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  • Una ley agraria para Bengala Los comienzos de la

    dominacin britnica en la India

    Ranajit Guha

  • traficantes de sueos

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    Sin complacencias con la arcaica sacralidad del libro, sin concesiones con el narcisismo literario, sin lealtad alguna a los usurpadores del sa-ber, TdS adopta sin ambages la libertad de acceso al conocimiento. Queda, por tanto, permitida y abierta la reproduccin total o parcial de los textos publicados, en cualquier formato imaginable, salvo por explcita voluntad del autor o de la autora y slo en el caso de las edi-ciones con nimo de lucro.

    Omnia sunt communia!

  • Omnia sunt communia! o Todo es comn fue el grito colectivista de los campesinos anabaptistas, alzados de igual modo contra los prncipes protes-tantes y el emperador catlico. Barridos de la faz de la tierra por sus enemigos, su historia fue la de un posible truncado, la de una alternativa a su tiempo que qued encallada en la guerra y la derrota, pero que en el principio de su exigencias permanece profundamente actual.

    En esta coleccin, que recoge tanto novelas histricas como rigurosos estu-dios cientficos, se pretende reconstruir un mapa mnimo de estas alternativas imposibles: los rastros de viejas batallas que sin llegar a definir completamen-te nuestro tiempo, nos han dejado la vitalidad de un anhelo tan actual como el del grito anabaptista.

    Omnia sunt communia!

    historia

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    cc creativecommonsLicencia Creative Commons

    Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Espaa

    Edicin original: A rule of property for Bengal, an essay on the idea of permanent settlement, Pars, Mouton & Co., 1963. Primera edicin de Traficantes de Sueos:1.000 ejemplaresAbril de 2017Ttulo: Una ley agraria para Bengala. Los comienzos de la dominacin britnica en la India.Autor: Ranajit GuhaTraductores: Atalaire [Mario Grande y Mercedes Fernndez Cuesta]Maquetacin y diseo de cubierta: Traficantes de Sueos [[email protected]]Edicin: Traficantes de SueosC/ Duque de Alba 1328012 MadridTlf: [email protected]:Cofs SA Calle de Juan de la Cierva, 58, 28936 Mstoles, MadridISBN: 978-84-945978-6-2Depsito legal: M-4142-2017

    del texto Ranajit Guha, 1963. de la edicin, Traficantes de Sueos, 2017.

    mailto:[email protected]]mailto:[email protected]

  • traficantes de sueos

    historia

    Una ley agraria para Bengala Los comienzos de la

    dominacin britnica en la India

    Ranajit Guha

  • Prlogo. Amartya Sen

    Prefacio a la segunda edicin

    Prefacio a la primera edicin

    1. Primeras Aproximaciones, 1769 1772

    2. Personalidad y poltica de Philip Francis

    3. El plan de 1776

    4. El avance de la doctrina

    5. Primeras dudas

    Apndice

    Glosario

    Bibliografa

    13

    19

    21

    23

    77

    115

    201

    235

    253

    265

    269

    11

    NDICE

  • 13

    Ranajit Guha es, posiblemente, el historiador indio ms creativo del siglo xx. Sus obras han ejercido una profunda influencia, no solo en la historiografa del subcontinente, sino tambin en las investigacio-nes histricas de otros lugares, as como en los estudios culturales, la teora literaria y los anlisis sociales de todo el mundo. Una ley agraria para Bengala es su primer libro, la monografa que le consagr como historiador de gran categora y tambin como un intelectual con una imaginacin y una amplitud de miras poco comunes. El libro fue publicado por primera vez en 1963 por Mouton y la cole Pratique des Hautes tudes y reeditado por Orient Longman en 1982. Estuvo descatalogado varios aos (bien lo saben muchos compradores poten-ciales frustrados); la presente reedicin rescata un clsico relevante de la lista de los ms buscados.

    Sin embargo, Una ley agraria para Bengala no es la obra por la que ms se conoce a Ranajit Guha en la actualidad. Ese honor recae en la serie Subaltern Studies, cuyo primer volumen se public en 1982 con un ensayo muy motivador de Guha: Algunos aspectos de la historio-grafa de la India colonial.1 Si bien no es este el espacio donde com-parar ambas obras, los Subaltern Studies, cuyo objeto de estudio es mucho ms amplio y ambicioso, estn asimismo expuestos a un deba-te y una controversia mayores.

    Dado que a menudo solemos considerar a las personas de un modo bastante reduccionista, seguro que hay quienes esperan

    1. Ranajit Guha (ed.), Subaltern Studies I: Writings on South Asian History and Society, Delhi, Oxford University Press, 1982.

    Amartya Sen

    Prlogo

  • 14 Una ley agraria para Bengala

    encontrar en Una ley agraria para Bengala un reflejo del enfoque de la subalternidad, que subraye el papel desempeado por los non-elite, conocidos como subalternos. Como expongo en estas lneas, quienes busquen dicho enfoque no van a quedar del todo defrauda-dos. Sin duda alguna, hay nexos de unin entre Una ley agraria para Bengala y los Subaltern Studies.

    De todas formas, quiz no sea esta la mejor perspectiva para abor-dar Una ley agraria para Bengala, una obra de naturaleza bien diferen-te. En concreto, este libro trata sobre las ideas y teoras que llevaron a la lite dirigente de la Compaa de las Indias Orientales a imponer la legislacin agraria posiblemente ms decisiva y desde luego ms controvertida de la historia de la India britnica. Lord Cornwa-llis fij en 1793, de forma permanente, la renta que deban pagar al Estado los propietarios de tierras, otorgndoles inmunidad frente al incremento de las rentas, adems de garantizarles la propiedad. El estudio de Guha sobre la idea del Acuerdo Permanente expone el desarrollo de los acontecimientos, las ideas subyacentes a la propuesta, los orgenes franceses y britnicos de dichas ideas y su interpretacin por altos funcionarios de la Compaa, las objeciones que se plantea-ron, las enseanzas de la experiencia india sobre la economa poltica que sustentaba aquellas ideas y las hondas repercusiones sobre la eco-noma y la sociedad de las zonas de la India britnica donde se aplic dicho acuerdo. Tambin se habla de los subalternos que se llevaron la peor parte, pero no son el objeto de esta obra.

    Quiz el cambio ms significativo de Una ley agraria para Bengala, con respecto a las obras al uso sobre la poltica colonial britnica en la India, sea que se centra ms en las ideas que en los intereses. Alguien podra sorprenderse de que semejante giro provenga de un historiador que segua considerndose marxista (as lo proclamaba entonces), si bien la relacin mutua entre ideas y condiciones materiales no es, por supuesto, ajena a la filosofa de la historia de Marx (desde luego, la anttesis es ms propia de Namier que de Marx).

    Guha eligi este enfoque tras una larga reflexin y en el prefacio a la primera edicin manifest su esperanza de que el libro sirviera para corregir al menos en cierta medida la interpretacin unidimen-sional de la dominacin britnica de la India exclusivamente bajo el prisma de los conflictos y las coaliciones de intereses. Personalmente

  • 15Prlogo

    tuve el privilegio de conocer muy bien a Ranajit como colega y ami-go cuando estaba escribiendo este libro. Recuerdo la importancia que atribua a su intento de comprender y valorar las decisiones polticas de los administradores coloniales, ms por sus intenciones e ideas que por su codicia y avidez.

    Desentraar las razones subyacentes del Acuerdo Permanente y las ideas razonadas y bienintencionadas que condujeron a l resulta tan-to ms revelador por cuanto, al final, arroj unos resultados bastante desastrosos. En realidad, muchos de los problemas fueron anticipa-das por otro administrador britnico, John Shore, que, como recoge Guha, acogi el nombramiento de Cornwallis con gran entusiasmo, pero al cabo de tres aos de colaboracin se convirti en su ms formi-dable crtico. El ltimo captulo del libro (Primeras dudas) termina de forma profundamente pesimista tras una emptica exploracin de las ideas que haban movido a quienes haban defendido y auspiciado el Acuerdo Permanente: Alexander Dow, Henry Pattullo, el incom-parable Philip Francis y otros, entre ellos, el fundamental Cornwallis.

    Guha ya se haba planteado el interrogante que gua su investi-gacin en sus tiempos de estudiante en la Universidad de Calcuta, muchos aos antes de escribir Una ley agraria para Bengala. Ley las ideas radicales y antifeudales de Philip Francis, el principal autor del Acuerdo, y se hizo la siguiente pregunta: Cmo es posible que el acuerdo agrario cuasifeudal de 1793 surgiera de las ideas de un hombre que era un gran admirador de la Revolucin Francesa?. El libro res-ponde a esta pregunta, junto a muchas otras, y adems proporciona un relato profundamente esclarecedor de cmo ciertas ideas y teoras adquieren autonoma propia y de cmo pueden provocar efectos impre-decibles al injertarse en una economa de caractersticas imprevistas.

    Ya he apuntado ms arriba que no resulta particularmente til tra-tar de comprender Una ley agraria para Bengala en el marco de las obras sobre la subalternidad. Pero tambin he sealado que hay nexos evidentes entre unas y otras obras de Ranajit Guha. Cules son esos nexos? Para examinarlos resulta til traer brevemente a colacin la idea bsica de Guha al emprender los estudios subalternos:

    La historiografa del nacionalismo indio ha estado dominada durante mucho tiempo por el elitismo, el elitismo colonialista y el elitismo del nacionalismo burgus [] Ambos tipos de elitismo tienen en comn el prejuicio de que la

  • 16 Una ley agraria para Bengala

    forja de la nacin india y el desarrollo de la conciencia el nacionalismo que inform dicho proceso fueron exclusiva o predominantemente obra de la lite.2

    Si bien es cierto que Una ley agraria para Bengala trata casi exclusiva-mente de las lites sus ideas, compromisos, esperanzas y dudas, retrata a una lite tan bien intencionada como torpe, una lite que fracasa completamente. En este sentido no es un libro pro-lite. Una ley agraria para Bengala expone las dificultades y la inviabilidad abso-luta de las reformas econmicas promovidas por la lite e influidas por el pensamiento elitista ms refinado.

    Eso podra parecer una especie de nexo en negativo. Pero tambin hay nexos ms constructivos. Guha analiza las consecuencias funda-mentales de las relaciones de poder tanto en el enfoque histrico de la subalternidad, como en el anlisis de la desafortunada transposicin de las excelsas ideas antifeudales, directamente de la cuna de la Revo-lucin Francesa a las remotas orillas del ro Hooghly. En el prefacio a la segunda edicin del libro, publicada el mismo ao (1982) que el primer volumen de Subaltern Studies, Guha explica aquella chapuza en los siguientes trminos: Una forma tpicamente burguesa de cono-cimiento fue retorcida a fin de adaptarla a las relaciones de poder de una sociedad semifeudal. Debido a la centralidad concedida a las relaciones de poder nos adentramos en un territorio en el que los estudios de la subalternidad han adquirido un gran inters.

