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Chincho Chancho ChonchoSe terminó de imprimir en los talleres gráfi cos del Sistema Nacional de Imprentas Regionales

El Perro y La Rana Capítulo Táchira, en el mes de Diciembre de 2011

Tiraje 500 ejemplaresMinisterio del Poder Popular para la Cultura

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Chincho Chancho Choncho

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Diseño y Diagramación:José A, Ruiz M.

Impresión y Montaje:Walter Berti

Ilustracion de Portada:Carlos Ruiz.

COLECCIÓN CANTA PIRULERO Nº 6El Bosque Mágico

© Carlos Arturo Ruiz Arango

© Sistema Nacional de Imprentas Regionales El Perro y La Rana, capítulo Táchira, 2011

Correo electrónico:[email protected]

ISBN 978-980-14-2116-0If40220118084507

Chincho Chancho Choncho

Colección ¡Canta, Pirulero!

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(Un mensaje al mundo)

No estaba escrito que solo frutas y hortalizas.

No era compartir el planeta azul.

Y ahora nos crían, adornan y comen.

Los cerdos tenemos inteligencia.

¿Por qué esta demencia?

Es que no han visto

Que de los niños mascotas somos.

Los cerdos, cochinos, chancos, marranos

Es el mismo jamón que en

La vitrina cuelga.

Evolución detenida

Vegetarianismo olvidado.

Ambiente saliente.

Autor. Carlos Ruiz Arango

CHANCHOCHANCHO

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El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cul-tura a través de la Fundación Editorial el Perro y la Rana, con el apoyo y la participación de la Red Nacional de Escri-tores de Venezuela. Tiene como objetivo fundamental brin-dar una herramienta esencial en la formación del hombre libre y soberano: El libro.

Este Sistema Nacional de Imprentas se ramifica por todos los estados del país, el saber ancestral presente en nuestra cotidiana vida: la gastronomía, los paliativos ca-seros, la toponimia, la conciencia del pasado, la lectura de la realidad, la tecnología popular, los refranes, las costum-bres.

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Ese día era un 24 de diciembre de un año cualquiera.

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Dedicatoria

Para mis amigos los vegetarianos que tratan con respeto a los hermosos compañeros de viajes.

A mi esposa que tuvo que escuchar el cuento muchas veces. -paciencia-

A mis hijos presentes y lejanos siempre hilo motivador

A los cambios bruscos de la vida que dejan una enseñanza.

A mis estupendas hermanas Sonia y Maritza.

A mis sobrinos, primos, nietos siempre inquie-tos.

A mis suegros, cuñados y amigos.

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-Son seres vivos igual que nosotros: piensan, sienten y aman como ya no lo hacemos en este lugar sombrío.

Lo que paso ese día en ningún tiempo de la memoria se tachara. Uno de ellos apagó las luces, y las máquinas de la fábrica. Todo el trabajo fue suspendido y en la puerta principal colocaron un gran aviso de CERRADO POR NAVIDAD, para que ese momento tan bello no se escapara del lugar.

Pero ese día, un fuego invadió los corazones de los obreros al ver a los animales dando un ejemplo para sus mentes endurecida y sólo por ese día no se trabajo más y se fueron retirando a sus casas, hasta el dueño no se preocupó por el dinero, solo se marcharon.

Dejaron a los animales en su despreocupación.

Chincho Chancho Choncho, miró a todos sus compañeros con serenidad; luego alzo sus dos paticas delanteras, y las junto como orando, observó la estrella y con una lagrima dio gracias al infi nito por ese instante de comprensión con los humanos y animales. Un hermoso canto se escuchó, Era NOCHE DE PAZ a lo lejos de la cuidad.

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Capítulo Táchira

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-Mi pernil de las hallacas...

gritaban como locos los hombres de blanco con manchas rojas en sus trajes.

Al llegar por el patio de atrás los trabajadores se detuvieron maravillados ante un recuerdo de su infancia ya olvidada en sus corazones. Quedaron paralizados, sorprendidos con lo que estaban advirtiendo. Los cochinos atentos todos mirando el cielo con sus diversos trajes improvisados: ovejas, vacas, toros, burros, como esperando al actor principal.

La escena del pesebre hizo que los hombres de blanco se pusieran a contemplar admirados a los animales la forma que estaban reunidos y la quietud que ellos tenían, todo se había convertido en más que una representación de navidad, era ahora un acto real de fe, ya que los animales también esperan la navidad como todo ser vivo.

Los hombres, empezaron a soltar de sus manos los palos, sogas, y hasta el rencor, las rabias cayeron al piso.

Les movió el alma a todos los trabajadores, y hasta llegaron a exclamar palabras de admiración y respeto hacia los animales, al punto que uno de ellos se atrevió a decir:

Agradecimientos.

A mis padres por el ambiente artístico que ellos impregnaban en mí ser.

