Chía

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Chía, un superalimento Hasta hace algunos años, la semilla de chía no era muy conocida fuera de México, de donde es originaria. Sin embargo, en los últimos meses se ha hecho muy popular en otros países de Latinoamérica. Como siempre, el gancho de venta es que "hace adelgazar" y se le ha colocado entre los productos "milagro", lo que me parece una clasificación bastante pobre. A diferencia de la nuez de la India, los zapatos quemagrasa y las capsulitas de alcachofa, la chía es un verdadero producto milagro. Y no precisamente por que ayude a perder kilos, sino porque se trata de un superalimento. iStockphoto Maíz, frijoles, amaranto y chía eran las cuatro semillas básicas de la alimentación prehispánica en México. Por razones económicas, políticas y hasta religiosas, a partir de la conquista el cultivo del amaranto y la chía quedaron casi en desuso. Sin embargo, en la cocina tradicional se siguió consumiendo la chía en agua fresca (mezclada con limón), en gelatinas, helados y dulces. Fue a partir de la década de 1990 que se volvió a impulsar su cultivo, por lo que ahora la industria alimentaria ha vuelto la mirada hacia este pequeño gran alimento. La chía tiene la capacidad de atrapar 12 veces su volumen en agua, de ahí que produzca sensación de saciedad. Pero hay más, mucho más. Por ejemplo, para aprovechar sus beneficios a nivel digestivo, es importante mezclarlo con líquidos. La semilla se cubrirá de una capa de gel (mucílagos) que ayuda a mejorar la digestión, a metabolizar el colesterol y a mantener el equilibrio de las bacterias en nuestro cuerpo. Aceites de vitalidad Uno de los pilares nutricionales de la chía ( salvia hispanica) es su alto contenido de ácidos grasos, particularmente el omega 3 y el omega 6. Estas sustancias dan flexibilidad y permeabilidad a las membranas de las células, facilitando el transporte óptimo de los nutrientes. Los ácidos grasos son indispensables para evitar la aparición de enfermedades crónico degenerativas, como el cáncer o la diabetes. Del 100% de los nutrientes que requerimos al día, un 6% deberían ser ácidos grasos. Sin embargo, con los hábitos alimenticios actuales, a veces no llegamos ni al 0.5%, de ahí que la chía sea una excelente opción para paliar esa carencia.

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Usos y beneficios de la Chía.

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Chía, un superalimento

Hasta hace algunos años, la semilla de chía no era muy conocida fuera de México, de donde es

originaria. Sin embargo, en los últimos meses se ha hecho muy popular en otros países de

Latinoamérica. Como siempre, el gancho de venta es que "hace adelgazar" y se le ha colocado

entre los productos "milagro", lo que me parece una clasificación bastante pobre. A diferencia

de la nuez de la India, los zapatos quemagrasa y las capsulitas de alcachofa, la chía es un

verdadero producto milagro. Y no precisamente por que ayude a perder kilos, sino porque se

trata de un superalimento.

iStockphoto

Maíz, frijoles, amaranto y chía eran las cuatro semillas básicas de la alimentación prehispánica

en México. Por razones económicas, políticas y hasta religiosas, a partir de la conquista el

cultivo del amaranto y la chía quedaron casi en desuso. Sin embargo, en la cocina tradicional se

siguió consumiendo la chía en agua fresca (mezclada con limón), en gelatinas, helados y dulces.

Fue a partir de la década de 1990 que se volvió a impulsar su cultivo, por lo que ahora la

industria alimentaria ha vuelto la mirada hacia este pequeño gran alimento.

La chía tiene la capacidad de atrapar 12 veces su volumen en agua, de ahí que produzca

sensación de saciedad. Pero hay más, mucho más. Por ejemplo, para aprovechar sus beneficios a

nivel digestivo, es importante mezclarlo con líquidos. La semilla se cubrirá de una capa de gel

(mucílagos) que ayuda a mejorar la digestión, a metabolizar el colesterol y a mantener el

equilibrio de las bacterias en nuestro cuerpo.

