Carta de Miguel Grau a Carmela Carvajal Vda

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Carta de Miguel Grau a Carmela Carvajal Vda. de Prat Monitor Huáscar Al ancla, Pisagua, Junio 2 de 1879 Dignísima señora: Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, fue como usted no lo ignorara ya, victima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas. Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor. Miguel Grau Inventario de los objetos encontrados al capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la corbeta chilena “Esmeralda”, momentos después de haber fallecido a bordo del monitor “Huáscar” Una espada sin vaina, pero con sus respectivos tiros. Un anillo de oro de matrimonio.

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Carta de Miguel Grau a Carmela Carvajal Vda. de Prat

Monitor Huáscar

Al ancla, Pisagua, Junio 2 de 1879

Dignísima señora:

Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, fue como usted no lo ignorara ya, victima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.

Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.

Miguel Grau

Inventario de los objetos encontrados al capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la corbeta chilena “Esmeralda”, momentos después de haber fallecido a bordo del monitor “Huáscar”

Una espada sin vaina, pero con sus respectivos tiros. Un anillo de oro de matrimonio. Un par de gemelos y dos botones de pechera de camisa, todos de nácar. Tres copias fotográficas, una de su señora y las otras dos probablemente de sus

niños. Una reliquia del Corazón de Jesús, escapulario de la Virgen del Carmen y

medalla de la Purísima. Un par de guantes de preville. Un pañuelo de hilo blanco, sin marca. Un libro memorándum. Una carta cerrada y con el siguiente sobre escrito: “Señor Lassero. Gobernación

Marítima de Valparaíso. Para entregar a don Lorenzo Paredes”.

Al ancla, Iquique, mayo 21 de 1879 El oficial de detall

Pedro Rodríguez Salazar

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[editar] Carta de la viuda de Prat a Grau

Señor don Miguel Grau

Distinguido señor:

Recibí su fina y estimada carta fechada a bordo del “Huáscar” en 2 de junio del corriente año. En ella, con la hidalguía del caballero antiguo, se digna usted acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo, y tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que se encontraban sobre la persona de mi Arturo, prendas para mí de un valor inestimable por ser, o consagradas por su afecto, como los retratos, o consagradas por su martirio como la espada que lleva su adorado nombre.

Al proferir la palabra martirio no crea usted señor, que sea mi intento inculpar al jefe del “Huáscar” la muerte de mi esposo. Por el contrario, tengo la conciencia de que el distinguido jefe que, arrostrando el furor de innobles pasiones sobreexcitadas por la guerra, tiene hoy el valor, cuando aún palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi duelo y de poner muy alto el nombre y la conducta de mi esposo en esa jornada, y que tiene aún el más raro valor de desprenderse de un valioso trofeo poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio extraordinario por el hecho mismo de no haber sido jamás rendida; un jefe semejante, un corazón tan noble, se habría, estoy cierta, interpuesto, de haberla podido, entre el matador y su víctima, y habría ahorrado un sacrificio tan estéril para su patria como desastroso para mi corazón.

A este propósito, no puedo menos de expresar a usted que es altamente consolador, en medio de las calamidades que origina la guerra, presenciar el grandioso despliegue de sentimientos magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en esta América las escenas y los hombres de la epopeya antigua.

Profundamente reconocida por la caballerosidad de su procedimiento hacia mi persona y por las nobles palabras con que se digna honrar la memoria de mi esposo, me ofrezco muy respetuosamente de usted atenta y afma. S.S.

Carmela Carvajal de Prat

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El Bloqueo del Puerto de Iquique

Campaña Naval de la Guerra del Pacífico

 

 

 

 

 

La Escuadra chilena compuesta por los Buques Blanco Encalada, Cochrane, Esmeralda, O'Higgins y Chacabuco llegan a Iquique con el fin de bloquear el puerto para tratar de que la Escuadra peruana se dirigiera al lugar para enfrentarse en un solo y definitivo Combate.

El Capitán de Corbeta peruano Salome Porras, que se encontraba en Iquique, salió al encuentro del Blanco Encalada, que era el buque que tenía la bandera de Almirante. Siendo conducido a dicho buque, pide entrevistarse con el Almirante Juan Williams Rebolledo para protestar por la presencia de la Escuadra en el lugar, pero no fue tomado en cuenta y sin siquiera escucharlo le invitó a retirarse.

Williams Rebolledo, envió al Capitán Arturo Prat, en ese entonces ayudante del Ministro Rafael Sotomayor, a tierra a entregarle un comunicado al prefecto de Tarapacá.

Fue conducido por el mayor Manuel Loayza. El documento decía lo siguiente:

            Republica de Chile

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            Comandancia general de la escuadra a bordo del blindado Blanco Encalada.

            Sr. Prefecto:

            A las 4 PM del día de hoy, voy a dar principio a la destrucción de las máquinas destiladoras de de agua a no ser que dejen de

funcionar.        

Lo avisa a ud. para su conocimiento

Dios guarde a ud.

 J. Williams Rebolledo

Las autoridades Iquiqueñas no podían dejar de hacer funcionar su maquina, debido a que era la única forma de dar agua a la población peruana residente, por lo cual no pudieron acatar la orden del jefe chileno. El 6 de abril la Esmeralda destruye la resacadora de agua de la ciudad.

El inspector de aguas Guillermo Billinghurst debió ordenar el racionamiento de agua, bajándolo a solo un litro por persona al día. No podían tampoco acarrear agua en el ferrocarril, pues sabían que seria bombardeado si se ponía en movimiento.

La única alternativa que existía era hacer correr agua por cañerías desde Pozo Almonte y Nueva Soledad sin que se enterara la Escuadra chilena.

 

Combate Naval de Chipana

Campaña Naval de la Guerra del Pacífico

El Combate Naval de Chipana, fue el primer enfrentamiento de los buques chilenos y peruanos, y aunque no tuvo relevancia alguna, dio el inicio de la guerra naval.

 

 

 

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La Magallanes comandada por el Capitán Juan José Latorre, estaba apostada en el puerto de Antofagasta. En la noche del 11 de abril de 1879, se le encomienda la misión de partir rumbo al puerto de Iquique para llevar un comunicado importante al ministro Rafael Sotomayor, el cual se encontraba a bordo del Blanco Encalada bloqueando dicho puerto.

Debía ser tarea fácil, ya que no se tenían noticias de la escuadra peruana en aguas cercanas, más, al amanecer cerca de la desembocadura del río Loa, el vigía del buque chileno logra divisar  dos humos, y aunque no se reconocieron inmediatamente como enemigos, el comandante de la Cañonera ordena acercarse a tierra como medida de precaución.

Al acercarse las dos naves, la tripulación del buque chileno los reconoce como enemigos. Eran la Unión y la Pilcomayo, los cuales trataron inmediatamente de cortarle el camino hacia Iquique.

Latorre, debido a su importante misión no cambió el rumbo, acelerando solamente para tratar de esquivar la emboscada que caía sobre él. La Unión, comandada por García y García tomó la delantera, ordenándole al comandante de la Pilcomayo iniciar el ataque, el cual lanza disparos sobre la nave chilena sin causarle mayores daños.

La Magallanes solo avanzaba, mientras era atacada ahora también por la Unión. Latorre sopesando sus responsabilidades y el posible revés que podía sufrir junto a su embarcación, decide leer los documentos que transportaba a Iquique para luego romperlos evitando así que cayeran en manos enemigas.

Comenzó lo más fuerte del combate entre La Unión y la Magallanes, ya que la otra nave peruana había quedado resagada. Doscientas granadas habían cruzado los cielos de un contendor a otro, pero sin causar daño alguno.

García y García conciente de la superioridad de su nave, decide tratar de cortarle el paso a la cañonera. En ese preciso instante, dos disparos dan sobre la Unión, haciéndole perder estabilidad y dándole el tiempo suficiente al comandante chileno para dejar a su enemigo atrás.

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La Unión quedó rezagada y caída sobre estribor.

La Magallanes llegaría a cumplir con su misión al puerto de Iquique.

 

Bombardeo del Puerto de Pisagua

Campaña Naval de la Guerra del Pacífico

 

 

 

 

 

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Los buques chilenos Blanco Encalada y Chacabuco  llegaron frente a las costas de Pisagua y comenzaron a bajar botes donde desembarcaban marineros chilenos armados con dirección hacia la costa.

Las fuerzas peruanas apostadas en tierra empezaban a ser distribuidas por el Coronel Moreno. Fueron enviados los jinetes del Escuadrón Guía en busca de las tropas del General Buendía, enviaron la Segunda Compañía rumbo al sector norte, al Comisario Benigno Maldonado con sus Gendarmes a la zona sur.

No esperando más el Coronel Moreno dio la orden de abrir fuego sobre las embarcaciones menores chilenas, lo cual fue respondido con cañoneos del Chacabuco hacia tierra, seguidos por fuego hecho por el Blanco Encalada.

Los botes chilenos replegados por la lluvia de balas que venían desde tierra comenzaron a retornar a sus buques.

El Blanco comenzó a apuntar ya no hacia las tropas, sino que hacia la ciudad, provocando un incendio en ella, especialmente en la aduana.

El Almirante chileno Juan Williams Rebolledo da aviso a tierra que en tres horas más bombardeará la ciudad completamente, y que en ese transcurso deberían huir del lugar.

Los bomberos trataban de sofocar el fuego, mientras que los soldados del Ayacucho retornaban a sus puestos y los civiles abandonaban la ciudad, subiendo a los cerros.

Comienza el mortal bombardeo, pulverizando la ciudad de Pisagua, haciéndola arder por completo.

 

Combate Naval de Iquique

Campaña Naval de la Guerra del Pacífico

El Combate Naval de Iquique marca lo que sería de ahí en más la Guerra del Pacífico. Con la muerte de Prat nace una leyenda en Chile, que impulsa

a cada uno de los ciudadanos a los cuarteles para defender la Patria. Su ejemplo y el de la Tripulación de la Esmeralda, hizo renacer el amor patrio.

Por otra parte sobresale la imagen de Miguel Grau, un hombre como pocos: excelente marino y estratega, pero sobretodo un Caballero. El era

la Marina del Perú, y supo dejarla muy en alto.

 

 

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El Huáscar con la Independencia se encontraban en el puerto de Pisagua, buscando información sobre la escuadra enemiga. Ahí le informaron al almirante Grau que la escuadra chilena había partido rumbo al Callao para enfrentarse con ellos y que solo habían dejado a los dos buques mas débiles con la misión de bloquear Iquique: La Esmeralda y la Covadonga, pero advirtiéndoles que tenían noticias de que la primera estaba rodeada de torpedos.

Ya llegando a Iquique, Grau reunió a su tripulación y les dijo:

Tripulantes del Huáscar, estamos a la vista de Iquique, allí no solo están nuestros afligidos compatriotas de Tarapacá, allí esta el enemigo todavía impune, ha llegado la hora de castigarlo, espero que lo sabréis hacer.

¡Viva el Perú!

 Amanecía el día 21 de Mayo de 1879 sobre la rada de Iquique. Las tripulaciones de los buques chilenos Esmeralda, al mando del capitán don Arturo Prat y la Covadonga al mando de Carlos Condell, naves encargadas de bloquear este puerto despertaban sin saber que en pocos minutos mas deberían batirse con

las mejores y más poderosas naves peruanas: El Huáscar, al mando del almirante don Miguel Grau y la Independencia al mando del capitán More.

Los chilenos estaban muy desconsolados ya que la escuadra chilena había partido rumbo al Callao en busca de la escuadra enemiga, siendo ellos los que se llenarían de gloria y que ellos no podrían demostrar lo que serian capaces de hacer por la patria, encargados solamente de sostener el bloqueo de Iquique.

La camanchaca cubría los buques, reposados tranquilamente en la bahía, De pronto el vigía de la Esmeralda avista dos columnas de humo y dando la voz de alarma grito: DOS HUMOS AL NORTE!!

Prat y Condell trataban de identificar los buques que se acercaban, lo que lograron solo cuando la camanchaca desaparecía. Eran los buques peruanos el Huáscar y la Independencia.

Desde las playas peruanas se agrupaban las gentes avivando a sus buques y listos para presenciar una fácil victoria para su gran escuadra y su orgullosa bicolor. Nunca imaginaron el arrojo y valentía de los marinos chilenos. Mientras en la costa el coronel peruano Belisario Suárez, pedía a la gente volver a sus casas. Los infantes de marina ocuparon sus puestos, las cornetas del Huáscar tocaban al ataque.

El aspirante Villavicencio hizo ordenes a la Independencia, que navegaba por Punta Piedras de abrir fuego.

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Prat daba instrucciones a Condell para entrar en combate, cuando el Huáscar dispara el primer cañonazo de advertencia ordenado por el gran almirante Grau. Este disparo cayó en medio de los dos buques chilenos y tenía como fin intimidar a estos y la posterior rendición de las débiles embarcaciones chilenas.

El capitán Carlos Condell, al ver que la Independencia iba hacia el sur, con intenciones de cerrar el paso en esa dirección a los chilenos, puso toda maquina hacia Antofagasta, logrando pasar antes de ser interceptado. El Lamar, otro buque chileno que estaba en el bloqueo, por ordenes del capitán Prat, ya había tomado minutos antes rumbo al sur, alejándose del combate. La Independencia emprendió persecución sobre la Covadonga.

Quedaban solo dos buques en Iquique, frente a frente: El Huáscar y La Esmeralda.

Prat, después de asegurarse que su tripulación había desayunado, bajo a su camarote, poniéndose su uniforme de parada, tomó su sable y al subir a cubierta, se dirigió a su tripulación diciendo:

MUCHACHOS, LA CONTIENDA ES DESIGUAL. NUESTRA BANDERA NUNCA HA SIDO ARRIA DA ANTE EL ENEMIGO Y ESPERO QUE NO SEA ESTA LA OCASIÓN DE HACERLO. MIENTRAS YO VIVA, ESA BANDERA FLAMEARÁ EN SU LUGAR Y SI YO MUERO MIS OFICIALES SABRÁN CUMPLIR CON SU DEBER.

¡VIVA CHILE!

La Esmeralda tuvo que quedarse en su fondeadero ya que sus calderas y maquinarias estaban en pésimas condiciones, manteniéndose cerca de la costa para así evitar que Grau los bombardeara copiosamente por miedo de herir a sus compatriotas apostados en las playas. En el Huáscar, se habían recibido noticias que la Esmeralda no se movía debido a que estaba rodeada de torpedos. Este pensamiento se debió a que días atrás los chilenos en simulaciones de combate habían hecho explotar unas bombas, lo que llego a oídos de las autoridades peruanas de Iquique, haciendo creer a esto que la explosión se debía a torpedos. Este engaño involuntario evitaba así que la débil embarcación chilena fuera espolonada por el Huáscar.

