Clase 9 Horkheimer

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Clase Nº 9 La presente clase ha sido elaborada por Eduardo Grüner y Rodolfo Gómez exclusivamente para ser dictada en el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), en la Clase 9: “Dialéctica y política en Max Horkheimer’’, Abril de 2009. Av. Corrientes 1543 (C1042AAB), Ciudad de Buenos Aires, Argentina Informes: (54-11) 5077-8024 [email protected] Cómo citar: Grüner, Eduardo - Gómez, Rodolfo: ‘‘Dialéctica y política en Max Horkheimer.” [CLASE], en el curso: “La escuela de Frankfurt”. (Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, Buenos Aires, Abril 2009). Dialéctica y política en Max Horkheimer. Introducción En la clase anterior pudimos ver inicialmente cómo en cierto modo Adorno retomaba parte del pensamiento de Benjamin sobre todo en lo que respecta a cierta reformulación que hacía en -otro de los textos indispensables de la primera generación de la “Escuela de Frankfurt”- “La industria cultural” de algunas concepciones desarrolladas por este en un texto como “La obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica”. Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales PLED-CCC Página 1

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  • Clase N 9 La presente clase ha sido elaborada por Eduardo Grner y Rodolfo Gmez exclusivamente para ser dictada en elPrograma Latinoamericano de Educacin a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), en la Clase 9: Dialctica ypoltica en Max Horkheimer, Abril de 2009. Av. Corrientes 1543 (C1042AAB), Ciudad de Buenos Aires, Argentina Informes: (54-11) 5077-8024 [email protected]

    Cmo citar: Grner, Eduardo - Gmez, Rodolfo: Dialctica y poltica en Max Horkheimer. [CLASE], en el curso: La escuela de Frankfurt. (Programa Latinoamericano de

    Educacin a Distancia, Centro Cultural de la Cooperacin Floreal Gorini, Buenos

    Aires, Abril 2009).

    Dialctica y poltica en Max Horkheimer. Introduccin En la clase anterior pudimos ver inicialmente cmo en cierto modo Adorno retomaba

    parte del pensamiento de Benjamin sobre todo en lo que respecta a cierta

    reformulacin que haca en -otro de los textos indispensables de la primera

    generacin de la Escuela de Frankfurt- La industria cultural de algunas

    concepciones desarrolladas por este en un texto como La obra de arte en la era de

    la reproductibilidad tcnica.

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    Es sabido que Benjamin haba sido, por lo menos en parte, una suerte de maestro

    para Adorno, de modo tal que la concepcin adorniana de Dialctica negativa era

    fuertemente deudora de la idea benjaminiana de dialctica en suspenso. Sin

    embargo, tambin es cierto que es difcil explicar la nocin de dialctica negativa

    en Adorno sin tener en cuenta previamente ese otro oscuro, aunque clebre, texto

    que incluye a La industria cultural entre sus apartados como es la Dialctica de la

    Ilustracin.

    Texto que, cabe agregar dicho sea de paso, Adorno escribe con otro gran amigo suyo

    como Max Horheimer. Porque generalmente, cuando se cita ese escrito, muchas

    veces se tiende a decir: Segn indicaba Adorno en la Dialctica de la

    Ilustracin..

    Por eso nuestra clase de hoy versar sobre las concepciones tericas de ese amigo

    de Adorno llamado Max Horkheimer.

    Aunque intentaremos ver algunas diferencias presentes en estos autores, lo cierto es

    que focalizaremos ms bien en sus puntos en comn, sobre todo teniendo en cuenta

    que antes que Adorno es Horkheimer quien asume y desarrolla lo que denominamos

    en la primera de las clases de este curso el primer programa de la Teora Crtica.

    En tanto que fue bsicamente Horkheimer quien cambi la orientacin temtica (y

    en parte terica) del Instituto de Investigaciones Sociales (el denominado Institut fur

    Sozialfrschung) de la Universidad de Frankfurt, al asumir su cargo de director del

    mismo.

    Teora tradicional y Teora Crtica

    En trminos biogrficos varios de los libros que se han encargado de dar cuenta de

    la historia intelectual de la llamada Escuela de Frankfurt son coincidentes. El ms

    importante de estos, a nuestro juicio, los Orgenes de la dialctica negativa de

    Buck Moors, en tanto y en cuanto delimita su objeto (la dialctica negativa) desde

    el principio, termina haciendo hincapi sobre todo en la relacin en cierto modo de

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    discipulazgo entre Benjamin y Adorno, dejando en parte a un costado la obra de

    Horkheimer.

    Por el contrario, un texto como La imaginacin dialctica de Martin Jay, tiene

    como principal protagonista a un Horkheimer considerado como una suerte de

    padre fundador de toda esta tradicin intelectual.

