATRO TRADICIONES SOCIOL~GICAS

situaciones mhs primarias. Lejos de ser un c6digo programado en el cerebro, el lenguaje se construye mediante una serie de acciones sociales, cada una referida reflexivamente a la anterior. En el extremo opuesto, el abismo de relatividad que plantean 10s etnometod6logos es igualmente irreal. El mundo puede ser muy fluido, per0 la fluidez rara vez se desboca. Siempre que esta llega demasiado lejos --a, por el mismo concepto, cuando inter- viene algo mAs importante- podemos volver de un salto a1 punto de partida y restablecer la situaci6n, es decir, el mundo fisico donde estamos y las actitudes de 10s cuerpos humanos que nos rodean. El mundo puede ser muy complicado, per0 estA constituido por la repetici6n de un reducido numero de meca- nismos reflexivos. La generalizaci6n cientifica es posible porque podemos describir el mecanismo.

1 La genealogia de ideas descrita en este capitulo es quiz& la miis I ca6tica de todas las tradiciones intelectuales que hemos explo- I rado. Todas las posiciones aqui reseiiadas siguen teniendo par-

tidarios; dificilmente alguien podria decir que el movimiento es I

I progresivo, es decir, que las teorias mAs recientes se basan en las anteriores. Hay por lo menos cuatro grandes bastiones que ja- m& han sido tornados en las interminables escaramuzas de las guerras de la microsociologia: Peirce, Mead, Garfinkel y Goff- man. Por comodidad 10s podriamos reducir a tres, - ce fue un fil6sofo con intereses muy generales, &s que un soci6log0, y porque la parte medular de su filosofia -su teoria de la semi6tica- se incorpor6 casi integramente a1 sistema de Mead. En igual forma, forzando un poco las cosas, podemos decir que Goffman absorbe y amplia la teoria de rituales de la microsociologia de Durkheim.

j Q ~ 6 podemos decir de estos tres? Si no es un movimiento progresivo, ipodremos pronunciarnos a favor de alguno en 10s puntos debatibles? En cierto mod0 esto es sorprendentemente prematuro. Aunque de las tres teorias ha surgido mucho traba- jo empirico (y a veces se les ha incorporado), pocas veces se ha intentado poner a prueba las teorias fundamentales. Gene- ralmente, 10s interaccionistas simb6licos aceptan las teorias de Mead y Blumer y las usan para interpretar elementos descrip- tivos sobre desviaciones, profesiones y asi por el estilo. Los

i

LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 299

etnometod6logos han usado sus evidencias, m8s para ilustrar sus argumentos que para defenderlos en una confrontaci6n seria con otras opiniones. Las teorias han convivido en la misma arena durante decenios, pero apenas han hecho algo mds que boxeo de sombra. S610 Goffman ha impugnado directamen- te sus discrepancias, per0 el asunto casi siempre se pierde entre veladas alusiones.

Veamos qu6 ombat pueden presentarse. _Primer0 Mead contra Garfinkel. Q confrantaci6n entre dos filosofias m distintas: 10s pxgrnatistas y la fenomenologia de H u s s e r l . 2 intent6 precisamente lo que segun Peirce es antinatural para la mente humana: dudar de todo y acallar nuestro sentimiento de credulidad. En cambio, para 10s pragmatistas, la "volun- tad de creer" sin pruebas suficientes es la cualidad fundamental de la mente humana. Ademds, estos creian confiadamente que la gente casi siempre estA en lo correct0 (pues las cosas salen bien en la prhctica) y que 10s procedimientos informales son bastante satisfactorios. Para Mead y 10s pragmatistas no tiene importan- cia saber c6mo esM formada la sociedad: asi la hemos hecho.

