Colette Soler. Conferencia "El psicótico y sus humores"

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29 de Abril 2013 CONFERENCIA COLETTE SOLER: “EL PSICÓTICO Y SUS HUMORES”. Entonces elegí como título “El psicótico y sus humores”. Voy a decir algunas palabras. ¿Porque elegí este tema? En realidad, hay dos tipos de razones que provienen de dos lados diferentes. Hay algo que tiene al contexto actual. Comprobamos, al menos en Francia, no sé si se puede extender, no estoy segura. Pero comprobamos en Francia, no sólo en Francia, también en Europa. Tengo un colega, Daniel que vive en Londres y que justo ha sacado un libro sobre el mismo tema. Comprobamos entonces, que hay siempre más sujetos diagnosticados bipolares, no maniaco-depresivo, bipolares. Es decir, un diagnóstico que se funda únicamente sobre el registro del humor, más o menos deprimido o al contrario. Siempre hay más sujetos diagnosticados así, y cuando recibimos los supuestos bipolares, comprobamos que son sujetos psicóticos. Hemos hecho esta experiencia en el Hospital Sainte Anne, donde continúo a hacer cada quince días una presentación de caso. Cuando llega un bipolar, sale de la entrevista con otro diagnóstico generalmente. Y aparentemente el éxito de la apelación bipolar. No sé cuáles son las razones del éxito. Creo que hay dos. Primero, sin duda, el efecto de la medicación sobre el humor empuja a diagnosticar al nivel donde la medicación opera. Pero creo que hay otra motivación más problemática,

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Conferencia de Colette Soler del 29 de Abril de 2013.

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29 de Abril 2013

CONFERENCIA COLETTE SOLER: “EL PSICÓTICO Y SUS HUMORES”.

Entonces elegí como título “El psicótico y sus humores”. Voy a decir algunas

palabras. ¿Porque elegí este tema? En realidad, hay dos tipos de razones que

provienen de dos lados diferentes. Hay algo que tiene al contexto actual.

Comprobamos, al menos en Francia, no sé si se puede extender, no estoy segura. Pero

comprobamos en Francia, no sólo en Francia, también en Europa. Tengo un colega,

Daniel que vive en Londres y que justo ha sacado un libro sobre el mismo tema.

Comprobamos entonces, que hay siempre más sujetos diagnosticados bipolares, no

maniaco-depresivo, bipolares. Es decir, un diagnóstico que se funda únicamente sobre

el registro del humor, más o menos deprimido o al contrario. Siempre hay más sujetos

diagnosticados así, y cuando recibimos los supuestos bipolares, comprobamos que son

sujetos psicóticos. Hemos hecho esta experiencia en el Hospital Sainte Anne, donde

continúo a hacer cada quince días una presentación de caso. Cuando llega un bipolar,

sale de la entrevista con otro diagnóstico generalmente. Y aparentemente el éxito de

la apelación bipolar. No sé cuáles son las razones del éxito. Creo que hay dos. Primero,

sin duda, el efecto de la medicación sobre el humor empuja a diagnosticar al nivel

donde la medicación opera. Pero creo que hay otra motivación más problemática, y es

que con eso no se habla más de los psicóticos. El diagnóstico de bipolar sirve para

disimular o apartar el diagnóstico de psicosis, a veces. Por supuesto, las familias

prefieren escuchar que el chico o la chica es bipolar, que escuchar que quizás es una

psicosis. Pasa algo un poco semejante a lo que pasa con el autismo infantil. Conocen el

éxito del diagnóstico y el número de autistas que ha subido de manera increíble,

recién. Y es verdad que, lo comprobamos clínicamente, el diagnóstico de autismo

calma mucho más a los padres que un diagnóstico de psicosis. Y sirve para apartar la

noción de la psicosis, y evidentemente, mas todavía, de la locura. Entonces, la primera

razón para hablar de eso es el contexto que evoco rápidamente. La segunda razón más

esencial, menos coyuntural, es que Lacan nos enseñó a diagnosticar la psicosis a partir

de los fenómenos del lenguaje y especialmente a partir de la forclusión, que es un

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fenómeno interno al lenguaje. Y al pensar, entonces, al sujeto psicótico como un sujeto

que tiene un lazo específico, diferente del lazo neurótico, con el Otro, el Otro del

lenguaje. Y es verdad que todos los fenómenos de la psicosis no son fenómenos del

lenguaje, como por ejemplo la alucinación, el automatismo mental. Hay otros

fenómenos que se encuentran al nivel de los efectos del lenguaje, sobre lo que no es

lenguaje. O sea, sobre el viviente, y sobre el deseo y, específicamente, el goce.

