Colección PUENTES · 2020. 10. 18. · de los libros Segundas lecturas: intelectualidad, política...

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Ediciones Matanzas, 2019as

Ensayo

era

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ALINA LÓPEZ HERNÁNDEZ

(Matanzas, Cuba, 1965)

Profesora, ensayista y editora. Doctora en Ciencias Fi-losóficas y Miembro correspondiente de la Academiade la Historia de Cuba. Sus artículos y ensayos hanaparecido en revistas cubanas y extranjeras. Es autorade los libros Segundas lecturas: intelectualidad, política ycultura en la república burguesa, Ediciones Matanzas, 2013y 2015, (Premio Anual de Investigación Cultural 2014) yEl (des)conocido Juan Marinello. Estudio de su pensamientopolítico, Ediciones Matanzas, 2014, (Reconocimiento es-pecial de la crítica científica 2015). Entre los premiosque ha recibido se encuentran el Temas de ensayo 2007,el Juan Marinello in Memoriam 2008, el Fundación dela Ciudad de Matanzas 2013 y el Anual de ensayo de larevista Matanzas 2016. Es miembro de la Unión Nacio-nal de Escritores y Artistas de Cuba.Para contactar con la autora: [email protected]

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ALINA LÓPEZ HERNÁNDEZ

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Edición: Leymen PérezPerfil de colección y diseño: Johann E. TrujilloCorrección: Marvelis DíazComposición: Leonel Betancourt Álvarez

© Alina López Hernández, 2019© Sobre la presente edición: Ediciones Matanzas, 2019

ISBN 978-959-268-509-3

Ediciones MatanzasCasa de las Letras Digdora AlonsoCalle Sta. Teresa no. 27 e/ Contrerasy Manzano, Matanzas, Cuba.

e-mail: [email protected]

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Para Mario, primer lector de estostextos e inspirador de algunos de ellos.

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Desde que Shakespeare escribió que el pasado es prólogo,muchos libros comienzan mirando atrás para explicar elpresente. En Tiempos de Blogosfera no es la excepción,estos textos forman parte de la breve y tumultuosa histo-ria del debate público digital en Cuba. Su contexto es el deun país que muchos lectores conocen a fondo, con las dosisde lucha nacional y viejos dogmas que nos trajeron aquí.Quien busque una lectura aburrida y complaciente, queabandone toda esperanza.

Las bitácoras personales llegaron a este país con el nue-vo siglo, sus padres fundadores fueron estudiantes y perio-distas precoces en internet. La diversidad de temas y tonosera (y es) visible en estas plataformas nacionales, pero susegmento político, al que nos referimos aquí, pronto acapa-ró la atención de muchos. Al terminar la primera décadadel siglo XXI ya existía una amplia brecha entre blogs oposi-tores alentados por actores externos y blogs promovidospor el Partido Comunista para «multiplicar la verdad deCuba». La polarización era centrífuga, a menudo sus prota-gonistas sacrificaban matices y objetividad con tal de ga-rantizar una victoria a sus preferencias ideológicas.

El blog La Joven Cuba surgió a comienzos del 2010 jun-to a otras voces que no eran producto de una intención po-lítica sino de un fenómeno ciudadano espontáneo. Tres jó-venes profesores de la Universidad de Matanzas creamoseste espacio para ponerle colores a una realidad que hastaentonces era mayormente descrita en blanco y negro. Asíabogamos por un socialismo autóctono que no sucumbieraa las enfermedades de sus homólogos europeos del siglo XX,

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pero terminamos visibilizando el espectro político de la iz-quierda cubana y sus distintas líneas de pensamiento.

Como podrán imaginar, tal práctica tuvo defensores y de-tractores desde un inicio. Mientras Raúl Castro promovía uncambio de mentalidad, nosotros vivíamos su necesidad. Gra-cias a la confianza de algunos funcionarios e intelectuales, so-brevivimos intentos de censura, acoso y demonización. Asíllegamos a cinco millones de lecturas en nuestra web, siempredependiendo de que la confianza de nuestros dirigentes fueramayor que sus miedos.

Tomó años convencer a Alina López para que escribieraun texto en internet. Una de las tragedias nacionales hasido contar con un sector profesional e intelectual sólido yque parte de este haya permanecido al margen del debatepúblico en las redes. Las carencias tecnológicas y la subesti-mación del medio también hicieron lo suyo; pero en el mo-mento más necesario se sentó a escribir su primer post.

Era septiembre de 2017 y la blogosfera vivía su mo-mento más oscuro. La respuesta de algunos actores del Es-tado cubano a los efectos de la normalización de relacionescon Estados Unidos fue organizar, entre la primavera y elverano de 2017, una campaña contra lo que llamaron «cen-trismo». En lugar de convertirla en una lucha contra laambigüedad política o los sectores que sin definirse comoopositores eran cómplices de la política de cambio de régi-men aplicada al país, utilizaron el calificativo a discreción,basados más en la obediencia a las estructuras de gobiernoque al compromiso político.

La Joven Cuba fue incluida en la refriega. Cuando SilvioRodríguez, Israel Rojas, Aurelio Alonso y otros miembrosde la sociedad civil reclamaron, tuvo lugar quizás el mayordebate político doméstico desde la Guerra de los Correos.

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Mientras Donald Trump comenzaba a arreciar, la priori-dad veraniega parecía ser la nueva purga. La presión públi-ca y las lluvias del huracán Irma apagaron la campaña, nosin dejar secuelas.

Alina es una intelectual excepcional que cualquier mediode opinión se enorgullecería de incluir. Mi insistencia de añospara que se incorporara al debate digital era porque sabíanecesaria su voz. Creo que accedió a escribir para un blog eninternet con reticencia, como quien hace concesiones a su pro-fesión, aunque pedirle que redujera sus textos era como exi-gir que escogiera entre sus hijas. Compartí su alegría cuandocomenzó a recibir reacciones de los lectores y a construir elpúblico que hoy espera leerla cada semana. No recibirá unpremio internacional porque entiende las circunstancias delgobierno cubano, ni el reconocimiento de autoridades políti-cas nacionales que la hallarán demasiado crítica. Ella no es-cribe imaginando lo que otros quieren leer.

Los textos que encontrarán en este libro problematizannuestra realidad sin concesiones. Se refieren a eventos histó-ricos de los que hemos aprendido poco o nada. Abordan elpeligroso desfase entre una parte del discurso político y lapráctica cotidiana, sin temor a polemizar con otros autores.

Algunos lectores podrán preguntarse sobre el objetivo deesta crítica, o requerirán que se mencionen con más frecuen-cia los aciertos del proceso revolucionario, pero la autora tie-ne razones para tal énfasis. Su análisis debe compensar lossilencios que han prevalecido en el discurso político y las li-mitaciones de un ecosistema de medios impedido de ejercersu función social. Alina está dispuesta a asumir esa carga,aunque la acusen de hipercrítica.

Sus artículos abordan las contradicciones de un país enrevolución y los efectos de una mentalidad de trinchera.

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Señala con acierto la vieja práctica de silenciar nuestros erro-res hasta que existan condiciones propicias para hacerlo,que nunca llegan. En La Cultura del Terrorismo, NoamChomsky hace algo parecido al describir cómo el horror delos disciplinados intelectuales soviéticos respecto a los crí-menes de Estados Unidos, contrastaba con su mirada bene-volente a las culpas domésticas.

Este libro es un golpe contra la maldita circunstanciade tener tantos intelectuales al margen del debate públicodigital, porque se equivocan en subestimarlo, no tienen cómollegar a él o están movidos por un errado concepto de ladisciplina política que les hace guardar silencio. Es tambiénun testimonio al talento de la autora y a la madurez de lasinstituciones que reconocen su valor.

Esta es la prueba de que Alina López decidió acompañara un blog de jóvenes sin formación periodística, que asumiótemáticas ignoradas por los medios tradicionales, con limita-da capacidad tecnológica y bajo la fuerza centrífuga de ten-dencias políticas que exigen obediencia o condenan al ostra-cismo y el descrédito. La suya es una contribución honesta aldiálogo cotidiano que tiene lugar en la esfera pública digital,refleja los anhelos de un pueblo que merece más de lo quetiene y cuyos intelectuales comienzan a mirar al futuro. Elpasado será prólogo, pero el futuro lo hacen aquellos que,como ella, siguen el consejo del poeta: a mano y sin permiso.

HAROLD CÁRDENAS LEMA

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La Joven Cuba y yo

Conocí a los editores del blog La Joven Cuba —OsmanySánchez, Roberto Peralo y Harold Cárdenas— mientrastrabajaba en la Universidad de Matanzas. Desde el prin-cipio valoré su empeño y lo mucho que han debido perse-verar para mantenerse a costa de prohibiciones y des-confianza, ataques y etiquetas. A Harold en particularme une una entrañable amistad, de las que resisten altiempo, la distancia y todo tipo de pruebas.

Me mantuve, sin embargo, como una lectora no muysistemática del blog y rechacé con amabilidad sus soli-citudes iniciales de colaboración. Reconozco sincera-mente que me parecía un poco presuntuoso el conven-cimiento de aquellos muchachos en que el mundo delos medios digitales era la vía para proponer una trans-formación de la sociedad y la política cubanas que laprensa nacional no personificaba. Discrepé con Haroldmuchas veces y le advertía, casi sermoneando, que losmedios que la gente consume masivamente son los quedebían encabezar las transformaciones, que todos nopueden navegar por internet y que el tradicional perió-dico o los noticiarios televisivos tendrían que asumiruna postura más crítica y activa, exigida incluso por ladirección del gobierno.

Casi una década ha transcurrido. El blog LJC cum-plirá sus primeros diez años en el 2020. Yo tambiéncumplí cada uno de ellos y he dejado atrás mi actitudde antaño. En la actualidad estoy convencida de que

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por diversas vías se incrementa el número de cubanosque accede a internet: en sus lugares de trabajo, pagandolas elevadas tarifas de conexión tanto en las zonas wificomo en los datos móviles, mediante los paquetes sema-nales, viajando a otros países, o con la solidaria costum-bre de reenviar a través de cuentas y redes de amigos losartículos y noticias que consideran significativos.

Igualmente he renunciado a la esperanza de un cam-bio inmediato en nuestros medios de prensa, que pare-cen vivir en un aislamiento casi absoluto respecto a larealidad. Constaté también que saludables costumbrescomo la polémica, la contrastación de ideas y el debatede opiniones, desconocidos en la sociedad y en la mayo-ría de los medios nacionales, son normales en lablogosfera.

No necesitaba más para decir: sí, acepto; la próximaocasión en que mi joven amigo me pidió un trabajo parasu blog. Ahora me identifico con orgullo como una cola-boradora habitual de LJC, que ya sobrepasa los cincomillones de visitantes. Cada semana hago un ejerciciode catarsis cívica y, sin pretender imponer mis criteriosa nadie —eso no funciona así en la red de redes, con susforos abiertos—, pago a mi conciencia una cuota de res-ponsabilidad.

Antonio Gramsci, un marxista italiano que duranteaños fue invisibilizado en Cuba por la manualística so-viética, recomendaba: «es mejor elaborar la propia con-cepción del mundo de manera consciente y crítica y, porlo mismo, en vinculación con semejante trabajo intelec-tual, escoger la propia esfera de actividad, participaractivamente en la elaboración de la historia del mundo,ser el guía de sí mismo y no aceptar del exterior, pasiva

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y supinamente, la huella que se imprime sobre la propiapersonalidad».1 Eso he tratado de hacer desde que des-cubrí que es el único modo de destruir la cárcel en quepodemos llegar a encerrar al pensamiento. Mis escritospara LJC son parte del proceso.

Este libro reúne una muestra de los trabajos que hepublicado durante casi dos años. Son una especie dehíbridos entre el ensayo breve y el artículo de opinión.No soy periodista sino historiadora. No he podido —niquerido—, evitar entonces que la historia sea, más omenos de forma explícita, una protagonista de mis re-flexiones. Lo que escribo nace del conocimiento delpasado y de las aspiraciones y necesidades que tengoen el presente, quizás muchas de ellas compartidas conlos lectores.

ALHMatanzas, julio del 2019

1 «Todos somos filósofos», El materialismo histórico y la filosofía deBenedetto Croce, Ediciones Revolucionarias, La Habana, 1966, p. 12.

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El hombre no encuentra en su pasado sino lo quebusca, y no busca sino lo que necesita, y nonecesita sino aquello con lo que hará su futuro.

MAX SCHELER

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La honestidad de la censura

He disfrutado siempre la lectura de los epistolarios; cartascruzadas entre personas que seguramente no imagina-ban que, siglos más tarde, su intimidad sería descubier-ta ante otros que no eran los destinatarios originales. Lascartas tienden a develar ese sentido de época que sueledesaparecer con rapidez: ambientes, conflictos, aspira-ciones individuales y de grupos. Cuánto me apenan loshistoriadores del futuro, pues la costumbre de escribir-las se ha perdido en tiempos de internet.

¿Y a qué vienen estos comentarios, pensarán conrazón los lectores de LJC? Es que no puedo dejar de com-partir con ustedes las opiniones que me ha suscitado unaexcelente selección de cartas —cuya edición realizo—que fueran enviadas y recibidas por el poeta, ensayista ydramaturgo matancero José Jacinto Milanés (1814-1863).

Sus interlocutores eran Domingo Del Monte, JoséAntonio Echeverría, Ramón de Palma, Anselmo Suárezy Romero, los hermanos José Zacarías y Manuel Gon-zález del Valle, Cirilo Villaverde… en fin, una genera-ción intelectual que, en el siglo XIX, gestó la literatura yla historiografía que pueden ser denominadas genui-namente cubanas. Pero lo que llamó mi atención es elmodo en que se referían al mecanismo de censura ha-bitual en la etapa.

La censura era obligatoria, y se ejercía tanto pararepresentaciones teatrales como para obras literarias, ladenominada censura de imprenta. Una vez censurados

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los textos, sus autores debían eliminar de aquellos todolo que el censor considerara «subterfugios políticos»o «supuestas amoralidades». En época de Milanés,ejercían como tales en La Habana, Ramón Medina—preferido por su mayor flexibilidad— y el implaca-ble José Antonio Olañeta. Además, las capitales deprovincia tenían sus propios censores para las repre-sentaciones teatrales, los cuales muchas veces eranmás recalcitrantes que los habaneros.

Se quejaban los intelectuales, pero ello no los amila-naba. Aun en aquellas condiciones seguían creando.En carta a José Antonio Echeverría de septiembre 3de 1838, dice Milanés: «he visto las cercenaduras quehizo la pluma censoril en el acto segundo y tercero demi conde Alarcos. […] Paciencia y barajar: quierodecir que no desmayemos por tan poca cosa y ade-lante con la idea».

La censura de imprenta, sin embargo, fue menosestricta con el mencionado drama El Conde Alarcos. Asíle confirmaba Del Monte 4 de septiembre de 1838: «elsuave Medina Rodrigo, no le ha quitado más que aque-llos dos versos “Maldiga Dios a los reyes”».

Se referían a ella como la Señora Censura. Pero demanera práctica consideraban, como lo hacía Milanésen epístola a Del Monte el 30 de agosto de 1838: «con-formémonos con lo que da el tiempo y no queramosestirar tanto la libertad que reviente».

Luchando con los inconvenientes de la censura, ba-tallando con tachaduras y mutilaciones, esa generaciónintelectual le mostró a la monarquía española que entrela Península y la Isla existía una barrera cultural que, asu debido tiempo, se tornaría una barrera política y

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generaría el inicio de un proceso independentista. Loque le permitió hacerlo fue, además de sus conviccionesy valores, el propio proceso que aparentemente existíapara impedirlo. Al saber qué era lo censurado, lo prohi-bido, se podían llegar a decir muchas cosas, quizás conrodeos, es cierto, pero al final esos intelectuales cumplie-ron con su rol como conciencia crítica de su época.

No deberían existir límites a la creación y la expre-sión. Pero en el caso de que existan es lo correcto saber,con honestidad, cuáles son. Cuando se conoce qué es loque no puede decirse es lógico asumir que todo lo demásestá permitido. Las indefiniciones suelen conllevar a lacómoda postura de: ante la duda, abstente. Esa actitudacrítica, tan propia en nuestro medio, es absolutamenteimpropia de un sector que, por su preparación, debe ser-vir de alerta a los políticos y a toda la sociedad.

La falta de transparencia que existe aquí, respectoa qué temas pueden ser abordados, dónde, quiénes, enqué momento; me provoca cierta nostalgia y hasta unasana envidia hacia aquellos creadores. Ante la falta dela honesta censura, pero cercados por todo tipo de pro-hibiciones, obstáculos y barreras indefinidas, hemosasumido la peor forma de censura, la que ejercemoscontra nosotros mismos, la que conduce a la mutila-ción de nuestra capacidad para reaccionar. Corremosel riesgo de convertirnos en personas que deshonransu formación e inteligencia y de llegar a una condiciónque pocos como Juan Marinello describieran con tantorealismo, cuando en 1930 escribiera su ensayo «Sobrela inquietud cubana».

Ante la gestación estalinista, a este intelectual lepreocupaba el problema de la libertad de creación bajo

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el socialismo; ese tema, tan caro a la intelectualidad,fue el que generó las siguientes interrogantes:

Y, llegados a ese falansterio de nuevas propor-ciones y de nuevo tipo, ¿tendremos la libertadesencial, la que nos movió desde su encierro aechar abajo las dominaciones dolorosas? ¿Nohabremos entrado, queriendo salir de ella, en unacárcel de hierros invencibles porque todos sere-mos hierros en nosotros mismos?

Quizás con una censura honesta, o en su defectocon una ley de medios, logremos evitar ser hierros ennosotros mismos y podamos romper, de una vez portodas, esa cárcel terrible que es la autocensura.

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El 68: continuidades y rupturas

El 10 de octubre de 1868 fue el momento en que la na-ción cubana demostró que las fronteras culturales noconstituían ya barreras suficientes frente al dominio deEspaña, a la que habían dejado de considerar desdemucho antes como madre patria y percibían solo comometrópoli expoliadora. Era ineludible erigir fronterasfísicas, resumidas en un estado-nación, entre la Isla yla Península. Y es ante ese imperativo, que la decisiónde Carlos Manuel de Céspedes de declararse en armascontra el yugo español simbolizará el grito insumiso delos cubanos por su independencia.

Es costumbre que los países que debieron combatirpor su soberanía suelan conmemorar el inicio de sus res-pectivas gestas emancipadoras. Cuba tiene una particu-laridad, pues reivindica un proceso revolucionario demediados del XIX como parte inherente de las transfor-maciones que se produjeron casi cien años después.

En 1968, al celebrar el centenario de aquellos he-chos, Fidel Castro pronunció un discurso donde afir-maba que la revolución en Cuba era una sola, iniciadacon el Alzamiento de la Demajagua y que se extendióhasta el triunfo de 1959.

Esa imagen de continuidad es válida si la juzgamoscomo un acto de legitimación que se arroga una matrizhistórica de larga duración, en la que se muestra que loshabitantes de Cuba habían luchado, desde aquel actoinicial, para que ella fuera independiente de cualquier

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potencia, libre de cualquier absolutismo, próspera, cí-vica y humanista. Sin embargo, la idea de una sola re-volución no debe ser literalmente aceptada, y muchomenos si esta ofrece la perspectiva de una trasmisióngeneracional sin conflictos a lo largo de más de un si-glo. Quien así lo hiciere corre el riesgo de incurrir enuna grave injusticia histórica.

No debe olvidarse que a mediados de la tercera dé-cada del pasado siglo tuvo lugar un proceso de fracturageneracional que ajustó cuentas con su pasado recientecuando un grupo de jóvenes intelectuales, y en poco tiem-po amplios sectores de la sociedad, rechazaron lo queJoel James denominara con acierto «el monopolio políti-co del mambisado»1 y sus principios rectores: caudillis-mo y dependencia.

Aquellos generales y doctores que dirigieron la repú-blica, y que decepcionaron al pueblo cubano por «sulatrocinio sin límites y su política sin honor»,2 habíansido también los revolucionarios del 95, y algunos lu-charon en las tres guerras por la independencia. Porello ejercían una «ascendencia mágica» —según pala-bras de James—, sobre la política cubana y por eso lajuventud debió «desembridarse de la guía de los viejoscaudillos» y «rechazar la instrumentación por la cualesta se realizaba».3

Ese rechazo se materializó en el enfrentamiento ala dictadura de Gerardo Machado, un general del 95.

1 Joel James Figarola: Cuba 1900-1928. La República dividida contra símisma, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1976, p. 265

2 Juan Marinello: Discurso del 7 de diciembre de 1923. Scropt Books,Recortes 1923-1924 (Biblioteca Memorial «Juan Marinello»).

3 Joel James Figarola: Op. cit., p. 265.

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Tal desaprobación inició un proceso revolucionarioconocido como Revolución del Treinta, que si bien nologró el objetivo esencial de sacar la economía cubanade la órbita estadounidense en que continuó movién-dose, en parte por la desunión de las diferentes fuerzaspolíticas actuantes; sí generó una cadena de transfor-maciones y un nuevo período en la historia insular, delque brotarían una avanzada constitución, nuevos ac-tores políticos y organizaciones, una sociedad civil máscomprometida con el país, y transformaciones en elperfil cultural y simbólico de la nación.

Ignorar esa interrupción del proceso revolucionario,como se hace al afirmar que la revolución es una soladesde 1868 hasta hoy, es algo inaceptable. La historiaha demostrado con creces que el desarrollo no solo semanifiesta en las continuidades, sino también en las rup-turas. Fue precisamente de esa ruptura que emergieronlos actores políticos que protagonizaron más adelante lalucha contra la dictadura batistiana.

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La revolución contra todas las revoluciones

Las revoluciones pueden derivar en caricaturas de símismas cuando dejan de ser proyectos colectivos, o másbien, colectivamente dirigidos. Las formas de gobiernoautocráticas y personalistas, lastre de cualquier revolu-ción, fueron parte de la herencia del colonialismo a lospueblos de América Latina.

Esta problemática, aún vigente, era muy fuerte entiempos de Martí. En algunas naciones donde vivió,constató lo dañino del caudillismo de los jefes milita-res, algunos grandes héroes durante la guerra que, unavez culminada, se habían convertido en dictadores.Tales fueron los casos de Justo Rufino Barrios en Gua-temala y de Antonio Guzmán Blanco en Venezuela.De ahí su exhortación: «Una revolución es necesariatodavía: ¡la que no haga Presidente a su caudillo, larevolución contra todas las revoluciones! [...]».1

A  mediados del XIX proliferaron en Latinoamérica,en un marco de exaltación nacionalista, las biografíasdedicadas a libertadores y próceres independentistas.En ese contexto fue muy influyente el escocés ThomasCarlyle. En sus conferencias de 1841, Sobre los héroes,el culto a los héroes y lo heroico en la Historia, expuso sutesis de que todo avance se debía a la acción que ejer-cen en las sociedades los hombres cumbre.

1 «Alea Jacta Est», El Federalista, México, diciembre 7 de 1876, t. 6, p. 360.