Aceites de vitalidad

Uno de los pilares nutricionales de la chía (salvia hispanica) es su alto contenido de ácidos

grasos, particularmente el omega 3 y el omega 6. Estas sustancias dan flexibilidad y

permeabilidad a las membranas de las células, facilitando el transporte óptimo de los nutrientes.

Los ácidos grasos son indispensables para evitar la aparición de enfermedades crónico

degenerativas, como el cáncer o la diabetes.

Del 100% de los nutrientes que requerimos al día, un 6% deberían ser ácidos grasos. Sin

embargo, con los hábitos alimenticios actuales, a veces no llegamos ni al 0.5%, de ahí que la

chía sea una excelente opción para paliar esa carencia.

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Las fuentes de ácidos grasos más conocidas son las algas y el aceite de pescado. A menos que

uno coma sushi todos los días, las algas no forman parte de nuestra dieta cotidiana. Por su parte,

los pescados altos en omegas deben consumirse moderadamente, ya que contienen colesterol. La

chía, en cambio, presenta tres ventajas: es de origen vegetal, no contiene colesterol y es de

fácil consumo. Aunque mucha gente considera que es un producto caro, la realidad es que no se

necesita más de una cucharadita al día, ya que la concentración de ácidos grasos es bastante

más alta que en otros productos.

Hoy se puede conseguir aceite de chía en tiendas naturistas. El aceite se obtiene al prensar la

semilla en frío, por lo tanto, para aprovechar sus propiedades, lo mejor es consumir el aceite

también en frío. A diferencia del aceite de pescado, el de chía no produce olor ni necesita

aditivos para su conservación.

Antioxidantes, vitaminas y minerales

Al igual que otras pequeñas semillas, como la quinoa o el amaranto, la chía aporta gran cantidad

de energía, hidratación, vitaminas y antioxidantes, es fuente de fibra y proteína, además de que

se le reconocen usos medicinales y cosméticos.

Nutricionalmente hablando, la chía puede colocarse junto a las uvas y las moras, alimentos que

tienen unos antioxidantes llamados flavonoides. La oxidación del cuerpo produce radicales

libres que, cuando se acumulan, inflaman órganos y tejidos. Dicha inflamación, además de

provocar envejecimiento prematuro, puede generar tumores, cáncer y afecciones

cardiovasculares. Los flavonoides inhiben el crecimiento de células cancerosas, tonifican el

corazón, tienen propiedades antifúngicas, antivirales y antibacterianas, protegen la mucosa

gástrica y neutralizan los radicales libres de la oxidación. Por lo tanto, una cucharada de chía por

la mañana, combinada con una caminata vigorosa de 30 minutos, pueden hacer una gran

diferencia en la salud y el estado de ánimo.

Usos culinarios

La chía es una fuente importante de hierro, magnesio, potasio, fósforo, zinc y manganeso. Pero

sobre todo, de CALCIO. Aunque usted no lo crea, proporciona de 6 a 10 veces más calcio que

la leche: 714 mg (chía) frente a 125 mg (leche). Pero OJO: para que el calcio sea absorbido por

el cuerpo, requiere vitamina C. ¿Has probado el agua de chía con limón? La recomiendo

ampliamente.

La chía también se puede tostar, moler y usar como harina. Debido a que no contiene gluten,

puede ser consumida por los celíacos.

Los usos culinarios de esta maravillosa semilla son tan amplios como tu imaginación te lo

permita: con yogurt y fruta por la mañana, como complemento para los jugos de fruta y los

cocteles, añadido a las gelatinas de sabores, espolvoreado en ensaladas, mezclado con arroz,

combinado con tomate para rellenar vegetales o carnes, tostado para sellar atún (como se hace

con el ajonjolí o el pistache)...