Entonces, en la exploración de los fenómenos de la psicosis, es verdad que hay

fenómenos del lado de las configuraciones específicas del goce y del lado de los

afectos.

El humor, utilicé esta palabra, humor. El humor pertenece al registro de los

afectos. Pero el humor, los afectos, los sentimientos, los feelings de un sujeto,

repercuten al nivel subjetivo, lo que pasa al nivel de sus goces. Lo pongo al plural, al

nivel de sus goces, y de su beneficio de goce, o al contrario, pérdida de goce. Es cierto

que los humores de cada uno son variados y dependen de lo que acontece, de los

fracasos, de las pérdidas, de los duelos, de todo lo que acontece en la vida. Pero lo

que me interesa bien es que cada sujeto, cada sujeto tiene, no sé cómo se puede

traducir al castellano lo que llamo “… fondamentale…”, su plato fundamental de

humor. Es decir que hay los que tienen el humor oscuro, los que tienen, al contrario, el

humor más colorado, más coloreado. Cada uno tiene una particularidad al nivel de su

humor, voy a decir, del fondo del humor, independientemente de lo que acontece

cada día. Entonces, ¿De dónde proviene? Proviene necesariamente. Es

necesariamente, voy a decir, una repercusión, no sólo del sujeto del lenguaje, pero una

repercusión de lo que Lacan ha llamado el sujeto del goce. Lo tomo así, el humor

como signo, efecto de lo que pasa del lado del sujeto del goce. Y voy a empezar con un

desarrollo, utilizando el caso Schreber de Freud. El caso Schreber de Freud es útil, es

útil para nuestro diálogo porque supongo que todos conocen el texto, y conocen el

comentario de Freud y conocen el comentario de Lacan. Y es útil también porque es, a

propósito de Srchreber, que Lacan introdujo la expresión el sujeto del goce. Lo hizo

Lacan en 1976, supongo que conocen el texto. Lo hizo en su Introducción a la Edición

Francesa de las Memorias de Schreber. Y en esa introducción, él dice lo siguiente, que

les recuerdo. Habla (traduzco como puedo), habla del tiempo que le fue necesario para

introducir algo nuevo en el campo. Y dice, la polaridad, la más reciente, que promoví

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del sujeto del goce al sujeto que representa el significante por un Otro. Eso añade

Lacan, permite una definición más precisa de la paranoia, como identificando el goce

en el lugar del Otro como tal. Es una nueva definición de la paranoia efectivamente,

respecto a la paranoia definida justo con la noción de forclusión de la función paterna.

Pero quiero atraer su atención sobre algo un poco extraño en la frase de Lacan.

Cuando dice la polaridad, la más reciente, la más reciente bajo su pluma, del sujeto del

goce al sujeto representado. El orden puede atraer la atención, porque el orden de

aparición en la enseñanza de Lacan fue inversa. Lacan habló primero del sujeto

representado por el significante hasta la fecha, y después, en el ´66, del sujeto del

goce. Entonces, ¿Porque dice él, del sujeto del goce al sujeto representado? Quizás no

voy a desarrollar eso. Quizás es porque Lacan tiene la idea de que el sujeto del goce,

lógicamente, tiene prioridad, si no anterioridad sobre el sujeto representado. Antes de

la fecha, antes del ’66, Lacan ya había habado del sujeto del inconsciente, por ejemplo,

en su versión de “El sujeto y dialéctica del deseo”. Había hablado del sujeto del

inconciente como un sujeto supuesto a los significantes de las pulsiones, y entonces ya

tenía un lazo entre el sujeto del significante y sujeto del goce, pero no fue

suficientemente acentuado en ese momento. Aquí somos con la idea de sujeto del

goce, somos en el sitio de lo que Lacan ha llamado mi hipótesis, en el Seminario “Aún”.