    Pero quiz el nexo ms profundo entre el Acuerdo Permanente y la interpretacin elitista de la historia consiste en la propia creacin de la lite india, la misma que ocupa el primer plano en la elitista historia de la India. Las nuevas clases medias surgidas bajo la dominacin bri-tnica y que tambin sirvieron al Raj durante mucho tiempo fueron, en buena medida, producto del Acuerdo Permanente. En la medida en que determinados miembros de estas clases tambin dirigieron y encabezaron los movimientos nacionalistas de las clases medias con-tra los britnicos, en la historiografa elitista suelen acaparar prctica-mente todo el mrito de haber acabado con el Raj mediante la lucha nacionalista. Los grandes, medianos y pequeos terratenientes surgi-dos aun siendo claramente absentistas de la proclamacin de

    2. Subaltern Studies I, 1982, p. 1; reproducido tambin en la til coleccin de ensayos subal-ternos, editada por Ranajit Guha y Gayatri Chakravorty Spivak, Selected Subaltern Studies, Nueva York, Oxford University Press, 1988, p. 37.

  • 17Prlogo

    Cornwallis constituyeron buena parte de la lite urbana emergente en las zonas de la India donde estuvo en vigor el Acuerdo Permanente. Son los antihroes de los estudios subalternos; la mayora de los ver-daderos hroes sin cnticos ni halagos estn en otro lugar.

    El mismo Guha procede de la clase de terratenientes absentistas creada por el Acuerdo Permanente. Segn sus propias palabras: En su juventud, el autor, al igual que muchos otros de su generacin en Ben-gala, creci al amparo del Acuerdo Permanente: su sustento y el de su familia provena de remotas fincas que jams haban visitado; su edu-cacin estaba orientada por las necesidades de la burocracia colonial que reclutaba sus cuadros entre los vstagos de los beneficiarios de Lord Cornwallis; su universo cultural estaba estrictamente circunscrito a los valores de una clase media que viva de las ganancias de la tierra aunque estaba divorciada de la cultura indgena de las masas campesinas.

    Una ley agraria para Bengala es el fruto del empeo de Ranajit Guha por comprender mejor las races de esta clase que es la suyay las ideas que condujeron a su formacin. En cambio, el comienzo de los Subaltern Studies debe algo a la dialctica entre el reconocimiento crtico, por parte de Guha, de su propio origen y el supuesto peso de su grupo en la historia y la sociedad indias. Los mundos de la historia y del anlisis social, as como los de la cultura y la literatura han saca-do provecho de la diversidad de aportaciones de Guha. Quiz Philip Francis y Cornwallis puedan, despus de todo, atribuirse cierto mrito por haber producido a Ranajit Guha.

    Diciembre de 1995

  • 19

    Me gusta ver la vuelta a la India de este humilde ensayo. Concebido en su tierra natal, en un clima universitario hostil, declarado indesea-ble aun antes de su nacimiento, vio la luz del da en otras tierras. El regreso de este hurfano a su lugar de origen ha sido posible, por fin, gracias nicamente a la iniciativa y persistencia de Nirmal Chandra y Nirmalya Acharya.

    Ahora bien, el arraigo es un concepto controvertido y el conflicto de pasiones e intereses acadmicos podra hacer que incluso los mejo-res intelectuales discrepasen sobre el qu y el dnde de dicho arraigo. Por ejemplo, me acuerdo de un reputado crtico que encontr la pri-mera edicin de este libro menos relevante que meritoria para la histo-ria india. Si los orgenes histricos de los conceptos y teoras relativos a la primera ley agraria de importancia la ms importante, segn algunos, introducida por los britnicos en la India, y las circunstan-cias econmicas y polticas en las que se fragu un ordenamiento per-manente de los derechos de propiedad sobre la tierra no son relevantes para el estudio de la historia india, no se qu pueda serlo.

    Este ensayo puede reivindicar tambin una cierta relevancia en otro aspecto. Apunta a la cuestin del pensamiento colonialista que la historiografa india y las ciencias sociales tendrn que abordar tar-de o temprano. Rastrear los antecedentes intelectuales del Acuerdo Permanente hasta los mismos inicios de la Economa Poltica contri-buye a arrojar cierta luz sobre esta ltima, en tanto cubre un tramo importante, si bien oscuro, de su trayectoria. El pensamiento fisiocr-tico, precursor de la Economa Poltica, fue implacablemente crtico con el feudalismo en su hbitat natural y tuvo verdadera fuerza en el

    Prefacio a la segunda edicin

  • 20 Una ley agraria para Bengala

    socavamiento del Ancien Rgime. Pero, ironas de la vida, por mucho que el poder capitalista ms avanzado de la poca lo implantara en la India, sirvi para articular una organizacin neofeudal de la pro-piedad agraria y para integrar y reproducir elementos precapitalistas en un rgimen colonial. Dicho de otro modo, una forma tpicamente burguesa de conocimiento fue retorcida hasta adaptarla a las relaciones de poder de una sociedad semifeudal. Esta es la paradoja epistemol-gica que he tratado de identificar y explicar a travs de la interaccin entre Bengala y sus gobernantes britnicos durante la segunda mitad del siglo xviii.

    Por supuesto, la Economa Poltica no fue el nico cuerpo de conocimientos que sufri un cambio sustancial bajo las condiciones del colonialismo. Hubo tambin otros sistemas de pensamiento que la burguesa occidental utiliz implacablemente en la lucha contra el feudalismo, durante el periodo de su ascenso en sus propias socieda-des, pero que modific y comprometi sin tardanza a la bsqueda de una base social que sustentara su poder en las tierras conquistadas en el continente asitico. El capitalismo, que haba alcanzado la hege-mona en Europa, mediante la afilada punta de la Razn, consider apropiado dejar roma esa misma punta para someter a los pueblos de Oriente. Esto sirvi tambin para que la lite indgena perpetuara su autoridad, primero en colaboracin con el colonialismo y, tras la des-colonizacin, de forma independiente. La experiencia de la India es una buena prueba de que el cese formal de la dominacin colonial influye relativamente poco a la hora de poner fin al modo de pensar colonialista. La intencin del autor en esta obra ha consistido en tratar de captar algunos de los momentos iniciales de esa servidumbre.

    Ranajit GuhaCanberra, abril de 1981

  • 21

    En su juventud, el autor, al igual que muchos otros de su generacin en Bengala, creci al amparo del Acuerdo Permanente: su sustento y el de su familia provena de remotas fincas que jams haba visitado; su educacin estuvo orientada por las necesidades de la burocracia colonial que reclutaba sus cuadros entre los vstagos de los beneficia-rios de Lord Cornwallis; su universo cultural estuvo estrictamente cir-cunscrito a los valores de una clase media que viva de las rentas de la tierra, si bien estaba divorciada de la cultura indgena de las masas campesinas. De este modo, haba aprendido a considerar el Acuerdo Permanente como el fundamento legal del estancamiento social y econmico. Ms adelante, cuando realiz los estudios de postgrado en la Universidad de Calcuta, estudi las ideas antifeudales de Philip Francis y se enfrent inmediatamente con una cuestin no resuelta ni en los libros de texto ni por los profesores universitarios. Cmo era posible que el acuerdo agrario cuasifeudal de 1793 se hubiera ins-pirado en las ideas de un hombre que era un gran admirador de la Revolucin Francesa? De haber sido por los libros de historia, no se hubiera podido saber que tal contradiccin exista y exiga una expli-cacin. Los manuales se contentaban con decir que la accin positiva que Inglaterra haba llevado a cabo en la India consista en una serie de afortunados experimentos sin relacin con las ideas y los prejuicios heredados por los gobernantes de su formacin europea. Esta imagen de la poltica britnica como una flor sin races no est refrendada por la historia de la ley agraria ms duradera en el Raj. El autor confa haber sabido localizar los orgenes del Acuerdo Permanente en la con-fluencia de ideas, resultante de la fusin de las principales corrientes de pensamiento ingls y francs de la segunda mitad del siglo xviii.

    Prefacio a la Primera edicin

  • 22 Una ley agraria para Bengala

    En Calcuta segua habiendo muchos expertos locales que dudaban de la validez de la tesis central de este ensayo cuando se public por primera vez en forma de una serie de artculos en la revista benga-l Parichaya, entre 1956 y 1957. A partir de entonces la publicacin de la obra del profesor Eric Stokes sobre la influencia del utilitarismo en la India ha reclutado a muchos conversos. La humilde aportacin del autor habr cubierto su objetivo si, tomada conjuntamente con las investigaciones del profesor Stokes, sirve al menos en cierta medida para rectificar la interpretacin unidimensional de la dominacin bri-tnica en la India, tomada exclusivamente bajo el prisma de los con-flictos y las coaliciones de intereses.

    El autor agradece al Departamento de Economa de la Universi-dad de Manchester y particularmente al profesor B. R. Williams su apoyo y las atenciones recibidas para la realizacin de esta obra. Est en deuda con los doctores K. A. Ballhatchet y George Blyn, los pro-fesores Asa Briggs y Holden Furber y los doctores Daniel Thorner y Peter Wexler por su lectura del manuscrito y la aportacin de sus comentarios.

    Ranajit GuhaManchester, agosto de 1962

  • Primeras aProximaciones 1769 - 1772

    caPtulo 1

    Desde 1765, en la sociedad londinense corran rumores de abusos en la administracin de Bengala por parte de la Compaa de las Indias Orientales. Pero no fue hasta 1772 cuando en la opinin pblica la cosa tom visos de escndalo. El impacto de la hambruna en la imagi-nacin popular, las dificultades financieras de la Compaa, la amena-za de una invasin francesa de la India, el veneno de la pluma de Bolts, el surgimiento de grupos que representaban los intereses de los funcio-narios de la Compaa que regresaban de Oriente y la reordenacin de las fuerzas de la oposicin en el Parlamento, todo ello contribuy a hacer de la cuestin de las Indias Orientales un asunto poltico de pri-mera magnitud.1 Por encima del maremgnum de motivos y del des-pliegue de presiones, surgi una cuestin en tanto problema comn: la necesidad de reforma, y su mejor solucin, en opinin de numerosos crticos con la Compaa, era algn tipo de intervencin parlamenta-ria. El discurso de la Corona en la sesin de apertura del Parlamento en enero de 1772 reflejaba y reforzaba, a la vez, este sentimiento cuan-do los asuntos de la Compaa fueron enumerado entre las preocupa-ciones del Reino y descritos como tan particularmente susceptibles de abusos y expuestos a peligro cuanto que para su proteccin pueda hacerse necesaria una intervencin de la Asamblea Legislativa.2 El creciente ataque por escrito a la Compaa de las Indias Orientales no

    1. Lucy S. Sutherland, The East India Company in Eighteenth-Century Politics, Oxford, 1952, Captulo viii.2. The Journals of the House of Commons, vol. xxxiii, p. 410. Me he basado en la interpretacin de P. Auber segn la cual los comentarios del discurso de la corona se referan a los asuntos de la India Oriental. Peter Auber, Rise and Progress of the British Power in India, Londres, W. H. Allen & Co., 1837, vol. 1, p. 337.

