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  • LA CONVERSIN Y LA ORACIN PRIMERA CATEQUESIS EN EL AO DE SANTA TERESA DE JESS

    El 15 de Octubre comenzamos el Ao Jubilar de Santa Teresa de Jess, con motivo de

    cumplirse el quinto centenario de su nacimiento, un ao para meditar sobre sus

    enseanzas como doctora de la Iglesia y una ocasin para renovar nuestra vida

    espiritual, segn el camino que ella nos propone para alcanzar la santidad, el

    encuentro con Dios. En su libro Las moradas, que tambin puede denominarse El

    castillo interior, considera el alma como un castillo medieval donde hay muchos

    aposentos. En el centro del castillo, est la estancia principal en la que el alma se

    encuentra por fin a solas con el seor del castillo, con Dios. Para ir avanzando a

    travs de los siete aposentos que conducen a su encuentro, la llave es la oracin, que

    nos va haciendo pasar de un estadio a otro. Durante todo este Ao Jubilar iremos

    recorriendo, a travs de nuevas catequesis, conferencias y actos litrgicos este

    itinerario que nos puede llevar, con la gracia de Dios, a un avance decisivo en nuestra

    vida espiritual. Los primeros pasos en esta aventura religiosa (mansiones primera a

    tercera) son, segn Santa Teresa, el deseo de abandonar el pecado, tanto mortal

    como venial (conversin), y el perseverar en la oracin en la presencia de Dios.

    1. El despertar hacia Dios: la conversin.

    La conversin a una vida de santidad, o la renovacin de esa conversin segn los

    casos, comienza lgicamente por el abandono del pecado mortal. Pero, igual como

    nos ocurre frecuentemente a nosotros, Santa Teresa, aunque haba entrado en el

    convento de las carmelitas de la Encarnacin de su ciudad natal, se acomod con el

    tiempo a una vida espiritual rutinaria que encerraba muchas concesiones a lo

    mundano y a la vanidad, lo cual le impeda un verdadero progreso en el camino hacia

    la unin con Dios. Al meditar lo que Cristo haba sufrido por ella, pidi

    fervientemente la gracia de la conversin profunda, lo cual hizo que reemprendiera

  • el camino espiritual. Este despertar hacia Dios fue en 1554, cuando Teresa de vila

    tena cuarenta aos.

    En el libro de su Vida, nos ensea que descuidarse respecto del pecado venial

    bloquea gravemente todo progreso espiritual: de los veniales, -nos dice-, haca poco

    caso, y esto es lo que me destruy (Vida 4,7). Seala que ello fue en parte a causa

    del consejo liberal y permisivo que le dieron algunos sacerdotes de su poca. Hay

    verdaderamente una inclinacin en todos nosotros a buscar consejos que nos dejen

    seguir nuestros deseos egostas.

    Teresa de Jess hace una distincin muy importante entre pecado venial deliberado,

    libremente escogido, y pecado venial que no es deliberado ni libremente escogido.

    Cuando la Sagrada Escritura dice que el justo cae siete veces y se levanta (Prov 24,

    16), ella entiende que se refiere a la persona justa que inadvertidamente comete

    siempre pequeos pecados veniales. Estos pecados, reconocidos, no obstaculizan el

    camino espiritual. Al contrario de lo que ocurre cuando nos decidimos

    conscientemente a cometer pecados que, aunque no sean graves, contradicen la

    voluntad de Dios sobre nosotros. Por eso, tomar la decisin de no cometer nunca

    libremente el ms pequeo pecado es un punto crucial en el camino de la perfeccin.

    Como nos dice la santa, escoger libremente cometer un pequeo pecado no es

    realmente una cosa pequea, si estamos tratando de vivir una vida agradable a Dios.

    Adems, el no apartarse de personas, situaciones o lugares que nos podran incitar a

    pecar debilitan nuestro propsito de resistir al pecado y evitarlo en lo posible,

    impidiendo as nuestro progreso.

    2. La oracin como tratar de amistad con Dios.

    La importancia para el progreso espiritual de una vida de oracin es innegable.

    Teresa de Jess reconoce lo importante que son la meditacin y la oracin para el

    crecimiento de la vida espiritual, pero tambin reconoce lo difcil que puede ser el

    concentrarse. En su propio caso, durante ms de catorce aos no poda meditar sin

    la ayuda de un libro.

  • Ella define la oracin diciendo que no es otra cosa oracin mental, a mi parecer,

    sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos

    nos ama (Vida 8,5). En su obra Camino de perfeccin aconseja a sus monjas: Tratad

    con l como con padre, y como con hermano, y como con seor, y como con esposo:

    a veces de una manera, a veces de otra (CP 28.3, 4). Insiste mucho en el carcter de

    relacin y encuentro personal con el Seor que debe tener todo tipo de oracin y en

    la importancia de ser conscientes en todo momento de a quin estamos hablando

    cuando oramos.

    Los comentarios de Teresa de Jess sobre la oracin recuerdan al mtodo que alterna

    oracin y lectura, llamado tradicionalmente lectio divina o lectura orante de la

    palabra de Dios. Se trata simplemente de tomar un texto de la Sagrada Escritura,

    leer hasta que nuestra mente y nuestro corazn estn elevados al Seor y entonces

    reflexionar en oracin sobre lo ledo, hablando al Seor sobre ello, o simplemente

    estando en su presencia. Cuando nuestra mente se distrae, volvemos a la lectura

    hasta que nos hemos concentrado otra vez, y entonces dejamos el libro y nos

    volvemos de nuevo hacia el Seor por la meditacin y la contemplacin, aplicando

    finalmente el texto a nuestra vida.

    Ella nos anima a un coloquio espiritual con un Dios que es totalmente humano y

    totalmente divino. As nos dice: El alma puede presentarse delante de Cristo y

    acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada humanidad y traerle siempre

    consigo y hablar con l, pedirle para sus necesidades y quejrsele de sus trabajos,

    alegrarse con l en sus contentos y no olvidarle por ellos, sin procurar oraciones

    compuestas, sino palabras conforme a sus deseos y necesidad (Vida 12.2).

    Dos pasos, pues, para iniciar, o reiniciar, en este ao jubilar de Santa Teresa, un

    camino de perfeccin para el encuentro con Dios: evitar el pecado, no slo el pecado

    mortal, sino incluso el pecado venial consentido y deliberado y practicar diariamente

    un tiempo de oracin, leyendo la palabra de Dios, meditndola y hablndole de ella y

    de nuestra vida a nuestro Seor Jesucristo.