                               

Hasta ese momento la Esmeralda no recibía un daño considerable, debido a la mala puntería de los artilleros peruanos; los esmeraldinos, a pesar de dar en el blanco, no eran capaces de traspasar el blindado del buque peruano.

De pronto la Esmeralda comenzó a recibir fuego desde las guarniciones peruanas en tierra, lo que causo gran

mortandad en los chilenos y peor aun obligo a moverse a la corbeta, alertando así al almirante peruano de la inexistencia de torpedos

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alrededor de los chilenos. Ya no existía impedimento para espolonear a la vieja mancarrona.

Acorralada entre dos fuegos, trato de alejarse, pero sus viejas calderas por el esfuerzo desplegado explotaron dejándola totalmente inmóvil, siendo bombardeada intensamente por el terror del pacífico, como también se le conocía al Huáscar. Su suerte no podía prolongarse. Grau sabia que era el momento de atacar, ordenando retroceder al monitor, para luego embestir al buque chileno con el espolón.

Consiente el Capitán chileno que con su armamento no sería capaz de vencer al enemigo, vio como única posibilidad el abordar al monitor, para así llegar al puente de mando de este. Tarea mas que imposible. Al ver que el Huáscar se aprestaba a espolonear  a la corbeta, tomando en una mano su sable y en la otra su revolver, salto sobre la cubierta del Huáscar al grito de

     ¡AL  ABORDAJE MUCHACHOS!

Por el ruido del combate solo fue escuchado a tiempo para seguirlo por el Sargento Juan de Dios Aldea y el marinero olvidado Luís Ugarte. Avanzando por la cubierta enemiga los valientes chilenos, en busca del puente enemigo, se encontraron con un oficial peruano, valiente marino  que pidió la rendición a los chilenos. Pero Prat no había saltado al abordaje para rendirse y disparo contra el oficial del Huáscar, dándole muerte. Los tripulantes del Huáscar, viendo caer a su oficial abrieron fuego sobre Prat, atravesándole la sien causándole la muerte instantánea y el sargento Aldea caía herido también sobre la cubierta del monitor, en estado agonizante. Ya muerto su comandante, sólo quedaba una cosa que hacer para su tripulación: Vencer o Morir.

El Huáscar se lanzo por segunda vez sobre la ya inservible corbeta dando de lleno en el centro y dando también la oportunidad de saltar al abordaje del monitor peruano de un grupo de marinos chilenos, que seguían al teniente Ignacio Serrano. La suerte de estos valerosos héroes no podían ser distintas a la de su comandante, siendo acribillados en cubierta dejando muy mal herido al oficial, que fue llevado agónico por la tripulación peruana a un camarote para ser atendido por el cirujano de a bordo, por orden del almirante Grau.    

Apenas dejaron solo a Serrano, éste trato de incendiar el buque enemigo, prendiéndole fuego a las cortinas de la habitación con una lámpara, lo que fue detectado por los tripulantes evitando que el fuego se propagara. Pocas horas después, muere por causas de sus heridas el valiente teniente chileno don Ignacio Serrano.

Mientras afuera el combate terminaba, la Esmeralda comenzaba a hundirse, no sin antes hacer el ultimo disparo por el guardiamarina Riquelme, quien se hundió junto a la corbeta.

Mientras Prat vivió, la bandera no se arrió y cuando él murió, sus oficiales supieron cumplir con su deber. Con el tricolor a tope la Esmeralda se hundía en la rada de Iquique.

Eran las 12:10 AM del 21 de Mayo de 1879, tras el tercer espolonazo, el combate había terminado.  

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El almirante Grau ordeno arriar los botes para rescatar a los sobrevivientes de la corbeta chilena.

Combate Naval de Punta Gruesa

Campaña Naval de la Guerra del Pacífico

 La importancia del Combate Naval de Punta Gruesa es inmensa, y radica en la perdida para el Perú de su mejor

buque, la Fragata Blindada Independencia

 

 

 

 

 

 

La Covadonga huía de la Independencia mientras la atacaba. Una bala de la Covadonga deshizo la escotilla de la máquina. En el puente de la Independencia estaban Moore con los Tenientes Palacios y Narciso García y García. Moore maldecía, sus ordenes eran ejecutadas con impericia. Otro bombazo trizo el puente por la mitad. Rifleros desde la orilla disparaban sobre la Covadonga.

La Independencia acosaba a los chilenos contra la caleta de molle, tratando de encerrarlo, esperando la aparición del Huáscar, pero nuevamente la Covadonga esquiva a su perseguidor por fondos bajos.

Siete a doce brazas limpias de profundidad en Punta Gruesa le fue anunciando a Moore. Ahí, tenía planeado espolonear.  

Sonda en mano anunciaba la profundidad. 10,9 brazas. Desde la Covadonga tiroteaban furiosamente a la Independencia. Ya veían a la corbeta hundida o rendida. Ni More ni sus oficiales se movían del puente. A proa el Alférez Guillermo García y García espada en mano espera que se acorte la distancia.

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Cuando la profundidad era de ocho brazas la Independencia acelera para dar el golpe final.

Los timoneles de la Independencia en una pésima maniobra dirigían al blindado hacía la costa, mientras Guillermo García y García caía despedazado por el fuego chileno.

Las rocas partían la Independencia. El feroz chirrido detuvo al imponente buque descuajando las calderas.

More no podía explicar el desastre. El blindado inmóvil, prácticamente destruido, el Huascar no aparece y la Covadonga regresa a dar el último golpe.

Los marineros saltaban al agua, pero More ordenó mantenerse en sus puestos. El agua comenzaba a filtrarse en el buque. Viendo lo crítico de la situación se ordenó prender fuego a la Santa Bárbara y arriar los botes para abandonar el buque.

La Covadonga empezó a hacer fuego sobre la embarcación, que aunque inmóvil, mantenía su bandera a tope, signo de que se mantenía el combate.    

El Coronel Manuel Chapel respondía el fuego con sus infantes sobre el blindado peruano.

La Independencia sigue cayendo hacia estribor. La metralla había quebrado la driza que sostenía en alto el bicolor peruano. El marinero peruano Federico Navarrete corrió a repararlo. Después de cumplir su heroica misión cae muerto por una bala que lo atravesó.

Juan Guillermo More y su Independencia han sido derrotados. Ahora, el Huáscar tendrá que pelear solo.

Todo había acabado para el blindado más poderoso del Perú, cuando el Huáscar fue avistado.

La Covadonga al percatarse huyo rumbo al sur, ya habían hecho más de lo que se esperaba.

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Bombardeo del Puerto de Iquique

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La Escuadra chilena estaba ofuscada. El Almirante Juan W. Rebolledo maldecía su mala estrella.

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Su viaje al Callao para sorprender a la escuadra enemiga había fallado, y en su lugar los buques peruanos habían azotado Iquique.

La noche anterior habían tenido en la mira al Huáscar, pero también habían fallado, permitiendo la huída del monitor.

Furioso con tanto traspié, Williams Rebolledo debía descargar su ira. La forma era una sola: Bombardear el puerto peruano de Iquique.

El oficial peruano Delhorme, destinado en Iquique, se encontraba en el morro cuando al apreciar la bahía, noto que los buques chilenos que

mantenían el bloqueo no se encontraban en sus posiciones acostumbradas, sino que estaban en formación de ataque apuntando sus

cañones hacia el puerto.

El bombardeo lo comenzó el Blanco Encalada apuntando sobre la prefectura. Esta vez no hubo aviso que permitiera evacuar a los civiles. Una lluvia de proyectiles siguió al del buque del Almirante, destruyendo

todo lo que había a su alcance. Toda la ciudad temblaba con los atronadores golpes de fuego.

Mas de 40 cañonazos azotaron la ciudad, después de los cuales la Escuadra chilena volvió a sus antiguos lugares a mantener el bloqueo.

 

Captura del Transporte Rímac

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Los buques peruanos Huáscar y la Unión luego de enterarse del bombardeo de Iquique, zarpan

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rumbo a mares chilenos en busca de causar el mayor daño posible a su enemigo.

El 18 de julio de 1879, encontrándose frente a Mejillones, se regocijaban pensando en que tenían 700 millas de mar enemigo para acechar.

La primera víctima que cayo en las garras del Huáscar fue el mercante chileno Adelaida Rojas, que transportaba 1.700 toneladas de carbón. Luego la Unión captura el bergantín Savoy Jack cargado de cobre. Estos dos buques fueron abordados y enviados al Perú con tripulaciones sacadas del Huáscar y la Unión respectivamente.

Después decidieron separarse para abarcar más.

La Unión entra a Caldera y el Huáscar siguió rumbo al sur. Ambos buques cañonearon puertos y embarcaciones menores chilenas.

Capturaron otro mercante chileno lleno de cobre, el Adriana Lucia. La presa más importante estaba por llegar.

El Paquete Maule con un batallón de infantería y armas, proveniente de Valparaíso con destino a Antofagasta, tuvo la fortuna de pasar de noche y sin luces por donde esperaban al asecho los buques peruanos, llegando a salvo a su destino, pues no fueron vistos por los enemigos.

No corrió la misma suerte el buque chileno Rimac que transportaba a uno de los mejores regimientos con que contaba Chile, los Carabineros de Yungay con sus finos caballos que también iban a bordo.

La desgracia estaba en el aire, el coronel Manuel Bulnes, oficial al mando del regimiento chileno, estaba nervioso, faltaba poco para llegar a Antofagasta, pero presentía que algo no andaba bien.

Desde Antofagasta, el ministro Santa María, había recibido noticias que los buques peruanos andaban en mares chilenos, lo que ponía en peligro sus embarcaciones que venían del sur, por lo cual envió al Cochrane a proteger a sus embarcaciones menores, pero ya era tarde. Los buques peruanos no dejarían pasar esta oportunidad.

La Unión avista al Rimac, el cual al darse cuenta del peligro cambia rumbo rápidamente hacia el oeste, seguido de cerca por el buque peruano.

El Huáscar apareció en escena frente al desesperado Rimac, cortándole el paso. El transporte chileno estaba rodeado.

García y García, comandante de la Unión quería capturarlo intacto, con su valioso cargamento y siguiendo de cerca disparaba mas que nada para intimidar la rendición que para hundirlo. Se le unió la artillería del Huáscar. No había mas que hacer, el coronel Manuel Bulnes considero que no valía la pena arriesgar a su regimiento y caballería en un combate inútil, por lo que mando izar bandera blanca en señal de rendición.

El Rimac paro sus maquinas, los carabineros arrojaron sus rifles al mar.

El capitán de fragata Meliton Carvajal y el teniente Palacios, oficiales del Huáscar, abordaron el vapor donde sobre la cubierta se encontraban los

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300 chilenos, que siendo tomados prisioneros, fueron enviados en el monitor rumbo a Arica.

El Rimac paso a manos peruanas con un cargamento de 215 caballos, 245 Carabineros de Yungay, 55 soldados, 200.000 cartuchos Comblain, 150 carpas, 448 pares de botas, 700 toneladas de carbón.

La travesía de los buques peruanos en aguas enemigas había terminado. Los dos buques satisfechos volvían a Arica.

Bombardeo a Antofagasta

Campaña Naval de la Guerra del Pacífico

 

 

 

 

El 26 de Mayo el Huáscar hacer su entrada al Puerto de Antofagasta, disparando su primer cañonazo sobre los regimientos apostados en ese

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puerto. La Covadonga se mezclo entre los buques neutrales extranjeros que se encontraban atracados, mientras el Rímac se lanzaba a toda

máquina rumbo al sur.

En un principio el Huáscar salió en persecución del buque chileno, pero después de una hora sin poder darle caza, con escasez de carbón

emprende su regreso. Lentamente se acercó al puerto en busca de la Covadonga, la que se encontraba entre buques extranjeros, no pudiendo

disparar, evitando así dañar a algún buque neutral. Los mercantes también se interponían a la idea de Grau de bombardear los

condensadores de agua.

Sólo estaba a la vista la aduana.

El primer disparo hecho por Palacios cayó cerca de los depósitos de salitre, luego los siguientes destruyeron cañones chilenos sobre la aduana

y la condensadora. Cañonearon el puerto, dejándolo en muy malas condiciones. El Huáscar de retiró del lugar rumbo al norte.

 

Andadas del Huáscar

Campaña Naval de la Guerra del Pacífico

 

 

 

 

Al estallar la Guerra del Pacífico, la Escuadra chilena era inmensamente superior en número y capacidad de acción y fuego a la peruana. Se suponía que el dominio del mar sería tarea fácil, más aún luego que la Independencia encallara en Punta Gruesa, pero el Huáscar, con su comandante, el Contralmirante Miguel Grau Seminario, tenían algo que decir.

Desde el inicio de las acciones hasta la captura del Fantasma del Pacífico en el Combate Naval de Angamos, el buque peruano recorrió las costas chilenas manteniendo en jaque a la Escuadra chilena, quien pese a todos sus esfuerzos eran burlados una y otra vez por la temeridad mostrada por el jefe peruano.

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A continuación veremos las acciones, a veces increíbles, del buque llamado Huáscar.

Su primera aparición fue el 21 de Mayo de 1879, cuando aparece en la rada de Iquique enfrentando a la Corbeta Esmeralda en el Combate Naval de Iquique, hundiéndola luego de varias horas de Combate.

Fuera de todo cálculo vuelve a aparecer el día 10 e julio de 1879 en el puerto de Iquique, sabiendo que la Escuadra bloqueadora al anochecer se retiraba del puerto para evitar el ataque desde tierra, dejando solamente a la Corbeta Abtao, la cual era la presa elegida de Grau, que aunque sabía que se encontraba en el puerto el Blindado Cochrane y la Cañonera Magallanes no dudo en romper el Bloqueo de Iquique.

Pasada la medianoche del 10 de Julio acogido por la oscuridad ingresa al puerto, pero contrariamente a todos los informes recibidos, el Contralmirante Grau estalla de ira al darse cuenta de que la Abtao no se encontraba. Pero la maniobra era muy arriesgada para irse con las manos vacías, por lo cual siguió su búsqueda encontrándose en pocos minutos frente al Transporte Matías Cousiño. El Comandante de esta última nave, Capitán Castelton,  no daba crédito a lo que veía. El siguiente fue el dialogo entre los comandantes de ambos buques en la oscuridad de la noche:(1)

Grau:.- ¿Qué buque es?

Castelton:.- El Matías Cousiño

Grau:.- ¿Cómo está Ud. Castelton?

Castelton:.- Muy bien señor, gracias.

Grau:.- ¿Que carga tiene a bordo?

Castelton:.- Carbón

Grau:.- ¿Dónde están los buques?

Castelton:.- Por aquí alrededor

Grau:.- ¿Y el Abtao?

