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    Comit de lectura

    Lic. Marta BeisimDr. Hctor BerteraDr. Pedro BoschanDr. Norberto ContiDr. Norma DeritoLic. Patricia DolanLic. lida FernndezDr. Pablo GagliesiDr. Emiliano Galende

    Dr. Miguel ngel Garca CotoDr. Norberto GarroteDr. Anbal Goldchluk

    Lic. Hayde HeinrichDra. Gabriela JufeLic. Eduardo KeeganDr. Alejandro LagomarsinoDr. David LaznikLic. Marita ManzottiDr. Miguel MrquezDr. Daniel MatusevichLic. Daniel MillasDr. Alberto Monchablon Espinoza

    Lic. Eduardo MllerDra. Mnica OliverDr. David Pattin

    Lic. Mara Bernarda PrezLic. Adriana RubisteinLic. Miguel SantarelliDr. Juan Carlos StagnaroLic. Alicia StolkinerDr. Sergio StrejilevichDr. Esteban Toro MartnezDr. Fabin TriskierLic. Alejandro VainerLic. Adriana Valmayor

    Dr. Ernesto WahlbergLic. Dbora YancoLic. Patricia Zunino

    Reg. Nacional de la Prop. Intelectual No 1603324 - ISSN No 1666-2776 - Hecho el depsito que marca la ley.

    Clepios, Vol. XVII - Nro. 2 - Julio / Octubre 2011

    Todos los derechos reservados. Copyright by POLEMOS S.A.

    Clepios, revista de profesionales en formacin en salud mental

    es una publicacin de Polemos, Sociedad Annima

    Informes y correspondencia:Clepios, Moreno 1785 5 piso (1093) Buenos Aires. Tel/Fax 4.383-5291.

    E-mail: [email protected] www.editorialpolemos.com.ar

    Prohibida su reproduccin total o parcial por cualquier medio, sin previo consentimiento de su Editor Responsable.

    Los artculos firmados y las opiniones vertidas en entrevistas no representan necesariamente la opinin de la revista

    y son exclusiva responsablidad de sus autores.

    Impreso en: Cosmos Print SRLEdmundo Fernndez 155, Avellaneda

    clepios 55 revista de profesionales enformacin en salud mental

    Coordinadores

    Comit de Redaccin

    Comit Asesor

    Diseo

    Michelle ElgierLuciana GrandeJavier Rodrguez

    Valeria FernndezGuilad GonenFederico Kaski FulloneAlejandro MogliattiAnala Prez

    Brbara SchnfeldCecilia TaboadaMora Torregiani

    Lic. Martn AgrestDr. Juan CostaDra. Ivana DruettaLic. Mara Juliana EspertDr. Javier FabrissinDr. Martn NemirovskyLic. Julia Vallejo

    Estudio THISIGNFoto de tapa: Luciana Goldstein

    Colaboradores fotogrficos de este nmero:Luciana GoldsteinDiego Israelit: www.flickr.com /diegoisraelit [email protected] RealiJulia Vallejo: www.mundosportatiles.blogspot.com

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    Un nuevo nmero de Clepios nos encuentra dialogando con sus lectores, sus prota-gonistas, en este caso para detenernos a reflexionar y compartir sobre los AbordajesGrupales en Salud Mental. Mucho se ha dicho y discutido sobre los mismos en distintosmbitos; veremos que en el ltimo tiempo, esto ha sido tambin as entre los profesiona-les en formacin.Hablar de abordajes grupales en salud mental, no puede hacerse sin comenzar por refe-rencias histricas inevitables. Contamos en nuestro pas con una historia particularmenterica en lo que a desarrollos de este tipo de experiencias hace, con referentes de la tallade Enrique Pichn Rivire o Armando Bauleo, por citar solo dos, que hacen las veces defaros que esclarecen, que iluminan, que sealan caminos. Pero tambin y quizs sobretodo, pesa sobre este tipo de prcticas el siniestro impacto que sufrieran a partir de lanefasta ltima dictadura militar que, como es por todos sabido, los prohibiera, relegandosu desarrollo. Sea por la simple consecuencia de su prohibicin en la prctica hospitala-ria, sea por lo perenne del miedo al que su ejercicio se asoci en ese momento, o bienpor la presencia luego de cierto tipo de discursos que instalan el ejercicio de determi-nadas prcticas por encima de otras (en lugar de evaluarlas como distintos recursos delos que valerse segn el problema a resolver), lo cierto es que el trabajo teraputico congrupos mengu en la vida institucional de los hospitales pblicos en nuestro pas.Ahora bien, por qu entonces un nmero de Clepios dedicado a estas prcticas, podradecirse, desprestigiadas? Es justamente el ejercicio de la historia en ms de un sentidoel que nos dar las respuestas.La historia en tanto recursividad dialgica, que nos permite intentar entender deter-minados sucesos y coyunturas, dndoles algn sentido, siempre desde nuestra mira-da presente. Y enfatizamos particularmente esto ltimo, porque pensar otra cosa seraengaarse, no es sino desde el presente que la historia cobra vida, pero sobre todoporque lo que nos interesa es, de la mano de ese sentido histrico, comprender mejoralgn porqu contemporneo.Llegando entonces a nuestros das, nos atrevemos a afirmar la presencia de un genuinointers entre los profesionales en formacin en el trabajo con grupos teraputicos, delque podemos dar cuenta a travs de lo que acontece en distintos hospitales, dondecada vez ms grupos (de profesionales, de residentes, de concurrentes) trabajan congrupos; y tambin a travs de la gran afluencia de trabajos para este nmero, que relatandistintas experiencias de trabajo con distintos grupos teraputicos, algunos desde unalgica ms cercana a lo comunitario, otros con abordajes ms propios del segundo otercer nivel de atencin, pero todos con la matriz comn de lo grupal atravesndolos.Pensamos que esta tendencia no es escindible del contexto sociopoltico en que nuestrasprcticas se desenvuelven.Queremos sin embargo detenernos en un aspecto sobre el que nos parece necesariollamar la atencin. Es la falta de formacin adecuada y supervisin en este tipo de abor-dajes, como tambin ocurre con otras instancias y contextos por los que los profesiona-les en formacin transitamos (salud mental comunitaria, rehabilitacin e inclusin social,etc.). Vemos entonces como el supuesto de la efectividad de una determinada prcticapor sobre otra, tiene sus bases en lo ms ntimo de cmo se llevan adelante, esto es,supervisin adecuada o no, presencia de compromiso terico o no, tiempo y espacio enlos programas formativos o su ausencia. De esta manera, a menos que la formacin seaadecuada, la situacin redundar en que cierto tipo de prcticas, ciertamente, no habrde obtener los resultados esperados. No es, diremos entonces, grupos o clnica indivi-dual. Muy por el contrario, se trata de encontrar las mejores herramientas teraputicaspara cada situacin clnica, lo que redundar en beneficio de los pacientes, de los profe-sionales y de las instituciones.En lo que de responsabilidad tenemos los profesionales en formacin con la misma,diremos que no puede la clnica adaptarse a las li mitaciones de la formacin, sino que ala inversa, es sta la que deber estar a la altura de los desafos que la clnica l e imponeen cada momento histrico, si es que pretende dar respuestas vlidas a un determina-do contexto. Los profesionales en formacin no slo debemos ser conscientes de esto,deberamos velar porque nuestros intereses en este sentido tengan respuestas.

    editorialAbordajes Grupales en Salud Mental+ c 55

    52Espacio grupalpara pacientes psicticosen un servicio desalud mentalEliana HadidBetina MacagnoSilvia Pujol

    63Club de JuegosMa. Beln EspnolaLuciana GrandeMarcos HemmingsenAndrea Rodrguez

    78RELATOS CLNICOS

    El universo sin estrellasAna Arrossi

    COMENTARIO DEL RELATO CLNICO

    Mara Bernarda Prez

    94LOS 5 LIBROS QUEMS ME MARCARON

    92MOSTRANDO EL CARNET

    56Construyendo modosalternativos de abordajeCecilia AlbornozMariana ArvaloMara Virginia CantoMara Lourdes HerrleinAlejandro Ruiz

    67CADVER EXQUISITO

    Concepcionesacerca de lo grupalAlejandro VainerEmilio VaschettoMarcela AmentaDaniel Izrailit

    83CLEPIOS INVESTIGA

    Diferencias clnicas y socio-demogrficas entre bipolaresadultos de inicio tempranoy de inicio tardoDaniel E. Budeguer

    95COMENTARIO DE EVENTOS

    59Loco un poco nada msMayra De MizrahiJavier RodriguezMora Torregiani

    72REPORTAJE

    Carmen Cceres yMario Woronowsky

    88YO ESTUVE EN...

    El sabor del encuentroAlexia NowotnyLuciana Goldstein

    LA REDACCIN

    [ [email protected] ]

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    Espacio grupal para pacientes psicticosen un servicio de salud mental

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    CLEPIOS, REVISTA DE PROFESIONALES EN FORMACIN EN SALUD MENTAL 2011 - VOLMEN XVII - N 2: 52-55

    Eliana Hadid

    Mdica. Residente de cuarto ao depsiquiatra. Hospital Argerich.Perodo 2010-2011[ [email protected] ]

    BetinaMacagno

    Psicloga. Dra. en Psicoanlisis.Hospital Argerich[ [email protected] ]

    Silvia Pujol

    Mdica especialista en psiquiatra.Jefa del Servicio de Salud Mental delHospital Argerich[ [email protected] ]

    Foto: Julia Vallejo

    RESUMEN :: El objetivo del presente trabajo es describir la experiencia de un grupo teraputico de pacientes que padecenesquizofrenia y otros trastornos psicticos, que se lleva a cabo semanalmente en el Servicio de Salud Mental del Hospital Generalde Agudos Dr. Cosme Argerich, donde psiquiatras y psiclogos trabajan conjuntamente en coterapia para lograr los mismosobjetivos.Se tomar la cuestin del proceso de rehabilitacin psicosocial como una prctica fundamental en el grupo teraputico, procurandoreducir el impacto que tienen los sntomas de la enfermedad en la vida del sujeto, favorecer la adhesin al tratamiento farmacolgi-co, prevenir recadas y rehospitalizaciones, mejorar las habilidades sociales y la propia red social del paciente.Se intentar dar cuenta de los beneficios que dicho dispositivo puede brindar a pacientes que padecen patologas tan devasta-doras, pretendiendo corroborar los datos brindados por la propia experiencia, con aquellos documentados en diversos trabajoscientficos.