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Estas ideas lo vincularon con el filósofo norteameri-cano Ralph Wald Emerson. Para ambos, la misión dedirigir los movimientos colectivos competía a los hom-bres que conquistaron un sólido prestigio. El trascenden-talismo, corriente filosófica de la que se da la paternidada Emerson, se considera una síntesis entre la religiosi-dad puritana y el idealismo romántico. Sin ser un tras-cendentalista, Martí tuvo gran influencia del mismo, deahí que su concepción del héroe responda a un conjun-to de elementos relacionados con los pensadores ante-riores y que había reforzado el romanticismo: grandesvirtudes, sacrificio sin límites, renuncia a cualquier re-compensa que no fuera el cumplimiento de la misiónheroica, anonimato, e incluso, soledad y aislamiento.

Los portaestandartes de las revoluciones eran muyimportantes para Martí, sin embargo, una vez ganadas,opinaba que las naciones debían ser dirigidas por hom-bres que dejaran de verse como héroes y priorizaran unproyecto social. En ese sentido no era ingenuo respectoa las ambiciones personales de los que detentaban elpoder político, «¿qué tiene el poder, que envenena lasmejores voluntades?».2

Su análisis de la Guerra de los Diez Años le hizoapreciar cuánto había influido el caudillismo en su fra-caso. Por ello, en misiva a Gómez insistía:

¡Un pueblo no se funda, General, como se man-da un campamento; […] ¿Qué somos, General?,¿los servidores heroicos y modestos de una ideaque nos calienta el corazón, los amigos leales de

2 Carta al Director de La Nación, N. Y, enero 3 de 1887, t. 11, p. 134.

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un pueblo en desventura, o los caudillos valientesy afortunados que con el látigo en la mano y laespuela en el tacón se disponen a llevar la guerraa un pueblo, para enseñorearse después de él?3

Le alarmaba la tendencia de los militares a formargrupos basados en lazos de fidelidad forjados en la con-tingencia de los combates, pues ocurría que, ya en tiempode paz, continuaban inclinándose más a las convenien-cias del grupo que a las nacionales: «Todo poder ampliay prolongadamente ejercido, degenera en casta. Con lacasta, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedosde perderlas, las intrigas para sostenerlas».4

Criticó a los pueblos por su tendencia a endiosar alos líderes y conferirles poderes sin límites, casi absolu-tos; aunque comprendía las motivaciones que condu-cían a esas actitudes: «Las grandes personalidades soncomo cimientos en que se afirman los pueblos. Pueblohay que cierra los ojos a los mayores pecados de susgrandes hombres, y necesitado de héroes para subsis-tir, los viste de sol, y los levanta sobre su cabeza».5 Porello alertaba: «Un pueblo no es la voluntad de un hom-bre solo, por pura que ella sea, ni el empeño pueril derealizar en una agrupación humana el ideal candoro-so de un espíritu celeste, ciego graduado de la univer-sidad bamboleante de las nubes».6

3 Carta al General Máximo Gómez, N. Y., octubre 20 de 1884, t. 1,pp. 177-180.

4 Carta al Director de La Nación, N. Y., enero 19 de 1883, t. 9, p. 340.5 Ibídem, agosto 3 de 1885, t. 13, pp. 81-82.6 José Martí: «El tercer año del Partido Revolucionario Cubano».

(Citado por Ibrahím Hidalgo en: El pensamiento político de José

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Cada época y generación traen consigo manerasparticulares de interpretar a las fuentes y luego reescri-bir, rehacer la historia partiendo de sus intereses, cues-tionamientos, capacidades o limitaciones. En los añosveinte del siglo pasado fue crucial el rescate del antimpe-rialismo martiano, era lo que necesitaba la patria. Martíes fuente esencial para los cubanos, dejémoslo de vercomo objeto de adoración, impugnemos al Martí demármol o de bronce y asumamos su ideario políticovivo. Hacer eso fue lo que le confirió un carácter revo-lucionario a los jóvenes del veinticinco. Develemos alMartí que necesita la patria ahora.

Martí. Estructura e interrelaciones de sus componentes fundamen-tales [Inédito] p. 23).

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Ser y parecer

«Lo esencial es invisible a los ojos», dice el adorablePrincipito de Antoine de Saint Exúpery. «Quien llevamucho dentro necesita poco afuera», aconsejaba Martía la pequeña María Mantilla. «Es mejor ser que pare-cer», reza un antiguo proverbio. Frases ciertas. Pero loque es una verdad para la literatura, la moda o la vida,puede no serlo para la política. En política nada debeser invisible a los ojos, se necesita por igual adentro yafuera; en fin, hay que ser y parecer.

Una constitución confeccionada por el pueblo debeparecer eso. No basta con un equipo de trece personasque elaboró el Proyecto de Constitución durante variosaños, una comisión de treinta y tres que la revisó y trans-formó durante pocos meses, un buró político que la ana-lizó por cuatro días, y una Asamblea Nacional de 605diputados que la debatió por apenas un día y medio.1 Elpueblo, en cada uno de sus ciudadanos, debió ser prota-gonista del proceso desde su génesis. Nuestros criteriosdebieron emerger desde el primer momento y más cuan-do se trata de una reforma total de la Constitución vi-gente. La rauda aprobación del documento por la Asam-

1 Pues de los cinco días en que sesionó la Asamblea se dedicarondos al «estudio individual» de los diputados, además de que setrataron cuestiones internas, se informó sobre la liquidación delpresupuesto del Estado del año 2017, se presentó el nuevo Consejode Ministros y se hizo una extensa presentación del Anteproyecto.

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blea da la sensación de una barrera entre los dirigentes—políticos y diputados— y los ciudadanos. Incluso, laanunciada y posterior consulta popular desconocela participación de la ciudadanía como activa y solo leconfiere un papel secundario y casi ritual.

Una escueta nota de la Agencia Cubana de Noticiasinformaba: «Las diez Comisiones Permanentes de laAsamblea trabajarán a puerta cerrada desde hoy miérco-les hasta el viernes, antes de la plenaria —prevista del 21al 23 de julio— donde se debatirán las actualizacionesde la Carta Magna vigente». Esta actitud, que separó losdebates de la Asamblea del pleno conocimiento y la par-ticipación popular directa, al televisar solo algunos re-súmenes, contrasta con otros procesos constitucionalesen nuestra historia.

La Asamblea que conformó la primera constituciónrepublicana, de 1901, trabajó durante largos meses. Lassesiones fueron intensas y la mayoría públicas. La pre-sencia de espectadores sirvió de caja de resonancia paralos debates, efectuados en el teatro Irioja, actual Martí.El público, que asistía desde palcos y balcones, partici-paba aprobando o condenando las intervenciones delos constituyentes. Muchas veces el Presidente de laConstituyente tuvo que amenazar con expulsar a lospresentes por las manifestaciones de apoyo o rechazoa alguna intervención.

La prensa también fue protagonista, y daba a co-nocer tanto las opiniones de los políticos como las delos lectores. Publicaciones como el Diario de la Marina,La Lucha, La Discusión, Patria, el estrenado El Mundo, yotros de la capital y del resto de Cuba ofrecían resúmenesdiarios de lo discutido en la convención. El periódico

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2 Juan de los Ríos: «Arte y Política», en Noticias de Hoy, 15 de mayo,1940.

La Discusión, por ejemplo, en su sección «AsambleaConstituyente», publicaba un resumen de los debatesde la noche anterior.

Las cartas y telegramas sobre el tema inundaronlos periódicos, muchas veces con copia a la Asamblea.De esta forma, la construcción de la Constitución quenormaría la vida republicana fue calando en la opi-nión pública como ejercicio ciudadano, abierto al de-bate, en el que de una forma u otra pudo participarbuena parte de los cubanos interesados en los destinosde su patria.

El proceso que dio lugar a la Constitución de 1940fue muy superior. Había existido una revolución de pormedio. Las sesiones también fueron públicas y la pren-sa seguía cada día lo acontecido, entrevistaba a ciuda-danos, políticos, intelectuales y especialistas en Dere-cho. Sin embargo, lo que distinguió a este período dedebates fue el rol desempeñado por la radio, que vivíasu época de oro. Esta tuvo el derecho a transmitir, amicrófono abierto, todas y cada una de las sesionesde la Asamblea Constituyente. El propio Partido Co-munista, recién legalizado, la apreciaba como el me-dio de propaganda por excelencia, pues: «la Radio,cuya baratura la pone hoy al alcance de las familiasmás modestas, llega diariamente a todos los rinconesde un país, desde el palacio de un millonario a la cho-za de un pastor».2

Y a todos los rincones de Cuba llegaron las contro-versias de la Asamblea Constituyente. Por si fuera poco,

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en los parques de poblados, pueblos y ciudades, fueronubicados altoparlantes para que los ciudadanos pudie-ran escuchar la programación radial que informaba,minuto a minuto, de los debates.

La riqueza y seriedad de las discusiones, unidas a lapreparación teórica y jurídica de los delegados puedeconstatarse por cualquier persona que solicite el Diariode Sesiones de la Asamblea Constituyente de 1940, dos enor-mes tomos disponibles en muchas bibliotecas de Cuba.

Es cierto que la Constitución vigente desde 1976 noconcibe una Asamblea Constituyente, y determinacomo único órgano con capacidad legal para esto a laAsamblea Nacional del Poder Popular. Aun así, no sejustifica que las dos constituciones elaboradas en laRepública burguesa, con tener ese carácter, parecieranmás cercanas al pueblo que el actual proceso de ges-tación de una Constitución socialista. Como afirmaraun especialista en Derecho Constitucional: «lo másimportante es colocar al pueblo en el lugar de la deci-sión, no solo final, sino en todos los momentos del pro-ceso de creación, porque esta será la garantía de la le-gitimidad de la constitución y de su armonía ética conlas aspiraciones sociales de la mayor cantidad de per-sonas posibles».3

En una época en que la revolución de las comuni-caciones ha convertido al mundo en una aldea globalno se necesitaría abrir, literalmente, las puertas del par-lamento, ya bastante hacinado. Habilitar altoparlantes

3 Julio A. Fernández Estrada: «Una constitución a la medida del futuro»,https://cubaposible.com/una-constitucion-la-medida-del-futuro-nuevos-derechos-nuevas-instituciones-nuevas-utopias/.

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y radiar las sesiones sería un anacronismo. Sin embar-go, televisar todas las sesiones en vivo; publicarlas enlos sitios de internet; habilitar teléfonos y un sitio webpara que el que desee pueda votar, párrafo a párrafo,en tiempo real (como se hace con los Premios Lucas, o enTelesur) y constatar los resultados de la votación, tam-bién en tiempo real, o proponer modificaciones; esosserían mecanismos actuales que podrían lograr quenuestra nueva Constitución no solo sea, como nos ju-ran, del pueblo y para el pueblo; sino que también loparezca.

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Legado incompleto

El primer Partido Comunista de Cuba no pudo cono-cer de cerca el período inicial de la Revolución Socialis-ta de Octubre, el más rico en polémicas y concepcionesopuestas. Cuando se funda, en agosto de 1925, ya ha-bían transcurrido casi ocho años de la toma del Palaciode Invierno y más de uno de la muerte de Lenin. Enconsecuencia, el movimiento comunista cubano comien-za sus relaciones formales con los soviéticos precisamentecuando se estaba incubando el modelo estalinista.1 Mu-chas de las características que tuvo ese Partido en laIsla —la creencia en que era dueño de una verdad ab-soluta; su fidelidad a una línea inmutable, especie deleiv motiv que vaciará de dialéctica su interpretacióndel devenir histórico; la disciplina a costa del ejerciciosincero del criterio—, debidas a una interpretación

1 Estas «relaciones» serán bastante intermitentes en los primeros años.[Véase Angelina Rojas, El primer partido comunista de Cuba, EditorialOriente, Santiago de Cuba, 2003]. A ello habría que agregar que elinterés de la Tercera Internacional por América fue muy escaso enel período, pues los funcionarios de dicha organización centrabansu interés en los países atrasados de Asia. Esto se modificó luegodel VI Congreso (Moscú, julio-septiembre de 1928) cuando se previóla inminencia de una situación revolucionaria como consecuenciade la crisis que debía enfrentar el capitalismo. Así fue que se organizóla primera Conferencia Comunista Latinoamericana, luego secrearían el Buró Suramericano de la Internacional Comunista y elBuró del Caribe, al cual se adscribió el PCC.

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mecanicista del marxismo y a la herencia estalinista,fueron transmitidas al nuevo Partido Comunista cuan-do en 1965 se unificaron las fuerzas que habían resul-tado vencedoras en 1959.

No obstante, algo del legado faltó: la actitud del le-gislador comunista de la vieja república. Se olvida confrecuencia en el enjuiciamiento que solemos hacer delpasado, que los comunistas cubanos fueron, junto a losde Chile, los que más influyeron en la política de susnaciones de este lado del hemisferio, pues fue exclusi-vamente en esos países donde llegaron a participar enel Senado y la Cámara. Esto jamás ocurrió en los Esta-dos Unidos a pesar de la reivindicación que hacen desu tradición democrática.

Hubo legisladores comunistas de todas las proce-dencias sociales, niveles de escolaridad —Juan Mari-nello, doctor en Derecho Público, Civil y Letras, o elzapatero Blas Roca, por citar un ejemplo—, y color dela piel —entre los senadores y representantes negros omestizos pueden mencionarse a Blas Roca, SalvadorGarcía Agüero y Jesús Menéndez. Hubo incluso unamujer, Esperanza Sánchez Mastrapa.2 Los identifica-ba a todos su capacidad y elocuencia, la valentía en lasintervenciones y la costumbre de participar activamenteen los debates. Podían improvisar un extenso discursosin necesidad de escribirlo. Algunos de ellos, como JuanMarinello o Salvador García Agüero, eran reconocidos

2 Miembro por el Partido Unión Revolucionaria Comunista de ladelegación a la Asamblea Constituyente de 1940. Mulata y maestranormalista. Defendió a César Vilar en las filas del Partido y ellole hizo perder toda connotación política.

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hasta por sus contendientes ideológicos entre los másrespetados oradores del Congreso, y ambos fueron vi-cepresidentes del senado por sus condiciones excepcio-nales y su prestigio.

Tampoco esperaban pasivamente a que les presen-taran leyes o decretos para su aprobación. Desde laoposición o desde el gobierno —entre 1940 y 1944 for-maron parte de la coalisión gobernante— ellos desa-rrollaron una intensa actividad legislativa. Juan Marinellopropuso y logró que se aprobara una ley, conocidacomo Ley Marinello, para la supervisión del Estadosobre la enseñanza y los libros de texto en las escuelasprivadas. En 1941 el Partido Comunista propuso unproyecto de Ley de Protección a los Artistas Cubanos,que fue presentado a la Cámara de Representantes paraprocurar la preponderancia de los artistas nativos sobrelos extranjeros. Los senadores y representantes comu-nistas aportaban leyes, mociones y ponencias dirigidasa disímiles asuntos: creación de escuelas de enseñanzaartística, mejorar las carreteras y caminos, e incluso eri-gir un busto a Roosevelt.3

A pesar de su militancia política y su fidelidad ideo-lógica, cuando se desempeñaban como legisladores seconvertían en portavoces de las necesidades y aspira-ciones de los habitantes de las provincias por las queresultaban electos. Marinello fue un activista incansa-ble por los intereses de Las Villas, provincia que siem-pre lo escogió entre sus senadores y a la que hacía visi-tas muy frecuentes en calidad de tal.

3 Ver: Papelería del Senado, Fondo Manuscrito Juan Marinello, SalaCubana, Biblioteca Nacional José Martí.

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Es justo reconocer, sin embargo, que los legisladorescomunistas tenían algunas ventajas respecto a sushomólogos actuales: primero, sesionaban permanente-mente, de ahí su entrenamiento constante; segundo, te-nían contendientes ideológicos que los obligaban a serconvincentes en sus opiniones ya que no existían crite-rios unánimes. En consecuencia, ellos se pueden contarentre los mejores y más capaces de aquella época.

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Lo novedoso

Ante el debate en el Congreso de la Unión de Periodis-tas de Cuba (UPEC) de la nueva política de comunica-ción que se instituirá, me gustaría aportar algunos cri-terios. La situación de la prensa cubana es incoherenteen muchos aspectos. Nuestra Constitución norma laexistencia del PCC como Partido único; sin embargo,dada la enorme cantidad de órganos oficiales de pren-sa que posee el mismo, tal parece que coexistiera en unescenario interno de extrema hostilidad ideológica, loque es desmentido a su vez por las declaraciones de losdirigentes que patentizan su confianza en el apoyo delpueblo a la revolución. Además del periódico Granma,existe un órgano oficial del Partido en cada provin-cia, para un total de quince, y prefiero ser cautelosapues ignoro si en las provincias experimentales deArtemisa y Mayabeque también se establecieron.

A todas luces es innecesaria esa abundancia de ór-ganos oficiales, pero lo peor es que cada uno de ellos esfinanciado por el presupuesto del Estado, es decir portodos y cada uno de nosotros. ¿Es justo que un paíscon una situación económica tan compleja como Cubadeba derrochar en proporción semejante, a pesar deque los requerimientos al ahorro son constantes en eldiscurso político?

Se comenta que la nueva política de comunicaciónatenderá el tema de la financiación de los medios al bus-car alternativas que generen ingresos por vía de la

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publicidad y el patrocinio, sin que ello signifique la re-tirada del presupuesto estatal. Me parece excelente queempecemos a dar ejemplo de prudencia en los gastos,pero no debemos pensar que ello es una novedad, sinoel rescate de un modo de hacer.

Al reivindicar como propia la raíz marxista del pri-mer Partido Comunista, se debe recordar que su órganooficial fue el diario Noticias de Hoy, cuya aparición datade mayo de 1938.1 Este no incurrió en la puritana cos-tumbre implementada por sus sucesores, que conside-raron una blasfemia mezclar ideología y publicidad. Elviejo periódico comunista se subvencionaba por diver-sos medios: por suscripción popular en menor medida—mediante la venta de certificados de ayuda, por va-lor mínimo de cinco pesos—, y por publicar anunciosde productos y servicios, especialmente de empresariosy profesionales cubanos.

Entre los productos que más se anunciaban mencio-naremos a Cerveza Tropical, Cerveza Guinnes Cabezade Perro, Cerveza Cristal, Maltinas Tivoli y Trimalta,Cigarros Trinidad y Hno., Tabacos La Marca, CamisasPerro, Ropa de hombres El Zorro, Amplificadores LA-UZ, Jarabe anticatarral Majín, Fenaspirina…

Por su parte, la gama de servicios que se divulgabaera muy amplia, algunos ejemplos son: Casa Ruiz: Com-pra y venta de muebles; Tiendas como El Encanto, LaInternacional y Fin de siglo; Salón de Barbería deRogelio Suárez; Basilio Casanova: Sastre Modelista;

1 En 1953 desapareció, como resultado de la ilegalización del PartidoComunista, para reaparecer en 1959; así se mantuvo hasta 1965,cuando se funde con Revolución y Adelante para dar paso a Granma.

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Ópticas Iglesias y Royalt; Panadería y Dulcería LaGuarina; Cooperativa de ómnibus; Unión Latina: Cía.de Seguros; Fotos Lorenz; Distribuidora Dalia: de lasrevistas Carteles, Bohemia, Vanidades y Cinema. Por sifuera poco, también anunciaban la Lotería Nacional.

Aunque al inicio no tenía medios técnicos propios,los ingresos obtenidos le permitieron al diario tener supropio taller de impresión, ubicado en Desagüe núme-ros 108 y 110, Apartado no. 2422, Dirección Telegráfi-ca: Noti–Hoy, Habana.2 Noticias de Hoy se dirigía a unpúblico amplio, su precio era de dos centavos y teníados ediciones diarias, una en la mañana y otra vesper-tina, con cierre a las 3 p. m. Comenzó con un total dediez páginas, y osciló entre ocho y doce hasta 1946,cuando permaneció con esta última cifra. El 10 de mar-zo de 1940 iniciaron la publicación de un suplementocultural denominado Magazine de Hoy, con impresiónpolicromática de gran calidad.3

Todo esto nos permite afirmar —con una termino-logía al uso—, que Noticias de Hoy fue una publicación«próspera y sostenible». Y lo fue sin dejar de defendersu ideología y de enfrentarse y criticar los males deaquella época.

La ideología no está reñida con la publicidad, esmás, si la empresa privada en el capitalismo no opusoreparo alguno en anunciarse en la prensa comunista,considero que la prensa comunista del socialismo no debe

2 Yinela Castillo y Lisset Hevia: «La política cultural del Partido Co-munista de Cuba reflejada en el periódico Noticias de Hoy (1938-1948)», Trabajo de Diploma en opción al título de Licenciado enEstudios Socioculturales, Universidad de Matanzas, 2011. [Inédito].

3 Ibídem.

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oponerse a que los propietarios privados utilicen sus es-pacios. Esto debería instrumentarse tanto en el único ór-gano oficial, Granma, como en los periódicos de todas lasprovincias, que dejarían de identificarse como órganosoficiales del Partido. En todos los casos se podría mante-ner un apoyo del presupuesto estatal para los mensajes ycampañas de bien público, pero la mayor parte de losegresos serían asumidos por las propias publicaciones.

Esta ojeada al pasado permite constatar que lo no-vedoso en la política de comunicación no sería jamásla admisión de la publicidad y el autofinanciamientode la prensa. La real novedad tendrá que derivarse dela protección legal y laboral a los periodistas y profe-sionales de la comunicación que ejercen su trabajo. De-biera ser la existencia de normativas que les permitanacceder a la información sin pasar por tantos filtrosoficiales que, a fin de cuentas, la obstaculizan. Se debereconocer el anonimato de sus fuentes como es habi-tual en otros contextos, incluso en el nuestro que con-siente el anónimo como fuente de investigación. Debendeterminarse con claridad los asuntos objeto de censu-ra, pero estos deben ser mínimos: la entrada a objetivosmilitares y el uso de documentos de seguridad nacio-nal, entre los pocos que pudieran constituirse en barre-ras a una indagación periodística.

Todo lo anterior es una quimera sin que se recojaen un marco legal y sea refrendado en la Constitución.Habrá que esperar en consecuencia a que sea conclui-do el proceso que generará la nueva Ley de Leyes parasaber en verdad si el término novedosa se pueda adju-dicar a la política de comunicación que se debate en elcongreso de la UPEC.

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Lecciones de tolerancia

La película Trumbo: La lista negra es un buen ejemplodel auge de la represión ideológica en Estados Unidos.La considerada meca de la democracia y la libertad deexpresión tuvo en la época de la segunda posguerra supeor momento.

Muchos estadounidenses se habían afiliado a las fi-las comunistas desde fines de los años treinta y prime-ra mitad de los cuarenta. Eran amplios sectores socia-les que sufrieron la crisis económica en la etapa de lagran depresión, que no se habían recuperado por com-pleto de sus pérdidas y que se sintieron atraídos poruna prédica que se despojaba cada vez más del secta-rismo original.

