Carta Era de la vida: razones para el optimismo

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OPINIÓN 15 Diario de Navarra Jueves, 10 de junio de 2010 Antonio Casado PINCHAZO SINDICAL E N un nuevo alarde de gráfica lucidez, El Roto publicaba el otro día el dibujo de una conversa- ción entre dos ciudadanos. Uno de ellos dice: “Olvídate del Poder Eje- cutivo, el Judicial y el Legislativo, porque el verdadero poder es el poder adquisitivo”. Eso debieron pensar los muchos funcionarios que no hicieron huelga el martes por no perder el salario de la jor- nada que, como se sabe, se le des- cuenta al huelguista. Es una pista para tratar de des- cifrar las causas del fracaso de la huelga convocada por las princi- pales centrales sindicales contra el recorte salarial decretado por el Gobierno en su controvertido plan adicional de ajuste. La pista viene a reflejar un estado de áni- mo poco propenso a meterse en aventuras desestabilizadoras en medio de una crisis no exclusiva de España. No hicieron los sindi- catos convocantes una adecuada lectura previa. Por eso pincharon, y podrían volver a pinchar si final- mente se decidieran a formular un eventual llamamiento a la huelga general. En todo caso, se ha puesto de manifiesto una falta de sintonía entre los sindicatos y los trabajadores de la función pú- blica. Sin embargo, hemos de re- cordar que la tasa de afiliación a los sindicatos entre trabajadores de la función pública es práctica- mente el doble que en el resto de la población trabajadora. Es una clave imprescindible para inda- gar en la huelga de los funciona- rios como campo de pruebas de una posterior huelga general, en caso de que el Gobierno dicte por decreto la reforma del mercado de trabajo. Si se diera el caso, el lla- mamiento quedaría lastrado de antemano por el antecedente del martes, en relación con la capaci- dad de motivar a unos trabajado- res cuyo índice de afiliación sindi- cal es el más bajo o uno de los más bajos de Europa. No han sido ca- paces de movilizar al colectivo de los funcionarios, cuya sintonía con dichas organizaciones es prácticamente el doble. Por tanto, es muy dudoso que vayan a lograr- lo con los demás, ajenos a los Pre- supuestos Generales del Estado, entre los que están las víctimas di- rectas de esta crisis económica, escasamente arropados por las organizaciones sindicales en es- tos últimos dos años. [email protected] Ciencia y sociedad H AY palabras cu- ya sola mención estremece. Una de ellas es la Ma- laria. Las cifras de afectados que se manejan son variables, pero se estima que unos 500 millones de personas sufren la enfermedad. Quizá por la frialdad de las cifras, da la escalofriante sensación de que un centenar de millones más o menos es cuestión de detalle, por eso merece la pena poner los datos en el contexto, por ejemplo, de la población europea. Así, la superficie afectada por esta en- fermedad en África supera los 18 millones de kilómetros cuadra- dos. O lo que es igual: treinta y seis veces la extensión de Espa- ña. Un tercer dato que exige nues- tra reflexión es que cada treinta segundos -el tiempo que hemos tardado en leer estas líneas- un niño muere en el continente afri- cano a causa de esta enfermedad. Produce terror realizar el cálculo de los fallecidos en un solo año. A mediados de los cincuenta los científicos que trabajaban pa- ra su erradicación se propusie- ron acabar con la enfermedad en la siguiente década. El presiden- te de EEUU, J.F.Kennedy, se com- prometió a que el hombre llega- ría a la Luna, y lo consiguió. Sin embargo, medio siglo después el reto de terminar con la Malaria sigue en pie. Ahora, en el siglo XXI, el hombre podría llegar a Marte. ¿Será también capaz de acabar con el azote de la Malaria? Mientras tanto, los números sobre la incidencia de la enfer- medad no siempre tienen en cuenta otro asunto de capital im- portancia para la población que la sufre: la pérdida de personas, la multiplicación de incapacida- des, de atención a los enfermos, bajas laborales y de escolariza- ción en los niños. Una carga asfi- xiante para África. Ante este panorama, las ac- ciones futuras deberían asen- tarse en ciertos principios. En primer lugar, urge reconocer que los problemas de estos paí- ses repercuten en la totalidad del planeta, como se ha consta- tado últimamente con la crisis económica o la influencia de un volcán lejano. Por ello, la bús- queda de soluciones competerá también a todos, no solamente a los afectados. Es en este punto donde debemos plantear una nueva forma de actuar. Un nue- vo contrato entre ciencia y socie- dad que considere la atención a los problemas sociales univer- sales. En segundo lugar, debería- mos sustituir la palabra dona- ción por cooperación, ya que no se trata tanto de que los países ricos resuelvan los problemas “de” los pobres sino más bien de que los resuelvan “con” ellos. No consiste en que el Norte acabe con las enfermedades del Sur, si- no en que el Norte aporte conoci- mientos y medios para imple- mentar las soluciones en el Sur, contribuyendo a su progreso. Si un estado necesita cierto medicamento, podemos enviár- selo, aunque resultaría mucho más efectivo que le enseñára- mos a producirlo por sí mismo, fomentando la creación de em- presas y universidades. Y es que cuando pensamos en investiga- ción e innovación damos por su- puesto que hablamos de una ta- rea exclusiva de los países desa- rrollados. Negamos esa posibilidad a los que están más retrasados, sin pensar que sin esa actividad no tendrán futuro. Asimismo, resolver los pro- blemas de África pasa por consi- derar los términos de actuación con los países en desarrollo. De- terminar en qué medida están dispuestos a implicarse en el proyecto destinando fondos y recursos. Se trata, en conclu- sión, de trabajar juntos con el “puedo” de los países desarrolla- dos y el “quiero” y “sumo” de los estados en desarrollo. Por último, la colaboración moderna se rige ya en un plano de calidad de las acciones. Por ello es importante contar con evaluadores externos para los proyectos y asegurarnos de que convocamos “a todos” los agen- tes y dotamos a “los mejores”. En muchas ocasiones se definen proyectos con una loable volun- tad de ayuda pero carentes de fundamentos prácticos que con- sideren su calidad, oportunidad, desarrollo, implicación, conti- nuidad, interés local y futuro. Todas estas ideas constituyen propuestas sencillas y hasta ob- vias, al tiempo que indispensa- bles si se quiere pensar en un compromiso de futuro para la su- pervivencia de África. Antonio Monge Vega es director del Centro de Investigación en Farmacobiología Aplicada de la Universidad de Navarra (CIFA) Miembro del Instituto de España Era de la vida: razones para el optimismo C REO que en el día de la fecha se- ría difícil encontrar en Europa gente que aceptase la pena de muerte como solución de proble- mas de orden público. Mucho menos para solucionar hurtos y diferente suerte de problemas relacionados con la propiedad. Pues, durante siglos, así fue. Hoy, para nuestra fortuna, sólo países fran- camente subdesarrollados o con grandes pro- blemas de reconocimiento de la época en la que se hallan, tienen prevista la máxima pena para cualquier delito. De la misma manera, cuesta pensar hoy en día en un sistema en el que alguien pensase que por su origen o nacimiento, o por la derro- ta en combate de su país o ejército pudiera pa- sar a pertenecer como un objeto a otra perso- na. Lo mismo si el origen del problema es ra- cial; aunque es claro que, por desgracia, todavía hay gente que alienta el racismo y la superioridad por sexo o por raza, en la cultura social de hoy estos son valores en baja y que probablemente acaben por desaparecer como la viruela. Poco a poco, con la acción de muchas personas, con la reacción y concienciación de muchos pensadores brillantes y muchos altos filósofos callejeros (probablemente los más valiosos), la cultura de la vida y la libertad ha ido abriéndose paso en las mentes de todas las personas. Hoy casi todo el mundo cree que cualquie- ra, de una raza o de otra, de un sexo o de otro, puede ser candidato a unas elecciones o a un puesto de trabajo. Véase el caso de Obama o de Merkel. Creo que esto es extraordinariamente positivo e incluso parece que da un poco de ai- lle el sentimiento de que si nuestro planeta es agredido, también nosotros lo somos. La pregunta es: ¿cómo se ha conseguido es- to? Al principio unos pocos lo dijeron. Luego la cosa fue prendiendo y al final, la sociedad lo to- ma como suyo. Puede llevar más o menos tiempo, puede haber vueltas atrás, pero al fi- nal, la vida se abre paso como el agua. Simbóli- co; la vida es como el agua y el agua es vida. Por esto tengo claro que la cultura de la muerte, expresada en el aborto y materializa- da en esa ley de nombre tan cursi, tarde o tem- prano desaparecerá y a nadie se le ocurrirá matar a su hijo para solucionar un problema pasajero, porque no es la solución. No llego a ver cómo se va a producir esto, a veces es desa- nimante ver cómo personas que se supone que son inteligentes siguen volviendo una y otra vez al mismo punto: apoyando el aborto. Pero, entonces, viene a la memoria la historia y, de la misma forma que se acabó con la escla- vitud y con la pena de muerte, de la misma ma- nera que se acabó con la guerra como sistema de vida sustituyéndose por el concepto de de- fensa (muy distinto), se acabará con la pena de muerte programada y cruel de los seres más inocentes en el lugar donde más protegidos debían estar: en el vientre de sus madres. Espero verlo para contarlo, pero tomando prestada una idea de Rafael Navarro-Vals de la Real Academia de Jurisprudencia y Legisla- ción: “La historia tendrá que explicar que en este país, ante la grave erosión de la ecología familiar, hubo personas que plantearon su se- rena disconformidad. Lo temible, sería que la historia dijera lo contrario”. Carlos Adanero Oslé es farmacéutico re puro a este mundo en crisis de valores. Defi- nitivamente, hemos superado a nuestros ante- pasados en esto. Entre todos. Ni que decir tiene que todo es perfectible y que queda mucho por hacer, pero, desde luego, esto era impensable para una persona del si- glo XVIII y probablemente para muchos del XX. El hecho de que hoy ante delitos infames se pida como máximo cade- na perpetua y no la pena de muerte es a mi modo de ver un avance muy positi- vo en lo que a cultura de la vida se refiere. Todavía se ve esto más claro si consideramos la vida en el sentido más am- plio: todos los seres vivos y sus ecosistemas propios. Jamás en la vida una socie- dad entera ha estado tan preocupada (al menos, a priori) y concienciada so- bre el respeto y cuidado de la naturaleza. Valgan como ejemplos la pelea por la pesca del atún rojo o el vertido del Presti- ge en su día y el desastre ecológico del Golfo de Méjico en estos días. Hasta el más desinforma- do se altera y le duelen estos hechos, franca- mente graves. Nuestros antepasados arrasaron bosques enteros para construir flotas y nadie se dolió. Hicieron daños irreparables a ríos y mares y nadie dijo nada. También hay que reconocer que en esto he- mos avanzado de un modo enorme. Y me felici- to por ello. También queda mucho por solucio- nar, queda mucho por hacer, pero está en la ca- Carlos Adanero Olsé Antonio Monge Vega REVISTA DE PRENSA Süddeustche (Alemania) Dudas con el euro Los inversores internacionales ya no dudan solamente de Grecia o España. Esta semana han apuntado contra los empréstitos esta- tales de los Países Bajos o Austria a pesar de que estos países tie- nen menos deudas que la República Federal. Esto demuestra que los inversores dudan de todo el experimento del euro. Y por tanto los gobiernos tienen que demostrar que la Unión Monetaria va a funcionar mejor en el futuro. (...) [EDITORIAL] El País (Madrid) Protestar de otra forma Si la convocatoria de huelga de funcionarios fue planteada por los sindicatos como una forma de tantear el ambiente social con vis- tas a una posible huelga general, el resultado invitaría a buscar otra forma de expresión de la protesta. Fue un éxito en cuanto a la tranquilidad de la jornada, pero no se percibió ambiente favorable a una movilización general. Sólo de manera colateral puede consi- derase al Gobierno responsable de la crisis. (...)[EDITORIAL]

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Carta publicada por el Diario de Navarra sobre el fin de la etapa en el que el aborto era considerado como solución.

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OPINIÓN 15Diario de Navarra Jueves, 10 de junio de 2010

Antonio Casado

PINCHAZOSINDICAL

E N un nuevo alarde degráfica lucidez, El Rotopublicaba el otro día eldibujo de una conversa-

ciónentredosciudadanos.Unodeellos dice:“OlvídatedelPoderEje-cutivo, el Judicial y el Legislativo,porque el verdadero poder es elpoder adquisitivo”. Eso debieronpensar los muchos funcionariosque no hicieron huelga el martespor no perder el salario de la jor-nada que, como se sabe, se le des-cuenta al huelguista.

Es una pista para tratar de des-cifrar las causas del fracaso de lahuelga convocada por las princi-pales centrales sindicales contrael recorte salarial decretado porel Gobierno en su controvertidoplan adicional de ajuste. La pistaviene a reflejar un estado de áni-mo poco propenso a meterse enaventuras desestabilizadoras enmedio de una crisis no exclusivade España. No hicieron los sindi-catos convocantes una adecuadalectura previa. Por eso pincharon,y podrían volver a pinchar si final-mente se decidieran a formularun eventual llamamiento a lahuelga general. En todo caso, seha puesto de manifiesto una faltade sintonía entre los sindicatos ylos trabajadores de la función pú-blica. Sin embargo, hemos de re-cordar que la tasa de afiliación alos sindicatos entre trabajadoresde la función pública es práctica-mente el doble que en el resto dela población trabajadora. Es unaclave imprescindible para inda-gar en la huelga de los funciona-rios como campo de pruebas deuna posterior huelga general, encaso de que el Gobierno dicte pordecreto la reforma del mercadodetrabajo.Sisedieraelcaso,el lla-mamiento quedaría lastrado deantemano por el antecedente delmartes, en relación con la capaci-dad de motivar a unos trabajado-res cuyo índice de afiliación sindi-cal es el más bajo o uno de los másbajos de Europa. No han sido ca-paces de movilizar al colectivo delos funcionarios, cuya sintoníacon dichas organizaciones esprácticamente el doble. Por tanto,esmuydudosoquevayanalograr-lo con los demás, ajenos a los Pre-supuestos Generales del Estado,entre losqueestánlasvíctimasdi-rectas de esta crisis económica,escasamente arropados por lasorganizaciones sindicales en es-tos últimos dos años.

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Ciencia y sociedad

HAY palabras cu-ya sola menciónestremece. Unade ellas es la Ma-laria. Las cifrasde afectados que

semanejansonvariables,peroseestima que unos 500 millones depersonas sufren la enfermedad.Quizá por la frialdad de las cifras,da la escalofriante sensación deque un centenar de millones máso menos es cuestión de detalle,por eso merece la pena poner losdatosenelcontexto,porejemplo,de la población europea. Así, lasuperficie afectada por esta en-fermedad en África supera los 18millones de kilómetros cuadra-dos. O lo que es igual: treinta yseis veces la extensión de Espa-ña.

Un tercer dato que exige nues-tra reflexión es que cada treintasegundos -el tiempo que hemos

tardado en leer estas líneas- unniño muere en el continente afri-canoacausadeestaenfermedad.Produceterrorrealizarelcálculode los fallecidos en un solo año.

A mediados de los cincuentalos científicos que trabajaban pa-ra su erradicación se propusie-ron acabar con la enfermedad enla siguiente década. El presiden-te de EEUU, J.F.Kennedy, se com-prometió a que el hombre llega-ría a la Luna, y lo consiguió. Sinembargo, medio siglo después elreto de terminar con la Malariasigue en pie. Ahora, en el sigloXXI, el hombre podría llegar aMarte. ¿Será también capaz deacabarconelazotedelaMalaria?

Mientras tanto, los númerossobre la incidencia de la enfer-medad no siempre tienen encuenta otro asunto de capital im-portancia para la población quela sufre: la pérdida de personas,la multiplicación de incapacida-des, de atención a los enfermos,bajas laborales y de escolariza-ción en los niños. Una carga asfi-xiante para África.

