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CLAUSTRUM Una investigación sobre

los fenómenos claustrof óbicos

DONALD MELTZER

Con un Apéndice de Meg Hanis Williams: "El equf voco de Macbcth. La ambigüed.ad de Shakespeare"

Colocci611 Roland ll<Jrri.T 'friur

.

P A T 1 R edltcrlel

Buenol!I Airee

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Titulo del original ingl~s : TM Ckrw.rlrim. An U.v<!Sliga1io11 o/ Claiu/rophobic Pheno~na e Copyrighl by Thc Roland Hanis Educatiooal Tnm Libraty, London, England

First published in 1992 e Copyright de la edición castellan•: SPATIA, editorial

República de la India 2985, Buenos Aires.

Tradu~ión directa del ingl~s: Claudio Bermann, Ieslis Sánchez, Crispina Sanders.

1~ edici6tt, 1994

Copyright de acuerdo a la Convención de Bcnui. La iq>roducción total o pucia! de este libro en forma identiea o modifie1d1 por cualquiet medio meclnico o elc.c:lf6nico, incluye11do fo1ocopi1, gnl>aci6ri o cualquiet Olto sistema do alm1ccnamicn1o y recuperación de inComueión, no auiori uda por los c<litolCOll, viola dcrecllol tc:SCN•dm. Cualquiet uliiinci6n debe - prcviami:ntc •olicii.d1 1 SPA TIA cdi1ori11 S.R.L., ISBN 9SG-99SS8.

Impreso en Ja Argentina • Printed in Argentina Queda hecho el depósito que previene la ley 11723

1 S B N N' 950 ·99558-S·X

.1

Indice

Parte I

Introducción

1 La visión de M. Klein sobre la identificación proyectiva

2 Revisión de publicaciones anteriores

Parte ll

3 La dimensión geogrifica del aparato mental

4 Los compartimentos de la madre interna

5 La vida en el claustrum

6 Los problemas técnicos del claustrum

Parte IlI

7 Salida del daustrum versus cambios de perspectiva de la conciencia ·

8 El papel del daustrum en la irrupción de la esquizofrenia

9 Que trata de la ubiOJidad de la identificación proyectiva

10 Sincomatología versus caracterología - Proceso psicoanalitico

11 El claustrum y la adolescencia

12 El claustrum y las perversiones/adicciones

13 Claustrum y política

Apéndice: El equívoco de Macbeth, la ambigüedad de Shakespeare, por Meg Hams Wi//tams

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Parte 1

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Introducción

Junto con escos excrementos dañinos, expulsados con odio, también son proyectadas en la madre, o dicho con más exactitud dentro de la madre, partes escindidas del yo. Estos excrementos y partes malas del sel.r no sólo intencar dañar al objeto sino también controlarlo y tomar posesión de él. En la medida en que la madre pasa a contener las partes .malas del self, no se la siente como un individuo separado sino como el se/f malo. ·

CUNotas sobre algunos mecanismos esquizoides")

El empuje del psicoanálisis se ha desplazado de forma inexorable desde una hipótesis explicativa simplificadora, asociada 1 una aspiración optimista de curar la enfermedad mental, hacia un estado de enredada descripción de los fenómenos mentales. En su vacilante esperanza de beneficiar más que dañar, ambas deno~naciones --esquizoide y mecanismo- se han alejado de nuestro uso de las expresiones: procesos de escisión y de identificación proyectiva. Ante todo, ninguno de ellos está confinado a lo que Melanie Klein llamó posición esquizo-paranoide y, en segundo lugar, pertenecen a un diferen[e nivel de abstracción en el vocabulario psicoanalítico. Los procesos de escisión son una forma de describir algo que debe suceder para dar cuenta de las fluctuaciones en la incegración del self y de los objetos. Identificación proyectiva. por otro lado, es el nombre de una fantasia implementada omnipotentemente que afecta a las relaciones entre las partes del selfy de los objetos en los mundos interno y externo.

Este libro es un intento de reunir mis experiencias clínicas sobre cómo opera la identificación proyectiva en el consultorio y, a partir de ahi, extrapolar una visión sobre su significación como fenómeno mental en el desarrollo del individuo y en la evolución de la sociedad

• Hemos preíerldo transcribir la palabra inglesa porque la traducción castellana -dsí-mismo•- ticne, como díria Bion, muchas 'penumbras de asociaciones' que pueden oscurecer el sentido que Kleln y Meltzer le dan. Hemos seguido el mismo criterio con respecto al término borderline[N. de los T.]

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2 CLAUSTRUM

en que cada persona lanto habira como, de alguna manera, ayuda a formar. Han pasado unos cuarenta años desde aquel lrabajo de Mrs. Klein, modestamente presentado, que marcó la frontera entre su temprana amplificación del modelo de la menle de Freud y Abraham y los posteriores desarrollos kleinianos y post-kleinianos. Indudable­mente, su audaz desmantelamiento del concepto de unidad mental de Freud, ha jugado un importante papel; pero, en estas décadas, el progreso se ha caracterizado, sobre todo, por la exploración de la amplia ;irea de la fenomenologia de la identificación proyectiva. El interés por los fenómenos de la identificación proyectiva, comenzan­do por mi escrito sobre la masturbación anal ha sido, con seguridad, mi primera preocupación investigadora, hasta que la teoría de Bion sobre el pensamiento y los grupos penetró, de hecho lentamente, en el trabajo clínico a comienzos de la década de los setenta. Menciono este escrito en particular porque marca mi despenar a la operación de los procesos proyectivos, no solamente con objetos externos sino, también, con los internos.

Puede resultar útil, para comenzar, que indique el alcance de este pequeño libro. No se trata de una revisión del área de trabajo que en el psicoanálisis se ha centrado sobre el concepto de identificación proyectiva. Es, mis bien, un intento de trazar la influencia de dicho concepto en mi propio trabajo clínico durante los últimos quince años. El énfasis estará, después de una recapitulaci6n de libros y escritos hasta 1988 (l.a aprehensión de Ja belleza, con Meg Harris Williams), en el resultado de las investigaciones sobre la claustrofo­bia, que es el aspecto proyectivo de la doble fenomenología de Ja identificación proyectiva. En general, las contribuciones de los investigadores sobre las evidencias de la operación en este aspecto del narcisismo se han dirigido a los fenómenos identificatorios, grandiosidad, estados depresivos psicóticos, hipocondría, estados confusionales. Por otro lado, la exploración de las perversiones y adicciones ha resaltado el aspecto de la organización narcisista consecutiva a los procesos de escisión. De forma similar, la delimi­tación de Bion de Jos grupos, de trabajo y de supuesto bisico; se amplió mis tarde con su distinción estructural entre el caparazón adaptativo o exoesqueleto de la personalidad y su núcleo o endoes­queleto, el reino de las relaciones emocionales, donde el significado es generado en la realidad psíquica. Pero el entretejido entre la mentalidad de grupo de supuesto b1sico y la base estructural de la

INTRODUCCION 3

organización narcisista no se estudió hasta A Memolrof theFuture. La elaboración del concepto de aaustrUm también se propone dar firmeza a esta conexión.

Los dos pasos en mi propia comprensión de estos conceptos, que vinieron como revelaciones, descubrimientos clínicos, fueron la identificación proyectiva con los objetos internos consecutiva a la masturbación con fantasías inconscientes• intrusivas (1975), y el reconocimiento de los aspectos compartimentados del mundo inte­rior de la figura interna materna, esbozados inicialmente en E.xplo­ración del autismo y, más tarde, aclaradas en Vtda onírica (1984) y en Metapstcologfa ampliada (1986). Confio en que será perdonada la reconocida egocentricidad de este libro. Es, después de todo, solamente un informe de un trabajo-en-progresión ya bien conocido por las personas con quienes trabajo, tanto dentro como fuera de Inglaterra.

• Aunque en los lítulos publicados anteriormente por esta editorial usamos concienlee inconciente(según uso convenido en la Argentina), dado que en este caso la traducción es española, decidimos mantener, por pedido de los traduclores, consciente e inconsciente, según uso en España (N. del E.).

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1 La visión de M. Klein sobre la identificación proyectiva

Aunque su obra anterior estaba mareada por un énfasis en lo concreto de la realidad psíquica y, por tanto, de Jos objetos incernalizados Oos elementos estructurales del Superyó) y había establecido que los mecanismos de defensa eran implementados por fantasías inconscientes no fue, hasta su publicación en 1946 sobre los mecanismos esquiioides, que Melanie Klein se embarcó en un camino que claramente distinguía su trabajo del de Freud, siguiendo una dirección ya indicada por Abraham en su •Breve estudio de la evolución de la libidoª. Aunque ella nunca abandonó Ja distinción entre los instintos de vida y de muerte, sus métodos descriptivos se alejaron cada vez mis de diferenciar entre el yo y el ello en los fenómenos clínicos, en favor de hablar del self. E.5lo se introdujo en la descripción de los procesos de escisión, en los que las partes del selfno solamente incluyen aspectos del Ello sino también partes de los objetos internos (Relato del ps1coanallsts de un ntrlo, notas de la sesión 24)

En •Notas sobre algunos mecanismos esquizoides• el esfuerzo se dirige, como sugiere su titulo, a definir los mecanismos característicos de la posición esquizo-paranoide, por lo tanto de la primera parte del primer año de vida postnatal y, consecuentemente, la fuente de los puntos de fijación, según su punto de vista, pára las psicosis: es decir, esquizofrenias, paranoia y estados maniaco-depresivos. •Los temores persecutorios que surgen de los impulsos oral-s1dicos del niño de robar del cuerpo de la madre sus contenidos buenos, y de los impulsos sádico-anales de colocar dentro de ella sus excrementos (incluyendo el deseo de entrar en su cuerpo para poder controlarla desde adentro), son de gran importancia para el desarrollo de la

· paranoia y de la esquizofrenia". (Obras completas, III, p. 254) Debe recordarse que. por esa época, ella consideraba como

pasivos los procesos de escisión mis tempranos. •Parece estar de acuerdo con la falta de cohesión el que bajo la presión de esta amenaza [es decir, de la ansiedad de ser destruído desde dentro}, el yo tiende a hacerse pedazos" (0.C., p. 257) La disociación activa fue vista, probablemente, en un desarrollo posterior. También es impar-

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tante su opinión de que el self y los objetos, caen en pedazos o son escindidos activamente, a un tiempo. "Creo que el yo es incapaz de escindir al objeto -interno y externo- sin que tenga lugar una escisión correspondiente en el yo" (O.C., p. 258). Ella no parece considerar la situación correspondiente: ¿puede el yo escindirse sin escindir a sus objetos? En sus descripciones, "yo~ y •self se alternan al comienzo, indinándose gradualmente a preferir Mescisión del self cuando explica su punto de vista sobre la significación de estos conceptos del narcisismo. "En la medida en que la madre pasa a contener las partes malas del seljno se la siente como un ser separado sino como el se!fmalo (0.C, p. 260). E.ste cambio en la visión del narcisismo desde una modalidad del tipo "vicisitudes de los instintos" a otra "estructural", luego llamada "organización narcisista" por Rosenfeld, caracteriza las descripciones de Melanie Klein a partir de esa época. Se consideró que esta misma consecuencia narcisista era el resultado de la •excesiva" escisión y proyección de partes buenas del , selj "Se siente que- han sido perdidas partes buehas de la personalidad y, de esta forma, la madre se convierte en el yo-ideal" (distinción que no recuerdo que ella utilizara posteriormente¡ quizá se refeiía a la primera utilización de Freud del ideal del yo). Estas fueron las primeras descripciones de una identificación narcisista. Lo que se quería decir con un término cuantitativo como el de "excesiva", es enigmático. Parece, sobre todo, que quiere decir agresiva, aunque no necesariamente destructiva. Sin embargo, la cuestión global de estructura está un poco confusa en esa época por la adhesión de Mrs. Klein a la idea de Paula Heimann del yo como "incapaz de asimilar a sus objetos internos".

La visión de Melanie Klein sobre la identificación proyectiva en "Notas ... " está muy poco aclarada en su lrabajo "Sobre la identifica­ción" (1955), puesto que la implicación de que esta fantasía opera exclusivamente con los objetos externos es algo equívoca debido a la incertidumbre de si los acontecimientos en los tres días previos a la muerte de Fabián sucedieron en el mundo externo o en un sueño de su delirio terminal debido a su enfermedad cardíaca. De hecho, muy poco más se dice sobre este fenómeno (sólo hay una pequeña mención en Ewtdiaygratttud, 1957) hasta las notas en el Relato ... (publicado después de su muerte). Su fenomenología clínica está únicamente sugerida; la clausttofobia está vista sólo desde la perspectiva de sentirse aprisionado en el interior de la personalidad

LA VISION DE M. KLEIN SOBRE LA IDENTIFI~ACION PROYECITV A 7

del objeto de la identificación proyectiva, mientraS que la relevancia de los mecanismos esquizoides para las psicosis se describen, principalmente, desde los puntos de vista de la integración· desintegración y de la regresión a la posición esquizo-paranoide.

Incluso las notas del Relato ... dan un pobre rendimiento en relación al acrecentamiento de significado clinico de este concepto. Claramente hacia finales de los cincuenta, cuando estaba escribiendo el Relato ... , había modificado su visión de la identificación proyectiva como mecanismo psicótico:

Richard en esta misma hora había expresado ya, medlante el dibujo de la estrella de mar-imperio, la internalización voraz de la madre, de mí y de todo el mundo. Ahora, el borde rojo representa un proceso de identificación proyectiva. La parte voraz de si mismo -la estrella de mar- ha invadido a la madre, y su ansiedad, sentimientos de culpa y compasión, se refieren al sufrimiento de ésta, motivado tanto por la intrusión en ella como por el padre malo que la controla y la mata desde dentro. En mi opinión, los procesos de identificaci6n proyectiva y de internali· zación son complementarios y operan desde el comienzo de la vida postnatal, determinando de una manera vital las relaciones de objeto. Se puede percibir que la madre ha sido incorporada con todos sus objetos internalizados; a su vez, el sujeto que ha entrado en la otra persona puede sentir que ha llevado consigo sus ob)etos (y las relaciones que tiene con ellos). La exploración posterior de las vicisitudes de las relaciones de objeto internalizadas, que se encuentran en cada etapa relacionadas con los procesos proyec­tivos podría, a mi parecer, esclarecer el proceso del desarrollo de la personalidad y de las relaciones objetales. (Relato ... , p. 118.)

Lo que se entiende por "complementariosn ha sido aclarado en una nota posterior: "E.sta disminución de la violencia de la identifica­ción proyectiva implica a su vez la disminución de los mecanismos y defensas paranoides y esquizoides y la adquisición de una mayor capacidad para elaborar la posición depresiva" (nota a la sesión 51, p. 248 del Relato ... ). Y "Éste es un ejemplo (i.e. dibujo 49, el águila imperial que Richard moslraba con su chaqueta tapándose las orejas y dejando ver únicamente su cara) de identificación proyectiva que

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es rápidamente seguida y posiblemente simultánea con la internali­zación del objeto" (nota a la sesión 56. Relato ... , p. 2m.

Decir que la identificación proyectiva y la intemalización son "complementarias", la una "seguida rápidamente" por la otra, quizás incluso •simultáneamente", parece dirigirse a paso finne hacia un reconocimiento de la invasión de los objetos internos, esto es, que ya están internalizados, pero aún queda algo de camino. Lo insinúa más tarde cuando conecta el proceso de la identificación proyectiva con la masturbación: ~Temores sobre el interior del cuerpo de su madre, en particular la lucha con el pene del padre dentro de la madre y en su vagina, en relación con la masturbación, habían aparecido como una secuela al análisis de una intensa persecución interna" (nota a la sesión 34. Relato ... , p. 168). Por supuesto, el análisis fue llevado a cabo en 1940 y su trabajo dínico aún no reflejaba un concepto de la identificación proyectiva ya totalmente formado. También, en las notas, Klein se opone generalmente a refonnular el material de acuerdo con sus puntos de vista posteriores. Pero está claro que las manifestaciones de ansiedades claustrofóbicas relacio.. nadas con Ja sala de juegos o cuando Richard iba a su residencia para algunas sesiones, no las había visto como evidencias de la actividad de la identificación proyectiva.

Por otro lado, las notas del Relato ... amplían y aclaran los puntos d_e vista de Melanie Klein acerca del efecto que sobre el desarrollo de la personalidad y las relaciones de objeto tiene la identificación proyectiva de las partes buenas del selj

"Diría que un objeto firmemente establecido, que implica un amor por él también instalado con seguridad, proporciona al yo una sensación de riqueza y abundancia que permite un rebosa­miento de libido y una proyección de partes buenas del selfen el mundo exterior, sin que despierte un sentimiento de vaciamiento. El yo puede entonces sentir que es capaz de retroinyectar el amor que ha repartido, asi como de incorporar bondad de otras fuentes y, de ese modo, enriquecerse con todo el proceso~ (uSobre la identificación~, p. 150, 0.C. III)

Este circuito benigno de identificación proyectiva y retroinyec­ci6n parece estar conectado, desde su punto de vista, con "la disminución de poderQ del objeto parcial combinado del pecho y el

LA VISIONDEM. KLElN SOBRELAIDENTIFICAClONPROYECI'IVA 9

pene del padre (nota a la sesión 85) y una ~mayor confianza en la bondad de la pareja combinada• (noca a la sesión 91). No esti daro si ella cree que esta mejoría fue originada por el abandono de las panes malas proyectadas o por una disminución de la envidia por experiencias buenas o por la clarificación de la e.sciSión e idealización del se!fy de Jos objetos. Su trabajo clínico sugiere las tres.

Finalmente, M. Klein expresa algunos puntos de vista sobre las formas en que la excesiva disociación e identificación proyectiva llevan a una indiscriminada introyección y a una falta de integración en el se/j. ~La introyección indiscriminada de diversas figuras es, en mi opinión, complementaria con la fuef'2'.a de Ja identificación proyectiva que lleva al sentimiento de que esas partes del selfestán diseminadas -sentimiento que a su vez refuerza tales identifk:acio.. nes indiscriminadas-" (notas a la sesión 79). El material clínico sugiere que tiene tn metztelos procesos de participación grupal y, por lo tanto, del fenómeno adolescente.

En estas notas del Relato ... no se indina a unir los hallazgos teóricos con las categorías de la psicopatología encontradas en pacientes adultos. Pero, sin embargo, hay indicaciones de que considera que la identificación proyectiva juega un papel en la

. homosexualidad masculina, en la promiscuidad y en los celos · paranoides. En vida de ella, fueron muchas las contribuciones de otros autores para descubrir las implicaciones dínicas de la operación de identificación proyectiva en los estados depresivos y maniaCos, en la hipocondría, en los estados confusionales y en las enfermedades esquizofrénicas (Sega!, Roselfeld, Bion y otros). El papel de la identificación proyectiva en los procesos de comunicación llegó a ser un punto central en Jos trabajos de los años siguientes, particularmen­te en los de Bion, Betty Joseph, Money-Kyrle y otros. Todos ellos pertenecen directamente al bagaje del modelo k1einiano de la mente. Lo que sigue en los próximos capítulos d.ebe, probablemente, ser considerado como parte del modelo postkleiniano, en el sentido de que parece ir mucho más allá de lo que Melanie Klein implieó en su fonnulación y en su uso del concepto de identificación proyectiva e, induso, es posible que no entre dentro de lo que ella hubier~ aceptado.

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2 Revisión de publicaciones anteriores

Dado que el propósiLo de este libro es reunir mis experiencias e ideas tempranas sobre la identificación proyectiva, diseminadas en varias publicaciones, y también corregirlas y ampliarlas cori mis enfoques actuales, como fundamento para explorar algunas de las extensas implicaciones sociales y políticas de este mecanismo mental, pienso primeramente revisar aquí aquellas exposiciones. Pero, al hacerlo, encuentro que lodo lo que he escrito en los ú!· i:11ns tr1·in1a años está atravesado con informes acerca de cs\c fenómeno. La única opción es escoger solamente las publicaciones más importantes, en ordcn.cron9lógico, abstrayéndolas de las ideas en desarrollo.

Más :iun, haciendo una excepción, he pr~ferido presenlar nueva­menle en forma completa el trabajo sobre «ta maslurbación anal y su relación con la identificación proyccliva". Represenla el primero de los descubrimientos clínicos que me sorprendieron y, en segundo lu­gar, es cierlamenle el punto de apoyo para todos los desarrollos posteriores de mi pensamiento al respecto. Como preámbulo, puedo

·decir que no me hada feliz el trabajo de il1elanie Klein ~Sobre la iden­tificación" y, durante varios años, no sabía por qué. Me parecía c¡ue, dejando de lado el deseo de ser ambiguo del autor de la novela, no había ninguna necesidad de serlo psicoanalíticamcnte. Claramente, así como el Pincher Martin de Golding, Ja historia de Fabián repre­senta el sueño de un agonizante. Los acontcciinientos se desarrollan, en primer término, en el mundo interno y no en el exlerno. Sólo cuan­do escribí este trabajo, en 1966, pude descubrir la verdadera razón de mi insatisfacción: la tendencia de K\ein, en aquel trabajo, a continuar tratando a la identificación proyectiva como un mecanismo psicótico y que operaba primaria o exclusivamente con Jos objetos externos.

LA REU.OóN ENTRE U MAS11JRBACIÓN ANAL Y !A IDENTIFICACJÓN PROYECll'/¡1.•

Introducción Cuando Frcud (1918) intentó relacionar algunos rasgos de carác-

• Leído en el XXIV Congreso Psicoanalítico Internacional, AmsLerdam, 1965. Publicado en el lnt.j. of Psycbo-AnaL, 1966, XLVII, 2-3.

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12 CLAUSIB.U!-.1

ter del ~hombre de los lobos" con los sínlomas intestinales que pre­sentaba, se vio obligado a llegar a Ja conclusión de que, previas a Ja teoría de Ja femineidad basada en el complejo de castración, cxistlan una teoría anal de la femineidad y una ~identificación" con la meno­rragia de Ja madre. I-fasta que Melanie Klein formuló el concepto de ~identificación proyectiva", se suponía que tal proceso sólo podía ser el resultado de una introyccción. En su descripción original (1946, p. 262)• de Ja identificación proyectiva, Klein señaló su estrecha vinculación con los procesos anales, pero en ninguna otra parte de su obra escrita se ha referido más explícitamente a esta conexión.

Además, Ja contribución de la analidad a la formación del carácter, tal como Ja estudiaron Freud (1908, 1917), Abraham (1921), Janes (1913, 1918), l·Ieimann (1%2) y otros, siempre se ha formulado en términos de las consecuencias que sobre Ja estructura del carácter tiene Ja llamada "sublimaciónH de las fantasias anales habiéndose acentuado, por un lado, la sobrevaloración narcisista de las heces y, por otro, los efectos que sobre la relación de objeto tiene la lucha por la educación de los esfinteres. Este trabajo se propone demostrar la contribución a Ja formación del carácter de tres factores compleja­mente interrelacionados y combinados, a saber: la valoración narci­sista de las heces, las confusiones en torno a la zona anal (en especial las confusiones ano-vagina y pene-heces) y el aspecto identificatorio en los hábitos y fantasías anales basados en Ja identificación proyectiva. Al estudiar este problema en relación con el proceso analftico, en estrecha colaboración con varios colegas, también me Vi obligado a reconocer que Ja masturbación anal es un hábito mucho más extendido de lo que la literatura analítica, hasta la fecha, parece indicar. Freud (1905-1917) reconoció su presencia en los niños que utilizan los dedos y la materia fecal como objeto masturbatorio. Sin embargo, el estudio de Spitz (1949) sobre el juego fecal y sus conclusiones, basadas en observaciones y no en da tos analíticos, han proclamado Ja existencia de severa patología, que nuestra labor no corrobora.

A los fines de una mejor prescnt~ción y, en parce, para responder al tema de este Congreso -los estados obsesivos-, este trabajo también se concentra en la constelación del carácter de "seudo-

• En Desarrollos en psicoanálisis, Ed. liormé, Buenos Aires, 1962.

REVISION DE PUllUCACIONES ANTERIORES

madurez", que encontramos está íntimamente relacionada con el erotismo anal, hallazgo que no contradice en absoluto las descripcio­nes de Winnicott (1965) y de Dcutsch (1942) de lo que respectiva­mente han llamado "falso se!j' y personalidad "como si". Se expondrá la relación entre la "seudo-madurez" y los estados obsesivos, y se mostrará cómo adopta un sislema oscilatorio en ciertas etapas del proceso analítico esclareciendo, hasta cierto punto, el ·trasfondo del carácter obsesivo, tal como se describe el trasfondo ciclotímico de la neurosis obsesiva en mi trabajo previo (J 963). El material clínico y las consideraciones teóricas vincularán Jos tres conceptos: masturbación anal, identificación proyectiva y seudo-madurez.

/.a caractero/ogia Una inadecuada disociación e idealización (Klcin, 1957), particu­

larmente activa después del destete, vinculada con las exigencias de limpieza y agravada por la expectativa o la llegada de hermanos menores, contribuye a una fuerte tendencia a idealizar el recto.Y sus contenidos fecales. Pero esta idealización está, en gran medida, basada en una confusión de identidad debida a la actividad de la identificación proyectiva, a través de Ja cual se confunden las nalgas del bebé con las de Ja madre, y ambas son equiparadas a los pechos de esta úhima.

Cuando en Ja situación analítica reconstruimos la escena, aparece la siguiente secuencia ilpica: después de comer, cuando la madre lo coloca en su cuna y se aleja, el bebé, equiparando hostilmente e! pecho y las nalgas de aquélla, comienza a explorar su propio trasero, idealizando su redondez y su tersura y penetrando eventualmente en el ano para llegar a las heces retenidas. En este proceso de penetración va tomando forma una fantasía de intrusión secreta en el ano de la madre (Abraham, 1921, p. 78)• con el fin de robarla, a raíz de los cua! los contenidos rectales del bebé se confunden con las "heces idealizadas de Ja madre, que el niño cree que aquélla almacena para alimentar al padre y a los bebés internos.

Todo esto tiene una doble consecuencia, a saber: la idealización del recto como fuente de alimento y la (delirante) identificación

• Contribuciones a la teoria de Ja libido, cap. 2: uContribución a la teoría del caráacr anal". Ed. liormé, Buenos Aires, 1973.

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14 CLAUSTRUM

proyectiva con la madre interna, lo cual borra las diferencias entre el niño y el adulto en lo que se refiere a capacidades y a prerrogativas. La orina y los flatos también pueden compartir esa idealización.

En el estado de excitación y confusión que resulta de la mastur­bación anal, suele sobrevenir una masturbación bimanual de los genitales (falo o clítoris) y del ano (confundido con la vagina) que da Jugar a una fantasía perversa sadomasoquista del coito, en la cual los padres internos, en el acoplamiento, se infligen un gran daño recí­proco. La identificación proyecliva con ambas figuras internas, que acompaña a esta masturbación bimanual, daña a los objetos internos debido a la violencia de la inuusión en ellos y a la índole sádica de la relación sexual que

Times

En la infancia, esta situación promueve una cristalización preedí­pica (dos o tres años de edad) del carácter, que se manifiesta como docilidad, colaboración, preferencia por Ja compañía de los adultos, altanería o actitud dictatorial frente a Jos otros niños, intolerancia a Ja crítica y una notable capacidad verbal. Cuando la frustración o la ansieda·d desbaratan momentáneamente esa corteza caracterológica, aParecen en el niño estallidos de tremenda virulencia: pataletas, embadurnamicnto con heces, intentos de suicidio, ataques violentos contra otros niños, mentiras-a personas desconocidas-- acerca del mal trato a que lo someten los padres, crueldad con los animales, cte.

Esta estructura elude el complejo de Edipo y parece equipar al niño bastante bien, al menos superficialmente, para la vida académi­ca y social y puede conUnuar hasta la adultcz sin verse demasiado perlurbada por el torbellino adolescente. Pero la naturaleza "falsa" de la adaptación se hace evidente en Ja vida adulta, aun en los casos en que las tendencias perversas no han llevado a actividades sexuales abiertamente aberrantes. El sentimiento de ser un adulto fraudulento, la impotencia o la seudo potencia sexual (excitada por fantasías perversas secretas), Ja soledad interior y la confusión básica entre lo bueno y lo malo, crean una vida de tensión y de insatisfacción intensificadas, o más bien compensadas, sólo por la autocomplacen­cia y el esnobismo que son un acompañamiento inevitable de la identiíicación proyectiva masiva.

· Cuando esta organización es menos dominante y generalizada o, durlnte el análisis, comienza a ceder ante el proceso terapéqtico,

REVISION DE PUBLICACIONES ANTERIORES . 15

manLiene una relación oscilante con una organización obsesiva. En este caso los objetos internos no son penetrados, sino más bien controlaC·JS y separados omnipotentemente en un nivel de relación ya no tan de objeto parcial, en la medida en que el foco de las dificultades se ha desplazado desde las ansiedades de separación hacia los conflictos edfpicos previamente evitados.

La identificación delirante con la madre debida a la identificación proyectiva y la confusión entre ano y vagina, .producen frigidez y un sentimiento de femineidad fraudulenta en las mujeres.

En los hombres, esa dinámica da lugar a actividades homosexua­les o más fre01entemente, a un intenso temor a volverse homosexual (ya ~ue no se distingue la femineidad acrecentada de la homosexua­lidad anal pasiva). O, a Ja inversa, la identificación proyectiva Secundaria con el pene del padre (en la masturbación bimanual que sobreviene) puede dar origen a una cualidad fálica dominante en pacientes de ambos sexos, especialmente cuando se ha movilizado la reparación omnipotente (maníaca) como defensa frente a la profunda depresión subyacente que existe en todos los casos.

La naturaleza de la transferencia Cuando esa configuración de identificación proyectiva masiva

con los objetos internos, por lo general en un nivel de objeto parcial como pecho o pene, está en actividad, la cooperación de tipo adulto en el proceso analítico es reemplazada por una seudocooperación o "ayuda" al analista. Este acting-outse revela a través de un compor­lamiento algo servil, un deseo de convencer, de demostrar, de colaborar o de aliviar·a\ analista de su carga. Por lo tanto, el material suele estar prcdigerido, presentado a veces bajo la forma de "titulares" o bien como interpretaciones superficiales de los estados mentales. No hay ninguna señal de que el paciente desee obtener una interpretación pero sí, en cambio, hay un deseo evidente de recibir alabanzas, aprobación, admiración o incluso agradecimiento por parte del analista. Cuando estos deseos no reciben gratifi~ción, el paciente suele convencerse de que el analista evidencia falta de comprensión, ataques envidiosos a las capacidades del paciente, malhumor o franco sadismo. La posterior recepción de una interpre­tación puede llevar rápidamente a Ja erotización y ocasionar que aquélla sea experimentada como un asaho sexual.

Aunque el paciente traiga sueños, produzca asociaciones u ofrez-

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ca una descripción fáctica de sus actividades diarias, el aspecto del actirzg-oUJes tan dominante, que la interpretación del contenido es relativamente inútil, a menos que esté acompañada por una ciara demostración de Ja naturaleza y bases de la conducta. Desde luego, esto da como resultado la reacción malhumorada del tipo nada-de­lo-que-yo-hago-le-complace. Pero, a través de Ja cuidadosa demos­tración del acting-out, de la permanente elucidación de la masturba­ción críptica y, por úlLimo, a través del análisis de los sueños, por lo común se pueden hacer progresos.

El acting-out de la identificación proyectiva infantil con figuras internas es un rasgo tan prominente del carácter, que es imprescin­dible señalarlo de continuo como factor de contaminación de la vida adulta del paciente. Incluso enfrentándose a una intensa oposición, este escrutinio debe incluir también las áreas de gran orgullo, de éxito y de notoria salisfacción tales como el trabajo, las actividades ªcreativas", las relaciones con Jos hijos o los hermanos, o la actitud permanentemente solícita con los progenitores ya viejos. Se debe investigar el sentido que adquiere la ropa para las mujeres, 195 autos para los hombres y Ja cuenta bancaria para todos, pues estos factores están caigados de significación irracional. El remedo de madurez en las áreas del pensamiento, las actitudes, Ja comunicación y la acción es tan hábil, que sólo los sueños· permiten desentrañar los factores ~scudomaduros" infantiles, de los patrones adultos de vida.

Los sueños Conviene señalar aquí que la sensibilidad a Jos aspectos mastur­

batorios anales en los sueños de los pacientes adultos aumenta enor­memente con la experiencia en el tratamiento de niüos y de psicó­ticos. fl1ucho de lo que sigue extrae su convicción de tales fuentes:

a) Idealización de las heces como alimen10. A esta categoría pertenecen los sueños en que se rescatan entre los desechos cosas utilizables: hallar manzanas entre las hojas del otoño, hallar comida en la alacena vacía, hurgar en lugares cuyo interior no puede ser visto, o debajo de estructuras. En esta categoría también pueden entrar los sueños en los que se caza o se pesca, aunque no son típicos; pero sí lo son aquellos en que aparecen tareas de jardinería, ir de compras o robar alimentos, especialmente si el lugar es representado como oscuro, sucio, de pacotil!a o extranjero.

b) Idealización del recto. Sueños en los que e! recto es represen-

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tado como un lugar de retirada o un refugio, generalmente mostrado como un lugar de comidas (restaurante o café, cocina o comedor), pero con cualidades que revelan su significación. Pueden ser sucios, oscuros, malolientes, de calidad inferior, abarrotados, llenos de humo, por dCbajo del nivel del suelo, ruidosos, a cargo de e~tranje­ros en una ciudad foránea. La comida puede ser poco atractiva, an­Lihi1giénica, malsana, que engorda, pasada de cocción, homogeneiza­da (ílanes, budines, ere.) o bien gratificadora de la avidez infantil en Jo que se refiere a cantidad o al grado de dulzura. Cuand? el recco y el pecho están confundidos, pueden aparecer configuraciones con cafés al aire libre o mGrcados, con las características ya señaladas.

e) Idealización del uso del inodoro (Abraham, 1920, p. 243).• Esto aparece a menudo en sueños bajo la forma de estar senta~o en ~itios elevados o excirantes, frecuentemente contemplando hacia abaJO l<lS aguas (lagos, cañones, ríos) o bien estar sentado en lugares en que se cocina, o en una posición de importancia (sueños de "La Ultima Cenan) o en los que personas ubicadas dentrás del soñante esperan que se les alimente, se les pague, se les preste ~lgún servi~io o se les dé información (dirigiendo una orquesta, ofic¡ando. la misa).

d) Representación de los dedos que intervienen en la masturba­ción anal. Éstos aparecen en los sueños representados como partes del cuerpo, personas, animales, herramientas o máquinas, ya sea ais­ladamente o en grupos de cuatro o cinco, con cualidades de conta­minación fecal diversamente representadas o negadas, tal como e! tratarse de negros, de hombres con cascos marrones, de herramien­tas de jardín relucientes o sucias, de guantes blancos, de gentes ve~ti­das de negro, de excavadoras, de niños sucios, de gusanos, de unas descuidadas, etc.

e) Sueños en Jos que se muestra el proceso de intrusión anal en el objeto (Abraham, 1921, p. 298).•• En la mayoría de Jos casos se ve como el entrar a un edificio o a un vehículo, o entrar furtivamente, por la puerta trasera, la puerta tiene pintura fresca o es muy estrecha, hay que usar ropa especial como protección, o se está bajo tierra o debajo del agua, en un país extranjero o en un lugar cerrado al público, etc.

•"La valoración narcisista de los procesos excretorios en los sueños y en la neurosisn, en ]>sicoanálisis clínico, Ed. 1-Iormé, Buenos Aires, 1959'.

•• Contn"bucioncs a la teoría del carácter anal. Id.

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O Idealización del rcclo como una fuente de seudoanálisis. Es frecuente y puede aparecer bajo la forma de librerías de viejo, pilas de periódicos viejos, ficheros, biblotecas públicas. Un paciente, antes de un examen, soñó que estaba pescando en las cloacas de Fleet Streer y sacaba una enciclopedia.

Matc!rial clíntco I-:Ie seleccionado el siguiente material para mostrar la complejidad

de las conexiones con la oralidad y la genitalidad, que infunden un fuerte poder defensivo a la situación masturbatoria anal y a \a concomitante identificación proyectiva.

Tres aii.os de trabajo analítico con un paciente que se encontraba' en el período final de su adolescencia nos habían permitido abrir el camino hacia su relación de dependencia con el pecho que, según sugería su historia, era muy conflictiva, pues había sido un bebé quejoso y di!icil de alimentar y un niño tiránico en su dependencia con respecto a su madre. Conocíamos algo de su capacidad para la burla mordaz y una exagerada forma de reírse despectivamente, pero estas ca.racterísticas rara vez se habían puesto plenamente de manifiesto en el consultorio, donde su conducta tendía a ser de colaboración superficial, Rmeneando fantasías" corno él decía, todo ello con un aire de insinceridad que hacía que hasta el más simple relato de un acontecimiento cotidiano sonara a confabulación. 1-:Iabíamos llegado a !a conclusión de que esto implicaba "fingir ser insinceron, pero que para él no era distinguible de usimular fingir ser insincero" y que todo esto se relacionaba con un sentimiento paranoide, profundamente arraigado, de que un perseguidor oculto escuchaba todo Jo- que decía.

Soll.6 que estaba entre amigos y, una vez más, como en la época del colegio, era el cabecilla. Cuando llegaron a Ja cresta de una coli­na, vio a un hombre, de quien sabía que era un asesino, paseándose entre unas lápidas. Tranquilizó a sus amigos diciéndoles que sabía cómo manejarlo, se le acercó con un ayudante y, fingiendo ser cordial, Jo guió hasta el fondo, con Ja esperanza de arrancarle una confesión.

AsoctAcJo:\Es: Su lengua parece estar explorando la cara posterior

• Calle de Londres donde están !as sedes de los mis importantes pe­riódicos. IN. de los 1".] .

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de los dientes, que a los que encuentra viejos y agrietados. Esto le llevó a pensar en ponerse unas pantuflas, como las que tenía su padre. Jl\'TERPRETACióN: Que sus dientes están representados por las lápidas y su lengua es el asesino entre sus víctimas. En el sueño, su recurso es librar a su boca de estas cualidades peligrosas y transfor­marlas en dedos resbaladizos,• que pueden ser conducidos hasta su trasero,•• donde es posible identificar a sus víctimas en las heces. Pero, a través de este recurso su dedo-en-el-culo es confundido con el pene-del-padre-dentro-de-la-vagina-de-la-madre, una importante fuente de la fantasía del papá-nazi-que-mata-a-los-bebés-judíos-de.­mamá, que conocíamos por el trabajo analítico previo. Asocv.c10NES: Tiene la sensación de que una sierra circular le estuviera cortando el muslo (referencia a una operación de hernia en la pubertad). Se imagina dando la espalda a una puerta doble ya\ analista tratando de abrirla desde afuera (proyección de la distensión de las nalgas sobre el analista-cirujano-papá). Asoc1Ac16N: Un marco dorado y· muy 1rabajado Oa interpretación del analista es un cuadro muy elaborado que tiende a hacerlo caer en una trampa••• a través de revelar su culpa), Ja Mafia, la mano negra. Menciona luego una barca que atraviesa un canal, cuya forma se adapta al casco carente de quilla (el padre mafioso-fascista metiendo su pene-dedo grande y negro en su canal anal, tranquilizándolo co'n acento italiano: "¡No tiene qui­lla!").'ººº

Estas asociaciones son típicas de los juegcis equívocos de palabras que caracterizan a las fantasías de masturbación anal compulsiva.

Cuatro semanas después, cerca ya de las vacaciones de Navidad, en un estado de creciente resentimiento y de dificultades incremen­tadas para el trabajo debidas al acting-out, llegó quince minutos tarde trayendo a mi despacho barro proveniente de un camino sin

·pavimentar (un atajo desde la estación de subterráneo hasta mi consulta). Esto lo había hecho sólo una vez con anterioridad.

AsOC!ACIONES: Tuvo sueños disparatados durante el fin de semana

• Resbaladi7.os: stippery, pantuflas; s/i1Jper.s. {N. de los T.J •• Bollom: íondo, abajo, lambién trasero. [N. de los T.J "'frame marco, y también poner una trampa [N. de los T.\ •••• No keel" en inglés, que suena igual a ~no kill" (no mala) [!\'. de

\os T.\

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Y no quiere obligar al analista a escucharlos. INTERPRETAC!óN: Esta intención consciente contrasta con el deseo inconsciente de ensuciar al analista dentro y fuera con sus heces, de lo cual ha actuado un fragmento al traer el barro hasta el despacho. E! paciente miró sor­prendido al suelo y se disculpó. Asoc1ActoNES: El sábado a la noche soñó que se retorcía de dolor debido a un dedo dislocado (muestra el índice de Ja mano izquierda intacto). Ir-TIR?RETACION: Vinculo con el sueño de las lápidas. La anguslla del fin de semana debida al desplazamiento de su dedo asesino (i.\1afia) de su Jugar acostum" brado. Asoc1Ac10Nts: Pero luego él parecía estar en Ja escuela, ocioso y aburrido. Entró al baño de los hombres, donde parecía haber una hermosa}' limpia bañera grande. Decidió bañarse, pero todo se trocó en un retrete pequeño e inmunda, can dibujos y leyendas pornográ­ficas en las paredes, situado precisamente frente al sótano de una gran tienda. No podía decidir qué hacer, porque el personal de la tienda la observaba con desconfianza. Entró y salió varias veces del retrete y, finalmente, se dirigió a Ja tienda para robar algo.

Este sueño muestra con insólita claridád la forma en que Ja separación habitual (el dedo dislocado durante el fin de semana aburrido) lleva a una secuencia de acontecimientos infantiles, prime­ro mojándose (el baña) con orina caliente, luego explorando su ano (el retrete inmundo), tornándose más y más excitado sexualmente Oa pornografla) y preocupado por las fantasías de identHicación proyec­tiva sobre el trasero de Ja madre (el retrete-recto frente a Ja tienda­vagina con el personal-pene vigilante) y su deseo de robarla.

El sueño del domingo a la noche, aproximándose con algo de angustia a la sesión del lunes, revela la continuación del estado infantil: ahora es un bebé, que ha ensuciado Jos pañales, las ~algas y Ja cuna. En el sueño quería cambiarse las ropas para ir a una fiesta que él y sus amigos ofrecían en su piso, pero ya todas las habitaciones estaban llenas de huéspedes que reían, bebían y fumaban (la cuna y los pañales sucios). Luego se encontró en el parque y se sentia en la gloria en medio del verdor, aunque sólo llevaba una camiseta (el bebé se ha quitado los pañales e idealiza sus nalgas y cuna sucias). Encuentra una ~lota y se pone a jugar al fútbol con ella y pronto se unen otros al juego (jugando con sus heces).

Este último estado, el de la autoidea!ización a través de un deporte, había aparecido literalmente en cenlcnares de sueños en los dos primeros años de su análisis. Aquí ven1os detalladamente su

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derivación. Vale la pena mencionar que este paciente había padecido una diarrea crónica, no ulcerosa, desde su edad temprana, que había desaparecido en el curso del análisis aproximadamente ocho meses antes.

La masturbación anal crfptfca La reconstrucción a través de la transferencia muestra que la

maslurbación anal se vuelve críptica lempranamente en Ja infancia y tiende a permanecer inadvertida y no reconocida a partir de ese momento, excepto cuando se manifiestan, en la adolescencia o con posterioridad, francas perversiones. Me he referido a ella como ~críptica" para destacar la habilidad inconscien1e con que se la oculta a todo escrutinio.

Su forma más común (ver Freud y Abraham) utiliza como esti­mulan\e la masa fecal misma. Tanto su re\ención como su evacuaci6n lenta, y la excreción parcial rítmica y la retracción¡ o su rápida, forzada y dolorosa expulsión, están acompañadas por fantasías inconscientes que alteran el estado del yo. Este cambio en el estado mental puede notarse en los pequeños pacientes cuando regresan al despacho después de defecar, en el curso de la sesión misma. El hábito de leer en el retrete, los métodos especiales de limpieza del a,10, Ja preocupación especial por no dejar mal olor, la ansiedad con respecto a que aparezcan manchas fecales en la ropa interior, el olfatear subrepticiamente los dedos, etc., son todos indicadores tentativos de masturbación anal críptica. Pero m_uy bien puede ser ocultada lejos del acto de Ja defecación: en los hábitos para b«.ñarse, en el uso de ropa interior ajustada, en la práctica del ciclismo, en Ja equitación o en otras actividades que estimulen las nalgas. Quizá más dificil de ubicar sea Ja ocul1ación de la masturbación anal en la relación sexual genital, que hasta cierto pun10, siempre sucede mientras persista la confusión entre el ano y Ja vagina. Por otro lado, como en ~1.a carta robada~ de Poe, puede estar ruidosameiite a la vista, como las enemas en la constipación, los supositorios para recurrentes fisuras anales, etc., pero su significación es negada.

Dado que no forma parte de mi técnica el comentar la conducta del paciente en el diván ni tampoco pedir asociaciones al respecto, la observación de los patrones posturales y de movimiento y su vinculación con el material onírico permite, a veces, una provechosa interpretación de la conducta. Por estos procedimientos pueden ser

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reveladas las series de modificación de la maslurbación anal e instituirse una exitosa investigación de Ja estimulación anal concre­ta. Por ejemplo, un paciente que frecuentemente dejaba sus manos en los bolsillos reconoció, a través de un sueño, que ello era a veces acompañado por el tirar de un hilito suelto. Esto llevó a reconocer que tenía el hábito de apartar manualmente los vellos pCrianalcs antes de Ja defecación, para que no arruinaran Ja forma de la masa fecal emergente.

El proceso analítico En estos casos, los primeros años de análisis llevan fundamental­

mente a la resolución de la autoidealización y de la independencia espuria a través del establecimiento, en la transferencia, de la capacidad para utilizar el pecho analítico para lograr un alivio proyectivo (el pecho-inodoro). Pasa a un primer plano la mejoría de los estados confusionales (Klcin, 1957), especialmente de aquellas confusiones que tienen que ver con la identidad y, sobre todo, con el sentido del tiempo y la no diferenciación adulto-niño que caracterizan a la identificación proyectiva masiva. Sólo después de algunós años, ruando está desarrollándose el apego al pecho nutricio y aparece rítmicamente la intolerancia a las separaciones de fin de semana y de vacaciones, pueden estos procesos ser investigados con cuidado y provechosamente. Parece cierto el hecho de que, a menos que se descubra Ja masturbación anal críptica y se corte de raíz la insidiosa producción de estados yoicos aberrantes, el progreso se verá seriamente obstarulizado.

Esto nos lleva a un punto muy importante en nuestra exposición, ya que a través de mi experiencia habré de sugerir que Ja dinámica aquí descripta es a menudo tan su~il en su estructura, tan grande es la presión que la seudomadurez ejerce sobre el analista para compartir la idealización y las amenazas subyacentes de psicosis o de suicidio se expresan en forma tan enrubierta, que muchos de los análisis ~exitososn que se desmoronan meses o años después de la terminación, pueden caer en esta categoría. Es, por lo tanto, .necesario señalar, también, que la posición contratransferencial es extremadamente difícil y repite paso a paso el dilema de los padres, que se encontraron con un niño "modelo", y se abstuvieron de ser claramente paternales, tanto en la forma de la autoridad, en la

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educación o en la oposición a los relativamente 1nodestos pedidos de privilegios que la edad del niño y sus rendimientos podían razona­blemente justificar.

No debemos entender esta actitud seductora como mera hipocre­sía y, tampoco, que su cualidad afectiva sea falsa. Lejos de ello, una ternura del tipo de la de Cordciia• puede ser enteramente genuina, pero las prccondiciones para ese afecto son incompatibles con el crecimiento, ya que ambas son intensamente posesivas y sutilmente denigratorias con respecto a sus objetos. La terminación del análisis es una meta que se persigue ca\\adamente como garantía de una relación posterior interminable (y no analítica) con el psicoanalista y con el psicoanálisis. No es necesario señalar, por lo tanto, que la con­figuración descripta en este trabajo es de especial interés y preocu­pación para el analista que tiene pacientes que mantienen un vínru\o social o profesional con el psicoanálisis.

