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    CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANOC E L A M

    EvangelzacnLiberadora

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    CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANOC E L A M

    EVANGELIZACIONLIBERADORAY DOCTRINA SOCIALCATLICA

    Jornada de ReflexinEssen 1-3 de diciembre 1985Editado por Lothar Ross y Jaime Vlezcon la colaboracin de Karol JosefHollender

    f r

    Coleccin Documentos Celam No. 100Departamento de Pastoral SocialDEPASBogot, 1987

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    T tu l o o r i g i na l a l emn : Befreiende EvangelisierunguodKatholische Soziallehre.T raduc i do po r G u i l l e rmo Len E s c oba r y U ta K h l e r

    Consejo Episcopal Lat ino ame r icano CE LA MCal le 78 No. 1 0 - 7 1 , A .A . 51086 . T e l . : 235 70 44I S B N 9 5 8 - 6 2 5 - 0 9 7 - 0Pr imera ed ic in: 3 .000 e jemplaresB ogo t , d i c i embre 1987Impres o en Co l omb i a -P r i n ted i n Co l omb i a

    C O N T E N I D OPresentacin a la trad ucc in espaola 7Prlogo del editor 9Palabras de apertura a las jornadas "Eva nge lizaci nLib era do ra" realizadas del 1-3 Dic. 85 en Essen 15Mons. Franz Hengsbach (Essen) 15Mons. Daro CastriHn (Bogot) 21S I TU A C I N D E LA E V A N G E LI ZA C I NL I B E R A D O R A 23Amrica Latina y la Pastoral Social. Doctr ina SocialCatl ica de Medell n y Puebla, y algunos aspectossobre la teologa de la l iberac in.Mons. Roque Adames R 25La Doctrina Social Catl ica en Alemania y la instruccin sobre algunos aspectos de la teologa de la liberac in .Mons. Franz Kamphaus 45

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    D I S C U S I N C I E N T F I C A S O B R E E V A N G E LI ZA C I N L I B E R A D O R A 59Ideologas y resistencias en la aplicacin de la DoctrinaSocial Catl ica.Jaime Vlez Correa S. J 61La bsqueda del camino en la historia de la DoctrinaSocial Crist iana en EuropaLoth ar Ross g3Instrumentos de la Doctrina Social de la Iglesia enAmr ica Lat ina .Juan Carlos Scannone S. J 115Latinoamrica necesita de la doctr ina social catl ica.Antn Rauscher 13 7P O N E N C I A S S OB R E " L I B E R A C I N " A P A R TI RD E L E V A N G E LI O Y D O C TR I N A S O C I A L C A T LI CA 15 9

    Peter Hn erman n . 161Valfre do Tepe 167Karl-Josef Romer 173Notas de la discusin - Evangelizacin Liberadora yDoctrina Social Catl ica.Karl-Josef-Hollender 181D E C L A R A C I N F I N A L 201L I S TA D E P A R TI C I P A N TE S . , 203 N D I C E 2076

    P R E S E N TA C I Na la traduccin espaolaEl dilogo propiciado por Adveniat y Celam entre pensadores alemanes y lat inoamericanos tuvo, debido a la vigenciade su tema y a ia autoridad de sus part icipantes, una insospechada resonancia en los crculos teolgicos europeos; as, enmenos de un ao, la primera edicin de los documentos de dicho enc uen tro se agot y acaba de sacarse una segunda ed ici n.Sin duda alguna para Amrica Latina es de relevante signif icacin conocer los avances que los telogos alemanes hanhecho en el estudio de la doctrina social de la Iglesia y en part icular, sobre "Evangelizacin l iberadora", a su vez, para el loses muy importante conocer el pensamiento de los lat inoamericanos sobre un tem a que se origin en nuestro co ntinen te y

    ha tenido tan mlt iples apl icaciones e interpretaciones en lasteologas de la Liberacin.Por eso el Celam se decidi a editar en espaol tanimportante obra y se complace en ponerla en manos de losseores Obisp,os, de los agentes de pastoral social, de los telogos y de^as personas interesadas por tema tan candente yactual. Nuestro sincero agradecimiento a los traductores, Doctor Guil lermo Len Escobar y Doctora Uta Kohler, especial istas en la materia y qu e dom inan ambas lenguas.

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    Sea esta obra un aporte ms para ulteriores discusiones yuna cqntribucin a la celebracin del Quinto Centenario de laEvangelizacin de nuestra Am rica Latina, que debe ser autnt ica e integralmente l iberadora.+ SC AR A N D R S R O D R G U E Z M A R A D I A G ASecretario General del CELAM

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    P R O L O G O D E L E D I T O REn una importante epstola que dir igi Juan Pablo II ala Con ferenc ia episcopal de Brasil el 9 de ab ril de 19 86 , seocupa el Papa de manera precisa de las relaciones entre la "T eo -loga de la Liberacin" y la "Doctrina Social de la Iglesia".La teologa de la l iberacin es "no solo oportuna... , sino ti l

    y necesaria", en tanto sea el la enten dida bajo el signif icado decriterios muy exactos. Pero, dnde se encuentran esos cri terios? Para responder esa pregunta el Papa remite a las "doslt imas instrucciones, que con mi expresa aprobacin fueronpublicadas por la congregacin de la fe: Una sobre algunos aspectos de la teologa de la l iberacin (Libertat is nuntius, del6 de agosto de 1984) y la otra sobre la libertad cristiana y lal iberacin (Libertat is conscientia, del 22 de marzo de 1986)".Con esta clarsima precisin cayeron todas aquellas especulaciones que quisieron edif icar una contradiccin entre laprimera y la segunda instruccin, o entre el Papa y la Congregacin de la Fe en cuanto a la valoracin de las d ferentes teo-logas de la liberacin.Este punto se hace todava ms claro cuando el Papa, eneste mismo contexto, expresa la esperanza que a travs de laIglesia en Brasil "se creen el espacio y las con dicion es paraque se pueda desarrol lar una reflexin teolgica en totalacuerdo con la fructfera doctr ina que contienen las dos instrucciones anteriormente mencionadas y en consonancia con

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    ia enseanza de la Iglesia en el terreno de lo social pero almismo t iempo capaz de sealar una prctica eficaz en beneficio de la justicia social y de la igualdad, de la proteccin delos derechos humanos, de la construccin de una sociedadms humana, que se cimente en la fraternidad y la concordia,en la Verdad y la Caridad.Ese "espacio" y esas "condiciones", segn el pensamien

    to del Papa, no han sido creados todava o por lo menos nosuficiente y satisfactoriamente. A esta real idad apunta la f rase final de ese prrafo en que el Papa precisa que "el sabio yvaliente proceder de los obispos brasileros no puede ser sustituido por otra cosa que velar incesantemente porque esa correcta y necesaria teologa de la liberacin se realice en Brasi l y en Amrica Latina de una manera homognea y no deuna manera heterognea en acuerdo con la teologa de todoslos tiempos, en total fidelidad con la enseanza de la Iglesia ybajo la cuidadosa atencin de una opcin preferencial noexcluyente ni exclusiva- por los pobres.Cundo una teologa de la l iberacin es correcta ynecesaria? La respuesta es: "ella debe ser una nueva etapaen estrecha unin con las precedentes de aquella reflexinteolgica que comenz con la predicacin de los apstoles, secontinu con los grandes Padres y maestros de la Iglesia y conla enseanza oficia l y no o ficia l, y en los t iemp os ms recientes con el rico tesoro de la Doctrina Social de la Iglesia. Todoesto se pone de presente en los Documentos desde "RerumNovarum" hasta "Laborem Exercens".Resumiendo, se puede decir: segn el pensamiento delPapa, la doctrina social de la Iglesia es el indicador de si unadeterminada teologa de la l iberaciones "co rrec ta" y por tanto"nece saria". Si ella est "en estrecha un in con las reflexionesteolgicas precedentes", aquellas que "comienzan con la predicacin de los apstoles" y que "en los t iempos recientes" seexpresan en "el r ico tesoro de la doctr ina social de la Iglesia",entonces se puede decir que el la consti tu ye "un a nueva etap a"de esa larga tra dici n histrica.

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    Con el lo el Papa ha formulado una tarea enriquecedoraque exige de todos los involucrados una gran capacidad dediscernimiento teolgico pero tambin la paciente disposicinde escuchar y un dilogo intensivo. Esta tarea consisteexpresndolo sintticamente en entender y formular la "Teologa de la Liberacin" de tal manera que el la'no est en contradiccin con la Doctrina Social de la Iglesia sino que, por elcon trar io, la enr iquezca.Exactamente con esta tarea todava no cumplida suficientemente se han comprometido los part icipantes d estasjornadas sobre "Evangelizacin l iberadora y Doctrina SocialCatl ica" a las que han sido invitados entre el J y el 3 deDiciembre de 1985 en Essen por Monseor Dr. Franz Hengs-bach (Essen) en su carcter de Presidente de la "ComisinIglesia Universal de la Conferencia Episcopal Alemana" y porMonseor Daro Cas tri l ln ( Bogot) como Secretario Generaldel Consejo Episcopal Lat inoamer icano (CELAM).En su intervenc in de apertura puso de presente el ObispoFranz Hengsbach el hecho poco conocido por el pbl ico, deque en el marco de las relaciones entre el Consejo EpiscopalLat inoamer icano (CE LAM ) y la ' "Ac cin Episcopal A D V E -N IA T " han tenido lugar ms de 10 aos de f ruc t fero d i logosobreest interrogante de cmo puede extenderse y real izarse la D oc trin a Social de la Iglesia bajo las dif cil es circu nsta ncias socialesy eclesiales por las que atraviesa la Am ric a La tina.El Obispo D aro Castri l ln expres su tot al acuerdo con

    Monseor Hengsbach y m anifest su confianza en que 'conestas jornad as se ab rir una nueva fase a ese dilog o que puedellegar a ser mu y til y fru ct fe ro para toda la Iglesia.La introduccin en la discusin fue ofrecida por dos exposiciones sobre la "descripcin de la situacin" en las quelos obispos Roque Adames y Franz Kamphaus pusieron enevidencia los ms importantes presupuestos histricos y tericos del conocimiento de una evangelizacin l iberadora que sesabe fiel a la doctrina social de la Iglesia.