    23

  • 24 Una ley agraria para Bengala

    pudo encontrar mejor aliento que el de los pronunciamientos proce-dentes de la ms alta instancia del poder y los primeros cinco aos que siguieron a la Ley de Regulacin fueron, de hecho, reseables por la amplsima produccin de escritos polticos sobre la cuestin.

    Esta literatura acerca de los asuntos de las Indias Orientales se poda clasificar, en lneas generales en dos categoras, aunque no pueda decir-se que publicaciones pertenecientes a la primera categora estuvieran del todo exentas de las caractersticas de la segunda. Haba, en primer lugar, polmicas como las de Bolts y Verelst, que se escribieron con el objetivo de atacar o defender una determinada accin poltica. Como el resto de las formas de declaracin poltica de aquel tiempo, las de ambos autores a menudo tenan mucho de abstracto y especulativo; pero, en general, las observaciones filosficas estaban exclusivamente orientadas a la consideracin de las cuestiones especficamente admi-nistrativas en discusin. La otra clase de folletos y panfletos sobre las Indias Orientales tal vez se defina mejor como literatura de planes. En general, tambin se ocupaba de evaluar polticas concretas y tambin era polmica, pero no iba ms all, tratando de fijar normas para la accin del gobierno a la luz de un cierto sistema general. La impor-tancia de este grupo de escritos para la historia de los primeros tiempos del gobierno britnico en la India no se ha estudiado exhaustivamente todava, pero existen algunas pruebas contemporneas que muestran que tuvieron una influencia significativa en la elaboracin de las polti-cas. La presencia de un elaborado resumen de algunos de estos planes entre los Pitt Papers,3 puede considerarse un indicio de su utilizacin en la formulacin de la Ley de 1784.4 En 1793 todava se pensaba que el anlisis de estos planes parece ser el fundamento adecuado sobre el que apoyar un futuro sistema de gobierno sobre los dominios asiticos y el comercio con las Indias Orientales.5 Pero sobre todo eran valiosos como registro de una serie de experimentos polticos. Para muchos de los autores de estos planes, la conquista del territorio indio haba planteado la mayor cuestin de economa comercial y poltica de los anales de la sociedad civil.6 Por eso, a la hora de formular sus

    3. The Pitt Papers, John Rylands Library, Manchester. [Archivo indito]4. Abstract of the Several Plans transmitted relative to the future Government of Bengal and the other British Settlements in India, John Rylands Library, Eng. MSS. 215 y 235. Vase tambin el Apndice ms adelante. 5. Historical View of Plans for the Government of British India etc., p. 44.6. Ibdem, p. 44.

  • 25Primeras aproximaciones 1769 - 1772

    recomendaciones, a menudo recurran con prodigalidad al repertorio del pensamiento contemporneo. No puede comprenderse del todo la imaginacin del siglo xviii sin valorar los intentos de encontrar al desbordante Espritu de las leyes un lecho de Procusto en Bengala. La minuta de Philip Francis de enero de 1776 sobre la administracin de rentas en las provincias orientales es, en muchos aspectos, el ejemplar ms destacado de la literatura de planes, pero como Firminger ya des-tacara, lleg despus de Alexander Dow y Henry Pattullo en lo que res-pecta a la creacin de modelos para el Acuerdo Permanente de Bengala.

    Alexander Dow: filsofo y mercantilista

    Alexander Dow naci en Escocia, se educ en Creif y se prepar para la actividad de comerciante.7 A pesar de sus estancias en Oriente y una carrera de casi veinte aos en el ejrcito de Bengala, parece ser que a lo largo de toda su vida nunca perdi el contacto con Escocia. Las dos visitas a Inglaterra en 1768 y 1774 debieron de servirle para mantenerse en contacto con los ambientes intelectuales del norte en 1772 David Hume lo consider un interlocutor suficientemente bueno como para discutir con l de historia8; que mantuviera all unos contactos muy slidos vena indicado por el conocido inters que Lord Mansfield se haba tomado en sus asuntos.9 Como en el caso de otro nativo de Perthshire mucho ms clebre, Adam Ferguson, el ori-gen escocs pesaba considerablemente en la opinin de Dow sobre la sociedad oriental en general y la India en particular.

    Escocia, generalizando la descripcin de Edimburgo de Smollett, fue un vivero de genios durante las dcadas centrales del siglo xviii. El progreso simultneo de industrias e ideas en aquella poca indujo a muchos escritores, cosa no rara, a mostrar su desarrollo como un autn-tico renacimiento. La contribucin de los hombres de letras escoceses a la filosofa, la historia, la economa poltica y la ciencias naturales fue tan notable y prolfica en aquel periodo que casi hizo de Edimburgo la

    7. David E. Baker, Biographia Dramatica. Londres, 1872, pp. 195-196. Hodson, Officers of the Bengal Army, Dictionary of National Biography, vol. 2, pp. 78-79. 8. J.Y.T. Greig (ed.), The Letters of David Hume, Oxford, 1932, vol. 2, p. 267.9. Sophia Weitzman, Carta de Clavering a Lord North 25 de agosto de 1775, Warren Has-tings and Philip Francis, Manchester, 1929, p. 254.

  • 26 Una ley agraria para Bengala

    rival de Pars como centro intelectual de Europa.10 La afinidad espiri-tual entre ambas capitales era resultado del trfico de ideas en ambos sentidos desde los tiempos de exilio de los Estuardo. Pero no fue hasta el siglo xviii cuando la influencia recproca alcanz el mayor impacto creativo en ambos pases. Cun cierto fue esto en el caso de Escocia se entiende mejor a la vista de las numerosas traducciones de filso-fos franceses publicadas en Edimburgo durante aquel periodo y del gran uso que de ellas hizo el movimiento reformista cotaneo.11 Pero en absoluto eran solo los agitadores quienes buscaban su municin en el pensamiento francs. El nfasis en la economa poltica en las activida-des de la Sociedad Selecta y la inepta imitacin de Montesquieu en el exitoso Essay of History of Civil Society de Ferguson son solo dos ejem-plos entre los muchos que cabra mencionar como demostracin de que todos los escritores escoceses recurran a la misma fuente de inspiracin.

    Francia e Inglaterra estaban, a decir de Hume, tan interconectadas en todas sus transacciones desde la Revolucin que la Historia de un pas debe arrojar luz sobre el otro.12 Esta observacin es aplicable tan-to a la historia poltica como intelectual, y especialmente en relacin con Escocia, que reflej las influencias del otro lado del Canal mucho ms que cualquier otro lugar de las Islas Britnicas. As pues, no es de extraar que el pensamiento escocs bajo el fuerte impacto de la Ilustracin se hubiera desbordado y expandido por las remotas partes del mundo doquiera que hubieran llegado escoceses con ideas. Escocia contribuy directamente a la expansin intelectual de Francia, de un modo muy semejante al de una colonia que fundara asentamientos en tierras extranjeras. Entre sus naturales hubo quienes, como Alexan-der Dow, llevaron a cabo algunos experimentos pioneros con concep-tos polticos y econmicos de origen europeo en el contexto oriental. Hubo otros que, como Quentin Craufurd cubrieron, tanto en el terre-no espacial como en el de las ideas, el recorrido completo de aquella extraa odisea: Craufurd sali de Escocia a la edad de dieciocho aos, sirvi durante casi cuarenta en la India y en Manila, y regres a Euro-pa en 1780 para vivir el resto de su vida en Francia, donde realiz una obra que, aparte de su inters como uno de los primeros ensayos de

    10. Henry V. Meikle, Scotland and the French Revolution, Glasgow, 1912, p. xvi. 11. Ibdem, pp. 15-16.12. David Hume, The Letters of David Hume, Oxford, J. Y. T. Greig Ed., 1932, vol. 1, p. 491.

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    religin comparada, evocaba intensamente a Voltaire13 por su visin de la India. Estos comerciantes, viajeros y aventureros escoceses logra-ron popularizar en Occidente una interpretacin de las sociedades y culturas orientales muy propia de los philosophes franceses de la poca.

    En su obra sobre la India, Craufurd habla en trminos encendidos sobre el poderoso imperio [] que, en extensin, riquezas y nmero de habitantes an no ha sido igualado por ninguna otra nacin del globo. Luego contina diciendo que este imperio fue invadido por una fiera raza de hombres, los musulmanes, quienes, al principio de su furiosa conquista, se empearon en [] sojuzgar las mentes de los hindes [] hasta que, finalmente [] se vieron obligados a dejar que persistieran su religin y sus costumbres, que resultaron imposibles de aniquilar.14 Esta admiracin por la antigua civilizacin oriental, el nfasis unilateral en el aspecto destructivo de las conquistas islmicas, ignorando por completo sus efectos sumamente creativos, la sobreva-loracin de la resistencia de la cultura indgena y el error de represen-tar como capitulacin de lo nuevo ante lo viejo lo que de hecho fue un complejo proceso de sntesis, son conceptos muy similares a los expuestos en las obras de Voltaire sobre Oriente. En sus Fragments sur lInde, Voltaire habla de la hinduizacin final de los invasores musul-manes.15 Su obra de teatro, LOrphelin de la Chine, ahonda en un tema similar en el caso de China. La tesis central en este caso es que los tr-taros, aunque conquistaron China, se vieron forzados a someterse a lo que l llama la superioridad natural de la cultura china. As es como lo presenta en la introduccin de la obra:

    He aqu un gran ejemplo de la superioridad natural que tienen la razn y el genio sobre la fuerza ciega y brbara; y los trtaros ofrecen este ejemplo en dos ocasiones: ya que en cuanto conquistaron ese gran imperio, a comienzos del siglo pasado, se sometieron una segunda vez a la sabidura de los vencidos; formando los dos pueblos ms que una sola nacin, gobernada por las ms viejas leyes del mundo.

    13. Vase Francisque Michel, Les cossais en France: Les Franais cosse, Londres, Trbner & Com-pany, 1862, vol. 2, pp. 458-465, sobre algunos detalles biogrficos de Craufurd. Su obra, Sketches chiefly relating to the History, Religin, Learning and Manners of the Hindoos, se public por primera vez en Londres en 1970 [T. Caddell, 8 vols.] y al ao siguiente se tradujo al francs. No se debe con-fundir los Sketches con su otra obra, Researches concerning the Laws, Theology, Learning, Commerce, etc. Of Ancient and Modern India [dos vols.], publicada en 1817, dos aos despus de su muerte. 14. Quentin Craufurd, Sketches Chiefly Relating to the History, Religion, Learning and Manners of the Hindoos, Londres, T. Caddell, 1792, vol. 2, pp. 105-116.15. Voltaire, Fragments sur lInde, Pars, 1773, p. 48.