    Como en Benjamin y en Adorno, tambin en Horkheimer debe considerarse de

    particular importancia la influencia de Hans Cornelius, aquel filsofo neo-kantiano

    de los aos veinte del siglo pasado que intent dar solucin en trminos empiristas a

    los conocidos dualismos planteados en el pensamiento de Kant. Tal como

    explicamos en la primer clase donde abordamos el pensamiento de Benjamin, esto

    en Cornelius implicaba recuperar una idea de sujeto como sujeto total, como

    sujeto viviente, donde confluan las caractersticas provenientes del orden del

    entendimiento (cientfico) como as aquellas provenientes del orden de la

    sensibilidad (esttica).

    Esta influencia digamos- reformulada de Kant por parte de Cornelius, llega a

    Horkheimer en un momento de bsqueda intelectual por parte de diferentes

    corrientes de izquierda.

    Segn detalla Jay en el libro mencionado, tanto Horkheimer como as otros

    intelectuales alemanes durante los aos veinte, se haban visto profundamente

    impresionados por el intento innovador respecto de la teora marxista que

    desarrollaron Lukcs y Korsch.

    En la cuarta clase de este curso explicamos que el intento de estos autores,

    desplegado como crtica frente al esclerosamiento (economicista, politicista,

    positivista) presente en los debates marxistas desarrollados en el seno de la Segunda

    Internacional, fue el de recuperar un marxismo dialctico donde estuviera a su vez

    presente la categora de totalidad. Dos elementos, la dialctica y la nocin de

    totalidad, provenientes de la filosofa hegeliana, lo que vali el mote tanto para los

    trabajos de Lukcs como para los de Korsch de marxismo hegeliano.

    Sin embargo, ya en los aos treinta del siglo pasado, con el ascenso poltico del

    nazismo, la perspectiva tanto emancipatoria como en parte optimista (respecto no

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    slo de las posibilidades de transformacin social sino al mismo tiempo de la

    expansin de la Revolucin Rusa al resto de los pases de la Europa occidental) que

    se desprenda de este tipo de teora haba sido echada por tierra. Se precisaban

    algunas modificaciones tericas que permitieran dar cuenta de este nuevo momento.

    Al momento de emergencia por estos aos del Instituto de Investigaciones Sociales

    de la Universidad de Frankfurt, el primero de sus directores, Carl Grnberg, dedic

    sus esfuerzos en una direccin que combinaba las investigaciones sobre historia del

    movimiento obrero y sobre economa poltica. Pero con la llegada de Horkheimer a la

    direccin del Instituto, tanto las investigaciones como el enfoque cambiaron.

    Horkheimer consideraba que para poder dar cuenta cabalmente de la emergencia

    del nazismo, la teora deba nutrirse de diferentes enfoques como as de diferentes

    disciplinas. Podra decirse que el enfoque marxista original deba combinarse con

    elementos provenientes no slo de investigaciones sobre economa poltica o sobre

    historia, sino que adems deban considerarse investigaciones provenientes del

    mbito de la sociologa, la epistemologa, la filosofa, la ciencia poltica y el derecho;

    pero todo esto deba nutrir tambin otras investigaciones sobre psicologa, ideologa

    y sobre un campo de batalla que en parte haba abierto Lukcs, la cultura.

    As, en un famoso discurso pronunciado por Horkheimer al momento de su

    asuncin en la direccin del Institut, titulado Las condiciones actuales de la

    filosofa social y la tarea de un instituto de investigaciones sociales1, comenz a

    plantear esta lnea programtica que Hnneth denomina marxismo

    interdisciplinario.

    Dentro de este discurso se encontraba en parte condensado lo que se denomin el

    primer programa de lo que luego se iba a conocer como la Teora Crtica, esto es,

    una concepcin terica donde, para dar cuenta en trminos materialistas y

    dialcticos del funcionamiento social (escapando por supuesto de aquellos elementos

    idealistas provenientes de la influencia idealista- de la dialctica hegeliana, como

    vimos presentes en Lukcs o Korsch), se incorporaran ciertos elementos

    materialistas presentes en la filosofa de Kant, otros del psicoanlisis freudiano,

    1 Citado en JAY, M., La imaginacin dialctica, Buenos Aires, Taurus, 1991, Cap.1, ppgs.58-59.

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    elementos tericos que permitieran explicar el funcionamiento econmico de la base

    material de la sociedad capitalista, elementos contenidos en las teoras sociolgicas

    de Weber y de Simmel (estos tambin presentes en la perspectiva de Lukcs), ciertos

    elementos provenientes de la crtica literaria y cultural, etc. El intento de

    Horkheimer era el de conservar el carcter crtico de la teora de modo tal que la

    misma tambin pudiera, por lo menos en trminos tericos, reclamar a posteriori

    cierta potencialidad prctica en un sentido emancipatorio.