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    Dentro de una amplia y comprensiva visin histrica, laconferencia de Jaime Vlez puso al descubierto las ideologasabiertas y ocultas que en la actualidad se muestran como obstculos para la puesta en prctica de la Do ctrina Social Catl ica en Amrica Latina. Recalca l principalmente el procesode ideologizacin del trmino " l iberacin".Juan Carlos Scannone averigu las causas tanto internascom o externas a la Iglesia que condu jeron en los lt imos t iem

    pos a poner en duda la doctrina social de la Iglesia y busc sealar los factores que podran ser tiles para la superacin deesa situacin de reducida credib i l idad. El ve en la Teolog a dela Liberacin un desafo a la Doctrina Social de la Iglesia quedebe, hoy ms que nunca, ser consciente de su dimensin teolgica y eclesiolgica para formular sus afirmaciones en unaut ntico dilogo interdisc ipl inario con todas las ciencias humanas en el contexto histrico-social de la actual idad.Antn Rauscher recalc la irreemplazable presencia dela doctr ina social catl ica para Latinoamrica. Seal detal la

    damente las posibi l idades polt icas y econmicas de la apl icacin de la doctr ina social catl ica en lat inoamrica y se ocupcrt icamente con la pregunta sobre si el "anlisis marxista"podra ser t i l en alguna forma para la solucin de los problemas de Amrica Latina.Lothar Roos bosquej los caminos los acertados y losequivocados por los que el "movimiento social catl ico" enEuropa busc superar la sociedad de clases en la etapa preca-pitalista. El ve en el proceso de aprendizaje resultante de elloque cond ujo sin duda a formulacion es tericas y a .muchasaplicaciones prcticas de la doctrina social de la Iglesia unpotencial de experiencias, crt ico y motivador para la Iglesialat inoamericana de hoy.Las conferencias fueron complementadas con exposiciones cortas en las cuales los obispos Karl-Josef Romer y Val-fredo Tepe as como Peter Hnerman, l lamaron la atencinsobre importantes interrogantes histricos y sistemticos,cuyo signif icado es grande para una "evangelizacin l iberadoray el desarrollo posterior de la Doctrina Social de la Iglesia.

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    En el informe de las discusiones Karl-Josef Hollender seal los temas importantes, los interrogantes y respuestas quedist inguieron el amplio dilogo de los part icipantes de lasjornadas.El l ibro se concluye con la transcripcin de una "declaracin f i n a l " aprobada unnimemente en la que se expresala esperanza de que el dilogo entre los cristianos en latinoamrica y Alem ania con tribu ya a que el aporte de la Iglesia

    por una mayor justicia social y caridad se entregue con valent a y objet iv idad.A este propsito quiere servir tambin esta publicacinde las conferencias, exposiciones y discusiones de las jornadassobre la "Evangelizacin l iberadora liberacin a part ir delEvangelio".

    Lothar Ross y Jaime Vlez C orreaBonn/Bogot, Noviembre 1986

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    PALABRAS DE APE RTUR A DE LAS JORN ADA S DER E F L E X I N " E V A N G E L I Z A R O N L I B E R A D O R A "R E A L I Z A D A S E N E S S E N ( A L E M A N I A F E D E R A L )DEL 1 AL 3 DE D IC IEMBRE DE 1985

    M O N S E O R F R A N Z H E N G S B A C HSi se me permite un pensamiento acerca del contenidode nuestro coloquio quiero que l sea el saludo de paz de loscristianos del primer siglo. De ellos se dice que se animabanmutuamente a la paz con las siguientes palabras: "Empieza laobra de la paz pr imero en t i mismo a f in de que cuando el lase haya establecido en t i puedas l levarla a tus "p r j im os ".De los chinos no cristianos se afirm a que u til iza n a menudo una expresin idiomtica modismo que dice: "Antesde disponerte a transformar el mundo, recorre tres veces tupropia casa".Nuestro tema l leva como t i ' tulo "Evangel izacin Libera

    dora ". Los obispos di jeron en Puebla en 1979: "L os pastoresde Amrica Latina tenemos razones gravsimas para urgir laevangelizacin liberadora, no solo porque es necesario recordar el pecado individual y social , s ino tambin porque de Me-deiln para ac, la situacin se ha agravado en la mayora denuestros pases" (No. 487).El Santo Padre no ha querido ni en su entronizacin,ni en sus encclicas com o tam poc o en sus viajes apostlicosdejar la menor duda acerca de no contemporizar en este momento de la vida del mundo con un "statu quo" del que la

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    paz se encuentra ausente sino de la necesidad de abrir ampliamente y de par en par ventanas y puertas a fin de propiciar laentrada de Cristo, Prncipe de la Paz.Acuciosas son sus amonestaciones sobre el compromisocon la Doctrina Social de la Iglesia. Urgentes son sus advertencias sobre la tentacin de querer encontrar ignorando elEvangelio la solucin de la cuestin social a travs del des

    humanizado y asocial medio de la violencia.Con innumerables y siempre nuevas reflexiones reclamal primero la conversin de los hombres, la renuncia al odio ya la indiferencia y la prctica del actuar con justicia desde lafe y desde la conciencia. No se puede como dice Juan evangelista amar a Dios y despreciar a sus hijas e hijos, a sus hermanas y hermanos. Dios mismo reclama sus derechos.Cmo llevar adelante el anuncio de la Doctrina Social dela Iglesia, su profundizacin, su difusin y su apl icacin ennuestros dos co ntinentes Amrica y Europa es ciertamentetambin la urgencia y priori taria razn de este coloquio. Yoespero que l se traduzca en muchos propsitos y concretosesfuerzos para progresar en la dimensin de la justicia, la pazy de la libertad. La comisin Iglesia Mundial de la Conferencia Alemana de Obispos reitera su disposicin frente a estepropsi to.Su eminencia el Cardenal Hffm er ha dich o el 28 de sept iem bre de 1984 en la reunin plenaria de la conferencia episcopal alemana que "la teologa de la l iberacin correctamenteentendida es una parte de la Doctrina Social de la Iglesia. Noes idntic a co n ella po rque la Doc trina Social de la Iglesia esms amplia. Ella no trata slo de la superacin de un estadode negacin de la I ibertad en la sociedad, sino de los principioscardinalesde la vida social (solidaridad, subsidiariedad y bienestar) y de las institu cion es bsicas de la sociedad ( ma trim on ioy famil ia, trabajo y empleo, economa, Estado, unin de lospueblos)" .

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    Quiero en este contexto traer a colacin algunas citasimportantes de las homilas del Santo Padre provenientes desus viajes apostl icos a Latinoam rica.En el Estadio de la revolucin en Panam dijo S.S. elPapa Juan Pablo 11 el 5 de marzo de 1983:

    En la bsqueda de una mejor justicia y elevacin vuestra, no podis dejaros arrastrar p or la tentac in de la violen cia, de la gu errillaarmada o de la lucha egosta de clases; porque ste no es el caminode Jesucristo, ni de la Iglesia ni de vuestra fe cristiana. Hay ai nenes estn interesados en que abandonis vuestro trabajo, paraempuar las armas del odio y de la lucha contra otros hermanosvuestros. A esos no los debis seguir.A qu conduce ese camino de la violencia? Sin lugar a dudas,crecer el odio y ias distancias entre los grupos sociales, se ahondar la crisis social de vuestro pue blo, aumentarn las tensiones ylos conflictos, llegando hasta el inaceptable derramamiento de sangre, como de hecho ya ha sucedido. Con estos mtodos,completamente contrarios al amor de Dios, a las enseanzas del Evangelioy de la Iglesia, haris imposible la realizacin de vuestras noblesaspiraciones. Y se provocarn nuevos males de descomposicinmoral y social con prdida de los ms preciados valores cristianos.Vuestro justo compromiso por la justicia, por el desarrollo material y espiritual, por la participacin efectiva en la vida social ypo ltica , ha de seguir las orientaciones marcadas por la enseanzasocial de la Iglesia, si queris construir la nueva sociedad, la de lajusticia y la dla paz. Mtodos y vas distintos engendrarn nuevasformas de injusticia donde nunca encontraris la paz que tanto yjustamente deseis.El Evangelio se constituye en defensa del hombre, sobre todo delos ms pobres y desvalidos, de quienes carecen de bienes de estatierra y son marginados y no tenidos en cuenta.El amor al hombre, imagen viva de Dios, ha de ser el mejor incentivo para respetar y hacer respetar los derechos fundamentales dela persona humana. Por eso la Iglesia se levanta como defensoradel homb re, a la vez que como estandarte de paz, de conco rdia,de unidad. Son estos tambin los objetivos que no olvido en estami visita.

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    Es efect ivamente necesario y urgente en vuestros pai 'ses que laIg les ia , a l proc lama r la Buena Nueva de l Evangel io a pueblos ques u f ren i n t ens amen te y des de hac e l a rgo t i em po , c on t i ne ex po n iendo con va lent a todas las impl i cac iones soc ia les que comportala c ond i c i n de c r i s t i ano .S in o lv idar nunca qu e su pr ime ra e indec l inab le mis in es la depred icar la sa lvac in en C r is to . Pero s in ocu l tar a la vez s i tuac ionesque son incom pat ib le s con una s incera profe s in de fe , y t ra t and ode susc i tar aquel las ac t i tudes de convers in ef i caz a las que debecon duc i r a esa misma fe .A l cum pl i r ta l mis in , tod o hom bre de Ig les ia deber tener enc uen ta que no puede rec u r r i r a m todos de v i o l enc i a que repug nan a su condic in c r i s t iana, n i a ideo logas que se insp i ran env is iones reduc t i vas de l hombre y de su des t ino t rascendente. Pore l cont rar io , desde la c lara ident idad de l Evangel io y de una v is inin tegra l de l ser hum an o, se es forzar con todas sus energas pore l iminar la opres in, la in jus t i c ia en sus d iversas formas t ra tandode ampl iar los espac ios de d ign i f i cac in de l hombre.Aq u ha de ha l lar su f ie l 'e imp rorr oga ble ap l i cac in la ensea soc ia l de la Ig les ia , que rechaza com o inadecuados y noc ivos ta ntolos p lanteamientos mater ia l i s tas de l cap i ta l i smo puramente econom i s ta , c omo l os de un c o l ec t i v i s mo pu ramen te ma te r i a l i s t a , op re sores de la d ign id ad de l hom bre (c f . Lab orem Exercens , 13) .

    Y una tercera referencia que tomo del primer viaje papala Latinoam rica con ocasin de la reunin de los obispos dela Amrica Latina en Puebla el 18 de enero de 1979, referencia que t iene tanta val idez para el viejo mundo como parael nuevo:

    Cuan to hemos rec o rdado an tes c ons t i t uy e un r i c o y c omp l e j opa t r i m on i o , que la "E v ange l i i Nun t i a nd i " denom i na Doc t r i na S o cial o Enseanza Social de la Iglesia (EN 38). Esta nace a la luz dela pa labra de Dios y de l Magis ter io autnt i co, de la presenc ia delos c r i s t ianos en e l seno de las s i tuac iones cambiantes de l mundo,en contac to con los desaf os de que sas prov ienen. Ta l doc t r inas oc ia l c ompor ta po r l o t an to p r i nc i p i os de re f l ex i n , pe ro t amb in normas de ju ic io y d i rec t r i ces de acc in (c f r . "O c tog s imaA dv en i ens " n . 14 ) .