Especialmente bajo la dirección de Earl Browder, elPartido Comunista de Estados Unidos asumió una pos-tura que consideraba que el propio desarrollo del capi-talismo debería tender a un cambio futuro de sistemapor vía pacífica. La colaboración con la URSS en unfrente aliado contra el fascismo que logró una contun-dente victoria, le hizo concebir una actitud que serádefinida como revisionista poco después por el propiomovimiento comunista internacional con centro enMoscú.

La luna de miel de los aliados concluyó casi al mis-mo tiempo que la guerra, y las tensiones en el ocupadoBerlín agudizaron el conflicto. Fue así que aquellos quehabían entrado a las filas comunistas norteamericanas

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empezaron un largo calvario que se extendió por unadécada, desde 1947 hasta 1957. Miles de personas: do-centes, artistas, soldados e incluso funcionarios fuerondespedidos, vigilados, obligados a declarar ante la crea-da Comisión Para las Actividades Comunistas. El solohecho de una posición ideológica afín era motivo paraello, lo que contradecía la primera enmienda de la Cons-titución norteamericana que proclama la libertad depensamiento, expresión y asociación.

Aun así, desde septiembre de 1947 diecinueve per-sonas fueron citadas a Washington para declarar antela referida Comisión. Era apenas el principio. En 1949se llegó a hablar de enviar los comunistas a camposespeciales. Se hizo famosa en la etapa el eslogan: «Elúnico comunista bueno es el comunista muerto».

El caso más renombrado por los medios fue el deLos diez de Hollywood, que cumplieron prisión por suideología. El aludido filme se centra en la figura delguionista Dalton Trumbo, ganador de varios premiosOscar, uno de los reprimidos hasta el punto que no pudovolver a firmar un guion con su nombre durante casidiez años.

Pero al observar la película, al tiempo de conmover-me con los conflictos políticos y humanos que ella de-nunciaba, no podía dejar de enorgullecerme de la histo-ria de mi país. Cuba, que estuvo durante más tiempoque el Continente bajo el absolutismo de una monar-quía que no propició en nosotros prácticas democráti-cas. Que estuvo por casi un cuarto de siglo bajo la im-puesta tutela de su poderoso vecino con una enmiendaque limitaba su libertad como Estado. Que había sufridouna dictadura desde fines de los años veinte, de la cual

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se libró con la fuerza de un proceso revolucionario queafectó su constitucionalidad… Era ese país el único denuestra área en que el respeto a todas las zonas ideoló-gicas pesó más que la geopolítica mundial, escindida en-tre el capitalismo y el naciente campo socialista.

En 1948, mientras miles de norteamericanos eranreprimidos por sus ideas comunistas, el vicepresidentedel senado de la República de Cuba era el presidente delos comunistas cubanos. Cuando Trumbo y sus amigosestaban en una cárcel y luego tocaban infructuosamen-te a las puertas de los estudios, en esta Isla los comunis-tas tenían un diario, una revista, una editorial, una li-brería, una agencia de viajes… Claro que la guerra fríase sintió en Cuba, ¿dónde no?, pero jamás llegó a losextremos antidemocráticos que se vivieron en el paísnorteño.

En 1950, cuando la guerra en Corea exacerbaba aúnmás la situación de los comunistas norteamericanos y elsenador McCarthy bautizaba un modo de hacer; JuanMarinello, comunista, congresista de la República deCuba, hacía una visita al campo socialista y al regresodictaba dos charlas que fueron recogidas en el libro Via-je a la Unión Soviética y a las Democracias Populares.

Después de todo, los gobiernos títeres de Grau y Príono lo fueron tanto como repiten los libros de texto. Seríamuy saludable difundir esto y hasta quizás realizar unapelícula de esa parte de nuestra historia olvidada. Cla-ro, no sería sobre una lista negra, sino sobre el respeto atodas las ideologías que existió en este país, pequeño soloen extensión.

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¿Fines sin medios o medios sin fines?

El consejo de Nicolás Maquiavelo a su príncipe: «el finjustifica los medios», asume el pragmatismo a ultranzapor encima de cualquier principio, aun los éticos. Nosiempre el fin justifica los medios, pero sí debe existircorrespondencia entre ellos. La coherencia, en el cam-po de la política, es una virtud.

La decisión de eliminar de los artículos del proyec-to de Constitución la aspiración de llegar al comunis-mo, debe ser analizada como un cambio trascendentalen los principios del Partido Comunista de Cuba, que,no obstante, se mantiene en el artículo 5 del aludidoproyecto como «la fuerza dirigente superior de la so-ciedad y del Estado».

Muy poco trascendió de los debates en la AsambleaNacional sobre ese aspecto, sin embargo, lo observadofue suficiente. A continuación transcribo el intercam-bio televisado entre un diputado y el presidente de lamisma Esteban Lazo.

Diputado (no identificado en el fragmento televisivo):En la Constitución del 76, la anterior, el artículo 5habla de la construcción del socialismo y el avan-ce hacia la sociedad comunista, y hoy estamosdetenidos, o nos detuvimos, en la construcción delsocialismo.

Esteban Lazo: Hay un problema importante que ex-plicaba ahora el compañero Andollo, hay muchas

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cosas que en el año 76… el país vivía una situa-ción totalmente diferente, incluso el mundo vivíauna situación totalmente diferente a la situaciónque actualmente tenemos. Después vino el derrum-be del campo socialista y todas aquellas cosas quenosotros conocemos, pero cuando nosotros esta-mos analizando la Constitución, que como biense ha dicho aquí es un documento que tiene queplantear determinadas políticas que después seampliarán en leyes, nosotros no podemos olvi-dar que nosotros tuvimos un VI Congreso delPartido y un VII Congreso del Partido, y que enese congreso del Partido y en este parlamento,en la anterior legislatura, nosotros aprobamosla conceptualización de nuestro modelo, y ennuestra conceptualización precisamente no espor gusto que no planteamos la palabra comu-nista. Nosotros no perdemos la ideología nues-tra marxista-leninista, pero tenemos que ver elproblema también en épocas, por eso en la con-ceptualización, cuando se plantea la visión, sehabla de lograr un país socialista.

Reconocer la influencia de las «épocas» es correcto,aunque demorar veintiocho años para hacerlo es, cuan-do menos, irresponsable. Claro que recordamos «elderrumbe del campo socialista y todas aquellas cosas»;también recordamos la actitud intransigente del IV Con-greso del PCC en 1991 y el hecho de que un cambio asíno se incluyera en la reforma constitucional del 92. Peroapartando el contenido extemporáneo de la anteriorexplicación, el hecho cierto es que la eliminación del

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término comunismo es fundamentada solamente desdeuna perspectiva epocal, en consecuencia, ajena al PCC,y ello intenta pasar por alto el quid de la cuestión: que laaprobación de la propiedad privada en la nueva Consti-tución vacía de sentido la aspiración de llegar a una so-ciedad sin ella; por eso es al terreno de los principios yno al de las épocas donde hay que remitirse.

Me parece realista el cambio, estoy de acuerdo conél. Pero el giro que da al horizonte ideológico en Cubadebe ser dialéctico, es decir, en forma de sistema. Si nopretendemos arribar a una sociedad comunista, ¿porqué la «fuerza dirigente superior» mantiene ese térmi-no en su nombre?

No es la primera vez que los comunistas llegan a unaencrucijada semejante. Cuando en 1944 entendieron queno podían «saltarse a la torera […] una etapa que […]será realizada bajo el sistema de la libre empresa»,1 demanera inmediata decidieron cambiarle el nombre a suorganización. La Asamblea Nacional del Partido fun-damentó de este modo su decisión:

Sería larga la lista de los partidos realmente marxis-tas que cambiaron el nombre frente a razonestrascendentales […] En nuestro caso, el nombresocialista es justo porque el socialismo es nuestroideal y nuestro objetivo y es oportuno porque enla etapa en que vamos a entrar han de producir-se, y a ello tenderemos y por ello pelearemos, no-

1 Juan Marinello: «El Partido Socialista Popular» (folleto), Impren-ta Luyanó 13, p. 9. En Archivo del Instituto de Historia de Cuba:Fondo 1 (Primeros Partidos Comunistas, Mov. 26 de julio y otros).[Todas las citas utilizadas son de la misma fuente].

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tables avances de franco carácter socialista. Ysomos fieles a nuestros principios porque, si que-remos de veras la transformación social, llevadaa su mayor justicia, debemos adecuar nuestraactividad, tanto en orientación como en el nom-bre, a lo que cada etapa posibilita y señala haciael camino en el propósito más alto. Se traicionanlos principios cuando no se ponen todos los cui-dados en hacerlos avanzar en el curso de unarealidad y no en la imaginación generosa y des-bocada de unos cuantos.

La reacción de algunos antiguos militantes fue con-traria a esa determinación, pero, como explicara JuanMarinello: «como son precisamente los principios losque empujan al cambio de nombre, es fácil deducir yesperar que estos viejos compañeros […] aceptaránconvencidos el cambio».

A los que piensan que luchar por el socialismo ycrear un partido afín con esa lucha es una traición,debemos recordarles que un pensador auténtico comoel marxista peruano, Mariátegui, defendía el criteriode que un Partido Socialista daba mayor posibilidad deabrirse a diversos actores sociales o políticos, clase me-dia e intelectuales; de ahí sus polémicas con la direc-ción del Comintern que esgrimía una estrategia secta-ria. Solo después de su muerte se le cambia el nombrepor Partido Comunista de Perú.

Si tal como ocurriera en el pasado, ahora tambiénel socialismo es «nuestro ideal y nuestro objetivo» —esdecir nuestro fin—, entonces deberemos adecuar igual-mente a esa meta los medios políticos. Es evidente que

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2 Finalmente pudo más la costumbre que los cambios de época y, en laversión final de la Constitución, se repuso la declaración de alcan-zar el comunismo, cuando hubiera sido más coherente con el restode las modificaciones, que admiten la propiedad privada, cambiarel nombre de la organización dirigente por Partido Socialista.

un Partido Socialista, que represente e incluya a losactores sociales que nacerán de los cambios constitu-cionales, personificará mejor los nuevos principios par-tidistas que el actual nombre. De no hacerlo, estará enjuego la credibilidad ideológica del Partido y, lo que espeor aún, correremos el riesgo de llegar muy pronto ala situación que describe el título de este post.2

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Útiles remembranzas

Transcurría el primer lustro de la década del veinte delpasado siglo en Cuba. El gobierno de Alfredo Zayas,corrupto y subordinado a los Estados Unidos, habíapropiciado sin embargo una apertura democrática sinprecedentes. Ese contexto favorable atrajo a un grupode exiliados políticos, jóvenes peruanos y venezolanosque huían de la represión de las dictaduras de Augus-to Leguía y Juan Vicente Gómez, respectivamente. Ellosfundaron la revista Venezuela Libre, que se manifestó«Contra las tiranías de América. Contra el imperialis-mo yanqui. Por la libertad de los pueblos». La malasuerte los perseguía. Muy pronto ganaría las eleccio-nes aquí Gerardo Machado, el último de los mambisesen detentar el poder constitucional y el primer dicta-dor de nuestra historia republicana.

El nuevo presidente prohibió que los extranjerosmanifestaran su activismo político, encarceló a algu-nos de ellos e incluso asesinó al venezolano FranciscoLaguado Jaime. Solidarios con esa causa, desde mayode 1925 un grupo de intelectuales cubanos asumió lapublicación de la revista. Su director fue Rubén Martí-nez Villena, y entre los redactores se contaron: AgustínAcosta, Alejo Carpentier, José A. Fernández de Cas-tro, Juan Marinello, Julio A. Mella, Emilio Roig deLeuchsering y Alberto Lamar Schweyer.

Su objetivo inmediato era «combatir a Juan V.Gómez», y los mediatos: «encauzar la protesta contra

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el panamericanismo, arma solapada del imperialismoyanqui, y cooperar en toda obra que tienda a robuste-cer la unión de los pueblos de América, de procedencialatina».1 Los cubanos aprovecharon además para enun-ciar la aspiración de luchar contra la Enmienda Platt.

Desde 1927 el nombre de la publicación cambió porAmérica Libre, lo que respondía a la creciente concienciaantimperialista de la intelectualidad de la región en unaépoca en que la expansión norteña, apoyada en la «po-lítica del gran garrote», se identificaba con intervencio-nes armadas de los marines en países del Caribe.

A inicios de 1928 se celebró la Sexta ConferenciaPanamericana. Los jefes de Estado de veinte nacionesdel área, incluido el presidente norteamericano Coolid-ge, se reunieron en La Habana. Revista de Avancealertaba respecto a las intenciones estadounidenses:«Sobre tres postulados apriorísticos e inconmoviblesdesea la nación de Coolidge que se afinquen los deba-tes: intangibilidad de la doctrina de Monroe —semillade imperialismo— supervisión militar —norteamerica-na desde luego— en la zona del Canal de Panamá yoposición a toda liga continental».2

De aquella reunión nos quedó como recuerdo unplantío de árboles, que aún existe en el Parque de laFraternidad, y la vergüenza de que Orestes Ferrara,nuestro embajador en el Norte, defendiera el principiode intervención. Por suerte no se llegó a un acuerdo ental sentido.

1 Venezuela Libre, no. 10, año IV, Habana, mayo 1ro. de 1925.2 «Directrices», Revista de Avance, no. 18, 15 de enero de 1928, p. 4.

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Mientras esto ocurría, Juan Vicente Gómez continuóreformando la constitución venezolana siempre que lodeseó, para perpetuarse en el poder y dar visos de lega-lidad a su dictadura. Acalló a la oposición. Suprimió laslibertades de expresión y de prensa. Suspendió las ga-rantías judiciales e ilegalizó a los partidos políticos.

En los propios Estados Unidos radicó una de lasfiguras más destacadas de la resistencia venezolana enel exilio, el intelectual y periodista Carlos López Bus-tamante. Este editaba desde Nueva York la revista Ve-nezuela Futura, con la cual colaboraron articulistas quehabían logrado escapar de las cárceles de Gómez y de-nunciaban sus horrores.

Veintisiete años estuvo el caudillo sudamericano enel poder, hasta su muerte, acaecida en 1935. A pesarde tan largo gobierno, no hubo por parte de las adminis-traciones norteamericanas una evidente hostilidad ha-cia él, lo que puede explicarse por la actitud siemprebenevolente del dictador ante las inversiones extranje-ras. Conociendo el potencial petrolero de Venezuela,el régimen gomecista definió un marco legal por mediodel cual entregó gran parte del territorio nacional enconcesiones, de acuerdo a los intereses de los consor-cios petroleros internacionales.

Ochenta y cuatro años después, el gobierno norte-americano de Donald Trump amenaza peligrosamentecon intervenir en Venezuela, cuyo gobierno cataloga dedictatorial. Los que sean tan incautos como para olvidarla historia de nuestro Continente que crean entonces ensus propósitos de democratizar al pueblo venezolano yen su denuncia de la dictadura de Maduro.

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Nadie que conozca y valore el pasado puede apoyaruna política de intervención que solo reforzaría la hege-monía del Norte y desestabilizaría nuestras naciones,ocasionando mayores pérdidas de vidas y destrucción.Rechazar la injerencia militar norteamericana o de otropaís, en Venezuela o en cualquier estado, es una actitudética, decente, digna. Y ello no tiene que vincularse ne-cesariamente con una postura acrítica hacia el gobiernovenezolano, tan cara a una izquierda que no es capazde mirarse con sentido calificador y que por eso recibeun golpe tras otro sin asimilar las lecciones.

Se asevera que los pueblos que no aprenden de su his-toria están obligados a repetirla. No olvidemos entonceslo vivido. En tiempos procelosos es útil la memoria.

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La última lucha de Lenin

El 21 de enero de 1924, a las 6 y 50 p. m., fallecióVladímir Ilich Lenin. Los últimos nueve meses habíapermanecido en estado vegetativo. Nunca se recuperódel atentado de 1918, y su dedicación total a la revolu-ción terminó por arruinar la salud de un hombre quemurió antes de cumplir cincuenta y cuatro años.

Durante al menos un mes, la prensa cubana de laépoca lo hizo protagonista de sus páginas, en ellas re-conocían su capacidad, dedicación e integridad; lo queno quiere decir que los articulistas compartieran su ideo-logía. El mismo día del deceso, el alcalde del municipiode Regla aprobó una resolución para erigir un monu-mento que perpetuara la memoria del revolucionarioque, «por su intensa labor social […] se ha distinguidocomo gran ciudadano del mundo».1

En la reciente conmemoración del centenario de laRevolución Socialista de Octubre, nuestros medios pre-sentaron al Lenin de las Tesis de Abril, de El Estado y laRevolución, de los momentos sublimes e iniciales dela gesta soviética. Quedó un vacío que pretendo llenaraquí: el Lenin de los últimos años, más realista, que com-prendió que las revoluciones se hacen para mejorar la

1 Javiher Gutiérrez y Janet Iglesias: «La muerte de Nicolai Lenine en laprensa cubana», revista Estudios del desarrollo social: Cuba yAmérica Latina, vol. 2, no. 1, enero-abril, 2014 (www.revflacso.uh.cu).

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vida de las personas, y que sin la participación popularestán condenadas al fracaso.

En los comienzos se suponía que el Estado controlaríatodo el proceso productivo en la sociedad, es decir: quéproducir, cómo producir y cómo distribuir lo producido.Esta planificación de la economía se vinculaba, estricta yunívocamente, a métodos autoritarios de administración.En esa primera etapa, agravada por la guerra civil y laintervención extranjera, fue asumido el Comunismo deGuerra, que reglamentó estrictamente la vida económicadel país, y condujo al descontento y a fuertes enfrenta-mientos con campesinos, obreros y marinos.

Terminado el conflicto había que desarrollar el país,pues las revoluciones no pueden esperar décadas meti-das en una trinchera. Fue así que Lenin propuso uncambio radical, una Nueva Política Económica (NEP),aprobada por el X Congreso del Partido en 1921. Con-sistía en permitir el libre comercio, mientras el Estadodominaba los resortes decisivos: gran industria, tierra,transporte, recursos naturales y comercio exterior. Sinembargo, quedaba liberalizado el comercio interior, seaceptaba la creación de pequeñas empresas privadas yla colaboración con capitales extranjeros a través de for-mas mixtas de propiedad. Se aplicaba el sistema deautogestión empresarial para luchar contra el burocra-tismo y las tendencias autoritarias de la administración,y se reconocía el interés personal en los resultados deltrabajo. Como forma de propiedad que conjugaba elinterés individual y colectivo, se fomentó la creación decooperativas. Sobre estas Lenin había reflexionado des-de antes del triunfo, pero no será hasta 1922 cuando suscriterios adquieran rango de concepción teórica. Ese año

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dictó su última obra sobre el tema económico, justamenteacerca de las cooperativas; en ella consideraba que el so-cialismo sería «un régimen de cooperativistas cultos» ypuntualizaba la doctrina marxista acerca del desarrollohistórico-natural del socialismo; o sea, defendía el crite-rio de que cuanto más lenta y regularmente se crearauna nueva forma económica, tanto más sólida sería, tan-to más a fondo se construiría el socialismo.2

Admitir sociedades cooperativas, agrícolas e indus-triales, que eran autogestionadas, haría imposible el usode métodos autoritarios de gestión. Se trataba de apro-vechar más el control democrático desde abajo en el go-bierno de la sociedad. En tal sentido, Lenin valoraba loimportante que era en el socialismo desarrollar la ini-ciativa del pueblo como opción consciente.

Estas medidas fueron apreciadas con recelo por elPartido, pues las consideraron incompatibles con losideales revolucionarios. Muchos dirigentes abogaronpor perfeccionar la política de Comunismo de Guerra.Aun siendo aprobada, algunos entendían la NEP comouna maniobra táctica coyuntural, como un alto en laconstrucción del socialismo. Sin embargo, el núcleo le-ninista —Bujarin, Ríkov, Tsiuriupa— logró mantenersu aprobación. En poco tiempo se apreciaron positivosresultados en la economía soviética.

Cuando la enfermedad de Lenin se agravó, en mayode 1922, prácticamente comienza a dirigir al Partidoun triunvirato formado por Stalin, Kámenev y Zinovievy, aunque Stalin no fue considerado nunca el sucesor

2 Vladímir I. Lenin: Obras completas, t. XXXV, Editorial Cartago,Buenos Aires, 1971.

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natural de Lenin, debido a una proposición deZinoviev —de la cual habría de arrepentirse en muypoco tiempo—, fue nombrado Secretario General delPCUS, cargo que no existía con anterioridad.

Estar fuera del gobierno le permitió observar al po-der con una mirada otra, como diría un crítico posmo-derno. Hace algunos años la editorial norteamericanaPathfinder publicó el texto La última lucha de Lenin: no-tas, cartas, artículos y discursos que muestran que labatalla postrera del revolucionario no fue contra la bur-guesía, sino contra la burocrácia comunista que —pa-rafraseando a Martí— tenía al pueblo en los labios y a laambición en el corazón.

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El hombre es un animal político…y la mujer también.

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Antiguas costumbres

Quisiera hallar en los ataques cruzados en los últimostiempos en los blogs y en la prensa cubana, menos ofen-sas y más argumentos, menos personalismo y más ideolo-gía, menos etiquetas y más profundidad. Sin embargo,tales actitudes no son nuevas, ellas entraron de la manode la notable influencia estalinista que tuvieron los comu-nistas cubanos desde la fundación de ese partido.

Era una costumbre arraigada que les permitía deni-grar a cualquier enemigo, interno o externo, marxista ono, que no aceptara las orientaciones de la Internacio-nal Comunista primero, y del Buró de Información delos Partidos Comunistas y obreros a partir de 1947. Di-cha posición sectaria, como afirmara Fernando MartínezHeredia, «garantiza contra toda contaminación, a costade hacer estéril la política propia, y trae consigo un pen-samiento que solo admite unas pocas certezas esta-blecidas previamente y una necesidad permanente deexcluir, junto a los enemigos reales, a los “enemigos”,“renegados”, “desviados”, “embozados”».1

El sectarismo del Partido Comunista afectó las rela-ciones, no solo con una parte significativa de la inte-lectualidad no marxista, sino incluso con escritores yartistas que militaban en esa organización. Ese fue el casodel poeta Manuel Navarro Luna, que en carta del 7 de

1 Fernando Martínez Heredia: La revolución cubana del 30. Ensayos,Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.

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noviembre de 1948 se quejaba a su amigo Juan Marinellode la exacerbación del sentimiento sectario en las filascomunistas tras el proceso de críticas por las posturasbrowderistas que habían mantenido desde fines de losaños treinta. Consideraba limitadísimos sus métodos detrabajo, sin embargo, confiaba en que «Quizás andandoel tiempo, puedan muchos de nuestros dirigentes quitar-se de encima el engreimiento y el envalentonamiento quetanto daño le han hecho al Partido y a ellos mismos».2

Al parecer, esta confianza no se concretó en la prác-tica política del Partido, pues en misiva del 30 de abrilde 1954 Navarro Luna enjuiciaba los métodos expositi-vos de los comunistas como:

[…] la natural consecuencia de nuestra posiciónsectaria. Algún día llegaremos a comprender has-ta donde el sectarismo nos ha hecho daño […]hemos querido enseñar metiendo la letra con san-gre «La letra con sangre entra». Esa era la viejanorma de toda una pedagogía prusiana […]«Explicar, explicar y explicar», dijo Dimitrov. No-sotros hemos explicado. Desde luego que sí. Perono me negarás que, en muchas ocasiones, hemosexplicado mentándole la madre a los lectores, a laaudiencia y a la radioaudiencia […].3

El hábito de rechazar y devaluar a los que luchaban,o creaban, desde posiciones ajenas a la suya se combi-

2 Carta a Juan Marinello, 7 de noviembre de 1948. Fondo ManuscritoJuan Marinello, no. 623, Sala Cubana, Biblioteca Nacional José Martí.