Ante este panorama, las ac-ciones futuras deberían asen-tarse en ciertos principios. Enprimer lugar, urge reconocerque los problemas de estos paí-ses repercuten en la totalidaddel planeta, como se ha consta-

tado últimamente con la crisiseconómica o la influencia de unvolcán lejano. Por ello, la bús-queda de soluciones competerátambién a todos, no solamente alos afectados. Es en este puntodonde debemos plantear unanueva forma de actuar. Un nue-vo contrato entre ciencia y socie-dad que considere la atención alos problemas sociales univer-sales.

En segundo lugar, debería-mos sustituir la palabra dona-ción por cooperación, ya que nose trata tanto de que los paísesricos resuelvan los problemas“de” los pobres sino más bien deque los resuelvan “con” ellos. Noconsiste en que el Norte acabecon las enfermedades del Sur, si-no en que el Norte aporte conoci-mientos y medios para imple-mentar las soluciones en el Sur,contribuyendo a su progreso.

Si un estado necesita ciertomedicamento, podemos enviár-selo, aunque resultaría muchomás efectivo que le enseñára-mos a producirlo por sí mismo,fomentando la creación de em-presas y universidades. Y es quecuando pensamos en investiga-ción e innovación damos por su-puesto que hablamos de una ta-rea exclusiva de los países desa-rrollados. Negamos esa

posibilidad a los que están másretrasados, sin pensar que sinesa actividad no tendrán futuro.

Asimismo, resolver los pro-blemas de África pasa por consi-derar los términos de actuacióncon los países en desarrollo. De-terminar en qué medida estándispuestos a implicarse en elproyecto destinando fondos yrecursos. Se trata, en conclu-sión, de trabajar juntos con el“puedo” de los países desarrolla-dos y el “quiero” y “sumo” de losestados en desarrollo.

Por último, la colaboraciónmoderna se rige ya en un planode calidad de las acciones. Porello es importante contar conevaluadores externos para losproyectos y asegurarnos de queconvocamos “a todos” los agen-tes y dotamos a “los mejores”. Enmuchas ocasiones se definenproyectos con una loable volun-tad de ayuda pero carentes defundamentos prácticos que con-sideren su calidad, oportunidad,desarrollo, implicación, conti-nuidad, interés local y futuro.

Todas estas ideas constituyenpropuestas sencillas y hasta ob-vias, al tiempo que indispensa-bles si se quiere pensar en uncompromiso de futuro para la su-pervivencia de África.

Antonio Monge Vega es director delCentro de Investigación enFarmacobiología Aplicada de laUniversidad de Navarra (CIFA) Miembrodel Instituto de España

Era de la vida: razones para el optimismo

CREO que en el día de la fecha se-ría difícil encontrar en Europagente que aceptase la pena demuertecomosolucióndeproble-mas de orden público. Muchomenos para solucionar hurtos y

diferente suerte de problemas relacionadoscon la propiedad.

Pues, durante siglos, así fue.Hoy, para nuestra fortuna, sólo países fran-

camente subdesarrollados o con grandes pro-blemas de reconocimiento de la época en laque se hallan, tienen prevista la máxima penapara cualquier delito.

De la misma manera, cuesta pensar hoy endía en un sistema en el que alguien pensaseque por su origen o nacimiento, o por la derro-ta en combate de su país o ejército pudiera pa-sar a pertenecer como un objeto a otra perso-na. Lo mismo si el origen del problema es ra-cial; aunque es claro que, por desgracia,todavía hay gente que alienta el racismo y lasuperioridad por sexo o por raza, en la culturasocial de hoy estos son valores en baja y queprobablementeacabenpordesaparecercomolaviruela.Pocoapoco,conlaaccióndemuchaspersonas, con la reacción y concienciación demuchos pensadores brillantes y muchos altosfilósofos callejeros (probablemente los másvaliosos), la cultura de la vida y la libertad haidoabriéndosepasoen lasmentesde todaslaspersonas.

Hoy casi todo el mundo cree que cualquie-ra, de una raza o de otra, de un sexo o de otro,puede ser candidato a unas elecciones o a unpuestodetrabajo.VéaseelcasodeObamaodeMerkel.Creoqueestoesextraordinariamentepositivo e incluso parece que da un poco de ai-

lle el sentimiento de que si nuestro planeta esagredido, también nosotros lo somos.