    Esta postura contiene por cierto toda una programtica. No porque la teora

    debiera utilizarse, o ser til (una nocin la de utilidad- que desde el vamos

    Horkheimer y tambin luego Adorno criticarn abiertamente) en trminos de gua

    para la accin, sino porque justamente dicha teora podra ser utilizada

    crticamente a posteriori (no apriorsticamente) tanto en trminos morales como

    tico-polticos.

    Que la funcin de la teora no suponga tener que ser una gua prctica, no slo

    implica que la teora no pueda ser asimilable a la tcnica, sino que al mismo tiempo

    dicha teora se distancia de la perspectiva ciertamente hegeliana- que supone el

    procedimiento cognoscitivo que nos lleva a una identidad entre sujeto y objeto.

    Como vimos en clases anteriores, el modo de resolucin por parte de Kant de la

    polmica entre racionalistas y empiristas se sostuvo en los famosos dualismos

    entre sujeto-objeto, fenoumenon-noumenon, apariencia-cosa en s; mientras que

    Hegel, en su intento por resolver estos dualismos, postulaba un movimiento

    negativo-positivo de categoras que permitiera al sujeto cognoscente atrapar en su

    totalidad al objeto, construyendo en cierto modo una identidad (dialctica por

    cierto) entre sujeto-objeto.

    Si estuviramos hablando de Benjamin diramos que dicha identidad no puede

    constituirse, dado que en la Modernidad la experiencia del sujeto se encuentra

    empobrecida y por lo tanto resulta ya imposible el conocimiento del objeto como

    totalidad. En todo caso podra intentarse una arqueologa que permita

    reconstruir lo perdido, aunque esto se lleve delante de modo fragmentario.

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    Sin embargo, en Horkheimer (y tambin en Adorno, aunque en el razonamiento este

    sigue en gran medida muchas de las perspectivas de Benjamin) dicha posicin se

    sustenta en una idea un tanto escptica respecto de las posibilidades cognoscitivas

    del sujeto que este autor extrae de parte del romanticismo alemn y particularmente

    de Schopenhauer, aunque adems y no casualmente- en una crtica a las

    posibilidades de una identidad sujeto-objeto constituidas a partir de una filosofa

    de la conciencia como la de Hegel.

    Recuerden que para Hegel, era la dialctica el movimiento de categoras que

    contenan en s a su contrario, es decir, cuyo despliegue posibilitaba justamente

    el movimiento del conocimiento- la forma de conocer que permita la superacin de

    los lmites establecidos por los dualismos kantianos, una forma que estaba

    mediada por el accionar de una conciencia. Al final del camino dialctico podra

    decirse, el sujeto cognoscente, llegaba al conocimiento del universal (del concreto

    enriquecido), arribaba a una identidad entre sujeto-objeto. Pero esta identidad en

    Hegel presupona en ltima instancia la existencia de una suerte de conciencia

    pura o incontaminada que porta el sujeto del conocimiento.

    En este sentido es la de Hegel, tambin la de Kant, una filosofa de la conciencia,

    en tanto que son las determinaciones de la conciencia las que posibilitan el

    conocimiento, por eso es que luego los llamados jvenes hegelianos de izquierda,

    entre los que se encontraba tambin Marx, le criticarn ser una filosofa idealista.

    Frente a la posicin idealista, sobre todo en un texto como La ideologa alemana,

    Marx manifestar una posicin materialista, invirtiendo la lgica hegeliana y

    diciendo la ya famosa frase de que es el ser social el que determina la conciencia y

    no al revs. Y ms an, dir Marx que si ese ser social es el que determina la

    conciencia, no es posible la determinacin de una conciencia pura en la medida

    que el ser social es un ser atravesado por mltiples contradicciones materiales,

    aquellas inherentes al funcionamiento (contradictorio, antagnico) de la sociedad

    burguesa (que es ya para Marx una sociedad de clases en conflicto).

    Horkheimer asumir claramente esta posicin cognoscitiva materialista presente en

    Marx, ms all que algo de esto desde una visin notablemente ms pesimista y

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    sensiblemente menos materialista- se encuentra en Schopenhauer, aunque desde la

    sntesis entre este marxismo y la perspectiva cientfica de Freud, quien tambin

    afirmaba que no era posible pensar en la existencia de una conciencia pura en la

    medida que en la sociedad precisamente la represin daba origen al inconsciente.

    Podra decirse desde el vamos que la posicin terica de Horkheimer es un tanto

    escptica, sin embargo, lo que estamos intentando de demostrar es que

    concretamente la misma deriva del contexto histrico e intelectual del momento;

    esto es del contexto de los aos treinta.

    Tal como comentamos en la clase nmero 5 de este curso, cuando abordamos el

    pensamiento de Lukcs, fue por oposicin al marxismo de corte economicista o

    politicista de la Segunda Internacional y al marxismo de corte kantiano de autores

    como Max Adler u Otto Bauer que se desarroll en los aos veinte un tipo de

    marxismo que busc defender el retorno al mtodo dialctico y a una nocin de

    totalidad.