Mi hipótesis, dice, es que el individuo corporal, que es el que viene primero, el

individuo corporal se vuelve sujeto porque el significante afecta el individuo corporal,

individuo del goce entonces. Lo dice sencillamente, el significante, en tanto que

formal, afecta un otro que el mismo, un otro, pueden entender, el organismo viviente

que de golpe afecta, y que por eso se vuelve sujeto. Entonces tenemos, hay que ver

que tenemos dos estatutos del significante y del sujeto. Está el significante en tanto

que representa el sujeto y el sujeto representado, que siempre es un sujeto falta de

ser, su ser está siempre en otra parte. Y tenemos el significante, en tanto que toca

directamente a la carne, y que se vuelve signo, signo del sujeto del goce. Si

interrogamos el sujeto del goce, con el ejemplo Schreber, Lacan nos dice que, lo que

termino de resumir con la frase de lacan, permite ver que la paranoia identifica el goce

en el lugar del Otro. No se. No podríamos decir eso del esquizofrénico. (Porque me

decías que veías mas esquizofrénicos que paranoicos). Pero hablo, por el momento, de

la paranoia. Identifica el lugar del Otro, un lugar que sabemos con Lacan que es un

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lugar vacío de goce, un lugar donde hay solo significantes. Es la definición del lugar del

Otro en Lacan. E identificar el goce en el lugar del Otro es una operación de un sujeto,

específicamente del sujeto paranoico, según lacan. ¿Cómo entender esta identificación

de goce en el lugar del Otro? Hay dos maneras de entenderla, de una manera más fácil

y otra menos fácil, pero creo que es la buena. La más fácil, que viene enseguida a la

idea, consiste en pensar al delirio de persecución. Si pensamos en el delirio de

persecución que es una formación imaginaria. El delirio, el fantasma de un Otro malo

que quiere gozar del sujeto paranoico. Entonces podríamos decir que el delirio de

persecución identifica el goce en el lugar del Otro. Sería coherente, pero no sería un

gran descubrimiento, porque no se necesitaba a Lacan para saberlo. La otra manera de

tomarlo no es pensar al delirio de persecución a un otro que impondría una

destitución forzada al pobre perseguido. La otra manera de pensarlo, la podemos

ilustrar si miramos realmente el texto de Schreber, que Lacan recorta en su texto del

´66. No he leído toda la cita que era muy larga. Pero es verdad que en Schreber

tenemos la idea de que Dios, su Dios quiere gozar de él. Pero lo que Lacan ha captado

y que si leemos bien podemos todos captar es que se trata de un Dios bien especial.

Schreber nos explica que Dios no es más que un gran texto, un texto infinito,

constituido de todos los pensamientos que tuvieron todos los muertos de todos los

siglos. Entonces, su Dios es un Dios hecho de pensamiento, volvamos a decir, de

significante, es un texto infinito. Y en este texto infinito, Schreber se encuentra

incluido, incluido a condición que no deja él mismo de pensar. Entonces la unión entre

Schreber y Dios, Schreber nos la describe como una suerte de copulación, no entre dos

cuerpos, individuales, dos conjuntos de pensamientos. Entonces aquí entendemos el

milagro del grito. No importa la traducción. Si Schreber deja de pensar en su deliro,

entonces el texto infinito de la pareja que constituía con Dios se deshace, y es el

sufrimiento que se expresa con este grito de Schreber en este caso. Entonces, hay que

añadir que el goce del cual habla Schreber, tiene un rasgo que Freud ha subrayado,

antes de Lacan, y es la dimensión de mortificación. Puesto que lo que Schreber llama

goce. Pero voluptuosidad de alma, evoca la voluptuosidad de alma de las almas

muertas, y entonces Freud subrayo eso, Schreber habla de goce pero es un goce

especial. Un goce realmente, que es un goce del aparato significante. Entonces,

podríamos decir que la tesis de Lacan, del final del seminario “Aún”, cando habla del

