Cernuda peregrino-comentario

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Comentario de texto del poema Peregrino de Luis Cernuda

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CARLOS HUERTAS IES VALADARES LENGUA Y LITERATURA

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COMENTARIO DE PEREGRINO

Peregrino

¿Volver? Vuelva el que tenga,

Tras largos años, tras un largo viaje,

Cansancio del camino y la codicia

De su tierra, su casa, sus amigos,

Del amor que al regreso fiel le espere. 5

Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,

Sino seguir libre adelante,

Disponible por siempre, mozo o viejo,

Sin hijo que te busque, como a Ulises,

Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope. 10

Sigue, sigue adelante y no regreses,

Fiel hasta el fin del camino y tu vida,

No eches de menos un destino más fácil,

Tus pies sobre la tierra antes no hollada,

Tus ojos frente a lo antes nunca visto. 15

El poema de Luis Cernuda titulado Peregrino, pertenece a su último libro de poesía Desolación

de la quimera, aparecido en 1962 y que, en forma póstuma (1963), se incorporó a La realidad y

el deseo, que compila la totalidad de su obra poética publicada. Desolación de la quimera debe

el título a un verso de T.S. Eliot, una de las obras que más influencia ha tenido en los poetas

posteriores. Todo el libro de Cernuda está marcado por la idea de la despedida, que le da

carácter de conclusión y testamento a su obra vital y a su obra poética. El poema plantea el

dilema que vive un peregrino ante el regreso, entre la continuidad y la claudicación de su

errante voluntad. El autor escribe este poema en la etapa final de su vida, una vida que ha sido

errante, porque ha pasado sin transición de España a Gran Bretaña, después a Estados

Unidos y, finalmente, a México. No le es desconocida la condición del peregrino que no regresa

a su lugar de origen, quizá debido, como en su caso, a que no posee ninguno. Comienza su

peregrinar en la época de la Guerra Civil y no lo detiene hasta llegar a México a la casa de

Manuel Altolaguirre.

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El tema central es el desarraigo del exiliado, asumido con decisión, pero también con

amargura. También aparece el tema de la soledad y el destino del poeta que se ha convertido

en un ciudadano del mundo y sigue adelante en su peregrinaje. El “yo poético” se ha convertido

en un Ulises sin Ítaca, para quien, en el largo viaje existencial, no hay ni vuelta ni llegada

posibles, sólo el viaje, y lo que se aprende al darse con fidelidad al camino. Su reflexión sobre

el regreso se hace extensible a un dilema vital de estirpe romántica: integración o rebeldía,

conformismo o búsqueda de la autenticidad.

El poema se compone de tres estrofas de quintetos básicamente endecasílabos; salvo en los

versos primero, que es un heptasílabo; el sexto, que es un decasílabo; el séptimo que es un

eneasílabo y, el decimotercero que es un dodecasílabo, en el que si consideramos una

descomposición en dos hemistiquios de 5 y 7 sílabas, se mantiene el mismo ritmo. Parte de

una base métrica sencilla pero con un profundo sentido del ritmo, que adopta una apariencia de

naturalidad propia del coloquio íntimo que establece el “yo lírico” consigo mismo a lo largo del

poema a través de la utilización de un tú autorreflexivo que le permite un mayor distanciamiento

con respecto a las emociones que transmite, lo que le permite realizar una objetivación con

respecto al contenido del poema, que se desvincula de la subjetividad propia del “yo lírico”. El

poeta adopta un tono meditativo en el que muestra una actitud ante la vida y ante la moral en la

que le importa convencer con su verdad.

El contenido se organiza en tres partes:

· Primera parte (Versos 1-5): Meditación del poeta sobre el regreso del exiliado a su tierra e

invitación a hacerlo al que siente “cansancio del peregrinaje, nostalgia e intenso deseo”.

· Segunda parte ( Versos 6-10): Renuncia del poeta a volver (¿Tú?), (¿Volver?), reafirmándose

en su condición de peregrino, como persona libre, desarraigada, ideal de vida que siguió antes

(mozo) y que seguirá (viejo). Ahonda en su desarraigo (“sin Ítaca”), pero se trasluce su

soledad, su desamparo, su desvalimiento afectivo, su nostalgia de unos seres queridos (“sin

hijo que te busque”, “sin Penélope”) a pesar de esos matices positivos.

· Tercera parte (Versos 11-15): Intensificación de su voluntad de seguir su destino hasta el

final, como ciudadano del mundo, en su búsqueda de realización personal, de no ceder a la

nostalgia de “una vida más fácil”.

El texto demuestra una faceta importante de las vivencias de Cernuda, surgidas de lo doloroso,

circunstancia del exilio, pero a la vez, reveladora de ese sentimiento de desarraigo y la

insatisfacción que están en el centro de toda su obra.