  • 28 Una ley agraria para Bengala

    En la obra, el conquistador Gengis Kan representa las fuerzas cie-gas brbaras; el mandarn Zamti, la sabidura de China; e Idam, su mujer, el Espritu de Oriente. Gengis trata de quebrar la resistencia del pueblo mediante el terror, pero no puede ocultar su admiracin por l (Acto iv, Escena ii):

    Si con atencin contemplo Esta nacin desolada y cautiva; La admiro a mi pesar a la vez que la encadeno: Veo que sus trabajos instruyeron al universo;Veo un pueblo antiguo, industrioso, inmenso. Sus reyes sobre la sabidura fundaron su poder. De sus vecinos somos los felices legisladores, Gobernando sin conquista y reinando por las costumbres.

    Al final es el conquistador quien cede ante el sistema que haba trata-do de destruir. El pueblo permanece leal a las antiguas instituciones y se niega a colaborar; el sabio mandarn saca el coraje de la tradicin para desafiar la amenaza de tortura y muerte; y el burdo aunque can-doroso brbaro, apasionadamente enamorado de la hermosa Idam, es firmemente rechazado por esta ltima: la fidelidad a su esposo for-ma tambin parte de su grantica tradicin. Vencido de esta manera, Gengis se inclina ante el mandarn y le pide gobernar el pas de acuer-do a sus propias leyes (Acto v, Escena vi):

    Sed aqu de las leyes intrprete supremo; Haced su ministerio tan santo como vos mismo; Ensead la razn, la justicia y las buenas costumbres, Que los pueblos vencidos gobiernen a los vencedores, Que reine la sabidura y prevalezca sobre el valor; Triunfad sobre la fuerza, os debe su homenaje; Dar de ello ejemplo y vuestro soberano, Se somete a vuestras leyes con las armas en mano.

    Lo que provoc la capitulacin de Gengis Kan no fue simplemente el temor reverencial y el respeto que inspiraba un sistema superior sino el amor que transform al conquistador en rey: Je fus un conqurant, vous mavez fait un roi [Era un conquistador pero me habis hecho un rey].

    Expuesta directamente por Craufurd, o en forma de alegora por Voltaire, la creencia en la supriorit naturelle de las civilizaciones orientales era un importante rasgo ideolgico de la Ilustracin. La tesis que subyace en la historia de Gengis Kan en China fue adoptada

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    por muchos ingleses tanto como gua para interpretar la historia de la India, como a la hora de formular la poltica de aquel pas. En este sentido, la idea de William Bolt era que los portugueses haban perdi-do su poder porque haban tratado de abolir las costumbres de los hindes y haban forzado su cristianizacin, de forma que tan pronto como los nativos encontraron proteccin y tolerancia en las recin fun-dadas colonias europeas, todo el comercio de los puertos portugueses vecinos se vino abajo.16 Incluso para los hombres que gobernaron en Bengala en nombre de la Compaa de las Indias Orientales, la lealtad a las instituciones nativas era un artculo de fe del que no caba des-viacin alguna sin perjudicar los intereses del propio rgimen. C. W. B. Rous, un supervisor de Rajshahi17 con inclinaciones filosficas, se atrevi a aconsejar a sus superiores cierto grado de sensibilidad hacia los prejuicios de los bengales, pueblo indolente y supersticioso, a fin de vincularlos a un gobierno de extranjeros de religin y costumbres diferentes.18 De nuevo, para comprender las actitudes existentes a la hora de disear las polticas, una de las acusaciones de Philip Francis a las que Warren Hastings fue ms sensible y que ms le cost refutar fue que su administracin haba socavado las instituciones nativas.19

    El concepto de superioridad del modo de vida oriental tuvo el efecto de popularizar en Europa una imagen fascinante de Orien-te, vista a travs de la lente de los filsofos. As obtenida, la dis-torsionada imagen de las sociedades orientales, sus gentes, leyes e incluso paisajes, fue reproducida en sus mil variantes en numero-sas obras de ficcin y erudicin de la poca. Flores y frutos extra-os, animales ms grotescos que cualquiera de los descritos en los bestiarios medievales, vinieron a embellecer las obras de arte con-temporneas. Brahmanes, mandarines, sultanes y esclavos se ense-orearon de obras de teatro y novelas. Un naufragio en trridas latitudes, semejante a los de los relatos de Simbad y prlogo de los no menos maravillosos descubrimientos des pays qui faisaient

    16. William Bolts, Considerations on India Afairs, particularly respecting the present state of Ben-gal and its dependencies, Londres, 1772, p. 67.17. Ciudad del norte de Bengala, actual ncleo industrial, comercial y universitario de Ban-gladesh. [N. de E.]18. C. W. B. Rous a Becher, Proceedings of the Controlling Council of Revenue at Murshida-ba, Reports from Committees of the House of Commons, 18 de noviembre de 1770, vol. 2, p. 158.19. Vase p. 179, infra.

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    honte lEurope20, fue un motivo utilizado a menudo en el nue-vo gnero narrativo que se dio en llamar le voyage imaginaire [el viaje imaginario]. En Francia, aquellas utopas orientales proporcionaron a sus escritores una suerte de huida de la horrible realidad del Ancien Rgime y constituyeron una forma invertida de crtica social a ambos lados del Canal.

    La otra consecuencia importante de esta actitud fue impulsar la investigacin sobre Oriente con un sesgo poltico. En Inglaterra, en particular, casi se convirti en una convencin, para un escritor sobre los asuntos de las Indias Orientales, prologar su discurso sobre el gobierno ingls de Bengala con una disertacin sobre la antigua constitucin del pas o, a la inversa, si la obra pretenda tener un inte-rs ms acadmico que poltico, concluir un ensayo de saberes arcai-cos y remotos con observaciones sobre la actualidad de la administra-cin de la Compaa en aquel pas. Debemos a ese corpus literario el inicio de los estudios hindes que, pese a toda su curiosa mezcla de erudicin y polmica, sigue siendo merecedor de reconocimiento por haber constituido uno de los primeros intentos intelectuales de la era moderna de explorar Oriente.

    Explorar Oriente era sobre todo estudiar la naturaleza del despotis-mo oriental. Al menos tal era la idea de muchos escritores polticos de la poca. En lengua inglesa, la bsqueda por parte de los polticos de un nuevo vocabulario, que se correspondiera con las nuevas actitudes derivadas de los nuevos problemas del poder, llev ya en el siglo xvii a la recuperacin de la palabra dspota, en el sentido peyorativo aristo-tlico que haca ya doscientos aos que no se utilizaba.21 En este sentido haba utilizado el trmino Milton, al hablar de los prelados que trata-ban de arrojar a los gentiles bajo el desptico gobierno del Monarca,22 y Locke cuando defini el poder desptico como el poder absoluto, arbitrario, que un hombre tiene sobre otro.23 En Francia fue tambin

    20. Paul Hazard, La Pense Europenne au xviiime Sicle, Pars, 1946, tomo i, p. 8 [Pases que hacen avergonzarse a Europa].21. R. Koebner, Despot and Despotism: Vicissitudes of a Political Term, Journal of the War-burg and Courtauld Institutes, 1951, vol. xiv, nm. 3-4, pp. 275-302.22. John Milton, Of Reformation Touching Church-Discipline in England en The Works of John Milton, Londres, 1641, vol. 3, Parte 1, p. 59. 23. John Locke, Two Treatises of Government, Londres, 1821, p. 209 [ed. cast.: Dos ensayos sobre el gobierno civil, Madrid, Espasa, 1997].

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    por entonces cuando el neologismo despotisme, con su connotacin de abuso, se introdujo en los escritos polticos. Este ya se haba consolidado firmemente durante los ltimos aos del reinado de Luis xiv y, a raz de la publicacin del Esprit des lois, tres dcadas despus, adquiri el esta-tus de concepto poltico fundamental. Montesquieu lo consagr en su ya conocido enunciado: Hay tres clases de gobierno: el republicano, el monrquico y el desptico,24 y desde entonces se convirti en parte indispensable del instrumental del socilogo, tanto en Francia como en Inglaterra. En particular, despus de la Revolucin Francesa hubo una tendencia creciente a utilizar el trmino para describir todos los regme-nes autoritarios de Europa, los de los zares y los empereurs. Sin embargo, aquello era una transposicin, geogrfica si no lgica, de Montesquieu. Para l, el despotismo era casi exclusivamente un fenmeno oriental, el extrao fruto que solo creci en el frtil suelo de Oriente y solo madur bajo su ardiente sol. La esencia y caractersticas del despotismo las ilus-tr a partir de las historias de una amplia gama de pases desde Pekn a Persia. Las leyes del gobierno desptico, como las define l, fueron consideradas por casi todos los escritores posteriores de la centuria como el modelo bsico, universalmente vlido, para toda interpretacin his-trica de Oriente. La consecuencia de todo ello fue la creacin del mito occidental de un Oriente uniforme, caracterizado por la simplicidad lineal de su estructura social, la inmutabilidad de sus leyes y costumbres y la inocencia primitiva de sus pueblos: un mito tomado de los philo-sophes y enriquecido en el imaginario por los romnticos del siglo xix, asimilado sin crtica en muchos estudios posteriores a modo de disparate nostlgico sobre las glorias de antao. La Dissertation on the Origin and Nature of Despotism in Hindostan25 de Alexander Dow es una muestra

    24. Montesquieu, Oeuvres Compltes, 1799, tomo i, p. 10.25. Las publicaciones de Alexander Dow incluyen las siguientes obras: Tales translated from the Persian of Inatulla of Delhi, 1768; The History of Hindostan from the Earliest Account of Time to the Death of Akbar, translated from the Persian of Mahummud Casim Ferishta of Delhi together with a Dissertation concerning the Religion and Philosophy of the Brahmins, with An Appendix containing the History of the Mogul Empire, from its Decline in the Reign of Mahummud Shaw, to the Present Times, 1768, 2 vol.; Zingis, A Tragedy, 1769; The History of Hindostan from the Death of Akbar to the Complete Settlement of the Empire under Aurungzebe, a la que anteceden I. A Dissertation on the Origin and Nature of Despotism in Hindostan y II. An Enquiry into the State of Bengal, with a Plan for restoring that Kingdom to its former Prosperity and Splendour, 1772; Sethona, A Tragedy, 1774. En el ensayo History of Hindostan se menciona simplemente el nombre del autor, seguido por un nmero romano para indicar el volumen; la continuacin de la obra publicada en 1772 ha sido considerada el tercer volumen de la serie. Baker, en Biographia Dramatica (pp. 195-196), duda de que Dow fuera

