Caso - Matías Cárdenas

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MATÍAS CARDENAS (*) Matías Cárdenas era uno de los encargados de obra más prometedores de la empresa constructora Itracsa. El mes de marzo cumplió los 35 anos y había recorrido toda la escala de categorías profesionales de albañilería, desde peón hasta su puesto actual, alcanzado hacía tres anos y pico (véanse Anexos 1 y 2). Sus comienzos fueron con su padre, oficial de albañil, en un pueblo de mediana importancia en la provincia de Salamanca. Más tarde pasó a formar parte de una cuadrilla que hacía trabajos por su cuenta en varias localidades próximas a su casa. Entonces no le iban mal las cosas, había bastante trabajo y ganaba sus buenas pesetas, pero siempre tras muchas horas de labor y de desplazamientos. Cuando se casó, hace casi once anos, empezó a pensar, al igual que su mujer, que podía ser más conveniente encontrar un buen empleo fijo en una de las principales empresas constructoras. Así podrían vivir en una gran ciudad, tener un piso confortable y ofrecer en el futuro, a los hijos que tuvieran, mejores oportunidades de educación que en su pueblo natal. Pronto encontró respuestas a sus aplicaciones. Por medio de un conocido suyo consiguió un empleo eventual (véase Anexo 2) de oficial albañil en una obra importante que la empresa Itracsa, de Madrid, estaba realizando en León. Fue contratado solo para esa obra, pero se ganó la confianza del encargado, Juan Roldán, que prometió contratarle en la siguiente obra que tuvieran en la zona. Efectivamente, tres meses después de terminar la de León, lo contrató para una obra, también grande, en Valladolid. Más tarde, en una obra en Palencia, y luego en otra en Ávila. Con estas obras, más las realizadas recientemente, lleva casi diez

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MATÍAS CARDENAS (*)

Matías Cárdenas era uno de los encargados de obra más prometedores de la empresa constructora Itracsa. El mes de marzo cumplió los 35 anos y había recorrido toda la escala de categorías profesionales de albañilería, desde peón hasta su puesto actual, alcanzado hacía tres anos y pico (véanse Anexos 1 y 2). Sus comienzos fueron con su padre, oficial de albañil, en un pueblo de mediana importancia en la provincia de Salamanca. Más tarde pasó a formar parte de una cuadrilla que hacía trabajos por su cuenta en varias localidades próximas a su casa. Entonces no le iban mal las cosas, había bastante trabajo y ganaba sus buenas pesetas, pero siempre tras muchas horas de labor y de desplazamientos.

Cuando se casó, hace casi once anos, empezó a pensar, al igual que su mujer, que podía ser más conveniente encontrar un buen empleo fijo en una de las principales empresas constructoras. Así podrían vivir en una gran ciudad, tener un piso confortable y ofrecer en el futuro, a los hijos que tuvieran, mejores oportunidades de educación que en su pueblo natal. Pronto encontró respuestas a sus aplicaciones. Por medio de un conocido suyo consiguió un empleo eventual (véase Anexo 2) de oficial albañil en una obra importante que la empresa Itracsa, de Madrid, estaba realizando en León. Fue contratado solo para esa obra, pero se ganó la confianza del encargado, Juan Roldán, que prometió contratarle en la siguiente obra que tuvieran en la zona.

Efectivamente, tres meses después de terminar la de León, lo contrató para una obra, también grande, en Valladolid. Más tarde, en una obra en Palencia, y luego en otra en Ávila. Con estas obras, más las realizadas recientemente, lleva casi diez anos trabajando con Itracsa y cambiando de residencia de un sitio a otro.

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(*) Caso de la división de Investigación del IESE.Preparado por el profesor Germán Gómez-Llera, supervisado por el profesor Juan A. Pérez López, como base de discusión y no como ilustración de la gestión, adecuada o inadecuada, de una situación determinada. Febrero de 1986.

Copyright © 1987, IESE.Prohibida la reproducción, total o parcial, sin autorización escrita del IESE.