En mi experiencia, cuando el analista resiste firmemente la seducción dirigida a idealizar el logro de la seudomadurez, en su edición recientemente modificada y "analizada", el pacienie puede forzar una interrupción del análisis por razones ostensiblemente "realistas". Se las ingenia para conseguirlo gracias a un cambio de residencia o de estado civil, o promoviendo Ja oposición de un padre o de su pareja, o contrayendo compromisos económicos que le hacen imposible pagar el tratamiento, etc., aunque· siguen aferrados a la transferencia positiva idealizada. Si la penetraéión analítica llega a ser eficaz, detcmos esperar un prolongado período de violenta transfe­rencia negativa y de manifiesta falta de cooperación que, a veces, resulta intratable. Esto toma Ja forma de inocencia agraviada, de autocompasión y la queja constante; de que la conclusión del analista de que la masturbación anal existe y continúa es puramente doctrinaria, una proyección, o una manifestación de interferencia externa (por ejemplo, de un supervisor).

El analista puede perseverar gracias a la constante aclaración aportada por los sueños. Gradualmente, promoviendo una mayor cooperación en Jo que se refiere a las asociaciones conscientemente retenidas y a una estrecha atención a los hábitos corporales, el analista puede traer a la luz la masturbación anal oculta. Con ello, la transfe-

• Shakespeare: Rey Lear [!\'. de Jos T.]

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rencia con el pecho-nutricio logra atravesar las restricciones impues­tas por Ja idealización de las heces. Así se hace posible, por primera vez, Ja aparición, en todo su esplendor de las dolorosas y fructíferas experiencias analíticas de Ja ansiedad de separación.

Llegados a este punto en el proceso analítico, se hace evidente la relación con una caracterología obsesiva. Se puede observar que la oscilación entre ambos ese.actos, obsesivos y seudomaduros, así como el complejo de Edipo, en sus aspectos genitales y prcgcnita!es, ocupan el primer plano de la transferencia. Debemos entender, en lo que hace al análisis de todas las implicaciones cdípicas que requi­rieron interpretación en el material previo, que sólo es posible una experiencia completa del conílicto edípico cuando se ha establecido, arduamente, una diferenciación entre los aspectos infantiles y adultos del se(/

Afatertal clínico adicional Con el material dínico que presento, trato de demostrar la vía por

la cual, a través del fortalecimiento de la alianza con los objetos internos buenos y con el análisis de Ja transferencia, se posibilita la adopción de una nueva actitud contra los viejos hábitos anales. El paciente al que me refiero vino al análisis por no encontrar sentido a su actividad laboral, pero el tratamiento no tardó en revelar la estructura seudomadura descripta en este trabajo. También se ad aró una casi inadvertida continuación de hábitos y preocupaciones anales, que en la anamnesis pudieron rastrearse hasta su origen en los juegos nocturnos con su hermano mayor, que probablemente nunca tuvieron un carácter abiertamente sexual. Pero el c!ivaje inconsciente y la proyección de una parte mala del seljen cl hermano, habían jugado un rol destacado en la autoidealización que subyacía a la ªbondad~ del paciente cuando niño. En realidad, el hermano nunca había sido un mal niño ni un mal hermano.

Al aproximarse las vacaciones de Navidad, la recurrente fisura in ano del paciente se reactivó, al tiempo que e! material giraba en torno de patrones de intrusión anal en objetos internos, ya suficientemente conocida en este cuarto año de análisis.

Un martes relató que se había sentido enfermo y resfriado después de la insatisfactoria sesión del día anterior. Soñó que estaba en una casa con un hombre que tenía la edad de su hermano menor, que al mismo tiempo era el paciente, aunque más joven. El personaje

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parecía amistoso y cordial y estaba relatándole al paciente que por todo el territorio de Inglaterra estaban hallando cadáveres de inspectores de policía, a menudo en estado de avanzada descompo­sición. E.I pacien1e se alarmó sólo cuando Je dijo que en el cuarto con­tiguo había uno de esos cadáveres, cubierto por una sábana. Se pro­dujo una situación 1ensa cuando el joven lo invitó a ir a verlo y el pa- · ciente vaciló. Retrocedió hasta Ja puerta y se precipiló afuera, en tanto el joven se le abalanzaba con el prop6sito de estrangularlo. Se sor­prendió cuando fuera encontró policías, que le aseguraron que los caminos estaban bloqueados y que el joven asesino serla detenido.

En un segundo sueño de esa misma noche se encontró ca;ninan­do por Ja calle, cubierto sólo por un toallón pequeño y muy molesto porque su pene resultaba visible. Con la idea de llegar rápidamente a su casa y poner fin a esa angustia se encaminó a una estación, pero Jo interceptó un vagabundo que lo invitó a su alojamiento cercano. Aceptó encantado, pero una vez que estuvo en la cama del vagabundo no podía dormir, ya que aquél se quedó toda la noche a Jos pies de la cama y .lo asustaba. .

Nótese el contraste entre estos dos sueños. En CI primero, puede resistir cl ser complicado en ataques edípicos anal-sádicos contra los inspectores padres y ser aliviado por la relación externa con el ana­lista y el proceso lo que le aseguraba que los caminos estaban vigilados. Pero, en el segundo sueño, la humillación edípica en el cuarto de baño-análisis Jo lleva nuevamente a su preocupación anal con el pene-fecal de su hermano-vagabundo en su propio recto (Ja constipación, que es el acostumbrado preludio a la reactivación de su fisura anal).

El viernes se quejó de su estreñimiento y señaló que había empezado a seguir un régimen de manera obsesiva. La noche anterior había tenido lugar un divertido incidente con una "gorda" mosca que volaba por toda la casa y que, finalmente, aterrizó en un ílorero. Al anunciar su intención de ~acompañar hasta la puerta al sefior .11ayor", esgrimiendo en su mano cl florero con .la mosca adentro, su hijo menor Jo tomó del brazo y con un gracioso gesto lo condujo hacia la puerta. Soñó que estaba haciendo cola para cortarse el cabello, pero eso tardaba tanto, a pesar de que el peluquero y su esposa trabajaban en sendos sillones, que se desesperó. A continuación se encontró tumbado cómodamente en un barquito de fondo plano que alrave­saba un pequeño túnel (como uno en el que había estado cuando

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pequeño, al visitar a Papá Nocl en una gran tienda). Cuando parecía que el bote habría de doblar en ángulo recto hacia la izquierda, se detuvo, de manera que el paciente introdujo su mano derecha en el agua haciendo un movimiento de pala (tal como había hecho la noche anterior para desatascar el desagüe de la cocina, que estaba tapado). Pero, sobresaltado, percibió que sus dedos estaban en Ja boca de un vagabundo que estaba en el agua, debajo del bote y que se disponía a morderlo (miedo a que el estreñimiento le reactivara la fisura, en contraste con el gesto amable de "conducir-al-anciano­gordo-Ua moscal-hacía la puerta").

Es asombrosa. la confirmación onírica de su inlolerancia a la separación (el diván-barco doblando a Ja izquierda; en Ja realidad, cuando el paciente se levanta, él es quien se levanta en ángulo recto hacia la derecha) y cómo se vuelca hacia el hermano vagabundo­heccs dentro del Lúnel Papá-Noel-de-!a-madre. Se puede ver cómo su deseo de liberarse amablemente de su rival edípico (como muestra claramente la broma de su hijo) lo lleva a una alianza con el hermano vagabundo, el constipado pene fecal y la reactivación-de-la-fisura, emblemática de la defecación masrurbatoria anal. El deseo infantil de envejecer al padre y de expulsarlo analmcnte es todavía abrumado­ramente activo, aun cuando haya comenzado ya la lucha del paciente por abandonar el sadismo anal.

Tres semanas después, un lunes, se presentó en un estado de ánimo especial, lleno de intensos y mezclados sentimientos hacia el análisis, habiéndose dado cuenta de que un reciente insig!Jtlo había ayudado a poner freno a un tipo frecuente de conducta provocativa para con su mujer, pero muy preocupado y resentido por Ja ya próxima interrupción por vacaciones. Soñó que estaba en un estanque cerca de mi consulta, esperando ir a sesión. Un hombre estaba pescando, aunque no había peces en aquel estante, y uno de sus dos anzuelos se había enganchado en el fondo. El paciente lenía que sacarlo de allí, pero temía que el hombre mantuviera cruelmente tensa la tanza y provocara que el anzuelo se le clavase. Eslo fue exactamente lo que sucedió. Decidido a liberarse, con unas pinzas arrancó el anzuelo, que se llevó consigo un pequeño lrozo del dedo. Para que se lo vendaran, necesitaba trasladarse a una ciudad fuera de Londres, a ver al embajador noneamericano.• Éste estaba siendo

•D. Meltzer, que uabaja en Inglaterra, es nacido en Estados Unidos [N. de los T.]

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homenajeado y se lo trasladaba en un carruaje tirado por caballos antes que regresara a Estados Unidos; pero, no obstante, bajó del carruaje y vendó el dedo del paciente y lo llevó a su casa. Allí el paciente, sintiéndose muy feliz, vio como almorzaban el embajador y su familia, separado de ellos por un tabique con perforaciones.

Aquí, antes de unas vacaciones, la lucha por aceptar la angustia edípica Oa herida en su dedo, vinaJ!ada a la circuncisión) y por liberarse de la adicción a la masturbación anal (el hombre ccn su anzuelo clavado en el fondo del estanque, vinculado con el pene fecal hermano-vagabundo) tuvo lugar con notable rapidez y calidad de ínsighl. Es interesante destacar que posteriormente, en dos oportu­nidades, tuvo un panadizo en el índice en fines de semana.

Resumen

Con el propósito de ilustrar la tendencia actual de nuestras investigaciones en lo que se refiere a la conexión íntima entre la masturbación anal y la identificación proyectiva, he elegido describir las manifestaciones transferencialcs de un Lipa de trastornos del carácter que vemos con relativa frecuencia en personas inteligentes, dotadas y exitosas en su vida pública que buscan analizarse, a saber, la "scudomadurezn. El concepto de identificación proyectiva, prime­ramente descripto por Me\anie Klein, ha abierto el camino a nuevas y provechosas investigaciones de aspectos hasta ahora no explorados de la analidad. A través de la demostración de cómo la masturbación anal induce a la identificación proyectiva con objetos internos, se puede abrir una concepción más rica de las consecuencias y de la significación de Ja evaluación narcisista de las heces, vinculando con mayor aproximación Ja fase anal con los síntomas y Ja patología del carácter.

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I-Ie pensado frecuentemente que éste ha sido el mejor y más interesante trabajo que he escrito. I-Iabía estudiado la seudomadurez en los niños, cuando trabajaba en Estados Unidos como psiquiatra infantil durante mi formación freudiana, pero no había extraído ninguna conclusión que se englobe en Ja constelación aquí presen·· lada. Mi interés fue focal izándose en la evidencia de la identificación proyectiva con objetos internos, aunque en ese entonces tenía pocas conjewras del alcance de dichas operaciones. Siguiendo la descrip­ción de !11. Klein, podía percibir e! aspecto identificatorio, de cualidad delirante y maníaca. Aunque el material clínico mostraba cualidades del espacio, el recto de mamá, aún no lo veía como una vida-dentro­de-un-espacio. Sobre todo, no extraje verdaderamente las implica­ciones c!austrofóbicas del material.

El artículo no desarrolla suficientemente el carácter de omnipo­tencia con el cual es conducida Ja fantasía intrusiva y, por Jo tanto, no enfatiza la importancia del acto masturbatorio mismo y la excitación que genera. Quizás el énfasis de M. Klein en la importancia de las fantasías inconscientes que acompañan a la masturbación, por sobre las conscientes, desviaron la atención de !a importancia de Ja excitación y del orgasmo. Desde hace bastante tiempo pienso que la

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significación del acto de la masturbación es una cuestión bastante separada de las fantasías, conscientes o inconscientes. El ll-abajo con adultos psicóticos y con niños me ha convencido de que el acto de la masturbación, no importa qué orificio o parte del cuerpo utilice, deriva su carácter urgente, y a menudo compulsivo, des~ capacidad de generar omnipotencia. Este tema fue tratado al año siguiente en el Apéndice a El fJroceso psicoanalítico.

Dirigiré ahora mi atención a ese libro, primeramente publicado por l-feinemann y luego reimpreso por nuestra editorial, Clunie Press.• Aunque Exploractóndelaulísmo, escrito en colaboración con john Bremner, Shirley l-foxter, Doreen \X'eddel e Isca \'V'iuenberg,'• se publicó ocho años después, la larca que dio lugar a dichos libros se desarrolló al mismo tiempo. Ambos son el producto de mi contacto con la Tavistock Clinic, específicamente con el Curso de Formación de Psicoterapeutas infanliles, dirigido primeramente por Esther Bick y luego por Martha Harris. Una rica experiencia de supervi~ión del trabajo con niños y una gran libertad para investigar todo aquello que me interesara dieron un sólido marco a mis ideas, pron1oviendo probablemente el período más rico de mi vida analítica. Las ideas de Bion iban penetrando con mayor fuerza en mi trabajo con pacientes adultos, pero indudablemente la fenomenología de la idenlificación proyectiva mantenía la posición dominante en mis intereses, particu­larmente con los niños. Lo que sucede en el consultorio de niños hace que las fantasías infantiles sean notoriamente concretas. Pcrmilidme citar la elegante descripción que Shirley Hoxter hace de Ja entrada de Piffie a !a consulta de nii'ios:

Las rutinas que desarrolló para enLrar en la casa y llegar a mi consultorio escaleras arriba demostraban la manera n1uy literal en que él vivenciaba el colocarse dentro de mi cuerpo. Al entrar en Ja casa hacía una suerte de zambullida en el piso; luego gateaba lenta y penosamente escaleras arriba empujando Ja cabeza contra cada escalón y diciendo: uven y ayúdame a alejar estos escalones plop-plop". O, frecuentemente, sacaba una varilla de la escalera y golpeaba cada escalón diciendo "bebé, bebé" o sostenía la

'Jiay traducción castellana: Elprocesopsicoan.ali!ico, Ed. J·forrnt!, Buenos Aires, 1968.

•• E:>.7Jloración. del autismo, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1979.

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varilla delante de su pene y la utilizaba para abrirse camino hacia el cuarto de juego. Antes de entrar, a veces se arrodillaba y daba vue!tas ~amo si fuera un taladro, diciendo "agujero rnamán y luego haaa girar su mano en redondo diciendo ~agujero wee wee·• (p. 152).

Para analistas que no han trabajado con niños puede resullarles difícil de reconocer, en los pacientes adullos, la fenomenología, comparable a ésta, de acluación en la transferencia, tal como la he sefialado en mi trabajo sobre ~Masturbación anar. La convicción sobre lo concreto de estas actividades para Ja realidad psíquica deriva del trabajo con ni!ios.

El resultado final de esa experiencia acumulativa con niños surgió, enteramente armado, para mi asombro, en conferencias sobre otros temas pronunciadas en Buenos AirCs y fue esa la descripción de "La ordenación de las confusiones geográficas~ en Elprocesopsi­coanalílico. Ya que es breve y está condensado, lo reproduciré aquí :n forma completa y luego lo discutiré:

LA ORDENACIÓN DE U.S CONFUSIONES GEQGRÁFlCAS

En el primer éapítulo,•• describí mi experlencia acerca de la fase inicial del proceso ana!íLico en los niños afirmando como Lcsis central, que este proceso tiene una historia naLural Propia determinada por la estructura del aparato mental a nivel~ inconscientes profundos. Si el analista tiene el control de este ~receso r:ned.iante la creación de un encuadre adecuado y una 1nteJVenc1ón interpretativa lo suficientemente correcta y oportuna como para modificar las ansiedades más severas y facilitar la reelaboración, se puede obseJVar (principalmente en forma re­trospectiva) la aparición de una secuencia de fases. Quiero ahora ilustrar la segunda de ellas.

La separación del primer fin de semana establece una moda­lidad de relación a niveles profundos del inconsciente que

•Voz onomatopéyica del lenguaje infantil, equivalente a pis en castella­no. IN. de los T.]

·•Se refiere a! primer capítulo de El proceso anah"lico \N. de los T.]

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aumenta en intensidad a medida que los procesos lransferencia­les se concentran y comienzan a tener peso en el análisis. Est.a modalidad, o la tendencia hacia ella, se libera en cada experiencia de separación periódica y, más tarde en el análisis, será reavivada por cada interrupción no planeada en Ja continuidad analítica. La modalidad a Ja que me refiero es la tendencia infantil a una identiíicación proyectiva masiva con objetos externos, y pronta­mente, también, con Jos objetos internos. Surge de una configu­ración de motivos y da Jugar a un es~ctro de Consecuencias que requieren un detallado examen. l\1as es necesario adarar primero un principio económico general. Actualmente no se puede en verdad predecir la duración de la fase dominada por cualquier organización transferencia! particular, ya que los factores que gobiernan la n1ovilidad de las defensas, la intensidad del impulso hacia la integración, Ja capacidad para aceptar la diferencia, etc., continúan siendo oscuros y se Jos suele agrupar bajo la rúbrica de ~constitucionales~ lo cual, a pesar de la referencia biológica, en la práctica probablemente signifique que sólo los podemos evaluar retrospectivamente, pero no por anticipado. En segundo lugar, también debemos tomar la locución "dominio de la transferencia" como relativa, dado que la economía de esta disposición no es ciara. El proceso analítico es cíclico y las fases que bosquejo aquí en forma panorámica pueden, en cierto grado, aparecer en secuencia en cada sesión, cada semana, cada período, cada año, o sea en cualquiera de las cuatro unidades temporales cídicas del proceso analítico. La fase en discusión, que se relaciona con las experiencias de separación y de identidad separada, naturalmente tiende a ser más dominante al comienzo y al final de dich6s e idos, sesión, semana, período, año. Pero se puede decir razona ble men­te que el análisis mismo está siendo "dominadoH por este dinamismo, en tanto ocupa una porción abrumadora del tiempo analítico, hasta que se hayan dilucidado las ansiedades con las que está asociado, de modo tal que pueda comenzar la reelaboración. Tal vez sea correcto sostener que esta elaboración nunca cesa en forma completa, lo que es otra forma de decir que la lucha contra la regresión y la desintegración es continua.

Volvamos ahora a los diversos motivos subyacentes a la tendencia a la identificación proyectiva masiva; los principales podrían ser enumerados brevemente como sigue: intolerancia a

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la separación; control omnipotente; envidia; celos; falta de confianza¡ ansiedad persecutoria excesiva. Se verá cómo inme­diatamente se superponen o, mejor dicho, se entrelazan.

1) Se puede decir que la intolerancia a la scparacióÍl existe cuando se presenta una dependencia absoluta de un objeto externo para mantener la integración. Esto puede observarse en niños autistas y esquizofrénicos en los cuales la necesidad de contacto físico o de atención permanente o de mantenerse en contacto a través de la verbalización constante, revela Ja ausencia del equivalente psíquico de la piel. Necesitan de un objeto externo para mantener juntas las parles del sel/, de modo tal que se configure un área de espacio vital dentro del sel/ que pueda contener los objetos de la realidad psiquica.

2) Cuando la diferenciación entre bueno y malo está pobre­mente definida debido a una inadecuada o deficiente disociación­e-idealización del salfy de los objetos, el uso de Ja identificación proyectiva con el objetivo de ejercer un control omnipotente puede verse operando como precondición para una relación objeta!, preferentemente a una organización narcisista. Esto es evidente en una estructura muy paranoide (véase el trabajo de Betly joseph: "Persecutory Anxiety in a four years old Boy•, Int. J. Psycbo-Anal., Vol. XLVII).

3) No es necesario que dediquemos mucho tiempo a la envi­dia, ya que ha sido tan ricamente explorada por Me!anie Klcin en Envidia y gratitud y en Sobre la identificación.

4) Los celos constituyen una emoción compleja y su diferen­ciación de la envidia puede ser, con frcOJencia, más complicada que la formulación bi-personal o tri-personal sugerida por Mela­nie Klcin. la dincultad proviene de dos direcciones: existe una elaboración primitiva de la envidia a la madre o al padre o a su coito, que es tan oral, tan de objeto parcial y tan santurrona en sus manifestaciones, que Ja he llamado "celos delirantes~ (aun cuando este término se aproxima a Ja expresión "delirio de celosª usado en la literatura psiquiátrica de la paranoia, etc.). Estos celos son delirantes porque están basados en una relación omnisciente con el cuerpo de la madre según la cual se representan mental­mente a los bebés internos retozando en todas las formas imaginab.!es, especialmente aquellas más anheladas y frustradas en la organización infantil. No son en realidad celos porque, de

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hecho, son una tonuosa representación de una actitud envidiosa hacia las figuras adultas.

En segundo Jugar, existen celos posesivos que aparecen como una forma primitiva de amor, altamente oral y de objeto parcial. Es bicorporal y, sin embargo, no es propiamente envidia; se la podría incluir en la descripción que Melanie Klein hace de Ja envidia-al-pecho-que-se-alimenta-a-sí-mismo. Se la ve con extra­ordinaria intensidad en Jos niños autistas y en Jos niños cuyos impulsos hacia Ja maduración son muy débiles, de modo que desean permanecer en Ja infancia o morir. Para su inconsciente, ello significa volver-a-dormir-dentro-de-mamá. Esta forma primi­tiva de celos posesivos juega un ro! importanle en la perpetuación de la identificación proyectiva masiva de este tipo particular, caracterizado por la somnolencia.

S) Es más dudoso que la falta de confianza sea un factor de esta clase dado que es, generalmente, una consecuencia de Ja proyec­ción excesivamente destructiva. Pero pienso que se Ja puede aislar en una forma particular, que está relacionada con secretos y engaños. Cuando Ja forma de entrar en identificación proyectiva se consuma en la fantasía mediante el engaño o la astucia antes que por la violencia, la desconfianza del objeto y la claustrofobia consiguiente son intensas, dado que se sospecha que el objeto es muy tramposo en su aparente vulnerabilidad. Me parece que éste es un fenómeno distintivo, que no se puede atribuir a la inconsistencia parental o a la decepción, dado que en el análisis aparece como una preferencia positiva por un mundo-de.:miste­rio-y-sccreto. Generalmente, juega un rol importante en la para­noia y en la actitud perversa.

6) Finalmente, llegamos al factor de Ja excesiva angustia persecutoria. Creo que ahora estamos en condiciones de estable­cer una distinción cualitativa, para ampliar el principio cuantita­tivo general postulado por Me!anie Klein, haciendo especial referencia a lo que \Y/. R. Bion• ha denominado "terror sin nombre~ y yo he descrito como uterror~. En ambos casos se han descripto angustias paranoides que son fundarr.entalmente intolerables en Candad, a diferencia de otras formas de persecución que pueden alcanzar intensidades cuantitativamente insoportables.

•Aprendiendo de la experiencia, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1966.

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Antes de delinear las.consecuencias de este ataque masivo a la individualidad de los objetos, y a la del analista en la transferencia, es útil intentar catalogar brevemente algunas de las manifestaciones de conducta típicas que se obseivan en el consultorio de niños. La siguiente podría ser una cJasiíicación aceptable: a) utilización del cuerpo del analista como una parte del self¡ b) utilización del cuarto como el interior de un objeto; en tales situaciones el analista vendría a representar un objeto parcial dentro de ese objeto, al mismo tiempo que se lo equipara con e! objeto; e) inversión de la relación adulto*niño; procuran que el analista contenga y represente una parte alienada del selfiníantil; d) ejercicio de un control omnipotente sobre el analista.

a) Es más característico de los niños pequeños y de niños autistas o muy psicóticos el abordar frontalmente el cuerpo del analista. Aquí la técnica juega un papel importante en determinar su perseverancia o su mutación hacia formas que, de alguna manera, Liendan más a la simbolización. Probablemente sean los niños autistas los que más persisten en esta acLitud a pesar de los intentos técnicos para apartarlos, y tal vez se la deba tolerar tem­poráriamente si el niño está claramente impulsado a ello por \a angustia ante la fragmentación. Subirse al regazo, mirar dentro de los ojos, orejas y boca, representaciones concretas de comerse las palabras del analista, empujar Ja cabeza contra el abdomen del analista, rodear el cuerpo de éste con los brazos, empujar los genitales o el trasero contra el analista, son algunas formas típicas de acercamiento. Una vez que cede, se puede obseivar en forma casi inmediata una reacción maníaca y un cambio de material. Un niño autista correrá hacia la ventana y gesticulará triunfalmente a los pájaros que eslán en el jardín, a pesar de que corrientemente son objeto de furiosos puñetazos cuando siente que él cslá afuera y el jardín es experimentado como el interior del cuerpo de \a madre. Luego de oír ladrar a un perro en el jardín, un niño pequeño se apoyó brevemenlC en mí y luego se zambulló detrás del diván y ladró excitado.

Estos tipos de acercamiento pueden dar lugar a un estado de identificación proyectiva masiva en Jos cuales el contacto físico proporciona una experiencia de puerta de entrada. Lo menciono con cierto detalle para distinguirlo como un problema general conectado con la idenlificación proyectiva, de las actitudes y

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conducta hacia el cuerpo del analista que son manifestaciones de un estado exiStentedc identificación proyectiva. Cuando ya existe ese estado, un niño autista tomará la mano del analista para usarla corno un instrumento para abrir una puerta o cortar un trozo de papel. Un niño paranoide puede ingeniárselas para conseguir ponerse las gafas del analista , o pedírselas para ver mejor, o intentar usar su lápiz convencido deque podría escribir o dibujar si lo tuviera.

b) Utilización del cuarto como el interior de un objeto, 'que es frecuentemente revelada por el mismo modo de entrar, ya sea de golpe o dándose contra el marco de la puerta, o por el modo de mirar a su alrededor tal como si estuviera en un vasto anfi1eatro. En forma inversa, Ja fantasía de haber permanecido secuestrado dentro de! analista durante una separación puede ser expresada escondiéndose detrás de la puerta de la sala & espera, o debajo de una silla. El mirar fuera de la ventana aunque sea a una pared de ladrillos desnuda, como en mi consultorio de niños, suele convertirse en una actividad significativa; y el arrojar objetos a través de la puerta o de la ventana puede ser un modo de representar la expulsión de rivales o de perseguidores. Se puede advertir, con frecuencia, que se acompaña de confusión acerca del tiempo, de modo que la ansiedad claustrofóbica puede ser representada mediante un control desconfiado del reloj del analista. La intensa erotización de la situación se hace frecüente­mente manifiesta y se puede expresar en quejas acerca del calor que hace en la habitación o mediante una aguda sensibilidad y curiosidad por los ruidos que provienen de otras áreas de la casa. Las paredes del cuarto suelen aparecer muy erotizadas y se las palpa o acaricia o, inversamente, pueden ser objetos de indaga· ción sádica al horadarlas, investigar la entrada y salida de las cañerías, cables, la estructura de las puertas y ventanas y los orígenes de defectos estructurales o decorativos.

En esos momentos la relación con el analista suele ser peculiar y embarullada. Los niños menos psicóticos mantendrán un comentario continuo con el analista, al tiempo que dramatizan sus fantasías de entrada, posesión, persecución, caer en una trampa, cte. Los niños más psicóticos o de menor edad son más propensos a perderse en la fantasía e ignorar al analista como persona, de modo que éste se siente, en su tarea interpretativa, como si fuera

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un observador o comentarista no participante. En otros momentos puede figurar como un objeto-parcial-dentro-de-la-madre, gene­ralmente el pene del padre o un bebé interno, en ambos casos persecutorio, aunque de significación muy erótica. Es en estos momentos cuando, según mi experiencia, tienen Jugar las más inesperadas explosiones de angustia y, junto con ello, estallidos de una insólita agresión. Por alguna razón, probablemente conectada con la fantasía de intrusión y el temor de ser espiado, los ojos del analista parecen ser objeto de un aLaque particular. Pero es aún más peligrosa la súbita idenlificación con el persegui­dor, que puede poner fin a los ataques de angustia y dar como resultado un ataque rencoroso e irreconciliable.

· c) La inversión de la relación adulto-niño puede ser la repre­sentación más prominente de la identificación proyectiva masiva y, así como el ejercicio del control omnipotente, debe ser cuidadosamente diferenciada del juego de papeles diversos como una forma de comunicación. Se ve especialmente en niños que comienzan a ir a Ja escuela, en las fobias escolares o en su presentación opuesta, en los niños que agreden a otros en la escuela. Pienso que niños que han disociado y proyectado partes valiosas y constructivas del se!f("mutilaciones del yo") y que están funcionando en un nivel inferior, con notoria desesperanza con respecto a la maduración y al aprendizaje, también se convierten en educadores tiránicos o en madres irritables durante prolonga­dos y desalentadores períodos en el análisis. En esos casos, en realidad, no se le pide al analista que desempeñe un papel, sino que es tratado como un niño, con frecuencia uno entre varios niños imaginarios en el consultorio.

d) Este proceso de inversión se desliza sutilmente hacia otro, de control omnipotente sobre el analista. Se apela a todas las técnicas imaginables, verbales y no verbales, que van desde la coerción, amenazas, seducción, chantaje, aparente desamparo, llanto fingido, promesas severas, todo lo cual puede ser resumido en un concepto: el intento de inducir al analista a cometer una transgresión técnica. El hecho de que el control omnipotente se ejerce a Lravés de Ja fantasía de identificación proyectiva no se hace inmediatamente evidente, sino que se observa en las consecuencias de una transgresión técnica provocada por alguno de los métodos mencionados. El material puede pasar brusca-

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mente a las ya mencionadas formas dentro-del-objeto, con evidentes ansiedades claustrofóbicas. O puede aparecer una inmediata respuesta maníaca con consecuencias hipocondríacas. En un paciente más psicótico puede moslrarse un cambio inmediato y sorpresivo hacia una conducta tipo analista, haciendo interpretaciones, comenzando una conferencia o formulando reprimendas en tono despectivo. Por otro lado, es posible advertir una regresión brusca, con posturas infantiles, succión dél pulgar o quedándose dormidos. Tal vez más desconcertante ·sea un acceso de ansiedad aguda, con huida del cuarto y rechazo al regreso, en cuyo caso se requiere un pronto reconocimiento e interpretación de la transgresión técnica y de Ja experiencia concreta de penetración y control omnipotente.

Debe entenderse que el término utransgresión técnica" se refiere a las modalidades que un analista determinado establece para manejar el encuadre. Tempranamente en el análisis, cuando están en su punto culminante las actividades que requiere11 un manejo técnico, raramente han sido estas modalidades elaboradas en detalle. Por cierto que estoy a favor de ir resolviendo las mismas con cada niño en particular, comenzando con una técnica bastante laxa que podrá ir ajustándose según vayan indicando los tipos descritos en a) y d) ("utilización del cuerpo del analista" y uejercicio del control omnipotente"). De este modo, imponer restricciones basándonos en claros ejemplos de enojosas conse­cuencias durante el análisis, libera al proceso de las características de rigidez que, a los ojos infantiles, siempre aparecen como arbitrarias y básicamente hostiles.

Una vez explorados, en alguna extensión, los motivos para Ja identificación proyectiva masiva, que en la transferencia desdibu­ja los límites entre el se!fy el objelo y produce la concomitante confusión geográfica, y habiendo descripto algunas de las formas típicas de conducta a través de las cuales se manifiesta en la sesión analítica, podemos ahora dirigirnos hacia una consideración más general del proceso analítico como un todo y al papel que en él juega esta fase. En las secciones anteriores he tratado de aclarar que el problema básico es el del dolor mental y de la necesidad de que en el mundo exterior haya un objeto que pueda contener la proyección del mismo: en una palabra, lo que he denominado el ªpecho-inodoro". En este nombre quiero englobarla naturaleza

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de objeto parcial de la relación y la cualidad de ser valorado y necesitado, pero no amado. Creo que es muy importante reco­nocer esto para poder comprender la inevitable escasez de ansiedades depresivas en esta fase. No quiere decir que en este período no aparezcan ansiedades depresivas, relacionadas con toda clase de otros aspectos transferencia!es; pero las transaccio­nes centrales que he bosquejado, y que deben ser referidas a las confusiones geográficas, son acompañadas de poca angustia depresiva.

Tiene Jugar, en cambio, una severa escisión del objeto que puede persistir por un período prolongado, de modo que el analisla sea efectivamente só/oun inodoro y que todas las cosas buenas a ser introyectadas provengan de la madre, del maestro, de los hermanos o de los amigos. Lo cual no significa que, en verdad, no tenga lugar un proceso introyectivo, sino que no es reconocido en el análisis: se lo atribuye, y en realidad se Jo ex­perimenta, en otros lugares. De este modo el niño puede, durante un largo período, traer de la casa juguetes, confituras, comida o libros, hacer los deberes o tejer. Las razones para Ja rigidez de esta escisión se pueden ver claramente cuando comienza a debilitarse y van apareciendo las severas ansiedades de ensuciar, contaminar y envenenar al pecho nutricio. Esto es bellamente ilustrado en el Relato ... , en las últimas sesiones, cuando Ja amenaza de la terminación lo hace aparecer con desesperada urgencia.

Esta escisión en la transferencia constituye un tipo de negación de la realidad psíquica que suele ser acompañado por un acling­outen la casa, en relación con la comida. De esa forma se puede apreciar, claramente, que en esta época Ja confusión geográfica comprende, además de la confusión entre el interior y el exterior de un objeto, la que existe encre la realidad externa y la realidad psíquica. Sólo con el establecimiento en la realidad psíquica del pecho-inodoro como un objeto, a través de Ja experiencia de verlo externalizado en Ja transferencia, se hace posible el aban­dono de la identificación proyectiva masiva, dado que este mecanismo tiene como objelivo escapar de una identidad infantil intolerable. Cuando a través de la modulación del dolor se ·ha hecho posible esta identidad separada, se ha abierto el camino para otros pasos en el desarrollo, tal como Jo expondré en los capítulos referentes a las siguientes fases del proceso analítico.

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Es en esta fase en la que podemos ver en forma más gráfica la verdad del gran descubrimiento de Melanie Klein, ampliado por \Y/. R. Bionen trabajos recientes, de que la forma más primitiva de alivio del dolor psíquico se obtiene a través de Ja evacuación en el objeto externo de partes del seifdesamparadas, así como de restos persecutorios de objetos internos atacados, recibiendo en devolución, a lravés del aspecto introyectivo, los objetos restau­rados y las partes aliviadas del se![. Esto sucede en forma concreta en Ja micción y defecación reales, usando el retrete o, por desgracia en algunas ocasioÍies, el consultorio. Lo que más sorprende es el cambio que se opera en el comportamiento del niño al comienzo y al final de dichas sesiones: se va alegre, sin decir adiós, con una mezcla de alivio y desdén, cuando había irrumpido en el consultorio en una forma desorganizada y frenética.

l-le llamado upe.cho-inodoro" a este objeto en la transferencia, porque ésta es su representación más primitiva, anterior a la de­fensa que escinde horizontalmente a la madre y ubica las fun­ciones del inodoro abajo, conectadas con sus nalgas, y reser.ra la función nutricia para la parte superior del cuerpo materno: pechos, pezones, ojos y boca y, por lo tanto, también su mente.

En los pacientes adultos estos fenómenos son más sutiles¡ he descripto algunos de ellos como la fenomenología de los aspectos "seudomaduros" de la personalidad, que pueden verse en tantos casos de pacientes borderlíne o de patologías más severas, en mi trabajo sobre ~La masturbación anal y su relación con la identifi­cación proyectiva'".

Destaco la relación de esta fase de confusión geográfica en el proceso analítico, particularmente en Jos casos de adultos border­line o de patologías aún más graves, dado que Ja resolución de esta configuración de relaciones objetalcs se sitúa en el límite entre la enfermedad (psicosis) y la salud mental; de la rr1isma manera que la resolución de Jos obstáculos que se oponen a la relación de dependencia int~oyectiva del pecho hacen cruzar el límite entre la inestabilidad y Ja estabilidad mental, así como también el atravesar el complejo de Edipo lleva desde la in­madurez a la madurez. Es una fase del análisis que, con pacientes muy perturbados, puede llevar años y, según mi experiencia, suele no resolverse en íorma enteramente satisfactoria; y se puede

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evidenciar una resistencia intratable allí donde un inadecuado apoyo del entorno hace intolerables las interrupciones analíticas, tanto en niños como en adultos. Sin embargo, a pesar de que en esta fase el analista debe mantener una paciencia -y tolcrancia­infinitas, casi siempre se logra un firme progreso. El pacienle que no puede lograr hacerlo se desmoronará en unas vacaciones o dejará el tratamiento después de éstas. Por consiguiente, ésta es una situación para Ja que el método analítico parece básicamente adecuado y debe ser distinguida de aquellas, que más larde encontraremos, que reciben con mayor propiedad el nombre de resistencias intratables. En otras palabras, si un analista consigue perseverar cuando las conf usioncs geográficas eslán en el primer plano de Ja transferencia, será ciertamente recompensado con progresos, no importa cuán lentos sean, ya que no dependen de la cooperación de la parle adulla de la personalidad. Se puede ver un ejemplo llama1ivo de ello en adolescentes enfermos cuya forma primaria de ejecutar la iden!ificaci6n proyectiva puede ser faltar a sesiones por períodos prolongados o perder un porcentaje de se:Siones por semana. El analista que pueda tolerarlo, al mismo tiempo que maneja los problemas técnicos sin que parezca transigir con Ja delincuencia respeclO de los padres, tendrá éxito.

En tanto el dominio de las confusiones geográficas va aleján­dose de la transferencia, se va despejando la mitad de la semana, que a su vez será dominada por Ja configuración a la que ahora dirigiremos nuestra atención. Pero este patrón de identificación proyectiva masiva puede repetirse a Jo largo de mucho tiempo en el análisis en torno de cada interrupción, especialmente de aquellas que caen fuera de la rutina analítica.

Esta formulación general se ha visto bastante confirmada en Jos veintitantos años de trabajo clínico y de enseñanza transcurridos desde que escribí el "proceso"; pero aquí también tendríamos que mencionar numerosos cambios en el énfasis, aunque más adelante surgirán en forma más compleca. En primer lugar, ya no me gustaría hablar de identificación proyectiva "masiva", en parte porque es un término demasiado cuantitativo allí donde cantidad de fenomenolo­gía puede ser confundida con cantidad de estructuras de personali­dad subyacentes. La experiencia ha mostrado, parlicularmente en la fase del análisis de ~ordenación de las confusiones zonales", que la

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recuperación de los estados mentales dominados por la identiflcación proye7tiv~ de ninguna manera significa el regreso de una parle desde su ubicación secuestrada dentro de un objeto. Por el contrario, frecuentemente sólo significa un desplazamiento del centro de gravedad, ~n ese momento, del sentido de idenlidad, sin reflejar un desplazamiento estructural. En un desequilibrio suficientemente establecido, como se puede ver en aduJ1os con trastornos de carácter Y en niños psicóticos, la parte del se!Jque se ha aposentado en el claustrum no emerge fácilmente de la identificación proyectiva hasta que no se ha ya establecido una estructura sustancialmente saludable para que pueda soportar las violentas tensiones de su reintegración. Este hallazgo está en armonía con Ja descripción que hace M. Klein de las dificultades para reintegrar una parte envidiosa escindida de la personalidad, descripta en Envidfaygratflud.

Retrospectivamente, pienso qu~ la razón para aceptar la idea de la identificación proyectiva ~masiva~, y por tanto, el optimismo expres~do respecto de la emergencia de la identificación proyectiva, se debió a no tomar en cuenta el seguimiento cercano de ]as ansiedades clautrofóbicas, ya que prevalecía en mí Ja impresión causada por los aspectos maníacos-y omnipotentemente identifica­t~r~o:'· Fue el trabajo que Dorcen \'(i'eddell realizó con "Barryn el que d1ng1ó un~ mayor atención al espacio en el interior del objeto y a sus características y, por consiguiente, a su impacto emocional sobre Ja parte secuestrada. El lento y doloroso camino por el cual ese niño autista, por varias razones ya no tan joven, fue descubriendo _gradualmen~~ el espa~io tr~dimensional en sí n1ismo y en el objeto, lo que permnió que el interior de su objeto fuera siendo estructurado y diferenciado, nos abrió los ojos a la complicada naturaleza de Ja experiencia proyectiva en la identificación proyectiva, de la claustro­fobia en parlicular, pero también de Ja claustrofllia. Como veremos más tarde•, mi observación (p. 33)sobre "volver-a-dormir-dentro-de­man1á", como ~n aspecto de Ja identH'icación proyectiva, tendríamos hoy que considerarla dudosa gracias a nuestras recientemente adquiridas experiencias de estudios ecográficos de Ja vida fetal

. Finalmenle, tendría que mencionar otro cambio, en el énf~sis. Ciertamente, estaría de acuerdo con el optimismo general de la des-

•En el capítulo "Ordcnaci6n de las confusiones geográficas".

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cripción del proceso analítico, pero no con su acento en la interpre­tación ~correctan. En la actualidad, considero que la interpretación tiene un impacto muy pequeño en esta fase del análisis y por una razón muy evidente. Porque la conducta del paciente, adulto o niño, eslá en esta época tan ampliamente dentro de Ja naturaleza del acling-cn-la-transfcrencia, que las intervenciones del analista, verba­les o cxtravcrba\es, tiene el impacto de acciones antes que de comu­nicaciones. No obstante, factores que generan la atmósfera dentro del consultorio, que he señalado como el manejo de la temperatura Y_ de la distancia dentro de la relación, parecen agregarse a lo que aqu1 se describe como las funciones de "pecho-inodoro" del analista, su interés, su paciencia, su tolerancia y sus intentos de comprender -en una palabra-, su continencia.

La redacción de Los estados sexuales de Ja mente no fue el pro­ducto de un impulso intuitivo, como había acontecido con el P1<Jceso, y tampoco tuve el sostén de colegas con quienes trabajar las ideas, como en el caso del Autismo. Tal como el libro reíle ja, fue un esfuerzo lento y fragmentado que creció, en su mayor parte, de un.cuidadoso y sistemático estudio de Freud llevado a cabo en el Comité que tra­bajó p'ara un nuevo curriculum en el Instituto Británico de Psi.coaná­\isis. ['.1e impresionó fuertemente la brecha entre la concepción co­rriente sobre los enfoques de Freud acerca de la sexualidad, tal como fueron expuestos en los "Tres ensayos sobre una teoría sexual" (1905), y las numerosas y para nada sistematizadas exposiciones en otros trabajos, particularmente aquellos en los que separó lo polimor­fo de lo perverso en la disposición sexual y en la conducta. Todo esto fue tomando cuerpo en Freud a través del conjunto de repercusiones provistas por la experiencia de "El hombre de los lobos". En Estados sexuales describí los agregados de Frcud de la siguiente manera:

De !o que llama "El período primario", Frcud delinca los siguientes hechos:• la escena primaria (durante la cual. el niño interrumpió el coito parental a través de la dcfecac1~n); .las tempranas dificultades alimeticias que finalizan por el peh~ro_ im­plícito de muerte¡ la temprana escena con ~Grus~a" (qu.e s1gn1 ~ca "pera", en ruso) ysu relación con la enurcsis, suenos de 1ncend1os, fobia a las mariposas y el posterior enamoramiento de las criadas. Éstos f arman el f undamcnto de los ulteriores impulsos masculinos activos del "hombre de los Jobos", así como de sus tendencias a

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la regresión al sadismo oral (canibalismo). Por otro lado, Frcud diseña los temas de-la pasividad del "hombre de los lobos~ y sus ramificaciones en su femineidad, por un lado, y de su masoquis­mo, por el otro, a través de la defecación del niño frente a la escena primaria y sus dificultades intestinales posteriores, relacionadas con los trastornos ginecológicos de la madre. Así, la queja por el deterioro del sentido de realidad, mitigada solamente por la enema, se puede raslrcar desde haber "nacido con una membra­na~, la expectativa narcisística de eterna buena fortuna (deslroza­da por la gonorrea), y su crueldad infantil hacia los pequeños animales, que representaban a IOs niños internos de Ja madre.

La posterior corriente pasiva de potencial femineidad anal (vaginal) fue desviada hacia una masculinidad pasiva (fálica) por la seducción de la hermana y sus cuentos sobre Nanya.

Al rastrear y reconstruir esta escena primaria y sus dos corrientes de excitación dominantes, Freud extrae dos conclusio­nes asombrosas:

(p. 101) " ... él desearía poder estar nuevamente en el útero, no simplemente de manera de poder renacer, sino para poder·ser copulado allí por su padre";

(p. 102) "I-lay un deseo de retrotraerse a una situación en !a cual estaba en los genitales maternos; y en esta conexión el hombre se identifica con su propio pene ... ".

Con sólo combinar estas dos exposiciones se llega a una tercera implicación, esto es, que en el coito un hombre puede identificarse con su propio pene como si fuera un niño dentro del genital materno y donde está siendo co¡>ulado por su padre. Desdichadamente, el aspecto "en el útero" de las fantasías masculinas y femeninas, parece haberse perdido cnlre 1914 y 1919; pero cuando Freud retorna nuevamente al tema en 1924, en ~El problema económico del masoquismo", está tratando de relacionar el problema con Ja dualidad de los instintos propuesta en "Más allá del principio del placer~. En tal sentido, la porción de instinto de muerte que no es desviada hacia afuera como sadismo se la ve retenida como 1Q) masoquismo erógeno primario, del cual se derivan dos formas de masoquismo,' femenino y moral, mientras la ~rcintroyección" de la destructividad proyecla_da

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. 44 CLAUSTRUM

puede producir un zg) masoquismo secundario. Este úllimo puede producir una solución masoquista como una "apariencia de desarrollo~ con la angustia consiguiente, sea ésta Ja del temor a ser comido, golpeado, castrado o copulado. Se puede identificar que estas conclusiones se relacionan con un trabajo anterior sobre el carácter ("Algunos tipos de carácter hallados a través del tratamiento psicoanalítico", 0.C., 14, 1916), donde Freud describe a ªlos que fracasan frente al éxito", los "criminales por sentimiento de culpan y "las excepcionesn, aspectos, estos tres, que se pueden reconocer en el carácter del "hombre de Jos lobos".

Pero de mayor importancia aún para lo que consideramos aquí es la categoría del "masoquismo femenino", por Ja cual Frcud significó la actitud "normal" femenina hacia la sexualidad, en las mujeres o, exlrañamenle, la perversión del masoquismo en los hombres, que fanlasean o induso se las arreglan para ser atados, golpeados, violados, abusados, etc.: "La interpretación obvia, y llegamos fácilmente a ella, es que el masoquista quiere ser tratado como un nii'i.o pequeño y desamparado, pero particularmente como un niño malo". Pero el estudio psicoanalítico revela el deseo femeÍ1ino subyacente ude ser castrado, o copulado, o de parir a

·un niño". Así, la nueva "notación" de los instintos de vida y de muerte

había ofrecido a Freud un camino para dividir la fenomenología del masoquismo en "femenino" y "moral'', separando de esa manera los factores relacionados con la culpa (moral) de los conectados a la bisexualidad (masoquismo erógenofemeninoen hombres y mujeres) y, también, de las formas masoquistas se­cundarias, que resultan de los procesos defensivos.

Nuevamente, lo que trato de acentuar es el interjuego entre el método deductivo y el inductivo en el progreso del desarrollo del pensamiento de Freud. Lo que había sido un aspecto incidental de la reconstrucción de la infanci,p del "hombre de los lobos" Podía ser ahora rcevaluado a Ja luz de una nueva notación de Jos instintos y de la estructura psíquica, y ser usado para explorar aspectos similares de otros casos, prometiendo una nueva teoría de las perversiones. La proyección y rcintroyección del sadismo, el cambio caleidoscópico de las identificaciones, el flujo de la bisexualidad y la confusión de los fines activo-pasivos con los masculino-femeninos de un posterior nivel de desarrollo, podían

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entonces ser relacionados entre sí. Y la llave era, daramente, Ja situación del niño pequeño en relación a Ja escena primaria o a · la fantasía originaria.