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    de lo ms representativa de ese orientalismo. Abre con una sentencia: La forma de un gobierno deriva de un accidente; su espritu y su carc-ter de los modos inherentes al pueblo.26 Pero estos modos inherentes estn en s mismos determinados por factores totalmente independien-tes de la naturaleza humana. Como Montesquieu sealaba, el carc-ter del espritu y las pasiones del corazn y, en consecuencia, las leyes que gobiernan las sociedades humanas, suelen variar de un pas a otro, dependiendo de las diferencias de sus condiciones geogrficas. Esta enor-me generalizacin, que ocupa un lugar muy importante en el Esprit des Lois,27 est basada, curiosamente, en un limitado conjunto de conceptos geogrficos.28 Los factores que, segn el autor, ejercen la influencia ms decisiva en la conducta social y poltica del hombre son nicamente dos: clima y suelo. Y ni siquiera estos se descomponen en sus partes consti-tutivas ni se relacionan con la amplia diversidad de situaciones huma-nas. El resultado es un cuadro excesivamente simplificado del mundo material pintado en ntidos blancos y negros, donde el clima es fro o caluroso, el terreno montaoso o llano y el suelo estril o frtil. Este esquema, pese a toda su superficialidad, fue adoptado como herramien-ta de anlisis histrico por algunos de los mejores escritores contempo-rneos. Cuando Adam Ferguson incluy en su Essay todo un captulo titulado De las influencias del clima y la situacin, tal vez estuviera

    realmente el autor de las obras que aparecen con su nombre. El Dictionary of National Biography abunda en esa duda. Ninguna de estas afirmaciones est basada en evidencias reales. No obstante, un estudiante atento observar que las nociones sobre Oriente expresadas en las obras de teatro son similares a las desarrolladas en sus disertaciones; que el Prefacio del primer volumen de History menciona el problema de la traduccin y el estilo literario de Persia de modo muy semejante, y de hecho a veces con los mismos trminos, al Prefacio del Traductor en los Tales; y que existe cierta unidad de estilo que sugiere que todo el trabajo es obra de un solo hombre. John Shore, que saba persa bastante bien y coincidi con Dow en Bengala, escriba as al Rev. Profesor Ford de Calcuta, el 17 de septiembre de 1783: Los Cuentos de Inatullah son muy comunes; estn escritos en un estilo agradable, aunque bastante rimbombante. Dow no haba traducido ni un tercio de ellos: de hecho, puedo afirmar que no ha traducido ninguno; en cuanto a la versin inglesa, es demasiado impreciso llamarla traduccin. Cotej parte de ellos hace algunos aos e intent servirme de la traduccin para mi uso personal, pero sin xito. Su reputacin de estudioso del persa distaba mucho de estar bien considerada en Bengala; y debo suponer que tom la esencia del original, tal y como se lo ley y expres su monshee o intrprete y que lo public como una traduccin. Su versin de Ferishta es ms correcta y en algunas partes exacta. Teighmouth, Memoir, Londres, 1835, vol. i, pp. 105-106. 26. A. Dow, Dissertation on the Origin and Nature of Despotism in Hindostan, Londres, 1772, p. vii.27. La tesis se trata en detalle en los Libros xiv-xviii y a lo largo de toda la obra aparecen referencias a ella. 28. Lucien Febvre, La Terre et lEvolution Humaine: Introduction Geographique a l`Histoire, Pars, 1922, pp. 108-111.

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    imitando deliberadamente a Montesquieu. Pero cuando Voltaire, igno-rando que casi estaba parafraseando la exposicin inicial del tercer cap-tulo del Libro xiv del Esprit des Lois, atribuye el carcter pacfico de los indios a su buen clima,29 o cuando dice que la facultad de asimilacin de la cultura india se debe al clima del subcontinente,30 muestra cun profundamente haba prendido la idea del determinismo geogrfico en el pensamiento del siglo xviii. En gran medida, Dow fue adems hijo de su poca al tratar de explicar la evolucin de la historia de la India en trminos de los dos factores mencionados por Montesquieu. La fer-tilidad del suelo, dijo, era una fuente de desgracias para los nativos. Les hizo tan prsperos que se convirtieron en objeto de la depredacin de las feroces naciones del norte de Asia. Lo que hizo fcil la conquista fue la naturaleza pacfica e inofensiva de la gente y ello era producto de las condiciones climticas. Era opinin de Montesquieu segn el cual, a causas similares deben seguir resultados similares que los euro-peos nacidos en la India tendan a hacerse tan tmidos como los nativos. Ferguson dijo que el holands, tan laborioso en su tierra, en la India se haca ms lnguido y perezoso. Tambin Dow se expres en el lengua-je de la poca al atribuir los flemticos sentimientos de los nativos, su indolencia y comodidad, a la languidez ocasionada por el clima calu-roso de la India. Esto, combinado con el hecho de que podan asegu-rarse la subsistencia sin mucho esfuerzo y, por lo tanto, hacan poco uso de la propiedad, les haca aceptar sin resistencia las violaciones de la ley, lo cual poda perjudicarles pero no acababa con ellos. La consecuencia poltica de tal actitud era que los indios consideraron los males del des-potismo menos duros que el esfuerzo por ser libres, y esto no era muy diferente de lo que opinaba Adam Ferguson: el sol, que madura la pia y el tamarindo, tena el efecto de estimular un grado de afabilidad que puede incluso mitigar los rigores de un gobierno desptico.31

    Otro factor que, aparte del clima y el suelo, haba favorecido el desarrollo del despotismo en la India era, segn Dow, la religin. La

    29. Voltaire, Fragments sur lInde, Pars, 1773, p. 48. 30. Voltarie, Essay sur lHistoire Gnrale et sur les Murs et l`Esprit des Nations despuis Charle-magne jusqu nos jours, Ginebra, 1756, tomo iii, p. 301.31. Montesquieu, Esprit des Lois, Ginebra, 1748, libro xiv, cap. iii [ed. cast.: Del espritu de las leyes, Madrid, Alianza editorial, 2015]. Adam Ferguson, Essay oh the History of Civil Society, 1782, pp. 185, 198 [ed. cast.: Ensayo sobre la historia de la sociedad civil, Madrid, akal, 2012]. A. Dow, Dissertation on the Origin and Nature of Despotism in Hindostan, Londres, 1772, iii, pp. vii-ix.

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    relacin causal entre ambas ya haba sido debatida enrgicamente por Nicolas-Antoine Boulanger,32 un escritor del grupo de Holbach, en un clebre panfleto publicado alrededor de una dcada antes que la Disser-tation de Dow. El ensayo de Boulanger se define, en la portada de su versin inglesa, como Introduccin y claves del Espritu de las leyes de Montesquieu, pero en realidad se abre con un abierto rechazo al deter-minismo geogrfico. Pone en duda que fuera del todo vlido explicar los orgenes del autoritarismo en Asia slo como producto del suelo y el clima, ignorando las numerosas influencias morales y polticas que contribuyeron a ello.33 La crtica ms pertinente de la visin monista de la historia no impidi, sin embargo, que su autor labrara toda su tesis en un solo bloque. En su opinin, fue solo el ejercicio del poder, por parte de la clase sacerdotal, lo que hizo desptico al gobierno en Orien-te: Aunque dios sea considerado el nico rey de una sociedad, como no existe pacto alguno o convencin alguna que se pueda hacer con un dios, la teocracia, desde su institucin y por su naturaleza, fue un gobierno desptico, cuyo gran juez era el sultn invisible y cuyos sacer-dotes eran los visires y los ministros, a saber, los dspotas reales. Es decir, el despotismo, segn su definicin, tuvo la forma de una teo-cracia pagana.34

    El conocimiento de Alexander Dow sobre las instituciones polticas de Oriente aunaba las dos interpretaciones opuestas de Montesquieu y Boulanger en un punto de vista histrico que, sea cual fuera su vali-dez en ltima instancia, al menos era ms equilibrado que cualquiera de ambas. Los aspectos fsicos y morales, sugera, se alimentan unos a otros para dar lugar al despotismo: Las semillas del despotismo, que la naturaleza del clima y la fertilidad del suelo han sembrado en la India,

    32. La obra de Nicolas-Antoine Boulanger fue publicada, pstumamente, en msterdam en 1766 como LAntiquit devoile par ses usages, ou examen critique des principales opinions, crmonies et institutions religieuses et politiques des diffrens peuples de la terre, par feu M. Boulanger. El ltimo captulo de esta obra fue publicado por separado cinco aos antes como Recherches sur lorigine du despotisme oriental. La edicin de Recherches utilizada en el presente texto data de 1762, en cuya portada figura inscrito: Obra pstuma de Mr. B.I.D.P.E.C., las iniciales corresponden a Bou-langer, ingeniero de caminos y puentes. Esta edicin fue impresa especialmente en la imprenta del famoso John Wilkes en su casa de George Street, Westminster. Este public una traduccin inglesa bastante inexacta en 1764 bajo el ttulo The Origin and Progress of Despotism in the Orien-tal and other Empires of Africa, Europe and America. Para una valoracin reciente de las ideas de Boulanger vase Frank E. Manuel, The Eighteenth Century Confronts the Gods, pp. 210-227.33. N. A. Boulanger, Recherches, p. 8. 34. Ibdem, pp. 137-233.

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    crecieron [] con un desarrollo perfecto por la fe musulmana.35 Esta-ba, segn l, en la verdadera naturaleza de la religin del Islam alentar el autoritarismo: las circunstancias de su origen y expansin, sus leyes de la familia y del Estado o incluso el cdigo de conducta personal que prescribe, todo contribuye al desarrollo de la tirana.36 La fe de Maho-ma, observ, est particularmente calculada para el despotismo; y es una de las principales causas de la duracin imperecedera de esa clase de gobierno en Oriente. Esta visin, ms bien parcial del Islam, era complementaria con la idea de Dow del hinduismo. Segn l, este es productor, debido a sus principios, del mximo grado de subordina-cin a la autoridad y, de ese modo, prepara al gnero humano para el gobierno de seores extranjeros.37 As, atrapados entre la muela supe-rior y la muela inferior del molino de sus dos principales religiones, los indios acabaron por ser vctimas perfectas del despotismo.