    PALABRAS CLAVE :: psicosis - esquizofrenia - grupo teraputico - rehabilitacin psicosocialGROUPS FOR PSYCHOTIC PATIENTS IN A DEPARTMENT OF MENTAL HEALTHABSTRACT :: The purpose of this paper is to describe our experience working with a group of individuals with schizophrenic orother psychotic disorders. This takes place on a weekly basis at the Department of Mental Health in Dr. Cosme Argerich GeneralHospital, where psychiatrists and psychologists work together for the same goals in the patients treatment.We focus on the process of psychosocial rehabilitation, as a fundamental practice for this therapeutic group, in an attempt todiminish the impact of symptoms on the lives of patients, to favor pharmacological treatment adherence, to prevent relapses orre-hospitalization and to improve social skills along with their social network.We will demonstrate the benefits that this therapeutic group has on patients with such devastating pathologies by considering datafrom our experience in comparison with other institutions documented work.KEY WORDS :: psychosis - schizophrenia - therapeutic group - psychosocial rehabilitation

    Fundamentacin

    La poca actual se destaca por el progreso constante, los avan-ces tecnolgicos, la economa de mercado y la globalizacin.La globalizacin, adems de los efectos en la poltica y en laeconoma, perturba el nivel de la comunicacin, ya que modi-fica la relacin del sujeto con el otro. Se producen as sujetoscada vez ms comunicados en trminos tecnolgicos peroparadjicamente cada vez ms aislados en trminos sociales.Fenmenos de segregacin, desigualdad social, violencia yexclusin se agregan a este aislamiento.El mbito institucional, y en este caso el hospital en particular,es un lugar privilegiado para leer estos efectos de la poca,los cuales provocan graves consecuencias en la salud mentalde los individuos.Pero tambin es un mbito que puede dar una respuesta posi-ble a esos efectos, ya que nos encontramos con sujetos vulne-rables y muchas veces desprotegidos.

    Es particularmente en los sujetos psicticos donde esto sepone de manifiesto en forma dramtica, ya que adems delas propias manifestaciones de la enfermedad se percibe cla-ramente la ausencia de polticas de estado con respecto a lareinsercin y a la resocializacin que les permitira una mejorcalidad de vida.En la psicosis, adems de los fenmenos alucinatorios y deli-rantes y de sus manifestaciones corporales, que se ponen derelieve en las primeras etapas de la enfermedad y en los epi-sodios de descompensacin, se produce la prdida del lazosocial, que trae como consecuencia aislamiento, falta de moti-vacin y de proyectos de vida, y dificultad para manejar surealidad social cotidiana.Las exigencias que les impone la poca, como eficiencia, pro-ductividad, etc., no pueden ser respondidas, aumentando asla segregacin, la discriminacin y la estigmatizacin.La mayora de los pacientes no tienen una ocupacin, y si latienen, sta les provee recursos econmicos insuficientes onulos. Esta situacin es la que permanece en el tiempo y loms difcil de revertir.Es por esto que el trabajo interdisciplinario con los pacientespsicticos debe basarse en tres ejes: uno que permita a cadapaciente encontrar y elaborar una solucin particular a su sufri-miento, dentro del marco del tratamiento individual, otro quecomprende la indicacin de psicofrmacos y un tercer eje queposibilite el restablecimiento y la rearticulacin del lazo social.Este ltimo eje, la i mplementacin del dispositivo de atencin

    grupal, supone la construccin de una red simblica que res-tituye su condicin de sujeto y que le permite un vnculo conlos otros.

    Introduccin

    La esquizofrenia es una enfermedad que presenta una pre-valencia a lo largo de la vida en torno al 1%, con un prons-tico desfavorable. Alrededor del 75% de los pacientes sufrenrecadas y mantienen una discapacidad continuada (Kaplan,Sadock y Sadock, 2004).Si bien la medicacin antipsictica es un instrumento tera-putico prcticamente indispensable, en lo que respecta a lossntomas negativos su eficacia es limitada (Correas Laufer yQuintero Gutirrez del Alamo, 2004).

    Es probable que el pronstico funcional de la enfermedaddependa, sobre todo, de la presencia de sntomas de las esfe-ras negativa, cognitiva o afectiva (Ruiz E et al., 2009).Se podra inferir entonces, que el uso de medicacin produ-cira una influencia positiva sobre el pronstico a corto plazo,pero con importantes dificultades a mediano y largo plazo.Por otro lado, los problemas para mantener la adherencia altratamiento farmacolgico constituyen ms la norma que laexcepcin (Nadeem, McIntosh y Lawrie, 2007). Los pacientesque funcionan exitosamente con un abordaje teraputico queslo incluye tratamiento psicofarmacolgico y hospitalizacio-nes breves constituyen generalmente una minora (Gabbard,2005).Es importante entonces, pensar tambin en aquellos sntomasque no son blanco de la medicacin utilizada en la actualidady generan un gran compromiso en el funcionamiento global,intentando ampliar las alternativas teraputicas para poderofrecerle a nuestros pacientes herramientas tiles para mejo-rar su calidad de vida.

    El grupo como dispositivoEl espacio grupal para pacientes psicticos funciona desdehace 4 aos en forma semanal en el Servicio de Salud Mentaldel Hospital Argerich.Asisten en promedio 10 pacientes por encuentro, de 25 a 62aos, con antecedentes de 5 a 25 aos de tratamiento.Dicho dispositivo se articula como un grupo abierto, permitien-do la entrada y salida de los miembros en momentos deter-minados. De esta forma, constituye una oferta continuada delServicio; a la vez que se ajusta a las necesidades y a los tiem-pos que requiere cada integrante del grupo.El grupo funciona con una periodicidad semanal; la duracinde los encuentros es de 60 a 90 minutos, siendo sta siempreflexible. Los pacientes pueden permanecer en la terapia grupalel tiempo que requiera su proceso individual.En relacin a la coordinacin, se trabaja en coterapia psiclo-gos y psiquiatras.Los terapeutas tienen un rol activo, con intervenciones claras,consistentes y concretas. Tambin es su funcin facilitar lainteraccin entre los pacientes e incidir en los obstculos dela comunicacin (Gonzlez de Chvez, Garca Cabez y Fraile,1999).Una situacin grupal comienza cuando se establece su finali-dad, tareau objetivo (Vallejo Jimnez, 2006).Los objetivos planteados son los siguientes:

    Mejorar la comunicacin y las relaciones interpersonales.1.Reforzar, restituir o promover los lazos sociales.2.Disminuir el sentimiento de aislamiento.3.Posibilitar la concrecin de experiencias de ayuda mutua.4.Desarrollar estrategias tendientes a la puesta en acto de5.sus propios proyectos: laborales, recreativos, de estudio,capacitacin e inclusin en talleres protegidos etc.Favorecer el proceso de autonoma.6.Mejorar el funcionamiento global y la calidad de vida.7.Detectar sntomas tempranos de descompensacin.8.Disminuir la sintomatologa, las recadas y el nmero de9.internaciones.Favorecer la adherencia al tratamiento psicofarmacolgi-10.co, teniendo en cuenta la frecuente dificultad en el cumpli-miento del mismo.Limitar la cronicidad11.

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    La terapia grupal

    La terapia de grupo en la esquizofrenia tiene ya una larga his-toria desde susinicios en los aos veinte con Lazell, mediante la aplicacinde tcnicas de discusin en grupo y lecturas de apoyo (Lazell,1921).El enfoque del tratamiento psicoteraputico grupal tiene princi-pal inters como instrumento para el abordaje de estas patolo-gas, que se caracterizan por el aislamiento e incomunicacincon los otros (Gmez Esteban et al, 2003).No constituye el nico tratamiento ofrecido a los pacientes,sino que se combina con tratamiento psicofarmacolgico ycon entrevistas individuales y familiares en los momentos decrisis.La terapia grupal ofrece un espacio asistencial donde no slohay cabida para los sntomas, los frmacos o las internacio-

    nes, sino para el desarrollo, el crecimiento y la autonoma delos pacientes. Para muchos constituye uno de los pocos espa-cios que cuentan para hablar de sus problemas, experiencias,emociones; mientras que para otros, es el nico.El grupo constituye una intervencin que ampla las limitacio-nes de un abordaje exclusivamente farmacolgico, que sin bienes imprescindible, no modifica en forma significativa los snto-mas negativos ni el funcionamiento psicosocial del paciente.Se parte de la hiptesis de que la tcnica grupal en los pacien-tes esquizofrnicos amplia la relacin dual de la psicoterapiaindividual y posibilita la inclusin del tercero, a travs de losotros compaeros, del coordinador, del observador o del pro-pio grupo.Los grupos constituyen una poderosa herramienta para elseguimiento de los pacientes con esquizofrenia, promovien-do relaciones ms funcionales, mejor contacto con la reali-dad, mayor adaptacin al entorno y disminuyendo el riesgo derecada de un 50% a un 15% (Gmez Esteban et al, 2003).Se han desarrollado diversos estudios que muestran a la psi-coterapia de grupo similar en eficacia a la psicoterapia indivi-dual y en algunos casos ms an, aumentando el entusiasmode pacientes y terapeutas, disminuyendo recadas y rehospi-talizaciones, mejorando cumplimiento, relaciones sociales yfuncionamiento global (Garca Cabeza, 2008; Vallejo Jimnez,2006; Kanas, 1985;Kanas, 1986; Tost Pardell et al., 2010)Kanas (2006) realiz una revisin de todos los estudios publi-

    cados entre 1950 y 1991 que evaluaban la utilidad de la psico-terapia de grupo en pacientes esquizofrnicos que se encon-traban recibiendo medicacin antipsictica. Analiz 46 estu-dios concluyendo que la psicoterapia de grupo fue ms eficazque la situacin control y que la misma fue tan o ms efectivaque la terapia individual en l os estudios que incluan pacientesambulatorios.En relacin a los beneficios del abordaje grupal en pacientespsicticos, se hace hincapi en las consecuencias positivas desu naturaleza interpersonal, que permite a los pacientes com-partir estrategias de afrontamientos de sus sntomas, recibirapoyo y apoyar a los dems, mejorar su habilidad para rela-cionarse con otros y disminuir su sentimiento de aislamiento(Ruiz Parra y Gonzlez Torres, 2005).La terapia de grupo ofrece un contexto realista, igualitario,seguro, horizontal y neutral donde los pacientes pueden pro-

    ceder la ayuda de cualquier miembro del grupo y no slo delterapeuta. El grupo ejerce as una accin multiplicadora delos efectos teraputicos proporcionando a los pacientes uncontexto especfico de referencia, facilitando las relacionesdel paciente con el equipo teraputico, promoviendo un mejorconocimiento y autoconocimiento y por ltimo facilitando yacelerando el proceso teraputico (Valencia, 1999).La intervencin o terapia psicosocial ha sido definida como laaplicacin de procedimientos y tcnicas en el paciente para laadquisicin y/o recuperacin de sus habilidades, afectadas porsu padecimiento, de manera que pueda funcionar en una for-ma efectiva y satisfactoria en la comunidad (Valencia, 1999).Se la considera de suma utilidad teniendo en cuenta que laesquizofrenia es una enfermedad en la cual se encuentra alte-rado el funcionamiento psicosocial.Varios estudios apoyan la implementacin de la rehabilitacinpsicosocial como parte del tratamiento de pacientes que pade-cen esquizofrenia (Florit-Robles, 2006; Dixon et al., 2010),

    recalcando su importancia como intervencin complementariaa la farmacoterapia, que no slo ayuda en la adherencia a lamisma sino tambin promueve el alivio de sntomas residualesy mejora el funcionamiento social y la calidad de vida de lospacientes (Patterson y Leeuwenkamp, 2008).Luego del desarrollo de un programa de intervencin psico-social para pacientes esquizofrnicos crnicos mediante lamodalidad de terapia grupal con encuentros semanales seconcluy que los pacientes que recibieron tanto medicacinantipsictica como intervencin psicosocial, respecto al gru-po control que recibi nicamente tratamiento farmacolgico,presentaron diferencias estadsticamente significativas en lasreas: ocupacional, social, sexual-pareja, familiar, as comoen el funcionamiento psicosocial global, una disminucin dela sintomatologa, un mejor funcionamiento global y un menornmero de recadas y rehospitalizaciones. Los pacientes expe-rimentales presentaron un 90% de cumplimiento en cuanto aluso de medicacin antipsictica y un 85% de asistencia a lassesiones, concluyendo el 87,5% el proceso teraputico, lo cualindica un alto grado de adhesin teraputica tanto a los medi-camentos como al programa de intervencin (Valencia, 1999).En relacin a lo planteado respecto a la intervencin psico-social, si bien no es el mtodo que implementamos en formaestructurada en nuestros encuentros, nos pareca interesantedestacar sus resultados, ya que dichos programas se imple-mentan a travs de la modalidad de la terapia grupal.