Última edición: 2/3/99

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A la vez, fue aumentando su familia. Ahora tenía dos niñas, de 9 y 7 anos, y un nov de 3. Su mujer añoraba volver a su pueblo, pero, por otro lado, quería tener un hogar definitivo en una gran ciudad. Deseaba adquirir un piso propio, con los muebles a su gusto. Como se mudaban con tanta frecuencia, no habían comprado nada bueno, pues pensaban que se podría deteriorar en los traslados. En cambio, habían reunido unos ahorros respetables que, con el consejo de un ingeniero de la empresa, habían colocado en una buena inversión, en un banco. Además, las hijas empezaban a presentar problemas de estudios con los cambios de colegios.

Matías había entrado a formar parte de la plantilla, como fijo de la empresa, hacía cuatro anos. El encargado, Juan Roldán, con el que había estado trabajando desde el principio en Itracsa, había sido trasladado a las oficinas centrales, al departamento de estudios, un ano después de que Matías se incorporara de fijo de empresa. Este tipo de movimientos no se solían dar en Itracsa, pero Juan Roldán era un gran conocedor de los rendimientos de producción y de todas las habilidades y trucos de la construcción. El crecimiento que últimamente había tenido Itracsa había llevado a la dirección a decidir reforzar el equipo de estudios con buenos auxiliares técnicos, que conociendo a fondo las prácticas de la construcción pudieran prestar a los responsables de las obras el apoyo necesario para estudiar costes, presentar nuevas ofertas, concertar los suministros y las compras importantes, ver los posibles cambios de los proyectos y hacer planes y programas de las obras más complejas.

Matías tenía un hermano, Roque, algo más joven que él, que pudo estudiar en una escuela de formación profesional y consiguió un empleo en una de las principales compañías de seguros del país. Por su indudable valía y laboriosidad fue ascendiendo en la escala administrativa, hasta ocupar un puesto de cierta categoría en las oficinas centrales de Madrid. Matías sentía una gran estima y admiración por su hermano. En parte representaba el modelo de lo que él hubiera deseado ser. Se veían bastante a menudo, pues los dos eran aficionados a la pesca y se solían encontrar en algún río de la sierra de Gredos, a medio camino entre Madrid y Salamanca, donde Matías tenía últimamente su residencia.

Unos meses antes de que Roldán fuese trasladado a Madrid, Matías recibió del jefe de construcción de Itracsa en la zona de Castilla-León, la oferta de ascender a la categoría de encargado de obra, lo cual era una muestra de confianza de sus jefes en su competencia profesional y una meta que muchos hubieran deseado, pero que para Matías significaba, con bastante seguridad, no poder disponer de un lugar fijo de residencia en muchos anos. Ante tal propuesta tenía sensaciones contradictorias. De momento, y a falta de otra alternativa, aceptó la oferta que incluía el reto de desempeñar el puesto, a prueba, en una obra pequeña, de diez meses de duración en Zamora.

La prueba fue satisfactoria para todos. Matías había hecho en ocasiones anteriores las veces de capataz, bajo el mando de Juan Roldán, pero ahora era distinto. Sentirse el responsable directo de la ejecución material de la obra y tratar con los técnicos le producía una gran satisfacción. Tanto que empezó a dedicar mucho más tiempo a su trabajo, con las consiguientes protestas de su mujer y de sus hijas. Realmente se sentía absorbido por los problemas que de forma continua se le presentaban. No medía el tiempo del mismo modo que antes. Notaba también que aprendía más cosas y mucho más deprisa. Así mismo, por parte de los directivos de

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Itracsa, se valoro muy positivamente esta prueba. Vieron en Matías un hombre responsable y trabajador que pronto iba adquirir la soltura necesaria para ser un destacado encargado de obra de la empresa. Especialmente el jefe de la obra, Emilio Cifuentes, que era un ingeniero joven del que se decía que tendría una promoción muy rápida por su inteligencia y empuje. Cifuentes consiguió para Matías una gratificación económica muy sustanciosa al finalizar la obra. En la siguiente obra a la que Emiliano Cifuentes fue designado como jefe, reclamó a Matías para su equipo y allí fue donde éste se consagró como encargado de calidad. Era una obra en Salamanca, mucho más grande y compleja que la anterior, con una duración de poco más de un año y medio que, sin embargo, representaba un tiempo récord para su envergadura. El equipo formado entre Matías y Emilio demostró una gran potencia en nuevas realizaciones de Itracsa. Ambos recibieron una felicitación muy calurosa de los clientes por la rapidez, limpieza y calidad en la construcción. También recibieron una cuantiosa gratificación económica de la empresa, en reconocimiento por el éxito obtenido ante los clientes y por los beneficios tan elevados que aportó esa obra.