    Pero el despotismo en la India no era exactamente lo mismo que en otras partes de Asia: Aunque en Asia gobierna el despotismo, aparece en diferentes lugares bajo formas diversas.38 Esto, en opi-nin de Dow, poda ilustrarse mejor en las diferentes formas de ejer-cicio del poder absoluto en la propia India, por parte de dos tipos de invasores que haban gobernado el pas sucesivamente. Los turco-afganos eran rudos y salvajes por haber nacido en un clima severo. En consecuencia, el despotismo que los pastunes establecieron en sus conquistas participaba de la violencia de su carcter nacional. Su gobierno fue opresivo por su orgullo y tirnico por su clera.39 Pero la conquista mogol de la India fue resultado de una serie de cir-cunstancias totalmente diferentes. Su conquista, a diferencia de la de sus predecesores, fue el resultado de las habilidades de un hombre y no del esfuerzo de una nacin. Como consecuencia, la personali-dad del conquistador, Babur, influy tan decisivamente en la direc-cin del gobierno que su benevolencia se protegi como un legado y fue observada como un cdigo por todos los emperadores de la misma dinasta que le sucedieron, desde Humayun a Aurangzeb.40

    35. A. Dow, Dissertation, iii, pp. xx-xxi.36. Ibdem, pp. xiii-xxi.37. Ibdem, pp. cxxviii.38. Ibdem, p. ix. 39. Ibdem, pp. xi-xii.40. Ibdem, p. xii.

  • 36 Una ley agraria para Bengala

    La religin del Islam, en otras circunstancias tan favorable al desa-rrollo de la tirana, sirvi en este caso, por el contrario, para ponerla bajo el control de un cdigo de leyes que circunscriba la voluntad del prncipe.41 Por eso, el despotismo del Indostn [] nunca fue un gobierno caprichoso y antojadizo. Por el contrario, fue afable, benevolente, humano y hasta entraable, adjetivos que con frecuencia aparecen en el texto de Dow.

    El gobierno mogol es presentado como una sucesin ininterrum-pida de reyes sabios y virtuosos, cada uno de los cuales entregaba al siguiente monarca la balanza de la justicia junto con el cetro de la autoridad. Segn Dow:

    Las dotes inslitas de la mayora de los prncipes, todos de carcter afable y humano, hicieron de Indostn el imperio ms floreciente del mundo durante dos siglos consecutivos. El varonil y generoso temperamento de Baber impi-di que la opresin empaara las victorias de su espada; Humaiun, aunque no posea las mismas dotes que su padre, puso al servicio del trono sus moderadas virtudes; Akbar posea la intrepidez de Baber en la guerra y la moderacin de Humaiun en la paz; Jehangire fue un constante defensor del pueblo frente a la rapacidad y tirana de sus propios funcionarios; su hijo, Shaw Jehn hizo a su pueblo feliz con la gravedad, justicia y solemnidad de sus decisiones; Aurang-zbe mantuvo la gran maquinaria de gobierno en movimiento en todos sus niveles: sus penetrantes ojos persiguieron la opresin hasta su ms recndito escondite y su justicia severa llev tranquilidad y asegur la propiedad sobre todos sus extensos dominios.42

    As pues, durante un periodo de doscientos aos se sucedi un desfile confuciano de nobles patriarcas, cada uno de los cuales era tan distin-guido como otro dspota oriental al que Gibbon tanto admiraba. En opinin de ste ltimo, en la larga rivalidad entre Cosroes y Justiniano la superioridad, tanto por mrito como por fortuna, est casi siempre del lado del brbaro. Porque aunque el emperador persa hubiera mere-cido, desde nuestra consideracin, el apelativo de tirano, de hecho se gan el apelativo de justo.43 Bajo esta paradoja subyace el supuesto, caracterstico de gran parte de la filosofa poltica contempornea, de

    41. Ibdem, p. iii.42. Ibdem, pp. xxiii-xxviii. 43. Edward Gibbon, The History of the Decline and Fall of the Roman Empire, J. B. Bury, Lon-dres, 1898, vol. iv, pp. 359-361 [ed. cast.: Historia de la decadencia y cada del Imperio Romano, Barcelona, Debolsillo, 2010].

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    que hay una ley superior que en Oriente convierte al tigre del poder absoluto en el blanco cordero de la virtud. Como dice Dow: La forma desptica de gobierno no es [] tan terrible por su naturaleza como un hombre nacido en un pas libre podra imaginar. Aunque no ate al prn-cipe a una regulacin civil, existe una ley superior, ciertas ideas huma-nitarias respecto de lo justo y lo injusto, por las que se ve limitado.44 Se trata claramente de la politique naturelle que enunci su hroe, Zingis, que al convocar a todos sus sbditos, prncipes y vasallos a consejo (No es que exijamos / Consejo, sino pruebas de vuestra lealtad debida, / Y puntual obediencia a la voluntad de Zingis), declara:

    Queremos dictar leyes para gobernar al gnero humanoPara unir a las naciones en una sola cadenaDe poltica marcar, con criterio estricto, Los lmites de justicia entre uno y otro hombre.45

    Se dice que este gobierno de justicia no qued interrumpido al des-membrarse el imperio mogol, tras la muerte de Aurangzeb, ya que los nawabs independientes de Bengala, aunque usurparon la autoridad imperial, emularon el moderado despotismo de la casa de Timur en su propia administracin. Saban cules eran sus intereses lo sufi-cientemente bien como para darse cuenta de que su poder dependa de la prosperidad de sus sbditos. En consecuencia, estimularon el comercio, las manufacturas y la agricultura; porque no era cuestin de destruir el enjambre para apoderarse de la miel.46

    Dow no considera que el germen de la decadencia de Bengala est en la desintegracin del poder mogol. Las desgracias de Bengala, observa lgubremente, estaban reservadas para otro tiempo. Fue la violenta ruptura histrica de 1765 la que separ el pasado esplendor de la presente degradacin. Podemos datar el comienzo de la decaden-cia, afirma categricamente, en el da en que Bengala cay bajo la dominacin de los extranjeros, que estaban ms vidos de aumentar inmediatamente sus propias ganancias que de asegurar, huyendo de la rapacidad, una preeminencia permanente para la nacin britnica.47 Esta idea de un milenio que llega abruptamente a su fin con el

    44. A. Dow, Dissertation, iii, p. xxii.45. A. Dow, Zingis: A Tragedy, T.Becket &De Hont, Londres, 1769, p. 34.46. A. Dow, Dissertation, III, pp. lxvii-lxviii.47. Ibdem, p. lxxvii.

  • 38 Una ley agraria para Bengala

    advenimiento del poder britnico es un fruto del Siglo de las Luces que aun hoy sigue influyendo en el juicio histrico. La utilizacin poltica que hacen de esta tesis los escritores de sesgo nacionalista pro-porciona un escape a la difcil tarea de investigar las fuentes del males-tar en Bengala durante la lenta descomposicin de la economa mogol y produce, a su vez, una reaccin idntica pero en sentido opuesto en forma de cndidos intentos de justificar toda la gestin del gobierno de la Compaa de las Indias Orientales en la India. Pero no todos los que han tratado de sumarse a uno u otro lado de este ping pong acadmico parecen ser conscientes de que esta nocin es mucho ms antigua que Digby y Dutt y que, en realidad, est arraigada en la tra-dicin del propio pensamiento del siglo xviii europeo.

    Despus de la batalla de Plassey, dice Dow: Se abre ante nosotros un amplio panorama, pero hemos dejado a la historia la revolucin y la guerra. Habla amargamente de las revoluciones maquinadas por los conquistadores, tras la muerte de Sirajuddowla, pero reserva todo el peso de su acusacin para el sistema, que sigue avanzando a gran-des zancadas hacia la ruina total de aquella provincia en otro tiempo opulenta. Este sistema era el que entr en vigor con la asuncin del diwani en 1765. Lo define como un doble gobierno, caracterizado por una rpida sucesin de rois fainants [reyes vagos], la crueldad de un primer ministro nativo y el costoso lujo de la oficina del residente ingls en Durbar.48

    La consecuencia de la diarqua fue provocar un nuevo despotis-mo en el que las autoridades nativas, los funcionarios de la Com-paa y los recaudadores de impuestos colaboraron en arruinar el pas. El talento, incluso del mejor de los administradores ingleses, poco poda hacer para ayudar en aquella situacin. Dow alaba a Verelst por el gran trabajo realizado en Burdwan, pero aade pers-picazmente que incluso Burdwan deba parte de esta prosperi-dad a la miseria y el dolor de los distritos circundantes. El propio gobierno estaba en apuros: se acumulaba un enorme atraso fiscal que nadie crea que pudiera saldarse nunca. Al final, se pregunta Dow: Qu inmensas ventajas obtuvo la Compaa de sus gran-des adquisiciones en Bengala?.49

    48. Ibdem, pp. lxxxix, xciv, cxli. 49. Ibdem, p. cv.

  • 39Primeras aproximaciones 1769 - 1772

    La solucin poltica que propone es que la Compaa de las Indias Orientales asuma la totalidad de los poderes de soberana a la mayor brevedad. No se atormenta por ninguna duda legal sobre el derecho a actuar de ese modo. Su concepto del poder, en contraste llamativo con las evasivas de la Junta de Directores sobre la misma cuestin, tiene la fresca inmediatez de la confianza del bucanero en su espa-da. Las provincias de Bengala y Behar, dice, son posesin de la Compaa de las Indias Orientales britnica, en realidad, por el poder de las armas, aunque aparentemente sea por concesin del empera-dor actual.50 En vista de lo cual haba que reemplazar el tratado del diwani por un nuevo acuerdo poltico. La reorganizacin que propone se expresa de modo imperativo: Entregad la provincia de Allahabd a Suja-ul-Dowla, el territorio de Bulwant Singh al emperador, reti-rad las tropas a vuestros propios dominios, haced de Patna o Mon-geer la residencia del representante de Timur, degradad al lamentable Mubrick de su cargo nominal de Nawab y haced dimitir a Mahom-med Riza. Estos movimientos de pen no requeran justificacin constitucional, direccin, por la simple razn de que las personas mencionadas eran tteres y aun as seguan siendo esclavas de vuestro poder.51 Por su finalidad y falta de sentido comn estas medidas son nicamente comparables a las que haba inventado cuatro siglos antes el genio demente de Muhammad bin Tughluq. Pero el nfasis de Dow en el poder de las armas indica que en 1772 ya haba surgido una nueva escuela de pensamiento que trataba de resolver la espinosa cuestin de la posicin de la Compaa a la luz de un poderoso con-cepto poltico heredado de Hobbes, el de la soberana adquirida por la fuerza.52 Adems, en el mismo ao, Warren Hastings calific la espa-da que nos dio el dominio de Bengala como un fuero natural.53

    El diagnstico de Alexander Dow sobre las enfermedades econ-micas de Bengala y los remedios que sugera llevan la impronta del pensamiento mercantilista. Bengala, deca, antes de asumir el poder la Compaa era notable por su comercio. Sus circunstancias

    50. Ibdem, p. cxvii.51. Ibdem, p. cxvii.52. Thomas Hobbes, Leviatn, Oxford, 1946, pp. 129-130 [ed. cast.: Leviatn, Madrid, Losa-da, 2003].53. Warren Hastings, Hastings Minute, 12 de octubre de 1772, citado en Cambridge History of India, vol. v, p. 597.