    Como explicamos, este marxismo, que puede encontrarse en los trabajos de Lukcs

    y de Korsch, caracterizado por sus crticos como marxismo hegeliano supuso la

    posibilidad de pensar el desarrollo de una conciencia revolucionaria del proletariado,

    esto es, una identidad entre el sujeto (revolucionario) y el objeto (la transformacin

    de la sociedad capitalista).

    Pero ya en los aos treinta, con el ascenso de Hitler al poder en Alemania, dicha

    tendencia al interior del marxismo no slo deba ser vista como demasiado optimista

    sino al mismo tiempo como poco materialista, en tanto y en cuanto el ascenso del

    nazismo supona en parte el apoyo de esas mismas masas proletarias que hasta

    haca unos pocos aos haban sido la encarnacin indiscutible del sujeto histrico

    y revolucionario- de la transformacin socialista.

    Por eso el planteo terico de Horkheimer deba mostrarse equidistante de las

    variantes puramente economicistas o politicistas (sean estas catastrofistas o

    evolucionistas), o bien kantianas o hegelianas presentes dentro de la tradicin

    marxista. Porque la tradicin crtica dentro del marxismo no poda recaer en

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    posiciones subjetivistas de corte kantiano como tampoco en otras objetivistas, sean

    estas economicistas o hegelianas.

    Ubicndose dentro de una perspectiva materialista, deba el marxismo en cambio,

    en la ptica del programa que indirectamente Horkheimer haba desarrollado en el

    mencionado discurso de asuncin del cargo de director del Instituto, dar cuenta en

    concreto del funcionamiento ideolgico de una sociedad capitalista liberal que

    haba cambiado notablemente sus caractersticas, bien descritas por Marx en El

    Capital. Y en tal sentido deba combinar el estudio emprico concreto de estas

    nuevas caractersticas, tanto en el plano estructural como en el subjetivo, con la

    crtica independiente a estas nuevas caractersticas presentes en este nuevo

    capitalismo.

    Tenemos entonces aqu articulados dos momentos de lo que luego ser el primer

    programa de la llamada Teora Crtica. Un momento emprico que permitir dar

    cuenta en trminos concretos del funcionamiento de la sociedad capitalista de los

    aos treinta en un sentido estructural e ideolgico y un segundo momento que

    podramos denominar normativo o con mayor precisin de crtica tico-moral,

    aunque algunos autores y traductores denominan a este momento de crtica

    eudemonista (sobre todo para diferenciar la propuesta de Horkheimer de lo que

    sera una crtica moral universalista, formalista y deontolgica- en el sentido

    kantiano). Volveremos a posteriori sobre este punto.

    Afirma Hnneth en un texto que trabajamos en la clase inicial del curso, que el

    primero de estos momentos remite dentro del primer programa de la Teora

    Crtica- a la necesidad de articular distintas disciplinas para dar cuenta de una

    nocin de totalidad concreta (aunque expresada en diferentes momentos) del

    funcionamiento de la sociedad capitalista. Lo que constituira para este autor una

    propuesta materialista interdisciplinaria, en tanto que combina una teora

    proveniente del campo de la economa poltica, otra del campo del psicoanlisis y la

    psicologa social y por ltimo una teora de la cultura de masas.

    Como explicamos previamente, el paso del capitalismo librecambista basado en la

    pequea propiedad- a un tipo de capitalismo monopolista se explica a partir de la

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    tesis del capitalismo monopolista de Estado que desarrolla Friedrich Pollock, y que

    supone un fuerte impacto de este cambio estructural en la estructura de poder de la

    familia nuclear patriarcal. En tanto que el pater familiae burgus, en la medida

    que el desarrollo de la competencia implica la absorcin de las pequeas

    propiedades aquellas que pierden en la competencia regulada por el mercado- por

    grandes propiedades monoplicas, deja de ser propietario y ve socavada su

    autoridad familiar; dicha autoridad se proyecta al interior de una cultural de masas

    caracterizada por la anomia y susceptible de ser conducida por un lder

    carismtico (en la conocida tesis de Erich Fromm sobre la emergencia de la

    personalidad autoritaria). Puede verse en toda esta explicacin un intento de dar

    cuenta de la emergencia no slo de una nueva forma de funcionamiento del

    capitalismo, sino tambin del impacto de una modificacin estructural de esas

    caractersticas en la formacin de la personalidad y en el funcionamiento de la

    cultura de masas.

    La articulacin de estas explicaciones permita a Horkheimer dar cuenta

    concretamente de la creacin de condiciones para el surgimiento y la consolidacin

    del fenmeno nazi.