Castelton:.- Al S. O.

Grau:.- Bien, Capitán, embárquese en sus botes porque lo voy a echar a pique.

Luego de terminar el dialogo, el Matías Cousiño trató de huir, pero el Huáscar procedió a disparar sobre el transporte chileno para impedirlo. Las detonaciones de los proyectiles alertaron a Juan José Latorre, Comandante de la Cañonera Magallanes, quien fue en ayuda de la pequeña embarcación, poniéndose frente al Monitor peruano, el cual se

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lanzó en ataque de espolón sobre la nave, que en tres veces esquivó la mortal arma peruana.

Mientras esto ocurría, el Cochrane se acercaba a la escena. El Comandante peruano no estaba dispuesto a arriesgar su nave en un Combate

inútil y emprende la retirada escoltado por la misma oscuridad que lo acompañó en su ingreso.

Aunque no cumplió su objetivo de batir a la Corbeta Abtao, Grau había dejado bien claro, que los buques chilenos no se podían confiar en su superioridad de medios.

Lo volvemos a ver en escena el día 17 de julio, cuando sale junto a la Unión desde Arica con rumbo al Sur destruyendo las lanchas y embarcaciones en Chañaral, Caldera, Carrizal y Pan de Azúcar. Al amanecer del 23 de Julio se encuentran en las cercanías de Antofagasta, donde se produce la Captura del Rímac, vapor chileno que llevaba a los Carabineros de Yungay. Hecha la tarea vuelve con su presa al Puerto de Arica, siendo recibido con el más grande júbilo, mientras en Chile este hecho causaba la mayor indignación.

La última vez en aparecer el Contralmirante Grau al mando del Huáscar se produjo el 8 de Octubre de 1879, en el Combate Naval de Angamos, donde es muerto el valiente Comandante peruano y capturado su Monitor.

 

Combate Naval de Antofagasta

Campaña Naval de la Guerra del Pacífico

 

 

 

El 28 de agosto de 1879 el Huáscar se acerco al puerto de Antofagasta con la intención de cortar el cable submarino para evitar la comunicación del centro de operaciones enemigas con el resto de Chile sin darse cuenta que el Abtao se encontraba entre los buques neutrales.

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El monitor seguía buscando sin tomar precauciones, cuando el comandante del buque chileno don Aureliano Sánchez abrir fuego contra él. Grau pareció sorprendido, no esperaba entrar en combate, pero los cañones del Abtao volvieron a disparar.

Desde los fuertes de tierra comenzaban a prepararse para apoyar el ataque del chileno contra el monitor, cuando la Magallanes también se acercaba al lugar.

La tripulación del Huáscar asombrada tomaba sus puestos, cuando los fuertes hicieron tronar sus cañones, pero sin siquiera acercarse al monitor.

Al salir de su sorpresa, el Huáscar contraataco disparando sobre el Abtao, que a pesar de recibir el impacto se mantuvo en acción.

Se disparaba sin tregua, pero sin causarse daño grave a ninguno de los participantes.

El segundo proyectil lanzado al Abtao dio certeramente en el blanco, dejándolo fuera de combate. Los fuertes fueron el próximo objetivo del monitor a los cuales disparaban sin darles tregua. En uno de esos disparos uno de los cañones del Huáscar se desmonto, yéndose contra el teniente Carlos de los Heros matándolo instantáneamente.

La Magallanes no pudo llegar al lugar, pues el Huáscar tomo rumbo al norte alejándose de Antofagasta.

 

 

La Corbeta Unión a Magallanes

Campaña Naval de la Guerra del Pacífico

 

 

 

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El Presidente peruano al leer los documentos oficiales chilenos encontrados en el Vapor Rímac, se enteró de la llegada del New Castle y el Gleneg, 2 buques cargados de armamentos que se dirigían a Chile por el estrecho de Magallanes.

Era una ocasión muy importante de dar un duro golpe al enemigo, tomando prisioneros los buques y apoderarse por consiguiente del valioso cargamento, por lo cual envió a la Unión rumbo al sur a cumplir con la delicada misión.    

El 13 de agosto de 1879 llegaba a su destino el comandante García y García con su buque a esperar a su presa. Tenía la idea de que el primer buque ya había pasado, pero que el segundo debería aparecer de un minuto a otro, por lo cual partió a Punta Arenas en busca de información.

El tiempo pasaba y no había noticias del buque ingles. Cuando estaban frente a la bahía de Fresh Water se avistaron humos, por lo cual el comandante peruano ordena zafarrancho de combate, pero lamentablemente para sus fines solo era un buque alemán llamado Sakkarab. El problema era que ese buque iba con rumbo a Valparaíso, donde debía llegar en 4 días, dando la alarma de la posición del buque peruano, obligando a este a regresar al norte sin poder haber cumplido su misión.

 

 

Combate Naval de Angamos

Campaña Naval de la Guerra del Pacífico

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El Huáscar había sido enviado a su cuarto crucero al sur por el general Prado contrariando el consejo del almirante Grau. Este creía que los fondos del Huáscar estaban excesivamente sucios y que la velocidad de su buque se vería disminuida por el largo y continuo servicio. Pidió que se le permitiera ir al Callao donde estaban las únicas posibilidades de hacer las mejoras necesarias, pues sabia que su buque era demasiado valioso para someterlo a riesgos innecesarios. Prevalecieron otras opiniones y la ultima esperaza del Perú zarpó al sur el día 20 de septiembre con su bravo comandante. Este para no volver nunca mas, y el buque para sumarse al ya superior poderío enemigo.

A las 2 de la mañana del día 5 de octubre, después de escoltar al Rímac hasta Iquique donde desembarco un cuerpo de tropa al mando del general Bustamante, apareció acompañado de la Unión frente a Coquimbo. Las maniobras de estos dos buques fueron admirables. Reinaba el silencio más perfecto cuando pasaron rozando el buque ingles Pensacola. No se hizo un solo disparo en las baterías de tierra.

Después de navegar durante una hora por la bahía, sin encontrar transportes y sin despertar a las baterías, los dos buques salieron al sur. Todo el día siguiente evolucionaron al sur del puerto donde interceptaron dos vapores de la carrera que les dieron noticias de los movimientos de buques chilenos hacia el norte. Durante el 6 y 7 de octubre, los buques navegaron con rumbo norte y a pesar de habérsele ordenado a Grau que no se acercara a Antofagasta, donde se creía estaba la escuadra chilena, decidió comprobarlo justificando su desobediencia con las informaciones recibidas. Se le había icho además que el Cochrane estaba anclado y que no podía usar su maquina, pues estaba averiada. Esto no era inexacto, pero ya se le habían reparado, zarpando junto a la escuadra chilena..

Dejando a la Unión patrullando frente a Punta Tetas, el Huáscar se acerco a Antofagasta a la 1:30 de la mañana del día 8 de octubre. Sin encontrar nada de interés, volvió junto a la Unión. Ambos buques emprendieron rumbo al norte. Pocos minutos después, descubrieron el humo de tres buques que venia aun muy lejos. Los humos pronto fueron reconocidos como de guerra y se cambio rápidamente de rumbo hacia el sudeste.

La escuadra chilena había cargado carbón en mejillones y se había hecho a la mar la noche del 7 de octubre con dos divisiones; la primera había salido a las 10 de la noche al mando del comandante Reveros, compuesta por los buques más lentos: el Blanco, la Covadonga y el Matías Cousiño por la costa hacia Antofagasta. La segunda división, al mando del comandante Latorre, formada por el Cochrane, la Ohiggins y el Loa, había salido a la una de la mañana del 8 de octubre, con orden de cruzar por Punta Angamos a 25 millas de la costa. Este plan obedecía a ordenes

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dadas por el ministro de guerra don Rafael Sotomayor, el gestor de esta estrategia.

La primera división debería navegar pegada a la costa y la segunda a 40 millas de ella.

                                             

A las 3:30 de la mañana, el vigía del Blanco avista dos humos al sur, acercándose a Punta Tetas, distante seis millas. Al salir el sol ambos contendientes se reconocieron. El Huáscar navego durante una hora hacia el suroeste seguido por el Blanco, la Covadonga y el Matías Cousiño. El comandante Riveros vio pronto que la caza no tenia esperanza debido a la velocidad superior de los peruanos, pero con la posibilidad de que se pudiera producir una avería en las maquinas del enemigo o de que cambiara de rumbo y se encontrara con la segunda división, siguió la persecución.

Se puede plantear la pregunta de por que huyeron los buques peruanos?. Por que no dieron combate?. La Unión tenia una artillería superior a la de la Covadonga y que los dos buques peruanos tenían una ventaja enorme, la velocidad que alcanzaban sus naves. La respuesta es simple. Las ordenes que tenia el almirante Grau eran terminantes, no debía arriesgar sus buques, ya que la perdida del Huáscar daría a los chilenos el control del mar.

Grau al ver que se iba distanciando rápidamente de sus perseguidores cambio de rumbo y redujo la presión de las maquinas. Como había estado en cubierta toda la noche, bajo a su camarote a descansar.

A las 7:15 AM se vieron nuevamente humos en el horizonte hacia el noroeste. Eran el Cochrane y sus acompañantes. El Huáscar había sido avistado en el mismo momento por los vigías del Cochrane y se envió al Loa a reconocer el humo.

El almirante Grau que había subido a cubierta, tenia confianza en que podía eludir al Cochrane, ya que su ultima información era de que alcanzaba solo 8 nudos y se acerco al Loa. Pero al ver que el buque chileno navegaba mucho más rápido de lo que se esperaba, ordeno cambiar rumbo al este y marchar a toda maquina.

La Unión que venia junto al Huáscar, por ordenes del almirante tomo rumbo hacia Arica a toda marcha seguida hasta el anochecer por la Ohiggins y el Loa

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Grau se dio cuenta que su única esperanza estaba en la velocidad, pero dándose cuenta que estaba siendo alcanzado por el buque chileno ordeno zafarrancho. Al prepararse para el combate, se produjo un desperfecto en el buque peruano, que no tardaron en reparar. A LAS 9:25 EL Huáscar viéndose alcanzado abrió fuego con los cañones de la torre. El segundo disparo reboto frente al buque chileno, entro por la proa que no estaba blindada y después de atravesar la cocina, causando averías menores, fue a caer sin explotar en la cubierta. En esos momentos, el Blanco encalada estaba a 6 millas de los combatientes

El Cochrane no respondió los disparos del Huáscar por que sabia que eso provocaría el tener que disminuir la velocidad y se les escaparía Grau. Cuando ya se encontraba lo suficientemente cerca del buque peruano, el comandante Latorre ordeno disparar. Uno de sus primeros tiros penetro en el blindaje del Huáscar y al explotar entro en la torre donde prendió fuego a la madera del forro matando a unos e hiriendo a otros de los marinos que se desenvolvían ahí. En respuesta una bala del monitor peruano dio en el costado blindado del Cochrane. La plancha quedo abollada, los pernos removidos y el respaldo aplastado.  

A las 9:40 el Huáscar viró a babor con la intención de espolonear al Cochrane, pero este cambio de rumbo y lo siguió paralelamente. A las 9:45 la torrecilla del Huáscar fue blanco de una bala que exploto en su interior haciendo volar en pedazos al gran héroe peruano almirante don MIGUEL GRAU SEMINARIO. Solo un pie y unos fragmentos pudieron ser rescatados. El almirante dirigía generalmente la acción con la cabeza y los hombros descubiertos sobresaliendo de la torre. La bala debió darle en la cintura. El mismo tiro causo la muerte también del teniente Ferre, ayudante de Grau, separado solo por una rejilla de madera. El tiro corto el timón de combate se ladeo y navego hacia el este hasta que se pudieron hacer las reparaciones que le permitieron volver rumbo al norte, pero entonces otro tiro atravesó el blindaje de la torre, en la parte mas protegida, a la izquierda del costado del cañón derecho, matando e hiriendo a la mayoría de los artilleros. Entre estos se contaba el capitán Melitos Carvajal, jefe de estado mayor que había bajado a informar al segundo comandante don Elías Aguirre que le correspondía el mando. Una segunda dotación de artilleros ocupo sus puestos en la torre. La tripulación peruana estaba totalmente desmoralizada por la perdida de su comandante. La cámara y los camarotes estaban llenos de hombres y oficiales heridos.

El Cochrane trato ahora de espolonear, cayendo sobre el Huáscar en ángulo recto, disparando su cañón delantero. El timonel no oía las ordenes de Aguirre situado en una de las escotillas de la torre y sus palabras debían ser retransmitidas hasta la cubierta baja.

Eran las 10:10 y el Blanco llegaba a la escena de combate, pasando entre el Huáscar y el Cochrane en momentos en que este se preparaba a espolonear por tercera vez. Para evitar el peligro en que lo ponía el espolón del Blanco, el Cochrane tuvo que maniobrar a babor. El Huáscar viro en dirección al Blanco con intención de espolonearlo, pero el buque chileno lo esquivo disparando una ráfaga que mato a los hombres del timón.

Debido a la cantidad de disparos que habían traspasado la chimenea, hizo que el nivel del agua bajara a tal punto que se quemaron los tubos

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haciendo escapar gran cantidad de vapor. Esto hizo creer a los chilenos que habían sido alcanzadas las calderas, lo que no era verdad.

Seguía el bombardeo contra el Huáscar. A las 10:25, cayo abatida su bandera, pareciendo por unos momentos rendido, con lo que cesa el fuego. Pero uno de los cargadores se dirigió a popa e izo otra bandera en el tope, reanudándose el combate. El siguiente tiro contra el Huáscar, penetra nuevamente en la torre matando a todos los que ahí se encontraban, incluido el comandante Aguirre. El mando había recaído ahora en el cuarto oficial, teniente Pedro Garezón. El buque estaba casi sin gobierno y se incendiaba en varios lugares; pero todavía la maquina seguía trabajando y el cañón izquierdo aun disparaba. Ahora era el turno de la Covadonga, que había llegado al lugar, disparando también contra el buque peruano. El Huáscar se hallaba en una lucha heroica pero desesperada contra tres buques de la escuadra chilena..

El teniente Garezón, después de llamar a un consejo de oficiales, envió al teniente Ricardo Herrera con ordenes para que se abrieran las compuertas para tratar de hundir al terror del pacifico, evitando así que cayera en manos enemigas. Cuando la estaban abriendo, intervino el teniente Simpson del Cochrane, pistola en mano, que había abordado el Huáscar junto a otros chilenos.

Al tomar posesión del buque, los chilenos se dieron cuenta que solo actuando con rapidez serian capaces de salvar el buque, debido a que el agua ya estaba ingresando con mucha fuerza y en varias partes mas se habían declarado incendios, que fueron sofocados. Se vació el agua, salvando al buque y los heridos y prisioneros fueron llevados a los buques chilenos.