  • 40 Una ley agraria para Bengala

    fsicas y naturales haban contribuido a que as fuera: la fertilidad de la tierra, el caudal de los ros y su golfo abierto a las rutas mar-timas, la destreza de su gente y su caracterstica aversin al lujo, virtud impuesta a los nativos por la necesidad, pero muy admirada por los observadores europeos de la poca. Su prosperidad consista en una favorable balanza comercial, tan favorable de hecho como para compensar la prdida de grandes cantidades de riqueza por la depreciacin y la reacuacin de moneda, el acaparamiento y uso de los metales preciosos en la artesana, as como por las remesas fiscales a Delhi (que, como sabemos por la buena fuente de Orme y Grant, en realidad no se haban enviado nunca desde los tiempos de Alivardi Khan). De hecho, la balanza comercial [] era desfa-vorable a todas las naciones y favorable a Bengala; y fue el sumidero por donde el oro y la plata desaparecieron, sin la menor posibilidad de retorno. Ingleses, holandeses, franceses, daneses, portugueses y diversas naciones de Asia oriental y occidental, al unsono, derro-charon en aquel pozo sin fondo un volumen de comercio, calculado a la baja, cercano a un milln novecientas mil libras.54 Bengala, en el imaginario de su propia leyenda, era la seductora ante la que todos los aventureros se detenan irremisiblemente a probar suerte con los dados e inevitablemente perdan.

    La ruina de aquel paraso comercial comenz con la instauracin del poder britnico en el pas. Tomando en conjunto el total de las inversiones anuales de las diversas compaas de las Indias Orienta-les, salvo el valor anual en lingotes importados a Bengala, Dow esti-maba que perda [] anualmente en direccin a Europa 1.477.500 libras. No haba nada que compensara esta prdida en su antiguo mercado asitico, ahora deshecho y desbaratado por las revoluciones y las guerras civiles. Esta suma significaba los ahorros de la Compa-a con la renta, el valor de las exportaciones britnicas y las fortunas personales radicadas en este reino. Esta era, en otras palabras, la fuga de la riqueza de Bengala cada ao. Con esta peculiar falta de previsin, escribe en el lenguaje habitual de la literatura mercantilis-ta, comenzaron a drenar el depsito sin hacer ningn aporte para impedir que se agotara.55

    54. A. Dow, Dissertation, iii, pp. lxii-lxiv.55. Ibdem, p. lxxxi.

  • 41Primeras aproximaciones 1769 - 1772

    En efecto, la idea de la fuga de la riqueza de la India hacia Gran Breta-a aparece de modo muy destacado en los escritos de Dow y, por ende, en mucha de la literatura de la poca sobre las Indias Orientales. As pues, es difcil aceptar la sugerencia de trasladar este concepto histrico a un tiempo situado a ms de cien aos despus y atribuir su invencin a Romesh Dutt, quien supuestamente estaba preocupado por la idea de que la India estuviera siendo sistemticamente saqueada por los invasores de Occidente. En lo que puede considerarse una afirmacin muy influ-yente sobre el tema, el profesor Holden Furber observa que casi todos los escritores indios y muchos escritores britnicos, que han estudiado la primera mitad de siglo de la dominacin britnica en la India, han seguido a Romesh Chundra Dutt en la opinin de que la consecuencia ms importante de la expansin europea en la India fue lo que dieron en llamar la fuga de la riqueza india hacia Gran Bretaa.56 El hecho sin embargo es que mucho antes de Dutt y Digby, la expresin fuga de la riqueza ya se haba generalizado hasta el punto de convertirse en un tpico entre los escritores que encontraron en ella la figura retrica ms conveniente para su teora del comercio internacional.

    Porque la riqueza, segn la opinin mercantilista (teniendo en cuenta el consenso general y no las singularidades), consista en los metales preciosos, en lingotes y en moneda, y solo a travs de una balanza comercial favorable podra una nacin crear y seguir incre-mentando sus reservas de oro y plata. Era la entrada o la salida de esta forma particular de riqueza la que haca a un pas rico o pobre. Que Dow, como otros adeptos menores de esta escuela, adoptaran el puro punto de vista de Midas sobre los metales preciosos57 es eviden-te por la manera en que trata de explicar el problema del supervit de exportacin en trminos de lingotes. En los tiempos de los mogoles, deca, la balanza comercial por la que reciba lingotes Bengala era de 1.687.500 libras, que restando la renta anual en metlico enviada a Delhi ascenda a un montante anual en metlico de 437.500 libras. Pero la disminucin de la moneda de Bengala, desde el dominio de la Compaa sobre este reino, ascenda a 5.212.500 libras. Por lo tanto, en cuestin de solo siete aos la balanza de lingotes, en la que la eco-noma del pas se haba basado bajo el rgimen anterior, se derrumb y

    56. Holden Furber, John Company at Work, Cambridge (Mass.), 1948, pp. 304, 310.57. Eli F. Heckscher, Mercantilism, Londres, George Allen & Unwin, 1935, vol. ii, p. 188

  • 42 Una ley agraria para Bengala

    la disminucin de su moneda trajo consigo la actual degradacin.58 La identificacin total entre riqueza y dinero en las exposiciones de este tipo fue la verdadera razn por la que Adam Smith consider con-veniente y necesario ignorar la sutil distincin de muchos de los escri-tores59 mercantilistas moderados y concentrar su ataque en los toscos y todava populares errores de concepto caractersticos de esta escuela.

    As pues fue la escasez de dinero lo que condujo a la decadencia de Bengala. Los mercantilistas ingleses nunca dejaron de lamentarse de este mal particular respecto de su propia economa.60 Pero Dow no era un dialctico, como Lionel Cranfield, como para argumentar que no era la falta de dinero lo que haba arruinado el comercio sino que la falta de dinero se deba a que el comercio estaba enfermo.61 Por el contrario, l crea en la yuxtaposicin ms convencional de causa y efecto. Deca:

    Al parecer el reino de Bengala, en medio de todas sus desgracias no ha per-dido mucho de sus antiguas exportaciones de manufacturas [] Pero supon-gamos que todo su efectivo ascendiera a quince millones; la prdida total de la tercera parte de esta suma podra resultarle forzosamente desastrosa; y una reduccin anual de casi medio milln puede acabar en pocos aos, si no se impide, con la totalidad del poco comercio que an se conserva. La perspectiva es sombra.

    Despus, para ilustrar el argumento mediante una comparacin, en un pasaje notable, pasa a definir conforme a la doctrina mercantilista el nexo que relaciona el dinero con el comercio, los precios y el inters.

    Si se hubiera suprimido totalmente el papel moneda en Gran Bretaa y la moneda de oro y plata, que se estima en siete millones, se hubiera destina-do nicamente para el comercio y los impuestos, es evidente que se habran derivado consecuencias ruinosas; pero nadie pretender afirmar que con tal medida la nacin se hara ni un penique ms pobre que antes. El comercio, sin embargo, ante la escasez de suficientes signos de riqueza y propiedad, se estre-chara en todas sus arterias. El inters del dinero, a pesar de las leyes, subira hasta extremos descomunales. La misma escasez de dinero se convertira en tal

    58. A. Dow, Dissertation, iii, pp. lxxxiii-lxxxv.59. Jacob Viner, Studies in the Theory of International Trade, Nueva York, Harper and Brothers Publishers, 1937, pp. 19-21.60. Ibdem, p. 87.61. R. H. Tawney, Business and Politics under James I, Cambridge, 1958, p. 192.

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    freno al lujo que el precio de la mano de obra y especialmente de los suminis-tros caera, a menos que estos ltimos se mantuvieran haciendo cumplir rigu-rosamente los impuestos actuales sin reducciones. El precio de los suministros crecera, en este caso, da a da y los pobres tendran cada vez menor poder adquisitivo [] Bengala, con la disminucin de la moneda, padece en efecto las miserias que nosotros hemos descrito slo tericamente.62

    De pasajes como este, podra deducirse que, al abogar por el incre-mento de la oferta de dinero, el autor se alinea sin reparos con la denominada Teora Cuantitativa y de la Circulacin sin advertir, como Potter y Asgill, ninguna contradiccin entre ambos puntos de vista.63 Su idea de que la cantidad de dinero est inversamente rela-cionada con su valor es tan antigua como Malynes y Mun, y aparece ampliamente ilustrada en sus declaraciones sobre el precio y el inte-rs. En efecto, Dow no fue uno de los mercantilistas a los que Key-nes tanto admir por haberse dado cuenta de la falacia del dinero barato.64 Al contrario, el fantasma de la subida de precios rondaba todas sus visiones de pesadilla de una economa privada de dinero y las reformas que sugiri apuntaban a reducir el nivel de precios incrementando la cantidad de dinero.65 Profundizando en la nocin de identidad entre dinero y capital, represent el tipo de inters como una funcin de la cantidad de dinero. En Bengala, seal, el inters actual es del diez por ciento, no tanto debido a la inseguridad como a la falta de crdito y la bajada inmediata de un inters exor-bitante hubiera sido, en su opinin, uno de los primeros efectos de incremento en la oferta de dinero.66

    Junto a la cuestin de la inflacin, aparece en todo el texto, y en ocasiones insertado en el mismo pasaje, como en el citado anterior-mente, un nfasis constante en la necesidad de una mayor circulacin a fin de asegurar un autntico incremento material del comercio y del capital. La analoga entre la circulacin de la sangre y la del dinero, popularizada por Hobbes aunque conocida incluso con anterioridad

    62. A. Dow, Dissertation, iii, pp. lxxxiv-lxxxv.63. Jacob Viner, op.cit., pp. 42-44.64. John M. Keynes, The General Theory of Employment, Interest and Money, Londres, Macmi-llan Cambridge University Press, 1936, p. 345 [ed. cast.: Teora general de la ocupacin, el inters y el dinero, Madrid, FCE, 2006].65. A. Dow, Dissertation, iii, pp. xcvii, cxii, cxxvi.66. Ibdem, pp. cxxiv, cxlvii.