Los etnometod6logos no podian estar m8s alejados de esa confiada sencillez. La capacidad cognoscitiva humana tiene limites estrictos y s610 podemos comprender las cosas si no cuestionamos demasiado nuestras ideas convencionales. Si la sociedad se mantiene integrada no es porque hayamos encon- trado un entendimiento comun, ni porque sea un instrumento pragmiiticamente eficaz para el logro de nuestros prop6sitos colectivos, sin0 s610 porque suponemos que todo esth dentro de la normalidad mientras no se desordene tanto que ya no poda- mos seguir negandonos a repararla. En este punto creo que el etnometod6logo se apega mAs a la realidad. El optimismo de Mead y 10s pragmatistas parece una versi6n filos6fica de 1% ideologia convencional, mientras que el modelo de ~arfinkel$ encaja de mod0 mAs realista con la macroevidencia acumulada en la teoria del conflicto.

Se puede expresar lo mismo con mils detalle. Mead supone que el orden w i a l se ajusta a la situaci6n cuando cada partici- pante asume el papel del otro y se establece un acuerdo mutuo sobre lo que tktentan hacer. Sin embargo Garfinkel nos advierte de la regresi6n infinita que acecha. Si debes tomar en cuenta mis reacciones a1 planear tus actos, y yo las tuyas a1 planear 10s mios, ambos tendremos que considerar tambien el siguiente

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300 CUATRO TRADICIONES SOCIOL~GICAS

nivel de vigilancia sobre 10s posibles movimientos del otro, y asi sucesivamente. La cognici6n humana no puede manejar un nivel de reflexividad infinita. En lugar de asumir realmente el papel del otro, es d s probable que hagamos lo que dice Garfinkel: suponer simplemente el entendimiento convencional mhs normal y hacer lo que queremos. La gente no necesita entenderse entre si para interactuar; ni siquiera tiene que preo- cuparse de averiguar si su entendirniento es real, a menos que las cosas se salgan tanto del cauce esperado que la situaci6n se vuelva ca6tica. Aun entonces, la gente suele hacer s6lo las repa- raciones minimas indispensables para restablecer un clima de normalidad.

Siguiente combate: Goffman contra Mead. AquCl adopta una actitud critica ante mucnos aspectos ~ e r a c c i o n i s m o sim- b6lico. El "yo", el "mi" y "el otro generalizado" son conceptos demasiado simples para captar 10s yo reales por 10s cuales tran- sitamos, a veces en pocos minutos o incluso en fracciones de segundo. Por ejemplo, cuando alguien dicta una conferencia -tenga presente que Goffman dijo esto desde el estrado, en su discurso "La conferencian- "el yo del orador puede aparecer en mtiltiples yo". Uno de ellos expresa lo que 61 Cree o desea realmente; otros son el yo como personaje de la charla y el yo como animador, es decir, el que hace la presentaci6n (el code- renciante como tal). Tambi6n podemos romper el marco (p. ej., embrollando las palabras y disculphndonos luego como quien intenta ser un buen conferenciante); o bien, podemos sostener un juego cruzado personal fuera del escenario o hacer mhs comentarios sobre lo ya dicho. En la terrninologia de Mead, esas serian acciones del "yo" para ensayar diversos "mi" frente al tel6n de fondo del "Otro Generalizado". Sin embargo, el "mi" y el Otro Generalizado" en cada uno de 10s ejemplos de Goffman

esth en un nivel de anhlisis diferente y en un espacio social dis- I tinto. Lo que 61 parece insinuar es que no existe un "otro gene- ralizado" unitario dentro de nuestra cabeza. Las cosas suelen pasar fuera de nosotros, en la situaci6n social, y - e n cierto m o d e en nuestro pasado inmediato, pues ca "yo" anterior se queda en el marco establecido en su moment

Goffman critica tambi6n el modelo desarroll' f basado en la suposici6n de que el infante ya posee toda esta dotaci6n mental. Comenta que 10s addtos no le hablan a1 reci6n nacido en forma sencilla, sin0 muy compleja: imitan el tono de voz del infante y

LA TRADICI~N MICROINTERACCIONISTA 301

hablan por 61, no con 61. ("iEl nene quiere un lindo osito?".) Esto es una incrustaci6n de roles sociales. El niiio no s610 adquiere un "mi" y un "otro generalizado", sin0 aprende un proceso muy complejo de decodificaci6n y representaci6n de incrustaciones. El habla infantil puede simplificar la gramhtica y el vocabulario, per0 "sus caracteristicas de diversificaci6n son todo menos un juego de niiios". Aunque esto adn no se ha analizado, Goffman propone una aproximaci6n totalmente nueva para el estudio del lenguaje y la psicologia infantil en general.