La maquina del Huáscar no había sufrido desperfectos serios y tres calderas aun estaban funcionando, lo que permitió ser llevado al puerto de Mejillones.

La campaña naval estaba prácticamente perdida por el Perú, los chilenos eran ya dueños del pacifico.

 

 

Captura de la Pilcomayo

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El  Blanco Encalada se encontraba haciendo reconocimientos cerca del puerto peruano de Mollendo cuando desde sus posiciones se divisaron tres humos al sur, que venían en dirección al blindado chileno. Eran los buques peruanos la Unión, Pilcomayo y el Chalaco.

La Unión al reconocer al Blanco y sabiendo que este era muy superior a cualquiera de los tres, retrocedió tomando rumbo al sur, al encuentro de los 2 buques que lo acompañaban. Reunidos los tres comandantes, forjaron el plan de huida para evitar ser capturados. La Unión, el más rápido de los tres, debía atraer al blindado dando así tiempo a sus aliados para huir, por lo cual tomo rumbo al oeste llamando la atención del enemigo, mientras la Pilcomayo tomo rumbo a toda maquina hacia el sur y el Chalaco tomo rumbo sureste.

El almirante Galvarino Riveros, sabedor de la velocidad de la Unión y de lo difícil que seria darle alcance se decidió ir tras la Pilcomayo a toda maquina.

El comandante del buque peruano, don Carlos Ferreiros, se percata que su perseguidor se acercaba rápidamente y sabia que seria imposible huir, por lo cual cito a sus oficiales para decidir la suerte de su buque. La decisión fue tomada rápidamente, debían incendiarlo o hundirlo, evitando así caer en manos del enemigo.

Ya a menor distancia el Blanco comenzó a disparar sobre la cañonera peruana causándole mucho daño, mientras eran abiertas las válvulas de esta y desparramo sobre su buque todo elemento inflamable para poder quemarlo. Al iniciarse el incendio, detuvo el buque arriando los botes para salvar a su gente, los cuales con banderas blancas anunciaban que no entrarían en combate.

El almirante chileno al llegar al lugar hizo abordar la cañonera enemiga por el comandante Goñi, el cual arrió la bandera peruana que se mantenía flameando, cambiándola por la chilena. Se envió gente a apagar el incendio y cerrar las válvulas, evitando así la perdida de la nave. Una vez

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cumplida la misión, fue llevada la cañonera a remolque por el Blanco hasta Pisagua, reparado el buque fue llevado a Valparaíso.

 

 Bombardeo de Arica

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Ya el Huáscar en posición de la armada chilena luego del combate naval de Angamos, debido al pésimo estado en que quedo por el bombardeo del Cochrane y el Blanco Encalada, debió ser llevado para su reparación y reforzarlo al puerto chileno de Valparaíso.

El elegido para comandar el monitor que tantos problemas había dado a Chile fue el capitán de fragata Manuel Thompson, quien una vez reparado el buque lo dirigió al norte, con rumbo al puerto peruano de Arica para unirse al resto de la escuadra chilena que mantenía el bloqueo del lugar.

Se le habían instalado al monitor dos cañones de 40 libras con alcance de 7000, por lo cual lo hacían un buque de temer para los fuertes peruanos ubicados en el morro.

El Huáscar se acerco demasiado a tierra con la intención de bombardear el ferrocarril, recibiendo una lluvia de proyectiles desde los fuertes y del monitor Manco Cápac, que funcionaba como fuerte flotante. Una de esas descargas dio de lleno en el monitor, causando mucho daño al buque y dejando varios heridos.

El bombardeo llevaba casi una hora, donde la escuadra disparaba y se alejaba del alcance de la artillería enemiga.

A media tarde y cuando el bombardeo había acabado, el Manco Cápac se puso en movimiento para llamar la atención del enemigo y así acercarlo a las posiciones de defensa. El comandante Thompson acepto el reto, acelerando los motores para espolonear al buque peruano, pero fue tanta la presión ejercida en las calderas que estas explotaron dejando inmóvil al monitor chileno a merced del Manco Cápac, el cual abrió fuego contra el

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dando de lleno con un proyectil de 500 libras, dando muerte así al comandante Thompson.

El segundo comandante del monitor toma el mando, sacando al Huáscar de la línea de fuego enemigo.

 

Bloqueo al puerto de Callao

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Ya había pasado demasiado tiempo de inactividad para la escuadra chilena, cuando recibió la orden de bloquear el puerto peruano del Callao.

Esta vez el bloqueo no seria pacifico; las instrucciones eran claras, se debía destruir y bombardear cualquier embarcación peruana apostada en el lugar y haciendo entrar las lanchas torpederas al puerto para evitar la huida de las embarcaciones enemigas. Todas estas actitudes, no hacían

mas que mostrar la falta de capacidad del gobierno chileno para lograr la paz por medios más pacíficos.

Los buques encargados de tal acción eran el Blanco Encalada, Pilcomayo, Huascar, Angamos, Matías Cousiño, y las torpederas Janaqueo y Guacolda.

Al amanecer del día 9 de abril de 1880 entraba el Huascar al Callao escoltando a las lanchas torpederas chilenas, con la misión de destruir a los buques peruanos Atahualpa y La Unión que se encontraban en el lugar. El Huascar y la Guacolda

calcularon mal el tiempo de reunión, dejando sola a la Janaqueo. Su capitán, el teniente Goñi, en vez de esperar a sus compañeros, se lanzo

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solo a cumplir el plan, pasando entre buques neutrales hasta llegar frente a la Unión. El capitán chileno, convencido de que cumpliría con su misión, dio la orden de lanzar el primer torpedo contra el buque peruano. Lamentablemente para sus pretensiones, no contaba con la suspicacia del comandante Villavicencio de la embarcación peruana, el cual hizo rodear su embarcación con una red que hizo chocar el torpedo sin causar ningún daño a su embarcación, previniendo así, cualquier ataque inesperado.

El 10 de abril fue notificado el bloqueo por el almirante chileno Galvarino Riveros, dando tiempo así a los neutrales a tomar las provisiones del caso.

El 22 de abril, se efectúa el primer bombardeo sobre el Callao, realizado por el Huáscar, Pilcomayo y Angamos, quienes se ensañaron con la Dársela y los fuertes, pero por la distancia, causando muy poco daño. Los ataques fueron repetidos en numerosas ocasiones, sin lograr algo realmente importante para la escuadra chilena.

El bloqueo al Callao, se prolongó por alrededor de 9 meses.

 

 

Combate de Torpederas

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25 de mayo de 1880

                        

Tres lanchas peruanas la madrugada del día 25 de Mayo fueron avistadas por el Comandante de la Janaqueo, Capitán Luis Goñi, dando aviso a la Guacolda, emprendiendo ambas la persecución de estas, dando alcance a la torpedera peruana Independencia, comandada por el Teniente José Gálvez. Las lanchas chilenas comenzaron el ataque lanzando un torpedo sobre la embarcación enemiga, dando en el blanco enviándola a pique. El valiente Comandante peruano, antes de que terminara de hundirse su embarcación, alcanzó a lanzar una granada sobre la Janaqueo, provocando

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la explosión de la embarcación chilena. La janaqueo y la Independencia terminaron ese día en el fondo del mar.

 

 

6 de diciembre de 1880

 

Aún se encontraba la Escuadra chilena bloqueando el puerto del Callao.

Chile contaba con cuatro lanchas misileras llamadas Tucapel, Guacolda, Colo Colo y Fresia. El Perú contaba también con cuatro, de nombres Urcos, Arno, Capitanía y Resguardo.

En la madrugada del día 6 de diciembre de 1880 las torpederas chilenas hacían el acostumbrado paseo de vigilancia, cuando la Fresia fue sorprendida por el ataque de la lancha Arno, la cual era escoltada por las otras tres lanchas.

Comenzó un pequeño combate, en el cual la Fresia, no tenía esperanzas de ganar. Al oír los disparos, la escuadra chilena se dirigió a prestar ayuda, quedando al alcance de los disparos de los fuertes peruanos. El capitán Viel, que estaba al mando de la escuadra debido a la ausencia de Riveros, ordeno retirarse del alcance peruano, produciéndose durante dicha acción el hundimiento de la Fresia al ser alcanzado por un proyectil lanzado por los fuertes.

 

 

Destrucción del Puerto de Callao

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Vencido el Ejército peruano en las Batallas de Chorrillos y Miraflores, las tropas de Baquedano estaban a las puertas de Lima y ya nada podía hacer el Perú para evitarlo.

En las primeras horas del día 17 de enero de 1881, las tropas peruanas del Callao, procedieron a dinamitar los fuertes que defendían el lugar. El primero fue el Zepita, luego el Junín, Pichincha, Merced, Independencia, Abato y Provisional.

No quedaba mas que hacer, la guerra estaba perdida, solo quedaba evitar que los chilenos aprovecharan los buques, procediendo a vararlos e incendiarlos, dando fin a lo que quedaba de la Escuadra peruana.

El Comandante Astete fue el encargado de dar la orden de destrucción. El primero en vararse fue la Unión, el más grande dolor de cabeza de los chilenos desde la captura del Huáscar. Siguieron la misma suerte el Atahualpa, Rimac, Oroya, Chalaco, limeña y Talismán.

 

 

Hundimiento de la Covadonga

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Mientras la Covadonga cumplía una inspección en la bahía de Chancay, el Capitán de Corbeta Pablo de Ferrari, comandante de dicho buque, se acerco con su buque a 500 metros de la playa para bombardear la línea del ferrocarril.

Cumplida su misión, al retirarse divisó dos lanchas enemigas a corta distancia de tierra. Cumpliendo con las instrucciones que tenia de bombardear cualquier nave enemiga que se pusiera en movimiento, comenzó a disparar sobre ellas. El grueso de sus fuegos cayo sobre la embarcación de mayor tamaño hundiéndola, dejando intacta la más pequeña.

El comandante de Ferrari, al apreciar que se encontraba desierta, pensando que había sido abandonada por sus tripulantes por el ataque, ordena a uno de sus oficiales arriar un bote y dirigirse a el con gente armada por si se tratara de una trampa. Al llegar estos al costado de la embarcación pequeña y revisarla, no encontrando nada sospechoso en ella, dan aviso a su comandante que no existía peligro.

El comandante de la Covadonga, entonces ordeno remolcarla junto a su buque. Cuando se cumplió esta operación, y la embarcación era izada al costado del buque chileno, estallo un deposito de dinamita escondido.

La explosión fue tan grande que hizo pedazos el casco de la heroica corbeta chilena, la cual se hundió solo en tres minutos, pereciendo ahogados su comandante y noventa hombres de su tripulación.

 

 

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Hundimiento del Loa

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A 7 millas al norte del Callao, el buque chileno Loa hacia un reconocimiento, encontrando una lancha cargada de víveres, la que fue examinada y al comprobarse que no existía peligro alguno, fue apresada, a pesar de las órdenes determinantes de los altos mandos de evitar cualquiera de estos regalos, ya que se suponía eran trampas.

Pero era una trampa. Entre los víveres se encontraba oculta una carga de dinamita que debía estallar cuando fuera enganchada a la embarcación chilena. Al cumplir con la maniobra de rigor, se produjo una explosión que echo al fondo del mar al Loa, dejando gran cantidad de muertos en la tripulación chilena.

 

La Guerra en FotosEsta es una de las secciones que más interés crea entre los amantes de nuestra historia. Poder apreciar fotografías de lugares y personas de la época.

Por lo mismo divido aquí esta sección en fotografías del tiempo de la guerra y en un periodo y personas que lo merecen, Los Veteranos del 79

La Guerra en Fotos

Esta sección es en especial para los amantes de nuestra historia que gustan de buenas fotos, las cuales por el

tiempo transcurrido son de uso libre para todos

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Regimiento 2° de Línea en Antofagasta

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Vista del Morro de Arica desde el Fuerte San José

Ambulancia Valparaíso en Antofagasta

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Fortificaciones de Antofagasta

Cañón Amstrong en Arica

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Oficialidad del Regimiento de Artillería N ° 2 en el Morro de AricaAverías del Abtao tras el Combate de Antofagasta

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4° Compañía del Batallón de Artillería NavalCampamento del Chacabuco en Antofagasta

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Regimiento de Línea SantiagoFaena de sepultación tras la batalla de Tacna

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Regimiento Esmeralda en Pocollay

Izamiento del pabellón chileno en Arica

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Oficialidad del AbtaoPisagua

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Los Veteranos del 79 

 

 

 

Veterano Daniel Montecino en Constitución

 

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Veterano Félix Maldonado

Víctor Lira Errázuriz

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Veteranos peruanos tripulantes del Huáscar

Campaña de Tarapacá

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

En esta sección podrás leer sobre la Campaña de Tarapacá y además las primeras operaciones de la guerra, acahecidas en la región de Antofagasta al inicio de la

Guerra

Ocupación de Antofagasta

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

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Esta acción es la que da el inicio a la guerra, cuando las tropas chilenas desembarcan en el puerto de Antofagasta,

evitando así que las autoridades bolivianas hicieran efectivo el remate de las industrias chilenas

 

 

"El Gobierno de Bolivia desentendiéndose de nuestras reclamaciones ha decretado la expropiación de   nuestros

nacionales, apoderándose de las Salitreras sin dar explicación alguna.  El Gobierno de Chile ha retirado a nuestro ministro y

las tropas de la República están ya en marcha para ocupar Antofagasta y los demás puntos que convenga".

                                                                               Belisario Prats

 

Comenzados los problemas entre Chile y Bolivia, al romper este ultimo país, el tratado internacional firmado por ambos en 1874 imponiéndole mayores impuestos a las salitreras chilenas y amenazando a estas con rematarlas si no accedían a los pagos. El gobierno de Chile envió parte de su escuadra a tomar posesión de esta ciudad, ya que todos los reclamos diplomáticos hechos no fueron considerados por el país altiplánico.

El 14 de febrero de 1879, el mismo día en que se llevaría a cabo el remate de la empresa chilena salitrera y ferrocarril de Antofagasta, hace su entrada al puerto de dicha ciudad, el Blindado Almirante Cochrane y la Corbeta O' Higgins.

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Se envía a tierra como delegado al capitán Borgoño , con bandera diplomática, para hacerle saber al prefecto boliviano a cargo de la ciudad don Severino Zapata, que desde ese momento la escuadra chilena tomaba posesión de la ciudad.

El oficial boliviano al darse cuenta que no tenia gente suficiente para evitar que los chilenos cumplieran su cometido, entrego su ciudad a sus enemigos sin pelear.

Chile, sin disparar un solo tiro, toma posesión de la ciudad de Antofagasta, dejando al mando de ella al coronel Emilio Sotomayor.