3 Carta a Juan Marinello, 30 de abril de 1954. Fondo Manuscrito JuanMarinello, no. 627, Sala Cubana, Biblioteca Nacional José Martí.

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naba con un lenguaje lleno de palabras insultantes, deexpresiones carentes de mesura y objetividad, vulgares einadecuadas. Las páginas de Noticias de Hoy, órgano ofi-cial del Partido, están llenas de frases al estilo de: «hayque ver qué clase de clavo es la tal película», «cinta men-tirosa y exagerada», «[…] esta cinta no es para católicos,sino para tontos de nacimiento […]», «[…] la utilizacióndel verso en la cinta llega a ser anormal», «ataque es-túpido y venenoso contra el régimen soviético, películarepulsiva y cretina», «película grotesca, absurda y nau-seabunda», «quintacolumnista e imbécil», «[…] inven-ciones ridículas, propias de una mente enferma, de uncerebro podrido y decadente». No hay un solo argu-mento. Las injurias son los argumentos.

El marxismo soviético se fue separando irreconcilia-blemente de la ideología a la que aspiraba Gramsci, quefomentara el pensamiento, que se sustentara en el deba-te, la polémica y la crítica. Mariátegui, otro gran marxistalatinoamericano, consideraba que la unanimidad erasiempre infecunda, y que el mayor valor que podrá te-ner una idea era el debate que lograra suscitar.

El marxismo escolástico, dedicado a repetir fórmu-las y a construir esquemas mentales, fue recepcionadopor los comunistas isleños y sería recibido también porel Partido Comunista de Cuba fundado en 1965. Anti-guas costumbres, tenaces y debilitadoras, que emergensin hipocresía, sin adornos, en tiempos de crisis. Cate-cismo simplista y dogmático, intolerante ante todo crite-rio disonante, que descubre la deformación profundadel bolchevismo y la marcha hacia el abismo en queterminó la revolución soviética. En que terminan todaslas revoluciones que siguen tal itinerario.

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El 2000 y el 2030

Nací en la justa mitad de los sesenta, así que puedo con-siderarme miembro de la primera generación apareci-da tras el triunfo revolucionario. Para los que fuimosniños y jóvenes en las décadas del setenta y ochenta, elaño 2000 tuvo un significado especial. En el imaginariosocial de aquella etapa —potenciado por la escuela, laprensa, y el discurso político—, se le atribuía una cuali-dad casi épica que generaría apreciables transformacio-nes, no solo en la calidad de vida de las personas, sinoen el sujeto social, el esperado hombre nuevo. Una can-ción de Silvio Rodríguez, Venga la esperanza, puede des-cribir mejor que mil palabras aquel estado de ánimo co-lectivo: El dos mil sonaba como puerta abierta / a maravillasque silbaba el porvenir.

Para ser justos, debemos reconocer que no hubo com-promisos de la dirigencia cubana que concretaran esasaspiraciones en documentos normativos. Fueron dis-cursos apasionados o declaraciones las que tomabancomo meta al 2000. En realidad, con un campo socia-lista aparentemente exitoso y solidario, y con una con-cepción lineal y ascendente de la historia —falsamentemarxista—, creímos, nos llevaron a creer, que la enga-ñosa lejanía de aquel año y nuestro sacrificio cotidianodebían ser suficientes para lograr un futuro ideal.

En ello pudo influir el simbolismo de que no soloera un nuevo año, con diferente dígito inicial, sino nue-vos siglo y milenio, tres en uno. No importaba siquiera

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que los matemáticos, siempre exactos, aclararan queera en el 2001 y no en el mágico 2000 cuando inicia-rían el siglo XXI y el tercer milenio.

En 1989, cuando Silvio estrenó su canción, al cam-po socialista le quedaba poco, en verdad solo un año, yya era muy claro, como dice otro verso: Pero ahora quese acerca saco en cuenta / que de nuevo tengo que esperar /que las maravillas vendrán algo lentas / porque el mundotiene aún muy corta edad. Sin embargo, el título de lacomposición era optimista, no se abandonaba la con-fianza a pesar de que el plazo no sería el deseado.

El 2030 es otra cosa. No se trata ahora de simbolismos,discursos soñadores, esperas ilusionadas o confianzas in-debidas. Es la más pura racionalidad y planificación,según hacen creer dos congresos y una conferenciadel Partido, una gran consulta popular y una comi-sión permanente dirigida por un alto dirigente, miem-bro del Buró Político de ese Partido, cuya función esla implementación de los lineamientos que conduci-rán a las metas. Son folios y más folios de documentosdonde hasta las comas han sido sometidas a consen-so. Todo ello para concebir un Plan de desarrollo has-ta 2030, año en el que Cuba deberá ser una nación«soberana, independiente, socialista, democrática,próspera y sostenible».

Faltan once años para llegar al 2030 y parece quetambién «esas maravillas vendrán algo lentas». Peroahora quién será el responsable, ¿el campo socialista queya no existía cuando se concibió el plan?; ¿el imperialis-mo que siempre ha estado allí, al norte? —y que siempreestará a no ser que descubramos cómo mover nuestraisla de lugar—; ¿un gobierno torpe y reaccionario como

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el de Donald Trump, después de haber pasado porNixon, Reagan y dos Bush y saber que ese tipo de go-bernantes son parte de una ecuación geopolítica quetenemos que asumir en cualquier proyecto que empren-damos? Además de que siempre existe la posibilidadde que el electorado vecino pueda cambiar de adminis-tración después de cuatro años.

Las metas del 2030 son esperadas por todos, perolas dos generaciones que han crecido en los últimosveintiocho años no tienen memoria familiar que las co-necte con el pasado capitalista. Sus vivencias se con-centran en el Período Especial y en las crisis cotidianasde sus familias, que les hacen ver más prometedora unavida fuera de su patria que la que han tenido junto asus padres y abuelos. Ellos no saben del 2000, pero seles ha prometido el 2030, y ya el tiempo no tiene cortaedad, que perdone el trovador tanto parafraseo. Que-dan solamente once años para llegar a la nueva ciframágica y no creo que podamos esperar por otra. Se haido la mitad del tiempo desde que en el 2006 se anun-ciara el inicio de un proceso conocido como «Actuali-zación de la economía cubana». ¿Será posible cumpliren tan corto plazo el plan para el 2030? La respuestadeberá ser muy clara y —sobre todo— muy rápida, haydemasiado en juego, empezando por el presente.

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Asignatura pendiente

Corría el año 1913 cuando el joven Fernando Ortizpublicó su libro Entre cubanos. Psicología Tropical. Allínos describía como personas que asumían más de undiscurso. Uno estaba dirigido a la esfera pública, donderara vez expresábamos nuestra verdadera opinión, perosí lo que convenía. Otro era más restringido, encauzadoal ámbito privado compuesto por la familia y los ami-gos, en ese nos pronunciábamos con sinceridad. Pareceque no hemos cambiado mucho, pues el fenómeno de la«doble moral» es asunto criticado con asiduidad en nues-tros medios.

Hace pocos días el noticiero de televisión publicó elreportaje de una periodista que investigaba el desvío decombustible en la provincia de Cienfuegos. No recuerdosu nombre pero me gustó su estilo. Nada de identificar alas personas ni enfocar la cámara a su rostro, solo escu-chábamos la voz y si acaso se distinguían las manos. Deesa manera logró declaraciones más honestas que losentrevistados no se habrían atrevido a ofrecer abierta-mente acerca del modo en que se produce la pérdida deenormes cantidades de gasolina y petróleo.

Los estudios masivos de opinión a través de encues-tas que respeten el anonimato para la implementacióny evaluación de decisiones políticas, resultan una asig-natura pendiente en Cuba. Habiendo pasado por añosiniciales de efervescencia revolucionaria, en los quepocos cuestionaban el modo colectivo y multitudinario

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de aprobar determinaciones gubernamentales en pla-zas, desfiles y actos políticos; convertimos este procederen una manera controvertible de legitimar las disposi-ciones de nuestro gobierno. A tenor con esa práctica, ex-tendida en etapas como la actual en que ya los consensosno son tan evidentes, hemos perdido la posibilidad deconocer las opiniones reales de las personas y sus tenden-cias porcentuales, desaprovechamos entonces al verda-dero asesor de la política de los gobiernos: la ciudadanía.

En el imaginario social cubano la unanimidad hasido erigida como valor intrínseco del patriotismo, mien-tras la incondicionalidad es una actitud «políticamen-te correcta». Nuestros dirigentes aún suponen comopositivo el estado político ideológico de una poblacióno comunidad por los gritos eufóricos de apoyo de cien-tos de personas. De ahí entonces que pocos se atrevana discrepar públicamente, so pena de ser tratados comodisidentes, centristas y otras denominaciones; o, en elmejor de los casos, ser tachados de problemáticos ehipercríticos. Resultado de eso es que contadísimaspersonas manifiestan explícitamente sus opiniones po-líticas si piensan que ellas se desvían, aunque sea enuna pequeña parte, de la norma oficial.

Los estudios de opinión pública, a pesar de ser unade las vías naturales de retroalimentación que obliga alos gobiernos a tener resultados en un plazo pruden-cial, le han sido incautados a las Ciencias Sociales ennuestro país. Son competencia exclusiva de las oficinasde opinión de la población, adscriptas a las direccionesprovinciales del PCC. Los científicos sociales cubanosno podemos realizar estudios de opinión sobre el gobier-no y sus políticas. Hasta para aplicar una encuesta ma-

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siva relativa a la utilización del tiempo libre o a los hábi-tos de lectura, debemos ser autorizados previamente.

Como secuela, las carreras universitarias que tie-nen un perfil social: Economía, Sociología, o EstudiosSocioculturales, entre otras que pudieran asesorar algobierno, no logran cumplir con su rol de diagnos-ticadoras y transformadoras de la sociedad. La formade culminación de estudios y posterior superación delos profesionales de esas especialidades casi siempreasume la forma de Estudios de Caso, una metodologíaque impide apreciar tendencias y generalizar opinio-nes sobre determinados aspectos o fenómenos.

Para lograr una verdadera actualización de la eco-nomía cubana hay que empezar por actualizar losmétodos de la política. Uno de ellos es el manejo deencuestas que se apliquen de manera anónima parallegar a constatar los criterios verdaderos y honestosde las personas. Seguir hablando del «pueblo en gene-ral» es convertirlo en una masa social inerte, que per-sonificará una poderosa resistencia al cambio pues nose apreciará a sí misma como sujeto, sino como objetode las transformaciones.

Es ese el talón de Aquiles de muchos de los proyec-tos socialistas fracasados, de ayer y de hoy, no lograr laverdadera participación popular al no incluir a las per-sonas y sus opiniones específicas en los procesos de tomade decisiones. La relación entre lo individual y lo colec-tivo en la política fue el tema central del artículo «Elporvenir de un continente», del escritor ruso León Tols-toi para el periódico bonaerense La vida literaria, y quereplicó en Cuba la Revista de Avance en su número 29,del 15 de diciembre de 1928. El autor de La guerra y la

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paz consideraba: «En lo individual, el latinoamericanoes el ser más liberal del mundo; —más aún que el fran-cés— pero en lo colectivo pierde su identidad y se trans-forma en energía reaccionaria. En los sajones sucede locontrario: el individuo es la esencia del absolutismo,la colectividad, el non plus ultra del liberalismo […]».

Necesitamos contar con las opiniones reales de laspersonas que conforman la sociedad. No basta con losgritos movilizadores, las consignas y las declaracionescolectivas. Es imprescindible saber que un pueblo estáformado por millones de individuos y que el anonima-to en las opiniones es saludable, en primera instanciapara el propio gobierno, que puede monitorear su fun-cionamiento y no llegar así a una enorme acumulaciónde errores difíciles de resolver; en segunda, para laspersonas, que se sienten de esa forma participantesactivas en los procesos políticos. Es imperativo aprobaresa asignatura pendiente de la política cubana si que-remos cambiar de hecho y no solo en apariencias.1

1 La ampliación paulatina del acceso a internet y la habilitación desitios digitales en instancias de gobierno, han propiciado en losúltimos tiempos una mayor visibilidad de la opinión ciudadana,pero aún sin la intencionalidad que se requiere para estudios cien-tíficos.

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Los fraseólogos revolucionarios

Según varios diccionarios consultados, fraseología es:1. Conjunto de modos de expresión peculiares de unalengua, un grupo, una época, actividad o individuo.|| 2. Conjunto de expresiones intrincadas, pretenciosaso falaces. || 3. palabrería. || 4. Conjunto de fraseshechas, locuciones figuradas, metáforas y comparacio-nes fijadas, modismos y refranes, existentes en una len-gua, en el uso individual o en el de algún grupo.

Lenin analizó lo dañina que resultaba la fraseologíaen la construcción del socialismo. En su artículo «A pro-pósito de la fraseología revolucionaria», la define comouna simple repetición de consignas sin tomar en consi-deración las condiciones objetivas de una situación daday de determinado sesgo de los acontecimientos: «Lasconsignas son excelentes, brillantes, exaltan los ánimos,pero carecen de fundamento».1 (Un ejemplo clásico ennuestro medio fue: ¡Y de que van, van!).

Consideraba que la ideología pequeñoburguesa, eloportunismo de izquierda, el dogmatismo y el sectaris-mo se escondían bajo su manto. Caracterizó al oportu-nismo de izquierda como revolucionarismo pequeñoburgués —o «bolcheviques que padecen del forúnculode la llamada fraseología»2—, elementos extremistas

1 V.I. Lenin: «A propósito de la fraseología revolucionaria», ObrasCompletas, t. XXVII, Editora Política, La Habana, 1963, p. 11.

2 Ibídem, p. 20.

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que encubrían sus posiciones teóricas y políticas, erró-neas por completo, con la fraseología revolucionaria,de la que rechazaba el uso del tono amenazador y deexclamaciones efectistas.

En su trabajo «A propósito de las consignas», argu-menta que «cuando la historia da un viraje brusco,hasta los partidos avanzados dejan pasar un tiempomás o menos largo antes de orientarse en la nueva si-tuación creada y repiten consignas que, si ayer eranacertadas, hoy han perdido toda razón de ser tan súbi-tamente como súbito es el viraje de la historia».3

Asimismo afirmaba: «hay que combatir las frasesrevolucionarias, es imprescindible y obligatorio lucharcontra ellas para que el día de mañana no puedanecharnos en cara esta amarga verdad, la fraseologíarevolucionaria sobre la guerra revolucionaria hundióla revolución».4

Dado lo perjudiciales que pueden ser, ofrecemos acontinuación una serie de recomendaciones sobre cómoreconocer a un fraseólogo:

—Son hijos de pathos (la teatralidad, el dramatis-mo) y no de logos, la palabra razonada. De ahí sugrandilocuencia.—Nada se asemeja más a un fraseólogo revolu-cionario que otro fraseólogo revolucionario. Pa-rece que estudiaran juntos y prepararan sus de-beres como buenos amigos. De ahí lo aburridos

3 V. I. Lenin: «A propósito de las consignas», Obras Escogidas,Editorial Progreso, Moscú, 1960, p. 200.

4 V. I. Lenin: «A propósito de la fraseología revolucionaria», Op.cit., p. 22.

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que pueden ser cuando se unen dos o tres de ellosen programas televisivos, paneles de opinión oactos públicos.—Se alimentan de tensiones y crisis… externas.Nuestros fraseólogos disponen de efectivos cata-lejos, pero no distinguen bien su realidad inme-diata.—Les encanta distribuir etiquetas a todos aquellosque discrepen de sus ideas: un día centrismo, otrozanjoncismo. En fin, son muy creativos al respecto.—Su patetismo les lleva a ver enemigos por todaspartes. En realidad, todos aquellos que no pien-sen como ellos son adversarios peligrosos.—Disfrutan de un estatus de privilegio, puedenser convertidos en «especialistas» o «ensayistas»de la noche a la mañana, e incluso ser promovidoscon rapidez. Paradójicamente, se pasan buscan-do la paja en el ojo ajeno y denuncian financia-mientos del enemigo hasta cuando no existen.

En tiempos de tensiones y crisis aumenta la cose-cha de fraseólogos revolucionarios. Así que tenga cui-dado, no se convierta usted en uno de ellos. Puedenresultar contagiosos para aquellos que no posean unpensamiento crítico y el valor de marcar la diferencia.

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Diálogo generacional: necesario pero… ¿posible?

Las generaciones que han trascendido en la historia,literaria o política, son aquellas que se percatan de quesus aspiraciones, intereses y necesidades son diferentesa los de las generaciones precedentes y actúan en con-secuencia. La frase «diálogo generacional» dibuja a losjóvenes cubanos como pasivos corredores de relevo quereciben, en lugar de un batón, la encomienda de salva-guardar un estado de cosas.

Una generación se visibiliza precisamente cuandotransgrede ese estado de cosas; en el momento en quedeja de ser convocada para convocar, en que no per-mite que se le fundamente para ser ella la que logrefundamentar. Cuando Martí se separó del plan Gómez-Maceo y se convirtió en el blanco de tantas críticas,estaba dando la espalda al modo de hacer de dos grandesrevolucionarios y estableciendo otro estilo de organi-zar la guerra, a tono con la generación que había sidotestigo del fracaso que costó una década de vidas yesfuerzos. En el instante en que Rubén MartínezVillena interrumpía un acto oficial para protestar con-tra la corrupción del gobierno de Zayas, nacía otrageneración, literaria y política. La Generación del Cen-tenario avizoró una manera muy diferente de recepcio-nar a Martí y rescatar una república secuestrada por elgolpe de estado de Fulgencio Batista. En esos ejemplosprimó más la ruptura que el diálogo, eso les confirió uncarácter revolucionario.

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Según el viejo diccionario Aristos, diálogo es: «Pláti-ca entre dos o más personas, que alternativamentemanifiestan sus ideas». Entonces esa conversación de-bería ser en condiciones de igualdad que permitiera alos interlocutores ser capaces de exteriorizar y difundirsus puntos de vista.

Las generaciones que mencionamos tuvieron con-diciones para esto: todas fundaron organizaciones, for-males o informales; gestaron órganos o medios parapropagar sus concepciones; mantuvieron una actitudmuy crítica respecto a las generaciones que les antece-dieron y encabezaron proyectos de cambio…

De acuerdo a lo anterior, la última generación visibleen Cuba sería la que se nucleó alrededor de la revista Pen-samiento Crítico, un grupo de jóvenes revolucionarios quealertaba sobre las vías para encauzar un socialismo dife-rente al soviético. Su clausura interrumpió por muchosaños la expresión de varias generaciones que, llenas deinquietudes, quedaron sin medios viables para demostrar-las. Pero el tiempo ha pasado, y la revolución tecnológicaen el ámbito de las comunicaciones modificó muchos fac-tores de la ecuación generacional. En diversos mediosdigitales se promueven hoy ideas interesantes y valiosasde jóvenes cubanos sobre nuestra sociedad. Paradójica-mente, cualquier intento de exteriorizar una visión críticay diferente acerca del tema es descalificado, invisibiliza-do y catalogado con un amplio menú de etiquetas. ¿Esposible que con tales actitudes convoquemos a un diálo-go generacional? ¿O se piensa ingenuamente que la gene-ración joven está constituida solamente por los líderes deorganizaciones juveniles que se muestran combativos yeufóricos al hablar en nombre de todos?

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Decía Bertold Brecht que la juventud tiene un ím-petu a prueba de balas, pero un optimismo que no tole-ra desengaños; y las voces jóvenes de hoy no son lasque en los ochenta pedían órdenes y solicitaban que lesdijeran qué hacer. Tras tantas décadas de experimen-tos y retrocesos, en medio de un proceso que se consi-dera de cambios, y a través de medios que ya no pue-den ser controlados; ha emergido una generación queestá proponiendo qué hacer, pero debe ser escuchada,sin prejuicios, en pie de igualdad, de lo contrario seráun monólogo y no un diálogo lo que presenciaremos.Los que no somos cronológicamente sus coetáneos peroconcordamos con sus ideas debemos apoyarlos.

No existen generaciones históricas, existen genera-ciones que hacen historia. El movimiento de una socie-dad no está solo en las continuidades, también está enlos cambios, y las generaciones nuevas son las encar-gadas de eso. Junto a ellas debemos estar. O mejor, de-bemos ser parte de ellas.

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El orden de los factores

La matemática tiene sus leyes. La política las suyas. En laprimera, dos por tres arroja el mismo resultado que trespor dos. En la segunda no ocurre así. Por ejemplo, no sepuede cambiar en la Constitución un artículo del lugartres al diez sin que ello tenga implicaciones significativas.

El artículo 3 de la Constitución cubana aprobadaen 1976 afirma: «En la República de Cuba la soberaníareside en el pueblo, del cual dimana todo el poder delEstado. Ese poder es ejercido directamente o por mediode las Asambleas del Poder Popular y demás órganosdel Estado que de ellas se derivan, en la forma y segúnlas normas fijadas por la Constitución y las leyes».

A continuación se suceden los artículos referidos alos símbolos nacionales (4), el papel del PCC (5), el rolde la UJC (6), el reconocimiento a las organizacionespolíticas y de masas (7), el carácter laico del Estado (8),las funciones del Estado (9), y el obligatorio acato a lalegalidad socialista por parte de los órganos del Esta-do, sus dirigentes, funcionarios y empleados (10).

En el año 2002, el artículo 3 se modificó con el agrega-do de un párrafo, denominado más adelante cláusula deintangibilidad, que declaraba el carácter irrevocable delsocialismo y el sistema político y social establecido en esaConstitución. Sin embargo, se mantuvo su lugar prepon-derante en el texto constitucional, solo precedido por losartículos que definen el tipo de Estado (1) y el nombre delpaís (2).

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En el Proyecto de Constitución que se somete a con-sulta popular la redacción de dicho artículo se conser-va, aunque se agrega un término: «En la República deCuba la soberanía reside intransferiblemente en el pue-blo, del cual dimana todo el poder del Estado […]». Eltérmino «intransferiblemente» fortifica la idea de que lasoberanía popular no puede ser trasladada a ningunapersona u organización y que es el pueblo quien tiene laúltima palabra en la dirección de los asuntos públicos.No obstante, ese aparente fortalecimiento se pone en telade juicio dada la ubicación actual del artículo, que fuedescendido hacia el puesto número 10.