Estas experiencias acrecentaban el interés que Matías ponía en su trabajo. Pero al mismo tiempo le inquietaba el futuro de su familia. Los años pasaban más deprisa y él añoraba el hogar definitivo, que cada vez parecía más lejano. Las hijas temían que su padre llegara a casa con otro cambio de domicilio, de colegio y de amigos.

Por fortuna, la siguiente obra a la que fueron asignados Emilio Cifuentes y Matías Cárdenas estaba en las proximidades de Salamanca con lo que no hubo necesidad de trasladarse. La nueva obra no tenía para Matías los clientes de las anteriores, por el tipo de construcción que implicaba y por no ser ya su función una novedad. No obstante, había unos plazos de ejecución muy justos que exigía una pericia profesional sólida por parte del jefe de obra y el encargado. Tenía que estar concluida en catorce meses, cuando lo normal hubiera sido un plazo mínimo de año y medio.

A los tres meses de iniciarse esta obra, Juan Roldán fue a Salamanca para colaborar con el estudio de una nueva obra que se pretendía contratar allí para el próximo año. Con tal motivo Juan tenía que permanecer allí más de una semana, así que Matías le invitó el domingo, que no regresaba a Madrid, le acompañara a pescar a él y su hermano, que tenían planeado ir a un embalse cercano a la ciudad.

Fueron los tres en el coche de Roque, el hermano de Matías, que la noche anterior había llegado de Madrid. En el trayecto, Juan Roldán dijo a Matías que había mucho trabajo en el departamento de estudios y que sin duda necesitaban más personal, dándole a entender que Matías podría ser un buen candidato si contaba con el apoyo de algún jefe. Su hermano Roque pareció interesarse por esa oportunidad que se le presentaba a Matías de trasladarse a Madrid, obtener un puesto de residencia más estable y en una oficina limpia, muy distinta de las incomodidades de las obras, con la suciedad y los rigores del clima, aún cuando el sueldo fuera prácticamente el mismo.

Matías estuvo todo el tiempo con el tema dando vueltas en su cabeza. Cuanto más lo pensaba, más ventajas veía en esa oportunidad. Incluso pensó que no debía comentarlo con su esposa por si levantaba en ella expectativas que no pudieran cumplirse. Con lo cual decidió proponérselo directamente a Emilio Cifuentes la misma mañana del lunes.

El lunes por la mañana, Emilio no fue a la obra por encontrase enfermo en su casa. Matías comprendió que sus inquietudes eran muy fuertes, pero que no justificaban molestar a Emilio en su casa, estando enfermo, para comunicarle no sabía exactamente que. En realidad, solo se trataba

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de contarle que estaba intranquilo y que le parecía que quizás hubiera una oportunidad de irse a Madrid, por una información lateral imparcial que había recibido.

Hasta el jueves Emilio no fue a la obra, y se presentó a eso de las once de la mañana, con aspecto de no estar del todo repuesto. Aún así, Matías no pudo contener sus impulsos y con toda sinceridad le dijo a Emilio lo que pensaba de su trabajo, del futuro de su familia y de lo que esa aparente oportunidad representaba para él. Emilio le escuchó con atención y se sorprendió del énfasis que Matías ponía en sus expresiones de intranquilidad. Sin asegurarle nada, Emilio le dijo a Matías que se concentrara en su trabajo, pero que por su parte averiguaría que posibilidades reales había que ocupara ese hipotético puesto y qué se podía hacer al respecto. Matías le agradeció su interés y se retiro visiblemente alterado.

Esa misma tarde Matías llamó al jefe de construcción de su zona y le dijeron que estaba en Madrid, con su director de división. Sin más, Emilio llamó a su director a Madrid y le preguntó que sabía de lo que Matías le había hablado. En efecto, se pensaba ampliar el departamento de estudios con auxiliares técnicos, pero no veía con agrado que un encargado de obra tan prometedor abandonara la línea de ejecución de obra para pasarse a un “staff” en las oficinas centrales. Justificó el caso de Juan Roldán como muy especial, basándose en ciertos problemas de salud de su mujer que había alegado entonces. Emilio defendió con gran empeño la idea que Matías fuera admitido en uno de los puestos que se ampliaban, por la dedicación que había mostrado siempre en su trabajo y lo importante que parecía ser para él irse a Madrid. Además dijo que sentía profundamente perderlo. Pero, por otra parte, que también temía que se resintiera su extraordinario entusiasmo y su gran dedicación al trabajo si permanecía así.