Por eso creo que, en este aspecto, Goffman no avanza por un rumbo enteramente nuevo, sin0 por el camino que abri6 Mead. Bste y 10s interaccionistas simb6licos no son muy hhbiles para explicar c6mo se integra la organizaci6n social, pero su ver- dadera fuerza radica en la teoria de Mead sobre el pensamiento. Las criticas de Goffman que he esbozado son s61o sugerencias y no un modelo sistemhtico, porque 61 nunca construy6 un sis- tema. Los lineamientos bhsicos de Mead sobre la teoria del pen- samiento como un proceso social interiorizado siguen siendo 10s mejores bloques de construcci6n disponibles. Goffman observa que necesitamos una imagen mucho &s refinada y compleja de 10s componentes del yo, y una visi6n mhs didmica y multi- facetica de c6mo interacttian ktos con las situaciones sociales en curso. Pero esto se puede usar para construir sobre el marco de referencia de Mead. El dnico inconveniente es que no nos hemos habituado a construir sobre 61 nada en absoluto. Como dijimos, n_uestra -cia1 ha pasach.p~glto r casiperzcompletala_ teoria del pensamiento de Mead, pues prefiere las aplicaciones externas a problemas y roles sociales. Ademhs, estamos mhs acostumbrados a discutir y atacarnos unos a otros que a edificar sobre lo que nos permitiria avanzar en forma dtil. Pese a todo, existe el potencial necesario para elaborar una refinada teoria sociolbgica de la mente.

Por dltimo, &-el. Aqu6l abca con brio a 10s etnometod6logos. Acepta su ultraempirismo, mas no sus conclusiones te6ricas. Los "etnos" son demasiado radicales en el aspecto epistemol6gico. Sostienen que todo se produce local- mente, que no hay leyes generales de ningtin tip0 (en la versi6n del inasible Lebenswelt de Garfinkel) o que las leyes s610 son las de la propia conversaci6n (en la versi6n de Sacks y Schegloff). Goffman lo niega. Existe una estructura social total y podemos hacer generalizaciones vtilidas sobre ella. Incluso en una situa-

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ci6n cualquiera, el habla y las construcciones cognoscitivas no son primarias, sin0 parte de un conjunto de marcos incrustados. El marco mayor es el mundo fisico, con 10s cuerpos de las per- sonas que interacttian en 61 para representar sus rituales durk- heimianos.

En este punto especifico prefiero apoyar a Durkheim. El mundo fisico no es tan misterioso como Garfinkel lo presenta, aunque en verdad nadie puede cap-- lo que implica cualquier situaci6n particular en que se encum- ti&. Sin embargo, es interesante comprobar que Garfinkel y - Durkheim - e l jefe de la genealogia de Goffman- coinciden en este punto basico. Garfinkel reitera que la cognici6n humana es limitada y no aporta su propio fundamento. Ese fue su gran des- cubrimiento, pues sigui6 la recomendaci6n de Husserl y explor6 las estructuras fundamentales de la experiencia huma- na; en este caso, en el mundo social. Bajo el mundo de 10s "obje- tos signo" siempre esta el "Lebenswelt", que acecha en las som- bras y nunca puede reducirse a lo que decimos de 61. Pero k t a es otra versi6n, en el plano cognoscitivo, de lo que Durkheim habia dicho sobre la solidaridad social como refutaci6n del con- trato social utilitarista. La sociedad no se puede mantener unida por un acuerdo racional, afirmaba Durkheim, pues eso con- duciria a una regresi6n infinita de pactos, necesariamente ante- riores, que deberian cumplirse para hacer posible el acuerdo en cuesti6n.