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    Confiar responsablemente en esta Doctrina Social, aunque algunos traten de sembrar dudas y desconfianzas sobreella, estudiarla con seriedad, procurar aplicarla, ensearla, serfiel a ella es, en un hijo de la Iglesia, garanta de la autenticidad de su com pro m iso en las delicadas y exigen tes tareas sociales, y de sus esfuerzos en favor de la liberacin o de la promocin de sus hermanos... Permit idme pues, que recomiendea vuestra especial atencin pastoral la urgencia de sensibilizara vuestros fieles acerca de esta Doctrina Social de la Iglesia.Hay que poner part icular cuidado en la formacin deuna conciencia social a todos los niveles y en todos los sectores. Cuando arrecian las injusticias y crece dolorosamente ladistancia entre pobres y r icos, la Doctrina Social, en formacreativa y abierta a los amplios campos de la presencia de laIglesia, debe ser preciso instru me nto de forma cin y de accin."En esas palabras de nuestro Santo Padre encontramos elprograma de nuestro coloquio con todas sus consecuencias.Los esfuerzos por despertar por una parte, la concienciasocial en torno a la apl icacin de los principios de nuestraDoctrina Social Catl ica, as como por otra parte por evitar el uso abusivo del Evangelio en torno a la justi f icacin delos actos de violencia no son nuevos.Yo me acuerdo de la comisin internacional "Iglesia yLiberacin", que se fund por iniciat iva de los obispos latinoamericanos en Bogot en 1972. El la se preocup de adver

    tir as no se entendiera en todas partes de inmediato enpalabra oral y escrita del gran significado de la liberacin delegosmo individual y social. El la mostr que lo primero y propio de la Iglesia es el anuncio del Evangelio que las consecuencias de ello era un amplio servicio a la sociedad y se esforzen este sentido an antes de la publicacin de la "Evangeli iNu n t i a n d i " .Esta comisin pudo, en Puebla en 1979, siguiendo supropsito fundacional, concluir sus actividades en la formahasta entonces establecida cuando la total idad del Episcopado

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    lat inoamerican o se ocup de esta urgente tarea; ha encontradouna frmula de convergencia en el lema de la "opcin prefe-rencial por los pobres (no de monopolio) y de la integridadde la "Evangelizacin l iberadora" o "l ibertad a travs delEvangelio". Se trata, cada vez ms claramente, de la salud eterna y del bienestar temporal, de la salvacin y de la liberacin.Gracias a los avances de Puebla se ha llegado a travs dela instruccin sobre algunos aspectos de la teologa de la liberacin del 6 de agosto del ao pasado y a pesar de algunapolmica an aqu' en Alemania a una objetiva aclaracinadicional en la Iglesia Mundial, o sea, ms all de los I i'm i tesde Amrica Latina. Podemos esperar que un prximo aportede la "congregacin para la propagacin de la Fe" supere inseguridades; promueva esperanzas y anime ms all de las perspectivas a acciones concretas. En ese sentido deseo que tambin nuestro coloquio sirva a la gran meta de lograr la liberacin a travs del Evangelio.

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    M O N S E O R D A R O C A S T R I L L O NDesde hacealgunosaos venamos pensando m i apreciadohermano, el Seor Obispo Doctor Franz Hengsbach y yo,acerca de la profundizacin de los estudios teolgicos entreAlemania y lat inoamrica para lograr un mutuo enriquecimiento de nuestras Iglesias y prestar un servicio de la Iglesia

    Universal. A nosotros nos ocupaba el tema Amor y Justiciaen el trabajo con los hombres en especial con los pobres en fidelidad con nuestra Iglesia.Organizamos para ello diversas sesiones de trabajo enAlemania, en Roma y en Latinoamrica.El seminario de Essen-Werden tiene el propsito de buscar deten idam ente, en el tesoro de la Doc trina Social de laIglesia toda su fuerza liberadora en comunin con el Evangelio

    que nosotros hemos adoptado como norma de nuestras vidasy como eficaz instrumento de nuestra tarea apostl ica.Un motivo de mucha urgencia me obliga a abandonar este encuentro antes de tiempo. En primer lugar el Santo Padretuvo la di leccin de incluirme entre los obisposque part icipanpor encargo de su santidad en el Sn od o. Es as com ome convoca el presidente del Snodo junto con otros obisposrepresentando a cada continente y un obispo en representacin de la Iglesia Oriental a Roma para redactar el Mensajedel Snodo.

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    El lunes en la maana debemos concluir el documentopara presentarlo a la reunin plenaria. Por esta razn debo lamentablemente regresar, hoy domingo, a Roma pero permanezco con ustedes con mi pensamiento y con mi inters porel resultado de las jornadas. Estos resultados sern fructferosy tiles no slo para la Iglesia latinoamericana sino graciasa su temtica para toda la Iglesia Universal.

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    SITUACIND E L A E V A N G E L I Z A R O N

    LIBERADORA

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    A M E R I C A L A T I N A Y L A P A S T O R A L S O C I A L :Doctrina Social Catlica de Medelln y Puebla, y algunosaspectos sobre la Teolo ga de la Liberacin

    Mons. Roque Adames R.V

    En un primer momento creo necesario enfat izar la problemtica reciente de la Teologa de la Liberacin en AmricaLat ina.Comenzar presentndoles un resumen de los ltimosacontecimientos relacionados con la Teologa de la Liberac i n . En real idad, a pesar del esfuerzo del CELAM por divulgar la "doctr ina social" ( trmino usado rei teradamente porJuan Pablo II en su Encclica Laborem Exercens nn. 3, 14,20) que c ulm in en la obra de amplia circulacin " Fe Crist ianay Compromiso Soc ia l " , 1982, 1984, hay que reconocer que,en su generalidad, en amplios sectores de la pastoral social dela Iglesia en Amrica Latina se ha seguido en escritos, tecnologa y pensamiento de manera ms bien espontnea y prctica que terica, mtodos y opiniones de la l lamada Teologa

    de la Liberacin, sin dar an, la importancia debida a la Doctr ina Social Catl ica.R E C I E N T E S T E N D E N C I A S D E L AT E O L O G A D E L A L I B E R A C I N

    Creo que en estos l t imo s tres aos, variosacon tecimien -tos notables han inf lu ido marcada y pos it ivamente las corr ien tes de pensamiento tecnolgico que se denom inan de unamanera general izante "Teologa de la Liberacin",ya queexis-?

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    te n en ellas varias tendencias mutuamente irreconci l iables, enlo que a metodologa se refiere (Sagrada Congregacin para laDoctrina de la Fe: Instruccin sobre Algunos Aspectos de la"Teologa de la L iberacin": VI , 5-9) .Voy a enumerar algunos de estos acontecimientos, sinpretender, en modo alguno, abarcarlos todos. Senci l lamenteacentuar lo que creo, en mi necesariamente l imitada experiencia, que parece albergar la simiente de cambios profundos

    y duraderos de ese pensar.Cronolgicamente es extremadamente importante elanlisis y la tipologa del P. Scannone en su ar t culo "La Teologa de la Liberacin", aparecido en Stromata, Enero-Juniode 1982.Hay muchos puntos importantes en ese artculo, que lmismo podr exponerles personalmente. Pero, en cualquiercaso, me permito sealarles dos caractersticas de la opcinpor los pobres y la conversin cultural que, por esclarecedorasde las evidentes divergencias entre la teologa clsica y lasteologas de la l iberacin, conviene tener en cuenta para quenuestro encuentro sea fecundo:

    a. Las teolog as de la Libe raci n no contemplan al pobre yal ncocomo individuos que deben venti lar sus problemasa travs de una tica antropolgica individualista, sinocomo un "pueblo" (versin surea y preponderante enla mayor parte de los agentes de pastoral) o como clase(versin raramente l ibre de fuerte colorido marxista,como se aprecia en las obras de Assmann, y en muchomenor grado de J.P. Miranda). "No podemos elegir entiead mi tir o no la lucha de clases, sino de qu parte nos ponemos" (Girardi, Amor Crist iano y Lucha de Clases,pg. 56). Consiguientemente, la "praxis" l iberadora estenfocada a la construccin a travs de grupos polticos osocialmente activos de una sociedad cuali f icativamentenueva (Scannone: a.c: 11). "Necesitamos (de los part idosmarxistas) su conciencia polt ica, sus mtodos de lucha,su anlisis de la real idad, su informacin, su proyecto de26

    nueva sociedad", (Segundo Encuentro Latinoamericanode Comunidades Eclesiales de Base, Cuenca, julio 1984.Revista Mensajero, Qui to , n. 693 /69 4, pg. 22) .La Teologa de la Liberacin debe pasar por una rupturacon el marco conceptual de la teologa clsica, fundamentalmente europea, con su fuerte nfasis en la mediacin f i losfica de conceptos y mtodos abstractos, yarrancar del contacto con la pobreza material y polt ica,acentuando el carcter histrico de nuestras concepciones teolgicas de Cristo, ledas, como por los autores delEvangelio, desde el Sitz-im-Leben de la problemtica desus com unidades (J. Sobrino: Cristologa desde AmricaLat ina. Esbozo: Int roduccin; L. Bof f : 1974: Jesucr is toel Liberador. Ver: Scannone: a.c, pp. 12 s). Gutirrez,despus de rechazar la Teolog a como "ciencia de Di os "que segn l es un concepto anticuado, lo susti tuye porotro nuevo: Teologa como reflexin crt ica sobre lapraxis (Teologa de la Liberacin, pg. 20). Girardi nosdice, por su parte , que la Teologa de la Libe racin no esesencialmente una reflexin sobre la praxis l iberadora,sino una reflexin l levada a cabo en func in dee sta praxis,sta siendo su lugar ms bien que su objeto". (En Veke-mans R.: Teologa de la Liberacin, pg. 202).

    ! El anlisis ma tizado deScannone nos da m uchos elementos de juicio para discernir a la luz de la antes aludida rupturaepistemolgica, y los criterios para ponderar la ya bastanteabundante l i teratura de la Teologa de la Liberacin. Pero suestudio, como obra de un acadmico que cult iva el matiz, nopudo tener el impacto realmente explosivo de la Instruccinde la Sagrada Congregacin para la Doctrina de la Fe.Es posible, como indican Clodovis y Leonardo Boff(1984) que el peso dado en esa Instruccin al anlisis marxista sea ms pertinente para las primeras etapas de la Teologade la Liberacin que para las actuales ("No hay pensamientoque nazca adu lto ".. . "Cie rtam ente en el asumir categorasmarxistas hubo exageraciones e imprudencias...").