Fue muy interesante el intercambio de criterios en-tre una diputada —cuyo nombre no logré anotar du-rante la transmisión televisiva— y los dirigentes de laComisión que elaboró el Proyecto. Ella, con toda ra-zón, manifestó su discrepancia con que la declaraciónde soberanía popular se pusiera por debajo de la delpapel del PCC, la UJC, las organizaciones políticas yde masas, el Estado, etc.; ya que si todo el poder emanadel pueblo —argumentó— entonces las instituciones yorganización que este se dé para gobernarse derivande su carácter soberano y, en consecuencia, deben irdespués en la estructura del articulado constitucional.

A pesar de que por simple lógica formal era un ar-gumento irrebatible, Homero Acosta, secretario del Con-sejo de Estado, y José Luis Toledo, presidente de laComisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos, semostraron contrarios. El segundo fue tajante al declararque la comisión redactora del Proyecto había estudiadola cuestión y que no se debía cambiar la estructura. Alpreguntar Homero Acosta si mantenía su propuesta, la

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legisladora, contrariando la actitud habitual en la ma-yoría de sus colegas, insistió en su tesis, por lo que huboque someterlo a votación por la Asamblea. Resultado:igual que Fuenteovejuna, todos a una contra el plantea-miento. En consecuencia: las manos arriba, el puebloabajo (en el orden del articulado quiero decir).

Este tema no se circunscribe a una cuestión de for-malidad, de buen tono democrático, o de educación cí-vica, al estilo de «las damas primero». Aquí se dirime unasunto de justicia histórica. A diferencia de lo ocurridoen Rusia en 1917, donde el Partido organizó a la revolu-ción; en Cuba, fue el pueblo, en sus disímiles clases ysectores, y dirigido por varias organizaciones con uncentro unificado, quien derrotó a la tiranía de Batista ehizo triunfar a la Revolución. Cuando el proceso seradicalizó, una gran parte de ese pueblo aprobó por con-senso el carácter socialista del mismo. Varios años des-pués surgiría el actual Partido Comunista de Cuba. ElEstado fue organizándose desde los mismos inicios conel apoyo popular, hasta 1976, donde se dota de unaConstitución Socialista que, por muchos defectos quetiene, al menos en su estructura reconoce la prece-dencia de la soberanía popular ante cualquier organi-zación o institución. No creo que debamos modificarese lugar privilegiado. Recordemos que en política, adiferencia de las matemáticas, el orden de los factoressí altera al producto.1

1 En la redacción final de la Constitución, tras la consulta popular, elartículo en cuestión volvió a ser el número tres, al menos en la letra.

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Amigos sin barreras

Hace pocos días recibí una llamada de la corresponsalíadel sitio digital Sputnik en América Latina para entrevis-tarme sobre la participación de Cuba en la SegundaGuerra Mundial. Accedí de inmediato, no solo por lointeresante del tema, sino porque saldaba de ese modouna antigua deuda.

Al graduarme, en 1988, permanecí como profesoraen el Instituto Superior Pedagógico de Matanzas y, parami desconsuelo —pues siempre fui alumna ayudantede Historia de Cuba—, me tocó impartir Historia Con-temporánea de Europa. El momento no podía ser peor,era la etapa en que el campo socialista desaparecía yello tornó obsoletos en brevísimo tiempo a los libros detexto, que únicamente se hacían eco de los grandes lo-gros del sistema y vaticinaban su eternidad.

Estaba obligada a localizar otras fuentes de infor-mación si pretendía ser creíble. Nuestra prensa, tan es-cueta entonces como ahora, poco dejaba entrever de loque en realidad sucedía. Buscando explicaciones per-seguí —muchos lo hicimos— las revistas soviéticasNovedades de Moscú, Tiempos Nuevos y Sputnik, que seencontraban fácilmente en los estanquillos… hasta en-tonces, pero que pronto comenzaron a escasear hastadesaparecer del panorama mediático.

Sputnik en particular era una revista de pequeño for-mato, vivos colores y cubiertas creativas, sin pretensionesteóricas sino más bien de divulgación popular. Sus va-

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riadas secciones (Viajes por la URSS; Gente. Época.Sucesos; Cultura. Artes. Literatura; Ciencia. Técnica.Medicina; Sección de libros; Modas; Ajedrez; Nuestracocina; Humor; Crucigramas, entre otras que podíancambiar de acuerdo a los números) atraían a un públicoamplio y diverso.

Siempre incluía artículos de carácter histórico, fir-mados por académicos reconocidos. Pero al iniciar laPerestroika comenzaron a emerger visiones polémicassobre la historia de la URSS que permitían comprendermejor el evidente desenlace del proceso. Particularmen-te fue contundente la denuncia al estalinismo, sus víc-timas y secuelas. También deconstruían la historia delas relaciones entre los países que conformaron aquelcampo geopolítico.

Conservo aún una pequeña muestra de aquellasrevistas. Una de mis favoritas es la de febrero de 1989.En la cubierta, el primer plano de un enorme sillón encuyo respaldo estaban prendidas cinco medallas y don-de se lee: «Brezhnev, un líder cómodo». Estuvo dedica-da al inmovilismo y tiene análisis que nos pueden re-sultar muy familiares veintinueve años después:

A veces decimos que nada cambiará hasta que nollegue gente nueva, que piense y actúe de un modonuevo. Pero, primero, para que llegue, hay que pre-pararla de un modo nuevo y, segundo, se repite lavieja melodía de una esperanza pasiva en un fu-turo luminoso.¿Debe la dirección del Partido convertirse en unórgano especial del poder, que estará por encimade los restantes órganos? ¿Si el Comité Central es

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un órgano especial de poder, cómo controlarlo?¿Se puede protestar su resolución por inconstitu-cional? ¿Quién responde en caso de fracasar unamedida decretada? Si este órgano superior dehecho dirige al país, ¿no debe entonces todo elpueblo elegirlo?.Es preciso revisar las caducas costumbres de man-dar allí donde no hace falta. En vez del secularprincipio «pedir el permiso a los jefes» la épocaexige otra cosa: «si no está prohibido, entonces estápermitido». Ya hoy todo lo que la gente puede hacerpor su cuenta, debe hacerlo independientemente,sin la injerencia de las autoridades».

Ignoro qué perfil tiene la revista en la actualidad,tras tantos años de capitalismo, pero tengo la esperanzade que quizás pronto circule de nuevo en Cuba. En losúltimos tiempos ha ocurrido un acercamiento con Ru-sia, que se hace más fuerte ante la hostil política comúndel gobierno norteamericano. Ayer veía en el noticieronacional la visita del ministro de economía cubano a esepaís y las declaraciones de fuerte apoyo bilateral en laesfera económica y política. Las relaciones fueron califi-cadas de excelentes. Así que me preparo para dar la bien-venida, de nuevo, a Sputnik.

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Los 200 años de Carlos Marx

El 5 de mayo de 1818 nació Carlos Marx, el filósofo cuyaobra ha tenido la más profunda trascendencia histórica.Ni siquiera la caída del campo socialista pudo desvir-tuar sus aportes, en todo caso mostró el fracaso de cier-tas interpretaciones de su obra y evidenció los graveserrores de muchos dirigentes revolucionarios. El propioMarx se desligó de la tergiversación de su teoría al decir,casi al final de su vida, que él no era marxista.

El marxismo constituye una dualidad que incluyeun método científico —la dialéctica materialista— yuna ideología revolucionaria que se propone construir unasociedad superior al capitalismo. Hasta hoy, el grandilema del marxismo, el fracaso de su aplicación prác-tica en los sistemas políticos socialistas, ha sido la rup-tura de esa dualidad. Vaciar a la ideología de su mé-todo, que es el que debería permitir la corrección de lapraxis, ha conllevado a la derrota, en más o menostiempo, de esos proyectos.

Cuando el marxismo es reducido solamente a sudimensión ideológica y, como ocurre tras la toma delpoder, se convierte en una ideología de Estado, sobre-viene una perversión de Marx que induce a que mu-chos lo culpen de errores de los que no es responsable.Algo así sucedía con el retrato de Dorian Gray, quereflejaba crímenes de los que era inocente.

Precisamente la crítica de Marx a los socialistas an-teriores, a los que calificó de «utópicos», era que ellos se

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habían limitado a imaginar cómo podría ser la sociedadperfecta del futuro y a esperar que su implantación re-sultara del convencimiento general y del ejemplo de unaspocas comunidades modélicas.

Las ideologías religiosas, respetables en sí mismas,no asumen un método científico; confían en la fe, en lasolidaridad y el amor de sus prosélitos, a los que prome-ten un mundo mejor. Cuando Marx conoce personal-mente a Wilhelm Weitling, fundador de la Liga de losJustos, rechazó los métodos de ese intelectual proletarioautodidacta que se había estancado en una prédicamesiánica y utópica, desarrollada entre artesanos de paí-ses como Suiza, Alemania, Francia, Bélgica e Inglaterra.Como dijo Engels, Weitling intentaba conducir al comu-nismo por las vías del cristianismo primitivo.

Una ideología política que intente presentar un fu-turo de prosperidad siempre inaccesible, y que pida fi-delidad y trabajo constante a sus seguidores, deja deser liberadora para instrumentarse como un mecanis-mo de dominación. En el mismo instante en que no seacapaz de autocorregirse, en que se considere eterna,dejará de ser marxista.

El socialismo falló en el momento en que se mostróajeno al análisis de las contradicciones, de sus contra-dicciones internas, dando la espalda así al método dia-léctico materialista y haciendo emerger una concepcióndel desarrollo signada por la reverencial admisión, cualobligatoria e inexorable tendencia, del destino huma-no hacia el progreso.

El criterio de que una vez victoriosa, la revoluciónsocialista no puede retroceder, y de que la sociedadmarchará siempre adelante, hacia un futuro glorioso,

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reviste una visión mecanicista de la historia. Esa creen-cia conduce al inmovilismo. Por ello, la mejor forma dehonrar el bicentenario de Carlos Marx es rescatar ladialéctica y desmontar los discursos falsamente mar-xistas para que alumbremos las vías científicas de cons-truir una sociedad mejor. Por eso fue que lo llamaronel Prometeo de Tréveris.

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Sentir la libertad

Para Jennifer

Una joven me escribe en torno al post «Orientados ygobernados». Considera que debí ser «más dura» enmis observaciones, y plantea otros elementos que, a sujuicio, se deben esgrimir; tiene razón en la mayoría deellos. En una parte de la misiva dice: «personas comousted, sin miedo y fieles al ejercicio de su libertad deexpresión pueden y deben hablar».

Esta opinión merece un análisis. La libertad de ex-presión no es mi derecho, es un derecho reconocido atodos los ciudadanos cubanos en el Proyecto de LeyMagna que se debate. Es más, la Constitución de 1976admitió, en su artículo 53, «[…] la libertad de palabray prensa […]». Es cierto que el artículo 62 aclaraba queellas no podían ser ejercidas «contra lo establecido enla Constitución y las leyes, ni contra la existencia y fi-nes del Estado socialista […]», y sabemos que muchasleyes decretadas anularon de hecho las libertades reco-nocidas en ese documento rector, pues la determina-ción sobre qué es ser fiel o contrario a los fines del Esta-do socialista es algo que se decide en las oficinas de laburocracia política.

El Proyecto en análisis es superior a la Constituciónvigente en cuanto a los derechos que reconoce, que ahoraaparecen agrupados en el título cuatro. Se dice allí que elEstado garantiza el goce y el ejercicio irrenunciable,

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indivisible e interdependiente de los derechos huma-nos, y que tales derechos se interpretan de conformi-dad con los tratados internacionales (artículo 39). Sucapítulo dos se dirige a los derechos individuales, y eltres a los sociales, económicos y culturales. El artículo 59explicita que el Estado reconoce, respeta y garantiza lalibertad de pensamiento, conciencia y expresión. No pro-tege todos esos derechos en igual medida, es verdad, peroes un paso de avance innegable.

Me inquieta entonces que esa joven piense que sonotros quienes deban hablar de los problemas de Cuba yno ella, que tantas observaciones tiene. La esencia delasunto radica en que no es lo mismo ser libre que sen-tirse libre. Ser libre depende más de un contexto jurídi-co que garantice determinadas prerrogativas ciudada-nas, pero sentirse libre requiere de una actitud cívica enque no se tema practicar esos derechos. Si ser libre de-riva del entramado jurídico en que se desenvuelvan laspersonas, sentirse libre obedecerá más a prácticas cul-turales que involucran a la familia, la escuela y los me-dios de comunicación.

Mi generación, nacida en el primer lustro de los se-senta, fue la primera del período denominado por lahistoriografía «Revolución en el poder». Nos correspon-dería coexistir, como adolescentes y jóvenes, con la dé-cada del setenta, una etapa de gran represión a las ex-presiones ideológicas, artísticas, sexuales y estéticas queno fueran consentidas por el dogmatismo oficial, el cualse caracterizó por la deformación del marxismo alrecepcionar aspectos de su variante soviética. Esta ver-sión concibió la ideología como «[…] introducción co-herente de ideas y concepciones en la conciencia de las

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masas».1 La palabra introducción merece especial aten-ción, pues incita a la asociación con términos comoimplantación y quizás imposición; sin embargo, el poderse alcanza también a través de la cooperación, el asen-timiento, el consenso y la motivación.

Muchos se han referido a las consecuencias de aquelperíodo para los cubanos, pero la principal constata-ción de sus terribles secuelas se manifiesta en la impo-sibilidad que mantenemos, aún hoy, de sentirnos libres.Esa actitud la hemos transmitido a nuestros hijos, y ellosa los suyos, cuando en el seno familiar les aconsejamos«no buscarse problemas» o no ser sinceros si ello puedeafectarlos.

Se reproduce también gracias a un tipo de educa-ción mayoritariamente conductista y autoritaria, que sedistingue por currículos cerrados, deja poco margen ala experimentación, no toma en cuenta los intereses in-dividuales de los educandos y apela de modo insistenteal principio de autoridad en el terreno de la Historia yde las ideas filosóficas y políticas. A través del lenguajeexpresamos nuestras ideas y opiniones, sin embargo, laenseñanza del Español en las escuelas cubanas, desde elnivel elemental hasta el universitario, prioriza formascomunicativas verticales, como la descripción o la com-posición, casi siempre de temas orientados por el profe-sor. En cambio, es poco frecuente que se cultive el ensa-yo, que permite mayor libertad en el planteamiento delas ideas y fomenta la contrastación de tesis, confirién-dole así un rol más activo a los alumnos.

1 Z. Berbéshkina, D. Zerkin, L. Yákovleva: ¿Qué es el materialismohistórico?, Editorial Progreso, Moscú, 1986, p. 134.

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Nuestros medios, por su parte, no potencian el senti-do de libertad cuando mantienen una visión restringiday excluyente que le impide abrirse a otras zonas de ideo-logía, que no admite la polémica, la contrastación de ideasy la diversidad de pareceres, incluso dentro de un marcode discusiones pro-socialistas. Plataformas como internet,que pudieran democratizar el acceso a la información ycontribuir al sentido de libertad, están limitadas en Cubapara las grandes mayorías, dados sus altos precios y lanecesidad de una infraestructura que no todos poseen.

Únicamente si se analiza el tema desde todas estasperspectivas se logrará entender cómo se pueden mo-delar las mentalidades y por qué es tan difícil desterrarestados de opinión y modos de actuación, entre ellos lapercepción de no ser libres aun cuando nuestras leyesestablezcan importantes cuotas de derechos encami-nados al ejercicio de la libertad.

Debemos abandonar esa actitud temerosa, apoca-da, que no permite que nos apreciemos como ciudada-nos libres. Es una condición impropia de estos tiempospues nació en el pasado, bajo condiciones en su mayorparte superadas.

Todas las constituciones del mundo no harán denosotros personas libres si no nos sentimos así en nues-tro interior. La ética filosófica señala que la libertad sefundamenta en la autoconciencia y la responsabilidadmoral. Por tanto, el individuo no puede remitir su pro-pia libertad/responsabilidad a ningún otro. Quien tengauna opinión no debe callarla. El que lo hiciere está co-metiendo un acto de castración humana y cívica.

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Disonancia

Una buena orquesta debe lograr la armonía o corres-pondencia de todos los instrumentos musicales. De locontrario, el resultado será la disonancia. El verbo diso-nar significa: «Sonar desagradablemente. Discrepar,carecer de conformidad y correspondencia algunascosas».

Nuestro Proyecto de Constitución se asemeja a unaagrupación musical que en los primeros ensayos aúnno encuentra su armonía. Para ayudar a la búsquedadel sonido ideal estamos convocados todos los ciuda-danos de la Isla, y más, por vez primera también todoslos cubanos dondequiera que residan.

Cada artículo de la Constitución debe ser claro y pre-ciso, pero ello no es suficiente. El articulado, visto en sis-tema, debe relacionarse de manera lógica, coherente yabsoluta. De lo contrario, existirán derechos reconoci-dos por un lado y no protegidos por otro. Me referiré auno de los casos en que se manifiesta tal discrepancia.

Veamos el artículo 1, que expresa:

Cuba es un Estado socialista de derecho, demo-crático, independiente y soberano, organizadocon todos y para el bien de todos, como repúblicaunitaria e indivisible, fundada en el trabajo, ladignidad y la ética de sus ciudadanos, que tienecomo objetivos esenciales el disfrute de la libertadpolítica, la equidad, la justicia e igualdad social, la

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solidaridad, el humanismo, el bienestar y la pros-peridad individual y colectiva.

Observemos que se declara como uno de los objeti-vos esenciales de la república el disfrute de la libertadpolítica.

Por su parte, el artículo 59 expresa que «El Estadoreconoce, respeta y garantiza la libertad de pensamien-to, conciencia y expresión».

Aquí hay una diferencia, pues no se menciona a lalibertad política, aunque pudiera aceptarse que las refe-ridas libertades de pensamiento, conciencia y expresión,son ingredientes significativos de la libertad política.

Sin embargo, el artículo 40 nos dice:

Todas las personas son iguales ante la ley, estánsujetas a iguales deberes, reciben la misma pro-tección y trato de las autoridades y gozan de losmismos derechos, libertades y oportunidades, sinninguna discriminación por razones de sexo, gé-nero, orientación sexual, identidad de género,origen étnico, color de la piel, creencia religiosa,discapacidad, origen nacional o cualquier otradistinción lesiva a la dignidad humana.

Apreciemos que entre los derechos, libertades y opor-tunidades que reciben la protección de las autoridades yque no pueden ser objeto de discriminación se omitenlas creencias políticas y ni siquiera se menciona la ideo-logía política.

Esta incongruencia no puede ser justificada por nin-gún argumento. Todas las ideologías deben tener igual

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protección ante la ley, más si el propio artículo primeroreconoce su disfrute como uno de los objetivos de laRepública.

Dicha exclusión ha sido una práctica en Cuba, lamanida frase de que alguien tiene problemas ideológi-cos, equivale a que es considerada una persona pococonfiable, casi un enemigo. Pero el nuevo Proyecto, y eldebate que este ha generado, es momento propicio paradirimir una cuestión tan importante y de tanto peso enla credibilidad de los que nos dirigen y en la imageninterna y externa de nuestro sistema político.

Para mantener esa extrema intolerancia en el cam-po ideológico, siempre se ha esgrimido la tesis de que elEstado cubano debe protegerse de personas o gruposque reciben financiamiento foráneo para subvertir elorden interno. Que un Estado se resguarde es correcto,y es una práctica de cualquier sistema político. Lo hizoEstados Unidos cuando un fiscal especial indagó si enla campaña presidencial de Donald Trump hubo inter-ferencia rusa para favorecerlo. Igual ocurrió en Perúcuando el presidente Pedro Pablo Kuzinski fue invali-dado por haber recibido apoyo financiero de una corpo-ración brasileña. Lo hizo Cuba cuando denunció en 1968el caso de la microfracción pro-soviética, y lo ha seguidohaciendo.

No obstante, ese derecho indiscutible a protegersede agentes organizados y financiados desde el exteriorse ha estandarizado entre nosotros para convertirse enuna cómoda forma de evitar críticas desde cualquierpostura ideológica —de izquierda o de derecha—, hastael punto en que hoy se escucha hablar de «mercenariossin pago», un dislate total que polariza las opiniones

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políticas al estilo Busch de: «los que no están conmigoson mis enemigos», que tanto criticamos en su momen-to. Y es en ese sentido en el que resulta altamente sinto-mático que no se explicite en el artículo 40 la condenapor discriminación ideológica. Tenemos uno de los ór-ganos de Seguridad del Estado más famosos del mun-do, no le será difícil demostrar —con pruebas consta-tables, claro está—, un financiamiento exterior de otropaís a personas o grupos para la subversión políticainterna si fuera el caso.

De modo que afinemos nuestros instrumentos y ar-monicemos la orquesta, que tras casi sesenta años yano estamos en fase de ensayo.1

1 La disonancia fue eliminada en la versión final de la Constitucióndel modo menos apropiado, con la supresión de la palabra políticaen la lista de libertades que enuncia el Artículo I.

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El problema

El problema no es que la crisis arrecie. Ni que se espereun año 2019 «de grandes desafíos», como aseverannuestros eufemísticos medios oficiales. El problema noes que las dos últimas generaciones de cubanas y cuba-nos nacieran bajo el Período Especial. Tampoco que taletapa sea ya tan extensa que pudiera cuestionarse si elverdadero período especial no fue el que Cuba vivióbajo el manto protector del campo socialista.

La secuela más terrible de una larga crisis es el cam-bio que sufren las personas que la soportan. Se modifi-can sus proyectos de vida. En realidad dejan de tenerproyectos de vida ante el imperativo de la cotidianidad.En consecuencia, se transforman sus sistemas de valo-res. Nociones contrapuestas, como lo bueno y lo malo,lo correcto y lo incorrecto, lo legal y lo ilegal, difuminansus demarcaciones debido al aumento de la pobreza y alincremento de las familias con hijos que no tienen culpaalguna de que el salario de sus madres y padres tengacada vez menos influencia en la economía doméstica.Resultado de lo anterior: cada vez nacen menos hijos.Aun así, este no es el verdadero problema.

Una crisis puede valorarse desde dos puntos de vista:interno y externo. Sin embargo, no se trata aquí de pers-pectivas geográficas, sino de visiones respecto a la mismacrisis. De un lado se ubican los que la sufrimos en carnepropia, con su corolario de carencias, migraciones, de-presiones, decepciones y deserciones; del otro, los que han

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hecho de la lucha por superarla su razón de ser, los quese ocupan y preocupan de ella, pero que no saben en ver-dad lo que es sentirla, ni ellos ni sus familias.

La existencia de una clase de burócratas en Cubadebe ser considerada también teniendo en cuenta suactitud ante la agudización de la crisis económica. ¿Cuáles su propuesta concreta para sumarse a la austeridad yal ahorro que tanto le piden al pueblo? En Cuba existeun enorme aparato de dirección, partidista y estatal, quelejos de disminuir tiende a incrementarse. Otra aristadel asunto es la relacionada con los gastos individualesen que incurren nuestros dirigentes y sus familias. Elpresidente de México pretende disminuir los salarios alos funcionarios y magistrados —lo que le está costandomucho lograr—, pero en Cuba los sueldos de los buró-cratas no son los que determinan su estilo de vida. Nues-tra burocracia —y en eso sí se parece al pueblo—, novive del salario.1 Ello fue una práctica común de los paí-ses socialistas, como bien asevera Mario Valdés en suensayo «La tríada burócratas-burocracia-burocratismoy la hora actual de Cuba»:

[…] la vocación antimercantilista de los estadosen transición socialista hizo que la satisfacciónde muchas de las necesidades de estos cuadros ysus familias a expensas del estado se percibieracomo una manera superior de distribución, más

1 El aumento salarial que acaba de aprobarse es una buena noticiapara millones de personas en Cuba. Sin embargo, ello no contra-dice la diferencia de perspectiva entre la burocracia dirigente y lasociedad.