A través del ingenio de mi padre y la dinámica de mi madre.

A la Universidad de los Andes por ayudarme a formar en mi carrera de Castellano y literatura.

A la tierra Tachirense, entrada de Latinoamé-rica.

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Todos asintieron y comenzaron a disfrazarse. Uno de ellos tomo unos cachos de un toro que ya no era toro y se los colocó, el otro tomo un cuero de vaca he hizo lo mismo, otros de leche se bañaron y ovejas quedaron y hasta para parecer un burro alcanzo y así fueron formando un teatro de cochinos que ya no eran cochinos.

Los cochinos disfrazados de vaca y toro tomaron sus puestos intuitivamente como si un ángel los acomodara uno a uno, dejando un espacio entre ellos y en calma. Sin miedo cada uno de sus amigos se fue colocando en su puesto representando su papel.

El Chincho Chancho Choncho, como un verdadero líder la escena, evaluó, miro a sus amigos e inmediatamente todos afi rmaron con sus trompas en un gesto de agradecimiento y reconocimiento a Choncho por ser un buen guía que vio las oportunidades donde los demás tenían sus hocicos en un plato de comida.

Todos en ese teatro navideño, permanecieron viendo al cielo mirando una estrella muy grande y brillante que muy fuerte titilaba como esperando que llegará un invitado celestial. Ya no había miedo, prisa, nada sustraía ese instante del tiempo y el espacio.

Cuando llegó la luz, los trabajadores desesperados volvieron a buscar por todas partes.

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Capítulo Táchira

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Los cerdos que estaban en la fi la, miraron al cerdito fl aco que libre se movía ya que su carne no apetecía, entonces los cochinos gordos con inquietud les decían:

–No te escuchamos pequeño y fl aco amigo-

Pero algo paso inexplicable y oportunamente, ¡plas! Se fue la luz -cosas que poco ocurren en esta ciudad- y allí el líder Chincho Chancho Choncho, ante tamaño chance les pidió al resto de los cochinos ya percatados y asustados, que lo siguieran por una puerta abierta que daba al patio trasero, -sus pesados cuerpos antes indicador de orgullo y vanidad no los dejaba moverse con la agilidad del cerdito fl aco que iba y venía en busca de los rezagados cochinos gordos..

-¡Coing coing ya vamos! Gritaba a los cochinos...

al llegar al patio trasero observaron gran cantidad de huesos, pieles, baldes y madera. Chincho Chancho Choncho, El cerdito fl aco y astuto se le ocurrió una idea. Les dijo con voz de mando, como un líder hace...

-Vean todo lo que hay botado aquí para disfrazarnos y confundirlos vamos hacer un juego...

Colección ¡Canta, Pirulero!

Porque la convicción de saldar la deuda con la ni-ñez sea por siempre nuestra bandera.

No fue en vano, por lo que el tachirense Manuel Fe-lipe Rúgeles imprimió en sus hojas blancas el primer libro en Venezuela dedicado a la lectura de las edades tempra-nas en el libro ¡Canta, Pirulero!

Este es el llamado con el que pregonamos la inva-luable labor de escribir los sentimientos por la sorpresa de todo, porque todo cuando somos pequeños es tan grande, tan precioso y preciso… es la vida sin velos, la construcción de nuestra libertad, de nuestros arraigos y valores. De estas ideas tan puras, conformamos la voluntad para ser quienes somos como individuos y como colectivo.

Los Invitamos a volcar la mirada sobre esos pa-sos de astronauta, por esos días. A traernos el saco lleno del asombro, de las canciones, de las metáforas que para el mundo son escaramuzas, de los juegos, del paisaje, de nuestras costumbres para despertar alegre todo nuestro imaginario tachirense.

Ya ven pues, el compromiso no es cosa baladí, es la poesía para nuestros hijos, la historia bien contada desde la Aletheia que hace grande a un país de lectores.

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todos en el chiquero y les explicó con detalles lo que había visto. Pero por supuesto, ¡No le creyeron!.

Ellos decían

-¡Claro! es envidia del cerdito fl aco, todo fl aco, chupado, como no quiso estar robusto, gordito como nosotros ahora, quiere robarnos el cariño del jefe. ¡Risas y más risitas!

En ese minuto, los camiones se prendieron de nuevo y los obreros comenzaron a montar a los cochinos que quedaba por llevar. De nuevo el cerdito fl aco tranquilamente se coló en el gran camión.

Al llegar fueron tomados con brusquedad. Los iban colocando en un canal y los esperaba no el dueño amable, sino un robusto hombre, con las medallas eléctricas.

Fue allí donde entendieron todos lo que las aves y Choncho les advertían.

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Capítulo Táchira

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-Yo soy el cochino más gordinfl ón merezco el primer lugar,... no yo... Yo... Yo...

gritaban los puercos con afán.