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    Ser dif c i l , en cambio, negar el acierto de la direccinfundamental de la argumentacin de la Instruccin: una"p rax is" pol t ic a no normada l leva fci lmente a las conc lusiones all expuestas, tal como se dan en la praxis marxista.L. Boff (1975: 35-37), por ejemplo, se acerc pel igrosamentea la cr t ica de la Instruccin, al t i tular la conclusin del Captulo I de su obra Teologa d esde el C autiverio: "Lo queimpo rta no es la Teologa de la Liberac in, sino la l ibera cin ".Y Pablo Richard dir que "no son los valores evanglicos losque dan sentido a la praxis social, sino al revs: es a partir dela praxis social donde encontramos sentido a estos valoresevangl icos" (pg.408) .

    Deseo extraer de la instruccin de la Sagrada Congregacin para la Doctrina de la Fe las siguientes, muy pert inentes,amonestaciones, cuyo peso futuro debe ser grande en los telogos lat inoamericanos:a. Una praxis no norma da por prin cip ios generales desem

    boca fci lmente en relat iv ismo moral y doctr ina.b. El anlisis marxista que insiste en div idir la sociedad en"clases" basadas en la propiedad de los bienes de produccin, y en caracter izar su relacin mutua como anta-agnica, es una construc cin c ient f ica discut ible inclusocada vez ms contestada (ver Giddens: 198 5), propensaa laabsolut izacin de la "praxis" y que, por su simpl ismoy contenido ideolgico, no debiera tomarse como mediacin cien t f ica p r imaria para comprend er la real idad.

    Creo que el severo aviso de la Congregacin para la Doctrina de la Fe , unido al creciente descrdito de ciertas lecturasmarxistas en los ambientes cient f icos europeos y hasta latinoamericanos, y al deplorable irrespeto de los derechos humanos en los pases socialistas, acentuarn la distancia crticade las Teologas de la Liberacin respecto al uso privilegiadodel anlisis marxista.Es bueno, para practicar la justicia en casa propia, indicar, sin emb argo, que una buen a p arte de los telogos de la

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    l iberac in, en casi todas sus vertientes , se negaron a red ucir suteologa a una simple po l t ica (a pesar de muy desafortunadasexpresiones y hasta maso menos extensas exposiciones). Probablemente la ausencia de otros instrumentos de anlisis socialy la fal ta de un dominio profundo del marxismo, amn de ladecidida act i tu d revolucionaria del marxismo en los aos sesenta, fue ron las causas de un uso abusivo de m todo s y supuestosmarxistas revestidos del halo de ciencia objet iva adq uir ida.En pie queda el problema de una praxis liberadora quese resiste a someterse a principios ticos normativos.Los abusos de la revolucin nicaragense, aun aceptandola amenaza internacional que pesa sobre ella, han contribuidotambin a que algunos de los ms dist inguidos telogos de lal iberacin, como el P. Jon Sob rino,S.J., acenten la necesidadde una espiritualidad de la liberacin que, arrancando de lasbienaventuranzas, la gratuidad y la real idad p opular, c ult ive elencuentro y relacin con Dios y cr i t ique con severidad evanglica las tentaciones ms comunes del poder alcanzado (SalTerrae: 72: 1984: 139-162). Copio la l ista deesas tentaciones:

    a. Excesivo protagonism o de un grupo l iberador en contrade los dems;b. supresin de la esponta neidad pop ular en aras de una. organizacin estatal burocrt ica;c. pr ior ida d absoluta otorgada a un medio de l iberacinprct ica (social , pol t ica, mi l i tar, econmica);d. man ipulacin de lo rel igioso, haciendo violencia a la dimensin histrico-religiosa de los pueblos;.e. dogmatismo y fal ta de espr i tu cr t ico;f . abuso del poder con tendencia a la auto af irma cin y noal servicio.

    Espero que la tesis fundamental del P. Sobrino que, trascendiendo la conquista del poder y el cambio estructural,29

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    acenta el carcter to tal e integral de la libe rac in, sea asum ida en el fut uro tamb in po r los telogos de la Liberacin paratodas y cada una de las etapas del proceso de liberacin. Poraqu se abre, sin duda, una puerta a la Doctr ina Social de laIglesia.Otro aspecto que est emergiendo con bastante fuerzaen Amrica Latina es la duda sobre la representatividadpopular de la Teologa de la Liberacin.Todo esfuerzo l iberador que abarque teora y 'praxisdebera ser oyente de la "palabra" del pueblo. Este puebloque t iene su rel igiosidad, sus defectos y su histor ia, quizsest perdiendo realmente su "cultura" y recibiendo el trasvasede la "modern idad" (P. Trigo: 1984) .Sin duda alguna losportadores.de la Teologa de la L iberacin pertenecen a una l i te cler ical, con sl idos y ampliosestudios teolgicos y f i losf icos real izados en Europa o en losEstados Unidos. Son ellos capaces de oir la palabra de suspueblos? Estn cambiando stos su cultura al r i tmo crecientecon que cambia su conducta consumista? Son telogos ygrupos selectos co mp rom etid os los agentes eficaces de unproceso de l iberacin popular en tan dif c i les circunstancias?Si no lo son, es probable que los esfuerzos pastorales dela Teologa de la Liberacin sufran la misma esteril idad quelos de los apstoles laicos de la democracia poltica del cient i f ic ism o laicista de la I lustracin , o losde los mismos p art idosmarxistas. No sobra advert i r que dicha "es ter i l ida d" se debe al

    pun to de part ida de ciertas teologas, que lo sitan en el datosociolgico al estilo de Max Weber, en lugar de ponerlo en elfenmeno rel igioso, como lo hace una sl ida Fi losof i 'a de laReligin al estilo de Berger, Rahner, B. Welte y otros ms.Trigo dice que " la cultura popular ha resist ido en buena 'medida a la matr iz cultural de la I lustracin. Y no por fal tade proposicin o por cerr i l idad, sino por posit ivo rechazo.Creemos que a esto hay que atr ibuir la ester i l idad de muchosde los mejores esfuerzos del siglo XIX y de las primeras dca-

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    das del XX, y de un modo muy part icular ah habr que buscar la causa del fracaso de las diversas propuestas marxistas enAmrica Lat ina.. . No podemos decir que el problema hayasido la derrota de confrontaciones abiertas, sino la falta deconvocacin (tal vez la excepcin sea Chile); se ha llegado a lacon fronta cin cuando la inspiracin marxista no ha sido sent ida como la dominante (Cuba 1958, Bol iv ia 1952 y 70, SantoDomingo 1965, N icaragua 1979)" .Creo que Trigo ha puesto el dedo en la llaga sobre laslimitaciones prcticas de la Teologa de la Liberacin enAm rica Lat ina. Reco nozco , con tod o, que esas mismas observaciones se pueden aplicar a la eficiencia de la teologa clsicay de la Doctr ina Social Catl ica.Finalm ente, tengo que refer irm e, para completar la visinpanormica de este quinquenio, al potencial social que elmtodo propuesto por los Obispos Norteamericanos sobre laDoctrina Social de la Iglesia y la Economa de los Estados

    Unido s ha inyec tado a algunos grupos de la Iglesia en Am ricaLatina (CELAM: DEPAS: Seminario sobre M odelos de NuevaSociedad y Et ica para un Nuevo Orden Econmico Internac ional ; Ro de Janei ro , 10 a l 14desep t iembred e 1985; "NuevaSociedad", C ol . Celam, No. 8 1 , Bogot, 1987 , 250-ss. ).i El racioc inio es el siguien te. An te la paten te y flagranteinjusticia social reinante en Amrica Latina, la Iglesia ha predicado siempre un mensaje de alto contenido t ico, centradoen una cosmovisin del hombre, de la sociedad y de los bienes

    humanos, que acenta la conversin personal, excluye la violencia y propone una "doctrina social a la que el verdaderocrist iano no slo debe prestar ate ncin , sino que debe ponerlacomo base para traducir la concretamente en categoras deacc in, de par t ic ipac in y de compromiso" (EN 35-38) .En la Gaudium etSpes (n. 43) y en la Octogsima Adve-niens ( n. 48) la Iglesia insta a los cristia nos a la accin liberadora, respetuosa siempre del plural ismo legt imo de opcionesindividuales (Octogsima Adveniens: 50 ss.).

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    Principios y l lamados a la accin , pero hasta ahora, en laprct ica, con poco acento sobre la d imensin comuni tar ia.Este es el aspecto que habr que privi legiar en Am rica Latin a.Por m ltip les causas, que no es el caso analizar a hora , peroespecialmente por el tono l iberal con que surgieron los diversos pases en el Continente, se insist i preponderantementeen la responsabilidad individual. Incluso hasta pocas no lejanas este esti lo l iberal con cierto anticlerical ismo, creaba reacciones hosti les a intervenciones legt imas pblicas en las quese sospechaba la presencia de la Jerarqua.

    Por otro lado, se ha notado la ausencia de un laicadoamplio, que a part ir de una matriz intelectual catl ica, l levaraa la prctica, de diferentes maneras y en los diversos cuadrospolt icos, los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.Innegablemente, tal como lo recuerda Juan Pablo II ensu discurso " A los Cons tructores de la Sociedad Plural ista deH o y" (en Baha , 7 de jul io de 198 0), "en su doc tr ina social la

    Igles ia no propone un modelo po l t ico o econmico conc reto,pero indica el camino, presenta principios".El peligro real es que estos princ ipio s se reduzcan alcampo de los enunciados y no logren desatar acciones recti f i cadoras de la injusticia y menos an promotoras de la justicia.De hecho, m uchos crist ianos se con form an con aceptar f ie l mente esos principios a nivel intelectual y a trabajar en mo vimientos apostl icos para mejorar la famil ia, la educacin orenovar el esp r i tu . Pero sin pasar de ah.Los Obispos Norteamericanos, en su proyecto de cartapastoral, han propuesto un modelo de accin social que, mantenind ose fiel al carcter de la Do ctri na Social de la Iglesia, ala legit imidad de opciones individuales y al principio de la nocom pete ncia direc ta de la Iglesia en cuestiones sociales, hacede el la agente catal izador de una discusin moral permanentecomo "parte integral del modo segn el cual relacionamosnuestras creencias rel igiosas con lasreal idadesde la vida di ar ia "(n . 157).