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significante apagado del goce, pero no solo apagado del goce, no solo operador del

goce, pero del significante objeto que se goza. Schreber nos ilustra eso, el significante,

el discurso infinito que llama él, Dios, se goza. Y cuando el texto se deshace, el goce

stop, por el dolor del sujeto. El significante operador de goce es otra cosa que el

significante gozado. Eso es la gran novedad del Seminario “Aún”, la gran novedad. Y

me parece útil insistir un poco. El lenguaje operador que modifica el organismo

viviente, sus efectos principales, ¿Cuáles son? Un efecto, efectos de negativización, o

sea, falta de ser y pérdida de goce. Con el resultado que este efecto del lenguaje lanza

la libido, poder de la pura pérdida, dice Lacan. Lanza la libido, lanza el deseo. Permite

entonces investir los objetos de la realidad y del erotismo. Entonces, la negativización

del lenguaje es lo que condiciona la vida del deseo, no la vida orgánica, la vida del

deseo. Al contrario, es otra cosa decir que podemos gozar del significante, porque

gozar del significante no implica la negativización, no implica el efecto deseo, el efecto

libido. ¿Y porqué recuerdo eso? Recuerdo eso porque la negativización del lenguaje

que lanza la libido, determina en cada sujeto lo que Lacan ha llamado en su cuestión

preliminar, el sentimiento de la vida. El humor fundamental que evocaba antes, se

conecta, o más bien, repercute o manifiesta, en cada uno, su sentimiento de la vida. Y

como saben, Lacan ha evocado en las psicosis, en todas las psicosis, un desorden al

nivel del sentimiento de la vida. Entonces un desorden, al nivel de lo que se manifiesta

como humor; y, en este sentido, los humores negativos, oscuros y los mas alegres no

son la peculiaridad de una estructura, se encuentran en cada sujeto, en cada sujeto, y

no solo en los sujetos psicóticos. Podemos interrogar en cada sujeto su humor de base,

la pregunta de saber si un análisis puede cambiar eso, la base de humor de un sujeto.

Entonces tenemos interés a estudiar. Antes termino con una última observación en

este registro del sentimiento de la vida. Lacan dice de Schreber, saben, algo que refiere

directamente a lo que digo del humor. Dice que en Schreber la relación con Dios se

encuentra marcada, incluso si Schreber habla de voluptuosidad, se encuentra marcada

de rasgo negativo, negativo, que hacen aparecer más mezcla que unión con Dios, mas

voracidad y asco y complicidad, y que no tiene nada, que no tiene nada esta relación

con la Presencia y la Alegría, que Lacan escribe con mayúsculas. Las dos palabras, la

Presencia y Alegría que iluminan la experiencia mística. Entonces aquí tenemos un

texto que les voy a desarrollar, que nos indica que no basta hablar de goce en general,

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que el goce tiene sus matices singulares, en cada caso, que repercuten en el humor.

Es interesante para nosotros estudiar, al lado de los fenómenos del lenguaje de la

psicosis, los fenómenos de goce y de humor. La primera afirmación que conocen, que

fue desarrollada consiste en hablar de los psicóticos en general, en las diversas formas,

de una deslocalización del goce, goce deslocalizado. Lo vemos ya en Schreber. ¿Porqué

deslocalizado? Deslocalizado respecto a la localización común del goce. La localización

común del goce se encuentra en las zonas erógenas y en el órgano sexual. Es decir,

localización a la superficie del cuerpo. Mientras que el interior del cuerpo es lo que

Lacan ha llamado un desierto de goce, un lugar donde la propia percepción no entra,

salvo en caso de enfermedad, que introduce una percepción interna. Entonces, la

deslocalización la vemos en Schreber, porque Schreber, cuando comparte la

voluptuosidad de alma con Dios, la comparte en el conjunto de su cuerpo. Y es solo al

final de su delirio, cuando la irrupción del trabajo del delirio permite una cierta

pacificación de su relación a Dios, cuando se puede pensar como la mujer de Dios, no

como parte del texto de Dios, pero como la mujer de Dios. Es decir, cuando ha logrado

una representación imaginaria, más vivible por él. En ese momento, vemos que el goce

se pone a la superficie de su cuerpo, y específicamente cuando se mira en el espejo y

se puede acariciar los pechos. Localización de goce, en este momento, se ve entonces

en Schreber. Más generalmente, la des-localización se ve en la esquizofrenia. En la

esquizofrenia, lo que falta, y falta, respecto del paranoico, es el efecto negativizante