Tanto Garfinkel como Durkheim llegan a1 mismo punto. En la sociedad subyace un gran "factor X" que no forma parte de nuestros propios acuerdos racionales. Durkheim lo llam6 "soli- daridad precontractual"; Garfinkel lo describi6 como nuestra preferencia por no cuestionar lo que mantiene las cosas en su sitio. En realidad, el "factor X" puede ser exactamente lo mismo bajo la 6ptica de ambos enfoques. Son las relaciones emocionales entre seres humanos, que surgen inevitablemente siempre que se reunen cuerpos humanos en un lugar. Eso aporta cualquier entendimiento implicit0 que podamos tener en una situaci6n determinada. Cuando la emoci6n se bloquea, es negativa o indigna de confianza y tenemos que recurrir a entendimientos racionales comunes, caemos en la regresi6n infinita de argu- mentos y malentendidos que, segcin Garfinkel, siempre estan potencialmente presentes.

Asi pues, Garfinkel esth en lo cierto, a1 menos en parte, en el

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punto crucial de qu6 mantiene unida a la sociedad. No se trata de un acuerdo racional ni de un entendimiento mutuo, y

Z m p r e que se intente reducirlo a eso, la estructura fallarh. Sin embargo, en la medida en que se mantenga unida, sera por la presencia de algo 6 s . Garfinkel se limita demasiado con su negativa a explorar el "factor X" y extraer una definici6n gene- ral del mismo. En efecto, el "factor X" es exactamente lo que vio Durkheim: la solidaridad emocional. No es algo autom6ti- co; Durkheim y algunos de sus seguidores fueron demasiado lejos a1 suponer que la sociedad se integra inevitablemente en casi cualquier situaci6n. La solidaridad emocional es cues- ti6n de grado y se produce mediante las condiciones de interac- ci6n fisica, totalmente observables, que constituyen 10s rituales.

Goffman nunca logr6 integrar sus teorias iniciales sobre 10s rituales de interacci6n y la vida cotidiana, con su a d i s i s ulte- rior de 10s rnarcos y el habla. No obstante, se perciben con bas- tante claridad 10s rasgos generales de c6mo podrian encajar. El sustrato fundamental de la interacci6n social, el marco mas ex- terno que rodea todas las subdivisiones de situaci6n social y conversaci6n autorreflexiva, es siempre la copresencia fisica de personas que se observan cautelosas entre si. Tambi6n aqui encontramos 10s ingredientes bhsicos del ritual durkheimiano. En distinto grado, la expresi6n verbal incrustada a ellos se con- vierte en un objeto sagrado, cargado de una significacidn emo- cional, grande o pequefia, que lo hace un simbolo para 10s miembros de un grupo. El a d i s i s ulterior de Goffman nos pre- senta la enorme gama de grupos a 10s que podemos afiliarnos, muchos de ellos de tivo situacional v bastante efimeros. Yo diria . . que eso es el progreso cientifico. -.

NOTAS

Aqui no nos interesa demasiado James como psic6log0, aunque algunos elemen- tos de su psicologia prefiguraron la teoria del yo que propondrian mAs tarde Charles Horton Cooley y George Herbert Mead. James fue el caw tipico del psic6logo ex- perimental de la primera generaci6n, que trabajaba todavia al amparo de departa- mentos de filosofia y combinaba la descripci6n de la fisiologia del cerebro con el anasis de diversas funciones mentales. Por eso el farnoso Principles of Psychology (Principios de psicologia) de James (1890) incluye capitulos sobre visi6n, audici6n,

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304 CUATRO TRADICIONES SOCIOL~GICAS

atenci6n, memoria, hAbito, instinto y otras cosas por el estilo. Entre esos temas, abor- da el flujo de ia conaencia y el yo como un elemento central de ese flujo. Uno de los aspectos del yo es el Yo Social, el "Mi" como una imagen vista desde la 6ptica de los demas. jPero si eso ya lo habia descubierto Cooley!, podria decir alguien, pen, tal conclusi6n es demasiado apresurada. El Yo Soaal de James es s610 parte de una je rarquia de identidades que incluye a1 Yo Corporal y el Yo Espiritual; la supuesta unidad de todos en un Yo es el argument0 de James para afirmar la realidad del Alma. 81 seguia predicando la religi6n, incluso en su psicologia. En cierto modo, fue el equivalente estadounidense de WIlheIm Wundt, el fundador de la psicologia experimental en Alemania; ambos eran aentificos m6dicos que incursionaron en la filosofia y fundaron laboratorios para el estudio experimental de la mente. A dife rencia de Wundt, que trabaj6 en un clima m h cientifico, adopt6 una posici6n mucho m k extrema y liber6 la psicologia del -to filodfico, James se retrajo, de la psi- cologia experimental a una especie de filosofia religiosa. Asi pues, 10s fundadores de la psicologia estadounidense eran disdpulos de Wundt, no de James. (Ben-David y Collins, 1966, exploraron esas r e d s intelectuales).

