Collage

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Collage, Alberto Blanco. Guión museográfico La exposición de Alberto Blanco puede sintetizarse como un homenaje a la historia del Collage. Un homenaje que se entrecruza con la historia personal del autor. Prueba de este homenaje es la primera sección, la cual está dedicada a Max Ernst, artista perteneciente a las vanguardias dadaísta y surrealista. En esta serie se aprecia de manera fiel una de las definiciones de collage que el alemán dio en vida, es decir se trata de un collage que maneja un “zurcido invisible” en el montaje de las imágenes. De tal suerte que la imagen parezca ser un grabado y no un collage. Esto desde luego se contrapone al collage constructivista que los cubistas como Braque y Picasso ensamblaron, ya que en el caso de estos dos últimos los collages eran de materiales tan distintos que aunque formen una composición se puede distinguir los elementos que forman parte del collage. Resulta interesante observar en esta serie las composiciones que buscan ser una alegoría a las influencias literarias del surrealismo. El caso paradigmático es el collage que hace referencia a una de las definiciones de belleza escritas en los cantos del mal dolor de el poeta uruguayo conocido como el Conde de Lautréamont “Es bello como la retractilidad de las garras en las aves de rapiña”. Una definición netamente surrealista. El collage muestra la silueta de un conde y en su centro un globo terráqueo, para terminar de anclar mensaje, Blanco coloca la garra de un ave de rapiña en uno de los bordes del collage. La obra de Blanco nos muestra un entrecruzamiento entre el arte visual y la creación poética. La serie de 108 collages que en términos estéticos siguen siendo un homenaje a Ernst, nacen de este cruzamiento. El autor se propuso crear un poema para después zurcir imágenes que lograran ser un reflejo de ese poema. En esta serie se puede encontrar otra referencia

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Collage, Alberto Blanco. Guión museográfico

La exposición de Alberto Blanco puede sintetizarse como un homenaje a la historia del Collage. Un homenaje que se entrecruza con la historia personal del autor. Prueba de este homenaje es la primera sección, la cual está dedicada a Max Ernst, artista perteneciente a las vanguardias dadaísta y surrealista. En esta serie se aprecia de manera fiel una de las definiciones de collage que el alemán dio en vida, es decir se trata de un collage que maneja un “zurcido invisible” en el montaje de las imágenes. De tal suerte que la imagen parezca ser un grabado y no un collage. Esto desde luego se contrapone al collage constructivista que los cubistas como Braque y Picasso ensamblaron, ya que en el caso de estos dos últimos los collages eran de materiales tan distintos que aunque formen una composición se puede distinguir los elementos que forman parte del collage.

Resulta interesante observar en esta serie las composiciones que buscan ser una alegoría a las influencias literarias del surrealismo. El caso paradigmático es el collage que hace referencia a una de las definiciones de belleza escritas en los cantos del mal dolor de el poeta uruguayo conocido como el Conde de Lautréamont “Es bello como la retractilidad de las garras en las aves de rapiña”. Una definición netamente surrealista. El collage muestra la silueta de un conde y en su centro un globo terráqueo, para terminar de anclar mensaje, Blanco coloca la garra de un ave de rapiña en uno de los bordes del collage.

La obra de Blanco nos muestra un entrecruzamiento entre el arte visual y la creación poética. La serie de 108 collages que en términos estéticos siguen siendo un homenaje a Ernst, nacen de este cruzamiento. El autor se propuso crear un poema para después zurcir imágenes que lograran ser un reflejo de ese poema. En esta serie se puede encontrar otra referencia al Conde de Lautreamont. De igual forma este conjunto de obras forman parte de dos libros titulados, “Un año de bondad” y “el sueño de Euclides”

El trabajo de Blanco aunque ronde los senderos de la libre creación, es también obra por encargo, así lo muestran las portadas de libro que, nacerían en 1984 después de que el autor compusiera la portada de “Los emisarios” obra de Álvaro Mutis, la editorial Fondo de Cultura Económica le encargó la realización de las portadas de la serie Letras Mexicanas. Se trata de 54 collages que en palabras de blanco reflejan el contenido del libro. Así mismo se puede apreciar el alejamiento con respecto a la influencia de Ernst para retomar la estética de checo Jiri Kolar.

En la obra de Blanco como hemos dicho se puede ver plasmada la historia del collage. De modo que como sujeto histórico Blanco es influenciado por distintas corrientes y modos de hacer collages. Su pieza el árbol de árboles o sus collages abstractos inspirados en obras de artistas como Rodolfo Nieto, García Ponce, Susana Sierra y Alberto Dilguer.

Por otro lado en la serie pájaros, Blanco pretende hacer una fusión de lo que él llama “los tres reinos” (metales, vegetales y animales). En pájaros el autor exhibe la idea filosófica de

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la negación. La cual dice que la negación de todo afirma la nada, siendo la afirmación la posibilidad de la existencia. Blanco a través de la ausencia, plasmada en la silueta de los pájaros establece la nada, para luego negarla con el enmarcado alambre. De esta forma el principio matemático: menos por menos igual a más se ve plasmado. El ave por su parte simboliza por su canto y su vuelo la libertad.

Música y Collage.

Acuarelas, gouache y música compuesta por Blanco dan origen al “circo del fin del mundo” conjunto de piezas en las que se muestran animales en paisajes sencillos, hasta cierto punto infantiles, que se antojan más como una serie lúdica que como propuesta conceptual. No puede faltar lo anecdótico en la obra de Blanco, así lo muestra la serie “Cuaderno postal” la cual consta 42 sobres intervenidos de forma que compongan un collage, mostrando así una cierta flexibilidad en la composición del autor.

Entre 2010 y 2011 Blanco ilustra la revista de música Pauta, lo que dará surgimiento “Cuaderno de música” a una serie dedicada a plasmar por medio del collage aspectos que remitan a la música y lo sonoro. Desde su perspectiva en donde todo puede ser considerado collage, Blanco nos muestra como imagen y sonido se pueden mezclar.

Para Blanco el eco de la vida es el sueño “nuestra doble vida” sueño y vigilia. Para ejemplificar esta concepción se presenta la serie “el sueño” en donde se presenta un collage con su copia en blancos invertidos a manera de un espejo monocromático, en donde la influencia del collage al estilo Ernst es evidente, no sólo por la técnica sino por el parecido con la estética surrealista. Cabe mencionar que el cuarto en donde fue montada la obra produce un eco que logra reafirmar la concepción antes citada.

Homaneja a Matisse y el uso del color.

Utilizando el papel lustre con el que se envuelven los regalos navideños, Alberto Blanco monta una serie que recuerda las obras del conocido artista Matisse, en algo que podríamos nombrar como un doble reciclaje, tanto de materiales como de ideas.

Por otro lado inspirado en la gráfica del conocido bálsamo de tigre, Blanco imagina un elefante volador y una serie en donde echa mano de toda clase de soportes, como los desperdicios de un lápiz afilado, dando como resultado composiciones que podrían mostrar las aventuras del tigre y el elefante volador.

En la última sección Alberto Blanco nos muestra un proyecto inacabado en el que sus collages pasan a ser grabados en placas de metal, sin embargo la pieza que destaca en esta sección es el inmenso mapamundi, en el cual Blanco muestra una serie de collages en cartulina en lo que se echando mano de distintos materiales, como recortes, folletos,

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boletos, notas incluso experiencias personales se va tejiendo un collage, sin embargo el zurcido invisible no forma parte de la técnica utilizada. En este mapamundi el autor establece algo que podríamos denominar como una geografía del recuerdo.

Diego Saavedra Lara.