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cercana a la comunista y ajena a las tentacionesdel dinero; rara interpretación que daría lugar atoda una gama de privilegios, prebendas y benefi-cios que los alejaría cada vez más de las condicio-nes reales de subsistencia del pueblo trabajador.Por ello la burocracia socialista es representadasocialmente por gran parte de la población comouna cleptocracia parasitaria, ajena a las vicisitu-des de las masas.2

Dietas especiales, transporte asegurado, atenciónmédica especial, vacaciones a cargo del «quinto departa-mento», que es el protocolo bajo el que se reconocen losgastos de los dirigentes y sus familias en los hoteles; es-tas condiciones diferenciadas explican que el discurso quegenera la dirigencia sobre el cambio y las transformacio-nes medulares que requiere la Isla esté permeado de tér-minos como «progresividad», «paulatinamente», «sin pri-sas». Es claro que quien no sufre la pobreza no tiene lamisma premura en salir de ella.

Lo criticable no es que la burocracia dirigente vivamejor que el pueblo al que dicen representar, ese tampo-co es el problema. Es lógico que quienes desempeñanfunciones tan complejas no se distraigan pensando quépondrán a la mesa familiar o cómo podrán comprar loszapatos que necesita su hijo. La cuestión es que cuandoesos burócratas terminen sus períodos de mandato cons-taten en su experiencia personal el punto de vista popu-lar sobre la crisis. Y aquí sí se manifiesta el verdaderoproblema. La tesis de la física que afirma que la materia

2 Premio Temas 2017, en Temas 91-92, julio-diciembre 2017, pp. 117-125.

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no se destruye, solamente se transforma, puede ser apli-cada a nuestra dirigencia. En Cuba la burocracia es prác-ticamente vitalicia, los dirigentes que concluyen susmandatos pasan «a ocupar otras funciones», se reciclan,se convierten en asesores de otros burócratas, pero esclaro que nunca sabrán lo que es vivir como «el puebloen general», frase que detesto en lo personal por la car-ga de demagogia que porta.

Cuba necesita dirigentes que nazcan del pueblo, peroque regresen a él cuando concluyan sus mandatos. Deese modo nuestros gobernantes se apresurarán a reali-zar cambios que en plazos breves mejoren las condicio-nes de vida de cubanas y cubanos. Bien dijo Marx que lagente piensa según vive, y no a la inversa.

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Fábula nueva

La palabra pérdida fue concebida en toda su magnitudtras el tornado del 27 de enero. «Perderlo todo» no esmeramente quedarse sin un techo que proteja, una camaen la cual dormir, un plato donde comer o un abrigopara cubrirnos del frío.

El tornado destruyó asimismo cosas intrínsecas almundo simbólico que las personas atesoran a través degeneraciones y que, por tanto, son únicas e irrepetibles.Se trata de historias familiares que difícilmente puedenrecuperarse: fotos de abuelos o padres fallecidos, imá-genes de los hijos pequeños, retratos de bodas, cum-pleaños, fiestas de quince, documentos significativos,cartas de amor, postales…

A diferencia de otros eventos meteorológicos, un tor-nado de la magnitud del que atravesó los barrios ha-baneros no distingue jerarquías, devasta con la mismafacilidad viviendas de madera o de hormigón, techos deplaca o fibrocemento. Igualitario en su ferocidad, convierteal solvente en pobre y al pobre en indigente. Advertidaslas imágenes del desastre, hay que asombrarse, y agrade-cer, que las pérdidas humanas no fuesen mayores.

En apenas unos minutos la vida le cambió a milesde habaneras y habaneros. Al pavor de haber tenido lamuerte frente a sí, de no entender qué ocurría, se su-maba el drama de perder, en muchos casos, el equiva-lente a una existencia de esfuerzos y sacrificios.

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La respuesta de nuestro gobierno fue rápida. Se tie-ne aquí gran experiencia en movilizar recursos para ca-sos de catástrofe. Y a pesar de que era imposible pronos-ticar el lugar y hora exactos del tornado, ahí estuvieronmuy pronto las brigadas de la Empresa Eléctrica, deEtecsa, de Acueductos y Alcantarillados, los camiones yrastras para despejar viales…

En cinco días se restauró la electricidad y, al pare-cer, el movimiento constructivo se organiza cada vezmejor. Creo muy acertada la disposición de edificarresidencias permanentes y no albergues de acogida, enlos que sabemos que pueden permanecer las familiaspor décadas, de hecho, el tornado destruyó un hogartemporal donde radicaban sesenta de ellas.

Pero se requería más. Tantas eran las necesidades,y tan perentorias, que desbordaron a una burocracialenta para diligencias, con tendencia a la centraliza-ción y no acostumbrada a enfoques casuísticos. El én-fasis con que se aseveraba que se cobrarían bajos pre-cios por la comida y los materiales de construcción alos que nada tenían, a los que debían empezar desdecero, no era lo que esperábamos.

A esto hay que sumar la inveterada costumbre buro-crática de concentrarlo todo en almacenes para distri-buir posteriormente. El presidente Díaz Canel lo pide, loexige en cada reunión del Consejo de Ministros: se nece-sita rapidez, no se puede perder tiempo en trámites.

La pretensión de que la sociedad esperara por laconvocatoria del Estado para apoyar a los damnifica-dos y de que este decidiera sobre las donaciones, prác-tica usual en Cuba, fue claramente ignorada. A pocode la catástrofe se emprendieron acciones espontáneas,

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pero muy bien encauzadas a través de las redes socia-les, que permitieron crear una trama cívica encamina-da a localizar a las personas, familias y barrios másvulnerables, identificar y priorizar determinadas nece-sidades y garantizar que, sobre todo, los niños y ancia-nos recibieran apoyo inmediato.

La ciudadanía ha protagonizado actitudes de granhumanismo, alejadas del antiguo sentido de beneficen-cia, con su lastre peyorativo y clasista. Personas que nisiquiera se conocían solo querían servir, ser útiles alos compatriotas que más lo necesitaban. Los jóveneshan sido hermosos en esas jornadas. Y los artistas, losintelectuales, los psicólogos, y la gente que ha pros-perado pero necesita apoyar al prójimo, y otros quetienen poco pero igual desean compartirlo. Las ONGs,las embajadas de otros países y las instituciones reli-giosas han ofrecido su mano solidaria. Y las cubanasy cubanos que desde fuera de la Isla han creado todaslas vías posibles para sentirse, como son, como nuncadejaron de ser, parte de este pueblo.

Claro que necesitamos un Estado con vocación socialcomo el nuestro, solo él puede movilizar recursos en laproporción indicada para restablecer en breve la infraes-tructura destruida, las vías, las redes eléctricas e hidráuli-cas. Incluso, creo que es correcto organizar, sin que elloimplique detener, el acceso de los que por su cuenta lle-gan a las zonas afectadas, con el fin de evitar accidentes.Los agentes del orden público deben facilitar —como alparecer está sucediendo tras confrontaciones iniciales—el apoyo espontáneo de los ciudadanos.

En estas adversas circunstancias el Estado tambiénha aprendido algo. Hemos demostrado que es preferi-

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ble una ciudadanía espontánea, emprendedora y au-tónoma. Quizás no tan disciplinada como es lo «políti-camente correcto», pero en cambio más sincera, másdecidida a ser un verdadero factor de transformacióny mejoramiento social; movilizada por amor a los de-más, no por consignas y convocatorias políticas —decualquier signo—, que tienen resonancia demagógicaen medio de la destrucción. Como escribió alguien queno conozco en Facebook: «El mejor voto de todos: Yo«voto» escombros».

Las estructuras convencionales, como sindicatos yorganizaciones políticas y de masas no fueron impres-cindibles para que la gente se involucrara con activismoy civilidad, entre derrumbes y lágrimas. Una aguda pu-blicación de Rafael Hernández, director de la revistaTemas, en su muro de Facebook devela las lecciones queofrece el escenario pos-tornado a la política en Cuba:

1) La capacidad subutilizada de la sociedad civilpara actuar en línea con los problemas del país,movilizando y aportando sus recursos, sin espe-rar orientaciones, con eficacia y prontitud, encoordinación con instituciones locales;2) el imperativo de que esas instituciones respon-dan no solo a lo que viene de arriba, sino a cana-lizar lo que surge abajo, con la autonomía de unpoder local real;3) el significado de ese aporte voluntario y re-suelto, dirigido a entregar directamente, dondemás falta hace, como un acto de participaciónreal, no de caridad momentánea o movilizaciónformal;

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4) la potencia cívica y cultural de esa experienciapara sus protagonistas: los que aportan, los quereciben, los que reparten, los que ayudan;5) sentir, no nada más ver, la pobreza, la socie-dad profunda, que la mayoría no vivencia ni com-prende y sin cuyo rescate no hay bienestar ni jus-ticia social para todos».

Y concluye con preguntas cruciales:

¿Podemos aprender de estas lecciones para el díaa día de la política, arriba y abajo? ¿Para enten-der que una sociedad más justa no es simple cre-cimiento, sino seguridad y bienestar? ¿Que sinparticipar, involucrarse, motivarse, no hay edu-cación política real? ¿Que las necesarias medidasde control y seguridad no pueden castrar o pos-poner la fuerza de esa sociedad para curarse a símisma? ¿Que sin descentralización, autonomía,confianza en la gente, la renovación es solo con-signa? ¿Que la unidad, sin tomar en cuenta esasociedad real, es un conjunto vacío? ¿Que esacultura es la que hay que salvar?No hay conjunto de normas, ni Ley de leyes, queremplacen estas certidumbres.

Habló el politólogo. Ahora que lo haga el poeta, elque hasta en su obra lírica transmitió sabiduría políti-ca, y humana. La fábula que Martí publicó en La Edadde Oro sobre la disputa entre la montaña y la ardilla,bien puede representar una hipotética controversia en-tre el Estado y la ciudadanía.

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CADA UNO A SU OFICIO(Fábula nueva del filósofo norteamericano Emerson)

La montaña y la ardillatuvieron su querella:—«¡Váyase usted allá, presumidilla!»dijo con furia aquella:A lo que respondió la astuta ardilla:—«Si que es muy grande usted, muy grande y bella:mas de todas las cosas y estacioneshay que poner en junto las porciones,para formar, señora vocinglera,un año y una esfera.Yo no sé que me ponga nadie tildepor ocupar un puesto tan humilde.Si no soy yo tamañacomo usted, mi señora la montaña.usted no es tan pequeñacomo yo, ni a gimnástica me enseña.Yo negar no imaginoque es para las ardillas buen caminosu magnífica falda:difieren los talentos a las veces:Ni yo llevo los bosques a la espalda,ni usted puede, señora, cascar nueces».

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Gazapo filosófico

A fines del 2008 había entregado mi tesis para optarpor el grado de Doctora en Ciencias Filosóficas y espe-raba con ansiedad las oponencias. Esta es una fasecrucial, pues define la recepción de la investigaciónentre los expertos. Finalmente ambas oponencias fue-ron favorables, aunque por supuesto, y como siempreocurre, hacían sugerencias recomendaciones y eviden-ciaban imprecisiones.

Una de ellas fue mi planteamiento de que la gene-ración de Juan Marinello había asumido en su juven-tud, a través de la filosofía irracionalista y de las van-guardias artísticas, «la adhesión a los eternos valoreséticos, a las reliquias nacionales».

Hube de reconocer al oponente que señaló el desliz,que no era acertada la utilización del término eternos parareferirme a los valores éticos, por cuanto ellos poseen sus-tento material y gran dinamismo, esto quiere decir quecada época genera su propio sistema de valores.

Lo correcto hubiera sido plantear que esa genera-ción había recurrido a valores éticos que siempre poten-cian un aumento de la cohesión social en períodos dedificultades, como fueron los años veinte del pasado si-glo en Cuba. Fundamenté también que es característicoque en épocas de crisis económica y social se manifiesteun auge de las ideas religiosas, de tendencias artísticasevasivas o transgresoras y, sobre todo, de la búsqueda deideas tendientes al mantenimiento de la unidad nacional

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y que se manifiestan a través de símbolos, en miradasal pasado y a momentos que se consideran heroicos ytrascendentales en la historia y la cultura.

Los valores son las normas que rigen nuestras vidas,el conjunto de puntos de vista sobre el bien y el mal, locorrecto y lo incorrecto, lo moral y lo que se considerainmoral. Se clasifican según diferentes puntos de vista yconsiderando el nivel de mayor o menor incidencia so-cial. Es así que puede hablarse de valores éticos públicoso cívicos y de valores éticos privados o personales.

En la Cuba posterior al derrumbe del socialismo,el tema de la pérdida de valores ha generado grancantidad de investigaciones. Algunos, con entusias-mo estéril, se han propuesto rescatarlos.

En julio de 2013, el entonces Presidente del Consejode Estado y de Ministros, en una intervención ante elParlamento, se lamentaba de que: «Hemos percibidocon dolor, a lo largo de los más de veinte años de Perío-do Especial, el acrecentado deterioro de valores mora-les y cívicos, como la honestidad, la decencia, la ver-güenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad antelos problemas de los demás».

No eran los valores los que se habían perdido en rea-lidad. Eran las transformaciones que el Período Especialocasionaron en las vidas de las personas las que habíanmodificado sus percepciones respecto a qué era lo bue-no y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, etc. Pero no sololos valores éticos privados o personales habían cambia-do, también lo hicieron los valores públicos o institui-dos. Por poner solo un ejemplo, los que en los añossetenta, ochenta y noventa se enjuiciaban como «estí-mulos materiales a los trabajadores», entrado el siglo XXI

serían vistas como «gratuidades indebidas».

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La nueva Constitución asume diversas formas depropiedad. Sin declararlo, asume también la existenciade varias clases sociales. Deberá asumir entonces queellas generan un sistema de valores propios. En su ex-celente El dieciocho brumario de Napoleón Bonaparte, obrade gran vigencia para analizar el auge y declive de unarevolución paradigmática, Carlos Marx explica:

Sobre las diversas formas de propiedad y sobrelas condiciones sociales de existencia se levantatoda una superestructura de sentimientos, ilu-siones, modos de pensar y concepciones de vidadiversos y plasmados de un modo peculiar. Laclase entera los crea y los forma derivándolos desus bases materiales y de las relaciones socialescorrespondientes.1

En el articulado constitucional se hace referencia endiversas ocasiones a los valores de nuestra sociedad odel socialismo. El artículo 13 enumera, entre los finesesenciales del Estado, en el inciso g: «afianzar la ideolo-gía y la ética inherentes a nuestra sociedad socialista».

Por su parte, el artículo 32, cuando manifiesta queel Estado orienta, fomenta y promueve la educación,las ciencias y la cultura en todas sus manifestaciones;plantea en su inciso h que «se promueve la libertad decreación artística en todas sus formas de expresión,conforme a los principios humanistas en que se susten-

1 El 18 brumario de Luis Bonaparte, en Karl Marx Biblioteca VirtualEspartaco, Proyecto Espartaco, 2002-2001 http://www.espartaco.cjb.net, capítulo II.

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ta la política cultural del Estado y los valores de la so-ciedad socialista».

Dado que hay que establecer la legislación com-plementaria que convierta en operativa a la Constitu-ción, sería necesario que los legisladores reflexionenbien antes de atribuir valores que ya no respondan ala sociedad que tenemos hoy o, mucho menos, a laque vendrá en un futuro inmediato. Recomiendo, antela duda, que se atengan únicamente al artículo 40:«La dignidad humana es el valor supremo que sus-tenta el reconocimiento y ejercicio de los derechos ydeberes consagrados en la Constitución, los tratadosy las leyes».

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El gran círculo

Existen en los procesos históricos extrañas recurrenciascronológicas. Ciclos que asombran por sus similares du-raciones. Especie de números mágicos que dividen lasestructuras temporales. En la Cuba posterior a 1959 esacifra encantada —glosando a Lezama Lima—, pareceser el 30. Y no por la épica promesa de que para el 2030tendremos una nación «soberana, independiente, socia-lista, democrática, próspera y sostenible»; sino porque sifraccionamos todo el devenir socialista, que acaba decumplir su sesenta aniversario, veremos que hay dosciclos de aproximadamente treinta años que es muysugestivo comparar.

Al finalizar el primero de ellos, recién iniciada la dé-cada de los noventa, la Isla se encontró en una situacióncrítica. El derrumbe del campo socialista le hizo perdera sus principales socios comerciales, al mercado dondesituaba la mayor parte de sus exportaciones, a su país-pilar energético, la URSS, y a una comunidad ideológi-ca que se autoproclamaba el futuro de la humanidad ysobre la que habíamos erigido un imaginario colectivo.

El golpe sería terrible, tanto en la economía, a nivelsociológico, como en la existencia individual de las per-sonas. Una de las peores consecuencias, en sentidoanímico, fue el desconcierto, la sorpresa, por la desapa-rición de un bloque geopolítico que parecía tan fuerte ypor el que nos sentíamos protegidos. Y no puede olvi-darse tampoco la subsiguiente ola de derechización

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neoliberal, que endureció los postulados capitalistas y,a nivel de sustento ideológico, esgrimió la Teoría delFin de la Historia.

Han pasado casi tres décadas desde entonces. Esteaño se cerrará el segundo ciclo de treinta, vividos to-dos tras la desaparición del campo socialista, y quepuede subdividirse a su vez en dos etapas de quinceaños, los primeros dirigidos por Fidel (1990-2005) y lossegundos por su hermano Raúl Castro, si bien haceapenas un año ya no como presidente de los Consejosde Estado y de Ministro pero sí en su funciónorientadora de secretario general del PCC.

Si hacemos un balance conclusivo de este ciclo, asom-bran las similitudes de la encrucijada a la que arriba Cubaen la actualidad. Pareciera una especie de deja vú en lamarcha de la revolución socialista, como si hubiera ca-minado en círculo, un enorme círculo, y se acercara nue-vamente al punto de partida.

El bloque geopolítico que nucleó a la izquierda con-tinental alrededor del ALBA, y de la proclamación ideo-lógica del Socialismo del siglo XXI, está en un momentode franco retroceso. Venezuela, el país-pilar energéticoal que nos anclamos desde inicios del tercer milenio,lucha por mantener un gobierno que, entre los errorespropios y las presiones exteriores, parece incapacitadopara reorganizar su economía y funcionar con norma-lidad. Hemos visto afectadas las relaciones económicasy comerciales, dependientes sobre todo de la exporta-ción de servicios médicos y profesionales y del turismo.

Igual que en el pasado reciente, la agresividad deun polo aparentemente vencedor —por ahora, puesrecordemos que los ciclos de decadencia también le han

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jugado malas pasadas al neoliberalismo y al conser-vadurismo político—, nos deja en un escenario dondeel capital exterior en el que tanto confían nuestrosdecisores, tan volátil y cauto ante contingencias polí-ticas e inseguridades, no puede aportar con estabili-dad y prontitud lo que necesita Cuba para acabar,por fin, de despegar.

Sin embargo, cuando me represento la imagen deun círculo tengo muy claro que nunca se llega igual alpunto de partida. A nivel de la sociedad cubana hanocurrido sustanciales modificaciones en estas tres dé-cadas. Primero, porque todas las personas no han su-frido del mismo modo los años duros y la pobreza, tam-poco son las mismas generaciones, ni la confianza, nila paciencia o capacidad de resistencia, ni el nivel decompromiso político, ni existe ya el monopolio de lainformación y de las campañas ciudadanas, y sería unaimagen terrible para este planeta interconectado perci-bir el sufrimiento y las privaciones que desgraciada-mente conocimos en los noventa. Si la posibilidad su-surrada por muchos de un nuevo período especial sehiciera realidad, nunca volvería a repetirse exactamenteni con análogas reacciones internas.

Casi a las puertas de un tercer ciclo se propone nue-va estación de partida en la larga marcha: inauguramosotra Constitución, que debe votarse en referéndum enapenas tres días. Las consignas por un voto a favor hansido diversas: «por la unidad», «por el honor de la pa-tria», «por los sueños de Fidel y de Raúl», «por la revo-lución que comenzó en 1868»... Casi todos los llamadosrecurren al pasado, tan caro a los ideólogos oficiales. Alescuchar esos reclamos evoco una frase que el joven Juan

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Marinello apuntó en sus Notas de sociología de 1918: «po-ner los ideales de un pueblo en el pasado es condenarloal estacionamiento».1

A pesar de que, en efecto, la nueva Constitución essuperior en mucho a su predecesora algo no varía enella: la posibilidad de que la ciudadanía controle direc-tamente el acceso a los cargos de dirección. Si bien conausencias paradigmáticas como las de Fidel Castro, laclase política que rige hoy en los niveles del Partido y elEstado en Cuba es en esencia la misma que presenció lacaída del campo socialista y la que condujo al país a unpunto tan similar al de treinta años atrás.

Ya fuera por imprevisión, ineptitud, lentitud en lasreformas, experimentos inacabables, apego a un modeloque siempre fue caduco, mayor confianza en el capitalexterno que en el propio u otros factores; lo cierto es quedicho grupo dirigente no despierta la confianza necesa-ria para manejar los destinos del país si se materializa unmuy probable arreciamiento de la crisis.

Si durante treinta años no pudo cambiar, ¿por quépensar que lo hará ahora? No son las mentalidades lasque hay que sustituir, esa pretensión ha resultado unaquimera. Son las mentes, y eso solo es posible sustituyen-do a las personas con ideas viejas por otras con ideas nue-vas. Las ideas socialistas también pueden ser nuevas.

A fin de cuentas una Constitución, por excelente quesea, es un papel escrito que tiene el valor que le confieranla actuación y el respeto de los políticos. ¿O vamos a

1 Juan Marinello y Andrés Silva: Notas de Sociología tomadas en lasclases del Dr. Cuevas Zequeira, Imprenta Girón y Xiques, Luz yCompostela, La Habana, 1918.

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culpar a la Constitución de 1976 de que no hayamospodido por décadas viajar al extranjero sin pedir per-miso, o vender nuestras casas y autos, u hospedarnosen nuestros propios hoteles?, ¿en qué línea de su cuer-po legal se prohibía?

En el debate popular miles de personas solicitaronvotaciones directas y secretas para el Presidente de laRepública y otros cargos. La Comisión revisadora en-tendió que esto era violar la cláusula de intangibilidad.Nos condena entonces a seguir viajando en el tiempo,sin claridad en el momento y punto de llegada.

Otros pueblos han perdido su rumbo por largosaños. Las doce tribus de Israel recorrieron el desiertoen pos de la tierra prometida durante cuarenta. Noso-tros llevamos sesenta buscando puerto seguro. Con unapequeña diferencia, a ellos les caía maná del cielo.