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    Su alternativa de accin social est descrita con c oncisinen el n. 154 del primer Proyecto de Pastoral: "Nuestra discusin de cada rea de poltica comenzar con un breve resumendel por qu y de qu mod o ese tema es imp orta nte para nuestrot i e mp o ."Una informacin bsica sobre los problemas econmicos preparar el escenario para el anlisis subsiguiente."A cont inuacin indicaremos los problemas morales queplantean esos temas y mencionaremos con brevedad los pr incipios de Doctrina Socia 1 de la Iglesia aplicables a ese campo."La restante discusin sugerir algunas direcciones polticas que brotan, a nuestro juicio, de los principios antesresumidos."Esta discusin incluir tanto juicios negativos acerca deopciones polt icas que nosotros consideramos inaceptablesmora lmente , como, positivamen te, lneas generales de accinpara nuevas direcciones de poltica pblica ".Esta posicin de los Obispos Norteamericanos puederesultar una me todolo ga interesante para l lenar el vaco dealternativas de accin polt ica para quienes "t ienen sed yhambre de just ic ia" y complementar , admirablemente, laDoctrina Social de la Iglesia.

    D O C T R I N A S O C IA L C A T LI C A E N A M E R I C A LA T I N A .NECESIDAD Y PERSPECTIVASEn general podemos afirmar que tanto Medelln c o moPuebla se mueven en una perspectiva bbl ica y eclesial prof-tica (Scannone: a.c : pg. 20) .Su verdadera original idad, y quizs su debil idad, estuvoen apl icar el clsico esquema pastoral "ver, actuar y juzgar"para ver la real idad social, econmica y polt ica lat inoamericana (Alemn: 1985). La Iglesia lat inoamericana logr as

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    volver al esquema proftico y continu usando como mediacin entre la doctrina y la-realidad el esquema de la tica i nd i v idual , aunque apl icada a los grandes problemas del C ontinente .La mediacin " soc ia l " fue , a lo sumo, fenomeno lgica.Obviamente, no l leg en su profetismo a la extrema formulacin de J.P. Miranda, quizs el mejor y menos conocidoescriturista de la Teologa de la Liberacin (1972).Para l, (Miranda: a.c. pp. 325 ss.), la quinta-esencia delmensaje de Yahv a su pueblo y de su promesa final s dejareducir a dos freases de Jeremas (3 1, 31-34 y 22 , 15-16) :Dios quiere insti tuir un pueblo donde su espr i tu habite en elcorazn de cada uno sin necesidad de que nadie lo instruya; yque se dedique a practicar la justicia y el derecho, lo que signi f ica "conocer a Dios":"As ser la alianza que har con Israelen aquel t iempo futuro orculo del Seor:Meter m i Ley en su pecho, la escribir en su corazn ,yo ser su Dios y ellos sern mi pueblo;ya no tendrn que ensearse uosa otros, mutuamente".(Jer. 3 1 , 33-34 a.)."Si tu padre comi y bebi y le fue bien,es porque practic la justicia y el derecho;hizo justicia a pobres e indigentesy eso s que es conocerme orculo del Seor"(Jer. 22, 15 b-16).En ese marco general deseara decirles unas palabras sobre la necesidad de la Doctrina Social Catlica, basadas en miexperiencia pastoral.

    Profetismo al margen de la Iglesia JerrquicaNo deseara ser malinterpretado. En general, nadie omuy pocos, osarn decir que su praxis, menos an su teoral iberadora, son independientes del Magisterio.

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    A pesar de la evidente intencin en contrario de ambosdocumentos, Medellm y Puebla canalizaron la atencin de loscrist ianos ms activos y comprometidos y tambin de algunos grupos polt icos con dbil o ninguna vinculacin con laIglesia hacia la "concientizacin" sobre el objetivo de unamal interpretada llamada del Seor (Beruf). Ver el alcancerel igioso-econmico del trmino en M. Weber (Historia econmica general: IV .9) : la creacin de un pueb lo suyo , doc u-mentable ya en Gen. 18, 19, que "practique la justicia y elderecho" , sin vinculacin real con el Episcopado.

    La unin de f ieles y pastores, tan patente en el NuevoTestamento, qued relegada para muchos a un plano muyinferior, casi invisible. Ciertamente, existe la tensin sobre elcarisma y el Magisterio dentro de la Iglesia, y la historia lo hamostrado en no pocas veces. Pero tensin no significa "supres in" n i " o m i s i n " .P~>cos hacen de la crtica a la Iglesia un elemento terico

    fundamental de su teologa o de su praxis l iberadora. (Porejem plo, Assm ann, 1973 : 1 , C.4; Richard P., Cristianos por elSocial ismo; Sigeme, Salamanca, 1976, pg. 67; Fierro Mate:Crist ianos por el Social ismo, E d. Verb o Div ino , Estella 1975,pg. 233) .No es posible, sin embargo, negar que el consejo de J.Pablo II en su discurso inaugural e Puebla (I II.6) sobre lasactitudes (en dist incin de los contenidos) referentes a la Iglesia, ha sido poco atendido en bastantes sectores vinculadoscon la Teologa de la Liberacin.Dijo Juan Pablo II: "E n cuanto a las acti tudes , hay que-ponderar cul es su sentido de comu ni n con los Obispos, enprime r lugar y con los dems sectores del Pueblo de D ios; cules el apo rte que se da a la cons trucci n efectiva de la com unidad y cul la forma de volcar con amor y sol ici tud hacia lospobres, los enfermos, los desposedos, los desamparados, losagobiados, y cmo descubriendo en ellos la imagen de Jess"pobre y paciente", se esfuerzan en remed'ar sus necesidadesy procurar servir en el los a Cris to" (LG 8 ). No nos engae-

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    mos: los fieles humildes y sencillos, como por instinto evanglico, captan espontneamente cundo se sirve en la Iglesiaal Evangelio y cundo se lo vaca y asfixia con otros intereses".Me temo que en algunos centros de formacin rel igiosa,con clientela religiosa o laica, falte ese mnimo "sentido verdadero q ue en la Iglesia mi litan te debem os te ne r", de que escr ibe San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios.Este gran renovador de la Iglesia en una etapa especialmente crtica, jams atac ni doctrinas ni conductas de Papasy Obispos. Al revs, acentu, l que fue perseguido por laInquisicin, en sus reglas para sentir con la Iglesia: "La primera : depuesto todo juicio, debemos tener nimo aparejado yprompto para obedecer en todo a la vera sposa de Christonuestro Seor, que es la nuestra sancta madre Iglesia hierr-chica" (ed. Iparraguirre de Da/mases: B A C , M C M L X I I I ) .Repito el diagnst ico: ms que de un rechazo abierto ala unin con la "Iglesia Jerrquica", se encuentra un si lenciototal sobre este punto (Ver, por ejemplo: Equipo de Reflexin de la CNDOR de la Repbl ica Dominicana: Papel deRel igioso en la Accin Pastoral. Re flexin a nivel nacional.Agosto 1985), mientras se destaca "la radicalidad del seguimiento de Cristo; por lo que el profet ismo es inherente alcarisma religioso en el anu ncio de los valores y denuncia deantivalores con su presencia y accin en la Iglesia y en lasoc iedad" ( Ib id) .

    Deficiencia de un marco de anlisis sociolgico adecuado.Se podr discutir siempre si "natura facit aut non facitsaltus" (Rosenstein-Rodan: 1984: 20 7 resume as las posicionesde l y de A Marshall en lo tocante al desarrol lo econmico).El impacto de Medelln sobre los agentes pastorales fuegrande en Amrica Lat ina. Signif icaba para el los "tener quebrincar" las barreras de su preparacin pastoral, sin tener, salvoraras veces, la prtiga para ha cerlo.

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    Se comprende, entonces que siguiesen, al enfocar la real idad social , uno de dos caminos: o el de "ver- juzgar-actuar"espontneo de Cardijn, o el de aceptar como vlido, y hastacomo absolu tamente "c ient f ico" , e l mtodo que le o f recanlos grupos empeados en la revoluci n social . La mayor partede esos grupos padeca hoy se ve lo que entonces no se perciba siempre con clar idad de un dogmatismo marxista que,inclusive pocos conocedores de las obras de Marx, podanaceptar.El problema del mtodo sociolgico prestado (repitoque excluyo a la gran mav'ora de los agentes de pastoral quetom aron por inst in to el de Cardijn) fue pues dob le: se aceptcomo vl ida una metod ologa que se au tod efin eco mo cargadade valores ajenos al cristianismo (basta ver Marx: En torno ala cr t ica de la Fi los ofa del D erecho, de Hegel, y otro s ensayos: ed .G ri ja lbo : 196 2: 3 s.) . Era sta precisamente la versinrealmente dominante del marxismo de aquel los t iempos enAmrica Latina, y se la absolut iz. Aqu tambin se deberan

    tener presentes las puntualizaciones que antes hicimos la "ester i l i dad " de ciertos intentos teo lgicosq ue parten de lo sociolgico y no de lo rel igioso com o d ato que se ha de interpre tar.Las consecuencias de esta metodologa han sido biendescritas en la Instruccin de la Sagrada Congregacin para laDefensa de la Fe,y muchos pastores las sufrimos en carne propia, al ver cmo se deshacan los grupos apostlicos para convert i rse en centros de l lamativo ant ic ler ical ismo y radical iza-cin de izquierda marxista.Pero tambin el mtodo ingenuo del "ver- juzgar y actuar"tiene penosas consecuencias. Dejando de lado su natural ester i l idad, que se le reprocha y que nace de la incapacidad parabarr unta r las com plej simas relaciones sociales, quie ro sim plemente resaltar la amargura y frus tracin que suele provoca r, yel rechazo sistemtico a todo intento serio de or ientacindoctr inal en la praxis de la l iberacin.Llegamos as, por varios caminos, a lo que me parece serla gran op ortun idad d la Doc tr ina Social Catl ica de la Iglesia

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    principios normativos de la accin y su fuente espir i tual. S

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    en Amrica Latina: su capacidad orientadpra de la accin; ysu gran l imitacin: la dif icultad para desencadenar una accinl iberadora concreta cnsona con nuestra idiosincrasia.Creo que no tengo necesidad de insistir ms en la necesidad objetiva de un cuerpo doc tr inal que norme la accin socialde los agentes pastorales y de los cristianos seglares. Debo, encambio, sealar lo que en mi opinin es la principal barrera asu aceptacin dentro de la teologa y la prctica de la l ibera

    cin en Amrica Latina.Metodologa de una tica religiosa colectiva

    a. Ivern acaba de insistir fuertemente en la naturaleza ynecesidad de la conversin religiosa como fuente de toda ticasocia l (CELAM: DEPAS: 1985, Seminar io c i tado; en "UnaNueva Sociedad ", Col . Celam No. 8 1 , Bogot, 1987, 1 80) .Creo que t iene raz n. Muchas veces se ha prete ndid o, enla prctica, medir el aporte cristiano a la tica social solamentepor su contenido doctr inal. Aunque nadie puede objetar estapostura, hay que reconocer que en el la la motivacin y la referencia explci ta a Dios se di luye no poco.Nos encontramos con un vaco expl icativo del comportamiento humano. Precisamente ahora, debido al esfuerzopor lograr produc ir compu tadoras electrnicas de quinta etapa:la creacin de una "intel igen cia ar t i f i cia l", se est constatando

    empricamente la importancia extrema de la motivacin y delos sentimien tos en la accin humana (Secord: 1982.Schank,R.C.: 1985).La consecuencia lgica de esta falta de motivacin espir i tual en el cuerpo de principios de la Doctrina Social, quecon frecuencia se mueve a nivel ms bien f i lo sfic o q ue "espi-r i tua l"-teo lgic o, es su poca garra en nuestros pueblos.No es mi tarea, ni podra hacerlo, indicar la mejor manera de art icular en el interior mismo de la Doctrina Social los