del lenguaje. Puesto que como Lacan lo puso muy temprano, para el esquizofrénico,

todo lo simbólico es real. Lo que quiere decir, no hace cadena y no tiene sentido. Freud

lo había dicho antes, en otra manera, cuando ha dicho que el esquizofrénico trata las

palabras como cosas. La definición de una cosa es que no tiene sentido, está aquí o no,

pero no tiene sentido. Y era una manera freudiana de percibir que las palabras del

lenguaje para el esquizofrénico no son simbólicas, no pertenecen al simbólico. Vemos

entonces que falta la negativización del lenguaje y queda la esquicia. Es decir, que lo

significante, no hay un significante, pero una serie distintos, producen una esquicia, no

una negativización. La esquicia sustituye a la negativización, en la esquizofrenia, con la

consecuencia de que el cuerpo no se encuentra desierto de goce, y sabemos todas las

fantasmagorías que los esquizofrénicos pueden tener sobre lo que pasa adentro. Ayer

me hablaban de un sujeto que se debe cortar para dominar lo que hay dentro. Es el

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primer punto que quería subrayar. Entonces, evidentemente, goce deslocalizado

produce afectos, humores dis-concordantes, no concordantes con lo que pasa en la

realidad habitual. Otro punto que me parece importante sobre este eje del goce y del

humor, es tomar la medida en que algunos psicóticos tienen la tolerancia. Mas que

una tolerancia, una propensión a franquear los limites de la homeostasis corporal, del

bienestar corporal, de lo que vamos a decir principio de placer. Y cómo soportan cosas

extremas, al nivel del cuerpo, con una gran facilidad, que ningún neurótico podrá.

Incluso pensaba en Joyce. Joyce, que logró servirse del padre a pesar de su ausencia.

Sin embargo, Joyce, tenía algo especial también a este nivel. Lo que Lacan ha

subrayado, se conoce, cuando nos explica que Joyce se hace pegar por sus

compañeros, eso no le hace efectos subjetivos, no le importa. Como si su cuerpo no

era él, pero hay otros rasgos, como por ejemplo, si leen el texto que escribió su

hermano que nos habla de los primeros años de Joyce. Hay dos cosas que me atraen

la atención. Primero, el testimonio de que Joyce era siempre de humor alegre e igual, y

en la familia reconfortaba a todos con su sola presencia, a las hermanas las adoraba, a

los vecinos, a los compañeros de su edad. Primer rasgo, un sentimiento positivo de la

vida, y por otro lado, una capacidad a soportar las privaciones más tremendas que

nadie soportaba en la familia en el período de la ruina familiar, falta de calor, falta de

comida, y él no reaccionaba, indiferente, dice su hermano. Y sabemos que cuando

Joyce vino a París solo, antes de venir con Nora, ha vivido y ha ido hasta los extremos

de lo que llamamos la “…”, no comía, no dormía, no tenía lugar, era casi un indigente,

pero un indigente alegre. Hay pruebas con las cartas, y no quería moverse de aquí,

podía tener un trabajo, era una cierta elección, parece. Entonces este rasgo en él

mismo. Lo evoco como ejemplo, que todos pueden comprobar.

Ahora quiero evocar los extremos de la perturbación del sentimiento de la vida.

Si hablo de extremos de perturbación del sentimiento de la vida, quizás piensan

inmediatamente en el melancólico. Pero antes de hablar del melancólico, quiero

ubicar al maníaco. El maníaco, saben como Lacan lo ubica en “Televisión”, efecto del

rechazo del lenguaje, del rechazo del inconsciente. Lacan dice que es en la melancolía

que la forclusión se hace mortal. Por eso escribí un texto titulado “La manía pecado

mortal”.