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Osadía selectiva

Nuestra televisión se torna francamente temeraria. Li-bertad, dirán unos; libertinaje, será la opinión de otros.Nunca se logra complacer a todos. Lo cierto es que laconocida máxima de que «todos los caminos condu-

cen a Roma», en nuestros medios se manifiesta de estaforma: todos los caminos conducen al sexo. Sea abordan-do el respeto y los derechos asociados a la diversidadsexual, o difundiendo la existencia de tendencias aúnmenos comunes en las prácticas sexuales, estos asun-tos son de los más recurrentes en los últimos tiempos.

Pero que nadie se equivoque, constantemente seaprende algo nuevo acerca del tema. Así me ocurrióal ver el programa Pasaje a lo desconocido del pasadoviernes, dedicado al tema: Swingers en Cuba. Lo pri-mero fue descubrir que existe algo denominado movi-

miento o fenómeno swinger. Según lo escuchado y loque leí después, lo resumo, un poco en broma, más omenos así: onda retro a los hábitos sexuales de la hor-da, claro que con mayor refinamiento y sin que seanrechazadas costumbres cronológicamente posteriores,como el matrimonio y el tabú del incesto. Qué alivioesto último.

Los swingers son personas que tienen una posturatotalmente libre en relación a las prácticas sexuales. Lasparejas no se traicionan pues participan —o permiten—, de común y absoluto acuerdo, en el establecimiento de

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relaciones sexuales con otras personas, ya sea en grupos,individuales, juntos o separados, conocidos o descono-cidos… en fin. Que nadie piense en el casi tradicionalintercambio de parejas, esto es más transgresor.

Y tenemos club de swingers en Cuba. Y para mi sor-

presa estaba invitado a hablar de él su presidente. Muycorrecto y protocolar. No aclaró có»mo fue elegido, sidirecta o indirectamente, sin embargo, explicó el senti-do de la organización, las formas de acceder a ella; elincremento constante de la membresía; el uso de lasnuevas tecnologías para concertar citas; la situación enotras provincias… Pronosticó también que seguiráncreciendo como parte de una tendencia mundial.

Por supuesto que hubo una valoración desde la cien-cia, de ello se ocupó la talentosa, amena y excelentecomunicadora Patricia Arés, Doctora en Ciencias Psico-

lógicas. Esto dejó aclarado sobre la materia: que es unapráctica contracultural de las relaciones sexuales y queno disuelve el matrimonio pues se basa en el consensode los cónyuges, lo que mantiene a salvo la fidelidad. Acambiar entonces el anticuado refrán, que entre losswingers seguramente es: «Ojos que sí ven, corazón queno siente».

De que las opiniones son conflictivas dan certezalas reacciones a un comentario sobre las parejasswingers, colgado por el periodista Fernando Ravsbergen su muro de Facebook. A un lado de la cancha al-gunos expresan: «lo mío es mío… y de nadie más»;

otros lo catalogan de «animalidad primitiva», «difícilde asimilar para muchos», «triste canto posmodernoa la ausencia del compromiso», «vamos en retroceso,

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la sociedad está podrida»... Al otro lado, unos pocos acu-san a los que así piensan de «gente reprimida y conven-cional» con «moralina rancia y retrógrada» y fundamen-tan que «las actividades sexuales de cada quien, siempreque sean consentidas, son tan respetables como

inclasificables, ya se realicen en pareja, en solitario o engrupo…».

En lo personal no comparto ni de lejos la filosofíaswinger, aunque creo que en el ámbito de las relacionessexuales deben respetarse las elecciones privadas. Másme preocupa el hecho de que somos surrealistas. Si laBiblia asevera que será más fácil para un camello en-trar por el hueco de una aguja que para un rico entraral reino de los cielos; yo les digo que en Cuba es másfácil que un club de swingers, o no descarto que hastade adorador@s del dios Príapos —divinidad fálica en-

tre los antiguos griegos—, se presente en la televisióncubana antes de que pueda hacerlo un grupo de jóve-nes anarquistas, o de simpatizantes del trotskismo, o dedefensores de un socialismo antiburocrático; y no men-ciono otras tendencias so riesgo de que me denominen,cuando menos, centrista.

Reynaldo Taladrid, el conductor del programa, va-loró con mucha razón que los swingers, a pesar de quemuchos no compartan sus puntos de vista, tienen de-recho a explicitarlos. Valioso precedente ese; es una lás-tima que solamente aplique para hablar de costumbressexuales y no políticas.

Si continuamos por ese camino, pronto habrá que«cambiar todo lo que debe ser cambiado» en los libros defilosofía, y sustituir ciertas frases, que son casi subversivas,

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por otras más apropiadas a esta época. Por ejemplo, elaristotélico apotegma: «El hombre es un animal políti-co», podría mutar en: «El hombre es un animal sexual».En lugar del descartiano: «Pienso, luego existo», aquí sediría: «Sexo, luego existo». Y qué decir de la exhortación

de Carlos Marx, que pudiera quedar modificada del si-guiente modo: «Proletarios de todos los países, uníos…en la cama».

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Polemizo, luego existo.

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Bienvenida la polémica

Respuesta a Miguel Alejandro Hayes1

No es común participar en un debate público en Cuba,pero los blogs y publicaciones que proliferan en la red deredes nos hacen rescatar esas costumbres, por ello agra-dezco la oportunidad a Miguel Alejandro. Mariáteguidecía que el valor de una idea estaba casi íntegramenteen el debate que suscitara. Jorge Mañach consideraba lapolémica como un deber cívico. A ellos me atengo.

Las discusiones sobre el tema del personalismo po-lítico fueron una constante del pensamiento republica-no. Esto se exacerbó ante las maniobras de Gerardo Ma-chado para la prórroga de poderes desde 1927. En eseescenario apareció Biología de la Democracia (Ensayo deSociología Americana), del joven minorista Alberto Lamar,texto que suscitará una álgida controversia. Emilio Roigde Leuchsenrig, redactor literario de la revista Social, nole negó espacio en ell a un fragmento del controvertidolibro. Sin embargo, publica una nota, firmada por otrosminoristas, en la que acusan al autor de poner su plu-ma al servicio del gobierno e intentar dotarlo de unateoría que justificara sus características dictatoriales.

1 Nos conocimos a través de esta polémica, lo que no ha impedido

que seamos muy buenos amigos y ambos colaboremos comoparte del equipo de LJC.

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Después le envía sus padrinos para un duelo que nollegaría a efectuarse.

La tesis de Lamar pretendía demostrar que la demo-cracia no era practicable en América Latina, en contra-posición a la civilizada Europa y a los Estados UnidosPropone entonces gobiernos fuertes para la región, pues«el caudillismo, vicio social y carácter psicobiológico,persistirá siempre». El derecho al sufragio no tenía queperderse, solo que se sustituía el «derecho al voto» por«el deber de votar por el caudillo».2

Yo descubro consternada puntos coincidentes en-tre sus ideas y las de Miguel Alejandro. Ahora es elsegundo quien dice:

Igual considero pasó con América Latina en otraépoca: esos pueblos, ya fuera de las garras delimperio español, no estaban maduros como indi-viduos para construir las sociedades soñadas.3

[Años de coloniaje y penetraciones foráneas] hansumido a América Latina en un atraso que la si-túa en desventaja respecto al civilizado continenteeuropeo.La construcción social no puede esperar a quetodos los ciudadanos tengan la suficiente prepa-ración para ejercer ese modelo sin un hombrecomo centro. Como pueblos resultantes de domi-naciones extranjeras, debemos pagar por ahoraese precio con nuestro subdesarrollo.

2 Alberto Lamar Schweyer: Biología de la Democracia, La Habana, 1927,p. 91 y p. 129.

3 Todas las citas de Miguel Alejandro Hayes, son del artículo «Lasrevoluciones y sus líderes», en LJC.

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Solo me tranquiliza que la costumbre de batirse enduelo ha quedado en el olvido. No imagino qué pasa-ría si Emilito leyera LJC.

Otra cuestión, no desdeñes el tema de los grupos depoder, que «degeneran en casta» según el Apóstol. El es-talinismo al que te refieres es el mejor ejemplo de ello: ellíder muere en 1953, y tras un breve período de deshielo yuna tímida denuncia de los crímenes cometidos —quetrascenderán en toda su crudeza mucho después—, semantiene el modelo, pues la burocracia partidista no sa-bía, y no quería, gobernar sin sus privilegios. Y el modelose expandió a todo el campo socialista, a veces por la coac-ción y la imposición violentas: Polonia y Hungría en 1956y Checoeslovaquia en 1968. Y sí, Miguel Alejandro, res-pondiendo a tu pregunta, esa sociedad pudo y debió hacermás de lo que hizo.

Recuerda también que la «mano dura» de Stalin quedestacas como un factor importante en la dirección dela guerra y en la victoria contra el fascismo, tambiénhabía sido responsable de las derrotas iniciales: habíafusilado al setenta y cinco porciento del estado mayor,lo que incluía a los oficiales soviéticos más experimenta-dos; desoyó los avisos de Richard Sorge y otros agentesque informaron sobre la fecha exacta de la invasiónhitleriana; y él mismo se prestó, entre 1939 y 1940, ainvadir territorios vecinos como parte del TratadoRibentrop-Molotov.

Respecto a tu juicio de que «Pudiéramos pensar queellos [los líderes] se han impuesto, pero en realidad lasociedad los ha aceptado, porque es a donde la llevansus capacidades y necesidades: ellos han sido un resul-tado que ha venido a resolver las adversidades que se

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enfrentan»; mi opinión es diferente. Se puede llegar aun punto en el que ya no sea posible discernir qué senecesita más, si el pueblo al líder o este a la situaciónde adversidad y peligro que justifica su permanenciaen el poder. Se postergan a veces transformacionescruciales justificando la demora con peligros o amena-zas. Martí no lo admitía, pues: «Ni la política ha de serarte de escarceos, retazos y tráficos, ni es digno de laconfianza de su país el que mira más a parecer bien asus adversarios, —por su seguridad y gloria de hombrehábil—, que a intentar y realizar todas las mejoras quecrea beneficiosas a su pueblo».4 Llegados aquí podríaocurrir que, de ser un resultado de la adversidad, unlíder llegara a convertirse en causa de ella.

Me dices que «Todos nuestros flujos de izquierdaprogresista han tenido esas características». Y ¿cuál hasido el resultado Miguel Alejandro?

Confieso que no pude evitar una sonrisa al leer: «Poreso espero que esos líderes generen el proceso que pocoa poco reproduzca una sociedad que difunda las bue-nas prácticas, no por la voluntad de sus líderes, sinopor su propio funcionamiento». Envidio tu confianza,pero jamás he visto que los líderes de larga data gene-ren un proceso verdadero y desinteresado de cambiosy buenas prácticas que pongan en peligro su estatus.

4 «Carta al Director de La Opinión Nacional», Nueva York, 20 de

agosto de 1881. Obras Completas, t. 9, p. 364.

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La Bastilla ideológica

Aunque me gustaría, no suelo responder a los comenta-ristas de LJC, no dispongo del tiempo y las posibilidadesde conexión que me lo permitan; sin embargo, leo siem-pre con atención sus criterios. Con algunos concuerdo,con otros no; agradezco en lo interno el respeto con queme trata la mayoría de ellos. Eso es lo normal. O deberíaserlo.

Hoy me siento obligada a hacer una excepción. Enel artículo «Amigos sin barreras», alguien que se refu-gia bajo el paradójico seudónimo de Visor Cubano mo-tiva estas meditaciones. El referido lector, a todas lucesun fraseólogo revolucionario (ningún argumento, pos-tura absolutista, determinaciones rotundas, fe ciega,apelación al principio de autoridad y etiquetas, mu-chas etiquetas), lanza una serie de acusaciones que sonbastante habituales y que no me hubieran movido aescribir una letra. Por ejemplo, en el campo ideológicosoy una neoliberal y simpatizante de la tercera vía; enel campo intelectual una ignorante. Pero seguida a esasdenostaciones, y con el mismo desprecio, me atribuyelo que parece ser para él el non plus ultra de las ofensas:la palabra «ciudadana».

El Visor-invidente quizás desconozca que para lle-gar a ese estatus que deplora, se inmolaron durantedécadas miles de compatriotas de todas las clases ysectores sociales. Ríos de sangre corrieron en esta Islapara que los cubanos dejáramos de ser súbditos de

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una monarquía y nos convirtiéramos en ciudadanosde una república.

Así mismo había ocurrido antes, en la Francia de 1789.Allí, al grito de ¡avanc cittollents!, marcharon juntas lasmás disímiles personas: artesanos, panaderos, verduleras,medianos y pequeños propietarios, intelectuales, sacer-dotes de las pequeñas parroquias, soldados, mujeres devida alegre, los sans culottes, que serían en el argot de unfraseólogo «el pueblo en general». Desconocidos entreellos, ricos y pobres, instruidos unos e iletrados muchos;al proclamarse ciudadanos se paraban en pie de igual-dad, dignos y desafiantes, frente a la nobleza que losdespreciaba.

Una pregunta es crucial para aquellos que tachan deciudadanos, como si escupieran la más vil infamia, a todoslos que pensamos diferente. Si nosotros somos los ciudada-nos, entonces ¿quiénes son ustedes? En Francia estaba biendefinido, y la historiografía atribuyó el concepto de ancientregimen a una sociedad feudal inmovilizada, empobreci-da, llena de privilegios para una casta que se transmitíanpor derecho divino y por herencia; minoría selecta que seveía a sí misma cual elite social y que terminó adorando aldoctor Guillotín en sus momentos postreros.

¿Quiénes son ustedes que se adjudican esos nombresde estirpe orwerliana como Visores, Pupilas y Observato-rios ideológicos? Y sobre todo, ¿a quién representan sino es a la ciudadanía? Deberían ser prudentes en susdeclaraciones, pues pudiéramos pensar que habitan unafortaleza blindada, construida de medias verdades yocultamientos, de privilegios y falsedades, aislada delos ciudadanos; una fortaleza que puede caer, comoocurrió con la Bastilla.

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El ojo de Sauron

Me encanta Tolkien. Releo El señor de los anillos cuan-do necesito descansar, tras editar o escribir durante ho-ras. Se dice que el texto contiene una serie de símbolosque hacen reconocible la Europa de la época del fas-cismo. Pero una obra es universal si trasciende su con-texto. Debe ser cierto, pues en los últimos días una ima-gen ha venido a mi mente de forma recurrente al vercómo se ha tratado de manipular y estimular la dife-rencia de criterios ideológicos entre Cuba Posible y elblog La Joven Cuba.

En una torre muy alta, un ojo sin párpado, con lapupila en llamas, mira a lo lejos. Se siente amenazado yno sabe dónde está el peligro, así que desconfía de todosy a todos amenaza. No logro apartar esa descripcióncuando percibo cuán vivas están las antiguas costum-bres que fijan posiciones inmutables, cercados de ideas,en el campo ideológico.

Esas posturas desconocen el apotegma filosófico queafirma que cualquier principio, cuando es llevado a sumáxima expresión, se convierte en su contrario. Olvi-dan además que los posicionamientos ideológicos queles exigen fijar a otros para ser considerados confiables,han sido muchas veces relegados por ellos cuando haconvenido.

¿Dónde estaba fijada la línea cuando aceptamos elalineamiento con la URSS luego de que ese país nego-ciara con el gobierno norteamericano la retirada de los

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misiles sin incluir a Cuba en la mesa de conversacio-nes?, ¿dónde cuando hace medio siglo hicimos a unlado el principio de soberanía y no injerencia en losasuntos de otras naciones y no condenamos la inter-vención soviética en Checoslovaquia?

Historiadora al fin, no puedo dejar de recurrir a uninteresante intercambio epistolar, de diciembre de 1935,entre Pablo de la Torriente Brau y Raúl Roa, ambossimpatizantes de la línea del Partido Comunista, aun-que sin ser miembros. Sus cartas permiten ilustrar unode aquellos momentos en que la línea se borraba. APablo le preocupaban algunos acercamientos recien-tes del Partido hacia sectores políticos no revolucio-narios y los argumentos débiles que manejaba parahacerlo. «Porque yo creo que la dialéctica también tie-ne moral», escribió. «Para nosotros la dialéctica debeser una espada flexible: flexible, pero de acero. Y siem-pre una espada».1 No se dijo en qué consistían los«acercamientos» del Partido, ni cuáles eran los «sec-tores políticos no revolucionarios» con los que se pro-ducían; a pesar de ello, las alianzas posteriores conBatista permiten llenar estos vacíos.

La cruzada ideológica de la que se ocupan cada díalos habitantes de la torre en permanente vigilia, los tor-na más dogmáticos e incapaces de ejercer la crítica conobjetividad. Se muestran de ese modo insensibles a lasnecesidades inmediatas del pueblo al que dicen repre-sentar. Esto explica que no dediquen el menor espacio

1 Citada por Fernando Martínez Heredia en «Pablo y su época», LaRevolución Cubana del 30. Ensayos, Editorial de Ciencias Sociales,La Habana, 2012, pp. 183-184.

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a nuestros problemas internos. Tampoco se atreven aanalizar los de sus aliados ideológicos, por graves queestos sean.

La respuesta no se ha hecho esperar, y se apreciaentre otros hechos en la disminución de la cantidadde visitas que tienen. Si la gente va a pagar muy caroel acceso a internet, ¿qué sitios visitará?, ¿aquellosdonde observa que se dirimen sus preocupaciones yse analiza el complejo panorama de Cuba; o los que,provistos de un catalejo, solo pueden ver las dificulta-des de otros?

Y hablando de cadáveres políticos. ¿La respuesta delos lectores no los alerta de que ha ocurrido un agota-miento de su estrategia?, de que no convencen con losdeslucidos expedientes de almacenar correos y fotos paraintentar desacreditar a los que indudablemente van ga-nando en credibilidad, porque quien no es capaz de cam-biar de opinión no puede cambiar nada. Sí, es una frasede Churchill pero muy atinada.

En un lúcido discurso pronunciado el año 2005 enla Universidad de La Habana, Fidel reconocía la posi-bilidad de que el proceso revolucionario pudiera serderrotado desde dentro.2 Hacia ello tienden aptitudescomo las de los eternos guardianes de la fe que inten-tan echar leña al fuego ideológico de los medios digitalesy no distinguen la punta de su meñique.

Adoro a Tolkien. ¿Recuerdan el final de El señor delos anillos? La pupila llameante del ojo sin párpado que

2 Discurso pronunciado en la Universidad de La Habana, el 17 denoviembre de 2005, con motivo del aniversario de su matrícula alalto centro de estudios.

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escrutaba la lejanía, mirando a lo lejos, cada vez máslejos, sintiéndose superior a todos; sin percatarse de quela destrucción estaba muy cerca, detrás de él, en lamano de un pequeñito de pies peludos que portaba elanillo único.

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Los múltiples rostros del estalinismo

(Polémica con Carlos Luque Zayas Bazán)

Para romper armas en defensa de la verdad, cual ca-ballero andante de los medios digitales, no basta conposeer apellidos de ilustre resonancia. Si se procuraincursionar con seriedad en los terrenos de la polémi-ca, hay que acompañarse también de miradas certerasy muchas lecturas. Vista así la cuestión, solitario mar-cha al combate Carlos Luque Zayas Bazán. Al menoses lo que se deduce de un breve artículo que publicó enel sitio digital Rebelión, donde me acusa de mentir pordos criterios que esgrimí en el post «Los otros».

La primera cuestión de la controversia es su aseve-ración acerca de que

en La Pupila Insomne no se ha declarado «enemi-go de la revolución» a cualquiera que expliciteinconformidades con la marcha del proceso, la bu-rocracia dirigente y la dirección y velocidad de lastransformaciones en la Isla […] No creo que loscolaboradores de La Pupila Insomne hayan demos-trado ser tan obtusos como para pretender comoválida semejante gratuita generalización.1

1 Carlos Luque Zayas-Bazán: «La verdadera enemistad de AlinaBárbara Hernández» [sic.], en sitio digital Rebelión.

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Esclarecer este aspecto es muy sencillo. Al parecer,Luque no ha leído todo lo publicado en LPI, de ser asíhabría topado con un extenso artículo del Doctor enCiencias Históricas Orlando Cruz Capote, colaboradorasiduo del blog. Su título es: «El tránsito socialista: rum-bo estratégico al comunismo. Unas primeras notas re-flexivas inconclusas. (1ra parte)».

En la nota 24 de ese escrito, el autor se refiere almodo en que se manifiesta «la lucha de ideas alrede-dor de la Constitución», y afirma:

Algunos escriben en distintos espacios de internet—Facebook, blogs, páginas web, etc.,— y han idoderivando en opositores, adversarios y enemigosde la Revolución Cubana, como pueden ser: LaJoven Cuba,  Espacio Laical,  Casa Cuba,  CubaPosible, OnCuba, Bloggers Cuba, El Toque, El ToqueCuba, Voces Cubanas, CiberCuba, Diario de Cuba, BBCMundo, Havana Times, Voces desde Cuba, 14 ymedio, La Chiringa de Cuba, Periodismo de Barrio, Salira la Manigua, Cuba Decide, El Nuevo Herald, ProgresoSemanal, Cubanet, Otro 18, etc.

El subrayado es mío, para que Luque constate quesí se ha hecho esa generalización gratuita, o para sermás exactos, esa aseveración tan desacertada. Sin em-bargo, prefiero pensar que lo desconocía, pues de locontrario sería él quien estaría faltando a la verdad quedefiende con brioso ímpetu.

El segundo tema en controversia ofrece la oportu-nidad de esclarecer un error común cuando se trata dejuzgar al estalinismo. Es costumbre que se conceptua-

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licen bajo ese término los crímenes ordenados porStalin, que incluyeron eliminación física, torturas y re-clusión de personas en gulags o campos de trabajo. Ellosfueron denunciados en el Informe Secreto al XX Con-greso del PCUS, leído por Nikita Khrushchev el 25 defebrero de 1956.

Los efectos de esa criminal política de Estado no seextrapolaron a Cuba, y en eso coincidimos Luque ZayasBazán y yo. Aun cuando sostengo la opinión de quedebimos desmarcarnos absolutamente de los crímenesde Stalin no recibiendo en nuestro país a un hombrecomo Ramón Mercader, que asesinó a Trotsky por susórdenes expresas; y más si tenemos en cuenta la im-prudente recurrencia que tal decisión evidenciaba, yaque el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, queestuvo vinculado a un anterior intento de asesinato deTrotsky y era buscado por la policía de su país, tambiénrecibió una calurosa acogida en Cuba en 1943, en el pe-ríodo en que el Partido Comunista —para la fecha UniónRevolucionaria Comunista— formaba parte de la coali-ción gobernante, con Batista como presidente.2

2 Debido al intento de asesinar a Trotsky —en la madrugada del 23al 24 de mayo de 1940—, que se consumó finalmente tres mesesdespués por mano de Ramón Mercader, Siqueiros tuvo queexiliarse en Chile en 1941. Arribó a Cuba a fines de 1943 de pasopara Nueva York, pero quedó estancado en la Isla por problemasconsulares, ya que la orden de captura que había librado contra élsu gobierno motivó que se le negara la visa de entrada a EstadosUnidos. Durante su estancia realizó una significativa labor, apo-yado en sus relaciones con los comunistas cubanos, e incluso creótres pinturas murales. (Para profundizar recomiendo mi artículo«Un muralista mexicano visita La Habana», en la columna Páginasolvidadas de la historia republicana, que sostengo en el boletín del

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Sin embargo, esa política físicamente represiva, quese exhibe como la cara más terrible y notoria del estali-nismo, no fue su única característica y, de hecho, seabandonó como práctica sistemática tras la muerte deStalin en 1953.