    Epistemolgicamente hablando podramos decir que esto permita interpretar a

    dicho fenmeno como una totalidad, sin embargo, la explicacin no dejaba de

    articularse a partir de una serie de teoras e hiptesis particulares. Lo que marca

    una tensin terico-epistemolgica entre la nocin de totalidad (explicativa,

    materialista) y la explicacin sustentada en disciplinas particulares; algo no del todo

    casual si se tiene en cuenta que esto puede condecirse con la crtica a la hegeliana

    perspectiva de la identidad.2

    Pero donde puede observarse de una manera ms clara esta tensin, en tanto y en

    cuanto que ya se ve ms claramente el alejamiento de Hegel, es en el que

    denominamos segundo momento, normativo o tico-moral; ya que all, una vez

    2 Algunos autores incluso reafirman esta tensin en trminos de que no puede pensarse el programa de Horkheimer como uno interdisciplinario sino ms bien en trminos puramente negativos- como una antidisciplina. A nuestro juicio esta interpretacin, sobre todo en este momento terico, no es del todo correcta para el caso de Horkheimer, aunque s pudiera ser considerada as en un Benjamin o a posteriori en Adorno.

  • En Lukcs, en Korsch y en el marxismo hegeliano anterior puede encontrarse cierta

    coincidencia con el primer momento emprico del valga la redundancia- primer

    programa de la Teora Crtica, ya que sta al intentar dar cuenta de los procesos de

    integracin social y de alienacin propios de la sociedad capitalista tarda (que a

    la vez crea las condiciones de posibilidad de emergencia del nazismo), traza una

    lnea terica coincidente con la notablemente hegeliana- nocin de cosificacin de

    la conciencia desarrollada por el filsofo hngaro.

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    incorporado el primer momento emprico, es donde nos encontramos con la

    fundamentacin de la praxis crtica.

    Sin embargo, la coincidencia termina aqu porque en un sentido hegeliano el

    hngaro como ya vimos- propone una salida al proceso de cosificacin de la

    conciencia (por lo menos en un texto como Historia y conciencia de clase) a partir

    de la mediacin de la organizacin poltica, que es la encargada de intervenir a partir

    de la conciencia atribuida intentando provocar la identidad entre el sujeto de la

    transformacin y su conciencia.

    El momento histrico, de los aos treinta del siglo pasado, indicaba que dicha

    identidad estaba muy lejos de corroborarse, entre otras cosas porque

    empricamente poda comprobarse que los procesos de integracin social

    desplegados en el seno del capitalismo tardo funcionaban exitosamente, sobre todo

    con ese sujeto de la transformacin que era el proletariado.

    Si se observaba la cooptacin del proletariado por parte del nazismo y a travs de

    este de todo el sistema capitalista- de qu manera sera posible reconciliar

    teora y praxis?

    Definitivamente no a travs del accionar del partido, que como poda verse haba

    fracasado estrepitosamente en el intento de introducir desde fuera la denominada

    conciencia atribuida del proletariado. Tambin porque adems para Horkheimer ya

    poda vislumbrarse con cierta claridad que el proceso desarrollado en la URSS de

    construccin del socialismo en un solo pas no conduca a un tipo de sociedad

    donde pudieran coincidir libertad e igualdad.

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    Este punto de vista del anlisis de Horkheimer tiene dos consecuencias. Por un lado

    nos informa que desde su perspectiva, se trate de la sociedad capitalista tarda o de

    la sociedad sovitica, el proletariado no encarna ya al denominado sujeto de la

    transformacin. Por el otro indica que en la medida que el proceso de cosificacin

    y de cooptacin se observa en todas las sociedades contemporneas (capitalistas o

    no capitalistas) no puede derivarse entonces, a diferencia de lo que afirma Lukcs,

    del despliegue del fetichismo contenido al interior de la forma mercanca. Ms an,

    en Lukcs era la forma mercanca (y el fetichismo que portaba) la que determinaba

    la organizacin tcnica (burocrtica) que se observaba en las sociedades capitalistas

    imperialistas.

    Pero en Horkheimer, que en esto est siguiendo a Pollock, es la organizacin

    tcnico-burocrtica presente en cualquier forma de capitalismo de estado sea este

    occidental u oriental- la que determina el funcionamiento del conjunto de las esferas

    de funcionamiento social e incluso- la que condiciona la propia estructura de la

    personalidad.

    As, en la perspectiva de Horkheimer, tambin el accionar de la masa proletaria se

    encuentra atravesado por la lgica de funcionamiento de una racionalidad de tipo

    instrumental (la racionalidad tcnica), por lo tanto a la vez es poco probable desde

    esta otra entrada terica- algn tipo de identidad entre sujeto y objeto. En

    trminos cognoscitivos, esto tambin es posible en la medida que lo que se observa

    ideolgicamente hablando es el triunfo de la racionalidad instrumental, utilitaria,

    no solamente en las prcticas del proletariado sino adems en la esfera de la

    ciencia.

    Un triunfo que define como el de una teora tradicional, esto es, una teora que,

    como la tradicin, defiende el status quo. Y es frente a esta que se erige la

    capacidad de una Teora Crtica del funcionamiento social.