    Nuestra visin desde el psicoanlisis

    Abordamos la cuestin de la psicosis desde l a perspectiva delpsicoanlisis rescatando la nocin de lazo social, como prcti-ca social concreta y subvirtiendo la nocin de que el psicticosera reacio al mismo. Esto quiere decir que psicosis no essinnimo de caos. La alteracin en el curso del pensamientoa la que aluden las evaluaciones psiquitricas tradicionales eslo que se llama un orden del sujeto, por cierto un orden muydiferente de aquel del sujeto neurtico, pero un orden al fin(Lacan, 1991). No consideramos paradjico subrayar la exis-tencia de una lgica inherente al delirio y rescatamos el trabajosubjetivo que se produce en el mismo (Freud, 1992).Concebimos al sujeto destinatario de nuestra prctica como un

    sujeto que estructura singularmente su experiencia, productory producto de su medio social, multideterminado por una tra-ma de vnculos significativos, expresados y representados pordinamismos grupales emergentes del contexto histrico que loenmarca, portador de ideologas e inscripto en un sistema deproduccin determinado.Descartamos una postura deficitaria que englobe al sujeto enuna categora diagnstica que reposa sobre ideas cientificistasrelacionadas con una clnica delfrmaco y de la conducta.Tomamos la cuestin del proceso de rehabilitacin psicoso-cial como experiencia fundamental en el grupo teraputico.Creemos que la posibilidad de contar con un espacio grupalpermite volver a restablecer el lazo social fracturado, facilitan-do la comprensin de situaciones de tal manera que el grupopermita el desarrollo de un sentimiento de pertenencia.Retejer el vnculo con los pares es el primer avance en el pro-ceso gradual de rehabilitacin psicosocial, vnculo que ha sidointerrumpido por el avance de una patologa tan severa como

    la psicosis.Un grave problema que han sufrido los enfermos mentales detodas las pocas y que dificulta los objetivos de rehabilitacines el estigma social con su correlato inmediato: el aislamientoque sus manifestaciones provocan. Tanto en el orden etnogr-fico como en el histrico los sntomas son relativos, ya que laidea de normalidad dependede la concepcin imperante en lasociedad de la que se trate.Esto se hizo notorio con el surgimiento del estado moderno gracias al avance del discursomdico, estado en el cual seconfin al loco al asilo.Sabemos que es frecuente que, popularmente, el enfermomental sea pensado como un ser peligroso y violento. Tal posi-cin da cuenta de una docta ignorancia, sin tener en cuentaque condenar a alguien a la marginacin es decretarle el fin desu destino antes de su muerte biolgica.La discapacidad mental es una situacin relativa en relacincon el medio ambiente y no depende nicamente del dficit delsujeto. As la capacidad remanente no puede quedar acotadasolamente al diagnstico psiquitrico. La calidad de vida que

    logre el sujeto depender ms de la sintomatologa negativade la enfermedad que de la positiva, siendo aquella la msdifcil de tratar.Consideramos que la relacin con la definicin de lazo sociales solidaria de la tesis enunciada por Lacan quien afirma queel psictico est fuera del discurso pero no fuera del lenguaje,ya que para el autor, una de las definiciones de discurso es lade ser aquello que hace lazo social (Lacan,1987).En el grupo observamos que la posibilidad de crear lazosgenera en el sujeto confianza en s mismo y la posibilidad demantener estabilizada la angustia que le provocan los sn-tomas producto de su estructura. El objetivo final es que elpaciente transfiera los logros hacia distintos mbitos de la vidacotidiana.Estos espacios con los que contamos evitan su aislamiento,los ayudan a preservar la insercin social y comunitaria y ase-guran la continuidad del tratamientopsiquitrico.Sabemos que nuestra estrategia no puede apuntar a una

    transferencia quese establezca simblicamente, pero s pue-de establecerse en el registro de lo real y en forma masiva,con lo que llamamos multiplicar la transferencia de maneratal que no hayaslo uno que porte el saber, sino que el mis-mo se distribuya entre aquellos que forman parte del equipotratante.Es sobre esto que nos hemos avocadoa trabajar.

    Para finalizar, queremos compartir algo que escribi unapaciente que concurre a los grupos:Un taller es un lugar cmodo, de amplitud sensorial, que nosdispone a abrirnos, a revisar uno a uno nuestros circuitos yengranajes, a intentar ponernos a punto en nuestra realidad, atomar y brindar herramientas. Es importante que sea de con-fianza, que no nos rompan piezas ni nos quemen los motores,que nos acepten y nos respeten tal cual somos, y que siem-pre la consigna sea enriquecedora, se trata de salir con mayorriqueza que cuando entramosUn grupo es una pequea asociacin humana en busca desalud, que es lo ms contenedor y liberador

    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    Correas Laufer, J., Quintero Gutirrez del Alamo, F.J.(2004). Actualizacin clnico-teraputica de los sn-tomas negativos de la esquizofrenia. Psiquis, 25 (5):233-241.

    Dixon, L., Dickerson, F., Bellack, A., Bennett, M.,Dickinson, D., Goldberg, R., Lehman, A., Tenhula,W., Calmes, C., Pasillas, R., Peer, J., Kreyenbuhl, J.(2010). The 2009 Schizophrenia PORT PsychosocialTreatment Recommendations and SummaryStatements. Schizophrenia Bulletin, Vol.36 no. 1 pp.4870.Florit-Robles, A. (2006) La rehabilitacin psicosocialde pacientes con esquizofrenia crnica. Apuntesde Psicologa Colegio Oficial de Psicologa, Vol. 24,nmero 1-3, pgs. 223-244.Freud, S. (1992). Sobre un caso de paranoia descriptoautobiogrficamente. En Obras completas. BuenosAires: Amorrortu Editores.Gabbard G. O. (2005). Psychodynamic psychia-try in clinical practice. Washington, DC: AmericanPsychiatric Pub.Garca Cabeza, I. (2008) Evolucin de la psicotera-pia de grupo en la esquizofrenia. Rev. Asoc. Esp.Neuropsiq. v.28 n.1.Gmez Esteban, R.; Martn Vzquez, M J.; GonzlezLpez, A.; Flores lvarez, M.; Bote Bonaechea, B.;Gerre Lobera, M J. (2003) Reflexiones acerca de ungrupo teraputico con pacientes esquizofrnicos. Rev.Asoc. Esp. Neuropsiq.n.88.Gonzlez de Chvez, M., Garca Cabez, I. y Fraile

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    02

    CLEPIOS, REVISTA DE PROFESIONALES EN FORMACIN EN SALUD MENTAL 2011 - VOLMEN XVII - N 2: 56-58

    Construyendomodos alternativos de abordaje

    Cecilia AlbornozMdica Psiquiatra. Instructora Mdica de laResidencia Interdisciplinaria en Salud Mental(RISAM). Hospital Escuela de Salud MentalParan - Entre Ros[ [email protected] ]

    MarianaArvaloPsicloga. Residente de tercer ao de laResidencia Interdisciplinaria en Salud Mental(RISAM). Hospital Escuela de Salud Mental

    Paran - Entre Ros. Periodo 2008 - 2011[ [email protected] ]

    Mara Virginia CantoMdica. Residente de segundo ao de laResidencia Interdisciplinaria en Salud Mental(RISAM). Hospital Escuela de Salud MentalParan - Entre Ros. Periodo 2009 - 2011[ [email protected] ]

    Mara Lourdes HerrleinPsicloga. Residente de tercer ao de laResidencia Interdisciplinaria en Salud Mental(RISAM). Hospital Escuela de Salud MentalParan - Entre Ros. Periodo 2008 - 2011[ [email protected] ]

    Alejandro RuizPsiclogo. Instructor Psiclogo de laResidencia Interdisciplinaria en Salud Mental(RISAM), Entre Ros. Hospital Escuela deSalud Mental Paran - Entre Ros[ [email protected] ]

    Foto: Sol Reali

    RESUMEN :: Este trabajo se propone relatar la creacin y el recorrido de dispositivos de atencin grupal en un Hospital monova-

    lente (neuropsiquitrico), alternativos a la lgica manicomial. La propuesta surge por iniciativa y sostenimiento de integrantes de

    la RISAM (Residencia Interdisciplinaria en Salud Mental), cuya sede se encuentra en dicho Hospital.

    PALABRAS CLAVE :: Atencin Grupal - Abordaje - Residencia Interdisiciplinaria en Salud Mental - Demanda Institucional -

    Interdisiciplina

    CONSTRUCTING WAYS OF ALTERNATIVE APPROACH

    ABSTRACT :: The proposal of this work is to relate the creation and group experiences -alternative to the asylums logic- which

    are developed in a monovalent hospital (neuropsychiatric). This project is the result of the iniciative and support of the RISAM

    members (Mental Health Interdisciplinary Residence), whose headquarters are located at this hospital.KEY WORDS :: Group Attention - Approach - Mental Health Interdisciplinary Residence - Institutional Demand - Interdisciplinary

    Work

    Las largas listas de espera para atencin de alguna afec-cin de la salud son parte del paisaje institucional habi-tual, se han naturalizado y son vividas - lamentablemente- como obvias y no cuestionables las cosas son asy as fueron siempre,es por esto que el dispositivo degrupo teraputico surge en octubre de 2008 con el fin debrindar respuesta a la gran demanda de asistencia queexiste en nuestro hospital.