El gobernador chileno de Antofagasta, don Nicanor Zenteno, dictó el mismo día  de su instalación las medidas de detalle que  el cambio legal de nacionalidad exigía, y resumió  la situación y sus deberes en la siguiente proclama que circuló en la tarde  de aquel día como el título oficial de posesión del territorio reivindicado: 

CONCIUDADANOS:

 

"La tenaz resistencia del gobierno boliviano a escuchar los consejos de la prudencia, de la justicia y  del americanismo, que han inspirado al gobierno chileno al querer dirimir amigablemente las cuestiones que han surgido entre ambas repúblicas, han decidido a nuestro gobierno, en resguardo de la dignidad nacional, a tomar posesión por la fuerza de este Litoral.

El orden y compostura que habéis observado son un testimonio de vuestra conducta y de que, sabréis continuar observando, en adelante, esa misma elevada actitud, con la cual probáis que si el gobierno viene en defensa de la honra nacional, los chilenos aquí residentes saben ser nobles y generosos".

¡Ciudadanos salud!

                                                     Nicanor Zenteno

(La Campaña de Tarapacá de B. Vicuña Mackenna)

 

Las fuerzas bolivianas se retiran con rumbo a Calama, con intención de juntarse con otras fuerzas aliadas, para luego caer sobre los chilenos, situación que nunca ocurrió.

Antofagasta ya estaba en posesión de los chilenos, convirtiéndose esta ciudad  en el centro de operaciones de las tropas chilenas, que ya pensaban en avanzar mas al norte.

 

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Combate de Calama

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

 

 

 

Las fuerzas Chilenas al mando del Coronel Emilio Sotomayor , contaban con 540 hombres , se trasladaban rumbo a Caracoles , concentrándose allí para planear el ataque sobre Calama, ya que se corría el rumor que en este poblado se estaba organizando la resistencia Boliviana.

Sotomayor envía a Espech como parlamentario para pedir la rendición , a lo cual Ladislao Cabrera contesta :

" No estamos dispuestos a aceptar ni someterse a la intimidación que se nos hace , y que cualquiera que fuese la superioridad numérica de la que fuefuerza en cuyo nombre se les intima rendición , defenderá hasta el ultimo trance la integridad del territorio de Bolivia . "  Confirmada la intención chilena de asaltar el lugar , Cabrera prevenido, envía a explorar los movimientos del enemigo, primero a Don Manuel Palalo y luego al capitán Ruperto Jurado.

También distribuyó a su hombres de la siguiente manera:

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El coronel Zapata y 40 hombres frente al vado Malquincha , el coronel Fidel Lara más 40 hombres en defensa en el sector del puente Topater y el teniente coronel Emilio Delgadillo , resguardando el sector del puente Carvajal.

Mientras esto ocurría , en Caracoles los hombres de Sotomayor , al mando de Eleuterio Ramírez , se preparaban para partir a Calama.

El día 22 de Marzo, a mitad de camino , es sorprendido y puesto preso el capitán boliviano Jurado y un soldado . El día 23 de Marzo , frente a las posiciones bolivianas se traza el plan de ataque:

El capitán Juan José  San Martín con una compañía del 4º de línea y el alférez Juan de Dios Quezada , al mando de 24 cazadores a caballo más una pieza de artillería , deberían atacar el vado de Yalquicha enfrentándose a los hombres de Severino Zapata.

La 1º y 2º compañía de línea al mando del coronel Bartolomé Vivar con 25 cazadores a caballo caería sobre Topater  y una compañía del 2º de línea con una pieza de artillería y el resto de los cazadores al mando del mayor Rafael Vargas caería sobre el puente Carvajal. Huyen a Chiu Chiu .

El coronel Eleuterio Ramírez toma el mando de Calama como comandante de armas.

             

Extracto del libro "El Loa Ayer y Hoy", de Héctor Pumarino Soto, Editorial Universitaria, 1978. Chile

Según antecedentes históricos dignos de fe, entre ellos los del historiador

señor Isaac Arce y otros, el 23 de marzo 1879, en Calama, estaba

destacado desde 1874, un cuerpo del Ejercito de Bolivia, denominado

columna Ballivián; entre sus oficiales, estaba el brigadier Carrasco al

mando del escudaron.

 

Luego de la toma de Antofagasta por el Ejercito de Chile, el 14 de febrero

de 1879, las autoridades del puerto se cobijaron en el mineral de

Caracoles, en donde habían policías de Bolivia a los cuales se le unieron

los policías procedentes de Antofagasta. Entre las autoridades estaban el

prefecto don Severino Zapata y el coronel Ladislao Cabrera; estas

autoridades bolivianas y los policías mencionados, se replegaron en

Calama, previamente a la llegada a Caracoles de las fuerzas chilenas.

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Ladislao Cabrera asumió la responsabilidad de Jefe de Plaza,

el 16 de marzo de 1879. Ese mismo día un parlamentario

chileno, procedente de Caracoles, se presento ante el

coronel Ladislao Cabrera, pidiendo en nombre del coronel

Emilio Sotomayor, la rendición de la plaza, garantizando

seguridad a las personas y pertenencias a los ciudadanos de Calama.

Reunidos el coronel Cabrera, El prefecto Severino Zapata y Eduardo

Abaroa, que representaban a las autoridades antofagastinas, rechazaron

la proposición expresando que defenderían la plaza. Para ello contaban

con las fuerzas de la Columna Ballivián; las fuerzas de policía de

Antofagasta, Caracoles y Calama; además, se repartieron entre civiles

todas las armas disponibles, de todo tipo, labor que estuvo a cargo,

personalmente, de Eduardo Abaroa.

 

Eduardo Abaroa había nacido en San Pedro de Atacama el 13 de octubre

de 1838, o sea que, a la fecha de estos acontecimientos, tenia 41 años de

edad. Su esposa Irene Riveros estaba en San Pedro de Atacama, con sus

Hijos Andrónico, Eugenia, Antonia y Juan Eduardo.

 

Con fecha 5 de marzo de 1879 escribía su amigo don José Manuel

Quintana, que tenia el cargo de corregidor de Atacama, lo siguiente:

 

EDUARDO ABAROA peleó bravamente en el ala oriental,

que fue la que a él correspondió, al frente de sus

hombres, y cayo como un héroe, ofrendando su vida en

aras del cumplimiento del deber. Allá en Atacama quedo

esperándole su esposa Irene, con sus hijos, confiada en

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la promesa de que, "luego del combate con los Caracoles", iría a su lado.

Entre brumas del amanecer del día 24 de marzo, se presento ante ella un

agotado mensajero, que había cabalgado casi toda la noche, para

entregarle la noticia que la heriría hasta mas allá de las lagrimas.

 

EN EL DIARIO "LA RAZÓN", DE LA PAZ BOLIVIA, EN EL AÑO 1952, SE

PUBLICARA LA SIGUIENTE NOTICIA:

 

"El Gobierno de la nación vecina, en un gesto que le honra, ha dispuesto, a pedido de Bolivia, que los despojos mortales de Eduardo Abaroa sean trasladados a nuestro país y que se le rindan honores militares en los actos que, con este motivo, se realicen en la población de Calama. La comprensión que han demostrado las autoridades de Chile,

respecto a los problemas que afectaban las relaciones entre los pueblos y

las soluciones que ellas han obtenido, trasuntan esa buena voluntad de

entendimiento que será, a no dudarlo, un clima propicio para el

acrecentamiento de la amistad chileno - boliviana. Bolivia recibirá con

todos los honores y con gran emoción cívica los despojos de quien

encarnara el apellido Abaroa, hijos de esta, su patria, en la cual han

nacido.

 

Asalto y Toma de Pisagua

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

Reconocido mundialmente como el primer ataque anfibio en la Guerras modernas, se caracterizó por su gran importancia, y aunque en número las tropas chilenas eran muy superiores a

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los defensores aliados, lo difícil del terreno y complicado del ataque causo este hecho admiración mundial.

 

 

Con la victoria chilena en el Combate Naval de Angamos era cosa de días para que la Escuadra chilena, dominadora absoluta de las costas del Pacífico, desembarcara a los hombres del Ejército chileno en uno de los puntos del amplio litoral peruano, dando así por comenzada la campaña de Tarapacá.

Luego de varios estudios del alto mando chileno, se eligió al Puerto de Pisagua, favorecido por  una buena bahía para desembarcar las unidades.

En dicho puerto, estaban apostados 1.300 soldados del Ejército aliados, divididos en dos batallones bolivianos, el Independencia y el Victoria, al

mando de los Coroneles Pedro Pablo Vargas y Juan Granier, fuertes de 900 hombres pertenecientes a la División Villamil y las fuerzas peruanas compuestas de artilleros y hombres de infantería en numero de 400 al mando del Coronel Isaac Recabarren.

El general Villamil había enviado a Mejillones al Batallón de infantería Aroma y a Agua Santa al Batallón Vengadores junto a su cuartel general. Los defensores de Pisagua no esperaban un desembarco chileno en ese puerto, por lo cual el servicio de seguridad había sido reducido al mínimo.

El general Buendía había anunciado su llegada al lugar a fines de octubre para inspeccionar las obras de fortificación.

Mientras tanto, el 28 de octubre, las tropas chilenas se embarcaban en Antofagasta rumbo a Pisagua con una fuerza de alrededor 9.500 hombres.

El 1º de noviembre, el ministro de guerra chileno Rafael Sotomayor convocó a un consejo de guerra en el Amazonas, para dar a conocer el plan de ataque.

Se debería desembarcar conjuntamente en Pisagua y Junín, dando mayor poder de ataque al primero, pero sin descuidar al segundo.

A las 6 A. M. del 2 de noviembre avistaba el puerto peruano, poniéndose en sus posiciones estudiadas para llevar a cabo el plan. A las 7,15 AM el

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Cochrane rompió fuego contra el fuerte del norte, armado solamente de un cañón de 100 libras.

A esa hora se encontraban reunidos en tierra el general Buendía  con el coronel Recabarren, disponiendo el orden de sus tropas ante el peligro que acechaba. No esperaban este ataque, lo que los encontró totalmente desprevenidos al amanecer del 2 de Noviembre. Los artilleros partieron a cubrir los fuertes. Los batallones bolivianos ubicados en  Alto Hospicio recibieron la orden de bajar al puerto para ubicarse en algunos edificios de la población y estación de ferrocarriles.

El general Villamil también hizo venir a los batallones Vengadores y Aroma que se ubicaban en la oficina Agua Santa y en Mejillones respectivamente.

Ya en combate, el fuerte sur respondió el ataque del Cochrane, pero el otro fuerte no participo en el ataque  debido que al primer disparo de la escuadra chilena fue totalmente destruido.

La Escuadra chilena seguía bombardeando el puerto y los fuertes, causando mucho daño y creando incendios en varias partes del lugar. 

Cerca de las 10 A. M., cuando los fuertes habían cesado el fuego, se envió la primera partida de desembarco que estaba compuesta por la 1º y  3º Compañías del Atacama y la 1º Compañía del Zapadores, los que tuvieron muchas dificultades de avanzar debido al nutrido fuego de que les hacían los defensores de la plaza. A Playa Blanca solo llegaron 450 hombres de la primera partida, los que a bayoneta, corvo y fuego, cayeron sobre la resistencia aliada.

Tardaron varios minutos para que desembarcara la segunda oleada de chilenos, donde venían las restantes Compañías del Atacama y Zapadores, más una Compañía del Regimiento Buin y algunos hombres del Regimiento 2º de Línea. Apoyados los asaltantes producen la retirada de las fuerzas aliadas hacia Alto Hospicio.

El Zapadores y Atacama rivalizaban por alcanzar la cumbre. El primer soldado en conquistar la cima, fue el Subteniente del Atacama, don Rafael Torreblanca quien clava una bandera chilena en Alto Hospicio, en señal de triunfo y que cesaran los fuegos de la Escuadra.

Tomada Pisagua, las tropas que desembarcaban en el sector de Junín, no tuvieron gran resistencia, ya que el pequeño número de defensores se retiro a los pocos disparos de la Escuadra, facilitándoles la tarea  al Regimiento 3º de Línea y los batallones Navales y Valparaíso.

El desembarco había terminado, las tropas chilenas tenían ya las puertas abiertas de la región de Tarapacá.

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Combate de Germania

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

 

 

 

El 3 de noviembre partieron las tropas aliadas con rumbo a Dolores, pues tenían noticias de que el Ejército chileno se encontraba ahí, por lo cual corrían el riesgo de ser aislados por éste desde Antofagasta y Tarapacá. Debían contrarrestar la situación saliendo al encuentro del Ejército enemigo dejando solamente a la división Ríos al resguardo

del puerto.

Fue enviada una avanzada compuesta por los Húsares de Junín y los Húsares de Bolivia al mando del capitán Sepúlveda a espiar las

posiciones chilenas, encontrándose en la pampa de Germania el 6 de

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noviembre con dos escuadrones de cazadores de Chile al mando de Sofanor Parra, capitán Manuel Barahona y José F. Vergara.

Las caballerías por lo general entran al combate para decidirlo o bien finalizarlo, pero esta vez era distinto. Esta vez ellas serían los

protagonistas.

Estaba a punto de entablarse uno de los combates más impresionantes de la guerra, un combate entre caballerías.

Al avistar las fuerzas enemigas el Capitán de Caballería Sofanor Parra detuvo la marcha de su tropa para prepararse para el combate, se

alzó en sus estribos y ordenó cargar.

Fue la orden del Capitán y junto con el vibrante toque de corneta los jinetes y cabalgaduras se lanzaron contra las tropas enemigas. Los Húsares aliados se abrieron para lanzarse a la carga, mientras la caballería chilena se aprestaba al choque. Los chilenos, al galope tendido, chivateaban como lo hacían los ancestros araucanos, los

sables y lanzas en ristre brillaban bajo el sol del desierto y sus cabalgaduras llevaban las colas horizontales y las orejas gachas

haciendo retumbar el suelo con sus pezuñas.

El choque de ambas caballerías fue impresionante. Al encontrarse frente a frente en el centro de la pampa de Germania hombres y

bestias eran uno, los sables al aire brillaban tintos en sangre luego de rebanar al enemigo.

La batalla era sangrienta. Los chilenos rompieron por el centro la formación de los Húsares arroyándolos y obligándolos a huir,

alejándose los de Bolivia hacia el sur y los de Junín hacia el norte.

Los Cazadores chilenos, que contaban con una mejor caballería, salieron en persecución del enemigo, arrollándolos y matándolos a

todos, incluyendo al valiente capitán Sepúlveda. También los "Cazadores" despedazan el destacamento de retaguardia aliado en

Pampa Germania.

Los aliados pierden unos 60 hombres muertos, entre ellos el capitán Sepúlveda, los chilenos 3 muertos y 6 heridos.