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Es verdad, sobre la manía, Freud se equivocó, creo yo. Freud pensó que la

manía se desencadenaba porque el sujeto franqueaba los límites de la ley social, y

pensó que era algo como en las fiestas. En las fiestas, cosas prohibidas son aceptadas,

pero no es así. No es una fiesta la manía, la manía es un franqueamiento en los límites

homeostáticos del organismo, no dormir, no comer, trabajar sin stop, y efectivamente,

si se empuja al límite es la muerte. Entonces mas bien, es un sentimiento de la vida

que parece alegre, y hay testimonios de sujetos que han escrito su testimonio de cómo

se encontraba bien en su manía. Parece alegre, pero va directo a la muerte si nadie

detiene el fenómeno. Ahora, evidentemente, hablo de la melancolía psicótica. La

melancolía es un dolor, una vivencia de dolor sin motivo, sin justificación en los

acontecimientos en realidad, difícil de mover y la aspiración a la muerte y un temor de

no poder morir. Quiero hablar ahora, decir una palabra para terminar, sobre lo que

voy a llamar, la elección de la muerte. Lo hago siguiendo manía y melancolía. Manía

con consecuencias eventualmente mortal, melancolía también, suicida. No se si es por

casualidad, durante el último año, he visto diversos casos de lo que puedo llamar una

elección decidida de la muerte, sin la alteración del humor que encontramos ni en la

manía ni en la melancolía. Pienso en dos casos diferentes, un hombre y una mujer, y

los dos en un momento habían decidido morir, querían morir. Calculaban cómo lograr

la muerte y los dos utilizando el no comer. El hombre del cual hablo, decidió vender

todo, encerrarse en su hotel, ponerse en su cama y esperar la muerte, sin comer, sin

beber. Esperó, esperó, nada pasaba. Había leído que sin beber en cinco días estaba

muerto. Pero no se moría, no estaba muerto, entonces pensó que no funcionaba,

intentó, y aparentemente es cierto, hay un tipo que se quedó en el desierto veinte días

sin morir, sin beber. Entonces, a los cinco días no hay que confiarle demasiado.

Finalmente intentó otra cosa, se puso en el baño, puso la electricidad, se quemó, pero

al final siempre viviente y manifiestamente va a buscar la manera de empezar. Pero lo

impactante era esta certidumbre, esta certeza de ir a la muerte, pero el humor no era

un humor triste, ni irracional, y antes, durante su vida fue un hombre bastante

inteligente, interesado en las artes. Esquicia entre el humor, entre lo que él puede

decir y una determinación imparable. La otra es una mujer joven, 25 años, que cuando

llega se encuentra al límite, límite de la muerte, 32 kilos, tranquila, los mismos rasgos,

el discurso y el humor no es un humor triste. Esquicia entre el acto, la certidumbre del

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acto por un lado y la subjetividad, lo que podríamos llamar la subjetividad. Y en el

servicio pensaban que esta mujer no mentía pero decía lo que quería, y finalmente con

la exploración, lo que aparece no es que dice lo que el otro quiere, es que habla de la

palabra del otro, habla de la palabra de su madre, después del equipo, después de la

persona que se encuentra. Entonces una palabra que no podemos decir palabra vacía,

una suerte de transitivismo de la palabra. Y se encuentra tranquila, con buena

resolución, como cada uno le aconseja, su madre, el equipo. Todo eso para decir que

del lado de la subjetividad todo parece bien, salvo que podría compensar algo como un

como si, el como si del “…” lo que traduzco diciendo al nivel subjetivo no hay nadie,

pero en sus actos hay alguien, se encuentra en sus actos. Aquí es una esquicia, no es

exactamente la esquicia esquizofrénica, es una esquicia entre el lenguaje, el discurso,

la relación a los semejantes y un punto de certidumbre sin conexión. Finalmente es lo

que llamo la elección de la muerte, la certeza de la elección de la muerte en acto.

Lacan nos enseñó a tener un cierto respeto por el acto, y cuando hablamos del acto

analítico y de la certeza del acto, es algo a lo cual damos un cierto valor. Pero debemos

no olvidar que la certeza del acto, en su configuración subjetiva, es algo peligroso,

peligroso y no se sabe bien cómo curar. Entonces termino todo eso, para empujar,

explorar metódicamente, supongo que ya lo hacen, no solo los fenómenos del

lenguaje, pero los otros fenómenos de la psicosis. Y para subrayar que el abuso de los

diagnósticos de bipolaridad, del humor que cortan los fenómenos de humor de las

causas de estos fenómenos. Estos diagnósticos descriptivos son peligrosos por el

trabajo en la psiquiatría, porque no incitan a explorar realmente la fluctuación de lo

que funda las fluctuaciones del humor.