El director recordó a Emilio que la responsabilidad de la obra estaba precisamente en sus manos, y le preguntó si asumía los riesgos que comportaba cambiar a Matías por otro encargado de la obra. Emilio le aseguró que ese problema, aun siendo muy delicado, creía tenerlo resuelto con otro encargado de la zona. Ante tal insistencia, el director quedó en contestar a Emilio al día siguiente.

El viernes por la tarde, Emilio recibió la llamada por parte del director confirmando que Matías podía incorporarse al nuevo puesto, como ayudante de Juan Roldán, y que por necesidades del departamento era urgente. Tan pronto como pudiera hacerse el relevo de la obra, Matías debía trasladarse a la central. Acto seguido, Emilio llamó a Matías a la oficina de obras y le hizo saber el resultado de sus gestiones. Muy nervioso, Matías dio precipitadamente las gracias y pidió que su traslado pudiera efectuarse en la próxima semana. Emilio le emplazó a que en cuanto pusiera al corriente al nuevo encargado, él podría marcharse. Con un movimiento reiterado de cabeza, Matías dio la media vuelta y salió de la oficina.

Al lunes siguiente, por la mañana, estaban en la obra los dos encargados, Matías y Justo Jiménez, que iba a sustituirle. Matías le explicaba con evidente rapidez todo cuanto creía que su sucesor debía conocer.

El nuevo encargado parecía muy contento de hacerse cargo de esa obra, en la que aseguraba que cumpliría por encima de todo objetivo de aquel plazo tan corto que tenían y con unos costes demasiado ajustados.

Al cabo de tres días, Matías y Justo se presentaron ante Emilio y le comunicaron que ya podía hacerse la situación. Emilio asintió y al día siguiente Matías ya no fue a la obra; Justo ocupaba su puesto.

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Como sus hijas estaban en pleno curso escolar, de momento Matías decidió irse a Madrid solo, a casa de su hermano. Buscaría viviendo y haría traslado cuando se terminara el curso, en el mes de junio. Mientras tanto, iría con frecuencia a Salamanca durante los fines de semana, aunque debía aprovechar los días festivos para dedicarse a buscar alojamiento en Madrid.

Dos meses más tarde, en uno de los fines de semana que Matías fue a Salamanca, se acercó a ver la obra. Estaba inactiva por ser día de fiesta. Pero de todos modos pudo comprobar que el ritmo de producción no había sido el que él había planeado para cumplir los plazos. También le pareció que la obra estaba desordenada y sucia. Todo esto le produjo una singular tristeza.

La mujer y las hijas de Matías estaban deseando que llegara el mes de junio para trasladarse definitivamente a Madrid.

Emilio Cifuentes tuvo que ir a Madrid un miércoles, pocas semanas después de que Matías visitara la obra. A primera hora de la tarde, después de haber estado toda la mañana en una agotadora reunión con los de la oficina técnica, Emilio fue a saludar a su ex colaborador al departamento d estudios. Ahí vio a Matías en una mesa muy pequeña, con muchos papeles encima y otros tantos repartidos por los alrededores sobre sillas y cajas de cartón. Un poco en broma, le dijo que había cambiado los ladrillos por los papeles y que éstos eran más duros y desagradables que aquéllos; con una expresión en la cara francamente triste. Matías contestó a Emilio que trabajar con papeles en una oficina era mucho más molesto que trabajar al aire libre con los ladrillos. Aún algo desconcertado, Emilio continuó l broma, invitando a Matías a volver a los ladrillos.

No habían pasado ni diez minutos, en los que Emilio había estado recorriendo algunos despachos mientras saludaba a diferentes personas de la central de la empresa, cuando vio que Matías le esperaba para hablar con él. Se acercó y le dijo:

- “ Matías, le veo poco contento aquí ”

- “Me equivoqué, esto no es para mí. He visto lo atrasada que va la obra y quiero volver. Aún estamos a tiempo de acabarla en le plazo y con más calidad. ”

- “Yo ahora no puedo colocar a Justo en otra obra. No la tengo. A los dos no les puedo mantener. Por el coste y p0orque uno de los dos sobraría mandando. La verdad es que con usted estoy más seguro de cumplir bien, pero tampoco lo tengo todo perdido con Justo. ”

Matías dio media vuelta y se dirigió hacia su oficina. Poco más tarde, Juan Roldán se cruzó con Emilio en un pasillo y le preguntó si no estaba Matías con él, porque hacía rato que se había marchado diciendo que iba a ver a Cifuentes y no se había reincorporado a su trabajo. Emilio se extrañó, pero no le dio mayor importancia.

Al día siguiente Emilio regresó a Salamanca. Cuando llegaba a su casa por la noche, encontró a Matías que le estaba esperando en el portal. Muy alterado le dijo a Emilio:

- “Señor Cifuentes, si no me reclama nuevamente en su obra, me voy de la empresa. Pido la baja ya mismo.”

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- “Pero Matías, ayer hablamos de esto. Créame que no puedo hacerlo. Al menos ahora. Espere a ver si contratamos otra obra por aquí y puedo hacer algo. Pero mientras tanto tiene que permanecer en su puesto del departamento de estudios. ¿Dónde se metió usted ayer? ”

- “Después de hablar con usted me vine a Salamanca. Yo no puedo estar encerrado en una oficina con papeles por todos lados. Me entra la angustia y no puedo. Así que me vine y aún no he vuelto. ”

- “Y Juan Roldán, ¿sabe que usted está aquí?, ¿sabe algo de usted desde ayer?”

- “Sí, anoche le llame y le dije que me había puesto malo de repente y me había tenido que marchar sin poder decirle nada. Por favor, don Emilio, déme otra vez mi puesto de encargado. A mi mujer y a mi hermano les he dicho que usted me ha estado reclamando porque la obra no iba bien y me necesitaban. Si no me lo da, no sé que les voy a contar. Cuanto más tiempo pasa, más difícil arreglo tiene. Mi familia no se puede venir a Madrid; me quedaría para siempre viendo papeles. Ayúdeme, don Emilio. ”

Emilio Cifuentes trató de tranquilizar a Matías diciéndole que no era el momento ni el lugar de seguir hablando, que tenía que pensar la solución a todo ese problema y que al día siguiente, antes de comer, se pasara por la obra a ver si le decía algo más.

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Anexo 1

MATIAS CARDENAS

Organigrama parcial de Itracsa

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Director General

Director Administrativo

y Financiero

Director deServicios Centrales

Director De

Personal

Asesoría Jurídica

DepartamentoDe

Estudios

Oficina Técnica

DepartamentoDe control y

Planes de obra

Director deConstrucciónDivisión (C)

Director de Construcción

División edificación (B)

Director deConstrucciónDivisión (A)

Jefe deConstrucción

Zona (4)

Jefe deConstrucción

Zona (3)

Jefe de Construcción

Zona (1)

Jefe de ConstrucciónZona de

Castilla León

Jefe de ObraEmilio CifuentesJefe de Obra Jefe de Obra

Encargado de Obra

_________________(*) Departamento en el que ha venido trabajando Matías Cárdenas en los últimos dos meses y medio(**) Puesto ocupado hace tres meses por Matías Cárdenas y actualmente por Justo Jiménez

(*)

(**)

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Anexo 2

MATIAS CARDENAS

Descripción de algunas funciones que figuran en el caso

Encargado

Su función consiste en supervisar, coordinar y dirigir la ejecución directa de las obras. Es propiamente el primer escalón de mando.

Ha de tener unos conocimientos técnicos elementales de aplicación muy práctica. Esto le da una especialización, por ejemplo: de edificación, de obra civil, de ferrocarriles, etc. Además tiene que poseer unos dotes personales que le capaciten como directivo intermedio. Su calificación profesional se adquiere a lo largo de varios años de experiencia, partiendo de alguno e los oficios de la construcción. Los encargados de obra de edificación suelen provenir de la albañilería.

Tienen que estar casi permanentemente en la obra, coordinando a nivel operativo los diversos tajos de construcción. En las obras más complejas puede haber un encargado general y varios encargados que se ocupen cada uno de una parte. En las obras medianas hay solo un encargado responsable de la ejecución de toda la obra, auxiliándose si es necesario de algún capataz o jefe de equipo.

Se espera que el encargado colabore en la confección de los planes de obra, puesto que es el responsable directo de su puesta en práctica. Suelen ser contratados como fijos de obra y no se les incorpora a las plantillas hasta constatar sus capacidades. El éxito o fracaso de una obra en cuanto a costes, plazos y calidades se debe en gran medida a la actuación del encargado.

De hecho, el puesto de encargado es el nivel máximo al que un operario de construcción puede llegar por promoción directa.

Jefe de obra

Es el responsable inmediato del negocio de cada obra. Tiene que conocer a fondo el proyecto y el contrato de la obra para poder dirigir su ejecución en cuanto a la forma, especificaciones técnicas, plazos, precios, costes, recursos a emplear, personal, organización interna, etc. Mantiene las relaciones a su nivel con los representantes de la propiedad, los directores técnicos (ingenieros, arquitectos, etc.), los proveedores y las autoridades locales. Lo más frecuente es que tenga una preparación universitaria de base y varios años de experiencia a pie de obra. Suele ser insuficiente una formación exclusivamente práctica, por lo que el paso de encargado a jefe de obra es bastante raro.

Tiene que responder de su gestión a la dirección de la empresa a través de la línea ejecutiva. También ha de responder a temas específicos y funcionales ante el departamento de central que corresponda (por ejemplo, los asuntos de personal con el departamento de personal, los cobros de certificaciones de obra con el departamento administrativo y financiero, etc.).

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Anexo 2 (continuación)

Como el jefe de obra es el responsable económico y técnico de cada obra, los departamentos de central tienen que actuar como unidades de apoyo a la gestión del jefe de obra. Es decir, han de contribuir al logro de los objetivos de la obra tanto como al de los propios del departamento. La última decisión suele estar en el jefe de obra o en sus superiores directos.

Es bueno que el jefe de obra esté presente en la misma, pero no es una exigencia tan ineludible como en el caso del encargado. Muchas de sus gestiones se realizan fuera de la obra. Incluso puede llegar a aceptarse que un jefe de obra resida n un punto distante. Si las obras no son muy complejas, un jefe de obras puede llevar varias a la vez.

El trabajo en equipo entre el jefe de obra y el encargado es muy importante. Se puede potenciar mutuamente y un buen entendimiento entre ellos se traduce generalmente en mayor efectividad.

Departamento de estudios y oficinas técnicas

Desde este departamento se trata de prestar un servicio a las direcciones de construcción y a los jefes de obra, para facilitarles los trabajos de planificación y control de sus obras contratadas y de ofertas de nuevas obras. Además, en muchas empresas constructoras, sobre todo las más importantes, disponen de una oficina técnica para asesoría en temas tales como: firmes de carreteras, estructuras, materiales, geotécnica, instalaciones eléctricas y de aire acondicionado, etc. la coordinación entre el departamento de estudios y la oficina técnica es muy necesaria. En algunas empresas están incluidas en una misma unidad de organización.

Los jefes de obra suelen mantener buenas relaciones con el personal de la oficina técnica, pero en otras unidades del departamento de estudios tienden a ver una fiscalización, que contrarresta en parte las ayudas que puedan recibir para ofertar, planificar, Hacer modificaciones, presentar documentación bien confeccionada a los clientes y directores facultativos, etc. de todos modos, la necesidad de etos sevicios se impone a los recelos.

El departamento de estudios de Itracsa

El volumen de trabajo de este departamento se ha venido incrementando como consecuencia del crecimiento de Itracsa y también por la complicación de la Administración pública.

La sección de control y planes de obra del departamento de estudios está encabezada por un ingeniero de unos cincuenta años. Recientemente se han incorporado cuatro personas, con lo que cuenta ya con diez empleados además del jefe.

El trabajo que aquí se desarrolla consiste en:

- Estudiar obras para ofertarlas

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Anexo 2 (continuación)

- Ayudar a las obras para concertar compras, pidiendo ofertas, haciendo cuadros comparativos, estudiando calendarios de suministros, etc.

- Estudiar las obras más importantes para prever costes y establecer la estrategia de su ejecución.

- Recopilar todos los datos de producción y coste de obras.

- Preparar junto con el personal de obra los planes de construcción de las obras mayores (obras así calificadas por la dirección)

- Analizar la información tratada por el ordenador de seguimiento de costes y plazos de las obras.

- Confeccionar una serie de informes periódicos y sistemáticos que se presentan a la dirección y a los jefes de obra.

- Confeccionar estudios específicos para algún fin concreto. Por ejemplo: presentación de propuestas de modificaciones de proyectos, informes para estudios de soluciones alternativas a los clientes o a otras unidades del departamento de estudios, etc.

En general, se necesita que esta sección trabaje estrechamente en equipo con el personal de obra, con la oficina técnica, con la sección de ofertas y con el departamento financiero.

Todo el personal afecto a esta sección trata constantemente con casi todos los jefes de obra, jefes de zona y altos directivos de la empresa. Normalmente gravita sobre ellos la exigencia de emitir informes a la mayor brevedad, pero se les facilitan datos con poca fluidez.

Los conocimientos prácticos de obra son interesantes para confeccionar planes, presentar alternativas (muy frecuentemente en colaboración con los de la oficina técnica), estudiar rendimientos e interpretar los resultados de la información de control de costes. Pero también es preciso disponer de soltura en el manejo de información escrita y cuantificada. Con estas dos condiciones no es fácil hallar personal adecuado para dotar a esta sección, pues es raro encontrar personas que se adapten bien a los dos aspectos. Actualmente se toma personal con características preponderantes en uno de los sentidos, esperando que en el propio puesto de trabajo vaya adquiriendo la formación necesaria en el otro.

La promoción dentro del departamento es lenta y está muy condicionada por el desarrollo de las cualidades profesionales específicas.

Los sueldos son, en su parte fija, equiparables a los demás departamentos de central y ligeramente superiores a los del personal de obra. Pero si se tienen en cuenta las primas, los ingresos del personal son aquí, como media, aproximadamente un 10% menos.

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Anexo 3

MATIAS CARDENAS

Algunos datos sobre prácticas de personalEn las empresas constructoras

Tipos de contratos laborales

Según la legislación laboral, los tipos de contratos de personal en las empresas constructoras pueden resumirse en los siguientes:

Fijos de obra: Es conocido también como contrato de eventual. El trabajador es contratado para un tipo de trabajo concreto dentro de una obra determinada. La terminación del contrato se produce cuando las actividades de la obra propias de la especialidad del trabajador han concluido. Por ejemplo: un electricista cuando acaban los trabajos de electricidad; un encofrador, cuando no hay más hormigones en la obra que precisen encofrado, etc.

Por tiempo cierto: En este caso el trabajador es contratado por un tiempo determinado de tiempo. La duración del contrato esta determinada por lo máximo y por lo mínimo en las disposiciones legales. Durante la vigencia de este contrato el trabajador puede ser asignado a otros contratos de trabajo, siempre que no impliquen cambios de residencia.

Fijo de empresa: También se le suele llamar “fijo de plantilla” o simplemente “de plantilla”. El contrato del trabajador es por tiempo indefinido. Se inicia en un tipo de trabajo, con un pequeño plazo de prueba, y luego puede evolucionar con la promoción profesional del empleado. La expiración del contrato sólo es admitida legalmente si se hace con el consentimiento expreso del trabajador.

Cuando no se especifica nada en contra, se entiende que la relación laboral del trabajador con la empresa es la del empleado fijo de plantilla.

Traslados de personal

Como en las empresas constructoras las obras suelen estar geográficamente dispersas y tienen una duración limitada, los empleados de plantilla están expuestos a cambios de centros de trabajo y de residencia, según las necesidades de las empresas en cada momento.

No obstante, estos traslados no pueden efectuarse de modo arbitrario ni unilateralmente por parte de la empresa. En todo caso el trabajador tiene derecho a reclamar ante la Administración Laboral o los tribunales de trabajo. De hecho, es muy difícil llevar a cabo un traslado si el trabajador se opone a él.

Pero si un trabajador ofrece resistencia a ser asignado donde la dirección de la empresa crea conveniente, su progreso profesional puede verse seriamente afectado.

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Anexo 3 (continuación)

Despidos de personal

Cuando la empresa despide a un trabajador durante la vigencia de su contrato, sin que pueda probar la existencia de causas que lo justifiquen, según lo dispuesto en la ordenación jurídica, éste puede reclamar ante los tribunales y conseguir de la empresa una indemnización económica.

En caso de empleados con varios años de antigüedad, el monto de la indemnización puede llegar a ser importante.

Para que la empresa pueda demostrar que el despido estaba justificado (despido “procedente”), es preciso que aporte pruebas. En la práctica, es muy difícil obtener esas pruebas, y las desavenencias suelen zanjarse con una negociación de indemnización.

Por otra parte, cuando un trabajador está a disgusto, le resulta relativamente fácil provocar incomodidad a la dirección de la empresa, sin llegar a una situación en la que se pudiera demostrar con pruebas un despido “procedente”. Por eso puede resultar más sencillo y económico llegar a un acuerdo con el trabajador para hacer un despido “improcedente” pactando previamente la indemnización.

Retribución del personal

Es práctica habitual en el sector de la construcción que las personas bajo cuya responsabilidad se encuentran unos resultados económicos directos, como las obras, tengan una parte de su retribución vinculada al mayor o menor acierto en su actuación. Suele ser una cantidad que se percibe de una vez, al terminar una obra o al final de cada año. Frecuentemente, es una especie de prima graciable a juicio de la dirección, sin que esté establecido el sistema formal de valoración del desempeño. Estas primas pueden constituir una proporción muy importante de los ingresos totales (normalmente entre un 10 y un 30%, pero pueden llegar hasta el 50%).

En su gran mayoría, los trabajos de ejecución directa de las obras son subcontratados a empresas especialistas, pero el resto se realiza con personal propio (de plantilla o eventual) suele retribuirse a destajo o a tarea. Es decir, por un tanto pactado por unidad de obra (por ejemplo: a X Ptas. /m² de tabique de rasilla), o por un tiempo estándar fijado para una actividad (por ejemplo: a Y días para pintar cada vivienda). En el primer caso hay que superar, con los rendimientos que se obtengan, el límite mínimo de lo establecido en los convenios colectivos para cada categoría. En el segundo, el tiempo estándar no puede ser nunca superado en condiciones normales, porque siempre debe estar garantizado el pago de cada día de trabajo por el jornal correspondiente aprobado en convenio colectivo.

Los niveles de ingresos de jefe de obra hacia arriba suelen tener unas primas anuales en las que se recoge la actuación de todo el año. Los encargados suelen tener unas primas por obra. Si ésta es de una duración mayor de un año, generalmente se fraccionan en gratificaciones parciales, de modo que puedan cobrarlas en períodos inferiores a doce meses.

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Anexo 3 (continuación)

Los niveles de ingresos de los encargados y jefes de obra dependen mucho de la calidad profesional que cada uno tenga. El abanico de variación es muy amplio, con una relación entre los máximos y los mínimos de 4 a 1, que incluso pueden superarse en obras especiales. Esto significa que aunque haya diferencias entre los sueldos de encargado y jefe de obra, es normal que un buen encargado gane bastante más que un jefe de obra no tan bueno, o que de ser un buen profesional a ser mediocre la diferencia de ingresos sea muy grande.

Por otra parte, como los ingresos de los encargados y jefes de obra dependen en gran proporción de las primas, los sueldos que tienen – por lo que van cobrando mes a mes – pueden ser inferiores a los pagos que se estén haciendo en un determinado momento a los operarios de la obra con trabajos a destajo o a tarea. Lo cual se ve compensado con las primas, si todo va bien, pero también puede quedarse definitivamente por debajo en caso contrario.

Los ingresos del personal que trabajan en los departamentos de central son mucho más estables. Los sueldos fijos son ligeramente superiores a los del personal de obra en categorías análogas. En cambio, no suelen tener primas, sobre todo los de “staff”. Como mucho, perciben al final de cada año un pequeño complemento, que de hecho forma parte de la retribución fija. Los ingresos totales de un empleado que trabaja en obra suelen ser mayores que los de sus homólogos en central. Sin embargo, están expuestos al riesgo de tener o no éxito.

En realidad, el personal responsable de obra está sometido a una constante presión de “tener éxito”. Si no lo consigue, ello se verá reflejado en el importe de la prima que cobre, o incluso puede que no cobre ninguna prima. Además, el logro de los objetivos condiciona sustancialmente su apreciación profesional, de modo que pueden ponerse en peligro su propia continuidad en la empresa y la facilidad de encontrar empleo de este tipo en otra parte.

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