Después del combate se ordenó tocar “llamada” al clarín para atraer la atención de los Cazadores que seguían persiguiendo enemigos y

así reunirlos.

José Francisco Vergara, civil,  que tenía el grado de Coronel asimilado, luchó bravamente junto a sus hombres, ganándose el respeto  y

consideración de éstos.

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Combate de Dolores o San Francisco

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

 

 

 

Las tropas chilenas comenzaron a tomar posiciones en los cerros de Dolores a la espera de las tropas aliadas que venían desde Iquique, los cuales debían encontrarse con fuerzas venidas desde Arica al mando del General boliviano Hilarión Daza junto al cual acorralarían a los chilenos.

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En los cerros Dolores y Tres Clavos estaba en espera del enemigo los soldados chilenos, con artillería en las cumbres y las tropas distribuidas por las laderas.

Entre los regimientos chilenos, se encontraban el Coquimbo, 4º de Línea, Atacama, los jinetes del Cazadores y Granaderos, todos al mando del coronel Emilio Sotomayor.

Las tropas aliadas ya estaban en camino.

La noche del 18 de noviembre, se reunía el general Buendía con sus oficiales para planear el avance hacia Dolores. La idea inicial era dividir las tropas en tres secciones para el combate.

      La primera sección, al mando del general Bustamante, estaba integrada por su división, la división Dávila y Villegas.

      La segunda sección, al mando del coronel Manuel Suárez, integrada por la división Velarde, la Villamil y artillería.

      La tercera sección, al mando del coronel Andrés Cáceres, integrada por su división y la Bolognesi.

Al amanecer del 19, las tropas aliadas llegan a la loma de Chinquiquiray, desde donde observan a los chilenos en la cima del cerro San Francisco. El general Buendía quería atacar ese mismo día y citando a sus oficiales les propuso su plan.

El ejercito aliado alcanzaba los 7.400 hombres, compuestos por 4.200 peruanos, 3.200 bolivianos, 18 cañones contra los 6.000 chilenos y 34 piezas de artillería

Una vez realizado el despliegue del ejercito aliado con la primera sección a la derecha mandada por Buendía, la segunda por la izquierda al mando de Suárez y la de Cáceres en reserva tras las dos anteriores, se aprestaban al ataque. Pero cometieron el primer error, pues no atacaron inmediatamente, deteniéndose por orden del alto mando que se oponía a avanzar en espera de instrucciones del general Daza que debería llegar desde el norte, lo que nunca ocurrió, debido que el presidente boliviano marcho con sus tropas de vuelta a Arica. Las tropas desmoralizadas debieron esperar al próximo día para iniciar el ataque.

Pero un hecho fortuito iba a hacer que los planes cambiaran. Los soldados de Zepita que se encontraban en la aguada del Porvenir comenzaron una pelea entre ellos, en la cual se escapo un tiro de fusil. La artillería chilena, al sentirse atacados dispara sobre los aliados con su artillería, dando comienzo a la batalla.

Las dos tropas de guerrilla peruanas se lanzaron al frente escalando los cerros sobre las posiciones chilenas. Cada vez que se acercaban a la Artillería chilena, el Atacama con bravura y decisión los hacían retroceder, y cuando en cierto momento eran sobrepasados, el Coquimbo acudió en su apoyo.

La división boliviana Villamil, que marchaba por el oeste del cerro San Francisco, con la intención de rodear las posiciones enemigas, debió parar a mitad de camino, siendo atacada por fuego desde el cerro Dolores,

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desordenando la formación y desbandando la tropa huyendo rumbo a Oruro y abandonando a las tropas peruanas.

Mientras tanto dos compañías del Zepita y del Illimani eran obligados a retroceder por los chilenos.

Repetidas veces trataron las tropas peruanas de apoderarse de las piezas enemigas, pero siempre fueron repelidas.

Avanzada la tarde, cuando todo había concluido y el desastre para las tropas aliadas estaba consumado. El Coronel Suárez, profundamente abatido, quiso mandar a la caballería en busca de los desertores, pero reparo en que la caballería  con sus jefes también se habían retirado e incluso ni el comandante en jefe fue encontrado.

Finalizada la Batalla con otro triunfo para el Ejercito chileno, se reunieron los oficiales peruanos Bolognesi, Castañon, Dávila y Cáceres decidiendo emprender la retirada hacia Arica por Tiliviche esa misma noche, tomando el camino que los llevaría hasta Tarapacá.

 

Batalla de Tarapacá

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

 

 

 

 

Buendía había logrado, no sin dificultades, llegar a Tarapacá. El desbande de sus tropas no habían mermado tanto sus fuerzas, por lo menos no en la cantidad que creían el Alto mando chileno.

Tan pronto como Buendía llegó a Tarapacá mando mensajeros en

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todas direcciones para reunir a los fugitivos. Muertos de hambre y de sed acudieron todos al llamado del Coronel y se encontraron en Tarapacá con agua, víveres, descanso y un principio de organización. En pocos días habían llegado mas de 2000 hombres; el 26 de noviembre llegaban también las columnas que habían salido de Iquique con un convoy de víveres y municiones.

Traían estas columnas un espíritu nuevo, el ardiente deseo de la venganza, la convicción de que no podían contar mas que consigo mismos, que vencidos estaban perdidos y la fría resolución de vender caras sus vidas. Para despejar el camino, el general aliado mando una columna de 1500 hombres con orden de asegurar que estaba libre la entrada al valle. El debía seguir a esta columna con el grueso de sus tropas a las que todavía era indispensable una noche de descanso. En la oscuridad flanqueo esta columna, sin verla, ah la vanguardia chilena he hizo alto a 4 kilómetros de Tarapacá.

Vencedores en San Francisco y confiados en que los soldados aliados estaban aterrorizados y desmotivados , José Francisco Vergara pide

autorización al general chileno para avanzar sobre Tarapacá con el fin de reconocer el camino y el número de enemigos ahí existentes.

 Fue una expedición sin ningún medio, pues eran enviados a un reconocimiento , no a atreverse en combate .

Vergara parte el 24 de noviembre al mando de una división que contaba con :270 hombres de la brigada de Zapadores comandada por  Santa Cruz; 27 artilleros y 2 piezas de artillería alférez José M. Ortúzar ; 115 hombres de los Granaderos a Caballo capitán Rodolfo Villagrán.

La expedición llega ese mismo día a Negreiro o Dibujo, acampando en el lugar , mientras enviaba al Capitán Andrés Layseca, conocedor de la región , en busca de información . De vuelta a Negreiro , anuncia con preocupación que en Tarapacá , estaban acantonados cerca de 4000 enemigos. Datos totalmente contrarios a los dados por un arriero, el cual hablaba solo de 1.500 hombres en Tarapacá.

Vergara confiado no se escarmienta por el número y avanza , encontrando enemigos en el trayecto , los cuales al ser consultados por la cantidad y estado de las tropas apostadas en Tarapacá , le engañan diciendo que solo existen 2000 hombres desanimados y desde ya derrotados , pero anunciándole que pronto llegara al lugar la División Ríos , procedente desde Iquique.

Vergara dudó y envía solicitud de ayuda al cuarte.

El General Escala no quería correr mayores riesgos y decidió enviarle al Regimiento 2º de línea , Regimiento de Artillería de Marina , Batallón Chacabuco , 30 Cazadores a Caballo más una Batería de Artillería, siendo un total de 1.900 hombres.

Estos al mando de Luis Arteaga , llegaron a Dibujo , desde donde ya había partido Vergara , por lo cual tuvo que avanzar en busca de él a Isluga . Al reunirse las dos divisiones , toma el mando el coronel Arteaga. Sus hombres ya llevaban más de un día sin agua , ni comida y no tenían fuerzas para volver atrás , sólo les quedaba Tarapacá , oasis del desierto , donde encontraría agua en abundancia y víveres y forraje para alimentar a la tropa y las bestias. Se dispuso el plan de ataque erróneamente , juntos

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todos los efectivos sumaban 2281, menos de la mitad de las tropas enemigas, y de igual forma se procedió a dividir el ataque en tres.

El comandante Ricardo Santa Cruz , con los Zapadores , 4º compañía del 2º de línea, los granaderos a caballo y los cañones Kupp ( 548 hombres) , debía marchar a Quillaguasa (Norte de Tarapacá) , con el objetivo de cortar la supuesta retirada. El Coronel Luis Arteaga, debía atacar Tarapacá (Centro) y el comandante Eleuterio Ramírez , con 7 compañías del 2º de línea , un piquete de Cazadores y Artillería de Montaña debía entrar por San Lorenzo y Huaraciña y empujar al enemigo (Sur) .

La división Santa Cruz se pierde en la camanchaca , dirigiéndose contrario al plan , rumbo a Tarapacá. Al dispersarse la neblina y ya consiente de su error , Santa Cruz opta por seguir con el plan y desvía el rumbo hacia su destino , pero ya era tarde , pues su División había sido descubierta , rompiendo luego sobre ella a las 08 :00 de la mañana , los chilenos estaban siendo aniquilados , lo que obliga a  la división a enfrentar el problema que era para ellos , los batallones Zepita N º 2 , 2 de Mayo, Lima y Ayacucho al mando de Cáceres y Bedoya, los cuales con una rapidez y entusiasmo los batieron .

        Los pocos Chilenos que quedaban , comenzaron a retroceder disparando , pues ya habían sido derrotados y cuando los hombres de Cáceres iban a dar el golpe final, llegan las fuerzas de Arteaga en auxilio, ajustando la balanza. También entran en acción los Granaderos a Caballo, que son inmediatamente enviados a cargar sobre las líneas enemigas, haciendo retroceder a las fuerzas peruanas.

        Entre tanto el teniente Coronel Eleuterio Ramírez , solo le comenta a el teniente coronel Vivar " nos envían al matadero ", pues sabía que era una batalla perdida. Los datos de la superioridad en número enemiga eran irrefutables, aunque sus jefes las hayan desestimado. Llega a Huaraciña, sin tiempo para preparar el combate, siendo recibidos inmediatamente por las cargas de fusil de los hombres de Bolognesi, el golpe fue enorme , las mismas veces que atacaron fueron rechazados.

La 2º y 3º compañía toma el portezuelo de Cerro Gordo , con lo cual apoya la entrada de la 1º y 4º compañía a Tarapacá , arrojando al enemigo fuera del pueblo , mientras sobre la quebrada , las tropas peruanas repelen formidablemente a los chilenos . Sólo quedaba una salida, la única posibilidad de victoria era enviar la Carga final de Caballería, los cuales se reúnen y se lanzan sobre las fuerzas peruanas , que fueron tomadas por sorpresa produciéndoles muchas bajas y dando tiempo a la infantería chilena de reorganizarse y lanzarse al ataque . La batalla que en un momento se daba por perdida , ahora era un triunfo , pues las tropas se lanzaban en retirada . Los chilenos eran dueños de Tarapacá y se lanzaron en pos de agua y

alimentos , olvidándose de dejar vigías , muy confiados del triunfo conseguido. Pensaban que así como huyeron de San Francisco días antes, dicha acción se repetiría.

        Mientras tanto a poca distancia de Tarapacá se reúnen los jefes peruanos en Consejo de Guerra , decidiendo lanzarse sobre los chilenos en forma sorpresiva y contando ahora con las divisiones provenientes de Pachica, se concentran en Quillahuasa y planean el ataque.

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        El coronel Herrera avanza por la quebrada, Dávila por Quillahuasa y Cáceres y Bolognesi atacarían por Huaraciña. A las 16:00 horas Dávila y Herrera rompieron fuego arrasando a gran cantidad de chilenos desprevenidos que descansaban luego de comer y de beber el agua que tanto les faltó

        Eleuterio Ramírez sube por la cuesta de la Visagra con sus hombres , el coronel Vidaurre con un puñado de hombres avanza sobre Huarasiña. Las tropas chilenas, tratan de reorganizarse, pero es imposible , el ataque peruano fue muy fuerte.

        Arteaga ordena la retirada. El coronel peruano Herrera, es atacado por los del 2º de línea, mientras Ramírez se dirige a la cuesta Visagra.

        Telésforo Barahona, el abanderado del 2º de Línea, cae muerto sin soltar el estandarte, el cual es protegido por soldados, los mismos que caían uno a uno , hasta dejar la insignia sin resguardo apoderándose de el Mariano Santos valiente soldado del Batallón Guardias de Arequipa.

        El comandante Ramírez ya herido por segunda vez cae , siendo recogido por sus hombres y llevándo a un pequeño rancho . Arteaga se aleja . Los del 2º de línea pelean , son fusilados en el suelo, Ramírez aun respira. Andrés Cáceres ve morir a su hermano en sus brazos al tiempo que  Belisario Suárez recibe la noticia de la pérdida del suyo.

        Ramírez es cobardemente asesinado por el teniente Rodríguez  del Zepita , quien luego procede a prender fuego sobre los ranchos repletos de heridos, condenándolos a una muerte segura e inhumana.

        Sólo quedaban abatidos un puñados de soldados del 2º de línea , al mando del Teniente Abraham Valenzuela, los cuales eran rodeados por el 2 de Mayo al mando del Comandante Daniel Moran y compañías del Zepita y el Iquique. La mayoría de los defenderos tuvo el mismo fin que sus compañeros al ser quemados.

        Arteaga y los que han logrado sobrevivir se batieron retirada , siempre atacados por Dávila. El General Buendía no se animó a dar el golpe de gracia a los chilenos , ordenando volver a Tarapacá para partir rumbo a Arica.

        Habían ganado la batalla , pero perdían Tarapacá.

 

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Deposición del General Hilarión Daza

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

 

 

 

 

Al comenzar la guerra, el general Daza gozaba de una alta popularidad, por su personalidad altiva y por ser un gran orador.

Todo esto fue decayendo llegando al punto mas bajo luego de la batalla de Dolores, donde había traicionado a la Alianza abandonando a las tropas de Buendía.

En La Paz cundía la decepción por el papelón hecho por su mandatario al no acudir a la Aguada de Dolores y los políticos contrarios a el, no iban a desaprovechar la ocasión que se les presentaba para sacar a Daza del poder.

El presidente boliviano al enterarse del plan en su contra que se tejía en la capital de Bolivia, olvida la Alianza y la guerra misma. Lo único que quería era mantener el poder, pero no contaba con que sus propios hombres concertaban contra él, preocupándose mas de la guerra y de su patria antes que de títulos inútiles, por lo cual eligieron al coronel Eleodoro Camacho para derrocarlo.

No seria una tarea fácil, ya que los mejores hombres del ejercito altiplánico eran fieles al presidente. Estos eran los Colorados, cuya presencia debería evitarse al momento de deponer al dictador.