    La propuesta de atencin grupal surge como otro modo deresponder a la demanda institucional. Por un lado, la ofer-ta asistencial masiva que implica el tratamiento en grupoprocura alojar -de algn modo- la urgencia institucionalque se traduce en largas listas de espera para acceder auna consulta. Por otro, en muchos casos nos encontramosen la clnica individual con pacientes que no avanzan enel tratamiento, donde no hay una produccin subjetiva quepermita la implicanciaen la relacin con el propio males-tar, obstaculizando un posible cambio de posicin frente almismo. A veces la dinmica grupal moviliza algo de estoy lo pone a trabajar.

    La oferta masiva de tratamiento y asistencia que ofreceeste dispositivo a los sujetos, es un lugar donde varias per-sonas se encuentren dispuestas a compar tir la experienciade relatar y pensar sus conflictos delante y junto con otros.A partir de esta oferta que se realiza, a nivel institucional seda un efecto cascada, producindose la apertura de otrosgrupos teraputicos que actualmente se encuentran fun-cionando en nuestro hospital.

    En la demanda de la sociedad tambin se encuentra con-tenida la representacin social que hay de este nosocomioy de los mtodos de intervencin que se utilizan en casoscomo estos, donde la demanda supera la oferta. Es el dis-positivo grupal una forma de responder a esto que hoy nostoca vivir.

    Integrar un grupo teraputico implica armar un espacioque es compartido con otros, en donde los sujetos bus-carn apoyo, donde se vern reflejados, o podrn disentirentre ellos, o les provocar enojo hacerlo, compartirn las

    vivencias del problema en el sentido en que sus compa-eros de grupo tambin sufren, padecen y ren.

    La dinmica de grupo permite que todos puedan interveniren las situaciones planteadas, contadas por sus compa-eros, y de esta manera conformar un espacio a travs dela escucha, a veces es ms importante lo que cuenta uncompaero que la propia ancdota, y de esta manera seabre la brecha de curarse con los otros.

    El dispositivo de atencin grupal se presenta como unaoferta de atencin ambulatoria. Si bien es un dispositivoque no est dirigido a la atencin de la urgencia, es unespacio donde la crisis puede ser alojada. Aqu vale aclararqu entendemos por crisis y qu por urgencia.

    Las crisis son diferentes modos de manifestar el males-tar; aquel malestar que da cuenta de la irrupcin de algoque se torna insoportable para el sujeto y frente a lo cualqueda sin respuesta, o bien elabora respuestas que ponenen riesgo la salud tanto fsica como mental. Un intento desuicidio, una construccin psictica o la emergencia de unmonto inmanejable de angustia, son todos ejemplos de loque constituye una crisis, lo imposible de soportar para unsujeto al que ya nada divierte. Nuestra intervencin comosalutistas mentales, implica crear las condiciones paraque esta crisis se transforme en urgencia, y para esto esnecesaria la existencia de un dispositivo que este all paraalbergar la crisis y otorgarle otro estatuto.

    Grupo Vulnerables:el trabajo en el dispositivo gru-pal atraviesa diferentes etapas; la historia de cada uno queest representada por problemas que el paciente trae algrupo; la relacin entre los miembros del grupo (transfe-rencia lateral) y con el coordinador (transferencia central),y luego lo que sucede en el grupo en su conjunto (transfe-rencia grupal), todo lo que sucede en la sesin grupal serobjeto de anlisis y debate dentro del mismo.

    Los coordinadores del grupo participamos con interven-ciones, algunas de las cuales constituyen interpretacionesgenerando efectos en los integrantes del mismo.

    Lo rico de este grupo es tambin su conformacin en cuan-to a sectores sociales, culturales, etreos, de gnero, reli-giosos, y es en este sentido favorable para aquellas perso-nas que viven en mbitos muy cerrados.

    Particularmente en el grupo que sostenemos los das jue-ves, se conform en un inicio slo con mujeres, y luegose incluyeron tambin hombres; los participantes lleganpor derivacin de otros profesionales, por derivacin delservicio de admisin, o por demanda singular espontnea.Hay temas que son frecuentes y recurrentes, como porejemplo: las relaciones familiares, las creencias populares,la religin, la situacin econmica, las enfermedades, elacontecer cotidiano, la situacin poltica, donde la tareanuestra es puntuar, participar y promover con interven-ciones las diversas situaciones que se dan dentro del dis-positivo, relacionando experiencias y sensaciones que segeneran en cada uno de los integrantes del grupo.

    Tambin es interesante decir algo en relacin a los efectosque se evidencian a par tir del tratamiento en este disposi-tivo: la disminucin de medicacin psiquitrica, la posibili-dad de hablar temas que en los espacios individuales nose plantean, el conformar un grupo donde se sienten refe-renciados y contactados por fuera de la institucin, festejosde cumpleaos en el grupo, festejos de fin de ao, partici-pacin en otras actividades recreativas hospitalarias.

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    Sabemos que la psicosis se trata de una ruptura con la rea-lidad, con la cultura, con el espacio y el tiempo. Sentimientosde desintegracin y caos que implican vivencias deshuma-nizantes. La posibilidad de generar lazo con el otro se vetruncada o impedida. En este sentido, el grupo teraputicocomienza a instalar la posibilidad del lazo social al permitirel encuentro, y del lmite con el otro en un tiempo y unespacio, a partir del encuadre del dispositivo.

    A modo de conclusin

    En la posibilidad de compartir las vivencias en comn sedespliegan procesos de identificacin, siendo parte deltrabajo el fortalecer la posibilidad de identificarse con el

    semejante, en un a m me pasa lo mismo (tal comolo expresa el paciente en uno de los grupos). A la vez, elencuentro con el otro tambin implica una diferencia, unregistro de vivencia singular en relacin a eso que mepasa. En el interjuego de esta paradoja se producen losefectos subjetivos que provocan la posibilidad de unamodificacin en relacin al malestar reinante.

    Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el grupo lesbrinda y nos brinda- a los participantes una pertenenciay una identidad.

    Este proceso de construccin sostenido regularmente dacuenta de dos cuestiones nodales en relacin al trabajogrupal:

    Pensar el acto clnico como una prctica social.

    Rescatar la especificidad del pensamiento y la pr oduc-cin grupal.

    Como dice Marcelo Percia (2009, p. 64-65):

    El grupo teraputico puede ser un sitio propicio parael trabajode cada participante con su propia mscara.

    No hablo de un espacio para la exhibicin de come-

    diantes, sino de un lugar para el trabajo subjetivo. Unasituacin de demora para que cada uno se pregunte

    qu impiden o posibilitan esas imgenes en las que un

    sujeto parece amarse.

    Grupo El Explorador:es un grupo conformado porpacientes con diagnstico de psicosis, considerados cr-nicos, que haban pasado por una o ms internacionesen algn momento, y cuyo recorrido por el hospital trasla externacin consista, en la mayora de los casos, enretirar medicacin mensualmente. Algunos se encontra-ban sobremedicados, otros sobrediagnosticados. Con laconformacin del grupo teraputico nacen dos objetivos:disminuir los esquemas de medicacin y habilitar un es-pacio de escucha, un lugar donde comenzar a circular lapalabra. Claro est, esto no fue tan fcil como creamos.Recordemos que se trataba de pacientes acostumbradosa retirar medicacin, en silencio.

    As es que en los comienzos del grupo, reinaban los silen-cios y la monotona.

    Al principio nos encontrbamos siempre con un volver aempezar; an transcurridos varios encuentros, ningn inte-grante recordaba el nombre del otro, por lo cual era nece-sario que cada uno dijera su nombre una vez iniciado elencuentro, lo que con el tiempo fue transformndose enque cada uno dijera los nombres de sus compaeros pre-sentes y ausentes, hasta que eso ya no hizo falta.

    Por otro lado, en los comienzos del grupo, cada integrantese diriga a un coordinador para contar algo, en una espe-cie de comunicacin dual. Con el devenir de las sesiones,esto fue cambiando, fueron pudiendo dirigirse al grupopara hablar, lo cual inaugura un funcionamiento de un dis-curso grupal, con una identidad propia.

    Con la posibilidad de escuchar cada uno su historia y deescuchar la de los otros, emergen diferentes temas, rela-cionados con la vida cotidiana, pero fundamentalmente conla enfermedad y el dolor que les causa; los diagnsticos,la medicacin y sus efectos adversos, las internacionesLos miembros del grupo van encontrando cosas en comn;yo tambin estuve internada, a m me pasaba lomismo, es horrible, yo la veo mal, como yo cuandome internaron.

    Hubo momentos pico; nos encontramos con la irrupcinde crisis psicticas en algunos de los miembros, seguidas

    en ciertos casos por una internacin breve. Nuestro tra-bajo fue acompaar estas crisis, escuchando y aceptandola palabra, sin entrar en el delirio pero otorgndole la escu-cha suficiente y trabajndola grupalmente, considerndolauna crisis ms que un diagnstico. Creemos que unacrisis es una produccin de subjetividad. Y que la psico-sis no tiene tanto la necesidad de ser curada como deser recibida. El grupo se constituy en una herramienta desoporte de esa palabra que al psictico se le impone, yvimos que esto marc la diferencia en relacin a las crisis einternaciones previas a la par ticipacin en el grupo.

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    Loco un poco nada ms

    03

    CLEPIOS, REVISTA DE PROFESIONALES EN FORMACIN EN SALUD MENTAL 2011 - VOLMEN XVII - N 2: 59-62

    Trabajo que obtuvo premio enlas XVII Jornadas de Residentesde Salud Mental del reaMetropolitana. Ao 2010.

    Mayra De Mizrahi

    Psicloga. Residente de Segundo aoen Salud Mental. Hospital Piero.Perodo 2010-2011[ [email protected] ]

    JavierRodriguez

    Mdico. Residente de Cuarto ao en SaludMental. Hospital Durand. Perodo 2010-2011[ [email protected] ]

    MoraTorregiani

    Psicloga. Residente de Tercer aoen Salud Mental. Hospital Piero.Perodo 2010-2011[ [email protected] ]

    Foto: Julia Vallejo

    RESUMEN :: En el presente trabajo hablaremos de un dispositivo de sujetos psicticos denominado grupo, y nos preguntaremos

    si es posible el efecto grupal en esta estructura psquica.

    El objetivo de este dispositivo esfavorecer el lazo social. Es esto un ideal? Cmo distinguir el lazo social como bien comn aalcanzar del lazo social como solucin singular para cada uno en este dispositivo?

    El camino que ha hecho el grupo lo podemos pensar como un recorrido del monlogo a lo comn (ej.: medicamento, reglamento);

    creemos que el horizonte es el pasaje de lo comn a lo singular. Lo singular es el saldo tico, no homogeneizante.

    Probablemente, los efectos de este encuentro semanal produzcan efectos teraputicos; lo importante es que an trabajando

    como profesionales de la salud mental en una institucin de salud pblica no nos veamos compelidos a trabajar desde lo terapu-

    tico entendido como homogneo y universalizante.