    Pero esa capacidad emancipatoria presente en la Teora Crtica no supone no

    puede suponer por las razones antes expuestas- la crtica tendiente a retomar la

    problemtica de la identidad (sujeto-objeto), sino que por el contrario remite a la

    posibilidad de autonoma crtica del intelectual, del terico-crtico, no slo frente al

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    conjunto del funcionamiento social sino tambin frente a las masas que han sido

    cooptadas por la racionalidad instrumental y por el sentido comn del triunfo de la

    teora tradicional.

    Estamos ya en el segundo momento antes planteado. La crtica no puede

    presuponer ya la bsqueda de una imposible- toma de conciencia proletaria sino

    la crtica de la propia racionalidad instrumental, la crtica de las prcticas

    proletarias y la crtica de la teora tradicional. La dialctica no es ya entre capital

    y trabajo sino entre teora tradicional y teora crtica.

    El eudenomismo del viejo Horkheimer

    Para el ms conocido de los miembros de la segunda generacin de la Escuela de

    Frankfurt, Jrgen Habermas, este cambio en la concepcin dialctica implicaba un

    primer giro idealista de la Teora Crtica. Sin embargo, el propio Habermas

    presupone tambin este giro cuando afirma que en el capitalismo tardo es el

    conocimiento el que se ha transformado en una principal fuerza productiva.

    En efecto, uno de los principales problemas que presenta esta posicin es una fuerte

    tensin entre lo que sera una lgica totalizadora a la hora de pensar el

    funcionamiento de la racionalidad instrumental y una lgica fragmentaria a la

    hora de pensar los procesos emancipatorios que podra encarar una teora crtica.

    Otra tensin manifiesta con la perspectiva de Hegel.

    Habamos visto que para un autor como Horkheimer, y dados los acontecimientos

    histricos desarrollados durante los aos treinta, no era posible sostener una

    posicin materialista que derivase sus presupuestos directamente del pensamiento

    hegeliano, lo que a la vez implicaba una distancia respecto del marxismo de Lukcs.

    Ahora bien, esta perspectiva no supona el abandono por parte de la Teora Crtica

    del uso del mtodo dialctico, o de cierta nocin de totalidad.

    Ambos elementos quedan entrelazados en lo que dimos en llamar unos renglones

    arriba el segundo momento.

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    El momento- primero representaba el intento de dar cuenta (con la incorporacin

    de toda una serie de disciplinas empricas a la perspectiva materialista) en trminos

    concretos del funcionamiento de las sociedades capitalistas tardas, observando la

    expansin de la organizacin tcnica al conjunto de las esferas de funcionamiento

    social. Lo que implicaba tener presente una nocin de totalidad. Pero dicha nocin

    no poda considerarse en un sentido positivo, como podra haber sostenido Hegel,

    sino en uno negativo; ya que la expansin de la racionalidad tcnica no resultaba

    un progreso histrico o un avance que conduca a la emancipacin social; la

    totalidad era as una falsa totalidad.

    Por eso, ya en el segundo momento, la nueva negacin de esa falsa totalidad no

    conducira necesariamente para Horkheimer a un resultado progresivo o

    emancipatorio. Eso slo ser posible en la medida que pueda establecerse algn

    escape que no conduzca nuevamente a una racionalidad instrumental o tcnica.

    Y es aqu donde puede vislumbrarse entonces la tarea de la Teora Crtica.

    Dicha tarea no consistir en ser una suerte de gua para la accin prctica del

    proletariado, pues este como se comprueba empricamente- acta a travs de una

    racionalidad instrumental, sea en trminos sindicales o sea en trminos polticos

    (tal como sucede en los pases donde se ha impuesto el modelo sovitico), tampoco

    en ser una gua prctica para la tarea del partido porque tambin este en su afn

    de conservar y conservarse en el poder- acta instrumentalmente.

    Podra decirse que ideolgicamente hablando en un sentido marxista por supuesto-

    es claro que lo que ha triunfado es la racionalidad instrumental, y eso en la esfera

    de la ciencia puede verse a partir del modo de funcionamiento de la teora

    tradicional, y es por eso que la Teora Crtica deber enfrentarla con todas sus

    fuerzas. Ni a travs de un proletariado que acta como dijimos instrumentalmente

    ni a travs de un partido que despliega sus acciones en el mismo sentido, sino a

    travs de la figura de un intelectual que situado fuera de la instrumentalidad

    despliega su crtica ante la falsa totalidad.

    La crtica, as expresada, no conduce entonces a una toma de conciencia, a la idea

    de un sujeto para s, sino al mismo ejercicio de una crtica transformada en el

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    centro de la escena. Y si bien esto, como plantea Habermas, puede comprenderse

    como un giro idealista que conduce a una mera discusin terica o retrico-

    enunciativa, tambin puede verse como una tentativa de saltar por encima de una

    filosofa de la conciencia y de una dialctica que en su sentido progresivo siempre

    conduce a un final feliz.