El plan dio resultado. Daza fue llamado por Lizardo Montero con la excusa de hacer un nuevo plan de ataque que permitiera a Daza volver a Bolivia a solucionar sus problemas políticos, mientras los Colorados eran enviados a otro lugar.

Daza daba cuenta de su plan, sin saber que nada seria igual. Al termino de la reunión, el dictador tomo rumbo al ferrocarril para trasladarse a Tacna.

Mientras esto ocurría, Camacho reunía a todo el ejercito boliviano, convenciéndolos de que el presidente no quería lo mejor para su país, que solo buscaba su satisfacción personal. A los Colorados no les quedo mas que unirse a una resolución ya tomada debido a que el fin de ellos era la patria y no una persona.

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Daza al igual que Prado huye a Europa tras el rumor de que seria asesinado.

El general Campero tomaba el lugar vacante.

Deposición del Presidente Prado

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

 

 

 

 

Hay que analizar desde el principio la posición del presidente peruano Mariano Ignacio Prado.

Desde antes de iniciada la participación del Perú en la contienda, Prado siempre trató de evitar la entrada de su país en el conflicto, era totalmente contrario a sacrificar a sus compatriotas en una guerra que no sentía como propia.

Ya en el transcurso de 1879 su popularidad a vista por el pueblo peruano fue decayendo, primero con Pisagua,

luego con Dolores y finalmente con Tarapacá.

Sus enemigos políticos aprovecharon la baja moral del presidente, instigando al pueblo a culparlo de mala conducción y por lo tanto de los fracasos en el campo de batalla. Este para poder defender su postura, se embarca desde Arica con rumbo a Lima e intenta calmar la ira del pueblo nombrando un nuevo ministerio, incluyendo en él a un político de muy buena presencia y aceptación de parte de todos los sectores, llamado Nicolás de Piérola, el cual desde dentro encontraría los medios para derrocar a Prado y acceder como dictador al poder peruano.

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Prado estaba desanimado y derrotado, era atacado por todos lados ya que también lo quería derrocar el general La Cotera, quien como un supuesto amigo, le aconsejaba abandonar el Perú con rumbo a Europa.

Este viaje tiene 2 versiones:

I)                    Parte en fuga por los reiterados fracasos.

II)                  Su viaje a Europa, tenia como misión comprar armas.

Sea cual sea la razón, dejó el Perú y las armas no llegaron jamás.

Ante la ausencia de Prado, asume como mandatario el vicepresidente del Perú, general La Puerta, hombre que no contaba con la capacidad necesaria para arreglar la situación reinante, siendo derrocado por un plan fraguado entre Piérola, el general Miguel Iglesias y el comandante Pablo Arguedas, quienes derrocaron a La Puerta, dejando libre el camino para que el 23 de diciembre de 1879 Piérola llegara al poder como dictador

 

Campaña de Tacna y Arica

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

Esta campaña abarca la segunda etapa de las acciones en territorio peruano, teniendo como objetivo principal Tacna. Debido a esta acción, se disuelve la

Alianza Peruano - boliviana, volviendo estos últimos a su país de origen y desde ese momento dejando al Perú, sumido en una contienda larga solos contra Chile

Expedición a Ilo

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

 

 

 

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El Ejército chileno a fines de diciembre de 1879 decide enviar en expedición a una División con rumbo a Ilo y Pacocha con el fin de eliminar la resistencia peruana apostada en esa región y

tratar de apoderarse de las armas y víveres del enemigo, ordenándoles también levantar planos de la región, que pudieran servir para un próximo ataque.

El Batallón elegido para esta tarea fue el Lautaro con una dotación de 500 hombres, a los cuales se les agrego 12 Granaderos a caballo, todos ellos mandados por el Teniente Coronel Arístides Martínez.

El 31 de diciembre, las tropas desembarcaron cautelosamente a tierra. Al ser sorprendidos, la División chilena procedió a actuar rápidamente, posesionándose primero de la Maestranza del ferrocarril y de la oficina del telégrafos, misión que fue realizada por el ingeniero Federico Stuven, gracias a lo cual, Moquegua quedaba aislado de noticias de la costa, dejando así moverse a los hombres del Coronel Martínez sin problema.

El Jefe chileno decidió entonces lanzarse a explorar vía ferrocarril el poblado de Moquegua. Al llegar a la estación, ésta se encontraba llena de gente, quienes por el parecido de los uniformes pensaron que las tropas que llegaban eran peruanas. Al ser descubiertos, la población se lanzó en huída, incluyendo al Teniente Chocano, el que junto con sus hombres fue a ubicarse a la cuesta de Los Ángeles, dejando el lugar sin defensa.

La División chilena pasa la noche de año nuevo en los alrededores Moquegua, alerta del peligro latente existente desde los cerros aledaños.

Al aclarar el día 1 de enero, la ciudad fue rendida por los extranjeros residentes, entrando los chilenos sin encontrar resistencia.

Cumplida la misión de reconocimiento, las tropas chilenas dejaron el lugar, embarcándose en el ferrocarril de vuelta a la costa. Durante el regreso, tuvieron muchos problemas, debido a que los soldados o ciudadanos peruanos sacaron los rieles de la vía en varias partes del camino con el fin de hacer caer el tren, objetivo que no se cumplió, por la previsión de Stuven al ir pendiente del camino y llevar rieles de repuesto.

La expedición llega a Ilo el día 2 de enero, embarcándose rumbo a Pisagua.

Se había cumplido con el fin de la expedición que era confirmar la factibilidad de desembarco para la futura campaña.

 

 

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Expedición a Mollendo

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

 

 

 

 

Esta expedición tenía solamente el fin de la destrucción.

Las tropas y la Escuadra chilena recibieron la orden de provocar el mayor daño posible al Perú, para así, según se creía, acelerar las gestiones de paz.

Se debía evitar a toda costa el contacto del puerto de Mollendo con la ciudad de Arequipa, lugar donde existía una guarnición importante de hombres, los cuales contaban con alrededor de 4.000 soldados bien armados. Para evitar toda organización, debían destruir el ferrocarril, evitando así el traslado de tropas.

Se envió con este fin una expedición al mando del coronel Barbosa compuesta por el regimiento 3º de Línea, los Navales, una brigada de Zapadores y 30 Cazadores a Caballo. Este contingente era demasiado para la pobre defensa del lugar, que constaba solo de dos fuertes sin siquiera un cañón, ya que estos ya habían sido trasladados a Arequipa, estando el lugar defendido solamente por 100 soldados.

Los primeros en desembarcar fueron los Navales al mando del mayor Baquedano, los cuales sin pelear tomaron la ciudad.

Por otra parte el resto de la expedición desembarco en Islay sin enemigos a la vista.

El 9 de marzo de 1880 entra el grueso de la expedición a Mollendo. El coronel Barbosa con 500 hombres partió en busca de los que debían defender el lugar rumbo a Mejía, dejando paso libre para que el 3º de Línea, se lanzara a saquear las casas y la aduana del lugar, provocando grandes desmanes, embriagándose con el licor robado.

Por otro lado Barbosa llegaba a Mejía destruyendo los carros del ferrocarril encontrados y extrayendo los rieles para evitar el paso del tren. Al encontrarse con los defensores del lugar en Ensenada, los trato de sorprender, logrando tomar a 20 de ellos prisioneros, para luego volver a Mollendo.

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Barbosa al enterarse de las conductas del 3º de Línea, decide embarcar la división, produciéndose una masiva deserción de mas de 80 soldados, los cuales siguieron en tierra quemando casas y saqueando lo que encontraran a su paso.

 

 

Combate de Los Angeles

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

 

 

 

 

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Las tropas chilenas ya estaban en posesión de Moquegua.

La noche del 21 de marzo de 1880 comenzó la avanzada de las tropas chilenas a preparar el asalto a las fortificaciones peruanas ubicadas en la cima de los Ángeles. Los centinelas reciben disparos desde los cerros como primera escaramuza de un inminente encuentro.

El comandante Martínez, del Atacama, esa misma noche recibe instrucciones para tomar por asalto las posiciones enemigas de los Ángeles y Torata. El camino que conduce a Torata culebrea por la pendiente mas suave del cerro y después de varias vueltas para seguir por un camino de sólidas pircas que corona la cima y desciende enseguida por el costado opuesto a la quebrada de los Arrastrados.

En los Arrastrados se encuentran los batallones peruanos Grau, Canchis, Canas, Granaderos del Cuzco, Columna de gendarmes  y algo de caballería. El coronel Agustín Gamero, que estaba al mando de las tropas peruanas envió a sus Granaderos a la izquierda mirando hacia Moquegua y al batallón Vengadores de Grau (también llamados los Inmortales de Grau) a la cuesta de Los Ángeles.                                 

El plan de ataque chileno consistía en que el Atacama debía escalar el cerro por la derecha del enemigo antes del amanecer para no ser sorprendidos por él. El 2º de Línea y el Santiago debían atacar al amanecer a los peruanos ubicados en Quilin-Quilin y la artillería debía bombardear las trincheras de los Ángeles desde el alto de la villa tan pronto como el Atacama diera una señal de haber llegado a la cumbre.

La medianoche del 21 de marzo las tropas chilenas comenzaron su plan.

El Atacama con palos y bayonetas al mando del teniente Rafael Torreblanca llegan al pie del cerro que debían escalar, cuando fueron sorprendidos por una descarga de fuego a sus espaldas. Las razones de

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este tiroteo era que una avanzada peruana, en una acción temeraria, se habían deslizado sin ser sentidos por los chilenos hasta un potrero, apoderándose de la caballería chilena, siendo finalmente repelidos por los centinelas, los cuales no pudieron evitar la perdida de algunos caballos, la muerte de 4 cazadores y 3 atacameños heridos.

Mientras el Atacama escalaba, el 2º de Línea rompió fuego sobre Quilin-Quilin. Torreblanca y sus hombres alcanzaban ya la cima a las 6:15 AM del día 22 descolgándose como una avalancha sobre las trincheras enemigas, tomándolos totalmente desprevenidos y obligándoles a huir.

Una bandera chilena ya era izada por el oficial copiapino, siendo la señal a la artillería de cese al fuego, para evitar que cayera sobre los atacameños.

En Quilin-Quilin se batía aun el 2º de Línea y el Santiago, pero los fugados de los Ángeles correteados por los mineros, llevaron el espanto al resto de las tropas peruanas que se veían rodeados, por lo cual se vieron en la obligación de abandonar sus puestos huyendo del campo de batalla.

Quince minutos después la batalla había terminado, los chilenos eran dueños de los Ángeles y el general Baquedano con sus cazadores emprendió la persecución de los enemigos.

 

 

Batalla de Tacna

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

 

 

 

Las tropas chilenas habían efectuado una titánica marcha por el desierto y los contrafuertes cordilleranos desde Moquegua hasta Tacna. Durante la marcha los carretones con agua y con víveres se enterraban hasta el eje en el arenal. Por más que los soldados

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ayudaban a las bestias, éstas se rendían al cansancio y reventaban. El problema era grave, ya que si no pasaban las carretas, menos lo haría la artillería. Muchos hombres se perdieron en el camino y fueron víctimas de la insolación y de la deshidratación. La huella seguida por los chilenos quedó marcada con los objetos botados por los soldados, municiones, capote y cualquier elemento de peso. Los hombre llegaban exhaustos y en absoluto desorden

La artillería tuvo que ser embarcada en Ilo y desembarcada en Ite, en un lugar donde se demoraron 4 días en descargar las piezas de artillería y subir los cañones desde la playa a la meseta, unos 300 metros, amarradas con cables y tirados por los hombres. Este trabajo fue efectuado por los Zapadores y los marineros de la Covadonga bajo la supervisión personal de Orella.

 

EJÉRCITO CHILENO DE OPERACIONES

COMANDANTE EN JEFE: GENERAL MANUEL BAQUEDANO

 

1º División. De Amengual. Regimiento Esmeralda, batallones Valparaíso, Chillan y Navales

2º División. De Barceló. Regimientos 2º de Línea, Santiago y Atacama

3º División. De Amunategui. Regimiento Artillería de Marina, Batallones Coquimbo y Chacabuco

4º División. De Barbosa. Regimiento Lautaro, Batallones Cazadores del Desierto y Zapadores.

Reserva: De Muñoz. Regimientos 1º,3º y 4º de Línea Caballería (Vergara) Regimientos Granaderos, Cazadores y Carabineros de Yungay.

Artillería: 3 brigadas, con 7 baterías y un total de 37 cañones y 4 ametralladoras

 

Total Ejército chileno 14.000 hombres

 

EJÉRCITO ALIADO

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COMANDANTE EN JEFE: GENERAL NARCISO CAMPERO

 

Ejército peruano Primero del Sur (Montero)

 

1º División: (Dávila) Batallón Lima y Cazadores del Cuzco

2º División: (Cáceres) Batallones Zepita y Cazadores del Misti

3º División: (Suárez) Batallones Arica y Pisagua

4º División: (Mendoza) Batallones Victoria y Huascar

5º  División: (Herrera)Batallones Ayacucho y Arequipa

6º División:  (Canevaro) Batallones Lima  y Cazadores del Rimac

Caballería: Escuadrones Husares de Junín, Gendarmes de Tacna, Guías y Flanqueadores de Tacna

Artillería: 10 cañones y 3 ametralladoras

 

 

 

Ejército Boliviano

(Camacho)

Cuadros bolivianos:

 

 1º División: (Castro Pinto) Batallones Alianza, Loa y Aroma

 

2º División: (Zapata) Batallones Sucre, Viedma y Padilla

 

3º División: (Acosta) Batallones Tarija, Chorolque y Grau

 

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Legión Boliviana:  (Saravia)Murillo, Vanguardia de Cochabamba y Libres del Sur

 

Caballería: Escuadrones de Húsares y Coraceros

Artillería: 6 cañones y 4 ametralladoras

 

17.000 Hombres nominales al 15 de Mayo

 

Las Tropas Aliadas acamparon a las afueras de la ciudad de Tacna, lugar al cual llamaron Alto de la Alianza. Fue instalada una guardia para vigilar la Quebrada Honda, que era la ruta más fácil de ataque  para los chilenos. Campero completó esta posición con disposiciones atinadas, haciendo construir fosos y estudiando tácticamente el terreno se midieron las distancias de tiro de las distintas armas y se le entregó a cada soldado un saco vacío para que lo llenara de arena y le sirviera de parapeto en los disparos desde el suelo.

Mientras tanto, los arrieros chilenos que habían tomado la delantera, son tomados prisioneros por los Húsares de Junín y llevados a la presencia de Campero, quien logró enterarse que los chilenos, como se suponía, acamparían en Quebrada Honda, pero además los arrieros tomados prisioneros le dijeron a Campero que el Ejército chileno constaba de 22.000 hombres.