Ahora sólo faltaba un corto paso para resolver el enigma del fetiche ("Sobre el fetichismo", O.C., 21, 1927) como combinando la desmentida de Ja angustia de castración Oa fantasía de que la mujer tiene que tener un pene) y la desmentida del deseo de caslración. Y, nuevamente, la reciente notación estructural le permitió a Freud establecer que situaciones opuestas podían coexistir en el inconsciente gracias a una ªescisión". Esta idea había sido toca;da en varios puntos desde la época del ªProyectan, pero sólo hab1a comenzado a recibir su significado real en el trabajo de 1924 sobre ªNeurosis y psicosis", y sería posteriormente ampliada en "La escisión del Yo en el proceso defensivon (1937) Y en el ªCompendio" (1938). El modo en que Freud la expone en el trabajo de 1924 es particularmente afina las luchas del "hombre de los lobos". Dice: ªLa tesis de que las neurosis y psicosis se originan en los conflictos del yo con sus diferentes amos -esto es, por consiguiente, que reflejan una falla en e! funcionamiento del yo, que no puede conciliar las diferentes demandas que se le hacen-, debe recibir un nuevo agregado. Querríamos saber en qué circunstancias y a través de qué medios puede el yo tCner éxito en salir de dichos conflictos, que por cieno están siempre presentes, sin enfermar. Éste es un nuevo campo de investigación en el que, sin duda, tendremos que examinar los más diversos factores. No obstante, podemos destacar inmediatamente dos de ellos. En primer término, el resultado de todas estas situaciones dependerá indudablemente de consideraciones económicas-las magnitudes relativas de los impulsos que están luchando entre sí-; en segundo lugar, al yo le será posible ev_iiar una ruptura en cualquier sentido deformándose, sometiéndose a intromisiones e~ ~~ propi~ u~idad y hasta, quizá, procediendo a un c!ivaje o d1v1s1ón de si mismo. De esta forma, las inconsistencias, excentri~ cidades y locuras de los hombres habrán de ser vistas bajo una luz parecida a la de sus perversiones sexuales, a través de cuya aceptación se ahorran la represiónn.

De esta manera, Freud había recorrido una considerable distancia desde la frágil fórmula de que las neurosis eran el negativo de las perversiones. Se había puesto de manifiesto la complejidad de Ja perversión y su relación con el carácter.

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Referencias bibliogrMicas

~Pegan a un niño", O.C. vol. 17, 1919. Amorrortu, Buenos Aire.s: "El problema económico del masoquismo", O.C. vol. 19, 1924, id. "Sobre e! fetichismo", o.e. vol. 21, 1927, id. "!-listoria de una neurosis infantil", O.C. vol. 18, 1918, id.; Ruth Mack

Brunswick, lnt.J. Psa., 9; 439, 1928. M. GardinerPubl., Phi!a. Psa., 2:

32, 1952. (Los estados sexuales, cap. VI)

. El soporte que estas intuiciones de Freud dieron a los halla:-~os posteriores de Melanie Klein concernientes a los procesos de esa:16n y a la identificación proyectiva reforzaron mi convicción, en pr~mer término acerca de Ja importancia de los procesos masturbator1os y de las f~ntasías, c\austrofóbicas y claustrofilicas, y del espacio en el interior del objeto interno materno como un espacio vital, un mundo con cualidades y valores propios. El trabajo sobre Rldentificación Y socialización en la adolescencia" (capítulo VII)" trazó el importante vínculo entre el juego masturbatorio en la cama, de la latencia, y Ja formación de la pandilla, dando una forma más firme al concepto de "organización narcisista". En aquella época yo no veía con claridad cómo se diferenciaba ello de la formulación de Ilion del Grupo de

Supuesto Dásico. . Al releer Estados sexuales, que fue escrito a trozos (con exaclltud,

Elizabeth Spillius dijo que el libro padecía de "dos-horitis") entre 1965 y 1973, me sorprende Jo poco que me absorbía el aspecto espac~al, y tampoco había delineado claramente la distinción feno~enológica entre las consecuencias identificatorias y las proyectivas de las fantasías de identificación proyectiva. Retrospectivamente, me pare­ce que en la consulta, las supervisiones y la enseñanza ponía de manifiesto los detalles de Ja organización narcisista y sus consecuen­cias en el desarrollo y en la psicopatología. Las diferenciaciones adulto/niño, polimorfo/perverso, bueno/trasgresor/malo en la con­ducta sexual, habitual/adictivo/criminal en las perversiones Y una ampliación del rol del fetichismo, con seguridad que me preocupa­ban; pero, por otro lado, poner de manifiesto estos factores. estru:­tura!cs, así como el papel de las confusiones zonales como 1mped1-

• Los estados sexuales

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mentos con respecto a la entrada en una orientación depresiva, era probablemente una precondición para una exploración completa de los aspectos espaciales, geográficos. La teoría del pensamiento de ílion y la conexión que tiene con sus ideas acerca de Jos grupos, esta­ba haciendo poco a poco su impacto. Se puede ver, en varios lugares, que estoy buscando un camino para incluir conceptos de vi::rdad y de belleza como aspectos de la realidad psíquica, así como el impacto de los objetos externos, de manera que el concepto de una parte mala de la personalidad pudiese adquirir una sustancia funcional.

La descripción de Melanie Klein acerca de los ataques fantaseados a los objetos no abarca en sí misma Ja significación de los ataques, aunque ella exploró cuidadosamente la motivación que los alimen­taba. La teoría del pensamiento de Bion concentró la atención sobre esta signiGcación, particularmente la idea de ataques al vínculo, Ja fluidez de Ps~-tD. Tanto la adhesión de Klein a los instintos de vida y de muerte, como la evocación de Bion del aspecto "satánico" de la personalidad, sostenían el enfoque de la maldad absoluta, ya que yo no había incorporado aún las implicaciones de la revisión bioniana de la teoría de los afectos. Amor, Odio y Conocimiento positivos y negativos.•

Habiendo emprendido la tarea, en 1972 y 1973, de dictar las clases sobre Freud y Klein a los estudiantes del Curso de introducción a la Psicoterapia Infantil en la Clínica Tavistock, me encontré frente al pedido de hacer lo mismo con respecto al trabajo de Bion para los estudiantes avanzados, miembros del comité e invitados, en 1976 y 1977. Verme forzado a una revisión sistemática del trabajo de toda su vida fue un golpe de fortuna ya que, entonces, salvO Memoiroj'tbe Future, lodo estaba disponible. Lo que resultó de esta serie Ce conferencias, Desarrollo kleiniano, no tiene que detenernos en este momento pero, cualesquiera sean sus virtudes y sus defectos, el no buscado esfuerzo docente ordenó de tal manera mi propio pensa­miento, que marcó una nueva vertiente en mi trabajo: entre aquello que razonablemente puedo ver como un correcto desarrollo en las implicaciones clínicas del trabajo de Melanie Klein y el aventurarse más allá siguiendo, mejor dicho, utilizando-porque no hay posibi-

• Lave, /late, Knowledge, en inglés. Ulilizaremos las mayúsculas que corresponden a las palabras inglesas. [N. de los T.}

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Jidad de "seguirlo"-, el pensamiento de Bion. Esto ha sido llamado "postkleiniano" y acepto esa denominación, para lo que sea. No puedo decir, con convicción, que a Klein Je hubieran agradado estas ideas; pero sé que me habría animado-en cierto sentido, nos habría animado- a recorrer un camino independiente. Porque aunque ella podía defender vigorosamente sus ideas frente a los ataques, siempre estaba alerta con respecto a las alabanzas y a la ortodoxia.

En cierto sentido, las investigaciones de Ilion volvieron a despcr~ carel interés por la elucidación de las funciones del yo, en tanto que las preocupaciones de Klein habían sido las de las relaciones y la estructura de la personalidad. Allí donde el juego, en el análisis infantil, se había presentado como la evidencia más convincente de lo concreto de Ja realidad psíquica y de la estructura del se({ y de los objetos, el área para el estudio de las funciones mentales había de ser claramente hallada en el estudio de la vida onírica de los pacientes adultos. El fundamento bioniano de Vfdaonirlca, publicado en 1983, cinco años después de Desarrollo klefniano, se describe de la si­guiente manera:

· Las condiciones bajo las cuales algunas funciones en particular son alteradas, atrajo a \'{lilfred Ilion, comenzando con su investi­gación de pacientes esquizofrénicos y las dificultades de pensa­miento que experimentaban. Siguiendo la línea de los conceptos kleinianos de los procesos de escisión e identificación proyectiva no sólo para las estructuras de Ja personalidad, sino para separar funciones del yo tales como pensamiento, memoria, atención, verbalización, acción, juicio, exploró la posibilidad de que la mente se atacase a sí misma de muy diversas y pormenorizadas maneras.Adujo la evidencia de la escisión de funciones mentales en particular, tales como la proyección de trozos de la persona­lidad que contenían dichas funciones, dentro de otros objetos. Dichos objetos de la identificación proyectiva podían entonces ser vivenciados como capaces de desarrollar estas funciones di­sociadas, dado que lo que quedaba del selfya no podía desem­peñarlas~ Y entonces, utilizando este concepto de disociación fragmenlaria y de ataques proyectivos a las capacidades del sel[, comenzó a investigar y a elaborar un concepto de pensamiento. Lo primero que hizo fue separar los pensamientos y la elabora­ción de pensamientos, delpensarcomotransformación de dichos

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pensamientos. Introdujo, entonces, una modificación al énfasis de Melanie Klein sobre las relaciones del bebé con el pecho y con Ja madre como el gran modulador del dolor mental que pennite al niño proseguir su desarrollo.

Según el modelo de K!ein, el desarrollo de Ja mente se parece al crecimiento de una llar cuando es convenientemente alimen­tada y está libre de parásitos y depredadores. Bion tomó un camino enteramente diferente, a saber: que el desarrollo de !a mente es un proceso complicado, que debe ser estructu'r:;,do en cada paso del camino y, por lo lanto, no puede ser comparado con las formas biológicas de crc~imiento que están determinadas por la historia genética e implementada por los sistemas hormonales. Pensó que el desarrolo mental era, en cieno sentido autónomo· que Ja mente se construye a sí misma, trozo a trozo: a través d~ la "digestión~ de las experiencias.

Ilion adoptó el enfoque de que Ja madre debe cumplir funciones para el bebé -funciones mentales-, que el niño puede entonces aprender a desempeñarlas a través de la interna­Jización. Lo formuló en términos de la relación del bebé con el pecho: esencialmente el bebé, en un estado de confuSión y teniendo experiencias emocionales acerca de las cuales no puede pensar, proyecta en el pecho partes angustiadas de su self. La madre y su mente (vivencia da por el bebé como su pecho) deben cumplir, para el niño, la función de pensar. Le devuelve al bebé aquellas panes alteradas, pero en un estado que permite al pensamiento y particularmente al soñar, comenzar a desarrollar­se. A esto lo llamó la función alfa. Lo dejó como un concepto "vacío~ porque no sabía cómo llenarlo y tampoco estaba entera­mente seguro de que podía ser colmado por ninguna descripción sustancial.

Esta concepción del desarrollo de la capacidad del bebé para pensar implicaba que és¡e no sólo es dependiente del ·rewrie materno para poner orden en su experiencia caótica, sino que también lo es de la disponibilidad de la madre como un objeto para ser intemalizado. Esto ha dado una nueva significación a! prolongado período humano de desamparo que, a través de una consideración superficial, aparece como no adaptativo. A través de la vinculación de Ja dependencia con la experiencia del objeto ausente como el "primer pensamiento", Ilion sugirió una signifi-

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cación nueva, altamenle adaptativa, para el largo período infantil de desamparo, implicando con ello que es necesario, para la internalización, de la madre como un objeto pensante y no mera­mente como un objeto utüttario. Eslo dio un nuevo sentido a la especulación de Freud sobre el narcisismo primario Y una ~ucva importancia a Ja fecha que Melanie Klein puso para el com1enzo

de la posición depresiva.

Es preciso decir que en los años siguientes que_dó much.o p~r digerir de las ideas de Bion. De alguna manera, la nea cxpencnc1a de ver material de diferentes medios culturales a través de la supervisión de análisis llevados a Cabo en diversos países de Eur?pa, en los Estados Unidos, en Sudamérica y en la India, que se nos brindó a Martha Harris y a mí en Ja década de los setenta, hizo proseguir esta evolución por un camino sorprendente. Es probable que el re­querimiento de simplicidad en la exposición -que había de ser tra­ducida- para transmitir a auditorios que h~bían- leído sólo ~a~cial­mente a Klein y Bion y, además, no lo habian hecho en el 1d1oma original, haya contribuído a un proceso de condensación. y de clarificición. Pero también fue el espléndido material, tan cu1dado­sam.ente preparado, que agregó incesantemente nuevo p~so al_ hecho de que se había ido diseñando una Meta psicología Ampliada. Este es, desde mi punto de vista, el corazón de Ja sustancia de la psicología p9stkleiniana: que a las cuatro categorías de exposición de Freud -dinámica, genética, estructural y económica-se ha agregado, con pormenores que van incrementándose, la investigación de los aspectos geográfico y epistemológico del funcionamiento mental. Queda por ver si el aspecto estético llegará eventualmente a tener suficiente claridad como para agregar una séptima categoría.

Esas experiencias, que han comprendido una amplia gama de diferentes idiomas, de los cuales-siendo un pobre lingüista- tenía escaso o ningún conocimiento, dirigieron mi atención hacia el lenguaje desde la época del grupo de investigación en au~smo. E.n el capítulo sobre "Mutismo en el autismo infantil, en la esquizofrenia y en los estados maníaco-depresivos" definí cinco factores necesarios para el uso de las palabras -en combinación con los a~pe~tos musicales-gramaticales del lenguaje-a los fines de la comun1cac1ón:

Estos cinco factores, que también pueden verse operando

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aisladamente, de a pares o en concierto en la enfermedad mental en la que está presente una tendencia al mutismo, son los siguientes:

a) Es necesario, para e! funcionamiento mental, que haya una organización suficiente que permita la formación de pensamien­tos del sueño de manera que, a través de ciertos medios, sean aptos para la comunicación y que no requieran simplemente la evacuación (Tiion).

b) Tiene que haber un aparato para transformar en lenguaje los pensamientos del sueño; este aparato consiste en objetos interna­lizados hablantes de los cuales y en identificación con ellos (sea a través de un proceso de identificación narcisista o introyectiva), se pueda aprender la gramática musical profunda para representar los estados mentales.

c) En los primeros años, cuando todavía es fuerte el impulso al !aleo, el niño debe construir un vocabulario pafl!, describir el mundo exterior, de forma que pueda desarrollar cierto virtuosis­mo en sobreimponer esta superficie, lexicográfica, sobre e! lenguaje más profundo, musical; y, de esa manera, ser capaz de comunicar acerca del mundo exterior.

d) Estas transformaciones internas (habla interna) deben encontrar en el mundo exterior un objeto con suficiente realidad psíquica y adecuadamente diferenciado del se!f para que necesite la vocalización de este proceso interno a fin de que tenga lugar Ja comunicación

e) El deseo de comunicación con otros seres humanos debe ser suficiente para sustentar el proceso continuo de formación de los pensamientos oníricos.

(Exploración del autismo, cap. VII).

Esta distinción entre la comunicación de Ja información a través de medios verbales y la comunicación, más inconsciente, de Jos estados de la mente por medio de Ja identificació'n proyectiva, a través de la música y de la gramática del habla, ha sido realizada a la luz de las transformaciones de los pensamientos oníricos, equivalentes a la fantasía inconsciente de Melanie Klein. De esta manera, "estado mental" debe entenderse como una manifestación momentánea de las funciones descriptas por la 1'11etapsicología Ampliada y el pensa-

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miento onírico como su expresión más pura, más auténtica, en la vida

mental. Mucho delo trabajado en Jos últimos años concerniente a l~s m~­

nifeslaciones clínicas de las ideas de Ilion y a algunas de sus 1mph­caciones teóricas, se expuso en llfetapsicologfa ampliada• Y en !.a aprehensión de ta bel/ez~· (con Meg I-Iarris \'V'illiams). Pero me avergüenzo al encontrar que muy poco de Jo referente a los as~cct~s proyectivos (o, como preferiría llamarlos, ~intrusivos'') de la idcn~­ficación proyecliva se ha publicado en inglés. Dado que fue ~dqu1-riendo forma sobre todo, a través de disertaciones a propós1lo de numerosas c~nferencias pronunciadas en el exterior, ha vis~o l~ luz sólo en las publicaciones de dichas reuniones, en francés, en !lahano'. en español y en noruego. De ahí Ja necesidad, a pesar ~e mi resistencia, de publicar esle gravamen adicional con desuno a

nucslras gimientes bibliotecas. _ Dos casos clínicos, uno presentado en Perugia a fin~ de los anos

setenta, y orro propio, a comienzos de los oche~~· ¡u~lo :on el material de ~narry" de Dorcen \Veddell, incitaron m1 imag1naa6n en lo refefC,!nte a las cualidades y significación del mundo dentro de un objeto maternal interno. El caso de Perugia se referíaª. un joven qu_e se había desnudado en el medio de la plaza de su ciudad Y h~b~a desaparecido en las alcantarillas con el propósito, como dcscnb16 más tarde de escapar de la Gcstapo que lo buscaba para enrolarlo. En los d~s años siguientes estuvo en tres hospitales psiq~iátricos diferentes, escapando de los dos primeros en razón de intensos sentimientos persecutorios. En el primero, encontró q~e todo c~~aba inmundo y maloliente y que oía constantemente los gntos Y quc¡id~s de gentes que estaban siendo torturadas. En el segundo, se quc¡ó interminablemente de la atmósfera de desenfreno sexual. e~tre pacientes y personal, lo que lo condujo a una constante exc1tac1ón masturbatoria. Finalmente, en el tercero se lamentó de que todo era tan hermoso que el aire olía tan bien y era tan vigorizador, que oo podía parar de inspirar profundamente; en consecuencia, temía est:r utilizando demasiado oxígeno y eso podía dañar a los bebés que oia

llorar en la nurserydel piso inferior. . Mi propio paciente era un joven que cuando estaba traba¡ando en

* Ed. Spatia, Buenos Aires. ** Ed. Spatia, Buenos Aires.

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el exterior, en Ja empresa de unos amigos de la familia, en cuya casa también se hospedaba, fue trastornado por un ataque de angustia tan delirante que casi le causó Ja muerte. Se convenció de que si con­sumía ávidamente mucha comida, más allá del valor monetario del trabajo que realizaba, sería "arrojado afuera". No podía decir qué sig­nificaría esta expulsión, pero lo llenaba de terror. En consecuencia, se apanó de las comidas con los demás, fue alimentándose cada vez menos y enflaqueciendo, lo que disimuló rellenando su ropa. Finalmente, se debilitó tanto que se descubrió su engaño yse lo envió a su casa en un avión sanitario. Tempranamente en el análisis, que comenzó a poco de recuperarse fisicamente, se pudo notar la natu­raleza fundamentalmente daustrofóbica de este estado delirante. Apareció con claridad que su mundo estaba compuesto de tres áreas o espacios separados: la consulta, que era un espacio de seguridad y de placer; el cuarto que alquilaba, que daba al parque de ciervos de! Magdalen Col/egeque era una cámara de maslurbación y de vo­yeurismo; y su trabajo como cadete en el depósito de una importante empresa, como un lugar de disimulaQa persecución y de escl¡ivitud, en el que se senUa compelidoarobarcomida fría dela cocina. Al atra­vesar la ciudad, en camino hacia o desde esos espacios, corría con la cabeza gacha, sin mirar, hasta el punto de correr peligro en el r.ráfico.

No trabajaré el material, prefiriendo en este momento dar por terminada la revisión y pasar entonces a la materia de este pequeño libro. Sólo una palabra más, acerca de hasta qué punto lo que sigue puede estar en deuda con el cuidadoso eszudio de Memofr ofthe Ful u re de Bion. Su ilustración de los procesos de cambio catastrófico y Ja recuperación que le sigue, han encontrado verdaderamente un camino entre la producción de.mis propias conjeturas imaginativas y, por consiguiente, en mi manera de experimentar el material clínico. Pero quiero bosquejar esta distinción. Creo que Ilion enfocó el cambio catastrófico corno crisis en e! desarrollo. Con ello estoy enteramente de acuerdo. Probablemente, yo he es1ado más interesa­do en el cambio catastrófico desde el punto de vista de Jo que él llamó los momentos que mantienen en suspenso las posibilidades tanto ~de desmoronarse, como de avanzar". Dado que es probable que en Ja consulta veamos muchos pacientes en los cuales son evidentes las ansiedades agudas de dicho momento, en aquellos que han sucum­bido al ~desmoronamiento~, obtenemos la más clara evidencia del mundo del interior de un objeto interno.

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Parte 2

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1

3 La dimensión geográfica del aparato mental

En el modelo de la mente que estoy utilizando, la dimensión geográfica puede subdividirse con propósitos fenomenológicos en seis áreas discincas: el mundo externo, el útero, el interior de los objetos externos, el interior de los objetos internos, el mundo interno y el sistema delirante (geográficamente hablando, el •no-lugar"). Las primeras cinco subdivisiones comprenden áreas que tienen realidad psíquica. El mundo ex temo tiene también una realidad concreta, que demanda procesos adaptativos, fundamentalmente vacíos de signifi­cado. El sistema delirante cambién está vado de significado pero de una manera diferente, siendo delirante en sus significados y bizarro en sus objetos.

En lo que se refiere al mundo exterior, debemos extraer signifi­cados cuando el impaao de los acontecimientos y de los objetos nos golpea emocionalmente; por tanto, están sujetos a procesos de imaginación, es decir, a la formación simbólica (función alfa) y al pensamiento; esto va mis all:1 de nuestros movimientos adaptativos que, sobre todo, se aprenden por procesos inframentales de mime­tismo (unidimensional) y de ensayo-error. Pero en esta cuestión no estamos únicamente limitados a dichos impactos; también tenemos la capacidad de desplegar emoción y, por consiguiente, de infi1ndir potencialmente con significado a acontecimientos y objetos cuyo impacto no es sustancial en ellos mismos. En !.a aprohenslón de la belleza propuse una terminología que deriva de la teoría de los afectos de Bion, de más y menos L (/ove, amor), H (hale, odio) y K (knowtng, interés, conocimiento). Sugerí que nuestra tt".spuesta innata hacia la belleza-del-mundo, que es una respuesta estética, contiene una integración de estos tres vinculas positivos, L, H y K, pero que el dolor de la ambivalencia combinado con la necesid.-i.d de tolerar la incertidumbre, hacen muy dificil mantener juntos tales vinculas. Los procesos de escisión alivian porque despliegan los vínculos sobre objetos separados, escindiendo también asi al se/fen sus capacidades y experiencias emocionales. Estos procesos de escisión no reducen necesariamente las experiencias a un nivel adaptativo, en el que pensar acerca del significado, que ne.ce.sacia-

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mep.te incluye los valores, sería reemplazado por la intriga, lógico derivado de los Supuestos Básicos, y por acciones dirigidas a lo exitoso (triunfo).

Allí donde se puede preseivarel significado, a pesar de la escisión de los vínculos pasionales, estamos en el dominio de la posición esquizo-paranolde de Melanie Klein en términos de valores, pero los procesos de proyección e introyección permanecen activos. La modificación se hace posible porque la acción puede resuingirse en favor del pensamiento. Pero este intercambio entre la experiencia del mundo externo y los procesos del mundo interno depende de la observación y de poder restringir la intelección prematura, así como el fabricarse historias. Hay que dar un tiempo para que se formen los pensamientos inconscientes del sueño con el fin de que puedan darse el pensar y las transformaciones. Debe permitirse que aquello que debe ser contenido entre en el continente, según el modelo de Bion

Algunos tipos de experiencia clínica, cuando se combinan con lo que puede aprenderse de la observación de bebés y de la ecografía, sugieren que las experiencias emocionales y la formación rudimen­taria de símbolos y de pensamientos comienza en los últimos meses de gestación y establece el fondo sobre el que tiene lugar el impacto crucial de la experiencia con el mundo del afuera y, en particular, los primeros encuentros con el cuerpo y la mente de la madre. La idea de Bion de que partes infantiles pueden quedarse atrás durante ~l nacimiento permaneciendo en el útero, es muy sugestiva en pacien­tes en los que un factor traumático complica su gestación: enferme­dad materna, infarto de la placenta, nacimiento prematuro, sufri­miento feta~ por nombrar algunos. Ésta es un área para ser investigada todavia: su impacto sobre el carácter, su aparición en los estados de aislamiento, su participación en los patrones del sueño. Hago aquí su mención para que se distinga de aquellos aspectos de la identificación proyectiva (intrusiva) a los que se refiere en particular este libro.

Estos estados de la mente, ya estén en el centro en el carácter o sean solamente accesorios al mismo, requieren que se los divida en dos categorías: los que tienen que ver con una intrusión y aquellos otros que son el ré:sultado de una inducción pasiva dentro de los objetos externos. Parece que estos últin1os dan como resultado varios estados patológicos como lafolte-iJ-dcux, la personalidad múltiple,

LA DIMENSJON GEOGRAFICA DEL APARA TO MENTAL 59

la posesión demoniaca. Cuando un objeto externo es portador de transferencia infantil, la introyección sigue fácilmente a la separación. Ninguno de estos estados debería interesamos a qui, pues'. todos ellos presentan primariamente manifestaciones identificatorias de tipo narcisista, sin el fenómeno claustrofóbico.

Pero la identificación intrusiva con objetos internos parece mostrar siempre ambos aspectos, el identificatorio y el proyectivo (claustrofóbico). El objeto interno de estos procesos es porexce!encia el objeto interno materno y su especial división en compartimentos. Un procedimiento para entrar en el cuerpo de la madre pilrece ser la proyección intrusiva en el objeto intemo paterno. Esto u'ene conse­cuencias identifícatorias importantes, pero son escasas las de tipo claustrofóbico, en sentido estricto. Tales aspectos identificatorios de la identificación proyectiva con objetos internos y externos ya han sido estudiados ampliamente. Desde el punto de vista teórico, los que nos interesan aquí son casi exclusivamente los intrusivos, los de tipo proyectivo; en tanto que su inclusión en la situación clinica nos va a interesar en relación con los problemas técnicos.

Todas estas consideraciones requieren una diferenciación de las relaciones del selfcon sus objetos intemos, en cuanto a que sus limites de individualidad inviolable e intimidad son respetados en todos los niveles. Creo que es justo decir que los objetos internos chocan, hacen impacto en el self eó varios niveles, debldo tanto a sus cua­lidades como a sus funciones. A diferencia de los objetos externos, las emociones no están desplegadas sobre esos objetos, síno que son evocadas por ellos. Es a este nlvel de la realidad psiquica que forma y función se experiencian entrelazadas de tal manera que belleza es verdad y verdad es belleza.

Así como diversos hijos de una misma familia descubren con el tiempo que, según su experiencia, tienen •distintosn padres, de igual modo sucede que diferentes partes del sel/tienen distintos objetos internos. Para algunas partes delse{/los objetos están a nivel de objeto parcial, para otras están invadidos y alterados por proyecciones; para algunas el objeto materno y el paterno están muy apartados entre sí

· mientras que, para otras, están combinados; para unas, los objetos se mantienen bajo control omnipotente, mientras que otras partes del seifpueden dar libertad a sus objetos internos. Desde este plinto de vista, la reintegración del self sigue a la reintegración ~ los objetos internos. en el sentido de su rehabilitación. Sobre esta integración, el

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desarrollo posterior de los objetos internos se convierte e!l una posibilidad, Ja que va más allá de lo previsto por Freud de acrecentar sus cualidades siguiendo modelos externos a la familia, de héroes Y heroínas del presente y del pasado. El objeto combinado interno aprende de la experiencia adelantándose al se/j y es, casi con toda certeza, la fuente del pensamiento y de la imaginación creati.va.

En penoso contraste con las gloriosas posibilidades de crecimien­to para el selfy los objetos que suponen los vínculos positivos de L, H y K, las fuerzas de antivida y de Ja antiemoción que se dedican al anti L, I.J: y K, al puritanismo, la hipocresía y el filisteísmo, construyen el pandemonium del sistema delirante. Sus herramientas son esen­cialmente estúpidas. El mimetismo negativo construye un mundo de ideas delirantes y de objetos bi7.arros a partir de los escombros de la función-alfa-invertida, con la ayuda de las cransformaciones en alucinosis, y forma el lado negativo de la tabla. Esta podría ser la formulación bioniana, cuya evocación clínica no poden1os detener­nos a considerar aquí. Se le dedicará alguna mención en el capítulo B a propósito del papel del claustrum en la aparición de la esquizofrenia.

4 Los compartimentos de la madre interna

Las comprensiones cUnicas que llevaron a Ja diivisión en compar­timentos tfel interior del cuerpo de la madre se remontan al comienzo de la década de los sesenta, en el trabajo con el grupo de investigación sobre el autismo, que produjo finalmente Exploración del autl.smo y, especialmente, en la labor de la fallecida Doreen Weddel con ªBarry". Pero debieron transcurrir veinte años hasta que se me revelara enteramente su significación. Además del crabajo clínico y de la enseñanza y de la compañía literaria de Martha Harris y de sus hijas, Ja concepción del conflicto estético apareció para modificar conside­rablemente mi enfoque del desarrollo de la personalidad y de la condición humana. Entretanto, fueron surgiendo los diversos ensa· yos recogidos y organizados en Los estados sexuales de la mente, en los que la división en compartimentos del interior del cuerpo de la madre su referencia a los orificios y a la naturaleza polimoña de la sexuaÚdad adulta, añadieron materia a la descripción formal.

Es evidente que las dos ideas nuevas que permitieron, a cravés de ir ganando claridad, las descripciones que figuran en este libro, son la teoría de los afectos de Ilion: L, H y K y sus antitesis, y el conflicto estético, que desempeña un rol central en las oscilaciones Ps+....D. A partir del entendimiento de que se registra una atormencadora incertidumbre acerca de las cualidades internas del objeto estético, es posible expresar la idea de la fuerza yoica como una capacidad negativa. Cuando podemos observar operando a la dimensión fuerza/debilidad y no simplemente inferirla a partir de sus conse­cuencias, nos desplazamos a un nuevo nivel de precisión en las observaciones clínicas (y en la autoobservación).

Lo que se nos va adarando en el trabajo con pacientes y en las supervisiones, es la distinción entre inmadurez y psicopatología. En un sector podemos ubicar a las manifestaciones de las confusiones infantiles de naturaleza geográfica y zonal junto a la tesis de Money­Kyrle sobre los malentendidos en el desarrollo. Frente a eUos están las cOostrucciones patológicas que surgen de lo que Bion llama "mentiras~ o columna2 de la Tabla, el fracaso de la función alfa¡ esto quizá sea inducido por Jo que he llamado "fabricarse historias~, la

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inversión de la función alfa con residuos (elementos beta con trazas de yo y de superyó) con los cuales se modelan los objetos bizarros y el sistema delirante con la energía provista por los anti -L, H y K y, finalmente, la operación de los mecanismos omnipotentes (procesos de escisión, control omnipotente de los objetos e identificación inuusiva).

Desde el punto de vista del modelo de la mente es necesario bosquejar el desarrollo, tanto en términos de selfcomo de objetos. Con anterioridad, mi propio énfasis, en consonancia con la línea general de las descripciones kleinianas, recayó en la evolución del selj, particularmente desde el punto de vista estructural. En este momento, cuando intentamos una exploración de las consecuencias del aspecto intr\ISivo del fenómeno dual de la identificación proyec­tiva necesitamos procurar, en primer término, una descripción de la geografía y de las cualidades de los objetos internos y, en segundo lugar, trazar las implicaciones metapsicológicas que ello tiene para el self. Esta última consideración debe incluir las consecuencias que ello tiene para la escructura del se!fy también para su imagen del mundo .. Como una base para nuestra investigación central, en lo que se refiere a las implicaciones que para los objetos internos y para el setftiene la intervención del aspecto intrusivo de la identificación proyectiva como un aspecto de la psicopatología necesitamos, en primer término, esclarecer la dirección y la extrapolación de cómo evolucionan los objetos internos durante el proceso de maduración, de manera de poder entender las distorsiones, en los objetos y en el se/f. que son consecuencia de dicha incrusión.

Lo primero que debo aclarar es la diferencia entre una concepción del interior de la madre interna que deriva de la imaginación y otra, que es el producto de la incrusión omnipotente y, por tanto, de la omnisciencia. En lo que respecta a la última, el material clínico permite ser muy explícito y preciso· pero, en lo que se refiere a la primera, al interior de la madre tal como se lo imagina desde el exterior, respetando la intimidad de dicha interioridad, debe ser un producto de la imaginación del paciente y del analista. Pero también tenemos otra fuente, que nos es proporcionada por los artislas y los poetas. Desde el material clinico podemos ver que las funciones de las diferentes partes de la madre conllevan una suposición de la estructura interior, pero aquí, por supuesto, la imaginación toma

LOS COMPARTIMENTOS DE LA MADRE INTERNA 63

prestadas las formas del mundo externo. Este toinar presladas las formas tiene una consecuencia reflexiva para nuestra imagen del significado del mundo externo del que dichas formas fueron toma­das. Contrastando las dos imágenes -Ja consuuída por la imagina­ción y la ~descubierta" por la intrusión- podemos también alcanzar una discriminación significativa de las concepciones del mundo en tanto determinadas por la realidad psfquica, en la salud y en la enfermedad. Las consecuencias pacológicas se discutirán en el capítulo 5, sobre La vida en el claustrum.

Aquí sería más útil delinear la dirección del desarrollo de los objecos internos en tanto éste se refleja en la concepción imaginativa del interior de la madre interna. Claramente, el movimiento general va desde un espacio amplio, indiferenciado y que sencillamente contiene todas las formas de vida -la Madre Tierra-, a un objeto materno dividido en compartimentos, pero mayormence parcializa­do, cuyas funciones para el niño (aumentadas por los deseos que surgen en éste) determinan sus construcciones imaginativas. Este interior no integrado es conformado en agrupaciones en tomo de la suposición de analogías entre las experiencias que el niño tiene de sus propios orificios y los servicios que al respecto le presta la fnadre. Así, los ojos se dirigen a los ojos, las orejas a la boca de la rnadre, la boca del bebé a los pezones, la nariz hacia el perfume materno¡ y, de esta manera, la integración del niño es conjuntamente llevada a la consensualidad por la conducta integrada de la madre: la cabeza del bebé al pecho/cabeza de la madre. Pero una concepción correspon­dientemente integrada del interior de ella debe ser una tarea mucho más dificukosa, estorbada unto por la amb.ivalencia despertada por los fracasos en sus funciones como por el conflicto estético concer­niente a la incertidumbre respecto de su interior. Esto es particular­mente cierto en lo que se refiere a las áreas más problemáticas de los procesos excretorios y de los impulsos eróticos genitales. Es probable que los deseos de penetrar y de ser penetrados, inherentes a todos los orificios, complican mucho para el bebé la ac;eptación de la dependencia que tiene respecto de los servicios que recibe en estas zonas altamente erógenas. Las ansiedades acerca de vaciar a la m"adre o de envenenarla con excrementos, trazan un contrapunto con la posesividad y los impulsos tiránicos. Esta madre-en-peligro presiona para que el niño no vea en el padre a un rival en lo que se refiere a la preservación de este indispensable y precioso objeto. De los tres

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orificios que se supone a bienes hacia el padre, las funciones que éste Ciene de alimentar y limpiar a la madre son más fácilmente aceptadas que la de alimentar genilalmente al bebé. Yasi, dificil menee se puede llegar al conflicto edípico gerutal sin que los conflictos pregenitales hayan sido ampliamente resueltos.

La consecuencia de esta dificultad de integrar las funciones de Ja madre, en Unto que influyen sobre la concepción imaginativa que el bebé tiene de ese interior, predisponen a Ja imagen en tres compar­timentos que pueden estar en relativo o absoluto aislamiento entre sí; los bebés internos no pueden acceder al alimento del pecho ni ocupar los pensamientos de la madre; el depósito de basura rectal no debe derramarse en el pecho ni envenenar a los bebés en el genital. Las formas elegidas para representar estos companimentos y sus funciones se toman prestadas de lo que se observa de la vida familiar, y ésta, en forma refleja, es empapada con el significado de estos companimentos y las ansiedades consiguientes. De esta manera, Ciene lugar un continuo intercambio entre el mundo interno y el mundo externo, un comercio cuyas cualidades formales son intro­yectadas y cuyo significado es externalizado. La rula de la extrapo­lación ·en el proceso madurativo se dirige claramente hacia la integración ye! objeto combinado. Pero, para dar sustancia a estas generalizaciones, debemos volvernos hacia los artistas y los poetas:

"Debajo de él, Sacán, maravillado, Contempla nuevamente las delicias Expuestas a los sentidos humanos, Los tesoros de la naturaleza Entera en breve espacio comprendidos; Aún más, un Cielo vio sobre la Tierra. Porque ese jardín era el gozoso Paraíso de Dios, por él plantado Al este del Edén; desde Aurán El Edén extendía sus confines Hada Oriente hasta las reales torres De la gran Scleucia, edificada Por reyes griegos, o hasta Telasar

-En donde, mucho tiempo antes, moraron Los hijos del Edén. En este suelo Placentero Dios puso su aún mucho más

LOS COMPARTIMENTOS DE LA MADRE INTERNA

Placentero jardín, y de su fértil Terreno hizo brotar todos los árboles De la más noble especie por su aspecto Olor y gusto; en medio de ellos todos Descollaba el Arbol de la Vida De una eminente altura, rebosando Fruto ambrosfaco de oro vegetal; Y junto al de la vida, descacaba El Arbol de la Ciencia, nuestra muerte, Ciencia del bien, por conocer el mal Pagada cara. Hacia el Sur y por medio Del Edén un gran río transcurría Que sin cambiar de curso atravesaba Por debajo la afelpada colina, Porque Dios había puesto este altozano Como el más férlil del jardín, Erguido sobre la rauda corriente, Que las venas de la porosa tierra Hacia arriba absorbían suavemente, Y de la que manaba fresca fuente Que regaba el jardín con arroyuelos; Estos después se unían y surcando El calvero escarpado se encontraban Con el caudal de abajo, que al salir De su crayecto obscuro se partía En cuatro importantísimas corrientes Que fluían separadamente y que Vagaban por imperios muy famosos Y por muchas regiones de las cuales No es preciso aquí ahora rendir cuentas.•

(El paraíso perdido, IV. 205w35)•

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La geografía del Jardín, originalmente construido por Dios para su propio placer y en el cual suele caminar, tiene una extraña disposi­ción según la cual una montaña se ha levantado sobre un río, que de

•Traducción de Esteban Puja]s. Ed. Otedra, Madrid, 1986.

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esa manera pasa a ser un río subterrá.neo que reaparece "de su trayecto oscuro" para unir los arroyuelos que han surgido de la fuente en lo alto de la montaña, cuyas aguas han discurrido por "las venas de la porosa tierra (que] hacia arriba absorbían suavemente". Nueva­mente unidos, el río se divide entonces en cuatro cqrrientes princi­pales que "fluían separadamente y que/ Vagaban por imperios muy famosos/ Y por muchas regiones de las cuales/ No es preciso aquí ahora rendir cuentas". Resulta claro que este imaginario sistema vascular le interesa solamente a Mil ton, en la medida en que alimenta los pechos y la cabeza, el Arbol de la Vida •oe una eminente altura, rebosando/ Fruto ambrosíaco de oro vegetal¡/ Y junto al de la vida, destacaba/ El Arbol de la Ciencia, nuestra muerte".

E.s una invocación poderosa del interior del cuerpo de la madre y de los diversos motivos que llevan hacia adentro a la parte intrusiva de la personalidad, dentro del deleite sensual del pecho o de la omnisciencia de la cabeza (biblioteca) de la madre. De los dos, sólo el Arbol de la Ciencia está prohibido y, en consecuencia, es al anhelo del conocimiento divino que Satán recurre en su seducción de Eva. La visión que Homero tiene de la sexualidad no discurre tanto por los caminos de la culpa:

Esta mano dibujó la maravilla: un olivo extendió en el centro del jardín su eternamente verdeante cabeza, corpulento como poderosa columna alto subió el enorme tronco, que hacia el cielo pujaba. En torno al árbol una capilla nupcial levanté, y teché para defender de lluvia y de tormenta, de labrado arte su amplio recinto adorné y con mármol pulido brilla su cópula bella. La rameada cabeza podé; por arriba partí el tronco en dos, y su brillante grano limé; Icé despu~ pilares, del tamaño del dintel, y a espacios regulares los entré. A distancias iguales, y de púrpura teñidos, el dintel cruzan de cuero fuertes tiras. Y estando entera y acabada, la obra pulí, y brillaba con colores de oro, plata y marfil

(Odtsea, Libro XXIII;

LOS COMPARTIMENTOS DE LA MADRE INTER..~A 67

traducción de la versión inglesa de PoPE.) Aquí, la voz del poeta nos evoca la cámara nupcial. Vemos

nuevamente al árbol, ahora un olivo; alrededor se construye este abrigo indestructible y secuestrado.

Pero la Odisea es también una acuciante imagen de la función, en su retorno, del padre interno a cravés del acto de amor, para desembarazar a la madre interna de los perseguidores y de la basura proyectada por los niños malos y díscolos. Estos desechos, aOJmu­lados en el recto de la madre y eliminados por el padre interno con una tarea hercúlea, como la limpieza de los establos de Augias, marca otro punto en el c~al la relación con los padres externos sostiene o debilita los conceptos inconscientes del niño sobre las relaciones entre los padres internos en el nivel de objetos parciales y totales.

Estas descripciones dadas, por asi decirlo, desde el vértice de la parte infantil de la personalidad de Telémaco con referencia a los ruines y malos hennanos y hermanas, cargadas, por supuesto, de salvaje competitividad infantil, representan las consecuencias de la escisión y de la idealización de los objetos. Los ~malos" padres también están representados en la fantasía y, en la Odisea, se pueden encontrar en otros aspectos de Ulises y de P~nélope. El es. el aventurero que permanece mucho tiempo fuera de la casa y prontamente vuelve a irse en sus viajes. Penélope es también la mala madre cuya debilidad, sin sustento, encuentra recursos a uavés del engaño y del aplacamiento en su uato con los malos muchachos (de la pandilla narcisista). Pero aun en su "maldad", los padres idealiza­

. dos ilustran las bondades hacia las cuales pueden desarrollarse los objetos internos no estorbados por las identificaciones proyectivas infantiles (de cualidades adolescentes, por ejemplo, en Ulises y-en Penélope). El firme establecimiento de la diivisión en compartimen­tos parecería ser la precondición para la evolución de las cualidades mentales de estas figuras parentales: sinceridad, bondad, sabiduría, exuapolándose al infinito - hacia la divinidad.

Los siguientes capítulos explorarán las alteraciones producidas en estos compartimentos por los aspectos intrusivos del selj: Pero no puedo abandonar este tributo a la inspiración que nos proporcionan los poetas y artistas sin mencionar el gran despliegue de esta división en compartimentos vista a trav~ de la tortura, del pecado y de la

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atormentada mentalidad de finales del siglo XV. El trlptico de Hyeronimus Bosch, comúnmente llamado ªEl Jardín de las Delicias", expone la indolencia, la sensualidad y la claustrofobia de los tres compartimentos que resultan de la •primera desobedíenciaN, de la intrusión en las prerrogativas parentales.

5 La vida en el claustrum

Según el modelo-de-la-mente desde el vértice de Klein/Bion (postkleiniano) Ja psicopatología se puede clasificar de tal forma que se corresponda bien con las clasificaciones p.¡ramente descriptivas de la psiquiatría. La clasificación meta psicológica, o más propiamente

· de la Metapsicologla Ampliada, podria hacer una división entre las perturbaciones neuróticas y las psicóticas: las luchas esquizo...para­noides (PsH-D) contrastarían con las estructuras resullantes de la escisión e identificación proyectiva,' que tienen una gran influencia sobre el carácter, el sentido de identidad, la capacidad para la formación simbólica, la imagen-del-mundo, la formación de concep­tos (desarrollo cognitivo) y el estado de ánimo. Desde este punto de vista, las esquizofrenias deben dejarse aparte, como vida en el mundo del sistema delirante, más allá del contacto o intercambio con la realidad psíquica.

Mientras que en los pacientes normales o neuróticos podemos sorprender fugaces reflejos de la vida en el claustrum, al trabajar con pacientes en estado psicótico o borderllne es cuando el mundo in­terior se abre para que podamos inspeccionarlo con toda libertad. Sin la teoría del pensamiento y la teoría de grupos de Bien, si estamos armados solamente con la mecánica freudiana y con las posiciones kleinianas, induso con el añadido de los conceptos de escisión, la descripción que podemos hacer de estos estados mentales carece de fuerza y de daridad; induso nuestra intervención terapéutica encuen­tra poco apoyo para escalar la gran muralla de la resistencia al cambio . los problemas técnicos que llevaron a Freud a considerar que las neurosis narcisistas estaban fuera del alcance del psicoanálisis por carecer de capacidad para desarrollar la transferencia, lo considera­remos en el capítulo siguiente. El anclaje que hace Melanie Klein del instinto epistemolllico como el interés del bebé por el interior del cuerpo de la madre, y por consigUiente de su mente, fue explorado ampliamente en La ·aprehensión de la belleza-, también hemos des­cripto en los Capítulos 3 y 4 algunas de las cualidades del mundo interno, como un aspecto de la realidad psíquica, según se derivan del psicoanálisis y de los tnsights de artistas. Esas cualidades,

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construidas más que observadas, deben diferenciarse de aquellas otras que se experiencian directamente a través de la identificación proyectiva. Estas últimas, que son las que vamos a tratar, están influenciadas sobremanera por el hecho mismo de la intrusión. Los motivos de la incursión no solamente producen una alteración del juicio sino que, además, el daño que se hace por el parasitismo altera el estado del objeto. Esto se ve con más claridad en los estados -maníaco*depresivos y en la hipocondría y han sido vívida mente descriptos por Abraham y M. Klein. ·

La diferenciación que hace Bion entre los procesos de identifica* ción proyectiva, comunicativos e intrusivos, en su aplicación a los objetos externos puede tom~rse como un reflejo de los procesos internos, dejando a un lado la influencia que las experiencias externas'tienen sobre las cualidades de los objetos internos conse­cuencia de los misteriosos acontecimientos introyectivos. Sobre este campo de operaciones, el valor del procedimiento psicoanalítico depende en gran parte de su capacidad para rehabilitar a los objetos inteÍnos dañados, es decir, el llamado aspecto de ~experiencia emocional correctiva" del proceso. El papel crucial del objeto de dependencia infantil, esencialmente interno y reflejado hacia afuera eri la transferencia, al atraer y contener a las identificaciones proyectivas, que se experiencian como contratransferencia, previe­ne, en cierto grado, la intención intrusiva en presencia del objeto. Pdro 'ello puede fracasar en la situación interna durante. las separa­Cioncs, tal como lo ilustran sus secuelas y los sueños (acting-in, acting-out, deterioro del contacto).

Es"te factor de invitación, y consecuentemente de receptividad, es crucial en las relaciones de objeto. Pero posee una contraparte perversa que debe ser mencionada de pasada con el fin de dejar de lado sus consecuencias y así evitar su confusión con los fenómenos que estamos tratando. Me refiero a la experiencia pasiva de identi­ficaci?n proyectiva, de ser aspirado dentro del claustrum con sus dos co~cuencias, identificatorias y claustrofóbicas. Este es un factor dcstar;:ado en aquellos entrelazamientos de uno de los padres con un hijo, conocidos como folie-ii-deuxen su forma extrema, pero que también desempeñan un papel en situaciones en las que las ambiciones de uno de los padres por un hijo exceden la actitud ordinaria de preocupación y se toman una forma precisa de demanda

LA VIDA EN EL CLAUSTRUM 71

de mimetismo o de cumplimiento de las ambiciones no realiiadas del progenitor.

Hablendo clarificado el terreno de discusión de la vida-en-el­claustrum, con la exclusión de la identificación proyectiva comuni­cativa y de los procesos proyectivos pasivos, podemos dirigirnos hacia la cuestión de describir el mundo interior tal y como se experiencia desde dentro, así como las cualidades de adaptación que éste impone al intruso. La descripción que sigue se compone de experiencias clínicas tenidas en los ú.ltímos quince años, desarrollan­do la comprensión expuesta en "El delirio de claridad de lnsighr•, algunas con mis propios pacientes, pero muchas provenientes de supervisiones del trabajo de jóvenes analistas y psicoterapeutas, tanto en Inglalerra como en el extranjero. Gran parte del materiitl clínico que se detalla está disperso en publicaciones anteriores, en particular en Metapstcologfa ampliada y en La aprehensión de la belleza (con Meg Harris Williams).