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El poema contesta de manera inequívoca a la pregunta, repetida dos veces, que se formula un

exiliado: «¿volver?». La breve reflexión se desarrolla en forma de conversación con una

característica segunda persona en la que se desdobla la voz poética: se habla con un tú tanto

para desechar una conducta como para proponer otra.

Primero se explica quién sí puede volver: quien esté cansado y desee volver a poseer

(«codicia») «su tierra, su casa, sus amigos» (v. 4) y su amor, elementos todos que parecerían

conformar las ambiciones más netamente humanas. En segundo lugar se expone la situación

del tú, que no encaja en el retrato anterior, y expresa una determinación que se apoya tanto en

la idea de la libertad como en la idea del futuro («sino seguir libre adelante», v. 7); además, en

una enumeración ahora desordenada y revestida de un ropaje mítico al tomar elementos muy

conocidos de un personaje literario cuya fama descansa en un largo y difícil regreso («Ulises»,

«Ítaca», «Penélope»), el tú carece de todo lo que obligaba en la estrofa anterior a volver y la

edad, también se reitera, no cambiará la decisión. Por último se trata de la admonición e

invitación de la conciencia desdoblada para no volver, subrayando una fidelidad insólita (pues

no se debe a un país, lugar o persona, sino a una idea o, mejor aún, a toda una vida: «fiel

hasta el fin del camino tu vida», v. 12), y ponderando la dificultad que supone ser el primero en

esos tres versos finales, con un paralelo en los dos últimos que al tiempo que refuerza, por

insistencia, la idea principal, quizá también la retoma en un paralelismo si no infinito sí de gran

amplitud y de final imprevisible.

El poema posee un claro contenido simbólico que reelabora la circunstancia del largo exilio y la

transforma en una condición personal, por difícil que sea, que se ciñe a una idea de libertad

que se ancla en una decisión, en uno mismo, en otra fidelidad. Y precisamente ese desapego a

lo material o a lo que es más tradicional entre las fidelidades humanas insiste tanto en la

grandeza de la idea (sin un fundamento material), como en una idea de libertad que aparece

como plena, total. Así, la voz poética se determina a explorar nuevos territorios (geográficos e

inmateriales), a buscar algo nuevo y desconocido que carece, naturalmente, de contornos, y

con esta determinación y búsqueda acaba el poema (aunque ya estaban contenidas en el

verso siete de manera mucho más sintética: «Sino seguir libre adelante»).

Se contraponen así lo que en principio parecen dos actitudes y finalmente son dos formas de

ser o de entender el mundo: frente al «¿volver?», repetido muy significativamente entre

interrogaciones al comienzo de las dos primeras estrofas (interrogación que no manifiesta la

duda necesariamente, sino la pregunta a la que contesta todo el poema) se opone la invitación,

que es una determinación, para seguir («sigue, sigue» del verso 11), repetida de manera muy

expresiva no sólo para marcar el paralelismo con los «¿volver?» anteriores, sino para

manifestar, en más que justa oposición, la firmeza de una decisión, un comportamiento, una

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vida. Al mismo tiempo, la concentración ahora de ese seguir, en un mismo verso, también se

opone de manera muy explícita a los dos «¿volver?» diseminados en dos estrofas a su vez

contrapuestas, la primera y la segunda, de modo que en la última se alcanza y se ofrece no la

solución a una duda (que no parece haber existido nunca), sino la definición de una forma

esencial de vida: la del peregrino.

Para ello pasa de la impersonalidad del infinitivo (volver) a la tercera persona en la primera

parte (vuelva el que) y de la impersonalidad del infinitivo a la segunda persona de la segunda

parte (volver, tú), para adoptar la forma del imperativo (tono exhortativo), invitando a la

búsqueda de lo no vivido en la tercera.

La estructura del poema presenta tres estrofas iguales que reiteran la misma negativa a volver

y la misma justificación ya que nada ni nadie le esperan en España. Son como tres círculos

concéntricos que insisten y ahondan en el desarraigo, en la soledad y podríamos decir, en el

desvalimiento afectivo.

En el Cernuda de la madurez - a raíz sobre todo del contacto con la poesía inglesa – los

poemas tienden progresivamente a la dedicación, a la sobriedad, la objetivación de las

emociones, evitando la brillantez lingüística y la musicalidad muy marcada.

El poema, además, como otros poemas de Desolación de la Quimera, con una espléndida

desnudez retórica, huye de los fuegos de artificio de una poesía sonora y, quizá, hueca, pues

su expresión se apoya en recursos de una gran sencillez (repeticiones, preguntas y respuestas,

enumeraciones, etc.) y en una sola referencia literaria que por extendida se ha convertido en la

figura por antonomasia del peregrino: Ulises. Con esa mención, y la mínima recreación de su

mundo (con dos nombres más: Ítaca y Penélope), la voz poética se contrapone al mito del

peregrino que deja de serlo para crear un nuevo mito, mucho más potente: la del eterno y

consciente peregrino. De este modo Cernuda transforma su condición de exiliado en una

característica ontológica: la de quien vive para explorar lo desconocido, la de quien no vuelve la

vista atrás, la de un individuo solo que busca siempre la terra incognita, la de un peregrino que

dispone del tesoro de una libertad completa, aunque no sea fácil.