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    a Harvey,67 se utiliza con frecuencia. Por ejemplo, habla de la corte del Nawab de Bengala en los das anteriores a la conquista britni-ca como el corazn, que reciba los diferentes flujos de riqueza para enviarlos con fuerza por cada arteria del reino, o de una gran suma de dinero ahorrada como resultado de una poltica de reajustes que puesta inmediatamente en circulacin reanimara el lnguido pulso del comercio y as sucesivamente.68

    La cura sugerida por Dow para la enfermedad de Bengala fue tomada directamente de la farmacopea de la Escuela de la Circulacin: se trata de la introduccin del papel moneda. La falta de suficiente cantidad de moneda para el comercio y el intercambio cotidianos del gnero humano, deca, es uno de los mayores males que sufre actual-mente Bengala; por lo tanto, que se introduzca el papel moneda. Asi-mismo aboga por la creacin de un banco para uso de los europeos, con la esperanza de que, al hacerse familiar para los nativos, [les] pre-parar para emplear papel moneda de forma ms generalizada.69

    Esta recomendacin es fundamental en la tesis de Dow sobre Bengala. Es la frmula mgica de lo que l da en llamar su ciencia financiera,70 que surge de todo su laborioso anlisis de la historia y la economa del pas. Espera que de esta panacea derive toda suerte de beneficios. Si todos los hombres pudieran, mediante papel moneda, llevar toda su propiedad al mercado, el monopolio, a pesar de la opre-sin, llegara a su fin, y el comercio se extendera por s mismo a travs de innumerables cauces an no conocidos en la teora.71 Por enci-ma de todo y aqu volvemos al punto del que parta toda la lnea de argumentacin, la balanza comercial podra equilibrarse a favor de Bengala. El papel moneda, piensa, no hara salir lingotes fuera del pas, sino que por el contrario Bengala atraera grandes cantidades de dinero de todas las regiones de Asia.72

    De las dos entusiastas escuelas del papel moneda mencionadas por Viner, es decir, la de quienes tuvieron la inteligencia suficiente como

    67. Eli F. Heckscher, op. cit., p. 217. Jacob Viner, op.cit., p. 37.68. A. Dow, iii, pp. lxxvi-lxxvii.69. Ibdem, p. cxxiii.70. Ibdem, p. cxxi.71. Ibdem, p. cxxiv.72. Ibdem, p. cxxv.

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    para deshacerse de la nocin de balanza comercial, y la de quienes no, Dow perteneca, al parecer, a esta ltima, sin duda por su ciega aceptacin de la doctrina tradicional.73 No obstante, para ser justos con l, hemos de sealar que haba percibido vagamente el dilema que implicaba, el de robar a unos para drselo a otros, pues aade, qui-z con cierta inquietud, que el autor del estudio no cree que deba sacarse moneda de Oriente, sino que debera quedarse en Bengala.74 Podra haber sido ms convincente si hubiera dicho, con la lgica sim-ple y despiadada de Sir James Stewart: Cuando una nacin se hace ms rica, otras tienen que hacerse ms pobres; esto es un ejemplo de balanza comercial favorable.75

    Las recomendaciones de Dow relativas a la tierra y la agricultura slo asumen su verdadero significado en el contexto del programa para la reactivacin comercial de Bengala. Se trata de las siguientes:76

    1. Debera facultarse [a la Compaa] por una ley del Parlamento para disponer de todas las tierras de Bengala y Behr, a perpetui-dad, por una suma anual no menor a las rentas actuales.

    2. Solo debera venderse un cuarto de la cantidad total de las tierras cada ao. Las ventas, una vez concluidas, deberan rendir, segn el clculo de Dow, un importe total de diez millones de libras.

    3. Aparte del beneficio por la venta de las tierras, la Compaa tendr unos ingresos anuales de cuatro millones de libras por las rentas de las tierras as entregadas, cuando sean debidamente pagadas. Pero l se adelanta, astutamente, a acontecimientos muy posterio-res al observar que si esta suma pareciera demasiado pequea para ser a perpetuidad, se presentarn muchos medios y arbitrios a fin de incrementar los impuestos, sin recaudar las rentas. Al objeto de lograrlo, dice, la nacin britnica debe trasladar a los bancos del Ganges parte de esta ciencia financiera, que tanto ha distin-guido a los municipios del pas. Sabemos, sin embargo, que casi un siglo despus de que estas recomendaciones hubieran recibido, en esencia, fuerza de ley por obra de Lord Cornwallis, la ciencia

    73. Jacob Viner, op. cit., pp. 39-40. 74. A. Dow, iii, p. cxxv.75. Citado en Viner, op. cit., p. 10.76. A. Dow, III, pp. cxix, cxxi-cxxii.

  • 46 Una ley agraria para Bengala

    financiera, lejos de arbitrar la desigual carrera entre arrendamien-tos e impuestos asisti impotente desde la tribuna, e incluso a veces fue sorprendida aplaudiendo al bando equivocado.

    4. Dow crea, como muchos de sus contemporneos, que las grandes propiedades eran causa de consecuencias funestas en todos los pases. Por consiguiente, peda una legislacin preventiva para (a) imponer un lmite al tamao de las posesiones individuales y (b) oponerse a cualquier posible cambio en la ley de sucesiones a favor del mayorazgo. Hacer que los compradores estn limitados, dice, a cierta cantidad de tierra que no exceda, bajo ninguna razn, cin-cuenta mil rupias al ao. Para impedir la acumulacin de propie-dad de la tierra, que se adopte el espritu de las leyes de una comu-nidad y que las tierras se repartan igualitariamente entre todos los varones nacidos del propietario.

    Firminger hall en estas propuestas un anticipo al plan de 1776 de Philip Francis. La similitud entre ambos esquemas sugiere, adems, el hecho de que ambos pertenecan a la misma cuerda poltica. Los dos aspiraban a lograr la permanencia del dominio en la India, una frase que encontramos con frecuencia en las minutas de Francis. La garanta de la propiedad de la tierra, se pensaba, poda crear un clima de lealtad que ayudara al Raj britnico a prosperar. Los tericos pueden suponer, dice Dow, que la garanta de la propiedad a los nativos podra infun-dir un anhelo de libertad, peligroso para nuestro poder, en los sbditos indios [] Slo darles la propiedad podra amarrarlos con lazos ms fuertes a nuestro inters [] y hacerlos ms sbditos nuestros; o, si la nacin britnica prefiere, ms esclavos.77 Es de sobra conocido que el Acuerdo Permanente de 1793, el producto final de todos estos ejerci-cios anteriores de planificacin, fue justificado por Lord Cornwallis de modo similar, si bien con trminos algo ms sofisticados.

    Pero, salvo esta orientacin poltica, entre Dow y Francis haba muy poco en comn. De hecho sus programas agrarios proceden de dos premisas econmicas completamente diferentes. Francis, al modo verdaderamente fisiocrtico,78 consideraba la prosperidad agrcola

    77. Ibdem, p. cxx.78. La fisiocracia fue una escuela de pensamiento econmico del siglo xviii fundada por Quesnay, Turgot y Pont de Nemours en Francia. Pensaban que la agricultura era la nica fuente real de riqueza y, a la inversa, calificaron de estriles la manufactura y el comercio. Eran

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    como la condicin esencial del desarrollo econmico en Bengala. Por su parte, en el plan de Dow, las recomendaciones relativas a la tierra solo se introducan como un apndice para apoyar el efecto de sus argumentos principales sobre el comercio y el dinero. La agricultura se consideraba como un mero auxiliar del comercio, un medio para el fin mercantilista de alcanzar una balanza comercial favorable. La venta de tierras, dice Dow, podra traer consigo la afluencia de efecti-vo y habitantes79 a Bengala. El dficit monetario podra subsanarse, el comercio podra fluir por cada arteria y las manufacturas podran florecer en un grado antes desconocido.80 Los beneficios de esta ope-racin y el aumento del valor de la tierra adems podran permitir al gobierno introducir un proyecto que, en el pensamiento econmico ingls, simbolizaba el perfecto maridaje entre los intereses agrarios y comerciales,81 a saber, crear un banco agrcola con el propsito de prestar sumas de dinero a los propietarios a un mximo de tres aos para la compra de bienes races con la garanta de la tierra, lo cual reducira a la mitad el tipo de inters existente, incrementara los ingresos anuales de la Compaa en setecientas mil libras y, utilizando el dinero que de lo contrario permanecera inactivo, asegurara una circulacin equilibrada, ya que el Tesoro [] no debera ser dema-siado rico, no fuera a entorpecerse la circulacin en el reino.82 Y por ltimo, aunque no en orden de importancia, podran hacerse gran-des inversiones por parte de la Compaa, el consumo se incrementa-ra y los beneficios aumentaran.83 Al exponer estos objetivos inequ-vocamente mercantilistas, Dow no parece reconocer en absoluto la independencia de la agricultura como factor bsico de produccin. Se preocupa principalmente de la importancia institucional de la propie-dad de la tierra antes que de la economa agraria. La relacin causal queda claramente definida cuando dice que el cultivo debera ser la consecuencia de la garanta de la propiedad.84

    librecambistas, contrarios a los controles gubernamentales tales como los monopolios o los impuestos excesivos. A esta escuela suele asociarse a la expresin laissez faire. [N. de E.]79. Ibdem, p. cxlvii.80. Ibdem, p. cxx.81. Joseph A. Schumpeter, History of Economic Analyisis, Nueva York, 1955, pp. 295-296 [ed. cast.: Historia del anlisis econmico, Barcelona, Ariel, 2015]. 82. A. Dow, op. cit., vol. iii, pp. cliii-cliv.83. Ibdem, p. cxii.84. Ibdem, p. cxix.

  • 48 Una ley agraria para Bengala

    Es en busca de esa garanta, por lo que Dow pasa a recomendar un Acuerdo Permanente sobre las tierras de Bengala. Una idea consoli-dada de propiedad, dice en una de sus excesivas generalizaciones, es la fuente de toda laboriosidad entre los individuos, y, por supuesto, la base de la prosperidad pblica.85 El sentido de propiedad, piensa, no se ha desarrollado en la India, porque bajo las dinastas musulmanas toda la tierra perteneca a la Corona.86 Como muchos de sus contempor-neos, haba heredado esta nocin de Bernier. Sin embargo, conoca la historia suficientemente bien como para reconocer que el tiempo [] obrara un cambio en las cosas y que los sucesores de Babar, va ser-vicios personales, enajenaron propiedades de la Corona a perpetuidad, que se hicieron hereditarias y transmisibles mediante la venta. Pero se apresura a puntualizar que dicha tendencia no lleg a imponerse nunca y que se vio restringida por la violencia de la Corona, en la medida en que sera necesario para el rey recuperar, de vez en cuando, muchas de aquellas propiedades con el fin de mantener sus rentas.87 Dow recha-za, no obstante, la sugerencia de que esas concesiones conocidas como jagirs, fueran comparables, en modo alguno, a la propiedad feudal en Europa. En esta clase de concesin, deca, no se fijaba un plazo en aos. Se otorgaba como favor y se recuperaba a voluntad [] No acompaaba a la concesin ninguna condicin de servicio ni de man-tenimiento de tropas. Eso eran fabulaciones de hombres que introduje-ron las ideas feudales de Europa en su relato del estado de la India.88 En general, Dow mantiene que durante la dominacin de la dinasta de Timur, en Indostn, la propiedad de la tierra no era transferible.

    Sin embargo, la benevolencia de los dspotas mogoles compens con creces al pueblo de la ausencia de propiedad. El gobierno impi-di que los grandes terratenientes un trmino usado a menudo por Dow, equivalente a zamindar, para referirse a los terratenientes recaudadores de rentas impusieran arrendamientos exorbitantes a los campesinos. No era al arrendatario sino al zamindar al que la administracin responsabilizaba de cualquier fallo en el pago