El plan es hacer nuestro propio camino desde arriba hacia abajo, reseivando el siguiente capítulo para el papel de la identificación proyectiva en áreas clínicas específicas, incluyendo el comienzo de la enfermedad esquizofrénica. Pero pueden hacerse inicialmente unas pocas generalizaciones que incluyen los fenómenos de los tres compartimentos. La primera consideración debe tratar con los modos de entrar en el portal, que varían desde la violencia hasta la cautela y el engaño, cuando se trata de un objeto externo de transferencia infantil. Hay miles de recursos para insinuarse en la mente del otro, para "abrirse camino dentro" de la confianza de alguien, para introducirse fisgoneando y espiando la intimidad del otro, para imponerse en los procesos del pensamiento de otro con mentiras y amenazas, para atar a una persona a la sumisión por medio de una seudogcnerosidad unida a amenazas de exclusión. Sin embargo, estos procesos con objetos externos expresan su omnipotencia a partir de las relaciones de los objetos internos y del modo masturba­torio, puesto que la masturbación no solamente acompaña a la fantasía inconsciente sino que estampa su omnipotencia a través del clímax orgástico. La fantasía masturbatoria consciente a menudo tiene poca conexión directa y es simplemente empleada consciente-

ºTrabajo incluido en un volumen de Obras escogidas de D. Meltzt:r que Spalia editará próximamente (N. del E.)

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mente para fustigar la excitación y para proyectar el proceso inconsciente. No obstante, ha de decirse que es la puesta en escena de Ja fantasía de masturbación con ocro o en grupo en el mundo del afuera, la que crea un atemorizador problema depresivo. Este actúa como si sellara el claustrum, como veremos cuando investiguemos los acontecimientos que rodean a Ja salida del interior del objeto.

Las puertas de entrada para la proyección comunicativa escán, a nivel infantil, limitadas a los sentidos especiales del objeto y a las áreas no-eróticas de la piel. Pero cada sentido y orificio es una puerta de entrada potencial para el intruso. Los ojos pueden penetrarse por exhibición, los ofdos por mentiras, la nariz por flatos, Ja boca por bocados de contrabando, la piel por pellizcos, pinchazos y arañazos, Y el ano, uretra y genital, por los dedos y los objelos. El grado de criminalidad parece variar a lo largo de un espectro que va desde la violencia a la aslucia. Pero de alguna manera el peor, el menos perdonable, es el seductor que abusa de la invitación a la comuni­cación para propósitos intrusivos. Esta forma de criminalidad se encuentra en su más puro cultivo en el psicópata que está siempre ocupado proyeclando su paranoia. Estos aspectos del grado de crimin"alidad tienen un importante impactos obre la reversibilidad de la intrusión y son de vital consideración en la terapia de los estados engendrados por la identificación proyectiva.

Es conveniente hacer una generalización más: advertir, por decirlo así, que la pane de la personalidad que hace la intrusión padece de ansiedades que tienen que ver con el hecho de no ser invitado. Es un transgresor, un impostor, un presuntuoso, un fraude, potencialmente un traidor. Pero es también un exiliado del mundo de Ja intimidad, de la belleza del mundo, y que en el mejor de los casos sólo puede ver, oír, oler, gustar, de segunda mano, a través de la mediación del objeto.

Se habrá advertido que estoy prestando muy poca atención a Jos procesos de identificación intrusiva con el padre, interno o externo. La razón para ello es muy simple. Tales intrusiones parecen ser esencialmente pasos en el camino de Ja intrusión en el objeto materno, ya sea que impliquen el genital paterno o su mente. En consecuencia, no producen por ellas mismas el estado mental que estamos examinando sino que meramente lo implementan.

LA VIDA EN EL CLAUSTRUM

La vida dentro de la cabeza/pecho de la madre

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La cabeza/pecho de la madre, tal y como se la concibe desde el exterior, es vista como un objeto parcial, después integrado con otros aspectos del conjunto de la madre y, finalmente, como un objeto combinado, pezón-ojos y pecho-cabeza, cuya cualidad primordial es la riqueza. Esta riqueza que al principio es concreta y relacionada con 'ªnecesidad urgente de la alimenración, después se diversifica en sus matices. generosidad, receptividad, reciprocidad estética, posibilidad de comprender todo posible conocimiento, el lugar de Ja formación simbólica y por tanto del arte, de la poesía, de la imaginación.' V isla desde el interior, debido a la influencia de los motivos de la intrusión el asunto es muy diferente. La generosidad se vuelve en quidproquo: la receptividad se torna en adulación, la reciprocidad se vuelve complicidad; el entender, penetrar en los secretos; el saber se vuelve información; Ja formación de símbolos, metonimia; el arte se vuelve moda. Vista desde fuera, la cabeza/pecho de la madre es diligente, plena de responsabilidades, prudente por. previsora. Vista desde dentro es indolente, descuidada, vive exclusivamente del poder de su momentánea belleza y salud.

Esta degradación de conceptos caracteriza, por consiguiente, la grandiosidad identificatoria de la identificación intrusiva. Cuando el carácter está fuertemente influido por la identificación, reconocemos fácilmente al supuesto genio, al crítico, al conocedor al esteta al 'profesional de la belleza, al adinerado presuntuoso, al

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sibeÍotodo, a los trepadores en busca de fama y a los de reputación sin fundamento. Las vidas secretas de tales personas revelan el aspecto claustrofóbico. Se encuentran asediadas por la sensación de fraudu­lencia y apenas pueden ver en qué se distinguen de cualquier otra persona de nivel social semejante. Por consiguiente, son intolerantes con la crítica y profundamente ineducables, por lo que no soportan a los maestros. En cambio, buscan el aparecer como ·acólitos aspirantes a una condición social apostólica, caricaturizando Ja aspiración de Milton de "reconciliar los caminos de Dios hacia los hombres~. Su esencial indolencia se ve desmentida por la vitalidad que consumen tratando de conseguir algo por nada, puesto que todo lo que no sea trabajo manual les resulta sospechoso de fraudulencia. Son esclavos de la moda y no saben de nada más, puesto que están faltos de capacidad para el pensa'?iento y el juicio. Se esfuerza.o:i por

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participar en cualquier orientación emocional que se pone de moda, pero sin convicción, debido a que sus emociones carecen de continuidad, asi como sus acciones carecen de resolución. Estos fallos emocionales han de taparse con cinismo y burla, puesto que no tienen otros valores que la opinión de los demás, especialmente de la masa de extraños, la multitud, por la que se sienten profun­damente aterrorizados y de la que se alienan por elitismo. Es el mundo proustiano.

Debido a que la vida-en-el-claustrum de este compartimento desempeña un importante papel en la fase de comienzo del tratamiento psicoanalítico, particularmente con pacientes de educa­ción superior y con muchos adolescentes, parece apropiado incluir aquí el estudio que para mí representó un hallazgo sobre las operaciones internas de la omnisciencia. He llamado a este particular tipo de omnisciencia, para separarla de otras categorías basadas en objetos delirantes y en la alucinosis, "El Delirio de Claridad de Ins1ghf'":

Con el fin de implementar su equipamiento sensorial, el hombre constructor-de-herramientas se convirtió en el hombre­c_ienlífico y desarrolló una asombrosa gama de instrumentos para evaluar calidades y cantidades en el mundo externo. Desarrolló un adecuado sistema notacional para ayudar a su memoria y a su comunicación acerca de estos objetos. Envalentonado por tan s'eñalado éxito, particularmente en el último siglo, comenz6 a intentar aplicar estas mismas técnicas, con comprensible optimis­mo, a la descripción y medición de las cosas que componen su mundo interno, la realidad psíquica.

La producción consiguiente de instrumentos y datos ha sido también impresionante, pero mucha gente se siente intranquila por el valor y precisión de estos productos, puesto que de alguna forma parecen quedars& cortos, tanto con respecto a Ja riqueza como a la significación de los instrumentos de investigación y de comunicación desarrollados por los grandes poetas, artistas, músicos y teólogos. Algunos creen que la culpa es del marco

• Presentado en el IIQ C.Ongreso Psicoanalítico Internacional, Londres, julio de 1975. Publicado en el Jnt.j. Psychoanal. (1976), 57, 41. (N. del A.).

LA VIDA EN ELCLAUSTRUM 75

conceptual y no de los instrumentos. Otros creen que de nuevo nos encontramos ante las limitaciones del lenguaje tratando, como afirma Wittgenstein (1953), de decir cosas que sólo pueden ser mostradas. Freud señaló (Breuer y Freud, 1893-5), muy al principio, el hiato sorprendente que había en su propia utilización del lenguaje, el que sus teorías sonaban a laboratorio y sus observaciones se leían como pequeños relatos. A medida que avanzaba en su trabajo también señaló lo mismo una y otra vez cuando, enfrentado al callejón conceptual, se encontraba a sí mismo volviendo a los sueños como datos básicos (Freud, 1918).

Esta parece ser una lección de lo fácil que es perder las cosas de vista. Podemos olvidar que nuestros pacientes, y nosotros mismos, presentamos un lenguaje único en los sueños, un lenguaje cuya sustancia comparte el contenido con el arte, por no decir su esencia estética. Los sueños toman prestadas las formas del mundo externo y las impregnan con el significado del mundo interno. Nosotros, con la práctica, aprendemos a leer este lengua~ je-de-los-sueños en nosotros mismos y en nuestros pacientes con cierta facilidad e incluso, a veces, con virtuosismo. Con esta ayuda encontramos un vocabulario y una música para la interpretación que son, a un tiempo, altamente personales y misteriosamente universales. Nuestra utilización de esta paleta onírica subraya la afirmación de que el psicoanálisis es verdaderamente una forma de arte en sí mismo, dejando de lado la cuestión de si somos buenos artífices, incluso hasta excelentes, en su empleo. En este método operamos con tnsights intuitivos, sopervisados por mo­dos de observación y de pensamiento conscientes y científicos. Es un método suficientemente rico en sus potencialidades para permitir la posibilidad de que emerjan la inspiración y una gran belleza.

En esta actividad artística supervisada por funciones científi­cas, estas últimas se despliegan en varios escalones. Primeramente quizás intentamos ver que una formulación ~cubra" el material a Ja vista. Después, en el descanso, podemos estimar si es armónico con el material y las interpretaciones previas. Posteriormente calculamos sus consecuencias para la emergencia de nuevo material y la evolución de un proceso. Pero sugiero que nuestra fuerza de convicción no surge de esta convergencia enue insfght y juicio. Más bien proviene del componente estético de la

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experiencia, de la •belleza~ con la que el material y la formulación cohabitan, florecen, fructifican como algo aparte de nosotros mismos.

En este lento proceso, la riqueza que las posibilidades interpretativas despiertan en la mente del analista desempeñan un papel paradójico. En la medida en que esta riqueza prolonga el espacio de tiempo sobre el que la convicción debe madurar y emerger la belleza, se realza proporcionalmente la duración de la conviccion. Pero en orros momentos podemos apreciar que en nosotros tiene lugar un proceso muy diferente, que incluso podemos confundir con la inspiración. Naturalmente, aparece con más rapidez cuando lo percibimos en nuestros pacientes. Por mi parte he llegado a pensar en ello como un "delirio de claridad de tnsfghr, Engendra hijos, incluso excesivos, pero ninguno con belleza. Su vástago favorito se llama "ponerse-a-juzgar~. Otros, tales como la autosatisfacción, la altanería, el distanciamiento y el orgullo, le siguen rápidamente.

Es precisamente esta yuxtaposición, las bases del cambio de perspectiva entre estos dos tipos de funcionamiento lo que deseo explorar y ejemplificar, puesto que sospecho que en su raíz se encuentran los procesos de identificación y la fluctuación entre las modalidades introyectiva y narcisista. Digo identificaci~n "narci­sista~ y no identificación "proyectiva~ (Klein, 1946), porque no estoy del todo seguro de que la última sea el único medio de su consecución, de su fluctuación. Pero, como podrá verse, mi material apunta sólo a un aspecto específico de la identificación proyectiva, el que está estrechamente unido al instinto epistemo­fílico. Cuando la sed de conocimientos está aún fuertemente dominada por motivos relacionados con la envidia y los celos, se impacienta por aprender, ya sea de Ja experiencia, de ejemplos o de demostraciones. Busca, sobre todo, la inmediata satisfacción emocional de la omnisciencia y esto lo logra mediante la intromisión dentro del aparato sensorial y del equipamiento mental de su objeto interno. Aquí muestro tres viñetas clínicas para ilustrarlo:

Caso A Un estudiante de medicina se había dado cuenta recientemen­

te de un brusco deterioro en su capacidad de observación clínica

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yde pensamiento, durante una interrupción del análisis. Trajo un sueño en el que él y su mujer Iban paseando a lo /aq¡o de un camino campestre admirando el paisaje y después Iban en coche por un sendero entre dos extensiones de agua. De repente el coche se detuvo y él se dto cuenta de que habfa Ido muy lejos y que se habfa roto la manguera que conectaba su coche con el surtidor de gasolina.

Lo que el sueño parece señalar es que cuando él está en identificación proyectiva (conduciendo el coche), su apreciación de la complejidad y belleza de sus datos (el paisaje) se estrecha hacia una mentalidad-unidireccional y de ideas simples de causalidad (el sendero), hasta que reconoce la necesidad del análisis (surtidor de gasolina) para ayudarle a superar sus limita­ciones actuales.

Caso B Un joven autor, en el quinto año de análisis, estaba luchando

con su conflicto edípico genital, con su dependencia respecto del análisis y de sus objetos internos, para el desarrollo de sus capacidades creativas. La perspectiva de terminar el análisis estaba en lontananza y tendía a empujarle hacia una confusión de identidad con su hija pequeña y el problenla de tener un segundo hijo. Soñó que estaba con un colega (después reconoció que estaba relacionado con el analista) dentro de un conservatorio en forma de cúpula (parecido a uno que había estado admirando, cerca de Heath, el día anterior), discutiendo acerca de su nuevo ltbro. CUando el colega sugirió que las dos principales secciones del libro podrían ser relacionadas más creattvamente en/arma geográfica, el pactente se stnttó de repente tncomodado por un zumbtdo. Al mirar hacta arriba, el ctelo estaba abarrotado de objetos trampanmtes, una mezcla de aviones de la Luflwq/fe y luciérnagas. Sintió que debfa correr hacia su casa para proteger a su hijita de las bombas.

El sueño parecía implicar, con fuerza, que en el momento en que el analista sugiere que debe permitir que sus objetos internos se unan para crear un nuevo bebé, el delirio de claridad de· lnstght del paciente (dentro del conservatorio-pecho) reconoce que ello podría ser peligrosamente destructivo para la parte niñita de sí mismo y a la que debe proteger de tal experiencia a toda costa.

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Se la bombardearía con envidia-nazi y con la preocupación por los excitantes genitales de papá (luciérnagas). Caso C

Una joven mujer parecía incapaz de hacer progresos en el análisis debido a la trivialidad del tipo período de latencia, según la cual estaba esperando-que-papá-viniera-a-casarse-con-ella. Esto la había adherido con firmeza al analista-papá, hasta tal punto que no podía tomar con seriedad ninguna interpretación en cuanto a su contenido, sino como una actividad contratrans­ferencial que para ella tanto indicaba amor como erotismo sádico. Después de visitar a la familia de su hermano durante el fin de semana, soñó que estaba cogiendo en brazos a un ntñtto en un ascensor y besándole, pero que tenfa mtedo de que su propto aUento oltera mal. Este sueño fue conslrUído para indicar que se había metido dentro del analista-mamá du.rante el fin de semana para robarle sus bebés, así como su preocupación porque su amor estaba contaminado por su sadismo anal, reflejado en su hábito de fumar.

A la siguiente noche soñó que estaba en un invernadero de cristal; protegiendo de Cary Grant a un ntflito de lo que parecía ser un disparatado intento homosexual de apalear al chico con su extraordinario largo pene. Le interpreté, con cierta largueza (sic) que había pasado de robar los bebés de la mamá a Ser uno de esos bebés internos masoquísticamente sometidos a la sádica lengua­pene del erótico papá¡ la paciente sonrió ampliamente con falsedad y afectación y me preguntó que por qué era tan serio, por qué estaba tan excitado, que mi interpretación parecía decepcio­nante y poco origina~, que probablemente yo me sentía herido porque ella no admiraba mi inteligencia, etc.

Yo era claramente incapaz de sacarla de su estado de identificación proyectiva dentro del pecho (invernadero)¡ en esa posición su delirio de claridad de insíght sobre el estado mental del analista le mostraba que estaba herido, excitado y apaleándola sádicamente con largas interpretaciones-penes.

Claramente estos casos son muy anecdóticos y poco convin­centes. Puede que sólo ejemplifiquen, y dejen muchas dudas y preguntas sin contestar. El amplio paisaje estrechándose en el sendero puede sugerir una imaginación empobrecida en el Caso A. Parece implicar una simplificación de sus modos de pensar que

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hace que las uniones complejas deriven en una causalidad simple. El conservatorio en forma de cúpula sugiere el pecho, y la transparencia de la Luftwaffe-luciémagas en el Caso B, puede realmente implicar un alto grado de omnisciencia. El hecho de que la paciente del Caso C dependa de sus gafas hasta tal punto que apenas si supera su problema de refracción, lo podemos relacionar con el hecho de subir en el ascensor, como medio de entrar dentro del invernadero cabeza/pecho de la madre, para mirar el mundo a través de sus ojos. Pero todo es sugestivo en sí mismo. Encontrar una convicción mayor, así como una concep­ción más rica del papel de tales operaciones en la forma de vida de una persona, hemos de comprobarlo en una descripción más longitudinal de un análisis.

Caso D Se trata de una hermosa mujer en su cuarentena, contenta con

su carrera de investigadora en química, que se combina exitosa­mente con el estar casada y ser madre. Vino al análisis con cierta desesperanza por su mal humor con sus hijos, por picazón en la frente y compulsión a comer chocolate. Su relación con el marido parecía haberse ido deteriorando progresivamente desde que pasaron un año extraordinariamente feliz y productivo en Canadá, cada uno trabajando en su terreno profesional. Desde un comien­zo estaba en extremo escéptica respecto del análisis y pensaba que, de la mucha gente que conocía en Londres que había estado en análisis el único que a sus ojos parecía haber mejorado, paradójicamente, era el menos entusiasta respecto del método.

Desde un principio esta mujer, inteligente y observadora, confrontaba continuamente el análisis por medio de un minucioso cuestionamiento sobre la validez del método. No lo hacia de forma hostil sino que lo presentaba como algo necesario para ella, como muestra de intachable cooperación. Por supuesto que esto lo hacía superficialmente, porque sus actitudes sugerían un negativismo subyacente y admitía tener pocas esperanzas de sacar provecho. Sin embargo, sentía que no podía resignarse de buena gana con las peo.iliaridadcs de su carácter hasta haber agotado todos Jos esfuerzos, puesto que afectaba a sus hijos, por no mencionar el bienestar de su marido. En cierto sentido el analista tenía que mantener un nivel de trabajo esperanzador y tolerar la

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carga completa de desesperanza que era constantemente recu. rrente. El analista y el análisis eran puestos a prueba, mientras la paciente esperaba con exquisitos y equilibrados deseos los lejanos resultados. Cuando se reveló que las quejas del presente eran únicamente pequeños fragmentos de su carácter y de los sintomas patológicos, ya no se permitió ninguna mejor'ía en otras áreas. Incluso empeoró su irritabilidad hasta que, finalmente, se trasformó hacia el tercer año en una difusa indiferencia y falta de amor hacia todo el mundo. En su dietario, el análisis sólo la había empeorado y, por supuesto, parecía prometer que arruinaría completamente su vida. Paradójicamente, aún no tenía deseo alguno de dejarlo sino que, más bien, mostraba todos los signos de instalarse en él durante toda la duración de su vida o de la mía, durara lo que durase. Frente a esta terrible pérdida de interés en su trabajo, hijos, sexualidad, vida social, fue necesario mante~er tenso el aparejo del análisis y de su evolución interna.

Pero, en la práctica, el desarrollo del material analítico, la evolución de la transferencia y el aumento en la comprensión de Jos procesos mentales por parte de la paciente, no dejaban demásiado que desear, salvo en lo que se refería a su placer y entusiasmo. Una temprana e intensa transferencia erótica había puesto de manifiesto muy claros elementos voyeuristas: Un fuerte deseo de mirar al analista, un minucioso seguimiento de sus ruidos, olores y apariencia, así como del resto de la casa, todo ello acompañado a veces con una intensa emocionalidad oceánica parecía, como quedaba ilustrado en sus sueños, apuntar al impacto de tempranas experiencias en la habitación de los padres. Se iba volviendo muy reservada, junto con una actitud más bien paranoide sobre Ja posibilidad de ser reconocida yendo o viniendo de la morada del analista. Mantuvo el análisis en un absoluto secreto para su madre, a pesar de que la relación entre ellas había llegado a ser muy cálida, reemplazando a la actitud custodia! que la paciente había adoptado desde el fallecimiento del padre. Cuando sugeñ que esta reserva debía ser parte de un proceder difusamente dañino hacia su madre, la paciente trató de probar que ése no era el caso. Cuando hacía preguntas a su madre y aquella le contestaba: "Bien, ya sé que me quieres~, la paciente no podía ver la resignación que ello implicaba. De hecho, toda la evidencia apuntaba en dirección a que había sido una niña de

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mucho vigor, con la cual se había adoptado pronto una técnica de compromiso. Su obstinación era inmensa y habría podido derivar con facilidad en una actividad autodestructiva si no se la hubiera apaciguado. Además, había tomado como rehén a su hennana pequeña en diversas formas. En la situación trasferencial estaba claro que su necesidad de tener ªrazón• era una pasión predomi· nante y podía ser rastreada, con cierta seguridad, hasta un conjunto de acontecimientos de cuando tenía dos años: nacintien· to de Ja hermana, salida de la habitación de los padres y mudanza a una nueva casa.

La relación erótica con el analista como pareja combinada repitió, con todo detalle, el beatífico peñodo pasado en la habitación de los padres, así como la confusión de identidad acompañante (Melczer, 1%7). A través de sus sueños parecía claro que el año pasado en Canadá babia sido, en el fondo, experien. Oado en forma similar, por lo que su vuelta a Londres removió recuerdos de la gran expulsión, que nunca había perdonado. La venganza hacia sus padres en la infancia había tomado la forma de arrogarse un secretismo muy santurrón respecto a su sexuali­dad, que había ido en paralelo con el establecimiento de la intimidad de su dormitorio. Se convirtió en una niña que utilizó todo lo demás como una pantalla en la que se reflejaba este abuso de confianza y, durante largo tiempo despllés de que disminuyera la transferencia erótica, reapareció este doble patrón de confidencialidad en la situación analítica. Pero, gradualmente los sueños iban revelando su contenido, de una más bien difusa perversidad anal. EJ papel que esto jugaba en su matrimonio se hizo claro y dio lugar a que lentamente se pudiera desenganchar de ello.

Como consecuencia, fue sintiendo más agudamente las sepa­raciones analíticas y ello hizo posible efectuar una clara deJinea­ción entre la parte adulta de su personalidad y las estructuras infantiles. Estas últimas incluían una bebé muy dependiente, urgentemente necesitada de la "mamá·inodoro" (Meltzer, 1%7), pero temerosa de caer desde las alturas del pecho-nutricio. Además, apareció una parte hermana mayor sábelotodo. Esta era la parte que todo lo conocía mejor que mamá y la que se sentaba a juzgar severamente a todo el mundo. La única excepción pareció ser su abuela materna, a la que habían permanecido históricamen-

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te adheridas las a.ialidades "parenlalesn. Esto equivalía, en el anális~. a lo dicho por Melanie Klein cuando al analista, al igual que los padres, se lo siente altamente sexual pero de dudosa confiabilidad.

A medida que avanzábamos en su tercer año de análisis 1 paciente pareció deslizarse hacia un tipo ocasional de rcsistenck al trabajo, aportando su material con un encogimiento de hombros y escuchando las interpretaciones con aburrimiento apenas disimulado y recelos sobre lo que a ella le parecía una actirud altiva del analista respecto a Ja evidencia. Consideró explícitamente como no digna de respeto a ~ésta que se denomina ciencia" y cuyos criterios de veracidad se apoyan en el mundo estético, que no prueba nada ni a nadie podría convencer. Todo alcanzó proporciones hilarantes un día, durante un incidente que tuvo que ver con una telaraña que colgaba del techo del consultorio. El asunto, de alguna manera, se promovió acerca de cuál era su origen; fuera que necesariamente implicara una araña u otro posible suceso, tal como partículas de polvo adheridas por ·la e.lectricidad estátic,a; el caso es que Mrs. D lo buscó con prontitud, no en un texto de física o de biología, sino en el diccionario de la lengua, y ése fue el asunto. La posibilidad de mi experiencia personal fue excluida en favor de la definición. Cualquiera que hubiera podido ser la experiencia del analista acerca de otros fenómenos, no podrían haber sido "telarañas". El analista estaba incurriendo en un error lingüístico, jugando a los Cquívocos "juegos del lenguaje" (Wiugenstein, 1953).

Este debate sobre el significado y su relación con el lenguaje llegó como culminación de una serie de sueños que implicaban a la madre de la paciente. En ellos, con frecuencia, ambas estaban subiendo montañas, iban de excursión por acantilados desde los que se veía el mar o estaban en el piso de arriba de una casa preparando la comida. En todos esos lugares estaba en continuo conflicto con la madre debido a que sus razonamientos eran mejores. Su madre era infinitamente paciente, condescendiente y amable, mientras que ella era infinitamente tolerante con los limitados conocimientos de la madre, con su rigidez, años, cansancio y estrechez provinciana, etc. El problema de criar a esta bebé en dependencia confiada con el pecho, se había agravado claramente por persistir su identidad infantil que se había

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colocado en la parte "hermana mayor". Parecía del todo desam­parada a medida que seguía tratando, sesión tras sesión, al método analítico de esta forma, fastidiada, jugueteando con su collar, encogiendo sus hombros'-niña y marchándose al final de.la sesion con su nariz-bebé al aire. Pero un sueño alentó esperanzas de una grieta en la armadura.

Dos meses antes había tenido un sueño que, al parecer, hacía referencia a su disgusto por el timbre de su propia voz: descubrió que el piano sonaba tan pobremente debido a que había una comadreja escondtda dentro y que echaba una espuma corrostua. Pero cuando trató de arrojarla por la ventana, el antmal const· gutó de nuevo meterse adentro, a pesar de dos grandes perros guardtanes. Esto parecía relacionarse, con claridad, con el agrio desprecio en su voz, con sus ojos siempre escudriñando los defectos del analista y pasando por alto sus virtudes. La forma en la cual ello operaba para frustrar al pecho en sus intentos de satisfacer a la bebé con algo bueno, y la manera en que se relacionaba con las tendencias sexuales perversas, encontraron brillantemente una representación condensada en un sueño 1nuy espantoso y crucial, con una rica estructura asociativa. En el sueño parecía que la escritura ya no podría enseñarse nunca más en las escuelas de Londres ,debtdo a que los niños no querian aceptarla a menos que se la llamara de una forma altisonante tal como 'Jilosofia moral". Después, le parecía estar en un aula donde una fouen estaba examinando trozos de copos de algodón, mientras otra realizaba inuocactones místicas con el fin de atraer a un pájaro gigante para que se abatiera sobre otra ntfia yse la llevara. En aquel momento, un pájaro-mujer apareció en la uentana, golpeando el cristal con sus alas y con un trozo de algodón. Mrs. D se stntió aterrorizada porque tba a trrnmptr adenlro.

Las asociaciones al sueño fueron re\•eladoras y patéticas. Cuando habían estado en Canadá, viviendo en una casa de campo, un petirrojo llegaba cada mañana y golpeaba c;ontra la ventana del dormitorio. Mrs. O pensaba que debíi tener el nido allí por haberlo puesto cuando la casa estuvo desocupada. El día anterior al sueño, la paciente había tenido que ir a Oxford por negocios y se había sentido inquieta por la posibilidad de encontrarse allí con el analista por la calle. Pero, en vez de eso, para su consternación, cuando volvía a casa había visto a su madre

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que se bajaba del fren para hacer transbordo en Reading. La madre ni vio, ni oyó cómo la llamaba, porque Mrs. D no pudo abrir la vencanilla. Se dio cuenca que podría haber disfrutado viajando con su madre, pero con su omnisciencia no había previsto telefonear al primo con el que su madre había estado en Oxford, tal había sido su certeza de que la visita de su madre habría sido de mas larga duración.

Era indudable, por Jo tanto, que el pájaro-mujer del sueño, al igual que el petirrojo de Canadá, representaba a su madre que trataba de volver a concactar con la bebé buena quien, sin embargo, estaba haciéndose la sorda a la verdad (¿el algodón para los oídos?) y era dominada por la propaganda de la "hermana mayorn sábelotodo, ojos-de-comadreja que-lleva-la-sesión. Teó­ricamente esto podría represencar una incapacidad para realizar una satisfactoria escisión e idealización del selfy del objeto (Klein, 1932).

En los meses que siguieron tuvo efecto un gradual Y muy interesante cambio en la conducta y ánimo de la paciente en el consultorio. El despreciativo encogimiento de hombros sobre el método psicoanalítico y el rencoroso escepticismo acerca de su eficacia, todo basado en su delirio de claridad de lnstghty en el "sencarse-a-juzgar" se modificó, dando lugar a que se incubara un pesimismo sobre sí misma y su carácter. Sentía, de forma aguda, la marca que Je había impuesto su incransigencia y cómo se resistía a ser ayudada o a ser dependiente y, cambién, cómo enganchaba con algo que, sobre todo, era una promesa deexcicacion perversa, aunque ya casi no lo pusiera en acción. Comenzó a notar cualidades parecidas entre algunas personas que había admirado antes y también a observar cómo eso arruinaba los propósitos constructivos que tenían y causaba tanto dolor a las personas que les querían. Al comienzo se trataba de un severo juicio sobre ~lla misma, en el que podría haber emitido una sentencia de castigo, pero lentamente se suavizó hacia simpatía y pesadumbre inclus~o a veces con un poco de remordimlento por el dolor que babia producido a otros y a sí misma. Se sentía como una au~éntica madre ªesquizofrenógenan y se preguntaba por la evolución de sus hijos, los cuales realmente parecía que se habían beneficiado más de su análisis que ella misma. Sesión tras sesión resultaba ahora llamativo cómo llegaba abatida y se marchaba contenta.

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Insistía en que era debido a que yo le permitía hablar de sus hijos y que eso era agradable. AderMs, pudo reconocer que la alegría tenía algo que ver con el ~canto optimismo" del analista que la contagiaba temporalmente. Casi empezaba a pensar que debía haber algo bello en el método analítico que ella no era capaz de ver. Pero principalmente sus buenos sentimientos se adherían de forma muy personal al analista. Era el analista quien pudo vérselas con los "ojos-de-comadrejan y los hombros-encogidos. Quizás algún día se despoja ria del secretismo sobre su amor e iría con el corazón en la mano. Pero tendr"ia que ser muy lentamente; ella no era muy arrojada.

Casi al año del sueño del pájaro-mujer, otro sueño divini6 a Mrs. D y animó al analista, puesto que en él, un joven león se abalanzaba rontrasu parabrisas y parecía que sólo era cuestión dettempoelquelograra trrumpiradentro. Pero, mdstarde, ella se encontró juera del autom6vil nevando un gato en ms brazos y cerrando una especie de puerta, para tmpedl,·que un nlñosallera yseperdlero.jueradel jardín. Estaba ahora muy claro para ella que el delirio de daridad de tnsfght procedía de estar en el interior de su objeto, asomándose hacia el exterior con los ojos de éste y que el mundo, y el análisis, se veían totalmente diferentes desde el exterior. El amenazador león-pecho, al igual que el pájaro-mujer, se convirtieron en el atractivo gato-pecho que ella ahora podía recibir como base de su propia macemidad.

RESUMEN

Este pequeño trabajo sobre la psicopatología del fnstghl y de Ja capacidad de juicio, ha intentado presentar un tipo de trastorno que se puede ver aparecer debido a la operación de la fantasía inconsciente infantil de identificación proyectiva con los objetos internos, especialmente el pecho y cabeza de la madre, experien­ciados como fuente de todo conocimiento y sabiduría. Se han aportado algunos fragmentos de material clínico para ilustrar cómo opera este mecanismo y después se ha intentado la descrifldón más extensa de un análisis. Esta descripción trató de seguir la relación entre Ja patología del carácter de una paciente y la estruccura defensiva que había organizado en el segundo año

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de vida, bajo la presión de la decepción y de los celos, debido al nacimiento de la hermanita. Mientras que, de alguna forma, la cualidad tosca y sentenciadora de su carácter tenía su origen en una venganza contra los padres por expulsarla de una beatífica confusión de identidad con ellos, también suponía una defensa para nunca ser nuevamente cogida. Así, su instinto epistemofilico y su alta int,eligencia estaban reforzados por motivos tanto defensivos como agresivos. En la transferencia fue necesario elaborar la disolución de la organización narcisista, ilustrada muy bien en el ~ueño del ~pájaro-mujern. Con el fin de llevar esto a cabo, se tuvo que enfrentar un dificil problema contratransferen­cial consistente en tolerar la desesperanza y la humillación, arrojando luz sobre la magnitud de las dificultades, ante las que los padres de Mrs. D se habían retirado. Es dificil ver cómo unos padres, por muy perfectos que fueran, podrían haber hecho otra cosa.

La ex.periencia interna de estos dos actos mentales, delirio de claridad de ínsight y "sentarse-a-juzgar", pa_rece matizar tan su­tilmente sus contrapartes saludables, e\ ínsighty la capacidad de júiclo, que es dificil que se puedan diferenciar de otra manera que no sea a través de la ampHaci6n del campo de la introspección. Puede resultar de ayuda atenerse a las leyes de la evidencia, atender a la cualidad de razonar, solicitar la opinión de los demás y otras protecciones. Pero tales medidas de salvaguardia intelec­tuales y sociales también hacen pagar su precio al desperdiciar el posible momento de inspiración que parece no tener lazos con la evidencia, al cual parece que tampoco se le pueden aplicar las leyes de la lógica y que, incluso, parece ininteligible cuando se comunica como un consejo a otros. Y puesto que toda creatividad naciente debe asentarse sobre el aprovechamiento de tales instantes, llega un momento en que la confianza en la propia introspección, el "salto en la obscuridad" de Kierkegaard (1941), debe probarse en total soledad

REFERENCIAS

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LA VIDA EN EL CLAUSI'RUM 37

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F.sta descripción, que probablemente cubre la categoría de la seudomadurez, se aplica sobre todo a personas cuya entrada en el daustrum quedó sellada en el periodo de latencia cuando sus aspectOs identif:icatorios eran sobremanera de tipo adaptativo a la escuela y a los requerimientos parentales. Pero los trastornos de personalidad qu~ se construyen alrededor de la experiencia vital del claustrum y que colorean intensamente la imagen-del-mundo de la persona parecen tener más tempranos orígenes pregenitales, aunque explotan abiertamente en la pubertad. Nos desplazamos desde el mundo proustianoal mundo del Oblomov• de Goncharov o al mundo del Bartleby de Melvil!e.

Aquí es donde nos encontramos con los jóvenes niños grandotes e indolentes y con las j6venes niñas casa-de-muñecaS, para quienes el valor supremo es la comodidad. Son voluptuosos sin eroticidad, curiosos sin interés, obedientes por inercia y educados sin refleyjón. Lo que les agrada creen que es aquello por lo que todo el mundo se esfuerza, unas vacaciones eternas, en compañía pero sin relaciones, en un mundo bonito pero sin ningún impacto estético perturbador, Están contentos si tienen dinero o manera de obtenerlo sin esfuerzo, pero su ideal es ser mimados sin ninguna recriminaci6n por su parasitismo. Pueden enconuarse con demandas sexuales de forma pasiva y voluptuosa y tienen aceptad6n social debido a su delicado gusto por las cosas. No se dejan enredar por las drogas ni les afecta la hipocondría, hasta tal punto están a gusto. Agradan a los demás, que toleran su inutilidad y que tienen a bien disculparles, "lo que les da mucho gusto". Apenas se dan cuenta del paso del tiempo y del proceso de hacerse mayores y normalmente tienen un aspecto fresco

• Personaje que caracteriza a la pereza y a la indolencia. [N. de los T.J

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y juvenil. Son pulcros sin resultar fastidiosos y limpios sin ser obsesivos, y encuentran placentero y agradable el tiempo que emplean en las operaciones de bañarse, vestirse y acicalarse. La forma de vida de otras personas les parece desquiciada, sin sentido y totalmente innecesaria. Pero se consideran a sí mismos tolerantes, dedicados a sus asuntos, que no incluyen obligación alguna que sea de utilidad para el mundo, puesto que éste les parece que se sostiene bienaventuradamcnte por sí mismo. Suaves brisas de ambición soplan hacia ellos de vez en cuando para escribir, pintar o viajar, ttcuando tienen tiempon. Debido a que su sexualidad es en gran parte pregenital e indiferenciada y puesto que como más a gusto se encuentran es siendo mantenidos como animales domésticos, a menudo tienen una historia ambisexual de tipo oportunista. Pueden incluso adaptarse a alguna perversión, pero sin entusiasmo. Su ideal es una seudointimidad de cariño y tolerancia externa que cubre et {¡uid¡Jroquode turnarse el uno al otro en servirse. Uno está inclinado a alejarse de puntillas de encuentros con tales parejas pensando irónicamente: ~Eslá bien, criaturas. No reñir". Si el afecto que tal gente despierta no se refleja en esta ácida descripción, quizá un pequeño chiste sirva para señalarlo:

Madre (al teléfono): -Sí, querida, por supuesto que iré a verlos; sí, y llevaré galletitas y leche para Jos niños; sí, puedo llevar mi aspiradora; puedo pasar de camino por el mecánico, recogeré el automóvil para que lo reparen; por supuesto que limpiaré primero con Ja pala la nieve del sendero. Pero es sábado ... ¿Por qué no lo hace Paul? ¿Qué quieres decir con eso de que quién es Paul? Pues tu marido ... ¿Qué? ¿Harry? ¿Con qué número hablo? ¡Tú no eres mi hija!. ..

flija: -¿Eso quiere decir que no vendrás?

Para tales indolentes muchachos y muchachas bebés, sin embar­go, cada viento es un huracán. Si ella pierde su bolso, la pobreza asoma a su cara. Si él tiene una indigestión después de una comilona, el cáncer amenaza. Cualquier separación es una deserción, cada palabra arisca es el final de Ja historia. u¿No podrías conseguir un empleo?" es la mayor traición, y Ja risa de la mesa de al lado significa que los zapatos que lleva no combinan con su camisa. Pero siendo

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LA VIDA EN' EL CLAUSTRUM 89

maestros de Ja cscotomización, a duras penas se dan cuefita de algo que pueda perturbar su complacencia.

En personalidades donde el sentido de identidad está dominado por una parte infantil instalada intrusivamente en la cabeza/xcho, los dos estados, proustiano y ob!omoviano, de la imagen-del-~undo a menudo se ven oscilar, e incluso, pueden dar una impresión de inestabilidad ciclotímica. Pero esto es una falsa apariencia puesto que "esta" cic;lotimia alterna entre el estar abrumado por una identifica­ción intrusiva en un objeto gravemente dañado, y el evadirse. su grandiosidad está oculta en su depresión, mientras que Ja manía celebra su liberación, una fiesta de autoindu!gcncia y vitalidad.

La imagen·del-mundo compartimentada parece producir siempre un interés obsesivo en Jos otros compartimentos y en sus habitantes. Los moradores de la cabeza/pecho son, de un modo general, desdeñosos con los obseso-sexuales del espacio genital y con Jos sucios truhanes del recto.

Vida en el compartimento genital

Los residentes de este espacio están más claramente perturbados y son más turbulentos que los de Ja cabeza/pecho, debido a que viven en un espacio que es1á dominado por una primitiva religión priápica. Su parecido con la comunidad adolescente es tan próximo que debemos tener algún cuidado para hacerla distinción. El adolescente se parece más, en su configuración, al maníaco.depresivo, cuando su hogar adquiere una atmósfera claustrofóbica y los padres se han convertido en ~viejos" en el sentido de debilitados, n1ayores y asexuados. El hecho de escapar de la casa libera una gran vitalidad, basada en grandes expectativas y en una sobreestimación de Ja inteligencia, conocimiento y potencia. La comunidad de adolescentes está, por supuesto, obsesionada por el sexo, tanto con vo1acidad pregenital como con anhelos genitales, pero no es una religión primitiva, sino más bien un partido político buscando un líder.

Esta comunidad adolescente da cobijo a los habitantes de los otros tres compartimentos internos a través de su hedonismo y modas siempre variables, pero se les puede detectar debido a su extremo­sidad, a sus cualidades excesivas. Cuando nos cncontram·)S con moradores del genital que son aún nii'ios, siempre sospechan1os que

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han sido utilizados, ruando no abusados, por adultos o por mucha­chos mayores. Y ésto es casi una certeza, debido a que es tan poderosa Ja seducción del estado mental erótico y su preocupación priápica, que los encuentros sexuales con personas mayores son casi inevitables. No han conocido el período de latencia y tienden a ser evitados por otros niños, a menos que su carisma les haga capaces de formar una pandilla, un "puticlub" local. Pero generalmente, en este grupo de su edad están más bien aislados y tienen su cámara masturbatoria,_su "cobertizo" en la casa o en los lavabos de la escuela. Los muchachos son los artistas grafjittt que decoran los lavabos públicos con representaciones de genitales, mientras que las chicas son las lectoras de novelas rosas e interminables dibujos de elegantes princesas de largos cabellos y grandes ojos.

En este grupo, el aspecto identiíicatorio es extravagante por su masculinidad de macho y femineidad coqueta, puesto que tratan a sus cuerpos como decorados del alma, buscando estar cada vez más adornados y embellecidos. Esta preocupación resulta de las cualida­des de la religión priápica que tiene la absoluta creencia en el objeto "irresistible" y en el magnetismo animal. El objeto esencial es el pene erecto débido a que su ardiente deseo es serel falo irresistible o tener un poder absoluto sobre él. Todo se exhibe con libertad y en la comunidad adolescente pasa siÍ1 detectarse como trastorno, debido a que no se evita a los que "destacan-por-arriba~, corno en el período de latencia, sino que son admirados. Pero las ansiedades generadas por Ja fantasía claustrofóbica intrusiva, en forma de temores a la enfermedad y al embarazo, impide que se concentren en los estudios, interfiere con el dormir y origina todo tipo de irregularidades alimenticias y de obsesiones.

Cualquier comprensión de esta religión debe venir de una visión de las fantasías masturbatorias inconscientes, debido a que las conscientes son del todo banales y pornográficas. Para entender las cualidades de este compartimento interior, tal y como es visto desde dentro, debemos contrastarlo con Ja imagen inconsciente del genital de la madre y su relación con el padre y con su genital, tal y como es construído a partir de la observación real y de la relación con \os padres. En la realidad psíquica, el dormitorio de los padres es un santuario de ritos misteriosos y venerados, en el que e! padre con su pene y su semen alimenta, fertiliza y limpia los órganos reproducto­res de la madre a través de sus tres orificios mayores. Ella está llena

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de bebés. El amor y el trabajo alcanzan aquí la cumbre de su integración.

Visto desde el interior, a través de los ojos del intruso, es el día de Carnaval, un festival de religión priápica en el que Ja belleza de la femineidad tiene el poder irresistible de producir la erección que es absolutamente fascinadora y anhelante de cualquier sensación y orificio: "La ofrenda a Venus" del Tiziano (Museo del Prado) mos­trando su estatua en un paisaje repleto de cupidos, "El jardín de las delicias" de H. Bosch (Museo del Prado) desplegando su atmósfera pagana. Lo esencial de esta visión interior es que la entrada del falo del padre se celebra y se disfruta por todos los bebés, mientras que Ja madre recibe este homenaje sosegadamente. Lo más central de Ja carga erótica es la desproporción entre la pequeñez de los niños y la enormidad del falo. Para disfrutar de esta fantasía la muchacha ha de ser pequeña, relativamente no formada, con pechos pequeños. El muchacho, en su identificaci6n proyectiva masculina con tal falo, ha de ser grande, musculoso y poderoso. La insatisfacción con el tama­ño de su pene no entra en consideración, puesto que todo su cuerpo es un falo. La partitura de Ja intrusión que acompaña a la música de la comunidad adolescente, de forma constante y envolviéndola, es bien simple. El falo del padre entra con el fin de que se Je divierta y se Je adore de f arma dionisíaca hasta el extremo del agotamiento, tras la explosión de la eyaculación. El placeres mutuo, tanto del adorador como del adorado y sólo una fina división lo separa del sadomaso­quismo y de la degradación. Para la muchacha supone el placer añadido de un secreto triunfo edípico: la erección de papá no es una respuesta a la belleza de Ja madre sino una expectativa de encontrarse con ella en e! interior, con su núbil hermosura. Para el chico, el conílicto edípico es eludido en favor de ser aOorado por un harén de niñitas de las que se considera el dueño. La desproporción en cuanto al tamaño unida a Ja fuerte orientación pregenital favorece el besar, chupar y masturbar al falo más que la relación genital.

Para la comunidad adolescente la bacanal y las orgías pueden representarse en las discotecas, fiestas y conciertos pop, pero su verdadero traspaso al sexo del grupo la realiza el erotomaníaco o el perverso. ·rales distinciones resaltan el fracaso de la formación simbólica en el mundo interno. El falo como fetiche es muy diferente del fetichismo. Ya que los calenturientos aspectos de los anhelos sexuales de! morador de la cueva genital no le producen a él

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desaprobación, sino más bien admiración de los compañeros, sin embargo no puede escapar a Ja prolongada sensación de ser un entrometido en la a!egña del erotismo adolescente. No sólo siente en peligro inminente de ser seducido, más allá de! límite, hacia la perversidad sino que, en el caso de la chica, la necesidad de cna.ientros múltiples, pasajeros y rápidos enlaza con un sentimiento esencial de traición, en su secreto triunfo edípico sobre la esposa de un amante casual; sin embargo, en el caso del muchacho, los senti­mientos de cobardía debidos a su evasión de la competitividad, esencialmente edípica, Je hacen siempre cslar alerta para lograr un fácil y estereotipado blanco sexual. La consecuencia es la formación de una subcomunidad erotomaníaca de adolescentes, análoga a la subcomunidad perversa, que se extiende hasta más allá de la treintena. Ambos, varón y hembra, debido a una astuta selección de los blancos a seducir y a movimientos sexuales decisivos, disponen así de una confirmación que satisface su fantasía de irrcsistibilidad. ¿Es este el mundo epónimo de Goclhe, por el que Kierkegaard y el último Mano tanto Je envidiaron y despreciaron?

Vida en el recto materno

Ll~gamos finalmente al corazón de este libro, al área de la identificación intrusiva que contiene Ja mayor potencialidad para los más serios tras1ornos mentales. Debe decirse que Ja precedente descripción de la vida en la cabeza/pecho y en e! genital, produce un 1ipode inmadurez rígida y restringida que no es incompatible con !a adaptación a !os requerimientos de los aspectos casuales/contrae~ tuales de la vida comunitaria aunque altamente perjudicial para el establecimiento de relaciones familiares de tipo íntimo. Pero hay una pendiente peligrosamente resbaladiza desde la cabeza al recto, cuando Ja voluptuosidad lleva al erotismo y al sadomasoquismo.

En esencia estamos tratando con la región de Ja realidad psíquica donde la atmósfera de sadismo es penetrante y la estructura jerárquica de tiranía y sumisión augura violencia. Por esta razón, a diferencia de los otros dos compartimentos, donde la comodidad y el placer erótico dominan el sis lema de valores, en el compartimento rectal solamente hay un valor: la supervivencia. Aunque el sadismo puede variar en intensidad, a medida en que uno se mueve por el

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espectro que va desde entrar en la escuela hasta el camp:> de concentración, Ja atmósfera de terror incipiente probablemente cambia poco, debido a que uno encuentra evidencias de que el terror sin nombre consiste en ser ªexpu:sado". Esto lo ampliarc1nos en el capítulo sobre el comienzo de la esquizofrenia, pero conviene tener en cuenta que este terror sin nombre es exponencialmente peor incluso que el exilio y el lamento de Caín: es Ja absoluta soledad en un mundo de objetos bizarros.