    Ciertamente que an el gusto que Horkheimer profesaba por Schopenhauer, lo

    distanciaba de semejante optimismo; pero este tampoco era pensable en aquellos

    aos treinta europeos donde el fascismo haca su entrada triunfal.

    En ese sentido era que la crtica poda considerarse el ltimo refugio frente a la

    racionalidad instrumental, entre otras cosas porque adems permita pensar en una

    accin indeterminada de los sujetos que estaban en el mundo, y que esta no

    fuera necesariamente irracional. Si la dialctica no tena, tal vez como en Hegel, un

    final feliz; poda a la vez conservar una tensin que la tornaba an posible en tanto

    crtica.

    No supona esto un retorno a los dualismos kantianos, tampoco la postulacin de

    una dialctica a la Hegel, tampoco la idea de que fuera posible recuperar la

    identidad sujeto-objeto, pero tampoco un regreso al perdido reino de la

    naturaleza ni a una nueva totalidad (plausible para Horkheimer de tornarse

    totalitaria). Tampoco se trataba de una teora sin praxis sino ms bien la postura

    de que justamente desde el refugio de la teora podan todava conservarse ciertas

    potencialidades prcticas, imposibles de ser desplegadas en ese presente.

    El problema fue que este escepticismo directamente se transform en desazn en

    unos pocos aos, sobre todo porque el avance del nazismo supuso lisa y llanamente

    la necesidad para Horkheimer y para la gran mayora de los miembros de la

    Escuela de Frankfurt- del exilio en los Estados Unidos.

    No abundaremos sobre datos biogrficos o bien sobre ancdotas relativas a la vida

    de estos autores en el exilio, aunque s comentaremos porque es de la mayor

    importancia para comprender las posturas tericas de los mismos- que el mismo

    supuso una nueva experiencia de vida para ellos. Y no precisamente una

    demasiado gratificante.

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    Por cierto que el exilio en los Estados Unidos implic la huda de una muerte

    prcticamente segura tngase en cuenta que la gran mayora de los de Frankfurt

    eran judos adems de marxistas- y por lo tanto la mejor salida posible; sin

    embargo a la vez supuso el desarraigo de una tradicin cultural como la europea.

    Cuestin que se torn decisiva en la medida que a lo que se dedicaban los

    frankfurtianos eran a disciplinas sociales como la filosofa, la sociologa, o la

    psicologa.

    Salvo en este ltimo caso, donde por poner un ejemplo tanto Fromm como

    Betthelheim (en el campo de la psicologa, la psicoterapia o el psicoanlisis)

    encontraron sendas posibilidades de desarrollar sus investigaciones, en el resto de

    los autores que nos ocupan los vnculos y las inserciones laborales fueron por lo

    menos hasta los aos sesenta- ms que problemticas, ms an teniendo en cuenta

    el auge del macarthysmo durante los cincuenta y parte de los sesenta.

    En ese clima intelectual, que por cierto repercuta de un modo notable en el

    conjunto de la esfera cultural, no poda encontrarse extrao que tanto Horkheimer

    como Adorno observaran un signo de la decadencia espiritual de todo occidente.

    Las promesas de emancipacin, conocimiento y bienestar contenidas en la tradicin

    de la Ilustracin se haban hecho aicos, y eso no slo se observaba en una Europa

    invadida por el fascismo, el nazismo y el estalinismo sino tambin en las sociedades

    burguesas democrticas y capitalistas, que eran tambin unas sociedades

    administradas.

    El pronstico hablaba nuevamente del triunfo ineluctable de una racionalidad

    instrumental que se haba impuesto tambin a las posibilidades emancipatorias de

    una teora que hasta entonces se crea todava crtica. Como tanto Adorno como

    Horkheimer expresaban en 1944 (cuando todava no haba concluido la Segunda

    Guerra Mundial) en el famoso prlogo a la Dialctica de la Ilustracin, escrito en la

    ciudad de Los Angeles, USA:

    A pesar de haber observado desde haca muchos aos que en la actividad cientfica

    moderna las grandes invenciones se pagan con una creciente decadencia de la

    cultura terica, creamos poder guiarnos por el modelo de la organizacin

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    cientficaLos fragmentos recogidos en este volumen demuestran que hemos debido

    renunciar a aquella feen la fase actual de la civilizacin burguesa ha entrado en

    crisis no slo la organizacin sino el sentido mismo de la cienciaSi los obstculos

    fueran solamente aquellos que derivan de la instrumentalizacin inconsciente de la

    ciencia, el anlisis de los problemas sociales podra vincularse con las tendencias

    que estn en oposicin a la ciencia oficial. Pero tambin estas han sido embestidas

    por el proceso global de la produccin y no han cambiado menos que la ideologa

    contra la cual se dirigan.3

    Si todava en los aos treinta Horkheimer postulaba an las posibilidades de

    resistencia frente a los embates de la racionalidad instrumental desde las propias

    capacidades de una teora crtica reducida en sus potencialidades prcticas, ya en

    el exilio de los cuarenta tanto como Adorno- llegar a la conclusin que esas

    posibilidades se haban esfumado.