En nuestro poema, auténtica proclama del orgullo de la diferencia, la rebeldía es clave de su

sentido. Se acumulan, sin la estridencia del romanticismo grandilocuente, una serie de

expresiones de divergencia ante lo establecido. En sólo dos quintetos leemos: "Mas", "no",

"sino", "sin", "sin", "sin", "no", "no", "no", "nunca".Los valores fundamentales de muchas culturas

(la patria, la familia, la integración social, la relación afectiva) son sintetizados con cuatro

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sustantivos "su tierra, su casa, sus amigos/ Del amor[...]" a los que el peregrino del poema se

declara ajeno.

Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,

Sino seguir libre adelante,

Disponible por siempre, mozo o viejo,

Sin hijo que te busque, como a Ulises,

Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

La orgullosa afirmación de "seguir libre adelante" no es ingenua o fatua, está cimentada en

privaciones que se aceptan, pilares para una sociedad que el poeta rechaza -en la ficción del

poema y en el transcurso de su vida-: la familia (el hijo, el mítico Telémaco), la patria (Ítaca), el

amor y la fidelidad de la esposa (Penélope). La alusión a los personajes de la Odisea de

Homero, que conforman el mito de una vida aventurera que busca el regreso, da un valor

universalizador al poema. No es sólo la rebeldía frente a la España de la dictadura franquista y

de la sociedad contra la que choca la opción vital y creativa de Cernuda, sino la negación

romántica que proclama el desajuste del creador con "esta sucia tierra donde el poeta se

ahoga" (como dice un verso de "La gloria del poeta” en Invocaciones).

La oposición semántica rebeldía/fidelidad se destaca con dos usos de la palabra "fiel". El

primero apunta a una fidelidad que pide el patrón social ("Del amor que al regreso fiel le

espere"); pero el segundo afirma una paradójica fidelidad rebelde, fidelidad a la propia aventura

personal: "Fiel hasta el fin del camino y tu vida". La cercanía de "camino" y "vida" favorece una

metáfora espejo (camino = vida) y nos coloca ante un concepto de vida como

permanente…peregrinar. A dos versos del cierre ("No eches de menos un destino más fácil")

se nos revela finalmente de qué está hablando todo el poema, que podría titularse

perfectamente con el sustantivo "destino". Cernuda cierra Historial de un libro precisamente con

estas palabras: "ya lo dijo hace muchos siglos alguien infinitamente sabio: carácter es destino".

El sabio aludido es Heráclito, que resuena en este poema en el que el destino de nuestro

peregrino es inseparable de su comportamiento, esa opción vital de libertad no sometida. Con

las dos expresiones nominales "Tus pies sobre la tierra antes no hollada" y "Tus ojos frente a lo

antes nunca visto", el poeta pone el broche a su reflexión. La sobriedad del lenguaje (elipsis

hasta del verbo) lleva pareja la contundencia de la postura ética. "La tierra antes no hollada"

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actúa como sencilla metáfora de afirmación de la diferencia, la heterodoxia. Esta postura

distingue a Cernuda de muchos otros poetas coetáneos. Él mismo escribe una anécdota sobre

su época de alumno de Pedro Salinas en la universidad de Sevilla: "Recuerdo que en cierta

ocasión, al mostrar a Salinas un trabajo mío donde afirmaba que “el poeta es siempre un

rebelde”, Salinas me replicó que esa era la única parte del trabajo en cuestión con la que no

estaba de acuerdo". El poema no se prolonga en explicar cómo sería ese destino, nos coloca

en él: con nuestros pies pisándolo y nuestros ojos abiertos ante ese abismo. La pregunta inicial

de Peregrino ("¿Volver?") se resuelve en enérgica afirmación de un modo de vida, que en

Cernuda es lo mismo que decir un modo de literatura, alejada del "sillón en academia" y la

"certeza burguesa", conceptos presentados críticamente en el poema Desolación de la

Quimera. El peregrino de nuestro poema, abocado a lo incierto, es la imagen final de una

trayectoria poética que no puede entenderse sin tener presente la veta rebelde de su

concepción.

En el plano de la expresión, el poema ilustra en gran medida esa depuración estilística que

apunta hacia una sobriedad casi conversacional, pero también hemos visto que en ciertos

versos adopta un tono lírico más elevado, por lo que podemos señalar que la impresión de

conjunto es la de la expresión de una emoción tan intensa como refrenada.

Un poema, en definitiva, que contiene y expresa la obsesión de Cernuda: la patria perdida, a

la que ama y a la que odia. Esa relación antitética y, por ello, perturbadora marcará casi toda

su producción poética del exilio.