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    debo expresar mi opinin tentativa de que en muchos pasesde Am rica Latina, el pu eblo y an muchas personas que porsu educacin formal podran suponerse en un nivel existencialde actitudes religiosas, no pueden orar (con excepcin de lal lamada oracin oral) en si lencio ni en forma individual.Esto significa que su espiritualidad, cuando se la apartade su cauce tradicional, a diferencia de su actividad profesio

    nal, requiere de una comunidad de oracin part icipativa.Pero, repito, ms que ofrecer soluciones, que por pertenecer al cuerpo doctrinal de la enseanza social deben sergenerales, quiero hablarles con sinceridad de sus deficiencias,o mejor an de sus presupuestos: el aspecto motivacional religioso necesita de una ulterior elaboracin y una expresa presencia en la Doc trina Social.b. La segunda dificultad pastoral que mil i ta en contra dela aceptacin sincera y plena de la Doctrina Social de la Iglesia

    en A mrica Latina es su carcter marcadam ente tico-individual.ticamente, en problemas sociales, la motivacin es importante pero no lo es menos el recalcar las normas de accin de losgrupos. La doctr ina social tradicional pone ms nfasis en elobjetivo social y en el justo rechazo de algunos mtodos paralograrlo, com o la violencia, que en la misma accin l iberadora.El catlogo de excesos descrito por el P. Jon Sobrino,testigo poco sospechoso de parcialidad en favor del valor deprincipios normativos, debera ser reledo en este contexto.Evidente debe ser que si la Doctrina Social de la Iglesiano hace un esfuerzo mayor por buscar principios normativosde prctica social, corremos el pel igro de entregarnos a una"praxis" amoral, del esti lo justamente cri t icado por el documento de la SagradaCongregacin para la Defensa de la Fe.c. Otra fuente l imitante a la vigencia de la Doctrina Social de la Iglesia est en su falta de operacionalidady en la

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    ausencia de un rol definido para los Obispos que no sea su A pesar del endoso que he dado al m tod o de los Obis

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    aprobacin o condenacin post factum.Les indicaba que, a mi parecer y al de los participantesen el Seminario del CELAM-DEPAS recin celebrado en Rode Janeiro, la metodologa que est siendo experimentada porlos Obispos de los Estados Unidos merece tomarse como modelo de accin social normada y eficaz que auna principioscon real idades polt icas concretas.En el trabajo de los Obispos norteamericanos se aprecia:

    1. Rol inicial y permanente de una Comisin de Obispos;2 . nivel tcnico y teolg ico logrado a travs de numerosasconsultas orales con telogos y cientistas sociales de muchas tend encias;3. vigencia de los principios doctrina/es sin caer en e I error depresuponer que de el los se pueden extraer "programas de-f in idos o di rect ivas de accin pol t ica conc reta" (n . 15 2) ;4. toma de posicin, negativa o positiva, frente a polticasgubernamentales concretas, dejando de lado las peligrosas y ahistricas maneras de pensar en trminos de alternativas entre sistemas sociopolt icos, y resaltando el ca rcter prudencial de esos juicios que no pueden tener elmismo nivel de autoridad que el de los que ofrecen pr incipios generales de doctr ina y moral, pero "que debenrecibir seria atencin y consideracin por parte de loscatl icos, ya que determinan si sus propios juicios morales son consistentes con el Evan gelio" (n. 15 6).5. esfuerzo espiritual permanente: el mtodo no busca "undiseo tcnico de reform a eco nm ica, sino mas bien unintento de fomentar un anlisis moral serio de la justiciaeconmica" (n . 1 52); "debe convert irse en parte integraldel modo segn el cual relacionamos nuestras creenciasreligiosas co n las realidades de la vida" (1 57) .40

    pos nor teamer icanos, reconozco que, muy probablemente, nosea general izaba a t tu lo de mtodo nico de accin dentrode la Doctrina Social Catl ica.Contra esta inclusin l i teral mil i tan: el grado de-acuerdofundamental con el sistema social general de un pas, la libertad social de expresin y su t inte pragmtico, fuertementeanglosajn.Con todo, el los han abierto un camino para sal ir del marasmo y de la inactividad en que nos encontramos, y del queme sospecho, no basta la Doctrina Social Catlica para despegar. No po rque sus princ ipios sean deficientes, sino p orque noha- logrado todava disear normas ticas concretas ligadascon la Iglesia y la espiritualidad para el cambio social iniciadoo proahijado por los catl icos.El m todo que co mienzan a disear los Obispos de losEstados Unidos es, necesariamente, un complemento prctico

    a la D octrina Social Catl ica. Quizs seale tamb in un d fici tde la misma, tal cual hasta ahora existe. Dficit que no es tanto doctr inal como operacional .Por lo menos a nivel latinoa me ricano la puesta en marchadel proceso para llegar a una pastoral social de los Obisposnorteamericanos nos har ms fcil seguir el consejo de JuanPablo II, en su visita a Santo Do mingo (12 de octub re de 1984)para iniciar el 500 aniversario de la evangelizacin: "AmricaLat ina: desde tu fide lida d a Cristo resiste a quienes quieren

    ahogar tu v ocac in de esperanza! "(111.2 ).

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    FI R ST D R AFT o f t he U . S. B ishops ' Pastoral Letter on Catholic Social Teaching

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    ^^L A D O C T R I N A S O C I A L C A T L I C A E N A L E M A N I AY LA INSTRUCCIN SOBRE ALGUNOS ASPECTOSDE LA TEOLOGA DE LA L IBERACIN

    Mons. Franz Kamphaus

    \ IEn la "Instruccin de la congregacin para la enseanzade la fe sobre algunos aspectos de la Teologa d la Lib era cin "se afirma: "Una de las condiciones para la necesaria renovacin teolgica es volver a dar nfasis a la Do ctrin a S ocial de laIglesia. Esa doctr ina no est concluida, por ei contrar io el laest abierta a los nuevos interrogantes que aparecen con el

    transcurso del tiempo. En este sentido el aporte de los telogosy pensadores del tercer mundo a la reflexin de la Iglesia hoyda es indispensable" (XI 12).La doc trina social de la Iglesia es una de las condicionespara la indispensable renovacin teolgica: esto es un desafo!Por lo que y o pu edo ver h ay m uchas lneas qu e, en la discusin sobre la teologa de la liberacin, se preguntan: Cmose relacionan la doctrina social catlica y la teologa de lal iberacin?La doctrina social catlica puede respaldarse en una t radicin ms que centenaria; la teologa de la liberacin encambio es joven. Pero las razones del surgimiento de ambasparecen no ser muy diferentes.

    SEMEJANZASLa doctrina social catlica es por su origen una respuestade la Iglesia a los cambios estructurales en el proceso de la

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    Re volu cin Ind ust rial. En ella ha ganado estatura la exigenciade cam bio de act i tudes y de estructuras sociales. R ecurr iendoa la tradicin intenta responder a los desafos sociales. Pocodespus (recurdase al obispo Wilhelm Emmanuel von Ket-teler) la "Cues tin S ocia l" no es tan solo entendida como elproblema de la al imen tacin de los trabajadores (Pauperismo),sino qu e se asume como la tarea d la inte grac in de los trabajadores a la sociedad burguesa, su participacin en los procesossociales y econ m icos, as com o en los procesos de decisinpol t ica. La doctr ina social catlica ha prom ovido ese proceso,io ha acompaado y ea misma lleva su sello distintivo.La teolo ga de la liberaci n "l o n uevo en esa teolo gasegn dicen los hermanos Clodovis y Leonardo Boff nosurge de s misma sino de la novedad sin antecedentes quepresenta la increble problemtica histrica de la cual se ocupaen nombre de la fe de la Iglesia: de la situacin de pobreza yde opresin en el mundo y de las exigencias ticas y cristianascomo formas nuevas de organizacin social . "El los af irman...

    que la teologa de la liberacin surge de la reflexin de loscrist ianos que estn comprometidos directamente con los pobres y con las gentes sencillas" 1 . Las publicaciones de los telogos de la liberacin tienen su origen en su campo pastoral(ponencias en conferencias pastorales, etc.) y a partir de allhan tenido su poster ior desarrol lo.Si volvemos a los orgenes de la doctrina social catlicaen Aleman ia, nos podemos e ncontrar con planteam ientos quese dejan reconocer como reflexin de la situacin y de lapraxis pastoral. Una investigacin sobre las primeras uniones

    social-cristianas en el Rhein y la zona del Ruhr lo demuestra 2 .All se pueden observar fenmenos muy semejantes a los quehoy se hacen presentes en las comunidades de base en lati-noamrica. Precursoramente, antes de que se llegue a la formulacin de un sistema, se desarrolla la doctrina social catlicacomo resultado de la ref lexin del movimiento social catl ico.Se trata de asum ir frente a la injust ic ia vivida y e xperimentadala responsabilidad de la fe.Muy significativa es tambin esta otra semejanza: en lasegunda mitad del Siglo XIX surgen, sobre todo en el rea del

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    Ruhr, los "curas ro jos " que se ubican con demasiada frecuencia en el centro de la crtica por parte del Estado, de la sociedad y de la misma Iglesia. No pocos repesentantes del pensamiento y del actuar social catl ico estuvieron inf luenciadosal menos durante un tiempo por ideas marxistas y socialistas. As escribe el jesuta Padre Prinz sobre el discurso que elObispo Ketteler pronunci ante la Conferencia episcopal en1869: "El influjo de las teoras marxistas no se puede negaren el los". Y sobre el l ibro de Franz Hitz "Capital y trabajo y la reorganizacin de la sociedad" (1880) af irma que "enla obra no pueden ocultarse las influencias marxistas en elanl is is de la economa cap ital ista ".Las "Hojas Social-cr ist ianas" (rgano publ ic i tar io de lasasociaciones social-cristianas) hablan desde 1886 "re pe tidamente y con plena conciencia de Social ismo cr ist iano" 3 .En las elecciones para el parlamento imperial de 1878 selee en el peridico de Essen: "si el candidato se llama "socia

    lista cristiano o no cristiano es igual; para el orden establecidoes igualmente peligroso el uno como el otro, pero el socialismo cristiano es en verdad ms peligroso porque se oculta yencubre bajo el manto de la rel igin" (Peridico de Essen1878, No. 143) .i