    PALABRAS CLAVE :: Salud Mental - Grupo - Lazo social - Singularidad - tica

    JUST A LITTLE CRAZY

    ABSTRACT :: We will talk about a device formed of psychotic subjects called groupand we will ask ourselves if it is possible to

    create a group effect in this structure.

    The objective of this device is tofavor the social bond. Is this an ideal? How can we distinguish the social bond as a common goodto reach from the social bond as unique solution for each one in this device?

    The path that the group has made can be thought as a tour from the monologue to the common (e.g.: medication, rules); we

    believe that the horizon is the passage from the common to the singular of each one. What is singular is the ethical remains, that

    does not homogenize.

    Probably, the effects of this weekly meeting will produce therapeutical effects; the important matter is that even working as mental

    health professionals in a public health institution, we should not be compelled to work from the therapeutic vision, understood as

    homogeneous and universal.

    KEY WORDS :: Mental Health - Group - Social Bond - Singularity - Ethic

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    Historizando surgen preguntas, haciendopreguntas se descronifica?

    Este grupo de pacientes, con diagnstico de psicosis,est coordinado por dos psiclogas practicantes del psi-coanlisis y un mdico psiquiatra en formacin, convivien-do entonces dos discursos a partir de la asuncin de laincompletud bsica en cuanto a las posibilidades del saberindividual y fragmentado de cada uno; y la bsqueda deuna mayor complejidad. El grupotiene ocho aos de anti-gedad, un reglamento, y fue armado por residentes conla idea de brindar un tratamiento psiquitrico y psicolgicogrupal que no fuera slo un espacio de control farmaco-lgico, sino que tambin promoviera el lazo social. Hoyprcticamente todos los pacientes tienen adems un espa-

    cio psicoteraputico, no as un espacio psiquitrico indivi-dual, por lo tanto el dispositivo grupal es su tratamiento dereferencia en relacin a lo psiquitrico. Consideramos queste, lejos de empobrecerse, cobra matices que lo hacenparticularmente valioso.

    Con el correr del tiempo y el traspaso de los coordinado-res, se fueron implementando modificaciones. Entre ellas,las ms recientes han sido: actualizar el reglamento (cuyosenunciados bsicos se refieren al horario, confidencialidad,presentismo, prioridad para hablar, etc.) e implementar unacrnica grupal de cada encuentro. El interrogante que nosinterpela a los actuales coordinadores es acerca de losefectos de este dispositivo.

    El decir de un paciente produce resonancia en los otrosPor qu habramos de producir un encuentro entre sujetospsicticos si se tratara slo de que cada uno diera cuentade su testimonio aisladamente, al modo de un tratamientoindividual y tradicional? Qu produce en un estos sujetosescuchar que los otros vivencian fenmenos similares alos suyos? Por qu las intervenciones con mayores efec-tos en estos sujetos son las que sus propios compaeroshacen?

    Cada jueves los pacientes nos preguntan: hoy habr gru-po?Y nosotros respondemos que s, apostando a que algose produzca a partir del uso singular que cada uno de losintegrantes le da a este dispositivo.

    Particularidades actuales

    Desde hace un tiempo notbamos que en el grupo quecoordinamos se daba una dinmica par ticular: cada pacien-te expona cmo haba sido su semana sin interactuar conel resto, salvo por alguna pregunta que le hacan y decidaresponder. En general A contaba lo que haba hecho y lasnovedades familiares mientras oficiaba de coordinador del

    A Cristo se le podra filiar dentro del campo de las psi-

    cosis a tenor de su discurso bblico. Ser el hijo de Dios y

    venir al mundo a salvar y a redimir a la Humanidad, tiene

    suficientes resonancias para considerarlo como un delirio

    bien elaborado. Pero sus efectos socializadores () lo

    elev al rango de vnculo social () el delirio se trans-

    form en lazo social. Lo que prueba que la psicosis sera

    elevada al rango de dignidad humana si sus sntomas

    alucinatorios y delirantes fueran compartidos por la comu-

    nidad. (Rivas, 2006, p127)

    Usted cree en un dios que nadie puede ver, por qu

    no quiere creer en la existencia de voces que yo afirmo

    escuchar claramente y que, para m, son reales Patsy

    Haagan, paciente del profesor Romme -creador de la red

    escuchadores de voces-(Baker,1999)

    A continuacin hablaremos de un dispositivo al que lla-maremos grupodado que es el modo en que lo nombransus integrantes y la institucin. Ahora bien, es un grupo?,es posible el efecto grupal en la psicosis? Para que existaun grupo tiene que haber una creencia en lo comn. Peroel psictico sufre de la certeza, no de la creencia (Miller,2005). Sin embargo es curioso como a pesar de la impo-sibilidad estructural de constituir un grupo () se verifica

    que la serie de presencias constituyen un polo convocante

    para la circulacin de sntomas desde un lugar ms afn al

    lazo social (Sotelo, 2007, p 70).

    Al concepto de grupo, a nivel institucional, se le agrega eladjetivo crnico; en contraste, para los coordinadores esel grupo teraputico. Qu cristalizamos al nombrarlo deestos modos?

    A qu se le llama crnico? El calificativo de crnico pro-cede del discurso mdico cuando los sntomas y patolo-

    gas diversas se vuelven irreductibles a los tratamientos(Rivas, 2006, p120). Qu consecuencias tiene el uso deeste nombre? se produce () una estigmatizacin del

    sujeto como enfermo crnico irrecuperable (Rivas, 2006,p120).

    Qu es lo teraputico? Por qu debiera ser teraputico?En este contexto, los pacientes se preguntaron cul es elnombre de estos encuentros a los que acuden semana asemana: Sinapsis, Abran los paraguas, saquen las pas-tillas, Brothers con cario, Volver a empezar, Loco unpoco nada ms, etc.

    grupo, C contaba de sus hazaas, E deca algo inentendi-ble para el resto acerca de las luces y sombras que vea,S haca referencia a su trabajo y a los cursos que realiza-ba, N desplegaba ideacin depresiva, D ubicaba que no sepoda levantar de la cama, que estaba mal, que no sabapor qu y que no peda ayuda, F describa sus ataquesde pnico y qu curso pensaba realizar, O daba clasesacerca del trastorno bipolar y daba cuenta de lo sucedidoen el colegio, L casi no hablaba, T daba su versin acercade lo que sus compaeros contaban y B hablaba sin pararinterrumpiendo constantemente a sus compaeros.

    Sentamos que de este modo se perda la potencial rique-za del encuentro y se opacaba el objetivo por el cual reali-zbamos las reuniones: favorecer el lazo social.Es estoun ideal? Cmo distinguir el lazo social como bien comna alcanzar del lazo social como solucin singular para cada

    uno en este dispositivo? Estribillo rgido ste, que nos fueformulado al modo de esa frase que nos precede, y quenosotros mismos nos vimos reproduciendo y actualmentepreguntndonos por su significado.

    El lazo social es la socializacin? No. En general en lasinstituciones se fomenta la socializacin, el compartir espa-cios comunes. El lazo social en psicoanlisis no existe; haylazos sociales, hay discursos que instalan a alguien en unmodo estable de hablar. Lacan (1972) dice que la esqui-zofrenia est fuera del discurso establecido, ahora bien,por qu no pensar que puede anclarse en un discurso noestablecido?

    Empezamos entonces a intervenir intentando una circula-cin posible entre los distintos decires de los pacientes,fomentando la circulacin de la palabra para que, a pesarde la fragmentacin del discurso en cada uno de ellos,hubiese una cadena en lo que dicen. Lo primero en apare-cer fue la temtica compartida de la medicacin.

    C: a veces no tengo ganas de hablar vuelvo a mi casa y

    todo est igual. Haba dejado la medicacin, no me funcio-

    naba la cabeza Tardaba mil aos para resolver un pro-

    blema y en la escuela nadie te esperaA: Por qu dejaste la medicacin?

    C: Yo no tena nimo de nada Si dejo la medicacin y no

    hay problemas en mi casa, estoy pum para arriba. Si hay

    problemas, para abajo.

    O: Si estuviera todo bien en tu casa, volveras a dejar la

    medicacin?

    C: No tengo la bola de cristal. La medicacin es como dos

    bolsas de cemento en los pies, no vols pero no avanzs.

    T: No te hace retroceder, y sin la medicacin retroceds.

    La coordinacin interviene preguntando si a alguien le ha

    pasado algo similar con la medicacin. Varios integrantes

    del grupo fueron relatando sus experiencias.

    A: Yo estaba muy acelerado, mis paps se dieron cuenta, el

    Dr. me aument la medicacin, despus estaba muy seda-

    do. Me compens y el Dr. me baj la medicacin.

    T: Yo en una poca tomaba siete pastillas, entre ellas halo-

    pidol. Se me secaba la lengua, temblaba por supuesto

    que yo tambin dej la medicacin y me fui a los caos. Tal

    vez tards menos en hacer un problema, pero en el resto

    quin te ordena? Hay que darle tiempo a la medicacin.

    Un coordinador le pregunta a C si adems de los efectos

    adversos que tiene en l la medicacin puede ubicar algn

    otro efecto.

    C: La medicacin me anestesia nada ms.

    O: A m me da temblores y me cuesta hacer los trabajos,

    pero si dejo la medicacin estoy tres meses internado y

    pierdo un ao de clases.

    B ubica que a l lo hace estar menos perseguido y dice: lamedicacin te hace hablar menos.

    E: Yo nunca cuestion la medicacin, a veces cuando no

    podemos hacer algo culpamos a la medicacin.

    T: Al final de todo siempre est la decisin de uno.

    S: Tal vez l es todava muy joven, hay que dejarlo que

    haga su experiencia. Todos abandonamos la medicacin

    alguna vez. Llega un momento en que toms la pastilla y

    ya no penss, qu estoy tomando?

    Ahora bien, era la medicacin lo nico que les permi-ta hablar entre ellos y compartir una conversacin? Elreglamento nos demostr que no. ste existe desde hacevarios aos pero no estaba siendo implementado. Ha sidola coordinacin la que motoriz el ponerlo nuevamente envigencia, al preguntar y pedir ser anoticiada sobre el mis-mo. Sin embargo han sido los participantes del dispositivoquienes frente a nuestra iniciativa propusieron recordarlo,reformularlo, reescribirlo, ubicar la necesidad de que todostengan una copia del mismo y hacer que se cumpla. Porejemplo, se agreg una regla acerca de que tiene prioridadpara tomar la palabra al inicio de la sesin quien tenga una

    urgencia particular.Nos parece importante resaltar que el reglamento es undiscurso ordenador para los integrantes del grupo; peropara poder hacer uso de l necesitan la presencia de unOtro: los coordinadores. Nos preguntamos entonces cules nuestro lugar en el grupo y los pacientes no tardarnen darnos una respuesta: al actualizar el reglamento nospreguntan si las reglas nos ataen a nosotros igual que aellos o si estamos exceptuados por nuestro lugar de coor-dinadores. Respondemos que son ellos quienes deciden yrpidamente nos autorizan a dejar prendido el celular porsi tenemos una urgencia, pero nos aclaran que al igual queellos debemos avisar si llegamos tarde o nos iremos antesde que finalice el encuentro. Nos resulta til recurrir al con-

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    cepto lacaniano de extimidadpara pensar nuestro lugar enel grupo: interior y exterior a la vez, estamos y no estamosen las reglas. La coordinacin no ocupa un lugar de seme-

    jante (problemtico debido a los efectos imaginarios) ni unlugar de un Otro completo (eventualmente persecutorio oerotmano). El lugar es xtimo, y nos es esclarecido enla respuesta ante el anuncio de los coordinadores de suretiro del grupo y el ingreso de nuevos coordinadores. Ellospreguntan: cundo les hacemos la despedida?, quinvendr?Queda visto que la angustia ante este anuncio esde los coordinadores; el lugar de la coordinacin para lospacientes es una variable encarnable: pasamos, somosprescindibles.