Y luego todo era silencio en ese espacio gris. Choncho, confi rmó sus sospechas, sus amigos gordos que se jactaban de sus obeso cuerpo, estaban a punto de convertirse en salchichas y jamones

-Ya entiendo porque tanto cuidado con nosotros...

El se paseaba por todo el recinto y los obreros de bata blanca lo miraban y comentaban

–Que marrano tan fl aco y feo no alcanza ni para un kilo de jamón... y se reían fuertemente.

¡Qué horror! Y los cochinos allá en su sueño dorado pensando en sus regordetes cuerpos y compitiendo entre ellos, quien come más y quien menos se puede mover.

Chincho Chancho Choncho, se montó al camión vacío, de regreso a la cochinera pensaba en decirle a sus compañeros lo que sucedió ya que los otros que dejó en el edifi cio no le comprendieron y morcillas se convirtieron.

Al llegar salto del camión y enseguida con voz de luchador social comprometido, reunió a

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Un día Choncho, -“el cerdito fl aco”-, se subió en un camión sin ser visto, y vio que los otros compañeros eran montados con cuidado al transporte -por supuesto los más gordos-, estos contentos exclamaban:

-Nos llevan a pasear por la ciudad como premio a ser obedientes...

eso pensaban. Pero la realidad se fue abriendo, cuando llegaron a un galpón que olía a otro mundo. Sin embargo, los cochinos comentaban que los habían traído a una sauna para ponerse más hermosos ya que salía humo por una chimenea. Pero el cerdito fl aco, no creía nada de lo que ellos comentaban, Chincho, Chancho Choncho: Dijo:

-Algo está pasando y lo voy averiguar ¡coing coing!

El pequeño, astuto y fl aco cochino, se escurrió por los barrotes del camión y comenzó a ver todo lo que extrañamente pasaba allí. Él veía que los cochinos bajaban de los vehículos en fi la y entraban en un gran salón. Un hombre de blanco les mostraba una medalla, a medida que llegaban y les decía: será para el más gordo como premio ¿Quién será? ¿Quién será? Y una sonrisa se le dibujaba en su rostro cansado y endeudado con la vida:

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Capítulo Táchira

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marranos levantaban con sus hocicos gran cantidad de estiércol hediondo para alejar los pájaros entrometidos.

Ellos decían:

-Los pájaros nos viene a quitar la comida...

por lo tanto las aves no tenían otros remedios que retirarse inquietados y entristecidos.

Pero, En la cochinera existía un cerdito fl aco y astuto llamado; Chincho Chancho Choncho, Chancho por el papá, Chincho por la mamá y Choncho por lo Tachirense que era cuando se le subía una idea a la cabeza, como por ejemplo: el mensaje que los pájaros querían darle a los cerdos y el trato sospechoso del dueño y cuidadores de la cochinera y más aún los camiones negros que estaban en el patio de la fi nca. -algo pasaba-

Justamente era la época decembrina, cuando los cochinos gordos salían en el camion y jamás regresaban, y si fuese poco era el tiempo de mayor actividad en la fi nca.

Cantos de navidad a lo lejos de la fi nca se lograban escuchar y aromas de hallacas, asados y dulces, caían tenuemente a la cochinera. Las campanas de la iglesia competían con los gallos en la madrugada anunciando las misas de aguinaldo, pero en la fi nca era trabajo y trabajo y poco caso le daban a la navidad.

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Los cerdos tenemos inteligencia.

¿Hasta ahora se han enterado?

Gula mandando.

Revolución del cochino

Evolución segura

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CHONCHO

Hace tiempo un día sábado de navidad, sucedió en una cochinera cerca de San Cristóbal, un hecho que paso a la historia de la villa. En dicha cochinera había alrededor de cien cochinos muy pero muy vanidosos y orgullosos; sólo hablaban de lo gordo que estaban y lo lento que caminaban. Cuando venía el dueño con los obreros a darle de comer, ellos lo saludaban alegremente con su coing, coing. Los cochinos pensaban que el patrón de la cochinera al darle tanta comida más los quería y por eso los inocentes cochinos retribuían con ser gordos y pesados, hasta tenían su propio Spa llamado salón de belleza PUERCO ALEGRE. Les daban baños, masajes, y manicurista que sus pesuñas acicalaba. ¡Todo hermosísimo! Incluso, los que registraban mayor peso se les premiaba con otra ración de conchas de plátano y abundante agua de panela.

Déjenme decirles que en la cochinera consideraba que los cerdos fl acos eran irreverentes, contestones y no le retribuían al jefe sus atenciones.

Mientras tanto, Los pájaros desde los árboles observaban lo que en realidad pasaba con la abundante alimentación que le daban a los cochinos, ellas se acercaron a prevenir a los cerdos de que algo andaba mal, y los pacífi cos