    D I F E R E N C I A SGrandeza y lmites de la Doctrina Social Catlica

    Si bien la doctrina social catlica estuvo marcada inicial-mente por las circunstancias de entonces, recurr i mu y pro ntoa las tradiciones del Derecho Natural y a part i r de aquel momento ha seguido esencialmente sus enseanzas. As, el Diccionario de Teologa e Iglesia dice que la doctr ina comprende "la totalidad de las normas establecidas a partir del DerechoNatural y de la Revelacin que hacen referencia al orden social. Sin embargo, las contenidos de la doc tr ina social catl ica47

    h;in sido lomados en un grado tan preponderante y tan esen "Q ue la doc tr ina socal-cristiana no puede desarrollarse

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    cial del derecho natural que el sistema de la doctrina socialcatlica se puede fundamentar basndose solamente en laf i loso fa social y sin hacer referencia a la Re velac in" 4 .G. Gundlach afirma: "Lo que puede aportar la fe cristiana consiste en la importante tarea de preservar la raznhumana de equivocaciones y de apoyarla en sus posibi l idadesnaturales. Pero el conocimiento del derecho natural siempre

    ser como ta l , conocim iento de la razn na tur al " 5 .Fue sin duda un mrito de gran valor histrico llegarmediante el recurso al derecho natural de la reforma de actitudes y la ayuda caritat iva, a la "re form a de las estructurassociales" aceptable tambin por aqullos que no estn bajo la" lex evangel i i " .La experiencia de que el proceso de industr ial izacindegradaba a las personas al nivel de objetos , deman daba unarespuesta a la pregunta por la justicia del sistema en su con

    junto. Pero el recurso a un esquema de orden ms bien estt i co , el intento grandioso de considerar el mbito social comoun cosmostiene puntosde debil idad especf icos. No fue capazde responder satisfactoriamente a la situacin del hombrecomo individuo ni a la dinmica del desarrol lo histrico y larevelacin no era tenida en cuenta sino tangencialmente.J. Ratzinger6 planteaba en el lt imo ao del Conci l iointerrogantes fundamentales con respecto a la doctr ina socialcatl ica t radic ional :

    "Qu e en ella existe tambin algo as como elem entos'ideolgicos', eso es reflexiones que slo en aparienciaprovienen del derecho natural y de la teologa pero enrealidad son el resultado de una estructura social histrica percibida como 'natural ' y declarada como normasospechosamente 7. Que el concep to de la "naturaleza pu ra " es en el fon doel " resul tado de un proceso de abstraccin teo lg jco " 8 .48

    exclusivamente a part ir de los hechos o slo a part ir delEvangelio o del Magisterio sino que como tal se fundamenta en una relacin: en el ordenamiento del Evangelio a las circunstancias sociales concretas. Slo al desarrol larse part iend o de los hechos se torna doc tr ina social;y se vuelve cristiana al relacionar las exigencias del Evangelio con estos hechos" 9 .Ratzinger resume como real debil idad de la doctr ina social catl ica:Ella ha eludido en gran parte este hecho de la historiedad y tratado de form ular median te frmu las abstractas una dogmtica socialintemporal que no puede darse en esta forma. El error no consisti en haber incluido los sucesos sobresalientes del siglo sino enunir ambos la escala de valores fijada en el Evangelio y los hechossociales dados bajo el pseudnimo del Derecho Natural generando as una mezcla de elementos justificados individualmente queapenas permita reconocer a los diferentes aspectos el lugar queles corresponda"10 . Segn l la doctrina social catlica ha de"ordenar el conjunto de los fenmenos sociales bajo la 'idea reguladora' del Evangelio, o sea relacionarlo con la idea conductoradel Evangelio en la conviccin que ello constituye al mismo tiempola verdadera 'idea social'11 .Sin duda la doctr ina social catl ica ha experimentadouna notable evolucin con respecto a los interrogantes mencionados.El t tu lo de Quadragesimo Anno (1931) todava deca:

    "Sobre la restauracin del orden social en perfecta conformidad con la ley evanglica (...)". Mater et Magistra formula sutemtica con mucha mayor prudencia: "Sobre el desarrol loms reciente de la vida social y su ordenamiento a la luz de ladoc tr ina crist ian a". Se percibe el con ocim iento de que la problemtica moderna en torno a la justicia no representa unaperturbacin pasajera del orden natural establecido por Diosen el E stado y la sociedad, sino una tarea que debe ser em pre ndida conjuntamente por la humanidad toda a f in de l legar aun orden ms justo.49

    L I proceso reco rr ido por la doctr ina social catl ica se los hechos se torna doctr ina social ; y se vuelve cr ist iana al

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    evidencia igualmente en la siguiente confrontacin: G. Gund-lach cal i f ica la doctr ina social catl ica como "el conjunto unif icado de todos los posibles conocimien tos basados en el o rdencristiano de la salvacin y que hacen referencia a las estructuras del orden social de este mundo en su totalidad y en susdist intos mbitos, const i tuyndose en normas para la tarea deordenamiento que compete al hombre en tanto ser social a lolargo de la histor ia cambiante" 1 2 . Su santidad Juan Pablo IIindicaba en P uebla con respecto a ella : "Esta (la EnseanzaSocial de la Iglesia) nace a la luz de la Palabra de Dios y delMagisterio autntico, de la presencia de los cristianos en elseno de las si tuaciones cambiantes del mundo, en contactocon los desafos que de esas provienen" (111,7).

    En Alemania la doctr ina social catl ica ha percibido claramente este df ic i t , sobre todo despus del Conci l io. La exigencia de una argumentacin teolgica y de una fundamenta-cin bbl ica se formul por doquier por sus representantes.Gaudium et Spes mencion rei teradamente como norma:sub Evangel ii luce (4), sub lum ineC hris t i (1 0),su b hoc lumine(11), n Lumine huius revelat ionis (13), sub luce revelat ions(23) , sub lumine verbi divini (44), sub luce Evangel i i (46, 50,63). Pero dnde se han cum plido estos postulados en la doctrina social catlica alemana? Persiste, por lo tanto, la pregunta "en qu autor idad interna se apoya el la, con qu derechopuede el la l levar el nombre de "catl ica" o "cr ist iana", porqu le corresponde a la Iglesia presentarla como su enseanz a " 1 3 . Podra tal vez la teologa de la liberacin ofrecerapor-tes e impulsos en el trabajo en torno a esta pregunta?

    Planteamiento y Lmites de la Teologa de la LiberacinQuiero citar de nuevo la posicin de J. Ratzinger segnla cual "la doctrina social-cristiana no puede desarrollarseexclusivamente a part i r de los hechos o slo a part i r del Evangelio o del Mag isterio, sino que com o ta l se fund am enta enuna rela cin: en el orde nam iento del Evangel io a las circunstancias sociales concretas. Slo al desarrollarse partiendo de

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    relacionar las exigencias del Evangelio con estos hechos 14 .Si nos basamos en esta concepcin de doctrina socialcatlica, la teologa de la liberacin representa sin duda elintento de colocar los hechos sociales bajo las exigencias delEvangelio. Debe preguntarse, sin embargo, hasta qu puntoeste intento ha tenido xito.La teologa de la l iberacin se ocupa de la conci l iacinde la praxis histr ica y la teologa. Gustavo Gutirrez caracter iza la teologa de la l iberacin como una ref lexin cr t icaque p arte, a la luz de la fe, de la "p raxis hist r ic a". Por consiguiente el problema teolgico central no consiste en la oposicin entre la fe en Dios y el fet ichismo. Como tal se ent iendela absolut izacin de poder y violencia, el culto al dinero y alconsumo, las ideologas del capital ismo l iberal y del colect ivismo marxista. Dentro de la tradicin del discurso proft icolos telogos de la liberacin insisten en la necesidad de tenerpresente el nombre de Dios en relacin con la historia real. Laprofesin del verdadero Dios ha de resistir siempre en lassituaciones co ncretas enc ontr a de los dioses falsos de la mu erte .Ello tiene consecuencias:La sociedad humana.y la salvacin divina se ordenan enuna "relacin de simbol ismo rea l " . El pecado se mani-I fiesta en las estructuras injustas; la liberac in de l es unsmbolo real de la salvacin.

    - Se produce una "en car nac in" de los conceptos teolg icos. La fe adquiere manos y pies. La materialidad terrenal y las realidades concretas de la sociedad se vuelvenpresagio antes del parntesis de los enun ciados teolg icos.Salvacin, gracia, pecado, encarnac in, cruz, resurreccin,conversin, sucesin, Iglesia se unen a la situacin histrica real de los pobres. La unin a la corporalidad delo social debe liberar los enunciados teolgicos de unaespiritualizacin que los traslada o bien al ms all sinconfl ictos de la histor ia o bien al mbito de la int imidadprivada, separado en gran parte de los conflictos sociales.51

    Este planteamiento teolgico no es casual. Est relacio Qu otro nom bre podram os tener presente desde la encarna

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    nado con el desarrollo universal de la Iglesia desencadenadopor el Conci l io, con la si tuacin pastoral y social en lat ino-amrica y con evoluciones generales en la teologa: El desa rrollo universal de la Iglesia: Co ncilio (L um enGentium, Gaudium et Spes), percepcin de los signos delos t iempos, opcin por los pobres. Enccl icas sociales:Mater et Magistra, Populorum Progressio, Evangel i i Nun-

    t iand i . La si tuacin en Am rica Lat in a: Pobreza, menospreciode los derechos del hombre, pastoral de la liberacin,Medel l n , Puebla. Evoluciones en la teolog a; teologa po l t ic a: superacinde una "hermenutica ideal ista" que reduce la transmisin de la fe al entendimiento (fe y entendimiento). Envez de el lo: fe y accin. Signif icacin del contexto socialpara la palabra y la accin de la Iglesia.

    En el intento de contrarrestar las tendencias dualistas enla teologa tradicional algunos telogos de la l iberacin noescapan al peligro de caer en tendencias monistas. "Se afirmar que Dios se hace historia. Se aadir que no hay ms queuna sola historia, en la cual no hay que distinguir entre la histor ia de la salvacin e histor ia profana. Mantener la dist incinsera caer en el 'dualismo'. Semejantes afirmaciones reflejanun inmantismo histor ic ista. Por esto se t iende a identi f icar elReino de Dios y su devenir con el movimiento de la l iberacin humana, y a hacer de la historia misma el sujeto de supropio desarrol lo como proceso de la autorredencin delhombre a travs de la lucha de clases (...). En esta lriea, algunos llegan hasta el I imite de identi f icar a Dios y la histor ia, ya def inir la fe como 'f idel idad a la histor ia , (...)" ( Ins t rucc insobre algunos aspectos de la "teologa de la l iberacin",1 X 3 - 4 ) /Tener presente el no mbre de Dios en relacin con la historia real;as dice el postulado de la teologa de la liberacin.