La preguntaes: ¿cómo se ha conseguido es-to?Alprincipiounospocoslodijeron.Luegolacosafueprendiendoyalfinal, lasociedadloto-ma como suyo. Puede llevar más o menostiempo, puede haber vueltas atrás, pero al fi-nal, lavidaseabrepasocomoelagua.Simbóli-co; la vida es como el agua y el agua es vida.

Por esto tengo claro que la cultura de lamuerte, expresada en el aborto y materializa-da en esa ley de nombre tan cursi, tarde o tem-prano desaparecerá y a nadie se le ocurrirámatar a su hijo para solucionar un problemapasajero, porque no es la solución. No llego avercómosevaaproduciresto,avecesesdesa-nimante ver cómo personas que se suponeque son inteligentes siguen volviendo una yotra vez al mismo punto: apoyando el aborto.Pero, entonces, viene a la memoria la historiay, de la misma forma que se acabó con la escla-vitudyconlapenademuerte,delamismama-nera que se acabó con la guerra como sistemade vida sustituyéndose por el concepto de de-fensa (muy distinto), se acabará con la pena demuerte programada y cruel de los seres másinocentes en el lugar donde más protegidosdebían estar: en el vientre de sus madres.

Espero verlo para contarlo, pero tomandoprestadaunaideadeRafaelNavarro-ValsdelaReal Academia de Jurisprudencia y Legisla-ción: “La historia tendrá que explicar que eneste país, ante la grave erosión de la ecologíafamiliar, hubo personas que plantearon su se-rena disconformidad. Lo temible, sería que lahistoria dijera lo contrario”.

Carlos Adanero Oslé es farmacéutico

re puro a este mundo en crisis de valores. Defi-nitivamente,hemossuperadoanuestrosante-pasados en esto. Entre todos.

Ni que decir tiene que todo es perfectible yquequedamuchoporhacer,pero,desdeluego,esto era impensable para una persona del si-glo XVIII y probablemente para muchos delXX.Elhechodequehoyantedelitosinfamesse

pida como máximo cade-na perpetua y no la penademuerteesamimododever un avance muy positi-vo en lo que a cultura de lavida se refiere.

Todavía se ve esto másclaro si consideramos lavida en el sentido más am-plio: todoslosseresvivosysus ecosistemas propios.Jamásenlavidaunasocie-dad entera ha estado tanpreocupada (al menos, apriori) y concienciada so-breelrespetoycuidadode

la naturaleza. Valgan como ejemplos la peleaporlapescadelatúnrojooelvertidodelPresti-ge en su día y el desastre ecológico del Golfo deMéjicoenestosdías.Hastaelmásdesinforma-do se altera y le duelen estos hechos, franca-mente graves.

Nuestros antepasados arrasaron bosquesenteros para construir flotas y nadie se dolió.Hicieron daños irreparables a ríos y mares ynadie dijo nada.

También hay que reconocer que en esto he-mosavanzadodeunmodoenorme.Ymefelici-toporello.Tambiénquedamuchoporsolucio-nar,quedamuchoporhacer,peroestáenlaca-

CarlosAdaneroOlsé

Antonio Monge Vega

REVISTADE PRENSASüddeustche(Alemania)

Dudas con el euro

Los inversores internacionales ya no dudan solamente de Greciao España. Esta semana han apuntado contra los empréstitos esta-tales de los Países Bajos o Austria a pesar de que estos países tie-nen menos deudas que la República Federal. Esto demuestra quelos inversores dudan de todo el experimento del euro. Y por tantolos gobiernos tienen que demostrar que la Unión Monetaria va afuncionar mejor en el futuro. (...) [EDITORIAL]

El País(Madrid)

Protestar de otra forma

Si la convocatoria de huelga de funcionarios fue planteada por lossindicatos como una forma de tantear el ambiente social con vis-tas a una posible huelga general, el resultado invitaría a buscarotra forma de expresión de la protesta. Fue un éxito en cuanto a latranquilidad de la jornada, pero no se percibió ambiente favorablea una movilización general. Sólo de manera colateral puede consi-derase al Gobierno responsable de la crisis. (...)[EDITORIAL]