    De la dialctica entre una teora tradicional y una teora crtica se haba pasado a

    una completa dialctica del conocimiento en las sociedades capitalistas tardas,

    aunque por otro lado esa dialctica tuviera en cierto modo un punto de origen en el

    pasado, en los grmenes de una razn ilustrada (rastreada incluso en los escritos

    griegos de su etapa clsica y ejemplificados por Adorno y Horkheimer en los

    escritos homricos) que se constitua en una suerte de segunda naturaleza. El

    devenir de la humanidad desembocaba entonces en la actualidad en una dialctica

    de la Ilustracin (ms que de un iluminismo mucho ms acotado temporalmente).

    Porque an las potencialidades emancipatorias de la Teora Crtica, y ms an

    luego del siniestro pacto de fines de los aos treinta entre Stalin y Hitler, se haban

    visto echadas por tierra en la medida que estaban ya subsumidas en una

    racionalidad instrumental.

    Lo mismo suceda con una esfera del arte cosificada por el fetichismo de la

    mercanca y transformada en una mera y repetitiva industria cultural. Y ni

    siquiera en el mbito privado, donde quiz todava fuese posible sostener cierto

    imperativo categrico moral, se vislumbraba alguna posibilidad de resistencia,

    3 Cfr. ADORNO, T. y HORKEIMER, M., Dialctica del Iluminismo (aunque la traduccin correcta del ttulo hubiera sido Dialctica de la Ilustracin), Mxico, Sudamericana, 1997, Introduccin, pps.7 y 8.

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    porque el despliegue de la racionalidad instrumental haba promovido tal proceso de

    cosificacin de las conciencias an de una conciencia prctico-moral- y de

    objetivacin de las relaciones sociales que no poda observarse ninguna otra

    perspectiva que no sea el cinismo.4

    Desde otra serie de razonamientos y observaciones, y extrayendo otras

    consecuencias tericas (mucho ms escpticas por cierto), se arribaba a las mismas

    conclusiones a las que haba llegado en su momento Benjamin: la exacerbada

    pobreza de la experiencia moderna que supona la virtual desaparicin del sujeto en

    la multitud.

    Tanto Horkheimer como Adorno observaban con la ms absoluta preocupacin lo

    que consideraban el hecho del sepultamiento de la subjetividad moderna a partir

    de la expansin de la racionalidad instrumental en la cultura de masas.

    La respuesta del Adorno de los aos sesenta frente a esto fue por un lado el refugio

    en una perspectiva filosfica que no pudiera ser invadida por la racionalidad

    instrumental, la dialctica negativa, y en una concepcin artstica que se

    preservara autnomamente frente al despliegue de una cultura de masas

    mercantilizada.

    Podra decirse en cierto modo- que en cambio la principal preocupacin de

    Horkheimer era una preocupacin moral, esto es, una preocupacin por el destino

    del sujeto en las complejas, burocrticas e instrumentalizadas sociedades

    tardocapitalistas y del llamado socialismo real.

    Una preocupacin que no era sin embargo moralista, ni siquiera moral en un

    sentido kantiano, porque lo que le preocupaba a Horkheimer era recuperar a un

    sujeto que deba ser comprendido en su totalidad. Si bien se conserva el

    presupuesto de la subjetividad kantiana, la misma no est expresada de modo

    escindido sino como totalidad, algo que pareciera remitir a la resolucin hegeliana

    y que sin embargo, se parece mucho ms a la postulacin de Cornelius. Se trataba

    4 No es casual que en el segundo Excursus de la Dialctica de la Ilustracin, donde se aborda la problemtica de la esfera de la moral, los autores enfrentados a la explicacin kantiana sean Sade y Nietzsche y sus constantes referencias a la subversin de todos los valores (morales) que conducen sin embargo al eterno retorno de la tradicin. Cfr.al respecto ADORNO, T. y HORKEIMER, M., Op.Cit., Mxico, Sudamericana, 1997, pps.102-145.

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    de recuperar a un sujeto comprendido en todas sus dimensiones, por eso el

    eudemonismo de Horkheimer, un refugio crtico a la moral cosificada que

    permitiera aspirar en un futuro a las promesas inconclusas, inconducentes, de

    felicidad de la razn.

    Algo a lo que aspirar tambin aunque de un modo diferente, como veremos la

    semana que viene, el otro gran exponente de la tradicin frankfurtiana: Herbert

    Marcuse.

    Hasta la prxima.

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