El estalinismo dejó asimismo otras huellas, menossanguinarias pero más duraderas, que se manifestaronen la desviación teórica e ideológica que significó res-pecto al marxismo y que sí afectaron a Cuba desde mu-cho antes de su entrada al sistema socialista mundial.

En el propio Informe Secreto se admitía: «[…] nosveremos obligados a examinar críticamente, desde unpunto de vista marxista-leninista, muchos de los erro-res derivados del culto a la personalidad que se hallanpresentes en nuestros estudios históricos y filosóficos,en nuestra posición económica y en otras ciencias comotambién en la literatura y en las bellas artes».3

La Ley del reflejo condicional, fundamentada por elfisiólogo ruso Iván Pavlov a partir de sus experimentosen animales de laboratorio, sostenía que los actos de lavida no son más que reflejos. En principio se creó en elorden orgánico, pero más tarde se aplicó también al psi-cológico. Esta ley fue extrapolada mecánicamente a lateoría del conocimiento, y, como resultado, se le confirióun rol exclusivo, más que decisivo, a la influencia del

Centro Cultural Pablo de la Torriente. Todos los datos que mane-jo ahí fueron tomados del diario Noticias de Hoy, órgano oficial delPartido Comunista donde se le dio gran publicidad a la estanciadel artista mexicano).

3 Nikita Khrushchev: «Informe Secreto al XX Congreso del PCUS»,25 de febrero de 1956, Fuente de la versión digital: MARXISMO.ORG

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medio exterior sobre el aprendizaje y la conducta de losseres humanos. Esto despojaría al individuo de aportesdebidos a la subjetividad, como la meditación, la reflexióny la abstracción; limitaría la actitud consciente e indivi-dual de las personas a respuestas preconcebidas ante unainfluencia que, con carácter instrumental, actuaba cualun Dios todopoderoso, y restringía el papel revoluciona-rio del sujeto a responder a convocatorias de un liderazgou organización superior.

Cuando Emma Pérez, crítica literaria del diario No-ticias de Hoy, recomendaba a los lectores cubanos el tex-to Conferencias y discursos de Stalin sobre Lenin —editadoen Moscú en 1939 y a la venta en la editorial Páginas,propiedad de Unión Revolucionaria Comunista— de-cía que contenía «[…] enseñanzas vivas que le roturana uno la comprensión como un arado surca la tierra».4

Esta manera de concebir las influencias, reforzada porel criterio de Stalin de que los artistas eran «ingenierosde almas», visibiliza el carácter instrumental que se leotorgó al arte, a la educación e incluso a la política. Porcuestiones de espacio, solo me referiré a la influencia delestalinismo en el campo de la política.

La práctica política socialista fue permeada de estaseudofilosofía. Los mensajes seguirían la siguiente direc-ción: emisor-receptor-respuesta, generando relaciones ver-ticales, de «ordeno y mando», propias del sistema estali-nista en la URSS y luego asimiladas a la experiencia de lospartidos comunistas en esa época. La obediencia y acepta-ción de decisiones superiores caracterizó las relaciones entre

4 Emma Pérez: «Un precioso libro valioso. Conferencias y discur-sos de Stalin», Noticias de Hoy, 1939.

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militantes comunistas. Y ello se unió a la idea de quemientras más enérgico fuera el mensaje y más explícitala voluntad de los líderes, mejores serían los resultados.Los efectos fueron lógicos: del lado de los dirigentes,voluntarismo y prepotencia; del de los dirigidos, obe-diencia y disciplina.

En el Informe Secreto se reconoce el daño que esaerrada perspectiva de dirección les ocasionó: «Esto lle-gó a tal punto que los trabajadores del Partido, aún enlas sesiones de mínima importancia, leían sus discur-sos. Todo esto facilitaba la burocratización y el aniqui-lamiento del Partido». Del mismo modo, fue altamenteperjudicial para el país. De eso también se habló en elreferido documento:

¿La posición adoptada por Stalin descansaba endatos de alguna clase? Claro que no. En tales casos,los números no le interesaban. Si Stalin decía unacosa, tenía que ser así... Al fin y al cabo era un genioy el genio no necesita contar, le basta con mirar einmediatamente sabe cómo deben hacerse las co-sas. Cuando él expresa su opinión, es un deber re-petirla y admirar su sabiduría. ¿Pero, cuánta sabi-duría encerraba su proposición de aumentar en40.000 millones de rublos los impuestos de los agri-cultores? Ninguna, absolutamente ninguna, porqueesa proposición no se basaba en un estudio cuida-doso de la situación, sino en las fantasías de unapersona que vivía alejada de toda realidad.

Los comunistas cubanos asumieron tempranamenteestos hábitos. Para que no crea infundado mi comenta-

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rio, recomiendo a Luque la lectura del artículo «Malascostumbres que deben ser desterradas de nuestro Par-tido», publicado en Noticias de Hoy en 1941 y del quereproduzco algunos fragmentos:

Durante los últimos tiempos ha surgido la idea[…] de que es mejor dirigente […] aquel que esmás exigente y enérgico.Pero […] no la exigencia y energía al modo que lainterpretan muchos compañeros que creen queexigir quiere decir «gritar», ponerse «serios» y ser«duros» y cuando alguien da un puñetazo en lamesa se piensa que es muy enérgico.Esta opinión […] procede de que en algunos ca-sos, usando una exigencia extrema, se han con-seguido algunos éxitos en la realización de tal ocualquier compañero responsable, sin pararse aanalizar sus resultados ulteriores.Este modo de entender la exigencia ha conduci-do y conduce a que algunos organismos y com-pañeros para no buscarse la «bronca» prometencumplir tareas, que a sabiendas están convenci-dos que no las van a cumplir […]Y esto ha engendrado una mala costumbre. Meestoy refiriendo a la costumbre de prometer parano cumplir […]Esta costumbre lleva al compañero que la tiene,a, primero, aplicarla en tal o cual tarea y después atodas las demás, convirtiéndose en un charlatánindisciplinado.Y ahora no es raro que prometan dos para cum-plir uno, y lo más peligroso es que ello se hace

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consciente, aceptando de antemano que si se cum-ple la mitad es un triunfo y que hay que exigir dossi se quiere que se cumpla uno. ¿Desde cuándo esesta la norma de conducta del Partido? ¿Desdecuándo nos engañamos a nosotros mismos?No quiero analizar las consecuencias que estacostumbre pueda traer al Partido, pues pienso quetodos los compañeros lo comprenden.5

Siete años después de la exhortación del articulista,el poeta y militante comunista Manuel Navarro Lunase quejaba a Juan Marinello del engreimiento y elenvalentonamiento de algunos dirigentes del Partido.6

El tiempo pasó. En 1959 triunfó una revolución quederivó hacia el socialismo. En 1965 se refundó el PartidoComunista, pero las secuelas de aquellos métodos, vivasen las raíces del viejo Partido, serían incorporadas a lasprácticas políticas de la nueva organización.

Mantengo esta opinión aunque contraríe a LuqueZayas Bazán. No soy enemiga de la verdad. Tampocosu dueña. Apenas soy alguien que cada día se informa,lee, indaga y, sobre todo, aprecia la sociedad en quevive, pues la verdad histórica está en permanente cons-trucción pero hay que acercarse a ella sin absolutismos,con honestidad y sentido crítico. A ello lo invito.

5 Resultado de la Segunda Asamblea Nacional de URC y publicadobajo la firma de Rubén Calderío el sábado 23 de agosto de 1941.

6 Carta a Juan Marinello, 7 de noviembre de 1948. Fondo Manuscri-to Juan Marinello, no. 623, Sala Cubana, Biblioteca Nacional JoséMartí.

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Diferentes modos de cabalgar

Gracias a un forista de LJC descubro un blog denomi-nado PostCuba en el cual me mencionan mucho últi-mamente. A sus creadores solo puedo decirles esto:necesitan con urgencia un editor.

Marco Velázquez Cristo es el autor de esos textos.De El Adelantado Diego Velázquez asume la prepoten-cia del colonizador, con una diferencia notable, su metaes más ambiciosa pues no intenta conquistar territo-rios, sino verdades. Las reminiscencias del segundo ape-llido distan mucho del amor, el respeto y la armonía alas que invitara el hijo de Dios, y recuerdan más a laagresividad de los cruzados y a la repetición constantede los libros sagrados.

Indagué sobre él, pero me explican algunos amigosque estos nombres son en verdad seudónimos de un gru-po de personas cuya función es combatir cualquier ideaque se aparte de la norma oficial. Pudieran ser denomi-nados entonces Agentes Cubanos del Ciberespacio (enlo adelante ACCE) y entiendo su anonimato, si yo escri-biera de esa forma también ocultaría mi identidad.

Los textos producidos por los ACCE son muy prede-cibles, casi modélicos, cuando los analizas se revela quetodos comparten una estructura que, con pocas diferen-cias, presenta los siguientes segmentos: 1) Descalifica-ción, 2) Descontextualización, 3) Apelación al principiode autoridad y 4) Falta de calidad escritural. Veamos losescritos de MVC como un estudio de caso.

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1) Descalificación: Este no es un aporte del autory sus orientadores, sino una estrategia muy ma-nida a la que dediqué mi primer post en LJC.Como mismo existe un arte del buen decir tam-bién existe un arte del buen insultar; que algunadiferencia debe evidenciarse entre una polémicaideológica y una trifulca de bares y cantinas. Re-comiendo a MVC que localice una de las dispu-tas más subidas de tono en la historia de las ideasrepublicanas, no solo por el vocabulario utiliza-do sino por la calidad de los argumentos esgrimi-dos. Los implicados: Raúl Roa y Raúl Maestri.Aprenda de ellos, estimado Velázquez, hastapara ofender hay que poseer cultura, y civismo.Manifieste, en estos tiempos de blogosfera, que laRevolución ha favorecido la instrucción y educa-ción formal de los cubanos, y no exteriorice lo bienque le sienta a usted esta crítica de Raúl Castro:«Hemos percibido con dolor, a lo largo de los másde veinte años de Período Especial, el acrecenta-do deterioro de valores morales y cívicos, comola honestidad, la decencia, la vergüenza, el deco-ro, la honradez y la sensibilidad».1 (A esto se lellama «tomar una taza de su propio chocolate)».2) Descontextualización: MVC hace gala de unacto de escamoteo usual en la prensa cubana:referirse a las opiniones de otras personas em-pleando citas fuera de contexto para darles un

1 Intervención de Raúl Castro en la Primera Sesión Ordinaria de laVIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 7 dejulio de 2013. (Versiones Taquigráficas- Consejo de Estado).

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sentido diferente al que pretendieron sus auto-res, citar incorrectamente, fragmentar un análi-sis a conveniencia, etc. Los ACCE deberían ubi-carse mejor en que el mundo de internet no es elde nuestra prensa escrita. En el ciberespacio sim-plemente se establece un vínculo para que quienesvisiten su blog accedan a la información comple-ta. Es lo que hago yo con los escritos de MVC, aun-que no sé si los lectores de LJC me lo perdonarán.De manera tal, los interesados lograrán construirsus propios criterios. Pero no creo que esa sea lapretensión de MVC, los ACCE nunca confían enla independencia del pensamiento, es un pecadoen su mundo.3) Apelación al principio de autoridad: En el me-dioevo, ante la disyuntiva entre la fe y la razón seenrumbaba el primero de esos caminos. Cualquierdiscusión terminaba cuando se apelaba a las san-tas escrituras o a los escritos de los padres de laiglesia. En el mundo de los ACCE son otros lostextos, pero su carácter sagrado parece mantener-se. Vean sino la forma en que son tratados porMVC: «Para acabar de evacuar sus “dudas” doyla palabra a Fidel», «cedo la palabra al Coman-dante en Jefe», «Dejo que Fidel le explique algo aesta docta “intelectual”», etc. Si algo debieranaprender de Fidel es la vasta cultura que poseía yque siempre se bastó para ofrecer sus argumentos.Además, en buena lid están plagiándolo, hagansu tarea compañeros ACCE, no cedan más la pa-labra y hablen ustedes, si es que tienen algo quedecir que no sea proferir insultos y amenazas.

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4) Falta de calidad escritural: En tal sentido lostextos de MVC son un paradigma. Se nota su des-precio por todo lo relacionado con el ámbito inte-lectual y académico, pero… ¿rechazar conoci-mientos que los escolares deben dominar desdela enseñanza primaria, como las reglas de acen-tuación y las de puntuación?, ¿crear palabras queno existen? (el mejor ejemplo: erudicialmente poreruditamente), ya esto es exagerado. Hagamos unpacto, les propongo un Curso de gramática, or-tografía y redacción para ACCE. Podremos en-tendernos mejor, sino ideológicamente, al menosen la lengua de Cervantes.

Estos aguerridos gladiadores del ciberespacio seme-jan una banda de galgos tras los talones de aquellosque se atreven a disentir de lo considerado políticamentecorrecto, de los que plantean ideas porque tienen ideasque plantear. Pero como dijo el Quijote a su escudero,«si ladran Sancho es que cabalgamos».

Su cabalgadura es más peligrosa. Un proverbio hindúasegura: «el que cabalga un tigre no puede descabal-gar», y se aplica a las personas que persisten en un erroro una mentira de tal magnitud y por tanto tiempo queno es posible dejar de actuar sin que sufran las conse-cuencias de sus acciones. Entonces sigan montados ensu tigre de mentiras y medias verdades, recitando suslibros sagrados, con su odio por la cultura y los intelec-tuales. Veremos quién llega más lejos con esos modosdiferentes de cabalgar.

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Ni con hechiceros ni con caciques… con la tribu y sinpermiso de nadie

Esta es la segunda vez que cumplo el deber cívico depolemizar con Carlos Luque Zayas-Bazán. No me mo-lesta hacerlo, es un ejercicio aportador para ambos puesen el intercambio de opiniones se puntualizan enfoquesy se esclarecen malentendidos.

En la primera ocasión me acusó de «enemiga de laverdad», un auténtico eufemismo para decirme menti-rosa. Ahora, en su texto «El hechicero de la tribu, conpermiso de Atilio Borón», me representa como una per-sona que se cree superior al pueblo por la utilización de lafrase, para él «infeliz» de que «Los intelectuales hemosincumplido durante décadas el rol de conciencia críticaque nos correspondía», tesis que afirmo en el artículo: «Losintelectuales y sus retos en la época actual».

Si por el término en cuestión Luque considera quejuzgo al intelectual como un ser superior,  «juez repar-tidor de los premios y castigos», que mira al pueblodesde la altura de su inteligencia, refugiado en una es-pecie de caverna de las ideas de Platón, en un cuartelgeneral del conocimiento; quiero tranquilizarlo en esepunto. Acepto, al igual que Antonio Gramsci, que:

Es preciso, por tanto, demostrar, antes que todo, quetodos los hombres son «filósofos», y definir los lími-tes y los caracteres de esta «filosofía espontánea»,propia de «todo el mundo», esto es, de la filosofía

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que se halla contenida: 1) en el lenguaje mismo, quees un conjunto de nociones y conceptos determina-dos y no simplemente de palabras vaciadas de con-tenido; 2) en el sentido común, y en el buen sentido;3) en la religión popular y, por consiguiente, en todoel sistema de creencias, supersticiones, opiniones,maneras de ver y de obrar que se manifiestan en loque se llama generalmente «folklore».1

La diferencia entre los intelectuales y las personasque no lo son, no radica estrictamente en su nivel deinstrucción. En mi vida profesional ha sido decisivo elejemplo de mi padre, un obrero mecánico que tiene hoysetanta y ocho años de edad. De él adquirí el amor porla lectura, una buena ortografía y la costumbre de cues-tionarlo todo. No entiendo que la naturaleza de un tra-bajo sea mejor o peor. Los factores que pueden tornarembrutecedora una tarea son las condiciones en que ellase desempeñe y la retribución que se perciba por hacer-la. Toda labor dignifica. Lo indigno es no poder vivir delfruto del trabajo que realizamos.

Luque nos ilustra en cuanto a la división social deltrabajo y desliza la siempre útil insinuación del pecadooriginal: «hay alguna diferencia entre sudar en el sur-co y sudar leyendo y pensando o buscando en el orde-nador». Depende, estimado amigo, depende de las con-diciones.

Quizás en Chile, donde me dicen que usted reside,sea esta la relación arquetípica que se establezca. Pero

1 «Todos somos filósofos», El materialismo histórico y la filosofía deBenedetto Croce, Ediciones Revolucionarias, La Habana, 1966, p. 11.

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yo vivo en Cuba, razono desde mi circunstancia y des-de mi experiencia. Y mientras redacto en el ordenadorla oponencia a una tesis doctoral que contribuirá a laformación de personal calificado, reviso investigacio-nes como tutora o escribo un artículo para una revistacientífica cubana; estoy haciendo trabajo voluntario demanera altruista, pues en nuestro país ninguna de esasactividades especializadas se paga, al menos hasta hoy.

Sin embargo, un campesino, también como fruto desu labor consagrada y honrada, puede ganar, vendiendovarias cajas de viandas, lo que podrían ser todos mis sala-rios de un año. De modo tal, hay que ser más reflexivocuando se valore el desempeño de un tipo de actividad,física o intelectual, para adjudicarle etiquetas que simbo-licen en ellas actitudes más o menos revolucionarias.

Pero volvamos al argumento de la conciencia crítica.En mi opinión, esta trasciende una cuestión de intelec-to y se encamina hacia la actitud cívica del sector de laintelectualidad, condición que lo lleva a participar ac-tivamente en la vida política de sus países y a influirsobre sus contemporáneos.

Si volvemos la mirada a la historia universal y na-cional, constataremos que ha sido eminentemente elsector de la intelectualidad, más preparado que otrospara reaccionar enérgicamente ante los mecanismos dedominación —dadas su formación jurídica, filosófica,histórica, sociológica, antropológica, etc.—; el quedetentó un liderazgo político y encabezó las demandasde trasformación, por vías pacíficas o armadas. Hayexcepciones, es cierto, pero ellas confirman la regla.

No afirmo con esto que un verdadero movimientode cambios pueda ser exclusivamente intelectual, eso

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sería elitismo puro y negación del papel decisivo de lasgrandes mayorías. Pero esas mayorías han necesitado,por lo general, del intelectual como líder.

Varela, Céspedes, Agramonte, Martí, Mella, Villena,Guiteras, Fidel. Fueron todos intelectuales que se inmis-cuyeron activamente en la vida política de sus respecti-vas épocas, a veces rompiendo no solo con el poder, sinocon el modo de hacer política de sus predecesores.

La dualidad del intelectual-político se fragmentó enlos modelos de socialismo burocrático. Allí se le exigióal sector una lealtad monolítica, que fue debilitando elejercicio del pensamiento crítico, esa «conciencia críti-ca» que deplora Luque. Especialmente los intelectualesvinculados a las ciencias sociales, ámbito político de sí,fueron apartados de cualquier aportación. Es sintomá-tico que tras la muerte de Lenin el marxismo soviéticono diera mucho más allí en su evolución teórica. Lasmayores aportaciones vinieron de pensadores que vi-vían en contextos capitalistas.

En nuestra Isla, los intelectuales marxistas que co-menzaron a debatir la teoría, nucleados alrededor dela revista Pensamiento Crítico, fueron apartados de susfunciones y, durante años, movidos como personas in-cómodas de una institución a otra.

La misma afirmación de Luque: «No dejemos de men-cionar aquí a los políticos, esa otra función intelectual yotras muchas subespecies que no vienen al caso», demues-tra su confusión al verlos como algo diferente. ¿Qué eraMartí, intelectual o político?, ¿qué fue Fidel?

Entre nosotros el intelectual fue dejando de ser polí-tico y, desgraciadamente, el político dejó de ser intelec-tual y se fue consolidando como una clase burocrática,

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instruida pero no calificada ni para improvisar un dis-curso. Fernando Martínez Heredia alertaba que cuan-do el marxismo se convierte en una ideología de Esta-do, va mutando de un mecanismo de liberación haciauna ideología de dominación. En esa metamorfosis laintelectualidad cubana tiene una gran responsabilidad.Su incondicionalidad la fue separando de su funciónpolítica, que es mucho más que aplaudir y apoyar con-signas, y le dejaron esa ocupación a la burocracia.

En los albores de las relaciones humanas, los hechice-ros de la tribu eran los encargados de explicar aquellosaspectos del entorno que no eran comprendidos. Crea-ban así una ilusión de realidad. Su otra función era re-verenciar a los caciques. Hechiceros y caciques seríanel núcleo de las futuras clases sociales gobernantes.

Aquí el discurso ha encubierto muchas veces a larealidad y los intelectuales lo hemos permitido por dosrazones: acatamiento acrítico o conveniencias perso-nales. Dejamos de ser políticos y tenemos que recupe-rar esa función. Esa era mi meditación, más que llama-miento o manifiesto como dice Luque. En ese puntocoincido autocríticamente en que hemos sido una es-pecie de hechiceros, aunque no por las mismas razo-nes que esgrime él.

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Índice

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Desde que Shakespeare escribió…Harold Cárdenas Lema / 9

La Joven Cuba y yo / 13

La honestidad de la censura /19El 68: continuidades y rupturas /23La revolución contra todas las revoluciones /26Ser y parecer /30Legado incompleto /35Lo novedoso /39Lecciones de tolerancia /43¿Fines sin medios o medios sin fines? /46Útiles remembranzas /51La última lucha de Lenin /55

Antiguas costumbres /61El 2000 y el 2030 /64Asignatura pendiente /67Los fraseólogos revolucionarios /71Diálogo generacional: necesario pero… ¿posible? /74El orden de los factores /77Amigos sin barreras /80Los 200 años de Carlos Marx /83Sentir la libertad /86Disonancia /90El problema /94Fábula nueva /98

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Gazapo filosófico /104El gran círculo /108Osadía colectiva /113

Bienvenida la polémica /119La Bastilla ideológica /123El ojo de Sauron /125Los múltiples rostros del estalinismo /129Diferentes modos de cabalgar /137Ni con hechiceras ni con caciques…en la tribu y sinpermiso de nadie /141

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Esta edición consta de 500 ejemplaresy terminó de imprimirse en agosto de 2019

en los talleres de Ediciones Matanzas.Se emplearon las tipografías

Book Antiqua y CG TimesImpresión: Leonel Betancourt Álvarez

Encuadernación:Eida Rosa Casado, Alberto Florido y Manuel Roig

Publicidad: Jacqueline Méndez