    Entonces, en qu discurso se sostienen para hablar?,podemos pensar que el medicamento y el reglamentoson discursos no establecidos que permiten un lazo entre

    los integrantes de este grupo? El camino que ha hecho elgrupo lo podemos pensar como un recorrido del monlogoa lo comn ( ej.: medicamento, reglamento); creemos que elhorizonte es el pasaje de lo comn a lo singular. Lo singulares el saldo tico, no homogeneizante.

    Cmo podra aparecer lo singular en el grupo? 1Nuevamente son los pacientes quienes nos ensean. Cexpresa: podramos hacer una serie con lo que vemos.Surgen nuevos interrogantes: se podra hacer una seriecon lo que a ellos les pasa singularmente?, puede eneste caso la alucinacin hacer lazo?, es posible produciruna invencin a partir del real que se le impone a estossujetos? Creemos que esto slo ser posible a condicinde que se busque no una teraputica como adaptacinarbitraria al ideal de salud mental, sino un tratamiento de lo

    imposible de curar (Vaschetto, 2008, p33). sostenemosuna diferencia entre una poltica del lazo social y una polti-

    ca de resocializacin masiva. Esta ltima funciona muchas

    veces como control social, como adaptacin del paciente

    a un ideal de salud estndar () Lejos de hacer existir el

    discurso en la psicosis, se tratar de pensar qu posibilita

    hacer lazo con otros o con el Otro (Alcuaz, 2009, p199).

    Conclusin

    Es un grupo?, es un grupo teraputico? Es un dispo-sitivo de lazo social?, o es tan slo un grupo de pacien-tes crnicos? Seguramente, los efectos de este encuentrosemanal produzcan efectos teraputicos; lo importante esque an trabajando como profesionales de la salud mentalen una institucin de salud pblica no nos veamos com-pelidos a trabajar desde lo teraputico homogneo y uni-versalizante. Ms que de un furor teraputico, se trata decmo ellos ensean que la psicosis puede integrarse en

    un discurso, que como semblante les permite sostenersey producir lazo social. Entonces, es un dispositivo dellazo social? Ellos definen un reglamento, del cual se hanapropiado, como un discurso ordenador. Funciona slo enpresencia de Otros que cumplen la funcin de vaco queda lugar a la palabra de cada sujeto. Palabra que armacadena (contrastando con la denominada cadena rota pro-pia de la psicosis). Verificamos un primer pasaje del mon-logo que no arma cadena, a lo comn homogeneizante:la medicacin; un segundo pasaje al discurso que ellosdefinen y que los define: el reglamento; y apostamos a untercer pasaje: aquel que pueda capitalizar las singularida-des producidas.

    Creemos que los pacientes nos ensean cmo la psicosispuede agruparse, en palabras de L: crecer en la terapiaindividual tiene el ritmo de cada uno, en cambio en el gr upo

    otros te hacen dar cuenta. Ac las historias se van entre-

    mezclando. Te obliga a pensar Es como cuando cuentan

    un chiste, si no lo escuchs te lo perds, te obliga a prestar

    atencin.

    NOTAS

    1. Tambin creemos indispensable preguntarnospor los efectos del dispositivo grupal en cada casosingular, dado que en todo abordaje colectivo, susefectos deben verificarse entre lo mltiple y el uno poruno. (Vaschetto, 2008, p 37). Dejamos esta temticapara una prxima investigacin.

    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    Alcuaz, C. (2009). De la urgencia al lazo social. EnSotelo, I. (comp). Perspectivas de la clnica de laurgencia (p. 193-199). Buenos Aires: Grama edicio-nes.

    Club de Juegos

    04

    CLEPIOS, REVISTA DE PROFESIONALES EN FORMACIN EN SALUD MENTAL 2011 - VOLMEN XVII - N 2: 63-66

    Ma. Beln Espnola

    Psicloga. Residente de cuarto ao enSalud Mental. Hospital Elizalde.Perodo 2011-2012

    Luciana Grande

    Psicloga. Ex-residente Hospital Elizalde.

    Perodo 2006-2010

    Marcos Hemmingsen

    Psiclogo. Acompaante TeraputicoHospital Tobar Garca. Perodo 2008-2010

    Andrea Rodrguez

    Psicloga. Ex-residente y jefa de residentesdel Hospital Tobar Garca.Perodo 2006-2011

    Foto: Julia Vallejo

    RESUMEN :: En el presente trabajo intentamos transmitir nuestra experiencia en un dispositivo que denominamos Club de

    Juegos, dispositivo que tiene lugar en una sala de internacin psiquitrica de nios pequeos en un Hospital monovalente

    Infanto-Juvenil. Nuestra labor en el Club se sostiene en la intencin de habilitar una escena de infancia all donde esta posibilidad

    fue puesta en cuestin una y otra vez. Entendemos que la mirada que se tiene de un nio produce efectos en su constitucin

    subjetiva. Se trata de realizar una lectura de una singularidad para intervenir sobre un goce que se torna insoportable, para

    acompaar el encuentro de otros modos de respuestas posibles, y hacer de lo necesario, contingencia.

    PALABRAS CLAVE :: Infancia - Dispositivo - Juego - Internacin

    GAMES CLUB

    ABSTRACT :: In this work we try to share our experience in what we call Games Club in the psychiatric inpatient ward for youngchildren in a monovalent childrens hospital. Our work in the Club intends to create a scene of childhood since this possibility was

    questioned many times before. We understand that the way a child is looked at produces effects on their subjective constitution.

    The intention is to create a singular reading so as to intervene on the jouissance(enjoyment) that becomes unbearable, to accom-

    pany the encounter of other possible ways of responding and to make the necessary a contingency.

    KEY WORDS :: Childhood - Dispositif - Games - InpatientBaker, P (1999). The voice inside. En http://www.sin-dominio.net/versus/paginas/actividades/Textos_jor/text/Baker.htm

    Lacan, J. (1972). El atolondradicho. En Escansin 1.Buenos Aires: Paids.

    Miller, J.A. (2005): La invencin del delirio. En Miller,J.A. y otros. El saber delirante (p 81-98). BuenosAires: Paids.

    Rivas, E. (2006). Pensar la psicosis. El trato con ladisidencia psictica o el dilogo con el psictico disi-dente. Buenos Aires: Grama Ediciones.

    Sotelo, I. (2007). Clnica de la urgencia. Buenos Aires:JCE Ediciones.

    Vaschetto, E. (comp) (2008). Psicosis actuales.Buenos Aires: Grama Ediciones.

    Vaschetto, E. y Faran, J. (2008). Del no grupo alresiduo singular. A tres aos de una experienciaindita con pacientes refractarios. En Miller, J.A.;Carofile, A.; Furman, M.; Luka, A.; Scheinkestel, A.;Skiadaressis, R. y Yellati, N. Psiquiatra y psicoan-lisis II: Perversoso, psicpatas, antisociales, caracte-rpatas, canallas(p. 247-252). Buenos Aires: GramaEdiciones.

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    CLEPIOS 64 CLEPIOS 65

    >

    Emprender unrecorrido partiendo de unnombre ha sidola idea inicial en el armado de un dispositivo que an hoyse contina delimitando. Trabajo que se sostiene en su fir-

    me intencin de habilitar una escena de infancia all dondeesta posibilidad, que podra suponerse obvia, fue puestaen cuestin una y otra vez. Entendemos que la mirada que

    se tiene de un nio produce efectos en su constitucin sub-jetiva. Que la posibilidad de pasar por la niez y de jugar,no van de suyo. Instalar un espacio para leer infancia, dibu-

    jarla, escribirla e inscribirla, motoriza el trabajo.

    Ideas iniciales que se ponen en juego tambin hoy, en la

    tarea de escribir, leer y dar a escuchar una apuesta queparte de una nominacin y, con ella, de la instalacin deuna escena ficcional. La idea de un club remite al barrio,

    lugar de pertenencia, y al estar con otros bajo una a-filia-

    cin. Sean ustedes bienvenidos al Club de Juegos

    No sabr desatarme los zapatos y dejar que la ciudad

    me muerda los pies,

    no me emborrachar bajo los puentes, no cometer faltas

    de estilo.

    (El nio bueno. Julio Cortzar.)

    El barrio

    Una sala de internacin psiquitrica de nios pequeosen un Hospital monovalente Infanto-Juvenil. Paradjica

    denominacin que alude al rango etario de los chicos queall permanecen, pero que se pone en cuestin al tomar encuenta la presentacin de estos chicos; cuesta suponer de

    antemano que por tener menos de 12 aos alguien est enla escena de la infancia.

    El marco de la escena de infancia requiere de algn Otro

    que lo habilite, que sancione una escena ficcional comolugar posible para un nio singular. Lugar que en muchosde estos nios ha quedado vacante o ha sido de algunamanera retomado por instituciones que por sus propias

    dificultades, carencias y lgicas, operan desde lugaresannimos, donde cada vez ms la lgica es la de lo quecircula sin anclarse, dnde cada quin debe representarse

    a s mismo. Lo que no ancla, no hace referencia, no sedetiene, alude a un movimiento sin direccin ni lugares dedescanso. Movimiento que las ms de las veces es actua-

    do en el propio cuerpo, al modo de un desborde que nopermite detenerse, cuidarse ni ubicar el lmite del cuerpodel otro.

    La internacin aparece, cuando opera en su carcter deintervencin, como un corte sincrnico en un devenir insti-tucional, que generalmente no arma recorrido en tanto nohay nadie que lea algo en ese camino, que historice o nom-bre, marcando diferencias y momentos.

    Nios que muchas veces ponen en cuestin nuestros pro-pios ideales de tratamiento y nuestros ideales de disposi-tivos. Nios que nos encontramos en algn momento conel afn de hacer ingresar por una puerta a nuestra medida.Lugar de lo in-domesticado, de nios que rompen con losms nobles ideales culturales e institucionales.