Al tener conocimiento de esto, en Consejo de Guerra Aliado se decidió la siguiente estrategia. El plan de las tropas aliadas era sorprender a las fuerzas enemigas en la quebrada, para lo cual comenzaron el avance sobre el lugar la noche del 25 de mayo de 1880 al mando del general Campero. No prestaron demasiada atención a la ruta a seguir, perdiéndose debido a la oscuridad, haciendo así fracasar el plan de ataque, haciéndolos volver a su primitivo campamento, con tropas cansadas por el esfuerzo inútil, habiendo llegado muy cerca de los chilenos. Fracasado el plan de ataque, planificaron la defensa a usar.

Las tropas se dividieron en 3 secciones: El ala derecha del Campo de la Alianza, al mando del contralmirante Montero, se ubicó la primera y sexta divisiones peruanas de Dávila y Canevaro y parte de la Tercera División boliviana más 6 cañones y 3 ametralladoras.

En el centro, al mando del coronel Castro Pinto, estaban la 1º y parte de la 3º división boliviana más dos cañones y 4 ametralladoras emplazadas en fortines.

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En el ala izquierda, al mando del coronel Camacho, estaban la 3º división del coronel Suárez y la 2º de Cáceres más 8 ametralladoras.

La caballería estaba repartida tras la tropa.                                 

El 26 de mayo comienza el avance de las divisiones chilenas sobre Tacna. Entre las 9 y 10 AM se produce un intercambio de tiros de Artillería entre los 2 Ejércitos, que más que crear daño, sirve sólo para medir el alcance de las armas.

Las tropas chilenas avanzaban rumbo al campo enemigo, rompiendo fuego sobre el ala derecha, siendo los primeros la División Amengual, respondido

inmediatamente por las fuerzas  de Montero.

La primera refriega no causa mayor daño en ninguno de los involucrados, ya que la distancia era superior al alcance de sus armas, pero dio el tiempo suficiente para que los chilenos avanzaran, especialmente los que caían sobre el ala del Coronel Camacho. El ataque fue de forma frontal sobre las tropas aliadas, haciéndose general en pocos momentos. La División de Amengual, ahora apoyada por la de Barceló avanzan con decisión mientras una lluvia de balas zumbaba a su alrededor.

Sucedió que el 2do. De Línea, que casi había sido exterminado en la Batalla de Tarapacá y más encima había perdido su estandarte, se dio cuenta que al frente de ellos se encontraba el Zepita, que había sido su contendor en aquella ocasión. El 2do. De Línea sencillamente los pasó por encima, buscando su estandarte y reclamando venganza.

El ataque chileno era brutal, lo que obligó al general Campero enviar constantemente tropas de reserva para apoyar sus divisiones. A eso de las 12:30 empiezan a escasear las municiones a los chilenos, obligándolos a efectuar la retirada bajo un incesante ataque aliado.

El ala izquierda aliada, fue apoyada por  soldados de la división Herrera y los batallones Colorados y Aroma, dándole mayor fuerza, permitiéndoles no solo defenderse, sino también tomar posiciones de ataque, obligando a las tropas  chilenas a lanzarse en retirada, siendo acribillados por los aliados. 

Habían hablado mucho del famoso Regimiento boliviano de los Colorados, quienes en esta ocasión demostraron que toda su capacidad era verdadera. Con gran empuje y valentía obligan a retroceder a los chilenos, quienes sólo tuvieron un descanso debido a un  sorpresivo asalto de su  caballería  que entró en apoyo evitando así una mayor mortandad de soldados chilenos e hizo volver a sus

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lugares a las tropas aliadas.

Una acometida de los Colorados y el Zepita se lanzaron en heroica lucha contra sus enemigos, con mayor vitalidad y refuerzos no cesaron en su avance. Los heridos chilenos eran repasados[1] por

las tropas que avanzaban, acción que comenzó en la Batalla de Tarapacá y que continuaría, lamentablemente, hasta el fin de la guerra, por ambos Ejércitos.

Baquedano, viendo la desesperada situación chilena, envía la división Amunategui en auxilio de los chilenos que se retiraban. La lucha se tornaba incontrolablemente sangrienta.

Vergara sacó a la caballería de la posición donde estaba y se lanzó a galope tendido contra el enemigo. Es imposible arrollar con quinientos jinetes a una masa militar seis veces mayor, pero fue tal el ímpetu de la caballería que lograron contener a las fuerzas aliadas

Con los refuerzos frescos y disponiendo nuevamente de municiones, los soldados chilenos retoman el ataque

Esta vez atacaban en “guerrilla” y en forma ordenada, dando un golpe tan fuerte a los aliados, los cuales, entre sorprendidos e incrédulos eran rodeados y fusilados.

Las fuerzas de la alianza no aguantaban más, por lo cual comenzó la retirada. El resto de la línea de defensa, fue arrollada y expulsada de sus posiciones produciéndose así la derrota, huyendo hacia Puno y Arequipa.

Los caídos ese día, de ambos mandos, fueron numerosos, dentro de ellos se lamenta mucho la muerte del Capitán del regimiento Atacama don Rafael Torreblanca, héroe de Pisagua y de tantas otras batallas. Las filas de ese regimiento fueron realmente diezmadas.

El siguiente es el relato de Máximo Lira, testigo presencial de un hecho conmovedor:

“Estábamos ya en las primeras alturas que rodean Tacna, después de la victoria, y los jefes venían a felicitar a Baquedano. Llega Martínez del Atacama y se entabla entre ambos este diálogo heroico:

 

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B. ¿Cómo ha ido mi comandante?

M. Mui bien señor general.

B. ¿Ha perdido mucha gente?

M. Bastante.

B. ¿Y oficiales?

M. Tantos.

B. ¿Quiénes son?.

M. Fulano, Zutano y mis dos hijos.

B. ¿Sus dos hijos?.

M. Si, señor, han tenido la gloria de morir por su patria. Me queda uno, que si tuviera en estado de cargar armas, vendría a reemplazarlos!....”[2]

Recordemos que en la batalla de Tarapacá se perdió el estandarte de combate del 2do. De línea, bravamente defendido por el subteniente Telésforo Barahona. Pues bien, después de que las tropas chilenas entraron a Tacna el capellán Ruperto Marchant Pereira registró la iglesia de San Ramón junto al Capitán Munizaga. Tras varios esfuerzos vanos encontraron una pequeña puerta al lado de la epístola que tuvieron que abrir con un yagatán. Encontraron un almacén lleno de objetos de culto, pero al fondo de la sala y debajo de unos almohadones se veía una punta de una cinta tricolor, era el estandarte perdido, que luego volvería a manos de sus legítimos dueños.

Perdida Tacna, los bolivianos huyeron a su país terminando así la alianza definitivamente, quedando solo el Perú contra Chile. El país que había iniciado la Guerra, que había arrastrado a su aliado en ésta, ahora lo dejaba sólo y sin ningún tipo de apoyo.

 

[1] El “repase” es la acción de matar a los heridos enemigos que quedan en el Campo de Batalla mientras las tropas avanzan. Su única explicación es no dejar a hombres vivos y con armas que los puedan atacar por la retaguardia mientras dura el avance

[2] Maximo Lira. Cartas a Isabel Errázuriz. Carta #10

 

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Asalto y Toma de Arica

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico

El Asalto y Toma del Morro de Arica marca un gran hecho de Armas para los dos Ejércitos participantes. Mientras el chileno

se dice que asaltó el lugar de difícil acceso en solo 55 minutos, los aliados demostraron su gran valentía y

patriotismo al resistir hasta el último cartucho llevando a sus defensores a la Gloria a la cabeza de su máximo referente el

Coronel Francisco Bolognesi.

 

 

 

 

Tras la huída de las tropas aliadas luego del triunfo chileno en la Batalla

de Tacna, en el Campo de la Alianza, la dotación peruana apostada en

Arica quedaba completamente aislada, huérfana de ayuda y a merced

del Ejército chileno.

Por su parte el General Manuel Baquedano, ya pensando en el ataque a

la Capital peruana, no estaba dispuesto a dejar fuerzas enemigas a sus

espaldas y menos una plaza tan importante como lo era el Puerto de

Arica, decidiendo el ataque sobre el Coronel Bolognesi y sus hombres,

designando para dicha misión al Coronel Pedro Lagos, con un total de

5.380 hombres pertenecientes a los Regimientos Buin, 3º de Línea, 4º

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de Línea, Lautaro, Bulnes, dos Escuadrones del Carabinero de

Yungay, dos Escuadrones del Cazadores a Caballo y cuatro Baterías

de Artillería, suficiente cantidad de hombres para asegurar un

nuevo triunfo para las armas chilenas.

El Coronel Francisco Bolognesi, enterado del fracaso aliado en Tacna,

envía varios telegramas al 2º Ejercito del Sur, apostado en Arequipa,

que comandaba el Coronel Leiva, pidiéndole que acudiera en auxilio de

sus posiciones, pero lamentablemente para él y sus tropas no hubo

contestación positiva. Cada vez estaban más solos en Arica.

El día 1 de Junio el Comandante Rafael Vargas comandando las fuerzas

de caballería partieron rumbo al Puerto de Arica, y al llegar al río Lluta

son atacados sorpresivamente. Una vez reorganizados, se lanzan en

persecución de los atacantes capturando a dos individuos, el Ingeniero

Teodoro Elmore y su Ayudante, quienes portaban planos en los cuales

se indicaban las posiciones donde se encontraban ubicadas las minas

que llenaban la ciudad.

El 4 de Junio, las fuerzas de Lagos comenzaron a coronar el plan

chileno, enviando a la Artillería de Campaña al N. E. de la ciudad.

Convencido de la futura victoria, el Jefe chileno decide enviar al Coronel

José de la Cruz Salvo como parlamentario ante Bolognesi, pidiéndole

rendición, para evitar así un innecesario derramamiento de sangre. El

siguiente es el dialogo que hubo según Vicuña Mackenna en su libro La

Campaña de Tacna y Arica:

Bolognesi.- Le oigo a usted señor.

Salvo.- Señor, el General en Jefe del Ejército de Chile, deseoso de evitar

un derramamiento inútil de sangre, después de haber vencido en Tacna

al grueso del Ejercito aliado, me envía a pedir la rendición de esta

plaza, cuyos recursos en hombres, víveres y municiones conocemos.

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Bolognesi.- Tengo deberes sagrados y

los cumpliré quemando el último

cartucho.

Salvo.- Entonces está cumplida mi misión

Bolognesi.- Lo que he dicho a usted es mi opinión personal; pero debo

consultar a los jefes, y a las dos de la tarde mandaré mi respuesta al

Cuartel General chileno.

Salvo.- No señor Comandante General, esta demora está prevista,

porque en la situación que previamente nos hallamos una hora puede re

decidir de la suerte de plaza. Me retiro.

Bolognesi.- Dígnese usted aguardar un instante, voy a hacer la consulta

aquí mismo y en presencia de usted.

Fue unánime el apoyo a la decisión de Bolognesi. Todos decidieron

pelear hasta quemar el último cartucho.

De vuelta al Cuartel chileno, el Coronel Salvo da cuenta del resultado de

su misión. La suerte esta sellada para la guarnición ariqueña.

Los días venideros hubo escaramuzas entre la Artillería de ambos

bandos, pero sin causar daños de consideración.

El 6 de Junio, el Coronel Lagos envió un segundo parlamentario,

eligiendo esta vez al Ingeniero Elmore, quien ni siquiera fue recibido

por el Jefe peruano. Fracasadas las tentativas, el Jefe chileno decide

atacar a la brevedad.

Bolognesi sabía perfectamente que el ataque chileno se realizaría

pronto, por lo que decidió hacer una redistribución de sus fuerzas. El

coronel Inclan con los granaderos se situaron en el Fuerte Este. Los

soldados que formaban el regimiento Artesanos de Tacna, ocuparon el

Fuerte Ciudadela. El capitán Moore con los cazadores de Piérola se

Page 78: Carta de Miguel Grau a Carmela Carvajal Vda

ocuparon de las defensas de las baterías del Morro, allí estaban

también el coronel Bolognesi y sus servidores de artillería.

Aprovechando la oscuridad de la noche, el 3º y el 4º de línea bajaron

hacia el Valle de Azapa y luego al sector de serranías. El 3º quedo

frente al Fuerte Ciudadela y el 4º frente al Fuerte Este.

Los centinelas del Ciudadela, sorprendieron el avance de los chilenos e

hicieron fuego, alertando a los defensores que corrieron a sus puestos.

Los del 3º de línea al ser descubiertos, se lanzaron al asalto a toda

carrera. Una vez atravesados los mil metros que los separaban del

fuerte cayeron sobre las trincheras abriéndolas con los corvos, saltando

luego al interior de ellas. El primero en hacerlo fue el subteniente José

Ignacio López, quien arrió el pabellón bicolor peruano. Al ingresar mas

atacantes al Ciudadela, estallaron dos minas haciendo volar por el aire

a algunos soldados chilenos. El uso de las minas enfureció a los

atacantes, quienes se precipitaron sobre sus enemigos, dando muerte

a cuanto defensor que hallaron, sin importar si se rendía o no. Los

oficiales trataron de calmar a sus soldados, pero eso fue imposible.

Mientras a las 4 AM el 4º de Línea se dirigía al Fuerte Este.

Apenas aclaro el día, su avance

fue descubierto por la infantería y

artillería peruana que abrió fuego

contra ellos. Al igual que contra el

Fuerte Ciudadela, los asaltantes

al conquistarlo, dan muerte a

todo enemigo que alcanzaron.  

La lucha fue mas corta que la del 3º de línea, pues la mayor parte de los

defensores emprendieron retirada hacia el Morro.

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Mientras tanto, el regimiento Lautaro, a las ordenes del coronel

Barbosa, capturaba la batería San José. Los fuertes Santa Rosa y 2 de

Mayo fueron dinamitados por sus propios defensores.

Cuando el 3º y 4º de línea ya habían conquistado sus posiciones, se

lanzaron en pos del Morro, olvidándose de las ordenes recibidas de

esperar al regimiento Buin.

Una verdadera lluvia de balas caía sobre los chilenos, causando gran

mortandad en sus filas; pero con sin igual furia siguieron avanzando. En

pocos momentos alcanzaron la cima de la fortaleza, cayendo sobre los

enemigos dando muerte de forma brutal a los oficiales Francisco

Bolognesi y Juan Moore, salvando la vida de los demás oficiales

peruanos, la oportuna llegada de oficiales chilenos que calmaron a sus

hombres, evitando así mas derramamiento innecesario de sangre.

Cuando la bandera chilena fue izada en el mástil del Morro por el

teniente del 4º de línea Casimiro Ibáñez, el capitán del buque peruano

Manco Cápac, abriendo las válvulas de su monitor lo hundió en el mar.

 

 

Campaña de Lima

Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico