DIPLOMADO POR LA PROMOCIÓN DE LA CULTURA DE PAZ Fundamentos de la Cultura de Paz

Diony G. Alviárez P.

"No hay un camino hacia la paz: la paz es el camino". (Gandhi)

¿Ciudadanía elemento

fundamental para la Democracia?

El presente ensayo tiene el propósito de sistematizar y organizar algunas ideas

sobre el tema de la ciudadanía y la democracia como línea estratégica para la

construcción de la paz. Las reflexiones planteadas parten del supuesto de que tanto la

ciudadanía como la democracia son conceptos dinámicos en permanente

construcción, en diversas ocasiones complejas en su representación para expresar

con claridad la realidad de una sociedad cambiante, exigente y competitiva,

provocando un discernimiento entre su dimensión de retórica-discursiva y la praxis real

dentro del Estado. En este sentido, expongo de manera sencilla y desde la lógica de la

disciplina que me formé, un ejercicio teórico sobre la significación de los conceptos

que informan la temática analizada, buscando motivar reflexiones desde diversas

aristas, consistentes y capaces de contraponerse al discurso ideológico dominante que

orienta hacia la construcción de la paz.

Si consideramos la dinámica de Grecia, se observa que es la que dio origen al

termino democracia, donde existía un contexto social y político que definía la práctica

de este concepto, con una estructura de clases facultaba a pocas personas de la

condición de ciudadanos, siendo estos los sujetos aptos para la toma de las

decisiones. Sin embargo, con el tiempo, la manera de conceptualizar y concebir

democracia y su estructura dinamizante en lo político y social han cambiado, donde

su principal objetivo es dar a todos los ciudadanos en un estado particular, una voz en

cómo su país se gobierna, cuya característica predominante consiste en que la toma

de decisiones responda a la voluntad colectiva del pueblo lo mas justas posibles.

Desde esta perspectiva, la democracia muestra una dimensión política, referida

al ejercicio de la libertad orientada en el reconocimiento de los derechos civiles y

políticos. La otra dimensión a considerar, es la social, referida al logro de la igualdad y

su relación con lo económico y social, dimensiones que garantizan la inclusión en

igualdad de condiciones y oportunidades.

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Ahora bien, el concepto de democracia no se puede aislar del concepto

ciudadanía, el cual ha evolucionado históricamente en su contenido y alcance,

vinculando a todas las personas y comunidades organizadas, así la ciudadanía, se

considera como proceso de inclusión progresiva, en un determinado espacio y tiempo

con alcances de conquista y justicia social. Sin embargo, cabe señalar que cualquier

intento de definir el término “ciudadanía” es dinamizar la estructura de datos de la

realidad económica, social, política, entre otras, del contexto donde nos ubiquemos,

considerando, que esa transformación conceptual, de ciudadanía, ha pasado de ser

una condición jurídica establecida únicamente en el orden político a favor de algunas

personas, a ser una condición integral, abierta e irrestricta de ejercicio de todos los

derechos humanos que caracteriza a todas las personas.

En ese marco conceptual y desde una perspectiva más constitucional, puede

señalarse también que la ciudadanía es un status jurídico y político, basado en un

vínculo entre el Estado y la persona, considerada en forma individual o como parte de

un grupo, que le reconoce y garantiza a ésta la aptitud de ejercer toda la gama de

derechos humanos que le son inherentes y asimismo le impone deberes, cargas y

responsabilidades correlativas.

En ese contexto, el tema de la ciudadanía y su relación a democrática, se

constituyó en uno de los ejes centrales del debate sobre la transición democrática que

comenzó en América Latina durante la década del ochenta: el ciudadano es el sujeto

fundamental de la democracia.

En la actualidad, la relación ciudadanía-democracia mantiene, por un lado,

aspectos históricos que definen al sujeto-ciudadano, a la vez que se cuestionan

aspectos sustanciales del ejercicio de la ciudadanía, vinculados a la reformulación del

rol del Estado y a la calidad del régimen democrático en el marco del proceso de

globalización.

El otro aspecto de la ciudadanía abordado desde la noción de democracia social

se refiere a la superación de las formas de exclusión, no sólo en lo económico, sino

también en la integración a un sistema político que brinde participación efectiva. Por lo

tanto, la construcción de ciudadanía se asocia a la responsabilidad del Estado en

cuanto a la consolidación de las instituciones democráticas y a la gestión de nuevas

prácticas acordes a los ideales democráticos.

Por tanto, la construcción de ciudadanía exige a las democracias un proceso

de integración social, partiendo del reconocimiento de la igualdad en términos de

inclusión respetando las condiciones de diversidad social y cultural de cada grupo. En

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este sentido, la construcción de ciudadanía en las democracias será posible en la

medida que se incluya a los excluidos en un proceso de integración social capaz de

garantizar no solo la titularidad de los derechos, sino la posibilidad del ejercicio pleno

por parte del conjunto.

En Venezuela, la Democracia Participativa y Protagónica, como alternativa para

superar las dificultades sociales, políticas, económicas, ambientales, culturales entre

otras dejadas por una democracia representativa. El elemento más central de la

democracia participativa, según el Foro International de Izquierda (2005) es el derecho

de los ciudadanos a participar en la toma de decisiones sobre sus ciudades, sus vidas,

sus impuestos, sus presupuestos, derecho que se ejerce colectivamente. Importante

es señalar que en la democracia participativa se delinea el camino para la

construcción del Poder Popular en función de justicia social, lo que implica la

participación activa y protagónica de la ciudadanía.

En consecuencia, el alcance y contenido de la noción de ciudadanía muestra

una relación directa y proporcional con el desarrollo inclusivo y progresivo del sistema

democrático de un Estado, se alimentan de los resultados que surgen de la

confrontación política y social y reflejan los valores, ideales y principios que fundan y

orientan la relación entre Estado y Sociedad.

En ese escenario, la actual ciudadanía tampoco puede entenderse como

proceso de diálogo y compromiso que se orienta a construir un lenguaje público de

emancipación y crítica al poder del Estado y que deviene en referente para la acción y

la transformación de las condiciones ideológicas y materiales que promueven modos

de opresión, marginación y exclusión.

Aplicar un proceso de reingeniería al concepto de democracia en coherencia

con los procesos de construcción de ciudadanía, supone tener presente una evolución

histórica de la lucha por la participación como un deber y un derecho que tenemos

todas las personas de formar parte en la dinámica social, política, económica y cultural

del país. Por tanto, la ciudadanía debe asumir un rol activo dentro de los procesos

democráticos participativos con compromiso y responsabilidad, con la disposición de

aprender a vivir, pensar, sentir y actuar como ciudadanas y ciudadanos responsables

en el ejercicio de nuestros derechos y en el cumplimiento de nuestros deberes.

La gestión de la ciudadanía en el contexto de la democracia, como proyecto y

forma de vida, requiere que trabajemos constantemente para lograr una cultura

ciudadana activa que promueva y se fundamente en valores y actitudes como la

dignidad del ser humano, la tolerancia, el respeto, el reconocimiento de la diversidad y

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la solidaridad, y en práctica del diálogo para la solución de los problemas y la

participación, lo que conllevaría a la construcción de paz con justicia social

Referencias Bibliográficas

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