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    cin de Dios que el de Jesucristo! Sin embargo, no de maneraque se fusione con la histor ia, con la pol t ica, con nuestrosactos. La norme del "no mezclar y no separar" del Conci l iode Chalcedon que const i tuye el modelo bsico de cualquierreflexin sobre la fe y sigue siendo el fundamento para ladiferenciac in y la relacin entre D iosy el hom bre, es el pu ntode referencia d etermina nte para la ref lexin teok' j ica y lapraxis cristiana. Slo as puede salvaguardarse aquello que laInstruccin seala con insistencia: "trascendencia y gratuidadde la liberacin en Jesucristo, verdadero Dios y verdaderoho m bre , soberana de su gracia, verdadera naturaleza de losmedios de salva cin, y en par ticula r de la Iqlesia y de los sacram entos " (X I, 17). El Reino de Dios no es obra nuestra.

    La fe depende de la "antelacin" de Dios. Dios se adelanta a todos los planes y esfuerzos humanos. Quien olvidela "antelacin" de Dios cae en la ley de un nuevo act iv ismo yun nuevo moral ismo. Se enreda en un "complejo de Dios"como s el hombre pudiese o debiese crear todava las cosasde Dios. Finalmente pretende crear condiciones paradisacas ytermina en el inf ierno del total i tar ismo. Cuando la pol t icava a parar al centro de la fe, la Iglesia acaba en.un mesianismopo lti co que tiene consecuencias nefastas tan to para la pol tic acomo p^a la misma fe. No debe convertirse la tica en dogmt ica. Por ello la doctrina social catlica debe verse nuevamenteen su importancia y en su lugar. El la br inda cr i ter ios, or ientaciones y perspectivas provenientes del Evangelio, de la tradicin de la Iglesia y de la reflexin tica para la ordenacin delas condiciones sociales. No est terminada una vez por todas;as lo muestra por ejemplo la historia social alemana. Ella estmarcada, en parte, por el hecho de si parte (en un Estado dederecho que garantiza la l ibertad) de un relat ivo equi l ibr io enel sistema social o por el contrario de una situacin en que lainmensa mayora de las personas viven en condiciones i nhumanas. Ella nace, tal co mo lo subray S.S. Juan P ablo II enPuebla, "a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio autnt i co , de la presencia de los cristianos en el seno de las situaciones cambiantes del mundo, en contacto con los desafosque de esas provienen" (111.7). Por ello es un imperativo del

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    momento seguir desarrol lando y precisando la doctr ina social bres del trabajo y con los hombres del trabajo", de los pobresy con los pobres los cuales como dice a rengln seguido la

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    en el dilogo con los telogos de la l iberacin.Cuando la Instruccin afirma que "la experiencia dequienes trabajan directamente en la evangelizacin y promocin de los pobres y oprimidos es necesaria para la ref lexindoctr inal y pastoral de la Iglesia" (XI, 13), el lo signif ica quetambin entre nosotros deben asumirse las correspondientesconsecuencias. No deberan la ref lexin teolgica de la praxissocial-crist iana, la fundamentacin teolgica lo mismo quelas perspectivas bblicas ser tareas centrales de la doctrinasocial catl ica? Cuando subrayamos con razn una y otra vezque la crt ica de ciertas formas de la teologa de la l iberacinno equivale al rechazo de los movimientos que dieron origena el la, cuando reclamamos el derecho de cri t icar a algunostelogos sin condenar con el lo la teologa de la l iberacin ensu total idad, cules son los planteamientos y los impulsosde la teolo ga de la libera cin que son retom ados en la enseanza social de la Iglesia aqu en Alemania? Qu significapor ejemplo en un pas r ico como el nuestro "opcin por los

    pobres"?D E S A F O S A C TU A LE S

    El Papa Juan Pablo II dice en "Laborem Exercens":"Para realizar la justicia social en las diversas partes del m u n do , en los distintos pases, y en las relaciones entre ellos, sonsiempre necesarios nuevos movimientos de sol idaridad de loshombres del trabajo y de sol idaridad con los hombres del t rabajo. Esta sol idaridad debe estar siempre presente al l dondelo requiere la degradacin social del sujeto del trabajo, la explo tac in de los trabaja dores , y las crecientes zonas de miseriae incluso de hambre. La Iglesia est vivamente comprometidaen esta causa, porque la consideran como su misin, su servic io , como verif icacin de su f idel idad a Cristo, para poder serverdaderamente la "Iglesia de los pobres"is.

    Promueve y ref leja la Doctrina Social Catl ica en Alemania hoy da esos "m ovim ien tos de sol idaridad de los ho m-54

    Enccl ica "se encuentran bajo diferentes formas"? Cmopodemos ser Iglesia de los Pobres? Es importante que el dilogo sobre la teologa de la libera cin se realice, co mo se haceaqu, entre obispos y telogos. Pero no debera la doctr inasocial de la Iglesia realizarlo an ms dentro de los "movimientos de sol idaridad de los hombres del trabajo y con loshombres del trabajo", de los pobres y con los pobres? Nodebera el la tam bin hoy da ser la ref lex in teolgica de talesmovimientos, promover los, acompaar los, apoyar los 'y defenderlos?Ms difcil ser encontrar soluciones a las preguntas pendientes en el debate de la tica social. Podemos nosotros conbuena conciencia recomendar a los pases subdesarrollados ya los pases en desarrollo el camino que en los nuestros se harecorrido? Oswald Von Nell-Brenning advierte insistentementeacerca del r iesgo de la expansin de la polt ica decrecimientoaun cuando su efecto es indiscutible hasta ahora: "Una talactitud de retrasar una decisin que es inaplazable no puedeser sostenida responsablemente, ni frente a la propia nacin ytampoco frente a la mucho ms numerosa poblacin de lospases subdesarrol lados y much o menos fren te a las prxim asgeneraciones a las cuales hemos de legar un mundo todavahabitable. El t iempo que tenemos para detenernos oportunamente no lo debemos di lapidar de ninguna manera con di laciones innecesarias"16 . Y sinembargo nosotros no sabemoscmo superar en Alemania el desempleo masivo sin renunciaral crecimiento econmico ni cmo solucionar nuestro confl ic

    to de distr ibucin para poder garantizar la supervivencia denuestro Estado de Seguridad Social. El Snodo Romano de1971 nos ha advert ido: es inexpl icable cmo pueden justi f icarlos pases ricos su deseo de apropiarse ms y ms de los bienesde la tierra, cuando esa accin trae como consecuencia el quelos pases que viven en la miseria no salgan nunca de ella oque el cimiento mismo de la vida sobre la t ierra corra el peligro de ser destruido. Los r icos de hoy deben aprender a vivircon menos exigencias en cuanto a su nivel de vida y aprenderigualmente, a derrochar menos las reservas de la naturaleza55

    dejando de destruir la herencia comn que, bajo cri terios deestr icta justicia, deben compartir con el resto de la humanidad "Octogsima Adveniens" nos recomienda. Luego de hacer una

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    (De insti t ia n Mundo 11).Pero quin podr impo ner esa tica del autoc ontr ol?Quin podr, como lo propone C.V. Von Weizscker, crearuna nueva y asctica cultura universal? De nosotros se exige"un cambio decisivo de nuestros modelos de vida, un cambiodrstico de nuestras p rioridades vitales en el campo econ micoy social y todo el lo en un lapso de t iempo reducido, tanm n im o que n o hay po sibilid ad y apenas si hay esperanzade hacerlo lentamente, de acomodarnos y aprender a viviruna nueva situacin sin tener que afron tar con fl ictos . Se nosexige la reorientacin de nuestros intereses y de nuestras metas de rendimiento, pero tambin se nos demanda encontrarnuevas formas de autorestr iccin que de alguna manera equivalen a una ascesis colectiva s..."Quin ser capaz de motivar y de poner en marcha elexigido y exigente cam bio de nuestra conciencia y de nuestrasformas de v ida? (Conclusin del Snodo deWrzburg "Nuestra Esperanza" IV 4).La actual y dramtica situacin que ha trado ia crisis deendeudamiento se hace da a da cada vez ms profunda y demayo r dim ensin evidenciando la incapacidad de dar marchaatrs.Juan X X II I y ms an Pablo VI han deno mina do al al lanamiento de la brecha econmica y social entre los pueblos

    como "la cuestin social de nuestro t iempo". Para cumpliresa tarea, para propiciar un posit ivo cambio de nuestra conciencia, de nuestras costumbresy de nuestra polt ica, debemosacud ir a toda la reserva de nuestra tra dic in eclesial y de nuestra fe concreta y vivida. A todo eso debe servir un dilogotodava por crear; este dilogo ha de ser tambin la ref lexinteolgica que logre generar una verdadera solidaridad de loshombres del trabajo y con los hombres de trabajo, de los pobre y con los pobres. Debemos dejarnos guiar en esa tarea porla esperanza y por el optimismo que el Papa Pablo VI en56

    profunda diferenciacin sobre los crist ianos y las diferenesideologas (social ismo, marxismo y l iberal ismo) y de hablarsobre las Utopas, continaEn el homb re renovado pene tra una fuerza que lo lleva a superartodo sistema y toda ideologa. En el corazn del mundo permanece el misterio del hombre que se descubre hijo de Dios en elcurso de un proceso histrico y sicolgico, donde luchan y sealternan presiones y libertad, gravedad del pecado y soplo delespritu de Jesucristo, salvador de los hombres, sostenido por laesperanza, el cristiano se compromete en a construccin de unaciudad humana, pacfica, justa y fraternal, que sea una ofrendaagradable a Dios. E fectivam ente, "la esperanza de una tierra nuevano debe amortiguar, sino ms bien avivar ia preocupacin de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familiahumana, el cual puede anticipar-de alguna manera un vislumbredel siglo nuevo (Octogsima Adveniens 37),

    N O T A S1 C . BO F F y L . BO FF , Cinco anotaciones fundamentales sobre la posicindel Cardenal R atzinger en Orientaciones, 1 0 0 - 1 0 2 .2 H . Z I N G E L , De las asociaciones al Sindicato. C amino y desar ro l lo de l mo-< v im ien to de trabajado res cr is t ianos en el rea del Ruh r en la 2a. mi tad de!S ig lo X I X. D ise r t ac in Teo lg ica , Bochum,