Visto desde el exterior del objeto, el recto de !a madre interna se construye como un almacén de los desechos producidos por los bebés internos y externos que no pueden abstenerse de ensuciar el nido, tanto para ellos como para los demás. El padre interno y su genital se supone que realiza tareas heroicas de na1uralcza protectora de la vida, para la madre y su prole. El concepto de lo heroico en la masculinidad y en la sexualidad del varón tiene probablemente aquí sus raíces y desempeña un papel muy importante en los conceptos eróticos y en la conducta de la comunidad adolescente.

Pero visto desde el interior, introducido por la dandestinidad o por la violencia que acompaña a la masturbación anal o al asalto anal, es una región de religión satánica, dominada por el gran pene fecal, el mundo del "Gran Hermano" de Orwell. Es así un mundo de grupos, más bien de tribus, de los grupos de Supuesto Básico de ilion; un mundo de supuestos más que de pensamientos, donde Jo correcto quiere decir la ley o el precedente, donde el ser genuinamente diferente quiere decir ser detectado como un intruso por el gran "Delector de judíos". Los prisioneros de este sistema, dende e! término daustrofobia extrae su significación más penetrante, tiene únicamente dos opciones. aparentar conformidad o unirse como lugartenientes al gran líder, el pene fecal.

La salida para cualquiera de las dos opciones es Ja degradación, y esto se refiere no sólo a la conducta sino esencialmente -siendo menos equívoco- a los conceptos y a Ja capacidad de pensar como preludio para Ja acción. La verdad se transf arma en algo que no puede ser refutado; la justicia se transforma en talión más un suplemento; el significado de todos los actos de intimidad cambia y se >vuelven técnicas de manipulación o de disimulo; 1.a fidelidad reemplaza a Ja dedicación; la obediencia sustituye a la confianza; la emoción es simulada por la excitación; la culpa y el anhelo de castigo (,)man el lugar del arrepentimiento. La conclusión de Bion de que el líder

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nalura\ del Grupo de Supuesto I3ásico es un psicópata csquizoide, parece absolutamente correcta y el camino de degradación inducido por el continuo reclutamiento al puesto de lugarteniente empuja en esta dirección. Pero la degradación ética ya debe haber alcanzado fundamentos, antes de que el prisionero esté preparado para ponerse el uniforme y degradar a otro ("no me lo hagas a mí, házselo a aquél o a aquél!a"). La idea de miedo a la muerte ha perdido su poder descriptivo en esta situación. l)e hecho se suspira por la muerte y rumiaciorics suicidas rondan continuamente por el fondo. Es impor­tante señalar que serios intentos suicidas, aunque sin éxito, frecuen­temente producen alivio respcclo de este claustrum y loman un aire de conversión religiosa.

l-lechos de este tipo ... nos recuerdan que estamos esencialmente en el inundo de la adictión, donde el individuo ha entregado su supervivencia a la 1nerced de un objeto maligno. De hecho el gran pene Cecal no es un objeto, sino un objeto del selj, compuesto por un objeto malo (decepcionante, desolador) y una fría (anti LI-lK) parle del sclf a nivel de objeto parcial, por lo tanto primitiva. Este punto de vista tiene una profunda significación para nuestra idea de la condición humana, puesto que elimina la maldad como concepto intrínseco y la reduce a un nivel cor1ductua\ descriptivo. Esto abre una pcrspecliva sobre las posibilidades terapéuticas, puesto que este gran objeto maligno es potencialmente metabolizable en i;us componen­tes, partes de se!fy objeto, disolviendo el carácter maligno de la co¡nbinación. Pero la t:1rea terapéutica es dificultosa, puesto que este objeto compuesto es un maestro de la confusión y del cinismo, que se apropia de las cualidades del padre interno, del heroísmo y del protcccionis1no. El heroísmo es de un interés particular, puesto que sostiene que es un héroe-de-la-resistencia contra Ja teoría de \as consideraciones &Licas: ésto, por definición, es crucial para ir más al!á del egocentrismo de la posiciónesquizo-paranoide. Su prelcnsión es cínica; cualquier freno que se Je ponga a un deseo, fuera por considcr<\_ción a las opiniones, sentimientos o bienestar del otro es esclavitud. La santurronería con que ésto puede ser expresado, ll~ga a cortar el aliento.

Aunque el estado menlai es, en esencia, un encarcelamiento cente!lanLe de claustrofobia, no está necesariamente privado de placeres y sati:,facciones, descartando las dudosamente eróticas de lo.<; perversos sexuales, los "viajes" del adicto a las drogas, los triunfos

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del criminal. En el análisis, uno se puede encontrar con un extraño tipo de autoidca\ización que también proclama ser héroe-de'-la-resis­tencia pero en esta ocasión, de resistencia al propio sistema tiránico. f:s esencialmente el juego del agente doble. Mientras que parece que se está cumpliendo con los requerimientos de ser lugarteniente, aparentando que se degrada a otros, de hecho se les está enseñando la maldad del sistema y-mediante lecciones pautadas-alimentan­do su resistcricia a la presión del alistamiento, si ya están residiendo en el claustrum, o advirtiendo a los de afuera contra la tentación de entrar. Es estremecedor observar c6mo, a través del cinismo, aparen­tan seguir el modelo del método psicoanalítico y del cuidado parental. Solamente los sueños de franca crueldad hacia \os niños rasgan la membrana del uso desviado del lenguage del que son maestros, puesto que a duras penas pueden hablar sin previo ensayo ni venir a la sesión sin una agenda. l)iscutiremos las dificultades de la contratransfcrencia en el capítulo de los I'roblemas técnicos.

Este aspecto del estado mental, la autoidcalización, es totalincnte diferente de la grandiosidad, de la que podemos encontrar dos formas distintas. Por supuesto, aquellos que se han alistado como lugarte­nientes experiment~n una intensa grandiosidad por el aspecto idcntificatorio de la vida dentro del objeto, tanto c\)n el objeto materno que acoge al pene fecal y participa en las atrocidades de forma masoquista, como con e1 mismo pene fecal que rige eso~ bajos fondos. Pero puede observarse otro tipo de grandiosidad que parece ser una inversión del sentido de ser un intruso, esto es, un sentido de ser diferente de los demás residentes, seria excepción. Esta condición está preservada por una especie Qe apagainiento, de invisibilidad social, en la que una mínima conformidad se acompaúa por un desapego por la excitación. Esta técnica de mosca-en-la-pared da lugar a u na actitud de estar en la audiencia de los dramas horripilantes de la vida, aunque no pueden escapar a Ja excitación del uoyeu.1;

. Estos ángeles caídos, que se han entregado a ser reclutados, son los que más sufren cuanto más frenéticamente buscan alivio a la desesperación. Son los más acosados por rumiacioncs suicidas, Jos más propensos a accidentes, Jos que se exponen a sí n1ismos a la violencia y al castigo. Al mismo tiempo, debido a que su mundo no sólo está dividido en compartimentos sino absolutamente jerarqui­zado, expresan lo que sólo se puede denon1inar frenesí de la ambición. El concepto de "la cima" es para ellos ffiuy concreto y tiene

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el significado de seguridad, aunque saben muy bien qué insegura está la cabeza que porta la corona. Por esta razón son esencialmente políticos en su orientación y despiadados en su complicidad con el poder en cualquier terreno que se vean, grande o pequeño, no importa. Como se siente que la vida es esencialmente institucional, "la Ciman es "La Cima~ en cualquier sitio: "César o nada".

ú; una pena que estos reclucas vengan al análisis conducidos por la desesperación, r.1alos sueños, irisomnio, agotamiento. Pero no vienen con el fin de luchar contra su aprisionamiento esencial sino sólo contra sus consecuencias emocionales, sus "síntomasn, a menu­do psicosomáticos. Cuando su frenética ambición no expresa sufi­cientemente su aprisionamiento, sino que está ampliada por la perversidad o la criminalidad, encontramos a menudo que todos sus poderes de disimulo los han consumido en construir una fachada completamente respetable en su vida social: esposa, hijos, activida­des cívicas, pólizas de seguros, vestimenta y conducta cuidadosa, todo como una pantalla tanto para la perversidad como para la desesperación. J\10 es extraño que los hoteles de lujo tengan ventanas que sólo abren unos pocos centímetros. De pasada hay que hacer notar cuán diferente es esta frenética ambición de moradores-dcl­recto, de aquella otra de los que forcejean en busca de fama y son más bien mesiánicos habitantes del pecho/cabeza.

Un rasgo distintivo de esta población, que deja perplejo Y que puede advertirse con mucha fuerza en la situación analítica, es que están ate me.rizando. No necesitan ser hombres grandes .. Incluso, pueden tenerlo mujeres muy pequeñas y de apariencia frágil, puesto que es dificil .;imularlo. Qué difícil es para una actriz ser una convincente Lady Macbeth. No, es un misterioso carisma que paraliza a Ja oposición. De algún modo son capaces de producir una atmósfera de secuestradores, aunque en absoluto se pueda detectar la identidad del rehén. Siempre se trata de un ser querido, en última instancia, de los hijos.

6 Los problemas técnicos del claustrum

En los capítulos precedentes el interés se ha centrado en las personalidades cuyo sentido de identidad ha quedado fijado en aquel aspecto infantil que habita en el clauscrum. Y es con ellos con quienes aparecen problemas técnicos especiales. En las personas normales y en los neuróticos el tratamiento analítico comienza, corrientemente, con una transferencia preformada que ha recogido sus expectativas de la literatura, de las películas, de relatos de amigos. Por lo general es austeramente institucional o agrcstemente romántica Y queda pronta y limpiamente de lado cuando se ha esclarecido el encuadre, bosquejado el método, requerida la colaboración; cuando se han interpretado los primeros sueños, y las interrupciones de fin de semana han comenzado a producir un impacto. La apetencia por objetos que tiene la transferencia infantU favorece entonces la atracción gradual de estas panes de la personalidad hacia el clima del análisis, la u recolección de la transferencia". la experiencia sugiere con fuerza que la respuesta más satisfactoria a la.pregunta de "¿por qué desea usted analizarse?", sería: uPorque necesito reconectarme con mis necesidades de transferencia infantil de manera que haya alguna posibilidad de elaborar los conflictos en vez de actuarlos repetidamentelt. Tal vez pueda pensarse que estoy usando "transfe­rencia" en un sentido restringido cuando enfatizo "infantil" y la necesidad de un "objeto", pero tal como entiendo el término, transferencia deriva de la externalización de la relación con los objetos internos y tiene por tanto la configuración de la vida familiar. Está en continua oscilación. con la organización del narcisismo, esto es, aquellas actividades y alianzas de las estructuras infantiles que están fuera de la influencia directa de las figuras parentales y corrientemente en oposición a sus valores.

La transferencia preformada con pacientes que buscan un reaná­lisis debido a un tmpasseen intentos anteriores es enteramente di~ fcrcnte y toma un buen tiempo para que quede completamente de lado. Como hubiera dicho Frcud, está basada en las "partia.1laridades" del analista anterior, quien pareció dar un~ cualidad tan concreta a Ja transferencia, que ésta no se pudo resolver. Esto puede compren·

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der o no situaciones en las cuales los aspcLtos esenciales del enruadre y de la comunicación han perdido impulso en el torbellino de la emocionalidad en ambas partes.

Lo que me propongo describir de los problemas técnicos con pacienLes cuyo sentido de tdenHdadestá fijado en el mundo interno está, hasla tal punto, basado en la contralransferencia que, a excepción de los ejemplos de los sueños, podría considerárselo como totalmente imaginado por el terapeuta. Por esta razón, lo que sigue resonará con la experiencia clínica del lector en tanto paciente o terapeuta, o bien pareeérá un cuento de hadas. Difícilmente puede ser ejemplificado en el trabajo con pacientes adultos y probablemen­te mucha de Ja convicción que sustenta esta descripción proviene del trabajo con niños. Mis escritos previos, desde El proceso psfconalíttco en adelante, eslán llenos de ejemplos y procuraré no repetirlo aquí, ya que todo terapeuta que ha tratado niños lo ha visto o, si no lo ha hecho, las descripciones no le dirán mucho.

En lugar de 1a ejemplificación trataré de entresacar las cualidades especiales de la interacción ana!ltica y de describirlas en forma evocativa: Ya se han descripto las cualidades de la vida de la fantasía que corresponden a los tres compartimentos y se ha identificado que la dificultad de síntesis en la mente del analista se debe, en parte, a cierta movilidad de uno a otro de los compartimentos. La severidad del trastorno en la personalidad se debe más a la rigidez que al grado de inmadurez de la parte aposentada en el c!austrum, si se mide la severidad en términos de incapacidad para las relaciones emociona­les íntimas y, por consiguiente, de potencial para la terapia analítica. De esta forma, la personalidad seudomadura podría evidenciar estar más fijada y ser más resistente al cambio que, por ejemplo, un adolescente cuya ubicación en la realidad parece precaria. Es preciso explorar las causas de ésto. Pero, en el análisis, la última palabra la tiene probar-el-pastel y tenemos que asumir que cada fracaso queda en la puerta del analista y de nuestra -<lcspués de un siglo­inmadura ciencia.

No parece útil emplear algo de nuestro tiempo en discutir las "razones" que traen al análisis a dichos ·pacientes. Como cualquier otro, lo hacen voluntariamente y/o son enviados¡ Jo hacen en razón de zozobras vagas o atormentadoras, movidos por la curiosidad, por la frivolidad, la provocación, causar problemas, el desafío. Después de las primeras sesiones la diferencia cuenta pocO. Pero lo que los

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caracteriza a todos ellos es la rigidez de la transferencia preformada, que emana de su imagen del mundo. Esto es lo que trataremos de evocar.

A menudo, lo primero que impacta al terapeuta es la sorprendente apariencia de cooperación con el método, tal como se ha destacado, ya que difiere tanto de lo que se esperaba en base a la suspicacia que el paciente manifestaba en la consulta, las vacilaciones con las cuales aceptó el ofrecimiento de un intento de aMlisis, o las restricciones puestas a la frecuencia de las sesiones arguyendo limitaciones de tiempo, de dinero, de distancia y otras logísticas. Pero no transL\.lrre mucho tiempo hasta que quedan en evidencia la superficialidad y la docilidad de la cooperación. Sentimos que traen material, amplia­mente anecdótico y anamnésico, que piensan interesa a los analistas. La emocionalidad ha sido separada de la voz, y el vocabulario se caracteriza por un casi virtuosismo de lo ambiguo. El analista encuentra que se le deja sin imágenes visuales vívidas de aconteci· mientas o de personas, que los nombres son frecuenten1ente reemplazados con los títulos de parentesco, de tal manera que es fácil confundir.Se con respecto a las personas, a los Jugares y a las secuencias temporales. Se hace necesario, en consecuencia, buscar continuamente aclaraciones, que el paciente agradece con sofocada irritabilidad. ¿Estamos en presencia de un trastorno de pensam.iento? ¿Todo lo que dice es verdad o ha sido confabulado para nuestro deleite o complacencia? Si esta persona viene, se tiende en el diván y se va, ¿quién se supone que eres tú, analista?

Y, correspondientemente, si uno trata este material en la forma corriente, intentando formular la supuesta transferencia o relacionar· la con acontecimientos externos, es rechazado por el encuentro con una desagradable gomosidad que parece ser una mezcla de toleran­cia, desatención y desdén: ªSabía que me diría eson --que, tempora­riamente, puede ser callada-. El material que sigue se desplaza por un camino claramente programado, ya sea que el paciente haya hecho una pausa, educadamente, para que el analista haga su tarea o que deba abrirse paso a codazos en el monólogo. Prontamente, de sentencias tales como: "Cuando venía en el coche pensaba ... ", parece claro que se está desarrollando una agenda. Pero es peor que eso, ya que se despliega nuevamente la música de la insinceridad Esto lleva un buen tiempo, dado que dichas personas han pasado muchos años practicando el disimulo, precisamente en este tópico, como forma de

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ocultarse ante sí mismos o de que otros quebranten su condición. Si a pesar del vago rechinar recriminatorio, de incipiente irritabi­

lidad, persistimos en tratar de definir Jos daros fácticos que el paciente afirma sostener-lo que de hecho se hizo, dijo, vio, oyó-, tenemos la impresión de escuchar un relato periodístico más que la comuni­cación de una experiencia emocional. Los acontecimientos de Ja infancia son de especial interés, y enconlramos que el paciente no puede en absoluto distinguir entre memoria y rumor, tanto si el relato procede de otros, como en el folklore familiar, o si viene de sí mismo; si es una historia que él fabricó para relatar a sus amigos o si proviene de su diario o de su expediente interno de agravios. Persiste la impresión de que no está recordando un suceso, sino evocando un relato de un acontecimiento, un relato de muy dudosa validez.

Es igualmenle inquietante lo impersonal de la entrada y de Ja salida del paciente. Bien puede no mirar a los ojos, o tener Ja terrible capacidad de mirar a través de uno, o simplemente pasar al lado. De la misma manera parece concebir a la habitación, ·a su moblaje, al modo de entrar en ella, a las características del diván, etc., como dados por su puesto, carentes de interés. Pero esto es contradicho por Ja frecu·encia con que se advierten detalles del ambiente que aparecen en los sueños, los cuales, cuando se mencionan, niega haberlos siquiera percibido. Y es cierto, los ha visto pero no Jos ha percibido, no sólo a la habitación y a sus muebles, sino también al analista-edad, ca!vicie,si use gafas, lleve barba, vista elegantemen­te o como un vagabundo, sea gordo o delgado, alto o bajo, atractivo o rechazante-. Pero si el analista cambia de chaqueta o de vestimenta, el color dominante en el cambio puede aparecer el proximo día en las prendas del paciente. Cualquier intento de investigar ésto hace subir los decibeles del rechinar de la irritabilidad. Pero ésto es generalmente muestra de la constante operatividad del inconsciente ya que, después de todo, no puede haber mayor desmentida de la realidad psíquica que estar viviendo en ella.

Por último cae la venda: e! analista no es un individuo sino un re prcsentante de una singular institución llamada psicoanálisis, con su jerarquía y sus misterios kafkianos. Una vez que ello se hace obvio, se puede b~rruntar que el procedimiento ordinario del psicoanálisis, basado en la selección y la descripción de la transferencia, está prácticamente en marcha, pero en el sentido corriente, no hay

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transferencia infantil. En cambio, la consulta es un cubículo especial, dentro de una institución especial, en un mundo institucionalizado. O se puede descubrir gradualmente que es un cubículo especial en uno de los tres compartimentos de una institución especial de un mundo institucionalizado y que los otros dos están en algún otro lado. Uno puede percibir que ese cubículo es una cámara de tortura o un tórrido invernáculo de erotismo o un lugar de paz y de descanso celestiales. Pero, de todas formas, es una parte de una institución y el analista pertenece al comité. Cuál sea la condición del analista en la jerarquía puede convertirse en un asunto de gran preocupación e interés. Pero esto no es transferencia infantil, a pesar de la evidente fascinación que ejerce.

Todo ello vincula, de hecho, al paciente al análisis Y en cierto sentido "agrupan algunos procesos de su vida infantil de una forma que tiene un efecto de aclaración y de mejoramiento en otras relaciones y actividades. Parece funcionar como transferencia infantil de la variedad del pecho-inodoro pero carece de Ja urgencia, del alivio, del placer y de la evacuación de la angustia. Consiguientemen­te, la contratransferencia permanece como estéril, se la percibe existente pero no utilizable, pese a los esfuerzos analíticos. O, quizá porque los esfuerzos analíticos no encuentran evidente recepción, no evocan notorias reverberaciones emocionales.

Pero aun cuando vamos acumulando indicios de mejofa en_ la vida del paciente fuera del análisis --en .su mayoría a trav{~ de la evidencia negativa, y esto parece explicar la adhesión al procedi­miento-, no nos ahorramos evidencias positivas de que está "empeorandon su estado mental. ¿Neurosis de transferencia? !.fe temo que no. Sólo una ampliación de la conciencia del paciente debida a los persistentes esfuerzos del analista para mejorar la observación y aclarar la comunicación. Esta última, que tiene tanto aspectos de vocabulario como conceptuales, es de especial incomodidad para el paciente, dado que está mucho más interesado en un enfoque del lenguaje del tipo diccionario enciclopédico -donde aparentes sinónimos son fácilmente intercambiables- qÜe en el uso de un diccionario en el que los usos están particularizados y los sinónimos cesan de existir. Por otro lado los conceptos nuevos, dado que requieren esfuerzos de imaginación, superan y ellos los tratan como la jerga de nuestra "instituciónn.

Tomando todo esto en cuenta, pienso que interpretar la transfe-

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rencia tiene un efecto negativo, ya que ello se le presenta al paciente no sólo con el anatema del inconsciente, sino que también le parece una insistencia por parte del analista, en lo que respecta a la intimidad y a la dependencia. Al no percibir en absoluto dichos sentimientos sólo puede concluir que la conducta del analista es, o bien doctrinaria o una manifestación de soledad y de aislamiento, encerrado todo el día en su aburrido despacho, atendiendo a un extraño detrás'de otro con un método dudoso, un destino mitigado solamente por la cantidad de dinero que puede cosechar.

Esta visión que tiene del analista, de la cual obtenemos indicacio-­nes en momentos de extrema irritación del paciente, por indicios que se le escapan y que son rápidamente desmentidos, ubica el tema con precisión, A diferencia del paciente neurótico, que en la cúspide de los sentimientos edípicos acusará al analista de ejercer derechos de señorío, de ser autocrático, de llevar una vida privilegiada, la actitud de este inquilino del mundo interior es esencialmente desdeñosa, Porque está basada en la no desmentida pretensión de que su mundo interior es todo lo que existe y que el analista está tan atrapado en sus redes como el paciente pero, por alguna razón, por algún elitismo psicoanalítico especial, se imagina estar por encima o más allá de él. Puede detectar en el analista evidencias de los estigmas de los tres compartimentos:,parasitismo elitista, preocupación erótica y -por supuesto-- sadismo y, ojalá, masoquismo.

Esta irritabilidad y desdén encubiertos son engañosos. Es lo que en el tratamiento más se parece a la transferencia y contratransferen­

. cia negativas, en tanto que sólo se trata de la expresión de dos trabajadores institucionales que van progresivamente degradándose, pero que se sienten amarrados juntos por la tarea. Desde el punto de vista del paciente, es sólo una relación contractual y de lo que se trata es de que el analista convierta ese ejercicio en un análisis. No lo puede hacer si no encuentra al niño en el paciente, dado que la caparazón resiste a la intimidad como a una tierra desconocida,o a un mito poético, o a una negación de la naturaleza esencialmente solipsista de la condición humana.

. Este mundo ímaginario del interior de un objeto interno -y, después de todo, solamente es la pura imaginación, que se ha apropiado de formas del mundo externo para su amueblamiento, pero que no se basa en otra cosa que en la omnipotencia de los procesos masturbatorios- evocado en un acto de conjetura imagi-

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nativa por el analista, le permite a éste adoptar una posición firme en el mundo exterior del paciente, al tiempo que le presta una amistosa y preocupada atención en las sesiones. Es una posición sorprenden­temente poderosa en su resistencia al efecto irritante del disimulo, de la insinceridad y del desdén encubierto. En primer término, suspende el juicio moral, porque es un enfoque que pone de manifiesto que la persona que está en el dtván es enteramente un extraflo que no está desplegando su personaltdad, stno solamente sus técnicas de adapta­ct6n al mundo claustrofóbtcoen el que habita. En el momento en que un analista puede reconocer la cualidad de aprisionamiento yla lucha esencial por la supervivencia en una situación casi invivible, ve a un niño que ha extraviado el camino, que se ha extrañado de Ja casa, que hasta ha olvidado las cualidades del hogar que un dia conoció y, en los casos más severos, solamente el útero.

La experiencia añade eventualmente otra dimensi6n a esta preocupada tolerancia, ya que demuestra que el claustrum no es, en verdad, un espacio cerrado como el sistema delirante y tampoco está, por más imaginario que sea en sus cualidades, apartado de la realidad psíquica y por consiguiente del mundo exterior. Antes de que la experiencia clínica permita que esta sospecha se transforme en convicción, el reconocimiento de tal posibilidad permite al analista reconocer que hasta para lo que llamaríamos los aspectos negativos del claustrum, esto es, para aquellas áreas de experiencia de las que éste está apartado, la puerta también puede estar abierta. Ya hemos mencionado esto, pero quizá sea necesario ampliarlo, ya que es vital para que el analista pueda demostrar al paciente en qué mundo está viviendo.

los sueños del paciente siempre están acusando este problema: mira a través de la ventana, le habla a alguien a través dela ventanilla de un tren que parte, en una terminal de aeropuerto en el que no conoce a nadie, en un auditorio contemplando las actividades que otros están realizando, como hllésped en tanto hablan un lenguaje extranjero, etc. El hecho esencial es que las relaciones humanas y el mundo en su aspecto natural o transformado por el hombre no producen impacto emocional, salvo en lo que respecta al distante trueno de la angustia. Continuamente tiene que construir una historia de impacto emocional basada en oídas y en descoloridas recoleccio­nes que, en el mejor de los casos, pueden inducir un estado de excitación que simula sentimientos. Puede "provocarse" risa, llanto,

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excitación sexual, sentirse cómodo, vengativo, horrorizarse-toda la gama de las emociones-, pero sin autenticidad ni convicción. Cuando expone estos estados ast inducidos se siente furtivo, fraudu­lento. En consecuencia, no puede creer en la autenticidad de las palabras, de la música o de los sentimientos que otros exponen. Si no fuera por el desarrollo de facultades de escotomización y de un asumir cfnicamente que es así para todos, una simulación en fin, su sufrimiento sería continuo.

Cuando con su mirada imaginativa el analista puede ver este predominio y reconocer -bajo el lustre de sofisticación y de banalidad- al niño que está perdido, la paciencia y la tolerancia comienzan a vibrar en él y se reflejan en sus palabras, en la música de su voz, en su mirada, si es que el paciente puede advertir esos aspectos. Cuando tal tnsfght del analista es verdaderamente cons­ciente y formulado como lo ha sido aquí, la paciencia y la tolerancia le permiten perseverar, contener al paciente pese a las crecientes tormentas de las interrupciones por vacaciones. El optimismo sobre el pesado y lento progreso, que expresé en el capítulo 11 de E/proceso psicoanalítico, parece aún correcto. Pero también son patentes las asechanzas de la rutina del trabajo psicoanalítico. El desagrado creciente y la irricabilidad mutua pueden producir una interrupción explosiva en uno u otro, o el paciente puede irse de puntillas basándose en problemas logfsticos, generalm~nte un cambio geográ­ficosilenciosamente montado. Pero se puede desarrollar un modus vtvendi a través de la mutua acomodación y que pÚede llevar, cuando el paciente muestra suficiente mejoña en su adaptación externa, a una suerte de idealización mucua, concediéndose cada uno al otro la Orden de las Buenas Personas. En el peor de los casos, pueden escablecer una interminable perversión del análisis.

Dejando de lado el área de trabajo con pacientes esquizofrénicos, que parece ser heroísmo puro, se podría decir que los pacientes aquí presentados ponen a prueba el alma del analista. ¡No debería sorprendemos que Bion nos exhorte a hacer lo mejor de un mal trabajo cuando nunca podemos estar seguros del sendero que estamos recorriendo ni del resultado a que hemos llegado! En mi experiencia, a medida que el método que estoy bosquejando ha ido definiéndose con mayor claridad y practicándolo con mayor consis­tencia, se ha ido obviando el peligro de la adaptación e idealización mutuas o el de Ja seducción a través de mejorías externas en la

lOS PROBLEMAS TECNICOS DEL CLAUSTRUM 105

socialización. Porque el paciente •empeora• y no deja dudas sobre ello en la mente del analista. El peligro de explosión en uno u otro lado disminuye claramente. Pero Jo que en el paciente -y paralela­mente en el analista- va ocupando ese lugar, es la convicción creciente de que el análisis es enteramente basura, que el analista está tan se~~~do en su claustro psicoanalítico como lo está el paciente, que n1 s1qu1era se traca del lisiado que guia al ciego, sino a lo sumo de dos.filósofos ciegos que toman la pata del elefante por un bosque. ¡También nuestra capacidad negativa es puesca a prueba!

Por lo que se refiere a qué es en realidad llevar adelante un aniilisis sin la ayuda de la necesidad del paciente por. objetos en la transferencia, es cosa no de semanas o de meses, sino de años. Cuando las cosas van •peor" se presenta la amenaza del agotamiento mut~o. El procedimiento técnico, si así se puede denominar, que requiere esca línea de conjetura imaginativa, es básicamente simple. EJ primer requisito es que el analisca reconozca que aún no está presidiendo un proceso analítico. Pienso que ello cambién debe serle ~nsmitid~ al paciente, pero con muy transparente buena disposi­oón. Desdichadamente, esto es en extremo irritante para el paciente, a pesar de que ello también lo convoca a la tarea. En esta atmósfera el analista se verá restringido al papel de una especie de guía turístico alrededor de~ claustro mostrando, a través de la Conducta del paciente -Y de sus suenos, de los relatos de sucesos, las cualidades del mundo interior cuyos compartimentos va habitando, sus manifiestas e incipientes angustias, ast como sus modalidades de adaptación, dentro y fuera de la consulta analítica.

:&te método, que el paciente suele ex~rimentar como implaca­ble y sádico, dañino y envidioso, tiene dos direcciones y dos consecuencias. En primer lugar, se dirige a desmontar las áreas de autoidealización a través de la investigación de cómo se fabric3.ron las historias, de las actitudes cínicas hacia los demás, especialmente el analista, y de lo espurio de los placeres de la indolencia del elitismo, de la erotomanía o del héroe-de-la-resistencia. Al m~mo tie~po, esta actividad del analista va ampliando la percepción del paciente del estado dausU"Ofóbico, de que él está en un estado mental que no es, de hecho, universal, y de que no sabe cómo salir de él. Aquellos que habitan en el recto, especialmente los agentes dobles comienzan a sentir la cualidad de pesadilla· de sus vidas y ya n~

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106 CLAUSTRUM

pueden negar los peligros de llevar este estado a la prictica en sus actividades y relaciones en el mundo externo.

Pero hay una tercera consecuencia, que va apareciendo muy lentamente: la sospecha, que va creciendo hasta llegara ser eventual­mente una convicción (con gran alivio por parte del analista), de que el terapeuta no es un habitante sino solamente un visitante del claustro, un visitante que de ninguna manera está libre de ser un inquilino. Este omnipresente peligro, que vemos tan frecuentemente en las supervisiones, nos previene con respecto a un sentimiento de inmunidad. Sin embargo, aun aliviando al analista, incrementa gradualmente el malestar del paciente porque junto a la convicción de que el analista es un visitante, la significación de las interrupciones analíticas comienzan a ser agitadas por los vientos de la envidia. Y, con ello, el concepto de la vida familiar empieza a tener sustancia, más allá de la aburrida, contractual, burguesa, tímida, segura red de la respetabilidad. En la época en que esto comienza a tener lugar y en Ja que el paciente empieza a percibir al analista como un individuo que está expresando su pensamiento propio, sus sentimientos Y su imagín_ación, se manifiestan por sí mismos los motivos originales de la identificación intrusiva. Y con esto principia a tener realidad psíquica el mito que el analista construye acerca de la masturbación y de sus perniciosas consecuencias.

En este punto del recorrido comienza un proceso analitico y la transferencia emerge desde donde estaba oculta, no solamente en el curso de las separaciones, esto es, en ausencia del objeto sino también en presencia del mismo, en las sesiones. La actuación en la transferencia comienza a animar la mortífera adaptación social del paciente, su chatura emocional, su torpeza, su aplacatoria docilidad, su callado desdén. Las sesiones reciben los ataques relámpago, el coqueteo abierto, los pedidos de información y la franca emociona­lidad El interés del paciente lo lleva a obseivar al analista e impulsa su curiosidad sobre la historia y la forma de vida de éste. Por fin estamos en el asunto, en el territorio familiar de la transferencia­contratransferenda. La 3.uténtica vida de la mente ha hecho su entrada en el despacho.

Llegados aquí, es no obstante, dificil para el analista estar seguro de qué ha pasado, desde un punto de vista geográfico y estructural. No se puede decir con seguridad si es que la parte aposentada de la personalidad ha emergido del claustrum o si han sido arrebatados de

WS PROBLEMAS TECNICOS DEL CLAUSIRUM 107

éste el sentido de identidad y, por tanto, el control de la conciencia y de la conducta. Los sueños--Son bastante equívocos al respecto, por cuanto en· ambos casos tienden a representar los procesos iníantiles de emerger, enconlrarse frente al dolor mental y escapa nuevamente. Las personas que entran en esta categoría difieren de los normales y de los neuróticos en que para éstos la parte aposentada ha sido solamente una complicación, un impedimento para sus vidas íntimas. En razón de que su imagen del mundo y la adaptación consiguiente han condicionado su estado mental, la reacción a la emergencia o al cambio de conciencia· es todavía ambigua. Parece que esto se debe a que las reacciones difieren según se trate de ruál compartimento ha estado implicado. Aquellos que han estado en la cabeza/pecho, tanto los proustianos como los oblomovianos,• son asaltados por la pesadumbre del tiempo vital que han desperdiciado. Los moradores del compartimento erotomaníaco se sienten puercos e indeseables y experimentan la necesidad de una estad.fa purificadora en el con ven~ to o monasterio de la abstinencia, una especie de período de latencia. Pero aquellos que han vivido en el recto se ven en un severo problema depresivo, ya que pueden haber hecho realmente daño por medio de la actuación de ese estado mental

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Parte 3

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' 7 Salida del claustrum versus

cambios de perspectiva de la conciencia*

En esta ciencia del psicoanálisis es dificil poder expresar con claridad qué queremos decir por •comprensión~, porque seguramen­te implica un algo dialéctico. Con frecuencia recuerdo el maravilloso vuelo imaginativo de Newton que produjo el cálculo infmitesimal, puesto que parece mostrar de forma condensada el proceso mental de diferenciación e integración, la superficie plana y la inclinación angular, la tridimensionalidad, que es generada por la reunión de la monodimensionalidad con la bidimensionalidad. Análogamente, el proceso mental sacado de las abstracciones matemáticas o de sus aplicaciones concretas al mundo inanimado, debe utilizar los instru­mentos mucho más imprecisos de los símbolos y su transformación en palabras. Deseo hacer aquí una diferenciación, que parece surgir de la imaginación, sobre el mundo interior de la madre interna, el claustrum y cierto tipo de fenómenos que se denominan con los nombres de inestabilidad y rigidez. Porque me doy cuenta de que estas mismas denominaciones se pueden aplicar igualmente a situaciones en las que el claustrum no parece desempeñar ningún papel. ,-Cómo podremos diferenciarlas y cómo podremos describir la distinción entre ellas?

Admitamos de entrada que el interés de un ejercicio de este tipo reside puramente en ordenare! pensamiento y tiene poco o nada que ver con los acontecimientos presentes en el consultorio, donde. dos mentalidades totalmente únicas se traban en amor y guerra. Pero también ambas se encuentran en un interés, tanto por si mismas como por la una en la otra; y, ciertamente, hay momentos en los que la intensidad de este interés mantiene unidos el querer amarse y el batallar, para iniciar una conjunción verdaderamente apasionada. Puede que no dure mucho cada vez, pero su cualidad promovedora de crecimiento, para ambos, es inconfundible. Probablemenr.e se rompa más a menudo porque el analista yerra; interpreta mal,

• N del E: en inglés "shiftof consciousness", ya que no existe traducción española para Mconsctousness" como la capacidad para abarcar fenómenos.

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112 CLAU51RUM

propasa los límites de la intimidad, decreta más que comunica. Pero en otros momentos la tensión es excesiva para el paciente y entonces se retira; sea porque aparece el final de la sesión, o se hace insoportable la lensión de la incenidumbre, o bien experimenta el dolor corno gratuilo o el placer como excesivamente erótico.

En general, tanto el paciente como el analista han de esperar a los sueños para adarar la diáspora de emociones pero, induso con esta ayuda del inconsciente, cierto ordenamiento del pensamiento des­empeña un papel en la comprensión de Jo que ha pasado. En este aspecto, los sucesos del consulcorio no se diferencian, en lo fundamental, de las transacciones de cualquier relación íntima. La recuperación y renovación del momento apasionado determina el crecer y el profundizar; el fracaso en lograrlo marca el proceso de marchitarse, como si las áreas de comunicación fueran excluidas y reemplazadas por un contrato tácito de evitación.

Parece razonable sugerir que entre la rigidez de Ja evitación y Ja inestabilidad del contacto es posible una zona intermedia l'Uya estabilidad consiste, en esencia, en la buena disposición para intentarlo de nuevo.

Est3. disposición, quisiera suponer que debe implicar una mutua incertidumbre de las razones del colapso de la intimidad y una presteza a perdonar, tanto a uno mismo como al otro. &o a su vez requiere una actitud sofisticada hacia el dolor, en la que el interés por su significado sobrepasa a la aversión por su cualidad sensual, lo doloroso del dolor. Es dificil imaginar que esta capacidad sea la misma en ambos, en todo momento, por muy iguales que puedan ser en todo. En ese instante, uno de ellos puede portar la carga del optimismo. En la medida en que la transferencia/contratransferencia analítica tiene una configuración hijo/padres, este papel corresponde claramente al analista, como un asunto de responsabilidad.

He descripto tanto la inestabilidad como la rigidez en la situación de aquellos pacientes que presentan un modo de vida en el daustrum: el cómo se precipitan de compartimento en compartimen· to, cómo van desde la grandiosidad a la daustrofobia y cómo construyen con rigidez la situación analítica como algo puramente institucional. También he intentado sugerir una forma de compren· der ésto como una transferencia preformada, que no genera por sí misma un proceso analítico, indicando que esta diferenciación tiene un efecto muy beneficioso sobre la c.stabilidad del analista, es decir,

SALIDA DELCLAUS1RUM VERSUS CAMBIOS DE PERSPECilVA 113

sobre su pacienc::ia, tolerancia, interés duradero y esperanza. Pero en los pacientes normales y neuróticos la situación es más compleja. Nos enconlramos no sola menee con la rigidez de los procesos de escisión y de control omnipotente, la inestabilidad de Ps++D sino también con la erupción de los fenómenos de identificación proyectiva y la consiguiente pérdida de contacto.

Como decía, puede tratarse sólo de un ejercicio de ordenamiento mental para suscitar la cuestión acerca de la naturaleza estructural de la ruptura del contacto: ¿es que una parce de la personalidad ha desaparecido en la identificación proyectiva o es que el centro de gravedad de la identidad y el concrol del estado de conciencia se ha desplazado hacia una parce que ya está instalada en el daustrum? En la sala de juegos la diferenciación es sugerida con fuerza por la acción: el niño puede, de repente, tirarse de cabeza a su agujero-de-fuga bajo la mesa o el diván, o puede inlerrumpir el juego en que se había estado ocupando para conslruir un agujero para escapar, ya sea uno confortable, un cuarto para maslurbarse o una cámara de tortura. La diferencia entre la conlinuidad y la discontinuidad es claramente significativa indicando, esta última, un fracaso en el contacto entre analista Y paciente, lo cual implica un fracaso analitico. Cuando se conserva la continuidad en el juego, aún queda el problema de distinguir enlre lo concreto de la acción y la dramalización a los efeclos de comunicarse. Pero, de todas maneras, parecería indicar que se está representando una retirada, más que un cambio en el estado mental.

Ésta parece ser una diferenciación significativa. La discontinuidad sugiere una rendición, un abandono por parte del pacierite del esfuerzo para relacionarse y también podría parecer que coloca el problema del lado del analista. Ambos representan inestabilidad en el paciente, pero de estos dos diferentes tipos, el uno es intrínseco a lo económico de la transferencia y el olro lo es al fracaso en la adecuada utilización de la contratransferencia.

Las discontinuidades son menos fácilmente reconocibles con Jos pacientes adultos. No pueden detectarse en lo que parece ser un cambio de tema, pues los lazos de conexión pueden haber sido omitidos elípticamenle, o el paciente puede estar ocupadb en una circunlocución que finalmente puede volver a su origen. Considero que sólo puede deteClarse en la contratransfcrencia, sintiendo el cambio en la atmósfera, la temperatura o la distancia, percibiendo una

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114 CLAUSTRUM

oleada de soledad o una sensación de haber sido dejado de lado. Pretendamos que esta distinción ha sido hecha y que no sólo es

un ejercicio de ordenamiento sino que tiene significación clíni­ca.¿Pero qué significa? Hemos relrocedido a problemas muy funda­mentales en nuestro modelo de trabajo de la mente, los que tienen que ver con la naturaleza de la conciencia y con el sentido de identidad. La formulación de Freud, de que la conciencia es un órgano para la percepción de las cualidades psíquicas, que fue adoptada por Bien, puede trasladarnos al interior de la caverna de Platón, aunque no es tan simple. Una vez que hemos abandonado la idea de la unidad de la mente, se convierte en una cueva más bien abarrotada. Quizás alli sólo hay cabida para una o dos partes de la personalidad a un tiempo, abriéndose paso a empujones a través del portal ·hacia donde se hacen visibles las sombras en la pared. Recuerdo mis deseos de visitar las cuevas de Altamira, para luego encontrarme con la respuesta de que la solicitud debía de hacerla con anticipación, que había una lista de espera de dos años y que precisaba el requisito de algún propósito profesional. O quizás el conlrol del órgano de la conciencia es como una melée dentgby. Quizá no sólo se trata de un problema de qué parte se consigue el balón, sino de ser capaz de mantenerlo.el tiempo suficiente como para marcar. Después de todo ¿son los obje[os, sean internos o externos, los que realmente uconsiguenn nueslra atención o es que nosotros necesitamos focalizarla? ¿Qué es la distracción? ¡La melée es una imagen muy apropiada!

En nuestra analogía deportiva, por supuesto, podemos desplazar­nos en la dirección que implique cambios en la organizacipón e integración del self. Podríamos ir, digamos, al tenis. Dobles, dobles mixtos, individuales. O al golf, match y medal play. Pronto nos encontramos con que necesitamos hacer distinciones entre jugar con, jugar contra, o jugar uno solo. Si el péndulo se desplaza excesivamen­te lejos de la integración y de la cooperación, bajo el eje de las reglas­dcl-juego, se puede perder la estabilidad conseguida y caer en la rigidez del aislamiento, en la obsesión.

El resultado de tales especulaciones o ejercicios imaginativos acerca del aparato mental nos deja en la estacada, ante cualquier intento de una visión acabada del proceso psicoanalítico. Quizá con el afinamiento de nuestras sensibilidades conlratransferenciales podamos ser capaces de hacer esta distinción paso-a-paso entre la

SAUDA DELCLAUSlRUM VERSUS CAMBIOS DE PERSPECilV A llS

continuidad y la discontinuidad, y por tanto, entre volver a entrar al claustrum versus un cambio de perspectiva de la conciencia y del sentido de identidad, pero dudo que podamos decir con convicóón que una parte de la personalidad instalada en el claustrum haya podido salir. Es muy distinto el caso en lo que se refiere al sistema delirante del esquizofrénico. A pesar de la satisfactoria naturaleza de la remisión, siempre podemos tener la evidencia de que el sistema está aún allí, aún habitado, aún influenciando el estado de la rnente, apenas detrás de la esquina de su territorio consciente.

En general creo que hemos de confiar en la evidencla, una evidencia que está muy lejos de ser precisa, probablemente incluso en una amplia evidencia negativa, como puede ser la modificación en la imagen-del~mundo del paciente. Porque me parece que éste es el núcleo del asunto. Podría formularse como u ¿qué periódico lee usted?nven-us ¿cuál considera usted que es la evidencia de la naturaleza del mundo que usted habita? Somos bombardeados, después de todo, con rumores que dicen que el mundo está hecho por el hombre y por eso su posible destrucción por el hombre es también inminente. Se alega que es un mundo de •noticias", compuesto de novedades políticas, financieras, deportivas, del espectáculo y habladurías. Esto llama la pertenencia al grupo de Supuesto Básico, en el que lo supuesto es que el hombre es la medida de todas las cosas; y es, o bien irresistiblemente urealistan o mani­fiestamente absurdo y repulsivo, dependiendo de la propia relación con la realidad psíquica. Se puede estar en un estado de negación de la realidad psíquica, presto a asumir que el sentido común es adecuado y que las cosas son justamente lo que parecen; o se puede yivir dentro de un objeto y, naturalmente, ver al mundo como un valle de lágrimas y una prisión;o se puede vivir en una atmósfera familiar dependiente de la generosidad y del misterio del mundo natural, que uno puede usar, abusar o descuidar. La única •fe" que se requiere es una absoluta creencia en la propia debilidad, ignorancia, impotencia y mortalidad, para descubrir la visión de la belleza-del-mundo y de los sentimientos apasionados.

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8 El papel del claustrum en la irrupción de la esquizofrenia*

A cravés de los años, mi experiencia clinica en el trabajo analítico con adulcos y niños, normales, borderltne o psicóticos, y un amplio trabajo de supervisión, me ha conducido a la construcción de un modelo de la mente basado fundamencalmente en los trabajos de Freud, Abraham, Klein y Bion, en el cual la dimemión geográfica de la estructura es nuclear. Estos •mundos• en los cuales tiene lugar la experiencia mental son diversos, su número no es inferior a cuatro, fundamentalmente: afuera, adentro y en el interior de los objetos internos y externos. A éstos debe agregárseles, en el caso de los fenómenos esquizofrénicos, un quinto mundo, que es esencialmente el ~no lugar", esto es, que no tiene vínculos estructurales o dinámicos con los otros cuatro. A éste lo llamo el mundo del sistema deJirante, en canto que los otros son dimensiones de la realidad psíquica.

Dado que la personalidad humana no está nunca unificada, sino variadamente desintegrada y hendida por procesos de escisión, los problemas teóricos con que nos enfrentamos en la aproximación clínica a las esquizofrenias pueden ser, grosso modo, tres: ¿cémo se forma el sistema delirante?, ¿cómo es que una o m~ partes de la personalidad llegan a vivir en este mundo del "no lugar"? y ¿cuáles son los factores que determinan el acceso a la conciencia del estado mental de esta parte o partes alucinadas? Deseo aquí focalizar la atención en Ja segunda de las preguntas, pero para darle la textura necesaria es preciso que indique muy brevemente ml aproximación a las dos restantes.

El sistema delirante es similar a la •imagen que el hombre se hace de su mundo", como lo emplea Money-Kyrle/• algo que va siendo conslruido trozo a trozo por el "aprender de la experiencian en el sentido de Ilion. El sistema delirante va siendo construido trozo a

•Leido encl Simposio sobre Psicoterapia de la Esquizofrenia, Estocolmo, agosto de 1991.

•• Man'.r Picture oJ his Wo~ R. E. Money-Kyrle, Duckwonh, Londres, 1961.

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118 CLAUSTRUM

trozo en paralelo con la construcción de los mundos de la realidad psíquica. Pero en tanto éstos se van haciendo hechos a través de exitosas formaciones de simbolos y por introyección de los símbolos recibidos, el sistema delirante va siendo erigido desde la formación simbólica fallida, lo que Bien ha llamado "elementos beta con vestigios de yo y de superyó•, los escombros de la "función alfa invertida•. No agregaré mis y me limitaré a referir al lector a la descripción que Freud hace de la reconstrucción del mundo de Schreber después de que tuviera lugar la fantasía de la destrucción del mundo, y a la de Satán y su cohorte de Ángeles Caídos erigiendo el Pandemonium según el modelo del Cielo, pero con materiales infernales, que Milton hace en El paraíso perdido.

En respuesta a la tercera pregunta, referente al acceso a la conciencia del material delírante, deseo aclarar que estoy utilizando el término •conciencia" en el sentido de "órgano para la percepción de las cualidades psiquicas" (Freud) y, por consiguiente, "atenciónlt (Bion) o percepción de los íenómenos (Platón). Ya que la fragmen­tación del seljes, en mayor o menor medida, un atribÜtouniversal del aparato mental, el •órgano de la atención" es altamente apreciado y disputádo por lasdlversas partes del seljen razón de su acceso directo a, la motilidad (Freud), aunque de ninguna manera detente a este respecto un monopolio. Los factores que entran en juego en esta lucha por el dominio de la motilidad constituyen una amplia y rascinante área de. estudio pero, por supuesto, íuera de nuestro prop6sito actual.

Volviendo a nuestro tópico -"cómo una o más partes de la personalidad llegan a vivir en este mundo del 'no lugar'•-, debemos poner mucha atención en la cuarta área de la realidad psiquica: dentro de los objetos internos, el mundo claustroíóbico de los estados .borderllne psicóticos. El conocimiento de la íenomenologla del mundo claustrofóbico procede, en gran medida, del trabajo analítico con cierta categoría de niños psicóticos, de los desmoronamientos psicóticos en la ado~escencia (frecuentemente asociado con el abuso de drogas), pero también, sorprendentemente, de los estadios tempranos del análisis de las personas supuestamente normales y bien adaptadas que vienen a tratamiento por motivos profesionales de una u _otra clase (abundan entre los pacientes de los analistas didácticos). Se ha podido concluir, de estas experiencias, que la entrada en la identificación proyectiva es un íenómeno ubicuo en la

PAPEL DEL CLAUSTRUM E IRRUl'ClON DE LA ESQUrLOFRENIA 119

infancia temprana instituido, en su mayoría, durante los conílictcs en torno de los procesos excretorios e instrumentado por las fantasías de actividades de penetración masturbatoria, especialmente la mas­turbación anal.

Aun cuando la persistencia de una parte infantil que está viviendo en identificación proyectiva con un objeto interno -por lo general Ja madre-, y corrientemente en un nivel de objeto parcial, de ordinario sólo produce síntomas de claustrofobia/agorafobia y rasgos maníaco-depresivos del carácter; pero cuando tal parte de la perso­nalidad instalada en el objeto interno se ha hecho con el control del órgano de la conciencia acontecen notorios cambios generales. En primer término, la experiencia del mundo externo llega a estar dominada por la atmósfera claustrofóbica, lo que quiere decir que el individuo, en cualquier situación en que se encuentre, se siente a1rapaJo. En el trabajo, en la relación marital, en las vacaclones, yendo en trenes, ómnibus o ascensores, estando en teatros o en restaurantes, teniendo relaciones personales o casuales, en cada área hay una atmósfera tangible de catástrofe inminente y de "puerta cerrada" (Sarlre). En segundo lugar, en respuesta al revoloteo de este sentimiento de catástrofe inminente, el cuadro del mundo se torna ·compartimentado y estratificado. Los compartimentos, que tienen una reminiscencia fuertemente filogenética, o por lo menos un aroma histórico, se parecen cslrc.:chamentc, en su significado, a la división entre Infierno, Purgatorio y Ciclo: en el recto, en~el genilal o dentro del pecho o de la cabeza de la madre primigenia. Además, se piensa que toda organización está estratificada, jerarquizada, y ante todo en un sentido político, se lrate de la familia, de la familia ampliada, o del lugar de trabajo; tanto da que sea socialmente concreto, como es el caso de una instituci6n o que se trate de algo abstracto como una clase o una ocupación. La cualidad claustrofóbica de la mente, en consecuencia, genera impaciencia en lo que se refiere a los cambios geográficos y/o también ambición de trepar algunos, existentes o no, escalones sociales, ya que se imagina que en la cima se está a salvo.

Es esencial asir la atmósfera social del mundo claustrofóbico para poder con1prcndcr que se trata de un "lugar" en el que no puede progresar el desarrollo de la personalidad y para el cual existen dos tipos de salida: hacia afuera, hacia el mundo de las relaciones objeta!es y de los vínculos emocionales, o la expulsión hacia et ~no lugar" del sistc1na delirante. El punto principal de esta atm6sfera

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120 CLAUSTRUM

social es la simplicidad del sistema de valores, la supervivencia. La supervivencia tiene la significación de evadir la expulsión, ya que ésta parece constituir el mayor "terror sin nombre" de la vida mental. Este sistema unitario de valores de supervivencia es más obviamente persecutorio en el compartimento rectal (Brecht: "Grandezas y miserias del TcrccrReich"); ene! compartimento genital existe como una avidez compulsiva de estimulación sexual·, yen el compartimen­to que corresponde al pecho, como una lasitud somnolienta, quizá correspondiendo un poco a lo que Freud abarca en el "principio de

·Nirvana". Tal como toca, la actitud general es extremadamente conservadora: las cosas podrian ir peor hasta en el recto; pero nunca mejorarían, salvo en la huída a uno de los restantes compartimentos o cuando se trepan los escalones de la autoridad tiránica.

La segunda cualidad general del mundo c!austrofóbico es la impresión de ser fraudulento, de ser un intruso, un entrometido, siempre en peligro de ser descubierto por los nativos de esa región. Pero en verdad allí no hay nativos: solamente hay otros intrusos, disfrazados. La consecuencia, que es a la vez la tercera característica dominante de dicho ambiente, es que la sinceridad en las relaciones se hacC imposible. En el mejor de los casos pueden producirse alianzas, incómodas y sospechosas. Por lo tanto, la comunicació,1 se reduce a medias verdades en el mejor de los casos, a mentiras manipuladoras a sabiendas, o a ensayadas presentaciones de la verdad de una forma en que no sea creíble. La actitud predominante hacia la sinceridad es Ja del delincuente: todo lo que no pueda ser refutado tiene el carácter de verdadero. Su resultado es, por su puesto, una inclinación fundamental a pleitear.

La consecuencia que estas tres implicaciones predomi_nantes tienen para el entorno social del mundo claustrofóbico es que no pueden surgir !os lazos emocionales, los que son reemplazados, de manera simulada, por diversos estados de excitación generados por uchismorrear". En cuanto puede emerger un vínculo emocional, en lugar de ser relegado a los procesos oníricos inconscientes y ser pensado para discernir su significado, surge una historia, una alegoría o una confabulación construidas para impedir el pensamiento. El resultado de ello es el desaliento a la formación autónoina de símbolos, y la dependencia de los símbolos urecibidos" reemplaza al pensamiento onírico; la confabulación consciente reemplaza al pensamiento inconsciente.

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PAPEL DEL CLAUSlRUM E IRRUPCION DE LA ESQUIZOFRENIA 121

Espero que se pueda entender que estoy hablando de la .cualidad de la experiencia del mundo que corresponde a Ja parte de la personalidad que está viviendo en el claustrum. Esto parece ser total en el borderllne psicótico pero, lo mismo que para el esquizofrénico cuyo sistema delirante parece abarcar todo, en realidad esto nunca es cierto. Siempre hay partes de la personalidad que est:1n viviendo fuera del objeto y el cuadro clínico está determinado por cu:11 ejerce el control de la conciencia, de la atención y de la motilidad. En el paciente neurótico, y probablemente en la mayoría de la gente, la existencia de una parte infantil que todavía está habitando el claustrum arroja su sombra sobre la •imagen de su mundo~ que traza el individuo. Sus credenciales son el pesimismo, el cinismo y la creencia en las soluciones políticas.

Como podéis ver, estoy sugiriendo que el problema al que me encamino - u cómo una o m:1s partes de la personalidad llegan a habitar el 'no lugar' del sistema delirante"- puede ser aclarado en tanto se asuma lo que es enérgicamente sugerido por la experiencia clínica y por la literatura, que la puerta de entrada est:1 en el estado de identificación proyectiva. Quiz:1 cada uno de los tres comparti­mentos del cuerpo de la madre interna, el recto, la vagina o el pecho/ cabeza, puedan servir como acceso. Como he dicho, dejo de lado en esta presentación el problema de la formación del sistema delirante y el enigma del acceso a Ja conciencia. La cuestión preliminar de las din:1micas que llevan a dichos estados de identificación proyectiva ya han sido extensamente investigadas e informadas por mí y por otros.

Esto nos lleva al corazón del problema. Os estoy pidiendo que imaginéis el compromiso de la parte de la personalidad, necesaria­mente una parte infantil, si hablamos estructuralmente, en su vida en el claustrum. Habréis identificado inmediatamente un inquietante parecido entre esta descripción del mundo claustrofóbico y la que Freud hace del ~compromiso del yo sirviendo a los tres amos" en El Yo y el Ello. Esta visión pesimista de la condición humana, que da tal crédito a conceptos tales como el principio del Nirvana o el instinto de muerte, emana de la vida en el mundo claustrofóbico de la itlcntificación proyectiva y no de la vida en el mundo externo de las relaciones emocionales íntimas, en el que se experimenta la verdad y la generosidad de la naturaleza (con "n~ rninúscula). Pero el desafortunado parecido sí tiene que ver con la vida en el mundo externo de las relaciones que se dan en el nivel casual o contractual,

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en los negocios y en la política, en las instituciones y en las organizaciones.

La parte de la personalidad instalada en el claustrum, en su infeliz condición, privada de la posibilidad de confiar y de las relaciones íntimas, frente a problemas de supervivencia, amputada su capacidad para la formación autónoma de s(mbolos y, por lo canto, su disposición al pensamiento creador, en peligro constante de ser descubierta como una entrometida y de ser procesada y expulsada al •no lugar", debe equilibrar estas miserias con algunos placeres. Estos placeres sólo pueden ser de dos clases: la frágil grandiosidad que proviene del aspecto identificatorio de la identificación proyec­tiva, y los placeres delictivos de "golpear al sisteman y evitar ser detectado con10 intruso. Huir hacia compartimentos menos persecu­torios o lrepar en la escala jerárquica de la organización dominante, contienen mucha exigencia y permiten pocos respiros. Tan impac­tante como la experiencia en el consultorio analítico es la documen­tación literaria de este estado: Shakespcare, Colcridge, Strindbcrg, Kafka, Pinter, Dostoievsky, para nombrar sólo a unos pocos.

En e5la condición infeliz, la memoria de los dos estados previos funciona como un tormento continuo del tipo del Paraíso Perdido: la vida en el útero y la vida de las relaciones emocionales íntimas (en su raíz, el pecho que alimenta): con su deleite de crecimiento y de pensamiento a través de la experiencia del significado emocional. El mundo claustrofóbico es, verdaderamente, el Valle de Lágrimas y no el "Valle Hacedor del Alman de que habla Kcats.

Eventualmente, quizás en forma inevitable, sucede el temido acontecimiento de la detección del intruso: el juicio y Ja expulsión al "no lugar" del sistema delirante. Paf?. mostrar vívidamcnte este proceso clínico presentaré el bosquejo de la experiencia de una terapeuta, la señora Catherine fl.1ack Smith (quien realizó su forma­ción en la Clínica Tavistock) con un niño, Daniel, entre los ocho y los trece años (que tuve la afortunada experiencia de supervisar), al que siguió un inesperado seguimiento de dos sesiones, ocho años después, a los veintíuno.

1·rataré de describir brevcniente una terapia que se prolongó durante cuatro ailos y cuya frecuencia varió desde cuatro a dos sesiones por semana y a veces solamente una, dependiendo del oscilante entusiasino de la m:i.dre y de la escuela especial a la que el paciente concurría. Al coraienzo, Daniel se presentó con10 un niño

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alto y bien conformado, de cara inexpresiva, movimientos rígidos, voz sin timbre y con grandes, atemorizadores y vacíos ojos negros. Exteriormente educado y dócil, su forma de colaborar era sentarse y trazar simples dibujos de gentes y de animales al tiempo que hablaba de relaciones, sobre todo <l,, <;ucesos, pero en forma .ininteligible, en razón de las continuas tra~_,,- -,iciones del tipo de "el-ratón-que-caza­a\-gato-que-caza-al-hombre". Durante el primer año su estado mental se expresaba claramente por el dibujo de un zorro en su guarida y un conejo que, desde la entrada, le relataba lo que sucedía afuera, pero engañándolo al decírselo todo al revés. La exploración de este estado de identificación proyectiva permitió dilucidarla evidencia de que ésta era la naruraleza de su dependencia servil respecto del hermano mayor; que ello había tenido lugar desde muy temprano, y que el método de embaucar a Daniel era alimentándolo con información falsa.

La relación con la terapeuta comenzó a desarrollarse a partir de este punto y pareció llegar a un cllmax de confianza a través del dibujo de una persona pescando en un agujero en el hielo pero, como si fuera erróneaniente, enganchando al pez por la cola. El aprovecha­miento escolar de Daniel fue aumentando y su conducta en el tratamiento se tornó muy compleja y variable. El hermano aparecía como su bestia negra y, correspondientemente, un niño del colegio_ se convirtió en la víctima de sus incesantes chanzas -por lo menos eso era lo que indicaba su verbalización, que oscilaba entre Ja ~abia hacia su hermano y la mofa sádica que hacía de su compañero (que era un niño epiléptico)-. Esta escisión entre la atormentada parte dentro del objeto y el martírizador de afuera, también estaba representada por su conducta en el diván y debajo del mismo. Pero también había una posición intermedia: tendido en el sucilo con las piernas debajo del diván, ocupado en hacer listas de informaciones extraídas de un atlas, de una enciclopedia o de su memoria. Apareció un interés obsesivo hacia la historia y la geografía. Y nuevamente, la información fluctuaba, según los momentos, entre la precisión y una grosera distorsión.

A medida en que se fueron explorandci 1_~slaS localizaciones estructurales}' que se le fue sugiriendo la i1npik:ación transfi.:rcncia! de la curiosidad acerca de la vida de la terapeuta y de su geografía int(:rna, crnergicron las actividades masturbatoria.~, orales, anales y 8cnitalcs acomrañadas cada vez más por prcocnpacioncs sádic:;as

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respecto de la guerra, del asesinato, de la malanza de animales y de Ja violación. Apareció una apasionada ambivalencia conectada con las interrupciones por las vacaciones y la tensión con la terapeuta aumentó hasta su punto límite. Pero Ja noticia periodística del asesinato de una mujer llamadaJoy" pareció quebrar la capacidad de Daniel para el contacto emocional.

Durante el siguiente año y medio Ja ubicación obsesiva campeó por sus fueros, con listas interminables, masturbación encubierta, falta de respuesta a las interpretaciones, huidas antes de la termina­ción de la sesión proclamando que no tenía nada interesante para comentar y, finalmente, reclamando la terminación de la terapia. La madre pareció aliviada, Ja escuela más bien neutral y la terapeuta, exhausta y dolorida.

Daniel reapareció, inesperadamente, ocho años después. Solicitó una sesión, aparentemente gracias a la sugerencia de un psiquiatra que lo había visto en el hospital psiquiátrico local y que había pensado en la posibilidad de que retomara Ja terapia. Peto Daniel no había venido a tratarse, sino solamente para informar e instruir a su anterior terapcuta·de que ella podía ayudar a otros niños aUí donde había fracasado con él. Se presentó como un hombre joven podero­samente constituido, de 1,80 m. de estatura, que parecía bastante loco y daba miedo, y cuyos grandes ojos negros, antes vacíos, estaban ahora fijos y desafiantes. La historia que narró en las dos sesiones que pidió fue la siguiente: en un determinado punto del tratamiento c3.yó bajo la influencia de "seres malignos~. Éstos le ordenaron que llevara un diario al que nadie debía tener acceso y del que ni siquiera podía hablar, especialmente a la terapeuta, so pena de ser juzgado y colgado. Este diario comenzó a ocupar más y más su tiempo y sucedió que, como había invadido lambién sus horas escolares un maestro, sin más ni más, se lo secuestró. De esta forma fue juzgado y colgado, lo que también significaba que al día siguiente debía suicidarse. Pero en su deseperación le había rezado al "Gran Dios del Mundo Internan, que había accedido a perdonarlo. Desde ese momento había amado al Gran Dios y había sido amado por éste.

Eso fue todo lo que narró en la primera sesión. Dedicó la segunda a un relato de sus actividades y dificultades actuales. Vivía en Ja casa

•Alegría, en inglés [N. de los T.]

'•

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con la madre; el padrastro había muerto y su hermano se había marchado. Periódicamente, cuando su madre necesitaba descansar de él, lo ingresaba en un hospi!al psiquiátrico. Sus actividades principales eran estudiar y escribir, y estaba escribiendo simultánea­mente una novela y un estudio sobre la vida social de los lobos. Su mayor trastorno era prorru1npir en gritos insultantes, en cualquier momento y lugar. Este lenguaje insultante estaba compuesto de todo lo que tenía que haber gritado a los trece años cuando una compañera del colegio lo había humillado. No informaba detalladamente acerca de cómo Ja injuriaba ahora.

Sumada a estas actividades y manifestaciones de su conducta tenía una misión en la vida (quizá bajo las órdenes del Gran Dios): Ja de incitar a las mujeres a aprender karate, de forma que estuvieran en condiciones de defenderse de los ladrones, asaltantes y violadores. (Un rasgo del material que traía al análisis cuando la masturbación estaba en su ápice, era que las chicas eran tan fuertes como los muchachos y, probablemente, las mujeres más fuertes que los hombres.)

Lo que había pasado en !a terapia durante aquellos cuatro años, desde los nueve hasta Jos Lrece años de Daniel, era algo torturante­mente lento y aburridamente repetitivo, debido a la difusa obsesio­nalidad de su estado postautístico. En el primer año, en el que hizo poco más que simples dibujos acompañados de monótonas descrip­ciones en las que nada recibía el nombre apropiado, se relacionó verdaderamente poco con la terapeuta y casi no reaccionó a la estructura y variaciones de la situación analítica. La elucidación de su estado claustrofóbico, que se expresaba en dibujos de innumerables animales dentro de hoyos en el suelo, y de sus sentimientos de persecución referidos a la figura de un hermano mayor que desde afuera le provocaba con informaciones erróneas, parecieron permitir a una parte dcsu personalidad emerger del claustrum y entraren una relación de transferencia infantil con la terapeuta. Pero, a vece:S, en Ja parte que había emergido también actuaba e! cruel hermano mayor con respecto a los aspectos que todavía estaban dentro y esa escisión estaba representada por el tenderse a dibujar con l.1s piernas debajo del diván Y era actuada en su atormentar en la escuela al niño epiléptico.

La incrementada educabilidad de Daniel fue ensombrecida por su obsesionalidad y sus preocupaciones respecto al tiempo (historia)

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y a la geografia (espaclo), como dimensiones de su relación transferencia! con respecto al objeto materno. La pubertad lo atrapó muy rápidamente, la transferencia recibió Ja carga de la sexualidad genital y pregcnital, predominantemente anal sádica, satisfaciéndose en una perversa destructividad hacia los bebés internos de la madre. Retrospectivamente, de acuerdo a su última comunicación, tuvieron lugar varios hech9s internos y externos que tiraron abajo la terapia y abrieron el camino al predominio del sistema delirante: la chica que lo había humillado (¿cómo?), la aparición de los ªseres malignos" que le ordenaron llevar un diario secreto que fue ocupando gradualmente su tiempo, el serucstro del diario por el maestro que dio lugar al juicio, ahorcamiento y orden de suicidarse, su oración al "Dios del l\tundo Interno~ que lo perdonó y que a partir de ese momento lo "amó". Su grandiosa misión delirante, presumiblemente al servicio de dicho Dios, era animar a todas las mujeres a aprender karate para defenderse frente a la violencia de la perversidad masculina, repre­sentada Por sus ataques ululantes de lenguaje insultante.

A.sí, ha llegado a cobrar existencia lo que creemos que es la estructura de su personalidad actual: la parte esquizofrénica de su pcrsonálidad, en relación de amor con el "Dios del ~1undo Interno", licnc una grandiosa misión delirante¡ una parte hermano-mayor perversa irrumpe en insultantes ataques gritones a la chica que lo humilló y, por implicación, hacia todas las mujeres¡ otra parte más evolucionada, pero profundamente obsesiva, eslá en la tarea de escribir una novela y un ensayo sobre la vida familiar de los lobos. Se pue-::le presumir que su amor por el "Gran Dios" es femenino, como el de Schrebcr, y que su misión es de naturaleza feminista anti­masculina. Ocho años _después se ha perdido de vista la parte "hermano menor", que todavía está den1ro y es atormentada, la cual había sido representada por el muchacho epiléptico.

Al ir terminando este capítulo no puedo resistir la tentación de ocupar un poco má~ de espacio para deciros y dirigir vuestra atención hii.cia una obra not:íble del joven Harold Pinter. Escrita a comienzos de los años sesenta, en la misma época que El guardián, cuando exploraba el mundo de la paranoia y la locura: El cumpleaños, que es una obra on!rica, creada con tal economía y precisión de lenguaje, que de fonna con1novcdora se presta a un análisis línea a línea.

Brevemente, es la hisloria de un hombre joven, Stanley, quien después de haber ofrecido su único recital de piano en un sal6n local,

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que había pasado inadvertido y había sido un fracaso, se ha refugiado en una posada al borde del mar, regentada por Meg y su marido. Vive allí en su habitación yen la cocina, en la que constantemente lo ronda la solícita y placentaria Meg, cuya conversación se limita a ansiosas preguntas tales como: •¿Están bien hoy los copos de maíz?•. En este refugio, en el que Stanley es el único huésped y en et que su única compañía son las ocasionales visitas fraternales de su ªamiguita•, penetran dos viajantes por sólo una noche, Goldberg y McCann (que parecen representar a la Iglesia y a la Sinagoga en sus aspectos más políticos). Es el cumpleaños de Stanley, y se lo celebra con una fiesta salvaje durante la cual es intimidado, sus anteojos son destrozados, el tamboril que Meg le ha regalado es destruido, y su amiguita es seducida por Goldberg (tal como ella manifiesta a la mañana siguiente: •Me enseñó cosas que una chica no deberla saber hasta después de haberse casado tres veces"). A todo esto Stanley ha caído en un cerrado mutismo y se lo llevan para ser curado ua Monty• (¿Montecarlo o el Mariscal de Campo Montgomery?). ¡Telón! ·

Sólo para recordaros, a título de recapitulación: en este capítulo me he dirigido al cenlro de lres problemas en la elucidación de la esquizofrenia: cómo toma cuerpo el sistema delirante, cómo partes de la personalidad se alinean en este •no-lugar" y ¿qué es lo que determina la capacidad de esa parte alienada de hacerse con el conlrol del órgano de la conciencia y por tanto de una amplia área de la conducta? La respuesta que he sugerido e ilustrado, quizá deba hallarse en la detallada iluminación del mundo de la identificación proyectiva dentro del cuerpo/mente de la madre interna, el "claustrum".

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9 Que trata de la ubicuidad de la identificación proyectiva

Cuando Melanie Klein describió por prirnera vez la fantasía omnipotente de la identificación proyectiva, apareció como una rara y exótica fantasía psicótica, que implicaba a los objetos externos y aparejaba una profunda alienación del sentido.de identidad. Cuaren­ta y cinco años de investigación, de trabajo dinico con niños y adultos y una amplia experiencia de observación de bebés no solamente han demostrado su función primordial con los objetos internos sino que han aclarado el ancho espectro del fenómeno, útil tanto para las relaciones y la comunicación como para la mis dura patologi'a, que aparece dentro de esca amplia descripción de los procesos de identificación narcisista.

En particular la observación de bebés sugiere, con fuerza, su naturaleza esencial en el período preverbal como mediadora entre los estados confusionales del bebé y la capacidad de reverle y pensa­mientos del sueño inconsciente de la madre. Una visión del proceso de desarrollo que enfatice la estructura del selfy de los objetos ,a Ja luz de los procesos de escisión debe necesariamente tener en cuenta la irregularidad del desarrollo: que aquellas partes del selfque tonian contacto con figuras externas son más idóneas para establecer relaciones constantes con los objetos internos y beneficiarse de la facilitación, a través del pensamiento, del "aprender de la experien­cia", esto es, de las experiencias emocionales. Pero, asimismo, otras panes de la personalidad no desarrollan esta capacidad para la intimidad, deben aprender por otros caminos y se ven forLadas, inexorablemente, a la adaptación más que al'.desarrollo. De estas otras panes, relativa o absolutamente extrañadas del núcleo estruc­tural de la familia interna, es posible que una u otra quede retrasada, en cada paso del desarrollo ("paso" es más apropiado que ~punto~, porque el proceso de desarrollo, según se representa en el psicoa­nálisis, produce en verdad saltos de comprensión y aceptación, el Milhora puedo seguir" de Wittgenstein). La diferenciación clrnica sugiere que algunas partes pueden haberse quedado en el útero, produciendo estados de retirada, en todo diferentes en sus fenó­menos de los de la identificación proyectiva. Claramente algunas son

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dejadas auás en el claustrum por haberse refugiado o haber penetrado enél. En el capítulo 7, sobre "Salida del claustrum~ ha sido investigada la cuestión del atrapamiento: ¿está realmente la puerta de entrada cerrada para la salida?

La tarea de la descripción comprensiva del papel de la identifica­ción proyectiva en el funcionamiento de la personalidad no puede eludir la complejidad del problema. Ante todo está el espectro de la madurez de las partes implicadas, que se extiende desde el recién nacido hasta el adolescente. En segundo lugar es ti la cualidad de las p'artes, quizá mejor descriptas en términos de más y menos (anti) L, H y K; o en los de calidez y frialdad, o en términos de necesidad de contacto versus aislamiento. Y, finalmente, está la variación contin­gente del compartimento del claustrum y de la movilidad de un compartimento a otro. Todas estas tres variables están modificadas, en su visibilidad clínica, por un cuarto factor:: el control del órgano de la conciencia, la atención.

Probablemente ninguna personalidad individual es tan simple, por lo que podña parecer que los procesos de escisión son, posiblerr1:ente, el auténti.co primer movimiento en la desviación del dolor mental. Esta posibilidad ha sido explorada en La aprehensíón de la belleza, donde se sugirió que la experiencia emocional inicial del recién nacido es una respuesta apasionada insoportablemente poderosa a la belleza del mundo, modificada únicamente por la reciprocidad de la madre cuidadora. Si, como los estudios ecográficos del feto sugieren con vigor, el desarrollo de la personalidad comienza en el útero y el nacimiento es una experiencia emocional, ningún movimiento regresivo podria ser más comprensible que el ir hacia atrás, en la fantasía, al más temprano hogar en et interior. Pero incluso en la temprana infancia, las formas del mundo exterior podrían haber ya dejado su sello en las cualidades fantaseadas de este mundo interior. En verdad, la total estructura compleja del interior de la madre interna precisa tiempo y experiencia para desarrollarse, tal como lo descubrimos siguiendo la evolución del caso Barry de Doreen Weddell (ExploractóndelaUlismo), pero la percepción de las formas del mundo exterior moldean la fantasía inconsciente de forma irresistible. (¿Qué h11¡y ahí: un ªanimal imaginarion o es solamente un Compuesto de frag~ntos de realidad, un objeto bizarro? Considere· mas las yuxtaposiciÜnes paradójicas en el arte surrealista.)

Una vez dadas, p_or lo tanto, estas cuatro variables -madurez de

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la parte o partes instaladas en el claustrum, su cualidad; su campar· timento o compartimentos y su dominio del órgano de la atención (y, por consiguiente, del control de la conducta)-, la tarea de una descripción comprensiva que pudiera utilizarse en el consult~rio resulta intimidatoria. Maduración y cualidad es algo que pertenece al modelo general de la mente y la cuestión de los compartimentos ha sido ya tratada con cierta extensión. En este capitulo, nuestra tarea central será tratar las implicaciones del control de la conciencia y de la conducta y su influencia sobre el sentido de identidad. Dentro de este alcance debe incluirse el problema general de la estabilidad y el particular de la imagen-del-mundo.

Donde mejor se ilustra el problema general de la estabilidad es en los estados mentales transitorios de los niños muy pequeños y de los adolescentes. La extensión de los procesos de escisión es claramente visible en estos grupos de edad y se consideran del todo dependien­tes tanto de circunstancias externas como de estados fisiológicos. El hambre, la sed, el frío o el calor excesivos, el malestar o el dolor iisico y el clima interpersonal, producen amplios cambios en el estado mental. Se puede ver que el estado de ánimo, los cambios en la irritabilidad, las respuestas emocionales y la actividad de la fantasia y del pensamiento, varían en forma agrupada y su inmediatez parece estar enteramente separada de la historia del individuo y de sus relaciones. La falta de continuidad, y por tanto de responsabilidad de cada estado en las consecuencias sobre otro, indica que están divorciados uno del otro por los procesos de escisión. En el adolescente, la confrontación con tal responsabilidad produce un sentido de injusticia del tipo ~guardián de su hermanan, que desconcierta por completo a padres y a profesores. "Me olvidé" es dado como un pretexto absoluto, y "No me acuerdo", como prueba decisiva de que se ha arrestado a un criminal equivocado. Result.1. inconfundible la impresión de que el principio del placer ha expulsado a los valores csquizo-paranoides y depresivos y podria parecer que es un factor principal de esta inestabilidad; de hecho, el mundo adulto supervisor queda así colocado en una situación de estar más disponible de lo que normalmente, con mayor o menor paciencia, se tiende a aceptar.

Pero en jovencitos latentes y en los niños mayores, resulta evi· dente una mayor estabilidad; y la aparición de inestabilidad cae más dentro de las constantes fluctuaciones de las posiciones depresiva y

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esquizo-paranoide, con un mantenido.sentido de la continuidad y la responsabilidad; no obstante, de·_ mala gana. Cuando una mayor inestabilidad refleja procesos de éSdsión, se puede ver cómo la imagen-del-mundo cambia ostensiblemente de un estado a otro. Como consecuencia resulta inconfundible la aparición de configura­ciones claustrofóbicas. Las ansiedades nocturnas del niño pequeño y la actitud del adolescente hacia el hogar son sus manifestaciones más destacadas. Parece igualmente, según la evidencia clínica, que la cualidad del dormir y el soñar concomitante, son de especial importancia en la determinación de un despertar de cualidad claustrofóbica, El irse a dormir en forma de cámara masturbatoria parece que promueve el dormirse dentro-del-objeto y produce un arduo trabajo para despertarse, así como un estado de confusión durante algún tiempo, "hasta que me afeito~, o hasta que "he tomado mi café". Los sueños caracteristicos del estado claustrofóbico serán descriptos en un capítulo aparte.

Desgraciadamente, hay dos tipos de estabilidad totalmente distin­tos que aquí deben interesarnos: el de la persona normal, bien ajustada y capaz de realizar y profundizar en sus relaciones íntimas, así como de seguir sus intereses emocionales; y la estabilidad del psicótico borderline. Este último cambién merece un capítulo aparte, debido a que la situación transferencia! que se da en el análisis y sus requerimientos técnicos son de un interés central en este libro. Pero es necesario prestar alguna atención a Ja influencia que tiene sobre Ja persona "normal" -en la que podemos incluir la mayor parte de la gente no psicótica-, la existencia de una parte infantil viviendo dentro de un objeto interno.

Se ha mostrado en el capitulo sobre los compartimentos, que las cualidades formales de las diferentes áreas del claustrum derivan de la organización social del mundo externo. Lo que a estos comparti­mentos les falta en particular es la atmósfera de vida familiar y, por Jo tanto, una clara diferenciación entre adulto y niño en relación a capacidades, prerrogativas, responsabilidades y experiencia. Estas dimensiones están completamente reemplazadas por Ja jerarquía. En el mundo externo, fuera de la vida familiar, donde la jerarquía existe (y es casi. universaO, se puede ver que opera un cierto grado de modificación de los privilegios por el conocimiento, la experiencia o la habilidad, cuando las tareas son reales, cuantificables y concre­tas. Tan pronto como la tarea es organizativa, abstracca o ética, el

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juicio ha de mantener una bacalla perdida contra el prestigio; la·tiranía Y la sumisión ganan la partida. El grupo de trabajo que, afortunada­mente, continúa existiendo induso bajo las más salvajes cirrunstan­cias, es forzado a la clandestinidad, dentro de la informalidad y Ja organización intuitiva.

Debido a que los compartimentos del claustrum tienen los limites más o menos claramente definidos y atmósferas y preocupaciones marcadamence diferentes, una de las influencias más distintivas que recae sobre la imagen-del-mundo de una persona con una parte viviendo en identificación proyectiva, es la tendencia a ver el mundo exterior como abrupramente demarcado de forma similar.· Esta delimitación puede ser dividida en varios mundos: el de la crimina­lidad, la perversión, la pobreza y la enfermedad; el de la sexualidad Y la procreación (no incluyendo la vida familiar más que como una estadística); y el mundo de la salud, el ocio, la seguridad y el placer sensual, no sexual. Aquí estamos tratando con actitudes, a. menudo conscientes, más a menudo inconscientes y variablemente negadas. Tenemos las divisiones en secciones de nuestros periódicos ·r las diferencias entre las •noticias~ -los periódicos y las revistas suelen ser convincentes cuando narran algún hecho-. Todos nuestros prejuicios pertenecen a esta categoña: de color, religión, gn;pos étnicos, !reas geográficas, profesiones, inclinaciones polfticas; n'.les­tra opción de dónde vivir, a qué colegios enviar a nuestros hijos, la elección de vacaciones, diversiones, lecturas, preferencias de ropas, automóviles, esposa.

Pero expresar que nuestros prejuicios pertenecen a esta categoría es solamente decir que los prejuicios son actitudes que no se basan en la experiencia y en el pensamiento, sino que corresponden a valores infantiles que han sido abrazados de segunda mano, tomados de aquellos a quienes consideramos por encima de nosotros en el sistema jerárquico, prejuicios canto por y contra otra gente, animales, vegetales, dioses y fenómenos. La interpretación de todos los prejuicios en términos de estados de identificación proyectiva no quiere decir que el contenido de los mismos esté determinado por las cualidades del mundo interno sino, más bien, que el gra.do de convicción -la urgencia y la agudeza de las distinciones- eslá. influenciada de ese modo. Otra forma de presentarlo sería diciendo que la seriedad con que nos tomamos nuestras opiniones impreme-

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dita.das y el grado en que permitimos que ellas influyan sobre nuestros actos en el mundo, derivan de partes viviendo en identifi. cación proyectiva.

Quizá para clarificar este punto deberíamos examinar los aspectos léxicos del prejuicio, de las actitudes en las que no reparamos, de los valores que a menudo nos pasan inadvertidos. Se podría dar toda una lista de los adverbios sobre el desapercibido no-pensamiento: claramente, obviamente, evidente, por supuesto, naturalmente, creemos, de qué otro modo, como podría esperarse, como siempre digo, donde hay humo, no como nosotros, etc., etc. Es ver~ad que ~todosu creen, saben, piensan. Sin embargo, la observac16n Y el pensamiento nunca pueden llegar a ta.les exttemos. no .pueden cerrarse a posteriores evidencias, deben siempre actuar con titubeos, prestos a retractarse, a lamentarse. Las razones de esto son sugeridas con fuerza por los hallazgos del psicoanálisis: el que solamente una pequeña parte de lo que observamos es advertido conscientemente y sólo una escasa porción de las ope.~clones de los procesos mentales inconscientes pueden hacerse v1s1bles para nuestro órgano de la atención. Nos guste o no, y debido a nuesto gran anhelo por el autocontrol es dificil que nos guste, debemos obrar confiando en estas operaciones internas, vigilantes de las parapraxias del pensa-miento y de la atención, así como de la acción. •

En nuestras relaciones íntimas, en efecto, ejercitar esta vigilancia y percibir las parapraxias que hieren a nuesttos seres queridos, impiden nuestro interés apasionado y nos ~onducen ~ un impasse aparentemente paradójico. Pero en nueslra vida adaptativa al m~ndo de las relaciones e intereses casuales y contractuales no nos sentimos por consigulente movidos a la observación r. al pe~samiento. Estamos obligados a operar dentro de una u atta ¡erarqu1a, estamos forzados a aceptar ser miembros de los distintos grupos, estamos sujetos a una gran presión para conformarnos con el orden de la tiranía y de la sumisión, alarmados solamente cuando lo que se demanda es, con claridad, degradante para con los personajes de nuestra vida fntima. Estamos tentados a ceder a la degradación mientras mantengamos secretas tales acciones para aquellos que amamos, a menos que nuestra conciencia de las figuras internas excluya tales mecanismos. Todo objeto de amor es un rehén del destino, cuando "todo amenaza al corazón que amo"; siempre está en nosotros el problema de César o Cristo, los dos Reinos de Lutero.

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As~ ¿qué puede querer decir que debemos resistir tomando muy en serio nuestras aceptadas e impremeditadas actitudes? Ante todo, debemos resistirnos a tener una imagen-del-mundo, a la tentación a esa gran generalización que va tan infinitamente más allá de nuestras experiencias reales, de los limitados acontecimientos que podemos, en efecto, observar y permitir a nuestras mentes asimilarlos en el pensamiento. Nos llegamos a dar cuenta de ello en los viajes al extranjero, donde. no hablando de hecho el idioma, sólo viendo la cultura que se muestra a la industria tur1stica, incluso aunque trabajemos allf, la llevamos a casa. Viajar nos ensancha en cuanto a que nos muestra qué poco conocemos del mundo, y de nuestra propia cultura, cuando advertir diferencias nos hace prestar atención a lo que ha pasado desapercibido y hemos tomado como algo que •damos por sentado~ en casa.

Segundo, resultaña posible evitar la tendencia a dividir en compartimentos los procesos de nuestra propia vida de una forma que parece que nos introduce en diferentes personas según las diversas circunstancias, poniéndonos con toda seriedad las ropas que corresponden al trabajo, al ocio, o a la comunidad sexual. La propaganda es terrible: nos precipita fuera de casa para tener unas vacaciones¡ como exhibición de nuestra condición laboral a través de la casa, el coche, las vestimentas y formas de proceder; el mantener­nos en forma con el fin de ostentar nuestra proeza y satisfacción sexual. La actitud separada en compartimentos sería claramente claustrofóbica cuando no disipamos este aspecto del problema precipitándonos de compartimento en compartimento. Y, más allá de este frenético aspecto del claustrum coloreando nueslras vidas desde ese nivel infantil inconsciente, está la consecuencia hipo<:ondríaca del aspecto identificatorio de la identificación proyectiva, s'obre cuya ansiedad va continuamente dirigido el insistente estrépito de la propaganda de la salud, ejercida por los medios de comunicación y las empresas farmacéuticas.

Despojados del valor ilusorio de precipitarnos de un comparti­mento a otro y de la atención de haber sido condecorados por nuestra contribución a la condición social, ni el nivel de prosperidad económica tiene un valor esencial ni, tampoco, las alteraciorles de los factores económicos en nuestras vidas conllevan mucha ansiedad. Resulta muy evidente que estas fluctuaciones son nacionales, muy a menudo mundiales y completamente impersonales, poco conipren-

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didas y más allá de un significativo control. Claramente, el mejor sistema político es el que menos poder tiene para imponerse a si mismo por sobre el individuo e introducir su estilo en las vidas intimas, privadas, de los ciudadanos. El ideal socrático del hombre justo, que conoce cuál es su ámbito de interés y lo cuida, nos limita a la actividad en la pequeña parcela de la observación y experiencia personal. Más allá de eso Eodo son habladurías. La tarea que hacemos en el mundo es, verdaderamente, parte de nuestro asunto, pero hemos de evitar la visión del zapatero remendón de que la felicidad en el mundo depende de que todos tengan unos buenos zapatos. Si somos lo suficientemente afortunados como para trabajar en asuntos que capturen nuestro interés apasionado, nuestra suerte es mucha, pues cualquier examen detenido de cómo alcanzamos tales posicia.. nes pronto revela la ceguera con la que tropezamos en ellas con la ingenuidad e inexperiencia de la juventud.

Pero la influencia ejercida sobre nuestras actitudes e intereses por una parte infantil que ha permanecido en identificación proyectiva, es absolulamente opuesta a que cada uno se ocupe de sus cosas. La imagen-del-mundo dividida en compartimentos despiena un obse­sivo interés por •Jos otros", en particular por quienes se supone que viven en diferentes compartimentos que uno mismo: el rico, el aristócrata, el poderoso, el guapo, el famoso, el moribundo, el criminal, el perverso. La lasciva mala voluntad de tales preocupacio­nes típicamente internas es, por supuesto, ricamente alimentada. Cuanto más se limite la movilidad de companimento en comparti­mento de una parte instalada en el claustrum, tanto más se acompaña por una idealización de esos •otros" -la ~libertad" de que gozan en el arroyo, el desenfreno de que disfrutan en la comunidad erótica, el indolente parasitismo de la aristocracia/tntelltgmtsfa-.

De igual forma que ciertos aspectos de la crianza parecen favorece'r una personalidad borderlfne del tipo interior -salud, belleza, aristocracia en particular-, también existen circunstancias de Ja vida cotidiana, como se revela en los sueños, que pueden hacer valer para el estado mental una tendencia a cambiar al modo p_royectivo, afectando al estado de ánimo, a las actitudes y a la vida impulsiva del momento: grupos en los que uno no es un miembro deseado, fallos en los servicios públicos, situaciones en las que uno se ~ncucntra como un intruso, o como un voyeur involun1ario, o inci.tado para apropiarse algo de valor monetario. Cualquier situación

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en la que uno está o se siente •clasificado" por una invisible burocracia, ya sea produciendo un sentido de elitismo o de degrada­ción, descoloca la propia escabilidad. Cualquier suceso que .~ezca amenazar la propia ilusión de seguridad, le empuja a uno dentro del claustrum. El impulso a acluar se vuelve muy exigenle debido a que Ja capacidad para la observación y el pensamiento resulta inmedia­camente reducida por tal modificación en el sentido de identidad. Cuando Ja acción inmediata se ve impedida por las circunstancias, la alternativa es dominar la emoción a través de fabricarse una historia de la situación con vistas a una retaliación futura. Esto no solamente estorba posteriores pensamientos sino que, empaquetado el aconte­cimiento con un significado inventado, de hecho se evita que la experiencia sea digerida en el inconsciente como pensamien!o. El sellado de Jos acontecimientos observados/imaginados en forma lingüística, sustituye a la evocación para los procesos creativos de la memoria.

En resumen, la experiencia psicoanalítica con niños y adultos sugiere con fuerza que Ja existencia de una u otra parte infanlil resulta muy ubicua, ya sea para vivir en identificación proyectiva o para acceder fácilmente a la provocación a entrar en el daustrum de los objetos internos. Todo análisis comienza con un copioso material referible a lo evacuatorio, lo urinario y rectal, al encuentro erótico o a la felicidad parasitaria, tan pronto como la transferencia preformada

_se ha dispersado para que se pueda lograr cierto grado de intimidad.

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10 Sintomatología versus caracterología -Proceso psicoanalítico

El enfoque del proceso analítico que he utilizado y sobre el cual he escrito en estos años, enfatiza la resolución de los estados confusionales como un preludio necesario al umbral de la posición depresiva. Todos los tipos de confusión que, a los fine~ de la descripción reciben un nombre, pueden ser clasificados, con propó­sitos teóricos, bajo las rúbricas de confusiones geográficas y zonales. Esto no solamente tiene la ventaja de la ordenación, ya que las variaciones descriptivas de hecho no tienen límites, sino también una cierta utilidad en el trabajo con los pacientes. Visualizar, por ejemplo, las confusiones entre lo bueno y lo malo como el resultado de una escisión-e-idealización inadecuada, tiene un atractivo imaginativo, pero no se presta con facilidad a la ejemplificación clínica; por otro lado, definirla como una confusión zonal,. por ejemplo la que se da entre las heces y el pene, o como una consecuencia de la identifica­ción proyectiva, en que una parte mala del self, ha penetrado intruslvamcnte en el pene paterno, tiene la ventaja de hallar una realización inmediata en los sueños o en el juego de los niños.

Con la llegada al umbral de la posición depresiva hace su aparición, por primera vez en el centro de la escena, el verdadero complejo edípico genital, antes tan enltemezdado con elementos pregenitales que aún no había podido tomar todavía forma en la realidad psiqulca la lucha por el objeto combinado y por la sagrada intimidad de la cámara nupcial. Esto no sucedía solamente por los diversos estados confusionales del selj, sino también por el estado en que se hallaban los objetos internos en razón de la escisión entre las cualidades buenas y las malas-porejemplo, la escisión arriba/abajo del objeto materno- y por su contaminación debido a las identifi­caciones proyectivas de las partes escindidas del self La mejor in­tegración de los padres internos y su clarificación, o rehabilitación, por la retirada de las intrusiones, son productos de la elaboración analítica, esto es, del proceso de transferencia/contratransferencia.

Siguiendo este modelo, los fenómenos que observainos en el trabajo con pacientes borderltne presentan el largo péríodo de transferencia institucional preformada que hemos descripto, en tanto

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140 cu.usrn.uM

que los pacientes maniaco-depresivos muestran una oscilación entre estados compartimentalizados y los intervalos obsesionales descrip­tos por Abraham,-en los cuales tiene lugar una transferencia que nos es verdaderamente familiar. En cales pacientes, la lucha con lo que antes se llamaba identificación proyectiva masiva, y a la que ahora prefiero ver como un problema de control sobre la atención y sobre el órgano de la conciencia es larga, y su desenlace es problemático. Con pacientes normales y neuróticos, el trabajo inicial con la confusión geográfica es de duración relativamente corta y sirve para establecer la diferenciación entre las funciones respectivas de anali­zante y analista y entre prerrogativas y expectativas. Se puede ver con mayor claridad en los ciñas, pero no es dificil distinguir la actuación en la transferencia en los pacientes adultos. E1 cuerpo principal del trabajo analítico tiene lugar en todo el proceso que lleva al umbral de la posición depresiva. Es un proceso de crecimiento que no se detiene con la llegada a dicho umbral, ni tampoco con la terminación del análisis sino que, de hecho, tiene la duración de la vida. Lo tracaremos aquí por separado, ya que es fuente de considerable confusión, en las mentes del paciente y del analista, en lo que concierne a la naturaleza y a los objetivos del proceso analítico.

Una vez establecida la situación analítica, primero por la recolec­ción de suficiente transferencia infantil conocida para establecer una continuidad -periodo en el cual se puede también descubrir la frecuencia necesaria de las sesiones-, y establecidas suficientemen­te la diferenciación de identidad, las prerrogativas y las expeccativas del analizante y del analista; y que la actuación en la transferencia haya dado lugar, al menos parcialmente, a la comunicación y a la cooperación, comienza a desplegarse ante nuestros ojos el panorama de la metapsicología ampliada del paciente. A consecuencia de los procesos de escisión, algunas áreas de Ja transferencia infantil y sus modos de relación pueden ser actuados fuera de las sesiones y ser revelados sólo anecdóticamente o en sueños, pero, no obstante, el carácter del analizante y el del analista comienzan a interactuar y a chocar. La periodicidad de las separaciones da lugar a un ritmo correspondiente de actuación dentro y fuera de la sesión, que alterna con Ja comunicación, la intimidad, la confianza, la critica. La aserción de Freud de que Ja neurosis se convierte en una neurosis de transferencia parece corresponder sólo a una parte de la verdad, porque aquellos aspectos del carácter que derivan de conflictos y

SINTOMATOLOGIA VERSUS CARACTEROUlGIA 141

configuraciones infantiles continóan manifestándose en todas las áreas de la vida del analizando y no solamente en el análisis.

El cuadro que gradualmente emerge con pacientes adultos presenta una engañosa homogeneidad de la que emana una atmós­fera particular con su propio aroma individual -un colorido idio­sincrásico, hablando analógicamente-. Desafia la descripción, no puede ser diseccionado en sus componentes, dado que sus cualida­des individuales y culturales y sus atributos infantiles y adu1tos están conjuntamente combinados. Como en el primer acto de 7To Van;u, es dificil imaginar que nada esté pasando en ese estado ampuloso. Pero en forma gradual comienzan a expresarse por si mismos los personajes del drama de Ja historia del analizando, su situación vital presente, las expectativas de futuro y las figuras de su mundo interno en comparación con las del mundo exterior. Las lireas de confusión y de conflicto comienzan a chisporrotear en el consultorio y los sueños particularizan estas chispas de emocionalidad. Los dolores y los placeres de la vida comienzan a aparecer como experiencias en el análisis y dejan de ser meros relatos o dramatizaciones de las alegrias o de los temores.

Una vez que esto ha comenzado se hacen manifiestas dos cosas: que obvia y part.icularizadamente la sintomatología psicológica es de hecho parte del carácter, en tanto que los fenómenos psicosomá.ticos se mantienen sin ser asimilados a la vida mental. Es muy dificil que podamos definir las tensiones o experiencias emocionales que parecen exacerbarlos o mejorarlos. A medida que el analista co"mien­za a poder ver que los síntomas pisicológicos son manifestaciones particulares del caraccer como un todo, empieza también a discernir cómo se van componiendo la atmósfera, el aroma, el colorido. La alternancia de actuaciones dentro y fuera de la sesión con períodos (generalmente en mitad de la semana) de cooperación y de comu­nicación, comienza a separar los componentes adultos de los infantiles.

En este periodo, el analista puede ir imaginando, y esto amplia­mente desde la evidencia negativa, que los procesos vitales del paciente fuera del aná.lisis han comenzado a mejorar, de manera que los episodios de actuaciones, que laceran la relativa calma de su vida, comienzan a ser advertidos tanto por uno como por el otro. El cuadro puede ser temporariamente borroneado por la parte que en él juegan

· las cualidades de otras personas, pero alU donde está. comprorr1etido

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revelados con alguna franqueza. Al analista se le permite enterarse de muchas cosas que el paciente ha observado, escuchado por ahí, leído y sospechado en lo que hace al carácter y modo de vida del analista, que hasta entonces habían permanecido en secreto. Los problemas técnicos que plantean estas revelaciones, que también son una forma de interrogación, llaman a un firme contacto con la contratransferencia. Porque, después de todo, la mayoría de las sospechas y de los recelos del paciente contienen más de un grano de verdad. Por descontado que es una ayuda hacer una distinción clara entre lo que es de conocimiento público y lo privado. Pero lo más importante es que el analista está obligado, por esta investiga­ción que hace el paciente, a entender que esto forma parte del proceso de diferenciación entre las figuras internas y externas, Y que por lo tanto está al servicio de distinguir al analista, como persona, de las figuras de la transferencia con que se le inviste.

Esta investigación, basada en un crecimiento de la honestidad del paciente es, por muchos motivos, también una manifestación de una mayor, y no menor, veracidad, y parece, muy frecuentemente, un preludio a ta revelación de importantes fu"eas secretas en la vida y hábitos del paciente, en particular aquellas relacionadas con el compartimento rectal de la identificación intrusiva, a saber, los rasgos perversos y adictivos. Son primeramente revelados en forma caute­losa en los sueños. En la medida en que no se los reconoce como relacionados con la realidad exterior, tampoco hay una negación. Pienso que podemos razonablemente decir que cuando se mantiene esa situación, cuando hay perversiones y adicciones secretas, Y no meramente tendencias infantiles polimorfas o uso ocasional de estimulantes o drogas blandas, sino áreas dedicadas al sadomaso­quismo en una u otra forma, entonces el analizando no puede alcanzar el umbral de la posición depresiva.

Hay dos razones para esto: una se refiere al significado incons­ciente del área adictivo/perversa; la otra, a la distancia esencial y a los. impedimentos para la dependencia respecto de los objetos buenos que este secretismo impone. Pero, en cierto sentido, ambos factores son secundarios a la cualidad dañada de los objetos a consecuencia de la identificación intrusiva. Este es un factor que también se presenta en la imagen-del-mundo alterada, de la que he hablado con alguna extensión. Mas si examinamos las implicaciones de esta imagen alterada, podremos reconocer que es un reflejo de la

SINTOMATOLOGIA VERSUS CARACTEROLOGIA 145

naturaleza delOos) compartimento(s) como un mundo. ¿Qué es lo que implica para la evaluación de las cualidades de dichos objetos, esencialmente internos pero también reflejados en la transferencia, el que su mundo interno tendría que tener tal caráter, sea cabeza/pecho, genital o recto? En su forma concreta, tal como se ha visto en los aspectos claustrofóbicos de los fenómenos generados por la identi­ficación intrusiva, se despliega ante nosotros un mundo interior que también implica un cierto nivel de mentalidad, carácter, valores¡ jerarquía, elitismo, privilegio, explotación, condenación moral, ex­pectativas de obediencia, el castigo como método pedagógico, conservadorismo, puritanismo, hipocresía, filisteísmo. En una pala­bra: L, H y K negativos, el mundo de la anti-emoción y del anti pensamiento.

Estos son los elementos que el cripto-perverso sospecha en el analista. Pero esas sospechas también surgen en el normal y en el neurótico que tienen rasgos sadomasoquistas secretos. En el último las implicaciones del secreto expediente de observaciones, informa­ciones y murmuraciones, sólo pueden servir para manchar la superficie de un brillante objeto transferencia!, y estas manchas obstruyen la experiencia estética, el transitar juntos en todo el calor del amor y del odio, mantenidos en relación dinámica por la fuerza del deseo de conocer y de comprender.

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11 El claustrum y la adolescencia

No cabe duda que las tendencias para entrar en identificación intrusiva con objetos internos, a través de procesos masturbatorios, tienen origen en las primeras semanas y meses de la vida postnatal. Podemos asurrllrque tienen una conexión, una referencia a memorias de vida en el útero, pero ya hemos señalado la gran diferencia que hay. También hemos sugerido que estados mentales influenciados por la identificación intrusiva pueden Ser muy diferentes de aquellos relacionados con una parte escindida del se{fque aún no ha nacido, que ha quedado rezagada, víctima de prematuros procesos de escisión, al igual que el niñito cojo que se quedó atrás cuando el Flautista de Hamelin condujo a-todos los niños a la montafla.

¿Dije todos? No, pues uno era cajita. Y no los pudo seguir por todo el camlnito. Y si le preguntaban por qué la cara triste tenia años y años después, decir solfa: ~Desde que se fueron, el pueblo es muy aburrido No consigo olvidar y siento que he perdido Gozar de los bellos lugares que deben tener Y que el Flautista prometió a mí también Muy cerca nos dijo que nos llevaría Al lado del pueblo, a un país de alegría Donde el agua brota y abundan las frutas Y las flores nacen con tonos delicados Y todo resulta muy nuevo y extraño ... ~

Al considerar el papel que juega la identificación intrusiva en los fenómenos de la adolescencia, parece necesario considerar la comu· nidad adolescente como un todo y después aquellos que •se pasan~ (y que de hecho están en el fondo) y luego también aquellos que son dejados atrás. La descripción de Browning sobre lo que prometió el Flautis!a, con su gran semejanza con el cuadro que Milton hace del Jardín del Edén, es una vívida pintura de la visión que persigue Ja comunidad adolescente. En su función evoiutiva, esta socialización

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148 CLAUS'IRUM

de los procesos internos puede ser vista como experimentos que se hacen para alejarse de la protección, servicios y reglas, tanto de la conducta como de la ética, de la vida familiar. A fin de que el experimento no sea peligroso, los lazos no deben romperse; hay que mantener un pie en la casa, un sitio que siga siendo propio de la familia, aunque no se lo habite, debido a que se ha encontrado "un sitio para uno mismo~ en otra parte.

Pero precisamente las palabras ~que no sea peligroso" son como un anatema para el adolescente, debido a que su recién adquirida talla, desarrollo corporal y potencia sexual le hacen sentirse invulne· rabie. Los peligros contra Jos cuales sus padres le advirtieron en el pasado, le parecen estratagemas para controlarle, algo así como un sermón sobre el fuego del infierno. La cualidad comunitaria de las nuevas experiencias despide una aureola de universalidad; la alegría produce una atmósfera de pureza, y la disposición para nuevas relaciones, un aroma de inocencia. Las restricciones son esclavitudes y el futuro es simplemente la extrapolación del presente. La plétora de fantasías disfraza la pobreza de imaginación.

Dentro de esta atmósfera comunitaria la fluidez de las identifica­ciones' proyectivas se fomenta con el fin de aliviar los estados confusionales debidos a los múltiples procesos de escisión. En el grupito, en la pandilla, los roles grupales cambian como la luz del día, por lo cual eso que parece coincidencia de opinión se superpone a la conciencia de subordinación al lider del momento. La inestabilidad y la promiscuidad adoptan el disfraz de la camaradería y se desmoronan cuando las rivalidades irrumpen en forma clara. Bajo la infinita tolerancia de las idiosincrasias triviales se oculta la realidad de un conformismo servil.

Esta aparente seguridad que da el grupo es necesaria para los experimentos del desilrrollo que se han de realizar, y que consisten fundamentalmente en la revisión y replanteamiento de todos los conflictos evoluUvos de la infancia. Debido a que han salido hacia "fuera Qy "dentro del mundo~, es preciso que construyan una imagen­del-mundo distinta de aquella implícita en las actitudes parentales hacia el entorno exterior de la familia. La primera víctima de esta ruptura es la distinción ética entre lo bueno y lo malo, que en los pad.J:e.S se considera como una cuestión de conducta. Esta diferencia­ción se hace ahora flexible y relativa, pero sigue siendo una cuestión de conducta, por lo tanto es más moral que ética, ya que para esta

EL CLAUS1RUM Y LA ADOLESCENCIA 149

última se requiere tanto penetración como capacidad para la abstrac­ción y la formación simbólica. Estas cualidades se pierden temporal­mente en el ardor por liberarse de las tradiciones. De una forma extraña el lenguaje se vuelve muy concreto y al mismo tiempo flexible, por lo que la argumentación tiende a perder su anclaje en la observación y la experiencia y se vuelve un duelo de facilidad verbal, de afirmación agresiva y de chantaje moral, que intimid~. por su implicación de cobardía. ~Deja ya de vacilar~ y" A ver, demuéstra­loQ, cierran el debate. Rumores, datos y estadísticas se sueltan como martillazos.

Esta percepción del mundo, tan verbal y simple, produce una politizaci6n del pensamiento y una polarización del sentido de identidad. Queda abierto el camino para perderse por el misiicismo, por el nihilismo y por las utopías, ya que la imaginación emotiVa no pone barreras, aunque se mantiene dentro del ilimitado campo de batalla de las opiniones. El desprecio por la •ciase dirigenteH no llega a distinguir la falsedad de las metodologías políticas, sino que permanece en un nivel de simple guerra de clases, aunque éstas resulten ser muy diferentes de las históricas o tradicionales. Básica· mente, las clases son los viejos y los jóvenes, atrapados en una lucha sin piedad, olvidados del tiempo y sin ver que los viejos de hoy son los jóvenes de ayer y, peor aún, vii::eversa.

Este estado comunitario de confusión oculta parece absolutamen­te necesario para reelaborar las confusiones del desarrollo que obstaculizan el camino hacia la individualidad y las relaciones intimas. Para la gran mayoría la operación tiene éxito, al menos temporalmente, aun cuando las presiones para ganarse la vida,

·construir una familia y criar hijos, les fuercen a ir para atrás, hacia el conformismo, el conservatismo, la cobardía y la disminución de la imaginación en favor de negar la realidad psíquica. La necesidad de la rutina para la adaptación se vuelve fácilmente ritual y debilita la emocionalidadde la vida adulta. ¡Pensares tan agotador! De aquellos niños que se quedan atrás en este proceso comunitario, algunos, por supuesto, están simplemente enganchados a un periodo de latencia más bien rígido y en el que reciben aprobación entusiasta. No nos interesan, puesto que parecen atravesar por la comunidad adolescen­te bajo un túnel, esperando que en el futuro salgan a la superficie, ruando se hayan establecido en la comunidad, para retomar los pospuestos problemas de la sexualidad. Pero otros son dejados atrás,

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en el sentido de que su incapacidad para socializar su rebelión los deja en la estacada, separados por el secreto que esconden, tanto de la vida familiar como de la participación conductual en grupo. Hablando en general, consiguen guarecerse en un agujero, en una cámara masturbatoria, en su casa o en habitaciones de alquiler siendo, en gran parte, incapaces de estudiar, y haciendo trabajos muy por debajo de sus posibilidades mentales o de -educación. El sentimiento de haberse quedado rezagados, particularmente en lo que respecta a la sexualidad, se acompaña con frecuencia de preocupaciones sobre defectos en su atractivo sexual cercanos a los delirios somáticos. Esto resulta más extremado y deja perplejo cuando se da en chicas que son realmente bellas y en muchachos especialmente atractivos y encantadores. Su obsesión por defectos imaginados los llevan directamente a hábitos compulsivos tanto en el comer como en los ejercicios fisicos, medidas de salud y medita­ciones religiosas o cuasi religiosas. Su orientación hacia la comunidad adolescente y, en particular, hacia la ostentación sexual que allí se hace, resulta altamente voyeurista, amargamente envidiosa y de desesperanza.

En ·el otro polo están los jovencitos que quedan fuera de esta necesaria y saludable experimentación, porque su cámara masturba­toria puberal se socializa en sentido restringido dentro del subgrupo de la promiscuidad abierta, adictos al alcohol, a las drogas y a la excitación de la criminalidad. Su temeridad está teñida por la desesperación y los impulsos suicidas. Cuando se politizan o se inclinan hacia cultos religiosos, resultan fanáticos. Debido a que este aspecto de tanta notoriedad no lleva al ostracismo sino con frecuen­cia a ser admirados, sólo la caída en una crisis de enfermedad mental o fisica les pone barreras. Debido a la falta de influencia parental son rara vez enviados al tratamiento, a menos que se manifiesten con una franca violencia en la casa. Esto no es así para los lujuriosos oblomovianos, cuyos furiosos padres sí les envían a terapia, habitual­mente con poco aprovechamiento. Los peligros de enfermedades venéreas, violencia o toxicomanía apenas los disuaden de activida­des compulsivas. En ambos grupos de los excluidos de la alegre experimentación de la adolescencia, se siembra la tragedia.

Y para ambos grupos el regresar desde esta orilla les resulta dificil, ya que el camino que comenzó en la pubertad ha sido recorrido con una creciente alienación. Como en todos los problemas del claus-

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trum, la sexualidad está tan profundamente enraizada en la pregeni­talidad no resuelta y en una temprana privación emocional, que Ja incapacidad para f armar una alianza emocional, unida a una imagen­del-mundo profundamente pesimista, hace que para ellos resulte improbable tener la clase de experiencia salvadora de sentir que son objeto de amor apasionado por una persona mis madura y sana. En cambio, caen fácilmente presa de la explotación por parte de perversos dedicados de más edad, horno o heterosexuales, explota­ción que se disimula bajo el nombre de afecto y cariño.

La comprensión de la situación claustrofóbica -ya sea como terapeutas, padres, maestros u otros representantes de la comunidad adulta-y su alienación de la vida familiar y de la emocionalidad de la intimidad humana, puede ayudarnos para •estar alertas~. Con el fin de reprimirse de interferir e Incluso de ser confiados, es necesario no sólo que los padres recuerden al niño corno en sus mejores tiempos, sino que sean también capaces dé ver la desesperación de los deiados atrás, a pesar de su fachada de jactancia, desdén y provocación. Una visión del claustrum ilumina este cambio en el sentido de identidad hacienda posible reconocer que la persona es diferente de cómo e..; en épocas anteriores, no sólo en sus cualidades mentales, sino también con respecto al mundo que habita. Se pueden ver alteracio­nes parecidas en el refugiado político que no puede liberarse de su pesadilla.

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12 El claustrum y las perversiones/adicciones

La "revisión" de "Tres ensayos sobre una teoría sexuar de Freud emprendida en Estados sexuales de la mente (1973) requiere ahora, a su vez, una nueva revisión a la luz de la posterior digestión e implementación del trabajo de Bion, de lo que en parte se dio roen ta en Metapstcologfa ampliada y en La aprehensión de la belleza (con Meg Harris Williams). Pero también las exploraciones actuales de la fenomenología proyectiva de la identificación intrusiva amplía el modelo de la mente de Melanie Klein y requiere una aplicación especial a las perversiones y adicciones. La revisión de Freud propuesta en Estados sexuales ... era, en primer término, estructural, y tomaba en cuenta la escisión del self¡ de los objetos, las identifi· cationes narcisistas, la lucha por el control del órgano de la conciencia (atención) y la guerra entre las tendencias creativas y las destructivas vistas, empero, más en el nivel del self que en el del equilibrio yoico entre los instintos de vida y de muerte.

Este libro está consagrado a la exploración de los fenómenos proyectivos que acompañan a la identificación intrusiva, pero éstos necesitan una integración especifica con la teoria bioniana del pensamiento, con referencia a las perversiones y adicciones. El aspecto de esta teoría más significativo a este propósito y sin el cual la idea del conflicto estético y su Jugaren el desarrollo y en el proceso analítico no sería posible, es la nueva formulaci6n de Bion sobre los afectos, L (/ove-amor), H (hale-odio) y K (knowledge-conocimiento) como los lazos emocíonales de las relaciones humanas. Aunque en su trabajo es ambigua hasta, pienso, A Memotr of the Future, esta teoría de L, H y K positivos y anti L, H y K, deja completamente fuera del ámbito del instinto toda_ idea de maldad o destructividad y, por consiguiente, de constitucional o genética. La emocionalida d, en cambio, que es el corazón del problema de la vida de la mente, de las relaciones íntimas y apasionadas, y en consecuencia del creci­miento de la personalidad (que difiere del refinamiento de la caparazón adaptativa), es enfocada como luchando por expresarse aceptando la turbulencia (cambio catastrófico) que la emoción conlleva. Esto da una significación de mayor amplitud al concepto de

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defensa, ya que tamnbién implica la defensa contra Ja emoci6n y no solamente contra el dolor mental. Esta reoña trae consigo la extensión del análisis a toda la enigmática región de la defensa contra el placer, tanto como contra el dolor, lo que podría ser llamado la incapacidad de disfrutar de Ja propia felicidad, la insuficiencia de la alegria de vivir.

La vida en el claustrum tiene diversos placeres, pero lo que ciertamente le falta es alegría de vivir, la felicidad que resulta de la experiencia del desarrollo, la esperanza que proviene del contacto directo -no de segunda mano o ya remoto- con la belleza del mundo. La cabeza/pecho tiene la satisfacción de la complacencia, del elitismo, del fantaseo de seguridad; el compartimento genital tiene su placer erótico y su "satisfacciónn, esto es, el agotamiento¡ el recto ofrece los variados placeres del sadismo, del masoquismo, del poder, de la astucia, de la decepción. En este modelo de la mente de metapsicologia ampliada, esto es, incluyendo la dimensión geográ­fica de Klein y la epistemológica de Bion, el compartimento del claustrum penetrado a través del ano -lo que esencialmente quiere decir por detrás y en secreto- sobrelleva una alteración de su signifiQción en la realidad psíquica. El órgano vital de la economía mental de la madre, asistido por los aspectos heroicos de la sexualidad paterna, es visto por el intruso como si fuera un mundo autoritario:

"Tis the same the whole world oVer; "Tis the master who is right. nTis the boy gets the beating; "Serves the little bugger right!•

El patrón de este compartimento es el pene fecal, un objeto compuesto por el pene paterno y por una parte del se{( que ha hecho su intrusión en él y que está enteramente dedicada al anti LHK. En su esencia, quizá se lo pueda definir como ~frío" antes que como "cruel". El Satán de Milton es caliente: envidia yadmira apasionada­mente. La serpiente es fña, astuta, calculadora. Es a la serpiente y no

~ Es as! en todo el mundo/ Es el patrón quien tiene razón / Es el niño quien obtiene el castigo/ ¡Sirve bien, pequeño bujarrón!

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a Satán, a quien Dios execra, en tanto que con Satán mantiene una contienda casi deportiva por la influencia, como en el caso de Job. La única queja de Job por haber sido elegido para el sufrimiento sistemático es la falta de comunicación direcca. Con gusto hubiera desempeñado su papel en el juego si le hubieran hecho conocer las reglas. En el daustrum, las reglas del juego son inequívocas: ¡es el niño quien obtiene el castigo! Y el juego es oculto y ambicioso. Es .•divertido" pese a la atmósfera de terror, como cada pesadilla es también una película de horror, como los caballos en el tiovivo son u estremece dores". Cuán delicado es el límite entre cazar o pescar por placer y e1 deporte sangriento.

Además, cada intruso en este compartimento del claustrum es reclutado como lugarteniente. Puede ser tanto un podenco como una liebre, o puede ser una liebre disfrazada depodenco o a la inversa. Un juego muy atractivo. Uno no necesita preguntarse acerca de su popularidad, desde el punto de vista de la •diversión". Pero su esencia no es la diversión. Reside en la retirada de los lazos emocionales con los otros seres humanos y con el mundo de la intimidad y, por tanto, de las relaciones familiares, básicamente. Visto desde este vértice adicional del claustrum, se hace manifiesto que en el centro de una adicción o de una fantasía o relación perversa, la persona en cuestión no es él mismo: está "detrás de sí mismo•, con excitación, confusión respecto de la naturaleza del mundo, y pro!Undamente dubitativo acerca de la identidad de cualquier cómplice-en-el-crimen. Tal vez el extraordinario poder evocativo de la crucifixión, dejando de lado su significado espiritual, es el crimen de macar al niño bueno -a los padres del nuevo niño y a la parte infantil de la persona misma-. Dado que todo sadomasoquismo parece tener este crimen en su raíz, se genera la versión anti LHK de la pasión con que es éngendrado un nuevo niño, su opuesto frío y excitante. Lo imperdonable es perdonado ya que, en verdad, "no saben lo que hacenn.

En Estados sexuales ... se sugirió la diferenciación entre la perver­sidad habitual, la dedicada y la criminal. La teoria del daustrum agrega una nueva precisión a esa formulación. El perverso habitual sería aquella persona cuyo sentido de identidad no está enraizado en la parte del se{faposentada en el claustrum. En el análisis de estos pacientes tenemos una oportunidad para estudiar los desplazamien­tos hacia adelante y hacia atrás de este control sobre el órgano de la atención en el flujo y reflujó de la transferencia. Por otra parte, el

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perverso dedicado est1 ampliamente enraizado en la orientación masoquista, resistiendo el reclutamiento para el comité del daustrum con cada recurso de astucia al que puede echar mano, pero participando fundamentalmente como la liebre que debe permitirse periódicamente ser brutalizada por el podenco para aplacar su furia, en canto que al mismo tiempo se identifica menos conscientemente, de manera acusatoria, con la madre que permite a su niño ser violado para que ella se salve (¿"Madre Coraje~?). El criminal perverso,, sin embargo, ha sido reclutado y está siguiendo órdenes, con toda Ja santurronería del nihilista y del anarquista, del terrorista político o del inquisidor. De los tres subgrupos está verdaderamente "en Ja desesperanza~ y en su propia mente su rehabilitación respecto del claustrum está duramente obstruida por lo concreto del daño que ha hecho al ascender en los rasgos de su pene fecal Por ello puede, incluso, no ser cieno, puede no haber "pecado mortal"; también el tribunal psicosomático puede suspender la sentencia. Sin tener en cuenta la indignidad de la motivación que lleva a la intrusión en el claustrum, una vez allí el "mundo" cambia, el L, H y K de la vida íntima desaparece y es reemplazado por la excitación, ensombrecida por el terror sin nombre. Si el castigo fuera necesario para el perdón, estas partes infantiles lo han tenido, a despecho de la "diversión". He sugerido que el terror sin nombre es la posibilidad de insania en la medida en que los trastornos del pensamiento van aumentando y, muy tentadoramenre, el sistema delirante de los objetos bizarros comienza a aparecer en escena.

13 C!austrum y política

Parece inútil y decepcionante pretender es~r en una actividad en la que otros también trabajan, sin participar en el aspecto comunal ya que siempre hay una comunidad implicada. y puesto que lo es: aparecen problemas de organización y comunicación en los que la frontera entre amistad y hostilidad, comunicación y acción, gobierno Y reglamentación, oposición y sabotaje, llegan a ser oscuros. En todos mis escritos he prestado alguna atención al aspecto institudonal del psico~nálisis con el fin de clarificar, en alguna medida, la posición organizativa desde la que introduzco mis pensamientos en la atmósfera del asunto. Se trata, naturalmente, de un área en la que me considero esencialmente ignorante, pero me consuelo con la creen. cia de que igual les pasa a otros, aunque se declaren expertos. Por eso, si avergüenzo a mis amigos una vez mis poniéndome en ridiculo, recuerdo la historia de Leonard Woolf sobre Hippolytes, que se colocó de cabeza sobre la mesa de su banquete de bodas porque era demasiado feliz como para cuidarse de si hacia o no el tonto Después de todo, en el área de la política, ¿quién se ha mostrado ~ sí mismo más ridículo que Platón?

Discutir las implicaciones que esta conjetura imaginativa sobre el claustrum tiene para la vida comunitaria, deriva directamente de la investigación de cómo opera en la adolescencia. La mayoría de nosotros estábamos aún en ese período de la vida cuando nos comprometimos con el psicoanálisis. Tal periodo tiende a mantener­se al menos hasta que la responsabilidad por los hijos y la total responsabilidad por los pacientes se instala en uno. Por esta razón, el formato con el que he investigado la adolescencia es también válido aquí: aquellos que son capaces de participar en la gozoza experimentación con independencia del analista, de comités de formación y de supervisiones impuestas, y los otros. Los oblúmovia· nos esconden la cabeza y no precisan que nos detengamos en ellos, pero todas las otras subcategorias de moradores del claustrum encuentran su representación, tanto en el psicoanálisis como en cualquier otra organización; y, por otra parte, si estoy acertado sobre la ubicuidad de este aspecto de la estructura de la personalidad, las

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actitudes de cualquiera están sujelas en algún grado de influencia a la imagen-del-mundo claustrofóbica.

Para muchos analistas el período de alegre experimen[ación adolescente es tempranamente interrumpido, cuando la total respon­sabilidad que implica el trabajo analítico independiente comienza a inclinar sus espíritus. Y como es natural, solicitan el apoyo de supervisores ruidadosamente escogidos, amjgos, grupos, camarillas: Debido a que éstos suponen rara vez verdaderas relaciones íntimas sino, en el mejor de los casos, amistosas de tipo contractual, los procesos políticos hacen que se sientan autodecepcionados y que. diSminuya su sinceridad, con el fin de preservar una espuria sensación de armonía de pensamiento y actitud. Tal vez ello no se pueda remediar. Tal vez la vida comunitaria podría llegar a ser un infierno, caótica, sin estas restricciones. Pero también asoman en el consultorio. Aunque mi deseo es dedicarme a este asunto en el contexto del psicoanálisis, puesto que éste ha sido mi mayor experiencia de vida grupal (dejo aparte ocho años en el ejército por demasiado rígidos y primitivos, como para considerarlos un •apren­der de la experiencia~), entiendo que tiene una aplicación general. Cada grupo mantiene una fuerte semejanza con uno o más compar­timentos del claustrum, que es otra forma de decir, en términos de Bion, que cada grupo de trabajo tiende hacia una organización de supuesto básico. Quisiera plantear los problemas implicados del siguiente modo: ¿cómo gobernar sin reglas?; ¿eómo comunicarse sin actuar?; ¿cómo oponerse sin sabotear?; ¿cómo permanecer amistoso cuando se está en desacuerdo?

Recapitulemos brevemente las caractertsticas de los comparti­mentos del claustrum que nos conciernen aquí en particular: el pecho/cabeza confiere una condición social de élite, basada en el delirio de claridad de tmlghty conlleva un sentido de posesión, o bien proporciona una sinecura de quietud y confort; el compartimen­to genital promueve preocupación erótica también en el elegido sobre la base de supuesta atracción y potencia sexual, o una sensación de haber sido despojado de estos atribtitos; y el compar­timento rectal envuelve a la personalidad en una atmósfera de tiranía y sumisión, sadomasoquismo, pesimismo y cinismo. Cada compar­timiento tiene su ansiedad caracteñstica y su correspondiente idealización y complacencia, dependiendo del lugar de uno en la

CLAUS'JRUM Y POLmCA 159

jerarquia, puesto que cada compartimento es esencialmente je­rárquico.

Teniendo en cuenta esta división en compartimentos, tratemos de aclarar las funciones que se necesitan llevar a cabo si una organiza­ción ha de gobernarse de fonna consistente con su tarea. Las p.rincipales funciones de la tarea de una sociedad psicoanalítica, por

.e]Cmplo, son proporcionar un lugar para el intercambio cienUfico y la educación cécnica, siendo también capaz de representar los intereses de la sociedad en su relación con la comunidad. En términos de compartimentos del dauscrum, debe evitar conferir condición social, posesividad, prebendas; debe eludir proporcionar un ambien­te para la ostentación erótica y la intriga; debe desanimarlos procesos de tiranía o sumisión.

Tal dedaración, en coda su banalidad, es una invitación para soluciones políticas con el sello de la utopía. El problema quizá se basa en pretender tratar a la organización como un organismo al referirse a •eua~ como si poseyera cualidades mentales que pudieran ser descriptas. Este es, ante todo, el lenguaje del grupo de Supuesto Básico, quizás el más básico de sus supuestos. •Playa~ no es más que un signo, una conveniencia, un signlficado acordado para una innumerable cantidad de granos de arena. •colmena• es un organL'>­mo: puede nombrarse como resultado de una formación simbólica y puede llenarse con significado a medida que se investiga y se llega a comprender más su organización. Es razonable asumir que una co~ena es muy similar a otra. ~sociedad psicoanalítica~ es un signo, designa un lugar: aqui hay una cantidad de granos de actividad psicoanalítica, no le es inherente función u organización. La adqui­sición de significado y, por consiguiente, de valor simbólico, puede hacerse sólo como la suma de las actividades de los individuos. Cualquier cuadro organizativo servirá, mejor o peor, dependiendo de la participación de los individuos. Pero lo que nunca puede llegar a ser, es una familia. Si lo intenta, se trasforma en un Grupo de Supuesto Básico de Dependencia.

El problema es entonces-y si algún grupo es capaz de resolverlo debería ser el de los psicoanalistas-el problema de la individualidad ética. ¿Pero qué es, en verdad, la ética del psicoanálisis? Incluso si el psicoanálisis es una abstracta cosa-en-sí, lo que afirmo con seguridad, no tiene ética. Solamente los individuos tienen ética y el modelo de la mente que yo acepto, como seguramente muchos otros psicoana-

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160 CLAUSTRUM

listas, asevera que la ética es una emanación de los objetos internos del individuo. Puede no haber uniformidad, como puede no haber homogeneidad en la historia individual, sin tomar en consideración el grado de similitud, sólo superponiéndose. La ética de un individuo consiste en los valores que promulgan sus objetos internos; su infracción se experiencia en el inconsciente como estar degradando a esos objetos, en esencia como una traición. En cada individuo estos objetos, al igual que el sel/,, son capaces de aprender de la expe· rienda y necesitan no ser los mismos a los treinta que a los sesenta

años. La ética del individuo que podría ser más consistente con el

método psicoanalítico, resulta difícil de particularizar en cada mo­mento específico de la terapia, pero pueden definirse sus trazos principales: seguir, no conducir, en la búsqueda de la (inalcanzable) verdad; construir y preservar un encuadre en el que esto pueda tener lugar; posibilitar la evolución del paciente sin metas; buscar el significado y no el ejercicio del juicio moral sobre la conducta¡ estar preparado para el sacrificio personal en la prosecución de estas aspiraciones, aunque sin imponer a los otros esos sacrificios; restrinSir la influencia de uno mismo sobre el paciente a la claridad que esparce la comunicación y no la acción; hablar verazmente, como Se refleja tanto en las palabras como en la música.

Probablemente sea imposible para un individuo comportarse en la atmósfera contractual de un grupo de trabajo con la misma ética que es capaz de alcanzar en el clima íntimo de un buen análisis. Pero puede posiblemente evitar la degradación, sin imponer su ética individual a los otros. Si volvemos a los aspectos de la división en compartimentos y al mundo jerirquico de la mentalidad claustrofó­bica, podemos ser capaces de definir estas trampas de degradación, y: a) protegernos de aceptar la condíción social de experto, teniendo en cuenta que en este terreno no hay sabiduría, sólo opinión basada en la experiencia; b) rechazar la sinecura exageradamente conferida, sobre la base de la supuesta alta opinión de los colegas; c) estar alerta a la intensidad de la carga erótica en la situación analítica, en la supervisión y en la exhibición del propio trabajo; d) rechazar la participación en fUnciones grupales que no capacitan, sino que son restrictivas, punitivas o disciplinarias; e) evitar atribuir fallos al paciente en lugar de al propio trabajo o a las limitaciones del psicoanálisis; O evitar seleccionar a los pacientes, pues esto lleva

CLAUS'IRUM Y PúUTICA 161

inevitablemente a la explotaci6n de los colegas más jóvenes, al remitirles pacientes dif'iciles, poco atractivos o que pueden pagar poco; g) hacer la parte que toca del trabajo sucio de la sociedad, pero no más, no sea que se vaya a recompensar con una condición societaria difícil de rechazar cortésmente; h) ser expulsado cuando la atmósfera de la sociedad se ha vuelto demasiado degradante incluso para la participaci6n tácita, sin ser cismático.

Estos me parece que son los principios adecuados para participar en una comunidad sin degradarse, y por consiguiente pueden ser considerados como una posición antipolitica. Esto esti de acuerdo con la ética básica del hombre justo, de cuidar de los propios asuntos y hacerlo adecuadamente. Las presentes consideraciones sobre el claustrum sugieren que hay dos compartimentos que, en su orienta­ción, son eminentemente políticos: el aspecto proustiano del ped10/ cabeza y el reclutamiento-como-lugarteniente en el recto. El primero manifiesta un impulso hacia el ascenso social que resulta con facilidad gratificado por la estructura jerárquica, y el segundo expresa una voracidad por el poder cuando la permisividad se ha reempla­zado por prácticas restrictivas. Los héroes-de-la-resistencia en el recto ,son los agitadores cismáticos cuya tortuosidad está entremezclada con su celo y autorrectitud. Probablemente resulta inevitable que cualquier grupo que se forma con intención de grupo de trabajo y con cierto entusiasmo revolucionario llegue a "envejecer•, no únicamente en el sentido de-la edad de sus fundadores, sino por su aumento en afiliación, su popularidad creciente y su progresiva respetabilidad. Con este envejecimiento, el cambio hacia la orientación de Supuesto Básico progresa con el tamaño de su manual de normas y su creencia tácita en los métodos políticos. Es natural que cuanto mayor sea la aunósfera claustrofóbica, la seriedad organizativa y la ambici6n, más alcanzarán la cima los que sean más carismáticos o los peones de trabajo de la asociación. Las rebeliones de los héroes-de-la-resistencia sólo producen revueltas palaciegas que no cambian en· nada la atmósfera esencialmente política. Este es el ~humo en la casa del vecino" que nos indica que es la hora de •salir corriendo". El actuar justamente puede parecer asunto de uno en solitario, pero no es así. Existe una tácita camaraderia entre los trabajadores.

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Apéndice: El equívoco de Macbeth, la ambigüedad de Shakespeare por Meg Harris Wil/iams

(i) El equfvoco versus ta ambfgaedad Shakespeare empezó a interesarse por el concepto del equívoco

en Ja escena de Jos sepullureros de Hamlet, en el contexto de la oposición entre enterrar y desenterrar la verdad. En Macbetbcontinúa examinando incesantemente el concepto dándole, probablemente, su significado moderno de uso de una idea, imagen o palabra para enaibrir otra, lo cual lleva a la creación de un tipo de sub-lenguaje o jerga social. El equívoco es el "diablo/ que miente como Ja verdad~. En esta obra encontramos el equívoco en Jos· conceptos de "éxiton, "crecimiento" y "seguridad~, ya que todos ellos encubren el signifi­cado de muerte y destrucción: "hacer partir" significa "asesinarn, al igual que en la jerga militar moderna "quitar" significa ~deslruir". El equívoco contrasta totalmente con la ambigüedad poét.ica, que incluye algo más que el doble significado de palabras y frase:;. La ambigüedad es la manera de captar el significado que se lee enlre líneas en una imagen doble, un personaje o en un suceso del dran1a; el que existe entre cualesquiera de Jos elementos formales de una obra, presencados de manera que evocan ecos y paralelismos entre ellos. El significado se evoca, no se precisa de manera reductiva. Las imágenes centrales, los temas y Jos ecos lingüísticos de una obra que contribuyen a su estructura orgánica pertenecen al terreno de la ambigüedad-como, por ejemplo, en esta obra la imagen crucial del recién nacido que crea el concepto de vivir el futuro en lugar de controlarlo (véase C. Brooks: "El bebé desnudo" y M. M. 1\1ahood: "Juegos de palabras en Macbeth"). El equívoco es autoengaño, bien aparezca bajo la forma abiertamente cínica de Lady Macbeth, o bajo la neblina de confusión de Macbeth que intenca ocultar su "acto" a "sí mismo~, a su ~mano" a su "ojo", cte. la ambigüedad, por olro lado, es el instrumento arttstico fundamental para la exploración y el descubrimiento, el modo de auloanalizarse que, en lugar de echar tierra por encima, revela el misterio de una situación emotiva.

En Macbeth, Shakcspeare se impone la difícil tarea de tratar poéticamente el menos poético de todos los temas posibles, porque lo cierto es que Ja máxima de los románticos de que es más fácil pintar

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vividamente a un personaje en el infierno que a uno en el cielo, sólo es válida cuando el personaje esci mitad dentro y mitad fuera -en estado de conflicto, en situación ambigua, como Hamlet El tema de Macbeth --o de los Macbeth- en el infierno es increiblemente aburrido y repugnante, y su claustrum de equívoco tiene que ser enfocado por Shakespeare desde diferentes ángulos, incluidos los modos de entrada y salida, de manera que se llega a ver lo que significa la ausencia de significado como condición existente más allá de los confines de las llamas del infierno y las brujas de los cuentos. Una de las formas de ambigüedad estructural que para ello utiliza es Ja separación del héroe en dos componentes, los personajes de Macbeth y de Lady Macbeth mostrando asi, claramente, la perversión de la femineidad e, igualmente, Ja formación de un.contraste entre éstos y \a familia Macduff, a fin de sugerir aspectos escindidos de la misma personalidad Otro mecanismo utilizado por el dramaturgo es el entrelazamiento língüístico de los valores de las brujas y el respetable código social del honor y el éxito de manera que Macbeth nunca nos parece un monstruo o ~ave infernal" (como le llamaban sus contemporáneos) sino, más bien, una víctima de su propio equívocO-Ja solución fácil a un conflicto mental-, cuyas horrendas consecuencias son quizá sorprendentes. Lady Macbeth y su marido creen que saben lo que hacen cuando, con arrojo, abandonan su credo infantil sobre el bien y el mal y deciden agarrar al Poder constituido por los cuernos y usarlo con un espíritu oportunista y moderno. La razón de querer ganar la corona -"aro dorado", ~tema imperial"- es hacerse inmune a la suerte y al destino, a las contradicciones iniernas y externas; la posesión de la corona dará:

a todas nuestras noches y días venideros único y soberano poder y dominio (I.v. 69-70)

Esto se deriva de la creencia en una falsa masculinidad, omnis­ciente y omnipotente, que predetermina y controla los acontecimien­tos y se alía con una femineidad perversa que encarcela, esclaviza o mata. Los Macbeth son presa fácil de las brujas porque, de antemano, creen en una jerarquía de espíritus que "conocen toda mortal consecuencia" y sirven a secretos "amos", otra versión del Hermano Mayor (Blg Brothef)"¡ y, al identificarse con Ja mente bruja, creen

• G. Orwell: 1984(N. de los T.]

EQUIVOCO DE MACBETII, AMBIGÜEDAD DE SHAKESPEARE 165

poder convertirse en el "Hermano Mayor" en su propio reino. F.sto es lo que les impide tener un verdadero futuro, un futuro con evolución, ya que no habrá "herederos" de su reinado mental, hijos de la imaginación, como resultado de la unión creadora de lo masculino y Jo femenino. Es la mente, más que et cuerpo, la que se queda estéril y sin herederos. No obstante, sólo son capaces de interpretar el sentimiento de vado que sigue al primer asesinato como una falla en el intento de ganar control absoluto de la corona, de ahí la se<..-uencia de los repetidos asesinatos y la venganza de Ja mente que consiste en alucinaciones y locura ---características del encarcelamiento en el claustrum.

En la literatura inglesa de la época del Renacimiento el infierno se concibe como un estado mental más que como un lugar; un e'it:ido mental caracterizado por una actividad agitada qi.ie encubre .senti­mientos de desesperación y autoencarcelamiento; en palabras de Mil ton:

"En el infierno estoy doquiera que huyo; el infierno yo soy" (El paraíso perdldc', IV, 75)

Es una huida de una existencia sin sentido que aprisiona sin proporcionar sostén al alma; es el abismo cada vez más profundo de la "perdición sin fin" (en términos modernos: la convicción de estar sometido, "explotado" por El Sistema). Satán, en principio, es el poeta de su situación, pero la presión del liderazgo Jo convierte en esclavo de su propia jerga. Sin embargo, en Macbeth la degradación del héroe se expresa de forma dramática en lugar de lírica, mediante la estructura y el lenguaje de toda la obra. De hecho, Macbeth está abocado a perder la facultad de expreslón -aunque comienza a recuperarla en el momento en que aprende a "empezar a poner en duda el equlvoco del diablo /que miente como la verdad•. c;omo telón de fondo Shakespeare usa la iconografia tradicional del infierno en sus más exagerados y truculentos colores -los inhabÍtuales lienzos de la oscuridad diurna, la neblina con humo teñido de sangre, el chillido de los búhos, los caballos que se devoran unos a otros, etc.-, todo ello emerge de Ja caldera de las brujas donde hierve una mezcla de ingredientes venenosos y desmembrados, para iluminar el "dulce camino hacia Ja hoguera eterna". Hay toques de caricatura en estos udemonios pintados" de cuento, de los cuales Lady Macbcth se

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burla diciendo que sólo ªel ojo de la niñez" puede temerlos 01. ii. 53). Y, sin embargo, lo que da a la obra su cualidad siniestra es el modo en que la florida iconografia del dulce camino se vuelve una historia de la degeneración de los procesos mencales dentro de la mente del héroe (y de la heroína), empezando con la neblina que humea sangre, que tiene su contrapartida espiritual en la ofuscación de equívocos faltos de sentido. Shakespeare usa la ambigüedad dramá­tica y poética para penetrar en la confusión del equívoco y exponer la verdadera consecuencia de la confianza de Macbeth en las brujas: la pérdida de la capacidad de experimentar la vida como algo que tiene sentido.

El primer acto de la~ obra muestra una sociedad que está autodestruyéndose con guerras civiles. No es de extrañar, por ello, que esté dominada por el espíritu· de las brujas, en su desolado páramo, componiendo malignas desgracias con sus mutilados ingre­dientes fecales, No obstante, el rasgo más distintivo de su poción no es la maldad, sino el equívoco:

Bello es Jo feo, y lo feo, bello Vuela entre.la niebla y el inicuo viento O.i.11-12)

Es una poción •doble" (doble pena y doble trabajo), que oculta bajo su agradable aspecto su inicuidad esencial o interna. Las brujas nunca ordenan explícitamente a Macbelh asesinar: le guían hacia Mla corona", ªel éxito" o el •conocimiento del futuro", a las que Shakespeare presenta como metas inherentemente asesinas, pero no contrarias a los valores de la sociedad, sino en línea con los Supuestos ·Básicos de ésta. De hecho, la sociedad genera esos valores brujescos, aunque sus cualidades infernales o destructivas sólo se hacen abiertamente manifiestas en tiempos de inestabilidad y Macbeth se convierte en su víctima e instrumento, no por su propia maldad innata, sino por su debilidad de carácter. Como dice el Samson de Mil ton: "Toda maldad es debilidad". Macbeth es, a ojos de todos, una persona decente; en opinión de su mujer, •lJeno de leche de humana bondad" (I.v.17), pero incapaz de sopesar las tentaciones que se le presentan. Se deja llevar por el dulce camino de la perdición, en parte por identificación con la cualidad mala de la mente brujesca (esa perversa femineidad que su mujer le impone), pero, sobre todo, por la identificación con los métodos de esa mente: el equivoco que

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asfucia al pensamiento. Ya en el pñmer acto, Shakespeare demuestra -que esas modalidades de negación del pensamiento dominan la creación de los héroes por la sociedad. Macbeth vence a un traidor ~ señor de Cawdor- para ocupar él su puesto y asi completar, con éxito, la traición de la •corona• de ambición. Bajo la ironía dramática parece ello un proceso inevitable; y asi tenemos a Macbeth que entabla combate con Cawdor Mponiéndole delante co~paracio­nes de si mismo"; luego, Duncan decide ofrecerle a Macbeth la posición de Cawdor con las palabras: •10 que él ha perdido el noble Macbelh ha ganado" (que hace recordar la frase de las brujas: ªCuando la batalla está perdida y ganada"); finalmente, Macbelhentra en presencia del rey en el momento en que éste se está lamentando de haber puesto su • total confianza" en Cawdor erróneamente, ya que no se puede ver ªla hechura de la mente en la cara'", y, al transferir inmediatamente su ªabsoluta confianza" al nuevo héroe, Duncan parece dar su aprobación a la incipiente traición. Asi pues, el navegante que las brujas dicen que han hecho •naufragar~ en su retorno al hogar hace referencia en el conteJ:to de la obra a Cawdor, que "se esforzó en el naufragio de su pars~. y a Macbeth, a quien esperan hacer naufragar antes de que pueda regresar al hogar de su espiritu tras la confusión de la batalla. Todo ello son funcione.; de la ambigüedad en Shakespeare. Como soldado, Macbeth recibe entu­siastas elogios como ªnovio de Bellona" y "predilecto del coraje", por "crear eXtrañas imigenes de muerte• y ªdescoser" a sus enemigos "desde el ombligo a la mandtbula", de modo comparable a cómo llenan las brujas su caldera; por ello los propios equívocos de la sociedad, donde Mio feo es bello", le facilitan la labor de convertirse en sucesor, fundándose en actos sangrientos, actos que re han convertido en rasgos característicos del camino hacia el •éxito~.

•Me salieron al encuentro el día del éxito•, dice Macbeth asu mujer en la carta que le habla de las brujas. le aclamaron usando una fórmula de ascenso progresivo: Glamis- Cawdor- Rey; y cada vez que Macbelh es aclamado con sus nuevos títulos, en ese orden o por los primeros solamente, parece quedar más ligado a la mente brujesca como como fuente de lo que equívocamente se llaman •verdades":

Dos verdades se dicen felices prólogos del creciente acto del tema imperial ...

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168 cuusmu~1

Esta solicitud sobrenatural no puede ser mala, ni puede ser buena: Si mala, ¿por qué me da promesa de éxito comenzando con una verdad? Soy el señor de Cawdor: Si buena, ¿por qué cedo a Ja sugestión cuya horrible imagen me espanta ... ? Mi pensamiento, donde el asesinato no es aún sino fantástico, hace tanto temblar mi pobre estado humano, que ya no produce sino conjeturas, y nada es, sino lo que no es. (I.iii.127-42)

El lenguaje de la preñez ye! nacimiento, el acto "creciente", se usa para disfrazar la "horrible imagen" del asesinato -presentado ambiguamente como asesinar de pensamiento y asesinar al pensa­miento mismo-. La progresión de estas "verdades" equívocas (equilibrio rítmico entre "mal" y "bien") alcanza su culminación automática en el asesinato. Es una meta que Macbeth prefiere llamar "fantástica" y dejar "asfixiar", volviendo al equívoco críptico, basado de nuevo en la idea de la preñez: "Y nada es sino lo que no es". De esta man~ra, Macbeth no se hace cargo de las implicaciones del siniestro progreso de las brujas y, cada vez que esto oo.irre, Shakespeare muestra a su héroe cayendo más dentro de la trampa que se va cerrando, -:en su mente ofuscada por conjeturas. Entrela­zando los valores de '1a corte y de la caldera, en ambigua yuxtapo­sición, Shakespeare muestra a Macbcth enredándose en una relación especial con el rey, cuyo siniestro matiz implica sucesión/éxito mediante reemplazo/asesinato, o desarrollo "creciente" alimentán­dose de la sangre del huésped. Este es el lado "feo" del "bello" equívoco sobre la sucesión jerárquica que todos aceptan, no sólo Macbeth, y que hace a la respetable sociedad vulnerable a los valores brujescos. Está asociado con la idea medieval del cuerpo político, que considera al Estado como un organismo cuyos miembros crecen unos sobre otros alimentándose entre sí por lazos sanguineos que se supone representan ~confianza absoluta" o intimidad, y todos ellos confluyendo en el rey. Esto explica las frases hechas que siguen al descubrimiento del asesinato: "Derramado está el vino de la vida", "la vida del edificio", etc·. (II.iii. 69-96). En Ricardo JI, Shakespeare muestra Ja incipiente inestabilidad, traición y espíritu sanguinario de este modelo. En Macbeth, el ingenuo, el ingenuo y bondadoso

E.QU!VOCO DE i\1ACllETll, A:VIBIGÜGDAD DE Sl!AKESl'E1\RE 169

Duncan dice que se propone "plantar" a Macbeth y hacerlo "pl~no de crecimiento" (a Banquo también), mientras recibe el cumplido formal de Macbeth en forma de "banquete" "en el que se alimenta"; ta relación entre ellos parece tan especial que desea "ligar" a Macbeth a si, de manera inquietantemente ambigua, diciendo: "Más :S tu

merecido que lo máximo que todos pudieran pagar". El Jengua¡e del cumplido tiene una siniestra literalidad que Shakespeare muestra que no es meramente accidental sino que, en cierto modo, expresa las esperanzas implícitas de los Supuestos Básicos de la sociedad. Por eso la "horrible imagen" del asesinato regio (envuelto siempre en equívoco) se le presenta a Macbeth como si fuera -según lo expresa Bradley- "un espantoso deber".

Así pues, en el primer acto queda tendida la trampa para Macbeth, como héroe y víctima, en su camino de vuelta al hogar. Poco.ª poco se ve alcanzado por la presión d.e las ocultas esperanzas unida a la velocidad de los acontecimientos. Intenta protegerse con la máxima del soldado-"Al más duro día le llega su momento y su hora final"-­esperando no tener que tomar una decisión activa, como tampoco lo hizo ene! campo de batalla: "Si la suerte me quiere para rey, la Suerte me coronará/ Sin que yo me mueva". La pasividad bondadosa Y el no estar demasiado en primer plano puede que le hayan salvado de centaciones criminales en tiempos pasados. Y, de hecho, nos parece que si no hubiera sido por Lady Macbeth (guardián del hogar de Macbeth) y por la precipitación de la sociedad que le da a ésta la partida, Macbeth quizá, gracias a la inercia, hubiera escapado Y conservado su reputación de nobleza.

(tt) Entrada en el claustrum La figura de Lady Macbeth permite a Shakespeare analizar hasta

el fondo las implicaciones del estado mental ejemplificado en Macbeth. Cierto es que el ambiente está cargado de equivocas, confusión potencial criminalidad tras la batalla, pero ella es quien hace que el descenso hacia el ~éxito" de Macbeth se vea irrevocable­mente puesto en acción ("fijo en el cintadero" es la frase que usa). En otra yuxtaposición poética, Shakespeare súbitaniente conduce al rey, a su fam;aa, a los conesanos y a los generales esa misma noche al castillo de Lady Macbeth. Esto se lleva a cabo con la velocidad del rayo y con una sensación de urgencia frenética, con mensajeros que llegan casi "sin aliento y muenos" y el rey intentado alcanzar a

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Macbeth cuyo ~gran amor, tan vivo como su espuela~ le da la victoria en la carrera. Los que no consiguen llegar al castillo esa noche están llamando a la puena antes del alba del día siguiente, siendo recibidos por el ~diablo-portero" como •equivocados~ en su camino a la ~ho­guera eterna". El castillo se nos presenta como un recinto femenino, por ejemplo cuando Lady Macbeth dice (refiriéndose al mensajero sin aliento que le trae la "gran noticia~ de la llegada de Duncan):

Ronco está el cuervo que anuncia Ja fatal entrada de Duncan bajo mis almenas (I.v.38-40)

Por fuera, tanto ella como su castillo parecen "bellos": un refugio idílico, una "cuna" donde puedan anidar "los vencejos frecuentado­res de templos" (I.vi.4), lugar de seguridad y de cuidados para las almas infantiles. En este contexto, a Duncan se Je describe como a un bebé satisfecho a quien se lleva a dormir, que se retira a la cama "encerrado/ En infinito contento", rodeado de otras imágenes de la infancia, induidos sus hijos pequeños; hasta los guardaespaldas parecen. meros niños, fácilmente engañados y asesinados. Pero el castillo es un lugar de equívocos, una extensión de la caldera de las brujas, una trampa asesina. Se convierte en el símbolo de la femineidad explícitamente perversa de Lady Macbeth, vaciada de Ja leche de bondad humana y llena de "hiel", de los malos espíritus:

¡Venid, espíritus Que vigiláis los pensamientos mortales, despojadme de mi

Y de la cabeza a los pies llenadme hasta rebosar De la más dura crueldad! heladme la sangre, Cerrad entrada y paso al remordimiento; ¡Venid a mi pecho de mujer, diáconos de la muerte, Desde dondequiera que como ciegas substancias, Servís a Ja naturaleza en su maldad, Y bebed mi leche como si hiel fuera! ¡Ven negra noche, Cúbrete del más oscuro humo del infierno,

[sexo,

Para que mi afilado cuchillo no vea Ja herida que hace, Ni el cielo se asome entre el manto de la oscuridad Para gritar: MDetente, detente"! (l.v.40-54) '

EQUIVOCO DE MACBETll, AMBIGÜEDAD DE SllAKESPEARE 171

Su lenguaje evoca Ja neblina del humo sangriento asociado con las brujas y con las proezas de Macbcth en el campo de batalla ("Despojadme de mi sexo ... de la cabeza a los pies" contiene ecos de "descoser ... desde el ombligo a la mandíbula". Es, literalmente, un despojar del sexo, una perversión de la femineidad (no una ambigua extensión de ésta). Es un mirar al cuerpo como trampa claustrofóbica con sus vías de comunicación obstruidas, penelrables solamente mediante una herida, y la idea de lo masculino (su marido) presente solamente bajo la forma del cuchillo de Lady Macbeth, mero instrumento mecánico de desLrucción. Este es su castillo, sus "alme­nas", donde va a recibir a Duncan envuelto en connotaciones de santidad cuasi infantil: Duncan, en niño que asoma la cabeza entre la manta, sin poder sus ojos encontrar el rayo de otri mirada en las "substancias invisibles" y sus "diáconos de la muerte".

Las imágenes de Lady Macbeth tienen su réplica de ambigüedad en el soliloquio de l'l1acbelh que las sigue, su primer intento verdadero de preguntarse a sí mismo qué es lo que siente con respecto a1 asesinato, ahora que su mujer le ha hecho enfrentarse a su ejecución y tanto él como Duncan están bajo el techo de ésta. Macbelh tiene que retirarse pronto de la mesa para poder tener unos momentos en los que considerar a solas su decisión. Al principio, su capacidad de pensar se ve obstaculizada por la prevalente confusión de los equívocos con sus juegos de significado en los conceptos "secuencia", "cesar" y "éxito".

Si una vez hecho quedara hecho, bien estaría hiccrlo pronto: si el asesinato Pudiera atrapar la consecuencia, y cazar Con el deceso de él el éxito; si este golpe Fuera aquí el principio y el fin, entonces aquí, sobre estos bajíos del tiempo nos pasaríamos sin Ja vida venidera. (I.vii.I-7)

En estas líneas, Macbeth está considerando las "consecuencias" de! juicio y retribución, !anta terrestres como eternos. Pero el mensaje más importante, trasmitido mediante la poesía más que el argumento, es que para él el éxito" es una condición sin consecuencia, es decir, sin futuro; ¿podrá ser el ~deceso" de Duncan el ~principio y fin" también para i\ilacbeth, el Cese de las tribulaciones de la vida de un

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golpe? El sucio acto del asesinato parece un mero trámite ("hecho­hccho-hecho'') por el que se pasa mediante el sonido de los juegos de palabras, como si también fuera simplemente un ruido: ~asesinato­consecuencia-deceso-éxito", el éxito de un solo golpe. Y el bello ros­tro que lo cubre es, para Macbeth, un estado de seguridad completa, un anhelo escapista, más pasivo que el deseo de Lady Macbeth de controlar y dominar a otros: es un refugio libre de conflictos, la sucesión sin consecuencias de ningún tipo, no ya sólo retributivas; -es, en efecto, una especie de muerte (como cuando Keats dice "cesa en la medianoche sin dolor"). Después del asesinato J\1acbeth dirá, refiriéndose a Duncan: "Tras la irregular fiebre de la vida duerme bienn. Pero ya anles del crimen, sumido en su profunda depresión la vida era.para Macbelh una fiebre irregular, y las imágenes usadas indican su envidia de los que duermen y de los muertos. Encallado en un bajío y sin contaclo con el flujo de la existencia, quisiera que cesara no sólo la eternidad venidera, sino su propia vida futura. Esta sería !,a razón para su posesión de la corona. Si un golpe pudiera hacerle rey en ese sentido, siendo el principio y el fin, lo haría.

Pero cuando I'11acbeth considera la figura de Duncan y su relación con él (que en ese momento es una relación de padre, ya que Je ha recibido en su casa), entonces entra en contacto con sus propias emociones y por primera vez en Ja obra parece despertar:

Además este Duncan ha usado su poder con tanta humildad, Tan claro ha sido en su alto oficio, que sus virtudes, como ángeles cuyas lenguas son clarines, hablarán contra la profunda injuria de su partida; Y la piedad, como desnudo infante, acudiendo a la !!amada, o los querubines celestes, montados sobre los ciegos mensajeros del aire, harán portar el horrible acto a cada ojo hasta que en lágrimas quede ahogado el viento - No tengo

{espuela para aguijar en el costado a mi propósito, sino sólo una ambición desmesurada que por tan alto apuntar más cae. (J.vii. 16-28) (Entra Lady ,\ilacbelh)

EQUIVOCO DE MACBETH, A\1BIGÜEDAD DE SHAKESPEARE 173

upartida", eufemismo de destrucción (como "hace partir a vuestro encmigon en JII.i.104), va asociado a upasarse sinn la vida venidera; pero también aquí, de manera ambigua, se convierte en metáfora de a\canzaruna vida espiritual, centrada ésta en el recién nacido rodeado de ángeles ("cuyas lenguas son clarines", y hablan por tanto con sentido) montado a la grupa de los caballos de los vientos (elementos mensajeros y portadores de pasión). Duncan se convierte en la Piedad, el recién nacido, con los querubines como guardianes (ángeles del conocimiento espiritual) y esto a su vez se convierte en representación del alma de Macbeth, recién nacida por ser recién vista. En esta simbólica agrupación nebulosa (ilustrada por Blake) Jos "mensajeros ciegosH dirigen su rayo de sentimiento "a cada ojo" y forman así contraste con los ªciegos diáconos" de Lady Macbelh que habitan la neblina brujesca del equívoco, el manto de la oscuridad, que sólo los·cuchillos pueden penetrar, no la vista; y forma también contraste con esos "bajíos del tiempo", labrados artificialmente en un limbo sin sentimientos. La poesía de estos versos trasmite por consiguiente un proceso de percepción en Machelh, logrado al abrir un modo de comunicación interna -la "entrada al remordimiento", cuyo paso L-ady Macbeth había jurado cerrar. Como expresión visual de la realidad emotiva es, en potencia, la más fuerte defensa de Macbeth contra la ejecución del crimen.

Pero r..1acbcth es incapaz de traducir el sentimiento que acaba de descubrir a argumento activo: es aún un novicio en el campo del pensamiento. Cae inmediatamente en el estado pasivo de irrespon­sabilidad: "No tengo espuela / para aguijar en el costado a mi propósito"; es decir, nada le espolea, por tanto no tiene necesid2d de proseguir; Jos acontecimientos se desarrollarán sin su ªactuac:ión" (como había dicho anteriormente). Su caballo de "ambición" pi~recc derrotado por.los caballos celestes y no le disgusta dejarlos ganar !a carrera-pero sin.dar el paso decisivo del compromiso personal. Se encuentra, por consiguiente, doblemente vulnerable cuando ·~ntra Lady Io.1acbeth, como si acabara de oír la señal, y se presenta como la "espuela" de Ja que él deseaba carecer. En el diálogo que sigue, Macbeth se ve impotentemente pillado en la trampa que ella le tiende. No hace intento alguno por trasmilir la fuerza del sentimiento que había en el soliloquio, sólo argumenta débílmente que no quiere perder las "gloriosas opiniones" que acaba de ganar "entre todo tipo de gente"; le gustaría portarlas durante un tiempo "mientras aún

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relucen / sin echarlas a un lado tan pronton. Macbclh se estaba sintiendo ya incómodo (aunque halagado) al estar "vestido con ropajés prestados", cargado de tíudos y honores y forzado a una relación de falsa intimidad con cl rey¡ pero iban de acuerdo con su ambición y había esperado que calmaran a su ambiciosa "partidaria en la grandeza", su mujer (I.v.II). El tema de los falsos ropajes que no revelan al hombre interno lo usa Shakespeare a lo largo de toda la obra asociado con e! tema del equívoco. Para Lady t.1acbclh es lo externo lo que hace al hombre, y no a Ja inversa; y Je responde con furia: "¿Estaba borracha la esperanza! con que vos os vestíStcis?n La corona gloriosa es el único ropaje que vale la pena, ya que puede más que todas las opiniones gloriosas juntas: a ella no le interesan las apariqncias como medio de progresión social, sino por el poder que denotan, y por eso se pregunta sin conocer la respuesta: "¿Por qué hemos de· temer que se sepa, si nadie puede pedirnos cuentas?".

Macbeth está perdido, pero hace un último esfuerzo heroico por salvarse de la degradación a la que ella le fuerza, diciendo:

Paz, por piedad, Te.ngo todo el valor que un hombre debe; No hay más osado.

Son palabras breves, pero llenas de significado; especialmente dentro del amplio contexto de las imágenes de la obra. Da a entender que su propia definición de integridad y hombría es algo diferente del brillo de las opiniones de otros y del poder: es decir, que hay actos que son apropiados y otros no, y que se han de juzgar interna y no externamente. Pero Lady ,\1acbclh, encontrándose con esta rebelión inesperada, se lanza sobre el Mbestia" de su marido de manera salvaje, con su propia definición de hombría, como el valor de uhacer" lo que uno imagina, en lugar de verse "deshecho" por ello; aprovechar una ocasión de manera oportuna es propio de un hombre:

Cuando osásteis proponerlo, hombre fuisteis; Y para ser más de Jo que érais, Habríais de ser mucho más hombre. Ni el momento ni el lugar Eran entonces oportunos, pero vos los busc:ibais. l-Ian llegado, y sin embargo su oportunidad Os deshace ahora.

EQUIVOCO DE MACBETH, AMBIGÜEDAD DE·SHAKESPEARE 175

Lady Macbeth había dicho que vencería a su marido con el "coraje de su lengua~; pero con lo que en último término le vence no es con palabras de repulsión,sino con su reconocimiento instintivo del talón de Aquiles de su marido, lo que antes ella había llamdo su "leche de bondad humana", y que ahora in!erpreta siguiendo el tema del recién nacido en el soliloquio de Macbcth:

He amamantado, y conozco La ternura de amar al niño que de mí mama: Pero de sus tiernas encías, mientras me mira y sonríe, El pezón le arrancaría, Y los cerebros le aplastaría, Si hubiera jurado hacerlo como Como vos habéis jurado esto.

La breve rebelión deMacbeth contra su mujer, que culmina en esa definición suya de hombría que tanto Je enfurece a ella, se asentaba en Ja imagen del bebé. El momento más vulnerable de Macbe!h es cuando empieza a pensar por sí mismo, ya que su capacidad de pensar es recién nacida y está poco desarrollada, y la pasividad habitual en él le impide protegerla. La cruda imagen de infanticidio que pinta Lady Macbelh la toma él (y esa era la intención de e!la) como un ataque a su alma infantil, donde su n1anto de equívoco se vería rasgado por el cuchillo de ella. Se siente paralizado, aterrado, por lo que él llama el "impávido temple" de su mujer, su pseudomas­culinidad. Usando palabras de admiración -Mengendra varcnes sólo"- confiesa su subordinación a ella como bruja disfraz:ida de mujer y se somete a ser reclutado como su agente. De esta n1anera Shakespeare usa la ironía dramática y la ambigüedad poética r1ara llevar hasta su final las implicaciones del estado de indecisión de Macbeth-los orígenes de Ja umente enferma"-, que sin este pasaje podrían haber quedado oscurecidos entre las sombras del equívoco.

(iiÜ la vida en el c/austrnm !11acbelh ejecuta el asesinato en un estado de a!ucinaci6n, como

drogado, conducido por el puñal que cuelga ene! aire: "Voy, y ya está hechon. A partir de ese momento ya no es él mismo, carece de contacto interno, se siente mero agente o vehículo de la mente brujesca: "De conocer lo que he hecho, sería mejor no conocerme a

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mí mismo"(ll.ii. 72). !-la permitido a su mano convertirse c.n el "cuchillo" de Lady Macbeth, e inlenta separare\ yo det acto, el o¡o de la mano, postulado antes por él como modo de defensa ("que~\ ojo guiñe a la mano"), como si no saber o no ver lo qu~ cstab~' ha.c1:ndo pudiera de algún modo alejarle de las consccuenc1as del é~ito . Su más sincero comentario en público durante la consternac16n que sigue al descubrimiento del asesinato es: ~ru~ ~na noche dura"¡ pensando en Ja vana esperanza de que los senum1entos desagrada­bles 1,asarán, lo mismo que "Al más duro de Jos días le llega su momento y hora final". Y es cierto que en ese estado perturbado en que se encuentra poco después del asesinalo aú~ es_ capaz ~e expresar de manera inconexa, pero poética, su conoenc1a del dano que su "mano" ha infligido a su mundo interno:

esta mano mía El mar multitudinario encarnado harán El verde, rojo lo tornará. (Il.ii.60-2)

La variedad de Ja vida e sugerida en el polisílabo "multitudinario") queda impregnada en todos sus aspectos por el término yuxtapuesto "encarnado", y los monosílabos "esta mano mía" ("Ibis my band') reforzados por el "verde rojo" c~greenonered''.)(evocandoel "hecho­hecho-hccho~ ("done-done-done" presenle a lo largo de toda la obra). En lugar de darle un refugio en un bajío lejos de los mares de Ja eternidad, la mano que quisiera repudiar reduce todo su mundo a una funesta monotonía. Las voces le gritan que "!\1acbeth ha matado al Sueño/ al inocente sueño", la fuente sueños fructíferos. Ya oía suficiente evidencia de denlrO de sí mismo que confirmaba el significado destructivo del asesinato para él mismo, pero a partir de ahora se ve acosado por los síntomas: los "sueños terribles", las alucinaciones, el miedo indescriptible, la envidia de los muertos Y la obsesión por estar a salvo:

!'-tás valdría con los muertos estar, a quienes, para ganarnos la paz, a Ja paz eterna enviamos, que sobre esla tortura de !a men\c yacer en continuo estremecer (lll.ii.19-22)

I-la hecho de su mente un lecho de tortura en el que tiene que

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yacer. Lady Macbcth le ha pinchado para que "fije su coraje en el cintadero", en el cuerpo de Duncan¡ ahora ya no puede vacilar, pero se encuenlra cogido en una secuencia repetitiva buscando otros cintaderos para su "miedo":

Existir así es un nada, sin estar así seguro: El temor a Banquo lo llevo profundo, ~n Ja realeza de su naturaleza reina algo que inspira temor: es valiente, Y tiene junto a ese intrépido espíritu sabiduría que guía su valor Para obrar de modo seguro. (IIl.i.47-53)

Empieza ahora l\1acbeth a obsesionarse por su falta de herederos: el "yermo cetro en su puñon. Según nos moslró Shakespeare en sus imágenes, el asesinato de Duncan tuvo para Jos Macbeth el significa­do psicológico de infanticidio, incluido el senlido de asesinato del pensamiento y del sueño restaurador de la mente: aquel acto mató toda posibilidad de creatividad en su relación, y de desarrollo futuro. En ese sentido, no tiene cien.amerite herederos; y sin embargo ~1acbeth no ve eso, y la "profanación" de su mente tiene para él un significado diferente: "Para la progenie de Banquo he profanado yo mi mente ... Para hacerlos reyes,¡la semilla de Banquo reyes!". los herederos de Banquo parecen evidenciar su innata "realeza" y "sabiduría", pero estos conceplos han tomado ya un significado corrompido, pues están ligados a saber cómo "obrar de modo seguro". Un rey verdadero es un rey "seguro", que se aseguro. su descendencia: no en el sentido de un futuro con desarrollo, sino de control del futuro; sus herederos son sus guardaespaldas, garanLí~ de seguridad por el precio de un poco de proíanación. A ~1.acbeth n-o le persigue el remordimiento, ni siquiera la culpa (todavía no), sino una sospecha de consumidor de que le han engañado con una realeza falsa: ha pagado el precio marcado, enlregado su "joya eterna" al uEnen1igo común del hombre" y le han dado mercancía dai"'iada, con dispositivos de seguridad defectuosos y sin garantía.

Su reino de terror se inicia bajo el signo de una masiva operación de limpieza, ideada para rectificar su posición que es ªaún insegura". Yesla vez no habrá profanación, ni extorsión: será un lrabajo limpio. Seguridad y limpieza son ideales que concurren, y ambos son

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178 CLAUSTRU}..1

eufemismos de asesinato, dentro de la fantasía de que no se puede dejar ensuciar demasiado la corte con enemigos del rey. Pero esta vez f\.1acbeth se retrae ante la idea de usar sus propias manos. Para separar aún más al •ojo" de Ja ~mano" contrata a tres asesinos para que despachen a Banquo y a su hijo Fleance, creyendo ingenuamente que así puede abnegar de su responsabilidad: después, cuando se le aparece el espíritu de Banquo, rápidamente da como excusa que "No puedes decir que yo lo hice". Su fantasía requiere igualmente que los asesinos digan que lo hacen por sus propias razones porque, como él, han sido ofendidos. Usando el lenguaje del lirano ideológico, Macbeth les lanza una arenga sobre cómo Banquo es su odiado enemigo que les ha "doblegado hasta la lumba y convertido para siempre en mendigos"; no sólo deben malarle sino que licnen que qucrermalarlc, pare\ bien del estado y por amoral rey: un acto "cuya ejecución hace partir a vuestro enemigo" y ."os aferra ~ nues.lro corazón y nueslro amor" (III.i.104-5). El lengua¡c de la man1pulac16n política se basa en quilar valor a conceptos como "crecimiento", "amor" y "libertad". Usa ahora argumentos un tanto parecidos a los que µdy Macbeth utilizó antes para convencerle a él, y ellos responden como él anles: "Somos hombres, mi Señor", a lo que Macbeth contesta con su "catálogo" de hombres-canes:

Sí, en el catálogo figuráis como hombres; Lo mismo que el podenco, galgo, mestizo, de aguas, bas1ardo. raposero, de presa y el scmilobo, llevan todos El nombre de perros (III.91-94)

l'o.1acbeth les promete que el asesinato les alzará de la "última categoría humana"; pero, a diferencia de él, ellos tienen al nicnos la virtud de no tomarse por otra cosa Que Jo que son: matones que se juegan Ja vida dispuestos a ejecutar las sucias .órdenes ~el_ jefe. Intimidándoles a compartir•SU fantasía de lin1p1cza y fanseismo, Macbeth cae mucho más bajo que ellos. El equívoco se ha convertido para él no ya sólo en aquello tras lo que se oculta, sino en la manera de degradar sistemáticamente a otros.

La búsqueda de la "seguridad" adquiere las características d~ la ideologla política, arle falso u obsesionalidad fecal. Macbeth ~uie.re que su corona -su posición en la jerarquía- esté a salvo, limpia, perfecta. txige "nilidez" en el asesinato de Banquo, que quede

EQUIVOCO DE MACílETH, AMBIGÜEDAD DE SHAKESPEARE 179

"limado y sin chapuzas"; y al oír que Fleance ha escapado se siente atrapado por esta imperfección en el mármol que él es:

Ahí me llega un nuevo ajuste: a no ser por eso sería yo perfecto; entero como el mármol, seguro como la roca, Tan ancho y amplio como el aire que nos envuelve; Pero ahora estoy cogido, pillado, confinado, a1ado por Impertinentes dudas y temores. ¿Pero Banquo está seguro?

OII.iv. 19-24)

El espíritu de Banquovuelve en forma de alucinación vengadora, no con la fácil amenaza de la muerte (que sería una forma de seguridad y perfección), sino con la aterradora pesadilla de Ja desposesión, empujando a Macbeth para hacerse sitio a la mesa de modo que Je parece que ya no tiene dónde sentarse. Banquo eslá "seguro" en el sentido de que eslá mucno, pero su imagen no ha "partidon, no ha sido borrada. En lugar de haber hecho desaparecer a Banquo, es Macbeth quien se encuentra aplastado (cogidó, pillado, confinado) y evacuado luego a la inexistencia. Es presa de su propio equívoco en las idas y venidas del espíritu que responde a la invitación "a nuestro querido amigo Banquo-si presente estuviera". Cada vez que aparece el espíritu Macbeth encuentra su sitio (el lugar de Ja corona) ocupado por Ja sangrienta "corona" fecal del OJerpo mutilado de Banquo-los ~veinte asesinatos mortales en su corona" causados por las "veinte heridas abiertas en su cabeza". La solidez de esta aparición empuja literalmente a Macbelh "de su asientan. Es juslicia poética redoblada. En la ambigüedad contenida ·:!n el reproche de Lady Macbcth, Shakespearc aclara el nexo entre el "hacer'' (el acto del asesinato en la taquigrafia eufemística de esta obra) y el acto de defecar: "El hecho es que sobre un asiento pareces aposentado". Por unos momentos Macbeth se sobrepone al miedo y se cuestiona el lado metafisico de la situación.

un tiempo hubo En que, cuando los sesos salían, moría el ho.mbre, Y allí se acababa todo; pero ahora, surgen de nuevo, Con veinte heridas mortales en sus coronas, Y nos expulsan de nuestro asiento. Más extraño es ·~sto Que una muerte como aquella ... (III.iv. 77-82)

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180 CLAUSTRUM

Shakespeare hace una correlación poética entre lo "extraño"' de esa falsa intimidad con Banquo muerto y su falsa intimidad con Duncan muerto¡ desvela el verdadero carácter de su usurpación y "éxito", y por un momento l\1acbeth se encuentra perplejo, ya que no había imaginado (ni su mujer tampoco) que la "justicia imparcial" (retribución) fuera algo que surge de la propia conciencia. Sabían que existe el "remordimiento" que se puede "parar", pero no sabían que esa obstrucción traería consigo un mundo delirante. Lady Macbeth es la primera que nota acercarse la locura al ver a su marido tras el asesinato de Duncan, y luego cuando aparece el espíritu de Banquo, pero su única defensa es no "pensar" en los "hechos" porque "nos enloquecerán" (11.ii. 33); y es precisamente su incapacidad para pensar lo que precipita su locura. Sus "pensamientos" también han "muerto/ Con aquellos en quienes pensaban" (111.ii. 10).

El "asombro~ de MacbeLh ante la extrañeza de la siLuación es pasajero, "como una nube de verano~, ya que ni él ni su mujerlienen los medios para investigar su significado, puesto que sus comunica­ciones internas han sido "cortadas". Se dirige a las brujas, como un heroinómano a la aguja, para recibir una dosis más de Jo que sabe que le hace daño ("malditos todos los que se fían en ellas"), en busca de unseudoconocimicnto que le proporcione falsa protección contra el futuro:

pues ahora estoy decidido a conocer, Por los peores medios, lo peor. Anle mi propio bien, Todas las causas habrá de ceder: Esloy tan profundamente I.,Iundido en sangre, que aunque no entrara más adentro, El retorno sería tan duro como Ja ida. Extrañas cosas tengo en la cabeza, que a Ja mano quieren

[pasar, Y se han de realizar, sin ser antes examinadas.

(111.iv. 133-39)

La manera de argumentar de Macbeth se ha convertido en una serie de consignas triviales racionalizadas bajo el encabezamiento de la necesidad política y presentados cmomo la única conducta valiente en tiempos difíciles. l.J:abla de "lo peor" de manera equívoca, como si se fuera a enfrent.ar heroicamente a los más dolorosos hechos, disfrazando así lo que va implicado en "por los peores medios";

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simula tomar medidas desagradables "para su propio bien", disfra­zando la naruraleza de las ~causas que habrán de ceder"· usa la i~a~en del río de sangre (retórica política clásica) para ~apar el s1~n1ficado d.e la "i~a '.' ~s decir, cometer nuevos asesinatos-y para disfrazar la 1mpos1b1hdad del "retorno". Finalmente, las "exLrafias cosas" que tiene en la cabeza (como las ~extrañas imágenes de muerle" del campo de batalla), que hemos visto ejemplificadas en la escena del espíritu de Banquo, las hace pasar por ideas que insis1en en ser llevadas a cabo: "a la mano quieren pasar~, "se han de realiz1r~ -metáfora de venir al mundo usada como eufemismo de asesinato. Medi~nte esta pseudológica Macbeth engaña a su propia 3.1ma cor: la mentira de que está dispuesto a sacrificar su comodidad en aras de los intereses de la cosa política. l·lasta que esa1; "cosas" incómodas que tiene en la cabeza no hayan sido "realizadas", no puede "examinar" Ja información que contienen y formarse una idea global del eficaz funcionamiento del gobierno: predicciones fiables sobre el curso que los asuntos pueden y deben tomar. Este es el nuevo estado me?tal de M~cbeth cuando hace una nueva visita a las brujas. su mu1er ya no sirve para este examen mediante la acción (no vuelve a hablar con e!!a en toda la obra); lo que necesita ahora es accesc al ordenador central. Las brujas le dan la respuesta que busca, siguiendo su deseo de ser espoleado a continuar. Le muestran la línea de descendientes de Banquo, lo cual enciende en Macbeth la decisión de asesinar inmediata y automáticamerentc a todos los que encuentre a mano. que le recuerden que el cetro que empuña es yermo, una corona inestable:

A partir de este momento Los primeros frutos de m'i corazón serán De mi mano los frutos primeros. Y sin esperar a más, para coronar mis pensamientos con actos, lo pensado hecho

[será: Sorprenderé el castillo de Macduff; Tomaré Fifc; pasaré a cuchillo A su n1ujcr, a sus hijos, y a todas las desgraciadas almas Que descienden de su linaje. t-..'o son jactancias de idiota: este acto haré, antes de que se enfríe mi propósito: ¡No m~s visiones! (!V.i. 146-55)

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Para Macbeth, su falla de descendientes es la fuente de su inseguridad e impotencia, su fracaso en convertirse en rey verdadero y seguro. Para Shakcspeare es símbolo de sus deficientes procesos mentales. Usando la expresión equívoca "primeros frutos~, Macbeth iíJ.lplica que sí tiene en su ªcorazón" hijos mentales y que ha llegado el momento de que su posicióri sea confirmada por su "mano~¡ sus pensamientos han de ser "coronados con actos~. Sus rivales serán eliminados, borrados, sacados del escenario: "¡No más visionesr. Esca es !a equiparable respuesta que da a la "corona~ del espíritu de Banquo, como si contra esa fabricación fecal de su propio cerebro concebida como verdadero rey (con herederos) se tuviera que medir, para igualarle y suslituirle. En el sub-lenguaje de Macbeth, los Jugares ~limados y sin chapuzas~ en la institución real no son aquellos en los que ha habido asesinato, sino aquellos donde no se ha cometido, completado, llevado a cabo. Para que la coronación sea un proceso seguro, limpio y perfecto, hay que acelerarlo, hacerlo más eficaz ("sin jactancias"). No debe haber espacio alguno entre el impulso y la acción: "lo pensado, hecho será"; igual que el estribillo de las brujas mientras remueven la caldera: "Haré, haré y haré:". Shakespeare muestra con absoluta claridad cómo la falla de imaginación de Macbeth, bajo la égida de la omnisciencia, daña su capacidad de pensar y cómo el lenguaje del político del equívoco se convierte automáticamente en el del exterminador fascista.

(iv) Salida del claustrum Llegado este momento, en el cuarto acto de la obra, la fuerza de

Ja acción se ve frenada por dos episodios que representan ona pausa para poder pensar: uno es el hogar de Lady !11acduff, y el otro el de la corte monástica del rey inglés donde se están reuniendo las fuerzas rebeldes. Los golpes que sonaron a las puertas del castillo inmedia­tamente después del asesinato de Duncan Jo marcaron como un infierno de equívocos; a la vez que la llegada de ;o.·lacduff (que de manera significativa había quedado afuera cuando el asesinato fue cometido) marca el comienzo de un largo proceso de salida del claustrum para la mente de Escocia en su conjunto. Shakespcare presenta ahora un modelo completo de relaciones recíprocas ambi­guas, que a la vez que confirma el significado del clausLrum, describe el camino de salida. El interior del castillo de Macduíf representa el reverso de la femineidad perversa de J.ady f.1acbelh; es Ja imagen que

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del castillo de Macbeth se hicieron al principio Duncan y Banquo: un nido para pajaritos que abriga bajo su lecho a Jos herederos y la capacidad de crecimiento de que Macbeth está desposeído. Y la equí­voca llamada de !11acduff a las puenas del infierno encuentra un contraste poético en su abandono del hogar, dejando a su femineidad (como la leche de bondad humana que Macbeth abandona) despro­legida y abierta a la destrucción. En términos simbólicos, Macduff también se ve afectado por el ambiente prevalente de traición y ''éxi­to" egoísta: Macbeth paga cínicamente con su "joya eterna" y Jl1ac­duff, imprudentemente, con las vidas de su familia, pero al menos es­tá llamando a esas puertas desde fuera, no está aprisionado dentro como Macbeth -posición desde Ja OJal no es posible el r2tor­no-. Cuando vemos a Lady Macduff su marido ha huido ya para salvar su vida, y su primo Ross está a punto de seguirle, quedándose sólo unos momentos para disOJlpar la huída de Macduff calificándola de "sensatez"¡ que Lady Macduff, cortando por el medio el equívoco, diagnostica como "miedo":

¡Sensatez! ¿dejar a su mujer, a sus hijos, Su casa, sus títulos, en un lugar De donde él huye? No nos ama. Le falta el sentir natural¡ hasta el pobre abadejo, El más diminuto de los pájaros, lucha. Con sus crías en el nido, contra la lechuza. Es miedo todo, y amor no ha}'¡ (IV.ii. 6-12)

La única disOJlpa que Ross encuentra para la conducta de Macduff, antes de darse él también a Ja huida, es que en estos tiempos "somos traidores / Y ni a nosotros mismos nos conocemos", del mismo modo que l\1acbeth había decidido antes "no conocerse a sí ·mismo". De modo específico, es e! no reconocer su femineidad 10 que resulta en una masculinidad traidora y débil, que se refugia bajo Ja égida de Ja mente brujesca y perversa. Coleridge veía en !a domes­ticidad de esta escena un respiro para el ambiente del resto de Ja obra, a pesar de su violento final; y es también un respiro por su lenguaje llano y su rechazo del equívoco. La conversacj6n entre Lady Jl.1acduff sobre qué es y c6n10 se define la traición, es e! único diálogo inteligente de 1oda la obra. Lady Macduffhabla con ambigüedad, pero sin equívoco, sobre el desconocido sino de i:u marido, dejando que

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su hijo interprete sus palabras según su cn.Lender -que resulta ser que su .padre no está realmente umuerto", y que si su madre no llora realmente por él es signo de que pronto le dará otro padre (mejor). El ~sesinato del niño sobre la escena, delante de su madre, es paralelo a Ja imagen del infanticidio expresada por Lady Macbct.h, confirman­do así su subyuacente significado de ataque a la imaginación y al crecimiento mental.

La imagen es un paralelo, pero también reverso y revelación en la concepción general del drama como historia de una mente, puesto que est.a vez el significado del ataque a la femineidad y al mundo interno le llega a Macduíf en forma de dolor íntimo. Macduíf nunca ha estado aprisionado en el claustrum: ni en el castillo, ni en el salón de recepciones, ni en la ceremonia de coronación de Scone, ni siquiera en la sala de su propia casa; ha sido siempre una figura que se mantiene al margen, que nunca está presente en el usuceso", en el momento asesino. A diferencia de Maébeth, él no es presa de Lady I'11acbelh cuando ésta se enfrenta al concepto de infanticidio (en la segunda parte de la obra ella está, de hecho, incapacitada). Lo que hace Macduff es situarse bajo la estricta supervisión moral de! rey inglés, sometiéndose a un examen de traición conducido por Malcolm, el hijo de Duncan. La corte inglesa, con su ambiente santo Y religioso, es una especie de monasterio, dedicado a curar la misteriosa enfermedad conocida como "El mal de reyn --que, en·ei conlexto de la obra, equivale al mal de la ambición ciega. Aparece por primera vez la figura de un "Doctor". La corte inglesa, no es un lugar de pensamiento creador y valen tia in1aginativa, sino de piadosa circunspección, nunca tentada a poner "confianza absoluta" en alian1.as políti<.:as, confianza que perdió al rey Duncan. Es un lugar donde los "demonios pintados" temidos por los "ojos de la infancia", Y de los que Lad}1 Jl1acbeth se burla, son lomados en serio, encarnados en los polílicos escoceses. El extraño y solemne examen de traición que 1\1alcolm hace a !11acduff tiene más aire de catecismo religioso que de realismo psicológico o político. Nadie podría realmente creer en la monstruosa encarnación de pecados mortales que Malcolm pinta como su propio retrato. Sin embargo, éstas son las condiciones necesarias para que el aspecto "¡\1acduff" de la mente reciba el mensaje de los últimos estragos causados por "i\1acbcth", y de la devastación que ha producido en su país natal interno ("no muestra sino nuestra tumba"). El examen empieza recordando /\1alcolm a

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!11acduff que Macbeth "aún no te ha tocado"; es deciÍ, que no le ha dañado en lo íntimo. Y lermina cuando Macduff es "tocado": con la llegada de la noticia del asesinato de su familia, disolviendo ~sí la tensión de Jos espectadores durante toda esta escena. Shakespeare nos presenta los aconlecimientos de manera que uno parece precon­dición para el otro. Macduff pasa el primer estadio del examen y sólo tiene la preparación necesaria para el siguiente-para el cual la tutela de Malco\m ya no le sirve-, que consiste en el reconocimiento de su propio pecado, su responsabilidad por la muerte de su familia interna: "Macdufí pecador/ Abatidos todos por tu culpa" (lV.iii. 224-5). !11alcolm le dice: "desafíalo como un hombre", a lo cual Macduff responde:

Lo haré; Pero también como un hombre debo sentirlo;

con palabras que recogen y reparan el intento hecho antei: por Macbeth de deíinir su hombría y que Lady Macbeth había aplastado. La función de "sentir" recibe por íin reconociiniento explícito dentro del concepto de hombría. Macduff está ahora preparado a destruir a su alter-ego destructor, el "ave infernal" y •amigo de Escocia"; también él ha sido una especie de traidor y tiene que regresar para medirse con Macbelh cara a cara:

frente a frenle Ponednos a este enemigo de Escocia y a mí (IV.iii. 232-3)

En esta venganza cara a cara !\1acduff proporciona por íin alivio a !\1acbeth, el cual está en un eslado de desesperada nulidad, insensible a la esperanza o a! miedo, aprisionado por la delirante omnisciencia de la mente brujesca que, cree él, "conoce toda consecuencia morlal" (\1.iii.5). Este aprisionamiento se manifiesta en su incapacidad de ni siquiera esperar que la muerte sea posible para quien ha "vivido tiempo suficiente"; está atrapado en una especie de eterna "vejez" de maldiciones y odio. Una vez m:is, !1-iacduff Barna a !as pucnas del claustrum del equívoco, que ahora es el impregnable castillo de Dunsinane, y la muerte libera a su víctima. La rnente enferma de ~lacbeth se ve reílejada en la de su ~compañera de grandeza", su mujer, quien en su sonambulismo alucinado revive

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obsesivamente el primer asesinato. Incapaz de soñar, sus emociones reprimidas la persiguen en forma de venenos indigestos, manchas, como le pasaba a Macbeth OJando se Je presentaba Ja "corona" .sangrienta de! espíritu de Banquo:

¡Fue~a maldita mancha!. .. Tenebroso es el infierno. ¿No te !avergüenza, mi señor,

ser so1dado y tener miedo? ¿Por qué hemos de temer que se (sepa,

Cuando a nadie hemos de rendir cuentas? ¿Pero quién Hubiera pensado que el anciano pudiera 1ener tanta sangre? ... Aún huelo la sangre: en todos los perfumes de Arabia no habría aroma para esta pequeña mano ... A

!dormir, a dormir; golpean a la puerta. Ven, ven, ven, ven, dame la mano., No se puede deshacerlo hecho. A dormir, a dormir, a dormir.

CV.i. 34-65)

Lady Macbeth nunca supo que el infierno es una condición interna ·yno una lección de libro ilustrado; su valor era falso, resultado de su falta de imaginación. No podría imaginar las consecuencias que tendría invitar a Ja enfermedad mental a que la l!enara, sustituyendo la leche por hiel, poción de brujas. Cuando reprende a Macbeth diciéndole "un poco de agua nos limpia de este acto ... lávate ese agua sucia que tienes en la mano~, no podía concebir que las mentiras, en cuanto verdades asesinadas, envenenan literalmente la mente. El "anciano" lleno de sangre toma ahora venganza en su "mano" convertida en sucio testigo. Todas sus falsas suposiciones e irrefle­xiones recaen sobre ella en forma de "malditas manchas" -scnlimientos asesinados que esperaba poder expulsar o evacuar, pero que no puede metabolizar mentalmente. Su creencia simplista en el "pode;" se derrumbó cuando perdió su influencia sobre su marido y vio acercarse a ella la ªlocura", tan profunda como su pérdida de omnipotencia. Shakcspeare muestra que el lan alardeado coraje, estoicismo}' masculinidad de lady Macbeth no es sino un !ipo de estupidez que la incapacita cuando tiene que enfrentarse a acon­tecimientos de la vida real que no puede controlar; no sabe cómo .:ceptar la derrota de sus expectativas: lo único que se le ocurre es la manida frase "No se puede deshacer lo hecho". la idea delirante

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de controlar el futuro Je impide tener futuro alJ,runo. Sin embargo, en su aislamiento total y con el paso al remordimiento (Ja llave hacia una vida futura) aún cerrado, muestra una necesidad mayor que nunca de comunicación: la "pequeña mano" recuerda las palabras de Duncan a ella al entrar en su castillo; y en su invitación "a dormir" se puede ver un seguimiento de la llamada de quien "golpea a la puerta" hacia un lugar final de descanso.

,\1acbeth sigue atentamente su evolución reconociendo, aun sin entenderlos, todos los síntomas de su propio mundo interno en(er­mo, como demuestra con su pregunta al doctor, de una curiosidad poco habitual en él: "¿No podéis ministrar r.ada a una mente en­ferma?" (V.iii. 40). La ambigüedad del término "ministrar" demuestra que Macbeth entiende perfectamente que Jo que se requiere es un mi­nisterio de carácter religioso o "divino~ que no se puede dar como una droga o una dosis de espíritu de brujas, sino que "En estos casos I El paciente ha de administrarse su propia medicina~. Por eso grita: "Echad la medicina a los perros" y va a ponerse la armadura, pero ya ha dado señal de empezar a despertar de su inánime desesperación. Comienzan a penetrar en sus oídos los golpes a la puena. El primer signo ocurre cuando un joven sirviente le trae la noticia de que se acerca el ejército inglés. En el contexto de su parálisis mental total,

. una chispa del despertar del miedo cobra forma en Ja cara del muchacho, a quien fl1acbeth despectivamente llama "bobalicón de cara cremosa", "pálido como el miedo" y"cara de suero", calificativos de blancura que nos recuerdan la "leche" de bondad humana que él ha perdido. le dice: "llévate esa cara de aquí", mostrando su perturbación ante un posible contacto con su yo-niño escondido dentro de sí mismo, sin ser reconocido. Después, cuando lady J\1acbeth sigue la llamada "a dormir", y r-.1acbclh oye el "grito de las mujeres" que precede al anuncio de su suicidio, parece despertar un poco más de su apatía diciendo: "J-Iabía casi olvidado el sabor de! miedo~. El sabor del miedo trae una nueva esperanza de que después de lodo Ja muerte qui<'á sea posible, como lo ha sido para su mujer:

h1añana y mañana y mañana lentamente se deslizan de día a día I-Iasta la última sílaba del liempo conocido; Y todos nuestros ayeres han guiado a los necios

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En su camino hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, fugaz [candela!

La vida no es sino una sombra andante; un simple actor, Que en el escenario declama su parce de pavoneos y lamentos, Y nunca más se le vuelve a oír. Es un cuento contado por un bufón, con muchos gritos y furia, Pero que nada significa. 0f.v. 19-28)

El último soliloquio de Macbelh es un inspirado reconocimiento de lo que significa la ausencia de significado, al traducir poéticamente el espectáculo de su mujer sonámbula con la vela en el escenario, en términos de la vida como "sombra andante~, sombra que oculta también su propio sentimiento de no existir. Poco después, Macbelh empieza "a dudar del equívoco del diablo que miente como la verdad" 01.v. 43-4) y busca señales de su próxima liberación, empezando con el bosque de Birnam. Superficialmente hablando será vencido por el ejército, pero a nivel más real es un encuentro personal que para él tiene el significado de enfrentarse a las brujas del mismo modo que Macduff va a enfrentarse a él. Porque, a difererÍcia de la lota\ incomprensión de Lady Macbeth de los síntomas que la aíligen Ja muerte de Macbclh es, en esencia, una conversión religiosa a través de la persona de Macduff, su alter-ego. 1\unque de Macdu íf se pcdr'ía decir equívocamente que "no es nacido de mujer", la relación entre elles es esencialmente ambigua, dos caras de un mismo ser. De hecho, Macbeth, que es rr1ás fuerte en la lucha y empieza ganando, se rinde a 11acduff cuando éste se identifica a sí mismo de un modo que hace posible ia muerte de 1'11acbeth por !a imagen o la idea, y no la simple fuerza física. Mediante esla con­versión o~muerte", la mente de l\1acbeth-i'vlacduff emerge del daus­trum en un ambiente de piedad vengativa. El estado de Escocia, sobre el que ha intentado ejercer su omnipotente conLrol con consecuen­cias catastróficas, es entregado a ?.1alcolm, el heredero de Duncan, quien aunque correcta y estrictamente educado, no tiene la ingenui­dad de niño que su padre tenía. Los claustros de la corle ir.glesa le han enseñado a observar el mundo sin ser partícipe.

No hay aquí garantía de que ésta va a ser una solución profunda o permanente a los problemas de Escocia. Pare\ contrario, los valores y el ambiente del final de la obr,;, son inquietantemente parecidos a Jos que reinaban al principio. Una vez más Escocia es liberada de la

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garra de un traidor sanguinario y el linaje del buen rey Duncan es restaurado. Las mismas consignas sobre el honor y el valor emergen en el contexto de la batalla para justificar muertes innecesarias, •:orno por ejemplo la satisfacción del viejo Siward ante el hecho de que su hijo, muerto por Macbcth, haya sido herido por delante; "No merece más dolor;/ Dicen que murió dignamente y pagó su deuda n. Aparece la cabeza de Macbelh clavada en una pica, para que sea •reflejo y señal de su época", del mismo modo que l'l1acbeth había colocado la cabeza del "despiadado Macdonwald" sobre sus almenas. lla.nar a Macbeth "ave infernal" y a su mujer "diablo" puede ser una sa1isfac· toria explicación pública y servir para que la vida ordinaria vuelva temporalmente a su curso, pero con ello no se entra en la profundidad del problema, ni se curan las heridas de la mente. El poder milagroso del rey inglés, envuelto en sagradas profecías, sirve principalrnf!nte para apuntar un tema que Shakespeare explorará de maner::t inás profunda e imaginativa en sus obras posterio•es, especialmente en El cuento de invierno y que es la salida de la mente de su omnipo1encia paralizanLe mediante la acción de deidaGes creadoras internas, antiléticas a las brujas. Pero ése es un.paso p.:isterior, y entre tanto la marcha del bosque de I3irnam es casi una caricatura del resur;~irr1iento de las fuerzas buenas y verdes de la naturaleza --ejeinpio de ideología estática-; y el "doctor", presente tanto en la cort•! inglesa como en la escocesa, solamente dice que se •admira" del estado de Lady Macbeth, pero que nada puede hacer si el paciente no ''se administra su propia mediciana". Uno de los más importantes aspectos del logro de Shakespeare en J.facbeth es su dcmo~traci5n de que la •mente enferma" no puede realmente sera tendida por el ~yo" de! paciente; puede ceder su dominio a una parte más sana del yo, una parte buena, benigna y moral, pero no puede trasform~1rse y convertirse en parle útil e integral del futuro desarrollo de la personalidad a no ser que se establezca un modo más radical y resistente de pensamiento creador.