En mi opini;n, 10s aspectos en 10s que am& prefigur6 la teoria sociol6gica del yo no son muy importantes, porque esa arp;umentaci6n iamk lo habria conducido a

j I & yo basado-~cCamente enia skiedad. idem& su p&cipio cardinal del yo unifi-

cad0 es uno de los argumentos que menos resisten el anasis sociol6gico. En la teoria de Goffman sobre el yo mmiltiple vemos la expresi6n m k extrema de esta posi- ci6n.

i Y ahora quk? iExisten todavia las cuatro tradiciones en el mundo sociol6gico de 10s aiios 90? Debemos adrnitir que, hasta cierto punto, s610 han sido ficciones Gtiles, formas de describir la historia de la especialidad para impartirle continuidad y mostrar el progreso cientifico dondequiera que se encuentre. Hay miles de soci6logos en el mundo actual y -segGn el prin- cipio sociol6gico de que la cantidad produce la especializa- ci6n- han creado para si todo tip0 de nichos intelectuales. Nuestra mentalidad presente tiende a ser la del especialista que s610 ve una pequeiia porci6n del conjunto y desea que cada seg- mento sea lo miis aut6nomo posible con respecto a 10s demiis. Para compensar esto, vale la pena colocarse a cierta altura de abstracci6n, contemplar el panorama de lo que ha ocurrido y ver si en efecto se ha logrado algo en 10s 100 afios transcurridos desde el nacirniento de esta disciplina.

Sin duda, no todo lo que se hace en este terreno encaja en alguna de las cuatro tradiciones mencionadas. Muchas dreas especializadas en problemas empiricos y sociales tienen su propia tradici6n te6rica, aunque a veces intentan desenvolverse sin teoria. %lo afirmo que las cuatro tradiciones mencionadas representan innegablemente lineas de pensamiento sociol6gico importantes y duraderas, y que sus logros y argumentos son un buen indicio de la tendencia central que impera en el cono- cimiento de la sociologia.

Como hemos visto con prolijidad, incluso dentro de cada tradici6n hay grandes desacuerdos. Aunque la tradici6n del conflict0 acusa una continuidad fundamental entre Marx/En- gels y Weber, creo que casi todos 10s partidarios de esos pen-

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sadores cl6sicos no la han interpretado asi. Los debates de mar- xistas y weberianos, y entre otras subdivisiones de cada bando, han sido y son parte importante de la actividad intelectual de la especialidad. AdemAs, como hemos visto, la tradici6n microin- teraccionista est6 mAs unificada por el tip0 de problemas que estudia, que por algdn acuerdo sobre c6mo abordarlos o lo que debe aceptarse como una soluci6n vdlida. De las cuatro tradi- ciones, 10s durkheimianos son 10s que muestran quiz6 miis unidad, aunque hay una divisi6n muy seria entre 10s seguidores del derrotero funcionalista y 10s que desarrollaron el a d i s i s m6s materialista del simbolismo ritual y colectivo.

Por todo eso, no ha sido dificil rastrear las cuatro tradiciones en el sinuoso camino recorrido en el ultimo siglo y medio. Esto se explica, en parte, porque sus partidarios han permanecido en

i ubicaciones geogrhficas bastante claras. La tradici6n del conflic- to fue fundada por alemanes orientados a la historia, y s610 en 10s ultimos 40 aiios ha hecho incursiones considerables fuera de Alemania; tiene incluso muchos exponentes importantes en 10s Estados Unidos. La filiaci6n francesa de la tradici6n durkhei- miana es igualmente clara, aunque hasta cierto punto cruz6 el Canal de la Mancha en ambos sentidos. John Stuart Mill y Her- bert Spencer entraron en la correa transportadora entre Auguste Comte y mile Durkheim (aunque este liltimo crey6 que habia logrado deshacerse de las excrecencias inglesas del utilitarismo). Tambien en el siglo XX, 10s antrop6logos sociales brithicos fueron 10s primeros que captaron el mensaje de Durkheim, y destacados durkheimianos de la actualidad, como Basil Bems- tein y Mary Douglas, tambien son ingleses. Una vez mAs, las

I ideas cruzaron el AtlAntico, en esta ocasi6n a partir de 10s aiios 30, cuando Parsons y Merton importaron la versi6n durkhei-

I

miana del funcionalismo. Los utilitaristas eran la crema de la tradici6n britdnica, pero eso termin6 en 10s aiios 50, cuando esa tendencia renaci6 y se expandi6 en 10s Estados Unidos. La tradi-

I ci6n microinteraccionista es decididamente estadounidense, I pues fue fundada y encabezada por soci6logos de ese pais, desde i 10s miembros de la generaci6n de Peirce hasta 10s de Goffman y

Garfinkel. (Sostengo que esto es viilido, aun considerando el

I papel que se asign6 retrospectivamente a Husserl y a su discipu- lo Schutz cuando Garfinkel cre6 la etnometodologia.)

I Sin embargo, esas fronteras nacionales parecen desvanecerse en 10s dltimos aiios. Los Estados Unidos han llegado a ser una

mezcla de todas las tradiciones. Han surgido diversas alianzas entre las distintas genealogias: la microtradici6n y la tradici6n del conflicto (en especial su ala mamista); el aspect0 del ritual en la tradici6n durkheimiana y la. tradici6n del conflicto a traves del adlisis de las culturas de clases; e incluso la tradici6n durk- heimiana y la microinteraccionista (principalmente en 10s traba- jos de Erving Goffman). Los funcionalistas, que por varios dece- nios monopolizaron en mayor o menor grado la identidad de la tradici6n durkheimiana, hoy casi han desaparecido de la vida intelectual activa en 10s Estados Unidos. Tal vez esto era nece- sario para que las ideas durkheimianas sobre el ritual pudieran liberarse y unirse con sus opositoras, la tradici6n del conflicto y la microtradici6n. Sin embargo, en un viraje que sorprendi6 a muchos observadores, el funcionalismo encontr6 un nuevo ho- gar nada menos que en Alemania. Te6ricos alemanes, como Ha- bermas, tambien han sido diligentes para importar la microso- ciologia de Mead y 10s etnometod6logos: es la primera vez que esta genealogia socioldgica estadounidense llega a otro pais. A1 mismo tiempo, la tradici6n del conflicto nacida en Alemania pareci6 perder su patria original y emigr6 casi por completo, es- pecialmente a 10s Estados Unidos. Y a la inversa, el andisis ra- cional/utilitario tiene hoy muchos seguidores en Alemania, 10s Paises Bajos y Escandinavia. Parece que Francia se mantiene fie1 a su antigua tradici6n intelectual. Los durkheimianos, en sus diversas corrientes, conservan alli toda su fuerza, ya sea como estructuralistas posteriores a Uvi-Strauss o en la amalgama de Durkheim y la teoria del conflicto, propugnada por Bourdieu. Sin embargo, aun en este caso, puede decirse que Francia ha recibido una larga y exitosa invasi6n de ideas filodficas alema- nas. Hacia la Segunda Guerra Mundial, 10s intelectuales france- ses adoptaron el existencialismo importado de Alemania y basa- do en las ideas de Husserl y Heidegger; en los aiios 60 y 70, las posiciones m6s populares eran otra serie de teorias alemanas derivadas de Marx y Freud. En 10s aiios 80,los principales int- electuales parisinos decepcionados del rnarxismo criticaron to- das esas posiciones "fundamentalistas" desde el punto de vista postmoderno. Sin embargo, el postrnodernismo tambih encaja en gran parte en las tradiciones de la filosofia alemana, sobre todo en el historicismo y el relativism0 cultural, combinados con el retorno de algunos temas nihilistas y antimodernistas del existencialismo.