    Sin embargo, el trabajo pudo trasmitirnos que no se tratabade domesticar para comulgar con ellos, sino que, cuandoexiste un padecimiento que justifique nuestra intervencin,

    se tratar de realizar una lectura de una singularidad para

    intervenir sobre un goce que se torna insoportable, paraacompaar el encuentro de otros modos de respuestasposibles, y hacer de lo necesario, contingencia. Promovermodos de encuentro distintos pese a estar advertidos queaquello no es una tarea sencilla.

    La fundacin

    Cmo armar algo de la escena de juego, all donde loinfantil est expulsado? Con esta interrogacin comomotor, nos dispusimos a instalar un Club dentro de unbarrio con estas caractersticas, aproximndonos conmuchas dudas, pero con una certeza: haba que empe-zar a hacer. Sabamos que nuestra intencin era crear unespacio, abrir un tiempo, dentro de ese barrio, donde esos

    nios pequeos fueran mirados como tales por aquellascosas que definen a la niez, y no slo por su edad crono-lgica.E ir viendo que produce esta apuesta, el esperar-los en ese lugar. Esperndolos una vez por semana, a lamisma hora, en el mismo lugar. Apuesta que apunta, unay otra vez, a equivocar en el desborde escenas de juego.Entusiasmo e ilusin en el jugar que en un principio estofertado por nosotros, y que paulatinamente comienza a

    sorprender, a generar risa, a dejar lo raro y loco de nuestrolado, a contagiarse e invitar a habilitar alguna ficcin.

    Tambin nos preguntbamos sobre los requisitos paraafiliarse al Club, y decidimos que el espacio iba a ser ofer-

    tado cada semana, in situ, yendo a donde ellos estn, ala sala de internacin, con enfermeros, familiares, acom-paantes teraputicos y el final de la merienda. Una pro-puesta en la que cada uno iba a poder afiliarse vez por vezsi as lo dispona.

    La bandera y las credenciales, marcan un territorio, deli-mitan un espacio. Cada vez que llegamos, colgamos una

    bandera con la inscripcin Club de Juegos, y de vez encuando, renovamos las credenciales de a-filiacin connombres, edades y juego favorito. Un libro, a modo de

    acta, acompaa el espacio inaugural donde escribimos:quienes estamos, quienes no estn por que se fueron dealta o estn en un permiso de salida, a qu jugamos, que

    juego debi detenerse y por qu y qu haremos la vezprxima. Encuadre que nos incluye y nos atraviesa a todos.Que intenta delimitar lo que haremos, cmo lo haremos, y

    que en algunos momentos permite establecer un de estamanera no. As no porque hay otros, porque nos da miedo,porque yo as no s jugar. Intervenir desde la propia falta

    establece un estatuto distinto para esos No, que intentanno tomar la forma especular de la prohibicin que promue-ve el desafo - desafos y ropajes que en muchos de estos

    nios han sido su modo de enfrentar las condiciones deldesamparo- remitindonos en cambio a algn lmite y lega-lidad del espacio que nos implica a todos en el estar con

    otros. Trabajo sobre la posibilidad de hacer lazo y apuestaa los efectos de que opere un no todo est permitido. Losnios son invitados a consentir un trabajo que implica lmi-

    tes. Postergacin de la satisfaccin inmediata, su r enunciacomo una operacin que implica una puesta en juego de losimblico y la cultura, en nios que tal vez fueron por suscoordenadas vitales eximidos de la prohibicin. Posibilidad

    de parar para hacer con el otro. Posibilidad de tener algoque no se quiere perder.

    En este recorrido resulta necesario detenerse en el arma-do de alguna escena que se repite sin desplegarse, esce-

    na que no obstante ya opera como marco. Operacin degenerar un espacio cada vez, articulado al anterior y alque vendr. Funcin primordial y primaria de generar un

    Continuar

    Dale que yo era

    El primer encuentro. Algunas ideas y planificacin de activi-dades. El ingreso a la sala y la transmisin de la propuesta.Un primer juego ser recortado a posteriori. Comenzamos

    en ronda a presentarnos. No todos conocen el nombre delotro. Algunos de ellos comienzan por turnos a jugar a ver sise acordaban los nombres que se iban diciendo. Los repa-

    san una y otra vez, con aplausos finales.

    Durante aquel recibimiento M se nos acerca queriendo

    quitarnos la caja que llevbamos con materiales. Rompeproducciones de otros y propias. En el segundo encuentrorepite algo de esta escena. Lo sorprendemos cubrindo-

    nos con la tapa de la caja al modo de escudo. Decimos que

    nos da miedo. Unos a otros nos vamos sumando a esta

    iniciativa. M se re. Comienza a insinuar en vez de hacer,

    buscando nuestra respuesta una y otra vez.

    En una primera etapa, los materiales son puestos en jue-

    go, deviniendo juguetes en un recorrido. La construccin

    es parte fundamental en la progresiva sumatoria de ele-

    mentos a la caja del Club. Aviones de papel con los que

    probamos tcnicas de armado y hacemos carreras, tteresy disfraces. Elementos que construimos, usamos, guarda-

    mos y retomamos.

    Paralelamente, nos vamos encontrando con ciertas dificul-

    tades que obturan la posibilidad de juego: modos de inte-

    raccin con otros en los que quedan expuestos los cuerpos

    ante un movimiento incansable, que muchas veces des-borda y enloquece (no slo a los chicos). Nuestra propues-

    ta fue entonces hagamos disfraces. Cada uno construira

    su propio superhroe. Capas de papel crepe, brazaletes y

    mscaras de cartulina, estrellas y dibujos en las capas. Un

    relato que intenta acompaar esta construccin creando

    poderes, nombrando cada elemento y recortando rasgos

    de cada personaje. Y con cada nio ponindose en juego.

    G vistiendo el atuendo construdo decide ponerse un nom-

    bre. Recorta un rasgo propio por el que es muy conocido y

    dice que l ser: RUBIOMAN. Los personajes comienzan

    a interactuar. Las luchas ponen a jugar el contacto con el

    cuerpo del otro. Intervenimos sealando que la lucha entre

    Titanes es tanto ms exitosa cuanto ms logra simular los

    golpes, sumando la voz a cada movimiento y su interpreta-

    cin. Comenzamos a luchar como Titanes entre nosotros.

    Risas y apropiacin de la propuesta. En el cierre de la acti-vidad la decisin de fotografiarnos grupalmente vestidos

    y en pose de superhroes. Fotografas que constituyeron

    un mural para la sala. Mural que frecuentemente es vuel-

    to a ver por quienes hace ms tiempo permanecen en el

    hospital, recordando nombres de quienes estuvieron en la

    actividad. Construyendo una lnea en el tiempo que pone a

    jugar ausencias y presencias.

    S realiza frecuentemente un quejido que sin llegar a serllanto insiste durante el espacio, dejndose progresivamen-

    te caer al piso. Nos sumamos a su propuesta equivocando

    el quejido en sonidos distintos, imitando pero matizando,

    buscando por toda la sala de dnde proviene, sealando

    la presencia de un beb que no sabamos que estaba. S

    se re y comienza a dirigir sus vocalizaciones, las cuales

    una y otra vez no entendemos, convocndola a que nos

    diga qu le sucede. Durante una actividad de dibujo en laque los chicos compartan la mesa, S comienza a quejar-

    se. G desde la otra punta le dice: Ac se viene a jugar no

    a llorar. S calla y contina dibujando, pidiendo el lpiz que

    necesitaba.

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    CADVER EXQUISITO

    Concepciones acerca de lo grupal

    CLEPIOS, REVISTA DE PROFESIONALES EN FORMACIN EN SALUD MENTAL 2011 - VOLMEN XVII - N 2: 67-71

    Para este nmero de la revista Clepios, los profesionales en formacin de todo el pas

    han elegido como tema para la revista los abordajes grupales en Salud Mental. Par-

    tiendo de esta sincera inquietud que muchos compartimos, y de la sensacin de un

    cierto desconocimiento, que otros tambin compartirn acerca del trabajo con este tipo

    de abordajes, decidimos convocar para esta seccin de la revista a diversos referentes

    que puedan compartir sus experiencias, sus miradas, sus aportes en torno a esta moda-

    lidad de trabajo.

    Describira su lugar de trabajo en relacin a esta temtica?

    Cules son sus concepciones acerca de lo grupal?

    Qu efectos o aportes observa en el equipo asistencial al trabajar con esta modalidad?

    Y en los usuarios?

    Cmo piensa la conformacin de un grupo? Y la duracin y terminacin de los trata-

    mientos?

    01 Alejandro Vainer02 Emilio Vaschetto03 Marcela Amenta04 Daniel Izrailit

    Foto: Diego Israelit

    T desliza con fuerza una tapita de yogurth algo filosasobre su mueca. Uno de nosotros, toma otra tapita igualy comienza a hacer lo mismo, preguntndole a que est

    jugando. T abandona lo que estaba haciendo. Luego se tre-pa a la reja que separa su sala de otra, y mientras uno delos chicos dice que T se quiere escapar, nosotros le retru-

    camos que creemos que est jugando al Hombre Araa. T,con cierto enojo, baja desalentado.

    N se mueve sin parar. Entra y sale. Camina, toma la manode los adultos que encuentra y los arrastra. Inicia activida-des que a los pocos minutos abandona. Entra y sale del

    bao, se moja. Sin circuito va y viene. N toma a uno denosotros de la mano. Lo lleva tras l sin esperarlo. Quien loacompaa le seala que se est mareando, que no entien-

    de que hay qu hacer. N no se detiene, camina realizando

    un movimiento con todo su cuerpo, brazos, manos y cabe-za. Una lectura lo sorprende: Ah! ya entend ests bai-

    lando a lo que se suma la imitacin. Los adultos en la salase ren de lo exagerado del movimiento. N se sorprende ycomienza a imitarse a s mismo pero en el lugar, bailando.

    B tiene una idea, jugar al colectivo. Un chofer y un pasajero

    tomados por los hombros comienzan a desplazarse en uncircuito por el patio y la sala. Nos sumamos a la iniciati-va. Los pasajeros van subiendo al colectivo, esperan en la

    parada, sacan boleto, quieren bajar. Se comienza a usar elespacio. Alguien maneja un semforo imaginario marcan-do los colores con la voz. El colectivo avanza, se detiene,

    frena de golpe, pasa por entre las hamacas, por debajodel tobogn, desafiando con risas la agilidad de los adul-tos. El colectivo deviene tren, avin, establece destinos,

    lugares visitados por ellos, ancdotas que van relatandomientras avanza. Pasa por cada r incn de la sala, e invita alos enfermeros a subirse. Arma recorridos que se transitanrepetidamente. Se detiene al llegar al destino al anuncio

    del chofer: Terminal de Pehuaj.

    Y en este recorrido, que ellos iban demarcando, en eltranscurrir con ellos, una misma propuesta se fue diversi-ficando en mltiples espacios, dando paso a una escena

    que implica otras simultneas; varios juegos en paraleloque confluyen por momentos, aunque sea en el momentoinicial y en el final, estableciendo una continuidad y una

    conexin entre los juegos a travs de nuestro relato.

    Entonces, ya no se trataba de una misma actividad para

    todos los chicos, sino de ampliar las propuestas, intentan-do seguir a cada chico en su juego, sin perder de vista suinclusin en una escena compartida.

    Tambin empezamos a escuchar y darles lugar a los

    adultos presentes en la sala, padres, abuelos, enferme-

    ros. Alojar su mirada, su lectura de esas infancias, para

    ir interviniendo de a poco con ellos, invitndolos a produ-cir materiales de juego, y generando luego un espacio deintercambio donde los grandes sorprenden a los chicos

    ofrecindoles sus producciones, generando la posibilidadde ilusin, reubicando una forma de interaccin novedosaentre nios y adultos.

    El Club continua su temporada, renueva socios, suma pro-puestas

    Jugar, pero no de cualquier modo. Jugar a encontrar a

    cada quin. Jugar diciendo que No. No jugar porque si,sino jugar para el otro. Esa es nuestra parte del juego.

    Mdicos Psiquiatras

    Centro Privadode Psicoterapias

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    Herramientas grupales en Salud Mental

    I-Nuestras concepciones son inseparables de nuestras expe-riencias. Nuestras prcticas e ideas se van moldeando dialc-ticamente. La materialidad de nuestras teoras se cocinan ennuestros cuerpos a lo largo de nuestra vida.

    II-Mis ganas de aprender y armar grupos (y no slo teraputi-cos) atravesaron mi residencia. Salvo algn curso de primerao de la RISaM, no haba intenciones de que aprendira-mos ni trabajramos con grupos, algo que sigue ocurriendoen la mayora de las residencias. La formacin y supervisines necesaria para poder sostener cualquier dispositivo. Y esofue y es imprescindible para llevarlos adelante. Ms adelante,la experiencia de ser jefe de residentes me llev a ver cmolos dispositivos grupales atraviesan nuestro campo, muchoms all de coordinar grupos teraputicos y talleres con pa-cientes. Concluida la residencia continu con el trabajo clnicocon grupos teraputicos y a la vez con diversos dispositivosgrupales con residentes y concurrentes, sean cursos, talleresy supervisiones. El dispositivo de trabajo con jefes de residen-tes que realizamos con Claudia Greco permiti conceptualizarcmo lo grupal atraviesa el campo de Salud Mental.1Esto lle-v a diferenciar distintas clases de herramientas grupales enSalud Mental. Por un lado, aquellas que son explcitas, comotodo trabajo grupal con pacientes (desde los grupos terapu-ticos a distintas clases de talleres, para mencionar slo dosdispositivos). Por otro lado, las herramientas implcitas, queincluyen los dispositivos grupales invisibilizados: los equiposde trabajo, la coordinacin, los distintos espacios grupales deformacin y supervisin, etc. Estos no son vistos como dispo-sitivos grupales en los que hay que formarse y supervisar parapoder trabajar. Se naturalizan y se supone que se puede ser

    jefe de residentes, jefe de servicio, docente, supervisor grupal,sin nunca haberse formado ni supervisado dichos dispositivosgrupales. Lamentablemente esto mismo sucede con los dife-rentes dispositivos grupales explcitos: pocas veces se tomancon el mismo rigor que los abordajes individuales: o sea, concursos, lecturas y supervisin de los mismos.El final del camino es lgico. Si navegamos a la deriva porlas turbulentas aguas de la grupalidad, podemos terminar conaburrimiento, descrdito o en algn naufragio. Y luego se acu-sa a los dispositivos grupales de lo que fue encarar un viajea ciegas.

    III-Nuestra concepcin de subjetividad es el marco para consi-derar los dispositivos grupales en Salud Mental. No hablamosde lo mismo cuando hablamos de subjetividad, de produccinde subjetividad, de trabajo con la subjetividad. Parto desde un

    cuerpo como subjetividad que se construye en una intersubje-tividad en el interior de una cultura. El cuerpo es el lugar de lasubjetividad y se forja en el interjuego de tres aparatos, deno-minados as porque lo fundamental es que son productores desubjetividad. El aparato orgnico, con sus leyes fsico-qumicasy de la antomo-fisiologa; el aparato psquico con las leyes delproceso primario y secundario; y el aparato cultural, regido por

    sus leyes econmicas, polticas y sociales.2Esta perspectiva,donde implica una subjetividad corporal que se constituye en laintersubjetividad, nos lleva a considerar no uno, sino mltiplesdispositivos grupales, pertinentes a cada situacin especfica.Por ejemplo, no es lo mismo un grupo teraputico en una salade internacin con pacientes agudos que un grupo de adoles-centes en un Centro de Salud. Desde mi propia perspectivapsicoanaltica son diferentes los tiempos, los encuadres y lasintervenciones en cada dispositivo. Fernando Ulloa, quien tan-to ense de abordajes grupales e institucionales desde unaperspectiva psicoanaltica, afirmaba que de lo que se trata esde teorizar nuevas prcticas ms que practicar teoras.

    IV-A lo largo de la historia se fueron creando dispositivos, tan-to para los diferentes abordajes clnicos y comunitarios comopara los trabajos en equipo, docencia y supervisin. Todosellos fueron fruto de intensos grupos de trabajo, no ilumina-ciones de mentes brillantes. As se crearon grupos terapu-ticos de diferentes orientaciones y para distintas clases depacientes y situaciones, abordajes clnicos grupales espec-ficos como las comunidades teraputicas y los hospitales deda, abordajes comunitarios, intervenciones institucionales,supervisiones grupales, herramientas para el trabajo en equi-po e institucional y la lista puede seguir. Pero mayormenteestos son desconocidos, peyorizados o desestimados por lashegemonas en Salud Mental, que reducen la complejidad denuestra subjetividad a mecanismos biolgicos o a meras de-

    terminaciones inconscientes individuales.Las posibilidades que nos brindan las herramientas grupales enSalud Mental son mltiples para nuestro trabajo cotidiano en di-versos dispositivos en una internacin breve, en un hospital deda, en trabajos comunitarios. Tambin lo son para que los equi-pos de trabajo lleguen a nuevos puertos, abran nuevas rutas ypodamos estar a la altura de los desafos de nuestra poca.Leer algunas lneas es slo un inicio del camino.Para avanzar es necesaria una experiencia de trabajo grupalque atraviese hasta los huesos la propia subjetividad. As po-dremos continuar los caminos de quienes nos precedieron,construyendo los propios.

    1- Greco, Claudia y Vainer, Alejandro, El jefe de residentes: ni dolo ni traidor. Lasupervisin de la funcin del jefe de residentes, en Clepios, una revista de residen-tes de Salud Mental, Nro. 41, octubre 2006.2- Carpintero, Enrique, Registros de lo negativo. El cuerpo como lugar del incons-ciente, el paciente lmite y los nuevos dispositivos psicoanalticos, Editorial Topa,Bs. As., 1999.

    Lic. en Psicologa. Psicoanalista. Ex Jefe de Residentes del Hospital Borda. Coordinador Generalde Topa, Revista de Psicoanlisis, Sociedad y Cultura. Coautor junto con Enrique Carpintero deLas Huellas de la Memoria. Psicoanlisis y Salud Mental en la Argentina de los 60 y 70. Tomo I yII, Ed. Topa, (2004-2005). Compilador de A la izquierda de Freud, Ed. Topa, 2009.

    [ [email protected] ]

    01 Alejandro Vainer

    lograba tener a sus integrantes al alcance de su palabra. Esto

    vale tanto para las personas que sufren, los que demandan (y

    veo aqu otra diferencia con los usuarios), como para los que

    se organizan de una manera multidisciplinaria para tratar el

    malvivir.

    4.Un colectivo se forma por un vaco que le es constitutivo,

    se funda sobre la imposibilidad del s mismo. Habitualmente

    se cree que los grupos son una suma de singularidades

    que daran por resultado una subjetividad ms amplia,

    ms abarcativa. Pero bien sabemos y en este sentido los

    trabajos de Roberto Espsito son bien ilustrativos- que una

    colectividad se constituye a partir de la interrupcin misma

    de las singularidades. Por poner un ejemplo que algunos

    de ustedes conocen: hace algunos aos en un hospital del

    conurbano donde trabaj varios aos, me decid constituir un

    grupo de pacientes llamados refractarios. Esa denominacin

    era un modo eufemstico de nombrar lo que ellos mismos

    determinaban como incurable. Lo interesante de esta

    experiencia fue entender la lgica con la que un conjunto

    de pacientes pueden ser agrupados a partir de eso mismo

    que hace a la imposibilidad de lazo social (su incurabilidad).

    Fue una experiencia extraordinaria para demostrar que hay

    una diferencia entre hacer un tratamiento y propender a

    una teraputica. El furor por curar, en perfecta sintona con

    la ideologa del mercado de la salud reinante, puede llegar a

    tener consecuencias desastrosas. Y esto tiene que ver con

    la segunda parte de su pregunta, cundo se termina un

    tratamiento?; podramos agregar: un tratamiento se terminacuando concluye el objetivo teraputico? Como Ud. ver estoy

    tratando de forzar las cosas para que entendamos que el alivio

    que puede generar cualquier teraputica digna (psicoterapias,

    psicofrmacos, abordajes comunitarios, etc.), a mi modo de

    ver, no tiene que diluir el deseo de saber sobre lo incurable

    que hay en cada uno de nosotros. Una teraputica concluye

    cuando el sujeto experimenta un alivio tal que no necesita de

    nosotros para conducirse en la vida (amar, trabajar) pero un

    tratamiento es mucho ms amplio que eso, tanto como que

    puede llegar a ser una accin simblica sobre un imposible,

    sobre algo que no tiene nombre. Hasta dnde puede llegar

    eso? La respuesta es compleja y sencilla a la vez: hasta donde

    se desee.

    1.En la actualidad me ocupo de la formacin de los residentes,

    concurrentes y diferentes grupos de profesionales que integran

    los dispositivos llamados de salud mental, en espacios

    de supervisin y el dictado de cursos en el marco de las

    instituciones de salud. Hace poco ms de dos aos que no

    realizo tarea asistencial en el mbito del hospital pblico, lugar

    donde me form como residente y atraves todas las instancias

    hasta llegar a mdico de planta. Me interesan especficamente

    estos espacios de reflexin donde se entremezclan los

    aspectos clnicos de la psicopatologa con la capacidad de

    invencin que poseen los practicantes.

    2.Decir lo grupal implica una neutralidad y a la vez describe un

    conjunto que puede llegar a ser casi infinito. Sera ms preciso

    ubicar tal o cual grupo, ya que en principio, un colectivo, una

    comunidad se define por un tipo especfico de segregacin. De

    tal manera que tenemos grupos de residentes, de concurrentes,

    de pacientes; y especficamente, de pacientes con tal o cual

    patologa o con determinadas perturbaciones del lazo social.

    3.En principio el trmino usuario no ingresa en la lista de

    concepto