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En el capitulo 2 hice la analogia entre una tradici6n intelec- tual y un rio que fluye por una anchurosa cuenca: a veces es una angosta corriente secundaria junto a1 lecho principal; otras es una crecida que une todas las corrientes tributarias en una enorme lamina de agua. Las cuatro tradiciones se pueden visua- lizar como sistemas fluviales de ese tipo, a veces divididos en sus propios patrones de arroyos y canales, y otras rebasando sus riberas y sumergiendo a sus rivales. Es dificil imaginar las cua- tro tradiciones con este modelo sin dejar de ser fieles a la geografia del mundo real; sin embargo, en aras de la claridad, podemos suponer que cada uno de 10s cuatro rios tiene distinto color: el rojo sangre corresponde quizd a la tradici6n del conflic- to, el azul celeste a la racional/utilitaria, el verde selva a 10s durkheimianos, cuyas aguas estdn llenas de plantas tropicales, y

I I el blanco mate vaporoso a 10s microinteraccionistas. En 10s rilti-

mos 200 o 300 aiios, 10s rios de diferente color han crecido y decrecido, ensanchdndose y reducikndose.

Se podria decir que, en 10s liltimos decenios del siglo XX, cada uno de 10s cuatro rios se ha traslapado en varios lugares con las riberas de los demds. La teoria de la elecci6n racional se ha combinado ultimamente con 10s aspectos marxistas y mate- rialistas de la teoria del conflicto; en otro frente, a1 afrontar las paradojas de la racionalidad, esos te6ricos se han acercado peli- grosarnente a algunos principios antiutilitaristas cldsicos de 10s durkheimianos. (El agua azul celeste se estd enturbiando con 10s tentdculos verdosos de la jungla emocionalista.) Ademds, la teoria durkheimiana del ritual y la solidaridad emocional se han fusionado con las teorias del conflicto sobre las culturas de clases y 10s medios de producci6n mental. Tambien he especu- lado que Goffman empez6 a combinar la teoria durkheimiana del ritual con la tradici6n microinteraccionista de la teoria cog- noscitiva, y que la etnometodologia tiene afinidad con la emo- cionalidad durkheimiana e incluso con el modelo de la racio- nalidad atada.

j Q ~ 6 nos depara el futuro? Podriamos sentirnos tentados a

I augurar que 10s rios se unirdn en un gran torrente de agua con colores de arc0 iris, per0 dos factores me hacen dudar que eso

1 ocurra. El primero es que en 10s tiltimos afios ha habido un 1 creciente conflicto entre las filosofias relativistas cognoscitiva-

mente esquivas, que fueron la base de la tradici6n microinterac- cionista, y de las demi3s tendencias intelectuales. En extremos

opuestos estAn 10s postmodernistas y 10s utilitaristas racionales; entre arnbos polos, las aguas se mezclan en diversos tonos pas- tel. El segundo factor, mds de acuerdo con la sociologia de 10s soci6logos, es que 6stos parecen tener en alto aprecio sus identi- dades distintivas, y reciben gran parte de su energia intelectual a1 luchar con las demds tradiciones. Por lo tanto, aunque algu- nas se fusionaran, seria muy probable que nuevas facciones disidentes ocuparan el sitio de las anteriores.

En lugar de especular quk serd de las cuatro tradiciones en el futuro, prefiero retraerme a1 terreno mi3s seguro de mis expecta- tivas en el plano intelectual. A mi juicio, ha sido un aconteci- rniento positivo que las tradiciones sociol6gicas se hayan des- bordado de sus cauces originales, mezclando un poco sus aguas. El progreso hacia una verdad mds amplia surge de la con- frontaci6n de las ideas. Asi se desechan las debilidades de un conjunto de ideas y sus puntos fuertes se acumulan e integran con 10s de otros conjuntos. Ya he seiialado en qu6 aspectos creo que esto ya estA ocurriendo. Esperamos que el futuro nos depare mds casos de este tipo.